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SEGUNDA PARTE: LA EDUCACIÓN EN LOS VALORES ‘La juventud como adolescencia prolongada es un fenómeno vinculado a la crisis de valores en la sociedad actual. El permisivismo, el consumismo, el erotismo y la subcultura constituyen un serio obstáculo para la maduración personal de muchos jóvenes’ (Gerardo Castillo, Posibilidades y problemas de la edad juvenil, Pamplona, EUNSA, 1991, p.12 y 13)

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SEGUNDA PARTE:

LA EDUCACIÓN EN LOS VALORES

‘La juventud como adolescencia prolongada es un fenómeno vinculado a la crisis de valores en la sociedad actual. El permisivismo, el consumismo, el erotismo y la subcultura constituyen un serio obstáculo para la maduración personal de muchos jóvenes’ (Gerardo Castillo, Posibilidades y problemas de la edad juvenil, Pamplona, EUNSA, 1991, p.12 y 13)

Genara Castillo Córdova

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Ética y educación en valores

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I

SOBRE LOS VALORES.

1. ¿Qué es un valor?

Es una propiedad del bien. Tiene dos aspectos: uno objetivo y el otro subjetivo. El aspecto objetivo se refiere a que todo valor es verdadera y realmente un bien. El que sea un bien y sea valioso es propio del ser mismo de la cosa u objeto. El aspecto subjetivo se refiere a que todo valor supone una valoración, que se da cuando el bien es apreciado, reconocido como tal por las personas.

Es posible que a veces se caiga en alguno de esos extremos, cuando se trata de teorizar sobre los valores. Hay quienes sostienen que el valor es meramente subjetivo y hay quienes consideran que los valores son exclusivamente objetivos, independientemente de que alguien los reconozca. Una vez más la solución estará en una postura que supere ambos extremos complicándolos. Los valores se fundamentan tanto en la cosa en sí misma, en el ser mismo en cuanto bien, como en el sujeto que capte y reconozca aquel bien. Este bien se puede reconocer mejor o peor, pero lo que siempre sucede es que el valorar supone salir de la indiferencia.

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El reconocimiento es un acto de la voluntad, pero involucra la inteligencia y la afectividad también. Para prestar la adhesión a un bien, para valorar, se precisa del conocimiento de aquel, sólo entonces se puede reconocerlo, darle nuestro asentimiento.

Cuando se habla de crisis de valores éticos de la juventud se tendría que recordar esto. Lo que sucede muchas veces es que los jóvenes tienen una profunda ignorancia respecto a cada uno de los valores, y esto se agrava cuando no ven vividos esos valores en sus padres y maestros, con lo cual no pueden contemplarlos.

Los jóvenes, y los que no lo son, guardamos profundamente las diversas situaciones en las cuales alguien nos ha hecho conocer un valor por medio de su vida, y también aquellas ocasiones en las que hemos podido contemplar un contra-valor. Como conviene recordar lo bueno, a uno se le queda muy grabado aquel acto y aquella persona que le mostró tal valor, y son de las cosas que no se olvidan nunca.

Desde luego que cabe una postura a favor o en contra de los valores, pero lo que no cabe nunca es una postura escéptica, que pretende sostener que no existen los valores.

2. Características de los valores

* Los valores tienen un fundamento objetivo: la verdad.

Hay quienes consideran que sólo hay valoraciones subjetivas, pero esta postura niega la verdad, fundamento del valor. Si se cae en ese relativismo axiológico, es porque antes se ha aceptado el relativismo en el conocimiento

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(relativismo gnoseológico) Dicho relativismo se expresa en los siguientes versos:

En este mundo traidor nada es verdad, ni mentira, todo es del color Del cristal con que se mira. *Los valores se basan en “esencias absolutas e inmutables”. Los valores son permanentes, no cambian con el tiempo. Por ejemplo, la traición de un amigo no altera el valor de la amistad. *Los valores tienen una jerarquía. La razón es que no todos los bienes son iguales, unos son mejores que otros. Es muy importante tenerlo en cuenta para la vida práctica, ya que normalmente la dificultad no está en decidirnos hacer el bien o el mal directamente, sino en hacer una cosa mejor que otra. 3. Clases de valores Existen muchos valores. Haremos una breve reseña de ellos: a. Valores absolutos. Por ejemplo, Dios es valor absoluto. b. Valores relativos. Los que se relacionan con algún aspecto del

bien. La mayoría son bienes relativos:

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por ejemplo, valores artísticos (referidos al arte), valores intelectuales (ciencia, saber), etc.

Los valores pueden ser: a. Valores espirituales -Valores intelectuales

-Valores morales

-Valores artísticos

b. Valores materiales

-Valores económicos

-Valores técnicos

-Valores útiles

En este breve texto nos dedicaremos a tratar algunos de los valores morales llamados también virtudes morales, porque hacen referencia a la voluntad iluminada por la verdad de la razón práctica.

También se pueden distinguir entre: valores intelectuales y morales:

a. Valores intelectuales: son aquellos que se refieren a la llamada inteligencia teórica, la que sólo se refiere a la adquisición de la verdad por ella misma, el conocimiento por él mismo.

b. Valores morales: se fundamentan en la verdad y el bien, y abarcan fundamentalmente todas las virtudes morales. Son indispensables en la formación humana ya que se precisan

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de ellos para saber enfrentarse a la vida, para poder actuar con madurez y para perseguir unos ideales verdaderos.

Las virtudes morales son hábitos operativos buenos que se adquieren por la repetición de actos y conceden al hombre la facilidad para obrar en ese determinado sentido. Por ejemplo, en el caso de la sinceridad, supone decir siempre la verdad, o en el caso de la generosidad supone pensar siempre en los demás.

Para tener la virtud, por ejemplo la de la laboriosidad, hace falta repetir muchos actos hasta que la virtud arraigue, es decir, hasta que se convierta en un hábito. Poco a poco y en la medida en que se va practicando se van ganando más espacios de libertad y el educando podrá ir descubriendo más profundamente la virtud que práctica y se adherirá cada vez con más firmeza a ella: la considerará valiosa.

En la primera parte hemos definido un centenar de valores, pero se podría decir que existen muchos más, haciendo un elenco general se podrían identificar más de cien valores:

1-Abstinencia

2-Alegría

3-Adaptabilidad

4-Altruismo

5-Amabilidad

6-Amistad

7-Armonía

8-Autenticidad

9-Autocontrol

10-Austeridad

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11-Autoestima

12-Austeridad

13-Autorrealización

14-Bondad

15-Caballerosidad

16-Calma

17-Caridad

18. Compasión

19-Complacencia

20. Comprensión

21-Comunicación

22-Conformidad

23-Confortación

24-Coherencia

25-Congruencia

26-Confianza

27-Conocimiento

28-Cordialidad

29-Creatividad

30-Criterio

31-Decidirse

32-Docencia

33-Diálogo

34-Delicadeza

35-Dignidad

36-Diligencia

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37-Diversión

38-Disciplina

39-Disponibilidad

40-Dolor

41-Educación

42-Eficacia

43-Elegancia

44-Entusiasmo

45-Equilibrio

46-Esfuerzo

47-Esperanza

48-Espiritualidad

49-Estabilidad (emocional)

50-Éxito

51-Familia

52-Fe

53-Felicidad

54-Firmeza

55-Fortaleza

56-Generosidad

57-Gozo

58-Gratitud

59-Heroicidad

60-Higiene

61-Hospitalidad

62-Honradez

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63-Humanidad

64-Humor

65-Ideal

66-Identidad

67-Ilusión

68-Imaginación

69-Independencia

70-Individualidad

71-Juventud

72-justicia

73-Laboriosidad

74-Libertad

75-Madurez

76-Magnanimidad

77-Mansedumbre

78-Mayores

79-Misericordia

80-Modelos

81-Modestia

82-Moral

83-Maestro

84-Naturalidad

85-Obediencia

86-Optimismo

87-Orden

88-Paciencia

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89-Piedad

90-Placer

91-Poder

92-Proyecto

93-Profesión

94-Penitencia

95-Racionabilidad

96-Respeto

97-Reverencia

98-Responsabilidad

99-Riqueza

100-Sabiduría

101-Salud

102-Seguridad

103-Sencillez

104-Sentimiento

105-Serenidad

106-Sexualidad

107-Silencio

108-Sinceridad

109-Solidaridad

110-templanza

111-Ternura

112-Tesón

113-Tiempo

114-Tolerancia

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115-Trabajo

116-Trascendencia

117-Urbanidad

118-Valentía

119-Vivir

120-Voluntad

4. La jerarquía de los valores

Según Max Scheler, los valores mantienen una relación jerárquica “a priori” que está en la esencia misma de los valores. Este autor señala como criterios para determinar la jerarquía axiológica:

a. Extensión: los valores inferiores son esencialmente fugaces, mientras que los superiores son eternos

b. Divisibilidad: un valor tiene mayor rango cuanto menos divisible es.

c. Fundamentación: cuando un valor fundamenta a otro es más alto que éste: aunque la caridad excede a la justicia no cabe verdadero amor sin justicia.

d. Profundidad en la adhesión: esta adhesión es tanto más auténtica cuanto depende de la voluntad y no de los sentimientos. Realizar algunos valores altos supone sacrificio, renuncia, esfuerzo, o dejar aparte todo sentimentalismo.

Ortega y Gasset, inspirándose en Scheler, propone una escala de valores según jerarquía y polaridad, es decir, por su poder de sacarnos de la indiferencia:

Ética y educación en valores

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Útiles: caro-barato, ordinario-extraordinario

Vitales: noble-vulgar; sano-enfermo; fuerte-débil; vida-muerte.

Intelectuales: conocimiento-error; evidente-probable.

Morales: bueno-malo; justo-injusto

Estéticos: bello-feo; sublime-ridículo.

Religiosos: sagrado-profano; divino-demoníaco

Como es sabido Philipp Lersch presenta una clasificación de los valores en la que los concibe como resultado de las “vivencias pulsionales” o “tendencias” que nacen de cada una de las “capas” de la personalidad: las que denomina fondo vital, fondo endotímico y supraestructura personal. Las tendencias van siempre dirigidas a un valor.

Las pulsiones vitales, se dirigen hacia valores como la actividad, el goce, el descanso, el bienestar, el alimento, la salud, etc. Las que provienen del fondo endotímico, o tendencias del yo individual, son las que refuerzan el hecho de la individualidad, afirmando el yo frente al mundo exterior, y llevan a apreciar la conservación individual, el deseo de poder, la autoestima, la lucha, la defensa, el dominio de los demás, la venganza; Valoraciones siempre centradas en el yo y por tanto egocéntricas. A estos valores los llama Lersch valores de significado.

Por último, las tendencias transitivas son las propias del desarrollo, no ya del yo individual sino de la persona en cuanto tal. El yo queda superado por el estado de persona: apuntan más allá del individuo. Son las tendencias dirigidas hacia el prójimo (convivencia, asociación, benevolencia,

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ayuda), así como las tendencias creadoras, el deseo de saber, la tendencia amatoria, la tendencia normativa y las tendencias trascendentes (el impulso artístico, la aspiración metafísica, la búsqueda religiosa). Son los valores denominados valores de sentido.

5. Clasificación de los valores Poco a poco, se ha ido perfilando una clasificación de valores en la que muchos están de acuerdo: a. Valores religiosos Fin objetivo: Dios Fin subjetivo: Santidad

Actividades: culto interno y externo, virtudes sobrenaturales.

Facultades preponderantes: todas dirigidas por la Fe. b. Valores morales Fin objetivo: Bondad Fin subjetivo: Felicidad Actividades: virtudes humanas

Facultades preponderantes: inteligencia práctica y voluntad

Ética y educación en valores

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c. Valores estéticos Fin objetivo: Belleza Fin subjetivo: el gozo de la armonía Actividades: contemplación, creación, interpretación. Facultades preponderantes: la sensibilidad. d. Valores intelectuales Fin objetivo: verdad Fin subjetivo: sabiduría

Actividades: abstracción, juicio y razonamientos deductivos e inductivos.

Facultad preponderante: la inteligencia. e. Valores afectivos Fin objetivo: amor Fin subjetivo: agrado, afecto, placer

Actividades: manifestaciones de cariño, ternura sentimientos y emociones

Facultades preponderantes: tendencias sensibles, afectividad

f. Valores sociales Fin objetivo: Bien Común Fin subjetivo: socialización

Actividades: relaciones intersubjetivas. Liderazgo. Política.

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Facultades preponderantes: sentido común, imaginación, capacidad de adaptación y de inventiva.

g. Valores económicos Fin objetivo: Bienes naturales riqueza Fin subjetivo: confort Actividades: administración

Facultades preponderantes: inteligencia práctica, sentido común.

h. Valores físicos Fin objetivo: Salud Fin subjetivo: bienestar físico Actividades: higiene Facultades preponderantes

En el gráfico adjunto se puede apreciar la jerarquía entre algunos de los principales valores:

Ética y educación en valores

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Existe también una clasificación axiológica según el Profesor Gervilla Castillo, que distingue entre valores del ser y valores del modo de ser:

Creemos oportuno hacer una recopilación de los principales valores morales, siguiendo al profesor David Isaacs en su libro Educación de las virtudes humanas.

1. Amor: es la donación personal, de lo que se es y se posee a otro u otras personas.

2. Amistad: virtud por la que se desea y se procura el bien para otra u otras personas,

Valores espirituales

Valores económicos

Valores vitales

Valores utilitarios

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interesándose por su persona y su mejora, frecuentándole a causa de intereses comunes o por mutua simpatía.

3. Alegría: virtud por la cual se complace en amar y ser amado, en favorecer y ser favorecido, al tiempo que se procura transmitirla.

4. Generosidad: Virtud por la que se actúa en favor de otras personas desinteresadamente y con alegría, teniendo en cuenta la necesidad real y a pesar de que eso suponga esfuerzo.

5. Sabiduría: Virtud intelectual por la cual se conoce las causas más profundas de la realidad, el origen y destino del mundo y de las personas.

6. Justicia: Virtud por la cual se posee la constante inclinación de dar a cada quién lo que le corresponde, sea éste una persona natural o jurídica, la familia o Dios.

7. Prudencia: virtud por la cual se posee sabiduría práctica, de tal manera que se disponen con justa y recta razón todos los medios que sean adecuados para conseguir un fin bueno.

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8. Ciencia: virtud por la cual se conocen las diferentes causas de los hechos o cosas, referidos al universo natural o a las personas.

9. Sinceridad: Virtud por la que se manifiesta si es conveniente, a la persona idónea y en el momento oportuno, lo que se ha visto, se ha oído o se ha hecho, lo que se siente o se piensa, con claridad.

10. Laboriosidad: Virtud por la cual se cumplen diligentemente las actividades necesarias para alcanzar progresivamente la propia madurez, así como la de los demás por medio del trabajo y el cumplimiento de los demás deberes.

11. Lealtad: Virtud por la que se acepta y se reconoce el o los vínculos contraídos libremente, respecto a otra persona, amigos, jefes, familiares, la patria, etc.

12. Piedad: Virtud por la cual se honra a los padres, los maestros, la patria y Dios, reconociendo que son nuestros orígenes.

13. Gratitud: Virtud por la que se reconoce los bienes recibidos y se procura corresponder a los benefactores.

14. Comprensión: Virtud por la cual se reconoce las distintas causas, motivos, circunstancias

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y factores que influyen en el comportamiento de las personas.

15. Flexibilidad: Virtud por la cual se adapta el propio comportamiento a las otras personas o circunstancias, con agilidad, sin abandonar por ello los criterios propios.

16. Fortaleza: Virtud por la cual en situaciones ambientales, perjudiciales o difíciles, resiste a las influencias nocivas, soporta las molestias y se entrega con valentía a la consecución del bien.

17. Magnanimidad: virtud por la cual se comenten grandes empresas, sin detenerse por el costo de su realización o por el esfuerzo que suponen.

18. Magnificencia: Virtud por la que no se mide la inversión de grandes recursos materiales y humanos con el fin de obtener los fines grandiosos.

19. Paciencia: Virtud por la cual se resiste en la procura de un bien a pesar de los sufrimientos, penas y dificultades que ello conlleve.

20. Perseverancia: Virtud por la cual se resiste en el bien o en la lucha contra un mal a pesar del tiempo que ello suponga.

Ética y educación en valores

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21. Esperanza: Virtud por la cual se confía alcanzar

lo que se espera, en vista de sus posibilidades reales.

22. Audacia: Virtud por la cual se emprende y se realizan distintas acciones que parecen difíciles o novedosas, convencido de que hay posibilidades reales para alcanzar un bien.

23: Templanza: Virtud por la cual se controla tendencia al placer, tratando de mantener un justo medio, evitando los extremos de defecto y de exceso.

24: Sobriedad: Moderación en el comer y en el beber.

25. Pudor: Moderación en el vestir, en el hablar, y en el habitar, guardando la propia intimidad respecto de los extraños.

26. Castidad: Virtud por la cual se usa el sexo y lo que a él se refiere, del modo más adecuado, en vistas al perfeccionamiento propio y ajeno.

27. Humildad: Virtud por la cual se vive en la verdad de uno mismo. Moderación del amor propio y de la recta estima.

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28. Respeto: Virtud por la que se reconoce que la otra persona es un bien independiente, es un bien en sí mismo.

29. Solidaridad: Virtud por la cual se comunican a

quien lo necesite, los bienes materiales o espirituales que uno posee.

