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Los Cuadernos Inéditos LA FILOSOFIA DE LAO ZHANG Lao She (*) (1) L a filosoa de Lao Zhang está basad en tres elementos reunidos en un princi- pio único: EL DINERO. Tiene tres reli- giones: la musulmana, la _ protestant y la budista. Se dedica a tres pros10nes: es mih- tar, prosor y comerciante. Habla t es idiomas: el mandarín, el dialecto de Fengtlan y el de Shandong. Sus tres esto, sus tres lo otro... Tanto es así que en su vida, sólo se bañaría tres veces. Naturalm�nte, la cuestión del baño es totalmen- te secundaria pero es preciso presentarla para comprender e comportamiento y el pensamien- to de Lao Zhang. Sólo habrá habido tres baños en la vida de Lao Zhang. Los dos primeros ya han tenido lu- gar, en cuanto al tercero, nadie se atrevería a asegurar si se realizará o no, a pesar d � 9 ue na- ció en un país en que cada cual es adivmo. Su primer baño aconteció a los tres . s de h ber nacido. Ese ser parecido a una ratlta mconscien- te e aseado por la partera en una palangana de cobre. El segundo tuvo lugar en la noche ante- rior a su boda. Se lavó, por iniciativa propia, en el agua clara del baño público. Las dos monedas de cobre que le costó la broma figuran aún _ en su libro de cuentas. Son dos hechos, en la vida de Lao Zhang que de ninguna manera podrían po- nerse en d�da. En cuanto al baño venidero, su- poniendo que lo hubiera, egún u gran n mero de protas tendrá un caracter pasivo. Sera, sen- cillamente, una limpieza mortuoria. La limpieza mortuoria es una costumbre mu- sulmana. lVenera Lao Zhang a Mahoma? Para contestar a esta pregunta, hay que poner el acento en el aspecto económico de la cuestión. Suponiendo que el día en que Lao Zhang ase a mejor vida coincida con un período de baJa del precio del cordero, , será cil pre�agiar que e su testamento figurara la ase sigmente: «Segun el rito nerario Islámico, dispóngase en el ban- quete una sopera rodeada de seis platitos de co- (*) Lao She nació en Pekín, en 1899. Su ven ! a ero nombre era Shu Qingchun. El ambiente popular de Pekm 1m regn to- das sus obras. Su novela más representativa es Xiangz1, el Camello y entre sus obras de teatro cabe destacar El canal de la barba del dragón y La casa de té. Comparado a Dickens y Mark ain, es, junto a Lu Xun, uno de los escritores más im- . portantes de la China modea. Murió ahogado en 1966 du- nte la Revolución Cultural y su memoria fue recuperada re- cientemente. 88 mida.» Naturalmente, los miliares y amigos acostumbrados a beber vino en los nerales po- drán así catar un nuevo sabor. Y la cuestión del baño se vería resuelta al mismo tiempo. Pero, de momento, Lao Zhang no tiene nin- guna intención de mrir. Por otra part , su , c ns- titución sica no deJa entrever el mas mmimo signo de decrepitud, de manera que los astrólo- gos le dan todavía diez, veinte o tr _ einta años de vida y, en ese períod _ o, las fluctua�i ?� es del pre- cio del cordero son igualmente dificlles de pro- nosticar. Si la carne de cerdo está cara y la de cordero barata Lao Zhang escoge el Islam. Si cerdo y corde!o están caros opta por el budismo. Para recibir invitados, p�efiere el protestantismo. lPor qué hacerse protestante para recibir invi- tados? Portadores de una misión divina, los pastores vienen, a pesar de la distancia, a una C ina en donde no se cree más que en los demomos y se ignora el paraíso. A esos pastores les gusta invi- tar a casa a sus fieles para conversar. No dicen nunca «Le invito a co�er», basta con un «Le in- vito a tomar el té». Invitar a tomar el té es, cier- tamente una costumbre de occidentales civili- zados. Desde el punto de vista substancial, es mejor comer que tomar el té. Pe r o cuando . un chino va a comer a casa de un occidental, la im- presión de recibir un gran honor sobrepasa y anula toda consideración material. Lao Zhang imita pues ese método sutil. Por eso cuando no le queda más remedio, él tam- bié� invita a los amigos a tomar el té. Les da así a entender que ha asimilado la enseñanza occi- dental. Además, le sale barato. Utiliza en esas contadas ocasiones, un tono de voz monocorde, imitando a los pastores cuando estos hablan en chino: «Mañana, a las cinco y cuarto de la tarde, venga desde su casa hasta mi casa, a tomar el té». La habilidad de Lao Zhang es realmente ad- mirable. Ser comerciante, da dinero. Ser soldado, tam- bién da dinero. Ser prosor, también da dinero. Así que era, simultánea ente prof�so , soldado y comerciante. He aq u pues el sig _ m c do , d _ e «Tres elementos reumdos en un principio um- co: EL DINERO». Por eso, fiel a ese principio, tiene tres idio- mas tres religiones, tres baños... No hay nada en d1 pensamiento filosófico ni en la práctica de Lao- Zhang que no esté basado en esta Santa Trinidad. lSe dedica Lao Zhang a la enseñanza? iSí, de verdad! ilncluso ha ndado su propia escuela! Esta se encuentra en un pueblo de las aeras de Pekín más cerca de la puerta Desheng que de la pu�rta Auding. Está en una casa tradicio- nal orientada de Norte a Sur, compuesta de cua- tro alas que rodean un patio rectangular, más largo de Este a Oeste que de Norte a Sur. Las

