la guerra sin nombre de archibald ramsay

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La guerra sin nombre Cap. Archibald H. Maule Ramsay Britons Publishing Company Londres 1952 Reimpreso 1956, 1977. Otras reimpresiones en Australia y otras partes, algunas veces con modificaciones. Internet AAARGH 2009 TEXTO COMPLETO SIMILAR AL DE LA EDICIÓN IMPRESA

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Page 1: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

La guerra sin nombre

Cap. Archibald H. Maule Ramsay

Britons Publishing Company

Londres

1952

Reimpreso 1956, 1977. Otras reimpresiones en Australia y otras partes, algunas veces con

modificaciones.

Internet

AAARGH

2009

TEXTO COMPLETO SIMILAR AL DE LA EDICIÓN IMPRESA

Page 2: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

2

Sobre el autor:

El capitán Archibald Maule Ramsay fue educado en Eton y en el Royal Military

College, Sandhurst. Sirvió en el segundo batallón de guardias Coldstream en la

Primera guerra mundial hasta que fue severamente lesionado en 1916, quedando

desde entonces en el cuartel general de regimiento, en la Oficina de guerra, y en la

misión de guerra británica en París hasta el fin de la guerra.

Desde 1920 fue miembro de la Guardia escocesa de Su Majestad.

En 1931 fue electo como miembro del parlamento por Midlothian y Peeblesshire.

Fue detenido bajo la regulación 18B el 23 de mayo de 1940 y encerrado en la prisión

de Brixton sin juicio ni cargos hasta el 26 de septiembre de 1944. A la mañana

siguiente de su liberación se presentó a ocupar su lugar en la Cámara de los comunes

y ahí permaneció hasta el fin de esa legislatura en 1945.

Page 3: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

3

LA GUERRA SIN NOMBRE

Esta es la historia que la gente pensó que jamás se escribiría en nuestra época, la

verdadera historia de los sucesos que desencadenaron la Segunda guerra mundial,

contada por alguien que disfrutó de la amistad y confianza de Mr. Neville

Chamberlain durante los cruciales meses que transcurrieron entre el acuerdo de

Múnich y septiembre de 1939.

Desde hace tiempo ha existido una prohibición tácita contra los libros que tratan de la

que el capitán Ramsay denomina La guerra sin nombre, el conflicto que se ha venido

desarrollando tras bastidores a lo largo de los siglos y del cual muy pocos son

conscientes. Los editores de La guerra sin nombre piensan que esta publicación, más

que cualquier otro intento anterior, puede ayudar a romper esa conspiración del

silencio. Este trabajo es el resultado de las experiencias personales de un personaje

público que en el cumplimiento de su deber ha experimentado de primera mano la

existencia de una conspiración que dura ya varios siglos en contra de Inglaterra,

Europa y la Cristiandad entera.

La guerra sin nombre revela el insospechado enlace que une todas las revoluciones

principales de Europa, desde la época de Carlos I [de Inglaterra] hasta el fracasado

intento contra España en 1936. Muestra cómo todas ellas tuvieron una raíz común en

su inspiración, diseño y abastecimiento. Las revoluciones y la Guerra mundial de

1939 se estudian como distintas fases de un mismo plan maestro.

Después de una breve revisión de las fuerzas que están detrás de la declaración de

guerra y de los arrestos por todo el mundo contra aquellos que se oponen a ella, el

autor describe la maquinaria de la Internacional revolucionaria, la maquinaria que

aún hoy continúa con su plan de obtener un poder mundial supranacional, el viejo

sueño mesiánico del judaísmo internacional.

El autor cree que sin el apoyo involuntario de judíos y gentiles la maquinaria

terminará destruyéndose a sí misma y aporta sugerencias para lograr que esto suceda.

Page 4: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

4

Los cristianos dicen…

El capitán Ramsay, un caballero cristiano de coraje inigualable, creía que la guerra

contra Alemania no estaba concebida para favorecer los intereses de Inglaterra, sino

que sólo podía ayudar a cumplir el plan de expansión del comunismo y del poder judío.

Por haber advertido a sus compatriotas de estas fuerzas fue encerrado en prisión cuatro

años, sin mediar juicio alguno, con tan absurdas “razones” que aquellos que las

concibieron no se atrevieron a someterlas a un juez.

Truth

Durante años el capitán Ramsay fue miembro del Parlamento británico. Su libro es un

análisis de la guerra judeosionista contra la civilización cristiana.

The Cross and The Flag

Los judíos dicen…

No hay límite para la depravación humana, el capitán Maule Ramsay […] parece haber

hecho un tremendo esfuerzo para sobrepasar estos límites.

The Jewish Chronicle

La publicación de tal libro en este momento subraya la urgente necesidad de una ley

que estipule como crimen el pregonar el odio racial o publicar libelos en contra de

grupos sociales.

The Daily Worker

Page 5: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

5

CONTENIDO

Prólogo……………………………………………………………… 7

1. La Revolución inglesa…………………………………………... 9

2. La Revolución francesa…………………………………………. 16

3. La Revolución rusa……………………………………………… 28

4. Desarrollo de la técnica revolucionaria…………………………. 32

5. Alemania le pone el cascabel al gato……………………………. 36

6. 1933: Judea declara la guerra a Alemania………………………. 40

7. El bombardeo de civiles pone fin a “la Guerra estúpida”………. 47

8. Dunquerque y después de Dunquerque…………………………. 50

9. Construyendo el futuro………………………………………….. 52

10. El papel del presidente Roosevelt……………………………….. 54

11. La regulación 18B………………………………………………. 58

12. ¿Quién se atreve?........................................................................... 61

Epílogo……………………………………………………………… 65

DECLARACIÓN…………………………………………………… 69

PARTICULARES…………………………………………………... 80

Apéndice 1………………………………………………………….. 88

Apéndice 2………………………………………………………….. 91

Apéndice 3………………………………………………………….. 92

Apéndice 4………………………………………………………….. 94

Apéndice 5………………………………………………………….. 95

Page 6: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

6

Este libro está dedicado a la memoria de los patriotas

que en 1215 firmaron la Carta Magna en Runnymede

y la de aquellos que en Arbroath firmaron la Declaración

de Independencia en 1320. 27 de julio de 1952.

Page 7: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

7

PRÓLOGO

Eduardo I expulsó a los judíos de Inglaterra por sus múltiples delitos, que ponían en

peligro el bienestar de su reino y de sus súbditos, los cuales delitos se describen en

gran parte dentro de los Estatutos de judería1 aprobados por el parlamento en 1290,

acción en la cual desempeñaron un papel preponderante los comunes.

El rey de Francia hizo lo propio poco después y así lo hicieron también otros

gobernantes de la Europa cristiana. Tan difícil se volvió la situación para los judíos

en Europa que escribieron un llamado de auxilio urgente al Sanedrín, por aquel

entonces localizado en Constantinopla.

Este llamado iba firmado por Chemor, rabino de Arlés, en Provenza, con fecha del 13

de enero de 1489. La respuesta llegó en noviembre de ese año, llevando por firma:

“V.S.S. V.F.F. Príncipe de los judíos”. En ella se aconsejaba a los judíos europeos

que adoptaran la táctica del Caballo de Troya, haciendo de sus hijos sacerdotes

cristianos, abogados, doctores, etc. y trabajando para destruir las estructuras cristianas

desde dentro.

La primera consecuencia notable de este consejo ocurrió en España bajo el reinado de

Fernando e Isabel. Muchos judíos se bautizaron pero siguieron siendo judíos en

secreto y en secreto trabajaban para destruir a la Iglesia católica en España.

La amenaza llegó a ser tan grave que tuvo que instituirse el tribunal de la Inquisición

para limpiar el país de estos conspiradores. Otra vez, los judíos eran obligados a

realizar un éxodo de un país más de cuya hospitalidad habían abusado.

Viajando hacia el este, estos judíos se incorporaron a otras comunidades judías de

Europa. Un número considerable huyó a Holanda y a Suiza.

Desde ese momento ambos países se volvieron centros activos de la intriga judía. Sin

embargo, la judería siempre ha necesitado adherirse a una nación que sea poderosa en

el mar.

Gran Bretaña, recién unificada bajo Jacobo I, era una potencia naval en ciernes, que

empezaba a navegar hasta todos los rincones del mundo recién descubierto. Aquí,

además, existía un maravilloso ambiente propicio para su criticismo destructivo, pues

1

Ver el Apéndice 1 de este libro.

Page 8: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

8

aunque se trataba de un reino cristiano, la nación estaba divida entre protestantes y

católicos.

Muy pronto pusieron en marcha una campaña para explotar esta división y avivar el

odio entre ambas comunidades. Su éxito puede juzgarse por el hecho de que uno de

los primeros actos de gobierno de su creatura Oliverio Cromwell –después de haber

ejecutado al rey, según lo planeado– fue el de permitir a los judíos libre acceso a

Inglaterra una vez más.

Page 9: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

9

1

LA REVOLUCIÓN INGLESA

“Estaba escrito que la inglesa sería la primera de una serie de revoluciones, que no ha

terminado todavía”.

Con estas crípticas palabras comienza la biografía de Carlos I [de Inglaterra] escrita

en 1851 por Isaac Disraeli, el padre de Benjamin Earl de Beaconsfield. Gran parte de

la información contenida en esta obra de extraordinaria precisión fue recopilada por

el autor en los archivos de Melchior Salom –diplomático francés en Inglaterra

durante este periodo.

Se abre el telón y el escenario nos muestra por un lado el reino británico cimentado

en la Cristiandad y en sus antiguas tradiciones –que mantienen unidas bajo un mismo

vínculo a la monarquía, la Iglesia, el Estado, la nobleza y al pueblo– y por otro lado

las ominosas maquinaciones del calvinismo.

Calvino llegó a Ginebra desde Francia, donde su nombre se escribía Cauin2

–posiblemente un intento de pronunciación de Cohen en francés. Él fue el

responsable de organizar a numerosos oradores revolucionarios, varios de los cuales

tuvieron como destino Inglaterra o Escocia. Así se asentaron los cimientos de la

revolución bajo una cloaca de fervor religioso.

A ambos lados del Tweed, estos demagogos sustituyeron toda religión por una

observancia estricta del sabath. Para usar las palabras del propio Isaac Disraeli: “la

nación estaba ferozmente dividida entre seguidores y violadores del sabath”.

“Calvino –afirma Disraeli– conceptuaba el sabath como un precepto judío, reservado

para el pueblo sagrado”. Continúa diciendo que los calvinistas tenían el país bajo su

poder: “parecía que la religión consistía principalmente en los rigores del sabath y

que el senado británico se había convertido en una compañía de rabinos hebreos”. Y

luego dice: “En 1650, después de la ejecución del rey, se pasó una ley que penaba la

violación del sabath”.

2

La Catholic Gazzette de febrero de 1936 reporta que en una reunión de la B’nai B’rith en París se

afirmó que Calvino era de ascendencia judía.

Page 10: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

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Buckingham, Strafford y Laud fueron las tres figuras principales que desde el

principio cerraron filas con el rey. Eran hombres en cuya lealtad para con su rey,

patria y tradiciones podía Carlos confiar.

Buckingham, el gran amigo del rey Jacobo I y de aquellos que habían salvado su vida

en tiempos de la conspiración de Gowrie (de ominosas conexiones cabalísticas), fue

asesinado en los primeros años del reinado de Carlos, bajo misteriosas circunstancias.

Strafford, que inicialmente había estado inclinado a unirse a la facción opositora,

luego la abandonó y se convirtió en un baluarte y devoto partidario del rey.

La facción opositora se fue haciendo cada vez más hostil a Carlos y bajo la dirección

de Pym decidió despojar a Strafford de su fuero. Escribe Disraeli que “el rey

consideraba a esta facción como su enemiga”, y agrega que la cabeza de esta facción

era Earl de Bedford. Según señala el eminente historiador católico Walsh, la familia

de este hombre había sido fundada durante la época de los Tudor por un comerciante

de vinos judío llamado Roussel.

Con el juicio y la ejecución de Strafford salieron a la luz los poderes que empujaban

la creciente conspiración calvinista (o cohenista), así como cuál era su principal

objetivo: la ciudad de Londres.

En ese entonces empezaron a aparecer turbas armadas de “operativos” (el equivalente

medieval de los obreros actuales, sin duda) rondando la ciudad. Veamos una cita de

Disraeli:

Se decía que eran unos diez mil… con armas para la guerra. Era una milicia para la

insurrección en cualquier época del año y se podía confiar en ella para cualquier obra

de destrucción a un precio muy barato… mientras avanzaban con dagas sobre la ciudad,

era obvio que esta explosión había sido preparada desde hace tiempo.

Definitivamente así fue. Cuando Strafford aún no había sido ejecutado, a nadie le

pasaba por la mente la idea de una guerra civil, a nadie excepto a aquellos que tras

bambalinas la preparaban.

Estas turbas armadas de “trabajadores” intimidaban a quien se interpusiera en su

camino, incluyendo, en momentos críticos, a las cámaras del Parlamento y al Palacio.

Era exactamente el mismo método que luego emplearían las “Bandas sagradas” y los

“Marseillais” durante la Revolución francesa.

Page 11: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

11

Isaac Disraeli establece otros paralelos entre la situación inglesa y la Revolución

francesa, por ejemplo cuando habla de la prensa: “ya sin ninguna restricción”, así

como de la proliferación de los panfletos revolucionarios: “desde 1640 hasta 1660

aparecieron cerca de 30,000”. Y después: “la colección de panfletos de la Revolución

francesa es tan abundante como la de la época de Carlos I [de Inglaterra]”.

Y continúa:

Cualquiera que fuera la mano que movía los hilos tras bambalinas… podía elaborar una

lista de 59 miembros de la cámara de los comunes, etiquetándolos con el odioso título

de ‘estrafordianos’ o traidores a la patria.

¿Y de quién era esa mano? Pero Disraeli –que tanto sabía– discretamente cubre ahora

el asunto con un velo y nos deja a nosotros el trabajo de completar su revelación. Para

hacerlo recurriremos a otras obras como la Enciclopedia judía o el libro de Sombart

Los judíos y el capitalismo moderno, entre otros. En ellos aprenderemos que

Cromwell, figura principal de la revolución, estaba estrechamente relacionado con

poderosos financistas judíos holandeses y recibía cuantiosas sumas de Manasseh Ben

Israel, mientras que “el Gran judío” Fernández Carvajal era el principal proveedor del

nuevo ejército.

En Los judíos de Inglaterra leemos:

Con 1643 llegó un gran contingente de judíos a Inglaterra, que se reunía en la casa

del embajador portugués De Souza, quien era marrano (judío secreto). El más

prominente de ellos era Fernández Carvajal, gran financista y proveedor del

ejército.

En enero del año anterior, el intento de arrestar a cinco de sus miembros había

desatado la violencia de las armadas turbas de “operativos”. Se lanzaron panfletos

revolucionarios para la ocasión “cantando el ominoso cántico revolucionario de ‘A

tus tiendas, oh Israel’”, afirma Disraeli. El rey y la familia real partieron poco

después al Palacio Whitehall. Los cinco acusados, junto con las turbas, fueron

recibidos triunfalmente de regreso en Westminster. La mesa estaba puesta para la

llegada de Carvajal y sus judíos y para la aparición de Cromwell, su creatura.

Cambio de escena. La guerra civil ha iniciado. Es el año de 1647. Naseby ha sido

ganada y perdida. El rey es prácticamente un prisionero, aunque oficialmente es

huésped de honor en la Casa Holmby.

Page 12: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

12

Según una carta publicada el 3 de septiembre de 1921 en Plain English3:

Los sabios han existido durante más tiempo del que se sospecha. Mi amigo, el señor

L.D. van Velckert, de Amsterdam, me ha enviado recientemente una carta que contiene

un par de extractos de la sinagoga de Mulheim. El volumen que los contiene se perdió

durante las guerras napoleónicas y llegó recientemente a manos del señor Van Velckert.

Está escrito en alemán y contiene fragmentos de las cartas enviadas y recibidas por las

autoridades de la sinagoga de Mulheim. El primer fragmento es de una carta recibida,

del 16 de junio de 1647.

De O.C. (Oliverio Cromwell), por Ebenezer Pratt.

A cambio del apoyo financiero promoverá la aceptación de judíos en Inglaterra: sin

embargo esto será imposible mientras Carlos viva.

Carlos no puede ser ejecutado sin juicio, para lo cual no existen en este momento las

condiciones apropiadas. Aconseja por tanto que Carlos sea asesinado, pero no quiere

tener nada que ver con este negocio y estaría dispuesto a ayudar en su fuga.

En respuesta se mandó lo siguiente:

12 de julio de 1647.

A O.C. por E. Pratt.

Daremos ayuda financiera tan pronto Carlos sea depuesto y los judíos admitidos. Lo

del asesinato es muy peligroso. Debe darse a Carlos la oportunidad de escapar: su

recaptura posibilitaría su enjuiciamiento y ejecución. El apoyo será generoso, pero es

inútil discutir los términos hasta que dé inicio el juicio.

A la luz de esta información todos los movimientos posteriores de los regicidas se

siguen con toda claridad. El 4 de junio de 1647, Cornet Joyce, por órdenes secretas

del mismísimo Cromwell y –según Disraeli– a escondidas incluso de Fairfax –que

era el General en jefe– bajó a Casa Holmby con 500 soldados revolucionarios

escogidos y se apoderó del rey. Dice Disraeli que:

El plan fue concebido el 30 de mayo en una reunión secreta en casa de Cromwell,

aunque este más tarde aparentó que se realizó sin su presencia.

Esta acción coincidió con un repentino cambio en el ejército: la llegada de los

“Niveladores” y los “Racionalistas”. Sus doctrinas eran las mismas que las de los

revolucionarios franceses; eran, de hecho, iguales a lo que hoy conocemos como

3

Revista semanal publicada por North British Publishing Co. y editada por el difunto Lord Alfred

Douglas.

Page 13: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

13

comunismo. Estos fueron los regicidas que cuatro veces “purgaron” el Parlamento,

hasta que quedaron solo 50 miembros, simpatizantes de los comunistas, que más

tarde serían conocidos como The Rump.

Regresemos a la carta del 12 de junio de 1647 en la que la sinagoga de Mulheim

sugiere que se utilice un intento de fuga como pretexto para la ejecución del rey. Esto

se cumplió el 12 de noviembre de ese mismo año. Hollis y Ludlow consideran la

fuga como una estratagema de Cromwell. Isaac Disraeli dice:

Historiadores contemporáneos han concluido que el rey, desde los días de su

deportación en Holmby hasta su escape a la isla de Wight, estaba bajo el influjo de

Cromwell.

No hace falta agregar mucho más. Cromwell había cumplido al pie de la letra las

órdenes de la sinagoga y sólo faltaba la farsa del juicio.

Por algún tiempo continuaron las maniobras, ya que la Cámara de los comunes,

incluso en su condición parcialmente “purgada” estaba a favor de llegar a un acuerdo

con el rey. El 5 de diciembre de 1648 la cámara sesionó durante toda la noche y

finalmente acordó que “las concesiones del rey son satisfactorias para llegar a un

acuerdo”.

Evidentemente, si se hubiera llegado a ese acuerdo, Cromwell no habría recibido

inmensas cantidades de dinero de los judíos, así que dio un nuevo golpe. Bajo sus

instrucciones, la noche del 6 de diciembre, el coronel Pryde llevó a cabo la última y

más famosa de sus “purgas” de la Cámara de los comunes, conocida como la “Purga

de Pryde”. El 4 de enero, los pocos que quedaban –de los 50 miembros comunistas–

se invistieron a sí mismos con “suprema autoridad”.

El 9 de enero se proclamó un tribunal de justicia para enjuiciar al rey. Dos tercios de

sus miembros eran Niveladores del ejército.

Algernon Sidney advirtió a Cromwell: “Primero: el rey no puede ser enjuiciado por

ningún tribunal. Segundo: este tribunal no puede enjuiciar a nadie”. Así lo describe

Hugh Ross en su obra Carlos y Cromwell, y agrega como toque final que “no pudo

encontrarse a ningún abogado inglés que formulara la acusación, que finalmente fue

confiada un extranjero acomodaticio: Isaac Dorislau”.

Page 14: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

14

No hace falta agregar que Isaac Dorislau era exactamente el mismo tipo de extranjero

que Carvajal y Manasseh Ben Israel y los otros financistas que compraron a su

“protector” con dinero tinto en sangre.

A pesar de las fuertes protestas del subcomité del Consejo de Estado, que declaró que

serían una grave amenaza para el Estado y para la religión, se permitió a los judíos

entrar a Inglaterra una vez más. Quizá fue gracias a las protestas del Consejo que la

ley de expulsión nunca se derogó oficialmente.

“La Revolución inglesa bajo Carlos I –escribe Isaac Disraeli– fue diferente a todas

las anteriores… a partir de entonces empiezan a sucederse en la historia las distintas

fases de la Revolución”. Muchas otras seguirían la misma línea, principalmente la

francesa. En 1897 cayó en manos de gentiles una importante pista de estos

misteriosos sucesos, llamada Los Protocolos de los Sabios de Sión. En este

documento se puede leer la siguiente afirmación: “Recordemos la Revolución

francesa, cuyos preparativos secretos son bien conocidos por nosotros, pues se trata

de nuestra obra”. [Protocolo 3, 14] Los Sabios podrían haber completado aún más el

pasaje escribiendo “recordemos las revoluciones británica y francesa”.

Sin embargo, el problema de subyugar a ambos reinos de la isla aún no estaba

resuelto. Escocia era monárquica antes que nada y había proclamado rey a Carlos II.

Los ejércitos de Cromwell –ayudado por sus simpatizantes de Ginebra– marcharon

sobre Escocia y repartieron la barbarie judaica a diestra y siniestra, pero Escocia

seguía llamando rey a Carlos II. El rey había aceptado la forma presbiteriana de

cristianismo para Escocia y lenta pero inexorablemente la opinión pública inglesa fue

pareciéndose a la escocesa. Finalmente, a la muerte de Cromwell, toda Gran Bretaña

celebró la restauración del trono de Inglaterra.

En 1660 regresó Carlos II, pero el reino al que llegaba era muy distinto al reino del

que partió siendo niño. Los enemigos de la realeza estaban ahora encumbrados dentro

de su reino y el siguiente golpe se dio tan pronto estuvo todo listo para reanudar la

propaganda contra el papado, dividiendo una vez más a las personas que se

consideraban parte de la Iglesia de Cristo. El ataque consistió en poner las finanzas de

ambos reinos bajo el control y en las manos de judíos.

Está claro que Carlos no tenía conciencia del problema judío: ni de sus planes, ni de

la amenaza que representaban para sus pueblos. La sabiduría y experiencia de

Eduardo I se había perdido luego de siglos de estar a salvo del virus judío.

Page 15: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

15

Tras subir al trono Jacobo II la crisis no se hizo esperar. Pronto inició la más

inescrupulosa campaña de propaganda panfletaria contra él, y no es de sorprender que

muchos de los más viles escritos hubieran sido impresos en Holanda. Este país era la

cueva donde abiertamente se refugiaban los peores rufianes y ahí se fraguaba mucho

de lo que por aquel entonces ocurría en toda Europa.

Al rey le llegaron rumores de que su propio cuñado se había unido a quienes

conspiraban en su contra, pero él no quiso creerlo y se rehusó a realizar acción alguna

hasta el momento en que supo que la expedición en su contra había comenzado.

John Churchill, primer duque de Marlborough, era el personaje principal de entre los

que traicionaron a Jacobo en este momento crucial. Es interesante leer en la

Enciclopedia judía que por muchos años este duque recibió nada menos que 6,000

libras al año del judío holandés Solomon Medina.

El verdadero objetivo de la “Revolución gloriosa” se consiguió unos años después, en

1694, cuando el rey aprobó la creación del Banco de Inglaterra y se instituyó la deuda

nacional. Esta acción entregó la facultad de acuñar dinero a un comité anónimo,

convirtió al oro en la base de toda riqueza y permitió a los prestamistas

internacionales asegurar sus préstamos con los impuestos del país, en lugar de tener

que depender de la incertidumbre de sobornar a un gobernante, que era antes toda la

seguridad que podían obtener.

Desde ese momento se puso en marcha la maquinaria económica que eventualmente

redujo toda riqueza a los ficticios términos del oro –que estaba bajo control judío– y

exprimió la vida de la tierra –la verdadera riqueza–, que era un derecho de

nacimiento de todo británico.

Poco después, Escocia fue obligada a aceptar la unión política y económica con

Inglaterra, a pesar de las protestas de todos y cada uno de sus condados. Los

principales objetivos de la unión eran suprimir la acuñación de moneda en Escocia y

obligarla a responsabilizarse ella también de la deuda nacional. Las garras del

prestamista estrangulaban ya toda Bretaña. El único peligro era que tarde o temprano

los miembros del nuevo parlamento conjunto se rebelaran contra esta situación como

habían hecho sus antecesores.

