juan alfaro, maría en la salvación cumplida por cristo

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  • 8/14/2019 Juan Alfaro, Mara en la Salvacin cumplida por Cristo

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    JUAN ALFARO

    CRISTOLOGIAY

    ANTROPOLOGIATEMAS TEOLOGICOS ACTUALES

    tE D I C I O N E S C R I S T I A N D A D

    Huesca, 30 - 32

    M A D R I D

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    Nihil obsta

    Silio Giorgi, SJRoma, 7-3-1973

    Imprim potest

    Jos Mara Martn Patino

    Pro-Vicario General

    Madrid, 19-6-73

    Copyright byEDICIONES CRISTIANDAD-MADRID 1973

    Depsito legal: M. 22.488 -1973

    ISBN: 84-7057-136-2

    Prmted m Spain

    Aldus, S. A., Atoes Grficas - Caacell, 120 - Madrid

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    VI

    MARIA EN LA SALVACION

    CUMPLIDA POR CRISTO

    I

    1 . La teologa catlica no puede explicar el carcter nico e irre

    petible de la mediacin de Cristo, sin tener en cuenta las enseanzasdel magisterio, sobre todo del Vaticano II, acerca de la funcin especial de Mara en la historia de la salvacin. Es una tarea ineludible. Ladoctrina maana del catolicismo constituye en nuestros das un puntode aguda friccin con las dems confesiones cristianas, y en particularcon el protestantismo.

    Ni en la primera gran divisin de la Iglesia, que separ Constan-tinopla de Roma, ni en los desafortunados intentos de unin que lasiguieron, tuvo la doctrina mariolgica la ms mnima importancia.

    El cristianismo oriental y occidental coincidan plenamente en la veneracin de Mara y en el reconocimiento de su privilegiada participacinen la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Las definicionesdogmticas de la inmaculada concepcin y de la asuncin de Marafueron rechazadas por las Iglesias de Oriente, no por su contenidodoctrinal, sino por sus presupuestos eclesiolgicos (infabilidad de lajerarqua eclesistica y primado del romano pontfice) *.

    Tampoco en la segunda gran divisin del cristianismo, provocadapor la Reforma protestante, jug un papel primordial la doctrina de

    los privilegios marianos. Pero las profundas diferencias doctrinales en

    1 Cf. M. Gardillo, Morfologa Orientalis {Roma 1954) 107-149, 217-249,258-264; Mario. Btudes sur la Sfate Vierge (H. du Manoir, Pars 1945), I, 247-417; A. Kmaaeff, La place de Marte dans la pit ortbodoxe: EM, 19 (1962)123-143.

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    184 Cristologa y antropologa

    tre el protestantismo y el catolicismo acerca de la salvacin, como gradaabsoluta de Dios en Cristo, aceptada en la libre respuesta del hombre

    (eficacia salvfica de la humanidad de Cristo, estructura sacramental dela Iglesia como comunidad visible de la gracia invisible, justificacinpor la fe, Escritura y tradicin), tuvieron su inevitable repercusin enel campo mariolgico. En el legtimo intento de dar a solo Dios todala gloria y de salvaguardar la unicidad de la mediacin de Cristo, laReforma rechaz la intercesin de los santos y en particular la singularfundn de Mara en el misterio de la redencin2. El Concilio de Trentose limit a afirmar que la doctrina de la intercesin de los santos no seopone a la verdad revelada de que Cristo es el nico mediador, sin

    explicar ulteriormente la coherencia de estas dos afirmaciones, ni ponerde relieve la espedal intercesin de Mara.

    El catolicismo postridentino (en parte por reaccin antiprotestante)foment intensamente la devocin mariana. La mariologa lleg a serun tratado teolgico especial, distinto de la cristologa. Desde elsiglo XVIII se fue generalizando la tesis de la corredendn mariana,que en ms de una ocasin fue expresada en frmulas difdlmenteconciliables con el carcter nico de la redencin de Cristo4. Estemovimiento de piedad y teologa marianas culmin en la definicindogmtica de la concepcin inmaculada y de la asuncin de Mara,llevada a cabo respectivamente por Po IX (1854) y por Po XII (1950),previa consulta de todo el episcopado catlico5. Basndose en su prin-dpio de sola Scriptura, el protestantismo objet que ambos privilegios marianos carecen de fundamento bblico.

    Karl Barth, figura relevante en la teologa protestante de nuestrotiempo, ha escrito recientemente que las definidones dogmticas de la

    * Gf. B. D. Dupuy, La Mariologie de Calvin: "Istioa 5 (1958) 479-490;A. Bea, Mara e i protesumti, en Enciclopedia Mariana (R. Spiazzi, Genova 1958)342-347; K. Algennissen, Mariologie und Maenverehrang der Reformatoren:TG 49 (1958) 1-24; W. Delius, Geschicbte der Marienverehrung (Munich 1963)195-234, 30-320; E. Stiakemeier, De B. M. Virgine Eiusque cultu iuxta Refrmateles \ De Mariologa et Oecumenismo, 423-477; "W. Tappolet y A. Ebmefer, DasMarienlob der Reformatoren (Tuhnga 1962); J. Bosdh, La Mariologie des Rfor-mateurs'. BM 20 (1963) 17-26; M. Thuufllain, Problmes poses aux Protestan! parla Mariologie: EM 20 (1963) 79-94; M. J. (Le Guillan, Mouvement Morid etMouvement Oecumnique: EM, 2'1 (1964) 5-il5.

    * DS 1821, 1724, 1755.* La peligrosa tendeoloia a unificar

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    Mara en la salvacin 185

    inmaculada concepcin y de la asuncin de Mara han puesto a lostelogos catlicos en la penosa situacin de tener que buscar desespe

    radamente el vnculo de Mara con el ncleo de la revelacin cristiana.Barth critica del modo ms radical la mariologa catlica, calificada porl como excrescencia parasitaria (Wucherung), que ha llegado aponer en peligro el tronco vital del que procede, a saber, la obra y larevelacin de Dios en Cristo *. La doctrina de la cooperacin deMara en la redencin es considerada por Barth como el caso ejemplarde la concepcin catlica de la justificacin, obra de la gracia de Diosy de la libre respuesta del hombre7. A la luz del cristocentrismode la economa salvfica (redescubierto en nuestros das en gran parte

    por mrito del mismo Barth), y del principio fundamental protestantede la justificacin por la fe, la mariologa se presenta como unaempresa condenada a morir desde su mismo punto de partida8.

    En actitud de sincero espritu ecumnico han reconocido varios telogos de las principales confesiones protestantes (luteranismo, calvinismo, anglicanismo, etc.) que la doctrina mariolgica del Vaticano IIrepresenta un laudable intento de centrar la figura de Mara en elmisterio de Cristo y de la Iglesia, y de salvaguardar plenamente la unicidad de la mediacin de Cristo. Pero al mismo tiempo insisten con

    la misma sinceridad en la insuficiente fundamentacin bblica de losprivilegios marianos y, sobre todo, en la dificultad de conciliar lacooperacin de Mara en la obra de la redencin con la mediacinnica de Cristo9.

    H. Ott, profesor de la Facultad Teolgica de Basilea, ha sealadocon generosa comprensin el autntico punto de vista del Vaticano IIen el problema mariolgico: el dilogo... sobre Mara deber ser endefinitiva un dilogo sobre la estructura de la encarnacin y de laIglesia. El ncleo de la salvacin consiste en la unin hiposttica, a

    saber, en la asuncin personal de la naturaleza humana por el Hijo deDios y en la participacin del hombre por Cristo en la vida divina;por la unin hiposttica toda la humanidad forma el cuerpo de Cristo,que es la Iglesia. Es necesario que la teologa protestante reflexioneatentamente sobre la afirmacin del Vaticano II, de que la funcin

    6 K. Barch, Ad Limina Apostolorum (Zurich 1967) 64-66.T K. Barth, KirchUcbe Dogmatik 1/2 (Zumich 1948) 157.8 K. Barth, Ad Limina Apostolorum, 66.

    8 P. Meiohold, Die KonstiPuticm De Eaclesia" in evangelisch-lutheriscbetSicht; H. Ott, Gendahen emes reformierten Theologe zur Constitutio Dogmaticade Ecdesia; J. N. D. Kelly, Una visin anglicana de la Constitucin, en La Iglesiadel Vaticano II (G. Baraaa, Barcelona *1968) 1233-1242; J. Bosch, La Constitu-tion dogmatique Lumen Gentium",en Vatican II. Pomts de vue de Tholo-giensprotestareis (Pars 1967) 41-44; M. Boegner, Lexigence oecumnique (Pars 1968)311.

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    especial de Mara en el misterio de la salvacin no compromete la mediacin nica de Cristo. El dilogo ecumnico sobre este problema

    puede basarse, como en punto comn de partida, en la misteriosa solidaridad del creyente ante Dios con los hombres y en la fundn mediadora de quienes han recibido de Dios la gracia de una misin especialen favor de los dems10.

    A nuestro parecer, el dilogo catlico-protestante sobre Mara debecomenzar por el examen del testimonio del Nuevo Testamento (es de-dr, de la fe de la Iglesia primitiva) acerca de la funcin de Mara enel misterio de la salvadn, revelado y cumplido en Cristo. Reconocela reveladn neotestamentaria la misin singular de Mara en el acontecimiento salvfico definitivo, que es la presencia del Hijo de Dios en1 mundo?

    2 . El dato fundamental del N T sobre Mara se encuentra enLe 1-2 . Pero no es posible comprender la intencin de san Lucas enlos dos primeros captulos de su Evangelio sino dentro del contexto desu cristologa, tal como ella se presenta en todo el tercer Evangelioy en los Hechos11; sta a su vez debe ser encuadrada dentro de laprogresiva reflexin cristolgica del NT.

    La fe de la Iglesia primitiva surgi, en ltimo trmino, de unaexperiencia religiosa privilegiada, que comport en s misma la certeza inconcusa de la supervivencia gloriosa de Jess, el crudficado. Elanlisis del origen de la fe cristiana descubre en esta experiencia elelemento radical, que no se puede descomponer o explicar ulteriormente; solamente es posible estudiar la progresiva expresin de la experiencia originaria en el kerygma y en las primeras confesiones defe 12. El ndeo del kerygma cristiano es el cumplimiento de la promesasalvfica de Dios en el acontedmiento de la muerte y resurrecdn de

    Cristo (1 Cor 15, 1-5; Rom 4, 24-25; Act 2 , 22-39; 3, 18-26; 5, 30-32; 13, 32-39; 1 Tes 1, 9 -1 0 ; 4, 14). La ms antigua confesin quede fe cristiana proclama que Jess resucitado es el Seor, es decir,ha sido elevado a la participacin en la gloria y en el poder de Dios:solamente quien invoca a Jess como el Seor ser salvo (Rom 10 ,9 -1 0 ; 1 Cor 1, 2 ; 12, 3, 16 , 2 2 ; Flp 2 , 9-11; Act 2 , 21 . 3 6 ; 10, 3 6 ;

    H. Ott, art. cit., 564-565.u Of. H. Sdilier, Besnnung auf das Neue Tettament (Friburgo 1964) 17.

    31 La eologa del NT comienza ya en las mas antiguas confesiones de fe, queon ya en s mismas el primar liimttento de comprender el acta salvfico y la revelacin de Dios en Cristo. Este intento ser continuado por la experiencia y reflexin de la comunidad creytetae y de t e diversas autores de los libros dial NTtajo la accin del Espritu de Cristo. Esta progresiva {penetracin en el misterio deCristo cansimiye das diversas etapas de la teologa del NT, que pertenecen a ia revelacin misma ueotestamantairia y ienen su unidad interna en Cristo mismo.

