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EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA UNA RELECTURA DEL TEXTO (I) Josep Rambla, sj. (edit.)

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El comentario que ahora iniciamos, y que seguirá en cuadernos sucesivosno es un comentario científico, con análisis detallado del texto ignacianoy con referencias a estudios sobre distintos temas. El conocimiento deltexto con su historia y los estudios más importantes se dan por supuestos.Tampoco se trata de una exposición para la práctica de los EjerciciosEspirituales1, al estilo de las explanaciones existentes sobre los EE enteros(el mes) o sobre los abreviados, ordinariamente de ocho días, o sobre EEapoyados en comentarios de algún texto bíblico (Éxodo, evangelios, etc.).Estas páginas, y las que se irán sucediendo, pretenden ser una relecturadel texto ignaciano, con orientación práctica para el estudio o la preparaciónde los que han de acompañar EE. Naturalmente, se supone unconocimiento del texto y también de su misma práctica, tanto de hacerloscomo de acompañarlos a otras personas. En la lectura se intenta:1. Situar bien las distintas partes de los EE en su significación y en la funciónque tienen en el proceso de toda la experiencia.2. Exponer el contenido de las partes, con el apoyo de los mejores comentarios,pero desde la perspectiva de la teología y práctica actuales.3. Proponer algunas perspectivas y recursos útiles para la práctica delacompañamiento, con alguna orientación bibliográfica sumaria.Por tanto, lo que aquí se ofrece es una aproximación al texto literal,según la terminología que Roland Barthes aplicó a los EE de san Ignacio.Es a partir de este texto que el acompañante ha de realizar el texto semántico,es decir ha de aplicar al ejercitante lo que propone el texto que noslegó Ignacio para que con la actividad del ejercitante se vayan realizandoel alegórico y el anagógico.Sin embargo, ofrecer una exposición del texto literal no implica hacer unainterpretación literalista del libro, sino una exposición del texto a partir de lateología y la experiencia actual de los EE. Ya que «el texto de los EE tienenecesidad de ser ‘explicitado’ y completado en una búsqueda de mayor fidelidadal Nuevo Testamento y por la preocupación de responder mejor a lasnecesidades del mundo moderno» (Albert Vanhoye)2. De aquí que, en conjunto,la relectura del texto ignaciano que aquí se hace responde de algúnmodo a aquella «permisión» de que habla Michel de Certeau, al referirse aaquellos contenidos que sin estar ni explícitamente ni implícitamente incluidosen el texto, son prolongaciones coherentes y legítimas del mismo.

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EJERCICIOS ESPIRITUALES DESAN IGNACIO DE LOYOLA

UNA RELECTURA DEL TEXTO (I)Josep Rambla, sj. (edit.)

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Edita CRISTIANISME I JUSTÍCIA • R. de Llúria, 13 - 08010 Barcelona • tel: 93317 23 38 • fax: 93 317 10 94 • [email protected] • Imprime: Edicions RondasS.L. • ISBN: 84-9730-205-2 • Depósito Legal: B-40.104-2008 • ISSN: en trámite •Depósito Legal: B-7493-07 • Noviembre 2008La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos proceden de nuestro archivo histórico pertene-ciente a nuestro fichero de nombre BDGACIJ inscrito con el código 2061280639. Para ejercitar los dere-chos de acceso, rectificación, cancelación y oposición pueden dirigirse a la calle Roger de Llúria, 13 deBarcelona

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APROXIMACIÓN GENERAL A LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES:“ANOTACIONES” (EJ 1-20), TÍTULO (EJ 21) Y “PROSUPUESTO” (EJ 22) .......1. NOVA ET VETERA: LOS EJERCICIOS SU TRADICIÓN SUBYACENTE ................2. QUÉ EJERCICIOS SON LOS EJERCICIOS (EJ 1, 21) ..................................................3. LA SUBSTANCIA DE LOS EJERCICIOS (EJ 15, 4): EXPERIENCIA INMEDIATA

DE DIOS, EN JESUCRISTO ...............................................................................4. LO CARACTERÍSTICO DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES: EL MÉTODO Y LA

MANERA DE PROCEDER (EJ 2, 3, 20) .........................................................5. IMPORTANCIA DE LA SOLEDAD Y EL AISLAMIENTO MATERIAL ..............6. RELACIÓN DE DON Y RECEPTIVIDAD (EJ 22, 2, 15, 7, 14, 6, 12) .................7. DEJARSE HACER: LA DISPOSICIÓN FUNDAMENTAL DEL EJERCITANTE (EJ 5) ......8. EMPRENDER UN CAMINO: EL PROCESO DE LOS EJERCICIOS (EJ 6, 7, 17, 8-10,

13-14) ........................................................................................................9. LA SITUACIÓN DEL EJERCITANTE ES LA QUE CUENTA: LA APLICACIÓN DE LOS

EJERCICIOS (EJ 18-20) ...............................................................................CONCLUSIÓN ..................................................................................................................

APÉNDICE .............................................................................................................................

NOTAS .................................................................................................................................. 29

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El comentario que ahora iniciamos, y que seguirá en cuadernos sucesi-vos no es un comentario científico, con análisis detallado del texto ignacia-no y con referencias a estudios sobre distintos temas. El conocimiento deltexto con su historia y los estudios más importantes se dan por supuestos.Tampoco se trata de una exposición para la práctica de los EjerciciosEspirituales1, al estilo de las explanaciones existentes sobre los EE enteros(el mes) o sobre los abreviados, ordinariamente de ocho días, o sobre EEapoyados en comentarios de algún texto bíblico (Éxodo, evangelios, etc.).

Estas páginas, y las que se irán sucediendo, pretenden ser una relectu-ra del texto ignaciano, con orientación práctica para el estudio o la prepa-ración de los que han de acompañar EE. Naturalmente, se supone unconocimiento del texto y también de su misma práctica, tanto de hacerloscomo de acompañarlos a otras personas. En la lectura se intenta:

1. Situar bien las distintas partes de los EE en su significación y en la fun-ción que tienen en el proceso de toda la experiencia.

2. Exponer el contenido de las partes, con el apoyo de los mejores comen-tarios, pero desde la perspectiva de la teología y práctica actuales.

3. Proponer algunas perspectivas y recursos útiles para la práctica delacompañamiento, con alguna orientación bibliográfica sumaria.

Por tanto, lo que aquí se ofrece es una aproximación al texto literal,según la terminología que Roland Barthes aplicó a los EE de san Ignacio.Es a partir de este texto que el acompañante ha de realizar el texto semán-tico, es decir ha de aplicar al ejercitante lo que propone el texto que noslegó Ignacio para que con la actividad del ejercitante se vayan realizandoel alegórico y el anagógico.

Sin embargo, ofrecer una exposición del texto literal no implica hacer unainterpretación literalista del libro, sino una exposición del texto a partir de lateología y la experiencia actual de los EE. Ya que «el texto de los EE tienenecesidad de ser ‘explicitado’ y completado en una búsqueda de mayor fide-lidad al Nuevo Testamento y por la preocupación de responder mejor a lasnecesidades del mundo moderno» (Albert Vanhoye)2. De aquí que, en con-junto, la relectura del texto ignaciano que aquí se hace responde de algúnmodo a aquella «permisión» de que habla Michel de Certeau, al referirse aaquellos contenidos que sin estar ni explícitamente ni implícitamente inclui-dos en el texto, son prolongaciones coherentes y legítimas del mismo.

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La mayor consistencia de todo lo que se expondrá se halla en la reflexióncompartida, por un grupo de compañeros jesuitas dedicados durante másde veinte años a dar EE y a estudiarlos. El trabajo pastoral serio, el estu-dio y reflexión y el debate amistoso se hallan debajo de unas páginas queno pretenden deslumbrar con un aparato científico que se halla sólo entrelíneas, sino levantar acta de algo que ha resultado fecundo en la larga prác-tica de dar EE y que se espera pueda también aportar alguna ayuda a quie-nes se hallan en el mismo empeño modesto, pero sumamente importante,de ayudar a otros.

Dado el carácter de esta relectura de los EE, nos limitamos aquí a citarsólo tres obras actuales que, a nuestro parecer, tienen una calidad notable:

S. ARZUBIALDE, Ejercicios Espirituales de S. Ignacio. Historia y Análisis,Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, 1991, Colección Manresa; [Unarsenal riquísimo de documentación y de análisis de los EjerciciosEspirituales. Obra de consulta imprescindible].

A. DEMOUSTIER, Les Exercices Spirituels de S. Ignace de Loyola. Lectureet pratique d’un texte, París, Editions facultés jésuites de Paris, 2006;[Comentario profundo y muy amplio. Uno de los mejores estudios recien-tes].

J. MELLONI, La Mistagogía de los Ejercicios, Bilbao-Santander,Mensajero-Sal Terrae, 2001, Colección Manresa; [Obra muy rica paraconocer el fundamento tradicional de los Ejercicios y penetrar en la esen-cia de los mismos].

El presente comentario se ha elaborado a lo largo de los más deveinte años del “seminari d’exercicis” de los jesuitas de Catalunya.Citar todos los nombres de los participantes no sólo sería largo, sinoexpuesto a cometer algún olvido. Sin embargo, es inexcusableagradecer a Javier Melloni y a Francesc Riera su amistosa revisióndel texto.