30. Libertad: Capacidad de no estar limitado interna

o externamente. 31: Paz: Es la tranquilidad en el orden. 32: Unidad: Virtud por la cual se trata de buscar lo

que une con los demás y no lo que separa. 33. Cooperación: Virtud por la cual se

intercambian los bienes propios y se reciben los ajenos atendiendo a necesidades reales.

Ética y educación en valores

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II

LA EDUCACIÓN EN LOS VALORES

1. Criterios básicos de la educación en valores

Con respecto a esto tenemos que decir principalmente lo siguiente: Los valores son centrales de la educación y constituirán el reto del futuro, pues, actualmente, se da preponderancia a lo técnico. La técnica será el gran recurso de los maestros, pero no puede «transmitir valores».

Además, en la educación según los valores está comprometido el propio desarrollo moral. Es posible que un profesor tenga que ir contra-corriente, incluso de que tenga que remar solo, pero por muy abundantes que sean las razones para desistir nunca está justificada su dejadez, el dejar de luchar por educar y transmitir valores; en el momento en que claudique el primero en sufrir las consecuencias es él mismo.

Todo ser humano es mejorable, la tarea educativa es optimable, por eso es la más humanista; si se abandonara el proceso de mejora, de perfeccionamiento en ese mismo instante nos envilecemos. Es decir, la tarea de la educación de los valores no es sólo para que se ayude a los educandos a que asimilen esos valores y el profesor se dedique a “enseñarlos”.

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Aquí se precisa que el profesor “se moje”, que dé ejemplo de adhesión a esos valores.

Por otra parte, no es un adoctrinamiento, sino que supone ayudar al alumno a redescubrir los valores. Esto se puede hacer:

a. Dando la verdad a los alumnos, es decir a proporcionar el conocimiento respecto de cada valor, dándole criterios, etc.

Ayudar a ser una persona bien educada no sólo consiste en enseñar a decir: “con permiso, perdón, gracias”, que tome los cubiertos, o el pañuelo, con corrección. Tampoco es persona bien educada la que sólo se preocupa de unos valores, sin intentar cultivar los otros. Por ejemplo, si una persona se encierra en su torre de marfil, a “devorar” libros, suponiendo que asimile realmente lo que lee, sólo habrá logrado un aislamiento que no es beneficioso para él y para los demás.

Hay que educarse en valores, conociéndolos y sabiendo el por qué los practicamos. No basta con ser una persona que no miente, ni roba, mecánicamente a los demás, si lo que no sabe es que se trata de creer en el bien, si no está convencido de ello.

b. Formando la voluntad para que se adhiera a aquellos valores. Porque no se trata sólo de saber, sino de querer, y ¿cómo hacer que el alumno quiera adherirse a los valores?. Aquí interviene mucho la autoridad, la ejemplaridad del maestro, ya que cuando se trata de gente joven deben ver vividos los valores en sus padres y maestros, y aprenderlos a través de la vida cotidiana.

Ética y educación en valores

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c. Dirigiendo la afectividad. La educación en los valores involucra al entendimiento, a la voluntad y a la afectividad. Los niños y adolescentes deben saber educar su afectividad encauzándola rectamente. Esta tarea es muy importante especialmente en los momentos actuales, en que la afectividad de los educandos puede desbocarse. Este tema lo trataremos más detenidamente. Exige el ejemplo conjunto de Padres y Maestros. Estos últimos se tienen que apoyar en los padres, de lo contrario su actividad educativa es difícilmente eficaz tratándose de los valores, ya que normalmente el alumno necesitará “verlos” en sus maestros y padres.

2. La triple dimensión educativa

La educación en valores tiene tres aspectos: los cognitivos (inteligencia), volitivos (voluntad) y afectivos (sentimientos)

Para practicar una virtud hace falta:

1-Saber que es algo bueno.

2-Fuerza de voluntad para mantener la decisión de hacerlo

3-Motivación afectiva que sostiene la inclinación a practicar la virtud.

Centrarse sólo en uno de esos elementos nos llevaría a un reduccionismo y a una falsación de la ética. Por ejemplo, si sólo nos quedamos en el primer elemento tenemos una ética y una educación moral intelectualistas. Si sólo nos quedamos en la voluntad, caemos en un voluntarismo que pronto termina en la arbitrariedad o centrando la moral sólo en el sujeto autónomo, al estilo del imperativo categórico de Kant. Si

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solamente nos quedamos con los sentimientos, tenemos una ética del sentimiento. Se precisa por tanto:

a. La formación del entendimiento

Se trata de ayudar a los educandos a asimilar y hacer suyos los valores y criterios de vida de manera que se fomente en ellos un sano espíritu crítico. Se ha de lograr un clima familiar en que los educandos puedan exponer y defender sus propias razones

b. Fortalecimiento de la voluntad.

Pensar es requisito indispensable, pero no es suficiente. Es necesario ayudar a los educandos a tener fuerza de voluntad para practicar las virtudes correspondientes.

La fuerza de voluntad fomenta la autoestima de los educandos y su seguridad personal, al proporcionarles facilidad y energía para conseguir las metas a que aspiran.

c. Cultivo de la afectividad

Junto con el cultivo de la inteligencia y de la voluntad es necesario además atender al desarrollo de la afectividad. Una educación en valores debe procurar también que los sentimientos estén ordenados, favoreciendo una disposición generosa al bien, que en ocasiones exige sacrificio y renuncia personal para superar el propio egoísmo.

Es importante tener en cuenta una adecuada pedagogía de la normalidad afectiva. La base de la educación moral es una sana educación de la afectividad, por ello brevemente señalaremos algunos puntos que están relacionados con la educación de los valores. Es necesaria una normalidad afectiva en el educando.

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Al respecto tenemos que recordar que un niño se va formando afectivamente desde su más tierna infancia. El afecto materno le es más necesario a un niño que el alimento, muchas veces rechaza el biberón porque echa de menos la presencia de la madre.

Existen muchos otros momentos especiales: Por ejemplo, el destete y el primer día de escuela. Son pasos necesarios para el desarrollo. Por eso hay que planearlos cuidadosamente, preparando con mucho cariño al niño; de lo contrario él puede percibirlos como un rechazo. Lo mismo se puede decir, en el caso de los primogénitos, de lo delicada que debe ser su preparación cuando viene otro bebé, para no desatar inseguridad, celos, y envidias, se sienten relegados y “destronados”.

Es necesario descubrir esas “momentos” en la afectividad en los niños y en los adolescentes. De lo contrario se formará ahí un quiste que sangra con facilidad. La cura afectiva es muy importante, porque puede echar por los suelos cualquier ambicioso proyecto, personal o comunitario. Es necesario curarse afectivamente, comprender, perdonar y aceptar. El rencor consciente o inconsciente es lo que más produce tensiones en nuestra responsabilidad; tensiones que llegan a explotar en los momentos más inoportunos.

Es necesario favorecer un adecuado auto concepto y autoestima. Se basa en conocernos y aceptarnos como somos. Aceptar también nuestras circunstancias y los hechos que en el pasado o en el presente nos hayan influido. Es necesario saber asimilar bien las experiencias pasadas, si no tenemos pasado, no tenemos historia.

Inclusive se dice que no podemos liberarnos de nuestros prejuicios porque entonces no podríamos tener continuidad. Siempre actuamos con algún criterio. El tema es saber si son buenos o malos, equivocados o no.

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Es muy importante saber aceptar nuestra realidad actual -enfrentarla y aceptarla-, en sus diferentes aspectos: el físico, el psíquico, el social y el moral. De la falta de aceptación de algún aspecto pueden surgir complejos, envidias, neurosis y hasta psicosis lamentables.

No se puede dar pie a victimismos o dar lugar a complejos de inferioridad, no se puede perder energías y tiempo llorando por lo que no se tiene cuando podemos sacarle mucho partido a aquello que sí tenemos. Es famosa la frase de aquel escritor que decía: “Lloraba por no tener zapatos, cuando a mi lado vi a un hombre que no tenía pies”.

Es preciso tener en cuenta que con todo opera la ley de la compensación: un ciego tiene exquisitamente afinados los sentidos de oído, tacto y olfato. El caso impresionante de Helen Keller, con sólo una ventana abierta al mundo -su tacto-, y una inteligencia superior, además de la entrega total de una maestra maravillosa, hicieron de una sorda, ciega y muda, una mujer excepcional. No hay mejor receta para salir de complejos, que olvidarse de sí mismos, viendo que los demás nos necesitan.

Es necesario aceptar la etapa psicológica que estamos pasando. Cuántos adolescentes quieren ser adultos y cuántos adultos se comportan como chiquillos. Hay que saber crecer y envejecer. En verano no se puede saborear bien un chocolate caliente, ni el invierno un refrescante helado. Respetemos y gocemos cada época: cada una de ellas tiene su belleza. Ojalá que lo que perdemos en agilidad física la ganemos en agilidad espiritual.

Además hay que aceptarnos a nosotros mismos, nuestra inteligencia y nuestro tipo de temperamento. Para esto es conveniente ser sinceros con nosotros mismos, reconocer nuestras cualidades defectos. Nos cuesta especialmente reconocer nuestros errores, pero mientras más

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pronto nos encaremos con ellos y los reconozcamos más pronto podremos corregirnos, de lo contrario se harán cada vez más hondos. Para esto ayuda acudir a la ayuda de alguien que nos conozca y nos tenga la suficiente estima para indicarnos nuestros defectos con la confianza de que serán superados.

Es necesario saber cultivar las relaciones interpersonales. El ser humano no puede vivir solo, aislado de los demás. Por otra parte, el conocimiento y la aceptación de sí mismo ayudarán a comprender a los demás. Así, quien es metódico, rígido, excesivamente ordenado, tiene que comprender al de “manga ancha”, flexible, etc.

Cada uno deberá luchar para tener mayor flexibilidad, y para ser más organizado y responsable. Quien es hiperemotivo tendrá que dominar sus euforias y sus tristezas, para no ser un futuro maníaco depresivo y poder convivir en paz con los demás. Le costará mucho lograr una estabilidad de ánimo y una objetividad de juicio.

Qué importante es saber estar cada uno en su sitio. A cuántos ciega la ambición desmedida de aplausos, honores, poder, riqueza, y corren agobiados sin ser felices, sin disfrutar cada momento de su existencia. Al final de su carrera sólo se encuentran con una vacío amargo, con un cansancio infructuoso y con una tristeza enorme por no poder empezar de nuevo una vida tan mal gastada.

Es muy importante sabernos responsables de los demás, a quienes influimos con nuestra conducta. ¡Cómo transformó la compañía de Don Quijote a Sancho!, quien nos sorprende al final, con su delicadeza de sentimientos y su finura en el lenguaje. Pero también Don Quijote se vio influenciado por el sentido de la realidad de Sancho.

Las relaciones interpersonales tienen que estar basadas en el respeto mutuo y en no sentirse superiores a los demás.

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En realidad, ningún ser humano es superior a otro, ya que nadie agota la esencia humana. Existen muchas maneras o tipos de seres humanos, unos tienen unas características y otros, otras. La razón de esta diversidad de talentos es hacer posible la sociedad, la cual se tiene que basar en la colaboración mutua.

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III

LA AUTORIDAD DEL PROFESOR Y LA LIBERTAD DEL EDUCANDO

Una de las confusiones actuales en la educación moral, se produce al entender mal la libertad, reduciéndola a una simple autonomía, en el sentido de no vincularse a contenidos morales, preceptos, etc., tenemos que repasar brevemente los conceptos relacionados con este asunto.

La autoridad, bien entendida, es el modo más adecuado de intervenir en el proceso educativo. Como sabemos, intervenir es tomar parte en un asunto. La manera de intervenir es muy importante, ya que de ella depende que la intervención sea de signo positivo o negativo.

Si se interviene imponiendo la autoridad –en vez de conquistarla– o interfiriendo sin motivo en la actividad de otro, o a modo de intrusión en la intimidad ajena, es explicable que la intervención produzca rechazo.

La autoridad verdadera es la que se basa en el respeto a la libertad, la que fomenta la autonomía y no la sumisión, entonces la intervención puede ser altamente positiva.

Como decíamos al comienzo un profesor no puede escapar a la influencia que genera en los educandos. Los profesores intervenimos siempre: con el planeamiento de la

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enseñanza, la explicación de las asignaturas, la evaluación de los resultados, a través del trato personal y de la orientación de los alumnos.

Teóricamente el asunto puede ser claro, sin embargo, los problemas vienen en la práctica, cuando hay que unir esa intervención con la libertad de los educandos.

El deseo de un buen profesor es que a través de su intervención sus educandos sean mejores que él. Es decir, el profesor trata de ayudar a sus alumnos en razón de que los alumnos necesitan de esa ayuda para desarrollarse como persona: enseñarle a tomar decisiones, a saber resolver problemas, a superar los momentos críticos en el desarrollo que toda persona experimenta.

Sin embargo, como dice el dicho: “La meta de toda ayuda es la autoayuda”, es decir, la meta de la ayuda es que deje de ser necesaria. La ayuda es especialmente para que el educando crezca en libertad, para que asuma él mismo el proceso de mejora y forje su propia personalidad, y en consecuencia busque con iniciativa todos los medios necesarios para conseguirla. La ayuda realmente eficaz es la que permite que el educando, saliendo de la escuela prosiga por sí mismo su búsqueda de saber y su mejora personal. A esto se dirige la autoridad del maestro: a favorecer la libertad; por ello debe incluirla en el propio tejido de las interrelaciones personales con sus educandos.

Por eso el modo más adecuado de considerar la autoridad es entendiéndola como cauce natural y necesario para ayudar a crecer en libertad y es fundamento importante en la tarea educativa.

Por lo demás, sin autoridad moral es imposible ayudar a que el educando crezca en libertad. Es necesario ese prestigio reconocido, esa competencia y madurez en el educador para que realmente influya en el educando. Estas cualidades son

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necesarias para suscitar confianza, fe en él como persona y como profesional; de lo contrario nunca llegará a suscitar su libre adhesión a la auto tarea de educarse que el educador le propone.

¿Se contraponen la autoridad del educador y la libertad del educando?. ¿Qué condiciones son las que hacen posible que autoridad y libertad confluyan en esa tarea conjunta, de modo que se evite caer en los dos extremos tan negativos como son el autoritarismo por un lado, o el permisivismo por otro?. Las condiciones para ejercer la autoridad son las siguientes:

1. El derecho a intervenir.

Para comenzar partiremos de la potestad que es lo que confiere al educador derecho a intervenir, lo que le otorga el título legítimo, lo que justifica su intervención.

El educador tiene derecho a intervenir cuando tiene un poder o facultad que la sociedad le reconoce, por haber demostrado que es competente. La potestad es un tipo de autoridad, en cuanto es autoridad quien posee la facultad de mando y de dirección o gobierno. Sin embargo, no se debe confundir autoridad con puro mando, con potestad o facultad de ordenar y de exigir obediencia, por muy legítima que sea esa potestad.

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2. Diferencia entre potestas y auctoritas.

a. Potestad

En general, es el poder que tiene una persona sobre otra que le está subordinada, como el del padre sobre los hijos o el del superior sobre los inferiores. Este poder es una fuerza para hacer cumplir lo que la autoridad ordena que se cumpla, como facultad para exigir obediencia de los subordinados.

b. Autoridad

Es el crédito y fe que se da a una persona o cosa en una determinada materia. Aquí autoridad significa reconocimiento de la competencia, del saber de una persona en un ámbito determinado. Es el reconocimiento de la superioridad de esa persona, de su valía, que de inmediato, despierta el crédito, la confianza y la fe en lo que dice o propone.

En este sentido, se puede decir que la autoridad se tiene por un motivo de calidad personal y no tanto porque esté revestida de poder. Si seguimos el consejo y guía de esa persona no es porque estemos obligados a obedecerle, sino porque su superioridad o categoría personal, su saber y su experiencia, nos convencen, o suscita en nosotros fe en lo que dice o en lo que propone, lo cual es un acto de obediencia activa, voluntaria, no obligada ni impuesta por el poder.

La potestad se basa en la ley, la autoridad en la sabiduría. No vamos ahora a explicar lo que significa sabiduría, pero brevemente recordaremos que es la recta capacidad de entender el mundo, los hechos y las personas, no superficialmente, sino con cierto fundamento. Por esto, la

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sabiduría tiene una vertiente teórica y una práctica (prudencia).

Como sabemos actualmente hay crisis de autoridad y también de potestad. Como a veces sucede es fácil pasar de un extremo a otro, sin discernir suficientemente. Así, se ha pasado del autoritarismo a la dejación de la autoridad. Por falso respeto a la libertad que suele entenderse mal, se ha caído en el permisivismo: el profesor o el padre de familia, se deja llevar por cualquier capricho de los alumnos, y entonces se suele caer en desorden y en la indisciplina en las aulas, o en la anarquía dentro de la familia.

3. El mal uso de la potestad

Suele suceder que cuando se da una reacción hostil a todo lo que pretenda ejercer un cierto poder como potestad.

a. Potestad por exceso

Consiste en abusar de la potestad. Todo abuso es condenable y el autoritarismo lo es, pero lo es más cuando se practica en la educación de seres libres. El autoritarismo es una forma de falsa “autoridad” que se pone como fin a sí misma, que busca el sometimiento a ella como toda finalidad. No importa otra cosa que la sumisión por la sumisión.

