la felicidad del cavernícola

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¿Qué hace que las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram sean tan adictivas? ¿Realmente son útiles los emoticonos para describir y entender un estado de ánimo? ¿Ha cambiado nuestra conducta sexual con la irrupción de los smartphone? Descubre el libro que Steve Jobs no quisiera que leyeras donde encontrarás siete consejos, tomados de los modos de vida de las sociedades tradicionales, que te ayudarán a salir adelante en pleno siglo XXI aún cuando te quedes son batería, pierdas la cobertura o se caiga la conexión a internet.

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  • Ignacio Bellido, 2014

    www.elefectobellido.com

    Comentarios sobre la edicin y el contenido de este libro a [email protected]

    Queda prohibida, sin la autorizacin escrita del titular de la obra, la reproduccin total o parcial del contenido de esta obra por cualquier medio o procedimiento.

    ISBN 978-84-617-1274-8

  • Ignacio Javier Bellido naci en Salamanca (Espaa). Posee estudios universitarios en Antropologa y Educacin Social. Su especialidad es el entorno del marketing y la psicologa que envuelve el comportamiento del ser humano a la hora de tomar decisiones. Su libro La ciencia del consumidor. Cmo las emociones y los sentidos seducen a la razn (Sinndice 2013) ahonda en esta temtica.

    Tras varios aos de aventura profesional en SAGE SP compaa multinacional lder en el desarrollo y creacin de software para la empresa, sus esfuerzos se centran en el entrenamiento y capacitacin de profesionales. A lo largo de estos aos, ha colaborado con las principales empresas de formacin en Espaa lo que le ha permitido dar el salto a Amrica y llevar hasta el nuevo continente su labor docente.

  • Es necesario revisar nuestra forma de vivir. El desarrollo tiene que ser a favor de la felicidad humana

    porque ese es nuestro tesoro ms importante PEPE MJICA,

    presidente de Uruguay en su discurso ante las Naciones Unidas Ro de Janeiro, 2012

  • NDICE

    INTRODUCCIN: MODERNIDAD DIGITAL . . . . 6

    1. HABLAR SIN EMOTICONOS . . . . . . . . 14 2. SIN AMIGOS EN FACEBOOK . . . . . . . . 26 3. SOBREVIVIR SIN APPs . . . . . . . . . . 36 4. CAMBIA DE COMPAA Y DE MVIL . . . 44 5. MOVIMIENTO ES VIDA . . . . . . . . . . . 50 6. COME COMO TUS ANTEPASADOS . . . . 56 7. DEJA DE TOCAR LA PANTALLA . . . . . . 63

  • INTRODUCCIN

    MODERNIDAD DIGITAL

    Pas un cuarto de siglo hasta que tuve mi pri-mer telfono mvil. Ms de tres dcadas hasta que port en mi bolsillo un smartphone o telfono inteli-gente. Hoy, que ni uno ni otro ocupa mis bolsillos y desvelos puedo decir que el mundo no se acaba sin ellos. Estando a ms de diez mil kilmetros de dis-tancia de mis familiares y amigos, en un pas en el que no conoces a nadie, perder el smartphone puede parecer el mayor de los contratiempos. Una vez que sucede se descubre que la tragedia no es tanta. Si bien este dispositivo ayuda a acercar a quienes estn lejos, le hace a uno consciente del ansia por lo inmediato, por querer estar siempre conectado con todo un mundo que es incapaz de abarcar, por mu-cha red social digital de la que se forme parte y por atractiva que pueda resultar.

  • MODERNIDAD DIGITAL 7

    Cuando somos felices no solemos darnos cuen-ta de que lo somos, sin embargo, en el momento en el que nos vemos expuestos a altas dosis de dolor o a una tragedia que nos desgarra por dentro, toma-mos conciencia del estado de felicidad en el que nos hallbamos antes de que estos sucesos acontecie-ran. Hace apenas un ao tuve que hacer frente a tres acontecimientos dolorosos: la muerte de mi padre, la separacin de mi pareja y el cierre de mi negocio. Mi-rado con perspectiva, un ao despus, descubro que lo que hoy me roba el sueo no es ninguna de esas tres cosas, sino el haber extraviado el telfono mvil. Sorprendido por este hecho me he visto en la nece-sidad de analizar cules han sido las razones que me han permitido alcanzar la serenidad y bienestar que experimento. La sorpresa que me he llevado una vez enumeradas ha sido mxima, al terminar de leerlas ha asaltado mi mente la imagen del hombre de cro-man, un caverncola con mi rostro y, partir de esa imagen, he decidido escribir estas lneas.

  • 8 LA FELICIDAD DEL CAERNCOLA

    La angustia que durante unos das me ha gene-rado haber perdido el telfono era causada porque me senta en un estado total de desconexin, haba perdido una herramienta que consultamos alrededor de ciento cincuenta veces al da, padeca lo que se conoce como FOMO (fear of missing out) o miedo a perderse algo. Mi mente no dejaba de elucubrar ide-as y lanzar hiptesis que tenan por seguro que, en ese momento, estaban sucediendo cosas importan-tes (llamada de trabajo, un suceso trgico que podra haber afectado a un familiar, un correo que llevaba das esperando) de las que cuando fuese informa-do ya no podra participar en el devenir, lo cual me haca sentir excluido, fuera del mundo. Estaba domi-nado por el terror que me generaba no poder saber de los dems y que stos tampoco tuvieran la opor-tunidad de saber de m. Conforme los das avanza-ban y la ansiedad se rebajaba cobr conciencia de que lo que realmente era motivo de real de lamenta-cin por mi descuido era la prdida de oportunidades para decir te quiero y tampoco poder escucharlo, de

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    lanzar o recibir mensajes de nimo, de no dar ni ob-tener besos.

    Hoy, en un mundo en el que mayores recursos para el bienestar poseemos, en el que ya no es ne-cesario recorrer largas distancias y cargar con baldes de agua para saciar la sed, en un mundo donde para encontrar una pieza de carne que llevarse a la boca basta con recorrer un centenar de metros, un entorno en el que hemos reducido al mnimo las oportunida-des de que un depredador ponga en peligro nuestra existencia en este mundo, nos empeamos en de-finirnos ms infelices que nunca. Los diagnsticos de enfermedad por depresin van en aumento, cuatro de cada cinco personas afirman vivir episodios de estrs. El consumo de antidepresivos, estimulantes y psicofrmacos es la norma a seguir para ser capaces de sobrevivir en las junglas de asfalto. El caf, el t, las bebidas azucaradas ha pasado a ser el petrleo de nuestra civilizacin. Creo que ha llegado el mo-mento de decir STOP, y plantearnos qu estamos haciendo. Volvamos a analizar qu era lo que nos

  • 10 LA FELICIDAD DEL CAERNCOLA

    haca felices cuando lo ramos y no sabamos que lo estbamos siendo.

    La felicidad es una emocin que experimenta-mos en el presente, es en el aqu y en el ahora don-de la disfrutamos. Ni el pasado ni en el futuro pode-mos experimentar la felicidad porque sta solo es posible en el ahora. Sin embargo, creo que el pasado puede ayudarnos a vivir un presente de felicidad y por ello propongo una vuelta al origen, a los tiempos en los que vivamos en una cueva. Propongo recupe-rar los pilares del estilo de vida que emplebamos en aquella poca. Abandonar, por un tiempo, el entorno urbano y el continuo deseo de progreso econmico por un modo de vivir que apueste por una mayor in-tensidad en nuestras relaciones afectivas, contribuya a satisfacer nuestros impulsos de exploracin y aprendizaje, todo ello, en un cuerpo mucho ms sa-ludable y mejor preparado para combatir las enfer-medades y contratiempos.

  • MODERNIDAD DIGITAL 11

    Volvamos a ser caverncolas. En la simplicidad de su estilo de vida podemos encontrar altas dosis de felicidad y toda ella se alberga debajo de nuestra piel, no de la piel hacia fuera. Continuamente nos llegan mensajes sobre una felicidad que se forja de la piel hacia fuera: riendo, pasndolo bien, acudiendo a lu-gares y recurriendo a remedios que prometen una diversin de la que hay que hacer continua ostenta-cin. Las redes sociales estn pobladas de fotograf-as que muestran estos momentos donde la mayora se esfuerza en mostrar su felicidad pues nadie quiere mostrarse infeliz a ojos de los dems. Nadie quiere labrarse una reputacin de persona deprimida, amar-gada y triste. Este deseo fomenta el consumo de es-timulantes en sus diferentes formas del que habl-bamos antes. Nos rodea la exhibicin continua de una felicidad digitalizada medida por las pulgadas de la pantalla en la que contemplar la felicidad digital de los dems.