Para sortear esta eventualidad, por lo tanto, se creó el sistema de partidos, frustrando

así toda auténtica reacción nacional y permitiendo a quienes movían los hilos dividir

y vencer, al usar el nuevo poder financiero para asegurarse de que fueran siempre sus

Page 16: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

16

hombres y sus políticas los que estuvieran en el gobierno, gracias al suficiente apoyo

de los periódicos, panfletos y bancos.

Pronto, el oro se convirtió en la base de los préstamos, que representaban diez veces

la suma depositada. En otras palabras, 100 libras en oro serían legalmente la

seguridad para un préstamo de 1000 libras; al 3%, 100 libras de oro podían ganar 30

libras al año, sin otra molestia que la de hacer unas cuantas anotaciones en los libros.

El dueño de 100 libras de tierra, en cambio, debía trabajar cada hora para ganar quizá

un 4%. El desenlace de este proceso era cuestión de tiempo. Los prestamistas se

volvieron millonarios mientras se arruinaban dueños y trabajadores de la tierra,

ingleses y escoceses.

El proceso ha continuado inexorablemente hasta nuestros días, cuando está ya

prácticamente completo, aunque ha sido hipócritamente ocultado por una ingeniosa

propaganda para ayudar al pobre mientras se fastidia al rico. En realidad no se trata

de eso, sino de arruinar a las clases poseedoras de tierra –líderes entre los gentiles–

que así han sido suplantadas por los financistas judíos y sus compinches.

2

LA REVOLUCIÓN FRANCESA

La Revolución francesa de 1789 es el evento más importante en la historia de Europa

desde la caída de Roma y representa la aparición de un nuevo fenómeno ante el

mundo.

Nunca antes una turba había aparentemente organizado una revolución exitosa contra

todas las demás clases del Estado, bajo eslóganes rimbombantes pero sin sentido y

mediante métodos que no tenían absolutamente nada que ver con los principios

encumbrados por sus propios eslóganes. Nunca antes una sección de una nación

cualquiera había conquistado a las otras secciones, mucho menos arrasado con todo

vestigio de vida nacional y de tradición, desde el rey hasta la religión, pasando por los

nobles, el clero, la constitución, la bandera, el calendario, los nombres de lugares y la

acuñación de moneda.

Tal fenómeno merece la mayor atención, sobre todo en vista de que se ha repetido

idénticamente en muchos otros países.

Page 17: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

17

Examinando los hechos llegaremos a un descubrimiento esencial: que la Revolución

no fue obra de los franceses para mejorar Francia. Fue obra de extranjeros cuyo

objetivo era destruir todo lo que Francia había sido hasta entonces.

Sacamos esta conclusión por las alusiones a “extranjeros” encumbrados en los

Consejos revolucionarios, mencionados no solo por Sir Walter Scott, sino por el

mismo Robespierre.

Tenemos los nombres de muchos de ellos y está claro que no eran británicos, ni

alemanes, ni italianos, ni de cualquier otra nacionalidad… eran, por supuesto, judíos.

Echemos un vistazo a lo que dicen los propios judíos sobre el hecho:

Recuerden la Revolución francesa, a la cual nosotros pusimos el nombre de grandiosa.

Los secretos de su preparación nos son bien conocidos, pues fue obra nuestra.

Los Protocolos de los Sabios de Sión – No.7

Fuimos los primeros en lanzar el grito entre las masas con las palabras ‘libertad,

igualdad y fraternidad’. Los estúpidos gentiles nos secundaron y con ello se cargaron el

bienestar del mundo. Los gentiles fueron tan estúpidos que no pudieron ver que en la

naturaleza no hay igualdad y que no puede haber libertad (es decir, libertad tal y como

la entienden socialistas y comunistas).

Los Protocolos de los Sabios de Sión – No.1

Sabiendo esto, encontraremos que tenemos la clave maestra para entender los

intrincados sucesos de la Revolución francesa. La confusa película de personajes y

eventos que nos han presentado los libros de historia, de pronto se convierte en un

drama humano bien conectado.

Cuando empezamos a establecer paralelos entre la Francia de 1789, la Inglaterra de

1640, la Rusia de 1917, la Alemania y Hungría de 1918-19, la España de 1936, nos

damos cuenta que el drama realmente nos atrapa.

“La Revolución es un golpe dado a un paralítico” y sin embargo, es obvio que para

prepararlo fue necesario una inmensa organización y vastos recursos, así como una

dosis extraordinaria de intriga y secreto.

Es increíble cómo la gente supone que “las turbas” o que “el pueblo” realizó una

operación tan complicada y costosa. Ningún error puede ser más peligroso, porque el

resultado es la total incapacidad para reconocer el verdadero significado de los

eventos o el origen y el objetivo del movimiento revolucionario. El proceso de

Page 18: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

18

organización de una revolución es: 1) infligir la parálisis, y 2) dar el o los golpes. En

la primera parte del proceso es esencial la discreción. Sus signos externos son la

deuda, publicidad incontrolada y la existencia de organizaciones secretas

influenciadas por extranjeros dentro del Estado condenado a muerte.

La deuda, particularmente la externa, es el primer eslabón. A través de ella se

soborna a los hombres en puestos importantes y se introducen en la política los

poderes e influencias extranjeras. Cuando se tiene el control de la deuda se controla

rápidamente toda forma de publicidad y actividad política, así como a las industrias.

La mesa está puesta para el golpe revolucionario. El brazo derecho de la finanza

estableció la parálisis y es el brazo izquierdo revolucionario el encargado de dar la

puñalada final. La corrupción moral facilita todo el proceso.

Para 1780 la parálisis financiera había llegado a Francia. Los grandes financistas del

mundo estaban bien establecidos. “Poseían tan gran proporción de las reservas de oro

y plata del mundo que tenían a la mayor parte de Europa en deuda, principalmente a

Francia”, escribe McNair Wilson en su Vida de Napoleón y continúa en la página 38:

Había ocurrido un cambio fundamental en la estructura económica de Europa ya que su

base había dejado de ser la riqueza y ahora era la deuda. En la vieja Europa la riqueza

se medía en tierras, campos, ganado y minerales, pero ahora se introducía un nuevo

estándar, una forma de dinero a la que se le dio el título de “crédito”.

Las deudas del reino francés, aunque importantes, no eran de ninguna forma

impagables, excepto en términos de oro. Si los consejeros del rey hubieran decidido

emitir dinero respaldado por las tierras y la verdadera riqueza de Francia, la posición

habría sido fácilmente enderezada. Pero la situación fue firmemente controlada por

un financista tras otro, ninguno de los cuales iba a romper con el sistema impuesto

por los usureros internacionales.

Ante tanta debilidad o villanía, las cadenas de la usura solo podían apretarse cada vez

más, pues las deudas estaban en términos de oro y plata, ninguno de los cuales estaba

Francia en condiciones de producir.

¿Quiénes eran los potentados de esta nueva maquinaria de la deuda, estos

manipuladores del oro y plata que habían tenido éxito en voltear de cabeza las

finanzas de Europa reemplazando la riqueza real por millones y millones de

préstamos usurarios?

Page 19: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

19

La desaparecida Lady Queenborough, en su importante obra Teocracia oculta nos da

algunos nombres, fundamentándose en el trabajo de 1894 del judío Bernard Lazare

El antisemitismo. Desde Londres nos da los nombres de Benjamín Goldsmid y su

hermano Abraham Goldsmid, su socio Moses Mocatta y su sobrino Sir Moses

Montifiore como los principales financiadores de la Revolución francesa, junto con

Daniel Itsig de Berlín y su yerno David Friedlander y Herz Cerfbeer de Alsacia.

Esto nos recuerda al número 20 de Los Protocolos de los Sabios de Sión:

El patrón oro ha sido la ruina de los Estados que lo han adoptado, porque no es capaz

de satisfacer la demanda de dinero, mucho menos cuando nosotros hemos sacado de la

circulación tanto oro como podemos.

Y otra vez:

Los préstamos son como la espada de Damocles que pende sobre las cabezas de los

gobernantes que acuden a nosotros suplicantes.

No hay palabras que mejor describan lo que estaba ocurriendo entonces en

Francia. Sir Walter Scott en su Vida de Napoleón describe así la situación:

Los financistas utilizaron al gobierno tal como los manirrotos son utilizados por los

prestamistas usureros, que alimentan su extravagancia con una mano mientras con la

otra van sacando de sus arruinadas fortunas las más irracionales recompensas. Por una

larga sucesión de préstamos ruinosos y las varias garantías otorgadas para obtenerlos,

las finanzas de Francia estaban totalmente desquiciadas.

El ministro de finanzas del rey Luis XVI en estos años de creciente confusión era

Necker, un “suizo” de origen alemán, de quien McNair Wilson escribe:

Necker había sido impuesto al Tesoro del rey como representante del sistema de deuda,

y como tal le rendía tributo al mencionado sistema.

Es fácil imaginar qué clase de política le dictó a Necker el sistema, y cuando a esto

agregamos el hecho de que sus antecedentes eran los de un arriesgado e

inescrupuloso especulador, podemos entender perfectamente por qué las finanzas de

Francia empeoraron rápidamente bajo su cuidado, de forma que luego de cuatro años

de sus manipulaciones el pobre gobierno del rey había contraído una nueva deuda

–todavía mayor que la anterior– de 170 millones de libras.

Page 20: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

20

Para 1730 la masonería había sido introducida en Francia desde Inglaterra. Para 1771

había ganado tanta popularidad que Felipe4, duque de Chartres (después duque de

Orleans), se convirtió en Gran maestro. En los primeros días este tipo de masonería

era muy inocente, tanto en cuanto a sus políticas como en cuanto a sus miembros,

pero finalmente los acontecimientos probaron que los espíritus que la gobernaban

eran crueles, inescrupulosos y sanguinarios.

El duque de Orleans no era de estos últimos. Aunque era un hombre extravagante,

vano, ambicioso, libertino y sin principios, él no tenía otro objetivo más que

destronar al rey y establecer una monarquía democrática consigo mismo como

monarca. Debido, además, a su corta inteligencia, se trataba del hombre ideal para

acaudillar la primera y más moderada fase de la Revolución. No fue más que

instrumento viviente de hombres que probablemente apenas conocía y que muy

pronto lo enviaron a la guillotina una vez que había cumplido su papel.

El marqués de Mirabeau, que lo sucedió como líder de la Revolución, era muy

parecido a él. Era un hombre bastante más hábil que Orleans, pero tan libertino que

opacaba a todos los de su clase y fue encarcelado más de una vez a instancias de su

propio padre.

Se sabe que él fue financiado por Moses Mendelssohn, jefe de los Illuminati, y que

era más cercano a la señora judía Herz que el propio marido de ella. No solo fue un

líder de la masonería francesa sino que introdujo el iluminismo a Francia.

El iluminismo era una sociedad secreta revolucionaria que estaba detrás de la

masonería. Los Illuminati penetraron en todas las logias del Gran oriente y estaban

respaldados y organizados por judíos cabalistas. Es interesante notar que tanto el

duque de Orleans como Talleyrand fueron iniciados en el iluminismo por Mirabeau,

poco después de que este último lo había introducido a Francia desde Frankfurt,

donde en 1782 se había establecido su cuartel general bajo el mando de Adam

Weishaupt.

4

Luis Felipe II de Orleans era miembro de la rama menor de la Casa Borbón, dinastía reinante en

Francia. Partidario de la Revolución francesa, fue conocido por los revolucionarios como Felipe

Igualdad. Murió guillotinado en 1793. Su hijo Luis Felipe I llegó a ser rey de los franceses después de la

revolución de julio de 1830. Resultante de su carrera, el término orleanismo llegó a designar en

Francia al movimiento a favor de la monarquía constitucional.

Page 21: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

21

En 1785 ocurrió un suceso extrañísimo, que pareciera ser como la última advertencia

del Cielo para Francia y Europa en contra de las potencias del mal. Un mensajero de

los Illuminati fue destrozado por un rayo en Ratisbona. La policía encontró en su

cadáver los papeles con los planes de una revolución mundial. El gobierno bávaro

hizo registrar el cuartel general de los Illuminati y encontró muchas otras evidencias.

Se informó a las autoridades francesas, pero el proceso de parálisis estaba ya muy

avanzado y nada se hizo.

Para 1789 había más de dos mil logias en Francia afiliadas al Gran oriente,

instrumento directo de la Revolución internacional, y sus adeptos sumaban más de

100,000.

Así tenemos al iluminismo judío bajo Moses Mendelssohn y al iluminismo masónico

bajo Weishaupt instalados como directores de una fuerte organización secreta que

cubría toda Francia. Bajo los Illuminati trabajaba el Gran oriente de la masonería y

bajo ésta operó la masonería azul o nacional, hasta que de la noche a la mañana fue

convertida en el Gran oriente de la masonería por Felipe de Orleans en 1773. Poco

sabía Igualdad de los poderes satánicos que estaba invocando, pues en efecto, se

trataba de poderes satánicos. El nombre Lucifer significa “portador de luz” e

Illuminati eran aquellos iluminados por esta luz.

Para cuando se reunieron los Estados generales en Versalles el 5 de mayo de 1789, la

parálisis del ejecutivo a causa de las organizaciones secretas era completa, y en los

casos de la opinión pública y la publicidad estaba muy avanzada.

Así fue como lograron lo que lograron.

Para 1780 el ingreso del de Orleans de 800,000 libras, gracias a su juego vicioso y

sus extravagancias, estaba totalmente hipotecado a los prestamistas. En 1781 firmó

papeles donde cedía su palacio, sus tierras y su casa en el Palais Royal a sus

acreedores, con poderes para formar ahí un centro político, de impresión de

panfletos, de apuestas, lecturas, burdeles, licorerías, teatros, galerías de arte, deporte

y otros muchos usos que subsecuentemente tomaron la forma de toda variedad de

bribonería. Los amos financieros de Igualdad utilizaron su nombre y publicidad para

instalar un colosal organismo para propaganda y corrupción que apelaba a los más

bajos instintos de la naturaleza humana y atrajo a grandes masas unidas por la

suciedad, difamación e ideales revolucionarios de la prensa. Como escribe Scudder

en Un príncipe de la sangre:

Page 22: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

22

Le dio más quehacer a la policía que todos los otros sectores de la ciudad. Es

interesante notar que el administrador instalado por los acreedores en el Palais Royal

fue Laclos, un aventurero político de origen extranjero, autor de Liaisons Dangereuses

y otras obras pornográficas, que se decía “había estudiado la política del amor por su

amor a la política”.

Esta constante fuente de corrupción y propaganda destructiva estaba relacionada con

una serie de ataques personales de la naturaleza más vil e inescrupulosa contra

cualquier personaje público que los jacobinos pensaran que les estorbaba. Este

proceso se conoció como “L’infamie”.

María Antonieta misma fue uno de los blancos principales de esta forma de ataque

típicamente judía. Ninguna mentira era demasiado vil para adjudicársela, pues al ser

ella más inteligente, atenta y vigorosa que el débil e indolente Luis, representaba un

importante obstáculo para la Revolución. Además, ella había recibido sinnúmero de

advertencias en contra de la masonería de parte de su hermana en Austria y no cabe

duda que para entonces estaba ya más despierta que cuando escribió a su hermana en

años anteriores:

Creo que por lo que respecta a Francia no debes preocuparte mucho por la masonería.

Aquí está muy lejos de tener el significado que podrá tener en otras partes de Europa.

Aquí es todo muy abierto y uno lo sabe todo. Así, ¿cómo puede haber peligro? Uno

podría preocuparse si se tratara de una sociedad política secreta. Pero por el contrario,

el gobierno permite que se expanda y no es más que aquello que aparenta, una

asociación cuyos objetivos no son otros que la unión y la caridad. Uno cena, canta,

habla, lo cual ha hecho decir al rey que gente que bebe y canta no puede ser sospechosa

de estar organizando complots. Tampoco es una asociación de ateos, pues todos tienen

a Dios en la boca. Son muy caritativos. Ellos se encargan de los hijos de sus miembros

pobres o muertos; dan las dotes de sus hijas. ¿Qué daño puede haber en todo ello?

Efectivamente, ningún daño habría si no fuera porque estos objetivos no son más que

la máscara que oculta otros oscuros designios. Sin duda los agentes de Weishaupt y

Mendelssohn pasaron el reporte de esta carta a sus amos y podemos imaginarnos que

estos se atacarían de la risa y llenos de satisfacción se frotarían las manos, manos que

estaban ansiosas por destruir la vida misma de Francia y de su reina y que llegada la

hora darían la señal para convertir la conspiración secreta en las masacres de

septiembre, los baños de sangre y la guillotina.

Para empeorar la imagen de la reina mediante su campaña de calumnias, elaboraron

un fraude acorde con los tiempos, precisamente cuando los financistas y los

Page 23: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

23

especuladores de granos deliberadamente habían creado condiciones infames de

pobreza y hambre en París.

En medio de aquel ambiente, un agente jacobino ordenó un collar de diamantes a los

joyeros de la corte en nombre de la reina. La pobre reina no supo nada de esto hasta

que los joyeros le llevaron el collar presionándola para que lo aceptara, mientras que

ella, naturalmente, afirmaba no saber nada del asunto e insistía en que le parecía de

muy mal gusto ordenar tal cosa cuando Francia se encontraba en tan pésimas

condiciones financieras. Las imprentas del Palais Royal, sin embargo, se encargaron

de difundir el asunto, acusando a la reina con toda clase de críticas. La prensa fabricó

todavía un escándalo más. Una prostituta de Palais Royal se disfrazó de la reina y

mediante una carta falsificada se preparó un encuentro con el cardenal Príncipe de

Rohan a la media noche en el Palais Royal, suponiendo éste que la reina querría

consultarlo para el asunto del collar. No es necesario decir que este acontecimiento

fue inmediatamente reportado por la prensa y los panfletos, que iniciaron una nueva

campaña con las groserías más sucias que puedan imaginarse. El que movía los hilos

tras el telón era Caliostro, alias Joseph Balsamo, judío de Palermo, doctor del arte

cabalístico y miembro de los Illuminati, dentro de los cuales había sido iniciado por

Weishaupt en Frankfurt en 1774. Cuando el collar había servido finalmente su

propósito, fue enviado a Londres, donde el judío Eliason se quedó con la mayoría de

las piedras.

Muchas otras personas decentes que resistían la influencia de los clubes jacobinos

fueron blanco de ataques muy similares. Después de ocho años de esta labor, se

completó el proceso de parálisis mediante la publicidad.

Por lo tanto, para 1789, cuando los financistas obligaron al rey a convocar a los

Estados generales, la primera parte del plan revolucionario (es decir la parálisis) se

había cumplido.

Solo restaba dar el golpe o la serie de golpes que despojaran a Francia de su trono, su

iglesia, su constitución, sus nobles, su clero, su aristocracia, su burguesía, sus

tradiciones y su cultura; dejando en su lugar –después que la guillotina consumara la

labor– meros ciudadanos bajo una dictadura financiera extranjera.

A partir de 1789 se sucedieron una serie de actos revolucionarios, cada cual más

violento que el anterior, cada uno exigiendo nuevas demandas bajo nuevos líderes

revolucionarios. A su debido tiempo, cada uno de estos líderes –marionetas de los

Page 24: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

24

verdaderos poderes detrás de la revolución– fue hecho a un lado y su cabeza rodó a

la cesta para unirse a las de las víctimas de ayer.

Felipe Igualdad, duque de Orleans, fue utilizado para preparar el camino a la

Revolución, para proteger con su nombre e influencias al club revolucionario en su

infancia, para popularizar la masonería y el Palais Royal, y para patrocinar actos

como la marcha de las mujeres a Versalles. Las “mujeres” en aquella ocasión eran en

su mayoría hombres disfrazados.

D’Orleans creía que la turba asesinaría al rey y a la reina y que él mismo sería

proclamado rey democrático. Los verdaderos cerebros de la marcha, sin embargo,

tenían otras cosas en mente. Un objetivo importante era llevar a la familia real a

París, donde estarían fuera de la protección del ejército y a merced del poder de la

Comuna o Consejo de París, dentro de la cual los jacobinos hacían y deshacían a su

antojo.

Siguieron utilizando a Igualdad hasta el día de la votación sobre la vida del rey,

momento en el que coronó su sórdida carrera abriendo la votación con un voto a

favor de la pena de muerte para su primo. A partir de entonces, sus amos ya no tenían

ninguna necesidad de sus servicios y muy pronto siguió a su primo a la guillotina,

execrado por todas las clases sociales.

Mirabeau jugó un rol parecido al de Igualdad. Había querido que la revolución

terminara con la coronación del propio Luis como monarca democrático y figurar él

mismo como su consejero. En ningún momento pretendió que se cometiera violencia

alguna contra la persona del rey. Por el contrario, en los últimos días antes de morir

envenenado misteriosamente, dirigió todos sus esfuerzos a sacar al rey de París y

ponerlo bajo la vigilancia de los leales generales que aún comandaban su ejército. Él

fue el último de los moderados y monárquicos en ser puesto fuera de combate por el

Club jacobino de París, ese foco revolucionario sediento de sangre que se había

materializado a partir de los clubes secretos del Oriente masónico y de los Illuminati.

Fue la voz de Mirabeau, fuerte y clara, la que mantuvo en jaque la ira fanática de los

asesinos que pulularon entonces. No cabe duda que a fin de cuentas llegó a

percatarse de la verdadera naturaleza y la fuerza de la bestia que él mismo se había

empeñado tanto en desencadenar.

En su último intento de salvar a la familia real –sacándola de París– logró, de hecho,

acallar a toda la oposición dentro del Club jacobino. Esa noche murió por una

Page 25: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

25

enfermedad súbita y violenta, y, como escribe el autor de El collar de diamantes:

“Luis sabía perfectamente que Mirabeau había sido envenenado”.

Así, como Felipe Igualdad antes y como Danton y Robespierre después que él,

Mirabeau también fue removido del escenario cuando había terminado su papel.

Recordemos el pasaje número 15 de los Protocolos: “Nosotros ejecutamos a los

masones de tal forma que nadie fuera de nuestra hermandad tenga ninguna

sospecha”. Y otra vez: “De esta forma procederemos con estos masones goy que

saben demasiado”.

Como escribe E. Scudder en su Vida de Mirabeau: “Murió justo en el momento en

que la Revolución todavía podía haber sido detenida”.

La figura de Lafayette entra en escena en varias ocasiones importantes durante estas

primeras etapas revolucionarias.

Él fue uno de esos masones de a pié, que navegan sin saber hacerlo, en una nave que

apenas conocen y entre corrientes que le son absolutamente ajenas.

A pesar de que era una figura popular entre las multitudes revolucionarias, él

reprendió severamente varios connatos incipientes de violencia revolucionaria, por

ejemplo durante la marcha de las mujeres a Versalles, durante el ataque a las

Tullerías y en el Campo Marte. Él también quería el establecimiento de una

monarquía democrática y no consentía ninguna amenaza en contra del rey, aunque

proviniera de Igualdad, a quien trató con suma hostilidad durante y después de la

marcha de las mujeres a Versalles, creyendo desde entonces que tenía la intención de

asesinar al rey y usurpar su corona.

Evidentemente se convirtió en un obstáculo para los poderes detrás de la Revolución

y fue enviado a una guerra contra Austria que la Asamblea obligó a Luis a declarar.

En una ocasión se las arregló para regresar a París en su esfuerzo por salvar al rey,

pero una vez más fue enviado a la guerra. Después sucedió la muerte de Mirabeau y

la suerte de Luis estaba echada.

Las salvajes figuras de Danton, Marat, Robespierre y los fanáticos jacobinos

dominaban la escena.

En septiembre de 1792 se perpetraron las terribles “masacres de septiembre”, en las

cuales fueron asesinadas 8,000 personas tan solo en las prisiones de París y muchas

más en el resto del país.

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Debe anotarse aquí que estas víctimas habían sido arrestadas y mantenidas en prisión

por un tal Manuel, procurador de la Comuna.

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Es evidente que Sir Walter Scott llegó a comprender en gran medida las influencias

que habían trabajado tras bambalinas. En el segundo volumen de su Vida de

Napoleón escribe:

Lo que la Comuna de París5 –convertida en el Sanedrín de los jacobinos– exigía, era

sangre, por supuesto.

Y otra vez, en la página 56:

El poder de los jacobinos era irresistible en París, donde Robespierre, Danton y Marat

compartían los mejores puestos en la sinagoga.

En ese mismo libro, Sir Walter Scott escribe lo siguiente sobre la Comuna: “Los

principales líderes de la Comuna parecían ser extranjeros”.

Vale la pena llamar la atención sobre algunos de los nombres de estos “extranjeros”.

