la iniciativa empresarial en la lucha contra la...
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FUNDACIÓN CENTESIMUS ANNUS PRO PONTIFICE (CAPP)
RESUMEN DE LA CONFERENCIA INTERNACIONAL DE 2016
LA INICIATIVA EMPRESARIAL EN LA LUCHA CONTRA LA
POBREZA
La crisis de los refugiados, nuestro reto
La conferencia anual internacional CAPP de 2016 celebrada en el Vaticano del 12 al 14
de mayo abordó el tema de la iniciativa empresarial en la lucha contra la pobreza, que
ya había sido tratado en la Declaración de 2015 de la Fundación. Además se prestó una
atención especial a dos cuestiones: la crisis de refugiados en Europa y las posibilidades
de nuevas iniciativas y alianzas voluntarias puestas al servicio del bien común, según
las líneas trazadas por el Papa Francisco y según el mensaje permanente del
pensamiento social cristiano. A la conferencia asistieron 320 profesionales y
empresarios, así como profesores universitarios, directivos de la administración pública
y líderes religiosos de 23 países. Se adjunta la lista completa de oradores.
La Iglesia celebra 25 años de la encíclica Centesimus Annus, un documento pionero
para las personas involucradas en el mundo de los negocios, ya que abrió una nueva era
en el pensamiento católico sobre la economía de mercado puesta al servicio del
desarrollo humano. Se fijaba en los últimos cien años desde Rerum Novarum, pero por
encima de todo estaba dirigida al futuro, como expresa san Juan Pablo II al final del
documento, a las puertas de un nuevo milenio: «También en el tercer milenio la Iglesia
será fiel en asumir el camino del hombre, consciente de que no peregrina sola, sino con
Cristo, su Señor. Es él quien ha asumido el camino del hombre y lo guía, incluso cuando
éste no se da cuenta».
En el discurso de apertura, Domingo Sugranyes Bickel declaró: «Estamos
completamente inmersos en el siglo XXI, muchas cosas han cambiado desde 1991:
hemos experimentado un crecimiento espectacular a nivel global antes de sumirnos en
una crisis de consecuencias inesperadas. Las dificultades en la gestión de la
globalización, la enorme cantidad de deuda –pública y privada– y las nuevas
tecnologías conllevan la necesidad de adoptar reformas difíciles y causan incertidumbre
sobre el futuro del trabajo. Numerosos jóvenes se sienten desprotegidos ante el futuro y
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amplios sectores de la población, incluso en los países ricos, temen el declive social y
económico. Es posible que, al estar en medio de lo que algunas personas llaman nueva
revolución industrial, los árboles nos impidan ver el panorama más general. En
cualquier caso, también debemos hacer frente a las terribles consecuencias de la guerra
y las poblaciones desplazadas, mientras que muchas personas de países más pobres
desean encontrar un futuro mejor en Europa y en Estados Unidos». Tras dirigir la
oración introductoria, el Cardenal Calcagno expresó su deseo de que la conferencia
pudiese realizar una contribución verdadera a un mundo en el que los pobres, en vez de
depender de las limosnas, encuentren un modo de progresar a través del trabajo.
Libertad económica, emprendimiento social e intervención contra la pobreza
Según Andreas Widmer, «demasiado a menudo se considera que el beneficio es malo
cuando se trata de solucionar la pobreza». Lo que llamó «industria de la ayuda
humanitaria» prefiere los impuestos, la redistribución y la ingeniería social. Tanto los
enfoques tecnocráticos como los burocráticos ante la pobreza tienen una base
materialista utilitaria similar. El camino alternativo, centrado en las personas, necesita
incluir el emprendimiento; y la empresa necesita considerar a los pobres como personas
con potencial no desarrollado, más que como «un problema». El sistema de mercado
moderno ha logrado reducir la pobreza extrema mejor que cualquier otra economía
previa. Sin embargo, está lejos de ser suficiente. Aunque se ha demostrado que las
pequeñas y medianas empresas (PYMES) en EEUU y en Europa son los motores de
creación de empleo y de beneficios, y representan aproximadamente un 99% de todas
las empresas; el sector de las PYMES es prácticamente inexistente en los países en vías
de desarrollo. Las personas pobres son pobres, no por lo que tengan o dejen de tener,
sino porque están excluidas de las redes de productividad e intercambio. Las
organizaciones de ayuda humanitaria, a pesar de sus buenas intenciones, así como los
gobiernos y las instituciones financieras, parecen tener profundos prejuicios contra los
propietarios de pequeños negocios. Por el contrario, las historias reales de éxito en el
desarrollo son aquellas en las que las PYMES han llegado a una masa crítica, y a
menudo ese éxito había sido incubado en las comunidades de fe que ofrecen una presión
de grupo positiva y un entorno relativamente seguro. Si se aceptaran estos hechos se
produciría un cambio sustancial: las instituciones financieras deberían ofrecer préstamos
competitivos a las PYMES en vez de a los gobiernos (en vez de únicamente
proporcionar microcréditos, que ayudan a mitigar la pobreza pero no son suficientes
para crear riqueza); las universidades, fomentar la educación de la gestión a nivel
intermedio; los gobiernos de los países ricos, favorecer las importaciones de los países
en vías de desarrollo y acabar con los subsidios locales a la competencia desleal.
