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(Este paper constituye la base o el texto de referencia para la presentación oral) LA CULTURA POLÍTICA DEL DESENCANTO: CIUDADANOS DEL COMUN ENTRE LA GUERRA Y LA POLÍTICA María Isabel Cristina González M Uno viéndolo la política siempre, siempre hay contradicciones, hay hasta tragedias, hay muertes. Porque pues… eso depende de qué? de la política.(Enrique) El desarrollo de la pregunta sobre cómo es aprehendida y significada la violencia en Colombia por parte del sujeto del común, nos condujo, a la forma como es representada la política y sus dinámicas. Y es que Política 1 y violencia son percibidas por el sujeto del común en Colombia como una díada indisoluble que tiene más de un cariz. Primero: la política es generadora de violencia; segundo, la política es aprehendida como violencia; y tercero, „la política‟ es representada como otro actor interviniente en la violencia. Asimismo, los actores armados y el estado actual del conflicto son representados como desprovistos de sentido político. Estos imaginarios sociales sobre los intercambios entre violencia y política, recogidos en el marco de la investigación, Narrativas sobre el fenómeno de violencia en Colombia: la mirada del Hombre Común, y su impacto en la construcción de la cultura política, serán el objeto de reflexión de las siguientes páginas. Estructuración del campo político „Oligarcas‟, „Altos‟, „los poderosos‟, „los doctores‟ „los de arriba‟, „los grandes‟, son expresiones con las cuales nuestros entrevistados de OSM y OSB hacen alusión, caracterizándolos al mismo tiempo, a los protagonistas de „la política‟ nacional. El ejercicio de la política, aprehendido a través de las figuras y actuaciones de los políticos profesionales, es identificado así con un perfil específico: los sectores „acomodados‟ o „pudientes‟, „los de buena familia‟, „los educados‟, pareciendo describir la existencia como tal, de una „clase política‟. De forma particular, los entrevistados entre 75 y 82 años y algunos de 55 y 62 años de OSM y OSB, más allá de su filiación política, identifican a los actores del campo político como oligarcas, en contraposición al pueblo, en una clara alusión a una relación dominante-dominados con la cual aunque no se esté de acuerdo, es asumida como inscrita en el orden natural de las cosas, en el que se inscribe igualmente la pobreza. La oligarquía son los ricos. En ese tiempo había mucha discriminación social; sumercé no podía entrar a una casa de los Holguín o los Arboleda o de un Pombo, qué va a 1 Con las expresiones política y campo político hacemos referencia al ámbito político institucional, y a las reglas del juego democrático que concentran todas las alusiones de los entrevistados sobre lo político.

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Page 1: LA CULTURA POLÍTICA DEL DESENCANTO: …paperroom.ipsa.org/papers/paper_3166.pdf · Narrativas sobre el fenómeno de violencia en ... de cosas existente sería un hecho natural frente

(Este paper constituye la base o el texto de referencia para la presentación

oral)

LA CULTURA POLÍTICA DEL DESENCANTO: CIUDADANOS

DEL COMUN ENTRE LA GUERRA Y LA POLÍTICA

María Isabel Cristina González M

Uno viéndolo la política siempre, siempre hay contradicciones, hay

hasta tragedias, hay muertes. Porque pues… eso depende de qué? de la

política.(Enrique)

El desarrollo de la pregunta sobre cómo es aprehendida y significada la violencia en

Colombia por parte del sujeto del común, nos condujo, a la forma como es representada

la política y sus dinámicas. Y es que Política1 y violencia son percibidas por el sujeto

del común en Colombia como una díada indisoluble que tiene más de un cariz. Primero:

la política es generadora de violencia; segundo, la política es aprehendida como

violencia; y tercero, „la política‟ es representada como otro actor interviniente en la

violencia. Asimismo, los actores armados y el estado actual del conflicto son

representados como desprovistos de sentido político. Estos imaginarios sociales sobre

los intercambios entre violencia y política, recogidos en el marco de la investigación,

Narrativas sobre el fenómeno de violencia en Colombia: la mirada del Hombre Común,

y su impacto en la construcción de la cultura política, serán el objeto de reflexión de las

siguientes páginas.

Estructuración del campo político

„Oligarcas‟, „Altos‟, „los poderosos‟, „los doctores‟ „los de arriba‟, „los grandes‟, son

expresiones con las cuales nuestros entrevistados de OSM y OSB hacen alusión,

caracterizándolos al mismo tiempo, a los protagonistas de „la política‟ nacional. El

ejercicio de la política, aprehendido a través de las figuras y actuaciones de los políticos

profesionales, es identificado así con un perfil específico: los sectores „acomodados‟ o

„pudientes‟, „los de buena familia‟, „los educados‟, pareciendo describir la existencia

como tal, de una „clase política‟.

De forma particular, los entrevistados entre 75 y 82 años y algunos de 55 y 62 años de

OSM y OSB, más allá de su filiación política, identifican a los actores del campo

político como oligarcas, en contraposición al pueblo, en una clara alusión a una relación

dominante-dominados con la cual aunque no se esté de acuerdo, es asumida como

inscrita en el orden natural de las cosas, en el que se inscribe igualmente la pobreza.

La oligarquía son los ricos. En ese tiempo había mucha discriminación social; sumercé

no podía entrar a una casa de los Holguín o los Arboleda o de un Pombo, qué va a

1 Con las expresiones política y campo político hacemos referencia al ámbito político institucional, y a las

reglas del juego democrático que concentran todas las alusiones de los entrevistados sobre lo político.

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entrar. Eso es sólo de linaje. Eso en algún tiempo había mucha discriminación racial

sumercé, uyyy … (Alvaro)

La utilización de las nociones: oligarcas y pueblo, que hacen particularmente las

personas consultadas de dichas generaciones, guarda estrecha relación con su

socialización en los discursos políticos de las décadas del 40-60, especialmente en el

gaitanista que enfatizaba en las contradicciones entre clases sociales como el elemento

estructurante del campo político, dualismo que sin implicar la misma carga política se

sigue reproduciendo en las percepciones de las generaciones actuales, para las cuales

resulta casi una obviedad. Utilizando una expresión de Norbert Lechner, “cunde la

sensación de que el estado de cosas existente sería un hecho natural frente al cual no

cabrian alternativas” (pag, 8 lechner)

Esta representación debe ser observada sobre el trasfondo del proceso de constitución

del campo político en el país. Es un modelo de construcción que se aproxima en gran

medida al modelo liberal burgués de configuración de la esfera pública, expuesto por

Nancy Fraser: “Sus prácticas y ethos eran marcas de distinción (...) maneras de definir

una elite emergente, separándola de los diversos estratos populares a los que aspiraba a

gobernar”2. O, como lo señala H. Braun, en el texto Mataron a Gaitán

3, la práctica de la

política o el dominio de la vida pública en Colombia ha tenido un carácter elitista desde

su concepción, siendo representada por los mismos sectores dirigentes como un asunto

propio de “educación, cultura, riqueza y linaje”, y entonces marginal al “pueblo”,

definido precisamente a partir de los contrastes con el „medio‟ político.

La política está manejada por los grandes, que siempre han estado ahí, que siguen sus

descendencias y que tiene que ser este, y ahora sigue este, y ahora sigue este. Siempre

ponen una figura política ahí. Yo creo que eso está más untado, más manejado que

tiene que ser este. Esa es la idea mía, no? (Luz Mila)

El acceso abierto igualitario, sin distinción de origen socioeconómico, sobre el que se

funda la idea de un público moderno y se asientan los regímenes democráticos, parece

no encontrar correspondencia con la representación de las personas consultadas sobre la

configuración del campo político colombiano, percibido particularmente entre los

entrevistados de OSB y OSM, como un lugar „exclusivo‟ y „excluyente‟, al cual las

„personas del común‟ no tienen acceso. La exclusión formal ha desaparecido aunque en

el nivel simbólico parece aún persistir.

El pueblo colombiano nunca mandará, nunca mandará, ni llegará a mandar por las

grandes masas de los oligarcas. Porque la oligarquía es la que tiene dominado el

pueblo (…) en nuestro país, aquí no manda el pueblo, aquí mandan las masas

oligarcas. Y que ellos son los que ponen las leyes y las leyes y que no las cumplen

cabalmente (…) la oligarquía es la que tiene dominado el pueblo porque el oligarca

con sus grandes capitalismos no quieren sino que el pueblo siga esclavo de ellos y

siguen acumulando plata… como los servicios públicos, que el agua, que la luz, que el

teléfono… ahí está la gasolina todo el año súbale. (Ciro)

Para los entrevistados de OSA, el carácter cerrado del ámbito político se expresa bajo la

noción de „roscas‟, aunque su proximidad a estas no supone la misma marginalidad que

la sentida por los entrevistados de los otros orígenes sociales analizados. Las roscas

2 FRASER, Nancy. Iustitia Interrupta: reflexiones críticas desde la posición postsocialista. Bogotá: Siglo

del Hombre editores. Universidad de los Andes, 1997 3 BRAUN, Herbert. Mataron a Gaitán: vida pública y violencia urbana en Colombia. Bogotá: Universidad

Nacional de Colombia, 1987

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describen una red fundada en vínculos de parentesco o de amistad, que monopoliza o

concentra entre sus miembros la administración pública y la participación política.

El sentido de familia es fantástico; (Se ríe) los grupos sociales funcionan muy bien,

desde ese punto de vista; la política es como en todas partes pero un poquito peor…

Ese es el estilo de ambiente que hay acá… Es que yo soy amigo de no se quién…. Y se

meten en unos, no por sus propios méritos sino por sus amistades y su entronque,

entonces así si es muy difícil hacer empresas. Gente muy simpática y todo pero pa’ eso

no sirven. (Roberto)

De otra parte, la estrechez del campo político se manifiesta para los entrevistados de

OSB particularmente, en el uso de fórmulas jurídicas, que para recurrir al símil de F.

Gutiérrez4 son percibidas como una barrera muy alta o imposible de remontar para el

acceso a los servicios estatales. Así, aunque los impedimentos formales (género, origen

socioeconómico, propiedad, raza) han sido eliminados progresivamente, los

entrevistados perciben „la tradición de una clase política‟ y el lenguaje sociotécnico,

como condiciones que los alejan del medio político. A ello, y siguiendo a Nancy

Fraser, se le podrían sumar los protocolos de estilo y decoro que entendidos como

“correlatos y marcas de la desigualdad de condición”5 marginan informalmente la

participación de los individuos en la esfera pública.

Se conjugan así en la representación del campo político, elitismo tecnocrático, por

denominarle de alguna forma, y elitismo socioeconómico, por lo que nuestros

entrevistados sienten que no encajan o mejor, no tienen posibilidades de encajar, tanto

por su extracción socioeconómica (OSB) como por su capital educativo y cultural.

En este escenario aparece la figura del intermediario, definida a partir de su proximidad

o acceso directo a la clase política, como el único canal de acceso al campo político.

