julio cortázar a ritmo de jazz

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Carmen Torres Ripa LA msica de fondo del verano suena a ritmo de jazz. En cada rincn de nuestra tierra hay fes- tivales y conciertos con el soni- do de los sentimientos. En este mes de agosto Julio Cortzar cumplira 90 aos. Un escritor que fue capaz de poner letra al hechizo disonante de las notas de jazz. El ltimo concierto de Michel Camilo en Bilbao me lle- v de los libros de Cortzar a los temas de Camilo. Fue un viaje fascinante que inici con los ojos cerrados en el teatro Arria- ga. Ver y or a un artista de jazz en trance de interpretacin es una experiencia irrepetible. Recuerdo como Michel Cami- lo cerraba los ojos y su sonrisa llenaba el patio de butacas, las plateas, los palcos, cada rincn del teatro. Miraba a lo alto del escenario mientras sus manos bailaban sobre el teclado. El tiempo se para y vuelvo al pasado con la atmsfera de pre- sente. El jazz revoluciona el al- ma. Aquel andante de su Con- cierto para piano y orquesta emborrach el teatro Arriaga de Bilbao de un rezo musical. Se cortaba la respiracin del pbli- co. Yo me deslic en la butaca con la cabeza apoyada en el res- paldo. Quera cerrar los ojos pa- ra concentrarme en los sonidos, pero las teclas —no, eran los de- dos de Camilo— me llevaban a mirarle. Lo siento de nuevo. No puedo cerrar los ojos. Me desco- necto de m y me acoplo, dentro de la cara del msico dominica- no, para poder sentir mejor esa magia caribea a ritmo de jazz, a ritmo de sueo. Y es entonces, cuando estoy fuera de m hilva- nando en el aire las notas, cuan- do escucho por otro odo que es- t en mi alma : Y esto lo estoy tocando maana. La msica me haba metido en el tiempo de Julio Cortzar. Es- taba acompaada de Johnny Cartes, el saxofonista drogadicto y bohemio de su cuento El per- seguidor. Era como flotar en el humo. La droga y la miseria no saben andar juntas —deca el es- critor argentino en el cuento—. Pienso en la msica que se est perdiendo, en las docenas de grabaciones donde Johnny po- dra seguir dejando esa presen- cia, ese adelanto asombroso que tiene cualquier otro msico. Es- to lo estoy tocando maana me llena de pronto de un sentido clarsimo, porque Johnny siem- pre est tocando maana y el resto viene a la zaga, en este hoy que l salta sin esfuerzo con las primeras notas de su msica. El concierto de Michel Cami- lo, me fue llevando a Cortzar durante dos horas largas. Cami- n por la Obertura de Candine de Bernstein, con Un americano en Pars y Rhapsody in blue de Gershwin, y pens que Julio Cortzar supo traducir el jazz al lenguaje literario. Fue capaz de escribir letras en lugar de notas y as conseguir la magnifica sinfo- na de Rayuela. Julio Florencio Cortzar naci en Bruselas en 1914. Mi naci- miento (en Bruselas) —cuenta con humor— fue un producto del turismo y la diplomacia. La ca- pital belga estaba ocupada por los alemanes y la familia Cort- zar se fue a Suiza hasta que ter- min la Primera Guerra Mun- dial. Cuando el nio tiene dos aos se instalan en Argentina. Quizs fue su subconsciente el que recuper de la memoria el pasado, porque cuenta que a los 9 aos termin su primera nove- la. Pero su familia le llam men- tiroso, sospech que era una co- pia de algn desconocido. Julio empez a sufrir y despus, al co- rrer de los aos, se hizo una co- raza de versos y de palabras y se olvid de todo para entrar en la msica de su propio mundo. Le veo en las fotos como si pasara de todo. Con su ceo fruncido y el cigarro en la comi- sura de los labios, parece el eter- no joven que nunca envejece. Imposible imaginarlo encorvado sobre un bastn, porque nunca podremos recordar lo que nunca fue. Julio Cortzar se muri ha- ce veinte aos, en 1984 en Pars. Y nos dej una obra inmensa. Colecciones de cuentos —dicen que Cortzar es el mejor cuentis- ta del siglo XX— como Bestia- rio, Final de juego, Todos los fuegos el fuego, El perseguidor y otros cuentos, Octaedro, Que- remos