la ciudad y lo urbano - henri lefebvre.pdf

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franceses pertenecientes, bien sea a la clase obrera, bien sea, incluso, a la intelectual, todos ellos condenados a una explotación coucentrada, en cLlanto a los métodos utiliza- dos, y manteniendo a dichos elementos en un estado de segrcgación espacial. Lo que viene a justificar y a confir- mar esa apreciación es, por lo que a rnÍ concierne, un es- tudio permanente del complejo Lacq-Mourenx, en los Pi- rineos, independientemente de una serie de investigaciones llevadas a cabo en otros lugares, en especial en la región parisiense. Resulta inútil resaltar el hecho de que tal si- tuación podría llegar a hacerse explosiva. Llegado a este punto de mi conferencia, ruego encarecidamente a aque- llcls que poclrían criticar rni postura, que no confundan la tempestad con la meteorología. Yo no soy más que el meteorólogo, no soy yo quien origina la tempestad. Por otra parte, esta alternativa entre lo privado y lo colectivo, entre lo individual y lo estatal, puede prolon- garse aún durante mucho tiempo. Es una alternancia propia de la totalidad de la sociedad francesa, neolibera- lismo, oneodirigismo) -una vez el fiei de la balanza se in- clinó de un lado, ahora, se inclina del otro. Lo que viene ilustrado de forma caricaturesca sobre el terreno, por el contraste existente entre Ios grandes complejos urbanos y los arrabales plagados de modestas torrecitas. Por par- te opública>, colectiva, estatal, se incita a la adopción de grandes complejos urbanos. Por parte .,privadao se quie- re hacer prevalecer el sistema a base de modestas torre- citas. Existen otros muchos elementos. A través de esas contradicciones. el análisis crítico del espacio político y de la política del espacio señala las ten- dencias y denuncia los peligros y amenazas que entraña la situación. La ciudad y lo urbano * 1. Et decir que la sociedad contemporánea se halla en proceso de mutación ha acabado convirtiéndose en unJ banalidad. El vocablo omutación, no tiene significa' do preciso más que en biología; cuando se le utiliza en ,"rriido sociológiio, es más 6i"t a modo de imagen, de metáfora, antes que como concepto. Esa imagen puede, inclusive, llegar a disimular el interrogante esencial ¡ ¿a dónde iremos a parar? No es menos cierto que dicha umutaciónn se ve ca' ractertzada por múltiples crisis que se intrincan las unas con las otras, desde las crisis económicas y las de la economía política, hasta las crisis por las que pasan el arte, la literatura, el cine, el teatro, la Universidad, la ju- ventud, etc... Dentro de ese intrincamiento y esa interfe- ¡cncia de crisis múltiples, se plantea un interrogante: ¿hay acaso una crisis y crisis más importantes, más esen- ciales las unas que las otras? El planteamiento que viene a continuación se cimenta sobre la hipótesis según la cual la crisis de la realidad urbana es más importante, más central que cualquier otra. 2. Es un hecho de lo más corriente el hablar de la sociedad industrial. Esa expresión es criticable en el sen' tido de que no pone de manifiesto determinadas relacio- nes sociales constitutivas del proceso de industrialización. Las relaciones de producción requieren un análisis que Ia expresión osociedád industrial" tiende a eludir, poniendo el acento sobre la producción material, sobre el desarro- llo puro y simple de la producción, y no sobre las relacio' nes sociales de producción. Respetando esas importantes * oEspaces et Sociétés", núm. 2, marzo de 1971. 62 63

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Page 1: La ciudad y lo urbano - Henri Lefebvre.pdf

franceses pertenecientes, bien sea a la clase obrera, biensea, incluso, a la intelectual, todos ellos condenados a unaexplotación coucentrada, en cLlanto a los métodos utiliza-dos, y manteniendo a dichos elementos en un estado desegrcgación espacial. Lo que viene a justificar y a confir-mar esa apreciación es, por lo que a rnÍ concierne, un es-tudio permanente del complejo Lacq-Mourenx, en los Pi-rineos, independientemente de una serie de investigacionesllevadas a cabo en otros lugares, en especial en la regiónparisiense. Resulta inútil resaltar el hecho de que tal si-tuación podría llegar a hacerse explosiva. Llegado a estepunto de mi conferencia, ruego encarecidamente a aque-llcls que poclrían criticar rni postura, que no confundan latempestad con la meteorología. Yo no soy más que elmeteorólogo, no soy yo quien origina la tempestad.

