la ley 100 en la visiÓn de un salubrista
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Un análisis nacido de la práctica y formación como salubrista a la Reforma Neoliberal de la Salud en Colombia y la presentación de argumentos que para el año 2011 hicieron evidente la crisis estructural que ésta reforma traería para el Sistema de Salud en Colombia.TRANSCRIPT
LA LEY 100 EN LA VISIÓN DE UN SALUBRISTA12 Luis Fernando Cruz Gómez
Introducción
Un hecho que se constituye en una culminación de búsquedas, procesos y de real
encuentro de múltiples expectativas, es la aparición de la Ley 100.
Su concepción debió recorrer el largo, y a veces conflictivo, proceso de conciliación de
diferentes enfoques y diferentes políticas, y el deber de convertirse en el instrumento
afilado y perfeccionado que cumpliera los propósitos magistrales de garantizar una
cobertura universal (o sea del 100% de la población colombiana) y estuviera animada
del gran espíritu de la solidaridad y la equidad.
Debió, esta conceptualización, pasar primero por la aparición y puesta en
funcionamiento de la Ley 10, que establecía el marco normativo y legal del Sistema
Nacional de Salud y asimismo el de la Ley 60 que establecía las obligaciones de las
entidades del Estado que prestan servicios y que hacían real la expedita vía de la
descentralización administrativa. Ya consolidada esta línea de lectura de las
necesidades de reglamentación, se hizo más evidente la posibilidad del desarrollo de la
ley que establecía el punto de encuentro para la solución de diversas debilidades que
habían dejado las dos leyes anteriores y que, introduciendo el instrumento esencial de
la libre escogencia, abría el campo a la libre competencia.
A pesar de ser un gran avance, continúa latente una duda: el de colocar a la salud, que
es un mercado imperfecto, en el terreno movedizo del libre mercado.
Su promulgación debió asimilar la resistencia del espíritu de prevención e
inaceptabilidad de corrientes del pensamiento de las ciencias sociales que veían
seriamente amenazada la obligación de la salud pública por parte del Estado, pues el
cambio de estrategia al subsidiar la demanda, preveía un descuido al sector de la
salud. Esperamos que con el siguiente abordaje sea más comprensible su
interpretación.
Antecedentes
En nuestra visión, la salud es un lugar de encuentro donde confluyen lo biológico, lo
ambiental y lo social; el individuo, la familia y la sociedad; la política económica y el
desarrollo social.
1 Colombia Medica Vol. 27 N° 1, 1996 2 La vigencia que los análisis de esta publicación tienen en el año 2009 y la importancia que el Informe de la
OMS del año 2008 da a la Atención Primaria de la salud, nos motivaron a publicar de nuevo este documento.
En ella se reflejan los logros alcanzados por la sociedad y las instituciones del Estado
en la búsqueda del desarrollo. En este orden de ideas, los avances logrados en
ingresos económicos y en educación han permitido el mejoramiento del nivel de salud.
A manera de ejemplo, en la década de los ochenta la tasa de mortalidad infantil se
redujo en más del doble en los países en los que el ingreso medio aumentó en más del
1% al año3.
Por otro lado, en los últimos años se ha creado un grado de conciencia sobre la crisis
de la salud pública, entendida como la incapacidad de los grupos sociales para
promover y proteger su salud en la medida en que las condiciones históricas así lo
requieran4.
Existe un avance insuficiente de los países hacia la meta de salud para todos en el año
2000. Esta circunstancia unida al vertiginoso desarrollo del mundo contemporáneo ha
planteado la necesidad de una reforma social, buscando con ello líneas de acción que
conduzcan a lograr la expansión del aparato productivo y la inversión en las personas.
Además, hay una invitación para el mundo de la salud pública, orientada a profundizar
en la comprensión de la crisis de la salud y a la búsqueda de alternativas de solución
en el marco de una reforma social5.
