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LAS VOCES NARRATIVAS EN “PEDRO PÁRAMO” “Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aquí en este rincón donde me tienes ahora. Sólo seme ocurre que debería ser yo la que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes? Allá fuera está lloviendo. ¿No sientes el golpear de la lluvia? -Siento como si alguien caminara sobre nosotros. -Ya déjate de miedos. Nadie te puede dar ya miedo. Haz por pensar en cosas agradables porque vamos a estar mucho tiempo enterrados.”

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Page 1: Juan Rulfo Narradores

LAS VOCES NARRATIVAS EN

“PEDRO PÁRAMO”

“Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aquí en este rincón donde me tienes ahora. Sólo seme ocurre que debería ser yo la que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes? Allá fuera está lloviendo. ¿No sientes el golpear de la lluvia?-Siento como si alguien caminara sobre nosotros.-Ya déjate de miedos. Nadie te puede dar ya miedo. Haz por pensar en cosas agradables porque vamos a estar mucho tiempo enterrados.”

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Fundamentación

Por “voces narrativas” se entiende, en sentido general, las distintas vías discursivas por las que se construye la historia narrada (no circunscritas al ámbito exclusivo de la narración strictu sensu).

El empleo, en este trabajo, de un título similar al utilizado por Oscar Tacca en “Las voces de la novela” amerita una breve referencia a su postura teórica, un primer acercamiento a su concepción, que serán efectuados a través de una serie de fragmentos extraídos directamente de su obra, a modo de fundamentación de la temática elegida.

Debe afirmarse, empero, que la postura de Oscar Tacca no servirá de eje rector de todo el análisis, sino únicamente como punto de partida para la elección de la temática de “quién habla” en la novela.

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Algunas consideraciones de Oscar Tacca

“La crítica y aun el lector común abandonan poco a poco (a la psicología, a la sociología, a la antropología) el qué se cuenta por el cómo se cuenta”

“En la novela […] el autor da la palabra a un narrador, y éste eventualmente a sus personajes. Y de los personajes, finalmente, nunca, ni aun cuando dialogan, escuchamos propiamente su voz: <<por mucho que diferencie las voces, el narrador permanecerá siempre en el primer plano de la audición y de la conciencia>>” (Kayser)

“…la idea de la novela como audición. Quien sabe escuchar (quien sabe leer) debe percibir la voz del autor, la del narrador, la de cada personaje, la del destinatario”

Page 4: Juan Rulfo Narradores

“Para nosotros, tanto o más que un mundo, la novela es un complejo y sutil juego de voces”

“La novela es la imagen depurada de cierta dimensión de mundo: la que está dada por lo que el hombre sabe por sí y por los otros, y especialmente de lo que sabe que no sabe, de sí y de los otros. Es, en resumen, una suerte de recomposición del mundo operada por el lector, a partir de una limitada cantidad de información hábilmente repartida entre autor, narrador y personajes”

Algunas consideraciones de Oscar Tacca

Page 5: Juan Rulfo Narradores

“La novela, por su parte, es una lucha entre las múltiples maneras de contar algo […] Es evidente que la adopción de cada forma responde a una intención deliberada”

“La novela, más que un modo de ver, es un modo de contar. Empero, casi todas las explicaciones y comparaciones a su respecto son de orden visual”

“La revolución que en nuestro tiempo se produce en el arte y en la crítica de la novela, nace en el momento mismo en que el lector, a imagen y semejanza del que escucha una llamada telefónica, pregunta: ¿Quién habla?”

Algunas consideraciones de Oscar Tacca

Page 6: Juan Rulfo Narradores

En este sentido, la novela “Pedro Páramo” de Juan Rulfo presenta varias voces que se nos hacen difíciles de identificar, de buenas a primeras. Son fragmentos de vida que rozan otras vidas, que se entrecruzan en “Pedro Páramo”, y que desde distintos tiempos nos dan a conocer la vida de Comala.

En general, la novela aporta una serie de novedades técnicas: el narrador desaparece y deja hablar a sus personajes libremente (pese a la concepción de Tacca), mediante una estructura a base de escenas cortadas, con vacíos que tiene que rellenar el lector. Otras innovaciones son: la ruptura de la línea temporal, los distintos puntos de vista, la alternancia de diálogo y monólogo interior y el empleo del lenguaje popular como elemento poético.

Las voces narrativas en “Pedro Páramo”

Page 7: Juan Rulfo Narradores

Cuatro son las voces de la novela a través de las cuales se nos dan a conocer los sucesos:

1. El narrador-personaje, en primera persona, que se identifica con Juan Preciado y ocupa la primera parte de la novela.

2. El narrador omnisciente, en tercera persona, con papel preponderante a partir del fragmento treinta y siete.

3. Los diálogos entre los personajes, tanto los que conversan con Juan Preciado al principio de la obra como las almas que conversan entre sí en las tumbas o en un pasado evocado por el narrador omnisciente.