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Los Cuadernos Inéditos

LA FILOSOFIA DE

LAO ZHANG

Lao She (*)

(1)

La filosofía de Lao Zhang está basada, en tres elementos reunidos en un princi­pio único: EL DINERO. Tiene tres reli­giones: la musulmana, la _ protestant� y

la budista. Se dedica a tres profes10nes: es mih­tar, profesor y comerciante. Habla t�es idiomas: el mandarín, el dialecto de Fengtlan y el de Shandong. Sus tres esto, sus tres lo otro ... Tanto es así que en su vida, sólo se bañaría tres veces. Naturalm�nte, la cuestión del baño es totalmen­te secundaria pero es preciso presentarla para comprender e'i comportamiento y el pensamien­to de Lao Zhang.

Sólo habrá habido tres baños en la vida de Lao Zhang. Los dos primeros ya han tenido lu­gar, en cuanto al tercero, nadie se atrevería a asegurar si se realizará o no, a pesar d� 9ue na­ció en un país en que cada cual es adivmo. Su primer baño aconteció a los tres. dí�s de h�bernacido. Ese ser parecido a una ratlta mconscien­te fue aseado por la partera en una palangana de cobre. El segundo tuvo lugar en la noche ante­rior a su boda. Se lavó, por iniciativa propia, en el agua clara del baño público. Las dos monedas de cobre que le costó la broma figuran aún_ en su libro de cuentas. Son dos hechos, en la vida de Lao Zhang que de ninguna manera podrían po­nerse en d�da. En cuanto al baño venidero, su­poniendo que lo hubiera, �egún u� gran n�mero de profetas tendrá un caracter pasivo. Sera, sen­cillamente, una limpieza mortuoria.

La limpieza mortuoria es una costumbre mu­sulmana. lVenera Lao Zhang a Mahoma? Para contestar a esta pregunta, hay que poner el acento en el aspecto económico de la cuestión. Suponiendo que el día en que Lao Zhang }?ase a mejor vida coincida con un período de baJa del precio del cordero,, será fácil pre�agiar que e,n sutestamento figurara la frase sigmente: «Segun el rito funerario Islámico, dispóngase en el ban­quete una sopera rodeada de seis platitos de co-

(*) Lao She nació en Pekín, en 1899. Su ven! a�ero nombre era Shu Qingchun. El ambiente popular de Pekm 1m1:regn� to­das sus obras. Su novela más representativa es Xiangz1, elCamello y entre sus obras de teatro cabe destacar El canal dela barba del dragón y La casa de té. Comparado a Dickens y

Mark Twain, es, junto a Lu Xun, uno de los escritores más im-.portantes de la China moderna. Murió ahogado en 1966 du­rante la Revolución Cultural y su memoria fue recuperada re­cientemente.

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mida.» Naturalmente, los familiares y amigos acostumbrados a beber vino en los funerales po­drán así catar un nuevo sabor. Y la cuestión del baño se vería resuelta al mismo tiempo.

Pero, de momento, Lao Zhang no tiene nin­guna intención de m<;>rir. Por otra part�, su ,c<?ns­titución física no deJa entrever el mas mmimo signo de decrepitud, de manera que los astrólo­gos le dan todavía diez, veinte o tr_einta años de vida y, en ese períod_o, las fluctua�i?�es del pre­cio del cordero son igualmente dificlles de pro­nosticar.

Si la carne de cerdo está cara y la de cordero barata Lao Zhang escoge el Islam. Si cerdo y corde!o están caros opta por el budismo. Para recibir invitados, p�efiere el protestantismo.

lPor qué hacerse protestante para recibir invi­tados?

Portadores de una misión divina, los pastores vienen, a pesar de la distancia, a una C�ina en donde no se cree más que en los demomos y se ignora el paraíso. A esos pastores les gusta invi­tar a casa a sus fieles para conversar. No dicen nunca «Le invito a co�er», basta con un «Le in­vito a tomar el té». Invitar a tomar el té es, cier­tamente una costumbre de occidentales civili­zados. Desde el punto de vista substancial, es mejor comer que tomar el té. Pero cuando. un chino va a comer a casa de un occidental, la im­presión de recibir un gran honor sobrepasa y anula toda consideración material.

Lao Zhang imita pues ese método sutil. Por eso cuando no le queda más remedio, él tam­bié� invita a los amigos a tomar el té. Les da así a entender que ha asimilado la enseñanza occi­dental. Además, le sale barato. Utiliza en esas contadas ocasiones, un tono de voz monocorde, imitando a los pastores cuando estos hablan en chino: «Mañana, a las cinco y cuarto de la tarde, venga desde su casa hasta mi casa, a tomar el té». La habilidad de Lao Zhang es realmente ad­mirable.

Ser comerciante, da dinero. Ser soldado, tam­bién da dinero. Ser profesor, también da dinero. Así que era, simultánea�ente prof�so_r, soldado y comerciante. He aq�u pues el sig_m�c�do, d_e «Tres elementos reumdos en un principio um­co: EL DINERO».

