la historia interminable_critica

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N° 89 | RESEÑAS DE LIBROS | 6 de noviembre de 2002 La historia interminable Michael Ende De la A a la Z con letras y dibujos de Roswitha Quadflieg. Traducción de Miguel Sáenz. Madrid, Editorial Alfaguara, 1982. Colección Juvenil Alfaguara. Es La historia interminable un libro —ya un clásico— imprescindible e infaltable en una biblioteca. A veinte años de su primera edición en castellano nos pareció oportuno rescatar este brillante comentario, preparado por el escritor Elvio E. Gandolfo para la desaparecida revista Minotauro. Agradecemos a su autor la gentileza y autorización para reproducirlo en esta edición de Imaginaria. Más abajo reproducimos las portadas de las primeras ediciones del libro, así como la actual. El mundo verdadero de la ficción por Elvio E. Gandolfo Con este grueso volumen que ya ha conocido un éxito considerable tanto en Alemania como en España, el alemán Michael Ende ha logrado redondear una de las obras más ricas y atrayentes de la literatura fantástica contemporánea. Es una obra que no se limita a la mera acumulación de un universo paralelo al nuestro. En sus páginas se encuentra por una parte una compleja meditación sobre las relaciones entre la realidad y la imaginación, entre las palabras y los seres y la cosas (que la acercan a autores como Borges); y por la otra, la articulación magistral de un recorrido de iniciación en el mundo a través del niño protagónico. Ende lo logra con una imaginación y un sentido del juego notables, provocando fuertes resonancias arquetípicas y psicológicas, combinando el brillo del cuento para niños con la profundidad, alcanzando el nivel de un reducido grupo de libros cuyos ejemplos mayores serían Alicia en el país de las maravillas y El mago de Oz. Bastián Baltasar Bux, un niño gordo y torpe, ni siquiera buen alumno, entra en una librería de viejo y roba un libro a su dueño, el librero Karl Konrad Koreander. El libro se llama La historia interminable, título que le resulta irresistible y está encerrado entre dos tapas de color bronce sobre las que se encuentra grabado un símbolo: dos serpientes (una blanca y una negra) que se mueden la cola. El libro impecablemente impreso con tinta de dos colores por Alfaguara, también se llama La historia interminable, y también está encerrado entre tapas color cobre con dos serpientes que se muerden la cola. La semilla de la búsqueda a la que parece aludir esa especie de estructura topoplógica que actúa desde las primeras páginas, fascinando a la vez al personaje y al lector, podría ser la pregunta que el propio Bastián se hace un instante antes de comenzar a leer: "Me gustaría saber qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo... Algo debe de pasar, porque

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Page 1: La Historia Interminable_critica

N° 89 | RESEÑAS DE LIBROS | 6 de noviembre de 2002

La historia interminableMichael EndeDe la A a la Z con letras y dibujos de Roswitha Quadflieg.Traducción de Miguel Sáenz.Madrid, Editorial Alfaguara, 1982. Colección Juvenil Alfaguara.Es La historia interminable un libro —ya un clásico— imprescindible e infaltable en una biblioteca. A veinte años de su primera edición en castellano nos pareció oportuno rescatar este brillante comentario, preparado por el escritor Elvio E. Gandolfo para la desaparecida revista Minotauro. Agradecemos a su autor la gentileza y autorización para reproducirlo en esta edición de Imaginaria. Más abajo reproducimos las portadas de las primeras ediciones del libro, así como la actual.

El mundo verdadero de la ficciónpor Elvio E. Gandolfo

Con este grueso volumen que ya ha conocido un éxito considerable tanto en Alemania como en España, el alemán Michael Ende ha logrado redondear una de las obras más ricas y atrayentes de la literatura fantástica contemporánea. Es una obra que no se limita a la mera acumulación de un universo paralelo al nuestro. En sus páginas se encuentra por una parte una compleja meditación sobre las relaciones entre la realidad y la imaginación, entre las palabras y los seres y la cosas (que la acercan a autores como Borges); y por la otra, la articulación magistral de un recorrido de iniciación en el mundo a través del niño protagónico. Ende lo logra con una imaginación y un sentido del juego notables, provocando fuertes resonancias arquetípicas y psicológicas, combinando el brillo del cuento para niños con la profundidad, alcanzando el nivel de un reducido grupo de libros cuyos ejemplos mayores serían Alicia en el país de las maravillas y El mago de Oz.

Bastián Baltasar Bux, un niño gordo y torpe, ni siquiera buen alumno, entra en una librería de viejo y roba un libro a su dueño, el librero Karl Konrad Koreander. El libro se llama La historia interminable, título que le resulta irresistible y está encerrado entre dos tapas de color bronce sobre las que se encuentra grabado un símbolo: dos serpientes (una blanca y una negra) que se mueden la cola. El libro impecablemente impreso con tinta de dos colores por Alfaguara, también se llama La historia interminable, y también está encerrado entre tapas color cobre con dos serpientes que se muerden la cola.