En el campo de la salud, se han realizado esfuerzos en el mejoramiento de los
procesos educativos de la salud pública y en el desarrollo de la infraestructura de los
servicios de salud; sin embargo, en América Latina se ha estimado que cerca de 130
millones de personas no tienen acceso regular a los servicios básicos, y en los
próximos diez años se agregarán 100 millones de nuevos ciudadanos a la anterior cifra.
Ante esta perspectiva se plantea la importancia de un abordaje más integral de la salud
pública, con una concepción no sólo como un campo de profesionalización sino como
un deber del Estado, y sobre todo, como un compromiso de la sociedad con sus
ideales de salud.
La declaración de Alma Ata en 1978, definió como estrategia principal para la acción,
el desarrollo de un sistema integral de atención primaria en todos los países. El punto
central de este plan de acción mundial es que se debe reconocer la necesidad de
reestructurar las prioridades y servicios de salud; además, desde el punto de vista
práctico, es necesario reforzar las propuestas de gestión que conduzcan a la
intersectorialidad, la descentralización, la participación y la modernización de la gestión
pública.
3 Banco Mundial, op. cit. 4 OPS, La crisis de la salud pública. Reflexiones para el debate, op. cit. 5 BID, PNUD, Reforma social y pobreza. Hacia una agenda integrada de desarrollo, 1993.
El Banco Mundial en su Informe Anual 1993, propone un triple enfoque para las
políticas públicas destinadas a mejorar las condiciones de la salud de los países en
desarrollo:
Los gobiernos tienen que fomentar un entorno económico que permita a las propias
unidades familiares mejorar su nivel de salud.
El gasto público en salud debe reorientarse hacia programas más eficaces en
función de los costos, y que contribuyan en mayor medida a los pobres.
Los países tienen que facilitar mayor diversidad y competencia en el financiamiento
y la prestación de servicios de salud6.
Asimismo, la revisión del diseño de los sistemas de seguridad social en América Latina,
se ha transformado en un elemento estelar del debate actual, con respecto al papel del
Estado en la promoción del desarrollo económico y social.
En Colombia se han desarrollado desde 1975 una serie de reformas en el sistema de
salud, para posteriormente con la ley 100 de 1993, reglamentar el Artículo 49 de la
Constitución Política sobre la seguridad social.
Todas estas propuestas y reformas han estado enmarcadas dentro de los esfuerzos
internacionales y nacionales para formular lineamientos y directrices que permitan
adoptar decisiones necesarias para el corto, mediano y largo plazo, en el área de la
salud integralmente concebida.
De igual manera, es indispensable ratificar nuestra visión según la cual nos
identificamos con el papel del Estado en la compensación de los desequilibrios sociales
y con las garantías que éste debe ofrecer para la satisfacción de las necesidades
básicas humanas7.
Por otro lado, es importante puntualizar acerca del peligro que representa la
sacralización del enfoque de mercado en temas sociales y particularmente de la salud,
por cuanto éstos responden a estructuras de mercado denominadas de competencia
imperfecta.
Además para que el libre mercado funcione, según lo demostró el economista Douglas
North en su libro Institutions, Institutional Change and Economis Performance publicado
en 1990 y que le valió el Premio Nobel de Economía 1993, para que el libre mercado
funcione se requiere de un sólido proceso educativo y cultural, de un sistema jurídico
confiable y de una adecuada organización financiera que lo soporte. Así mismo el libre
mercado no crea una sociedad operante, la presupone.
6 Banco Mundial, op. cit. 7 Cruz, L. F., “Apertura económica y desarrollo social”, en Colombia Médica 25, 1995.
George Soros —un magnate de finanzas húngaro de reconocido éxito en el mundo
capitalista— ha publicado un informe en el considera que la extensión de los valores
mercantiles a todas las áreas de la vida están poniendo en peligro nuestra sociedad
abierta y democrática. En el informe se entiende la sociedad abierta como aquella que
incluye instituciones que protegen los derechos y que garantizan libertades, como una
concreción que explica la no existencia de un monopolio de la verdad. En síntesis, cree
que dejarle al mercado ciertas decisiones mina los valores de la sociedad. En nuestro
concepto algunas de estas decisiones están relacionadas con el sector social en
general y con el de la Salud en particular.