Si en este barrio hubiera alguien influyente, alguien que conociera gente de esa, sí nos

apoyaban, sí estábamos en algo. Pero no… mire… 20 años y ni siquiera… vea el

servicio de agua lo tenemos 4 años apenas hace que nos colocaron los servicios.

(…)(Alejandrina)

Dado el nivel de personalización de los accesos al estado (Fulanos y Zutanos mas no

menganos) en lo que respecta a la atención de las demandas sociales, se va minando la

confianza o la certidumbre en la normatividad y estructura burocrática vigente. En este

contexto se podría decir que la figura del intermediario es vista casi como un conducto

regular que sustituye la apelación directa al sistema burocrático. Este por demás es

caracterizado a partir de su tecnocracia, corrupción e ineficiencia, o dicho de otro modo,

por sus formalismos, enredos y privilegios, atados estos últimos a las redes políticas

dominantes de turno. Los entrevistados perciben así de forma paralela a la estructura

institucional, la existencia de una red informal que sobre la presunción de su eficacia,

llega a institucionalizarse y a convertirse en el ineludible recurso de acceso a la política.

El perfil de los políticos ,elaborado por las personas consultadas de OSM y OSB,

supone la propia lejanía de estos y un afuera por ende del campo político, dada su

propia posición en el espacio social: el pueblo, los estratos medios-bajos, los carentes

de poder, los iletrados. Esa topografía del poder, -las expresiones „acá‟ y „allá‟, „gente

de esa‟- nos dan cuenta de la exterioridad con la cual es aprehendida la política y los

políticos, a los que Alejandrina denomina en su narrativa como „altos‟, respecto de su

propia situación o condición.

4 GUTIÉRREZ, Francisco. La Ciudad Representada. Bogotá: tercer Mundo Editores, 1998. p. 32

5 FRASER, Nancy. Op cit.

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donde nos encontramos, por ejemplo, donde yo me encuentro acá, no tengo ni voz ni

voto allá… pero entonces uno desde aquí ve muchas cosas, muchas fallas (…)y uno por

la falta de educación, de uno saber, de pronto yo se hablar pero hay códigos, leyes y

hace mucha falta todo eso. (Alejandrina)

En el anterior fragmento es igualmente posible observar la „automarginación‟ de la

entrevistada teniendo en cuenta su carencia de formación académica (Alejandrina no

cursó siquiera la primaria) y su presunción de la existencia de unos capitales culturales y

económicos indispensables para el acceso y desenvolvimiento en el ámbito político. La

política es así, no sólo percibida, sino interiorizada, como una actividad o un espacio de

carácter restringido, como nos dan cuenta de ello también la forma de designar a los

actores políticos dentro de un sistema simbólico polar, y la recurrencia a terceros. La

desigualdad con la que se ha configurado históricamente el campo político pareciera ser

comprendida como su elemento estructurante o de definición. Las características con las

que se ha configurado „de hecho‟ la esfera política son asumidas como cualidades

intrínsecas para ejercer o pertenecer a esta. Esta representación de la esfera pública

puede ser comprendida como una resultante de la violencia simbólica operada desde el

campo político, “esa violencia que arranca sumisiones que ni siquiera se perciben

como tales, apoyándose en unas „expectativas colectivas‟, en unas creencias socialmente

inculcadas6”.

El carácter excluyente con el que es representado el campo político institucional “no

parece dar lugar a la producción de un imaginario democrático”7. La imagen de la esfera

política como un campo cerrado sobre la base del origen social de sus integrantes, que

monopolizan y controlan la actividad pública, ha dado lugar a que nuestros

entrevistados identifiquen en últimas clase política y Estado. La clase política “que

ocupa un lugar específico y necesario para la operación de los mecanismos formales del

Estado”8, lejos de ser percibida así como una instancia de intermediación entre éste y la

sociedad, sustituye o suplanta a la figura Estado, según se desprende del registro oral

de las personas consultadas. Esta identificación realizada por nuestros entrevistados

entre elites socioeconómicas - clase política - Estado, puede ser vista tanto a partir del

modelo de constitución de la esfera pública, ya expuesto, como sobre el trasfondo del

proceso de estructuración del Estado colombiano, en el cual se diferencian varias etapas

que podrían sintetizarse de la siguiente manera. La primera de ellas se remonta al

control ejercido por el Estado Colonial español de forma indirecta “a través de la

estructura de poder local y regional: cabildos de notables locales, de hacendados,

mineros y comerciantes que ejercían el poder local y administraban la justicia en

primera instancia, en nombre del poder de hecho que poseían de antemano9”. Una

segunda etapa es la era republicana, en la que “frente al trípode Iglesia-hacienda-

6 BOURDIEU, Pierre. Citado por, FERNÁNDEZ, Manuel. La noción de violencia simbólica en la obra

de Pierre Bourdieu: una aproximación crítica. En: Biblioteca Virtual Universidad Complutense de

Madrid.

http://www.ucm.es/BUCM/revistas/trs/02140314/articulos/CUTS0505110007A.PDF 7 PÉCAUT, Daniel. Violencia y Política: cuatro elementos de reflexión teórica alrededor del conflicto

colombiano. En: Violencia y Política en Colombia. Elementos de reflexión. Medellín: Hombre Nuevo

Editores y Universidad del Valle, 2003. p.17 8 ESCALANTE, Fernando. Clientelismo y Ciudadanía en México. En: Análisis Político. Bogotá. No.26

(Sept- Dic. 1995); p.42 9 GONZÁLEZ, Fernán E. La violencia política y las dificultades de la construcción de lo público en

Colombia: una mirada de larga duración. En: Las violencias: inclusión creciente. Bogotá: Centro de

Estudios Sociales, 1998. p. 167

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partidos, el Estado colombiano aparecía, en efecto, como un Estado crónicamente

suplantado y por lo tanto, como un poder con casi inexistentes solidaridades

nacionales”10

. Y finalmente un tercer período, relacionado con la anterior configuración,

es el que define “la existencia del espacio político bipartidista, como único espacio

nacional, (que) terminó confundiendo en una sola y única cosa Estado, partidos y

sociedad civil”11

El imaginario de la identificación entre elites socioeconómicas, clase política y Estado

tiene por consecuencia la comprensión del campo político como un escenario en el que

se recrean, o en el que se atienden, los intereses de los sectores socioeconómicos

„privilegiados‟ del país, que se aprovechan entonces prebendariamente de las estructuras

del Estado.

Por ejemplo, un político que son los profesionales de la política se dedican es al

servicio público pero se les olvida que es servir a los otros, ellos lo que pretenden es

que la cosa pública les sirva a ellos. Eso es al contrario. Ese es un problema gravísimo

en este país. Porque las agendas personales no están en la misma dirección de lo que

debería ir la agenda general. En parte corrupción… nosotros no somos una

democracia, en parte somos una cleptocracia. (Mauricio)

En este escenario, la ley no puede ser percibida de otra forma que “como el producto de

transacciones fluidas y precarias, que en la práctica han hecho posible todo tipo de

acomodos y transgresiones”12

, perdiendo así una significación instituyente.

Aquí en este país no hay justicia. Porque ellos reforman, sacan sus nuevos proyectos de

reforma al código penal, civil, comercial, lo que sea, y dejan sus huecos para después

retirarse de las altas cortes, poner su oficina y decir dónde está el negocio, dónde está

la oportunidad de ganarse una plata. Entonces yo creo que aquí no hay la ética

suficiente ni el respeto. Para mí, en un país donde no hay justicia, no puede primar

nada porque no hay nada. (Miguel)

„Las leyes‟, desde su formulación o expedición son representadas como producto de

alianzas entre grupos de poder o de intereses privados , estando viciada su aplicación

igualmente por prebendas relativas al origen social o político de los „implicados‟. La

expresión: „La justicia es para los de ruana‟, nos da cuenta de la consideración del

aparato de justicia como un espacio sujeto a manipulaciones por parte de las elites

políticas y económicas y en el que la igualdad jurídica parecer no ser más que un

espejismo. Al respecto, para nuestros entrevistados constituyen casos ejemplares: el

beneficio de casa por cárcel generalmente conferido a figuras políticas, la absolución

del presidente Ernesto Samper en el proceso 8000, y el silencio del presidente Belisario

Betancur sobre lo acaecido en el Palacio de Justicia.

Ahora lo que dijo el presidente que estaba en esa época, que no me acuerdo si era

Belisario Betancur, me parece que sí… que la verdad se sabía hasta después de que él

estuviera bajo tierra. Cuál verdad, por qué no nos la dicen ahorita que él está en vida.

El la guarda para él. Y si hay esas señas por qué no investigan al señor si ya no es

ningún presidente, sino expresidente. Por qué a él no lo investigan. Vaya a uno y lo

cogen a uno de pobre, como es del sur no se qué, y lo investigan y lo meten a la

guandoca, quién se qué cuántos años. A dónde está la ley, dónde está la justicia… la

10

SÁNCHEZ, Gonzalo. Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Bogotá: El Áncora Editores. 1991.

p. 25 11

URIBE, María Teresa. Nación, Ciudadano y Soberano. Medellín: Corporación Región, Junio de 2001.

p. 28 12

PÉCAUT, Daniel. Op. cit., p. 18

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justicia no está sino pa’ los pendejos. Digamos así pa’ los pobres y los pendejos. Pero

como son ellos, como son políticos, para ellos no hay cárcel. El país está al revés por

los mismos políticos. (Uriel)

El papel del Estado o del ámbito público en el trámite y solución de las tensiones

sociales como un “tercero en discordia en medio de los conflictos de la sociedad13

”, no

encuentra en este escenario condiciones de posibilidad. La identificación estatal con

„una‟ de las partes niega la posibilidad de pensar el Estado como un terreno común, lo

que puede llegar a incidir en la apelación o representación benévola de la justicia por

mano propia.

Aunque el siguiente relato describe „el manejo político‟ del país en el período anterior a

la elección popular de alcaldes y gobernadores, resulta representativo de la mirada sobre

las relaciones que se tejen entre los principales protagonistas del campo político.

Por qué toda esa historia de violencia? Pues yo creo que como se forman estos grupos

cerrados en que, son tipos de diferentes tendencias pero que se unen de todas maneras,

eso que la cuestión política se hereda… Uno ve que los tipos andan en pugna, cuando

una vez me invitaron a una reunión, yo creí que era otra cosa y era la repartición

política de puestos, una cosa en la que daban trago, comida y toda la cosa, y yo ahí …

eso había curas, generales, congresistas, todo lo que quiera, contratistas, era

grandísima la cosa, y era repartiéndose todo el paquete. . Si tu me das la alcaldía de no

se dónde, yo te doy tal otra cosa… Era una repartición de premios, pero así con dedo, y

eso era de todas las tendencias, los comunistas, hasta el gato… y se repartían la vaina.

