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21/04/12 1 Grover Pango Vildoso LA EDUCACIÓN Y LOS VALORES EN LA HISTORIA DE UN PUEBLO Tacna, 2007

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Grover Pango Vildoso

LA EDUCACIÓN Y LOS VALORES

EN LA HISTORIA DE UN PUEBLO

Tacna, 2007

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Prólogo a la primera edición: Luis Jaime Cisneros V.

Prólogo a la segunda edición: Fredy Gambetta Uría.

Nota de Introducción

Cap. 1. Esbozo de una historia local

Cap. 2. Las bases económico-productivas

Cap. 3. El proceso formativo de una conciencia

Cap. 4. Se educa no sólo desde la escuela

Cap. 5. Los valores en la lección de la historia

Bibliografía

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P R Ó L O G O de Luis Jaime Cisneros Vizquerra

El libro cuya lectura inauguramos corona una certeza afincada en el corazón de los peruanos. Sabíamos desde la cuna que Tacna era una ciudad heroica, y vinculábamos esa realidad con hechos de la guerra. Grover Pango nos brinda ahora ocasión para reiterar, y profundizar, esa certidumbre. Y es que Tacna vigila y reafirma nuestra peruanidad desde horas más remotas. Pango las estudia y nos revela la vieja deuda contraída; acude a las fuentes para explicarnos, con el orgullo característico de sus coterráneos, cómo el hogar ha sido en esa tierra escuela de libertad y de civismo, donde el sentimiento patrio fue acunando en los corazones ese espontáneo y glorioso amor que, en la hora de la tormenta, nos muestra decididos a ser peruanos para siempre. Interesa (y mucho) celebrar que Pango, que ha sido Ministro de Educación, haya elegido el tema pedagógico para mostrar a la escuela como forjadora de valores cívicos. Jorge Basadre (tacneño ilustre) nos alertó al respecto: en la escuela se forja el verdadero sentimiento patrio, que es ajeno a los desfiles, a las definiciones y a las arengas de oropel. La escuela es el primer campo de batalla donde aprendemos a defender a la patria de la improvisación, de la ignorancia y el escándalo, de la mentira y la corrupción. Esa arma es la moral. El colegio es escuela de ética y nos prepara para ser ciudadanos responsables. Pero la escuela de que habla Pango no sólo es el lugar físico, de quincha o de concreto, donde el maestro imparte su lección hebdomadaria. Los hombres públicos, con sus actos y palabras, robustecen y completan la tarea escolar y hacen escuela política. Por eso Pango pone de relieve lo que significó para la educación y la cultura la obra de Manuel de Mendiburu como prefecto de Tacna. Por eso nos habla de González Vigil, y más tarde nos revela el papel que la iglesia y el periodismo lograron desempeñar en horas aciagas para el país. Y es así como vamos adquiriendo la convicción de que los dos grandes valores que explican la actitud cívica de los tacneños han sido el aprecio por la libertad y la conciencia democrática. La escuela (respaldada ciertamente por una buena prensa activa) ha sabido ser, a lo largo de su convulsa historia, heraldo singular de tales valores. Este libro, sencillo en su forma pero valioso en contenido, constituye ciertamente una reflexión sobre lo que significan los principios como provechosa lección que la historia brinda, lo que representan como objetivo fundamental de la enseñanza, lo que de ellos pueden esperar las generaciones venideras. La cargada nube de sombras que hoy preside nuestra vida nacional

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es consecuencia de haber perdido, deteriorado y olvidado lo que los valores significan como elemento esencial de la peruanidad. Grover Pango convoca a meditar sobre esto. Si la escuela nos ayuda a rescatar los perdidos valores, y a entronizarlos en las almas juveniles nuevamente, podemos afirmar, sin ánimo de duda, que el porvenir del Perú está asegurado en el camino de la justicia, la democracia y la verdad. Entonces diremos y comprobaremos que “le jour de gloire est arrivé”.

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INTRODUCCIÓN Los valores existieron desde que el hombre tuvo una percepción clara de las antinomias bien-mal, justo-injusto, libertad-sometimiento, paz-violencia, y optó frente a ellas. La educación se ha encargado de incorporarlas a su esencialidad ética, porque la educación es bastante más que un proceso por el cual el ser humano adquiere conocimientos o competencias. La educación verdadera debe buscar la formación de personas con todo aquello que ello implique. Fundamentalmente debe intentar la búsqueda de los mecanismos precisos para que cada individuo adquiera una noción muy clara de sí mismo, de sus potencialidades, del rol que decidiera jugar en la sociedad a que pertenece. Debe buscar la construcción de un hombre que se desarrolle como tal y ejerza las capacidades de aprender, crear, producir, transformar, transferir, disfrutar y reponer. En suma, un protagonista en la historia de la humanidad. Esta trascendente tarea de la educación está encargada en sus aspectos pedagógicos y didácticos a la escuela, pero es bastante claro que ello es sólo una parte, imprescindible sin duda, del proceso educativo al servicio de cada hombre. Especialmente cuando la humanidad traspone los umbrales del tercer mileno, los actores educativos son muchos más que la familia y los maestros. Educa también el entorno social inmediato; educa la institucionalidad existente en un país; educan los medios informativos y de opinión. Todo lo que ocurre alrededor del hombre tiene un componente educativo, tiene un impacto y una incidencia sobre la forma de pensar y sentir en la persona humana. Es evidente que es todo esto lo que repercute en el universo de valores que cada persona posee. La humanidad ha tornado la vista y la ha fijado en el tema de los valores porque es consciente de las amenazan que penden sobre ella misma si los grandes descubrimientos que se alcanzan carecieran de una médula ética. El hombre puede ser víctima de sus propia genialidad si ésta no tuviera muy clara el sentido de su utilidad. En un mundo en que lo único cierto es que existe la incertidumbre, bien haremos los hombres en dotar a nuestros actos de los valores que nos conduzcan a una convivencia digna y solidaria. Por el interés que este tema suscita, hemos querido acudir a la realidad para encontrar en ella algunos testimonios que nos muestren cuánto importan los valores. Los valores son muy necesarios hoy pero existieron siempre. En base a ello nos hemos propuesto con el presente trabajo reflexionar sobre cómo se forjaron y qué significaron los valores para el pueblo de Tacna cuando el destino lo expuso a un largo secuestro de casi cincuenta años desde 1880 hasta 1929, sometido a la administración de otro país pero ejemplarmente tenaz en su convicción peruanista. Con el apoyo de la historia se podrá ensayar algunas respuestas.

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1. ESBOZO DE UNA HISTORIA LOCAL Para intentar una explicación respecto de las fuentes educativas de las que se ha nutrido el pueblo de Tacna y que le han dado un carácter especial, es preciso disponer con frecuencia de la historia como un telón de fondo que ayude a ubicar las reflexiones que aquí se intentan. Resulta por ello indispensable advertir que, como probablemente ocurra en otros casos, la historia local tacneña no tiene plena coincidencia con la historia nacional en cuanto a la división de sus épocas o etapas, especialmente en la republicana. Los acontecimientos derivados de la guerra del Pacífico hacia fines del siglo XIX, significaron para la región sur del Perú cambios sustanciales en su devenir histórico. Tarapacá y Arica se perdieron para siempre. Tacna permaneció medio siglo bajo la administración chilena, y ese lapso constituye un fenómeno que fractura la continuidad de su existencia integrada al Perú. El “aprendizaje histórico” de Tacna fue diferente. En la voluntad de trazar de una manera no convencional el tiempo histórico de Tacna, esta primera parte del trabajo propone una muy sencilla división epocal que pudiera ayudar a seguir mejor las reflexiones que se intentan hacer. Una primera época es denominada De la antigüedad hasta las luchas por la independencia y pretende bocetar el desarrollo de la colectividad desde su pasado más remoto y, pasando por la presencia española, encontrar los primeros atisbos de una identidad que se expresa en la rebeldía y la libertad. En Siglo XIX: la república inestable, la prosperidad y la guerra se aborda el inicio de la vida republicana, la influencia del pensamiento de Vigil y el aporte de Mendiburu, algunos grandes desastres (terremotos y epidemias) y la existencia de personalidades e instituciones paradigmáticas, hasta la angustiosa realidad de la guerra. Con Medio siglo de cautiverio y resistencia: 1880-1929 se asiste a la comprobación de lo que es capaz un pueblo cuando tiene bases tan sólidas que le impiden sucumbir ante una larga y muchas veces cruel dominación. Es la ocasión en que se da testimonio de lo que era una sólida formación en valores puestos a prueba. El cuarto momento está titulado De nuevo en el seno del Perú: 28 de agosto de 1929 es solamente una referencia a la fecha símbolo de un retorno largamente ansiado. Lo que vino después de esa efemérides ya escapa a la intención de este trabajo.

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De la antigüedad hasta las luchas por la independencia DE ERRANTES A SEDENTARIOS Los primeros seres humanos que recorrieron hace diez mil años los territorios que hoy pertenecen al departamento de Tacna han debido ser los “hombres de Toquepala”. Han dejado las huellas de su paso y actividades en las cuevas que le han dado tal nombre. Las pinturas que allí han quedado, pictografías las llaman los especialistas, junto a un manejo delicado de los colores trasmiten mensajes que combinan lo descriptivo y lo mágico. Miles de años después y ya propiamente en las partes altas del valle del Caplina, los hombres que recorren la zona dejarán sobre las piedras los testimonios de su tránsito. Los petroglifos de Miculla son 313 grabados sobre las caras llanas de las rocas, que informan sobre muy diversos motivos que aquellos caminantes dejaban a su paso. (1) Los testimonios de tumbas y ceramios parecen indicar que entre los siglos X y XII de nuestra era ya había gente que, por lo menos temporalmente, se ubicaba a orillas del Caplina. (2) El primigenio pueblo de Tacna debió estar compuesto por un puñado de indígenas provenientes del Collao que de manera estable se ubicó en el valle a mediados del siglo XV cuando gobernaba Pachacútec, y que sería absorbido por el Tawantinsuyo hacia 1470 por la obra conquistadora de Túpac Inca Yupanqui. (3) Debía gobernar en Tacna el cacique Istaca. Los primeros “tacneños” no sabrían nada de la llegada de los españoles, ni de su aparición por Piura, ni la muerte de Atahualpa, ni la fundación de Lima. Tal vez los chasquis les hubieron dado noticia de la existencia “de “wiracochas”, hombres blancos, barbados, encaramados en bellas y ágiles bestias y dominadores del trueno”; pero los “tacneños” los vieron por primera vez en el año de 1536, en procura de agua fresca, comida y descanso. EL NOMBRE DE UN PUEBLO Lo que es “Tacna” casi seguramente era antes “tákana”. Al sonido que hoy tiene debió conducirla un proceso fonético por el cual, tratándose de una palabra esdrújula, la fuerza de la antepenúltima sílaba opacó el sonido de la penúltima sílaba, del mismo modo que la voz “chácara” devino en “chacra”. No existe claridad sobre el significado de la palabra. Tradicionalmente se decía que en la lengua aimara “tákana” significa “golpear”, pero ello nada explica ni resuelve. Para algunos estudiosos “takana” es una voz keswua o quechua que quiere decir “lugar cultivado en eras de suave gradería” (4). Para otros parece ser un sub-grupo étnico que ocupaba un espacio determinado, proveniente de un grupo mayor llamado Lupaca. (5)

1 AYCA, Oscar; “El arte rupestre de Miculla”; citado por Cavagnaro en “Materiales 1”; pág. 45.

2 CAVAGNARO, Luis; “Materiales 1”; pág. 73.

3 CAVAGNARO ORELLANA , Luis ; “Materiales para la Historia de Tacna. Cultura Autóctona”; Tomo

I; Tacna, 1986; p. 88. 4 Tesis de Carlos Auza Arce, citada por Fortunato Zora Carvajal; “Zela...”; pág. 10.

5 CAVAGNARO, Luis; “Materiales 1”; pág. 122. El autor refiere algunas hipótesis.

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El valle del Caplina era breve y angosto, ubicado entre los cerros Arunta e Intiorko. El río era pequeño y escaso de aguas, tanto que no tiene desembocadura en el mar. Su tarea irrigadora se cumple entre los sembríos que rodean la ciudad. Así es hoy y así fue siempre. No obstante sus limitaciones, el valle de Tacna era y es fecundo y generoso. La tierra, el agua y el hombre han creado allí un microcosmos equilibrado merced a la sabiduría de los más viejos, quienes encontraron los mecanismos más adecuados para vivir allí en tierra buena, poca agua y clima grato. PUEBLOS QUE SE ENCUENTRAN Tacna se verá incorporada a la memoria de los conquistadores españoles por efecto de la expedición de Almagro a Chile. La ruta usada por los españoles que salieron del Cusco iba por el altiplano y lo que es hoy el nor-oeste argentino (6), cruzaba la cordillera y luego descendía a la provincia de Copiapó. En ese itinerario no estuvo Tacna. Fue por mar que los almagristas llegaron a las costas tacneñas, primero a bordo de un pequeño navío al que llamaban “Santiaguillo”, que llevaba refuerzo y vituallas para los expedicionarios en el sur, y donde viajaba Diego de Almagro, el Mozo. Entre abril y mayo de 1536 debieron anclar en algún paraje costero para abastecerse, y recibieron el feroz ataque de los lugareños que, pese a no ser muchos, les produjeron algunas muertes y los forzaron a zarpar, para dar cuenta de la existencia de un pueblo bravío . Juan José Vega encuentra en estos acontecimientos las primeras manifestaciones de heroicidad de los aborígenes tacneños. (7) A los pocos meses, en diciembre de 1536, el “Sanct Pedro” iba hacia el sur y por las mismas razones que el “Santiaguillo” se detuvo en algún lugar de las costas tacneñas que podría no ser el mismo de la vez anterior, y recibir el ataque tanto desde tierra como desde frágiles balsas de cuero de lobo, impidiéndoles huir. En tales circunstancias, y para fortuna de los acosados, el capitán Juan de Saavedra con treinta hombres de a caballo llegaba desde el sur y pudo liberar a los aventureros y perseguir a los aborígenes que se adentraron por la costa, a muchos de los cuales pudo capturar y torturar. (8) Unos cuantos días después debió llegar a Tacna Diego de Almagro, el Viejo, que retornaba de sus peripecias en Chile, y en el pueblo permaneció ocho días, recogiendo alimentos e información, y estableciendo de alguna manera no muy precisa, pero sin duda áspera, una primera vinculación con el curaca Istaca que allí gobernaba.(9) Tal vez pasaron en Tacna la Pascua de Navidad de ese año y comenzando 1537 debieron marchar hacia Arequipa con destino al Cusco. Aparte de aquel enfrentamiento que tuvieron los naturales con los navegantes españoles ya referidos, los años posteriores presentan a un pueblo que crece y se desarrolla sin mayores sobresaltos. PRECURSORES INTELECTUALES

6 CAVAGNARO, Luis; “Materiales 2”; pág. 8.

7 Citado por CAVAGNARO, LUIS; “Materiales 2”; pág. 13

8 CAVAGNARO, LUIS; “Materiales 2”; pág. 16.

9 CAVAGNARO, LUIS; “Materiales 2”; pág. 18-19.

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Sin embargo en el siglo XVIII surgirán figuras notables que señalan la pauta de la cultura y el espíritu libre de los tacneños. Entre ellos Juan José Segovia, eximio jurista defensor de indios y pobres, que llegó a Rector de la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca, víctima de las envidias de los hispanistas a quienes logró derrotar. Y también Ignacio de Castro, sacerdote de excepcional inteligencia que laboró en el Cusco, perteneció a la Sociedad Amantes del País y colaboró en el Mercurio Peruano, simpatizante de la revolución de Túpac Amaru, a quien Carlos Daniel Valcárcel ha rescatado en sus investigaciones (10). ECOS DE LAS INSURRECCIONES ALTOANDINAS DE 1780 Y 1781 Las asonadas de Túpac Amaru y Túpac Catari al finalizar el siglo XVIII fueron acontecimientos que estremecieron la tranquilidad de Tacna. Las noticias de las insurgencias de Tungasuca y La Paz removieron a los pobladores del cacicazgo de Tarata. Hubo movimientos entre la población andina en las cabeceras de los valles que en algún momento amenazaron con avanzar hacia la ciudad, como que algunos relatos históricos refieren que se aproximaron hasta Pachía, que queda a pocos kilómetros de la ciudad (11). Presumiblemente la ausencia de abusos por parte de los españoles con los naturales de Tacna hizo que la revuelta no alcanzase niveles de violencia. EL MOVIMIENTO PRECURSOR DE LA ZELA Y LOS ARA La insurrección de Francisco Antonio de Zela (12) en Tacna la noche del 20 de junio de 1811 es bastante conocida. Zela era un funcionario del virreinato que se rebelaba contra la corona en abierta simpatía con la causa americana que desde la Argentina enarbolaba el abogado Juan José Castelli. No sólo es la acción de armas la que importa recordar y elogiar. Lo es también la participación de los indígenas tacneños encabezados por José Rosa Ara, hijo del cacique Toribio Ara y secretario del jefe rebelde, a la que se debe añadir la presencia de otro personaje ilustre de la zona, el cacique tarateño Ramón Copaja. En la presencia unitaria de los descendientes de españoles y los indígenas se aprecia el símbolo de un mestizaje democrático que se proclama como un derrotero hacia la identidad de los tacneños. Para mejor comprensión del hecho debe saberse que las familias de los Zela y los Ara estaban emparentadas por los lazos del compadrazgo y que el propio Francisco Antonio tenía hijos y familia tacneños. Es cierto que pocos días duró la rebelión de Zela y los caciques del lugar. Castelli había sido derrotado en Guaqui y la asonada tacneña quedó desamparada también por la renuencia de otros departamentos peruanos que inicialmente ofrecieron su respaldo. Parece ser que la derrota afectó mucho a un Zela bastante enfermo, sobre quien cayó todo el peso de la represalia española que él decidió aceptar sin comprometer a sus compañeros. En octubre de ese año lo llevaron a Lima, lo juzgaron y marchó al destierro y luego a la muerte en una oscura prisión de Panamá. Algunos dicen que allí murió en 1819 (13). Otros indican que el 28 de julio de 1821 (14). Vaya coincidencia.

