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1 LA ACCIÓN POLÍTICA DE LOS CAUDILLOS VENEZOLANOS DE FINES DEL SIGLO XIX: UN EJERCICIO PRAGMÁTICO INÉS GUARDIA ROLANDO PROFESORA- INVESTIGADORA . UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR . DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN GENERAL Y CIENCIAS BÁSICAS. EDIFICIO FÍSICA Y ELECTRÓNICA 1, VALLE DE SARTENEJAS , BARUTA , ESTADO MIRANDA, VENEZUELA. TELÉFONOS: OFICINA (58) 0212-906-36-80/906-35-80. TELEFAX : (58) 0212-906-36-80. E- MAIL: IGUARDIAR @HOTMAIL. COM/IGUARDIA @USB. VE PREPARED FOR DELIVERY AT THE 2003 MEETING OF THE LATIN AMERICAN STUDIES ASSOCIATION (LASA), DALLAS , TEXAS , MARCH 27-29, 2003.

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LA ACCIÓN POLÍTICA DE LOS CAUDILLOS VENEZOLANOS DE FINES DEL SIGLO XIX: UN EJERCICIO PRAGMÁTICO

INÉS GUARDIA ROLANDO

PROFESORA-INVESTIGADORA. UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR.

DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN GENERAL Y CIENCIAS BÁSICAS. EDIFICIO FÍSICA Y ELECTRÓNICA 1, VALLE DE SARTENEJAS, BARUTA, ESTADO MIRANDA, VENEZUELA.

TELÉFONOS: OFICINA (58) 0212-906-36-80/906-35-80. TELEFAX: (58) 0212-906-36-80. E-MAIL: [email protected]/[email protected]

PREPARED FOR DELIVERY AT THE 2003 MEETING OF THE LATIN AMERICAN STUDIES ASSOCIATION (LASA), DALLAS, TEXAS, MARCH 27-29, 2003.

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LA ACCIÓN POLÍTICA DE LOS CAUDILLOS VENEZOLANOS DE FINALES DEL SIGLO XIX: UN EJERCICIO

PRAGMÁTICO∗

Por Inés Guardia Rolando∗ ∗ Universidad Simón Bolívar

Caracas-Venezuela

RESUMEN

A partir del estudio de Nicolás Rolando se pretende explicar los factores que contribuyeron al debilitamiento del caudillismo como régimen político y posibilitaron la consolidación del Estado Nacional centralizado basado en el eje Ejército-Jefe-Administración.

La significación de Rolando como representante del caudillismo regional durante 1899 y 1903, radica en que fue la expresión de un proyecto político que defendió el “federalismo” entendido como el mantenimiento de las autonomías federales y se opuso al proceso de centralización política adelantado durante el gobierno de Cipriano Castro (1899-1908). Esta oposición fue la expresión de una forma particular de ejercicio del poder, que bajo la bandera liberal, se caracterizó por la disgregación y el parcelamiento.

Se intenta una interpretación que, desde los ámbitos de la historia y ciencia política, permita una explicación de la acción política de Rolando como expresión de lucha y disenso. Desde esta perspectiva el estudio de los alzamientos, conspiraciones y revoluciones llevados a cabo por los caudillos son fundamentales para comprender la lucha por el poder político durante el período estudiado. PALABRAS CLAVES: CAUDILLISMO FEDERALISMO CENTRALIZACIÓN DISGREGACIÓN ESTADO NACIONAL LA ACCIÓN POLÍTICA DE LOS CAUDILLOS VENEZOLANOS DE FINALES DEL SIGLO XIX: UN EJERCICIO PRAGMÁTICO

∗Este artículo forma parte de la tesis doctoral titulada: La acción política de Nicolás Rolando en contra de Cipriano Castro (1899-1908). ∗ ∗ Doctora y Magíster en Ciencia Política-Universidad Simón Bolívar (2002-1995); Doctorado en Historia-Universidad Católica Andrés Bello (2002); Licenciada en Sociología-Universidad Católica Andrés Bello (1983); Estudiante de Licenciatura en Historia-Universidad Central de Venezuela (9o. Semestre) (1986), [email protected], [email protected].

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Por Inés Guardia Rolando Universidad Simón Bolívar

Caracas-Venezuela

INTRODUCCIÓN

En 1899 el Estado venezolano atravesó una crisis política, institucional y económica que se manifestó en la poca capacidad del gobierno para mantener la estabilidad y la centralización política, en la proliferación de alzamientos armados y en el caudillismo como modo de acceder al poder; en consecuencia, el país estaba dividido en múltiples regiones desarticuladas que no rendían obediencia al poder central.

La guerra se extendió y los distintos caudillos regionales retomaron las armas; la situación presentaba continuas pugnas entre el poder central y el regional, donde cada presidente de estado asumía la defensa de la “Federación” entre revoluciones, alzamientos y conspiraciones, bajo cierta doctrina distorsionada del liberalismo.

El estallido de un movimiento armado liderado por Cipriano Castro señaló el inicio de la Revolución Liberal Restauradora en mayo de 1899; su triunfo y ascenso a la primera magistratura nacional marcó una ruptura con las formas anteriores de gobierno porque durante este período se desencadenaron una serie de transformaciones que fueron el resultado de la ejecución de diversas acciones que fortalecieron el poder central y quebrantaron el dominio de los caudillos regionales.

Estos métodos contrastaron radicalmente con el aplicado durante el guzmancismo1, durante el cual se p royectaron las bases del Estado moderno venezolano; en tal sentido, se promovieron y se desarrollaron las estructuras nacionales básicas para tal fin; se inició una administración centralizada y eficaz; se impulsó la construcción de medios de comunicación y se proveyó de instrumentos legales susceptibles de estimular la unidad del país2. En lo político, las relaciones entre el poder central y las regiones se e stablecieron con base a acuerdos entre caudillos y se logró conservar la paz y cierta estabilidad política.

Una vez retirado Guzmán Blanco se produjo un vacío de poder y resurgió nuevamente el caudillismo como fenómeno disgregador que conducía el debate y la lucha política. Bajo este ambiente político, el gobierno de Castro implementó una serie de acciones tendientes a acabar con el caudillismo; medidas, que a su vez, generaron reacciones por parte de los caudillos, que en un principio fueron rebeliones aisladas y finalizaron con la Revolución Libertadora (1901-1903).

1 Es menester mencionar que con la denominación de guzmanato se conoce el período histórico que abarca de 1870 a 1887, comprende cinco períodos, tres de mandato personal de Antonio Guzmán Blanco: el Septenio (1870-1877); el Quinquenio (1879-1884) y la Aclamación Nacional (1886-1887) y dos bienios representados por Francisco Linares Alcántara (1877-1878) y Joaquín Crespo (1884-1886). 2 Cfr. Germán, CARRERA DAMAS. Temas de historia social y de las ideas. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, 1969, p. 34.

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A los efectos de comprender la importancia de la Revolución Libertadora, es preciso señalar que, su singularidad consistió en que fue el único de los movimientos armados que se produjeron en Venezuela en que se combinaron los intereses de los caudillos regionales con los de algunas empresas de capital extranjero que operaban en el país3. Ahora bien, la “Libertadora” fue en efecto, la última resistencia del caudillismo contra la soberanía del Estado Nacional representado por Cipriano Castro y luego por Juan Vicente Gómez.

Dentro de este contexto se desarrolló la acción política de N icolás Rolando, el caudillo más importante de la zona oriental entre 1899 y 1908, quien durante la mayor parte del gobierno de Cipriano Castro formó parte activa de la oposición, participó en diversas conspiraciones y en la Revolución Libertadora en la cual fue vencido.

La rendición de las tropas de Rolando ante el ejército castrista al mando de Juan Vicente Gómez, en Ciudad Bolívar, el 21 de julio de 1903, de hecho, ha sido considerada por algunos historiadores —Inés Quintero (1989 y 1991); Elías Pino Iturrieta (1991); Manuel Caballero (1993) y Roberto Vetencourt (1994)— como el último paso en el proceso de disolución de los partidos tradicionales de Venezuela, iniciado en 1899 con la llegada de Castro al poder y representa el final de nuestras guerras civiles.

Como el resto de los caudillos regionales, Nicolás Rolando combatía o pactaba con los distintos gobernantes, promovía rebeliones locales, movimientos autonomistas, participaba en alzamientos armados de carácter nacional, puesto que tenía bajo su control una tropa que lo convertía en la primera figura de la cadena de poder en el ámbito regional.

Se puede afirmar que la significación política de Nicolás Rolando como representante del caudillismo regional durante 1899 y 1903, radica en que fue la expresión de un proyecto político que defendió el “federalismo” entendido como el mantenimiento de las autonomías federales y se opuso al proceso de centralización política adelantado durante el gobierno de Cipriano Castro. Esta oposición fue la expresión de una forma particular de ejercicio del poder, que bajo la bandera liberal, se caracterizó por la disgregación y el parcelamiento4.

Después de la derrota de la Revolución Libertadora, Nicolás Rolando continuó con su actividad de oposición y durante 1908 organizó, junto con otros caudillos de relevancia nacional, una conspiración armada con la finalidad de derrocar al gobierno presidido por

3 Es necesario aclarar que a pesar de la importancia e influencia de los actores políticos extranjeros durante este período, nuestra atención se concentrará principalmente en el análisis de los actores políticos nacionales puesto que su actuación se considera esencial con relación al cambio del régimen político del caudillismo al Estado Nacional centralizado basado en el eje Ejército-Jefe-Administración. Al lector interesado en profundizar sobre el rol de las potencias extranjeras se recomienda la lectura de los siguientes autores: Nikita, HARWICH VALLENILLA. Asfalto y revolución: la New York & Bermúdez Company. Caracas: Monte Avila Editores, 1992, Domingo, IRWIN. “Comentarios sobre el bloqueo a las costas venezolanas, 1902-1903” en: Cien Años de Sociedad. Puerto Rico: Ediciones Callejón, 2000 y Manuel, RODRIGUEZ CAMPOS. Venezuela 1902, la crisis fiscal y el bloqueo. Caracas: Ediciones de la Universidad Central de Venezuela, 1977. 4 Aunque durante este período es posible identificar dos ejes de diferencias y tensiones: centralismo vs. federalismo y ciertas posturas nacionalistas vs. aquellas que tendían más bien a una apertura económica y liberal entre los actores políticos (Castro y Rolando), centraremos nuestra atención en el análisis del eje federalismo-centralismo ya que como veremos, se considera esencial para comprender y explicar el proceso de reformulación del Estado Nacional durante el período estudiado.

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Cipriano Castro, a quien consideraba un tirano por los métodos de coerción aplicados a los opositores que consistían en el encarcelamiento, la prisión, el exilio, y la tortura.

A partir del análisis de los documentos del archivo personal inédito de Nicolás Rolando, se pretende establecer el proyecto político que con respecto al Estado tenía este caudillo oriental y de esta forma reconstruir la pugna que por el poder existió en Venezuela desde finales del siglo XIX y hasta principios del XX, entre dos posiciones políticas: la que representaba Nicolás Rolando que defendía el liberalismo, manifestado en la defensa de las autonomías federales, que representaba en esta época la disgregación de Venezuela, y el proyecto de Cipriano Castro orientado a la centralización del poder y la reformulación del Estado Nacional.

Abordar el estudio del personaje, desde esta perspectiva sociopolítica, ayuda a completar el panorama descrito hasta ahora por la historia política venezolana de finales del siglo XIX y principios del XX y permite profundizar en aspectos como: las relaciones de poder, los pactos y acuerdos entre caudillos de las diferentes regiones; el estudio de las personalidades y su rol protagónico en los procesos históricos; posturas ideológicas y prácticas de los partidos políticos tradicionales y las cadenas de mando entre los distintos caudillos.