4. El monólogo interior, técnica narrativa que consiste en el fluir de la conciencia del personaje.

Las voces narrativas en “Pedro Páramo”

Page 8: Juan Rulfo Narradores

1. El narrador-personaje

Cuenta la historia en primera persona y en pasado, refiere a la voz narrativa de Juan Preciado, protagonista de la novela.

Este narrador ocupa el espacio de la narración hasta el fragmento treinta y siete, aunque dicha división no es estricta, y los narradores en Pedro Páramo se intercalan casi ininterrumpidamente.

La acción de la novela se inicia con el motivo de la búsqueda, hecho mito en la narrativa mexicana: el hijo natural que parte a encontrarse con su padre o, como dice Carlos Fuentes, “ese joven Telémaco que inicia la contra-odisea en busca de su padre perdido”:

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plano de prometerlo todo”.

Page 9: Juan Rulfo Narradores

Al igual que todos los personajes de Rulfo, la figura de este narrador aparece desposeída de toda descripción física que permita al lector identificarlo en determinado momento de la narración. Más aún, su nombre solo lo conocemos al promediar la mitad de la novela donde nos enteramos que su relato es el relato de un muerto a otro muerto.

El grado de conocimiento que ostenta este narrador en relación al mundo narrado queda reducido a los recuerdos de su madre reproducidos en su conciencia. Recuerdos que se identifican, por un lado, con el carácter edénico de Comala:

“Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella me miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver: <Hay allí, pasando el puerto de Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche>”. (F. 2)

1. El narrador-personaje

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La condición paradisíaca de Comala es el Comala de “ayer” perdido en la lejanía del tiempo y en la vaguedad de los recuerdos. Pero, frente al pueblo vívido en la frágil consistencia de un recuerdo, el narrador presenta su experiencia real y concreta; su contacto directo con la realidad de Comala. Es el “hoy”:

“Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer”. (F. 3)

1. El narrador-personaje

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Según José Carlos González (Introducción a “Pedro Páramo”, en CATEDRA), Comala sufre un proceso de transformación de paraíso a infierno desde las perspectivas de quienes lo recrean. Dolores reconstruye un Comala edénico; Juan Preciado, uno infernal y desolado. Ambas perspectivas confluyen en la imagen del Comala real, es decir, aquella imagen de Comala que se presenta al lector a lo largo de la narración, que protagoniza un proceso de degradación y que corresponde a los tiempos de Pedro Páramo.

Las distintas voces de la novela permitirán al lector la reconstrucción del Comala real, que se convierte así –dice este autor- en el verdadero protagonista de la obra, que muere a manos de todos y a manos de nadie. “En realidad es la historia de un pueblo que va muriendo por sí mismo. No lo mata nada. No lo mata nadie”, dirá el propio Rulfo.

1. El narrador-personaje

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La visión de Juan Preciado constituye la focalización inicial de la novela a partir de la cual el lector conoce la realidad narrada.

El lector se identifica con Juan Preciado porque aprecia en su narración el mismo estado de ansiedad y duda que él tiene en la lectura. Uno de los aciertos narrativos es la creación de ese suspense que finaliza cuando el lector se da cuenta que la narración de Juan Preciado no iba dirigida a él sino a Dorotea.

Todas las vivencias de Juan Preciado en Comala estarán impregnadas de ambigüedad (así también la narración): es el inicio de una pesadilla, de un viaje sin retorno, porque es un viaje al mundo de los muertos.

1. El narrador-personaje

Page 13: Juan Rulfo Narradores

Alejandro Carreño afirma que este narrador carece de una conciencia reflexiva porque está “metido” en la acción; su papel detectivesco –que es el mismo nuestro- va a concluir solo cuando los hilos de la fábula, esparcidos desordenadamente por los distintos rincones del mundo de la novela, puedan ser comprendidos y percibidos en su propia coherencia interna.

El lector irá descubriendo, desde la misma perspectiva en que el mismo protagonista lo ha vivido, que los interlocutores de Juan Preciado están muertos. Del primero de ellos, Abundio, Eduviges le dirá que ha muerto, aunque termina no asegurándolo. Damiana le hará saber que Eduviges también ha muerto y cuando Juan Preciado sospecha que Damiana es un muerto, esta desaparece, confirmándolo. A partir de este momento, el proceso de degradación moral y física de Juan Preciado se acentúa hasta que finalmente muere, y nos enteramos de que su narración iba dirigida a Dorotea: “¿Quieres hacerme creer que te mató el ahogo, Juan Preciado?” (F. 37)

1. El narrador-personaje

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A partir de aquí (fragmento treinta y ocho) el centro de la narración deja de ser Juan Preciado y se vuelve hacia las distintas almas, cuyas historias son dadas a conocer por el narrador omnisciente (2), que ahora adquiere mayor importancia que el primero (al que prácticamente destierra) y por las palabras de los propios personajes (3), que evocan recuerdos desde su tumba o aparecen en escena en situaciones concretas de su vida pasada.