10

VALCÁRCEL, Carlos D.; “Ignacio de Castro, humanista tacneño y gran cuzqueñista. 1732-1792”;

1953. 11

RUEDA, Nilo; “Historia del Departamento de Tacna”; Tacna, 1982; pág. 46. 12

Francisco Antonio de Zela y Arizaga. Lima 1768 – Chagres (Panamá) 1819 ó 1821. 13

Alberto Tauro dice 1819, sin mayores precisiones (“Enciclopedia Ilustrada”, T.5, pág. 2318) 14

CÚNEO-VIDAL; “.... Insurrecciones de Tacna ...”; p.

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El ánimo libertario de los tacneños no se detuvo con la derrota de Zela y sus conjurados. En la segunda década del siglo XIX ya corría por América la onda gigantesca e irrefrenable de la libertad. Los esfuerzos hispanos por controlar la situación en sus colonias era grande, y en ese marco debe verse la disposición de elegir el primer Ayuntamiento en Tacna al amparo de la Constitución de 1812 y bajo el reinado de Fernando VII. Alcalde Primero de ese primer gobierno local fue el ilustre vecino Manuel Calderón de la Barca, electo en julio de 1813. Muy poco duró este ayuntamiento porque Calderón de la Barca se levantó en armas acompañando a los hermanos Paillardelle en octubre y debió huir luego de la derrota. En enero del año siguiente Rafael Gavino de Barrios era elegido nuevo Alcalde del Ayuntamiento Constitucional. LA REBELIÓN DE LOS PAILLARDELLE Los Paillardelle y Sagardia era franceses de nacimiento pero españoles por la patria materna y por una decisión familiar. Eran tres hermanos: Juan Francisco, Antonio y Enrique que llegaron por Tacna en una fecha imprecisa. Encabezados por el menor y más audaz, Enrique, pronto entraron en coincidencias con los tacneños que hacía poco tiempo habían visto fracasar la rebelión de Zela y que se incorporaron nuevamente a la aventura insurreccional. Fue apenas un pretexto el injusto nombramiento de una autoridad española para iniciar una revuelta el día 3 de octubre de 1813. Ya las coordinaciones estaban hechas de nuevo con los rebeldes argentinos, que esta vez estaban encabezaba el General Manuel Belgrano a nombre de la “Junta Suprema de Buenos Aires”. Belgrano, como antes Castelli, fue derrotado por las tropas realistas. Enrique Paillardelle debió sobreponerse al percance y continuar con la febril esperanza de la libertad. Como antes Zela, Paillardelle quedó huérfano de apoyo de los pueblos vecinos de Tacna y tuvo que enfrentarse a los realistas en Camiara, al norte de Tacna. Allí flameó brevemente la bandera blanquiazul de la “Junta Suprema de Buenos Aires”. Paillardelle debió huir a Bolivia y varios de sus compañeros, muchos de ellos reincidentes de la revolución de 1811, soportaron la prisión y el destierro. (15) Su vida de rebelde americanista acabó de un modo extraño y legendario, fusilado en Buenos Aires luego del triunfo de José Artigas sobre Carlos de Alvear, en 1815.(16)

Siglo XIX: la República inestable, la prosperidad y la guerra. Cuando ya se acercaba inexorablemente la hora de la independencia, pasó por Tacna un enviado especial del Libertador San Martín. Era moqueguano, se apellidaba Landa Vizcarra y hasta hoy se ignora su nombre. Debía informar sobre la disposición de los pobladores para con la causa libertaria. No le fue difícil encontrar apoyo en los tacneños que estratégicamente fue buscando y comprometiendo. “En una palabra en todo Tacna, hombres, mujeres, niños, y aún me avanzo a decir que en lo que producen sus tierras, hay patriotismo firme y entusiasmo más que formal” le comunicaba al Libertador en un párrafo que sintetizaba su informe. Allí lo decía todo. (17)

15

RUEDA; Nilo; “Historia del departamento de Tacna”; págs. 55 a 65. 16

Enrique Paillardelle, Marsella (Francia) 1785 – Buenos Aires 1815. CÚNEO-VIDAL anota su

nacimiento en “...Insurrecciones de Tacna ...”; págs. 186 y 233. / TAURO completa los datos de Cúneo -

Vidal en “Enciclopedia Ilustrada”; T. 4; pág. 1512. 17

CÚNEO-VIDAL; “... Insurrecciones de Tacna ...”; pág. 265.

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Su concurso a la realización de la independencia tuvo otras manifestaciones previas y posteriores a 1821(18), como aquella del 25 de diciembre de 1824 después de la victoria de Ayacucho, cuando el pueblo de Tacna fue reunido y en solemne te-deum (19) para “celebrar el juramento sagrado y solemne que hemos hechos de ser independientes” , según las frases de un párroco (20) que según parece había tenido antes claras inclinaciones realistas. Para memoria y orgullo tacneño, regresando de su visita a la naciente Bolivia pasó por la pequeña ciudad el Libertador Simón Bolívar a fines de enero de 1826. El pueblo lo aclamó y la familia Stevenson, en cuya casa debió hospedarse, le hizo entrega de los 4 tomos de “El Quijote”. En octubre regresó la obra a sus dueños con un texto manuscrito de Bolívar , que casi en redacción de decreto la consideraba “digna de lectura de todos los habitantes del Perú.” (21) El primer reconocimiento a los méritos de Tacna corrió a cargo del Presidente José de La Mar, quien luego de elevarla a la condición de “Villa”, el 26 de mayo de 1828 le otorgó el título de “Heroica Ciudad” por sus servicios a la causa de la Independencia y por ser el primer pueblo en que resonó el grito de libertad. (22) VIGIL: EL MÁS ALTO PARADIGMA La anarquía de los primeros años de la República tuvo sus inevitables resonancias en todos los pueblos del sur del Perú, que por aquellos años se extendía hasta Tarapacá. Largo fue aquel período de grandes inestabilidades. Sin embargo, entre las brumas de un país confuso y desarticulado, en Tacna empezó a surgir la figura de Francisco de Paula González Vigil, sacerdote díscolo a quien su pueblo confió repetidamente su representación parlamentaria (23), mientras él más se alejaba de las rigideces eclesiásticas. Vigil no había mostrado mayor interés por los asuntos públicos y ni las revoluciones tacneñas de 1811 y 1813 parece que le atrajeron mayormente. Pero, aunque observador ajeno o desavisado, Vigil logró advertir las transformaciones que en el Perú se producían o se avizoraban. “Después de conseguida la Independencia, nuevo teatro, nuevas ideas me iban transformando poco a poco. Mi espíritu recorría otros espacios; dejé en libertad mi razón, este inapreciable don de Dios; pensé y ví, medité, me desengañé, y no quise apagar la luz que a muchos servirá” (24) dice en algún momento, explicando su reorientación. Desde se primera elección como parlamentario en 1826, Vigil se erigirá como el conductor ideológico, espiritual, cívico y moral del pueblo de Tacna. Un hombre como Vigil, tan caritativo e indulgente con los humildes, podía ser altanero e intransigente con los poderosos incluyendo naturalmente a los poderosos en política. Por ello no tuvo reparo en enfrentarse a Gamarra como tampoco a Castilla, tan tacneñista él, años después. Por su ascendrado peruanismo supo vislumbrar los riesgos de la Confederación Perú-boliviana y oponerse firmemente a las pretensiones anexionistas del Mariscal Santa Cruz. (25)

18

RUEDA; Nilo; Historia de Tacna”; pp. 70 a 75. 19

RUEDA; Nilo; Historia de Tacna”; p. 74, (Ref: CUNEO-VIDAL ;“Insurrecciones”; p. 281) 20

J. José Bustamante de la Fuente. 21

RUEDA; Nilo; Historia de Tacna”; p. 76. 22

RUEDA; Nilo; Historia de Tacna”; p. 96. 23

1826 -1827; 1828; 1832; 1833-1834; 1851; 1853; 1855-1857. (TAURO; “Enciclopedia 6”; p. 2235) 24

Citado por González Marín en “Vig il”; págs. 65-66 y 73. 25

En 1832 contra Gamarra. Contra Castilla por Decreto del 11 de ju lio de 1859 (v. “Vig il” de G. Marín;

p. 170-171). Contra Santa Cruz en 1836-37. (N.del E.)

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El magisterio de ideas y valores de Vigil se explica algo más en “El proceso formativo de una conciencia”. OTROS PARADIGMAS DEL SIGLO XIX Aún en esos años republicanos conflictivos y difíciles hubo gente que contribuyó de modo destacado a consolidar y acrecentar formas elevadas de actuar y convivir. La contribución correspondió a gente local y de afuera, peruanos y extranjeros. Por el lado de los nacionales, alguna razón debió existir para que gente superior fuera asignada a Tacna para cumplir tareas, casi siempre gubernativas y castrenses, que con frecuencia eran las mismas. Por el lado de los extranjeros un lento proceso de instalación de gente laboriosa que traía un bagaje cultural cuyos frutos se verían más adelante. Al Comandante Camilo Carrillo diversos historiadores regionales lo distinguen como el “Benefactor de Tacna”, porque no sólo tuvo como jefe del Regimiento los “Dragones de Honor” a un cuerpo militar disciplinado, moral y cariñoso con la población tacneña, (26) sino porque el año 1833, cuando se hallaba alejándose de Tacna al frente de su ejército trasladado a Arequipa, un violento terremoto puso en ruinas al pueblo que quedaba a sus espaldas y retornó de inmediato a él para socorrerlo y animarlo. Cuando debió reiniciar su retiro, las gentes salieron a su encuentro. Un hombre entre ellas habló para deplorar el alejamiento de ”la benéfica y piadora sombra de un heroico jefe cuyos servicio y honradez habían ido más allá de lo posible” . (27) El que así decía era José Rosa Ara, el cacique compañero en la rebelión de Zela. A don Manuel de Mendiburu (28) le debe Tacna lo que podría considerarse el verdadero despegue de su progreso. La figura del coronel Mendiburu alcanza una dimensión paradigmática en el terreno de su eficiencia como autoridad. Fue Prefecto de Tacna entre 1839 y 1842. Desde el primer momento fueron sus preocupaciones la seguridad, el urbanismo y el ornato. Pero también se interesó por el mejoramiento de las condiciones para el regadío. Comprendió la importancia que tenían la dotación de buenos servicios para la población, entre ellos los Registros públicos, y privilegió la existencia de la información, la cultura y la educación. (29) Seguramente que la más alta contribución de Mendiburu a Tacna ha sido haber instalado la primera imprenta y haber hecho circular el primer periódico, el Mensajero de Tacna que el propio Mendiburu redactaba y cuyo primer número salió a luz el 1º de febrero de 1840, (30) causando en la ciudad la más agradable sensación y el contento general. (31) Es verdad que detrás de esta iniciativa estuvo una razón política, como la defensa de Gamarra y el enfrentamiento a Santa Cruz, pero es bastante común encontrar motivaciones concomitantes en los actos humanos. En medio de la anarquía, Mendiburu fue un singular ejemplo de serenidad, previsión y buen criterio. La conciencia que tuvo Mendiburu del

26

RUEDA, Nilo; “Historia de Tacna”; p. 96. 27

RUEDA, Nilo; “Historia de Tacna”; p. 97. (de “La Voz del Sur”; 5 agosto 1898) 28

Manuel de Mendiburu, Lima 1805-1885. 29

Reglamentó la Beneficencia y encargó la redacción del reglamento a Vigil, acérrimo enemigo de

Gamarra a quien Mendiburu era leal (Denegri; 25-26). Probó su honestidad en las elecciones de 1840,

cuando Gamarra perdió las elecciones en Moquegua, Tacna y Tarapacá. (Denegri; 26).

Resulta singular advertir que en diversos momentos debieron confluir Vig il, Sors y Mendiburu (N. del E.) 30

El “Mensajero de Tacna” alcanzó 126 números entre 1840 y el 3 de diciembre de 1841. (Ref:

CAVAGNARO, Luis; “Momentos en el periodismo...”; El Mensajero, Toquepala, 31 agosto 1977.) 31

Memorias de Mendiburu (cita de DENEGRI; “Mendiburu”; p. 24)

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valor de los acontecimientos que él había vivido y lo que había visto lo hicieron desarrollar una vasta producción historiográfica. Por todo ello Félix Denegri Luna lo ha considerado el “primer historiador peruano del siglo XIX” (32). Inclusive la siempre polémica figura del Mariscal Andrés de Santa Cruz atrajo el cariño de los tacneños por la deferencia con que trataba a su tierra, la que llegó a generar entre ellos la expectativa de ser Capital de la Confederación Perú-boliviana, ilusión pasajera que nació del olvido centralista y que sólo el genio de Vigil logró disipar para mantener firme la peruanidad de Tacna. “La proclividad de Tacna por Santa Cruz no era reciente. El descuido del Gobierno de Lima frente a los daños que causaron los terremotos de 1831 y 1833 en Tacna y Arica, llevaron a tal grado de exasperación a esas poblaciones [-...-] al extremo que los cabildos de dichas ciudades, más los que Moquegua y Locumba pidieron en actas públicas su incorporación a Bolivia” (33) Muy estrecha fue la vinculación que los tacneños tuvieron con el gran Mariscal Ramón Castilla, a quien sentían como propio toda vez que era tarapaqueño. (34) Desde que aquél estuvo en Tacna reponiéndose de la derrota de Ingavi (35) y fue urgido para que comandara a los voluntarios que repudiaban, cuándo no, la dictadura de Vivanco. Con la campaña que desde allí inició Castilla, llegó luego a la Presidencia peruana por primera vez. En diversos otros momentos la simpatía de Tacna por Castilla pudo evidenciarse, especialmente en el terreno bélico a favor siempre del tarapaqueño. Castilla intentó siempre retribuirla. Sin embargo existen otras vinculaciones que provienen de asuntos menos materiales, como por ejemplo la pleitesía que Castilla solía rendir a la Virgen del Rosario, Patrona de Tacna, a cuyo amparo se puso el guerrero una tarde de julio de 1843 y a la que elevó a la categoría de Mariscala de las Fuerzas de la Ley , en pública gratitud que los tacneños espectaron cuando las insignias que había dispuesto el gobernante le fueron impuestas a la sagrada efigie. (36) Incluso a la hora de la muerte Tacna estuvo cerca de Castilla. El gran tarapaqueño había muerto en las pampas de Tivilichi, reclamándole a su cansado cuerpo un poco más de vida para seguir sirviendo a su país. Expiró y tiempo después sus restos fueron llevados a Arica. Antes de embarcarlos definitivamente a Lima, el vicario de Tacna Sebastián Ramón Sors, despidió sus restos en encendido panegírico mientras 21 cañonazos estremecían el puerto. (37) LAS DESGRACIAS DEL SIGLO Y EL CURA SORS El siglo XIX también fue portador de tremendas desgracias para Tacna. Por un lado los diversos terremotos, luego la fiebre amarilla de 1869 y, la mayor de todas las desgracias, la guerra con Chile. Más de un sismo soportó Tacna a lo largo del siglo XIX. Se recordaba mucho el mortífero estallido del volcán Tutupaca en 1802. Otro menos grave se produjo en 1831. El más

32

DENEGRI LUNA, Félix ; “Mendiburu”; p. 70 33

Citado por DENEGRI LUNA; “Mendiburu”; p. 22 34

Ramón Castilla (Tarapacá 1797-1867) 35

La batalla de Ingavi se dio el 18 de noviembre de 1841: Las fuerzas de Gamarra fueron derrotadas. Allí

también estuvo Mendiburu como Secretario General de Gamarra. (Ver Denegri; “Mendiburu”; pp. 37-38) 36