De ningún modo se quiere el desarrollo del educando hacia su bien entendida libertad. Si la educación consiste en ayudar a ser libres, el autoritarismo en la educación es un contrasentido: se opone a la intervención educativa como relación de ayuda al crecimiento de la libertad.

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Las formas de autoritarismo, como abuso de autoridad, el autoritarismo se manifiesta de diversas formas, todas ellas de claro efecto negativo para la educación.

1) La coacción

La coacción es la violencia física o psíquica por la que, sin mediar razones verdaderas, una persona obliga o fuerza a otra persona para que acepte algo que ésta no aceptaría en una situación de recta deliberación y haciendo uso de su libre albedrío. Ante la coacción caben dos respuestas: o con la sumisión, es decir, con el cumplimiento de un mandato impuesto y cuyo contenido no aceptamos, o con la rebeldía.

La coacción es diferente de la obediencia precisamente porque ésta se fundamenta en la confianza que nos merece aquella persona que nos manda. Sólo en este caso se puede hablar de autoridad querida y deseada por el educando. Por tanto, existe diferencia entre la sumisión coaccionada y la obediencia voluntaria, a quien merece nuestra confianza.

2) Manipulación

Según el profesor Oliveros F. Otero, la manipulación es una influencia indirecta sobre el ser humano, que fomenta acciones determinadas con el fin de conseguir comportamientos humanos pobres, predecibles, con decisiones de escasa calidad, a partir de un bajo nivel de reflexión y de una fuerte carga emocional.1

1 OTERO, Olivero, Educación y manipulación, EUNSA, Pamplona, 1983.

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De manera general podemos decir que las características de toda manipulación son: la merma de la libertad y los fines egoístas, que obedecen a intereses personales. Por esto es la manipulación no mejora ni al que la ejerce ni a quien la recibe. El fin de la manipulación es lograr en la otra persona unos resultados ajenos a su propia mejora, sometiéndole a esos intereses mezquinos, generalmente con recursos poco nobles, pero justamente el engaño está en que se revisten de una apariencia atractiva o seductora. Así, la manipulación puede hacerse de muchas maneras, a través de palabras, gestos, actitudes, etc., que no se dirigen a la inteligencia para hacerla poseedora de la verdad, ni a la voluntad para que se adhiera al bien verdadero, sino que se apela a lo más débil que tiene el hombre: sus sentidos y sus sentimientos.

Por ejemplo, la manipulación se puede hacer sutilmente, valiéndose de una sonrisa cautivante, una insinuación, un comentario, etc., o también, de una manera vulgar o directa; al fin y al cabo se trata de lo mismo: de impactar, de provocar un sentimiento determinado, sin dar pie a la reflexión, de subyugar a la otra persona tocando “unas fibras” de su ser que le arrastran a decidir bajo los efectos de esa impresionabilidad, apartándole de la verdad y del bien.

En cambio, la educación exige respetar la libertad del educando, y esto exige respetar el proceso de toma de decisiones, es decir, no bloquear su justa deliberación, no intervenir de manera que el otro zanje su decisión llevado por los sentimientos (de placer, de temor, etc.), por la fascinación o por la falsa argumentación. Es más, conlleva el ayudarle a que el educando por él mismo descubra la verdad, ponerle en condiciones de que se encuentre con lo verdadero y lo bueno. “La verdad os hará libres” es la clara advertencia evangélica,

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y en la actividad educativa, hay que ayudar al educando para que llegue hasta la verdad y se adhiera a ella.

Así pues, la manipulación es un proceso en el que una persona dispone unos medios de manera que otra persona tergiverse o confunda los fundamentos de su propia deliberación, con fines o intereses egoístas.

Actualmente, la manipulación se da frecuentemente recurriendo a los sentimientos y a fomentar opiniones. El elemento manipulador actúa entonces como un estímulo para provocar una respuesta. Lo más vergonzoso de la manipulación es que quien la sufre no es consciente de ello, si se le hiciese comprender cómo y por qué le han llevado a tergiversar o confundir su deliberación, entonces en ese momento dejaría de decidir como había hecho.

Aunque no se puede generalizar, un ejemplo típico de manipulación es la publicitaria: La selección de los datos informativos o de las imágenes que nos ofrecen influye en gran manera en nuestra decisión última. Hasta con una crema dental nos ofrecen la felicidad. Nos sorprenderíamos de verdad si supiésemos a ciencia cierta hasta dónde influye en nuestras decisiones la manera como disponen aquellos medios las personas que manipulan.

Sin embargo, si la manipulación tiene lugar en nosotros, es porque tenemos por dónde penetre. Por eso, lo que evita la manipulación es el esfuerzo por deliberar de acuerdo con la verdad y el control y señorío de nosotros mismos, para que una vez teniendo sujetas las pasiones y los sentimientos, no seamos presa fácil de cualquier manipulador. Al respecto, la manera como se puede estar en condiciones de contrarrestar la manipulación es, según el profesor Oliveros Otero, la siguiente:

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1. La mejora en el ser.

2. La claridad en las ideas

3. El matiz en los juicios

4. El razonamiento en las soluciones

5. El apoyo en los puntos fuertes del ser humano

6. El optimismo

7. El fomento de la coherencia personal

8. La autoridad como servicio.

Es diferente si el educador les propone a los educandos unas metas, un procedimiento, e incluso trate de convencerles de esas excelencias, ya que si lo hace con la verdad por delante, que es liberadora, puede, incluso, pedirles su libre adhesión al proyecto, dejando abierta la posibilidad de aceptar o no lo que les propone, o también de modificarlo, en parte, o por entero.

Esta actitud del educador tiene mucha relación con la tan discutida motivación. A menudo los profesores se preguntan: ¿cómo hacer para que un alumno que no quiere quiera?, ¿cómo motivarlo?. Desde luego que cuenta el proceso que parte de las experiencias del educando, pero no para dejarle en sólo lo “significativo” para él, sino para ayudarle a ir como en un plano inclinado, desde su situación actual hacia la situación de mejora.

El asunto de la motivación no es sólo de métodos, es problema de encuentro o no con la verdad expuesta y vivida también. Es oportuno señalar que, por ejemplo, una de las mejores motivaciones es exponer objetivamente las razones que el profesor tiene para proponer lo que propone.

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Cuando se señalan los objetivos (o el desarrollo de las competencias, como se llama ahora), lo que se pone ante los ojos o la mente del educando es su carga de verdad y de ahí su importancia, etc., entonces el alumno tiene “razones” para estudiar y eso junto con el ejemplo del profesor (que tiene que estar “enamorado” de la verdad), es lo que puede ayudar a mover la voluntad del educando.

Tal como están las cosas, cada vez más se precisa no tanto de simples profesores, sino de testimonios. Si por ejemplo, un alumno ve gozar a su profesor con las matemáticas, que trata de que los alumnos se encuentren también gozosamente con la verdad en las matemáticas, ¿cómo no va a ser esto motivante?. El fenómeno actual del aburrimiento sólo se entiende por un gran déficit de verdad. Si uno se ha encontrado con la verdad, a través de la música, de las ciencias naturales, etc., y se mete ahí con verdadera pasión, ¿puede serle aburrido?

Si bien es verdad que en último término es el propio alumno el que tiene que interesarse, y puede darse que alguien tenga los mejores profesores delante y no haga el mínimo esfuerzo por salir de su situación; sin embargo, esto es en muchos casos la excepción. Lo habitual, es que un profesor que haya tenido la suerte de encontrarse con la verdad en la disciplina que cultive, la transmite aún sin proponérselo.

En este sentido y en lo que nos toca a los profesores, tenemos que hacer un hondo examen personal. El profesor Luis González Simancas, en su libro Educación y Compromiso2

2 Cfr. GONZÁLEZ SIMANCAS, Luis, Libertad y compromiso Rialp,

Madrid, 1992

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se plantea la siguiente pregunta tan directamente ligada con la calidad de la tarea docente: ¿Cómo trabajar eficazmente sin la implicación libre y voluntaria de los alumnos, contrariados ante una tarea sin sentido, o ante lo que se ve a las claras que es producto de la rutina, de falta de imaginación, o de la pereza o pura comodidad del profesor?

3) Paternalismo

Se trata de una tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias del padre de familia a relaciones sociales de otro tipo: políticas, educativas, laborales, etc. Es un sustituir al educando proporcionándole ayudas innecesarias, siendo éstas anti educativa porque deforma al educando, incapacitándole para poder decidir y actuar esforzadamente para conseguir lo que quiere.

El paternalismo es una especie de “autoritarismo amoroso”, un sistema que busca, conscientemente o no, la sumisión incondicional y que priva al otro del ejercicio de su propia capacidad de deliberación y de decisión. Muchas veces, la razón que se aduce es que se busca el bien del otro, pero en el fondo hay una desconfianza de que él puede dirigir su propia vida recta y libremente.

Precisamente si el educador quiere y sabe respetar la libertad del educando, se encarga de promoverla y si bien le da los elementos que le hacen falta para una buena deliberación y decisión, pone especial cuidado en no sustituir al otro en su proceso educativo, en no permitir que el educando se acostumbre a que le hagan, o le den hecho, lo que él debe hacer por su cuenta y con esfuerzo.

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b. Potestad por defecto

El uso de la potestad de mando puede ser malo también por defecto, por no ejercerlo cuando y como se debe ejercer. Hay defecto de autoridad cuando el “educador” renuncia a intervenir, es decir, a actuar por medio de la potestad que le corresponde legalmente.

1) Permisivismo

El permisivismo nace como contraposición al

abuso de autoridad. Y es un modo de negar el derecho y la obligación a intervenir en educación, ayudando al educando. En otras palabras, el permisivismo es una forma de no-intervencionismo. El Profesor Touriñan califica a este tipo de pedagogías como “pedagogías dejacionistas”, en las que no intervención equivale a simple dejadez o abandono.

Se basa en un pretendido respeto a la libertad y a los deseos e intereses del educando. Según sus partidarios, el permisivismo significa “el derecho del niño a vivir libremente, sin ninguna autoridad exterior en las cosas psíquicas o somáticas”.

Sin embargo, el no intervencionismo es una forma especial de intervención, es decir, de entender y practicar la educación. Se sitúa al educando en unas condiciones y circunstancias determinadas, aunque precisamente contrarias a aquellas que favorecen su auto desarrollo. Se toma en cuenta la singularidad y personalidad de cada educando para favorecer su espontaneidad y se piensa que seguir los intereses del niño son siempre lo más acertado.

No se puede confundir la libertad psicológica con la libertad moral. Esta última consiste en ser capaz no sólo de elegir, sino de elegir bien. No podemos abandonar al alumno como si pudiese contar con la eficacia incondicional de la

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bondad natural, sencillamente porque no es así. Por otra parte, el naturalismo roussoniano es una teoría que a estas alturas, ya está suficientemente contestada.

2) Complicidad

Evidentemente la complicidad surge cuando, en general, hay un fallo en la integridad personal del educador. Esa falta de integridad facilitará que se comporte de formas erróneas que le llevan indefectiblemente a no exigir para “no complicarse la vida” y a “evitar problemas desagradables” con los alumnos, lo cual supone falta de autoridad, o cobardía, o pura comodidad por su parte.

Según el Profesor González Simancas, todas las formas de esta complicidad parecen basarse en un extraño principio asimilable a la componenda: “no me exijan y yo tampoco les exigiré”. Los profesores pueden conseguir un clima de aparente disciplina y orden en sus clases: no se les exige, los alumnos se portan bien, a cambio del deseado aprobado en la asignatura.

En la complicidad existe un pacto de no agresión entre profesor y alumnos; un pacto de mediocridad aceptada; pacto, componenda, arreglo censurable: complicidad.

4. El modo adecuado de ejercer la autoridad

Lo único que justifica la autoridad del profesor es la intervención que ayuda a la libertad y que se basa en el ejemplo.

La autoridad es la que fundamenta decisivamente la intervención del educador como relación de ayuda al educando,

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de una ayuda que es guía, proporciona el consejo cuando sea oportuno, orienta respecto al proyecto del educando.

Auctoritas, augere, son palabras latinas que significan ayudar a crecer y en eso precisamente consiste la educación. La autoridad se basa en una valoración positiva que hace una persona sobre las habilidades o cualidades de otra, y que genera confianza.

La verdadera autoridad no puede ser “conferida” por nadie, como si se tratara de un título, cosa que sí ocurre con la potestad. La autoridad se gana, se conquista, con esfuerzo, con trabajo, convirtiéndose en una cualidad personal que exige unas actitudes y aptitudes determinadas hasta obtener el reconocimiento de calidad personal por parte de los demás: educandos, alumnos, colegas profesionales, etc.

La autoridad no es un título legal, supera al mero derecho o título legítimo. Es la misma sabiduría reconocida por los demás. Ésta es la primera consecuencia positiva de la autoridad referida a la educación; que, por propia naturaleza exige entrega en el educador.

Supone espíritu de servicio, poner el alma en el trabajo, desvivirse con ilusión, y hasta excederse gustosamente en la realización del cometido profesional, en beneficio de todos, no de los propios fines. Sólo así se conquista el prestigio, la autoridad.

En segundo lugar la autoridad es expresión de entendimiento. Ello facilita enormemente el ejercicio de la autoridad en educación. En efecto, el elemento de sabiduría en el que se basa, lleva al educador al conocimiento y a la comprensión del educando; así como a saber discernir con acierto lo que éste necesita para su perfeccionamiento, y a exigírselo, por medio del diálogo abierto que investiga los distintos caminos que pueden seguirse al proporcionar la ayuda adecuada que el alumno necesita.

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a. Evitar lo que impida la excelencia en la enseñanza

• Cinismo

Es un peligro letal y al cual está muy expuesto el maestro en todos sus niveles. Se trata de una especie de desilusión respecto a los ideales y a las personas. En las reuniones con muchos maestros a veces aparece el fantasma del desaliento y del cinismo, y al escuchar a algunos, uno puede pensar para sus adentros: He aquí un hombre cínico.

El cinismo, a veces también lleva la intención de escapar del sentimentalismo. Un mundo sentimental es sensiblero, ñoño, ilusorio; un mundo cínico es desconfiado, “está de vuelta”, es despectivo. Entonces, el cínico pretende ser “realista”, es decir, que se atiene a los hechos y reduce la realidad a sólo lo que aparece. En esto consiste su principal error, ya que la realidad no debe ser reducida a sólo los hechos, si no que lo mejor late en el fondo de ellos y es como una promesa que supone el reto de sacarla de la potencia al acto.

Así pues, la realidad es mucho más que lo que aparece en la superficie, tiene dimensiones mucho más complejas y no puede ser encerrada en un juicio simplista que se atiene sólo a lo que se manifiesta hacia fuera. Entre otros muchos aspectos, la realidad tiene uno que es esencial y desde aquel se pueden descubrir muchas posibilidades de mejorar esa realidad.

En cambio, el cínico es poco imaginativo. Se podría decir que sus ojos se quedan “pegados” en los fenómenos (Fainomenon es lo que aparece), y encuentra fácil excusa para desistir. Según el Profesor Alejandro Llano, el diablo es conservador precisamente por eso, porque le interesa que no se haga nada por mejorar las situaciones. Por eso su tarea

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más antitética es la educación, que tiende a un proceso de mejora.

El cínico es escéptico sobre cualquier ideal, el bien, la verdad, la belleza. A menudo desconfía de la mente, de la inteligencia y de la voluntad humana, se encuentra a punto de perder la fe en sí mismo y en sus compañeros. Se podría decir que cae en el clima de la sospecha generalizada, y considera que cada sujeto es despreciable. Esta actitud bloquea toda actividad educativa que debe partir de la confianza en el alumno, en sus posibilidades de mejora personal.

Si se cae en el cinismo se encuentra incapacitado para la enseñanza. Un maestro tiene que ser capaz de enseñar la realidad a sus educandos, de ayudarles a descubrirla; pero si parte del cinismo no podrá hacerlo. ¿Cómo podrá enseñarle a un niño a contemplar las estrellas si se burla de ellas?. ¿Qué autoridad tendrá entonces?. Por otra parte, la propia tarea docente exige muchos actos de abnegación, de dedicación o sacrificio, ¿estará en capacidad de hacerlos, si se burla de ellos?.

La duda se presenta cuando aparece la pregunta: ¿Qué es lo que más importa en la vida?. ¿Importa realmente alguna cosa más que las ventajas y los placeres personales percibidos inmediatamente por el individuo, o el esfuerzo gozoso en pro de un gran proyecto e ideal?.

También hay que añadir que el cinismo lleva a la falta de compromiso, por lo que se siente poca o ninguna responsabilidad de las consecuencias que esa actitud pueda tener para el mismo sujeto que la padece o para los demás.

Los profesores no estamos libres del cinismo. La mejor defensa contra el cinismo es emprender una ofensiva inteligente y valerosa. Esta ofensiva es, esencialmente, una persistente búsqueda de la verdad, bajo un espíritu de fe y esperanza en que la vida puede tener un significado y un propósito genuinos.

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Sin esta ofensiva, lo mejor del hombre se marchita y muere; o peor aún, en su desesperación, el hombre adopta una fe falsa o parcial, que facilita el desarrollo de células deformadas y cancerosas en la vida individual y social.

Un discurso muy manido es el que atribuye la causa del cinismo al tiempo que uno se ha dedicado a la docencia. Se suele decir que cuando empieza en su tarea de maestro tiene sentimientos positivos acerca del alto potencial de los seres humanos, del valor de los individuos, del propósito y significado de la educación, de la trascendencia e importancia de la vida entendida como magisterio, de la alegría y de la satisfacción del trabajo bien realizado, del valor supremo de olvidarse de uno mismo para entregarse a los alumnos, etc.

