la actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

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Universidad Autonoma de Madrid Universidad de Alcalá Universidad Complutense de Madrid Fundación Interuniversitaria Fernando González Bernáldez para los espacios naturales Europarc España La actividad de caza análisis del impacto ecológico y social

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Page 1: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Universidad Autonoma de MadridUniversidad de Alcalá

Universidad Complutense de MadridFundación Interuniversitaria Fernando González Bernáldez para los espacios

naturalesEuroparc España

La actividad de caza

análisis del impacto ecológico y social

Dr. Giulio Mantovani (2009)

Page 2: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

ÍNDICE

Capítulo 1

HISTORIA DE LA CAZA 1

1.1 De los orígenes al Imperio Romano 1

1.2 Del Imperio Romano al siglo XX 6

Capítulo 2

CRÍTICA A LAS TEORÍAS CIENTÍFICAS DE LA CAZA 12

2.1 Premisas 12

2.2 El excedente 12

2.3 La curva sigmoide 15

2.4 La predación 16

2.5 La nocividad 17

Conclusiones 18

Capítulo 3

PLOMO Y PLUMBISMO 20

3.1 Características y riesgos de intoxicación. 20

3.2 Contaminación ambiental y riesgos para la fauna salvaje 22

Capítulo 4

LOS DAÑOS POR LA FAUNA SALVAJE 29

4.1 Daños por Ungulados: Cérvidos y jabalís 29

4.2 Instrumentos y medidas de prevención de daños 30

4.3 Repoblación y problemas relacionados 32i

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4.4 El fenómeno de los cebos envenenados 35

4.5 Los planes de gestión de la caza 36

Capítulo 5

IMPACTOS POR LA CAZA Y OTROS EFECTOS SECUNDARIOS 40

5.1 Impactos en los animales 40

5.2 Accidentes de caza 42

5.3 Impactos en el turismo 44

Capítulo 6

DIFÍCIL RELACIÓN ENTRE CAZA Y LEYES 46

6.1 Premisa 46

6.2 El problema de la derogación de la caza 47

6.3 El caso de la útil Bisbita común 49

6.4 Ley Orsi: ¿un retorno al Medievo? 50

6.5 Los problemas del turismo cinegético 54

CONCLUSIONES 57

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 60

ii

Page 4: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Capítulo 1

Historia de la caza

1.1 De los orígenes al Imperio Romano

La caza es una actividad que ha acompañado al hombre en gran parte de su historia, a

partir del Paleolítico, cuando empezó a introducir la carne en su alimentación.

Esto fue provocado por profundos cambios climáticos que convulsionaron la

estructura ecológica del medio ambiente en el cual él vivía, transformando los bosques

pluviales, donde había una gran abundancia de comida y fácil de encontrar, en sabana

semidesértica.

Si en los orígenes se nutría de restos de animales muertos, solamente con la aparición

del Homo Sapiens, homínido caracterizado entre varias cosas por un aumento

volumétrico del cerebro y por una habilidad manual e ingenio hasta entonces

desconocidos, fue satisfecha la exigencia de poseer instrumentos indispensables e idear

los medios más aptos para matar animales, incluso feroces o de grandes dimensiones, y

alimentarse de su carne.

La industria lítica muy rudimentaria del Homo Sapiens dejó su puesto a la

manufactura más evolucionada del Homo Erectus, el cuál sabía como obtener de las

piedras instrumentos ofensivos en punta con lascas de forma simétrica y bordes

afilados. Estos utensilios fueron encontrados en emplazamientos africanos y europeos

junto a huesos de grandes mamíferos, hecho que nos hace pensar que ya en aquellos

tiempos el hombre era un cazador experto y capaz de arrastrar las presas y sacrificarlas

o desmebrarlas en lugares determinados. A partir de este periodo la caza acompañará

constantemente al hombre atravesando por periodos de esplendor y crisis.

En el Paleolítico Medio no se aprecian cambios sustanciales en el uso y trabajo de la

piedra con fines cinegéticos, a parte de las especializaciones debidas a la selección

natural por la cual las poblaciones residentes en los climas más rígidos tuvieron que

adaptarse a la caza de pocas especies afinando los instrumentos según el tipo de animal.

Solamente hacia al final aparecen, observando los objetos encontrados en los

emplazamientos, los primeros instrumentos extraídos de los huesos de los animales con

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Page 5: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

un cierto nivel de elaboración más varios objetos ornamentales todos ellos de origen

animal.

En el Paleolítico Superior la economía sigue todavía fuertemente ligada a la caza,

tanto por las poblaciones que viven en asentamientos en grutas o al abrigo de las rocas,

como por aquellas que sobre todo en la Europa centrooriental vivían en campamentos

más o menos complejos, consistentes en tiendas, cabañas o refugios bajo tierra.

Las armas mayoritariamente utilizadas siguen siendo las lanzas, mejoradas por puntas

de huesos o colmillos, pero se percibe un mejoramiento general de las técnicas de

construcción y de las formas de las manufacturas.

Típica del periodo es la realización de fundas, llamadas “armaduras”, formadas por

muchos elementos líticos metidos en serie y fijados sobre un elemento en madera o

hueso utilizado como arma de proyección. Aparecen también los primeros instrumentos

de propulsión que servirán para dotar de una mayor fuerza y de un mayor alcance a la

lanza.

La caza entra en la vida cotidiana y resulta ser un tema fundamental en la realización

de incisiones y pinturas parietales: los dibujos tratan de figuras humanas y animales

involucrados en escenas de caza más o menos cruentas asociadas a escenas de muerte y

apareamiento, según algunos estudiosos con un significado mágico y valor propiciatorio

para la misma caza, la fertilidad y la reproducción animal.

Fig. 1 - Pinturas rupestres que representan escenas de caza del hombre paleolítico.

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El Mesolítico ocupó un periodo comprendido entre el 10000 y el 5000 a.d.C. fue un

breve periodo de transición que duró pocos miles de años entre el fin del último periodo

glacial y el surgir de las primeras culturas neolítícas.

No obstante la breve duración hubo una notable evolución, en parte dependiente de

los cambios climáticos que contribuyeron al retiro de los glaciares y por tanto a un

clima más temperado adaptado a la difusión de las zonas boscosas.

Los bosques tomaron el lugar de los pastos y de las praderas que eran fuente de

nutrición para los herbívoros, los cuales a su vez constituyeron las principales presas del

hombre en el Paleolítico.

También las grandes manadas de animales acostumbrados a climas más rígidos se

desplazaron hacia el norte y las poblaciones sedentarias se vieron obligadas a afrontar el

cambio que influyó sobre la caza y la búsqueda de comida.

Antes de todo se dirigieron hacia nuevas fuentes alimenticias como por ejemplo los

moluscos de las zonas lacunares o costeras (son numerosos los emplazamientos de

conchas en los asentamientos humanos a lo largo de la costa) y se afinaron las armas a

través de nuevas técnicas constructivas que permitieron adaptar los instrumenos a

nuevas especies de animales.

Este periodo también es llamado “microlítico” con referencia al uso de pequeñas

laminillas o microláminas, derivadas del sílex, que eran fijadas sobre la punta de astas

de varios materiales para ser más cortantes y poder provocar más daño a las presas

golpeadas.

Eso fue posible gracias al desarrollo del arco que como instrumento de propulsión

permitía cazar con mayor seguridad tanto por la distancia desde la cual se podía acertar

al animal así como por la mayor eficacia de penetración del arma.

La economía mesolítica si por un lado seguía ligada a la caza y a la pesca, gracias

sobre todo a las mejoras de la industria lítica, por otro empezó a basarse en la

recolección de alimentos de origen vegetal (tubérculos, frutos, semillas, raíces, hojas,

etcétera) cuya variedad y abundancia dependieron del favorable cambio climático.

Fue gracias al descubrimiento del potencial alimenticio provisto por el mundo vegetal

que se pusieron las bases para el desarrollo de la economía de tipo agrícola.

Fue con el siguiente periodo Neolítico que se configuró una verdadero giro:

aparecieron las primeras prácticas agrícolas que permitieron cubrir las propias

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Page 7: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

necesidades y gestionar autónomamente la producción de alimento y que inicialmente

complementaron para después sustituir, con modalidades y tiempos que varían de región

a región, las producciones basadas en caza, pesca y recolección.

Además de mejorar funcionalmente las aldeas, se perfeccionó la actividad extractiva

de materia prima ya empezada en las épocas previas, en particular se extraía ocre de

minas africanas y sílex, fundamental para la industria lítica en Europa. De esto son

testigos centenares de pozos y galerías que a día de hoy demuestran la habilidad

alcanzada en este sector.

Pero hay otro hecho que está indirectamente relacionado con la práctica de la caza y

está representado por las primeras formas de domesticación de animales salvajes que se

convertirán, con el tiempo y la práctica, en verdaderas ganaderías, de las cuales las

poblaciones podrán obtener fácilmente no solo carne sino también alimentos de origen

animal como leche y huevos, además de materiales útiles como pieles, lana y plumas,

produciendo como consecuencia un progresivo abandono de la prácticas cinegéticas, sin

duda peligrosas y dependientes de factores naturales externos no controlables.

De hecho el proceso de domesticación que involucró sobre todo a cabras, ovejas,

caballos, vacas, cerdos y también perros y gatos, todos presentes en la naturaleza como

salvajes, viajó durante todo el Neolítico paralelamente al desarrollo de la agricultura.

Esta última se concentró sobre unos vegetales en particular, los cereales, que crecían

abundantes, gracias al clima temperado en aquella que los historiadores definen como la

“medialuna fértil”, un vasto territorio que abarca Egipto, Turquía, Palestina, Siria e Iraq.

Se descubrió la espiga de dichas plantas que era muy rica en granos que contenían

nutrientes apreciados y de ahí que al poco se convirtiesen en parte fundamental de la

alimentación humana.

Se aprendió a plantar semillas, seleccionar las plantas y a recoger una cosecha siempre

más satisfactoria. Tal abundancia de comida y materias primas produjo tan fuerte

bienestar y mejora de la calidad de vida que la población vivió un fuerte incremento

demográfico, como nunca se había registrado previamente.

El paso fundamental en la historia del hombre de una economía basada en la caza y la

recolección a una economía centrada sobre ganadería y agricultura, que ha llevado a una

mayor sedentarización de las poblaciones se explica a través de dos factores. El primer,

como se ha señalado, es el aspecto climático que ha favorecido las actividades

productivas, y el segundo es un factor relacionado con la voluntad y deseo de aquellas

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Page 8: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

poblaciones de independizarse de los ciclos naturales y conquistar la autonomía en la

producción de la comida.

Es fácil entender que desde ese momento la actividad de la caza empieza

inexorablemente a perder su función originaria de actividad básica de subsistencia.

Tanto los campos cultivados con cereales y leguminosas como los ganados, que ya en

las poblaciones sedentarias eran parte integrante de todos los escenarios de las aldeas,

proveían comida de calidad con poca fatiga, pero sobretodo con una cierta constancia a

nivel cuantitativo y temporal.

La caza no fue abandonada totalmente pero su ejercicio asumió diferentes significados

según las épocas vividas y las poblaciones que siguen practicándola.

En el Antiguo Egipto, por ejemplo, la caza fue practicada de manera diferente según

las clases sociales. La caza de animales de gran tamaño, como leones, leopardos o

hipopótamos, tuvo una cierta difusión entre grupo nobiliarios que la practicaban a lo

largo de las orillas del Nilo como si fuese una actividad deportiva, mientras que la caza

a los animales menores y sobre todo a las aves fue practicada no solo como deporte, si

no también por los grupos más pobres para enriquecer la comida de cada día, es decir,

todavía con un fin alimenticio.

Se destaca que la civilización de los egipcios era particularmente acomodada porque

las tierras muy fértiles permitían producir una gran abundancia de alimentos vegetales y

además la ganadería estaba muy difundida. No obstante esto se siguió practicando la

caza y en algunos casos se introdujeron nuevos medios como el carro tirado por

caballos, además obviamente el uso difundido de la lanza y el arpón.

Del análisis de las pinturas funerarias y de los bajorrelieves se entendió que esa

actividad significaba para los grupos más potentes un valor de práctica para la guerra, es

decir, fue concebida como antecámara de lo que serían batallas reales en el campo, pero

en este caso entre hombre y hombre.

También en el Imperio Asirio la caza estaba fuertemente ligada a los grupos ricos y

representaba un honor y un símbolo de poder. En los bellísimos relieves que adornaban

las paredes internas y las fachadas de los palacios reales se cuentan las vicisitudes del

rey durante la batalla y en las batidas de caza (es decir, otro acercamiento entre estas

dos actividades) con el intento de impresionar a los súbditos y dar mayor realce al poder

real.

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En un cierto sentido, entonces, la manera en que se insertaba la caza en el contexto

social de una población estaba fuertemente ligada a su nivel de desarrollo y bienestar.

1.2 Del Imperio Romano al siglo XX

En las civilizaciones más evolucionadas como el Imperio Romano la caza conoció un

periodo de decadencia en el que fue considerada como una ocupación frívola, un

pasatiempo que ocupaba muy poco el cuerpo y la mente. Durante esta fase inicial fue

relegada a los siervos, verdaderos esclavos reclutados como cazadores profesionales

especializados en procurar caza para alegrar la mesa del patrón, pero que también

desarrollaban el papel de matar a aquellos animales salvajes que representaban un riesgo

para la protección de bosques y cultivos.

Fig. 2 – Bajorrelieve romano correspondiente al siglo III A.C que representa la caza del jabalí con la ayuda de un perro de presa. (Römisch-Germanisches Museum in Cologne)

Solamente más tarde, bajo la influencia de los griegos, cambió la perspectiva y

empezó a ser vista como un medio de diversión y entretenimiento, a la par que una

actividad deportiva. Pero ya en el siglo II después de Cristo adquirió prestigio entre la

aristocracia, que pudo disponer de un conjunto de presas casi ilimitado, gracias a las

enormes provincias del imperio, tapizadas de bosques y ricas en presas.

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La señal de que las cosas estaban cambiando y de que el desdeñado pasatiempo se

estaba convirtiendo en una ocupación éxitosa se refleja en el retorno de las

representaciones artísticas.

El arte funerario representaba frecuentemente escenas de combates cruentos entre

hombre y animal, además de escenas ordinarias de caza. El intento era evidenciar el

valor y el heroísmo del difunto, la victoria en la caza era una victoria sobre la muerte y

tenía un significado propiciatorio.

Las representaciones con trasfondo venatorio se encontraban también en las monedas

donde nunca se olvidaba resaltar la audacia y potencia del emperador.

Hasta cierto punto entraron en juego también los aspectos religiosos. Cada batida de

caza era precedida de una especie de rito propiciatorio y una plegaria a Diana,

considerada señora de la selva, protectora de los animales salvajes, custodia de las

fuentes y de los ríos, protectora de las mujeres, a las cuales aseguraba partos sin dolor.