CÚNEO-HARRISON, Luis; “La Virgen del Rosario...”; p. 6. 37

G. MARÍN; “El cura Sors”; p. 36

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desolador ocurrió el 18 de setiembre de 1833, que ha sido mencionado uniéndolo al recuerdo del Comandante Camilo Carrillo. En Arica los movimientos telúricos eran también severos y sus temidos ecos llegaron a Tacna en 1864 y 1877. (38) Otra desdicha ocurrió con la llamada fiebre amarilla. Su recuerdo está permanentemente asociado a Sebastián Ramón Sors, cura español que llegó a Tacna hacia 1840, con una finalidad educacional que se explicará en su capítulo respectivo (39), pero que se extendió a otros campos de importancia para el progreso de Tacna. Fue Director de la Junta de Beneficencia en 1846 y a su iniciativa fue construido el Hospital San Ramón (1848), denominado así en homenaje al Mariscal Castilla de quien Sors era gran admirador. El Cementerio de Tacna (1851) fue también obra suya. Pocos años después, en 1869, una desgracia aún más grande azotó Tacna y puso en evidencia los grandes méritos de Sebastián Ramón Sors: llegó a Tacna la “fiebre amarilla” o también llamado “vómito negro”. Tacna tenía entonces una población de aproximadamente 11,000 habitantes, de los que fallecieron 1,730. Para entonces Sors mandó edificar un “lazareto” para aislar a las víctimas de la epidemia. “Las calles desiertas sólo eran transitadas por los médicos y practicantes, por el cura Sors y por las dos carrozas que conducían los muertos al cementerio”, apunta Carlos Wiesse. (40) Lamentablemente la mayor de las desgracias recién estaba por llegar. Apenas diez años después de la “fiebre amarilla” llegó la fiebre de la guerra y cincuenta años de cautiverio. El cura Sors no llegó a presenciar esta desgracia porque había muerto en 1875. LA SOCIEDAD DE ARTESANOS Cuando en una colectividad el progreso económico va mostrando sus frutos y el desarrollo cultural se extiende entre miembros, la necesidad de disfrutar estos beneficios y anhelar un futuro mejor para los hijos se hace más imperiosa. Especialmente entre la gente que no disfruta plenamente de esos logros. En la Tacna de los años „870 se alcanzaron niveles de conciencia respecto de la agremiación y la solidaridad que venían generando grandes movimientos de adhesión en el mundo. El 26 de enero de 1873 nacía la Sociedad de Artesanos de Auxilios Mutuos “El Porvenir” . Reunía a hombres que vivían directamente con el producto de su trabajo. Los habían artesanos naturalmente, chacareros, profesores, intelectuales, comerciantes. El mutualismo había llegado a Tacna en expresión precursora. Con el conflicto de 1879 su existencia, antes que servir a los intereses de sus agremiados, se vio forzada a organizar militarmente lo que vendría a ser la “sociedad civil” de aquellos años. En base a los que eran sus afiliados, allí surgieron los batallones “Artesanos de Tacna” y “Granaderos de Tacna” (41) que expusieron generosamente sus vidas en la guerra. Durante la ocupación chilena la Sociedad de Artesanos pudo reorganizarse y cumplir una intensa y azarosa actividad peruanista. La narrativa histórica de Tacna encuentra en diversos momentos a esta institución como protagonista de acontecimientos memorables,

38

G. MARÍN; “Vig il”; p. 88 / DENEGRI; “Mendiburu”; pp. 21-22 39

Tercera Parte: “Se educa no sólo desde la escuela” 40

Citado por G. MARIN en “Sors”; pág.30-31 (Carlos Wiesse; “La exp iación del cura Sors”; Lima, 1919. 41

Comandados por los Coroneles Marcelino Varela y Justo Arias y Aragüez, respectivamente.

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como aquel que dio origen a lo que hoy se conoce como “la procesión de la bandera” (42). La Sociedad de Artesanos es actualmente una entidad esencialmente patriótica.

Medio siglo de cautiverio y resistencia: 1880-1929 Todo lo que la población tacneña debió soportar entre el 26 de mayo de 1880, luego de la derrota en el Alto de la Alianza, y su retorno a Tacna el 28 de agosto de 1929 fue un auténtico “vía crucis”. La más hermosa lección histórica de Tacna ha sido la de su terca lealtad al Perú. Todas las humillaciones, sacrificios, sufrimientos y rebeldías fueron un homenaje a esa “patria invisible” que era el Perú, recogiendo la frase de Jorge Basadre. El conjunto de acciones heroicas que Tacna desplegó para resistir y aferrarse a la peruanidad exceden largamente las razones del presente trabajo. En muchos casos se necesita usarlas como diorama histórico para extraer las lecciones que en lo educativo y también en lo cultural brotan de ellas. Esto último es particularmente importante en la etapa que se denomina el “cautiverio”. Como referencia histórica inevitable se debe recordar que el llamado Tratado de Ancón en 1883 fue ratificado al año siguiente y por efecto de aquel acuerdo Tacna y Arica quedaban en poder de Chile durante el término de diez años. Expirado aquel plazo un plebiscito decidiría si el territorio de las provincias referidas quedaba definitivamente para Chile o si continuaba siendo peruano. En consecuencia había que esperar hasta 1894 para la realización del pactado plebiscito. Pero aquella espera habría de producirse en el marco de un compromiso ético y patriótico que en el mismo año de 1884 suscribió un ilustre grupo de tacneños y ariqueños. Ellos habían decidido “permanecer fieles a la nación peruana y unidos siempre al Perú, nuestra Patria, seguir junto con él la suerte que la Providencia le tenga reservada.” (43) LA CULTURA DEFIENDE A LA PATRIA La gran cruzada patriótica después del “Tratado de Ancón” utilizó el terreno del arte y la literatura, la información y la memoria de los tacneños (44). El año 1886 fue fundamental en la gesta tacneñista. El 28 de julio de ese año, en la conmemoración del 65º aniversario de la independencia nacional, Modesto Molina entrega el inolvidable “Himno de Tacna” que se cantaba con la música del Himno Nacional, y en cuyo coro se exalta una convicción de fe y dignidad: “Mantengamos el fuego sagrado del amor a la patria inmortal, que Dios salva y eleva a los pueblos

42

BARRETO, Federico; “La procesión de la bandera”; Revista VARIEDADES Nº 700; Lima, 30 de julio

de 1921. 43

Acta de los tacneños y ariqueños. Lima, 10 de marzo de 1884 (citada por PANGO, Gróver; “Altas

Letras”; p. 13) 44

Algo similar aunque menos intenso ocurrió en Arica.

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que confían en su libertad.” Ese mismo año apareció una notable revista literaria, “El Progresista” dirigida por Federico Barreto, que reunía a un grupo cultural del mismo nombre y que recibía múltiples colaboraciones. Al año siguiente, el 14 de setiembre de 1887, se inauguró solemnemente el busto de González Vigil en el pasaje de su nombre, que los chilenos lograron retirar mas no destruir. Este hecho es comentado por Jorge Basadre como una muestra de “la continuidad en la identificación entre nuestro pueblo y el más grande de sus hijos.” (45) Ese infatigable interés de los tacneños por la actualidad cultural y por la defensa de su nacionalidad fueron las expresiones más claras de los años que discurrieron a partir de 1884 con miras a la realización del plebiscito. Apareció la “Bohemia Tacneña” como un cenáculo intelectual, cofradía literaria hermanada epistolarmente con la “bohemia” limeña de don Ricardo Palma. Surgió en 1892 una sociedad dramática denominada “Talía Tacneña”, cuya finalidad era hacer representaciones y con los ingresos generados aumentar los fondos de rescate de las provincias cautivas (46). En 1896 apareció la prestigiosa revista “Letras” dirigida por el periodista José María Barreto, que se constituyó en el vocero literario de la “Bohemia Tacneña”. No obstante su breve existencia de dos años, “Letras” acogió a las más notables plumas de su tiempo. Palma, Chocano o Mostajo para referir las peruanas. Darío, Nervo o Rodó para mostrar las extranjeras. Paulatinamente fueron declinando estas expresiones culturales, de seguro desalentadas por el incumplimiento que Chile hizo de sus compromisos, especialmente el ansiado plebiscito. Desaparecidos sucesivamente los grupos y las publicaciones literarias, la “Bohemia Tacneña” sobrevivió como un sentimiento, un impulso encarnado en sus integrantes y que alcanzó a la primera década del siglo XX, coincidiendo con la etapa de la “chilenización violenta”. EL SURGIMIENTO DE LOS DIARIOS Sin embargo, mientras que un bastión caía otro se levantaba. El periodismo diario había ya surgido en 1883 con la aparición de “El Tacora”, a quien vendría a acompañar desde 1893 otro diario, “La Voz del Sur” ( 47). Heroicos defensores de la opinión peruana y difusores empecinados de nuestras tradiciones y valores, ambos corrieron la misma suerte de la destrucción la noche del 18 de julio de 1911, a la que nos referiremos más adelante.

Hubo hombres y mujeres notables en todo este período y desde tiempo antes, naturalmente. En los años de la república caótica que vivió Tacna –como todo el Perú- entre 1821 y 1879, hubo gente notable que concurrió con su trabajo y sus ideas a construir las bases morales y actitudinales de los tacneños. La mayoría fueron hombres de Estado que ejercieron de alguna manera el poder político, incluido el propio Vigil, y de ellos nos hemos ya ocupado muy ligeramente. La época de la guerra reclamó de manera inevitable el concurso de los hombres de armas, los soldados. Sin embargo muchos de ellos se hicieron soldados defendiendo su tierra o alcanzaron sus rangos no en la academia sino en la batalla, ganando sus galones con sangre. En el Alto de la Alianza y en Arica especialmente, los tacneños alcanzaron la gloria y el heroísmo.

45

BASADRE, Jorge; “Peruanos del siglo XIX”; pp. 230-231 46

El Tratado de Ancón señalaba que el país ganador en el Plebiscito pagaría al derrotado Diez Millones

de Pesos. Seguros de ganar, los tacneños reunían fondos para efectuar dicho pago. 47

CAVAGNARO, Luis ; “Momentos en el periodis mo ...”; El Mensajero, 31 agosto 1977; p. 6 -7

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Pasada la hora de las armas llegó la hora de la resistencia civil. Fue también una batalla, distinta, mucho más larga, pero a veces tan cruenta como la guerra. El ejemplo venía de atrás. La práctica intelectual, cultural, era ya frecuente en la segunda mitad del siglo XIX de la vida tacneña, seguramente desde el despertar de la lectura que suscitara el “Mensajero de Tacna” de Mendiburu, pero también porque ya se veía teatro en Tacna y llegaban lecturas de muchas partes del mundo. Decíamos que eran muchos los hombres y mujeres a quienes recordar. Casi todos ejercieron el periodismo como don Modesto Molina y doña Carolina Freyre de Jaimes, personalidades que promovieron y simbolizaron la vida cultural de Tacna, ambos nacidos en 1844.El primero reconocido adalid de los más jóvenes en la resistencia intelectual. La segunda, escritora ella, madre del poeta modernista boliviano más destacado, Ricardo Jaimes Freyre, tacneño de nacimiento. Y tantos más. El empeño organizativo y la acuciosidad histórica de Rómulo Cúneo- Vidal. La valentía de Pedro Quina Castañón, soldado, poeta y maestro de escuela. Los versos inflamados de Federico Barreto, el “Cantor del Cautiverio”. La pluma periodística prolijamente documentada de su hermano José María Barreto. Los relatos emocionados y la lírica profunda de Víctor González Mantilla. LOS BALUARTES DE LA RESISTENCIA Y EL MAGISTERIO DE LA MUJER Los tres baluartes más grandes de la resistencia tacneña fueron los maestros, los periodistas y los sacerdotes peruanos. De ellos y de la tarea que les cupo en tanto corresponde a mostrar cómo la educación formal y no formal impregna tan profundamente la vida y el comportamiento de la gente, existe un desarrollo mayor en la parte que hemos denominado “El proceso formativo de una conciencia”. Para cerrar el episodio de la resistencia que se corona en 1929 con el retorno de Tacna al Perú y la definitiva ausencia de Arica, corresponde hacer énfasis en el magisterio cívico de la mujer tacneña. Cientos de mujeres en Tacna habían perdido a sus maridos o sus hijos en los campos de batalla. Otras tantas habían traído nuevos hijos al mundo bajo la bandera chilena, pero sus hogares eran profundamente peruanos. Estas familias enviaban a sus niños a las escuelas peruanas, podían leer tanto diarios como otras publicaciones peruanas, y acudían a misa para escuchar la palabra de Dios en labios de sacerdotes peruanos. Ello hasta que en 1900 la “tolerancia” chilena se transformó totalmente e ingresó a una etapa de “chilenización” violenta. Entonces fue que cerraron escuelas, periódicos y templos peruanos para reemplazarlos por los de su nacionalidad. Entonces fue también que aparecieron las pequeñas escuelas clandestinas, circularon diarios de muy secreta procedencia y las familias dejaron de ir a misa. Cuando era inevitable, los muchachos peruanos iban al colegio con la enfática consigna de no dejarse avasallar. Sobre esto queda el testimonio de Arturo Jiménez Borja: “Al salir para el Liceo mi abuela me acompañaba hasta la puerta y daba su última recomendación con un gesto. Ponía el índice de su mano derecha sobre sus labios imponiéndome un silencio forzoso. Al comenzar la diaria jornada de estudios, formados en el patio se entonaba el himno nacional chileno. Yo recordaba bien la orden. No cantar. Otros chicos también respetaban órdenes impartidas por madres,

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tías o hermanas mayores. Desde un podium se tomaba nota de quienes callaban y al salir quedábamos castigados. Así todos los días.” (48) Las mujeres tacneñas asumieron entonces la sagrada misión de cautelar el cumplimiento de lealtad con el Perú que tenían sus familias. Ellas sobrellevaron o ayudaron a sobrellevarlo todo, hasta que llegara la hora de la reivindicación, sólo Dios sabía cuándo. Entretanto a formar nuevos tacneños añorantes del Perú, orgullosos de su historia, anhelantes del porvenir, peruanos para siempre. Las mujeres tacneñas sabían que ellas no podrían votar cuando llegara la hora del plebiscito, porque aquel derecho femenino aún no existía. Pero su deber estaba por encima de esa circunstancia. Ser peruano era un compromiso que venía de mucho tiempo atrás, era un compromiso ancestral y había que cumplirlo.

De nuevo en el seno del Perú: 28 de agosto de 1929 Lo ocurrido el 28 de agosto de 1929 es el fin de un largo proceso y el inicio de otro que escapa a los motivos de estas reflexiones. Mucha, muchísima gente volvió a Tacna para reiniciar su vida y reagrupar a sus familias. Pero hubo alguna gente que fue por primera vez, intensamente animada por la alegría de trabajar en esa tierra que tanto había sufrido por ser peruana. Entre ellos llegaron muchos maestros, muy jóvenes casi todos. El Presidente Leguía tuvo el fino gesto de alentarlos tomándose unas fotos con ellos antes de partir hacia el sur. El idealismo implícito que tiene la labor docente recibía el estímulo de un gesto presidencial que, naturalmente, venía muy bien. Se abrieron (o reabrieron) los colegios peruanos en Tacna. Las instituciones emblemáticas vendrían a ser los Colegios Nacionales “Francisco Antonio de Zela” para damas y el “Coronel Bolognesi” para varones. Seguramente que muy poca gente puede decir hoy que recuerda cómo fue el 28 de agosto de 1929. No obstante y es obvio, existen innumerables testimonios escritos, oficiales, literarios y prosaicos, de lo que ocurrió ese día. “Este día es un gran día / y el más santo para Tacna, / porque en él se unió su cuerpo / con el cuerpo de la Patria” (49) dirá años después, emocionado, Enrique López Albújar. La decisión de volver al Perú se había cumplido. Era un compromiso y era un derecho libremente escogido. Hay un himno que recoge y sintetiza ése momento y ése sentimiento: “Entonando el “somos libres”, / hoy la patria nos vuelve a abrazar”. (50)

48

JIMÉNEZ BORJA, Arturo; Colofón de “El alma de Tacna”; Ediciones COFIDE; Lima 1989. 49

LÓPEZ ALBÚJAR, Enrique; “La bandera pasa”; poema. 50

“Himno al 28 de agosto”.

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2. LAS BASES ECONÓMICO-PRODUCTIVAS

Dentro de determinadas características económicas y productivas, que en esta Parte se intenta mostrar, se desarrolló la historia del pueblo de Tacna. O específicamente el valle del Caplina. Esas condiciones de relativa diferencia con otros pueblos costeros tiene que haber ejercido una influencia en el carácter de sus habitantes. Y es en esa realidades, en ese marco, en que se produce un proceso educativo o educacional que ya tenía sus propias expresiones en las culturas primigenias que habitaron la zona, entre las que el concepto de escuela, obviamente, no existía. Con la llegada española y el proceso de mestizaje múltiple que se produce, el mundo económico se verá alterado por las evoluciones comerciales que se experimentarán en Tacna. No obstante ello su antigua vinculación con Arica habría de continuar, incluso más allá del tiempo y los acontecimientos que luego iban a producirse. Esta relación e interdependencia tan antigua como estrecha puede comprobarse en nuestros días. El carácter de la gente de Tacna, la “tacneñidad” como otros prefieren llamarlo, proviene de la interactuación de todos estos elementos: colectividades, riquezas, recursos, descubrimientos, aportes, intercambios, aprendizajes, reacciones, tecnologías, producciones, sucesos fortuitos, intuiciones. Todos ellos son elementos que participan y que también constituyen la educación. Por eso queríamos introducir esta parte tomando una reflexión de Jorge Basadre con la que explica una de las razones fundamentales por las que la “chilenización” de principios del siglo XX fracasó en Tacna. La otra gran razón, a nuestro juicio más poderosa y que naturalmente advirtió y destacó siempre el Historiador de la República, fue la educacional y cultural. Dice Basadre : “El predominio de la pequeña clase media y de la pequeña agricultura en la zona de Tacna obstaculizó los esfuerzos para chilenizarla. Muy distinto habría sido, a lo largo de casi cincuenta años, el caso de una urbe industrial y de una zona campesina dominada por la gran propiedad y el gamonalismo.” (51)Y explica luego que el caso de Arica fue distinto por las posibilidades de desarraigo que un puerto tiene, en especial porque la actividad comercial no afianza al hombre tanto como la tierra y la producción cuando el hombre es dueño de ambas. TACNA, TIERRA DE PEQUEÑOS PROPIETARIOS La presencia española en el primitivo suelo tacneño, no obstante su impacto e inevitable transtorno, en lo esencial pareciera que no pudo alterar las firmes raíces de las primarias culturas agrarias de la Tacna recién descubierta.

