INSTITUTO DE REFORMAS SOCIALES

DIRECCIÓN GENERAL DE LEGISLACIÓN Y ACCIÓN SOCIALSección de Legislación y Publicidad.

LA ELGADE LOS

I ► INNIS DE LAS 111111i (1118111DE LOS

ESTADOS UNIDOS

(Noviembre 1919.)

50921MADRID

SOBRINOS DE LA SUC. DE M. MINUESA DE LOS DIOS

Miguel Scrvet, 13. — "Feléfono M 65 i.

1920

54�.1, norl

h INSTITUTO DE REFOR AS SOCIALES

D;RE ' CliÓN GENERAL DE LEGISLACIÓN Y ACCIÓN SOCIAL

Sección de Legislación y Publicidad.

LA. UELGA

DE LOS

OBREROS LAS 1 111

DE LOS

ESTADOS UNIDOS

Novíernbre 1919.)

MADRID

SOBRINOS DE LA SUC. DE M. MINUESA DE LOS RÍOS

- -

14,-99

LA HUELGA DE LOS OBREROS DE ni MES DE [1111111EN LOS ESTADOS UNIDOS

(1nTov-ierribre 1919..)

En los últimos días de septiembre de 1919, los obrerosrn"(Yasociados de las minas de carbón de los Estados Unidos "e,cla'declaraban en Cleveland (Ohio) que los contratos a la sazónvigentes en los trabajos de extracción del carbón bitumi-noso se darían por denunciados en 1. 0 de noviembre, yfijaban, entre otras, como nuevas condiciones para loscontratos de trabajo en ese ramo de la industria, el au-mento en los salarios, la reducción de la jornada y de la.semana de trabajo, amenazando con la huelga general, apartir de la fecha indicada, si sus reivindicaciones no seveían satisfechas.

No es de extrañar, dada la importancia de la industria mento-amenazada de paro, que para evitarlo se hicieran grandes :DThile(esfuerzos por parte de las Autoridades.

El 22 de octubre, cuando las Comisiones que represen-taban a los patronos y a los obreros realizaban juntasun esfuerzo final para evitar la huelga, que afectaba a me-

, dio millón de mineros de carbón, y estaban a punto dedarse por fracasadas las negociaciones, Mr. Wilson, Mi-nistro del Trabajo, presentó una proposición de aumentode salarios, en la que se prescindía de las peticiones de laUnión, relativas a la semana de treinta horas. Dicha pro-posición era la siguiente: «Que se aumenten los salarios, alexpirar los contratos actuales, en una cantidad igual a ladiferencia entre los aumentos de salarios recibidos por losmineros desde julio de 1914 y el aumento del coste de lavida desde dicha fecha.»

No pareció inesperado el fracaso de los esfuerzos he-chos para solventar las diferencias entre los obreros ylos patronos. La opinión pública se declaró, en general,según la prensa norteamericana, contraria a la huelga.Las organizaciones obreras rechazaron pü . r dos veces

invitación del Presidente Wilson para ci lio se reunie-

Manifiesto delPresidente Wil-son. — Declara-ción de la ilega,-Edad de la huel-ga.

ran y trabajaran con afán para dar solución amigable a

sus divergencias. Se reprochaba por la Prensa a losobreros que sus organismos mostraban un espíritu de-seoso de entablar la lucha industrial, que era grande laresponsabilidad en que incurrían al dar un paso como lahuelga, que desorganizaría la industria y los transportesde la nación, y expondría al pueblo a los peligros del hambre y del frío. En el fondo del movimiento creían observarlos periódicos la obra del elemento radical, que encamina-ba a las Uniones de obreros, a semejanza de la acción delas de Inglaterra, por un camino que lógicamente condu-cía a la socialización de los ferrocarriles, las minas y to-das las grandes industrias del país. Y los adversarios deesta tendencia excitaban abiertamente al Gobierno a quese mostrara enérgico e inflexible, y al Congreso a (lue pu-siera las minas bajo la dirección del Presi-den Le, que po-dría explotarlas militarizando el servicio.

El día 24 de octubre, el Ministro del Trabajo n ."que iba a poner el asunto en manos del Presidente de 13República.