Sin embargo, se arguye que el paso del tiempo va dando lugar al desencanto, a la desilusión. Sucede en muchas tareas humanas, también se oye decir en el matrimonio, cuando se empieza de enamorados muy bien y luego ¡qué decepción!, algo muy importante que es la ilusión se cae por los suelos hecha pedazos. Desde entonces, pareciera que ya nada es igual.

De modo parecido ocurre en la docencia, los alumnos son maravillosos hasta que no tienen mala conducta y hacen tonterías, o simplemente no responden a los esfuerzos por enseñarles y no quieren estudiar. Entonces amenaza el desánimo, aparentemente nuestra actividad no rinde frutos, hay que hacer frente a muchas necesidades vitales sin los recursos suficientes y todavía, las demás personas en lugar de reconocer nuestro trabajo y cooperar con nosotros se encargan de perturbarlo.

Sin embargo, tenemos que tratar de no desconcertarnos ante las quiebras de la condición humana, dentro de uno mismo y dentro de los demás. Y dentro de estas quiebras está el error de considerar que uno mismo y los demás tienen que ser

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impecables. No es verdad, por otra parte esto es un ardid que no tiene buena procedencia. Se trata de envolver una aparente conducta impecable en la cobertura de la soberbia, que se escandaliza de los errores de los demás y piensa que uno no comete ni un error.

Se trata de un gran ardid táctico, porque además de favorecer la soberbia, de desanimarse cuando comete un error, y de todos los conflictos, aislacionismos y desasosiegos al juzgar a los demás, o despreciarlos interior o exteriormente, lleva a una actitud falsa, hipócrita respecto a uno mismo, ya que no lleva a reconocer los errores personales, sino a ponerlos debajo de una capa de impecabilidad, normalmente vivida cara a los demás.

Hay quienes se han vuelto incapaces de reconocer sinceramente sus faltas y de pedir disculpas. Les parece que eso es rebajarse grandemente, cuando debe ser la sencilla manifestación de lo normal.

La verdad es el gran cometido de nuestra vida, y especialmente de un profesor. La sencillez de la verdad es un gran tesoro. Reconocernos como somos, para mejorar, para comprender a los demás, sin victimismos, sin cinismos, sin escándalos ni hipocresías farisaicas. A veces uno entiende muy bien porqué Nuestro Señor que era tan benévolo y misericordioso con todos, sin embargo, cuando se trataba de la hipocresía no cedía, porque va en contra de la verdad

Vivir en la mentira, no buscar la verdad es anti educativo, en todos sus aspectos. Los alumnos tienen que ver no una pretendida vida impecable, en la que nunca se comete un error; esa vida no existe, salvo dentro de una vida hipócrita; sino lo que tienen que ver y de lo que hay que darles ejemplo es de lucha personal con los propios defectos, de reconocer lo que hemos hecho mal y especialmente del esfuerzo constante para superarlos y vivir los valores más

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altos. Recuerdo que, en su vida sencilla un gran maestro, en una ocasión, a pesar de tener un puesto muy alto, con toda la “autoridad” que tenía, no tuvo inconveniente en reconocer en público con una sencillez espléndida algunos errores que había cometido, y de su esfuerzo en superarlos.

Si aprendemos a no extrañarnos de esas quiebras de la condición humana no nos desanimaremos fácilmente y lo que es más importante recuperaremos la ilusión por la tarea educativa siempre que se hubiera apagado, porque aquella ilusión tiene su fundamento en las posibilidades de mejora que tienen los educandos y eso nos pone en el futuro. La causa de la ilusión es precisamente el reto del futuro que se prevé, los horizontes enriquecedores, las mil y una posibilidades de mejora propia y ajena así como del trabajo que se realiza.

Algo parecido tendría que pasar en el ámbito del matrimonio. A los 25 años de casados no pueden decir desilusionados: ¡Ahora ya lo sé todo, ya pasó todo! No es así, es a esas alturas cuando se puede empezar a amarse de un modo mucho más intenso todavía; por lo tanto lo que se tendría que decir es “Ahora es cuando de verdad empieza todo, con toda la madurez que ahora poseo puedo tratar de hacer más feliz a la otra persona”. Igualmente en la docencia, después de 25 años es cuando se tendría que estar en mejores condiciones de influir positivamente en los educandos y de tener más ilusión de hacerlo.

• La excesiva especialización

Actualmente, se va imponiendo la especialización, y esto no es malo, porque ahora el saber es tan basto que hay que acotarlo por partes. Sin embargo, es importante que el maestro sepa compaginar su línea profesional especializada

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con la apertura hacia el resto de saberes. Para esto conviene que siga un plan de lecturas fuera del campo de su propia especialidad, que cultive la amistad con colegas al margen de su especialización, que posea una participación recreativa y cultural variada, que tenga la mente abierta, que cultive intereses amplios y que realice actividades que le saquen del propio y estrecho interés personal.

• Confusión acerca de la misión y el oficio

La influencia del educador en sus educandos es inevitable y es muy importante, como hemos recordado, para desarrollar la libertad de los educandos. Sin embargo, el maestro típico a veces no percibe claramente la naturaleza y el significado de su profesión.

Con frecuencia parece que olvidamos la misión de la actividad educativa, de lo que significa esencialmente educar y del sentido de nuestra participación en el proceso educativo, y cuando menos acordamos, nos hemos reducido a un grupo de alumnos, a unas clases, a unos exámenes, a unas calificaciones.

Si no reaccionamos, sólo podemos ver un grupo de educación inicial, un cuarto grado que hay que enseñar, un curso de psicología en secundaria, o el Syllabus de una asignatura determinada en la Universidad. A menudo tenemos la tentación de quedar atrapados en la telaraña de las demandas diarias, de las clases, de los trabajos, pruebas y exámenes que hay que corregir. En esas condiciones, el maestro puede no haberse preguntado nunca o dejar de preguntarse desde hace mucho qué es lo que realmente está haciendo y qué sentido tiene lo que hace.

Cuando esto sucede el profesor deja de ser un trabajador profesional con respeto por sí mismo y rápidamente se convierte

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en un trabajador rutinario, tal vez en un servidor complaciente, con un interés decreciente en la calidad de su trabajo y un interés cada vez mayor en su provecho y su mejoramiento personal.

Podría ser momento para una renovación profesional regular, quizá más eficazmente realizada a través de programas de adiestramiento en horas de servicio, de estudio profesional y licencias planeadas.

Son necesarios un grupo de profesores que tengan una clara visión de la índole y el significado de la educación y de la enseñanza, que posean una especial capacidad para comunicar esta visión con fuerza y entusiasmo a los maestros, y que no vean neutralizada su labor por temor a las censuras de los cínicos. Los maestros suelen responder bien ante alguien con competencia y autoridad, anhelan una renovación profesional, en un mundo en peligro de perder todo propósito.

• Concepto deformado de la naturaleza de la gente

El material con el que los maestros trabajan es el hombre.

Lo mismo que un escultor trabaja con la piedra, un carpintero con la madera, un entrenador hípico con caballos, un agricultor con plantas y animales, un poeta con las palabras, el maestro trabaja con seres humanos (homo sapiens). Sus conocimientos y creencias sobre este material son sumamente importantes para su trabajo, su eficacia actual y su desarrollo futuro.

Los alumnos traen unas características peculiares, unas experiencias muy propias, unas ideas u opiniones más o menos profundas, etc., ven la vida de modo muy personal. También el maestro se encuentra en esa situación, inclusive puede ver o percibir el material con el cual trabaja, únicamente desde su propio prisma, es decir de lo que él ha llegado a creer y ser.

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¿Cuál es la naturaleza de esta “materia prima” con la que el maestro trabaja?.¿Cuáles son sus posibilidades negativas y positivas?. Estas preguntas básicas se encuentran a lo largo de todo el quehacer del profesor. Por tanto, la ignorancia, el prejuicio y la confusión en estos asuntos constituyen obstáculos importantes para la plena realización por parte del maestro.

• Desorden y amontonamiento

Otro peligro que tenemos los profesores es el desorden. Es frecuente que nos invadan las prisas por el “más”, en la actualidad el conocimiento aumenta de una manera vertiginosa. ¿Cómo podemos introducir todo ese conocimiento en el plan de estudios?.

Cada vez hay “más” cosas por conocer y cada vez menos tiempo y recursos. Sin embargo, podemos plantear las preguntas esenciales de qué conocimientos vale la pena conocer y de cuál es verdaderamente el empleo del tiempo y el significado de ese amontonamiento.

Es importante reducir y simplificar el espacio vital psicológico y físico en torno a nosotros mismos, que es tan importante para el desarrollo personal. Se podría uno preguntar ¿Deben nuestras vidas tener esta cualidad que casi todos deploramos?. ¿Es necesaria tanta prisa que casi nada se hace con gracia y estilo?.

Si se evita el desorden se puede encontrar el tiempo necesario para el descanso, para esos momentos de respiro en que las tensiones se dejan de lado y uno se dedica al sano esparcimiento. Es el momento de cultivar un hobby de leer una novela entretenida, de escuchar música, etc.

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• Aburrimiento y rutina

Alguna vez se oye la siguiente queja: “nuestro maestro es aburrido, todos los días son iguales, no hay animación, ni ideas nuevas. En cambio el año pasado el maestro fue magnífico, siempre tenía algo diferente e interesante y los minutos se iban deprisa”.

¿Cómo puede evitarse el aburrimiento?. Como decíamos antes, el aburrimiento es la manifestación de una carencia: la falta de verdad. Al igual que el estado de la duda, el aburrimiento se supera ahondando en las materias que se dan, incrementando el conocimiento. Pero también es muy necesaria la metodología de enseñanza y de aprendizaje, la imaginación para armar un discurso de modo interesante, poniendo los ejemplos adecuados, despertando el interés, ejercitando el arte de la pregunta, describiendo situaciones, etc.

La imaginación creadora genera el entusiasmo. A veces pareciera que se trata de algo sumamente difícil; sin embargo, muchas veces el cambio se da a través de acciones muy sencillas, por ejemplo, variar el paso, desacelerar, escuchar con más atención a los alumnos, tener sentido del humor para sacarle provecho a una situación, etc. No se trata de caer en la tontería, ya que ésta es quizá para los alumnos tan repulsiva como el aburrimiento, pero sí de hacer una clase atractiva, interesante.

b. ¿Qué cualidades tiene un maestro con autoridad?

Podemos resumirlas en las siguientes:

. El maestro es un guía, es alguien que va delante en su ejemplo y conocimientos.

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. El maestro es un maestro: cultivador infatigable de la sabiduría

. El maestro es un innovador, es un puente entre las generaciones.

. El maestro es un modelo, un ejemplo.

. El maestro es un investigador, siempre es un estudiante.

. El maestro es un consejero y amigo.

. El maestro es un creador, un estimulador de la capacidad creativa.

. El maestro es una autoridad, con su sola presencia.

. El maestro es un futurista, un sugeridor de perspectivas.

. El maestro es un impulsor, de proyectos.

. El maestro es un buen orador (un buen narrador, actor y escenógrafo)

. El maestro es un forjador, de buenos ciudadanos.

. El maestro es un valiente que sabe enfrentar la realidad

. El maestro es un liberador.

. El maestro es un buen evaluador.

. El maestro es un buen realizador.

c. La autoridad como ayuda al crecimiento

La palabra autoridad hace referencia a aumentar, acrecentar, desarrollar, dar vigor a una cosa, hacer prosperar,

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fertilizar, hacer progresar. Ser “autor” es ser protector, dar la cara por alguien, dar confianza, seguridad. El “auctor” es el inventor, promotor o fundador de algo, algo así como el que impulsa a obrar, el que instiga a ello, mediante el consejo.

La autoridad es más que una cualidad, es acción, de potenciar, de promover, de lanzar hacia la acción que se valora. Entonces, lo que debe proponerse un educador con autoridad es saber valorar las potencialidades del educando y las de las acciones que propone y promueve para su auto desarrollo; y después saber motivar, lanzar con audacia al educando para que, en uso de su libertad creadora, de su iniciativa, acreciente su personalidad, crezca en todas sus dimensiones. ¿Cómo compaginar autoridad con libertad?

• Basándose en la naturaleza ética de la autoridad, que supone el prestigio personal conquistado por el educador, en la fuerza moral de ese prestigio, reconocido socialmente, la intervención que se basa en la autoridad se sitúa en el justo medio: está lejos del autoritarismo y del permisivismo deformativo.

• Centrándose en el servicio, en el bien del educando, entendido como capacitación para una vida responsable y solidariamente autónoma, la autoridad no sólo respeta ese factor decisivo de auto desarrollo que es la libertad sino que se propone expresamente potenciar al máximo la libertad del educando, enseñándole a usar rectamente de ella y a sacar todo el partido posible de ella.

• No como una manifestación de poder, sino de servicio.

Cuando la autoridad es servicio garantiza que la actuación del educador discurrirá normalmente por los cauces

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positivos del ejemplo y del diálogo. Educar es servir. Por esto, debe fomentar no la sumisión, ni el capricho. Sólo en algunas ocasiones y por motivos formativos y de justicia el educador impondrá el pode o el mando.

• Debe ser una ayuda que atienda a una necesidad verdadera.

Como habíamos dicho antes, “toda ayuda innecesaria es anti educativa”, se trata de ayudar al educando a que se sepa y pueda dirigir por sí mismo. Por esto, el paternalismo, al dar las cosas hechas deja al educando absolutamente indefenso, sin recursos, dependiente de lo que los demás hagan por él y en lugar de él.

Sin embargo, ante una necesidad auténtica el educador tiene la obligación de intervenir. Conviene recordar que necesidad es una carencia de lo que es preciso, imprescindible, para poder seguir viviendo o desarrollándose. Todos tenemos necesidades, pero unas son reales y otras imaginarias, unas podemos satisfacerlas solos, otras con ayudas.

En la tarea educativa es necesario todo aquello que es imprescindible para alcanzar el desarrollo o plenitud personal. Existen diversos tipos de necesidades: unas fisiológicas, otras psicológicas (autoestima, seguridad, estabilidad, no tensiones, conflictos, crueldad o injusticia). Un tipo especial son las necesidades de amor y pertenencia.

Todo ser humano necesita un lugar donde ser aceptado, querido y respetado. Sólo así será capaz de dar cariño. Cuando alguien no tiene satisfechas esas necesidades aún mínimamente, es muy difícil su desarrollo. Pero por encima de estas necesidades están las necesidades espirituales, las que se refieren a la verdad, al bien, al amor, a la belleza; que son lo que le eleva infinitamente su ser.

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• Exige que el maestro tenga en cuenta la libertad del educando.

De lo contrario, se olvida de que ejerce su autoridad, su potestad, sobre sujetos que, lejos de ser animales o máquinas, son personas libres. De esta manera no suscitará la verdadera obediencia de sus educandos. A lo más que llegará es a provocar una sumisión incondicionada, por miedo o temor a las consecuencias de no obedecerle, o quizá su rebelión, interna o externa, ambas igualmente perniciosas.

• Conlleva el esfuerzo por dar buen ejemplo.

Si, un profesor, aunque mande con buenos modales,

con cortesía y respeto, tiene una conducta que es lo opuesto a lo que exige, por ejemplo, si exige orden material y él es no lucha contra el desorden, o no vive la puntualidad al empezar y terminar sus clases; si exige interés por lo que explica y él no se muestra interesado, o no se preocupa de presentarlo de modo que resulte cercano, interesante a sus alumnos, todo ello por pereza y despreocupación, la conducta de esos alumnos será de rechazo o de aburrimiento. Es difícil que los alumnos sigan a quien no es ejemplo.

• Supone un ámbito que favorece la comunicación.

Al respecto podemos recordar algunos principios generales. Entre el educador y el educando existe la comunicación visible e invisible. Aquella es la que se expresa exteriormente con palabras, en cambio la comunicación invisible se da con gestos, con actitudes, con la sola presencia,

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que transmite unos contenidos y valoraciones determinadas, sobre lo que es la vida, el universo y las personas.

Además, la verdadera comunicación es la que se da entre dos personas. No hay comunicación entre cosas. La comunicación intersubjetiva supone poner en común todo lo que uno es, lo que ocurre es que hay maneras de comunicar el propio ser, y no siempre requieren la posesión corpórea, que es propia de un solo tipo de relaciones intersubjetivas que son las que pertenecen al ámbito de los esposos. En el educador basta el respeto, una mirada al fondo del alma y mantener la fidelidad a la verdad y a la verdadera amistad.

Las actitudes que se transmiten en la comunicación educador-educando, tanto visible como invisiblemente son: actitudes de coherencia, de respeto, de confianza, acogida abierta, realismo, optimismo y de servicio.

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IV PROPUESTA DE UNA PROGRAMACIÓN DIDÁCTICA DE

LA EDUCACIÓN DE LOS VALORES.