Por otra parte, esta alternativa entre lo privado y locolectivo, entre lo individual y lo estatal, puede prolon-garse aún durante mucho tiempo. Es una alternanciapropia de la totalidad de la sociedad francesa, neolibera-lismo, oneodirigismo)

-una vez el fiei de la balanza se in-clinó de un lado, ahora, se inclina del otro. Lo que vieneilustrado de forma caricaturesca sobre el terreno, por elcontraste existente entre Ios grandes complejos urbanosy los arrabales plagados de modestas torrecitas. Por par-te opública>, colectiva, estatal, se incita a la adopción degrandes complejos urbanos. Por parte .,privadao se quie-re hacer prevalecer el sistema a base de modestas torre-citas. Existen otros muchos elementos.

A través de esas contradicciones. el análisis crítico delespacio político y de la política del espacio señala las ten-dencias y denuncia los peligros y amenazas que entrañala situación.

La ciudad y lo urbano *

1. Et decir que la sociedad contemporánea se hallaen proceso de mutación ha acabado convirtiéndose enunJ banalidad. El vocablo omutación, no tiene significa'do preciso más que en biología; cuando se le utiliza en

,"rriido sociológiio, es más 6i"t a modo de imagen, de

metáfora, antes que como concepto. Esa imagen puede,

inclusive, llegar a disimular el interrogante esencial ¡ ¿adónde iremos a parar?

No es menos cierto que dicha umutaciónn se ve ca'ractertzada por múltiples crisis que se intrincan las unascon las otras, desde las crisis económicas y las de laeconomía política, hasta las crisis por las que pasan el

arte, la literatura, el cine, el teatro, la Universidad, la ju-ventud, etc... Dentro de ese intrincamiento y esa interfe-¡cncia de crisis múltiples, se plantea un interrogante:¿hay acaso una crisis y crisis más importantes, más esen-

ciales las unas que las otras? El planteamiento que viene

a continuación se cimenta sobre la hipótesis según lacual la crisis de la realidad urbana es más importante,más central que cualquier otra.

2. Es un hecho de lo más corriente el hablar de lasociedad industrial. Esa expresión es criticable en el sen'

tido de que no pone de manifiesto determinadas relacio-nes sociales constitutivas del proceso de industrialización.Las relaciones de producción requieren un análisis que Iaexpresión osociedád industrial" tiende a eludir, poniendo

el acento sobre la producción material, sobre el desarro-llo puro y simple de la producción, y no sobre las relacio'nes sociales de producción. Respetando esas importantes

* oEspaces et Sociétés", núm. 2, marzo de 1971.

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r€servas y señalando Llna vcz más cómo un supllesto"con'cepto puóde llegar a convertirse en imagen y en.metátora'

""ita.umo, muño cle la expresión: sociedad industrial'

Mtry bien se puede áe"ir "que la sociedad industrial sus-

cita la aparición'de t" rrtUu"irución. Tal constatación y-tal

fórmula no pu.u., de s"t, hoy en día, meras banaiidades'Así y todo, iesulta menos banal preguntarse si las conse'

cuencias del proceso, a saber, la urbanización, no cobranrápidamente

-mayor irnportancia que su causa inicial: la

ináustrialización. La teiis qué presentamos seguidamen-te se basa en que la problemática urbana desplaza y mo-