El mismo día, los Comités de obreros mineros y loslas Asociaciones ferroviarias, que representan las dos or-ganizaciones más poderosas del país, se reunieron paraestudiar el asunto de la nacionalización de las minas y delos ferrocarriles. Entendían por nacionalización que elGobierno comprara unas y otros, dando una partic,bipaciOnproporcional en los beneficios a los obreros.

En la noche del 25- de octubre, el Presidentecon la aprobación de todo el Gobierno, publicó un Mani-fiesto en el que declaraba que la huelga proyectada porlos mineros del carbón bituminoso era, «no sólo injusi-ficable, sino ilegal». He aquí el texto del Manifiesto:.

«El 23 de septiembre de 1919, el Congreso de los Obre-ros Mineros Unidos de América, celebrado en Clevel.and(Ohio), aprobó una moción en que se anunciaba •que to-dos los contratos del ramo del carbón bituminoso se de-nunciarían como expirados automáticamente era 1.° denoviembre de 1919, y se hacían varias peticiones, en tellas un 60 por 100 de aumento en los salarios I' 1 lca ar.os y ,a ,p-ción de la jornada de seis horas y de la semana d

e edías; además se disponía que, en caso de ueantesdeill'''de noviembre de 1919 no se llegara a una qsol uciónfactoria acerca de los salarios, plaorsaindrividuonacional estarían autorizados provocar una liuel",1general de todos los mineros y obreros de minas Htutni-liosas en todos los Estados Unidos, que conienzar:a elde noviembre de 1919.»

«En cumplimiento de estas instruc -res de la organización han publicado

u:,,e!)1

•

5

huelga se plantee en 1.° de noviembre. Este es uno de los_pasos más graves que jamás se han proyectado en este_país, pues afecta al bienestar económico y a la comodidady a la salud del pueblo.»

«Se propone la derogación de un convenio relativo a lossalarios, que se celebró con la aprobación del organismo,administrador del combustible de los Estados Unidos, yque debía permanecer en vigor durante la continuación dela guerra, mas no después del 1. 0 de abril de 1920. La huel-ga en cuestión se plantea en un momento en que el Go-bierno esti haciendo los mayores esfuerzos para abaratarel coste de la vida, y en que ha apelado, con buen éxito, aotras clases de obreros para conseguir el aplazamiento deconflictos análogos hasta que se haya presentado una ra-zonable oportunidad para conseguir la mencionada re-

, ducción del coste de la vida.»«Es evidente que la huelga privaría de hecho a la nación

del abastecimiento de su principal combustible en unaocasión en que un trastorno en dicho abastecimiento da-ría por resultado una desastrosa carestía de aquéLrfodoslos intereses serían igualmente afectados por una huelgade tal naturaleza, cuyas víctimas vendrían a ser, no sólolos ricos, sino también los pobres y los menesterosos, esdecir, los que menos pueden proveerse por anticipado deexistencias de combustible para el consumo doméstico.»

«La huelga implicaría el cierre de innumerables indus-trias y el paro forzoso de un gran número de obreros delpaís. Significaría la suspensión del funcionamiento de losferrocarriles, de las fábricas de gas y de luz eléctrica, delos tranvías y otros servicios públicos, así como los em-barques en los puertos de la nación, con lo cual nos im-pediría auxiliar a los países aliados con los víveres que tanIndispensablemente necesitan.»

«Esta perspectiva aparece ante los ojos del país en unmomento en que la guerra es todavía un hecho, en que elmundo se halla aún en la incertidumbre con respecto alas negociaciones de paz, en que nuestras tropas están.siendo todavía transportadas, y en que sus medios detransporte necesitan indispensablemente el combustible.»

«Desde cualquier punto de vista que se examine el pro-blema, es evidente que.seMéjante huelga, en tales circuns-tancias, sería el más vasto plan que se ha trazado nuncaen este país con el fin de limitar las facilidades de produc-ción y distribución de un artículo de primera necesidadpara la vida, v de restringir con ello indirectamente la pro-ducción y distribución de todos los artículos de primera-necesidad. En estas circunstancias, una huelga no sólo esinjustificable: es ilegal.»

