la interacción entre departamentos

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¡La interacción entre departamentos! La Morsa Mal Informada. Retrato de Diane Stafford sobre el profesor Russell Ackoff. Tomado de “La quinta disciplina” de Peter Senger.

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Page 1: La interacción entre departamentos

¡La interacción

entre departamentos! La Morsa Mal Informada.

Retrato de Diane Stafford sobre el profesor Russell Ackoff.

Tomado de “La quinta disciplina” de

Peter Senger.

Page 2: La interacción entre departamentos

¿Cómo van las cosas allá abajo?,

gritó el jefe Morsa desde su cetro

en la roca más alta cerca de la

orilla. Esperó las buenas noticias.

Abajo, las morsas pequeñas se

consultaban precipitadamente.

Las cosas no iban del todo bien,

pero ninguna quería darle las

malas noticias al viejo. El

jefe morsa era el más

grande y sabio de la

manada; conocía su

negocio, pero tenía un

temperamento tan

terrible que a todas las

morsas las aterraba con

su grito feroz.

"¿Qué le diremos?",

musitó Basil, la morsa que ocupaba el segundo lugar en jerarquía.

Recordaba muy bien cómo el viejo había bramado y despotricado

frente a él la vez anterior que no había logrado atrapar su cuota de

arenques, y no deseaba pasar nuevamente por esa experiencia.

No obstante, la morsa observó durante varias semanas que el nivel

del agua en la bahía del Ártico había estado bajando

constantemente y que ahora era necesario viajar mucho más lejos

para atrapar el aprovisionamiento de arenques que menguaba.

Page 3: La interacción entre departamentos

Alguien debía decírselo al viejo; probablemente él sabría qué hacer.

¿Pero quién lo haría?, ¿Y cómo?

Finalmente Basil dijo: "Las cosas

marchan muy bien, jefe.". Pensar que el

nivel del agua estaba bajando hacía que su

corazón latiera más fuerte, pero agregó:

"De hecho, parece que la playa se está

haciendo más larga".

El viejo gruñó. "Bien, bien", dijo. "Eso nos

dará un poco más de espacio". Cerró sus ojos y siguió asoleándose.

El siguiente día trajo más problemas. Una nueva manada de morsas

descendió a la playa y con el aprovisionamiento mermado de

arenques, esta invasión podría ser peligrosa. Nadie quería decírselo

al viejo, a pesar de que solamente él podría tomar las medidas

necesarias para enfrentar esa nueva competencia.

A regañadientes, Basil se acercó a la gran morsa, que seguía

asoleándose en la roca grande.

Después de una breve plática, dijo:

"Ah, por cierto jefe, parece que una

nueva manada de morsas está

ocupando nuestro territorio".

Los ojos del viejo se abrieron enormes

y llenó sus grandes pulmones

Page 4: La interacción entre departamentos

preparándose para un bramido extraordinario, pero Basil añadió

rápidamente: "Por supuesto, creemos que no habrá ningún

problema. Me parece que no comen arenques. Probablemente están

más interesados en los peces pequeños y, como usted sabe, nosotros

no comemos esa clase de peces".

El viejo soltó el aire dando un suspiro de alivio. "Bien, bien", dijo,

entonces no hay por qué enojarse ¿verdad?".

Las cosas empeoraron en las siguientes semanas. Un día

asomándose desde la gran roca, el viejo se dio cuenta de que

aparentemente se había perdido parte de la manada. Mandó llamar

a Basil y gruñó malhumorado: "Qué está pasando Basil?, ¿Dónde

están todos?".

El pobre Basil no tuvo el coraje

para decirle que cada día

muchas de las morsas jóvenes

se unían a otra manada.

Aclarando su garganta

nerviosamente dijo: "Bueno,

jefe, hemos tenido unas pocas

dificultades. Usted sabe, nos

hemos estado deshaciendo de

los malos elementos. Después

de todo, una manada

solamente es tan buena como lo son las morsas que la integran".

Page 5: La interacción entre departamentos

"Dirige con mano dura, siempre lo he dicho", gruñó el viejo. "Me

alegra escuchar que todo va tan bien".

Pronto todos se fueron y se unieron a la nueva manada, a excepción

de Basil; éste se dio cuenta de que había llegado el momento de

decirle la verdad al viejo. Aterrorizado pero determinado a hacerlo,

aleteó hacia la gran roca. "Jefe", dijo, "tengo malas noticias. El resto

de la manada lo ha abandonado".

El jefe morsa estaba

tan sorprendido que

ni siquiera pudo

emitir un buen

bramido "¿Me

abandonaron?", gritó,

"¿todos?, ¿Pero por

qué? ¿Cómo pudo

pasar esto? Basil no tuvo corazón para decírselo, por lo que

simplemente encogió los hombros con impotencia.

"No lo entiendo", dijo el viejo, "y justo ahora que todo iba tan bien."

La Morsa Mal Informada Bárbara McCain. Oklahoma City

University.