la cautiva

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Mara, la cautiva de EcheverraLa primera mencin en la literatura argentina, y que hace Esteban Echeverra, de las cautivas es como botn del maln y se trata todas de jvenes y bellas. En el marco del festn brbaro y el maln sanguinario, las cautivas estan paradas dentro pero miran desde fuera, lo cual las ubica claramente como personajes de frontera: Y asombradas las cautivas, la carnicera horrenda miran, y a Dios en silencio humildes preces elevan.

Pero esa cautiva bella y piadosa, en contacto con el salvaje se torna en un cuerpo que tambin trasunta salvajismo y hasta la convierte en una vengadora mortal: por un lado, sus largos cabellos flotan desgreados, y denotan de su nimo el batallar-, por otro lado porta el pual asesino con la sangre de su vctima.

El cuerpo de la cautiva comienza lentamente a sexuarse y adquiere un grado importante en relacin al yaciente esposo: el encuentro entre Brian y Mara, de los dos cuerpos blancos es el que da paso al contacto corporal. Esto sella y sanciona la imposibilidad de otro tipo de contacto, de intercambio, de contaminacin sexual, y esto se demuestra en la preocupacin expresada por el moribundo y que se centra en que su mujer haya sido mancillada por un indio. La preservacin del cuerpo femenino debe ser tal que en eso se va la vida misma: se inmola asesina.

Por lo tanto, en esta escena se prohbe el regreso de la cautiva cuyo cuerpo ha sido penetrado por el indio. La nica posibilidad de retorno a la civilizacin ser virgen, lnguida, blanca e inmaculada, custodiada por los soldados de la patria. En ese regreso, estn eliminadas las marcas del rapto: la ropa desgarrada, el cuerpo desnudo, el contacto con el otro. Aquello que se niega a describir la literatura de Echeverra se manifiesta en el arte de la poca, por ejemplo en las obras de Rugendas.

De ah que las cautivas que Echeverra describe derramando lgrimas de regocijo por ser rescatadas, tienen como contrapartida en la realidad extradiscursiva, a mujeres que intentan regresar con los indios luego de su rescate. Muchas de las cautivas liberadas por Rosas en las campaas de la dcada del 1830, no pudieron reestablecer los vnculos con sus familias y fueron puestas al cuidado de la Sociedad de Beneficiencia de Buenos Aires.

En Una excursin a los indios ranqueles, Mansilla retrata esta situacin con complejidad y desde su discurso podemos comenzar a analizar el cuerpo cautivo tambin como aquel que se ha visto cautivado, en el sentido de atrado, seducido por aquella nueva cultura con la cual ha comenzado a dialogar.

Publicado en Sin categora | Deja un Comentario Etiquetas: Civilizacin y Barbarie, El cautiverio, Esteban Echeverria, La cautiva en el arte, Romanticismo5 JUNIO, 2011La cautiva y su nacimiento en el Romanticismo

Publicado en Sin categora | Deja un Comentario Etiquetas: Esteban Echeverria, Romanticismo5 JUNIO, 2011El PualY en labios de su queridaapura aliento de vida,y la estrecha cariosoy en xtasis amorosoambos respiran as;mas, sbito l la separa,como si en su alma brotarahorrible idea, y la dice:-Mara, soy infelice,ya no eres digna de m.

Del salvaje la torpezahabr ajado la purezade tu honor, y mancilladotu cuerpo santificadopor mi cario y tu amor;ya no me es dado quererte.-Ella le responde: -Advierteque en este acero est escritomi pureza y mi delito,mi ternura y mi valor.

La Cautiva de Esteban Echeverria. Tercera Parte, El Pual

La cautiva como mujer es un smbolo de poder para el hombre blanco que se vea deshonrado al ver a su mujer convertida en cautiva. Al mismo tiempo la mujer vea perdida su honra sexual, altamente valuada de acuerdo a los cnones de la poca. Esto provocaba una doble deshonra.

El rapto atacaba directamente la honra sexual de la mujer, en tiempos que el honor femenino consista en conservar la virginidad y la reputacin. Las nias en edad nbil , si volvan de su cautiverio cmo podran comprobar su virginidad? y las casadas cmo miraran a sus esposos a los ojos, con el fruto del pecado en sus vientres?

Gonzlez de Njera describe el conflicto emocional que generalmente se produca en los rescates iban los indios a traer algunas cautivas, las cuales no queran venir delante de los nuestros por verse preadas, escogiendo por mejor partido, el quedarse condenadas a perpetua esclavitud, antes de padecervergenzas a los ojos de sus maridos y de todo el campo.

RESUMEN Y ANLISIS DE LA CAUTIVA, DE ESTEBAN ECHEVERRA

La cautiva, poema publicado en 1837 dentro del volumen de Rimas, tuvo un xito inmediato, consagrando la implantacin del romanticismo e incorporando el paisaje argentino a la gran literatura, dando lugar a una tendencia denominada la poesa gauchesca culta.Tema- Resumen del argumento: el tema de La cautiva gira en torno al rapto de una cristiana por los indios y de todas las penurias que esta sufre en el desierto para escapar de la inhumana tribu y salvar de la muerte a su esposo.Un soldado, Brian, preso de los indios, es rescatado por la valiente Mara, su mujer, cautiva e los salvajes. En medio de un horrendo festn, los desdichados huyen al desierto, descripto al comenzar el poema. Brian est herido y Mara afronta todos los riesgos para salvarlo. Se refugian en un pajonal y descansan, pero un incendio agrava su situacin. Mara se multiplica. Salva otra vez a su esposo hacindole cruzar el ro, pero sus esfuerzos son intiles. El guerrero muere en pleno delirio.Mara no desfallece; sigue a tierra de blancos en procura de su hijo, que la restituir a la vida, pero los soldados de Brian que la rescatan le anuncian su muerte. La infeliz no resiste y muere.Los personajes: La primera aproximacin revela una idea ortodoxamente romntica: una mujer, Mara, fuerte por el amor, idealizada hasta convertirla en una herona, ligada a la existencia por el sentimiento, esa veta recin descubierta y que de tal modo inspir y exalt a los romnticos: Dios para amar, sin duda hizo / un corazn tan sensible; palpitar le fue imposible / cuando a quien amar no hall. Es una mujer esposa y madre, pura e intachable, protectora, asexuada.Como contraparte, Brian representa el tipo del hroe cansado", caracterstico del romanticismo, o sea la pura pasividad que encierra una idea matriarcal de la organizacin de las relaciones. Esta distribucin de papeles corresponde a la idealizacin romntica: la mujer como nexo con la naturaleza y la divinidad.Ambos no pueden evadirse de sus destinos. Buscan en la tierra la libertad para vivir su verdadero amor y solo la hallan en la muerte, a la que los conduce la hostil soledad del desierto.El triste fin del poema responde, esencialmente, al conflicto que plantea el poema entre el blanco y el indio, civilizacin y barbarie.Estructura: La estructura de la obra es creacin exclusiva de Echeverra. Consta de nueve partes y de un epilogo, que suman en total 2134 versos.Cada canto est encabezado por un epgrafe, el cual resume lo que luego se desarrollar.