Por eso, fiel a ese principio, tiene tres idio­mas tres religiones, tres baños ... No hay nada en d1 pensamiento filosófico ni en la práctica de Lao- Zhang que no esté basado en esta Santa Trinidad.

lSe dedica Lao Zhang a la enseñanza? iSí, de verdad! ilncluso ha fundado su propia

escuela! Esta se encuentra en un pueblo de las afueras

de Pekín más cerca de la puerta Desheng que de la pu�rta Auding. Está en una casa tradicio­nal orientada de Norte a Sur, compuesta de cua­tro alas que rodean un patio rectangular, más largo de Este a Oeste que de Norte a Sur. Las

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tres divisiones que dan a la calle forman la tien­da de Lao Zhang, donde se puede encontrar de todo, desde opio hasta cebollas y �jos. Las alas Este y Oeste son los dormitorios die Lao Zhang y su mujer. En verano, por la mañana, se usa el ala Este; por la tarde, el ala Oeste. En invierno, a la inversa, en primavera y en otoño, se alterna, según si hace frío o calor. Estos d<�splazamien­tos son tan benéficos para la salud como para el ahorro del carbón y de esteras para el cobertizo en verano. Las tres divisiones que dan al Norte forman una sala capaz de contener más de cin­cuenta alumnos, con veinticinco pupitres de adobe que la suciedad cubría de un negro uni­forme y que estaban dispuestos en filas de a ocho. Entre las mesas, colocados en fila, hay unos taburetes bajos de madera de acacia. Por lo general, los alumnos más altos están más cómo­dos sentados en cuclillas. Los bajitos se sientan o mejor dicho, se cuelgan de los taburetes. So­bre la pared Norte hay un retrato die Confucio.A cada lado, un grabado en color de la guerraruso-japonesa. En la pared Oeste, colgada dedos grandes clavos de hierro, está la pizarra cua­drada, de unos 60 cm. En uno de los clavos es­tán colgados la gorra militar de Lao Zhang y uncalendario solilunar. Encima del portal hay unletrero blanco con caracteres negros, que dice:«Escuela Pública y Privada para Funcionarios yComerciantes del Distrito de Desheng».

Hay tres prohibiciones severas en la escuela de Lao Zhang. La primera: sin tener en cuenta la estación o el mes, se prohíbe terminantemen­te abrir las ventanas del aula, porque está rodea­da por una cloaca que apesta a más de doscien­tos cincuenta metros y, cualquiera que sea la di­rección del viento, el olor es siempre insoporta­ble. Hay que mantener las ventanas cerradas pa­ra evitar los efluvios, pero el hedor producido por los cincuenta alumnos era todavía más in­sostenible. La segunda: los alumnos no deben, bajo ningún concepto, comprar golosinas u ob­jetos de uso corriente en otro establecimiento que no sea el de Lao Zhang. La intención de és­te es la de aumentar el amor de sus alumnos por su escuela. La tercera: los estudiantes no deben decir a nadie que Lao Zhang vende opio. Efecti­vamente, desde la prohibición de los fumaderos, Lao Zhang hace, de vez en cuando, algún favor a los antiguos clientes. De esta manera, no sólo los riesgos son mínimos, sino que, además, los beneficios son máximos. Con su silencio, los alumnos le agradecían su generosa enseñanza. De todas formas, considerando su posición so­cial, Lao Zhang no quería seguir vendiendo opio toda su vida.

La posición social de Lao Zhang. Los pobres del pueblo le llaman «señor». Cuando se manda a los hijos a su escuela, hay que respetarlo. Co­mo además se le consulta para las cuestiones de entierros y bodas y para los asuntos de geoman­cia, hay que respetarlo de todas formas. Los que son algo ricos, le llaman «el tendero» porque no

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hace falta ir a la ciudad para comprar los produc­tos de uso corriente, el aceite de soja, el vinagre y esas cosas se encuentran en su establecimien­to. Algunos de los del Yamen (1) de Desheng le llaman «abuelo», otros «Lao Zhang» (2), según la posición que tengan, porque es miembro ho­norífico de la milicia del Y amen. Aunque el título no corresponda a la realidad, él es, en ver­dad, el segundo notable del pueblo. iUn gran personaje! Si, por desgracia, muriera Lao Zhang, su pérdida sería aún más irreparable que la de un sabio, porque lQué sabio maneja con igual habilidad las artes militares y las letras, y conoce, además los secretos del Yin y el Yang?

La estatura de Lao Zhang es de algo más de metro y medio, justo lo que hace falta para ser soldado. No sólo tiene la talla adecuada, sino que, además tiene la espalda muy recta. Cuando pasó el permiso, la atestación del comisario cer­tificaba: «Vertebrado». Tiene una cara rojiza, salpicada de puntos negros que, según el «Ma yi xiang fa» (3) indican riqueza y talento. Sus cejas espesas se unen en una sola línea, cuya negra frondosidad cubre sus ojos porcinos. Su nariz corta y gruesa, con las fosas nasales ligeramente hacia arriba, parece una cigarra sobre una rama de sauce. Tiene una boca delgada cuyo labio in­ferior, protuberante, tapa los grandes inicisivos colgantes, estropeados con los años, de manera que, si no se presta demasiada atención, es fácil confundirla con un pastel de sésamo. Su cara al­tiva y unas orejas que parecen reposar sobre sus hombros, le dan cierto aire majestuoso.

