la guerra de las mujeres (maría correa morande)

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Libro que aborda el fenómeno de oposición de mujeres de derecha al Gobierno de Salvador Allende

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  • r 0X0EDITORIAL

    UNIVERSIDADTCNICA

    DEL ESTADO

    MARA CORREA MORANDE

    IA6uErRAde lasWJtpts

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  • Santiago de Chile, agosto de 1974.

    Mara Correa Morand sinti desde temprano una honda inquietud por los asuntos de la Patria.En su juventud, se manifest en su inters por la historia de su pas, que estudiaba con vidacuriosidad.

    Ms tarde, eso se materializ en su esplndido libro sobre la Conquista de Chile, quetitul: "Ins... y las Races en la Tierra", el que obtuvo las mejores crticasy agot rpidamentedos ediciones.

    Comprendiendo que la historia de los pueblos se hace cada da a travs de la polticacontingente, entr a formar filas en el Partido Liberal, donde muy pronto alcanz cargos de altaresponsabilidad. Fue durante largo tiempo Presidenta de la Seccin Femenina Liberal y laprimera mujer que integrara la Junta Ejecutiva del Partido.

    Elegida Diputado por el 1er. Distrito de Santiago, desempe el cargo con habilidad y unclaro sentido de los deberes parlamentarios.

    Ms adelante fue uno de los 50 Constituyentes del Partido Nacional, en representacindel Partido Liberal, y por dos aos consecutivos miembro de la Comisin Poltica.

    Tuvo parte activa en la Campaa Presidencial de Don Jorge Alessandri del ao 70, paraluego contarse entre las iniciadoras de la "resistencia" ante los atropellos a los DerechosHumanos, del Gobierno marxista.

    En este libro resume los sentimientos de mucha gente con quienes le correspondicompartir peligros y responsabilidades de lucha.

    En estas pginas, Mara Correa, muestra con indudable valenta, su fervor por las grandescausas de la Patria.

    L.C.

  • Siento como un deber el explicar a los que lean estas pginas, escritas al volar de la pluma, queno tuve el tiempo necesario para afinarlas como ellos lo merecan y lo hubieran deseado misaspiraciones literarias; temiendo sobrepasar la oportunidad d la exposicin.

    Tambin encontrarn insistencia en algunos conceptos, pero es que los considero de taltrascendencia, que creo importante tratar de grabarlos en la mente.

    Rugoles perdonar estas licencias, considerando su intencin,

    M.CM.

    En mi condicin de madre, quiero dedicar estas sencillas pginas, escritas con muchodolor, "a todos los hijos"... pensando en la angustia que sentimos las mujeres chilenas durantelos aciagos das del intento marxista.

    Nosotras habamos recibido un pas estable, progresando a la medida de sus posibilidades, construido por nuestros ancestros, en medio de una naturaleza difcil, con enormesesfuerzos y trabajo... y qu bamos a legar en herencia a las generaciones jvenes? , la crueldictadura comunista? , la vivencia estrecha de un sistema hermtico, dirigido, controlando elpensamiento, la actitud, el destino todo? ...

    ... Y sa fue la fuerza casi milagrosa que nos mantuvo de pie.

    M.CM.

  • 5Ante la admiracin del mundo entero, las mujeres chilenas llevaron a cabo una"resistencia" permanente, temeraria, en contra del gobierno marxista.

    No pretendemos desconocer, de ningn modo, la valerosa lucha que dierontodos los partidos polticos de la Oposicin, especialmente la ms enrgica yagresiva del Partido Nacional, ni la de movimientos tan audaces y valientes comoPatria y Libertad, ni la accin heroica de los gremios que se jugaron la vida yexpusieron sus medios de trabajo, ni la actitud severa del Poder Judicial, la Contra-loria General de la Repblica y el Congreso Nacional; ni el coraje de los jvenes queluchaban en calles y plazas con bravura admirable, ni la labor de los periodistas quedesafiaron las iras del oficialismo a travs de todos los medios de informacin...pero en esta oportunidad, nos hemos impuesto la tarea de relatar "nuestra guerra",la guerra de las mujeres chilenas, que no ha sido dicha.

    Estas pginas contienen, ms que un relato de hechos sucesivos, tantas vecescontados ya, LO QUE LA GENTE ESTUVO SINTIENDO, como: el dolor, elmiedo, el coraje, la angustia, la rebelda, el desaliento, el valor...

    Quiero dejar establecido, muy claramente, que todas las ancdotas que seinsertan y los acontecimientos que se relatan, estn basados en hechos reales,condensados del mejor modo posible. No hay nada ficticio, slo que a veces seomiten detalles innecesarios.

    Vlganos tambin el intento de llegar al corazn de las generaciones venideras,en un llamado de alerta, para que sepan detener a tiempo cualquier atisbo de vueltahacia el desventurado experimento que tuvo que sufrir Chile.

    Queremos explicar adems, porqu las identidades de las mujeres que integraron el Poder Femenino, estn representadas por un nombre de pila cualquiera:-Nos hubiera colmado de orgullo escribir los nuestros; pero queremos que cadauno de esos nombres represente a muchas mujeres, cantidad que hubiera resultadoimposible incluir en un relato. El dejar marginadas a tantas, que lucharon conindecible valor, cuya tenacidad y sacrificios no tenan lmites, sera una injusticiaincalificable.

  • 6Rogamos a las mujeres que no encuentran aqu, algo valioso que ellashicieran, perdonen nuestra falta de informacin y reciban el homenaje ms sincero.

    El hacerlo de ese modo, usando la incgnita, fue pues, slo un recurso, paraque todas estn participando en las pginas de esta historia, que es una parte de laHistoria de Chile.

    Sin jactancia alguna, con la mayor sencillez, vamos a ir contando...

    Deberamos escribir -dijo Paula- todos los riesgos que estuvimos corriendoestos tres aos de gobierno marxista: haciendo la "resistencia", viviendo el peligro,jugando con la sedicin...

    Me parece una idea estupenda, -apunt Mara Clara con entusiasmo. Hanaparecido toda clase de publicaciones... y nosotras las que dimos la batalla todos losdas, somos las grandes olvidadas. Qu es lo que los hace comportarse de esemodo? . No pueden ignorar los hechos pblicos y ostentosos, como las grandesconcentraciones que organizamos, las mil protestas frente a tal o cual lugar. Elmundo entero estuvo comentando la valenta de las mujeres de este pas...

    Casi todas hablaron al mismo tiempo, pero no haba enojo, slo un interrogante. Las voces sonaban alegres y la risa brotaba ligera.

    Las luces de la terraza se encendieron y las ramas verde-oscuro decoraron loscristales. Brbara se levant y encendi las lmparas de la sala. Un halo suave, deagradable intimidad, ilumin los contornos de las cosas que se haban desdibujadoen la penumbra.

    Juanita se enderez y sus ojos oscuros brillaron entusiastas. -Deberamoscomenzar por "la marcha de las cacerolas".

    -No, no, mucho antes... el mismo da desgraciado... esa tarde del 4 deseptiembre de 1970, cuando supimos que en Chile se haba muerto algo... Brbarano quera dejar nada atrs. -Paula, recuerdas cuando Patricio, a quien tanto legusta oficiar de ateo, dio un golpe sobre la mesa, preguntando indignado: y dndedemonio se ha metido la Virgen del Carmen?. Una sonora carcajada alivi elambiente que se haba cargado de tensin. -Es una mujer, tambin la Virgen delCarmen...

    - Cmo voy a olvidarlo! no voy a olvidar nada en absoluto. Vamos a contarcada cosa... y tambin cuando tenamos que alentarlos. Me parece justo... y ademsinteresante... no les va a gustar a algunos.

    -"Mil das de angustias", podra llamarse -insinu alguien.-Pero Paula insisti. No, a m me gustara decir de algn modo, que fuimos

    nosotras las que creamos el clima de resistencia y las que lo mantuvimos sin tregua.-Eso es lo exacto -afirm Juanita- y es lo que no se ha dicho.Las voces se confundan recordando.

    Los das dramticos vividos con tanta intensidad, luchando a veces hasta sinfe, con dolor de impotencia, con un temor desgarrante por los hijos demasiadojvenes que tambin peleaban en las calles... parecan como una tragedia, que ahora

  • 7poda mirarse desde lejos... y hasta con cierta gracia amarga.Hubo momentos en que slo seguamos resistiendo, porque no bamos a

    entregarnos mansamente... -dijo Brbara despacio, como si hablara slo para smisma. Otras tenan fe, sentan que de alguna manera saldramos... pero nopodan explicarlo, no exista precedente alguno, ningn pas del mundo lo habalogrado.

    Entr Mara del Pilar, Hola! -dijo. Qu bueno encontrarlas aqu! . Sufuerte personalidad siempre trastrocaba un poco el ambiente.

    Sabes? estamos decidiendo algo que te va a interesar.-Se puede saber qu es?-Es claro, escribiremos un libro. Un libro? . Sensacional. Nuestra guerra, tenemos que contarla

    nosotras.

    De modo que seguimos en la misma onda? ^-- -^Perfecto, creo que ser divertido. \ ^kNo te pongas superficial. ^d~>No lo soy. Nunca me hubieras dicho eso mientras hacamos "guaV

    dias" nocturnas participando en la defensa del barrio... o llevbamos alimehto'a los mineros o a los transportistas en huelga a travs de las barrerashostiles que cerraban los caminos.

    As es, lo reconozco... no lograron asustarnos y tal vez tienes razn.No es necesario adoptar siempre un aire de gravedad.

    La vida puede ser encantadora y hasta magnfica. Es un privilegio dela femineidad, ese poder adaptarse y variar segn las circunstancias.

    Eso es cierto. Los hombres siempre estn "vestidos" de su profesino de sus actividades, mientras tengan pblico... No es idea ma, lo dijo unfilsofo, se disculp Juanita.

    Las voces eran alegres aunque pesara sobre cada una, toda clase deproblemas. El pas ha quedado destrozado, ha sido saqueada su economay el diario vivir es una dura tarea para todos; pero el aire de la Libertad,pone alas en el corazn de l gente, coment Mara Clara. Despus de unmomento, continu: Lo cierto es que entre todos, creamos el clima y mantuvimosla resistencia, hasta que las Fuerzas Armadas, concientes de cual era su misin,asumieron la direccin de la Repblica.

    Mara del Pilar se acomod en el asiento: -O no estaramos contando lahistoria. Es como si hubiramos nacido de nuevo! . Lo que sabemos del Plan-Z,justifica todas nuestras preocupaciones. La vida de cientos de miles de chilenosestuvo al filo de la muerte. Nos salvamos por... seis das? ... suena como unmilagro!

    -Volviendo al libro... qu les parece si lo enfocamos en otro tiempo, para noprovocar agravios? -propuso Paula.

    -No, de ningn modo. Este es nuestro tiempo... y ha sido dramticamente

  • 8interesante... somos los nicos que hemos hecho el prodigio de abatirlos. Tiene queser histrico, no ficcin. Brbara hablaba con firmeza. -Debemos decirlo todo... ocasi todo...

    Casi, no ms... porque... la frase de Mara del Pilar se perdi en la risa general.-La "pequea historia" es la ms atractiva. Para dar una idea clara de lo que

    todo Chile sinti, sufri... hay que contarlo a travs de las emociones de las personas, como individuos... analizando lo que cada uno tuvo que padecer.

    Tienes razn, pero tendramos que hacerlo rpido y creo que todas estamosagobiadas de trabajo y de problemas...

    Es un trabajo que toma tiempo... hay mucho que decir. Pero no tepreocupes. Slo la gente que "tiene mucho que hacer", es la que hace cosas.