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    Mara en la salvacin 187

    16 , 31) 13. El himno (originariamente paulino) contenido en Rom 1,3-4, afirma que Cristo resucitado ha sido constituido Hijo de Dios

    por el Espritu y la potencia de Dios (cf 1 Cor 6, 14; 2 Cor 13, 4) 1*.La teologa paulina permanece fundamentalmente dentro de la pers

    pectiva de la primitiva fe cristiana; pero profundiza ulteriormente enel valor salvfico de la muerte-resurreccin de Cristo. La solidaridad delhombre Cristo con toda la humanidad hace de su resurreccin el acontecimiento salvfico universal (1 Cor 15, 20-28; Rom 8, 29; Act 26 ,23; cf. Col 1, 18). Por su resurreccin Cristo ha venido a ser esprituvivificante (1 Cor 15, 45), que por la misin de su Espritu comunicasu propia vida a la comunidad de los creyentes, que es la Iglesia (Rom

    8 , 11; 1 Cor 6 , 18; cf. Ef 1, 13. 2 2 ; Col 1, 18) 15. El hombre sersalvado por la participacin en la vida gloriosa de Cristo (Rom 6, 8 ;8 , 17-29; cf. Ef 2 , 5-17; Col 3, 1-4; Flp 3, 21). Esta participacincomienza ya desde ahora por el don del Espritu Santo, que esprenda y principio vital de resurreccin (Rom 8 , 11 . 23; 1 Cor 6 , 14-19; cf. Ef. 1, 13-14). San Pablo ve en Cristo el cumplimiento definitivo del plan salvfico de Dios y el centro de la historia de la salvacin(2 Cor 1, 2 0 ; Gl 4, 4; Rom 3, 24-26; 8 , 28-30; 9, 22-24; cf. Ef 1,3-14). Su visin del misterio salvfico de Cristo se orienta ya hacia la

    encarnacin, como apropiacin de nuestra existencia (dominada por laley del pecado y de la muerte) por el Hijo de Dios: la solidaridadsalvfica de Cristo con los hombres comienza con la venida del Hijode Dios al mundo (Rom 5, 12 -2 1 ; 8 , 3; 2 Cor 8 , 9; Gl 4, 4; cf.1 Tim 2 , 5).

    San Pablo subraya conscientemente la trascendencia absoluta de lagrada de Dios revelada y cumplida en Cristo: la salvacin del hombreno tiene definitivamente otra explicacin que el amor de Dios (Rom5, 8 ; 8 , 29. 31-39; 9, 6-17; Ef 1, 3-12). Fue Dios quien entreg su

    Hijo por los hombres y as obr la reconciliacin de la humanidad pecadora (Rom 4, 25; 5, 10-1 1 ; 8 , 32; 2 Cor 5, 18-20). Pero al mismotiempo pone de relieve el valor salvfico de la obediencia de Cristo a

    Cf. C. H. Dodd, The ApostoMc Preaahing and its Developments (Londres1963); D. Stanley, The ApostoMc Church m the New Nestament (Westminstet1965); id., La predicacin primitiva: esquema tradicional: "Goadilitun 20 (1966)449-462; O. Cuilmairai, La foi et le cuite de l'Eglise primitive (Neuchtel 1963).

    Cf. O. Michlal, Der Brief an die Romer (Gatilngz 1963) 38-40; O. Kuss,Rdmerbrief IJI {Rartisbdrua. 1957); S. iLyioniolet, Exegesis Epstolas ad Romanos

    (Roma 1957) 45-60; M. E. Baismard, Constitu Fils de Dieu: RB (1953) 1-17;L. legrand, Larrre-plan no-testamentaire de Le 1-11 \ RB (1963) 177-185. Cf. L. Cerfaux, Le Christ dans la thologie de S. Paul (Pars 1952) 215-223,

    259-278; id., Le ebrtien dans la thologie paulmietme (Pars 1962) 320-324(ambas abras traducidas al espaol); A. FeuiUet, Le Christ Sagesse de Dieu daprsles Eptres pauUntennes (Pars 1966) 327-332.

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    Dios y de su amor a los hombres en el sacrificio de su vida (Rom 5,19; Gal 1, 4; 2, 2 0 ; 2 Cor 5, 14; cf. Ef 5, 2. 25; 1 Tim 2 , 6 ; Tit 2 , 14).

    El himno (probablemente de origen prepaulino) de Flp 2 , 5-11presenta todo el misterio salvfico de Cristo en la unidad de un movi*miento descendente-ascendente, que por la encamacin llega hasta elanonadamiento total del Hijo de Dios en la muerte en la cru2, paraculminar en la glorificacin de Cristo como el Seor. La muerte deCristo constituye la fase definitiva de la encarnacin como knosis yes por otra parte la razn de su resurreccin ( 8i: Flp 2 , 9) lfl.

    El autor de la Carta a los Hebreos presenta unidos los temas dela preexistencia divina de Cristo y de su glorificacin por la resurreccin (Heb 1 , 1-1 2 ; 3, 6 ; 4, 14; 5, 6 . 8 ; 6 , 6 . 2 0 ; 7, 3. 16 . 24. 28;9, 14; 10, 12; 13, 8) 17; mediante la combinacin del carcter personaldivino y de su autntico ser humano de Cristo (es decir, mediante unavisin consciente del misterio de la encamacin) realiza un notable progreso en la teologa de la redencin. Por la encarnacin el Hijo deDios se hizo hermano de los hombres, apropindose su existencia mortal, para por su muerte librarles del dominio de la muerte: la redencin comienza en la encarnacin, ordenada en s misma a la inmolacindel Hijo de Dios (Heb 2 , 11-18; 4, 15; 9, 2 6 ; 10, 5-10). La resurreccin de Cristo es el resultado de su obediente sacrificio en la cruz (Heb2 , 9; 5, 7-8. 16; 9, 12. 14. 26). Tanto la experienca humana del dolor,de la tentacin y de la muerte, como sobre todo la plena sumisin delhombre-Cristo a la voluntad de Dios, constituyen el valor salvfico desu mediacin redentora (Heb 2 , 9. 10 . 18; 4, 15; 5, 1-9; 7, 27; 9, 14;10, 5-9; 12 , 3), que culmina en su glorificacin como jefe de la humanidad y en su permanente intercesin ante Dios a favor de los hombres (Heb 2 , 10; 3, 14; 6 , 2 0 ; 7, 25; 9, 24).

    La Carta a los Hebreos pone de relieve tanto la unicidad de la mediacin de Cristo (Heb 7, 27. 28; 9, 12-14. 28; 10, 10-14), comosu unidad interna, que se desarrolla en las tres fases fundamentales dela encamacin (Heb 2 , 10-18; 9, 2 6 ; 10, 5-9), la muerte en la cruz(Heb 7, 27; 9, 14. 26-28) y la eterna glorificacin (Heb 1, 3; 10 , 12) .El valor salvfico de la mediacin de Cristo en cada una de estas fasesy en la totalidad de ellas se funda en la solidaridad del Hijo de Dioscon los hombres por la encamacin (Heb 2 , 10-18; 6 , 2 0 ; 9, 28).Esta grandiosa visin de toda la obra salvfica de Cristo, como la obla

    cin absolutamente irrepetible de su sacerdocio eterno por los hombres,

    A. Feuillec, op. cit., 339-348; H. Gctnizelmaim, Grimdriss der Tbeologie desN. T. (Munich 1967) 96-97.

    17 Cf. H. Windiisch, Hebrerbrief(Tuttiga 1913) 12-13; O. 'Micbel, Der Briefan die Hebrer (Gotioga 1960) 34-65; E. Kasemaon, Das wandemde GoWesvolk(Gotioga 1961) 61-63.

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    ha sido lograda mediante una profunda reflexin en el misterio nicoy total de la encarnacin.

    El prlogo del cuarto Evangelio presenta la encarnacin de la Palabra personal de Dios como la clave de toda la teologa jonica18. Lafrmula la Palabra se hizo carne significa que el Hijo de Dios sehizo hombre pasible y mortal como nosotros: el. trmino crpE, designaen Jn 1, 14 la condicin perecedera y moral del hombre (cf. Jn 3 , 6 ;6 , 51; 17, 2 ; 1 Jn 4, 2 ; 2 Jn 7). Al apropiarse nuestra mortalidad, elUnignito del Padre qued destinado a la muerte para por su muertey resurreccin darnos la vida eterna, como participacin en su gloria(Jn 6 , 33. 51; 10, 10; 12 , 24. 47; 1 Jn 4, 8-14). El cuarto Evangelio

    presenta la muerte y resurreccin de Cristo en la ntima unidad de unsolo acontecimiento salvfico (Jn 12, 23. 27. 28. 33; 13, 1-3; 16, 28;17, 1-5). La glorificacin de Cristo comienza en la cruz, porque porsu muerte Cristo pas a ser el centro unificador y vivificante de todala humanidad (Jn 3, 14-15; 12 , 23-32; 13, 31; 17, 1. 5). La razn deeste ntimo vnculo entre la muerte y la resurreccin est en que Cristo,como Hijo de Dios, hecho hombre (encarnacin), tena plena potestadsobre su propia vida y en virtud de esta potestad entreg su vida paratomarla de nuevo en su eterna glorificacin (Jn 10 , 17-18; cf. Heb

    9, 14; 7, 16). Cristo glorioso comunica a los hombres su Espritu (Jn 7,39; 14, 16 . 26; 15, 26; 16, 7. 14). Ya desde ahora Cristo da a loscreyentes la vida eterna (Jn 3, 36; 5, 24. 40; 6 , 40. 47. 53; 10, 1 0 ;1 Jn 4, 9 , 10), como anticipacin de la definitiva participacin en lagloria, que le corresponde como Hijo de Dios; la salvacin escatol-gica consistir en la manifestacin y comunicacin de la vida gloriosade Cristo (Jn 6 , 40. 51. 54. 57; 11, 25; 14, 1-3; 17, 24; Ap 1, 5;3, 21; 20, 6).

    La unidad del misterio salvfico de Cristo aparece en el cuarto

    Evangelio con notable claridad. La Palabra personal de Dios descendide la esfera de lo divino a la esfera de lo humano (Jn 1, 1-1 1 ; 3, 12-13. 31; 6 , 33. 38. 51. 62; 8 , 14. 16 . 29. 38. 40; 12 , 46. 49; 13, 3;16, 28; 17, 5. 8 . 18) y se apropi nuestra existencia mortal (Jn 1, 1.2 . 14), para por su muerte y resurreccin llegar a la plenitud de gloria,propia de su filiacin divina (Jn 3, 13; 7, 33; 13, 1-3. 31-32; 14, 1-3;16 , 5. 16. 28; 17, 1 . 5. 13. 24). La unidad de este movimiento des-censivo-ascensivo viene expresamente formulada en Jn 13, 3; 16, 28;17, 5; 3, 13. Los momentos fundamentales del progresivo cumplimiento

    del misterio salvfico de Cristo son la encamacin (por s misma des

    18 Cf. R. Schnackenbutg, Dos } obatmesevangelmm, I (Eribuirgo 1965) 197-207;C. K. Barrett, The Gospel accordmg to St. Joim (Landres 1962) 62. 125-141;F. M. Bramn, Jeati le Tbologie. Sa Tbologie (Pars 1966) 195-209.

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    tinada a la muerte del Hijo de Dios: Jn 1 , 14; 6 , 51; 10, 10-18), lamuerte de Cristo (ordenada a su resurreccin: Jn 10, 17; 12, 27-32;

    13, 1) 7 su eterna glorificacin19. El misterio de la salvacin es larealizacin progresiva y total de la encarnacin: el Hijo de Dios seapropia nuestra existencia mortal, para hacemos participantes en la existencia de su humanidad glorificada.

    La fe de la Iglesia primitiva, expresin de su experiencia originariaprivilegiada, estuvo centrada en el acontecimiento salvfico de la muerte-resurreccin de Cristo. La progresiva reflexin sobre la gloria del resucitado lleg al conocimiento de la filiacin divina de Cristo (porel Espritu y la potencia de Dios: Rom 1, 4) y, finalmente, de laencamacin 20.

    Hemos sealado en breve sntesis la contribucin propia de sanPablo, de la Carta a los Hebreos y del cuarto Evangelio en esta crecientepenetracin del misterio salvfico de Cristo, que constituye la teologadel NT. Este cuadro sinttico nos permitir precisar el puesto quecorresponde a la cristologa lucana (y, consiguientemente, a sus datosmariolgicos) dentro de la revelacin total neotestamentaria.

    3. San Lucas sabe que la fe de la Iglesia naciente ha surgido en la

    comprensin de que segn el plan divino, revelado en la Sagrada Escritura, Jess deba morir y resucitar para salvacin de toda la humanidad (Le 24, 7. 25-32. 44-49; 9, 2 2 ; 17, 25; Act 2 , 23-35; 3, 17-19;26 , 22-23; 4, 28-29; 5, 31; 10, 40-43 13, 32-35), esta fe es don delmismo Jess resucitado (Le 24, 25-32. 49; Act 1, 2 . 8 ; 2 , 4. 17. 33;3, 1 6 ; 4, 8-12 . 31).

