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36 - Argutorio 34 - II semestre 2015 La Guerra Civil Española (1936-1939) comenzó en León con los pronunciamientos militares del 17 y 18 de julio de 1936, tras el fracaso del golpe de Estado llevado a cabo por una parte del Ejército contra el gobierno de la Segunda República Española. Durante el verano de ese año, los militares se hicie- ron con el control de la provincia, si bien al norte de la misma, en la vertiente sur de la cordillera cantá- brica, se formó un frente bélico con las fuerzas re- publicanas, que controlaban los puertos de monta- ña. En el otoño de 1937 el ejército franquista acabó completamente con el Frente Norte. Fue un conflicto social, político, bélico y económico, que concluiría el 1 de abril de 1939 con el último parte de guerra fir- mado por Francisco Franco, declarando su victoria y estableciendo una dictadura que duraría hasta su muerte en 1975. I LA CONTIENDA EN LEÓN La sociedad española en 1936 está muy fragmenta- da y la convivencia es muy difícil, quizá debido al rechazo que se vivía en Europa hacia la democracia liberal 1 a favor de un autoritarismo que avanzaba a pasos agigantados, aunque nada de eso tenía por qué acabar desencadenando una guerra civil en España. Ésta, la Guerra Civil, empezó con una sublevación militar contra la República, con la que quedó patente la incapacidad del Gobierno republicano para mante- ner el orden. Ese golpe de Estado dio paso a una vio- lencia sin precedentes de los grupos que lo apoyaron y de los que se oponían. Era julio de 1936. A pesar de que la guerra se declara entre el 17 y el 18 de julio con el levantamiento de los militares más conservadores del Ejército Español contra la Repú- blica 2 , la ciudad de León parece mantenerse al mar- gen del conflicto bélico, en parte porque la sociedad leonesa era básicamente agraria, en la que predomi- naba un campesino pobre, a pesar de ser propietario de sus tierras y con unas profundas convicciones re- ligiosas. Por ello serían las federaciones agrarias las que marcarían la pauta en la vida de la ciudad. La izquierda leonesa, en cambio, estaba cimentada en la UGT, cuyos sindicatos tenían fuerza entre los mine- ros de los valles del Bierzo, Fabero, Santa Lucía de Gordón, etc., así como en la construcción, los depen- dientes de comercio y los funcionarios. La CNT tenía cierta presencia entre los mineros. El PSOE leonés era más bien reformista, de la tendencia de Indalecio Prieto. Sus principales dirigentes eran el funcionario de Correos Alfredo Nistal, diputado; y Miguel Casta- ño, alcalde de León, diputado y director del periódico La Democracia. La presencia pública de los partidos republicanos burgueses era notable, aunque tenían pocos afiliados. Su dirigente más conocido era Félix Gordón Ordás 3 . A pesar del movimiento militar y político en León durante los primeros días del alzamiento 4 , llegaron en tren y en camiones a León -con destino a Zamo- ra, Valladolid y Madrid- dos columnas de mineros, con unos cinco mil hombres, dirigidos por oficiales de la Guardia de Asalto. Llegó también a la ciudad el general Juan García Gómez-Caminero, inspector del Ejército, enviado por el gobierno para mantener el orden en las guarniciones del Duero. Tras la salida de los mineros de León en dirección a Benavente, el 20 de julio, León y provincia estaban paralizadas por una huelga general. Ese mismo día la Guardia Civil y los militares se hicieron con el control de Astorga, tras conocerse la traición del coronel Aranda, que ha- LA GUERRA CIVIL Y LA INOCENCIA DE UN NIÑO Ana I. Arias Fernández Agracemos a J. A. G. que nos contara sus vivencias

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36 - Argutorio 34 - II semestre 2015

La Guerra Civil Española (1936-1939) comenzó en León con los pronunciamientos militares del 17 y 18 de julio de 1936, tras el fracaso del golpe de Estado llevado a cabo por una parte del Ejército contra el gobierno de la Segunda República Española.Durante el verano de ese año, los militares se hicie-ron con el control de la provincia, si bien al norte de la misma, en la vertiente sur de la cordillera cantá-brica, se formó un frente bélico con las fuerzas re-publicanas, que controlaban los puertos de monta-ña. En el otoño de 1937 el ejército franquista acabó completamente con el Frente Norte. Fue un conflicto social, político, bélico y económico, que concluiría el 1 de abril de 1939 con el último parte de guerra fir-mado por Francisco Franco, declarando su victoria y estableciendo una dictadura que duraría hasta su muerte en 1975.

