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La CGT de los Argentinos en Rosario INTRODUCCIÓN

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La CGT de los Argentinos en Rosario

1

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo constituye un estudio sobre la influencia que tuvo el

desarrollo de una de las corrientes sindicales de la década del 60’, representada por la

C.G.T de los Argentinos, en la ciudad de Rosario y su zona de influencia, en el lapso que

abarca desde su nacimiento en 1968, hasta su desaparición, como estructura

organizativa, en 1969.

A pesar de su corta existencia, esta central marcó una profunda ruptura con

respecto a ciertas prácticas sindicales instaladas en el movimiento obrero organizado, y al

mismo tiempo produjo, importantes modificaciones en las estrategias de lucha de los

trabajadores organizados, las cuales perdurarán aún después de su desarticulación como

instancia de organización sindical.

Desde esta perspectiva, consideramos que la C.G.T. de los Argentinos constituyó

uno de los intentos más relevantes por conformar una organización capaz de expresar a

una clase obrera en transición, dispuesta a reformular sus instrumentos reivindicativos,

pero sobre todo su marco político.

Es necesario tener en cuenta, a la hora de abordar nuestra problemática, que la

misma se encuentra englobada en lo que Ricardo Falcón denomina la “cuestión obrera

urbana”, en donde no solamente es importante el papel que juega el movimiento obrero

organizado en la constitución de la misma, sino que también adquieren relevancia actores

sociales con diversas prácticas y estilos organizativos.

En este sentido, junto a Ricardo Falcón sostenemos que la cuestión obrera, (en el

período de tiempo estudiado), fue la principal manifestación urbana de la cuestión social,

entendiendo a la misma como abarcadora de la cuestión obrera y como aquella que

refleja “las contradicciones y problemas que surgen en el proceso de construcción

capitalista”1.

Metodológicamente, nuestro trabajo está auspiciado por la combinación de

enfoques provenientes de la historia social y la historia política; los cuales son

1 Falcón, Ricardo. “ Notas sobre la cuestión social en Argentina”, en Cuadernos del CIESAL, Año 6, Nº

6-7 ( 1999 - 2000), pág. 189.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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instrumentadas como disciplinas afines que contribuyeron en la indagación de la

problemática investigada.

Además, fue necesario utilizar ciertas herramientas que corresponden a lo que

denominamos historia oral. Esta metodología nos facilitó la posibilidad de acceder a un

diagnóstico básico sobre las experiencias vividas por el movimiento obrero organizado y

sus integrantes, en el complejo proceso de los años 68 y 69 en Rosario y su zona de

influencia.

Esto resultó fundamental a la hora de subsanar la manifiesta escasez de fuentes

escritas en torno a la cuestión estricta de Rosario, lo cual tratamos de complementar con

el testimonio de actores relevantes, como así también con la prensa de diverso género,

existente en el período de estudio.

Para el abordaje del tema hemos dividido este trabajo en tres partes principales.

En la primera, se analiza la importancia que imprimió para el movimiento obrero, el

gobierno de Juan Domingo Perón, estableciéndose entre ambos una compleja relación

que determinó y marcó profundamente la segunda mitad del siglo veinte en la Argentina.

En este primer apartado, también realizamos un recorrido histórico por la

experiencia de la “Resistencia Peronista” y los programas de “La Falda” y “Huerta

Grande”, los cuales son considerados los antecedentes discursivos y prácticos más

inmediatos de lo que escogimos como objeto de investigación.

La segunda parte del trabajo consta de un análisis acerca de la repercusión, que al

interior del movimiento obrero organizado y los diferentes actores de la sociedad civil,

produjo el advenimiento de la denominada “Revolución Argentina”.

En el mismo, se parte de la descripción de los principales características del

proyecto político que impulsó el gobierno de facto encabezado por el General Onganía,

las cuales dieron lugar a la emergencia de prácticas sindicales confrontacionistas en

diversos centros urbanos, en donde es posible tender un puente, entre la situación de

crisis por al que atravesó dicho proyecto y la aparición de organizaciones que pugnaron

por su deposición.

Finalmente, la tercera parte constituye un estudio de caso en el cual se analiza la

constitución de la CGT de los Argentinos en Rosario y sus zonas aledañas. En el

acercamiento a las particularidades de nuestro objeto de investigación, daremos muestra

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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de las diversas características de su orígen, lo cual nos posibilitará la realización de un

ejercicio comparativo entre las semejanzas y diferencias entre la estructura sindical a

nivel regional y la nacional.

En esta última parte del trabajo, le daremos fundamental importancia, a los

hechos históricos conocidos bajo el nombre de “Rosariazos”, en los cuales fue clave la

confluencia de la CGT de los Argentinos con otros movimientos y sectores

contestatarios de diversa índole.

Este objetivo, resulta coherente con nuestra intención de sostener al proyecto

político de la CGT de los Argentinos en Rosario, como una experiencia genuina que

cobijó en su seno a diversos sectores sociales, anteriormente ajenos a las prácticas e

ideales del movimiento obrero organizado.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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PRIMERA PARTE

LAS ORGANIZACIONES SINDICALES A PARTIR DE LA CAIDA DEL

PERONISMO, EN 1955.

La construcción de una relación compleja

Con la llegada de Juan Domingo Perón a la Secretaría de Trabajo y Previsión en

septiembre del 43’, se abrió paso a un período de fuerte presencia estatal en las

cuestiones relacionadas con el movimiento obrero organizado.

Aunque los arbitrajes económicos del gobierno del General Justo en 1932 fueron

antecedentes de este perfil, es en la década posterior cuando realmente se consolidó un

modelo estatal intervencionista que se enmarcara en una estrategia política de apertura

hacia los trabajadores organizados.

Esta relación entre el movimiento obrero organizado y el Estado transformó

cualitativamente el escenario político, ya que, junto a Louise Doyon, planteamos que

... el Estado no regulaba las relaciones obrero patronales; intervenía sólo cuando un

conflicto amenazaba alterar el orden social y usualmente limitaba su intervención a la

aplicación de sanciones represivas contra los trabajadores implicados...”2.

El 27 de octubre de 1943 Juan Domingo Perón fue designado director del

Departamento Nacional del Trabajo y desde allí comenzó a diseñar un programa social

que acercó a los trabajadores y sus organizaciones sindicales al Estado. En definitiva,

esta posición partió de una concepción diferente a la de los gobiernos anteriores, ahora

era el propio gobierno el que auspiciaba el rol económico y político de los sindicatos.

En este nuevo marco, se comenzarán a tejer complejas relaciones que con el

correr de los años serán determinantes para el movimiento obrero, por eso junto a Little

2 Doyon, Louise. “El crecimiento sindical bajo el peronismo”, en La Formación del Sindicalismo

Peronista, Comp. Juan Carlos Torre, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1988, pág. 173.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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sostenemos que “... cuando se forjó la alianza popular entre 1943 y 1946, ésta fue un

proceso complejo, oscilante, pero esencialmente limitado, los dirigentes que apoyaron

a Perón lo hicieron a partir del cálculo de que convenía a sus mejores intereses...”3.

Con el ascenso de Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Nación, la relación

entre el movimiento obrero y el Estado se transformaron notoriamente, demostrando que

los años 1946 - 1955 marcarán a fuego la compleja interacción entre el movimiento

obrero organizado y el Estado peronista.

En este período, el Estado tuvo decididamente un rol importante en el proceso de

organización de la clase trabajadora, resultando relevante al interior de las estructuras

sindicales, y posicionándose como el agente clave en la armonización de los conflictos de

intereses entre un movimiento obrero en ascenso y diversos sectores de la burguesía.

Esta posición conciliadora a la que se aprestaba, resulta importante ya que

“...sólo a través del Estado se podía evitar el conflicto de clases y, en última instancia,

la revolución (...) sólo con la mediación del Estado como socio igualitario se podía

reconciliar al trabajo con el capital... ”4.

Esta estrategia, resulta clave a la hora de comprender como los sucesivos

gobiernos trataron de integrar a la llamada “cuestión peronista”5, problemática

fundamental para nuestra investigación, ya que el éxito o fracaso de dichas estrategias

repercutirán en las prácticas sindicales posteriores.

El primer gobierno peronista estuvo signado por un alto grado de incorporación

de los trabajadores a la comunidad política nacional, en donde los mismos tuvieron la

posibilidad de defender sus intereses a través de sus propias organizaciones; como así

también, pudieron acceder a derechos civiles, y en este sentido es que creemos que con

la concreción de estas características se plasmó una definitiva “institucionalización de la

clase obrera”6.

3 Little, Walter. “La Organización Obrera y el Estado Peronista, 1943 - 1955”, en La formación del

Sindicalismo Peronista, Comp. Juan Carlos Torre, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1988, pág 276. 4 Little, Walter., op, cit, pág. 269. 5 Este concepto lo retomaremos en el análisis de los gobiernos de Frondizi e Illia fundamentalmente, y

recalcamos su importancia a la hora de interiorizarnos acerca de ciertas características objetivas y

subjetivas del movimiento obrero posterior al 55’. 6 Juan Carlos Torre considera al período 1946 - 1955, como el período en el que se establece la definitiva

“institucionalización de la clase obrera Argentina”, para una mayor profundización del tema

consideramos importante su trabajo sobre “La trayectoria del sindicalismo entre 1955 y 1973”.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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Esta referencia, señala la importancia del peronismo a la hora de conjugar en la

práctica y en el discurso, una verdadera redefinición del papel de la clase obrera en la

sociedad. En definitiva, el peronismo venía a desequilibrar y a poner en duda la noción de

ciudadanía propia de la democracia liberal, que había concebido al trabajador en igualdad

de condiciones sólo en la teoría.

En este contexto, la clase obrera será reconocida como una fuerza social

autónoma, con reconocimiento y representación en la vida política nacional, teniendo la

posibilidad de tener acceso directo al Estado, a través de estructuras intermedias

representadas por los sindicatos.

Junto con esto, debemos plantear también que en el período peronista, la

disciplina partidaria verticalista inculcada por el propio Perón, acentuó la tendencia a la

burocratización y la formación de cuadros habituados a la misma. Muestras de ello

encontrámos en el grupo de dirigentes intermedios que habían ocupado la mayoría de las

cúpulas burocratizadas, y que luego de la caída de 1955, recuperaron buena parte de los

sindicatos en 1957 y, a pesar de su marginación política, lograron restablecer los

antiguos mecanismos de control interno.

Además de la creciente burocratización del movimiento sindical, en este período

se comenzaron a gestar prácticas asistenciales que a través de la creación de instituciones

y obras sociales, (con el previo apoyo del gobierno y una cierta colaboración del capital);

empezaron a organizar clínicas, centros de recreación, habitacionales, vacacionales, etc.

Esta relación entre el Estado y el movimiento obrero organizado correspondía a

una visión corporativista, en donde el Estado era considerado “... un espacio en el que

las clases podían actuar política y socialmente, unos junto con los otros para establecer

derechos y exigencias (...) el árbitro final de ese proceso podia ser el Estado, y en

definitiva la propia figura de Perón identificada con el Estado, pero éste no constituía

a esos grupos como fuerzas sociales, pues ellos tenían cierta independencia, así como

una presencia irreductible, social y, por lo tanto, política... ”7.

7 James, Daniel. “Resistencia e Integración”, El Peronismo y la Clase Obrera Argentina (1946 - 1976),

Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Pág. 32.

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En este contexto, también se asistió a un período de madurez del modelo de

acumulación por sustitución de importaciones, en donde el número de establecimientos

industriales creció un 110% entre 1946 y 1952.

En su imponente obra “la formación de la conciencia nacional”, Hernández

Arregui retrata nítidamente la movilidad social ascendente en la que se encaminaba dicha

estructura social planteando que “... las capas bajas de la población conocieron

derechos de vida que le habían sido negados bajo el inexorable dominio material y

político de la oligarquía (...) el costo de vida, poniendo como número índice 100 para

1943, aumentó a 180 para 1949 (...) pero los salarios a 267 (...) los ahorros ese

mismo año pasaron de 82 pesos por persona a 210 (...) Argentina ofrecía el más alto

nivel de vida de América Latina y uno de los más elevados del mundo... ”8.

Estos cambios se reflejaron en respuestas políticas a ciertos cambios ocurridos en

la estructura socio - económica y por consiguiente en la estructura de clases, producto de

la influencia de factores internos y también externos, que en lo económico establecieron

una modificación del carácter tradicionalmente agro exportador, por el de una

orientación del proceso productivo con mayor énfasis en el desarrollo industrial.

Paralelamente a este destino, se desarrollaron con mayor fuerza sectores sociales

como las clases medias urbanas, la burguesía industrial y la clase obrera industrial,

originando una reorganización de la estructura social y una nueva estructuración de las

clases en el poder.

Un hecho clave en esta novedosa prefiguración de la idiosincrasia del movimiento

obrero, fue la sanción en 1945 del decreto 23. 852. Este tenía el objetivo de reglamentar

las Asociaciones Profesionales, asegurándole al movimiento obrero un rol activo en el

mercado de trabajo. De este decreto también se desprendían la posibilidad de una

confederación laboral única, abonando la estrategia de la unidad y cohesión del

movimiento obrero organizado.

Además de las evidentes mejoras sociales a las que accedió, el movimiento obrero

también consiguió reformular considerablemente su estilo y capacidad de organización e

influencia social. En este sentido, la estructura de organización impuesta a la expansión

sindical fue importante, ya que moldeó el futuro desarrollo del movimiento gremial.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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A partir de esto, el sindicalismo argentino se estructuró a través de sindicatos por

rama de actividad, (más allá de los casos aislados de representación por oficio y

empresa), en donde el monopolio de la representación lo tenía solamente un sindicato, el

cual era reconocido como agente de negociación. Su organización relacional era

piramidal, ya que surgía desde la base con los sindicatos a nivel local, pasaba por la

federación y terminaba finalmente en la confederación única.

Esto, de alguna manera señala que la conducción ejercida por el peronismo sobre

los trabajadores no puede explicarse solamente por los avances en el terreno social o

económico, sino que también tuvo que ver con “... su capacidad para refundir el

problema total de la ciudadanía en un molde nuevo, de carácter social... ”9.

En este contexto surge con importante influencia la CGT como un actor

mediador entre el Estado y el movimiento obrero organizado, “... la relación entre los

sindicatos nacionales y la CGT sólo puede entenderse teniendo en cuenta la función

política cumplida por la confederación (...) bajo el régimen peronista el papel de la

CGT ya no se limitó a coordinar las políticas de sus miembros, como lo había hecho

hasta 1943...desde un principio, asumió la función de mediadora entre los sindicatos y

el Estado... ”10.

Dicha reformulación repercutió en las bases, en donde se formaron las

denominadas “comisiones internas de fábrica”, herramienta de lucha que sobrevivirá

hasta finalizada la década del 70 y que como bien puntualiza Doyon “... ofreció una

garantía efectiva para la implementación de la legislación laboral y los acuerdos

colectivos negociados por el sindicato, al crear directamente en la planta un cuerpo

orgánico reconocido, que pudo negociar con los patrones las demandas de los

trabajadores sin temor a represalias... ”11.

Lo que resulta evidente es que el peronismo llevó a cabo una integración real de

la clase trabajadora en donde, mientras la expansión en gran escala de la organización

sindical aseguraba el reconocimiento de la clase trabajadora como fuerza social en la

8 Hernández Arregui, Juan José. “La Formación de la Conciencia Nacional”, Buenos Aires, 1973, Pág.

406. 9 James, Daniel., op. cit., pág. 29. 10 Doyon, Louise. “ La Organización del Movimiento Sindical Peronista ( 1946 - 1955)”, en La

Formación

del Sindicalismo Peronista, Comp. Juan Carlos Torre, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1988, Pág. 199.

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esfera de la producción, también se asistió a la integración de esa fuerza social a una

coalición política emergente supervisada por el Estado.

Esto fue claro en la primer tramo del proyecto peronista, en el cual “... los

sindicatos se incorporaron a un monolítico movimiento peronista y fueron llamados a

actuar como agentes del Estado ante la clase trabajadora, que organizaban el apoyo

político a Perón y servían como conductos que llevaban las políticas de gobierno a los

trabajadores (...) a medida que, en la segunda presidencia, se perfiló más claramente el

Estado Justicialista, con sus pretensiones corporativistas de organizar y dirigir grandes

esferas de la vida social, política y económica, se tornó evidente el papel oficialmente

asignado al movimiento sindical: incorporar a la clase trabajadora a ese Estado... ”12.

La gran mayoría de la conducciones sindicales anteriores al peronismo, pasaron al

nuevo movimiento llegando incluso a tener participación en listas de legisladores.

Muchos de ellos ocuparon cargos de importancia en la burocracia estatal: desde

ministerios hasta direcciones de empresas nacionalizadas.

Así, podemos sostener que a lo largo del período que abarca los años 1945 -

1955, el movimiento sindical cedió parcialmente su autonomía13 en la dimensión

estructural pero no en la ideológica, dada su identificación con la doctrina peronista.

De esta manera, la unidad del movimiento obrero alrededor del peronismo no se

cuestionó nunca y salvo puntuales excepciones, la mayoría de los sindicatos y su central

obrera permanecerá bajo los lineamientos del peronismo.

Esto no impidió el estallido de numerosos enfrentamientos, en los que el Estado

actuaba como mediador o árbitro, inclinando la balanza hacia la obtención de las

conquistas perseguidas. Incluso en ciertos conflictos entre el movimiento obrero

organizado y el Estado, en donde las bases obreras provocaban pugnas abiertas, no se

llegó a cuestionar el sustentamiento al peronismo como corriente política que los

representaba.

11 Doyon, Louise., op. cit., pág. 191.

12 James, Daniel., op. cit., pág. 24.

13 Entendemos por autonomía sindical, cuando los sindicatos controlan sus propias condiciones de

existencia, comportamiento y funcionamiento. Por autonomía política nos referimos cuando el

movimiento sindical posee no sólo capacidad de tomar decisiones políticas autónomas sino también de

actuar independientemente de orientaciones políticas que no pertenecen a su clase y posee la posibilidad

de transformarse él mismo en eje de un nucleamiento político nacional, a través del cual puede

plantearse el acceso al gobierno.

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El proceso o tendencia hacia la conformación de un sindicalismo unificado y

jerarquizado no se logro por el solo efecto de una ley o de las prácticas estatales, en la

década del 40’, la peronización de los grandes sindicatos de ramas industriales derivó de

un conjunto de factores determinados, en última instancia, por la propia dinámica del

modelo sustitutivo de importaciones.

La resistencia peronista

A partir del año 1955 el movimiento obrero mantuvo la gravitación social y

política que había adquirido desde 1945, posicionándose como factor influyente tanto en

aspectos relacionados con el desarrollo económico, como sobre aquellos emparentados a

conflictos alrededor del control del Estado.

El ascenso de la “Revolución Libertadora” encontrará a dicho movimiento, en un

alto grado de homogeneidad en su origen sociocultural y sus experiencias de vida,

además de ser la mayoría de sus integrantes, segunda generación obrera, lo cual sirvió

aun más para reforzar su condición de clase.

Es necesario plantear entonces, la existencia de dos variables de carácter

estructural que favorecieron el poder sindical posterior a la década del 50’, en primer

lugar, un “mercado de trabajo relativamente equilibrado” y en lo relacionado a su

estructura organizativa, una fuerte “cohesión política de la clase obrera”, con una

estructura sindical fuertemente agregada, no competitiva y centralizada14.

Además de estos determinantes estructurales, también existieron determinantes

de índole politico, que tuvieron que ver con el poder de presión que logró movilizar el

sindicalismo gracias a la debilidad política y la fragmentación social de las fuerzas a las

cuales enfrentó en los diferentes períodos de la historia argentina.

14 En cuanto a la “ fuerte cohesión política de la clase obrera”, es importante tener en cuenta el modelo

organizacional de la misma en donde: a) las unidades de encuadramiento sindical típicas han sido las

ramas de actividad, aunque hubo casos aislados de encuadramiento por oficio y empresa, b) el

monopolio de la representación sindical por unidad de encuadramiento, esto es, que sólo un sindicato es

reconocido como agente de negociación y c) la articulación de la estructura sindical en forma de

pirámide, desde el nivel local, pasando por la federación nacional, hasta la confederación única.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

11

Era evidente entonces, que una de las tareas centrales a la que se debía abocar la

“Revolución Libertadora”, era a la elaboración de una estrategia de integración de un

movimiento obrero que se sentía representado en su mayoría en la figura de Perón.

La solución propuesta por el gobierno fue extrema, ya que su análisis se

sustentaba en un menosprecio de la lealtad de los trabajadores hacia el peronismo,

planteando que esta relación, tenía origen en políticas demagógicas que habían logrado

manipular a una gran masa de trabajadores con bajos niveles de educación.

Para Aramburu la solución a la cuestión peronista tendría que ver con la

desaparición de la misma, a través de la proscripción de Perón y el partido como medidas

inmediatas, pero donde la destrucción de la propia identidad peronista sería clave para

dicho proceso.

Catalina Smulovitz plantea que fueron dos hechos fundamentalmente, los que

impidieron la consecución del planteo de la “libertadora”, “... el fracaso del intento de

desarticulación de la identidad peronista y la escisión del partido radical y sus

derivaciones... ”15.

Estas singularidades fueron debidamente aprovechadas gracias al desempeño de

las llamadas 62 organizaciones peronistas, las cuales ejercían generalmente tareas

encaminadas más hacia lo político, mientras que la propia C.G.T., tenía un papel

específicamente sindical, mas allá que en la práctica ambas estructuras se confundían.

Daniel James plantea que “... las 62 organizaciones representaron para los

gremialistas peronistas la primera organización justicialista completamente legal desde

el derrocamiento de Perón, y la utilizarán para coordinar su accionar y presionar al

gobierno tanto en el campo sindical como en la esfera política más general (...) en

rigor de verdad, ese era precisamente el gran desafío que enfrentaba la nueva

generación de dirigentes gremiales ”16 .

Mas allá de ser uno de los antecedentes de nuestras preocupaciones en este

trabajo, desde una perspectiva comparativa, encontramos similitudes entre las

15 Smulovitz, Catalina. “En busca de la fórmula perdida: Argentina, 1955 - 1966”, en Desarrollo

Económico, Nº 121, Vol. 31, Abril - Junio, 1991, pág. 114. 16 James, Daniel. “Sindicatos, burócratas y movilización”, Editorial Sudamericana, en Nueva Historia

Argentina, Tomo 9, Capítulo III, Buenos Aires, 2003, pág. 126.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

12

características que llevó adelante la denominada resistencia peronista y las prácticas

sindicales que más adelante identificaron al accionar de la CGT de los Argentinos.