  • 4 de septiembre 1970

    El destino de Chile se jugaba sobre el tapete mltiple de las mesas electorales.Eran las siete de la tarde y las ltimas cifras parecan confirmar la trgica

    realidad.Alrededor de la rstica mesa de la sala de computacin, una veintena de

    personas guardaban silencio. Los encargados de comunicar la informacin, semovan como autmatas y entregaban las listas sin comentarios.

    Alguien sugiri que era muy extrao que demorara tanto alguna referenciasobre las mesas de mujeres... tambin se repetan mucho los mismos datos...

    Nadie respondi.Paula y Brbara se miraron. Podra haber algn fraude? . Ninguno pareca

    compartir esa inquietud. Todos tenan fe en la limpieza electoral... hasta entonces.Pablo Rodrguez se levant y comenz a pasearse a todo lo largo de la enorme

    sala.El tiempo segua pasando lento y abrumador.De pronto se acerc a la mesa. Habra que hacer algo -dijo- y haba deses

    peracin en su voz de timbre bajo. Sus ojos claros parecan oscuros pozos desombra.

    Desde todos los muros, la fotografa de Jorge Alessandri dominaba el ambiente.

    La votacin era muy estrecha, pero algo siniestro se cerna en el aire.Todos los que llenaban el recinto saban bien el significado que tendra la

    derrota. Sera el caos, la destruccin de nuestros valores, el camino en rpidodescenso hacia el sistema de la delacin y el miedo...

    Las pocas mujeres presentes se fueron reuniendo.Brbara hablaba con angustia. -No vamos a creer en esa patraa de "socia

    lismo a la chilena"... esto se acab... es el comunismo que llegar inexorable, paso apaso... siento como si se estuviera muriendo alguien muy querido... como los

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    padres... siento que se me muere la patria! -el llanto no la dej terminar- maana,quisiera amanecermuerta!

    -No -dijo Paula- lucharemos desde ahora, no vamos a permitirlo.-Nadie ha salido del comunismo, esa maldita esclavitud... ningn pueblo de la

    tierra -insista.Mara del Pilar se acerc. -Estamos mal -dijo muy seria. No tendrn la

    mayora absoluta; pero con un voto ms que consigan sobre nosotros, la Democracia Cristiana los apoyar.

    Brbara no poda contener las lgrimas. De todos modos, creo que tienesrazn. No vamos a someternos as no ms. Maana iremos a conversar con algunos"capos" -reaccion. Los he visto tan deprimidos. No estaban preparados paraperder.

    De todas maneras iremos -repiti Paula. Los otros tampoco estaban preparados para ganar... y eso puede ser peligroso.

    De maana decidieron ir a visitar a Don Arturo Matte. Su talento y ponderacin loconvertan en el personaje indicado para comenzar cualquier iniciativa.

    Pareci que todos pensaban lo mismo, porque no menos de treinta personajesde la campaa presidencial de don Jorge Alessandri estaban ah.

    Hablaban de redactar una declaraciaSe apartaron para trabajar en la redaccin.Brbara se acerc a un alto dirigente Nacional. Apenas poda contener su

    indignacin. Los hombres no quieren aprender la leccin -le dijo- siguen dejando alas mujeres al margen de "la mesa de las decisiones"... y vean lo que est sucediendo...

    Hubo explicaciones confusas y amables... pero no enmendaran la actitud...ellas lo saban.

    Con qu derecho se permitan restar al patrimonio intelectual y anmico dela Nacin, el aporte de las condiciones diferentes y complementarias de la mujer?

  • Con un escaso tercio de la votacin, en un oscuro fondo, con atisbo de fraude, seafianzaba la posibilidad para que un marxista ocupara la presidencia del pas.

    El 5 de septiembre, Chile entero pareca sumido en trgico letargo.Era ya casi el medioda y en Santiago las ventanas de todas las casas estaban

    cerradas. Las calles vacas redoblaban los pasos de alguno que pasara a los lejos.La ciudad pareca muerta, aplastada por la angustia.Entre tanto, ese mismo da, Radomiro Tomic con su tercer lugar en los

    escrutinios, lleg hasta la residencia de Salvador Allende para reconocer pblicamente el triunfo de la Unidad Popular bajo el oropel centelleante de los flash queencendan los periodistas nacionales y extranjeros.

    No tuvo ningn respeto por la opinin de los hombres y mujeres que, dealgn modo, haban decidido votar por l y que podan disentir.

    Estaba cumpliendo el previo acuerdo secreto, que era un secreto a voces, paraposponer a Jorge Alessandri, cualquiera que fuera la votacin obtenida en esabatalla electoral a tres bandas, en la que de ningn modo resolvera el pueblodirectamente.

    El tiempo segua corriendo en su eterno girar de das, desolados, angustiosos,desconcertantes.

    Y un clamor desesperado: Frei no deba entregar el pas al comunismo! . Su

    gobierno haba desembocado en este desastre, era su responsabilidad!La Democracia chilena, ejemplo en Amrica, se desplomaba en el camino

    inclinado hacia el abismo comunista.Se le propusieron las frmulas legales ms generosas: -El mismo, sera de

    nuevo presidente... Pero tendra que afrontar una etapa muy dura... y no tuvo el

    coraje.

    No haba resignacin en el ambiente.Nadie saba con que subterfugios haban logrado esa pequea mayora en la

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    votacin. Era slo un tercio, pero ah estaban... oficiando de ganadores.Y las mujeres comenzaron la guerra.Vestidas de riguroso luto, formando pequeos grupos, se alternaban frente a

    la Moneda todas las horas del da.La polica no les permita detenerse.-Quin dio esa orden? ... deban caminar sin cesar, dando vueltas y vueltas,

    con sus dramticos cartelones y su congoja.El prximo grupo se estaba vistiendo de negro para hacer su turno. Elisa

    cont que aquella maana pas junto a ellas el Embajador de un pas amigo. Estodeba conmover hasta a las piedras, dijo, y sigui murmurando algo que se perdi enla distancia. Fue como un blsamo!

    -No demoremos ms, hay que ir a reemplazarlas, estarn muy cansadas,recuerden que no pueden ni detenerse.

    Ese luto no era una ficcin, tena un significado muy profundo. Era el dolorque calaba en lo hondo del alma nacional.

    Elisa se sublev por qu slo nosotras protestamos, rogamos, nos persiguen,nos empujan... qu estn sintiendo los hombres?

    Lo mismo. Exactamente lo mismo; pero su orgullo no les permite rogar, niusar recursos como ste -Isabel mostr la ropa negra.

    Carmen se levant y su alta figura pareci dominar el grupo. Supongo queno creen tener culpas, ni desidias, ni equivocaciones...

    -Tal vez s lo saben, pero no tienen el valor de hacer estos desplantes quenosotras estamos intentando ahora. No va con su manera de ser.

    -Y t te crees que a m me encanta estar dando vueltas intilmente, delantede ese hombre que no va a reaccionar jams? . Brbara se senta muy enojada.

    De todos modos nosotras vamos a hacer "nuestra parte" -Paula saliadelante- cada una responde de s misma... todas somos mayores de edad.

    -Quiero creer que ellos estn haciendo algo positivo -rezong Brbara-siempre he tratado de imaginar que quienes se erigen en rectores del andar patrio,saben lo que hacen y lo hacen bien... pero hay cada falla!

    -Por favor, Brbara, no es nada oportuno que nos destruyas la fe en estosmomentos. Mira que la estamos necesitando mucho.

    -Tienes toda la razn, ya lo s. Vamos.

  • El 18 de septiembre se efectu un Te-Deum, como si no sucediera nada anormal.-Estuviste ah?-No pude, fue ms fuerte que yo.Haba mucha tristeza en el ambiente.Ese da, las mujeres quisieron ir tambin a protestar pero no tuvieron nimo.

    En un pequeo grupo, comentaban con desgano en casa de Isabel.Slo unas pocas, ms empecinadas, haban concurrido.Los hombres examinaban unos documentos sobre el escritorio.Elisa estaba obsesionada. Corr junto a la carroza -contaba- todas le

    gritbamos que no poda entregar el pas... saben? , el hombre lloraba... estabamuy conmovido!

    Eso no sirve de nada -se lament TeresaPaula habl con dureza. Yo no lo vi llorar.

    Bueno, da lo mismo. No pasar de ah.-No se hagan ilusiones. Gonzalo se volvi y abri el crculo. Vean esto.Creo que pronto tendremos que hacer "les maquis" -insisti Brbara. Esto ir

    de mal en peor.Esperemos que Allende no resulte tan malo... dicen siempre que en Chile no

    pasa nada.-No seas ingenua... y por favor, no repitas como tonta, esa frase estpida. En

    Chile: "ya pas". La tensin llegaba pronto a su punto de saturacin.Eugenio habl como reflexionando. No te enojes, Brbara, al fin y al cabo

    podemos pensar que ese hombre ha tenido una trayectoria democrtica. En elSenado...

    Democrtica, dices? . Cmo presidente de OLAS? . La organizacin paraextender la violencia por toda Amrica Latina. Te parece as de sencillo... el lderde la violencia continental?

    -Pero hay que considerar otras cosas... el medio en el cual le gusta vivir, lagente que frecuenta...

  • 14

    -Eugenio, por Dios! . Me exasperas. Brbara casi gritaba. Eso no cuenta.No oyes sus discursos? . No has ledo su programa?

    Es que todo eso slo me parece una demagogia barata... El modo como vive,los amigos que tiene...

    -Insistes en el aspecto superficial... No te engaes, es el ms temible e todos...T no le crees, por eso no le temes. Yo lo conozco y s le creo. Lo he escuchado

    hablando de sus ideas, y puedo asegurarte que lo deca en serio.Calma, por favor. No nos vamos a pelear entre nosotros.-Lo vern. Han averiguado cmo es que se ha instalado el comunismo en

    otros lugares? . Siempre la frmula para llegar es diferente, segn las circunstancias... pero, el final, es el mismo.

    -Nunca se ha hecho an por elecciones, debe ser ms difcil que con tanques-insisti Andrs.

    -Pero se hizo... aqu. No se han dado cuenta, an? . Ya parti. Puede serque el camino sea ms lento de recorrer... y tal vez no. He odo a checoslovacos,hngaros, blgaros... que en cada pas, siempre creyeron que "a ellos no lespasara"... y tenan buenas razones, pero "les pas".

    Muchos hablaron a la vez.An as -se impuso la voz de Gonzalo. T piensas que hay que dar la

    batalla?Es claro. Y para m, ser ms dura porque no tengo fe. Lo har de todos

    modos... todo lo que est en mis manos, todo; pero ser a fuerza de voluntad. Ypara mi consuelo posterior, no omitir ningn esfuerzo.

    Muchos chilenos creyeron que podran razonar con Allende.Especialmente los Demcrata-cristianos, insistan en "dialogar" y eso los

    volva indecisos, cambiantes, blandos.Adems estaba el Cardenal, que desconcertaba a los catlicos ms obser

    vantes, con sus palabras dubitativas y sus actitudes extraas.El da 19 de septiembre, se juntaron unas 3.000 mujeres en Alameda con

    Ejrcito, esperando la pasada de Frei a presidir la Parada Militar.Cada una. enarbolaba una banderita negra, clavada en una vara.All estaban tambin las brigadas marxistas: la "Ramona Parra" y la "Elmo

    Cataln", con el insulto procaz, el gesto adusto, los gritos insolentes.A pesar de las provocaciones, las mujeres aguardaron impertrritas la pasada

    de la carroza presidencial.Tard una eternidad... o al menos as les pareci.A cada momento los extremistas se mostraban ms agresivos. Comenzaron a

    rodearlas y a tirarles piedras y monedas.Una mujer pequea se enjugaba la sangre del rostro cortado por el filo del

    metal. Encogida, trataba de ocultar las lgrimas de ira, de impotencia, de dolor, queresbalaban contra su voluntad por las mejillas lastimadas.