Partes- Contenido- Versificacin- Nmero de versos

I-EL DESIERTO: El poeta describe el desierto en la hora del crepsculo. Despus de haber asaltado y saqueado una poblacin, los indios regresan triunfantes con sus cautivos, entre los que se encuentran el capitn Brin y su esposa Mara.Versificacin: Dcimas caprichosamente rimadas- Nmero de versos: 180

II_ EL FESTN: La tribu sacia su placer en la bebida, el canto y la sangre, hasta caer en profundo sueo.Versificacin: Romance. RomancilloNmero de versos: 274

III: EL PUAL: Mara trata de liberar a su esposo herido. Para ello toma un pual, que se convierte en smbolo de su salvacin. Los indios han matado al hijo y a los padres de Mara. El desierto los espera.Versificacin: DcimasNmero de versos: 330

IV: LA ALBORADA: Amanece, la tribu duerme. El hombre blanco prepara su venganza y se arroja sobre ella. La muerte reina por doquier. Las cautivas gozan de su libertad. Nadie halla a Brin.Versificacin: Octavas que se quiebran en la frecuente sextina de Echeverra, mezcla de dodecaslabos y de hexaslabos.Nmero de versos:106

V: EL PAJONAL: Brin y Mara vagan por el desierto. Con las primeras luces el alba llegan a un inmenso pajonal. Mara trata de confortar a su esposo con el agua de un arroyo y algunos alimentos.Versificacin: Romance: rima sin cnones fijosNmero de versos:177

VI: LA ESPERA: La noche los inmoviliza. Brin, vencido por el dolor, descansa a orillas del arroyo. Mara espera un nuevo amanecer. su amor le da fortaleza. Se anuncia el tema de la siguiente parte: la quemazn. Aparece un tigre como presagio de fatales peligros. Mara toma el pual.Versificacin: Romane y dcimasNmero de versos: 120

VII: LA QUEMAZN: Comienza otro da. Se produce la horrible quemazn de los pastizales. Con la fuerza que solo su amor le comunica, Mara atraviesa la corriente sosteniendo con uno de sus brazos a Brin. En esa circunstancia se agiganta su figura. El fuego se extingue, finalmente, en la orilla del arroyo.Versificacin:Versos octoslabos y hexaslabos.Nmero de versos: 191

VIII: BRIN: Pasan dos das. Brin y Mara se encuentran en el pajonal. El joven capitn sufre alucinaciones. La abnegada esposa siente el abandono y la soledad en que se hallan. Aparece el tigre. Mara toma el pual, pero la fiera, como movida por la compasin, sigue su camino. Brin muere.Mara, profundamente angustiada, se desalienta.Versificacin: dcimas irregulares y octavas rimadas a gusto del poeta.Nmero de versos:306

IX: MARA: Mara entierra a su esposo. Luego parte, agobiada por tanto dolor. Vaga por el desierto noches y das. Encuentra en su camino una partida de soldados cristianos, a quienes les pregunta irreflexivamente por su hijo. Ellos le dicen que ha muerto degollado por los indios. Entonces, Mara muere, vctima del ms hondo de los sufrimientos.Versificacin: Dcimas irregulares y octavas rimadas.Nmero de versos:346

Eplogo: El poeta exalta el heroismo de Mara y alude a la leyenda popular que cuenta que, por la noche, dos luces vagan en el desierto y, al amanecer, regresan a su triste asilo.Versificacin: Octavas.Nmero de versos:104

El vocabulario es culto; aparecen algunos sustantivos de origen indgena que el poeta anota: toldera, yaj, ranchos, fachnales, huinca, valichu, bolazo, acurut, pajonal, parejero. Estas voces enriquecen el medio histrico-geogrfico de la obra.

Fondo de histrico de La cautivaEn La cautiva, Echeverra presenta al indio como un peligro total para la civilizacin. En su poema no hace ms que recoger, en realidad, un tema usual en el campo cercano a las zonas de indios. Desde casi mediados del siglo anterior, los araucanos, llamados pampas cuando se radicaron en esas tierras atrados por las manadas de vacunos y caballos que vagaban sueltos y sin dueo, devastaron las poblaciones y los establecimientos, que desenvolvan precariamente su existencia. Realizaron los "malones" depredando las magras riquezas de los colonos y secuestrando especialmente a sus mujeres. Constituyeron el ms grave problema que tuvo la zona Sur del pas hasta 1880, fecha en que fueron batidos definitivamente por el general Roca. Este problema lleg sin duda hasta las proximidades de Lujn, el sitio ms prximo a Buenos Aires a] que llegaron los indios. Echeverra debi conocerlo de cerca, y debi parecerle excelente para utilizado como fondo histrico de su poema, en el cual se trata justamente el tema de este conflicto y esta tragedia perpetua entre los aborgenes y la Nacin.

