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traducción de CLEMENTINA ZAMORA M A D U R E Z Y E S T A N C A M I E N T O E N E L C A P I T A L I S M O N O R T E A M E R I C A N O por JOSEF STEINDL ) * 3 siglo veintiuno editores MÉXICO ESPAÑA ARGENTINA COLOMBIA

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traducción de C L E M E N T I N A ZAMORA M A D U R E Z Y

E S T A N C A M I E N T O

E N E L

C A P I T A L I S M O

N O R T E A M E R I C A N O

por

JOSEF STEINDL

) * 3 siglo veintiuno editores MÉXICO ESPAÑA ARGENTINA COLOMBIA

Page 2: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

siglo veintiuno editores, sa CERRO DEL AGUA 248. MEXICO 20, O.F.

siglo veintiuno de españa editores, sa C PLAZA S. MADRID 33. ESPAÑA

siglo veintiuno argentina editores, sa

siglo veintiuno de Colombia, ltda AV. 30. 1773 PRIMER PISO. BOGOTA. DE. COLOMBIA

fSCUfl/1 NACIONAL l |

éMUM

edición al cuidado de carmen valcarce portada de anhelo hernández

primera edición en español, 1979 © siglo xxi editores, s.a. ISBN 968-23-0449-0

primera edición en inglés, 1952 segunda edición en inglés, 1976 © 1 9 5 2 by josef steindl introducción © 1976 by josef steindl editado por monthly review press, nueva york título original: maturity and stagnation in american capitalism

derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico / printed and made in mexico

INDICE

i'ilKODUCCION 9

i i IMERA PARTE. LOS PRECIOS, LOS COSTOS Y LOS MÁR-i . l NI S DE BENEFICIO 19

i I.A TEORÍA DE L A COMPETENCIA I M P E R F E C T A 21 I. Algunas observaciones críticas, 21; 2. Estadísticas de la capacidad excedente, 24; 3. Una reconsideración de las primeras teorías de los precios, 30

II I I , CONCEPTO DE CAPACIDAD E X C E D E N T E 32

ni LA R I G I D E Z D E LOS PRECIOS 39

LA IMPORTANCIA D E L A S D I F E R E N C I A L E S D E L COSTO 43

I I PATRÓN D E COMPETENCIA D E N T R O DE UNA I N D U S T R I A 70 i| I I caso de una rama industrial con abundancia de pequeños pro­ductores, 70; b] E l caso de una industria en la que es difícil entrar, H4

| i 1 COSTO D E V E N T A Y L A COMPETENCIA E N C A L I D A D 89

|| i A ( OMPETENCIA D E L C A P I T A L E N T R E L A S INDUSTRIAS 103

N ESTUDIO D E LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O E N L A IN-i IUSTRIA DE TRANSFORMACIÓN D E LOS E U 107 i Ibiervaciones técnicas, 110; La participación de los jornales en los i'inicipales grupos de industrias, 113; Examen de las objeciones, i 15; Grupo de comestibles, 130; Grupo de textiles, 133; Grupo maderero, 133; Papel y productos similares, 133; E l grupo de impre-ll ni y publicación, 135; E l grupo químico, 135; Coque y gasolina,

i ni Grupo hulero, 141; Grupo del cuero, 141;Grupo de la piedra, 11 milla y el vidrio, 141; Grupo del hierro y el acero, 143; Metales Ito ferrosos, 144; Maquinaria, 144; Equipo de transporte, 150; In-iliiilnas diversas, 150

h 1 NDA I'ARTE. LA ACUMULACIÓN DEL CAPITAL 153

i CUMULACIÓN I N T E R N A D E FONDOS E N L A ECONOMÍA • • 'Mi ) UN TODO 155 i M i " m i n i o y la acumulación del capital, 155;2. E l ahorro exter-

A 8 2 0 2 5 - i 7 , ¿ £ p - y .

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8

no y la tasa de rotación, 162; 3. Los márgenes de beneficio y la utilización de la capacidad, 172; 4. L a mala distribución del benefi­cio, 175

X. LAS C O N S E C U E N C I A S D E L A CAPACIDAD E X C E D E N T E NO D E S E A D A

I X . E L SISTEMA D E S O C I E D A D E S POR ACCIONES Y E L MERCA­DO MODERNO DE C A P I T A L E S 1. Los principios económicos de la emisión de acciones, 192; 2. E l mercado de valores, 197; 3. Las razones a priori de un decremento de los rendimientos de las acciones, 200; 4. Datos relativos al desa­rrollo de las compañías por acciones, 204; 5. E l efecto neto del sistema de acciones, 211; 6. Los efectos en la mala distribución de los fondos, 213

X I I . L A ACUMULACIÓN D E C A P I T A L E N LOS E S T A D O S UNIDOS, 1869-1939 1. Las tendencias de la acumulación de capital, 214; 2. ¿Decreció la tasa de beneficio?, 230; 3. E l capital bruto y el capital neto, 237; 4. La proporción del capital con respecto al producto, 250; 5. E l punto de viraje en la acumulación del capital, 254

X I I I . L A TEORÍA D E L A INVERSIÓN EN E L PERÍODO L A R G O 1. La tendencia y el ciclo, 258; 2. Un modelo de crecimiento en el período largo, 262; 3. La teoría del crecimiento en el período largo: el caso de la utilización constante, 275; 4. La teoría del crecimiento en el período largo: la utilización variable, 280

X I V . K A R L MARX Y L A ACUMULACIÓN D E L C A P I T A L 1. Observaciones generales, 301; 2. La ley de la acumulación, 302; 3. La tasa de beneficio en descenso, 315; 4. El subconsumo y la crisis del capitalismo, 318

ÍNDICE DE CUADROS

ÍNDICE D E F I G U R A S

INTRODUCCIÓN

La primera edición de este libro (1952) apareció en una época que era de lo menos propicia para su buen éxito. En la profesión económica reinaba el ncoclacisismo. Los países altamente industrializados habían empezado a Instituir la ocupación plena, los niveles de vida en rápido ascenso y la cooperación internacional; en esta atmósfera de confianza parecía fuera de lugar un análisis de la desalentadora experiencia de los años de 1929-1939. En épocas más recientes, como los gusanos han salido reptando del estado de bienestar, es posible que la disposición haya cambiado. Como quiera que sea, he sido convencido por los amigos, en especial Paul Sweezy, de reimprimir el libro con todos sus defectos, en vista de que soy demasiado perezoso para escribirlo de nuevo. Sin embargo, es conveniente intentar dar cuenta de: a] lo que ha ocurrido en el escenario económico en el intervalo entre las guerras, así como sus razones, y b] hasta dónde han cambiado mis ideas y lo que hoy considero son errores de este libro.

Respecto al primer punto me ayuda mucho el hecho de que Michal Kalecki se haya ocupado justamente de esta cuestión en un trabajo admira­ble.1 ¿Cómo fue posible que el capitalismo norteamericano, que parecía Hravemente enfermo antes de 1939, recuperara su vigor hasta proporcionar elevados niveles de ocupación y de demanda efectiva? La respuesta (cuan­do menos en parte) es: un enorme aumento del gasto público proporcionó una demanda efectiva adicional, aunque esos desembolsos no hayan sido financiados mediante mecanismos deficitarios, sino que lo fueron en gran proporción con los impuestos al beneficio. A este respecto lo general es hacer referencia al principio de Haavelmo; pero Haavelmo aludía al prome­dio del receptor de ingresos, contribuyente y ahorrador, en tanto que Kalecki distingue entre los receptores de ingresos y los que obtienen bene­ficios, y de esa manera se hace evidente que la expansión sólo ocurre en la medida en que los impuestos recaen sobre el beneficio, no sobre el con-|Umo de las masas.

Es posible ilustrar ese principio con el siguiente sencillo modelo. El beneficio es la suma de la inversión (deducido el ahorro gubernamental, el excedente de la importación y el ahorro de los trabajadores) más el con-| n i ñ o de los capitalistas y los impuestos al beneficio:

P = I + C+T [1]

1 Michal Kalecki, "The economic situation in the United States as compared mili the pre-war period", en The last phase in the tramformation of capitalism (Nue-• York, Monthly Review Press, 1972).

[9|

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10 INTRODUCCIÓN

Suponemos que el beneficio y los salarios son la única forma de ingre­so y que los segundos están ligados al producto nacional mediante una relación lineal:

W = otY + pZ, Y<Y* [2]

en donde fiZ representa el costo general de los salarios, aquí considerado como una proporción fija del acervo de capital Z , con el que en realidad sólo está vinculado en forma laxa. La relación [2] está restringida por la capacidad límite Y*. Por lo tanto, el beneficio es:

P-Y- W = (l - a ) r - j 3 Z

o como una fracción del producto nacional,

P / y = 1 - O-$Z/y = I/y + C/y + T/y [3]

Esto significa que la tasa del beneficio marginal 1 — a es igual a la suma de la tasa del beneficio promedio y la tasa de los gastos fijos genera­les. Por supuesto que esta última depende de la capacidad utilizada y varía en sentido inverso a ella, sujeta a la restricción que impone la barrera de la capacidad. Así, hay un mínimo a la tasa de los gastos fijos generales.

La tasa del beneficio marginal 1 — a es difícil de derivar empíricamen­te, porque no disponemos de datos adecuados sobre el capital y la capaci­dad, que nos permiten calcular la ecuación [ 3 ] . En en el presente análisis suponemos que a y (3 están dados. j3 es determinado por la estructura de los costos, y a por el poder del mercado ("grado de monopolio"). Puede

1 - a considerarse que la tasa —-— es un porcentaje (si bien es cierto que se trata de un porcentaje calculado sólo según los salarios, cuando en la práctica comercial se le calcula con base en los salarios directos más las materias primas).

Dados 1 — a y 0, la inversión (menos el ahorro gubernamental, el excedente de la importación y el ahorro de los trabajadores), el consumo de los capitalistas y los impuestos al beneficio determinarán el grado de utilización y la tasa de los gastos fijos generales. Un incremento del gasto público, financiado con los impuestos al beneficio, se pagará con la reduc­ción de los gastos fijos generales, en tanto se disponga de capacidad y de mano de obra.2

El cuadro siguiente muestra el incremento, por arriba del nivel de

2 E l funcionamiento de este sistema puede verse en M. Kalecki, "A theory of commodity, income, and capital taxation", en Selected essays on the dynamics ofthe capitalist economy (Cambridge, 1971).

