la historia la escriben los vencedores: independencia y élite chilena

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La Historia la escriben los vencedores: Ideas breves sobre la Independencia como una prueba de madurez de la élite chilena en 1810. Sergio Arenas Benavides. (*) Introducción Estas reflexiones nacieron en el curso de Historia Institucional Colonial que dictara el doctor Alfredo Jocelyn Holt en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile en 2009, y que sirvieron para el trabajo final que realicé en ese ramo. Si bien uno pudiera pensar que por el nombre sería como una profundización del Derecho Indiano y Patrio Inicial, la realidad fue que se convirtió en una suerte de reflexión sobre el sentido de la Historiaque imbuye el pensamiento de la época estudiada y su proyección en la vida pública y privada de ese entonces. Básicamente, la duda planteada por el insigne maestro era cómo la élite se convierte en el centro del proceso revolucionario que llevó a Chile a su Independencia y a su desarrollo como estado. Todo ello, en vista de las transformaciones que se viven a nivel local, regional y mundial, con la entrada de la Ilustración, las revoluciones liberales y el desarrollo de un grupo dirigente nacional que observa y se siente partícipe de aquello. En estas ideas, voy desarrollando la concepción de que una serie de hechos internos y externos determinan en la élite chilena un sentimiento de madurez y de querer demostrarlo. A partir de ahí, surge el sentimiento independentista, primero, y el institucionalista, después. Desarrollo Dicen que “la Historia la escriben los vencedores”. Pues bien, pareciera que en el período que Chile vive entre el siglo XVIII y los inicios del XIX esta premisa se cumple a cabalidad. La tesis que la pregunta parece defender es que la elite chilena se convierte en el elemento definitorio de la Historia en este tiempo de reformas y cambios. La historiografía (*) Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas por la Universidad de Chile (2012)

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En este artículo se intenta responder a la interrogante de cómo la élite chilena se convierte en el centro de las transformaciones políticas vividas por el país a partir de 1810.

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Page 1: La Historia la escriben los vencedores: independencia y élite chilena

La Historia la escriben los vencedores: Ideas breves sobre la Independencia como una

prueba de madurez de la élite chilena en 1810.

Sergio Arenas Benavides.(*)

Introducción

Estas reflexiones nacieron en el curso de Historia Institucional Colonial que dictara el

doctor Alfredo Jocelyn Holt en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile en 2009,

y que sirvieron para el trabajo final que realicé en ese ramo. Si bien uno pudiera pensar que

por el nombre sería como una profundización del Derecho Indiano y Patrio Inicial, la

realidad fue que se convirtió en una suerte de reflexión sobre el “sentido de la Historia” que

imbuye el pensamiento de la época estudiada y su proyección en la vida pública y privada

de ese entonces.

Básicamente, la duda planteada por el insigne maestro era cómo la élite se convierte en el

centro del proceso revolucionario que llevó a Chile a su Independencia y a su desarrollo

como estado. Todo ello, en vista de las transformaciones que se viven a nivel local, regional

y mundial, con la entrada de la Ilustración, las revoluciones liberales y el desarrollo de un

grupo dirigente nacional que observa y se siente partícipe de aquello.

En estas ideas, voy desarrollando la concepción de que una serie de hechos internos y

externos determinan en la élite chilena un sentimiento de madurez y de querer demostrarlo.

A partir de ahí, surge el sentimiento independentista, primero, y el institucionalista,

después.

Desarrollo

Dicen que “la Historia la escriben los vencedores”. Pues bien, pareciera que en el período

que Chile vive entre el siglo XVIII y los inicios del XIX esta premisa se cumple a

cabalidad. La tesis que la pregunta parece defender es que la elite chilena se convierte en el

elemento definitorio de la Historia en este tiempo de reformas y cambios. La historiografía

(*)

Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas por la Universidad de Chile (2012)

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tradicional ha reconocido esto como el ethos de nuestro tránsito a república independiente,

sin perjuicio de que la tendencia moderna es a integrar otros actores secundarios, cuando no

derechamente olvidados1.