Estaba Choderlo de Laclos, administrador del Palais Royal, que se decía era de

origen español. Estaba Manuel, el procurador de la Comuna antes mencionado. Fue

él quien empezó el ataque contra la realeza durante la Convención, mismo que

culminaría con las ejecuciones de Luis y María Antonieta. Estaba el pintor David,

miembro principal del Comité de Seguridad Pública que “enjuiciaba” a las víctimas.

Su voz se alzó siempre para pedir la muerte. Sir Walter Scott escribe que este amigo

solía empezar su “sangriento trabajo diario con la frase ‘derramemos más de la

roja’”.

David fue el que inauguró el culto al Ser supremo y organizó “la canalización de esta

odiosa superstición que fue sustituida por cada signo externo de devoción racional”.

(Sir Walter Scott, Vida de Napoleón, Vol. 2)

Estaban Reubel y Gohir, dos de los cinco “directores” que con un Consejo de

ancianos se constituyeron en gobierno después de la caída de Robespierre, siendo

conocidos como el Directorio.

Los términos “directores” y “ancianos” son, por supuesto, típicamente judíos.

Debemos hacer aquí una observación más y es que este importantísimo y revelador

trabajo de Sir Walter Scott en 9 volúmenes es prácticamente desconocido, nunca ha

sido impreso junto con sus otros trabajos y es casi imposible de conseguir.

5

El Consejo del condado de París, equivalente al L.C.C. de Londres.

Page 28: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

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Aquellos familiarizados con la técnica judía apreciarán en todo su significado este

hecho y sabrán la importancia que esto da a la evidencia que Sir Walter Scott nos

presenta acerca de los poderes detrás de la Revolución francesa.

Regresemos a París. Robespierre está solo y aparentemente es el amo de la situación,

pero echemos un vistazo a la Vida de Robespierre que escribe un tal G. Renier como

si tuviera acceso total a los secretos judíos:

Desde abril a julio de 1794 [fecha de la caída de Robespierre] el terror estuvo al

máximo. Nunca se trató de la dictadura de un solo hombre y menos que nadie de

Robespierre. Unos 20 hombres (los comités de Seguridad pública y Seguridad general)

compartían el poder.

El 28 de julio de 1794 Robespierre pronunció un largo discurso frente a la

Convención… una filípica contra los ultraterroristas en la que formuló vagas

acusaciones: “No me atrevo a nombrarlos en este momento y en este lugar. No me

atrevo a rasgar completamente el velo que cubre este profundo misterio de iniquidad.

Pero puedo afirmar positivamente que entre los autores de este complot figuran los

agentes de ese sistema de corrupción y extravagancia, el más poderoso de todos los

medios inventados por los extranjeros para destruir a la República, me refiero a los

impuros apóstoles del ateísmo y de la inmoralidad en la que se basa”.

Renier continúa lleno de satisfacción judía: “[Robespierre] habría podido triunfar

todavía de no haber pronunciado estas palabras”. Con esta frase Renier termina de

poner los puntos sobre las íes a lo que Robespierre había dejado incompleto.

La alusión de Robespierre a los “extranjeros corruptores secretos” se había

aproximado demasiado al límite.

Esa madrugada a las dos, Robespierre fue víctima de un disparo en la quijada y al día

siguiente a primera hora fue llevado a la guillotina.

Recordemos una vez más el protocolo 15: “De esta forma procederemos con los

masones goy que saben demasiado”

Nótese que Abraham Lincoln fue asesinado de forma similar por el judío Booth la

noche que comunicó a su gabinete su intención de financiar en lo futuro a EEUU sin

deuda, de forma similar a como había financiado la Guerra civil, con dinero libre de

deuda conocido como “Greenbacks”.

Page 29: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

29

3

LA REVOLUCIÓN RUSA

Monsieur Francois Coty, el conocido fabricante de perfume, escribió en Figaro el 20

de febrero de 1932:

Los subsidios otorgados a los nihilistas durante este periodo [1905-1917] por Jacob

Schiff de Kuhn Loeb & Co., New York, ya no eran actos de generosidad aislada. Una

verdadera organización terrorista rusa había surgido a sus expensas. Había llenado

Rusia de sus emisarios.

Esta creación por parte de los judíos de formaciones terroristas dentro de un país

condenado a la revolución, llámense nihilistas o como en Francia en 1789, “Bandas

sagradas” o “Marseillais” u “operativos” como en la Inglaterra de Carlos I, se nos

revela como el procedimiento estándar. Jacob Schiff también financió a Japón en su

guerra contra Rusia en 1904-5, como podemos ver en la Enciclopedia judía.

El 3 de enero de 1906 el ministro de exteriores ruso proporcionó al zar Nicolás II un

reporte sobre este brote revolucionario que contenía los siguientes párrafos, según

nos lo muestra el American Hebrew del 13 de julio de 1918:

Los acontecimientos que ocurrieron en Rusia en 1905… indican claramente que el

movimiento revolucionario… definitivamente tiene un carácter internacional… los

revolucionarios poseen grandes cantidades de armas importadas y medios financieros

bastante considerables… uno debe concluir que hay organizaciones capitalistas

extranjeras que están interesadas en apoyar nuestro movimiento revolucionario. Si

agregamos a lo anterior el hecho fehacientemente probado de que una parte bastante

considerable del movimiento está formada por judíos… como líderes en otras

organizaciones… siempre son el elemento más belicoso de la revolución… tenemos

derecho a asumir que todo el apoyo antes mencionado al movimiento revolucionario

ruso proviene de los círculos capitalistas judíos”. [Ed. Ha de leerse sionistas

internacionales donde dice judíos]

La conclusión del reporte anterior estaba ciertamente más que justificada. Sería

confirmada por otro documento oficial, aún más importante, escrito en la cúspide del

movimiento revolucionario en 1918.

El reporte fue elaborado por Mr. Oudendyke, representante del gobierno holandés en

San Petesburgo que también se había quedado a cargo de los intereses británicos en

Rusia después de que la embajada de este país fuera destruida por los bolcheviques.

Page 30: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

30

Tan importante era este reporte de Mr. Oudendyke para Mr. Dalfour que fue

reproducido en un documento del gobierno británico sobre el bolchevismo, publicado

en abril de 1919 (Russia No. 1), en el cual puede leerse lo siguiente:

Considero que la supresión inmediata del bolchevismo es el principal asunto con el

que se enfrenta el mundo, incluso contando con el de la guerra; y a menos que se

acabe con el bolchevismo, este se expandirá de una forma u otra sobre Europa y

sobre el mundo entero, ya que está organizado y dirigido por judíos, que no tienen

nacionalidad y cuyo objetivo es destruir el orden existente para conseguir sus

propios fines.

Aún más claro es un artículo del 12 de abril de 1919 en un periódico llamado El

Comunista, en Khartov, firmado por M. Cohen:

La gran revolución rusa fue efectivamente lograda por manos judías. No hay judíos en

el Ejército rojo por lo que a infantería se refiere, pero en los comités y en la

organización soviética como comisarios, los judíos están dirigiendo a las masas. El

símbolo de la judería se ha convertido en el símbolo del proletariado ruso, lo cual puede

apreciarse efectivamente en la adopción de la estrella de cinco puntas, que en otros

tiempos fuera el símbolo del sionismo y de la judería.

Mr. Fahey, en su gran trabajo Los gobernantes de Rusia, es más específico,

escribiendo que en 1917 de las 52 personas que tomaron la dirección de Rusia, todos

excepto Lenin eran judíos.

Tan efectiva fue la liquidación de todos los estamentos sociales rusos excepto el

proletariado que desde entonces continúan en las garras judías. El Dr. Fahey nos dice

que en 1935 el Ejecutivo central de la Tercera internacional, que gobernaba Rusia,

“estaba formado por 59 hombres, de los cuales 56 eran judíos. Los otros tres,

incluyendo a Stalin, estaban casados con judías. De los 17 embajadores soviéticos

principales 4 eran judíos”. (Los gobernantes de Rusia, pp. 8-9)

El Rev. George Simons, superintendente de la iglesia episcopal metodista en San

Petersburgo desde 1907 hasta octubre de 1918, compareció ante un comité del

Senado de los EEUU el 12 de febrero de 1919 e hizo entrega de un reporte con todas

sus experiencias personales en Rusia. El Dr. Fahey lo cita:

En diciembre de 1918, de 388 miembros del gobierno revolucionario solo 16 eran

verdaderos rusos; todos los demás eran judíos, con la excepción de un negro de los

EEUU. De los judíos, 265 vienen de la parte baja del lado oriental de Nueva York.

Page 31: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

31

Aunque se liquidó a una buena cantidad de judíos durante la llamada “purga de

Moscú”, esto no cambió para nada la situación. Simplemente significó que una

facción judía había triunfado y liquidado a la otra. Jamás ha habido nada parecido a

una revuelta gentil en contra de la dominación judía.

El hecho de que judíos fueran liquidados por las facciones detrás de la cortina de

hierro puede utilizarse para hacer creer al mundo que se trata de revueltas antisemitas

y de vez en cuando se propaga sistemáticamente esta mentira.

A medida que la opinión pública mundial se fue volviendo en contra de la URSS,

judíos importantes empezaron a temer que este sentimiento, combinado con el

conocimiento de que el bolchevismo es judío, pudiera ocasionar reacciones

desagradables en contra de ellos. Alrededor de 1945, por lo tanto, círculos

influyentes judíos organizaron una poderosa campaña, principalmente en EEUU,

para difundir otra vez el cuento de que Rusia se había vuelto contra los judíos.

Olvidaron, por lo visto, comunicarles esta táctica a sus hermanos, pues pronto

surgieron refutaciones bien informadas. Un periódico llamado Bulletin, órgano del

Grupo de discusión de Glasgow, escribió en junio de 1945: “Están esparciendo

semejante patraña: que el crecimiento del antisemitismo en Rusia no es más que

mentiras malintencionadas e invención pura.”

El 1 de febrero de 1949, el Daily Worker publicó un artículo en el que Mr. Parker

daba algunos nombres y cifras de judíos en altos puestos en la URSS, de la cual todo

parece indicar que acababa de regresar, pues escribió: “jamás escuché el más leve

respiro de crítica en contra de esta situación” y más tarde en el mismo artículo “el

antisemitismo acarrearía las mismas consecuencias a un oficial soviético que a un

ciudadano que es llevado a corte por cargos de antisemitismo”.

El 10 de noviembre de 1949, el Daily Worker, ese constante campeón del judaísmo,

publicó un artículo de Mr. D. Kartun titulado “Acabando con el antisemitismo” que

muestra el total control judío detrás de la Cortina de hierro: “en Polonia y en las otras

democracias populares, el antisemitismo de palabra u obra está severamente

castigado”.

Entre 1945 y 1949 hubo una enorme propaganda para convencer a los gentiles de

este lado de la Cortina de hierro de que el antisemitismo proliferaba de aquel lado y

que se estaba expulsando a todos los judíos de los altos puestos. Algunas personas

empezaron a creerlo y fue por eso que en otoño de 1949 me pareció que valía la pena

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mostrar en una lista todas las posiciones importantes ocupadas por judíos detrás de la

Cortina de hierro. Aquí tenemos un extracto de aquella lista:

RUSIA

Premier Stalin Casado con judía

Vice-Premier Kaganovitch Judío

Ministerio de control estatal Mekhlis Judío

Construcción militar y naval Ginsburg Judío

Ministro del órgano de

Cominform Yudin Judío

Jefe de propaganda exterior Ilya Eherenburg Judío

Ministro de construcción y

maquinaria Yudin Judío

Ministro de exteriores Molotoff Casado con judía

POLONIA

Gobernante virtual Jacob Bergman Judío

Fiscal general T. Cyprian Judío

Movimientos juveniles Dr. Braniewsky Judío

HUNGRÍA

Gobernante virtual Mathias Rakosi Judío

RUMANIA

Gobernante virtual

Anna Pauker (después

removida por

“desviacionismo” pero

reemplazada por otro judío)

Judía

YUGOSLAVIA

Gobernante virtual Moishe Pyjede Judío

En mayo de 1949, el Daily Worker, que es por supuesto consistente y fervientemente

projudío, publicó un artículo de Mr. A. Rothstein alabando a la URSS y al mismo

tiempo otro artículo similar sobre el paraíso detrás de la Cortina de hierro por Mr.

Sam Aronvitch.

El 10 de noviembre el mismo periódico publicó un artículo en el cual D. Kartun,

escribiendo acerca de las “Democracias populares” y criticando el antisemitismo,

escribó:

Nadie podría ni soñar con hacer discursos antisemitas o escribir un artículo antisemita

en cualquiera de estos países. Si lo hicieran, la sentencia de prisión sería inmediata y

para largo tiempo.

Page 33: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

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En los últimos años nos han llegado nuevas pruebas dramáticas de la vital

interrelación entre los judíos y la URSS. Los juicios canadienses de espionaje, que se

enfocaron en el espionaje atómico para la URSS, culminaron con la condena a Frank

Rosenberg (alias Rose), el judío comunista canadiense miembro del Parlamento, y de

muchos otros judíos de la misma banda en Inglaterra y EEUU, incluyendo: Fuchs,

profesor Weinbaum, Judith Coplon, Harry Gold, David Greenglass, Julius

Rosenberg, Miriam Moskewitz, Abraham Brothanz y Raymond Boyer, quien aunque

fuera gentil de nacimiento, se casó con una judía y –creo yo– adoptó el credo judío.

Finalmente tenemos la huída hacia la URSS con secretos atómicos del también judío

profesor Pontecorvo, quien había estado trabajando en asociación con Fuchs.

Sin duda seguirán llegando historias de que Rusia se ha vuelto antisemita, pero no es

difícil darse cuenta de que las cadenas judías, respaldadas por los más sofisticados

escuadrones de espionaje y asesinato, antes de romperse causarían una convulsión

que sacudiría al mundo entero.

4

DESARROLLO DE LA TÉCNICA REVOLUCIONARIA

Cuatro revoluciones históricas merecen nuestra atención especial. El estudio y la

comparación de los métodos empleados en ellas nos revelarán por un lado la esencial

similitud entre ellas y por otro un interesante avance en cuanto a su técnica.

Es como si estudiáramos las diferentes etapas en la evolución del rifle moderno a

partir del “Brown Bess” original.

Las revoluciones en cuestión son primero la de Cromwell, después la francesa, en

tercer lugar la rusa y finalmente la española de 1936. Puede probarse que todas ellas

fueron obra de la judería internacional. Las primeras tres fueron exitosas y

terminaron con el asesinato del monarca reinante y el exterminio de sus seguidores.

En cada caso la finanza y la intriga judía son fáciles de rastrear y la primera medida

aprobada por los revolucionarios fue la “emancipación” de los judíos.

Cromwell fue financiado por varios judíos, principalmente Manasseh Ben Israel y “el

Gran judío” Carvajal, proveedor de su ejército.

Page 34: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

34

En esta ocasión la influencia judía se limitó a ser financiera y comercial, mientras

que las armas de la propaganda y los medios fueron semi-religiosas, estando todos

los cromwellianos inmersos en el judaísmo del Antiguo Testamento. Algunos como

el general Harrison llevaron su judaísmo al extremo de promover la adopción de la

Ley mosaica como la ley de Inglaterra y la sustitución del sábado por el sabath, en

lugar del domingo cristiano.

Son bien conocidos los absurdos pasajes del Antiguo Testamento que los

revolucionarios adoptaron como nombres, tales como el del sargento Obadiah “ata a

sus reyes con cadenas y a sus nobles con grilletes de acero”.

La revolución de Cromwell tuvo una vida muy corta. El trabajo de destrucción no

había sido suficiente para frustrar la contrarrevolución y la restauración del antiguo

régimen.

Fue necesaria una segunda revolución, la llamada “Gloriosa” de 1689. Esta también

fue financiada por judíos, principalmente Solomon Medina, Suasso, Moses Machado

y otros.

Para la Revolución francesa de 1789 la técnica había mejorado notablemente. Las

sociedades secretas habían infestado Francia en gran escala los años previos. Los

planes de liquidar el antiguo régimen eran para entonces más drásticos. El asesinato

judicial de un rey amable y bien intencionado y de unos cuantos nobles fue sustituido

por los asesinatos en masa en las prisiones y en las casas privadas de toda la nobleza,

el clero, la aristocracia y la burguesía, sin importar el sexo.

El daño causado por Cromwell y la desacración de unas cuantas iglesias por su

momentánea utilización como establos se convirtió en la destrucción general de las

iglesias cristianas y su conversión en baños públicos, burdeles y mercados, la

prohibición de practicar la religión cristiana y hasta de hacer sonar las campanas.

No se permite que se desarrolle una guerra civil. Se aísla al ejército y se separa al rey

secuestrándolo desde el inicio. El control secreto en 1789 es tan poderoso que las

masas francesas liquidan a sus propios líderes naturales, lo cual es en sí mismo un

fenómeno por demás extraño y sospechoso.

Más sospechoso aún es la súbita aparición de poderosas bandas armadas de

pandilleros que marcharon sobre París desde Lyon y Marsella y que ha quedado

registrado que eran evidentemente extranjeros. Aquí tenemos las primeras

Page 35: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

35

formaciones de mercenarios extraños y elementos del crimen, imponiendo la

revolución en un país que no es el suyo, idea que sería expandida y perfeccionada en

las Brigadas internacionales que quisieron imponer el marxismo en España 150 años

después.

En el s.XVII Inglaterra no fue desmembrada ni horrendamente dividida en regiones

extrañas, en cambio todas las fronteras históricas internas de la Francia del s.XVIII

fueron eliminadas. Los espléndidos e históricos nombres y títulos de condados,

departamentos y familias fueron borrados y Francia fue dividida en cuadrados

numerados ocupados únicamente por “ciudadanos”. Incluso el calendario fue

sustituido. La bandera nacional de Francia con toda su gloria y sus flores de lis fue

prohibida. En su lugar los franceses recibieron la tricolor, insignia de asesinato y de

rapiña. Sin embargo, este fue el error de los cerebros de la Revolución.

Quizá la tricolor no sea la famosa y honorable bandera de Francia. Puede ser que

estuviese escurriendo sangre de la masacre, del regicidio y la villanía. Puede ser que

apestase a los criminales judíos que la diseñaron e impusieron al pueblo francés, pero

fue proclamada la bandera nacional y en bandera nacional se convirtió. Y con la

bandera nacional surgió un ejército nacional y un líder nacional: Napoleón. No pasó

mucho tiempo antes de que este gran hombre francés se volviera contra los poderes

secretos que hasta entonces controlaban los ejércitos de Francia. Habían planeado

usar estos ejércitos para revolucionar todos los estados europeos, uno después de

otro, para aniquilar el liderazgo y establecer el gobierno de la masa –aparentemente,

pues en realidad es el suyo, por supuesto.

De esta misma forma los judíos de hoy planean utilizar el Ejército rojo. Una política

tal, dirigida por extranjeros de esta calaña, no puede continuar una vez que un

ejército nacional ha entronizado a un auténtico líder nacional. Su apariencia y sus

políticas son diametralmente opuestas. Muy pronto el Primer cónsul retó y venció a

estos extranjeros y a sus marionetas.

Para 1804 Napoleón había descubierto al judío y sus planes que amenazaban a

Francia y restauró sistemáticamente todo lo que la Revolución había arrasado. Desde

este momento el dinero judío financió cada coalición en su contra. Los judíos de hoy

aún se vanaglorian que fuera Rothschild y no Wellington quien derrotó a Napoleón.

Consciente de esto, Hitler, al ocupar París, inmediatamente ordenó una guardia de

honor permanente en la tumba de Napoleón en Les Invalides e hizo traer desde

Page 36: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

36

Austria el cuerpo de L’Aiglon (el hijo de Napoleón y María Luisa) para ser

finalmente enterrado en el lugar donde debía estar, junto a su padre.

Cuando examinamos la Revolución rusa encontramos que la técnica es ya más

atrevida y mucho más drástica. En esta ocasión no se permite ninguna bandera

nacional, ni ejército, ni himno. Después que la escoria de la comunidad hubo

aparentemente logrado lo imposible y liquidado a todas las otras clases incluyendo al

kulak (un hombre con tres vacas), es amasada en una fuerza políglota llamada

Ejército rojo. Sobre ellos ondea una bandera roja internacional y su himno es la

Internacional.

La técnica de la Revolución en Rusia fue tan perfecta que hasta hoy ha logrado salvar

al régimen judío de todos los contraataques.

La siguiente revolución importante es la que brotó en España en 1936.

Afortunadamente para Europa fue frustrada por el general Franco y un puñado de

valientes que inmediatamente presentaron batalla a las fuerzas revolucionarias y

lograron aplastarlas luego de una larga lucha.

El logro es aún más meritorio en vista del más reciente desarrollo en la organización

revolucionaria, que fueron las Brigadas internacionales. Estas brigadas estaban

formadas por criminales, aventureros y bribones, la mayoría comunistas, de 52 países

distintos, misteriosamente transportados y organizados en formaciones en España a

solo unas semanas del inicio de las hostilidades, uniformados y armados con armas

que ostentan la estrella judía de cinco puntas. Esta estrella y el símbolo de Salomón

estaban bordados en los uniformes de los oficiales y las hordas comunistas. Yo

mismo los he visto.

Para octubre de 1936 estas Brigadas internacionales estaban ya reunidas en un

número considerable. A pesar de ser indisciplinadas y traicioneras, el mero hecho de

que un ejército político enorme y bien armado interviniera súbitamente apoyando a

un bando en las primeras etapas de una guerra civil, pudo haber inclinado la balanza

antes que los elementos patrióticos pudieran organizarse y crear un ejército

adecuado.

Aunque el público británico fue mantenido en total ignorancia sobre el significado

real de lo que ocurría en España, dos países europeos estuvieron a la altura de la

situación. Alemania e Italia habían probado a su tiempo la amargura de la

Revolución comunista y habían salido victoriosos sobre esta terrible plaga. Sabían

Page 37: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

37

quién había financiado y organizado las Brigadas internacionales y con qué siniestro

propósito se había proclamado a Barcelona capital de los Estados Soviéticos de

Europa Occidental. Intervinieron en un momento crítico con la fuerza suficiente para

contrarrestar las Brigadas internacionales y permitir que el pueblo español organizara

su propio ejército que, a final de cuentas, zanjó la cuestión. Zanjar la cuestión es un

decir. El judaísmo internacional había sido vencido pero no descansaría hasta tener

su revancha, hasta que lograra conjuntar todas las armas del mundo en contra de

estos dos países que además de frustrar sus planes en España estaban en vías de

instalar en Europa un sistema económico independiente del oro y de la usura, mismo

que si se permitía que se desarrollara hubiera significado el fin del poder judío para

siempre.

5

ALEMANIA LE PONE EL CASCABEL AL GATO

La alarma hecha sonar en 1918 por Mr. Oudendyke en su carta a Mr. Belfour,

denunciando al bolchevismo como un plan judío que atraparía a Europa y al mundo

si las potencias europeas no lo combatían conjuntamente no era ninguna exageración.

A finales de ese año la bandera roja ondeaba en la mayoría de las ciudades

importantes de Europa. En Hungría el judío Bela Kun organizó y mantuvo por un

tiempo una sangrienta tiranía similar a la rusa. En Alemania los judíos Liebknecht,

Barth, Scheidemann, Rosa Luxemburg, etc., hicieron un desesperado intento por

hacerse con el poder. Estas y otras convulsiones similares sacudieron Europa, pero

cada país logró frustrar los planes a su manera.

En la mayoría de los países unas cuantas voces se alzaron para exponer la verdadera

naturaleza de estos males. Solo en uno, sin embargo, surgió un grupo y un líder

político que captara en su totalidad el significado de los acontecimientos y percibiera

detrás de las turbas y los pandilleros autóctonos la organización y el poder del

judaísmo internacional. Este líder fue Adolfo Hitler y su grupo el Partido

Nacionalsocialista Obrero Alemán.

Nunca antes en la historia un país no solo había derrotado a la revolución organizada

sino descubierto y enfrentado a los judíos detrás de ella. No debe sorprendernos que

las cloacas judías inundaran con vituperios a estos hombres y a su líder, ni debemos

caer en el error de suponer que la judería no podría adherirse a cualquier mentira con

Page 38: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

38

tal de impedir que los hombres honestos investiguen los hechos por sí mismos. Por el

contrario, si alguien valora la libertad y se propone buscar la verdad y defenderla,

tiene el ineludible deber de investigar.

Aceptar acríticamente las mentiras y engaños de una prensa controlada por judíos es

escupir a la verdad. Actuar de una forma tan a la ligera es un pecado contra la luz. En

el caso de Alemania y Hitler la tarea de investigación es muy sencilla. Muchas

autoridades nos dicen que Hitler explica completa y exactamente su punto de vista

sobre estos asuntos vitales en su Mein Kampf. Deliberadamente se han propagado

muchas mentiras acerca de este libro, citando párrafos fuera de contexto,

distorsionando la semántica y haciéndolo decir lo que no dice. Habiendo leído

muchas de estas inescrupulosas diatribas, me sorprendió mucho lo que encontré

cuando leí el libro por mí mismo no hace mucho tiempo.