La siguiente propuesta está hecha de acuerdo a las edades, a las virtudes o a los meses del calendario escolar. Aquí señalaremos las dos primeras programaciones y desarrollaremos la tercera. 1. Por edades Según el profesor David Isaacs, en su conocido libro “La educación de las Virtudes Humanas”, señala lo siguiente: a. Hasta los 7 años -Obediencia -Orden -Sinceridad b. Desde los 8 hasta los 12 años -Fortaleza -Perseverancia

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-Laboriosidad -Responsabilidad -justicia -Generosidad c. Desde los 13 a los 15 años -Pudor -Sobriedad -Sencillez

-Sociabilidad

-Amistad

-Respeto

-Patriotismo

2. Por virtudes

a. Virtud de la generosidad

- La educación de la generosidad. (primaria y secundaria)

- La educación de la solidaridad. (primaria y secundaria)

- La educación del compañerismo. (primaria)

- La educación de la amistad. (secundaria)

b. Virtud de la fortaleza

- La educación de la fortaleza. (primaria y secundaria)

- La educación del orden. (primaria y secundaria)

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- La educación de la laboriosidad. (primaria y secundaria)

- La educación de la responsabilidad (primaria y secundaria)

c. Virtud de la templanza - La educación de la sobriedad (primaria y secundaria)

- La educación del pudor (secundaria)

d. Virtud de la prudencia y justicia

- La educación de la prudencia secundaria)

- La educación de la justicia (primaria y secundaria)

- La educación de la sinceridad (primaria y secundaria)

- La educación el patriotismo: (primaria y secundaria)

De entre todo ese elenco de valores podemos ocuparnos de nueve de ellas, distribuyéndoles en cada uno de los meses del calendario escolar. Sugerimos que cada mes se tenga una conferencia para padres, otra para maestros y otra para alumnos sobre aquel específico valor o virtud, tratando de esforzarse ese mes para cumplir con ese objetivo de practicar tal virtud o valor todos al mismo tiempo. Los tutores tendrán una gran labor en cada mes ya que tratarán en lo posible de poner metas pequeñas a sus asesorados y de ayudarles a que cumplan sus propósitos.

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3. Por meses de año

MES DE ABRIL

LA GENEROSIDAD

¿Qué es la generosidad?

Es la virtud por la cual otorgamos bienes y nos damos nosotros mismos en ellos, atendiendo a la utilidad y necesidad de la aportación para esas personas, sirviendo desinteresadamente y con alegría aunque cueste esfuerzo.

A menudo pensamos que la generosidad se refiere sólo a dar bienes materiales, y los bienes son muchos más. Hacer algo a favor de otras personas puede significar muchas cosas distintas: por ejemplo, dar tiempo, prestar posesiones, perdonar, escuchar (dar atención), saludar, recibir, etc.

Al mismo tiempo el don va acompañado de la persona que lo da. No es generoso el que no añade al don externo el don del propio aprecio y reconocimiento. De lo contrario el dar repelería; sería humillante.

También se piensa que ser generoso es dar simplemente, pero eso no es la virtud de la generosidad, porque si se da aquellos bienes a quienes no los necesita se le puede hacer un daño, algo ridículo, o se puede caer en la bondad que no es generosidad sino tontería.

Es necesario tener en cuenta las necesidades reales de los demás. Estas pueden ser puestas de manifiesto explícitamente por la persona necesitada. Pero muchas veces, sobre todo las necesidades espirituales o interiores no son advertidas concientemente por quien las padece. Tanto en

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uno como en otro caso se debe procurar atender generosamente a esas necesidades.

Actualmente, se oye decir a veces la siguiente frase: “es su problema”. Evidentemente, no vamos buscando entrometernos en la vida de nadie por puro gusto y si razones. Sin embargo, la generosidad lleva a ver las necesidades de los demás como propias y a hacer lo que esté de nuestra parte para solucionarlas.

¿Cómo educar en la generosidad?

• Enseñando a valorar lo que se tiene. El generoso no es el derrochador ni de bienes materiales, ni de tiempo. El educando tiene que saber lo que valen sus cosas, su tiempo, etc.

• Ayudando a comprender y a perdonar. La caridad más que en dar está en comprender y como normalmente todos tenemos deficiencias la generosidad se puede practicar comprendiendo y perdonando. Perdonar es un acto que va a remediar una necesidad: la de saberse y sentirse queridos, y estimulados por la confianza en sus posibilidades de mejora.

• Que los educandos aprendan a atender las necesidades ajenas sin esperar recompensa, ni siquiera la justa gratitud por el bien recibido. La generosidad no es interesada. La persona interesada está pensando, en primer lugar, en las consecuencias para él y muy en segundo lugar en las consecuencias para los demás.

• Explicándoles lo que son las verdaderas necesidades de los demás: las que les lleven a perfeccionarse. Por tanto,

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podrán distinguir entre necesidades y caprichos de los demás. Si nos pidieran algo que realmente no les ayuda a mejorar sino que es un capricho la generosidad está en no dárselo.

• Procurando que los educandos tengan un encargo, en el colegio y en la familia. Dicho encargo será un acto de servicio para con los demás.

• Ayudándoles a descubrir que la generosidad que es amor debe tener un orden: primero Dios y luego los demás, en la misma proporción con la que nos amamos a nosotros mismos, es decir en cuanto nos procuramos la perfección y el mejoramiento personal.

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MES DE MAYO

LA SOLIDARIDAD

¿Qué es la solidaridad?

La solidaridad es un valor muy relacionado con la generosidad. Ser solidario es saber compartir con quienes lo necesiten los bienes materiales y espirituales que uno posee. Es el valor social por excelencia y muy necesario para la convivencia en cuanto que hace posible salir de la propia individualidad para ilusionarse por los proyectos buenos de los demás en favor del bien común.

La solidaridad lleva a dar y darse. Como hemos señalado dar no significa simplemente despojarse de cosas, sino que es más profundo: es enriquecer al otro con la acogida personal y con los propios valores. No hay un don auténtico si éste no va acompañado de nosotros mismos, es decir de nuestro afecto y aprecio personales. Sólo entonces enriquecemos al otro, no le humillaremos, y al mismo tiempo nos enriquecemos nosotros mismos.

Nadie es tan pobre que no pueda dar algo: Inclusive si no tuviéramos nada material podemos dar una sonrisa, un gesto amable, una palabra de consuelo, un poco de nuestro tiempo, una oración, etc.

¿Cómo disponernos a la solidaridad?

Nos disponemos a ser solidarios si vamos al fundamento de la solidaridad, es decir:

• Considerando al otro como lo que es, como una persona humana, digna de ser considerada como fin en sí misma, y no

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como una cosa que puede usarse o ser tratada de cualquier manera. Por tanto, para ser solidario hay que desprenderse de prejuicios inútiles, de intereses egoístas y de cálculos utilitaristas.

• Además, si somos cristianos podemos ver que aquel necesitado es otro Cristo, y que todos somos hermanos.

¿Cómo se manifiesta la solidaridad?

• Respetando, aceptando, y apreciando a los otros, independientemente de su modo de ser, de su cultura o condición social.

• Interesándose por los demás, por sus cosas. Es salir del propio mundo y del aislamiento. Es no vivir pendiente egoístamente sólo de uno mismo, de los propios problemas.

• Descubriendo las necesidades de los otros y tratando de ayudar.

• En el espíritu de servicio.

¿Cómo saber cuáles son necesidades reales?

Como hemos dicho antes, necesidades reales son lo que le falta a la otra persona para poder perfeccionarse como ser humano. Por tanto, no se trata de hacer los caprichos propios o ajenos, sino de acudir a las auténticas necesidades.

A veces estas necesidades nos las harán saber los propios necesitados, pero otras veces no lo dirán porque no

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se atreven o porque no son conscientes de ellas, y entonces tenemos que descubrirlas, ver lo que está de nuestra parte y con delicadeza ayudarle.

¿Qué es el espíritu de servicio?

Es la apertura y disponibilidad para ayudar, servir a todos los demás, en todo aquello que esté de nuestra parte y dentro de nuestras posibilidades.

¿A quienes va dirigido nuestro servicio?

En primer lugar a los propios familiares (padres y hermanos), los parientes próximos; en segundo lugar a los amigos y compañeros; en tercer lugar a la comunidad de la que se forma parte. De modo especial, la solidaridad se debe empezar a vivir en la familia y en la escuela.

ACTIVIDADES Y SITUACIONES DE APRENDIZAJE SUGERIDAS

¿Cómo educar en la solidaridad?

• En primer lugar, los alumnos y los hijos deben ver que sus maestros y sus padres se esfuerzan en vivir esa virtud, deben ver que se ayudan entre ellos, que se socorren en sus necesidades, aunque les cueste esfuerzo.

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Actividades sugeridas para los alumnos.

• Dialogan en clase sobre las dificultades y ventajas de vivir la solidaridad.

• Cada uno trata de descubrir una (o dos) necesidad(es) de algún(os) miembro(s) de su familia o de su salón de clase; lo anota señalando también la acción concreta que realizará para socorrerle(s).

• Elige una noticia en el periódico, o un programa televisivo, durante la semana, y analiza qué acto(s) de solidaridad o insolidaridad ha encontrado, identificando: los hechos, sus causas y consecuencias y haciendo un comentario personal sobre lo observado.

• Se aplica un test, para saber cómo está viviendo esta virtud.

ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS PARA PADRES Y MAESTROS.

• Como la educación de los valores es de tal naturaleza que los alumnos necesitan del ejemplo de los mayores, podríamos ayudarnos nosotros los profesores para esforzarnos en vivir con más intensidad todavía esta virtud. Para ello, se podría sugerir lo siguiente:

• Durante el mes que se señale, se podría preparar una reunión para los profesores del Colegio, en la que se trabajara sobre la importancia, el contenido y las actividades educativas de la solidaridad.

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• Como en la educación en valores, es muy importante la participación de los padres, se podría involucrarlos, para que cuiden de progresar en esa virtud, y de esa manera hacer eficaz nuestra acción educativa.

Test de Solidaridad

1. ¿Te esfuerzas en valorar, apreciar, acoger, y no marginar a ninguno de los miembros de tu familia y de tu salón de clase?.

2. ¿Superas tu comodidad, antipatías, etc. y eres amable y atento con todos, especialmente con quienes más lo necesitan?.

3. ¿Tienes algún encargo de servicio dentro de tu hogar o en la escuela?

4. ¿Te preguntas sobre qué pueden estar necesitando alguno de los miembros de tu familia o de la escuela?

5. ¿Has pensado en alguna acción concreta para ayudarles?.

6. ¿Ayudas a algún hermano o compañero con dificultades en el estudio?.

7. ¿Has atendido, en la medida de tus posibilidades a algún enfermo o desvalido de tu comunidad?.

8. ¿Participas, o colaboras, en colectas para personas necesitadas?.

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9. ¿Podrías preparar con tus amigos un día de visita a un hospital, orfelinato o asilo, durante este mes?.

10. ¿Podrías vencerte al momento de comprar una golosina y entregar el importe a algún necesitado?.

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MES DE JUNIO

LA FORTALEZA

¿Qué es la fortaleza?

Es la virtud que hace posible el ejercicio de las demás virtudes y valores. Es la energía interior, básica para afrontar las dificultades, los retos y esfuerzos que la vida plantea continuamente. Consiste en la resistencia ante el dolor y las dificultades y en el acometimiento de tareas difíciles.

La fortaleza no debe ser confundida con el “vivir peligrosamente”, sino en el vivir rectamente. Es decir, que para ser fuerte hay que ser prudente. Es necesario saber medir los peligros y pensar sobre la mejor manera de afrontarlos o de resistirlos. No es el mero lanzarse al peligro “porque sí”, sin medir sus consecuencias.

Y sin embargo, el fin de la fortaleza va más allá todavía: es la virtud propia de los enamorados, de aquellos que tienen como meta amar. Así, no podemos ser generosos y vivir solidariamente si no tenemos fortaleza para vencernos a nosotros mismos y saltar por encima de las dificultades y del dolor que se encuentre en ese camino. Por eso tampoco la fortaleza consiste en la carencia de miedo. Más aún cuando se ama se teme. Cuando nada se ama, nada se teme.

Virtudes derivadas de la fortaleza

a. Paciencia: es la virtud por la cual se resiste a las dificultades y al dolor en vistas de un bien; y por abundantes que sean los males no se deja abatir por la tristeza ante ellos.

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b. Reciedumbre: es la fortaleza “física”, es decir la que se refiere al ámbito de lo corpóreo. Por ejemplo: bañarse con agua fría en invierno, resistir la fatiga física, etc.

c. Perseverancia: es la resistencia en el esfuerzo a lo largo del tiempo. No basta con luchar para conducirse bien un día; es bastante pero no suficiente. Hace falta hacerlo durante una semana, un mes, un año, toda una vida.

d. Audacia: es la virtud por la que acometemos tareas difíciles en vistas de las posibilidades que hubieran de conseguir un bien para nosotros mismos y para los demás.

¿En qué se manifiesta la fortaleza?

. Cuando eres capaz de realizar esfuerzos sin quejarte.

. Cuando terminas bien lo que empiezas

. Cuando te levantas y te vas a dormir a la hora indicada.

. Cuando sigues estudiando y cumples tu tarea a pesar de estar cansado.

. Cuando cumples tus compromisos aunque no tengas ganas.

. Cuando soportas un pequeño malestar sin quejarte

. Cuando callas ante la acusación injusta

. Cuando refrenas tu lengua, o tu mal carácter.

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Otras oportunidades de ser fuerte:

. Resistir un impulso.

. Superar un disgusto con sus hermanos o compañeros

. Dominar la fatiga o cansancio

. Acabar bien las tareas encomendadas en el colegio

. Cumplir los deberes familiares con constancia, etc.

. Preferir el esfuerzo prolongado, por ejemplo en el deporte.

¿Por qué es necesario exigir y exigirse?

• Porque nada se hace realidad sin esfuerzo. Como dice el refrán popular “lo que vale cuesta”.

• Actualmente hay una fuerte corriente hedonista que pone en primer lugar el placer. Nuestros educandos están influidos por ese falso principio: esfuerzo = mal, y fácil = bien. Por ello, los niños y jóvenes están más propensos a vivir según la ley del mínimo esfuerzo. Sin embargo esa ley es altamente corrosiva.

• Lo óptimo sería que cada uno nos exigiéramos a nosotros mismos, en esta virtud. Para lograrlo es de gran ayuda saber por qué es importante que lo hagamos y que nos decidamos a hacerlo, dando ejemplo de fortaleza.

• Cuando sea necesario tenemos que exigir, con inmenso cariño, pero exigir. Exigir a los educandos y a los hijos cuesta esfuerzo, parece que todo va a ser más rápido y menos conflictivo si los padres cargan con todos los trabajos, esfuerzos, renuncias y sacrificios.

• Sin embargo, si a los educandos y a los hijos los privamos de exigencias, de oportunidades para esforzarse, no

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se desarrollarán como personas. Y llegarán a la adolescencia, a la juventud y a la vida adulta sin una base para resistir tranquilos a los problemas de esa etapa.

• Padres y educadores deben ir de acuerdo: Algunas veces los padres, por un cariño mal entendido pretenden evitar a sus hijos las dificultades que ellos tuvieron que superar en su juventud, los protegen y los sustituyen, llevándolos sin darse cuenta a una vida cómoda, sin exigencias, donde por poco o nada de esfuerzo consiguen todo lo que quieren.

• Los profesores tenemos que ayudar a los padres a vivir la fortaleza y enseñar a vivirla. De nada sirve que los maestros exijan cuando los padres no lo hacen. Es conveniente ayudar a los padres a comprender que más que protegerles, y evitarles sufrimientos, lo que tienen que hacer es ayudarles a superar el dolor y sufrimiento.

¿Cuál es la mejor edad para la fortaleza?

Cualquier momento es bueno para adquirir la fortaleza, pero hay una edad en que hay una especial sensibilidad para este valor: entre los 7 y los 12 años. Es el momento del entrenamiento en esta virtud tan necesaria para la vida futura.

En el día a día de la convivencia familiar, y mediante pequeños esfuerzos adecuados a su edad y personalidad, podemos hacer de ellos personas acostumbradas a enfrentarse con las dificultades que exijan empeño y esfuerzo.

Si no les exigimos en este período de vida, cuando llegue la adolescencia será más difícil. Probablemente entiendan lo que les decimos y les gustaría actuar y hacernos caso. Pero no tienen la fuerza y el entrenamiento necesario para

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conseguir esas metas. Y se encontrarán a un paso de caer en la comodidad como forma de vida.

Planes de acción relacionados con la fortaleza

. Enseñar a no quejarse

. Enseñar a hacer pequeños sacrificios para la buena marcha de la casa o de la clase

. Exigir que se acabe lo que se comienza

. Aguantar la sed en una excursión o el calor del verano, o el cansancio, sin decir nada.

. Superar, si aún perviven los miedos infantiles de quedarse sólo o a oscuras, la vergüenza para hablar, o para reconocer la propia culpa, o el sentido del ridículo.

. No patalear cuando las cosas no salen como quisiéramos, o al sufrir cualquier contratiempo.

. Adoptar posturas correctas en casa y en la clase. Sentarse, no tumbarse.

. Procurar comer de todo y terminar toda la comida

. Hacer los deberes antes de ponerse a jugar

. Levantarse a una hora fija y cumplir un horario

. Hacer bien los trabajos y tareas

. Cumplir bien el encargo en el momento previsto para ello, aunque no tenga ganas

. Participar en un equipo deportivo

. Marcarse pequeñas metas y cumplirlas.

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MES DE JULIO

EL ORDEN

¿Qué es la virtud del orden?

Es la adecuada disposición u organización de las cosas, del tiempo y de las actividades. Es muy importante para el logro de cualquier objetivo deseado o previsto y para cualquier virtud. También se suele hablar del orden u organización en las ideas.