«Al parecer, la acción que se propone se ha -worda-do sin so meter al voto la proposición presentada pol.

parte de los individuos miembro s de los Obreros mine_ros Unidos de América, en todos los Estados Unidos, le,cual es un procedimien to que casi no tiene precedentes.Nopuedo creer que ningún derecho de ningún obrero.,norteamericano necesite, para su protección, la adopciónde esta medida extraordinar ia , y estoy persuadido de que,teniendo en cuenta las -horas y los salarios que se piden,la huelga constituye un ataque fun

damental e injusto,'tanto moral como legalmente, a los derechos de la socie-dad y al bienestar de nuestro pueblo.))

«Estoy convencido de que, individualmente, los miem-bros de los Obreros Mineros Unidos no votarían, despees.de un examen detenido, en favor de semejante huelga enlas presentes circunstancias.»

«Cuando un movimiento llega a un punto que parece'afectar de hecho a toda la capacidad productora de la na-ción, en relación con uno de los artículos de más vital Mi-portancia para la vida cotidiana doméstica e industrial, ycuando el movimiento se realiza en las circunstancias quedejo expuestas, y en una ocasión y en una forma encami-nadas a amenazar con el máximum de peligros el bienes-tar público, en esta hora crítica de nuestra vida nacional,la consideración capital es el interés público.»

«En estas circunstancias requiero solemnemente, tantoa los directores nacionales y locales corno a losmiembros de los Obreros Mineros Unidos de Amé'-

indivi d u ori-oa

a que revoquen todas las órdenes encaminadas a u,pasosla huelga el 1. 0 de noviem -s necebre, y a que den los - an'ear

sanos para impedir cualquier suspensión de trabajos. ))«Este es un momento de hablar con claridad. El prr,oble-

ma que tenernos delante afecta, no sólo al bienestar de•una clase, sino que concierne vitalm bienestar, lacomodidad y a la misma vida de todo elpueblo.»

«Considero mi deber, en interés público, declarar quetodo intento de poner por obra el propósito de esta huel-ga, paralizando así la industria del país, con los consi-guientes padecimientos y trastornos de todo nuestro pue-blo, debe considerarse

y

o un grave agravio moral y le-gal contra el Gobierno com pueblo de los Estados Unidos.»

«Yo no puedo hacer que asegurar que la leyserá respetada, y que se hallarán los medios de protegerlos intereses de la naciónen cualquier contingencia quepueda derivarse de estedesdichado asunto.»

«No quiero expresar opinión alguna acerca de las can-sasde la con troversia. a he indicado un plan, medianteel cual se podía llegar aduna solución, y estoy dispuestkJ.petición de cualquiera a dee laspartes, o de ambas, a n,,)in-brar in mediatamente un I ribunal que examine t:.)W. ► -hechos, con objeto de facilitar,

n H.lo más pronto p,r)sible., lo

solución de las cuestiones que se ventilan entre 1,)

nos y los obreros de las minas de carbón, y de que los de-rechos justos, no sólo de los interesados, sino del públicoen general, queden plenamente protegidos.»

Este Manifiesto se publicó después de la segunda se-sión que el Consejo de Ministros celebró en el expresadodía, y en la cual se aprobaron las medidas que debían to-marse en defensa de la nación.

En la palabra «ilegal» que se emplea en el Manifiesto seveía ya la futura actitud del Gobierno para impedir la huel-ga. El mismo día aludían los periódicos a las facultades deguerra de que aun estaba investido el Presidente, y a lasque seguramente apelaría para combatir a los mineros.Aun estaba en vigor la Ley sobre subsistencias y combus-tible , cuyas disposiciones facultaban al Gobierno paramultar y encarcelar «a quienquiera que conspirare pararestringir el suministro o dificultar la distribución ' decualquier artículo de primera necesidad». El estado deguerra se consideraba subsistente mientras el Tratado depaz no fuera confirmado por el Senado, firmado por el Pre-sidente y ratificado en forma legal. Por consiguiente, elGobierno disponía de toda la fuerza militar, y la fuerza ar-mada estaba dispuesta a hacer frente a cualquier situa-ción, como ya algunos días antes lo había hecho en Garyy en otros puntos, donde se había puesto a disposición delos Gobernadores de los Estados, por orden del Ministrade la Guerra, en vista de la gravedad de la situación indus-7-orial en muchos puntos del país.