difica hondaménte la problemática que tiene su origen en

el proceso de it d.ttitiilización. Cuando la mayoría de los

teórizantes y también de los pragmáticos, que proceden

de forma empÍrica, consideran aún la urbanización como

siendo t.rrru Conr""uencia exterior y de escasa importan-cia, casi accidental, del proceso esencial, la industriali'zación, nosotros ur"r,"rurrios todo lo contrario' Sucede en

ese proceso de doble vertiente algo de suma importancia.;hablando en t¿rminor-"Iásicos ,-un boom cualitativo' Elcrecimiento ..turr,iiutiuo de la producción económica ha

suscitadc¡ un fenómeno cualitatilro q.re se traduce él mis-

mo por .rna probü*iti"u nueva: la problemática urba-

na. Resulta eiencial tomar conciencia y conocimiento cle

ella, con el fin de no perpetuar un error teórico y práctlco;dicho error consiste en que se pretende sac-ar de la racio"

nahdal de "*p."ru, experiencla de la industrialización'

modelos y "tq-i"*ui

aplicables a la -realidad urbana en

gestación. se quiriera iii", esa realidad a la luz de la

empresa y como ,rtu *pt"sa. Ahora bien, la. T:i""1!;dad de lá empresa, de su organuación, -la

divis.iÓn del

trabajo que enlraña, ha constituido una adquisición esen'

cial áel período ináustrial, pero que ya no conviene al

período iue ahora se inicia por deber éste elaborar por

il -is*o una forma nueva ie racionalidad: la raciona'

lidad urbana. El p;;;gi. con la antigua racionalidacl'ql aplicarla sin ton ni lon, acarrea todo tipo de errores

y dé espeji.^ó, qt" ,t u,r"ln"tt a encontrar en lo que s€

denomina (urbanismo>.

64rrcs 128 5

ó5

Los términos "sociedad urbanau no pueden aplicarserr cualquier ciudad o urbe histórica; en la perspectiva asÍrlcfrnida designan una realidad en formación, en parter oal y en parte virtual, Io cual significa que la sociedadrrrbana no ha llegado ni muchlsimo menos al final de su

l)roceso. Se está fraguando. Esta es una tendencia quet'stá tomando cuerpo y que está llamada a desarrollarse.

Esa ambigüedad terminológica habiendo quedado di-lucidada, cabe proponer una (periodización" del tiempolristórico que lo divide en tres eras: la era agraria, lat'ra industrial, la era urbana. Hubo ciudades tanto en Iat:r'a agraria como en la era industrial. Pero la era urbanasc está iniciando ahora y no hace más que comenzar. Re'

¡ritamos una vez más que la nperiodización, no es abso-luta; toda división del tiempo histórico en perÍodos dis-tintos es puramente relativa. Se podria decir, recurriendol una metáfora de lo más coriente, que lo ourbano" vie-r¡c a ser un continente que se acaba de descubrir y cuyacxploración se lleva a cabo edificándolo.

3. La ciudad, desde los principios mismos de la erarrgraria, fue una creación humana, la obra por excelencia;su papel histórico es aún mal conocido, especialmente en

oriente, y la teoría del modo de producción asiático nos¡'cserva todavía alguna que otra sorpresa por lo que se

lcfiere a la relación entre la ciudad y el campo. En Iotlue concierne al Occidente propiamente dicho, esa rela-t'ión conflictiva, es decir, dialéctica, es una de las que loslristoriadores menos conocen. En lo tocante a la ciudadcn sí misma, tanto la oriental, como la de la Antigüedad,lir del Medioevo, etc., se han propuesto una extensa serietlc conceptos.

a) La ciudad es un objeto espacial que ocupa unIugar y una situación y que debe, por consiguiente, sert'studiado en tanto que objeto a través de diferentes téc-

rricas y métodos: económicos, políticos, demográficos, etc.(lomo tal, la ciudad ocupa un espacio especÍfico total-rnente distinto del espacio rural. La relación entre esos

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espacios depende de las relaciones de producción, es de.cir, del sistema de producción y, a trivés de éste, de Iadivisión del trabajo en el seno áe la sociedacl.