A partir de muchas conversaciones en las que me ha tocado estar, me he dado cuenta

de que la mayor parte de la gente es tan ignorante como lo era yo respecto a la

verdadera naturaleza de este magnífico libro. Me propongo, por lo tanto, intentar dar

una visión auténtica de su propósito y espíritu presentando algunas citas de sus dos

temas principales: primero la consciencia y denuncia del plan judío para el marxismo

mundial y segundo la admiración y el deseo de amistad con Gran Bretaña.

Escribiendo acerca de los días anteriores a 1914, Hitler dice:

Yo todavía veía al judaísmo como una religión… no tenía ninguna idea de la existencia

de la hostilidad judía deliberada… poco a poco me di cuenta de que la prensa

socialdemócrata estaba preponderantemente controlada por judíos… No existía ningún

periódico en el cual tuvieran algo que ver los judíos que pudiera describirse como

nacional… reuní todos los panfletos socialdemócratas que pude y busqué los nombres

de sus autores: puros judíos.

A medida que fue estudiando estas cuestiones, Hitler empezó a darse cuenta de la

realidad:

También hice un profundo estudio de la relación entre judaísmo y marxismo… El

Estado judío nunca ha tenido fronteras por lo que a espacio se refiere, era ilimitado por

lo que respecta al espacio, pero bien delimitado por su concepción de sí mismo como

raza. Ese pueblo, por lo tanto, ha sido siempre un Estado dentro del Estado… La

doctrina judía del marxismo rechaza el principio aristocrático en la naturaleza… niega

el valor del individuo entre los hombres, combate la importancia de la nacionalidad y la

raza, quitándole así a la humanidad todo su sentido de la existencia.

Page 39: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

39

La democracia en occidente es hoy el patrocinador del marxismo, que sería

inconcebible sin la democracia… Si el judío, con la ayuda del credo marxista, conquista

a las naciones del mundo, su corona será la tumba de la raza humana… Así es como hoy

creo que al defenderme en contra de los judíos estoy haciendo la obra del Señor.

A finales de 1918 surgió la Revolución en Alemania, organizada en la retaguardia de

un ejército invicto en el campo de batalla. Respecto a esto Hitler escribió:

En noviembre llegaron marineros exhortándonos a rebelarnos, siendo sus líderes unos

cuantos jóvenes judíos, en una lucha por la “libertad, belleza y dignidad de nuestra vida

nacional”. Ninguno de ellos había pisado el frente jamás.

El verdadero organizador de la Revolución era el judío internacional… La Revolución

no la hicieron las fuerzas de la paz y el orden sino del motín, el robo y el saqueo.

Estaba empezando a aprender y hasta entonces (1919) llegué a comprender las

enseñanzas e intenciones del judío Karl Marx. Solo entonces llegué a comprender El

Capital e igualmente la lucha por la democracia social contra la economía de la nación,

y que su meta es preparar el terreno para la dominación del capital verdaderamente

internacional.

El emperador les ofrecía su mano amiga a los líderes del marxismo… al mismo tiempo

que ellos ya sostenían el puñal con la otra mano… Con el judío no hay negociación, es

únicamente el estricto “o esto, o…”

Después Hitler da más detalles sobre la maquinaria destructora judía.

Por medio de las uniones comerciales que podrían estar salvando a la nación, el judío en

realidad está destruyendo la economía nacional.

Al crear una prensa que está al nivel intelectual del menos educado, la organización

política y laboral obtiene una fuerza de compulsión que le permite preparar a los

estratos más bajos de la nación para las empresas más arriesgadas

La prensa judía… destruye todo lo que podría llamarse la independencia de la nación, la

civilización y la autonomía económica. Ruge especialmente en contra de quienes se

niegan a doblar la rodilla a la dominación judía o cuya capacidad intelectual es

percibida por el judío como una amenaza.

La ignorancia de la masa… y la falta de intuición de nuestra clase alta facilita que las

personas sean atrapadas por la campaña de mentiras judías.

Pero el presente está trabajando para su propia ruina: introduce el sufragio universal,

habla de la igualdad de derechos y no puede dar ninguna razón para sustentar este

pensamiento. A sus ojos, lo material es lo único que recompensa el valor de un hombre,

destruyendo así las bases de la más noble igualdad que pueda existir.

Page 40: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

40

Una de las tareas de nuestro movimiento es inaugurar una era en la que se dé al

individuo lo indispensable para vivir, pero también que mantenga el principio de que el

hombre no vive para el disfrute material únicamente.

La vida política de hoy en día ha dado la espalda persistentemente a este principio de la

naturaleza (la calidad)…

La civilización humana no es más que el resultado de la fuerza creativa de la

personalidad dentro de la comunidad como un todo y especialmente de sus líderes… el

principio de dignidad de la mayoría está empezando a envenenar toda la vida y a

romperla de hecho.

Ahora vemos que el marxismo es la forma que toma el intento judío para abolir la

importancia de la personalidad en todos los departamentos de la vida humana y poner en

su lugar una masa de números.

El principio de decisión por las mayorías no ha gobernado la raza humana por siempre,

al contrario, aparece únicamente en breves periodos de la historia y se trata de los

periodos de decadencia de las naciones.

No debemos olvidar que el judío internacional que continúa dominando Rusia no ve en

Alemania un aliado, sino un Estado destinado a sufrir el mismo destino que aquella.

En la última página y prácticamente en el último párrafo del Mi lucha tenemos lo

siguiente:

El partido como tal defiende el cristianismo positivo, pero no se liga a ningún credo en

particular. Combate el espíritu materialista judío dentro y fuera de nosotros mismos.

Buscando ayuda en el resto del mundo para su batalla en contra de la amenaza judía

del bolchevismo, Hitler miraba constantemente hacia el Imperio británico. Siempre

deseó su amistad. Siempre declaró que Gran Bretaña era uno de los principales

baluartes en contra del caos y que sus intereses no eran contrarios sino

complementarios a los alemanes.

No estaba dentro de los intereses de Gran Bretaña, sino de los judíos, el destruir

Alemania… Incluso en Inglaterra hay una lucha constante entre quienes representan los

intereses del Estado británico y quienes representan los de la dictadura mundial judía.

Mientras Inglaterra se desangra manteniendo su posición en el mundo, el judío se

encuentra organizando sus propios medios de conquista… De modo que el judío de hoy

es un rebelde en Inglaterra y la lucha contra la amenaza mundial judía empezará

también ahí.

Page 41: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

41

Ningún sacrificio que lograse una alianza con Inglaterra habría sido demasiado. Aunque

significara renunciar a las colonias y a la flota marítima y abstenerse de competir contra

la industria británica.

En los años siguientes expuso estos temas hasta el cansancio: la amenaza judía

marxista y su disposición de ser amigo de Gran Bretaña. Incluso tan tarde como en

Dunquerque, Hitler seguía machacando con esta idea a sus principales generales, para

asombro de estos. Y no sólo eran palabras, como se demostró más tarde cuando,

como nos informa Liddell Hart, salvó al ejército británico de la aniquilación al

ordenar a sus panzer detenerse, informando a sus generales una vez más que para él

el Imperio británico y la Iglesia católica eran baluartes de la paz y el orden que

debían ser protegidos.6

Mi lucha se publicó en octubre de 1933. Antes que hubiera salido de la imprenta, las

compuertas del odio judío contra Hitler y el Tercer Reich ya estaban completamente

abiertas. Todas las personas de habla inglesa del mundo eran engañadas con mentiras,

distorsiones e historias de atrocidades que ahogaban las voces de los pocos que

entendían la situación.

En el revuelo se olvidó el eslogan de Marx que decía que antes de que triunfara el

bolchevismo el Imperio británico debía ser destruido y en cambio se ocultaban las

repetidas declaraciones de Hitler en el sentido de que estaba dispuesto a defender al

Imperio británico si este se lo pedía, de ser necesario incluso mediante las armas.

6

1933: JUDEA DECLARA LA GUERRA A ALEMANIA

La edición inglesa del Mi lucha estaba aún por imprimirse cuando el judaísmo

declaró la guerra al régimen nacionalsocialista e inició un intenso bloqueo en contra

de Alemania.

La Conferencia internacional de boicot judío se reunió en Holanda en verano de 1933

bajo la presidencia de Mr. Samuel Untermeyer, de los EEUU, quien fue electo

presidente de la Federación Económica Judía Mundial que se formó para combatir la

oposición a los judíos en Alemania. A su regreso a EEUU, Mr. Untermeyer dio un

6

Lidell Hart. El otro lado de la colina, Cap 10

Page 42: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

42

discurso por la estación WABC, el texto del cual se imprimió en el New York Times

del 7 de agosto de 1933 y que tengo justo frente a mí. Mr. Untermeyer se refería en

las primeras frases a “la guerra santa por la causa de la humanidad en la que estamos

embarcados” y continuaba desarrollando su tema con gran fuerza, describiendo a los

judíos como los aristócratas del mundo. “Cada uno, judíos y gentiles por igual, que

no se haya enlistado en esta guerra santa debe hacerlo aquí y ahora”. A los judíos que

no se unían a la causa los acusaba llamándolos “traidores a su raza”.

En enero de 1934 Mr. Jabotinsky, fundador de Sionismo revisionista, escribió en

Natcha Retch:

La lucha contra Alemania se ha estado librando durante meses, lo ha hecho cada

comunidad judía, conferencia, organización comercial, cada judío del mundo…

debemos desencadenar una guerra espiritual y material de todo el mundo en contra de

Alemania.

Esta es quizá la más confiada aseveración que se funda en la declaración judía

–según los Protocolos– de que ellos pueden provocar una guerra.

El protocolo 7 dice:

Debemos estar en posición de responder cada acto de oposición de un Estado

provocando una guerra con su vecino. Y si sucede que se oponen conjuntamente a

nosotros, mediante una guerra universal.

Debe recordarse que una copia de estos Protocolos se guardó en el Museo británico

en 1906.

Para 1938 la guerra judía estaba al máximo y a través de su influencia o presión ya

muchas personas y grupos gentiles estaban siendo arrastrados al ojo del huracán.

Varios miembros del Partido socialista británico defendían abiertamente el unirse a

esta guerra fría y el movimiento a favor de la guerra estaba cundiendo en todos los

partidos bajo el liderazgo de los Churchill, Amery, Duff, Cooper y otros. “Hitler no

querrá la guerra, pero se le obligará a aceptarla, no este año, pero más tarde”,

bramaba el judío Emil Ludwig en la edición de junio de Les Aniles, en 1934.

El 3 de junio de 1938 se dio un paso más mediante un artículo que apareció en el

American Hebrew, el semanario oficial del judaísmo norteamericano. Este artículo,

que empezaba por mostrar que Hitler no se había desviado nunca de su doctrina del

Mein Kampf, amenazaba con tomar la más cruel represalia.

Page 43: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

43

Se ha vuelto patente que una combinación de Inglaterra, Francia y Rusia tarde o

temprano tocará la marcha triunfante (contra Hitler)… Ya sea de forma planeada o por

accidente, un judío ha llegado a una posición muy importante en cada uno de estos

países. El destino y las vidas de millones descansan en manos no arias… En Francia el

judío importante es Leon Blum… Leon Blum quizá vaya a ser el Moisés que dirija…

Maxim Litvnoff, supervendedor soviético, es el judío que está a la derecha de Stalin, el

pequeño soldado del comunismo… el judío inglés importante es Leslie Hore-Belisha, el

nuevo jefe de Tommy Atkins.

Después, en el mismo artículo, leemos:

Puede suceder que estos tres hijos de Israel conformen la alianza que envíe al exaltado

dictador nazi al infierno. Y cuando se haya disipado el humo de la batalla… el hombre

que tomó la cruz de Cristo en forma de suástica… será enterrado en un hoyo… mientras

el trío de no arios entona un réquiem… una mezcla de La Marsellesa, Dios salve a la

Reina y la Internacional, junto con un orgulloso y agresivo Eili Eili.

Dos puntos del fragmento anterior son dignos de consideración. Primero, se da por

hecho que estos tres judíos no actuarán en ningún momento como otra cosa que no

sea como judíos y que se puede confiar en que ellos guiarán a las masas gentiles a la

ruina en una guerra judía. Segundo: nótese la referencia a “la cruz de Cristo en forma

de suástica” que el judaísmo busca enterrar y que nos revela el odio judío hacia el

cristianismo.

Mientras tanto la presión judía se iba extendiendo al máximo para incitar choques

entre sudetenses, checos, polacos y alemanes. Para septiembre de 1938 el asunto

había llegado a un punto más que desesperado. Mr. Chamberlain mismo voló a

Múnich y logró el acuerdo histórico con Hitler. Parecía que el objetivo del partido de

la guerra se había frustrado y que Europa se salvaba. Rara vez se habían visto escenas

y evidencias de tan espontánea alegría y gratitud como se vieron aquella vez por toda

Gran Bretaña y Europa.

Aquellos que conocían el poder del enemigo, sin embargo, sabían que el trabajo de

Mr. Chamberlain iba a ser seguramente saboteado. Recuerdo haber dicho la misma

tarde de su regreso de Múnich que en menos de una semana cada periódico del país y

los belicosos del parlamento estarían atacando a Mr. Chamberlain por haber

asegurado la paz, sin importar el hecho de que al hacer esto estaban abiertamente

contradiciendo los verdaderos deseos del pueblo. Los hechos probaron que esta

predicción era exacta.

Page 44: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

44

En ninguna parte fue tan grande la furia judía como en Moscú. Tengo ante mí un

panfleto diseñado por mí mismo en octubre de 1938. Dice:

¿Se dan cuenta de que Mr. Chamberlain fue quemado en efigie en Moscú tan pronto se

supo que había logrado un acuerdo de paz? Esto nos muestra claramente quién es el que

quiere la guerra y quién seguirá trabajando incansablemente para provocar conflictos

por todo el mundo.7

Habiendo fracasado el intento de provocar una guerra a causa de los Sudetes y

Checoslovaquia, el único otro detonador que quedaba era el corredor polaco, esa

monstruosidad nacida en la nefasta Conferencia de Versalles y denunciada por todos

los hombres honestos, desde el mariscal Foch hasta Arthur Henderson, desde

entonces en adelante.

Aquellos que tienen el poder de ocultar las cosas al público han mantenido en secreto

una característica muy importante de la Conferencia de Versalles, y es que todas las

decisiones importantes las tomaron los “cuatro grandes”: Inglaterra, Francia, Italia y

EEUU, representados respectivamente por Mr. Lloyd George, M. Clemenceau,

Baron Sonino y el presidente Wilson. Eso es lo que se sabe. Lo que no se sabe es que

el secretario de Mr. Lloyd George era el judío Sassoon, de M. Clemenceau era el

judío Mandel Rothschild (conocido ahora como Mandel), Baron Sonino era él mismo

judío y el presidente Wilson tenía al judío Brandeis, el intérprete era otro judío

llamado Mantoux y el consejero militar era otro judío llamado Kish.

Es bien conocido que Mr. Lloyd George y los otros no ponían mucha atención a la

geografía. En cambio, sus secretarios judíos no quitaban el dedo del renglón en este

tema. Estos judíos se reunían cada tarde a las 18:00 y dibujaban en un mapa las

decisiones que al día siguiente tomarían “los cuatro grandes”.

Los resultados fueron desastrosos desde el punto de vista de la gente decente, que

buscaba un tratado honorable cuyos términos, aunque estrictos, fueran al menos

justos y por lo tanto aseguraran una paz duradera.

El mismo Foch denunció en voz alta el tratado, declarando que contenía el germen de

una nueva guerra y aborreciendo particularmente del asunto de Danzig y el famoso

corredor. Arthur Henderson y muchos hombres públicos se unieron en la denuncia,

pero sin resultados.

7

Ver Apéndice 4

Page 45: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

45

Desde el punto de vista de quien está planeando una nueva guerra, sin embargo, nada

podía haber ido mejor en este tratado. Este contenía toda clase de injusticias. Además

del corredor y la posesión de Danzig, se dio vida a un Estado bastardo en el que

alemanes, eslovacos, etc. –que juntos eran la mayoría del país–, fueron entregados al

control tiránico de la minoría checa, un elemento que había peleado en contra de los

aliados en 1918.

El diseño de este Estado fue geográficamente tal que estaba perfectamente estilizado

con la forma de un puñal que apuntaba directamente al corazón de Alemania.

Recibió el nombre rimbombante de Checoslovaquia. Toda la vida industrial, desde el

tremendo arsenal Skoda para abajo, estaba controlada por los intereses de la banca

judía y tenemos el testimonio de Lord Winterton en el sentido de que prácticamente

toda la tierra fue hipotecada a judíos (Hansard, octubre 1936). Bajo esta dominación

mesiánica estaban esclavizados enormes sectores de poblaciones que pertenecían a

otros países, condenados a estar sometidos por la fuerza hasta que algún país fuera

tan fuerte como para ayudarles.

Esta eventualidad, en mi opinión, no solo fue visualizada sino que se pusieron todos

los medios para que así ocurriera, dando enormes préstamos a Alemania.8 No se

olvide que mientras los banqueros judíos inundaban de dinero a Alemania, que

reconstruía la Wehrmacht más fuerte que nunca, se lanzó en este país una colosal

campaña por la paz y el desarme. Esto no solo logró que nos desarmáramos sino que

creó una atmósfera en la que Mr. Baldwin tuvo que admitir que no se atrevía a pedir

más armamento aunque sabía que era vital para nuestras fuerzas marítimas, aéreas y

terrestres.

Cualquiera que haya estudiado como yo a las personalidades y los poderes que están

detrás de esta llamada propaganda pacifista no puede tener ninguna duda sobre su

verdadero propósito y financiamiento. Para cualquiera que observe la actitud de la

prensa en ese entonces, y que se dé cuenta de que si esta propaganda de desarme

hubiera sido desagradable para aquellos que dirigen a nuestros servidores públicos ya

habrían lanzado un torrente de invectivas en contra de nuestros pacifistas, esta es una

prueba más de que esta campaña estaba apoyada por el judaísmo internacional, así

como el rearme de Alemania. ¿Pero para qué?, se preguntarán.

8

Todos ellos, por supuesto, anteriores a Hitler.

Page 46: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

46

La respuesta es muy simple una vez que se entiende el propósito detrás del plan

judío. “De la última guerra nacieron los Estados Soviéticos de Rusia, de la próxima

nacerán los Estados Soviéticos de Europa”, había sido el pronunciamiento de una

reunión internacional de los partidos comunistas alrededor de 1932. Para hacer

posible la siguiente guerra, por lo tanto, había que balancear una vez más las

potencias, reforzar Alemania y debilitar a Gran Bretaña. Entonces los europeos

podrán pelear a muerte unos contra otros. Se esconde una dramática sorpresa para

ambos bandos. Ninguno es el verdadero ganador. El triunfador es otro ejército muy

distinto. Este ejército es el que recibirá la atención. Durante 25 años será armado en

el máximo secreto. Sus líderes no mostrarán su fuerza hasta que el conflicto esté ya a

la mitad. Nunca antes de que sea ya demasiado tarde se permitirá a los ejércitos

europeos adivinar la existencia de las inmensas fábricas más allá de los Urales o las

colosales proporciones de las hordas altamente mecanizadas que comenzarán la

invasión de Europa bajo la bandera roja del marxismo.

En marzo de 1939 Mr. Chamberlain dio una garantía británica a Polonia a causa de

un falso reporte en el sentido de que Alemania le había dado un ultimátum de 48

horas a Polonia. Tal reporte resultó ser falso. Sin embargo, ya se había dado la

garantía y la decisión de la paz o la guerra ya no estaba en manos de Inglaterra. El

judaísmo era dueño del balón. ¿Podemos dudar que Polonia fuera incitada a ignorar

la nota alemana de marzo que contenía propuestas sumamente razonables para una

solución pacífica al problema del corredor?

Pasaban los meses y Polonia no respondía nada a la nota alemana. Mientras tanto,

con sospechosa frecuencia ocurrían toda clase de insultos y abusos en la frontera

germanopolaca, técnica parecida a la que más tarde presentarían los judíos a los

británicos en Palestina. Día a día el público británico era alimentado con propaganda

de guerra y falsas representaciones de la situación. Finalmente sus mentes se cerraron

a toda petición de justicia con un nuevo eslogan: “no se puede confiar en la palabra

de Hitler”. Con esta mentira se empujó al público británico a tirar a la basura todo

razonamiento y buen juicio, creyéndose toda la propaganda de guerra de la prensa.

Este eslogan se fundaba en una malinterpretación de la palabra de Hitler que después

de cada golpe como el de los Sudetes afirmó en más de una ocasión que después de

esa “ya no haría más demandas”. La malinterpretación consistía en que la prensa

callaba que las demandas a las que Hitler se refería correspondían a esas 5 áreas de

abrumadora mayoría alemana que habían sido arrebatadas a Alemania por el dictado

Page 47: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

47

de Versalles: los Sudetes, parte de Checoslovaquia, partes de Polonia, el corredor y

Danzig.

A medida que las tropas alemanas fueron ocupando sucesivamente cada una de las

secciones, creo que es acertado decir que Hitler declaró que no tenía ninguna otra

demanda adicional por hacer. Pero debe quedar muy claro en honor a la justicia que

esto jamás significó que reduciría las demandas que había delineado muy claramente

en tantas ocasiones, es decir, las cinco áreas en cuestión.

Cuando Hitler decía que no haría ninguna demanda adicional, el público británico

fue engañado por la prensa al hacerle creer que Hitler nunca había declarado cuáles

eran sus demandas completas, algunas de las cuales seguían sin satisfacerse. Como

si Hitler nunca hubiera exigido nada más o hubiera abandonado el resto de sus

demandas tan pronto fueron satisfechas algunas. Por lo tanto, cuando se inició el

siguiente conflicto la prensa partió de este malentendido y concluyó que no se podía

confiar en la palabra de Hitler. Para tratar esta situación con honestidad no debemos

caer en esta trampa, necesaria únicamente para quienes desean atizar el fuego de las

causas injustas. Por fortuna tenemos el juicio sereno y desapasionado ni más ni

menos que de Lord Lothian, reciente embajador británico en EEUU. En su último

discurso en Casa Chatham sobre este tema recalcó:

Si el principio de autodeterminación se hubiese aplicado también a favor de Alemania,

tal y como se aplicó en contra de ella, los Sudetes, Checoslovaquia, partes de Polonia, el

corredor polaco y Danzig habrían retornado al Reich.

Esta es una interpretación del caso diametralmente distinta de la que se daba al

público británico en 1939 –y además es la interpretación correcta. No es de extrañar

que estos hechos se le oculten al ciudadano de a pie.

Si el público británico se hubiera dado cuenta de la verdad, de que cada una de estas

demandas de Hitler descansaban sobre las bases de una justicia razonable, el pueblo

de la isla no hubiera aceptado nunca la guerra; y el único objetivo del judaísmo

internacional no era la verdad, ni la justicia, sino la guerra.

Page 48: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

48

7

EL BOMBARDEO DE CIVILES PONE FIN

A “LA GUERRA ESTÚPIDA”

Aunque en septiembre de 1939 se declaró el estado de guerra entre Gran Bretaña y

Alemania, pronto fue muy obvio que Alemania no realizaba ninguna acción de guerra

en contra de este país. Esto no era ninguna sorpresa para quien conocía bien todos los

hechos. Hitler había dejado muy claro una y otra vez que él no intentaba atacar ni

dañar en ningún sentido a Gran Bretaña ni al Imperio británico. Con la Línea Sigfrido

bien resguardada y sin ninguna intención alemana de incursionar al occidente de esta,

“la Guerra estúpida”, como llegó a ser llamada, se encontraba estancada y así se

habría quedado de no haber iniciado el bombardeo de poblaciones civiles. Nadie

percibió esto más rápido que los picapleitos projudíos que con sus amigos dentro y

fuera de la Cámara de los comunes muy pronto empezaron a presionar para que se

iniciara esta modalidad de bombardeo en contra de Alemania.

El 14 de enero de 1940, The Sunday Times dio publicidad a una carta anónima en la

que el autor exigía saber por qué no estábamos usando nuestro potencial aéreo “para

incrementar los efectos del bloqueo”. “Escrutador”, en esa misma edición,

comentaba lo siguiente sobre esta carta:

Tal extensión de la ofensiva inevitablemente ocasionará una competencia terrible.

Podría acarrear contra nosotros represalias, que a su vez nosotros deberíamos estar en

condiciones de contestar con nuestras respectivas represalias. Pero el bombardeo de

pueblos industriales con su inevitable pérdida de víctimas civiles sería contrario al

espíritu por lo menos, si ya no a la letra, de las intenciones declaradas por ambos

bandos al inicio de la contienda.