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1. Nova et Vetera: Los EE y sutradición subyacenteGran parte de la sabiduría que contienense halla en las “anotaciones” (Ej 1-20),que constituyen un directorio inicial pa-ra presentar los EE y ofrecer unas ayu-das prácticas. El título que sigue (Ej 21)expresa con más detalle que el que fi-gura al comienzo del libro qué son y quépretenden los EE y es un complementode la anotación 1ª (Ej 1). El “prosu-puesto” (Ej 22) es una orientación sobrela manera de llevar provechosamente eldiálogo entre la persona que los da y la

que los recibe. También completa las in-dicaciones ofrecidas en las anotacionesprecedentes. Todo este conjunto es,pues, una sobria y rica introducción a lapedagogía propia de los EE.

Ya desde el mismo comienzo del li-bro aparece que la tarea de la personaque hace los EE es guiada por otra per-sona, la que da los ejercicios, que actúasimplemente como mediadora del mé-todo o pedagogía espiritual expuesta enel libro. Es por eso que decimos que setrata de una experiencia personal perono realizada “en solitario”. De hecho to-

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APROXIMACIÓN GENERAL A LOS EJERCICIOSESPIRITUALES:“ANOTACIONES” (EJ 1-20), TÍTULO (EJ 21) Y “PROSUPUESTO” (EJ 22)

Se ha dicho que los EE de san Ignacio de Loyola son «un compen-dio de todas las cosas sustanciales que en el antiguo monacato elpadre espiritual comunicaba a sus discípulos a lo largo de años de ins-trucción activa»3. Y añade el mismo autor que el olvido de estas raícesmonásticas es causa en buena parte de una menor eficacia práctica delos EE.

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das las orientaciones de los EE están di-rigidas a la persona que da los EE, quiendeberá transmitir al ejercitante aquellasque necesite en el momento oportuno.Sobre el comunicar el mismo texto ig-naciano al ejercitante, hay diversas ex-periencias y opiniones. Es conocido elpensamiento de Ignacio: «El que da losEE no debe llevar el libro dellos para deallí leérselos, sino que tenga bien estu-diado lo que ha de tratar»4. Sin embar-go, es práctica muy corriente que el mis-mo ejercitante se sirva del libro o dealgunos fragmentos de él. Algunos ma-nifiestan ciertas reservas, por lo menosen casos previsibles en que el uso deltexto obligue a hacer demasiados rode-os explicativos al ejercitante o en otroscasos en que el estilo mismo pueda pro-vocar prevención o rechazo. Aún así, seconstata que, en relación a sensibilida-des de un pasado reciente, el texto ig-naciano no resulta ya tan chocante.

En cualquier caso, las orientacionessólo son una ayuda, porque los EE cons-tituyen un triple encuentro: acompañan-te-ejercitante-Dios. Y Dios es el actorprincipal. Dada la gran importancia deesta parte de los EE y su carácter sinté-tico y denso, es capital la vuelta una yotra vez a estas líneas introductorias.

2. Qué “ejercicios” son losEjercicios (Ej 1, 21)2.1. “Ejercicios”, es decir practicarLos EE son “ejercicios” o prácticas, esdecir tarea personal y exclusiva del ejer-citante. Esto los distingue ya de otros ti-pos de ejercicios en los que predominala exposición doctrinal o la orientaciónde vida por parte del predicador.

Conviene tener presente esta distinciónen las circunstancias actuales, ya que sedan verdaderos EE a partir de conferen-cias temáticas. Y, en cambio, dentro delmundo de los EE ignacianos se hanofrecido a menudo ejercicios predica-dos o conferencias sobre “materias” delos EE, que no responden al carácter ge-nuino que estos tienen.

Ahora bien, cualquier ejercicio re-quiere un método y comporta un proce-so de asimilación del método. Para estaaplicación la persona que acompaña hade conjugar dos actitudes importantesnada fáciles de unir: por una parte, sua-vidad y delicadeza para acomodar lasorientaciones a cada ejercitante (moti-varle, apoyarle, etc). Y, por otra parte, lanecesaria firmeza para llevar el timón dela pedagogía de los EE, sin ceder fácil-mente a reacciones y resistencias delejercitante.

2.2. “Espirituales”, integralesEsta cualidad de espirituales se puedeconsiderar en las actividades que se re-alizan o en la finalidad de las mismas:

1) Son “espirituales” una gama in-mensa de actividades: «todo modo... to-do modo...» (Ej 1). Ni siquiera se redu-cen las actividades espirituales al campode la interioridad, sino que «otras espi-rituales operaciones» (Ej 1) incluirán lapenitencia, el ordenarse en el comer ycosas semejantes. El clásico comenta-rista de los EE, Luis de la Palma, afir-ma que una actividad exterior tambiénpuede ser espiritual cuando «nace de lamoción del Espíritu». Tenemos, pues,una definición pneumatológica de lo es-piritual que extiende su campo a una va-

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riadísima serie de actividades que sedesarrollarán en los EE y que la perso-na que los da explicará con la gradaciónconveniente que aquí mismo apunta eltexto ignaciano al anunciar «como másadelante se dirá».

En las “adiciones” Ignacio propon-drá distintas orientaciones sobre la im-plicación de lo corporal en la oración yen los ejercicios en general. Porque elcuerpo también ora y todo lo que ayudaa esta participación de lo corporal en laexperiencia de los EE es importante.Algunos acompañantes, a la mitad deldía antes del almuerzo, proponen algu-nas experiencias de este tipo corporal:sentir el propio cuerpo, sentir la respi-ración, atender a la actividad de los dis-tintos sentidos, etc. También es útilprestar más atención de lo que se suelea la dieta, procurando una alimentaciónlo más natural posible y evitando el ex-ceso de grasas.

Puede, pues, decirse, que los EE sonun método para el encuentro con Diosen todo aquello que constituye la coti-dianidad del ejercitante. Y, en esta tarea,se busca la unificación de lo corporal ylo espiritual (en el sentido corriente dela palabra), requisito hoy fundamentalpara superar la dispersión que nos ame-naza. De este modo, los EE ayudan acrear hábitos verdaderamente humanos,necesarios para la vida de cada día.

Según esta interpretación, nos debe-mos preguntar sobre la importancia quedamos a «otras espirituales operacio-nes» distintas de los ejercicios oracio-nales (ciertamente esenciales) y qué usohacemos de ellas. Aparte de lo que sepropone a lo largo de los mismos EE(lectura, penitencia, oración vocal, vís-

peras, combate para ordenar los afectos,discernimiento de mociones, atención alcomer, dormir y a todo lo corporal), elmismo Ignacio aconsejaba algunas acti-vidades materiales como el cuidado dela habitación y el hacer lo que corres-pondía a los “criados” en aquel lejanosiglo XVI5. No hay que caer en un fun-damentalismo ignaciano, pero la praxisdel santo debería inspirar prácticas queayudasen a superar un cierto platonismoque siempre amenaza a las experienciasde retiro.

2) Estos ejercicios son también “es-pirituales” por su finalidad que se ex-presa en un doble objetivo: por un lado,«quitar de si todas las afecciones desor-denadas», es decir, realizar una trans-formación afectiva en el sentido de su-perar el desorden de los afectos nocentrados en el evangelio y ordenarla deacuerdo con una jerarquía evangélica;por otro lado, «para buscar y hallar lavoluntad divina», es decir, reconocer lavoluntad de Dios sobre la propia vida yasumirla efectivamente. El discerni-miento espiritual, que es el elemento in-dispensable para la elección, llevará adescubrir y asumir el lugar propio delejercitante en el mundo, «la disposiciónde su vida para la salud del ánima».

Es bueno que la persona que acom-paña al ejercitante conozca qué buscaéste en los EE y, sin embargo, convieneque el ejercitante se abandone al lentoproceso sin dejarse llevar por la prisa ola ansiedad de afrontar rápidamente di-cho objeto de la elección. Ésta se reali-zará, con el apoyo imprescindible dequien da los EE, en el “tiempo” que re-velará el mismo proceso de la experien-cia, durante el cual deberá tomar nota de

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aquellas vivencias más intensas que va-yan surgiendo (deseos, impulsos, lla-madas, luces, etc.).

Según esta interpretación de lo espi-ritual, cabe decir que no cualquier acti-vidad es propiamente espiritual, sino laque responde al doble aspecto expuesto.

2.3. El título de los EE (Ej 21):decidir con libertadEl título que figura después de las vein-te anotaciones expresa sintéticamentetoda la tarea y finalidad de los EE:«Ejercicios Espirituales para vencer a símismo y ordenar su vida sin determi-narse por afección alguna que desorde-nada sea». Es de notar, sin embargo, lacorrección que Ignacio añadió al textomanuscrito que él manejaba: «sin deter-minarse por» para sustituir el «sin afec-ción alguna». En efecto, la sabiduría hu-mana y espiritual de Ignacio le hace serconsciente de que no todos los ejerci-tantes alcanzaran una plena transforma-ción de sus afectos en la línea del ordenevangélico que se propone en los EE.Cuando esto suceda será necesario quelas afecciones sean debidamente condu-cidas para que no influyan ni determi-nen la decisión que se pretende tomar.

3. La sustancia de los EE (Ej 15,4): experiencia inmediata deDios, en JesucristoEl núcleo íntimo de los EE, lo que elejercitante ha de experimentar o vivir, es«que el mismo Criador y Señor se co-munique a la su ánima devota» y «in-mediate obrar el Criador con la criatu-ra» (Ej 15). Es decir, la experiencia

inmediata de Dios, que siempre tiene lainiciativa.