Para hablar de la belleza de un hombre, no puede uno fijarse en una parte, sino en el con­junto. Aunque yo diga que la nariz de Lao Zhang parece una cigarra y que su boca se ase­meja a un pastel de sésamo, no me atrevería, sin embargo, a decir que no es guapo. Mirándolo en conjunto, cuanta más cuenta se da uno de que su boca se parece a un pastel de sésamo, más se comprende que su nariz no puede no parecerse a una cigarra. Cuando está de perfil, a veces, la sombra de las fosas nasales recuerda vagamente la sombra de una cigarra. Cuando Lao Zhang se mira en un espejo, lacaso no ríe a carcajadas, jactándose: «Tengo las alas de la nariz ligera­mente levantadas ihum! imejor! sino, ide qué me mirarían tanto las mujeres!»?

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Hacía un tiempo de mayo. El sol salía, como una boca roja, parecida a un hornillo. Las nubes blancas se desplazaban apresuradamente de Es­te a Oeste, besando al pasar esa boca. Algunas, tras haberla rozado con los labios, seguían vo­lando precipitadamente; otras se acurrucaban caprichosamente contra las mejillas del sol. Unas se transformaban en terribles dragones, con las fauces abiertas como para devorarlo de un bocado; otras se convertían en ovejas que co­rreteaban para atraer su mirada bondadosa. Era

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una pena que nadie prestara atención a esa bo­nita escena. No se podía culpar a la gente por ello, el sol era demasiado tímido y violento a la vez. Hacía relucir de sudor grasiento las caras de los que querían mirarlo. Por eso, los ricos levan­taban cobertizos y, sencillamente, lo ignoraban. Los pobres se tendían a la sombra de los sauces para dar rienda suelta a sus sueños. lQuién po­día interrumpir esa tranquilidad?

Un viento caliente traía a ráfagas el canto de las cigarras del bosque. Croaban las ranas en el estanque de nenúfares. Todo ello aumentaba la sensación de sequedad. El pensamiento de los poetas evocaba en sueños la melancolía del oto­ño, los ricos aprovechaban el resplandor de las flores de los granados y de las mariposas amari­llas, recién salidas de sus capullos, para aumen­tar el refinamiento del placer. La sensibilidad de Lao Zhang no era exactamente como la de los poetas y su manera de gozar del momento no se parecía a la de los ricos. Se dedicaba exclusiva­mente a tender la mano derecha, levantando la cabeza, para contar los albaricoques maduros de los árboles del patio. Su intención era la de re­partirlos entre los padres de los alumnos con el fin de que se sintieran obligados a hacerle un re,. galo tras la cosecha. Pocos serían capaces de contar los albaricoques de esos árboles atestados de frutas, pero sabemos que Lao Zhang posee cierta maña para estas cosas.

-iEh! iLao Zhang! -éste había contado hastanoventa y ocho. Contó dos más, para redondear. Presionó con el pulgar sobre la primera articula­ción del dedo índice y luego se dio la vuelta para mirar. Esa manera de presionar ligeramente los dedos, ese modo de volverse lentamente, son más de cuarenta años de experiencia en la vida de un hombre.

-iLao Si! Pasa y siéntate!-No, tengo que volver enseguida, estos días

el trabajo me tiene ocupadísimo. -No tengas prisa, hay comida-Lao Zhang sa­

cudió su cabeza repleta de principios filosóficos que brotaban uno a uno de sus finos labios.

-Tu hermano de sangre, Li Wucai, me ha lla­mado por teléfono. El nuevo inspector ha llega­do al Yamen de Lao Wu. iDate prisa! iPrepára­te! Aunque no nos impresione, tampoco pode­mos quedar indiferentes. iPrepárate! iRápido! Yo me voy. Hasta otro día. El hombre salió, se­cándose el sudor de la cara.

-Ese inspect... -Lao Zhang se precipitó trasél para saber más detalles.

-Es uno nuevo que acaba de llegar. De todasformas, hay que prepararse. -Mientras hablaba, el hombre ya había salido del patio.

Lao Zhang se calmó unos segundos. Pasó en revista los muchos años de experiencia que te­nía en la cabeza y corrió como una exhalación a la sala Norte.

-iXiao San! ive a decir a la señora que prepa­re té! iXiao Si! idi a tu padre que venga a ayu­dar! ique se ponga zapatos nuevos! lme oyes? -

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Xiao San y Xiao Si se esfumaron inmediatamen­te. i Guardad el «Clásico de los Tres Caracteres» y el «Libro de los Apellidos»! isacad «El Chino Escrito»! i deprisa!

-l Y «El Invariable Medio»?-iSerás estúpido! iQuitad todos los libros clá-

sicos! irápido! -Los ojillos porcinos de Lao Zhang se hicieron muchos más grandes que los de un cerdo.

-iMaestro! iQue me he olvidado de traer «ElChino Escrito»!

-iMaldito seas! iTe olvidarás de todo hasta tuúltima hora! iTraed también «La Moral»!

-l Y «El Arte Matemático»?-iTambién! iCuantos más libros nuevos, me-

jor! -Lao Zhang estaba algo así como ligera­mente nervioso.