La región fue entregada en Encomienda a Pedro Pizarro y Hernando de Torres. Pero éstos apenas si conocieron sus tierras y pronto éstas pasaron a sus descendientes y luego, subdividiéndose, pasó a poder de muchos. Aunque hubo rasgos de esclavitud en toda el área, especialmente en los valles de Sama y Locumba al norte de Tacna, ésta nunca tuvo las

51

BASADRE, Jorge; Pró logo de “La ch ilen ización...” de Raúl Palacios Rodríguez; pág. 9.

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características de aquellos lugares en que el tamaño de la tierra demandaba relaciones de cruel sometimiento humano. En Tacna, en contraposición con el latifundio de otros lugares, existió el minifundio. Hay un primer rasgo de la personalidad de los tacneños en la siguiente observación de Guillermo Auza Arce: “El individualismo que trajo la pequeña propiedad y la paulatina mestización de la raza con el aporte de sangre hispánica, dio características de altivez a los pobladores, sin el resentimiento u odiosidad que en otros lugares se acumulaba con relación al amo o señor respecto al que nada tenía y sólo trabajaba en provecho de otro; o la indiferencia o apatía por el trabajo mismo en quien laboraba por un mismo jornal.”(52) La pequeña propiedad confirió un comportamiento en los tacneños. “No había en Tacna latifundio como base de riqueza y predominio de algunas familias” anota el mismo Auza. TACNA ADQUIERE IMPORTANCIA COMERCIAL, DE TRÁNSITO Y REPOSO Mayores conflictos guerreros que aquellos primigenios entre los naturales y los navegantes españoles que iban al sur no son registrados por los historiadores, hasta ahora. Solamente se sabe de algunas visitas “oficiales” a lo largo del siglo XVI, como por ejemplo aquella de 1539 o 1540 dispuesta para asignar la población “tacneña” a los encomenderos Pedro Pizarro y Hernando de Torres. Tacna tenía actividades económicas propias muy poco atractivas para la codicia de los conquistadores. El valle era apenas un lugar de paso o de descanso comercial: una “pascana”. Mucho más importante tuvo que ser Arica, una bahía con un morro protector. Arica adquiere gran importancia y alcanza prosperidad a partir del siglo XVI. Esto queda demostrado por la creación del Corregimiento de Arica en 1565. Historiadores contemporáneos y prolijos como Luis Cavagnaro Orellana precisan que dicho Corregimiento comprendía los partidos o tenentazgos de Tacna y Locumba hacia el norte, y Tarapacá -o también llamado Pica- hacia el sur, gobernados en cada caso por un Teniente de Corregidor. (53) Al correr del tiempo las visitas de los Corregidores ariqueños fueron haciéndose más frecuentes hacia Tacna, atraídos más por su buen clima que por el cumplimiento de sus responsabilidades. Cíclicamente Arica era atacada por la terciana, mientras que Tacna se hallaba a salvo de ese flagelo. (54) LA FUNDACIÓN DE ORURO La situación económica de Tacna cambió con la fundación de la ciudad minera de Oruro, en el Alto Perú, andando el siglo XVII (55). Hasta entonces, la relación comercial entre el riquísimo Potosí y Arica era intensa y directa a través de un camino trasandino que los comunicaba. Con la fundación de Oruro se estableció un nuevo derrotero que, pasando

52

AUZA ARCE, GUILLERMO; “El pueblo tacneño y el sentido de patria”; Diario LA VOZ DE

TACNA; 28 de agosto de 1954. 53

CAVAGNARO, Luis; “Materiales para la Historia de Tacna. Dominación Hispánica. Siglo XVII”;pág.

54

La terciana es aquella enfermedad generada por la picadura de un “anopheles” que produce altas

temperaturas y aún muerte, especialmente en aquellos años. 55

La Villa de San Felipe de Austria de Oruro se fundó en 1606. El crecimiento de la ciudad alcanzó su

esplendor hacia 1680. (KLEIN, Herbert S.; “Historia General de Bolivia”; pág. 84)

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por Tacna, alcanzaba fácilmente el altiplano para distribuirse hacia Potosí, Chuquisaca (56) y Cochabamba. La ubicación de Tacna cobró entonces un rol estratégico en el desarrollo comercial y económico de la zona. Resulta muy interesante reflexionar hoy si en el desarrollo futuro de Tacna esa peculiaridad estratégica no debiera ser siempre tomada en cuenta. Razones de orden geoeconómico y geopolítico parecen recomendar que Tacna cumpla nuevamente un rol de enlace y distribución en una subregión que convoca, como antaño, ciudades y países próximos como Chile y Bolivia, e inclusive el noroeste argentino. Una circunstancia fortuita puso a Tacna en el camino económico más atractivo de aquella época. Ubicada entre la fuente de extracción de la riqueza –el altiplano- y el lugar de embarque hacia su destino europeo -Arica- , Tacna era el lugar de tránsito indispensable, tanto para avituallarse como para descansar. Esta circunstancia alcanzó a una población en la que todos tuvieron posibilidades de alcanzar beneficios. Por eso el auge de las industrias locales o de lugares muy cercanos, la de vinos y aguardientes de Moquegua, Locumba y Sama en primer lugar, tan solicitados en el altiplano. . Por eso generaría riqueza la propiedad de recuas de mulas y auquénidos, que habrían de servir para el transporte de los productos, los minerales naturalmente, pero también los alimentos y otros que el intercambio comercial demanda. Por eso el traslado de las Cajas Reales de Arica hacia Tacna, así como de numerosas familias que preferían la tranquilidad tacneña a las amenazas de los piratas en Arica y al paludismo que amenaza al puerto. Por eso debió establecerse en el pueblo tacneño una “callana”, dependencia importante del sistema administrativo y económico de la colonia, y que sirve para ensayes, fundición y peso de metales (57). Para ello se necesitaba un “balanzario real” y para ese cargo llegó un día a Tacna don Alberto de Zela y Neira, padre de quien sería uno de los próceres de la Independencia, don Francisco Antonio de Zela y Arizaga. CÓMO CRECE Ó DESCIENDE LA POBLACIÓN Puede resultar importante tener una idea de la evolución poblacional en Tacna, teniendo como referencia algunas circunstancias específicas. Uno de esos momentos corresponde a la llegada de los encomenderos españoles (1539-40) en que población indígena puede estimarse en 7,000 habitantes. Treinta y dos años más tarde (1572) con la visita del Virrey Toledo, la población había disminuido a 2,849 habitantes, incluyendo poblaciones cercanas a la de Tacna (58). Otro momento corresponde a la gestión del Teniente Corregidor de Tacna, Julián Fernández Salgado, que hizo una revisita a la población indígena que se calcula debió ser de 2,000 personas ya entrado el s. XVII (1643), algo más de 100 años después del primer registro..

56

Chuquisaca es hoy Sucre. 57

ZORA CARVAJAL, Fortunato; “Zela. Precursor y Márt ir de la libertad”; págs. 10,11 y 15. 58

CAVAGNARO, Luis; “Materiales 3”; pág. 16-17.

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En 1813, al momento de la elección de su primer Ayuntamiento, según Vicente Dagnino(59) la ciudad de Tacna tenía 7,457 habitantes (60). Algunos años después, cuando se produce el terremoto de 1869, la población cercana a los 11,000 habitantes que tenía la ciudad se vio reducida a 9,270 según un comentario puntual de Carlos Wiesse. (61) Hacia 1880, año de la ocupación de Tacna, su población urbana alcanzaba los 11,723 habitantes, según referencia del periodista José María Barreto.(62) Sin embargo este dato aparece contradicho por una información del escritor boliviano Rodolfo Soria Galvarro, visitante frecuente de Tacna. Él dice que en 1885 el censo del departamento de Tacna arrojó 20,315 habitantes y la ciudad 14,183. Por su parte Arica tenía 9,208 y el puerto 3,900. La suma de Tacna y Arica da 29,523 habitantes. Comparado con 1895, diez años después, el departamento de Tacna tenía 16,519 habitantes y Arica 7,641. El decrecimiento era considerable. En cualquiera de los casos queda demostrada la importancia de estas ciudades, y en especial la primera. Con la “chilenización violenta” que se inicia en 1900, el proceso de disminución de la población regnícola se aceleró. Familias enteras se marcharon de Tacna o, cuanto menos, enviaron fuera a sus hijos menores para evitar que sean enrolados en el ejército chileno. Este decrecimiento se mantuvo de manera sostenida hasta los años 1925 y 1926 en que retornaron paulatinamente los ciudadanos dispuestos a votar en el plebiscito. Cancelado de manera definitiva el plebiscito por la falta de condiciones idóneas para su ejecución, los tacneños y ariqueños volvieron a los lugares que les ofrecían seguridad. En 1929, producida la entrega de Tacna al Perú y sellada la pérdida definitiva de Arica, las familias tacneñas tendieron a reagruparse. Después de tantos años la población peruana había decrecido significativamente. Desde el otro lado también se producía migración que llevaba a los chilenos hacia el sur. Es difícil saber cuántos salieron de Tacna; se habla de miles, entre dos y cinco. La mayoría de ellos, especialmente funcionarios o servidores públicos o militares, habían logrado acostumbrarse en Tacna. Muchos de ellos dejaban familia en esta ciudad. No todo había sido encono o enemistad. Aún en circunstancias ásperas hay sitio para el amor. Cuando transcurre 1935 se estima que el “Distrito del Cercado de Tacna” cuenta con una población de unos 7,500 habitantes, según apunta Jorge Cáceres (63), y existen 2,500 escolares. COMPLETAR: Ojalá supiéramos cuánto descendió la población peruana en Tacna comparando esta cifra

con la que existiera en 1880 o el primer censo chileno sobre la población en Tacna.

Más – averiguar la población que debía votar en 1925-26, exceptuando mujeres y niños.

LA SITUACIÓN DE TACNA AL MOMENTO DE LA GUERRA

59

Vicente Dagnino es un personaje importante para la historia regional de Tacna. Fue un médico ch ileno

que vivió en Tacna durante los primeros años del siglo XX, precisamente los más difíciles, y que alternó

una alta sensibilidad social con un afán investigativo. Escrib ió “El Corregimiento de Arica” (¿?) y “El

Ayuntamiento de Tacna” (1910), documentos de indispensable consulta. Entristecido por lo que veía, se

marchó y murió en Valparaíso. 60

DAGNINO, Vicente; “El Ayuntamiento de Tacna”; 1910; pág. 5. 61

Citado por G. MARÍN; “Sors”; pp. 30-31 62

BARRETO, José María; “El problema peruano-chileno (1883-1911)”; pág. 19-20. 63

CÁCERES, Jorge; “Tacna. Pinceladas Médico Sociales”; Año 1935; pág. 22.

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Los datos censales que indican hacia 1880 una población urbana de 11,723 habitantes o más, como sostenía Soria Galvarro, debe ser complementada. En 1885 la ciudad tenía cinco hoteles que registraron un movimiento anual de 1,421 pasajeros, lo que da muestras de su actividad e importancia. Pero Tacna tiene otras muestras de su desarrollo. José María Barreto refiere que en la ciudad tenía asiento una Corte de Justicia, dos Juzgados de Primera Instancia y cuatro Juzgados de Paz. En la ciudad funcionaban un colegio de instrucción superior, ocho escuelas públicas y cinco colegios particulares. Se editaban dos periódicos. La obra pública era hermosa y creciente. Una Casa de Gobierno que concentraba todas las oficinas públicas. La Iglesia Catedral se hallaba en construcción bajo el diseño de la casa Eiffel de París. La Plaza de Armas lucía su hermosa fuente de bronce, igualmente diseñada por la firma parisina. La “Alameda” con estatuas de mármol, arcos y columnas de piedra labrada, por cuyo centro discurría el Caplina. Existían dos teatros, de cuya actividad nos ocuparemos en un capítulo posterior. Funcionaba el Hospital San Ramón. Había dos iglesias, un hipódromo, dos establecimientos de baños públicos y los servicios de agua potable y alumbrado público. Funcionaban un cementerio, un “lazareto” (64) y un camal.

La prosperidad de Tacna antes de la Guerra del Pacífico correspondía a un verdadero centro de progreso con bienestar económico para casi todas sus clases sociales, en el flujo comercial que vinculaba el Altiplano con Arica, y al que sin duda concurría la riqueza salitrera de Tarapacá que irradiaba su vida económica sobre Tacna. Ello lo prueba la existencia de un Banco propio, el Banco de Tacna, creado en 1872 (65). En la opinión de Guillermo Auza Arce, es el primer caso en el Perú en que un banco “provinciano” se origina con capitales del lugar y alrededor del cual giró la economía de la región durante aproximadamente 50 años. EL DESPOBLAMIENTO Y LA DECADENCIA El mencionado José María Barreto dio cuenta de la nueva situación comercial de Tacna apenas transcurridos diez años de la ocupación chilena, comentando que “ha desaparecido casi por completo el animado movimiento de vitalidad y bienestar que se advertía en aquella época en todos los centros de la ciudad”, refiriéndose a 1880. La Tacna de 1900 debió soportar el viraje de la prosperidad al aniquilamiento, pues el comercio de Cochabamba y Oruro se había desviado hacia Antofagasta, y el de La Paz a Mollendo. De Tacna y también de Arica habían desaparecido casi todas las casas comerciales de primera importancia, que se marcharon a Oruro y La Paz. Algunas de ellas alcanzaron a ser conocidas en toda la costa del Pacífico, como Campbell Jones y Cía., Guillermo Hellmann,, Zizold Colsmann y Cía., Iriberry Harrison y Cía., Maier Hagemann y Cía., Hirschmann y Casanovas, Martens & Cía. Y muchas más. Se puede distinguir el origen inglés o germánico de varios apellidos.

64

El “lazareto” era un hospital construido especialmente para los afectados por la epidemia de la “fiebre

amarilla” de 1869. 65

AUZA ARCE, Guillermo; “El pueblo tacneño y ...”; Diario La Voz De Tacna; 28 de agosto de 1954.

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3. EL PROCESO FORMATIVO DE UNA CONCIENCIA Los “tacneños” costeros del siglo XIV conocieron y fueron conocidos por los españoles en 1536 enfrentándose por lo que para unos era una invasión y para los otros una conquista. Pero como al final se impusieron las fuerzas españolas, las tierras del cacique Istaca fueron incorporadas al botín de la conquista y unos años después entregadas en encomienda a Pedro Pizarro y Hernando de Torres. Ni Almagro que había pasado primero por allí, ni los encomenderos posteriores se interesaron mayormente por la posesión y dominio de los nuevos territorios, seguramente por la brevedad de sus valles y porque evidentemente no ofrecían los tesoros que su codicia reclamaba. EN TACNA NO HUBO FUNDACIÓN ESPAÑOLA Estos enfrentamientos iniciales seguidos de una actitud casi desdeñosa por ocupar el valle, debe haber significado el principio de un largo proceso de formación de un espíritu singular en los habitantes de esta zona. El desinterés o la prisa hizo que los conquistadores se desentendieran de una de sus tradiciones más profundas. A consecuencia de ello debió ocurrir que Tacna no tuvo fundación española. Por ello también resulta natural que Arica alcance auge más rápidamente, como que dicho Corregimiento se crea en 1565. Resulta tal vez comprensible que los tacneñas tengan desde antiguo una percepción algo diferente de lo que es la autoridad y el poder. No hubo conquistadores imponiendo para el pueblo un nombre ni determinando autoridades ni trazando planos. No hubo sacerdotes determinando advocaciones ni precisando el lugar para los templos. No hubo, naturalmente, escudo nobiliario que la distinga. Ciertamente, como ya se ha referido, el descubrimiento recíproco de tákanas y españoles no fue nada afable, pero como Tacna no era un lugar estratégico ni codiciable, pareciera que la relación pudo transcurrir sin beligerancias sangrientas. Sobre la laboriosa calma del trabajo de los naturales se sobrepuso más que se impuso, la coexistencia con las familias hispanas. Formalmente fue recién por ley del 19 de enero de 1823, iniciándose la República, que el gobierno de José de La Mar otorgó a la ciudad el título de “Villa”. Y algunos años más tarde, el 26 de mayo de 1828, el mismo Presidente hubo de reconocerle justicieramente el título de “Heroica Ciudad” a iniciativa del Diputado Vigil, porque había prestado servicios distinguidos a la causa de la independencia y porque “fue el primer pueblo de la República en que resonó el grito de libertad.” Curiosamente Tacna no conmemora su fecha jubilar el 19 de enero ni el 26 de mayo, ni tampoco el 25 de junio, fecha en que alcanzó su condición de departamento en 1875. Para Tacna su día conmemorativo es el 28 de agosto, el día de su retorno al Perú después de 50 años de cautiverio administrativo por parte de Chile. Sin duda esa fecha tiene más importancia para los tacneños porque alude a algo más propio y colectivo, y que viene a significar el resultado de su decisión y su sacrificio. Tacna no había alcanzado su condición de pueblo por obra y gracia de ajenos fundadores. Tacna se