Desde este punto es que podemos plantear que desde el comienzo de la

“resistencia peronista” hasta entrado el año 1973, las prácticas sindicales estuvieron

encaminadas en dos sentidos; uno centrado en el carácter reivindicativo, y otro que tuvo

que ver con huelgas, movilizaciones y nuevas formas de lucha sindical como fueron la

ocupación de fábricas, que forjaron prácticas que se mantuvieron en el tiempo.

Como bien señala Juan Carlos Torre, “... para el sindicalismo no quedaba otro

camino que replegarse sobre su aislamiento político y acentuar el carácter no

integrable de sus demandas (...) de él habrían de extraer los cuadros sindicales la

fuerza moral para alistarse a un combate que no prometía éxitos seguros y sí, por el

contrario, contragolpes represivos... ”17.

A nivel cualitativo, es necesario percatarse de las transformaciones que ira

sufriendo el movimiento obrero posterior al 55’, las cuales repercutirán fuertemente en el

sindicalismo de la década del sesenta y setenta.

Estos cambios tuvieron que ver con la sindicalización de nuevos sectores

laborales, en donde se acentuarán la presencia de profesionales y técnicos. Además, se

asistirá a la dinamización de sectores que practicaban formas de asociacionismo gremial

de carácter neutro: maestros, periodistas, empleados de la justicia; que descubrieron y

realizaron una intensa gimnasia sindical.

Conjuntamente a esta novedosa dinámica de la estructura social, se generó un

impulso de trabajadores que a pesar de que su origen de clase media los había volcado a

prácticas organizativas inmovilistas en el pasado, ahora cambiarían totalmente su

fisonomía sindical, adoptando modalidades audaces en su accionar. Ejemplo de ello

fueron los numerosos sindicatos de empleados públicos.

Según Calello y Parcero “... la derrota, la desorientación y el reflujo del

movimiento popular, así como el rigor de la represión y los sacrificios de la lucha

clandestina, constituyeron la base de una nueva generación de dirigentes sindicales que

17 Torre, Juan. C. “La trayectoria del sindicalismo entre 1955 y 1973”, Biblioteca Política Argentina,

C.E.A.L. , Buenos Aires, 1986, pág 24.

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poco o nada tenían que ver con la aburguesada y vacilante jerarquía gremial del último

gobierno de Perón...”18.

En este período, las medidas de fuerza eran discutidas y aprobadas en asambleas

de delegados y el movimiento en su conjunto exhibía un aspecto descentralizado, propio

de la ilegalidad o clandestinidad en la que se encontraba la mayoría del movimiento

obrero.

El término resistencia significaba algo más que la alusión a la defensa de las

condiciones de trabajo y la organización dentro de la fábrica, con éste también se

englobaban un conjunto diverso de respuestas que iban desde la protesta individual, el

sabotaje, hasta actividades clandestinas más organizadas, incluyendo el propio

levantamiento militar.

En esta dirección surgieron documentos como, el “informe general y plan de

acción”, redactado por John William Cooke, en el cual se planteaba la posibilidad de una

vía insurreccional, a través de comandos clandestinos y organizaciones ilegales y

semilegales conformadas por la clase obrera.

Las huelgas, con alta participación activa y a menudo prolongadas, contribuyeron

a fortalecer la solidaridad entre los cuadros y las bases, generándose una rápida

recuperación de las luchas obreras entre 1956 y 1958, poniendo de manifiesto el eco

alcanzado por una acción sindical que tuvo como función reforzar la unidad y lograr su

reconocimiento como portavoz político y gremial de la clase obrera.

Las demandas más importantes en los años de la resistencia, estuvieron

encaminadas hacia el retorno de Perón, a nivel político, mientras que en el plano

meramente gremial se batalló por el restablecimiento de la Ley de Asociaciones

Profesionales, la cual habilitaría a los sindicatos de cara a ciertos derechos adquiridos,

que por el momento permanecían suspendidos.

Dentro del marco puntualmente legal, se dictó el decreto 7.107, que excluía de la

actividad sindical a todos aquellos que habían tenido cargos representativos entre 1952 y

septiembre de 1955, y junto con esto se proscribían todas las actividades políticas

peronistas.

18 Calello, Osvaldo - Parcero, Daniel. “De Vandor a Ubaldini”, Biblioteca Política Argentina, C.E.A.L.,

Tomo 1, Buenos Aires, 1984, pág. 19.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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Otra de las medidas de la “Libertadora” fue el decreto 2.739, que tenía la

intención de autorizar a los empleadores a eliminar lo que se definía como “obstáculos a

la productividad”. Esta medida, junto con la suspensión de las comisiones internas de

fábrica, vigentes desde 1955, fueron las que golpearon definitivamente al corazón de la

militancia sindical pos - peronista.

Es importante tener en cuenta que para una clase obrera incorporada, la

existencia del sindicalismo significaba una conquista irreversible, transformándose en la

herramienta por la lucha en pos de mejores condiciones de vida y trabajo.

Ante este panorama, con la limitación al derecho al voto, asociación y huelga, la

Revolución Libertadora no hizo más que actuar sobre una fuerza social ya previamente

reconocida e insertada institucionalmente.

La mayoría de los sindicatos estaban en manos de dirigentes peronistas y en el

caso puntual de la C.G.T., esta tendencia fue casi unánime. Para tener en cuenta la

dimensión de lo planteado, podemos remitirnos a los datos del año 1960, en donde del

total de los sindicatos comprendidos en la C.G.T., el 52,2% se alineaba en el peronismo

sindical, mientras que el resto se nucleaba en los 32 gremios democráticos o en el

M. U. C. S.

Por esto, retomando a Torre afirmamos que fueron “... las reiteradas

proscripciones recaídas sobre el partido peronista llevaron a los sindicatos a

desempeñar, junto a su función propia de la defensa profesional de los trabajadores, la

función sui generis de representarlos también en sus lealtades políticas mayoritarias...

”19.

Contrariamente a lo que se había buscado a través de la política represiva desde

el gobierno, se generó progresivamente un relevo en los cuadros dirigentes que dinamizó

las capas directivas de los diferentes sindicatos.

El objetivo de esta nueva dirigencia al mando de los sindicatos fue, según las

palabras del propio Vicente Armando Cabo, “... debilitar a la dictadura, obligarla a

dar una salida electoral y traer nuevamente a Perón al país... ”20.

19 Torre, J. C., op. cit., pág 12.

20 Entrevista realizada por O. Calello y Daniel Parcero a Vicente Armando Cabo, quien durante la

Resistencia Peronista se desempeñó como secretario general de la CGT Auténtica junto con Andrés

Framini.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

15

Este conjunto de medidas represivas fue contraproducente para la propia

“Revolución Libertadora”, ya que el propio golpe de estado fue fruto, desde un

comienzo, de una coalición conformada por los propietarios rurales, sectores del

empresariado industrial y las clases medias, con una diversidad de objetivos que acobijo

una debilidad creciente, y que fuera de la drástica represión que lanzó contra los

partidarios del peronismo, no alcanzó a articular una política consistente.

En este crítico clima político, aquellos que habrían interrumpido el segundo

gobierno de Perón decidieron abrir el juego electoral, lo cual fue la ocasión para el

estallido de un premonitorio conflicto entre Perón y el nuevo equipo de líderes sindicales,

ya que el primero proponía el boicot a dichas elecciones y el reconocimiento como

autoridades legales a las anteriores a 1955, que conformarían una central obrera

clandestina.

Por el contrario, para muchos sectores de la resistencia el llamado a abstenerse o

votar en blanco propuesto por Perón tenía poco que ofrecer, ya que el apoyo a la

candidatura de Frondizi tenía muchos atractivos, entre los cuales se encontraba, la

reconstrucción de la CGT, la convocatoria a elecciones en todos los sindicatos (incluso

los no normalizados), entre otras cuestiones.

En ese momento se comenzaron a divisar ciertas rupturas al interior del

movimiento obrero, que aunque no fueron definitivas, marcaron posiciones encontradas

en las filas sindicales. En este sentido es muy pertinente lo esbozado por Mónica Gordillo

cuando plantea que “... las divisiones planteadas dentro del peronismo se pusieron

tempranamente en evidencia entre quienes querían mantener una línea de

intransigencia y profundizar los contenidos revolucionarios y los que, una vez abierto

el juego político con las elecciones de 1958, intentaron posicionarse dentro del

sistema... ”21.

Con el ascenso de Arturo Frondizi al poder no sólo culminarían

momentáneamente los años de proscripción, sino que también se dará por finalizada una

etapa de resistencia que reorientó y marcó fundamentalmente las prácticas del

movimiento obrero argentino de cara a sus futuras luchas.

21 Gordillo, Mónica. “Protesta, rebelión y movilización: de la resistencia a la lucha armada, 1955-

1973”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2003, pág. 337.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

16

Sostenemos que con la victoria del Radicalismo Intransigente en 1958, se da una

interrupción al período denominado como “ Resistencia Peronista”, esta interpretación

lejos de ser original, ha sido planteada por diversos autores como Gordillo, Torre y

James.

El cambio en cuanto a las percepciones de la clase obrera, como el clima

benevolente que rodeo a los años 1958 - 1961, no significan la desaparición de prácticas

surgidas del seno de la etapa de la resistencia “... la etapa de la resistencia no culminó

en 1958, pero si hasta entonces predominaron, en forma casi exclusiva, las vías de la

conspiración y la clandestinidad, al estar vedados otros mecanismos de presión... ”22.

Los programas de “La Falda” y “Huerta Grande”

Cuando planteamos la necesidad de dar muestras de las herencias del sindicalismo

combativo, es necesario, además de rastrear ciertas prácticas como las de la Resistencia

Peronista, retomar el matiz programático que todo movimiento organizado plasma en su

historia.

En el orden de lo meramente discursivo, o como ideas y propuestas rectoras de el

sindicalismo combativo, cobran gran importancia los programas de “La Falda” y “Huerta

Grande”, ambos redactados en períodos de máxima hostilidad hacia el peronismo, y en

donde un sector de dicho movimiento se volcó a propuestas y medidas más radicalizadas.

El programa de la Falda surge en un contexto de intensa resistencia y

proscripción de la clase trabajadora. Quienes suscribieron este programa fueron los

sindicatos constituidos en las 62 organizaciones, sector que había resultado decisivo en la

Comisión Coordinadora Intersindical de Gremios Normalizados conformada a principios

de 1957.

Redactado en 1957 en un plenario nacional realizado en conjunto con

delegaciones regionales de la CGT; este documento está recorrido por tres ejes

neurálgicos, los cuales estaban constituidos por lo social, lo económico y lo político,

donde las principales propuestas eran, entre otras, el control estatal del comercio exterior

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La CGT de los Argentinos en Rosario

17

y el crédito, la liquidación de los monopolios extranjeros vinculados a la importación y la

exportación, la planificación de la comercialización, la nacionalización de las fuentes

naturales de energía y los frigoríficos extranjeros, la expropiación del latifundio y el

control obrero sobre la producción y la distribución de la riqueza nacional.

La importancia del programa de la Falda radica en la posibilidad de establecer un

proyecto, en todos sus sentidos, que remarcaría notablemente los cimientos

contestatarios del movimiento que había cobijado como columna vertebral a los

trabajadores.

Y aunque si bien es cierto, que la primera y tercera parte del programa eran una

reactualización de los principios básicos del peronismo, algunas posiciones del mismo

eran más radicalizadas, llegándose a plantear la necesidad de un programa agrario; o en

el hecho de bregar por la solidaridad de la clase trabajadora con las luchas de liberación

de los pueblos oprimidos en pos de una política internacional independiente.

Esta radicalización era evidente cuando se proponían medidas como el control

obrero de la producción y distribución de la riqueza mediante la participación en

elaboración y ejecución de los planes económicos y en la dirección de las empresas

públicas y privadas y el control popular de los precios.

Además era la primera señal de profundización de ciertas demandas y medidas

que excedieran el reclamo meramente reivindicativo, relegando momentáneamente a

segundo plano la consigna por la que habían luchado la mayoría de los resistentes: “la

vuelta de Perón”.

En definitiva, el programa de “la Falda” era el salto cualitativo que el sindicalismo

contestatario había realizado al pasar desde la mera resistencia, a la diagramación de

coordenadas económicas, sociales y políticas que tenían como clave sustancial la

profundización del programa nacional popular en pos de un socialismo nacional.

El programa de la Falda tenía como principales ejes, el rol central del Estado en

cuanto a la soberanía política a nivel externo, propugnando políticas distributivas y de

control hacia el mercado interno, en donde se caracterizaba a la gran burguesía industrial

y terrateniente como el actor oligárquico a combatir por parte de un sindicalismo que se

22 Gordillo, Mónica. “Córdoba en los 60, la experiencia del sindicalismo combativo”, Taller General de

Imprenta, Córdoba, 1999, pág. 78.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

18

entendía como un actor que debía mantener una mayor injerencia en los destinos

políticos del país.

Para Mónica Gordillo fue el sector ortodoxo del sindicalismo el que promovió el

plenario a realizarse en la Falda, además de esta apreciación coincidimos con la autora en

que el mismo representó el punto más avanzado del sindicalismo peronista.

A partir del plenario nacional de delegaciones de la CGT realizado en la Falda en

1957, se empezarán a visualizar evidente fracturas al interior del movimiento obrero

organizado, que aunque no siempre saldrán a la luz, recorrerán un largo período

histórico.

En relación a lo antes dicho, diversos autores como Abós o Gordillo señalan que

las tensiones en el movimiento obrero, en el lapso que abarca desde el año 1958 al 1973,

tienen dos características sobresalientes: a) se produjeron entre tendencias peronistas y

b) estas tensiones aunque llegaron a ser fuertes, nunca llegaron a producir una

verdadera ruptura de la unidad sindical23.

Para este momento, la participación de los trabajadores fue protagonizada por

cuadros de segunda y tercera línea sindical que junto a los dirigentes de lo que se tituló la

CGT Auténtica, protagonizaron una lucha que en principio fue frontal, masiva y directa

contra el régimen de la “Revolución Libertadora”.

Puede considerarse que hacia fines de los 50’, comenzaron a manifestarse los

primeros indicios de una cultura contestataria y de denuncia que se afirmará en la década

siguiente. Estas características fueron frutos de los años posteriores a la caída del

gobierno de Perón, donde la clase trabajadora debió adaptarse a un nuevo contexto, en el

cual los sindicatos fueron adquiriendo mayor independencia del partido peronista y

debieron ocupar el vacío de poder existente.

Por su parte el gobierno de Frondizi, más allá de haber llegado al poder gracias al

voto del peronismo, generó expectativas en el comienzo ya que, además de suspender las

prohibiciones que pesaban sobre algunos sindicatos, sancionó la ley 14. 455 de

Asociaciones Profesionales, habilitando la oficialización de la Central General de los

Trabajadores como organismo de los trabajadores.

23 Abós, Alvaro. “La columna vertebral. Sindicatos y Peronismo”, Editorial Legasa S.R.L, Buenos Aires,

1983, pág. 31.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

19

Siguiendo a Cavarozzi24, la etapa que se inició para entonces, puede ser

caracterizada como “semidemocrática”, ya que existían restricciones en la participación

en la vida política institucional de la mayoría de la población representada por el partido

justicialista.

Además, esta situación estuvo acompañada por mecanismos típicos del

“parlamentarismo negro”, que al margen de la actividad desplegada por el congreso, se

constituyeron en ámbitos donde discurría la vida política, se tejían alianzas y se

soportaban las presiones de los sectores populares marginados del ámbito natural de

participación.

De alguna manera, el pacto entre Frondizi y Perón había depuesto el intento de

aniquilar al peronismo propuesto por la “Libertadora”, abriendo el juego a nuevas

políticas de integración de los sectores peronistas.

La estrategia de integración frondicista fue denominada como “ por interpósita

persona”, en esta estrategia se seguía pensando en la importancia del éxito económico

como piedra fundamental para una cooptación (no atomización) de los sectores

peronistas.

De esta manera, se trataba de reformular la relación entre el poder sindical y el

propio Estado, entendiendo a los sindicatos como reguladores y mediadores de la clase

obrera. Esta relación resultaría más ideal que real, ya que en diciembre de 1958 se

produjo una brusca devaluación de la moneda y la eliminación de los controles de precios

que perduraban de la época peronista, medidas que repercutieron negativamente en las

remuneraciones de los trabajadores.

Junto con este programa recesivo, se promulgó una ley de radicación de

inversiones extranjeras, lo que daría lugar a uno de los mayores momentos de

efervescencia obrera, acontecido cuando se resolvió privatizar el frigorífico Lisandro de

La Torre, medida que provocó la ocupación del establecimiento por siete mil

trabajadores, los cuales luego de resistir fueron desalojados.

24 En este sentido es interesante la tesis plateada por Marcelo Cavarozzi en su obra “Autoritarismo y

Democracia”, en donde sostiene que para el momento del ascenso de Frondizi el sindicalismo ejercía

una doble función a saber: a ) la penetración en los mecanismos representativos a través del apoyo a

determinados candidatos o a la participación, cuando al peronismo le fue permitido, en las elecciones

parlamentarias y b) la acción de desgaste desde afuera bajo la forma de la conspiración o de grupo de

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La CGT de los Argentinos en Rosario

20

En este contexto se llevará a cabo la movilización del sindicato de petroleros, que

denunciaban la sumisión a los monopolios extranjeros. A este tipo de acciones el

gobierno de Frondizi responderá con la sanción de la llamada ley de represión contra el

terrorismo, la cual fue aprobada más allá de la fuerte oposición que en el recinto ofreció

la UCR del Pueblo.

Este giro en la política desarrollista, también estuvo vinculado a la presión que

ejercieron las fuerzas armadas, obligando al gobierno a poner en marcha el “Plan

Conintes” (Plan de Conmoción interna del Estado) que legitimaba la participación de las

Fuerzas Armadas en la represión de toda manifestación.

Los principales impugnadores de la propuesta de integración desarrollista, fueron

los militares y a nivel partidario la Unión Cívica Radical del Pueblo. Este sector del

radicalismo había percibido la derrota electoral como una derrota ilegítima, ya que

además de haber sido desplazados de su propio partido, el sector triunfante, había

consolidado una alianza con el peronismo para poder ser gobierno, estrategia decisiva en

el triunfo del radicalismo intransigente.

Por su parte, los militares le reprochaban su actitud opositora en relación a la

Revolución Libertadora, además de que con su pacto con Perón, Frondizi echaba por

tierra toda posibilidad de un frente antiperonista, objetivo clave para el saliente gobierno

revolucionario.

Más allá de la oposición militar y radical, fue determinante para la crisis de la

estrategia desarrollista la impugnación del propio peronismo, ya que al no poder

incorporar realmente ni al partido ni a Perón, el peronismo volvería a ocupar el rol de

oposición.

Esta ofensiva peronista, se reflejó con nitidez en marzo de 1962, en ocasión de

las elecciones en las que el peronismo logrará derrotar a los restantes partidos políticos,

punto que selló definitivamente la intención golpista que se venía pergeniando.

A esta altura, la recesión era inevitable y una creciente paralización del aparato

productivo era notoria. Esto tenía su principal causa en la caída del consumo popular,

debido a que el ingreso se había trasladado regresivamente de forma directa a el sector

industrial y al capital extranjero e indirectamente en sectores parasitarios de la economía.

presión contra los distintos planes de los gobiernos, tendiente a crear las condiciones para el retorno de

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La CGT de los Argentinos en Rosario

21

Esta crítica situación se podía comparar con las cifras de los conflictos que se

dieron en ese año, en donde la cantidad de trabajadores en huelga alcanzó el medio

millón, sin contabilizar las huelgas generales, cifras superadas solamente en los años

1956 y 1959.

Bajo el impacto de las derrotas y de la penuria económica se produjo un reflujo

de la intensa participación de masas que había acompañado hasta entonces a la acción

sindical. Los acuerdos negociados en el marco de la debacle acentuaron este retroceso

mediante disposiciones que recortaban, las atribuciones de los órganos privilegiados de la

militancia de base, las comisiones internas de empresa.

El sindicalismo peronista se encontró, de pronto, paralizado, precisamente en el

momento en que la lucha por su reconocimiento en el sistema político parecía culminar

con éxito.

Las nuevas ramas productoras de bienes durables y bienes de capital se expandían

mientras las empresas ligadas al consumo de los asalariados entraban en una fase de

relativo estancamiento, parecía como si la estructura productiva se moviera hacia un

modelo dualista con exclusión de los sectores obreros y en el que sólo una fracción de

éstos tendría cabida, trabajando para un mercado compuesto por los grupos sociales de

altos ingresos.

Juan Carlos Torre relata certeramente el clima que se percibiría durante el año

1961 en donde “... tres paros generales consiguieron quebrar la rígida política de

salarios, llevaron a la renuncia de tres ministros de Economía y devolvieron al

sindicalismo una fortaleza que parecía haber perdido...”25.

Más allá de que esta potencialidad era menor en cuanto a los índices de

combatividad presentados durante la etapa de la resistencia, hay un hecho relevante que

se produce en el año 1961, nos referimos a la normalización de la CGT, conformándose

una comisión provisoria en donde prevalecía la idea de mantener una representación

equitativa entre los gremios independientes y aquellos provenientes del tronco peronista.

La Comisión Provisoria inició el diálogo a través de peticiones dirigidas al

Ministerio de Trabajo, en donde las demandas iban desde la amnistía para todos los

trabajadores no involucrados en delitos comunes, la libertad a todos los detenidos a

Perón.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

22

disposición del Poder Ejecutivo Nacional, la normalización de los gremios intervenidos y

la devolución de la personería gremial a algunos sindicatos, entre otros reclamos

planteados.

Ante la negativa a dar respuestas a estas demandas, la central realizaría el primer

paro posterior a la devolución de la central, el mismo fue de 24 horas para el día 18 de

julio y contó con un fuerte apoyo de las masas trabajadoras.

Exactamente al año siguiente, es que se realizaría un plenario en la localidad

Cordobesa de Huerta Grande, en donde resaltó la ausencia del ala negociadora del

movimiento obrero peronista, lo cual demostraría la presencia de dos líneas de acción al

interior del sindicalismo, una dispuesta al diálogo, en donde dirigentes como Vandor y Di

Pascuale serían los referentes, y otro sector conformado mayoritariamente por los

nucleados en las 62 organizaciones que lograría una mayor profundidad ideológica.

El sector combativo en el que se inscriben los nombres de Framini y Amado

Olmos como íconos, es el que generará la profundización del programa de La Falda, y

con ello, la consolidación de prácticas y discursos contestatarios dentro del sindicalismo,

los cuales tendrán eco hasta entrada la década del 80’.