    En su resurreccin Jess ha sido constituido por Dios como el Mesas escatolgico, Seor de toda la humanidad e Hijo de Dios (Act 2 ,36-38; 3, 13. 18. 21. 26; 4, 10-12. 26-30; 5, 31; 7, 55-60; 9, 20. 22;

    10 , 36; 13, 33-38). El es el primero de entre los muertos, el jefe yprincipio de toda la humanidad, el nico salvador (Act 26 , 23; 3, 15;4, 12; 10, 43; 5, 31; 13, 23-24; 15, 11; 26 , 18), el juez de vivos ymuertos (Act 10, 42; 17, 31). El conjunto de todos estos aspectos dela funcin salvfica es expresado con la frmula, caracterstica de losHechos, el nombre de Jess (Act 2 , 21 . 3 8 ; 3, 6 . 1 6 ; 4, 10. 12 . 17.18. 30; 5, 28. 40; 7, 59; 8 , 12. 16; 9, 15. 16. 27. 28. 34; 10, 43 . 48 ;15, 2 6 ; 16, 18; 19, 5. 17; 21 , 13; 26, 9). El hombre no puede sersalvado sino por la fe en Cristo, en su nombre; la fe es la confesin

    Cf. R. Sohnacfaeabuirg, La tbologie du N. T. {Brujas 1961) 85-86 (tarad,espaola: La teologa del N. T. Estado de la cuestin [Bilbao 1966]).

    20 Nota Gonaelmamln que la Iglesia 'naciente, cuya fe est vinculadla desde elprincipio con el les-uaitadio, vulslve su mirada hacia atrs a la distancia entena deTes* (Grundriss der Tbeologie der N. T., 49).

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    Mara en la salvacin 191

    de la grada de Dios, cumplida y revelada en muerte y resurreccin deJess (Act 2, 21; 3, 1 6 ; 4, 1 2 ; 5, 31-32; 10, 43; 13, 39. 48; 15, 9-

    1 1 ; 16, 31; 20, 2 1 ; 26 , 18).Cristo resucitado posee el Espritu Santo y la potencia de Dios(frmula tpica de Lucas: Act 10, 38; cf. Le 24, 49; Act 1, 4-5. 8 ;6 , 5 . 8 ; 7 , 5 5 ; cf. Le 1, 17. 35; 4, 14. 3 6 ). El es quien da el EsprituSanto, que Dios haba prometido mediante los profetas al nuevo pueblo de Israel, que es la Iglesia, como comunidad de todos los hombresque creen en Cristo: el Espritu, dado por Cristo a la Iglesia, hace presente el futuro escatolgico (Le 24, 49; Act 1, 4-5; 2 , 17-18. 33.39.41. 47; 4, 31; 5, 32; 8 , 15-18; 10, 47-48; 19, 5-7) 21. Salta a la vista

    la coincidencia fundamental de la teologa. lucana de la resurreccin deCristo con las ideas de san Pablo en sus cartas a los Corintios y a losRomanos22.

    La exgesis actual, tanto protestante como catlica, reconoce que lateologa lucana presenta la actividad de Jess en su existencia terrenacomo el cumplimiento de la salvacin prometida por Dios a Israel:Jess obra como el portador del Espritu, el Mesas escatolgico, elSeor, el Hijo de Dios 23. En su notable obra Die Mitte der Zeit (cuyomismo ttulo pone de relieve que la existencia terrena de Jess es pre

    sentada en el tercer Evangelio como el centro de la historia de la salvacin) afirma H. Conzelmann que no hay ninguna diferencia entrelos ttulos (Cristo, Hijo de Dios, Seor) que Lucas aplica aJess en su existencia terrena y en su existencia gloriosa24.

    Es particularmente significativa la sntesis de la existencia terrenade Jess, presentada en Act 10 , 36-43: Jess Nazareno estaba ungidapor el Espritu Santo y la potencia de Dios: pas haciendo el bien, porque Dios estaba con l.

    a Cf. H. Conzelmann, Die Mitte der Zeit (Tubinga 1962) 136. 158-159. 165;id., Grundriss der Thealagie des N. T., 47. 54. 170. 172; H. Scbter, Besmmmgauf das N. T., 17; L. Legrand, art. cit., 182; E. Schweizer, 7tveiS[Ax: ThWNTVI, 420

    M Sobre lias .diferencias eMe lia crisealoga de 'los Hachos y la die san Pablo,vase C. F. D. Maul, The Cbristology of Acts, en Studies in Luk-Acls (L. Keck-J. Martym, Nueva York 1966) 159-185.

    88 H. Ganzelmamm, Die Mitte der Zeit, 80. 124. 158-159; d, Gnmdriss derThealogie des N. T., 169-171; E. Schweizer, art. cit.: ThWNT VI, 420-422;W. Grandmarm, vapin;: ThWNT, II, 302; L. Leginand, art. cit., 165-170;R. SchiMckenburg, Gottes Herrschaft und Reicb (Eriburgo 1963) 107; G. Voss,Die Christologie der lukaniscben Schriften in Grundzgen (Pars 1965) 24-25;P. Minleair, Lukes Use of tbe Birth Stories, eln Studies m Luke-Acts (E. Keck-J.Martiyn, Nuieva York 1966) 111-130.

    24 H. Gotudalmiaian, Die Mitte der Zeit 164. Cf. G. Voss, op. cit., 45-60.85-93. Cf. Le 5, 17; 7, 13; 10, 1. 39. 41; 11, 39; 12, 42; 13, 15; 17, 5. 6; 18, 6;

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    192 Cristologa y antropologa

    La posesin del Espritu, que constituye un rasgo caracterstico delresucitado, es anticipada en la existencia de Jess de Nazaret.

    El Jess histrico de Lucas no est sometido al Espritu (como enMarcos y Mateo), sino que posee el Espritu, dispone de l y obraen virtud de la potencia de Dios (como el Cristo glorificado: Le 4, 1 .14; 5, 17; 6, 19; 8 , 46; 9, 1; 10 , 9; 24, 49). La venida del reino deDios por el prometido don del Espritu es cumplida en y por la persona misma de Jess.

    No solamente la muerte de Jess, sino toda su existencia y actividaden el mundo constituyen el cumplimiento de las promesas salvficas deDios (Le 4, 2 1 ; 10, 23; 7, 21-23; 13, 18-21; 16, 1 6 ; 17, 2 1 ; Act 13,

    23-33; 10 , 36-43; 2, 22) 2S. Los trminos, caractersticos de Lucas, ahora, hoy (vv, (TY]fi.pov) indican que la era de la salvacin esperadaest ya presente en la personay en la accin de Jess (Le 2, 11. 29;4, 2 1 ; 5, 10 . 2 6 ; 12, 52; 19, 9; 22 , 69; 23, 43. Cf. 6 , 19; 7, 21-2 2 ;9, 1-6. 11 ; 10, 1-17; 11, 20; 13, 18-21; 16, 16 ; 17, 21).

    4. Es necesario proceder con cautela en el intento de sealar losrasgos fundamentales de la cristologa de Le 1-2 . La historicidad deestos dos captulos es muy discutida. Por otra parte es muy difcil haceruna separacin neta entre lo que Lucas toma de sus fuentes, escritasu orales, y su propia redaccin; es conocida su notable habilidad paraincorporar las aportaciones de la tradicin dentro de su propia visinteolgica *.

    Para descubrir con seguridad la doctrina cristolgica de Le 1-2conviene, pues, prescindir de la historicidad de los episodios narradosy tratar de penetrar en la intencin teolgica de Lucas, ante todo enlas palabras e himnos (que l mismo pone en boca de sus personajes)y en las citas del AT, comparndolos con la cristologa de toda la

    obra lucana y particularmente con las ideas expresadas en los discursoscontenidos en los Hechos.Ha notado P. Minear que los personajes que intervienen en los epi

    sodios narrados en Le 1-2 testifican unnimemente en sus palabras ehimnos una misma realidad: en la venida de Jess al mundo Dios hacumplido la promesa salvfica de su alianza 27 se ha realizado la esperanza de Israel (Le 1, 16-17. 28. 32. 35. 43. 46-55. 68-79; 2 , 10-14.

    H. Conaelknann, Die Mitte der Zeit, 143. 169-172; 180-186; id., Grund-

    riss..., 171; G. Voss, op. cit., 25J34.* P. Minear, Lukes Use af tbe Birth Staries, en Studies m Luke-AcPs (E. Keck-J. Martyin) 112. 116. 125-130. (Mktar oonstatta que, segn los jiesultaadios de liainvestigacin moderna, la homogeneidad de 1c I-II c

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    Mara en la salvacin 193

    26-35 . 38) (A lo largo de los dos primeros captulos del tercer Evangelio resuenan exclamaciones de exultacin y de alabanza al Dios deIsrael por el definitivo cumplimiento de sus promesas [Le 1, 14. 28.

    32. 41-45. 46-55. 68-70. 76-79; 2, 10-14. 28-32. 34. 38] ) .Desde su misma aparicin en el mundo (

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    194 Cristologa y antropologa

    madre (Le 1, 15. 76; 16, 1 6 ; cf. Le 3, 1-17; Act 13, 24-25; 19, 4),Jess posee el Espritu desde el comienzo mismo de su existencia82. Lafrmula 816xa (caracterstica de Lucas: Act 10 , 29; 24, 2 6 ; 25, 26,

    cf. Rom 4, 23; 15, 2 2 ; 2 Cor 1, 20), pone de relieve que por estaposesin del Espritu es Jess santo, H ijo de D io s8S. El sentidode esta afirmacin se comprende mediante la comparacin con Le 3, 2 2 ;4, 1. 18. 34; 9, 20 . 34-35, y sobre todo con Act 10, 38; 4, 27. 30; 2,33. 33. 36 : Jess es por excelencia el ungido por el Espritu divino.La presencia permanente del Espritu de Dios le confiere la funcinsalvfica de Hijo de Dios, no solamente en su resurreccin (Act 13,32-35; 9, 20 . 22 ) y en su existencia en el mundo (Act 10, 36-3 8 ;3, 2 2 ; 4, 1 . 18), sino desde el comienzo mismo de sta (Le 1, 35).

    En su ltima obra reconoce Conzelmann que la afirmacin de Le 1, 35cambia el sentido de las escenas del bautismo y de la transfiguracin,que pasan a ser una posterior confirmacin de que Jess era ya Hijode Dios desde su venida al mundo 3+. La conexin entre la posesindel Espritu Santo y de la potencia de Dios con la filiacin divinade Jess desde su venida al mundo, expresamente afirmada en Le 1, 35,presenta una innegable analoga con la primitiva confesin de fe deRom 1, 4, segn la cual Jess en su resurreccin fue constituido Hijode Dios por la potencia de Dios segn el Espritu de santidad85. Le 1,

    35 representa respecto de Rom 1, 4 un notable progreso en la reflexinde la fe cristiana sobre la persona y la obra de Jess: desde la confe-cin de la filiacin divina de Jess en su resurreccin se ha llegado ala comprensin de su filiacin divina en el origen mismo de su existencia humana. El pensamiento de la preexistencia de Cristo y de la encarnacin no es an expresado en Le 1, 35; pero se ha realizado un pasoimportante hacia la teologa de la encarnacin, que se har risible enla Carta a los Hebreos y en el cuarto Evangelio.

    Es preciso reconocer que Le 1-2 presenta la venida de Jess al mundo como el comienzo de la era escatolgica, es decir, como pertenecienteal centro de los tiempos89; la aparicin del Hijo de Dios, nacido demujer, coincide con la plenitud del tiempo y comporta el don esca-tolgico del Espritu (Act 13, 23-38; cf. Gl 4, 4-6): Jess ha venido

    M Cf. W. Ginuidmamm, 8vai.i?: ThWNT II, 301; E. Schweizer, Trveujxa:ThWNT VI, 420; S. Lyonnet, Le rcit de lArmonciation et la Matemit divinede la Samte-Vierge: LAmi da Clerg" 66 (1956) 42-46; R. Laurentn, Structureet Tbologie de Luc. l-II (Plars 1957) 44-70. 104; L. Legrand, art. cit., 163-177.185-188; G. Vbss, op. cit., 75; P. Minear, art. cit., 118-130.

    S. Lyomnlet, art. cit., 45; G. Voss, op. cit., 79.** H. Gonzelmatan, Grtmdriss der Theologie des N. T., 149. Cf. L. legiand, art. cit., 177-188.* Cf. H. Schlier, Besmnung auf das N. T., 17.