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había fundado a sí misma a lo largo de los años y la generaciones. Por eso su condición de peruanidad no era un mero acto administrativo o político, era una decisión que venía de algo ínsito: su autonomía, el pleno ejercicio de su libertad. Eso lo aprendió desde el hecho de no ser fundada y de buscar decidir sobre su propio destino. Por eso Jorge Basadre pensaba que el tacneño era un pueblo al que “le había costado ser peruano”. LA REPÚBLICA Y EL APORTE EUROPEO El blasón que exhibe Tacna en su ingreso a la República es el blasón de su republicanismo, proveniente de su firme aporte al proceso de la independencia. No de muy noble y muy leal al monarca español, como nacieron las principales ciudades del Perú al coloniaje, sino por su aporte al nacimiento de la República como “Heroica Ciudad”(66) que le otorgara el Congreso Peruano de 1828, ya antes mencionado. El símbolo de la presencia europea en aquella transición está dado por Enrique Paillardelle y sus hermanos. En el proceso de formación de una conciencia política orientada hacia la libertad y la democracia, en el relativamente corto periodo de tiempo que media entre 1821 y 1879, que constituye el período republicano experimentado por Tacna, naturalmente que dicha ciudad debió vivir las turbulencias incesantes de la política peruana. Fueron sólo 58 años de pertenecer y participar de una patria que se debatía por aprender a gobernarse. (67) En ese lapso es que Tacna afianza, al influjo de su esfuerzo y de sus especiales condiciones geográficas, su función de centro comercial entre el altiplano, la costa y el océano. Como ocurrió desde la fundación de Oruro y con mayor claridad al ser creada Bolivia, la mejor ruta de salida al mar era por Tacna – Arica, como igualmente para importar todo lo que aquel país requería. El despegue comercial trascendió las fronteras y por ello comenzaron a avecindarse en la pequeña ciudad comerciantes ingleses, franceses, alemanes, además de los casi ya naturales hispanos. Esta presencia trajo nuevas visiones del mundo y de las cosas. Incorporó patrones ideológicos, culturales y conductuales que se entremezclaron con los locales. La presencia extranjera era tan significativa que el viajero inglés Jorge Andrews llegó a Tacna a fines de 1825 y se hospedó en casa de la familia de don Carlos M. Stevenson, británico también, quien había ayudado a la causa de la independencia. En sus memorias de viajero anotó tiempo después: “Hallé allí tal influencia de mis compatriotas que Tacna parecía más una colonia inglesa que española”. (68) Este comentario se complementa con la siguiente apreciación : “La vida social era de un lujo extraordinario. Las colonias más ricas y notables eran la inglesa, francesa y alemana; existían consulados de cada una de ellas. Luego venían en segundo lugar, la italiana, norteamericana, china, etc.” (69) La forma como en un hombre se concentran y sintetizan diversas procedencias para dar origen a un producto que en su mestizaje exhibe su sello más genuino se da en el caso de don Jorge Basadre Grohmann, que seguramente con González Vigil son los más grandes paradigmas de la tacneñidad. La genealogía de Basadre se nutre de familias españolas, chilenas y colombianas que luego se unen a las locales tacneñas, descendientes directas del

66

AUZA ARCE, Guillermo; “El pueblo tacneño y su...”; La Voz de Tacna, 28 de agosto de 1954. 67

Buscar los epítetos de esta época en Basadre y otros. Parece “dulce” la frase usada. 68

ANDREWS, Jorge; “Viaje de Buenos Aires a Potosí y Londres”; 1827. (citado por G. MARÍN, Carlos

A.; “El cura Sors...”; p. 6) 69

CÁCERES, Jorge; “Tacna. Pinceladas Médico Sociales”; Tacna, 1935; p. 16.

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varias veces referido cacique Toribio Ara para formar el apellido Forero Ara primero y Basadre Forero después, que correspondía a su padre. “Los dos apellidos de mi madre, Grohmann (alemán) y Butler (irlandés), simbolizan a los modernos pobladores europeos que, sin peligrosos separatismos, vinieron a fundar hogares en estas tierras. En el caso del segundo, ello sucedió desde comienzos del siglo XIX en Tacna.” (70) Estas referencias ayudan a entender con qué componentes se fue forjando de manera acelerada una conciencia ciudadana y un sentido de patria que, con el abolengo de la lucha por la independencia, conquistaba casi todos los campos del progreso. Incluso el concepto “patria” tuvo una acepción más restringida que la actual, pues se aplicaba al pueblo en que se había nacido o se vivía. En cualquier caso el término “patria” admitió la ambivalencia de significar tanto “país” como “ciudad natal”. De allí el empleo de “patria chica” para referirse al lugar de nacimiento. Tal fue el grado de compromiso de las familias de origen europeo, ciertamente ya muchas de ellas absolutamente integradas con las locales, que en los días aciagos de la guerra y el cautiverio fueron víctimas por igual de los abusos de los ocupantes. La mayoría de ellas se vieron obligadas a emigrar. Las que se quedaron, en muchos casos debieron hacer concesiones que no toca comentar. Parece pertinente reproducir aquí un comentario que formula Guillermo Auza Arce sobre la ausencia de aristocracia y plutocracia en Tacna y su impacto en la formación política y cívica de ese pueblo: “Si nos atenemos al orden político, de tanta influencia también en la formación de una nacionalidad, en Tacna no hubo caciques políticos, ni sustentados en poder económico, ni en la exhibición de alcurnia o blasones familiares, ni bandos irreconciliables que arrastraron odios personales de generación en generación. Tacna fue representada en el Congreso por sus mejores hijos, ejemplo de lo cual fue la figura del insigne Francisco de Paula González Vigil, desde los primeros tiempos de la República. Las propias figuras de militares tacneños destacados, son personalidades cívicas respetuosas, para quienes siempre se guardó estimación por todo el pueblo.” (71) En efecto, en diversos momentos de la historia nacional republicana, la población tacneña tuvo participación activa en los conflictos bélicos, fundamentalmente cuando había que optar a favor de la constitución y contra los arrebatos dictatoriales. De este constatación se puede inferir que el amor de Tacna por el Perú fue surgiendo de un compromiso con el destino nacional sobre el cual el pueblo tacneño tenía una plena conciencia o una conmovedora intuición. LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA, LA OPINIÓN Y EL BUEN GUSTO Es evidente que un pueblo que se informa, que tiene conocimientos, sabe discernir mejor. Ésa capacidad de discernir es la materia prima de la libertad. Cuando nos hemos referido a la obra del Prefecto Manuel de Mendiburu ha sido para destacar el hito que su presencia significó para Tacna. Mendiburu no sólo llevó la primera imprenta y creó el primer periódico de Tacna, sino que fundó la primera biblioteca pública y se preocupó con eficacia de escuelas y colegios. (72)

70

BASADRE, Jorge; “La vida y la historia”; p. 35. 71

AUZA ARCE, GUILLERMO; “El pueblo tacneño y el sentido de la patria”; La Voz de Tacna, 28 de

agosto de 1954. 72

DENEGRI; “Mendiburu”; p. 11.

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Con amplio conocimiento del tema, González Marín hace una descripción muy ilustrativa de la formación del espíritu tacneño: “Tacna, a mediados del siglo pasado, [siglo XIX] era obligado asilo de políticos dispersos perseguidos por las dictaduras y luchas anárquicas en que se deb atían tanto Bolivia como el Perú. No menos que en Tacna se confrontaron los más serios problemas políticos y deliberaciones de congresistas o revolucionarios que hacían de la ciudad, tribuna, barricada o tinglado a las que el pueblo se sumaba ardorosamente. Por todo esto, Tacna había llegado a adquirir el renombre de ciudad prócer. La letra de imprenta fue el primer artículo de fe en que aprendieron a leer sus habitantes. Y si El Comercio, de Lima, decano de la prensa nacional, hacía su aparición el 4 de mayo de 1839, un año después, el 1ª de febrero de 1840, aparecía en Tacna el primer número de El Mensajero, fundado por el notable historiador y polígrafo General don Manuel de Mendiburu” (73)

La tradición teatral en Tacna es también antigua. Las acuciosas investigaciones del historiador contemporáneo Luis Cavagnaro Orellana (74) han determinado que su primer teatro fue construido hacia 1845 y luego uno segundo hacia 1859, denominados “Orfeón” y “Municipal” respectivamente. El linaje cultural tacneño tiene en el teatro una de sus mejores expresiones, no sólo por la antigüedad y la belleza arquitectónica de sus inmuebles, especialmente el “Municipal”, sino por la frecuencia y calidad de las compañías dramáticas que desfilaron por sus escenarios, abriendo con sus presentaciones una visión más amplia de la humanidad y del mundo. A estas probadas muestras de un notable nivel cultural se debe acompañar el ejercicio autoral del teatro entre los tacneños. Nombres como los de Carolina Freyre de Jaimes o Víctor González Mantilla aparecen en lugares destacados de la dramaturgia peruana. La atracción que generaba esta afición fue tan alta que en plena época de ocupación chilena el teatro tacneño siguió en actividad, naturalmente en refuerzo de la afirmación de la peruanidad de su pueblo. Se puede afirmar que el teatro ha sido uno de los géneros que mayor simpatía ha generado en Tacna. Tanto así que su culto ha continuado de manera sobresaliente a lo largo del siglo XX. EL MAGISTERIO MÚLTIPLE DE GONZÁLEZ VIGIL La vida religiosa, cívica, tribunicia e intelectual de Francisco de Paula González Vigil (1792 -1875) tiene una duración efectiva e intensa de aproximadamente 63 años, desde lo que podría ser su primera aparición en público (1812) hasta su desaparición fís ica, cuando faltaban cuatro años para que su patria tan amaba sucumba ante su propia indignidad y su tierra natal fuera expuesta al holocausto. Había vivido 83 años. Luego de una etapa inicial de fiel formación religiosa, Vigil actuó con el mayor recato, al extremo de no parecer conmocionado por las insurrecciones que en Tacna encabezaron Zela (1811) y Paillardelle (1813). De hecho había llegado a Tacna cuando tenía sólo 20 años de edad, un año después de la primera revuelta, y durante la segunda actuaba de colaborador del cura Juan José de la Fuente y Bustamante, furibundo realista que en Tacna desplegaba todas sus capacidades para impedir que el pueblo respaldara al caudillo francés, incluyendo tal vez la elección en julio del primer Ayuntamiento que nombró como Alcalde a Manuel Calderón de la Barca, próximo insurrecto con Paillardelle en octubre.

73

GONZÁLEZ MARÍN, Carlos A.; “El cura Sors ...”; p. 37-38. 74

CAVAGNARO, Luis; Conferencia; Tacna, 08 de octubre de 1990 .

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Tiempo después Vigil tendrá ocasión de explicar su actitud de esos momentos y de los años siguientes. Reconoció que no tuvo “la gloria de añadir mis esfuerzos a los de los Padres de la Patria, a los hombres del año 21, por el logro de la Independencia. Dedicado enteramente a los estudios, bajo la dirección de hombres de buena fe y recto corazón, pero de conciencia extraviada que extraviaban también otras conciencias, predicando el derecho divino de los reyes. Yo no pensaba por ese tiempo, en otras cosas, ni me fue permitido ver la luz. Más desde que ella iluminó mi espíritu la he seguido constantemente. Nunca la he traicionado sino ido en pos de las huellas de los hombres del año 21, para contribuir de algún modo a la formación del edificio del que ellos fueron los fundadores.” (75) LAS LECCIONES DE UN DISCURSO Cuando comienza la vida política de Vigil, el Perú asiste al surgimiento de un hombre excepcionalmente probo y Tacna encuentra a su referente orientador que incluso se alza para rechazar las pretensiones del Libertador Bolívar en el congreso de 1826. En 1832 gobernaba el General Agustín Gamarra y Vigil era Diputado por tercera vez, y además Presidente de la Cámara de Diputados. Por diversas razones Vigil ya es parte de la historia peruana, pero seguramente lo es de modo especial por la famosa acusación a las violaciones constitucionales de Gamarra. Probablemente las infracciones podrían parecer de poca trascendencia si se las juzga con “experiencia posterior”, como apunta Jorge Basadre (76), pero el rigor moral de Vigil produjo un discurso que es “modelo de altivez e independencia, de elevación y serenidad, de precisión y sobriedad, un verdadero sermón cívico” según el mismo Basadre. Esa fue la ocasión en que, entre otras cosas, el rebelde tacneño hizo recordar que las leyes han sido hechas para que los hombres sean lo que deben ser. El discurso fue pronunciado el 7 de noviembre de 1832. La parte medular, más conmovedora y valiente de Vigil es: “Por lo que hace a mí habiéndome la honra, por no decir la desgracia, de presidir la Cámara en este día, y debiendo quedar por esto privado de sufragio conforme al reglamento, me apresto a emitir mi opinión en la tribuna para que sepa mi patria, y sepan también, todos los pueblos libres que cuando se trató de acusar al Ejecutivo por haber infringido la Constitución, el diputado Vigil dijo: “Yo debo acusar. Yo acuso” Más allá de la importancia y la valentía del famoso discurso, importa establecer los temas que atraen el interés principista de Vigil, los mismos que pudieran constituir las poderosas razones por las que el pueblo de Tacna le reitera varias veces su confianza al hacerlo parlamentario, y también las lecciones cívicas que, por venir de Vigil, moldean el carácter colectivo del pueblo tacneño. Lo primero que Vigil planteaba era una exigencia para que el Estado se mueva en determinados parámetros, un Estado “cuya libertad está circunscripta por límites que no se deben franquear, bajo pena de volcarse en el despotismo y la iniquidad”. La primera lección es, por tanto, la defensa de la constitucionalidad. Algunos quisieron hacer creer que Vigil era una especie de subversivo, que se hallaba a la búsqueda de un golpe de estado. Vigil se indignó por ello y exigió no ser confundido con

75

G. MARÍN; “Vig il”; p. 65-66 76

BASADRE, JORGE; “Historia de la República del Perú. 1822-1933”; Octava Edición; pág. 253.

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un revolucionario -en el sentido de sedicioso- con lo que hace su defensa del derecho a la discrepancia, a la disensión. También denuncia que desde el principio de la república se ha obrado contra las leyes o se han conculcado las leyes a favor de quienes las invocan. Una siguiente lección aborda el tema de la defensa de la aplicación correcta de las leyes. Vigil es sumamente claro y enérgico cuando invoca la consecuencia con las ideas que se han abrazado. Por eso censura a “aquella clase de hombres que cambian de principios con su posición, y llaman bueno lo que es malo y malo lo que es bueno”. Es un intento desesperado por conseguir la adhesión de los representantes a quienes pide “un esfuerzo y nada más, y habremos dado un paso gigante en la senda de la libertad.” Vigil ha dejado un instante la presidencia, sabe que no podrá votar, pero necesita que por lo menos su palabra sea escuchada, aunque sabe que no podrá vencer. Por eso se compara con “un soldado que no está obligado a vencer sino a batirse”. Un nuevo principio que el discurso aborda es la defensa de los principios. LA OPINIÓN COMO UN VALOR EN EL PENSAMIENTO DE VIGIL En su largo y furioso enfrentamiento con los jesuitas, Vigil tuvo ocasión de hacer una defensa cerrada respecto de la importancia de la opinión. En aquellos momentos Vigil se enfrentaba a la curia romana, a la que acusaba de estar dominada por la Compañía de Jesús. Tanto para reducir la importancia de las decisiones papales como para alentar el desprestigio de los jesuitas, Vigil recurría a una capacidad humana a la que él apela como autoridad suprema: la opinión. Es interesante reparar en que Vigil hace de la opinión una constante prácticamente en todas sus obras y opúsculos. Piensa que es la palanca más poderosa que mueve la conciencia en el mundo, y piensa que el hombre es libre en virtud de su capacidad para tener opinión. Afirma que la opinión propia exige que el hombre sea eje de sí mismo. (77) Es sugerente la percepción que tiene Vigil sobre dos nociones que tienen actualmente gran importancia : la opinión (personal y pública) y la capacidad de opinar. La primera es un valor democrático, que en nuestros tiempos se forma con el concurso de los medios de comunicación. La segunda es quizás central en la tarea educativa, y consiste en conseguir que la persona humana posea instrumentos para formar sus propios juicios, elaborar sus propios pensamientos, determinar sus opciones; es decir, tener autonomía para “ser” persona. Mucho se parece esto al “aprender a ser” que proclama el “Informe Delors”.

LA TRASCENDENCIA DE VIGIL La importancia de la existencia de un hombre como Vigil es gravitante en el Perú del siglo XIX, pero de un modo especial lo es para su ciudad natal. Hubo mucha gente valiosa, naturalmente, pero su figura descuella por la integridad, por lo que hoy se llama “consecuencia”. Figura polémica, podría llegar a la intransigencia en defensa de sus creencias. Para muchos fue exagerado y conflictivo pero aún en esos extremos, pudo haberlo sido en defensa de los principios y valores que consideraba necesarios para el país, y esencialmente para la juventud. Jamás sus pasiones estuvieron puestas al servicio de un objetivo personal o subalterno. Fue siempre un hombro probo, austero, digno. Hasta el

77

GONZÁLEZ MARIN; Carlos Alberto; “Vigil ...”; pág. 259.