El programa redactado en la localidad cordobesa fue el antecedente programático

más inmediato de la constitución de la CGT de los Argentinos, “... el programa de

Huerta Grande fue retomado con buenas intenciones de llevarlo adelante, cuando

Ongaro gana la mayoría en el congreso Amado Olmos pero el vandorismo no le

entrega el edificio de Azopardo... Ongaro entonces debe instalarse en su propio

sindicato y organiza la CGT de los Argentinos, teniendo como base de la organización,

el programa de Huerta Grande... ”26.

Andrés Framini en esta entrevista, hace referencia al conocido congreso al cual se

lo designó con el nombre del recientemente fallecido dirigente de la sanidad “Amado

Olmos”, importante figura en la lucha contra la burocracia sindical entreguista.

En cierta medida, el programa de “Huerta Grande” refrescaba algunas propuestas

de programas anteriores, pero había una serie de proposiciones que definitivamente

dejaban visualizar el giro hacia la izquierda que había emprendido un sector importante

del sindicalismo argentino.

25 Torre, J. C., op, cit., pág. 30.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

23

En relación a programas anteriores, los diez puntos elaborados en Huerta Grande

ponían de relieve el semicolonialismo bajo el cual se encontraba preso nuestro país,

proponiendo por contrapartida ampliar la política de nacionalizaciones en áreas como la

siderurgia, acompañado ahora, por una fuerte impronta estatista en lo que se refiere al

sistema financiero.

Las propuestas de abolición del secreto comercial y abolición de los latifundios a

través de la confiscación, fueron el claro reflejo de la transformación que cierto sector

sindical estaba experimentando, parecía que “... el peronismo a causa de la naturaleza

de sus componentes fundamentales se va desplazando hacia el eje central de su base

social... cada vez que eso ocurre, su composición mayoritariamente proletaria, gravita

especialmente, bajo la presión de los acontecimientos dramáticos que precipita toda

época de reacción... ”27 .

La necesidad de un cambio de estructuras, la lucha contra el imperialismo y la

consecución de la liberación nacional eran los imaginarios más presentes del momento.

En este sentido, resulta adecuado lo planteado por Gordillo en relación al contexto en

que se efectivizan dichos ideales, ya que “... el fracaso del proyecto de Frondizi hará

posible la afirmación de distintas vertientes que pasaron a dar mucha fuerza a ciertos

imaginarios comunes... ”28.

Aunque se retomaban algunos ejes del histórico programa de “La Falda”, lo

cierto es que la reactualización y endurecimiento de ciertas propuestas políticas tenían

que ver con la presencia ya consolidada, de un sector del sindicalismo peronista que

estuvo íntimamente comprometido con los principios doctrinarios y filosóficos del

peronismo y que los había puesto al servicio de una propuesta de movilización creciente

de las capas obreras.

Lo que acabamos de plantear tiene que ver con la intención de dar muestras de

que la vía revolucionaria no era patrimonio solamente de sectores de izquierda, sino que

por el contrario, estuvo presente en el peronismo como algo indivisible a la idea del

retorno de Perón.

26 Entrevista realizada por Calello - Parcero al dirigente gremial Andrés Framini.

27 Calello - Parcero., op, cit., pág. 65.

28 Gordillo, M., op, cit., pág. 186.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

24

Conceptos como el de Socialismo Nacional, liberación del hombre, anti -

individualismo, etc., tantas veces planteados por Perón ahora eran volcados a una

propuesta sindical como era el programa de Huerta Grande.

En este programa convivían medidas tendientes a la mayor distribución e igualdad

a través de medidas como la reforma agraria, entendida desde un ángulo práctico

poniendo a las tierras a disposición de aquellos que quieran trabajarla; llegándose a esta

conclusión luego de analizar la estructura semicolonial y concentrada de la propiedad de

la tierra existente en nuestro país y abogando por una política de optimización de

recursos genuinos del pueblo y para el pueblo.

Esta propuesta fue la más cuestionada ya que “... muchos se sintieron molestos,

pues les parecía demasiado extremista, más marxista que nacional, de todas maneras

con el tiempo, uno piensa que ese artículo no era tan polémico, si se lo aplicaba dentro

de una posición tercerista, ajena a los dos extremos (...) si a mí me preguntan por la

reforma agraria, respondo que la cosa pasa por el cooperativismo, o sea ni latifundios

ni minifundios, y eso no tiene nada que ver con la filosofía marxista ni capitalista... ”29.

También había lugar en el programa para las propuestas en lo referente a lo

educativo, en donde se llamaba la atención sobre la creciente “elitización” de la

educación pública, haciendo incapié en la importancia que encierran, para un verdadero

proyecto liberador, instituciones educativas inclusivas y pluralistas.

El mayor opositor al programa redactado por la línea confrontacionista, fue el

sector negociador o vandorista, que más allá de no acordar en lo estratégico, boicotió las

jornadas de divulgación del programa a nivel fabril.

De esta manera, el programa no contaba con el apoyo de los dirigentes de los

grandes sindicatos, demostrando la imposibilidad de difusión y movilización por la cual

atravesó el sindicalismo combativo históricamente.

Entonces, además del boicot, los propulsores del programa debieron acarrear con

la tenue llegada que tenían sus gremios en relación a la totalidad de la masa trabajadora

que se aglutinaba en los grandes sindicatos generalmente ligados al participacionismo.

En definitiva, el programa de Huerta Grande venía a contrarrestar y a oponerse

fervientemente al sindicalismo vandorista, pero sobre todas las cosas, este programa

29 Entrevista op. cit.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

25

retomaba y potenciaba lo expresado por el líder del movimiento en el exilio, “ ... fue

discutido y aprobado sin objeciones pero el problema fue implementarlo, llevarlo

adelante ( ... ) es importante destacar que este plan lo conversé con los compañeros de

las 62 organizaciones y de la CGT que respondían a nuestro lineamiento, pero yo no

tenía autorización para decir que era Perón el que lo promovía.. ”30.

Consideramos que muchos análisis sobre los núcleos contestatarios dentro del

peronismo son inexactos a la hora de rastrear las raíces de sus propuestas, obviando que

las mismas obedecen a un determinado contexto de movilización social y lo que es más

importante aún para el caso, a lo planteado por el propio Perón en diversos discursos o

escritos.

En esta dirección Andrés Framini analizando dicho programa plantea que “... es

un encuentro con los principios doctrinarios y filosóficos del peronismo, cuando Perón

nota que esos principios fundamentales se están desviando, da un giro para que nos

reencontremos con la defensa de los intereses nacionales y el enfrentamiento con la

oligarquía y el imperialismo, eso que se llamó vuelco a la izquierda, se inicia con una

conversación con Perón donde nos da las directivas para retomar los principios básicos

del movimiento revolucionario peronista... ”31.

Si profundizamos nuestro análisis sobre los programas relevantes del movimiento

obrero de comienzos de la década del sesenta, veremos que en ninguna de las

argumentaciones se hace presente una postura anticapitalista, sino que lo que de alguna

manera se peticiona es la necesidad de participación obrera en los organismos destinados

a la toma de decisiones.

Esta posición no trata de restarle importancia al carácter combativo de ciertos

discursos y prácticas al interior de un movimiento obrero que comenzaba a marcar el

camino de diferencias entre sus sectores a lo largo de toda la década del 60.

Para este propósito resultan esclarecedoras las palabras pronunciadas por Andrés

Framini con motivo de la celebración del programa de Huerta Grande donde planteaba

30 Entrevista op. cit.

31 Entrevista op. cit.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

26

“... lo que a nosotros nos interesa no es ganar un salario más o menos elevado, lo que

nos interesa es participar en el control y el usufructo de esa diferencia, entre lo que nos

pagan como salario y el valor real de lo que producimos... ”32.

A mediados de 1962 el movimiento obrero se encontraba nuevamente en la

semilegalidad, para mayo de ese mismo año la CGT difundiría un plan en contra del

hambre y la desocupación, que terminó con tres paros generales para mayo y junio.

La situación se agravó avanzado 1962, cuando se eslabonaran una serie de tomas

de fábricas como medidas defensivas, en donde la presión espontánea de las masas

obligaba a los dirigentes gremiales a oscilar entre, la presión social que desplazaba a los

trabajadores hacia a la izquierda y las amenazas del gobierno sobre el proceso de

normalización de la CGT, aunque esta última se efectivizará con la presidencia de Guido,

el cual asumirá gracias a su presidencia en la cámara de Diputados a la hora de la

renuncia de Frondizi.

En la caída de Frondizi, jugó un papel decisivo el apoyo que brindó el

movimiento obrero a los candidatos peronistas en las elecciones provinciales realizadas

en 1962, en las cuales el peronismo superaría al radicalismo en los principales centros de

país, lo que marcó definitivamente el fin del gobierno del Radicalismo Intransigente.

El lapso que abarca los años 1962 y 1963, mostrarían la imagen de un

sindicalismo que no solo mantendrá su poderío, sino que con la recuperación de la CGT

se constituiría como un importante factor de poder para los diferentes sectores de la

sociedad.

Simultáneamente a este reconocimiento se fueron gestando cambios significativos

al interior de un sindicalismo que pasaba de los fines de largo plazo a reivindicaciones

sectoriales, y que por otro lado abandonaba la consigna del retorno de su líder, en

detrimento de la búsqueda una mayor participación en el sistema político, lo cual se

reflejó en la disminución de las acciones de masa por acciones de tipo instrumental.

Con la recuperación de la CGT las 62 organizaciones se lanzaron a la búsqueda

de soluciones económicas a través de un plan de lucha, medida encaminada a contestar la

política implementada por el gobierno de Guido que había generado, al igual que su

32 Discurso de Andrés Framini ante el plenario de delegaciones regionales de la CGT que en julio de

1962 aprobó el programa de Huerta Grande, y que se tituló “ La clase obrera enseña el camino”.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

27

antecesor, una pronunciada recesión con crecimiento del desempleo y una inflación en

aumento.

En esta etapa la estrategia de integración que se intentó sobre el peronismo

estuvo relacionado con el “Plan Martínez”, su objetivo central era la constitución de un

frente electoral que debía contar con el peronismo, lo cual generaría un proceso de

integración gradual que en un futuro se iría ampliando.

Esta estrategia resultó interesante ya que como bien plantea Smulovitz “... esta

vez era el propio régimen el que requería la participación, aunque controlada, del

peronismo para solucionar su propia crisis... ”33.

A pesar de esta estrategia, mayo de 1963 culminó con una semana de protesta en

donde los debates y reuniones públicas entre diversos sectores de la sociedad civil

pusieron en cuestión la políticas implantadas por el gobierno de Guido, arribándose

finalmente a un paro general por veinticuatro horas como finalización de lo que parecía

una nueva emergencia de las luchas obreras.

La situación crítica por la que atravesaba el gobierno se vio definitivamente

agudizada con la negativa, por parte de los peronistas y radicales del pueblo, de

constituir el planificado frente que integraría gradualmente al peronismo. Esta jugada dio

cabida a la renuncia del ministro Martínez y con él, a la muerte de la estrategia de

integración propuesta.

Esta movilización incipiente por parte de amplios sectores de la sociedad sometió

a muy fuertes presiones al gobierno de Guido, que demostró ser en palabras de

Portantiero, un híbrido ya que “... implicó una primera puesta a prueba de las

articulaciones políticas necesarias para la realización de un nuevo equilibrio de

fuerzas acorde con los cambios que se estaban produciendo en la sociedad... ”34.

Esta característica estará presente en el entrante gobierno de la UCR del pueblo,

ya que su triunfo se debía más a la necesidad de llenar un vacío institucional, que a un

fuerte respaldo popular como legitimidad.

El período de gobierno del presidente Illia está signado por una significativa

salida de la recesión en la que estaba sumergido el país, que se reflejó en ciclos de

33 Smulovitz, Catalina., op, cit., pág. 118.

34 Portantiero, Juan Carlos. “Economía y Política en la Crisis Argentina” (1958- 1973), Cántaro

Editores, Buenos Aires, 1996, pág 313 y 314.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

28

recuperación con la incidencia importante de factores de la economía mundial, que

favorecerían al mercado de productos argentinos, eliminando de esta manera el acuciante

déficit en la balanza comercial.

A nivel meramente político, el gobierno entrante había prometido medidas

encaminadas a una mayor distribución, con la consecuente ampliación del mercado

interno, un mejoramiento de los salarios, y medidas tendientes a reducir los índices de

desempleo a través de un control de las empresas extranjeras y sus concesiones.

Las políticas laborales en un comienzo fueron positivas ya que en 1964 se

promulgaría la ley de salario mínimo vital y móvil, teniendo en este sentido una

importancia determinante el ministerio de trabajo como mediador entre la clase

trabajadora y el Estado.

Un hecho importante para este contexto sería el fallido retorno de Perón a fines

de 1964, lo que fue interpretado como la imposibilidad de que el “líder justicialista”,

volviera a ocupar algún rol relevante en el futuro escenario político.

En este marco, el gobierno de Illia implementó una estrategia de integración de la

cuestión peronista denominada comúnmente como “silenciosa”, con esta estrategia se

intentó generar una encrucijada en los líderes peronistas acerca de la lealtad a “Perón”, o

el encaminamiento de los mismos hacia una profesionalización política.

Este análisis no fue equivocado, ya que definitivamente esta división de aguas

existió en el propio peronismo, pero lejos de generar el efecto deseado por el gobierno

radical, provocó una agudización de la conflictividad entre los líderes peronistas, que

volvía a poner en el centro de la escena al propio Perón, quien para la mayoría de los

actores había pasado a un segundo plano.

Los efectos de dicha integración puso de relieve “... el conflicto entre

neoperonistas y ortodoxos y entre sindicalistas vandoristas y leales se volvió más

abierto (...) necesitaban la camiseta peronista, pero la lealtad personal al viejo líder

estaba obstaculizando sus posibilidades de acceso a mayores cuotas de poder dentro

del sistema institucional... ”35.

35 Smulovitz, Catalina., op, cit., pág. 121.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

29

Sin embargo, y pese a ciertas señales positivas por parte del gobierno de Illia, el

movimiento obrero había entrado en un proceso de movilización que requeriría de un

fuerte ejecutivo para su contención.

La regulación de un salario mínimo, vital y móvil era uno de los doce puntos

presentados por los dirigentes de la CGT el 6 de diciembre de 1963, estos puntos eran el

reflejo de las demandas más urgentes que el sindicalismo organizado del momento había

decidido transmitir al gobierno y la sociedad, entre estas se encontraban desde un

aumento a los jubilados hasta una amplia amnistía que incluyera al propio Perón.

Como resultado de esta cuestión, a mediados de 1964 a través de una solicitada

se comunicaba la poca atención que el gobierno de turno había tenido para con los

reclamos argumentados y se planteaba que “... todos los argentinos y los extranjeros que

conviven con nosotros y sufren y viven con nuestras inquietudes, nuestras alegrías y

nuestros sinsabores, conocen minuciosamente, en detalle, por qué estamos en la

actualidad librando una acción frontal y decisiva para el pueblo y para la Nación... ”.36

Los diferentes episodios de toma de fábricas producidos en 1964, tenían íntima

relación con lo que se consideraba el incumplimiento de las demandas económicas y

reivindicaciones políticas de la clase trabajadora. Con estas medidas, se ponían en jaque

nuevamente la institución más sobresaliente del sistema capitalista, la propiedad de los

medios de producción.

Este clima contestatario generó críticas por parte de los sectores concentrados de

la economía, como también de las capas más reaccionarias del sector militar no sólo

hacia los obreros en lucha sino también a Illia, calificándolo como portador de un débil

carácter que lo imposibilitaba a contestar las diversas manifestaciones de lo que ellos

consideraban intentos definitivos de subvertir el débil orden establecido.

Los días 17 y 18 de diciembre de 1964 se organizó un paro general, alarmando

sobre la posibilidad de una huelga por tiempo indeterminado si no se hallaban soluciones

a los reclamos de la clase obrera. Por su parte, el gobierno ya había dictado la prisión de

los dirigentes gremiales más importantes, como respuesta a su actitud en recurrentes

tomas de fábricas, intentando con ésta política desestabilizar la unidad de la clase

36 Párrafos del discurso que José Alonso no pudo pronunciar el 21 de mayo de 1964, debido al control

que pretendió ejercer Radio Rivadavia sobre el texto.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

30

trabajadora e incitando a profundizar las distancias que había entre los llamados gremios

independientes y aquellos de origen peronista.

A pesar de las denuncias por parte de los gremios independientes de una

politización de la lucha obrera, o de intentos de desestabilizar al gobierno por parte del

peronismo, el sindicalismo de raíz peronista seguiría en crecimiento, muestras de ello fue

el apoyo inédito que recibieron de dos importantes gremios como eran la Unión

Ferroviaria y Luz y Fuerza.

Además, se volvía cada vez más aceptable la prédica de los dirigentes de las

líneas combativas planteando que “... la CGT no fue oída y recurrió, como instancia

democrática, a la huelga de hoy, para que el pueblo se pronunciara... este, acaba de

hacerlo en forma terminante (…) esta huelga, por su magnitud, alcanza los relieves de

un verdadero plebiscito nacional... ”37.

En este contexto, y como rezaba un conocido folleto sindical, “la CGT marchaba

hacia el cambio de estructuras”, gracias a la conciliación que se había llevado a cabo

entre el ala negociadora del movimiento y aquellos que se consideraban leales a Perón,

confluencia que generó el nombramiento de Alonso como secretario general.

El hecho que marcó la imposibilidad de conciliación entre el sector sindical y el

gobierno serían las elecciones de renovación parlamentaria que se celebraron en marzo

de 1965, en donde se permitió la participación de peronismo a través del nombre de

Unión Popular, el cual resultó ser la primera fuerza lo que la consolidó en el Congreso.

Además de la importancia de estos datos cuantitativos, lo resaltante fue un

inédito fortalecimiento de las 62 organizaciones y en donde el sector vandorista más

propenso a la negociación era el más beneficiado, teniendo ahora la posibilidad de ejercer

el poder a través de representantes gremiales en las bancas del congreso.

Desde las elecciones de 1962 podía observarse que en la escena estaban

apareciendo dos nuevos actores políticos: el sindicalismo vandorista y el neoperonista.

Esta tensión, se vislumbrará irretornable en 1966 con motivo de las elecciones para

gobernador de la provincia de Mendoza, en donde además de reflejarse el poderío del

peronismo a nivel electoral, también se demostró que el liderazgo ejercido por Perón

seguía aún intacto, al vencer el candidato de Perón a el candidato propuesto por Vandor.

37 Declaración de la CGT con motivo del paro general del Día 31 de Mayo de 1963.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

31

Como efecto a este avance de lo que se consideraba el resurgimiento del

peronismo a través de la penetración institucional, el gobierno entró en una etapa crítica

caracterizada por contestaciones de índole legal que estaban dirigidas a promover el

divisionismo al interior del movimiento obrero y que de a poco fue erosionando ciertas

pasividades aún existentes en el mismo, esto solo habría de culminar con el golpe del 28

de junio de 1966 y el posterior ascenso del General Onganía como Jefe de Estado.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

32

SEGUNDA PARTE

EL PROYECTO DE LA REVOLUCION ARGENTINA

El General Onganía en el Gobierno

El 28 de julio de 1966 se produce la renuncia a manos de las Fuerzas

Armadas del presidente electo Arturo Illia, este movimiento por parte de las tres fuerzas

se había venido gestando desde 1965, en donde la fuerte injerencia de los medios de

comunicación en el proceso previo al golpe acompañada por cierta complacencia de la

sociedad, fueron factores decisivos que allanaron el camino al accionar de la fracción

“legalista” de las fuerzas armadas.

Lo importante del golpe de estado de 1966 es que la intervención de las fuerzas

militares no se realizó en vistas a una futura salida electoral, premisa presente en los

anteriores gobiernos autoritarios, sino que ahora, no se fijaban límites temporales y se

carecía de supervisión alguna, incluso, la propia junta militar revolucionaria quedó

disuelta luego de la asunción de Onganía, regresando las propias fuerzas armadas a su

ámbito de accionar correspondiente.

Aunque a comienzos de la década del 60` era improbable la intervención de las

fuerzas militares en la alteración del orden, esto se modificó sustancialmente a mediados

de la misma, y fue en estos años cuando se consolidó una visión tutelar y defensora de

los valores occidentales y cristianos, tarea en la que los principales promotores fueron las

fuerzas armadas.

Paralelamente a estos roles, también se produjo un proceso de profesionalización

de las mismas, que definitivamente marcó el horizonte de la misión histórica que estaba

llamada a cumplir la “Revolución Argentina”.

Más allá de ciertas atribuciones que se auto asignaron los actores militares del

momento, nuestra visión es de alguna manera congruente con lo esbozado por Guillermo

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La CGT de los Argentinos en Rosario

33

O` Donnell cuando plantea que en realidad “ ... el experimento iniciado en 1966 fue el

gran intento de reconstruir mecanismos de acumulación que subordinaran al conjunto

de la sociedad a la gran burguesía, y por el otro, necesaria y correlativamente, de

implantar un sistema de dominación política que, dando un giro de ciento ochenta

grados, se impusiera conquistadoramente sobre la sociedad civil... ”38.

A partir de 1966 no hubo una manera común de hacer política como ocurrió en

períodos previos, y aunque las continuidades fueron superficiales o de carácter

secundario, en esta etapa se redefinió cualitativamente el escenario político y las

prácticas e interacciones de los actores que se desenvolvieron en el mismo.

En este sentido, Hugo Quiroga plantea la institucionalidad como característica

fundamental del golpe de 1966, ya que el autor sostiene que la misma fue “... una

dictadura de todo el cuerpo institucional con la participación de las fuerzas armadas

en su conjunto en donde la principal diferencia con las dictaduras anteriores radica en

cuestiones de duración y atribuciones...” 39.

Para profundizar más aún en una tipología de los regímenes dictatoriales, Quiroga

sostiene que la dictadura nacida en 1966 se aproxima más a la dictadura simple, fundada

en medios de coerción tradicional, radicando su sostenimiento en el funcionamiento

particular de un sistema político en el cual las fuerzas armadas resultaron un componente

esencial.

De la misma manera es interesante incorporar la noción de dictadura soberana

planteada por Carl Schmitt en su obra Teología Política, en ella el autor realiza una

tipología de las diversas formas de dictadura, que resulta pertinente a la hora de ahondar

en las características relevantes que adquirió el sistema político que se instauró con el

advenimiento de la “Revolución Argentina”.

