la luz de una vela

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Cuento corto

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Futur@

La velade una nocheIsabel Reguilón

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De noche dominan las estrellas y las cosas se vensolo de forma tenue. Se diría que una parte de larealidad desaparece y solo queda visible lo masevidente.Quizá por eso la noche es mas propicia a lasconfidencias, porque te despojas todos tus adornos yquedas al descubierto.

La noche tranquiliza, sobre todo si no hay prisa. Terecoge y relaja porque entras en un estado de menorautocontrol en el que es mas fácil que asome elsubconsciente.Esas divagaciones se traía Esther mientras jugaba aseguir con la vista el crepitar del fuego en lachimenea. Era Otoño y la mañana había sido cálida,de manera que pudo disfrutar de su paseo por eljardín y llegarse hasta la carretera. Sus dolores dehuesos habían sido mas leves hasta la tarde.Pero al oscurecer la temperatura comenzó a bajar

de forma brusca, de manera que cogió un poco deleña antes de cenar con la intención de calentar unrato la cocina antes de irse a acostar.Llevaba más de tres horas en la misma postura y el

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tiempo se le había pasado en un soplo. Comosiempre que pensaba en Manuel, ese marido que laabandonó cuando solo tenia treinta años.

Recordaba la última noche juntos. Era un día deprimavera. Habían estado ayudando a su suegra aencalar el patio. Esther solía pasar de puntillas por lafrase que pronunció en su regreso a casa. "¡Con loque se ahorra tu madre en pintores, vaya herenciaque te espera!". Pero su recuerdo se hacia mas nítidocuando pensaba en el gesto con el que su maridorespondió a ese comentario.

Llevaban cuatro años casados y su vida en comúnestaba llena de altibajos, con discusiones que surgíande improvisto y en los que el tono de voz cada vezera más alto y los insultos se iban volviendo másdesconcertantes. A veces las riñas se prolongaban envarios días de enfado en los que ambos permanecíancallados y no sabían como acercarse al otro paraacabar con un estado de animo que a ninguno de losdos agradaba. Casi sin pensar y la mayoría de lasveces aprovechando la presencia de algún tercero,

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tenían que volver a entablar dialogo que, procuraban,se mantenía a partir de entonces.

Aquella noche fue distinta. Manuel había oído milveces reproches hacia su madre y se mostróintransigente con este nuevo ataque. No iba atolerarlo. Insulto. Ataque. Reproche. Venganza.Rencor. Grito. Horas de duelo que acabaron al albacon un portazo de Manuel que dejo a Esther sinhabla.

Se quedó en el sofá prácticamente todo el día,sorprendida por la reacción inusitada de su esposo.Pensaba que volvería en un rato y se acostaría en sucama. Pero las horas iban pasando y allí estaba ellasola. Llegó la tarde y nada abría la puerta. Dejó pasardos días hasta entender que nada iba a ocurrirporque ella siguiera esperando junto a la chimenea ometida en la cama.Hizo de tripas corazón y fue a casa de su suegra. Porel camino iba pensando cómo enfocar la presentacióny no se le ocurría nada. Al abrir la puerta la madre deManuel y ver la simpatía con la que le recibía se dio

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cuenta de que él no había pasado por allí y que sumadre no sabia nada. Entonces rompió a llorar ycontó lo que había pasado.Durante años se busco a Manuel por todas partes.

Ni rastro. Ni vivo ni muerto.La madre cayó en depresión pocos meses después.Esther se sumergió en el silencio más absoluto, en elque aún permanece.

Cada noche, la mujer enciende una vela en la cocinajunto al retrato de Manuel. Reconstruye la últimanoche desde el momento en que la puerta se abrecuando regresan a casa. Se le ocurren mil formasdistintas de vivir aquella noche. Un chiste en su boca,un beso de buenas noches, unas palabras de amor,incluso un silencio, una nada, cualquier cosa antesdesencadenar el dragón que se despertó aquellanoche para para desprender mas fuego que lachimenea. Es lo único que le ha quedado, el fuego deldragón crepitando en la chimenea. Es lo único quedejo Manuel tras de si, el fuego del infierno.

Esther se pregunta cada noche que sera de él. Sabe

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que lo mas probable es que aquella noche,desesperado, se lánzara al vacío de una sima o alfondo de un abismo en aquellas montañas a pocoskilómetros de casa. Pero reza cada noche porqueaquel día Manuel fuera cuerdo y su viaje mas largo,hasta el tren, hasta la ciudad, hasta otro continente enel que ha encontrado amor, dinero, el cielo.

La mujer lo imagina feliz, como él era en losmomentos bellos. Esther cree que ella tiene que vivircon el castigo por no haber sabido frenar eldesencuentro. Cada noche se impone la mismapenitencia. Para cumplir con Dios, con Manuel y conella. Mantiene sus reflexiones hasta que la velatermina por consumirse y cuando el retrato de suesposo queda a oscuras Esther se levanta y seesconde en su lecho.

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