La explosión y "el prisionero rojo” Por: Oscar Arnal | El Universal

El pasado viernes se bautizó el libro autobiográfico de

Iván Simonovis " El prisionero rojo". Representantes de la

Unidad, de la sociedad civil organizada y defensores de

los derechos humanos se dieron cita, para acompañar a

su esposa, familiares y amigos.

Es el segundo libro de Simonovis desde que está preso.

El primero la " Guía anticrimen", es un gran aporte, para

tomar las máximas previsiones y no ser la próxima

víctima de la delincuencia, en uno de los países más

peligrosos del globo.

El comisario sufre de 19 patologías que tienen su vida en

vilo. A pesar de haber cumplido 9 años en prisión, bajo

condiciones infrahumanas, en recientes declaraciones

reafirmó que se mantiene firme, en la lucha y con su

conciencia incólume.

Conocí a Simonovis como profesor invitado del IESA,

cuando nos dictó una excelente conferencia. Con una

trayectoria impecable en el difícil campo de la

criminalística, se destacó también como educador en el

Instituto de Policía Científica. Recibió entrenamiento y

condecoraciones de organizaciones policiales de

Alemania, Francia, EEUU y países de América Latina. Con

más de 20 años en la Policía Técnica Judicial, estuvo

entre los mejores investigadores y llegó a comisario en

jefe. En el año 2000 sus superiores lo autorizaron en

comisión de servicios para asumir la Secretaría de

Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Mayor, con el objetivo

de coordinar y poner en práctica políticas públicas en el

Distrito Capital. Tras los acontecimientos del 11 de abril

del 2002, ésta pagando entre los justos por pecadores.

Quien era el alcalde huyó del país.

Simonovis fue reconocido siempre como un hombre de

familia, honesto, con una esposa ejemplar y unos hijos

que no han cesado de visitarlo, ni de promover la causa

de los derechos humanos. Su caso como el de la juez

Afiuni, Biaglio Pilieri, Gustavo Azocar, Richard Blanco y

sobre todo los todavía presos o exilados políticos, son

motivos para resistir.

Al final del bautizo, cuando Bony de Simonovis declaraba

a los periodistas, una explosión en una Gran Vitara

produjo un incendio y una densa capa de humo pobló los

ductos y pasillos, a tal punto que quienes disfrutaban de

las salas de cine tuvieron que ser desalojados. El hecho

debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias.

Fue un nuevo hecho de terrorismo, en extraña

circunstancias y que pretende intimidar.