Esto pide dos precisiones importan-tes. En primer lugar, lo afirmado en es-ta anotación 15ª no significa, obvia-mente, que la persona humana puedadominar a Dios. Los EE sólo ofrecenuna ayuda para «preparar y disponer elánima» (Ej 1). Con todo, supuesta la ini-ciativa amorosa de Dios, puede esperar-se que, si se eliminan los impedimentospersonales con la ayuda de la gracia, elSeñor se comunicará. En segundo lugar,la experiencia inmediata de Dios no su-prime la necesaria mediación de Cristo.Por esto, a lo largo de los EE, la con-templación de Cristo será la tarea cen-tral (cfr. Ej 4).

Parece, por lo demás, imprescindi-ble, tanto por parte de la persona que losda como por parte de quien los hace, unaactitud de profunda humildad y recono-cimiento, tanto para evitar actitudes pro-meteicas de solapado orgullo o autosa-tisfacción como para no dejarse llevarpor una pusilánime actitud que lleva adesconfiar del deseo de Dios de comu-nicarse a la persona humana. Aquí esmuy pertinente la célebre sentencia de latradición ignaciana de que «lo propio deDios es que no hay nada que lo abarquepor elevado y sublime que sea, pero quese comunica a través de lo ínfimo»6.

4. Lo característico de los EE: elmétodo y el modo de proceder (Ej2, 3, 20)

Puesto que los EE son una actividad ple-namente personal y que pretenden unatransformación de los afectos desorde-

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nados, es fundamental una actividad deestas características:

4.1. Actividad personal afectivaEn los EE ha de darse una implicacióntotal de la persona que se ejercita.Después de mucho tiempo de proposi-ción de los EE con un carácter excesi-vamente intelectualista, se ha insistidomás recientemente y con razón en la di-mensión afectiva de estos. Sin embargo,quizá hoy convenga también estar aten-tos a no depreciar o suprimir la activi-dad intelectual, en fidelidad a lo que di-ce Ignacio: «discurriendo yraciocinando por si mismo» (Ej 2),Porque, debido a veces a la poca for-mación teológica o catequética de algu-nas personas y también a una ciertaacentuación de la importancia de la sen-sibilidad y emotividad, la práctica de losEE podría adolecer de subjetivismo o desentimentalismo. Pero este discurrir yraciocinar «por la raciocinación propia»es siempre una actividad desarrollada enla fe y con la ayuda de la gracia, aunqueno tenga la elevación de un acto del en-tendimiento «ilucidado por la virtud di-vina»7.

Con todo, evidentemente, la puntade lanza de la actividad del ejercitanteha de ser «sentir y gustar las cosas in-ternamente» (Ej 2), es decir, llegar al co-razón, aquella parte central de la perso-na donde se articulan y condensanpensamiento y sensibilidad, imagina-ción y memoria, cuerpo y alma8. La im-portancia primordial del corazón se con-firma en Ej 3: para hablar con Dios, «enlos actos de la voluntad, se requiere másreverencia» que «cuando usamos delentendimiento entendiendo». Cuando

pensamos en Dios o sobre Dios, la rela-ción es más bien indirecta, mientras quecuando le expresamos nuestra vida ysentimientos profundos es hacia él mis-mo a quien nos dirigimos. Se supone,pues, que el “corazón” es de nuestra par-te el espacio divino por excelencia.«Sólo el amor puede adentrarse en elDios que es amor»9.

4.2. El placerEn esta vivencia afectiva el ejerci-

tante halla el “gustar”, que puede signi-ficar “apreciar”, “probar”, “experimen-tar”, “sentir placer”. Esta vivencia delplacer es un componente importante dela experiencia cristiana, y, por tanto,también de los EE y jalona los momen-tos más trascendentes de los ejerciciosverdaderamente espirituales. Por ejem-plo, dejando ahora de lado la experien-cia de placer en el “Principio yFundamento”, de la cual trataremos másadelante en otro cuaderno, se puede no-tar lo siguiente: en el quinto ejercicio(«traer los cinco sentidos») con el queculminan los días de EE, a partir de lasegunda semana: «Oler y gustar con elolfato y el gusto la infinita suavidad» (Ej124); en la cuarta semana, se presta to-davía mayor atención al gusto y placerespiritual: “haciendo pausa en las partesmás principales y donde haya sentidomayores mociones y gustos espiritua-les» (Ej 227); «traer a la memoria y pen-sar cosas motivas a placer, alegría y go-zo espiritual» (Ej 229, 6ª adición);«usar de claridad o de temporales có-modos en cuanto el ánima piensa o con-yecta que la puede ayudar para se go-zar en su Criador Redentor” (Ej 229, 7ªadición).

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Como se ve se trata de un placer es-piritual, pero, según ya hemos indicadoal hablar del carácter espiritual de losEE, es un placer profundamente huma-no e integral. Este placer, por otro lado,puede vivirse en situaciones de sufri-miento, como lo muestra el hecho deque la consolación se da en las lágrimasde contemplación de la pasión o en otrasexperiencias de fe que pueden ser dolo-rosas10. C.S. Lewis expresa bien cómoel mismo dolor del deseo puede ser unaforma de alegría: «Aunque este deseo espenetrante y hasta doloroso, se experi-menta como un placer. Es un hambremejor que cualquier plenitud, y una po-breza mejor que cualquier riqueza»11.

En cualquier caso, como decía sanAgustín, si los humanos nos movemospor el gusto y sabemos atraer por mediode los gustos, Dios también dispone degustos para atraernos a él12. Para elacompañamiento de la experiencia es-piritual del placer son muy iluminado-ras estas palabras de san Gregorio:«Hay esta diferencia entre los placeresespirituales y los corporales: los corpo-rales provocan el deseo antes de pose-erlos y el disgusto, una vez se los posee;mientras que los espirituales, al contra-rio, provocan disgusto antes de tenerlosy placer una vez se los tiene»13.

4.3. Actividad creativaYa en la anotación 1ª, Ignacio habla de“buscar y hallar” y, por esto, todos losEE son una actividad hermenéutica. Deaquí que los mismos ejercicios de me-ditación y contemplación tengan estemismo objetivo de búsqueda. Son unaespecie de experiencia exploratoria. Elejercitante deberá poner en juego su in-

teligencia y también dejarse iluminarpor el Señor con el fin de hallar «algu-na cosa que haga un poco más declararo sentir la historia» (Ej 2). Esta búsque-da dirigirá a lo largo de toda la expe-riencia espiritual la actividad propia delejercitante, para lo cual se le sugeriránayudas «para mejor hallar lo que desea»(Ej 73) y, por tanto, la persona que dalos EE, en sus entrevistas, también de-berá prestarle su apoyo en esta explora-ción espiritual.

4.4. Verdad y objetividadAunque los EE son una experienciamuy personal y creativa, no son algomeramente subjetivo y, menos aún, ar-bitrario porque se basan siempre en el“fundamento verdadero de la historia”(Ej 2). Aunque para Ignacio (siglo XVI)la “historia” es el sentido literal de laEscritura, en el fondo viene a indicarque la oración ha de asentarse conti-nuamente en la verdad de la revelacióny en la objetividad de los hechos de lavida del ejercitante y ha de evitar todaevasión de la realidad.

La palabra “fundamento” tiene es-pecial importancia para el que da los EEy la forma de proponerlos. “Funda-mento” indica algo importante, pero in-cipiente, imprescindible para que el edi-ficio se sustente pero no es todavía eledificio. De aquí la importancia de «na-rrar fielmente la historia de la tal con-templación o meditación con breve osumaria declaración» (Ej 2). Por tanto,no responde, a la indicación ignacianauna proposición de contemplaciones omeditaciones que presenten ya un edifi-cio completo o una declaración muydesarrollada de la materia que sofoque

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la tarea hermenéutica del ejercitante. Y,por otro lado, el fundamento ha de serapto para la construcción que se ha delevantar, es decir, ha de ofrecer materiasuficiente e inspiradora para que movi-lice la actividad espiritual de la personaque se ejercita. Esta inspiradora sobrie-dad, punto medio entre un desarrollo ex-cesivo y la seca exposición de una ma-teria, ha de ser el arte propio de unabuena tarea de acompañante de EE.Hace ya muchos años, Maurice Giulianiafirmaba que el carisma propio de quienda los EE no es la oratoria, sino la con-versación.

4.5. El presente como tiempo degraciaEn las anotaciones 11ª y 12ª se invita alejercitante a la sumisión al presente co-mo tiempo de gracia (Ej 11-12): debe vi-vir cada momento y cada etapa de losEE como si en la siguiente «ninguna[cosa] buena esperase hallar» (Ej 11).No anticiparse a los ritmos de Dios y, encambio, aprovechar todas las posibili-dades que el Señor ofrece en cada ins-tante. Por la misma razón, la fidelidad atodo el tiempo señalado de oración–«por una hora» (Ej 12)– es una expre-sión de la actitud orante, que todo lo es-pera de la iniciativa del Señor y no delos sentimientos y gustos personales.

Jerónimo Nadal recordaba cómoIgnacio nunca se anticipaba al Espíritu,sino que lo seguía. San Pablo, en con-sonancia con toda la tradición bíblica,recuerda que «ahora es tiempo propicio,ahora es día de salvación» (2Cor 6,2).El ejercitante ha de disponerse para elencuentro con Dios en su “ahora”, en suvida presente, una vida que es inmani-

pulable y que no permite las evasioneshacia los ensueños pseudoespirituales.