Ante esto, tenemos una hipótesis. Si el tránsito a la Independencia fuese una obra de teatro,

la elite no sólo sería el protagonista, sino también el director y hasta quizás el guionista. Y

además, este tránsito puede verse como una “escuela cívica” para nuestra clase dirigente,

donde el período borbónico fue la etapa de aprendizaje y la coyuntura de la Independencia

fue la “graduación”. O sea, la elite creó su propia historia de ascenso, pero también se creó

a sí misma dentro de esta historia.

I

En esta “obra teatral” que es el tránsito de una concepción tradicional del mundo a otra más

moderna, el que se lleva todas las palmas es la elite criolla. Nos corresponde averiguar no

sólo las causas de su ascenso en la sociedad chilena, sino también por qué es este sector, y

no otros, el que termina acaparando el protagonismo en este período.

Partamos por lo primero. Tras una era de vicisitudes como lo fue la Conquista, los

descendientes de los conquistadores logran de a poco configurar un orden social, político y

económico que los tendrá como líderes indiscutidos. Para ello fue necesario que se dieran

una serie de condiciones que permitieran superar el estado de incertidumbre de los siglos

anteriores.

A nuestro juicio, la principal característica que permitió esto fue la capacidad de

adaptación que fue desarrollando el criollo, quizás por herencia de sus antepasados

conquistadores. Hubo que arreglarse a lo que había acá en Chile y se logró. Y la etapa

borbónica fue una etapa en que se demostró esta capacidad adaptativa.

Digamos que una cualidad del criollo, el descendiente de los conquistadores, fue su doble

cualidad calificada como “ser europeo en América”, una cualidad que le permite moverse

con total libertad entre un mundo y otro2. Esta misma cualidad le permitirá conciliar

elementos a primera vista opuestos, lo que llevará a la conjunción entre tradición y

modernidad como línea conductual durante este tiempo y en especial durante la coyuntura

independentista.

1 LCATC, cap. I. (véase en Bibliografía para entender abreviatura)

2 HGCH3, p. 147.

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Esta capacidad conciliadora del criollo le permite, por tanto, aceptar las reformas que

impulsan los Borbones desde España, e inclusive beneficiarse de ellas, aun cuando no

fuesen diseñadas precisamente para favorecerlos3. Junto con ello, también adopta el ideario

ilustrado que mueve estas reformas, con lo que la elite acepta (y adapta) los primeros visos

de un liberalismo moderado que acompañará su actuar futuro4. Así, el criollo dirigente

desarrollará un fino sentido de la actividad política que lo convertirá más adelante en un

hábil “ingeniero político”.

Otros fenómenos que contribuyeron al ascenso social fueron la estabilidad económica

producto del apaciguamiento de la guerra en el sur. Lo primero, gracias al auge de la

hacienda como motor económico del país, que también fue su motor social, unido también

a la apertura al comercio exterior5. De lo segundo, su principal efecto es el repliegue a la

zona central, lo que permite distraerse de los avatares propios del conflicto bélico y

concentrarse en cosas como la política y la economía, permitiendo que los criollos

desarrollaran su expertiz6.

II

Nuestra segunda duda era por qué predomina el criollo como elite dirigente y no otros

grupos. Hemos visto cómo esta elite surge y se alza como poder, y un factor que permitió

esto fue su dualidad europeo-americana que le dio flexibilidad y adaptabilidad al cambio,

No ocurre lo mismo con otros grupos. Por ejemplo, el mestizo, que podría también gozar de

una dualidad como la del criollo, no puede porque sus dos identidades son chocantes y se

excluyen mutuamente. Por tanto, requiere “anular” una de ellas, por lo general la menos

favorecedora (la indígena, se entiende), pero esto a la larga se frustra porque el criollo no lo

ve como un igual. Termina, así, como el plebeyo de este tiempo, sometido al patricio

criollo7. Un “ciudadano de segunda”, como algunos les gusta decir.

Con los indígenas pasa otra cosa. El repliegue luego de la guerra fue mutuo, el intercambio

se redujo a casi nada. Los pocos indígenas que quedan en la zona central desaparecen poco

a poco, dando paso a la masa mestiza de que hablamos anteriormente8.

