la guerra de las mentes-capítulo i

19
LA GUERRA DE LAS MENTES D D Dac DANIEL

Upload: dac-daniel

Post on 06-Mar-2016

215 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

La Guerra de las Mentes es una novela de los tiempos actuales, que describe cómo los mecanismos de influjo psicológico interfieren en el devenir del actuar humano, y, en especial, de la política. Los hermanos Cohen, conocidos psicólogos de Chicago, deciden exponer sus pensamientos políticos por medio de maniobras de persuasión mental durante la campaña a senador de Mark Olimpo. Para ello, irrumpen en la mente del dirigente sindical Joseph Walter, y lo encausan a cometer sanguinarios actos criminales en contra de los adherentes de Olimpo, dando la apariencia de que Walter también está a favor del candidato. Las acciones deliberadas de los Cohen siguen su curso hasta que Tomas Ulriksen, también psicólogo, y asesor del candidato opositor, el demócrata Ylus Peck, descubre la situación, y busca obtener lo mismo de Walter. Así, los Cohen, al ver que Walter está siendo controlado por el bando contrario, cambian la estrategia a pesar de sus convicciones políticas: atentar contra Ulriksen.

TRANSCRIPT

Page 1: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESD

D

Dac DANIEL

Page 2: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

2

Page 3: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

3

LA

GUERRADE LAS

MENTES

Page 4: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

4

Page 5: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTES

La Guerra de las Mentes es una novela de los

tiempos actuales, que describe cómo los

mecanismos de influjo psicológico interfieren en

el devenir del actuar humano, y, en especial, de

la política.

Los hermanos Cohen, conocidos psicólogos de

Chicago, deciden exponer sus pensamientos

políticos por medio de maniobras de persuasión

mental durante la campaña a senador de Mark

Olimpo. Para ello, irrumpen en la mente del

dirigente sindical Joseph Walter, y lo encausan a

cometer sanguinarios actos criminales en contra

de los adherentes de Olimpo, dando la

apariencia de que Walter también está a favor

del candidato.

Las acciones deliberadas de los Cohen siguen

su curso hasta que Tomas Ulriksen, también

psicólogo, y asesor del candidato opositor, el

demócrata Ylus Peck, descubre la situación, y

busca obtener lo mismo de Walter.

Así, los Cohen, al ver que Walter está siendo

controlado por el bando contrario, tendrán que

cambiar la estrategia a pesar de sus

convicciones políticas: atentar contra Ulriksen.

LA GUERRA DE LAS MENTES

DAC Daniel

5

D

D

Dac DANIEL

Page 6: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

6

Page 7: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTES

Capítulo I

CAPÍTULO I

LA IRRUPCIÓN DE LOS COHEN

7

Page 8: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

8

Page 9: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

LA DESTRUCCIÓN

Fuego. Mucho fuego. La sede distrital ardía en un fuego de color naranjo y

amarillo que se mezclaba con los últimos rayos de sol del atardecer. Había treinta

personas dentro; no eran muchas; era un número mínimo, algo que, para la gran

ciudad, significaba la nada misma. Para aquel pequeño pueblo, en cambio,

significaba acabar con treinta mentes que propagarían, como presidentes distritales

que eran, su ideología entre los 547 avecindados. Lo que más satisfacía a los

Cohen es que había sido fácil. Había sido fácil adentrarse en la profundidad del

campo para hablar con un analfabeto. Había sido fácil llevarlo a las inmediaciones

de la sede y exponerles su punto de vista. Había sido fácil controlar sus acciones

para encausarlo a quemarla con todo lo que había dentro. Él, Joseph Walter, era el

control elegido para concretar las acciones de dominio que, por mucho tiempo, se

habían forzado a cumplir, de no ser por el olor a putrefacto de la malparida

Wimmin, que les instó a salir de las cuatro paredes de su oficina, para poner en

práctica el plan que se habían negado a cumplir por décadas. Sin duda que a los

Cohen les alegraba mirar, por detrás de la espalda de Walter, cómo esa derruida

sede ardía en su propio fuego.