1. El narrador-personaje

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Este narrador se destaca fundamentalmente a partir del fragmento treinta y ocho, aunque ya en varios fragmentos del inicio de la novela hace apariciones, sobre todo cuando se intercala la narración del viaje de Juan Preciado con el relato de la infancia de Pedro Páramo.

Es un narrador omnisciente, que habla en 3º persona y refiere a los sucesos acaecidos en Comala en la época de Pedro Páramo.

2. El narrador omnisciente

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Este “narrador básico” (así lo llama Alejandro Carreño):

a. Estructura la narración adoptando el punto de vista de la omnisciencia.b. Va configurando el mundo narrativo con la entrega de hechos que completan la visión de mundo del primer narrador estudiado.c. Continúa la narración donde la deja Juan Preciado, en el momento de su muerte:

“Al amanecer, gruesas gotas de lluvia cayeron sobre la tierra. Sonaban huecas al estamparse en el polvo blando y suelto de los surcos. Un pájaro burlón cruzó a ras del suelo y gimió imitando el quejido de un niño; más allá se le oyó dar un gemido como de cansancio, y todavía más lejos, por donde comenzaba a abrirse el horizonte, soltó un hipo y luego una risotada, para volver a gemir después. Fulgor Sedano sintió el olor de la tierra y se asomó a ver cómo la lluvia desfloraba los surcos. Sus ojos pequeños se alegraron. Dio hasta tres bocanadas de aquel sabor y sonrió hasta enseñar los dientes…” (F. 38)

2. El narrador omnisciente

Page 17: Juan Rulfo Narradores

Esta narración se intercala todo el tiempo con los parlamentos directos de los personajes, que suelen dialogar entre sí con total libertad. De este modo, la narración aparece mucho más “mostrando” que “diciendo”, puesto que los personajes aparecen actuando directamente frente a nosotros.

Discurso narrativo y discurso dialógico se entretejen de manera indisoluble a lo largo de toda la novela.

2. El narrador omnisciente

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Adquieren especial trascendencia para la narración aquellos diálogos establecidos entre los personajes, ya sea en tanto almas que hablan desde las tumbas, o en tanto personas que hablan en vida (el narrador evoca un pasado y hace hablar a los personajes)

Las conversaciones entre las almas enterradas son conocidas por el lector a partir de la perspectiva de Juan Preciado y Dorotea, que platican sobre lo que escuchan a su alrededor, en especial cuando la lluvia cae sobre la tierra.

3. Los diálogos entre los personajes

Page 19: Juan Rulfo Narradores

Así pues, el monólogo de Susana San Juan en el fragmento 42 y las palabras de Juan Preciado en el 43 son ejemplo de ello:

“Estoy acostada en la misma cama donde murió mi madre hace ya muchos años; sobre el mismo colchón; bajo la misma cobija de lana negra con la cual nos envolvíamos las dos para dormir. Entonces yo dormía a su lado, en un lugarcito que ella me hacía debajo de sus brazos. Creo sentir todavía el golpe pausado de su respiración…” (F. 42)

Luego, “-¿Eres tú la que ha dicho todo eso, Dorotea?-¿Quién, yo? Me quedé dormida un rato. ¿Te siguen asustando?-Oí a alguien que hablaba. Una voz de mujer. Creí que eras tú.-¿Voz de mujer? ¿Creíste que era yo? Ha de ser la que habla sola. La de la sepultura grande. Doña Susanita. Está aquí enterrada a nuestro lado. Le ha de haber llegado la humedad y estará removiéndose entre el sueño.” (F. 43)

3. Los diálogos entre los personajes

Page 20: Juan Rulfo Narradores

Expresiones como “¿y de qué se queja?”, o “pára bien la oreja” son paradigmáticas de esa relación de comunicación involuntaria de las almas con Juan Preciado y Dorotea.

A partir de esas conversaciones, se hace posible la reconstrucción de la historia de Comala y su progresiva degradación, así como también la de sus habitantes. En este mundo domina la desolación, y el hecho de que los personajes sean todos almas en pena, impide la paz de su alma, el tan anhelado descanso póstumo, por lo cual no cesan de removerse en sus tumbas.

3. Los diálogos entre los personajes

Page 21: Juan Rulfo Narradores

En otra dimensión, se establecen diálogos entre seres vivientes (que muchas veces coinciden con los que hoy están enterrados) en un pasado donde aún había vida en Comala.

