la experiencia de ignacio de loyola

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    rreessppeeccttooaallaaccoommppaaaammiieennttooeessppiirriittuuaall

    JJoossDDoommiinnggooCCuueessttaa,, ssjj??

    "Cierto hallo, y regla general es para m, que cuando me junto con alguno,aunque mucho pecador, para comunicar las cosas de Dios nuestro Seor, yo

    soy el que gano y hallo en m provecho; cunto ms cuando con personassiervas y elegidas de Dios Nuestro Seor yo soy el que ganar debo conmucha parte en todo".

    Carta a Jacobo Cassador, febrero de 1532. Epp. I, 6, 96.

    IInnttrroodduucccciinn

    Para comprender lo que haca Ignacio y cmo lo haca hay queechar una mirada a la Autobiografa1 y a todos aquellos testimonios quenos presenta l y otros de lo que fue su vida, fundamentalmentedespus de su conversin y cuando tena en sus manos los apuntes de

    lo que iba siendo el librito de los Ejercicios Espirituales. Por tanto, en loque sigue haremos hincapi en cmo Ignacio se fue convirtiendo enacompaante, la necesidad que tena de buscar ayuda para s y, sobretodo, el modo que tena de acompaar a las personas con quienes serelacionaba: en concreto, la forma en que fue ayudando y acompaando

    Jesuita. Pertenece al Consejo de Direccin de Diakonia.1 Seguiremos la edicin que presenta C. DE DALMASES, I. IPARRAGUIRRE, y M. RUIZ JURADO,Obras

    completas de Ignacio de Loyola, Madrid, BAC, 1991, 95-177 y 221-305. Para las Ejercicios: EjerciciosEspirituales.Introduccin, Notas y Vocabulario por Cndido de Dalmases, Santander, Sal Terrae, 1987.

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    a los prjimos. El fue un verdadero Padre espiritual para sus sbditos ypara todas aquellas personas con quienes se relacion. El P. Lanezdeca que el P. Pedro Fabro, con ser un hombre tan versado en ladireccin espiritual, comparado con Ignacio, era como un nio al lado deun hombre sabio2.

    Para entender este rasgo particular de su quehacer, hay queacudir primeramente a lo que fue su vida, a su Epistolario y al libro delos Ejercicios Espirituales en lo que se refiere a la relacin individualtanto del que da y como del que los hace. En gran parte por el libro deIgnacio, la "direccin espiritual" o el consejo espiritual comenz a surgircon nueva fuerza en el catolicismo, como una relacin formal ypermanente entre las dos personas implicadas3. As como los Ejerciciosvan ms all de una experiencia de un mes o unos das, tambin elpapel del que acompaa a otro: es un itinerario que va al conjunto de lavida misma. El modo de conversarfuera de los ejerciciossigue un cauceidntico al trazado por el manual de Ignacio que ensea a conversardentrode ellos4. Como veremos, uno de los rasgos ms innovadores delos Ejercicios fue el papel del acompaante. Si esta ayuda ayudabadurante los Ejercicios, podra ser tambin beneficiosa durante la vida, enconfesin o fuera de ella.

    11.. LLaaccoonnvveerrssaacciinneessppiirriittuuaall:: llaaaauuttoobbiiooggrraaffaa

    11..11.. IInnttrroodduucccciinnaallaaAAuuttoobbiiooggrraaffaa

    La Autobiografa, aunque no est escrita por Ignacio en persona,reproduce con fidelidad la narracin que l mismo hizo de su vida alportugus Luis Gonclvez da Cmara. Determin contrsela el 4 deagosto de 1553, aunque debido a la enfermedad y a otraspreocupaciones la narracin fue interrumpida muchas veces. El textoqued concluido en septiembre de 1555, aunque el relato tan solo llega

    2 FN, II, 86. Tambin: C. DE DALMASES, El PadreMaestroIgnacio, Madrid, BAC, 1986, 219.3 J. OMALLEY, LosprimerosJ esuitas, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, 1993, 67.4 D. RESTREPO,Dilogo:comuninconel Espritu, Colombia, CIRE, 1975, 196.

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    hasta fines de 1538, cuando Ignacio y sus compaeros empiezan atrabajar activamente en Roma.

    Con ser el ms reciente, este relato nos lleva no obstante a losacontecimientos ms antiguos que el mismo Ignacio haya contado, losque comienzan en 1521 y se interrumpen en 1538. Como vemos, ladescripcin de las confidencias de Ignacio se detiene en los aos queprecedieron inmediatamente a la fundacin de la Compaa, aunque lavida de Ignacio se extendi todava diecisiete aos y medio despus deesta fecha. El relato del peregrino nos ayuda a acercarnos a laconversacin espiritual que l fue teniendo con Dios y con las personasque intentaba ayudar en su vida.

    Creemos que la Autobiografa favorece el que podamos entenderno slo cmo Dios dirigi y acompa a Ignacio durante su vida, sinotambin cmo l dirigi y acompa a muchas personas en suencuentro con Dios. Nos muestra cmo fue aprendiendo de los otros enesa bsqueda incansable de la voluntad de Dios. Es claro que eltestimonio de muchos que le conocieron, el trabajo de diversoshistoriadores y varios documentos completan el legado de Ignacio. La

    Autobiografa abre el camino y da paso a los Ejercicios Espirituales, alas Cartas, a las Constituciones, a la Compaa toda5. Loyola,Montserrat, Manresa, Barcelona, Jerusaln, Alcal, Salamanca, Pars,Venecia y Roma. Fueron muchos los lugares por los que pas Ignacio.Es importante hacer una incursin por las etapas espirituales de superegrinar para ir viendo la evolucin que se fue dando en l en laconversacin espiritual con otras personas.

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    Despus de su conversin en Loyola, en Ignacio va a nacer undeseo no slo de querer ayudar a otros, sino tambin de buscar la ayudaespiritual de otras personas. Desde un principio, la Autobiografa nosdesvela momentos en los que lo descubrimos consultando, dialogandocon un t sobre lo que estaba viviendo internamente: con confesores u

    5 M. MAZA,LaAutobiografa deSanIgnacio:apuntes paraunalectura, Roma, CIS, 1984, 18.

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    otras personas, con el pequeo grupo de amigos en el Seor, abiertosiempre a recibir observaciones de otros. Era un impulso que desdedentro lo mova a salir fuera de s y encontrar personas experimentadasen las cosas de Dios que lo pudieran escuchar y orientar en una realidadmuchas veces desconocida y desconcertante para l.

    Como muestra de su necesaria bsqueda de ayuda para s, hemosquerido seguirle la pista a la relacin que iba a establecer con susconfesores, dado que buscaba a personas con quienes poder compartirla experiencia espiritual por la que estaba pasando. La mayora de lasveces buscaba luz, seguridad o confirmacin para evitar caer en losposibles engaos a los que su sola subjetividad podra llevarle. Fue enMonserrat, etapa inicial de su peregrinacin, donde tuvo lugar la primeratoma de contacto con uno al que manifestar su conciencia6. Nos diceque llegado a Monserrate, despus de hecha la oracin y concertadocon el confesor, se confes por escrito generalmente, y dur laconfesin tres das; y concert con el confesor que mandase recoger lamula.., y este fue el primer hombre a quien descubri su determinacin,porque hasta entonces a ningn confesor lo haba descubierto7.

    Un poco ms adelante en Manresa, tiempo de luchas interiores yde fuertes escrpulos, recuerda que tena muchas ms cosas que decira su confesor y buscaba personas que lo ayudasen a aclararse, sobretodo, del conjunto de mociones interiores que estaba experimentando;por ello, empez a buscar algunos hombres espirituales... Y, en fin, undoctor de la Seo, hombre muy espiritual que all predicaba, le dijo un daen la confesin, que escribiese todo lo que se poda acordar. Hzoloas8. En este contexto, Ignacio quera que el confesor le mandase no

    6 Hasta ahora, haban transcurrido ocho meses desde su conversin y el Santo de Loyola no se habaabierto a ninguna otra persona de lo que pasaba en su interior; en este momento, Dios parece ser el nicotestigo. Las cursivas en las citas son nuestras.

    7

    Autob, 17. Se trata del benedictino Juan Chanones, confesor de los peregrinos que acudan a Monserrat; sumrito consiste en ser el primerdirector espiritualde Ignacio. Este sacerdote le brindaba consejos einstrucciones ayudndole a discernir cuidadosamente entre los diferentes impulsos que pasaban en suinterior. Para las citas, ste y los dems subrayados son nuestros. En:MI,Scripta II, 439-448;FN, I, 386.Tambin: P. DE LETURIA,El gentilhombreIigoLpezdeLoyola, Barcelona, Labor, 1949, 260-261.

    8 Autob, 22. El doctor de la Seo era probablemente un confesor ocasional a quien Ignacio acudi en aquelperodo de oscuridad. Cf. C. DE DALMASES..., Obras deIgnaciodeLoyola, ver la nota 6, 115.

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    confesar ninguna de las cosas pasadas, pero no osaba decrselo,respetando la libertad y criterio de su acompaante. Con todo, lo anteriormuestra la necesidad imperiosa que haba en Ignacio de abrirse y contarlas cosas que pasaban por su interior. Parece ser que en la tribulacin, aldesaparecer la luz, senta mayor necesidad de orientacin de fuera.

    Volvemos a encontrar la figura del confesor en otro momentoimportante en la trayectoria espiritual de Ignacio, dicindole y comunicndolelo que experimentaba en su interior: ms venido el otro domingo, que eramenester ir a confesarse, como a su confesor sola decir lo que hacamuymenudamente, le dijo tambin cmo en aquella semana no haba comidonada.El confesor le mand que rompiese aquella abstinencia; y aunque l sehallaba con fuerzas, todava obedeci al confesor9; y tambin, con motivo deotra penitencia, contndolo despus a su confesor, el confesor le deca quemirase por ventura si era aquello tentacin10. Ya para este tiempo Ignacioiba descubriendo la importancia de la figura del director. Recordemos que losEjercicios se escriben alrededor de este momento.

    En otra ocasin, poco antes de embarcarse en Barcelona rumbo aJerusaln, le asalt la duda si llevar o no llevar algn sustento con el que

    alimentarse durante tan largo viaje; llevarlo supondra para Ignacio no confiarabiertamente en la Providencia y al fin, no sabiendo qu hacer porque deentreambas partes vea razones probables, se determin de ponerse enmanos de su confesor11. La misma confianza de poner su corazn enmanos de otra persona que lo pueda ayudar lo encontramos cuando,comenzando sus estudios en Barcelona, y despus de hecha la oracin sefue a santa Mara de la Mar, junto a la casa del maestro, habindole rogadoque le quisiese en aquella Iglesia or un poco. Y as sentados, le declarabatodo lo que pasa por su alma fielmente12.