Sin embargo, no desestimamos la importancia que varios elementos de la concepción
de mercado pueden tener para el desarrollo empresarial de la salud, particularmente
las que se pueden materializar a través de estrategias específicas.
5.5.1. Una aproximación en el abordaje de una nueva salud pública
Quisiéramos plantear, a manera de aproximación, algunas reflexiones encaminadas a
ubicar un abordaje de una nueva salud pública en los albores de un nuevo siglo.
Se hace esencial desarrollar acciones en el plano de la organización, tanto a nivel del
diseño como del desarrollo, la gestión y los procesos de evaluación y ajuste. En este
orden de ideas se propone un enfoque de la organización que ubique la salud como
una empresa social8.
Una empresa social se define como la interrelación de recursos, que a través de una
base de contenidos y procesos, concretan acciones para obtener resultados e impactos
en conjuntos de población, los cuales guardan una estrecha relación con los
compromisos e ideales de salud de estos grupos humanos.
La visión de empresa social identifica objetivos para los individuos y para la
colectividad, en relación con las actividades orientadas a mejorar la calidad de vida de
la población.
Es un concepto que relaciona la empresa con su realidad social, con su ambiente y con
la urgente necesidad de lograr eficiencia, propiciar solidaridad e impulsar la
participación, coordinación e integración social. Es un esquema compatible con el
desarrollo de políticas públicas sectoriales e intersectoriales.
Se relaciona además, con el sector privado a través de enfoques estratégicos claros,
flexibles, eficientes, eficaces y equitativos. Aplica enfoques participativos tanto en la
8 Guerrero, R., Cruz, L.F., “La salud en Cali y el Valle: una empresa social”, en Colombia Médica 24, 1993,
págs. 110-120.
planeación, organización, gestión y evaluación de propósitos, objetivos y líneas de
acción. Apunta hacia el mejoramiento continuo de la calidad de vida, en virtud de
procesos de facilitación, liderazgo y enseñanza-aprendizaje.
Realiza de igual forma un trabajo multidisciplinario en equipo y en una visión sistémica,
que busca la interactuación de las soluciones más que la acción de cada solución
comprendida separadamente. Considera la realidad epidemiológica de los individuos y
los grupos humanos, según sea su relación con el tiempo y el lugar donde se
encuentren.
Tiene, en la estrategia de atención primaria de la salud, el enfoque a través del cual
concreta la participación comunitaria, la coordinación intersectorial, el desarrollo
tecnológico y el desarrollo administrativo. Este enfoque estratégico general se
complementa con estrategias específicas así:
Redes de servicios.
Formas alternativas de ampliación de la cobertura.
Liderazgo y gerencia de calidad.
Enfoque descentralizado y coordinado de la atención ambiental.
Enfoque de planeación y de evaluación estratégica.
Desarrollo de la investigación para la acción.
Desarrollo de modelos de seguro obligatorio y de solidaridad para la salud integral.
Veeduría ciudadana y control fiscal.
Estos planteamientos ubican a la salud en un proceso de modernización que concreta
aperturas al menos en las siguientes direcciones:
La investigación.
La universidad.
Las ciencias sociales y de la conducta.
La salud más allá de la tradicional concepción sectorial.
La concepción empresarial, el enfoque solidario y el trabajo que procura logros y
resultados expresados en términos de eficiencia, eficacia y equidad.
5.5.2. Reformas en el área de la salud. Características y relaciones
Las reformas del sector de la salud son efectos jurídicos de varias tendencias de
reestructuración, unas de orden interno y otras originadas en fuerzas nacionales o
internacionales que gobiernan la transformación del Estado9.
Entre los esfuerzos internos encontramos la tendencia que pretende pasar de un
modelo de la curación a un modelo de la promoción de la salud y de prevención de la
enfermedad.