La cita anterior está tomada del libro En defensa de los bombardeos que fue

publicado en 1944 por Mr. J.M. Spaight, C.B., C.B.E., quien fue el principal

secretario asistente del Ministerio del aire durante la guerra. Como su propio título

revela, el libro era un intento para justificar el uso indiscriminado de bombardeos

contra la población civil. En él Mr. Spaight se ufana de que esta clase de bombardeos

“salvaron a la civilización” y nos revela el hecho de que fue Inglaterra la que empezó

esta clase de guerra la tarde misma del día en que Mr. Churchill se convirtió en

Primer Ministro el 11 de mayo de 1940.

Page 49: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

49

En la página 64 de este libro, Mr. Spaight nos da más información, que hace este

súbito cambio en la política británica aún más sorprendente, pues menciona que el 2

de septiembre de 1939 los gobiernos británico y francés hicieron una declaración en

el sentido de que “sólo los objetivos estrictamente militares, en el más estrecho de los

sentidos, serían bombardeados”.

Esta declaración, por supuesto, fue hecha en los días en que Mr. Chamberlain era el

Primer ministro y quizás ningún otro hecho podría ejemplificarnos mejor la

diferencia entre su carácter y comportamiento en comparación con el de Mr.

Churchill.

El 27 de enero de 1940, trece días después que apareciera la mencionada carta en The

Sunday Times, The Daily Mail se ocupó de esta cuestión en un editorial que

expresaba el mismo parecer que “Escrutador” en aquella edición, en contra de la

sugerencia de Mr. Amery y otros respecto a que habría que empezar a bombardear

Alemania. Sir Duff Cooper había escrito en el mismo periódico un día antes que

“parecería que existe una especie de acuerdo no escrito entre ambos beligerantes

según el cual no deben bombardearse unos a otros”.

Para ser honesto, en vista de la declaración británica y francesa del 2 de septiembre

de 1939 respecto a que bombardearían “sólo los objetivos estrictamente militares, en

el más estrecho de los sentidos”, la expresión de Sir Duff Cooper “una especie de

acuerdo no escrito” me parece bastante rebuscada.

Dentro de la Cámara de los comunes los picapleitos judíos se iban volviendo más y

más intransigentes, y cada vez más empeñados en sabotear las oportunidades de

convertir “la guerra estúpida” en una paz negociada. Esto a pesar del hecho de que

Gran Bretaña no tenía nada qué ganar y todo qué perder con la guerra total. Los

judíos, por supuesto, tenían todo que perder con una paz que dejara intacto el sistema

monetario alemán libre de oro y su gobierno libre de judíos.

Me parecía cada vez más claro que esta lucha sobre la cuestión del bombardeo de

civiles era crucial y que solo por este método de guerra podían los judíos y sus

aliados cortar el Nudo gordiano de este jaque perpetuo que amenazaba con llevar a

una paz empate e incluso quizá más tarde a una alianza en contra del bolchevismo

judío en Rusia.

Page 50: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

50

Por lo tanto, el 15 de febrero de 1940 envié la siguiente pregunta al Primer ministro:

El capitán Ramsay hizo al Primer ministro la siguiente pregunta: si puede asegurar ante

la Cámara que el Gobierno de Su Majestad no accederá a las sugerencias que se le

hacen de abandonar los principios que lo han llevado a denunciar el bombardeo de

poblaciones civiles en España y en cualquier parte, para embarcarse él mismo en

semejantes acciones.

El propio Mr. Chamberlain respondió abiertamente:

Desconozco las sugerencias que menciona mi honorable y galante amigo. La política

del Gobierno de Su Majestad a este respecto fue plenamente delineada por mí mismo en

respuesta a una pregunta del honorable representante de Bishop Auckland (Mr. Dalton)

el pasado 14 de septiembre. Dentro de aquella respuesta dije que sin importar lo que

hagan otras naciones, el Gobierno de Su Majestad jamás recurrirá al ataque deliberado

contra mujeres, niños y otros civiles, con propósitos terroristas. No tengo nada que

agregar a este respecto.

Tanto la pregunta como la respuesta desagradaron visiblemente a los picapleitos, así

que decidí llevar el asunto un paso más allá.

El 21 de febrero hice una pregunta más sobre el tema:

El capitán Ramsey pregunta al Primer Ministro: si está consciente de que los aeroplanos

soviéticos están realizando una campaña de bombardeo de poblaciones civiles y si el

gobierno de Su Majestad ha protestado por esto del mismo modo que se hizo en

circunstancias similares durante la Guerra civil española.

Mr. Butler respondió en nombre del Primer Ministro: Sí señor. Las fuerzas aéreas

soviéticas han perseguido una política de bombardeo indiscriminado, lo cual debe ser

absolutamente condenado. Sin embargo, el gobierno de Su Majestad no ha realizado

ninguna protesta ya que no se ve cómo tal acción pueda conseguir el resultado deseado.

No hay duda de que estos acontecimientos terminaron por decidir a los picapleitos de

que había que deshacerse del Primer ministro, cuya lealtad a una política humana y

justa frustraría inevitablemente sus planes, al ver que Hitler no quería la guerra contra

Inglaterra y que por lo tanto no sería él quien iniciaría el bombardeo de civiles.

La maquinaria de intriga y rebelión en contra Mr. Chamberlain empezó a funcionar.

A final de cuentas se le echó la culpa por el fracaso en Noruega y con este pretexto

los churchilianosocialistas lograron su caída.

Debe recordarse sin embargo que antes de y durante el asunto de Noruega, Mr.

Churchill había sido investido con plenos poderes y responsabilidades por todas las

Page 51: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

51

operaciones militares navales y aéreas, y por lo tanto si alguien merecía ser depuesto

por esa repetición de Gallipoli era él.

Sin embargo, no solo no fue él el depuesto, sino que fue aclamado como nuevo

Primer ministro. El hombre que rompería la promesa británica del 2 de septiembre e

iniciaría el bombardeo de civiles alemanes era el hombre de los picapleitos, dueños

de la situación.

Y fue así como se inició el bombardeo de civiles la tarde en que el arquitecto del

fiasco noruego se convirtió en Primer ministro, el 11 de mayo de 1940.

8

DUNQUERQUE Y DESPUÉS DE DUNQUERQUE

El eminente crítico militar capitán Lidell Hart escribió un libro sobre los

acontecimientos militares de 1939 al 45, el cual se publicó en 1948 con el título El

otro lado de la colina. El capítulo 10, que trata de la invasión alemana de Francia

hasta el día de Dunquerque, lleva un título sugerente: “Cómo Hitler derrotó a Francia

y salvó a Inglaterra”. El contenido del capítulo sorprenderá aún más que el título a

las personas cegadas por la propaganda, pues el autor prueba no solo que Hitler haya

salvado a este país, sino que esto no se debió a ningún factor imprevisto, ni a su

indecisión o estupidez, sino que era un propósito basado en su principio tantas veces

enunciado y fielmente mantenido.

Después de dar detalles de cómo Hitler detuvo abruptamente a las divisiones panzer

el 22 de mayo y las mantuvo inactivas durante unos cuantos días que eran vitales,

hasta que, de hecho, las tropas británicas pudieron escapar de Dunquerque, el capitán

Lidell Hart cita un telegrama de Hitler a Von Kleist:

Las divisiones armadas deben permanecer a un rango medio de artillería de

Dunquerque. Solo se otorga permiso para movimientos de reconocimiento y protección.

El autor nos explica que Von Kleist decidió ignorar esta orden. Citémoslo una vez

más, citando él a su vez al general:

Entonces llegó una orden más terminante: que debía retirarme detrás del canal. Mis

tanques se quedaron ahí esperando durante días.

Page 52: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

52

En las siguientes palabras el autor reporta una conversación que ocurrió el 24 de

mayo (dos días después) entre Hitler y el mariscal Von Runstedt, además de otros dos

hombres clave de su equipo:

Entonces, sorprendentemente, él empezó a hablarnos con gran admiración del Imperio

británico, de la necesidad de su existencia, así como de la civilización que Inglaterra

había traído al mundo… comparó al Imperio británico con la Iglesia católica, diciendo

que ambos eran esenciales para la estabilidad del mundo. Dijo que todo lo que quería de

Inglaterra era que esta reconociera la posición alemana dentro del continente. La

devolución de las colonias alemanas era deseable, pero no esencial, e incluso estaría

dispuesto a apoyar a Inglaterra con tropas si ella estuviera en dificultades. Concluyó

diciendo que su meta era hacer la paz con Gran Bretaña sobre bases que fueran

compatibles con el honor británico.

El capitán Lidell Hart comenta sobre lo anterior:

Si el ejército británico hubiera sido capturado en Dunquerque, el pueblo británico se

habría sentido mancillado en su honor con una mancha que habría que lavar. Al dejarlo

escapar, Hitler esperaba reconciliarse con él.

Esta convicción de Hitler fue confirmada con su extraña actitud dilatoria sobre planes

subsecuentes para la invasión de Inglaterra.

“Mostró muy poco interés en estos planes –dice Blumentritt– y no realizó ningún

esfuerzo para apresurar su preparación. Eso era completamente distinto a su

comportamiento habitual. Antes de la invasión de Polonia o de Francia y de Rusia más

tarde, él continuamente estaba apresurándolos, pero en esta ocasión se mantuvo al

margen”

Estos testimonios concuerdan significativamente con todo lo que escribió Hitler sobre

Inglaterra en Mi lucha, y es de destacar la forma en que Hitler siguió su propia “Biblia”

en otros aspectos.

Cualquiera que haya leído Mi lucha apreciará de inmediato la exactitud del anterior

comentario. Si acaso hasta se queda corto. Como he dicho antes, a lo largo de todo el

libro destacan dos temas principales: uno es la detallada delimitación y denuncia de la

maquinaria capitalista revolucionaria judía y el otro es la admiración y deseo de ser

amigo de Inglaterra y de su imperio.

En verdad es una pena que tan poca gente de esta isla haya leído este libro por sí

mismo, y es una tragedia que en cambio se haya tragado totalmente las mentiras

propagandísticas que sobre este tema le sirve la maquinaria publicitaria judía que

opera mediante nuestra prensa y radio. Ojalá que estas personas intentaran conseguir

Page 53: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

53

una copia del libro y cuando no puedan hacerlo reflexionen que si en verdad el

contenido del libro confirmara las mentiras que les han dicho sobre el autor, los

poderes que están detrás de la propaganda ya estarían asegurándose de que todos y

cada uno de nosotros tengamos nuestra copia al precio más accesible que fuera

posible.

En cualquier caso, exhorto a mis compatriotas a sopesar verdaderamente los

siguientes hechos indiscutibles:

1. El judío Karl Marx dejó escrito que el bolchevismo nunca podría tener éxito

hasta que el Imperio británico hubiera sido completamente destruido.

2. Hitler escribió que el Imperio británico es un elemento esencial para la

estabilidad en el mundo e incluso se declaró dispuesto a defenderlo con tropas

si tuviera dificultades en cualquier parte del mundo.

A través de una propaganda sin escrúpulos de escala sin precedentes en la historia, a

este país se le hizo creer que debía destruir a quien quería ser su amigo y hasta ofrecía

su vida por defenderlo, al mismo tiempo que se exalta a aquellos que proclamaron

que nuestra destrucción es necesaria para que triunfe su ideología, comprometiendo

nuestro Imperio y nuestra independencia económica mientras tanto.

9

CONSTRUYENDO EL FUTURO

Si la recién descubierta preocupación de Hitler por preservar el Imperio británico le

ha caído de sorpresa a mucha gente en este país, seguramente será para ellos todo un

escándalo el saber que por lo contrario el presidente Roosevelt fue nuestro gran

enemigo. No solo porque haya sido un procomunista de origen judío sino porque

antes de meter a EEUU en la guerra dejó bien claro que deseaba desmembrar al

Imperio británico.

Su hijo, el coronel Elliot Roosevelt, lo explica perfectamente en su libro Tal como él

lo vio, publicado recientemente en los Estados Unidos.

En las páginas de la 19 a la 28, el coronel Roosevelt nos dice que en agosto de 1941

su padre, habiendo dicho al pueblo norteamericano que iba a unas vacaciones de

pesca, se reunió con Mr. Churchill a bordo de un acorazado en Argentia Bay. Lord

Page 54: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

54

Beaverbrook, Sir Edward Cadogan, Lord Cherwell (profesor Lindemann, de dudosa

etnia y nacionalidad) y Mr. Averell Harriman estuvieron presentes también. En la

página 35 cita a su padre diciendo: “después de la guerra… tendrá que haber la mayor

libertad de comercio posible… ninguna barrera artificial”. Mr. Churchill hizo

referencia a los tratados comerciales del Imperio británico y Mr. Roosevelt le

contestó:

Precisamente, me alegra que lo mencione, pues es gracias a esos tratados que los

pueblos de India, África y todo el próximo oriente colonial siguen estando tan atrasados

como están… no puedo creer que podamos pelear en esta lucha contra la esclavitud

fascista y al mismo tiempo nos quedemos de brazos cruzados cuando se trata de liberar

a la gente de todo el mundo de la retrógrada política colonial. La paz –dijo con firmeza

mi padre– no puede incluir ninguna continuación del despotismo.

Esta insolente plática en contra del Imperio británico se volvió tan pronunciada que

en la página 31 el coronel Roosevelt nos explica que Churchill exclamó: “Señor

presidente, creo que usted está intentando deshacerse del Imperio británico”. Y con

mucha razón, pues el presidente acababa de hablar sobre la India, Burma, Egipto,

Palestina, Indochina, Indonesia y todas las colonias africanas, sosteniendo que debían

ser “liberadas”.

En la página 115 el coronel cita a su padre:

No pienses en ningún momento, Elliot, que los norteamericanos estarían muriendo hoy

en el Pacífico, de no ser por la cortedad de miras de los franceses, británicos y

holandeses. ¿Debemos dejarlos que vuelvan a hacer todo otra vez?

Estas no eran todas las razones aducidas para hacer la guerra, por las cuales los

norteamericanos creían estar muriendo, ni tampoco el presidente hizo ninguna

referencia respecto a los pretextos que había dicho a sus paisanos para declarar la

guerra.

A los británicos, que morían en bastante mayor cantidad, se les ha dicho que estaban

muriendo para defender Europa de los perversos planes de Hitler. Ellos no

sospechaban que era su llamado aliado el que planeaba su destrucción.

En la página 116 cita otra vez al presidente:

Cuando hayamos ganado la guerra pondré atención para que EEUU no se vea arrastrado

a ningún plan que ayude al Imperio británico en sus ambiciones imperialistas.

Page 55: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

55

Y unas cuantas páginas después:

He intentado dejarle bien claro a Winston y a los demás… que no deben pensar que

entramos nomás para ayudarles a resistir en sus ideas imperialistas arcaicas y

medievales.

Los que cenan con el demonio necesitan una cuchara muy larga. Mr. Churchill, el

constante arquitecto del futuro judío, se encontró haciendo de lugarteniente de un

nuevo arquitecto tan eminente que ni siquiera fingía respetar al Imperio británico.

Karl Marx había denunciado a Europa hacía mucho y en 1941 eran únicamente los

absurdos opositores del judaísmo y el marxismo, como Hitler, quienes deseaban

defender al imperio, pues reconocían en él un baluarte de la civilización cristiana.

Aunque en este libro se muestra una cara de Churchill un poco petulante ante los

pronunciamientos del presidente a favor de liquidar el Imperio británico, esto no le

impidió anunciarse (o denunciarse) a sí mismo más tarde ante la Casa de los comunes

como “el ferviente lugarteniente de Roosevelt”. Churchill no nos explica bajo qué

circunstancias podría el Primer ministro del rey ser ferviente lugarteniente de un

presidente republicano cuyo plan era destruir el imperio de su monarca. En otra

ocasión Mr. Churchill realizó otra declaración igualmente extraña: “es parte de mi

deber –aseguró ante la Cámara de los comunes– presidir la liquidación del Imperio

británico”.

¡Por supuesto que no! Ni tampoco era parte de su deber proclamarse ferviente

lugarteniente de quien hablaba de liquidarlo. Ni tampoco –agregaremos– era su deber

cuando fungía como ministro de defensa, como lugarteniente –aunque al parecer no

muy ferviente– de Mr. Chamberlain, cartearse de la forma que lo hizo con el

presidente Roosevelt a través del código ultrasecreto de la Oficina de Relaciones

Exteriores norteamericana.

10

EL PAPEL DEL PRESIDENTE ROOSEVELT

En mi declaración ante el portavoz y miembros de la Casa de los comunes acerca de

mi detención (ver Apéndice 1) resumí al final de la primera parte las consideraciones

que me llevaron a inspeccionar los papeles secretos de la Embajada de los EEUU en

las últimas semanas del gobierno de Mr. Chamberlain.

Page 56: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

56

Las primeras dos consideraciones –de seis en total– son las siguientes:

1. Junto con muchos otros miembros de ambas cámaras del parlamento, era

perfectamente consciente de que entre las agencias, tanto nacionales como

extranjeras, que habían estado activamente involucradas en promover una

animadversión entre Gran Bretaña y Alemania, el judaísmo organizado –por

obvias razones– había jugado un papel preponderante.

2. Yo sabía que Estados Unidos era el cuartel general del judaísmo y por lo tanto su

verdadero centro de actividades.

No fue hasta 1948 que llegó a mis manos evidencia que corroboraba mis sospechas,

de fuentes norteamericanas de primera mano. Cuando esto sucedió, esta obra

auténtica y perfectamente documentada fue muy clara. Me refiero al libro del

profesor Charles Beard, titulado El presidente Roosevelt y la llegada de la guerra

1941, el cual fue publicado por Yale University Press en abril de 1948.

Este libro, que tiene todo el peso de la autoridad de su eminente autor, es nada menos

que una acusación tremenda en contra del presidente Roosevelt por tres asuntos

principalmente.

Primero, porque obtuvo su reelección en base a repetidas promesas de que

mantendría a los EEUU fuera de cualquier guerra europea; segundo, porque incesante

y flagrantemente traicionó no únicamente sus promesas al pueblo norteamericano,

sino todas las leyes de neutralidad; tercero, porque en un determinado momento fue

él quien convirtió esta guerra fría -que había venido dirigiendo- en una guerra en toda

regla, enviando a los japoneses un ultimátum que nadie ignoraba resultaría en una

guerra inmediata.

De las muchas pruebas acerca del primer asunto, cito la siguiente:

En Boston, el 30 de octubre de 1940, él (FDR) fue incluso más enfático, pues declaró:

“Lo he dicho antes, pero debo volver y volver a repetirlo: sus hijos no serán enviados a

pelear guerras en el extranjero”; y el 29 de diciembre: “Por lo tanto, pueden considerar

cualquier rumor de enviar ejércitos a Europa como deliberadamente falso”.

El profesor Beard prueba después que mientras Mr. Roosevelt estaba haciendo estos

discursos, estaba violando flagrantemente todas las leyes internacionales de

neutralidad y exclusivamente para beneficiar a esos que estaban peleando la batalla

del judaísmo. Las dos principales formas de intervención fueron el envío de convoyes

Page 57: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

57

de barcos norteamericanos con municiones y abastecimientos para los aliados y la ley

Lend Lease.

Cualquiera que sea nuestra postura acerca de la ayuda de los EEUU mediante estas

dos decisiones de Mr. Roosevelt, nadie puede negar que contradecían sus promesas al

pueblo norteamericano, así como los fundamentos de las leyes internacionales

respecto a la neutralidad.

En el congreso se habló muy claramente respecto a estas acciones del presidente. El

representante U. Burdick, de Dakota del norte, dijo:

Toda nuestra ayuda a Inglaterra puede significar cualquier cosa… venderle

abastecimientos es una cosa… venderle abastecimientos y mandárselos en nuestros

convoyes es otra cosa, estar oficialmente involucrados en la guerra es la última cosa,

consecuencia inevitable de la primera.

El representante Hugh Paterson, de Georgia, declaró: “Es una medida de agresión de

guerra”. El representante Dewey Short, de Missouri, dijo:

No se puede estar medio en la guerra y medio fuera de la guerra… usted puede disfrazar

esta medida como le plazca (la ley Lend Lease), la puede perfumar y maquillar todo lo

que quiera… pero sigue estando podrida y su hedor llega hasta el cielo.

El representante Philip Bennett, de Missouri, declaró:

Esta conclusión es ineludible: el presidente ve con buenos ojos la intervención militar

activa si tal intervención fuera necesaria para derrotar al Eje. Pero el presidente dice que

no enviará a nuestros muchachos a pelear al extranjero. Absurdo, señor representante.

Hoy mismo se construyen lugares para ellos en nuestras naves de transporte, hoy mismo

se están imprimiendo las etiquetas para identificación de los muertos y heridos en la

imprenta de William C. Ballantyne and Co. de Washington.

El profesor Beard prueba el tercer asunto extensamente, mostrando cómo en el

momento indicado el presidente Roosevelt obligó a los japoneses a entrar en guerra

mediante un ultimátum que exigía el cumplimiento instantáneo de ciertos términos

que jamás hubieran sido aceptados por ningún país.

El memorando que el senador Hull, con la aprobación del presidente Roosevelt, envió a

Japón el 26 de noviembre de 1941[…] equivalía a los requerimientos máximos de la

política norteamericana para oriente.

Page 58: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

58

No se necesitaba un conocimiento profundo de la historia de Japón, de sus instituciones

y su psicología para darse cuenta que ningún gobierno japonés, liberal o reaccionario,

hubiera podido aceptar esas condiciones.

El agente japonés describió el memorando norteamericano como “ultimátum”. Al

menos esto ya lo sabía el secretario Hull el 26 de noviembre.

Este fue el periodo de máxima intervención antes de la entrada oficial en la guerra,

cuando Roosevelt empezó a enviar muchachos norteamericanos al extranjero

aparentemente sin haber roto el espíritu de sus tantas y tantas promesas.

A medida que la guerra progresaba, la verdadera política y las simpatías del

presidente se fueron revelando. Su traición a Inglaterra y sus aliados fue tan flagrante

como su traición al propio pueblo norteamericano.

Como indica el profesor Beard en la página 576:

Los nobles principios de las cuatro libertades y la Carta del Atlántico fueron ignorados

para efectos prácticos en los acuerdos que acompañaron el desarrollo y que siguieron a

la finalización de la guerra. De la validez de este enunciado puede dar fe el trato que se

dio a los pueblos de Estonia, Lituania, Polonia, Rumania, Yugoslavia, China, Indochina,

Indonesia, Italia, Alemania y otros lugares sobre la Tierra.

Alguna fuerza extraordinaria estaba dirigiendo al presidente de los Estados Unidos en

sus acciones. Vimos en un capítulo anterior que no era la preservación del Imperio

británico, ni del francés, ni del holandés, lo que motivaba al presidente. Por el

contrario, muy pronto advirtió a su fervoroso lugarteniente Churchill que estos serían

liquidados. No era Europa, ni los países europeos, ni sus libertades o derechos, según

la Carta del Atlántico o las Cuatro libertades, lo que lo movía. Sabemos ahora que los

ejércitos británicos y norteamericanos de hecho fueron detenidos por el general Ike

Eisenhower siguiendo los lineamientos de Roosevelt en la Conferencia de Yalta, para

que el Ejército rojo del bolchevismo judío pudiera invadir media Europa y ocupar

Berlín.

Volvamos a citar al profesor Beard:

Como consecuencia de la guerra declarada para derribar el despotismo de Hitler, surgió

otro despotismo aún más poderoso.

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59

En conclusión, el profesor Beard resume muchas de las acusaciones en contra del

presidente en 12 asuntos principales y declara:

Si estos hechos quedan impunes y sin sanción por la Administración de asuntos

norteamericanos, entonces la Constitución puede ser nulificada por el presidente y por

los oficiales que han jurado cumplirla. En lugar de un gobierno limitado bajo una ley

suprema, ellos han instituido el gobierno personal y arbitrario –supuestamente el primer

principio del sistema totalitario contra el cual peleamos– mientras que de palabra

alababan el principio del gobierno constitucional.

Cuando reflexionamos sobre el contenido del libro del profesor Beard y lo

consideramos junto con las revelaciones contenidas en Tal como él lo vio del coronel

Roosevelt, surge la pregunta: ¿cuáles fueron los intereses que el presiente Roosevelt

nunca traicionó? Yo solo puedo pensar en una respuesta: los de aquellos que desde el

inicio planearon utilizar el arsenal y el ejército de EEUU en una guerra que

aniquilaría a la Europa que se había liberado del oro y del control revolucionario

judío, pueblo este último que planeó disolver el Imperio británico, apresándolo con

cadenas de deuda imposible de pagar y permitiendo a los Soviets “amenazar Europa

cual coloso”9, en otras palabras, los intereses del judaísmo internacional.