En seguida fue asimilada a la diosa griega Artemisa, divinidad protectora de la caza.

Para ellas se hacían sacrificios y se le prometía parte del botín a cambio de su asistencia

durante las batidas.

Fig. 3 - Domenichino, “La caza de Diana” 1617 (Roma, Galleria Borghese). Diana, diosa de la caza entre los romanos está en esta célebre pintura que representa una escena campestre rodeada de ninfas.

Durante la decadencia del Imperio tuvo lugar la influencia de los conquistadores

procedentes del norte de Europa y de las regiones del Este. En general se trataba de

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poblaciones de saqueadores, agresivos, que llevaban una vida nómada y de cierto modo

agreste: a diferencia de los romanos la caza para ellos representaba una fuente esencial

de subsistencia, dado que no conocían la agricultura o la practicaban de forma muy

rudimentaria. Ellos invadieron los territorios, ocuparon las más bellas provincias y

conquistaron el poder causando la caída del Imperio, pero sin conseguir reconstruir la

riqueza y el nivel de vida. Más aún, fueron invasiones basadas en el abuso y en la

destrucción tanto como de imponer en cualquier sitio su cultura violenta y guerrera.

Entre en siglo V y X, franja de tiempo comúnmente denominada Alto Medievo, se

asiste al fin del Imperio Romano de Occidente y a las profundas transformaciones

impuestas por los pueblos nómadas conquistadores que cambiaron la estructura

económica y social en regiones enteras de Asia, África y Europa produciendo en general

un clima de inseguridad y embrutecimiento de la civilización en que el ejercicio de la

caza era prácticamente libre y permitido a todos.

Solo más tarde, entrando en pleno Medioevo, se nota otra vez un cambio en el

encuadre social de la caza. En los tiempos del feudalismo, la organización jerárquica y

rígida que caracterizaba la sociedad se reflejaba fielmente en el ámbito venatorio.

Los nobles y ricos en general amaban cazar y lo hacían de manera indiscriminada, sin

ninguna regla o control. Para ellos la caza era un símbolo de poder y de distinción social

y se dirigía solamente a la montería, la considerada más prestigiosa y por ello destinada

al soberano u a las figuras nobiliares de más alto rango.

La caza considerada “baja” que tenía como objeto la caza de pequeño tamaño era

considerada con desprecio o de escaso valor y por este motivo acabó siendo practicada

por la plebe que, a través de una multitud de instrumentos más o menos idóneos,

actuaba libremente dentro de las tierras comunales.

Para el pueblo la caza representaba solamente una fuente de subsistencia mientras que

para los nobles tenía un significado ritual. De hecho la “venatio clamorosa” o caza

ruidosa, practicada con perros y cuernos, era muy practicada por las clases sociales

altas, porque la “lucha” con el animal grande y feroz tenía un valor simbólico y

demostrativo.

A ellas se contraponía la “venatio tacita” o caza silenciosa, practicada con el auxilio

de aves rapaces amaestradas, ya conocida en los tiempos del Antiguo Egipto pero que

conoció en Europa un momento de particular éxito en el Medievo, bajo el reino del

emperador Federico II, autor de un tratado “De arte venandi cum avibus” (sobre el arte

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de cazar con aves), una obra que trataba en profundidad temas como la ganadería,

sistemas de adiestramiento y técnicas de cetrería y de la cual se guarda el manuscrito

original en la Biblioteca Vaticana.

Si en los primeros tiempos la caza aún tenía un connotación de origen “bárbaro”, es

decir, servía como prueba de fuerza y coraje, en seguida devino aún más en un

privilegio de pocos. La cumbre se alcanzó durante el Renacimiento cuando en muchos

casos se llegó a prohibir su ejercicio a todos los que no eran nobles: también un

terrateniente, si no ganaba más de una cierta cifra, no podía cazar dentro de sus tierras.

Se llegó a situaciones extremas en las cuales los cazadores gozaban de derechos casi

ilimitados y a menudo no respetaban los pocos límites que había. Esto dañó a los

agricultores que veían a menudo sus tierras invadidas en las batidas de caza o que se

veían obligados a respetar leyes específicas por las cuales tenían que regular su cosecha

en base al cuidado de la caza y no en base a sus intereses. El control sobre el ejercicio

venatorio era de rígido cumplimiento: penas siempre más severas para los que

practicaban la caza sin autorización y controles exhaustivos sobre la posesión de perros

y rapaces.

La caza furtiva, entonces, en aquellos tiempos no era la práctica perversa e innecesaria

de hoy, pues era para muchos un recurso para comer y vivir, una manera de saltarse las

leyes restrictivas y exclusivistas. Ésta fue combatida con todos los medios incluso con

trampas mortales en las tierras privadas.

Mientras se multiplicaban fuera de las ciudades los llamados cotos de caza, terrenos

nobiliarios y exclusivos que constituyeron un paraíso de caza para pocos privilegiados,

similares en todo y por todo a los “cotos señoriales de caza”, o sea bosques acotados en

los cuales la caza estaba prohibida, instituidos tiempos atrás por Federico II, gran

apasionado del arte venatorio.

Naturalmente todas estas prohibiciones no tenían la mínima razón ambientalista en

cuánto que ninguno intentaba defender una especie concreta ni pensaba en concederlas

cualquier forma de derecho, siendo vistas solamente en función del entretenimiento de

los nobles o como simple fuente alimenticia.

El concepto de caza como privilegio de casta desapareció de repente con la

Revolución Francesa que puso fin a los favoritismos actuando como un liberalización

concedida democráticamente a todos prescindiendo de la posición social y sujeta a una

reglamentación. Esto representó un fuerte elemento de discontinuidad con el pasado, un

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Page 13: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

éxito entendido como conquista en el ámbito de los derechos de la colectividad, pero no

obstante no podemos hablar de un éxito desde el punto de vista ecológico.

La liberalización llevó a un aumento exponencial de los números de practicantes con

graves consecuencias para la caza. Si en los siglos pasados la extensión de los bosques y

la riqueza de animales salvajes junto al número relativamente bajo de cazadores había

salvaguardado el mantenimiento de las especies, a partir de ese momento histórico la

práctica o el ejercicio extendido a todos, la destrucción de los bosques para dejar sitio a

la agricultura y la introducción de armas de fuego cada vez más sofisticadas llevó a la

drástica disminución de las poblaciones animales más cazadas, llegando a la

desaparición en determinadas zonas de algunas especies muy difundidas como el jabalí.

La situación empezó a ser preocupante para muchos países europeos pero solo a partir

de la mitad del siglo IX aparecieron las primeras tentativas para atajar el abatimiento

incontrolado de fauna salvaje, a través de leyes que establecieron la caza era un “fruto

de la tierra” y por tanto era necesario establecer un derecho de caza que pertenecía

obviamente al propietario del terreno. Sólo él podía cazar en su finca o vender la

licencia. Aún mejor hizo Suiza que fue la primera en introducir el concepto de

protección de especies en la segunda mitad del siglo IX.

No todos los países reaccionaron de la misma manera.

En Italia, por ejemplo, la situación era bastante heterogénea: los varios reinos que la

componían tenían un ordenamiento jurídico diferente y mientras que en el norte

entraron en vigor leyes restrictivas que limitaban el acceso a las fincas privadas frente a

la oposición del propietario, al sur, en el Reino de las Dos Sicilias, el cazador tenía

prácticamente acceso libre a cualquier sitio.

Un intento de reglamentación unificada orientada en su vertiente restrictiva propuesto

en el Código Civil de 1865 fue en seguida frustrado por la aparición del régimen

fascista. Tal régimen veía con buenos ojos la actividad venatoria porque la consideraba,

según la arcaica concepción de las antiguas civilizaciones, un entrenamiento para la

guerra. En otras palabras era un bien para el hombre abrazar una escopeta y

acostumbrarse a usarla en vista de una posible batalla.

Fue propiamente en Italia que apareció una anomalía legislativa que perdura hasta el

día de hoy basada en un concepto particular que el legislador quiso dar a la fauna

salvaje: “res nullius”, o sea cosa de nadie. Partiendo de este concepto, insertado en el

artículo 842 del código civil, cualquier persona podía disponer de animales salvajes,

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Page 14: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

también entrando en las propiedades privadas, en el momento en que el propietario de

un terreno no es el propietario de los animales que allí se encuentran.

En otras palabras, como consecuencia de la liberalización de la caza y la eliminación

de los límites impuestos por las privatizaciones de las tierras, fue atacado el principio de

la propiedad privada, que era muy importante y difundido en todo el territorio europeo.

La anomalía típicamente italiana continua hasta el día de hoy, no obstante el concepto

de “res nullius” haya sido teóricamente rechazado y sustituido por el artículo 1 de la

Ley de Caza nº 157 del 11 de febrero de 1992 que así declara: “La fauna salvaje es

patrimonio inalienable del Estado y es tutelada en interés de la comunidades nacional e

internacional”.

Todo esto al final no bastó para aumentar el número de cazadores que creció

solamente a partir de los años 60, coincidiendo con una explosión económica y la

mejora del estilo de vida. El crecimiento fue exponencial y en los 70 se alcanzó, por lo

menos en Italia, la cumbre en el número de cazadores, es decir, casi cerca de dos

millones en toda la península. Fue en este periodo que la caza cambió otra vez su

fisonomía adquiriendo un balance que nunca se había registrado previamente.

No más derecho de pocos nobles, no más actividad relacionada con lo divino o como

mostración del poder ni tampoco necesidad para poder sobrevivir.

La caza al final del siglo XX ha perdido su fascinación originaria de “actividad noble”

y ha adquirido varios significados: aproximadamente a finales del siglo empezó a

representar un estatus simbólico para la pequeña y media burguesía que ha gozado de

las positivas consecuencias del crecimiento económico y sucesivamente se ha

convertido en una actividad recreativa, por muchos definida como “deportiva”, pero

quizás de una manera impropia dadas las fuertes connotaciones económicas que derivan

de su integración en un amplio sistema de intereses comerciales.

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Page 15: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Capítulo 2

Crítica a las teorías científicas de la caza

2.1 Premisas

La caza siempre ha existido pero la actividad de subsistencia practicada por nuestros

antepasados a través de medios rudimentarios en territorios vírgenes o casi intactos ha

dado paso a una actividad moderna radicalmente diferente, tanto por los medios

utilizados, fruto de los últimos avances tecnológicos en el sector del armamento, como

por las características del ambiente natural en el cual se ejerce la extracción venatoria

son comprensiblemente diferentes.

El aumento exponencial de la población humana en los últimos siglos y la

consiguiente contaminación y deterioro de los hábitats han influido severamente la

supervivencia de numerosas especies: centenas de especies de aves y mamíferos han

desaparecido a causa de la presión antrópica y se calcula que muchas de estas

extinciones son imputables a la sola actividad de la caza.

Durante los últimos años han sido estudiadas estrategias para poder conciliar el interés

de los cazadores, de todo el mundo que rodea a la caza, con el problema de la

conservación de la naturaleza. Han nacido de hecho algunas teorías científicas dirigidas

a conciliar la extracción venatoria con el mantenimiento del equilibrio de la población

animal; prácticamente se trata de consentir una caza regulada sin causar la extinción de

determinadas especies.

2.2 El excedente

Una de estas teorías es conocida como “teoría del excedente (o “surplus”) (Errington,

1934). El excedente anual no es otra cosa que el exceso de animales que se registra

entre el fin del otoño y el comienzo de la primavera siguiente, la cantidad del número de

animales que por causas naturales (frío, escasez de recursos, falta de abrigo) no

consigue sobrevivir a los rigores del invierno.

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Page 16: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Según la teoría es posible cazar un número de animales que se mantenga dentro de los

límites del excedente pero no menoscabar la población total: la mortalidad final

permanecería siendo la misma, prescindiendo que haya habido o no la extracción

venatoria.

Otra forma de excedente es la territorial: los jóvenes machos tienden a consquistar una

cierta franja de territorio con consecuencias negativas para el resto de los machos que

no podrán reproducirse. De nuevo, una extracción no superior a la cuota de machos sin

territorio no debería menoscabar la reproducción y por tanto la consistencia

comprensiva de la población.

También existe el excedente poligénico que depende de la tendencia de los machos ha

crearse un harén con más hembras. Puesto que la relación macho/hembra en la

población es de 1:1 muchos machos quedarán sin hembras y por eso, en este caso

también, no podrán reproducirse.

Hay, al final, el principio de inversión: el éxito reproductivo está ligado a la densidad

de población. Si interviene la caza, reduciendo hasta un cierto punto el número de los

individuos, baja la densidad de población y se asegura un mayor éxito reproductivo, es

decir, un mayor número de hijos que alcanzarán la edad de madurez.

Todas estas teorías que acabamos de relacionar que tienen en común el principio por

el cual existe una compensación completa de la mortalidad venatoria, han tenido en los

años pasados diferentes estudios de confirmación.

Con el paso del tiempo, sin embargo, han aparecido también estudios que llegaban a

conclusiones diametralmente opuestas, es decir, que no existe compensación o que tal

compensación es sólo parcial.

Es posible sin embargo intentar sacar algunas conclusiones finales, basadas en cierta

objetividad. Antes de todo, si por un lado es poco probable que pueda subsistir una

completa compensación entre mortalidad venatoria y mortalidad natural, dado que esta

última nunca depende de manera exclusiva de la densidad de población, por otro es

también verdad que las dos mortalidades no se suman perfectamente en tanto que es

probable que un cierto número de individuos abatidos sea, de todas formas, objeto de

muerte natural (Roseberry, 1979).

Desde un cierto punto de vista las diversas teorías del excedente pueden ser validas

pero se encuentran con algunos factores objetivos que minan su validez.

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Por ejemplo, según la teoría del excedente anual, la caza debería terminar al final del

otoño, de modo que los individuos que quedan disfruten plenamente de los escasos

recursos invernales. Pero esto en la realidad no ocurre porque el calendario de caza no

prevé pausas al comienzo del invierno.

Además existe el problema ligado a las especies no estacionales, en particular las aves

migratorias, que se desplazan de un territorio a otro para evitar la escasez de alimento.

Las especies migratorias tienden además a ocupar aquellos territorios donde se ha

realizado una extracción venatoria que por consiguiente ha dejado disponibles espacios

y comida suficiente.

De esta manera, sin embargo, se falsea el cálculo de la compensación del que

hablábamos antes, debido a hechos que no tiene en cuenta tales desplazamientos

(Bergerud, 1985).

Otro problemas básico de fondo es que la mortalidad natural no se puede comparar a

la debida a la caza, por eso en la realidad difícilmente una puede compensar la otra.

De hecho el cazador tiende a preferir animales jóvenes y fuertes o por lo menos

potencialmente capaces de reproducirse mientras que en la mortalidad natural

prevalecen los individuos viejos o enfermos, que morirían igualmente sin extracción

venatoria y sin descenso relativo de la densidad de la población.