Tratemos de describir, en el caso de Colombia, los elementos esenciales de esta
normatividad, para establecer las interrelaciones y los puntos de la secuencia necesaria
a la concepción de la salud pública.
En el período comprendido entre 1973 y 1990 se concretó el Sistema Nacional de
Salud, como un modelo técnico-científico orientado a lograr un ordenamiento
conceptual, técnico y administrativo de un conjunto de recursos dispersos. Se definen
áreas de atención a las personas y al ambiente, se establecen los niveles de atención
de acuerdo con grados de complejidad articulados entre sí y se incorporan una serie de
subsistemas regulatorios de los aspectos técnicos-administrativos.
Nacen las unidades regionales de salud vinculadas a los servicios seccionales y éstos
con el sistema nacional. Se enfatizó en la planeación y fue escaso el desarrollo en el
área gerencial y de evaluación. Sin embargo, es un modelo desfasado en la realidad de
aspectos financieros y administrativos, lo que impidió su plena aplicación.
Como resultado de los análisis que de este sistema realizó el Estudio Sectorial 10, y
otros, se estableció un bajo desempeño del sistema tanto en términos de cobertura
como de eficiencia y calidad. Estos estudios sentaron las bases para que en el período
entre 1990 y 1993, se estableciese el rediseño de un nuevo modelo de salud, el cual
comienza con la Ley 10 de 1990.
Esta Ley reestructura la oferta de los servicios dentro de un marco descentralista y de
participación ciudadana. Con ella se descentralizan las competencias del sector de la
salud asignando a los municipios la responsabilidad de la atención a nivel local y a los
departamentos, los niveles secundarios y terciarios de la atención. Se define la
naturaleza jurídica de los hospitales; se otorga autonomía administrativa y financiera a
las entidades públicas prestadoras de servicios; se instaura la carrera administrativa; se
reordenan las fuentes de financiamiento; se crea un sistema tarifario; se institucionaliza
9 Banco Mundial, op. cit.
BID, PNUD, op. cit.
Cárdenas, M.; Olano G., Reforma de la seguridad social en salud, FESCOL, FES, FRB, Fundación Corona,
1992. 10 Ministerio de salud de Colombia, DNP, op. cit.
la participación comunitaria; se definen marcos regulatorios con los servicios públicos y
privados; y se establece la base para desarrollar procesos de integración funcional.
No obstante estos alcances, la Ley se enfrentó con diversos obstáculos financieros,
políticos y de instrumentación y reglamentación adecuadas. Sin embargo, esta Ley 10
de 1990 recibe pleno apoyo constitucional en 1991 y el respaldo requerido a algunas
de sus debilidades, con la promulgación de la Ley 60 de 1993.
La Ley 60 refuerza el enfoque descentralista. Se crea el fondo del pasivo prestacional
del sector salud y con ello se posibilita a los departamentos y municipios para cumplir
los requerimientos exigidos por la descentralización, y por tanto, de asumir las
responsabilidades contempladas en la Ley 10 de 1990.
La Constitución Política de Colombia de 1991 estableció en su Artículo 48, la seguridad
social en salud como un derecho irrenunciable y la garantía de una universalidad y
obligatoriedad progresiva. Se concreta para tal efecto la Ley 100 de 1993, buscando
estimular mecanismos de mercado y el fomento de la competencia en la búsqueda de
la calidad y la eficiencia.
Dentro de este marco se pretende reordenar la demanda de servicios de salud e
integrar a todos los usuarios dentro de un sistema de mercados complementarios;
ampliar la cobertura de la seguridad social en el régimen contributivo; transformar las
instituciones prestadoras de servicios en empresas sociales del Estado; ofrecer formas
alternativas de articulación complementaria a las empresas de medicina pre pagada;
propiciar procesos para la libertad de elección; crear mecanismos financieros y
organizativos para la solidaridad y establecer medidas administrativas para el pago y la
racionalidad en el uso de los servicios.