I La contIenda en León

La sociedad española en 1936 está muy fragmenta-da y la convivencia es muy difícil, quizá debido al rechazo que se vivía en Europa hacia la democracia liberal1 a favor de un autoritarismo que avanzaba a pasos agigantados, aunque nada de eso tenía por qué acabar desencadenando una guerra civil en España. Ésta, la Guerra Civil, empezó con una sublevación militar contra la República, con la que quedó patente la incapacidad del Gobierno republicano para mante-ner el orden. Ese golpe de Estado dio paso a una vio-lencia sin precedentes de los grupos que lo apoyaron y de los que se oponían. Era julio de 1936. A pesar de que la guerra se declara entre el 17 y el 18 de julio con el levantamiento de los militares más

conservadores del Ejército Español contra la Repú-blica2, la ciudad de León parece mantenerse al mar-gen del conflicto bélico, en parte porque la sociedad leonesa era básicamente agraria, en la que predomi-naba un campesino pobre, a pesar de ser propietario de sus tierras y con unas profundas convicciones re-ligiosas. Por ello serían las federaciones agrarias las que marcarían la pauta en la vida de la ciudad. La izquierda leonesa, en cambio, estaba cimentada en la UGT, cuyos sindicatos tenían fuerza entre los mine-ros de los valles del Bierzo, Fabero, Santa Lucía de Gordón, etc., así como en la construcción, los depen-dientes de comercio y los funcionarios. La CNT tenía cierta presencia entre los mineros. El PSOE leonés era más bien reformista, de la tendencia de Indalecio Prieto. Sus principales dirigentes eran el funcionario de Correos Alfredo Nistal, diputado; y Miguel Casta-ño, alcalde de León, diputado y director del periódico La Democracia. La presencia pública de los partidos republicanos burgueses era notable, aunque tenían pocos afiliados. Su dirigente más conocido era Félix Gordón Ordás3.A pesar del movimiento militar y político en León durante los primeros días del alzamiento4, llegaron en tren y en camiones a León -con destino a Zamo-ra, Valladolid y Madrid- dos columnas de mineros, con unos cinco mil hombres, dirigidos por oficiales de la Guardia de Asalto. Llegó también a la ciudad el general Juan García Gómez-Caminero, inspector del Ejército, enviado por el gobierno para mantener el orden en las guarniciones del Duero. Tras la salida de los mineros de León en dirección a Benavente, el 20 de julio, León y provincia estaban paralizadas por una huelga general. Ese mismo día la Guardia Civil y los militares se hicieron con el control de Astorga, tras conocerse la traición del coronel Aranda, que ha-

LA GUERRA CIVIL Y LA INOCENCIADE UN NIÑO

Ana I. Arias Fernández

Agracemos a J. A. G. que nos contara sus vivencias

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bía unido Oviedo a la sublevación. Pero a pesar de los acontecimientos vividos, la primera vez que se hace referencia a la situación bélica en las actas municipa-les es el 17 de agosto de 1936, casi un mes después de haberse iniciado el conflicto, cuando el señor Re-gueral, gestor del Ayuntamiento, pide que se solicite a la Junta de Defensa Nacional5 que desde el próximo curso se coloque el crucifijo en todas las escuelas y que las comunicaciones se terminen con el clásico “Dios guarde a V. muchos años”.El señor Eguiagaray, primer vicepresidente del Ayun-tamiento, por su parte, propone que la bandera nacio-nal, roja y gualda, sea izada de modo permanente en el edificio del municipio leonés, y para ello pide que la Comandancia Militar dé el visto bueno a dicha ini-ciativa hasta que la Junta de Defensa Nacional fije el momento de hacerlo con la mayor solemnidad, pues-to que la Capitanía General de Burgos y varios edifi-cios de Valladolid ya lucen izada la bandera nacional. Ese mismo día también se acuerda la concesión de la Medalla de la Ciudad a las fuerzas del Regimiento de Infantería nº 31, a la Guardia Civil de la Plaza, a las Guardias de Asalto, a las milicias ciudadanas y a las Fuerzas de Aviación y al Jefe del Aeródromo de La Virgen del Camino. El señor Eguiagaray prosigue con su exposición. Esta vez para pedir la creación de una Comisión de Necesidades de Guerra Municipal que, según propone, debería trasladarse hasta el fren-te para hacer un estudio de todas las necesidades que pudieran surgir. Pero el Presidente de la sesión le co-menta que el Centro de la Falange se ocupa ya del aprovisionamiento y de otros menesteres.Catorce días más tarde, el 31 de agosto, González Regueral propone que la ciudad contribuya con el máximo donativo posible para ayuda del Ejército y la Falange Española, dado el momento de apuro econó-mico que estaba pasando el Ayuntamiento.