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más severo de los pensadores peruanos, Manuel González Prada, tuvo expresiones de reconocimiento para este ciudadano singular: “Solitaria columna de mármol a orillas de un río cenagoso” lo llamó.(78) El magisterio de Vigil se puede agrupar en tres campos: el pedagógico-cultural , el cívico-político, el religioso y el ético. En el primero su responsabilidad directa se despliega en la supervisión de la educación escolar en Tacna, en la preparación de textos escolares, en la conducción del Seminario de Arequipa, y naturalmente en su labor al frente de la Biblioteca Nacional. El segundo está compuesto por su preocupación principista en defensa de la constitución junto a los derechos y obligaciones que ella otorga, por su largo y firme ejercicio parlamentario, y por sus publicaciones de inspiración cívica. Su tercer rol, el sacerdotal, presenta a un hombre que desde su rebeldía a las atribuciones de la iglesia de entonces, aporta una actitud de profundo y riguroso cristianismo, además de sus escritos con los que ofrece sustentación a su modo de pensar. Jorge Basadre subraya algunas de los ámbitos en que destaca la acción vigiliana. Dice que supo “luchar con indomable energía de carácter, tenaz espíritu polémico y prolija erudición, por la soberanía popular, la forma republicana de gobierno, la democracia, la constitución; combatir a las dictaduras, a la pena de muerte, a la esclavitud y al tributo indígena; difundir las utopías de la paz perpetua en América, la supresión de las guerras, la federación continental, núcleo para una organización mundial al servicio de dicha paz y el arbitraje obligatorio, base para el arreglo de los conflictos entre los estados.” (79) Ciertamente hay una unidad ética en la vida de Vigil. Tanto el educador como el sacerdote, el hombre público y el pensador son uno sólo, encerrando una cohesión existencial admirable. Fue un hombre ejemplar, un verdadero paradigma.

LA RELIGIOSIDAD DE UN PUEBLO Pese a no tener fundación española, en el escudo de Tacna, que otros prefieren llamar emblema, se lee “HEROICA CIUDAD DE SAN PEDRO DE TACNA”. La advocación a San Pedro debe tener algún origen. Existen por lo menos dos hipótesis. Una de ellas sostiene que se llama San Pedro porque la primera misa celebrada por los españoles se dio el 29 de junio de 1536, “en el barrio indio de Caramolle” por los religiosos que acompañaban la expedición de Almagro. ( 80) Otros creen que se debe a que resulta una alusión de reconocimiento a la primera actitud de rebeldía y heroísmo delos tacneños primigenios, cuando de enfrentan y acosan al navío “Sanct Pedro”, hacia fines del mismo 1536. (81) Queda la tarea en manos de investigadores, pero lo cierto es que existe una advocación religiosa de origen impreciso. Una leyenda popular intenta explicar tanto el lugar en que se encuentra la Catedral de Tacna y la razón por la que la Virgen del Rosario es la Patrona de Tacna, y no San Pedro. Dicha tradición se ubica gruesamente en la época del coloniaje y se vale del viejo recurso de las mulas que trasportan carga, y que en este caso lo hacen desde Arica hacia La Paz. El hecho es que una de ellas se detiene en un abrevadero de Tacna. Cansada y vencida por el

78

G. PRADA; “Pájinas Libres”; Ediciones Nuevo Mundo; Lima, 1964; p. 81. 79

BASADRE, Jorge; “Peruanos del siglo XIX”; p. 228. 80

GUILLERMO AUZA ARCE. 81

LUIS CAVAGNARO; “Materiales 2”; pág. 18

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peso no se puede reincorporar y por ello, al descargarla, encuentran la imagen de la Virgen del Rosario que un cura dominico determina que se quede en la ciudad, y en el lugar de los sucesos se levante un templo. (82) El interés eclesiástico por la región Tacna y Arica fue bastante discreto durante los siglos XVI y XVII y algo menos el XVIII. En lo que se considera algo así como el primer relato histórico que existe sobre Tacna (83) está referido a 1618 y fue hecho por el carmelita español Fray Antonio Vásquez de Espinoza, la alusión que hace al templo se refiere a su visible abandono. En todo caso la presencia o visita de curas y doctrineros parece haber sido espaciada. Ciertamente existen todavía grandes vacíos sobre la evolución de las confesiones religiosas en Tacna. También es verdad que el ya conocido desarrollo acelerado de Arica le permitió no sólo tener una Iglesia Matriz en la primera mitad del siglo XIX, sino también dos pequeños conventos de franciscanos y mercedarios (84). Todo parece indicar que Tacna fue preocupación de los dominicos desde el siglo XVI y que hubo una iglesia parroquial, sucesivamente destruida por los terremotos de 1615, 1831 y 1833, según consigna José Belisario Gómez (85), que se presume estuvo ubicada siempre en el mismo lugar de la Catedral de Tacna, el mismo que en pasados tiempos sirviera de cuartel y de cementerio. La construcción de la Iglesia Matriz de Tacna se inició hacia 1872, en el mismo lugar en que anteriormente se hallaba la iglesia que destruyera totalmente como a casi toda la ciudad, el terremoto de 1833, y sobre cuyos resultados Vigil clamó inútilmente ayuda. La guerra del Pacífico detuvo sus avances en 1879 . Durante el Cautiverio la iglesia fue una metáfora de quietud, de espera. Don Jorge Basadre la recuerda desde su infancia: “Mi vieja casa familiar con su fachada de piedra (...) ubicábase en la plaza Colón (86), en una esquina. A lado derecho veíamos a la Catedral, entonces inconclusa, pero con sus dos torres, erectas como si fueran mástiles orgullosos sobre un barco varado sobreviviente de alguna silenciosa tempestad.” (87) Varios años más tarde de la reincorporación, durante el gobierno de Manuel A. Odría, con replanteamientos arquitectónicos y exhibiendo con frescura la rosada piedra de cantería, se inauguró la Catedral de Tacna, en reemplazo de la Iglesia Matriz.

VIGIL, SORS , LOS TEMPLOS Y OTROS SACERDOTES A lo largo del siglo XIX la religión logra una importancia mayor, especialmente por la presencia de dos sacerdotes que alcanzan identidad con la colectividad en que viven: Sebastián Ramón Sors (88) y Francisco de Paula González Vigil (89). Ya bastante se ha comentado sobre Vigil y su múltiple magisterio, pero el aspecto estrictamente eclesiástico de su vida se ve naturalmente opacado tanto por su despliegue en otros temas como por su anticlericalismo y rebeldía frente a la organización católica de su

82

Relato de ZORA CAVAJAL, citado por RUEDA, NILO; pág. 90 83

“Compendio de descripción de las Indias Occidentales” 84

DAGNINO; “El correg imiento de Arica”; Arica, 1909. (Citado por G. Marín en “Sors”, pág. 32 -33) 85

“El Coloniaje”, Tacna, 1861; pág. 46. (Citado por G. Marín en “Sors”, pág. 32-33) 86

Lo que es hoy la Plaza de Armas, por muchos años se llamó Plaza Colón. 87

BASADRE, Jorge; “La vida y la historia”; pág. 4. 88

SORS (Cataluña [España], 1810 – Tacna, 1875) 89

VIGIL (Tacna, 1792 – Lima, 1875)

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época. La vida monástica de Vigil es muy breve, no obstante lo humilde, austera y caritativa que fue su existencia personal. Vigil era presbítero y optó por alejarse del ejercicio eclesial en 1823 y muy pronto fue electo diputado por primera vez en 1826. Intercalaba sus labores docentes en el Colegio de la Independencia de Arequipa entre 1832 y 1834 con las legislaturas de aquellos años. El discurso contra Gamarra se produjo en noviembre de 1832 y un terrible terremoto ocurrió en Tacna el 18 de setiembre de 1833. En esas circunstancias surgió en Tacna la figura benefactora del Comandante Camilo Carrillo (90). En Lima, acongojado por la desgracia de su pueblo, Vigil escribe una sentida nota periodística (91), implorando la conmiseración de los peruanos y el apoyo del gobierno para socorrer a la población desgraciada. Algunas familias respondieron al llamado, especialmente la gente del Callao, pero el gobierno prestó oídos sordos al clamor. El gobierno de Gamarra castigó en el dolor del pueblo de Tacna la rebeldía de su representante. Datos de la época refieren que los cabildos de Tacna, Moquegua, Arica y Locumba solicitaron su anexión a Bolivia, heridos por la indiferencia gubernativa. El cura Sors llegó a Tacna hacia 1840, obsesionado por la idea de fundar una escuela para niños pobres. Era Vigil Director de Instrucción Primaria de la provincia y era indispensable su autorización para abrir una escuela alguna, mucho más porque Vigil era severo examinador de quienes desearan hacerlo. Naturalmente, ya habían otras escuelas funcionando en Tacna. Pronto ganó el cura Sors prestigio por la calidad de sus maestros pero también por la severidad y exigencia con los alumnos, llegando muchas veces a los rigores corporales, frente a los cuales Vigil recibía algunas quejas y se las hacía saber a Sors. Hay una larga lista de pro-hombres tacneños que fueron alumnos del cura Sors. Varios de ellos fueron militares y combatientes el 2 de mayo de 1866 en el Callao. Éstos y otros se hicieron héroes en el Morro de Arica, en San Juan y en Miraflores. La Tacna en que Sors cumplía su apostolado católico no era muy propicia para su tarea. Por un lado estaba la gran influencia que ejercía la figura y el pensamiento de Vigil, especialmente entre los jóvenes que lo admiraban. Pero también se encontraba con un “ambiente de irremediable incredulidad que solapadamente habían propagado sajones, alemanes e italianos que abrazaban creencias opuestas al catolicismo”, como observa certeramente González Marín. “No eran tan cordiales –aporta Carlos Wiesse--, las relaciones del señor Cura Sors con ciertos elementos de la colonia de comerciantes ingleses, genoveses y de otras provincias italianas, a quienes formaban séquito sujetos de la juventud de radicales tacneños.” (92) Aunque antes ya lo había sido, Vigil volvió a aceptar la Dirección de la Biblioteca Nacional por encargo del Presidente Castilla desde 1845, y en dicho cargo permaneció por los siguientes 30 años, es decir, hasta su muerte. Con ello se perdió en algo el contacto constante que el sabio tenía con Tacna. Fueron esos los años de más encendido enfrentamiento de Vigil con la curia romana, atrayendo sobre sí todas las iras imaginables

90

Ver CAMILO CARRILLO en “VIGIL” de G. Marín; Págs. 88 a 91. 91

G. MARIN; “Vig il”; pág. 91-93 92

G. MARIN; “Sors”; pág. 20.

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dentro y fuera del país, como también no pocas muestras de adhesión y admiración. Tres bulas papales de condenación trataron de silenciarlo, inútilmente, en los años 1851, 1853 y 1854. Vigil y Sors fueron contemporáneos y se conocieron, aunque la relación no ha debido ser ni muy cercana ni frecuente. No se sabe de algún enfrentamiento áspero entre ellos. Pero, en opinión de González Marín, “Sors sentía por Vigil una secreta admiración. No le guardaba rencor alguno, como tantos otros irreverentes fanáticos de su época, aunque discrepaba en cuanto a su declarada y frenética oposición antipapista.” Sors apreciaba mucho la grandeza moral, el civismo militante y la extrema generosidad de Vigil. “Vigil ha escrito el Catecismo Patriótico que enseña el amor a la patria, a la familia y a la sociedad” decía en forma elogiosa. De dimensiones diferentes, estos dos religiosos han signado de diversos modos el siglo XIX. Ambos murieron el mismo año, 1875, separados por muy pocos meses. Vigil en Lima el 09 de junio. Sors en Tacna el 01 de octubre. Años más tarde, en 1910 y en el embate duro de la “chilenización”, los sacerdotes peruanos debieron pagar con el destierro su lealtad con el Perú.

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4. SE EDUCA NO SÓLO DESDE LA ESCUELA La escuela ha evolucionado y continúa evolucionando mucho, pero seguramente desde sus primeros momentos, entre otras cosas, deja huellas en la manera en que sus alumnos entienden el mundo, lo que en él ocurre y las relaciones que los personajes de ése mundo logran tejer entre sí. Seguramente que Tacna necesitó una escuela cuando sus habitantes o sus grupos dirigenciales comprendieron que, por el tamaño de su población o por las referencias recibidas de otros lugares, había llegado la hora de tener un lugar y unos responsables para que los niños aprendan de manera sistemática. UNA ESCUELA EN ARICA. Antes de esto, es fácil comprender que los primeros en interesarse por el tema fueron los curas doctrineros, quienes en su tarea divulgadora asumieron su misión en las reducciones para enseñar a leer y escribir a los caciques y principales, ya desde el siglo XVI. Los demás indígenas sólo recibían la doctrina. Las familias peninsulares que se establecieron en Arica en la segunda mitad de aquel siglo confiaron a los religiosos la educación de sus hijos. Sin embargo, las instituciones educativas promovidas y regentadas por maestros laicos existió desde los primeros momentos de la hispanización en “...incipientes ciudades coloniales, como Trujillo, Lima o el Cuzco”, refiere el Padre Vargas Ugarte (93). La primera escuela privada o particular que debió existir en Arica estuvo dirigida por un laico, el señor Melchor de los Reyes, antes del año 1668 en que un terremoto la dejó en ruinas. Se sabe documentariamente que en 1670 él solicitó al cabildo le asignen un solar para edificar la escuela. No se sabe si el pedido se lo concedieron ni se sabe la ocupación previa a preceptor de Melchor de los Reyes. Sólo se sabe que ya vivía en Arica en 1656. (94) LA PRIMERA ESCUELA EN TACNA Los datos hasta ahora recogidos podrían señalar una diferencia significativa en la aparición de las primeras escuelas en Arica y Tacna. Para comenzar, la primera escuela en Tacna de que se tiene conocimiento no es particular sino pública, estuvo dirigida por un laico y su existencia se registra en 1793, bastante más que un siglo después que la primera escuela particular y laica de Arica. No se puede afirmar que en Tacna haya o no haya habido algún tipo de escuela antes de 1793. Pero la primera referencia a las escuelas está asentada en las notas del Gobernador don Antonio Alvarez y Jiménez que, procedente de Arequipa, visitó los partidos de Arica y Tacna por aquel año, disponiendo en este último la creación de ”una escuela pública para la enseñanza de las primeras letras de los hijos de los naturales de la doctrina” y que como profesor se

93

Citado por Cavagnaro, Luis ; “Materiales 3”; pág 280) 94

Cavagnaro, Lu is; “Materiales 3”; pág. 280

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nombraba a don Baltasar Esteban. (95) Es muy importante advertir que se trataba de una institución con una conducción dual, pues compromete la responsabilidad comunal a la vez que la religiosa, como que se encarga que dicha escuela quede bajo la inspección del sub-delegado del cabildo y del párroco. Y también se le asignan objetivos que combinen el santo temor de Dios así como el amor y fidelidad al rey, juntamente “con el perfecto desempeño en todos sus deberes”, es decir, el de impartir conocimientos. Conocer sí antes de esta escuela pública hubo alguna otra similar es un asunto abierto a la investigación, de la misma manera que no se puede descartar la posibilidad que en Tacna haya habido, en los años anteriores a 1793 algún tipo de escuela privada y laica destinada a las familias pudientes, como sí lo hubo en Arica. Por lo menos resulta difícil imaginar que un pueblo que a lo largo del siglo XVII alcanzó un nivel de prosperidad notoriamente alto, estimulado por sus relaciones comerciales con la ciudad de Oruro, no contara con una escuela privada. LOS PRIMEROS AYUNTAMIENTOS Y SU ROL EDUCATIVO.

Como ya se sabe, Vigil regresó del Cusco a su tierra en 1812. Hacía muy poco que se había develado el grito libertario de Francisco de Zela. El joven Vigil acompañaba entonces al cura Juan José De la Fuente y Bustamante, hombre de convicciones realistas a quien el Obispo de La Encina, frente a las convulsiones que ya se vivían en el virreinato, decidió enviarlo a Tacna. Especialmente en la insurrección de 1813, De la Fuente desplegó todas sus capacidades para impedir que el pueblo de Tacna respalde el levantamiento de los Paillardelle. En estas circunstancias fue que se eligió al Primer Ayuntamiento que presidió por breve tiempo Manuel Calderón de la Barca pues luego se unió precisamente al rebelde francés. Es casi seguro que Vigil haya tomado algunas iniciativas en este Ayuntamiento. Está presente el sello de los pensamientos vigilianos en algunas de las decisiones municipales, como por ejemplo el nombramiento de los Alcaldes de Barrio y más adelante en la creación del Instituto de Tacna, primer centro de cultura popular. Los Alcaldes de Barrio eran los elementos operativos del Ayuntamiento, encargados tanto de cuidar la seguridad de los habitantes como preocuparse por la limpieza pública, que “mantuvieran la higiene y limpieza de las puertas, y si era posible lo hicieran cada vez en cada semana el día sábado” (96) Los Alcaldes de Barrio equivalen a lo que hoy se conoce como Alcaldías Delegadas y que operan en los llamados Centros Poblados Menores.

La tarea educativa del Ayuntamiento era ostensible en lo que vendría a ser “educación no-formal”. Hay que destacar algunas de sus orientaciones: (a) calidad y honestidad en los productos que se comercian, (b) sanidad en el agua para el consumo humano, (c) limpieza de las puertas y calles con participación del vecindario, (d) control y honradez en la distribución del agua para regadío.