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    Mara en la salvacin 195

    al mundo como el Mesas, el salvador prometido, el profeta esperado(Le 4, 18; 7, 28; 16 , 1 6 ; Act 3, 2 2 ; 7, 37; 10, 38), en una palabra,como el enviado nico y definitivo, que une en su persona 7 en su

    obra todas las fundones salvficas del A T 87.La presencia de Jess en la historia va acompaada de la efusin del

    Espritu Santo; todas las personas, que intervienen en los acontecimientos narrados en Le 1-2 (Zacaras, Isabel, Juan Bautista, Simen, Ana),obran y hablan movidas por el Espritu (Le 1, 15. 41. 67; 2 , 25-27.36-38). Es el Espritu proftico, anunciado por Joel (Joel 3, 1-5; cf. Is32, 15; Ez 36, 26-28; 37, 23-24; 39, 29) como el don escatolgicoprometido por Dios al nuevo Israel, y considerado por Lucas mismo

    como don de Cristo (resucitado) a la Iglesia (Act 2 , 21. 33). Todala obra de los Hechos testifica que la Iglesia es la comunidad escato-lgica, en la que est presente 7 obra el Espritu Santo, dado por elSeor (Act 1, 5. 8 ; 2 , 4. 17-18. 39; 3 , 8 ; 6 , 3. 5. 1 0 ; 7, 53; 8 , 17;13, 52; 15, 8 . 27; 19, 6 ; 20, 23. 28; 21 , 11) 3S. La narradn lucanade la infancia antitpa en la venida de Jess al mundo la efusin pen-tecostal del Espritu.

    El nuevo pueblo de Dios, al que pertenecen Israel 7 las dems

    naciones, est igualmente presente en la intencin de Le 1-2 , como enel pensamiento del autor de los Hechos (Le 1, 15. 16. 17. 48. 55. 68 .77; 2 , 10 . 25. 31. 32. 3 8 ; Act 2 , 9-11. 38; 4, 1 2 ; 5, 31; 8, 14. 39;9, 15; 10, 34. 36. 43; 11, 18; 15, 6-11, etc.). En Le 1-2 el nuevoIsrael est representado por los pobres, los pequeos y desconocidos,los justos que esperan con pacienda la llegada del Mesas salvador39 7creen que este salvador es el Hijo de Mara (Le 1, 5-6 . 26-27. 38 . 43.45. 48-55. 68-78; 2 , 7. 8 . 15. 18. 25-26. 36-38) 40.

    Los personajes de Le 1-2 estn descritos dentro de la perspectivade la historia de la salvacin, es decir, del juicio salvfico de Dios,cumplido definitivamente en Cristo (Le 1, 51-55. 77-78; 2, 32-38;11, 30; Act 2, 35; 10 , 42; 17, 31). Pertenecen al resto santo anunciado por los profetas, a saber, a la comunidad de los cuentes, queesperan la salvacin mesinica yformarn el nuevo Israel elegido por

    87 Cf. P. Benoit, art. cit., 260.88 Cf. P. Minear, art. cit., 129-

    88 Cf. A. GdLin, Les Pauvres deYahv (Pars1953)121-133; R. Laureatin,Kttrzer Traktat der marianischen Tbeologie (Ramsbona 1959) 28; V. Kamlp,Res. VThKVIII, 1253.

    40 La misma increduilidad inicia! de Zacaras se transforma luego en fe en la.venida del Mesas salvador (Le 1, 20. 68-75).

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    Dios de entre todas las naciones41. La comunidad del Mesas habasido presentada por Sofonas (3, 14-17), Joel (2, 21-27) y Zacaras( 2 , 14; 9, 9; cf. Is 52, 1-2; 66 , 7; Jer 4, 31; Miq 4, 8-1 0 ; Lam 4,

    21-22) como la hija de Sin, colmada de gozo por la presencia desu rey y salvador; los mensajes e himnos, contenidos en Le 1-2 , aludenclaramente al cumplimiento de esta figura en la llegada del SalvadorJess (Le 1, 28. 30-38. 46-55; 68-69; 2 , 10-11 . 29-32) .

    5. N o puede dudarse de que la teologa de Le 1-2 es eminentemente cristolgica. Lucas quiere mostrar ante todo que desde su mismaentrada en la historia Jess es el salvador de Israel y de todos lospueblos: comienza la era escatolgica de la historia de la humani

    dad43. Juan Bautista, grande ante Dios, ms que profeta (Le 1,15; 7, 26-28), est llamado a preparar los caminos del Seor (Le 1,17. 76; 3, 16-17; 7, 18-23; 16, 1 6 ; Act 1 , 5; 11 , 1 6 ; 13, 24-25; 19,4 ) ; pero Jess es el H ijo de Dios, el salvador prometido (Le 1, 32-3 8 ; 2, 11).

    Sin embargo, es preciso reconocer que en la narracin del nacimiento de Jess Lucas ha pretendido tambin decir algo importante sobreMara. Una serie de indicios lo demuestra hasta la evidencia.

    Las figuras de Zacaras y de Mara son conscientemente contrapues

    tas en llamativo contraste. Por una parte el sacerdote de ilustre estirpe,que en el momento cumbre de su funcin institucional recibe de Diosel anuncio del nacimiento del Precursor, vacila en la fe y es castigadopor su incredulidad (Le 1, 5-24); por otra parte la insignificante jovendel desconocido Nazaret, elegida por la gracia de Dios, que recibe elmensaje del nacimiento del Salvador, cree plenamente en el cumplimiento de la palabra divina y por eso es proclamada bienaventurada(Le, 1 , 26-48): Lucas contrapone tan deliberadamente Jess a Juan,como Mara a Zacaras.

    Lucas aplica a Mara un calificativo nico en toda la revelacin

    Is 1, 8. 9; 4, 2; 6, 13; 7, 2-9. 22; 8, 16-18; 10, 20-21; 11, 11, 28, 16-17;37, 32; 45, 14-25; 46, 3; 49, 6; 56, 1-8; Jier 23, 3; 31, 7; Miq 4, 7;6, 7; Joel 3, 5; Zac 9, 7; 14, 16; Sof 2, 9- Cf. Hemrich-Sohrank, XeTn(a:ThWNT III, 202-221; J. Schmid, Rest: LThK VIII, 1253-1255; G. von Rad,Tbeologie des N. T. (Munich 1962), H, 34-36; 175-180; R. Schnackenburg, GottesHerrschaft and Reich (Fribuigo 1963) 66-69. 151-159.

    ** Cf. P. Vielhauer, Das Benedictas des Zacharia: ZThK 49 (1952) 255-272;H. Sahlin, Der Messias und das Gotiesvlk. Studien zur protduhamschen Theo-logie (Upsala 1945); W. Grundmann, Das Evangelium nach Lukas (Berln 1961)98; H. OaaeUes, Filie de Sion et thologie morale dans la Bible: EM 21 (1964)51-72; P Benoit, art. cit.,252-253; D. R. Jones, The Background and Character ofthe Luan Psalms: JTS 19 (1968) 19-50; L. Legrand, L'EvangUe aux Bergers. Essaisur le genre Uttraire de Luc II, 8-20: RB 75 (1968) 161-187.

    W. Grundmlann, op. cit.,83.

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    Mara en la salvacin 197

    del Antiguo y del Nuevo Testamento: ella es por excelencia la favorecida (elegida) por Dios, la que ha encontrado gracia ante sumirada (xsx

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    de Jess: sin Mara toda la narracin de Le 1-2 carece de cohesin.

    En la historia lucana de la infancia de Jess corresponde a Mara unafuncin propia... Lucas se interesa mucho por Mara y conscientementela coloca en el centro de la historia de la in fancia4.

    6 . La afirmacin de que Mara ser llamada bienaventurada portodas las generaciones venideras, porque Dios ha obrado a favor deella cosas grandes (Le 1, 48-49; cf. Act 2 , 1 1 ; Dt 10, 2 1 ; Joel 2 , 21-27), manifiesta que Lucas ha reflexionado sobre la importancia singular de Mara en el cumplimiento del designio salvfico de Dios.

    El mensaje de Gabriel a Mara, las palabras de Isabel y el himnodel Magnficat coinciden en sus rasgos fundamentales y revelan el pensamiento de Lucas sobre la madre de Jess. El tono dominante en estostres cuadros es el de la alegra exultante por la venida del Salvador almundo ( ja lpz : Le 1, 28. 41-44. 46-49): Lucas presenta conscientemente a Mara dentro de la perspectiva de de la historia de la salvacinen el comienzo mismo de la era escatolgica 47.

    Mara es llamada la elegida, la que ha encontrado gracia anteDios, la bendita entre todas las mujeres, la que ser proclamada

    bienaventurada por todas las generaciones, porque Dios ha puesto sumirada en la insignificancia de su esclava (Le 28, 30. 42. 48): lagrandeza de Mara proviene nicamente del don de la eleccin divina(Le 50-53) 48. El Seor est con ella (Le 1, 28; cf. Jue 2 , 18; 6 , 12-1 6 ; Ex 3, 1 2 ; Jos 1, 5; 3, 7; 1 Sam 10, 7; 3, 19; 2 Sam 23, 5); hasido escogida por Dios como madre del Mesas salvador, del Hijo deDios (Le 1, 32-33. 35); es la madre del Seor (Le 1, 43); Diosha obrado estas cosas grandes en ella por la potencia de su Espritu(Le 1, 35. 49). El exegeta protestante A. Schlatter y el catlico A. Voss

    coinciden en la interpretacin del pensamiento de Lucas: Mara ha sidoelegida por Dios como instrumento de su designio salvfico en la NuevaAlianza 4S.

    Lucas pone fuertemente de relieve la fe de Mara. La escena delanuncio de Gabriel termina con el s incondicional de Mara al desig-

    P. Minear, art. cit., 128; W. Grundmanm, op. cit., 97.* S. Lyonnet, XaTpe xsxapiTCjxvn: Bib 20 (1939) 131-141; G. Voss, op. cit.,

    62-65.

    M. Tuya, Valoracin exegtico-telgica del Ave, gratia plena : CiTom(1956) 3-27; W. Gruodmann, op. cit., 56. 65; O. Bachli, Die Erwaehlung desGermgen im A. T .: TZ 22 (1966) 385-395; F. Mussner, Lk 1, 48; 11, 21 und dieAnfaenge der Marienverehrung m der Urkirche: Gath 17 (1967) 289; J. P. Audet,LAtmonce a Marte: RB 58 (1956) 346-374; A. Srrobel, Der Gruss an Maria:ZNW 53 (1962) 86-110; M. Cambe, LaX A P I S chez St. Luc: RB, 70 (1963)193-207.

    A. Schlatter, op. cit.,172; C. Voss, op. cit., 65.

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    Mara en la salvacin 199

    tiio de Dios sobre ella, como madre del Mesas (Le 1, 38); el encuen-

    tto con Isabel culmina en la proclamacin de Mara como bienaventurada, porque ha credo que Dios cumplir en ella su palabra de salvacin(Le 1, 44); el Magnficat vuelve a expresar la fe de Mara en sugratuita eleccin como madre del Salvador. A diferencia de Zacaras,Mara cree en la palabra (de Dios) y se entrega plenamente a ella, confesndose como la esclava del Seor y aceptando que Dios obre en ellasegn su palabra. Mara es fiel al Dios de la Alianza y pertenece aella *.

    Lucas presenta, como un bloque indiviso, el acontecimiento salvfico

    de la venida de Jess al mundo, la maternidad de Mara y su fe. No sepuede separar la fe de Mara de la venida del Salvador al mundo ensu seno: el Dios de la Alianza cumple su definitiva intervencin sal-vfica indivisiblemente en la maternidad y en la fe de Mara. La esclavadel Seor tiene una funcin nica en la historia de la salvacin, porqueen su fe y en su seno virginal viene al mundo el Salvador de la humanidad. En el instante en que comienza el cumplimiento de las promesas, Mara es la nica persona humana que dialoga con el Dios dela Alianza y con la respuesta de su fe acepta el acto salvfico de Diosa favor de Israel y de todos los pueblos. Lucas ve en Mara la personificacin de la hija de Sin, es decir, de la Iglesia como comunidadmesinica y nuevo pueblo de D io s51. La fe de Mara es una anticipacin de la fe pascual; una fe en la que comienza a realizarse la NuevaAlianza.

