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LA MERCED – CAMINOS DE LIBERACIÓN. Nº 197 • AÑO 41 • 2020La revista de la Familia Mercedaria desde 1918Dirección: Mario Alonso Aguado c/ Belisana, 2 • 28043 Madrid.Secretaría y archivo: Leoncio López. [[email protected]]Administración: Serge Ndayisaba.Consejo asesor: J. Ignacio Postigo, José Avilés, Carmen Quirós, AlejandroRobertson, Miguel Ángel Aguado, Simón Rementería, Isabel Prieto, Mony Aguilar.Edita: Provincia Mercedaria de Castilla [www.mercedarios.net]Belisana, 2 • 28043 • Madrid. Teléfono: 91 300 29 72 Diseño y maquetación: Fernando Bernabé

Imprime: Gráficas Arias Montano.Depósito Legal: M–40.283–1980 . ISSN–1577–5062Responsable página web: Leoncio López.

[www.mercedarios.net/caminosdeliberacion][http://www.odemih.com/es/biblioteca–virtual/publicaciones–seriadas]

Esta revista publica cinco números al año, uno de ellos en forma de calendario.Todas las colaboraciones y artículos escritos aquí, son gratuitos y desinteresados.La Merced – Caminos de Liberación no comparte necesariamente las opinionesvertidas en sus artículos. La responsabilidad de los mismos compete única yexclusivamente a sus autores.

2 • la merced - caminos de l iberación / 197

El magisterio del Papa Francisco se ha caracterizado porinvitar al cuidado de la casa común, así lo expresó en sucarta encíclica Laudato Si en 2015. La preocupación porla conservación del planeta lo llevó a realizar el Sínodo

de Obispos realizado en el Vaticano del 6 al 27 de octubre de2019. Como fruto de este sínodo –caminar juntos– el pasado 2 defebrero se publicó la exhortación apostólica postsinodal QueridaAmazonia.

Este documento se refiere a la región Panamazónica que tienela mayor biodiversidad del planeta. Estos territorios están siendodestruidos a gran escala y afectados por nuevos estilos de vidacontrarios a los pueblos nativos. Todo esto ha causado una emer-gencia ecológica y no se cuenta con una política clara de protec-ción.

El Papa Francisco invita a escuchar, dialogar y aprender delos pueblos amazónicos, para esto, propone un marco de reflexiónen cuatro partes temáticas expresadas en sueños y una conclusiónMariana. En la elaboración de este documento han participadomuchas personas que conocen muy bien estos territorios.

La primera parte despliega el sueño social, todos los integran-tes de esta región tengan calidad de vida, un buen vivir, sin lascaracterísticas del consumismo. Los grupos étnicos de esta regiónhan soportado y sobrevivido a historias duras de violencia, causa-da por unos pocos se ha aprovechado de la riqueza causandopobreza en la mayoría. De la misma manera, la corrupción ha con-tribuido con actos inmorales en contra de la vida.

El sueño cultural permite ayudar a que estos pueblos saquenlo mejor de ellos mismos. Equilibrio en mantener lo mejor de lacultura –la memoria vida de estos pueblos– y evitar barreras. Seinvita a recuperar las costumbres sin debilitar la identidad de lospueblos nativos. Propone una mesa común como lugar de conver-sación, compartir esperanzas, superar las diferencias y evitarbarreras creando puentes.

Elección de una ecología humana es el tercer sueño. Francis-

co habla que todo el universo está interconectado, vivimos dentrode un sistema y no aislados, por esto, es necesario el cuidado delos demás y del medio ambiente como lo ha enseñado Jesús. Esnecesario combinar la sabiduría ancestral con la tecnología y sepreserve el estilo de vida de los que viven allí. Propone una eco-logía integral educativa que desarrolle nuevos hábitos por la pro-tección del medio ambiente.

El sueño eclesial lo expresa a través de la cercanía de la Igle-sia que continúa con la evangelización. Una Iglesia con rostroamazónico que promueva la cultura del encuentro. Estos pueblostienen el derecho a escuchar el evangelio, la verdad central de lafe que es el kerigma de la muerte y Resurrección de Jesucristo.Así mismo, es necesario promover nuevos paradigmas de santi-dad, santos que demuestren interés por lo ecológico, las personasy, lo más importante, llenos de Jesucristo.

De igual manera, resalta la importancia del sacerdocio minis-terial como servicio. Invita al compromiso laical, apertura a losdones del Espíritu Santo y así permitir el crecimiento de una cul-tura eclesial. Destaca la importancia de la mujer en el trabajo pas-toral.

María madre de la Amazonía, confiamos en ti madre de lavida, no nos abandones en esta hora oscura. Amén.

Nuestra “querida Amazonia.

Ángel María Ordóñez Muñoz.

Conservadurismo y miradas al

pasado. Alejandro F. Barrajón.

¿Quién le pone puertas al mar? (II).

José Ignacio Postigo.

Coronavirus como oportunidad.

Carmen Quirós.

Ofrecer la propia vida.

José Anido.

Un Episodio Mercedario.

Mario Alonso.

Amazonia: nuevos caminos

para la iglesia. Papa Francisco.

Nolasco, la otra cara de la

moneda (IX). Boli.

...para que sean uno.

Miguel Á. Aguado / Francisco Alises.

Llena de gracia, llena del

espíritu. Ermes Liriano.

Del pánico al consuelo.

Gloria Adames.

Con nombre propio.

Infomerced.

Obra Carismática.

Luis Callejas.

en portada Que evangelizar nunca ha sido fácil es algosabido y experimentado, sobre todo por aque-llos que están comprometidos en primeralínea, en “tierra de nadie”, en lugares fronteri-zos, real y metafóricamente hablando. Nuevosretos aparecen en el horizonte, retos que nosllevarán a presentar y vivir la Buena Noticia deuna manera diferente y más apasionada, retosque cuestionarán la seguridad de nuestrascreencias (¡a veces tan enemigas de la fe!) y elanquilosamiento de nuestro modelo eclesial,retos que nos están pidiendo un voto de con-fiánza ante el vértigo que supone “dejarnoscaer” desde la seguridad de lo establecido,abriendo nuevos cauces y caminos. Al agua nohay quien la pare, y al Espíritu tampoco.

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NUESTRA “QUERIDA AMAZONIA”

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es necesario combinar la sabiduríaancestral con la tecnología y se

preserve el estilo de vida de los queviven allí

Ángel María Ordóñez MuñozSacerdote de la diócesis de Pasto (Colombia) y licenciado en Teología Bíblica por la UPSA

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Esta realidad tan triste es másque evidente. Cuando la iglesia,con un mensaje tan hermoso ytan cargado de futuro como el

evangelio, se empeña en mirar atrás, lasexpectativas de esperanza se diluyen.Porque una oferta caducada es incapazde responder a los problemas del pre-sente y es normal que los jóvenes sealejen de ella. Ningún joven apuestahoy por una institución que no tengafuturo ni esperanza. Y desde aquí puedeexplicarse, en gran medida, la falta devocaciones y los abandonos. Pero estarealidad sacude, de vez en cuando, a laiglesia como si fueran etapas programa-das que hay que pasar cuando toca.

En este momento que vivimos laamenaza de una ola conservadora estremenda. Jóvenes seminaristas quedesean volver a la sotana o al “clerig-man”, amigos de puntillas, trapos eincienso, de muchas flores y latines ypoco compromiso social. Me preocupasobremanera el tipo de iglesia que esta-mos alimentando de cara a un futuroinmediato. Y confieso que tengo amigossacerdotes con clerigman que son exce-lentes pastores entregados a su pueblocon “olor a oveja”, pero son los menos.Hay muchos devotos del corazón deJesús pero poco devotos de los cuerpossucios de los pobres.

Todo lo que estamos sembrado hoy lovamos a recoger mañana y así la cose-cha puede ser lamentable.

Creo que los seminarios y los respon-sables de nombrar a los formadores delos jóvenes de hoy, tienen una responsa-bilidad inmensa que no pueden delegar.Nos jugamos una iglesia creíble o no, enel futuro. Nos quejamos de que haypocas vocaciones pero no siempre nospreguntamos por qué y, sobre todo, nosabemos escuchar lo que los jóvenes dela calle de hoy nos están diciendo.

José Carballo, de la CIVCSVA decía,recientemente, que están surgiendo"corrientes fundamentalistas" en la iglesia.

