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1 agosto /octubre 2003 Creemos que vivimos en la que Isaiah Berlin, identifi- cándola en sus albores, lla- mó la edad de la razón. Una vez acabadas las tinieblas medievales y comenzado el pensamiento crítico del rena- cimiento y el propio pensamien- to científico, consideramos que vivimos en una edad dominada por la ciencia. A decir verdad, esta visión de un predominio ya absoluto de la men- talidad científica, que se anunciaba tan ingenuamente en el Himno a Satanás, de Carducci, y más críticamente en el Ma- nifiesto comunista de 1848, la apoyan más los reaccionarios, los espiritualistas, los laudatores temporis acti, que los cien- tíficos. Son aquellos y no éstos los que pintan frescos de gusto casi fantástico so- bre un mundo que, olvidando otros va- lores, se basa sólo en la confianza en las verdades de la ciencia y en el poder de la tecnología. Los hombres de hoy no sólo esperan, sino que pretenden obtenerlo todo de la tecnología, y no distinguen entre tecno- logía destructiva y tecnología productiva. El niño que juega a la guerra de las galaxias en la computadora, usa el telé- fono celular como un apéndice natural de las trompas de Eustaquio y lanza sus chats a través de internet, vive en la tec- nología y no concibe que pueda haber existido un mundo diferente, un mundo sin computadoras e incluso sin teléfonos. Pero no ocurre lo mismo con la cien- cia. Los medios de comunicación confun- den la imagen de la ciencia con la de la tecnología, y transmiten esta confusión a sus usuarios, que consideran científico todo lo que es tecnológico, ignorando en efecto cuál es la dimensión propia de la ciencia, de esa de la que la tec- nología es por supuesto una apli- cación y una consecuencia, pero desde luego no la sustan- cia primaria. La tecnología es la que te da todo enseguida, mien- tras que la ciencia avanza despacio. Virilio habla de nuestra época como de la época dominada, yo diría hipnotizada, por la veloci- dad: desde luego, estamos en la época de la velocidad. Ya lo habían entendido anti- cipadamente los futuristas y hoy estamos acostumbrados a ir en tres horas y media de Europa a Nueva York con el Concorde: aunque no lo usemos, sabemos que existe. Pero no sólo eso: estamos tan acostum- brados a la velocidad que nos enfadamos si el mensaje de correo electrónico no se descarga enseguida o si el avión se retra- sa. Pero este estar acostumbrados a la tecnología no tiene nada que ver con el estar acostumbrados a la ciencia; más bien tiene que ver con el eterno recurso a la magia. ¿Qué era la magia, qué ha sido durante los siglos y qué es, como veremos, toda- vía hoy, aunque bajo una falsa aparien- cia? La presunción de que se podía pasar de golpe de una causa a un efecto por cortocircuito, sin completar los pasos in- el mago y el científico Umberto Eco En este texto, circulado en internet, Umberto Eco dirigiéndose a una audiencia de científi- cos, denuncia el irracionalismo, tanto en las corrientes tributarias del pensamiento mágico como las del cientificismo transformado en tecnocracia, y analiza la difícil relación entre ciencia y medios de comunicación. Curiosa- mente, propone a la escuela, más que a la divul- gación, como una (posible) solución para comunicar a los ciudadanos una visión de la ciencia que se aleje de lo mágico. La polémica está abierta. La angustia del rumbo:

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Creemos que vivimos en laque Isaiah Berlin, identifi-cándola en sus albores, lla-mó la edad de la razón. Unavez acabadas las tinieblasmedievales y comenzado elpensamiento crítico del rena-cimiento y el propio pensamien-to científico, consideramos quevivimos en una edad dominada por laciencia. A decir verdad, esta visión deun predominio ya absoluto de la men-talidad científica, que se anunciaba taningenuamente en el Himno a Satanás, deCarducci, y más críticamente en el Ma-nifiesto comunista de 1848, la apoyanmás los reaccionarios, los espiritualistas,los laudatores temporis acti, que los cien-tíficos. Son aquellos y no éstos los quepintan frescos de gusto casi fantástico so-bre un mundo que, olvidando otros va-lores, se basa sólo en la confianza en lasverdades de la ciencia y en el poder dela tecnología.

Los hombres de hoy no sólo esperan,sino que pretenden obtenerlo todo de la

tecnología, y no distinguen entre tecno-logía destructiva y tecnología productiva.El niño que juega a la guerra de lasgalaxias en la computadora, usa el telé-fono celular como un apéndice naturalde las trompas de Eustaquio y lanza suschats a través de internet, vive en la tec-nología y no concibe que pueda haberexistido un mundo diferente, un mundosin computadoras e incluso sin teléfonos.

Pero no ocurre lo mismo con la cien-cia. Los medios de comunicación confun-den la imagen de la ciencia con la de latecnología, y transmiten esta confusión asus usuarios, que consideran científico

todo lo que es tecnológico, ignorando enefecto cuál es la dimensión propia de

la ciencia, de esa de la que la tec-nología es por supuesto una apli-

cación y una consecuencia,pero desde luego no la sustan-cia primaria.

La tecnología es la que teda todo enseguida, mien-tras que la ciencia avanzadespacio. Virilio habla denuestra época como de laépoca dominada, yo diríahipnotizada, por la veloci-

dad: desde luego, estamosen la época de la velocidad.

Ya lo habían entendido anti-cipadamente los futuristas y

hoy estamos acostumbrados a iren tres horas y media de Europa a

Nueva York con el Concorde: aunqueno lo usemos, sabemos que existe.

Pero no sólo eso: estamos tan acostum-brados a la velocidad que nos enfadamossi el mensaje de correo electrónico no sedescarga enseguida o si el avión se retra-sa. Pero este estar acostumbrados a latecnología no tiene nada que ver con elestar acostumbrados a la ciencia; másbien tiene que ver con el eterno recursoa la magia.