-iWang De! iVe a por la escoba y barre lashojas de debajo de los árboles! iLi Ying! iSé buen chico, trae una toalla húmeda y límpiame esas caras de monos sucios! iDeprisa!

Uno sacaba libros, otro barría, otro limpiaba caras; cuando podían, unos sacaban la lengua, jadeantes, otros entornaban los ojos. Era el Caos, nada que envidiar a un pequeño terremo­to. Lao Zhang, con una mano, cogió la gorra mi­litar que estaba colgada de la pizarra y con la otra, tomó «El Chino Escrito» para buscar en él caracteres que no conocía.

-iWang De! ¿y tu diccionario?-iEs ese, de tapas rojas, que está encima del

pupitre! -iNo digas idioteces! iMaldito seas! ¿y cómo

es que no lo encuentro? -Ese no es mi pupitre, si no, lo encontraría.

-Wang De entró corriendo con su escoba y lepasó el diccionario a Lao Zhang.

-lQué hay de vuestros libros? Cuando estéispreparados, salid y quedaos de pie bajo los árbo­les iWang De! iDate prisa en volver! -Lao Zhang, con una mano encima del diccionario echó una ojeada por la ventana. -iAjá! iTe pido que barras las hojas de los árboles y tú vas y te comes los albaricoques a escondidas! iMuy bien! iAhora no hay tiempo! iEspera un poco a que acabe todo esto y ya echaremos cuentas!

-iNo lo hice a propósito! iSe cayeron del ár­bol y, al levantar la cabeza, fueron a parar a mi boca! iNo es culpa mía, Maestro!

-iMaldito seas! iBarre rápido!-iMás maldito seas tú! iAsí te mueras! iMe

los he comido todos! -murmuró Wang De. Wang De acabó de barrer, el té estaba servido

bajo los árboles. Había, además, doce tazas de té verde en bolitas, del que no se usaba más que en las grandes ocasiones. El padre de Xiao Si también había venido. Efectivamente, calzaba zapatos nuevos. Lao Zhang, después de mirar en el diccionario, se dedicó a esperar la llegada del inspector. Interiormente, estaba en ascuas.

-iWang De! iVete a esperar a la entrada! iMi­ra a ver si viene en palanquín o si viste túnica y monta un burro! iY vienes a decírmelo inmedia-

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tamente! iMira hacia el Oeste y no vuelvas la ca­beza aunque te pique una avispa en la nuca! lMe oyes?

-Como no es tu cabeza ... -dijo para sí WangDe.

-iLi Ying! iCorre a la tienda del Este a com­prar hielo, una barra entera, no quiero trozos!

-lY el dinero?-Y eso que tienes en el bolsillo, lqué es? Los

niños no tienen ninguna generosidad -añadió Lao Zhang, tomando un tono doctoral.

Li Ying miró, atónito, a Lao Zhang y al padre de Xiao Si ( el abuelo Sun Ba) y salió sin decir una palabra.

En ese momento, Lao Zhang recordó la pre­sencia del abuelo Sun Ba; le irritaba la idea de tener que charlar con él.

El abuelo Sun Ba parecía tener cerca de los cuarenta años. Era de baja estatura y de cara es­férica. Al andar, levantaba los hombros y los ta­lones para parecer más alto e imponente. Tenía unas cejas despobladas y unos ojos eternamente soñolientos. Afortunadamente, tenía una nariz larga y recta. De lo contrario, no se hubiera po­dido apreciar que su cara poseía un surtido com­pleto. Su boca estaba llena de dientes amarillos. Parecían dientes de oro pulidísimos, pero los pe­lillos del bigote los tapaban, impidiendo que el fulgor irradie por doquier. Llevaba una túnica

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azul claro, de raso importado y, por encima, un chaleco ocre con botones de colores. Nada más verlo, se daba uno cuenta de que era un notable de pueblo.

Al poco rato, entró Li Ying con una barra de hielo, blanca como la nieve. Lao Zhang dijo a Sun Ba -abuelo Ba, venga, mire esta maravilla. Sólo le permito que diga que es genial. No se ría.

Sun Ba entró en el aula, siguiendo a Lao Zhang. Este tomó la barra de hielo y buscó una tabla de madera. Instaló ambas cosas dentro de la estufa de la pared Este. La abrió y de ella sa­lieron bocanadas de vaho fresco.

-Sun Ba, lno es sensacional? iLa estufa se haconvertido en nevera! iCaliente en invierno y fría en verano! iUn objeto con dos usos! -Lao Zhang levantó el dedo pulgar y entornó los ojos en una sola raya. La línea de la sonrisa se pro­longó hacia adentro, hasta llegar al corazón, le produjo un cosquilleo y, sólo entonces, llegó al máximo su sentimiento de autosatisfacción.

En realidad, en la estufa de Lao Zhang, nunca había habido una brasa. En invierno, estaba allí; sólo con mirarla parecía desprender cierto calor. En verano, se colocaba, con gran ceremonia, una barra de hielo en su interior y hacía veces de nevera. Viéndolo, Sun Ba no pudo menos

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que exclamar entusiasmado -iCuánta sabiduría has acumulado! iTienes tesoros en la cabeza!