Entonces dice uno: bueno, esto es bastante pornográfico el paseo. Así se maneja este

país. Creo que se ha manejado mucho tiempo así, y el uno es godo, el otro liberal, el

otro comunista; pero si tienen la cuota de poder la reclaman… y los que están fuera de

eso se vuelven violentos, lógicamente, y los que están adentro también son violentos,

pero de otro estilo. (Roberto)

La clase dirigente es percibida por los entrevistados como un grupo homogéneo en el

cual la diferente filiación política de sus miembros no constituye una fisura interna,

llegando a ser representada su adscripción partidista como una cuestión de apariencia.

Todo eso es una porquería, es una farsa que tiene al país en la ruina. Cada cual dice

misa en su altar, y roban y se tapan con la misma cobija. (Alvaro)

El sistema de representación política en Colombia, podría afirmarse a partir de las

entrevistas, es incapaz de “reflejar el conjunto de preocupaciones públicas, de encarnar

los intereses en juego, o siquiera identificar los deseos de los ciudadanos o hacer

explícitas sus necesidades más básicas”14

, al concentrarse en la atención a intereses

grupales o particulares que no concurren con el interés general. De este fenómeno,

descrito en el ámbito académico como la crisis de la representación de los partidos,

siguiendo a P. Medellín15

, se observan como causas las siguientes: la pérdida del

horizonte de los partidos de su naturaleza y funciones democráticas; su absorción por el

burocratismo y los liderazgos personalistas; y la defensa de unos intereses corporativos

de sus financiadores, sean estos legales o ilegales; aspectos todos reconocidos por los

13

GONZÁLEZ, Fernán E. Op. cit., p. 163 14

MEDELLÍN, Pedro. De la crisis de la representación a la representación de la crisis en Colombia.

(Capítulo 2) En: La Reforma Política del Estado en Colombia, Una Salida Integral a la crisis. Bogotá:

FESCOL – CEREC. 2005. p. 22 15

Ibid., p. 24-26

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entrevistados, pero dimensionados en sus narrativas como consecuencias de un

problema mayor:

El despelote y el problema del congreso de estar vendidos a unos intereses y otros

intereses, nunca ha sido…eso no es nuevo. En este momento el lío es que si…no se

cuántos saldrán untados pero yo si se que hubo, siempre ha habido, muchos, muchos,

senadores, congresistas que están apoyados por X o Y grupo. En este caso hay un gran

grupo que está apoyado por los grupos paramilitares; así como hay un gran grupo que

está apoyado por las empresas aseguradoras y de seguros médicos, de las que han

recibido también fondos y platas para sus campañas, parte de ellos, y los grandes

capitales también tienen a su gente metida a su gente ahí. O sea, los grandes capitales

lícitos, digámosle así, que también tienen a su gente puesta en el congreso para que

defienda sus intereses (Ricardo)

La fragilidad o precariedad de la representación y representatividad política en el país

no es reducida o vista por los entrevistados como consecuencia de la „crisis‟ de los

partidos, sino que se inscribe en sus narrativas como una derivación de la estructuración

histórica misma del campo político, caracterizada por su talante excluyente, y que como

su consecuencia convierte al poder en “objeto de apropiación y transmisión privada e

incluso familiar, al igual que en las viejas dinastías”16

. La escasa legitimidad conferida a

los partidos como medios de representación política, lejos de ser una problemática

coyuntural, pareciera ser en el discurso de los entrevistados un rasgo consustancial de

los partidos percibidos en su configuración como simples instancias aglutinadoras de la

clase política.

A nivel humano no le veo la diferencia… y política tampoco. A la hora del té si va

ganando el liberal se unen los conservadores, si van ganando los conservadores se

unen los liberales de todas maneras. Eso es bobada.(Alejandrina)

La crisis de los partidos y de la representación política, manifiesta en la débil disciplina

partidista y la indefinición de un proyecto político, características a las cuales hace

alusión Alejandrina en su discurso, refuerza tan sólo, la percepción de los partidos como

entes carentes de contenido político.

El Estado es la expresión de una relación de dominación. Entonces los que detentan el

poder: poder económico y político, tienen una expresión en el Estado. Y ellos se

encargan de que el Estado tenga como función el velar por sus intereses. (Pedro; OSA)

La inmanencia de una „clase‟ política; la superposición entre régimen político y Estado;

el agenciamiento de intereses particulares en la escena política en detrimento del interés

público; el paralelismo entre burocracia oficial y redes informales semi-

institucionalizadas, características todas con las que es descrito el campo político por

nuestros entrevistados, apuntan entonces a la definición de la escena política nacional

como una organización estatal patrimonial(Weber) en la cual se diluye la diferencia

entre esfera pública y esfera privada, “transformando a los Estados en propiedad privada

de quienes poseen los recursos de dominación política”17

.

Nosotros tenemos una democracia incipiente donde hay familias que viven del Estado,

como la familia Araujo por decir un caso. (Miguel; OSA)

16

SÁNCHEZ, Gonzalo. Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Op.cit., p. 33 17

TROCELLO, María Gloria. Violencia Simbólica y Patrimonialismo. En: Revista Electrónica de

Psicología Política. Año 2 No.7 Diciembre de 2004. http://www.psicopol.unsl.edu.ar/dic04_nota1.htm

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Al contrario de lo que la gente espera, a saber, que la política esté gobernada por el

altruismo, en los hechos ésta se proyecta simplemente como un medio de

enriquecimiento, en consonancia con la representación de la política como el lugar de

agenciamiento de intereses privados y no del servicio público o interés colectivo.

Aquí en Colombia no es así. Me duele decirlo pero aquí no nos ayudan en nada. Por el

contrario, el gobierno roba y roba, y prefiere más para ellos que para la

gente.(Janneth)

Los del gobierno no es que sean tampoco personas muy santas que digamos. Porque es

que ellos van es por la plata, por lo que ganen, por lo que puedan hacer… de

atesorarse lo que más puedan… (Alejandrina)

No creo que haya un sólo político, aunque pueda que me equivoque, que esté en lo que

está simplemente por servir y por el altruismo a la patria. No creo que haya el primero.

No creo eso exista. Están para hacer dinero. Cómo lo van a hacer? Eso si ya, como

mejor puedan. Si no, no importaría el sueldo.(Ricardo)

La clase política al igual que la acción de los grupos armados ilegales es representada

paradójicamente como despolitizada, según se refirió en un apartado precedente. Así

entonces los actores diferenciados en el conflicto armado: guerrilla, paramilitares y

Estado (como se dijo, aprehendido a través de los políticos) no podrían ser calificados

desde la perspectiva de los entrevistados como actores políticos, ni por sus

motivaciones, ni por sus fines.

2. La praxis de la política

El acceso al campo político de los entrevistados o su papel como ciudadanos es

restrictivo al momento de las elecciones. No obstante, el voto aparece como un ritual o

un simulacro de participación política en la medida que los candidatos, de una parte,

están preseleccionados por las elites político-económicas del país, y de otra parte, a que

los elegidos se deben a grupos de interés que parecen determinar forzosamente sus

acciones, las cuales no se corresponden con el interés público.

Por qué también Álvaro Gómez decía que el país no lo manejaban ni liberales ni

conservadores sino que lo manejaba un régimen, pues uno entiende que son los

oligarcas, que ellos realmente en las campañas le compran la voluntad a los políticos,

dándoles mucho dinero y después … me imagino que ellos quedan comprometidos o eso

es lo que uno piensa, entonces por eso nunca pueden aumentarle un pesito al

trabajador porque van a perjudicar a las personas que realmente los colocaron en la

silla. (Ramiro; OSB)

La relación con el campo político de nuestros informantes es concebida como un asunto

meramente transaccional, aunque no en la forma de derechos y obligaciones

demandables mutuamente entre ciudadanos y agentes de un Estado, sino como una

transacción consistente en el intercambio de recursos, regalos, obras etc., por votos entre

dos actores: los políticos y los ciudadanos.

Yo cuando estaba en el pueblo (Bolívar-Santander), votaba por los conservadores y nos

ayudaban. Uno prestaba el voto y a mi me sacaron el agua para la casa y todo eso…

(Belarmina)

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Los términos „ayuda‟, „favores‟ y similares aparecen en el discurso de los entrevistados

de OSB y OSM como descriptores de la política, revelando una típica ecuación

clientelista. De esta forma el voto pierde su calidad de instrumento de expresión política

y ejercicio de la ciudadanía para convertirse en una mercancía.

Ya por lo menos hoy en día, ya uno poco cree en las promesas, porque vea como sucede

que dice deme el voto porque van a obtener no se qué ayudas, que pa’ los de tercera

edad, pa’ los de no se qué… van a tener una ayudita, qué, a dónde se ha visto eso, eso

no se ha visto(…). Porque muchos se ponen a pensar y dicen no eso es uno ser pendejo

dar un voto, pa’ qué, qué sacamos, qué nos dan, semos lo mismo. Si nosotros no

trabajamos para poder ganarnos el pan de cada día, el gobierno no nos lo viene a dar,

o las personas que le vamos a dar el voto no nos lo vienen a dar. No vienen a decir:

tome porque usted dio el voto, tome esto. No, aquí lo que uno…. Y sin embargo todo lo

que le quitan a uno de impuestos, servicios, todo eso y que ser que si uno tiene por

decir su ranchito fue porque lo tuvo con el sudor de la frente, le tocó a uno camellar y

muchas veces sacrificarse. Y el gobierno, ni el que vino a pedirle el voto dice: tome

porque usted se sacrificó. (Enrique, OSB)

El clientelismo en este contexto está tan inherentemente asociado a la forma tradicional

de la política, que para gran parte de los entrevistados los buenos políticos son

precisamente quienes entran en el juego de recíprocos favores, y los malos políticos

entonces los que incumplen estos pactos. Aludiendo a Rojas Pinilla, Yolanda nos

manifiesta:

El era un conservador también. Y ese si era muy bueno, porque por lo menos por parte

de la hija, yo recibí regalos. Yo a esa vieja la quería porque esa vieja le daba a uno

mercaditos, le daba regalos, si uno tenía hijos le daba una tina, un platoncito, una

ollita o bueno lo que fuera… yo si recibí mercados por ella y regalitos. (Yolanda)

El incumplimiento de las ofertas políticas se ha traducido en un resquebrajamiento de la

confianza, que el elector confiere mediante su voto al político profesional, y asi mismo

ha significado la defraudación de nuestros entrevistados respecto a la política, dada la

asimilación de esta con los intercambios ya señalados. El correlato de este desencanto

es la abstención electoral y en general un „desinterés‟ por el mundo de la política,

notable en especial entre nuestros entrevistados de OSM y OSB.