La cautiva de Echeverra, el trgico seuelo de la fronteraFernando Oper

La cultura en la Argentina se ha construido histricamente de espaldas a la frontera, como si volverle la espalda bastara para ignorarla. Sabemos que el rechazo, la voluntad de olvido, el desdn como defensa, son, en el fondo, pobres mecanismos que ni borran, ni extinguen. El olvido vuelve sobre sus pasos con la constancia de la herida que supura y el clamor de los muertos. La cultura hispanoamericana, en general, y en particular la Argentina, no ha sabido sacar partido de la energa creativa de la frontera. Es ms, ha desperdiciado algunas de sus ms preciosas energas en el afn de transformarla, despojndola en el proceso de sus potenciales ms significativos. Me propongo trazar, a grandes rasgos, las implicaciones que para la cultura argentina ha tenido la articulacin terica de la frontera como lnea divisoria y como argumento sobre el que se han asentado propuestas de construccin nacional. Para ello me centrar en una obra fundamental, La cautiva de Esteban Echeverra, en la que se hallan propuestas tericas fundamentales que fueron adoptadas por numerosos escritores de su generacin, y que han influido notablemente en la valoracin que en la Argentina se hizo de la malparada frontera.No podemos eludir la comparacin con el modelo norteamericano en donde, por muchas y complejas razones, la frontera ha funcionado como un elemento positivo y dinamizador de su cultura y experiencia histrica. Ciertamente la historiografa hispana no cont con un historiador visionario del perfil de Frederick Jackson Turner que realizase la labor de recoger tericamente lo que el pueblo norteamericano senta sobre su propia experiencia expansiva en la frontera. En 1893, Turner articul magistralmente el sentido del dinamismo colonizador norteamericano mediante una idea central slidamente cimentada a lo largo de aos de incesante expansionismo, y que adquiri carcter de mito1. El mito de la frontera norteamericana esta construido sobre las infinitas posibilidades de una supuesta frontera libre, asequible a la asimilacin, territorio de nadie en donde se materializaran, a travs del genio anglo, todas las expectativas acumuladas y soadas durante el perodo de colonizacin. Las ideas de Turner y sus mltiples discpulos fueron fundamentales para la elaboracin terica de una identidad norteamericana en la cual el espritu individualista creciese sin barreras, dando forma a modos de vida dinmicos y progresistas. La frontera de Turner es un inmenso territorio de grandes riquezas que aguardan ser apropiadas por aqullos capaces de usarlas y expandirlas hasta el lmite de sus posibilidades. El hecho de que, en la prctica, los territorios del oeste, tierra fronteriza por antonomasia, estuviesen habitados por pobladores originarios, y que en el suroeste la experiencia hispnica hubiera moldeado haca tiempo un tipo alternativo de frontera, no pareci entorpecer sus propuestas tericas. Su frmula funcion y el mito norteamericano de la frontera le debe la hazaa de su invencin.En la Amrica hispana no puede hablarse de frontera como una experiencia uniforme. Hubo muchas fronteras y stas tuvieron distinto significado, aunque ninguna lleg a expresar el carcter dinmico y emprendedor de la frontera norteamericana. La excepcin podra ser la primigenia frontera atlntica, originada por el rpido expansionismo europeo del siglo XVI. En ese siglo se produjo la mayor mutacin jams experimentada del espacio geogrfico y cultural en la historia de occidente. Para Espaa y Europa signific la creacin de una nueva frontera espacial cuya dinmica ejercera una notable influencia transformadora a los dos lados del espacio fronterizo. Si han permanecido en la cultura hispanoamericana residuos de un impulso emprendedor, son los que provienen de otra frontera mtica, El Dorado o los Dorados, que animaron tantos viajes imposibles en el siglo XVI. No debemos olvidar, sin embargo, que las ciudades fantsticas buscadas por esas expediciones, al tiempo que inyectaban energa al descubrimiento, empujaban al conquistador hispano a los trasteros del medievalismo, encerrndolo en una cpsula que le impedira reconocer las posibilidades reales del nuevo mundo. Muchas de las tierras exploradas y atravesadas, una y otra vez, por expediciones al interior, no llegaron a convertirse en fronteras porque sus conquistadores buscaban ciudades mticas y no tierras para colonizar. La frontera, pues, se asoci a partir de finales del siglo XVI con una vaga idea de aventura y peligro, salvajismo y viaje a los infiernos.Los primeros tericos de la frontera, si as se les puede llamar, divagaron sobre los derechos legales de los conquistadores a poseer las tierras descubiertas, debatieron sobre la legalidad de la encomienda y otras formas de vasallaje, disertaron sobre la condicin humana de los nativos, todo ello mientras enviaban misioneros y soldados a las zonas ms alejadas de las ciudades fundacionales. En el siglo XVIII, el vocablo civilizacin vino al rescate del decadente idealismo cristiano, mudando el sentido cristiano de perfeccin ltima por la creencia en la razn como su nico substituto posible. Paralelamente surgieron otros tericos que articularon nociones impregnadas de pesimismo y ambigedad, aunque en general, como argumentan David J. Weber y Jane M. Rausch, Latin American intellectuals have seldom considered their frontiers central to the formation of national identities or of national institutions2. En las repblicas donde el territorio fronterizo, debido a conflictos intestinos, demandaba soluciones a la expansin inevitable, no hubo ms remedio que articular un ideario que elaborase el significado presente y futuro de las tierras en disputa. ste fue el caso de las Repblicas del Ro de la Plata. Domingo Faustino Sarmiento fue uno de los tericos que se enfrentaron a esta necesidad y sin duda el ms estudiado y ampliamente citado terico de la frontera. Sus ideas tomaron la forma en una metfora apologtica con numerosas ramificaciones: Facundo, civilizacin y barbarie (1845), un texto de y sobre la frontera. Sus postulados e intuiciones tomaron forma desde la perspectiva de un testigo que mira la frontera desde un puesto de observacin exterior, mientras sus ojos se pierden impotentes en la inmensidad de lo desconocido:El mal que aqueja a la Repblica Argentina es su extensin; el desierto la rodea por todas partes, se le insina en las entraas; la soledad, el despoblado sin habitacin humana, son por lo general los lmites incuestionables entre unas y otras provincias... Al Sur y al Norte acchanla los salvajes que aguardan la noche de luna para caer, cual enjambre de hienas, sobre los ganados que pacen en los campos y en las indefensas poblaciones3.