    La fe de Mara aparece como el ejemplar de la fe cristiana. Suaceptacin del mensaje divino repercute en la salvacin de toda la humanidad, en cuanto que en esta aceptacin cumple Dios el acto salvfico

    de la venida de Cristo al mundo. Tanto la maternidad divina de Maracomo su fe, pertenecen a la gracia de su eleccin. Al introducir la fraseninguna cosa es imposible a Dios, Lucas alude claramente a Gn 18, 24,

    60 W. Gruindraamn, op. cit., 59.151 " . . . il n'est pas douteux que Luc 1-2 a vu dans Marie la ralisaton de

    cocos Rile de Sica (P. Benok, El Toi-mme, une glaive Pe transpercera Vame" :CBQ 25 (1963) 253). Esta afirmacin, de Bernoit coincide can el parecer de losexegetas catlicos y protestantes, que redeotamenite han comparado Le 1-2 can losms significativos textos del AT sobre la Hija de Sion" (particularmente Sof 3;

    14-17; Joel 2, 21-27; Zac 9, 9-10; IV Esd 9, 45). Cf. H. Sahliin, Der Messias unddas Gottesvolk (Upsala 1945); id., Jungfrau Maria-Dotter Sion: Ny KyifligTidskrift (1949) 102-124; W. Gsundmann, op. cit., 98; S. Lyonnet, Le ricit del'Annonciation: LAmi da Oerg 66 (1956) 39-41; A. Feuiliet, La Vierge Marte dans le NT en Marta (du Mamoir) VI, 30-32; L. Deiss, Marie, Filie de Sion(Pars 1958) 191-201 (tratd. espaola: Mara, hija de Sin [Eds. Cristiandad, Madrid *1967]); R. Lauteneim, SPructure et thoiogie de Luc 1-11 (Pars 1957)148-163; M. Thurian, Marie Mre du Seigneur, Figure de l EgUse (Taiz 1962)19-29 (traducido al espaol); H. Cabelles, art. cit., en la nota 42.

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    200 Cristologa y antropologa

    que segn G. von Rad constituye el punto culminante de la historia

    y de la fe de Abrahn52: la fe no tiene otro apoyo que la palabra delTodopoderoso. Tanto Pablo como Lucas ven el fundamento de la fecristiana en la potencia de la palabra divina, que ha resucitado a Cristoy da la vida a los muertos (Le 18, 27; Act 26, 8 ; Rom 4, 17. 24;cf. Jer 32, 17. 27; Is 44, 11). La fe de Mara, es decir, la respuestaen la que contribuye al cumplimiento del plan salvfico de Dios a favorde toda la humanidad, comporta en s misma la confesin de la gra-tuidad absoluta de su eleccin: es el poder de Dios el que ha hecho enella las cosas grandes, por las que es llamada bienaventurada por Isabel

    y por el nuevo pueblo de Dios (Le, 48-53), estas cosas grandes sonsu maternidad mesinica y su fe unidas en una realidad indivisa. Lafe de Mara atribuye toda la gloria a Dios, su salvador (Le 1, 46).El pensamiento de Lucas coincide plenamente con la doctrina paulinade la conexin entre la gracia de Dios por Cristo y la f e 58. Marareconoce en su fe la gracia singular que ha recibido de Dios por lavenida de Jess, el Seor, al mundo; el cristiano confiesa en su fe lagracia de Dios en la resurreccin de Cristo Seor (Rom 4, 1-6 . 23-25;10, 9-11).

    Solamente en el ltimo decenio se ha fijado la atencin en el hechosorprendente de que mientras la fe de la Iglesia primitiva trataba dedar expresin al misterio de Cristo, se lleg a la afirmacin de queMara ser llamada bienaventurada por todas las generaciones, porqueel Todopoderoso ha obrado en ella cosas grandes (Le 1, 48-49). El renombrado exegeta protestante W. Grundmann reconoce que en tal afirmacin se hace visible el comienzo de la veneracin de Mara. El nomenos conocido exegeta catlico F. Mussner llega a la misma conclusin:la insercin de Le 1 , 48-49 en el tercer Evangelio no se explica sino

    en cuanto que la proclamacin de Mara como la bienaventurada (por lascosas grandes obradas por Dios en ella) no encontr oposicin en elambiente en el que se form y transmiti la tradicin acerca de loscomienzos de la vida de Jess; el origen de Le 1 , 48 tiene su Sitz imLeben en la veneracin de Mara en la Iglesia primitiva54. Por nuevaque parezca esta conclusin, est sostenida por un hecho innegable yuna reflexin convincente.

    7. Lucas no se limita a presentar la figura de Mara como la queha credo (Le 1, 38. 45) y por su fe ha contribuido a la venida del

    Mesas-Salvador al mundo (Le 1, 38. 43. 48. 49; 2 , 11. 30 . 31); dibuja

    58 G. von Riad, Das erste Buch Moie (Catinga 1958) 176." F. Mussner, Der Glaube Mariens im Lichte des Rdmerbriefs: Cath 18

    (1964) 258-268. W. Grutodmamin, op. cit., 97; F. Mussner, Lk 1, 48; 11, 27 und die Anfan-

    ge der Mttrienverehrtmg m der Urkirche: Gath 21 (1967) 287-294.

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    Mara en la salvacin 201

    adems en un rasgo expresivo la actitud personal permanente de Mara,

    que en la profundidad de su espritu medita en las palabras y acontecimientos (p^jfwcTOc) de la vida de Jess (Le 2, 19- 51; cf. Dt 6 , 6 ;11, 18; Dan 4, 28; 7, 28; IV Esd 14, 8 ), en la persuasin de que secumplir lo que Dios le ha revelado acerca de su Hijo (Le 1, 45) 55.Es la actitud autntica de la fe, que se admira y queda desconcertadaante los acontecimientos concretos, en los que progresivamente se manifiesta el misterio de la persona y de la misin de su Hijo (Le 2 , 33.48-51): Ella conserva y medita en su corazn todo lo que Dios le harevelado y los acontecimientos que paso o paso le salen al encuentro.

    Cada uno de estos acontecimientos se le presentan como partes de undesignio total dispuesto por Dios, que ella percibe en la fe; se dejaguiar paso a paso por la palabra de Dios a travs de desengaos ycambios inesperados, y conoce as cada acontecimiento dentro de latotalidad del plan divino L a fe de Mara fue una fe viva, ejemplar... ms por su profundidad que por su conocimiento explcito...Este conocimiento estuvo sometido a la ley del crecimiento57.

    A lo largo de su Evangelio alude Lucas dos veces de modo significativo a la actitud permanente de la fe de Mara ante la revelacin

    progresiva de la misin salvfica de Jess.Ai describir en la parbola del sembrador la diversa actitud de los

    hombres ante la palabra de Dios, califica de tierra buena a los queoyendo la palabra divina con corazn recto, la retienen y dan frutoen paciente perseverancia (Le 8 , 15). Si hay en el tercer Evangeliouna persona en la que Lucas descubre esta actitud de la plenitud de lafe, es Mara (Le 1, 38. 45; 2 , 19. 51). Por eso la afirmacin de Jessmadre ma y hermanos mos son los que oyen la palabra de Dios y lacumplen (Le 8, 15) pone de relieve la fe de Mara como el aspecto

    principal de su comunin maternal con el Salvador58.Cuando Mara es proclamada por una mujer del pueblo como bien

    aventurada por ser madre del profeta nazareno, Jess responde conuna bienaventuranza que va ms all del vnculo del parentesco: or lapalabra de Dios y cumplirla, esto es lo que crea el verdadero vnculocon l (Le 11, 27-28). Si se tiene en cuenta (y es necesario tenerlo encuenta) lo que Lucas ha dicho de la maternidad mesinica y de la fede Mara precisamente como fundamento de su singular bienaventuranza (Le 1, 38-49), no se puede interpretar la correccin de Jess a

    la exclamacin de la mujer del pueblo (Le 11, 27-28) sitio en el sen-

    Cf. F. Neirynck, L'Evangile e Noel selon S. Luc (Pars 1960) 51-61." W. Grundmlamii, op. cit., 86. 97. 171. 179. 141. Cf. K. H. Rengstorf, Die

    Weibnachtserzablung des Ev. Lukas, en Stat Crux ium volvitur orbis, 27-30.07 R. Lauinentrn, Jsus au Temple (Pars 1966) 177. Cf. W. Grundmann, op. cit., 177-179.

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    tido de que Mara es bienaventurada, no por el mero hecho de su

    maternidad mesinica, sino ante todo por la fe en que ha aceptado sermadre del Salvador. Lucas no ha olvidado que Mara ser llamadabienaventurada por todas las generaciones, porque Dios ha hecho enella cosas grandes, es decir, porque ha credo que Dios cumplir enella su palabra (Le 1, 38-48) 5.

    La actitud creyente de Mara, que reflexiona en los acontecimientosde la existencia de Jess (Le 2, 19. 33. 51), recibe una luz nueva dela prediccin del anciano Simen: Jess ser para Israel signo de contradiccin y Mara participar en el doloroso drama, que culminar en

    la muerte del Salvador prometido por Dios y rechazado por su pueblo(Le 2, 34-35; 13, 22-35; 19, 41-44; 20, 9-19; Act 2, 23; 3, 17;13, 27-28, etc.). En la medida en que los acontecimientos de la vidade Jess convergan hacia el trgico desenlace de su muerte, Maracomprendi y acept plenamente en la fe que Dios cumpla en ella larevelacin de su misin como madre del Salvador80. El cuarto Evangelio completa la descripcin lucana de la fe de Mara, al descubrirnosel sentido de la presencia de la madre del Salvador en el Calvario81.

    8 . El episodio de las bodas de Can ha sido y es hoy da interpre

    tado en muy diversos sentidos. Para orientarse con seguridad en su interpretacin es necesario ante todo ponerse en el punto de vista de Juan,apoyarse en sus expresiones de significacin cierta y tener en cuenta elcontexto dominante en el cuarto Evangelio, a saber, la autorrevelacinde Jess como el que da la vida eterna a los que creen en l (Jn 1,12, 3, 14-19. 36; 5, 24-26. 39; 6, 35-40. 53-60; 8, 51; 10, 10; 11,25-26; 17, 2-3) 82.

    El punto de vista de Juan aparece en la observacin que cierra sunarracin: Jess realiz en Can su primer signo, comenz as a ma

    nifestar su "gloria , y sus discpulos comenzaron a creer en l (Jn 2,11). Los conceptos signo, gloria y creer (ntimamente relacionados entre s) son fundamentales en el cuarto Evangelio; expresan lafuncin reveladora y salvfica del Hijo de Dios hecho hombre8S. Supresencia en Jn 2 , 1-11 manifiesta la importancia que el cuarto evan-

    K Cf. F. Mussner, Lk 1. 48; 11. 27 und die Anfdnge der Marienverehrung inder Urkirche, 291-294. Lukas verehit Mara, weil Site die Horeade Gflaubeadeund Bewaben

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    Mara en la salvacin 203

    gelista da al episodio de Cana y el carcter primordialmente cristol-

    gico del mismo: Juan pone su atencin ante todo en la presencia deJess y en el comienzo de la manifestacin de su gloria filial (Jn 1,14) a los hombres *.

    El segundo plano de la narracin jonica es reservado conscientemente a Mara. Ya en el primer versculo viene subrayada la presenciade la madre de Jess (Jn 2 , 1). Es su espontnea intervencin la queconduce el curso de los acontecimientos hacia la realizacin del primersigno de Jess: Mara advierte a su Hijo la incmoda situacin delos nuevos esposos e indica a los sirvientes que estn dispuestos a eje

    cutar lo que Jess les diga (Jn 2, 3. 5). De este modo el camino quedapreparado para la primera manifestacin de la gloria de Jess.

    Tan exagerado sera afirmar que Mara pide a Jess un milagro,como que lo excluye; si recurre a Jess es porque espera de l la solucin de la difcil situacin. No puede dudarse de que Juan presenta laactitud de Mara como actitud de fe en su Hijo. Ella interviene, antesde que Jess haya realizado su primer signo (Jn 2 , 11). A pesar dela rplica ms bien negativa de Jess, sigue esperando en su intervencin (Jn 2 , 4-5). Sus palabras (no tienen vino, si algo os dice,hacedlo: Jn 2, 3. 5.) expresan la splica humilde y confiada de la fe:si Jess lo quiere, puede salvar la situacin. De los discpulos, y no deella, afirma Juan que comenzaron a creer en Jess a partir del milagro(Jn 2 , 11) . Como en la narracin lucana de la infancia (Le 1, 38. 45),Mara aparece en Can como la que cree en la misin de Jess 85.

