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La formación del IFTS N° 13 para desempeñarse en entornos no tradicionales: el caso de las bibliotecas penitenciarias Patricia Allendez Sullivan Andrea Masri Galli

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La formación del IFTS N° 13 para desempeñarse en entornos no

tradicionales: el caso de las bibliotecas penitenciarias

Patricia Allendez Sullivan

Andrea Masri Galli

IFTS N° 13

El instituto se interesa por la formación integral del alumno; de manera que, garantiza, que

los alumnos adquieran las herramientas intelectuales y prácticas que les permitirán

administrar y gestionar servicios y sistemas de información, fortaleciendo su identidad

profesional y ética.

Por ello la misión del instituto consiste en formar bibliotecarios competentes y su visión

plantea contar con graduados que se conviertan en líderes profesionales en su disciplina,

proactivos y productivos así como comprometidos con la sociedad.

Se forman bibliotecarios con habilidades, competencias y capacidades adecuadas a los

requerimientos sociales, científicos y tecnológicos, y a la demanda del mercado laboral, por

medio de un modelo pedagógico desarrollista que tiende a que el alumno se convierta en

un sujeto activo, que resuelva problemas y construya nuevos conocimientos a través de la

investigación. En este proceso, el docente el docente lo orienta y crea en la clase un

ambiente estimulante que permite el crecimiento del alumno.

La comunidad educativa del instituto intenta resolver diferentes problemas y satisfacer las

necesidades de la sociedad, acompañando a sujetos marginales mediante actividades

inclusivas en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las bibliotecas de prisión

Las primeras bibliotecas carcelarias datan alrededor del siglo XIX como un espacio cooperativo

con el establecimiento en el que desarrollan su actividad y con la finalidad de reeducar al interno,

poniendo énfasis en los aspectos morales y educativos para lograr su reinserción social. Podemos

citar los casos de Alemania y Estados Unidos.

En ambos países el desarrollo de la colección estaba en manos de sacerdotes y pastores de la

prisión, quiénes se centraban en temas morales y religiosos. No obstante en Estados Unidos

también se incorporaron libros como “Los miserables” de Víctor Hugo o “Oliver Twist” de Charles

Dickens.

Es así como en 1911 la American Library Association creó un grupo de trabajo de bibliotecas de

prisión federales, el cual elabora listas recomendadas de lectura y en 1932 se edita el “Prision

Library Handbook”.

En Argentina en 1877 se estableció un Reglamento Provisorio de la Penitenciaria en las Unidades

Carcelarias de la Provincia de Buenos Aires, en el que ya se mencionaba la existencia de una

biblioteca a cargo del director de la escuela. Su fondo se conforma con donaciones oficiales y

particulares y las adquisiciones que provienen por las compras.

Las bibliotecas de prisión deben:

•Tener material recreativo y funcionar como un centro de aprendizaje autónomo, asistiendo a

los internos en los procesos autodidáctico

•Secundar a la educación formal, por lo que su colección tiene que reunir el material que

emplea y recomienda el docente en el aula al interno

•Además, debe desarrollar actividades recreativas como debate de libros, proyección de

películas, juegos de mesa, etc.

•Proveer recursos para programas de control de adicciones

•Ser un centro de asistencia para el personal penitenciario

Estos autores concuerdan en que estas bibliotecas no cuentan con recursos económicos y

humanos, por lo tanto, no pueden hacer todas las tareas que les competen. Solo tienen un

bibliotecario profesional asistido por algunos internos. El bibliotecario no puede atender las

demandas de la población carcelaria; pero también hay otro impedimento relacionando con el

nivel de seguridad del penal. Esto condiciona el acceso a la biblioteca. Además, el entorno en

el que se desarrollan las actividades suele ser hostil y poco relacionado con el libre acceso y el

libre pensamiento que forman parte del código de ética del bibliotecario.

Las personas en situación de encierro y

la biblioteca

Las personas que están encarceladas por un período determinado no necesariamente renuncian

a su derecho de estudiar y perfeccionarse. La biblioteca de prisión tiene que brindar a los

reclusos la oportunidad de desarrollar las habilidades de lectura, contribuir a su alfabetización,

tener una colección que pueda satisfacer sus intereses personales y culturales, así como a su

formación continua

Encontramos varios documentos que avalan el establecimiento de servicios bibliotecarios para

los reclusos:

•La norma 40 de la Normativa Estándar para el Tratamiento de los Reclusos de las Naciones

Unidas (1955) dice: “Cada establecimiento deberá tener una biblioteca para el uso de todas las

categorías de reclusos, suficientemente provista de libros instructivos y recreativos. Deberá

instarse a los reclusos a que se sirvan de la biblioteca lo más posible.”