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Por si fuera poco, recientemente, elcardenal Robert Sarah, responsable deLiturgia en la santa Sede, ha llegado ahacer afirmaciones tan preocupantescomo ésta: “Recibir la comunión en lamano es un ataque diabólico a la Euca-ristía". Con estas salidas de tono de todoun cardenal se echan por tierra muchosaños de avance y de costumbres cristia-nas arraigadas en el pueblo de Dios yque son muy bien acogidas por todos. ¿Aqué obedece este disparate? Segura-mente que este cardenal quiere haceruna oposición frontal al papa para ganar-se la simpatía de los grupos ultraconser-vadores que, últimamente, proliferan enla iglesia como setas. Éste cardenal esun trepador que sólo merece que el papaFrancisco le retire su confianza y lodegrade por no ser merecedor de uncargo tan importante como el que ejerceen este momento en la iglesia. Ha tenidoque ser el “coronavirus” el que nos obli-gue a dar la comunión en la mano de

nuevo como Jesús se la entregó a susdiscípulos. Pero la siembra ya está hechay la duda vuelve a acampar entre los cris-tianos al preguntarse si la afirmación deeste cardenal no será cierta. Vuelve aproponer que los fieles se arrodillen paracomulgar aun sabiendo que la granmayoría de fieles de hoy son ancianos

que no pueden hacerlo y tacha de faltade respeto no hacerlo y comulgar en la

boca como hacemos legítimamente. Denuevo la confusión y la duda provocadapor un alto miembro de la iglesia que, envez de ayudar a clarificar las cosas, loque hace es sembrar la confusión y pediruna vuelta atrás, incapaz de aceptar lalógica evolución de las cosas en la igle-sia. Estos son los cardenales del pasadoque se resisten a vivir con naturalidad lamodernidad porque se sienten incómo-dos en ella. Y como siempre, hay gruposque están deseando apoyar estas inicia-tivas pues el problema está servido, y ladivisión aumenta cada día. Este mismocardenal ya pidió que las Eucaristías vol-vieran a celebrarse de espaldas al pue-blo, lo que indica el tipo de mentalidadque posee y quiere alentar en la iglesia.Todas estas cosas generan el rechazo delos jóvenes y la deserción de la que esta-mos hablando. En este mismo sentido yahabló este cardenal de la “devastación,destrucción y guerras” que ha hechoposible la misa vernácula en la iglesia anivel “doctrinal, moral y disciplinario”. Uncardenal, por lo que se ve, muy apropia-do para el siglo XVII, pero en absolutopara estos tiempos que vivimos.

Es claro que esto solo no justifica elabandono masivo de la iglesia en los últi-mos años, pero si a esto le unimos otrasmuchas razones que iremos desgranan-do en los próximos números, tal vez esta-remos siendo iluminados un poco enmedio de esta espesa oscuridad.

La iglesia ha de acompañar las alegrí-as y las tristezas, las sombras y las lucesde la sociedad y del momento que le hatocado vivir.

probado las aguas de este Mediterráneo que se ha converti-do en un cementerio para vergüenza de tantos, siguenmoviéndose con nosotros entre estas aguas donde La Victo-ria es Merced, y la merced y misericordia es victoria. Así desencillo. Como canta Milanés, las cosas tan sencillas que

nunca tuvimos son tan sencillas como irlas a buscar. Ellos ynosotros nos hemos arriesgado a buscarlas y andamosencontrándolas, a las oscuras tientas las más de las veces ya la luz clara y nítida del amor algunas otras.

Estábamos sin puertas, como el mar que cruzaron (nome caben los 50 en estas líneas): Lasana, Mamadou, Alha-saanae, Lay, Kamga, Ibrahima, Laye, Souleymane, Yero,Bienvenue, Sidy, Rafik, Armel, Idrissa, Abdou, Malouda, Jor-dan, los actuales compañeiros Alpha, Suley, Ibrahim, Daou-da, Redda, Isham, Amadou, Abderramán, Aymane… No megustan las demagogias ni los buenismos ridículos y suelo sermuy realista: probablemente no hay café para todos, no digoque no, pero me alegra que el mar no tenga puertas y quede momento nadie se las haya puesto. Por cierto que sí quecreo que en este mundo haya café para todos. Y terminan-do con Delibes: los santos inocentes que han muerto ennuestro Mediterráneo –como en tantos mares del mundo–intentando la hazaña de pisar este suelo y disfrutar de unaoportunidad… descansen en paz. Al anciano D. Eloy en La

Hoja Roja le llega el momento de contar las hojas que lequedan en el librillo de la vida, y nuestro Apocalipsis dibujala escena de juicio ante el Padre Dios donde figuran los ins-

critos en el Libro de la Vida. Ese mismo libro en el que el mar

devolvió sus muertos (Ap 20, 13). Sin embargo, nuestros chi-cos, supervivientes del mar, y como buenos inmigrantes, sonmás de exilio y ÉXODO: el mar se abrirá y pasarán a pie

enjuto (Ex 14, 21). La libertad les espera en la otra orilla.¿Alguien se atreve a ponerle puertas?.

Una espiritualidad de frontera en plena CastillaHablábamos de los jóvenes inmigrantes en nuestra casa.

Su nueva ciudad–hogar les va gustando, dentro de sus limi-taciones para moverse por ella, que cada vez van siendomenos, afortunadamente. Valladolid es la ciudad de MiguelDelibes, el gran escritor castellano… ellos no lo saben, pero¡cómo me recuerdan estos nuestros chicos africanos a algu-nos personajes de sus novelas! Su Diario de un inmigrante,por ejemplo, cuyo personaje central, Lorenzo, constituye unode los protagonistas más complejos de la literatura españo-la. ¡Ah, nuestros chicos! Todos son un Lorenzo cualquiera,que viaja a Chile en busca de fortuna, hogar y trabajo…cuántos celos, reconciliaciones, discusiones y alegrías,cuántas anécdotas en sus diarios podrían contar… El diariodel proyecto que llevan nuestros educadores serviría de ger-men de una nueva publicación delibeña.

Somos mercedarios. Y esta ha sido la forma que hemoselegido, dentro de nuestra Provincia de Castilla, aquí enValladolid, para celebrar el octavo centenario de la fundaciónde nuestra Orden. No dejo de comentar con quienes me pre-guntan que estamos viviendo en esta casa la gran paradojadel evangelio (todo él es paradoja), a saber: nacimos pararescatar a los cristianos que estaban en peligro de perder sulibertad y su fe, en preciosa obra de redención completa, enlucha de frontera ardua, difícil, peligrosa, que requería infini-ta destreza, sagacidad, inteligencia y sabiduría, con losmusulmanes. Ahora resulta que los jóvenes que vienen bus-cando libertad y futuro a nuestro hogar mercedario… sonmusulmanes (la mayoría). Así que ya veis: estamos viviendouna espiritualidad de frontera en cada esquina de la casa.Son algunos de ellos, musulmanes creyentes, los que ahorase sienten redimidos por los mercedarios, respetados en sulibertad y creencias, acompañados en su vida, enseñadospor tantos educadores y voluntarios (gracias también a ti,Isabel Pascual) que apetecería dedicar más líneas a hacer-les un precioso homenaje, a ellos y al tesoro de su tiempo ycariño. GRACIAS. Diariamente podemos escuchar a nues-tros chicos que Dios es el mismo para todos. No está mal enestos tiempos europeos y mundiales de barbarie terrorista yextremismos. Más Delibes: nuestros chicos harán por Valla-dolid muchas rutas… pero no la de El hereje.

Una casa abierta al mundoVenid a visitarnos cuando paséis por tierras castellanas.

Estamos en uno de los emplazamientos más bonitos yauténticos de Valladolid, entre las aguas del río Pisuerga ylas del Canal de Castilla, que riega nuestros campos desdeel norte de Palencia: el barrio de la Victoria. Ellos, que han

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DESAFÍOS EN LA IGLESIA (II)Conservadurismo y miradas al pasado

¿QUIÉN LE PONE PUERTAS AL MAR? (II)

nos jugamos una iglesiacreíble o no, en el

futuro

estamos viviendo una espiritualidad defrontera en cada esquina de la casa

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uno del otro y unos de los otros. Debe-mos promover una salud universal ysolidaria, una economía con nuevasalternativas que ayuden a las personasdespués de estos momentos. Busca-mos un bien común sobre otros intere-ses sintiendo a todos como prójimo.

Dios. Es una oportunidad paraentrar en el desierto del cuarto, de lacasa, para poder escuchar lo que real-mente merece la pena. Y en silenciollegar a lo esencial. Nuestras metas yvalores en la vida, el amor en familia, lacaridad entre nosotros. Y sobre todoescuchar a Dios, sentir su abrazo quedesde hace tiempo nos está dando yque siempre nos espera.

Un tiempo nuevo. Es una oportu-nidad para vivir no sólo desde el hacercosas, sino redescubrir cómo pode-mos darnos y acercarnos desde elcorazón. Conectarnos vitalmentedesde la oración y el silencio a nues-tros hermanos que esperan nuestrocorazón entregado antes que nuestras“cosas”. El amor no se confina. Estiempo de ensanchar el alma y desdeDios conectarnos más a los demás.

Es una oportunidad, un tiemponuevo. A pesar de todo el dolor es untiempo de gracia. No lo dejemos pasar,aprovechémoslo y puede ser que alfinal digamos: ¡Feliz oportunidad!

