Facultad de Filosofía y Letras

Licenciatura en Ciencias de la Información

Material didáctico que presenta el M.E.S. José Antonio García Pérez de la asignatura optativa:

Taller de PeriodismoPropósito General del curso: Desarrollar los conocimientos teórico – metodológicos de los géneros periodísticos informativos y de opinión, asumiendo una actitud crítico – reflexiva, ética y valorativa del quehacer periodístico, a través de una práctica cotidiana en textos propios y ajenos, manteniendo una coherencia y una claridad en la redacción.Propósitos específicos:Objeto de estudio 1. Distinguir y aplicar los procesos mentales en los géneros periodísticos informativos y de opinión.Objeto de estudio2. Distinguir y redactar los diferentes textos informativos propios y ajenos.Objeto de estudio 3. Distinguir y redactar los diferentes textos de opinión, propios y ajenos.

3.6 La crítica

Teoría y práctica de la crítica(Tomado de la lección 53 del libro Curso de Redacción de Gonzalo Martín Vivaldi, Ed. Paraninfo, Pp. 337-342)

Criticar es valorar algo a la luz de la razón.

No es censurar.

La censura es crítica de la parte negativa de algo. La crítica -del griego krinein= juzgar, discernir-, debe destacar tanto lo positivo como lo negativo

Diariamente hacemos crítica de todo aquello de que somos testigos: de las costumbres, de la vida, de la política, del cine, del fútbol, etc. El hombre critica casi instintivamente,como ser racionalque es.

Criticar, pues, es enjuiciar alguna cosa, diciendo si es buena o mala y por qué (se subraya este por qué, ya que sin él, no hay crítica buena).En nuestra crítica habitual de la vida y las cosas, nos contentamos con afirmaciones generales, vagas, imprecisas. Decimos, por ejemplo: “La película X es muy mala: a mí no me ha gustado”, lo cual no es criticar: es simplemente, dar una opinión personal. Para ser crítica le falta valoración y le sobra personalismo.

“Los valores son cualidades irreales residentes en las cosas.” (Ortega y Gasset) Lo cual quiere decir que la belleza de un cuadro, por ejemplo, no depende de que nos guste o deje de gustarnos. Dicha belleza está en el cuadro, es una cualidad “irreal” que en él reside. Se puede ver o no se puede ver esa belleza: todo depende de nuestra personal estimativa. Por ello, porque no somos omniscientes, conviene mucha prudencia al criticar. Y, ante todo, conocer la materia objeto de nuestro comentario crítico.

El lector y el crítico.Las obras literarias no fueron escritas para comentaristas o críticos (aunque a veces críticos y comentaristas crean otra cosa). Las obras literarias han sido escritas para un ser tierno, inocentísimo y profundamente interesante: el lector. Las obras literarias no nacieron para ser estudiadas y analizadas, sino para ser leídas e intuidas.A ambos lados de la obra literaria- señala Dámaso Alonso- hay dos intuiciones: la del autor y la del lector. La obra es registro, misterioso depósito de la intuición del autor y dormido despertador de la intuición del lector.

El primer conocimiento de la obra poética es el del lector, y consiste en una intuición totalizadora que, iluminada por la lectura, reproduce la intuición totalizadora del autor.Dámaso Alonso: “Pero hay un segundo grado del conocimiento poético. Existe un ser en el que las cualidades del lector están como exacerbadas: su capacidad receptora es profundamente intensa, dilatadamente extensa”

Pero como otra natural vertiente de su personalidad, el crítico tiene también una actividad expresiva. Dar, comunicar compendiosamente, rápidamente, imágenes de esas intuiciones recibidas: he ahí su misión. Comunicarlas y valorarlas, apreciar su mayor o menor intensidad.

Se refiere al crítico, que es, ante todo, “un maravilloso aparato registrador, de delicada precisión y generosa amplitud”

En el crítico dominan cualidades intuitivas: a) profunda y amplia intuición receptiva, como lector, y b) poderosa expresión expresiva, como transmisor. Lo esencial en él es la expresión condensada de su impresión. El crítico es un artista, transmisor, evocador de la obra, despertador de la sensibilidad de futuros gustadores. La crítica es un arte.

Es el crítico, precisamente, como lector ideal, quien, puesto frente a la obra literaria auténtica, formará impresivamente una intuición semejante a la que expresó el poeta; frente a la obra simulada, pronto comprobará la ausencia de intuición, la superchería.

La primera misión del crítico consiste en discernir, en discriminar a una lado la verdadera obra literaria; en otro, su pobre simulación.Apliquemos esta teoría a cualquier clase de crítica sobre cualquier clase de arte o técnica y tendremos una idea clara de cuál ha de ser la misión del crítico como receptor y transmisor de lo que ha de valorar.

La crítica periodística se considera un “arte difícil”.Lo que en primer lugar pide el lector al crítico es que lo tenga al corriente de las novedades en espectáculos, literatura o arte, para ayudarle en su elección. Esta función de informador va teniendo más importancia a medida que la producción teatral, literaria o artística va creciendo y también a medida que se crean nuevos medios de expresión o difusión, tales como el cine, la radio, los vídeos, etc.

