la filosofÍa de los maestros. · la filosofía de los maestros se sitúa muy alta en la segunda...

LA FILOSOFÍA DE LOS MAESTROS (F 15). Publicado en fascículos en el Blog: Mis Herejías Siglo 21,

sección: De Otros Autores. Tema recomendado en el Blog: Jesús y los Esenios -33- (Google) 1

LA FILOSOFÍA DE LOS MAESTROS.

(Abreviado)

POR: HUZUR MAHARAJ SAWAN SINGH JI. (1858-1948. India).

(F: 15)

Existen unos libros que se leen y luego se descartan. Otros, sin

embargo, deben asimilarse a fondo. Tales libros hacen de faro para

el viajero en su sendero moral, social y espiritual.

La filosofía de los Maestros se sitúa muy alta en la segunda

categoría de libros, y contiene gran abundancia de material para la

guía de los buscadores de la Verdad. Con precisión científica, trata

la disciplina espiritual que lleva a la última Comunión con Dios. Se

apoya esto con citas de Sabios, Profetas y Místicos de todas las

épocas.



FASCÍCULO 15.

La obra completa consta de dos volúmenes de más de mil (1.000) páginas cada uno.

CAPÍTULO VI: LA ORACIÓN Un materialista considera que esta vida es una máquina, cuyas partes se mueven por las ciegas fuerzas de causa y efecto, y no admite que exista un Ser Supremo que la dirija. Pero aquel que conoce la realidad, al tiempo que reconoce que está actuando la ley de causa y efecto, además sabe que esto se realiza bajo las órdenes y directrices de un Ser Supremo. Por lo tanto, mientras no pierde de vista a las causas y sus efectos, le pide ayuda al Señor, la Causa Suprema, y se entrega alegremente a Su voluntad y a Su arbitrio. El Señor puede hacer todo lo que sea bueno para él, ya que es únicamente el Señor el que conoce lo que le beneficia. Si el resultado está de acuerdo con sus deseos, queda agradecido. Si no es así, se somete alegremente, porque sabe que todo lo que ocurre está de acuerdo con el mandato y la voluntad del Señor. Pide la ayuda del Señor a cada paso, porque sabe que siempre hay algo que está más allá del alcance de sus propios esfuerzos. Pedir ayuda de esta manera se llama oración. La oración es un sentimiento universal, que siente una persona cuando le azotan las aflicciones, los problemas, las enfermedades, el peligro o las calamidades, y desea evitarlos; o cuando; quiere satisfacer alguna necesidad corporal y obtener provecho espiritual; o cuando desea fortaleza para encarar algunas dificultades, al no encontrar poder suficiente en sí mismo; o cuando desea la ayuda de un ser poderoso. Vemos diariamente que a menudo nos sentimos obligados a pedir que nos ayude alguna persona más fuerte o más capacitada. Cuando un estudiante no puede resolver un problema, recaba la ayuda de su profesor. Similarmente, en caso de enfermedad, pedimos que nos atienda un médico. Un subordinado pide ayuda de su oficial. Son éstos unos cuantos ejemplos de un tipo de oración. Cuando nos encaramos con cualquier dificultad o nos persigue un enemigo y no encontramos refugio, pedimos ayuda al Poderoso Señor del Universo o a personas en las que Él se manifieste. A esto se le llama oración. Es natural pedir que nos ayude una persona más poderosa o más capacitada, y es aún más natural acudir en demanda de ayuda a ese Poder Supremo que es el Señor de todas las regiones y universos y que es su Creador, o bien a alguien que sea uno con Él. Lo cierto es que no podemos evitar dirigirle una oración. Todas las religiones dicen que esta súplica al Señor o al Maestro es la forma de obtener mercedes de toda índole. Solamente a través de la oración puede alcanzarse el progreso espiritual. La oración es el más natural, directo y fácil medio de conectar a los individuos con el Creador, y de conectar al esclavo con el Señor. Todo buscador necesita la oración desde el principio hasta el fin, hasta que realice al Señor y se una a Él. A través de la oración se colman todas las necesidades corporales, religiosas y sociales. Se eliminan las enfermedades de la mente y del cuerpo y, al final, la oración se convierte en el medio de efectuar la unión del alma con el Señor.

«Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» (Marcos 11: 24). «Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo

aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abre». (Mateo 7: 7-8).



Se ha visto, sin embargo, que la gente pide miles de cosas y todas sus oraciones no son atendidas. Entonces ¿Cuál es el significado de las palabras anteriores? Veamos qué clase de oración es atendida y por qué no pueden ser atendidas todas las súplicas. El problema consiste en que no conocemos la misericordia del Señor, y pedimos cosas que no nos benefician realmente. Ese Poder desea nuestra evolución y nuestro progreso. Cuando ese Poder considera que lo que se pide enredaría al devoto en el mundo más profundamente, no lo concede. Si, con el fin de librarnos del pecado, el Señor no nos concede las cosas que pedimos, es por nuestro bien. En las escrituras cristianas se dice: «Pedís y no recibís, porque pedís improcedencias, para disiparlas en vuestros apetitos». Estamos enredados en los placeres corporales y sensuales. Nuestra visión no se eleva por encima de ellos. Si fuéramos a recibir todo lo que pedimos, ciertamente estaríamos envueltos en más placeres sensuales y se incrementarían nuestros pecados. A este respecto, también debería entenderse que el hombre es meramente una parte de la máquina del universo, y está relacionada con todas las partes restantes. Siendo limitada nuestra visión, no podemos ver más allá de nosotros mismos y de nuestro entorno. Pero el Señor, o el Maestro, puede ver el universo entero. Lo conoce todo desde el principio hasta el fin. Conoce igualmente las necesidades reales del devoto. Por ejemplo, los habitantes de una ciudad que se ven sometidos a un calor insoportable pueden orar en demanda de lluvia, mientras que los granjeros están pidiendo más sol para madurar sus cosechas. El intelecto humano es limitado y un individuo no sabe si lo que está pidiendo, a la larga, le haría bien. Simplemente, considera las circunstancias inmediatas e ignora el futuro. Confiando en su limitada inteligencia, a menudo pide algo que le dañaría. Con su precipitación, pide muchas cosas y luego se da cuenta de su error, y agradece que su oración no fuera atendida ya que, de otro modo, habría sufrido una gran pérdida. El Señor, o el Maestro, conoce nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Sabe cuándo no nos beneficiará una cosa pedida y, por lo tanto, no la concede. Ocurre frecuentemente que un buscador pide algo que no le es de genuino provecho. Insiste en ello y hasta puede hacerse una promesa, pero lo pedido no se le otorga. Un niño puede pedirle veneno a la madre. Debido a su insistencia, la madre puede hacer una promesa, pero nunca le dará el veneno al niño, aun cuando en apariencia pueda consentir en hacerlo. Esa cosa no iría en beneficio del niño, pero él no lo sabe debido a su ignorancia. Los Santos, por consiguiente, nos dicen que deberíamos orar siempre al Señor:

«¡Oh, Señor! Yo no sé nada. He sido entregado a las manos de la mente y de Maya».

Nizami dice: «Oh Tú, que sólo deseas mi bien, condúceme a aquello que me beneficie. Muéstrame el sendero que conduce a Tu voluntad y a mi salvación».