    Para adoptar al estilo de vida caverncola no es necesario abandonar nuestros hogares ni despoblar

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    las ciudades para ir en bsqueda de cuevas en en-tornos escarpados prximos a un arroyo, no es si-quiera necesario apagar ni desconectar nuestros telfonos, ni tampoco hay que cancelar el contrato con nuestro operador de telefona. No estoy hablan-do de esto. Es algo mucho ms sencillo, basta recu-perar los que los siete elementos sobre los que la vi-da de estos hombres de la caverna se sustentaban y que pueden seguir sindonos muy tiles hoy en da.

    Estos siete recursos o pilares sobre los que ci-mentar la vida los tenemos a nuestro alcance ya que son parte sustancial de la naturaleza del ser humano. Sucede que, en muchas ocasiones, los hemos des-cuidado, hemos dejado de utilizarlos y los hemos sustituido por otros que consideramos necesarios (acumulacin de riqueza, reconocimiento, xito social y laboral, adecuacin a una imagen lindante a la per-feccin y ausente de defectos) porque son capaces de estimular nuestros deseos pero terminan por ge-nerarnos altos niveles de malestar y frustracin. Por ello, volvamos al origen. Volvamos a ese modo de

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    vivir que construimos alrededor de un fuego y del ca-lor que de l emana. Retornemos all.

    Para emprender este viaje no hace falta despo-jarse de nuestras ropas ni que caminemos desnudos o apenas cubiertos con unas pieles, ni siquiera es necesario descalzarse, slo es necesario vencer el pudor de reconocer que hay una parte primitiva en cada uno de nosotros, algo primario que nos mueve y que nos reporta mucha satisfaccin cuando, sin fisu-ras, sin tapujos, sin mscaras, nos relacionamos li-bremente con nuestros semejantes y con el medio en el que nos movemos.

  • 1

    HABLAR SIN EMOTICONOS

    Hace aproximadamente cuarenta mil aos sa-limos de frica. Utilizamos como ruta de salida Orien-te Medio y, mientras unos decidieron continuar su camino hacia el este otros arribaron a Europa. Al lle-gar al viejo continente nos encontramos con una po-blacin que haba llegado mucho antes que nosotros. Se trataba de unos tipos con una fuerza tal que pa-recan verdaderos colosos: los neandertales. Con ellos convivimos en algunos momentos, en otros competimos por la caza y por hacernos con los mejo-res asentamientos. Esta historia de lucha y alianzas se alarg durante cinco mil aos, hasta que con el comienzo de la ltima glaciacin los neandertales se extinguieron mientras contemplaban el continente africano desde Gibraltar anhelando volver a sus pro-pias races.

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    La pregunta que se plantea es qu provoc que una especie formada por individuos ms robus-tos y fuertes fsicamente, dotados con un cerebro de mayor tamao que el nuestro desapareciese? La respuesta la encontramos en la capacidad simblica del homo sapiens, en el uso continuo de smbolos: las pinturas con las que colorear el cuerpo y el rostro, el uso de adornos que posteriormente transformamos en otras smbolos como el uso color blanco para las bodas, el pez para identificarse como cristiano, etc. El neandertal era incapaz de construir simbologas, sin embargo, nuestra especie hizo del uso de smbo-los algo consustancial a nuestra especie: palabras, banderas, prendas, pinturas, collares que utiliza-mos no slo para identificarnos con los miembros de nuestro grupo, sino tambin como va de acerca-miento hacia otros grupos lo que nos ha permitido establecer relaciones de cooperacin y alianzas con quienes compartimos el uso y significado de esos smbolos.

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    El uso de la capacidad simblica que hace tan-to tiempo se nos permiti sobrevivir y acercarnos unos a otros, hoy tambin nos aleja. Nos ponemos las camisetas con los colores de nuestro equipo por-que eso significa algo, al mismo tiempo que me une a muchos me enfrenta a otros tantos, nos vestimos con prendas cargadas de smbolos, buscamos continua-mente a nuestro alrededor la presencia de una sim-bologa que unos aproxima al tiempo que nos separa de los otros.

    El smbolo estrella del hoy es el uso de la tec-nologa digital, nos permite interactuar con muchos mediante el uso de brevsimos mensajes, repletos de palabras ilegibles y smbolos que describen estados de nimo, elaborados en apenas un minuto. Ese mensaje tiene como propsito describir a un gran nmero de personas, digamos a modo de ejemplo que va destinado a cien personas, cmo nos encon-tramos, lanzar una opinin o trasladar una idea. Es-timando que hemos tardado en pensarlo y escribirlo aproximadamente tres minutos, le habremos dedica-

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    do a cado una de las personas a las que va dirigido un segundo y ocho dcimas. Un segundo y ocho dcimas es para m, teniendo en cuenta que nuestro tiempo es un recurso muy valioso ya que es limitado, todo el valor que hoy ha tenido mi relacin con esas personas haciendo uso de las herramientas digitales: apenas dos segundos de mi tiempo. Sustituimos el tiempo y el contacto cara a cara por el uso de unos emoticonos que intentan reflejar una emocin en una cara que no es la ma, es ms, que no es la de nadie porque niego, sea por la razn que fuere, la posibili-dad de vernos sin la mediacin de una pantalla.

    Volvamos la vista atrs y entremos en la cueva, en el hogar de nuestros antepasados. Qu es lo primero que encontramos all? Una abertura que nos da acceso a una zona oscura en la que desconoce-mos qu podemos encontrar. Para poder explorarla y ver si es un lugar adecuado necesitamos una llama que nos ilumine y un fuego que nos caliente la estan-cia si decidimos quedarnos a vivir all. Una vez que nos hemos acomodado y el fuego est prendido qu

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    es lo que nuestros antepasados hacan en la cueva: hablar. Ellos utilizaban el hecho de sentarse en torno al fuego para hablar acerca de lo que les haba pa-sado a lo largo del da, para intercambiar informacio-nes acerca de dnde alguien haba visto un animal al que poder dar caza, dnde estaban las frutas y ra-ces ms apetecibles, la zona del ro en la que poder darse un agradable chapuzn y obtener pescado

    En torno al fuego hablamos y empezamos a vi-vir una parte nueva del da, aquella en la que nos re-unamos con los dems para contarles lo que nos haba sucedido y escuchar lo que les haba sucedido a ellos. De este modo los das se hicieron ms largos y ms entretenidos, ya el da no era slo esa parte en la que el sol estaba en lo alto iluminando la sabana y nos pasaban cosas, sino que conquistamos la noche y con ella comenzamos a ganarle tiempo a la natura-leza para poder contarles a los otros los que nos hab-a sucedido o para tratar de explicar lo inexplicable. Surgan as los mitos, las leyendas, los relatos, en

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    definitiva, se ponan los posos para la cultura, el co-nocimiento y el arte.

    La comunidad, el grupo de personas con las que nos relacionamos, son fundamentales para el bienestar de cada persona. Los dgara, una tribu africana situada en lo que hoy conocemos como Bur-kina Faso, mantienen un rito ancestral para de solu-cionar los problemas. Para ellos no existen los pro-blemas privados. Todos los problemas, tanto los co-lectivos como los personales, incluidos los de pareja, se resuelven en el seno de la comunidad y con la participacin de todos sus componentes. Consideran que la existencia de un problema personal es un sntoma de que la colectividad no funciona adecua-damente. El grupo, en torno a un crculo de cenizas, se rene para profundizar en el problema de esa per-sona. Con ello descubren que lo que le perturba a ese individuo es un problema social ya que afecta a los sentimientos de todos. Los dgara situados alre-dedor del crculo de cenizas, en el que la persona que padece el problema se ha ubicado en el centro,

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    hablan, debaten y profundizan en el asunto para que, desde la distancia que aporta la visin grupal, ser ca-paces de comprender el origen del problema y en-contrar la solucin ms adecuada. Cada uno de los asistentes a este ritual preguntan, uno a uno, qu le sucede para conocer en profundidad el motivo que les ha reunido. De este modo, haciendo un anlisis exhaustivo de un problema individual, tratan de movi-lizar las relaciones de todos los presentes con los dems en la direccin adecuada, contribuyendo al mismo tiempo a aumentar el grado de apertura y la receptividad sentimental de todos los asistentes y, por consiguiente, de toda la comunidad.