11

LA REGULACIÓN 18B

El 23 de mayo de 1940, la primera noche del gobierno de Mr. Churchill, muchos

súbditos británicos, la gran mayoría de los cuales habían sido funcionarios, fueron

súbitamente arrestados y arrojados a prisión bajo la regulación 18B. Durante algunos

días toda la prensa había conducido una creciente campaña en contra de la supuesta

quinta columna en este país, la cual se dijo que apoyaría a los alemanes cuando éstos

aterrizaran.

Cuán falsa era esta campaña se prueba por el hecho de que nuestro muy competente

Servicio de Inteligencia fue incapaz de proporcionar la más mínima evidencia de tal

conspiración, ni de plan alguno, ni orden al respecto, ni de la complicidad de ninguno

de los hombres que se arrestaron. Si se hubiera presentado esta evidencia aquellos

9

Estas fueron justamente las palabras que utilizó el general Smuts, que agregó otras más por las que

expresaba su aprobación de este hecho. Debe recordarse que el general Smuts fue consejero legal en

jefe de la organización sionista en Sudáfrica.

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60

implicados sin duda habrían sido acusados y enjuiciados, y con mucha razón. Pero no

hubo un solo caso de un hombre arrestado por la 18B que fuese enjuiciado como

ciudadano británico.

Se presentaron de hecho cuatro acusaciones en contra de una mujer, esposa de un

distinguido almirante, Mrs. Nichols. Fue llevada ante un juez y un jurado y fue

absuelta de todos los cargos. Esto, sin embargo, no impidió que fuera arrestada al

momento de salir recién absuelta de la corte y fuera encerrada varios años en la

prisión Holloway bajo la regulación 18B.

La regulación 18B fue introducida originalmente para aplicarla a ciertos miembros

del IRA que estaban cometiendo muchos desmanes sin sentido en Londres. Sin esta

regulación, ningún súbdito de Su Majestad podía ser arrestado y mantenido en prisión

por sospechas. Esta práctica se había abandonado hace mucho en este país, excepto

por los cortos periodos de grave conspiración probada, ocasiones en que siempre se

suspende el Habeas Corpus.

La 18B revivió el proceso medieval de arresto por sospechas sin la suspensión del

Habeas Corpus. De hecho se trataba de un sistema de Lettres de Cachet mediante el

cual las personas de la Francia prerrevolucionaria eran enviadas a La Bastilla. Aquí

cabe mencionar que todas esas personas gozaban de convivencia completa con su

familia, podían tener su propia servidumbre, vajilla, sábanas, comida y alimentos

mientras estaban en prisión, un trato muy distinto al que se dio a las personas bajo la

18B, que era indistinguible del de los criminales ordinarios y de hecho peor que el de

cualquier prisionero.

Los desmanes del IRA eran tan arrogantes y aparentemente insignificantes, en una

época en que había muy poca diferencia entre este país y el Estado libre irlandés, que

comencé a hacer ciertas investigaciones. No me sorprendió el descubrir que los

miembros del IRA que cometían estos desmanes se habían enrolado específicamente

para ello, y que prácticamente todos ellos eran militantes comunistas. Sé de muy

buena fuente que el Left Book Club de Dublín había estado muy preocupado por esta

situación y finalmente me dieron la lista de 22 de estos hombres, informándome que

todos ellos eran comunistas. Al recibir esta información hice una queja ante el

Secretario de gobierno y ofrecí proporcionarle toda la información necesaria para que

se encargara de este caso. Me ignoraron. Sin embargo, de estos desmanes inspirados

por el comunismo resultó la regulación 18B. Aunque se utilizó al IRA como excusa,

casi ningún miembro de esta organización fue arrestado por este motivo, y sin

Page 61: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

61

embargo se utilizó a su debido tiempo para arrestar y mantener en prisión durante 4 o

5 años, sin acusación, a varios cientos de súbditos británicos cuyo común

denominador era el de oponerse al poder judío en general y particularmente a que

ellos nos metieran en esta guerra por defender sus intereses.

El comunismo está controlado por los judíos. Si el judaísmo marxista necesitaba un

instrumento para asegurar que el parlamento aprobara una regulación como la 18B,

¿qué método más sencillo para lograrlo sin levantar sospechas que arreglar que unos

cuantos miembros comunistas del IRA planten algunas bombas por las estaciones de

Londres?

Cada quién puede tener su opinión en este país y como no puedo aportar pruebas

fehacientes, simplemente digo, como el Secretario de gobierno, que tengo “motivos

razonables para creer” que ésta es la verdadera historia detrás de la regulación 18B.

Cuando se presentó esta cláusula por primera vez ante la cámara, la frase original

decía claramente que el Secretario de gobierno podía detener a británicos de

nacimiento y origen “si él considera” que esta detención era necesaria. Esta

terminología era muy clara. No se preveía ningún tipo de restricción ante la voluntad

del Secretario de gobierno. Se trataba esencial y verdaderamente de un retorno a las

Lettres de Cachet.

La Cámara de los comunes se negó en redondo a aceptar esta cláusula y a delegar sus

poderes de supervisión y sus responsabilidades como guardián de las libertades y

derechos de cada ciudadano, sea trate o no de un ministro.

El gobierno tuvo que retirar la frase y presentar un segundo borrador para que fuera

aprobado unos días después. En la nueva propuesta se hacía una modificación a

petición expresa de la Cámara de los comunes ante la necesidad de salvaguardarnos

de una tiranía arbitraria del ejecutivo.

Las palabras “el Secretario de gobierno considera que” fueron sustituidas por “tiene

un motivo razonable para creer que”. En esta ocasión el portavoz del gobierno

explicó profusamente que la nueva frase proporcionaba la garantía necesaria. Los

miembros del parlamento creyeron que habían impuesto su voluntad y que ellos iban

a ser los jueces de lo que sería o no sería un “motivo razonable” (como se probó en

los debates subsecuentes) y así fue como la cámara engañada aprobó esta cláusula.

Page 62: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

62

Dos años después, cuando el consejero de un prisionero por la 18B argumentó ante la

corte en estos términos, ni más ni menos que el Fiscal general en persona sostuvo a

favor del gobierno que las palabras “tiene un motivo razonable para creer que”

significan exactamente lo mismo que “considera que”. Ahí paró la cosa por lo que

respecta a las cortes, aunque se siguió discutiendo y comentando en otros lugares.

Yo mismo fui arrestado bajo esta regulación el 23 de mayo de 1940 y arrojado a la

prisión Brixton, donde permanecí en una celda hasta el 26 de septiembre de 1944, sin

que se me hubieran levantado cargos, recibiendo simplemente una notificación de la

corte en esta segunda fecha diciéndome que la orden para mi detención había sido

“revocada”. Poco después de mi arresto se me entregó un papel con los “particulares”

alegados como razones para mi detención.

Yo les respondí durante todo un día de interrogatorio a cargo del Comité de consejo,

ante quien no tenía derecho de llamar a testigos, sin poder saber quiénes eran mis

acusadores o qué clases de acusaciones habían hecho, además de no poder ser

asistido por un abogado. Estos particulares junto con mis respuestas detalladas a cada

uno de ellos fueron colocados en la Segunda parte de la Primera declaración y

proporcionados a los miembros de la Cámara de los comunes y los encontrarán

ustedes en el Apéndice de este libro. Se basaban en la falsedad de que mi

anticomunismo no era auténtico, sino una tapadera para actividades desleales. La

falsedad de esta acusación se prueba fácilmente por mis diez años de incesante lucha

anticomunista, con discursos tanto en la Cámara de los comunes como fuera de ella.

12

¿QUIÉN SE ATREVE?

La mañana siguiente a mi salida de la prisión Brixton, me dirigí a la Cámara de los

comunes a la hora acostumbrada de las 10:15am, acción que al parecer causó cierta

sorpresa. No faltó mucho para que los judíos y sus amigos fueran tras de mí y tras el

Right Club. Pronto apareció una serie de preguntas provocadoras en la Orden, pero

como a Gallio que, cuando los judíos tomaron a Sosthenes y lo golpearon frente al

juez, “no le importaron ninguna de estas cosas”, así yo tampoco di ninguna señal de

interesarme.

Page 63: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

63

Los reporteros estaban tras de mí, esforzándose al máximo por sacarme al menos

algún nombre del “Libro rojo” de la membrecía del Right Club.

Los nombres del “Libro rojo” de miembros del Right Club se mantenían en secreto

con el único objetivo de que no lo supieran los judíos. Esta única razón para la

privacidad fue el deseo expreso de los mismos miembros. Para mí, en lo personal, eso

de mantener los nombres en secreto era una desventaja: facilitaba toda clase de malas

interpretaciones del enemigo; para mí la publicación de los nombres hubiera sido de

gran ayuda. La única razón para este secreto era el bien fundado temor a una

represalia judía de naturaleza grave.

Recuerdo particularmente la conversación con un reportero encargado de cubrir la

Cámara de los comunes. Era un hombre impetuoso, particularmente imprudente. ¿Por

qué no podía darle solo algunos nombres?

–Suponiendo –le dije– que tu nombre estuviera en el Libro rojo y suponiendo que yo

no cumpliese mi promesa de no revelarlo y fuera a comunicárselo a la prensa y

proporcionara la evidencia de que eres miembro de una sociedad que lucha contra la

dominación judía de Gran Bretaña: ¿crees tú que durarías en el periódico más de seis

meses?

–Ni seis minutos –fue su rápida respuesta.

–Exactamente –le dije–. Ahora ya sabes por qué no puedo darte el nombre de ningún

miembro del Right Club. Tú mismo has confirmado sus peores temores.

Muchos cientos de personas se encuentran hoy en esta situación. De hecho, cientos es

únicamente es una expresión, el número debe ser prodigioso. Uno se pregunta

cuántos pueden darse el lujo de arriesgar todo lo que tienen porque se sepa que son

conscientes del yugo judío y están preparados para oponérsele.

Incluso los magnates más ricos e influyentes no se atreven a provocar la ira de la

judería organizada, como lo muestra la anécdota sobre el Daily Mail que relato en las

páginas 6 y 7 de mi declaración. (Ver Declaración)

Esto no ocurre únicamente en Gran Bretaña, sino quizá aún más notablemente en

Estados Unidos, como lo prueban los diarios del difunto Mr. James Forrestal.

Los Diarios de Forrestal fueron publicados por Viking Press en Nueva York, 1951.

Acabo de conocerlos en el momento que este libro va a la imprenta. Fueron escritos

Page 64: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

64

por un hombre de integridad elevada, que fue Subsecretario de Marina de los EEUU a

partir de 1940 y Secretario de Defensa de 1947 hasta su renuncia y sospechosa

muerte pocos días después en marzo de 1949.

La revelación más importante que hay en ellos data del 27 de diciembre de 1945

(páginas 121 y 122):

Hoy jugué al golf con Joe Kennedy (Joseph P. Kennedy, que fuera embajador de

Roosevelt en Gran Bretaña en los años anteriores a la guerra). Le pregunté sobre sus

conversaciones con Roosevelt y Neville Chamberlain a partir de 1938. Dijo que la

postura de Chamberlain en 1938 era que Inglaterra no tenía nada que ver en el conflicto

y que no podía arriesgarse a ir a una guerra contra Hitler. La opinión de Kennedy: que

Hitler hubiera peleado contra Rusia sin ningún otro conflicto con Inglaterra de no haber

sido porque Bullitt (William C. Bullitt10

, embajador británico en Francia en ese

entonces) urgió a Roosevelt en el verano de 1939 a que enfrentara a los alemanes

respecto a Polonia; ni los franceses ni los británicos hubieran hecho de Polonia un

causus belli de no ser por el acoso constante de Washington. Bullit –dijo– no paraba de

decir a Roosevelt que los alemanes no entrarían a la guerra y Kennedy que lo harían y

que se adueñarían de Europa. Chamberlain –dijo– afirmó que Estados Unidos y los

judíos del mundo habían forzado a Inglaterra a entrar en la guerra. [Énfasis del autor]

Si la información de Mr. Forrestal acerca de cómo se impulsó la guerra necesitaba

alguna confirmación, tenemos los abiertos comentarios de Mr. Oswald Pirow, ex

Ministro de defensa sudafricano, quien declaró en Johannesburgo el 14 de enero de

1952 a Associated Press que “Chamberlain le había dicho que el judaísmo mundial lo

estaba presionando tremendamente para que no se arreglara con Hitler”.

Una segunda revelación muy importante de los Diarios de Forrestal es respecto al

sionismo. Es muy evidente que para diciembre de 1947 Mr. Forrestal estaba cada vez

más preocupado por la intervención de los sionistas en la política norteamericana. Él

registra conversaciones con Mr. Byrnes, con el senador Vandenberg, con el

gobernador Dewey y con otros en el intento de sacar la cuestión palestina del ámbito

de la política de partidos. Para esta fecha parece que ya había hecho muchos

esfuerzos en este sentido.

Los diarios dicen el 3 de febrero de 1948 (páginas 362 y 363):

Hoy me visitó Franklin D. Roosevelt Jr., quien vino en ardiente defensa del Estado

judío en Palestina, diciendo que debíamos apoyar la ‘decisión’ de las Naciones Unidas.

10

De ascendencia judía. [N. del T: Embajador norteamericano en París. Así es, su madre era Horowitz]

Page 65: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

65

Yo señalé que Naciones Unidas aún no habían tomado ninguna ‘decisión’, que era

apenas una recomendación de la Asamblea General y que en mi opinión los métodos

que algunas personas externas a la rama ejecutiva del gobierno habían estado

empleando para coaccionar a otras naciones en la Asamblea General eran poco menos

que escandalosos… le dije que yo simplemente estaba dirigiendo mis esfuerzos a

despolitizar el asunto, es decir, a que ambos partidos acordaran no competir por votos

sobre este tema. Él dijo que esto era imposible, que la nación estaba muy comprometida

y que el Partido Demócrata estaba condenado a la derrota si se llegaba a este acuerdo.

Le dije que estaba obligado a repetirle a él lo que le había dicho al senador McGrath en

respuesta a la observación de éste respecto a que si no seguíamos la corriente a los

sionistas perderíamos los estados de Nueva York, Pensilvania y California: que ya era

hora de que alguien pusiera atención en que no fuéramos a perder a los Estados Unidos.

Después de una breve nota del editor del diario, continúan las anotaciones del 3 de

febrero de 1948 (página 364):

Comí con Mr. B.M. Baruch. Después de la comida le hice la misma pregunta. Él me

advirtió que no hiciera nada en este tema en particular y que yo ya había sido

identificado –hasta un punto que era perjudicial para mí– como opositor a la política de

Naciones Unidas en Palestina.

Fue más o menos entonces cuando la prensa desató una campaña sin precedentes de

difamaciones y calumnias en contra de Mr. Forrestal. Tanto le afectó este hecho que

en marzo de 1949 renunció a la Secretaría de Defensa y el día 22 de ese mismo mes

fue encontrado muerto al haber caído desde una ventana muy alta.

Page 66: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

66

EPÍLOGO

Debo estar siempre agradecido con tantos miembros que facilitaron mi retorno a la

Cámara con su bienvenida y actitud amigable. Me temo que muchos cuyas acciones

dentro y fuera de la Cámara fueron detectadas sufrieron después represalias laborales

o en la prensa respecto a esto.

Cuando reflexionamos sobre estos hechos que han ocurrido desde los tiempos del rey

Carlos I [de Inglaterra] hasta nuestros días, podemos al fin encontrar un motivo de

satisfacción, si es que se puede usar esta palabra. Y es que por primera vez podemos

ahora rastrear las influencias ocultas que explican esta horrenda desfiguración de la

historia europea.

A la luz de lo que ahora sabemos, podemos reconocer y entender el verdadero

significado de estos terribles acontecimientos. En lugar de simples hechos inconexos,

ahora podemos distinguir el cumplimiento fatal de un plan satánico; y viéndolo y

entendiéndolo estamos en posición para realizar acciones en el futuro que nos

permitan resguardar todos esos valores que amamos y defendemos, y que este plan

claramente busca destruir.

Finalmente podemos empezar a hacer frente a los operadores y autores de este plan,

conociendo su técnica, que hasta ahora había permanecido en secreto. En otras

palabras, habiendo sido advertidos, es nuestra culpa si no nos preparamos.

No olvidemos las palabras del judío Marcus Eli Ravage, quien escribió en la revista

Century Magazine de EEUU, en enero de 1928:

Hemos estado detrás no sólo de la última guerra, sino de todas vuestras guerras y no

sólo de la rusa, sino de todas las revoluciones dignas de mención en vuestra historia.

Tampoco podemos olvidar al profesor Harlod Laski, escribiendo en el New

Statesman and Nation del 11 de enero de 1942:

Pues esta guerra no es en esencia más que una inmensa revolución de la cual la guerra

de 1914, la Revolución rusa y las contrarrevoluciones en el continente no son más que

las fases anteriores.

Ni la advertencia del eminente abogado judío norteamericano Henry Klein, publicada

apenas el año pasado:

Los Protocolos son el plan por el cual unos cuantos judíos que conforman el Sanedrín

pretenden gobernar el mundo destruyendo primero la civilización cristiana. Los

Page 67: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

67

Protocolos no solo son auténticos, en mi opinión, sino que se han cumplido casi

totalmente.

En verdad que se han cumplido ampliamente, en gran parte gracias a Mr. Roosevelt y

a su “ardiente lugarteniente”, el “arquitecto del futuro judío”.

En el proceso, sin embargo, Gran Bretaña y su imperio –y lo que es peor, su buen

nombre y honor– han sido hechos polvo.

Como escribió el profesor Beard:

Los nobles principios de las Cuatro libertades y la Carta del Atlántico fueron

prácticamente descartados en los acuerdos que acompañaron el desarrollo y que

siguieron al desenlace de la guerra. De la validez de este enunciado son testigos los

pueblos de Estonia, Liuania, Polonia, Rumania, Yugoslavia, [te faltaron Hungría,

Bulgaria, Ucrania, Bielorrusia, Albania, Armenia, Corea, etc] China, Indochina,

Indonesia, Italia, Alemania y otros lugares del planeta.

Hace poco apareció en la prensa el lamento de Mrs. Chiang Kai Shek llamando a

Gran Bretaña “cobarde” (respecto a China). “Gran Bretaña ha malbaratado el alma de

una nación por unas cuantas monedas de plata”, dijo. Y también: “Un día estas

monedas de plata cobrarán intereses en sangre, sudor y lágrimas británicas en la

batalla por la libertad”. Es como si hablara el mismísimo general Sikorski, ¿no?

En el mismo periódico leí que Mr. Jackson Martindell, presidente del Instituto

Norteamericano de Administración, declaró que “la palabra de un inglés ya no es su

compromiso”. ¿Cuántas veces no he escuchado esto en fuentes árabes desde 1939?

“Odio decirlo –continúa Mr. Martindell– pero Gran Bretaña se ha empobrecido

moralmente tanto como económicamente”.

Este eco se escucha desde Polonia a Palestina y hasta China, y es reiterado por toda

persona judeoconsciente de este país.

No hay que buscarle mucho para encontrar una razón. Nadie puede servir a dos amos,

especialmente cuando los principios e intereses de éstos son tan diametralmente

opuestos como son los del Imperio británico y el Imperio judaico de la URSS.

Desde la caída del gobierno de Mr. Chamberlain, los intereses del imperio judío han

dominado prodigiosamente mientras que los de Gran Bretaña se han eclipsado.

Lo más extraño de todo es que si alguien se atreve a decir la verdad, es acusado de

antisemitismo.

Page 68: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

68

Como ha demostrado Mr. Douglas Reed, el término “antisemitismo” es un absurdo y

sugiere que igual podría decirse “antisemolina”.

Los árabes también son semitas y ningún llamado antisemita es antiárabe.

Ni siquiera es correcto decir que sea antijudío. Por el contrario, es bien sabido que

una buena parte de los judíos son ajenos a esta conspiración. El único término que

honestamente pudiera utilizarse para sustituir el de “antisemita” es el de

“judeoconsciente”.

La combinación anti-semita es únicamente una palabra propagandística utilizada para

provocar la estampida del público que no reflexiona y que aparta el tema de su mente

sin examinarlo siquiera: mientras esto se tolere el problema no solo seguirá, sino que

aumentará.

El judeoconsciente sabe que tenemos en Gran Bretaña un Imperio dentro del Imperio,

que a pesar de todas las protestas y el camuflaje, es principalmente y antes que nada

judío y está en completa colaboración con el judaísmo mundial. Si alguien duda de

ello solo necesita leer Unidad en la dispersión, publicado en 1948 por el Congreso

Mundial Judío, donde proclama que el judaísmo es una nación.

No todos los judíos quieren ser arrojados a esta estrecha tiranía social, pero a menos

que este país les proporcione una vía de escape ellos no se atreverán a asumir los

riesgos –altísimos riesgos– de desafiarlo, y por lo tanto se ven obligados a cooperar

hasta cierto punto.

Aún peor, ciertos gentiles –sin ninguna excusa de su parte– apoyan esta fuerza

unificada que a su vez es utilizada para influenciar o controlar a nuestros partidos

políticos, nuestra política interior y exterior, nuestra prensa y vida social.

Hay que denunciar y frustrar a este enemigo común. Un primer paso hacia este

objetivo sería prevenir a los Esaús gentiles para que dejen de colaborar y ejecutar las

órdenes de los Jacobos judíos.

Otro paso sería lograr desmembrar el frente común del judaísmo, separando a los

judíos que no desean seguir los dictados del Congreso Mundial Judío.

Sin embargo lo primero es el deber de informar a la gente de buena voluntad la

verdad sobre este asunto, particularmente acerca de la verdadera anatomía, meta y

métodos del enemigo marxista.

Page 69: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

69

Para este fin ofrezco humildemente los contenidos de este libro a todos los

determinados a luchar contra el comunismo.

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70

DECLARACIÓN

Del capitán Ramsey de la prisión Brixton

al portavoz y a los miembros del Parlamento

acerca de su detención bajo la regulación de defensa 18B

Todos los particulares que alegaron para mi detención están basados en la acusación

de que mi actitud y actividades anticomunistas, en contra del bolchevismo y del

judaísmo organizado, no son auténticas sino mero camuflaje de acciones

antibritánicas.

En el siguiente memorando, que pudiera ser bastante más amplio, he dado una lista

de hechos que prueban no solo que mi actitud ha sido auténtica, abierta y constante

durante toda mi estancia en la Cámara de los comunes, sino también que en el curso

de mis investigaciones he recolectado pruebas concluyentes para justificar mi actitud,

así como la formación del Right Club, una organización esencialmente patriótica.

Durante toda mi época como representante (desde 1931) he mantenido un ataque

abierto y sin tregua en contra del bolchevismo y sus aliados. De hecho, mi postura

comenzó mucho antes de que entrara a la cámara.

La siguiente información lo demuestra, así como que la formación del Right Club es

el resultado lógico de mi trabajo.

Esta obra abarca tres fases.

La primera data de poco después de la Revolución rusa hasta 1935, cuando yo

suponía que las fuerzas detrás del bolchevismo eran rusas; en la segunda (1935-38) vi

que eran fuerzas internacionales; durante la tercera me di cuenta que eran judías.

1ª Fase

Durante esta fase fue siempre un misterio para mí por qué los rusos gastaron tanto

dinero y tiempo en actividades revolucionarias en Gran Bretaña.

Mi primera acción fue un discurso en la elección que hizo famoso el Daily Mail al

publicar la carta escrita por Zinoviev alias Apfelbaum, haciendo un llamado a la

Page 71: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

71

revolución en Gran Bretaña. (Hablé en contra del comunismo en la división

Northwich).

Al ser elegido en 1931 me uní al Comité de comercio ruso, que vigilaba sus

actividades aquí. También me uní al Consejo del movimiento de protesta cristiano,

fundado para protestar por los abusos bolcheviques en contra de los sacerdotes,

monjas e iglesias cristianas. Hansard demuestra que hice muchas preguntas durante

este período, criticando sus actividades en este país.

2ª fase

En esta fase me di cuenta que las fuerzas detrás del bolchevismo no eran rusas sino

internacionales.

Traté de esbozar la composición de ese organismo misterioso, la Komintern, sobre el

cual el gobierno soviético no ejercía ningún control, según las respuestas que dieron a

mis preguntas parlamentarias.

Al final de esta fase progresé lo suficiente en esta imagen mental de la Komintern y

elaboré varias cartas sobre este tema, dirigiéndolas a los clubes rotarios y a otras

sociedades en Londres, Edimburgo y otras ciudades, titulándolas a menudo Alas rojas

sobre Europa.

Esta segunda fase llegó hasta bien entrada la Guerra civil española. Al reconocer

inmediatamente la responsabilidad de la Komintern en el asunto, incluso respecto a la

Brigada internacional, continuamente los ataqué con un montón de preguntas en la

cámara.