Uno a diario se da cuenta que el gobierno promete hacerle a muchos pueblos

carreteras y llega el momento de realizarse y resulta que no, o si no que la gente, los

políticos, digamos las personas no destinan esos dineros para… si no que a todo

momento desde el más pequeño hasta el más grande es mirando a ver cómo roba, cómo

hace la trampa para que… todas esas cosas hacen que el gobierno pierda su

credibilidad, no? Yo poco de política. Eso no, no vale la pena. Uno está metido en su

cuento… eso a cada político. No vale la pena…(Jairo,OSM )

Es que uno sabe que si uno va por uno, que eso se ve que eso sigue igual… si vota por

otro, eso sigue igual. Entonces uno más bien se abstiene. (Alejandrina, OSB)

El campo político se revela ante la mirada de los entrevistados como un campo

anquilosado, dada la comprobación de que el nepotismo y el clientelismo que tienen

lugar en éste se inscriben en una dinámica histórica de larga data. Esta representación

viene desde hace más de 50 años, si le creemos a los papás de Ciro (OSB), sobre los

cuales el entrevistado comenta:

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Ellos entendían que no, eso que elecciones, eso no le llamaban sentido a eso, seguía

todo igual, que eso no se veía un cambio radical, que no se veían un cambio, que

hiciera el gobierno por el campesino y seguía lo mismo.

La existencia de una participación ciudadana autónoma en el juego democrático es

cuestionada por algunos de los entrevistados a partir de fenómenos como la compra de

votos a nivel local, regional o nacional, detectada como un continuo en la actividad

política del país, o por la coacción ejercida sobre la población por grupos armados

ilegales.

Por ejemplo, que ahorita se principian las elecciones entonces, qué pasa, que en ese

momento los grandes políticos engañan a las conciencias con el dinero, van a los

barrios a engañarnos porque uno va en esa colada, con un mercado, con un

aguardiente con una cosa, entonces empiezan a comprar conciencias. Ahí es donde

ellos después de que tienen esos votos políticos que se llaman, que ya ellos están en la

opinión pública, entonces ya no conocen a nadie.(Ciro)

Nuestra democracia es muy incipiente, una democracia que no es muy participativa

como dicen. Pues ahí lo estamos viendo con ‘los paras’ que compran las elecciones…

Que hablan que de nuestra democracia pura, cuál democracia si todo estaba manejado

por unos paramilitares. Qué democracia puede ser cuando unos señores con pistola

están manejando las elecciones. Entonces le tumban el primero de la lista y pasa el

segundo de la lista, es que deberían anular todos los votos de esa lista, porque es una

lista espuria… pero cuál democracia hay acá, pero eso ha sido de siempre.(Miguel)

La corrupción gubernamental, o en general de „los políticos‟, constituye el principal

descriptor de „la política‟ para nuestros entrevistados y una de las la principales

problemática del país, en la medida que de esta son derivadas no sólo otras dificultades

en el campo político, como la abstención electoral y la pérdida de credibilidad en las

instituciones, sino también conflictos en el campo económico y social.

Ese es el principal problema. De ahí para adelante hay problemas graves de índole

político: una estructuración, una inmadurez política muy grande del país, una falta de

cultura política, una falta de participación política, una democracia muy débil, poco

participativa.(Miguel)

Pues fíjate que yo creo que nosotros llevamos las clases dirigentes robándose la plata,

no queriendo hacer las cosas como toca hacerlas, y entonces pues cada vez hay gente

más pobre, cada vez es más difícil conseguir empleo, las oportunidades son pocas y hay

mucha pobreza. (Manuel)

El carácter generalizado del fenómeno de corrupción que describen nuestros

entrevistados se acerca a lo definido por Francisco Thoumi18

como una corrupción

sistémica. Es decir, como un fenómeno que afecta desde el nivel más bajo de la

administración pública hasta los niveles más altos. Más allá de estas características, que

median en el ámbito académico, desde la perspectiva de nuestros entrevistados puede

afirmarse que la corrupción política, dado su carácter permanente y generalizado, es

una práctica institucionalizada en la burocracia oficial.

La corrupción es el problema más importante. El principal. Pues porque alguien que

entra a un cargo público siempre quiere sacar su tajada. Primero, él, luego los que lo

18

THOUMI, Francisco E. El Imperio de la droga. Narcotráfico, economía y sociedad en los Andes.

Bogotá. Editorial Planeta Colombiana. 2002. p. 215-217

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siguen, porque nunca un político está solo, nunca un empleado público está solo, él

siempre tiene sus subalternos que tienen que darles, emplearlos y ellos necesitan otros

que necesitan emplearlos y ahí es donde está la corrupción siempre.(David)

Hay un problema muy grave que es la falta de honradez de la gente, y entonces,

siempre se está viendo que apenas una persona tiene un cargo donde puede manejar

unos centavos, lo primero que hace es mirar la manera de robárselos. Entonces, pues

las obras públicas no prosperan, como debían prosperar; muchísimas cosas… Porque

la gente está siempre como arañándole al presupuesto nacional. (Ofelia)

La corrupción es vista, en suma, como un fenómeno consustancial a la práctica política

en el país, ya sea asociada directamente con la clase política o con el aparato

burocrático.

Ahora le dicen a uno que no se qué, y hablan allá en el gobierno que esto, que no se

qué y mentira. Esos servicios no están llegando donde deben de llegar sino…y ellos si

dicen allá... Entonces eso es lo que está pasando…la gente que distribuye o sea los

administradores son los que se quedan con la mayor parte de las cosas y nunca

objetivamente, lo que el gobierno dice nada. (Alejandrina)

Este país se lo han saqueado todo, todos los gobiernos, todas las fuerzas políticas en su

momento, el descaro más grande, sin haber ninguna pagado pena por los horrores que

han hecho.(Miguel)

Instituciones estatales como INVÍAS, ADPOSTAL, y el ISS, entre otras, son

presentadas por nuestros entrevistados como ejemplos de la corrupción institucional en

el sector oficial que corroe a todo el sector público. Tráfico de influencias,

malversación de fondos, sobrecostos, cuotas burocráticas, y desviación de los recursos,

forman parte así del conocimiento de sentido común sobre la dinámica de la

administración pública estatal.

Y entonces uno oye que reformas tributarias que el país necesita, 3, 4 billones y…..

pero coja cualquiera de los institutos del Estado. Todo, todo lo que maneja el Estado,

lo maneja mal, y aquí hay familias completas que se dedicaron a vivir del Estado.

(Miguel)

O sea no puede ser que tú por ejemplo tengas un contrato de unas calles por una plata

y resulta que se roben la plata, se roben el doble y sigamos pagando nosotros

impuestos para que la gente se la siga robando (Manuel)

Uno se da cuenta que la mayoría de empresas es, sobre todo las del Estado, que se

manejan es por cuotas. Que tal congresista le tocó esta y le tocó este puesto, entonces

ya tiene que mandar sobre estas cosas. Entonces eso es lo que creo es la corrupción,

que es lo que tiene a este país así. Mucha pobreza, muy poquitos ricos, que son los que

tienen todo.(David)

Aunque es considerada por algunos entrevistados como una problemática inherente al

manejo del poder en todas las sociedades, la corrupción política y estatal en el caso

colombiano llega a ser comprendida no obstante como una desviación extrema, que se

expresa en su carácter extendido, frecuente y en la escala de sus acciones. Dicha

peculiaridad ha generado una especie de acostumbramiento a la misma y por

consiguiente la implantación de unos límites de tolerancia, la aceptación de la

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corrupción como una condición dada de la política. Es lo que se observa en el siguiente

fragmento.

Yo creo que la corrupción es lo que tiene desangrado el país.(…) Tú ves que en

cualquier sitio donde existe el poder, el poder del dinero hace que la gente se

corrompa. Tú ves en instituciones pequeñas, en instituciones grandes, que siempre va a

haber algún personaje que roba. Y va a ser aquí en Colombia y en cualquier parte del

mundo. Lo que pasa es que aquí se roban hasta lo que no hay(…) Pero yo creo que en

una democracia, o en un gobierno, sea como lo quieras llamar, siempre hay alguien

que roba. Pero dentro de los límites. O sea se roban el 5% o el 10% de lo que hay. Pero

no el 100%. Si se va a robar la plata que la robe disimuladamente porque todo mundo

va a robar. (Manuel)

„Falta de ética‟, „ambición‟, „sinverguencería‟, „codicia‟, son nociones todas utilizadas

por nuestros entrevistados en su discurso sobre el campo político que remiten el

problema de la corrupción política al ámbito de los valores; un ámbito percibido en

decadencia continua, en particular por nuestros entrevistados de la generación 73-80

años.

Yo creo que la gente era más sana antiguamente. Digamos no de veinte años, que no

hay tanta diferencia, pero ponle de 40 años. La gente era mucho más sana, más

honrada. Yo creo que eso también tiene que ver con la educación, no? Porque no

encuentro razón para ver por qué la gente se corrompió… La gente era más sana antes.

Yo creo que los gobiernos, te decía que por ejemplo en el caso de este presidente Marco

Fidel Suárez, qué escándalo hubo en Colombia, le tocó retirarse, porque había vendido

sus sueldos. Porque necesitaba la plata y vendió sus sueldos. Eso creó un escándalo.

Les parecía que eso era corrupto. Ahorita pues uno habla de eso y eso no tiene

absolutamente nada, pero en esa época era una cosa que le tocó renunciar.(Ofelia)

No obstante, para los entrevistados la corrupción, aunque asociada al resquebrajamiento

de los valores, se ve reforzada como práctica por el carácter excluyente de la política

oligárquica. La inexistencia o precariedad de una oposición política real que ejerza una

veeduría o fiscalización es interpretada por los entrevistados como un caldo de cultivo

para la generalización de la corrupción, constituyendo el pacto del Frente Nacional su

máxima expresión. El Frente Nacional (1958-1974), período en el cual los partidos

liberal y conservador se turnaron la presidencia y se repartieron proporcionalmente la

burocracia, significó para algunos entrevistados de una parte, la institucionalización de

la exclusión política, y de otra la fusión definitiva en una misma clase política de los dos

partidos, y entonces su total despolitización o vaciamiento político e ideológico.

Que tan pronto se formó el frente Nacional se acabó el pudor en este país. Todos

comenzaron a comer del mismo plato. Llegó la corrupción a sus más altos niveles y

sigue. Esa alternación fue fatal pa’ mi gusto. Entonces ya después se toleraba

todo…Como nosotros robamos durante tantos años de gobierno de los godos, ahora

hay que dejar robar a los liberales y así sucesivamente. Ahí se acabó el pudor en este

país…. Total. Es el factor de corrupción más grande que ha tenido este país. (Roberto)

El Frente Nacional como lo señala Gonzalo Sánchez, citando a Francisco Leal Buitrago,

y como puede entreverse igualmente en el anterior fragmento “es el punto de quiebre en

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la configuración del clientelismo como forma dominante del ejercicio de la política en

Colombia”19

.