b) Desde este punto de vista, la ciudad viene a ser.una transición entre un orclen próximo y un orden le-jano- El orden próximo es el de la campiña circund.anteque la ciudad domina, organiza, explota, éxtorcándole oso-bretrabajoo. El orden lejano es

"f d" lá sociedad tomad4

en su conjunto (esclavista, feudal, capitalista, etc.). Entanto que transición, la ciudad es también el lugar don-,de se manifiestan las contradicciones de la socieáad con"siderada, por ejemplo, las existentes entre el poder politico y los diferentes grupos sobre los que se ásienta esepoder.

c) La ciudad es una obra en el sentido de una obrade arte. El espacio no está únicamente organizado e ins-tituido, sino que también está modelado, configurado portal o cual grupo de acuerdo con sus exigenciis, su ét:icay su estética, es decir, su ideologÍa. La monumentalidadrepresenta un aspecto esencial de la ciudad en tanto queobra, pero el horario que siguen los miembros de la io-lectividad urbana no reüste un aspecto de menor impor-tancia. La ciudad como obra debe ser estudiada bajo esadoble faceta: edificios de toda índole y horario que im-plican en la vida de los habitantes de las ciudadés v detodos los ciudadanos en general.

De ahí se desprende que en la ciudad antigua las cos-tumbres y el valor de costumbres caracterizan aún el ho-rario. En las formas tradicionales de la ciudad, el inter-cambio y el valor de intercambio no han roto todavíatodos los moldes ni barrido todos los usos y costumbres.Es, miradas en este sentido, que las ciudades antiguasson y siguen siendo obras y no productos.

4. La violenta dispersión de la ciudad tradicionalconstituye un fenómeno que salta a la vista, pero cuyosentido no resulta nada evidente. Se hace neiesario elaveriguarlo. Las interpretaciones dadas a este hecho han

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.,ido y siguen siendo. todavía múltiples. l_Inos piensan quelray que hacer prevalecer la oanticiudado sobre la ciudld,y clue la modernidad se define a través de la uno ciudad"(¡r<-¡madismo, o también proliferación sin límites del ha-ltital). Dicho fenórueno sólo puede queclar esclarecido me_'liante un análisis dialéctico y recuiriendo ar método dia-lúctico. La industria se ha revelado, efectivamerrt", .oÁosicndo la,,no ciudad, y la <<anticiudad,. Se ha ido iiplan-tando ahí donde encontraba los recursos que requeria,rr saber, las fuentes de energÍa, de materiai primas, détuano- de obra, pero ha perjudicado las ciudides en elscntido más estricto y fuerte del término, destruyéndolasv disolviéndolas. provoca su desmedido desarróllo, urrr,t'¡-rando acompañándolo de la total y violenta dispersióntlc sus antiguas características (fenémeno de implosiOn_.'xplosión). Con la industria, se produjo la generjizarcióntlcl intercambio y del,comercio; las costumüres y el valorcle costumbres han desaparecido casi po,

"o-ileto, no¡rerdurando más que en tanto que exigencia del

"orr'r.rrrotlc las mercancías, desaparecienáo .uripo, completo la fa-ceta cualitativa de las costumbres. con dicha

^generaliza-

ción del intercambio, el suelo se ha convertidó en mer_caderia. El espacio imprescindible para la vida cotidiana,se vende y se compra. Todo cuanto ionstituyó la vitalidaáde la ciudad, en tanto que obra, ha desapaiecido ante lageneralización del producto._ ¿Acaso significa lo antedicho que Ia realidad urbanaha desaparecido? No, al contrario: se generaliza. La so-ciedad entera se torna urbana. El proceJo dialéctico es elsiguiente: la ciudad, su negación a través de la industria_Iizacíón, su restitución a una escala mucho mayor queantaño, la correspondiente a la sociedad entera. Ér" pio_ceso se desar¡olla no sin toparse con obstáculos üdavez más importantes. Las relaciones de producción exis_tentes se han ido extendiendo, ampliando;