En torno a lo que Schmitt denomina dictadura soberana, se clasifica a ésta como

aquella forma de gobierno que goza de cuatro características fundamentales a saber: a)

nace de un estado de necesidad, b) asume poderes extraordinarios, c) su naturaleza es

temporal y d) no es de carácter personal40.

38 O`Donnell, Guillermo. “Estado y Alianzas de Clase en la Argentina” (1956 - 1976), Simposio sobre

Estado y Desarrollo en América Latina, Universidad de Cambridge, 1976, pág 67. 39 Quiroga, Hugo. “El tiempo del proceso”. Conflictos y coincidencias entre políticos y militares (1976 -

1983), Editorial Fundación Ross, Rosario, 1994, Pág. 24. 40 Quiroga, F., op, cit., pág. 30.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

34

Más allá de estas singularidades, la dictadura militar implantada en 1966 por la

fracción paternalista de las fuerzas militares encabezada por Onganía, tuvo la

particularidad de no poder generar un equilibrio político en el que existiera un empate

interno al gobierno, característica presente en el período 1955 - 1966.

Este empate entre fuerzas capaces de vetar los proyectos de las otras pero sin

recursos suficientes para imponer de manera perdurable los suyos, fue posible, según

Portantiero, gracias a la incapacidad que ostensiblemente muestran las clases dominantes

para construir alguna forma de dominación legítima sobre una sociedad progresivamente

desintegrada en círculos de fuego.

Por el contrario, y siguiendo a Cavarozzi, a partir de 1966 “... esta sensación de

empate fue solo ilusoria o mas bien aparente ya que la sensación de equilibrio tuvo

características catastróficas generando en definitiva un empate que se produjo como

consecuencia de sucesivos abortos de intentos de desempate...”41.

Así, el sistema implantado por el gobierno de la Revolución Argentina fracturó

profundamente el tejido social, produciendo fuertes cambios en una sociedad movilizada

y con gran interacción, como la heredada de la etapa posterior al golpe de estado de

1955.

Esta breve descripción es interpretada por Portantiero como una situación de

crisis de hegemonía, entiendo a esta como “... la incapacidad de un sector que deviene

predominante en la economía para proyectar sobre la sociedad un orden político que lo

exprese legítimamente y lo reproduzca... ”42.

Es bajo estas características en las que es posible aprehender a 1969 y 1970 como

años en los que se efectivizó una aguda crisis social, cultural, y política, es decir; una

verdadera crisis orgánica.

Además de la destitución de Illia y del vicepresidente Perette, con el ascenso de la

“Revolución Argentina”, se suspendieron los partidos políticos, el congreso y se

intervino los diferentes gobiernos provinciales junto con la correspondiente remoción de

los miembros de la corte suprema.

41 Cavarozzi, Marcelo. “ Autoritarismo y democracia” ( 1955 - 1983), Centro Editor de América Latina,

Bs. As., 1983, Pág. 9. 42 Portantiero, Juan Carlos., op, cit., pág. 303.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

35

A partir del golpe de estado, comenzó a regir el “estatuto de la revolución

argentina” como el único “marco legal”, subordinando a la propia constitución hasta el

momento vigente. Automáticamente se le concedía poderes absolutos al General

Onganía, entre los cuales se encontraban el de concentrar en su persona los poderes

ejecutivo y legislativo, teniendo también la capacidad de designación de los interventores

provinciales.

El gobierno de la “Revolución Argentina” planteó su gestión en base a lo que se

denominó “tres tiempos”, un primer tiempo económico, uno social y finalmente uno

relacionado con lo político.

Esto significaba que en la primera etapa, se trataría de lograr la paz social,

estabilidad económica y realizar grandes obras de infraestructura para modernización y la

integración física del país, racionalizando la administración pública, mejorando la

situación presupuestaria de las provincias y sentando las bases de concordancia y respeto

a la autoridad.

En el tiempo social, se producían los verdaderos cambios estructurales y

distributivos, mientras que el tiempo político se daría en la transferencia de un poder que

sería muy diferente del existente, ya que surgiría del orgánico proceso entre el Estado y

la comunidad organizada.

Los elegidos por el gobierno para la consecución de dichas etapas o “tiempos”

eran seleccionados a través de diversos criterios técnicos e ideológicos. Generalmente

eran apolíticos, anticomunistas y católicos practicantes, que obedecían a los cánones que

dictaban la necesidad de reemplazar la política por la administración.

Más allá de ciertos criterios arbitrarios o reaccionarios, tales límites hicieron que

por algún tiempo convivieran en la cúpula del gobierno, integrantes de grupos rivales de

la elite argentina, en donde el caso más resaltante es el de los nacionalistas y liberales que

más de una vez debieron coexistir en gabinetes o ministerios.

Esto generalmente no llegó a generar disputas, aunque si bien es cierto que, en un

momento se hizo imposible sostener una política económica, cuando desde el

nacionalismo se defendían las banderas del desarrollismo y el control estatal; mientras

que el sector liberal, proclamaba disminuir la presencia del estado y la apertura a

mercados internacionales.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

36

De esta manera, el nacionalismo católico estuvo representado en un primer

momento en la persona del primer ministro de economía, Salimei, mientras que el

liberalismo tuvo su turno con la asunción de Krieger Vasena, como digno representante

del capitalismo liberalista.

Estas tensiones al interior del gobierno repercutirán en la sociedad y en los

diversos órganos de comunicación de cada uno de los sectores que compartían el poder

de “La Revolución Argentina”.

El contexto internacional

En el contexto internacional de la guerra fría juega un papel clave la Revolución

Cubana que se produjo en 1959, dicha experiencia concitará el apoyo de diversos

sectores contestatarios en Argentina, contando incluso con el apoyo de países de

América Latina que reformularon su posición ante Estados Unidos.

En base a esta coyuntura continental, desde Norteamérica lejos de cuestionarse

los diversos gobiernos de facto, se los utilizó como barrera a la amenaza de insurgencias

a nivel continental. En este sentido, la defensa que realizaba la Revolución Argentina de

los valores occidentales y cristianos en contra del comunismo se encontraba en perfecta

concordancia con la política exterior de la gran potencia.

Este tipo de accionar se comenzó a implementar formalmente en Argentina

justamente con Onganía como principal propulsor, a través de la doctrina de seguridad

nacional, la doctrina de West Point y la teoría de las fronteras ideológicas, las cuales

estrechaban la relación entre las fuerzas militares de Argentina y Estados Unidos.

La doctrina de seguridad nacional posicionaba a las Fuerzas Armadas Argentinas

como garantes de los valores nacionales en su lucha contra la amenaza comunista, por

otra parte, en 1964 Onganía participó de la V Reunión de Comandantes de Ejércitos

Americanos en West Point, dejando de lado definitivamente la política abstencionista que

venía manteniendo nuestro país a nivel internacional, y demostrando que su apoliticismo

pregonado tantas veces, solo se plasmaría discursivamente.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

37

Es así que a medida que crecía la imagen de Onganía al interior de la Fuerzas

Armadas, este se comprometía aún más en la cruzada anticomunista emprendida por

Norteamérica. Muestras de ello, es la adhesión a la teoría de las fronteras ideológicas, en

donde se comenzaba a entender a las Fuerzas Militares no sólo como garantes de la

seguridad externa, sino que se la proponía como tutora de las instituciones y valores al

interior de sus territorios.

Además de lo que significó la revolución cubana para el contexto internacional

del momento, sucedieron varios acontecimientos claves para generar un escenario

internacional en el que la participación y movilización serían frecuentes. Nos referimos al

asesinato de Kennedy, la guerra de descolonización argelina y la guerra de Vietnam,

hechos históricos en donde finalmente seria derrotado y puesto en cuestión el poderío

militar estadounidense.

Además, los militares Argentinos no tenían sospechas infundadas sobre la

supuesta infiltración marxista que azotaba a la Argentina, ya que no solo organizaciones

de izquierda convulgaban con valores anti occidentales, sino que ahora, el propio

peronismo de izquierda, con su participación en la Tricontinental realizada en la Habana

demostraba seguir este camino.

Podemos citar como antecedentes a nivel continental a las dictaduras de Bolivia y

Brasil, como así también a la intervención de Estados Unidos en Santo Domingo. Estas

experiencias, eran el modelo a seguir por las Fuerzas Armadas Argentinas como parte de

una estrategia continental de exterminar todo tipo de movimiento contestatario de la

índole que fuere.

La situación económica

Con el agotamiento y desmantelamiento del modelo de acumulación basado en la

sustitución de importaciones, llegaría la etapa de la hegemonía de sectores que fundaban

sus bases en la participación del capital extranjero y en un alto nivel de concentración a

industrial.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

38

De esta manera, se asistió al debilitamiento de ciertas ramas industriales, otrora

importantes como la textil, calzado, electrodomésticos; en reemplazo de nuevas,

encaminadas a la producción de bienes intermedios y de consumo durable, como el caso

de las ligadas al petróleo, acero, etc.

Aunque el debate sobre el comienzo de este modelo aún no está saldado, lo cierto

es que todos concluyen en la importancia que estos cambios ejercieron sobre diversos

actores que habían gozado de cierta prosperidad económica anteriormente.

Este proceso, repercutió y condicionó a un Estado que venía ejerciendo un papel

político clave en el proceso de industrialización durante la etapa peronista y en cierta

medida frondizista. Y por el contrario lo posicionó como mediador entre los sectores

concentrados y transnacionales y aquellos sujetos que representados en la clase

trabajadora y el empresariado nacional, veían menoscabadas sus posibilidades de

crecimiento y desarrollo.

Por esto, posteriormente a la década del 60’ los ciclos recesivos y de auge

económico fueron habituales en lapsos de tres años, lo que de alguna manera le otorgó a

muchos gobiernos la posibilidad de políticas económicas difusas.

Esa normalidad cíclica, era muestra de la crisis perpetua de un crecimiento

desigual y desigualizante, en beneficio de unidades mono u oligopólicas, sosteniéndose

bajo un proceso de expansión de sectores populares concentrados en grandes centros

urbanos, que abarcaba a una clase obrera a la que los concomitantes procesos de

extensión de la industria habían hecho numerosa y geográficamente concentrada.

Incluso el propio Mariano Grondona, que alentara desde sus análisis periodísticos

el ascenso y proyecto de la Revolución Argentina, dirá con el tiempo que lo que se

trataba de consolidar era “... una oligarquía político - militar - empresaria, empeñada

en asegurar el proceso de industrialización a través de grandes inversiones en la

infraestructura y dispuesto a contener, por lo tanto, las prematuras presiones de los

sectores populares... ”43.

Hacia 1965, la actividad económica comenzaba a entrar en recesión, generando

una ola de movilización social por parte de los sectores marginados, lo cual no sólo

43 Columna semanal de Mariano Grondona, en Primera Plana del 12 de diciembre de 1967.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

39

ponía en jaque la estabilidad política, sino que además, comenzaba a amenazar al propio

capitalismo, haciendo determinante la implantación del Estado Burocrático Autoritario.

Guillermo O’ Donnell44 en su reconocido estudio sobre el Estado Burocrático

Autoritario, plantea que económicamente este fue clave, ya que:

a) Su principal base social estaba en la gran burguesía altamente oligopólica y

transnacionalizada.

b) Además de la reimplantación del orden, tenía como objetivo la normalización

de la economía.

c) Luego se retomará un crecimiento fuertemente transnacionalizante y regresivo

en cuanto a la distribución de los recursos.

d) Tuvo como uno de sus objetivos, la exclusión económica de amplios sectores

populares, planteando un desborde de la sociedad respecto al ámbito territorial,

provocando inversamente el encogimiento de la nación.

En este sentido, solo basta acercarnos a los fenómenos de migraciones

estacionales o aquellos que tuvieron que ver con el auge de los cordones industriales en

el interior del país, para percibir como comenzaron a darse lugar diversas modalidades de

asentamiento irregular que de a poco, irán conformando la estética de las grandes urbes.

La demostración más esclarecedora de la relación entre el gobierno y los grandes

grupos de poder económicos, fue la designación de Krieger Vasena como ministro de

economía. Con este nombramiento, el gobierno se aseguraba el apoyo de las grandes

compañías, empresas transnacionales y organismos internacionales.

Este funcionario, había participado de un alto cargo durante el gobierno de

Aramburu, y era de alguna manera el técnico en mejores condiciones para representar al

modelo liberal que la “Revolución” intentaba implantar.

Además, Vasena contó con amplios poderes ya que, gracias a la reforma de los

ministerios, la cartera de Trabajo era absorbida por la de economía.

Osiris Villegas, uno de los jefes militares que luego ocuparía la secretaría del

Consejo Nacional de Seguridad, planteaba que “... estamos viviendo la finalización del

período de transición del país agrícola ganadero, de estructura armónica dependiente,

hacia el país industrializado. No puede trazarse una política fundada en el interés

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La CGT de los Argentinos en Rosario

40

nacional si no se reconoce la situación argentina de país en vías de desarrollo (… ) que

exige la construcción de una industria básica, la promoción de las actividades de la

nueva revolución industrial, de la energía nuclear, la electrónica o la cibernética... ”45.

Si desde la clase trabajadora el plan llevado adelante por Krieger Vasena implicó

una baja en sus ingresos reales, al interior de la burguesía esta racionalización significó

una transferencia en la distribución de la plusvalía, en perjuicio de los sectores medios y

pequeños, como también, de los propietarios de tierras de la región pampeana; saliendo

favorecido el Litoral en detrimento del interior.

Como era de preverse, el proceso de concentración que ese tipo de desarrollo

generó, llevó al derrumbe de la pequeña y mediana empresa, acentuando además, las

desigualdades regionales.

Para estos sectores, el castigo inicial se encontraba implícito en los impuestos a

la exportación, que le recortaban la apropiación del incremento de sus ingresos generado

por la devaluación del peso y a su vez, esto fue acompañado por la puesta en práctica de

un impuesto a al renta potencial de la tierra tendiente a llevar los criterios de eficiencia a

fondo. Ambas medidas propensas a una alianza entre el moderno capitalismo urbano y

rural, lograron que los terratenientes se enfrentaran al gobierno.

Más allá de los diferentes enemigos que se ganara el onganiato, la variable

económica no fue la fomentó las posteriores movilizaciones que terminaron con el ciclo

de la “Revolución Argentina”, para esto basta saber que los principales indicadores

económicos de coyuntura muestran aumentos en el Producto Bruto Nacional, en el

Producto Bruto Industrial, cierto repunte del salario real, disminución de la desocupación

e inflación, junto con el ingreso de capitales extranjeros, lo cual a modo de balance,

hablaría del alcance exitoso de las metas que se había planteado Krieger Vasena como

instrumentador de este nuevo modelo.

Lo que resulta importante resaltar, es que este proceso de estabilización será

trágico para la economía del país a largo plazo, ya que apuntaba a erradicar ciertas áreas

44 O´Donnell, Guillermo. “El Estado Burocrático Autoritario. Triunfos, derrotas y crisis. (1966- 1973)”,

Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1982, pág. 60 y 61. 45 Villegas, Osiris. “Políticas y estrategias para el desarrollo y la seguridad nacional”, Buenos Aires,

1969, pág. 136.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

41

de la economía, las cuales eran consideradas improductivas, generalmente ubicadas en el

aparato estatal y las economías regionales subsidiadas.

La particularidad del período de normalización que abarca los años 1967 - 1969,

fue el intento de subordinar a sus patrones de acumulación a una burguesía agraria que

conservaba un peso tan decisivo como la pampeana, teniendo en cuenta que la misma

tenía el grado de homogeneidad, centralidad económica y peso político e ideológico

como ninguna en América Latina.

En este sentido, concordamos con Portantiero en que “ ... los reclamos del

capital pequeño y mediano y de la burguesía agraria; las explosiones regionales que

abarcaban zonas de desigual desarrollo económico, político y social; la situación de

los asalariados y el descontento generalizado de las capas medias expropiadas

políticamente por el autoritarismo estatal, crearon una acumulación de fuerzas

opositoras tan poderosa, abrieron una crisis social tan honda, que precipitó la fractura

del monolitismo militar... ”46.

Los actores sociales más importantes

La transformación de las estructuras políticas ejerció diferentes repercusiones en

los actores del momento, aunque hay que resaltar que la mayoría de los mismos, en un

primer momento, acogieron de buena manera el ascenso de Onganía al poder.

Así, por ejemplo la Iglesia Integrista, consideraba importantísimo la defensa que

hacía el gobierno de valores que siempre había perseguido, como aquellos ligados a la

preservación de ciertas pautas y tradiciones conservadoras, en las que la familia, el orden

y la religión eran las guías necesarias hacia la inclusión de nuestro país en la civilización

occidental cristiana.

Por el contrario, la vertiente más libertaria de la estructura eclesiástica, la llamada

Iglesia del Concilio, se preocupaba por dejar bien sentado su oposición a los principios

revolucionarios, negando la existencia de los valores cristianos y occidentales como

46 Portantiero, Juan Carlos., op. cit., pág. 326 y 327.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

42

únicas instancias de representación; pasando a ser uno de los actores más opositores al

régimen de Onganía.

Otro de los actores a tener en cuenta, serán los grandes empresarios, quienes

veían en la figura de Onganía la posibilidad de frenar la embestida obrera que se venía

dando en los años de proscripción del peronismo, movimiento dentro del cual se

encolumnaban la mayoría de los obreros de ese momento y que seguía teniendo,

independientemente de sus cúpulas sindicales, una fuerte oposición a las políticas

impulsadas desde este sector y sus corporaciones.

Los empresarios en esta etapa apostaban a que el “Onganiato” disciplinara y

ordenara la sociedad, también pugnaron por una modernización y eficiencia de las

unidades productivas, que permita un crecimiento sostenido.

El recalcitrante estatismo y la supuesta lentitud del gobierno de Illia los llevó a

declarar en 1966 que “el conjunto más vital de la Argentina Moderna llevará al poder al

General Onganía”.

Otro actor social a considerar son los partidos políticos, en esta variante,

creemos que la cuestión presentó diferencias. En el radicalismo había posturas

encontradas entre la Unión Cívica Radical del Pueblo, de abierta oposición a la dictadura,

y el sector Intransigente que junto con otro partido, el Conservador Popular, eran los

aparatos partidarios más visibles que sostuvieron a la “Revolución Argentina”.

La postura de la Unión Cívica Radical del Pueblo era compartida por la del

Partido Socialista Argentino y el Partido Comunista, los últimos, aunque fueron

oposición en el gobierno de Illia, sostenían la necesidad de no salirse de los parámetros

de la legalidad democrática, aunque la cuestión era más evidente para el segundo ya que

uno de los bastiones de la política de Onganía fue el anticomunismo.

Junto con estos partidos, la universidad sería uno de los actores que expresó más

oposición al régimen desde un principio, muestra de ello fue la pérdida de autonomía y

libertades intelectuales sufrido por esta institución. Al mes de comenzada la “Revolución

Argentina”, las universidades fueron intervenidas con la intención de socavar uno de los

principales focos ideológicos del enemigo, provocando la tristemente célebre “ Noche de

los Bastones Largos”, que tuvo como consecuencia la renuncia, represión y exilio de

docentes de dicha institución.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

43

La caracterización del movimiento estudiantil y su relación con los trabajadores,

resulta importante a la hora de abordar un eje fundamental de nuestro trabajo, que es dar

cuenta de la vinculación de la C.G.T. de los Argentinos y los hechos acaecidos en el mes

de mayo del año 1969 en la ciudad de Rosario, hechos políticos que generalmente son

denominados con el nombre de primer “Rosariazo”.

Ahora bien, ¿cual fue el papel desempeñado por uno de los factores de poder

relevantes del momento, el sindicalismo? . Debemos decir que la relación entre el estado

y el sindicalismo comenzó con expectativa ante el ascenso de Onganía, pero que esta

esperanza, duraría pocos meses para los representantes del movimiento obrero

organizado.

En el mes de Agosto de 1966, se dictó la Ley de Arbitraje Obligatorio, la cual

condicionaba el derecho a huelga, además para ese mes se cerraron varios ingenios

azucareros de la provincia de Tucumán que trabajaban bajo subsidio estatal, se despidió

obreros del puerto de Buenos Aires y se traspasó el ferrocarril a manos del Ejército.

Todas estas medidas golpearon a la médula del poder sindical, aunque desde el gobierno

eran planteadas para eliminar el déficit fiscal y transformar a un Estado hasta ahora

ineficiente.

Como respuesta a estas políticas, las organizaciones sindicales prepararon para

comienzos de 1967 un plan de lucha semejante al llevado a cabo contra el gobierno de

Illia, pero al que esta vez se lo respondió con represión, despidos e intervenciones. Es

curioso el hecho de que si bien el plan de lucha era proclamado por la CGT, fuesen

intervenidos gremios puntualmente, castigándolos con la suspensión de su personería o

las reducciones salariales.

Entonces, así como se había habilitado las personerías a ciertos sindicatos al

comienzo de su gobierno, no se tuvo reparo en intervenir a sindicatos como el de

Municipales de Córdoba, Prensa y Canillitas, Empleados del Tabaco y Asociación

Personal de la Universidad de Buenos Aires.

El 19 de Octubre de 1966 el gobierno intervino el Sindicato Unido de Portuarios

(SUPA), como contestación a la lucha que venían ejerciendo los trabajadores de esta

rama por la promulgación de la ley 16. 972 de racionalización del trabajo portuario. Al

día siguiente de haber sido intervenido SUPA, se realizó un congreso de la C.G.T. en el

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La CGT de los Argentinos en Rosario

44

cual se retiraron los miembros de las 62 de Pie denunciando la ilegalidad del mismo,

entonces para este momento, los trabajadores no solo lucharían con un gobierno que

había mostrado su verdadera cara, sino que además deberían sufrir un añejo divisionismo

al interior de la central general del trabajo.

Al sindicato de bancarios se le congelaron los fondos y también a la FOTIA que

nucleaba a los trabajadores del surco tucumano, los cuales venían luchando contra un

plan de modernización que los llevaría a la ruina.

Sin embargo, el 14 de noviembre de 1966 se concreta un paro general acatado

masivamente a nivel fabril y con una importante participación del sector obrero comercial

y de la rama de servicios, esto demostraba la lenta recuperación de la clase obrera en su

proceso de lucha en contra de un régimen, que finalmente había mostrado la hilacha.

A esta altura se hallaba en juego una marcada disminución del peso político y

económico de los sindicatos, y mediante ello, de su capacidad de presión y negociación,

que el conjunto de la clase había aprendido a valorar altamente.