El Señor y el Maestro son omniscientes y conocen plenamente lo que nos beneficia y lo que nos dañaría. En el Corán sagrado se dice: «Oh, Señor, danos en este mundo aquello que nos ayude también en el más allá, y sálvanos de los sufrimientos del infierno». Una peculiaridad de la vida humana es el amor que sabe cómo dar, pero no cómo tomar. Hafiz dice: «Tu deber diario es orar al Señor. Este es tu verdadero trabajo. No te detengas nunca en pensar si ha sido oída o no tu oración en la Corte del Señor. Esto es prerrogativa Suya». Nuestras oraciones deberían estar en armonía con la voluntad del Señor y del Maestro, y deberíamos sentirnos felices con todo lo que Él desee. Para orar con efectividad, es necesario que



llevemos nuestra vida como desea el Maestro y experimentemos felicidad en la evocación del Señor. La oración que pueda redimir a los pecadores y curar las enfermedades físicas, mentales y espirituales, debe realizarse con plena fe en el Señor y con la convicción de que Él es Todopoderoso. Nuestros sentimientos no expresados no le son ocultos. Tiene conocimiento de todo sentimiento y de todo pensamiento. Conoce los sufrimientos tanto de las buenas como de las malas personas. El brote de un fuerte deseo es en realidad la realización de una oración. Si antes de expresarlos, ofreciéramos nuestros deseos o actos al Señor, no habría entonces obstáculo alguno en el camino del éxito. La oración correcta es aquella que está repleta de anhelo y congoja. Debería hacerse con paciencia y confianza completa y con un corazón lleno de amor, con toda humildad y sumisión. «¡Oh mente! debes sentir temor del Señor . Él llama a Si mismo al más insignificante de los insignificantes, por muy insignificante que sea». Las oraciones deben realizarse de acuerdo con las instrucciones del Maestro, y con el objetivo de reformar la vida propia. Al orar de esta forma, expresamos gratitud por los favores recibidos. La gratitud no puede expresarse con meras palabras que no tengan relación con nuestra conducta. Dado que el Maestro es el Shabd y el Shabd es Su forma, El está en el Shabd. Aquel que hace del Shabd una parte de su vida, se convierte en querido y grato al Maestro. El dice: Si me amas, haz lo que diga». Cristo dijo: Si me amáis, guardad mis mandamientos». A fin de que la oración pueda ser aceptable, es necesario que el discípulo sea devoto del Maestro y que Sus palabras moren en el corazón. Entonces, puede pedir cualquier cosa y esta le será concedida. Hemos de sentimos felices en la evocación del Señor y Él colmará nuestros deseos. Cristo dice: «Si permanecéis en mi, y mis palabras en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho» (Juan 15: 7). «Deléitate asimismo en Jehová, Y El te concederá las peticiones de tú corazón» (Salmos, 37:4). La oración autentica es el esfuerzo incesante para hacer nuestra vida pura y verdadera. Esto atrae hacia nosotros la misericordia del Señor y Su gracia, y entonces los deseos sinceros y puros de nuestro corazón se colman de bienaventuranzas sin límite. Con pedir meramente al Señor o al Maestro que podamos amarle, no comenzamos, dicho sea de paso, a amarle. Pero si oramos conscientemente para alcanzar una vida pura y verdadera e intentamos elevar nuestra vida, nos moldearemos entonces de la forma que El desea y comenzaremos a realizar Su presencia y a participar de Su amor.

¿ES NECESARIO ORAR AL SEÑOR?

A muchos les gustaría saber por qué hemos de orar, cuando el Señor conoce todas nuestras necesidades. Si vamos a recibir solamente después de pedir, parece posible entonces que no se nos concediera algo, debido a nuestra falta de conocimiento o de comprensión. Es posible también que podamos pedir algo que nos cause perjuicio. Sabemos por nuestra propia experiencia que a veces pedimos cosas y las conseguimos, pero cuando nos resultan ser perjudiciales, sentimos haberlas pedido. Lo mismo que un padre sabe lo que es beneficioso e imprescindible para su hijo, de la misma forma, nuestro Padre Celestial también sabe qué es lo que realmente necesitamos y qué irá en beneficio nuestro. Los Santos, sabiendo que el Señor conoce nuestras necesidades, nos aconsejan orar teniendo presente lo siguiente: Porque nuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis». Mateo: 6:8



Las oraciones por un interés egoísta y las realizadas para obtener progreso espiritual son muy diferentes. Comparada con la oración espiritual, la otra oración no tiene importancia. Confesar nuestros pecados en la oración y pensar que con ello se han hecho desaparecer o se han destruido, es un error. Esta clase de error nos mantiene alejados de la espiritualidad verdadera. Nuestros pecados sólo serán perdonados cuando el Señor o el Maestro los perdone. En realidad, tales oraciones pueden llegar a ser la causa del mal. Un hombre puede ofrecer tales oraciones y luego continuar cometiendo pecados sin vacilación. Y mientras tanto, continúa orando teniendo la impresión falsa de que sus pecados serán perdonados como consecuencia de sus oraciones. El Maestro viene a persuadir a los hombres a que renuncien al pecado, y a unirles con el Señor. Nuestro deber es actuar de acuerdo con sus deseos y renunciar a todas las malas acciones, que son mundanas. Así es como podemos salvarnos de los pecados y, a través de la práctica del Naam y de la evocación, unirnos con el Señor. El hombre puede perdonar, pero es el Omnipresente Poder del Maestro lo que al final reforma a un pecador. Pensar que Su misericordia está subordinada a las peticiones hechas por medio de la oración es un error. Él no perdona ni condena como consecuencia de si pedimos o no el perdón. Esto es hacer de la oración un instrumento para permitir la comisión de pecados. El Maestro actúa con gran prudencia y consideración. Por un lado, perdona los pecados y, por el otro, impide que el discípulo los cometa en el futuro, a fin de que pueda hacerse limpio y puro. Las oraciones no pueden producir cambio alguno en la corriente de misericordia. Es como es y, por tanto, inalterable. Pero las oraciones pueden armonizarnos con esta corriente. No es necesario pedir para nuestras necesidades. El hacerlo a menudo se convierte en un obstáculo. Por supuesto, orando con humildad y fe, podemos aprovecharnos más de esa corriente de misericordia. Pero Él no tiene necesidad de oraciones vocales, ya que conoce nuestros sentimientos ocultos. El Señor es amor. ¿Es conveniente para nosotros pedirle que nos dé más amor? ¿Es necesario suplicarle que derrame más misericordia, cuando Él ya está dándonos más de lo que merecemos? No expresando nuestros sentimientos, nos acercamos más a Su presencia y a Su misericordia. Él es eterno. Es el mismo en el principio, en el presente y al final. El Señor es la encarnación de la verdad. La verdad emana continuamente de Él y no hace falta recordárselo. ¿Cómo puede el hombre aconsejarle, con su limitado intelecto? La corriente de Su misericordia fluye por doquier. Ella misma cuida de nosotros. Conoce lo que nos beneficia. Está presente en todas partes.

Percibe nuestros sentimientos y nos oye. ¿Dónde está, pues, la necesidad de orar a Él? «A dondequiera que mire, Te veo morar allí; ¿A quién habría de orar? El Señor lo oye todo». Es nuestro deber estar en armonía con El y así recibir el mayor beneficio. Es muy necesario que meditemos en El en nuestro corazón, con el fin de que Su reflejo pueda brillar en nuestro interior. El alma es una partícula y una imagen de Él y participa de Sus cualidades maravillosas. Aprender a entender al Señor es un proceso continuo y para tener éxito en ello deberíamos entregar a Sus pies todos nuestros pensamientos, poderes y deseos. Es extraño que, mientras decimos que el Señor está presente en todas partes y es eterno, intentemos hablarle de nosotros mismos. ¿Estamos agradecidos al Señor por todos los regalos e indulgencias que nos han sido concedidos? Si estamos sinceramente agradecidos, nos hacemos merecedores de mayor gracia, incluso sin pedirla.



La oración no puede cambiar el principio de la Verdad, ni puede capacitamos para comprenderla. Es a través de la atracción del amor interior y del anhelo y obediencia a las instrucciones del Maestro como somos conducidos a la Verdad. Nuestras oraciones realizadas para entender la Verdad no necesitan decirse en voz alta. Tales oraciones pueden realizarse mentalmente o viviendo apropiadamente y acatando Su voluntad. El propósito de la oración consiste en conducirnos a actuar de acuerdo con los deseos del Señor. Somos débiles y vacilantes. Deseamos alcanzar al Señor con la ayuda de la misericordia y fortaleza del Maestro. Aun cuando caemos a cada paso, ese poder nos ayuda. Es una ley de la espiritualidad que si un discípulo da un paso en el sendero indicado por el Maestro, el Maestro da cien pasos para encontrarle. Él es el dador de todos los beneficios. Está más allá de toda alabanza y comprensión. Es inmortal e ilimitado. «Si das un paso para refugiarte en el Maestro, el Maestro va a tu encuentro en el camino dando cientos de pasos. Si recuerdas al Maestro una sola vez, el Maestro te recuerda a ti repetidas veces. Incluso si tu devoción es tan pequeña como un fragmento de una concha de caurí.