"ru, relaciones

han conquistado una base de máyor extensión, atqayén-dose simultáneamente la agricultuia y la realidad.rrtárru,pero al producirse esa ampliación de campo han tropeza-do también con nuevos obstáculos. por una parte, se ins-

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tituyen centros de decisión dotados de poderes aún des"conocidos, pues concentran la riqueza, el poderío represi-vo, Ia información; por otra, la violenta dispersión de lasantiguas urbes suscita segregaciones multiformes; los ele-rnentos cle la sociedad quedan inexorablemente separadoslos unos de los otros en el espacio, de ahí una disoluciónde ias relaciones sociales, en el sentido más amplio de lapalabra, que se suma a la concentración de las relacionesestrecharnente vinculadas con las relaciones de propiedad.

5. AsÍ es como toma forma ese nuevo concepto: lourbano. Es en todo punto preciso establecer un distingoentre la ciudad y lo urbano. Este se distingue de la cir¡-dad precisamente porque aparece y se manifiesta en elcurso de la dispersión'de la ciudad, pero perrnite recon-siderar y comprender determinados aspectos de ésta, as-pectos que habían pasado desapercibidos por espacio demucho tiempo: la centralización, el espacio como puntode reunión, Ia monumentalidad, etc. Lo urbano, es decir,la sociedad urbana, no existe todavía y, sin embargo, exis-te virtualmente; a través de las contradicciones existen'tes entre el habitat, las segregaciones y la centralizaciónurbana -que resulta esencial para la práctica social* se

pone de manifiesto una contradicción llena de sentido.Lo urbano es un concepto teórico desligado y liberado

por un proceso tal como se nos presenta y tal como loanalizamos. No se trata de una esencia según la acepcióntradicional del término entre los filósofos; no se trata deuna sustancia como tendería a dejarlo creer tal o cualtérmino aún utilizado de forma laudatoria, por ejernplo,la urbanidad; es más bien una forma, la del encuentro yde la reunión de todos los elementos que constituyen lavida social, desde los frutos que nos da la tierra (trivial-mente: los prcductos agrícolas) hasta los símbolos y lasobras llamadas culturales. Lo urbano se manifiesta en elseno mismo del proceso negativo de la dispersión, de lasegregación, en tanto que exigencia de encuentro, de re-unión, de información.

En tanto que forma, io urbano lleva un nombre: es la

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sirnultaneidad. Esa forma se sitúa entre las tormás que se

¡:ueden estudiar, discerniéndolas de su contenido. Lo quela forma urbana reúne y torrla simultáneo puede ser muyrliverso. Tan pronto son cosas, como personas, como sig-nos; lo esencial reside en la reunión y en la simultaneidad.A este punto de vista se puede decir que el "vector nulo"resulta esencial para la definición de lo urbano.

La centralización posee su movimiento dialéctico es-

¡rccífico. Su presencia se hace imprescindible. No puedecxistir realidad urbana alguna si no existe un centro, tan-f <¡ si se trata del centro comercial (que reúne productosy cosas), como del centro simbólico (que reúne y tornasimultáneas determinadas significaciones), como del cen-tro de información y de decisión, etc. Ahora bien, todocentro se destruye a sí mismo. Se destruye por saturación;se destruye porque remite a otra centralización; se des-truye en la misma medida que suscita la acción de aque-llos a quienes excluye y a los que expulsa hacia las zonasrreriféricas.

La forma urbana plasmada de esta guisa es una abs-tracción, pero concreta. Lo mismo sucede con la formadel intercambio tal como Marx la plasma en las primeraspáginas de El Capital. Esa forma y su teoría resultan su-mamente abstractas y éste es el motivo por el cual suanálisis ha sido tar¡ poco comprendido por espacio de unsiglo; y, sin embargo, dicha forma abstracta es la clavede lo concreto, de la práctica. Es el punto de partida paraIa percepción del contenido. Otro ejemplo: las formas dela propia lógica en tanto que formas de todo pensa-miento, son muy abstractas, y, no obstante, son las dove-las y el punto de partida de toda reflexión metódicamenteconducida. Se podrían multiplicar los ejemplos de talforma abstracta y concreta a la vez (la simetría, la repe-tición, etc.).