Al año siguiente, en febrero de 1937, andaba por nuestro país el Ministro de Justicia marroquí Sidi Ali Mahaus Med. La ciudad de León quiere demostrarle

su admiración por la ayuda prestada al “Ejército Glo-rioso de España” en su lucha contra el comunismo, y por ello la Corporación propone concederle la máxi-ma distinción: huésped de honor de la ciudad. El año debió de transcurrir sin grandes novedades en cuanto a la guerra, dado que solo se hace mención el 24 de febrero de ese mismo año en las actas municipales en los siguientes términos: que la fiera marxista, esa gente sin Dios y sin patria, ha fusilado a tres dignísi-mas señoritas de esta provincia que estaban desem-peñando la sagrada misión de enfermeras en la Cruz Roja, son: Olga Monteserín, Octavia Iglesias y Pilar Gullón y pide a la corporación comunique el senti-miento de pérdida a Astorga. Hasta el 6 de diciembre no vuelve a reflejarse en las actas noticia alguna de la contienda. En esta ocasión es para proponer que al fundador del diario Proa6, el oculista de Santa Marina del Rey y fundador de la Falange en León, Fernando González Vélez, le fuera concedido el título de Hijo Predilecto de la Ciudad, al ser nombrado Jefe Provincial de Fa-lange por Andrés Redondo, el hermano de Onésimo, alcanzando en mayo de 1937 una vocalía del Consejo Nacional. Pasan mes tras mes los años de la contienda, y las actas municipales leonesas continúan negándose a reflejar la situación bélica de la ciudad y del país, y nos sigue quedando el vestigio de leves pinceladas. Así, el 27 de julio de 1938, el sr. García Arteaga pro-pone que se felicite al Generalísimo por su Decreto Ley sobre subsidio familiar, algo que había solicitado reiteradamente “la clase trabajadora” y que ve ahora convertido en realidad, y la presidencia dice que se hará así por el voto unánime de la corporación. O el 30 de enero de 1939, fecha en la que se refleja en las actas la llegada de noticias exitosas de las tropas del Generalísimo, enfrentadas en tierras catalanas contra el llamado gobierno rojo negrinesco. Se habla en ellas de “alegría hacia el Caudillo milagroso y su ejército”, y de que se van a comunicar estas noticias al goberna-dor militar de la ciudad. Así mismo se propone que a Felipe Martínez, Capitán de la Legión, por haber sido el primero que entró en Barcelona para su liberación, se le dé el cargo de Alcalde de dicha capital. El 3 de abril de 1939 proponen que conste en acta la satis-facción del pueblo de León por el final de la guerra y que se felicite al Caudillo por su grandioso éxito, así como al ejército liberador, y piden que el Genera-lísimo haga el honor de visitar la ciudad para felici-tarle personalmente por las hazañas bélicas y que se traslade por ello la imagen de la Virgen del Camino, patrona de la región y regidora perpetua de la ciudad para dedicarla un novenario en acción de gracias por la feliz terminación de la guerra española con

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el triunfo de las Armas del Generalísimo Franco (…) traslado que se hará desde su santuario el día 21 de abril por la tarde previo acuerdo con el señor Obis-po y Ayuntamientos interesados. Como justo recono-cimiento hacia la figura de Franco libertador de la España bolchevique y por ello acuerdan que la calle de Fernando Merino, pase a llamarse calle del Gene-ralísimo Franco y que el paseo llamado Condesa de Sagasta se llame desde este momento Avenida de los condes de Sagasta (Fernando Merino y Esperanza Sagasta)7. Y con la consigna de España una grande y libre y arriba España se dio por finalizada la sesión.