El Maestro derrama sobre ti todos los beneficios. El Maestro es todo misericordia, Su alabanza está más allá del entendimiento; yo me inclino una y otra vez ante el Maestro

único e incomprensible».

LOS FRUTOS DE LA ORACIÓN

El propósito de la oración consiste en conectar al ser interior con el Señor y quedar absorbido en Él. La oración es la esencia de la espiritualidad; a través de ella, comenzamos

a percibirle a Él. La oración es la mejor relajación y el mejor entretenimiento. El alma, la mente y el cuerpo alcanzan descanso y felicidad dichosos, que no pueden

obtenerse por ningún otro medio. Incluso durmiendo mínimamente, no se produce daño a la mente o al cuerpo.

Observamos que en la oración se incrementa la estabilidad interior, se incrementa la audacia y se obtiene pureza interior. Pueden también curarse las enfermedades propias y las de otros. Se recibe ayuda inesperada en momentos de necesidad y de peligro. Estas experiencias muestran que es necesario orar al Poder Divino. Cuando de nada sirven los esfuerzos humanos, una súplica al Señor y al Maestro trae la ayuda que se necesita.

«Donde fallan todos los esfuerzos humanos, triunfa la oración». Con la oración se crea una impresión profunda en la mente humana. Aun si nuestro destino no se cambia con la oración, nosotros cambiaremos ciertamente. Cambia toda nuestra actitud hacia el encuentro de una calamidad o de una aflicción. Es fortalecido el poder de la mente en el esfuerzo por salvarse. Cuando cambia el punto de vista, cambia el mundo entero. El cielo y la tierra toman un color diferente.

Un hombre se siente seriamente perturbado cuando sobreviene una calamidad, pero cuando se cambia el punto de vista, soporta la calamidad con alegría.

En la mayoría de los casos, un hombre pide la ayuda del Señor cuando está desamparado o se halla en la indigencia. Pero cuando alcanza la abundancia, no siente más la necesidad de la oración y piensa que su propia fortaleza y fuerza social le bastarán en el futuro. Comete así un grave error. El hombre debería orar en todas las circunstancias. Cuando tiene dificultades, debería



orar para que se solucionaran sus problemas, y cuando no hay solución, por la fortaleza de soportarlas y conservar su coraje. Cuando, como consecuencia de sus esfuerzos, vea perspectivas de éxito, debería orar por

la misericordia y gracia del Señor, a fin de no confiar en sus propios esfuerzos y en su vanidad.

A menos que Su gracia y misericordia se unan a nuestros esfuerzos, no podrá obtenerse un verdadero éxito. Cuando se ha alcanzado el deseo del corazón, hemos de sacrificarlo todo en agradecimiento y gratitud hacia Él. En realidad, la oración es la recogida e inmovilización de las ondas de la mente en el centro interior. Cuando surge algún deseo en la mente o estamos preocupados por alguna aflicción mundana, pensamos en el corazón en el poder del Señor y nos dirigimos a aquél para conseguir inspiración. El corazón del hombre es la morada del Señor. El Señor es el gran almacén de poder. Es el ideal completo y verdadero. Contemplándolo, un hombre obtiene paz en su interior y se hace poderoso. Cuando alcance este poder, será capaz de pensar en los medios de sacarse de sus apuros. La mente obtiene poder para producir esfuerzo. Mediante el ofrecimiento de oraciones, la mente se concentra en un solo punto. Se genera

una corriente de pensamientos que da paciencia y que torna al hombre alerta y activo. Desarrolla costumbres de paciencia, contento y dulzura, y adquiere coraje y fuerza con los

cuales poder encarar las dificultades.

Éstos son los frutos de la oración. La forma más elevada de oración no consiste en el hecho práctico de orar, sino en despertar en el Señor. Cuando se alcanza este estado, desaparecen las enfermedades, los pecados son eliminados y la muerte se hace inexistente. La oración verdadera consiste en desarrollar el amor por el Maestro en nuestro ser interior y fundirnos en Él. Cuando estamos en comunión con Él, entonces, entrando en contacto con el Señor, se despiertan los poderes interiores de nuestra alma.

LA ORACIÓN Y EL ESFUERZO:

¿Debería renunciarse al esfuerzo en la oración? Debe recordarse que, hasta que el hombre no se haga colaborador consciente con y bajo Su voluntad, no debería renunciar al esfuerzo. No es el propósito de la oración o de la gracia el que no hagamos otro esfuerzo que no sea seguir orando. Esto puede aclararse con una ilustración. A un muchacho se le ha hecho tarde para ir a la escuela. Qué pensaríamos de él si se sentara y orase «¡Oh, Señor, no me dejes llegar tarde!» Sería conveniente para el muchacho que, al mismo tiempo que ora, confiara en su propio esfuerzo y anduviera más aprisa, a fin de reducir el retraso. Al realizar un esfuerzo, también debemos orar. Éste es el motivo principal del éxito. Un sincero deseo de algo y un esfuerzo sincero para lograrlo es una oración auténtica. Esto es orar correctamente. Con demasiada frecuencia, oramos con los labios y actuamos de forma diferente; tal oración no es atendida. Cuando un hombre hace con su corazón un esfuerzo sincero por algo, esta oración brota de los mismos poros de sus células, aun cuando puede que no pronuncie una sílaba. Cuando quiera que aparezca una necesidad o sobrevenga una calamidad, hay que hacer un esfuerzo con firmeza y confianza y orar al Señor para alejar los defectos debidos a nuestras imperfecciones y debilidad. No debemos dejar de ser valientes al enfrentarnos con la desgracia. Solamente pierde el coraje el que no tiene protección.



El Señor y Su forma humana, el Maestro, es nuestro refugio eterno. Si a pesar del esfuerzo, fracasamos, hemos de aceptarlo como Su voluntad. Si fallamos en el intento, aceptemos

que se cumpla Su voluntad.

EL LUGAR DE ADORACIÓN:

No es necesario ofrecer la oración en un lugar religioso. Lo que es necesario, únicamente, es un vivo deseo interior. Es preciso tener la soledad suficiente, a fin de que no haya obstáculo ni interferencia. Puede ser en el hogar o fuera de él. Cualquier lugar donde se pueda estar solo es apropiado. Puede usarse, a este fin, el dormitorio. Puede haber libros o imágenes religiosas, que nos recuerden a los hombres santos que reverenciamos. Si no hay habitación disponible, puede usarse una parte determinada de una. Si esto no es factible, puede utilizarse entonces cualquier lugar como un templo, una sala de Satsang, una mezquita o una iglesia. Si no puede disponerse de ninguno de éstos, debemos rezar mientras paseamos solos, ya sea en los llanos o en las colinas, en un bosque o en la orilla de un río. Hemos de concentrarnos en la frente, en el Señor o Maestro, exponiéndole nuestros sentimientos interiores a Él. Estos lugares tienen alguna influencia en las oraciones, pero en realidad no se requiere un lugar o templo determinado, Todo este mundo es el templo del Señor. Cuando oremos, es preciso entrar en el retiro del cuerpo, y cerrar las puertas exteriores. No hay que dejar que la atención se salga hacia afuera. Tenemos que abrir interiormente el corazón al Señor. Él escuchará la oración hecha en ese sitio oculto. Cristo dijo: «Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público» (Mateo: 6: 6).