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Mi Sección en esta revista sellama “Las cautividades dehoy”. Y desde luego esta-mos en el tema. Estamos

cautivos del coronavirus. Nunca hubié-ramos imaginado una cuaresma así:una cuarentena a nivel personal, fami-liar, social, nacional y mundial. Derepente parece que la vida anterior sehubiera esfumado y el único tema seacómo salvarse de esta cautividad quepuede ser mortal.

¿Cómo nos liberamos de estacautividad? Para muchos es unapelea a vida o muerte, especialmentesi se está en edad de riesgo. Paraotros, el momento de desplegar la soli-daridad o el heroísmo. Y para todos,sobre todo los confinados en casa, esuna oportunidad, un kairós excepcio-nal para situarnos frente al espejo,como individuos, como familia, comosociedad y como especie.

¿Cómo convertimos esta cautivi-dad en oportunidad y gracia excepcio-nal? Tenemos mucho para reflexionar.Algunas pistas:

Acoger la realidad. Es una oportu-nidad para ponernos ante Dios en pri-mer lugar y contemplarnos como crea-turas, no como pequeños dioses apa-rentemente seguros, pero ocultandonuestras fragilidades y vulnerabilida-

des. Acoger la fragilidad, la debilidad,la enfermedad y el sufrimiento. Acogery abrazar la realidad con la mirada delos pequeños, que confían en Dios.San Pablo nos anima a hacer nuestrosu canto: “cuando soy débil, entoncessoy fuerte”. Esta actitud nos ayuda aser más humanos y a caminar siemprehacia Dios.

Los otros. Es una oportunidadpara comprender que caminamossiempre juntos. Que nadie se salvasolo, que ante Dios no hay fronteras,aunque las fabriquemos con insisten-cia. No podemos orar ni salvarnos ensolitario, sino “en solidario”. La vida,como vemos es débil, y hemos de pro-tegerla juntos. Estamos conectadostodos, a los cercanos y a los quehuyen no solo del virus, sino de gue-rras, de la pobreza o del paro.

La sociedad. Es una oportunidadpara sentir la experiencia de los margi-nados en que la pandemia ha situadoa todos con independencia de suriqueza...Todos somos responsables

et exsultate. La santidad puede ser vivida en la vida cotidiana, enmedio de nuestros quehaceres). Pero, al lado de estos dosmodos, hay una tercera posibilidad reconocida de forma explíci-ta en los últimos años. Una posibilidad que brilla de modo emi-nente en los tiempos en los que nos encontramos. Permitidmepues que, en estos días de enfermedad y muerte, me desvíe deltema habitual para hablar del ofrecimiento de vida.

En los modos de canonización, desde ya hace tiempo, sehabía detectado un hueco, un aspecto que no estaba del todobien cubierto con los procedimientos habituales. Se trataba deaquellas personas que, teniendo una vida cristiana, aunque nofuese en grado heroico, llegado un momento ofrecían su vida,por amor a Dios, al servicio de sus hermanos (por ejemplo,durante una pandemia) y fruto de esa entrega acababan encon-trando la muerte. De estos casos encontramos innumerablesejemplos: siempre se habla de aquellos religiosos misionerosque son los últimos en abandonar, si es que lo hacen, los esce-narios de guerra o de epidemia; o hallamos santos ya canoniza-dos cuyo final de la vida encaja en este esquema, al margen deque el proceso haya sido por virtudes, me viene a la memoria,entre otros, san Damián de Molokai. La reflexión que lleva aesta decisión parte de aquellas palabras del Señor en el Evan-gelio, nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus

amigos (Jn 15,13). Es esa caridad, ese amor desinteresado porDios y por los hermanos, el que hace que, a imitación de Cristo,una persona pueda entregar su vida hasta la muerte sirviendo alprójimo. Así lo reconoció el papa Francisco en el 2017 con elmotu propio Maiorem hac dilectionem, que reconocía este cami-no en su peculiaridad. Un amor hasta la muerte como el denuestro Señor.

A los mercedarios este ofrecimiento de vida no puede resul-tarnos indiferente. Es cierto que la interpretación clásica denuestro cuarto voto nos lleva a escenarios de persecución y mar-tirio, sin embargo, nuestras constituciones nos invitan a estar«siempre alegremente dispuestos a dar sus vidas, si es menes-ter, como Jesucristo la dio por nosotros». La imitación de Cristoque debe regir nuestras vidas, como rigió la de nuestros herma-nos mártires, nos debe llevar a entregarnos a nuestros herma-nos. Estos días estamos escuchando las noticias de cómo tan-tos servidores públicos y miembros de la Iglesia caen enfermosy mueren, por haber seguido al pie del cañón, por anteponer lavida y la salud, física y espiritual, del prójimo a la propia. Aquíreluce de modo eminente el amor de Dios que configura unavida, la de aquellos que no quisieron retenerla. Resuenan así laspalabras de la Escritura, el que pretenda guardar su vida, la per-

derá; y el que la pierda, la recobrará (Lc 17:33); y no amaron

tanto su vida que temieran la muerte (Ap 12:11).Visitar al enfermo, actuar como el buen samaritano con nues-

tros hermanos, es dar testimonio de Cristo. Un testimonio que, aligual que los mártires, puede conducir a entregar la vida misma.Y este ofrecimiento la Iglesia quiere reconocerlo de modo espe-cial. Que el testimonio de esta entrega nos ilumine en estostiempos difíciles.

Escribo estas palabras desde el confinamiento al quenos vemos abocados por la pandemia covid-19. Desdemi ventana, real o virtual, contemplo cómo en primeralínea están gastando sus vidas médicos y sanitarios,

policías y militares, trabajadores de todo tipo y, también, cómono, sacerdotes y religiosos. Una entrega que, en ocasiones, frutode la enfermedad contraída en el servicio, se ve sellada con lapropia muerte. Cada día salimos a las ventanas y balcones areconocer ese trabajo, a aplaudir de corazón, a rendir un home-naje sincero a tantas personas de las que dependemos parapoder salir con bien de esta pandemia. En esta columna, núme-ro tras número, dirigimos nuestra mirada hacia el martirio denuestros hermanos durante la persecución religiosa del s. XX.La Iglesia reconoce en los mártires el mayor ejemplo de imita-ción de Cristo, por eso constituye una vía propia, la primera ymás importante, hacia la santidad reconocida. La otra vía tradi-cional es la de las virtudes heroicas, el reconocimiento de unavida, en especial en los últimos años de la misma, desarrolladadesde la práctica de las virtudes cristianas en el más alto grado(un camino, ojo, abierto a todos, sea cual sea su estado de vida,como nos ha recordado en los últimos tiempos el Concilio Vati-cano II y la exhortación apostólica del papa Francisco Gaudete

OFRECER LA PROPIA VIDA

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Acoger la fragilidad, ladebilidad, la enfermedad

y el sufrimiento

IGLESIA DE LA BUENA DICHA. MADRID.

CORONAVIRUS COMOOPORTUNIDAD

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tropas napoleónicas. Napoleón monta-rá su Cuartel General en Chamartín dela Rosa, exigiendo al gobierno a rendir-se y a reconocer a su hermano JoséBonaparte como José I de España.

“Napoleón en Chamartín” es, sinduda, el Episodio Mercedario de Gal-dós, ya que la Orden de la Merced ysus frailes adquieren protagonismo ensus páginas. Los mercedarios deMadrid habitaban, por aquellos años, elconvento de la Merced, también conoci-do como de los Remedios por venerar-se, en una de las capillas de su iglesia,una milagrosa imagen de la Virgen conese título. El convento mercedario sealzaba en lo que actualmente es laPlaza de Tirso de Molina; había sidofundado en 1564 por el Padre Gasparde Torres, ilustre catedrático merceda-rio; el cenobio tuvo justa fama, tanto enla corte madrileña como en las clasesmás populares. Pérez Galdós ambien-ta este episodio a finales del convulsoaño 1808 e inicios del 1809. En unmomento dado de la obra, varios frailesmercedarios van comentando asuntosconcernientes a su propia situación,temas tan delicados como la conve-niencia o no de reducir el número deconventos existentes. Ya en el siglo

cuando presenta a los mercedarios.Nuestro autor siente ternura y apreciohacia varios de ellos, sabe comprendery perdonar sus miserias humanas.Entre los mercedarios galdosianos cabedestacar al Padre Salmón que protegea Gabriel, el protagonista, es un hom-bre bueno, de gran corazón, repartealmendras entre los niños, pero es sim-ple e ignorante, de sobrado apetito, ymuy pueblerino, cercano al pueblollano, “No ha existido hombre más

popular que él…; casi estoy por asegu-

rar (afirma Galdós) que su popularidad

excedió en dos dedos y aún tres a la de

Fernando VII”. Curiosamente ocupabala celda del convento que en el pasadohabía pertenecido a Fray GabrielTéllez, el afamado dramaturgo merce-dario que llegó a firmar sus comediasbajo el seudónimo Tirso de Molina. ElPadre Salmón, tendrá un final trágico,anciano e inválido, encamado en laenfermería del convento mercedario,fue cosido a puñaladas por gentes delmismo pueblo que antes tanto lo habíanidolatrado, previo a ello, con un cordelde cáñamo al cuello fue arrastrado y tor-turado por los claustros. Galdós excla-mará: “¡Ay, lo que es el mundo, y qué

cosas tan atroces ofrece la Historia!”. Otros mercedarios aparecen en las

páginas de este Episodio Nacional: elsuperior del convento, el Padre Ximé-

nez de Azofra, acérrimo contra el ejér-cito invasor, a quien declara enemigode la patria. El Padre Francisco Casti-llo, hombre prudente, que al igual quetodos sacude el yugo napoleónico, peroen algún momento lleva a reconocer laparte de cordura y de verdad quepudieran tener ciertas determinacionesde los franceses. El Padre Chavesaparece repartiendo limosnas a lospobres de Madrid. La lista de frailesmercedarios que aparecen en “Napole-