El gobierno del General Onganía encontró al movimiento obrero asistiendo a un

nuevo escenario divisionista, en donde resaltará lo acontecido en enero de 1966, cuando

Alonso junto con 19 sindicatos publicaron una solicitada con el título “De pie junto a

Perón”, dentro de los gremios que adherían dicha solicitada encontrábamos a SMATA,

Asociación Obrera Textil, FOTIA, la Federación del Caucho, Sanidad y el Sindicatos de

Obreros Navales.

Más allá de la repercusión y la línea política que remarcaba dicho documento, no

se alcanzó a consolidar a corto plazo una verdadera cohesión entre aquellos gremios “

anti - vandoristas”, además existía cierta sospecha con que se juzgaba al propio Alonso,

ya que había pasado de ser aliado de Vandor, a ser uno de los principales estandartes de

la lucha contra la burocracia sindical.

Como represalia a dicha declaración, la CGT expulsó a los 19 gremios firmantes

de la solicitada y se destituyó a Alonso de la Secretaría General, consolidando la

existencia de dos sectores que en adelante caminarían necesariamente por veredas

diferentes.

El mapa sindical luego de estos acontecimientos reflejará a una CGT en poder del

Vandorismo, el cual se apoyaba en importantes sindicatos como el de petroleros, cuero,

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La CGT de los Argentinos en Rosario

45

construcción entre otros; y por otro lado al sector marginado de la misma conformado

por la llamada 62 de Pie y los independientes, en donde Alonso emergerá como figura

central acompañado por gremios como los ferroviarios, sanidad, navales y calzado.

La señal definitiva a este divisionismo, la producirían las elecciones celebradas en

abril en Mendoza y Jujuy, en donde el peronismo se presentará dividido, postulando a

candidatos avalados por Perón que se enfrentarán a los apoyados por el propio Vandor.

Más allá del favorable clima económico y la beneplácito con que ciertos sectores

habían recibido al gobierno de la “Revolución Argentina”, transcurrido el año de

gobierno el régimen implantado por el ala nacionalista del ejército comenzaba a sentir

socavados los cimientos sobre los cuales había construido gran parte de su poder.

En realidad, el gobierno de Onganía heredaba a un movimiento obrero dividido,

pero intensamente movilizado por las luchas que se produjeron al finalizar el período de

gobierno de la Unión Cívica Radical del Pueblo.

Calello y Parcero ilustran acertadamente como el conflicto se trasladó a diversos

cordones industriales señalando que “... simultáneamente en Rosario, más de mil

obreros de la fábrica John Deere mantuvo una huelga de un mes ante la pretensión de

la patronal de despedir a una parte del plantel. La ocupación del establecimiento se

realizó con tomas de rehenes y un programa que cuestionaba el papel de los

monopolios y la naturaleza dependiente del sistema económico... ”47.

Los evidentes signos de recuperación económica habían generado por

contrapartida el empobrecimiento de la clase trabajadora y, más importante aún, había

fustigado con ciertas medidas a la clase media baja y a la poderosa burguesía agraria

pampeana.

Esta situación se reflejará en las modificaciones que se produjeron al interior de

las corrientes de las fuerzas armadas y en sectores sociales que hasta 1966 habían tenido

a la negociación y a las presiones - extra institucionales como principal método de

participación.

Así “ ... los sindicatos y las asociaciones empresarias, desbordaron los canales

institucionales gubernamentales; siempre lo hicieron procurando evitar el ser ellas

mismas desbordadas por la movilización de sus propios miembros; dentro de este

47 Calello - Parcero., op, cit., pág. 98.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

46

esquema, los dirigentes tendieron a utilizar las movilizaciones como un arma para el

chantaje frente a otros actores y el Estado, valorizando no solo su capacidad de

generar dichas movilizaciones, sino también la de encauzarlas, e incluso

refrenarlas ...”48.

En este sentido, también es importante señalar las políticas llevadas a cabo por

ciertos sectores económicos (automotores y tejidos sintéticos), que trataron de debilitar

las unidades y federaciones obreras promoviendo el “sindicato por empresa” como estilo

organizativo y de negociación sindical.

El sindicato por empresa es una forma organizativa por la cual se nucléan todos

los trabajadores de una misma organización productiva, con plena autonomía legal, es un

desgajamiento del sindicato de rama. Esto presupone la existencia de una empresa de

gran dimensión, único medio de otorgar sostén a una estructura organizativa

autosuficiente. Las experiencias más importantes de sindicalismo de empresa provienen

de los Estados Unidos y en general, la organización de los trabajadores a través de los

sindicatos de empresa debilita y fracciona las organizaciones unitarias.

Debemos decir, que estas intenciones de dividir49 y aislar al movimiento obrero,

lejos de lograr su objetivo, produjo “... el traslado de las negociaciones salariales y

sobre las condiciones laborales al nivel de cada empresa, y contribuyó al renacimiento

de los sindicatos y seccionales regionales a largo plazo, tanto que los sindicatos de

planta fortalecieron su iniciativa y capacidad de los afiliados locales para actuar y

presionar a sus gremios y empleadores... ”50.

Las medidas autoritarias por parte del gobierno de Onganía no fueron algo

novedoso o inconstante, ya que en octubre de 1966 se anunció un régimen de trabajo

que además de sepultar las reivindicaciones históricas logradas por lo obreros, intervino

al sindicato de portuarios y racionalizó a ferrocarriles e industrias azucareras del noroeste

del país.

48 Cavarozzi, M., op, cit., pág. 41.

49 Resulta interesante resaltar, que las políticas divisionistas desde el Estado hacia el movimiento

sindical toman gran vigor con la llegada de Sola como ministro de trabajo del gobierno de Illia, para ese

momento también fueron contestadas con una fuerte práctica encaminada a la unidad y lucha por parte

de las mayorías de los gremios, logrando incluso el apoyo de gremios que anteriormente se encontraban

relegados de las 62 organizaciones peronistas. 50 James, Daniel., op, cit., pág. 160.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

47

A estas medidas, la CGT contestó con un plan de lucha que de no obtener

respuestas culminaría con una huelga general, y para ese momento el gobierno suspendió

las conversaciones con la CGT y prohibió todo tipo de reuniones públicas.

Esta relación conflictiva entre el Estado y el movimiento obrero comenzaba a

traslucir el desencadenamiento de una situación crítica, que socavaría los cimientos de un

gobierno que se pretendía rígido y ordenado.

Si para comienzos de 1967 todavía quedaban dudas sobre como culminaría dicha

relación, será determinante la huelga decretada por la CGT en marzo de 1967, lo que

generó la suspensión de la personería a los metalúrgicos, textiles, ferroviarios y

telefónicos, entre otros.

Este contexto lejos de debilitar a los gremios y su dirigencia, los reforzó,

comenzando a insinuarse recién a partir de 1968, una incipiente ruptura que

desestabilizaría a la conducción y liderazgo, que desde comienzos de la década de 1960

venía ejerciendo Augusto Vandor al interior del sindicalismo.

También es importante destacar que esto también posibilitó “... el logro de la paz

social que impuso el régimen de Onganía en los tres años siguientes al golpe de junio...

para asegurarse mejor esa tranquilidad social el régimen agilizó y concentró los

poderes represivos del Estado... ”51.

El debilitamiento del sector burocrático del sindicalismo se agudiza en 1967,

cuando el ministro de economía Krieger Vasena suspende por dos años las convenciones

colectivas de trabajo, quedando en manos del Estado la capacidad de fijar los ingresos de

los trabajadores.

Lo novedoso de estas medidas eran que “... el control salarial y la veda política

no eran nuevos; lo que si era nuevo, al menos en la historia argentina más reciente, era

la existencia de un régimen autoritario que hubiese concentrado y centralizado el poder

estatal y estuviera resuelto a utilizar inequívocamente el poder del Estado contra los

sindicatos y la clase trabajadora... ”52.

De esta manera, la crisis de la dirigencia gremial se reflejó en la desorganización

frente a un régimen autoritario, que estaba dispuesto a imponer la “racionalización” de la

economía y a “modernizar” al Estado Argentino.

51 James, Daniel., op, cit., pág. 293.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

48

Por contrapartida, generó una crisis de credibilidad en las bases, haciendo

necesario la aparición de un poderoso movimiento opositor que cuestionaría

profundamente a las más altas estructuras sindicales.

Este distanciamiento entre las bases y su dirigencia tradicional estuvo también

marcado por el hecho de que las condiciones de trabajo y los salarios se determinaron

localmente, proporcionando un eje de actividad en las bases, ausente cuando esas

cuestiones se resolvían en el plano nacional y luego se transmitían a las seccionales

locales.

La dirigencia vandorista, al perder una de las herramientas fundamentales a nivel

negociación, se replegó y pasó definitivamente a segundo plano, dejándole el rol de

protagonista a las corrientes de tipo clasista o contestatarias, “ ... solo el debilitamiento

del Estado, posterior a la crisis; la ruptura de la coalición entre “establishment” y las

Fuerzas Armadas y la rehabilitación de los partidos políticos y las organizaciones

representativas de los empresarios nacionales, la alentará nuevamente a emprender la

ofensiva... ”53.

El contexto histórico político en el que se genera la ruptura del año 1966 tuvo

que ver con el lento desgaste sufrido por el gobierno militar, como producto de un

movimiento de protesta a nivel nacional, que sindicalmente se había radicalizado

fundamentalmente en las zonas recientemente industrializadas o subindustrializadas.

Este contexto de movilidad social en ascenso, posicionaría a la dirigencia gremial

tradicional en una situación vulnerable, cobrando mayor influencia las nuevas fuerzas

dentro del movimiento sindical.

Además, se produjo la emergencia de grupos guerrilleros y un crecimiento

interesante de la llamada Juventud Peronista, en definitiva estos actores resultarán claves

para el acercamiento a los hechos políticos sucedidos a partir de 1967.

Esta incipiente crisis social tuvo como características, en primera medida, a un

Estado aislado, cuyo discurso autoritario perdió consenso en la sociedad y en los

sectores activos que a nivel institucional lo había propuesto.

La pérdida de cierta legitimidad estuvo presente ante la eliminación de las

trincheras políticas, la clausura de mecanismos institucionales y extra institucionales, en

52 James, Daniel., op, cit., pág. 291.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

49

donde el orden que la “Revolución Argentina” venía a implantar a través de la

omnipresencia y la jerarquización de valores cristianos y occidentales, se desmoronó ante

la inesperada acción popular que terminó por mostrar a unas fuerzas armadas no

dispuestas a actuar con la violencia que el gobierno exigía.

A esta altura, el gobierno se encontraba jaqueado por sectores liberales que

exigían la satisfacción de los sectores más empobrecidos, bajo este reclamo se

encolumnaban los empleados públicos y privados, como también los pequeños y

medianos empresarios.

Por su parte, esto también se conjuga con la Conferencia Episcopal de Medellín

en 1968, que señaló el punto más alto de la “teología de la liberación” y que tuvo en

Argentina, una influencia importante por obra de un grupo de curas de base

denominados “sacerdotes del tercer mundo”.

El sindicalismo enfrentó dividido la crisis social del Onganiato, producto de una

pugna importante en el seno del movimiento obrero, en donde un grupo de sindicatos

peronistas creó un nucleamiento disidente dentro de las 62 organizaciones, encabezado

por José Alonso dirigente del sindicato del vestido y secretario general de la C.G.T.,

mientras que el liderazgo de la 62 ortodoxas correspondía al metalúrgico Augusto

Vandor.

Las diferencias se referían de aquí en adelante a la orientación estratégica del

movimiento obrero, Vandor previendo una eternización del poder militar, deseaba

autonomizar al sindicalismo de la conducción de Perón y convertirlo en una fuerza

independiente como paso a una eventual alianza con la cúpula militar.

Por otro lado, el núcleo que dirigía Alonso consideraba que el movimiento obrero

debía permanecer en el seno del peronismo, se discutía la pervivencia del movimiento

sindical al interior de una coalición política más amplia dirigida por Perón.

La prueba de fuerza concluyó con la derrota de Vandor en ocasión de una

elección provincial, en donde éste y Perón apoyaron a candidatos distintos; la diferencia

de votos en favor del último fue neta.

En este marco, en 1968 se reunió en Buenos Aires un congreso de la CGT, en el

cual resultó electo Raimundo Ongaro. Dicha elección y congreso fueron impugnados por

53 Portantiero, J. C., op, cit., pág. 330.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

50

un grupo de sindicatos que eligió otra dirigencia; estos últimos conservaron la sede

oficial de la Confederación situada en la calle Azopardo, mientras que la otra vertiente

estableció una organización paralela a la cual denominaron CGT de los Argentinos o del

Paseo Colón, haciendo referencia a la ubicación de su sede.

El surgimiento de la CGT de los Argentinos estuvo acompañado por el estallido

de diversas protestas sociales que tuvieron como principales referentes a las regionales

sindicales del interior del país, que junto a la emergencia de movimientos como el de los

curas del tercer mundo o el movimiento estudiantil, constituyeron un proyecto político

concreto en contra de la definitiva crisis en la que se hundía el proyecto de la Revolución

Argentina.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

51

TERCERA PARTE

LA CGT DE LOS ARGENTINOS EN ROSARIO

El surgimiento de la CGT de los Argentinos

Una de las características sobresalientes del movimiento obrero posterior a 1955

fue su complejidad y alto grado de fraccionamiento, cualidades que nunca antes habían

llegado a plasmarse en programas políticos opuestos entre los diversos sectores

sindicales.

Más allá de sus conflictos, el movimiento obrero organizado transitó por etapas

de resistencia e integración, en donde se trató de privilegiar en todo momento el futuro

de su componente social, situación que se vio facilitada por los mecanismos de

proscripción y escueta legalidad en los que estaba enmarcado el escenario obrero.

La importancia de remarcar las divergencias al interior del movimiento obrero

resulta relevante, ya que la repercusión de lo que allí se gestó no fue inmediata, sin

embargo no nos sería posible comprender sus consecuencias si no se parte del análisis de

las condiciones que le dieron origen.

Además, las transformaciones y particularidades por las cuales estaba pasando el

movimiento obrero organizado a nivel nacional, repercutieron y fueron percibida de la

misma manera por las diferentes regionales del país.

En este sentido, el advenimiento del régimen de Onganía además de implantar un

tipo de dominación estatal de tipo “burocrática autoritaria”, allanó el camino (a través de

su posterior crisis social) a la emergencia de proyectos políticos opuestos, al interior del

movimiento sindicalizado.

Paralelamente a esta coyuntura, fueron reapareciendo ciertas prácticas y

discursos adormecidos, que comenzaron a tener relevancia en la escena política nacional,

logrando picos de participación inauditos para el propio movimiento obrero.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

52

Para mayo de 1967 se conformó una comisión provisoria de la CGT, constituida

por veinte miembros, los cuales representaban al sindicalismo peronista (las 62 de Pie y

las 62 Leales) y al sindicalismo independiente.

Esta conducción, tenía como principal objetivo convocar a un congreso

normalizador para los días 28, 29 y 30 de marzo de 1968, el cual tenía el propósito de

llevar a cabo las elecciones de las nuevas autoridades para la confederación general del

trabajo.

La intención del sindicalismo era opuesta a la postergación de los comicios que

proponía el gobierno de Onganía, argumentando que estos no debían realizarse “...hasta

que se normalicen todas las entidades afiliadas, para poder proporcionar a la CGT

autoridades legalmente representativas...”54.

Más allá de estas posturas antagónicas existentes en el seno de la relación Estado

- Sindicatos, al interior del movimiento obrero se comenzará a gestar paralelamente una

discusión decisiva para el futuro del mismo.

La misma estaba relacionada con la participación de ciertos gremios intervenidos

o con personerías suspendidas en el proceso de normalización de la CGT, transformando

a este eje en la clave a través del cual se dirimirán las diferencias de concepción y

accionar entre proyectos sindicales históricamente antagónicos.

Incluso, la controversia llegó a trascender al espacio meramente sindical,

haciéndose eco de la misma la prensa al comunicar que “...hubo un principio de acuerdo

sobre la realización del Congreso, pero se mantuvo la disidencia entre quienes sólo

quieren aceptar la participación de los gremios encuadrados en la ley 14. 455 de

asociaciones profesionales y el decreto 969 que la reglamentó, y quienes quieren

aceptar a todas las delegaciones gremiales, inclusive a los ex delegados de gremios

intervenidos como aquellos que tienen su personería gremial cancelada...”55.

De allí que se planteara la conformación de una línea sindical legitimista, que

además de caracterizarse por mantener una postura contestataria a las políticas de la

dictadura, sostenía la necesidad de privilegiar el poder de decisión de la totalidad de las

bases por sobre los intereses de sus dirigentes.

54 La Capital, 28 / 3 / 68, pág. 3.

55 La Capital, 21/ 3 / 68, pág. 3.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

53

Bajo este lineamiento encontrábamos a la mayoría de los gremios intervenidos,

como la Unión Ferroviaria, Químicos, Prensa, como así también todos aquellos

sindicatos que habían sufrido la cancelación de sus personerías jurídicas, como era el

caso de FOETRA y FOTIA.

Además, esto es importante ya que la mayoría de estos sectores sindicales serán

los intérpretes de la experiencia de la CGT de los Argentinos en la ciudad de Rosario,

generando a su vez, posicionamientos públicos que ponían de relieve la coincidencia

entre lo que sostenían el gobierno y las 62 Leales, las cuales (aunque desde una

perspectiva sindical) planteaban que había que tratar “...que no se presenten puntos que

puedan ser atacados por el gobierno por fallas legales (...) propicia además el

reestablecimiento del diálogo con el gobierno...”56.

Finalmente, el controvertido congreso sindical comenzó a sesionar gracias a la

presión de los sindicatos intervenidos, los gremios peronistas opositores y aquellos de

tendencia comunista. Llegándose, más allá de la ausencia de los delegados sindicales

relevantes, como los metarlúrgicos o bancarios, a un quorum necesario para comenzar

con el debate y la elección de autoridades.

De esta manera resultó electo como conducción de la nueva CGT la lista

encabeza por Raimundo Ongaro del gremio de los gráficos. Dichas autoridades

recibieron el reconocimiento de las principales Regionales del interior: de la Plata, Mar

del Plata, Rosario, Sante Fe, Paraná, Corrientes, Chaco, Tucumán, Salta, Córdoba, San

Luis, Mendoza, Olavarría, Pergamino, Junín, Rio Cuarto y Comodoro Rivadavia.

Más allá del optimismo de las regionales más importantes del interior del país,

esta decisión fue inmediatamente impugnada por el grupo de gremios que conducía

Vandor, los cuales eligieron otra conducción encabezada por Vicente Roqué

conservando la sede oficial de la Confederación, situada en la calle Azopardo.

De esta manera se obligó a la otra vertiente sindical denominada “CGT de los

Argentinos ” a residir en el sindicato de gráficos.

Simultáneamente a dicha impugnación, los miembros de la comisión delegada que

obedecían al vandorismo apelaron ante el Comité Central Confederal, argumentando que

dicho congreso “...fue mal constituido (...) debemos señalar con profundo dolor de

56 La Capital, 28/ 3/ 68, pág. 3.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

54

argentinos, la presencia de elementos provocativos extraños al movimiento obrero, que

hacen profesión de doctrinas incompatibles con el sentir nacional de nuestros

trabajadores...”57.

La fundamentación que alegaba el sector dialoguista era falsa, y como bien

demuestra Gordillo “...parece extraña esta actitud por parte de Vandor ya que el

sostener esa moción significaba autoexcluir a la UOM, por estar intervenida, de las

decisiones del Congreso. Entonces, cabe preguntarse contra quien estaba dirigida esa

moción. Pareciera que en los cálculos del dirigente metalúrgico convenía más aceptar

las promesas de la Secretaría de Trabajo respecto a que se adoptarían medidas

inmediatas para la normalización de los gremios intervenidos si se conseguía postergar

el Congreso antes que apoyar la participación en el mismo de la Unión Ferroviaria

que, con sus sesenta y dos delegados más los seis de la FOTIA y cinco de los Químicos,

todos intervenidos y del bloque opositor, superarían ampliamente a los cuarenta y dos

delegados de la UOM consolidando en la central una dirigencia opositora...”58 .

Lorenzo Pepe, destacado dirigente de la Unión Ferroviaria, plantea claramente el

panorama que acontecía, “...en aquel famoso plenario es que se fractura el movimiento

obrero (...) la CGT de los Argentinos nace como una necesidad de reconocimiento

solidario hacia algunos gremios intervenidos, que los hombres de azopardo habían

desconocido. Por este motivo, se produjo la fractura del movimiento obrero, ya que

nosotros levantábamos las mejores banderas de la clase obrera, mientras que otros se

quedaron jugando con la idea de la participación...”59.

A esta altura era inminente la concretización de dos proyectos antagónicos al

interior del sindicalismo, planteándose el repetido escenario divisionista, en donde se

perfilaba un sector participacionista o llamado “nueva corriente de opinión” encabezado

por Juan José Taccone, Rogelio Coria, Angel Bono y Adolfo Cavalli, quienes

consideraban que la tarea de los gremios era defender los intereses profesionales y frente

a los gobiernos adversos se debía tratar de negociar la supervivencia de la organización

gremial y el mejoramiento de los sectores obreros a través de una cierta integración al

esquema político de turno.

57 La Capital, 28/ 3/ 68, pág. 3.

58 Gordillo, Mónica., op, cit, pág. 109.

59 Entrevista realizada por O. Calello y D. Parcero al dirigente gremial Lorenzo Pepe.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

55

Otra de las fracciones, aglutinaba a los sindicatos de la rama fabril conducidos

por el vandorismo, que sostenían como principal objetivo de su accionar, el propio

desarrollo y fortalecimiento; alternando la negociación con la lucha frontal como

prácticas encaminadas a cumplir dichos objetivos.

La principal característica del ala “negociadora”, fue la producción de un

discurso aparentemente conforme al modelo peronista, pero que en la práctica, estaba

encaminado a ampliar el poder sindical al interior del movimiento más allá de los límites

que se le atribuía en el modelo doctrinario.

Por último encontramos un sector que cobijaba al ala izquierdista de los gremios

independientes y a las 62 de Pie, se trataba de una línea combativa o confrontacionista.

En este sector sobresalía una actitud que consistía en subordinar la acción gremial

y por lo tanto la política de la concertación, al objetivo político del justicialismo. Sus

planes de lucha implicaban movilizaciones, paros activos y huelgas parciales y generales

con manifestaciones callejeras o actos presididos por dirigentes sindicales.

El Proyecto Político de la CGT de los Argentinos en Rosario

La estrategia elaborada por el representante más fiel del sector sindical

confrontacionista, como ya señalamos, se gestó en una etapa de retroceso del gobierno

de Onganía, caracterizado por un movimiento de protesta a nivel nacional, en donde las

capas estudiantiles y eclesiásticas jugarían un papel importante.