En virtud de otra Ley votada durante la guerra («Over-man Act»), el Presiden te estaba facultado para incautarse delas minas y ponerlas bajo el mando de la Autoridad militar.

A pesar del Manifiesto presidencial, del lenguaje ad-monitorio de la Prensa y de una intimación del TribunalFederal de Indianápolis, por medio de la cual el Gobiernode los Estados Unidos trató de hacer anular la orden dehuelga, ésta se declaró el 1. 0 de noviembre, quedando pa-rados muchos millares de mineros.

Según los jefes de la huelga, el total de obreros de lasminas de carbón bituminoso afiliados a la Unión era de401.488, repartidos entre los Estados de Pennsylvania, Ohio,Indiana, Wáshington, Illinois, Iowa, Kansas, Colorado,Maryland, Virginia Occidental, Ten nessee, Ken tucky, Okla-homa, Wyoming, Michigan, Missouri y Montana. Estascifras eran las arrojadas por las listas de afiliados has ta elmes de agosto de 1919.

En cambio, según otras listas, el total de mineros, lan-to de los afiliados al Sindicato como de los extraños a él,era de 655.000, de los cuales, 165.000 traba j aban en las mi-nas de antracita, y, por lo tanto, no eran 3 ectodos por' 1huelga.

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'nue] ga.

Jornada y salarieen la industriv_afectada por lahuelga.

Sa LaneHoras

por d. ,

Salarioscobra c:Li s

medigmes (1:.

I

4,7 47.11

A 4 (:),.-), —

6,7

5,9

6,6

5,9

Los datos que tenía el Gobierno arrojaifian un t)t¿I de63.924 hombres empleados en minas de carbón, inclu-yendo en ellos los no sindicados y los de das minas de,antracita.

En cuanto a las cifras de producción de carbón, leasmás recientes daban, en números redondos, 700 mill(-Jne-de toneladas anuales de carbón de todas clases, de lascuales algo más de 551 millones correspondían al carbónbituminoso, lo cual, teniendo en cuenta la ((riqueza),) defexpresado carbón, podía dar por resultado, de llegarparalización completa, la pérdida de un número de calo-rías de carbón equivalente a la mitad de la producción,normal.

Según informes del Gobierno• dadcos el día anteriorcomienzo de la huelga, se pensaba que'continuarianbajando unos 200.000 mineros.

Un análisis, hecho por eI Dvlinisterft, del Trabaje. delos salarios y las horas de trabajo en lY industria delas minas de hulla, estudio hecho en el distrittn de Flecliingli Valley, que es el que se empleut como base parala Lfijación de los tipos en las demós cuencas de cartón_bituminoso, demostraba que el promedio de lo;J, salarios yde las horas de trabajo, durante el per ledo L l cualría el estudio, era el siguiente:

OCUPACIÓN

Horasde trabajoen medio

rnes.

Frenadores . . 76.1Encargados de los ventilado-

res y entibadores 84,9Encargados de los ascenso-

res Conductóres de vagonetas.Jornaleros Cargadores Mineros que trabajan a ma-

no • •

Mineros que trabajan a má-quina •

«Watmen» Encargados de las bombas Ferroviarios «Gambets».

• • •

S9,673,174,965»

60,0

I.« C.)

S6,5104,1

71,5

67.5PROMEDIO • • . ...

(1) En dólares.

Las primeras medidas adoptadas por el Gobierno fue-i

me--rid,,":„ron: suspender la desmovilización del Eiercito restable- "cer la intervención en el consumo y la producción delcombustible, además de anunciarse restricciones, comolas que estuvieron en vigor en el período más críticode la guerra, y el establecimiento de un orden de prio-ridad para la aplicación a los si guientes usos del carbónexistente y del que se extrajera en lo sucesivo: Ferrocarri-les; navegación interior y de cabotaje; consumo domésti-co, incluso calefacción; Ejército y Marina; servicios pú-blicos, con inclusión del alumbrado eléctrico, el gas, etc.;fabricación de comestibles, etc.