Y también desde que van creciendo, paralelamente, las masas de público. El desarrollo de la instrucción, la elevación del nivel de vida, la reducción de horas de trabajo, los progresos de los medios de comunicación y de difusión, todo ello contribuye a aumentar el número de horas disponibles para el cine, el teatro, el arte, la literatura o la música.

El ocio de hoy, representa una parte cada vez más importante en la vida del individuo, lo que engendra no sólo una sed de distracciones, sino también una sed de cultura. El papel del crítico es, -debe ser- inmenso, como ordenador de nuestros placeres y formador de nuestros gustos, ya que el crítico dispone, con la Prensa y la Radio, de las principales palancas de mando de la opinión.

La función primordial del crítico es la de ser un informador competente, sagaz y desinteresado, que no sólo tiene a sus lectores al corriente de la vida de los espectáculos, las letras o las artes,

sino que, entre el montón confuso de los innumerables productos del mercado, sabe destacar lo que es susceptible de interesar al público.

El crítico debe ser ante todo un espectador como nosotros, con las mismas emociones y los mismos gustos, y en el que delegamos, para que vea, en lugar nuestro, todas las obras que no podemos ver por falta de tiempo. Como tal delegado, el crítico tiene la obligación de elegir. Tiene que ser también un juez, pero sin olvidar que sus veredictos no tienen valor por sí mismos, sino en relación a nosotros, que es a quien él tiene que rendir cuentas.

La crítica en funcionesEn cuanto al modo de hacer la crítica, nada impide a) el contar las peripecias más cautivadoras de una película, de una obra de

teatro o de un libro,b) igual que se hace con las de un partido de fútbol, hay que emocionar al

público, c) caracterizar bien el género de la obra, d) sugerir su atmósfera, e) situarla lo más claramente posible con relación al sistema de referencia de los lectores; a) no juzgar sin motivo, ni apelación, b) hay que contar las cosas como las contaría un buen aficionado : comunicar

la atmósfera del espectáculo para que el lector la sienta en todas sus fases, a) cuando descubre una obra nueva, de una bellezainsólita, la presenta a sus lectores no sólo su rareza, si no su calidadPorque el crítico no es sólo un espectador, sino un “superespectador”, cuya infatigable curiosidad parte a la búsqueda de la belleza en todas sus formas.

La tres exigencias fundamentales de la críticaLa cualidad fundamental del buen crítico es la adaptación a su público. Pero no es la única. Para que el crítico esté a la altura de su papel, se le ha de exigir:1° Pasión por el arte que critica. El gran peligro que amenaza al crítico, es que, por saturación empiece a sentir mal gusto o empacho. Obligado a devorar dos libros diarios o a asistir a cinco representaciones semanales –durante diez meses-, acaba por no importarle gran cosa lo que hace.2° Competencia. El “amateurismo iluminado” no basta para el que es un profesional de la crítica. La competencia técnica es indispensable para fundamentar la intuición y también para suplirla, cuando el crítico tiene que vérselas con obras de factura muy nueva que suelen desconcertar al público habituado a lo tradicional. Pero este “superespectador” tiene también el deber de dirigirse a sus lectores en un lenguaje sensible, comprensible. El excesivo tecnicismo degenera en pedantería conceptista. Peligro éste en el que caen algunos críticos de cine.3° Desinterés. Es decir, probidad, en el sentido corriente de la expresión. Hay que ser incorruptible (o como se dice en castellano, “no casarse con nadie”).

Condiciones de la crítica1° La crítica ha de ser ponderada y justa. Hace falta, pues, una criterio valorativo. La crítica impresionista, más o menos irreflexiva, no es verdadera crítica, sino interpretación personal que puede caer en la arbitrariedad.2° El crítica ha de evitar la tendencia al elogio y la inclinación a la dureza. Ni la loa ni la sátira mordaz son auténtica crítica. El crítico blando, fácil para el elogio, no orienta al lector. Tampoco conviene la excesiva dureza. No todos somos genios, ni puede pedirse al hombre la suma perfección en todo lo que hace. La crítica excesivamente dura puede esterilizar la facultad creadora, sobre todo en el autor novel.3° La crítica ha de ser fielmente informativa. El lector quiere saber si aquello que se critica es bueno o malo y por qué. Los comentarios eruditos sobran en la crítica. La crítica científica ha de ser también demostrativa, sin caer en la pretensión matemática. En el mundo del espíritu hay muy pocos valores absolutos.

4° Procúrese siempre un tono respetuoso y ecuánime. El estilo mordaz, el reírse de las cosas que criticamos, sólo está permitido cuando la ínfima calidad de la obra así o exijan. La mejor demostración de que algo es rematadamente malo es la caricatura, el remedo humorístico, la parodia, en suma, de lo criticado.5° El estilo en la crítica ha de ser denso, preciso, ágil y claro. Nada de erudición pedantesca. No se valora con comentarios más o menos librescos, sino con demostraciones.6° Al crítico ha de exigirse: madurez, espíritu reflexivo, especialización (es decir, experiencia y conocimiento en la materia) y serenidad de juicio. El hombre fácilmente impresionable es mal crítico: el humor del momento no es buen consejero.7° La crítica ha de ser analítica y sintética. Se analiza aquello que se juzga, valorando sus elementos. Después (o antes) se sintetiza nuestra opinión, del modo más ponderado, justo e impersonal posible.