    9 Autob, 25.

    10 Autob, 27. Ignacio daba cuenta a su director de cuanto experimentaba en su vida de oracin ymortificacin. Fue en este perodo de Manresa donde la cuentadeconcienciaaparece en l de una formaperidica. Cf. S. DE GOIRI, La apertura de conciencia en la espiritualidad de SanIgnacio de Loyola,Bilbao, 1960, 57.

    11 Autob, 36.12 Autob, 55.

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    Ms tarde, en Alcal le aconsejaban muchas personas, y entreellos su propio confesor, el P. Miona, portugus de nacimiento13. Es unperodo tambin de cambio, donde el dirigidose va convirtiendo poco a pocoendirector, dado que su vida ir adquiriendo un carcter apostlico. Lo mismoocurrir en Pars y Roma, donde su conducta de buscar ayuda sigui siendo lamisma. Ignacio continu con su arraigada costumbre de confesin, y sunecesidad de consultar y exponer sus problemas a las personas que mejor

    pudieran aconsejarle, segn las diversas circunstancias de su vida.

    Teniendo en cuenta la seguridad que adquiere Ignacio al verseconfirmado en sus opciones por otra persona que le ayuda a objetivar unaexperiencia personal, no es extrao que un tema de importancia para l y derelevancia para el futuro de la Compaa, como el de la pobreza y el de lasrentas de la Iglesia, tema al que dedica un proceso minucioso y singularmentedetallado dentro de lo habitual en la redaccin de las Constituciones, locompartiese y comentase con alguien que le conoci en profundidad y podadescubrirle sus posibles engaos14. Se trata del P. Diego de Egua15, navarrode nacimiento, de gran virtud y ejemplaridad.

    Realizado este rpido recorrido por la relacin de Ignacio con maestros yconfesores, podemos concluir la importancia que el Santo otorgaba a laopinin, consejo y mandato que procedan de otra persona con cierta autoridadespiritual. Los diversos cambios que se operaban en su vida le hicieron ver laperentoria necesidad de undirector experimentado que haciendo de rbitro delos espritus, dictaminara sobre la naturaleza buena o mala de los mismos.Recordemos que laAutobiografa se escribe cuando Ignacio cuenta con unos63 64 aos; no deja de ser significativo que recuerde, de entre todas susperipecias de peregrino, sus encuentros con confesores y personas

    13 Este personaje en: L. GONCALVEZ DA CAMARA, Recuerdosignacianos..., 98.14

    Porque otra persona experimentada puede ayudar a desenmascarar las astucias del mal espritu que se hacecomovano enamoradoen quererser secreto y no descubierto (...), ms cuandoladescubreasubuenconfesor,oaotrapersonaespiritualque conozca sus engaos y malicias, mucho le pesa porque colige que no podr salircon su maliciacomenzada, en ser descubiertos sus engaos manifiestos: EE [326].

    15 FN, I, 628-631. Para una mayor informacin sobre este personaje: R. GARCIA-VILLOSLADA,SanIgnaciode Loyola: Nueva biografa, Madrid, BAC, 1986, 276-278. Tambin: L. GONCALVEZ DA CAMARA,Recuerdos ignacianos.., 162 y 221.

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    espirituales, algunos de los cuales haban tenido lugar haca muchos aos ysin duda dejaron huella en su propia historia y en la de otros. Es, pues, claro elvalor que conceda a la conversacin espiritual con el confesor16 y sunecesidad de profundizar en la vida espiritual; por eso deseabaencontrarse con personas espirituales que le ayudasen.

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    11..33..11.. EElltteessttiimmoonniioo ddeeIIggnnaacciioo

    Si Ignacio sinti desde un principio el deseo de buscar ayudaespiritual en otros, mucho ms fuerte lo fue su necesidad de ayudar aotras personas; necesidad que brota de su propia experiencia de habersido ayudado. De ello tambin nos da testimonio a lo largo de suAutobiografa. Es ciertamente en la Ilustracin del Cardoner donde hayque situar la conciencia ignaciana de su vocacin apostlica: el paso delpenitente solitario al volcado a los otros. Se ha iniciado en l desde suconversin una necesidad de comunicar su mundo interior, con un fuerteimpulso a la conversacin espiritual17. La experiencia le haba enseadomuy pronto que hablando con las personas les haca bien y que dandolo que haba recibido no disminua sino que aumentaba su vida interior.Es al final de este perodo de Manresa cuando nos dice que: "Y a estetiempo haba muchos das en que l era muy vido de platicar de cosasespirituales y de hallar personas que fuesen capaces de ellas"18.

    Fue aqu donde comenz a dar los Ejercicios a otras personas.Las conversaciones espirituales y los Ejercicios se presentabanjuntamente. Para l, los Ejercicios se daban conversando con el

    16 Otro aspecto unido a ste es la conversacin con el superior. Ignacio dispone la comunicacin deconciencia al superior desde la primera probacin, esto es, antes de entrar a la Compaa de Jess:Const, [200]. Se trata de una exigencia apostlica: para que mejor puedan los superiores gobernar y

    ayudar a los inferiores:Const[261; 263; 551]. Para las citas, seguimos la presente edicin:Contitucionesde la Compaa de J ess, S. ARZUBIALDE, J. CORELLA, J.M. GARCIA-LOMAS (eds.), Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae.

    17 J. OSUNA, Amigos enelSeor. Unidos paraladispersin, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, 1998,29. La forma en que acompaa a otros: G. WILKENS, ob.cit., 459-470.

    18 Autob, 34.

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    ejercitante. Ignacio comienza a dar algunos ejercicios adaptndose a lapersona que los hace. Observamos en este momento una constante: elprogreso y perfeccionamiento de los Ejercicios va a estar marcado por laexperiencia en su trato con el prjimo. Lo mismo podemos descubrir enBarcelona donde permaneci activo en su afn de encontrar personascon quienes poder hablar de cosas espirituales. En el libro de losEjercicios, el propio Ignacio destaca la utilidad de la comunicacin con

    alguna "persona espiritual"19 [EE 326]. Los Ejercicios son una forma decomunicacin de lo que ha recibido.

    Ms adelante se dio cuenta de que para ayudara los dems eranecesario estudiar. En Barcelona, unido a sus estudios estaban susconversaciones y la prctica de los Ejercicios espirituales. All enseabatambin la doctrina y diriga un grupo de damas que se dedicaban aobras de caridad. No es de extraar que en esta poca Ignacio ensayarasus primeras armas espirituales con fervorosas conversacionesespirituales. Tambin aqu dio motivo a otro gnero de ayuda espiritual:la "conversacin por escrito" o correspondencia epistolar. Muchas de laspersonas que acompa espiritualmente en Barcelona siguieron encontacto con el santo despus de salir de esta ciudad.

    A Alcal y Salamanca tambin fue a estudiar. Pero tambin all sededic a las actividades apostlicas y ejercitando una ayuda espiritual:"Y, estando en Alcal, se ejercitaba en dar Ejercicios Espirituales y endeclarar la doctrina cristiana; y con esto se haca fruto, a gloria deDios"20. Muchas personas venan a buscarlo para pedir consejo sobreescrpulos o tentaciones, o para desahogar sus dificultades.

    Es significativo el hecho de que aun en medio de sus estudios,Ignacio no hace un parntesis respecto a la ayuda a los otros. Lo mismoocurrir en Pars donde se da un cambio en su campo de accin. Ya nosera el de la gente sencilla y mujeres devotas y humildes de quienes loseparaba la ignorancia de la lengua, sino los mismos estudiantes,muchos de ellos espaoles. Deja la vida de hospital y de mendicidad yparticipa de lleno en la vida estudiantil. En Pars volvi nuevamente a

    19 J. RAMBLA, El Peregrino.., 52-53.20 Autob, 57.

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    "darse a conversaciones espirituales, y daba casi al mismo tiempoejercicios a tres"21. Las conversaciones y los ejercicios iban a la par ensu quehacer. Hablamos de este momento como un "perodo de oro": elpunto culminante de la conversacin de Ignacio; es aqu donde l hacedel binomio "conversaciones y ejercicios" su arma de combate. Laconversacin espiritual haba llegado a convertirse en l en un hbito delcual le era imposible prescindir.

    Finalmente, ya en Roma y Venecia, se percibe de nuevo surelacin con muchas personas que intenta ayudar. Encontramos aqu laplena madurez y maestra como acompaante espiritual22. Ya essacerdote y maestro de Pars y se mueve fcilmente entre cardenales yaltos personajes. Ahora no es gente del pueblo, sino encumbradoseoro que busca sus consejos y su acompaamiento espiritual. Es elcaso de Margarita de Austria y otras famosas personas. Pero lointeresante y lo nuevo de esta forma de ayuda en relacin a lo que noshemos encontrado anteriormente, es que Ignacio logr que el seororomano que acuda a l se interesase y se embarcase en obrasapostlicas de gran anhelo23. As mismo, "en Venecia por aquel tiempose ejercitaba en dar los ejercicios y en otras conversacionesespirituales"24. Entre estudios y lecturas se dedicaba tambin a suministerio preferido, la conversacin espiritual con personas selectas aquienes les enseaba a orar y a examinar la conciencia, los aconsejabay los introduca en la prctica del discernimiento espiritual para buscar yhallar la voluntad de Dios25.

    21 Autob, 77.22 La conversacin espiritual fue durante la primera etapa de su vida, antes de venir a Roma, el medio ms

    corriente de su trato apostlico con las personas; en dichas conversaciones buscaba Ignacio la presencia

    de Dios. Cf. R. MEJIA, Ladinmicadelaintegracinespiritual, Roma, CIS, 1980, 103.23 J. GRANERO, SanIgnaciodeLoyola, Madrid, Razn y Fe, 1967, 329.24 Autob, 92.25 Y aun como general de la Compaa, Ignacio estuvo ms atento a las personas que a las estructuras. Por

    conversaciones, o por correspondencia, buscaba siempre el contacto de persona a persona, de particulara particular. A. RAVIER, IgnaciodeLoyolafundalaCompaadeJ ess, Mxico, ONSB, 1991, 373.