En específico, la labor de los Alcaldes de Barrio era notoriamente cercana a la vida familiar de los habitantes de su jurisdicción. Ellos tenían que ver con los censos y los viajes de los habitantes; la seguridad ciudadana; la conducta matrimonial; la educación de la infancia y juventud, especialmente de los naturales y desde la edad de cinco años, hasta que

95

GONZÁLEZ MARÍN, Carlos Alberto; “La escuela peruana en Tacna (1793-1907)”,pág.13 96

G. MARÍN; “Vig il”; pág. 61

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sepan leer, escribir y por lo menos las cuatro primeras reglas de la aritmética; y el control de los juegos diversos, permitidos e ilegales. (97)

LA PRIMERA ESCUELA DEL AYUNTAMIENTO Carlos Alberto González Marín ha sido un valioso investigador de los temas regionales tacneños, y en un libro pequeño y muy valioso (98) expone una sucesión de noticias concernientes a las instituciones educativas tacneñas desde 1793 en adelante. Es muy interesante encontrar que este autor, al referirse al Estatuto Provisional del Ayuntamiento de Tacna de 1820, señala que se tomaron acuerdos para el bienestar del pueblo con disposiciones relativas a la salud, la salubridad, la alimentación, el comercio, la seguridad, la recreación y la instrucción pública. Es decir que la autoridad municipal de entonces, el gobierno local, el año anterior de la proclamación de la independencia del Perú supo tomar bajo su responsabilidad, entre otras, la de la instrucción pública . El Estatuto Provisional, en lo que respecta a educación señala que “Siendo la educación de la infancia y juventud la base de la moral y de la felicidad del Estado, es seguramente uno de los primeros deberes del Ayuntamiento cuidar de la instrucción religiosa y civ il de los niños de toda la clase, y por consiguiente de las escuelas de primeras letras y demás que se establezcan y habiendo una dotada con los fondos del Común, con destino a enseñar principalmente a los naturales, ordena el Ayuntamiento que todos los ayllos y los vecinos de cualquier casta del pueblo sean obligados a poner los primeros en la escuela dotada a sus hijos varones, desde la edad de cinco años hasta que sepan leer y escribir, y por lo menos las cuatro primeras reglas de aritmética, y los de las otras castas en éstas o en las otras escuelas, de cuyo aumento, conservación y arreglo cuidará el Ayuntamiento, bajo la pena a los primeros de dos pesos por cada mes en que se justifique no haber mandado a sus hijos a la escuela, y a los segundos con la de ser anotados en el Libro del Ayuntamiento como gente de menos valer, en inteligencia de que por lo que hace al establecimiento de escuela de latinidad, y de primeras letras para niñas, tratará el Ayuntamiento de proporcionar los medios para que se verifique en lo sucesivo”.(99)

A LO LARGO DEL SIGLO XIX

El proceso republicano trajo a Tacna como a todo el Perú, el trajín propio de quien busca estabilidad y desarrollo. En lo educativo, a las escuelas del Cabildo primero y luego del Ayuntamiento, sucederán años más tarde las escuelas municipales en el gobierno de Manuel Pardo (1874 – 1876). Desde 1824, aproximadamente, diversas escuelas privadas se habían instalado en Tacna para atender especialmente a las familias más acomodadas de la ciudad, o para las señoritas de modo exclusivo como la Casa de Educandas que en 1840 abrió doña Luisa Izarnótegui de Basadre.

Algunos años más tarde, en 1868, se abrirá el Colegio Alemán dirigido por Guillermo Von Boek, en el que se formarán, entre otros, figuras notables como Carlos Wiesse y Rómulo Cúneo-Vidal. La escuela estatal surgirá primero con el Instituto Educacional de 1840. Luego con el Colegio de La Victoria en 1845 y el Instituto Literario de Tacna, el mismo año, y que en 1861 sería convertido por el Presidente Castilla en el Colegio de la Independencia. Es

97

G. MARÍN; “Vig il”; págs. 62-64. 98

GONZÁLEZ MARÍN, Carlos Alberto; “La escuela peruana en Tacna (1793 -1907)” 99

G. MARÍN ; “La escuela peruana en Tacna”; pp. 15 y 68

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singular que en 1841, con la autorización del Prefecto don Manuel de Mendiburu, se abriera en un área agrícola y relativamente lejana en la Tacna de entonces, Pocollay, una escuela de primeras letras para personas adultas analfabetas, sostenida con el peculio de los vecinos. El funcionamiento de escuelas con orígenes distintos dio lugar a la existencia de diversas formas de financiamiento (100). Hubo financiamiento estatal, que tuvo diversas fuentes, entre ellas por ejemplo los fondos provenientes de la extracción del guano. Hubo subvención institucional para planteles privados , como era el caso de la Policía de Tacna que asumía el pago de becas externas en el Colegio de Educandas. El financiamiento privado que, por la información de los diarios de la época, hacía ofrecimientos de calidades y precios. También existió el financiamiento institucional, como fue para una escuela creada por la Beneficencia Pública (5 enero de 1855) en homenaje a la victoria de Casti lla sobre Echenique en el combate de La Palma. CAMBIANDO LAS AULAS POR EL CAMPO DE BATALLA Los resultados de las guerras se expresan en la victoria de unos y la derrota de otros. Ha quedado en la memoria de los hombres que en las “guerras tradicionales” uno de los dos se yergue vencedor por la rendición o el sometimiento del otro. Pero hay otras perspectivas con las cuales apreciar y aún medir los acontecimientos más allá de los conceptos victoria-derrota. Desde ellas la guerra y sus tensiones adquiere otras dimensiones; descubre las trascendencias nobles que subyacen bajo la brutalidad y el odio que las guerras siempre generan o exacerban. Una de ellas tal vez sea las motivaciones que mueven a los hombres. El amor firme y puro por la tierra natal, por ejemplo.

Esas motivaciones impulsaron a que algo así como 2,000 voluntarios marcharan decididos a castigar a quienes habían inventado argumentos para declarar una guerra. Eran empleados, obreros, chacareros y estudiantes. Dos Coroneles que habían sido alumnos del cura Sors, Marcelino Varela y Justo Arias y Aragüez, iban al frente de los Artesanos y los Granaderos de Tacna.

Pedro Quina Castañón era un mozo de 20 años en 1879. Se había formado en las aulas del Colegio de la Independencia que recién había vuelto a funcionar ese mismo año. Cuando se supo de la declaratoria de guerra en abril, Pedro Quina Castañón dejó oír su voz contra el derecho de conquista proclamado por Chile, desde los balcones de la municipalidad de Tacna. Lo escucharon tres mil almas y estuvieron a su lado unos profesores que hablaron también. Quina Castañón se hizo soldado del batallón Artesanos de Tacna , luchó en Arica, cayó prisionero y volvió a Tacna para dedicarse plenamente al periodismo, la poesía y el magisterio. Su propia casa se convirtió en una escuela primaria. En el Alto de la Alianza primero y luego en el Morro de Arica se inmolaron muchísimos jóvenes, desconocidos la mayoría. Al lado de sus heroicos jefes, con no menos heroísmo cayeron los muchachos (101). Los documentos históricos de las batallas dan cuenta, en parte, de todo ello.

100

G. MARIN; “La escuela peruana...”; págs. 23, 24, 27-28, 30-31. 101

Entre los combatientes más jóvenes hay reconocimientos de heroísmo muy claros. Últimas

investigaciones de Cavagnaro (“Materiales 3”; pág. 116) hace precisiones sobre el pequeño héroe Alfredo

Maldonado, un niño negrito que Vargas Hurtado ha reivindicado en “La batalla de Arica”.

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EL ATAQUE HACIA LAS FUENTES DEL SABER , EL SENTIR Y EL ACTUAR La ciudad de Tacna fue ocupada la tarde del 26 de mayo de 1880. Arica cayó 12 días después. La conducta de Chile en estas provincias que administraron a lo largo de 50 años no tuvo una línea uniforme. En este proceso denominado de la chilenización se pueden distinguir dos etapas con características distintas. La primera que va desde la ocupación “legal” que se ampara en el tratado de Ancón (1883) y que dura hasta fines del siglo XIX. La segunda que desde estos momentos transcurre hasta 1929, pasando por la etapa del frustrado plebiscito en 1925-1926. La primera etapa estuvo caracterizada por una ostensible voluntad de granjearse la simpatía de las provincias ocupadas por parte del gobierno chileno, sin duda para crear condiciones que le resultaran favorables a la hora de ése plebiscito que ellos mismos postergaban. “Chile puso en práctica un plan sistemáticamente elaborado que comprendía medidas, sobre todo, en el orden material, que aparentemente parecían beneficiar a los habitantes de esa región. Púsose especial empeño en la creación de centros de enseñanza, en la fundación de nuevos periódicos, en el establecimiento de una ordenada y eficaz administración al servicio de la comunidad, en el funcionamiento de un alto tribunal de justicia” apunta Raúl Palacios Rodríguez (102.) No obstante las realmente cordiales relaciones existentes entre peruanos y chilenos, el patriotismo tacneño no sufrió desmedro y la estrategia fracasó.

Por esta razón el gobierno chileno decidió cambiar sus procedimientos hacia mediados de 1900, que esta vez habría de tener características violentas. Como metáfora la llamaban la política al “rojo blanco”. Varias acciones comprendía el plan de la chilenización violenta, pero las más importantes estaban dirigidas a tres actores cuyas tareas eran y son profundamente educativas, porque inciden sobre la forma de pensar, sentir y actuar de los seres humanos: los maestros, los sacerdotes y los periodistas.. LA ESCUELA, LOS MAESTROS Y LA PERUANIDAD

Apelamos nuevamente al ilustrado criterio de Palacios Rodríguez: “En toda la historia de la chilenización, en una u otra de sus etapas, el tema de las escuelas peruanas en las provincias cautivas constituye, a no dudarlo, un capítulo especial para entender en gran medida la impermeabilidad de la población regnícola a la infiltración chilena y su enraizado y perenne apego a la patria de origen. Los centros escolares, al igual que el hogar, la iglesia y otras instituciones tradicionalmente peruanas, se constituyeron desde el inicio del cautiverio en verdaderos receptáculos de la más pura e inmaculada peruanidad y sus maestros en auténticos depositarios y paladines del espíritu nacional.”(103) Fueron, por tanto, los maestros quienes primero debieron soportar los rigores de la decisión chilena. Los hostilizaron pretendiendo “demostrar” que el Estado peruano los financiaba (como si el territorio fuera ya chileno) o los acusaron de “enseñar el odio a Chile” a través de la enseñanza de la historia, especialmente de la reciente guerra . A mediados de mayo de 1900 la máxima autoridad política chilena, el Intendente, expidió el decreto que clausuraba las escuelas peruanas en el departamento y de inmediato otro

102

PALACIOS RODRÍGUEZ, Raúl; “La chilenización de Tacna y Arica”; pág. 55. 103

PALACIOS RODRÍGUEZ, Raúl; “La chilenización de Tacna y Arica”; pág. 69.

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negando la apertura de nuevos planteles. Fueron por lo menos 16 las escuelas peruanas clausuradas. Eran mujeres la mayoría de las Directoras de los planteles peruanos que fueron conminadas a firmar la notificación del cierre de sus propias escuelas. El abuso del poder y la autoridad generó, naturalmente, un sentimiento de impotencia. Pero también varios actos de dignidad y rebeldía. El más memorable le cupo a Zoila Sabel Cáceres (104), joven maestra Directora del Liceo de Tacna que no solamente se negó a firmar, sino que, como consta en el informe oficial, respondió: : “Como peruana y tacneña, yo mantengo y mantendré abiertas las puertas y ventanas de esta escuela que dirijo. Dígale al señor Intendente que la sus crita no se amilana ante la notificación y que si desea clausurar esta escuela que venga personalmente a cerrarla”.(105)

PATRIOTISMO DESDE EL PÚLPITO Y EN CUALQUIER PARTE Por supuesto que los gobernantes chilenos y sus mentores también encontraron razones para acosar a los sacerdotes peruanos. Habían percibido que éstos cumplían importante labor desde el púlpito, puesto que no sólo inspiraban la fe católica y sus orientaciones, sino que fortalecían en sus feligreses la otra fe, la patriótica. Desde el diario El Mercurio de Santiago, el influyente periodista Arturo Prado Fernández hacía una síntesis reveladora: “El clero peruano en Tacna es una de las mejores armas que el Perú tiene en contra nuestra; predica en el púlpito y en cualquier parte, y la expresión de cautivos la tiene siempre a mano, para mantener latente en todos, la hostilidad contra Chile” (106) En 1909 fueron clausuradas oficialmente todas las iglesias de Tacna y Arica y de las poblaciones vecinas, al tiempo que se colocaban guardias armados en las puertas a fin de impedir el ingreso de los religiosos y fieles peruanos. Los sacerdotes chilenos eran pocos y no pudieron atender los servicios públicos; y cuando aumentaron para suplir a los peruanos, las familias dejaron de ir a los templos. “Los niños son educados en sus casas, y los padres que no pueden hacerlo, mantienen con su ejemplo y con su palabra el santo amor a la patria. Las mujeres rezan en sus hogares, sin oír misa, sin confesarse, sin practicar ninguno de los sacramentos administrados por los curas enemigos. ¡Sublime ejemplo, en que el patriotismo de tacneñas y ariqueñas se sobrepone al sentimiento religioso, que es uno de los más profundos en el corazón de la mujer”. (107) Así como hubo escuela clandestinas, también los sacerdotes cumplieron su misión en clandestinidad. El siguiente es el testimonio de don Vitaliano Berroa (108): “A falta de iglesia en que administrar los sacramentos, instalé con licencia de mis superiores una capilla, en mi casa particular, donde acudían los fieles a cumplir sus obligaciones religiosas tan sagradas, como nobilísimas. Este episodio triste, pero honroso, duró cerca de un año, no terminando sino con la expulsión de los sacerdotes por las autoridades chilenas.”

El 7 de marzo de 1910, después de amenazas, chantajes e inútiles apelaciones, salieron expulsados los sacerdotes peruanos de Arica y Tacna, los presbíteros José Vitaliano Berroa

104

ZOILA SABEL CÁCERES (Tacna, 1871-1954) 105

Citado por Palacios Rodríguez, Raú l; “La chilenización...”; pág. 57. 106

Citado por Palacios Rodríguez, Raú l; “La chilenización...”; pág. 84. 107

TÉLLEZ, CARLOS; “La cuestión de Tacna y Arica”; 1925. (Citado por Palacios Rodríguez; “La

chilenización...”; pág. 86) 108

BERROA, José Vitaliano; “El problema religioso durante la ocupación chilena de las parroquias

irredentas de la Diócesis de Arequipa (1899-1926)”; Lima, s/f. (Citado por Palacios Rodríguez; “La

chilenización...”; pág. 87)

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y Juan Gualberto Guevara, el párroco J. Florez Mestre, José Félix Cáceres, Esteban Socafondi, Mariano Indacochea Zevallos y Francisco Quiroz. Una crónica de “El Comercio” de Lima del día siguiente refiere la forma cómo fueron expatriados. Dice que en el momento en que salían del retén policial, el poeta y periodista Federico Barreto se acercó a ellos y pidió que le permitieran acompañar a los curas. Le negaron el pedido diciéndole que “a él menos que a nadie”. Saliendo hacia el norte por el barrio del Caramolle, la gente salió a las calles para aplaudirlos. Los curas asomaron a las ventanillas de los coches y dieron fuertes vivas al Perú. LA AGRESIÓN A LOS DIARIOS PERUANOS Fueron “El Tacora” y “La Voz del Sur” en Tacna y “El Morro de Arica” (109) en aquel puerto los diarios que debieron soportar el ataque final de la campaña chilenizadora, en la planificada secuencia de silenciar a los maestros, los sacerdotes y los periodistas. Naturalmente que a lo largo de la campaña iniciada en 1900 ya habían sufrido numerosos ataques, ya sean mediante juicios o valiéndose de misteriosos asaltos perpetrados por “personas desconocidas”. Pero fue en 1911 en que culminó la agraviante campaña. El día 18 de julio fueron conducidos hacia Tacna y por tren más de medio millar de obreros trabajadores en el ferrocarril de Arica a La Paz, con la supuesta finalidad de engrosar una manifestación solicitando la anexión de las dos provincias a Chile. Al concluir el mitin la turba, debidamente exacerbada, se dirigió a los dos diarios peruanos para arrasarlos y empastelar sus talleres por espacio de varias horas, así como el local del club social La Unión y varios otros negocios de peruanos. Las autoridades chilenas alegaron no haberse percatado de nada, aunque esto ocurría a escasas cuadras del cuartel de Policía.(110) Al día siguiente algo similar ocurrió en Arica. El populacho enardecido regresó al puerto en la mañana del 19 e inmediatamente se dirigió, dando mueras al Perú, a la imprenta de “El Morro de Arica” y a otros locales peruanos, entre ellos la casa de Bolognesi, en donde funcionaba la Beneficencia. Todo fue destruido o saqueado. DESTERRAR A LOS ADULTOS Y ENROLAR A LOS JÓVENES El cierre de las escuelas y la expulsión de sacerdotes y periodistas peruanos formó, como ya se ha dicho, parte de una campaña específica destinada a cancelar la información, anular la capacidad de opinión y separar afectivamente a la población tacneña -y ariqueña- del Perú. Pero después de este durísimo ultraje , continuó otra menos ostensible pero más constante, como aquella de proscribir a la población peruana de Tacna y Arica, con el claro objetivo de disminuirla cuantitativamente ante la latente eventualidad de un plebiscito. “En 1918 las persecuciones se hicieron insoportables y odiosas, intensificándose hasta llegar a límites verdaderamente inconcebibles e inhumanos. Enormes contingentes de peruanos eran echados sin más ni menos como simples delincuentes”, apunta Palacios Rodríguez. Cuando no fue la expulsión, la administración chilena echó mano al reclutamiento de jóvenes peruanos para el ejército. Muchos adolescentes debieron salir prontamente de Tacna, enviados fuera por sus familias. A fines de 1919 se ordenó la conscripción forzosa.