3 HGCH3, pp. 173-174 y 180; IDCH, pp. 98-100.

4 IDCH, pp. 129, 141-143; HGCH3, pp. 206-210.

5 IDCH, pp. 57-60 y 112-113; HGCH3, pp. 125-132.

6 HGCH3, pp. 122-123; IDCH, pp. 51-56.

7 HGCH3, pp. 147-148.

8 HGCH3, pp. 122 y 180.

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Otro grupo es el de los peninsulares. Al principio, fueron resistidos por la elite criolla ya

que simbolizaban el intervencionismo borbónico. Sin embargo, con el correr de los años, y

especialmente en el período independentista, este grupo se une a los criollos y termina

fundiéndose con ellos, cuando no siendo cooptado por la elite9.

En suma, la elite demuestra su inteligencia superior imponiéndose a otros grupos sociales,

los cuales terminan subordinándose a él.

III

Habíamos dicho que el período borbónico fue el forjador de la elite como grupo dirigente.

Pues bien, la coyuntura crítica llamada Independencia fue el escenario donde esta elite se

estrenó y pudo demostrar su sapiencia dirigencial. En otras palabras, con la emancipación

nacional la elite pudo llegar a su “mayoría de edad”.

Para entonces, el criollo ya era consciente de sí como grupo social y como realidad propia

en un marco territorial y cultural propio. Nace así la “autoconciencia” de clase y lugar,

básico para lo que después sería la “identidad nacional” como motor y causa del

movimiento independentista10

.

En el conflicto sucedido a propósito de las reformas borbónicas, vemos que la clase

dirigente de nuestro país demuestra o quiere demostrar que tiene los pergaminos suficientes

para su papel11

, y en la crisis va a querer demostrar (y lo demuestra al final) que puede

hacer frente al vacío de poder que se produce.

El proceso independentista chileno, a más de los factores clásicos (invasión napoleónica),

tuvo un componente especial, que fue la asunción y posterior caída del gobernador García

Carrasco, en el cual la comunidad local tuvo gran participación. A nuestro entender, este

hecho puntual debió servir de “ensayo general” o “preparación” de la elite para los

acontecimientos posteriores, ya que puso a prueba la capacidad de nuestro grupo dirigente a

la hora de resolver problemas de esta índole12

. Con esto, se aminoró en parte la imprevisión

de la acefalía producida por la falta del monarca, y aceleró la autoconciencia en los criollos.

Con posterioridad a este hecho, la elite toma creciente protagonismo en los sucesos que

llevan a la Independencia de Chile. Aquí es claro lo que decíamos antes: que el criollo

9 HGCH3, pp. 177-178.

10 IDCH, pp. 158-167.

11 HGCH, pp. 176-178, y IDCH, pp. 159-160 y 166-167.

12 EJCH, pp. 270-272; LCATC, cap. IV; IDCH, pp. 190-191.

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como clase es quien dirige y escribe esta “obra teatral”. La sucesión de hechos demuestra el

alto grado de sapiencia y manejo que la elite ha adquirido a lo largo de estos años en

materia política y social. La combinación de tradición y modernidad que se observa en los

planteamientos de la época confirma que el espíritu dirigente de la elite, sino totalmente, al

menos ha llegado a un nivel alto de madurez o “viveza” para manejar la crisis13

. Ahora sí,

el Chile que todos conocemos puede decir que ha logrado la adultez.

IV

Partimos con una premisa este trabajo, de que este período fue una instancia de aprendizaje

de la clase dirigente de nuestro país. Que en los siglos XVIII y XIX se dieron las

condiciones para que surgiera una elite dirigente y que ésta adquiriera el pulimento de los

negocios públicos. Bueno, creemos que esta premisa es correcta, aun cuando el proceso de

aprendizaje no terminó con la Independencia, que a lo más fue una confirmación de su

madurez.

En efecto, luego del período independentista, la clase dirigente debió enfrentar la tarea de

asumirse como el nuevo eje de la dirección del país a falta de un monarca que ya no tenía.

