la formación del estudiante como parte de la función docente

28
La formación del estudiante como parte de la función docente. M.A.E. Francisco Alonso Esquivel

Upload: alonso-esquivel

Post on 24-Jul-2015

420 views

Category:

Documents


7 download

TRANSCRIPT

La formación del estudiante como parte de la función

docente.

M.A.E. Francisco Alonso Esquivel

Es indispensable crear un entorno familiar y escolar para que el niño aprenda sanamente bajo el cuidado no sólo de sus maestros, sino también de sus padres.

El presente trabajo marca las pautas del entorno que los educadores deberían tener para el aprendizaje de sus propias competencias y la transmisión de las mismas a sus alumnos, y los escenarios que los padres deberían conformar en el hogar para que el alumno aprenda dentro de su casa,

para que no haya excusa tanto del padre como del maestro en torno a la educación y formación del alumno dentro del hogar con las comodidades y accesorios que los padres preparan y dentro de su centro de aprendizaje o escuela por parte de sus maestros.

El niño nace libre de ser y pensar

Durante el primer año el niño aprende por su propia cuenta a través de la imitación y exploración, el niño nace sin maldad y dispuesto a aprender de todo lo que se ponga en frente de él.

Es grato ver como los párvulos de 4 años son enfrentados a la realidad de una educación preescolar en donde están ávidos de experiencias y aprendizaje;

es aquí cuando el educador o educadora debe atender a la formación del alumno mediante estrategias tales que le permitan al alumno a esa pequeña edad aprender cosas nuevas, ya sea con juegos, dinámicas, cantos, dibujos, y todas las herramientas que el educador pueda utilizar.

Asimismo Briceño Gil Miguel Ángel (2003:210-379) conviene que “Un sistema que combine la educación formal con la experiencia práctica y enfatice la importancia del “aprender haciendo” tendera a crear una amplia concepción del “conocimiento”. El conocimiento, en tal concepto, se define no únicamente para incluir la teoría formal adquirida mediante el estudio,

sino además las destrezas prácticas, la experiencia y la técnica acumulada en contextos relacionados con el trabajo.” Y es por ello que el educador debe enseñar mediante el hacer las cosas, para que produzca un aprendizaje significativo en el niño, dado que, si se le explica qué es una fruta, con imágenes o la fruta misma el niño pueda adquirir el conocimiento de lo que es.

Partiendo del supuesto que en la formación profesional del educador, adquirirá las competencias para trabajar con los niños, el docente y el dicente en la etapa de formación deben expresarse en los mismos términos para comprender el lenguaje infantil que el niño tiene y debe adquirir, pero el formador debe practicar dicho lenguaje en su entorno natural,

de aquí que debe hacer sus prácticas profesionales en los centros educativos de nivel básico para comprender y vivir ese escenario, que tendrá que explicar a sus docentes mediante presentaciones de informes o exposiciones de lo desarrollado en campo,

con esto tenemos que Esquivel, Francisco Alonso (2011: 73-76) remarca qué “esa retroalimentación debe darse en términos cien por ciento profesionales en cada una de ellas, cada palabra que expresa el alumno debe ser con el léxico apropiado de su especialidad, y el maestro tienen la obligación de ver el cómo se expresa su alumno, debe corregirlo ya que eso también es parte de su formación, no es el simple hecho de tomar una clase, es un todo,

una formación integral que va desde el que investiga y como lo hace, hasta el cómo lo expresa con todas sus formas.” Y si se requiere pintarse, correr brincar, gritar, bailar el alumno en su formación de docente debe hacerlo, pero siempre con la supervisión de su docente en turno,

continua mencionando que “Y es por ello que el maestro debe poner el ejemplo con su hablar y conducir en el espacio aula, independientemente de que en definitiva el maestro sabe más que el alumno, no basta con tener el conocimiento si no sabe expresarlo, explicarlo, pero no de manera coloquial sino en términos profesionales tal que el alumno con el simple hecho de escucharlo pueda comprender de que se trata.”

Y la importancia de esto es que el niño tiene un lenguaje limitado por su corta edad, así que debemos saber del lenguaje que se utiliza tanto en preescolar, primaria y secundaria, el léxico es diferente por la misma experiencia y edad del alumno, así que no podemos pretender que el alumno en su formación no realice ejercicios didácticos con ese lenguaje.

Por otro lado expresa que “El hablar dentro del aula va más allá de una simple charla explicativa, el alumno merece que se le trate con respeto, dándole una cátedra que no sólo implique un discurso vago; el léxico empleado por su docente debe ser claro, explícito en términos profesionales ya que de esa manera él aprenderá como debe dirigirse y expresarse en un mundo profesional, es triste que algunos maestros hoy en día utilicen más palabras coloquiales que profesionales

ya que no ayudan a la comprensión lingüística del alumno.” Y es que el alumno necesita el léxico de la especialidad y sobre todo del entorno que manejará en su vida docente y más en la educación básica, ya que es imposible impartir una clase con terminología que no es, o va de acuerdo a la edad del niño ya que no lo comprendería.