    Recuperar espacios de dilogo en los que po-der hablar, intercambiar impresiones y escuchar al otro es algo que mientras permanecimos en las ca-vernas hicimos constantemente. Estas conversacio-nes nos servan para entender la vida y descubrir que no slo somos un yo sino que hay un nosotros del que formamos parte. Para poder construir el nosotros y formar parte de establecimos como requisito el es-

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    fuerzo de comunicarse, de hablar con unos y otros, continuamente, constantemente. Hoy, con todos los recursos para la comunicacin que tenemos a nues-tro alcance: telfonos inteligentes, pantallas de tele-visin por doquier, ordenadores que nos dan acceso a una red de comunicacin que ofrece la posibilidad de hablar con una persona por muy lejos que se en-cuentre, es cuando menos lo hacemos.

    Rellenamos de contenido las redes sociales con informacin de nosotros mismos y de nuestras vidas, pero lo hacemos desde una perspectiva egocntrica: mostrar a los dems lo que hacemos o manifestar nuestra opinin, pero no con el afn de dar lugar a un intercambio sincero, sino simplemente en bsqueda de aprobacin. No buscamos dilogo y mucho menos la construccin de un nosotros, sino aumentar la separacin, hablamos desde un narrador (yo) que lanza una informacin a una audiencia (vo-sotros), para que interactu con ella (informacin) y no conmigo (yo). Las distancias en vez de reducirse, por el contrario, se ven acrecentadas.

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    En el recin estrenado siglo XXI hemos dejado de buscar y encontrar al otro, dialogar con l para, juntos, tratar de comprender la vida. Con las redes sociales simplemente buscamos su aprobacin, me-dida por la retroalimentacin recibida a travs de sus interacciones en forma de Me gusta o Retweet pa-ra experimentar la felicidad digital: la inyeccin de au-toestima que nos crea la sensacin de bienestar y serenidad de que pertenecemos a algo que slo exis-te de forma simblica. Esta bsqueda de la felicidad digital provoca la prdida de honestidad con uno mismo porque queremos reducir el miedo a vernos aislados y por ello compartimos nuestra vida cotidia-na en las redes sociales. Nos esforzamos por pre-sentar una imagen embellecida: evitamos incluir foto-grafas en las que no salimos muy agraciados, for-zamos posturas y gestos para parecer ms atracti-vos, hacemos alarde de estar continuamente vivimos estados emocionales positivos o situaciones que ine-vitablemente conducen a ellos. Ocultamos una parte de nuestra vida y de nosotros mismos, los sucesos

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    desagradables y nuestros defectos, para obtener el amor y reconocimiento de los dems, es decir, la percepcin de que existe una conexin emocional entre nosotros.

    Es tal el deseo de conexin y el bienestar que nos produce sentirlo que estamos deseos de experi-mentarlo en cualquier momento. Por eso hemos po-blado nuestros espacios vitales de las herramientas que nos permitan volver a vivir la percepcin de co-nexin. Ordenadores, telfonos. Televisores, conso-las, tablets se han apropiado de todos nuestros espacios, incluidos los ms ntimos como nuestra cama o el cuarto de bao. Renunciar al sentimiento de pertenencia es muy doloroso y por ello nos nega-mos a perder la posibilidad de satisfacer esta necesi-dad cuando la tenemos al alcance de la mano, ms an cuando nuestro modo de vida fomenta la viven-cia de la soledad: largas jornadas de trabajo que difi-cultan los encuentros sociales, mayores distancias fsicas entre unos y otros con la extensin del trazado urbano y la proliferacin de espacios residenciales

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    perifricos, y la prevalencia de una oferta de ocio que prima el disfrute individual y penaliza el colectivo. An-te esta tendencia a la reclusin en el propio en s mismo el entorno digital nos provee de manera inme-diata de la certeza de pertenecer sea cual sea la hora del da en la que la anhelemos.

    En contraposicin, el modo de vida caverncola, un lugar tambin repleto de smbolos, hace uso del fuego como un espacio real de encuentro, donde construir cultura, adquirir conocimiento, fomentar el aprendizaje y relacionarnos, en la que la presencia del otro y el contacto cara a cara es el fundamento de su vida social. No mediante una pantalla, sino con su presencia fsica, su cercana, lo que ayuda a apren-der sus claves de comunicacin sin tener que recurrir para ello al uso de emoticonos sino, simplemente, con una mirada atenta a la expresin de su rostro y al discurso de su cuerpo. Sin esta presencia no sera-mos quien somos, parece que no nos damos cuenta y pasamos por alto su importancia.

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    El hombre caverncola era un ser emptico. Su manejo de la empata es uno de sus mayores lega-dos, su esfuerzo para tratar de entender a sus seme-jantes nos ha ayudado a sobrevivir como especie hasta nuestros das. Atendiendo a lo que los otros decan y callaban, escuchando, prestando atencin a su lenguaje no verbal comenzamos a entender las intenciones de los dems, sus preocupaciones y sus deseos. Hablar con los otros y escucharles nos ayu-da a ser ms capaces y estar mejor preparados. En definitiva, nos hace mejores. Dejemos un poco de lado ese afn slo por enfatizar una parte de la vida, la dedicada hablar y a narrar nuestra propia historia y pongamos atencin a las historias de los dems. Dejmonos seducir por ellas y las ensoaciones que nos provocan. Escuchemos y atendamos a quien te-nemos a nuestro lado, a quienes podemos acariciar con slo estirar el brazo, sin descuidar a los que estn lejos.

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    SIN AMIGOS EN FACEBOOK

    Somos ms de siete mil millones de personas habitando el planeta. Despus de China e India el tercer pas ms poblado del mundo es un pas que no tiene playas, no tiene montaas, ni siquiera tiene vegetacin, no hay un ro que le surta de agua y, sin embargo, ms de mil millones de personas habitan en l. Es un pas virtual llamado Facebook. Increble pero cierto. Nos lanzamos a querer vivir en un pas sin tierra donde no podemos encontrarnos cara a ca-ra con el otro, donde no podemos tocarnos, donde no hay agua que beber ni en la que baarse, no hay sol ni luna, cielo ni estrellas. An as nos adentramos en l buscando hacer uso de un altavoz y alcanzar el xito dentro de l para que nos sirva de sustento fue-ra de sus fronteras digitales. Recurrimos como termmetro del xito en este mundo virtual a la longi-

  • SIN AMIGOS EN FACEBOOK 27

    tud de su lista de amigos o a su nmero de seguido-res. Amigos y seguidores adoptan un valor simblico como sinnimos de afecto y admiracin recibida por alguien con quien no se tiene contacto y con quienes, fuera de ese espacio virtual, no tendramos posibili-dad de establecer un vnculo estrecho y sincero con cada uno de ellos. Por cada amigo ms considera-mos que la reputacin aumenta, creemos ser impor-tantes y que los mensajes lanzados son valiosos. El hombre y la mujer caverncola nos ensean otra co-sa, pues ellos carecan de este entorno digital y, sin embargo, edificaron el sostn de la vida social y afectiva que hasta hace dos dcadas conformaban nuestro cotidiano.

    Vivimos en un mundo social, repleto de relacio-nes con los otros para la organizacin del grupo. Nos enfrentamos al mundo y al medio a travs del grupo mediante los smbolos y jerarquas que compartimos para as trascender el entorno natural y sus limitacio-nes. Tal es el nivel de desarrollo que hemos alcanza-do como especie que ya nos relacionamos en entor-

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    nos virtuales, lugares que existen pero que son o no son en funcin de si se est en posesin de un dis-positivo y de una conexin a internet. Hasta hace unos aos el vehculo de conexin con los dems era un Dios, la oracin y el seguimiento de unas doctri-nas religiosas. Actualmente, una conexin a internet y un dispositivo electrnico nos dan la oportunidad de conectar con los dems a cambio de un menor es-fuerzo y una mayor tasa de xito de lo que hasta no hace mucho tiempo representaba acudir a la iglesia y seguir un conjunto de mandatos religiosos.