Ahora bien, el punto más alto de la corrupción política para gran parte de los

entrevistados es el entroncamiento de los políticos con el narcotráfico. La relación entre

narcotráfico y clase política, que tiene para nuestros entrevistados una de sus más claras

expresiones en la financiación de campañas electorales, es vista como una estrategia

para “proteger la integridad de la organización y de sus líderes, promover legislación

favorable a sus intereses criminales, y en general, asegurar un clima no adverso a la

criminalidad”20

, como se aprecia en el siguiente fragmento:

Hicimos un asamblea constituyente y le entregamos el país a los ‘narcos’ y acabamos

con la extradición, y volvimos mucho más rentable estar en la política (…) El ‘narco’

en la política tiene el efecto de que con todo ese número tan grande de dólares que les

entran, pues si yo fuera narcotraficante pues lógicamente también yo trato de, no de

hacerme volver presidente ni tomarme eso, pero si en estas democracias dominar los

poderes que toman las decisiones políticas pa’ defender mi negocio (Mauricio)

Figuras como Pablo Escobar, líder narcotraficante del Cartel de Medellín, elegido como

Representante a la Cámara, y Ernesto Samper, presidente de Colombia, acusado de

financiar su campaña electoral con dineros del narcotráfico, simbolizan para los

entrevistados el entroncamiento o las fluidas relaciones entre narcotráfico y política.

Pablo Escobar fue un tipo que estaba en la política y de ahí empezó a manejar muchos

políticos y él fue el que empezó a manejar lo que era la cocaína, y a transportarla y a

llevarla y a venderla en otros países. Por eso fue que se hizo tan grande, tan famoso,

tan millonario y tiene muchos políticos, untó muchos políticos de su misma plata… los

manejaba, manejaba el gobierno a su antojo. (Luz Mila)

La corrupción del narcotráfico, percibida en algún momento como un fenómeno externo

que penetró el campo político, parece haberse constituido en un elemento estructural y

consustancial del poder.

Y por ejemplo hay casos de que decir algo los altos mandos saben de las cosas, de las

cuestiones de los otros… yo lo veo, yo he tenido oportunidad de ver que por ejemplo

cuando yo era niña, que yo creo que eso no se ha cambiado… yo vine y yo conocí, no

recuerdo qué presidente era el que había, y un ministro y el hijo del ministro iba y

estaba involucrado con el mismo narcotráfico y eso, esa cosa. Uno mira. Entonces yo

digo si eso es así entonces todo está en un sólo núcleo, y entonces uno qué se puede

hacer? Nada. (Alejandrina)

El fenómeno de corrupción por organizaciones de traficantes de drogas ilícitas,

observan nuestros entrevistados, se extiende o comprende todos los niveles de la

administración pública, manifestándose en los niveles bajos de la burocracia estatal en

la forma de sobornos a cambio de favores o servicios específicos.

Eso pasaban con la marihuana y la embarcaban tranquilos. Eso estaba todo arreglado.

Esa es otra característica de este país. Pueden arreglar cualquier cosa. Toda la pasada

en frente de la policía y toda la cosa… Todo eso estaba arreglado. (Roberto)

19

SÁNCHEZ, Gonzalo. Op.cit. 20

THOUMI, Francisco E. Op.cit.

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Nuestros entrevistados convergen con los analistas académicos en que la penetración

del narcotráfico en todos los niveles y dimensiones del campo político es producto de la

continua debilidad institucional que ha padecido el país, la cual se expresa en

fenómenos como la corrupción, el clientelismo, y la „despolitización‟ de la clase política

entre otros. En esta dirección la configuración, prácticas y relaciones que

tradicionalmente han caracterizado la dinámica política del país son percibidas a su vez

como el terreno propicio o como una condición favorable para la instalación del

narcotráfico en la escena política y para el desarrollo mismo de dichas organizaciones

ilegales de producción y tráfico de estupefacientes. “La relación entre las drogas

ilegales y la corrupción es circular, es decir la corrupción atrae las drogas ilegales y

éstas, a su vez promueven la corrupción”21

. El narcotráfico en relación con el campo

político habría o ha cumplido tan sólo la función de “un catalizador para acelerar la

debilitación del Estado y los controles sociales tradicionales”22

, parece decirnos

Alfredo:

El episodio digamos histórico, cultural y político más triste aquí en este país.

Corrompe, corroe, lo poco de lo bueno que había en algunas instituciones, había cosas

buenas, pero se somete al control y al yugo de esta gente (…)ahí comienzan a

sembrarse las raíces de las organizaciones delictivas, comienza a verse plata a

borbotones que corrompen las instituciones, entonces ahí comienza, entrada la década

de los 70, entre el 77 y el año 80 a escucharse de los narcos.(Alfredo)

Ahora bien, la imbricación entre el ámbito político y el narcotráfico es vista por algunos

entrevistados como resultante de la coacción institucional ejercida por parte de esta

organización delictiva. En esta dirección, como lo señala F. Thoumi, la disposición de

dicha mafia a recurrir a la eliminación física de los adversarios habría contribuido a

incrementar el efecto corruptor de la industria de las drogas en Colombia, al minar la

capacidad de resistencia del establishment político23

.

Este es un juego: usted se preparó porque usted cree en el Derecho y usted se prepara y

estudia y usted va a impartir justicia en pro de la sociedad, y le toca juzgar a un narco,

y el narco viene y le propone: cuál es el metal que más le gusta, si quiere el oro o

quiere el plomo. El oro siendo que yo lo voy a dar un ‘pocotón’ de plata si falla de tal

forma, y el plomo es que le voy a matar a su familia y no va a quedar un solo ser con su

apellido vivo en este país, y uno sabe que el tipo tiene con que cumplir la amenaza pues

eso ya es una aberración de todo, no?(Mauricio)

La amenaza del narcotráfico sobre los políticos profesionales o el sector burocrático

como elemento explicativo de la corrupción del campo político, no obstante ocupa un

lugar muy secundario en el imaginario de nuestros entrevistados. La lectura

predominante observada en los testimonios recolectados es la de una mutua

conveniencia entre estos actores, o la de, por decirlo de algún modo, una subordinación

voluntaria de la clase política a las mafias de tráfico de estupefacientes, como nos lo

expresa Miguel:

Ese ha sido el culto a la vagabundería más grande que le han hecho todas las clases

aquí en este país. Eso fue la clase política la que se rindió…. Ahorita salen a decir que

no pero… la clase política, la sociedad antioqueña, y muchas sociedades de la costa y

muchas del interior se entregaron al señor Pablo Escobar. Era un honor ir a donde don

Pablo, manejarle los negocios a Don Pablo…(Miguel)

21

Ibid., p. 74 22

Ibid., p. 241 23

Ibid., p. 242

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Si bien los entrevistados reconocen la violencia ejercida por las organizaciones

delictivas del narcotráfico contra numerosos líderes políticos como represalia por una

oposición pública al accionar político y económico de dicha industria ilegal, o por la

negativa de estos últimos – los políticos profesionales- a los intentos de cooptación, esta

circunstancia expresa más la excepción que la regla, en lo relativo a las calidades

políticas de las víctimas. La idea de líderes políticos, que se enfrentan con las diferentes

problemáticas y que no están involucrados como actores directos en éstas, ocupa un

relegado lugar en la representación del campo político, caracterizado por la prevalencia

de intereses privados, la corrupción y en general prácticas delictivas.

Un país donde no hay unas instituciones muy fuertes que pudieran ponerle límite,

dejaron florecer ese negocio y tarde o temprano empezó a tomar unas dimensiones,

empezó a adquirir poder (…)Pero en la medida que ellos querían tener más poder y que

su negocio creciera y se legalizara, entonces el tema de llegar a influenciar en el país

en la política origina pues la muerte de Lara, de Rodrigo Lara, que marca también un

hito en esa historia (Hernán)

Entre las organizaciones delictivas de producción y tráfico de estupefacientes y la clase

política se habría establecido una relación de recíproca funcionalidad.

No se realmente… yo pienso que los dos coexistieron siempre toda la vida… o sea, tu

me ayudas, yo te ayudo, Yo pienso que fue básicamente mutuo acuerdo por

conveniencia. (Ricardo)

En suma, las organizaciones de narcotraficantes buscaron penetrar el ámbito político

para lavar grandes sumas de dinero de forma „sutil‟ o poco ruidosa procurando

salvaguardar su negocio de medidas legales o policivas que pudieran afectarles. Por su

parte, la clase política buscó en el narcotráfico una fuente de financiamiento para

sostener o expandir sus maquinarias electorales pero también un actor para eliminar a

sus opositores políticos o a organizaciones sociales amenazantes de su poder, con lo

cual introducimos la relación entre política y violencia que desarrollaremos a

continuación.

3. Política y violencia

El papel del campo político en la dinámica de violencia es múltiple de acuerdo a las

narrativas de nuestros entrevistados. Hay muchos aspectos señalados en los testimonios

que parecen posicionar a la „clase política‟ como un actor más de violencia en el país:

El elitismo socioeconómico y cultural a partir del cual se estructura el campo político;

las actuaciones de las clases dirigentes comprendidas como acciones de violencia en si

mismas o como generadoras de violencia por parte de otros actores; la alianza de

sectores políticos con organizaciones armadas o delictivas ilegales; y el empleo de la

violencia.

El cierre del campo político, expresado en el elitismo socioeconómico y cultural que ha

marcado su devenir histórico, y que da lugar a la percepción del Estado como

patrimonio de unos pocos, es en el discurso de los entrevistados un factor incidente en

la generación de violencia…

Por la necesidad y por la inconformidad porque es que todo se queda es allá en lo alto.

(Alejandrina)

1) Por la inconformidad. En efecto se apela a la violencia para buscar la inclusión o el

reconocimiento de demandas en el campo político, o la transformación de este. La

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representación de los orígenes de la guerrilla de muchos de los entrevistados encuadra

dentro de esta perspectiva.

2) Por la necesidad. Ante la situación de injusticia social, algunos sectores de la

población se verían compelidos a emplear la violencia como medio de supervivencia, ya

sea ingresando a una organización armada o como delincuentes comunes. La injusticia

social, en la que la mayoría de los entrevistados encuentra uno de los más importantes

elementos causales en el desarrollo del fenómeno de violencia en Colombia, aparece así

como un desarrollo de la configuración y prácticas del campo político, estableciéndose

entonces una línea de continuidad-transformación entre las problemáticas: corrupción -

injusticia social - violencia.