ón en Chamartín” puede alargarse conlos nombres de los Padres Vargas,Rubio, Palomeque, Agustín del NiñoJesús, Jacinto y Pacho.

Sirva este breve artículo como sen-cillo homenaje, de la familia merceda-ria, a aquel que muchos han reconoci-do como El mejor Cronista de Madrid.Un cronista que también hace referen-cias a La Merced en otra de sus nove-las más geniales, en “Fortunata y Jacin-

ta”. Homenaje que también nosotrospodemos prolongar paseando por elMadrid galdosiano, recordando y visi-tando las distintas residencias en lasque habitó, refiriendo aspectos de suvida personal y vida pública, y descu-briendo lugares con encanto en los queambienta parte de su obra literaria. Unbuen año, este de 2020, para releer yrecrearse con la lectura del Episodio

Mercedario de Galdós.

anterior, el XVIII, se había debatido lar-gamente la cuestión. Recordemos queel gobierno napoleónico dictó la prime-ra orden de expulsión de los frailes enagosto de 1809, los mercedarios nopudieron regresar a su convento hasta1814. Mientras tanto, los franceses seensañaron con el edificio, vengativoscon la Merced, arrebatando ricas pintu-

ras, efigies muy notables y alhajas.Veinte años más tarde, en 1834, lacomunidad de mercedarios de Madridfue vilmente atacada, martirizando a lamayor parte los frailes. Al fin, en 1835se desamortiza el convento, que acabósiendo demolido, convertido en polvo yescombros que dieron paso a la plazaque conocemos hoy en día.

Galdós siempre presenta a los mer-cedarios como patriotas frente al enemi-go francés en la guerra de la Indepen-dencia. La verdad es que la Orden de laMerced se significó como defensora aultranza del pueblo español. Como yadijimos anteriormente, el anticlericalis-mo de Pérez Galdós es sobradamenteconocido. En varias de sus obras caeen los típicos tópicos que la sociedaddecimonónica atribuía al clero, presen-tándoles como glotones, holgazanes,gordinflones, avaros, amigos de los jue-gos de azar y dados a los chismes. Sinembargo, estas caricaturas, y otras lin-dezas por el estilo, se ven atenuadas

ca de los mercedarios madrileños pare-ce indicar una cierta cercanía y familia-ridad con ellos.

Biógrafos y estudiosos de la vastaobra de Pérez Galdós, de la altura deYolanda Arancibia o Eduardo Valero,ponen de manifiesto la riqueza de supolifacética personalidad: periodista,articulista, escritor, político, dramatur-go, cronista… de ahí que sus obrassean tan variadas. Entre todas ellas,podemos destacar las cuarenta y seisque integran la monumental empresaliteraria de los “Episodios Nacionales”,poliédrica visión de la España del sigloXIX. Estos Episodios se agrupan encinco series, los de la primera siguenlas andanzas aventureras y amorosasdel joven Gabriel de Araceli, primeroen la España dominada por Francia,luego en la Guerra de la Independen-cia, desde la batalla de Trafalgar hastala batalla de Arapiles en la que los ejér-citos franceses son derrotados, años1805-1812. En estos Episodios el niñoGabriel crece físicamente y evolucionadesde un muchacho astuto y pícarolleno de ingenio, a un adulto que descu-brirá conceptos como el honor, el debero la rectitud de conciencia, y, ante todo,la preocupación y aprecio por sussemejantes.

En la primera serie, compuesta pordiez Episodios, destaca el quinto,“Napoleón en Chamartín”, escrito en1874. Es un Episodio histórico en elque narra el cerco que los ejércitosnapoleónicos tendieron sobre Madrid.La narración recae, una vez más, sobreel protagonista, el joven Gabriel deAraceli, junto a él, el pueblo madrileñose prepara para la batalla, pese a suinferioridad con respecto a las nutridas

“Benito Pérez Galdós. La

Verdad Humana” ha sidouna magnífica exposiciónque recientemente pudi-

mos disfrutar en la Biblioteca Nacionalde España. En este año 2020 se con-memora el centenario de la muerte, enMadrid, del gran novelista que habíanacido en Las Palmas de Gran Cana-rias en 1843. Madrid quiere presumir deGaldós, quiere y puede presumir de unautor que es a Madrid, lo que CharlesDickens es a Londres, u Honore deBalzac es a París. Y es que Galdósestableció un fuerte vínculo afectivo yliterario con la capital, en ella vivió porespacio de casi cincuenta y ocho años.Es el gran cronista, fiel y fehaciente, delconvulso Madrid decimonónico. La ciu-dad, en la extensa obra de Galdós, esmucho más que un mero escenario deplazas o callejuelas, de boticas o detabernas. Madrid es un organismo vivo,nuestro autor se mete de lleno en la pielde los personajes que pueblan suspáginas, que moran en una urbe que sele antoja bulliciosa y populachera. Suspersonajes son variopintos, castizos ypopulares, unas mujeres recatadas,otras pasionales; unos mozalbetesatrevidos, otros aturdidos, según loscasos, protagonizan su portentosaprosa. También el clero, secular y regu-lar, tuvo una presencia destacada en laobra galdosiana. Como veremos másadelante, tampoco los frailes merceda-rios escaparon del ojo y de la pluma deeste gran novelista, al contario, dejaronprofunda huella en él. Es conocido elacentuado anticlericalismo de Galdós,retratando a clérigos un tanto caricatu-rescos, y sin embargo llama poderosa-mente la atención cómo al escribir acer-

marzo/abril 2020 • 9

EN LA OBRA DE BENITO PÉREZ GALDÓS

UN EPISODIO MERCEDARIO

MADRID

Los frailes mercedariosno escaparon del ojo y

de la pluma de este grannovelista, al contario,

dejaron profunda huellaen él.

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«toda formación cristiana es ante todo laprofundización del  kerygma que se vahaciendo carne cada vez más y mejor».La reacción fundamental ante ese anun-cio, cuando logra provocar un encuentropersonal con el Señor, es la caridad fra-terna, ese «mandamiento nuevo que es elprimero, el más grande, el que mejor nosidentifica como discípulos». Así, elkerygma y el amor fraterno conforman lagran síntesis de todo el contenido delEvangelio que no puede dejar de ser pro-puesta en la Amazonia. Es lo que vivie-ron grandes evangelizadores de AméricaLatina como santo Toribio de Mogrove-

jo o san José de Anchieta.

La inculturación

66La Iglesia, al mismo tiempo queanuncia una y otra vez el  keryg-

ma, necesita crecer en la Amazonia. Paraello siempre reconfigura su propia iden-tidad en escucha y diálogo con las perso-nas, realidades e historias de su territorio.De esa forma podrá desarrollarse cadavez más un necesario proceso de incultu-ración, que no desprecia nada de lobueno que ya existe en las culturas ama-zónicas, sino que lo recoge y lo lleva a laplenitud a la luz del Evangelio. Tampocodesprecia la riqueza de sabiduría cristia-na transmitida durante siglos, como si sepretendiera ignorar la historia donde

61La Iglesia está llamada a caminarcon los pueblos de la Amazonia. En

América Latina este caminar tuvo expre-siones privilegiadas como la Conferenciade Obispos en Medellín (1968) y su apli-cación a la Amazonia en Santarem (1972);y luego en Puebla (1979), Santo Domingo(1992) y Aparecida (2007). El caminocontinúa, y la tarea misionera, si quieredesarrollar una Iglesia con rostro amazóni-co, necesita crecer en una cultura delencuentro hacia una «pluriforme armo-nía». Pero para que sea posible esta encar-nación de la Iglesia y del Evangelio deberesonar, una y otra vez, el gran anunciomisionero.