•El Manifiesto sobre la Biblioteca Pública de la IFLA/UNESCO (1995) convoca a las bibliotecas

públicas a servir a los reclusos.

•El informe Educación en la Prisión, suscrito por el Consejo Europeo (Estrasburgo, 1990), incluye

un capítulo sobre la biblioteca en prisión. Recomienda que estas bibliotecas deben funcionar

bajo los mismos estándares profesionales que las bibliotecas de la comunidad, deben ser

administradas por un bibliotecario profesional, satisfacer los intereses y necesidades de una

población heterogénea, y ofrecer una gama de actividades relacionadas con la alfabetización y la

lectura.

En Argentina, todas las unidades del Servicio Penitenciario Federal (SPF), se rigen por

un reglamento que establece una serie de obligaciones que debe cumplir el bibliotecario

a cargo de ellas como inventariar y gestionar la colección, solicitar a la Jefatura de la

División o Servicio Educativo material bibliográfico, hemerográfico y cinematográfico

para reponer o aumentar la colección, realizar gestiones directas ante entidades públicas

o privadas tendientes a la obtención gratuita de libros, revistas o publicaciones

periódicas que se editen, comunicándoselo a la autoridad correspondiente.

No obstante, no podemos dejar de reflexionar que la relación entre el sistema

penitenciario y la biblioteca realmente resulta muy lejana y que todo lo que hemos

comentado muy difícilmente se puede practicar, de ahí el interés del IFTS N° 13 de

acercar esta realidad a futuros profesionales. Entre otras actividades que se han

realizado contamos con la experiencia de los alumnos de Fuentes y Servicios 2 han

realizado bibliografías contemplando las obras de referencia y de otro tipo de material

que deberían estar en una biblioteca de prisión. Actualmente se está gestionando la

posibilidad de entregar este material a la penitenciaria para que puedan usufructuarla.

El bibliotecario de las bibliotecas penitenciarias

Estas bibliotecas deben estar atendidas por bibliotecarios profesionales, de ahí la

importancia de preparar a los estudiantes para desempeñarse en todo tipo de

ámbitos, incluso en uno tan hostil como el carcelario.

Las funciones que debe cumplir son:

Gestionar las instalaciones y el equipamiento

Redactar el plan estratégico y la memoria anual de actividades

Supervisar el proceso de selección y adquisición del material

Organizar y mantener el fondo documental de la biblioteca

Elaborar y mantener actualizadas las diferentes fuentes de información de la

biblioteca (recopilación de recursos, bases de datos, etc.)

Atender y orientar a los usuarios

Organizar y controlar el servicio de préstamo

Organizar y llevar a cabo el servicio de formación de usuarios

Elaborar el plan de actividades, organizarlas y planificarlas

Coordinar las acciones de la biblioteca con otras áreas del centro penitenciario

Recoger estadísticas y elaborar indicadores que permitan hacer el seguimiento y la

evaluación de los servicios y las actividades

Recoger la información necesaria para que los servicios se ajusten a las

necesidades de los usuarios

Visita a la biblioteca de la cárcel de Devoto

La cárcel de Devoto es la única penitenciaria que se encuentra dentro del Ciudad Autónoma de Buenos

Aires. Se sitúa en el Barrio de Villa Devoto delimitada por las calles Bermúdez, Nogoyá, Desaguadero y

Pedro Lozano. El establecimiento se inauguró en 1927 en los terrenos que donó Antonio Devoto. Fue una

prisión para contraventores que dependía de la Policía Federal hasta noviembre de 1957 que quedó a

cargo del Servicio Penitenciario Federal.

Tiene 12 pabellones comunes, con capacidad para 60 detenidos cada uno, distribuidos en tres plantas de

cuatro cuadros. Cada pabellón es un rectángulo que mide 35 por siete u ocho metros de ancho. A este

espacio se le denomina cuadro. A ambos lados tiene grandes ventanas, casi todas con los vidrios rotos.

Las camas se alinean en doble fila, como en una sala de un hospital, dejando un corredor entre ellas y la

pared, que les permite caminar de un extremo y otro del cuadro. En estos espacios se ponen las mesas,

utensilios y alimentos, formándose lo que se denomina ranchada. De modo que también en el medio

queda un pasillo amplio, de unos tres metros, que les permite desplazarse durante el día, ya que de

noche, se puebla de colchones debido a la sobrepoblación del establecimiento.

El 19 de junio de 1996 se sancionó la Ley Nacional 24.660 relacionada con la Ejecución de la Pena

Privativa de la Libertad y complementaria del Código Penal. La misma fue promulgada el 8 de julio de

1996. En el artículo 140 se determina: “En todo establecimiento funcionará una biblioteca para los

internos, adecuada a sus necesidades de instrucción, formación y recreación, debiendo estimularse su

utilización”. En el capítulo VIII se establecen las pautas educativas para los reclusos, por ese motivo, la

biblioteca es imprescindible para que puedan iniciar o continuar su formación.