Justo mientras hablaban y reían, Wang De volvió, como alma que lleva el diablo, hasta la oreja de Lao Zhang, en la cual bramó como un trueno -iiiYA LLEGA!!! -Lao Zhang y Wang De salieron como una sola persona. Los senti­mientos eran distintos, pero la consecuencia era el mismo sudor frío.

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Fuera, se oyó el ruido de alguien que se sacu­día los zapatos. Sun Ba corrió a dar la bienveni­da. Lao Zhang se desgañitó: -iPreparados! iFir­mes! -Los alumnos formaron dos filas desorde­nadas. Xiao San se puso de pies juntos con ex­cesiva fuerza, colocando violentamente un talón encima de los dedos del pie de Xiao Si. -iAy! iMaestro! iXia San está encima de mi pie!

-iMedia vuelta! ilzquierda! iEn fila! iSaludo!-Al oír la orden, todos los alumnos se llevaronla mano a la frente. Xiao Si tenía unas ganas tre­mendas de llorar, pero no se atrevía. Sólo se cu­brió los ojos con la mano, para impedir que lebrotaran las lágrimas. Conocía al que iba delan­te. Era Li Wu, el del Yamen. El otro, natural­mente, era el inspector.

-iNo hace falta tanta ceremonia! iBajad lasmanos! iBajadlas! iBajadlas! -El inspector no parecía muy paciente. Los estudiantes bajaron las manos. Lao Zhang añadió -irompan filas!

Li Wu entregó una tarjeta de visita a Lao Zhang, que preguntó en voz baja -lQué tal? -Li Wu le contestó a escondidas -va bien.

-lSu excelencia desea sentarse en la sala Oes-te o pasar al aula? -preguntó Lao Zhang, ha­ciendo un saludo militar.

-Señor Li, espéreme un momento, sólo quie­ro mirar un poco y nos vamos. Cuando se es ex­perto, basta con echar una ojeada de cinco mi­nutos para ver qué tal es la organización. -El inspector alzó los hombros, metió la barriga, to­sió sonoramente, hinchó las mejillas y, movien­do los ojos, miró a todas partes sin volver la ca­beza. Enrolló un poco de saliva en la lengua, formando una bola suave y espumosa, que escu­pió, cual surtidor, debajo de un albaricoquero. Sacó un pañuelo, se secó la boca y, de paso, el sudor de la nariz. -iHum! iNo hay escupidero! -dijo, como hablando solo.

-Bueno. Ustedes dos, Lao Wu y abuelo Ba,vayan a sentarse a la sala Este. Y o me quedo al servicio de su Excelencia -dijo Lao Zhang.

-Menos «Excelencia», «Excelencia», bastacon «Señor». A nuevos métodos, nuevos trata­mientos. No vamos a retroceder de siete u ocho años. Ordene a los alumnos que vayan a la sala.

-Ahora mismo. lAl aula?-iEl aula es la sala! iLa sala es el aula! -El

inspector no pareció muy satisfecho de la pre­gunta de Lao Zhang.

-iEnseguida! -Lao Zhang volvió a hacer el

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saludo militar -iMedia vuelta ... Izquierda! iEn­trad en el aula!

Los alumnos levantaron un pie hasta la altura de la rodilla y lo dejaron caer con tanta fuerza que el estruendo fue como el de una montaña en pleno terremoto. Se dirigieron hacia el aula.

Lao Zhang miraba hacia abajo, desde su tari­ma. Los estudiantes parecían más de cincuenta mojones de piedra. Dicho de manera un poco burlona, parecían otras tantas estatuillas de Bu­da, con la mirada fija, los labios crispados promi­nentes, la nuca rígida y las piernas tiesas. De no ser porque Lao Zhang y el inspector les infun­dían cierto respeto, nunca hubieran soportado esa posición.

Los niños no movían ni un pelo; es decir, si por casualidad, se les hubiera movido uno sólo, se hubiera podido oír el ruido. Atosigado por el ambiente denso de gas carbónico de la sala, el inspector estornudó tres veces seguidas, sacó de su bolsillo un inhalador «Bao Dan» (4), aspiró y se secó las lágrimas con el pañuelo.

Lao Zhang aprovechó la ocasión para obser­varlo.

Tenía unos cuarenta y cinco años, una cara de tez cetrina, en cuya parte superior se hallaban incrustados los ojos, como dos esferas de esmal­te con mucho blanco y poco negro. En el centro, alzábase una nariz aguileña, bajo la cual pendía algún fleco seco y amarillento que le cubría la boca. Vestía una túnica tradicional seda gris, de las de funcionario y, debajo, un pantalón de cor­te extranjero, fabricado en Henan, sujeto a los tobillos con una cinta. Calzaba botines medio nuevos que dejaban asomar unos calcetines de algodón azul de producción local. La primera impresión que daba al mirarlo, era de discordan­cia. Pero una vez acostumbrados los ojos, se po­día ver cierta unión entre lo antiguo y lo moder­no, una especie de justo medio. También se po­día decir que era la vanguardia en el compromi­so entre las culturas occidental y oriental.

Lao Zhang no se sintió lo suficientemente in­trépido como para mirarlo con más detalle. Abrió el tercer volumen de «El Chino Escrito» que había preparado con antelación y empezó a hacer alarde de su talento.

-«El Nuevo Chino Escrito», tercera lección.lLo habéis encontrado?

-iSí! -contestaron los alumnos con su tonode voz más alto.

