la autoestima y la auto confianza[1]

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Tema 1. LA AUTOESTIMA Y LA AUTO CONFIANZA “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.” (Isaías 43:4) Sobre la base de un sano concepto de nosotros mismos a la luz de Dios, aprenderemos a amarnos y sobre esta base crecerá la autoconfianza en todo cuanto hacemos. Un nivel bajo de autoestima, nos hace sentirnos incapaces e inadecuados, y nos hace actuar de manera insegura y dependientes de la opinión y aprobación de los demás. Por esto, autoestima y autoconfianza están estrechamente relacionados. DEFINIENDO LA AUTOESTIMA La autoestima es la opinión que uno tiene sobre sí mismo, e implica: quererse, admirarse y respetarse. Es una actitud que genera satisfacción con lo que uno hace, piensa o siente. Cuando una persona goza de auoestima, está dispuesta a arriesgar la desaprobación de otros porque, por lo general, cree en sus propias habilidades. Se acepta a sí misma y no siente que tiene que ser conformista para ser aceptada por quienes le rodean. Además, es realista y desea desarrollar criterios y valores que no dependen completamente de la aprobación de otros; evita la neurosis perfeccionista; descubre que la dignidad es una cualidad que el ser humano tiene independiente de sus capacidades y el nivel de habilidades que posee. Cultiva una regla de oro: No es infeliz por eventos del pasado. Cuando hay autoestima hay una sensación de valor personal; es decir, la persona se siente interiormente completa, está contenta consigo misma, hace bien las cosas a sus ojos y a los ojos de otros. Piensa: "Me agrada mi persona, me respeto, no me avergüenzo de cómo me trato a mí mismo". Es

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Tema 1. LA AUTOESTIMA Y LA AUTO CONFIANZA

“Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.”

(Isaías 43:4)

Sobre la base de un sano concepto de nosotros mismos a la luz de Dios, aprenderemos a amarnos y sobre esta base crecerá la autoconfianza en todo cuanto hacemos. Un nivel bajo de autoestima, nos hace sentirnos incapaces e inadecuados, y nos hace actuar de manera insegura y dependientes de la opinión y aprobación de los demás. Por esto, autoestima y autoconfianza están estrechamente relacionados.

DEFINIENDO LA AUTOESTIMA

La autoestima es la opinión que uno tiene sobre sí mismo, e implica: quererse, admirarse y respetarse. Es una actitud que genera satisfacción con lo que uno

hace, piensa o siente.

Cuando una persona goza de auoestima, está dispuesta a arriesgar la desaprobación de otros porque, por lo general, cree en sus propias habilidades. Se acepta a sí misma y no siente que tiene que ser conformista para ser aceptada por quienes le rodean.

Además, es realista y desea desarrollar criterios y valores que no dependen completamente de la aprobación de otros; evita la neurosis perfeccionista; descubre que la dignidad es una cualidad que el ser humano tiene independiente de sus capacidades y el nivel de habilidades que posee. Cultiva una regla de oro: No es infeliz por eventos del pasado.

Cuando hay autoestima hay una sensación de valor personal; es decir, la persona se siente interiormente completa, está contenta consigo misma, hace bien las cosas a sus ojos y a los ojos de otros. Piensa: "Me agrada mi persona, me respeto, no me avergüenzo de cómo me trato a mí mismo". Es una sensación de “me siento limpio, porque valgo la pena, soy digno de la aceptación de otros y merezco ser amado”.

Las siguientes ocho preguntas nos guían a reflexionar qué nivel de autoestima tenemos:

¿Es usted argumentador?¿Es criticón?¿Es poco tolerante con los demás o con sus ideas?¿Es una persona que se enoja fácilmente?¿Le cuesta perdonar a los que le ofenden?¿Es excesivamente celoso(a)?¿Le cuesta escuchar a otros?

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¿Es un mal perdedor?

¿A cuántas de estas preguntas respondió afirmativamente?, cada respuesta afirmativa está indicando baja autoestima.