La frontera de Sarmiento es un mal inevitable cuya perniciosa influencia slo podr ser aminorada con la creacin de una lnea de ciudades gestoras del sueo civilizador. Sus postulados tericos se concentraron en el paradigma civilizacin y barbarie que tantas interpretaciones ha generado siendo posiblemente el tema ms recurrente del pensamiento latinoamericano. En la Argentina, el conflicto entre civilizacin y barbarie (podra considerarse que los presupuestos del paradigma ni son vlidos ni jams lo fueron) se resolvi a favor del primero, enturbiando la evaluacin histrica. Principios fundamentales sobre la inaccesibilidad de la frontera, el concepto de tierra adentro como viaje a un mundo inescrutable y amenazante, los fallidos planes de colonizacin del interior chaqueo, patagnico y andino, parecen haber dado la razn a los postulantes de una frontera que ms que unir, separa. Los intelectuales decimonnicos contemplaron las fronteras como zonas generadoras de violencia ms que de riqueza, de despotismo ms que democracia, de caudillos y dictadores ms que de hombres libres. Los ejemplos son mltiples, aunque el propsito de este ensayo es argumentar cmo estas ideas fueron anticipadas en La cautiva de Echeverra, cuya influencia intelectual ejerci un magisterio entre los escritores de su generacin, los llamados Nation Builders. Muchos de los contenidos tericos de Sarmiento estn sugeridos en La cautiva, especialmente la perniciosa evaluacin de la frontera4. La cautiva es un poema de claro corte romntico cuyo trama se basa en un fenmeno social considerado tab para la literatura del continente, el cautiverio de mujeres por tribus indgenas. Los contantes malones que asolaban los poblados fronterizos suponan un problema para la sociedad rioplatense de carcter epidmico, sin embargo nunca fue utilizado como fuente temtica por la ficcin ms preocupada con temas religiosos o moralizantes. Publicado en 1837 he incluido en la edicin de Rimas, La cautiva representa la primera incursin en un tema claramente controvertido y espinoso para la intelectualidad argentina5.El poema La cautiva es un texto programtico cuya argumentacin funciona en doble direccin. Por una parte, expresa con tono tendenciosos e intransigentes la discutida polmica en torno a la llamada cuestin del indio, y por otra, mitifica a travs de su poetizacin el destino universal reservado a la nacin argentina. Con respecto al primer aspecto, Echeverra dramatiza un supuesto antagonismo maniqueo entre dos sociedades en lucha por su supervivencia. Cabe preguntarse, luchaban realmente por su supervivencia? Eran irreconciliables las vas de negociacin? Sabemos que tribus de la pampa ofrecieron sus servicios a la administracin colonial y participaron, de hecho, en la defensa del territorio bonaerense durante la invasin inglesa de 18066. Conocemos que tanto unitarios como federales emplearon guerreros indgenas en sus dilatadas y destructoras guerras civiles7. Es, pues, discutible que las tribus indgenas estuvieran, o quisieran estar, al margen del proceso de construccin nacional. La Mara de Echeverra podra ser una de las miles de mujeres cautivas que se incorporaban al engranaje de relaciones comerciales entre los indios de la pampa y los ms alejados grupos patagnicos y tribus mapuches, involucrados en un intercambio transandino constante8. La Mara de Echeverra podra ser tambin una de las muchas mujeres cautivas cuya oscura accin en los toldos iba transformando paulatinamente las sociedades indgenas fronterizas9. Sin embargo, la carga ideolgica del poema caracteriza a Mara como un ser sublime en una gesta de tonos epopyicos cuyo fin mediato es salvar al amante y salvarse a s misma de los horrores de una posible mutacin o mestizaje, que en la perspectiva romntica podra interpretarse como prdida de la pureza racial y cultural. En el desarrollo de la trama, Echeverra deja cabos sueltos de una importancia vital que acaban traicionando, en cierta medida, la propuesta ideolgica original.Una primera lectura del poema nos enfrenta a una serie de ambigedades, tanto en el tratamiento del medio fsico, la frontera, como de sus personajes, los indios, Brian y Mara principalmente. No se escamotean las sugerencias a una herona romntica propia del gnero, de belleza peregrina, delicada flor, tmida doncella de la que, aparte de estos apelativos, sabemos poco, lo cual favorece la introduccin del drama. Sus orgenes, composicin social, lugar de nacimiento, residencia y ocupacin, son eludidos. Conocemos que est casada con un militar destinado a la defensa de la frontera, quizs un oficial blandengue. Sabemos que tiene un hijo, y que junto con el marido ha sido tomados cautivos en un maln. El marido es caracterizado en el canto II como hroe pico en una serie de estrofas anacrnicamente instaladas que insinan lejanas resonancias de La araucana. Brian ha prestado frrea defensa al maln. En la lucha ha cado herido y, maniatado, espera impotente el final fatal. Los pormenores del maln caen dentro de una cierta norma en las acciones de los indios fronterizos, aunque las tintas estn recargadas con acentos funestos que hacen constante alusin a la ms terrible escenografa infernal. La noche se ha echado sobre los toldos indgenas tras una sabtica fiesta en la que el poeta no ha economizado en lbregas descripciones. Entre las penumbras de la noche hace su aparicin Mara, la equvoca herona, cuyo inesperado protagonismo, orgenes y propsitos, interesa rastrear.Quin es esta delicada flor, tmida doncella que parece por momentos sufrir la misma suerte atroz de