Este punto de vista puede parecer provocador, pero hay muchos ejemplos de la vida real
que lo apoyan. En un panel presidido por Jesus Estanislao, se presentaron tres casos.
Algunas empresas internacionales ya han tomado la decisión de apoyar a negocios
locales en países en vías de desarrollo como parte de sus principales políticas del interés
bien entendido, como explicó Francesco Vanni d’Archirafi: Junior Achievment, por
ejemplo, con el apoyo de grandes bancos y empresas de todo el mundo, contribuye a la
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educación financiera, a la preparación para el mundo laboral y a la formación
emprendedora; así como a crear empresas reales en proyectos escolares. Llega a diez
millones de jóvenes cada año con ayuda de 450.000 voluntarios. La Fundación Citi
tiene un programa similar que se llama Pathways to Progress (Caminos al Progreso). En
los proyectos de pequeño crédito que apoya Citi, a menudo el enfoque se centra en
apoyar el emprendimiento de las mujeres, lo cual tiene más probabilidades de tener un
impacto en las familias y en las comunidades. Un segundo ejemplo, más limitado pero
verdaderamente significativo es el del Padre Luis Lezama, fundador español de una
cadena cooperativa de restaurantes y de unos centros de educación profesional que
contratan exclusivamente a jóvenes en situación de marginación y que han gozado de un
éxito espectacular. Un tercer ejemplo es la historia de éxito internacional del empresario
coreano Young Hee Yu, un buen ejemplo de creación de riqueza inspirada por la fe en
todo momento.
Quizá esto no resulte tan paradójico si uno recuerda, como explicó el Cardenal Pell en
su discurso de apertura, que probablemente los apóstoles no fueran pobres, sino más
bien pescadores y pequeños negociantes de éxito. «Jesús era consciente del poder que
tenía el dinero para fascinar, corromper y capturar el corazón humano», dijo el
Cardenal; pero también comprendía lo que era el dinero y la forma en que funcionaba,
como ilustró en la parábola de los talentos. Jesús tenía amigos ricos (María, Marta y
Lázaro, Zaqueo y José de Arimatea). Si el buen samaritano no hubiera tenido capital
alguno, no hubiera podido dejar dinero para cuidar del hombre al que habían robado.
Según la doctrina social de la Iglesia, la vocación del emprendedor es esencial para
generar riqueza, empleo y mejorar la educación y la atención sanitaria.
¿Es posible tomar decisiones empresariales inspiradas en el cristianismo?
Especialmente desde la encíclica Centesimus Annus publicada hace 25 años por san
Juan Pablo II, se pueden encontrar diversas expresiones en documentos católicos que
apoyan el papel de la empresa y del beneficio como medida del éxito, siempre que las
decisiones económicas se tomen dentro de un contexto ético y con la solidaridad en
mente. No obstante, ¿es esto posible en la práctica para los líderes de negocios cuya
primera tarea moral es la sostenibilidad de la compañía? ¿Cómo puede inspirar el
cristianismo exactamente las decisiones empresariales?
Este tipo de cuestiones surgen sin cesar desde que la Fundación CAPP comenzó su
andadura en 1993 como espacio no oficial de debate, basado en el Vaticano, centrado en
la aplicación de la doctrina social cristiana. En esta ocasión, los organizadores dirigieron
su pregunta al presidente de una empresa líder mundial: Nikolaus von Bomhard,
Presidente de Munich Re y miembro activo de la iglesia luterana. Comenzó recordando
que la cristiandad fue un elemento esencial en el desarrollo económico occidental, por
ejemplo gracias a la austeridad y a la ética de trabajo de los primeros claustros
medievales, y posteriormente con las enseñanzas calvinistas. En el siglo XIX la
inspiración cristiana estuvo de nuevo presente, tanto en el desarrollo de las infructuosas
ideas socialistas como en las respuestas dadas por el Papa León XIII en Rerum
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Novarum. La doctrina social de la Iglesia fue esencial para el desarrollo del concepto de
la economía social de mercado y de sus instituciones tras la Segunda Guerra Mundial.