5. Importancia de la soledad yaislamiento material (Ej 20)Para el trabajo tan personal de los EEhay que evitar toda interferencia que di-ficulte la práctica de una pedagogía queestá muy articulada en orden a una fi-nalidad concreta. De aquí que el ejerci-tante «tanto más se aprovechará cuantomás se apartare de todos amigos y co-nocidos y de toda solicitud terrena».Esta afirmación se apoya en una triplemotivación:

1) Teológica: «No poco merece de-lante de su divina majestad» expresa nouna exigencia, sino una apertura exis-tencial al don de Dios. En el retiro totalhay como una expresión existencial,cuasi-sacramental, de la absoluta pri-macía de Dios en la vida de la personaque hace EE. El ejercitante dice con sudisposición de alejamiento material que«sólo Dios basta». Este carácter cuasi-sacramental, ya que el símbolo real cau-sa y vigoriza a la vez aquello que ex-presa, explica de alguna manera laeficacia del retiro en si mismo. Ahorabien, el “Dios verdadero” es un Diosque sumerge al ejercitante a fondo en elmundo, «al cual tanto ama», y no debe-rá olvidar nunca que «si te atrae el de-sierto, Dios prefiere a los hombres»(Madeleine Delbrêl).

2) Psicológica: «No teniendo el en-tendimiento partido en muchas cosas»expresa la fuerza que tiene la unidad eintegración personal vivida en los EE yque la posibilita el retiro material. Como

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se ha dicho antes, la tarea espiritual deunificación es fundamental para viviruna vida auténticamente humana, y elretiro ayuda a esta labor de los EE deunificar la vida, integrando todas las di-mensiones de la persona en Dios.

3) Historia de salvación: «Más sedispone para recibir gracias y dones...»es una afirmación que constata un he-cho avalado por una inmensidad de tes-tigos de la historia de salvación.Efectivamente, todas las personas quese han distinguido de un modo u otro ensu vida de fe o en el seguimiento deCristo han vivido alguna experienciaprofunda de “desierto”: Abraham,Moisés, los profetas, Pablo, Benito yFrancisco, Teresa y Juan de la Cruz,Madeleine Delbrêl y Abbé Pierre y, co-mo precursor de nuestra fe, Jesucristo.El «retiro individual», incluso «silen-cioso y solitario», es considerado por al-gunos como «el test más significativodel éxito cristiano» (Marcel Légaut).

El “apartamiento” resulta algo mati-zado si se tiene en cuenta que el ejerci-tante puede salir del lugar del retiro pa-ra participar en la eucaristía o en lasvísperas y que además tendrá relacióncon la persona que le da los EE, con lapersona que le atiende en sus necesida-des materiales (como figura en los di-rectorios ignacianos) e incluso, como seprevé en alguno de ellos, alguna perso-na puede hablar de vez en cuando conel ejercitante, según el parecer del queda los EE14. De lo que se trata no es tan-to de guardar el silencio material cuan-to de «apartarse de amigos y conocidosy de toda solicitud terrena» porque «delcual apartamiento se siguen tres prove-

chos principales, entre otros muchos»(Ej 20), tal como se acaba de explicarmás arriba.

Sin embargo, hay que dejar bienasentado que los EE, aunque se realicenen soledad no son solitarios, sino en elmundo, es decir en comunión con la re-alidad que envuelve al ejercitante.Dicho de una manera simple, pero ex-presiva, el cristiano que hace los EE de-berá vivir a Dios en el mundo, pero enlos EE vivirá el mundo en Dios y, paraesto, los EE serán una experiencia de li-beración personal en orden a una rein-corporación en la vida ordinaria connuevas disposiciones, más evangélicas.Ya se ve cómo la persona que acompa-ña los EE ha de ser una persona de ex-periencia de vida, de vida en el mundo,de lo contrario corre el riesgo de distor-sionar la tarea de acompañar, un proce-so que ha de culminar en la disposiciónde «amar y servir a su divina majestad»en todas las cosas15.

Si se une lo que acabamos de decirsobre el apartamiento con la necesidadde encontrar las condiciones más apro-piadas, no estaría de más el repensarcuáles podría ser éstas. ¿No sería preci-so agudizar la capacidad creativa en es-te punto, si se tiene en cuenta cómopracticaron los EE los primeros ejerci-tantes, como Pedro Fabro o FranciscoJavier?

Además, la conciencia actual de laimportancia de la opción preferencialpor los pobres, ¿no podría exigir unascondiciones de lugar, de estilo de casa,de régimen de vida que favoreciesen lasensibilidad espiritual de dicha op-ción?16.

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6. Relación de don y receptividad(Ej 22, 2, 15, 7, 14, 6, 12)El carácter objetivo de los EE exige lacolaboración de una persona que acom-pañe espiritualmente a quien los hace.Así se establece una relación «dar-reci-bir» que no es simplemente un métodopedagógico humano, sino una relaciónde fe, de oblatividad y de receptividad.De aquí que Ignacio suponga que hayque conseguir «que así el que da los EE,como el que los recibe, más se ayudeny se aprovechen», es decir, los dos rea-licen una verdadera experiencia espiri-tual.

Esta relación pide:

1) Por parte de quien da los EE:

– Presentar sólo la verdad y no susideas personales: «narrar fielmente lahistoria» (Ej 2).

– Ofrecer ayudas para la realizaciónde la tarea personal: «modo» o manerasde proceder y «orden» o el proceso a se-guir en la oración y el conjunto de losEE (Ej 2).

– No suplantar la actividad personaldel ejercitante: «discurriendo por lospuntos con breve o sumaria declara-ción» (Ej 2); «el que los da no se decanteni se incline a la una parte ni a la otra;más estando en medio, como un peso»(Ej 15).

– Prestar el apoyo oportuno al ejer-citante: dar aliento en los momentos dedesánimo (Ej 7), moderar el fervor des-controlado (Ej 14). También, prevenirlos errores que pueda originar la «lige-ra condición» del ejercitante (Ej 14), oevidentemente, alguna otra característi-ca de su personalidad.

2) Por parte de quien los recibe:– Fidelidad a las orientaciones reci-

bidas (Ej 6, 12).– Pero al mismo tiempo, trabajo muy

personal (Ej 2).En resumen: conjugar la máxima fi-

delidad al “método” con la personaliza-ción y libertad interior.

3) Por parte de acompañante y ejer-citante: confianza recíproca, que com-porta (Ej 22):

– Intentar interpretar bien lo que di-ce la otra persona;

– Cuando la interpretación correctano es posible, preguntar.

– Si, luego, se ve que la persona es-tá en el error, ayudarla para que salga deél17.

7. Dejarse hacer: la disposiciónfundamental del ejercitante (Ej 5)Siempre, desde tiempos de Ignacio, se haconsiderado fundamental empezar los EE«con grande ánimo y liberalidad».

– «Grande ánimo» en un doble sen-tido: Extensivo, es decir, ensanchar elespíritu, magnanimidad, implicación detoda la persona, apertura para compartirla grandeza de espíritu del Hijo de Dios.También intensivo, es decir, con fuerza,ilusión y coraje.

– «Liberalidad»: Se trata del amorque se entrega libremente, es la genero-sidad propia del amor. La «liberalidad»es más dinámica y activa que el «gran-de ánimo», que es una actitud.

La importancia de esta anotación 5ªsólo se comprende plenamente al cul-

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minar todos los EE, en la Contempla-ción para alcanzar amor, y apunta unaserie de aspectos de la experiencia espi-ritual de gran relevancia. En efecto:

– El objeto de esta anotación 5ª es si-tuarse ya desde el comienzo en el ám-bito de la grandeza de Dios, que es elAmor, en correspondencia a El. De aquíla insistencia en «grande» y «todo», co-mo correlativos de «Criador y Señor» y«divina majestad».

– En la anotación se menciona ya la«libertad», constitutivo radical de lapersona humana, que es el elementofundamental en el curso de los EE y esel don más preciado que se ofrece aDios, verdadero fundamento de esta li-bertad. Al terminar los EE se ofrece enplena disponibilidad como correspon-dencia al amor de Dios la propia liber-tad: «Tomad, Señor y recibid, toda milibertad» (Ej 234). Para ayudar a susci-tar esta disposición, algún acompañan-te invita al ejercitante ya antes de em-pezar los EE a hacerse esta pregunta:¿qué quieres hacer con tu vida? ¿quéquisieras haber conseguido al fin de tuvida? ¿adónde quisieras haber llegadocon tu vida?

8. Emprender un camino: elproceso de los Ejercicios (Ej 6, 7,17, 8-10; 13-14)

Una vez la persona que se ejercita hainiciado los EE se adentra en una histo-ria personal de fe que tendrá normal-mente sus episodios (luces y oscurida-des, alegrías y tristezas, etc.). Estahistoria personal es el meollo de la ex-periencia y de la pedagogía de los EE.

Para vivir positivamente esta historia esde todo punto indispensable la colabora-ción de la persona que da los EE. Para es-ta ayuda durante la marcha de los EE, seproponen unas primeras orientaciones.