El anuncio indispensable en la Amazonia

62Frente a tantas necesidades yangustias que claman desde el cora-

zón de la Amazonia, podemos responder apartir de organizaciones sociales, recursostécnicos, espacios de debate, programaspolíticos, y todo eso puede ser parte de lasolución. Pero los cristianos no renuncia-mos a la propuesta de fe que recibimos delEvangelio. Si bien queremos luchar contodos, codo a codo, no nos avergonzamosde Jesucristo. Para quienes se han encon-trado con Él, viven en su amistad y seidentifican con su mensaje, es inevitablehablar de Él y acercar a los demás su pro-puesta de vida nueva: «¡Ay de mí si noevangelizo!» (1 Co  9,16).

10 • la merced - caminos de l iberación / 197

Dios ha obrado de múltiples maneras,porque la Iglesia tiene un rostro plurifor-me «no sólo desde una perspectiva espa-cial [...] sino también desde su realidadtemporal». Se trata de la auténtica Tradi-ción de la Iglesia, que no es un depósitoestático ni una pieza de museo, sino laraíz de un árbol que crece. Es la Tradi-ción milenaria que testimonia la accióndivina en su Pueblo y «tiene la misión demantener vivo el fuego más que conser-var sus cenizas».

67San Juan Pablo II enseñaba que,al presentar su propuesta evangé-

lica, «la Iglesia no pretende negar laautonomía de la cultura. Al contrario,tiene hacia ella el mayor respeto», por-que la cultura «no es solamente sujeto deredención y elevación, sino que puedetambién jugar un rol de mediación y decolaboración». Dirigiéndose a los indíge-nas del continente americano recordóque «una fe que no se haga cultura es unafe no plenamente acogida, no totalmentepensada, no fielmente vivida». Los des-afíos de las culturas invitan a la Iglesia a

«una actitud de vigilante sentido crítico,pero también de atención confiada».

68Cabe retomar aquí lo que yaexpresé en la Exhortación Evan-

gelii gaudium acerca de la inculturación,que tiene como base la convicción de que«la gracia supone la cultura, y el don deDios se encarna en la cultura de quien lorecibe». Percibamos que esto implica undoble movimiento. Por una parte, unadinámica de fecundación que permiteexpresar el Evangelio en un lugar, ya que«cuando una comunidad acoge el anun-cio de la salvación, el Espíritu Santofecunda su cultura con la fuerza transfor-madora del Evangelio». Por otra parte, lamisma Iglesia vive un camino receptivo,que la enriquece con lo que el Espíritu yahabía sembrado misteriosamente en esacultura. De ese modo, «el Espíritu Santoembellece a la Iglesia, mostrándole nue-vos aspectos de la Revelación y regalán-dole un nuevo rostro». Se trata, en defi-nitiva, de permitir y de alentar que elanuncio del Evangelio inagotable, comu-nicado «con categorías propias de la cul-

63La auténtica opción por los máspobres y olvidados, al mismo tiem-

po que nos mueve a liberarlos de la mise-ria material y a defender sus derechos,implica proponerles la amistad con elSeñor que los promueve y dignifica. Seríatriste que reciban de nosotros un código dedoctrinas o un imperativo moral, pero noel gran anuncio salvífico, ese grito misio-nero que apunta al corazón y da sentido atodo lo demás. Tampoco podemos confor-marnos con un mensaje social. Si damos lavida por ellos, por la justicia y la dignidadque ellos merecen, no podemos ocultarlesque lo hacemos porque reconocemos aCristo en ellos y porque descubrimos lainmensa dignidad que les otorga el PadreDios que los ama infinitamente.

64Ellos tienen derecho al anuncio delEvangelio, sobre todo a ese primer

anuncio que se llama  kerygma y que «esel anuncio principal, ese que siempre hayque volver a escuchar de diversas manerasy ese que siempre hay que volver a anun-ciar de una forma o de otra». Es el anunciode un Dios que ama infinitamente a cadaser humano, que ha manifestado plena-mente ese amor en Cristo crucificado pornosotros y resucitado en nuestras vidas.Propongo releer un breve resumen sobreeste contenido en el  capítulo IV de laExhortación  Christus vivit. Este anunciodebe resonar constantemente en la Amazo-nia, expresado de muchas modalidadesdiferentes. Sin este anuncio apasionado,cada estructura eclesial se convertirá enuna ONG más, y así no responderemos alpedido de Jesucristo: «Vayan por todo elmundo y anuncien el Evangelio a toda lacreación» (Mc  16,15).

65Cualquier propuesta de maduraciónen la vida cristiana necesita tener

como eje permanente este anuncio, porque

tura donde es anunciado, provoque unanueva síntesis con esa cultura»

69Por esto, «como podemos ver en lahistoria de la Iglesia, el cristianis-

mo no tiene un único modo cultural»  y«no haría justicia a la lógica de la encar-nación pensar en un cristianismo mono-cultural y monocorde». Sin embargo, elriesgo de los evangelizadores que llegan aun lugar es creer que no sólo debencomunicar el Evangelio sino también lacultura en la cual ellos han crecido, olvi-dando que no se trata de «imponer unadeterminada forma cultural, por más bellay antigua que sea». Hace falta aceptar convalentía la novedad del Espíritu capaz decrear siempre algo nuevo con el tesoroinagotable de Jesucristo, porque «lainculturación coloca a la Iglesia en uncamino difícil, pero necesario». Es ver-dad que «aunque estos procesos sonsiempre lentos, a veces el miedo nosparaliza demasiado» y terminamos como«espectadores de un estancamiento infe-cundo de la Iglesia». No temamos, no lecortemos las alas al Espíritu Santo.

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la Iglesia, al mismotiempo que anuncia unay otra vez el  kerygma,necesita crecer en la

Amazonia

Papa Francisco

ABRIENDO CAMINOs

AMAZONIA

NUEVOS CAMINOS PARA LA IGLESIA

FRAGMENTO DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA QUERIDA AMAZONÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO(nn. 61-69) 2 de febrero del 2020. CAPÍTULO CUARTO. UN SUEÑO ECLESIAL.

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12 • la merced - caminos de l iberación / 197

ORAR CON LA IMAGEN

• Lectura bíblica: “Es preciso que se una a nosotros un testigo de la resurrección, uno de los que nosacompañaban todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, desde que Juan bautizaba hastael día en que Jesús fue llevado de entre nosotros». Así que propusieron a dos: a José, llamado Barsa-bás, apodado el Justo, y a Matías. Y oraron así: «Señor, tú que conoces el corazón de todos, muéstranosa cuál de estos dos has elegido para que se haga cargo del servicio apostólico que Judas dejó para irseal lugar que le correspondía». Luego echaron suertes y la elección recayó en Matías.” (Hch 1, 21-26)

• Comentario: Para caminar juntos, la Iglesia de hoy necesita una conversión a la experiencia sinodal.Es necesario fortalecer una cultura de diálogo, de escucha recíproca, de discernimiento espiritual, deconsenso y comunión para encontrar espacios y modos de decisión conjunta y responder a los desafí-os pastorales. Así se fomentará la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia con espíritu de servicio.Urge caminar, proponer y asumir las responsabilidades para superar el clericalismo y las imposicionesarbitrarias. La sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia. No se puede ser Iglesia sin reco-nocer un efectivo ejercicio del sensus fidei de todo el Pueblo de Dios (Doc. Final asamblea especial, 88)

• Oración: Veni Creator Spiritus,Mentes tuorum visita,Imple superna gratia,

Quae tu creasti, pectora.

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YO EN ELLOS Y TÚ EN MÍ,PARA QUE SEAN

PERFECTAMENTE UNO (Jn 17, 23)

Escenografía: interior de una casa, al fondo una ventana con

iluminación desde fuera, en un lado una mesa con sillas y

objetos de comedor.

INT. Se encienden luces y aparece una mujer detrás de la

mesa con telas, doblándolas y colocándolas.

Entra Pedro Nolasco y después de un momento en silencio

frente a su madre, se abrazan emocionadamente.

Madre de Nolasco: Dios ha escuchado mis súplicas, hijo mío.

(Vuelve a abrazarlo con efusión)

Pedro Nolasco: Querida madre, Dios es muy misericordioso,

no sólo ha escuchado tu súplica para volver a encontrar este

hijo pródigo, sino que tu invocación ha clamado por nuestros

hermanos en peligro de perder su fe.

Madre de Nolasco: Si Pedro, a Dios le demos gracias. ¿Cómo

estás?, ¿has sufrido algún desagravio o tortura?

Pedro Nolasco: ¡No madre!, mis únicas heridas las traigo en

mi conciencia y alma. Ellas son los gritos impotentes de los

cautivos, que en su sufrimiento y lejos de sus familias, han

perdido toda esperanza para seguir viviendo.

Madre de Nolasco: No puedo negarte, que a veces temí por

tu vida, pero sabía qué teniendo a Dios a tu lado, tus manos

generosas estarían llenas de grandes posibilidades.