las otras cautivas? Al tumulto y la matanza / sigue el llorar de las hembras / por sus maridos y deudos (II, 243). Sin embargo, Mara no llora. Desde su inicial aparicin en el poema parece estar guiada por una energa emprendedora. Es ms, en los primeros versos se mueve con la eficacia de un felino ms que una delicada doncella. Ella va. Toda es odos; / sobre salvajes dormidos / va pasando, escucha, mira, / se para, apenas respira, / y vuelve de nuevo a andar (III, 41). Ciertamente se ha producido una alteracin del canon romntico puesto que Mara en vez de aguardar la fatal conclusin, se rebela contra las circunstancias y haciendo alarde de fuerza e iniciativa no propias de su sexo, rescata al amado de una muerte segura y emprende la huida a travs del amenazador desierto. Cmo es posible tan fulminante cambio? Qu razones lo propelen? La transformacin ocurre entre los cantos tercero y noveno. La accin se produce en la noche. Los indios esparcidos por los toldos duermen tras la orgistica fiesta. Mara siente entonces un instinto poderoso / un afecto generoso / la impele y gua segura, / como la luz de estrella pura, / por aquella obscuridad (III, 66). Cualquiera que sea el origen de ese instinto poderoso, la metamorfosis se opera. Mara se aduea de la escena y apenas duda en clavar un cuchillo en el pecho de uno de los indios que ha despertado al sentir sus pasos. Un cuerpo grue y resuella, / y se revuelve, mas ella / cobra espritu y coraje, y en el pecho del salvaje / clava el agudo pual (III, 56). Busca entonces a Brian, lo libera de las ataduras e inicia la fuga a travs del desierto. Mara est poseda por las fuerzas que la rodean y de las que intenta huir. Su energa es la del esposo al que carga en sus espaldas, su intuicin y agudeza la del indio capaz de abrirse camino en el inmenso desierto, su coraje el de la fiera, a la que se enfrenta y hace huir en la escena con el tigre. Los largos pasajes de la traumtica huida, aunque sorprendentes, mantienen cierta coherencia. Parece no existir fuerza alguna capaz de detener a Mara. Su determinacin y las renovadas energas con las que se enfrenta al destino anticipan un final feliz. Por un proceso de simbiosis, la herona del poema parece estar alimentndose de las fuerzas incontrolables de la naturaleza que, a su vez la amenazan. Con esa inusitada varonil fortaleza Mara protege a Brian de los salvajes, de la quemazn que se cierne sobre ellos, del ro que les arrastra, y del len que les acecha. Sin embargo, tras superar con una fortaleza ajena los mltiples trabajos y pruebas a que es sometida durante su cautiverio y huida, Mara sucumbe ante la noticia de la muerte de su hijo, con lo que reasume su papel tradicional como objeto cosificado, atrapado en su cors literario. Esto ocurre en el eplogo y tras haber cruzado de regreso la lnea fronteriza camino de la civilizacin. Es decir, la Mara emprendedora, decidida, fuerte y varonil, tiene expresin dentro del ambiente natural, en tierra adentro, en el medio salvaje. Al retornar a las dulzuras y comodidades de la civilizacin sus fuerzas le abandonan y cae vctima del proceso de ficcionalizacin. A qu se deben estos cambios bruscos?Podra pensarse que Mara est diseada con caractersticas que la aproximan a un personaje andrgeno, mitad hombre mitad mujer, mitad civilizado mitad salvaje, de extraordinaria versatilidad literaria. De hecho, el eplogo, que debiera funcionar a manera de conclusin, sugiere esta dualidad. Comienza, Oh Mara! Tu herosmo, / tu varonil fortaleza, / tu juventud y belleza (1), versos que sugieren una coincidencia con el carcter dual del personaje. Ciertamente que las figuras andrgenas cobraron vigencia en la Europa romntica, especialmente en los aos treinta de la centuria. Kari Weil mantiene que esta atraccin por los personajes andrgenos proviene de ser a figure of primordial totality and oneness, created out of a union of opposed forces10. Los ejemplos son numerosos tanto en la literatura francesa (La Comdie Humaine de Balzac), como la inglesa (Coleridge) y representan seres ideales liberados de la servidumbre del sexo y, por tanto, ms prximos a dios. La Mara de Echeverra se mueve muy bien en esta frontera genrica.Tambin podra pensarse que, mientras Echeverra trat un problema acuciante en la Argentina durante los aos de la independencia (me refiero a la cuestin del indio que afectaba a las comunidades fronterizas con constantes y traumticos malones), fue tambin muy consciente de su labor literaria e intelectual. En ese sentido, el cautiverio de Mara es doble. Por una parte, es un cautiverio material que la ha arrancado del lado de Brian y su hijo empujada por un destino superior a sus fuerzas. Por otra, est cautiva del texto romntico, que a pesar de las transgresiones narradas en los actos mencionados, acabar sometindola. La prisin ideolgica a la que Mara est sometida no ofrece muchas alternativas y su transgresin la pagar con la muerte. Las mltiples amenazas que la acechan y los mecanismos narrativos empleados para superar estas pruebas, distraen al lector y complican la lectura, tergiversando el doble cautiverio. La Mara de La cautiva simboliza la Argentina criolla, la nueva y soberbia nacin a la que Echeverra aspira en puja por resurgir liberada de las amenazas del mestizaje y la hibridez cultural. Mara muere en la llanura al cruzar de regreso la lnea fronteriza. Se ha liberado de las amenazas del indio y de una posible hibridacin. Es blanca, cristiana y pura. Su muerte es un sacrificio que fecundar. Este aspecto queda claro en la alabanza del eplogo.

