l simón bolívar en bilbao

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Begoña Cava L a dimensión histórica de ciertos personajes, algo evidente en la biografía del “Liber- tador” Simón Bolivar (1783- 1830), permite armonizar la comprensión humana de este protagonista de talla universal con la interpretación de sus rea- lizaciones en el campo del pensa- miento y la construcción de un ideal político. Pero en esta oca- sión no cabe hacer un análisis ponderado de su pensamiento, en sí mismo, esencial. Hoy como Mario Benedetti ha escrito, pon- gamos el acento en el hombre, si- tuando la trayectoria vital del ilustre venezolano, en clave de conmemoración bilbaina, a tra- vés de aquel episodio histórico que recrea la presencia de un jo- ven y enamorado Simón Bolivar residiendo en la Villa durante un intenso año de vivencias perso- nales (1801-1802). Simón Bolivar nació en Cara- cas el 24 de julio de 1783, como cuarto hijo del matrimonio for- mado por Juan Vicente de Boli- var y Ponte y de Concepción Pa- lacios Blanco. Descendiente de aquel Simón Bolivar que a fínes del siglo XVI salió de su solar en Puebla de Bolivar-Cenarruza y que como sus sucesores -Los Bolivar- labraron riqueza y ho - nor quedando vinculados a la fértil tierra venezolana. Un espa- cio colonial con estrechas vincu- laciones históricas con el País Vasco, como representa la mis- ma historia de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas desde 1728 y más contemporáneamente en aquella actitud de la Repúbli- ca de Venezuela en su acogida generosa a la diàspora vasca del exilio. El ámbito familiar de los Bolí- var sitúa a Simón en aquel estra- to de la sociedad caraqueña, cali- ficada en este siglo ilustrado de mantuana, como correspondiente a aquel linaje, riqueza y cultura de una aristocracia colonial que Humboldt y Avalos describieran. Productores de árboles de cacao, plantaciones de añil, café y caña de azúcar además de comerciali- zar cueros y pieles a través de puertos esenciales como La Guaira, Cádiz, Londres, Bayona ó Bilbao. Esmerada educación Una riqueza que permitió al Bolívar-niño, una esmerada edu- cación pese al fallecimiento de sus padres, gracias al talante libe- ral de su tutor y de sus maestros. Infancia y adolescencia que hace de Bolivar un hombre con una extraordinaria capacidad para asimilar el espíritu de su tiempo, a través de su propia visión de la realidad americana, y de aquella atmósfera intelectual de exalta- ción de lecturas francesas, tertu- lias, actitudes de innovación y viajes a la Europa galante que también afrontaba un cambio de siglo. Un nuevo horizonte como aquel que en su primer viaje, con tan solo 16 años, lleva a Bolivar desde La Guaira, tras peripecias que nos son conocidas de su ma- Simón Bolívar en Bilbao 1801-2001: un bicentenario a recordar Simón Bolívar. Cerca de 1816 no, y le hacen desembarcar final- mente en Santoña para viajar hasta Bilbao el 8 de mayo de 1799. Breve estancia bilbaina de la que no existe apenas información y que antecede a su marcha a Ma- drid para residir en casa de su tío Esteban Palacios en donde prose- guirá su formación en la Acade- mia de San Femando. Tiempo de juventud y de visi- tas a la casa del Marqués de Usta- riz -un caraqueño ilustre y poten - tado, además de enciclopedista, que supo aglutinar a la colonia americana en la Corte- en donde, precisamente, conocerá a su fritu- ra esposa M“ Teresa Rodríguez de Toro y Alaysa, hija de un cara- queño enriquecido. Es aquel Bolivar enamorado ("por haberme apasionado de una señorita de las mas bellas circunstancias y recomendables prendas, hija de un paisano y aún pariente ”), que a tal fin concibe el proyecto de contraer matrimo- nio en muy breve plazo. Idea que no demora en comunicar al padre de M® Teresa, quien parece ser, estimó oportuno atemperar las impaciencias juveniles de Boli- var estableciendo cierta “distan- cia” entre ambos. Por tal circuns- tancia fríe enviada M® Teresa a Bilbao, con el pretexto de la lle- gada de la temporada mas cálida a la Villa y Corte. Sea como fuere, es de resaltar que tanto Teófilo Guiard, Vicente Lecuna, Ramón de Basterra, co- mo Unamuno, Mourlane Miche- lena y Llano Gorostiza entre otros, se han visto atraídos por calibrar detalles de la presencia de Bolívar en Bilbao. Pero son contadas las huellas documentales de la estancia de Bolivar. Los permisos detallan como el 20 de Marzo de 1801 sa- lió Bolivar de Madrid hacia Bil- bao, tras recibir el