Hay otro hecho de orden ecológico a considerar: el cazador no abandona la pieza

abatida sino que la elimina del territorio. Esto significa la pérdida de una gran fuente de

recursos para muchas especies, de descompositores microscópicos hasta animales que

se alimentan de carroña.

Por lo tanto se trata de una interferencia en el ciclo natural que puede incidir en la

densidad de población de otras especies vivientes de la misma zona.

También en la teoría del excedente poligénico existe un aspecto práctico a considerar:

abatiendo una cuota “adecuada” de machos excedentes no es seguro que la población se

mantenga en equilibrio, de hecho disminuyendo el número de machos se aumenta la

probabilidad de que los predadores se dirijan hacia hembras y crías lo cual perjudica la

capacidad reproductiva de la población (Gasaway et al., 1983).

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2.3 La curva sigmoide

Existe una segunda teoría que soporta la sostenibilidad ecológica de la caza que se

llama Teoría de la curva sigmoide.

Según esta teoría un pequeño número de individuos que coloniza un territorio en

ausencia de competidores aumenta su número con el paso del tiempo según una curva

exponencial. Este aumento no puede ser indefinido porque se llega a unos límites

impuestos tanto por la presencia de predadores y competidores, como por sobretodo la

mayor densidad.

Los recursos no son ilimitados y disponibles para todos y eso provocará un aumento

general de la mortalidad (por ejemplo: la escasez de alimento producirá muertos por

hambre, la de abrigo determinará un mayor número de muertos por predación y por

último la falta de espacios se traduce en falta de reproducciones).

El aumento de población, por tanto, hasta un cierto punto disminuye hasta llega una

situación de equilibrio. Gráficamente la curva representativa tiene la forma típica de S.

Su parte horizontal es muy interesante porque representa el tamaño medio de la

población en un estado de equilibrio con el medioambiente, la llamada “capacidad de

carga”.

Los defensores de la teoría consideran que se puede extraer pequeñas cantidades de

animales a largo plazo dado que la disminución de la densidad que sigue llevaría a una

menor presión de factores relacionados y permitiría mayor reproducción y natalidad,

recreando una situación de nuevo equilibrio.

El problema, como han destacado numerosos autores, es que el regreso a un nuevo

estado de equilibrio se encuentra más abajo (gráficamente) de lo que sería sino hubiese

habido extracción venatoria.

Para ser válida la teoría prevé que se realicen de manera continuada y contemporánea

una serie de condiciones (como por ejemplo factores ambientales constantes, presión

venatoria constante, variaciones inmediatas del tamaño de la población debido a

variaciones de la densidad, etcétera) que difícilmente pueden ser respetadas.

Todo ello se traduce en un fuerto riesgo que la población sobre la que se ejerce la

extracción sea objeto de disminuciones drásticas sin posibilidad de retorno al estado de

equilibrio inicial incluso en algunos casos llegando a la extinción (Consiglio, 1990).

15

Page 19: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

No solo la misma población se debilita y declina por la extracción, a veces

irreversiblemente, ya que los efectos negativos se encuentran también en el ecosistema

del que la población es parte: de un lado habrá una incontrolada proliferación de las

especies de las que se alimenta y por otro empezará a escasear una fuente de alimento

para los relativos depredadores.

2.4 La predación

Para concluir este análisis de las teorías científica que defienden la caza hay que

mencionar la teoría de la predación, que se limita a un grupo más restringido de

animales: los ungulados.

Según la teoría las poblaciones de estos animales son en la naturaleza reguladas

numéricamente por parte de los depredadores. Faltando estos últimos (lince, oso y lobo

por ejemplo se encuentran drásticamente reducidos en el territorio europeo a causa de la

caza indiscriminada) la población va al encuentro de un aumento que podría ser

bloqueado o regulado solo por condiciones ambientales como la escasez de alimento.

Muchos individuos por lo tanto morirán de privación, no antes que la población

sobredimensionada haya producido daños ambientales. La intervención de los cazadores

serviría a la recuperación de la situación natural a la que se habría llegado en presencia

de depredadores reales.

A diferencia de las otras teorías, en este caso se legitima la disminución de animales

salvajes por razones ecológicas y para restablecer el equilibrio perdido.

Hay que destacar, sin embargo, que la base en que se fundamenta esta teoría no está

clara. En primer lugar, el concepto de “población sobredimensionada” es un concepto

muy relativo si consideramos el hecho de que el mismo aumento de población en un

cierto momento lleva a una autoregulación a través de unos límites (p.e.: disponibilidad

de alimento) prescindiendo de la presencia de depredadores.

El otro punto se refiere a la analogía entre cazador y depredador, es decir, el primero

que debería sustituir las funciones del segundo. Esto parece poco probable porque

mientras que los depredadores naturales son capaces de seleccionar individuos viejos,

enfermos o debilitados con mucha precisión eliminándolos de la población, los

cazadores no consiguen hacer lo mismo, es más, a menudo su selección es

16

Page 20: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

indiscriminada o peor aún se dirige hacia animales grandes y fuertes, dado que el fin es

la adquisición de la calavera y de la cornamenta, como sucede en la llamada caza de

trofeo.

En definitiva el ingreso del cazador como sustituto del depredador natural rompe el

sistema presa-depredador que se autorregula solo hacia un equilibrio (el número de las

presas regula el de cazadores y viceversa), en cuanto el número de cazadores es muy

variable y no depende de factores naturales ni aún menos de los factores ligados a la

población sobre la que se efectúa la extracción.

2.5 La nocividad

En defensa de la extracción venatoria existe la teoría de la nocividad, con la única

diferencia en este caso de que la reducción por mano del hombre del número de

individuos de un población dada no debe ser compensada, ya que tales animales están

considerados como “nocivos” y por lo tanto se trata deliberadamente de reducir el

número.

El concepto de “nocividad” nació en relación al daño que se manifiesta cuando la

presencia y la normal actividad de ciertos grupos animales pone en riesgo diferentes

actividades humanas, causando pérdidas a nivel económico. Los animales, de hecho,

están considerados responsables de daños a las culturas agrícolas, ictioculturas, la pesca,

silvicultura, ganadería, además de daños a la caza por depredación y disminución de

especies apreciadas desde el punto de vista venatorio.

Es necesario subrayar que este último tipo de daño, como el de la pesca, tendría que

ver con actividades de tipo recreativo que no deberían ser por tanto asimilables a las

producciones agrícolas que, a diferencia de la primera, tienen un valor social.

Hoy día el concepto de nocividad está menos marcado respecto al pasado; se puede

decir que de cierta manera ha cambiado su perspectiva: los desarrollos de las ciencias

biológicas nos han dado una gran cantidad de información con las cuales las especies

que ahora mismo están consideradas nocivas, en realidad cumplen un importante papel

en la estructura ecológica de un sistema dado. Basta pensar en las relaciones a veces

sutiles que ligan entre sí las especies en las cadenas tróficas, por causa de las cuales una

17

Page 21: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

drástica reducción de una influye gravemente en las otras, alterando los equilibrios y

arriesgando la supervivencia de la especie.

Muchos animales “nocivos”, por ejemplo, cumplen el importante papel de

barrenderos, liberando el terreno de las carroñas. Otros, impensablemente, se

demuestran útiles aliados en la agricultura cuando, paralelamente a una lucha biológica,

eliminan insectos dañosos.

Significativo es el ejemplo de los paseriformes, temidos por ser potencialmente

peligrosos para los cultivos de cereales cuyos granos constituyen parte de su dieta. Ha

bastado estudiarlos más profundamente para comprender que en realidad desempeñan al

mismo tiempo una acción importante. Además de los cereales su dieta incluye un buen

porcentaje de insectos y, frente a los pocos kilos de cereales consumidos anualmente, un

simple individuo puede llegar a consumir más de 20000 insectos.

El ave se convierte así automáticamente en un importante factor de control natural de

los insectos dañosos para la agricultura como, por ejemplo, la mosca del olivo, el peor

enemigo de los cultivos de olivos. Donde se conseguía, desconociendo estos hechos,

eliminar completamente los pájaros considerados responsables de la pérdida de la

cosecha, como ocurrió en China, se decidió necesariamente en un segundo momento a

reintroducirlos importándolos de otros países porque evidentemente en un balance final

su presencia resultaba más beneficiosa que dañosa en los cultivos agrícolas.

Conclusiones

El tema de la nocividad de ciertos animales salvajes y el relativo a la producción de

daños en las actividades económicas han sido objeto de estudio de muchos

investigadores. Tras la atenta observación e investigación, análisis estadístico y cálculos

se ha llegado a unas conclusiones que teniendo en cuenta la amplia casuística y el

número de variables conectadas (especies involucradas, tipo de actividad económica,

características del territorio, tamaño de la población, etcétera) se pueden resumir así:

Muchos casos aparentemente problemáticos en realidad son irrelevantes, en

cuanto los porcentajes de daño y pérdida económica debido a la presencia y

actividades de animales salvajes son tan bajos que entran en los normales

porcentajes de pérdidas.

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Page 22: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Existen casos con porcentajes más consistentes pero no es raro que las

pérdidas provocadas sean de cualquier manera recompensadas desde el punto

de vista ecológico (algunos ejemplos: las aves que frecuentan con mucha

asiduidad determinados terrenos agrícolas contribuyen a su fertilización a

través de sus heces o algunos aves ictiófagas se nutren de peces depredadores

de huevas pertenecientes a especies apreciadas garantizando su incolumidad).

Los métodos drásticos, como la eliminación de la población turbadora a través

de la caza selectiva no han dado los resultados esperados simplemente por el

hecho de que han liberado nuevos espacios y territorios para animales

procedentes de zonas limítrofes, además de las posibles repercusiones

negativas en la cadena alimentaria o por fenómenos de compensación, como se

ha visto antes.

Los daños mayores, obviamente, se registren en aquellas áreas donde existe

una explotación intensiva limitada a espacios restringidos, tanto que se trate de

un cultivo agrícola específico o de una ganadería intensiva como la

piscicultura. En este último caso se trata de concentraciones creadas

artificialmente por el hombre donde los animales viven amontonados en

estrecho contacto y en condiciones absolutamente innaturales y están

fuertemente expuestos al ataque de depredadores que tienden ellos mismos a

concentrarse en un número superior al habitual.

Por último hay que destacar que existen, caso por caso, muchísimas estrategias

de prevención de daños que, a pesar de ser costosas, pueden limitar las

pérdidas. Se trata de intervenciones eco-compatibles e incruentas en el sentido

de que no persiguen el sacrificio de los animales si no tratar de alejarlos, de

muchas formas, cuyo resultado varía muchísimo dependiendo de las variables

que entren en juego. Entre los métodos alternativos más difundidos de cierta

eficacia recordamos: la cerca (simple o electrificada), las barreras mecánicas

(como tubos o collares protectores para cada planta), repelentes naturales,

control de la fertilidad con métodos contraceptivos.

19

Page 23: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Capítulo 3

Plomo y plumbismo

3.1 Características y riesgos de intoxicación

El plomo es un metal cuya toxicidad se conoce desde hace tiempo. El 1999 l’ATSDR

(Agency for Toxic Substances and Disease Registry) lo clasificaba en el segundo

puesto en la lista de las sustancias consideradas peligrosas. Inhalado o ingerido a través

de la alimentación el plomo puede ser metabolizado en la sangre, ligándose con la

hemoglobina de los glóbulos rojos, y de ahí alcanzando varios tejidos y órganos.

Específicamente tiende a depositarse en tejidos minerales (hueso y dientes, donde

asume la misma función que el calcio) y en tejidos suaves como hígado, riñones,

cerebro, médula ósea. Puede causar encefalopatías en sus formas más agudas y también

daños al sistema inmunitario, nervioso y reproductor. Su toxicidad ha sido objeto de

estudio en muchas investigaciones y durante los últimos años se ha asistido a un lento

proceso de su sustitución en materiales y objetos de uso común de los cuales resultaba

ser uno de los componentes principales como pinturas, juegos infantiles, soldaduras,

tuberías y sobre todo la gasolina.

Algunas de sus características físicas como la ductilidad y su fácil localización,

extracción y elaboración y el bajo coste han favorecido su uso durante centenares de

años durante los cuales se ha convertido en un contaminante ambiental de notable

importancia además de convertirse en un factor de riesgo de intoxicación por exposición

en muchas categorías de trabajadores. Otras características favorables de naturaleza

balística han rendido el plomo elemento fundamental en la realización de cartuchos y

municiones en el ámbito de algunas actividades recreativas como caza, pesca y tiro.

Con referencia a esto existen estudios e investigaciones científicas que se han

centrado en la contaminetación por plomo debido a la práctica de estas actividades. El

cuadro resultante aparece decididamente alarmante, tanto que algunos autores hablan

explícitamente de un “problema de salud pública infravalorado” (Guitart & Thomas,

2005). Mientras de un lado abundan, a partir del final del siglo XIX, las investigaciones

sobre daños ambientales y ecológicos por plomo disperso en la Naturaleza, por otro hay

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Page 24: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

que registrar la escasez de estudios sobre potenciales riesgos que corre el hombre en su

utilización de este tipo de municiones.

En lo específico, los estudios se han centrado sobre los campos de tiro, especialmente

los indoor, donde las concentraciones de plomo en el aire pueden superar casi 15 veces

el valor límite ambiental de exposición diaria fijado por ley. Pero no es todo. La

acumulación de este metal en el agua y vegetación, tanto en los campos de tiro como en

las zonas de caza más frecuentadas, puede representar a largo plazo un serio problema

de salud. Hay que destacar que en las zonas donde se ha cazado de forma tradicional

puede llegar a haber hasta tres millones de perdigones por singula hectárea (más de dos

millones en los arrozales de la Albufera de Valéncia o la laguna de la Encanyissada del

Delta de l’Ebre, según el informe del Ministerio de Medio Ambiente del 2006).

A través de procesos de oxidación que dependen de factores externos como

temperatura, humedad, pH, etcétera, el plomo acaba por contaminar suelos y aguas

superficiales y subterráneas, incluso las fuentes de aprovechamiento hídrico para el

hombre. Es importante conocer el alto potencial de contaminación que detenta el plomo

bajo la forma de munición: un solo perdigón, de hecho, es capaz de contaminar hasta

doce mil litros de agua, llevando su concentración hasta niveles de alerta establecidos

por directivas comunitarias.

Existe además el riesgo concreto de contaminación por plomo por ingestión directa

que se verifica en los casos se consumen por parte de los cazadores y su familia las

presas abatidas durante la caza.

Un grupo de investigadores del Instituto de Investigación sobre los Recursos

Cinegéticos de Ciudad Real ha estudiado la transferencia del plomo de perdigones hacia

la carne de perdiz, demostrando que un solo perdigón presente en el pecho del animal

abatido y seguidamente cocinado produce un nivel de contaminación que supera el nivel

máximo consentido por la UE para este tipo de carne, es decir 0,1 microgramos por

cada gramo de tejido (Mateo et al., 2007).