8.1. Agitación interior y actitud de lapersona que acompaña (Ej 6, 7)La actividad espiritual normalmente esocasión de que Dios se manifieste a tra-vés de distintos sentimientos espiritua-les o pensamientos. Si esto no ocurre,puede ser índice de que el o la ejerci-tante no sigue con fidelidad las orienta-ciones propias de la pedagogía de losEE. Esta fidelidad es la modesta, peroimprescindible, cooperación humana ala acción de la gracia. El Señor constru-ye la casa, pero el ejercitante, valga, laexpresión ha de colocar los andamios.La persona que acompaña debe hacerver la importancia de esta fidelidad a losdistintos ejercicios: «si los hace», «a sustiempos determinados», «cómo» (Ej 6).Puesto que durante los EE no hay oca-sión de practicar la fidelidad a grandescosas, sino sólo a las distintas orienta-ciones de los mismos EE. La fidelidadal horario, por ejemplo, es una ayudapara salir de uno mismo y suscitar la ac-titud de espera, tan propia de la personaque ama. Esta fidelidad es, también,una muestra de la humildad de nuestracooperación a la obra de Dios y de lagrandeza de Dios que se muestra en lopequeño. Sin embargo, tampoco hayque extremar la importancia atribuida alas mociones y agitación de los espíri-tus, pues cabe también durante algúnperíodo relativamente prolongado de laexperiencia espiritual el «tiempo tran-quilo» (cf. Ej 177).

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«Mucho le debe interrogar cerca losejercicios» (Ej 6) es una expresión quepone de relieve el papel activo de quienda los EE, pero de ningún modo puedeser una ocasión para que quien los da to-me una actitud fiscalizadora y, menosaún, impositiva y atemorizante. La in-dicación de la anotación 7ª (Ej 7) sobreel modo de comportarse con la personaque está desolada ilumina la actitud defondo que ha de tener la persona queacompaña, una actitud siempre de alien-to y confianza: «no se haya con él duroy desabrido, mas blando y suave, dán-dole ánimo y fuerzas para adelante, ydescubriéndole las astucias del enemigode natura humana, y haciéndole prepa-rar y disponer para la consolación ven-tura»18.

8.2. La “materia” del diálogo guía-ejercitante (Ej 17)La observación anterior nos permite vercómo la base del diálogo entre la perso-na que se ejercita y la que le da los EEno es el “bien-mal” (es decir, la moralen su sentido más restrictivo), sino losmovimientos y pensamientos interiores,aquello que no está causado por la li-bertad del ejercitante (es decir, lo espi-ritual). Si se tratan cosas de concienciaha de ser por su relación con la mismaexperiencia de ejercicios o, en otro ca-so, a sabiendas de que no es lo propiode los EE.

Ahora bien, esto que es en generalválido, no evita el que se tenga que aten-der a la complejidad de las fronteras enla experiencia espiritual. ¿Es tan clara ladistinción entre lo moral y lo espiritual?¿No debe la persona que da EE prestar-se nunca a ayudar al ejercitante en un

conflicto de conciencia? Ignacio, en undirectorio, afirma: «Mejor es, pudiendo,que otro le confiese, y no el que le dalos EE»19. Este parecer de Ignacio es po-livalente y puede significar que hay querespetar la distinción de campos entre laexperiencia espiritual de los EE y elcampo de la conciencia del ejercitantepero también que el ejercitante ha de te-ner plena libertad para confesarse conotra persona que no sea quien le da losEE o también que es mejor, pero no ne-cesario, confesarse con otra persona dis-tinta del ejercitador.

8.3. La ayuda en la desolación y en laconsolación (Ej 8-10; 13-14)Como la consolación y desolación seránvivencias características de la experien-cia espiritual de los EE, la persona quelos da deberá estar muy bien al cabo dequé son estos estados interiores, de suscaracterísticas, de las distintas fases porlas que se suele pasar. Por consiguiente,proyectar luz sobre estos estados inte-riores será la labor más importante de lapersona que da EE. De todo ello se tra-ta en las reglas que se proponen al finalde los EE.

Una cosa queda clara que las reglasno se han de proponer según un plan te-órico, sino al ritmo de las experienciasy «según la necesidad que sintiere en elque los recibe» (Ej 8).

Estrictamente hablando, Ignacio noaprobaría una exposición completa yarticulada de las reglas, como una con-ferencia o plática previa al conoci-miento del estado del ejercitante y an-ticipando orientaciones que o bien noson todavía necesarias ya que «le daña-rán» (Ej 9).

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Ignacio se refiere explícitamente ano anticipar las reglas de segunda se-mana, lo cual hace pensar, y la prácticalo corrobora, que muchas orientacionesde las reglas de primera semana puedenir exponiéndose aún antes de que elejercitante viva todas las situaciones enellas previstas, puesto que se trata deorientaciones más fundamentales y decarácter muy corriente en la experien-cia espiritual, mientras que las de se-gunda semana tocan materia «más su-til» (Ej 9).

Por esto mismo, tal vez convengaprevenir al ejercitante sobre la impor-tancia de no dejarse llevar inconsidera-damente por los movimientos que pro-vienen de la desolación y mantener congenerosidad el tiempo convenido deoración (Ej 13). Ignacio, en los ejerci-cios sencillos que proponía a personasque se iniciaban en la práctica de la ex-periencia espiritual ya les prevenía so-bre la alternancia de mociones que so-brevendrían al ejercitante. Según untestigo: «Íñigo le dijo que la primera veshabía de estar muy alegre; e la otra se-mana estaría muy triste»20. En la anota-ción 14ª se dice al ejercitador que ha de«prevenir y admonir [amonestar]» a lapersona de ligera condición para que, enmomento de consolación no se precipi-te a hacer compromisos que luego nopodrán cumplirse. Más adelante los EEse referirán a la necesidad de avivar laconfianza en tiempos de desolación re-cordando que «presto será consolado»(Ej 321) o la humildad en tiempos deconsolación recordando al ejercitanteque piense «cuán para poco es en eltiempo de la desolación, sin tal gracia oconsolación» (Ej 324).

9. La situación del ejercitante eslo que manda: la aplicación delos EE (Ej 18-20)La preocupación por dar EE brotó enIgnacio por su interés pastoral de «ayu-dar a las almas». De aquí que piense endistintas formas de ayuda según las dis-posiciones tan variadas de personas quepueden acercarse para hacer los EE. Enlas anotaciones 18ª, 19ª y 20ª consideratres perspectivas distintas para aplicar-los21.

1) Grados de interés o de voluntaddel candidato a los EE

– Se da el caso de quien «se quiereayudar para se instruir y para llegar has-ta cierto grado de contentar a su ánima»(Ej 18). Una situación bastante comúnentre cristianos que son buenas perso-nas, pero sin especial exigencia evangé-lica y con práctica de vida interior casinula. Personas que aspiran a un ciertomantenimiento de la vida cristiana. Eneste caso, caben muchas aplicaciones delos EE, pero no se debe pasar a las elec-ciones y toda la experiencia espiritualque éstas implican (cfr. Ej 18).

– Quien «en todo lo posible deseaaprovechar» (Ej 20) es la persona condeseos grandes y sinceros de progresaren la vida cristiana. A esta persona, si seasegura la adecuada preparación y lascircunstancias convenientes, se le pue-de dar el mes de EE, según la pedago-gía propuesta en el libro entero.

– En resumen, unas personas llegana los EE con la decisión clara de buscarla voluntad de Dios; otras, con el pro-pósito de una cierta reanimación cristia-na (es decir, rezar algo, escuchar algunacharla, reconciliarse con su situación en

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el mundo…). La anotación 1ª (Ej 1) serefiere a los primeros ejercitantes, la 18ª(Ej 18) a estos últimos.

2) Distinta preparación humana.– Personas que desean hacer EE y

tienen poca formación (Ej 18). A éstasse les pueden dar ejercicios o prácticasde las que se presentan en el libro de losEE, según se explica en la misma ano-tación 18. Si esto se hace de modo gra-dual, la persona puede prepararse paralos EE completos según el método ig-naciano.

– La persona «de poco subyecto, ode poca capacidad natural» (Ej 18) es lade débil complexión. Ésta puede hacerunos EE al estilo de los que se descri-ben en el párrafo anterior. En cualquiercaso hay que tener en cuenta que no hayque dar al ejercitante «cosas que no pue-da descansadamente llevar».

– Finalmente, la situación ideal es lade personas con «edad, letras o ingenio»(Ej 18) suficientes para realizar toda laexperiencia de EE, siempre supuesto«que en todo lo posible desea aprove-char» (Ej 20).

3) Distintas circunstanciaspersonales

– A la persona sin disponibilidadmaterial para retirarse durante un mes(Ej 19), supuestas las condiciones per-sonales requeridas, se le pueden aplicarlos EE en la vida de cada día.

– A la persona que puede retirarsedurante un mes, darle «todos los ejerci-cios por el mismo orden, que proceden»(Ej 20).

Estos distintos modos de hacer EE,el mismo Ignacio en las Constituciones

de la Compañía de Jesús los sintetizaasí, a la vez que ofrece una pauta parasu aplicación:

Los Ejercicios Espirituales entera-mente no se han de dar sino a pocos, ytales que de su aprovechamiento se es-pere notable fruto a gloria de Dios. Perolos de primera semana pueden exten-derse a muchos, y algunos exámenes deconciencia y modos de orar, especial-mente el primero de los que se tocan enlos Ejercicios, aun se extenderán muchomás; «porque quienquiera que tengabuena voluntad será de esto capaz»(Const 649).

Todo lo que se dice en las anotacio-nes 18ª y 19ª nos muestra la gran flexi-bilidad en que puede, y debe, moversela persona que da ejercicios ignacianos,supuesto el buen conocimiento de ellos.Veamos con algo más de detalle estasorientaciones de las Constituciones.

– EE “leves”. En cuanto a los ejer-cicios más sencillos («leves») que apa-recen en tercer lugar, se debería fo-mentar más la creatividad y la extensiónentre la gran cantidad de personas quese mueven dentro de la iglesia o en susaledaños y carecen de formación cris-tiana, y sobre todo de experiencia de vi-da interior. Ignacio prevé que a estaspersonas se les ofrezca: instrucción teo-lógica (o catequética) y moral, inicia-ción en la experiencia interior y orien-taciones para una vida sacramentalsólida. Lo que caracterizaría la pedago-gía espiritual propia de los EE es algu-na experiencia de oración personal y elacompañamiento espiritual (cfr. Ej 18).