El penal cuenta con una Biblioteca Central, denominada Juan XXIII, ubicada en la

planta baja y a la que tienen acceso todos aquellos internos que están completando su

educación primaria o secundaria. Además, hay cuatro bibliotecas en diferentes

módulos. En el módulo dos, por ejemplo, hay un auxiliar de biblioteca, que es un

interno encargado de su funcionamiento; los auxiliares de biblioteca deben realizar

cursos en los que se les enseña el manejo de base de datos para ingresar los

materiales bibliográficos. También se los instruye para que puedan realizar un control

del nivel de préstamos.

Las bibliotecas se deben adaptar a la población que sirven, por ese motivo, dice que

en el Módulo uno funciona muy bien, ya que se trata de una población tranquila, con

bajo índice de conflictos, en cambio, el Módulo cinco es mucho más complicado debido

a su movimiento interno, por ese motivo la biblioteca se encuentra entre las rejas del

pabellón.

En muchos módulos se dictan talleres de Literatura, por ese motivo se entrega al

interno un libro para que realice un trabajo. En estos módulos no hay aulas, y se

desplaza a los internos hasta las aulas de la escuela primaria.

Entre los internos se encuentra Mateo, quién viene los miércoles al sector de la

Biblioteca Central para el dictado del curso de auxiliar de biblioteca. A los auxiliares se

los capacita cada quince días, según lo estipulado en el Programa del Gobierno de la

Ciudad, Bibliotecas para armar.

Los auxiliares de biblioteca son internos que realizan el entrenamiento y se ocupan de

cuidar los libros, organizarlos y prestarlos. Los libros son suministrados por el Ministerio

de Cultura de la Ciudad y también por donaciones de particulares interiorizados con el

programa Bibliotecas para armar o que simplemente conocen la importancia de la tarea

que desarrolla la biblioteca y colaboran con la misma.

Las bibliotecas del primer módulo y la central son los más informatizados. Las PC

emplean una base en Excel que es compatible con el programa ISIS, que se emplea para

ingresar el material de la biblioteca. La Biblioteca Juan XXIII tiene en una de sus paredes

un dibujo del papa y una imagen de Cristo, y está equipada con ocho caballetes que se

emplean como mesas de lectura, ubicados en la sala de lectura, acompañada de bancos;

observamos unos cuatro 4 tubos de luz en la sala, un matafuegos, y el techo de chapa

con algunos agujeros en la sala de lectura. Hay un cartel que indica que es la sala de

lectura sección educación y otro que dice que no hay conexión a Internet.

Hay un mostrador para la consulta y detrás de él un escritorio de madera con la PC con su

catálogo cargado, la misma tiene parlantes. Se observa, además, una radio y una TV

color Sony algo antigua; a continuación de este sector, se observa una cocina.

Los libros se distribuyen en estanterías de madera pintadas de blanco ordenados por

materia. Tiene aproximadamente un acervo constituido por 12.000 volúmenes colocados

en las estanterías en doble fila para optimizar el espacio. Hay muchos faltantes ya que

muchos reclusos no devuelven el material, a veces por qué recuperan su libertad o son

trasladados.

Conclusiones Una de las características del siglo XXI es la inclusión y el respeto a la diversidad en

igualdad de derechos y oportunidades, creando con ello respuestas a demandas

específicas.

La biblioteca no es ajena a esta consigna y para responder a demandas tan diversas,

hubo de especializarse en la medida que los grupos sociales se conformaron a partir de

sus características sociales, económicas, educativas y culturales; la biblioteca hubo de

responder a una sociedad cada vez más heterogénea de usuarios, es así que los usuarios

se conforman en grupos con características y necesidades iguales entre sí y diferentes a

la vez, así que hoy en día y desde el siglo anterior se puede hablar por un lado de

bibliotecas que responden a necesidades específicas, en la atención a un solo tipo de

usuarios (cuya característica en común podría ser el nivel académico, bibliotecas

escolares o universitarias), y por otro lado de bibliotecas que no hacen distingo de ningún

tipo y ofrecen servicios a todo tipo de usuarios, descripción que corresponde a la

biblioteca pública.

Las bibliotecas carcelarias por la diversidad de su colección responden más a la tipología

de biblioteca pública.

Estamos convencidas de que este tipo de biblioteca constituye un desafío estimulante

para que nuestros alumnos tengan un primer acercamiento a realidades de trabajo no

tradicionales y nuestros egresados puedan desarrollar tareas profesionales en ambientes

que requieren competencias especiales.

Gracias por su atención !