IM l in HMICCIÓN 11

l<ii ra, que los impuestos al beneficio han tenido en los Estados Uni-1 o una proporción del P N B privado, a precio de los factores, los

ilos a las corporaciones estuvieron 5% por arriba del nivel de pre-ii H i, cu el período de intensa ocupación de 1951 a 1957. Si añadimos

' l ltll NI 'AJE D E L PRODUCTO NACIONAL BRUTO PRIVADO M I N I O Dlí LOS F A C T O R E S 3

1929-38 1951-57 1951-71

i n s corporativos 1.49 6.60 5.60 1 i • i " , personales sobre

luí n sos que no son sueldos 4 1.73 3.59 3.40

n 'ilns al beneficio 3.22 10.19 9.00 1 nubernamental 2.28 0.17 0.57

I " I*/ 5.50 10.36 9.57

i n icspecto a la preguerra 4.86 4.07 " n 11' ni corporativo d e s p u é s

1 l impuesto 4.07 7.45 6.89 Ii inlcrna privada bruta 11.28 19.30 18.61

1*1.1.i i 1 I r l K ir 0.94 0.91 0.77

i'iu ios al ingreso personal no proveniente de sueldos y salarios, y si i ' 1111 i parte tomamos en cuenta el hecho de que los déficit gubernamen-• il in menores que antes de la guerra, encontramos que debe atri-1 'ii ' i l.i política fiscal un incremento de casi 5% en la tasa de beneficio mil 'id pago de impuestos. De acuerdo con este razonamiento, la tasa de

1 M'i.ii>•. lqos generales debe haber disminuido en forma correspondiente, i i'i' permaneció sin alterarse la tasa del beneficio marginal 1 — a.

' i .mies de la guerra la tasa de los gastos fijos generales había sido ! < niiii. i i iamente) de 40%, se ha reducido en 1/8 debido a la política

ln que quiere decir que con a fija, la utilización por esa causa debe niiientado en 14% por arriba de los niveles de preguerra. (El

Itu ilo a y 0 constantes sólo tiene el papel de ceteris paribus en este i i i ii "iras palabras, era de esperarse un alza considerable en la

de la capacidad productiva, como resultado del fuerte incre-

ulni lo nacional privado bruto es el PNB menos la nómina de sueldos » nilllliiii"! del gobierno.

I *> i llnn de 1929-38 están basadas en Frane y Klein, Review of Economics i 1953), p. 335. Para 1951-71, impuestos personales no retenidos

(ti ni \hxtmct ofthe United States). Por supuesto que este renglón no es una 1 • ilc los impuestos al beneficio no corporativo, pero puede tomarse

• i ""ilinación.

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12 I N T R O D U C C I Ò

mentó del gasto público (sobre todo en armas); si la capacidad se hubie ampliado a la par que la mano de obra y la productividad, la utilización la fuerza de trabajo disponible habría aumentado en la misma proporci que la capacidad.

Puesto que la utilización, como lo sostengo en este libro, tiene influe' cia sobre la inversión, el fuerte gasto público tiene un efecto más: ca una adición permanente en la tasa de la inversión privada, como con cuencia de la mayor utilización. Esta adición a la tasa de la inversi privada de hecho se ha materializado (como proporción del PNB privado tasa es 8% mayor que la de antes de la guerra), pero es probable que só se deba en parte al factor de la utilización. Hay otra razón para ello: corriente de innovaciones comercialmente explotables, surgidas después la última guerra como un desarrollo de la tecnología y la investigaci militares. La energía atómica, la automación y las computadoras elect nicas, la aviación de retropropulsión, la electrónica, la miniaturización los equipos, los bulldozer, la tecnología de materiales resultante de investigación espacial, todo ello ha estimulado la inversión. La aplicaci de la tecnología militar con fines civiles ha sido facilitada por el hecho que es frecuente sea realizada por las mismas empresas.

En este libro (capítulo x ) negué que las innovaciones estimulen inversión. Me habían impresionado los grandes intervalos existentes entí el surgimiento de una idea científica y su explotación real en la indust (los ejemplos han sido dados por Bernal), y no aprecié el hecho de que 1 negocios no se ocupan de lo nuevo sino cuando ya ha alcanzado suficien adelanto. En eso consistió mi error: las ideas (por ejemplo, los product nuevos) con suficiente progreso, que pueden ser explotadas sin demasía dilación y riesgos, que atraen de algún modo la atención de los hombres negocios, en realidad son muy escasas, y en cada caso su aparición co tituye un poderoso incentivo de la inversión.

El surgimiento, después de la última guerra, de programas masivos investigación y desarrollo, en realidad no ha modificado esta situaci básica: la mayoría de ellos no se llevaría a cabo sin la intervención gobierno (cerca de los dos tercios de las actividades de investigació desarrollo efectuadas en los Estados Unidos, han sido financiadas por gobierno); en general la industria no está dispuesta a embarcarse en av~ turas que no prometen rápidos resultados.Qin el pasado a menudo la gue ha sido un estímulo para el progreso técnico, pero su influencia nunca sido tan abrumadora como en la actualidad.'Esto se debe a que la guer| moderna, más que ninguna otra ocupación humana, se basa por entero la ciencia, y los militares modernos tienen plena conciencia de su imp tancia.

En un sentido puramente económico, tanto el gasto público como investigación deberían canalizarse hacia otros usos, pero el funcionamie de nuestras instituciones políticas parece que lo hacen excesivamente d'

(Mi I IMICCIÓN 13

I I ir i .i manera, la opinión de Rosa Luxemburg acerca de que el capita-lliiiin sólo puede prosperar con la guerra, adquiere una resonancia muy M|iiiiliina.

I n l.i situación posbélica hay todavía algunos otros elementos que son ^ ^ H ) , Cada una de las grandes corporaciones ha extendido sus activida-

1 |ini varias ramas. Por lo tanto, hoy no desempeñan ningún papel los !iii|« ilunentos al flujo de fondos entre las ramas industriales. Esto de nue-

i M mece la inversión. Otros acontecimientos son la reducción del perío-IIinstrucción y la expansión del crédito a los consumidores; en

iil el primero, debe haber tenido algún efecto tanto sobre el ciclo i u las tendencias.

i pues de esta excursión al pasado reciente, volvamos a nuestra his-imiii Mis datos son de Kuznets, y aunque ahora están disponibles otros unii líos, siguen siendo la base de mi aseveración de que desde hacía tiempo ImtilH ido en descenso la tasa de crecimiento de la riqueza privada, antes de

i un use en la década de 1930. Mi convicción se deriva de los datos del l'Nii, MI tasa de crecimiento disminuyó y puesto que no aumentaron los

is, como proporción del P N B , es bastante plausible que se haya hecho uta la acumulación de la riqueza. iiin Goldsmith, esa disminución refleja principalmente, aunque no

i a i ulero, el descenso en el crecimiento de la población. 5 Esto parece natural, pero a falta de un planificador secreto, ¿quién ha creado esa

iin i dencia? Con cierta razón se cree que las familias con pocos hijos i i i ni menos; yo creo que es muy probable que lo gasten todo en mejor

luí ii ion, etc., de sus pocos hijos. Yo pensaría que es más natural que i mera la inversión hasta que apareciera la escasez de mano de obra, y

i tunees tal vez se dirigiera a reponer el equipo anticuado, con objeto li ihoirar trabajo, etc. Pero aunque el decremento de la acumulación se

i en parte a la tendencia de la población, y no a otras causas, sus mi i . uencias no son menos problemáticas: ¿es de esperarse que por sí ilo i logre un ajuste sin tropiezos a esa baja de la acumulación?

i mi el propósito de estudiar esas cuestiones sería necesario un análisis 1 i i n , del precio, la distribución y la inversión, que mostrara con una

perspectiva los nexos existentes entre esos elementos.6 La esencia de lisis está contenida en los capítulos v, i x , x , y x i i . En conjunto la

i corica que le sirve de fundamento es la dinámica económica de i ali 11 i que forma un sistema bastante completo, sólo un tanto suelto en ¡l in uro del "período largo". 7

r lymond Goldsmith, A study of saving in the United States, voi. I , p. 87. * Mis esfuerzos por lograr una integración en ese aspecto han sido destacados

i i ' n, , attini en su introducción a Maturità e ristagno nel capitalismo americano l'uolo Boringhieri, 1960).

I ii la ùltima de sus grandes obras (Economie Journal, 1968) Katecki dio gran il' ' i ii opinión de que la teoría de la inversión, especialmente cuando se aplica al

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14 I N T R O D U C C l B

Las modificaciones que he hecho a este sistema son las siguientes: Consideré al beneficio como una renta diferencial, que se suma a

grandes aglomeraciones de capital de riesgo. Si deseamos esbozar un esq ma en el que las empresas estén dispuestas en orden ascendente según costos, es claro que tenemos que dar por supuesto para cada una de e un cierto empleo de su capacidad. Escogí la "utilización de la capaci planeada", que es lo que las empresas considerarían deseable, en un pi intermedio entre el auge y el desplome. En consecuencia, el beneficio <¿ según este esquema aparecerá como una renta diferencial, no ha de sí necesariamente el que aparezca en la realidad: es el beneficio que se obf dría a la capacidad planeada. Lo llamaremos beneficio de capacidad.

El esquema mencionado es claramente muy diferente de la función beneficio (ecuación [3] anterior), que relaciona los beneficios reales con utilización de la capacidad. (Esta diferencia corresponde a la que exis entre el plusvalor "producido" y el "realizado", en la terminología de K J

Marx.) En la medida en que se modifique la utilización, habrá de realiza; una mayor o menor proporción del beneficio de capacidad.

Aparece una cierta tensión y presión competitiva, cuando el benefi de capacidad retenido en una rama industrial, multiplicado por un fact de endeudamiento, excede de la inversión efectuada en la rama, según determina el incremento de la demanda efectiva. Esto llevaría a expulsar los competidores que están en el margen de la existencia, hasta restablece la deseada utilización de la capacidad, y, como un subproducto neces reducir el beneficio de capacidad de la industria.

Mi teoría implica dos hipótesis decisivas: 1] Las empresas desean establecer un grado planeado de utilizaci

que dure varios años (en auge y desplome). Expulsarán competidores c objeto de obtener este resultado, si ese procedimiento no resulta dejn do costoso.

2] Si la utilización está por debajo del nivel deseado, ello actúa co un factor disuasivo de la inversión.

Estos supuestos no aparecen en el sistema de Kalecki, en el que utilización es una variable puramente pasiva.

El esquema de la renta diferencial o beneficio de capacidad es sujeto de continuo a dos influencias contrarias: las innovaciones que t gan buen éxito darán a algunas empresas una ventaja diferencial y aurní taran el total del beneficio de capacidad. Por otra parte, la difusión de las innovaciones reducirá de nuevo las ventajas diferenciales.

En la economía en conjunto, el mecanismo competitivo del restable miento de un grado planeado de utilización de la capacidad llevará a ajuste de los beneficios de capacidad en el período largo, de acuerdo con

período largo, era el problema más difícil de la teoría económica, del que toda no se había encontrado una solución satisfactoria.