  • 75

    -Nunca antes en Chile, se falt el respeto a las mujeres -dijo con la vozenronquecida por la furia.

    -Los comunistas no son chilenos. Slo son comunistas. Son capaces deasesinar, torturar, encerrar a la gente, slo por no ser comunistas. Brbara quera,desesperadamente, ensearle a todo el mundo lo que era esa secta.

    -Lo nico que s, es que quisiera verlos muertos -dijo la mujer con el paueloenrojecido entre las manos, estn provocando el odio.

    El gento pareci inquietarse.Se acercaba el cortejo.La carroza avanzaba rauda por el centro de la calzada. El squito, lujoso, se

    desplazaba veloz.Ya estaban ah, se distinguan los rostros......y pas, al trote ligero de los caballos, sin escuchar los gritos... sin ver la

    protesta.

    El 4 de octubre sesionara la Junta Nacional de la Democracia Cristiana.Las mujeres redactaron una carta, escrita con los retazos de esperanza que

    iban quedando: rogando, suplicando, para que "no entregaran la patria".Ese da, cada delegado tuvo en su sitio, una copia de ese documento y un

    ejemplar del libro: "Gan Allende", donde como en una visin proftica, en unadramtica premonicin, se contaba lo que iba a ir sucediendo, si ellos decidan elcamino del comunismo.

    Cuntos se dieron la molestia de leerlo ... de leer siquiera la carta?Hubo tanta superficialidad... o era tal vez desaliento, que muchos de los 562

    delegados, acordaron irse al Estadio Nacional, para ver el partido de foot-ball conBrasil! ! ! ... perdi Chile!

    Pero Rafael Moreno, el lder de la Reforma Agraria, origen de tantos males;hizo aprobar antes un voto, para continuar dialogando, "hasta llegar a un acuerdocon Allende", previa aprobacin de "un estatuto de garantas" integrado a laConstitucin.

    Qu ingenuidad!Si no hubiera existido tanto dolor, habra estallado en todo Chile una

    inmensa carcajada, tan sonora, tan expansiva, que llegara de uno a otro extremodel territorio Nacional.

    Fuentealba, Leighton, y Maira!Sule, Millas y Herrera!Antes de una semana, todo estaba consumado.Haba sucedido como llevado por las manos misteriosas, ignoradas del

    destino.Muchas de las mujeres que integraron la reunin demcrata-cristiana, no

    estaban de acuerdo.

  • 16

    Diana lloraba presa de una angustia incontenible. El roce tibio y salado de laslgrimas, la aliviaba en alguna medida, por eso las dejaba correr a raudales.

    Los sones de la Cancin Nacional quisieron porfiadamente convencer a losreacios, pero slo exacerbaban la desesperacin.

    No, mi Patria no! -pensaba enloquecida de dolor. Dios mo! pero esque a nosotros nos va a tocar entregarla?

    Sus grandes ojos abiertos, nublados por el llanto, se cruzaron con la miradasorprendida de Radomiro Tomic. Ella jurara que vio, o crey ver? un extraointerrogante que la dej perpleja.

    Muchas mujeres estaban llorando.Algunos hombres sostenan una mirada muy seria, con un singular gesto en el

    rostro.

    Nadie estaba contento. La mayora de los demcrata-cristianos, criticaban a supresidente: Prado haca declaraciones poco atinadas.

    Aniceto Rodrguez se indignaba con su Partido porque transiga con losdemcrata-cristianos...

    Lo crea de buena fe?Las mujeres seguan acosando a Frei diariamente, vestidas de luto frente a la

    Moneda, concientes del peligro que oscureca el horizonte de Chile.

    El da 22 de octubre, las radios comenzaron a dar la noticia, sin comentarios: ElGeneral en Jefe del Ejrcito, Rene Schneider, acribillado a balazos, agonizaba en elHospital Militar.

    Nadie comprenda el suceso.Pero la presencia de algo siniestro, de algo que tendra consecuencias terri

    bles, ensombreci ms an el ambiente.-Quin lo habra querido asesinar? . Para qu...?Los propios protagonistas no lo entendan. Slo haban intentado raptarlo!Algo funcion mal. No estaba pasando como lo haban planeado.Disparos! . Sangre!No lo podan creer! . Se miraban atnitos unos a otros. Su propsito haba

    sido slo crear un clima de confusin, para estorbar de algn modo la eleccin deAllende por el Congreso Pleno.

    Pero los acuerdos tomados en muchas reuniones, con distintos personerosestaban ahora trastrocados.

    Alguien cambi todo el esquema!Traicin!Lo que estaba sucediendo, comprometa a los conjurados y contrariando sus

    propsitos, afianzaba la posicin de la Unidad Popular. Era una jugada maestra!... que los aniquilaba.

  • 17

    El General se mora en medio de la confusin.Uno de los jvenes pregunt -Qu sucedi? . Por qu tena que disparar?La pregunta intil qued sin respuesta.El automvil arranc en direccin al Hospital.-Vamonos de aqu, es demasiado tarde para todo...

    Eliana sollozaba. Su hijo haba participado en el frustrado secuestro. Es un patriota! . Hara cualquier cosa... por salvar a su patria... ha

    expuesto su vida... Por Dios, Paula! -suplicaba. Tienes que ayudarme... S dondese ha refugiado, por el momento...

    Por supuesto. Har todo lo que pueda. Paula pensaba con urgencia. Tenemos que sacarlo del pas, ahora mismo. Nunca los van a dejar establecer que nohaba ningn intento de matarlo.

    Recorrieron caminos, perseguidas de cerca por las brigadas, pidieron ayuda,convencieron gente...

    Algunos escaparon, otros fueron encarcelados y torturados.-Esa fue la versin que lleg a conformarse la ciudadana. Nunca hubo una

    completa.

    En una oficina del centro de la ciudad, las mujeres se instalaron, para reunir firmaspidindole al Presidente Frei, que "no entregara el pas al comunismo".

    No descansaban un momento. Salan con las hojas de papel en blanco, alimentando esperanzas, y volvan con ellas rasguadas de tinta, dibujando nombres yms nombres de mujeres chilenas, que no se resignaban, que no se resignaran jams.

    Tambin haba el miedo. Fueron muy pocas. Pero, con qu derecho? , ennombre de qu demonio, haba que torturar a la gente con ese miedo? . Venan casillorando a pedir que borraran sus nombres, porque las haban amenazado con lapersecucin, con el despido del trabajo, a ellas y a los suyos... y eso sera el hambrepara sus hijos. Desesperadas, sin atender razones, borraban sus nombres del papel,destrozndolo con una hoja de afeitar o recortando el pedazo.

    Y ah quedaba, en ese hueco afrentoso, el signo del miedo... que en el fondo,era el smbolo del sistema que se quera imponer.

    De todos modos, ms de 20.000 mujeres dejaron escrito su mensaje, que fueimpotente para detener la cada, pero que recoger la historia, justiciera implacablede los errores humanos.

    Paula y Diana fueron las encargadas, ms tarde, de entregar a Frei, el gruesopaquete conteniendo las planillas llenas de firmas.

    Iban envueltas en un papel azul y amarradas con una cinta roja, para quejunto a los papeles, formaran los colores de la bandera.

    Eduardo Frei las tom en sus manos, con un gesto nervioso y habl como sireflexionara: El nico modo de afrontar esta situacin -dijo- sera organizando

  • 18

    una accin en conjunto. No se conseguir nada con actos separados, mientras susmanos recorran inquietas los contornos del paquete cerrado.

    Oscureca despacio, tindose de rojo el cielo de la tarde.Detrs de la estatua de Manuel Rodrguez, que pareca venir al galope de su

    caballo fantasma, desde las tierras feraces del sur, se juntaba una multitud demujeres portando banderas chilenas.

    Sobre el alto pedestal, Pablo Rodrguez, encendido de amor patrio, habl dela libertad.

    Al terminar el discurso, se organiz de un modo espontneo una marcha endireccin a la Moneda.

    A la altura del Cerro Santa Luca llegaron las brigadas marxistas enarbolandocadenas de hierro.

    La conmocin fue espantosa.Las mujeres corrieron hacia el centro de la Alameda, defendindose con las

    astas de sus banderas. Se dispersaron, pero volvieron a juntarse frente ala BibliotecaNacional.

    Las piedras las heran, pero no lograron asustarlas.Casi de inmediato llegaron jvenes del Partido Nacional y de Patria y Liber

    tad. La lucha fue corta porque los agresores huyeron.Pero al enfrentar la Moneda se volvieron a encontrar.Entonces las mujeres perdieron la calma y devolvieron la agresin. Fue como

    si en un instante preciso, se hubiera terminado la mansedumbre.Con las uas arrancaban las baldosas de la vereda y las partan en pedazos,

    golpendolas contra la solera de piedra.Fue una batalla campal.Con la llegada de la noche, se acentu la confusin.Paula corra desesperada detrs de un hombre que le haba arrebatado la ban

    dera. Mara del Pilar fue en su ayuda y la rescataron luchando en medio de unalluvia de piedras.

    Se miraron en medio de la batahola, rindose, aferradas al palo del enormepabelln, olvidadas del peligro que campeaba alrededor.

    Nadie pensaba en el peligro, Toya, con su hermoso pelo blanco, revuelto porla brisa y la agitacin, gritaba en medio del caos reinante, cuando se le acerc sunieto. -Por Dios, abuelita, porqu no se va de aqu, puede pasarle algo.

    Se dio vuelta, furiosa: -ndate t, yo no me muevo de este lugar mientrashaya algo que hacer.

    A su alrededor toda la calle era una locura colectiva.Los extremistas nacionales y extranjeros se haban encontrado con las

    mujeres chilenas!Luchaban mano a mano, sin cejar un punto.Finalmente el cansancio termin con la batalla y los contendores se fueron

    dispersando en direcciones distintas.

  • 19

    Debe ser tardsimo -dijo Paula- y mira como estamos...Seoras, las llevo -dijo galante un automovilista.Esta bandera pesa una tonelada -rezongaba Mara del Pilar y cmo vamos a

    meter este palo dentro del auto?No lo vamos a desarmar ahora, bajemos el vidrio.El pobre hombre se va a arrepentir del ofrecimiento... nos mira aterrado.-Mejor no digas nada.Y con bandera y todo las fueron a dejar a sus casas.

  • Eran las 10 de la maana del 24 de octubre de 1970.-"En nombre de Dios se abre la sesin". El Presidente del Senado, Toms

    Pablo usando la frase de ritual, consumaba la tragedia.Las pantallas de televisin llevaban a todas partes la dolorosa noticia, resul

    tando intolerable contemplar la materializacin del drama.Era como si manara sangre de las recientes heridas...Marisa se puso de pie... no poda soportarlo.La familia entera miraba callada. Le pareci que todos estaban plidos, como

    hipnotizados. Esperaban algn milagro? . Ella no los comprenda. No poda estarseah, quieta, viendo como se cumpla el trgico destino de Chile.

    Se fue a su cuarto, cerr la puerta y de espaldas sobre la cama, dej que laslgrimas corrieran por sus mejillas en silencio. Estuvo mucho tiempo ah llorando,con ese llanto callado de la desesperanza

    Alguien abri la puerta y volvi a cerrarla. La voz del locutor lleg hasta ellaanunciando la votacin: los 75 votos de la Democracia Cristiana marcaron aAllende. Pero aunque Alessandri haba retirado su opcin, a que la ley le dabaderecho, el Partido Nacional entero vot por su nombre.