La semilla de la búsqueda a la que parece aludir esa especie de estructura topoplógica que actúa desde las primeras páginas, fascinando a la vez al personaje y al lector, podría ser la pregunta que el propio Bastián se hace un instante antes de comenzar a leer: "Me gustaría saber qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo... Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay personas que no conozca todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles... y a veces se producen tormentas en el mar o se llega a países o ciudades exóticas. Todo eso está en el libro de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes. Me gustaría saber de qué modo."

La respuesta es la lectura que Bastián y el lector hacen de La historia interminable. Uno de los aciertos de Ende ha sido evitar el tono experimental "culto", los laberintos conceptuales. Su lenguaje es de una engañosa y sostenida sencillez, y la complejidad descansa sobre todo en la estructura del volumen. Lo que pertenece a la realidad de Bastián y lo que pertenece al texto de La historia está transmitido por un sencillo procedimiento, que a su vez rescata el valor de objeto que los libros tenían en épocas de producción menos masiva; mediante distintos colores de tinta. La tinta verde cuenta lo leído por Bastián, la roja lo "vivido". Hacia la mitad, sin embargo, las dos zonas se van acercando fatalmente: la saga heroica del héroe Atreyu y su dragón de la suerte se une al fin a la triste vida cotidiana de Bastián, que abandonará el mundo humano para nombrar las cosas y los seres de Fantasía y salvar a ese mundo de la Nada que lo va comiendo, gracias a la recreación.

El propio libro parece demostrar en sus tensiones la tesis central (y consciente) de Ende: la necesidad de que la imaginación y la realidad vayan de la mano y no vivan a costa de la muerte de la otra. A pesar de ser tal vez la más abundante en descripciones de seres extraños y aventuras (pilares de una fantasía "escapista", y de practicamente toda la "fantasía heroica"), la zona en que Bastián se transforma en héroe es tal vez la menos absorbente, justamente porque se ha perdido la articulación entre su persona real y la fantástica.

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Esa vinculación regresará (y volverá a darle al libro su mejor dimensión) cuando Bastián luche por recobrarse a sí mismo en contra del olvido, y lo logre a través del afecto, esa dimensión que antes le faltaba o le había sido arrebatada, y que La historia interminable le devuelve lenta y dolorosamente en sus últimos capítulos.

Lo que diferencia a la empresa de Ende de su antecedente más visible, el Tolkien de El Señor de los Anillos, son sus datos biográficos y el trasfondo filosófico de su mundo. Aunque los universos imaginarios de los dos estén unidos por razas y paisajes extraños, y por la relativa sencillez lingüística, el mundo de Ende es el mundo caótico, entremezclado y surreal, de dura lucha por la supervivencia, del hijo de un pintor considerado "degenerado" por los nazis, y que vivió el sacudón brutal de la Segunda Guerra Mundial en el nivel inmediato, cotidiano, durante largos meses de su infancia, como una realidad fracturada, dispersa. En Tolkien nos encontramos en cambio ante el mundo reposado y sólido de un erudito inglés, amenazado no sólo por la guerra sino también y ante todo (como ocurre también en la obra de su compañero C. S. Lewis), por el simple avance tecnológico y social, lo que lo lleva al terror y la división maniquea entre el Bien y el Mal, entre lo blanco y lo negro. Los peligros son en cambio más complejos y sutiles en Ende, donde la lucha entre la mentira y la verdad, entre la Nada y la identidad parece entablarse en el interior mismo de cada uno de sus personajes, aunque no falte la bruja lúbrica y sombría que trata de seducir a Bastián con el sexo y el poder.

A ello se agrega su inventiva inagotable. Aunque la historia supuestamente interminable tenga una extensión mucho menor que El Señor de los Anillos, esa extensión le basta para describir con rapidez, sin la precisión —a veces agobiante— de cartógrafo realista de Tolkien, lugares y personajes donde se mezclan el surrealismo de El Bosco, Arcimboldo o Magritte con los viejos cuentos de hadas y la mejor literatura fantástica metafísica e intelectual de este siglo.

A su vez, continuamente historias potenciales quedan postergadas con una frase recurrente: "ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión", recurso que junto con el espléndido capítulo dedicado a la biblioteca fundada por Bastián Baltasar Bux, que contiene no sólo historias sino la realidad misma de Fantasía, abre la perspectiva (entre gozosa y angustiada) de la infinitud de la ficción.

http://www.imaginaria.com.ar/08/9/ende.htm