El Presidente de la Federación Americana del Trabajo lasSamuel Gompers, trató de que se aplazaran las actual

ciones ante el Tribunal Federal, pero no pudo conseguir- e-fliallo, y el día 8 de noviembre se present e i al mencionad(Tribunal de Indianápolis la comunicación del Gobierno,en que se solicitaba un auto de intimación a los jefes mi-neros para que anularan la orden oe huelga.

El mismo día, los jefes de los mineros intentaron lasuspensión de las actuaciones de intimación durante unz,semana, con la esperanza de que en tal plazo se llegarala solución de la huelga. No obstante, el Tribunal alego,"que el caso era demasiado importante para admitir cual-quier dilación. Los mineros basaban su instancia enacusación de que el Gobierno no tenía autoridad ningunapara intervenir en los conflictos entre patronos y obrerossuscitados por cuestiones de salarios, y citaban como au-toridad, respecto al asunto, la Ley Clayton de 191_4. Tam-bién declaraban que la Ley Lever, en la cual se basaba laacción del Gobierno, no tenía efectos más que durante laguerra, y que ésta había ((cesado pro gresivamente», con locual había quitado su eficacia a la Ley. También protesta-ron los mineros contra el restablecimiento de la interven-ción en el combustible sin el asentimiento del Congreso,e impugnaron la facultad del Gobierno de privarles de susfondos de huelga «sin justa causa o compensación».

La acción del Gobierno contra los directores de lahuelga se fundó en las cláusulas de la Ley Lever, que con-sidera un delito toda conspiración que tienda a limitar laproducción de las sustancias alimenticias o del combos-tibie mientras los Estados Unidos se hallen en estado deguerra. Con el fin de establecer los puntos de derecho,se alegó que, si las operaciones de los ferrocarriles resul-taban disminuidas como consecuencia de la huelga; elGobierno de los Estados Unidos se vería obligado a hacerpagos adicionales a las Compañías ferroviarias, con obje-to de elevar sus in gresos a las cantidades garantizadaspor el Gobierno.

El Tribunal, como hemos dicho, no accedió al aplaza-

Anulación deorden de 1,11-1-ga.

lo--

miento de la intimación que solicitaba n los mineros, yéstos apelaron contra el fallo que les conminaba con kanulación de la orden de huelga.

La Federación Americana del Trabajo aprovechó laocasión para publicar un Manifiesto, cuyos principalesextremos eran los siguientes: El derecho de los minerosa mejoras en las condiciones de vida; que la orden (lehuelga reflejaba la petición actual de los obreros por me-diación de los delegados elegidos por ellos; una protestacontra el procedimiento del Gobierno, que coartaba la ac-ción de los jefes por medio de una intimación judicial; laacusación de que el Gobierno había faltado a sus prome-sas, hechas en 1917, respecto a que la Ley Lever seríaempleada contra los obreros que se esforzaran por obte-ner mejores condiciones de trabajo, y, por último, unadeclaración de que la Federación Americana del Trabaj )apoyaría a los mineros en todas sus peticiones.

Después de tres días de deliberaciones, los jefes de laFederación de mineros optaron por acatar lo dispuestopor los Tribunales y anular la orden de huelga. El JuezAnderson, a quien se notificó la resolución., manifestóque estaba de acuerdo con el texto de la misma, que erael siguiente:

«Acatando lo dispuesto el 8 de noviembre por el Tribu-nal Federal del Distrito de Indiana, presidido por el JuezAlbert B. Anderson, los infrascritos comunican a ustedesque queda suspendida y anulada la orden del 15 de octu-bre en que se disponía la cesación del trabajo en todaslas minas de carbón bituminoso comprendidas en nues-tra jurisdicción.»

Manifestaron los jefes mineros que, al revocar la or-den, lo hacían por respeto a la Autoridad constituida, ycon la correspondiente protesta. En los debates quesostuvieron, algunos extremistas se mostraron partida-rios de continuar la huelga; pero los más moderados ob-servaron que semejante proceder acarrearía la desor-vanzación de los mineros, toda vez que, privados de dirección,como se hallarían, por consecuencia de las órdenes quedictara el Gobierno, y no pudiendo disponer de los iond'de huelga, sería imposible resistir con buen éxito. 101137;,1-

,;evaron además que lo más indicado era someterpuesto por las Autoridades, aun considerándolo idnjou,y tratar de reivindicar sus derechos por otros caniiii,-)s N"siempre dentro dQ la legalidad. ,

Esta fué la opinión de los abogados de las Federacis ► nesmineras, a quienes se acudió diferentes veces en

y que pusieron de manifiesto a los obreros losque correrían de no acatar la orden de los Tribun ik_N S nsólo los jefes, Sino todos los afiliados al iirrnviiiiien

huelga. A la sesión en que se tomó el acuerdo asistieron106 jefes mineros.