II

La InocencIa truncada

Esta es la historia de un niño superviviente de la gue-rra que no aparece reflejada en los papeles oficiales, pero que evidencia la penuria, la rabia y el sinsabor de mucha gente anónima de esa época. Cuando estalla la Guerra Civil en España él estaba junto a sus cinco hermanos y sus padres en su pueblo natal: Ciñera de Gordón. No pasó mucho tiempo desde el inicio de la contienda cuando en las tiendas del pueblo empe-zaron a escasear los alimentos, la ropa y el calzado, dado que al ser éste un pueblo minero se identificó más con el bando republicano o rojo que con el na-cional o sublevado. Paulatinamente la situación se iba haciendo insostenible, y todo el que podía intentaba dejar atrás el horror y buscar refugio en algún lugar más seguro. Por ello los padres de nuestro niño, tras sopesar la gravedad de la situación, deciden llevar a toda la familia a vivir -temporalmente, unos quince días en principio- a la boca de una mina cerca de su casa. Allí los días eran interminables, llenos de incer-tidumbre, sin luz, sin comida, sin ropa; con la única espera y aliciente de que al llegar la noche los padres pudieran bajar al pueblo y entrar a hurtadillas en su propia casa para llevar algo de comida a sus hijos, que les aguardaban escondidos en la mina. Los días se su-cedían monótonos y llenos de desasosiego, inquietud y de penuria, teniendo por únicas compañeras a las ratas que convivían con ellos en la mina. Las noches eran aún peor que los días, pues las pasaban al refugio de una de las vagonetas del carbón, a oscuras, con la única esperanza de que los primeros rayos del día lle-garan pronto para iluminar su mísera existencia. Con los primeros rayos del amanecer parecía que todo iba a solucionarse, y anhelaban regresar pronto a casa y que todo quedara en un mal sueño, pero lo cierto es que seguían sin tener noticias claras de qué estaba pa-sando; así que esos padres, tras meditar la situación, decidieron correr el riesgo y regresar al pueblo con sus hijos. Por lo menos allí tenían camas y un techo,

aunque no sabían por cuanto tiempo, pues el proble-ma de la comida era igual de peliagudo en casa que en la mina: era prácticamente imposible adquirir produc-tos de primera necesidad. El único pan que entraba en esa casa era el que repartían semanalmente: 800 gramos para 8 persona (6 niños y los padres) Ante esta situación de escasez, dos de los hermanos, los más inconscientes o los más valientes, de 6 y 12 años respectivamente, deciden arriesgarse yendo al-guna vez hasta La Pola de Gordón (4,40 km por cam-po y 6 km por carretera desde Ciñera), para llegar a hurtadillas al matadero de dicha localidad y poder re-coger alguno de los desperdicios que tiraban (restos de alguna cabeza de vaca, un trozo de pata…). Pero a pesar de la inconsciencia de su juventud no estu-vieron exentos de pasar avatares en sus excursiones hasta el matadero. El niño protagonista de este relato recuerda cómo, un día, estando a la puerta del edificio esperando a que tiraran los residuos, vieron acercarse por el cielo a la aviación nacional. El susto de los ni-ños fue de tal magnitud que corrieron a refugiarse de-bajo de un puente cercano, dándose la circunstancia -paradoja del destino- de que pocos minutos después llegaron hasta allí un tío de ellos y un vecino del lugar al que no conocían, pero ante el miedo todos se her-manaron y se ayudaron. De repente, un avión empezó a disparar sobre algún blanco marcado -o simplemen-te al azar- y el destino quiso que un trozo de metralla fuera a parar al cuerpo de aquel señor desconocido, que quedó muerto entre los dos niños. Pero ellos, sin ser demasiados conscientes de qué estaba pasando, lograron su “botín” (unos restos de una pata de terne-ra), y regresaron a casa contentos. Así iban pasando las semanas, llenas de desasosiego, pues la situación, lejos de mejorar, empeoraba de día en día, dado que el pueblo, además de las carencias en el sustento, de repente se quedó sin maestro y sin cura.