    Pasaron las horas, lentas, entre un aire saturado de angustiaCada uno se fue a su cuarto o se aisl en algn sitio. Nadie quera comentar.

    Marisa escuch espordicamente la voz de alguno de sus hijos, pero no registr loque decan.

    La tarde fue cayendo silenciosa, oscurecindose dentro de la pieza, hasta quese encendieron las bujas de la calle, marcando el cuadrado haz de luces de lasventanas sobre la alfombra.

    Diez das ms tarde, Eduardo Frei entregaba la banda presidencial a SalvadorAllende.

    Entonces las mujeres decidieron demostrar su congoja de un modo especial.Ya no haba ms que suplicar, nada ms que decir... y se hizo "la marcha del

    silencio".

  • 22

    Vestidas de negro, marcharon calladas por las calles de Santiago, como sifueran las avenidas de un inmenso cementerio, en medio de la lluvia que caaimplacable.

    Fue intil que las acosaran con insultos, con piedras, con amenazas... ellarcontinuaban impertrritas, de a tres en fondo, como sombras, en la hora en que caela noche, atormentando la conciencia de muchos culpables.

    Se cre el GAP (Grupo de Amigos Personales) para cumplir una misin que siemprehaba correspondido a Carabineros, la de cuidar la seguridad del Presidente de laRepblica. Era una organizacin para-militar, compuesta por delincuentes comunes,a quienes se dot de una flota de automviles Fiat- 125.

    A todas horas recorran la ciudad a velocidades prohibidas, destrozando losvehculos del servicio, con un desprecio insano.

    Por otra parte se dio rienda suelta a las "brigadas" marxistas: la "ElmoCataln" y la "Ramona Parra", que asolaban los barrios y "trabajaban" a sueldo,como tropas de choque contra los descontentos de la Oposicin.

    Se iba conformando el cuadro.Cada da el "muro" pareca ms alto e inexpugnable....Y comenz el xodo.Un clima de profundo desaliento iba apoderndose de todos.Los hombres de trabajo vieron sus empresas arruinadas por el odio exacer

    bado que predicaban "activistas" a sueldo, nacionales o extranjeros.Se presentaban pliegos de peticiones, de alzas de salarios hasta de un 700/o ,

    con la intencin de quebrar las industrias.Las expropiaciones o las simples "tomas" fueron suficientes para privar a

    cualquier ciudadano del resultado del trabajo de toda su vida y de su esfuerzocreador.

    Los jvenes profesionales o tcnicos, que haban luchado por conseguirconocimientos que les permitieran lograr un mayor bienestar para los suyos, quesoaron con alcanzar alguna meta, con educar a sus hijos en su dogma, con progresar legtimamente y vivir con natural albedro, viendo como se iba consumandoaqu, el mismo trgico destino que en otros pases del orbe, alcanzados por la garrasovitica... se marcharon con los suyos en pos de la libertad.

    Santiago se convirti en el centro del xodo.Las oficinas que entregaban pasaportes se colmaron de gente que conoca el

    proceso comunista, que conocan los sufrimientos de la gente de Cuba, y no estabandispuestos a sufrir su esclavitud.

    Por conservar esa libertad, que sentan como propia, que corra por sus venasque golpeaba en sus sentidos, en su razn, que no estaban dispuestos a transigir..fue que resolvieron dejar el suelo patrio y emprender el peregrinaje doloroso haciaotras tierras, entre otras gentes...

  • 23

    Qu agona! dejar los carios, el medio... ir a la aventura de horizontesinciertos... que sin embargo significaban: LIBERTAD.

    Hombres, mujeres, nios... La inseguridad pona un sello de urgencia.Largas filas interminables: certificados, vacunas, documentos y ms docu

    mentos...

    Trpticos para el automvil, pasajes de avin, todo estaba completo.Los empleados, atochados de trabajo, se volvan insolentes. Comenzaban a

    convertirse en los "tiranuelos" que proliferan en todos los despachos de cualquierlugar donde impere el comunismo, haciendo intolerable el medio en que se vive.

    La angustia era la tnica del momento.Los que conocan como era la vida en el sistema marxista, los que saban la

    tragedia del silencio, del miedo como forma de presin, de la delacin, del trgicodesamparo del hombre ante el Estado, que conforma las vivencias del comunismo;no estaban dispuestos a someterse.

    Era mejor la libertad, donde fuere, con no importaba que medio... perolibres, con hijos propios y libres, con la esperanza abierta, sin la espantosa sensacinde que todos los pasos que se dieran, terminaran siempre al pie de un muroimpenetrable.

    Los que con mayor claridad perciban la cada vertical que significaba ese"camino al socialismo" fueron los ms decididos en partir.

  • Cada da se consumaba un paso en el camino descendente.El abogado Eduardo Novoa comenz a hacer aplicar su desvergonzada

    poltica de los "resquicios legales", para arrasar con la empresa privada, al margende las atribuciones del Congreso.

    Fueron cayendo una a una las grandes fbricas, desarticulndose la produccin, destruyndose la maquinaria, provocando el caos entre los trabajadores,propiciando el "mercado negro", que corrompe, abusa, rapia...

    Los interventores contraan deudas, ocupaban las pertenencias ms ntimas delos propietarios...

    El despojo haba comenzado impetuosamente.Las mujeres seguan su propia guerra...

    Juanita y Mara Clara sentadas sobre la arena, con las rodillas abrazadas,contemplaban calladas el horizonte azul.

    Maana llegarn los maridos, -dijo Mara Clara despacio- ms desanimados ypesimistas que nunca.

    Y los pobres no van a mejorar de nimo, con la vista de este balnearioinmundo, en huelga municipal. La basura ftida delante de cada casa... y el cretinodel alcalde mapucista, fomentando el incordio.

    Me dan ganas de ir a su casa y cantrselas claro.-No, casi grit Juanita. Se me ocurre algo estupendo. Se levant de un salto.

    -Ven, tenemos que ponernos en accin ahora mismo.-Pero, de qu se trata?-Por el camino te lo cuento... la noche va a estar claraA las 10 comenzaron a salir los automviles de cada casa, con los focos

    apagados. Slo la luz de la luna permita los movimientos, con cierta seguridad.Entendindose casi slo por seas, cargaron los tarros repletos de basura y se

    encaminaron hacia la lujosa casa del alcalde.Se detuvieron a cierta distancia. Los acarreaban entre dos y los vaciaban en el

    frente de la residencia veraniega.

  • 26

    Se form una montaa de desperdicios, hediendo de un modo horrible,mientras la caravana se alejaba, dispersndose silenciosa.

    Al da siguiente, la huelga haba terminado sin mayores exigencias.As, en todos los rincones de Chile, la guerra de las mujeres segua su curso.

    De una manera o de otra, no estaban dispuestas a dejarse atrepellar, sin dar supequea o gran batalla

    Las haba de todas las medidas, pero eran implacables, con esa fuerza porfiadade quien sabe que est del lado de la raza

    Las relaciones con Cuba y China comunistas, ya estn dando sus amargos frutos,-coment Adres, sin apartar la vista del diario.

    Eso era de esperarse. Paula aparentaba una calma que no senta. Vendrnlas elecciones municipales, eso s que ser una prueba para el Gobierno... y paranosotros. Crees t, que se podr hacer algo positivo?

    No, no me lo parece. La gente est con el nimo por el suelo. Es muy ciertoeso de que no estbamos preparados para perder.

    Pero de todos modos, habr que preocuparse.-Es demasiado pronto, Paula Siempre los gobiernos han ganado las primeras

    elecciones que se efectan en cada mandato. Eso es inevitable. Los chilenos son

    presidenciables y siempre quieren ofrecerle oportunidades al nuevo mandatario.Ahora todo es diferente: ste es comunista. No me parece que podamos

    darnos ese lujo... dejar as no ms, que ellos ganen.-No digo que los dejemos. Digo que es inevitable.Me exaspera tu pesimismo.-No es pesimismo, es realismo.El cuatro de abril, las 280 comunas del pas se pronunciaron en un 49/o

    por el gobierno, ms los votos de la Unin Socialista Popular. La Oposicin sloconsigui el 47/o del electorado.

    El desaliento pareci sepultar para siempre toda la esperanza.El drama segua su natural trayectoria...A fines de mayo, el gobierno anunci que requisara "toda la industria

    textil".En el Congreso las voces del Partido Nacional se levantaron violentas, pero no

    eran suficientes para lograr detenerlos.

    Otro drama sacudi el oscuro presente de Chile.La noticia corri con la velocidad de la luz a lo largo de la Avenida Providen

    cia: haban asesinado a tiros a Edmundo Prez Zujovic.Era la maana del 8 de junio de 1971.La gente se preguntaba sin conocerse. Siempre alguien tena alguna infor

    macin: -Iba con su hija, lo cercaron con dos automviles y le dispararon a quemarropa... la joven result ilesa... parece que l la protegi con su cuerpo...

  • 27

    Los datos a veces eran contradictorios.Pero, quines fueron, quines querran matarlo? , la pregunta iba de uno a

    otro, pero no haba ninguna respuesta concreta.Frente al Banco Sud Americano, se form un grupo: -Lo mat el propio

    gobierno, es claro -asegur un seor alto y delgado.-Cmo? . Por qu lo dice usted?Pero, es que ustedes no han ledo la campaa de injurias desatadas en su

    contra, por los diarios controlados por la Unidad Popular?As es -dijo otro. Lo marcaron como un lder... cubriendo su nombre de

    injurias y calumnias.Espero que descubran a los asesinos, pronto. Lo deseo por l, por su familia

    y por Chile -dijo BrbaraAlgunos la miraron interrogantes.-Digo por Chile, porque no debemos olvidar que l fue Vicepresidente de la

    Repblica y Ministro de Estado de la Democracia Cristiana... esto tal vez los hagareflexionar... a los DC... y entiendan que no se puede confiar en los comunistas.

    La presin va a ser enorme. Tendrn que encontrarlos -insisti el hombrealto. Yo soy demcrata-cristiano... no s si deba decir: era. No entiendo tantaingenuidad... y abrindose paso se alej del grupo.

    El tiempo segua consolidando los propsitos de la Unidad Popular; los enunciadosy los ocultos.

    Pas por el Congreso la nacionalizacin del cobre. No se poda votar encontra, aunque la desconfianza que suscitaba el gobierno hiciera desear a muchoschilenos que se hubiera postergado tal decisin.

    Y como una granizada sigui la estatizacin de cuanta empresa importantetena el pas.

    El ambiente de inquietud pona tenso todo contacto entre la gente. Comenzaban a contestar de mal modo, a enojarse sin razn aparente, a convertir cualquierconvivencia en una batalla.

    Va mucho ms rpido que lo fue en Cuba comentaban. Y el xodo continuaba in crecendo.

    Paula entr en su casa con nimo agresivo. -Habr una eleccin complementaria enValparaso -dijo- y creo que hay que dar esa batalla... y ganarla Ser el 18 de julio.

    Andrs no contest. La conoca bien. Dio media vuelta y entr al comedor.Ella apenas estuvo sentada. A cada momento se paraba para llamar a alguien,

    para hacer un encargo, para ponerse de acuerdo sobre algn asunto importante.En la tarde vendra el Senador. El tena ideas muy particulares sobre la

    eleccin: habra que conversar con cada elector, uno a uno, recorrer el plano y loscerros de Valparaso. Tambin las otras ciudades de la provincia. Sera un trabajomuy agotador, pero crea que era la nica forma de intentarlo con alguna probabilidad de triunfo.

