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La Calle de Flor
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Al final de la obra figura una ficha bibliográfica.
Luxemburgo : Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 2009
ISBN 978-92-79-11963-7doi 10.2779/25114
© Comunidades Europeas, 2009Reproducción autorizada, con indicación de la fuente bibliográfica
Printed in Belgium
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La presente publicación es obra de la DG de Medio Ambiente.
También se puede consultar en el sitio Internet de jóvenes y medio ambiente de la DG de MedioAmbiente : http://ec.europa.eu/environment/youth/index_es.html
Texto : Benoît CoppéeIlustraciones : Nicolas ViotRealización técnica : European Service Network
1
Tom lleva a su amiga Flor a visitar Ciudad Merlín. Flor llegó de la isla Azul, su isla de sol, ayer por la mañana. Hoy el día es gris en la ciudad. Es un día sin sol, desapacible, un poco tristón.
- ¡ Me imaginaba tu ciudad de otra manera ! -dice Flor a través del pañuelo naranja con que se cubre la nariz. No huele muy bien…
Tom frunce el ceño.
- Lo siento -dice Tom. Esta es la Calle Agobio… Hay demasiados coches por aquí…
En la Calle Agobio hay muchos coches parados. Los coches empiezan a dar un concierto de bocinas: ¡ Piiiiiii ! ¡ Mec mec ! ¡ Tuuuuut ! Flor se tapa los oídos. Nunca había soportado tanto ruido. De pronto, Flor ve a Lila al otro lado de la calle, tras las rejas del parque.
- ¡ Mira, Tom ! ¡ Ahí está Lila ! ¡ Nos está esperando con sus cachorros ! ¡ Vamos con ella !
Tom coge a Flor de la mano.
- ¡ Cuidado, Flor ! ¡ Hay que cruzar por el paso de peatones !
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En ese momento, preso en el atasco, un coche rojo se pone nervioso. El conductor hace rechinar los neumáticos. El coche da una sacudida, se tambalea y, con un movimiento rápido, se sube a la acera. Al volante va el Señor Armando, el conductor más impaciente de Ciudad Merlín. El lateral del coche roza el brazo de Flor. El retrovisor se engancha en el vestido blanco de nuestra amiga. El tirón hace girar a Flor y la niña cae. Tom suelta un grito de espanto. Lila protege a sus cuatro cachorritos.
Flor está herida. Unas gotitas de sangre manchan su vestido blanco a la altura del hombro. Tiene los párpados cerrados. El Señor Armando sale de su coche rojo. Está descompuesto.
- ¡ Qué he hecho ! ¡ Qué he hecho !
Tom acaricia la mejilla de su amiga. Flor abre los ojos.
- Todo irá bien -murmura Tom.
Lila llega con sus cachorritos.
- ¡ Lila -grita Tom-, corre a buscar a la Señora Salomé, la enfermera ! ¡ Mientras tanto, buscaré al Señor Gaspar, el guardia de Ciudad Merlín para que venga a poner un poco de orden en este dichoso atasco !
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El Señor Armando se coge la cabeza con las manos.
- ¡ Qué he hecho ! ¡ Pero qué he hecho !
Flor quiere incorporarse. Tom se lo impide.
- ¡ No te muevas, Flor ! ¡ Hay que tener cuidado !
Los cuatro cachorritos de Lila se acurrucan junto a la cabeza de Flor. Son un cojín muy blandito. Tom coge la mano a Flor para darle ánimos.
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La Calle Agobio es cruel. Siguen los bocinazos. Algunos conductores abren la ventanilla. Protestan. Un hombre enfadado refunfuña:
- ¿ Hasta cuándo va a durar este atasco ? ¿ De quién es ese coche verde que hay delante ¡ Venga, avancen ! ¡ Más rápido, que voy a llegar tarde !
- ¡ Piiiiiii ! ¡ Mec mec ! ¡ Tuuuuut ! -responden todos los coches.
Los ojos de Tom se nublan de cólera.
- ¡ Flor, no puedo dejarte sola ! ¡ Alguien tiene que ayudarme a encontrar al Señor Gaspar !