Puente de Pola de Gordón

Un día corrió la noticia por el pueblo de que en Vi-llamanín (6,24 km por campo y 8 km por carretera

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desde Ciñera) estaban repartiendo ropa y calzado. La buena nueva era muy atractiva para unas perso-nas que llevaban mucho tiempo viviendo casi en la miseria. No sin cierto resquemor, pero sabiendo la necesidad que tenían los niños de ropa y zapatos, la madre del niño de nuestra historia arropó a sus seis hijos y se puso en camino hacia esa localidad. Pero cuando llegaron allí, en vez de ropa y calzado, lo que se estaba “repartiendo” era un monumental bombar-deo por parte de la aviación. Había cundido el pánico y el desconcierto entre la gente, que intentaba escon-derse de los aviones. El resultado fue que de camino de regreso lloraron todos amargamente, pues seguían desnudos y con hambre.

Bocamina en Ciñera.

Pero a pesar de la miseria siempre había gente que estaba peor. Ellos lo sabían, y por eso ya compartían lo poco que tenían desde antes del estallido de la con-tienda con un mendigo que iba a comer todos los días con ellos. Hasta que un día, después del comienzo de la guerra, el pordiosero les deparó una sorpresa muy desagradable. Se presentó en la casa como casi todos los días, pero esa vez llevaba como compañera una pistola. Amenazando a la familia, les dijo que actuaba así en consideración por la comida que le habían dado todos los días y que les daba media hora para que lle-garan a la estación y pudieran tomar el tren de Astu-rias. Era eso o morir allí mismo. Dejaron atrás la casa y los pocos bienes que tenían para poder salvar lo úni-co que realmente merecía la pena: sus vidas. Tras un azaroso viaje en tren llegaron a un pueblo asturiano, pero las condiciones de vida no fueron mejores que las que dejaron en Ciñera. Allí fueron instalados en el sótano de una casa, que estaba inundado, cubriendo el agua unos 10 cm de profundidad. El padre, com-prendiendo que no podía dejar en esas condiciones a su mujer ni a los niños y armándose de valor, decide ir a hablar con el alcalde y, tras exponerle la situación,

éste accede a trasladarles a dos habitaciones más sa-ludables, una para el matrimonio y otra para los hijos. Tras una breve estancia allí se trasladan nuevamente, esta vez a Ablaña de Abajo (concejo de Mieres), y por último a Ablaña de Arriba, también en Mieres. Allí subsistían a base de manzanas, de castañas y de maíz.Cuando el ejército nacional liberó Asturias (septiem-bre 1937), una de las primeras medidas que gestiona-ron fue abrir comedores sociales para paliar la necesi-dad de la gente, y pocos días después pusieron trenes gratis para que todos los refugiados leoneses pudieran regresar a sus lugares de origen.Las guerras, desgraciadamente, son tan antiguas como el mundo. La primera que existe documentada es hacia el siglo XXV a. C., entre las ciudades sume-rias de Lagash y Umma. Este conflicto quedó plas-mado en la Estela de los Buitres, donde se aprecia al monarca Eannatum de Lagash y sus soldados victo-riosos frente a la derrota de Umma. Tras esta contien-dan vendrían otras muchas y por desgracia seguirán sucediéndose como parte inherente de la condición humana. Nuestra Guerra Civil ha sido una más dentro de la cadena de hechos que se llama Historia. En el fondo, lo que se intentaba lograr en aquellos años era un cambio social y económico profundo que acabara definitivamente con el poder oligárquico en España, pues tras las elecciones de 1936 la sociedad española quedó más dividida que antes tras el triunfo del Fren-te Popular. La Guerra civil marcó la historia posterior de España en aspectos demográficos, intelectuales y políticos y supuso, por ejemplo, el fin de la denomi-nada Edad de Plata de las letras y ciencias españolas (1898-1936).

BIBLIOGRAFÍA

1.- FUENTES

1.1.-FUENTES IMPRESAS

- ÁLvarez ÁLvarez, César; Martín Fuertes, José Antonio. Archivo histórico municipal de León: catálogo de documentos. León: Ayuntamiento de León, 1982.

- ÁLvarez ÁLvarez, César; Martín Fuertes, José Antonio. Archivo histórico municipal de León: inventario general. León: Ayunta-miento de León, 1986.