Características de la persona que goza de autoestima

Cree firmemente en valores y principios. Actúa de acuerdo con su propio juicio. Emplea muy poco tiempo pensando sobre lo ocurrido en el pasado y lo

que ocurrirá en el futuro. No tiene más alto concepto de sí mismo; piensa de sí con cordura. Se vuelve persona valiosa para otros; y difícilmente se deja manipular por

los demás. Disfruta de todas las actividades que están a su alcance. Es feliz llevando felicidad a los demás. Se autoevalúa, no depende de la opinión de los demás. Se concentra en

cómo se siente con relación a su propia conducta.

Cómo recuperar la autoestima, si la ha perdido

Recuerde que usted es una obra perfecta de Dios, que él le amó y nunca le dejará de amar. Permita que el amor de Dios le sature, y viva según su identidad en Cristo Jesús.

Pídale perdón a Dios por el pecado de odiarse y rechazarse a sí mismo, negando el principio bíblico expresado en Lucas 10:27 “...Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo COMO A TI MISMO.”

Enfatice en sus fortalezas. Parta del principio de que lo que usted puede hacer ayuda a otras personas dentro de las inevitables limitaciones humanas.

Aborde nuevas experiencias como oportunidades para aprender; esto aumenta su sentido de autoestima y le ayuda en el crecimiento personal.

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LA AUTOCONFIANZA

La actitud confiada de las personas que tienen una opinión saludable de su propia persona, cuando se enfrenta a una nueva tarea es : "Puedo hacerlo". Esta perspectiva optimista les infunde esperanza y valor, no se enfrentan a cada nuevo día con miedo, sino con gozo por las oportunidades que le esperan.

El sentido de competencia o adecuación es el sentimiento de "poder tener la habilidad o capacidad para hacerlo". Y es el resultado de los logros y de los actos presentes y pasados.

Los padres juegan un papel muy importante en cuanto a hacer que sus hijos aprendan a sentirse competentes, cuando los estimulan a desafíos y tareas nuevas. Cuando no se les estimula, los hijos crecen con un sentido de habilidad subdesarrollado, y después cuando adulto le costará trabajo desempeñarse con éxito en sus labores.

SOBREPONIÉNDONOS A LOS DEMOLEDORES DE LA CONFIANZA

El buscar a alguien como modelo de confianza es tan simple como leer las palabras de Jesús. Desde los doce años, cuando en forma respetuosa le hizo frente a sus padres. ÉL sabía quién era, por eso a través de los tres años conocidos de su ministerio se describió a sí mismo diciéndole a la gente: “Yo soy el pan de vida ; Yo soy el Mesías; Yo soy el Eterno; Yo soy la luz del mundo; Yo soy el Hijo de Dios; Yo soy el Alfa y la Omega; Yo soy el primero y el último; Yo soy el camino, la verdad y la vida”. No se equivoque, Jesús sabía muy bien quién era él y lo que significaba para la humanidad.

Existen algunos factores que podemos considerar como demoledores de la confianza, entre ellos tenemos:

El miedo

El miedo es el demoledor número uno de la confianza. Gobiernos enteros han sido construidos sobre el miedo. Aunque el miedo es un poderoso motivador, los comunistas aprendieron que eso dura sólo mientras pueda mantener a la gente asustada.

La falta de objetivos

Desde su temprana edad Jesús sabía cuál era su misión: Los negocios de su Padre. Jesús no vino a la tierra por el sólo hecho de vivir, y usted y yo tampoco; hay una razón y un propósito en el estar aquí. Cada uno de nosotros necesita en Jesucristo descubrir ese propósito especial.

La necesidad de estarse justificando constantemente

Hay tres condiciones en las que una persona puede estar :

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Usted es un líder que fuerza a la gente bajo su mando a protegerse continuamente debido a sus pobres habilidades administrativas. Esto hace referencia a ese tipo de liderazgo fuerte y estricto, que no valora a las personas; por lo tanto, sus subalternos recurren a mecanismos como el engaño, la mentira, la enfermedad, etc.

Usted es un subordinado que se está protegiendo constantemente por miedo a que se le llame la atención. Se cae en engaños y mentiras para justificar o esconder los errores.

Usted no está en ninguna de esas dos categorías, en cuyo caso está bien.