– EE de primera semana. Para per-sonas más preparadas doctrinalmente e

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iniciadas en la vida de oración pero queno están en disposición de notable ge-nerosidad, se les pueden proponer losEE según todas las exigencias de la mis-tagogia ignaciana, pero sin pasar másallá de la primera semana. Es suma-mente importante destacar que los ejer-cicios ignacianos se definen por el fru-to que hay que sacar y no por la materia.De aquí, pues, que se pueda proponermateria propia de las semanas siguien-tes en estos EE de primera semana, pe-ro con la conciencia de que los ejerci-cios no son “enteramente” ignacianos(cfr. Ej 18).

– EE por etapas. Debido a motivosdistintos, puede ser útil en algunos ca-sos hacer los EE divididos en etapas,siempre que no suponga una interrup-ción del proceso de la experiencia. Uncaso que se considera en los directorios,es el de la persona que no está dispues-ta para seguir la experiencia, entonceses mejor interrumpir los EE y reanudar-los cuando se de la disposición requeri-da: «Los que en la primera semana nomostrasen mucho fervor y deseo de iradelante para determinar del estado desu vida, mejor será dejar de dar los de lasegunda semana, a lo menos por un meso dos»22. Hace años, Eusebio Hernándezllamaba la atención sobre la convenien-cia de dividir los EE en varias etapas,cuando se dan a personas que no tienenla capacidad humana suficiente para ha-cer un mes seguido, pero tienen las dis-posiciones espirituales convenientes.En las circunstancias actuales, sobre to-do de seglares, que difícilmente puedenretirarse todo un mes, puede ser unapráctica muy acertada la de darles losEE por etapas. Y esto sería mucho me-

jor que el repetir con mucha frecuenciaunos EE abreviados en una semana, co-mo sucede a menudo.

– EE en la vida diaria. Esta prácticapuede aplicarse a todo tipo de ejerciciosignacianos, desde los más sencillos has-ta los de mes o “enteramente” ignacia-nos con las distintas aplicaciones quesuelen hacerse en la práctica de los EEen retiro. La relativa originalidad queaportan en la práctica actualmente ex-tendida es que en ellos no sólo se reali-za la experiencia propia de los EE en«apartamiento», como se consideran enla anotación 19ª, sino que la misma vi-da diaria es asumida y vivida como ex-periencia propiamente espiritual. Estapráctica puede aplicarse a todo tipo deejercicios ignacianos, desde los mássencillos hasta los de mes o “entera-mente” ignacianos con las distintas apli-caciones que suelen hacerse en la prác-tica de los EE en retiro. La relativaoriginalidad que aportan en la prácticaactualmente extendida es que en ellosno sólo se realiza la experiencia propiade los EE en «apartamiento», como seconsideran en la anotación 19ª, sino quela misma vida diaria es asumida y vivi-da como experiencia propiamente espi-ritual24. La gran variedad de formas deestos EE que se proponen no permitenaquí que se haga una exposición, ni tansólo una mínima aproximación. Peroparece interesante, al menos, destacar:

– EE en la vida en grupo. Desde ha-ce más de veinticinco años se realizanunos EE en la vida en los que se conju-ga la experiencia espiritual de retiro engrupo con la experiencia individual yacompañamiento personal a través delaño. Consiste, por un lado, en tres fines

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de semana de retiro en grupo distribui-dos a través de un curso que inician yorientan las distintas etapas de los EE;y, por otro lado, en la experiencia total-mente individualizada durante los perí-odos intermedios. En este tiempo losejercitantes reciben materiales para laoración y para el enfoque de la expe-riencia espiritual, pero con acompaña-miento individual que ayuda a aplicarlas orientaciones a la situación de cadapersona25.

Conclusión

Creemos que merece la pena recor-dar y recrear todo lo que se propone enlas anotaciones de los EE, ya que enellas se contiene una gran parte de la ori-ginalidad de ellos.

En efecto, ya los primeros comenta-ristas destacaron que los EE no conte-nían materia original, sino que su origi-nalidad consistía en el método y en laestructura de su proceso. Incluso los ele-mentos propios de su mistagogía se ha-llan dispersos en la gran tradición espi-ritual cristiana anterior a san Ignacio y,esto, lejos de ser una limitación es unagarantía de su valor sustancialmentecristiano26.

Y, tratando de resumir, aun simplifi-cando un poco, las líneas fundamenta-les de la mistagogía de los EE propues-ta en los fragmentos releídos, podemosponer de relieve las siguientes:

a) Actividad personal. Se trata de ha-cer EE y de realizarlos desde lo máscentral, desde el corazón: el ejercitantees «el que hace los EE».

b) Objetividad y verdad. No se tratade una experiencia personal al margende la realidad de la historia y de la ver-dad de la revelación, sino que historia yrevelación constituyen su fundamento.

c) Experiencia inmediata de Dios.Se parte de una posibilidad ofrecida porDios, que se convierte en pretensión delos EE: la experiencia inmediata deDios que se comunica gratuitamente demodo totalmente personal.

d) Cristocentrismo. La comunica-ción inmediata de Dios está mediadapor Cristo y, por tanto, los EE se centranen la contemplación de Cristo.

e) Receptividad. Todo el proceso delos EE cuenta con un diálogo fraternode don y receptividad: “el que los da” y“el que los recibe”. De este modo, elmétodo ayuda al ejercitante a vivir la di-námica de apertura y acogida de la fe27.

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Al terminar el comentario de esta parte que constituye la mistagogia inicial detodos los EE, conviene destacar que esta sabiduría espiritual es la cumbre de unalarga peregrinación de Ignacio que comienza con su propia experiencia personal,se enriquece con los largos años de «ayuda a las ánimas», su apostolado, y se com-pleta y culmina mediante los estudios teológicos. La calidad de esta mistagogiala expresó el mismo Ignacio en la tantas veces recordada carta a su antiguo con-fesor de Alcalá de Henares, donde rompe con su proverbial moderación al pon-derar el valor de personas o cosas. Habla así al confesor Manuel Miona refirién-dose a los EE:

Siendo todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, asípara el hombre poderse aprovechar a sí mismo como para poder fructificar,ayudar y aprovechar a otros muchos.

Estas palabras son la mejor recomendación y estímulo para volver otra vez ala fuente ignaciana, cómo hacemos en las páginas que concluimos y en las que seirán sucediendo en distintos cuadernos de esta colección.

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[1] La primera anotación es que poreste nombre, ejercicios espirituales, seentiende todo modo de examinar la con-ciencia, de meditar, de contemplar, deorar vocal y mental, y de otras espiri-tuales operaciones, según que adelantese dirá. Porque así como el pasear, ca-minar y correr son ejercicios corporales;por la misma manera, todo modo de pre-parar y disponer el ánima para quitar desí todas las afecciones desordenadas y,después de quitadas, para buscar y ha-llar la voluntad divina en la disposiciónde su vida para la salud del ánima, se lla-man ejercicios espirituales.

[2] La segunda es que la persona queda a otro modo y orden para meditar ocontemplar, debe narrar fielmente lahistoria de la tal contemplación o medi-tación, discurriendo solamente por los

puntos con breve o sumaria declaración;porque la persona que contempla, to-mando el fundamento verdadero de lahistoria, discurriendo y raciocinandopor sí mismo, y hallando alguna cosaque haga un poco más declarar o sentirla historia, quier por la raciocinaciónpropia, quier sea en cuanto el entendi-miento es ilucidado por la virtud divina,es de más gusto y fruto espiritual, que siel que da los ejercicios hubiese muchodeclarado y ampliado el sentido de lahistoria; porque no el mucho saber har-ta y satisface al ánima, mas el sentir ygustar de las cosas internamente.

[3] La tercera: como en todos losejercicios siguientes espirituales usa-mos de los actos del entendimiento dis-curriendo y de los de la voluntad afec-tando; advirtamos que en los actos de la

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APÉNDICE

[1] ANOTACIONES PARA TOMAR ALGUNA INTELIGENCIA EN LOSEJERCICIOS ESPIRITUALES QUE SE SIGUEN, Y PARA AYUDARSE, ASÍEL QUE LOS HA DE DAR, COMO EL QUE LOS HA DE RECIBIR

* IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales, (edición a cargo de Candido de Dalmases S.I), Santander,Sal Terrae, 1987, pág. 43-53.

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voluntad, cuando hablamos vocalmenteo mentalmente con Dios nuestro Señoro con sus santos, se requiere de nuestraparte mayor reverencia, que cuandousamos del entendimiento entendiendo.

[4] La cuarta: dado que para los ejer-cicios siguientes se toman cuatro sema-nas, por corresponder a cuatro partes enque se dividen los ejercicios; es a saber,a la primera, que es la consideración ycontemplación de los pecados; la se-gunda es la vida de Cristo nuestro Señorhasta el día de Ramos inclusive; la ter-cera la pasión de Cristo nuestro Señor;la cuarta la resurrección y ascensión,poniendo tres modos de orar: con todoesto, no se entienda que cada semanatenga de necesidad siete o ocho días ensí. Porque como acaece que en la pri-mera semana unos son más tardos parahallar lo que buscan, es a saber, contri-ción, dolor, lágrimas por sus pecados;asimismo como unos sean más diligen-tes que otros, y más agitados o proba-dos de diversos espíritus; requiérese al-gunas veces acortar la semana, y otrasveces alargarla, y así en todas las otrassemanas siguientes, buscando las cosassegún la materia subyecta; pero, pocomás o menos, se acabarán en treinta dí-as.