La virtud del orden está muy relacionada con la justicia, la cual lleva a dar a cada uno aquello que le corresponde. Hacer justicia a las cosas es darles aquello que les corresponde. Es necesario saber qué lugar le corresponde a cada cosa, tanto fuera como dentro de nosotros.

Los aspectos de la virtud del orden

Como toda virtud tiene dos aspectos:

• La intensidad, la constancia con la que se vive. No basta con un acto aislado del orden. Una golondrina no hace verano. Para que se convierta en virtud tiene que repetirse una y otra vez hasta que se convierta en un hábito.

Aunque nunca es tarde para adquirir este hábito, es importante que los padres y maestros ayuden a sus educandos para que la adquieran cuanto antes. Es una de las tres virtudes llamadas básicas porque se pueden adquirir desde el año y medio o dos años de edad. Se puede enseñar y aprender esta virtud desde la primera infancia. La infancia y la niñez son los “períodos sensitivos” propio, es decir su momento oportuno.

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Un niño de un año y medio, o dos, percibe lo que sus padres esperan de él, en este caso: recoger sus juguetes, almorzar porque es la hora de hacerlo, etc.; y debido a que este hábito está muy relacionado con su actividad psicomotora, el niño está en condiciones de ejercitarse en ese hábito. Poco a poco, y a medida que crezca se le pueden dar razones, de justicia y de amor, que sostienen esta virtud.

• La rectitud de los motivos con que se vive.

¿Por qué vivir el orden? El orden no es manía. La virtud del orden no es un fin que se busque por sí mismo, es sólo un medio, aunque muy importante para alcanzar los verdaderos fines que son el servicio a los demás y el cumplimiento de las tareas encomendadas.

¿Cómo educar en el orden?

• En las cosas. “Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa”

¿Para qué ser ordenado en las cosas?

El orden en las cosas tiene dos finalidades: una es el de guardar las cosas bien, para que no se estropeen y la otra es guardarlas razonablemente para que se puedan encontrar en el momento oportuno.

¿Cómo educar en ese orden?

Valorando las cosas que tienen. Es conveniente que los educandos sepan el valor que tienen sus juguetes, sus libros, sus útiles escolares y en general, los medios materiales de que disponen en el colegio o en su familia.

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Asignándoles un lugar a cada cosa. Esto se puede hacer a manera de juego. Por ejemplo, se puede decirle a un niño de 3 años: “Como hemos terminado de jugar, los soldaditos tienen frío, o sueño, vamos a protegerlos en ésta que es su casita, (armario, caja, etc.)”.

Y con ingenio: por ejemplo, en casa, si no se tiene un armario, se pueden forrar con papeles de colores llamativos dos cajas de cartón, uno para la ropa limpia y el otro que haga de cesta para que la ropa sucia se ponga en ese lugar y no se deje tirada.

Exigiendo que se dejen las cosas (juguetes, útiles escolares, ropa, objetos personales, o del colegio, o casa, etc.) en su sitio, con paciencia y mucha constancia.

Cuando se trata de niños hay que tener precisión en la indicación. Por ejemplo, si a un niño de cuatro años que está utilizando las tijeras se le dice: “Cuando termines hay que devolverlas” es probable que no lo entienda. Es más recomendable preguntarle lo que va a hacer y decirle: “cuando termines de recortar la figura, antes de pegarla, devuelves las tijeras a su sitio”.

Colaborando en el orden de los mayores. Aquí como en toda virtud el ejemplo de los padres y profesores es fundamental.

• En la distribución del tiempo y las actividades: “Un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo”.

¿Para qué organizar el tiempo y las actividades?

Al igual que las cosas el tiempo es un medio, un instrumento valiosísimo para alcanzar los fines ya señalados: el servicio a los demás y el cumplimiento de las tareas.

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¿Cómo se educa en el orden del tiempo y de las actividades?.

Valorando el tiempo y las actividades, al igual que las cosas materiales. Por tanto, en la medida de sus posibilidades hay que hacerles ver que no se puede derrochar el tiempo. Igual que sucede cuando se derrocha el dinero (la propina), que si se la gastan toda, luego se quedan sin nada y les hace falta para las verdaderas necesidades, igualmente si se derrocha el tiempo, luego no alcanza y las obligaciones quedan sin cumplir. El tiempo es oro se suele decir, y para los cristianos, el tiempo es cielo.

Haciendo un horario. Para esto es necesario:

- considerarlo como un reto y no desanimarse si se ve sin fuerzas para hacerlo.

- seguir un plano inclinado y poco a poco ir paulatinamente completando el horario. Por ejemplo, se podría empezar teniendo una hora fija para levantarse: cuando le avisen o cuando suene el despertador.

- diferenciar las actividades (rutinarias, periódicas y variables) y

- tener una jerarquía en las diferentes actividades (importantes y secundarias): Poner y hacer en primer lugar las tareas más importantes, aunque no tenga ganas. No empezar siempre con lo más fácil, dejando lo más importante para el final, con el riesgo de no hacerlo.

Si se trata de una educación cristiana, se considerarán los deberes para con Dios, por ejemplo, el rezar es importante y se ayudará al educando a que busque el mejor momento para hacerlo. Igualmente, con la misa dominical.

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UN POSIBLE HORARIO

Un niño de 8-9 años podría tener el siguiente horario, y colgarlo en un sitio visible de su habitación, y aunque algunos días varíe la hora de algunas actividades podría considerarlo como punto de referencia. Se le puede plantear de una manera simpática, poco a poco y por partes, inclusive como un deporte o juego, con figuras y viñetas de colores, con mensajes que animen a cumplirlo.

Rutinas Diarias:

Hora:....... levantarse

………….. aseo personal

………….. desayuno

………….. asistir a clases

………….. llegar a casa/cambiarse de ropa

………….. lavarse las manos/ almorzar

………….. tiempo libre

………….. ayudar en casa

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................ hacer los deberes escolares

………….. jugar

………….. cenar

………….. tiempo libre

………….. descansar

ACTIVIDADES PERIÓDICAS: • las actividades de fin de semana visitas, misa dominical,

paseos, etc. • las actividades imprevistas.

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MES DE AGOSTO

LA RESPONSABILIDAD

¿Qué es la responsabilidad?

Es asumir las consecuencias de los actos libres, respecto de uno mismo y del beneficio de los demás. Es el hábito de responder adecuadamente de los propios deberes, delante de los demás y de Dios.

Esta virtud es decisiva en la formación de los educandos, debido a que apela directamente a la libertad y está estrechamente ligada con la obediencia. Convoca el ejercicio de la generosidad, la solidaridad, la fortaleza y el orden, tratados anteriormente.

¿Desde qué edad se puede educar en la responsabilidad?. Lo antes posible. Aunque el período sensitivo ideal es el que va desde los 7 a los 12 años, antes de los siete años un niño puede prepararse para esta virtud, ya que va muy unida a la obediencia. Por tanto, un niño desde los 3 ó 4 años, aunque no sepa lo que es decidir, sí es capaz de “percibir” las expectativas de los padres respecto a lo que “debe o no debe hacer” y de las consecuencias, por ejemplo, de pegarle a su compañerito, o de no tomarse la sopa o un jarabe

¿Cómo educar en la responsabilidad?

Padres y maestros pueden tener básicamente los siguientes criterios:

1) Saber distribuir responsabilidades, de acuerdo a la edad y a las posibilidades de los educandos.

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2) Saber claramente ellos mismos qué es lo que esperan de los educandos.

3) Exponer sus expectativas de modo que los educandos las entiendan.

4) Saber poner a los educandos frente a sus propios deberes, dándoles razones y motivos que les animen en esas tareas: el servicio a los demás y el propio crecimiento.

5) Averiguando si el educando ha entendido esas tareas y responsabilidades. Si es muy niño conviene dividirle la tarea, en varios pasos y pedirle que nos las repita o explique. Si se trata de un adolescente conviene observarle mientras las cumple, para estar cerca cuando nos necesite.

6) Poner a su alcance o ayudarle a buscar los medios, instrumentos, recursos o diversas posibilidades de cumplir su tarea, por ejemplo dar el tiempo necesario.

7) Explicar las consecuencias de no hacer las cosas. Para esto basta la coherencia. Por ejemplo: “si haces esto... entonces... resultará lo otro”. También se puede apelar a su libertad: “Tú verás”

8) Ayudándoles a que se anoten lo que tienen que hacer, de modo que no cuenten con la excusa del “olvido”. (Usar libreta o tablero)

9) Dar ejemplo y de ser posible, padre y madre, o los padres profesores juntos, explicar los deberes al educando.

10) Estimulándoles en el ejercicio de la obra bien hecha, valorando sus aportaciones.

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Errores de padres y maestros en la educación de la responsabilidad.

1) Sustituir a los educandos, lo cual comporta:

• Evitarse complicaciones y hacer las cosas los propios padres o maestros, porque “así es más fácil”

• Hacer cosas por los hijos o educandos, para que éstos “no se molesten”, para que “los quieran” o para que “no les hieran en sus sentimientos “(Algunos padres piensan que mientras más cosas hacen “en vez” de los hijos, son mejores padres)

2) No saber lo que cada educando está en capacidad de dar o hacer:

• Pedir al niño que haga algo que no es capaz de hacer, porque es demasiado pequeño, o no suficientemente fuerte, o por que le falta experiencia, etc.

• Subestimar la capacidad de los educandos, o dejar que éstos los manipulen negando su capacidad para no esforzarse (no aceptar que éstos se califiquen a sí mismos de incompetentes).

3) No aclarar lo que se espera del educando, en qué tiempo, de qué manera, etc., de acuerdo a unos niveles de exigencia.

4) No proporcionar o ayudar a que el educando se acopie de recursos suficientes, o alternativas, para hacer bien lo que se le pide

5) No enseñar al niño cómo se hace, de modo que él pueda aprenderlo o inclusive mejorarlo con su propia iniciativa.

6) No comprobar si el niño ha entendido lo que se le pide.

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7) No estimular al niño, ni hacerle saber que se le quiere incondicionalmente y que se valoran sus aportaciones.

8) No ayudar a que el educando reconozca sus errores, en lugar de echarle la culpa a los demás.

Algunos recursos didácticos en la formación de la responsabilidad.

¿Cómo ayudar a tomar decisiones?

Ayudando a que el educando tome la propia iniciativa, a que se informe adecuadamente, a que reflexione o delibere, a que elija y actúe.

Es posible fomentar decisiones con bajo o con alto riesgo:

Bajo riesgo:

a. ¿qué prefieres hacer, A ó B? Si haces A, entonces X, y si haces B, entonces Y.

b. Este asunto se puede resolver de ésta o de esta otra manera

c. Haz tres de estos problemas o ejercicios

d. Siéntate aquí, por favor

e. Cuando hayas hecho las tareas, te las puedo revisar.

Alto riesgo

a. ¿Qué quieres hacer?

b. ¿Cómo podríamos resolver este problema? ¿Cuál te parece la mejor alternativa?

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c. Haz todos los problemas o ejercicios que puedas

d. ¿Dónde prefieres sentarte?

e. Si te surge alguna duda pregúntame.

Evidentemente, las decisiones de alto riesgo ayudan a ser más independientes. Pero, como sabemos, no hay recetas en educación y cada educador, debe ejercer la prudencia en cada caso.

¿Y si no se cumplen los deberes?

1. Averiguar por qué no se han cumplido. Preguntar: “¿Por

qué no has hecho esto?”, “¿Qué te ha sucedido?”, “Esto, ¿te parece bien?, ¿por qué?

2. No cerrarle las perspectivas de mejorar. Evitar las etiquetas. No usar adverbios que indican generalidad o radicalidad: “Porque tú nunca...”, “porque tú siempre...”, “tú eres tan”.

3. Evitar el insulto personal, el “tú eres...”. No decir: “tú eres una birria”, “tú eres un inútil”, etc.

Si el educador está indignado, lo mejor es callarse y esperar a calmarse. Si a pesar de todo tiene que actuar, es mejor recurrir a la descripción del hecho ocurrido:

“Cuando hablas con tus compañeros, mientras yo estoy explicando la clase, haces que me distraiga al igual que tus compañeros”.

4. Ser dueño de los propios sentimientos. En lugar de herir, describir su estado de ánimo: “Me siento ofendido, herido”.

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Pero siempre dando razones, o pidiéndolas: “Estoy decepcionado, a causa de...”, “Esa actitud tuya me intranquiliza, algo ha pasado, me gustaría saberlo”.

5. Dejar siempre una salida:

“Tú no eres así..., me pareces distinto, ¿qué te ocurre?”, “Sé que tú puedes, espero mucho de ti”.

6. Preguntar para corregir, en lugar de amenazar:

“¿Qué crees que podríamos hacer para que tu mesa esté limpia? Y no: “Como no limpies tu mesa, seguirás recibiendo castigos todo el tiempo que haga falta”.

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6. MES DE SEPTIEMBRE

LA SINCERIDAD

¿Qué es la sinceridad?

Es la virtud por la cual se manifiesta, si es conveniente, a la persona idónea y en el momento adecuado, o que ha hecho, lo que ha visto, lo que piensa, lo que siente, etcétera, con claridad, respecto a su situación personal o a la de los demás. Es el amor a la verdad.

Es una virtud muy relacionada con la justicia, por la que se da a cada uno lo que le corresponde. A los demás les corresponde la verdad, tienen derecho a ella.

¿Qué no es la sinceridad?

• No es una comunicación al azar.

Ser sinceros no es decir lo primero que venga a nuestra mente o a nuestros labios.

Para ser sinceros necesitamos ser dueños de lo que sabemos, de lo que sentimos, de lo que queremos; es decir ser dueños de nuestra realidad, poseerla de tal modo que podamos luego comunicarla, de acuerdo a unos criterios.

¿Cómo tener gobierno sobre nuestra lengua?

Sabremos hablar y callar si recurrimos a la caridad y a la prudencia. No tiene sentido el descubrirse ante cualquier persona en cualquier momento.

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Es bueno ser sencillos, pero la sencillez no es espontaneidad desenfrenada, que se deja llevar por el impulso del momento. La buena espontaneidad es la que se relaciona con un ambiente de confianza, conducente a la propia mejora y a la de los demás.

Lo que sería contrario a este concepto de espontaneidad es la estrategia. Es decir si “manifestarse a la persona adecuada en el momento oportuno” se entendiera como algo planificado, no natural. Algo en contra de la autenticidad personal. Si se fingen emociones, si se calla información, si se adopta deliberadamente una postura de bondad, ingenuidad o sencillez.

• No es una falsa apreciación de la realidad.

Existen tres niveles en los que se mueve la sinceridad:

-Realidad externa

-Conocimiento (mente)

-Lenguaje (palabras)

Para que haya sinceridad es necesario que haya concordancia entre la realidad externa, lo que se tiene en la mente (conocimiento) y lo que se expresa a través de las palabras.

• No es una manifestación intencionadamente equívoca de una realidad conocida.

Podría ser que se tuviera en la mente lo que existe en la realidad. Puede haber verdad en el conocimiento y sin embargo, no ser sincero al momento de expresar con las palabras algo distinto de lo que se tiene en la mente. Es el caso de la mentira, la hipocresía, la adulación, la calumnia, la

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murmuración, etc. La sinceridad lleva a no decir con las palabras algo distinto de lo que se tiene en la mente.

¿Qué es necesario para ser sinceros?

Los educadores podemos y debemos fomentar el amor a la verdad. Tenemos que ayudar a los alumnos a que redescubran el valor de la verdad y de ser posible que la amen apasionadamente. ¿CÓMO? Ayudando a los alumnos a:

a. Que sean sinceros consigo mismos. Que se conozcan, que sepan la verdad de sí mismos, tanto de su ser personas humanas como de su situación personal, de sus cualidades y defectos, de sus posibilidades, etc.

b. Que amen la verdad y odien la mentira.

Que no se engañen, que amen la verdad por muy dura que parezca. La mentira es un mal ¿Por qué han de querer dañarse con ella?

Para esto hace falta fortaleza. ¿Por qué los alumnos recurren a la mentira? Normalmente por temor. ¿Ante quién? Ante ellos mismos y ante los demás.

c. Que actúen con rectitud de intención.

Lo primero es darle criterios para actuar bien y luego ayudarles a que actúen en consecuencia con rectitud de intención y de cara a Dios. Si actúan sólo como en un palco: cara al público, tratarán de acomodar su actuación a los gustos o exigencias de los demás y se les hará muy difícil ser sinceros.

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d. Premiando la sinceridad de los educandos.

Si cuando uno de ellos ha hecho una travesura nosotros preguntamos: ¿quién ha sido? Y al delatarse el niño recibe un castigo, probablemente no volverá a ser sincero por temor. Podríamos decirle lo siguiente: “Por haber sido sincero no te castigaremos, pero la próxima vez debes tener más cuidado”.

La mentira corresponde a una necesidad que el niño siente, por tanto, hay que eliminar en lo posible la causa de esas “necesidades”: el temor al castigo, el “deseo de quedar bien”, etc.

e. Distinguiendo los hechos de las opiniones.