Sea cual sea su cargo: portero, secretaria, trabajador, gerente, o el gran jefe, todos deben hacer el esfuerzo por acabar con ese problema tan destructivo. Si usted es jefe o líder, encuentre la manera de elevar el nivel de integridad de su empresa. Comience por disculparse con todo el personal y haga las enmiendas necesarias. Si es un subalterno, le quedan dos alternativas si es que quiere aumentar la confianza en sí mismo:

1. Renunciar2. En lugar de justificarse, póngase erguido y con mucha educación.

Pregúntele que si lo está llamando mentiroso. Los líderes que se respetan no lo desafiarán sobre este punto sobre todo si usted tiene la razón.

CLAVES DE LA CONFIANZA

El dar es el comienzo de la confianza; me refiero al darse a sí mismo. Nadie puede obtener nada de una persona egoísta. Mire su propia vida y verá la acumulación de todo lo que ha logrado al cabo de los años.

Podemos ilustrar lo anterior con el siguiente ejemplo:

"Carlos vino al mundo en la peor parte de la ciudad. Cuando niño, vendía periódicos para ayudar a pagar las deudas de la familia. Luego, pasó a lustrar calzado, y cuando adolescente, sirvió a otros en la cabina de un buque de carga. Se cansó de vivir en una ciudad costera, y se cansó de servir a los demás. Hizo lo que todo muchacho sueña despierto a esa edad, se metió en un tren de carga y viajó entre los vagabundos de los trenes sin destino. Carlos conoció el país y vivía de hurtos y raterías. Sus viajes en ferrocarril lo mantuvieron feliz algunos años de su vida, hasta que la gran ciudad lo sedujo. Se emborrachó; peleó; unas veces ganaba, pero la mayor parte de las veces perdía; descubrió el juego, lo que lo hizo ganar y perder en grande. Finalmente, las autoridades lo apresaron y fue juzgado por tráfico de drogas. Furioso y amargado, Carlos reclamó que las autoridades habían inventado todo, hasta el momento en que atravesó la reja de entrada de la prisión.

A la edad de treinta y cuatro años, Carlos se encontraba al final de su cuerda emocional. Había vivido para él dieciséis años; no había dado nada a nadie y había quitado de todos. Pero su vida cambió cuando leyó el único material de lectura que por entonces estaba disponible para los prisioneros: La Biblia.

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Leyó y releyó y su vida fue transformada por algo que nunca soñó que fuera posible. Se propuso en su mente perdonar a todos los que le habían hecho daño y decidió convertirse en el prisionero modelo de la cárcel.

Al poco tiempo Carlos se convirtió en el superintendente de la planta eléctrica de la prisión, con ciento cincuenta hombres bajo su mando. Se hizo amigo de todos, incluyendo al recién llegado prisionero Abelardo, quien entró a la prisión por evasión de impuestos. Debido a que Carlos puso todo de su parte para ayudar a Abelardo a adaptarse a su nueva situación, su nuevo amigo en retribución, le dijo que cuando saliera libre viajara a su ciudad de origen. Abelardo cumplió su condena y Carlos también, unos meses después.

Cuando Carlos tocó la puerta de Abelardo, recibió un fuerte apretón de manos y una oferta de trabajo como obrero. Aunque un poco desencantado, Carlos superó la situación, dando de nuevo de sí mismo. Su recompensa vino rápido, pues al cabo de un año, Abelardo lo promovió al cargo de supervisor. Desde allí, Carlos alcanzó el rango de gerente y luego de vicepresidente. Su triunfo vino cuando Abelardo hizo que Carlos pasara, de un exvagabundo y exconvicto, a un presidente de las industrias de su familia. Carlos permaneció en la presidencia y llevó esa empresa a ganancias de cinco millones a veinticinco millones, hasta su muerte que ocurrió a la edad de setenta y tres años. Carlos aprendió un principio en la cárcel, que leyó y releyó una y otra vez: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo...” (Lucas 6:38).

La preparación pone bases para la confianza. Todos poseemos talentos y dones diferentes; por esta razón debemos conocer nuestras limitaciones y debido a que tenemos toda la confianza del mundo en que no podemos hacer ciertas cosas; debemos disponer de más tiempo para hacer las que sí podemos. Recordemos, la objetividad edifica la confianza, y la libertad y la autoridad, hacen que la confianza vuele muy alto.