El Ministro del Trabajo, Mr. Wilson, envió después -N-dryll''' iw)g)`'i.una invitación a los obreros y patronos de todas las ;-',,itl,.i.9e`,.ted.:-).cuencas mineras afectadas por la huelga, para que se re- 4111 ,-ii lel:

.;

3s. — '11,_i-

,unieran en una Conferencia en Washington el 14 de no-viembre, con objeto de negociar una base de arreglo. Lainvitación fué aceptada por ambas partes.

Al comenzar la sesión de la Conferencia, el Ministro delTrabajo declaró que las peticiones de los mineros sobre lasemana de treinta horas y el aumento del 60 por 100 en losjornales debían considerarse como imposibles, a conse-cuencia de la variación en la demanda de hulla y de las di-ficultades de transporte; pero añadió que los patronos nodebían continuar en su actitud de resistencia respecto alos cambios que había hecho necesarios el aumento delcoste de la vida. A continuación hizo el Ministro las pro-posiciones siguientes, encaminadas a facilitar un nuevoconvenio respecto a los salarios:

1. d Negociación por medio de Comisiones mixtas deescalas de salarios, representantes de todos los dis-tritos.

2. a Negociaciones por medio de reuniones de los Comi-tés de los diversos distritos.

3. a Negociación, en primer lugar, de un convenio en laregión central, y, en segundo lugar, de convenios para lasdemás cuencas mineras, ton-wo como base el conveniodel distrito central.

Después de larga discusión, se convino emprender laobra de regulación de los salarios y de las condiciones deitrabajo en la región central del conflicto únicamente. Eneste momento, los patronos denunciaron que no habíasido obedecida la intimación del Tribunal de revocar laorden de huelga. Los jefes de los mineros respondieronque la intimación exigía que la orden de huelga fuera re-vocada, y que así se había hecho, añadiendo que el Tribu-nal había confirmado la orden de revocación publicada. Laorden del Tribunal—dijeron—«no mandaba a los obrerosque volvieran al trabajo».

La orden de suspensión de la huelga, expedida porel Presidente de la Unión de Mineros, Mr. Jonh L. Le-wis, yipor su Secretario, William Green, no fué, en efecto,obedecida por muchos de los afiliados a aquélla. A lospliegos en que la' orden se contenía oponían los miembrosde los Sindicatos locales varias objeciones, de las cualeseran las principales las tres siguientes: Que los pliegosno contenían la firma de puño y letra del Secretario ni delPresidente, sino solamente sus nombres escritos a maquina; que los documentos no iban extendidos en papelcon el membrete acostumbrado de la Unión de Mineros,

Asamblea de lo.Comit6s de 9a1a-rios.

•

- 12

:Mediación del Vi-nisterio del Tra-bajo.

y, por último, que los pliegos no llevaban tampoco, encontra de lo dispuesto, el sello de la Unión. Estas irregu-laridades determinaronque muchos obreros se zibstuvie-ran de reanudar el trabajo. En algunos puntos sólo s(J.presentaron en las minas un 2 por 100 de los obreros.

El Ministro Mr. Wilson declaró que el Gobierno no te-nía intención de perseguir a los obreros que se habíanpuesto de acuerdo para no trabajar en las minas, con in-fracción de la Ley Lever, pero que, si la situación futura leobligaba a ello, el Ministro de Justicia se valdría de la:-pruebas que tenía en su poder contra ciertos directore-,que realizaban trabajos ilícitos en las minas y en los d is-tritos. El Ministro declaró también que la petición del (;fpor 100 de aumento de salario que hacían los mineros ernimposible de aceptar; pero recomendó la oferta y la acep-tación de un aumento proporcionado a la elevación delcoste de la vida.