En cierta medida, el escenario era diferente al existente a comienzos de 1966,

momento en el que se produjera la primera de las rupturas sindicales, ya que ésta

apertura también encontró resonancia en corrientes clasistas del momento, fenómeno

incomprensible si se lo examina a la luz de la trayectoria del movimiento obrero

organizado en la Argentina.

Así, los diferentes locales de las regionales de la CGT de los Argentinos, se

convirtieron rápidamente en escenario de permanentes reuniones de grupos de tendencia

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La CGT de los Argentinos en Rosario

56

revolucionaria peronista, en las cuales también confluían varias organizaciones de

izquierda, que comenzaron a coordinar sus acciones políticas con las de la propia central.

La central surgida del congreso normalizador “Amado Olmos” llegó a cuestionar

(en su corta existencia) el perfil de acumulación capitalista en el cual se estaba

encarrilando nuestro país, postulado que generalmente se encontraba acompañado por

una fuerte crítica a la dirigencia burocrática ilegítima, que conducida por Vandor

demostraba complacencia ante este fenómeno.

De esta manera, el movimiento sindical en los últimos años de la década del 60`

estuvo signado por una ruptura, que reflejaba “...dos fracciones antagónicas y las

razones de la escisión, en el fondo, volvían a ser las mismas que en crisis anteriores:

los dos bandos se enfrentaron intransigentes, sin posibilidad de acuerdo en torno,

posición que debían adoptar los sindicatos ante el Estado, controlado esta vez por una

rígida dictadura militar...”60.

En base a esto sostenemos que en el lapso que abarca los años 1968 - 1970, la

estrategia confrontacionista llegó a profundizar y a consolidar, un verdadero proyecto

político de índole anti - imperialista y antiburocrático, en el cual los programas de La

Falda y Huerta Grande, así como la experiencia de la “Resistencia Peronista” serán

retomados como banderas fundamentales.

En Rosario la CGT de los Argentinos nucleaba a los trabajadores del estado, a

Unión del Personal Civil de la Nación, a los gráficos, los telefónicos, los navales, a la

Unión Ferroviaria, la Fraternidad, Gas del Estado, el calzado, ceramistas, seguro,

locutores, operadores cinematográficos y publicidad entre las adhesiones más

importantes.

Formalmente a nivel nacional, el surgimiento de la CGT de los Argentinos se

concreta con la elaboración de su programa por parte de Rodolfo Walsh, el conocido

“Programa del 1ro de Mayo de 1968”.

La conmemoración del 1 de Mayo de 1968 en Rosario, había sido planificada por

la CGT de los Argentinos como una posibilidad de salir a repudiar y hacerse oír ante un

gobierno que comenzaba a ver desvanecer su sustento de poder.

La jornada estaba planificada en la Plaza Pringles, la cual fue impedida teniendo

60 Calello - Parcero., op, cit., pág. 109.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

57

que trasladarse, al local de la central obrera rosarina. En éste, Héctor Quagliaro

respondía a las intenciones de suspensión diciendo que “...este conjunto de hombres y

mujeres aquí reunidos está demostrando ante propios y extraños que el 1 de Mayo no lo

impedirá jamás ni la policía ni los guardianes de la reacción...”61.

Sin embargo, la policía logró impedir la realización de la conmemoración y

desobedeciendo a una orden judicial que la habilitaba, procede a encarcelar a un número

importante de asistentes a la misma, informando luego que “...esta jefatura de policía se

hace un deber comunicar a la ciudadanía en general, que luego de ser debidamente

identificadas las personas que se hallaban en el interior de la central obrera local, se

estableció que no todas ellas representaban al gremialismo en sí. Sino que entre las

mismas estaban numerosos elementos sindicados como integrantes de activas células y

fracciones extremistas y políticas...”62.

Uno de los principales rasgos del programa del 1 de mayo de 1968 es su marcado

anti - burocratismo, entendiendo a estos dirigentes como a aquellos que “...olvidaron

que la política del gobierno contraría a los intereses de la clase trabajadora. Toleraron

los avances incesantes de los monopolios imperialistas que rigen la economía del país,

arruinando a las empresas nacionales, especulando con la desocupación que abarata la

mano de obra, envileciendo los salarios...”63.

Esta complicidad llevaba a que cierto sector de la dirigencia se enriqueciera

gracias a los trabajadores y que privilegiara la satisfacción personal como más importante

de satisfacer que la de sus representados, y de esta manera “...empezaron sintiendo

vergüenza por sus ropas de obreros, trataron de ponerse a tono con los despachos y

antesalas ministeriales y poco a poco, de representantes obreros frente al poder se

convirtieron en representantes del poder frente a los obreros. Terminaron optando por

la solución personal de sus problemas...”64.

Para los dirigentes confrontacionistas, la burocracia sindical era tan culpable

como la dictadura por la situación de crisis social en la que se encontraba el país, incluso

en el mismo programa del 1ro de Mayo se realiza un genuino recorrido - respaldado por

61 Diario La Capital, 2/ 5/ 68, pág. 3.

62 Diario La Capital, 3/ 5/ 68, pág. 5.

63 Programa del 1ro de Mayo de 1968.

64 Semanario CGT, Nº 1, 1 / 05/ 68.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

58

cifras estadísticas- que demuestra la penosa situación en la que había quedado la clase

trabajadora y gran parte de la población durante el gobierno de Onganía.

A esta actitud, la CGT de los Argentinos le contrapuso una lucha que en cierta

medida pugnaba por otra moral, aunque sabiendo que “...la moral no es suficiente para

acabar con la situación de sometimiento que padece el país, pero es necesaria.

Nosotros cuestionamos la moral de la camarilla refugiada en Azopardo: dirigentes

ricos incapaces de unirse para defender trabajadores pobres...”65.

En este camino será fundamental la participación de las bases, que enmarcadas

desde una lógica desde abajo hacia arriba, rompía con los cánones que estableció por

mucho tiempo el sindicalismo dialoguista, “...las direcciones indignas deben ser

barridas desde las bases. Cada comisión interna, cada gremio, cada federación, cada

regional, los trabajadores deben asumir su responsabilidad histórica hasta que no

quede un vestigio de colaboracionismo ni participacionismo...”66.

Este incentivo a la participación de las bases en pos de una militancia activa, libre

de rasgos burocráticos sería útil siempre y cuando fuera acompañado por una

descentralización que fomentara la participación ya que “...hay que reconstruirlo todo.

Comenzar desde abajo, abrir paso a los jóvenes militantes gremiales, reestructurar al

nivel de fábrica y barrio las organizaciones gremiales, reestructurar al nivel de fábrica

y barrio las organizaciones gremiales, que de ahora en más, no podrán ser separadas

sino concebidas como vanguardias de organizaciones más vastas en las que estén y en

las que confíen los sectores populares (...) organizarlo todo pero descentralizando y

multiplicando los centros de organización...”67.

Desde esta lógica, se llegó a plantear por primera vez luego del ascenso de

Onganía, la necesidad de subordinar la acción de la CGT al mandato de las bases. Hay

que señalar que siempre que la central había planteado la participación obrera, se había

referido a la participación de la CGT como institución dentro de los mecanismos

preestablecidos por el gobierno, sin poner mucho énfasis en la búsqueda del consenso o

legitimación de sus acciones ante los afiliados.

65 Semanario CGT, Nº 3, 16/ 05/ 68.

66 Programa del 1ro de Mayo de 1968.

67 Documento de autocrítica redactado en 1967 por Amado Olmos, titulado “La legalidad es la legalidad

del régimen. Implementemos la legalidad de los trabajadores”.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

59

A partir de este nuevo estadio de la conciencia de clase de los trabajadores, es

desde donde el programa propone caminos de unidad de acción para los pequeños y

medianos empresarios nacionales, los profesionales, estudiantes, intelectuales, artistas y

religiosos.

De esta manera, la propuesta se plasmó relacionada con la construcción de un

frente político desde lo sindical, en un marco de creciente movilización social, en donde

cobrará importancia el llamado a amplios sectores sociales, que venían a derribar lo que

se consideraban “...viejas prácticas burocráticas dentro de la estrategia sindical

peronista y diferenciándose también, del sindicalismo de tipo “clasista” con fuerte

presencia en la década del 60’...”68 .

Cristina Viano, en un trabajo, sobre el Rosariazo, rescata esta particularidad de la

CGT de los Argentinos, planteando que “...uno de los aspectos más notables del corto

recorrido de esta experiencia sindical alternativa a la burocracia es que se constituyó

en una instancia de cruce y encuentro entre los sectores combativos de la clase obrera

rosarina y sectores sociales que desde los orígenes del peronismo habían estado

enfrentados, como el caso de los estudiantes o ciertos grupos profesionales,

intelectuales y del campo del arte. La CGTA se mostró plenamente capaz de actuar

junto a ellos y de protagonizar un accionar antidictatorial conjunto...”69.

Esto es interesante ya que la mayoría de los análisis, remarcan la tenue incidencia

del sector confrontacionista en los gremios mayoritarios, lo que muchas veces

imposibilitó la realización de investigaciones que recalquen la importancia de los cambios

cualitativos que para la vida del movimiento obrero tuvieron dichas prácticas.

Por esto, consideramos fundamental para nuestra tarea, realizar una distinción de

las características fundamentales de lo que creemos fue retomando a Carlos Eichelbaum

“...el más concreto de los intentos de conformar una organización de dimensión

nacional, capaz de expresar una clase obrera en transición, dispuesta a reformular sus

instrumentos reivindicativos, pero sobre todo su marco político, para responder a la

68 En torno a la diferenciación entre el sindicalismo de corte confrontacionista y el de corte clasista, ver

Arturo Fernández, “Las prácticas sociopolíticas del sindicalismo”, en esta obra el autor realiza un

exhaustivo recorrido sobre las diversas prácticas del movimiento obrero desde la perspectiva

comparativa - analítica.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

60

reestructuración del perfil de acumulación capitalista y a su correspondiente sistema de

poder institucional y de disciplinamiento social que supuso el golpe del 66’...”70 .

El argumento sostenido por autores como O’ Donnell o Torre, enfatizan el

escaso poder de inserción en gremios importantes por parte de la CGT de los

Argentinos, con lo cual coincidimos, aunque si profundizamos, entendemos que dichas

afirmaciones tienen mayor asidero si la cuestión está mayoritariamente inscripta al

escenario planteado en Buenos Aires, ya que fue en el interior del país, donde muchas

veces ciertos gremios relevantes desoyeron a su conducción nacional y adhirieron a los

planteos de la CGT de lo Argentinos.

Esto es lo que posibilitará en el futuro la participación de dichos sindicatos en

hechos políticos cruciales como el Cordobazo o Rosariazo, llegando a poner en jaque a

la burocracia sindical a través de la movilización de bases.

Como señala Fernández “...si el sindicalismo argentino se convirtió en un

permanente elemento de obstrucción y de hostigamiento del sistema capitalista, ello fue

atribuible en gran medida a la influencia y al desarrollo de las actitudes

“confrontacionistas”, sobre todo en el seno de las bases sindicales...”71.

Esto demuestra que aunque las decisiones tomadas en el congreso “Amado

Olmos” eran de incumbencia para la totalidad del movimiento sindical, hubo regionales

que recibieron con mayor vigor las políticas surgidas de la central obrera con asiento en

el local de los gráficos, en donde la experiencia del Gran Rosario es un caso

paradigmático.

Así, según Eichelbaum se comenzó a percibir que “...de manera más explícita en

algunos de ellos, de forma más latente en otros, con la CGTA empezaron a asumir

como un hecho el fin de la condición movimientista del peronismo, su quiebre en varios

peronismos distintos y antagónicos...”72 .

69 Viano, María Cristina. “Recorriendo una experiencia político sindical de los sesenta desde su

semanario: la CGT de los Argentinos”, en Anuario Nº 16, Escuela de Historia Facultad de Humanidades

y Artes, UNR, Rosario, 1995, pág. 139. 70 Eichelbaum, Carlos. “La CGTA, Un Polo de Unidad Antidictatorial”, Revista los “70”, Año 1,

Número 3, 1997, pág. 27. 71 Fernández, Arturo. “Las prácticas sociopolíticas del sindicalismo (1955 - 1985), Tomo 2, Centro

Editor de América Latina S.A., Buenos Aires, 1988, pág. 164 - 165. 72 Eichelbaum, Carlos., op, cit., pág 27.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

61

Pero en donde la CGT de los Argentinos acumuló gran parte de su poder, fue en

su capacidad para convocar a sectores que anteriormente no se habían organizado a la

par de la clase obrera, encontrando en esta posición a la gran mayoría del movimiento

estudiantil del momento, importantes sectores de la Iglesia contestataria y artistas, los

cuales serían relevantes en todo el recorrido que trazó el sindicalismo confrontacionista

durante el Onganiato.

En este caso, es necesario retomar las palabras del historiador rosarino Eduardo

Zanella que señala que por entonces, se estaba logrando la articulación entre diversos

actores políticos que marcarían “...una época de permanentes y obsesivos debates sobre

los caminos más aptos para quebrar la dependencia nacional y establecer una sociedad

más justa (...) que maduró las posibilidades de encuentro entre dos tradiciones

históricas fundamentales y diferentes varias veces enfrentadas (...) una, la tradición del

nacionalismo popular, la otra tradición fue el progresismo de la juventud estudiantil y

profesional...”73.

Este aspecto determinante, es el que nos brinda claras señales de que la discusión

no pasaba solamente por la política gremial, sino que esta vez el movimiento obrero

estaría dispuesto a dar la pelea a través de un proyecto político sustentado en la unidad e

inclusión entre ciertos actores que consideraba fundamentales y necesarios a la hora de

llevar adelante una estrategia eficiente en contra de un gobierno que consideraban

además de ilegal, ilegítimo.

En este sentido, acordamos con lo esbozado por Cristina Viano cuando sostiene

que “...la CGTA fue desde sus orígenes una central rebelde y no el producto de una

lucha interburocrática y expresó a dos concepciones ideológico políticas, que aunque

provenientes en forma mayoritaria de la misma vertiente, el peronismo, se mostraron

como irreconciliables...”74 .

Aportando a éste argumento, Godio plantea que la característica fundamental de

la CGT de los Argentinos era “...más que una organizadora sindical, fue una fuerza

socio - política propagandística de la subversión frente a lo existente...”75.

73 Palabras del Profesor Eduardo Zanella, en ocasión de la presentación del libro “Del Rosariazo a la

democracia del 83”, Irma Antognazzi - Rosa Ferrer (Compiladoras), Rosario, 2000. 74 Viano, María Cristina., op, cit, pág. 40.

75 Godio, Julio. “El Movimiento Obrero Argentino (1955 - 1990), De la Resistencia a al Encrucijada

Menemista”, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1991, pág. 182.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

62

Esta perspectiva, debe estar acompañada por aquella que plantea la existencia de

un verdadero proyecto político con la CGT de los Argentinos, y aunque muchas veces

éste sector se encontró resistiendo, sostenemos que llegó a generar una propuesta

realmente alternativa en torno a una posible salida de la crisis en vistas a un programa de

índole socialista desde la perspectiva nacional.

Sólo desde esta afirmación, podremos entender la tarea relevante que cumplieron

en su seno, intelectuales como Rodolfo Walsh, García Lupo, Carpani, llegando a

incorporar en su corta vida, a movimientos artísticos como la experiencia de “Tucumán

Arde” o el Grupo Cine Liberación.

Para todos aquellos sectores convocados por el proyecto de la CGT de los

Argentinos, existía la posibilidad de la acción, es decir, se construyeron socialmente los

tres componentes básicos para la acción colectiva: la percepción de la injusticia, el

convencimiento de que era posible revertir esa situación a través de la acción y la

construcción de una fuerte identidad, un nosotros capaz de promover los cambios.

Las particularidades de la experiencia Rosarina

Así como la experiencia de la CGT de los Argentinos tuvo rasgos que estuvieron

presentes en las diversas regionales del país, también existieron particularidades propias

de cada regional, lógica a la que la experiencia de la CGT de los Argentinos en Rosario

no estuvo ausente.

En este sentido, es que marcamos la importancia de la instalación del Estado

Burocrático Autoritario, ya que con el advenimiento del mismo, se concretaron ciertas

particularidades que transformaron en disímiles muchas de las realidades desde la cual se

organizaron las distintas experiencias de sindicalismo combativo.

La consolidación de un sector confrontacionista en el movimiento obrero

organizado, estuvo íntimamente relacionado con cambios en la estructura social y

organizativa, los cuales repercutieron profundamente en los sectores obreros desde

comienzos de la década del 60’ y que a finales de la misma, colaboraron en la concreción

de un perfil de sindicalismo que poco tenía que ver con el tradicional.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

63

En definitiva, creemos que una introducción en las particularidades de la CGT de

los Argentinos en la zona del Gran Rosario es fundamental a la hora de tener un

acercamiento más sólido al protagonismo de nuevos actores sociales, comprendiendo de

esta manera, su constitución, configuraciones y particularidades.

Con esto, intentamos plantear la existencia de dos tipos de variables que inter -

relacionadas resultaron claves para el desempeño de la clase trabajadora rosarina: una de

carácter endógeno, relacionada con los cambios, conflictos y debates que se dieron al

interior del sujeto de nuestra problemática; y otra de corte exógeno, producto de las

transformaciones derivadas de la implementación de un nuevo modelo de acumulación,

que lo condicionaría cuantitativamente y cualitativamente.

Para nuestra investigación esta perspectiva resulta central ya que sostenemos

junto a Gordillo que “...en ciertos períodos y por causas especiales, determinados

actores sociales sobresalen en la escena nacional con un particular protagonismo. Sin

embargo, comunmente, la historiografía argentina ha tendido a generalizar e

interpretar la realidad del país a partir de lo ocurrido en Buenos Aires sin tener en

cuenta las líneas divergentes y las situaciones locales específicas que en algunos casos

llegaron a conformar alternativas a lo que sucedía en la Capital con una proyección tal

que las convertía en fenómenos nacionales...”76.

Esto también se reflejó en las diferencias existentes entre la conformación de los

conglomerados industriales que residían en el Gran Buenos Aires y los establecidos en

diversos cordones industriales del interior del país.

Este factor será imprescindible para evaluar el impacto que tuvieron ciertas

políticas estatales previas al gobierno de Onganía, a través de la cuales trataremos de

descifrar ciertos ejes que recorren experiencias como el Rosariazo o el Cordobazo, en

donde el movimiento sindicalizado del interior del país cobraría un papel central.

Los polos en donde tuvo mayor despliegue el sector combativo, estuvo

comprendido por zonas industriales del interior, establecidas por la política económica

gestada durante el desarrollismo, en las cuales predominaban fundamentalmente la

industria automotriz, la siderurgia o la petroquímica.

76 Gordillo, Mónica., op, cit, pág. 13.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

64

En esta característica, tuvo una relevancia fundamental las zonas identificadas

como cordones industriales de los diversos centros urbanos, en el caso rosarino,

conglomerados como el de Perez, San Lorenzo, San Nicolás o Villa Constitución serán

sobresalientes ya que fueron en donde se instalaron la mayoría de las empresas

petroquímicas o siderúrgicas.

Para el capital extranjero la zona del Gran Rosario tenía especial importancia, ya

que brindaba mano de obra calificada para industrias de alta tecnología, las cuales

debieron recurrir incluso a mano de obra oriunda de Rosario.

El impulso de la industria en el Gran Rosario fue acompañado por la sanción en

1968, de una ley de promoción industrial, a lo que paralelamente se le sumaron una serie

de exenciones fiscales y demás facilidades que incentivaron una fuerte inversión en la

región.

Cristina Viano ejemplifica esta situación planteando que “...la euforia

industrialista fue entusiastamente acompañada por las autoridades políticas de turno y

la Zona Norte del Gran Rosario convertida en un ejemplo significado como motivo de

orgullo nacional. Al sur del Gran Rosario, Villa Constitución y San Nicolás constituían

un importante polo siderúrgico...”77.

Estos entramados industriales ejercieron una reforma en la fisonomía y el perfil

productivo, con esto también comenzaría a percibirse que estas características superaban

a la ciudad de Rosario, “...de aquí en más cuando se hablara de estructura industrial

Rosario no sería ya Rosario sino el Gran Rosario (...) ello quedó oficialmente

sancionado por el Consejo Provincial de Desarrollo...”78.

Dichos centros industriales, tuvieron un papel pasivo o de complacencia en sus

comienzos, aunque paralelamente, generarían lógicas ausentes en los polos industriales

mas importantes del Gran Buenos Aires.

Esto está relacionado con la repercusión que ciertas medidas, como por ejemplo

“el sindicato por empresa”, tuvieron en la organización obrera de Rosario. Este estilo

organizativo tenía el objetivo de habilitar a los empresarios a negociar a nivel de cada

firma, lo que generaría cierto aplacamiento de las demandas obreras en un primer

77 Viano, Cristina. “Una ciudad movilizada (1966 - 1976)”, en Rosario en la historia ( de 1930 a

nuestros días), U.N.R. Editora, Rosario, 2000, pág. 31. 78 Viano, Cristina., op, cit., pág. 28.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

65

momento, aunque posteriormente se convertiría en un efecto retro alimentador de

prácticas sindicales que al escapar a la lógica tradicional burocrática, se posicionaban

como novedosas y muchas veces incontrolables.

A nivel comparativo, hasta las formas de asentamiento eran dispares entre Buenos

Aires y el interior; ya que mientras en la primera “...la fábrica no ocupaba un sitio tan

central, pues formaba parte de una vasta estructura urbana donde se diluían tanto los

contrastes como las solidaridades que se generaban en los lugares de trabajo”, en el

interior se daba una “ estrecha proximidad física entre el lugar de trabajo y el de la

vivienda también contribuía a fortalecer la solidaridad interna de las comunidades

obreras...”79 .

Además, este fenómeno estuvo acompañado por la fuerte concentración industrial

a la que asistió la provincia de Santa Fe en la década del 60’, las cuales se reflejaban en

las cifras del índice de radicación industrial que establecía una brecha importante entre el

62% para el Gran Rosario y el 9% de la zona norte o el 29% de la zona centro,

generando movimiento poblacionales que en mayor medida, desembocaron a los

departamentos Rosario y San Lorenzo.

Debemos afirmar también, que esta pujanza e incentivo hacia la industria estuvo

enmarcado en “...un sostenido impulso de las actividades comerciales, bancarias y

financieras. La región siguió operando como un importante núcleo intermediario y

comercializador de la producción agropecuaria de una amplia zona de la pampa

húmeda de la cual era centro exportador y proveedor de servicios...”80.