¿Qué era la magia, qué ha sido durantelos siglos y qué es, como veremos, toda-vía hoy, aunque bajo una falsa aparien-cia? La presunción de que se podía pasarde golpe de una causa a un efecto porcortocircuito, sin completar los pasos in-

el mago y el científicoUmberto Eco

En este texto, circulado en internet, UmbertoEco dirigiéndose a una audiencia de científi-cos, denuncia el irracionalismo, tanto en lascorrientes tributarias del pensamiento mágicocomo las del cientificismo transformado entecnocracia, y analiza la difícil relación entreciencia y medios de comunicación. Curiosa-mente, propone a la escuela, más que a la divul-gación, como una (posible) solución paracomunicar a los ciudadanos una visión de laciencia que se aleje de lo mágico. La polémicaestá abierta.

La angustia del rumbo:

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termedios. Clavo un alfiler en la estatuillaque representa al enemigo y éste muere;pronuncio una fórmula y transformo elhierro en oro; convoco a los ángeles y en-vío a través de ellos un mensaje.

La magia ignora la larga cadena de lascausas y los efectos y, sobre todo, no sepreocupa de establecer, probando y vol-viendo a probar, si hay una relación entrecausa y efecto. De ahí su fascinación, des-de las sociedades primitivas hasta nues-tro renacimiento solar y más allá, hasta lapléyade de sectas ocultistas omnipresentesen internet.

La confianza, la esperanza en la ma-gia, no se ha desvanecido en absoluto conla llegada de la ciencia experimental. Eldeseo de la simultaneidad entre causa yefecto se ha transferido a la tecnología,que parece la hija natural de la ciencia.¿Cuánto ha habido que padecer para pa-sar de las primeras computadoras del Pen-tágono, del Elea de Olivetti tan grandecomo una habitación (los programadoresnecesitaron ocho meses para preparar laenorme computadora y que ésta emitieralas notas de la cancioncilla El puente so-bre el río Kwai, y estaban orgullosísimos),a nuestra computadora personal, en la quetodo sucede en un momento?

La tecnología hace de todo para que sepierda de vista la cadena de las causas ylos efectos. Los primeros usuarios decomputadoras programaban en Basic, queno era el lenguaje de máquina, pero quedejaba entrever el misterio (nosotros, losprimeros usuarios de computadoras per-sonales, no lo conocíamos, pero sabíamosque para obligar a los chips a hacer undeterminado recorrido había que darlesunas dificilísimas instrucciones en unlenguaje binario). Windows ha ocultadotambién la programación Basic; el usua-

rio aprieta un botón y cambia la pers-pectiva, se pone en contacto con un co-rresponsal lejano, obtiene los resultadosde un cálculo astronómico, pero ya nosabe lo que hay detrás (y, sin embargo,ahí está). El usuario vive la tecnología dela computadora como magia.

Podría parecer extraño que esta men-talidad mágica sobreviva en nuestra era,pero si miramos a nuestro alrededor, éstareaparece triunfante en todas partes. Hoyasistimos al renacimiento de sectassatánicas, de ritos sincretistas que anteslos antropólogos culturales íbamos a es-tudiar a las favelas brasileñas; incluso lasreligiones tradicionales tiemblan frente altriunfo de esos ritos y deben transigir nohablando al pueblo del misterio de la tri-nidad y encuentran más cómodo exhibirla acción fulminante del milagro. El pen-samiento teológico nos hablaba y noshabla del misterio de la trinidad, pero ar-gumentaba y argumenta para demostrarque es concebible, o que es insondable.El pensamiento del milagro nos muestra,en cambio, lo numinoso, lo sagra-do, lo divino, que aparece oque es revelado por una vozcarismática y seinvita a las masasa someterse aesta revelación(no al laboriosoargumentar de la teología).

Querría recordar una frase deChesterton: «Cuando los hombresya no creen en Dios, no es que ya nocrean en nada: creen en todo». Lo quese trasluce de la ciencia a través de losmedios de comunicación es, por lo tanto–siento decirlo– , sólo su aspecto mági-co. Cuando se filtra, y cuando filtra esporque promete una tecnología milagro-

sa, «la píldora que...». Hay a veces unpactum sceleris entre el científico y losmedios de comunicación por el que elcientífico no puede resistir la tentación,o considera su deber, comunicar una in-vestigación en curso, a veces también porrazones de recaudación de fondos; perohe aquí que la investigación se comuni-ca enseguida como descubrimiento, conla consiguiente desilusión cuando se des-cubre que el resultado aún no está listo.Los episodios los conocemos todos, des-de el anuncio indudablemente prematu-ro de la fusión fría a los continuos avisosdel descubrimiento de la panacea con-tra el cáncer.

Es difícil comunicar al público quela investigación está hecha de hipótesis,de experimentos de control, de pruebasde falsificación. El debate que opone lamedicina oficial a la medicina alternati-va es de este tipo: ¿por qué el pueblodebe creer en la promesa remota de laciencia cuando tiene la impresión de te-ner el resultado inmediato de la medici-na alternativa? Recientemente, Garattiniadvertía que cuando se toma una medi-cina y se obtiene la curación en un bre-ve periodo, esto no es aún la prueba deque el medicamento sea eficaz. Hay aúnotras dos explicaciones: que la enferme-dad ha remitido por causas naturales yel remedio ha funcionado sólo comoplacebo, o que incluso la remisión se haproducido por causas naturales y el re-medio la ha retrasado. Pero intentenplantear al gran público estas dos posi-bilidades. La reacción será de increduli-dad, porque la mentalidad mágica ve sóloun proceso, el cortocircuito siempretriunfante entre la causa presunta y elefecto esperado. Llegados a este punto,nos damos cuenta también de cómo está

ocurriendo y puede ocurrir quese anuncien recortes con-

sistentes en la investi-gación y la opiniónpública se quedeindiferente. Se que-daría turbada si se

hubiese cerrado unhospital o si aumen-

tara el precio de losmedicamentos, pero no

es sensible a las estacio-nes largas y costosas de la investigación.Como mucho, cree que los recortes a lainvestigación pueden inducir a algún cien-tífico nuclear a emigrar a Estados Uni-dos (total, la bomba atómica la tienenellos) y no se da cuenta de que los re-cortes en la investigación pueden retrasar

Mivisión

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también el descubrimiento de un fárma-co más eficaz para la gripe, o de un co-che eléctrico, y no se relaciona el recorteen la investigación con la cianosis o conla poliomielitis, porque la cadena de lascausas y los efectos es larga y mediata,no inmediata, como en la acción mágica.