A menudo no es suficiente con eliminar los perdigones: el bajo punto de fusión, entre

las otras características del plomo, hace que en la herida del animal permanezcan

esquirlas de minúsculas partículas, imposibles de localizar. También el tipo de cocción

puede influir en el resultado final: el uso de vinagre, muy presente en las recetas típicas,

determina una disminución del pH y consecuentemente una mayor disolución del metal,

favorecida por el ambiente ácido que se crea.

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Page 25: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Se trata en definitiva de un peligro circunscrito a aquella franja de población que suele

consumir directamente las presas abatidas durante la caza o como plato de caza en

muchos restaurantes, pero no por eso tenemos que infravalorarla visto los riesgos que

comportan la deglución accidental de este metal.

3.1 Contaminación ambiental y riesgos para la fauna salvaje

(plumbismo)

El plomo es sobre todo un gran contaminante ambiental: basta considerar que el

hombre en su historia ha extraído más de 300 millones de toneladas de este metal cuya

mitad se calcula se haya desperdigada en la naturaleza como contaminante.

Las industrias armamentísticas son grandes consumidores tanto por producción de

armamentos con fines militares como producción balística con fines recreativos.

Solo el uso recreativo determina por sí mismo una gran dispersión del metal que no

puede de ningún modo ser reciclado. Omitiendo la pesca, actividad que determina la

perdida accidental de los plomos en el lecho de los ríos por un total de centenas de

toneladas sólo en Europa, y el tiro deportivo, del que hemos destacado la peligrosidad

en referencia a la concentración de contaminante, solo la actividad de caza causa el

esparcimiento en una nación como España de cerca de 6.000 toneladas de plomo por

año, es decir, 50 millones de perdigones desperdigados anualmente en ecosistemas

acuáticos y terrestres.

A diferencia de las zonas húmedas, más circunscritas y con una densidad animal más

alta, en los ecosistemas terrestres los efectos de la presencia de plomo son menos

visibles y menos estudiados.

A parte el riesgo de contaminación por los animales que pastan o, como hemos visto,

por los recursos hídricos subterráneos, existe una categoría de animales particularmente

afectada de manera indirecta por la contaminación de áreas terrestres. Se trata de las

aves rapaces, animales protegidos por ley que se encuentran en la cumbre de la cadena

alimentaria y por lo tanto están mayormente expuestas a las alteraciones ambientales

hasta el punto que se estudian como bioindicadores de la contaminación ambiental. Se

ha documentado la muerte por envenenamiento por plomo procedente de municiones de

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Page 26: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

caza de 59 especies de aves terrestres no acuaticas, nueve de las cuales superprotegidas

a nivel mundial (Fisher et al., 2006).

El problema nace del hecho que sus presas a menudo sobreviven a los disparos de los

cazadores manteniendo en la carne los perdigones sin que estos sufran procesos de

degradación por lo que posteriormente serán ingeridos por los depredadores, en el

estómago de los cuales empieza la lenta disolución del metal que provoca la

intoxicación.

Una investigación efectuada en Galicia y Extremadura por parte de científicos

coordinados por Marcos Pérez López, de la Unidad de Toxicología de la Universidad de

Extremadura, ha confirmado de facto, a través de una serie de muestras de rapaces

encontradas muertas en la misma región la presencia de una contaminación por metales

pesados (plomo y cadmio) en los órganos y tejidos examinados.

Otra interesante investigación del 2003 en Doñana y otras zonas húmedas de

Andalucía (España meridional) confirma esta tendencia. Durante las muestras y los

análisis radiográficos se ha evidenciado la presencia de perdigones injertados en un alto

porcentaje de ánsar común (Anser anser), tanto en las capturadas vivas como en

aquellas encontradas moribundas o muertas que resultan ser, por aquella determinada

zona, entre las presas preferidas de aves rapaces, como el aguilucho lagunero (Circus

aeruginosus) y la águila imperial (Aquila adalberti) (Green et al., 2003).

Fig. 4 - Esta foto emblemática, recogida de la revista National Geographic, representa la radiografía de un águila imperial en la que se cuentan nada menos que 40 perdigones ingeridos accidentalmente por el rapaz tras nutrirse de sus presas habituales.

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Page 27: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Esto es solo un ejemplo de cómo el peligro de intoxicación indirecta por plomo supera

los límites de las áreas lacustres hasta implicar a especies animales protegidas y en

peligro de extinción que se encuentran en la cumbre de la cadena alimentaria.

Antes de tener en cuenta los ambientes en los cuales se hayan las más altas

concentraciones de cartuchos y perdigones, es decir, los ecosistemas acuáticos, es

importante recordar como se produce la intoxicación por plomo o plumbismo y cual es

la sintomatología de los animales afectados.

Hemos visto como se produce una intoxicación “secundaria” o indirecta, fruto del

ingreso de las sales de plomo en la cadena trófica, a partir de las plantas hasta llegar al

vértice, donde las víctimas son sobre todo aves rapaces y animales carroñeros.

Por lo que se refiere a la ingesta directa del metal, en cambio, hay que destacar que no

todos los animales están bajo riesgo de esta forma de intoxicación primaria la cual

depende esencialmente de las costumbres alimentarias de cada especie.

Existen dos modalidades a través de las cuales un ave ingiere los perdigones de

plomo. Pueden ingerirlos involuntariamente, cuando presentan la misma textura y

diámetro de las partículas de alimento de las que suelen alimentarse o, los ingieren

voluntariamente con la función de las piedrecitas (“grit”, en inglés) o gastrolitos que son

habitualmente ingeridos para ayudar a la trituración mecánica en el interior del

estómago muscular (ventrículo).

Aquí, debido a la acción de las encimas digestivas que producen un pH ácido y por

causa de la acción de rozamiento con los gastrolitos, los perdigones de plomo a los

pocos días, o como máximo un par de semanas, sufren un proceso de erosión y se

disuelven, durante el cual liberan sales de plomos que atraviesan las mucosas entrando

en el círculo sanguíneo. Ya que no se puede excretar el plomo absorbido se dirige a los

diversos órganos y aparatos. Interfiere con el calcio en la construcción de los huesos

determinando un bloqueo del crecimiento, inhibe la síntesis de la hemoglobina y altera

el sistema nervioso, disminuye las defensas inmunitarias y bloquea importantes

funciones enzimáticas y reacciones bioquímicas. Al poco tiempo el animal se encontrará

fuertemente debilitado y no podrá digerir comida. En los casos peores tampoco volar

(hecho que lo vuelve particularmente vulnerable a los depredadores que a su vez se

intoxicarán).

Morirá por los daños que afectan el hígado, los riñones y el sistema nervioso.

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Page 28: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Los signos típicos de intoxicación por plomo por la cual son suficientes poquísimos

perdigones son la perdida de la capacidad de volar, extremo cansancio y flaqueza del

animal, inanición y una típica diarrea de color verde que impregna las plumas de la

cloaca o zona anal (De Francisco et al., 2003).

La incidencia del plumbismo en las poblaciones de aves acuáticas está infravalorada

de cualquier modo: a menudo la muerte llega en lugares escondidos donde el animal

incapaz de volar tiende a encontrar cobijo y es difícilmente registrable dado que al

aparecer los síntomas el animal es más vulnerable a la predación o, en el caso de que

muerte, la carroña puede transformarse en alimento para otros animales.

La probabilidad de ingerir perdigones de plomo por parte de las mismas aves es

bastante alta. Se ha calculado por ejemplo que en Europa una media de entre 9 y 20 %

de patos presentan perdigones en el aparato digestivo, la intoxicación involucra hasta un

5% de la población migratoria y que antes de las medidas dirigidas a reducir el uso de

municiones de plomo morían hasta 3,5 millones de patos solo en los Estados Unidos. En

España por ejemplo la estimación de la mortalidad por plumbismo, durante la

temporada de caza, de aves acuáticas estudiadas solamente en las zonas mas afectadas

(Delta de l’Ebre, Albufera de Valencia, El Fondo y las Tablas de Daimiel) está entre las

25.000 y 30.000 aves (datos de Min. Medio Amb.,2006) . Es fácil entender que estas

cifras relevantes representan muertes absolutamente innecesarias y que pueden devastar

los ecosistemas ya de por sí frágiles como los acuáticos típicamente teatro de fuerte

presión cinegética debido al gran número de animales que allí se concentran para

descansar, reproducirse, criar o simplemente alimentarse.

En España por ejemplo, se registran los valores más altos del mundo de

contaminación de zonas húmedas: las ya mencionadas Albufera de Valencia y el Delta

del Ebro presentan concentraciones altísimas de perdigones, hasta un 288 por metro

cuadrado en los primeros 20 centímetros de sedimento semisólido. Se evalúa que

anualmente los cazadores en la Península Ibérica vierten en el territorio mas de 6.000

toneladas de plomo bajo forma de perdigones, es decir, cerca del 6% de la cantidad total

mundial de plomo producido y utilizado para fines cinegéticos.

En base a los datos recogidos en un estudio profundo (Juan José Rodríguez, 2004)

sobre la exposición al plomo de aves acuáticas desarrollado de 1997 al 2003 en los

humedales en la región de Tierra de Campos de Palencia, en la comunidad castellano y

leonesa, se han encontrado interesantes conclusiones.

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Page 29: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Tal estudio, de hecho, se diferencia del resto por haber tenido en cuenta zonas

húmedas tradicionalmente poco o para nada expuestas a las actividades cinegéticas. Han

sido efectuadas centenares de análisis radiológicos de cebos no digeridos y regurgitados

(“egagrópilas”), radiografías de aves vivas, análisis de muestras de sangre y análisis

necroscópicos.

Los resultados indican que la especie más representativa de la zona húmeda, el

Aguilucho lagunero, presenta un alto nivel de contaminación por plomo casi en el 38%

de los individuos, a causa del consumo de presas con alta presencia de metal en sus

tejidos y vísceras.

Fig. 5 – Aguilucho lagunero (Circus aeroginosus)

La situación es aún peor para los anátidas con más del 40%. Pero el dato más

interesante es que la contaminación no se ha producido in loco. Los tiempos necesarios

para la degradación y la consecuente permanencia en la sangre del metal tóxico con

valores altos llegan a algunas semanas o meses, razón por la cual tales aves fueron

víctima de la intoxicación en humedales lejos de aquellos examinados.

La conclusión es que el peligro de exposición al plomo para las aves acuáticas es un

problema de amplia envergadura, no puede ser circunscrito a la sola zona húmeda

escenario de caza e involucra entonces a aves no sedentarias que cubren largas

distancias permaneciendo en varias zonas húmedas e interfiriendo con la red trófica de

ecosistemas aparentemente exentos del problema de la contaminación por plomo.

Como ya se ha dicho, tampoco las especies consideradas con mayor riesgo están

exentas del peligro de intoxicación.

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Page 30: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Es un buen ejemplo de esto la famosa águila calva americana (Haliaeetus

leucocephalus) que al final del siglo XX estaba a punto de extinguirse, no obstante

representaba el símbolo nacional de los Estados Unidos. Fue cazada porque era

considerada peligrosa o simplemente por obtener un trofeo. A estas muertes contribuyo

el plumbismo con una incidencia de mortalidad del rapaz que permaneció sobre el 5-7%

de los individuos relativamente a un arco de tiempo que incluía dos décadas (Pattee e

Hennes, 1983; Reichel et al., 1984).

La situación es aún peor para otro rapaz en peligro de extinción, el Condor de

California (Gymnogyps californianus), cuya población selvática en los años 80 conoció

una fuerte disminución por una alta tasa de mortalidad debido sobre todo a la ingestión

de plomo presente en los animales depredados (Vicky J. Meretsky et al., 2000)

En efecto, una vez que estamos dentro de un determinado hábito alimentario, no

existe ninguna selección específica en la incidencia de la intoxicación, por eso asistímos

a situaciones extremas como las del Porrón pardo (Ythya nyroca), un pequeño pato

buceador presente en la Europa Suroriental amenazado de extinción que está sujeto a la

mortalidad por plomo, en la misma medida que otras especies de anátidas mas

difundidas.

Otras especies acuáticas de alto interés conservacional están sujetas a

envenenamiento. Examinamos por ejemplo el caso del majestuoso Flamingo rosa, un

ave cuya muerte no pasa inadvertida, tanto por su típico color llamativo, como por las

dimensiones notables.

Fig. 6 – Flamingo rosa (Phoenicopterus ruber )

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Page 31: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Estas aves se alimentan cribando y filtrando el sedimento fangoso y reteniendo

pequeños crustáceos y plancton gracias a especiales laminillas situadas al lado del pico.

Debido a este hábito alimentario, común a muchas aves acuáticas, están particularmente

sujetos a la ingestión accidental de perdigones depositados en el fango.

Asombroso fue el caso a finales del 2007 de las decenas de flamingos encontrados

muertos o moribundos en la parte alta del Valle del Po, en el noroeste de Italia, una zona

húmeda frecuentemente recorrida por cazadores.

Fig. 7 - Mortandad de flamingo rosa por plumbismo en la parte alta del Valle del Po, noroeste de

Italia.

La noticia obtuvo mucho impacto en la prensa local y nacional y resultó que la

mortandad de las aves era favorecida por la práctica en voga en algunos valles de la

laguna veneta que consiste en mantener artificialmente el nivel del agua a una altura que

favorezca la llegada de anátidas y otras especies cinegéticas y permita a ellas

alimentarse de una especie de pasto de granos esparcidos en el agua con el fin de atraer

el mayor número de presas y favorecer la actividad cinegética. De ahí la gran cantidad

de perdigones desperdigados en las aguas como testimonian las autopsias de los

ejemplares de flamingos rosas muertos, en cuyo cuerpo se encontraron perdigones en el

orden de decenas de unidades.

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Page 32: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Capítulo 4

Los daños por la fauna salvaje.

3.2 Los daños de los Ungulados: Cérvidos y jabalísEntre los animales que causan

los mayores daños a las actividades productivas agrícolas y a la silvicultura

podemos incluir con seguridad a los Ungulados. Los Cérvidos, que forman parte

de este grupo, por ejemplo, están relacionados por muchos autores con el

concepto de “dañosidad” y esto es debido a su particular hábito alimenticio

consistente, por un lado, en descortezar los árboles y, por otro, en preferir

particularmente las plántulas y los brotes como fuente de nutrición. Sin embargo

en gran medida depende del significado que se le atribuya a la palabra “daño”.