En cuanto al liderazgo empresarial, el primer principio esencial es cumplir con la
regulación en todos los países, pero esto no es suficiente: las empresas también deben
desarrollar sus propias normas éticas voluntarias, o bien adherirse a normas ya
existentes (no sin llevar a cabo un trabajo de cauto discernimiento sobre el verdadero
valor de estas normas). Además, no es tarea difícil, a pesar de las diferencias culturales
entre distintas partes del mundo, puesto que existe un tesauro sustancial de principios
aceptados universalmente como la libertad, la igualdad, la justicia, la seguridad: y
existen valores empresariales reconocidos a nivel mundial como la equidad, la
confianza, la fiabilidad, la previsibilidad, la transparencia y la confidencialidad. Pero, de
vez en cuando, uno se encuentra ante un dilema en el que es necesario tomar una
decisión en un contexto de exigencias éticas en conflicto, por ejemplo: protección del
medio ambiente contra criterios de desarrollo económico. En esos casos, los líderes de
negocios necesitan dialogar, considerar las opiniones o requisitos de los diferentes
agentes… pero al final hay una responsabilidad individual personal a la que no se puede
escapar. El interés empresarial y la responsabilidad social no son incompatibles, y para
llegar a la decisión correcta hay que considerar tres niveles: ¿A dónde me conduce esta
decisión en términos de un sistema económico sostenible a largo plazo? ¿Cómo afecta
al futuro sostenible de la empresa? Y, por último, ¿es correcto desde mi propia base
moral? Por ello, cuando le preguntaron a Nikolaus von Bomhard si era posible tomar
decisiones empresariales inspiradas en el cristianismo, él contestó que sí. Las
consideraciones éticas deberían y deben desempeñar un papel en las decisiones de
gestión. Aunque sea difícil proclamar los valores religiosos de forma explícita en una
gran empresa, esto no supone un problema, ya que los principios del pensamiento social
cristiano (bien común, solidaridad y subsidiaridad) son ideas comunes que se pueden
compartir con personas virtuosas en cualquier parte.
Como expresó Francis X. Rocca en su presentación: «Los empresarios, como las
personas en cualquier otro entorno de trabajo honesto, desean profundamente creer que
su trabajo es noble y que posee un mayor significado que el mero provecho personal.
Por ello, conforman un público muy receptivo para el impulso y la orientación de la
doctrina social de la Iglesia. Al estar en un momento en el que tantas personas han
perdido la confianza en las principales instituciones, tanto públicas como privadas; la
visión católica del liderazgo empresarial continúa siendo poderosamente convincente y
atrayente, con potencial para cautivar la imaginación y elevar los niveles de los que la
practican dentro y fuera de la Iglesia».
Ante la crisis de los refugiados
El Papa Francisco ha llamado la atención del mundo en diversas ocasiones, y
especialmente la atención de Europa hacia la crisis de los refugiados. Para el Dr. Jakob
Kellenberger, el primer punto es comprender la dimensión real del problema: 38
millones de personas desplazadas internamente (PDI) como consecuencia de conflictos
armados o de otras formas de violencia, y alrededor de 20 millones de PDI debido a
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desastres naturales y al cambio climático. En este contexto, los desembarques desde el
Mediterráneo, que han alcanzado su punto máximo por encima del millón en 2014, no
suponen una cifra tan elevada. También es necesario hacer distinciones entre los marcos
legales aplicables a las distintas personas en tránsito. Actualmente, el mayor problema y
el más urgente es el de las PDI de Siria, Irak, Sudán y Somalia.
Si se quisiera haber evitado la crisis de refugiados, la primera prioridad debería haber
sido invertir más en la prevención de conflictos. A pesar de haber hablado mucho sobre
el tema, se ha actuado poco. Si, como es el caso, no se puede evitar el conflicto armado,
ciertamente la aplicación de las convenciones internacionales existentes y del derecho
humanitario internacional ayudaría a proteger a los civiles y a reducir del número de
PDI y refugiados. Sin embargo, estas leyes no se están aplicando porque las fuerzas
involucradas en la guerra no se preocupan por el número de personas desplazadas. En
cuanto a las personas que emigran por razones económicas, el caso es parecido: se
debería haber hecho mucho más para crear oportunidades y empleos a nivel local.
Desafortunadamente, la ayuda al desarrollo oficial a menudo tiene objetivos distintos a
la creación de empleo, y el argumento de la soberanía evita el control del uso local de
los recursos financieros.
Cuando, como observamos ahora en Siria, se llega al punto en el que la crisis de
refugiados ya no se puede evitar, hay que ser conscientes de que «las PDI y los
refugiados quieren mantenerse cerca de sus lugares de origen». Por ello, Jakob
Kellenberger sostiene que los acuerdos como los que ha firmado la Unión Europea con
Turquía deberían haberse tomado antes, igual que con Jordania y el Líbano: «las
dificultades de la UE para aplicar un sistema de asilo común con un grado mínimo de
solidaridad entre Estados miembro debería haber sido y debería ser un incentivo
adicional para apoyar lo más posible a los vecinos de Siria». Kellenberger critica a la
UE con rotundidad por haber perdido tiempo en debatir sobre un sistema teórico de
distribución de refugiados cuando algunos Estados miembro «nunca se han preocupado
por traducir las tres directivas que forman este sistema en legislación nacional… Frente
a las historias engañosas divulgadas por los traficantes de personas, ¿por qué no
explicamos… que no existe un sistema funcional de asilo europeo con todas las
incertidumbres que ello genera? ¿Cómo entender que no se podían haber tomado otras
medidas a tiempo para evitar que estos traficantes de personas continúen con su
mortífero trabajo?». Un enfoque más realista sobre la capacidad de la UE podía haber
minimizado el desastre actual.