  • Las mujeres tomaron entre sus manos la parte ms dura.Recorrieron los cerros, hablaron, convencieron, hicieron encuestas, ensearon

    a vocales y apoderadas, aportaron datos electorales. Ciento cincuenta mujeresexpertas en trabajos electorales, se trasladaron a la provincia para colaborar.

    Se gan la eleccin de Osear Marn, independiente, por escaso margen. LaOposicin se haba unido por primera vez, no muy convencida

    Pero fue un triunfo.La rueda de la fortuna se haba detenido y comenzaba a girar en sentido

    contrario, lentamente...Una leve... muy leve ilusin volvi a muchos corazones.

    Dola saberlo: Fidel Castro vena a Chile.El tirano del Caribe, el que haba hecho asesinar ante el "paredn" a ms de

    20.000 personas inocentes, el que mantena a su pas en la miseria y el hambre, sepaseara por las calles de Santiago, recibiendo el homenaje del gobierno.

    Llegara el da 10 de noviembre de ese aciago ao de 1971.La noticia colmaba de indignacin a los chilenos, agobiados ya por el despojo

    y la violencia.Chile se haba dividido ya en dos bandos irreconciliables.Los universitarios se unan cada da en mayor nmero a la Oposicin.Ahora se haban "tomado" la Escuela de Leyes de la Universidad de Chile.Reinaba tanta violencia en el ambiente, que hasta el ministro Toh intervino

    un da personalmente en los disturbios, olvidando la dignidad del cargo.Paredes, el Director de Investigaciones, descarg su revlver contra los estu

    diantes, mientras los jvenes se defendan con piedras y otros elementos contundentes.

    El propio gobierno trataba de crear el caos, para justificar luego cualquierrecurso extremo.

    Cada da haba enfrentamiento con piedras, linchakos y garrotes con clavos,armas predilectas de los marxistas.

    El gobierno amenazaba que la resistencia desencadenara una guerra civil. Y laciudadana se preguntaba si todo eso no era ya, una guerra civil .

    Tambin los campos se tean de sangre.La lucha entre los agricultores y los activistas pagados por el gobierno arras

    trando a los campesinos, era la lucha ms desigual.Eso s, cosa curiosa, el Sub-secretario del Interior nunca saba nada de lo quesuceda en el pas.En ese escenario apareci Fidel Castro, rodeado de una numerosa delegacin

    y sus cincuenta guardias personales fuertemente armados.El gobierno consigui montar una gran manifestacin con arcos de triunfo y

    bambalinas. Circo para el pueblo!

  • 29

    Pero la Oposicin atac en todos los frentes.Los jvenes de Patria y Libertad y la recin formada: "Brigada Rolando

    Matus", del Partido Nacional (llamada as en honor de un joven nacional, asesinadoen el sur, por grupos marxistas) se dedicaron a hostilizar el paso de Castro dondesea, a pintar muros y pisos, con alusiones a sus crmenes contra la gente pacfica desu tierra y con agravios contra su persona

    Fueron perseguidos y acorralados por rdenes del gobierno, pero no logranevitar que la ciudad se llenara de protesta por la ingrata presencia.

    Las mujeres, organizadas en grupos, tambin le demostraron su descontento,desafiando la represin policial. A su paso le lanzaban, desde las ventanas, millonesde volantes manuscritos sobre papel de peridico, exigindole que se fuera de Chile.

    El Coronel Alberto Labb, Director de la Escuela Militar, se niega a rendirlehonores y pag con el sacrificio de su honrosa carrera, su orgullo de chileno.

    La prensa marxista lo atac duramente.

    Teresa se lament: Me lastima la actitud del Cardenal, que se muestra en

    compaa de los comunistas con tanta frecuencia... como si ignorara las persecuciones despiadadas a la religin catlica en el mundo marxista.

    No tienes porqu sufrir as. El es un hombre nada ms y puede equivocarse,-le dijo Brbara con tono ligero.

    Cmo que nada ms? -Teresa siempre se alteraba ante la indiferenciareligiosa de su amiga. Es el Cardenal, el ms alto prelado de la Iglesia chilena No me

    parece tolerable tu tono de burla -concluy enojada-No me burlo. Pero si lo hace mal, ser l mismo y no t, quien responda

    ante el Papa, supongo...-Por Dios, Brbara, qu tiene que ver? . No he pensado siquiera en lo que

    dir el Papa.-Pues, eso s, deberas irlo pensando -Brbara se puso seria- porque segn

    entiendo, l no puede equivocarse... y deber arreglar este asunto. Es muy importante.

    -Y no se equivocar, ya lo vers.-Me gustara creer eso. Me lo ensearon de muy nia. Pero de todos modos,

    quisiera verlo, porque la Iglesia Catlica tiene mucha influencia en el comportamiento poltico de los pueblos.

    -Ten confianza.-Procurar tenerla... pero, qu ha pasado con los 80 curas marxistas? ... que

    hace poco entregaron las declaraciones ms... extravagantes, por decir lo menos.-Me imagino que los censurarn.-Slo te lo imaginas, porque hasta aqu, no hay ninguna reaccin... ni la veo

    venir. Si tienes tanta fe en el criterio del Vaticano, habra que hacer alguna gestinpara que...

    -No est dentro de mis posibilidades -la interrumpi Teresa vivamentemolesta. Lo ests diciendo para irritarme... y yo siempre caigo.

  • 30

    -Ya, no vamos a discutir ahora... sigamos con Fidel. Iremos esta tarde a laEmbajada de Cuba.

    -Es claro que iremos. Iremos a todas partes.

    En cada hogar, el grupo familiar pareci centrarse alrededor de los padres.La dscola actitud que hasta entonces haban tenido los jvenes, cambiaba

    por momentos. El jefe de la familia comenz de nuevo a ser el ncleo, el refugio, losabio.

    Una especie de pnico interior conmova los cimientos de la estructura social.La doctrina marxista comenz a mostrar sus feos designios, que cada da

    avanzaban un punto, cerrando los caminos para las justas ambiciones juveniles. Elderecho a progresar, a esforzarse para conseguir un mayor bienestar personal, ya notena sentido...

    Slo el bastin de la familia se mantena enhiesto todava, pese a los desesperados esfuerzos de esas sectas pseudo-religiosas, como SILO y otras, creadas porel marxismo, para destruir en sus cimientos, lo que ellos llaman la "sociedadburguesa".

    Las ciudades adquiran un desolador aspecto de derrota. La basura se acumulaba en las aceras y los muros pintarrajeados destilaban el odio en las figuras sinarte, de entes repulsivos, en dramtica confusin con signos y nombres extranjeros.

    El cielo pareca de plomo. Clido y saturado de inquietudes, pesaba sobre la granciudad.

    Una sensacin de fracaso aplastaba el nimo de los chilenos. Haban sufridotodo un ao de gobierno marxista, en su descendente camino al socialismo.

    Casi se poda oir, sentir, como estaban destruyndolo todo!La voz de las radios de la Oposicin, agresivas, cada vez ms audaces, los

    diarios entregando slidos argumentos para sealar el vandalismo; iban afinando lasensibilidad de la gente.

    Con slo tenderse boca abajo sobre el pasto, poda "escucharse" el saqueo,poda "percibirse" el odio, consegua "olerse" el humo del incendio en que seconsuman siglos de trabajo, de voluntades en accin, de esfuerzos, de herosmos...

    No haba esperanza. Todo caa ante la picota implacable de ese camino alsocialismo.

    Y al destruir el campo y la industria, comenz a asomar la escasez. Al final dela perspectiva, se vea el hambre amenazando, puesta ah de adrede por ellos, parareducirnos a su voluntad.

    Corrieron lentos los das de ese largo ao 1971, en que pareca sepultada parasiempre la esperanza.

  • El telfono repiquete urgente. Brbara levant el fono mientras lea con atencinun grueso libro y la televisin mostraba anuncios cargados de odiosa propagandasectaria, que prefera no escuchar.

    Finalizaba el mes de noviembre y la gente no perciba siquiera la presenciaalegre de la Primavera.

    Al otro lado de la lnea son una voz amiga. Las palabras venan colmadas deextraas vivencias. Se la qued escuchando con admiracin. Haba gente con tantapujanza todava?... De pronto se dio cuenta que tena que responder: ququieres que hagamos? . Una marcha por las calles de Santiago? ... y con cacerolas? , no es algo un poco loco? ... tendramos que ser muchas.

    Subi el tono en el audfono: Por supuesto, seremos muchas... si todasayudan... si lo organizamos bien...

    No te exaltes. Har todo lo que digas. Ir a tu casa ahora mismo.Brbara manej su coche, con lentitud entre el trnsito pesado que se acer

    caba a los contornos del centro. No era sa su costumbre, pero quera pensar. Nadahaba logrado sacarla de esa apata, incongruente con su propio carcter, que lahaba dominado todo ese largo ao. Su familia desmembrada por los cuatro puntoscardinales del planeta, le dola de un modo lacerante. Su inquietud por el destino decada uno, la mantena muchas noches en vela y el dolor de ver como agonizaba laPatria, la haca sentirse enferma.

    En casa de Carmen encontr unas veinte mujeres, amigas algunas, otras sloconocidas... la mayora pertenecientes al Partido Nacional; pero todas vibrantes deentusiasmo. Qu extrao! -pens- por qu creen en esto? . Si les sirve, aunquesea para hacerlas sentirse as, voy a ayudar, es claro.

    Alrededor de la enorme mesa del comedor, unas cortaban papeles de diario enpequeos trozos y otras los escriban con plumn, llamando a concurrir a la"marcha de las cacerolas", con las variantes que a cada una se le ocurran. Ya eranexpertas: As haban hecho llegar su mensaje de repulsa al tirano del Caribe, quean prolongaba su visita.

  • 32

    Las horas pasaban veloces y slo contaban con unos pocos das. La "marcha"deba de ser el 2 de diciembre. Nadie saba porqu, pero as se haba resuelto.

    -Con quines ms estn contando?Bueno, hemos tomado acuerdos con las demcrata-cristianas, de la Demo

    cracia Radical y otras organizaciones femeninas... y que cada una llame a su lista detelfonos, pidiendo que a su vez hagan lo mismo. Y por supuesto, hay que conectarse con los Centros de madres, Juntas de vecinos, etc.

    -De dnde sali la idea?-Es una pregunta difcil. Hay muchas que se la atribuyen... ya sabes, siempre

    es as. Qu importa! . Lo que ahora cuenta es que todas estn interesadas. Lasmujeres de la DC estn trabajando mucho.

    -Y qu opina tu marido?-Lo mismo que los otros maridos... que estamos locas, pero que lo hagamos

    si pensamos que puede resultar.-Y t, qu crees?-Que resultar y que traer cola... Dios te oiga!

    Los telfonos llamaban en todas partes, se visitaba a grupos distantes. Hubouna urgencia general. Los recados se repetan y se cruzaban, eso no era importante.Lo decisivo era que la voz llegara a todos los rincones de la ciudad... y el optimismocontagioso moviera voluntades... hasta que, como un torrente devastador, laopinin pblica comenz a bullir y a movilizarse.

    Se estaba resquebrajando el enorme muro de contencin de un dique,colmado hasta los bordes. Se oan crujir las amarras!

    El 2 de diciembre amaneci luminoso. A media tarde, empezaron a convergera la Plaza Baquedano, las mujeres de todo Santiago, con una cacerola entre lasmanos.

    Al principio, no se atrevan, no saban qu hacer con ella... pero de pronto,por aqu o por all, algn grupo la haca sonar tmidamente... hasta que vino,desatado, el rugir arrollador de miles de cacerolas vibrando en el aire de la tardesantiaguina.