Muy a menudo, de hecho, se utiliza esta palabra fuera de contexto, cuando por

ejemplo estas prácticas, de importancia vital para el animal, se realizan en los

bosques y dentro de parques naturales y áreas protegidas. En estos casos se

necesitaría, dado el bajo índice de antropización del territorio, dejar que la

Naturaleza siga su curso, es decir, permitir que cada ser vivo cumpla esas

actividades que le son propias por naturaleza y que tienen un significado en el

ámbito de las relaciones que se entrecruzan entre los seres vivos dentro del mismo

ecosistema, sobre todo si éste está exento o casi de la contaminación o

interferencia de origen humano. No es casualidad, de hecho, que en estos lugares

los hábitos antes mencionados se manifiesten normalmente sin arriesgar la vida

del mismo bosque dado que en condiciones de máxima naturalidad una cuota de

plántulas entra en un porcentaje normal de pérdida. El jabalí, en cambio, entre los

Ungulados es el animal con la peor fama debido al tamaño que puede alcanzar, a

su voracidad, su prolificidad y al hecho de que su área de distribución muy a

menudo se sobrepone a la humana, al menos por lo que se refiere a las zonas

rurales con vocación agrícola. También los parques y las zonas protegidas están

bajo riesgo de sobredimensionamiento de Ungulados, casi siempre a causa de

programas de gestión faunística no adaptados que no han tenido en cuenta las

intervenciones dirigida a la reducción de la población.

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Page 33: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Fig. 8 – El jabalí (Sus scrofa). Su

gestión en las áreas protegidas y en las zonas rurales representa un problema de amplia

envergadura. Hasta que se mantengan en su área de preferencia, es decir, las zonas

de sotobosque con vegetación arbustiva y arbórea que ofrece abrigo y con rica

producción de bellotas y bayas, allí encontrarán suficiente cantidad de alimento y

no encontrarán motivos para desplazarse fuera del área. Ocurre que

frecuentemente cuando el alimento empieza a disminuir los jabalíes subdivididos

en manadas, se desplazan sin vacilar hacia los campos cultivados, siendo

particularmente ávidos de cereales, frutas y tubérculos. Allí donde no se haya

intervenido con programas de prevención efectivametne los jabalís suelen

producir muchos daños los cuales son resarcidos económicamente por las

autoridades designadas (la expresión “resarcimiento de daños de la fauna

selvática” es una expresión de gastos que incide en el balance de una Región,

Provincia o ente designados para la gestión de fauna selvática en gran medida

imputable a los jabalís). Instrumentos y medidas de prevención de daños.

El jabalí se convierte en una figura simbólica porque representa el animal salvaje con

la gestión más problemática dado que supone una implicación de tres grupos sociales,

cazadores, agricultores y ambientalistas, cuyos intereses no siempre coinciden entre sí.

Por este motivo es necesario actuar con tiempo poniendo en práctica estrategias de

prevención de daños, más que confiar en las indemnizaciones, que no resuelven el

problema del producto perdido por parte de los agricultores (Mazzoni della Stella et al.,

2000).

La prevención del daño de jabalís, entonces, es una válida enseñanza por muchos

entes gestores porque demuestra, no obstante las dificultades prácticas, que se pueden

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Page 34: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

obtener óptimos resultados sin abatir en masa los animales, intervención muy extrema y,

como veremos, no priva de consecuencias a la fauna local.

La prevención es muy variable dependiendo de varios factores como el tamaño de las

poblaciones, la entidad de los asentamientos humanos, el desarrollo de la producción

natural de bayas dentro de las áreas boscosas, etcétera. Otro factor determinante es la

situación recíproca entre las áreas de preferencia del jabalí y aquellas destinadas a los

cultivos del terreno, de que depende la entidad y el coste de las intervenciones. En otras

palabras si los terrenos cultivados que se quieren proteger se encuentran circundados en

el interior de zonas boscosas es conveniente realizar cercados eléctrificados así

llamados parcelados, que rodean completamente la zona destinadas a los cultivos.

La corriente utilizada es regulada por un voltaje que no causa la muerte de los

animales pero es capaz de todas formas de hacerlos desistir de sus tentativas de derribar

el cercado. En el caso en que las zonas cultivadas intensamente se encuentren fuera de

las zonas boscosas pero adyacentes a las mismas es necesario actuar de otra manera.

El cercado de cada parcela sería demasiado caro y produciría riesgos por el tránsito de

vehículos agrícolas y ganados, además de obstaculizar el tránsito de las personas.

Unos cercados desarrollados en línea recta, estratégicamente situados a lo largo de una

separación entre bosque y campos agrícolas, ofrece óptimos resultados dado que

protegen numerosas hectáreas con un precio más bajo que una parcelización forzada

(Boisaubert, 1983)

No siempre es suficiente un cercado, aunque sea electrificado, porque la voracidad del

jabalí, acentuada por la falta de alimento en su área boscosa, es tan alta que lo induce a

derribarlo o provocar daños a través de continuos impactos. Es necesario por lo tanto

intervenir con una acción integrada que toma el nombre de “forrajamiento disuasorio”.

Determinadas cantidades de maíz, alimento predilecto del jabalí, tendrán que ser

oportunamente esparcidas a lo largo de franjas del terreno que sean suficientemente

amplias para garantizar posibilidad de alimentos también a grupos de manadas a la vez.

Tal forrajamiento, que además no provoca aumentos en el crecimiento de las

poblaciones tendría la función de saciar a los animales y proteger los cercados de las

repetidas tentativas de sobrepasarlos (Vassant, 1994)

¿Pero el problema principal a resolver es exclusivamente el sobredimensionamiento?

¿Cómo es posible que cada año, puntualmente, el problema reaparezca? Por otro lado es

31

Page 35: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

impensable que después de años y años de caza ciertas especies selváticas sigan creando

problemas y su población crezca sin parar.

4.1 Repoblamiento y problemas relativos

Otro componente importante del problema se encuentra más arriba y está representada

por los programas de repoblamiento.

El repoblamiento es una práctica muy difundida que consiste en la introducción

artificial de animales, criados para ese fin, en el territorio de caza, hecha con el objetivo

de garantizar una discreta y duradera presencia de presas para los cazadores.

Ninguna población animal, partiendo de condiciones naturales de equilibrio,

aguantaría un masivo y anual diezmado provocado por la caza, sin alejarse del

equilibrio de forma irreversible.

Tal intervención de reintroducción se pone en marcha a menudo sin una conciencia

real de la biología de poblaciones de manera indiscriminada y por eso provoca toda una

serie de problemas de tipo ecológico, económico y sanitario. Los animales utilizados

para los repoblamientos a menudo están criados en condiciones precarias, situaciones en

las cuales es fácil contraer enfermedades contagiosas. Una vez que los introducen en el

ambiente las trasmiten a las poblaciones selváticas, vulnerables para estas afecciones

“importadas”, que caen víctimas de epidemias.

Hay que añadir que las especies introducidas son especies domesticadas, nacidas y

criadas en cautividad, con una etología diferente de la que caracteriza a las especies

selváticas, hecho que las convierten en fácilmente cazables, tanto más por la

acostumbrada vecindad con el hombre. Aún peor cuando la reintroducción se efectúa

con intención con razas procedentes de otros países y elegidas en base a ciertas

características físicas que se demuestran útiles desde el punto de vista venatorio, como

por ejemplo el mayor tamaño.

Esto crea un problema de contaminación genética, allí donde las nuevas especies

introducidas se acoplan con las autóctonas mezclando el pool genético y creando

híbridos.

Aunque no hubiera acoplamiento permanecería el problema de la competitividad por

los recursos, por lo tanto la especie alóctona, más resistente, podría superar a la

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Page 36: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

autóctona, más frágil. Es lo que ocurre exactamente con los jabalís: las reintroducciones

llevan al territorio ejemplares no solamente más grandes sino más prolíficos. Si hay

suficiente disponibilidad de alimento la población crece rápidamente y los daños

ecológicos (como la molestia a la fauna selvática y la competición con especies

autóctonas) y económicos se vuelven numerosos.

Hay diferentes figuras de gran relevancia, tanto del mundo venatorio como científico,

que afirman lo contrario de lo que comúnmente se piensa, es decir, que hay demasiados

jabalís y los cazadores controlan su población matándolos.

El mayor experto en estos ungulados en Alemania, Norbert Happ, cazador él mismo,

en uno de los más importantes diarios alemanes afirma: “Las relaciones sociales

desordenadas en las poblaciones de jabalís con reproducciones descontroladas son

imputables exclusivamente al ejercicio venatorio”.

Otro experto, el profesor Josef H. Reichholf, Direttore de la División de Vertebrados

de la colección zoológica de Mónaco de Baviera y docente de Biología y Conservación

de la Naturaleza en las dos Universidades de Mónaco, afirma que durante la temporada

de caza, que suele incluir otoño e invierno, mueren efectivamente muchos jabalís pero

los que sobreviven encontraran en primavera una gran disponibilidad de recursos

alimentarios y gracias a ellos crecerán mas resistentes, se reproducirán con antelación y

tendrán mayor prolificidad anulando el objetivo que nos habíamos fijado. Concluye

afirmando además que: “a través de la caza las especies animales que ya son raras

devienen en aún más raras, y aquellas que son comunes devienen en aún más comunes”

(Süddeutsche Zeitung n. 3, 2009).

En Italia, en el valle del Chianti, zona de producción de vinos muy apreciados, el

director del Consorcio “Chianti clásico” Giuseppe Liberatore lamenta las pérdidas

económicas que oscilan entre 6 y 8 millones de euros, con daños estimados en 28.000

quintales de uva de calidad. Acerca de las posibles intervenciones de abatimientos él

afirma: “Siempre se han hecho abatimientos, pero aquí es necesario afrontar el

problema más arriba. Estamos en frente de un equilibrio roto. Estos animales, los corzos

y los jabalís procedentes de la Europa del Este, no son parte de nuestro ecosistema, su

presencia está animada por el negocio de la carne y por una gestión equivocada de la

caza”.

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Page 37: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Para ser precisos con el termino “negocio de la carne” se entiende el volumen de

negocio ligado a la venta de los individuos abatidos como caza al circuito de

restauración.

La verdad de todo esto es que la práctica tan radicalizada del repoblamiento, además

de crear daños materiales de una cierta importancia, no resulta compatible con la

salvaguardia de los ecosistemas porque faltan a priori adecuados censos científicos de

las poblaciones selváticas, que deben anticipar eventualmente la elección de “cuotas” y

clases de edad de los animales objeto de abatimientos, allí donde se decida la solución

más drástica de la batida o “caza selectiva”.

A menudo esas decisiones están influidas más por exigencias políticas y territoriales

que verdaderas exigencias ambientales. De esta manera la selección que viene efectuada

por los cazadores puede resultar sumaria y provocar ulteriores daños a la misma

población selvática.

Lo que se crea es una especie de círculo vicioso donde a la introducción de animales

en el territorio sigue el daño provocado por ellos, las quejas de los agricultores (no

solamente, a veces se imputa al sobredimensionamiento de los animales salvajes el

peligro por la salvaguardia de otros animales protegidos o por los mismos hombres,

como en los accidentes de circulación), los eventuales resarcimientos y, sobre todo, las

autorizaciones por las batidas.

Efectivamente la “caza selectiva”, como es llamada, parece ser la solución ideal, más

aún que los métodos incruentos como los contraceptivos, porque da respuesta a corto

plazo a la exigencia de los agricultores y contenta a los grupos de cazadores que pueden

fácilmente obtener, aprovechando las protestas que se levantan con alta voz cada vez

que la población selvática crece y empieza a provocar daños, licencias especiales para

matar también en periodos fuera de la temporada de caza o en áreas protegidas.

Basta pensar que solo en Italia hay 380 empresas “agroturísticas venatorias” y 1185

empresas “faunístico-venatoria” que, por ley, pueden ocupar hasta el 15% del territorio

agro-silvestre-pastizal (el 3% en la región de Lombardía) con una facturación media de

entre 300.000 a 500.000 euros al año. Se trata de áreas naturales especiales en las que se

introducen periódicamente miles de animales criados para tal fin, para cuyos

abatimientos los cazadores tienen que pagar una cierta cantidad. Sólo en Lombardía la

crianza de caza son 57 empresas que facturan aproximadamente 18 millones de euros al

año.

34

Page 38: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

4.2 El fenómeno de los cebos envenenados

Los programas de repoblamiento están relacionados con un fenómeno poco conocido

pero difundido de forma capilar que implica tanto a animales salvajes como

domesticados: los cebos envenenados.

Es una práctica que se ejerce como soporte de la actividad venatoria y se utiliza tanto

en las zonas de repoblamiento y caza como en las empresas públicas venatorias cedidas

a la gestión privada, aunque sea moralmente muy despreciable. Se trata de hecho de

esparcir en el territorio oportunamente, según formas que se trasmiten por generaciones,

cebos rellenos de veneno con el fin de matar a todos los animales que cazando las

fáciles presas de repoblamiento (nacidas y criadas en cautividad e introducidas en el

territorio), hacen de competidor del cazador.

Es una práctica cruenta porque causa grandes sufrimientos al animal que ingiere el

cebo y, al menos en Italia, no ha sido bloqueada tampoco por la prohibición de la

estricnina, un potente veneno muy utilizado en el pasado pero sustituido actualmente

por pesticidas, herbicidas, anticoagulantes y otros venenos de fácil adquisición.

Raramente esto es noticia, tanto por la connivencia de los agricultores que piensan que

se trate de un modo de eliminar animales potencialmente dañosos, como por la omertà o

indiferencia.

Una idea sobre la importancia del fenómeno la podemos tener en base a las denuncias

que parten cuando la muerte guarda relación con perros y gatos domésticos o en un

estado de semi-libertad.

En pleno campo o en áreas protegidas, en cambio, muchos animales carnívoros como

zorros, garduñas, lobos, osos, halcones, búhos, lechuzas y otros animales salvajes

mueren silenciosamente sin que casi llegue a ser noticia, a parte de algunos casos

extremos como la rarísima águila real que fue encontrada muerta en la Reserva Natural

“Gole del Sagittario”, en Abruzzo, debido a la ingesta de restos de una carroña de lobo a

su vez envenenado por cebos.

Los cebos envenenados son una práctica poco selectiva que puede afectar a la cadena

alimentaria y matar animales en extinción que suelen vivir en zonas inaccesibles y

protegidas.

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Page 39: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

4.3 Los planes de gestión de la caza

Cuando hablamos de planes de gestión de caza nos referimos a algo que va más allá

de un simple programa de repoblamiento o la extracción venatoria controlada, es decir,

a un conjunto de iniciativas de amplio alcance que se orientan a la conservación de una

determinada especie amenazada o a minimizar la presencia de una especie considerada

dañosa sin causar la extinción de la misma.

Naturalmente, para obtener esos objetivos es necesario intervenir artificialmente en

los ecosistemas transformándolos y adaptándolos a la especie considerada.

Esto, sin embargo, por un lado resulta positivo para la especie que se quiere

salvaguardar, por otro puede resultar negativo para todas las especies relacionadas en

aquellos ecosistemas que serán transformados. De hecho una laguna de los programas

de gestión consiste en concentrarse únicamente hacia una determinada especie dejando

atrás las implicaciones y las correlaciones interespecíficas, así como los mecanismos

que regulan normalmente los equilibrios del ecosistema.