    Es interesante comparar la actitud de Mara en Can con la de lasdems personas, que de algn modo intervienen en la realizacin de lossignos narrados en el cuarto Evangelio. Natanael cree, despus queJess le ha manifestado su conocimiento sobrehumano (Jn 1, 48-49).La samaritana comienza a creer cuando Jess le descubre los secretosde su vida pecadora (Jn 4, 29). El Rgulo pide a Jess la curacinde su hijo, porque ha sabido el milagro de Can (Jn 4, 46-54). EsJess mismo quien provoca en el enfermo de la piscina el deseo de sercurado por l (Jn 5, 1-9). Las muchedumbres siguen a Jess porquehan visto sus milagros (Jn 6 , 2 . 30). El ciego cree en Jess despusde recobrar por l la vista (Jn 9, 6 . 37). La splica de Marta revela unafe mezclada a la incredulidad (Jn 11, 21 . 22 . 24. 39. 40). Solamente

    La importancia

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    la actitud de Mara es descrita en el cuarto Evangelio como la plenitud

    de una fe que cree en Jess antes de que l obre su primer signo;9 Sobre el sentido de la primera parte de la respuesta de Jess

    a Mara (t fxo xal coi, Yvai J& 2 , 4) no puede haber duda alguna 6. Se trata de una frmula estereotipada, cuyo ejemplo, tanto enel Antiguo como en el Nuevo Testamento y en la literatura griega,significa siempre la idea de separacin o distancia entre los interlocutores; las circunstancias concretan ulteriormente en cada caso el gradoy razn de esta separacin87. La exgesis actual, catlica y protestante,

    reconoce unnimemente que Jess quiere significar con tal frmula queen su manifestacin (que comienza ahora) como revelador de Dios ysalvador del mundo, depende inmediatamente y nicamente de su Padre.Esta independencia de su madre en la misin, que ha recibido solamente de Dios, viene subrayada por la palabra mujer ( yvat.)que no expresa ninguna falta de respeto, pero se sale totalmente delos usos judos al tiempo de Jess. La actitud del Jess de los Sinpticos ante su madre confirma esta interpretacin de Jn 2 , 4 6S.

    La segunda frase de Jess ( o8to> y)x?i -f) &poc [aou ) es interpretada

    por la casi totalidad de los exgetas catlicos y protestantes en el sentido tradicional: todava no ha venido mi hora89. J. Michl yM. E. Boismard han renovado la interpretacin propuesta por algunospocos Padres de los siglos IV-V: la partcula otoo sera interrogativa

    A. Wikeflhauser, op. cit., 73.67 Sera, superfino aranlizar aqu los pasajes en que esta frmula aparece, tanto

    en el AT y en el NT, oomo en la literatora griega. Este anlisis ha sido realizadodie ta modo exhaustivo par varios exegetas modernas. Cf. P. Gachter, op. cit.,

    170-177; F. M. Brauii, La Mre des fidles (Touimai 1953) 51-55; R. Bultmann,op.

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    Marta en la salvacin 205

    y la frase afirmara que ha venido ya la hora de Jess (acaso no hallegado mi hora?) T0.

    Es muy difcil reconocer probabilidad a esta ltima interpretacin.La hora de Jess viene sealada progresivamente a lo largo del cuartoEvangelio con toda la precisin deseada. En Jn 7, 30 y 8, 20 (cf. 7, 6)reaparece la misma frmula de Jn 2 , 4 y su sentido en estos dos pasajeses indiscutible: la hora de Jess no ha venido an. Cmo es posibleque Juan (quien con tanta exactitud pone el milagro de Can en eltercer da de la primera semana de la vida pblica de Jess) hayadicho en Jn 2 , 4 que la hora de Jess ha venido, para luego afirmarrotundamente en 7, 30 y 8, 20 que su hora no ha venido todava?

    Qu garanta puede tener una interpretacin que debe incurrir en tanflagrante contradiccin? 71.Pero esto no es todo. Juan advierte en 12, 23. 27 que la hora de

    Jess es inminente (cf. Mt 26, 18) y en el primer versculo de la narracin de la pasin indica expresamente que la hora de Jess ha venido(Jn 13, 1). Las primeras palabras que Juan pone en los labios deJess, en su ntima plegaria con Dios que sirve de prlogo a su muertey resurreccin, sealan con solemnidad dramtica el acontecimiento-cumbre de su existencia: Padre, ha llegado la hora. El pensamiento

    de Juan no deja lugar a duda: la hora de Jess es el acontecimientosalvfico de su muerte y resurreccin, razn de ser de su venida almundo (Jn 12, 23-28); es la hora de su glorificacin a travs de lacruz (vuv Jn 12, 31-33; cf. 13, 31-3 2 ; 15, 5; 17, 13), de su vueltal Padre (Jn 1, 13; 14, 2-3; 15, 5; 16, 16. 28), de la definitiva manifestacin de su gloria de Hijo de Dios (Jn 17, 1-5. 24) 72. Ante estosdatos tan precisos de Juan sobre la hora de Jess no debe sorprenderque uno de los ms acreditados conocedores del cuarto Evangelio, elponderado C. K. Barrett, afirme enrgicamente a propsito de Jn 2 , 4:

    La hora de Jess se refiere a su muerte en la cruz y a su exaltacinen la gloria... Es impensable que en este versculo >pa puede tenerun significado diverso...73.

    El sentido total de las dos frases de Jess en Jn 2, 4 queda as

    70 J. MioM, Bemerkungen zu Job. 11, G: Bib (1955) 492-509; M. E. Boismard,Du Baptme Cana (Pars 1956) 133-159; A. Wtiinkenbauser, op. cit., 75.

    71 Es 'tnitieresainjtie observar que la partcula ona> aparece en el cuarto Evangelio 13 veces y en todas ellas significa todava no. Cf. W. F. Moultan, A Con-

    cordance to tbe Greek Testament (Edimburgo 1963) 726.72 Es conocido que en el cuanto Evangelio la muerte de Gris* en mcruz forma

    un solo acontecimiento con su glorificacin (Jn 12, 31-33). Die Inlhaldichkeit derStunde ist bestimmt durch diie Binhedt vom Tod und Auferstehung, durch dieBimhek und Gainzihek des Heiilsgasehehen... 0 . Blaink, op. cit., 139).

    73 C. K. Barrete, op. cit., 159

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    descubierto. La frase an no ha llegado mi hora da la razn de laseparacin, que Jess pone entre l y Mara en el comienzo de su manifestacin al mundo: Jess se desliga de su madre porque an no ha

    llegado su hora (este porque, est expresamente indicado enla misma frase estereotipada de Jn 7, 30; 8 , 20) 7*.Cuando venga el acontecimiento culminante de la misin salvfica

    de Jess, a saber, su muerte-resurreccin, Mara aparecer unida a suHijo. Y, en efecto, despus de haber presentado la figura de Mara enla primera manifestacin de la gloria de Cristo (Jn 2, 1-11), Juan (quedurante todo el resto de su Evangelio no hace mencin alguna de Mara)vuelve a presentarla al pie de la cruz en la hora de Jess 7S.

    10 . Desde la crucifixin de Jess hasta su muerte la narracin

    jonica presenta rasgos muy caractersticos (Jn 19, 17-37) n . La omisin de varias escenas descritas por los Sinpticos y la introduccin detres episodios nuevos (he aqu a tu hijo, tengo sed, herida delcostado: Jn 19, 26-36) delatan una deliberada seleccin del cuartoevangelista. La narracin se desarrolla en cinco escenas breves y discontinuas, cada una de las cuales forma por s misma un cuadro autnomo y completo (Jn 19, 17-22. 23-24. 25-27. 28-30. 31-37). A lolargo de los cinco episodios se desliza silenciosamente un mismo tema:en la muerte de Jess en la cruz se cumplen las Escrituras: Jn 17, 19

    (cf. Zac 9, 9; Jn 12, 15; 18, 33-37; 19, 2 . 14. 16 . 24. 28. 36. 37);Jess crucificado es el Mesas, en el que se cumplen las promesas sal-vficas. Fue ste un tema fundamental en la fe de la Iglesia primitiva 77.Solamente el cuarto evangelista nota el dato de la presencia de Maraen el Calvario. Aunque nombra tambin a otras mujeres, su inters secentra exclusivamente en la madre de Jess7S. Solamente a ella dirigeCristo la palabra; la presencia de las dems mujeres carece de significado.

    Las palabras de Jess a su madre y al discpulo expresan en susentido obvio que Mara, al perder su Hijo Jess, recibe un nuevo hijo

    en el discpulo amado de Jess (Jn 19, 25-27). Pero tanto el contextogeneral e inmediato de estas palabras como su vinculacin con Jn 2, 4muestran que el evangelista ha querido significar con ellas algo msprofundo.

    n Cf. P. Gadhter, op. cit., 187-191.m Levangl'iste sgnale la prsence de Marie au premier miradle, qui re

    vele Ja gtoiire de Jsus, et le r&le quelle y jouie. II signatoria de mme sa prsetncea la croix et le role qui lui sera alors confi (19, 26). Par une intention manifeste,plusieurs traits se rpondent dans les deux scnes. Toute une hologie mariale se

    trouveca aiinsi suggre (D. Mollat, op. cit., pg. 75, mota e). Cf. P. Gachcer, op. cit., 212.77 1 Cor 15, 4; Aot 2, 22; 3, 18; 4, 28; 8, 32-36; 13, 29; 26, 22; Mt 20, 17;

    Me 10, 33-34; Le 18, 31; 24, 27. 46. R. Buiitmann, op. cit., 521.

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    Mara en la salvacin 207

    El episodio de Mara se encuentra en el centro de las otras cuatroescenas, cuyo sentido mesinico-salvfico es manifiesto. Juan contemplaen Jess crucificado el acontecimiento culminante de su misin salvfica

    (Jn 12, 31-33; 10, 15-18). En la cruz, ms que nunca, Cristo obra yhahla como el Salvador: es su hora, la hora para la que ha venidoal mundo (Jn 12, 27; 14, 31; 10, 18; 5, 17. 19. 30), la fase definitivade la obra -re, Ipyov que el Padre le ha confiado (Jn 17, 4; 19, 30 ;4, 34). Este contexto general de Jn 19, 17-37, presente en el pensamiento de Juan, pone las palabras de Jess a Mara en conexin consu misin de Salvador del mundo.

    Por otra parte, subraya el mismo evangelista que inmediatamente(sr toSto) 79 despus de haberse dirigido a su madre, Jess tuvoconciencia de que todo se haba ya ( jSt j) cumplido (Jn 19, 27).Juan se refiere evidentemente al cumplimiento de la obra salvfica deJess, anunciada por los profetas; la ltima palabra de Jess en la cruzlo ratifica: se ha cumplido TeTXsorai Jn 19, 30; cf. 17, 4). Enlas palabras dirigidas a su madre, Jess ha cumplido algo que pertenecea su misin salvfica, recibida del Padre. De un modo velado habaanunciado Juan que, cuando llegase la hora de Jess, su madre estaraunida con l (Jn 2, 4). El evangelista no lo ha olvidado0 y expresa

    la participacin de Mara en el acontecimiento salvfico de la muerte-resurreccin de Cristo precisamente con la relacin madre-Hijo.En la muerte de Cristo se cumple el juido del mundo y la salva-

    dn de la humanidad (Jn 13, 31-33). Ya Lucas en la prediccin delandano Simen haba sealado el carcter de juicio y salvadn propiode la misin de Cristo; Mara estaba llamada a participar dolorosamenteen el destino de su Hijo como Salvador del mundo (Le 2, 29-35) 81.Su presencia junto a la cruz representa el momento culminante de suasodacin a la misin salvfica de Cristo 82.

    P. Gachter ha notado esta significacin precisa de lia frmula en el cuartoEvangelio (cf. op. cit., 208-209).

    m No es imposible que a frase desde aquella hora de Jn 19, 27 aluda ala hora de Jess tan importante en el cuanto Evangelio (C. K. Barrea, op. cit.,459). Peo, aun prescindiendo de esta posible alusin, queda en pie la conexinde Jo 2, 4 oon 19, 25-27.