    La religin ha sido utilizada como un vehculo de integracin y solidaridad. La propia palabra reli-gin, cuyo origen es el trmino latino religare, en su raz significa reunir. La religin es una comunidad creada para ayudar al individuo para prepararse para la vida y el entorno. En esta comunidad dios ocupa el lugar central desempeando el papel de conector en-lazando a los miembros de la red, es decir, conecta a una persona con las dems. Dios ha sido el recurso que permita unir a unos con otros sin distinciones de

  • SIN AMIGOS EN FACEBOOK 29

    edad, sexo o lugar de nacimiento, nos permita tener la sensacin de poseer un vnculo con nuestros se-mejantes. La creencia en dios es una construccin que hemos realizado para estar en contacto con los dems, especialmente con aquellos que estn lejos o que ya no est. Dios y la religin han sido un recurso para combatir la soledad y el sentimiento de aisla-miento. Las guerras que a lo largo de la historia y que an hoy se producen cuando un grupo de pobla-cin apela al nombre de un dios nos es ms que el reflejo de su deseo de expandir su red social y poner fin a su aislamiento, pues cuanto ms aislados nos sentimos mayor es el fervor religioso, a la vez que el poder religioso no quiere verse privado de su papel de conector. Este papel de dios y los lderes religio-sos es desempeado por las redes sociales digitales y es que en ellas tenemos la posibilidad de recurrir a un nmero ilimitado de conectores que posibilitan los encuentros que, hasta su aparicin creamos imposi-bles.

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    Dudo de la utilidad de tener cuatrocientos ami-gos porque, siendo honestos con nosotros mismos, hemos de tener en cuenta nuestras limitaciones co-mo seres humanos. Es imposible establecer relacio-nes de confianza sincera con un nmero tan elevado de personas. Estamos preparados para establecer verdaderas relaciones de confianza y conectar con afectividad sincera con un nmero de personas mu-cho ms reducido: de veinte a treinta y cinco perso-nas. Podemos acumular cientos de amigos en las re-des sociales, un sinfn de conocidos repartidos por todo el planeta, pero si somos sinceros con nosotros mismos, las relaciones francas, slidas y genuinas las fraguamos con un nmero reducido de personas. Tener claro este legado y esta limitacin nos ayudar a evitar muchos quebraderos de cabeza y a disfrutar ms de quienes tenemos y sentimos cerca.

    Las digitalizacin de las relaciones nos llevan a la infelicidad, a la insatisfaccin, pues en el entorno digital no podemos conectar con nuestros afectos por lo que no sabemos lo que sentimos. En las relacio-

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    nes digitales se intenta mostrar lo que uno cree sen-tir o quiere hacer creer que siente y la intensidad de ese sentimiento quedar medida por el nmero de feedback recibido. Los sentimientos, emociones y afectos son trasladados a entornos virtuales dando lugar a una identidad digital en el que la identidad personal no sabe lo que siente y, por ello, no puede llegar a saber lo que quiere.

    Una de las claves de nuestra supervivencia es-triba en nuestra capacidad para establecer relaciones afectivas y de confianza sincera con los dems. Sa-ber que podemos contar con alguien que nos brin-dar su ayuda cuando lo necesitemos y que se trata de algo recproco, de que podemos hacerle partcipe de lo que sentimos, sin ocultamientos. Para poder labrar esta relacin es necesario para el caverncola mantener contactos frecuentes y continuados en el tiempo en los que poder compartir experiencias, re-compensas (en forma de carne de caza), aciertos (a la hora de poner en prctica nuevas estrategias de caza) o errores (a la hora de elaborar los tiles para

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    la caza o elegir una planta inadecuada). Pero tener la percepcin de que suceda lo que suceda podremos contar con el apoyo de quien para nosotros es impor-tante.

    Con los medios actuales de comunicacin y el deseo de querer estar en contacto con muchos las relaciones se quedan en su nivel superficial. No pro-fundizan ni en contenido ni se les dedica el tiempo suficiente para lograrlo arrastrados por la sociedad de la urgencia que se mueve en pos de las recom-pensas inmediatas. Los hombres de las cavernas nos ensean que lo verdaderamente importante para construir un vnculo afectivo es el tiempo, la continui-dad de la relacin y que ste vnculo no sea algo clandestino, sino que se viva, con el otro y a vista de los otros, lo que autnticamente se siente. Utilizamos Facebook, Twitter, Google+, etc, como un lugar don-de mostrar lo que sentimos pero desde la distancia psicolgica: siento pero es una parte de lo que soy, el valor emocional que se le dar a esta parte de m que te muestro depender de la respuesta obtenida

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    de mis amigos o seguidores. Si la respuesta es posi-tiva y amplia en nmero nos lanzaremos el mensaje de que es una parte importante de nosotros, si la respuesta no es la esperada negaremos, desde nuestra identidad real, esa parte desapegada que es la identidad digital.

    Una relacin afectiva slida y sincera no se construye de un momento al otro. La necesidad del paso del tiempo en la construccin de afectos es algo que hemos perdido de vista movidos por el afn de aumentar el nmero de amigos digitales. Demos nuestro tiempo y entrega a esas veinte o treinta per-sonas a las que realmente podemos ofrecer afecto sincero y veremos cmo nuestra felicidad aumenta. No podemos contentar a todos. Centrando nuestra energa y esfuerzo en unos pocos veremos cmo nuestra sensacin de bienestar aumenta de forma exponencial. Queriendo abarcar una relacin estre-cha en lo afectivo con muchos, la desesperacin suscitada por la frustracin de ver que no es posible, solo har que aumentar al estar sumidos en la frus-

  • 34 LA FELICIDAD DEL CAVERNCOLA

    tracin de querer tener la relacin deseada con un nmero tan amplio de personas.

    Focalicemos nuestros esfuerzos en este nme-ro de entre veinte y treinta personas. Esto no quiere decir que a lo largo de nuestra vida slo nos relacio-nemos de forma estrecha con este nmero de suje-tos en total, sino que iremos reemplazando a unos y otros conforme vayamos trazando nuestro porvenir. Saber esta limitacin del ser humano permite estar ms tranquilo y disfrutar ms de nuestros vnculos presentes. No envidiemos a los dems porque afir-men tener un sinfn de amigos, porque, aunque afir-men lo contrario, todos estamos programados para no tener una relacin afectiva y de confianza sincera con ms de treinta personas. Lo habitual para el hombre de las cavernas era mantener una relacin afectiva sincera con muy pocas personas y, pese a que nos cueste creerlo, apenas hemos cambiado en este sentido, por muchas tecnologas de la comuni-cacin que hayamos inventado desde que abando-namos la cueva.

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    Hemos hecho del telfono mvil nuestro mejor amigo pues creemos que l los contiene a todos. Se ha vuelto nuestro confidente. Le hemos dejado inva-dir nuestra casa, acompaarnos en el trabajo, hacer-nos ms llevadero el trnsito entre un lugar y otro y, adems, le hemos otorgado el poder de evitar el con-tacto con nuestros semejantes fingiendo que habla-mos con alguien. Con el mvil creemos prestar aten-cin a todos cuando en realidad no atendemos a casi nadie, creemos hacer muchas cosas cuando real-mente no hacemos nada. Es tal su poder que le rega-lamos nuestra primera interaccin por la maana y la ltima por la noche. Es ms, mantenemos una rela-cin sexual y, nada ms terminar, consultamos el mvil en una clara evidencia de quien se desea tener al lado. Con el mvil y sus aplicaciones sociales bus-camos mostrarle lo que sentimos a los que no estn a la vez que se lo negamos a los que se quedaron.

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    SOBREVIVIR SIN APPs

    El smartphone, el ordenador y la tablet se han convertido en una extensin ms de nuestro cuerpo. Son una prtesis pero no lo son de nuestras manos, sino del cerebro. Hacemos uso de estas herramien-tas y de su capacidad para almacenar informacin para ser ms inteligentes y tener una mayor capaci-dad de adaptacin a un entorno y un yo que muta con frecuencia. Los dispositivos inteligentes posibili-tan aumentar nuestra capacidad cerebral para alma-cenar y procesar informacin y por ello los acarrea-mos con nosotros a todas partes. Nos proveen de respuestas a los que nos rodea pues, haciendo uso de la memoria transactiva, nos permiten resolver problemas cotidianos.

    La memoria transactiva es la memoria que hace referencia a los datos, informaciones y recuerdos al-

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    macenados fuera de nuestro cerebro ya sea en un disco duro, una agenda, un bloc de notas o en el ce-rebro de otra persona como ocurre, por ejemplo, puede ser la mujer que recuerda la fecha de la cita con el mdico de su esposo y ste cuando le recuer-da la fecha en la que su vehculo debe pasar la prxima revisin. Esta memoria no slo la aplicamos en un entorno familiar sino que el mundo laboral y social est presente. Hay personas a las que consi-deramos responsables de saber segn qu cosas, al igual que uno mismo lo es de saber otras.