En cualquier caso, según este orador, las crisis de refugiados que afectan a Europa van a
seguir produciéndose. Por ello, todavía sigue siendo buena idea invertir más en la
prevención de conflictos y en la construcción de la paz en Oriente Medio y Próximo, así
como en la creación de empleo en África. Además, en lo que concierne a los migrantes
económicos, es de suma importancia promover un mejor entendimiento del crucial
papel económico y social que los migrantes desempeñan en el país donde trabajan y en
su país de origen. Las remesas de los migrantes son vitales para la supervivencia en los
Estados fallidos o los que están cerca de serlo. En cuanto a la Unión Europea,
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Kellenberger concluyó: «la autocomprensión de la UE es de una comunidad de valores.
Si esto se toma en serio, entonces es difícil entender por qué los Estados miembro de la
UE no van a ser capaces de poner en práctica un enfoque generoso hacia los verdaderos
refugiados que necesitan protección urgente».
Al pronunciarse sobre el mismo tema, el Cardenal Tagle inquirió en su discurso de
cierre: «Tales movimientos forzosos de poblaciones han conducido al contrabando y
tráfico de personas humanas, a nuevas formas de esclavitud… dicho de otro modo, a un
negocio multimillonario. Es inaudito que un negocio se beneficie de las miserias de
otras personas. Es cierto que los niños de este mundo son más astutos con los de su
generación (ver Lc 16,8). No obstante, debemos preguntarnos: ¿Cuál es la respuesta de
los hijos de la luz?».
Sin embargo, hay también aspectos positivos en la situación actual, y la magnitud del
socorro y la ayuda urgente que se han proporcionado, especialmente por parte de
organizaciones no gubernamentales, es impresionante. En un panel presidido por Fabio
Pammolli tres oradores presentaron ejemplos de acciones constructivas: servicios de
salud en países vecinos y en países receptores, gracias a acciones voluntarias concretas
de GSK, una empresa farmacéutica (Daniele Finocchiaro); la recepción de refugiados
en Alemania, el país europeo con los grupos más grandes con diferencia (Ralph Heck);
y programas creados por la Iglesia católica italiana (Monseñor Gian Carlo Perego). El
testimonio de una de las firmas de las «grandes farmacéuticas» puso de relieve que las
políticas empresariales se pueden poner al servicio específico de la salud en entornos
pobres de forma general, por ejemplo a través de investigación concreta y de
distribución como medicamentos genéricos. El ejemplo de GSK incluye concretamente
el apoyo a los programas de salud a refugiados en Jordania y en el Líbano, así como en
Italia, Croacia y Serbia. Alemania distaba mucho de estar preparada, y el esfuerzo
estructural para proporcionar a más de un millón de refugiados el nivel de servicios
sociales y sanitarios del que goza la sociedad alemana supuso un esfuerzo titánico. Tras
una primera acogida temprana y generosa, ahora los problemas están surgiendo, por
ejemplo con relación a los precios de la vivienda y la tendencia a crear guetos. Más que
la «integración», el desafío es el hermanamiento cultural, del que finalmente Alemania
demostrará que es capaz, como hizo en los años 70 con los trabajadores de Europa
septentrional y Turquía – ¡pero hicieron falta 15 años! Las cifras son relativamente
inferiores en Italia: aproximadamente 325.000 desembarcos en 2014 y 2015 (en 2015
las rutas cambiaron y más de 850.000 llegaron sólo a Grecia). Del mismo modo que los
alemanes, los italianos también se han esforzado para proporcionar viviendas
provisionales, muchas de ellas en instalaciones religiosas; llegaron más de 11.000
menores no acompañados, de los cuales 6.000 desaparecieron tras su llegada y ahora se
encuentran en paradero desconocido. Se deben mejorar las políticas de recepción y la
Iglesia italiana ha hecho recomendaciones al respecto, como examinar con urgencia la
posibilidad de otorgar permisos de residencia por razones humanitarias a migrantes
cuya petición de asilo ha sido rechazada; acabar con la preselección de los solicitantes
de asilo y con el rechazo del asilo según sus orígenes supuestamente «seguros», algo
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ilegal según el derecho humanitario internacional y el italiano; acelerar los procesos de
reubicación que respeten los derechos humanos; unificar los procedimientos de
recepción en Italia; ofrecer servicios basados en la familia para los menores. Monseñor
Perego también cree que Europa está dividida y corre el riesgo de desintegrarse, sin ser
capaz de apreciar el valioso recurso que constituyen los jóvenes y las familias
inmigrantes para construir su futuro: «la calidad de la evangelización depende de la
eficacia y sinceridad con las que pongamos en práctica el mandamiento de “amarás al
prójimo”. La migración es la prueba».