¿Habrán visto el capítulo de Urgen-cias en que el doctor Green anuncia auna larga cola de pacientes que no da-rán antibióticos a los que están enfer-mos de gripe, porque no sirven? Surgióuna insurrección con acusaciones inclu-so de discriminación racial. El pacienteve la relación mágica entre antibióticoy curación, y los medios de comunica-ción le han dicho que el antibióticocura. Todo se limita a ese cortocircuito.El comprimido de antibiótico es un pro-ducto tecnológico y, como tal, recono-cible. Las investigaciones sobre lascausas y los remedios para la gripe soncosas de universidad. Yo he perfiladouna hipótesis preocupante y decepcio-nante, también porque es fácil que elpropio hombre de gobierno piensecomo el hombre de la calle y no comoel hombre de laboratorio. He sido ca-paz de delinear este cuadro porque esun hecho, pero no estoy en condicio-nes de esbozar el remedio.

Es inútil pedir a los medios de comu-nicación que abandonen la mentalidadmágica: están condenados a ello no sólopor razones que hoy llamaríamos de au-diencia, sino porque de tipo mágico estambién la naturaleza de la relación queestán obligados a poner diariamente en-tre causa y efecto. Existen y han existi-do, es cierto, seres divulgadores, perotambién en esos casos el título (fatal-mente sensacionalista) da mayor valoral contenido del artículo, y la explica-ción, incluso prudente, de cómo estáempezando una investigación para lavacuna final contra todas las gripes, apa-recerá fatalmente como el anunciotriunfal de que «la gripe por fin ha sidoerradicada» (¿por la ciencia? No, por latecnología triunfante, que habrá saca-do al mercado una nueva píldora).¿Cómo debe comportarse el científicofrente a las preguntas imperiosas que losmedios de comunicación le dirigen adiario sobre promesas milagrosas? Conprudencia, obviamente; pero no sirve,ya lo hemos visto. Y tampoco puede de-clarar el apagón informativo sobre cual-quier noticia científica, porque lainvestigación es pública por su mismanaturaleza.

Creo que deberíamos volver a los pu-

pitres de la escuela. Le corresponde a laescuela, y a todas las iniciativas que pue-den sustituir a la escuela, incluidos lossitios de internet de credibilidad segura,educar lentamente a los jóvenes para unarecta comprensión de los procedimien-tos científicos. El deber es más duro, por-que también el saber transmitido por lasescuelas se deposita a menudo en la me-moria como una secuencia de episodiosmilagrosos: madame Curie, que vuelveuna tarde a casa y, a partir de una man-cha en un papel, descubre la radiactivi-dad; el doctor Fleming, que echa unvistazo distraído a un poco de moho ydescubre la penicilina; Galileo, que ve os-cilar una lámpara y parece que de pronto

descubre todo, in-cluso que la tierrada vueltas, de talforma que nos olvi-demos, frente a sulegendario calvario,de que ni siquiera él ha-bía descubierto según qué curva giraba,y tuvimos que esperar a Kepler.

¿Cómo podemos esperar de la escuelauna correcta información científica cuan-do aún hoy, en muchos manuales y librosincluso respetables, se lee que antes deCristóbal Colón la gente creía que la tie-rra era plana, mientras que se trata de unafalsedad histórica, puesto que ya los grie-gos antiguos lo sabían, e incluso los doc-tos de Salamanca que se oponían al viajede Colón, sencillamente porque habíanhecho cálculos más exactos que los su-yos sobre la dimensión real del planeta?Y, sin embargo, una de las misiones delsabio, además de la investigación seria,es también la divulgación iluminada.

Y, sin embargo, si se tiene que imponeruna imagen no mágica de la ciencia, nodebieran esperarla de los medios de co-municación; deben ser ustedes quienes laconstruyan poco a poco en la conciencia

colectiva, partiendo de los más jóvenes.La conclusión polémica de mi interven-

ción es que el presunto prestigio del quegoza hoy el científico se basa en razonesfalsas, y está en todo caso contaminadopor la influencia conjunta de las dos for-mas de magia, la tradicional y la tecno-lógica, que aún fascina la mente de lamayoría. Si no salimos de esta espiral defalsas promesas y esperanzas defrauda-das, la propia ciencia tendrá un caminomás arduo que realizar.

Y he aquí que mañana los periódicoshablarán de este congreso vuestro, pero,fatalmente, la imagen que salga será aúnmágica. ¿Deberíamos asombrarnos? Nosseguimos masacrando como en los siglososcuros arrastrados por fundamentalismosy fanatismos incontrolables, proclama-mos cruzadas, continentes enteros mue-ren de hambre y de sida, mientras nuestrastelevisiones nos representan (mágica-mente) como una tierra de jauja, atrayen-do sobre nuestras playas a desesperadosque corren hacia nuestras periferias da-ñadas como los navegantes de otras épo-cas hacia las promesas de El Dorado; ¿ydeberíamos rechazar la idea de que lossimples no saben aún qué es la ciencia yla confunden bien con la magia, bien conel hecho de que, por razones desconoci-das, se puede enviar una declaración deamor a Australia al precio de una llama-da urbana y a la velocidad del rayo?

Es útil, para seguir trabajando cada unoen su propio campo, saber en qué mun-do vivimos, sacar las conclusiones, vol-vernos tan astutos como la serpiente y notan ingenuos como la paloma, pero porlo menos tan generosos como el pelíca-no e inventar nuevas formas de dar algode vosotros a quienes os ignoran.

En cualquier caso, desconfiad más quenada de quienes os honran como si fue-seis la fuente de la verdad. En efecto, osconsideran un mago que, sin embargo, sino produce enseguida efectos veri-ficables, será considerado un charlatán;mientras que las magias que producenefectos imposibles de verificar, pero efi-caces, serán honradas en los programasde entrevistas. Y, por lo tanto, no vayáis,o se os identificará con ellas. Permitidmeretomar un lema a propósito de un deba-te judicial y político: resistid, resistid, re-sistid. Y buen trabajo.