Hubo que crear una nueva fuente de legitimidad y sobre todo, dotar a Chile de una

organización. Afortunadamente, la experiencia acumulada en el período anterior y sobre

todo en la coyuntura emancipadora permitió que el país solucionara su problema en menos

tiempo que sus vecinos. Básicamente, la lección aprendida por la elite de combinar

tradición y modernidad y la autoidentificación como grupo social dirigente, en un contexto

de reafirmación identitaria nacional, fueron los elementos principales con los cuales la elite

mantuvo su liderazgo y pudo encaminar su proyecto institucional por una senda estable, sin

aceleraciones bruscas, pero tampoco con ánimos de retroceder. Sería, pues, un “liberalismo

eventual”, que no miraba tanto al presente sino al futuro institucional del país14

.

En resumen, la elite criolla resultó ser un muy buen alumno de esta “escuela cívica”, pero

además resalta su capacidad creativa y su autoconciencia de ser protagonista de la Historia,

que le permitieron afianzar su liderazgo en nuestra incipiente sociedad nacional y

proyectarse a futuro como motor del avance político y social en Chile15

.

13

EJCH, pp. 278-283; LCATC, cap. IV. 14

IDCH, pp. 280-283. 15

IDCH, pp. 288-289.

Page 6: La Historia la escriben los vencedores: independencia y élite chilena

V

Valga, a manera de conclusiones, los siguientes puntos:

1. La elite criolla chilena, pese a su origen conquistador y guerrero, tiene su etapa

formadora tal como la conocemos actualmente, en el período que va desde las reformas

borbónicas hasta la coyuntura independentista. En ese tiempo, una serie de condiciones

sociales y económicas le permiten desarrollarse y ocupar protagonismo.

2. Una característica primordial que la clase dirigente desarrolló fue su capacidad de

adaptación y apropiación. A diferencia del resto de América, las reformas borbónicas no

generaron tanto rechazo e incluso beneficiaron a los criollos y al país.

3. La coyuntura crítica denominada Independencia de Chile fue el escenario en el cual la

clase dirigente debió demostrar que estaba preparada para el desafío de asumir el gobierno

del país. Un hecho puntual, la caída del gobernador García Carrasco, fue una especia de

“ensayo general” para los hechos posteriores, en que quedó demostrada la expertiz del

grupo criollo.

4. El proceso independentista puso a prueba el ideario político y social de la elite, y pese a

las vicisitudes de este tiempo, al final primó el equilibrio y se consiguieron los resultados

esperados. Queda demostrado, pues, que el ideario ilustrado ha echado buenos frutos en la

clase dirigente chilena, amoldándose bien a su idiosincrasia.

5. La combinación entre tradición y modernidad, técnica surgida de la capacidad adaptativa

de la elite, fue a la larga la mejor estrategia que tuvo para afrontar el desafío de ser líder.

Pudo así asegurar su legitimidad y practicar el liberalismo, sin perder su cuota de poder ni

desviarse por reformas muy desproporcionadas para la realidad existente.

6. Por último, queda demostrado que este período de cambios, tanto el largo (reformas

borbónicas y adaptación ilustrada) como el corto (coyuntura independentista), constituye

una verdadera “escuela cívica” para la clase dirigente chilena, lo cual se expresará en el

tiempo posterior a la Independencia, y en general en casi toda la Historia nacional,

llegando, si se quiere, hasta el día de hoy.

Page 7: La Historia la escriben los vencedores: independencia y élite chilena

Bibliografía

Todos los textos usados fueron escritos por el profesor Jocelyn-Holt, por lo que en las citas

a pie de página se indica una abreviatura que corresponde a un texto determinado.

1. Historia General de Chile, Tomo III: Amos, Señores y Patricios. Santiago: Editorial

Sudamericana (2007). [citas: HGCH3]

2. La Independencia de Chile: tradición, modernización y mito. Santiago: Editorial De

Bolsillo (2009). [citas: IDCH]

3. “Chile 1808-1809, la crisis a tiempo corto”. En: Secuencia: Revista de Historia y

Ciencias Sociales del Instituto Mora, México (2008). [citas: LCATC]

4. “El Escenario juntista chileno, 1808-1810”. En: 1808: La Eclosión Juntera en el

Mundo Hispano, Manuel Chust Calero (coord.). México: Fondo de Cultura

Económica (2007). [citas: EJCH]