pertinente pa- saporte y certificación oficial de S.M.. Permanecerá en nuestra Villa hasta el 29 de abril de 1802, fecha en que de nuevo recibe pa- saporte y permiso de retomo del corregidor del Señorio, Luis Marcelino Pereyra, para dirigirse hasta Ameyugo a caballo y des- de allí “tomar caballos de posta, saliendo con mozo de espuela’’... hacia Madrid en donde sabemos que, al poco, matrimoniará con M“ Teresa. Estancia de Bolivar en Bilbao La estancia de Bolivar en Bil- bao fue por tanto de un año y un mes. Parece obvio destacar que además de un Bolivar enamora- do, el venezolano residiendo en Bilbao visitaría la cima y solar de sus mayores en Puebla de Bo- livar; pero de igual forma, su per- manencia en la Villa le sirvió -y de ello estamos seguros por la co- rrespondencia que hemos consul- tado- para realizar contactos co- merciales con los puertos de Ba- yona y Santander además de los que realizaría mas tarde (1803). Pero sabemos poco más. Des- de Bilbao parece que negoció : ___ '^imi é:„ ; <(w '"r"'iir7iiaí Busto de la Plaza de Venezuela de Bilbao inaugurado en 1989 chivero Municipal Teófilo Guiard, datos cuanto más exactos sobre el domicilio bilbaino del ilustre venezolano. Las pesquisas del cronista de la Villa, conduje- ron a un informe -un documento desconocido, al que por el mo- mento no hemos podido acceder por no estar catalogado en el Ar- chivo Municipal-, que según pa - rece dio la ubicación (¿exacta?) de aquel lugar de hospedaje de Bolivar en el Casco Viejo duran- te un largo año. Concretamente, Guiard parece que lo situó en el noble edificio de la calle Matade- ro, desde 1885 calle Banco de España, en donde existe hoy pla- ca conmemorativa tras la cele- bración bolivaríana del983. Los lazos vasco-venezolanos se hermanaron nuevamente para erigir un monumento conmemo- rativo a Simón Bolivar en Puebla de Bolivar -Cenamiza- según proyecto del926. Fue obra del arquitecto Pedro Ispizua y mues- tra un bajorrelieve realizado en bronce llevando la efigie del Li- bertador. El 14 de agosto de 1927 se inauguró solemnemente, tal y como evidencian los testimonios hemerográficos de “El Pueblo Vasco”. El acto contó con nume- rosas autoridades, interviniendo también los cónsules de Vene- zuela y Colombia en Bilbao, ade- más del académico venezolano Andrés Ponte. De igual forma se estrenó el himno a Bolivar con letra en euskera y castellano de Vicente Batiz y Luis Martínez de Maturana, con música del carme- lita Francisco Ugartechea, com- posición de la que extraemos un pequeño fragmento que rubrica esta página conmemorativa del bicentenario de la estancia de Bolivar en Bilbao. Nun naí dakusguz gudalbumak Begira Simón Bolivar’i Baberak argi egiten deutse Eguzkiak lez ludiari Bere burua erdikusten da Odei-tartian oiz gañían Bere begiak jarrikik daukoz Bolibar’eko lur maitian por carta el envío de 200 fanegas de cacao a través de su tío Carlos Palacios, mediante el uso de al- gún comisionista “de crédito co- nocido y hombría de bien y dan- dole orden de entenderse directa- mente con Bernardo Rodriguez de Toro, quien dispondrá del di- nero o del cacao, como mejor le convenga ”. Noticia que extraigo de la consulta de aquella corres- pondencia recopilada por Vicente Lecuna y de la que he selecciona- do dos cartas datadas y escritas en Bilbao: la primera del 23 de agosto enviada a su tío Pedro Pa- lacios y la segunda del 29 de di- ciembre de 1801 también a su otro tío Carlos Palacios. Precisa- mente en la primera carta es en donde Bolivar apunta pequeños detalles de su fiituro matrimonio por poder en Madrid, enlace rea- lizado en 1802, lo que traería -según escribe- su posterior par - tida hacia Ultramar ( “embarcán- donos aquí en un neutral que to- que Norte América. Los Toros (sic) partirán muy presto de Bil- bao; pues solo esperan que los calores no fiiesen tan fidertes pa- ra tomar el camino ”). La felicidad del matrimonio, como sabemos no duraria mucho, pues M® Teresa falleció de fiebre amarilla en 1803 en la hacienda de San Mateo en Venezuela, lo que sumió a Simón Bolivar en un estado de tristeza y abatimiento que sin duda cimentó su voca- ción política y militar para el fu- turo ( “sí yo no hubiera enviuda- do, quizá mi vida hubiera sido otra; no sería el general Bolivar ni el Libertador, aunque conven- go que mi genio no era para al- calde de San Mateo ”). La permanencia de Bolivar en la Villa hizo que en 1926 Nivardo Pina, Cónsul general de Vene- zuela en Bilbao, solicitara del Ar-