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    11..33..22.. UUnn eessttiilloo pprrooppiioo ddeeaayyuuddaarraaoottrrooss

    A modo de introduccin de lo que vamos a decir aqu y comoresumen de lo anterior, recogemos el testimonio de Luis Gonclvez deCmara que muestra el gran amor que tena Ignacio por los prjimos: "Elmodo de hablar del Padre es todo de cosas, con muy pocas palabras, ysin ninguna reflexin sobre las cosas, sino limitndose a su narracin; y

    de esta manera deja a los que le oyen que ellos hagan la reflexin, ysaquen las conclusiones de sus premisas; y con esto persuade, sinmostrar ninguna inclinacin a una parte ni otra, sino simplementenarrando"26. Sigue afirmando que "El Padre tena grandes habilidadespara conocer los sentimientos e inclinaciones de cada uno, como esreferirse a cosas generales y esperar a que el interlocutor acabe porechar lo que tiene en el alma. Y en las conversaciones se muestra tandueo de s, que aunque sea un Polanco, parece que sobresale comoun hombre prudente sobre un nio (...). Ciertamente es algo admirableconsiderar cmo el Padre mira a la cara del interlocutor, aunque esto lohace muy pocas veces, cmo calla a su tiempo, en fin, cmo tiene tantaprudencia y divina habilidad, que en cuanto habla con uno las primeras

    veces, enseguida le conoce de pies a cabeza (...). Y no solamenteconoca a las personas con quienes hablaba, sino que ellas mismas sedaban perfecta cuenta de que l las conoca y penetraba hasta elfondo"27.

    aa..CCoonnvveerrssaarr ddeellaass ccoossaass ddeeDDiiooss

    La Autobiografa nos ha hecho descubrir que Ignacio buscaba alas personas para hablar de las cosas de Dios. Encontramos un nexoentre ese conversar con las personas de "las cosas de Dios" y el buscara Dios. De palabra y por escrito, con sus hijos y con los extraos, erasiempre el hombre dominado por una idea: acercar los hombres aDios28.

    26 L. GONCALVEZ DA CAMARA,Recuerdos Ignacianos.., 227. Vemos tambin aqu el eco de la Anotacin[15]: dejar que Dios obre en el sujeto y no moverlo ni a un lado ni al otro. Las cursivas en el texto sonnuestras.

    27 L. GONCLVEZ, D CAMARA, Recuerdosignacianos..., 150-151.28 J. ARELLANO, SanIgnaciocomodirectorespiritual: Manresa 28 (1956) 279.

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    Adems, la Autobiografa muestra que Ignacio posea unconocimiento intuitivo de las personas, el cual haba nacido de suexperiencia. Los primeros jesuitas atribuan esta extraordinaria fuerzasobrenatural de la conversacin del fundador a su continua conversacincon el Seor y a su "familiaridad" con las tres divinas Personas. Poseauna especial capacidad para encontrar en todas las cosas a Dios y unmodo especfico de conversar que impresion a muchos. Adems, haba

    un profundo respeto por la accin del Espritu en los otros y al mismotiempo por la persona del prjimo. He aqu una paradoja: insiste en que Diosse comunica inmediatamente al ejercitante, debindose respetar al mximoesta inmediatez, y por otra parte se presupone que hay alguien que da losEjercicios, que debe ayudar a discernir y ensear las Reglas dediscernimiento, sin el cual el ejercitante puede caer en los mayoresengaos29. Es la gracia que toma en cuenta la naturaleza y sta quepresupone a aqulla.

    Ignacio era de una gran flexibilidad, acomodndose al modo de ser decada uno. Deca que en las cosas espirituales no hay ningn error mspernicioso que el de querer gobernar a los otros por s mismo y pensar que lo

    que es bueno para uno lo es para todos. Posea una gracia para conversar:un hombre de prudencia tan consumada, no poda menos de ser Padreespiritual, director de conciencias, gua de extraviados...30.

    bb..CCoonn llaassmmuujjeerreess

    Nos parece importante tomar como base de la forma en queacompaaba Ignacio su relacin con las mujeres. Histricamente no seha tenido en cuenta el importantsimo papel de la mujer en la formacinhumana y espiritual de Ignacio y en la fundacin de la Compaa deJess. Son numerosos los estudios31 tanto histricos como psicolgicosque analizan la personalidad y relacin de Ignacio con la mujer desde su

    29 V. CODINA,Laparadojaignaciana: Manresa 63 (1991) 277.30 R. GARCIA-VILLOSLADA,SanIgnaciodeLoyola...., 545.31 Tan solo dos ejemplos: el ya clsico estudio de H. RAHNER,IgnacedeLoyola. Correspondanceavecles

    femmes desontemps (2 vol), Roma, Descle de Brower, 1964. Y, el sugerente, pero a la vez polmicolibro de W. MEISSNER, IgnaciodeLoyola:Psicologa deunsanto, Madrid, Anaya, 1995.

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    infancia, pasando por las diversas etapas de su vida, hasta su muerte:familiares, religiosas, santas, etc. La mujer recorre su vida y la mayorade sus escritos. Ms an, Ignacio irradiaba una simpata y un poder deatraccin que impulsaba a las mujeres a acercarse a l32.

    La fuerza que tendra la relacin de Ignacio con las mujeresempez en Manresa. Ellas fueron las primeras a quienes l participabaalgo de los conocimientos espirituales recibidos en el Cardoner. Era lamaana del 25 de marzo de 1522, cuando el peregrino bajaba deMonserrat, donde haba hecho su confesin general y donde habavelado sus armas de caballero cuando se encontr en el camino conIns Pascual. All empezara una relacin. Ins fue una de sus grandesbienhechoras, le ayud con la manutencin en su estancia en Manresa;le ayud tambin en Barcelona en 1525 al volver Iigo de Tierra santa.

    Por ello, la personalidad de Ignacio y su sensibilidad y capacidadpara el acompaamiento espiritual hay que buscarla, despus del Donde Dios y de su imitacin de Jess, en su relacin amplia y cercana conla mujer33. LaAutobiografa habla de la primera "persona espiritual", una

    anciana mujer muy conocida en Espaa34

    . As, desde un principio,fueron un grupo de mujeres "devotas" las primeras en participar de susexperiencias sobrenaturales y en particular de sus ejercicios. Se lleg ahablar no sin malicia de "las Iigas" de Manresa, una serie de damas aquienes Iigo ayudaba; ellas, por su parte, le ayudaban con suslimosnas y hasta le asistan y velaban en sus enfermedades. Tambinestn las Seoras de Barcelona, entre las cuales jugara un papelimportante en la vida de Ignacio Isabel Roser, matrona noble y principaly muy conocida en Barcelona. Un poco ms adelante, en Alcal, nosencontramos con muchas ejercitantes. No fueron damas de alto rango,sino damas sencillas (esposas de artesanos, viudas, jvenes y algunasbeatas) y algunas mujeres de fama dudosa35 las que se congregaban

    32 W. MEISSNER, ob.cit.,p. 301.33 S. THIO, S. Ignacio,Padreespiritualdemujeres: Manresa 66, (1994) 424.34 Autob, 21.35 R. GARCA-MATEO, MujeresenlavidadeIgnacio: Manresa 66 (1994) 345.

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    para escuchar sus instrucciones y seguir sus ejercicios. Fue en Romacuando volvieron a girar alrededor de su vida altos personajesfemeninos que buscaban sus consejos y su acompaamiento espiritual.Estn Margarita de Austria, hija de Carlos V y Doa Leonor Osorio, hijadel tercer marqus de Astorga, entre otras. A muchas de ellas, Ignacio,tan caballero como santo, al escribirlas para darles las gracias, las llama"hermanas nuestras y mis bienhechoras en Cristo". Como veremos ms

    adelante, admira el profundo agradecimiento que manifiesta en suscartas.

    En resumen, las mujeres comienzan por ayudarle con suslimosnas. Se entusiasman luego con su conversacin, todava pobre encontenido espiritual. Las vemos despus reunidas en la capilla de SantaLuca, al lado del hospital de los pobres para recibir algunos "ejerciciosespirituales". Finalmente las encontramos transformadas, practicando laoracin y los sacramentos y ayudndole en sus prcticas de caridad. Sinduda, en sus coloquios Ignacio dirigi a muchas de ellas hacia la vidareligiosa36, conforme a lo que l mismo da en los Ejercicios: fuera de losEjercicios se puede mover a las personas [15].

    cc.. LLaaaayyuuddaaaallooss pprrjjiimmooss"Ultra de sus siete horas de oracin, se ocupaba en ayudar a las

    almas, que all le venan a buscar, en cosas espirituales."37. La primeravez que Ignacio nos habla en su Autobiografade una "ayuda" para s opara otros, lo hace en un contexto de conversacin con las personasespirituales38. Esta es la ayuda que intenta en las primerasconversaciones manresanas y en Jerusaln: no le gua solamente ladevocin, sino el deseo de hacer el bien a los dems. Tambin, para

    36 M. FERNANDEZ, Personajesfemeninos enlahistoriadeSanIgnacio: Razn y Fe 154 (1956) 412.37 Autob, 26. Es la primera vez que aparece en la Autobiografa el "Ayudar a las almas" (ver nmeros 45, 50,

    63-64, 70, 71, 94, 96, 98), como un modo de proceder especfico de Ignacio. Su peregrinacin por tierrasdel mundo y su peregrinacin espiritual sern la bsqueda de formas y medios para conseguir msplenamente este ideal de ayudaralasalmas. Cf. J. RAMBLA, El Peregrino..., 45.

    38 Autob, 22, 26, 37. LaAyuda es una actitud espiritual de Ignacio de pedir continuamente ayuda al Seor,de ayudarse de todo lo que El le pona por cumplir su misin y de trabajar para ayudar a todos. Cf. I.IPARRAGUIRRE, VocabulariodeEjerciciosEspiirituales. Roma, CIS, 1978, 27.

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    poder ayudar a las almas decide estudiar. Y lo mismo, su incansablepasin de ayudar fue el origen de las incomprensiones, procesos,prisiones y sentencias absolutorias en su vida39.

    Ayudar y servir empiezan a ser para Ignacio verbos necesarios,no por mandato exterior, sino por experiencia y exigencia interior. Ya losconoca porque en realidad no haba hecho otra cosa, pero eran otro

    ayudar y otro servir

    40

    . Dicha ayuda al prjimo no se limitaba slo almbito de la conversacin; lo determinaba todo. Este pensamientoapostlico ser desde Manresa el norte de su proceder. Recordemosque Ignacio escribi los Ejercicios Espirituales para Ayudara los otros,comunicndoles las ideas y sentimientos que a l le habantransformado; fueron tambin un instrumento til de la primerageneracin de jesuitas. Todos sus escritos, desde la Autobiografa hastalas constituciones y cartas, van expresando el apasionamiento deIgnacio por ayudar a los dems. La ayuda a los prjimos nace de laexperiencia de Dios. Aqu se da la confluencia del respeto a la persona,a su proceso personal, y de la serena confianza en la gracia de Dios.Medios divinos y medios humanos se conectan en esta ayuda. Ignacio

    no quiere omitir ningn medio humano que pueda ayudar a la causa deDios. Como hemos visto, el medio fundamental de ayuda es laadaptacin a la persona a quien se quiere ayudar. Pero esta esinsuficiente si no hay un verdadero testimonio de vida41. La confianza enlas mediaciones humanas est subordinada a la accin de Dios.