TRES MÉTODOS DE ORACIÓN:

La oración puede realizarse de tres maneras: con la lengua, con la mente, con el alma. La primera es audible; en ella, decimos las oraciones con la lengua. La gente corriente repite ciertos pasajes determinados de escrituras religiosas o recita las oraciones escritas por algún Santo. Algunos piensan que éstas son muy provechosas ya que representan los sentimientos de los Santos, mientras que la oración verdadera es un grito interior del propio corazón del individuo. A menos que nuestras oraciones representen los más íntimos sentimientos de nuestro corazón, no recibiremos beneficio de ello. Recitar las oraciones de otras personas es como llevar los vestidos de otros, que no nos sientan bien. Las oraciones de los Santos y de los hombres piadosos nos sirven como modelo, en la medida que puedan suscitarse en nuestras propias mentes sentimientos similares y, en este sentido,' puede ayudarnos al recitar tales oraciones. Orando en público, exageramos nuestros sentimientos. Si oramos por una cosa sin desearla en lo más recóndito de nuestros corazones, esto es, si nuestra cabeza y nuestro corazón no desean fervorosamente una cosa, nuestra oración no es nada sino una pública y fútil repetición de palabras. Pero si nuestras oraciones son sinceras y deseamos una cosa con nuestro corazón, entonces el Señor, al oír nuestras oraciones, las atiende. ¿Puede producir algún fruto el recitar en público las oraciones que no tienen relación con los sentimientos de nuestro corazón? ¿Pueden alcanzar al omnipotente Señor las palabras que expresamos más rápidamente que nuestros sentimientos interiores? No… nunca!... Las oraciones audibles se convierten en meras formalidades. No despiertan nuestros sentimientos ni resultamos absorbidos en ellas. Las que brotan del corazón de alguna otra



persona no podrán, por la simple repetición, alcanzar su objetivo, a menos que provengan también de nuestro corazón. No pueden ser provechosas y no pueden cambiar nuestra vida para siempre. La flecha que es disparada sin haberse tensado el arco hasta el pecho no puede acertar en el blanco. Similarmente, las palabras que no se dicen con el corazón no alcanzan al Señor.

Él conoce nuestras necesidades reales incluso antes de que hablemos. Los Vedas, el Corán, sagrado y otras escrituras religiosas insisten todas en las oraciones conjuntas para el bien de todos. ¿Pueden ser de algún beneficio tales oraciones? Sí, ciertamente. Si un número de personas ofrece oraciones para el bien común, con humildad y con corazones sinceros, obtienen la gracia del Señor y las oraciones no son nunca en vano. Desear el bien común es vivir dentro de la Voluntad del Señor. De ello se derivan muchos beneficios. Es una buena forma de mantener despiertas a las naciones y a las sociedades. ¿Nos afecta el rezar en voz alta? Sí. Nos vuelve serios durante algún tiempo y eleva nuestros pensamientos. Pero si se considera el asunto más profundamente, nos daremos cuenta de que, cuando no conocemos la Realidad, el orar en voz alta nos retrasa en la preparación del terreno espiritual y, en ocasiones, entra en nuestra mente el pensamiento de la obtención del encomio de los demás. Existe el peligro de convertirnos en impostores al orar en voz alta. Tales oraciones, que no comportan verdad y no salen del corazón, se repiten únicamente al objeto de complacer a los demás. Las sensaciones físicas nos producen felicidad y alegría mentales o emocionales. Si fuéramos a lograr algún progreso espiritual, podríamos entonces alcanzar alguna experiencia más elevada de tal felicidad emocional. Pero, hasta que desentrañemos el secreto del alma, no la podremos conseguir. Las pasiones humanas no pueden influir en el Señor. No es necesario gritar estrepitosamente para que lleguen a Él nuestras oraciones. Él no está a una gran distancia. Sus oídos invisibles están en todas partes. Conoce los secretos de todos los corazones y de todas las mentes, y puede colmar cualquier deseo. La riqueza espiritual no puede obtenerse orando en voz alta. No debe existir vanidad ni ostentación. No es necesario situarse sobre altas plataformas y gritar estrepitosamente. Deberían ofrecerse las oraciones en silencio, con la lengua del alma, y rogar para que se pudiera actuar siempre de acuerdo con la Voluntad del Señor. El segundo método de oración es mental, en el cual no entra en juego la lengua. En esta clase de oración, es precisa la concentración. Antes de hacerla se siente la presencia del Señor, que lo impregna todo, se pide Su ayuda, y se queda absorbido en Su contemplación. Mientras estamos absortos de este modo, debemos rezar. Para ello, es necesaria la concentración. La mente ha de apartarse de todo lo exterior y fijarse en la presencia del Señor o del Maestro. Luego podemos dar libre curso a los sentimientos del corazón con devoción y gratitud, confesando nuestras debilidades y pidiendo ayuda. Hemos de abrir nuestro corazón al Señor. Para hacerlo con éxito, son necesarias paciencia y determinación firmes. No puede hacerse con prisas. Es como aprender a tocar el violín o algún instrumento, lo cual requiere paciencia y práctica resuelta. En la oración interior, un buscador se encuentra a veces con dificultades, debido a que no recibe respuesta aparente alguna a sus oraciones. Puede, entonces, empezar a sentir que no hay ninguna verdad detrás de ello. No percibiendo la presencia del Señor, el buscador se siente como si estuviera orando en un vacío. Algunos buscadores confían en que, aun cuando no vean al Señor, Él los ve a ellos. Pero esta situación no dura mucho. Al cerrar los ojos, vemos un vasto



espacio de oscuridad y no vemos nada más allá de él. Tomamos este silencio como una respuesta a nuestras oraciones. Los sentidos no pueden funcionar en este silencio y el buscador siente que ha perdido el camino en este estado de inconsciencia. Desea adentrarse más lejos fundándose en la fuerza de su fe, pero falla una y otra vez. Ésta es una etapa muy delicada y requiere la guía de un Maestro. Aún más, entra en nuestra mente una cierta aridez. Y ésta no desea orar. Si se le obliga forzosamente a orar, desaparece el deseo de hacerlo. Un buscador ha de consumir mucho tiempo en este estado de aridez y oscuridad, y muchas veces sus esfuerzos resultan infructuosos y no halla la Morada del Señor. Estas ilusiones de Maya y Kal extravían a un buscador. El método de alejarlas es mantenerse firme en la contemplación de la imagen interior del Maestro y en tratar de conseguir la concentración fijada en un solo punto. Hasta que la mente se inmovilice en algún centro, tanto los buscadores como los seguidores del sendero interior llorarán ante las travesuras de la mente. Cuando retiramos del mundo exterior nuestros pensamientos e intentamos enfocarlos en un centro del mundo invisible, nuestros pensamientos y temores escondidos, debidos a nuestros pecados del pasado, saldrán a la superficie por sí mismos. Deberían o bien ser eliminados por medio del razonamiento frío y sereno, o bien alejarse con la oración. La mejor manera de alejar estas dificultades consiste en evocar al Maestro en nuestro interior y entregarnos a su contemplación. Esta es la clase de contemplación constante que abre el camino del Señor y nos hace aptos para Su misericordia. Poco a poco, con la evocación del Señor y la contemplación del Gurú, la mente se hace firme y se obtiene el éxito. Cuando un buscador experimenta un pequeño progreso a través de las oraciones audibles y mentales, deberá aguardar durante algún tiempo Su Misericordia y Su Gracia. Cuando se perfeccione esta práctica, percibirá en su alma, tras la oración, el flujo de paz y buenaventura y la mente experimentará alegría. Después de probar este placer, la mente dejará de vagar. Son signos del descenso de la Misericordia del Señor y del Maestro. Las oraciones deben salir del corazón. Deberían conciliarse nuestro corazón, nuestra cabeza y nuestra lengua. Es preciso que oremos de tal manera que se despierten nuestros sentimientos interiores, que cada poro comience a llorar y que todas las venas se tensen como las cuerdas de un violín. Debería derramarse copiosamente el sentimiento del amor y deberíamos quedar absorbidos en la oración. Ha de despertarse nuestro discernimiento. Debemos considerar que el Señor está presente como un testigo. Hemos de ofrecerle nuestros sentimientos interiores. No debería interponerse absolutamente nada entre nosotros y el Señor. Hay que pedirle a Él ayuda con toda humildad. Él acepta cualquier cosa que los hombres digan cuando oran -incluso si se expresa pobremente- si es que sale del corazón. Lo auténtico son los sentimientos del corazón: las palabras simplemente lo expresan. Él desea anhelo verdadero procedente del corazón. Es preciso generar anhelo en nuestro interior. Debemos encender el fuego del amor que consume todos los pensamientos y todos los idiomas. La gente corriente considera que esto lo es todo. Un buscador, sin embargo, debe estar agradecido y desear aún más la unión con el Señor a través de la oración con el alma. En tal unión, el buscador se alza por encima del cautiverio del cuerpo y alcanza la presencia del Señor y del Maestro, del que se derivan todas las bendiciones. Entonces verá funcionando las manos invisibles que no pueden describirse. El buscador siente que ya no está en su cuerpo y que