9

Page 10: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

MÚSICA Y BAILE

“Mis sentidos se sintieron del todo rebosantes cuando vi ese pequeño baile y la

entonación de las canciones”. Antes de quemar la sede, los Cohen habían llevado a

Walter a una actividad electoral que se desarrollaba en la construcción sucumbida por el

fuego. Ahí se realizaba un acto de apoyo a la candidatura senatorial del que tenía más

chances de ganar: Mark Olimpo. Lo llevaron porque necesitaban que tuviese conciencia

de cuál era su objetivo. Él declaró las palabras expuestas al principio; decía que le había

causado un gran impacto y placidez el baile campesino y la comparsa que había en la

reunión. Él no sabía nada de nada. Él no tenía conciencia de que eso era política, y de la

mejor política que puede existir. Llevar el gusto musical, los valores del pueblo, al lado

de las pretensiones electorales es lo más antiguo que hay sobre la faz de la Tierra. Nerón

lo hizo con su “pan y circo”, y Olimpo lo replicaba entre sus partidarios. Los Cohen

fueron más allá, por cierto, y no se quedaron con esa simple opinión. Ellos sacaron a

relucir las maniobras mentales que, en el pasado, habían desechado, para incrustar en el

pensamiento de Walter que ese era el mundo negro de la política. Y lo consiguieron.

10

Page 11: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

LOS COHEN

Nadie sabe con seguridad cuál es el origen de los Cohen ni cómo llegaron a Wimmin,

pues ellos habían vivido por mucho tiempo en Chicago, y jamás se habían adentrado en

la arena política. De lo que sí se tiene total conocimiento es que ellos nunca antes habían

sido políticos ni lo pretendieron ser algún día. Sus labores eran las de profesionales de la

mente en una oficina de Orientación Psicológica –una muy buena oficina, hay que

decirlo– ubicada en pleno centro de la ciudad. A eso estuvieron dedicados, por lo menos,

treinta años de sus vidas. Sus clientes iban desde particulares de clase media hasta

autoridades de renombre. Como su labor conllevaba la discreción y el secreto absolutos,

nunca aparecieron en prensa alguna, ni menos relacionados con aquellos cargos

importantes que asesoraban. Todo arroja que haberse acercado a Wimmin era un

verdadero vuelco en su apaciguada vida en la oficina. En menos de una semana,

decidieron cerrarla, sin avisarle a ninguno de sus clientes habituales. Lo cierto es que

eran hombres viejos, que, a esas alturas, tenían sesenta años. Quizás muchos

consideraron que buscaban jubilarse. Para ellos, era todo lo contrario: significaba el

inicio de una nueva vida, donde pondrían en práctica los mecanismos que la psicología

había descartado.

11

Page 12: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

EN WIMMIN

Wimmin era un pueblo entre varios pueblos del sur del estado de Chicago, lo único que

lo hacía interesante es que servía de conejillo de Indias para probar cuán grande podía

ser el poder de influjo de los mecanismos de persuasión mental entre personas

escogidas. Los Cohen, al igual que todo estudioso del tema, sabían que, mientras más

débil la mente, más fácil era de dominar. En Wimmin, donde todo se conocía con

facilidad, por la cercanía de sus habitantes, tan pronto llegaron, los Cohen se enteraron

de la existencia del líder sindical Joseph Walter. Era conocido por su templanza, el

ánimo de buscar los acuerdos y las iniciativas de establecer un puesto de expresión

social entre los suyos, aunque nunca antes se había interesado en acercarse al mundo

político que existía en el pequeño pueblo, a pesar de conocer a los presidentes de la sede

del Distrito. Los Cohen vieron en él al prototipo perfecto de pureza mental con posible

apetito partidista que tanto les servía. Preguntaron dónde se avecindaba Walter,

compraron dos caballos a un granjero y se enfilaron a las afueras del pueblo.

Encontraron a Walter más temprano que tarde, recostado en su litera, casi durmiendo, y

le exigieron que despertase. Los Cohen no estaban para jugarretas ni para más esperas.