    La prctica del conocimiento transactivo contri-buye a la especializacin del individuo a que dedique su energa cerebral, su tiempo y su aprendizaje en desarrollar y potenciar sus habilidades, al igual que ayuda a que el otro desarrolle las suyas. Conectar con el otro y su memoria ayuda a resolver con mayor rapidez problemas y adoptar soluciones ptimas. An-tes recurramos al saber de una madre para preparar una comida, hoy recurrimos al conocimiento compar-tido en internet al que tenemos acceso a travs de

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    nuestro smartphone, lo que sucede es que en este medio no tenemos la certeza desde el comienzo de que el conocimiento al que recurrimos para resolverlo sea el ms adecuado al no poseer la garanta del co-nocimiento profundo del otro.

    Buscamos explicaciones a las cosas que suce-den y soluciones a los problemas a los que hemos de enfrentarnos. Se trata de algo consustancial ser humano. Desde que nos reunimos en la caverna en torno al calor del fuego con la compaa de los otros hemos intentado dar respuesta a los enigmas de lo que acontece a nuestro alrededor. Nos hemos lanza-do muchas preguntas, hemos teorizado infinidad de respuestas que, segn ha ido avanzando el conoci-miento, se han vuelto ms precisas. Sucede que las justificaciones que vamos encontrando a todo lo que acontece parecen apuntar en una direccin y tener un nico protagonista y responsable: el ser humano.

    Con el egosmo y egocentrismo que nos hemos afanado en cultivar, situando al ser humano

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    en el centro de todo, termina por resultar que, al final, todo aquello que acaece acaba siendo responsabili-dad de uno mismo. El cambio climtico culpa ma porque no reciclo lo suficiente, la crisis financiera es culpa ma porque soy un avaro, la elevada tasa de desempleo es culpa ma porque no quiero trabajar y cuando lo hago no lo hago lo suficientemente bien, que mi pareja me abandone es culpa ma porque tengo un carcter que no hay quien me soporte, que pierda mi equipo favorito es culpa ma porque no me puse la camiseta de la suerte o porque no los anim con la intensidad suficiente

    Nos sobrecargamos de responsabilidades en torno a lo que acontece a nuestro alrededor y bus-camos ansiosos aplicaciones en nuestros telfonos que nos provean de respuestas. Creemos tener ms capacidad de control en torno a lo que sucede de la que realmente es. Nos creemos superhombres y no lo somos. Nuestros antepasados de las cavernas lo saban y por eso se liberaban de responsabilidades acerca de lo que suceda que no le corresponda

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    asumir. Si de repente una lluvia fuerte desbordaba los ros no se culpaban por haber encendido dema-siado fuerte una hoguera, si una partida de caza re-gresaba con las manos vacas se deca que el animal era ms rpido o ms inteligente, si uno de nuestros hijos mora al poco de nacer se afirmaba que esa era la voluntad de los dioses primeros. La manera de ex-plicarnos el mundo y entender la vida estaba en que la responsabilidad en torno a lo que suceda estaba fuera de uno. Tenan la certeza de encontrarse con situaciones que no eran capaces de controlar. La carga que transportaban sobre sus hombros era mu-cho ms liviana.

    Esta forma de entender la vida no implica que uno se deje arrastrar y llevar por la desidia y la indo-lencia. Ni mucho menos. El hombre de la caverna saba perfectamente que gran parte de lo que era capaz de obtener dependa de su propio ingenio y de las conductas que pona en prctica. No se acomo-daba, pero era capaz de asumir sus propias limita-ciones y convivir con ellas. Saba perfectamente que

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    haba tareas y logros que no poda alcanzar porque no posea la capacidad ni los recursos suficientes pa-ra lograrlo. Hoy cultivamos el sentimiento de que si hay algo que no somos capaces de conseguir o de lograr en pos de este dios del nuevo milenio que es el xito es porque somos inferiores, de esos que segn Darwin acabarn extinguidos vctimas de una gentica inadecuada. Aceptar este axioma es sem-brar la semilla de nuestra destruccin.

    Seamos realistas y expliqumonos el mundo con honestidad y franqueza. Si todos perseguimos el xito, ser los nmeros uno debemos ser conscientes de que no es posible para todos. Es una manera cuestin matemtica. Caemos una y otra vez en el error de que tenemos la capacidad de influir en nues-tro porvenir y en nuestro destino de una forma muy por encima de lo que los clculos probabilsticos nos asignan. Creemos que si no nos toca la lotera es porque no jugamos lo suficiente o porque no pasa-mos el boleto por la chepa del jorobado. Dejemos de una vez por todas de asumir unas cargas que no son

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    las nuestras y relativicemos nuestro grado de res-ponsabilidad en lo que ocurre. Defiendo la postura que adoptaba el personaje televisivo Steve Urkel con su famoso he sido yo? que le liberaba de gran par-te de la responsabilidad, si bien es cierto que l se encargaba de ser el detonante final de una situacin catastrfica. Catstrofe que no se habra desatado sin la intervencin y accin previa de otros que, tam-bin, han de asumir su cuota de responsabilidad en lo acontecido.

    Concibamos el mundo con honestidad haciendo uso de nuestra capacidad para hablar y dialogar con los dems, as como de las conexiones afectivas con los dems. Si cuando nuestra pareja aparece por la puerta de casa, despus de una larga jornada laboral y lo hace de mal humor, no le digamos que tiene un carcter muy difcil y muy poca paciencia, digmosle simplemente que ha debido tener un da muy difcil en el trabajo. Le estaremos liberando de una carga que no tiene por qu asumir y le estaremos acercan-

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    do a esa forma de ser de las cavernas que tan felices puede hacernos.

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    CAMBIA DE COMPAA

    Y DE MVIL

    Todo cambia, nada permanece Este axioma de Herclito, pensador griego, ha ido de la mano con el ser humano desde el Paleoltico. Nuestra historia como humanos es una historia de cambio, de explo-racin, una bsqueda constante. En cada uno de no-sotros aflora un instinto y una pulsin por el descu-brimiento, por conocernos y trascender nuestros pro-pios lmites. Para ello hay que salir de la comodidad. Nuestros antepasados hacan un ejercicio continuo de adaptacin al medio, de flexibilidad, no eran rgi-dos sino que se acomodaban a las exigencias de un entorno que cada poco tiempo cambiaba puesto que tenan que estar siempre listos para emprender un nuevo camino en busca de alimento.

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    El cambio es evolucin, es crecimiento. Aco-modarse a una situacin por temor a la incertidumbre acerca de lo que podr suceder va en contra de nuestra propia naturaleza. Continuamente cambia-mos, basta slo con mirarnos a nosotros mismos, nuestro cuerpo, nuestros pensamientos y descubri-remos que no somos los mismos que tiempo atrs. Cambiamos, de manera gradual, casi imperceptible, pero irremediablemente lo hacemos. Y de la misma manera que cada uno de nosotros cambia el medio ambiente en el que nos movemos tambin lo hace. Hemos de ser conscientes de esto para reajustarnos de cara a maximizar nuestras posibilidades de super-vivencia y mantener un alto nivel de felicidad. No po-demos ser siempre felices de la misma manera, para cada momento y etapa de nuestra vida, le corres-ponde una ruta hacia la felicidad.

    No podemos obviar que estar preparados para el cambio es necesario. Aparecen nuevas normas, nuestra salud no es estable, las creencias se modifi-can, se producen avances tecnolgicos y ante to-

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    do estas fuentes de cambio tenemos que estar pre-parados para ajustarnos. Hemos de ser flexibles y evitar la rigidez. Ser excesivamente rgidos como lo es el cristal nos hace fcilmente vulnerables y que-bradizos. Como gentes procedentes de las cuevas hemos de tener predisposicin para la migracin. No slo entendida como un cambio de escenario sino algo que va ms all, no tiene por qu ser necesario cambiar el escenario, pero s la actitud y las estrate-gias que empleamos para desenvolvernos en l. Pa-ra ello hemos de estar en un aprendizaje continuo, no limitarlo a un nmero de conocimientos y destrezas adquiridos tiempo atrs, sino que stos deben some-terse a continua revisin para ver si siguen siendo adecuados o se estn quedando obsoletos. De nada sirve emplear una estrategia de caza y unas armas empleadas para cazar leones si ahora nos enfrenta-mos a un mamut. La experiencia empleada con el primero nos servir para el segundo pero no todo ser extrapolable, ya que se necesitar un mayor empleo de la fuerza, armas ms robustas, una tctica

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    de caza un grupo distinta porque ya no estamos en la sabana sino en entornos ms fros y speros.