Básicamente se intenta una interpretación que, desde los ámbitos de la historia política y de la ciencia política, permita una explicación de la actuación política de Nicolás Rolando como forma de expresión de lucha y disenso político. En este sentido, los movimientos de oposición (alzamientos, conspiraciones y revoluciones) llevados a cabo por los distintos caudillos pueden ser entendidos como una manera de comprender las relaciones de poder caudillista en el marco de la lucha por el poder político durante el período estudiado.

Un estudio de este tipo implica analizar el contexto sociopolítico entre 1899 y 1908 para determinar la crisis evidenciada en la pugna por el poder de dos proyectos políticos distintos: el que dirigió Cipriano Castro y su oposición representada, entre otros caudillos, por Nicolás Rolando.

Los planteamientos que nos guiaron pueden resumirse en tres ideas fundamentales:

I. La distorsión del federalismo a partir de la Constitución de 1830.

II. La concentración del poder en el Presidente de la República.

III. La violencia como mecanismo del debate político.

En consecuencia en este ensayo se describe la transformación que sufrió el federalismo a partir de 1830, luego se desarrolla la idea de cómo la distorsión del federalismo, durante el siglo XIX5, lo lleva de ser una doctrina que expresó una forma de organización del Estado a principios y mediados del siglo XIX, al pragmatismo de finales de siglo, dando lugar a la eliminación de los caudillos venezolanos del siglo XIX, cuyo escenario de actuación en la

5 A partir de la Constitución de 1830 comenzó el proceso de distorsión del federalismo como modelo de organización del Estado imitado de los Estados Unidos de América que como tal fue asumido en la Constitución de 1811. Es entonces desde 1830, que el federalismo se utilizó como justificación doctrinaria de una práctica política específica encaminada a la defensa de las autonomías regionales para, de esta forma, mantener sus privilegios los diferentes caudillos.

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oposición es el campo de batalla. De este modo, la dinámica del caudillismo venezolano sufre una transformación con la Revolución Liberal Restauradora.

En general, en este artículo se definen, teórica y contextualmente, el federalismo y la debilidad institucional del Estado venezolano que se reveló en distintas formas de personalismo; y se describe y analiza la transformación que sufrió el federalismo al convertirse en un ejercicio pragmático que se expresó en forma violenta en las luchas caudillistas en Venezuela a fines del siglo XIX. Finalmente se plantea que las revoluciones, los alzamientos y las conspiraciones fueron las manifestaciones de esta violencia que se presentaba de forma sistemática y cotidiana caracterizando las formas de resistencia y movimientos de oposición al proceso de centralización llevado a cabo por C ipriano Castro.

En las consideraciones finales se presentan las reflexiones acerca de cómo la deformación del federalismo y el centralismo, junto con la debilidad institucional del Estado venezolano, generaron una situación de violencia en la Venezuela de finales del siglo XIX y el caudillismo se convirtió en la expresión de esa violencia y se manifestó como factor de disgregación y parcelamiento. En consecuencia, la consolidación del Estado Nacional tenía obligatoriamente que pasar por la eliminación de este fenómeno político.

En la valoración de las fuentes encontramos que el caudillismo como fenómeno histórico y político ha sido ampliamente analizado desde diversas perspectivas teóricas. Sin embargo, un estudio específico acerca de la acción política de N icolás Rolando, todavía no existía. Se constató, producto de la revisión historiográfica6, que existen dos folletos —el de Pedro José Muñoz y el de Nicolás Vegas Rolando— que recogen datos biográficos del personaje7; no obstante, se puede afirmar que la figura de Nicolás Rolando había sido poco trabajada por la historiografía nacional; en general, la mención que se hacía de Rolando iba ligada fundamentalmente a su participación y posterior rendición en la Libertadora (1903).

El estudio se concentró en el archivo inédito de Nicolás Rolando y en los datos que arrojó la revisión bibliográfica; queda pendiente que estos datos puedan ser enriquecidos o aumentados y ello aporte nuevas ideas al respecto. Es decir, el análisis y las conclusiones que se presentan parten de la perspectiva de un actor: Nicolás Rolando. Las visiones e interpretaciones de otros actores que participaron durante el proceso son recogidas a través de las fuentes secundarias. En resumen, se partió del examen de la documentación del archivo de Nicolás Rolando para, con ello, reconstruir su actuación política así como también el marco de referencia de ideas que guió sus acciones.

En los párrafos siguientes nos concentraremos en explicar la evolución que sufrió el federalismo a partir de 1830 y los abordajes teóricos utilizados por la historiografía venezolana durante los siglos XIX y XX, puesto que resulta esencial para comprender el proceso de distorsión.

Cuando e l General Cipriano Castro llegó a Caracas el 23 de octubre de 1899 para iniciar el gobierno de la Restauración Liberal (1899-1908), el país estaba dividido en múltiples

6 Para el trabajo doctoral se hizo una revisión amplia y detallada sobre lo que la historiografía nacional ha recogido del personaje. 7 Cfr. Pedro José, MUÑOZ. Nicolás Rolando, breve imagen de su personalidad. Caracas: Congreso de la República, 1973 y Nicolás, VEGAS ROLANDO. General Nicolás Rolando. Pasión y voluntad de servicio a Venezuela. Caracas: Ediciones Vegas Rolando, 1973.

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regiones que no le rendían obediencia al poder central8. Aunque desde 1881 constitucionalmente estaba prevista la centralización institucional y administrativa, así en las regiones continuaban las prácticas caudillistas, las cuales se manifestaron de distintas maneras, tales como: en el poder político a través de los aliados de los caudillos en los Concejos Municipales y Estatales, así como en la influencia económica y comercial de los distintos jefes o caudillos quienes definían con el ejercicio del poder las estructuras políticas, económicas y sociales de los estados venezolanos.

El proyecto de Cipriano Castro consistía en llevar a cabo una serie de transformaciones encaminadas a lograr la centralización efectiva del poder; acciones que se fundamentaron en la imposición de normas constitucionales orientadas a debilitar el federalismo y que en la práctica, se tradujeron inclusive en la eliminación física de los caudillos. Estas actuaciones contrastaron radicalmente con el método que se aplicó durante el guzmancismo basado en un acuerdo entre caudillos9. Es decir, Guzmán Blanco no acabó con las redes caudillistas; más bien se sirvió de éstas para lograr su reconocimiento en el poder central a cambio de respetar el espacio político alcanzado por cada uno de los caudillos en su región de origen.

En este contexto se hizo evidente la pugna por el poder que existió en Venezuela entre finales del siglo XIX y principios del XX, por dos proyectos políticos distintos: el de Cipriano Castro, que como se dijo anteriormente estaba orientado a reformar el Estado Nacional a través de la centralización de los poderes públicos10. Y el que personificaba en el ámbito estrictamente político aunque no teórico, Nicolás Rolando, quien defendía el federalismo; es decir, las autonomías regionales. Ambas posiciones declaraban que doctrinariamente estaban representadas en el partido libera l11, sin embargo, diferían en la manera de

8 A pesar de la abundante producción historiográfica acerca del gobierno de Cipriano Castro, este es uno de los períodos de la historia de Venezuela que requiere mayor análisis dado que, durante la Restauración Liberal, la estructura de poder fundamentada en los acuerdos y pactos entre caudillos regionales y poder central desapareció, para dar paso a una nueva organización afianzada en el eje jefe-ejército-administración. 9 Guzmán Blanco y sus seguidores se sirvieron de los caudillos para legitimar su autoridad en el poder central, en tanto sentaban las bases para el establecimiento del Estado Nacional en Venezuela, con la implantación de una serie de medidas donde se creaba una centralización administrativa, se dotaba de instrumentos legales, se mejoraban los medios de comunicación. Para lograr estos objetivos era imprescindible la paz y la estabilidad que estaban garantizadas en tanto se cumplieran los pactos establecidos. 10 Por Estado Nacional se entiende una forma de organización del poder históricamente determinada que se diferencia de las otras formas anteriores de organización por la progresiva centralización del poder que termina por comprender el ámbito entero de las relaciones políticas. Esta idea corresponde a la definición de estado moderno que ofrece Max Weber quien tradujo el carácter de la centralización válido sobre todo en el nivel histórico-institucional en aquél más marcadamente politológico del ´monopolio de la fuerza legítima´. Max, WEBER. Economía Y sociedad México: Fondo de Cultura Económica, 1922/1977, pp. 730-750. 11 Con relación al desarrollo de esta idea, Caballero plantea que la característica fundamental del siglo XIX es la de ser liberal, por el pensamiento, acción y dominio del partido liberal. Según este autor, ...“Gómez es el punto culminante y el gran aprovechador de un siglo de revoluciones que arrancan en 1811 y se cierran con la batalla de Ciudad Bolívar en 1903. Durante esos años, (...) se combinarán el deseo de aplicar el programa liberal, de «obligar a ser libres» a quienes no quieren;

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conducir la administración del Estado Nacional, pues para una era imprescindible la centralización administrativa en torno a la figura del Presidente de la República en tanto que la otra pretendía que se mantuvieran las distintas instancias de gobierno, en particular las regionales y municipales.

Con relación al partido liberal, fundado en 1840, hay que destacar que Antonio Guzmán Blanco, durante su período de gobierno, unificó todas las facciones que giraban en torno a esta agrupación y organizó el Gran Partido Liberal Amarillo; sin embargo, el mismo Guzmán Blanco impidió que el debate público fuera conducido por el partido político al ejercer una autocracia. En este sentido, el historiador Germán Carrera Damas sostiene:

Como resultado, el mismo régimen que pretendía conducir al pueblo en su aprendizaje de la democracia lo sometió al tutelaje de un caudillismo mal disimulado, que, en el caso de los Andes, llegó hasta sustraer esta región del proceso de unificación nacional12.

Efectivamente, aunque el modelo de organización del Estado Federal fue ampliamente discutido en Venezuela, aún antes de declararse la independencia y cuando aparentemente las causas que motivaron la polémica federal ya habían desaparecido (porque entre otras razones en las distintas Constituciones se impuso el modelo centro-federal del Estado), la discusión entre federalismo y centralismo se derivó de otras motivaciones debido a que el término federalismo comenzó a distanciarse de su concepción doctrinaria original y se usó para defender las autonomías regionales de quienes ostentaban el poder político, económico y militar en las provincias13.

Este principio que podría llamarse “federalismo venezolano” para finales del siglo XIX, es el que representó Nicolás Rolando como oposición al proyecto centralizador de Cipriano Castro; más que doctrinario, era la defensa ante la posible pérdida de un poder efectivo en la región oriental de Venezuela14.

Desde el punto de vista de Marcelo Carmagnani, el federalismo no es ni fue una forma de gobierno inmutable sino que, como toda forma estatal, sufrió importantes y significativas transformaciones a lo largo de un siglo y medio. Sostiene este autor que, en general, el principio federal debe sustentarse en la existencia de dos esferas dotadas de cierta autonomía, la del gobierno nacional federal y la de los gobiernos estatales dirigidos por los gobernadores de Estado; a cada una de estas instancias le corresponden

y la tentación autoritaria”. Manuel Caballero, Gómez, el tirano liberal. Caracas: Monte Avila Editores Latinoamericana, 1993. p. 13. 12 Germán, CARRERA DAMAS. Temas de Historia social y de las ideas. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, 1969, p. 35. 13 Sobre este aspecto en particular es conveniente aclarar que aunque no debe entenderse que la acción de los caudillos respondía a una organización militar puesto que el Ejército Nacional era casi inexistente; éstos tenían grados militares otorgados por los diferentes Presidentes de la República y sus acciones y huestes eran consideradas para la época y así lo refleja la historiografía como acciones militares y ejércitos particulares. 14 Puesto que los caudillos ejercían su poder en las distintas instancias regionales. Ellos poseían el control político además pertenecían a la clase de los grandes terratenientes y a pesar de que no eran ni representantes, ni defensores de ninguna causa popular, se comportaban como líderes benefactores y en consecuencia gozaban de reconocimiento y el respeto de los ciudadanos. Cfr. Voz: Caudillismo. Diccionario de Política. México: Siglo XXI Editores, 1998, Tomo I, p. 206.