El carácter abstracto cle esta reflexión sobre lo urba-no y de esta definición puede considerarse como siendo unobstáculo, pero en ningún caso como una objeción. Es laf'orma general la que presta sentido a las constatacionescmpíricas, y no a la inversa. Por sÍ $olas, Ias constatacio-

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nes empíricas no alcanzan la forma general. Sin embargo,resultan imprescindibles, pues revelan el contenido de laforma. Permiten estuüar, analizar el proceso, ponerle ja-lones, resaltar sus puntos importantes. Especialmente, lasegregación, la constitución de estos espacios periféricosy pobres al permitir la reproducción de las relaciones deproducción que son relaciones de clase, dicha segregaciónconstituye una negación teórica y práctica de lo urbano,pero, en su condición de tal, lo revela. El carácter desér-tico, abandonado, de las periferias urbanas es muy re-velador; lo que revela, para descubrirlo y decirlo, hayque leerlo. La lectura de los espacios urbanos, periféri-cos o centrales, no se hace únicamente sobre mapas, ela-borando un código abstracto; se trata de una lectura<sintomal> por excelencia y no literal.

6. Esa lectura del espacio urbano permite dar unadefinición general de éste a través de las contradiccionesy de las negociaciones intrincadas; lo que se constituyees un tiempo-espacio diferencial. El tiempo y el espaciodel período agrario vienen acompañados de peculiarida-des yuxtapuestas, las de los paisajes, de los climas co-rrespondientes a la flora y a la fauna, de las etnias huma-nas, etc. El tiempo y el espacio de la era industrial hantendido y tienden aún a la homogeneidad, la uniformidad,la continuidad constreñidora. El tiempo y el espacio de laera urbana se tornan diferenciales y dicho carácter quedaevidenciado a través del análisis. Redes y flujos sumamen-te diferentes se supe{ponen y se intrincan, desde las redesviales hasta los flujos informativos, desde el mercado deproductos hasta los intercambios de símbolos. La dialéc-tica de la centralización introduce un movimiento dife-rencial de una fuerza extraordinaria. Se ha podido pro-poner, distinguir en dicho espacio <topias>: isotopías (es-

pacios homólogos que poseen funciones o estructuras aná-logas); hetertopías (espacios contrastantes, conjuntos defuerzas repelentes a veces muy considerables y de ten-siones a menudo extremas), y utopías (emplazamientos del<en otra parte> y de lo que no tiene emplazamiento, en

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<'special el saber y el poder, presentes y ausentes a unticmpo, en especial en la monumentalidad).

Este análisis diferencial del espacio urbano se salecle los procedimientos analíticos que constatan y gue con-sagran la homogeneización so pretexto de racionalidad.lisos procedimientos analíticos no se atienen más que alos esquemas uniformes, a las homologías. Dichos proce-tlimientos desembocan en lógicas (la del intercambio, laclc la planificación, etc.), en vez de poner el acento sobreIas diferencias.

7. De ese error fundamental sobre la racionalidad sedesprende una consecuencia que ya hemos mencionadoanteriormente, pero sobre la que es menester insistir:lo urbano, esa virtualidad en marcha, esa potencialidadque ya desde ahora se realiza, constituyen un campo' devisión ciego para aquellos que se limitan a una raciona-lidad ya trasnochada, y así es como corren el riesgo deconsolidar lo que se opone a la sociedad urbana, lo quela niega y la destruye en el transcurso del proceso mis-mo que la crea, a saber, la segregación generalizada, laseparación sobre el terreno de todos los elementos y:rspectos de la práctica social, disociados los unos de losotros y reagrupados por decisión política en el seno deun espacio homogéneo.

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