    Y ese clamor fue subiendo hasta llegar a la madriguera de los dirigentesmarxistas escondidos.

    Venan ms mujeres, en grupos o solas, con vestidos del color del verano yuna extraa alegra en los semblantes.

    Por todas las calles, se acercaban, caminando ligeras, como si un Humadomgico las trajeras hacia el vrtice de ese inmenso torbellino.

    Las voces juntas y dispares formaban una orquestacin magnificada.Y ms y ms mujeres... mujeres de todas las condiciones, de todos los

    aspectos, mujeres chilenas que se haban puesto de pie para entregar su mensaje deprotesta.

  • 33

    Pero no haba odio en sus rostros. El hecho de reunirse, de ser muchas, habaroto la angustia... y el poder expresarse les comunicaba una alegra que no podanexplicar, que era difcil traducir en palabras, en conceptos; pero que se pareca auna liberacin.

    Se inventaban consignas ingeniosas que eran recibidas con alegres carcajadas.Desde alguna ventana, llegaba un insulto soez, que era respondido de inmediato conesa gracia atrevida que provoca a reir.

    En esos momentos ms pareca un enorme carnaval, que un reclamo poltico.Y seguan llegando mujeres, ms y ms...La enorme plaza se hizo estrecha.En la sombra, los hombres del soviet comenzaron a tener miedo... y el miedo

    es un mal consejero.Se negaron a detener el trnsito por la Alameda y la enorme columna,

    presionada por su misma creciente marejada, comenz a moverse hacia la avenidadel Parque Forestal.

    Los muchachos que tenan tomada la Escuela de Leyes, se haban subidosobre el techo y enarbolaban una bandera chilena enorme flameando airosa, sobre elblanco y azul de la cordillera. La hilera de jvenes al borde mismo, en lo alto deledificio, cantaban la Cancin de la Patria.

    Las mujeres, de' todas las edades, de todos los lugares, corrieron en esadireccin, avivndolos, embriagadas de emocin.

    Haba un nudo en todas las gargantas y lgrimas en los ojos.A todo lo ancho de la calzada se extendi la muchedumbre. En las aceras

    haba muchos hombres que aplaudan. Tal vez pensaban que, en algn momento,podan tener que defenderlas; pero de un modo vago.

    No haba atrevimiento en ese desfilar, aunque fuera una protesta. Muchas

    mujeres pensaban que slo era necesario hacer notar "que no lo estaban haciendobien". No crean an que se trataba de la implantacin de un sistema, de un planpuesto en marcha para destruirlo todo.

    Ellas slo protestaban para que se enmendaran rumbos. Haba mucha ingenuidad y tal vez mucha ignorancia todava entre los chilenos.

    No queran imaginar que estbamos en el camino de bajada, sin retrocesohacia el comunismo.

    No saban an que la Unidad Popular quera el "poder total"... sobre lavida... sobre la mente.

    El enorme gento se mova lentamente.A ambos costados, los jvenes de Patria y Libertad luciendo cascos amarillos

    y bastones, muy concientes de su papel de defensores, velaban ostentosamente porla seguridad de las mujeres. Era reconfortante verlos, aunque para muchas era sloun alarde que agradecan con simpata. Tambin iban jvenes de la DemocraciaCristiana y del Partido Nacional, no tan bien organizados.

    Y tu cacerola? -pregunt Angela.

  • 34

    -Del interior de una bolsa de compras, Brbara sac un palo de media escoba,sin otro comentario.

    Mujer de poca fe.Ambas rieron.-T sabes lo que yo pienso acerca de lo que est sucediendo en este pas. No

    creo ya, en viejitos pascueros.Alrededor se cantaban canciones alegres o se gritaban consignas divertidas.

    La Tencha nos deca que Allende no serva! , y el coro general enronqueca lasvoces femeninas.

    De pronto, brot desde el fondo, desde el subconciente de la chilenidad,libertaria y rebelde, el grito que como una clarinada reson por todo el tiempo de lalucha que cubri los mbitos de Chile.

    - Chile es y ser un pas en libertad!Se grit primero con desafiante alegra, luego con rabia o con dolor. Acom

    pa a todos en las tragedias, los triunfos, el reto, la advertencia.Ese da naci.Naci como una advertencia.

    Luego se convirti en un anatema.La columna, ancha, enorme, serpente al costado del Palacio de Bellas Artes y

    se apretuj para entrar por Santa Luca, mientras las ltimas mujeres, an no semovan de la Plaza Baquedano.

    En la esquina de Merced un grupo de exaltados de la Unidad Popular gritabaninsultos y lanzaban piedras en su contra.

    Fue el principio del drama.De ah en adelante el camino se hizo ms y ms hostil. La Polica Especial,

    ubicada al costado del Cerro, no miraba el desfile y su posicin hiertica era comouna amenaza.

    An los gritos eran alegres y se confundan con el taer de las cacerolas, entrelos carte Iones que nominaban los distintos grupos.

    Brbara y Virginia se hallaron de repente bajo un lienzo de la DemocraciaCristiana. Todas rieron y se separaron. La gente se encontraba y se desencontraba...todas eran amigas, porque estaban en el mismo afn.

    Haba algo como un encantamiento, una emocin profunda en ese encuentrode seres humanos, muchas veces apartados por ideas diferentes, que se unan en lapasin compartida de amor a la Patria.

    Avanzaban despacio, coreando entusiastas el grito que cualquiera improvisaracon ingenio.

    Algunas caminaban retrocediendo para dirigir, para unificar a los grupos.Curiosamente no sentan como una sorpresa la inmensidad de esa concu

    rrencia.Los hombres s. Ellos estaban sorprendidos.Su porte respetuoso bordeando la calzada, aplaudindolas, cambiando una

  • 35

    frase afable con alguna conocida que pasaba, celebrando las consignas ms audaces,coreando a ratos la Cancin Nacional: era algo tan importante, tan slido, que luegoen el recuerdo, resonara dentro de cada uno, como el entendimiento definitivo enla lucha que comenzaba.

    En medio de la muchedumbre, los saludos cordiales, con calor de amistad enlos encuentros breves. A veces desde lejos, separadas por grupos ajenos, una manoen alto luciendo la cacerola.

    -Mara Ins, qu te parece esto?-Colosal. Vino Marta?Es claro, por ah anda.Y las palabras cruzadas a todo lo largo del camino, entre gentes que no se

    haban visto nunca; amistosas, alentando ilusiones:Ver usted como los echamos.-No ser fcil.Pero, los chilenos, no lo vamos a aguantar.Se hacan planes, se comentaba, sintiendo que estaban entreabriendo una

    puerta forzada... pero que exista un poder de "resistencia".En los primeros balcones asom la bandera patria.Los gritos se elevaron en una batahola. Era como una fiesta. Al fin! . Un

    revivir de esperanza.Banderas! , banderas! ... a todo lo largo de la calle, los edificios se llenaron

    de banderas...La Cancin Nacional, otra vez.Los brazos en alto: gritos, consignas...Y... Chile es y ser un pas en libertad!Mujeres que venan de todos los extremos de la ciudad, confundidas en un

    abrazo fraterno. Desde las poblaciones precariamente levantadas sobre la tierracruda, desde los barrios medios, donde escasea el dinero pero seorea la dignidad ydesde cualquier lugar ms o menos pudiente; campeaba la chilenidad amenazada, eldesafo al intento de dominacin ajena, a la destruccin de los viejos valores...

    No, con esta gente. No, con nosotros los chilenos.

    Inexplicablemente, era una creencia general, que de algn modo podrandetenerlos... aunque no lo hubiera logrado antes ningn otro pas de la tierra.

    Se supo que no les permitiran llegar hasta la Moneda, pero no quisieroncreerlo.

    No era extrao que lo intentaran. Ya las haban desviado de la ruta autori

    zada. Pero nadie lo tomaba demasiado en serio.La mayora no haba entendido an lo que estaba pasando en Chile.Tal vez era que no queran entenderlo, como un recurso anmico, como una

    especie de defensa interior.Desde los balcones aplaudan el paso de la caravana y hacan sonar cacerolas.

    Segua la fiesta...

  • 36

    Los gritos se multiplicaban, a veces discordes, entre la multitud que avanzabadescuidadamente.

    Las primeras mujeres llegaban ya al costado de la Biblioteca Nacional. Nadiepareci preocuparse porque la marcha se detuvo.

    Desde un camin que abra la manifestacin, una voz de mujer habl largamente. No se entenda muy bien porque los gritos entusiastas apagaban el discurso.Luego se pidi que esperaran unos momentos, porque se estaba cuestionando elpermiso para continuar hasta el Palacio de Gobierno. Como un recurso emocional,las mujeres cantaron otra vez la Cancin Nacional, pero no hubo respuesta. Ester sedetuvo interrogante con una vieja sartn en alto y el palo de Brbara en el aire,callando de repente su estridente sonajera.

    Hubo un momento de extrao y expectante silencio. Algo estaba sucediendo.Una presencia sospechosa, que acusaba peligro, paraliz el entusiasmo... quineseran? , dnde estaban?

    Slo unas pocas se dieron cuenta en ese momento: un escozor de miedo,acus la aparicin de las brigadas marxistas.

    Agazapados entre los arbustos de la Plaza, detrs de cada rbol, dispuestos aherir, a golpear, a matar...

    Brbara recuper su garrote de un ligero tirn.Y con qu voy a tocar?No seas estpida. Aqu se arm. Agarra tu sartn a dos manos y de

    findete!Armados de cadenas, ya se abran paso entre la columna de mujeres, unos

    metros ms atrs, atravesando el sesgo, en direccin a la calle Moneda.Las cadenas abran regueros de sangre en los rostros, en los brazos desnudos,

    o tean de oscuros moretones las espaldas, cuando ellas indefensas, se acurrucabancontra losmuros escondiendo la cara.

    Algunos llevaban papas con hojas de afeitar, para dejar tajos profundos quemarcaran para siempre.

    - Criminales! . Asesinos!La rabia y el dolor provocaron una espantosa reaccin. No tenan con que

    defenderse. Se produjo pnico en unas pocas y se encendi el coraje entre lasdems.

    Las que iban adelante, avanzaron hacia el centro de la Alameda. Entoncessucedi algo que nadie poda creer: La polica tena "orden" de tirar bombaslacrimgenas sobre las mujeres que huan del ataque de las brigadas comunistas.

    Cuando estall la primera, el desconcierto fue indescriptible. Algunas corrieron y otras mantuvieron a pie firme sus posiciones.

    No puede ser cierto -pens Brbara Lo estoy viendo y no lo puedo creer!Su ira fue ms fuerte que la razn. No arranquen, mierda! -grit. Muchas

    mujeres se volvieron...Otra bomba estall a un escaso metro de ella. Por un tiempo que le pareci

    una eternidad, estuvo totalmente ciega.

  • 37

    Avanz hacia el centro de la calle, alejndose despacio, por instinto, delpeligro. Una horrible sensacin de nuseas le impidi moverse.

    Cuando pudo ver a medias, la fila apretujada de policas que impedan el pasohacia el poniente, le pareci algo irreal, borroso y deformado, como una enorme ymonstruosa caricatura.

    Un coraje rayano en la inconciencia, alent a muchas mujeres que se volvieronfuriosas contra los que las atacaban, cuando deban defenderlas.

    De otro modo haban visto siempre a las fuerzas del orden: como elementosde seguridad para los dbiles, para los que tenan la razn...

    Los hombres resistan estoicos, los insultos femeninos, cumpliendo la ordenbestial, que muchos recibieron con repulsa.

    Seora, por favor, no me diga ms maricn, a mime mandan. Son rdenesdel Intendente...