El intelectual italiano Umberto Eco (Alessandria,1932) es autor, entre otras, de la novela Elnombre de la rosa y de clásicos de la semióticacomo Apocalípticos e integrados y La estructuraausente.

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no divulgarás

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por Martín Bonfil Olivera

Oscurecer la luz, convertir el pan en carbón,la palabra en tornillo.

Pablo Neruda

De vez en cuando, y sobre todo cuando el dinero escasea, resurgecíclica la discusión sobre la «utilidad» de la ciencia. Se comparan lascorrespondientes virtudes de sus dos caras opuestas, la básica y laaplicada (se trata más bien de caretas: ciencia sólo hay una, lo otroson aplicaciones), y se argumenta que, en tiempos de escasez, hayque sacrificar la primera en aras de la segunda, pues ésta sí ayuda aresolver problemas urgentes. Se olvida que la ciencia, como dice RuyPérez Tamayo, sólo resuelve problemas científicos.

Los divulgadores científicos a veces caemos en este tipo de concep-ciones utilitaristas, y no falta quien afirme que sólo vale la pena divul-gar la ciencia «aplicada» (o aplicable). Es más: se piensa que es sólopor sus aplicaciones que la ciencia tiene algún valor.

Esto equivale –suposición absurda de entrada– a pensar que unpoema, un cuadro o una sonata sólo son válidos si transmiten un «men-saje útil». Que sólo las novelas que contienen alguna «enseñanza»deben ser leídas (como si una novela pudiera no tener enseñanza...sólo que se trata, claro, de una concepción distinta de enseñanza: laque enriquece nuestra visión del mundo, la forma en que vivimosla vida; no la que «enseña» conceptos, valores o reglas).

En realidad, la ciencia es, de todas las formas de abordarel mundo, la que nos ofrece la mayor riqueza. La que nosmuestra no sólo cómo son las cosas, sino por qué son.Es una visión que cambia y evoluciona, haciéndosemás rica y diversa. Frente al asombro, al sentido demaravilla que la ciencia nos ofrece al dejarnos ver laluz, al permitirnos entender, al mostrarnos un atisbodel mecanismo detrás de las cosas, frente a esto el he-cho de que el conocimiento que produce pueda (o no)aplicarse para producir tecnología se vuelve casi irrele-vante. Estoy convencido de que el verdadero valor de la cien-cia, el que debe apoyarse, y naturalmente el que debe divulgarse,es este valor estético, paralelo al de las artes aunque distintoporque pasa antes por el entendimiento racional.

Así como no se escribe una novela para algo, más allá depara escribirla y para permitir que sea leída, la verdad es queno se hace ciencia para producir aplicaciones, sino por el pla-cer mismo de descubrir más acerca del universo. Y no se divul-ga para enseñar, sino para compartir el placer, el asombro gozosode entender. Lo cual no quiere decir, desde luego, que hacer –y divulgar– ciencia no tenga también infinitas aplicaciones prác-ticas. Pero eso, ¿qué importancia puede tener para quien havisto el reino?

Divulgadores utilitaristas

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comentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mx

por Sergio de Régules

Los divulgadores nos la pasamos penando por-que no tenemos suficiente público. ¡Es que nosabemos mercadotecnia! Si la supiéramos, loque haríamos sería identificar las necesidadesde nuestro mercado y producir algo para satis-facerlas.

Nuestro público, ya debería estar claro, nonecesita que le contemos cuentos de cuandoéramos chiquitos, ni de cómo llegó a interesar-nos la ciencia. Tampoco necesitan que les ex-pliquemos las leyes de Newton con manzanas(aunque esas frutas sean ideales para explicarlas leyes de Newton, especialmente la de gra-vitación universal). En resumen, no necesitanni quieren que les mostremos la ciencia comosi no fuera esa cosa horrible que les enseñanen la escuela. No: según los más informadosexpertos en divulgación, lo que necesita nues-tro público (nuestros «clientes» como dicen enla Secretaría de Educación Pública) es que leenseñemos bien lo que en la escuela le ense-ñan mal. O sea, casi todo.

El papá de un novio que tuvo mi hermana,un sabio, proponía que los intelectuales se de-jaran de tonterías y tomaran el pico y la pala.Mi idea genial más reciente es una propuestasimilar: que ya nos dejemos de escribir esoslibros y artículos de ciencia que parecen cuen-tos y narraciones (yo soy culpable de un buennúmero… ¡ay, cómo me arrepiento!) y nos pon-gamos a escribir libros de texto. En cuanto a

nuestros museos, ya basta de tontos talleres enlos que los niños se divierten. Quitemos lasñoñas mesitas con sillitas de colores y ponga-mos en su lugar pupitres, caramba. En vez detalleristas, pongamos profesores. En vez de sa-las, aulas. En vez de exposiciones, pizarrones.En vez de museos… ¡escuelas!

Nuestros visitantes –que ya no se llamaránasí, sino educandos– entrarán directamente aalguna cátedra o lección, en vez de una visitaguiada. Si uno quiere salir a hacer pipí, tendráque levantar la mano. Habrá recreo, pero bre-ve, para que no se disipen los educandos. Yano tendremos que partirnos la cabeza diseñan-do exposiciones ni forjando conferencias ca-paces de seducir al estudiante de secundariamás bruto porque el que se ausente o propicieel desorden tendrá puntos menos. Tampoco ten-dremos que andar actualizándonos, que siem-pre es una lata. Bastará ceñirse al plan deestudios. Qué cómodo será nuestro trabajo, ¿nocreen? Y por si fuera poco, ¡podremos cobrarcolegiatura!

No perdamos más tiempo y convirtamosnuestros museos en escuelas, nuestros libros enmanuales y nuestras conferencias en lecciones.Y no me agradezcan, por favor.