Pero, no triunfa el olvido,de amor, oh bella Mara!que la virgen poesacorona te forma yade ciprs entretejidocon flores que nunca mueren;y que admiren y venerentu nombre y su nombre har.

(41)

Ahora bien, en el poema aparecen otros caracteres que deben ser considerados. No es slo Mara quien cuenta, sino Brian, las tribus de la pampa, que nunca son citadas por este nombre sino por chusma, abominables fieras, tribu impa, salvaje turba, y especialmente la frontera. Es aqu donde se hallan las claves de mi propuesta. Francine Masiello ha destacado, con acierto, la tendencia en la produccin literaria de los unitarios y romnticos argentinos al cultivo de los sentimientos y emociones, aproximndose a una cierta feminizacin metafrica de los personajes masculinos con el propsito de distinguirse de los federales, identificados con la figura paternalista y violenta de Juan Manuel de Rosas, el gobernador bonaerense. Por otra parte, seala Masiello, se representa a las mujeres como agentes de la resistencia al dictador. This reception of woman was part of a feminization of discourse, a liberal, bourgeois way of pacifying the barbarism of Rosas11. Aceptar esta cierta feminizacin era afirmarse en un nuevo espacio donde fuese posible la expansin de las sutilezas de la civilizacin occidental. Las reglas estaban impuestas por el referente negativo, la barbarie y todas sus secuelas, sus hijos y herederos. En ese sentido, puede decirse que se quera civilizar el pas a golpes de barbarie. Sin embargo, y an parecindome vlida la propuesta de Masiello, las ambigedades del poema siguen sin resolverse. Lo que se produce en La cautiva no es exclusivamente la feminizacin de Brian, sino una masculinizacin o barbarizacin de Mara, como ya hemos indicado. Al cruzar la frontera, Mara queda ubicada en un espacio donde desaparecen las reglas de la civilizacin y en cuyas soledades se produce la ruptura liberalizadora que le permite integrarse a otros mundos, al masculino, al indgena, e incluso al natural, en una simbiosis integradora. Si en la sociedad patriarcal a la que Mara pertenece, el espacio de la accin (abierto) corresponde al hombre, y a la mujer el del hogar (cerrado), en el desierto estos lmites se borran temporalmente. En el nuevo espacio, Mara puede matar a otro ser humano, realizar hazaas no propias de su sexo, como cargar al esposo a la espalda y emprender la huida en la amenazadora pampa, enfrentase al fuego y a las fieras que la acechan, y tomar la iniciativa en acciones que desbordan las barreras de su caracterizacin. En la frontera, Mara es toda accin. Pero a cada golpe injusto / retoece ms robusto / de su noble alma el valor; / y otra vez, con paso fuerte, / holla el fango, do la muerte / disputa un resto de vida / a indefensos animales (V, 97).Sabemos que la transformacin se opera justo en el entorno fronterizo, cuando Mara est cautiva de los indios y expuesta a la influencia del medio natural. Es el espacio que Echeverra asocia con desierto inconmensurable y misterioso, soledades, silencio pavoroso, indios salvajes, tolderas, construyendo una rosario que acompaa al poema hasta el final. Este conjunto de elementos estn asociados entre s e imprimen carcter al escenario fronterizo. El mal original de las Provincias del Ro de la Plata, articulado una y otra vez por sus escritores, es el aislamiento y soledad del territorio interior. Las tribus que lo habitan son tan vctimas del medio autodestructor como el resto de sus habitantes, puesto que el interior es inhospitable morada, refractaria a las influencias de la civilizacin. De aqu que en el ideario de los intelectuales se asocie el viaje al interior con un viaje a los infiernos. Cualquiera puede caer vctima de su influencia destructora. Las sociedades indgenas tambin estn expuestas al mismo maleficio. Si el hombre es bueno y nace bueno, como quisiera Rousseau, ste se embrutece y degenera ante el implacable estigma del desierto y la soledad. Las descripciones de los indios estn tambin plagadas de ambigedades, ya que son vctimas a su vez del hbitat. Quin se atreve, entonces, a cruzar el malfico espacio? Mara lo hace en contra de su voluntad. Es llevada a la pampa cautiva y se incorpora a un viaje que, en su desarrollo, adquiere las caractersticas de jornada infernal. Qu humana planta orgullosa / se atreve a hollar el desierto / cuando todo en l reposa? (I, 126).Una vez en el desierto, superada la prueba a la que es sometida, Mara cae vctima, como el resto de sus habitantes, de los tentculos asfixiantes del medio fsico. Aqu estn expuestos dos principios generales de sustancia histrica sobre los que Echeverra organiza su aparato discursivo, el aislamiento cultural y el aislamiento social del hombre de la pampa. La soledad coloca al individuo en una situacin lmite entre un nuevo Gnesis y un previsible final apocalptico. En ese medio solitario y amenazante se realiza la transformacin de nuestro personaje, primero fsica, de flor hermosa y delicada a bestia salvaje y luego espiritual, hasta el punto que la transgresin de estas barreras la pagar con la muerte. Es aqu, precisamente, donde reside la funcin degeneradora.La naturaleza en la cultura del continente y en particular en la Argentina, ha sido concebida como una fuerza superior y destructiva cuyas secuelas arrastran al individuo y los grupos humanos a un estado de degeneracin animal de irreparables consecuencias. En la advertencia que anticipa el poema, Echeverra sugiere ciertas claves interpretativas: El verdadero poeta idealiza. Idealizar es sustituir a la tosca e imperfecta realidad de la naturaleza (118). Es decir, para vencer a la naturaleza hay que inventarla. Mara no viaja al desierto, como lo hicieran las heronas extradas de la hagiografa cristiana, en busca de santidad. No es el suyo un viaje expiatorio y podra serlo. Su drama tiene antecedentes histricos, cientos de ellos. El cautiverio era un fenmeno constante y diario en el sur, tanto en el siglo XVIII como en el XIX, a partir del proceso conocido como la araucanizacin de las pampas12. Mara es una de esas miles de mujeres que fueron arrancadas de sus hogares por la fuerza. Muchas de ellas no quisieron volver y los recientes estudios sobre el tema refrendan tal afirmacin13. La corta experiencia del cautiverio de Mara tiene efectos transformadores en su personalidad. Esa radical metamorfosis se produce en el desierto, la frontera en constante disputa, la tierra adentro de los textos fundadores.El eventual desalojo de sus originales habitantes enturbi ms la nocin de frontera forzando a la sociedad argentina a contemplar las ciudades como focos de paz y progreso, confuso eslogan del positivismo. Algo, quizs, permaneci de la frontera mtica: el silencio, las extensiones indomables, los pastos y yuyos, la indomesticabilidad de una Patagonia relegada para consumo de viajeros y mitos. Los muchos viajeros que en el siglo XIX recorrieron estos vastos territorios con propsitos cientficos y cartogrficos no pudieron desnivelar las prejuiciosas y poderosas influencias de la ficcin. Paradjicamente, el gran colector de libros de viajeros y diarios cientficos, fue Pedro de Angelis, italiano contratado por el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, para dirigir la Gaceta Mercantil de Buenos Aires. De Angelis mantuvo furibundos debates con Echeverra cuya animosidad continu hasta la muerte de ambos14.Una vez desaparecidos los indios de las tolderas y arrojados sus descendientes a las faldas remotas de la cadena andina en territorio patagnico, se pudo nivelar el pernicioso antagonismo y comenzar la labor de recuperar la frontera para la historia del pas. Fue una labor penosa y casi imposible pues se luchaba contra dcadas de infame propaganda. En ese sentido la importancia de Esteban Echeverra, introductor del romanticismo en el pas e idelogo de su generacin, es fundamental.En la mtica articulacin de la frontera de Frederick Turner el nfasis reside en los individuos y su capacidad para superar obstculos fsicos y vencer las fuerzas negativas que impidan su paso. Es decir, la fuente original del mito de la frontera norteamericana reside en la caracterizacin de sus hombres. En el caso de la Argentina, el hombre de la frontera es un gaucho desplumado y pauprrimo que, an en la poetizacin de Jos Hernndez en Martn Fierro, es incapaz de vencer la presin deshumanizadora de la frontera violentamente expresada en las secuencias en que Fierro decide huir al interior y buscar refugio en los toldos. La cultura argentina no supo liberarse de la influencia de estos textos fundadores. Basta leer a Sarmiento, Alberdi, Hernndez, Cambaceres, Martnez Estrada y otros, para corroborar esta afirmacin. Son los tericos de una frontera que permanece problematizada, incapaces de transformar y capturar la imaginacin popular como lo hicieran sus homnimos del norte.