Si a un niño de ocho años se le pregunta: “¿Por qué no has hecho la tarea? y éste dice: “Porque no pude hacerla”, tenemos que ayudarle a ahondar y encontrar la verdadera causa. “¿Por qué no pudiste hacerla? Podría contestar: “porque no tuve tiempo”. Al hacerle ver que sí o tenía el niño puede decir “Bueno, porque no sé cómo se hace”. Pero todavía podemos ayudarle a descubrir si es ésa la verdadera causa de no haberla hecho:“¿Seguro que no sabes hacerla? ¿No te lo explicó la maestra?”, “Sí”, “No me enfadaré, pero es muy bueno que no te engañes”. Al final podrá aceptar que tuvo pereza y no la hizo. Si ésa es la causa, hay que felicitarle: “Muy bien que hayas reconocido que no hiciste la tarea por pereza, aunque eso no esté bien. Has ganado mucho al reconocer cuál es la verdadera causa porque la próxima vez, atacarás la verdadera causa: tu pereza”.

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Uno puede opinar de diversas maneras tratando de justificar sus errores pero la verdad es la verdad, y cuanto más pronto la aceptemos mejor. Una persona puede engañarse de muchas maneras. Una vez un profesor le preguntó a una alumna: “¿Por qué ha llegado Ud. tarde?”. Respuesta: “Porque fui a hacer un mandado”. “¿Seguro que es ésa la causa?”, al final era que no quería llegar a clase con ese profesor y tratar esos temas que se estaban tratando.

f. Distinguiendo fantasía y realidad.

Esto es muy importante especialmente con los adolescentes, a quienes les parece que ya porque aprueban en su cabeza, o en su corazón, una virtud o un ideal, ya por eso o cumplen en la realidad.

Muchas veces los adolescentes creen que son viven la solidaridad sólo por el hecho de tenerla en su mente como bueno y de compadecerse de los niños que mueren en el África de hambre; y en cambio, en la vida práctica, no les interesa ayudar a sus padres o hermanos.

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MES DE OCTUBRE:

LA PERSEVERANCIA

¿Qué es la perseverancia?

Es la virtud por la cual una vez que se toma una decisión, lleva a cabo las actividades necesarias para alcanzar lo decidido, aunque surjan dificultades internas o externas o pese a que disminuya su motivación personal a través del tiempo transcurrido”.

¿Qué no es la perseverancia?

• No es la terquedad. Si se ve que la decisión era equivocada no se debe temer dar la vuelta atrás y desistir.

• No es la rutina. No se debe mantener una actividad sin sentido.

¿Cómo se vive la perseverancia?

• Si se trata de niños pequeños es lógico que tengan más facilidad en desistir, debido a que no tienen motivos realmente importantes para seguir esforzándose durante un tiempo muy largo. Los niños no suelen ver a lo lejos, ni plantearse problemas más que a fecha inmediata.

La ayuda que tienen los niños entonces es la exigencia de los padres. Cuando se trata de niños esta exigencia tiene que ser prudente: exigiendo mucho en pocas cosas. Por ejemplo, que los niños terminen los juegos que comienzan, a

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que cumplan sus promesas razonables, a que realicen sus tareas bien, a que cumplan unos encargos regularmente.

Para que esta exigencia sea educativa es necesario explicar a los hijos la conveniencia y la utilidad de lo que están haciendo. Para esforzarse es necesario tener claros los motivos.

• Resistir a la prueba del tiempo.

* Para ello es conveniente dividir un objetivo en varias etapas, teniendo en cuenta objetivos secundarios.

No basta con decir al niño: “Si sacas buenas notas te compraremos una bicicleta”, porque el niño empezará con entusiasmo, pero el curso escolar dura nueve meses, y es difícil que un niño sea perseverante todo ese tiempo. Para ayudarle a cumplir la meta de sacar buenas notas, los padres podrían proponerle que mejorase en una asignatura en la próxima evaluación y luego ayudarle a poner los medios para alcanzar la mejora, mostrando un interés especial en saber lo que le ha enseñado el profesor respecto a esta materia; hablar con el profesor para saber cuáles son las dificultades específicas de él; en definitiva ponerle metas cortas, de hoy para mañana y de mañana para pasado.

* También hay que tener en cuenta que en cualquier actividad que se realice hay un primer momento al empezar, en que predomina el entusiasmo o la ilusión por la novedad o por la esperanza del logro del objetivo. A continuación hay un segundo momento en que viene el cansancio y la desazón cuando parece que no hay adelanto, que todo va mal y que sólo hay dificultades. El tercer momento es hacia el final cuando se vuelve a ver con nitidez el objetivo, alcanzable, y vuelve el entusiasmo inicial ya maduro por incluir la satisfacción del esfuerzo que ha supuesto.

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• Algunas posibilidades o sugerencias

* Proponer al educando o al hijo que intente desarrollar algún aspecto de alguna virtud concreta durante un período de tiempo, un mes, por ejemplo.

* Centrar la atención del educando en el cumplimiento de algún encargo, indicando claramente lo que se espera de él al final del proceso.

* Centrar la atención del educando en alguna persona, de tal modo que haga algo concreto para ayudarle y, otra vez, sugerir resultados finales.

* Luchar como en un plano inclinado, ir de menos a más, no intentar conseguir todos los objetivos a la vez y de un sólo esfuerzo.

* Decir claramente lo que hay que hacer. Explicar la situación para que el hijo saque sus propias conclusiones. Estar cerca para dar una mano cuando surjan dificultades animando al educando.

* Nunca se deben dar ayudas innecesarias, ya que estas son una limitación para quien las recibe. No se debe orientar si se cree que el hijo está pidiendo ayuda por pereza o por comodidad.

* No extrañarse de que existan dificultades tanto interiores y externas, sino que hay que verlas como retos para mejorar.

* Contar con la ayuda sobrenatural para poder perseverar en la vida cristiana y en el cumplimiento de los propios deberes.

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MES DE NOVIEMBRE:

EL PUDOR

¿Qué es el pudor?

Es una virtud muy relacionada con la templanza, que lleva a reconocer el valor de la propia intimidad y respeta la de los demás. Mantiene su intimidad a cubierta de extraños, rechazando lo que puede dañarla y la descubre únicamente en circunstancias que sirvan para la mejora propia o ajena

¿En qué se fundamenta el pudor?

Se fundamenta en la dignidad de la persona humana, considerada integralmente en todos sus aspectos. Somos personas humanas, con capacidades espirituales que especifican todas nuestras facultades, inclusive las del cuerpo. El cuerpo humano no es igual que el cuerpo animal, ya que éste está desasistido de las facultades espirituales que están presentes, en cambio, en el hombre.

Una persona sin pudor, es alguien que no valora su intimidad, pero ser íntimo es ser persona, saberse en la posesión de un ser personal muy propio. Si se entrega alegremente lo propio es que no se lo valora. En el fondo es desesperar de ser persona, de poder iluminar con lo espiritual lo corpóreo y todas los demás aspectos u actividades.

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¿Cómo se educa en el pudor?

• Valorando la intimidad. Un adolescente puede descubrir que posee una vivencia irrepetible, que convoca a todas sus facultades intensamente, las del cuerpo y las del espíritu. Entonces puede guardar aquello que es tan íntimo o puede comunicarlo a algún amigo de confianza.

El guardar la intimidad no significa ser egoísmo. Podría ser simplemente que se valora aquello que se siente, que se piensa, etc., de tal manera que no quiere malgastarlo hablándolo con cualquiera, o también puede ser que quiera guardar las propias cosas para Dios.

• Procurar y respetar que cada hijo tenga su propia parcela de intimidad.

Los padres y maestros tendrían que procurar que los educandos tengan ámbitos propios, por ejemplo, que tengan su propia gaveta, armario, o cajón, donde pongan las cosas personales. En casa se podría sugerir que cuando un niño esté bañándose, no entre otro.

También se podría enseñar que hay que tocar la puerta o pedir permiso cada vez que se ingrese a una habitación que esté ocupada.

• Aceptar que los adolescentes no cuenten sus cosas personales, y no obligarlos a que las comuniquen. Para esto hay que ayudarles a distinguir entre aquella información que sí deben contar a sus padres y aquella que tienen derecho a guardar.

• Que sean capaces de estar a solas consigo mismo en algún rato, en silencio.

• Que mantengan el contenido de su intimidad sana mediante la orientación de las personas idóneas.

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• Darles ejemplo, de modo que la intimidad de los educandos sea respetada por los educadores, hasta el punto de que los maestros no podrían contar a los padres, sin previo consentimiento de los alumnos, las confidencias que éstos les han hecho.

Los ámbitos de la intimidad.

• La vivienda:

“El motivo dominante por el que los hombres construyen casas no es defenderse del clima o de los animales: el hombre construye casas porque necesita proyectar espacialmente su intimidad: mi casa es “mi” intimidad, mi lugar íntimo, y cuando invito a un amigo a mi casa lo invito a mi intimidad, lo invito a estar íntimamente en mi compañía”3.

• El vestido:

“El pudor en cubrir el propio cuerpo significa que el propio cuerpo se tiene en posesión, que no está a disposición de nadie más que de uno mismo, que no está dispuesto a compartirlo con todo el mundo y que por consiguiente se está en condiciones de entregarlo a una persona o de no entregarlo a nadie. Este es el sentido que manifiesta el marido o el novio por la decencia en el vestir de su esposa o de su prometida”

4.

3 CHOZA, La supresión del poder, en nuestro tiempo, julio , 1971 Nº 205, p. 8-14. 4 Ibídem, p. 9

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Una chica puede y debe estar atractiva, vistiéndose elegantemente y con buen gusto. ¿Cómo saber si está faltando el pudor en el vestido?. Cuidando de no caer en provocaciones o en exhibiciones de su intimidad. Por eso el criterio que debe tenerse en cuenta no es solamente el de cubrir mucho o poco, sino también de cómo se lo cubre.

• Lenguaje:

Igualmente ocurre con la expresión del pudor en el lenguaje. “Es común la experiencia del ‘no sé lo que me pasa’ en relación con estados afectivos, y la consiguiente incomodidad. El ‘no sé lo que me pasa’ indica que no se posee objetivamente la propia intimidad.

La posibilidad de expresión verbal del estado de ánimo es la posibilidad de posesión objetiva del mismo, por lo cual, la posibilidad de comunicación, o de entrega de lo que se posee. Cuando se dice de una persona que no tiene pudor porque se refiere indiscriminadamente a aspectos íntimos de su vida afectiva, se quiere indicar que la intimidad de esa persona es de dominio público”5.

Manifestaciones de pudor.

• No hablar con ligereza de temas íntimos.

• No revelar a cualquier problema que afectan personalmente.

5 Ibídem p 18

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• Exponer los propios problemas y los asuntos personales a quien posea las condiciones de recibirlos adecuadamente y manifestarlos de un modo sencillo, con rectitud.

• Callar ante extraños las propias intimidades.

• No curiosear en las cosas personales o asuntos íntimos de los demás.

• Mantener a cubierto de la curiosidad o de la especulación ajena, no ya sólo los problemas, sino las emociones, sentimientos y estados de ánimo que constituyan la trama de la vida afectiva de cada uno.

• No hablar a la ligera y sin razón suficiente de acontecimientos o temas que habitualmente afectan a la esfera íntima de las personas.

• No ponerse en ocasión de faltas de pudor. Especialmente si se trata de dos adolescentes enamorados, que buscan los lugares oscuros como lugares “íntimos”, o si acuden a ver una película parcial o totalmente erótica, etc.

• Proporcionar a los educandos la debida educación sexual.

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MES DE DICIEMBRE:

LA SOBRIEDAD

¿Qué es la sobriedad?

Es la virtud por la que se “distingue lo que es razonable y lo que es inmoderado y utiliza razonablemente sus sentidos, su tiempo, su dinero, sus esfuerzos, etc., de acuerdo con criterios rectos y verdaderos”6.

¿Por qué es importante educar en esta virtud?

• Porque los seres humanos estamos en relación con bienes placenteros y la tendencia al placer es muy fuerte.

• Es necesario aprender a disfrutar de los bienes que Dios nos ha dado del modo conveniente.

• Es importante que el uso inmoderado de los bienes placenteros emboten el espíritu humano para poder alcanzar la verdad y el bien.

¿Qué es y qué no es la sobriedad?

• No tiene como fin la mera inhibición, sino la capacidad de responsabilizarse de sí mismo para servir a los demás y a Dios.

6 ISAACS, D. La educación de las virtudes humanas, editora de revistas,

México D. F., 1988 p. 209.

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• Es una virtud que procura el dominio de sí mismo, disfrutando del placer con criterio y medida.

• Es una defensa frente al ataque de la publicidad que promete la satisfacción de todos los deseos y termina por convertir al hombre en esclavo de sus deseos desordenados.

El sentido de la medida.

¿Cómo y en qué cosas gasto mi dinero?

¿Cuál es el motivo real de mis gastos?

¿Tengo un presupuesto de gastos ordinarios?

¿Cuántas de las cosas que tengo son necesarias y cuántas superfluas?

¿Me invento falsas necesidades?

¿Cómo y bebo para alimentarme o sólo por placer?

¿Tengo “caprichos” en las comidas y bebidas?

¿Tengo una medida en el uso del tiempo, dando a cada asunto lo que le corresponde?

¿Suelo derrochar el tiempo sin hacer nada o en actividades no formativas?

¿Cómo educar en la sobriedad?

1. Enseñarles a valorar lo que poseen y lo que pueden poseer.

2. Enseñarles a dominar sus caprichos con alegría.

3. Ayudarles a reflexionar sobre el porqué de sus gastos.

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4. Ayudarles a confeccionarse un horario, para que valoren el tiempo y no lo malgasten.

5. Hacerles ver la importancia que tiene el no estar atados al placer.

6. Enseñarles a reconocer cuáles son sus apetencias que deberían controlar.

7. Proponerles unos ideales elevados que les lleven a una satisfacción profunda en lugar de un placer banal.

8. Dándoles ejemplo de sobriedad.

Muchas veces la falta de sobriedad de los educandos tiene una causa importante en las faltas de sobriedad de los educadores. A veces los profesores podrían dedicarse desmesuradamente a una actividad y descuidar otra. También los padres tienen este peligro. Por ejemplo, una madre que dedicara todo el tiempo a estar con sus hijos sin sacarse tiempo para su marido estaría demostrando una falta de medida en su conducta.

Cuando los educandos están en la adolescencia suelen ser más evidentes las faltas de sobriedad y entonces vienen los conflictos. Los padres critican a sus hijos porque gastan su dinero sin criterio, en cualquier cosa; porque gastan su tiempo inútilmente, porque comen sólo lo que les gusta, porque se acuestan y se levantan a la hora que les viene en gana, etc.

A su vez, los hijos también critican a sus padres y maestros. Les acusan de ser cómodos, de gastar su dinero en capricho, de trabajar rutinariamente y de divertirse sin sentido, etc. Solamente si hay uniformidad de criterios entre los padres y maestros junto con los hijos será posible la educación en la sobriedad.

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V ALGUNOS RASGOS PRINCIPALES DE LOS NIÑOS EN

EDAD ESCOLAR.

Brevemente recordaremos algunas características saltantes de los niños en edad es colar:

Características de los 8

1. El niño de esta edad es muy activo. Puede estar quieto sólo por un breve tiempo.

2. Es muy afectivo. Tiene avidez de comunicación afectiva. Su necesidad fundamental es la de sentirse amado. Por esta razón necesita un ambiente de seguridad afectiva para que pueda desarrollarse.

3. Acusa ausencia de seguridad en sí mismo. Siente fuertemente la necesidad de protección y de ayuda.

4. Es egocéntrico, viviendo en su propio mundo y es egoísta en las relaciones con sus compañeros. A veces también es caprichoso y obstinado.

5. Tiene mayor conciencia de dos fuerzas opuestas, de lo bueno y lo malo.

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6. Presta mucha atención a sus propios triunfos, conquistas y éxitos, que va mostrando a todos en la misma esperanza de ser estimado.

7. Es adaptable y extrovertido. Su capacidad de adaptación lo hacen idóneo para la asimilación de hábitos de conducta.

8. En cuanto a su comportamiento, en general, se comporta mejor fuera de la casa que en la familia. En la escuela es curioso de todo, observa el trabajo de su compañero, acumula sobre su carpeta toda suerte de objetos. A veces labora en silencio y absorto.

9. No es capaz todavía de un conocimiento racional verdadera y propiamente, pero sí de conocimiento vital. Comprende por medio de la intuición. Las acciones, la experiencia sensible y la comunicación afectiva son los mejores canales para su conocimiento.

10. Sobre el plano de la educación religiosa, habría que decir que los padres y los educadores más que de enseñar deben buscar el transmitir una vida de piedad viva y sincera. La enseñanza de algunas prácticas religiosas puramente mecánicas, sin alma, sirve poco para educar la religiosidad de los niños de esta edad, si no va reforzada del ejemplo.

Características de los 9 años

1. Se da una adquisición progresiva de las emociones. Las reacciones de envidia, irritabilidad, ira, son poco a poco sustituidas por una mayor reflexión.

2. Comienza a tener mayor seguridad en sí mismo, por lo cual llega a hacer más cosas sin la ayuda de los adultos.

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3. Es más responsable de las propias acciones, mejor dicho, es capaz de progresar rápidamente en este sentido.

4. Demuestra gran habilidad en la crítica social y en la autocrítica.

5. Distingue la fantasía de la realidad mejor de antes

6. El egocentrismo disminuye, pero aumenta su deseo de ser valorado.

7. Se interesa por sus padres pero poco a poco va tomando distancia.

8. Sobre el plano de la vida moral, su conducta es ya el reflejo de los valores descubiertos por su conciencia. Acepta la existencia de un orden moral y está en condiciones de progresar rápidamente en la asimilación de los criterios morales.