(Siempre que tengo ideas geniales para me-jorar la divulgación duermo mal porque todala noche oigo coros de ángeles con acompa-ñamiento de clarines y trompetas, pero esta úl-tima ocurrencia me provocó sueños de burrosrebuznando y claxonazos de victoria futbolera.Me pregunto por qué. Me he quemado las pes-tañas leyendo La interpretación de los sueños,pero ha sido en vano. Freud menciona a losángeles, pero de burros y claxonazos, ni unapalabra.

Ni de futbol, por cierto.)

Lo que necesitannuestros clientes

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Los griegos nos han dado una de laspalabras más hermosas de nuestra

lengua: entusiasmo, un dios interior. Lagrandeza de los actos de los hombres se

mide por la inspiración de la cualsurgen. Feliz aquel que tiene un dios

interior.Louis Pasteur

Recuerdo que cuando erapequeña pensaba que ha-biendo tantos planetas, estre-llas y galaxias, el universo no

podía tener límite. Me gustaba observarel sol y lo hacía con mi ojo derecho, yaque me decían que si lo veía directamen-te me podía quedar ciega, así que lo ha-cía con un solo ojo para guardar el otrode reserva por si perdía la visión.

Fui creciendo y más adelante me atrajo

la biología. ¡Cuando era la hora de la cla-se me emocionaba mucho! La genéticaera el tema que más me gustaba.

Más adelante, y por consejo de mi pa-dre, estudié la carrera de Ingeniería enComputación, que no me agradó mucho,ya que mi papá solamente esperaba quecuando terminara y llegara la hora de tra-bajar debía ganar mucho dinero. En launiversidad me llené de otras activida-des, aminorando así la carga tan pesadaque era para mí estudiar la carrera. Entreéstas, me uní al comité organizador delas Segundas Jornadas de Ingeniería, conun grupo de estudiantes muy entusiastasy con un objetivo en la mente: traer a es-pecialistas de las tres ingenierías que seimparten en la Escuela Nacional de Estu-dios Profesionales (ENEP) Aragón, de laUNAM (Ingeniería Mecánica Eléctrica,Ingeniería Civil e Ingeniería en Compu-tación) para que hablaran de sus expe-riencias en el campo laboral, así comode investigación y docencia, dirigiéndo-se a los estudiantes del campus. Fue todoun éxito: durante una semana tuvimos alos mejores especialistas de México y losjóvenes nos dimos cuenta de todo lo quepodíamos aportar. Como también perte-necía a la Sociedad Astronómica «Ilhuícatl»de la ENEP Aragón , invitamos a especialis-tas del Instituto de Astronomía a un even-to similar. Entre ellos estuvieron ManuelPeimbert, Silvia Torres, Gloria Koenigsberger,Miguel Ángel Herrera y Julieta Fierro. ¡Porfin estaba disfrutando de la universidad!

Las actividades académicas y la astro-nomía se convirtieron en una nueva pa-sión para mí, tal vez porque ahora podíaresponderme todas esas preguntas queme hacía en la infancia. Y más o menospor enero de 1996 tuve la oportunidad

de trabajar en el PUIDE (Proyecto Univer-sitario de Investigación y Desarrollo Es-pacial) realizando mi servicio social (quenunca se aprobó porque yo no tenía el70 por ciento de los créditos). Ahí cono-cí realmente a Miguel Ángel Herrera; conél pasé seis meses clasificando transpa-rencias del universo. En ese tiempo meofreció estudiar una carrera en Rusia, enla especialidad de estrellas binarias. Laidea era estudiar ruso un año, y despuésla carrera en otros cuatro. Pero mi papáse negó rotundamente, argumentandoque tenía que terminar la ingeniería.

A pesar de esta reacción, comencé adevorar todos los libros de astronomíaque podía, ya que tenía acceso total a labiblioteca. Recuerdo que aprendí mucho,y las transparencias me resultaban muyfáciles de clasificar, gracias a todos loslibros que leía: cuando veía una imagen,la podía clasificar de inmediato. El tra-bajo se convirtió en estudiar y aprender,y de verdad lo disfrutaba muchísimo.

Miguel Ángel era muy simpático, ysiempre llegaba con una nueva historia,

¿Cómo se enamora una joven de la divulgación?La autora, hoy coeditora de este boletín, nosrelata su experiencia, en la que el entusiasmoha sido, indudablemente, la fuerza motriz.

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Adriana Elisa Espinosa Contreras

Entusiasmo jovende una

divulgadora

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ya sea de cometas, del programa educa-tivo que acababa de hacer, etcétera. Con-tagiaba su gusto por la vida y su pasiónpor la astronomía. Él se convirtió en unejemplo a seguir y despertó en mí unavocación que yo no sabía que tenía.

Cuando me ofreció trabajar en elInstituto de Astronomía, donde volvía ver a Julieta y a Gloria trabajandoarduamente en sus cubículos, mesentí muy feliz. Mi primera tarea era ha-cer una comparación de las distanciasde unas estrellas binarias con otras queél me dio, y que no debían coincidir, yaque al parecer el otro investigador sehabía equivocado en las mediciones.

El gusto no me duró mucho: otra vezmi padre se negó a que trabajara en in-vestigación. Pero los caminos de la vidame llevaron a un laboratorio llamadoSistemas Complejos; ahí pasé cuatroaños y medio haciendo investigación encaos y series de tiempo. Presentaba misartículos en los congresos nacionales einternacionales de computación, electró-nica y física.

Y precisamente en los de física a ve-ces me encontraba con Miguel ÁngelHerrera, presentando sus conferencias dedivulgación de la ciencia. Era genial yyo lo admiraba muchísimo. Me di cuen-ta de que lo que me gustaba era la divul-gación, ya que mis conferencias eransiempre demasiado técnicas. Cuandoentraban estudiantes a ellas, muchos seasustaban o no entendían del todo, perola presión del congreso no me permitíabajarme de nivel. Esto a veces me frus-traba, ya que en realidad yo quería quelos estudiantes entendieran todo acercadel caos y la computación de forma muysencilla y que les llamara la atención,

para que ellos quisieran también dedicar-se a esos y otros temas de ciencia. En esemomento entendí que mi deseo por com-partir el conocimiento era todo lo que ne-cesitaba para sentirme feliz.