    Debemos decir tambin que al hablar de "almas" Ignacio no lohace en el sentido platnico, sino en el sentido existencial de la personaconcreta. Su ayuda se extendera adems a los pobres, porque Iigo, alcontacto con los pobres, fue hacindose l mismo pobre; no slo lesayud, sino que la situacin de los pobres fue tambin configurando la

    39 Autob, 58, 62, 65-70, 77-78, 82, 93, 98.40 I. IGLESIAS, Ignacio, Inspiradordecompromisosapostlicos: Manresa 63 (1991) 313.41 R. ANTONCIH,SanIgnacioylaAyudaalos prjimos: Manresa 63 (1991) 350. Es interesante el uso que hace

    Ignacio de dos verbos marcadamente unidos: serviry ayudar. Introducirnos al anlisis del mismo sera objeto deotro estudio. Quede apuntado queel primero parece hacer refrencia a Dios y, el segundo, a los prjimos.

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    vida del pobre peregrino42. Era reconocer la presencia de Jess alldonde l deca que se encontraba (Mt 25, 40s). Ignacio, ayudando a losdems a hallar a Dios lo halla tambin l al mismo tiempo. No se alejade las personas, sino que en ellas, en el trato ordinario y sobre todo enlas conversaciones espirituales, busca el mayor servicio de su Seor yCriador. Es su amor a Dios, recibido gratuitamente, el que lo impulsa aayudar a los prjimos y a desear que todos hallen al Seor y Creador

    que l ha hallado en su propia experiencia interior. Contemplacin yapostolado, hallar a Dios en todas las cosas y deseo de ayudar a lasalmas son sucesos relacionados que aparecen en la vida de Ignacio.Esto es una verdad: quien encuentra a Dios en todas las cosas, loencuentra tambin en las dems personas.

    22.. UUnnmmooddooppaarrttiiccuullaarr ddeeaaccoommppaaaammiieennttoo:: eell eeppiissttoollaarriioo

    22..11.. IInnttrroodduucccciinnaall eeppiissttoollaarriioo

    El epistolario ignaciano comprende un total de 6,542documentos43. En stos se distinguen cinco tipos de escritos: cartas,

    instrucciones, otros documentos de carcter jurdico, hijuelas yextractos. Nuestro trabajo se ha fijado bsicamente en los dos primeros.La cartasera un documento escrito, destinado a un receptor personal ocolectivo, con el fin de transmitirle una informacin precisa y completa.De la instruccin hablaremos ms adelante.

    Despus de la conversacin, la correspondencia fue el medio decomunicacin del que ms se vali Ignacio. Es verdad que pocas de suscartas son autgrafas. Pero, aunque muchas de ellas estn escritas porPolanco "por comisin" del general, esto no quita nada a su paternidad -si no es en lo que se refiere al estilo-, dado que Polanco pona por

    42 Autob, 98. Cf. J. RAMBLA, El peregrino con los pobres, en: Tradicinignaciana y solidaridad con lospobres, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, 26.

    43 Documentos editados en 12 volmenes por Monumenta Historica Societatis Iesu (MHSI) bajo el ttuloSancti Ignatii deLoyola, epistolaeetInstructiones, Madrid, 1903-1911. Aqu citaremos en nmero romanoel Tomo de Monumenta, luego la carta y la pgina de referencia. Adems, actualizaremos las grafassegn las normas ortogrficas del castellano actual.

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    escrito lo que Ignacio le deca44. La actividad epistolar de Ignacio fueintensa. Llama la atencin el cuidado que pona en escribir las cartas,sobre todo cuando trataban de asuntos graves o iban destinadas apersonas de importancia. En ellas se tratan tpicos econmicos,familiares, polticos, de vida religiosa, etc., y la mayora de ellasresponden a una situacin concreta. Sobre el modo de escribir las cartasmand una larga instruccin al P. Fabro el 10 de diciembre de 1542. All

    enunciaba un principio: con la pluma se ha de tener todava mayorpreocupacin que con la lengua, porque "lo que se escribe es anmucho ms de mirar que lo que se habla, porque la escritura queda y dasiempre testimonio, y no se puede as bien soldar ni glosar tanfcilmente como cuando hablamos"45.

    Por otra parte, los destinatarios de las cartas son numerosos.Encontramos en ellas a familiares y amigos. La primera carta queposeemos es del 6 de diciembre de 1524 y est dirigida a InsPascual46. En segundo lugar, un importante nmero de cartas nosinforman de la relacin mantenida y cuidada de Ignacio con los nobles,prncipes y reyes de su tiempo. En tercer lugar, est la numerosacorrespondencia mantenida con la jerarqua eclesistica. En cuartolugar, estn las innumerables cartas a jesuitas, sobre todo a muchos deellos dispersos por todo el mundo. Finalmente, encontramos cartas conun destinatario colectivo: dirigidas a los jesuitas de una determinadaciudad, a los rectores de colegios, a los provinciales, a los escolares, o,por fin, a la Compaa universal. Divididas, las Cartas ignacianas sepueden clasificar en tres tipos47: a) cartas familiares; b) cartas degobierno y c) cartas de direccin espiritual. De todas ellas se desprende

    44 En Marzo de 1547, Polanco fue nombrado secretario. De los casi 7,000 documentos escritos, todos menos175 se escribieron despus de esa fecha, en los ltimos nueve aos de vida de Ignacio. De todos modos, loseditores de Monumenta atribuyen la paternidad de las cartas a Ignacio ya que con su mandato, aprobacin y

    correccin, stas fueron enviadas. Cf. Epp, I, 121.45 Epp, I, 58, 237.46 Epp, I, 1, 71-73.47 Para esta divisin: C. DE DALMASES, El PadremaestroIgnacio..., 240. Un desarrollo amplio del epistolario:

    D. BERTRAND, LapolitiquedeSaintIgnacedeLoyola.Lanalysesociale(Preface de P. Chanau), Paris, Cerf,1985.

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    una figura singular de acompaante espiritual, de apstol, de superior,de Santo que nos muestra la importancia que tena la comunicacin paral, que incluso vence las inevitables separaciones fsicas con lacomunicacin epistolar.

    22..22..TTrreess eejjeemmppllooss ddeeaaccoommppaaaammiieennttoo

    Dada la finalidad de este trabajo y de la multitud decorrespondencia de Ignacio, hemos seleccionado tres personas biendiferentes (una laica, una religiosa y un jesuita). Nuestra seleccin no esarbitraria. Tomamos en cuenta varios criterios: el tipo especial derelacin que Ignacio mantuvo con ellos por medio de sucorrespondencia. En primer lugar, las dirigidas a Borja y a las dosmujeres entran en las llamadas "Cartas espirituales". As mismo, a estospersonajes van dirigidas las primeras cartas que escribi Ignacio (lasltimas pueden tener una influencia ms directa de Polanco y muchas destas Ignacio las redacta como General y poseen unas caractersticas degobierno). Finalmente, de la correspondencia leda, y respecto alacompaamiento espiritual, la relacin de Ignacio con estas tres personasmuestran una mayor consonancia con el objetivo de nuestro trabajo.

    Junto con los datos biogrficos de la persona en cuestin, nosinteresa resaltar otros dos puntos: el tipo de relacin que se establecaentre Ignacio acompaante y la persona acompaada y, los asuntostratados en el proceso de acompaamiento. Como lneas fuertes en lascartas dirigidas a Roser, Rejadell y Borja, nos encontramos entre otroscon estos temas: el discernimiento, la oracin, la continua referencia aDios, la bsqueda de su voluntad y el cuidado de la salud.

    22..22..11.. IIssaabbeellRRoosseerr

    Isabel Roser fue hija de un caballero principal de Barcelona, pornombre Francisco Ferrer. Al casarse, adopt el apellido de su esposo, Juan

    Ross, como era entonces costumbre. El matrimonio era ms quemedianamente rico y de influencia en la ciudad. No tenan hijos,circunstancia que orientar los pasos de Isabel, cuando en el 1541 muerasu esposo, viajar a Roma con la intencin de ser admitida en la recinfundada Compaa de Jess. Haba pensado hacerse monja pero,

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    sabiendo que Iigo haba fundado en Roma una Orden religiosa, le parecimejor ponerse bajo la direccin espiritual del fundador.

    Esta mujer apareci en la vida de Ignacio en el tiempo que estuvo enBarcelona camino de Jerusaln (1523). Ser una de sus grandesbienhechoras. Lo cierto es que Isabel se encontr con Ignacio, queescuchaba el sermn en una Iglesia, y que entre compadecida y devota lo

    convid a comer en su casa. A partir de aquel momento, marido y mujerquedaron subyugados por la personalidad y la santidad de aquel peregrino.Isabel seguir siendo dirigida desde lejos por las cartas del estudiante,luego del fundador, con quien volver a estar en Roma para instituir bajosu direccin, entre 1543 y 1547, una comunidad de mujeres. Luego,surgirn diversas dificultades con Ignacio.

    Ignacio le escribi cuatro cartas. La primera desde Pars, el 10 denoviembre de 1532. Las otras tres desde Roma: el 19 de diciembre de1538, el 1 de febrero de 1542 y el 1 de octubre de 1546, en la que Ignaciorenunciar a tenerla bajo su obediencia. Tambin encontramos un pequeoextracto del 23 de septiembre de 1550, escrito en Roma, en el que serecuerda que Isabel es bienhechora de Ignacio y que "entr en religin".

    TTiippooddeerreellaacciinn

    La relacin entre ambos empez en Barcelona. Con ella consultel peregrino su propsito de estudiar y ella le ayud generosamente consus limosnas no slo mientras estuvo en Barcelona, sino tambin en losaos de Pars y luego en los primeros tiempos de Italia. Por el contenidode sus cartas podemos deducir el alto grado de confianza que tenaIgnacio con Isabel. Le escribir desde Pars: "os debo ms que acuantas personas en esta vida conozco"48. Y, seis aos despus, yadesde Roma, le volver a decir: "sin dubitar os digo, si os olvido, piensode ser olvidado de mi Criador y Seor"49. Sin embargo, como veremos,dicha relacin cambiar muy pronto.

    48 Epp, I, 4, 85.49 Epp, I, 18, 143.

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    Debido al tipo de relacin cercana que mantena con Ignacio,Isabel se fue comportando como un personaje privilegiado de la Orden.Esto, junto a unos problemas familiares que despus surgieron, cregrandes tensiones. A principios de 1546 todo haba terminado y tantoIsabel como las otras dos mujeres que haban sido puestas bajo laobediencia de Ignacio, regresaron al estado laical. Fue en mayo de 1547cuando Ignacio escribi una carta al papa Paulo III pidindole "de no

    cargarnos en mujeres en obediencia, de las presentes, ni de las otraspor venir"50. A fines del mismo ao Isabel, ya en Barcelona, escribi aIgnacio reconociendo su error: "Siendo yo tan deudora por tantosbeneficios espirituales recibidos de Usted y de todos los otros de lacasa, le suplico me perdonis."51.