El Padre Ryscavage comparó esta crisis de refugiados con los asuntos migratorios en
Estados Unidos, que son diferentes de la situación en Europa/Oriente Medio y
Próximo/África. EEUU ha aceptado alrededor de un millón de inmigrantes legales cada
año desde los últimos 25 años. En términos generales, la tradición de la integración
social y cultural de los inmigrantes se ha mantenido, y la Iglesia Católica continúa
desempeñando un papel fundamental en la misma, especialmente dado que muchos
inmigrantes son católicos. Los asuntos conflictivos tienen que ver con la inmigración
ilegal y con el persistente problema de niños inmigrantes no autorizados que escapan de
la extrema violencia de las bandas y del mundo de la droga en América Central. Una
fuerte caída en la tasa de natalidad en México y el desarrollo del país indican una
demanda más baja de migración en los años venideros, algo que podría crear un
problema de mano de obra para la agricultura americana. En cuanto a los refugiados, el
Congreso estadounidense solía admitir hasta 100.000 casos todos los años, pero este
proceso se ha interrumpido debido a la amenaza de la infiltración de terroristas por parte
del Estado Islámico (EI). Los temas relacionados con los refugiados están regulados por
la Convención sobre el Estatuto del Refugiado de Naciones Unidas de 1951; el Padre
Ryscavage opina que sería un error revisar este acuerdo, ya que podría ocasionar que
diversos gobiernos intentaran reducir la protección a los refugiados y recortaran el nivel
de protección internacional estratégico. Sin embargo, esta ley internacional se podría
complementar con acuerdos regionales sobre refugiados y migrantes.
En su intervención sobre las prioridades temáticas de las intervenciones de la Santa
Sede en las organizaciones internacionales, el Arzobispo Paul R. Gallagher habló sobre
el mismo tema: «Poblaciones y regiones enteras están siendo desplazadas; al intentar
huir de la guerra, la persecución, la explotación y la pobreza. Recientemente, esta
migración en masa se ha desplazado al foco de la atención política. Sin embargo, se
debe más a los inconvenientes adicionales e inesperados que tienen los países receptores
que a la escala de tragedia humana, que se manifiesta en el precio que pagan miles de
víctimas inocentes. La respuesta a estos desplazamientos masivos... especialmente en
las naciones más desarrolladas, ha sido una política de rechazo, ejemplificada, en
algunos caos, en la construcción de muros y barreras a lo largo de las fronteras
nacionales… La Santa Sede seguirá instando a los Gobiernos a superar cualquier tipo de
nacionalismo estrecho de miras y, por encima de todo, a reconocer la unidad de la raza
humana… los migrantes son hombres y mujeres que gozan de los mismos derechos
universales, sobretodo del derecho a la vida y a la dignidad. Es tarea de todas las
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sociedades civiles, incluido el sector comercial de esas sociedades, acompañar esta
acción e involucrarse activamente en la bienvenida y la integración de migrantes y
refugiados».
Coaliciones para el cambio
La Santa Sede ejerce por tanto su papel como autoridad moral mundial. Sin embargo,
¿qué deberían hacer los cristianos en general, intentar unirse a coaliciones más grandes,
capaces de cambiar los patrones de políticas cambiantes, egoístas y exclusivos? En su
intervención durante la primera sesión, el Padre Lezama abordó un asunto de peso,
central en las enseñanzas del Papa Francisco: basándose en la experiencia, la Iglesia
debe cambiar desde dentro si queremos convencer. Debemos volver al clima del
Concilio Vaticano II y terminar con cualquier gueto católico, corregir los frecuentes
malentendidos sobre el papel de los sacerdotes que deberían ser siervos, no maestros.
Durante una mesa redonda presidida por Lawrence Gonzi, Adrian Pabst mostró que, a
pesar de que parezca que los movimientos de extrema derecha y extrema izquierda
hayan vuelto «para vengarse», quizá como reacción a un relativismo moral generalizado
en la sociedad, es posible alcanzar nuevos entendimientos. Además, el pensamiento
social cristiano, «un regalo de la Iglesia al mundo», tiene una posición privilegiada para
proporcionar ese entendimiento. Necesitamos recordar que las cosas son contingentes,
no están dictadas por el destino, y que todos somos capaces de actuar, como personas,
grupos o alianzas más grandes, incluso fuera de nuestras naciones. La doctrina social de
la Iglesia es única porque posee una visión global. A pesar de que no funciona como
una ideología, hace referencia a todos los aspectos de la vida y «cuenta una historia
completa». Nos recuerda que somos capaces tanto de la virtud como del vicio y que
necesitamos trabajar la virtud, porque es la manera de mitigar el vicio. Por supuesto, el
problema radica en las dificultades de ampliar esta visión ante diversos intereses
personales, que pueden existir en los negocios; pero también entre los legisladores, los
políticos, e incluso en la cultura y en la educación. La única respuesta es promover
centros para la virtud y transmitir muchas buenas prácticas que estén basadas en la
generosidad, la reciprocidad y la contribución. El reto es asumir responsabilidad
personal por nosotros y por los demás.