Estando en la Facultad de Ciencias mepercaté de que había un curso de Astro-nomía General impartido por Julieta Fie-rro y Ana María Sánchez Mora, de laDGDC. Yo recordaba muy bien la confe-rencia que hacía años Julieta había dadoen la ENEP Aragón; fue una gran experien-cia. Recuerdo que ella tenía una pasiónmuy especial por que todos entendiéra-mos fenómenos muy complejos de astro-nomía. Los hacía parecer sencillos, y consus experimentos realmente entendíamosy aprendíamos. Tomar el curso de Astro-nomía General hizo que cambiara mi vi-sión del mundo y de la vida; Julieta conel paso de los años ha seguido con la mis-ma pasión por compartir el conocimientoque cuando yo la conocí. Es un verdaderohonor haber estado en su clase.

Ahora acabo de egresar del Diploma-do de Divulgación de la Ciencia de laDGDC, y terminé la carrera de Ingenieríaen Computación. Estoy escribiendo mitesis y es un enorme placer ver que micarrera, después de todo, me ha dado

grandes satisfacciones y que de no ser porlo que estudié y el camino que recorrí,no estaría en esta labor de compartir losconocimientos científicos. La DGDC meha dado la oportunidad de laborar comovoluntaria. Con sus museos Universum yde la Luz, con la revista ¿Cómo ves? ycon sus demás espacios de divulgación,es un sitio en el que los jóvenes como yopueden darse cuenta de todo lo que pue-den lograr estudiando, respondiéndose aalgunas de sus preguntas y generandootras. El límite que tenemos para realizarlo que nos gusta es el límite del universo.Y por lo que sabemos hasta ahora, tiene unaventaja: es infinito y está en expansión.

Así comenzó mi pasión por la divulga-ción de la ciencia, gracias a personas tanvaliosas como Miguel Ángel Herrera (dequien nunca pude despedirme y darle lasgracias por todo), Ana María SánchezMora, con todos sus consejos, y JulietaFierro, a quien tanto admiro. Gracias atodos los divulgadores por sembrar en míla semilla del conocimiento.

Adriana Elisa Espinosa es pasante de la carrerade Ingeniería en Computación, voluntaria delMuseo Universum y coeditora de El muéganodivulgador. Comentarios: [email protected]

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Aranday Vázquez, Florymen, La divulga-ción de la química de alimentos, te-sis para obtener el título de químicade alimentos, Facultad de Química(asesor: Ana María Sánchez Mora),UNAM, 1998.

Cadena Almaraz, Jacqueline Guadalupey Mena Correa, Rocío Berenice, Di-seño de una página web de divulga-ción de la ciencia en química dealimentos, tesis para obtener el títulode licenciado en ciencias de la comu-nicación, Facultad de Ciencias Políti-cas y Sociales, (asesor: Ana MaríaSánchez Mora), UNAM, 2002.

Novedadesbibliográficas

divulgación

Una colección de tesis de divulgación científica

De los muchos problemas que padece la divul-gación científica en nuestro país, uno es la faltade memoria. Congresos, ensayos, publicacionesperiódicas y tesis se escriben y circulan momen-táneamente, para después quedar olvidadas.

En el caso concreto de las tesis, cada estu-diante que decide abordar un tema relaciona-do con la divulgación se cree obligado, muchasveces por falta de información propia y de sututor, a investigar desde cero temas elementa-les, necesarios introducción para trabajos deeste tipo. Temas como qué es la divulgación,cuáles son sus objetivos y métodos, la historiade esta actividad, etcétera. Así, una y otra vez,se repite una investigación que queda plasma-da –e inmediatamente olvidada– en cada nue-va tesis sobre divulgación.

Por otro lado, hay temas que ya se han abor-dado en trabajos de tesis y cuyas conclusio-nes quedan olvidadas, cuando podrían utilizarsecomo fuente de información útil y enriquece-dora para tesis posteriores.

Para tratar de resolver este problema, para ge-nerar una memoria para la divulgación –obje-tivo que también cumple nuestro boletín Elmuégano divulgador–, se ha reunido una co-lección de tesis sobre la divulgación científicaen la biblioteca Manuel Sandoval Vallarta de laDirección General de Divulgación de la Cien-cia de la Universidad Nacional Autónoma deMéxico.

Publicamos hoy la lista inicial de esta colec-ción de tesis, que está disponible al público ennuestra biblioteca, por cierto la única especia-lizada en divulgación en nuestro país. La biblio-teca se halla a un lado del museo de cienciasUniversum. También puede usted consultar lapágina de la biblioteca Manuel Sandoval Vallartaen internet:http://biblioteca.universum.unam.mx/

Esperamos enriquecer próximamente esta co-lección con aportaciones de nuestros lectores(incluso de otros estados y otros países). Esta-mos seguros que será un recurso útil para apo-yar la profesionalización de la divulgacióncientífica.

El muégano divulgador

Lista de tesis

disponibles en la biblioteca de la DGDC

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Castillo Álvarez, Alicia, Science centres:an evaluation of new methods ofcommunicating science through exhi-bitions, a thesis submitted for thedegree of master of philosophy (mu-seum studies), University of Leicester,1988.

Cuevas Cardona, María del Consuelo,Planteamiento de un modelo de divul-gación de la ciencia realizado en la ciu-dad de Pachuca, Hidalgo, tesis paraobtener el título de bióloga, Facultadde Ciencias (asesora: Julieta FierroGossman), UNAM, 1996.

Chávez Fragoso, Daniel, La divulgaciónde la ciencia en la radio en la Ciudadde México, radio-reportaje para obte-ner el título de licenciado en periodis-mo y comunicación colectiva, EscuelaNacional de Estudios ProfesionalesAragón (asesor: Mario Efraín LópezSánchez), UNAM, 2000.