    Los hombres de las cavernas tenan un alto ni-vel de resilencia, es decir, tenan una elevada capa-cidad para hacer frente a situaciones trgicas y dolo-rosas. Nuestros antepasados convivan con la muerte y la enfermedad de forma continuada, deban aban-donar lugares en los que comenzaban a echar races y, pese a todo, fueron capaces de sobrevivir. Esta-mos preparados para sobrevivir y sobreponernos a cualquier situacin, por dura que esta sea siempre que tengamos un propsito, un fin, motivo por el cual seguir adelante. Si no cambiamos nos extinguimos, morimos, desaparecemos, caemos en el olvido. El deseo de cambio, la movilidad, la migracin nos ayu-da a superar la endogamia (dependencia de los re-cursos del propio grupo) y disponer de respuestas ms variadas as como los recursos de los que valer-nos. Cambiar, por tanto, es un buena estrategia para vivir ms y mejor.

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    Cambiar nos ayuda a crecer, a trascendernos y a explorar nuestros lmites y reas de nosotros mis-mos que desconocamos. Qu habra sido de noso-tros si nadie hubiese decidido abandonar la sabana africana, si a nadie le hubiese dado por explorar otros territorios, de golpear dos piedras para hacer cuchi-llos y cmo a partir de ello descubrir que era posible hacer fuego. Nada de eso habra sido posible sin la voluntad de cambio, de abandonar el calor de la sa-bana y vivir en el fro de las montaas. La premisa del cambio que se nos ofrece como aprendizaje es que aunque uno sepa hacer lo que est haciendo, por increble que pueda parecernos, puede hacer otras cosas!

    Nuestro deseo de cambio existe si tenemos la necesidad de hacerlo. En el Paleoltico esta necesi-dad la pautaba la escasez de alimento que obligaba a buscarlos en otras regiones an por explorar. Para poder hacerlo haba que confiar en que uno aguan-tara el viaje y estaba preparado para el trnsito as como confiar en que los dems tambin lo estaran,

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    que unos y otros se apoyaran y se dejaran ayudar durante todo el viaje. No se trataba de un camino fcil haba que ser muy pacientes y saber lidiar con el dolor y el sufrimiento que traeran consigo momentos complicados e inevitables pero necesarios. Perseve-rar y ser constantes en la utilidad del viaje emprendi-do, tener presente que el cambio es necesario es lo que ha permitido al ser humano llegar a alcanzar lo que hoy somos.

    El hombre caverncola nos dej un legado muy valioso para ser capaces de afrontar el cambio. Nos mostr que no seamos rgidos y caigamos en la so-breproteccin de uno mismo y de los suyos, hay que ser flexibles es la mejor opcin para conseguir lo que uno quiere pues tanto uno como su entorno cambian y quien est dispuesto a hacerlo terminar por des-aparecer. Por eso es necesario aprender, imitar lo que otros hacen y les funciona, as es como cons-truimos la cultura que es el mejor medio para sobre-vivir, sin cultura no evolucionamos.

  • 5

    MOVIMIENTO ES VIDA

    El sedentarismo nos destruye, hemos pasado el 95% de nuestra historia como especie siendo nma-das. El cuerpo humano est diseado para el movi-miento, el movimiento es su vida. Sin embargo, hoy, ms que nunca pasamos muchas horas sentados de-lante de las pantallas. Necesitamos del ejercicio fsi-co para que nuestro organismo experimente la vida. Nuestros antepasados caminaban en pos de alimen-to, corran bien para escapar de un depredador o bien para apresarlo, saltaban, trepaban, reptaban. Hoy, excepto cuando somos nios, nos hemos olvi-dado de hacerlo. En vez de practicantes de ejercicio nos hemos convertido en sus espectadores y deja-mos que sean unos pocos quienes lo hagan mientras asumimos el papel de jueces de su desempeo. Pre-ferimos permanecer sentados al volante o en el sof

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    frente al televisor aunque sepamos que es atentamos contra nuestro propio cuerpo al darle un descanso que no se ha ganado, negndole una actividad que le contribuye a potenciar el sistema inmune, mejora la concentracin, combate la depresin y la demencia, e incluso previene del cncer, el alzheimer y la diabe-tes.

    Una hora de ejercicio fsico diaria es suficiente para ser ms felices. No digo que nos lancemos to-dos a la calle a correr maratones, sino que, cada cual, en base a sus posibilidades tenga la voluntad y la constancia de hacer ejercicio. Un pequeo ejerci-cio que podemos hacer es abandonar el hbito de utilizar el coche para ir al trabajo, nos negamos la posibilidad de cumplir con esa hora de ejercicio diario por ahorrarnos un trayecto de treinta minutos a pie y aumentamos la probabilidad de sufrir y provocar un accidente e incluso morir y matar por esa mana de atender llamadas y mensajes de nuestro smartphone mientras conducimos porque las consideramos ms importantes que la responsabilidad de la conduccin.

  • 52 LA FELICIDAD DEL CAVERNCOLA

    Este mismo recorrido, hecho a pie, nos ofrece la oportunidad no solo de mejorar nuestro estado fsi-co, sino que tambin nuestra vida social lo agrade-cer. A cuntas personas saludamos mientras con-ducimos? Cuntas nos saludan? Si optamos por realizar ese camino a pie las oportunidades de gene-rar encuentros sociales y obtener informaciones in-esperadas aumentarn considerablemente. Con ello nuestras probabilidades de xito al estar ms cerca de obtener informaciones que de otra forma nos ser-an negadas o nos pasaran desapercibidas.

    Miles de aos atrs, en estas sociedades de cazadores-recolectores, corramos para escapar de depredadores o para abatir piezas de caza. Los indi-viduos mejor preparados eran los que ms piezas cazaban y menor riesgo tenan de morir en las fauces de un animal. Este hecho los converta en sujetos ms atractivos dotndoles de un mayor acceso sexual a las hembras. Hoy ocurre lo mismo, aquellos hombres y mujeres que realizan ejercicio fsico de manera regular tienen mayores posibilidades de con-

  • MOVIMIENTO ES VIDA 53

    seguir un empleo que quien no lo practica, as como de tener mayor actividad sexual pues su cuerpo se presenta como ms sano y su oferta de genes es mejor a la de quienes permanecen cmodamente sentados. Practicar ejercicio fsico, siempre y cuando no se haga por mera vanidad y alarde, habla de los recursos personales y mentales del individuo: resis-tencia, constancia, perseverancia, manejo de la frus-tracin y postergacin de recompensas. Capacidades todas ellas, muy vlidas en el actual mundo empresa-rial y en el universo social en el que nos desenvol-vemos.

    Demos a la prctica regular de actividad fsica la importancia que se merece. El gran salto evolutivo de nuestra especie se produjo con el bipedismo. El abandono de la subsistencia centrada en la copa de los rboles por una subsistencia a ras de suelo y ci-mentada bajo una nueva capacidad para recorrer lar-gas distancias y emplear las manos para manejar y construir tiles y herramientas. Gracias a que nos lanzamos a caminar nuestro cerebro creci pro-

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    veyndonos de nuestro mejor recurso para la super-vivencia. Sentados en el sof, al volante de nuestro coche o frente del ordenador nos conduce a una in-volucin del funcionamiento del organismo que hace que ste no se adapte al entorno y el estrs, la de-presin, la fatiga crnica se conviertan en el estado habitual de un cuerpo diseado para vivir desde el movimiento.

    Nos llenamos de excusas y de razones para permanecer inmviles: falta de tiempo, no es necesa-rio, est lloviendo, hace calor o la falta de valoracin del ejercicio como accin preventiva ante la enferme-dad. Sobre todo porque hemos de tener que hacer frente a un rival muy duro de vencer: la pereza. La falta de hbito en el ejercicio nos pone ante una si-tuacin en la que, antes de hacerlo, hay que decidir si lo hacemos o no. Si ya tenemos que hacer el es-fuerzo de decidir y nos cuesta, cmo vamos a reali-zar un esfuerzo an mayor. Este ejercicio de nego-ciacin con una mismo nos agota y nos deja ancla-dos al silln. Hace treinta mil aos no tenamos este

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    problema porque el ejercicio formaba parte de nues-tro plan de vida. Si no hay ejercicio no hay comida con la que alimentarse y por ende formaba parte de una rutina diaria que no admita dudas ni negociacio-nes. Esta rutina del movimiento la converta en una orden dada a uno mismo si quera mantenerse con vida, as ahorrndonos la agotadora batalla de pelear con uno mismo emplebamos esa energa en nues-tra salud fsica y mental.