    AAssuunnttooss ttrraattaaddooss

    De las cartas que le escribi Ignacio, por su contenido, merecems nuestra atencin la redactada desde Pars, una de las primerascartas que se conservan del Santo52. El responde a tres cartas que subienhechora le haba escrito anteriormente en la que le comunicabaalgunos sufrimientos y problemas que le aquejaban. Ignacio le va dando

    doctrina sobre el significado y el valor de los males, as como laconducta que debe seguir. Con esto, otros dos aspectos merecen sercomentados: la continua referencia a Dios por parte de Ignacio a suacompaada y su actitud ante un tema tan delicado como es dejar detenerla bajo su acompaamiento.

    11))CCoonnttiinnuuaarreeffeerreenncciiaaaaDDiiooss

    Podemos descubrir en el modo en que Ignacio gua a Isabel sucontinua referencia a Dios: que El "sea alabado y glorificado en todas lascosas". En sus cartas a ella, Ignacio reserva este pensamiento para laparte final de sus misivas: "Plega a la Santsima Trinidad tanta gracia os

    50 Epp, I, 173, 517-519.51 Epp.Mix, I, 449s. Tambin en: H. RAHNER, ob.cit., 290-291.52 Epp, I, 4, 83-88. Las otras cartas se refieren a asuntos personales que Ignacio comparte con ella (1538),

    recomendacin que le hace de personas (1542)y cuando le dice que ya no puede tenerla como hija espiritual(1546).

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    d en todas adversidades de esta vida y en todas las otras cosas, enque servirle puedas, como yo lo deseo para m mismo, y a m no me dms de aquello que para vos deseo"53. La expresin "todas las cosas"adquiere aqu una importancia bsica. Hay que tener unos ojos nuevospara descubrir a Dios y buscar primero al dador que al don: "Porque msDios N.S. nos obliga a mirar y amar al dador que al don, para siempretenerle delante de nuestros ojos, en nuestra nima y en nuestras

    entraas"54. Este tener siempre a Dios delante de los ojos parece seralgo que Ignacio no slo refiere a Isabel, sino que lo vemos tambincomo proyeccin de su vida y su papel como acompaante; primeropiensa en el agrado de Dios y en la edificacin del prjimo.

    22))LLaaccoonnffiiaannzzaaeennDDiiooss

    Cuando se refiere a las dificultades que le manifiesta Isabel,Ignacio va a subrayar la alegra que produce la relacin con Dios. Es elimpulso del amor lo que hace unir al creyente con El. Junto a esto, y enreferencia a los malestares fsicos por los que pasaba su dirigida,Ignacio le expresa que esta confianza en Dios debe verse reflejada enlos momentos difciles de nuestra vida, como puede ser la enfermedad.A sta hay que recibir la como un favor de la mano de Dios: "estasenfermedades y otras prdidas temporales son muchas veces de manode Dios nuestro Seor porque ms nos conozcamos y ms perdamosel amor de las cosas criadas, y ms enteramente pensemos cunbreve es esta nuestra vida, para adornarnos para la otra que siempreha de durar (...), porque pienso que un servidor de Dios en unaenfermedad sale hecho medio doctor para enderezar y ordenar su vidaen gloria y servicio de Dios N.S."55. Detrs de esto parece reflejarse suexperiencia como herido en Pamplona, de la que sali fortalecido en elSeor.

    Los trabajos y tribulaciones son una ocasin para conocernos ypoder acceder a la misericordia de Dios. Por muchas que lleguen a ser

    53 Epp, I, 4, 88.54 Ibid., 85.55 Epp, I, 4, 85.

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    las consolaciones espirituales, todo cristiano sabe que en este mundono han de faltar las desolaciones y cruces, mirando las mayoresinjurias y afrentas que Cristo N.S. pas por nosotros56. Para Ignacio, loms importante es enderezar y "ordenar la vida" para gloria y serviciode Dios y comprender que los sufrimientos, de cualquier tipo que sean,son un medio para unir a la persona con Dios. Para l, si alguien de lasdificultades no sale fortalecido en el amor al Seor ser por razones

    humanas y no porque Dios se complazca en atormentar a quien se fade El57.

    33))AAccttiittuuddddeeIIggnnaacciiooaanntteeuunnaassuunnttooddeelliiccaaddoo

    Como hemos sealado anteriormente, toda la iniciativa de ponersebajo la obediencia de Ignacio es de Isabel. En una carta del 6 denoviembre de 1542 le informa que est pensando viajar a Roma parafijar all su residencia y poder disfrutar de su direccin espiritual: "Enotras le escrib cmo mi determinacin sea de irme a Roma y verosantes de que muera"58. As, en junio o julio de 1543 Isabel y otrasmujeres (Lucrezia de Bradine y Francisca Cruyllas) aparecieron enRoma. Al cabo de un tiempo consiguen del Papa Pablo III permiso para

    hacer un voto de obediencia a Ignacio. El Papa las autoriz a quehicieran los votos y entraran en la Compaa. En la Navidad de 1545hacen su profesin religiosa. Pero la nueva orden durara poco; a partirde ciertas dificultades causadas por la independencia de Isabel, el Papa,accediendo a la splica de Ignacio, las dispens del voto que las unacon la Compaa.

    Es en este contexto en el que entendemos la carta de Ignacio aIsabel. En ella deja ver sus deseos de que "tengo principal obligacin aDios N.S. y a la santidad de nuestro Seor en su nombre; asimismoviendo conforme mi conciencia, que a esta mnima Compaa noconviene tener especial cargo de dueas con votos de obediencia (...),me ha parecido, a mayor gloria divina, retirarme y apartarme de este

    56 Ibid., 86.57 A. NAVAS, LaoracinenlavidacorrienteenlasCartas deIgnaciodeLoyola: Proyeccin 32 (1985) 109.58 Epp.Mix, I, 117.

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    cuidado de teneros por hija espiritual en obediencia..."59. Encontramosaqu la objetividad del acompaante que se mueve entre la dificultad deobedecer al corazn o a la conciencia. Su papel no es fcil cuando setrata de tomar una decisin tan importante teniendo en cuenta al sujetoen cuestin y con la motivacin de hacer ms bien que mal.

    22..22..22..TTeerreessaaRReejjaaddeellll

    Teresa Rejadell, hija de una familia noble catalana, era una monjadel convento benedictino de Santa Clara en Barcelona, a la que Ignaciohaba conocido durante su primera estancia en la ciudad y a la que sedirigi con frecuencia. A ella le escribi cuatro cartas; de Venecia, el 18de junio y el 11 de septiembre de 153660; de Roma, el 15 de noviembrede 1543 y el 15 de Octubre de 154761.

    TTiippooddeerreellaacciinn

    "Para la pa monja debi de ser un buen estmulo en sus deseosde perfeccin el entretenerse a ratos en santas conversaciones con elpobre estudiante de gramtica, que apareca de vez en cuando por el

    convento"62

    . Despus de aqu, la monja y el peregrino nunca volveran aencontrarse, pero la conversacin continu por medio de cartas entreRoma y Barcelona. Un hecho a mencionar en esta relacin es elcontexto histrico en que fueron escritas las cartas: la reforma de losmonasterios. En la misiva citada de 1547, Teresa y Jernima Oluja piden aIgnacio someterse a su obediencia. Aunque l no acept la propuesta, se

    59 Epp, I, 137, 424. Fue en Mayo de 1547 cuando Ignacio solicit a Pablo III que liberara para siempre a laCompaa de la direccin espiritual de cualquier mujer que quisiera ubicarse bajo la direccin de cualquiersacerdote de la Compaa de Jess.

    60 En estas dos cartas reproduce Ignacio las experiencias que l mismo observ en s durante los comienzos desu vida espiritual, tal como luego la encontramos en el libro de los Ejercicios y particularmente en las reglassobre discrecin de espritus. Cf. J. GRANERO, SanIgnacio. Lamisindesuvida...,326.

    61 Hay adems otros dos documentos dirigidos a Teresa y a Jernima Oluja. Una carta escrita desde Roma el 5de Abril de 1549 en la que Ignacio les comunica la imposibilidad de admitir mujeres en la Compaa (II, 630,374-375). La segunda, es un extracto dirigido a las mismas personas en el que les da algunas indicacionessobre el tomar algn vicario o confesor para la Orden (II, 685, 412) .

    62 J. GRANERO, SanIgnacio.., 336

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    esforz durante toda su vida en promover una reforma que considerabanecesaria. Por esto, un problema recurrente en el epistolario era la reformadel convento en el que Teresa estaba profundamente metida.

    Adems, las cartas a Teresa estn escritas en un estilo muypersonal. Dejan entrever la cercana del Santo a su acompaada. En unescrito muy cercano, Ignacio reconoce los lmites del acompaamiento:

    "Leyendo lo que me dice, no hallo otra cosa que escribir pueda, aunquems quisiera la informacin por vuestra letra; porque ninguno puede darbien a entender las pasiones propias como la misma persona quepadece"63. El es consciente de que es muy difcil lograr entendertotalmente lo que internamente vive un ser humano, aunque se nostransmita. Slo la persona sabe lo que pasa internamente por l (ella) ysu experiencia es nica.

    AAssuunnttooss ttrraattaaddooss

    Dentro de las cartas que le escribi Ignacio, se ha hecho famosa lade junio de 1536, un comentario a las Reglas de Discrecin de espritusy de escrpulos del libro de los Ejercicios, y sobre las verdaderas y

    falsas virtudes. Esta carta ha sido considerada como una de las msbellas de las escritas por el Santo64 y la que ms luz ha dado en relacincon las Reglas de discernimiento de Espritus. En este apartado, juntocon el tema del discernimiento, destaco otros dos puntos: la oracin y elcuidado de la salud como medio para el servicio de Dios.

    11))MMooddooddeepprroocceeddeerr eenneell DDiisscceerrnniimmiieennttoo

    La correspondencia de Ignacio est llena de orientaciones yconsejos en orden al acompaamiento espiritual. En el caso que nosocupa, las indicaciones que da son valederas no slo para Teresa, sinopara todo cristiano.