    Carmen se detuvo en medio de una frase, -...pero ustedes que deberandetener a esos asesinos... tambin nos atacan... cmo se llama esto?

    Mi mujer anda con ustedes.Todo el lugar era un pandemnium. Muchas manifestantes caan desmayadas

    con asfixia. Sus amigas las arrastraban, alejndolas del infierno donde campeaban lasbrigadas.

    Corriendo por la calle Santa Luca, apareci por fin, un grupo de muchachosde Patria y Libertad. Sin detenerse, se avalanzaron sobre los marxistas que huyerondespavoridos hacia el Cerro. Valientes, bien entrenados, audaces, los persiguieronencaramndose por los muros de piedra.

    Era un espectculo abismante: esas fieras humanas que se haban ensaadocontra mujeres indefensas, huan como conejos a esconderse entre los matorrales,frente a hombres adiestrados para la lucha.

    En la esquina sur, desde lo alto de un edificio, comenzaron a tirar vidriosquebrados sobre las mujeres. Se produjo un nuevo brote de terror. Las heridaseran profundas y se abran como rojas flores de sangre.

    De dnde haba brotado esa depravacin, esa crueldad brutal, esa perversinincalificable? , en un pas donde antes, siempre rein la concordia y el orden...

    Cadenas, vidrios, hojas de afeitar... hiriendo, golpeando... y las bombas lacrimgenas y los bastones.

    Pero an as, las mujeres no abandonaban el campo.Juanita corra como loca. Su talla pequea se perda a veces entre la multitud.

    Mara Clara se haba desmayado unos pasos ms all, con una rara lentitud. Suesbelta figura se fue doblando, desdibujndose, hasta quedar tendida sobre la calle,como si estuviera dormida. Mucha gente corri a socorrerla.

    Algunas mujeres lloraban de miedo, de desconcierto... pero otras, la mayora,estaban enardecidas, se vean transformadas por el coraje.

    Un cura atraves el camino de Juanita. Ella se lo qued mirando, slo unossegundos y remecindolo, agarrado por las solapas, le gritaba: -Usted es comu-

  • 38

    nista, usted es comunista. El pobre hombre se defenda: No, seora, no. Alguienla tom de un brazo y la apart. Las mujeres sintieron un odio casi irracional contratodo lo que de algn modo, hubiera apoyado a los comunistas.

    En unos pocos momentos, todo haba cambiado.Nunca hubo una orden tan torpe: atacar a las mujeres!Ahmismo naci la "resistencia"!Una resistencia que nada lograra detener ya.La polica segua cerrando el paso hacia la Moneda, pero las mujeres conti

    nuaban dominando la calzada gritando con el lenguaje ms atrevido. Un lenguajeprocaz, que tambin naci ah. Que nunca se haba usado antes. Ninguna groserapareca suficiente para calificar al gobierno.

    El estallido de una bomba las haca retroceder unos metros, pero volvan.Las que no alcanzaron a llegar a la Alameda, tuvieron su propia batalla en el

    centro. Las atacaron frente al Congreso y en todas las calles que bajaban hacia laCasa de Gobierno. En todas partes fue lo mismo. .

    Se prolong por horas.De repente el enorme grupo que se hallaba frente al Cerro Santa Luca, se

    encontr entre dos fuegos. Desde la Unctad, las "brigadas" trataron de encerrarlas.Un grupo de jvenes aguantaron el choque, para que las mujeres pudieran salir haciael sur.

    Hasta ese lado caan tambin las bombas.Ya haban llegado muchos hombres: maridos, padres, hijos, novios...Una larga columna sigui hacia el sur, gritando, enardecida, sangrando, con

    los ojos enrojecidos por los gases...Cuando una joven cay asfixiada, apareci, quien sabe de donde, un fotgrafo

    con aviesas intenciones. Quera tomarle fotos con los vestidos levantados por elesfuerzo desesperado de respirar.

    Brbara alz su garrote y lo golpe con todas sus fuerzas, una y otra vez, conlas dos manos, de un lado y del otro. El tipo trataba de defenderse, pero no lolograba. La mquina cay al suelo y rod la pelcula.

    -Basta, basta, seora..., gritaron unos hombres; pero ella no poda detenerse.De pronto se volvi. -Llvenselo -grit- a este desgraciado, maricn.

    Se enderez mirando alrededor, como si recin viera a la gente. Estabarodeada de un crculo. Algunos aplaudieron. Una muchacha dijo: -Bien hecho. Quealguien se las d.

    De un grifo sala un grueso chorro de agua fresca, moj su pauelo y se lopuso sobre los ojos adoloridos, mientras pensaban intilmente. Cmo lograranabrirlo...?

    Le dolan los brazos y el cuello. Pareca que la cabeza le iba a estallar... y otravez las nuseas...

    La multitud dobl por Rancagua hacia el occidente.Brbara tuvo que pensar donde haba dejado su automvil... estaba le-

    jsimo!

  • 39

    Se haba separado de todos en medio de la contienda. Iba rodeada de genteextraa, pero que igual los senta como amigos. Todos llevaban la misma indignacin, el mismo furor...

    Un cansancio insoportable se iba apoderando de su cuerpo. Las piernas ledolan y dudaba de alcanzar a llegar. Tambin senta como una herida dentro delpecho y en la garganta. Haba estado horas gritando...

    Lleg exhausta a su automvil. Se sent adentro, pero no pudo ponerlo enmarcha de inmediato. Era tal el cansancio, el dolor, en las piernas y en los brazos;que no poda desembragar, ni hacer los cambios.

    Esper un rato.La ropa heda a sudor, a gases, a tierra...Necesito un bao tibio, pens, mientras manejaba despacio.En la puerta de su casa la esperaban los hijos alarmados. La radio estaba

    dando las noticias ms inquietantes.El presidente de la radio Agricultura haba hecho un llamado a los hombres,

    para ir a vengar el agravio... y haban anunciado que la emisora sera clausurada, porsedicin.

    Todos hablaban al mismo tiempo, mientras ella los abrazaba con exageradaemocin.

    Acaban de llamar de casa de ta Elena. An no ha llegado y estn muyasustados, dijo alguno.

    Sin decir nada volvi a subir a su automvil y fue a casa de su hermana.

    Llegaron al mismo tiempo.Qu te haba pasado?-Tuve que llevar a Margarita al Hospital. Le estall una bomba y casi le

    destroza una pierna... est mal. Tambin le alcanz a la nia. El espectculo ah esatroz. Est lleno de mujeres heridas en el rostro, en los brazos... tajeadas, golpeadasbrutalmente con cadenas... tambin haba un joven del Partido Nacional, no supe sunombre; pero estaba desmayado, cubierto de sangre.

    -Lo atendieron pronto?-De inmediato. Lo metieron al pabelln para operarlo. Tena un tajo pro

    fundo en el cuello... decan que en el primer momento no se dio cuenta y siguipeleando... de repente cay desmayado. Parece que est gravsimo. Hay muchosheridos a bala tambin.

    Varias personas llegaban a una casa vecina. Una muchacha gritaba histrica. Sehaban llevado a su novio herido y no saba adonde. Cay, poniendo su cuerpoentre la joven y las cadenas homicidas.

    Elena entr en su casa y le llev un calmante. La nia sollozaba...Esa tarde se haba levantado en Santiago una barricada, con las voluntades y

    la indignacin de las mujeres. Ahora ya saban el sentido de ese "camino al socialismo". Todas las palabras huecas de la campaa adquiran en estos momentos suverdadero y terrible significado.

  • 40

    Los chilenos tenan el destino trazado.Era como la gnesis de un nuevo y distinto quehacer.Sera muy duro. Al final del camino en el tiempo, poda estar el fracaso y la

    muerte... o el triunfo.Cuando Brbara se tendi por fin sobre el lecho, no poda conciliar el sueo.

    Toda esa batahola de la tarde, segua girando ante sus ojos, abiertos en la oscuridad.Sus amigos la haban visitado esa noche. Todos opinaban, hablaban a gritos...

    pero no haba consistencia todava en sus propsitos.Pedro le haba reclamado el riesgo corrido.-Mi amor, le contest, con una calma fra, no me lo vuelvas a decir. Estamos

    en guerra... y voy a pelear hasta el final... cualquiera que sea ese final.-Si tuvieras que escoger entre...Ella lo interrumpi. No lo digas. Sera tonto y podra ser malo para noso

    tros. Son cosas distintas y en esta pelea nos vamos a matricular todos... no te hagasilusiones.

    Y esa noche cuando durmi, sus sueos fueron atormentados, llenos de imgenes monstruosas, que disparaban gases y humo sobre unos nios que se agolpaban contra una puerta cerrada.

    Al da siguiente, los diarios anunciaban que la ciudad haba sido declarada Zona deEmergencia.

    Y la noticia de "la Marcha de las Cacerolas", dio ms vueltas al mundo quecualquier satlite artificial, en las pantallas de los televisores de todo el orbe.

    A lo largo y a lo ancho de los cinco continentes, a colores y en blanco ynegro, la vieron en todos los pases de la tierra.

    Siempre se dijo que las mujeres chilenas, eran algo diferente...

  • La orden lleg, nadie saba de donde: -A las 10 de la noche, todo Santiago debatocar las cacerolas.

    Misterios que corren por los veneros de la sangre.Los pueblos tienen un lenguaje tcito, que aflora en la magia de ignorados

    derroteros.Toda la ciudad lo supo. Haba una especie de expectacin, de prisa, porque

    llegara la hora sealada.Empez como un murmullo.En todos los barrios.Primero en una ventana y en la vecina y en la otra, y se sum la cuadra

    siguiente y la de atrs y la manzana entera y la que segua... en rpido suceder.Hasta que toda la ciudad reson como una inmensa cacerola, ahogando los

    otros ruidos en una enorme marejada de protesta, que lo abarcaba todo, que aturdaa los enemigos, que los rodeaba, que los sumerga en el tam-tam mgico, incontrolable y exasperante.

    Durante horas sonaron las cacerolas!Slo si agotado, alguien se detena unos segundos, poda escuchar el retumbar

    atronador que pareca remecer la ciudad hasta los cimientos.Era la ms rara manifestacin imaginable. Detrs de cada ventana abierta a la

    noche santiaguina, una mujer enviaba su mensaje sin palabras, que estremeca laconciencia de Chile.

    As sigui sucediendo, noche tras noche, golpeando sobre la tensin exacerbada de la gente, aguzando los sentidos.

    En todos los barrios de Santiago: desde las ms modestas poblaciones deBarrancas, Conchal, Santa Rosa o San Miguel..., en los sectores de clase media,hasta los ms acomodados del barrio alto; se oa el mismo, atronador y monocordesonar de las cacerolas.

    Era mucho ms que una protesta Era algo inexplicable, como una expresintelrica.

  • 42

    Ese taer de cacerolas mova voluntades.Tena el significado ignoto de los tambores de la selva. La gente comenzaba a

    salir de sus casas, empujadas por el misterioso mensaje primario, que incitaba a lalucha, despertaba instintos escondidos, remova violentas rebeldas.

    Cada noche, la ciudad se fue llenado de "resistencia". Los jvenes encendanfogatas en las calles, se formaban inesperados mitines en las esquinas, los gritosllenaban la noche de inquietudes.

    Cada noche... a las diez en punto de la noche!

    Cuando la Radio Agricultura estaba clausurada, algo faltaba junto al despertar decada maana: las voces amigas, animando, vigilantes, en permanente desafo. AlvaroPuga, Carlos Ashton, Gabito Hernndez, Luciano Vsquez... Ellos eran tambinalgunas de las vctimas de la furia oficialista.