He visto la corrupción infinidad de veces en mis viajes. A nivel gubernamental

fundamentalmente. Pues todo eso ha generado pobreza, hambre... genera más

violencia. Porque la gente de alguna forma tiene que buscar como defenderse, como

buscar comida para sus familias etcétera.(Diego)

Hay un problema muy grande al cual nunca se le ha puesto coto y que genera mucha

desigualdad, es la corrupción. Que no se hace, que los dineros no llegan a donde son,

etc., etc., porque hay gente que ha llegado a tomar, ha robado o se ha apropiado de

cosas de forma indebida y de ahí se han ido generando unas desigualdades bastante

graves. La misma corrupción genera entonces violencia. Cuando alguien hace y

transgrede algo de una forma, que finalmente se va a ver reflejada de alguna forma,

afectando a muchos, eso finalmente genera diferencias, puede llegar a generar

conflicto, violencia. Es complicado. (Hernán)

El ámbito político y sus prácticas en esta dirección adquieren el status de causa última

de la violencia, ya sea de la violencia contra el campo político o de otras modalidades

como la delincuencia común o la violencia intrafamiliar, como se ha señalado en

diversos testimonios. Estas prácticas en relación con el impacto que generan en el

ordenamiento social y político, llegan a ser representadas en si mismas como una forma

de violencia

Los que están fuera de eso se vuelven violentos, lógicamente, y los que están adentro

también son violentos, pero de otro estilo. La violencia del tipo que parece respetable,

pero hace todas las porquerías de este mundo, es peor, de pronto, que la violencia

física, cierto? Degrada más el proceso, golpea a la democracia y a toda la sociedad…

el delincuente de cuello blanco es una vaina terrible. (Roberto)

Dicha representación tiene cabida principalmente entre nuestros entrevistados de OSB y

en menor medida de OSM, que comparan las acciones del gobierno o circunscritas al

ámbito político de manera directa con acciones materiales de violencia. Así, como se

observa en el siguiente fragmento el incumplimiento de las promesas suscritas con la

población por parte de los políticos profesionales es descrito figurativamente como un

machetazo.

Yo me pongo a pensar en que hemos sido tan engañados por los cabecillas, los

comandos del pueblo (…) Después de que ganen, ya no se vuelvan a acordar de nadie,

entonces vea lo ajustan, le dan el machetazo a uno. Porque olvidan de que esa gente

fue la que lo apoyaron y entonces por eso es que vienen las violencias también, porque

entonces ya uno ya se vuelve incrédulo a esos hechos. Porque no más por los

politiqueros se vuelve mucha violencia, porque ya uno ya no cree y entonces muchas

veces por eso es que los persiguen a los políticos, por las falsedades. Ello se lo han

buscado, ellos mismos se lo buscan… (Enrique)

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La violencia contra el campo político resulta entonces, si no justificable, al menos

comprensible sobre la base de lo que se estima la transgresión de un contrato social o

ético. El sentimiento de injusticia social o agravio moral producto del incumplimiento

reiterado o sistemático de la palabra empeñada, o dicho de otro modo del ofrecimiento,

a cambio del voto, de recursos o servicios a la comunidad, llega a ser percibido como

una forma de violencia, y se desborda a su vez a través de la violencia. Como dice el

analista francés Ives Michaud, “la representación de la violencia en lo social, de lo

social como violencia, libera violencias-efectos”24

. La noción de violencia no describe

entonces exclusivamente actos de agresión física, sino que cobija el engaño y la

manipulación de la población cometido por la „clase política‟. Habría una especie de

agravio social que resulta intolerable en relación con la economía moral de algunos

sectores de la población. Así entonces, la definición de una situación, conducta o acción

bajo la noción de violencia, se realiza sobre las referencias y significaciones normativas

y evaluativas imperantes en un grupo. La violencia es la transgresión a una

representación determinada o específica del orden social, en este caso el incumplimiento

del contrato social o ético del pacto de representación política.

Las acciones del gobierno, o circunscritas al ámbito político, son consideradas así como

generadoras de violencia, al propiciar necesidades que no encuentran forma de

satisfacerse dentro de „lo institucional‟; y al generar rencor o inconformidad radical en

la población.

Ahora bien, la relación entre violencia y política todavía no se agota. La violencia que

se registra en el país es remitida al campo político en su función como modelo o

referente para la población.

Pero la violencia yo digo, de dónde viene, de qué raíz viene… ¿no será del mismo

gobierno? Yo creo que es del mismo gobierno porque el mismo gobierno es una

cuestión de que ellos manipulan al campesino, manipulan al pueblo, entonces ellos

mismos, desde arriba, de los grandes, viene el ejemplo. Porque el ejemplo entra por

casa. Si uno es violento en la casa, así salen los hijos. Y si uno es borracho, pues los

hijos tienen que salir…. alguno no todos. Porque todos los dedos de la mano no son

iguales. (Ciro)

En este sentido, para los entrevistados existe un aprendizaje social de la violencia a

partir de la observación de una violencia, no física de forma necesaria, ejercida ya sea

por el gobierno, el Estado o los políticos que aparecen como sinónimos todos en el

discurso de los entrevistados. “La arbitrariedad estimula simultáneamente la imitación y

la indignación”25

parecen decirnos nuestros entrevistados. Es también la conclusión de

Francisco Gutiérrez, luego de examinar los testimonios de numerosos reinsertados, en

los que la violencia encuentra justificación dada la violencia ejercida desde el campo

político26

. Esta emulación a la que hace referencia Ciro parece seguir en parte la lógica

de una „metonimia fundacional‟ es decir: “si la sociedad colombiana incurre en

flagrantes inconsistencias e injusticias, si los depositarios de la ley y el orden son sus

primeros violadores, es natural que: a. mi adversario defeccione; b. yo defeccione; c.

24

MICHAUD, Yves. Violencia y Política. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. 1989.p.116 25

GUTIÉRREZ, Francisco. ¿Ciudadanos en armas? En: Las violencias: inclusión creciente. Bogotá:

Centro de Estudios Sociales, 1998. p. 199 26

“Aquí se ve gente que hace las peores cosas, hasta las más sanguinarias. Vea la ley: es el gobierno con

licencia para matar. Entonces ¿uno por qué no puede hacer sus cosas?”. Citado por Francisco Gutiérrez en

La Ciudad Representada

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todos defeccionemos”27

. Ahora bien, la representación de la violencia como una

conducta social aprendida o emulada de las prácticas políticas nos remite al papel

jugado en la comprensión social de la violencia y de la política por la tradición en el

campo político de la resolución de las conflictos por medio de la violencia, tradición

rastreable en nuestro país desde por lo menos mediados del siglo XIX, y que nos

introduce de lleno en el tema de la cultura política. Pero veamos antes otra variante de la

relación política y violencia en la mirada de las personas consultadas que contribuye a la

representación de la indisolubilidad entre el campo político o de la política y el ejercicio

de la violencia.

La clase política como actor de violencia

La eliminación física del oponente o contradictor, lo tienen claro los entrevistados, ha

sido práctica de larga usanza en el campo político colombiano. Los entrevistados la

remiten por lo menos hasta el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que representa

en el imaginario popular no sólo el momento inaugural de la denominada época de la

Violencia, sino de una secuencia de magnicidios que se extiende hasta la época actual y

que tienen como común denominador a la clase política como su autor intelectual.

La clase política es señalada por los entrevistados de todos los orígenes sociales y

generacionales como un actor directo de violencia. Enumeran en sus relatos numerosos

homicidios de líderes de diferentes tendencias atribuidos a „los políticos‟: Jorge Eliécer

Gaitán, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo y Álvaro Gómez, entre

otros. Estos habrían sido asesinados por órdenes directas provenientes del mismo medio

en que se desenvolvían, pues tales personajes eran precisamente asociados a cualidades

tales como honestidad e interés público, excepcionales y amenazantes para la clase

política.

En relación con el asesinato de Galán:

Fue muy cruel, y para mí, yo digo que fueron los mismos políticos…Nos caía bien y

esto, porque hablaba cosas ideales, lo que era la realidad de las cosas: la corrupción y

toda esa cosa. Y parecía que iba a ser como un buen presidente, un buen gobierno y yo

digo que fue tal vez por eso que de pronto, los mismos lo mandaron a bajar porque

como él era de seguro que subía... Y si vio que después de la muerte de él, todo fue tan

confuso. Todo fue como tan, tan rápido, tan esto…o sea para tomar el puesto de él y

todo, para seguir la candidatura del otro gobierno… en esas fue que subió Gaviria?

Exacto. Entonces fue todo como tan rápido… Y yo vi también una noticia de que

estaban acusando al ministro de Justicia o algo así.(Alejandrina)

Sumercé sabe que la envidia es la que reina. A unos les gustó a otros no, entonces

hicieron su plan de matarlo. Eso fueron entre sus jefes, entre los mismos manifestantes,

los mismos que tienen su política, se reunieron lo que no les gustaban acá y los otros al

otro lado, pero eso fue sola envidia por eso fue que lo que lo mataron a él. Los mismos

amigos de él compañeros de cámara ya tenían pronosticada la muerte de él, porque

según yo oí en las noticias, el tal Botero fue el principal que pagó, yo no se, para que lo

mataran. Y a mi me parece una cosa muy cruel porque el que manda en uno en un ser

27

GUTIÉRREZ, Francisco. La Ciudad Representada. Op. Cit., p. 188 (El subrayado es mío)

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humano es mi Dios, el que tiene derecho a hacer lo que quiera con uno pero no otro ser

humano que le quite la vida a otra persona.(Ester)

La guerrilla, las organizaciones de narcotraficantes, y el paramilitarismo no son así los

únicos actores a los que se atribuye el ejercicio de la violencia en el país por parte de

nuestros entrevistados. Son numerosos y continuos los hechos de violencia

rememorados en las narrativas del fenómeno de violencia en Colombia en los cuales la

clase política aparece como un agente que interviene. No necesariamente en la

ejecución de los crímenes, pero sí en su planeación, asimilándose entonces a los otros

actores de violencia inventariados por los entrevistados. El uso de idénticos epítetos en

la descripción realizada de la clase política y de guerrilleros o delincuentes, por parte de

los entrevistados, puede ser ilustrativo de dicha equiparación. Al respecto, Miguel

describe a un renombrado líder político involucrado como autor intelectual del asesinato

de Luis Carlos Galán así:

Uno de los asesinos más grandes del país, es lo más peligroso que ha tenido el país, de

lo más tramposo que ha tenido el país. El quemó los archivos del congreso cuando se

robó un poco de plata. El señor ese es un pícaro total. Su trayectoria no es nada

distinta de la peor hombre de la vida. Si aquí dicen que aquí hay hombres malos es de

lo peor que ha podido haber, pero entonces tiene una elocuencia que lo salva porque

este es un país donde la elocuencia vale más que la verdad.(Miguel)

A fenómenos como la corrupción y el carácter excluyente con los cuales es identificada

la clase política, y que son interpretados como factores desencadenantes de numerosos

tipos de violencia, se suma en el discurso de los entrevistados su participación continua

como un actor de violencia, minando aun más la legitimidad del campo político

institucional, englobante de categorías como políticos profesionales, gobierno y Estado.

Las relaciones observadas entre el campo político y grupos armados ilegales (guerrilla,

paramilitares, narcotráfico), son múltiples, y agregaríamos nosotros, no excluyentes: 1)

de complicidad para mantener la situación de guerra; 2) de complicidad para eliminar a

un enemigo común como en el caso de su alianza con el paramilitarismo; 3) de

utilización de las organizaciones armadas para ejecutar homicidios de líderes políticos y

sociales.