Mientras se celebraba en Wóshington la Conferenci;que acabamos de mencionar, el Estado de Kansas se pre-paraba a asumir la intervención (le las propiedades mine-ras del Estado, porque los patronos violaban sus conce-siones, por haber suspendido el trabajo de las minas des-de el 1. © de noviembre. El Estado acusó a los patronos dehaber infringido la Ley contra los monopolios, al negarsea abrir las minas, y de haber llegado a arreglos ilegalescon respecto a los precios. No obstante, la preparación dela incautación por parte del Estado resultó tan desastr1)--sa para ambas partes, que el proyecto fué abandonado endefinitiva.

No habiendo dado resultado alguno la Conferencia deWashington, el Dr. H. A. Gartield, cumpliendo órdenesdirectas del Consejo de Ministros, volvió a asumir, el 1,-;de noviembre, sus facultades de guerra corno Adminis-trador del combustible, y convocó una Asamblea de la,Comisiones de escalas de salarios de los mineros y de lospatronos. El 29 de noviembre, estos últimos ofrecieron unaumento general de 15 centavos por cada tonelada de car-bón extraído, y un aumento de 20 por 100 para los obre-ros diurnos. Estas proposiciones, según declararon luspatronos, darían por resultado un aumento de a 40 cen-tavos por tonelada en el precio del carbón, aumento qu,-debería ser pagado por el consumidor. Los mineros re-chazaron esta oferta, así como la indinción de que 10(11aumento en los precios debiera pesar sobre el consum,-dor. Entonces hicieron los mineros una contraproposi-ción, pidiendo el aumento de 40 por 100, la jornada de sie-te horas y descanso medio día del sábaden

El Ministro del Trabajo presentó datos comparatksobre el aumento del coste de la vida y de hp-; salarios (1los mineros desde 1914, y en sus cifras I ► d s, -. una pr()p n

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eión que tendía al aumento de los salarios en cerca del 31por 100. M mismo tiempo expresó la actitud del (Gobier-no, que quería que ambas partes llegaran a un acuerdoque no impusiera una nueva car ga al público.

La proposición del Ministro sobre el aumento del 31por 100 fué aceptada por los mineros, pero la rechazaronlos patronos, los cuales alegaron que acarrearía un au-mento de 75 a 80 centavos por tonelada a bocamina. Lospatronos expresaron su deseo de poner las minas en ma-nos del Gobierno si se hacía necesaria una acción decisi-va para obtener producción.

El 26 de noviembre, el Administrador del combustibleanunció el acuerdo del Consejo de Ministros, que conce-día un aumento de 14 por 100 en el salario de todos losmineros y mantenía la intervención del Gobierno en elseñalamiento de los precios del carbón, añadiendo que nodebería hacerse ningún aumento en los mismos. En res-puesta a una pregunta hecha por los mineros, el Adminis-trador del combustible declaró que el Ministro d el Traba-jo había hecho su proposición en calidad de mediador,con el solo objeto de facilitar las negociaciones; pero quela fijación de los precios era de la incumbencia del Admi-nistrador del combustible. También declaró que, segúnlas estadísticas de la Oficina del Trabajo, el coste de la vidahabía aumentado en un 79,86 por 100 desde 1913, y que elimporte necesario para elevar el promedio del salario delos mineros hasta el punto actual de carestía era de 14por 100 de aumento. Los patronos aceptaron el acuerdo,si bien expresando la opinión de que, de no aumentar losprecios de venta, la supresión de los beneficios sería tal,que muchas minas se verían obligadas a suspender laexplotación. Los mineros manifestaron su descontento,y a fines de noviembre reinaba gran indecisión acerca desi el aumento de salarios sería suficiente para hacer quevolvieran a las minas bastantes obreros a•tiempo de evitarla inminente escasez de combustible.

El día 3 de diciembre acudieron a la capital de los Esta-dos Unidos, desde todos los puntos de la nación, un grannúmero de patronos mineros, con objeto de ultimar losdetalles para la aplicación del 14 por 100 de aumento de lossalarios de los mineros, según había sido propuesto porel Gobierno.