109

“El Tacora” (1882) era propiedad de Roberto Freyre Arias, de ilustre familia periodística e intelectual.

“La Voz del Sur” (1893) era d irigida por los hermanos Federico y José María Barreto. A l frente de “El

Morro de Arica” estaban Gerardo Vargas y Enrique Ward. 110

PALACIOS RODRÍGUEZ, Raúl; “La chilenización...”; págs. 107-108.

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Ciertamente que todas las estrategias abusivas del gobierno chileno durante la ocupación de la provincias de Tacna y Arica finalmente fracasaron. Intentaron romper las arterias por donde circulaba entre la población peruana cautiva el caudal inmenso de valores que ella poseía y multiplicaba. No lo consiguieron. Un prudente funcionario chileno, joven por su propia y anónima declaración, publicó en el diario El Mercurio de Valparaíso, en enero de 1911, una opinión reveladora respecto de esta situación: “La única chilenización posible es llevar chilenos que compren sus tierras, naturalmente sin forzar a los peruanos. Pensar convertir a un peruano haciéndolo chileno, me parece absurdo. El amor a la patria es algo que no cambia en los seres nobles”. (111)

CÓMO LA EDUCACIÓN FUE CAPAZ DE FORTALECER A UN PUEBLO Después de sucesivas burlas e intencionales fracasos, el plebiscito de Tacna y Arica no se producía. La llamada “chilenización violenta” comenzó con el siglo XX y su finalidad era acabar con la peruanidad de los habitantes de las dos provincias. Chile había descargado los más duros golpes contra la terca peruanidad de los cautivos. Sin embargo, por el incansable reclamo patriótico, por gestiones diplomáticas y por presión internacional, el país ocupante accedió a aceptar la realización de un plebiscito con el arbitraje de los Estados Unidos. El plebiscito debería realizarse entre 1925 y 1926. Deberían votar los varones mayores de 21 años. Finalmente el plebiscito no pudo se realizar. Y fue así porque el árbitro norteamericano comprobó que existía un clima absolutamente adverso y carente de garantías para los peruanos, y en tales condiciones el plebiscito resultaba impracticable. Chile no quería perder el plebiscito y estaba dispuesto a todo para ello. La mayoría de potenciales votantes plebiscitarios tenían una visible opción peruana. Era así porque por sobre todas las cosas habían sido formados en sentimientos y valores peruanos, tanto en la escuela como en el hogar. A esto había contribuido profundamente el periodismo y su tarea de divulgación y polémica con los invasores, y también los sacerdotes desde el púlpito, alentando el amor a Dios y a la patria, hasta que los clausuraron por la importancia de sus mensajes. Sin prensa, sin templos y sin aulas peruanas, quedó sólo un refugio para mantener viva la llama de la peruanidad: el hogar. Y dentro del hogar, la madre. Por la edad que deberían tener quienes estuvieran aptos para votar en el plebiscito, es decir más de 21 años, resulta inevitable que estos votantes se hubiera educado en los planteles con las siguientes características:

a) En las escuelas peruanas que funcionaban antes de la guerra. b) En las escuelas peruanas que funcionaban con programas peruanos después de la

guerra, pero antes del cierre forzoso que se inició en 1900. c) En las escuelas peruanas de niños que funcionaron clandestinamente después del

cierre forzoso. d) En las escuelas chilenas que fueron tomadas por las autoridades chilenas después

de 1900, con programas y maestros chilenos.

111

Citado por PALACIOS R., Raúl; “La ch ilen ización...”; pág. 130.

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e) En escuelas peruanas fuera de Tacna y Arica. En conclusión, el sentimiento de amor a la patria había logrado instalarse con firmeza en el alma de los tacneños y ariqueños por cualquiera de los mecanismos de que dispusieron durante todo es largo tiempo. No hubo plebiscito ni hubo ocasión de infligir una derrota a quienes usurpaban la soberanía de esas provincias. Pero hubo una victoria histórica, la victoria de los hombres que saben defender su libertad, más trascendente y superior en lo moral porque provenía de las motivaciones que animaban a esos pueblos. EL PERIODISMO PLEBISCITARIO La prensa peruana clandestina no desapareció de Tacna después de la clausura violenta de los diarios. Se siguieron editando publicaciones periodísticas con natural infrecuencia, especialmente desde Locumba que era la capital de “Tacna Libre”. Dicha heroica prensa ayudó a mantener alentada a la población tacneña en su voluntad peruanista. En el marco del proceso plebiscitario de 1925-1926, arbitrado por una Comisión presidida por un representante del gobierno de los EEUU, apareció la revista JUSTICIA!. Una legión de intelectuales de todo el Perú que encabezaba José Gálvez Barrenechea, muchos de ellos muy jóvenes y la mayoría tacneños, se unieron para producir este valiosísimo documento que se constituyó en el Órgano de la Delegación +Jurídica del Perú en el referido plebiscito(112). Su breve existencia concluyó cuando el plebiscito fue declarado impracticable por la falta de garantías para la población peruana (113). JUSTICIA! es un testimonio periodístico de extraordinario valor por su profundidad reflexiva, la solidez académica y literaria de sus colaboradores, y el ascendrado patriotismo exhibido en cada una de sus páginas. Puede ser elocuente la brevedad y contundencia del siguiente enfrentamiento periodístico. Como parte de la campaña para atraer los votos tacneños y ariqueños a favor de Chile, la prensa de ese país enarbolaba un mensaje propagandístico: “Donde está tu bienestar está tu patria”. JUSTICIA! reaccionó de modo fulminante frente a aquel mensaje que contenía un enfoque ventral frente a una situación que correspondía a una decisión ética. La respuesta peruana era “Donde está tu honor está tu patria”. (114)

112

Justicia!. Rev ista semanal peruana aparecida en el pleb iscito de Tacna y Arica. Entre marzo y jun io de

1926 alcanzó 12 números. Entre varios colaboradores tuvo a José Gálvez B., Jorge Basadre, Lu is Alberto

Sánchez, José Jiménez Borja, César Augusto Lengua, Percy Mac Lean.

(EDUBANCO; Edición Facsimilar; Lima, 1979). 113

Por opin ión del general estadounidense William Lassiter, presidente de la Comisión Plebiscitaria. 114

Justicia! Nº 1; 24 de marzo de 1926; pág. 7.

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5. LOS VALORES EN LA LECCIÓN DE LA HISTORIA Es de suyo necesario proponer, especialmente en estos tiempos de globalización e incertidumbre, proyectos y procedimientos metodológicos para practicar una “educación en valores”. Pero es igualmente importante encontrar en la historia la adquisición y la expresión de estos valores de manera tangible. La vigencia de los valores se encuentra más en el comportamiento de los hombres y de los pueblos que en los pronunciamientos o las mejores intenciones. Este es el caso de Tacna, expuesto en una etapa tremendamente difícil de su vida como pueblo. La ocupación que soportó durante 50 años sólo pudo ser sobrellevada por un conjunto de valores que viniendo del pasado histórico se hicieron colectivos y se expresaron en innumerables individualidades, públicas o anónimas. Sería falso afirmar que todos respondieron del mismo modo. No fue así. Hubo también gente que desvió su camino y optó por servir a los invasores, movidos por muy diversos motivos que no es del caso examinar. Los llamaban los “cowboyes” y eran “peruanos chilenizados” que delataban a los peruanos convictos. Hubo también en diversas épocas relaciones nobles y afectivas que se consagraban en la formación de familias que en muchos casos soportaron la tensión de nacionalidades compartidas. Pero para la gran mayoría el asunto de su opción nacional era claro e inalterable. El ejercicio de esta decisión venía inspirado por toda la historia del pueblo tacneño. Esa “historia local” de la que la presente reflexión se ha valido para buscar las raíces de una conducta que los peruanos la consideramos ejemplar: la lealtad de Tacna con el Perú. Existen diversas formas de definir lo que son VALORES, tantas que exponen el concepto a la banalidad.. Sin embargo parece que existe en común la idea de que se trata de creencias que vienen acompañadas de un componente afectivo (115). Es decir, son las cosas en que creemos y que queremos. La existencia de valores en las personas debe expresarse necesariamente en comportamientos. Los valores son tales y tienen importancia axiológica sólo si orientan la forma de vivir de las personas. Por otra parte, los valores proceden de una serie de fuentes. Se los adquiere mediante el aprendizaje, por medio de lecciones o lecturas; se pueden aprender por modelos, es decir por los llamados paradigmas; se pueden aprender de las autoridades -con lo cual cae sobre ellas la grave responsabilidad de ser referentes sociales de los valores o los antivalores- ; y también se aprende de los iguales (116).

115

BERKOWITZ; Marv in W.; “Educar la persona moral en su totalidad”. (En “Educación, Valores y

Democracia”; Organización de Estados Americanos; 1998; pág. 148 -149) 116

Desarrollado en base al artícu lo de BERKOWITZ; Marv in W.; “Educar la persona moral en su

totalidad”.

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Existen dos grandes valores originales en la historia de Tacna, de los cuales parecen desprenderse y desarrollarse otros más, encadenada y sucesivamente. Ellos son el aprecio por la libertad y la conciencia democrática. Llamamos aprecio por la libertad a ese impulso que mueve a los hombres para hacerse propietario de sus decisiones y que repudia toda forma de imposición. La conciencia democrática vendría a ser la disposición que los hombres tienen a sentirse próximos y alcanzables unos a otros; no es exactamente igualdad, porque ella no es real, sino una forma de accesibilidad que equilibra, que evita diferencias insuperables. El origen de estos valores primigenios debe estar en la forma cómo se constituyó la sociedad tacneña. Si bien hubo enfrentamientos iniciales muy primitivos, la instalación de una coexistencia pausada y al parecer pacífica entre naturales y españoles contribuyó a la germinación de los valores mencionados, a lo cual debe agregarse que Tacna no tenga fundación española, con lo cual se ha dado lugar para que se diga, en un aserto tan poético como democrático, que a Tacna la fundó su pueblo. Las potencialidades agrícolas e hídricas del valle del Caplina fue también otro factor favorable a la realización de una forma de vivir libre y democrática, porque no facilitó la existencia del latifundio. En cambio el minifundio, que desde el punto de vista moderno es económicamente poco rentable, dio mayores oportunidades para la convivencia de pequeños propietario en una relativa igualdad de condiciones. El concurso a la obtención de la independencia con la rebeliones del limeño Zela y los Paillardelle franceses acompañados por los caciques locales, sin duda consolida la existencia de los valores que hemos llamado primigenios. Pero al mismo tiempo los valores se ven incrementados por uno nuevo, hijo de los acontecimientos y de sus diversos actores: una noción de identidad propia. El mestizaje múltiple tanto étnico como ideológico suscitaba una nueva percepción que podría encerrarse en “lo que somos y lo que queremos ser”. Luego de la independencia y en el fárrago republicano del siglo XIX, la participación en la política y la confrontación de las ideas adquirió importancia. Con muchas inestabilidades se desarrollan los gobiernos locales y van naciendo nuevas instituciones. Surgen nuevas figuras paradigmáticas, presididas por el tribuno González Vigil. Es bajo este magisterio que se instala un nuevo valor, el respeto a la constitucionalidad. Probablemente todas las peripecias guerreras y caudillescas en las que en Tacna se veía envuelta, tenían como justificativo o acicate el apego a la Constitución. Es mucho lo que ha significado Vigil en este mundo de las ideas y los valores. Naturalmente que en el Perú hay muchos paradigmas, pero el efecto que sobre Tacna tenía la actitud de Vigil resultaba de mayor importancia. El derecho a la discrepancia fue uno de los valores que este sacerdote supo defender, como también fue su vida un ejemplo de lo que debe ser la lealtad a los principios. El primero es un desarrollo de la libertad, pues por efecto de ella el hombre puede disentir. El segundo es un deber que viene de la eticidad, de la probidad; cuando un hombre adopta determinados principios para regir la propia vida, requiere ser fiel a ellos; frente a este valor se levanta la sinuosidad o el servilismo. Algunas personas han encontrado que una característica de la tacneñidad puede ser el laicismo. En verdad que no se trataría de un valor sino de una característica. Efectivamente, y algo de esto puede adjudicársele a Vigil, Tacna no se caracterizó por su praxis confesional. Durante muchos años, hasta todo el siglo XIX prácticamente, se contó

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sólo con dos templos, aunque siempre estuvo vivo el interés por construir su Iglesia Matriz, luego Catedral. Incluso la circunstancia de que en el Cautiverio se proscribieran a los sacerdotes peruanos contribuyó al distanciamiento físico de las personas a los rituales del catolicismo. Retornando a la época, la aparición de la prensa, la adquisición del gusto por el teatro o la zarzuela, la producción y difusión cultural se fueron acumulando como las expresiones de un auge promisorio, en el cual jugaron rol importante las colonias de ciudadanos europeos que se establecieron en la zona. Con este aporte se enriquece el bagaje valorativo de Tacna, al que se incorpora el respeto (¿?) por el cosmopolitismo. Esta capacidad para apreciar e incorporar -apropiarse se diría hoy- los logros de la humanidad fue posible por la integración de muchos europeos, de diversos países, a la vida cotidiana de Tacna. Fue realmente corto el tiempo de esta fecunda influencia y han quedado sus huellas en las familias, en la intelectualidad, en algunas costumbres y algo en la arquitectura, porque fue también un enriquecimiento para la identidad. Algo muy distinto a lo que hoy proviene de la globalización, en tanto que tiende a sobreponerse a lo propio y amenaza con asfixiarlo y cancelarlo. Esta capacidad para vincularse con el mundo hizo que las colaboraciones literarias l legaran de diversas partes de América, por ejemplo. También era frecuente saber de las traducciones que los propios escritores tacneños hacían de obras escritas en otras lenguas, mostrando su vasta cultura. Puede parecer ostentoso, pero en el mundo intelectual motejaban a Tacna como la “Atenas de América”. Casi resulta obvio, pero también es un valor la preocupación por la cultura. Lo más frecuente es escuchar el elogio que se hace del patriotismo de los tacneños, referido a su comportamiento durante y después de la guerra del Pacífico. Como el patriotismo es un valor que genérica y tautológicamente se entiende como “amor a la patria”, corresponde reflexionar sobre qué entendían o sentían los tacneños como amor a la patria, componentes que, siendo valores a su vez, forman parte de otro superior. Amor a la patria era la lealtad con el pasado, era una noción de pertenencia, era la fuerza del deber y era el sentido de la dignidad. La lealtad con el pasado era el respeto a la propia historia, en la que se tejían las memorias colectivas y los antepasados familiares. Era renovar su antiguo aprecio por la libertad y fortalecer el espíritu democrático que los hermanaba. La noción de pertenencia era la atadura telúrica que venía de la relación entre el hombre, su entorno y todo aquello que habiéndose dado allí, los unía más. La fuerza del deber correspondía a esa convicción poderosa que puso a los hombres en el imperativo de no ceder ante nada; fue ejemplar, en su dimensión peruana, en el sacrificio de Bolognesi y sus compañeros en Arica frente a un muerte inminente, como lo fue en el compromiso público de tacneños y ariqueños para seguir al lado del Perú cualquiera sea su destino. Y también era el sentido de la dignidad, altísimo valor que aleja al hombre de la prebenda o la amenaza con las fuerzas de su verdad y su libertad. Por eso se explica que la revista Justicia! respondiera a la insinuación para que los plebiscitarios voten por Chile con la frase “Donde está tu bienestar está tu patria” retrucada por la dignísima “Donde está tu honor está tu patria”. Cuánto tuvo que ver en todo esto la escuela, los maestros. Desde ese momento inicial todavía impreciso de las primeras escuelas y los primeros maestros, a lo largo del tiempo, frente a diversas circunstancias, con maestros connotados o anónimos, innumerables

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generaciones de tacneños recogieron conocimientos, percepciones, sensibilidades y ejemplos para vivir. En ese pueblo como en cualquier otro, en aquel tiempo como hoy, la tarea educadora no sólo provenía de los maestros. Siempre estuvo antes la familia, el hogar. En Tacna lo saben muy bien. También los periódicos y los sacerdotes; la prensa y la iglesia. Pero aún más allá, los tacneños se educaron y adquirieron valores de toda su vida misma, de las cosas que ocurrían todos los días. Recogieron lecciones de su propio pasado y las mejoraron con sus sueños en el porvenir. A la hora del dolor estuvieron firmes, en su sitio. Seguramente muchos tuvieron miedo, pero más fuerte era la lealtad a su patria. La habían aprendido a lo largo de toda su historia. Era su más grande valor.

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