Yo creo que aquí si mucho, mucha gente del gobierno pesado, no se quién porque uno

no los identifica tienen que ver con ellos. O si no, no serían tan fuertes. No puede ser

que treinta mil gatos estén, lleven, ponle que fueran cincuenta mil. 25 y 25 mil de cada

lado tengan tan en jaque al gobierno. Tiene que haber plata del… y poder del gobierno

que quiera mantener la situación así. (Manuel)

Bueno, recuerda uno mucho asesinatos de líderes políticos (…) Digamos que tiene que

ver bastante con la parte de corrupción política, donde se busca o se elimina a la

persona que esta interfiriendo con un cierto flujo de dinero o cosas así, generadas por

esa corrupción.(Diego)

Dada la desconfianza en su acción por los vicios políticos ya reseñados; la debilidad

institucional que estos suponen; y su involucramiento directo o indirecto en múltiples

acciones de violencia; el gobierno, los políticos, o el Estado, engruesan la lista de „los

sospechosos de siempre‟ junto a la guerrilla

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Porque todo lo que dicen no es verdad. Por ejemplo, que la guerrilla mató a tantas

personas, que la guerrilla… están juzgando a una persona que todavía ni les consta si

es verdad o no. Siempre todo lo malo que pasa es la guerrilla, es las FARC, el M 19, el

ELN. Entonces resulta que muchas veces, no me consta, puede ser hasta el mismo

gobierno que lo está haciendo. Porque actos que los culpan a ellos y que uno de pronto

puede saber que no fueron a ellos y a todas horas los están culpando a ellos. Por

ejemplo eso que hablan de unos soldados que mataron a unos campesinos incluyendo

un niño, que le echan la culpa a la guerrilla o que eran guerrilleros, siendo que el

mismo gobierno fue el que cometió el error de dispararles a ellos y que se comprobó

que fue el mismo ejército y no culparon a la guerrilla? ….(Uriel)

Han habido muchas cosas, hechos han sucedido muchísimos pero vaya uno a saber si

realmente fue la guerrilla, o fue el gobierno, o fue quién porque uno… Ahí si uno no

puede confiar porque qué…cómo. Pueda que el propio gobierno no, pero si… los que lo

rodean. O quién sabe, de pronto él mismo pero vaya uno a saber, pero si hay

desconfianza. Uno si desconfía de las personas altas. Uno ve muchas cosas. Algo que se

me había olvidado decirle, por ejemplo la muerte de Galán (…)(Alejandrina)

Ahora bien, el Estado, identificado con la clase política, no sólo no detenta el

monopolio de la violencia legítima sino que interviene de forma solapada a través de

sus fuerzas de seguridad como un actor más de violencia. Lo que ha sido denominado

como el genocidio político de la Unión Patriótica es atribuido por gran parte de quienes

aun lo recuerdan al Estado colombiano, como se observa en los siguientes fragmentos.

Las matanzas de personas inermes; están las tomas de pueblos... por ejemplo, el

asesinato de los miembros de la UP. Lo recuerdo. El asesinato sistemático. La UP era

una especie de brazo político de la guerrilla de las FARC. No recuerdo muy bien eso,

pero tenían nexos con las FARC. Unas personas que nunca estuvieron en la

clandestinidad, ni nada de eso, se agruparon para formar un movimiento político legal

de izquierda. De modo que como le van a pedir a los señores guerrilleros ahora, que

se... una de las razones por las cuales los guerrilleros no pueden hacer la paz. Quiénes

eliminaron a la UP? Yo creo que el Estado. Las fuerzas represivas del Estado. Por

qué? Qué es el Estado... El Estado es la expresión de una relación de dominación.

(…)Di tú eso implica el eliminar a los opositores, o eliminar cualquier piedra en el

zapato, pues eso nada hay que lo impida. Por eso yo creo que a ellos los elimino el

Estado.(Pedro)

Jaramillo fue el del avión? Es que ahí estoy un poquito confundido, no se si Jaramillo

fue el del avión o el de Pizarro. El de Jaramillo yo no lo recuerdo… Es que eso ya fue

hace veintipico de años… Pero si fueron, es decir, yo me recuerdo que fueron tres

asesinatos graves, ah no, y después hubo uno, el de Jaime Pardo Leal, también creo o

fue primero… ese fue subiendo de La Mesa o de Anapoima, y eso acabó mucho con la

Unión Patriótica. Porque es que aquí ha habido unas fuerzas de seguridad del Estado

mal manejadas. La Brigada Z mató a Pardo Leal y a Alvaro Gómez, así el señor

Samper diga que no. Están las pruebas. Entonces desbarataron la brigada 13. Los

cuerpos de seguridad del Estado han hecho muchas bestialidades. Había una brigada

que era la 13 o 23, la que mató a Alvaro Gómez y mató a todos las de la Unión

Patriótica.(Miguel)

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La violencia es percibida así como un arma política de eliminación del adversario o del

enemigo social o político, imaginario que hunde sus raíces, especialmente entre nuestros

entrevistados de las generaciones 55-62 y 75-82 años, en la época de La Violencia.

A los contradictores a lo que ellos creen, por la lucha que ellos tienen y que ven de

pronto tienen alguna fuerza para hacer daño a los poderosos del país entonces…ahí

algo pasa. Si matan a alguien pues es porque está metiéndose donde no debe.

Poderosos? Los políticos. Ellos son los que tienen todo. Ellos son los que mandan sobre

todo. El que está de presidente tiene el poder, los que están de ministros, de

gobernadores, de alcaldes, son los que tienen el poder. El que tiene el poder es

corrupto (David)

La Violencia y la política

Se conoce como período de La Violencia (con mayúscula) en Colombia a la

confrontación partidista ocurrida entre 1945 – 1965, confrontación a la cual se le

atribuyen más de 200.000 muertos.

Pues bien, hablándonos de sus recuerdos sobre esta época, Enrique, vendedor ambulante

de 62 años nos dice:

Pero a la otra vez cuando existía el partido conservador, el partido liberal… había

muchas contradicciones por la política. Porque habían muchos ataques, mucha

violencia por ese motivo, porque cada uno quería mandar en su partido, por eso era

que había tantas incomprensiones de los partidos. Eso es lo que llamamos nosotros

política. (Enrique)

Ciro por su parte nos comenta: Ahí yo comencé desde ese tiempo para acá a que todo

mandaba era la violencia, la violencia. No entendía uno en esa época porque yo era

muy niño, estaba en la adolescencia. No se sabía porque era que se peleaban, pero si

entendía que entre los liberales y los conservadores tenían ellos un conflicto. En esa

época yo me acuerdo que eso llegaban eran los conservadores y quemaban casas en el

campo… y que no se sabía por que. Que por el único hecho de que la persona era

liberal, no era más… y que llegaban y así fuera como fuera les prendían candela. Yo no

se si eso sería era raíz del gobierno central o qué era políticamente. En ese tiempo lo

que mandaba era la política.

En las anteriores narraciones se observa cómo se fusionan en el discurso la violencia y

la política, aprehendida esta última a través de la actividad bipartidista. La política así

antes de ser comprendida como un espacio de cooperación y de confrontación, que si

bien contiene como su germen o en su matriz la enemistad total y entonces la guerra, se

expresa de manera directa, sin una mediación anterior en el campo de batalla. La

política parece descifrarse así en clave de violencia.

Los partidos políticos, agentes de socialización política, que “llegaron a la gente y a las

localidades antes que el sentido de Nación28

”, son identificados de una parte con la

política y de otra parte, como productores de la situación de violencia de la época.

Ahora bien, esta identificación de los partidos como actores protagónicos de La

Violencia, aunque los enmarca en el campo político, no supone una comprensión del

conflicto. De hecho cuando se pregunta a los entrevistados por los motivos de la

disputa liberal – conservadora, aunque son intuidas por la mayoría de los entrevistados

diferencias ideológicas o programáticas, éstas no logran ser precisadas.

28

Citado por Gonzalo Sánchez en Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Op.cit., p. 31

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Porque era en cuestiones de gobierno diferencias programáticas, cierto? Una cosa es

lo que piensa el partido liberal; otra el conservador. En la manera de arreglar

problemas económicos. Qué se yo.(Mario)

El carácter ancestral del enfrentamiento bipartidista es aducido por los entrevistados

como un elemento de explicación de La Violencia. Así la historicidad de la disputa

liberal-conservadora por el poder estatal, paradójicamente redunda en la pérdida de

referentes o en una naturalización del conflicto. Siguiendo al historiador Gonzalo

Sánchez las banderas bipartidistas “arrastran „odios heredados‟ y sus diferencias reales

se encuentran por tanto en un pasado casi mítico, difícil de precisar”, como se puede

apreciar en el siguiente fragmento:

Pues que digamos ha sido algo de toda la vida, desde que se formó nuestra querida

Colombia, desde la época entre Bolívar y Santander siempre había enfrentamiento

entre ellos, supuestamente el uno era liberal y el otro conservador, digamos por las

ideologías…. Posteriormente Guerra de los Mil Días etc., también es lo mismo…

Digamos que ha sido de toda la vida esa disputa entre los dos partidos

principales.(Diego)

Liberal y conservador, son significantes asociados por todos los entrevistados a los

partidos políticos tradicionales que rigieron la vida política nacional durante más de un

siglo, y que se enfrentaron en una cruenta lucha. Sin embargo, no expresan el mismo

significado y sentido para todas las generaciones.

Es preciso subrayar que hace algo más de cincuenta años la identificación como liberal

o conservador no daba cuenta sólo de una adscripción política, sino que simbolizaba

una cosmogonía para los copartidarios. Y es que la política era concebida y vivida como

un asunto sagrado, del cual cada partido se presentaba como dignatario o poseedor de la

„verdad revelada‟ y cada miembro se reclamaba como adalid. Siguiendo a C.Perea la

perspectiva simbólica de naturaleza religiosa de la que hacían gala los dos partidos,

aunque no logra ser comprendida o dimensionada por los entrevistados, se traduce en

las narrativas realizadas sobre la época, como en el caso de Ciro que nos comenta:

Decía un señor de Moniquirá, cerrado, cerrado… conservador y era casado con una

señora de Sogamoso, y peleaban por política. La señora era liberal. Entonces cuando

el señor se emborrachaba le decía a la señora: ‘El que no le guste el azul que rompa el

cielo’ y ella le contestaba ‘y el que no quiera ver el rojo que le rompa el corazón a

Cristo’ Y se golpeaban, era que se pegaban el par de casados, delante de los hijos… y

por política.

La identidad liberal-conservador llegaba a ser representada como una marca de

nacimiento, y en este sentido constituía „una herencia‟, o se inscribía dentro de una

tradición que no podía ser quebrantada, so pena del rechazo o del estigma social y

familiar. Liberal o conservador no eran identidades políticas sino identidades naturales y

por lo tanto sólo podrían desaparecer con la muerte.