Las noticias que en dicho día se habían recibido erande que el trabajo se iba normalizando paulatinamente, porlo cual reinaba gran optimismo en los Centros oficiales,que confiaban en la pronta solución del conflicto. En eldistrito de Fairmont, los representantes de 13.000 mineroshabían aprobado un acuerdo sobre la necesidad de reanu-dar inmediatamente el trabajo. En cambio, en Indianápo-lis el Juez del distrito había ordenado la encarcela2ión

R e aiau aci nt r a 7C! a 5,o

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Nueva interven-ción presiden-cial.

84 jefes del movimiento minero, acusados de haber infrin-gido la intimación del Tribunal federal, y les señaló, parasu libertad provisional, una fianza de 10.000 dólares a cadauno. Mr. Lewis y cinco jefes más se presentaron el 4 dediciembre a las Autoridades de Indianápolis, ante las cua-les prestaron las fianzas exigidas, que fueron facilitadaspor una Compañía de seguros.

Entretanto, los agentes especiales del Departamento deJusticia destinados a cada una de las cuencas carbonífe-ras habían enviado datos detallados acerca de la actividaddesplegada por los jefes laboristas.

Según los patronos, la acusación de rebeldía era ungran paso dado hacia la normalidad de la producción,pues dentro de la misma organización minera existía unafracción que había sido contraria a la huelga desde queésta fué declarada.

El 7 de diciembre, el Presidente Wilson presentó a losjefes mineros un pliego de proposiciones, que éstos acor-daron aceptar. En vista de ello, en Indianápolis se acordósuspender por una semana la vista de la causa contra losjefes mineros. La huelga quedó terminada el día 10, alaceptar el Comité general de la Unión de Obreros MinerosNorteamericanos el plan presentado por :VII. . Wilson.

En dicho plan se establecía: que los obreros reanuda-rían inmediatamente tos trabajos, con el 14 por 100 de au-mento de los salarios, y que el Gobierno nombraría unaComisión encargada de estudiar lo relativo a un nuevo au-mento y á la fijación de los precios del carbón, teniendo encuenta el encarecimiento de la vida.

Para fijar dichos precios, la Comisión tendría en cuen-ta la necesidad de dejar a los dueños de las minas un mar-gen suficiente para obtener una ganancia equitativa, sinimponer al público una carga demasiado onerosa.

La Comisión. se compondría de tres individuo s , entrelos cuales figurarían un minero práctico y un dueño deminas de carbón.

Como resultado del acuerdo, el Presidente Wilson di-rigió a Jonh Lewis, jefe de los mineros, el telegrama si-guiente:

((Séame permitido expresar a ,usted, y por su conduc-to á los demáa directores de su Federación, mi agradeci-miento por la patriótica conducta que observaron ustedesayer en Indianápolis. Ahora debernos trabajar todosacuerdo para llegar sin demora a una solución justaequitativa.»

El anterior telegrama fué contestado en la lana sa -guiente.

((Tengo el honor de acusar recibo de su telegrama, ea

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que aplaude, por patriótica, la conducta de los obrerosmineros en la Conferencia de ayer. Indudablemente, el re-conocimiento de ello por parte de usted hallara eco en elpueblo de los Estados Unidos. Los mineros tienen granconfianza en las seguridades que usted les da de que hande ser tratados justamente. Mis compañeros y yo coope-raremos sinceramente para llegar a una solución final, enla que se tengan en cuenta todos los principios de la jus-ticia y del derecho.»

Para terminar, debe mencionarse el dato de que los mi-neros, en los cuarenta días de suspensión de los trabajos,dejaron de ganar 52 millones de dólares. Como el aumen-to obtenido, o sea el 14 por 100 de los jornales, represen-taba 70 millones de dólares al año, o sea '1.350.000 por se-mana, los mineros tendrán que trabajar nueve meses paro.recuperar lo perdido en dichos cuarenta días. Para los pa-tronos representó la huelga una pérdida de 1.2 millones dedólares.

Durante la huelga, la producción del carbón bitumino-so descendió desde 12 millones de toneladas a 5 millones,La mayor parte del carbón obtenido en dicho tiempo seextrajo de las minas situadas en las regiones de Filadelfiay de Virginia del Oeste, cuyos obreros no estaban adheri-dos a la Unión.

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Universidad de Sevilla. Biblioteca de la Facultad de Derecho. Javier Villanueva Gonzalo. jabyn@us.es