INI uonucciÓN * 15

Hlvi I do la inversión (debida cuenta de la retención de los beneficios y de la 11 i de endeudamiento). Sin embargo, este mecanismo opera cada vez más

ledamente, a medida que aumentan el poder y la influencia del tillgopolio, ya que se vuelve demasiado costosa la competencia por estran-i'nliiuiento. Un descenso de la inversión provocará entonces una menor Utilización, que volverá a actuar de nuevo sobre la inversión.

En los últimos tiempos, (las empresas oligopolistas han acudido cada >• más a otras formas de competencia: 1] Gastos de venta: este método • tundo menos les puede permitir aumentar su participación en el merca-10 ' | Innovación en los productos: Los productos realmente nuevos i " imiten que las empresas trasciendan de un mercado dado y que encuen-i " M el campo abierto a la inversión que buscaban. 3] Las inversiones luí i las en el exterior también pueden ofrecer un escape de la estrecha

iili nación oligopolística. j¡ I os gastos de venta y la innovación de los productos alivian la ten-

rjl ii. la al subconsumo que se presenta en el oligopolio, pero el tercero la iin peora.

. Mi análisis teórico procura explicar, primero, por qué la tasa de creci-ni o del capital privado inició su descenso (baja primaria), y segundo,

|ini qué continuó el descenso. Como de hecho hay poderosas razones para un "proceso acumulativo" de la reducción del crecimiento, tal vez esta • |unda cuestión debiera presentarse así: ¿Por qué no se ha efectuado con

ni.n oí rapidez el proceso descendente? (Debido al desarrollo de los merca-t ' • de capital, que contrarrestan las consecuencias del descenso de la tasa i. beneficio, en tanto que se amplían. Pexo al llegarse a la saturación, se

serva el peso permanente del elevado "ahorro de los rentistas".) I apliqué tanto el descenso primario como el secundario, como una

secuencia del desarrollo del oligopolio y su tendencia a elevar el bene-lii lo de capacidad o mantenerlo rígido. La baja secundaria tiene además • i o razón: la rigidez del ahorro de los rentistas. En este contexto utilicé

ilns argumentos que necesitan especificarse: I I El oligopolio ocasiona una mala distribución de los fondos, al des-

i ' l i . ii los beneficios hacia las ramas industriales que están renuentes a < itiplearlos. Este argumento supone la existencia de impedimentos al flujo de fondos entre las distintas ramas industriales, los que en la actualidad l u í no existen debido a las actividades muítifacéticas de las grandes empre-

i pero que sin duda pueden haber estado presentes en el siglo x ix . ' | El oligopolio ocasiona un descenso del grado de utilización, ya sea

•01 la tendencia a elevar los márgenes de ganancia o por la rigidez de éstos, tu n i e a un descenso de la inversión. Este segundo argumento sólo requiere ti 11 hipótesis de que con una misma tasa de beneficio un menor grado de

• Véase Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, El capital monopolista (México, Siglo M I . 1968), cap. 5

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16 INTRODUCCIÓN

utilización induciría una inversión menor que la inducida por un mayor grado de utilización.

Hay que destacar que el segundo argumento no depende, de ninguna manera, de la mala distribución o la inmovilidad de los fondos. No se trata de una baja eficiencia de los fondos en cuanto a producir inversión, lo que podría remediarse con una corriente más libre de fondos, sino más bien se refiere a las oportunidades de inversión ofrecidas por una determinada industria, las que se aprovecharían en forma inadecuada debido a la baja utilización. Podría añadir que el segundo elemento es el importante; tal ve sólo me busco dificultades al mencionar el primero.

Hay un tercer argumento, no incluido en este libro, que no depend del oligopolio, sino del crecimiento de las grandes empresas en general. S trata de que la preferencia por la seguridad aumenta con el tamaño, y beneficio se cambia por seguridad, con una resultante renuencia a contrae deudas y un consiguiente debilitamiento del incentivo a invertir.

Sin embargo, con el propósito de explicar la disminución primaria, e la actualidad estoy dispuesto a admitir una posibilidad que antes negué e mi libro: puede haber sido el resultado de la extinción de una prolonga" onda tecnológica iniciada con la revolución industrial, que llegó a un ecli se en la madurez de la era del ferrocarril. Una onda tecnológica es u proceso de difusión de elevado orden, en el que una idea o principio (po ejemplo la máquina de vapor) se extiende a varias aplicaciones, seguido po% consecuencias económicas como la migración, la urbanización, etc.

No obstante, es obvio que el curso temporal de este proceso depen­derá de factores económicos que son conocidos. No sólo la difusión de log bienes de consumo durable, como los automóviles, depende del nivel j | progreso del ingreso, sino que la de los nuevos equipos y métodos del producción depende igualmente de la demanda efectiva. En otras palabras J los decisivos velocidad y tiempo de aparición del proceso, dependen d i variables económicas ordinarias como el ingreso, la demanda, la utüizaciónj el beneficio retenido, las tasas de interés, las finanzas, los mercados, etc. I

Sería conveniente incorporar este tipo de desenvolvimientos tecnoló­gicos en nuestras concepciones económicas; pero los economistas carecí mos de conceptos y de medidas, para los acontecimientos tecnológico Ante ellos estamos indefensos. Así fue como, por una especie de moví miento instintivo, lo barrí todo debajo de la alfombra. Por el moment^ sólo puedo decir que si bien en efecto las innovaciones generan una teflj dencia (Kalecki), la mera referencia al desarrollo tecnológico en sí, I proporciona una explicación muy satisfactoria de la declinación secul sufrida por la acumulación. Lo que traté de hacer fue examinar primero demás factores.

El intento de formulación matemática (capítulo xm) me dejó prof

9 Baran y Sweezy, op. cit., cap. 8.

Hi I KODUCCIÓN 17

l í m e n t e insatisfecho, porque no reproduce mi teoría en forma adecuada. I Ji m a y o r í a de los lectores preferirán dejarla de lado. Sin embargo, algunos litarán interesados en mi propósito de integrar una teoría de la tendencia y del ciclo, tarea que pocos han intentado, aparte de Kalecki. Por desgracia Rtcasé en ello, pues desoí la advertencia de Kalecki acerca de que una Inidencia estable autocontinua sólo se presentará debido a innovaciones u i'lins factores exógenos.

I'( is i SCRIPTUM #

I>isde que escribí las páginas anteriores, hace tres años, el escenario ha cambiado de nuevo, y quizás debería escribir otra introducción, con objeto tic explicar por qué parece haber llegado a su fin la alegre y extrovertida i i . i del crecimiento. Las razones son: 1] Que se ha reducido la tensión Mitre las superpotencias; 2] la tensión se ha incrementado en el interior de los países capitalistas, en gran parte como consecuencia del crecimiento y H empleo pleno; y 3 ] han surgido los problemas del medio ambiente, las iiiiierias primas y los energéticos, de nuevo debido al acelerado creci­miento.

Las bases políticas y psicológicas del auge de la posguerra han sido un avadas durante algún tiempo por acontecimientos como éstos: el gasto publico de los Estados Unidos, como una proporción del PNB.se redujo uní Nixon (cuando por razones demográficas debió haberse aumentado); 1 lia debilitado la competencia en tecnología, investigación y desarrollo y "luí-ación que desataron los Sputnik; en vez de ello, el desarrollo en esos i ampos ha estado dominado por la reacción interna en contra de los inte-ln l nales y los jóvenes a raíz de los disturbios estudiantiles de 1968. La • "i>l>eración entre las potencias capitalistas se ha derrumbado, como lo iiiesligua su incapacidad política para resolver el endémico problema mo-lirlario internacional; las tensiones internas de los grupos que contienden l'"i participar en el ingreso nacional, han mostrado tener efectos inflacio-

"s; en lugar de apaciguar a las masas con un sostenido incremento del ni vi I de vida, se ha pasado al objetivo de moderar sus bríos mediante el (kiempleo, que golpea más duramente a los considerados como elementos MUÍS revoltosos. Los argumentos en contra de la ocupación plena han toma-l " l i supremacía en los concilios de las potencias, y así somos testigos del

i incamiento, no como un destino incomprensible, como en los años de i ' 'ii. sino en calidad de política.

i !• '/,/. junio de 1976 J O S E F S T E I N D L

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H U M E R A P A R T E

11 »S l'RECIOS, LOS COSTOS Y LOS MÁRGENES DE BENEFICIO

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I I A TEORÍA DE LA COMPETENCIA IMPERFECTA

I Al.(¡UNAS O B S E R V A C I O N E S CRÍTICAS

\ l observador casual debe parecerle que la teoría de la competencia im-(•ii í ce la , en su estado actual, es algo paradójico. Con buenas razones su i "inepto básico ha sido acusado de irreal. 1 De hecho, no se necesita una i'ioi mida investigación para establecer que los hombres de negocios no litiin familiarizados con la noción de ingreso marginal. La situación es aún l» "i pues sabemos que difícilmente podrían llegar a calcularlo en forma rizonable, aunque quisieran hacerlo. Comparte esta opinión alguien que ha i iniiiibuido a la teoría en forma notable: Joan Robinson piensa que, con líbjcto de explicar el margen de beneficio, es probable que tengamos que loudir al accidente histórico o a "opiniones convencionales entre los hom-l ' ir , de negocios acerca de lo que es razonable".2 De hecho, "parece que la , Icncia económica todavía no ha resuelto su primer problema: ¿qué es lo ipie determina el precio de una mercancía?" 3

Sin embargo, es indudable que son correctas las principales lecciones que la "competencia imperfecta" intenta establecer. De hecho, fue conce­bid.i con la intención de tomar en cuenta realidades que habían sido des-. nidadas por los economistas anteriores, y en este sentido ha tenido buen • Ito. Pero cuando uno trata de demostrársela a un estudiante nuevo, (rc-pieza con la dificultad de explicar algo verdadero, importante y relativa-niciiie sencillo, en una forma que parece abstrusa y complicada.