5.5.3. El aprendizaje de la experiencia chilena
Aunque es indudable, la especificidad de la experiencia colombiana en materia de la
Ley 100 de 1993 y la existencia de un proceso de reglamentación en vías de
completarse, se hace importante conocer la evolución de reformas en países
latinoamericanos para aprender de ellas e interactuar.
Para el análisis usaré los argumentos contenidos en el estudio realizado por Patricio
Mejía acerca de la experiencia chilena en la reforma de su sistema de seguridad social
11.
Este estudio contiene la evolución de la reforma del sistema de seguridad social
chileno, que se inició en la década de los ochentas, donde se transformó el sistema
11 Mujica, P., Sistema de seguridad social: la experiencia chilena, BID, 1993.
tradicional de reparto administrado por el Estado, —como el que existía en Colombia—
en un sistema mixto tanto en términos de su administración como en el criterio de
determinación de sus beneficios.
El monopolio estatal es reemplazado por un sistema que da prioridad a la acción de
instituciones privadas y de organismos públicos descentralizados, desvinculados del
gobierno central. La experiencia chilena es fuente de referencia obligada para el diseño
y desarrollo de los sistemas de seguridad social en la región.
Los objetivos de este estudio estuvieron asociados con:
La cuantificación de la cobertura de los diversos programas de la red de seguridad
social de Chile.
La medición del impacto redistributivo de los programas asistenciales.
La medición de subsidios cruzados al interior del sistema.
El siguiente es un resumen de las conclusiones12:
La redefinición del papel del Estado en el ámbito de la seguridad social se reflejó en un
notable progreso en el grado de focalización de los programas asistenciales. Sin
embargo, la contrapartida de esta reorientación de la política social fue la reducción de
los recursos destinados a financiar los programas asistenciales. La experiencia chilena
de reforma del sistema de seguridad social sugiere, en este sentido, que el intento de
traspasar un conjunto amplio de actividades sociales al sector privado puede provocar
una reducción significativa del gasto social agregado.
Aunque son importantes los progresos alcanzados en la mayoría de los indicadores
tradicionalmente utilizados para medir el estado de salud de la población, persisten
serias deficiencias en la atención de salud que afectan tanto el desempeño del sistema
público como el del sistema privado. Los problemas del sistema de salud derivan de
una prolongada restricción financiera como resultado de la reforma del sistema de
seguridad social y de una inadecuada organización y gestión administrativa. Los
problemas del sistema de salud privada, por su parte, radican básicamente en su falta
de transparencia, en la tendencia a sobreutilizar los servicios de salud, en ineficiencias
en la asignación temporal de los recursos y en una estructura de incentivos que tienden
a excluir de la partida a grupos específicos de la población. Un problema adicional, que
cruza al sistema de salud en su conjunto, es el de la equidad en la distribución de los
beneficios.
A pesar de los avances logrados en materia de organización y funcionamiento del
sistema previsional chileno, la experiencia sugiere que la operación del sistema privado 12 Ibid.
requiere un esfuerzo adicional por parte del Estado en materia de regulación, con el
objeto de garantizar la transparencia del sistema, una adecuada rentabilidad de los
fondos previsionales y la posibilidad de ampliar los beneficios del sistema a los
trabajadores independientes.
Con esta perspectiva, el estudio de la experiencia chilena de reforma al sistema de
seguridad social, —tanto por la profundidad de los cambios como por la velocidad con
que éstos se introdujeron y los avances logrados en el tiempo—, es una referencia
obligada y proporciona algunas lecciones importantes para el diseño y desarrollo de las
reformas a la seguridad social en la región.
5.5.4. La posición de un salubrista y las relaciones de la Ley 100 de 1993 partiendo de la Ley 10 de 1990
Tal como se mencionó, es necesario ratificarnos en la visión de la salud como una
empresa social, que identifica un postulado de la salud integral y unos compromisos
con los ideales de la salud.