ha entrado en un nuevo reino. Flota en las regiones espirituales y se hace habitante de ellas en esta misma vida. Ve al Señor cara a cara y disfruta esta felicidad suprema. A causa del poder de la atracción del Señor, el corazón del buscador, su mente y su alma, se tiñen del color del Señor. Esto puede llamarse oración mística. Ha sido descrita por muchos Santos, que la han experimentado. Esta clase de oración puede encontrarse incluso hoy. Pero esta clase de oración puede alcanzarse únicamente a través de la misericordia y gracia especiales del Señor. El esfuerzo de un buscador no cuenta. Tal experiencia, experimentada aunque sólo por un instante, conduce a la fe en el Señor y en el Maestro y produce confianza en el progreso y experiencia espirituales. Desaparecen todos los pecados, egoísmos y temores. Progresamos y nos hacemos receptores de la gracia interior de los Santos. Mientras rezamos, debemos mantenernos en la presencia del Señor y renunciar a todos los pensamientos relacionados con el cuerpo. Si pensamos por un lado en el Señor y por otro en el cuerpo, nuestros pensamientos se dividirán. Deberíamos presentarnos ante Él habiendo eliminado las coberturas de la mente y del cuerpo. Únicamente nosotros, en nuestra humildad, habríamos de estar allí. Permanecer siempre con el Señor es ejecutar Sus órdenes. Se despertará entonces en nosotros un amor maravilloso al Señor. La relación entre nosotros y el Señor es la de una partícula con el todo. Cuando estemos plenamente unidos a Él, no permanecerá ningún pensamiento del cuerpo y desaparecerá el egotismo. La corriente consciente del Señor nos dará, de esta forma, una vida nueva, y desaparecerán todas las calamidades y aflicciones. En estas condiciones, cuando renunciemos a las acciones corporales, en la evocación de Dios, penetrará en nosotros una nueva corriente vivificante del Señor y quedarán eliminadas nuestras deficiencias materiales y espirituales. Una condición esencial para la oración es la de que debe haber un ser a quien se ofrezcan las oraciones. Debe tenerse plena fe en el Señor o en Su forma, el Maestro, en el que Él se manifiesta. Cuando no existe fe o creencia en Su poder, no puede haber oración verdadera. Hemos leído en los libros acerca del Señor u oído acerca de Él a través de los Santos. Él se manifiesta en los Santos. Aquel que ha visto a un Santo ha visto al Señor. «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9) Tenemos a nuestro Maestro para poder dirigirle las oraciones, y un discípulo debería pedirle ayuda a cada paso. Debería haber plena fe en sus poderes, así como amor, confianza y humildad completas. La oración habría de ser pura de pensamientos y debería ofrecerse con humildad, libre de egoísmos, llena de amor y plena confianza. No debería haber duda o incredulidad. Tal oración, hecha con humildad, no resultará vana. Con mente humilde, hemos de entregarlo todo a Su gracia misericordiosa. Cuando rezamos, debemos rezar al Señor o a Su forma manifestada en el Maestro que todo nos lo puede dar. «Todo cuanto pidierais al Padre en mi nombre, os lo dará» (Juan 16:13). No puede haber duda de que lo mismo que pedir auxilio para los asuntos mundanos de alguien que sea poderoso, la petición de ayuda del Poder que es la fuente de todos los poderes y riquezas, es una oración auténtica y efectiva. Pero lamentarnos mientras rezamos, considerando que Él está separado de nosotros, es ignorancia. Él es un Ser puro e infinito pero, en Su misericordia, mora en el interior e ilumina nuestra alma. Por consiguiente, orar para pedirle ayuda a ese Poder que está situado en nuestra alma es la clave del éxito. Rezar a Él como un Ser apartado de nosotros no es una oración verdadera, ya que entonces estamos orando a un Ser de cuya existencia dudamos, y hay todavía un sentimiento de egotismo o separación. Persiste aún alguna duda sobre si recibiremos o no Su gracia, y no hay fe y confianza completas.



Aquellos que piensan que el Señor está arriba y dirige los asuntos del mundo desde allí, raramente reciben respuesta a sus oraciones. El señor está con nosotros y dentro de nosotros, no se encuentra lejos. No es otro que el espíritu de nuestra alma. Debemos rezar a Él, alabarle en nuestro interior y pedirle Su ayuda. «Alaba al Único y repite Su Nombre; Recuerda al Único, ten presente al Único en tu mente.

Canta alabanzas incesantes al Único. Medita en el Señor con el cuerpo y con la mente. Él es Uno y sólo Uno. El único Señor lo impregna todo. El Único se ha hecho muchos. Por la

oración al Único se aleja el pecado. El Señor Único impregna el cuerpo y la mente. Por la gracia del Maestro, Nanak conoce a ese Único».

Cuando vayamos a la puerta del Señor o del Maestro, debemos ir como mendigos. No hay ningún otro ante el que debamos inclinarnos. Él es el único que puede oír la oración de aquel que está atrapado en el remolino de Maya. Él es el único que puede aplicar ungüento medicinal sobre el corazón que sangra debido al apego y la codicia. Únicamente Él puede restablecer las esperanzas perdidas. Todas estas cualidades existen sólo en el Señor o en Su otra forma, el Maestro. Él sana los corazones sangrantes, enviándoles la corriente de Su conciencia interior. Pedir al Gurú es pedir al Señor. Él es poderoso en todos los sentidos. Si deseamos orar a Aquel que es capaz de dar la vida o de quitarla, hemos de llamar a Aquel que es el Dios viviente y tener confianza y fe en Él. No debemos recurrir a ningún refugio terrenal, sino dirigir a Él nuestra atención interior. No debería entrar en la mente ningún pensamiento de recibir ayuda de nadie más. La atención debe dirigirse a Él únicamente. Le llegarán nuestros gritos de socorro. Incluso si un discípulo está en un lado del océano y el Maestro en el otro, aquél debe dirigir su atención al Maestro. El Maestro hará entonces que tengan éxito todos sus esfuerzos. El Maestro es el rey de reyes. Todo está dentro de Su poder. Tenemos que pedir al Mismo Señor el Señor. Pedir cualquier otra cosa es pedir quebraderos de cabeza. «¡Oh, Señor! Danos Tu Nombre, a fin de que podamos obtener la paz y pueda desaparecer

nuestra hambre».

Debido a nuestra miopía, pedimos al Señor y al Maestro que nos concedan distintos dones, y éstos a menudo pueden incrementar nuestros sufrimientos. En lugar de pedir regalos al Generoso Señor, hemos de pedir que nos otorgue a Sí Mismo. ¿Cómo puede haber entonces necesidad de nada? Pedir dones es mostrar un sentimiento de inferioridad y una falta de respeto. Deberíamos orar al Señor y al Maestro para que nos dieran la oportunidad de verlos, para buscar refugio en ellos, para obtener de ellos el Nombre, para tener su auxilio en la huida de las trampas de los placeres sensuales y para que nos ayuden a cruzar el océano del mundo. Ellos son todopoderosos y pueden concedernos todo lo que deseen darnos. A más de ello, el devoto debería pedirles poder vivir de la forma en que ellos desean. «No tenemos virtudes, somos necios, incultos e ignorantes. No sabemos qué hacer. ¡Oh, Señor! ten misericordia y haznos cantar Tus alabanzas, a fin de que podamos vivir de acuerdo con Tu voluntad». «Carecemos de virtud, somos necios, incultos e ignorantes, y no sabemos qué hacer. Ten misericordia de Nanak, a fin de que pueda cantar Tus alabanzas». Al final, después de obtener la dicha de entregarse a la Voluntad del Señor, el buscador renunciará a la oración. Sabe que el Señor lo sabe todo. Permanece feliz en la situación dispuesta por el Señor; ama todas las acciones del Señor. En este estado, el devoto siente que el Señor



está siempre con él. Le entrega a Él todos sus sufrimientos e inquietudes y no se inmuta ante la pena o el placer. Se convence de que el Señor es miles de veces más inteligente, sabio, fuerte y misericordioso que él, de que cuida de su devoto y es su más grande benefactor. Le entrega a Él sus preocupaciones y su intelecto y permanece contento con Su voluntad. Su intelecto se agudiza y sus oraciones se hacen perfectas. Todo se lo ofrece al Señor y dice: «¡Oh, Señor! Tú eres el refugio de todos los seres vivientes. Viniste aquí por amor de todos.