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1.2.- FUENTES MANUSCRITAS

ARCHIVO MUNICIPAL DE LEÓN - Libro 28 AHMLE (P28)

- Libro 29 AHMLE (P29)

2.- BIBLIOGRAFÍA

- ÁLvarez obLanca, W.; Serrano, S. La guerra civil en León. Ed. Edilesa, 2010.- ÁLvarez obLanca, W.; Serrano, S. “La guerra civil en León”. En: Tierras de León, junio 1987.- deLgado cruz, S.; López garcía, S. “Una aproxi-mación a la Guerra Civil en Castilla y León”. En: Actas de las Jornadas “Castilla y León en la histo-ria contemporánea. Salamanca 8-11 marzo de 2006.

3.- RECURSOS ELECTRÓNICOS

- Casanova, J. Sólo en España hubo guerra civil. [en línea] diario El País, julio 2911. [Fecha creación: julio 2011] [Fecha consulta: 08-05-2015]http://www.elpais.com/especial/aniversario-subleva-cion-militar/guerra-civil-espana.html- Fotografía puente La Pola de Gordón. [en línea] [Fecha consulta: 08-05-2015]http://www.comarcadegordon.net/Foro/viewtopic.php?t=984 - Esroy Luis. Fotografía bocamina Ciñera. [en línea] [fecha creación: 30 abril 2013] [fecha consulta: 08-05-2015]http://www.panoramio.com/photo/89569494

1 Esta democracia se basa en el reconocimiento de los derechos individua-les y se ejerce a través de los representantes políticos de los ciudadanos.2 Éste era el punto y final del experimento democrático realizado en Es-paña desde abril de 1931. La caída de la Dictadura del General Miguel Primo de Rivera y el descrédito de la Monarquía habían desembocado en la proclamación de la II República Española (14 de abril de 1931- 1 abril 1939) como el remedio para sacar al país de su ignorancia y oscurantismo.3 El 13 de octubre de 1936 la corporación municipal decide por una-nimidad declarar hijo indigno de León a Félix Gordón Ordás por su “incalificable y vergonzosa conducta en los actuales momentos”.4 Los militares sublevados no encontraron apenas resistencia, ex-cepto en el Gobierno Civil, la Casa del Pueblo y en San Marcos.5 La Junta de Defensa Nacional fue constituida el 24 de julio para cus-todiar los poderes del estado y las relaciones exteriores. Estaba formada por: Miguel Cabanellas Ferrer, que ejercía de presidente; Andrés Saliquet Zumeta, General de División; Miguel Ponte, Manso de Zúñiga, Emilio

Mola Vidal y Fidel Dávila Arrondo, Generales de Brigada; Federico Mon-taner Canet y Fernando Moreno Calderón, Coroneles del Estado Mayor del Ejército; Francisco Moreno Fernández, Capitán de Navío; Francisco Franco Bahamonde, Germán Gil Yuste y Queipo de Llano, Generales de División; y Luís Orgaz Yoldi, General de Brigada. Sus actuaciones más destacadas fueron: 28 de julio, se ratifica el estado de guerra en todo el territorio nacional; 15 de agosto, se prohíbe la venta de monedas de oro; 8 de septiembre, se suprime el tribunal del jurado; 13 de septiembre, se declara ilegales los partidos políticos constituyentes del Frente Popular; 29 de septiembre, se nombra al General Franco como Jefe del Estado. 6 El diario Proa nace el 10 de noviembre de 1936, es decir, ape-nas cuatro meses después de declararse la Guerra Civil, y se consideró un órgano de la Falange Española de las JONS.7 Aunque éste no había sido el único cambio en el nombre de las ca-lles. El 23 de noviembre de 1936 se dieron los siguientes cambios: Juan A. Nuevo-> C/ del Teatro; Calle del Capitán Galán-> C/ de la Rúa; Calle de García Hernández-> C/ Nueva; Plaza de la Libertad-> Plaza de Santo Domingo; Avda. del 14 de abril-> Avda. General San-jurjo; Plaza de la República-> Plaza de Calvo Sotelo; Avda. Pa-blo Iglesias-> Avda. de José Antonio Primo de Rivera; Avda. de 1 de mayo-> Avda. 18 de julio; Avda. de Castro Girona-> Avda. de Roma; Paseo de la Lealtad-> Avda. de Roma; C/ Méjico-> Avda. de Roma.