    Difcilmente se podr hallar mejor comentario a las reglas ignacianasde discrecin de espritus y a la manera concreta que tena Ignacio de aplicar

    63 Epp, I, 7, 100.64 R. GARCIA-VILLOSLADA, SanIgnaciodeLoyola..., 416.

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    las normas generales de discrecin de espritus a una persona65. Ensea adiscernir los movimientos interiores y los diversos pensamientos ysentimientos que hay en la persona, indicando cules son inspirados por Diosy cules por el mal espritu. Afirma Ignacio que el mal espritu es el quesuscita la falsa humildad y mantiene en excesivo temor; as est actuando elenemigo con Teresa y esto es un claro peligro para su vida espiritual. Uncompendio de las normas espirituales que Ignacio presenta en esta carta se

    pueden resumir en tres puntos:

    Empieza haciendo referencia al "enemigo" y descubre las tresarmas con que este combate a los que quieren servir a Dios:impedimentos y obstculos, jactancia y vanagloria, y falsa humildad. Elremedio para estos males est en reconocer que todo viene de Dios, quetodo es Gracia, y "si el enemigo nos alza, bajarnos, contando nuestrospecados y miserias; si nos abaja y deprime, alzarnos en verdadera fe yesperanza en el Seor, y numerando los beneficios recibidos..."66.

    El excesivo temor de Dios que sufre Teresa Rejadell es el centrode este apartado. Ignacio habla de los falsos temores que el enemigopone, los discursos que tiene y cmo procede segn cmo sea la

    conciencia de la persona, si ancha (la persona pasa los pecados sinponderarlos) o delgada (no se ve la falta). En sntesis: el demonio intentahacer cada vez ms gruesa a una conciencia gruesa, hasta que ya nocuenta para nada el pecado mortal, y hacer a una conciencia delgadacada vez ms delgada, hasta que se vea culpa donde no existe.

    Finalmente, y luego de poner al descubierto el mal y sus causas,Ignacio presenta algunas indicaciones de cmo se debe proceder. En algunamedida se aplican las Reglas de discrecin de espritus para la primerasemana [EE 313-327], sobre todo las reglas [EE 319, 321, 323], o sea, seaplica al caso concreto de Teresa Rejadell el discernimiento interior. "Ahoraresta hablar lo que sentimos leyendo de Dios Nuestro Seor, cmo lo hemos

    65 Un excelente comentario al respectoy su comparacincon las Reglas de discernimiento y las Anotaciones: L.BAKKER,Libertady experiencia, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, 1995, 33-58. Esta carta en: Epp, I,7, 99-107.

    66 Epp, I, 7, 101-102.

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    de entender, y entendido sabernos aprovechar"67. Ignacio habla de unaaccin que compete slo a Dios: cmo El abre el alma, le atraecompletamente a su amor, le habla sin ruido de voces. Es la consolacin quenicamente Dios nuestro Seor puede dar, con lo que El mueve el nimatrayndola toda en amor de su divina majestad"68.

    22))OOrraacciinn--ddooccttrriinnaassoobbrreellaammeeddiittaacciinn

    En la carta de septiembre de 1536, Ignacio le da a Teresa una sabiadoctrina sobre la oracin y la contemplacin. Muestra su preferencia pormodos de meditar o de orar ordenados, apacibles y descansados, en loscuales slo ve un peligro: que la persona se olvide de comer, distraerse odescansar por lo apetitoso de la experiencia. En un segundo momento,analiza otro tipo de dificultades, la de los "intensos" o de los "cavilosos".Los primeros suelen ser personas que derrochan sus energas de talmanera en lo que consideran fidelidad a sus relaciones con Dios que seagotan en la oracin hasta el punto de que dificultan, y en casosextremos anulan su capacidad de dedicacin a los dems. A estos,Ignacio les recuerda: "con el cuerpo sano podris hacer mucho, con elenfermo no s qu podris"69. Por su parte, los llamados "cavilosos" los

    ayuda con una consideracin muy sencilla: no deben preocuparse de losmalos pensamientos o deseos cuando a su atractivo normal producenen quien los sufre ganas de apartarlos de s.

    Otro tema que vale la pena citar en este contexto es el que tratacon Teresa acerca de la comunin diaria. Ignacio tiene variasobservaciones en esta materia: despus de hacer un recorrido por cmose entenda en la primitiva Iglesia, termina afirmando que el buentestimonio es el propio dictamen de la conciencia: "despus que todo leses lcito en el Seor nuestro, si juzgan (...) que su nima ms se ayuda yms se inflama en el amor de su Criador y Seor (...) hallando porexperiencia que este santsimo manjar espiritual les sustenta, quieta y

    67 Ib., 105-106.68 L. BAKKER, ob.cit., 46.69 Ibid., 109.

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    reposa, y conservando les aumenta en su mayor servicio, alabanza ygloria, no dubitando, les es lcito, y les ser mejor comulgar cada da"70.

    33))LLaassaalluudd:: ffuunnddaammeennttaall ppaarraasseerrvviirr aaDDiiooss yyaall pprrjjiimmoo

    El tema de la salud es clave en las cartas de Ignacio. La ve comoun don de Dios para ser utilizado tal y como El sugiera y no al arbitrio dequien la posea. Para entender este nfasis en el cuidado de la salud,

    tenemos que remontarnos a su vida. Es notable la preocupacin de unapersona que no tuvo casi ningn cuidado de la suya en los primerosaos de su conversin. Fue precisamente su experiencia y el constatarlas limitaciones a que lo haba reducido lo que le hizo comprender laimportancia del cuidado de la salud.

    La buena salud facilita la oracin, los estudios y el apostolado.Ignacio entiende que cuando la persona se ve sometida a un tipo demeditacin, ello fatiga el cuerpo; pero hay otros tipos que se realizan sinmucho esfuerzo tanto interior como exterior, los cuales, antes que fatigarel cuerpo, lo descansan. Llama la atencin sobre el hecho de que amuchas personas sucede que al ejercitar demasiado el entendimiento,

    ello influye negativamente en que puedan descansar tranquilamente y"no puedan despus dormir, pensando despus en las cosascontempladas"71; el enemigo puede aprovecharse de esta situacin. Deaqu su insistencia a Teresa en el cuidado del cuerpo.

    22..22..33.. FFrraanncciissccooddeeBBoorrjjaa

    A diferencia de lo que hemos hecho con las dos personas referidasanteriormente, con Borja tenemos que hacer referencia no slo a lasprimeras misivas que Ignacio le escribi, sino tambin a cartasposteriores, lo cual nos ayudar a enriquecer y mostrar la continuidad enel acompaamiento que Ignacio mantuvo con l. Resulta interesante lasignificativa relacin entre ambos y la cantidad de cartas dirigidas por

    70 Epp, I, 73, 274-276. Es la carta ya citada de noviembre de 1543. Ahora le anima a comulgar diariamente.71 Epp, I, 73, 109.

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    Ignacio hacia l. Por poner un ejemplo, en un perodo de siete aos(1545-1552) Ignacio le escribe ms de 40 cartas72.

    El contenido de la correspondencia es muy diverso. Algunosdocumentos hablan de l antes de su ingreso a la Compaa; otros,despus. Ignacio se sirve de Borja para combatir las tendenciaseremticas de un grupo de jesuitas de Ganda, o le escribe pidindole

    que interceda con personajes influyentes en favor de los beneficios de laCompaa. Borja fue el gran intermediario de Ignacio.

    TTiippooddeerreellaacciinn

    Francisco de Borja, Duque de Ganda, Marqus de Lombay yVirrey de Catalua, nace en 1510. El 2 de junio de 1546, hace promesade entrar en la Compaa; tena 36 aos y ocho hijos. A travs del tratocon Fabro y Araoz conoce a Ignacio con quien entra pronto en unantima correspondencia epistolar. No haban transcurrido dos aos ymedio, cuando Ignacio le permite hacer la profesin solemne. En 1550en Roma se encuentra con Ignacio. Quince aos ms tarde es elegidocomo Tercer general de la Compaa73.

    No hay mejor forma para presentar la relacin de Ignacio con Borjaque yendo al contenido de sus cartas. Aunque entraremos de lleno en lasque considero las ms representativas del Ignacio acompaante, merece lapena mencionar otros textos que tambin reflejan dicha relacin. Por poneralgunos ejemplos, es importante mencionar dos cartas significativas: laescrita el 9 de octubre de 154674, en que Ignacio le comunica al entoncesDuque su admisin a la Compaa, dndole diversas normas sobre su

    72 Cuestin que se comprende desde la relacin cercana entre ambos, su posterior cargo en el gobierno de laCompaa y dado que un objetivo esencial en la comunicacin epistolar dentro de la Compaa es mantenertodos la mutua unin de que hablaron los primeros Padres en su deliberacin de 1539. Dada la dispersin yseparacin que se impuso desde el primer momento, la correspondencia epistolar tendra que ser el vnculo

    interno y externo que, en lo posible, los mantuviese unidos. Cf.Const, [673-676]. Ver tambin: J. LEWIS,Raisondetreetnaturedelacorrespondancel intrieurdela CompagniedeJ sus: Cahiers de SpiritualitIgnatienne 85 (1998) 23-36.

    73 Una profundizacin en el alma de Borja: J.M. GARCA-LOMAS, Con temor y amor: la fisonomaespiritualdeSanFranciscodeBorja, CIS, Roma, 1979.

    74 Epp, I, 146, 442-444.

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    entrada y el modo en que debe de comportarse en la Orden; una cartaposterior, de junio de 1552, en la que Ignacio sale en su defensa y leexplica el proceso y los motivos que le llevaron a rechazar la concesin delcapelo cardenalicio para l, poniendo la voluntad de Dios por encima detodo75: segn el parecer del Santo, el admitir aquella dignidad sera contrael mayor servicio de Dios y contra el ms universal provecho de las almas.En dicha carta, modelo de discernimiento espiritual, Ignacio expone cmo el

    Espritu divino puede inspirar mociones contrarias, segn sean las personasy las circunstancias en que se mueven: "Pudiendo ser el mismo espritudivino moverme a m a esto por unas razones y a otros al contrario porotras". En el caso de Borja, Carlos V y el Papa tenan sus razones y SanIgnacio tena las suyas. Los argumentos eran diversos y en ambos casospoda mover esas razones el mismo Espritu divino76. Con todo, el criterioprimero y ltimo de Ignacio era cumplir la voluntad de Dios.

    Finalmente, y como sntesis de la relacin entre Ignacio y Borja,son muy sugerentes las palabras del P. Arrupe en que afirma que sinconocerse todava personalmente, por correspondencia, se establecientre ellos una sintona espiritual que permanecera toda la vida. Ignacio

    se convirti para Borja en el que le enseaba el modo de descubrir aDios, discerniendo y leyendo signos de Dios en cada tiempo. Borjaaprendi en la escuela de Ignacio a optar por Jesucristo en trminos quesignifican vivir como Jess, para la salvacin de los hombres77.

    AAssuunnttooss ttrraattaaddooss

    Para nosotros, de mayor contenido espiritual son las primerascartas escritas por Ignacio: a finales de 1545, una carta sobre la vidainterior, en la que intenta dirigir espiritualmente al entonces Duque deGanda; y la carta del 20 de septiembre de 1548, en la que Ignacio leorienta sobre la oracin, ayunos, abstinencias y el cuidado del cuerpo.Como complemento a stas, merece nuestra atencin la pequea misivadirigida a Borja el 17 de septiembre de 1555 en la que se ve que, en

    75 Epp, IV, 262, 283-285. Ignacio era totalmente opuesto a las Dignidades eclesisticas en la Compaa, y as lodej tajantemente escrito en las Constituciones: Parte X, [817].