Todo lo que desees es bueno para mí. Ésta es mi única oración».

EJEMPLOS DE ORACIÓN

Si suplicas perdón por tus pecados, deberías perdonar primero a los demás y luego orar. Cristo dice: «Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas» (Marcos 11: 25). Cometo faltas a cada momento. No puedo liberarme de este mundo a causa de mis acciones. Tú eres el que perdona. Perdóname y llévame a través de este océano. Cometo innumerables errores y soy un gran pecador. ¡Oh, Señor!, perdóname, por favor. Hemos cometido tantos pecados como gotas de agua hay en el océano. Somos piedras, y nos ahogaremos. Ten misericordia y compasión y sálvanos de ahogarnos. Jesucristo oró: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos» (Mateo 6: 9-13). Oro fervorosamente: Oh Amado, estoy dispuesto a sacrificarme por entero por la unión contigo, aun por un instante. ¡Ay de mí! ¿Cómo puedo suplicar para que pueda hacerte escuchar? Estoy atormentado por el desasosiego a causa de mi hambre y mi sed de verte. El Señor puede realizarse mediante el Verbo del Maestro. Oh, Señor, te suplico que me permitas realizar la Verdad. Úneme contigo; estoy postrado a Tu puerta; Oh, Salvador, sálvame, pues estoy cansado de vagabundeos; Oh, Señor, redímeme, pues Tú siempre ayudas a Tus devotos; Nadie puede ayudarme como Tú; Toma mi mano y condúceme a través del océano del universo. ¡Oh, Tú, Gran Señor Eterno! Eres el sustentador sin tacha. Te oro a Ti. El hombre vive en la ignorancia y no recuerda al Señor y, de esta forma, gasta su vida. Tu criatura olvida siempre. Tú, sin embargo, mantienes el honor de Tu naturaleza innata. ¡Oh, Auxiliador de los despreciables! ¿Cómo puedo expresar Tus virtudes? ¿Qué sabiduría puede tener un ignorante esclavo? Esta vida y este cuerpo son regalos Tuyos. Como hemos tomado refugio en Ti, nos has salvado del gran fuego de este mundo y nos has llevado fuera de él. Confiamos en Ti y nos apoyamos en Ti con confianza, y hemos renunciado a todas las demás esperanzas. Eres incognoscible e ilimitado e inexpresable. No puedes ser descrito con palabras. ¡Oh, Señor! Me he amparado en Ti y Tú puedes protegerme. Te entrego mi vida y mi cuerpo. Todo es benevolencia Tuya; de otra manera, ¿quién me conocería? Cuanto tenga que decir, te lo digo a Ti ¿A quién sino puedo orar? ¡Oh, Señor! No hallarás a otro más desamparado que yo, y ninguno es más misericordioso que Tú. Pretendemos ser tuyos, mas sólo de palabra. Haznos perfectos.



UNA ORACIÓN DEL SAR BACHAN

Oh, Maestro, abre la puerta del corazón. La mente lo ha intentado e intentado y ha fallado; ni una sola vez ha tenido éxito. Eres Todopoderoso y no necesitas nada ¿Por qué tardas?

Soy zarandeado entre el dolor y el placer ¿Por qué no he tenido aún una oportunidad? ¡Ten misericordia, Oh, Bienhechor! Lleva mi mente y mi atención a los cielos.

La mente pide comodidades falsas, y no conoce la realidad.

Anhela placeres mundanos y no experimenta el néctar del Sonido. ¿Qué podría decirle a la mente, y cómo podría persuadirla? No hace caso a las palabras del Maestro. La mente está hecha de manera singular; no ama y no se preocupa por el Shabd. ¿Cómo puedo escapar

del ciclo de los ochenta y cuatro? No repite el Nombre del Maestro.

En este mundo, se me golpeará y seré arrastrado de cabeza a las regiones de la muerte. He soportado estos sufrimientos por largo tiempo. La mente no presta atención y lo ha olvidado. Tú eres el espíritu motriz de todos los corazones. Oh, Maestro, ¿Por qué no

llamas a Ti a este que sufre? No tengo a nadie más, sino a Ti; sólo Tú puedes llevarme a la morada eterna. Ten misericordia, Oh Radha Soami, y llévame a la otra orilla.

Ahora puedo cometer una acción imprudente, Soy un extraño en una tierra extraña. Ponme

en el sendero correcto en esta vida. Me inclino a Tus pies cada día. Reitero y siento remordimiento en mi mente, ¿Cómo puedo unirme a mi Señor?

Vivo en la tierra, mientras que mi Señor está en los cielos. Sin mi Amado, sigo estando

deprimido. Oh, Maestro, escucha mi oración, Kal me ha enredado en su malla. Estoy desamparado e infeliz y te invoco. Oh, Maestro, escucha mi oración. Eres misericordioso y mantienes a todos. Soy el único desgraciado que está lleno de sufrimientos. ¿Qué puedo

decir de mis dolores? Es como si estuviera atravesado por la punta de una flecha. Tú, oh Maestro, me has dado ahora la esperanza de poder volar en el cielo con las alas del

amor. Por Tu misericordia he encontrado al Señor, Han desaparecido todos los dolores y mi corazón está libre de inquietudes.

Oh, Maestro, escucha mi oración. Oro una y otra vez. Aleja mis malos pensamientos. Dame

protección a Tus pies. Llévame a través del océano de este universo. Mi barca está en medio del torrente. No hay apoyo sino Tú. Hazme Tuyo y sostenme. Soy marrullero e

hipócrita, pero soy Tuyo. Eres el Señor ilimitado y bondadoso. Estoy desamparado y soy extremadamente desgraciado.

Sírvete liberarme cuando te plazca. Me arrodillo ante Ti y Te suplico. Te entrego mi mente,

mi cuerpo y mi alma. Ahora he hallado un gran apoyo. Soy despreciable, inculto e inexperto. Tú has situado el secreto del Sonido en el corazón. La mente corrompida no lo

encuentra sabroso. He sido engañado por el placer y el dolor. Anhelo los honores mundanos. ¿Cómo puedo invertir las acciones de la mente sin la ayuda que Tú das ¿Maestro mío? Oh, Radha Soami, eleva mi mente, Te hago esta fervorosa súplica.

INDICE DE MATERIAS DE TODO EL LIBRO:



(NOTA ACLARATORIA: La numeración de este Índice, corresponde a la numeración que

aparece en el libro original. Por obvias razones, la numeración que aparezca al pié de las páginas de los diferentes fascículos que en el Blog se vayan publicando, será totalmente diferente. Todos

los fascículos se podrán leer, descargar y compartir totalmente gratis). En Google buscar así: La Filosofía de los Maestros, Fascículos.

Libro Primero: UNA PANORÁMICA.

El objetivo de un buscador (página 1). La estructura de la creación (página 6). Karma y transmigración (página 11). La necesidad de espiritualidad (página 19). La necesidad de un Maestro Viviente (página 24). El Maestro es el Señor (página 24). La necesidad de un Guía (página 27). Las Escrituras y los hombres eruditos (página 31). Santos del pasado (pagina35). El Maestro es amor (página 38). Sant Mat. La Ciencia Espiritual (página 41). Iniciación (página 44). Práctica (página 46).

Libro Segundo: RELACIONES CON EL MUNDO.

El mundo no es nuestro hogar (página 53). La devoción (página 54). El desprendimiento (página 57). Acción sin deseo (página 60). No injuriar los sentimientos de los demás (página 67). La indulgencia (página 68). Dulzura (página 70). Continencia o castidad (página 72). La caridad (página 75). La humanidad (página 77). Amor (página 78). Amor por lo espiritual y amor por lo físico (página 79). Amor y lujuria (página 83). Amor y apego (página 83). Amor y belleza (página 84). Amor y conocimiento (página 85). Amor y desprendimiento (página 89). El Amor Divino es Dios (página 90).

Libro Tercero: LA AUTOCOMPRENSIÓN.