    Los periodistas libres, hombres y mujeres que con igual valor, con la mismadescuidada audacia se batan todos los das contra la amenaza, la celada, el reto.Junto a los hombres estaban: Silvia Pinto y Patricia Guzmn, inteligentes y valerosas, la agresiva Carmen Puelma, de juicios bravios y voz desafiante; Mara EugeniaOyarzn, documentada y distinguida, poda decirlo todo sin perder su aire distantey hasta altanero... y las ms nias, recin egresadas de la Universidad... Sera muylargo enumerarlas a todas, pero todas se jugaron la vida en esa batalla.

    La gente viva pendiente de la ltima informacin. Todos los chilenosandaban con una radio en la mano.

    Los peridicos parecan atrasados, porque las noticias del da anterior resultaban aejas. Pero estaban los artculos de fondo, las fotos, las opiniones... y elpblico se los devoraba.

    El gobierno segua permitiendo "esa libertad de expresin" porque era elprecio que pagaba por engaar a la opinin pblica del mundo entero. Con eseseuelo poda permitirse todos los abusos, las ilegalidades, los atropellos.

    Pero la oposicin, haca el mximo uso inteligente, de esa "puerta deescape", en diarios, revistas, radios y televisin, exacerbando la concienciaciudadana.

    El gobierno permita que funcionara el Congreso, pero desconoca sus acuerdos y mantena una pertinaz campaa de desprestigio en su contra y en contra decada parlamentario opositor que lograba convencer a muchos incautos.

    Sin embargo, el Parlamento tambin haca el mejor empleo de su alta tribuna,mostrando a los chilenos, los abusos, los escndalos, las aviesas intenciones desobrepasar el Estado de Derecho, los despojos, los crmenes, los desfalcos, la rapacidad.

    Esa tarde Brbara encontr un recado de Paula. Vena llegando de viaje y laesperaba en casa.

  • 43

    La sala estaba repleta de amistades.Slo se hablaba de poltica.Era el nico tema de inters para los chilenos, con justificada razn. Se viva

    en una constante agona. Cada da pareca de un modo ms claro, que todo lo quese posea, que todo lo que a uno la rodeaba y le era querido... no le perteneca.Como si slo le fuera "prestado" por un tiempo pequeo, que se acortaba porsegundos.

    Paula se entusiasmaba al contarlo: En Madrid vimos por televisin la"marcha de las cacerolas". En un principio no se entenda bien. Cremos que habaestallado una revolucin y quisimos venirnos ese mismo da. En la compaa deaviacin no nos queran creer: Si hay una revolucin, querrn postergar lospasajes... Nosotros queremos irnos de inmediato.

    Luego conseguimos comunicacin por telfono. Fue slo una manifestacinde protesta... pero naci la resistencia... Viva Chile! . Viva Chile! -nos gritaban.All, todos llorbamos de emocin.

    Aqu, nosotros an no la hemos visto en televisin. Pero fue colosal. Ya nopodrn detenernos.

    Eso quiere decir que se te pas el desaliento?-Resucit. Estoy desesperada por hacer cosas. No podemos seguir as.-Tengo la impresin de que todo est desarticulado, tenemos que organi

    zamos. La Oposicin no coordina... hagmoslo nosotras?Puedes creer que el Partido Nacional ha hecho todo lo posible. Se han

    dejado de lado algunos muy justificados rencores... pero los "socios"son muydifciles... quieren parecer ms izquierdistas que los mismos comunistas... y comoeso no es posible, no se llega a ninguna parte con ellos, la voz de Brbara se hizotriste.

    -Pero hay que lograrlo. En la medida que se consiga ser til.-S, eso pienso. Podramos conversar con Diana y tal vez Anglica, de todas

    las que conozco son las ms amigas nuestras.-Perfecto, puede ser el jueves, alas cinco?-Habra que preguntrselo a las dems. Qu te parece Ins, de la Demo

    cracia Radical? y Emilia? ... Tambin alguien de Patria y Libertad?Dile a quienes quieras... lo ms amplio posible. Hay que conseguir represen

    tantes de todos los partidos opositores.As comenz a rodar el mecanismo que cundira pronto a lo largo de toda la

    Repblica tan quedamente, sin estridencias, casi sin esquemas.Se acercaron otras personas.El Senador Pedro Ibez reciba en ese momento todo el peso de la furia

    marxista.

    -Esplndido tu discurso. Te estuve llamando para felicitarte.-Muchas gracias, pero soy yo el que las felicita: la marcha fue grandiosa. Ha

    sacado a mucha gente de la apata... creo que tendr consecuencias de gran envergadura.

  • 44

    -Paula me estaba contando que la vio en Madrid...-Han llamado de distintas partes del mundo... ha sido un impacto perio

    dstico y poltico, por supuesto, en todas partes.

    Pero Chile continuaba rodando por el despeadero.Las "estatizaciones" seguan su loco camino: el cobre, el carbn, el salitre, el

    cemento, el hierro, tambin el acero, las textiles, las pesqueras, los Bancos... el90/o del crdito ya estaba controlado por el Estado y el 85/o de las exportaciones... y segua la vorgine ante el desaliento y la impotencia general.

    Los obreros azuzados por los "activistas" del marxismo, presentaban pliegosde peticiones imposibles de satisfacer, con el fin deliberado de destruir la economaprivada en todos los niveles.

    Se expropiaban tierras o simplemente se "tomaban" con el simple procedimiento de clavar una bandera chilena en medio del campo. Dos millones y medio

    de hectreas robadas, en un despojo despiadado, que se convertan de inmediato enterrenos baldos.

    La indigencia llev a muchos hombres que haban dado forma y riqueza alAgro chileno, a trabajar de plomeros o de choferes de taxis, para dar de comer a susfamilias.

    La Democracia Cristiana comenz recin a alarmarse. El Senador Hamiltonestudi una reforma constitucional, que delimitara las tres reas de la economa,para detener el despojo, amparado en "los resquicios legales" de Novoa. El yFuentealba, la presentaron a la aprobacin del Congreso.

    La Oposicin unida, la aprob por gran mayora.Pero Allende, simplemente, no la promulg.Rompa abiertamente con las disposiciones de la Carta Fundamental... no se

    atrevi tampoco a recurrir al Plebiscito. Una consulta al pueblo... de cuya lealtad lalardeaba.

    Entre tanto el campo chileno se iba muriendo entre el vandalismo y la esterilidad.En cada rincn de la tierra, grande o pequeo, (eso no tena la menor impor

    tancia); el ataque personal o el asalto a sangre y fuego, amparado por las autoridades locales, escriba diariamente una trgica crnica roja.

    Cuando Olga entr, todos se volvieron interesados por conocer los ltimossucesos.

    Tena un aspecto dulce. El pelo blanco peinado sin pretensiones y el timbresuave de su voz, engaaban en el primer instante.

    Cuando comenzaba a contar su drama, todos la miraron con cierta curiosidadprimero, y luego con creciente inters. No cabe duda: es la "cacica" de su grupofamiliar... y es un grupo de bravos.

    Paula -deca- nos persiguen a muerte. El campo est dominado por la anarquams absoluta. Mis hijos se tienen que defender constantemente.

  • 45

    -Supe que ellos se haban tomado la Municipalidad... y los caminos tambin,haba una mezcla de admiracin y maliciosa aprobacin en las palabras de Paula.

    En un grupo, con otros amigos... y lo seguirn haciendo. No van a permitirmansamente los atropellos. Estn organizando la resistencia hacia el sur... todos losagricultores grandes y pequeos, lo siguen. En sus ojos brillaba el orgullo materno.Pero la venganza, las amenazas... muchas veces han salvado la vida, slo por suespritu indomable.

    Pero nosotras, las mujeres, tenemos mucha influencia. Deberamos juntarnos... hay que hacer algo. Haba una urgencia desesperada en el fondo del tonoaparentemente calmado de su voz.

    Hemos estado planificando eso. Lo haremos.-Cuenten conmigo para lo que sea.-Tenemos que contar con todas... de aqu en adelante no podremos des

    cansar ms...

    -Cmo fue cuando se raptaron a tu hijo Ramn?En su rostro se dibuj un gesto amargo, que hizo arrepentirse a Marisa de

    haber hecho la pregunta.Pero ella comenz el relato con su voz apacible: -Estaba en el fundo, con su

    mujer... lo sorprendieron descuidado, cuando iba a la lechera -se detuvo unmomento, como si le costara seguir hablando.

    -...se defendi como un len; pero, eran ms de treinta, los bandidos! ,lograron derrumbarlo, pegndole con un palo en la cabeza. Lo amarraron y loarrastraron hasta la bodega, donde lo aseguraron contra el suelo con alambres. Fuehorrible! . Lo patearon por todo el cuerpo, la cabeza... afilaban una hoz, dicindole

    que con ella le iban a cortar el cuello. Pero no lograron obligarlo a firmar lo queellos queran. Lo hubieran muerto, si no es porque uno de ellos se escabull,desafiando las consecuencias y corri hasta las casas para avisar. Conoca a Ramn

    desde chico...El hombre lloraba: - Seora, por Dios! , lo van a matar, deca. Es tan

    valiente el patroncito. No lo pueden convencer, no lo harn... y lo van a matar.

    -Cmo? , dnde est?El viejo sealaba la bodega. - No vaya usted seora! , estn como locos. Por

    favor, no vaya usted.Ella corri al telfono y pidi socorro a los carabineros. -Pero, por el amor

    de Dios, vengan ustedes pronto... o estar muerto!

    La noticia pareci arrastrada por el viento. Comenzaron a llegar los vecinos:en automviles, camiones, caballos...

    -Si alguien se acerca lo matamos, gritaban desde la puerta entreabierta de la

    bodega.Los carabineros trataron de parlamentar.-Cuando yo llegu desde Santiago, estaban an dialogando. Convers on el

    Capitn, continu Olga.

  • 46

    -Seora - me dijo- yo no puedo hacer nada ms. Si toco a alguno de estosextremistas, me hacen un sumario y me expulsan. Estn organizados y dirigidos porel MIR. Acordaron pedir los "servicios especiales"... tienen ms elementos yautoridad... , dijo.

    Lleg un grupo de muchachos de Patria y Libertad. Comenzaron a acercarsedesde distintos ngulos, tratando de efectuar un ataque por sorpresa.

    Pero, de vez en cuando, alguno se asomaba gritando: -Si no se retiran,lo vamos a matar.

    De pronto aparecieron los Servicios Especiales. Su aspecto era realmenteimpresionante, con sus cascos de proteccin y sus escudos transparentes, sus armasde grueso calibre y su decisin produjeron pnico entre los conjurados.

    -Yo rezaba en silencio. Estaba segura que lo mataran. No poda apartar losojos de esa maldita puerta cerrada.

    Antes de que pudieran reponerse del espanto, el Capitn grit: -Si ustedes lehacen algo al seor, los matar a todos. Y continu: -Voy a contar hasta diez paraque salgan: uno, dos, tres, cuatro... se abri la puerta y salieron todos con los brazosen alto.

    -Mi nuera y yo, corrimos a verlo. Estaba vivo! . Virgen Santa, estabavivo! , Olga reviva las horas dramticas y estaba plida de la emocin, pero muymal herido. Pedimos una ambulancia y lo trasladamos al hospital.

    - Imagnense, con poco ms de 30 aos de edad y tiene el pelo completamente blanco!

    Un prolongado silencio sigui a las ltimas palabras.Alguien pregunt, con cierta cautela: -A Arturo, le pusieron una bomba en

    el auto?-As fue. Salv de milagro. La bomba estaba en la maleta. El no la vio y le

    puso encima unos fierros... u