Abundan casos de ello en la novela, por ejemplo, diálogos entre los personajes Fulgor Sedano y Toribio Aldrete; Pedro Páramo y Fulgor Sedano; el padre Rentería y Anita; Susana San Juan y Justina; y la lista podría prolongarse casi infinitamente.

También se establecen diálogos entre las almas fuera de la tumba y la única figura viviente al inicio de la novela, Juan Preciado. Es el caso de las conversaciones que entabla con Abundio, Eduviges, Damiana, los hermanos, etc.

3. Los diálogos entre los personajes

Page 22: Juan Rulfo Narradores

Los parlamentos de las almas suelen estar vinculados de modo intrínseco al sentido del pecado. No logran la paz después de la muerte ni evadirse del sentimiento de culpa.

Si consideramos a la hermana/mujer de Donis como un alma, su actitud es paradigmática de lo anterior, ya que en el propio diálogo con Juan Preciado se niega a salir de su ensimismamiento y de la conciencia del pecado que la domina:

“Él no quiere creerlo, pero ¿verdad que estoy para dar miedo? -y se acercó a donde le daba el sol-¡Míreme la cara! Era una cara común y corriente. -¿Qué es lo que quiere que le mire?-¿No me ve el pecado? ¿No ve esas manchas moradas como de pote que me llenan de arriba abajo? Y eso es sólo por fuera; por dentro estoy hecha un mar de lodo.” (F. 31)

3. Los diálogos entre los personajes

Page 23: Juan Rulfo Narradores

Según el Diccionario de términos literarios, el monólogo es una modalidad narrativa y teatral que consiste en presentar el discurso de un solo hablante.

Cuando el monólogo aparece en la novela se denomina monólogo interior. En palabras de Benito Varela Jácome, “el novelista sustituye la memoria lógica, que encadena el presente al pasado, por una memoria poética, que reconstruye el pasado con el presente […] El río de la conciencia se traduce en una sucesión de palabras”.

4. El monólogo interior

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En diversos momentos de la novela, la narración es sustituida por el monólogo interior. Ejemplo de ello son el fragmento 36, donde Juan Preciado hace la descripción de su propia muerte; el fragmento 17, donde el padre Rentería hace un análisis de su desempeño como cura de Comala; el fragmento 42, donde Susana San Juan se lamenta por la muerte de su madre y la soledad que inunda su vida.

4. El monólogo interior

Page 25: Juan Rulfo Narradores

El monólogo interior de Susana San Juan en el fragmento 42 quizá sea el más significativo de la novela:

“Estoy aquí, boca arriba, pensando en aquel tiempo para olvidar mi soledad. Porque no estoy acostada sólo por un rato. Y ni en la cama de mi madre, sino dentro de un cajón negro como el que se usa para enterrar a los muertos. Porque estoy muerta […] Me acuerdo. Mi madre murió entonces. Que yo debía haber gritado; que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. Pero ¿acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la yedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. Pero ¿por qué iba a llorar?...”

4. El monólogo interior

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Si bien no cumple con los requisitos sintácticos de ausencia de puntuación, sintaxis deshilvanada y juegos verbales, este fragmento puede considerarse monólogo interior por cuanto reproduce en primera persona los pensamientos del personaje tal y como surgen en su conciencia.

Susana habla ya enterrada, 'muerta', su voz se escucha desde la sepultura. Se evoca por la noción temporal una época lejana, resuena un primer tono nostálgico. Dicha nostalgia es exacerbada por el sentimiento de soledad que experimenta y el dolor de la ausencia materna. Sus palabras presentan una cierta incoherencia que se corresponde con el nivel de conciencia en que se halla en ese momento. De ahí que haga afirmaciones y luego las refute, de ahí que exprese, por ejemplo, que debiera haber gritado y más adelante diga “pero ¿por qué iba a llorar?”

4. El monólogo interior

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Conclusión

La única novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, una novela clave de las letras universales, es una obra que se distingue por su carácter sumamente complejo, complicado y heterogéneo. De ahí, resultan ciertas dificultades al abordarla en un análisis literario.

Uno de sus rasgos fundamentales -analizado aquí- es el poliperspectivismo de la novela: la historia es reconstruida a través de diversas voces que hablan desde su propio punto de mira.

Gunther Blessing afirma que no solo se encuentra una polifonía de distintas voces en la novela, sino también dentro de una sola voz todo un abanico de aspectos diferentes, heterogéneos y aun a veces contradictorios.

En este trabajo lo que pretendió hacerse fue, precisamente, considerar el conjunto de las voces narrativas de “Pedro Páramo”, para responder a la pregunta que, según Oscar Tacca, abruma al lector actual: ¿Quién habla?