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determinadas funciones políticas, administrativas e institucionales15. Por el contrario, en Venezuela el federalismo comenzó a utilizarse para defender los espacios conquistados por los distintos poderes regionales y no se propuso como necesidad la construcción de dos esferas de poder, claramente separadas y diferenciadas, sino que se lo entendía como la coexistencia de muchas instancias de gobierno.

Con relación al tratamiento del federalismo dentro de la perspectiva histórica y politológica, cabe mencionar que es posible distinguir dentro de los análisis realizados por el conjunto de autores latinoamericanos por lo menos tres momentos distintos: un primer federalismo que corresponde a la etapa de las guerras de i ndependencia y la formación de los Estados Nacionales; el cual se ubica en la primera mitad del siglo XIX; luego es posible identificar un federalismo liberal a mediados de este mismo siglo y finalmente aparece a finales del siglo XIX y principios del XX un federalismo centralizador16.

En nuestro caso particular, durante el primer federalismo comenzó el proceso de distorsión17 que continuaría durante el federalismo liberal que estuvo representado por el sistema de pactos y acuerdos durante el guzmancismo; Cipriano Castro, por su parte, vendría a representar el federalismo centralizador que acabó con el caudillismo, incorporó el sentimiento nacional y reformó el Estado Nacional para lograr la gobernabilidad en un país que se caracterizaba por el parcelamiento y la desintegración.

A los efectos de comprender el proceso de concertación de un “federalismo venezolano” o la “criollización del federalismo”, resulta necesario definir teóricamente las categorías de federalismo, centralismo y debilidad institucional del Estado venezolano para, de esta forma, comprender la pugna entre Cipriano Castro y Nicolás Rolando, lo cual hace necesario precisar los conceptos en función de las situaciones y contextos históricos en los que se sucedieron, debido a que la historiografía venezolana ha planteado que la controversia centralismo-federalismo ha sido una postura doctrinaria monolítica durante todo el siglo XIX.

Sobre este aspecto singular, el desarrollo del concepto de federalismo ha sido utilizado de manera particular en dos sentidos: primero, para referirse a un período histórico, y segundo, como un modelo de organización política que fue deformado. En este sentido, parecen repetirse algunas de las características generales que Germán Carrera Damas observó en la historiografía venezolana, las cuales se refieren especialmente en nuestro caso a la relativa pobreza temática, la escasa elaboración conceptual e inquietud filosófica

15 Marcelo, CARMAGNANI. Federalismos latinoamericanos: México, Brasil, Argentina. México: Fondo de Cultura Económica, 1996, p.9. También ver: Allan, BREWER-CARIAS. Problemas del Estado de Partidos. Caracas: Editorial Jurídica Venezolana, 1988, p.97. 16 Cfr. Marcelo CARMAGNANI anteriormente citado; también José, BARRAGAN. Introducción al federalismo. La formación de los poderes. México: UNAM, 1978 y ETCHEPAREBORDA “Historiografía del Federalismo”. Investigaciones y ensayos. Buenos Aires: T, 14, enero-julio 1973. 17 Sobre este aspecto en particular, hay que destacar que a partir de la Constitución de 1830 comenzó el proceso de distorsión cuando el federalismo dejó de tener su carácter mimético del modelo norteamericano y se utilizó para defender los espacios conquistados por los diferentes caudillos regionales.

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y una metodología precaria y rudimentaria con poca atención a los problemas estructurales, como se demuestra a continuación para el caso del federalismo18.

En sentido amplio el término federalismo se ha utilizado en la historia de Venezuela para designar el título de alguna de las obras que tratan el período histórico que se desarrolló después de la Guerra Federal o de Cinco Años (1859-1863). Este argumento puede sintetizarse en la siguiente cita:

En general, la federación no está depurada lo suficientemente para caber en la severidad del juicio histórico cuando Lisandro Alvarado, y Gil Fortoul escriben de la federación de fijo que redactan libros admirables, más todavía queda mucho que decir de esos procesos políticos que son de ayer. En cuanto a la obra de González Guinán, ella es una ordenada colección de documentos, no falta la cronología, pero está ausente la interpretación y esto es cabalmente lo que concede el tiempo: la libertad, la amplitud para trazar el cuadro requiere un horizonte de indiferencia19.

Por su parte, Laureano Vallenilla Lanz plantea que la federación constituye otro de los tantos conceptos que fueron utilizados de manera oportunista por Don Antonio Leocadio Guzmán en su lucha contra los conservadores y que, de manera frecuente, las ideas de federación y confederación fueron utilizadas en Hispanoamérica para arropar con aquella bandera los impulsos disgregativos y el parroquialismo bárbaro. Como se demuestra en la siguiente nota del autor:

Cegados por su ideología y deslumbrados por el ejemplo de los angloamericanos, no pudieron ver que el sistema federal ha sido en los Estados Unidos como en todas partes un régimen transitorio, cuyos caracteres originales se han ido modificando a medida que un rápido y enorme desarrollo creaba y fortalecía los órganos de integración nacional, sociales, económicos y políticos. Lo que nuestros teóricos del federalismo consideraban ingenuamente como una novedad, no tendía a otro resultado sino al de cubrir de ropaje republicano las formas disgregativas y rudimentarias de la colonia, dándole el nombre pomposo de Estados o Entidades Federales a las Ciudades-cabildos o Distritos Capitulares, que eran entonces lo que casi son todavía: pequeñas ciudades con extensas y desiertas jurisdicciones territoriales. Presumiendo de revolucionarios, reformadores, innovadores, estadistas avanzadísimos, los federalistas de Venezuela como los de toda Hispano-América, no resultaban ser otra cosa que empecinados tradicionalistas20.

A partir de los documentos que conforman el archivo de Nicolás Rolando es posible observar que estos planteamientos necesitan ser profundizados teóricamente porque efectivamente sí hay diferencia entre los que defendían el federalismo a principios y mediados del siglo XIX y la postura de los de finales del siglo XIX, ya que esta última no era doctrinaria sino pragmática en defensa de su cuota de poder dentro de la estructura del Estado venezolano.

Esta reflexión teórica se fundamenta, entre otros principios, en la tesis de Alberto Tenenti en el sentido de que un concepto no es válido para cualquier época y que también la mayoría

18 Cfr. Germán, CARRERA DAMAS. Historia de la historiografía venezolana (Textos para su estudio). Caracas: Ediciones de la Biblioteca Universidad Central de Venezuela, 1961, p. XXIII. 19 Diego, CARBONELL. Escuelas de Historia de América. Buenos Aires: Imprenta López, 1943, p. 120. 20 Laureano, VALLENILLA LANZ. “La influencia de los viejos conceptos” en: Disgregación e Integración. Caracas: Tipografía Universal, 1930, pp. V-XXVII.

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de los términos y definiciones que se utilizan en las diferentes disciplinas de las ciencias sociales son en gran parte eurocéntricos; es decir, que han sido elaborados para examinar acontecimientos predominante o exclusivamente europeos. Se debe pues tener la precaución de despojar esta terminología de su significado europeo de origen. Una observación adicional se refiere a que deben establecerse diferencias entre los términos o categorías historiográficas que, en ocasiones, apenas se distinguen del uso que se les asigna en el lenguaje ordinario21.

Este esfuerzo de depuración conceptual para establecer desde el punto de vista teórico la concepción del federalismo venezolano para finales del siglo XIX, permite elaborar una tipología novedosa de la pugna que por el poder existió en Venezuela entre Cipriano Castro y Nicolás Rolando. Esta elaboración conceptual es una de las contribuciones que pretendemos, partiendo del análisis de los documentos personales del archivo inédito de Nicolás Rolando ofrecemos un nuevo enfoque para el estudio de la historia venezolana de fines de siglo en lo que respecta al debate centralismo-federalismo.

En efecto, cuando Nicolás Rolando y Cipriano Castro se incorporaron a la actividad política en 1876 y 1878 respectivamente, el proceso de deformación del federalismo y del centralismo ya se había producido. Entonces, su resultado formó parte del devenir histórico y se convirtió en una tradición que les sirvió de fuente de experiencia intelectual y práctica22. Es decir, los dos actores políticos mencionados definieron y entendieron estos conceptos de la siguiente manera: por un lado, el federalismo fue comprendido como la lucha por la defensa de la parcela de poder regional y por el otro, el centralismo se percibió como el ejercicio personalista de quien ocupara el cargo de Presidente de la República.

Desde el punto de vista metodológico, este ensayo está estructurado en tres reflexiones teóricas principales, las cuales se presentan a continuación:

La primera de estas reflexiones consiste en establecer cómo se produce la deformación que sufrió el federalismo como modelo de organización del Estado en Venezuela a partir de la Constitución de 1830 y su utilización como consigna y justificación política para la defensa de las autonomías regionales por parte de los diferentes caudillos a finales del siglo XIX23.

El examen de este aspecto permite, entonces, mostrar la distorsión que a su vez experimentó el centralismo, la cual explica la debilidad institucional del Estado venezolano 21 Cfr. Alberto, TENENTI. De las revueltas a las revoluciones. Barcelona: Editorial Crítica, 1999. 22 Esta idea la desarrollo Luis Castro Leiva en “Qué hacer y cómo hacer filosofía política en Venezuela”. Politeia. Caracas: Instituto de Estudios Políticos, Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas. Universidad Central de Venezuela, No. 4, 1990, p. 164. En este texto, el autor señala ...“los hombres de un país poseen unas maneras de ver y entender la política que, como el lenguaje, son formas de comprensión de sus vidas. Esas maneras les modelan también su comprensión de la política. Y en ese modelaje discursivo ‘les va’ su historia como tradición. Vistas así las cosas, tal tradición se convierte en fuente de experiencia intelectual y práctica de la política y acerca de lo político”. 23 A este respecto John Johnson sostiene que el caudillo, en la mayoría de los casos, era un civil que tomaba las armas y practicaba la violencia, un activista de horizontes políticos restringidos a su distrito o provincia donde gobernaba como patrón absoluto, es decir, era el Jefe Supremo. En este sentido, ...“La mayoría de los caudillos cosecharon las semillas del localismo y de la fracción, (...) el caudillo (...) era un líder benefactor”. John, JOHNSON. Militarismo y sociedad en América Latina. Buenos Aires: Solar/Hachette, 1964, pp.51-54.

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que favoreció la concentración del poder en el Presidente de la República, en el que se manifestó el personalismo político bajo algunas de las distintas formas en que puede expresarse: autocracias, nepotismos y dictaduras24.

Recordemos que a partir del colapso institucional monárquico en 1812 y de las acciones de Monteverde se evidenció la debilidad institucional de la estructura colonial hispanoamericana y se favoreció, desde entonces, el personalismo político.