    76 J. GRANERO, SanIgnacio.Lamisin..., 384. Cf. C. DE DALMASES, El Padremaestro..., 101-105.77 P. ARRUPE, ParaleloentreIgnacioyBorja, Santander, Sal Terrae, 1987, 475-481.

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    general, la relacin de Borja con Ignacio con el paso del tiempo nocambi significativamente.

    Como hemos visto anteriormente, son innumerables los asuntosque Ignacio trat con Borja. Aqu nos limitamos a aquellosespecficamente espirituales y que aparecen en sus primeras cartas: eltema de la oracin, el proceder con las penitencias y mortificaciones, yla bsqueda de la voluntad de Dios.

    11))EEll pprroocceeddeerr eennllaaoorraacciinn

    En febrero de 1548, Borja ha hecho su profesin en la Compaa ylleva una intensa vida espiritual. Le escribe a Ignacio pidindole normassobre la oracin y la penitencia. Ignacio le responde en una carta del 20de septiembre del mismo ao, carta que debe figurar en la antologa delas mejores cartas de direccin que conoce la literatura asctica.

    Ignacio empieza invitando a Borja a no buscar moldes rgidos parala oracin porque, como trato entre dos personas vivas, unas veces seexpresa de una forma y otras de otras, segn la necesidad de lapersona. Por otra parte, al igual que veamos en las indicaciones quedaba a Teresa Rejadell con respecto a la oracin, aqu vuelve a insistiren la conveniencia de reducir el tiempo de oracin y dedicar ms horasal estudio: "cuanto a las horas ordenadas en ejercicios interiores yexteriores, sera en que la mitad de todo se quitase..."78. Ignacio enfatizaas la importancia que tiene el discernimiento para ver lo msconveniente en las circunstancias cambiantes por la que atravesamosen nuestra vida. Adems, podemos deducir que en la mente de Ignacioes mucho ms conveniente estar a lo que Dios sugiera, mostrndoseflexible a su querer, que no tener un plan predeterminado que puedachocar con la accin de Dios. La distincin entre lo que es mejor en s ylo que puede ser mejor para nosotros es la clave de esa visin certerade Ignacio.

    Ignacio subraya, por tanto, la flexibilidad en la oracin 79. Cuntotiempo? El Santo tiende a relativizar el tiempo que se dedica a la

    78 Epp, II, 466, 234.79 Son muchas las insistencias de Ignacio en el tema oracin-estudio. Cf. Carta al P. Antonio Brandao de junio

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    oracin, cuestin que encontramos en la larga memoria, escrita porPolanco y enviada en julio de 1549 a Borja, en que se da respuesta aeste asunto. La carta era a propsito de las "profecas" que, sobre laIglesia y la Compaa estaban presentes en el crculo Oviedo-Onfroy-Tejada80. Ahora bien, la cita hay que ubicarla en su contexto: la aficin alas largas oraciones que entonces, en Espaa sobre todo, pareca amuchos el verdadero criterio de santidad y el camino esencial, si no

    nico, para la unin con Dios. Por ello Ignacio subraya la imposibilidadde dedicarse a la oracin las veinticuatro horas del da. Lo que l temams que nada en aquella mana por las oraciones largas, no era tanto elpeligro para la salud, peligro contra el cual estaba sin embargo muy enguardia, cuanto el peligro mucho ms grave de dejar que volviera esafrmula de vida religiosa a los tipos antiguos de vida monstica. El puntoesencial es servir a Dios, bien sea con la oracin, bien de otra manera.La oracin no es un fin, sino un medio para dicho servicio.

    22))PPeenniitteenncciiaass yymmoorrttiiffiiccaacciioonneess

    En la carta citada de 1548, Ignacio muestra su preocupacin por latendencia de Borja a excesos en los campos de la austeridad y la

    oracin; los considera perjudiciales para la salud fsica y por robar eltiempo para otras ocupaciones. Son importantes sus consejos sobre laconservacin de las fuerzas y salud corporales para mejor servir alSeor de ellas. Por esto, le aconseja que disminuya la mitad de susejercicios espirituales de devocin: "no siendo necesarias tantas armaspara vencer los enemigos, por lo que yo puedo de V. Sra. en el Seornuestro sentir, tuviera por mejor que la mitad del tiempo se mudase enestudio (...), en gobierno de su estado y en conversaciones espirituales,procurando siempre de tener la propia nima quieta, pacfica y dispuestapara cuando el Seor nuestro quisiera obrar en ella...81.

    de 1551: quitarle tiempo al estudio para dedicarlo a la oracin sera defraudar a Dios en la preparacin quenecesitan para ayudar a los dems en el futuro, dado que los estudios exigen una preparacin completa. Epp,III, 1854, 506-514. Las Constituciones [341-342] toman en cuenta una hora de oracinsegn cada sujeto.

    80 Epp, XII, 651-652. Para entender el contexto de esta carta: R. GARCIA-VILLOSLADA, San Ignacio deLoyola..., 726-730. Cf. C. DE DALMASES, El PadreFranciscodeBorja, Madrid, BAC, 1983, 77-81.

    81 Epp, II, 466, 234.

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    Con lo anterior conectamos con el otro asunto tratado en lamencionada carta: el tema de la penitencia. Ignacio, buscando conducira Borja a un sereno equilibrio espiritual, le recomendar no excederseen la austeridad corporal en penitencias y ayunos, porque ello podra iren contra de su salud. Vuelve a insistir en que lo ms importante dequien se va a dedicar a la ayuda a los dems es mantenerse sano ydispuesto corporal y mentalmente con vistas a ser un instrumento idneo

    en manos de Dios82: no dejarse enflaquecer la natura corprea, que,siendo ella flaca, la que es interna no podr hacer sus operaciones83. Esimportante la discrecin necesaria en el ejercicio de las penitencias paraque no se debiliten las fuerzas necesarias para el trabajo.

    En este contexto son significativos otros documentos posteriores.El 15 de junio 1555 Ignacio le recomienda la moderacin de lostrabajos, como el tener cuenta con lo que ayuda a la salud y fuerzas... 84.Cinco meses despus le vuelve a insistir: mucho le encargo tengacuenta especial con su salud corporal, y no hagas escrpulo enacomodar su persona de cualesquiera cosa que sea conveniente paraella, as en el comer, como en el vestir y lo dems que en esto siento yoservirs y agradecers ms a Dios N.S85. Las respuestas favorables deBorja a las orientaciones de Ignacio no se hicieron esperar. Lasindicaciones de su acompaante caan en terreno frtil86.

    33))LLaabbssqquueeddaaddeellaavvoolluunnttaaddddeeDDiiooss

    En su acompaamiento a Borja, Ignacio no deja de remitir a Dios y loque supone acertar en lo que es su voluntad. Centra su atencin en el

    82 Es significativo el hecho de que Ignacio juzgaba importante la abnegacin de s mismo, de la voluntad, eljuicio y el amor propio. En cambio, quera que en las penitencias y mortificaciones corporales se empleaseuna discreta moderacin para no hacer dao a la salud y poder ocuparse con ms rigor y fuerzas en lasobras de caridad y celo apostlico. La mortificacin y la abnegacin parecan ser el fundamento de la

    Compaa.83 Epp, II, 466, 235.84 Epp, IX, 5440, 167-169.85 Epp, X, 5907, 137-138.86 M. RUIZ JURADO,El impactoignacianoenelalmadeFranciscodeBorja: Manresa 46 (1974) 113.

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    discernimiento constante de la voluntad divina y en una apertura a losdones y gracias del Espritu. Esto se ve tan presente en las cartas deIgnacio, que podemos afirmar que el mayor aporte de las cartas seencuentra en lo que toca al mbito en que se desarrolla la bsquedacontinua de Dios, o sea el universo de "todas las cosas"87.

    Lo anterior lo vemos reflejado en la carta que Ignacio dirige a Borja

    desde Roma a finales de 154588

    como respuesta a ciertas inquietudes de lcon respecto a su vida espiritual: sus impedimentos a las comunicacionesdel Seor y su deseo de participar en las obras ignacianas. Ignacioresponde con una carta afectuosa y tranquilizadora en donde leencamina a un discernimiento ms profundo de su vida: el Duque debeesforzarse en encontrar a Dios en todas las cosas y en todas laspersonas, y desprenderse de lo terreno y adherirse a lo eterno.Finalmente, le manifiesta que est poniendo muchos obstculos para laaccin de Dios y que lo importante es buscar Su voluntad89. Para elSanto, la conformidad con la voluntad de Dios se debe manifestar tantoen los acontecimientos prsperos como en los adversos. Se pideconocer la voluntad de Dios y cumplirla; que su suma voluntad sintamos

    y aqulla enteramente la cumplamos; no hay mayor criterio que stepara saber lo que Dios quiere.

    No hay que olvidar que el "hallar a Dios en todas las cosas" es undon de Dios. Por eso Ignacio har referencia continuamente en suscartas a la "uncin del Espritu Santo" que "ensear lo que es mejor".Pero, junto con la Gracia, ve tambin la necesidad de la cooperacinhumana. Es en otra carta dirigida a Borja el 17 de septiembre de 155590,donde le muestra por qu no basta esperar slo en Dios, sino que esnecesario aplicar la diligencia y los medios humanos. De este modo, una

    87 R. MEJIA,La dinmicade la integracinespiritual: Buscar y hallara Dios entodas las cosas, Roma, CIS,1980, 430.

    88 Epp, I, 101, 339-342.89 Los efectos en Borja fueron una profundizacin en su discernimiento de los movimientos del Espritu y un

    centrar su inters en hacer la voluntad de Dios. Cf. M. RUIZ JURADO, El impactoignaciano..., 110-111.90 Epp, IX, 5736, 626-627.

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    carta de negocio (sobre el colegio romano) se transforma en undocumento de doctrina espiritual.