Monseñor Sánchez Sorondo está de acuerdo, pero cree que necesitamos que la ética
pase del diálogo a la acción. Es por ello que el Papa Francisco ha instruido a las
Pontificias Academias, por ejemplo, a trabajar precisamente en las nuevas formas de
esclavitud, tráfico de personas y prostitución, problemas que están todos relacionados
con la migración. En su trabajo, las Academias han invitado a las denominaciones
cristianas, pero también a los musulmanes chiíes y suníes, a los judíos y a otras
religiones para debatir acciones comunes. Otras áreas de acción prioritaria indicadas por
el Papa son: el cambio climático y su relación con la pobreza, y la necesidad de
promover la educación. Lord Brennan confirma, como político, que la derecha y la
izquierda tradicionales se están desmoronando y que el futuro de las grandes áreas
urbanas y de los jóvenes puede evolucionar en modos que no podemos prever. La
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doctrina social de la Iglesia puede ser la base del entendimiento porque se trata en gran
medida de la decencia humana y del sentido común, primero debería enseñarse a
nuestros propios niños en edad escolar! En lo que respecta a los refugiados y a los niños
refugiados, desafortunadamente la ONU y las estructuras gubernamentales a menudo
son demasiado rígidas e intransigentes, no hay relación entre las grandes decisiones (por
ejemplo, cuando la UE ofreció seis mil millones de euros a Turquía, «y todavía no
hemos sabido de un plan significativo») y los proyectos reales que uno intentó
promover para proporcionar viviendas provisionales por ejemplo en Siria y en
Kurdistán, cerca de la frontera turca. ¿Y cómo es posible que 100.000 niños refugiados
no puedan ser recibidos en un grupo de países con 500 millones de personas? Es urgente
hacer que la gente lo sepa y mostrar que es posible. Marc Surchat cree que hay dos
barreras principales ante el ascenso de las políticas éticas: existen sistemas que son
egoístas, pero muy eficientes, que producen las mafias y la esclavitud y toleran el
desempleo juvenil y otras dolencias. La otra barrera es una falta de cooperación entre
iniciativas basadas éticamente: no se comparte suficiente información sobre nuevas
soluciones posibles, a menudo basadas en la tecnología y promovidas por las ONG.
Para José María Simone, el elemento esencial para mantener las coaliciones orientadas
hacia el bien común se debe hallar en una gestión empresarial sostenible, centrada en las
personas, donde los líderes sean sirvientes: esto deja abierta la posibilidad una
revolución verdadera en la toma de decisiones. Finalmente, Flavio Valeri explicó la
forma en la que, en un lugar con una práctica filantrópica y caritativa fuertemente
enraizada, como Milán, una institución financiera puede apoyar la voluntad de los
trabajadores para trabajar por la comunidad.
Desde las reuniones de expertos de la Fundación CAPP sobre la crisis financiera y los
posteriores esfuerzos de reforma («Dublin Process»), una de las conclusiones obtenidas
fue presentada por Josef Bonnici: la creación de una red de Fondos Voluntarios de
Solidaridad (VSF) como respuesta moral a una desigualdad creciente en los ingresos. La
idea se basa en la parábola de los talentos: el éxito es producto de nuestro trabajo; no
todos tenemos las mismas capacidades; trabajamos por un objetivo superior, no sólo por
nuestros intereses; se nos pedirán cuentas. Hay indicios de un empeoramiento
continuado de la desigualdad en las sociedades ricas y la incapacidad del crecimiento
para «elevar a todos los barcos»: ante el hecho de que amplios grupos de la población se
quedan atrás, ¿cuál es nuestra obligación moral como cristianos? ¿Qué se puede hacer
para «transformar a las personas en mejores pescadores»? La red VSF será un intento de
incluir al máximo número de cristianos que acojan este concepto y contribuyan
regularmente con un pequeño porcentaje de sus ingresos. Los fondos se utilizarán bien
mediante préstamos libres de intereses o donaciones para apoyar las becas y cursos de
formación, asesoramiento a familias y promoción de pequeños negocios. Esta iniciativa
no pretende competir con las organizaciones de caridad que ya existen, un propósito
orientado claramente al largo plazo debería ser su rasgo diferenciador. El VSF ofrecerá
una oportunidad a las personas de cumplir con su obligación moral de ayudar a otros a
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fomentar sus propias capacidades a través de una estructura transparente gobernada de
forma experta1.