Las dificultades didácticas sugieren que tal vez para el caso, nuestro ,ip.iiato analítico no sea el mejor que podría concebirse. Este sentimiento ile insatisfacción adquiere una forma más concreta en los puntos siguien­tes, que se presentan de manera muy general y breve porque su objetivo no os la crítica en sí, sino más bien la búsqueda de un enfoque alternativo.

a] En contraste con la antigua doctrina de la competencia perfecta, la Moría moderna del precio está llena de indeterminismos. Los problemas Mi.i. elementales —las consecuencias de un aumento en la demanda, de la ip.il ición de nuevas fuentes de abastecimiento o de productos nuevos— no 1.11111 ten una respuesta que no sea ambigua, a menos que se introduzcan mipiiestos muy específicos. En sí esto no sería reprochable; simplemente

1 R. L . Hall y C. J. Hitch, "Price theoiy and business behaviour", Oxford Eco-HOmic Papen, núm. 2.

2 J . Robinson, Introducción a la economía marxista (México, Siglo X X I , 1968), B. 1 0 2 . , j - a

3 Op. cit., p. 103. >

[21]

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22 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

ocurre que los hechos son muy complicados. Pero el aparato analítico de que se dispone no contribuye a estimular una investigación empírica que llevara a eliminar ese indeterminismo. Sus conceptos son singularmente poco fructíferos, debido a que no están diseñados para impulsar la investi­gación empírica, sino más bien la especulación casuística. Un ejemplo notable de ello es la teoría del oligopolio.

b] En la teoría existente el concepto de incertidumbre escasamente desempeña un papel importante. Esto es de sorprender, ya que sería de esperarse que los empresarios, si es que llegaran a hacer alguna estimación de las elasticidades, se mostraran muy inciertos al respecto. Es más, las condiciones pertinentes del mercado (curvas de la demanda) en muchos casos tienen que relacionarse con el futuro, y constituyen estimaciones inciertas que hace el empresario. Es verdad que se ha intentado tomar en cuenta estos factores, pero no han llevado a un enfoque que sea nuevo en lo fundamental. Sin embargo, en otros campos de la teoría económica el concepto de la incertidumbre ha llegado a desempeñar un papel mucho más esencial. En la teoría monetaria, el concepto de incertidumbre es la-base misma de la explicación de las posesiones en efectivo y de la preferen­cia por la liquidez. No parece que nadie haya pensado en aplicar ideas similares a la posesión de capacidad excedente.

En general, además se puede pensar que la teoría de los precios y de la competencia imperfecta no está ligada bastante estrechamente con algunas otras partes de la teoría económica, en particular con la teoría de la inversión.

c] La característica más conocida de ciertas prácticas mpnopolísticas (los cárteles, el liderazgo en los precios) es la rigidez del precio. Es sorpren­dente que la teoría se preste tan mal a su explicación. Se ofrece una, pero sólo a costa de alejarse del principio del beneficio máximo: la rigidez del precio, dice la explicación corriente, se debe a la desutilidad que le implica al empresario la tarea del ajuste del precio.4 Así, es preciso introducir un principio complementario con objeto de explicar una de las modalidades más notables del monopolio. Pero a uno le hubiera gustado que la explica­ción fluyera de la teoría con tanta facilidad y naturalidad como el "punto de Cournot" (el producto que eleva al máximo el beneficio).

d] La gran virtud de la teoría de la competencia imperfecta es que explica la existencia de la capacidad excedente en un estado de equilibrio. Con ese objeto acude al supuesto de un exceso del precio por arriba del costo marginal, que dentro de la gama del uso casi pleno de la capacidad y más allá (en donde el costo marginal es igual o mayor que el costo medio), tiene que significar beneficios "anormales"; entonces, de acuerdo con el supuesto adicional de que la entrada libre tiende a eliminar los beneficios

4 J . R. Hicks, Econometrica, 1935. T. de Scitovszky, Journal of Politicai Eco-nomy, 1941.

II i IRÍA DE L A COMPETENCIA I M P E R F E C T A 23

li ules, se deduce lógicamente que la competencia imperfecta tiene que j ilw ungen a la capacidad excedente.

A h í no termina el problema, porque todavía tenemos que explicar ijélin» es que el empresario escoge una planta de una capacidad determi-

nwtln Esta cuestión se trata por medio del concepto de las curvas del costo MI id período largo.5 Éstas se derivan de las curvas del costo en el período IMIItu, para los varios tipos de plantas de diferente capacidad, de acuerdo

Hfcl el principio siguiente: La curva del costo en el período largo es el lugar |i'niiii ;irico de los puntos de equilibrio de las curvas de los costos en el I»-i iiulo corto de los varios tipos de plantas de diferentes capacidades. Los Hiuilos ile equilibrio están determinados por la condición de que las varia-tlmirs en el período corto y en el período largo (o sea, el cambio en la

ii ion de la capacidad y en el tamaño de la planta) en esos puntos f Minien que implicar el mismo cambio en el costo, es decir, debe ser igual el

(K«l" marginal del período corto y el del período largo; pues si el costo MI urinal del período corto, por ejemplo, fuera más elevado que el costo

nal del período largo, sería redituable reducir el grado de utilización il» la capacidad y simultáneamente incrementar la capacidad de la planta,

uva del costo medio del período largo habrá de ser tangencial a las del costo medio del período corto, para satisfacer las condiciones

iiores. Una vez así determinadas las curvas del costo del período largo, (milenios encontrar cuál es el tamaño de la planta escogido por el empre-

Vtallo, si conocemos la curva individual de la demanda. Por medio de un • miento análogo al antes utilizado, puede demostrarse que la libre

nía de nuevo tenderá a reducir los beneficios y que, por lo tanto, la l'l'iiii.i elegida será menor que la de tamaño óptimo, además de que su iH|nn ulad no se usará plenamente.

• ni embargo, ninguno de los argumentos anteriores puede ayudarnos a ii la capacidad excedente en aquellas ramas industriales en las que

mu aleo de realismo no es posible suponer que haya libre entrada. Esto se unlii i ,i todas las industrias en las que una gran proporción del producto es »|iilioi,nlo por una empresa o unas cuantas empresas, y en las que es difícil 11 i un.ida de competidores nuevos, debido a los fuertes requerimientos de

ii v la gran escala de las operaciones; en una palabra, las típicas iiilii 11 ir. oligopolistas. Es de notar que la amenaza de nuevas entradas i' i .iles, que puede estar presente en todos esos casos, no puede tener

• Hisccuencias que la entrada efectiva de competidores nuevos. En que ésta crea exceso de capacidad, costos más altos, y quizás precio

uní . l e v a d o , en una situación oligopolista no tendrá ese resultado la i amenaza de una competencia potencial; más bien tenderá a mante-

H i le. piecios más bajos de lo que serían en ausencia de esa amenaza. Así,

\ i'iixe R. F . Harrod, "Doctrines of imperfect competition", Quarterly Journal i »!«•$, 1934.

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24 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

en los numerosos casos de industrias oligopolistas no se aplica la anterior explicación del exceso de capacidad; en esos casos la capacidad excedente sólo aparecería si la curva de la demanda en forma casual estuviera en una posición en la que el beneficio máximo implicara un exceso de capacidad.6

Sin embargo, en un mercado en expansión la curva de la demanda se desplaza hacia la derecha y el exceso de capacidad tiende a desaparecer.

Es posible todavía que haya un método para explicar la capacidad excedente hasta en esos casos. Se puede decir simplemente que al producir con un equipo más grande y un cierto monto de exceso de capacidad, el costo medio es más reducido que al producir con un equipo más pequeño y a capacidad plena; en otras palabras, la curva del costo es decreciente en el período largo. No obstante, si la curva de la demanda se desplaza lo suficiente hacia la derecha (debido a un mercado en expansión) entonces se alcanzará el tamaño óptimo del equipo. En algunas de las industrias en expansión de carácter oligopólico (en los EU, acero, cemento), las empre­sas grandes poseen muchas plantas, de modo que pueden elegir el tamaño óptimo de una planta nueva, sin crear sobrecapacidad. Pueden tener difi­cultad en alcanzar justamente el tamaño óptimo, ni más ni menos, pero entonces lo que nos desconcierta es por qué de hecho siempre hay propen­sión hacia el exceso de capacidad, más que a lo opuesto.

La conclusión a que llegamos es que en las industrias en expansión, en las que está considerablemente restringida la entrada libre, la existencia y preponderancia del exceso de capacidad no son fáciles de explicar con ayuda del usual análisis de la competencia imperfecta, a menos que siem­pre se considere que este exceso de capacidad surge enteramente debido al desequilibrio.

2. ESTADÍSTICAS DE L A CAPACIDAD E X C E D E N T E

Sin embargo, las pruebas existentes sugieren que en general prevalece la capacidad excedente, hasta en el auge, y sin excluir a las industrias oligo-pólicas en expansión.

La Brookings Institution realizó una investigación sobre el exceso de capacidad en las industrias de transformación y otras de los EU, en el período de 1925 a 1929. 7 Ahí se define la "capacidad" de una industria como el producto que se puede obtener con la jornada diaria y el número de turnos de uso ordinario en la industria, y con las normas adecuadas de mantenimiento de la planta (o sea, se toman en cuenta los cierres necesa­rios para reparaciones, etc.). Se consideran las variaciones estacionales al

6 Hariod, op. cit. 7 America's capacity to produce, Washington, 1934.

I I I iKÍA D E L A COMPETENCIA I M P E R F E C T A 25

> alentar esta "capacidad prácticamente obtenible". Se han excluido las •tintas clausuradas, por lo que no cuentan como capacidad excedente. La • ipui idad así definida8 por tanto, es más baja que la "capacidad estimada" |Ue dan usualmente las estadísticas comerciales, basadas en cálculos técni-- • La Brookings Institution encontró que en 29 ramas industriales, el Ifldo de utilización de la capacidad fue en promedio de 80% en 1925-29 y L 83% en 1929.9 Doy las cifras del grado de utilización en 1929 de las industrias en expansión: automóviles, 85%; llantas de automóviles, 76%; •foductos de acero laminado, 81%; hojalata, 74%; alambre, 74%; cloro y lirlvados, 90%; periódicos (conjuntamente los EU y Canadá), 84%. Todas I.i. industrias citadas son de tipo oligopólico, con restricciones considera­bles a la entrada libre.

Es interesante examinar el cambio en el grado de utilización en los i , anteriores a 1929. Encontramos que en esa época eran varias las industrias que estaban en expansión, y en las que el grado de utilización de ti i .ipacidad iba en descenso durante esa expansión,hasta 1929: la capaci­dad se incrementó antes que la demanda. Esto se aplica a las industrias (guientes (las. que, de nuevo, son "oligopolistas"): automóviles, llantas l'.n.i automóviles, cemento, periódicos (EU y Canadá reunidos), alambre (Vi use cuadro 1). En algunas de ellas (periódicos, cemento) la capacidad

lento todavía en 1930, cuando ya se había desmoronado el auge, y en > I | i ero la expansión de la capacidad continuó hasta 1932 (véase cuadro 2).