Veamos algunos consejos prácticos

Descubra cuál es su miedo y enfréntelo. Dé más de sí mismo cada día. Estudie, prepárese y entrénese para hacer lo que siempre quiso hacer. Busque el consejo de personas sabias. Dé autoridad a las personas a su alrededor, incluyéndose a usted mismo .

DOCE HOMBRES CONTRA EL MUNDO

Personalmente cada vez que estudio la vida de los doce apóstoles, me conmueve ver lo que Dios puede hacer “en” y “a través” de hombres comunes y corrientes. Los evangelios nos los muestran como hombres con debilidades, miedosos, inseguros; pero eso sí, dispuestos a ponerse en las manos del Gran Alfafero. ¿El resultado? Hombres trasnformados con autoconfianza, formados como agentes de cambio que impactaron y transformaron su entorno social de aquel tiempo.

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En la vida de los doce apóstoles se ve el impacto de la muerte y la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Ahora bien, en realidad no sólo en la vida de los doce apóstoles, sino en la vida de millares y millares desde aquel tiempo. Durante la mañana del domingo de resurrección, en casi todas las ciudades del mundo se congregan millones de fieles en los templos erigidos al Carpintero de Nazareth; y millones de voces alaban su victoria sobre el pecado y la muerte. Los hombres de ciencia nos enseñan que todo efecto es necesariamente resultado de una causa suficiente. Ahora bien, ¿habrá algo más sobrenatural que la historia de la cruz y del sepulcro vacío, para explicarnos los estupendos efectos que ha causado?.

Es un hecho indiscutible, que hace cerca de 2000 años llegó Jesús a Palestina. Sus amigos le amaron; era para ellos un profeta, acaso un futuro rey. Sus enemigos lo tacharon de fanático y de perturbador. Su vida fue la expresión perfecta del amor que se manifiesta en obras amorosamente encaminadas a servir por igual a pobres y a ricos. Su ternura cautivó el corazón de los niños y de los humildes; su filosofía de la vida llamó la atención de los sabios y de los mejores. Pero su valeroso radicalismo encolerizó a los celosos partidarios de lo existente...y esos acabaron crucificándolo. Hubiera podido evitar tan espantosa muerte. Pudo haber huído de Jerusalén. Aún estando allí el gran número de amigos que tenía en la ciudad le hubiese permitido escapar de sus enemigos. Pudo transigir; pero con firme resolución marchó a Jerusalén, aunque le advirtieron lo que allí le esperaba. Una vez llegó, soportó con serena constancia el odio, y la envidia y el deseo de herirle en lo más vivo. Ni un solo reproche asomó a sus labios ante el beso del traidor, ni ante el abandono en que lo dejaron hasta sus discípulos más amados.

La hiriente burla de los sacerdotes, la insolencia de Herodes, la cobardía criminal de Pilatos, la grosería del populacho, la brutalidad de los soldados, todo lo sobrellevó sin el más leve movimiento de rencor.

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Con esta súplica respondía a las torturas de los que se ensañaban en su cuerpo y en su espíritu. A la tempestad de odio y malicia opuso la triunfante serenidad de ánimo. Con lo supremo de su sacrificio hizo patente la realidad del infinito amor.

Lo sepultaron y dijeron: “todo ha concluido”, sus enemigos lo decían gozosos; sus amigos lo decían afligidos y desesperados. Habían soñado con un reino en el cual sería Jesucristo el rey, y ellos sus auxiliares y ministros. Ahora se lamentaban diciendo: nosotros esperábamos que él fuera quien había de redimir a Israel, pero todo había terminado. Y huyeron a ocultarse a lugares apartados de la ciudad hasta que cesara la tormenta.

Nos han llegado relatos de testigos oculares de lo ocurrido en aquella hora infausta, la más negra de la derrota y de la desesperanza. Los relatos de los que se encontraban en lugares cercanos al de los acontecimientos son

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emocionales e incoherentes. Pero lo cierto es que en las horas de la puesta del sol de aquel sábado, y al amanecer del otro día aconteció algo grande. No seré yo quien se atreva a describirlo; menos aún a explicarlo.