(Desde fuera se oye un saludo, es el mensajero real, llama-

da a la que sale atender la madre)

Mensajero (Voz en off): ¡A la muy buena, alguien reza en

esta casa!

Madre de Nolasco: Voy a ver quién llama.

INT. Entra el mensajero detrás de la madre de Nolasco

Madre de Nolasco: Pedro es un mensajero de la corte que

trae un mensaje para ti.

Mensajero: ¡A la buena de Dios, don Pedro!, su majestad don

Jaime I de Aragón quiere concederle una audiencia cuanto

antes.

Pedro Nolasco: Y puede saberse ¿cuál es el cometido que

convoca mi presencia en la corte?

Mensajero: No soy quién para conocer tal detalle, pero si

asegurarle que su exitoso regreso de la redención hacia tie-

rras sarracenas, con los cautivos liberados, ha sido la comi-

dilla y asombro para toda la corte. En palacio no se habla de

otra cosa.

Madre de Nolasco: ¡Qué bien hijo mío!, vamos apresúrate,

debes ir a su presencia. Quizás puedas encontrar su pode-

rosa ayuda para continuar con esta obra, que ya has comen-

zado de la mano de Dios.

Pedro Nolasco: Así lo haré. También su ayuda es necesaria,

pues la misericordiosa providencia usa también de la bondad

humana.

Madre de Nolasco: (Al mensajero) Buen hombre, debe estar

sediento o con hambre, quiere que le ponga algo.

Mensajero: Gracias mujer, no deseo nada, haber conocido a

este hombre, a quien ya comienzan a llamar un mercader de

libertad, me llena alegría.

Pedro Nolasco: ¡Por favor, no es para tanto! Me sobrestiman,

no merezco tal título. Más bien mercader de la libertad de

Dios. Además, no encuentro otra causa para esta obra que la

inspiración de una buena madre.

Madre de Nolasco: (Un tanto sorprendida) ¿Qué dices hijo?

¡Yo no tengo tal ganancia en esta causa!

Pedro Nolasco: (Riendo) No madre, no me refiero a ti. Aun-

que tu eres también una buena mujer, a ti debo mi fe y mi

llamada a ser generoso en todo, pero quien nos mueve a amar

hasta el extremo, como la movió a su Hijo, es esa, (mirando

y señalando hacia el cielo) la madre de mercedes. Nuestra

virgen de la Merced. (Ahora rodeando a su madre por los

hombros) Pero no te desilusiones mujer, que yo sé bien que

amando a mi madre de la tierra también venero a la del cielo.

Mensajero: El tiempo nos apremia don Pedro tenemos que

dirigirnos a palacio, el rey nos espera. ¡Gracias! señora por

su hospitalidad, y gracias también por darnos a este hombre

de esperanza.

Pedro Nolasco: Allá vamos amigo. A ver a nuestro monarca,

de quien espero su amparo y protección para mis próximas

empresas. ¡Dios salve a nuestro rey!

Mensajero y madre de Nolasco: ¡Dios salve al rey!

EXT. Nolasco se despide de su madre, y salen. Apagan luces.

NOLASCO, LA OTRACARA DE LA MONEDA

Reencuentro (9ª Escena)

Teatro “La Merced”

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Así como hemos experimentadouna larga cuaresma sellada poruna cuarentena casi mundial,ahora muchos tenemos el

deseo de que este tiempo de pascuaesté marcado por el paso victorioso ydefinitivo de la vida sobre la muerte, dela salud sobre la enfermedad. Creo quela persona de María puede ayudarnos ahacer este necesario camino de pascua,ya que su propia vida experimentó esaalquimia que misteriosamente obra elEspíritu, esa fuerza capaz de “convertiren algo bueno todo lo que nos sucede,incluso lo malo”.

“En el principio, la tierra era caos yconfusión, y el Espíritu de Dios revolote-aba sobre las aguas…” Estos días deepidemia nos hicieron pensar que elmundo regresaba a su fase original, quetodo se volvía caos, confusión, incerti-dumbre. Nos surge una pregunta pareci-da a la que una vez formuló María:¿Cómo será que saldremos de esta?... Yen respuesta, tan solo escuchamos eleco de un anticipado: “no temas”, yseguimos sin entender cómo vendrá laluz. ¿Cuándo será concebida la vacunaque restaurará el reino de la normalidad?

“Envías tu Espíritu, Señor, y repue-blas la faz de la tierra” y cuando lo envía,

Él sopla donde quiere y se oye su rumor,pero no se sabe de dónde viene ni adón-de va. El Espíritu acariciaba las aguasprimordiales como si sospechara que,tarde o temprano, de ese caos surgiríaalgo bueno y bello, algo completamentenuevo. Cuando Dios paseó su miradapor la humanidad encontró gracia enuna mujer… encontró a aquella en quienel Espíritu ya se había posado desdeantes. Dios la miró, la llenó de su gracia,le concedió su favor divino… Enamorán-dose de ella, se enamoró el Creador detoda la creación.

“Quedamos todos llenos del EspírituSanto”, de modo que la mirada amorosadel Padre está siempre sobre nosotros.La cosa comenzó entre las montañas deGalilea, y ahora ese no sé qué del Espí-ritu revolotea dentro, como el niño Juangozoso saltando en el vientre de sumadre. El saludo de María impregna delEspíritu divino en todo aquel que tieneoídos para oír y oye. Sus palabras, suvisita, sus gestos llenos de humanidadprovienen de Quien en otro tiempo hablópor los profetas. Basta una mujer queproclame, movida por el Espíritu, lagrandeza de Dios, su bondad, sus mara-villas… basta una sola para que siga flu-yendo la esperanza en el mundo.

“Infundiré mi Espíritu en vosotros, yviviréis”, dice el Señor, cuando ve que lamuerte se asoma a la humanidad y des-dibuja la hermosa imagen de Dios plas-mada en nosotros desde el principio. Lamuerte no tiene aspecto humano, no esfácil mirarla a la cara. Aunque miles decementerios describen ese supuestofinal natural y común, sabemos de unmodo casi absurdo, que no estamoshechos para la muerte. La hermanamuerte siempre es una espada que tras-pasa el corazón, una compañera siem-pre sorpresiva. Si tan solo pudiéramosmirar la muerte con los ojos de unamadre que permanece de pie junto a lacruz de su hijo…

“El Espíritu nos hace gritar: Abbá”, ynos hace balbucear ‘mamá, papá’ desdemuy temprano. Ese grito nos hace con-fesar que no nos podemos salvar solos,caemos en la cuenta de nuestra verdadfilial y frágil. Junto a esta confesión, des-cubrimos los suaves brazos de aquelque, siendo Padre del universo entero,nos hace sentir su ternura como si fué-ramos únicos, como si su regazo mater-nal estuviera hecho solo para nosotros.Jesús y María gritaron a Dios, como hijoe hija en busca de respuesta, buscandoadelantar la pascua que aún no llegaba.

“Voy a crear unos cielos nuevosjunto con una tierra nueva…”; “voy ahacer nuevas todas las cosas…” y des-pués de haber hecho una promesa tanradical, para sanar tanto dolor, pararehacer nuestro barro, comienza arecrear el mundo resucitando a su Hijo,en quien todos seremos nueva creación,en quien se manifiesta lo que realmentesomos. Con el Hijo del Padre nos basta,en Él lo tenemos todo… María, llena delEspíritu, es aquella mujer que tambiénrezuma nueva creación, aquella quehace aún más tangible (si es esto posi-ble) la novedad, la salud y la vida quequiere traer el Espíritu a nuestro mundoherido y enfermo.

14 • la merced - caminos de l iberación / 197

tesiada por las prisas y urgencias coti-dianas.

La imposición del necesario distan-ciamiento social que nos obliga a con-vivir de modos nuevos, las medidas dehigiene indispensables para frenar lapropagación del virus, pretenden sermedios que enfocados desde unaperspectiva integral, preguntan por logenuinamente humano de la existen-cia que construimos, desafiando lamirada e invitando nuestros ojos a des-cubrir la dinámica del consuelo nocomo derrotismo lloroso y pesimista,sino como posibilidad de reavivar lavida, la esperanza, la certeza de queno somos los únicos actores de esteescenario, a ratos tan sombrío. La fecristiana entonces se abre paso comoun motor al que no podemos renunciar.

Ante el avance de la Pandemia delCovid 19, el ser portadores de este

consuelo se convierte en una urgen-cia y supone además de hacer “lo quenos toca”, exigir y promover que elabastecimiento de recursos parahacer frente a las necesidades de lapoblación, sea una prioridad tantopara las sociedades que puedensuplirlas, como para las que no. Sonesos países que llamamos “subdesa-rrollados”, para quienes el ofrecerconsuelo apela a un tipo de solidari-dad que no olvida que en estemomento, todos somos igualmentevíctimas.