Las virtudes (página 95). Austeridades o mortificaciones (página 97). La higiene (página 99). La humildad (página 100). La veracidad (página 106). El contento (página110). La meditación (página 111). La hora del elixir (página 114). La postura (página 117). Simran diario (página 118). El Simran en la meditación (página 124). La contemplación (página 127). El Bhajan (página 130). La muerte y el morir en vida (página 133). Qué sucede a la hora de la muerte y después de ella (página 134). Las etapas del amor (página 140). Cuatro cosas son necesarias en el amor (página 142). Un amante (página 145).

Libro Cuarto: VÍNCULOS HASTA EL INFINITO. El Señor (página 153). Dios está más allá de la mente y del intelecto (página 153). ¿Dónde está Dios? (página 156). ¿Qué es Dios? (página 157). Sat Nam: El Verdadero Nombre de Dios (página 160). Realización de Dios (página 162). El amor a Dios (página 163). La Corriente del Sonido o Shabd (página 167). El Shabd es el Creador (página 168). Sonido y luz (página 171). ¿Qué es la devoción al Shabd? (página 182). ¿Cómo se realiza al Shabd? (página 183). Beneficios de la práctica del Shabd (página 185).

El Maestro o Sat Gurú (página 188). ¿Existe un Gurú o existen muchos? (página 190). Su modo de vida (página 192). El carácter de un Maestro Perfecto y la influencia de su compañía (página 193). El trabajo del Gurú (página 198). El Maestro es la manifestación del Señor (página 203). La protección del Maestro (página 210). La voluntad del Señor y el libre albedrío (página 222). La voluntad del Maestro es la voluntad del Señor (página 227). La oración (página 232). ¿Es necesario orar al Señor? (página 237). Los frutos de la oración (página 240). La oración y el esfuerzo (página 242). El lugar de adoración (página 242). Tres métodos de oración (página 243). Ejemplos de oración (página 251). Una oración del Sar Bachan (página 253).

Satsang (página 255).



El servicio (página 259). ¿Quién puede servir al Maestro y al Señor? (página 261). Método de servicio al Maestro físico (página 262). El servicio a través de las riquezas y de la mente (página 263). El servicio con el alma (página 264). La devoción (página 266). Los principios de la devoción (página 268). Clases de devotos (página 270). Obstáculos en el sendero de la devoción (página 272). Requisitos para la devoción (página 273).

LA DEVOCIÓN AL MAESTRO ES EL SENDERO DE LA ENTREGA DE LA PROPIA PERSONALIDAD O EGO.

Los frutos de la devoción (página 276). Temor, afecto y adoración (página 280). Anhelo intenso (página 286). Los resultados del amor (página 293). Índice de fuentes (página 301). Glosario de términos orientales (página 303).

NUTRITIVA CARNE DE LENTEJAS AAAS. Google.

Receta publicada en el Blog: Mis Herejías Siglo 21. Esta receta no pertenece al libro LA FILOSOFÍA DE LOS

MAESTROS. Tema recomendado: Jesús y los Esenios -33-

Un regalo de la naturaleza al alcance de todos. Lea, practique y comparta. Con el dinero equivalente a lo que cuesta media libra (250 gramos) de carne de regular calidad en las carnicerías, se pueden producir hasta tres libras (1500 gramos) de la muy saludable y apetitosa Carne de Lentejas (Proteína Vegetal). Esta práctica y económica receta para producir este muy saludable alimento, puede descargarse, sin costo alguno, del blog: Mis Herejías Siglo 21, y puede prepararse en la casa o apartamento de cualquier persona. Con esta carne, o mejor, con esta saludable y nutritiva Proteína Vegetal, pueden elaborarse: albóndigas, hamburguesas, tortas como si fuesen de carne, pasa bocas, rollos rellenos con verduras, croquetas, carne molida o carne en polvo, ricas cremas y nutritivas sopas etc. etc. Con la ventaja que casi nadie descubre que lo que come son lentejas, especialmente los niños. Los ingredientes se consiguen en cualquier supermercado o en la tienda de la esquina. Las lentejas son uno de los alimentos más antiguos, económicos y más benéficos para la salud y la nutrición de los seres humanos. Son ricas en proteínas, calorías, minerales e hidratos de carbono. Por razones de salud o de fe muchas personas ya no consumen carnes ni grasas de origen animal. Para estas personas esta opción es maravillosa porque les brinda la posibilidad de volver a degustarse una apetitosa, jugosa y, ante todo, muy saludable hamburguesa, pues este alimento resulta especial para prepararlas; con la garantía que las hamburguesas no pierden sabor ni jugosidad…Realmente son más sabrosas y mil veces más saludables que las hamburguesas tradicionales hechas con carnes de origen animal; carnes que en estos tiempos de masivo consumismo y poca ética comercial, generalmente gozan de poca higiene y dudosa procedencia. En la receta que se encuentra disponible pues, en el Blog (Mis Herejías Siglo 21) y que se llama: Nutritiva Carne de Lentejas AAAS, están todos los truquitos de cocina muy claramente detallados, para elaborar la carne y las diferentes preparaciones antes mencionadas. Y para más claridad sobre alimentos, salud y nutrición, y de donde provienen las enfermedades más dolorosas, traumáticas, y de costosos tratamientos, se recomienda leer: Vitamina B 12 AAA el Mito. Y si a usted, Amable Lector, le interesa el tema y es entusiasta, pero no tiene tiempo de elaborar este alimento, pero quisiera aprovechar sus múltiples bondades, entonces propóngale a



un familiar, amigo, vecino o compañero de estudio o de trabajo, que lo preparen en compañía para que ambos se beneficien. Es más, usted mismo, en Google, busque el Blog: Mis Herejías Siglo 21, y descargue la receta y ojalá la lea antes de entregarla, para que así esté seguro de lo que va a proponer ¡solo son tres páginas! Incluso, si al entrar al blog hace clic en la pestaña: Para Compartir, parte superior de la pantalla, allí encontrará dos copias de este volante en una página tamaño oficio, para que lo imprima, lo fotocopie y lo reparta a varias personas. Compartir ideas sanas es una forma muy sencilla de expandir nuestro ser ayudando a muchas personas y ayudando al planeta…¡Ánimo!...En verdad, para muchas familias esta es una maravillosa oportunidad de hacer rendir sus escasos recursos económicos y alimentarse sanamente. (La salud depende básicamente de una sana y correcta alimentación). Si nosotros los adultos ya estamos condenados a sufrir dolorosas enfermedades, no es justo que, por no investigar un poco, condenemos también a nuestros hijos a vivir la misma suerte.

No esperemos a enfermarnos para cambiar la dieta alimentaria. Es mucho más sabio, más inteligente, y mucho más sensato, alimentarnos

correctamente hoy con alimentos propios para el organismo de los seres humanos, que pagar un costoso seguro que, supuestamente, nos garantice, en el futuro, el tratamiento de las múltiples enfermedades que sufriremos por

no alimentarnos hoy correctamente. Realmente, la salud es un asunto de honestidad. Comer sanamente es practicar la mejor medicina preventiva.

El mejor regalo que les podemos hacer a nuestros jóvenes, niños y

adolescentes es la salud; y esa salud se obtiene por medio de una sana y correcta alimentación. Como adultos y como padres de familia debemos ser responsables y honestos. Es nuestro deber y nuestra obligación asegurarnos

de alimentarlos correctamente. Si los adultos, por ignorancia o por irresponsabilidad nos hemos alimentado mal y ya estamos condenados a sufrir mil enfermedades, no por eso debemos condenar a nuestros niños,

jóvenes y adolescentes a la misma suerte ¡no, eso no debe ser así! Por medio de una correcta y sana alimentación asegurémonos de dejarles la mejor

herencia: LA SALUD.

JESÚS Y LOS ESENIOS -33-….(RECARGADO)

Por: Aldemar Guzmán Castaño. Medellín-Colombia. Blog: Mis Herejías Siglo 21. (Google)

¡Ánimo!...No te avergüences.

NNoo ssiieennttaass ppeennaa ppoorr aammaarr llaa VVeerrddaadd.. NNoo ttee aavveerrggüüeenncceess ssii eenn ttuu iinntteerriioorr hhaayy

iimmppuullssooss ddee rreeccttiittuudd yy hhoonneessttiiddaadd;; uurrggeennttee llaa nnaattuurraalleezzaa nneecceessiittaa ddee sseerreess ccoommoo ttúú..