La actitud de la prensa nacional británica primero me sorprendió y más tarde me

ayudó a darme cuenta de los verdaderos poderes que respaldaban la Revolución

mundial. La prensa presentó a los enemigos del general Franco como reformadores

liberales y protestantes, en lugar de como los revolucionarios internacionales que

eran.

En el lado rojo todas las prisiones estaban bajo control de la Cheka rusa. McGovern

dejó bien claros los hechos en su panfleto Terror rojo en España.

Entonces yo organizaba desfiles con carteles que exponían la culpa bolchevique en

España, escribía en un periódico llamado The Free Press e hice cuanta propaganda

pude hacer. Unos 80 o 90 miembros del parlamento me apoyaron en estos esfuerzos.

Page 72: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

72

En septiembre de 1937 acepté la presidencia del comité del Frente cristiano unido.

Desde entonces se enviaron miles de cartas con mi firma a las personas más

influyentes del reino, informándoles de los hechos en España y urgiéndolos a unirse

en el combate contra el terror rojo ateo que amenazaba a España en ese momento y

después a toda Europa.

Varias sociedades patrióticas empezaron a cooperar conmigo en mi lucha contra el

bolchevismo, incluyendo la Unión nacional ciudadana, la Liga del Imperio británico,

la Liga de restauración de la libertad y la Liga económica. Nos reuníamos

regularmente en la Sala del comité de la Cámara de los comunes.

En mayo de 1936, cuando me opuse a que entraran al país agentes de la Komintern

para asistir al llamado Congreso de ateísmo, fuimos apoyados por la Unión bíblica

británica, la Orden del niño y la Federación mundial británica Israel. Por la

información que me dieron estas sociedades me di cuenta que el Congreso de ateísmo

anterior, realizado en Praga, había logrado unificar el control de las sociedades

librepensadoras nacionales bajo la autoridad del ateísmo militante en Rusia,

convirtiéndose por lo tanto en una sutil pero poderosa arma de la propaganda

bolchevique.

En nuestras reuniones para coordinar la oposición acordamos que aunque quizá

cualquier británico estuviera en su derecho de organizar un congreso sobre lo que se

le ocurra, esta libertad no debería convertirse en una licencia para que los

revolucionarios internacionales desarrollen su plan de destrucción de la vida

religiosa, social y pública de nuestro país.

Por lo tanto, el 28 de junio propuse una ley titulada “LEY DE PROHIBICIÓN DE

BLASFEMIA DE EXTRANJEROS”, para prevenir que extranjeros pudieran asistir a

este congreso o convertirlo en ocasión para distribuir su literatura blasfema.

La ley fue recibida con una votación de 165 a 134. En el grupo de los NO estuvieron

los Rothschild, G.R. Strauss, T. Levy, A.M. Lyons, Sir F. Harris, D.N. Pritt, W.

Gallacher, Dr. Haden Guest y Dr. Summerskill.

En otoño de 1938 me di cuenta que el poder detrás de la Revolución mundial no

consistía únicamente de un vago conjunto de internacionalistas, sino del judaísmo

organizado. El primer documento que me convenció de ello fue de hecho un

documento del Gobierno británico cuya existencia había desconocido hasta entonces.

Esta es una cita textual del reporte recibido por Mr. Balfour el 19 de septiembre de

Page 73: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

73

1918, escrito por Mr. Oudendyke, el ministro holandés en Petrogrado, quien se

encargaba en ese momento además de los intereses británicos:

El peligro ahora es tan grande que creo es mi deber llamar la atención del gobierno

británico y de cualquier otro gobierno sobre el hecho de que si no se detiene al

bolchevismo de una vez, toda la civilización mundial será amenazada. Esta no es una

exageración, sino un hecho. Considero que el aniquilamiento inmediato del

bolchevismo es el asunto más importante que enfrenta el mundo, incluso por encima de

la guerra que sigue librándose. A menos que el bolchevismo sea aniquilado, se esparcirá

por Europa y el mundo entero de una forma u otra, ya que está patrocinado y organizado

por los judíos, que no tienen nacionalidad y cuyo único objetivo es destruir el orden

existente para conseguir sus propios intereses. La única forma en que puede hacerse

frente a este peligro es con la actuación conjunta de todas las potencias”.

Tan importante era esta cita que este documento fue retirado inmediatamente y

reemplazado por una edición resumida, en la cual fueron eliminados estos vitales

pasajes. Yo vi los dos documentos –el original y el resumido. El segundo documento

que llamó mi atención fue el folleto titulado Los gobernantes de Rusia, escrito por el

Dr. Dennis Fahey C.S.S.P., con el imprimatur del arzobispo de Dublín, fechado el 26

de marzo de 1938. En el primer párrafo escribe el Dr. Fahey:

En este folleto presento a mis lectores varios documentos serios que demuestran que las

fuerzas que impulsan al bolchevismo son judías y que el bolchevismo no es otra cosa

más que un instrumento en manos de los judíos para establecer su futuro reino

mesiánico.

Entonces el Dr. Fahey presenta una cantidad considerable de evidencia al respecto.

En la página 1 cita el siguiente pasaje de Mr. Hilaire Belloc, tomado de su Weekly del

4 de febrero de 1937:

Por lo que respecta a cualquiera que no sepa que el actual movimiento revolucionario

bolchevique es judío, todo lo que puedo decir es que debe tratarse de alguien que ha

sido hipnotizado por nuestra deplorable prensa.

Otras autoridades citadas en este folleto son el Dr. Homer, D.Sc., el conde Leon de

Poncins en su Contrarrevolución, así como la evidencia presentada ante un comité

del senado de los EEUU por el reverendo George A. Simons, superintendente de la

iglesia metodista episcopaliana en Petrogrado de 1907 a 1918.

En esa ocasión, el reverendo Simons declaró lo siguiente respecto al gobierno

bolchevique en Petrogrado:

Page 74: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

74

En diciembre de 1918… bajo la presidencia de un hombre conocido como Apfelbaum

(Zinoviev)… de 388 miembros, solo 16 eran auténticos rusos y el resto (excepto un solo

hombre, que es un negro norteamericano) eran judíos… y 265 de estos judíos que

pertenecen al gobierno de la Comuna del norte son originarios de las partes bajas del

este de Nueva York: ¡265!.

En la página 8 el Dr. Fahey cita algunas cifras que muestran que en el año de 1936:

El Comité central del Partido comunista en Moscú, el núcleo mismo de la Inernacional

comunista, estaba formado por 59 miembros, de los cuales 56 eran judíos y los otros

tres estaban casados con judías…

Stalin, el actual gobernante de Rusia, no es judío, pero tiene por esposa (su segunda) a

la hermana de 21 años de su brazo derecho y probable sucesor, el judío L.M.

Kaganovitch. Todo lo que Stalin hace está bajo la supervisión absoluta de ojos judíos.

Además de estos documentos tengo una gran cantidad de evidencia de las actividades

subversivas judías en Gran Bretaña en forma de organizaciones de todo tipo:

antirreligiosas, antimorales, revolucionarias, además de las que tienen por objetivo

establecer el monopolio judío del sistema financiero e industrial.

Así fue como me convencí del hecho de que las revoluciones rusa y española, así

como las sociedades subversivas británicas, eran parte del mismo plan secretamente

fraguado y controlado por el judaísmo mundial, según las líneas precisas de lo

establecido en los Protocolos de los sabios de Sión, que fueron publicados al terminar

la guerra pasada por The Morning Post, hecho del cual nunca pudo recuperarse este

periódico. Estos protocolos no son ninguna falsificación, y de esto tanto yo como

otras personas podemos proporcionar evidencia que convencerá a cualquier tribunal

imparcial.

En la siguiente reunión de las sociedades patriotas y cristianas me sentí con el deber

de abordar la cuestión judía y muy pronto me di cuenta que era muy controversial.

Con muy pocas excepciones cesó toda cooperación. Me di cuenta de que si algo

habría de hacerse, debía ser a través de un grupo especial que aunque retuviera las

características esenciales del anterior, se diera a la tarea de exponer la amenaza judía

y oponérsele. Entonces fue cuando se me ocurrió la idea del Right Club, aunque su

formación no se concretó hasta después de unos cuantos meses, en mayo de 1939.

A partir del otoño de 1938 invertí muchas horas a la semana hablando de estos temas

con miembros de gobierno y personajes tras bambalinas.

Page 75: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

75

La magnitud misma de este tema asustó a muchos. La siguiente respuesta de una de

estas personas en particular es un ejemplo perfecto de esta actitud:

Bueno, todo eso es en verdad muy preocupante, de hecho es terrible: pero ¿qué puede

hacer uno en contra de todo eso? Ahora me iré e intentaré olvidar en lo posible todo este

asunto.

A finales de 1938 me llegó la noticia de que las acciones para el control del Daily

Mail estaban a la venta.

La noticia no me sorprendió, sabiendo el boicot de publicidad que se había puesto en

operación en contra del periódico a causa de dos o tres artículos que a ojos de los

internacionalistas daban una imagen sesgada a favor del general Franco en la Guerra

civil española (en realidad no era más que la verdad).

¿Podría encontrar algún comprador? Me entrevisté con cierta persona pudiente y

patriota. Un amigo mutuo organizó la reunión.

De entrada le expliqué un repaso de las actividades y del poder del judaísmo en

general y de su control secreto de la publicidad en Gran Bretaña en particular, tal

como yo lo veía. Cuando terminé, después de 70 minutos, me expresó que estaba de

acuerdo conmigo en general. Entonces el amigo mutuo y yo intentamos convencerlo

de comprar las mencionadas acciones y “quitar la mordaza a la conspiración del

silencio”. Él respondió: “No me atrevo. Ellos me aplastarían. Si solo se tratara de mí

no me preocuparía, yo me enfrentaría a ellos. Pero muchas de mis acciones son de la

viuda y del huérfano y por su bien debo rechazar la oferta”.

Al expresarle nosotros nuestra sorpresa de que el judaísmo pudiera controlar de tal

forma a un hombre de su capacidad financiera y poder industrial, una figura nacional

tan arraigada, nos dio detalles de ataques del judaísmo en su contra en los años

anteriores. Él se había negado a cumplir ciertas demandas que ellos le habían hecho.

Después de haber ignorado un ultimátum, inició un boicot mundial en su contra, el

cual se hizo efectivo en 24 horas, en cualquier parte del mundo donde tenía agentes u

oficinas. También ocurrieron misteriosos incendios y huelgas repentinas. A final de

cuentas, las pérdidas lo obligaron a ceder. En 24 horas el boicot mundial se había

levantado.

Las mentiras constantes en la prensa acerca de la Guerra civil española habían

impresionado a muchos. Pensaban que prejuicios tan extremos, tan universales y

consistentes, siempre en contra de Franco, indicaban la existencia de algún plan

Page 76: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

76

deliberado y aunque se negaban a dar crédito a mi tesis de que los judíos eran quienes

operaban este control y que todo era parte de su plan de dominación mundial, de

cualquier forma muchos sentían que de algún modo había algo muy raro en alguna

parte.

A través de estas conversaciones obtuve el apoyo de miembros de todos los partidos

para la ley que estaba preparando al respecto.

El 13 de diciembre de 1938 propuse la ley titulada ENMIENDA DE LEY DE

COMPAÑÍAS, que hacía obligatorio que las acciones de periódicos y agencias de

noticias estuvieran a nombre de su poseedor y no de prestanombres como se hace

ahora en la mayoría de los casos.

La ley fue acogida con una primera votación de 151 contra 104. En el grupo a favor

estaban miembros de todos los partidos, incluyendo 13 que ahora son miembros del

Right Club (8 de ellos socialistas).

En el grupo contrario estaban Rothschild, Schuster, Shinwell, Cazalet, Gallacher, Sir

A. Sinclair, Gluckstein y Mr. Samuel Storey, quienes se opusieron y bloquearon la

ley.

Entonces inicié la formación de un grupo de carácter similar al de los representantes

de las sociedades cristianas y patriotas, con el cual yo había trabajado hasta que

surgió el asunto del judaísmo, pero esta vez quería que se tratara de un grupo que se

opusiera y los amenazara en el núcleo de sus actividades.

Este grupo se inauguró finalmente en mayo de 1939 y se llamó el Right Club.

Simultáneamente se formó un comité con el doble propósito de coordinar el trabajo

de todas las sociedades patrióticas y de ser un organismo reclutador para el club. Este

grupo se llamó el Comité coordinador.

Mr. Cross era el secretario y el difunto duque de Wellington, presidente de la Liga de

la restauración de la libertad, fue presidente en la mayor parte de las reuniones que

tuvimos. El primer objetivo del Right Club era ilustrar al partido Tory y librarlo del

control judío.

El judaísmo organizado ya estaba para entonces promocionando una guerra mundial.

El fracaso de su Brigada internacional en España, la creciente consciencia de sus

actividades entre la gente y el consecuente riesgo de derrumbe de todos sus planes

hacían que desde su punto de vista la guerra fuera imprescindible.

Page 77: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

77

En julio de 1939 me entrevisté con el Primer ministro. Le hablé de la Revolución rusa

y del rol que había jugado en ella el judaísmo; de la Revolución española, preparada

y realizada en términos muy similares por las mismas personas; de las sociedades

subversivas en Gran Bretaña; de la prensa y el control de las noticias. Finalmente

señalé al Primer ministro todo el trabajo oculto que se estaba realizando para

conspirar en su contra, así como contra su política de paz, con el propósito de

precipitar la guerra. Mr. Chamberlain me dijo que acusaciones tan graves requerían

pruebas documentales sustanciales. Yo le dije que reuniría las pruebas para posibilitar

realizar alguna acción al respecto.

El inicio de la guerra permitió a los judíos cubrir sus actividades con la máscara del

patriotismo. Su prensa retrató a todos los que se les oponían como pronazis traidores

a Gran Bretaña. La dificultad de mis acciones estribaba en que mientras quería

advertir al país de las consecuencias de una política influenciada por el judaísmo

internacional, al mismo tiempo no quería crear dificultades para Mr. Chamberlain.

Por tanto se decidió cerrar el Right Club por el momento. El espíritu del club impulsó

naturalmente a los miembros más jóvenes a unirse al ejército, donde sirvieron con

distinción en todos los frentes. Otros, conforme al mismo espíritu, continuaron la

lucha en contra del enemigo interno, no menos formidable que las potencias del Eje y

en cierta forma mucho más peligroso, por sus métodos secretos y porque podía atacar

tanto desde dentro como desde fuera.

Para este fin, tanto yo como otros repartimos a título personal algunos volantes míos

llamados ¿Sabes que…? y ¿Has notado que…?, así como mis versos que empiezan

“Tierra de estupidez y judaísmo” y algunas calcomanías antijudías. Todo esto con la

idea de educar al público lo suficiente para mantener una atmósfera en la que esta

“guerra estúpida” pudiera terminar con una paz honorable.

Ciertamente yo no era un derrotista, como trató de pintarme la propaganda judía. No

éramos nosotros los del Right Club quienes nos absteníamos de luchar en esta guerra,

sino todo lo contrario.

Yo estaba decidido de convencer a Mr. Chamberlain y quizás al “Comité 1922” de la

verdad sobre mí y empecé a reforzar la evidencia documental que ya tenía en mis

manos.

Page 78: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

78

Para 1940 ya tenía detalles específicos de 30 sociedades subversivas que trabajaban

en varias líneas corrosivas y revolucionaras y había terminado una tabla muy grande

para mostrar a los principales miembros de cada una.

Sobresalían seis nombres, como una especie de organismo director inter-sociedades:

Prof. H. Laski, Mr. Israel Moses Sieff, Prof. Herman Levy, Mr. Victor Gollancz, Mr.

D.N. Pritt (miembro del Parlamento) y Mr. G.R. Strauss (miembro del Parlamento).

En febrero de 1940, al llegar a Londres, me dieron información de un nuevo grupo

que abogaba por una Unión Federal. La lista de adherentes era impresionante. Podía

haber sido copiada de la lista que yo acababa de terminar. No cabía ninguna duda de

la fuente de este partido. Más tarde, cuando el grupo empezó a tener actividad,

formulé las siguientes preguntas:

El capitán Ramsay preguntó al Primer Ministro si podía él asegurar a la Cámara que la

creación de una Unión Federal de Estados Europeos no era el verdadero objetivo de

las ambiciones de guerra del gobierno de Su Majestad.

Mr. Butler (el 9 de mayo) dio una respuesta ambigua. Ante la cual yo pedí más

información.

Capitán Ramsay: ¿Es mi honorable amigo consciente de que este plan, si se adopta,

provocará hostilidad contra nosotros en casi toda Europa, que lo ve como la formación

de un superestado judeomasónico?11

Mr. Butler: Preferiría dejar la interpretación de este plan a mi honorable amigo.

A partir de ese momento comenzó una virulenta campaña de prensa para suprimir

opiniones y actividades “antisemitas” declarando que el “antisemitismo” era

“pronazi”. Sin miedo a que el secretario se inclinara por esta dirección, que era falsa,

le pregunté el 9 de mayo de 1940:

Capitán Ramsey: ¿Me puede garantizar que tanto en la administración de los actuales

reglamentos como en la revisión de los que se elaboren se hará una distinción entre

antisemitismo y pronazismo?

Sir. J. Anderson: Espero que todas las medidas restrictivas aplicadas a la propaganda

organizada se limiten en la práctica a la mencionada propaganda que se proponga

11

Los Protocolos de los Sabios de Sión dicen claramente que el judaísmo internacional y el Oriente de

la masonería establecerán un régimen tal después de que los Estados gentiles hayan sido debilitados

por guerras y revoluciones.

Page 79: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

79

entorpecer el esfuerzo de guerra, y desde este punto de vista no me parece relevante la

distinción que mi honorable y galante amigo desea establecer.

Capitán Ramsay: Aunque agradezco a mi honorable amigo su respuesta, en vista del

hecho de que me parece un poco confundido en este asunto, ¿puede asegurar a la

Cámara que rechaza ser arrastrado a identificar una cosa con la otra como lo hace

nuestra prensa judía?

Sir. J. Anderson: Sin duda alguna no seré arrastrado a nada.

Fue en las últimas semanas del gobierno de Mr. Chamberlain cuando pude observar

algunos papeles de la Embajada de los EEUU en el despacho de Mr. Kent.

Esta era la situación entonces y estas fueron las consideraciones que me llevaron a

inspeccionarlas.

1. Junto con otros muchos miembros de las cámaras del parlamento yo estaba

perfectamente consciente de que entre las agencias nacionales y extranjeras

que se habían esforzado por promover la animadversión entre Gran Bretaña y

Alemania, el judaísmo internacional, por razones obvias, había jugado un papel

preponderante.

2. Yo sabía que Estados Unidos era el cuartel general del judaísmo y por lo tanto

el verdadero centro de su actividad, aunque no pareciera ser así.

3. Yo era consciente de que la unión federal era el complemento en los asuntos

internacionales al esquema de Planeación Política y Económica (P.E.P). El

presidente de P.E.P. es Mr. Israel Moses Sieff, que es también vicepresidente

de la Federación Sionista y Gran Comandante de la Orden de los Macabeos,

diseñada para promover el bolchevismo en la esfera industrial y comercial, y

que debe ser considerada como el superestado que es uno de los principales

objetivos del judaísmo internacional.

4. Yo sabía que los planes para establecer un socialismo marxista bajo control

judío estaban bien avanzados en nuestro país. De sus intenciones no podía

existir ninguna duda.

5. Yo sabía que la táctica del judaísmo internacional consiste siempre en planear

revoluciones en momentos críticos contra cualquier líder nacional que se

oponga a alguna parte importante de sus designios, como había hecho, por

Page 80: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

80

ejemplo, Mr. Chamberlain al adherirse a la política del pacifismo y en tal caso

la caída de Mr. Chamberlain significaría la guerra total.

6. Yo recordaba que Mr. Lloyd George había dicho en la Cámara de los comunes

que si éramos arrastrados a una guerra por Polonia sin la ayuda de Rusia,

estaríamos entrando a una trampa. Entramos a la trampa.

Más información acerca de esta fuente, planes y objetivos habría fortalecido el

partido de Mr. Chamberlain y le habría permitido tomar las medidas de precaución

necesarias.

Como miembro del parlamento aún fiel a Mr. Chamberlain consideré que era mi

deber investigar.

Por ahí del 9 o 10 de mayo fui a Escocia a descansar luego de haber visto únicamente

una parte de los documentos, siendo mi intención continuar con la investigación a mi

regreso.

Sin embargo, antes que pudiera terminarla, Mr. Chamberlain había caído y yo fui

arrestado pocos días después en la entrada de mi casa, el día que regresé a Londres, el

23 de mayo de 1940.

Estoy en espera de los particulares que se alegan como razones para mi detención,

para poder comentar sobre ellos.

(Firma) ARCHIBALD RAMSAY

Prisión Brixton, a 23 de agosto de 1943.

Page 81: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

81

PARTICULARES ALEGADOS COMO

RAZONES PARA MI DETENCIÓN

A continuación expongo una copia de los particulares que fueron alegados como

motivos razonables para mantenerme detenido durante los últimos tres años.

Se verá que toda la base de cada uno de ellos es que mi oposición al comunismo, al

bolchevismo y al judaísmo internacional es únicamente una tapadera para enmascarar

mis actividades antibritáncias respecto a la guerra.

Cualquiera que esté enterado de lo que acontece en la Cámara de los comunes

conocerá perfectamente las actividades antibolcheviques que mantuve abierta y

constantemente desde 1931, las cuales se convirtieron en antijudías en 1938, cuando

me di cuenta que el bolchevismo era parte integral del plan mundial judío.

Los presentes particulares hacen a un lado estos ocho años de antecedentes y

proceden a fabricar y reiterar un propósito desleal para el cual no ofrecen la más

mínima sustancia de evidencia.

RAZONES PARA LA ORDEN DADA BAJO LA

REGULACIÓN 18B EN EL CASO DEL CAPITÁN

ARCHIBALD MAULE RAMSAY, M.P.

Fue dada la orden bajo la regulación de defensa 18B contra el capitán Archibald

Maule Ramsay, M.P. porque el Secretario de estado tenía motivos razonables para

creer que el mencionado capitán había estado recientemente involucrado en actos

perjudiciales para la seguridad pública o la defensa del reino, o en preparación o

instigación de dichos actos, y por esta razón se juzga necesario ejercer control sobre

él.

PARTICULARES

El mencionado capitán Archibald Maule Ramsay, M.P.

I. En o alrededor del mes de mayo de 1939 formó una organización que llevaba

por nombre “Right Club” que ostensiblemente dirigía sus actividades en contra

de judíos, francmasones y comunistas. Esta organización, en realidad, fue

Page 82: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

82

secretamente diseñada para esparcir opiniones subversivas y derrotistas entre la

población de Gran Bretaña, para obstaculizar el esfuerzo bélico de Gran

Bretaña y de este modo poner en peligro la seguridad pública y la defensa del

reino.

II. Además de los verdaderos objetivos de la organización, el mencionado Ramsay

mantuvo los nombres de los miembros en secreto, tomó grandes precauciones

para que el registro de miembros nunca saliera de su control y declaró que

había realizado acciones para engañar a la policía y al departamento de

inteligencia acerca de las verdaderas actividades de la organización. Estas

acciones pretendían mantener ocultos los verdaderos objetivos de la

organización.

III. Frecuentemente expresó su simpatía con la política y metas del gobierno

alemán y hasta llegó a expresar su deseo de cooperar con el gobierno alemán

en la conquista y subsecuente gobierno de Gran Bretaña.

IV. Después de formada la organización se esforzó por introducir a miembros de

ésta a la oficina de asuntos exteriores, la censura, el servicio de inteligencia y

otros departamentos gubernamentales para poder cumplir los verdaderos

objetivos de la organización mencionados en I.

V. Después de iniciada la guerra, se asoció y utilizó a personas para actuar en

contra de los intereses de Gran Bretaña. Entre estas personas están Anna

Wolkoff y Tyler Kent, un oficial empleado de la embajada de los Estados

Unidos de América. Sabiendo las actividades que Wolkoff y Kent realizaban,

él continuó asociado con ellos para utilizar sus actividades en beneficio propio

y del “Right Club”. En particular, sabiendo que Kent había robado importantes

documentos que eran propiedad de la embajada de los Estados Unidos de

América, visitó el piso de Kent en Gloucester Place 47, donde estaban

guardados la mayoría de los mencionados documentos y ahí los inspeccionó

para sus fines particulares. Posteriormente confió al mencionado Kent el

registro secreto de miembros del “Right Club”, organización de la cual Kent se

había convertido en miembro muy importante, con el objetivo de mantener en

secreto la naturaleza de la organización.

VI. Autorizó y permitió a su esposa a actuar en beneficio suyo asociándose y

utilizando a personas conocidas de él para oponerse a los intereses de Gran

Page 83: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

83

Bretaña. Entre estas personas estaban Anna Wolkoff, Tyler Kent y Mrs.