    El ejercicio fsico nos muestra como personas activas, nos devuelve resultados inmediatos, nos asombramos de nuestra capacidad para mejorar, muestra habilidades y capacidades que de otra ma-nera sera muy complicado hacer visibles. El ejercicio fsico reconforta, ayuda a gestionar el estrs y es un alarde de madurez psicolgica y de actitud vital. El ejercicio es la bsqueda continua de nuevos desafos de una orientacin centrada en el medio y largo pla-zo, todo un atractivo para los dems y una estrategia que nos ayudar a aumentar nuestros niveles de feli-cidad.

  • 6

    COME COMO TUS ANTEPASADOS

    Nuestra dieta tiene repercusiones directas so-bre nuestro estado de nimo y en la predisposicin a mantenernos activos y a relacionarnos con el entorno y nuestros semejantes. Las reacciones de nuestro organismo no son similares despus de consumir un vaso de agua que una copa de whisky o un refresco, simplemente las demandas de actividad a la que se ve sometido es diferente. De este modo, encontra-mos que existen alimentos como los azcares refina-dos, los lcteos, grasas o los carbohidratos que blo-quean el funcionamiento de nuestro organismo, llevndonos a estados de ira, malestar, agresividad, cambios de humor En definitiva, los alimentos que consumimos determinan en gran parte nuestro esta-do de nimo ya que, en funcin de los alimentos y

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    cantidad que ingiramos, someter al organismo a epi-sodios de estrs que pueden dar lugar a que vivamos episodios de inestabilidad emocional.

    Seguir una dieta equilibrada y variada nos ga-rantizar estados prolongados de bienestar, de equi-librio emocional y una mayor proteccin frente a las enfermedades. Diferentes nutricionistas, antroplo-gos, mdicos y terapeutas han sealado la necesidad de volver a una dieta centrada en el consumo de pro-tenas y grasas, en la que la presencia de carbohidra-tos es muy reducida, lo cual consideran como el mo-delo ptimo de alimentacin. A este modelo lo han llamado: Paleodieta. El argumento fundamental que defiende esta teora es el que el seguimiento de esta dieta es el que ha permitido al Homo Sapiens des-arrollarse hasta lo que es hoy, pues sta es la dieta que hemos seguido a lo largo de ms del 90% de nuestra historia como seres humanos.

  • 58 LA FELICIDAD DEL CAVERNCOLA

    El Paleoltico es la etapa ms larga de nuestra historia como seres humanos, extendindose alrede-dor de 2,5 millones de aos, en donde nuestra ali-mentacin como especie se centraba en lo que ra-mos capaces de recolectar y cazar. No exista la agricultura y nuestra dieta se compona de los frutos secos, fruta, races y tubrculos que recolectbamos. Tenemos la falsa idea de que la caza era el soporte fundamental de nuestra dieta cuando en realidad nos servamos de los frutos, plantas o semillas que las mujeres recolectaban. No fue hasta la aparicin del hombre de Neanderthal, que desarroll sobremanera el arte de la caza, y gracias a su capacidad para fa-bricar armas y dominarlas, lo que propici un aumen-to de la presencia de grasas en la dieta, lo cual se reflej en el acortamiento del tracto digestivo, en su desarrollo fsico y en el tamao del cerebro de los miembros de esta especie (contaba con una cerebro mayor que el del hombre actual). Los homo sapiens emularon la artillera de caza del Neandertal y con

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    ello pudimos valernos de esas mismas ventajas adaptativas.

    La Paleodieta lleva consigo no slo el segui-miento del rgimen alimentario basado en protenas y grasas, sino que lleva consigo la adopcin de un con-junto de hbitos que con el desarrollo cultural, social, industrial y tecnolgico llevados han cado en des-uso. Es necesario recuperar la base de la dieta de estos nuestros antepasados: comer cuando se tiene hambre, beber cuando se tiene sed y, sobre todo, lle-var una dieta variada de alimentos que vena marca-da por la estacionalidad de los mismos.

    Con la llegada de la agricultura la variedad de nuestra dieta cay en picado, pasamos de obtener nutrientes de fuentes muy diversas a obtenerlas de un nmero ms reducido de alimentos. Se extendi el monocultivo y con ello que en un sitio slo se co-ma trigo, en otro arroz y en otro maz, la calidad de la dieta se vio mermada a cambio de que todos co-

  • 60 LA FELICIDAD DEL CAVERNCOLA

    mieran. Nuestra dieta se empobreci y, con ello, nuestra esperanza de vida baj de los sesenta aos a los treinta y cinco, nuestra estatura se redujo en diez centmetros, aparecen las caries y la obesidad, y nos volvimos ms vulnerables a las enfermedades. Hoy hemos recuperado, con la expansin de las re-des de transporte y distribucin, la oportunidad de tener una dieta variada, lo que ocurre es que no la equilibramos porque teniendo al alcance una amplia posibilidad de eleccin entre la oferta alimentaria, tomamos la decisin equivocada y nos decantamos por consumir unos pocos alimentos a lo largo de todo el ao, alimentos altamente procesados y con una elevada carga calrica.

    Para qu consumir alimentos que nos debili-tan? Un consumo elevado de carbohidratos y lcteos es desaconsejable ya que nuestro organismo puede no estar preparado para asimilarlos: uno de cada tres espaoles es intolerante a la lactosa y nueve de cada diez asiticos y africanos. Estos nutrientes los hemos

  • COME COMO TUS ANTEPASADOS 61

    incorporado desde hace relativamente poco a nues-tra dieta y an no se han producido los cambios evo-lutivos necesarios para adaptarnos a ellos. Por ejem-plo, con la industrializacin lechera este producto y sus derivados se han introducido en nuestros hoga-res en apenas un siglo, cuando, hasta entonces, se trataba de un alimento de consumo muy local por lo que muy pocas poblaciones, como las nrdicas, estn biolgicamente preparados para asimilarla. El resto de poblaciones dejaban de consumir leche en el mismo momento en el que se produca el destete y, conforme bamos creciendo, al dejar de consumir leche el organismo deja de segregar la enzima que permite su absorcin.

    El consumo de lcteos y el exceso de carbohi-dratos provocan la hinchazn del tracto digestivo. Es-ta inflamacin degenera en una mayor propensin a sufrir enfermedades cardiovasculares, la aparicin de cefaleas, mayor probabilidad de sufrir osteoporosis, la experimentacin de estados de nimo desagrada-

  • 62 LA FELICIDAD DEL CAVERNCOLA

    bles, el desarrollo de adicciones (azcar, tabaco, al-cohol) y una aceleracin de los procesos de enveje-cimiento. Todo causado por los cambios en los pa-trones de consumo alimentario que hemos llevado a cabo durante las ltimas dcadas que, unido al se-dentarismo, puede inducir cambios de peso acelera-dos que es una de los mayores peligros a los que, mediante nuestra dieta, nos exponemos.

    Nuestro cuerpo an est programado para vivir en la escasez y fomentar la bsqueda continua de alimento variado. Hemos de tener presente que, al igual que la mejor carne, el mejor ser humano, el ms sano, el ms apetecible, es aquel que experimenta el placer de correr libremente en la naturaleza y que, despus de hacerlo, se sienta alrededor de un fuego a brasear el alimento que ha sido capaz de conse-guir: frutas, verduras, cereales, leguminosas, frutos secos, semillas y, de vez en cuando, carne.

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    DEJA DE TOCAR LA PANTALLA

    Vivimos en el mundo del eyaculador precoz. Queremos conseguir y vivir emociones de mucha in-tensidad y poca duracin saltando de una a otra de forma desencadenada. Nuestros antepasados ca-verncolas vivan en grupos pequeos en los que to-dos tenan relacin con todos. El sexo no se centraba en la reproduccin ni en la bsqueda de placer. Nuestros antepasados eran muy promiscuos y la infi-delidad era habitual en sus prcticas sexuales pues stas tenan un propsito. El sexo era utilizado como una fuente de creacin de vnculos amorosos, de pa-rentesco, sociales, econmicos y cooperativos. A partir de l se construye la pareja humana y el lazo interpersonal entre macho y hembra. Nuestras con-ductas sexuales actuales continan reproduciendo este modelo de conducta social sin descuidar sus fi-

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    nes reproductivos y su capacidad para generar pla-cer. Mi propuesta es tener mucho sexo y si es bueno, mejor que mejor. Esto no quiere decir que salgamos a buscarlo fuera de nuestra actual pareja, basta con recuperar su valor social, su capacidad para generar intimidad y dar lugar a alianzas ms slidas.