Es importante tener presente que se producen situaciones de debilidad institucional cuando la estructura organizativa del poder político no asegura una selección legítima de la clase dirigente, ni le asigna roles a los individuos comprometidos en la política; cuando las normas y procedimientos de las instituciones no garantizan el desempeño regular y ordenado de la lucha por el poder. Consideramos que estas características estuvieron presentes durante el siglo XIX en Venezuela y fueron estos problemas, entre otros, los que intentaron solucionar los distintos gobiernos25.

Finalmente, ambas distorsiones (federalismo-centralismo) conducen a la tercera reflexión sobre la idea de cómo las acciones armadas se constituyeron, a finales del siglo XIX, en el mecanismo para el debate político y de allí el atraso económico, social y político que justificaba las continuas reformas del Estado Nacional venezolano.

El federalismo como doctrina política de organización del Estado venezolano sufrió una distorsión a lo largo del siglo XIX, la cual en la práctica política fue utilizada para la defensa de las autonomías regionales por parte de los diferentes jefes o caudillos. Entonces, el objetivo de esta idea es comprender histórica y teóricamente este proceso de distorsión que implicó un abandono de la doctrina como tal y cómo ésta pasó a ser utilizada sólo para justificar una praxis localista pragmática de los caudillos y su resultado expresó el modelo político que defendió Nicolás Rolando durante su actividad política.

Esta forma de abordar el problema permite insertarse en la realidad política venezolana más allá del ámbito de las ideas, e identificar los intereses presentes en la lucha por el poder entre el proyecto político que representaba Nicolás Rolando y el que lideró C ipriano Castro.

La intención es describir los elementos que conformaron la doctrina federal en Venezuela durante principios y mediados del siglo XIX, para l uego explicar la distorsión que sufrió este modelo durante las distintas etapas de la construcción del Estado venezolano.

I

En Venezuela, el debate acerca del modelo de organización del Estado se originó antes de declararse la independencia; el modelo federal asumido en la Constitución de 1811 fue imitación del existente en los Estados Unidos de América, porque se consideró el arquetipo apropiado a nuestra realidad a principios del siglo XIX, en contraposición al más centralista 24 Sobre el tema de personalismos políticos, dentro de una perspectiva histórica y política, se recomienda consultar los textos de: Virgilio, TOSTA. El caudillismo según once autores venezolanos. Caracas: Imprenta Gerardo Toro, 1954/1999; John, LYNCH. Caudillos en Hispanoamérica. Madrid: Editorial Mapfre, 1993 y Graciela, SORIANO DE GARCÍA PELAYO. El personalismo político hispanoamericano del siglo XIX. Caracas: Monte Avila Latinoamericana, 1996. 25 Para estudiar los diferentes factores que favorecen el surgimiento del personalismo se recomienda consultar a: Graciela, SORIANO DE GARCÍA PELAYO. Op. cit. p. 27.

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de la Revolución Francesa que había generado un estado de anarquía y violencia culminando con el Imperio de Napoleón26.

La Constitución de 1830, que perduró hasta 1857, estableció como forma del Estado un sistema centro federal que resultó ser una solución superficial al problema de la organización del Estado venezolano. Esto se debió a que, si bien la adhesión a esta forma fue considerada una transición hacia un verdadero federalismo, se le asignaba a las provincias cierta autonomía y se rompía en consecuencia con la idea doctrinaria del federalismo como modelo de organización del Estado Nacional.

Así la fórmula adoptada de autonomías regionales contribuyó a que los jefes de las provincias no formaran una conciencia de unidad nacional y una concepción de Venezuela como una República. De esta manera, en las provincias se fue desarrollando un poder económico, militar y social propio en torno a los caudillos regionales, quienes de forma personalista fueron creando una estructura de poder paralela al Estado Nacional, alterando así la concepción originaria del federalismo presente en la Constitución de 1811 y creando la justificación doctrinaria de una práctica específica que consistía en defender las autonomías regionales para resguardar los intereses particulares de los distintos caudillos.

De esta manera, a partir de la Constitución de 1830 el federalismo dejó de tener su carácter mimético del ejemplo norteamericano para convertirse en una bandera política de ambiciones y pugnacidades orientadas hacia la desintegración de las provincias27.

En efecto, entre 1830-1831 un sector de los militares que participaron en la independencia manifestaron su descontento y oposición al gobierno recién instaurado con rebeliones armadas cuya bandera pretendía revivir la integración de la República de Colombia bajo una fórmula centro federal, apelando a un vago bolivarianismo; el primer jefe de estos alzamientos fue José Tadeo Monagas28. Esta oposición al gobierno de José Antonio Páez se debía fundamentalmente al rechazo al centralismo del nuevo régimen que los había desplazado del poder. Según el historiador Francisco González Guinán, las causas que originaron esta insurrección armada fueron las siguientes:

El General Monagas había sido separatista, y como tal se pronunció contra el Libertador por la desmembración de Colombia, actitud que lo colocó entre las entidades de la nueva situación y le dio el puesto de legislador constituyente; pero separado del Congreso en desempeño de la comisión que se le confirió para pacificar a la Provincia de Caracas, sintió la primera decepción por no haber aquel cuerpo aprobado en totalidad el tratado que

26 Cfr. Luis, CASTRO LEIVA. De la Patria Boba a la Teología Bolivariana. Caracas: Monte Avila Editores, 1991. Este autor analiza de manera extraordinaria la influencia que tuvo el modelo norteamericano, formado en el espíritu de las leyes al estilo de Montesquieu, en conformación del ideal republicano de los constituyentes de 1811, quedó sepultada bajo el peso de la gloria bolivariana, que excluyó y suplantó este ideal norteamericano por el modelo revolucionario francés que se expresó en una teoría de la dictadura moral. 27 Esta idea fue desarrollada por Jorge, OLAVARRÍA. Dios y Federación. Caracas: Editorial Arte, 1988. En su obra este autor examina el impacto que tuvo el federalismo en nuestra realidad como factor de disgregación en un modelo esencialmente centralista. 28 El General José Tadeo Monagas quien había sido uno de los Próceres de la Independencia, miembro del Congreso Constituyente y pacificador de las recientes insurrecciones, aparece conmoviendo revolucionariamente las Provincias de Barcelona y Cumaná.

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celebrara en Unare con los insurrectos. (...) Mas luego vinieron el desafuero militar, los decretos proscriptores del Congreso y la ingrata cuestión religiosa promovida por el Arzobispo; todo lo cual llevó al General Monagas al campo de la insurrección, pretendiendo deshacer con las armas lo que había ayudado a realizar por medio de las actas y de los pronunciamientos29.

En este contexto de conmociones internas, el Congreso manifestó las fundadas esperanzas que tenía de ver consolidadas las instituciones de la República bajo la dirección de José Antonio Páez, ahora Presidente Constitucional de Venezuela. En consecuencia, se le autorizó para tratar con los insurrectos y mandar e l Ejército. Es así como el centralismo que en 1830 fue consignado en la Constitución como principio de integración nacional, en el ejercicio gubernamental ocupó todos los espacios de los poderes públicos, reforzando el personalismo y la autocracia como forma de gobierno causando una hipertrofia del poder Ejecutivo con respecto a los otros poderes30.

Simultáneamente a este proceso, José Tadeo Monagas convocó una junta con 150 vecinos de la ciudad de Barcelona y en mayo de 1831 firmaron el Acta de Barcelona donde proponían la constitución del Estado de Oriente conformado por las cuatro Provincias de Oriente que pertenecían a la antigua Provincia del Orinoco el cual estaría federado con los demás Estados de Venezuela y con los demás que quisieran aceptar el pacto de la federación que constituía la República.

A pesar de que el Presidente de la República, José Antonio Páez, logró evitar que se llevara a cabo este intento separatista, este suceso puede ser considerado la primera manifestación de la distorsión del federalismo original. A raíz de este incidente, se produjeron focos insurreccionales en el Occidente y Centro de la República. Desde entonces, los propietarios descontentos que se oponían al centralismo por un supuesto federalismo, sólo defendían su deseo de convertir las provincias donde gobernaban, en “republiquitas” con muy poco vínculo con el poder nacional31.

En el caso venezolano, no era la unión de Estados autónomos o provincias, en virtud del pacto integrador, lo que se proponía tal como lo establece el principio que le asigna la doctrina política federal, sino que fue un fetiche, un culto que ocultaba el interés de

29 Francisco, GONZALEZ GUINAN. Historia Contemporánea de Venezuela. Caracas: Ediciones de la República de Venezuela, 1954, Tomo II, p. 193. 30 En su moderna acepción, para las ciencias políticas, la autocracia no tiene una connotación histórica determinada y no se utiliza para designar un tipo particular de sistema político. Sino que señala un grado máximo de absolutismo en cuanto a la personalización del poder y en general, se refiere a un gobierno absoluto que detenta un poder ilimitado sobre los súbditos. Mario, STOPPINO. Voz: Dictadura. Diccionario de Política. México: Siglo XXI Editores, 1998, p. 496. 31 Por su parte, la obra de Francisco Gónzalez Guinán se refiere a este aspecto tan importante, cuando reseña la actitud del General Mariño ante la propuesta de los insurrectos, dirigidos por Monagas, de ser jefe provisional del Estado de Oriente. También Jorge Olavarría utiliza el término para referirse a la desintegración de las Repúblicas hispanoamericanas al adoptar la fórmula de Estados Federales ficticios.

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conservar un territorio bajo un mando y sus privilegios, que en muchos casos buscaban también ampliar su área de influencia32.

Así pues, no hubo una pugna doctrinaria auténtica por la adopción del federalismo en Venezuela durante este período (1830-1857), sino la defensa de un grupo de propietarios, especialmente los orientales, por conquistar un espacio dentro de la estructura de poder. Ellos utilizaron la bandera del federalismo para defender estos supuestos derechos, lo cual dio origen al debate entre centralismo y federalismo que llevó a la Revolución de las Reformas en 1835-1836, cuyos partidarios se negaban a reconocer a José María Vargas como sucesor civil de Páez y abogaban por volver al federalismo de 1811, pero el trasfondo era destruir la omnipotencia política de José Antonio Páez y del grupo que lo apoyaba para de esta forma acceder a la estructura de poder del Estado. Con relación a este aspecto, Catalina Banko plantea,

...se puede considerar que la «Revolución de las Reformas» no fue simplemente el enfrentamiento de militares contra civiles, sino que constituyó más bien la expresión de las pugnas entre fracciones de las clases dominantes de la Venezuela de entonces. Concretamente, dicha revolución estaba encabezada por un grupo de militares, muchos de los cuales se habían convertido en grandes propietarios y habían sido marginados del aparato político y afectados por un lado, por la eliminación de ciertos privilegios propios de los militares y por otro, por una relación de dependencia cada vez mayor con respecto a la burguesía comercial (...) se sumaron los planteamientos regionales, particularmente en el oriente donde se proclamó la Federación, que expresaban su oposición al conjunto de leyes dictadas desde 1830, por considerar que no reflejaban la voluntad general e impedían la prosperidad nacional33.

Aunque el régimen de Páez y sus seguidores combatieron con éxito los diversos alzamientos armados que buscaban su derrocamiento y mantuvieron el control hasta 1847, este período generalmente considerado por la historiografía nacional como de tendencia conservadora, no había logrado concertar la paz con un sector de la clase dominante (los terratenientes) que se le oponían, ni establecer una estructura política en la cual la oposición ocupara un lugar legítimo en el Congreso de la República.