Compromiso basado en la fe
El Cardenal Pell habló en su discurso introductorio sobre las corrientes que actúan
contra la forma de vida cristiana en el mundo occidental, mientras que no se aprecia un
declive tan visible en África, Asia o Sudamérica. Cuando las personas se distancian y
los jóvenes están ausentes, la tentación para algunos cristianos podía ser buscar refugio
en el pequeño mundo de los asuntos de iglesia. Ciertamente, la participación de los
laicos en la gestión de las parroquias, diócesis, hospitales, escuelas; y una gestión
financiera apropiada de estas instituciones es esencial. El liderazgo episcopal y
sacerdotal es necesario para la evangelización, no tanto para la gestión. Además, el
papel de los laicos también es más ambicioso en la difusión del mensaje: como se
afirmó en el Segundo Concilio Vaticano, se trata de buscar el Reino de Dios
involucrándose en los asuntos temporales y conformándolos con el plan de Dios.
Pero «¿qué ocurre, como dijo el Cardenal Tagle en la sesión final, si tantas personas
sufren una economía de exclusión»? «Los que solían estar en los márgenes de la
sociedad han sido apartados. Son las personas que han sido excluidas del crecimiento o
del desarrollo que algunos países y negocios han conseguido. Pero, si la mayoría de los
pueblos quedan excluidos del crecimiento, cabe preguntarse si eso que llamamos
crecimiento es real». Esto nos lleva a nuestro punto de partida, la necesidad de incluir a
los pobres en los canales de productividad e intercambio. ¿Cómo se va a producir esta
inclusión? Los economistas, como se ha mencionado anteriormente, tienen sus
recomendaciones, principalmente a través del apoyo a pequeñas empresas que llegan a
la masa crítica. Desde un punto de vista más personal, el Cardenal Tagle tiene algunos
consejos prácticos:
«Sugiero que todos participemos en un examen de conciencia»…:
- ¿Están incluidos los pobres en nuestras declaraciones de visión y misión?
- ¿Están incluidos los pobres en nuestros objetivos y planificación? ¿como
mercancías, consumidores o socios?
- ¿El desarrollo de los pobres es un factor al decidir sobre productos y
servicios?
- ¿Se consulta a los pobres sobre el tipo de desarrollo que desean?
- Nuestra responsabilidad social corporativa, ¿es un apéndice de nuestra vida
corporativa o está integrada en el modo en el que operamos?
- En nuestras oficinas y establecimientos, ¿está formado el personal para tratar
con los pobres?
1 La iniciativa VSF se está desarrollando de forma autónoma. Se está estableciendo una Fundación VSF
en Londres y se prevé la creación de entidades locales piloto de VSF en diversas diócesis católicas
europeas.
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El Papa Francisco afirmó que la realidad es más grande que las ideas. Los excluidos no
son categorías o números sino personas, como nosotros, con sentimientos, sueños,
males y límites. Nos acercamos a los pobres… con una postura de aprendizaje humilde
de su sabiduría… La búsqueda del crecimiento inclusivo por parte de las empresas y del
mundo corporativo debería empezar por la «incorporación» de las personas pobres en
nuestras conciencias para desacomodarnos, para enseñarnos y para empujarnos a la
acción».
El hecho de estar unidos a la Santa Sede a través de la Fundación Centesimus Annus
pro Pontifice tiene un significado especial y supone un desafío, como explicó el
Arzobispo Gallagher:
«Las tres perspectivas que he examinado brevemente (la antropológica, la
política-internacional y la ecológica, en términos generales) nos permiten
reconocer la forma en la que la Santa Sede asume un papel en el ámbito
internacional, que puede ser considerado profético, recordando a todo el mundo la
dignidad fundamental y primordial de todo ser humano, la necesidad de contribuir
a un orden internacional basado en la armonía y la paz –que, por tanto, rechace la
violencia como un medio de resolución de conflictos– y la necesidad de construir
un proceso de desarrollo verdaderamente sostenible, tanto para el bien de la tierra
como para la totalidad de la familia humana. Para llevar esto a cabo, no podemos
simplemente proteger nuestros propios intereses, disfrazándolos de derechos,
mientras ignoramos la obligación de respetar los derechos de los demás. Hay que
recordar que no hay ninguna nación que pueda garantizar su propia seguridad y su
propio bienestar económico y social al aislarse del resto del mundo y al no
mostrar solidaridad con otros países. La posición de la Santa Sede también es una
llamada a la responsabilidad por parte de todos, especialmente por los que
desempeñan papeles de liderazgo en la sociedad civil y en la dirección de la
actividad económica».
La adhesión a esta fundación basada en el Vaticano debería ayudar a los miembros a
comprometerse específicamente a un «nuevo humanismo», como lo definió el
Arzobispo Celli en una meditación. «El Papa Francisco define este nuevo humanismo
como el producto de tres capacidades: la capacidad de integración, la capacidad de
entablar diálogo y la capacidad de crear». En este proceso, Celli recordó que los
cristianos encontrarán apoyo en la Iglesia, que debería ser madre: «una madre que puede
no estar de acuerdo con nuestras elecciones, pero que mantiene su puerta abierta para
nosotros, para nuestro regreso».