Hablando de gestión de caza no se puede no mencionar como ejemplo una iniciativa

privada exitosa proveniente de Estados Unidos y Cánada dirigida a la conservación

animal y más específicamente a la conservación de aves acuáticas que se presta muy

bien a diversas interpretaciones. Se trata de una ONG, sociedad sin ánimo de lucro,

llamada “Ducks Unlimited”.

Igual que una verdadera empresa privada tiene su misión que así declara: “Conservar,

recuperar y gestionar los humedales y hábitats asociados para las aves acuáticas del

norte de América. Estos hábitats constituyen un beneficio también para los otros

animales silvestres y los humanos”.

De hecho, si leemos los slogans que la compañía provee en cantidad, parece

verdaderamente que a través de su obra, que lleva decenios a su espalda, se han

alcanzado resultados relevantes en términos de conservación, tutela y restauración de

los hábitats acuáticos: en enero del 2009 se calcularon más de 5 millones de hectáreas

divididas entre Estados Unidos, Canadá y Méjico. Resultado importante alcanzado

gracias a la utilización de fondos, que incluyen tanto donaciones de Bancos como

suscripciones de personas que pueden asociarse.

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Page 40: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

El 88% de los ingentes fondos así recogidos están destinados a la educación ambiental

y conservación de hábitats y aves acuáticas. En algunos casos incluso se han llegado a

acuerdos de gestión con los agricultores para poder gestionar al máximo las variadas

necesidades representadas por un lado por la conservación de las aves y por otro por las

presiones para la utilización de aquellas áreas planas que sirven para la creación de

nuevos cultivos. Por ejemplo, con la Federación de agricultores de arroz se han llegado

a acuerdos por los cuales los agricultores favorecen la presencia de aves estabilizando

los regímenes hídricos invernales mientras que estas últimas, a través de su

alimentación, controlarían el crecimiento de maleza en los arrozales en barbecho.

El modus operandi de la Ducks Unlimited se distingue también por su investigación

de los terrenos que son alquilados a medio y largo plazo para poder obtener precios más

bajos de los propietarios terratenientes y beneficiarse de desgravamientos económicos

por parte de las provincias canadienses y los gobiernos federales americanos.

En esas tierras se efectúan todas las modificaciones de tipo ecológico y estructural

necesarias para recrear el ambiente perfecto para la llegada de las aves acuáticas. Se

modifica la vegetación existente, se desvían los cursos de los ríos, se realizan, allí donde

es necesario, desecamiento o inundamientos u otros tipos de regulaciones hídricas. Pero

se puede también intervenir con abatimientos de depredadores y suministración de

alimento adaptado a las especies que se quieren atraer. Y, en fin, se garantizan las

condiciones óptimas para facilitar las paradas de las aves, su permanencia, descanso y la

reproducción.

Lo que al final resulta efectivamente es un lugar riquísimo en avifauna, quizá una

antigua ciénaga o campo inculto convertido en un polo de atracción para estudiosos y

turistas, pero que revela, bajo un manto de “bondad”, no ser por cierto una conservación

como fin a sí misma. Y esto es esencialmente por dos razones, una de carácter ecológico

y la otra económico.

Desde el punto de vista ecológico estos ecosistemas creados ad hoc tienen muy poco

de natural, son sistemas artificiales que no podrían permanecer en equilibrio sin

intervención, externa como el forrajamiento o las intervenciones hídricas, y la

artificialidad se nota también en la divergencia que se viene a crear entre poblaciones de

especies “privilegiadas”, muy numerosas, y las especies “incómodas”, como los

depredadores, cuyo número resulta demasiado bajo comparado con el de las presas

presentes si en verdad se tratara de un ambiente natural.

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Page 41: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

La segunda razón es de tipo económico y práctico. Esta empresa, de hecho fundada

hace más de 65 años por un grupo de cazadores de aves acuáticas, es a todos los efectos

una organización venatoria cuyas intervenciones conservacionales están siempre

motivadas por fines venatorios, con todas las implicaciones ecológicas que esto produce

como hemos visto a lo largo de este análisis.

Si por un lado, por tanto, en la portada del sitio web se proclama “world leader in

wetlands conservation”, es decir, líder mundial en la conservación de estos tipos de

territorios, por el otro no hace absolutamente para nada misterio de su intención

venatoria, más bien el 90% de sus miembros son cazadores, y pueden disfrutar de

consejos prácticos para la caza, vídeos tutoriales, mapas de caza, juegos, tablas

detalladas de identificación de las aves acuáticas y etcétera.

El mensaje que en definitiva nos llega a través de una lectura superficial es que la

salvaguardia de los humedales y la supervivencia de las aves relacionadas están de

cierta manera subordinadas a la actividad de la caza.

Como declara textualmente: “la participación en la caza de aves acuáticas apasiona a

muchos miembros de la Ducks Unlimited que así tienden a restituir algo a aquellos

recursos naturales que les brindan una experiencia tan rica al aire libre”. Es decir, en

otras palabras, sin la extracción venatoria estos oasis no existirían y nunca se habría

alcanzado un número tan alto de hectáreas de áreas notables bajo el régimen de

conservación.

Se trata obviamente de una óptima estratagema no sólo para tornar la caza más

aceptable sino incluso necesaria, asociándola, como a menudo ocurre, a temas de

conservación y respeto de la naturaleza, como una fusión que nunca como en este

ejemplo se hace evidente.

Quedan, sin embargo, los problemas de fondo: la falta de una visión de conjunto, por

la cual se tiende a privilegiar ciertas especies de interés venatorio con menoscabo de

otras y la artificialidad del ecosistema así creado que requiere continuas intervenciones

externas por mano del hombre propiamente porque sus componentes están en

desequilibrio.

Estos oasis de atracción para las aves a largo plazo acaban atrayendo siempre más

fauna de las áreas circundantes, hecho que despuebla y empobrece desde el punto de

vista faunístico el resto del continente (Consiglio, 1990). Es el precio que hay que pagar

para obtener un alto rendimiento venatorio.

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Page 42: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Capítulo 5

Impactos por la caza y otros efectos secundarios.

5.1 Impactos en los animales

La caza es sin duda una actividad que crea perturbaciones ambientales, tanto si es caza

libre como si es caza regulada por planes de batidas selectivas y extracción venatoria.

Hemos visto ya las perturbaciones relativas al plumbismo por el uso indiscriminado

de municiones de plomo cuyas consecuencias se hacen sentir incluso después de una

eventual prohibición total del metal por lo que se refiere a su uso venatorio.

Hay otras perturbaciones quizás menos conocidas que se definen como “impactos”.

Bajo este término caen una serie de molestias o consecuencias negativas que padecen

los animales salvajes, incluso modificaciones, algunas de tipo etológico que nacen como

respuesta a la presencia de cazadores en su territorio (Consiglio, 2006).

El ruido de los disparos o la muerte repentina de un miembro de la comunidad

provoca pánico entre los animales y la primera obvia reacción que tienen es la fuga y/o

la búsqueda de un escondite. Este aspecto tiene que ver con todos los animales e incluso

aquellos no incluidos en listas de especies cinegéticas padecen esta condición de estrés.

No es un aspecto que haya que infravalorar: muchas especies salvajes de hecho dedican

gran parte de su tiempo a la búsqueda de alimento, actividad limitada o interrumpida

durante muchas horas y repetidamente en el curso de toda la temporada de caza. Con el

tiempo se produce un debilitamiento físico por el desperdicio de energías por el estrés y

a la fuga, una disminución de las defensas inmunitarias a causa de la alimentación

escasa y mayor propensión a las enfermedades.

En el caso de aves acuáticas, por ejemplo, las dificultades en alimentarse normalmente

pueden disminuir el almacenamiento de energía e impedir el alcance de esa cuota

mínima necesaria para poder, más adelante, migrar o reproducirse. En casos extremos se

puede producir la muerte del animal por desnutrición e incluso ha sido descrita por

muchos autores la muerte por infarto de cérvidos durante las persecuciones en las

batidas de caza. En cualquier caso la normal actividad reproductora se altera con

posibles repercusiones en el tamaño de la población.

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Page 43: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

La misma alimentación además de disminuir puede cambiar hacia otros tipos de

alimentos que podrían determinar una mal absorción de los nutrientes.

Una lógica consecuencia de la fuga es la disminución del número de especies

presentes en una dada área natural tras la apertura de la temporada de caza. Estudios

efectuados sobre las aves acuáticas en determinadas zonas destacan la fuerte caída

porcentual que se registra no solamente durante la batida de caza en sí misma sino en

general en toda la duración de la temporada de caza. Esto comporta paralelamente un

aumento excepcional de especies en las áreas protegidas más cercanas, hecho que

genera desequilibrios poblacionales y en la capacidad de carga de las mismas áreas.

Otro aspecto comportamental que puede ser objeto de cambio a veces duradero es la

distancia de fuga, es decir, la distancia mínima para la cual un animal salvaje si deja

acercar por el hombre. Tal distancia tiende a aumentar en concomitancia con la

actividad venatoria, aunque no sea irreversible, debido a la asociación que se crea entre

la figura humana y la sensación de peligro.

Y de todas formas es importate porque actúa como factor limitante: impediría a varias

especies animales ampliar su propia área de difusión incluyendo zonas en que haya una

mínima presencia humana.

Cambios comportamentales se encuentran también a nivel de ritmo nictemeral1:

hábitos típicamente diurnos como búscar alimento, pastar o volar se desarrollan por la

noche cuando la presión venatoria es nula. La molestia puede provocar alteraciones en

las varias fases biológicas de especies consideradas en riesgo de extinción, interferiendo

con las horas dedicadas a la búsqueda de alimento, con el cortejo previo al

acoplamiento, con los cuidados dedicados a las crías aún no autosuficientes.

Cuando la actividad venatoria se desarrolla con la utilización de perros, estos además

del ruido pueden representar un peligro mortal para los nidos y las crías que puedan

encontrarse en su camino.

Otro aspecto a considerar se refiere a la cantidad de presas que durante las salidas de

caza son heridas pero no abatidas. Los animales heridos a veces pueden superar en

porcentaje a los animales realmente abatidos. Es evidente que un animal herido está

destinado a una muerte segura o porque será fácil víctima de depredadores o porque

quedará imposibilitado para comer y beber. Dejando a parte los aspectos éticos de la

1 Nictemeral: Ritmo nictemeral es un biorritmo que se produce en un ser vivo diariamente y con carácter fijo en un momento determinado del dia o de la noche, bajo la acción de determinados factores. Entre otros, el ritmo nictemeral gobierna nuestra conducta de alternancia de vigilia y reposo.

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Page 44: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

cuestión (que nos impondrían la pregunta si es más o menos justo causar sufrimiento a

seres vivos con sistema nervioso parecido al nuestro y capaz de percibir dolor),

considerando el alto porcentaje de aves heridas, por ejemplo, y no extraídas, queda

pendiente la pregunta sobre la caza entendida como “uso sabio” de los recursos que

caracterizan los humedales. (Melfofte, 1990)

Por último, existe un aspecto ligado a la cultura y a la conciencia de los cazadores de

que depende la elección de la presa a abatir. En los últimos años, de hecho, gracias a

específicas directivas europeas, orientadas a la conservación (la directiva “Aves”

79/409/CEE y la directiva “Hábitat” 92/43/CEE) han aumentado las especies

amenazadas que entran en regímenes de protección y que por lo tanto no son cazables.

Desafortunadamente no siempre tales especies son conocidas por el cazador por eso

resulta frecuente que se dispare a especies protegidas, tanto por la inexperencia de los

novatos, como por las condiciones de escasa visibilidad, como niebla o crepúsculo, o

por el brevísimo lapso de tiempo que suele pasar entre el avistamiento de una presa

potencial y el momento de disparo tanto que una crítica muy común dirigida a grupos

venatorios por parte de asociaciones ambientalistas se refiere al “frenesí” de disparar y

herir o matar indiscriminadamente sin reconocer la especie.

Esta impericia es una de las causas que explican el alto número de muertes humanas

accidentales que se registran en cada temporada de caza.

5.2 Accidentes de caza

Hemos visto algunas consecuencias de la caza relativas al hombre y sus actividades.

Hemos visto el peligro de la intoxicación por plomo y los daños provocados a los

cultivos por los repoblamientos.

Existe otro aspecto bien documentado que implica en este caso a la integridad física

de las personas. Estamos hablando de las víctimas humanas en accidentes de caza que

caracterizan cada temporada. Por poner un ejemplo en el periodo correspondiente a la

última temporada de caza en Italia (1 de septiembre del 2008 al 31 de enero de 2009),

en base a los datos recogidos a través de las noticias de la prensa local se ha registrado

un total de víctimas igual a 103 personas, de las cuales 25 son muertos y 78 heridos.

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Page 45: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

La caza, de hecho, es una actividad a mano armada desarrollada en lugares no

protegidos y que interfiere con normales actividades profesionales y recreativas

humanas, desarrolladas al aire libre.

Teniendo presente todas las variables, si consideramos proporcionalmente el total de

los accidentes laborales y el total de los accidentes de caza llegamos a la conclusión de

que la caza es una actividad por la cual se muere como mínimo 6 veces más

frecuentemente que en el trabajo (Schillaci, 2005)

Esto depende sin duda, por referencia al caso italiano, de una diferente estructura

legislativa que tutela a los trabajadores, estructura que resalta las intervenciones

dirigidas a la prevención y que resulta muy bien organizado y soportado.

Lo mismo no se puede decir sobre la caza: leyendo el artículo 1 de la Ley 157/92 que

regula en Italia el ejercicio de la actividad cinegética descubrimos que este último: “…

está consentido siempre que no contravenga la exigencia de conservación de la fauna

salvaje y no provoque daños efectivos a las producciones agrícolas”.

Falta completamente una referencia precisa a la prevención, a pesar de que sea

reconocido en otros puntos de la ley el alto riesgo por la integridad física del usuario y

de otras personas asociadas al uso del arma de fuego.

La única prevención considerada consiste en la prohibición del tránsito de cazadores

por determinadas áreas y tipologías de caminos, pero esto está desarrollado con varias

lagunas y por eso el ciudadano singular, en base a la ley vigente, ve obstaculizada su

libertad de movimiento, porque el solo entrar en estas determinadas áreas donde se

consiente el tránsito de cazadores lo expone al riesgo de un disparo de arma de fuego,

con el solo resarcimiento post-accidente previsto como forma de tutela.

En otras palabras, prevalece en el desarrollo de la ley un concepto basado en el

resarcimiento más que en la prevención, dando a entender que el accidente de caza es

debido a una trágica fatalidad más que a una falta de reglas claras a respetar cuando se

trata de actividades que son una fuente constante de peligro, como el caso de la

utilización de armas de fuego al aire libre.