Posteriormente a la Revolución de las Reformas, las críticas y movimientos de oposición armada en contra del gobierno continuaron, aunados a la primera grave crisis agrícola que atravesaba el país, la cual condujo a gran cantidad de latifundistas y agricultores a oponerse al gobierno, porque consideraban que el apoyo brindado a la clase financiera les causaba prejuicio además de la negativa gubernamental a reconocer las injustas leyes crediticias.

Ante esta coyuntura, según sostiene la obra del historiador Robert Mathews,

...se formó un grupo de oposición que se autocalificó de partido Liberal. Ecléctico ideológicamente, el partido conservaba poca afinidad con el liberalismo tradicional del siglo diecinueve. No tenía real tendencia anticlerical y era más bien partidario del intervencionismo gubernamental que de la libre empresa (...) El objetivo principal de los liberales era ofrecer

32 En este sentido, es que deben entenderse la participación de Cipriano Castro en el movimiento autonomista local en 1878 y la proclamación del movimiento autonomista de Guayana promovido por Nicolás Rolando en 1899. 33 Catalina, BANKO. Voz: Revolución de las Reformas. Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Fundación Polar, 1988, Tomo III, p. 388.

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una alternativa política de buena fe con acceso legal al ejercicio del poder. Formado originalmente por miembros descontentos de la clase dominante venezolana —incluyendo civiles y militares—, este partido representaba una amplia coalición de intereses, cuya meta era sencillamente sustituir al régimen imperante. Sin embargo, el partido contaba con una base de apoyo popular procedente de las clases trabajadoras rurales y urbanas. Ello le otorgaba una sustentación social más amplia.

Si bien el partido no representaba un auténtico liberalismo tampoco los paecistas eran verdaderos conservadores34.

Luego de un arduo trabajo de difusión y proselitismo político por todas las regiones del país a través del periódico El Liberal y después de las dos insurrecciones armadas que fracasaron en 1844 y en 1846-47, los conservadores, ante la presión ejercida, establecieron un compromiso con los liberales que se cristalizó en 1847 cuando José Tadeo Monagas ocupó la Presidencia de la República rodeado de liberales; a partir de esta fecha los conservadores perdieron el poder.

Con relación a la rebelión de 1844 y la insurrección más extensa de 1846-1847 conducida por prominentes liberales, debe señalarse que estos movimientos constituyeron un abierto desafío al gobierno ante su incapacidad para hacer cumplir la ley y mantener el orden en el interior del territorio nacional y por el creciente odio entre los representantes del partido liberal y los conservadores quienes habían gobernado desde los inicios de la República.

Ahora bien, el régimen de los Monagas (1847-1858) deformó completamente la idea original de 1830 respecto al centralismo como forma de organización del gobierno, convirtiéndose en una autocracia nepótica35, acentuando así la crisis político institucional. En 1857 el Congreso de la República elaboró una nueva Constitución para centralizar totalmente la organización del Estado, lo cual agudizó aún más la crisis política, cuyo corolario fue la Revolución de Marzo de 1858 que condujo a la renuncia de José Tadeo Monagas y la convocatoria a una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Constitución dentro de un contexto ideológico en el que el federalismo pasó a ser la discusión fundamental de la organización del Estado venezolano. Desde el punto de vista de Mathews la situación de crisis político-institucional y socio-económica se agudizó.

Cuando el gobierno de los Monagas cayó en marzo de 1858, se produjo un desmembramiento general en toda Venezuela. En los últimos años, la pobreza, la injusticia y la negligencia por parte de las autoridades habían contribuido al reforzamiento de los cuatreros y bandoleros en los llanos con mayor solidez que nunca. (...) Entre marzo y noviembre, mientras liberales y conservadores se jugaban el poder de Caracas y los federalistas y centralistas debatían la nueva constitución en Valencia, grupos de hombres armados proliferaban en el desamparado campo. Invocando la insurrección de 1846, solicitaban que se pusiera fin a los privilegios de la oligarquía blanca y exigían la redistribución de la propiedad y de los bienes a favor de los pobres. Saqueando haciendas y

34 Robert Paul, MATHEWS. Violencia rural en Venezuela 1840/1858. Caracas: Monte Avila Editores, 1977, p.11. 35 Con relación a este punto se recomienda consultar a José Luis, SALCEDO BASTARDO. Historia Fundamental de Venezuela. Caracas: Ediciones de la Biblioteca, Universidad Central de Venezuela, 1979, p. 331. Puesto que este autor establece un paralelismo entre caudillismo y autocracia.

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hatos, pillando poblados, estos hombres rechazaban todo intento destinado a contrarrestar sus actividades36.

Como se sabe, entre los intentos por superar los problemas del momento se reunió la Convención Nacional de Valencia, en julio de 1858, con la finalidad de elaborar una Constitución que aportara un nuevo basamento institucional y permitiera corregir los vicios y errores cometidos por los distintos gobiernos luego de la independencia del país.

Con respecto a la forma de gobierno, durante la Convención de Valencia se observaron dos tendencias fundamentales: una mayoría se pronunció por la modificación de la Constitución de 1830 para incluir principios democráticos y federalistas y un pequeño grupo defendió la tesis del federalismo absoluto. No obstante, ambos grupos sostuvieron una fuerte inclinación hacia la descentralización y el cambio de la estructura política y se opusieron a las tendencias centristas, pero no consideraban la idea de asignarle autonomía y poder efectivo a los otros dos poderes públicos (legislativo y judicial).

En esta Convención la rivalidad entre conservadores y liberales se expresó ideológicamente de la siguiente manera: se identificaban como liberales quienes se oponían a toda idea centralizadora y enfrentaban la forma de gobierno establecida por el grupo “oligarca” que había ocupado el poder hasta 1847. Este grupo proponía la instalación del poder local y la federación como forma de ejercer los derechos ciudadanos y medio para superar el atraso y combatir las rebeliones que no pudieron ser aplacadas durante la administración centralista37.

Así pues, una mayoría de los delegados que participaron en la Convención concebían la Federación como el sistema en el cual la soberanía local permitiría el desarrollo del ejercicio de los derechos ciudadanos y el progreso y donde la nación recibía el aporte de todos los esfuerzos y el logro de la unión.

En la Convención de Valencia, los postulados de la ideología democrática liberal se plantearon como una necesidad para el logro y la consolidación de las instituciones políticas que formaron parte del ideario de la independencia. Entonces, la meta era lograr la democracia a través de la práctica activa de los principios de libertad, igualdad y participación consideradas virtudes básicas dentro de la concepción del hombre38. Para garantizar esta meta el gobierno debía ser: republicano, representativo, responsable y alternativo y la federación se presentaba como indispensable para obtener el bienestar colectivo. Etanislao Rendón, representante de Cumaná quien se confesaba abiertamente federalista, en una de sus intervenciones durante la Convención defendió posiciones como la siguiente:

En ejercicio de su soberanía, el pueblo venezolano ha elegido sus delegados para establecer su pacto político y construir un Gobierno democrático-representativo bajo la forma federal (...) [Es el mandato que desempeñan los Diputados reunidos en la Convención]; apareciendo en consecuencia las actuales provincias ante el mundo con el nombre de Provincias Unidas de

36 Robert Paul, MATHEWS. Op. cit. p. 92. 37 Eleonora, GABALDON. La Convención de Valencia (La idea Federal). Caracas: Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, 1988, p.77. 38 Si bien es cierto que estos principios se universalizan como resultado del proceso francés, con el transcurrir del tiempo, pareciera que pierden su carácter ‘universalista francés’ y se transforman en universales sin que su utilización y contenido esté relacionado con la evolución que le dio origen.

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Venezuela. Y añado como parágrafo: No se entiende por esto restringida la voluntad que en adelante puedan tener dos o más de ellas de refundirse, según lo demanden sus recíprocos intereses39.

Las provincias en este sistema federal tendrían su voz dentro de la discusión nacional porque se trataba justamente de instaurar el poder local y de esta forma contribuir al progreso de la nación. En la Convención se pedía la ampliación del poder municipal y la recuperación de la Constitución de 1811, que establecía el pacto federativo para que cada una de las provincias pudiera recuperar su soberanía, libertad e independencia, además de manejar los medios financieros que promoverían el desarrollo local.

El resultado fue que en 1858 se promulgó la primera Constitución que utilizó el concepto descentralizador por el de Federación, en el cual se imponía la idea de la autonomía provincial y el culto de la independencia local. Esto constituía una forma de rechazo al personalismo y a la autocracia del ejercicio del poder Ejecutivo que se disfrazaba bajo la imagen de un Estado Nacional centro-federal. Es decir, a partir de ese momento se entendió la federación como descentralización, con poco nada que ver con su concepción doctrinaria inicial modelada de la Constitución norteamericana.

Este culto por la autonomía provincial y la recuperación de la independencia local, que estaba fundamentado en la defensa de las parcelas de poder regionales, fue otra de las expresiones de la distorsión de la doctrina Federal, pues

...nunca en Venezuela pudo hablarse de una verdadera federación por la razón muy simple de que no han existido en ningún tiempo verdaderos «Estados» o «Provincias» con autonomía originaria que en virtud de un pacto o compromiso convinieren en renunciar a determinadas prerrogativas o derechos en beneficio de un poder superior o nacional, realizándose en tal forma el supuesto federal, que es la coexistencia en un mismo ámbito territorial y humano de dos soberanías: la que se integra en el Estado o Gobierno Federal con jurisdicción en todo el territorio y sus habitantes por renuncia de una parte de sus facultades de los Estados miembros y la que éstos se reservan para ser ejercida autonómicamente en un espacio más limitado y sobre las personas que lo habitan40.

En efecto, el «federalismo» se convirtió en la bandera política de las ambiciones regionales y locales sin nada que ver con su contenido y el significado de la doctrina política. Desde entonces, el «federalismo» se equiparó y se trató como sinónimo de «liberalismo», «igualitarismo» y «democracia».

Para los constituyentistas que apoyaban el federalismo absoluto, la idea de ampliar las atribuciones del poder local no eliminaba la necesidad de un Poder General, el cual concebían como una instancia de administración central. Entonces, la federación fue asumida como una suerte de “republiquitas” interactuando con el poder central. Tal como lo señalaba José Silverio González, en la Convención de Valencia, cuando argumentaba

39 Intervención de Etanislao Rendón transcrita en Diario de Debates de la Convención Nacional Serie No. 3, Número 64, Valencia, julio de 1858, sesión del 30 de julio de 1858 en: Eleonora, GABALDON. Op. cit. p. 79. 40 Jorge, OLAVARRIA. Op. cit. p. 13.

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que la federación ...“no solamente tiene un gobierno general, sino muchos gobiernos particulares o locales”41.

Los constituyentistas de Valencia no se oponían a que hubiera un gobierno central siempre que prevalecieran los gobiernos locales independientes, pero rechazaban el personalismo producto de la debilidad institucional cuando el poder Ejecutivo se impuso ante los otros poderes públicos y que con los Monagas, degeneró en una autocracia. Un ejemplo histórico de la oposición de las regiones en contra del sistema centrista lo constituyó Etanislao Rendón, quien argumentaba:

El sistema federativo no es una invención de los hombres: lo que sí es una invención es el centralismo. Obsérvese que en América todas las Repúblicas principiaron por el sistema federativo, porque era el natural y estaba en la naturaleza de las cosas mismas (...) El centralismo es inventado como la monarquía y son sinónimos. Por eso un Presidente en una República central es un Rey hecho y derecho; sólo en el nombre consiste la diferencia; pero las cosas son iguales. La monarquía puede cambiar de nombre, como Roma tomó el de Imperio: su esencia; sin embargo, no cambia porque el centralismo queda42.