tanto a Glenda; nove- las deliciosas, como Libro de Manuel, Historias de cronopios y famas y muchos etcteras ms. Pero con una sola de sus novelas, Rayuela, conmocion el panorama literario. Los jve- nes escritores desaprendieron lo que saban de escribir para co- piar esa prosa extraa escrita a ritmo de jazz. Todos fueron de- trs de su estela, porque, como dice uno de sus personajes, An- dbamos sin buscarnos pero sa- bamos que andbamos para en- contrarnos. En su Rayuela las frases suben y bajan, se ladean, cada captulo va solo —el escritor propona le- erlos sin orden— dentro de un ba- rullo de sentimientos dislocados. Es puro jazz. Un ruido que se suaviza, se estira, se dilata y, en un momento de murmullo diso- nante, suena la msica perfecta. Cortzar juega con el piano, con el saxofn y el contrabajo. Una letra, una palabra, un folio tirado en el suelo, el sonido apagado del ordenador, el pausado desli- zamiento de la impresora. Un verso, un cuento, una novela, un ensayo Es la prosa de Julio Cortzar que se oye como la m- sica de jazz mientras lees Rayue- la. Al pasar los ojos por las lne- as eres capaz de notar el chirrido de la cuerda de un violn y des- pus puede gritar la nota perdida del piano que se esconde en la profundidad grave del saxofn. Creo que me estoy perdien- do. Este artculo parece una im- provisacin de jazz. Sin duda, aunque el tiempo pase, Julio Cortzar siempre ser un joven provocador. Julio Cortázar a ritmo de jazz José Serna Andrés DICEN que el trabajo es salud, pero ms de la mitad del absentis- mo laboral tiene que ver con el es- trs. Hay demasiadas personas sin trabajo y otras tienen miedo a ir a trabajar porque se producen ten- siones, falta de tiempo, intimida- cin, situaciones violentas, acoso moral. Cualquiera dira que la se- guridad y la salud laboral depen- den de las relaciones sociales que se establecen. Menos mal que lle- gan las vacaciones. El derecho a las vacaciones pa- gadas se encuentra en la Declara- cin Universal de los Derechos Humanos, as como el derecho al trabajo, y otros ms. No es de ex- traar, por tanto, que las vacacio- nes signifiquen un tiempo espe- cial para quien tiene trabajo y pa- ra quien no lo tiene. El descanso, el viaje y la fiesta son tres ejes en torno a los cuales giran las vaca- ciones. Pero las vacaciones son muy duras para quien no puede vivirlas como desea, bien a causa de carencias econmicas, o bien porque los permisos no coinciden en los diferentes miembros de la familia. El caso es que tanta planifica- cin, tanta espera, a veces nos lle- va a la frustracin, pero no impor- ta, porque en cuanto terminan co- menzamos a comprar las pilas nuevas que alumbren las vacacio- nes del prximo ao, o del puente ms cercano. Es verdad que necesitamos des- canso, distancia sobre los aconte- cimientos que marcan la rutina, la vida diaria. Y sobre todo necesita- mos tiempo para el encuentro per- sonal, para la amistad. A veces planificamos las vacaciones con tantas actividades que, a la vuelta, necesitamos otras vacaciones, aunque no podamos disponer ya de ellas. En los viajes aprendemos ms que en muchas clases de historia o geografa, pero a veces son tan in- tensos que llegan a ser agotado- res. Y las fiestas, no digamos, las fiestas nos enraizan en la ciudad, manifiestan a la ciudadana las claves culturales de un evento que llega ms all de las expresiones individuales, y a veces destilan por sus coyundas excesos que da- an. Si no existieran las vacaciones habra que inventarlas. Quien sa- be vivir el ocio creativamente tie- ne dos vidas, y quien lo encierra en el exceso o en el aburrimiento tendr que hacerse, si es capaz, ms de una pregunta. Vacaciones... Bilbao agosto de 2004 55 Cortázar fue un escritor capaz de poner letra al hechizo disonante de las notas de jazz El músico dominicano Michel Camilo en su actuación en el teatro Arriaga Julio Cortázar conmocionó el panorama literario con su novela Rayuela