Son principalmente dos las razones de que dependen la mayor parte de los accidentes.

En primer lugar, la inexperiencia de los novatos que pueden desconocer las reglas de

seguridad descritas en los manuales técnicos de caza o incluso olvidar las reglas más

obvias del sentido común.

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Page 46: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

También los cazadores con muchos años de experiencia pueden cometer errores

fácilmente debido al olvido o falta de reflejos a causa de la edad avanzada (por ejemplo,

en la provincia de Brescia, en Lombardia, en el año 2003 fueron otorgadas casi 2.000

licencias de caza a mayores de 70 años)

Otro razón es la falta de visibilidad: situaciones de visibilidad óptima, es decir, en

pleno campo en un territorio plano a plena luz, son bastante raras, mientras que mucho

más frecuentemente se interactúa con presas escondidas en la alta vegetación o en el

sotobosque, lugares en los que los mismos manuales técnicos desaconsejan fuertemente

disparar pero donde en la realidad suceden la mayor parte de los accidentes mortales.

La misma ley italiana que hemos mencionado antes no habla en ningún momento a la

niebla, entendida como situación climática durante la cual no debería estar permitido

disparar.

5.3 Impactos en el turismo

Otro aspecto que pone en peligro la integridad física de las personas y que

paralelamente puede involucrar aspectos económicos es la caza practicada en áreas

naturales frecuentadas por turistas, excursionistas, apasionados del trekking,

escaladores, buscadores de setas o simples clientes de los numerosísimos centros de

agroturismo, empresas agrícolas, bed and breakfast, esparcidos en las zonas de batida

de los cazadores.

La LIPU (Liga Italiana de Protección de las Aves) advierte que cada año son decenas

las denuncias de turistas, de los cuales buena parte son extranjeros, que lamentan la

imposibilidad de gozar de las bellezas naturales a causa de la presencia de las molestias

provocadas por cazadores, además de presentarse situaciones de riesgo como disparos a

breve distancia.

También el solo ruido de los disparos representa una forma de contaminación acústica

que se conjuga mal con la sensación de bienestar que genera la frecuentación de esos

lugares, además de provocar la fuga de animales salvajes e impedir de hecho actividades

recreativas ligadas a la naturaleza como la observación de pájaros o recorridos a caballo.

Esta interferencia entre caza y turismo es particularmente sentida en Italia en las

pequeñas islas con vocación turística donde hay un alto flujo de turistas hasta finales de

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Page 47: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

septiembre, es decir, después del comienzo de la temporada de caza, previsto en Italia

para el primero de septiembre.

Es a partir de este momento que se manifiesta de forma evidente el conflicto de

intereses entre grupos venatorios y operadores turísticos.

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Page 48: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Capítulo 6

Las díficiles relaciones entre caza y leyes

6.1 Premisas

Hemos visto las grandes líneas de la evolución oscilante que nos lleva desde la

prehistoria hasta nuestros días y hay algo que aglutina todos los varios periodos en que

la caza ha aparecido en sus diferentes formas tanto como medio de subsistencia como

exaltación del poder imperial.

Nunca en el curso de su historia se ha asistido a un acercamiento de tipo

ambientalista.

Al igual que la “res nullius” de memoria fascista, la fauna salvaje nunca ha sido

considerada más que un simple recurso o materia prima de la cual satisfacerse a manos

llenas sin hacerse preguntas, no tanto de tipo ético, como de tipo ecológico o ambiental,

y esto ha sucedido tanto cuando Europa estaba cubierta de bosques y abundaba la caza,

como cuando, convertida la caza en negocio de muchos, se ha asistido a la disminución

de las poblaciones animales, incluso la desaparición total de algunas de ellas en algunas

zonas.

Solo a finales del siglo XX han aparecido las primeras voces ambientalistas y los

conceptos de “conservación de la naturaleza” y “uso sostenible de los recursos

naturales” han empezado a ser familiares si no al gran público por lo menos a los

involucrados en el tema.

En la actualidad se registra, con diferencia respecto a las cumbres de los años setenta,

un decremento del número de cazadores, pero lo que más sorprende es que no obstante

los números más exiguos sigan detentando un gran peso en el ámbito político.

En Italia, por ejemplo, se alcanzó hace no muchos años un buen compromiso entre las

voces animalistas y ambientalistas de un lado y las exigencias de las asociaciones

venatorias del otro. La ley marco sobre la caza nº 157/92 ha sido el punto final de un

largo trabajo de mediación con el objetivo de crear una reglamentación que no dañase a

ninguna de las partes involucradas, incluidos los agricultores, permitiendo un ejercicio

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Page 49: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

regulado de la caza en el marco de salvaguardia de la naturaleza y de la conservación de

la fauna salvaje.

Desde entonces las tentativas de modificación de esta ley han sido muchas pero no

nos debemos sorprender si consideramos que Italia ha cometido y sigue cometiendo

numerosas violaciones de las directivas europeas orientadas a la conservación de los

hábitats naturales y seminaturales y de la flora y fauna salvaje y de la avifauna.

6.2 El problema de la derogación de caza

La directiva europea 79/409/CEE, más conocida como directiva “Aves”, que

especifica un elenco de aves de interés comunitario que requieren medidas urgentes de

conservación entre las cuales la designación de Zona de Especial Protección para las

Aves (Z.E.P.A) especifica en su artículo 9 que existe la posibilidad por parte de los

Estados miembros de activar derogaciones a la prohibición de caza. En la práctica se da

la posibilidad de cazar especies protegidas incluidas en el elenco pero en condiciones

muy particulares, con límites muy rígidos y solamente en ausencia de alternativas

satisfactorias. Es necesario que se encuentren motivaciones válidas para poder activar

una derogación, por ejemplo, motivaciones de protección de la salud o de la seguridad

pública, prevención de daños a los cultivos o a la flora y fauna, motivos de estudios o

investigación pero también de repoblamiento y reintroducción.

Todos rigurosamente controlados.

Pero en Italia esto no ocurre porque la directiva ha sido recibida en la ley marco sobre

la caza con unas modificaciones tales que la normativa italiana no respeta totalmente las

directivas europeas. Especialmente el artículo 9 antes citado, relativo a las derogaciones,

es lo que ha determinado la situación anómala e ilegal de Italia, que hace tiempo que

está bajo la acusación por parte de la Unión Europea por el uso incorrecto de las

derogaciones y ha coleccionado el número más alto de violaciones de las directivas de

protección de avifauna que provocan directamente procedimientos de infracción y el

pago de multas de gran cuantía que repercuten en los contribuyentes.

Analizando los datos procedentes de regiones que han permitido la caza en

derogación, datos discrecionales provistos por cazadores pero faltando controles

efectivos y por eso muy probablemente inferiores al número real de los individuos

46

Page 50: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

abatidos, se registra en la temporada 2004/2005 un abatimiento de más de 1.600.000

aves pertenecientes a especies protegidas, entre ellas estorninos, pinzones vulgares y

pinzones reales.

Como ya hemos dicho las regiones tienen que proveer motivaciones soportadas por

datos para poder justificar la adopción de derogaciones. En el ejemplo propuesto estas

motivaciones resultan casi equitativamente divididas entre “daños a la agricultura”

(artículo 9 letra A de la directiva) y “extracción de pequeñas cantidades” (artículo 9

letra C).

Falta la letra B que sería la extracción con fines científicos.

Hay que notar que las motivaciones dadas son completamente insatisfactorias porque

no proveen informaciones útiles para poder relacionar el daño a la agricultura con

aquellas determinadas especies, tanto que llegue a determinar como necesaria la

extracción.

En cambio, por lo que se refiere a la “extracción en pequeñas cantidades” entra en

juego el Instituto Nacional de Fauna Salvaje, citado en la ley 157/92, que calcula

anualmente una cantidad máxima abatible con el fin de monitorizar y tutelar las

especies a nivel nacional. Las regiones, sin embargo, actúan a menudo

independientemente y de manera automática emitiendo derogaciones de caza para

aquellas especies protegidas sin motivaciones reales.

Hay que destacar que el artículo 9 de la directiva se refiere a la extracción de

“pequeñas cantidades” bajo controles rígidos de selección (por especie, sexo o edad),

entonces lejos de la realidad donde las derogaciones concedidas permiten verdaderos

abatimientos (en el ejemplo propuesto hablamos de más de 785.000 aves que no son

ciertamente “pequeñas cantidades”) fuera de cualquier control.

Pero hay otro hecho interesante: la cantidad máxima de individuos abatibles de las dos

especies más importantes (pinzón vulgar y pinzón real) calculadas por las regiones ha

resultado diez veces superior a la cuota abatida en la realidad. Esto quiere decir que no

existe un verdadero problema de superpoblación que ponga en riesgo la tutela de la

especie y entonces el uso indiscriminado de las derogaciones es aún más insensato y

deletéreo, porque de hecho permite un régimen constante de caza a especies protegidas,

en violación de las normas y del sentido común.

47

Page 51: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

6.3 El caso de la útil Bisbita común

Además del caso de las derogaciones y su uso con fines venatorios existen muchos

otros casos de violación de las normas, tanto estatales como europeas, a través de

expedientes que de hecho permiten una caza vetada antes que la máquina burocrática se

ponga en movimiento para bloquearla. Un ejemplo muy interesante en este sentido

viene de Italia en el año 2008 cuando el Consejo Regional del Veneto, la noche del

primero de agosto, aprueba una ley que autoriza la matanza de una pequeña ave

migratoria insectívora, la Bisbita común (Anthus pratensis), chocando con varias

normativas entre las cuales encontramos un decreto del mismo Presidente del Consejo

de Ministros italiano de 1982 que declara no cazable esta especie dado que se considera

útil a la agricultura y la Ley Italiana sobre la Caza que considera en añadidura delito su

matanza.

Fig. 9 - la Bisbita común, pequeña ave insectívora útil a la agricultura y protegida por ley

La matanza permitida por la región Veneto no se refiere solamente a la Bisbita común

sino también a otros paseriformes como el pinzón vulgar, el pinzón real y el estornino,

siendo este último particularmente útil a la agricultura por ser un voraz depredador de

larvas de un lepidóptero considerado dañoso para los cultivos, la oruga americana.

48

Page 52: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Ha empeorado la situación la manera poco clara según la cual los cazadores deberían

declarar el número de piezas abatidas y, siendo inexistentes los controles, es presumible

que el número real de aves abatidas y no declaradas, dado que la declaración depende

exclusivamente de la conciencia de cada cazador, sea mucho más alto de lo permitido

(25.000 sólo para las Bisbitas comunes).

El problema es que este tipo de normativas regionales tienen efectividad inmediata y

antes de que el recurso presentado por asociaciones ambientalistas pueda tener un éxito

positivo la temporada ya ha finalizado con lo que la extracción venatoria de especies

protegidas en plena violación de varias leyes ya ha sido cometida.

En el ejemplo mencionado gracias a un recurso, la Comisión Europea, evaluando las

motivaciones por las cuales han sido introducidas las derogaciones y notando la

ausencia de soluciones alternativas que tenían que ser previamente adoptadas y la falta

de respeto de las condiciones previstas por la actuación de la derogación, ha decidido

deferir al Estado Italiano a la Corte de Justicia Europea que decidirá sobre la legitimidad

de la ley, con riesgo de multas de gran cuantía.

En este específico caso la acción de las asociaciones ambientalistas italianas se ha

unido a la de asociaciones alemanas e internacionales para denunciar públicamente la

matanza de aves protegidas en el Veneto y dañar la imagen de este territorio, haciendo

hincapié sobre la sensibilidad hacia los temas de protección de la naturaleza de los

alemanes que constituyen un buen porcentaje de los turistas que cada año visitan la

región gracias a la belleza de sus recursos naturales.

6.4 Ley Orsi: ¿un retorno al Medievo?

Actualmente en Italia está en curso un fuerte debate centrado sobre el diseño de una

ley que propone aportar serias modificaciones a la reglamentación en materia del

ejercicio de la caza. Se trataría entonces de cambiar profundamente algunos aspectos de

la ley marco sobre la caza, la 157/92, entrada en vigor hace dieciséis años y que

representa de momento el mejor punto de encuentro entre las exigencias de tutelas de

fauna y territorio y las necesidades venatorias, fruto de largos debates parlamentarios

que llevaron a un confluencia de intereses de las diferentes partes.

49

Page 53: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

El diseño de ley es controvertido en muchos de sus puntos, tanto que presenta varias

ilegitimidades constitucionales y que va en contra abiertamente de buena parte de los

reglamentos europeos en materia de protección del patrimonio ambiental y faunístico.

En la realidad se presenta como una desregulación, es decir, una liberalización de la

actividad venatoria que daría mayor libertad de acción a los cazadores con daños

incalculables a la fauna selvática italiana y no solamente a ella.

El elenco de modificaciones más deletéreas y peligrosas que se quieren aportar es

bastante larga pero vemos algunas en detalle:

Permitir la caza en condiciones ambientales difíciles, en presencia de nieve y

hielo. Situaciones en las cuales los animales ya están debilitados por el frío, la

falta de abrigos y la escasez de alimento (hecho que la misma ética venatoria

no consentiría).

Total liberalización de los cimbeles. Los cimbeles son reclamos vivos, aves

encerradas en jaulas muy pequeñas, usadas para atraer ejemplares de la misma

especie. A pesar de ser una práctica éticamente inaceptable porque el ave está

constreñida a vivir en un espacio muy reducido y no adaptado a sus exigencias

ecológicas, es una práctica ya permitida por ley en la actualidad pero con

muchas limitaciones. La modificación del diseño de la ley permitiría utilizar y

poseer un número ilimitado tanto de especies cazables como de especies bajo

régimen de protección.

Transferencia a los alcaldes del poder de derogar una directiva comunitaria: se

podrá derogar eventuales prohibiciones de interferencias a los animales. En la

práctica el alcalde tendrá la facultad de erradicar del propio territorio cualquier

especie que cause molestia y esto, en el momento en que no está especificado

de otra forma, además de perros o gatos salvajes vale también para especies

superprotegidas por las directivas. Se plantea en el futuro un aumento

exponencial de las violaciones.

Desaparece el interés de la comunidad nacional e internacional por la tutela de

la fauna, en otras palabras, se vendría a crear una situación paradójica por la

cual el estado italiano tendría un patrimonio indisponible, la fauna salvaje,

pero no estaría interesado en su tutela.

50

Page 54: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Posibilidad de disparar en las rutas de migración o más precisamente en los

pasos de montaña que son atravesados en las rutas migratorias. Se trata de

zonas utilizadas por las aves como área de parada y descanso, y muy delicadas

desde el punto de vista biológico. Hasta el día de hoy la caza está prohibida

para no provocar molestias a la fauna que además se encuentra concentrada en

espacios muy reducidos. Permitir la caza en estos territorios pondría en riesgo

el largo viaje de migración de las aves, causando un daño que se manifestará

fuera del territorio italiano, es decir, en aquellos países que representan la meta

de llegada del viaje. Consentir la extracción venatoria no es además una buena

disuasión para combatir el fenómeno de la caza furtiva que ya existe.