Así como ascendería el número de trabajadores en actividad, paulatinamente en

Rosario se irían gestando las primeras “villas miseria”, producto de la gran ola de

migrantes hacia esta ciudad que marginadas por su escasa calificación laboral, “...está a

la vista que la existencia de los barrios miserables es desmoralizadora y frena el ímpetu

de progreso que necesitamos para desarrollarnos... levantar barrios modestos provistos

de las seguridades esenciales en cuanto a higiene así como a facilitar por todos los

medios la adquisición de propiedades por los respectivos ocupantes consideramos que

habrá de ser la esperada solución...”81.

79 James, Daniel., op, cit., pág. 302.

80 Viano, Cristina., op, cit., pág. 31.

81 Revista Boom año 1968.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

66

Este proceso de industrialización a la que asistió la región del Gran Rosario, estuvo

acompañada por un clima de contestación social provenientes de las diversos

movimientos culturales, intelectuales y obreros. Esta situación no se puede abstraer de

un contexto Latinoamericano y Mundial en la que diversos movimientos sociales

comenzaban a tener un protagonismo importante.

El arte de combatir

La construcción de una estrategia confrontacionista estuvo acompañada por la

reformulación y participación de diversos sectores sociales, los cuales no estaban exentos

del intenso clima de movilización presente a finales de la década del 60’.

Estas capas sociales fueron también afectadas por las políticas autoritarias de la

“Revolución Argentina”, lo que generó el establecimiento de ciertos movimientos

culturales y artísticos que a lo largo de todo el país se relacionarían con las diferentes

experiencias de resistencia y lucha contra el régimen dictatorial.

Se trataba de una apuesta al desorden creativo de un movimiento de masas

que buscaba sus instancias de organización en medio de la confrontación con el

poder, que a la vez, se encontraba atravesado por los conflictos internos de la teoría y la

política, esto, más que las diferentes extracciones sociales será lo que trace la diferencia.

En Rosario se concretó la experiencia del denominado “Grupo Rosario” o la

“Vanguardia Artística”, que con el correr del tiempo se transformó en un icono de

inigualable oposición, pero también, se plasmó como una propuesta de salida a la

profunda crisis social en la que se encontraba Rosario y la región.

En este grupo encontrábamos a intelectuales y artistas cuyas prácticas

coordinadas llegaron a configurar experiencias inéditas en diversos puntos de la ciudad,

en donde se cuestionaba los cánones “modernizadores” vigentes en las bellas artes.

Cristina Viano en su investigación sobre el contexto rosarino aporta que “...los

integrantes del llamado “Grupo Rosario” se fueron articulando en torno a una serie de

manifestaciones públicas tales como acciones de arte, obras grupales, declaraciones o

los llamados ciclos experimentales (...) sus integrantes fueron: Aldo Bortolotti, Osvaldo

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La CGT de los Argentinos en Rosario

67

Boglione, Graciela Carnevale, Noemí Escandell, Rodolfo Elizalde, Eduardo Favario,

Tito Fernández Bonina, Carlos Gatti, Ana María Giménez, Marta Greiner, Emilio

Ghiglioni, José María Lavarello, Coti Miranda Pacheco, Lía Maisonave, Rubén

Naranjo, Juan Pablo Renzi, Jaime Rippa, Norberto Púzzolo y Guillermo Totis, entre

otros...”82.

Su primera actividad se llevó a cabo en la Plaza 25 de Mayo y la misma tenía

como objetivo central trasladar las exposiciones artísticas a lugares públicos, marcando

un punto de confrontación con los espacios tradicionales de exposición y estableciendo

por contrapartida un acercamiento entre el pueblo y sus artistas.

Esta “exposición de pinturas y collages” fue el punto de partida del Grupo

Rosario y como señala Guillermo Fantoni “...las artes plásticas serían uno de los

mayores espacios culturales de beligerancia (donde) la vanguardia artística exhibió

con un estilo vociferante la ruptura de la tradición como quizás no ocurrió en otras

disciplinas...”83.

La propuesta del “Grupo Rosario” se reflejó con mayor presencia en 1968, año

en que dicha vanguardia llevará adelante importantes actividades y se encaminará hacia la

elaboración de una novedosa concepción de la relación entre lo artístico y lo político.

Esta se enmarcó en una incipiente crítica hacia el arte tradicional, sus formas, su

lenguaje, llegando a poner en cuestión al mismo público asistente, quedando

voluntariamente al margen de las formas de consagración y prestigio a las que estaban

vinculados hasta entonces, en especial el Instituto Di Tella y una serie de premios y

galerías que apoyaban las tendencias experimentales.

Por esto coincidimos con Viano cuando sostiene que desde esta óptica se

intentaba “...destruir esquemas comunicacionales tradicionales y estereotipos del estilo

gacetilla – galería – comprador o producto – difusión – prestigio...”84, con la intención

de entender el arte como una herramienta de concientización que colabore con las luchas

anti – dictatoriales que se venían gestando en la sociedad.

82 Viano, Cristina. “Una ciudad Movilizada” ( 1966 - 1976), Rosario en la historia ( de 1930 a nuestros

dìas), Tomo 2, Alberto J. Pla ( Coordinador), U.N.R Editora, Rosario, 2000, pág. 112. 83 Fantoni, Guillermo, “Rosario: opciones de la vanguardia”, en AA. VV., Cultural y Política en los años

60’, Oficina de Publicaciones del CBC, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1997, pág. 288 y

289. 84 Viano, Cristina., op, cit, pág. 43.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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En esta dirección se realizaron las obras de numerosos artistas, algunas de las

cuales fueron exhibidas en el propio local rosarino de la CGT de los Argentinos. Dichas

obras fueron realizadas por artistas como Graciela Carnevale o Eduardo Favario y tenían

como temática central la censura o la violencia a la cual eran sometidos amplios sectores.

La experiencia más notable de éste movimiento artístico fue la muestra “Tucumán

Arde”. La misma se organizó a través del viaje de cuatro artistas a Tucumán, entre los

cuales se encontraban Juan Pablo Renzi y Rubén Naranjo de Rosario, y Roberto Jacoby y

Pablo Suarez provenientes de Buenos Aires.

La artista plástica Margarita Paksa relata la organización de la difusión previa al

lanzamiento de la muestra “...pegamos carteles tanto en Buenos Aires como en Rosario

que decían: ¿Que es Tucumán?, para llamar la atención. Después aparecieron los

otros con la leyenda “Tucumán Arde...”85.

La confluencia de artistas plásticos porteños, rosarinos y santafesinos constituye

uno de los procesos más importantes de la vinculación entre la vanguardia artística y la

vanguardia político - sindical de fines de la década del 60’ en Argentina.

Se ponía de relieve la situación por la que estaba pasando la provincia de

Tucumán, entendiendo a ésta como reflejo de un país empobrecido y en decadencia. La

actividad fue censurada en muchos lugares, pero en Rosario se desarrolló en el local de

la CGT de los Argentinos, en donde se tuvieron que realizar más funciones que las

planeadas, con motivo a la gran afluencia de público.

Esta acción implicaba la vinculación con una institución extra artística, el

desplazamiento de una obra de arte de vanguardia hacia una institución político sindical

implicaba nuevas reglas de juego, otras formas de negociación, una circulación distinta

de la obra.

Ante la exitosa recepción, la prensa de la CGT de los Argentinos comentaba que

se había llevado a cabo una “...exposición de artistas, realizada colectivamente por 40

creadores (...) que buscan un arte nuevo que se dirija a los trabajadores y que muestre

los angustiosos problemas que agobian a la Argentina (...) el arte niega radicalmente

85 Entrevista realizada a Margarita Paksa, artista plástica.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

69

este modo de vida y dice, hagamos algo para cambiarlo, el arte no está a la venta y no

produce sino reflexión, dolor y conciencia...”86.

. Con esta muestra, concluiría prácticamente la actividad del “Grupo Rosario”, ya

que muchos de sus integrantes pasarán a organizarse en diferentes movimientos y

organizaciones protagonistas de las grandes luchas de la década del 70’.

En definitiva, muchos movimientos artísticos y culturales del momento, no

quedarán exentos del hilo que subyace en este período, reflejado por la mudanza de una

cultura política de resistencia a otra de confrontación, donde se ensayaron diferentes

alternativas caracterizadas por su intención de excluir / eliminar al adversario, en algunos

casos simbólicamente y en otros hasta físicamente.

Entonces, como bien plantea Longoni “...la mayoría de los artistas que

formaron parte del contingente de “Tucumán Arde” concluyeron esa década

vertiginosa con la ruptura más radical de todas, un gesto extremo del que es difícil

retornar: abandonaron el arte (...) Tucumán Arde no fue, sin embargo, el origen de ese

shock y de otras secuelas traumáticas, sino quizá el más cabal (aunque insuficiente)

intento de un grupo de artistas por superar la crisis que vivían...87.

La iglesia de los pobres

La década del 60’, fue también el escenario donde se desarrolló un fuerte debate

en torno al rol que debían ejercer las diferentes instituciones religiosas y sus

componentes. Esta disputa, condujo a una serie de enfrentamientos al interior de esa

institución a los que consideramos importantes ya que es un conflicto central para poder

entender el “Rosariazo” de setiembre y las luchas sociales y políticas de todo el período

1969 - 1972.

Con la llegada al papado de Juan XXIII, se abre una nueva etapa en la Iglesia

Católica, se efectúa “...una renovación que atraviesa la estructura católica y permite

86 Semanario de la CGT de los Argentinos, Nª 31, 28 de Noviembre de 1968.

87 Longoni, Ana. “Vanguardia plástica y radicalización política”, en Revista los 70’, Nº 5, Año , Buenos

Aires, pág. 22.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

70

que las convulsiones populares adquieran una influencia que excede a los curas y

monjas de barrio para llegar a las jerarquías y sus discursos...”

88.

Como reflejo de los cambios que se estaban produciendo, en 1967 apareció un

Manifiesto de 18 Obispos del Tercer Mundo que se presentó como una aplicación del

Concilio Vaticano II y de la Encíclica Populorum Progressio a los países de Asia, Africa

y América Latina.

En Rosario, el mismo día en que surgía la CGT de los Argentinos, (1º de mayo de

1968), también se constituiría formalmente el llamado “ Movimiento de Sacerdotes por

Tercer Mundo”.

A dichos actores, no los unirá solamente su fecha de lanzamiento, sino que la

historia misma los situó en una lucha en favor de la liberación de los pueblos pobres en

toda América Latina, marco en el cual, Rosario tomaría en cierta medida la iniciativa.

Ruben Dri, integrante del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo en

relación a esto planteaba que “...el sindicalismo clasista, el peronismo combativo y la

CGTA fueron puntos muy importantes para todo el movimiento; nos referenciábamos a

nivel de los trabajadores. Además, Ongaro provenía del cristianismo, había sido

seminarista; lo considerábamos parte de nosotros. La CGTA representó un momento

muy importante de nuestra lucha...” 89.

El sector tercemundista, nunca llegó a conseguir una posición hegemónica al

interior de la estructura eclesiástica, lo cual lo llevó a ocupar lugares marginales, además

de ser objeto de una aguda represión por parte de la dictadura de Onganía. Su mayor

fuerza la consiguieron en su relación con diferentes actores que no provenían del

espacio religioso, generando, por ejemplo, una profunda politización en jóvenes de clase

media que luego pasarían a engrosar la importante participación política de la época.

La revista los 70’en su número dedicado a ésta temática plantea sostiene que la

amplitud del movimiento en cuanto a su constitución ideológica hará que “...aunque el

modelo deseado era mayoritariamente el socialismo, ciertas variantes del peronismo,

88 Burgos, Mario. “El reino de este mundo”, en Revista los 70’, Año 1, Nº 6, pág. 10.

89 Entrevista realizada a Rubén Dri por Juan Iturburu, para la revista los 70’.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

71

que nada tenían en común con ese proyecto, ejercerán una influencia contradictoria en

figuras relevantes del movimiento de sacerdotes tercermundistas...”

90.

En este punto de contacto, resultó clave la existencia de los Colegios Mayores,

que se constituirían en una suerte de hospedaje económico, a los que acudían jóvenes

estudiantes del interior en búsqueda de alojamiento y comida a un accesible precio.

Este movimiento religioso de liberación, tuvo una importante incidencia en zonas

cercanas a Rosario como: Soldini, Villa Gobernador Gálvez, Cañada de Gomez y

Coronel Bogado.

En Rosario el trabajo de este sector eclesiástico será importante y comenzará a

tener cierto reconocimiento a partir de 1963, momento en el cual se crearan treinta

vecarías en algunas de las cuales se comenzará a desarrollar una relación con los vecinos

de los barrios basada, no sólo en cuestiones espirituales, sino que también se apuntaría a

la conformación y difusión de valores tendientes a la liberación del hombre.

Oscar Lupori, representante de este movimiento en Rosario comenta que “...en

1968 empezamos en el movimiento en Rosario alrededor de 40 sacerdotes. Eramos un

grupo que ya venía intentando que nuestro trabajo pastoral pudiera ser volcado hacia

los barrios y hacia los obreros. También teníamos en cuenta al movimiento

estudiantil...” 91.

En este tipo de militancia barrial será gravitante el papel del grupo de curas

españoles, entre los cuales se encontraba la figura resaltante del padre Néstor García,

actitud que comenzó a preocupar a las capas jerárquicas de la iglesia, que con el obispo

Bollatti a la cabeza, se encargarán del apartamiento y persecución “de dicha minoría

activista”.

Con respecto a la relación con Bollatti Naranjo relata que “...nuestro grupo hizo

un planteo al obispo Guillermo Bollatti, apoyándonos en las posturas del Concilio

Vaticano II y la Conferencia de Medellín, pero Bollatti tomó medidas para volcar en

contra nuestra a una parte del clero. Tuvo la habilidad de apartarse del centro del

debate, logrando que apareciera como un enfrentamiento entre nosotros y otros

90 Estracto de la editorial de la Revista los 70’, en su número dedicado al movimiento de curas del tercer

mundo. 91 Entrevista realizada a Oscar Lupori, actualmente miembro del M.E.D.H. (Movimiento Ecuménico por

los Derechos Humanos).

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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sacerdotes. Y en julio del 69’ nos quitó todas nuestras parroquias. A partir de ahí se

profundizaron los castigos. Para la Pascua de 1970, Bollatti nos privó del ejercicio del

sacerdotal. Nos envió una carta en la que nos conminaba a elegir entre someternos a

sus posiciones o abandonar la diócesis...” 92.

En lugar de García fue nombrado Lester Novallo, quien ocuparía el lugar vacante

como sacerdote de la vicaría anteriormente a cargo del cura rebelde. Novallo provenía de

raíz política ultra conservadora y a la hora de su asunción fue recibido por una

movilización de los vecinos del Barrio Godoy, que con el apoyo de dos sacerdotes,

repudiaron dicho nombramiento y la destitución de García.

Las movilizaciones continuaron y en los distintos encuentros con la policía se

desarrollaron enfrentamientos con luchas en las calles que incluyeron la utilización de

barricadas, registrándose heridos de bala en ambas partes.

Este conflicto terminó demostrando las contradicciones, no sólo al interior de la

Iglesia, sino que puso de relieve la extensa trayectoria por parte de la diócesis de Rosario

de un autoritarismo y personalismos que encontró a sus más íntimos aliados en grupos

como el “Movimiento Fidelidad” y el “Movimiento Laico Rosarino”.

En frente de esta alianza de valores conservadores, se encontraban los vecinos de

los diferentes barrios y villas en donde los sacerdotes trabajaban, que como en el caso de

Cañada de Gómez, realizaron manifestaciones realmente importantes.

La movilización de las bases, estuvo acompañada por la presencia de sectores

sociales que formarán parte de la lucha de los curas tercermundistas. La propia CGT de

los Argentinos en Rosario planteó que “...la actitud de este grupo de sacerdotes de la

provincia de Santa Fe se une al clamor creciente en toda la Iglesia Católica para

definir al cristianismo al lado de los pobres y de los que combaten por el pan y la

justicia...” 93.

Esta escalada de persecución, terminó con la desestructuración de este grupo y su

elección de permanecer en sus lugares como método de lucha como hicieron Arroyo,

Giarnello, Ferrari, Lupori, Torressi, Campmajó y Meléndez. Otros en cambio, optaron

por emigrar como el caso de Amiratti, Ferián, Praolini, Mallaría, Tettamanzi, Medina,

Parolo o Iturbe y sólo García dejaría el sacerdocio tiempo después.

92 Op. Cit.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

73

El martes 22 de julio, se realizó en Cañada de Gómez un paro general local

organizado por el movimiento obrero con una fuerte adhesión de los comercios, que

tenía como objetivo el apoyo a los sacerdotes renunciantes y en repudio a la política del

obispo Bollatti.

En aquel momento, la diócesis de Rosario estuvo atravesada por un segundo

conflicto, que nuevamente tendría al obispo Bollatti en el centro de la escena, sólo que

esta vez tratando de entorpecer las prácticas de un conjunto de monjas dominicas, que

con postulados muy similares a los planteados por el tercermundismo, habían realizado

acciones y documentos que retomaban los principales preceptos del Concilio Vaticano II.

Ante la reacción del obispo las monjas optaron por la exclaustración, estableciéndose en

la ciudad de Monje bajo la supervisión de Monseñor Zaspe.

Este contexto, marcaba particularmente a Rosario y sus zonas de influencia,

como un reducto en donde se desarrolló con importancia la conformación de un sector

que al interior de la institución eclesiástica, pugno por la reivindicación de los postulados

más importantes de la llamada teología de la liberación.

Este movimiento resulta clave para comprender la confluencia de sectores

sociales que sin provenir estratos asalariados, se sintieron representados por los idelaes

de la CGT de los Argentinos regional Rosario.

Los “Rosariazos” y la CGT de los Argetinos

Según los momentos y a lo largo de todos estos años hacia 1969, no hay sector

social ni grupo político o ideológico a excepción de las organizaciones económico -

corporativas de la oligarquía financiera, que no se haya sentido afectado directa o

indirectamente o violentado, por alguna instancia de la fuerza material del estado,

fundamentalmente en su aspecto armado.

En 1969 la reacción popular adquirió un ímpetu antes desconocido y se expresó

bajo la forma de levantamientos urbanos masivos. Estos no pueden ser interpretados sólo

desde la perspectiva de las reivindicaciones meramente económicas, y aunque estas

93 Diario La Capital, 28/ 3/ 1969.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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estuvieron presentes, sería una simplificación concluir que los reclamos se agotaban en

ellas. Las demandas que se plantearon fueron mucho más complejas y condensaron

elementos políticos, económicos, sociales, culturales.

En el año 1969, la CGT de los Argentinos en Rosario había alcanzado con creces

su objetivo de unidad con diversos sectores sociales, en pos de una lucha antidictarorial,

y en su seno, se organizaban y participaban desde movimientos artísticos hasta

organizaciones estudiantiles y religiosas.

La central combativa llegó a nuclear a 27 gremios y generó en Rosario una

verdadera opción ante las políticas represivas emanadas por la “Revolución Argentina”.

Su principal objetivo fue “...unir en torno a esta regional de la CGT, a todos los que,

sin compromisos o ataduras espúreas, entendemos que a los trabajadores se los arma

de fe y de ansias de lucha, con posiciones claras, que no dividen, sino que unifican y

sirven para hacer surgir dirigentes leales a las ideas e intereses del pueblo

trabajador...” 94.

La buena recepción que había tenido el surgimiento de la CGT de los Argentinos

en Rosario, debía consolidarse a través de una práctica, que comprendiera y obedeciera a

los postulados fundamentales de todos aquellos sectores sociales golpeados por la crisis

en la que se encontraba sumido el país y la región.

En este sentido, el 11 de abril de 1969 se lanzará desde la ciudad de Villa

Ortensia la llamada “Marcha del Hambre”, a la cual acudieron alrededor de 10. 000

manifestantes con el objetivo de marchar hasta la capital provincial. La mayoría de los

participantes eran obreros desempleados o con empleos precarios, provenientes de

Rosario y fundamentalmente del interior de Santa Fe95 .

La movilización consitó la atención de la fuerzas de seguridad provincial, en este

caso, se pusieron a disposición del jefe de la policía el Coronel Duretta 3 .000 policías,

gendarmes y soldados. A pesar de la represión que sufrieron los manifestantes, los

mismos llegaron a ocupar el edificio comunal y obligaron a renunciar al intendente.

94 Extracto del documento “Por una CGT sin compromisos o ataduras espúreas”, leído en el plenario

realizado en abril de 1968. 95 A esta protesta adhirieron las poblaciones de Villa Ana, La Gallareta, Tacuarendí, Las Toscas y Villa

Guillermina.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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Estos episodios fueron conocidos también bajo el nombre de “la golondrina

anunciadora”, ya que comenzaban a prefigurar el futuro horizonte de movilización social

que surcaría todo el año 1969.

Uno de los sectores más castigados por las políticas represivas de la Revolución

Argentina fue el movimiento estudiantil. Desde un primer momento, éste resultó ser uno

de los actores fundamentales en la lucha en la que se enmarcaron las diferentes acciones

opuestas a la etapa que se había iniciado en 1966.

Tras la intervención de las universidades, los estudiantes se embarcaron en un

intenso recorrido de resistencia, en donde las numerosas movilizaciones, asambleas y

toma de facultades fueron un reflejo del ímpetu logrado por este actor.

El comienzo de la lucha generada por el movimiento estudiantil comenzó con una

serie de acontecimientos desarrollados en la ciudad de Resistencia y Corrientes. Dichos

enfrentamientos se precipitaron tras la decisión del rector Carlos Walker, de aumentar en

un 500% el valor del vale del comedor universitario, medida que fue repudiada a través

de una marcha que fue reprimida y en donde perdió la vida el estudiante Juan José

Cabral.

El aumento del ticket no resultaba insignificante para aquellos estudiantes que

provenían del interior y que pertenecían a estratos bajos de los sectores medios, ya que

gracias al mismo muchos de ellos deberían dejar sus estudios.

En este marco, en Resistencia la búsqueda de alianzas se orientó hacia la Iglesia

la cual cede sus instalaciones para el funcionamiento de un comedor estudiantil. En

cambio, en Corrientes se buscó el apoyo de un sector del movimiento obrero organizado

vinculado a la CGT de los Argentinos, en cuyo local se realizan asambleas y reuniones.

Al día siguiente del asesinato de Cabral, se produjo una reacción de repudio en la

Facultad de Medicina de Rosario, a la cual se sumaron inmediatamente las otras unidades

académicas de la ciudad, obligando al rector a la suspensión de actividades por varios

días.