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Julio Cortázar a ritmo de jazz

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Page 1: Julio Cortázar a ritmo de jazz

Carmen Torres Ripa

LA m�sica de fondo del veranosuena a ritmo de jazz. En cadarinc�n de nuestra tierra hay fes-tivales y conciertos con el soni-do de los sentimientos. En estemes de agosto Julio Cort�zarcumplir�a 90 a�os. Un escritorque fue capaz de poner letra alhechizo disonante de las notasde jazz. El �ltimo concierto deMichel Camilo en Bilbao me lle-v� de los libros de Cort�zar a lostemas de Camilo. Fue un viajefascinante que inici� con losojos cerrados en el teatro Arria-ga. Ver y o�r a un artista de jazzen trance de interpretaci�n esuna experiencia irrepetible.

Recuerdo como Michel Cami-lo cerraba los ojos y su sonrisallenaba el patio de butacas, lasplateas, los palcos, cada rinc�ndel teatro. Miraba a lo alto delescenario mientras sus manosbailaban sobre el teclado.

El tiempo se para y vuelvo alpasado con la atm�sfera de pre-sente. El jazz revoluciona el al-ma. Aquel andante de su Con-cierto para piano y orquestaemborrach� el teatro Arriaga deBilbao de un rezo musical. Secortaba la respiraci�n del p�bli-co. Yo me deslic� en la butacacon la cabeza apoyada en el res-paldo. Quer�a cerrar los ojos pa-ra concentrarme en los sonidos,pero las teclas Ðno, eran los de-dos de CamiloÐ me llevaban amirarle. Lo siento de nuevo. Nopuedo cerrar los ojos. Me desco-necto de m� y me acoplo, dentrode la cara del m�sico dominica-

no, para poder sentir mejor esamagia caribe�a a ritmo de jazz, aritmo de sue�o. Y es entonces,cuando estoy fuera de m� hilva-nando en el aire las notas, cuan-do escucho por otro o�do que es-t� en mi alma : ÒY esto lo estoytocando ma�anaÓ.

La m�sica me hab�a metido enel tiempo de Julio Cort�zar. Es-taba acompa�ada de JohnnyCartes, el saxofonista drogadictoy bohemio de su cuento El per-seguidor. Era como flotar en elhumo. ÒLa droga y la miseria nosaben andar juntas Ðdec�a el es-critor argentino en el cuentoÐ.

Pienso en la m�sica que se est�perdiendo, en las docenas degrabaciones donde Johnny po-dr�a seguir dejando esa presen-cia, ese adelanto asombroso quetiene cualquier otro m�sico. Es-to lo estoy tocando ma�ana mellena de pronto de un sentidoclar�simo, porque Johnny siem-pre est� tocando ma�ana y elresto viene a la zaga, en este hoyque �l salta sin esfuerzo con lasprimeras notas de su m�sicaÓ.

El concierto de Michel Cami-lo, me fue llevando a Cort�zardurante dos horas largas. Cami-n� por la Obertura de Candine

de Bernstein, con Un americanoen Par�s y Rhapsody in blue deGershwin, y pens� que JulioCort�zar supo traducir el jazz allenguaje literario. Fue capaz deescribir letras en lugar de notas yas� conseguir la magnifica sinfo-n�a de Rayuela.

Julio Florencio Cort�zar naci�en Bruselas en 1914. ÒMi naci-miento (en Bruselas) Ðcuentacon humorÐ fue un producto delturismo y la diplomaciaÓ. La ca-pital belga estaba ocupada porlos alemanes y la familia Cort�-zar se fue a Suiza hasta que ter-min� la Primera Guerra Mun-

dial. Cuando el ni�o tiene dosa�os se instalan en Argentina.Quiz�s fue su subconsciente elque recuper� de la memoria elpasado, porque cuenta que a los9 a�os termin� su primera nove-la. Pero su familia le llam� men-tiroso, sospech� que era una co-pia de alg�n desconocido. Julio

empez� a sufrir y despu�s, al co-rrer de los a�os, se hizo una co-raza de versos y de palabras y seolvid� de todo para entrar en lam�sica de su propio mundo.

Le veo en las fotos como sipasara de todo. Con su ce�ofruncido y el cigarro en la comi-sura de los labios, parece el eter-no joven que nunca envejece.Imposible imaginarlo encorvadosobre un bast�n, porque nuncapodremos recordar lo que nuncafue. Julio Cort�zar se muri� ha-ce veinte a�os, en 1984 en Par�s.Y nos dej� una obra inmensa.Colecciones de cuentos Ðdicen

que Cort�zar es el mejor cuentis-ta del siglo XXÐ como Bestia-rio, Final de juego, Todos losfuegos el fuego, El perseguidory otros cuentos, Octaedro, Que-remos tanto a Glenda; nove-las deliciosas, como Libro deManuel, Historias de cronopiosy famasÉ y muchos etc�teras

m�s. Pero con una sola de susnovelas, Rayuela, conmocion�el panorama literario. Los j�ve-nes escritores desaprendieron loque sab�an de escribir para co-piar esa prosa extra�a escrita aritmo de jazz. Todos fueron de-tr�s de su estela, porque, comodice uno de sus personajes, ÒAn-d�bamos sin buscarnos pero sa-b�amos que and�bamos para en-contrarnosÓ.