Christabel Nicholson.

MI RESPUESTA A CADA UNO DE LOS PARTICULARES

I. La formación del Right Club, como lo demuestra el memorándum adjunto, fue

la consecuencia lógica de muchos años de trabajo en contra del bolchevismo,

realizado tanto dentro como fuera de la Cámara de los comunes y bien

conocido por todos mis colegas políticos desde 1931.

El principal objetivo del Right Club era exhibir y oponerse a las actividades del

judaísmo organizado a la luz de la evidencia que llegó a mis manos en 1938,

alguna parte de la cual se proporciona en el memorándum.

Nuestro principal objetivo era liberar al Partido conservador de la influencia

judía y las características de nuestra membrecía y reuniones concordaban

estrictamente con este objetivo. No existía ningún otro objetivo secreto.

Nuestra esperanza era impedir la guerra, la cual considerábamos era

principalmente causada por la intriga judía con centro en Nueva York. Más

tarde, yo y muchos otros esperábamos convertir la “guerra estúpida” no en una

guerra total sino en una paz honorable y negociada.

Es difícil imaginar a un grupo de personas menos capaces de ser “subversivas”,

como sugiere este particular, y agregar a esta acusación el cargo de ser

“derrotistas” hace que este particular raye en lo ridículo.

II. Al ser los verdaderos objetivos del Right Club los ya declarados y al no existir

ningún otro objetivo, la última parte de este particular es pura ficción.

Había únicamente un aspecto en el que nuestros objetivos diferían de los de la

policía y el departamento de inteligencia y era el de la cuestión judía.

Ni la policía ni el departamento de inteligencia reconocían la amenaza judía.

Ninguno de ellos poseía ningún mecanismo para atajarla ni para ocultar cierta

información a los miembros judíos de su personal.

Si los nombres de los miembros del club hubieran sido puestos a disposición

de cualquiera de estos departamentos habrían caído en manos de sus miembros

Page 84: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

84

judíos y de inmediato habrían sido reportados precisamente a aquellos de

quienes los miembros querían mantenerlos en secreto.

III. La última parte de este particular es pura ficción, tan indignante que voy a

tratarla con la seriedad que se merece.

Lord Marley elaboró toda esta ficción en la Cámara de los lores el día después

de mi arresto, insinuando que yo había solicitado ser Gauleiter12

de Escocia.

Mis amigos lo invitaron a repetir esta declaración fuera de la cámara. No hace

falta decir que no lo hizo, pues no existe la más mínima justificación para este

particular ni para ninguna de sus difamaciones.

El término “simpatía por la política y metas del gobierno alemán” es engañoso

hasta rayar en lo deshonesto. Sugiere que había alguna especie de acuerdo. No

existía nada por el estilo.

Nunca he estado en Alemania y además de una breve entrada a la embajada,

jamás he conocido a ningún alemán. Lo poco que aprendí sobre el sistema nazi

no fue de mi agrado.

Nunca he aprobado la idea de formar movimientos afines en Gran Bretaña,

sino todo lo contrario.

Mi opinión era que el Partido unionista, una vez informado, era la institución

mejor posicionada para establecer las necesarias contramedidas al plan judío y

que para hacer esto ni siquiera era necesario recurrir a poderes ajenos a nuestra

Constitución.

En lo general, mis opiniones respecto a las aspiraciones alemanas coincidían

exactamente con las expresadas por Lord Lothian en su discurso en Chatham

House el 29 de junio de 1937, cuando dijo:

Ahora, si el principio de autodeterminación se aplicara en beneficio de

Alemania tan bien como se aplicó en su contra, esto significaría que Austria

volvería a ser parte de Alemania, así como la unión a Alemania de los Sudetes

alemanes, Danzig y posiblemente Memel, así como ciertos ajustes con Polonia

en Silesia y el corredor.

12

Gobernante regional del III Reich.

Page 85: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

85

El único aspecto de la política nazi que coincidía con mis opiniones era su

oposición a las disruptivas actividades del judaísmo mundial organizado.

Ningún patriota, ya sea británico, francés, alemán o de cualquier otra

nacionalidad puede abandonar la defensa de su país ante este flagelo, una vez

que ha descubierto su existencia.

Confundir la simpatía por este único punto con simpatía por la política nazi en

su totalidad es deshonesto. Llevar esta falacia hasta el punto de acusarme de

preferir su sistema al nuestro, y de estar preparado para imponer ese sistema

(que desapruebo) a mi país por la fuerza es la máxima infamia.

IV. Otra vez tenemos aquí el cargo absolutamente injustificado de tener propósitos

secretos y desleales, un asunto que ya tratamos en el primer particular y en mi

memorándum.

Respecto al asunto de los miembros del Right Club en oficinas

gubernamentales diré lo siguiente:

Siendo los objetivos del club el difundir lo más rápidamente posible la verdad

respecto al peligro judío, el tiempo siempre fue un asunto vital. Desde el

principio nos encontramos en una carrera en contra de los propagandistas

judíos.

Contrarrestarlos en tantas y tan distintas esferas como fuera posible era por

supuesto el mejor método. Diez miembros en diez esferas distintas difundirían

mejor nuestra información, más rápidamente, que diez miembros en la misma

oficina.

Todo grupo político sigue esta directriz. El método es práctica común en todos

los partidos políticos.

Yo en ningún momento realicé esfuerzo alguno por meter a ningún miembro

en ninguna oficina gubernamental.

Si un miembro tenía dos oportunidades de trabajo, estaba indeciso sobre cuál

tomar y me lo preguntaba, yo le respondía que por lo que al club respecta nos

convenía que entrara en la oficina donde no teníamos representante alguno.

Llegar a las alturas de las oficinas de Relaciones exteriores y Guerra,

significaba, por supuesto, lograr ilustrar a personas influyentes rápidamente.

Page 86: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

86

V. En ningún momento de mi vida me he asociado con personas que yo tuviera

conocimiento trabajaran en contra de los intereses de Gran Bretaña. Por el

contrario, todo mi historial prueba que he dedicado más tiempo y esfuerzo que

cualquier otro para luchar en contra de esa clase de personas.

Ciertamente yo no sabía –y sigo sin saberlo– que tanto Mr. Kent como Miss

Wolkoff estuviesen involucrados en actividades calculadas para dañar los

intereses de Gran Bretaña.

Por mi propia experiencia con ambos y las conversaciones que hemos tenido sé

que ambos reconocen en las actividades del judaísmo organizado la fuerza más

perversa de la política y una de las más peligrosas para los intereses de Gran

Bretaña en particular.

Todas sus acciones estuvieron encaminadas a contrarrestar estos poderes y sus

designios y no los intereses de Gran Bretaña.

Por lo que a mí respecta, quisiera agregar enfáticamente, en vista de las

calumnias que han llegado hasta mis oídos, que jamás contemplaría siquiera la

posibilidad de comunicar información a los enemigos.

Teniendo motivos suficientes para creer que las intrigas del judaísmo

internacional a favor de la guerra se manejaban desde Nueva York y sabiendo

que tales actividades pretendían sabotear la política de paz de Mr. Chamberlain

y desembocar en su destitución, era mi deber como miembro del Parlamento

aún leal a Mr. Chamberlain el investigar todo lo que pudiera.

Deposité la lista de nombres del Right Club en el departamento de Mr. Kent

únicamente durante mi ausencia de Londres, porque supe de varias personas

cuyos papeles (respecto a este mismo asunto) fueron saboteados durante su

ausencia.

Como he dicho antes, yo había dado garantía absoluta de que todos los

nombres permanecerían secretos. Si estos nombres hubieran llegado a manos

de la Policía secreta británica, su actitud contraria a la amenaza judía habría

sido conocida precisamente en las oficinas donde a ellos les interesaba pasar

desapercibidos: las judías.

Page 87: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

87

El robo de documentos no es nada nuevo en este país, sobre todo cuando se

sospecha que uno posee información acerca de las actividades del judaísmo

organizado.

La casa de Lord Craiginyle fue registrada. Le abrieron cada cajón y revisaron

cada papel, sin robarle nada, en un momento en el que era razonable pensar

que pudiera tener entre sus papeles información sobre estos asuntos.

El jefe de policía de Edimburgo declaró entonces que se trataba de “espionaje

político” y los perpetradores nunca fueron localizados.

(Ver la carta de Lord Craiginyle, fechada el 6 de julio de 1920, titulada

“Edimburgo y la libertad”, publicada en Letters to Isabel.)

VI. No existe verdad alguna en este particular y me propongo tratarlo con la

seriedad que se merece.

No hace falta decir que el Comité consejero del interior no produjo ninguna

evidencia para sostener ninguna de las calumnias contenidas en ninguno de los

particulares anteriores.

CONCLUSIÓN

Hago esta declaración y comentarios sobre los particulares no por mi propio

beneficio, sino para ilustrar al país.

Cuando se llega al punto en que el domicilio de un Lord, cuyos papeles se

sospecha que contienen información relativa a los planes del judaísmo

internacional, es allanado para “espiarlo políticamente”.

Cuando un documento oficial que contiene pasajes vitales acerca del

bolchevismo judío internacional puede ser inmediatamente ocultado y

reimpreso omitiendo tales párrafos vitales.

Cuando un industrial británico puede ser chantajeado por el judaísmo

organizado y forzado a someterse por medio del boicot, huelga y actos de

sabotaje.

Cuando un miembro del Parlamento que se atreve a advertir al país de la

amenaza del judaísmo organizado y sus compinches (la única auténtica quinta

Page 88: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

88

columna que existe en este país) es inmediatamente apresado durante tres años

bajo cargos falsos.

Cuando estas cosas ocurren en Gran Bretaña, es seguro que algo está mal.

En el momento en que Gran Bretaña se encuentra enfrascada en una lucha de

vida o muerte no hay lugar para estas actividades y mentiras que he referido.

Mientras nuestros marinos, soldados y pilotos están derrotando a nuestros

enemigos externos, es deber de todo patriota luchar en contra del enemigo

interno.

El Primer ministro en su discurso dijo que él no se había convertido en Primer

ministro del rey para presidir la extinción del Imperio británico.

Existen muchas formas de aniquilar al Imperio británico y el líder que esté

dispuesto a combatir contra todas ellas debe tener el apoyo de todo patriota,

pero creo que quedará patente que el peor obstáculo para ello estriba

precisamente en aquellos poderes que yo y otros miembros del Right Club

hemos estado denunciando y combatiendo.

Page 89: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

89

APÉNDICE 1

ESTATUTOS DE JUDERÍA (1275)

Prohibición de la usura judía

Debido a que el rey ha observado grandes males y la bancarrota de hombres

buenos de esta tierra a causa de la usura que los judíos han utilizado en el

pasado y que muchos pecados han ocurrido a pesar de que él y sus ancestros

han recibido mucho beneficio de los judíos en el pasado, sin embargo, por la

Gloria de Dios y el bien común de su pueblo, el Rey ha ordenado y establecido

que de ahora en adelante ningún judío pueda prestar nada con usura, ya sea

tierra, renta o cualquier otra cosa.

Deudas a judíos

Y que los pagos de deudas a los judíos de ahora en adelante no sean tan

severos sino que las tierras y ganados de los cristianos deben permanecer en

sus manos: y que ningún heredero de quien tiene una deuda con judíos está

obligado a pagar al judío ni a ningún otra persona que tenga en su poder la

tierra que originalmente era del deudor.

Valuación de tierras que se toman en pago de deudas a judíos

Y que el alguacil y cualquier otra autoridad que en nombre del Rey otorgue

posesión de ganados a judíos en pago de deudas deben recurrir a la valoración

de estos por parte de hombres justos bajo juramento para que se pague a los

judíos o sus testaferros la cantidad de la deuda. Y si el ganado no es suficiente,

entonces páguese con tierra bajo el mismo juramento en su proporción debida,

de tal suerte que quede muy claro que la deuda queda saldada definitivamente

y que el cristiano puede volver a poseer lo que le quede de tierra, reservando

siempre para el cristiano lo mejor de sus tierras y ganados, así como la casa

principal.

Garantía a los judíos

Y que si cualquier objeto de ahora en adelante se encuentre en posesión de un

judío y cualquier hombre lo demanda se le den al judío todas las garantías que

pueda tener; y si no que responda de tal forma que no resulte con mayor

privilegio que un cristiano.

Page 90: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

90

Asentamiento de judíos

Y que todos los judíos pueden asentarse en las ciudades y barrios del Rey

donde les esté permitido.

Su distintivo

Y que cada judío mayor de siete años debe vestir un distintivo que consiste en

dos piezas unidas con un listón amarillo de seis pulgadas de largo y tres de

ancho.

Su impuesto

Y que cada uno mayor de doce años debe pagar tres peniques al año en Pascua

como impuesto al Rey, del cual son súbditos, y que esto es tanto para hombres

como para mujeres.

Propiedad de tierras, etc. de judíos

Y que ningún judío de ahora en adelante debe apoderarse o tomar posesión de

ninguna casa, renta o propiedad de otro, ya sea judío o cristiano, ni enajenarla

de ninguna forma ni cobrar ninguna deuda a ningún cristiano sin una licencia

especial del Rey y hasta que el Rey haya dado la orden.

Privilegios de los judíos

Y como la Santa Iglesia desea que sus vidas sean preservadas, el Rey los toma

bajo su protección y les garantiza su paz y desea que sean preservados a salvo

y defendidos por sus alguaciles y otras autoridades y manda que ninguno debe

hacerles ningún daño en su persona ni en sus propiedades, muebles o

inmuebles y que no deben ser llevados ante ninguna corte que no sea la corte

del Rey de quien son súbditos, y que no deben ninguna obediencia ni servicio

ni renta a nadie excepto al propio Rey y a las autoridades que actúan en su

nombre, salvo las rentas que hasta ahora deban y salvo los derechos de la Santa

Iglesia.

Relaciones entre judíos y cristianos

Y el Rey les garantiza que pueden ganarse la vida honestamente ya sea

mediante su comercio o su trabajo, y que pueden relacionarse con cristianos

para llevar a cabo comercio honesto, comprando y vendiendo. Pero que ningún

Page 91: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

91

cristiano por esta causa o ninguna otra se establezca entre ellos. Y el Rey desea

que ninguno de ellos por razón de este comercio sea cargado con ningún

impuesto en las ciudades donde se establezcan, porque solo deben impuestos al

Rey, cuyos súbditos son, y a nadie más que al Rey.

Propiedades de casas, granjas etc.

Aún más, el Rey les garantiza que pueden comprar casas y castillos en las

ciudades donde habitan, para que los tengan en nombre del Rey, salvo las

acostumbradas tarifas para los señores. Y que pueden comprar granjas y tierras

por diez años sin deber ninguna obediencia a cristianos y sin tener que pagar

dotes a ninguna iglesia y que pueden ganarse la vida si no tienen forma de

comerciar o no pueden trabajar y que esta licencia para comprar tierras para

trabajar les durará quince años a partir de ahora.

[Nota del autor: el Parlamento que aprobó este estatuto incluía representantes

de los comunes y este fue probablemente el primer estatuto en cuya

formulación participaron activamente los comunes. Es significativo que la

primera evidencia de los sentimientos y deseos de los comunes se haya

expresado en la forma de los Estatutos de judería, en contra del hecho,

claramente evidente en el escrito, de que el Rey le debía mucho a la actividad

judía, habiéndoles cobrado impuestos regularmente y habiéndoles permitido en

su momento establecerse y mantenerse como pueblo. ]

Page 92: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

92

APÉNDICE 2

Los judíos en Gran Bretaña

1215 Magna Carta

1255 Asesinato ritual de San Hugh de Lincoln. Enrique III [de Inglaterra]

ordenó personalmente el juicio por el que fueron ejecutadas 18 personas –todos

judíos.

1275 Se aprueba el Estatuto de judería que confinaba a los judíos a ciertas

áreas, les prohibía la usura y limitaba la propiedad de tierras y contacto con el

pueblo, obligándoles a llevar un distintivo amarillo.

1290 Eduardo I expulsa a los judíos de Inglaterra.

1657 Oliverio Cromwell, quien fuera financiado por Manasseh Ben Israel y

Moses Carvajal, permite a los judíos retornar a Inglaterra, aunque oficialmente

la orden de expulsión jamás fue revocada por el Parlamento.

1689 Los judíos de Amsterdam financian la rebelión en contra del rey Jacobo

II. El jefe de estos –Solomon Medina– llega a Inglaterra detrás de Guillermo

de Orange.

1694 Se funda el “Banco de Inglaterra” y se instituye la deuda interna,

asegurando a los prestamistas judíos la ganancia de intereses por sus préstamos

a costa de los impuestos de de los ingleses. El derecho de imprimir dinero se

transfiere de la Corona a este “Banco de Inglaterra”.

1707 Se obliga a Escocia a aceptar la unión política y económica con

Inglaterra, en contra de la voluntad de cada uno de sus condados y comarcas;

se obliga a Escocia a responsabilizarse por la deuda interna y se suprime la

Casa real de moneda de Edimburgo.

Page 93: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

93

APÉNDICE 3

Personalidades opinan sobre los judíos

Séneca, 4 A.C. a 5 D.C.

“Las costumbres de este pueblo son tan fuertes que han podido extenderse por

toda la tierra”

San Justino, 116 D.C.

“Los judíos se encuentran detrás de todas las persecuciones contra cristianos.

Ellos vagan por todo el país esparciendo el odio y minando la fe cristiana”.

Mahoma, 570 D.C.

“Me resulta incomprensible cómo es que desde hace tanto tiempo no han sido

expulsadas estas bestias mortales… ¿son estos judíos alguna otra cosa más que

devoradores de hombres?”

Martín Lutero, 1483 D.C.

“Cómo aman los judíos el libro de Esther, tan a propósito para sus apetitos y

esperanzas asesinas, vengativas y sedientas de sangre. El sol nunca ha brillado

sobre gente tan vengativa y sedienta de sangre, que atesora la idea de asesinar y

estrangular a los demás. Ningún otro hombre es tan avaro como han sido ellos

y como lo seguirán siendo, como podemos ver en su usura. Ellos se consuelan

con la idea de que cuando venga su mesías recogerá todo el oro y la plata sobre

la Tierra y lo repartirá entre ellos”.

Papa Clemente VIII, 1592 D.C.

“Todo el mundo sufre de la usura de los judíos, sus monopolios y engaños.

Ellos han arrastrado a muchas personas desafortunadas a la pobreza,

especialmente a granjeros y gente de la clase trabajadora, a los más pobres”.

Voltaire, 1694 D.C.

“Los judíos no son más que un pueblo bárbaro e ignorante que durante mucho

tiempo ha combinado una avaricia sin límites con la más abominable

superstición y un odio inextinguible en contra de todos los pueblos entre los

cuales son tolerados y a costa de los cuales se han enriquecido”.

Page 94: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

94

Napoleón

“Decidí ayudar a los judíos: pero ya no quiero a ninguno de ellos en mi reino.

Efectivamente, he hecho todo lo posible por mostrar mi desprecio por la más

vil de las naciones del mundo”.

Benjamín Franklin, 1789 D.C.

Declaración en la Convención acerca de la inmigración judía:

“Existe un gran peligro para los Estados Unidos de América: se trata del judío.

Caballeros, en cada lugar donde los judíos se han establecido han rebajado el

nivel de honestidad en el comercio. Se han mantenido separados y sin

asimilarse –han creado un Estado dentro del Estado y han querido estrangular

financieramente a la nación, como en el caso de España y Portugal. Por más de

1700 años se han lamentado de su suerte –es decir, de haber sido expulsados de

su patria. Pero caballeros, si el mundo civilizado de hoy les devolviera

Palestina, ellos encontrarían inmediatamente razones para no regresar. ¿Por

qué? Simplemente, porque son vampiros –no pueden vivir entre ellos mismos,

necesitan vivir entre cristianos y otros que no sean de su raza.

Si no se les excluye de los Estados Unidos por medio de la Constitución, en

menos de 100 años llegarán a este país, nos gobernarán y destruirán.

Cambiarán nuestra forma de gobierno por la cual los americanos derramamos

nuestra sangre y sacrificamos nuestra vida, propiedades y libertad personal. Si

no se excluye a los judíos, en 200 años nuestros hijos trabajarán en los campos

para alimentar a los judíos.

Les advierto caballeros, si ustedes no excluyen a los judíos para siempre, serán

maldecidos en sus tumbas por los hijos de sus hijos. Sus ideas no son las de los

americanos, aunque hayan vivido entre nosotros durante diez generaciones. El

leopardo no puede quitarse las manchas. Los judíos son un peligro para esta

tierra y si se les permite entrar pondrán en peligro nuestras instituciones –

deben estar excluidos por la Constitución”.

[Nota de aaargh: hasta donde sabemos esta declaración es apócrifa. Benjamín

Franklin jamás pronunció estas palabras.]

Page 95: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

95

APÉNDICE 4

Copia del panfleto diseñado por el autor después del acuerdo de Múnich:

¿Sabía usted que…

MR. CHAMBERLAIN

fue quemado en efigie

en Moscú

tan pronto se supo que había

logrado la paz, lo que

demuestra QUIÉN QUERÍA

LA GUERRA y quién aún

trabaja incansablemente para

provocar conflictos en todo

el mundo?

Publicado por PATRIOTAS CRISTIANOS

MILITANTES, 93 Chancery Lane, W.C. 1

(HOLborn 2137) e impreso por

W.Whitchead, 22 Lisle St, W.C. 2

Page 96: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

96

APÉNDICE 5

Reimpreso de Free Britain, junio de 1954

LA MORDAZA OFICIAL

Lord Jowitt, ya sea por un deseo de justicia para el capitán Ramsay o queriendo

ser cuidadoso para no repetir las fabricaciones del pasado, ha admitido en sus

memorias de los juicios de la guerra, publicadas en el London Evening

Standard del 13 de mayo, que los defensores en el asunto de Tyler Kent

actuaron de buena fe.

Lord Jowitt, para poder publicar estas memorias, se ha visto obligado a admitir

algo que ni al capitán Ramsay ni a Anna Wolkoff se les permite declarar en su

propia defensa: habiendo sido declarados los documentos concernientes

Secreto oficial que no pueden divulgar.

Sin embargo, ahora otros son libres de declarar lo que han sabido desde el

principio: que el capitán Ramsay jamás estuvo involucrado en comunicaciones

con los alemanes sino que intentaba comunicarle cierta información al

entonces Primer ministro Chamberlain, la cual el propio Mr. Chamberlain

estaba esperando y que a causa del arresto del capitán Ramsay jamás recibió.

Algo de esta información debe haberle llegado más tarde a Mr. Chamberlain a

través de otras fuentes, pues en los Forestall Diaries se reveló que Mr.

Chamberlain estaba convencido y de hecho así se lo dijo a Mr. Forestall, que

poderosos círculos judíos de Nueva York eran los únicos responsables de las

maniobras para meter a Gran Bretaña a la guerra, cosa que él no había

sospechado mientras fue Primer ministro y de lo cual debió haber sido

informado.

La barrera que se tendió entre Mr. Chamberlain y el capitán Ramsay fue el

encarcelamiento de este y el abuso de la Ley de secretos oficiales, seguido por

la difusión de la completa fabricación del Ministerio de interior acerca de que

el “capitán Archibald Maule Ramsay… había expresado su deseo de cooperar

con el gobierno alemán en la conquista y subsecuente gobierno de Gran

Bretaña”. Más tarde Lord Marley incrementó esta fabricación diciendo en la

Cámara de los lores que él sabía de buena fuente que el capitán Ramsay había

aceptado volverse Gauliter de Escocia bajo la ocupación alemana de Gran

Page 97: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

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Bretaña. Lord Marley no hizo caso de la exigencia que le hicieron los abogados

del capitán Ramsay de repetir estos cargos fuera de la cámara.

Durante 14 años Lord Jowitt debe haber sabido perfectamente que el capitán

Ramsay estaba realizando una investigación para proporcionar a Mr.

Chamberlain la evidencia documental que el primer ministro le exigía para

demostrarle los hechos que previamente le había revelado, y que el arresto del

capitán Ramsay se realizó justamente para impedir que esta evidencia fuera

presentada al Primer ministro. Pero han tenido que pasar todos estos años para

que Lord Jowitt reconociera que el capitán Ramsay es un hombre honesto que

“nunca hubiera realizado ninguna acción que él supiera estaba en contra de los

intereses de su país”.

Page 98: La Guerra sin Nombre de Archibald Ramsay

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ADVERTENCIA

El lector debe evitar descargar una copia de la versión en inglés de este libro

desde el sitio www.biblebelievers.org.au, donde se encuentra severamente

recortado y censurado.

Nosotros hemos utilizado una copia impresa (sin fecha) a la cual hemos hecho

algunas correcciones leves.

AAARGH