la alquimia es el fundamento de la ciencia

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pijamasurf.com La alquimia no es una “pseudociencia”: es el fundamento de la ciencia Grandes científicos basaron sus teorías en conocimientos alquímicos; es hora de que dejemos atrás la idea de que los alquimistas eran charlatanes y que buscaban fútilmente transmutar metales en oro. Por: Alejandro Martinez Gallardo - 27/01/2014 a las 00:01:15

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Grandes científicos basaron sus teorías en conocimientos alquímicos; es hora de que dejemos atrás la idea de que losalquimistas eran charlatanes y que buscaban fútilmente transmutar metales en oro.

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La alquimia no es una“pseudociencia”: es el fundamento dela ciencia

Grandes científicos basaron sus teorías en conocimientosalquímicos; es hora de que dejemos atrás la idea de que losalquimistas eran charlatanes y que buscaban fútilmentetransmutar metales en oro.

Por: Alejandro Martinez Gallardo - 27/01/2014 a las 00:01:15

“Aquél que ocultó en gemas las semillas de estrellas”

El título de este artículo parafrasea una nota que publica TheSmithsonian que, como en la luz de una supuesta revelación,anuncia que la alquimia en realidad legó importantes pilares deconocimiento a la ciencia moderna. Según el sitio de estaimportante institución, en el último siglo los científicos hanconsiderado a los alquimistas como charlatanes o amateurs, queen vano procuraron hallar la piedra filosofal o transformar metalescomo el plomo en oro. Sin embargo, al parecer un revisionismoestá en ciernes, y algunos historiadores de la ciencia estándescubriendo —la obviedad— que los alquimistas hicieronimportantes aportaciones al desarrollo de la ciencia moderna.

Para poder estudiar la alquimia y realmente conocer de qué setrataba y qué se logró, un investigador debe familiarizarse con unlenguaje oculto, revestido de metáforas y referencias mitológicasen el afán de mantener hermético el conocimiento. Los alquimistaspracticaban la secrecía debido a que consideraban que habíacierto poder en su conocimiento y era su responsabilidad hacerque fuera inaccesible para el vulgo o para las mentes comunes.Aurum nostrum non est aurum vulgi (“Nuestro oro no es el oro delpueblo”) dice una máxima que claramente hace referencia a que eloro que buscaban no era el oro común (lo cual nos hace ver que sutrabajo es fundamentalmente incomprendido, ya que su meta noera transmutar oro material). Por esto y quizás también porquetenían cierta inclinación tropológica, apreciando la belleza dellenguaje y la misma sintonía de la poesía con la obra magna, yaque cada acto debía de ser un reflejo de los procesos cósmicos, esque surgen términos que acompañan la transformación y evocan

las tinturas como el león verde (el vitriol, la sustancia que absorbeel oro, el ser verdadero), la cola de pavorreal (la visión iridiscenteque antecede a la transmutación), el unicornio (la piedra blanca) oel pelícano (la piedra roja: se decía que la piedra filosofal y el oroes de este color; el pelícano míticamente alimenta a sus hijos de supropia sangre y llegó a ser una imagen de Cristo, de la perfección yresurrección del filósofo…) y toda una sutil fauna de criaturassimbólicas con numerosos significados que agregan elegancia aeste arte. De igual manera, se dice que todo está compuesto demercurio, azufre y sal, pero estos elementos no se refierenliteralmente al mercurio, el azufre o la sal que conocemos, sino alespíritu, al alma y al cuerpo. La alquimia se servía de procesosfísicos como acompañamiento y entrenamiento para producirtransformaciones en el individuo y acelerar su evolución espiritual.

Las aventuras en el atanor de los alquimistas no eran fútiles oingenuas. Recientemente, el químico de la Universidad JohnHopkins, Lawrence Principe, logró realizar con éxito unexperimento alquímico descrito en textos del siglo XVII, paragenerar un “Árbol Filosofal” a partir de una semilla de oro. Estearbor philosophica era considerado el precursor de la piedrafilosofal. La idea era que a partir de oro se podía generar más oro,como se puede usar germen de trigo para crecer un campo detrigo. Los alquimistas le daban a la semilla del oro el nombre de“alkahest”.

Principe mezcló un preparado de oro con mercurio en una “bolamantequillosa” en un frasco. Luego cubrió el frasco sellado en unbaño de sal al calor en su laboratorio. Al día siguiente, para su“completa incredulidad”, el frasco estaba llenó de un “brillante y

maduro árbol” de oro. La mezcla había crecido en una estructurasimilar a la de un coral (curiosamente en la alquimia se habla delcoral de oro, como un tipo de oro más valioso). Más sobre unexperimento similar para extraer “la semilla áurea” puede leerseaquí (también existe la versión de plata, llamada “el árbol deDiana”).