CUADRO 1 IIIIA DO DE UTILIZACIÓN DE L A CAPACIDAD

L L A N T A S AUTOMÓVILES D E AUTOMÓVILES

% de la % de la Monto de % de la Producción capacidad capacidad producción capacidad

en miles teórica práctica en millones práctica

l'MU 1 934 88 32.8 _ ¡«20 2 227 86 — 32.4 —

I'».11 1 682 63 — 27.3 60 2 646 84 — 40.8 88

1923 4 180 94 108 45.4 74 ¡V24 3 738 74 85 50.8 82 l ' i . ' . , 4 428 82 101 58.7 91 1').'<> 4 506 68 81 60.0 88 l ' i . ' / 3 580 46 68 63.7 85 I'J.'H 4 601 55 80 75.4 87 ¡Y 29 5 622 66 85 69.8 76

Ibid, pp. 23 ss. P. 307.

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26 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

A L A M B R E

Total de la

industria Departamento de alambre Industria de alambre de

de las laminadoras fuera de las laminadoras alambre

% de la Capacidad Produc- % utili­ Capacidad Produc- % utili­ capacidad

teórica ción zado teórica ción zado teórica

(Millones (Millones de toneladas) de toneladas)

1923 3.5 2.4 69 1.5 1.1 72 70 1925 3.7 2.4 65 1.4 0.9 63 64 1927 3.7 2.3 62 1.5 1.0 68 64 1929 4.1 2.7 65 1.8 1.0 57 63

PERIÓDICOS C E M E N T O

(EUy Canadá reunidos) Capacidad Capacidad Produc-práctica ción

(Miles de toneladas)

% utilizado

prácticamente Produc-obtenible - ción

(Millones de barriles)

% utilizado

1929 2 178 2 178 100 120.8 80.8 67 1920 2412 2 388 99 124.4 100.0 80 1921 2 675 2 033 76 122.7 98.8 81 1922 2 780 2 530 91 124.3 114.8 92 1923 2 836 2 751 97 137.6 137.5 100 1924 3 161 2 845 90 148.8 149.4 100 1925 3 317 3 052 92 164.5 161.7 98 1926 3 756 3 568 95 183.0 164.5 90 1927 4 252 3 572 84 193.0 173.2 90 1928 4 633 3 799 82 207.1 176.3 85 1929 4 906 4 121 84 220.1 170.6 78 1930 5 251 3 781 72 229.5 161.2 70

F U E N T E : Cemento: Monthly labor Review, octubre de 1941. Todas las otras: America's capacity to produce.

En apariencia la expansión de la capacidad no se debió a la entrada de competidores nuevos, sino que más bien la provocaron las empresas exis­tentes.

MORÍA D E L A COMPETENCIA I M P E R F E C T A 27

Estos hechos tienen valor para nuestra argumentación, pues en con-lu .k con lo incierto de las estimaciones de la capacidad en un año deter­minado, los cambios en el grado de utilización a que se hace referencia son hechos totalmente incontrovertibles. En todos los casos es posible dar las Ilíones especiales que los motivaron: En la industria automotriz el cierre lie la Ford en 1927, que dio a sus competidores la oportunidad de hacer ixpansiones; en el cemento, mejoras técnicas (en los años de 1920 se pítalo equipo de producción en gran escala más eficiente); en los periódi-B l el incremento de la capacidad tuvo lugar en Canadá (en los EU la |iinducción en realidad iba en descenso), así que en parte hubo un despla-ttniento de la producción, pero económicamente tenemos que considerar

ll industria periodística de los EU y Canadá como si fuera una sola. Los datos muestran que no es raro que haya una cantidad considerable

di capacidad excedente en las industrias oligopolistas, en las que no es de (aponerse opere el mecanismo de la entrada libre. Por supuesto que no es correcto suponer que la capacidad en exceso de esas industrias en 1929 haya sido necesariamente un exceso de equilibrio; bien pudo deberse a desequilibrio, y su aumento observado en años de expansión del mercado llinbién pudo haberse debido a desequilibrio. Es posible que se tratara de un incremento no intencional de la capacidad excedente. Hasta es mucho le que se puede decir en favor de la idea de que el aumento del exceso de cipacidad en los años anteriores a 1929 no haya sido "planificado" ni fue Intencional; pero de acuerdo con un juicio razonable diríamos que no todo | | exceso de capacidad observado en esas industrias en 1929 fue debido a desequilibrio, y que es probable que cierta parte de él fuera aceptado como Hormal entre los productores de esas industrias. Diríamos que la capacidad IXcedente de equilibrio es tan común en las industrias oligopolistas como fli las otras. Sin embargo, no podemos esperar que la proporción relativa de esta capacidad excedente sea tan alta como en la "competencia imper­fecta pura". Es probable que en las industrias oligopolistas los empresarios liman mucho más la capacidad excedente, y que se inclinen a obtener un (tildo de utilización mucho mayor que el logrado por los empresarios de Hilas industrias.

Todavía nos falta examinar la cuestión de hasta donde el concepto de | | "capacidad práctica", tal como se usa en la investigación de la Brookings Iniiiiition, corresponde a la capacidad óptima, que es el producto con el • nal los costos medios son los mínimos para una planta o empresa dada. lUla capacidad óptima es la que tiene importancia en un sentido teórico, f u i desgracia no es posible dar a esto una respuesta sencilla y directa. Se liiin realizado diversas investigaciones de los costos, según los datos de (Hutos de varias empresas individuales durante varios años, que muestran la fllución entre el costo y el producto. En general, el resultado de esas Investigaciones ha sido mostrar que, en la gama de niveles de producto que aumentaron las empresas estudiadas, el costo total es una función lineal del

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28 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

producto, y por lo tanto el costo marginal es constante.10 Esos estudios de costos se refieren a las industrias del acero y productos de acero (United States Steel Corporation), cemento, géneros de punto y un taller de cintu-rones de cuero. 1 1 Sin embargo, la gama de niveles de producto que se abarcó no llega a la capacidad estimada, por lo cual los estudios no mues­tran en qué punto está situada la "capacidad óptima". En la mayoría de

C U A D R O 2 UTILIZACIÓN D E L A CAPACIDAD E N L A INDUSTRIA SIDERÚRGICA ( L I N G O T E S DE A C E R O )

Capacidad calculada1 Producción % utilizado

(Millones de toneladas brutas)

1920 55.6 42.1 76 1921 57.4 19.8 35 1922 58.4 35.6 61 1923 58.6 44.9 77 1924 59.4 37.9 64 1925 61.1 45.4 74

1926 57.8 48.3 84 1927 60.0 44.9 75 1928 61.5 51.5 84 1929 63.8 56.4 89 1930 65.2 40.7 62 1931 69.0 25.9 38 1932 70.3 13.7 20 1933 70.2 23.2 33

F U E N T E : Lingotes de acero: U.S. Steel Corporation, TNECPapers, vol. 3.

los casos no están indicados los grados de utilización representados por los niveles de producto. En el estudio del acero se nos dice que los niveles de producto que abarcan los datos (anuales) oscilan entre 18 y 90 por ciento de la capacidad de lingotes (estimada);12 en la sección de terminado el límite superior de utilización que se alcanzó debe haber sido más bajo, ya

1 0 Asi, esos estudios confirman el supuesto de Kalecki en Essays in the theory of economic fluctuations.

1 1 U.S. Steel Corporation, TNEC Papers, vol. 1; K. Ehrke, Die Ùbererzeugung in der Zementindustrie, Jena, 1933; Joel Dean, Relation of cost to output of a leath­er belt shop, National Bureau of Economic Research, 1941; Statistical cost junctions of a hosiery mill, University of Chicago Press, 1941. Véase también Cost behaviour and price policy, National Bureau of Economic Research, 1943.

1 2 U.S. Steel Corporation, TNEC Papers, vol. l , p . 309.

I I ul( í A D E L A COMPETENCIA I M P E R F E C T A 29

•JjM la capacidad de terminado siempre es mayor que la capacidad de |il()ducción de lingotes de acero.

I lay un estudio sobre la industria del cemento que da cuando menos IfUlli ios parciales sobre el curso seguido por el costo hasta la "capacidad artéticamente obtenible". Este estudio se basa en la comparación de varias llantas y muestra el costo del trabajo en horas-hombre, según diferentes ((veles de utilización de la capacidad. Las cifras reproducidas más abajo, I. nadro 3) muestran que el costo por unidad, en horas-hombre, decrece hasta el nivel de la "capacidad prácticamente obtenible". 1 3

I I A D R O 3 OSTO DE L A MANO D E OBRA E N L A INDUSTRIA D E L C E M E N T O

i \ipacidad prácticamente obtenible que fue utilizada

Costo de la mano de obra en horas-hombre por unidad

de producto (índice)

1 0 0 7 o 1 0 0 . 0 807o 108.6 607o 1 2 0 . 8 407o 140.4 2 0 7 o 181.4

De nuevo las pruebas no son completamente concluyentes, puesto que los costos distintos de la mano de obra pueden haber empezado a elevarse untes, aunque ello no es nada plausible.

Sin embargo, de acuerdo con algunas consideraciones generales pode­mos aventurar una respuesta a nuestra pregunta. En las pocas investigacio­nes de costos que se han realizado, no hay señal de los "rendimientos decrecientes" hasta los niveles de utilización que se alcanzarían en un auge. I'urece que con objeto de dar una razón que explique el alza del costo marginal, hay que aducir circunstancias excepcionales, por ejemplo la pro­longación de la jornada de la fuerza de trabajo empleada por arriba de las horas de costumbre, hasta hacer necesario el pago de horas extra; la reduc­ción de la vida útil del equipo, al omitir reparaciones y mantenimiento, a consecuencia de una operación continua sin cierres temporales; el desperdi­cio de materiales, trabajo defectuoso y daño a la maquinaria, surgidos de un aceleramiento de las operaciones, más allá del límite que permite asegu­rar una coordinación sin tropiezos del proceso productivo.

Según parece, estos factores sólo empiezan a operar en el nivel de la rapacidad práctica, definida como el producto obtenido con la jornada normal de trabajo, con los cierres suficientes que permitan efectuar las

1 3 Works Progress Administration National Research Project Report M. 3; Monthly Labour Review, octubre de 1941.

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30 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

reparaciones y el mantenimiento sin que se perturbe la marcha sin tropie­zos del proceso productivo. Entonces, probablemente sería de esperar que el costo marginal no ascendiera sino hasta que se llegara a la capacidad práctica, si bien en ese momento lo haría en forma acentuada. Por lo tanto, es probable que el costo medio mínimo o capacidad óptima esté cerca de la capacidad práctica. Esto significa que para nuestro objetivo constituyen indicios valiosos sobre la capacidad excedente las cifras de la Brookings Institution relativas a ese exceso (si es que se ha logrado estimar en forma correcta la capacidad práctica de acuerdo con su propia defini­ción).