    El sexo un vehculo de interaccin social y un pilar que hace posible la formacin y el mantenimien-to de relaciones sociales. Gran parte de las frustra-ciones sexuales del ser humano provienen de la lle-gada de la agricultura y con ella la propiedad privada. Es a raz de este momento que la pareja pasa a ser considerada un valor patrimonial. Esta apreciacin de la pareja como un valor mercantil provoca el deseo de regular su conducta sexual y con ella sus interac-ciones sociales, la mujer deja de tener un estatus so-cial similar al del hombre y pasan a ser consideradas un valor de cambio. Nuestros antepasados paleolti-cos consideraban el sexo como un valor social de cada individuo y por eso, en las cavernas, no haba cuentas corrientes ni hipotecas ni stock options.

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    Dejemos que cada cual regule su comporta-miento en esta rea de su vida y recuperemos el sexo como bien de intercambio social. Eso s, con-viene que hacer una matizacin, no todo el sexo tie-ne que pasar, necesariamente, por la reproduccin y la genitalizacin. La sexualidad es algo ms que la mera exploracin y uso de los rganos reproducto-res. La sexualidad que contribuir a aumentar nues-tra felicidad caverncola pasa por una mayor presen-cia de contacto visual, el uso continuado del tacto, de las caricias de la posibilidad de sentir a la otra perso-na a travs de todos nuestros sentidos.

    Debemos recuperar el sentido del tacto en nuestras relaciones pues es uno de los pilares de to-das nuestras relaciones. Tocarnos, acariciarnos, pal-parnos, besarnos, abrazarnos, sujetarnos son re-cursos de los que valernos para estar en sintona con los dems y son una fuente inagotable de bienestar pues nos indica que hemos sido capaces de conectar con otra persona y establecer un vnculo. El contacto fsico es nuestro vnculo ms primario, nos da el

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    mensaje de que formamos parte de un mundo carga-do de sensaciones y emociones por experimentar.

    La ausencia de caricias, palabras de afecto, besos, abrazos, privarnos de la posibilidad de sentir el calor que otro cuerpo emana da lugar a una no existencia. La necesidad del contacto fsico es fun-damental para nuestro bienestar y correcto desarro-llo, quien no lo recibe es considerado invisible. La fal-ta de contacto fsico es conocida como el sndrome de carencia afectiva o marasmo emocional. Para en-tender la trascendencia y necesidad del contacto fsi-co basta conocer los efectos que tiene sobre un re-cin nacido la ausencia de contacto y caricias regula-res por parte de una madre como ocurra con nios recin nacidos que pasaban largas temporadas hos-pitalizados o que estaban recogidos en orfanatos. Es-tos nios, con una crianza distante, institucionalizada y despersonalizada mostraban retardo en su desarro-llo, falta de expresividad emocional, escasa coordi-nacin ocular y menor capacidad mental. Esto mismo sucede a lo largo de toda nuestra vida, al perder el

  • DEJA DE TOCAR LA PANTALLA 67

    contacto fsico y no poder establecer lazos afectivos perdemos capacidad emotiva, dejamos de poner en prctica la empata y tenemos la percepcin de vivir una existencia ajena al mundo social que nos en-vuelve. Detrs de una caricia se esconce algo que ca ms all de ser un gesto sencillo y en ocasiones de-valuado, est la esencia de todas las relaciones humanas porque dota de existencia fsica a quien participa en ellas y es un signo de comprensin del universo emotivo que se intenta compartir.

    Nuestras terminaciones nerviosas nos conectan con el mundo exterior, nos ayudan a percibir cambios en el entorno y sobre todo, nos da la oportunidad de sentirnos prximos a los dems. stos, nuestros an-tepasados, lo saban y lo ponan continuamente en prctica. Tocar y ser tocados provoca que segre-guemos oxitocina, sustancia que invade nuestro or-ganismo cuando estamos enamorados o mantene-mos una relacin sexual. Una caricia o un abrazo tambin contribuyen a segregarla, no es necesaria la genitalizacin del contacto fsico para desencadenar

  • 68 LA FELICIDAD DEL CAVERNCOLA

    una sensacin de bienestar y placer en el otro, basta con abrazarle durante unos segundos, agarrarle la mano o darle un beso.

    La oxitocina en nuestro cuerpo nos aporta ms confianza en nosotros mismos y en los dems, da lugar a comportamientos altruistas, ayuda a estable-cer ms vnculos de apego. Tocarnos, acariciarnos, en definitiva, sentirnos nos desestresa. Si no nos to-camos, si rehuimos el contacto fsico con el otro, lo que hacemos es inocularnos el virus de la descon-fianza, de la competitividad extrema, de la tensin permanente. Toda relacin, con el paso del tiempo, reduce la presencia de esta hormona. El motivo est en que la persona con la que quisimos establecer el vnculo ya no es la que est delante sino que ha cambiado, ser conscientes de ese cambio nos sita en un estado de shock que nos distancia. Para sorte-ar esta nueva realidad todo lo que necesitamos es cambiar la perspectiva de la relacin, que hasta ese momento se encontraba centrada en el presente, pa-ra conducir las miras hacia el largo plazo y volver a

  • DEJA DE TOCAR LA PANTALLA 69

    generar oxitocina y experimentar placer porque, cada da, a travs del escalofro de una caricia, de la ilu-sin de un nuevo encuentro, del calor de un abrazo estaremos redescubriendo de nuevo a la persona que tenemos a nuestro lado.

    Hagamos como nuestros antepasados y recupere-mos el hbito de tocarnos. Dediquemos ms tiempo a estimular nuestras terminaciones nerviosas, erice-mos ms a menudo el vello de nuestro cuerpo, sin-tamos esas corrientes elctricas que desencadena una caricia inesperada. Toquemos menos pantallas y ms personas, exploremos menos internet y ms los cuerpos de los que nos rodean. Hagamos sentir a las personas que nos importan que, cuando tenga o haga fro, tenemos para darle todo el calor que nece-sitan.

  • RECORDATORIO

    PINTLO EN TU CUEVA

    Habla y escucha a los dems, te ayudar a es-tar mejor preparado y entender lo inexplicable.

    Cntrate en unas pocas personas y vuelca to-dos tus esfuerzos afectivos en ellas, no puedes querer a todo el mundo ni todo el mundo te quiere.

    Muchas de las cosas que suceden a tu alrede-dor no son responsabilidad tuya sino que su explicacin se encuentra fuera de ti. Librate de cargas que no son tuyas.

    Aprende, estudia, imita, viaja, busca nuevos re-tos, explora nuevos lugares y oportunidades, conoce a gente nueva, haz cosas diferentes.

    Dedica una hora de cada da al ejercicio fsico, lucirs mejor y te presentars al mundo como una persona ms competente.

  • PNTALO EN TU CUEVA 71

    Come ms fruta, vegetales y verduras y menos hidratos de carbono y grasas animales. Tu cuerpo y los que te rodean lo agradecern por-que tu estado de nimo mejorar.

    Ten ms y mejor sexo. Recupera el sentido del tacto, toca, acaricia, besa, abraza ms veces y durante ms tiempo a los que tienes alrededor.

  • AGRADECIMIENTOS

    Mis gracias ms sinceras a todos aquellos que estando invisibles por la distancia me ayudan y me empujan a perseguir mis sueos. No puedo dejar de dar las gracias a mis cuatro madres por brindarme todo su afecto, por aceptar mis locuras y por no desesperarse cada vez que pierdo el telfono. Estando muy lejos os sent ms cerca que nunca.

    No puedo dejar a un lado a todos aquellos que me estimulan y de los que uno trata de copiar una parte de su ingenio. Sin vosotros no sera posible nada de lo que mis limitadas capacidades me permiten hacer. S que este libro es una deuda enorme con otra mucha gente y que sin ellos nada de esto se me pasara por la cabeza siquiera hacerlo. Gracias a todos y cada uno los que me brindis la libertad de ser.