Estos constituyentes partieron de un errado diagnóstico respecto a la estructura de poder en Venezuela, pues al iniciarse el Estado Nacional con una debilidad institucional que convertía el ejercicio del centralismo en personalismo, creyeron que la fórmula de federal corregiría el mal del centralismo sin percatarse de que la debilidad institucional fue lo que produjo dicha debilidad.

No obstante, con la discusión y aprobación de la Constitución de 1858 Venezuela se sumergió en una guerra civil en 1859 que duró 5 años, conocida como la Guerra Federal, porque la declaración e implementación de un sistema «federalista» no resolvió el problema político-institucional. A ello se agregó la crisis socioeconómica y la incorporación de un nuevo actor social en la confrontación liderada por Ezequiel Zamora.

Una vez resuelto el conflicto bélico con la firma del Tratado de Coche en 1863, se sancionó la Constitución de 1864 que instauró teóricamente la forma federal del Estado. Esta Constitución, en el fondo, lo que hizo fue acentuar la descentralización y estableció la reorganización político territorial, contenida en la Carta de 1858. Acercó al Estado a la idea de Confederación; constituyó 20 Estados independientes cuyo conjunto conformarían una nación libre y soberana que llevaría por nombre Estados Unidos de Venezuela. Sin embargo, esta forma de organización consolidó el caudillismo regional y acentuó el problema estructural de la economía nacional, porque el gobierno de Juan Crisostomo Falcón (1863-1868) no atendió a los problemas estructurales en lo económico y social ni puso en práctica la Constitución de 1864.

Según el historiador Francisco Gónzalez Guinán, el General Falcón tenía tal prestigio político que las distintas fracciones de los liberales lo apoyaron y los representantes del partido conservador también creyeron que se iniciaba un nuevo ciclo político en la

41 Intervención de José Silverio González en Diario de Debates de la Convención Nacional, serie 3, No. 27, Valencia, agosto de 1858 (sesión del 2 de agosto de 1858) en: Eleonora, GABALDON. Op. cit. p. 198. 42 Intervención de Etanislao Rendón transcrita en Diario de Debates de la Convención Nacional Serie No. 3, Número 66, Valencia, sesión del 31 de julio de 1858 en: Eleonora, GABALDON. Op. cit. p. 91.

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República, donde reinaría la paz que todos deseaban. El argumento de este autor puede apreciarse en la siguiente cita:

Tenía, pues, el General Falcón poder personal y político bastante como para inaugurar una administración verdaderamente útil y progresista. No se trataba de establecer el dominio de un partido sobre otro partido, sino de inaugurar un nuevo sistema político tan amplio y democrático como a que su benéfica sombra podían los antiguos partidos agitarse gallardamente y desenvolver sus aspiraciones, toda vez que la Federación involucraba el Gobierno propio de los Estados, con vínculos legales con el Poder General de la Nación. No había al efecto, intransigencias ni apasionamientos por parte de los liberales vencedores, pues con excepción de algunos prisioneros que en su cuartel general de Cumaná conservaba el General Acosta, en todo el resto del territorio de la República las garantías personales fueron tan amplias que cada partido y aun cada individualidad conservó la inmanencia de sus convicciones políticas y la independencia de su carácter43.

Sin embargo, pronto apareció un clima de descontento y agitación alimentado por el malestar general causado por el desorden en la administración pública (motivado por dos razones fundamentales: los manejos personales del mandatario y la implementación de la supuesta descentralización política) y por la designación de los funcionarios para el ejercicio del poder local. Desde el punto de vista del historiador Francisco González Guinán, el proceso se produjo de la siguiente manera:

La Federación fue establecida en lo referente a las limitaciones territoriales; pero en lo político y en lo administrativo apenas quedó enunciada. Los Estados que compusieron la Unión Nacional se llamaron soberanos e independientes, pero en realidad no lo fueron, porque en su mayor parte quedaron prevaleciendo las prácticas unitarias. En lo administrativo fue deficiente el primer gobierno federal, probablemente por la indiferencia que el General Juan C. Falcón mostraba por el ejercicio del poder público44.

Los disturbios se hicieron cada vez más frecuentes en los Estados; en medio de un clima general de conflictos, estallaban numerosos movimientos revolucionarios contra el gobierno nacional en tanto la situación se tornaba cada vez más difícil en lo político, en lo administrativo y fiscal, en lo económico y social. Entonces, los caudillos orientales, así como los de occidente, retomaron las armas con la finalidad de poner fin a la situación planteada.

El estallido de este movimiento insurreccional, en el cual participaron diversos sectores políticos y regionales con la finalidad de derrocar al Presidente de la República Juan Crisóstomo Falcón y a su sucesor interino Manuel Ezequiel Bruzual, es conocido como la Revolución Azul. Entre las causas que originaron este movimiento político, además de las ya mencionadas, se señalaba la incapacidad política del Presidente de la República.

Finalmente, el 26 de junio de 1868, tras arduos combates con las tropas del gobierno, hizo su entrada a Caracas el máximo representante de la Revolución Azul: José Tadeo Monagas. Nuevamente de lo que se trataba era de poner fin a la situación de anarquía en que degeneró el gobierno de Falcón.

El gobierno de los Azules se inició con un acuerdo entre conservadores y liberales por mantener la paz; unión que se rompió cuando José Ruperto Monagas, hijo de José Tadeo,

43 Francisco, GONZALEZ GUINÁN. Op. cit. Tomo VIII, p. 144. 44 Ibid. Tomo I, pp. IX-XII.

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asumió la Presidencia de la República ilegítimamente en reemplazo de su padre. Esta situación creó la desconfianza y oposición de liberales y conservadores. De esta manera se iniciaron nuevamente los movimientos insurreccionales y los distintos caudillos retomaron las armas y sumergieron al país en un ambiente de violencia y anarquía.

En este contexto, resurgió el fantasma de la disgregación; los representantes políticos del Estado Zulia se pronunciaron por su separación de la federación venezolana y por el control de las aduanas, que era la única fuente de ingresos nacionales con que contaba el poder central. En otros estados se estaban gestando movimientos similares en tanto que las aduanas de Cumaná y Barcelona se encontraban en poder de sus respectivos estados y las de Puerto Cabello y La Guaira sólo reportaban un 50% de lo recaudado; en esta situación la política fiscal del gobierno nacional hizo crisis.

Con el triunfo de la Revolución de Abril en contra del gobierno de los Azules, en 1870, Antonio Guzmán Blanco conquistó la jefatura del país e inició un proceso de modernización del Estado Nacional venezolano, cuya tendencia fue la centralización del poder mediante un gobierno que impulsó la creación de instituciones y una estructura administrativa eficiente y garantizó recursos financieros para el mantenimiento del Estado Nacional. En tal sentido se realizaron una serie de reformas financieras y administrativas que implicaron una reducción del poder económico de los caudillos y simultáneamente se promovió un conjunto de valores que integraron a los ciudadanos bajo una identidad común.

II

El ejercicio del personalismo político desarrollado por quien ocupara el cargo de Presidente de la República durante el período estudiado surgió como una necesidad ante el clima de desorden político-institucional además de las acciones armadas promovidas por los opositores. A este panorama se sumaba la debilidad institucional producida por la emergencia política de ese entonces, en donde el Congreso de la República, en reiteradas ocasiones, le otorgaba poderes especiales al Ejecutivo quien de forma personalista tomaba decisiones que afectaban al frágil Estado Nacional en reformulación.

En efecto, durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco se llevó a cabo un proceso de reformulación del Estado Nacional que condujo al establecimiento de nuevas formas de gobierno y nuevos marcos jurídicos que integraron al territorio a través de una institucionalización de sus relaciones45.

Dejando de lado la polémica historiográfica en torno a si Guzmán Blanco retomó el modelo de organización que intentaron implementar los conservadores entre 1830-184646, en el sentido de poner en práctica la idea de centralización como forma de unidad e integración nacional, nos interesa destacar las distintas acciones que se tomaron durante 45 Cfr. Josefina, RIOS DE HERNANDEZ. “El proceso de conformación, fraguado y crisis de la formación social venezolana” en: CENDES. Formación social de Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1981, p. 102. 46 Sobre la relación entre los gobiernos conservadores y el modelo liberal que se implementó durante el guzmanato se recomiendan las lecturas de: Domingo, IRWIN. Relaciones civiles-militares 1830-1910. Caracas: Litobrit C. A., 1996 y Lewis, SNOW. Los años de Páez: la legislación económica venezolana 1830-1846. EEUU: Chapel Hill, CD. Tesis para optar al grado de doctor de filosofía, Universidad de Carolina del Norte 1971.

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este gobierno con relación a la organización del Estado Nacional. En tal sentido, la historiadora Inés Quintero señala:

...una de las primeras iniciativas de la administración guzmancista es el establecimiento de ciertos criterios de institucionalización y organización de la hacienda pública. Este proceso de ordenamiento cubre varios aspectos los cuales están relacionados con la regularización del situado constitucional, el control efectivo de las aduanas, la abolición de los impuestos locales y la administración central de los recursos mineros47.

Es así como los esfuerzos se dirigieron a estructurar y organizar el gobierno central; para lograr este objetivo era imprescindible alcanzar la paz puesto que sólo con estabilidad se podía garantizar la ejecución de este proyecto modernizador que centraba su atención en la construcción de un “Estado Nacional Liberal”.

Este “Estado Nacional Liberal” que se intentaba establecer debía cumplir con ciertos requisitos socio-económicos, políticos, institucionales, culturales y de i nfraestructura, tales como: una economía dinámica que posibilitara la conformación de clases sociales, inclusive una sólida clase dominante; un efectivo pacto con los distintos caudillos a fin de garantizar la paz y la gobernabilidad fundamentada en el reconocimiento de su autoridad por parte de los jefes regionales; un conjunto de valores nacionales que integraran a los ciudadanos bajo una identidad común; una vialidad moderna que permitiera comunicar las diferentes regiones del país y un régimen constitucional que contara con una estructura administrativa eficiente y relativamente permanente en el tiempo48.

Las reformas financieras y administrativas adelantadas por Guzmán Blanco y posteriormente por Joaquín Crespo, tendieron a concentrar los recursos en el Ejecutivo lo cual implicó una reducción de poder para los caudillos en la gestión local, lo que fue aceptado por ellos dentro del acuerdo requerido para lograr el orden y estabilidad necesarias; a través de las reformas constitucionales se fortaleció la centralización política en desmedro de las competencias federales. Es característico del régimen de Guzmán Blanco el esfuerzo sostenido por conseguir la recuperación económica a fin de lograr el mantenimiento del aparato estatal.

Paralelamente Guzmán Blanco procuró obtener de los comerciantes, además de su apoyo político, recursos financieros para lograr el funcionamiento del Estado. En este sentido, igual como con los caudillos, logró un trato entre los comerciantes y el Gobierno. Entonces, las principales casas comerciales se comprometieron a adelantar los fondos necesarios para el funcionamiento del Estado con garantía en los ingresos aduanales al mismo tiempo que fueron las responsables de la recaudación de dichos impuestos.

47 Inés, QUINTERO (Coordinadora). Antonio Guzmán Blanco y su época. Caracas: Monte Avila Latinoamericana,1994, p. 72. Es importante mencionar que las obras de Inés Quintero sobre todo las que se refieren al período de Cipriano Castro como El ocaso de una Estirpe. Caracas: Alfadil Ediciones, 1989; y “La muerte del caudillismo en tres actos” en: Tierra Firme. Caracas: Universidad Central de Venezuela, enero-marzo1990, Vol. VIII, son de referencia obligatoria porque dentro de la perspectiva histórica describen de manera singular el proceso del debilitamiento del caudillismo como fenómeno histórico-político. 48 Inés, QUINTERO (Coordinadora). Antonio Guzmán Blanco y su época. Caracas: Monte Avila Latinoamericana,1994, p. 72.