Erazo Pesántez, María de los Ángeles, Al-ternativas para una mejor divulgaciónde la ciencia, tesis para obtener el títu-lo de licenciatura en comunicación so-cial con especialidad en educación,Facultad de Ciencias Humanas y So-ciales, Escuela de Comunicación So-cial (asesor: Alberto Pereira Valarezo),Universidad Politécnica Salesiana,2002.

García Ferreiro, Valeria Soledad, Proce-sos psicológicos y museos de ciencias:interacción y construcción de conoci-miento, tesis para obtener el título delicenciada en psicología, Facultad dePsicología (asesora: Ana María SánchezMora), UNAM, 1998.

Sánchez Mora, María del Carmen, La en-señanza de la teoría de la evolución apartir de las concepciones alternativasde los estudiantes, tesis para obtener elgrado académico de doctor en ciencias(biología), Facultad de Ciencias, Divi-sión de estudios de posgrado (asesora:Rosaura Ruiz Gutiérrez), UNAM, 2000.

Serrano Sánchez, Ángel, Evaluación de laefectividad de las conferencias del pro-grama universitario “Jóvenes hacia la in-vestigación” como una actividad deorientación vocacional y de divulgaciónde la ciencia, tesis para obtener el títu-lo de biólogo, Facultad de Ciencias (ase-sora: Susana Biro Mcnichol), UNAM,2002.

Solís Valdespino, Margarita del Rocío, Lospremios Kalinga de México. Perfiles yperspectivas de la divulgación de laciencia en los albores del siglo XXI, te-sis para obtener la licenciatura en cien-cias de la comunicación, Facultad deCiencias Políticas y Sociales (asesor: Ro-berto Fernández Iglesias), UNAM, 1998.

Romero González, Mariana, Diseño deuna propuesta de divulgación científi-ca sobre la restauración ecológica delos bosques de la ciudad de México,tesis para obtener el título de bióloga,Facultad de Ciencias (asesor: MartínBonfil Olivera), UNAM, 2001.

Tappan Velázquez, Martha, Conceptua-lizaciones de ser humano: una miradaal discurso contemporáneo de la bio-logía, tesis para obtener el grado demaestro en historiografía de México,Universidad Autónoma Metropolitana(UAM) campus Azcapotzalco, 2003.

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González Santos, Sandra P., ...And if wehad wings?, Dissertation to obtain theMsc in science culture and commu-nications, University of Bath, 2001.

Ísita Tornell, Rolando, Ciencia y propa-ganda en España. La información cien-tífica en ABC, Diario 16 y El País 1986,1989 y 1992, tesis para obtener el doc-torado en ciencias de la información,Facultad de Ciencias de la Información(asesor: Alejandro Pizarroso Quinte-ro), Universidad Complutense de Ma-drid, España, 1995.

Montañés Perales, Óscar, Problemasepistemológicos de la comunicaciónpública de la ciencia, trabajo de grado,Facultad de Filosofía, Universidad deSalamanca (asesor: Miguel Ángel Quin-tanilla Fisac), Salamanca, 2002.

Pérez Guzmán, Yazmín, La trascenden-cia de la formación de divulgadorescientíficos: el caso de la prensa escrita,tesis para obtener el título de licencia-do en ciencias de la comunicación,Facultad de Ciencias Políticas y Socia-les, (asesora: Eréndira Urbina), UNAM,1988.

Reynoso Haynes, Elaine, El museo de lasciencias: un apoyo a la enseñanza for-mal, tesis para optar por el grado deMaestra en Enseñanza Superior, Facul-tad de Filosofía y Letras, División deEstudios de Posgrado (asesora: SaraRosa Medina), UNAM, 2000.

Ruisánchez Serra, Juan Manuel, Contarhasta el infinito, tesis para obtener eltítulo de matemático, Facultad de Cien-cias (asesor: José Alfredo Amor Mon-taño), UNAM, 2001.

Sánchez Mora, Ana María, La divulgacióncientífica como literatura, tesis para ob-tener el título de Maestra en LiteraturaComparada, Facultad de Filosofía y Le-tras (asesor: Jorge Alcázar), UNAM,1996.

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Julia Tagüeña PargaDirectora General

Juan Tonda MazónSubdirector de Medios de Comunicación

Martín Bonfil OliveraEditor

Adriana Elisa EspinosaCoeditora

Ma. del Carmen MercadoDiseño original

Lourdes Arenas BañuelosNemesio Chávez ArredondoSergio de RégulesJuan Tonda MazónAline Guevara VillegasRedacción

Alejandra [email protected]ño y diagramación electrónica

El muégano divulgador, boletín mensual editadopor la subdirección de medios de comunicaciónde la Dirección General de Divulgación de laCiencia de la UNAM; 3er. piso de Universum, zonacultural de CU, Coyoacán. Tel: 5622-7292 y 93. E-mail:[email protected] Las opiniones expresadas en los textos firma-dos son responsabilidad de sus autores y no ne-cesariamente reflejan el punto de vista de lainstitución. El material se publica con propósitosde difusión y sin fines de lucro. Para cualquieraclaración, favor de ponerse en contacto con eleditor.

DIRECCIÓN GENERAL

DE DIVULGACIÓN

DE LA CIENCIA

EL MUÉGANO

DIVULGADOR

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Cartas a Tríbuloag

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Cercano ya el ocaso de mi vida, y con todos mis acier-tos y fracasos a la vista, he decidido legar a la posteridadalgunos sencillos consejos para mis jóvenes colegasdivulgadores, con la esperanza no de que me los agra-dezcan, sino de que los apliquen en su labor cotidiana.Por supuesto que si tienen la amabilidad de citarme, serédoblemente dichoso.

He decidido por primera vez en la vida (y quizá porúltima, a juzgar por la cara de mi médico) dejar en uncajón simbólico toda noción de orden y plasmar en estacolumna mis ideas tal y como me vengan a la cabeza alas 7:25 de la mañana, que es cuando comienzo mi jor-nada. No intento con esta advertencia exculparme deantemano por las posibles incoherencias que se me es-capen, resultado de mi larga vida, mi adicción a la nico-tina y el sedentarismo que me ha sido propio. Sólo dejoconstancia de mi intención de echar a volar sin rumbofijo la afilada pluma (si se me permite tal expresión entiempos de teclados), con mano ya temblorosa pero aúncapaz.