Esta definición implica una reafirmación en la estrategia general de atención primaria
de la salud con sus diferentes componentes fundamentales para la gestión y en las
siguientes estrategias específicas:
Red de servicios.
Formas alternativas para la ampliación de la cobertura.
Liderazgo y gerencia del cambio.
Enfoque descentralizado y coordinado de la atención ambiental.
Planeación y evaluación estratégica.
Investigación para la acción.
Seguro obligatorio y fondo de solidaridad para la salud integral.
Veeduría ciudadana y control fiscal.
Este planteamiento es coherente con una direccionalidad en las reformas de la salud y
de la seguridad social, que parte de la Ley 10 de 1990, continúa por la Constitución de
1991 y se refuerza de la normatividad derivada de la Ley 60 de 1990 y la Ley 100 de
1993.
Con el enfoque estratégico específico antes mencionado, denominado “formas
alternativas para la ampliación de la cobertura”, se establece la relación con el sector
privado y con elementos del enfoque de mercado. Se identifica con el contexto de la
descentralización, con la participación comunitaria, con la urgente necesidad de un
seguro básico obligatorio y recursos de compensación y solidaridad. Plantea esfuerzos
para buscar la eficiencia y la eficacia pero sin comprometer la equidad.
En esta visión se enfatiza la importancia de moderar la libre competencia en temas
que, como el de la salud, presentan derivados de la prevalencia de una cultura de la
enfermedad, según la cual se podría incurrir en fenómenos de utilización tecnológica
reparativa innecesaria y costosa. Asimismo, es importante prever fenómenos de
“descreme” del mercado que acentuarían manifestaciones contrarias a la equidad y a la
solidaridad.
Es necesario rescatar la visión técnica de la salud pública y adquirir compromisos con
sus ideales y con el liderazgo en la sociedad. En esta visión se precisa moderar la
propuesta de libre competencia, por cuanto la salud está actualmente inmersa en una
cultura de la enfermedad y de la tecnología costosa. En la búsqueda de un ejemplo que
pueda facilitarnos la comprensión de la anterior afirmación, examinemos algunos datos
pertinentes en el sistema de salud de los Estados Unidos.
Este país es considerado un modelo de salud dentro del esquema de libre
competencia, en el cual concurren múltiples proveedores y múltiples pagadores de
servicios médicos. En este país sólo 32% de los recursos financieros operan en un
mercado libre, y el 42% es de origen estatal para asumir con estos recursos fiscales
aquello que el mercado y la libre competencia no pueden satisfacer. Recientes
evaluaciones han planteado este sistema como ineficiente, en la medida en que el
gasto en salud representa 13% del PIB y se proyecta a 15% para el año 2000. Es de
destacar los niveles altos de mortalidad infantil alcanzado por los Estados Unidos en
comparación con los países industrializados13.
Finalmente, y a manera de síntesis, es necesario reafirmarnos en los ideales de la
promoción de la salud y la prevención de la enfermedad y proyectar las políticas de
salud más allá de la muy respetable concepción y teoría económica. Además,
proponemos la real certidumbre de que la salud como empresa social debe ser un
sector líder y debe ser comprendido como:
Aquel que posee alto dinamismo interno.
Moviliza y cataliza otros sectores.
Es sensible al ambiente que lo rodea.
Su influencia trasciende momentos, espacios y personas.
Tiene en el eje del tiempo un recurso inagotable.
Tiene reconocimiento político y comunitario.
Orienta, sirve y transforma.
Define métodos de lectura de la realidad como oportunos, sencillos y válidos.
Comunica organizadamente y se organiza para comunicar.
13 Kurland, J.; Walsh, J.; Price, G., International health: what the US can learn. Building health, through
community. An international dialogue, Boston, 1991.
Es reflexivo, crítico, real e innovativo.
Tiene en el recurso humano su mayor riqueza.
Administra el cambio, los conflictos y es proactivo.
Plantea una visión, define una misión y objetivos, y concreta estrategias para la
acción.