Principe y sus colegas han detectado creciente evidencia de quelos experimentos que realizaron los alquimistas obtuvierongenuinos resultados y analizaron el mundo material de maneravaliosa para la ciencia. Por ejemplo, se sabe que Robert Boyle,considerado como uno de los fundadores de la química moderna,básicamente saqueó el trabajo del alquimista Daniel Sennert o queLavoisier se basó para substituir la tabla moderna de elementos delos viejos cuatro elementos, “en conocimientos que eran conocidosampliamente por fuentes alquimistas previas”, según señalaWilliam Newman de la Universidad de Indiana.

El caso más notable en este sentido es el de Isaac Newton quienno sólo se inspiró en conocimientos propios de la alquimia y lafilosofía hermética para desarrollar su teoría de la gravedad y susdescubrimientos en el campo de la óptica, él mismo dedicó buenaparte de su vida a la alquimia, la cual consideraba la cienciasuprema e incluso hizo una traducción del texto hermético La TablaEsmeralda, en el cual se habla de principios universales, como laley de la atracción. Antes que Newton: Bruno, Brache, Copérnico yKepler también tuvieron influencias alquímicas o herméticas —locual no es para nada extraño puesto que las mentes más brillantesde esa época estudiaban o buscaban una iniciación en la alquimia.Copérnico estudió filosofía hermética en Florencia y citó postuladosherméticos al “redescubrir” que la Tierra giraba alrededor del sol ensu “Revolución de las Órbitas Celestes”. Kepler tuvo una influenciade amigos y colegas interesados en la alquimia como puedeconstatarse por su correspondencia. Kepler escribió en su libroTertius Interviens:

El hombre tiene también en su alma y facultades más bajas unaafinidad con el cosmos, como también la tiene la tierra y estopuede ser probado de muchas formas.

Esto nos recuerda claramente a postulados alquímicos como éste,de Basilio Valentino:

El principio de la semilla de engendrar metal se produce en la tierrapor medio de la influencia e impacto sideral.

O del amigo de Kepler, Martin Ruland:

El hombre es el mundo pequeño [microcosmos] porque en él todolo que es invisible y espiritual en el gran mundo se vuelve materialy visible.

Paracelso, quizás el alquimista más famoso, escribió:

El hombre es un microcosmos, o mundo pequeño, porque es unextracto de todas las estrellas y planetas del firmamento, de latierra y de los elementos; así es su quintaesencia.

Paracelso quizás debería de llevar el título no sólo de suexcelsitud, sino también considerarse uno de los padres de lamedicina (para muchos científicos es considerado al menos elPadre de la Toxicología). Introdujo metales, minerales y laaplicación de la química a la práctica de la medicina; acuñó eltérmino para el “zinc”; recomendó en contra del uso de mercurio enun tratado sobre la sífilis, convencido de que “la dosis hace alveneno”; contribuyó al tratamiento de “la enfermedad del minero”;fue el primero en usar el término “inconsciente”, etcétera.

“La medicina no es sólo una ciencia; es también un arte. No debede consistir sólo en confeccionar pastillas y colocar vendas; tratacon los procesos esenciales de la vida, los cuales deben sercomprendidos antes de que puedan ser guiados”, dijo Paracelso,quien escribió: “¿Acaso no es más grande aquél que cura el almaque aquél que cura el cuerpo?”. Evidentemente este entendimientofilosófico-espiritual de la medicina hoy en día no es del todoaceptado. Por una parte, la especialización, ante el incremento dela cantidad de información, hace difícil que un médico pueda tenertambién una formación filosófica o incluso una formación amplia

dentro de las ciencias naturales; por otra parte, la ciencia modernano comparte esta visión integral. Me pregunto qué ocurriría sinuestros médicos tuvieran un poco de este espíritu de Paracelso:seguramente no recetarían medicamentos a diestra y siniestra eintentarían conocer las causas más profundas de lasenfermedades, tal vez buscando en primera instancia una armoníacon el entorno y la psique.

Si bien la visión de Paracelso, para quien la salud y la vida delhombre eran parte de un telar de influencia que incluía a losplanetas y a su propia psique, supuestamente ha sido superadapor la ciencia moderna, es interesante notar que cada vez más laciencia moderna se ve en la necesidad de aceptar que existenfactores psicosomáticos en las enfermedades, tales como elestrés, y que se pueden utilizar alternativas a la medicinafarmacológica para lograr una salud y un mayor equilibrio. Tal vez,la alquimia no sólo no es una pseudociencia: es la trascendenciade nuestra ciencia que yace, paradójicamente, en el pasado, cercadel origen. Una honrosa herencia que conecta al arte con la cienciay que, como una serpiente uróboros, quizás sea también un pilar alfinal de la historia.

Twitter del autor: @alepholo

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad delautor y no necesariamente reflejan la posición de Pijama Surf alrespecto.