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La autonomía económica de los Estados fue afectada por la reducción del acceso de los caudillos a los recursos fiscales como: la modificación del situado constitucional, el control de las aduanas y salinas, la suspensión del peaje y una serie de medidas de carácter administrativo que implicaron la concentración y distribución de recursos por parte del poder central. Sobre este aspecto, Inés Quintero en “La muerte del caudillismo en tres actos”, destaca que:

...durante la época conocida como el Guzmanato, en particular durante el Septenio, se da un proceso de institucionalización administrativa que priva a los caudillos de ciertos beneficios económicos de los cuales eran usufructuarios directos como jefes de su localidad y que, a partir de ese momento, dependerán de una instancia nacional sobre la cual ellos no tienen la menor injerencia49.

Todas estas medidas administrativas implicaron una concentración de recursos por parte del Estado; asimismo afectaron política y económicamente el poder de los caudillos regionales, quienes ya no disponían de los recursos más significativos que se producían en sus respectivos estados pero participaban en la estructura de poder a través del Consejo Federal y conservaban cierto poder económico, político, militar y social en sus regiones50.

Recordemos que el Consejo Federal fue una institución tomada de la Constitución de 1881 donde tenían una genuina representación las entidades federales. Como expresión de los Estados, constituía junto con el Presidente y su gabinete el Poder Ejecutivo Nacional.

Es así como, de ahora en adelante, el gobierno central iba a ser el que distribuyera y resolviera los problemas económicos más importantes en las regiones. El impacto político de estas medidas estuvo vinculado con el pago de las lealtades personales de los jefes regionales51.

Estos esfuerzos por institucionalizar los mecanismos de recaudación, control y administración central de los recursos no desmantelaron el sistema caudillista, pero determinaron que la vía de acceso a los fondos y beneficios del poder no dependiera directamente de su poder local52.

Asimismo se tomaron medidas constitucionales tendientes a debilitar el caudillismo; a partir de la carta de 1881 se inició el proceso de desmontaje del “federalismo” entendido como capacidad administrativa para mantener la autonomía regional, no tan sólo en la práctica sino también en el texto; este proceso ha sido denominado por Allan Brewer-Carías como centralización formal del federalismo53.

49 Inés, QUINTERO. Op. cit. p. 49. 50 Manuel Vicente, MAGALLANES. Voz: Consejo Federal. Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo I, p. 832. 51 Existe evidencia documental como para afirmar que Nicolás Rolando y Cipriano Castro participaron en cargos de la administración regional y central; también apoyaron y defendieron, en ocasiones, a determinados gobiernos, en tanto que, con otros gobernantes fueron la expresión de la oposición y promovieron movimientos armados y alzamientos con la finalidad de derrocarlos. 52 Inés, QUINTERO. Op. cit. pp. 40-50. 53 Allan, BREWER-CARÍAS. Op. cit. p. 97.

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Es así como en la Constitución de 1881 se redujeron los veinte estados de la Federación a nueve grandes entidades54. También, se c reó la Corte de Casación como independiente de la Alta Corte Federal, unificando así la jurisprudencia de los tribunales, que eran competencia de los estados federales. Por otra parte, la administración de las minas, tierras baldías y salinas pasaron al poder central así como parte del producto de esos renglones. Comienza así “...el proceso de vaciamiento de las competencias tributarias de los Estados, lo cual se acentúa posteriormente hasta materialmente extinguirse´...”55

De esta manera se inicia una verdadera centralización administrativa del Estado venezolano aunque constitucionalmente se conservó la definición de Estado Federal; institucional y administrativamente se puede afirmar que se continuó el proceso de desmontaje del federalismo cuando se aumentaron y detallaron las competencias del Congreso Nacional y del Presidente de la República en desmedro de las competencias federales56. Pero si bien es cierto que este modelo organizó la burocracia de la administración central, no eliminó la hipertrofia del Poder Ejecutivo sino que consolidó el presidencialismo en el Estado Nacional venezolano.

Llegados a este punto se hace entonces necesario puntualizar que en el transcurso de la administración del período conocido como guzmancista se establecieron acuerdos entre caudillos, se garantizaron recursos financieros para el mantenimiento del Estado, se implementaron transformaciones institucionales y constitucionales y se fortaleció el poder central. Estos elementos contribuyeron a establecer un régimen perdurable que posibilitó la constitución del Estado Nacional Liberal.

Sin soslayar estos relevantes aspectos de considerable importancia en el proceso de modernización del Estado Nacional, en el ámbito político prevaleció el ejercicio personalista para la conducción del poder debido a que el sistema político se fundamentaba más en relaciones clientelares traducidas en pactos y acuerdos regiones-poder central, que institucionalmente era lo que le permitía fortalecer el poder central. Aquí radica la fragilidad política del sistema político venezolano de aquel momento, ya que una vez retirado Guzmán del poder en 1887 se evidencia una crisis política-institucional porque se produjo la ausencia de un Jefe de gobierno legitimado por los caudillos o jefes regionales57.

Los sucesores de Guzmán Blanco en la Presidencia de la República no lograron mantener la estabilidad política, reapareciendo la crisis político-institucional y económica que afectó al Estado en su totalidad.

Durante los gobiernos de Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890), Raimundo Andueza Palacio (1890-1892), Joaquín Crespo (1892-1898) e Ignacio Andrade (1898-1899), volvieron a proliferar los alzamientos armados como mecanismo del debate político.

54 Ramón J., VELASQUEZ. La caída del Liberalismo Amarillo: tiempo y drama de Antonio Paredes. Caracas: Ediciones Roraima, 1972, p. 30. 55 Gustavo, PLANCHART MANRIQUE. Voz: Constituciones de Venezuela. Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo I, p. 846. 56 Ibid. p. 848. 57 Cfr. Diego Bautista, URBANEJA. “Caudillismo y Pluralismo en el siglo XIX venezolano”. Politeía. Caracas: Instituto de Estudios Políticos, Universidad Central de Venezuela, 1975, No. 4 p. 133 y Ramón J., VELÁSQUEZ. Op. cit.

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El caudillismo, entendido como el sistema de relaciones clientelares entre las regiones y el poder central, no fue quebrantado durante la administración guzmancista. De hecho, los pactos que Guzmán Blanco estableció con los caudillos de las distintas regiones le aseguraron su permanencia en el poder central al mismo tiempo que se reconocía y robustecía el poder político regional58.

Una vez muerto Crespo en abril de 1898 la guerra se extendió y los diferentes caudillos regionales retomaron las armas59. Esta situación puede apreciarse en la siguiente cita del historiador Elías Pino Iturrieta, quien logra transmitir el estado de anarquía en que se encontraba la República,

Jelambi combate en Carabobo; Riera, en Coro; Guzmán Álvarez, en Barcelona; Espíritu Santos Morales, Juan Araujo, Carlos Rangel Garbiras y Ventura Macabeo en los Andes; Zoilo Bello y Loreto Lima en los corredores de Cojedes60.

La violencia en las regiones, la fragmentación y la desobediencia al poder central se habían hecho presentes nuevamente en la escena política venezolana. Cuando Castro llegó al gobierno en 1899 con la Revolución Liberal Restauradora diferentes caudillos dominaban la vida en las regiones, contaban con sus propios ejércitos y establecían relaciones económicas con el extranjero sin tomar en cuenta la existencia del poder central61.

III

A fin de comprender este proceso recurrente en la historia venezolana, es necesario señalar que a partir de 1830 la violencia sistemática se convirtió en un mecanismo fundamental del debate político, a pesar de que en 1840, con la fundación del partido liberal, se pretendió crear otro escenario de lucha política y dar a conocer una nueva manera de oposición a los distintos gobiernos. Sin embargo, fueron las luchas caudillistas de fines del siglo XIX expresadas en alzamientos, rebeliones, movimientos armados, insurrecciones y revoluciones, los mecanismos de lucha política que se manifestaron en cada crisis. Estas acciones involucraban, sistemáticamente, la movilización organizada u armada, que conllevó a la confrontación bélica.

58 Con respecto a la definición del caudillismo Vid. Inés, QUINTERO. Voz: Caudillismo. Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Fundación Polar, segunda Edición, 1997, Tomo I, p. 755. 59 La historiografía nacional le asigna mucha importancia a la muerte de Crespo, por considerar que fue el último caudillo que pudo unificar las distintas fracciones del partido liberal en torno a sí. Falleció el 16 de abril de 1898; durante el combate de la Mata de Carmelera en el Estado Cojedes, cuando intentaba sofocar las rebeliones de los nacionalistas que se oponían al gobierno de Ignacio Andrade. 60 Elías, PINO ITURRIETA. Venezuela metida en cintura: 1900-1945. Caracas, Cuadernos Lagoven, Serie Cuatro Repúblicas, 1988, p.9. 61 Es importante precisar que si bien los caudillos poseían sus ejércitos, no eran auténticos militares, ni es posible ver en sus acciones algunas formas de intervencionismo militar. Cfr. Alain, ROUQUIÉ. América Latina. Introducción al extremo occidente. México: Siglo XXI,1989, p. 208; Emilio, FUENTES. Síntesis de la evolución histórica de las Fuerzas Armadas. Caracas: Ediciones del Instituto de Previsión Social de las Fuerzas Armadas, 1996; Ramón J., VELASQUEZ. La caída del Liberalismo Amarillo. Caracas: Ediciones Roraima, 3ra. Edición, 1977; y Domingo, IRWIN. Relaciones civiles-militares 1830-1910. Caracas: Litobrit, C.A., 1996.

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La principal motivación de los caudillos que participaban en estas luchas era la de mantener su poder regional, su capacidad guerrera y su bienestar económico en contraposición al proceso de centralización que limitaba su influencia. En este sentido, el caudillismo fue expresión directa del poder regional enfrentado a otros grupos de poder en defensa de sus intereses.

En el contexto estudiado interesa examinar la violencia desde una perspectiva teórica62, entendida como factor de lucha política en que la movilización armada que se produjo en gran parte del territorio nacional condujo a enfrentamientos entre grupos dirigidos por los diferentes caudillos. Es así como la violencia dentro de este proceso no fue la causa de los sucesos históricos de mayor importancia en el orden político y social del régimen caudillista, sino que esencialmente formó parte de la dinámica del proceso histórico que abarca la interrelación de la sociedad y el Estado Nacional63.

En efecto, el caudillismo fue el régimen político imperante en Venezuela durante todo el siglo XIX, aunque a partir de 1830 los esfuerzos de los distintos gobernantes estuvieron encaminados al logro de la consolidación del Estado Nacional aparentemente como fórmula para mantenerse en el poder. Sin embargo, estos esfuerzos se vieron obstaculizados por la debilidad institucional, la fragmentación del poder, la ausencia de fuertes agrupaciones políticas, el personalismo como forma de ejercicio del poder, las constantes luchas caudillistas y la escasa capacidad económica y financiera por parte de la administración central. Fue pues, en este contexto, que la violencia formó parte del proceso histórico que se desarrolló en Venezuela a finales del siglo XIX, durante la última etapa del caudillismo. La siguiente cita de Germán Carrera Damas, ayuda a comprender este argumento.

Y es que ver en la violencia la causa de los sucesos históricos, lejos de construir un análisis escrutador, tan sólo induce a una concepción psicológica de la historia o a pretender que ésta llegue a una suerte de estancamiento o detención una vez que se la prive de su principio energético. Vanos intentos.