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Page 1: L Simón Bolívar en Bilbao

Begoña Cava

L a dimensión histórica de ciertos personajes, algo evidente en la biografía del “Liber­

tador” Simón Bolivar (1783- 1830), permite armonizar la comprensión humana de este protagonista de talla universal con la interpretación de sus rea­lizaciones en el campo del pensa­miento y la construcción de un ideal político. Pero en esta oca­sión no cabe hacer un análisis ponderado de su pensamiento, en sí mismo, esencial. Hoy como Mario Benedetti ha escrito, pon- gamos el acento en el hombre, si­tuando la trayectoria vital del ilustre venezolano, en clave de conmemoración bilbaina, a tra­vés de aquel episodio histórico que recrea la presencia de un jo ­ven y enamorado Simón Bolivar residiendo en la Villa durante un intenso año de vivencias perso­nales (1801-1802).

Simón Bolivar nació en Cara­cas el 24 de julio de 1783, como cuarto hijo del matrimonio for­mado por Juan Vicente de Boli­var y Ponte y de Concepción Pa­lacios Blanco. Descendiente de aquel Simón Bolivar que a fínes del siglo XVI salió de su solar en Puebla de Bolivar-Cenarruza y que como sus sucesores -Los Bolivar- labraron riqueza y ho­nor quedando vinculados a la fértil tierra venezolana. Un espa­cio colonial con estrechas vincu­laciones históricas con el País Vasco, como representa la mis­ma historia de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas desde 1728 y más contemporáneamente en aquella actitud de la Repúbli­ca de Venezuela en su acogida generosa a la diàspora vasca del exilio.

El ámbito familiar de los Bolí­var sitúa a Simón en aquel estra­to de la sociedad caraqueña, cali­ficada en este siglo ilustrado de mantuana, como correspondiente a aquel linaje, riqueza y cultura de una aristocracia colonial que Humboldt y Avalos describieran. Productores de árboles de cacao, plantaciones de añil, café y caña de azúcar además de comerciali­zar cueros y pieles a través de puertos esenciales como La Guaira, Cádiz, Londres, Bayona ó Bilbao.

Esm erada educaciónUna riqueza que permitió al

Bolívar-niño, una esmerada edu­cación pese al fallecimiento de sus padres, gracias al talante libe­ral de su tutor y de sus maestros. Infancia y adolescencia que hace de Bolivar un hombre con una extraordinaria capacidad para asimilar el espíritu de su tiempo, a través de su propia visión de la realidad americana, y de aquella atmósfera intelectual de exalta­ción de lecturas francesas, tertu­lias, actitudes de innovación y viajes a la Europa galante que también afrontaba un cambio de siglo. Un nuevo horizonte como aquel que en su primer viaje, con tan solo 16 años, lleva a Bolivar desde La Guaira, tras peripecias que nos son conocidas de su ma-

Simón Bolívar en Bilbao1801-2001: un bicentenario a recordar

Simón Bolívar. Cerca de 1816

no, y le hacen desembarcar final­mente en Santoña para viajar hasta Bilbao el 8 de mayo de 1799.

Breve estancia bilbaina de la que no existe apenas información y que antecede a su marcha a Ma­drid para residir en casa de su tío Esteban Palacios en donde prose­guirá su formación en la Acade­mia de San Femando.

Tiempo de juventud y de visi­tas a la casa del Marqués de Usta- riz -u n caraqueño ilustre y poten­tado, además de enciclopedista, que supo aglutinar a la colonia americana en la Corte- en donde, precisamente, conocerá a su fritu­ra esposa M“ Teresa Rodríguez de Toro y Alaysa, hija de un cara­queño enriquecido.

Es aquel Bolivar enamorado ("por haberme apasionado de una señorita de las mas bellas circunstancias y recomendables prendas, hija de un paisano y aún pariente ”), que a tal fin concibe el proyecto de contraer matrimo­nio en muy breve plazo. Idea que no demora en comunicar al padre de M® Teresa, quien parece ser, estimó oportuno atemperar las impaciencias juveniles de Boli­var estableciendo cierta “distan­cia” entre ambos. Por tal circuns­tancia fríe enviada M® Teresa a Bilbao, con el pretexto de la lle­gada de la temporada mas cálida a la Villa y Corte.

Sea como fuere, es de resaltar que tanto Teófilo Guiard, Vicente Lecuna, Ramón de Basterra, co­

mo Unamuno, Mourlane Miche- lena y Llano Gorostiza entre otros, se han visto atraídos por calibrar detalles de la presencia de Bolívar en Bilbao.