Dirigiéndose al los participantes en la conferencia, el Santo Padre dijo: «Espero que su
conferencia contribuya a generar nuevos modelos de progreso económico más
claramente dirigidos al bien común universal, a la inclusión y al desarrollo integral, a la
creación de empleo y a la inversión en recursos humanos». Esta desafiante invitación
marca el camino que debe seguir el trabajo de la Fundación, pero también es una clara
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invitación para aquellos que quieren participar en la economía de un modo que tenga
como raíz su fe cristiana.
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INFORMACIÓN DE LA CONFERENCIA
La conferencia anual organizada por la Fundación Centesimus Annus pro Pontifice
(CAPPF) tuvo lugar en el Vaticano del 12 al 14 de mayo de 2016, bajo el título:
LA INICIATIVA EMPRESARIAL EN LA LUCHA CONTRA LA POBREZA
La crisis de los refugiados, nuestro reto
En la lista de oradores, presidentes y ponentes estaban incluidos:
Nikolaus von Bomhard, Consejero Delegado de Munich Re, Alemania
Josef Bonnici, Gobernador, Banco Central de Malta, miembro del Comité Científico de
la Fundación CAPP, Malta
Daniel Lord Brennan, Cámara de los Lores, miembro del Comité consultivo de la
Fundación CAPP, Reino Unido
Cardenal Domenico Calcagno, Presidente de APSA (Administración del Patrimonio de
la Sede Apostólica), Vaticano
Jean Pierre Casey, Responsable de inversiones, banca privada europea- CAPPF, Reino
Unido
Arzobispo Claudio Maria Celli, Asistente Internacional de la Fundación CAPP, antiguo
Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Italia
Mark De Micoli, gerente de operaciones- CAPPF, Malta
Jesus P. Estanislao, miembro del Comité Científico de la Fundación CAPP, Institute for
Solidarity in Asia, Manila, Filipinas
Daniele Finocchiaro, Presidente y Direrctor General, GSK Pharmaceuticals Italia, Italia
Arzobispo Paul R.Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados, Secretaría
de Estado, Vaticano
Lawrence Gonzi, antiguo Primer Ministro de Malta, miembro de la Junta de la
Fundación CAPP, Malta
Ralph Heck, Director de McKinsey, Alemania
Jakob Kellenberger, antiguo Secretario de Estado de Asuntos Exteriores y antiguo
Presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Ginebra, Suiza
Padre Luis Lezama Barañano, empresario social, España
Giovanni Marseguerra, Secretario del Comité Científico de la Fundación CAPP,
Universidad Católica ‘Sacro Cuore’, Milán, Italia
Adrian Pabst, miembro del Comité Científico de la Fundación CAPP, University of
Kent, Reino Unido
Fabio Pammolli, miembro del Comité Científico de la Fundación CAPP, Institute for
Advanced Studies IMT, Lucca, Italia
Monseñor Gian Carlo Perego, Director General, Fundación Migrantes, Conferencia
Episcopal Italiana
Cardenal George Pell, Prefecto de la Secretaría de Asuntos Económicos de la Santa
Sede, Vaticano
Francis X. Rocca, corresponsal del Vaticano del Wall Street Journal
Thomas Rusche, empresario, miembro de la Junta de la Fundación CAPP, Alemania
Padre Richard Ryscavage SJ, especialista en asuntos de inmigración y refugiados,
Fairfield University, Connecticut, Asistente Eclesiástico de CAPP- USA, EEUU
Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de las Pontificias Academias de las
Ciencias y de Ciencias Sociales, Vaticano
Jose María Simone, empresario, Presidente internacional de UNIAPAC, Argentina
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Domingo Sugranyes Bickel, Presidente de la Junta de la Fundación CAPP, España
Marc Surchat, Presidente del Grupo de Trabajo nº1 de Análisis Macroeconómico y de
Política Estructural en la OCDE, París, Francia
Cardenal Luis Antonio G. Tagle, Arzobispo de Manila, Presidente de Caritas
Internationalis, Filipinas
Attilio Tranquilli, empresario, Coordinador Local de la CAPPF, Italia
Flavio Valeri, Director de País Deutsche Bank Italia, miembro del Comité consultivo de
la Fundación CAPP, Italia
Francesco Vanni d’Archirafi, Consejero Delegado de Citi Holdings, Nueva York y
Londres, miembro del Comité consultivo de la Fundación CAPP
Andreas Widmer, Director, Programas de Emprendimiento, CUA (Catholic University
of America), EEUU
Young Hee YU, Presidente de Yudo Group y antiguo Presidente de CBFK, Corea del
Sur
Luanne Zurlo, Fundadora y Co-Presidenta, Fondo Mundial para la Educación y el
Desarrollo (Worldfund) – Profesora Adjunta de Finanzas, The Catholic University of
America (CUA), EEUU