    A modo de resumen de lo anterior, podemos afirmar que a partirde la correspondencia estudiada, descubrimos una serie de elementosrelacionados. Ignacio tiene un principio, medio y fin casi constante. En elprincipio, aparte del saludo, el Santo intenta crear un clima psicolgico

    que facilite lo que luego tratar. En el medio, est el centro del asuntotratado. Y, al final, junto con la despedida, vuelve a "crear" el climafavorable del principio. Tanto el inicio de sus cartas, como su final,guardan relacin con los Ejercicios y su relacin con Dios. Adems,vemos que la cuestin de conocer la voluntad de Dios y cumplirla es unaconstante en la mayora de las orientaciones que da91. En las cartas senos ha hecho presente cmo el Ignacio acompaante se valefundamentalmente de su propia experiencia para guiar a otros en suencuentro con Dios. Ayuda y da pautas sobre cmo se han de superarlos "escrpulos y tentaciones" y cmo discernir los espritus y susdiversas mociones en la persona; todo ello desde una relacin cercana yafectiva con estas personas, intentando que ellas se aclaren por lo que

    pasa en su interior. As mismo, en su epistolario, Ignacio no slo gua apersonas, sino que aconseja el acompaamiento espiritual92. Por ejemplo, le escribe a Bartolom Romano: "slo cambindoseinteriormente se curar. Descbrase al superior; pdale ayuda. Si no,ser siempre el mismo"93. En la misma lnea insistir a otro: "no se dejellevar de sus propios impulsos, no sea que comprometa su constancia;guese por personas ejercitadas"94.

    91 Por ejemplo, frmula que aparece en algunas cartas a Borja. Cf. Epp, III, 1514, 283-284. La voluntad(divina,santa, perfecta) hay que descubrirla(conocerla, entenderla) y cumplirla(enteramente, perfectamente). Ignaciopide un don, un regalo, en definitiva, una Gracia. Cf. E. GORDILS, Que susantsima voluntadsintamos, yaquella enteramente la cumplamos, Roma, Universidad gregoriana, 1966, 27-29. Tambin: P.H.KOLVENBACH, LasCartasdeSanIgnacio:suconclusin: Cuadernos CIS 70 (1992) 73-86.

    92 A. NICOLAS, Directrices espirituales de Ignacio en sus cartas en sus cartas a los nuestros, Alcal deHenares, 1960, 29.

    93 Carta de Enero de 1555. Cf. Epp, VIII, 5130, p. 328.94 Se trata de un extracto dirigido a Esteban en 1552. Cf. Epp, IV, 2602, 246.

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    Tambin, encontramos algunas pistas de relacin de las Cartascon la Autobiografa y los Ejercicios Espirituales. Resalta la importanciadel discernimiento espiritual en el acompaamiento, en el intento dedescubrir la voluntad de Dios en las personas acompaadas. Tanto aTeresa Rejadell, a Isabel Roser, como a Francisco de Borja, el Santo lesensea a discernir el sentido providencial de las enfermedades y de lascontradicciones en la vida espiritual95. El discernimiento aparece siempre

    como criterio bsico de su acompaamiento espiritual.

    3. EEll aaccoommppaaaammiieennttoossiisstteemmaattiizzaaddoo:: aannoottaacciioonneess eeiinnssttrruucccciioonneess

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    aa.. QQuussoonn??

    El libro de los Ejercicios espirituales no es para ser ledo, sino quees un mtodo para ser ejercitado. Se trata de un "manual" para laaccin, para "ejercitarse espiritualmente". Como todo manual, necesita

    una explicacin y una adaptacin: los ejercicios se dan y se reciben.Para la buena aplicacin de este mtodo, Ignacio nos deja unas pautasen los primeros 20 nmeros del libro: las Anotaciones. Estasorientaciones van dirigidas principalmente al que da los Ejercicios,aunque mira tambin al que los recibe y consideran la relacin que entreambos se establece. Adems, las Anotaciones tienen un carcteresencialmente indicativo96, como modesta ayuda para introducir en laexperiencia.

    Restrepo las llama las "reglas para conversar en ejercicios"97. Ellasfacilitan y orientan el dilogo espiritual hacia una finalidad especfica: que elque se ejercita encuentre a Dios y responda a su voluntad concreta sobre

    95 L. GONZALEZ, Notas alacorrespondenciadeSanIgnacioconlos laicos desutiempo: Manresa 59 (1987)243-256.

    96 A. HAAS,Commentosulleannotazioni agli esercizi spirituali, Roma, CIS, 1976, 8. Son como una serie deindicadores de la experiencia espiritual de los ejercicios, similares a las que encontramos hoy en nuestrascarreteras. Lo importante es lo que indica, hacia dnde apunta. Cf. B. DIAZ, ob.cit., 303.

    97 D. RESTREPO,Dilogo..., 75.

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    l. El que da los Ejercicios debe conocer muy bien y de antemano lasobservaciones que all se hacen con el fin de cumplir de la mejor maneraposible su papel demediador inicial entre la criatura y su Creador. En estesentido, los Ejercicios son un tipo especfico y concreto de "conversacinespiritual". Una preocupacin central se manifiesta en sus pginas desde laprimera lnea hasta la ltima: la necesidad de la adaptacin personala lasnecesidades reales y particulares del que se ejercita [18]. San Ignacio

    concibi esta relacin entre dos personas o interlocutores del dilogo. Perosobre todo quiere hacer caer en la cuenta al que los da, de la individualidadconcreta y precisa del que los recibe.

    Aunque las Anotaciones fueron escritas para el contexto especficode los Ejercicios, creemos que la mayora de sus formulaciones puedenextrapolarse fcilmente al acompaamiento fuera de ejercicios. Enrelacin a ello va nuestra propuesta.

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    Las Anotaciones, al igual que los Ejercicios Espirituales siguieronun proceso evolutivo y son fruto de la experiencia personal de Ignacio,adems de haberse escrito para utilidad de otros. Son de un tiempoposterior, posiblemente del tiempo de Pars e Italia (1528-1539). Encuanto a su gnesis, se descubren cuatro etapas redaccionales98:

    1) Cuando Ignacio antepuso a los exmenes y ejercicios de la Primera Semana[24-72] tres notas previas [5.23.22], de las cuales, una trataba de describir lasdisposiciones ideales que deba tener el que reciba los Ejercicios [5].Posteriormente, Ignacio trat de completar un poco ms dicha actitud conalgunas advertencias [3,11,12-13,16,20].

    2) Una segunda se conoce por el latn de Fabro. Este bloque regula laintervencin del que da los Ejercicios, la parte del maestro y seala suconducta con relacin a la variedad de espritus que experimenta el que seejercita [6,7,8-10 y 17].

    98 S. ARZUBIALDE,Ejercicios Espirituales deSanIgnacio: historia yanlisis, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, 1991, 35-38.

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    3) En la tercera etapa se incluyen las anotaciones [18] y [19], anteriores a 1538.Por su latn, pueden ser consideradas como obra de otro traductor.

    4) En el ltimo estadio se incluye la elaboracin de las tres ltimas anotaciones[18-20].

    cc.. SSuuffiinnaalliiddaadd

    El sujeto que hace los ejercicios, libre de todo obstculo, debe "buscary hallar la voluntad divina en la disposicin de su vida" [1]. Los Ejercicios sonun medio para ello: una conversacin en que se da a otro "modo y ordenpara meditar o contemplar" [2]. Las Anotaciones estn dirigidas al que debeproponer los Ejercicios pero se refieren a los dos interlocutores: "el que los hade dar" y "el que los ha de recibir" [1]. Aqu observamos lo que es su doblefinalidad: a) terica: "inteligencia": presentar una serie de principios que tantoel que acompaa como al acompaado han de tener en cuenta para elproceso a seguir; b) prctica: "para ayudarse" uno y otro. Arzubialde99 afirmaque van encaminadas en cuatro direcciones:

    1) tomar alguna inteligencia o comprensin: -qu son los Ejercicios? [1]; qupartes tienen? [4]; a quines se han de dar? [18-20].

    2) ayudar al que los da: narrar fielmente la historia [2]; controlar si el ejercitantesigue el mtodo [6]; acomodarse al ritmo del ejercitante y actuar conforme aese ritmo [7-10]; ser testigo equilibrador de la experiencia, suministrandoelementos segn convenga [14-17].

    3) ayudaral que los hace:disposicionespara entraren la experiencia [5];actitud en laoracin[3];vivir elmomentopresente y evitar lahuidacuandosesienteladificultad [11-13].

    4) adaptar los Ejercicios a la condicin y situacin de las personas [18-20].

    Una divisin parecida en cuanto al contenido de estos nmerossera: naturaleza y fin de los ejercicios [1]; modo general de proceder[2,3]; sus partes y duracin [4]; disposicin fundamental requerida en elejercitante [5]; comportamiento del que acompaa con respecto alejercitante [6-17]; adaptacin de los ejercicios segn el tipo deejercitante que se tenga [18].

    99 Ibid., 35s.

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    Por tanto, y dada su estructura, en las Anotaciones nos encontramosque algunas de ellas van dirigidas al proceso de los Ejercicios: naturaleza yfin de los Ejercicios, modo de proceder de los que participan, a quin dar losejercicios, etc. Otras estn orientadas al que es acompaado, el llamadoejercitante: su disposicin inicial para la experiencia, su ritmo personal y lainsistencia de que haya un subiecto. Finalmente, un buen nmero de ellasestn dedicadas al papel del que acompaa a otro: funcin, preparacin,

    etc. Sobre estas ltimas recaer nuestro estudio.

    33..11..22.. LLaanneecceessiiddaaddddeeuunn ddiirreeccttoorr110000

    aa.. EEvvoolluucciinnddeell ttrrmmiinnoo""ddiirreeccttoorr""

    El ttulo "director" para el que acompaa un proceso desvirta elsentido y la funcin del mismo. Ignacio nunca usa esta palabra u otrasemejante101, l habla siempre de "el que da los ejercicios", del mismomodo que el ejercitante es "el que recibe los ejercicios, el que seejercita, el que toma ejercicios"102. En las Constituciones, por su lado, sehabla de un superintendente de las cosas espirituales: el superior, elconfesor, el maestro de novicios [431]. Este ltimo sera el prototipo

    ignaciano del Padre espiritual [263].Inicialmente fue para Ignacio de gran importancia, cuando l

    personalmente daba a otro "modo y orden" de meditar o contemplar,disear la actitud ideal del individuo que deseaba ponerse "totalmente"en manos de Dios [5]. Ms tarde trat de perfilar dicha actitud un pocoms: las disposiciones que se requieren de parte del que se ejercita.

    100 Cuando utilicemos el trmino "director", lo haremos entre comillas. Nos referiremos ms bien al deacompaante, o ensu caso, facilitadorde un proceso.

    101 J. SCHLICKER, ob.cit., 238. Cf. J. LEVIS, El Director de ejercicios como factor de integracin de lopsicolgico y de lo espiritual para el ejercitante, Manresa 51 (1979) 77. Adems en: D. RESTREPO,

    Dilogo..., 77. Tambin es claro en los Directorios: en algunos va apareciendo algunos apelativos, sobre todolos de "Maestro" e "Instructor". Cf. M. LOP, EjerciciosEspiritualesyDirectorio, Barcelona, Balmes, 1964, 17.

    102 Un anlisis desde el punto de vista lingstico de los personajes que intervienen en los Ejercicios: P. H.KOLVENBACH, Los Ejercici