9. Tiene necesidad del testimonio personal, en particular de los padres y educadores.

10. En cuanto a so comportamiento, es frecuente que en casa observa mucho a sus padres. Tiende a ser poco cuidadoso de las cosas. En la escuela es desordenado y tiene necesidad del estímulo positivo para responder eficientemente. Responde favorablemente si se le ayuda a organizarse.

11. Es capaz de juzgar las cosas como bien o mal hechas.

12. Tiene necesidad de que crezca su confianza en sí mismo y en los otros. Padres y educadores deben inculcarle la confianza en sí misma y en sus propias capacidades. Como sabemos, en general, es más eficaz la alabanza que la reprobación. No se debe mostrar indiferencia; es necesario

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alabar o reprobar. Especialmente, el niño introvertido reacciona positivamente a la alabanza; en cambio aquellos que son extrovertidos reaccionan a veces de forma moderada.

Características de los 10 años

Es la edad del hacer, producir, proyectar. En esta fase de la vida de los niños podemos observar que ellos crecen y aprenden mucho rápidamente. Estamos en la madurez de la infancia. Es necesario tener presente que la evolución de las niñas es anticipada respecto de la de los niños.

Daremos, en primer lugar, algunas características generales que detallaremos enseguida, según los diversos campos:

1. Poseen una gran energía.

2. Gozan de los juegos y de los trabajos difíciles y complejos.

3. Sus metas son inmediatas y estables.

4. Sus inteligencias se van desarrollando y van aumentando el ejercicio del pensamiento abstracto.

5. Sus capacidades de valorar y juzgar van aumentando, comienzan a manifestar algunas señales de espíritu crítico y de rebelión.

6. Se van haciendo más sensibles y centrados en sí mismos. Su mundo interior se va desarrollando.

7. Se amplían los intereses y se hacen más amplios.

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8. Tienen necesidad de asegurar su posición en algún grupo social. De aquí el por qué del éxito de los grupos, comitivas, sociedades secretas, etc.

9. Tienen deseo y ansia de prestigio y lo buscan en la estatura, en la fuerza, en el dinero, en la rivalidad, en los deportes.

10. En lo que se refiere al comportamiento, tenemos que en casa: aumenta el interés hacia el padre. Aparecen los primeros deseos de independencia. En esa edad prefieren no participar en las salidas familiares. En cambio, aquello que realmente les atrae es el grupo. En la escuela, sienten el deseo de competir, de vencer, de hacerse notar. Les entusiasman los juegos de grupo y su sentido de la solidaridad es bastante elevado. Es también relevante el espíritu de competición y de rivalidad entre los diversos equipos.

11. En esta edad aparece una gran necesidad de ser responsables por realizar proyectos y encargos, de tener ocasiones en las cuales hacerse valer y de experimentar una cierta libertad en sus acciones.

12. En este período de inicial emancipación, se tiene necesidad de afecto y de buena directiva. El hijo debe sentir que goza de la confianza de los padres y de los educadores.

13. Sus ideas morales son prácticas, y su interpretación de la ley es literal y absoluta.

A continuación nos referiremos de manera especial a las características de los hijos en la etapa de la etapa inicial de la adolescencia:

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Rasgos principales de los 10/11-12/13 años;

1. Características psicosomáticas

Entre los rasgos somáticos más generales podemos observar que en este momento de la vida, se produce una crecida en general de las dimensiones físicas, estatura y peso. En las niñas, se manifiestan ya las primeras señales de madurez biológica del sistema reproductor femenino. De aquí el interés por los procesos de crecimiento que se verifican en su cuerpo y por el origen de la vida. En cuanto a los rasgos psíquicos tenemos los siguientes:

ETAPA DEL EQUILIBRIO

Los 10 años es la edad en que por lo general se posee un gran equilibrio evolutivo.

• Es la edad de un gran equilibrio en su evolución según una fase de transición. El niño se muestra feliz, tranquilo, amable, sincero, y amigable.

• A veces manifiesta ataques de ira, sin embargo, siempre encuentra un modo de desfogar su irritación que es breve y superficial.

• El equilibrio que demuestra es libre de tensiones y está inclinado a una fácil reciprocidad se muestra independiente y directo.

• Tiene grandes deseos de complacer a los otros.

• Comprende bien su propio comportamiento.

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• Muestra una mayor amplitud de gustos e intereses, los cuales el niño manifiesta en todo su ámbito personal, familiar y social.

• Tiene gran capacidad de protección, proyectada especialmente hacia los niños más pequeños, animales, etc.

ETAPA DE INQUIETUD

A los11 años, dar un paso adelante en su desarrollo, mostrándose un poco más inquieto que en la etapa anterior.

• Muestra mayor actividad y deseos de estar en la compañía de los otros, rechazando la soledad.

• Le gusta discutir, pero no deja que discutan con él.

• Tiene un modo de pensar más concreto y específico. Parece empeñado en una búsqueda activa del yo y lo encuentra en conflicto con el de los otros.

• Tiene un gran sentido de la justicia y horror al engaño.

• Es impulsivo, pero le falta todavía prospectiva.

• Es supercrítico tanto en sus propias confrontaciones como en las de otros, pero no sabe aceptar las críticas de los demás.

ETAPA DE ESTABILIDAD

El adolescente de 12 años denota más equilibrio, y control de sí mismo.

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• Acepta a los otros, les ve y se ve con más objetividad sin embargo fluctúa entre las actividades pueriles y las maduras.

• Posee un mayor control de sí mismo.

• Es capaz de inhibir sus temores con mayor sentido del humor; tiene tendencia a mostrarse extrovertido, exuberante y entusiasta.

• Llega a ser menos insistente, razonable, más amigable, y se muestra más altruista.

• No desea que le consideren como un niño pequeño y tiene muchos deseos de crecer.

• Denota un notable progreso en el pensamiento conceptual, preocupándose de los valores radicales como: justicia, ley, vida, lealtad.

• Posee un auténtico sentido de la responsabilidad.

• Su trato dominante es el entusiasmo expansivo y la capacidad de tomar la iniciativa.

• Es sensible a los sentimientos de los otros y a las atenciones e intereses de las personas que lo circundan.

• Su nueva visión de las cosas tiene en sí una posibilidad de maduración, que se irá desarrollando en proporción al entorno familiar y escolar.

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2. Características sociales

En el ámbito familiar a los 10 años se goza de la confianza y amistad de los padres y de las actividades que involucran a toda la familia.

• A esa edad, el adolescente todavía se siente feliz en el seno de la familia, que no cambiaría pon ninguna otra.

• El padre es particularmente importante; a veces es objeto de idolatría e idealización, especialmente, por parte de los niños

• A los 11 años los niños llegan a ser a veces un elemento perturbador de la vida familiar. De otro lado, es recomendable que se propaguen actividades familiares en las cuales participan con entusiasmo.

• Es muy leal y se solidarizan con los otros hermanos cuando éstos están en dificultades.

• Se puede muestra brusco ante las indicaciones maternas, haciendo siempre objeciones.

• Todavía prevalece, a veces, una relación de cooperación más cordial, que hace a las niñas confidentes y a los niños amigos de los padres.

• A los 12 años, al contrario, se dirige hacia la etapa de madurez más tranquila.

• En esta edad se muestra tolerante hacia la mamá y más comprensivo y amigable con el papá.

• Sigue las actividades familiares, y también busca siempre más la compañía de los otros.

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En el ámbito escolar, el niño de 10 años tiene un gran poder de asimilación, le gusta memorizar, y reconocer los hechos, hacer clasificaciones, etc. aunque todavía le cuesta conceptualizar y generalizar.

• Pasa por períodos cortos de atención, por esto le gusta mucho hablar, ver, leer y escuchar en vez de estudiar.

• Se suele propone muchas actividades y tareas, y no persevera en ninguna.

• Tiene mucho placer en las actividades físicas: correr, saltar, trepar, etc.

• Le gusta que el profesor le haga la programación de sus actividades las cuales siguen atentamente.

• Pueden buscar excusas para no ir a la escuela, especialmente si algo no ha ido bien o ha recibido algunos regaños.

• Ordinariamente siente afecto por sus profesores.

• Manifiesta períodos de concentración, alternados con momentos de juego.

• En cambio, a los 11 años invierten sus energías en buscar de evitar el trabajo, especialmente si este es rutinario.

• Aman la posibilidad de elección y si se le ofrecen varias cosas para que elijan por sí mismos, llevan a término diligentemente la tarea o el trabajo.

• El profesor es el factor externo más importante en la vida escolar de un niño de 11 años.

• En esta edad los niños prefieren al profesor exigente y con sentido del humor. Un profesor paciente, justo, simpático, comprensivo, capaz de hacer interesantes las cosas y

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enemigo de gritar; he aquí las cualidades que cautivan el afecto y la colaboración de un niño de esta edad.

• Las fechas que aprende mejor son las que los profesores le dan bajo la forma de cuentos, en los cuales una acción lleva inevitablemente a otras acciones.

• Hacia los 12 años es más objetivo y maduro.

• Es entusiasta e impaciente, aunque también se muestra, a veces, un poco amorfo en el pensamiento y en las acciones.

• Su mayor problema es el que representan las tareas escolares.

• Es típica la realización del “diario” personal.

• Busca resolver por sí solo sus problemas.

• Es muy responsable en la organización de su tiempo y se cuida de sus objetos personales.

En lo que se refiere a las relaciones interpersonales, empieza la voluntaria separación de los sexos, especialmente en los juegos y en las actividades.

• Los niños de esta edad poseen gran sentido de la amistad, a la cual dan un peso excesivo.

• Las niñas prefieren los círculos más pequeños para hablar de sus propias cosas. Se va desarrollando su propio yo.

• Sienten el deseo de encontrarse con los amigos, mezclarse y competir con ellos.

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• Son sensibles a la dinámica del grupo sin que sean todavía dominados por él.

• Manifiestan grandes intereses por los clubes, los cuales deben estar bien organizados, de otra manera pierden su atractivo.

• Especialmente a los 12 años. Buscan la aprobación de los demás.

• En general son sociables y dispuestos a colaborar.

3. Recomendaciones a los educadores

En esta edad conviene suscitar sus intereses con estímulos adecuados por que aman aprender.

• Es la edad ideal para el uso de material gráfico y medios audiovisuales que son muy eficaces.

• Es recomendable dedicar tiempo a las actividades al aire libre.

• Los padres deben ser flexibles en la exigencia (especialmente con los 10 años) y proporcionar ayuda de manera comprensiva y discreta.

• Las niñas en general, por sus características psicológicas, se refugian en su mundo interior y requieren más perspicacia y penetración de parte de los educadores.

• En las relaciones con los otros pasan por diversas fases, y es mejor que los adultos no intervengan mucho para que ellos resuelvan las situaciones por sí mismos.

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• Conviene tener confianza en ellos para favorecer su sentido de responsabilidad.

• Darles oportunidades para desarrollar actividades en grupo y mayor libertad en la medida en que vayan creciendo.

• Deben mantener un clima de alegría, autoridad, respeto y favorecer su originalidad.

• Es aconsejable ayudarles a organizar el pensamiento en todos los campos de intereses.

• El favorecer el ejercicio de actitudes que gozan de la aprobación social sirve a un doble objetivo: refuerza el respeto y la confianza en sí mismo, y protege contra posibles problemas de tipo social.

• Es necesario tratar de educar a los niños para formar la personalidad, para que sepan afrontar el futuro y lleguen a ser aquello que deben ser, en modo consciente y maduro.

Terminaremos refiriéndonos a las características a la etapa central de la adolescencia, la que va de los 13 a los 14 años:

Se encuentran en un período particularmente importante y al mismo tiempo problemático, ya que se han adentrado definitivamente a la adolescencia. Este momento representa una etapa de ordenación de los valores y de fuerte idealismo en contraste con la realidad.

Nos resulta difícil adentrarnos en su mundo, porque el adolescente parece complejo y difícilmente comprensible. Pero debemos pensar que el mismo no entiende lo que le sucede. El adolescente tiene necesidad de ayuda, la busca, pero al mismo

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tiempo la rechaza. Es la época de la búsqueda de sí mismo, del descubrimiento del yo, de la propia intimidad. Cuando el adolescente se abre a la sociedad, pero ésta no corresponde a sus ideales, entonces adopta una actitud intransigente, rebelde, e anticonformista.

Esta etapa, no obstante las transformaciones que comporta, no cambia al adolescente en otra persona, distinta de los años anteriores; es por esta razón que el adolescente se prepara en la niñez y se continúa en la juventud y en la madurez.

1. Características Psicológicas

Entre las características psicológicas podemos observar una tendencia a preocuparse por los cambios físicos que para cualquier niño son muy significativos y a veces generan descontento: por ejemplo, la obesidad, defectos físicos, que aunque sean leves, le turban; por ejemplo si la nariz es demasiado grande, si aparece el molesto acné.

Algunos Aspecto psíquico de esta edad son los siguientes:

• Presenta una gran inestabilidad; su actividad es tan discontinua como su crecimiento. Pasa de las acciones a la indolencia y cambia el humor con facilidad: alegría-tristeza, felicidad-depresión, responsable-inconsciente; timidez-audacia; soledad-afecto.

• Aunque tiene necesidad de consejos, los rechaza, porque defiende la intimidad que empieza a nacer dentro de él.

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• Casi todos los adolescentes se rebelan frente a las exigencias y prohibiciones de la familia, se muestran ansiosos e indecisos, turbados, sin seguridad en sí mismos.

• Por lo general ellos buscan la seguridad que les ofrece el grupo de amigos de la misma edad al cual dan más importancia que la aprobación de los adultos.

• Sienten al mismo tiempo la necesidad de la aprobación de quienes son mayores que ellos, por que eso les da seguridad.

• A veces su conducta es agresiva, ya que como es sabido la inseguridad, como todo temor engendra violencia.

• El adolescente es poco expansivo con los miembros de la familia, porque piensa que ninguno le comprende.

• Es altruista y busca de empeñarse en muchos campos.

• Tiene un gran deseo de independencia que lo lleva a alejarse: de aquí que ha ejercitado algún dominio de sí.

• Es rebelde frente a cualquier limitación y freno, que no vayan acompañados de una argumentación y respaldados por el prestigio.

• Tiende a querer imponer la propia personalidad frente a otros, no cultivando sus propias cualidades, sino buscando imitar a los personajes famosos, amigos o profesores que poseen las cualidades que ellos querrían tener.

• Adopta una actitud extravagante, excéntrica en el vestir, todo por llamar la atención, junto a formas antisociales de conducta.

• Muestran falta de inclinación al trabajo.

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• Tienen el deseo de entrar en el mundo de los adultos y, al mismo tiempo están en antagonismo con la familia.

• Tiene sentimientos de auto importancia: la adolescencia encuentra igualdad física con los adultos y espera que le concedan los derechos y privilegios de los cuales gozan.

• Tiene un número confuso y desordenado de impresiones, imágenes y sentimientos; recibiendo cada día muchas impresiones y debiendo aprender el mayor número de cosas solo, aunque le resulta difícil hacerlo.

• Los complejos de inferioridad, ignorancia o inseguridad de los cuales sufre, lo llevan a reacciones de timidez, buscando emerger frente a sus similares y de llamarles la atención.

• Es el momento del nacimiento de la intimidad con una profundización interior.

• Es muy inconstante en la amistad; también siente una profunda necesidad de ella.

• Crece su interés por el otro sexo.

2. Problemas más comunes en la adolescencia

• Necesidad de aceptación: El adolescente siente eminentemente la necesidad de ser aceptado por los otros.

• Surgen igualmente problemas interpersonales hijos-padres.

• Problemas morales y religiosos, para conquistar solidez en los fundamentos de su vida religiosa.

• Interés por el otro sexo: formación de grupos y amistades.

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3. Recomendaciones a los educadores

• El adolescente tiene necesidad de afecto, comprensión en torno a sí mismo, por tanto debe aceptarse la edad crítica en la cual se encuentra, para ayudarlo a entenderse y a aceptarse.

• Tiene igualmente necesidad de motivaciones. Conviene buscar las mínimas ocasiones para estimularlo al desarrollo espiritual, intelectual y afectivo.

• Conviene hacerlo sentir responsable, también si para llegar a esto deberá cometer errores. Es la edad más propicia para conseguir el sentido de la responsabilidad.

• Tiene también mucha necesidad de orientación y de dirección. Se debe proporcionarle los medios adecuados para satisfacer rectamente sus necesidades ineludibles.

• Desde el punto de vista de nuestra madurez sus problemas nos parecen claros y a menudo absurdo, porque se consideran objetivamente, cosa que ellos no son capaces de hacer. De aquí que sea importante el ponerse en su nivel y no juzgarlos desde este punto de vista o con relación a nuestros problemas.

• Se le debe ayudar a formar la propia personalidad, y a ser libre, rodeándole de un clima de comprensión, afecto, y sacrificio. Esto tiene un gran poder de conquista de ellos.

• insertarlo en el ambiente que lo circunda, educarlo integralmente.

• Conviene que el adolescente pueda manifestar claramente sus dudas de cualquier clase a alguien que no se escandalice

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y que admita que las cosas suceden por inadvertencia o falta de experiencia, pero que no deben repetirse, si no van de acuerdo con las leyes morales.

• Finalmente debe favorecerse el clima propicio para que encuentre la autoestima, autonomía, integración, visión trascendente, a través de un ejemplo vivido. Lo ayudará así a conquistar la madurez dando un significado a su vida