Pero son contadas las huellas documentales de la estancia de Bolivar. Los permisos detallan como el 20 de Marzo de 1801 sa­lió Bolivar de Madrid hacia Bil­bao, tras recibir el pertinente pa­saporte y certificación oficial de S.M.. Permanecerá en nuestra Villa hasta el 29 de abril de 1802, fecha en que de nuevo recibe pa­saporte y permiso de retomo del corregidor del Señorio, Luis Marcelino Pereyra, para dirigirse hasta Ameyugo a caballo y des­de allí “tomar caballos de posta, saliendo con mozo de espuela’’... hacia Madrid en donde sabemos que, al poco, matrimoniará con M“ Teresa.Estancia de Bolivar en Bilbao

La estancia de Bolivar en Bil­bao fue por tanto de un año y un mes. Parece obvio destacar que además de un Bolivar enamora­do, el venezolano residiendo en Bilbao visitaría la cima y solar de sus mayores en Puebla de Bo­livar; pero de igual forma, su per­manencia en la Villa le sirvió -y de ello estamos seguros por la co­rrespondencia que hemos consul­tado- para realizar contactos co­merciales con los puertos de Ba­yona y Santander además de los que realizaría mas tarde (1803).

Pero sabemos poco más. Des­de Bilbao parece que negoció

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chivero Municipal Teófilo Guiard, datos cuanto más exactos sobre el domicilio bilbaino del ilustre venezolano. Las pesquisas del cronista de la Villa, conduje­ron a un informe -u n documento desconocido, al que por el mo­mento no hemos podido acceder por no estar catalogado en el Ar­chivo Municipal-, que según pa­rece dio la ubicación (¿exacta?) de aquel lugar de hospedaje de Bolivar en el Casco Viejo duran­te un largo año. Concretamente, Guiard parece que lo situó en el noble edificio de la calle Matade­ro, desde 1885 calle Banco de España, en donde existe hoy pla­ca conmemorativa tras la cele­bración bolivaríana del983.

Los lazos vasco-venezolanos se hermanaron nuevamente para erigir un monumento conmemo­rativo a Simón Bolivar en Puebla de Bolivar -C enam iza- según proyecto del926. Fue obra del arquitecto Pedro Ispizua y mues­tra un bajorrelieve realizado en bronce llevando la efigie del Li­bertador. El 14 de agosto de 1927 se inauguró solemnemente, tal y como evidencian los testimonios hemerográficos de “El Pueblo Vasco” . El acto contó con nume­rosas autoridades, interviniendo también los cónsules de Vene­zuela y Colombia en Bilbao, ade­más del académico venezolano Andrés Ponte. De igual forma se estrenó el himno a Bolivar con letra en euskera y castellano de Vicente Batiz y Luis Martínez de Maturana, con música del carme­lita Francisco Ugartechea, com­posición de la que extraemos un pequeño fragmento que rubrica esta página conmemorativa del bicentenario de la estancia de Bolivar en Bilbao.

Nun naí dakusguz gudalbumak Begira Simón Bolivar’i Baberak argi egiten deutse Eguzkiak lez ludiari Bere burua erdikusten da Odei-tartian oiz gañían Bere begiak jarrikik daukoz Bolibar’eko lur maitian

por carta el envío de 200 fanegas de cacao a través de su tío Carlos Palacios, mediante el uso de al­gún comisionista “de crédito co­nocido y hombría de bien y dan­dole orden de entenderse directa­mente con Bernardo Rodriguez de Toro, quien dispondrá del di­nero o del cacao, como mejor le convenga ”. Noticia que extraigo de la consulta de aquella corres­pondencia recopilada por Vicente Lecuna y de la que he selecciona­do dos cartas datadas y escritas en Bilbao: la primera del 23 de agosto enviada a su tío Pedro Pa­lacios y la segunda del 29 de di­ciembre de 1801 también a su otro tío Carlos Palacios. Precisa­mente en la primera carta es en donde Bolivar apunta pequeños detalles de su fiituro matrimonio por poder en Madrid, enlace rea­lizado en 1802, lo que traería -según escribe- su posterior par­tida hacia Ultramar ( “embarcán­donos aquí en un neutral que to­que Norte América. Los Toros (sic) partirán muy presto de Bil­bao; pues solo esperan que los calores no fiiesen tan fidertes p a ­ra tomar el camino ”).

La felicidad del matrimonio, como sabemos no duraria mucho, pues M® Teresa falleció de fiebre amarilla en 1803 en la hacienda de San Mateo en Venezuela, lo que sumió a Simón Bolivar en un estado de tristeza y abatimiento que sin duda cimentó su voca­ción política y militar para el fu­turo ( “s í yo no hubiera enviuda­do, quizá mi vida hubiera sido otra; no sería el general Bolivar ni el Libertador, aunque conven­go que mi genio no era para al­calde de San Mateo ”).

La permanencia de Bolivar en la Villa hizo que en 1926 Nivardo Pina, Cónsul general de Vene­zuela en Bilbao, solicitara del Ar­