Me queda claro que nadie me ha pedido los consejosque voy a dar. Algunos pensarán que me atribuyo dere-chos que ni por fama ni por edad me corresponden.Otros, en cambio, sacarán provecho de mi longeva ex-periencia y ésta es la única retribución a la que aspiro.

Ha dicho por ahí un famoso arquitecto italiano, cuyonombre se me escapa, que una columna es poca cosa.Mi tocayo el héroe griego y su contraparte Sansón aña-dirían, sin embargo, que una columna es mejor que nin-guna. Así lo creo yo.

por Hércules Delgadillo

La columna de Hércules

Con esta entrega iniciamos una nueva columna, que viene a ocuparel espacio dejado por la gustada Cartas a Tríbulo, de Ana MaríaSánchez Mora. Esperamos que la experiencia y consejos delafamado divulgador Hércules Delgadillo sean provechosas paranuestros lectores.

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por Opina Peralta

comentarios: opinaperalta@hotmail�comcomentarios: opinaperalta@hotmail�comcomentarios: opinaperalta@hotmail�comcomentarios: opinaperalta@hotmail�comcomentarios: opinaperalta@hotmail�com

De paseo

por Opina Peralta

Ay amigas, hoy sí tengo buenos chismesque platicarles. Con eso de que mi coma-dre Cotorrita, que trabaja en Universum,anda otra vez toda angustiada por los cam-bios y reacomodos... Dice, que ya lareubicaron en la Oficina de Atención aElevadores ella que se había especializa-do en Conteo de Visitantes. ¡Si hasta sehabía comprado un contador digital! (deesos que les hace uno así con el dedito...)

Pero no, cada vez que hablo de chismesde Universum me llegan quejas y regaños.

Mejor les voy a platicar de la vez que conocíel Túnel de la Ciencia, allá por el metro La

Raza. Sí a veces, he llegado a viajar en metro.¿Qué tiene?Pues resulta, que ahí pusieron una colección de

fotos bien bonitas, y de lo más interesante según miesposo con quien fui, él me enseña tantas cosas, es

muy culto. Me llamaron la atención los letreros expli-cativos que acompañaban las fotos.Había, por ejemplo, fotos del Zinalco I y II rosa (no sé

qué sea el Zinalco, pero rosa sí era...). Había tres fotos delConjunto Popcornjulia I, llenas de colores. También me lla-

mó la atención una moradita del Patrón de Difracción.Había tres con nombre poético: Fractal rocío I, II y III. Tam-

bién estaba el Sol en Rayos Alfa y Rayos X (se veía más bonitoen rayos X) el Fractal Clásico Mandelbrot ( estaba bien bonito ycomplicado). Estaba Júpiter en radio y un hongo dermateacio(entrando a la sección de plantas y animales). Había un tucán,una boa y un flamenco, una zebra (yo siempre la había escritocon s) y varias plantas bonitas, como la Exotesta de una semilla,con dientitos color rosa, un Scirpus tallo, la Brickellia S.P, elProtozooario y una Célula (aunque el sangrón de mi maridoinsistía en que era un Plasmodium).

Como pueden ver, se trata de una exposición de lo más edu-cativo, y yo me divertí bastante, además de lo mucho que apren-dí. La próxima vez que vea una de esas camisetitas que comprami sobrina, llenas de colores que se marea una de sólo verlasya sé que se trata del Conjunto Popcornjulia (bueno, yo no sénada de rock, pero a ella sí le encantan esas cosas). Québonita es la divulgación de la ciencia, ¿no?

Bueno, pues se acabó el espacio. Como siempre, les re-comiendo que paseen mucho y se eduquen para que ya

no estén preocupándose por las tonterías del trabajo.Se despide su amiga Opina.

¡Buen provecho!

por el metro

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Piscolabis

La divulgación de la ciencia es la actividad

que realizan los divulgadores hasta altas

horas de la noche.

Miguel Ángel MonroyEx becario de la DGDC

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H en gaussHumor involuntario

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por Scott Adams

DILBERT

From: «www.rael.org» <[email protected]>To: [email protected]: Mensaje importante

Esto no es un Spam y no deseamos ven-derle nada.

¿Siente que su privacidad es invadidacuando recibe correos no solicitados? ¿Yqué sucede si el mensaje es realmente ur-gente?

¿Y si hubiese gente del espacio quedeseara hacer contacto con la huma-nidad..? ¿Cómo podrían hacerlo sin in-

vadir nuestra privacidad y nuestro espaciode aire?

¿Debieran entonces contactar a los gobiernos,quienes seguramente conservarían estas comunicacio-nes secretas y utilizarían sus avances científicos para crearjuegos de guerra?

¿O debieran estos extraterrestres contactar de formadirecta a miembros ordinarios del público en general,como usted mismo? ¿Cómo podrían hacer esto, si tuvie-ran gran respeto de su privacidad?

Claro que necesitarían una embajada neutral.

A este interesante e importantísimo mensaje, circulado por internet,sólo nos queda agregar que habría que abrir la carrera dediplomacia intergaláctica y, ya picados, hasta solicitar un consulado.

Una embajada extraterrestre

Ese es el propósito del Movimiento Raeliano. Gente de otroplaneta han contactado recientemente a un corredor de autosy le han solicitado que establezca una embajada, una zonaneutral desde la cual ellos podrán hacer contacto con la hu-manidad, sin invadir la privacidad de nadie, ni el espacio deaire de ningún país.

Para más información, favor de visitar http://www.rael.org/Sinceramente esperamos que por la importancia de este

asunto usted no considere este mensaje como una invasiónde su privacidad. No volveremos a contactarlo.

Cacería de brujas corporativa

Alicia, ¿le dijiste a un reportero que nuestros productos no sirven?

Juro sobre el honor de mifamilia y por todo lo quees sagrado, que no lo hice.

O sea que estás diciendo quemi vara de adivino miente.