[5] La quinta: al que recibe los ejer-cicios mucho aprovecha entrar en elloscon grande ánimo y liberalidad con suCriador y Señor, ofreciéndole todo suquerer y libertad, para que su divina ma-jestad, así de su persona como de todolo que tiene se sirva conforme a su san-tísima voluntad.

[6] La sexta: el que da los ejercicios,cuando siente que al que se ejercita nole vienen algunas mociones espirituales

en su ánima, así como consolaciones odesolaciones, ni es agitado de varios es-píritus, mucho le debe interrogar acercade los ejercicios, si los hace a sus tiem-pos destinados y cómo; asimismo de lasadiciones, si con diligencia las hace, pi-diendo particularmente de cada cosa deestas. Habla de consolación y desola-ción, núm. [316-324] de adiciones,núm. [73-90].

[7] La séptima: el que da los ejerci-cios, si ve al que los recibe, que está de-solado y tentado, no se haya con él du-ro ni desabrido, mas blando y suave,dándole ánimo y fuerzas para adelante,y descubriéndole las astucias del ene-migo de natura humana, y haciéndolepreparar y disponer para la consolaciónvenidera.

[8] La octava: el que da los ejerci-cios, según la necesidad que sintiere enel que los recibe, acerca de las desola-ciones y astucias del enemigo, y así delas consolaciones; podrá platicarle lasreglas de la primera y segunda semana,que son para conocer varios espíritus,núm. [313-327] y [328-336].

[9] La nona es de advertir, cuando elque se ejercita anda en los ejercicios dela primera semana, si es persona que encosas espirituales no haya sido versado,y si es tentado grosera y abiertamente,así como mostrando impedimentos pa-ra ir adelante en servicio de Dios nues-tro Señor, como son trabajos, vergüen-za y temor por la honra del mundo, etc.;el que da los ejercicios no le platique lasreglas de varios espíritus de la primerasemana; porque cuanto le aprovecharánlas de la primera semana, le dañarán lasde la segunda, por ser materia más sutily más subida que podrá entender.

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[10] La décima: cuando el que da losejercicios siente al que los recibe, que esbatido y tentado debajo de especie debien, entonces es propio de platicarlesobre las reglas de la segunda semanaya dicha. Porque comúnmente, el ene-migo de natura humana tienta más de-bajo de especie de bien cuando la per-sona se ejercita en la vida iluminativa,que corresponde a los ejercicios de la se-gunda semana, y no tanto en la vida pur-gativa, que corresponde a los ejerciciosde la primera semana.

[11] La undécima: al que toma ejer-cicios en la primera semana, aprovechaque no sepa cosa alguna de lo que hade hacer en la segunda semana; masque ansí trabaje en la primera, para al-canzar la cosa que busca, como si en lasegunda ninguna buena esperase ha-llar.

[12] La duodécima: el que da losejercicios, al que los recibe ha de ad-vertir mucho, que como en cada uno delos cinco ejercicios o contemplaciones,que se harán cada día, ha de estar poruna hora, así procure siempre que el áni-mo quede harto en pensar que ha esta-do una entera hora en el ejercicio, y an-tes más que menos. Porque el enemigono poco suele procurar de hacer acortarla hora de la tal contemplación, medita-ción o oración.

[13] La terdécima: asimismo es deadvertir, que como en el tiempo de laconsolación es fácil y leve estar en lacontemplación la hora entera, así en eltiempo de la desolación es muy difícilcumplirla; por tanto, la persona que seejercita, por hacer contra la desolacióny vencer las tentaciones, debe siempreestar alguna cosa más de la hora cum-

plida; porque no sólo se avece a resistiral adversario, mas aún a derrocalle.

[14] La cuatuordécima: el que losda, si ve al que los recibe, que anda con-solado y con mucho hervor, debe pre-venir que no haga promesa ni voto al-guno inconsiderado y precipitado; ycuanto más le conociere de ligera con-dición, tanto más le debe prevenir yamonestar; porque dado que justamen-te puede mover uno a otro a tomar reli-gión, en la cual se entiende hacer votode obediencia, pobreza y castidad; y da-do que la buena obra que se hace convoto es más meritoria que la que se ha-ce sin él, mucho debe de mirar la propiacondición y subyecto, y cuánta ayuda oestorbo podrá hallar en cumplir la cosaque quisiese prometer.

[15] La décima quinta: el que da losejercicios no debe mover al que los re-cibe más a pobreza ni a promesa que asus contrarios, ni a un estado o modo devivir que a otro. Porque, dado que fue-ra de los ejercicios lícita y meritoria-mente podamos mover a todas perso-nas, que probablemente tengansubyecto, para elegir continencia, virgi-nidad, religión y toda manera de per-fección evangélica; tamen, en los talesejercicios espirituales, más convenientey mucho mejor es, buscando la divinavoluntad, que el mismo Criador y Señorse comunique a la su ánima devota,abrazándola en su amor y alabanza ydisponiéndola por la vía que mejor po-drá servirle adelante. De manera que elque los da no se decante ni se incline ala una parte ni a la otra; mas estando enmedio, como un peso, deje inmediateobrar al Criador con la criatura, y a lacriatura con su Criador y Señor.

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[16] La décima sexta: para lo cual,es a saber, para que el Criador y Señorobre más ciertamente en la su criatura,si por ventura la tal ánima está afectaday inclinada a una cosa desordenada-mente, muy conveniente es moverse,poniendo todas sus fuerzas, para veniral contrario de lo que está mal afectada;así como si está afectada para buscar yhaber un oficio o beneficio, no por el ho-nor y gloria de Dios nuestro Señor, nipor la salud espiritual de las ánimas,mas por sus propios provechos y intere-ses temporales, debe afectarse al con-trario, instando en oraciones y otrosejercicios espirituales, y pidiendo aDios nuestro Señor el contrario, es a sa-ber, que ni quiere el tal oficio o benefi-cio ni otra cosa alguna, si su divina ma-jestad, ordenando sus deseos, no lemudare su afección primera; de maneraque la causa de desear o tener una cosao otra sea sólo servicio, honra y gloriade la su divina majestad.

[17] La décima séptima: muchoaprovecha, el que da los ejercicios, noqueriendo pedir ni saber los propiospensamientos ni pecados del que los re-cibe, ser informado fielmente de las va-rias agitaciones y pensamientos, que losvarios espíritus le traen; porque, segúnel mayor o menor provecho, le puededar algunos espirituales ejercicios con-venientes y conformes a la necesidad dela tal ánima así agitada.

[18] La décima octava: según la dis-posición de las personas que quieren to-mar ejercicios espirituales, es a saber,según que tienen edad, letras o ingenio,se han de aplicar los tales ejercicios;porque no se den a quien es rudo, o depoca complexión, cosas que no pueda

descansadamente llevar y aprovecharsecon ellas. Asimismo, según que se qui-sieren disponer, se debe de dar a cadauno, porque más se pueda ayudar yaprovechar. Por tanto, al que se quiereayudar para se instruir y para llegar has-ta cierto grado de contentar a su ánima,se puede dar el examen particular [24-31], y después el examen general [32-43]; juntamente, por media hora a la ma-ñana, el modo de orar sobre losmandamientos, pecados mortales, etc.,[238], encomendándole también la con-fesión de sus pecados de ocho en ochodías, y si puede, tomar el sacramento dequince en quince, y si se afecta mejor deocho en ocho. Esta manera es más pro-pia para personas más rudas o sin letras,declarándoles cada mandamiento, y asíde los pecados mortales, preceptos de laIglesia, cinco sentidos, y obras de mise-ricordia. Asimismo, si el que da los ejer-cicios viere al que los recibe ser de po-co subyecto o de poca capacidadnatural, de quien no se espera muchofruto; más conveniente es darle algunosde estos ejercicios leves, hasta que seconfiese de sus pecados; y después, dán-dole algunos exámenes de conciencia yorden de confesar más a menudo que so-lía, para se conservar en lo que ha ga-nado, no proceder adelante en materiasde elección, ni en otros algunos ejerci-cios, que están fuera de la primera se-mana; mayormente cuando en otros sepuede hacer mayor provecho, faltandotiempo para todo.

[19] La decimonona: al que estuvie-re embarazado en cosas públicas o ne-gocios convenientes, si es letrado o in-genioso, tomando una hora y mediapara se ejercitar, platicándole para qué

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es el hombre criado, se le puede dar asi-mismo por espacio de media hora elexamen particular, y después el mismogeneral, y modo de confesar y tomar elsacramento, haciendo tres días cada ma-ñana por espacio de una hora la medita-ción del primer, segundo y tercero pe-cado [45-53]; después, otros tres días, ala misma hora la meditación del proce-so de los pecados [55-61]; después, porotros tres días, a la misma hora, haga delas penas que corresponden a los peca-dos [65-72]; dándole en todas tres me-ditaciones las diez adiciones [73-90],llevando el mismo discurso por los mis-terios de Cristo nuestro Señor, que ade-lante y a la larga en los mismos ejerci-cios se declara.