Más cerca del origen de los fenómenos históricos nos situamos al ver en la violencia un instrumento, un modo de expresarse y combatirse contradicciones antagónicas presentes en la sociedad y que constituyen, esas sí, las verdaderas fuerzas del devenir histórico64.

Por su parte, el historiador Manuel Caballero sostiene que desde las guerras de la independencia hasta la derrota de la batalla de Ciudad Bolívar en 1903, cuando se liquida el caudillismo como mecanismo de lucha política, la guerra era generalmente la única respuesta política contra un gobierno considerado ilegítimo; en consecuencia, la violencia guerrera se presentaba como sistemática y relativamente aceptada. Según Caballero, si bien no existía una legalización de la guerra, está era la única respuesta política en contra

62 Para otros acercamientos teóricos acerca del estudio de la violencia. Vid. Mario, STOPPINO. Voz: Violencia. Diccionario de Política. Tomo II, p. 1627. 63 Sobre el concepto de régimen político Vid. Lucio, LEVI. Voz: Régimen Político. Diccionario de Política. Tomo II, pp. 1362-1365. Este autor lo define como el conjunto de las instituciones que regulan las luchas en el poder y su ejercicio así como los valores que animan la vida de las instituciones. 64 Germán, CARRERA DAMAS. Temas de historia social y de las ideas. Caracas: Ediciones de la Biblioteca, Universidad Central de Venezuela, 1969, p. 173.

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de un gobierno considerado ilegítimo por el hecho mismo de que el gobierno había salido de una guerra65.

Es pues, este acercamiento a la violencia como mecanismo de sustitución del Jefe del Estado la razón de los movimientos armados, alzamientos, rebeliones, conspiraciones y revoluciones que se produjeron contra el gobierno de Cipriano Castro (1900-1903). Estas luchas caudillistas que enfrentaban las decisiones tomadas por el representante del Ejecutivo, terminaron por socavar el poder político regional de los distintos caudillos.

Ahora bien, desde la perspectiva de la teoría política, una revolución es una agitación colectiva que tiende y consigue transformar un orden político institucional, y este cambio es llevado a cabo de forma duradera, extensa y profunda, con la conciencia de que la transformación no puede ser atribuida a factores sobrenaturales, sino a la acción de los hombres que fueron sus protagonistas66. Pero en Venezuela, una revolución significaba el medio para cambiar o deshacerse de los malos gobiernos y es así como lo concibieron los distintos actores políticos de finales del siglo XIX y principios del XX.

De manera general, el punto de vista de los escritores positivistas venezolanos refleja esta realidad cuando ellos plantean que las «revoluciones» han servido en Venezuela para deshacerse de malos gobiernos67 y, cuando José Gil Fortoul de modo específico sostiene que han tenido un beneficio relativo, tal como se demuestra en la próxima cita:

Ellas [las revoluciones] han sido casi el único medio de corregir los errores de los gobiernos y de evitar tiranías prolongadas. Cuando un gobierno comete demasiados abusos, está seguro de procrear el mismo la reacción que ha de derrocarlo68.

Por su parte, Jesús Muñoz Tébar plantea que las revoluciones también surgen como una necesidad y un medio para superar grandes males como el personalismo. Su argumento se expresa de la siguiente manera:

Cuando el personalismo, desatado por larga impunidad, nada respeta, llega con insolencia a buscar apoyo hasta en los vicios. Los intereses vitales y bamboleantes de la sociedad solicitan entonces, a todo trance, su equilibrio estable. Apelan, generalmente, a las revoluciones armadas, que sólo son un medio desesperado: buscan con ellas las seguridades del legalismo69.

65 Vid. Manuel, CABALLERO. Las crisis de la Venezuela Contemporánea. Caracas: Monte Avila Editores, 1999, p. 14. 66 Esta definición corresponde a Alberto TENENTI. Op. cit. p. 10. Sobre el concepto de revolución Vid. Gianfranco Pasquino. Voz: Revolución. Diccionario de Política. Tomo II. pp. 1412-1423 y Samuel, HUNTINGTON. El orden político en las sociedades en cambio. Buenos Aires: Editorial Paidos, 1972. En todas estas definiciones se evidencia que una revolución siempre implica un cambio de estructuras político institucionales y el establecimiento de una nueva estructura sociopolítica, institucional y económica. 67 Luis, LOPEZ MENDEZ. Los Partidos Políticos (1887-1891). Caracas: Publicaciones de la Presidencia de la República, colección Nuestro Siglo XIX, 1963, p. 35. 68 José, GIL FORTOUL. “Movimiento social en Venezuela” en: La Doctrina Positivista. Caracas: Pensamiento Político Venezolano del Siglo XIX, 1961, Tomo 13, p. 204. 69 Jesús, MUÑOZ TEBAR. “El Personalismo y el Legalismo” en: Liberales y Conservadores. Caracas: Pensamiento Político Venezolano del Siglo XIX, 1961, Tomo 11, p. 78.

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Es entonces un hecho de importancia que en Venezuela, entre 1859 y 1903 hay más de 400 acciones de guerra en el país y por lo menos siete de estos movimientos han sido considerados por la historiografía como revoluciones: La Revolución Azul (1867); la Revolución Liberal o de Abril (1870); la Revolución Reivindicadora (1878); la Revolución Legalista (1892); la Revolución Liberal Restauradora (1899) y la Revolución Libertadora (1901).

Este juego dialéctico entre las acciones que atentaban contra el orden institucional (revueltas, rebeliones, movimientos armados, sublevaciones, conspiraciones) y los esfuerzos institucionales y políticos que se producían para restablecer y mantener el poder político fue una constante durante la etapa caudillista y podría ser considerado como una de las características esenciales del régimen caudillista imperante en Venezuela durante el siglo XIX.

En este sentido, Pasquino señala que la revolución se distingue de la rebelión o revuelta porque esta última se circunscribe a un área geográfica, carece en general de motivaciones ideológicas, no propugna una subversión total del orden constitucional sino un regreso a los principios originarios que regulaban las relaciones de autoridad política-ciudadana, y apunta a la satisfacción inmediata de ciertas reivindicaciones políticas y económicas. Según este autor, una rebelión puede ser aplacada con la sustitución de las personalidades políticas gobernantes o por medio de concesiones económicas ofrecidas a los revoltosos; además agrega que una sublevación aunque sea de notables proporciones y una revuelta por mucho que se prolongue, no logran, en general, resultados revolucionarios70.

Entonces, los alzamientos que se desarrollaron en Venezuela a partir de 1830 y continuaron repitiéndose hasta 1908, no pudieron haber dado origen a una revolución, pues sus motivos aparentemente fueron muchos; abarcaron desde el e stablecimiento de un verdadero Estado Nacional hasta consignas por el respeto de las cuotas de poder en las regiones, como también problemas financieros y económicos, aspiraciones sociales, además de los conflictos entre las autonomías locales y el poder central. Los factores de la crisis estructural presente en la realidad venezolana daban origen al surgimiento de manera cíclica de los distintos alzamientos en las regiones y producían la idea de que cada revolución era consecuencia de la anterior.

Recordemos que una de las características de la sociedad venezolana durante el siglo XIX fue el antagonismo entre las fuerzas centralizadoras y las ambiciones de las provincias por el apego de los grupos sociales a sus privilegios, lo que ocultaban bajo la consigna de defensa de las autonomías locales. En este contexto la utilización del sentimiento regional fue otro de los componentes en las distintas conspiraciones y revoluciones que se produjeron durante este período. Existía una clara identificación de amplios sectores de la población por su zona de origen; inclusive los ejércitos se identificaban por las zonas geográficas como los de Oriente, Centro y Occidente, pero no había una verdadera conciencia de lo regional, sino que la movilización se hacía para defender los intereses del caudillo, quien se comportaba como un líder benefactor en la región.

Existía todo un patrimonio de símbolos, ceremonias, representaciones, derechos y privilegios propios de cada región que eran aprovechados por los caudillos, quienes a su

70 Gianfranco, PASQUINO. Voz: Revolución. Diccionario de Política. Tomo II. pp.1412-1423.

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vez se comportaban como líderes benefactores en la región, lo que hacía posible que el caudillo movilizara sus fuerzas regionales contra las intromisiones consideradas externas, aunque fueran las del propio Presidente de la República.

Estas aproximaciones conceptuales ayudan a explicar las diferentes manifestaciones del proceso político durante la etapa caudillista; además permiten un mejor acercamiento y ofrecen la posibilidad para una comprensión de los fenómenos y sirven de base para explicar la acción política de Nicolás Rolando.

CONSIDERACIONES FINALES

Los conceptos fundamentales que nos guiaron tendieron a explicar la distorsión de la doctrina del federalismo plasmada en la Constitución de 1811. Como examinamos, esta distorsión consistió en el pragmatismo político de considerar el federalismo como la bandera política para la defensa de las cuotas de poder regional; asimismo, se describió la deformación del centralismo que se convirtió en personalismo político de quien ejerciera el cargo de Presidente de la República y la debilidad institucional que se reflejaba en un contexto violento en donde el caudillismo desembocó en un proceso de reforma del Estado Nacional.

En cuanto a comprender el proceso de concertación del “federalismo venezolano” o la “criollización del federalismo” es necesario señalar que tradicionalmente la historiografía nacional ha utilizado el concepto del federalismo para referirse a un período histórico o como un modelo de organización política que fue deformado, pero no ha explicado el proceso de su transformación, lo cual constituye un aporte por cuanto se explica teóricamente cómo se fue presentando esta distorsión.

Una de las características de la sociedad venezolana durante el siglo XIX fue el antagonismo entre las fuerzas centralizadoras y las ambiciones de las provincias por el apego de los grupos sociales a sus privilegios, el cual ocultaban bajo la consigna de defensa de las autonomías locales.

Los movimientos armados que se desarrollaron en Venezuela bajo el nombre de Revolución Libertadora pueden ser entendidos como movilizaciones típicas de la etapa caudillista, en que uno de los elementos fundamentales fue el apoyo que obtenían los distintos jefes guerreros de sus regiones de influencia.

Con relación a la significación política de Nicolás Rolando como el último bastión que enfrentó el proyecto de la Revolución Liberal Restauradora, se tiene que el producto de la distorsión del federalismo fue la posición política defendida por Nicolás Rolando con la finalidad de mantener su cuota de poder regional como una manera de enfrentar las tendencias centralizadoras llevadas a cabo por el gobierno de C ipriano Castro, las cuales tendieron a debilitar las redes caudillistas y a su posterior eliminación como fenómeno político imperante en Venezuela a finales del siglo XIX.

A partir del análisis critico de los documentos que conforman el archivo de Nicolás Rolando, se demostró que efectivamente su acción política no estuvo determinada por una posición doctrinaria, sino que fue una actuación pragmático-coyuntural, por lo que se expresó en manifestaciones de violencia, orientado a la defensa de su cuota de poder dentro de la estructura del Estado. En esto consistió fundamentalmente la debilidad de su postura política y la fortaleza de su adversario (proyecto Castro-Gómez).

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Si bien es cierto que Rolando expresaba que su acción e staba determinada por un proyecto político, es posible afirmar que se conducía de manera personalista pues carecía de una sólida doctrina política, producto de la distorsión del federalismo, que cohesionara a los distintos caudillos regionales en torno a un proyecto político pensado para Venezuela. En tanto los caudillos regionales realizaban alianzas y desalianzas movidos por las condiciones y circunstancias del momento histórico; ello nos ayuda a entender la debilidad del caudillismo como fenómeno político.

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