En este momento, las movilizaciones estudiantiles se extienden a Córdoba,

Tucumán, La Plata, Buenos Aires, Mendoza, Bahía Blanca, Salta, contando con la

solidaridad de distintas agrupaciones profesionales, políticas y sindicales.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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En Rosario, la ausencia de actividad universitaria debido a la suspensión de las

clases generó un agrupamiento de los estudiantes en el comedor estudiantil, en donde se

realizó una masiva asamblea que concluyó una marcha por las calles céntricas de la

ciudad.

Retomar estos acontecimientos resulta importante ya que “...ese elemento actuó

como detonante y logró constituir una fuerza moral necesaria para que el movimiento

social liberara su fuerza social y librara sus enfrentamientos en condiciones favorables,

en un medio, en donde los obreros se encontraban luchando no sólo contra los bajos

salarios y las condiciones de trabajo ( hecho que los vincula socialmente a los

estudiantes), sino bajo el fantasma directo de la desocupación, basada en el cierre de

empresas en un contexto de reconversión industrial y económica...” 96.

El 17 de mayo unos cuatrocientos estudiantes se reunieron frente al comedor

estudiantil y repartieron algunos volantes e hicieron explotar algunas bombas de

estruendo que merecieron la atención de la policía, que los reprimió enérgicamente.

En este enfrentamiento perderá la vida el estudiante de Ciencias Económicas

Andrés Bello, generándose automáticamente, una importante movilización de repudio en

amplios sectores de la sociedad.

Un reconocido periodista, Reynaldo Sietecasse, relataba los hechos diciendo que

“...un grupo de estudiantes, perseguidos por la policía, corren por la calle Corrientes

hacia el sur y doblan por Córdoba, desde Entre Ríos aparecen más policías disparando

sus armas. Los estudiantes y decenas de sorprendidos transeúntes quedan encerrados

(...) Algunos ingresan a la galería Melipal, el lugar tiene una sola boca de entrada y

salida, por lo que otra vez quedan atrapados a merced de los guardias. Los agentes

ingresan al edificio y reanudan la golpiza, entre los policías se encuentra el inspector

Juan Agustín Lezcano, la gente trata de evitar como puede la lluvia de golpes y en

medio de la confusión suena un disparo. Cuando la policía se repliega queda en el

suelo, junto a la escalera Adolfo Bello con la cara ensangrentada...” 97.

96 Balvé, Beba y Balvé, Beatriz. “El 69’ huelga política de masas”, Editorial Contrapunto, Buenos Aires,

pág. 35.

97 El relato pertence al periodista Reynaldo Sietecasse, en entrevista realizada con motivo de la

conmemoración de los hechos conocidos con el nombre de primer Rosariazo.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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La CGT de los Argentinos decreta el estado de alerta y en conferencia de prensa

extiende un comunicado planteando que “...con los dolorosos sucesos acaecidos en

Rosario y Corrientes, el gobierno de la dictadura se sacó definitivamente su máscara

de monarquía benevolente y cristiana. La CGT de los Argentinos entiende que cada

grupo, que cada sector de compatriotas, obreros, estudiantes, intelectuales, etc.

comprometidos con la causa de la liberación de organizarse y actuar. En el terreno de

la lucha nos encontraremos. Todos los que verdaderamente aspiramos a construir una

patria justa, libre y soberana...” 98.

Beba y Beatriz Balvé ilustran el clima posterior diciendo que “...a partir del

asesinato de Bello, la tensión en Rosario fue en aumento. No sólo se percibía en los

rostros de la gente sino que no había quien no viera con precaución la forma como se

iban desarrollando y encadenando los hechos. En los cafés, las esquinas, los lugares de

trabajo, el comentario obligado era la represión policial. La gente iba perdiendo el

miedo, se hablaba en voz alta, se criticaba a la policía y al gobierno; eran los indicios

de que comenzaba un proceso de indisplinamiento social...” 99.

En los siguientes días de mayo, se sucedieron actos relámpagos, concentraciones,

marchas del silencio, denuncias de testigos, de abogados y comenzó a funcionar una olla

popular montada por la CGT de los Argentinos para suplir el cierre del comedor

universitario, comenzaba a consolidarse la unidad obrero - estudiantil.

En correspondencia, el Colegio de Abogados100 da a conocer un comunicado

exigiendo que se tomen las medidas correspondientes al esclarecimiento del crimen del

estudiante Bello, argumentando la poca validez de los argumentos esgrimidos por los

partes informativos policiales y haciendo conocer el turbio recorrido del Inspector

Lezscano en una serie importante de hechos represivos.

98 Comunicado de Prensa leído por el Secretario de la CGT de los Argentinos el día siguiente al

asesinato del estudiante Bello. 99 Balvé Beba y Beatriz. op. cit., pág. 81.

100 Aunque los abogados eran el sector profesional con mayor organización gremial, también se

sumaron a este repudio la Federación Rosarina de Vecinales, la Sociedad Argentina de Escritores, el

Centro de Estudiantes de Economía, Derecho y Administración, el Colegio de Farmacéuticos

Nacionales, los Profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, el Colegio de Graduados de

Ciencias Económicas, el cuerpo docente de Ciencias Económicas, los abogados de la delegación Rosario

de la CGT, el centro de Estudios de Filosofía y Letras, etc.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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El miércoles 21 de mayo el comité de lucha de estudiantes de Rosario y la CGT

de los Argentinos habían convocado a una marcha en conmemoración de los compañeros

caídos, en principio la marcha partiría de Plaza de Mayo para culminar frente al local de

la CGT de los Argentinos en donde se realizaría una asamblea con la participación de

Raimundo Ongaro.

A la hora de realizarse la marcha del silencio, el radio de la ciudad comprendido

por las calles Mendoza - Urquiza y Oroño - Buenos Aires se encontraba impregnado de

una fuerte presencia policial, que en todo momento inducía a la desconcentración, por su

parte, los estudiantes no hicieron caso a las fuerzas del orden y siguieron avanzando

realizando sentadas en silencio.

Esta relativa calma, se rompió cuando la infantería de policía comenzó a lanzar

gases lacrimógenos con la intención de hacer retroceder a los estudiantes, los cuales

respondieron con piedras y más allá de la furiosa represión consiguieron rearmarse y

seguir movilizándose.

En Rosario, a diferencia de lo que ocurrirá en el Cordobazo, no se estaba

llevando a cabo ningún paro, al momento de concretarse la movilización. Esto demuestra

que los sectores participantes del primer Rosariazo no tenían una organización previa en

columnas sino en grupos, que provenían de diferentes y múltiples zonas de la ciudad y se

dirigiéndose a diferentes puntos de concentración.

De esta movilización social participaron activamente alrededor de 2 .000

personas, y ya en su comienzo un grupo de jóvenes será reprimido cuando marchaban

por la calle Córdoba, lo que los hace volver por la calle Maipú hasta Rioja, en donde a

pesar de la fuerte presencia policial, llegan a cubrir cuatro cuadras más, llegando hasta

Córdoba y Mitre.

En ese punto, la fuerza policial lanza una cantidad importante de gases

lacrimógenos que los obligó a replegarse hacia la calle Rioja, donde son emboscados por

la guardia de seguridad de Caballería, que con sus sables los reprime ferozmente.

Así, mientras la mayoría decide mantenerse en la zona, otros cruzan la calle

Córdoba reagrupándose en Paraguay y San Lorenzo, donde la resistencia de los

militantes obligó a dejar libres los accesos al centro, los cuales son rápidamente cubiertos

por los manifestantes.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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A esta altura, se comienzan a generalizar las llamadas “hogueras”,

fundamentalmente en la esquina de San Lorenzo y Corrientes, aunque se realizarán

quema de papeles y de diferentes objetos en todas las intersecciones de la calle Córdoba

y en varios puntos más del microcentro.

Junto a ésta, otra de las tácticas utilizadas en la jornada fue la “barricada”, ésta

surge en el momento de mayor expansión de la base social movilizada, ubicándose la más

importante en la intersección entre las calles Corrientes y Santa Fe.

Durante varias horas, los estudiantes y las fuerzas represivas se enfrentaron en las

calles céntricas, entre 3. 000 y 4.000 manifestantes ocuparon el centro ayudados por los

vecinos. Una columna de manifestantes decide avanzar desde Córdoba y Corrientes hacia

el oeste. En la intersección de la calle Italia se produjeron nuevos incidentes, unos

estudiantes arrancaron la placa de rectorado, que no había condenado la represión.

Después, los manifestantes llegan hasta el frente de LT8 y un pequeño grupo

rompe a pedradas las ventanas y vidrios e ingresa a la emisora para interferir la

transmisión, entonces, para cuando llegan los escuadrones de caballería, un grupo

intentaba tomar el rectorado, otro salía de LT8 y un tercer grupo se estaba dispersando

hacia la calle Dorrego.

A pocos metros de la emisora radial LT8, cae abatido por un balazo en la

espalda, el adolescente Luis Norberto Blanco, empleado metalúrgico de 15 años que

intentaba huir de la represión policial.

Algunos manifestantes relataban las escenas del hecho “...se vio caer un joven

con aspecto infantil (...) un médico que se encontraba en el lugar se ocupó de hacerlo

trasladar al sanatorio más cercano (...) pero en el sanatorio aguardaba la última

prueba de la represión: la guardia de Caballería, volvió a cargar impunemente contra

todos, propinando sablazos a granel. (...) Luis Norberto Blanco tenía solo 15 años y

trabajaba como ayudante obrero en un taller metalúrgico de la Zona Norte. Había

venido al centro con sus amigos del barrio porque intuían que “algo iba a pasar...”

101.

101 Robles, Guillermo. De las aulas a las calles, pág. 70.

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La CGT de los Argentinos en Rosario

80

Los enfrentamientos que se suceden logran superan la capacidad de lucha de las

fuerza armadas debiendo ser reforzadas en la madrugada del día 22 y finalmente

reemplazada por la Gendarmería Nacional, que toma a su cargo el control de la ciudad.

Luego la Gendarmería es reforzada con efectivos de la Policía Federal llegados de

Buenos Aires y, finalmente, toma el control total mediante la ocupación militar de todo

el territorio el Ejército, al mando del Comandante del II Cuerpo, el General Roberto

Fonseca.

Con la intervención militar se establecía el funcionamiento de los “Consejos de

Guerra” y la constitución de un Tribunal Militar que presidió el Teniente Ledesma. Se

dictaron sentencias que recién se hicieron públicas poco antes de la huelga general del 30

de mayo, con un claro y deliberado objetivo de intimidación.

El cuerpo de asesores jurídicos de la CGT de los Argentinos, emite un

comunicado declarando ilegal la intervención de los Consejos de Guerra, exigiendo la

libertad y solicitando al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que juzgase y

sancione al General Fonseca.

En los primeros días de junio, un consejo de guerra especial aplicó, por su

participación en el Cordobazo, cuatro años de prisión a Elpidio Torres y ocho años a

Agustín Tosco, la dureza de estas medidas no sirvió para acallar los desacuerdos en el

seno de las Fuerzas Armadas.

Los sectores nacionalistas fueron relegados al tiempo que la salida nacional -

populista alentada por grupos minoritarios del ejército fue abortada por el Comandante

en Jefe del arma, Agustín Lanusse, quien pasó a retiro a los principales propiciadores de

la misma.

Los sectores liberales de las fuerzas armadas avanzaron, no sin dificultades, en

parte, porque no se presentaban un frente homogéneo con una única alternativa de

recambio, los cambios producidos en junio en el gabinete, donde cada sector pugnó por

imponer sus hombres, fueron una clara demostración que la batalla por mantener la

unidad de la Fuerzas Armadas se había perdido.

En mayo la violencia que el régimen descargó sobre los estudiantes sembrando la

muerte, operó como el desencadenante de una respuesta que no estuvo circunscripta sólo

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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al círculo universitario. En este punto, es en donde las jornadas posteriores al primer

rosariazo resultaría cualitativamente diferentes al rosariazo “estudiantil”.

El asesinato de Blanco fue repudiado por gran parte de la sociedad rosarina,

realizándose una marcha de 7.000 personas que acompañaron los restos del joven

empleado metalúrgico desde su hogar hasta el cementerio.

A nivel sindical, Rosario fue nuevamente protagonista de los cambios que se

estaban gestando al interior del movimiento obrero organizado. Esta vez, su accionar

resultó relevante a la hora de concretar la unidad de las diversas vertientes que acogía en

su interior el movimiento obrero organizado.

El reflejo de lo anteriormente planteado se encuentra en el plenario inter - sindical

que se realizó en Buenos Aires, en el sindicato del vidrio, al que acuden 38

gremios102que representaban a las dos centrales sindicales y que ratificaron el paro para

el día viernes 23 de mayo, manteniéndose todas las organizaciones en estado de asamblea

permanente y advirtiéndose que de aplicarse cualquier sanción en represalia por las

medidas adoptadas, se convocaría a un nuevo paro.

Esta reunión plenaria resultó clave para el proceso del movimiento obrero

rosarino, ya que en la misma se resolvió anular las divisiones existentes al interior de la

CGT y dándose lugar a la unificación del movimiento obrero organizado sindicalmente,

dentro de una sola CGT.

Para dicha ocasión, la CGT de los Argentinos de Rosario envió delegados a la

Capital Federal para reclamar a las dos centrales obreras que superaran las diferencias y

se sentaran las bases de la unidad de acción.

La dirección queda constituida por Bégulo Martín (Luz y Fuerza); Francisco

Rosano (sindicato del vidrio); Héctor Cansino (FOETRA); Gregorio Valdez (UOM) y

Mario Aguirre (ATE); es decir que la nueva dirigencia estaba integrada por dos

representantes de cada CGT y un no alineado.

102 Entre estos 38 gremios encontramos a: ATE, Unión Obrera Minera, Foetra, Federación Gráfica, La

Fraternidad, Sindicato Obreros del Vidrio, Sindicatos Empleados del Vidrio, Sindicato del Seguro,

Jaboneros, Fideeros, Prensa, Foecyt, Sutiaga, Luz y Fuerza, Obras Sanitarias, Supe - Rosario, Supe - San

Lorenzo, Sindicato de la Alimentación, Químicos, Papeleros, Aceiteros, Somu, Smata, Municipales,

Locutores, Molineros, Unión Obrera Metalúrgica, Calzado, Tintoreros, Barrido y Limpieza,

Petroquímica, Bancarios, Fatre, Empleados de Cooperativas, Jockey Club, Unión Ferroviaria.

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El 8 de setiembre de 1969, los obreros de la Unión Ferroviaria pertenecientes a

los talleres ferroviarios de Perez y Villa Diego, realizan un paro103 de brazos caídos por

la suspensión del delegado administrativo Mario Horat, motivada por la adhesión a

varios paros nacionales.

Este tipo de medidas no resultaban novedosas para los obreros del riel, ya que la

misma suerte habían corrido los delegados Gigena y Forcatto ante el acatamiento al paro

realizado en repudio al asesinato de Blanco. Como castigo a esta decisión se intervino la

Unión Ferroviaria y se sancionó a 116. 000 empleados y obreros.

La fuerza del sindicalismo ferroviario resultaba importante, ya que puntualmente

en la zona del Gran Rosario se concentraba una cantidad importante de talleres

ferroviarios, constituyendo al conflicto entre los trabajadores, empresarios y el Estado en

un eslabón importante en la marcha hacia la gran huelga ferroviaria de septiembre, que

dará lugar al denominado segundo Rosariazo, también conocido como el “Rosariazo

Proletario”.

Volvamos al paro del 8 de setiembre, finalizado éste se lleva a cabo una asamblea

en el local de la CGT y allí se dispone de un paro por 72 horas, con apoyo de la

Fraternidad, los señaleros y los guardabarreras, medida que se extenderá a las seccionales

de Empalme, Villa Constitución, San Nicolás, Cañada de Gómez y Casilda.

Esta determinación de apoyo que lanza la Fraternidad regional Rosario, es muy

cuestionada por la seccional porteña, la cual ordena que el gremio levante la medida de

fuerza, recomendación que además de no ser acatada, es contestada con un paro por 72

horas planificado para el día 10.

El 10 de septiembre en la Facultad de Medicina se reunió una multitud estudiantil,

junto a una delegación de obreros ferroviarios, el ex delegado de la CGT de los

Argentinos Héctor Quagliaro y Rosa Trumper de Ingallinela de la Liga de los Derechos

del Hombre y colocaron placas recordatorias a Pampillón, Cabral, Blanco y Bello.

Junto a este acto se realizó una movilización en el centro de la ciudad en la cual

los manifestantes arrojaron bombas incendiarias contra la sede del Jockey Club Cultural e

informativo de los Estados Unidos, la semana culminó con un paro activo en todas las

universidades del país.

103 Este paro fue acatado por mil setecientos obreros en Perez, mil doscientos en Rosario y trescientos en

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La CGT de los Argentinos en Rosario

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Cristina Viano en un ejercicio comparativo entre las jornadas de mayo y

septiembre plantea que “también en esta oportunidad el ejército actuó, aunque es muy

sugestivo que a pesar de la profundidad que había adquirido el conflicto en setiembre,

comparado con mayo, por los mayores niveles de violencia alcanzados, por su

prolongación y por haberse desarrollado en un espacio geográfico más amplio

alcanzando puntos muy distantes entre sí de la ciudad, en especial algunos barrios, lo

tardío y limitado de su intervención. Esta intervención se produjo cuando la intensidad

de la lucha había disminuido visiblemente y el paro estaba por terminar. A diferencia

de mayo la ciudad no fue declarada “zona de emergencia bajo control militar” 104.

Para este momento comienzan a llegar refuerzos del Cuerpo de Guardia de

Infantería de la Policía Federal, integrados por 50 hombres con equipo completo, los

cuales reprimen a una columna de obreros que venían marchando desde el local de la

Fraternidad para asistir al plenario convocado por la CGT unificada.

El 15 de setiembre se dio a conocer un decreto por el cual se “moviliza

militarmente”105 a los obreros ferroviarios en huelga a partir de las 15 horas de ese día, el

encargado de dicha medida será el General De Marchi, quien presidía a la propia empresa

de Ferrocarriles Argentinos.

El criterio utilizado para dicha convocatoria establecía para “...los convocados

mayores de 18 años, estarán bajo disposición del Código de Justicia Militar,

estableciéndose penalidades que van desde 2 meses a dos años de prisión. Para

aquellos que no se encuentren en condiciones de ser convocados, porque pesa sobre

ellos orden de detención, como es el caso de los dirigentes de la Unión Ferroviaria

(sindicato intervenido), se harán pasibles de sanciones que van de un mes a un año de

cárcel. Se convoca al 50 % de los agentes afectados al ferrocarril Mitre y se establecen

las equivalencias militares de los cargos desempeñados dentro de la estructura

ferroviaria...” 106.

Villa Diego. 104

Viano Cristina, op. cit., pág. 68 y 69. 105

Para un antecedente de este tipo de movilización, debemos recurrir al período de gobierno de

Frondizi, el cual amparado en el plan Conintes, movilizó militarmente a gran cantidad de obreros en

huelga y de distintas ramas, entre ellos, y además de los ferroviarios, incluía a los empleados bancarios. 106

Balvé, Beba y Balvé, Beatriz., op. cit., pág. 27.

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Al día siguiente, se comenzaron a formar extensas columnas de trabajadores

provenientes de diversos sectores del cordón industrial rosarino, con la intención de

converger en el local de la CGT, al encuentro de los estudiantes que también se habían

movilizado.

Los primeros ataques de las fuerzas del orden lograron dispersar parcialmente a

los manifestantes, luego, la organización de autodefensa comenzó a dar resultados y se

levantaron nuevamente barricadas reagrupándose una y otra vez. Los puntos de

concentración aumentaban, se incendiaban los colectivos y troles que se atrevían a

circular, lográndose de a poco el repliegue policial.

Las únicas instituciones bien resguardadas por las fuerzas del orden fueron la

jefatura de policía, la sede del Comando del II Cuerpo del Ejército, la Jefatura de Policía

y los tribunales.

Durante buena parte de la jornada, la solidaridad de los diferentes barrios de la

ciudad se hizo notar, a tal punto de resultar impenetrables para la policía, situación que

cambió cuando el Ejército se hizo cargo de la represión y comenzaron a recuperar el

control de la ciudad.

Sólo de esta manera resultó posible abrir fuego sin previo aviso, y el

establecimiento de Tribunales Militares, los cuales estaban muchas veces integrados por

el tristemente célebre Coronel, Leopoldo Fortunato Galtieri.

Los medios de comunicación, transmitieron el balance definitivo de aquellas

jornadas de ferviente lucha del campo popular: “...dos muertos, veinticinco heridos,

centenares de detenidos, 11 trolebuses incendiados, 14 más con roturas, 15 coches

incendiados del servicio urbano e interurbano de pasajeros, otros 40 deteriorados; 3

estaciones ferroviarias incendiadas, 100 garitas, retenes, cabinas y vagones

incendiados; vidrieras rotas, algunos incendios de galpones de fábrica...” 107.

La lucha que mantienen los obreros ferroviarios se extiende y articula con las del

conjunto del mundo obrero, y a pedido de sindicatos del interior y con iniciativa de los

de Rosario, las centrales con asiento en Buenos Aires proponen un paro general nacional

para el 1º y 2º de octubre.

107

Diario la Capital, 17 de septiembre de 1969.

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Este clima de combatividad, amenazaba con alcanzar diversas zonas del interior

del país, ante lo cual el Comandante en Jefe del Ejército, el General Lanusse, convocó a

una reunión de la Comisión Nacional de Seguridad a la que asistieron las máximas capas

militares.

En dicha reunión se tomará la decisión de ir a fondo con la represión a las

movilizaciones y protestas que venían llevando a cabo diversos sectores obreros y se

planteó, a través de un comunicado, que las fuerzas armadas estaban dispuestas a

reprimir con energía, incluso con el uso de armas de fuego todo intento de alterar el

orden público.

De esta manera, con el agotamiento y debilitamiento del proyecto de la

Revolución Argentina, se fueron generando escenarios de movilización a lo largo de todo

el país, en donde en muchos casos se llegó a poner en cuestión el orden de cosas

reinante.

Y fue en Rosario donde primero se desintegró la experiencia de la CGT de los

Argentinos, y junto a esta decisión, muchos de sus militantes pasaron a formar las filas de

una central obrera unificada bajo el objetivo de marchar en unidad ante el retroceso de la

dictadura.

El movimiento obrero organizado, había entendido a esta altura, que sólo a través

de la unidad de acción, y dejando de lado diferencias que a simple vista no eran de fondo,

se podía empezar a socavar los cimientos de poder de un régimen que atravesaba por una

larga agonía de la cual no podría recuperarse jamás.