la actitud critica
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LA ACTITUD CRÍTICA
Debido al crecimiento cultural que la sociedad ha
experimentado, la actitud crítica es cada vez mayor. Ya son
historias pasadas las escuchas pasivas sin posibilidad de
respuesta.
Por Miguel-Angel Martí García
El peso de la autoridad era tanta que la crítica si podía hacerse se nos antojaba como un
desvarío, una falta de educación y respeto, y frecuentemente como una frescura, nunca
como un ejercicio de la inteligencia. La sensibilidad actual ha optado por defender con
argumentos sus posiciones personales, sin sometimientos serviles o autodestructivos. Hoy
cada uno se siente defensor de sus criterios personales independientemente del lugar que
ocupe en la sociedad. El derecho a opinar ha dejado de ser un coto cerrado para sólo unos
pocos (con poder). Esta conquista ha enriquecido enormemente los pareceres que la gente
tiene sobre los temas más diversos. Entre el blanco y el negro ha surgido una amplia gama de
colores intermedios muy interesantes. Las posturas extremas van perdiendo partidarios, hoy se
valora más el matiz, la distinción y todas aquellas circunstancias que acompañan a un hecho.
Los conocimientos intelectuales cada vez superiores y más frecuentes se han convertido en la
principal arma en nuestra dialéctica cotidiana. Efectivamente la formación intelectual es el
mejor instrumento para adoptar una actitud crítica frente a planteamientos, posturas o teorías
que no nos convencen. Tapar la boca a otro con argumentos de autoridad ha sido durante
años una técnica que se ha ejercido con todo descaro, en la actualidad este tipo de
argumentos se nos presentan como poco convincentes, por eso la actitud crítica ha de echar
mano de la ciencia y de la razón, de planteamientos intelectuales serios para fundamentar su
discrepancia. La actitud crítica posibilita que las personas débiles puedan defenderse de las
actitudes prepotentes que tienden a imponer siempre su criterio. A1 abuso de autoridad, al
abuso de poder, a la desconsideración frente a la diversidad del otro, hoy no se responde
con el silencio y el sometimiento, porque hay en la sociedad una conciencia viva de que
dogmas hay muy pocos y cada uno puede opinar o discrepar cuando lo crea necesario.
Estar siempre dispuesto a escuchar los puntos de vista ajenos es, sin duda, un
comportamiento sabio que por una parte nos acerca más a los demás y por otra nos
enriquece personalmente. Instalarse en la verdad es, sin duda, la postura más equivocada
que puede tomar un hombre o una mujer. Este tipo de personas se les conoce
inmediatamente porque más que dialogar adoctrinan, recetan antes de haberse tomado la
molestia de escuchar los síntomas de la enfermedad. No valoran lo particular, lo
circunstancial, lo que de único tiene toda biografía personal, y por eso aconsejan teniendo
sólo en cuenta el parámetro del hombre ideal (para ellos). Para éstos la actitud crítica de los
demás es únicamente una justificación de sus debilidades.
Miguel-Angel Martí García es catedrático de Filosofía, autor –entre otros libros- de «La sensiblidad» (2ª ed), La adminiración (2ª ed.), La tolerancia (3ª ed.), La convivencia (4ª ed.), La madurez (3ª ed.), La afectividad,
editados por Ediciones Internacionales Universitarias