Moromizato Izu et al (2004:15-40) argumenta que “Es importante que el niño y la niña desarrolle competencias, capacidades y actitudes por medio de la organización de su educación desde los primeros días de vida.” De aquí que tenemos la responsabilidad de los padres al introducir en su vida ciertos artículos que en lugar de ayudar a su conocimiento solo lo entretengan con sonidos y colores.

Los padres son responsables directos de la educación del niño desde que nace, de aquí que el docente que le toque en la escuela sólo lo formará durante el periodo que él mismo niño esté en el aula.

No es responsabilidad del docente lo que el niño hace y aprende en su casa, y es ridículo ver que algunos infantes mientras salen con sus padres a algún evento y dicen alguna mala palabra o hacen un mal gesto, los padres se sobresaltan y replican “hay mijo, ¿en dónde aprendiste eso?, y frases como “hay que pena” entre otras, cuando en realidad el niño se expresará tal cual lo hace en casa y tal cual como lo ve en casa.

Las competencias actitudinales las ve y aprende en casa, y fuera de ella hace alarde de lo que aprende. Es por esto que el padre debe corregir y educar a su hijo dentro de casa para que fuera de ella se comporte así como lo ha aprendido.

En el aula el educador debe corregir también lo que ve en el alumno y que no es correcto, pero debe hacérselo notar, ya que el niño no tiene malicia alguna al nacer, los adultos le enseñamos al niño y el niño aprende.

Arango Luz Gabriela (2006:183-308) “Las competencias profesionales están delimitadas por contingencias históricas y culturales” de tal forma que las reformas educativas deben estar siempre dentro del contexto actual en un mundo globalizado, así que estas mismas reformas deben ayudar el educador a desempeñar y entender mejor sus funciones con las guías pertinentes que den una visión clara de lo que se pretende desarrollar a nivel macro, de tal forma que el docente no este perdido en su entorno y conocimiento a adquirir y transmitir.

E. Edelstein Gloria & Miranda Estela (2008:13-188) “Los saberes prácticos, resultado de las vivencias cotidianas, contextualizados, saberes empíricos o de experiencia. Saberes sobre/acerca de la práctica y los que se obtienen de la práctica, saber de experiencia, saberes de integración resultantes de la adaptación situacional.”

Que en el contexto de la educación básica se mezclan entre las prácticas desarrolladas en casa contra las de la escuela. De aquí qué esos saberes empíricos son co-responsabilidad de los padres, ya que el alumno adquiere saberes fuera de su hogar pero las principales actitudes y experiencias a etapas tempranas son íntimamente relacionadas con el entorno que los padres tengan para con los infantes.

No es raro escuchar a padres que culpan a los maestros por la mala educación y conducta de los alumnos, pero esa co-responsabilidad no los exime de la responsabilidad del ser padre, esto es, el docente tiene al alumno por un periodo de tiempo determinado en donde el alumno es el centro de su educación, de su quehacer como docente, ya que todo gira en torno a él.

Y el padre el resto del tiempo en donde no necesariamente el centro de atención es el niño, sino más bien los gastos de la casa, pendientes de trabajo, o actividades ajenas al niño, cuando deberían ser su centro de atención ya que son su responsabilidad.

Conclusión: El alumno es responsabilidad de todos, tanto del docente que no sólo debe impartirle la clase sino formarlo, corregir los aspectos negativos que en él observe, pero también el padre tiene la responsabilidad de formarlo en el hogar, ya que allí pasa la mayor parte de su tiempo y vida, así que no es válido que se trate de eximir de la responsabilidad que le representa el ser su padre.

En ambos casos no es válido reprochar uno a otro la educación expresada, cada quien en su entorno debe centrarse en el hijo – alumno para y por el bien de él, cada uno en su respectivo entorno es responsable.

Por otro lado las reformas educativas deben marcar las pautas para que los docentes puedan orientar su quehacer docente y así dar una educación de calidad.

Bibliografía:Arango, Luz G. (2006). Jóvenes en la Universidad: Género, Clase e Identidad Profesional, Siglo del Hombre, Bogotá, Colombia.

Briceño Gil, Miguel A. (2003). Universidad, Sector Productivo y Sustentabilidad, Universidad central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y humanístico, Caracas, Venezuela.

Edelstein, Gloria E, et al (2008). Prácticas y residencias: memoria, experiencia, horizontes II, Brujas, Córdoba, Argentina.

Esquivel, Francisco Alonso (2011). XVIII Congreso internacional de Investigación Educativa: Las mejores prácticas y los desafíos de la educación superior, Planeación, educación y asesoría, Tamaulipas, México. Moromizato Izu, Regina (2004). Propuesta de Intervención educativa para niños y niñas menores de cuatro años en un contexto urbano-marginal, Fondo Editorial PUCP, Lima, Perú.

Por su Atención

Muchísimas Gracias