Al concluir este apartado bien podemos preguntar cuál es la opinión de los propios empresarios acerca de la capacidad excedente. Tienden a negar su existencia o darle poca importancia, pues se sienten atacados debido al desperdicio que implica (aunque sería una respuesta mucho más razonable decir que si a pesar de ella todavía hay mano de obra desocupa­da, ese desperdicio tiene sus ventajas). De acuerdo con un estudio presen­tado en 1939 por la U.S. Steel Corporation, 1 4 "la capacidad de la industria del acero no es excesiva". El estudio explica que no se utiliza parte de la capacidad existente de terminado de acero debido a dos factores: 1] Hay fluctuaciones de la demanda y la industria debe tener capacidad suficiente para hacer frente a un auge; 2] la demanda se distribuye entre diversos tipos y calidades de artículos que requieren instalaciones diferentes, y no es posible prever en forma correcta cómo se va a distribuir la demanda entre los distintos artículos. Por lo tanto, se necesita una reserva de capaci­dad, con objeto de hacer frente a las posibles variaciones del patrón de la demanda.15

Si bien estos puntos por sí solos no explican, por ejemplo, la expan­sión de la capacidad siderúrgica de 1929 a 1932, es conveniente tenerlos en mente.

3. UNA RECONSIDERACIÓN D E L A S PRIMERAS TEORÍAS D E LOS PRECIOS

La teoría de Alfred Marshall sobre los precios de competencia se apega al esquema de la teoría ricardiana de la renta diferencial. El precio es igual al costo del productor marginal, quien aparece en el papel de "empresa repre­sentativa". La idea de Ricardo era sencilla y útil. En la aplicación a la industria que hace de ella Marshall, degeneró en una teoría del período corto, para después desaparecer en la vorágine del análisis moderno muy

1 4 TRNEC Papers, vol. 1: "Some factors in the pricing of steel", p. 404. 1 5 A esto se debe en parte que la capacidad de las laminadoras sea cerca de 14%

más alta que la de producción de acero (America's capacity to produce, p. 264).

I I ORÍA D E L A COMPETENCIA I M P E R F E C T A 31

sofisticado.16 ¿No sería posible, hablando dialécticamente, restablecerla en un plano más elevado?

Una vez abandonado el supuesto de la competencia perfecta, surgen lies obstáculos importantes, que hacen imposible explicar el precio por medio del costo de un productor marginal.

a] Se desconoce el margen de beneficio neto del productor marginal. Marshall lo determina como "beneficio normal". Pero en las ramas indus­triales en las que se dificulta la entrada debido a los grandes requerimientos ilc capital, es poco el contenido que puede atribuirse al concepto de bene-luio normal.

b] Se desconoce el grado en que utiliza la capacidad el productor marginal. Por tanto, no están determinados sus costos unitarios, y no es cosible calcular su margen de beneficio bruto, aunque estuviera dado su beneficio neto.

Una dificultad similar es la de los costos de venta (por ejemplo, los gustos de propaganda) en que puede incurrir un productor marginal. Tam­poco están determinados en los datos técnicos, y por tanto destruyen la amplicidad del concepto original del costo del productor marginal.

c] Los productos de una rama industrial son heterogéneos, y en conse­cuencia no son comparables sus precios y sus costos. Pero aun cuando esos pioductos fueran técnica y físicamente homogéneos, los precios estableci­dos por las distintas empresas no tienen necesariamente que ser iguales, ya •le sus productos, aunque físicamente idénticos, son diferentes desde el punto de vista del consumidor, debido al apego de los clientes a determina­das empresas. Por tanto, no hay un precio uniforme en la rama industrial o Industria que pueda explicarse tan sólo por las condiciones del productor marginal. La estructura de los precios es algo más complicado, y tenemos •te explicar la relación que tienen los precios establecidos por las distintas empresas con el precio del productor marginal.

En forma similar, el costo de venta y el grado de utilización de la rapacidad pueden variar dentro de la industria, de modo que los márgenes do beneficio neto del productor intra-marginal no sólo estarán determina­dos por las ventajas técnicas de los costos, sino además por los factores mencionados.

Nos proponemos tratar estos puntos en los capítulos siguientes, con el iXamen primero de la cuestión de la capacidad excedente.

Es muy significativo que Chamberlin haya eliminado las diferencias de costo | . M I medio de sus "supuestos heroicos" (que implican la inexistencia de diferenciales ih | Olto), y Joan Robinson mediante la capitalización de las rentas diferenciales.

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I I . EL CONCEPTO DE CAPACIDAD EXCEDENTE

1. Al hablar en los párrafos siguientes del grado de utilización de la capaci­dad, o del grado de capacidad excedente, no nos referimos a la que se establece en forma corriente de acuerdo con el estado variable de la de­manda; más bien queremos significar la capacidad excedente involucrada en un equilibrio de período largo, como el antes descrito.

Es de sorprender que esta capacidad excedente de equilibrio nunca haya sido encarada en la misma forma que otras reservas ociosas, por ejemplo, los acervos de mercancías o los saldos monetarios; entonces se le hubiera explicado como una reserva mantenida en previsión de eventuali­dades futuras, o en vista de alguna incertidumbre existente. Si podemos encontrar razones plausibles que nos permitan suponer que los producto­res, incluso el marginal, mantienen deliberadamente un exceso de capa cidad, entonces podemos mostrar con facilidad que los costos y los precios se verán llevados por arriba del nivel de competencia, y se tendrá la imagen usual de una industria en competencia imperfecta.

Pero ¿qué razones pueden tener los productores para mantener delibe­radamente un exceso de capacidad? La primera razón se sugiere con faci­lidad debido a la existencia de fluctuaciones de la demanda. El productor quiere ser el primero en el auge, y no ceder las ventas a los competidores nuevos que presionarán su mercado cuando terminen las buenas épocas.

Sin embargo, hay una razón más profunda y general. Todo productor que establece una planta nueva sabe que por cierto período inicial (que no debemos imaginar demasiado corto) sólo será capaz de ganar un mercado limitado, debido al apego de los clientes, y todos los otros factores que son bien conocidos. No obstante, elegirá una capacidad que le ofrezca espacio cómodo para obtener un producto mayor, ya que espera poder ampliar sus ventas más adelante. Esta expectativa se basa en la experiencia bien confir­mada de que el crecimiento del mercado (o el del "buen nombre" de que se goza) es una función del tiempo. Durante un período limitado, haga lo que haga en forma de propaganda, rebajas de precios o cualquier otro método, no logrará que sus ventas pasen de cierto nivel; en tanto que con el paso del tiempo la simple existencia de la empresa traerá un aumento gradual del buen nombre de que disfruta; la propaganda y otros métodos de estimular las ventas sólo darán resultado poco a poco, a medida que pasa el tiempo. Esta "ley de acumulación del buen nombre" es esencial en nuestra explicación. Es sorprendente que Marshall, quien dedicó tanta atención al factor tiempo en el caso de la oferta, de algún modo haya dejado de notar la plenitud de sus implicaciones en el caso de la demanda.

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I ( i 1 N C E P T O DE CAPACIDAD E X C E D E N T E 33

Tero uno se preguntará, ¿por qué no es posible que el productor lliiplie su capacidad paso a paso, a medida que crece su mercado? Es llivio que las razones son lo indivisible y lo durable de la planta y el (guipo. El ajuste de la capacidad sólo podría hacerse en forma gradual, si ii» plantas fueran divisibles con más facilidad y no existieran las economías ilo escala, o si, como alternativa, las plantas fueran convertidas en chatarra y reconstruidas a intervalos más cortos. En la comunidad en conjunto • Kiste esta posibilidad en cierta medida, ya que el aumento del producto es lOlible gracias a la ampliación gradual del equipo de capital; pero el indivi­dualismo del sistema de competencia no permite esta solución. Cada uno de los productores en competencia quiere tomar parte en la eventual ex-I sión de las ventas, y no que se las arrebaten los competidores nuevos. (tonque no se espere una expansión general de las ventas, el productor individual que entra a una rama industrial, con el tiempo espera conquistar «lito de las actividades, a expensas de otros que salgan de ella. Cuando una lama industrial se contrae, desde el punto de vista de la comunidad la ii il nción lógica sería cerrar o eliminar algunas de las plantas y concentrar la •educción en las restantes. El sistema de competencia se muestra reacio a •optar esa solución; cada productor se aferra a su parte del producto y líala de no perder el "buen nombre" de que goza. En consecuencia, la mayoría de los productores siempre mantienen una reserva de capacidad Bti edente, en forma planeada o deliberada, con buenas razones desde su •into de vista, si bien cuando menos una parte de ella significa un desper­dicio desde el punto de vista de la comunidad.

Sin embargo, la posesión deliberada de capacidad excedente no puede i iinsiderarse por completo como un desperdicio del sistema de competen-• I I Al igual que otros tipos de reserva (por ejemplo, los inventarios) son la eiiusa de la elasticidad del sistema en épocas ordinarias, cuando hay que enfrentarse a cambios bruscos de la demanda efectiva. Esta elasticidad, iiinlmible a la existencia de un amplio margen de reservas de mano de nina, materiales, equipo e inventarios, es una de las características más notables del capitalismo (al menos en la época moderna), salvo en condi-i limes de guerra y posguerra. Esta elasticidad es la que hace posible que los ciclos económicos operen como lo hacen, es decir, como grandes fluctua-i nmes del volumen del ingreso real. En conjunto, parece que el sistema siempre está a salvo, en lo que respecta a su disponibilidad de reservas, lo • 11 ii- se explicaría con la hipótesis de la posesión deliberada de reservas de capacidad.

La posesión deliberada de un cierto monto de capacidad excedente, • omo efecto de la política de "construir antes de la demanda" se observa I I . I I amenté, por ejemplo, en la generación de electricidad. Como explica el est udio Brookings, "las maquinarias grandes representan una capacidad Igual a uno, dos o tres años de crecimiento de la carga del sistema. Así, en tanto que la carga crece gradualmente, la capacidad lo hace a saltos súbitos

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34 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

y después de cada nueva instalación durante varios meses los servicios tienen un mayor margen de capacidad no utilizada.. . " 1 En este ejemplo parece ser muy real el concepto de una reserva deliberada, pues vemos cómo es cuantitativamente determinada, casi diríamos que calculada, con base en ciertos datos. Por supuesto que al generalizarse este tipo de expli­cación, se vuelve mucho más vago el concepto de capacidad excedente planeada: el monto de exceso de capacidad que mantiene un empresario con la esperanza de ampliar su mercado en una u otra forma (ya sea por el crecimiento de la demanda o a costa de los competidores) se fijará de acuerdo con su propio juicio subjetivo y su predisposición ocasional. No obstante, parece que es posible generalizar la explicación, para aplicarla también a casos menos obvios.