Es que nacían liberales, nacían conservadores… además se les decían voltiaos, los que

eran hijos de un conservador y resolvían volverse liberales por ejemplo. Eran voltiaos.

Yo soy de ideas liberales. Mi papá decía que qué tristeza. Cuando yo estaba estudiando

‘¡¡¡tener una hija comunista!!!’ ¡Decía que había tenido una hija comunista!. Mi

hermano es conservador todavía. Yo trato de no hablar con mi familia ni cuestiones de

política ni de religión. Porque tengo unas ideas muy diferentes, entonces se presta a

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discusiones. Las discusiones por temas políticos y religiosos son dolorosas. La gente se

duele mucho.(Ofelia)

La naturalización de la filiación partidista operada desde el discurso por las elites

políticas tanto liberales como conservadoras, que aseguró su reproducción y afianzó su

hegemonía sobre la sociedad civil29

, dio lugar de una parte a la aprehensión de la

política como un asunto visceral y entonces a la relegación de la racionalidad política

propia del ciudadano moderno, y de otra parte, a la expansión del enfrentamiento, de los

escenarios públicos a la esfera privada.

Porque antes yo me acuerdo que mi papá cuando hubo lo de Gaitán, el estaba ya acá

en Bogotá y a él casi lo matan. Ya ni me acuerdo como fue el cuento pero llegaron al

hospital San Juan de Dios a decir, en las residencias, ¿usted qué es: liberal o

conservador?. Si era liberal o conservador lo mataban. No se qué contestó, pero me

imagino que contestó la respuesta correcta. Pero era una cuestión de creencias. Como

pasa ahora en el Medio Oriente. Es creencia. Yo se que mi Dios es musulmán y el otro

no tiene nada que ver; y alguien me está obligando, me está matando mis hijos… es

creencia. (Manuel)

La política era el hilo con el que se tejía la sociedad, y sobre esta trama se desenvolvía o

mejor se limitaba la cotidianidad: las relaciones personales se debían circunscribir a

miembros del mismo partido, y sólo se podía pisar territorio del mismo partido, nos

cuentan, aunque casi de oídas, algunos entrevistados, como si todavía pudiera tener

implicaciones decirlo en voz alta:

Que un conservador no podía entrar donde fueran liberales porque lo mataban… o un

liberal no podía entrar donde los conservadores porque también lo mataban. Que uno

no podía, tal vez si uno se desplazaba de su región conservadora a ir a la región liberal

porque de una vez lo seguían investigando a uno, que de dónde era y si de pronto uno

era contrario, uno corría el riego de que lo pelaran.(Enrique)

La invasión de lo político a la esfera privada trajo consigo, como lo señala Carlos Mario

Perea, ofensa personal. Ser liberal o conservador en la época de La Violencia era vivido

como una identidad total, de la cual el Otro representaba una negación, lo cual se

traducía en una enemistad profunda y en persecución.

Resulta que como yo jugué tanto fútbol, entonces una vez de estas hubo una moda de

busos. Entonces un día de estos yo compré un buso de esos, rojo, pero no me lo puse

con saco y pasé por la iglesia del Alfonso López y el párroco de la iglesia de esa

parroquia era un cura bruto, atrasado… un cura por allá boyacense, político, regodo

como quién sabe qué, y me echó la policía… que yo era un tipo liberal malo que no se

qué ni se cuántas.(Alvaro)

Liberal o conservador se convierten así para los entrevistados que vivieron el período de

la Violencia en una identidad de la cual resulta difícil desprenderse, de tal forma que,

aun finalizado dicho enfrentamiento, media actualmente su representación y

participación en política.

Ahorita por ejemplo la reelección: Uribe es liberal por punta y punta, y los liberales no

están de acuerdo con la reelección del país, y están divididos en este momento y

entonces el que está puyando, accionando en toda forma, ayudando es el partido

conservador. Pero ojo sumercé, que el partido conservador tiene la puñalada

29

PEREA, Carlos Mario. Op. Cit.

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marranera, trapera… ellos saben cómo hacen sus cosas, cómo llevan al altar a una

señora pa’l matrimonio, pa’ después romperle las vestimentas y hacen de todo (Alvaro)

Ya no se nota la diferencia entre liberal y conservador. Hay más convivencia. Yo creo

que a nadie le importa tampoco. No mucho. Y a la gente joven menos. Pero entre los

viejos si. Un liberal ahí queda velando siempre el trapo rojo.(Mario)

Como lo intuye Mario, liberales y conservadores, de forma contrastante a lo registrado

en los otros dos grupos de edad, si bien son reconocidos -no rememorados- por parte de

nuestros entrevistados más jóvenes como dos actores/partidos que se enfrentaron a

mediados del siglo pasado, son dos significantes desprovistos hoy de una carga emotiva

y simbólica, y aun política, en la medida que son desconocidas las diferencias

ideológicas. Resulta casi incomprensible para este grupo generacional el episodio de La

Violencia.

Eso viene desde muy atrás. Que había una guerra boba por un simple color, un simple

cambio de ideales… llegar a tanto... Por qué se enfrentaban? La verdad no se…

simplemente por el color. Ser usted liberal y ya lo mataban, eso es lo que alguna vez me

contó mi papá. El rojo o el azul ya eran enemigos, ni siquiera sin conocerse y ya eran

enemigos, entonces me parece muy bobo. (David)

La Violencia, desde el contexto actual que le sirve como marco interpretativo, llega a

ser considerada como una lucha sin sentido y „boba‟. Y es que en el presente la política

es percibida por muchos como una transacción, y como un oficio prosaico, carente de

idealidad o elevación, y los partidos, a su vez, son representados como simples

coaliciones desideologizadas e inestables de la clase política. Así entonces se dificulta

comprender o dimensionar el tipo de identidades políticas movilizadas en La Violencia

y las características que en general siguió dicho episodio histórico. El marco

interpretativo del grupo generacional 35-42 sobre la Violencia tiene así como base su

experiencia de la denominada crisis de representación de los partidos, pero igualmente

se alimenta de un fenómeno más global: el proceso de individualización.

El rechazo actual a una identificación colectiva como producto del redimensionamiento

de lo público, pero también de la mala imagen de los partidos políticos tradicionales

hace casi impensable para las generaciones más jóvenes las identidades totales, y por lo

tanto el tipo de confrontación acaecido en la Violencia.

La memoria de la Violencia es una memoria que ha perdido vigencia como hecho y

como elemento explicativo en el conflicto contemporáneo. Es éste el que conocen de

forma directa los entrevistados de 35-42 años, y que se desarrolla a través de actores

diferentes a los partidos y por fuera del ámbito político institucional. El conflicto

armado contemporáneo para la gente del común no sigue fines políticos ni involucra a la

población como adepto o combatiente sino como víctima. En esta dirección no son

muchos los puntos en común observados entre la vieja y la actual violencia. Ahora bien,

pese al carácter diferenciado de esos dos momentos para los entrevistados de todos los

rangos generacionales hay una continuidad esencial del fenómeno de violencia en el

país.

El contenido total de la época de la Violencia en el imaginario de los entrevistados se

circunscribe en específico al enfrentamiento bipartidista. No obstante, liberal o

conservador es sólo una etiqueta con la que se designa a dos actores, reconocidos como

políticos, que se relacionan mediante la violencia. La política aprehendida bajo la

división liberal – conservadora es asociada de esta forma indisolublemente a la

violencia.

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Había tanta contrariedad e irritación entre los unos y los otros por la política.

(Enrique)

Eso es ya cuestión de lo que hablaban mis padres. Que violencia total. Que hubo una

época en la que se unían los conservadores para ir a matar a los liberales, y los

liberales para ir a matar a los conservadores. Se mataban por el color yo creo… Lo

que yo pienso es que ellos no sabían ni por qué peleaban.(Ramiro)

El conflicto liberal- conservador de mediados de siglo no enfrentó ideologías, visiones

de sociedad o sobre la dirección del Estado, o existe un reconocimiento muy vago y

confuso al respecto. El conflicto bipartidista movilizó banderas que no representaban

más que un color en medio de una lucha por el poder del Estado: Rojos vs. Azules. La

representación de La Violencia pareciera asemejarse entonces a la de un conflicto

político paradójicamente despolitizado30

. Sin embargo, esta despolitización en la

representación de los actores enfrentados, común a todas las generaciones de

entrevistados, debe observarse sobre el trasfondo de la imbricación entre lo político y lo

social resultante de la naturalización de las filiaciones políticas operada desde el

discurso de las elites bipartidistas, lo que dificulta para los entrevistados establecer los

valores que cada uno de los partidos representa al ser subsumidos estos en un origen

último casi biológico.

Como se ha expuesto a lo largo de estas páginas, la exclusión, y la eliminación del otro

son elementos constitutivos de la representación del campo político. Para la gente del

común, la violencia simbólica o material es así una referencia ineludible cuando se está

hablando de política en Colombia. La política no aparece como un escenario opuesto o

diferenciado radicalmente del escenario violento. Esta apreciación no supone como en

la teoría schmittiana una relación de continuidad entre la política y la guerra. El

conflicto armado interno no constituye actualmente, desde esta perspectiva, un

escenario de radicalización de las enemistades políticas. Es un conflicto despolitizado

tanto por sus actores como por sus fines. Adicionalmente, la „clase política‟ es

considerada como otro actor de violencia, o como un actor que mantiene transacciones

fluidas con los actores ilegales . En este contexto, las llamadas narcopolítica,

parapolítica y la farcpolítica no generan desconcierto. Terminan por inscribirse en la

rutina de la corrupción de la clase política.

En ese mundo indiferenciado entre lo político, las armas y la corrupción, el ciudadano

va perdiendo interés y confianza en las virtudes de la representación política. Y la lucha

armada sea subversiva o antisubversiva, pensadas en algún momento como alternativas,

ha sido desprestigiada por sus intercambios con los mundos del narcotráfico y la

criminalidad.

La violencia forma parte en últimas del orden político o está inscrita en este como una

tradición, bien sea que se trate de su estructuración excluyente, sentida como un hecho

de violencia o como generadora de violencia; o que se trate de los intercambios con

actores criminales. La imbricación entre política y violencia, da lugar a la sustitución de

la comprensión de la política como un escenario de dominación y construcción de la

legitimidad, por el de la comprensión de la política como el escenario de apropiación y

ejercicio crudo del poder. La política y la violencia terminan por distanciarse de los

intereses sociales o mejor, de cualquier expectativa de realización o representación de

los intereses colectivos. Por su parte, la sociedad ha dejado ya de sorprenderse. Hay una

especie de acomodación o resignación a esos intercambios entre política y violencia. Y

30

SÁNCHEZ, G, Op. Cit.

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paradójicamente, la máxima expresión de esa cultura transaccional es la de haberse

acostumbrado a vivir con ella.