-Ahora vamos a «explicar por medio de ejem­plos». -Lao Zhang leía, siguiendo el programa del manual.

-iWang De! iPonte derecho! Eso es lo que sellama «Educación Física» lEntiendes? (5).

Wang De no entendía. No le quedó más re­medio que intentar erguir la espalda, a pesar de que estaba ya tan recta que no se podía endere­zar más.

-iEscuchad! Ahora vamos a 'asimilar los con­ceptos'. Esta lección habla de las golondrinas. La golondrina es un pájaro migratorio. Los pája-

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ros migratorios forman una clase dentro de la fa­milia de las aves, lentendéis?

-iEntendemos, Maestro! -Volvieron a corearlos alumnos. A Xiao Si, que siempre ponía de­masiada energía en todo lo que hacía, le faltó- un pelo para morderse la lengua.

-iNo me llaméis Maestro! iLlamadme Señor!iA nuevos métodos, nuevos tratamientos! iYa lo dije ayer! lAcaso lo habéis olvidado? iNeci... n ... no lo olvidéis! -Lao Zhang siguió explican­do: -La golondrina parte del mar del Norte, pa­sa por Luzón, atraviesa el Océano Indico y llega al Turquestán. Por eso se le llama pájaro migra­torio lEntendéis?

-iEntendemos, Maestro, eh... eh... Señor!-Esta vez contestaron de forma algo discordan-te.

El inspector se puso el lápiz en la boca y si­guió las explicaciones de Lao Zhang, anotándo­lo todo en un cuaderno: Al terminar un párrafo, posaba la lengua sobre el labio inferior, mante­niéndola preparada para humedecer la punta del lápiz y luego seguir escribiendo. A cada carácter, lo humedecía con dos toques encima de la len­gua. Wang De, que lo observaba a hurtadillas, creyó que tenía aftas. Xiao San ( el inspector es­taba justo a su derecha) pensó que el lápiz esta­ba cubierto de azúcar de kaki.

Lao Zhang estaba haciendo una pausa, cuan­do el inspector espetó -Señor Zhang, lacaba ya la clase o no?

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-Faltan veinte minutos.-Acabe antes, mande a uno de los mayores

que vigile, tengo que hablar con usted. -iEnseguida! iLi Ying! iVigílalos mientras es­

tudian! iPreparados! iFirmes! iSaluden!

Todos los estudiantes se levantaron y volvie­ron a hacer el saludo militar. Muchos aprove­charon para secarse el sudor de la frente. El ins­pector no les prestó ninguna atención y salió pa­voneándose.

-iEl que quiera recibir, que aproveche paraalborotar! -dijo Lao Zhang, con la mano apoya­da en la puerta, mirando con un ojo hacia el aula y con el otro hacia el inspector. Le rechinaban los dientes y en su voz había cierta angustia.

Cuando el inspector llegó a la sala Este, Li Wu y Sun Ba se levantaron. Sun Ba le sirvió una taza de té, diciendo: iQué molestia se ha tomado usted! iVenir desde tan lejos con el calor que hace!

-Es mi trabajo, no me queda más remedio.lCómo se llama usted? -El inspector sorbió rui­dosamente un poco de té, durante un buen rato, hasta que, por fin, lo tragó.

-Es el abuelo Sun Ba, terrateniente local-respondió Lao Zhang en su lugar, y prosiguió:-La clase de hoy no estuvo muy bien, perdóne-me.

-No estuvo tan mal. Está usted familiarizadocon los topónimos extranjeros, pero no estaría de más que los escribiera en la pizarra -dijo, muy serio, el inspector.

-A decir verdad, aprendí los nombres extran­jeros con un primo mío. Es traducotr de seis idiomas, en la calle Dong Jiao Min Xiang (6). Según él, al leerlos, hay que hacerlo de manera monocorde, para estar seguro de pronunciar co­rrectamente -Lao Zhang volvió a entornar los ojos y reprodujo una vez más su sonrisa de afue­ra hacia dentro.

-Pero iqué dice su primo! Cualquiera quehaya ido a la escuela, sabe que el chino y los idiomas extranjeros tienen un solo principio. El inspector sacó su pipa y un estuche de tabaco. Prosiguió: -lCuántos alumnos hay en total?

-Cincuenta y cuatro iAh! Hoy faltan dos: unoque tiene un entierro en la familia y otro que es­tá con sarampión.

El inspector lo anotó en el cuaderno. -lA cuánto ascienden sus ingresos en un

año? -Cuando va bien, en un año entran ciento

cincuenta Yuanes. Cuando no, unos cien. El inspector tomó nota. Preguntó: -lA qué se

debe esta irregularidad? Lao Zhang giró los ojos en las órbitas y con­

testó: -Hay alumnos que abandonan a mitad de curso. Al disminuir los ingresos escolares, pier­do mucho.

Los Cuadernos Inéditos

-iAh! ¿y qué manuales utiliza usted, los de laComercial Press o los de la Editorial de Chi­na? (7).

-Los de la Editorial de China.El inspector tomó apunte y se metió el lápiz

en la boca, parecía como si acabara de acordarse de algo. Dijo lentamente: -Es mejor usar los de la Imprenta Comercial. Todas las escuelas de la ciudad han optado ya por ella.

-Tiene usted razón, mañana mismo cambia­mos, mañana mismo.