Es en ese sentido, que la miradacreyente sobre la pandemia tiene elbrillo del consuelo. Un brillo tan tenue,que puede pasarse por alto, si nues-tros ojos están nublados. Un brillo dis-creto, al que solo se accede a travésde la confianza que supera el pánicoy que descubre las posibilidades paralo nuevo que brota con nuevas fuer-zas, en medio del caos y a pesar delsufrimiento. Un consuelo que sabe asolidaridad silenciosa y humilde, agestos oportunos, a paciencia labra-da, a colaboración activa, sin alardes,sin atropellos. Porque así es el Señorde la vida.

La pandemia del Covid 19 quese definió inicialmente comoun tema de salud colectiva,actualmente representa para

la sociedad planetaria que habitamos,un desafío en múltiples esferas de lavida, Tal vez en nombre de esto, sehaga necesario recuperar la concien-cia de que la pandemia se encarna enrostros concretos, con nombre y ape-llido: familiares, vecinos, amigos…gente de nuestros pueblos y ciuda-des. Y que el modo como acontecerevelan de un modo nuevo, aspectosde la vida cotidiana que hasta hacepoco parecían irrelevantes.

Actualmente, la pandemia delCovid 19 ha traspasado la frontera delo estrictamente sanitario, convirtién-dose para todos los que habitamosesta aldea global en un enorme inte-rrogante. Quizá, un interrogante deaquellos que emergen inesperada-mente y ponen en entredicho los pro-pios cimientos, los valores prioritariosy el enfoque sobre el que se constru-ye el horizonte ultimo de la vida, delas relaciones, de las estructurasbásicas y complejas que conformannuestros ambientes.

En ese sentido, situada en estepequeño espacio del mundo pobladode rostros e historias anónimas, seme ocurre pensar en las palabras delProfeta Isaías: “Consuelen, consue-len a mi pueblo, dice el Señor” (Isaí-as 40, 1). Pocas cosas como la enfer-medad, evidencian lo fragmentado ydébil de nuestra condición humana yde nuestra fantasía de omnipotencia:allí, todos somos igualmente afecta-dos en nuestra vulnerabilidad, sinque sean suficientes las construccio-nes ideológicas, psicológicas o socia-les con las que fraguamos cotidiana-mente nuestras opciones y acciones.Ahora quizás, son más importanteslos gestos que despiertan la solidari-dad y la acogida, tantas veces anes-

marzo/abril 2020 • 15

ahora quizás, son másimportantes los gestos

que despiertan lasolidaridad y la acogida

LLENA DE GRACIA,LLENA DEL ESPÍRITU

el saludo de Maríaimpregna del Espíritu

divino en todo aquel quetiene oídos para oír y oye

EN MEDIO DE LA PANDEMIA POR COVID 19

DEL PÁNICO AL CONSUELOHna. Gloria Adames, ctsj. Carmelita Teresa de San José y médico internista (República Dominicana)

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El lunes 20 de abril ha fallecido en Salamanca elP. Antonio Vázquez, uno de los fundadores dela facultad de psicología de la Pontificia de Sala-manca e impulsor de la psicología de la religión

en España. Tarea difícil es hablar del P. Antonio en pocas líneas, suslargos años de vida, sus muchas experiencias, su trayec-toria académica, sus múltiples facetas: desde informáti-co, coleccionista de fósiles y minerales, pescador, cate-drático, amigo y… ser humano. La labor de escribir secomplica cuando sabes que se sintió plenamente feliz yrealizado con sus muchos años vividos. Por más queintente pareciera que las palabras no logran expresaradecuadamente el brillo agradecido de su mirada.

El P. Antonio Vázquez Fernández nació en Monforte deLemos (Lugo), el 27 de septiembre de 1926. Fue religio-so mercedario (76 años de profesión religiosa y 69 deordenación sacerdotal), dedicó su vida a la pastoral inte-lectual. Licenciado en filosofía por la Universidad Pontifi-cia de Salamanca, se doctoró en filosofía y psicología porla Universidad Complutense de Madrid. Becario en París,realizó estudios de psicología y psicopatología en La Sor-bona y en el Instituto Católico de París, donde siguió cur-sos con Jean Piaget y Henri Ey. Fue miembro de la Aso-ciación Internacional de Estudios Médico-Psicológicos yReligiosos (AIEMPR). Fue creador y director del InstitutoSuperior Christus Magister de la CONFER en Madrid,para formadores religiosos. Cofundador de la EscuelaSuperior de Psicología de la Universidad Pontifica deSalamanca, de la que más tarde fue catedrático y deca-no de la Facultad de Psicología.

Entre sus publicaciones cabe destacar: Psicología religio-

sa actual, Psicología y Pensamiento Existencial (Madrid,1963); Psicología profunda y ética (Universidad deMadrid, 1970); Freud y Jung: dos modelos antropomórfi-

cos (Sígueme, Salamanca, 1981); La Psicología de la

Personalidad en C. G. Jung (Sígueme, Salamanca,1981); Notas para una lectura de las "Moradas" de Santa

Teresa, desde la Psicología Profunda (Universidad Ponti-ficia de Salamanca, 1982); Apariciones. Aspectos psico-

lógicos en Diccionario de Mariología (Paulinas, Madrid,1988).

Una incansable labor intelectual que supo combinar conel servicio y la generosidad; cientos de personas a lasque ayudó desde el acompañamiento psicológico y espi-ritual; cientos de retiros, conferencias y cursos, en Espa-ña, Italia y Latinoamérica, impartidos con el fin de ofrecerherramientas a los formadores en su labor de acompañara los jóvenes que se preparan para la vida sacerdotal yreligiosa. Este trabajo lo desempeñó hasta sus últimosdías, pues siempre tuvo sabias y agudas palabras con lasque nos estimulaba a la reflexión y al estudio.

Hombre con un fuerte sentido de pertenencia a la Iglesia,es recordada su activa participación en la organizaciónde las Semanas de Religiosos y Religiosas, a nivel nacio-nal, después del Concilio Vaticano II. También lo pode-mos recordar por su mirada crítica a la Iglesia española,propia de un hijo al que no le es indiferente su madre.Dentro de la Orden de la Merced, a la que sirvió y amóinmensamente, aceptó, con humildad y obediencia, losservicios que esta le solicitaba. Algunos de ellos fueron:secretario provincial (1954), formador del EstudiantadoMercedario –filosofía y teología– en el Monasterio dePoyo, Pontevedra (1960-1966), consejero provincial(1966-1973), asistente religioso de la Federación deMonjas de la Orden de la Merced en España (1982-2002), entre otros.

Maestro de espiritualidad, todos los que se han acercadoa esta noble persona no dirán lo contrario. Nuestro queri-do Antonio Vázquez fue un hombre con una profundaexperiencia de Dios, propia de las almas que han alcan-zado el grado de ver la vida como don. Así lo reflejabacuando lleno de gratitud repetía las palabras del salmistacómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho.

Hoy agradecemos Dios la vida y la labor del P. AntonioVázquez, por saber encarnar de la forma más innovado-ra el carisma redentor en su trayectoria. ¡Ojalá y quieneshemos tenido la maravillosa gracia de conocerle y com-partir la vida podamos tenerle como un ángel! Que desdelos coros celestiales continúe ayudando, con su interce-sión, a todos los que necesitamos aprender de su anhe-lo de vida, de su total confianza en Dios y su apuesta porel prójimo.

Fr. José Modesto Pascual O. de M.

16 • la merced - caminos de l iberación / 197marzo/abril 2020 • 17

connombrepropio INFOMERCED

Os confieso que si algo echo de menos en miconfinamiento de estos finales de Abril es lar-garme con viento fresco, respirar a pleno pul-món y otear los campos desde las medievales

murallas de Urueña, precioso pueblo de la provincia deValladolid que os recomiendo visitar (cuando nos dejePedrito). Tras estas bendecidas y copiosas lluvias de pri-mavera, el cereal y la colza tienen que estar dando unespectáculo de vida y color absolutamente increíble –meestoy planteando escaparme y pagar la sanción… esbroma-. Inenarrable mar de Castilla.