No obstante los procedimientos de infracción de la Unión Europea y la

sentencia de la Corte Constitucional, empeora el tema de las derogaciones de

caza. Según la propuesta de ley las regiones podrán activar derogaciones

imposibilitando la intervención del Estado para aquellas derogaciones no

conformes a la directiva. Temas sobre el cual está en curso un procedimiento

de infracción de la Comisión Europea.

Se excluyen de cualquier forma de protección faunística animales como el

palomo doméstico, la nutria, las especies alóctonas o exóticas como

papagayos, armiños y ardilla gris, etcétera. En la práctica para todas estas

especies se autoriza un abatimiento descontrolado porque son equiparadas a la

rata o al topo y eliminables a discreción de cada ciudadano, como en las

desratizaciones, o también con lazos, trampas y veneno.

Uso del plomo niquelado en zonas húmedas. El plomo niquelado (revestido de

una sutil película de níquel) está prohibido por ley según el decreto sobre

Z.E.P.A. que prevé la prohibición de utilizar perdigones fundidos con

minerales responsables de efectos de contaminación por plumbismo (según lo

denunciado por la WWF en diciembre del 2007, en la región Veneto, violando

esas disposiciones comunitarias, ha sido utilizado el plomo niquelado con

efectos desastrosos sobre la avifauna acuática en particular sobre flamingos).

Desaparición de la denifición de “especies superprotegidas”. En base a esto

desaparece la obligación comunitaria de asegurar zonas de protección especial

para las especies listadas en la Directivas específica. Así como desaparecerán

las obligaciones relacionadas con algunas determinadas especies según lo

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Page 55: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

suscrito por Italia en el ámbito de convenciones internacionales. Esto se

traduce en la posibilidad de disparar libremente a animales como águilas,

flamingos, cisnes y cigüeñas, por nombrar algunos.

Se autoriza la gestión faunística en las áreas vedadas para la caza. Eso

significa que de facto será consentida la caza en Parques o en otras áreas

protegidas, incluso según planes plurianuales y para especies en derogación

como el pinzón real y el pinzón vulgar, es decir especies protegidas. Pero no

basta: se establece un techo máximo de extensión para las áreas protegidas

correspondiente al 30% del territorio regional. Si este límite ya es superado es

necesario redimensionar el área natural, so pena del pago de sanciones a cargo

de la región infractora.

Extensión del permiso de caza a partir de los dieciséis años de edad. Además

de ser fuertemente deseducativo, esta licencia anticipada contribuiría, dada la

inexperiencia de los jóvenes, a aumentar el número de accidentes mortales o

no durante la temporada de caza.

No se prevé la incorporación del Acuerdo sobre conservación de Aves

Acuáticas Migratorias de África-Eurasia (AEWA) ni referencias a la ley

específica que lo incorpora. De facto el diseño de ley no daría ninguna

definición acerca de tiempos y modalidades de activar la prohibición de uso de

perdigones de plomo en los humedales, según queda establecido en el Acuerdo

Internacional.

Estos puntos arriba listados son una parte de las modificaciones que se quieren aportar y

las consecuencias relacionadas que se verificarán. Esta ley adquiere la forma de un gran

ataque a la naturaleza, un freno al crecimiento de áreas protegidas, una continua

violación de normas de protección europeas e internacionales, un peligro mayor para la

integridad física pública, un daño incalculable para la fauna salvaje. Por muchos ha sido

definido como un “retorno al Medievo” es decir, hacia una caza libre e indiscriminada,

sin casi reglas a respetar. No es un caso, de hecho, que las voces de protesta se hayan

levantado fuertemente involucrando a la opinión pública, según sondeos casi totalmente

en contra de los puntos más criticados de este diseño, todas las asociaciones

ambientalistas y animalistas e incluso algunas asociaciones venatorias.

Con la esperanza en que tal proyecto irracional de reforma, no defendido ni por datos

científicos ni necesidades urgentes, se abandone, queda sin embargo el ejemplo de lo

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Page 56: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

difícil que puede llegar a ser alcanzar y mantener en el tiempo los objetivos de

salvaguardia de la naturaleza y tutela del patrimonio faunístico porque muchos son los

intereses en juego y fuerte es la miopía del legislador en temas de sostenibilidad de

recursos naturales.

6.5 El problema del turismo venatorio

Es un fenómeno todavía poco conocido por la opinión pública pero muy difundido en el

ambiente venatorio: se trata de viajes organizados por verdaderos touroperadores que

ofrecen como destinos territorios de caza casi incontaminados y salvajes esparcidos por

todo el mundo. El fin es poder practicar una caza al animal preferido en un escenario

natural de rara belleza y con la posibilidad de disparar a especies que en propio país

están protegidas, superando las barreras que los cazadores sienten siempre como más

restrictivas.

Según los datos de la asociación ambientalista Legambiente solo en Italia se estima

entre 50 y 100 mil cazadores que participan cada año en viajes de turismo venatorio.

La red abunda de agencias de viajes y el abanico de ofertas es muy amplio: por ejemplo

la agencia “Hunter’s Heaven” (El paraíso del cazador) propone un paquete todo incluido

de 10 días a Kamchatka, que incluye el visado, documentación para transporte de armas,

asistencia en aduana, desplazamientos al campo base en helicóptero, pernoctamiento y

noches con espectáculos típicos rusos. Más la posibilidad de llevarse a casa un trofeo de

oso (por “trofeo” se entiende generalmente la cabeza o la cornamenta del animal

abatido, un objeto muy ambicionado con el que muchos aman hacer exposiciones en la

propia casa).

Si uno tiene coraje y está dotado de buena agilidad se puede apuntar hacia la Oveja de

las nieves que vive a altitudes de alrededor de 2.000 metros en lugares aislados y

inhóspitos, alcanzable solo en helicóptero. Más la captura de la oveja, por su

excepcionalidad, vale todos los esfuerzos y sacrificios hechos.

Esto es únicamente un ejemplo, pero podríamos mencionar la caza del oso en Alaska,

las aves acuáticas y Ungulados en Rumania, perdices en Bielorrusia, urogallos en el

interior de parques en Suecia y tantísimos animales en Georgia, Irán, Cuba, Argentina,

Marruecos, Canadá y etcétera.

53

Page 57: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

Ningún continente es excluido de la red de viajes y desplazamientos que anualmente

producen un volumen de negocio muy alto.

De hecho cuando se habla de países pobres con economías en dificultades es fácil

entender que el hecho de hospedar turistas occidentales dispuestos a pagar miles de

euros para pasar unos días en busca de un trofeo es una fuente de ingresos notable que

no requiere tampoco la preparación de grandes estructuras organizativas, dado que el

objetivo del viaje es poder disponer de caza. Muchos de esos países, sobre todo en la

Europa del Este, disponen de muchísima caza, debido a su ambiente en gran medida

incontaminado.

Pero no todo se produce según las reglas, más bien las reglas en muchos casos no

existen o son infringidas sistemáticamente. Tomamos en consideración el caso de

Rumania.

Lobos, linces, osos pardos son especies protegidas, pero en este país siguen siendo

cazadas y son muchísimos los turistas occidentales que gastan hasta 10.000 euros

(incluido trofeo y piel) para poder cazar en los espléndidos bosques de los Cárpatos,

donde hay la más alta concentración europea de oso pardo.

Fig. 10 - Un turista-cazador posa en una foto con un oso pardo recién abatido.

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Page 58: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

El problema es que las autoridades rumanas, así como en otros países, deciden

autónomamente la cuota de animales a disparar para mantener el equilibrio en la

población.

A pesar de la idea de dejar en manos el crecimiento poblacional a personas desprovistas

de cualquier formación y sin ningún tipo de consejo científico, basándose en lo que

denuncian organizaciones ecológicas no gubernamentales el número estimado de osos

está muy inflado para poder recavar cuotas de abatimiento más altas. Mientras que el

gobierno local habla de un 50% de excedencia de la población, las asociaciones

extranjeras plantean en contra un riesgo de extinción en un plazo de diez años, si la

matanza organizada con los touroperadores no cesa.

La paradoja que se crea no solo en Rumanía si no también en otros países es que por un

lado se firman convenciones internacionales sobre la protección de algunas especies

(como la Convención de Berna para la conservación de la vida salvaje y de los biotipos

en Europa) y por otro se autoriza arbitrariamente, con pretexto de la peligrosidad para

los cultivos o el hombre, la matanza de estas mismas especies listadas en los acuerdos.

No faltan numerosos episodios de ilegalidad, facilitados por la desreglamentación en la

que viven estos países del este. En los territorios de la ex Yugoslavia, por ejemplo, son

frecuentes las batidas de caza furtiva con la participación de cazadores italianos,

franceses y españoles. Se cazan especies protegidas y se envían congeladas al propio

país, alimentando un tráfico clandestino, la considerada “eco-criminalidad”.

Son tantos los episodios denunciados y probablemente mucho más los que no son

descubiertos por falta de controles.

Según fuentes de Legambiente en la zona de los Balcanes hay un activo tráfico ilegal de

animales como testimonian numerosos cazadores que son parados con centenares de

aves congeladas. En Verona, en el 2004, hubo una gran operación de control llamada

“Colibrí” que ha aportado luz al intenso tráfico de animales gestionados por 5 agencias

de turismo venatorio del norte de Italia en Serbia, Montenegro y Hungría con la

colaboración de agentes locales. Fueron requisados camiones que contenían 10

toneladas de animales muertos, entre los cuales se encontraban 70 mil aves y más de mil

piezas de ciervos, corzos, etcétera en la que era una importación ilegal de caza para

restaurantes y particulares con un volumen de negocio anual que se eleva a varios

millones de euros.

55

Page 59: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

CONCLUSIONES

A la luz de lo visto hasta ahora podemos afirmar que la caza es una actividad que vive

en los últimos decenios en un perenne clima de debate entre el mundo ecologista-

ambientalista que aboga por su abolición o cuanto menos por una limitación y el mundo

de los practicantes que, al contrario, reclaman una mayor libertad y menos reglas a

respetar, más especies cazables, temporadas de caza más largas, etcétera.

No es fácil encontrar un compromiso entre exigencias tan diferentes, aún más si a

todo esto se añaden las actividades ilegales que ni siquiera pueden ser paradas por

normas más severas.

También es verdad que los ilegales representan solo un cierto porcentaje de todos los

cazadores sobre los cuales no puede recaer la culpa de pocos. Pero la duda fundamental

es esta: ¿a quién o a qué sirve la caza? Depende del punto de vista: si la consideramos

una actividad necesaria para procurarse alimento y sobrevivir entonces ha perdido esa

función desde hace siglos.

Hoy día quien defiende la caza habla de defensa de las tradiciones, de un cultura

trasmitida a lo largo de los siglos, de jornadas casi rituales, de una actividad, según

relatan los cazadores, esperada con ansiedad y vivida a través de revistas especializadas,

viajes, coleccionismo, encuentros y etcétera.

Es verdad también que detrás de ella se esconde el interés de empresas productoras de

armas si no no se explicaría porqué, no obstante que el número de los socios disminuya

de año en año y la opinión pública sea totalmente contraria a la caza, ella sea soportada

por el poder político, muchas veces poniéndose en abierto conflicto con los convenios y

directivas de tutela.

Hay también muchos científicos que afirman la inutilidad de la caza desde el punto de

vista científico contestando a las posiciones que la defienden como instrumento para el

control de la población.

El profesor Carlo Consiglio, docente de zoología en la Universidad “La Sapienza” de

Roma recuerda por ejemplo el caso del cantón de Ginebra donde, por motivos ligados al

turismo, la caza ha sido vetada desde hace años, sin consecuencias para las poblaciones

animales. Él afirma que: “El mismo concepto de superpoblación no tiene fundamento

científico ni tampoco una definición científica. Superpoblación significa que los

56

Page 60: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

animales son más de los que deberían ser pero ninguno puede decir cuántos deberían

ser. Los animales son aquellos que son, debido al equilibrio que ellos alcanzan”.

Equilibrio en este caso perfectamente alcanzado sin más caza ni extracciones venatorias.

En líneas generales podemos decir sin duda que es necesario intervenir donde existan

emergencias y sobre todo tratar de hacer respetar los acuerdos y las leyes.

Por lo que refiere a la contaminación por plomo, por ejemplo, se han obtenido desde

hace tiempo algunos resultados: en los Estados Unidos está prohibido utilizar

municiones cargadas con plomo para la caza de aves acuáticas desde 1991, en Canadá y

Finlandia desde 1997 y en la mayor parte del resto de la UE hay fuertes limitaciones en

los humedales.

Pero es verdad también que, no obstante los buenos propósitos, no todos respetan las

reglas o las mismas llegan con mucho retraso. Existen también municiones alternativas,

por ejemplo en acero, pero los expertos del sector venatorio son muy reacios a su uso y

a cualquier tipo de cambio en general.

Una convención suscrita en la Haya en 1996 prevé la “prohibición de perdigones de

plomo en humedales a partir del 2000” pero ha entrado en vigor en Italia por ejemplo

solo en el 2006 y se refiere exclusivamente a las zonas húmedas localizadas en las

Z.E.P.A.

Cada año más de retraso antes de tomar decisiones definitivas significa en esta

circunstancia repartir más toneladas de plomo en el territorio con todos los efectos a

corto y largo plazo que esto conlleva.

Otra emergencia es la ilegalidad difundida que tiene que ser combatida tanto a nivel

legislativo (como en el caso del uso impropio de las derogaciones o de las tentativas de

cambiar las leyes ya existentes fruto de buenos compromisos como hemos visto en el

caso de la ley Orsi en Italia) como a nivel práctico, por ejemplo la caza furtiva o el

comercio ilegal de especies protegidas. Actividades que deberían ser combatidas y

aisladas inmediatamente por todos los medios, también porque estropean la imagen de

aquellos cazadores que se definen respetuosos del ambiente.

Es necesario encontrar alternativas que aseguren beneficios a largo plazo, hecho que

la caza no hace. Si por un lado es verdad que en algunas realidades rurales la caza es tan

enraizada en el territorio que representa la mayor fuente de ingresos, por otro existen

oportunidades concretas de desarrollo económico y social en muchas áreas donde se

plantean nuevos tipos de ingresos, por ejemplo, a través de actividades de

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Page 61: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

emprendedores que revaloricen productos locales de calidad y producciones ecológicas,

promuevan la conciencia y el respeto al territorio a través de programas de educación

ambiental, hagan hincapié en las bellezas naturales y el turismo sostenible, favorezcan

actividades pacíficas como la observación y el reconocimiento en el campo de las aves,

actividad con un alto componente lúdico y científico a la vez y respetuosa de la

avifauna.

58

Page 62: La actividad de caza - análisis del impacto ecológico y social

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