Al oír estas palabras, Copito, el cachorro más blanco, da un salto y lame la mano de Tom.
- ¡ De acuerdo, te he entendido ! -sonríe Tom. ¿ Quieres ir a buscar al Señor Gaspar ? ¡ Venga ! ¡ Corre !
Flor hace una mueca. Tom se inquieta.
- ¿ Te duele mucho ?
La valiente Flor niega con la cabeza. Pero ya es hora de que llegue la Señora Salomé. El hombro del vestido de Flor está cada vez más rojo.
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Tom enjuga la frente de Flor con el pañuelo naranja. Flor sonríe. Se oye una voz fuerte a lo lejos. La voz retumba. Es el Señor Gaspar. Copito corre a su lado.
- ¡ Ya es hora de que venga a poner orden en este caos ! -grita el Señor Gaspar.
El motor de un coche ruge: ¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrooooom ! El Señor Gaspar se pone serio. Se dirige al conductor.
- ¡ Tenga un poco de paciencia ! Cada vez que hace «¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrooooom !», su coche contamina inútilmente. ¡ Esa contaminación crea una especie de burbuja alrededor de la Tierra ! ¡ Esa contaminación retiene el calor de la Tierra ! ¡ Es una de las causas del calentamiento del planeta !
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El Señor Armando se ha montado en su coche.
- ¡ Qué he hecho ! ¡ Pero qué… !
Tom se pone nervioso. Se dirige al Señor Armando.
- ¡ En lugar de lamentarse, podría explicar a esos conductores impacientes que la contaminación es una de las causas del calentamiento del planeta !
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El Señor Armando sonríe.
- ¡ Qué buena idea ! ¡ Así me sentiré útil !
El Señor Armando se dirige a los coches parados. Habla con la conductora de un coche azul. Es la mamá de Lucía.
- Dígame, señora, ¿ ¿ sabía que cuando hace «¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrooooom !»… ?
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Tom sonríe. Lucía sale del coche con su violonchelo. Está muy enfadada.
- ¡ Prefiero ir a clase de violonchelo a pie ! Si todos los «¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrooooom !» son tan malos para la Tierra, ¡ me voy andando ! Además, ¡ tampoco está tan lejos ! ¡ Está a dos saltos de canguro ! ¡ La verdad es que no hace ninguna falta coger el coche !
Pero los coches de la Calle Agobio empiezan un nuevo concierto: ¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrom ! ¡ Brrrooooom ! Lucía grita:
- ¡ El atasco son ustedes ! ¡ Tocan la bocina contra ustedes mismos ! ¡ Pandilla de bobos !
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Lucía lleva el violonchelo a la espalda. Se va colando por entre los coches parados. Con aire decidido, se dirige a la Academia de Música de Ciudad Merlín. Su mamá la sigue.
- ¡ Vuelve, Lucía ! ¡ Vuelve al coche !
- ¡ No ! -responde Lucía. ¡ No quiero volver a ir a la Academia en coche ! ¡ No vivimos tan lejos ! ¡ Además, todos mis compañeros van andando y me dan envidia ! ¡ Van hablando de sus cosas y se lo pasan muy bien ! ¡ Y así hago ejercicio !
- ¡ Lucía, vuelve !
- ¡ No ! ¡ No quiero volver a ir a la Academia en coche !
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¡ Oh ! ¡ Aquí está Lila ! Llega acompañada del alcalde de Ciudad Merlín y de una señora joven.
- ¡ Ya llega la enfermera ! -grita Tom.
La Señora Salomé, la enfermera, se arrodilla junto a Flor y le desabotona el vestido blanco con cuidado. El alcalde está preocupado. Tom frunce el ceño. Flor aprieta la mano de su amigo.
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La Señora Salomé sonríe.
- ¡ La herida no es grave, cariño ! ¡ Un poco de esparadrapo, una venda y dentro de unos días solo será un mal recuerdo !