    81 No ipuletebdemos afirmar que, al narrar el episodio de Mana junto a lacruz, Juan haiya pensado en Le 2, 29-35. Queremos notar solamente la coincidencia reail entre lo que se dice de Mara en Le 2,35 y Jn 19,25-27 (cf. W. Gtund-mann, op. cit., 97 P. Benoit, art. cit., 261; H. Roux, Bilan de lEcriture au pointde vue protestant: EM 20 (1963) 58-59-

    La exgesis moderna se esfuerza por descubrir las alusiones escrituirsdcasimplicadas en Jn 19, 25-27. Las resultados togiladas san inciertos; pero lesna incer-tidiuimbre no destruye el dato fundamental de que Jn 19, 25-27 expresa la participacin de Mara en l acontecimiento savfico de la muerte de Cristo. En cuanto aJas soduoianes propuestas por dos exegetas, nos parece ms probable (a sealada por

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    11 . El anlisis del pensamiento mariolgico del tercero y del cuartoEvangelio conduce a una misma conclusin: por la gracia de la eleccindivina Mara estuvo unida a Cristo en la totalidad de su misterio sal

    vfico desde la encarnacin del Hijo de Dios hasta su muerte-resurreccin. Lucas completa esta figura de Mara al poner de relieve su participacin en el don del Espritu Santo por Cristo glorificado a la Iglesianaciente (Act 1, 14). A la luz de la revelacin total del Nuevo Testamento el misterio de Cristo aparece en su interna totalidad-unidad, queva desde la venida al mundo del Hijo de Dios por la encarnacin liastasu vuelta al Padre por su muerte y resurreccinss. A esta misma luzaparece Mara como participante en el cumplimiento del misterio totaly unitario de Cristo. El vnculo de Mara con Cristo est constituido por

    su fe y su maternidad, inseparablemente unidas entre s. Con la aceptacin de la maternidad mesinica en la plenitud de la fe (sta es lagracia singular y fundamental de Mara,

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    Mara en la salvacin 209

    miann del misterio salvfico de Cristo), se descubri el sentido de lafe 7 de la maternidad virginal de Mara dentro de este misterio. El

    mmiwiM de la cristologa (como teologa de la encamacin) determinel comienzo de la reflexin mariolgica.Fue precisamente la teologa, eminentemente encarnacional y cris-

    tolgica de san Ireneo, la que puso de relieve en rasgos claros y enrgicos el significado de la contribucin de Mara en el acontecimientosalvfico por excelencia de la venida del Hijo de Dios al mundo. Inspirndose en la visin paulina y jonica (Gl 4, 4-6; Jn 1, 12-14; etc.)Ireneo sintetiza el plan salvfico de Dios: el Hijo de Dios se ha hechohombre, para que el hombre venga a ser hijo de Dios. Esta concepcin

    de la encamacin dominar toda la soteriologa patrstica, oriental yoccidental. La encarnacin no es un mero presupuesto para la salvacindel hombre por la muerte y resurreccin de Cristo, sino el cumplimientoradical de la redencin, cuya fase definitiva tendr lugar en el misteriopascual. Al apropiarse el Hijo de Dios el ser del hombre, queda radicalmente divinizada, no solamente la humanidad de Cristo, sino todala comunidad humana84. La venida del Hijo de Dios al mundo constituye le vrtice de la historia de la salvacin: por su misma constitucin de Hijo de Dios hecho hombre, es Cristo el mediador nico y

    la nica fuente de vida divina (cuyo manantial es el Padre) para todala humanidad.

    Esta poderosa visin cristocntrica de la economa salvfica, lejosde borrar la figura de Mara, proyecta su luz sobre ella. En tres ocasiones (y precisamente en un contexto cristolgico) Ireneo resalta lafuncin propia de Mara en la encarnacin: por la obediencia de su feen la venida del Salvador al mundo, Mara vino a ser causa de lasalvacin para toda la humanidad: por ella es salvado el gnero humano, el hombre ha logrado de nuevo la vida85.

    Ireneo sabe perfectamente que solamente en Cristo y por Cristo hasido regenerada la humanidad a la vida divina. Y precisamente porquesabe que la divinizacin del hombre comienza en la encamacin, atribuye una funcin singular a la intervencin de Mara (por su fe y sumaternidad) en el cumplimiento mismo de la encamacin, es decir, dela salvacin de la humanidad por Cristo. La sobria conclusin del pa-trlogo G. Jouassard interpreta sin exageracin ni disminucin el pen-

    Adv. Haer V. Proofemium; cf. A. Grllmeiier, Christ in Christian Traditionfrom Apostolic Age to Chdcedon (Landres 1965) 172. 217-219. 234-237. 257-260. 480-491; J. Iiiebatrt, LIncamation. I. Des origines au Concite de Chdcdoine(Plars 1966) 57-73. 130-132. 170-179. 261-222; L. Richard, Le mystre de laRdemptio (Touiroai 1959) 95-130.

    * Adv. Haer., III, 22, 4 (cf. J. A. Aldama, Sibi causa facta est salutis" : Eph-Mar 16 {1966] 319-321); V, 19, 1; Bpideixis, 33.

    14

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    samiento del primer telogo del siglo II y uno de los ms grandes detodo el perodo patrstico. Ireneo atribuye a Mara en el misterio de lasalvacin una funcin an no precisada tcnicamente, pero que la sita

    muy cerca del Redentor: ella aparece asociada a la obra de Cristo enel orden de la redencin 8e. No puede pasarse por alto el hecho deque ya en el siglo II, en los comienzos mismos de la cristologa y de lasoteriologa patrstica, se diera un relieve tan claro a la funcin privilegiada de Mara en la obra de la redencin cumplida por Cristo; esun prolongamiento del pensamiento mariolgico de Le 1-2 . Dentro decierta variedad de representaciones, la afirmacin de Ireneo acerca dela intervencin singular de Mara en la encarnacin, como fase fundamental del misterio salvfico de Cristo, es reafirmada por toda la teo

    loga patrstica oriental y occidental. La maternidad virginal de Maraes considerada siempre inseparablemente unida a su fe, que constituyeel elemento principal de la contribucin propia de Mara al cumplimiento del acto salvfico de Dios en la encarnacin de su H ijo 8T. Ladefinicin dogmtica de Efeso fue ante todo cristolgica; pero en consecuencia fue tambin mariolgica. Al ser definido el carcter personaldivino del hombre Cristo, la maternidad de Mara fue definida comodivina, es decir, en conexin con la humanidad del Hijo de Dios, en laque se realiza la salvacin del hombre. La definicin efesina debe ser

    entendida dentro del pensamiento mariolgico del tiempo, que subrayabala fe de Mara en la encarnacin como el aspecto primordial de sumaternidad*.

    Mientras la contribucin de Mara a la venida del Salvador al mundo fue puesta de relieve desde el siglo II, el significado de la presencia de Mara junto a la cruz no fue descubierto hasta el siglo X ;fue Juan el Gemetra el primero en interpretar Jn 19, 25-27 en elsentido de una asociacin de Mara al misterio redentor de la muertede Cristo89.

    Fue la reflexin sobre la maternidad divina de Mara y sobre su

    * G. Jouassard, Marte i hravers la Patristique, en Mara (du Manoir) I, 74;id., La nouvelle Eve chez les Pres antnicens: EM 12 (1954) 39.

    87 Tertuliano, De carne Cbristi, 17; san Ambrosio, Expositio Evangel secun-dum Lucam, II, 17; san Epifanio, Adv. Haer., 78, 18; (san Jernimo, Epist., 22, 21;san Agustn, Enarr. m Ps 67 (PL 3

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    funcin ngnlar en el cumplimiento del misterio salvfico de Cristo (esdecir, sobre su privilegiada unin con Cristo, como Verbo encarnado

    y redentor: encarnacin y redencin como dos aspectos de una mismarealidad) la que llev la fe de la Iglesia al conocimiento explcito dela privilegiada participacin de Mara en la victoria de Cristo sobre elpecado y la muerte. Este es el sentido fundamental de los dogmas de lainmaculada concepcin y de la asuncin de Mara. Precisamente en suunin singular con el Verbo encarnado redentor por su fe y su maternidad, Mara recibi de Cristo la plenitud de la salvacin, es decir, fuesalvada por Cristo de un modo nico y ejemplar: Mara es por excelencia la elegida por Dios y la salvada por Cristo96.

    13, Inspirndose en los datos de la sagrada Escritura y de la tradicin, el Concilio Vaticano II ha intentado presentar la figura de Maraa la luz de misterio de Cristo y de la Iglesia81; en ltimo trmino, a laluz del misterio del Verbo encarnado, pues la misma eclesiologa conciliar se basa definitivamente en la analoga del sacramento (primordial),que es la Iglesia, con el sacramento fundamental, Cristo9a. La doctrina,edesiolgica del Vaticano II est sostenida por su cristologa.

    El Concilio destaca el valor salvfico de la encarnacin: al apro

    piarse personalmente el ser humano, el Hijo de Dios uni a s mismotoda la comunidad humana. Por la unin hiposttica qued elevada lahumanidad de Cristo a revelacin y realizacin suprema del amor salvfico de Dios a los hombres. La encarnacin del Hijo de Dios estntimamente vinculada al misterio pascual, en el que se cumpli definitivamente la redencin de la humanidad. Mediante el don de suEspritu constituy Cristo la Iglesia (comunidad de la fe, la esperanzay la caridad) en su sacramento universal. Toda gracia tiene carcter

    encarnacional y eclesial (es decir, sacramental), porque Dios no comunica su vida sino por Cristo y Cristo no da su Espritu sino en la Iglesia.La funcin mediadora de la Iglesia (dimensin comunitaria de la Iglesia) es un don recibido de la mediacin nica de Cristo, quien a suvez recibe del Padre la vida divina para comunicarla por su Espritua los hombres93.

    Mara pertenece a la humanidad salvada por Cristo, que es la Iglesia, como miembro preeminente de ella; fue redimida por Cristo delmodo ms sublime y ocupa un puesto singular en la historia de la sal-

    Cf. Ailfaro, La frmula defimtoria de la Inmaculada Concepcin-, en Virgolmmaculata(Roma 1956) II, 201-275; DS 3900-3910.

    Const. sobre la Iglesia, VIII, ttulo y n, 54. Cf. R. le Dauc, Marie et l'Ecri-ture darn le chapitre VIII: EM 22 (1965) 55-74.

    Ibid., I, n. 8." Remitimos al lector al captulo IH sobre l Vaticano H.

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    vacin, porque estuvo unida con Cristo con un vnculo privilegiado94.La unin singular de Maria con Cristo comienza en el acontecimiento

    mismo salvfico de la encarnacin: aceptando de todo corazn... elplan salvfico de Dios, Mara se entreg totalmente... a la persona y ala obra de su Hijo, sirviendo bajo l y con l, por gracia del Todopoderoso, al misterio de la redencin. Es el valor soteriolgico de la encarnacin el que eleva la maternidad virginal y la fe de Mara a contribucin a la salvacin de la humanidad95.

    El Concilio describe la actitud creyente de Mara como una crecienteadhesin a la persona y a la misin de su Hijo. Su fe culmina en elCalvario: Mara acepta en el dolor la voluntad de Dios acerca de la

    muerte salvfica de Cristo. La unin de Mara por su maternidad y sufe con el Salvador del mundo coincide con el progresivo cumplimientode la redencin desde la encarnacin hasta el misterio pascualM.

    Con frmulas ms bien genricas el Vaticano II atribuye a Marauna faacin efectiva en el cumplimiento de la redencin por Cristo:cooper a la salvacin humana, sirvi al misterio de la redencin,estuvo unida con su Hijo en la obra salvfica: cooper de un modoabsolutamente singular a la obra del Salvador, cooper con su caridad

    a que los fieles nacieran en la Iglesia 97. Tales frmulas nos explicancmo la unin de Mara (por su maternidad virginal en la fe) conCristo contribuy efectivamente a la realizacin de la redencin.

    El Concilio afirma enrgicamente que la cooperacin de Maradeja intacta la unicidad de la mediacin de Cristo (no hace nmerocon sta: connumeran unquam potest), porque es un don recibidodel mismo Cristo y por consiguiente depende totalmente del intrnsecovalor salvfico de la obra redentora exclusivamente propia de Cristo 68.Es una afirmacin importante que, sin embargo, exige ser explicada

    ulteriormente.La unin singular de Mara con Cristo implica su vinculacin igualmente singular con la humanidad salvada por Cristo, que es la Iglesia:Mara acept en la fe ser madre del Salvador, su entrega a la personay a la obra de Cristo fue la entrega de s misma a favor de los hombres.El Concilio guarda un silencio absoluto acerca de una representacinde la Iglesia por Mara en el s desu fe " . Selimita a decir que

    ** Const. sobre ia Iglesia, VIII, on. 52-53.59-65.Cf. J. Alfaeo,Mara en el

    misterio de Cristo y de la Iglesia, en Estudios sobre el Concilio Vaticano II (Bilbao 1966) 57-70; R. Launantio, La Vierge au Concile (Pars 1965); id., Gense dutexte conciaire-,EM 22 (1965) 5. 24.