12

Page 13: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

EL OBJETIVO: MARK OLIMPO

Varios se preguntan por qué Wimmin, por qué Walter y por qué Olimpo. Las

preguntas son fáciles de responder: Wimmin, como se indicó antes, era un pequeño

pueblo, especial para experimentar. Walter era el emblema del hombre servicial

capaz de ser manejado sin mayores dificultades. Pero ¿por qué Olimpo? De los

pensamientos políticos de los Cohen no había certeza, aunque, es claro y evidente,

no estaban a favor de las posturas del candidato a senador. De ahí se dilucida la

aversión por Olimpo, el odio profundo que tenían para con él. El candidato había

sabido reunir a sus seguidores en un tiempo relámpago para la política: tres meses.

Al contrario de casi todo candidato que quiere triunfar con holgura, donde las

campañas son de dos a tres años previos a la elección, este hombre bonachón, que

también provenía de uno de los pueblos del sur de Chicago, había sabido captar la

adhesión de más de la mitad del electorado sólo con una alocución pública, a la

salida del Museo de Bellas Artes, donde aseguraba aceptar el ofrecimiento que el

Partido Republicano le había propuesto. Se puede decir que los Cohen, al intervenir

en el pensamiento de Walter, tenían un objetivo decisivo de acabar con aquellos

seguidores del floreciente candidato. Por lo menos, en esta primera etapa, así se

percibía.

13

Page 14: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

LA ESENCIA DE OLIMPO

En el pequeño discurso que Olimpo dio a sus muchos seguidores que se agolparon a

la salida del Museo de Bellas Artes, estaba algo que jamás se había escuchado para

un hombre con clara tendencia republicana: subir los impuestos a los grandes

empresarios. Eso causó furor no sólo en los adherentes del Republicanismo, sino

también en sectores que se mantenían al margen de la política, los desencantados,

aquellos que habían realizado actividades de protesta por el sistema actual, en las

calles céntricas y ciudades del estado de Chicago. Los independientes no tardaron

en respaldar al nuevo candidato, sobre todo por el poco interés que los demócratas

les habían expresado. La mayoría decía que era un candidato transversal, porque no

provenía de la política tradicional, llena de intereses creados, negociaciones; él era

un literato que había cruzado las barreras de su estado y su país, había entregado un

legado universal, no había tenido cargo público anterior; en resumen, era una

persona íntegra. Su opción resultaba miel sobre hojuelas para todos, menos para el

ala conservadora republicana, que veía en Olimpo una amenaza para los valores y

esencia que, desde siempre, habían prevalecido en el Partido: los financiados por los

mismos empresarios a quienes se les subiría los impuestos.

14

Page 15: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

LA INFLUENCIA

A los hermanos Cohen los conocían muy bien dos de aquellos empresarios

republicanos que apoyaban el conservadurismo republicano. Samuel Joks y Frank

Yellow se atendían con frecuencia en la consulta-oficina de ellos, por lo menos, en

los últimos dos años. Hablaban con frecuencia de la situación del estado, y tenían

detallado conocimiento de las pretensiones de Olimpo de ser candidato. El

literato, a pesar de su inexistente campaña previa, era entrevistado con frecuencia

por los periódicos, donde exponía su pensamiento, y daba luces para que los

intereses del partido se fijasen en él. Los empresarios, al leer los pasquines que los

Cohen dejaban en la salida de la consulta, entraban a la habitación de psicología

expresando la peligrosidad que veían en la candidatura de un hombre que, desde

siempre, se había mostrado contrario a que los grandes empresarios aportaran

poco dinero al Fisco. Lo tildaban de demagogo, estúpido, infantil y controlador de

las masas con votos fáciles. Esas palabras fueron calando poco a poco, en esos dos

años, en la mente de Patrick y Svenson, los hermanos Cohen, que, aunque no

existe total certeza, sentían que Olimpo no los representaba ni tampoco

representaba a sus clientes.