2 . El enfoque antes delineado pone de cabeza el razonamiento de la teoría de la competencia imperfecta. En vez de que la existencia de capaci­dad excedente en un estado de equilibrio se explique por la presencia de márgenes de beneficio excesivo, se explican éstos por la posesión delibe­rada de exceso de capacidad.

Sin embargo, el enfoque presente comparte con su alternativo el in­terés por el problema de la utilización, y es posible que avance más en esa dirección. Resueltamente coloca en el centro del análisis el concepto de capacidad excedente y grado de utüización. Una vez que este concepto queda a plena luz aparecen varios problemas que, sin embargo, no son por entero creación nuestra.

Hemos hablado del exceso de capacidad "planificada", y esa califica­ción implica que también hay uno diferente, "exceso de- capacidad no deseado", podemos llamarlo. La necesidad de hacer esa distinción no surge de nuestro enfoque peculiar, sino que existe siempre; en el análisis tradicio­nal le corresponde la distinción entre la capacidad excedente en equilibrio, y la que surge debido tan sólo a la ausencia de equilibrio. El primer tipo puede aparecer y mantenerse en determinadas condiciones de la demanda y en ajuste pleno a ellas; el segundo tipo sólo puede surgir a causa de cambios imprevistos en la curva de la demanda de la industria en conjunto. Por supuesto que el segundo tipo de capacidad excedente también es po­sible en competencia perfecta.

Surge la pregunta: ¿En la práctica cómo distinguimos entre uno y otro tipo de capacidad excedente?, ¿qué criterio utilizaremos para diferenciar­las entre sí?

La intuición económica nos dice, en primer lugar, que la capacidad excedente "no deseada" es temporal. Se presenta a causa de cambios im­previstos en la demanda, y desaparecerá en cuanto sea posible suponer que ha tenido lugar un ajuste. En un período más prolongado, incluso todo un ciclo económico, se cancelarán algunos de los cambios imprevistos en una

1 America's capacity to produce, pp. 331-2.

I iNCEPTO DE CAPACIDAD E X C E D E N T E 35

y iitiu dirección, y tal vez podamos suponer que los restantes aconteci-utos seculares serán previsibles. Se deduce entonces que en medio de

MU i li lo económico el grado de utilización planeada será aproximadamente ir11 >I al grado de utilización que se tiene en realidad. Nuestra primera Intuición nos lleva a identificar la capacidad excedente planeada o de equi-llliiln con el exceso de capacidad real en el período largo.

Un examen más detallado muestra que esta idea es errónea. No hay Hlii| a buena razón por la que no vaya a persistir un estado de desequili-• con una capacidad excedente no deseada. En la práctica el desequili­brio bien puede ser permanente.

Lo que debemos preguntar es: ¿En qué forma y con qué mecanismos • logra el ajuste de la oferta a las variaciones en las condiciones de la i' ni.nula? En el análisis tradicional se logra mediante la entrada y la salida | i onipetidores. Este mecanismo puede ser efectivo en ciertas condicio-

íntonces hemos de concluir que, si en esas condiciones no hay una Mitrada o una salida neta de la industria, es probable que la capacidad

i dente del período largo corresponda más o menos a la deseada. Si hay uní entrada o una salida neta, se puede concluir que la capacidad exceden-i> está por arriba o por abajo del nivel deseado. Según este argumento es ntliy posible que la capacidad excedente no deseada persista por largo ih nipo, junto con una corriente continua de "salidas"; pero en gran parte Bullemos considerar que al señalarla capacidad excedente real que persiste i"i largo tiempo en esas condiciones, cuando menos hemos definido una

i de capacidades excedentes deseadas. Es de notarse que en función de fie mecanismo la capacidad excedente planeada sólo será alcanzada en furnia aproximada por una industria en conjunto, y no necesariamente por lis empresas individuales.

Sin embargo, en condiciones distintas, que en la realidad se darán con freí uencia, no es posible suponer que operará el mecanismo de las entradas y las salidas. Entonces el ajuste de las condiciones de la oferta a las varia-• es de la demanda sólo se puede lograr si se acelera o se retarda el ritmo I inversión de las empresas existentes en la industria, y si es necesario bita con una desinversión. Este tipo de ajuste no necesariamente ha de luKiai que se establezca una capacidad excedente de "equilibrio" o planea-lid, l'or una parte, siempre que sea necesaria una reducción real del equipo I ii.i icstablecer una capacidad de equilibrio, deberá pasar mucho tiempo, •yes hay que esperar a que el equipo se desgaste. Sin embargo, lo que es

dio más importante es esto: Aunque supongamos que de esta manera se Iludiera obtener el equilibrio de una sola rama industrial, no por ello se I iprende que sería posible lograr el de la economía en conjunto. Si el tipo I ijuste supuesto lo realizan muchas ramas industriales, causará reaccio­nes del lado de la demanda, lo que imposibilitaría el equilibrio. El grado de Utilización que en realidad se establezca en el período largo, tenemos que luiii luir, no es indicio seguro del nivel de utilización planeado.

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36 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

Entonces, encontramos que en verdad no poseemos un criterio general que permita distinguir entre la capacidad excedente planeada y la no desea­da. Lógicamente sólo podemos esperar encontrarlo en las reacciones de los empresarios ante el grado de utilización. La exposición precedente ya ha sugerido implícitamente la idea de que la capacidad excedente no deseada, 0 en general cualquier desviación del nivel de utilización planeado, afectará la tasa de inversión de la industria de que se trate.

Por sí mismo, eso no señala que un particular nivel de utilización sea el deseado; pero tiene menos importancia que la idea general a que nos ha llevado esta discusión, a saber, que la actividad inversora será una función del grado de utilización.

3. Además de las cuestiones teóricas que acabamos de mencionar, surgen varios problemas conceptuales referentes a la utilización y el exceso de capacidad. La utilización se define como la producción (a la que en bien de la simplicidad consideramos igual a las ventas) dividida .entre la capa­cidad:

V u = c

y la capacidad excedente (ya sea planeada o no deseada) será simplemente 1 -u.

¿Cómo medimos la capacidad? En último término se trata de esta­blecer un acuerdo. La pregunta que se debe responder es: ¿Cuánto más puede producir esta fábrica respecto a aquella otra?, o bien, ¿cuánto más puede producir la rama industrial este año en comparación con uno ante­rior? Si hemos establecido algún acuerdo sobre la forma de medir la ca­pacidad, que se pueda aplicar en forma congruente como para permitir a] comparaciones en el tiempo, y b] comparaciones entre las empresas, y tal vez, si damos por supuestas ciertas relaciones de precio, también entre las ramas industriales, estaremos en terreno firme. Por desgracia, las estadísti­cas de esa materia carecen precisamente de ese tipo de acuerdos y de conceptos claros que se apliquen de manera congruente. En principio no hay razón para no establecerlos, así como se ha hecho en otros campos, por ejemplo, las estadísticas del ingreso nacional.

El análisis económico tradicional nos llevaría a pensar que la capaci­dad es algo más que un acuerdo arbitrario. Hay una base particular para medirla, a saber, el punto del costo medio mínimo, que indica el uso "óptimo" de la capacidad (que se realizará en competencia perfecta en el período largo). Teóricamente este punto parecería ser la base obvia que permitiría medir la capacidad. Esto es muy cierto, pero en la práctica determinar este punto no deja de ser ambiguo. La capacidad "óptima" do un equipo físico dado no es constante, ya que además depende de factores de organización; entre éstos se cuentan la duración de la semana normal de

I I i ONCEPTO D E CAPACIDAD E X C E D E N T E 37

Iflbajo y el sistema de turnos en uso, así como la productividad de la Ulano de obra, ya que ésta puede variar sin que cambie el equipo, sino «linplemente debido a modificaciones en la intensidad del trabajo. Hay que • Kablecer un acuerdo con respecto a lo que deba considerarse como capa-• |dad. Al comparar dos plantas con diferentes sistemas de turnos, ¿diremos JIM la planta con dos turnos tiene mayor capacidad, o una mayor utiliza-

i'.n planeada? De manera similar, al hacer comparaciones en el tiempo, iin.i icducción de la semana normal de trabajo se puede considerar como luí icducción de la capacidad, y un correspondiente aumento de la inten-»id.id del capital. Por otra parte, si consideramos constante la capacidad de un equipo físico dado, podemos decir que la utilización planeada ha dis-ni ido. La misma duda surge también con respecto a las variaciones de la pinductividad con un equipo físico determinado.

Con este mismo propósito, no siempre se sabe con seguridad cómo limi de interpretarse las estadísticas de capacidad que existen. En conjunto, n posible que la capacidad deba considerarse constante para un determina­do equipo físico. Entonces, los mencionados cambios en los factores tie-ni n que mostrar su efecto en el grado planeado de utilización. Por otra Mfte, no hay razón por la que no debamos también considerar los cambios • ii la semana de trabajo, etc., como una variación correspondiente de la • ipacidad. Así la histórica reducción de la semana de trabajo aparecería i o una tendencia de la intensificación del capital, que por otro lado fue

11 arrestada por la tendencia a reducir la intensidad del capital, a medida • |iu el equipo se volvía más barato en relación con la capacidad, tendencia i|iir parece haber desempeñado cierto papel en las últimas décadas.

Puede facilitarse el medir la capacidad si tomamos como punto de piiiiida, no la capacidad de producción, sino la capacidad de inducción. Si lomamos al inducto o insumo de mano de obra (del mismo modo podría­nlo-, lomar los inductos de materias primas o de energía), podemos deter­mina la capacidad de inducción de un equipo dado, como lo hicimos con Ix i ipacidad de producción, y al compararla con el inducto de mano de MIH.I que se tuvo en realidad obtenemos la utilización. Esta forma de medir nn sería afectada por los cambios en la productividad de la mano de obra, i mis, la capacidad de inducción se puede comparar mucho más directa-H" ule entre las distintas ramas industriales. La capacidad de inducción ipili ida, no a un equipo físico dado, sino a una dada inversión en función il» su valor real, corresponde al concepto de capital por hombre. Este un i o d o de medir la capacidad y la utilización ha sido poco usado.

No obstante, en la práctica industrial tiene considerable importancia un i n la utilización según las horas máquina. En ese caso la "capacidad" se mide en función del máximo posible de horas que la máquina puede ser opinada durante el año. El número de las horas de operación real, dividido in i ie el máximo posible, es la medida de la utilización. Esta definición •vilii las complicaciones debidas a lo heterogéneo de la producción.