    Const. sobre la Iglesia,VIII, a. 56." Ibid.,mn. 57. 58. 61. 62. lbid., un. 56-58. 60. 61. 63; Const. sobre la Liturgia,c. V, a. 103." Const. sobre la Iglesia, ma. 60. 62." Ibid., a n. 3. 8. 48. 53. 58. 61. 63-65.

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    Mara en la salvacin 213

    por su unin privilegiada con Cristo en la fe, la esperanza y la caridad,Mara es el ejemplar de la Iglesia, es decir, la realizacin personal perfecta de la unin con Cristo que la Iglesia peregrinante anhela. EnMara la Iglesia ha llegado a su perfeccin. Por su participacin plena(en la totalidad humana de su espritu y de su cuerpo: inmaculada concepcin y asuncin) en la gracia de Cristo Mara anticipa ejemplarmente la salvacin escatolgica de la humanidad: ella es el fruto msesplndido de la redencin100. El Concilio no establece comparacinalguna entre la funcin de Mara y de la Iglesia en la salvacin delos hombres; su concepto de la Iglesia como sacramento universal

    est totalmente ausente en el captulo VIII de la constitucin Lumengentium. Por otra parte, tampoco indica en modo alguno que la funcinde Mara en el misterio de la redencin se interpone entre Cristo y laIglesia. La eclesiologa del Vaticano II supone lo contrario, que la Iglesiarecibe su vida divina directamente de Cristo por el don de su Espritu.

    III

    14. Para comprender la funcin de Mara en la salvacin de lahumanidad es necesario remontarse ms all del misterio mismo deCristo y partir del ncleo mismo de la revelacin veterotestamentaria:el nico Salvador es Dios (Is 43, 10-1 2 ; 49, 2 6 ; 54, 5 ; Os 2 , 2 0 ; 4, 1 ;5, 4; Ez 6 , 7. 10 . 13; 7, 27; 11, 10; Sal 46, 11; 78, 22. 32; 99, 3 ;106, 12. 24; Dt 4, 39; 7, 9; 29, 6 ; 32, 39). La salvacin proviene enltimo trmino del amor de Dios, es decir, del acto absolutamente gratuito de la eleccin divina (Ez 4, 2 2 ; 6 , 5-7; Dt 4, 37; 7, 6-9; 10, 15;

    Is 38 , 6 ; 49, 15-16; 55, 7; 11, 1. 4; Jer 3, 19; 31, 3. 20; 33, 11;31, 2 0 ; Os 4, 1 6 ; 9, 15; 11, 3; 13, 4). La salvacin toma forma dealianza de Dios con Israel, su pueblo escogido (Ex 6 , 5-7; 19, 1-24;24, 1-8 ; 34, 11-28; 5, 1-21). La alianza tiene su origen exclusivamenteen el amor gratuito de Dios; pero su cumplimiento incluye la respuesta de Israel en la fe, que es precisamente la aceptacin (en el reconocimiento, la confianza y la sumisin) de la gracia de D ios101. Laeleccin divina se cumple y revela en la historia de Israel como historiade salvacin; el misterio del Dios de la gracia, absolutamente tras

    cendente al hombre y al mundo, se hace inmanente en la dimensinhumana de la historia.Para el cumplimiento de su alianza, como historia de salvacin,

    100 Const. sobre la Liturgia, n. 103.m Cf. J. Ailfaro, Pides in terminologa bblica'. Gregorianum 42 (1961)

    463-475.

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    Dios elige algunos hombres favorecidos por l (Moiss, Josu, losprofetas, etc.) para que participen con una misin especial en la obrade la salvacin de Israel y por Israel en la salvacin de los demspueblos. Estos mediadores ejercen su fundn propia dentro delcuadro de la alianza; bajo la accin del Espritu de Dios se sientenllamados a la entrega de su propia vida en el cumplimiento del designio salvfico de Dios a favor de su pueblo. Son conscientes de suposicin especial entre Dios y el pueblo; en ntima unin con Dios,deben testificar 7 realizar la gracia divina hacia Israel. Su mediacinno impide que la salvacin venga de Dios, quien permanece siemprecomo el nico salvador. La salvacin de cada hombre tiene lugar en la responsabilidad del dilogo personal con el Dios de la gracia. Pero lasalvacin tiene tambin su dimensin comunitaria; los hombres necesitan los unos de los otros en el cumplimiento de su relacin conD io s102.

    15. La revelacin del Nuevo Testamento presenta a Cristo comoel amado 7 eleg ido por Dios : en l se cumple 7 manifiesta laplenitud de la gracia divina (Me 1, 1 1 ; 9 , 7; 12, 6 ; Le 3, 2 2 ; 9 , 35;Ef 1, 7; Jn 1, 14-18; 3, 16, etc.). Segn el cuarto Evangelio el ser 7

    el obrar de Cristo es un recibir del Padre (Jn 5, 19. 20 . 30. 36;8 , 28-29; 10, 25. 37; 12, 46-50; 14, 10-12; 17, 4). El don personalabsoluto de Dios al hombre tiene lugar ante todo en Cristo mismo.Pero en Cristo 7 por Cristo (en el misterio total de la venida del Hijode Dios al mundo y de su muerte-resurreccin) cumple 7 revela Diosdefinitivamente su amor salvfico hacia toda la humanidad (Rom 5, 8 ;8 , 32; Ef 1, 7; Jn 3, 16; 1 Jn 9 -16).

    Es el amor absolutamente gratuito de Dios el que suscita la accinredentora de Cristo, no viceversa. San Pablo subra7a la total trascen

    dencia del designio salvfico de Dios aun respecto de la obra mismade Cristo, cumplida en la obediencia de su muerte 7 en su resurreccin(Rom 5, 10; 2 Cor 5, 18-19) ; peroal mismo tiempo reconoce el valorsalvfico del acto humano de Cristo, que en obediencia a Dios 7 amora la Iglesia entreg su vida por la salvacin de los hombres (Ef 5, 1.15; Gl 2, 20; 2 Cor 5, 14-15; Rom 5, 19; FIp 2 , 9; cf. Heb 5, 7-9;Jn 10, 14-18). La absoluta gratuidad del amor de Dios 7 su realizacin-manifestacin en el acontecimiento histrico-salvfico de la muerte deCristo no se exciten entre s. En Cristo (en su ser 7 obrar humanos)

    se encama 7 se hace historia la definitiva autodonacin de Dios antetodo al hombre Cristo, su Hijo, 7 por l a toda la humanidad. Latrascendencia y la inmanencia de la gracia como autocomunicacin

    *" Cf. J. Soharbert, Heilsmittler im Aben Testament und im Alten Orient(Briburgo 1964) 308-320.

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    dialctica interna de la trascendencia y de la inmanencia de la gracia

    tiene lugar tambin en la justificacin personal del hombre en la fe.Por su misma ntima estructura, la fe es recibir y confesar eldon absoluto de Dios al hombre en Cristo: es el cumplirse y hacersevisible de la salvacin como pura gracia104.

    IV

    16. La funcin singular de Mara en la historia de la salvacinproviene de la eleccin divina: Mara recibe como denominacin personal la favorecida por Dios, en la que ha hecho cosas grandes elTodopoderoso (Le 1, 28. 30. 48. 49). Ha sido elegida para ser madrevirginal del Salvador, es decir, para que en su seno y en su fe serealice el designio salvfico de Dios por la venida de su Hijo al mundo (Le 1, 28-45).

    La fe de Mara es su s personal al plan divino de salvar elmundo por Cristo; es la aceptacin de la maternidad-virginal-del-Salvador como pura gracia, en ltimo trmino, la aceptacin de su

    Hijo como Salvador del mundo. La revelacin del Dios de la graciase identifica para ella con el misterio de la misin y de la persona desu Hijo; es el misterio, en el que ella vive la absoluta trascendenciay la presencia de Dios en la historia: en el fruto de su seno cumpleDios su definitiva intervencin salvfica a favor de todos los pueblos.

    La fe de Mara es por eso indivisiblemente adhesin plena y plenarenuncia a su Hijo, que ha venido al mundo con la misin salvficarecibida de Dios; entre ella y l se interpone la distancia infinita quesepara al Hijo de Dios, Salvador del mundo, y a la humanidad salvada

    por l (a la que pertenece Mara). La suprema proximidad del Dios-Salvador en su Hijo comporta para la fe de Mara la experiencia delmisterio absoluto del Dios de la gracia en Cristo: un misterio que elladeber aceptar sin comprenderlo plenamente (Le 2 , 48-51). En esteno comprender vivi Mara en la fe el carcter trascendente de lamisin y de la persona de su hijo, el abismo insondable que separasu propia existencia del misterio de Dios en Cristo.

    En el acto mismo de aceptar al Salvador del mundo como Hijosuyo, Mara renunciaba a su Hijo en favor de la humanidad salvada

    por l; la ilimitada disponibilidad del hgase en m segn tu palabra implicaba desde aquel instante la aceptacin de todos los sacrificios, que segn el plan divino pudiera exigir de ella la misin de su

    * Cf. H. Roux, art. cit., 59.

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    Hijo (Le 2, 35). Los acontecimientos concretos de la vida de Jessmanifestaron progresivamente a su fe el destino de su Hijo a la muer

    te. La renuncia de Mara a su Hijo culmin en el misterio pascual:vivi plenamente en la fe el misterio de Jess, su Hijo,

    muerto en la cruz por los hombres y constituido por Dios en el Seor. El misterio pascual rompe definitivamente todo vnculo meramente humano y terreno entre Mara y su Hijo, que ha pasado a serespritu vivificante (1 Cor 15, 45),

    En su acto de fe (acto integral de su espritu y de su cuerpo,realizado y expresado en su maternidad virginal) Mara recibe de Dios

    por Cristo su propia salvacin personal. Su salvacin subjetiva se cumple en su fe, que es su respuesta al don absoluto de Dios en Cristopara ella y para todos los hombres. En la plenitud de su fe es Marala primera salvada de Cristo, es decir, la que recibe de Dios por Cristola plenitud de su redencin personal10*.

    17. La eleccin divina ha reservado a Mara una funcin absolutamente singular en la historia de la salvacin: ella es la nica personahumana que por el acto de su maternidad-virginal-en la fe interviene

    inmediatamente en el acontecimiento salvfico supremo de la venidadel Hijo de Dios al mundo. El acto total de su fe contribuye efectivamente a la encarnacin redentora. En su aspecto histrico y visible(inmanencia de la gracia) la encarnacin se realiza de hecho en el sde Mara. El acto salvfico de Dios en la encarnacin no depende niest condicionado en modo alguno por la respuesta de Mara; por elcontrario, es este acto absolutamente gratuito de Dios el que crea supropio cumplimiento histrico en la libre aceptacin de Mara.

    Es muy importante precisar con exactitud la contribucin efectiva

    de Mara en la encarnacin, es decir, en la misma radical salvacindel mundo por Cristo.

    La encarnacin en s misma, como apropiacin personal del serhumano por el Hijo de Dios, no puede ser causada ni condicionadade modo alguno por ningn acto del hombre: es la gracia por excelencia, la autodonacin personal de Dios al hombre Cristo, su Hijo.La grada increada de la unin hiposttica trasciende absolutamentela intervendn de Mara en la venida del Hijo de Dios al mundo. La

    constitudn misma de Cristo como Hijo de Dios hecho hombrees un acto exclusivamente divino. La contribucin de Mara a la encar-nadn no constituye en modo alguno el sacramento fundamental en

    ms jjec jndinim si Domimius 'redemptuirus mumdum, operatioraem suam iochoa-viit a Mamila; ut per quam sate mnibus parab&tur, tadfem prima ructum salutisbauidiret ex pignore (san Ambrosio, Expos. pn Evang. Lucae, II, 18; PL 15, 1559).

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    s mismo salvfico, que es Cristo. Como Verbo encamado, Cristo recibe su set y obrar nicamente del Padre.

    Con su matemidad-virginal-en la fe Mara contribuye solamenteal ser humano de Cristo, es decir, al aspecto visible e histrico de laencamacin, constituida nicamente por la apropiacin personal divinade la humanidad de Cristo; al concebir virginalmente en su fe y ensu seno al Salvador del mundo, Mara hace posible la encarnacin,que es obra exclusiva de Dios: es ella la que recibe inmediatamente alHijo de Dios en su m