En tiempo de pandemia, juguemos a los paralelismos.Porque resulta que, como ocurre con el campo, la lluviade un coronavirus globalizado, esparcida como letalsemilla, ha hecho aflorar lo mejor y lo peor de cadapersona, de cada casa, de cada gobierno, de cada país,del mundo entero. El trigo crecido y deslumbrante al sol,todavía verde, es promesa y realidad de fruto, lo mejor ylo más agradecido a la vista en este mar de cereales. Eltrigo son nuestros médicos, enfermeros, auxiliares, bom-beros, guardia civil, policías, ejército, reponedores yempleados, transportistas, empleados de residencias, dela limpieza, de mil servicios indispensables que han man-tenido y mantienen a día de hoy la posibilidad de super-vivencia de quienes se lo agradecemos cada día. Creoque fue Jorge Guillén quien aludía a la muchedumbre detrigos. Bonito ¿eh?. No pensaba yo que eran tantos pero,efectivamente, son muchedumbre. Unos están tumbadospor el viento huracanado del virus de la corona, y otros enpie y al pie del cañón. Y juntos siguen siendo las joyas…

de la corona. Rezamos al comienzo del día, en un precioso himno

cristiano, que en el campo del mundo emergen de cuan-do en vez, como sangrientas amapolas, las batallas.Un borbotón de sangre entre el ahora casi dorado trigal.Pues sí: ahí están dando nuestros trigos la batalla de lasalud, cuidando, amparando, mimando con tubos, pasti-llas y sueros reparadores cada amapola a la que se le vala vida por la sangre infectada. No en vano canta elporompompón que “el trigo, entre toas las flores, ha esco-gido a la amapola…”. Normal. Los mejores, desde

Jesucristo y ya antes, eligen lo más débil y sufriente

como lo más sublime, aquello por lo que merece la

pena trabajar y entregar la vida. Dicen los agricultoresque las amapolas son muy negativas para los cultivos,

pero es evidente que tienen una importancia paisajísticainexcusable. A ver si hay suerte y lo podemos contemplaren estas primeras semanas de mayo. En el caso denuestro paisaje hospitalario, las mayores amapolas, y lasno tan mayores cuyos pétalos amenazan con marchitar-se, forman parte esencial del cultivo. Es más: son lo máspreciado del campo y están mereciendo el sudor –com-pañero de la lágrima– el extenuador trabajo y hasta lavida de nuestros trigos. Gracias, mil gracias. Sin dudaesta pandemia está haciendo aflorar lo mejor de la cose-cha. ¡Y qué impresionante se divisa desde tantos sitios!.

¡Y aquí llega lo bueno! Mamá, no podía faltar, si quie-res no sigas leyendo, lo siento por ti: la política.Yujuuuuuu. Los políticos, sí, osease: los cardos. El fér-til y cruel campo de la pandemia está haciendo florecertambién lo peor de lo peor, que viene –como suele suce-der– no de la gente (ah, la gente, ¡qué tiempos de acam-padas en Sol, ¿eh, Pabliño?) sino de nuestros impresen-tables políticos. Los de la nueva casta, sí ¿eh, Pabliño?Je, je, qué pillín él, lo que sabe. Vamos a ver unas pre-guntitas: ¿Queréis las mascarillas que prometéis tener -siempre para la semana siguiente- para protegernos opara amordazarnos? ¿Vais a seguir tomándonos porimbéciles en nuestras propias caras y desviando en lastelevisiones de vuestra propiedad la atención, para queno se hable de vuestra incompetencia absoluta en la ges-tión de esta tragedia a la que no sois capaces de ponerun crespón negro? ¿No podemos decir que habéis esta-do a la altura del betún manejando una crisis sanitariabrutal como esta, y que tenéis muy contentos a médicos,hosteleros, empresarios, obreros, transportistas, profeso-res, farmacéuticos y el sursum corda?. Chapuza tras cha-puza.

El tema de la mala hierba política da juego para otradura reflexión algo así como de unas cien páginas:donde no hay mata, no hay patata. Terminaré con Sabi-na, a quien me he puesto de fondo para escribir este artí-culo. Hoy me apetece cantar con él: lágrimas de desamor

ruedan por la página de un bloc, y en él escriben: ¿quién

me ha robado el mes de Abril?. Pero en su Calle Melan-

colía dice –y prefiero terminar con esto hoy–: el campo

estará verde, debe ser primavera. El campo y nuestro tri-gal estará verde, sí… pero más verdes están nuestrospolíticos.

José Ignacio Póstigo O. de M.

TRIGOS,AMAPOLAS… Y CARDOS

PADRE ANTONIOUN ILUSTRE MERCEDARIO

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en nuestra vocación de seguir liberandoa los más vulnerables de sus ataduras;acompañándolos y guiándolos en esteproceso hacia la inclusión e integraciónplenas, trabajando en su empodera-miento como personas de pleno dere-cho. Este es un trabajo que nos enri-quece y con el que enriquecemos a laspersonas y a toda la sociedad.

Gracias a ti, a tu generosidad ycompromiso iniciamos esta campañay este proyecto, con la ilusión de que,dentro de algún tiempo, podamos pro-porcionar un hogar a estos niños anteun futuro tan incierto que se presenta,debido a la situación mundial de pan-demia. De ella solo podremos salirgracias a la solidaridad y unión de

Como cada año, iniciamosuna nueva campaña solida-ria. Cada proyecto es uncamino de libertad y reden-

ción para los más necesitados denuestros días queriendo dar una res-puesta carismática en clave merceda-ria.

La XLI Campaña Solidaria de “LaMerced. Caminos de Liberación”,cuyo lema es “Su casa, tu casa y

nuestra casa”, se destinará a la crea-ción de un hogar-casa para niñosrefugiados sin acompañamiento fami-liar en la ciudad de Málaga.

La ciudad de Málaga es un lugarde paso para la población migranteque procede de la ciudad de Melilla,principalmente de personas que sal-tan la valla de la zona fronteriza de laciudad. También es lugar de recep-ción de flujos migratorios de la costaandaluza por ser destino de muchaspateras.

Nuestra ONG Mercedaria, Funda-ción La Merced Migraciones, en cola-boración con las Monjas Mercedariasde la Orden, pondrán en marcha esteproyecto en el Monasterio de NuestraSeñora de la Merced y Santísima Tri-nidad. Las monjas mercedarias cedenparte de su monasterio para acondi-cionarlo al desarrollo de esta iniciati-va, en concreto en la parte del edificioque se encuentra ubicado en la calleCuradero.

Este proyecto pretende dar conti-nuidad a la respuesta que los merce-darios dieron en 1987, creando la pri-mera casa de acogida para niños sinacompañamiento familiar solicitantesde protección internacional y refugioen España. Hoy, queremos iniciaresta andadura en la ciudad de Málagay dar respuesta a la realidad queviven muchos de estos niños.

Los proyectos de la fundación hanido creciendo de la mano de la pre-sencia de comunidades mercedariasque acompañan este camino carismá-tico. Esta casa se uniría a las ya exis-tentes en la Fundación, que cuentacon 19 recursos residenciales: 15

casas en la ciudad de Madrid, 3 en laciudad de Valladolid y 1 en el pueblode Herencia (Ciudad Real). Esto nospermite disponer de 140 plazas deacogida.

La vulnerabilidad de muchoscolectivos se está acentuando enestos momentos. Las personasmigrantes y refugiadas, especial-mente la infancia –niños y niñas-,conocen de primera mano crisis polí-ticas, económicas y sociales tanduras que les hacen plantearse lasalida de sus países de origen enbusca de nuevas oportunidadestanto para ellos como para sus fami-lias.

¿Por qué su casa, tu casa y

nuestra casa?

Su casa, porque queremos quetengan un lugar donde convivir,aprender, expresarse y crecer;

Tu casa, porque puedes ayudar aofrecerles un entorno seguro parasus vidas.

Nuestra casa, porque, para crearun hogar te necesitamos para queestos niños encuentren en nosotrosuna familia que les ayude y acompa-ñe en un mundo para todos.

NUeSTRA CASA

Disponemos de 660 metros en elmonasterio de Nuestra Señora de laMerced y Santísima Trinidad paraconvertirlos en una casa con capaci-dad para 15 niños no acompañados.

Habilitaremos tres dormitoriospara que descansen seguros y ten-gan su espacio de privacidad; unasala de reuniones multifuncionaldonde podamos hacer comunidadjuntos: ellos y nosotros; un comedordonde compartir experiencias; unaula de ocio para que puedan entre-tenerse y seguir siendo niños a pesarde todo; y un lugar para aseos yduchas. Para muchos de ellos, puedeser la primera vez que estos espaciosposean estos significados. No esta-rán solos. Una parte se dedicará a lacreación de un despacho y dormitorio

para los educadores que les acompa-ñarán y atenderán en lo cotidiano.

Las monjas mercedarias serán lasencargadas de la cocina y lavanderíadiarias del hogar. Siendo parte impor-tante del proyecto y de Nuestra Casa.

Más de tres décadas de experienciaen recursos residenciales con jóvenesmigrantes y refugiados nos confirman

18 • la merced - caminos de l iberación / 197

todos, ayudando y apoyando desinte-resadamente a los que no tienenmedios suficientes para subsistir.

Es ladrillo a ladrillo y día a día,junto con la labor y colaboración demuchas personas como se construyeun hogar, por eso esperamos tusdonaciones para SU CASA, TU CASAY NUETRA CASA.

marzo/abril 2020 • 19

Obra Carismática

XLI CAMPAÑA SOLIDARIA 2020

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