La Cautiva y el paisaje nacional

La primera parte de La Cautiva se denomina El Desierto. Todo el primer capitulo, entonces, tiene un nfasis topogrfico. Pero el desierto no se queda ah, no aparece como una instancia introductoria donde se desarrollar una historia, sino que sobrevuela toda la lectura de la obra, y aparece como un elemento fuerte de creacin de sentidos. Para Sarlo-Altamirano la llanura es una necesidad esttica; se trata del espacio ms romntico que propone el Ro de la Plata. Este espacio, por lo tanto, se vincula ntimamente con el personaje romntico (el personaje literario y el poeta entendido como un personaje construido). Encontramos al leer la obra toda una adjetivacin de este espacio vaco que corresponde a las caractersticas del hroe romntico. El desierto inconmensurable se extiende triste, solitario y taciturno. Los personajes se mueven a travs del triste aspecto de la grandiosa llanura. El desierto es vasto, profundo como el pramo del mundo misterioso. La llanura es lbrega, y est abrumada de tristeza, abandono y soledad. Y la llanura Mara/, le dice Brian, /no ves cuan triste y sombra?/ Dnde vamos? A la muerte. La llanura pampeana es el mejor lugar donde el hroe romntico puede fundirse y perderse para siempre. Un espacio externo que porta las mismas caractersticas que su propio espritu. El hroe romntico, solo en medio de la llanura, es como un cuadrado blanco sobre fondo blanco.La llanura aparece como el lugar donde el mal del siglo (ese mal que Echeverra trae en la sangre desde Europa) se hace presente en todas sus formas. El hroe romntico, entindase el poeta (lase Echeverra), es apasionado y melanclico y el mal que sufre tiene sus propios sntomas que traducidos se convierten en signos: la perdida de las ilusiones, las fantasas de muerte y de huida del mundo, la enfermedad fsica y la ansiedad espiritual. Monteleone encuentra que este espacio diferente condice con la proyeccin del vaco espiritual, pero es otra la idea que quiero retomar de Monteleone. Ms adelante refirindose a esta espacialidad potica encuentra que remite a una interioridad visionaria y onrica que proyecta la fantasa en un espacio natural donde lo verdaderamente importante est en otra parte (el nfasis es mo). Se habla, entonces, de una carencia, en cuanto lo que importa est pero en otra parte. Se trata de la insatisfaccin que encuentran Sarlo-Altamirano en su trabajo, de la desposesin del hroe romntico. Se trata, al fin de cuentas, de esa carencia que est en el origen de la melancola moderna; de ese lo que falta existe, puesto que nos falta de Jouffroy. Se trata de un espacio que carece de puntos de referencia, un lugar en donde no hay de dnde agarrarse. Uno, entonces, se siente perdido porque lo que puede guiar la mirada no est; no hay signos de fcil lectura que ubiquen al sujeto en el espacio. Es la llanura entera una carencia. Esa es la nica significacin posible a semejante significante, pero no sirve para plantar los pies sobre la tierra; en todo caso el espacio se define con el poder axiolgico de una afirmacin: las cosas faltan. Gira en vano, reconcentra, nos dice Echeverra en su poema, su inmensidad, y no encuentra/ la vista, en su vivo anhelo,/ do fijar su fugaz vuelo,/ como un pjaro en el mar. Anderman, en cambio, va a buscar en la eleccin del paisaje la importancia a la hora de crear un imaginario nacional. La territoriedad nacional, nos va a decir, es un artefacto producido en el discurso. Tratar de indagar la construccin en lenguaje de un espacio nacional. El desierto como un vaco que se funda, no que se llena. Se trata de un discurso topogrfico que avanza sobre un desierto despojado de huellas culturales. En el primer instante, nos dice Anderman, se busca inscribir una letra portadora de un discurso civilizador y universalista en un espacio concebido como desrtico y vaco. Y en estas palabras est la generacin del 37, idea que atraviesa los discursos del Saln Literario. Fundar antes de cualquier tipo de expresin. Hacer lgica la paradoja romntica. Cmo expresar aquello que todava no ha sido fundado. Y entonces aparece el discurso como una fuerza fundadora. Lo que se nombra existe, puesto que se nombra. La letra circunscribe un espacio y funda un territorio nos dice Anderman. Construir a partir de cero una cultura, romper con la tradicin colonial y fundar en el desierto nos dir Sarlo-Altamirano. Es una forma, entonces, de rechazar la posibilidad de un arraigo genealgico. La revalorizacin de tierras americanas (con lo que eso implica) por sobre cualquier tipo de imaginario espaol. Y aqu est, nuevamente, la generacin del 37. Y entonces en definitiva el desierto es tambin vaco de escritura, ausencia de textualidad. Deca anteriormente, siguiendo a Anderman, que la territorialidad nacional es un artefacto producido en el discurso, por lo que la idea de este vaco empieza a complicarse. Ya no es la llanura material de la pampa lo que evidencia la nacionalidad argentina, sino que son los espacios poticos de Echeverra forjados a travs del lenguaje. Entramos en una segunda instancia donde desierto deja de ser la ausencia de textualidad para ser el cuerpo de un texto escrito, el de Echeverra. Antes de La cautiva la palabra desierto responda a esa ausencia de la letra, pero luego ya corresponde a la instancia de una letra fundacional. Es aqu donde la palabra se hace ambigua y se funda de nuevos significados. Es la construccin lingstica (del desierto) como originalidad pre-lingstica de la que nos habla Anderman.Y siguiendo con la cita doblemente citada de Anderman vemos, entonces, que el desierto (con la fuerza de una sincdoque) pasa a representar a todo el territorio argentino. La llanura pampeana pasa a ser el paisaje por antonomasia de la nacin. La imagen de la Argentina entera ser la de un espacio infinito, sin limites, donde la tribu errante/ sobre el potro rozagante/ lo cruza cual torbellino. La Argentina es la pampa desierta/ donde el cristiano atrevido/ jams estampa la huella. Es todo entero el territorio argentino una llanura y cielo brillante/ desierto y campo doquier. Hasta aqu, entonces, el desierto. Primeramente un paisaje que se liga por entero con el imaginario romntico. Un espacio que comparte con el propio poeta las mismas caractersticas, los mismos adjetivos. El lugar donde el mal del siglo es posible, el mejor foco de infeccin posible para esa enfermedad europea que empieza a aparecer en la Argentina. Luego la metfora de una carencia: el desierto es un lugar vaco que nos remite a una falta (de valor simblico y valor real). Pero una falta todava relacionada con ese espritu romntico. La falta aparece como desposesin en la personalidad del poeta, como insatisfaccin del espritu romntico. Pero tambin a su vez la falta es de otro orden. El vaco no slo es metafsico. Se trata de un lugar exento de referencias culturales, y por lo tanto de referencias textuales. La falta en esta segunda instancia se refiere a una ausencia de textualidad. Se escribe sobre el blanco del desierto. Se funda un espacio nuevo donde poder imprimir la letra de los letrados. La extensin entera del desierto aparece como una hoja en blanco que hay que llenar. Y se llena con nuevos sentidos, con palabras fundadoras. Entonces la palabra desierto empieza a subordinarse a la creacin de un imaginario del territorio. A la posibilidad de crear una territorialidad nacional. Y desierto empieza a ser entonces la palabra escrita en un papel, una palabra colmada de sentido. Es mediante el poema que se forja esta idea de nacionalidad, ya no por el desierto mismo. Y desierto, por ltimo, aparece como sincdoque de toda la nacin. La Argentina toda empieza a ser representada por esta palabra que hace referencia al vaco (vaco, por otra parte, de referencia).Pero vamos a tratar de ver qu papel juega esta palabra en la historia de Brian y Mara. Una palabra plurivalente, pero que en la historia aparece rotunda, bien demarcada. Y en cuatro instancias se puede ver la fuerza violenta que cobra la extensin del espacio en esta historia:

El infierno. La segunda parte del poema aparece con la llanura anochecida. Es de noche, y en la soledad del desierto la noche es el infierno. La segunda parte se abre con una cita de Dante (canto tercero: El infierno, de La Divina Comedia). Y desde esta alusin el desierto empieza a cobrar un sentido funesto, que ms adelante se va a materializar en la muerte de los personajes. Nos dice Echeverra: Parece haber apiado/ el genio de las tinieblas, / para algn misterio inmundo/ sobre la llanura inmensa, / la lobreguez del abismo/ donde inalterable reina. La llanura, entonces, en la noche es el infierno. Hay todo el tiempo un matiz de incertidumbre. Ms adelante Brian se preguntar si podrn seguir caminando, jadeantes, con el hambre y la sed, con el cansancio y el dolor. Pero esta condicin desfavorable del desierto se supedita a algo positivo: La unin entre los personajes. El lazo de unin se ve fortalecido por contraste. El desierto es inmenso, vaco, inconmensurable. La llanura se extiende triste y solitaria. Entonces los amantes se funden con ms fuerza. Brian le dice a Mara: lo que me da sentimiento/ es que de ti me separo, / dejndote sin amparo/ aqu en esta soledad. La relacin amorosa cobra un sentido ms profundo en el contexto vaco en el que surge. El estar juntos se eleva con un nuevo significado en el majestuoso marco de soledad de la llanura. Y a su vez esta unin sobrenatural de los amantes enfatiza el carcter funesto de la muerte de ambos personajes, muertes en las que el desierto est presente explcitamente:

Las muertes. En el verso que corresponde a ambas muertes est el desierto. La tierra se los traga con la fatalidad de una muerte violenta. Personajes romnticos que son tragados por ese desierto que significa tanto, sepultados por una sobrecarga semntica. Echeverra le dice a Mara refirindose a Brian: de la ms cruda agona/ salvar quisiste a tu amante, / y lo viste delirante/ en el desierto morir. La muerte en el desierto (como la unin entre los personajes) es distinta, tiene otro matiz, ms soberbia, ms trgica. Si al momento de la muerte nos encontramos solos, en el desierto estamos ms solos todava. Y Echeverra dice refirindose a Mara dos estrofas ms abajo: el desierto la sepulta, / tumba sublime y grandiosa. Y aqu, de pronto, y casi sin querer la palabra desierto se confunde con la palabra destino. En el espacio de dos estrofas los amantes mueren sobre esa majestuosidad que es el desierto. Que sigue igual, vaco, como si nada.

El destino. La muerte en el desierto hace que los personajes se junten para siempre. Hay una vaga idea de eternidad en el morir en el desierto. Hay una idea de vagar errantes, pero juntos, en un espacio que no tiene lmites, infinito. La relacin de los personajes cruza la barrera de lo fsico, se vuelve intangible. Y la palabra desierto aparece de nuevo de manera explcita. Nos dice Echeverra sobre el final de la obra, ya en el eplogo: Tambin el vulgo asombrado/ cuenta que en la noche oscura/ suelen en aquella altura/ dos luces aparecer; / que salen y habiendo errado/ por el desierto tranquilo/ juntas a su triste asilo/ vuelven al amanecer.

La historia empieza, transcurre, concluye, y se sigue sucediendo para siempre, en el desierto.