- ¡ Uf ! -suspira el alcalde enjugándose la frente. Señorita Flor, lamento mucho tener
que recibirla en nuestra ciudad en estas condiciones…
Tom se levanta. En medio de una sinfonía de «¡ Piiiiiii ! ¡ Mec mec ! ¡ Tuuuuut !», se dirige al alcalde.
- ¡ Esto no puede seguir así ! ¡ Hay que hacer algo ! La Calle Agobio es demasiado ruidosa, demasiado peligrosa, demasiado gris, demasiado…
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- ¡ Tienes razón, Tom ! -responde el alcalde. Después del accidente de hoy, debo tomar una decisión. Ya está… Tengo la intención de… No… He decidido… Sí, ¡ he decidido cerrar la Calle Agobio a la circulación !
Flor sonríe.
- ¡ Buena idea ! -exclama la niña. ¡ Oh ! Mi bonito vestido blanco está sucio y manchado de sangre.
- Son los humos de los coches… dice la Señora Salomé.
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Unos días después…
El sol brilla sobre Ciudad Merlín con todo su esplendor. El alcalde no ha perdido el tiempo. Ha cumplido su promesa. La Calle Agobio ha sido transformada. El alcalde se dirige a la población.
- ¡ Queridos conciudadanos, tengo el placer de inaugurar una calle nueva ! ¡ Una calle nueva donde los coches no serán bienvenidos ! Es cierto que los coches y los autobuses son necesarios. Es cierto que necesitamos esos modos de transporte. Pero no olvidemos las ventajas de la tranquilidad, del aire puro, de los desplazamientos a pie, de la seguridad… En el día de hoy, deseo dar las gracias a dos personas…
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El alcalde pone una mano sobre el hombro del Señor Armando.
- El Señor Armando ha decidido organizar un circuito señalizado para enseñar a los niños de Ciudad Merlín las normas de seguridad en carretera ! ¡ Con total seguridad !
Todo el mundo aplaude al Señor Armando, que está emocionado.
- Y por su valentía, deseo también dar las gracias a nuestra amiga Flor.
Todo el mundo aplaude a Flor. El alcalde se acerca a la cortinilla que oculta el nombre de la nueva calle.
- Por eso, he decidido llamar a nuestra nueva calle… ¡ la Calle de Flor !
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Todos los habitantes de Ciudad Merlín aplauden. De pronto, el alcalde se lleva un dedo a los labios y en la Calle de Flor se hace un profundo silencio. Con gracia y elegancia, una música ligera se eleva, se eleva hacia el cielo. ¡ Oh ! ¡ Es Lucía ! ¡ Lucía con su violonchelo ! ¡ Qué bonito ! ¡ Qué buena idea haber invitado a Lucía a tocar el violonchelo para inaugurar la Calle de Flor ! ¡ Qué hermosa música ! Un poco más allá, unos niños practican en el circuito. Están aprendiendo las normas de seguridad bajo la mirada atenta y bondadosa del Señor Armando.
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- Es un honor para mí enseñaros las normas de seguridad. Es una manera de… de compensar…
Flor se acerca al Señor Armando.
- La herida se curó enseguida, Señor Armando. Me alegro de verlo aquí. Sé que hará un buen trabajo.
20
Tom se acerca a Flor.
- Flor, mañana vuelves a tu isla. Me gustaría regalarte esta preciosa flor, para decirte que…
Un pajarillo pasa por la Calle de Flor. Está piando de alegría. Las palabras que Tom dice a Flor no se oyen. Pero quizás deban permanecer secretas.
- Tom, yo también…
Otra vez el pajarillo.
- Mañana te acompañaré al puerto. A pie. Tu velero te espera para llevarte a la isla Azul. Por el camino, seguiremos contándonos bonitas historias.
Comisión Europea
La Calle de Flor
Luxemburgo : Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas
2009 – 20 pp. – 16,2 x 22,9 cm
ISBN 978-92-79-11963-7doi 10.2779/25114
Esta publicación puede conseguirse gratuitamente hasta agotar las existencias pidiéndola a la siguiente dirección :Comisión EuropeaDirección General de Medio AmbienteCentro de información (BU9 – 0/11)B-1049 Bruselas
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