En su Rayuela las frases subeny bajan, se ladean, cada cap�tulova solo Ðel escritor propon�a le-erlos sin ordenÐ dentro de un ba-rullo de sentimientos dislocados.Es puro jazz. Un ruido que sesuaviza, se estira, se dilata y, enun momento de murmullo diso-nante, suena la m�sica perfecta.Cort�zar juega con el piano, conel saxof�n y el contrabajo. Unaletra, una palabra, un folio tiradoen el suelo, el sonido apagadodel ordenador, el pausado desli-zamiento de la impresora. Unverso, un cuento, una novela, unensayoÉ Es la prosa de JulioCort�zar que se oye como la m�-sica de jazz mientras lees Rayue-la. Al pasar los ojos por las l�ne-as eres capaz de notar el chirridode la cuerda de un viol�n y des-pu�s puede gritar la nota perdidadel piano que se esconde en laprofundidad grave del saxof�n.

Creo que me estoy perdien-do. Este art�culo parece una im-provisaci�n de jazz. Sin duda,aunque el tiempo pase, JulioCort�zar siempre ser� un jovenprovocador.

Julio Cortázar a ritmo de jazz José Serna Andrés

DICEN que el trabajo es salud,pero m�s de la mitad del absentis-mo laboral tiene que ver con el es-tr�s. Hay demasiadas personas sintrabajo y otras tienen miedo a ir atrabajar porque se producen ten-siones, falta de tiempo, intimida-ci�n, situaciones violentas, acosomoral. Cualquiera dir�a que la se-guridad y la salud laboral depen-den de las relaciones sociales quese establecen. Menos mal que lle-gan las vacaciones.

El derecho a las vacaciones pa-gadas se encuentra en la Declara-ci�n Universal de los DerechosHumanos, as� como el derecho altrabajo, y otros m�s. No es de ex-tra�ar, por tanto, que las vacacio-nes signifiquen un tiempo espe-cial para quien tiene trabajo y pa-ra quien no lo tiene. El descanso,el viaje y la fiesta son tres ejes entorno a los cuales giran las vaca-ciones. Pero las vacaciones sonmuy duras para quien no puedevivirlas como desea, bien a causade carencias econ�micas, o bienporque los permisos no coincidenen los diferentes miembros de lafamilia.

El caso es que tanta planifica-ci�n, tanta espera, a veces nos lle-va a la frustraci�n, pero no impor-ta, porque en cuanto terminan co-menzamos a comprar las pilasnuevas que alumbren las vacacio-nes del pr�ximo a�o, o del puentem�s cercano.

Es verdad que necesitamos des-canso, distancia sobre los aconte-cimientos que marcan la rutina, lavida diaria. Y sobre todo necesita-mos tiempo para el encuentro per-sonal, para la amistad. A vecesplanificamos las vacaciones contantas actividades que, a la vuelta,necesitamos otras vacaciones,aunque no podamos disponer yade ellas.

En los viajes aprendemos m�sque en muchas clases de historia ogeograf�a, pero a veces son tan in-tensos que llegan a ser agotado-res. Y las fiestas, no digamos, lasfiestas nos enraizan en la ciudad,manifiestan a la ciudadan�a lasclaves culturales de un evento quellega m�s all� de las expresionesindividuales, y a veces destilanpor sus coyundas excesos que da-�an.

Si no existieran las vacacioneshabr�a que inventarlas. Quien sa-be vivir el ocio creativamente tie-ne dos vidas, y quien lo encierraen el exceso o en el aburrimientotendr� que hacerse, si es capaz,m�s de una pregunta.

Vacaciones...

B i lbaoagosto de 2004 55

Cortázar fue un escritor capazde poner letra al hechizodisonante de las notas de jazz

El músico dominicano Michel Camilo en su actuación en el teatro Arriaga

Julio Cortázar conmocionó el panorama literario con su novela Rayuela