-No es que quiera inmiscuirme en sus asun­tos, pero, en principio, la palabra «China» es más agradable al oído que «Comercial». Hace sólo unos días, oí un informe sobre «La Podero­sa Nación China». lCómo es que ahora ya no está de moda? -inquirió Sun Ba con mucha se­guridad.

-lDesde cuándo entiende más de esas cosasque su Excelencia? Está claro que su Excelencia tiene razón. -Lao Zhang miró a Sun Ba y luego al inspector.

El inspector tosió dos veces y se tapó la boca con el pañuelo, como si fuera a estornudar. Des­graciadamente, no lo consiguió.

-Los asuntos oficiales siguen los cambios deltiempo -Li Wu aprovechaba la ocasión para po­ner en evidencia su experiencia de subalterno. -Ahora no está de moda, pero, a lo mejor, den­tro de unos años, vuelve a estarlo. La gente co­mo nosotros no puede dejar de seguir la evolu­ción de las cosas. lNo es así, excelencia?

-Así es, exactamente. Señor Zhang, no es pornada, pero, excluyéndome a mí, lacaso los de­más inspectores del país no proporcionan méto­dos de trabajo a los maestros? Nuestra tarea consiste principalmente en tratar de ver los erro­res y flaquezas de los profesores.

-Su Excelencia tiene toda la razón -dijeron acoro Sun Ba y Li Wu.

-Por eso mismo -el inspector alzó la voz-Se­ñor Zhang, ha cometido usted un error que no puedo dejar de indicarle.

Li Wu y Sun Ba sintieron verdadera angustia por Lao Zhang, pero éste, imperturbable, dijo: -Usted oirá, señor.

· -lPor qué ha construido usted la tarima alOeste? Está bajo la influencia del «Tigre Blan­co» (8). Traerá mala suerte a las familias de los alumnos. La Enseñanza es una institución cari­tativa y benevolente. lCómo puede usted haber hecho una cosa así? -El inspector articulaba ca­da sílaba.

-Su predecesor dijo que las aulas deben reci­bir la luz del lado Este. Por eso puse la tarima al Oeste. A decir verdad, entiendo algo de geo­mancia, pero no me atrevo a desobedecer las ór­denes de mis superiores. Perdóneme, Señor.

-No me hable de lo que dijo mi predecesor.Si hubiera sabido lo que hacía estaría todavía en funciones. De todas formas, no pienso presentar el informe. Si quisiera buscarle complicaciones, no estaría hablando con usted cara a cara, lno?

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-El inspector sonrió. Li Wu y Sun Ba tam­bién.

El inspector bebió otro trago y se levantó, se­guido por Li Wu y Sun Ba. Todos, menos Lao Zhang, que había estado de pie desde el princi­pio.

-Hace calor, afuera, quédese un poco más-dijo Sun Ba.

-No, por la tarde tengo que visitar dos sitiosmás. Señor Li...

-Excelencia ... -la cara de Li Wu estaba tan ri­sueña como la de un cangrejo borracho.

-lVamos a Wu Li Dun o a Huang Yu Dian?-Como prefiera su Excelencia. El jefe me ha

encargado que le acompañe a usted. Estoy ente­ramente a sus órdenes, Excelencia.

-Lao Wu, ocúpese bien de su Excelencia. Enalguna ocasión le invitaré a usted a tomar el té y, naturalmente, a su excelencia ... -Lao Zhang iba a seguir hablando pero se tragó las palabras.

-Vamos a Huang Yu Dian. -El inspector noparecía haber prestado atención a lo que decía Lao Zhang.

-Bien dicho, Excelencia -dijo éste- Lao Wu,acompañe a su Excelencia por Wang jia cun, cruzando Dong da dun y luego por Wu qian zong men kou. Por esa zona abundan los sauces, el camino está bastante sombreado. Hoy, el sol calienta demasiado.

El inspector salió, acompañado por Sun Ba, que no paraba de repetir -iQué molestia se to­ma usted! iQué molestia! -Li Wu tiró ediscretamente de la manga a Lao Zhang y levantó el pulgar. Lao Zhang sonrió.

(Traducido directamente del Chino por Anne Hélene Suárez Girard, Universidad de Pekín, 1986).

NOTAS

(1) El Yamen es la residencia del mandarín local.(2) Zhang es su apellido. Lao significa, literalmente, vie­

jo. En este caso, se trata de un apelativo respetuoso que no tiene necesariamente el sentido de 'anciano' y que llega a formar parte integrante del nombre.

(3) «Ma yi xiang fa»: tratado de fisiognómica escrito porel monje tacista Ma Yi.

(4) Bao Dan era una marca japonesa. El inspector estámuy influenciado por lo extranjero y lo moderno.

(5) «Educación Física» era una palabra totalmente nue­va en aquella época. Como se puede ver, ni el mismo Lao Zhang sabe lo que quiere decir, pero quiere parecer moder­no delante del inspector.

(6) Dong Jiao Min Xiang es una calle de Pekín, dondese encontraban, en aquella época, las delegaciones extranje­ras.

(7) La Comercial Press publica libros modernos y dic­cionarios. La Editorial de China se encarga de obras clási­cas.

(8) El «Tigre Blanco» era uno de los cuatro espíritus delOeste, según los Taoístas.