Muchos son los descubrimientos e inventos del hombre en esta época. Cosas que hace unos años nadie se hubiera atrevido a creer. En la actualidad acogeríamos con una sonrisa compasiva cualquier expresión de asombro ante lo que hoy es común y corriente, como la comunicación satelital, telefonía celular, el internet, etc.; Sin embargo, no faltan hoy quienes, al referirse a lo que nos dicen que aconteció en Jerusalén, exclaman: “absurdo”, “imposible”.

Según podrá entenderse, no estoy hablando de milagros en cuanto estos signifiquen, una desviación o suspensión del orden natural que conocemos. Estoy pensando en un orden más alto, en un orden en que actúan fuerzas vitales cuya existencia reconocen los científicos, aún cuando no hayan podido medirlas, ni sostenerlas al dominio del hombre. Pienso primero y principalmente en la virtud invencible del amor que, compadecido de la mortal angustia que ofuscaba a aquellos hombres y del dolor que traspasaba el corazón de aquellas mujeres, se resiste a alejarse de ellos sin haberlos consolado y fortalecido con su presencia. Y al pensar en esto, no dejo de maravillarme.

Aquella mañana de domingo de pascua, fue grande la conmoción y el tumulto. Corre la gente de aquí para allá, se forman grupos y se dispersan. Los comentarios, las risas, los gritos y los sollozos llenan el aire. Habla la gente de que se han visto apariciones, dicen que del cielo han bajado ángeles. Crece la agitación de los ánimos a pesar de todo lo que hacen sacerdotes y autoridades para calmarla. La inquietud va creciendo día por día.

Entonces sobreviene el hecho asombroso. Los acobardados, los desilusionados discípulos se han convertido de pronto en héroes a quienes nada amedranta, ni ningún obstáculo alguno los hace retroceder. El miedo los hizo abandonar a Jesucristo cuando el vivía; ahora no temen enfrentarse a la muchedumbre, van a ella con la increíble afirmación de que Jesucristo vive; de que ha vuelto de entre los muertos. Algo alienta ahora a esos hombres.

El valor con que hablan y la impresión que causan en la multitud que los escucha se explican únicamente por lo profundo del convencimiento que los anima. Están fiando la vida, la suerte, el honor a la veracidad del hecho increíble que relatan. Los persiguen y los encarcelan. Ven ante sí la decapitación, o la crucifixión, o la hoguera en que arderán vivos. Pero nada hace flaquear la fe con que sostienen la verdad de lo acontecido en la mañana de aquel domingo de pascua y en los días siguientes a ella.

En el transcurso de 60 años estremecen de linde a linde al Imperio Romano. Son grandes las repercusiones que causa en el paganismo la nueva creencia, cuyo fundamento es la fe en la historia de la resurrección. Doce hombres contra el mundo, doce hombres sin bienes de fortuna, sin estudios, sin apoyo oficial, y sin embargo, lo atestiguado por ellos da principio a lo que un erudito

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contemporáneo considera “el máximo brote de energía moral y espiritual que ha visto el mundo”.

Cada día cuando me despierto, me gozo en la resurrección del Señor Jesucristo. Así como el conocimiento de la resurrección y el tener una relación con el Cristo Viviente, se convirtió para los apóstoles en fuente de confianza y seguridad, de igual manera para cualquier hombre débil y falto de confianza, una estrecha relación con el Cristo resucitado y victorioso, le volverá un gigante en la fe, al estilo de Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20).

Conocer esto me cautiva, por eso cada día renuevo una vez más mi entrega, para vivir como resucitado y traer a otros al conocimiento de una vida de poder y unción. ¿Verdad que es sencilla y humilde mi fe?, pero es la fe lo que dulcifica lo amargo de la vida; que pone un destello de amor y valentía en la diaria faena; y que presta sus alas al alma.

LAS PRÓXIMAS DOCE HORAS, ¿DE QUIÉN EXPERIMENTA AUTOCONFIANZA?