[20] La vigésima: al que es más des-embarazado y que en todo lo posible de-sea aprovechar, dénsele todos los ejer-cicios espirituales por la misma ordenque proceden; en los cuales, por vía or-denada, tanto más se aprovechará, cuan-to más se apartare de todos amigos y co-nocidos y de toda solicitud terrena; asícomo mudándose de la casa donde mo-

raba, y tomando otra casa o cámara, pa-ra habitar en ella cuanto más secreta-mente pudiere; de manera que en su ma-no sea ir cada día a misa y a vísperas,sin temor que sus conocidos le haganimpedimiento. Del cual apartamiento sesiguen tres provechos principales, entreotros muchos: el primero es que, enapartarse hombre de muchos amigos yconocidos y, asimismo, de muchos ne-gocios no bien ordenados, por servir yalabar a Dios nuestro Señor, no pocomerece delante su divina majestad; elsegundo, estando así apartado, no te-niendo el entendimiento partido en mu-chas cosas, mas poniendo todo el cui-dado en sola una, es a saber, en servir asu Criador, y aprovechar a su propia áni-ma, usa de sus potencias naturales máslibremente, para buscar con diligencialo que tanto desea; el tercero, cuantomás nuestra ánima se halla sola y apar-tada, se hace más apta para se acercar yllegar a su Criador y Señor; y cuantomás así se allega, más se dispone pararecibir gracias y dones de la su divina ysuma bondad.

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[21] EJERCICIOS ESPIRITUALES PARA VENCER A SÍ MISMO YORDENAR SU VIDA, SIN DETERMINARSE POR AFECCION ALGUNAQUE DESORDENADA SEA

PROSUPUESTO[22] Para que así el que da los ejer-

cicios espirituales, como el que los re-cibe, más se ayuden y se aprovechen: seha de presuponer que todo buen cristia-no ha de ser más pronto a salvar la pro-

posición del próximo, que a condenar-la; y si no la puede salvar, inquiera có-mo la entiende; y, si mal la entiende, co-rríjale con amor; y si no basta, busquetodos los medios convenientes para que,bien entendiéndola, se salve.

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1. De aquí en adelante abreviaremos EjerciciosEspirituales por EE.

2. «Ejercicios Espirituales para la “civilización delamor”», en Juan Manuel GARCÍA-LOMAS

(Ed.), Ejercicios Espirituales y mundo de hoy.Congreso Internacional de Ejercicios, Loyola,20-26 setembre de 1991, Bilbao-Santander,Mensajero-Sal Terrae, 1993, pàg. 299-309. Lacita, en la pág. 308.

3. H. BACHT, Die frühmonastischen Grundlagenignatianischer Frömmigkeit, a: Ignatius vonLoyola. Seine geistliche Gestalt und seinVermächtnis (1556-1956), Würzburg, 1956,pág. 259-260. Sobre este mismo tema puedeconsultarse la obra de Javier Melloni citada enlas primeras páginas del presente estudio: J.MELLONI, La Mistagogía de los Ejercicios,Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae,2001, Colección Manresa.

4. «Directorio autógrafo de San Ignacio, nº 15», enLos Directorios de Ejercicios 1540-1599,Traducción, notas y estudio por Miguel LOP

SEBASTIÀ sj., Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, 2000, pág. 21.

5. Según Ignacio, “aprovecha no poco, así parainterrumpir los ejercicios mentales, que nopueden continuarse cómodamente, como parael provecho en la humildad, a que ayuda lahumillación, que cada cual, aun el que estáacostumbrado a vivir delicadamente y a ser-virse de muchos criados, barra su aposento ylo riegue, si es preciso, y componga la cama,y finalmente se ocupe en todos aquellosmenesteres, que suelen hacerse por medio decriados” («Directorio procedente de S.

Ignacio, nº 16», en Los Directorios…, pág.27).

6. Este es el sentido del “elogio sepulcral”, publi-cado en Amberes en 1640: «Non coercerimaximo, contineri tamen a minimo divinumest».

7. Achille Gagliardi sostenía que los actos de nues-tras potencias naturales ya estaban animadospor la gracia: “Además de los actos de nues-tras tres potencias hay otros mucho más ele-vados que vienen de lo alto, mientras que losprimeros provienen de nuestras facultadesayudadas por la gracia divina…» (Comentariiseu explanationes in Exercitia spiritualiaSancti Patris Ignatii de Loyola, Brugis, 1882,pág. 24-25).

8. Una tradición antigua, contemporánea deIgnacio, desarrolló a partir de esta preponde-rancia del "corazón" una theologia cordis. Sumáximo representante es Jerónimo Nadal.

9. MELLONI, La Mistagogía..., pág. 73. Para el aná-lisis de la afectividad en los EE, es muy clari-ficador el estudio de Melloni, pág. 71-80.Desde una perspectiva clásica y escolástica, esimportante la aportación de J. CALVERAS, Laafectividad y el corazón según Santo Tomás,Barcelona, 1950.

10. Recordemos las lágrimas “de compasión delpobre” que derramó Iñigo cuando vio quemaltrataban al pobre a quien había dado suvalioso vestido de caballero. Aquel dolor erasin duda un sufrimiento que nacía del amor yque, por tanto, tenía un componente positivo,al estilo de las lágrimas por la contemplaciónde la pasión (véase: Autobiografia, núm. 18).

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NOTAS

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11. Citado por W. B. BARRY, Dejar que el Creadorse comunique con la criatura, Bilbao, Descléede Brouwer, 199, pág. 17.

12. Tratados sobre el evangelio de Juan, 26:4.13. Citado por san Francisco de Sales en Tratado

del Amor de Dios, I, 10.14. «Si al que da los EE pareciere que para su

mayor fruto espiritual será bien que vaya decuando en cuando alguno de los hermanos osacerdotes a visitar, lo podrá hacer, pero nin-guno de fuera no, si no fuere cosa inexcusa-ble» («Directorio dictado al P. Vitoria, nº 8»,en Directorios…, pág. 31).

15. Puede verse una serie de reflexiones y suge-rencias todavía hoy inspiradoras en PedroARRUPE, «Notas sobre el modo de dar losEjercicios hoy», en La identidad del jesuita ennuestros tiempos, Santander, Sal Terrae, 1981,pág. 231-236.

16. Sobre este tema, puede leerse: J. MAGAÑA,«Actualizarse y ubicarse. Tarea de losEjercicios ignacianos», Manresa, 53 (1982),pág. 365 y 368-369.

17. A este "prosupuesto" subyace una larga y amar-ga experiencia de Ignacio, objeto de sospechapor parte de las autoridades (véase:Autobiografía, pág. 58-62, 65-70, 77-78, 82,93, 98) o por parte de los mismos ejercitantes(véase: Autobiografía, pág. 92). Hoy día,como he expuesto más arriba, este texto esmás bien una invitación a vivir el diálogo pro-pio de los ejercicios cómo una verdaderaexperiencia espiritual.

18. Véase lo que se dice sobre la hora más oportu-na de realizar la visita al ejercitante, en«Directorio dictado al P. Vitoria, nº 16», enLos Directorios…, pág. 33. También,Estanislau DE BALANZÓ, La entrevista pastoralen los Ejercicios, Barcelona, Cristianisme iJustícia, EIDES, colección Ayudar, núm. 7.

19. «Directorio autógrafo de san Ignacio, nº 4», enLos Directorios…, pág. 19.

20. «Tercer proceso de Alcalá», en J. CALVERAS,Ejercicios Espirituales. Directorio y documen-tos de San Ignacio, Barcelona, Balmes, 659.

21. Véase: Jaime ROIG, La soledad, Barcelona,Cristianisme i Justícia, EIDES, colecciónAyudar, núm. 25; y J. Ll. CORRONS, Como ycuando conviene hacer el mes de ejercicios,Barcelona, Cristianisme i Justícia, EIDES,colección Ayudar, núm. 33.

22. «Directorio autógrafo de san Ignacio, nº 13»,en Los Directorios…, pág. 20. Véase también«Directorio dictado al P. Vitoria, nº 20», enLos Directorios…, pág. 34-35.

23. E. HERNÁNDEZ, «La manera tercera de ejerci-cios completos, según S. Ignacio», Manresa,18 (1946), pág. 101-132. Hernández conside-ra que se dan cuatro maneras de hacer los EE:el mes en retiro, el mes en la vida ordinaria, elmes en etapas y el mes en tanda. Basándose enla práctica antigua de los EjerciciosEspirituales, piensa que la tercera maneradebería extenderse a distintas situacionesactuales como, por ejemplo, a seminaristas uordenandos.

24. Véase J. RAMBLA, Ejercicios en la vida ordina-ria, Barcelona, Cristianisme i Justícia,EIDES, colección Ayudar, núm. 4.

25. Véase F. RIERA, Ejercicios en la Vida Ordi-naria para comunidades de laicos, Santander,Sal Terrae, 1990; el mismo autor hace una pre-sentación resumida de esta obra en Ejerciciosen la vida ordinaria para comunidades popu-lares Barcelona, Cristianisme i Justícia,EIDES, colección Ayudar, núm. 11.

26. Sobre el arraigo de Ignacio en la tradición espi-ritual cristiana anterior se trata en la excelenteobra de Javier Melloni citada al comienzo deestas páginas.

27. Desde una perspectiva teológica, véanse estosexcelentes estudios: Víctor CODINA, «Clavespara una hermenéutica de los Ejercicios»,Manresa, 48 (1976), pág. 51-72 y 141-150. Laprimera parte de este estudio se publicó poste-riormente en la colección Ayudar (EIDES),núm. 12; Ferran MANRESA, «Andando siemprea buscar lo que quiero», Barcelona,Cristianisme i Justícia, EIDES, colecciónAyudar, núm. 5.

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