Estandariza y ajusta según sus vivencias, realidades y desafíos.
5.6. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA TRANSICIÓN EPIDEMIOLÓGICA, DEMOGRÁFICA Y DE SERVICIOS DE SALUD
Los cambios en la distribución y las características de la morbilidad en las poblaciones
se producen en dos etapas: la primera guarda relación con la transición demográfica,
en donde se disminuye la mortalidad causada por problemas infecciosos y, en parte
como resultado de ello, disminuye también la fecundidad; la segunda etapa, que es
una consecuencia del descenso de la fecundidad y de las tasas de disminución
diferenciales entre las causas de muerte, guarda relación con la llamada transición
epidemiológica. La población envejece y las enfermedades no infecciosas pasan a
constituir una causa importante de los problemas de salud.
Estas transiciones tienen una influencia determinante en la evolución de las
características sociales y de salud en las próximas décadas.
La transición epidemiológica se refiere a los cambios de los patrones de morbilidad,
mortalidad e incapacidad en una población, los cuales se presentan con
transformaciones demográficas, sociales y económicas.
Se ha planteado una correlación entre el concepto de transición epidemiológica y
transición de la atención sanitaria.
Para tratar de establecer esta relación analicemos algunos elementos claves que se
derivan de estos conceptos. La transición epidemiológica incluye tres procesos
básicos:
La sustitución de las primeras causas básicas de muerte (por ejemplo, infecciosas
comunes por no transmisibles y lesiones).
El desplazamiento de la mayor carga de morbimortalidad desde grupos de
personas jóvenes a grupos de edad avanzada (mayor importancia de la
morbimortalidad en grupos de adultos).
El cambio de momentos de predominio de la mortalidad en el panorama
epidemiológico a aquellos donde la morbilidad es lo dominante 14.
En América Latina la transición tiene un comportamiento caracterizado por:
Un mosaico epidemiológico (enfermedades del período de transición y
postransición).
El resurgimiento de enfermedades ya controladas (por ejemplo el cólera).
La heterogeneidad en los perfiles epidemiológicos según los niveles de análisis,
tanto desde la perspectiva geográfica como social, cultural y económica.
El fenómeno de la transición no es de tipo lineal; sin embargo, destacados autores
relacionados con el tema lo han planteado en términos de etapas o estadios
identificables así:
Frederiksen (1969) presenta cuatro estadios:
Tradicional.
Transición temprana.
Transición tardía.
Moderna.
Omran (1971) presenta tres etapas:
Hambruna.
Descenso de las pandemias.
Enfermedad degenerativa producida por el hombre.
Lerner (1973) presenta tres etapas sucesivas:
Vitalidad baja.
Control creciente de mortalidad.
Concepción ampliada de la salud. La transición de la salud posee dos
componentes: la transición de las condiciones de salud-perfil epidemiológico y la
transición de la atención primaria.
La transición de la atención sanitaria guarda relación con los desarrollos sociales,
económicos y tecnológicos que en el siglo XX han tenido grandes influencias y, en
consecuencia, con los perfiles de oportunidades para la respuesta, así:
El modelo de atención médica centrado en la tecnología.
El resurgir de la visión humanística del médico en la última década del siglo.
Los costos y los principios de equidad, eficiencia y universidad.
El desarrollo de una propuesta de prestación de servicios de salud basados en la
comunidad.
La presencia de enfoque de competitividad en la prestación de los servicios.
Frente a estas realidades de la demografía, la epidemiología y la evolución de los
servicios de salud, es donde debe hacerse el cambio en el sector de la salud.
El análisis de la transformación de las condiciones de salud en América Latina tiene
importantes repercusiones para el bienestar de los 450 millones de habitantes (que
representa 9% de la población mundial); de allí que el análisis de relaciones — como
las aquí planteadas— sean útiles para la acción del salubrista y del epidemiólogo, en
su afán de comprender los cambios e impulsar respuestas pertinentes.