Desde hace mucho tiempo conozco un folleto titulado “POR LO MENOS HOY”. Meditando en él, veo que responde a algunos principios bíblicos que fomentan en nosotros la autoconfianza. He aquí el contenido, al cual le he añadido algunos versículos:

“* Por lo menos hoy me propongo tratar de vivir no más que este día y para este día, y no me empeñaré en resolver el problema de mi vida entera. En doce horas puedo hacer algo que me aterraría si supiera que debía continuar haciéndolo toda la vida.

“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”

(Mateo 6:34)

* Por lo menos hoy me propongo ejercitar mi sentido moral de tres maneras:

1. Haré bien a alguien sin que nadie lo sepa2. Haré por lo menos dos cosas que no me gusta hacer a fin de fortalecer mi

fuerza de voluntad.3. Si alguien me ofende, no me daré por enterado.

“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres” (Romanos 12:17)

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* Por lo menos hoy me propongo ser feliz. Recordando que Abrahan Lincon tenía razón cuando dijo: “la mayor parte de los hombres somos tan felices, como resolvemos serlo”

“…Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10b)

* Por lo menos hoy me propongo tratar de fortalecer mis facultades mentales. Aprenderé algo útil y leeré algo que exija esfuerzo, que me haga pensar y concentrarme.

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de

Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)

* Por lo menos hoy me propongo adaptarme a las cosas, y no empeñarme en seguir pretendiendo que las cosas sean las que se adapten a mis deseos.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23)

* Por lo menos hoy me propongo presentar el mejor aspecto que pueda, vestiré adecuadamente, hablaré en tono moderado, me portaré cortésmente, no criticaré a nadie y no maltrataré a nadie.

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,

como por el Espíritu del Señor.” (2 Corintios 3:18)

* Por lo menos hoy me propongo tener un programa para el día. Quizá no lo siga exactamente, pero lo tendré. Evitaré dos males comunes: la precipitación, por una parte y la vacilación, por la otra.

“Pero hágase todo decentemente y con orden.”(1 Corintios 14:40)

* Por lo menos hoy me propongo pasar media hora solo. Durante esta media hora trataré de lograr una perspectiva mejor de mi vida.

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…” (Salmo 46:10)

* Por lo menos hoy me propongo no tener miedo. En particular, no temeré gozar de lo que es bello, ni temeré creer que tanto como yo le dé al mundo, me dará él a mí.

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

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(2 Timoteo1:7)

LA AUTOCONFIANZA Y LOS TALENTOS

Uno de estos días, hojeando una revista de Selecciones, encontré un cuento titulado “Empuja la vaquita”. Me llamó la atención porque ilustra cómo nos acomodamos a las situaciones en una falsa confianza, por el temor a correr riesgos y aceptar desafíos que nos permitirían descubrir talentos que están sin desarrollar.

A continuación transcribo el cuento literalmente:

“Un maestro de la sabiduría pasaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas; también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que nos brindan estas experiencias.

Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: la casa de madera y los habitantes: una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgada y sin calzado.

Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia, y le preguntó: “En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco. ¿Cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?. El señor calmadamente respondió: “Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto lo vendemos o lo cambiamos por otro género alimenticio en la ciudad vecina, y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue.

A mitad de camino volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó: “¡Busca la vaquita, llévala al precipicio de enfrente y empújala al barranco!”. El joven espantado vio al maestro y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio, y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.

Un bello día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar al lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado.

El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender particularmente su terreno para poder sobrevivir. Aceleró

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el paso y al llegar allá fue recibido por un señor muy simpático; el joven preguntó por la familia que en ese lugar vivían hace unos cuatro años; el señor respondió que allí seguían viviendo. Espantado el joven entró corriendo a la casa y confirmó que realmente era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaquita): ¿Cómo hizo para mejorar ese lugar y cambiar de vida?. El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaquita que se cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos; así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora.

TODOS TENEMOS UNA VAQUITA QUE NOS PROPORCIONA ALGUNA COSA BÁSICA PARA NUESTRA SUPERVIVENCIA, LA CUAL ES UNA CONVIVENCIA CON LA RUTINA; NOS HACE DEPENDIENTES, Y CASI, QUE EL MUNDO SE REDUCE A LO QUE LA VAQUITA NOS PRODUCE.

Descubra cuál es su vaquita y aprovecha el final del milenio y el inicio de uno nuevo, para empujarla por el precipicio".

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