15

Page 16: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

LA VOZ DE LOS VIEJOS ZORROS

Si bien ni Samuel Joks ni Frank Yellow, como se divulgó en algunos lugares,

ofrecieron dinero a los Cohen para intervenir en la campaña de Olimpo, sus palabras

de viejos zorros de la política fueron calando profundas en el neutral pensamiento

de los especialistas de la mente. Los empresarios republicanos les hacían ver que

sus excepcionales asesorías psicológicas daban plena confianza de lo que, para

ellos, era la esencia de todo político: una carrera profesional brillante, más allá del

atractivo mediático. Varias veces les decían que ellos debieran salir a luz pública y

utilizar el prestigio acumulado en treinta años de trayectoria para hacerse de un

nombre, entregar un mensaje de hombres conocedores del devenir de la sociedad,

con sus ires y venires de ideas, hasta conseguir el debido cargo en el mundo público.

Los Cohen, profesionales ente todo, expresaban sonrisas mezquinas, evadiendo las

insinuaciones de apoyo político, a pesar de que, en diversas ocasiones, Joks se

comprometió a financiarles la campaña. Ambos preferían responder con

monosílabos de afirmación que no significaban compromisos, para continuar con la

terapia. Eso, está claro, sólo era la expresión vocal, no la que sentían en su interior.

16

Page 17: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

LA MECHA

El mayor punto de quiebre que significó en los Cohen el hecho de haber

desaparecido del mundo profesional del análisis psicológico no provino de las

diversas insinuaciones de los viejos zorros republicanos ni tampoco de las palabras

de pre-campaña de Olimpo. Su interés por adentrarse en el mundo de la política

nació de su propia competencia. Svenson, poco antes de la partida a Wimmin, leyó

en el periódico más importante de Chicago, que Tomas Ulriksen, un importante

asesor de candidatos, y quien, hace tres años, compartía arriendo de oficina en el

mismo edificio de ellos, se había abocado a dirigir la campaña de dos candidatos

demócratas. El hombre aparecía expresando su opinión a tres páginas completas,

con claras muestras de indiferencia hacia el profesionalismo de la psicología.

Ulriksen también era psicólogo de la vieja escuela; los tres eran contemporáneos de

su época. Cada palabra que leían en la entrevista del periódico inició el interés de

salir del cubil en el que se habían mantenido para demostrarse a sí mismos que

también eran capaces de poner sus propias opiniones. Wimmin sería el escenario

perfecto para comenzar con una estrategia que validase sus posturas a la par de

Ulriksen.

17

Page 18: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESCapítulo I

LA PRIMERA META : CONSUMADA

Un apretón de manos entre Walter y Olimpo en la sede distrital de Wimmin fue

suficiente para encausar el plan diseñado. Los Cohen veían, en medio de la música

y el baile, que la primera etapa de sus ideas se cumplía. La prensa local sacaba

fotografías del momento, y Walter se convertía en un incipiente líder de opinión en

el pueblo. Le bastó una semana para recorrer la pequeña localidad con el fin de

buscar un sitio en la palestra pública, hasta que convenció a los presidentes

distritales que de los pueblos también podían salir personas interesantes para la

expresión ciudadana. Los citó a todos en una Junta General con el fin de exponer

sus compromisos con las personas sencillas, cuyos datos serían traspasados a

Olimpo. Hasta ahí había salido todo de una forma excepcional para los Cohen. El

pueblo validaba a Olimpo; ahora aceptaba la voz de Walter. Sólo faltaba consentir

su propia expresión. Esperaron a que cada uno de los presidentes distritales de

Wimmin entrasen a la sede para encausar en la mente de Walter, con los

mecanismos de influjo que la vieja psicología había dejado al olvido, la orden que

prendiese fuego al lugar, mientras los hombres que estaban dentro gritaban por sus

vidas al no poder escapar de una sede con las puertas cerradas y que se consumía

por el incendio.

18

Page 19: La Guerra de las Mentes-Capítulo I

LA

GUERRADE LAS

MENTESD

D

Dac DANIEL