LLaa hhuummaanniiddaadd eessttáá áávviiddaa ddee ppeerrssoonnaass qquuee hhaaggaann ddee llaa VVeerrddaadd ssuu rreelliiggiióónn;; yy ddee llaa

rreeccttiittuudd yy llaa hhoonneessttiiddaadd,, uunnaa ffiilloossooffííaa pprrááccttiiccaa ddee vviiddaa..



Si amas la verdad, entonces desearás alimentarte espiritualmente con verdades, porque si no lo haces, serás deshonesto contigo mismo. Si amas la verdad y la honestidad, no aceptarás que tu alimento espiritual sean las creencias, los dogmas, las tradiciones ni la fe ciega…¡buscarás la sabiduría!...porque la verdad es el fruto de la sabiduría. Por edades nos hemos alimentado con creencias, fe ciega, dogmas, falsas verdades, ritos e idolatría. Hemos aceptado todo sin reflexionar…¡simplemente creemos y aceptamos lo que nos imponen!...En las creencias no hay sabiduría; eso no es ser honestos con nosotros mismos…¡Las creencias son el fruto de la ignorancia!... Nos engañamos espiritualmente, si creemos que con las tradiciones, los dogmas, la idolatría y las creencias que por imposición heredamos de nuestros antepasados, más la fe ciega que predican las religiones, estamos alimentando nuestro natural sentir religioso. El alma o espíritu, se alimenta de amor y sabiduría. Las religiones, la mente, el intelecto y los sentimientos, se alimentan de creencias, dogmas, idolatría, tradiciones, rituales y altas dosis de fe ciega. Este estudio nos brinda la oportunidad de reflexionar con sinceridad y sin presiones, para que por nosotros mismos veamos: si realmente amamos la verdad, y si en nuestro interior hay sentimientos auténticos de rectitud y honestidad con la vida y, especialmente, con nuestra alma-espíritu.

Estamos en pleno Siglo 21, era postmodernista y de incomparables avances tecnológicos, científicos, astrológicos, antropológicos y filosóficos. Era en que el pensamiento y la inteligencia de los hombres, han penetrado en zonas de la mente, del razonamiento y la sabiduría humana, inexploradas por miles de años debido a la imposición de modelos “religiosos”, teológicos y filosóficos basados en leyendas, creencias, mitos, tradiciones, dogmas, hipótesis, falsas verdades, supersticiones, especulación e idolatría.

Estos modelos, especialmente el modelo “religioso” han permanecido por tantos siglos

guiando la vida de millones y millones de seres humanos, no solo debido a su violenta y sangrienta imposición entre los pueblos, sino, porque los creyentes han sido condicionados mentalmente para que no razonen con inteligencia y sabiduría y vivan felices en la oscuridad de la ignorancia, las dudas y la superstición, iluminados con la tenue luz de una fe no razonada, o sea, de esa fe ciega; de una fe que adormece la conciencia y castra mentalmente a los individuos, impidiéndoles pues, pensar con inteligencia y razonar con sabiduría.

Este pasivo comportamiento por parte de los creyentes, y este sometimiento a vivir en

medio de las creencias, las mentiras, el engaño y la fe ciega, ha dado como resultado que las almas de esos creyentes prácticamente no hayan estrenado su conciencia, y menos que hayan despertado su Consciencia Espiritual; por lo tanto, no solo viven sumergidos en la oscuridad de la ignorancia, las creencias, las dudas, los mitos, las leyendas y la superstición, sino que son víctimas de un constante y degradante embrutecimiento espiritual progresivo.

Millones y millones de esas almas, retozan somnolientas por edades, sobre un

ensombrecido y gaseoso mar de incoherentes expectativas, de falsas verdades, incumplidas profecías y supersticioso misticismo, respirando confiadas la atmosfera cargada de creencias, dogmas y altas dosis de fe; de esa pasmosa fe ciega que las atonta y las adormece, mientras ilusas esperan una mítica salvación tan falta de realismo y de lógica como su fe, sus creencias y su religión. Las almas, necesitan subir su frecuencia energética a estados vibratorios más



elevados, para poder liberarse de las entidades que, por edades, las han mantenido esclavas y prisioneras en las zonas más densas, burdas y caóticas de la creación.

En el tema religioso, por generaciones nos han enseñado a creer y a aceptar, no nos han enseñado a saber y a razonar; aunque la gran verdad es que no nos han enseñado a creer, ¡nos han obligado a creer! Nos han obligado a aceptar como sagrado, divino y espiritual, cosas irracionales y absurdas, enseñanzas y doctrinas que son desde todo punto de vista una auténtica ofensa a la Sabiduría Divina, un atentado a la razón y un vulgar insulto a la inteligencia humana. Por generaciones nos han obligado a llevar una gruesa venda sobre los ojos de creencias, dogmas, ritos, idolatría y fe ciega que nos ha impedido ver la Luz de la Verdad y de la Sabiduría Divina, Luz que es totalmente indispensable para alimentar el alma, y así expandir nuestra consciencia y fortalecer nuestra voluntad para poder que nuestro Divino Ser (Alma o Espíritu) alcance la, tan anhelada, liberación espiritual. (Continúa)

Al espíritu lo satisface más un gramo de Sabiduría, que toneladas de creencias.

A la mente, a la fe y a las religiones, las satisface mas toneladas de creencias, así en

estas no haya ni un gramo de Sabiduría. (Tema completo: 233 páginas). (Google)

Los siguientes son dos cortos mensajes de los que aparecen en el Facebook: Aldemar Guzman Castaño, o también en el Blog.

SI HACEMOS LAS COSAS BIEN

Si hacemos las cosas bien buscando los aplausos del

mundo, entonces el mundo nos aplaudirá, nuestro ego se hinchará y hasta nos volveremos soberbios, arrogantes y

prepotentes.

Pero si hacemos las cosas bien, por el simple placer de hacerlas bien, entonces, en silencio, todo nuestro ser se

recreará, nuestra consciencia se expandirá, y, allá, en lo más intimo de nuestro ser, sentiremos los amorosos y paternales

aplausos de Dios, de DIOS TODOPODEROSO, y un solo aplauso del TODOPODEROSO SEÑOR vale más que todos los aplausos y todos los tesoros del mundo…¡esto es para

vivirlo!... (agc

(Este mensaje –a color- puede tomarse y compartirse de Facebook: Aldemar Guzmán Castaño. Otros mensajes en el Blog.



------LA PAZ ESTÁ AHÍ------

¡Sííí!...La paz está ahí…¡ahí, en tu interior!...No la

busques afuera ni en las selvas ni leyendo libros caros ni asistiendo a refinadas y costosas conferencias, o

practicando acrobáticos y extenuantes ejercicios de yoga. Para disfrutar de la paz que yace en tu interior solo

tienes que remover los obstáculos que impiden encontrarla…¿Y cuáles son esos obstáculos?...Esos

obstáculos son la ira, la lujuria, los celos, la soberbia, la envidia, la avaricia, los apegos, el egoísmo, la codicia, la deshonestidad, la crítica y el rencor; pero…¡ojo!...faltan

dos muy esenciales y quizás los más importantes y los más difíciles de remover...¡la ignorancia y la falta de humildad!...ya que la ignorancia no te permite ver los

obstáculos y la falta de humildad no te permite aceptarlos y, menos, removerlos. (agc)

El tema: Enemigos Mortales de la Espiritualidad, publicado en el Blog: Mis

Herejías Siglo 21 –Google-, nos desmenuza muy bien este asunto …¡si es que nos interesa las paz y la sabiduría!…¡obvio!...

Una cosa es creer y otra es saber; y para saber necesitamos pensar, investigar y razonar con inteligencia y sabiduría, sin temores ni estrechez de pensamiento. En las creencias no hay sabiduría, solo se cree, se acepta y se tiene mucha fe

ciega –ciega-. Otros mensajes cortos en el Blog, o en el Facebook: Aldemar Guzman Castaño.

Los Valientes Saben Arriesgar.

la filosofÍa de los maestros. · la filosofía de los maestros se sitúa muy alta en la segunda...

Documents