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38 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

Hay una dificultad que es común a todos los métodos para medir la utilización. Con objeto de establecer cuál es la capacidad de una planta, en la práctica tenemos que limitar nuestra atención a una pieza particular del equipo, que constituya un decisivo cuello de botella, y que suele ocupar una posición estratégica en la planta (hiladora de anillos, telar, máquina de hacer papel). En algunas ramas industriales es algo difícil encontrar el tipo particular de máquina que ocupa esta posición estratégica; en esas ramas de hecho es muy difícil aplicar alguna medida de la utilización. Sin embargo, es probable que esa dificultad no sea mayor que la que ofrece la aplicación de casi cualquier concepto económico.

III. LA RIGIDEZ DE LOS PRECIOS

I os estudios empíricos de los precios muestran que en las ramas industria­les con "precios regulados" es característico que el precio sea rígido. 1 En

li cutido actual, la "regulación de los precios" no sólo incluye los acuer­dos de cártel, sino también el liderazgo del precio. De hecho, prácticamen­te en todas las industrias oligopolistas, donde unas cuantas grandes empre-.r. i'iercen una influencia dominante en los precios, tiene lugar una rigidez de los precios.

La rigidez significa que los precios cambian con poca frecuencia y que lii .implitud de los movimientos que muestran durante el ciclo económico I . mucho menor que en las industrias sin "precios regulados". En realidad,

frecuente que los precios rígidos apenas muestren sufrir alguna influen-• i.i durante el ciclo; es notoria la renuencia de las empresas de esas indus-II i i . a bajar los precios hasta en un desplome acentuado.

¿Cuál es la explicación? Sería de esperarse que el incremento relativo di los precios rígidos, comparados con los precios no regulados, haría que din.inte un desplome las industrias oligopolistas perdieran ventas, debido a un desplazamiento de la demanda, inducido por la diferencia de precio, liunbién sería de esperar que de llegar a hacerse una estimación de la elasticidad de la demanda, fuera más factible en una industria oligopolista, | n donde el líder del precio sólo tiene que tomar en consideración la curva • Ir la demanda de la industria en conjunto.

La respuesta que los mismos industriales casi invariablemente dan a • da cuestión es muy simple. Están convencidos de que la elasticidad precio le la demanda de sus productos es muy pequeña, y que cualquier baja del i'n i io sólo provocará un incremento relativamente reducido de la cantidad vendida.

Un ejemplo particularmente bueno es el del acero. Sus productores n.limen que la demanda de su producto está determinada en gran parte

roí las condiciones del comercio. Como el costo del acero sólo constituye una tracción del costo final de los bienes de inversión o de consumo en que

i viene, la demanda de éstos apenas es afectada por una baja del precio del acero; la sustitución directa por otras materias primas no desempeña

que un papel limitado, de modo que se piensa que la demanda es lliolástica.2

1 l'NEC Monograph No. 21: Monopoly and competition in American industry; W. IHI tgraph No. 1: Price behaviour and business policy.

I Monopoly and competition, p. 124.

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40 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

La evaluación estadística de la elasticidad de la demanda del acero ha mostrado que es correcta la opinión de los productores.3 De acuerdo con sus cálculos, basados en los datos anuales de 1919a 1938, la elasticidad de la demanda de acero iba de 0.3 a 0.4; aunque se tomen en cuenta todos los posibles errores y puntos débiles de esos cálculos, parecen haber estableci­do en forma definitiva que la elasticidad de esa demanda está por abajo de la unidad. En otras palabras, una reducción del precio del acero provocará una baja del valor total de las ventas; el ingreso marginal es negativo.

Si esos son los supuestos de los empresarios, y lo que es más, son bastante correctos, ¿en dónde queda la teoría del monopolio? Según ésta, deberíamos esperar que el líder del precio de la industria siderúrgica desde hace tiempo hubiera elevado el precio, hasta un punto en que el ingreso marginal fuera positivo y se igualara con el costo marginal. La única con­clusión posible es que los productores de acero, aunque tengan algún cono­cimiento del ingreso marginal, no desean actuar únicamente con base en dicho conocimiento.

El caso del acero es un ejemplo extremo, pero la consideración a priori que nos lleva a esperar una baja elasticidad de la demanda se aplica en gran número de industrias. Sin embargo, siempre que los empresarios tienen oportunidad de "regular" los precios, parecen dar por supuesto que la elasticidad de la demanda es baja. "Reducir los precios, en un esfuerzo por incrementar el volumen vendido, con frecuencia les parece, cuando más, una aventura incierta en un momento en que deben evitarse los riesgos indebidos".4 Entonces, ¿cómo explicaremos que los empresarios de las industrias con "precios regulados" en la realidad no eleven los precios? La situación ha sido bien descrita por Hall y Hitch en el panorama de una imaginaria curva irregular de la demanda que es inelástica a una reducción del precio y elástica ante un incremento.5

Por sí misma se sugiere una explicación natural si introducimos de nuevo el elemento tiempo. Es posible aducir que en el período corto la demanda de los productos de una industria es muy inelástica, debido a que son limitadas las posibilidades de sustitución de un producto por otro. Sustituir un bien de consumo por otro, por ejemplo la seda por el rayón, es un proceso que toma considerable tiempo. Los consumidores se apegan al producto de una industria en. particular en un grado mucho mayor que al producido por una empresa dada. Es preciso modificar toda una serie de tradiciones y prejuicios antes de que pueda tener lugar un desplazamiento considerable de la demanda, y con frecuencia es necesario realizar una propaganda continua por un lapso prolongado. En el caso de los bienes de

3 U.S. Steel Corporation TNEC Papers, vol. 1: A statistical analysis of the de-mand for steel.

4 TNECMonograph No. 1: Price behaviour and business policy, p. 36. s Véase Price theory and business behaviour. Oxford Economic Papers, No. 2.

i \ l i lGIDEZ D E L O S PRECIOS 41

Ifoducción desempeñarán un papel similar las tradiciones tecnológicas y ¡| Inercia, aparte de las muy objetivas dificultades de la técnica, lo que de nuevo hace que la sustitución dependa del curso del tiempo. Es posible que 11 .ustitución requiera modificar los gastos y el equipo, lo que no se puede Inn ei con rapidez y se debe decidir de modo permanente. Lo mismo que > n el caso de la empresa individual, el crecimiento del mercado de una industria, por lo tanto, es cuestión de tiempo.

Llegamos a la conclusión de que es probable que en la mayoría de los | |aos, en el período corto sea muy inelástica la demanda de los productos de una industria, mientras que en el período largo es menos probable que I • lea. Esto explica la imaginaria "irregularidad" .de la curva de la deman­da I ii el período largo los precios son determinados por las condiciones de I I demanda, en tanto que en el período corto no inducen ninguna modifi-| ü ion del precio los cambios que no se piensa tengan un carácter perma-nenie. Las reducciones de precios durante un desplome no/estimulan la demanda, y los incrementos de precio ante un auge inesperado pueden Nrlurbar el desarrollo de la demanda en el período largo. La consecuencia natural es una política de precios "rígidos". La rigidez de los precios en el período corto no impide que haya cambios considerables en el período l.ni'.o, como lo muestra el ejemplo del rayón que muestra un descenso del ikncio en el período largo, de 1927 en adelante, acompañado de una Hinpliación del mercado.

El hecho de que en el período largo deba tomarse en cuenta la compe­tencia de las otras industrias, no es más que uno de los factores que Impiden al líder del precio, cártel o^jrionopolista, fijar sus precios a un nivel todavía más alto que el realyÉn el caso del acero, es probable que h i t a la elasticidad de la demanda en el período largo sea baja, de modo que ,i lólo se considerara la elasticidad, bien podría esperarse que las industrias li|.nan precios aún más altos. Otro factor importante es el peligro de las nuevas entradas. La restricción que impide la entrada en una industria (iparte del caso de restricciones legales como las patentes) es un factor (ilativo, que en gran parte depende de la tasa de beneficio imperante en la industria. Si el precio, y en consecuencia el beneficio, son bastante eléva­lo se vuelve factible la entrada de competidores nuevos, aunque sean

iiiiiv grandes los requerimientos de capital. Por lo tanto, el precio de las industrias oligopolistas se establece en un nivel capaz de mantener fuera de • II.i. a los competidores potenciales; en otros casos se fijará en un nivel lUflciente para eliminar algunos de /os competidores existentes, de cuyo |h#rcado deseen apoderarse los líderes del precio.

Las consideraciones sobre el peligro de la entrada libre hacen de nuevo |uc los cambios de precio en el período corto parezcan poco provechosos. Iluí.inte un desplome se reduce mucho el peligro de la entrada de nuevos • onipetidores, y por tanto no hay razón para reducir el precio, menos en el •10 de que se deban eliminar algunas de las empresas existentes. Por otra

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42 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

parte, durante un auge aumenta el peligro de las entradas nuevas, por lo que el líder del precio tenderá a reprimir su deseo de explotar la favorable situación del mercado. En ese caso, también se impone la política de estabilidad de precios en el período corto.

En resumen: La rigidez del precio en las industrias oligopolistas es un fenómeno al que la teoría tradicional de la competencia imperfecta, con su fuerte acento en el concepto de la elasticidad de la demanda, está particu­larmente mal diseñada para explicar. Lo usual es aducir que los empresa­rios de esas industrias (los líderes del precio, o los participantes en un convenio tácito o franco) no se molestan en elevar al máximo su beneficio; pero esta explicación es bastante artificial, y no llega hasta la raíz del problema. Los mismos hombres de negocios dicen, y parece que tienen razón, que sería completamente inútil alterar los precios en respuesta a los cambios de la demanda en el período corto, debido a que en ese lapso es muy baja la elasticidad de la demanda. Sería distinto en el período largo, cuando los hábitos del consumidor o los métodos de producción pueden modificarse lo suficiente para alterar la demanda de un bien de consumo o de producción, en respuesta a un cambio en el precio. Esto muestra la importancia del elemento tiempo en lo que respecta a la demanda, como ya hemos subrayado en relación con el problema del "exceso de capacidad planeado".

Sin embargo, es muy posible que hasta en el período largo haya mu­chos casos en los que la elasticidad de la demanda sea demasiado baja, para que en la práctica tenga importancia en cuanto a determinar los precios. Probablemente lo que evita que las industrias oligopolistas cobren precios aún más altos que los que cobran, es el temor a las entradas nuevas a la industria, más que cualquier consideración respecto a la elasticidad de la demanda.

En esa forma, se llega a dudar por completo de la utilidad del concep­to de la elasticidad de la demanda, en la explicación de los precios. En los siguientes capítulos trataremos de analizar los diversos problemas de la formación de los precios, y hasta del problema de los costos de venta, sin hacer uso de la elasticidad de la demanda. Sin embargo, utilizaremos mu­cho otro concepto, a saber, ^el de las diferenciales de los costos en las distintas empresas, que tienen gran influencia en la intensidad de la com­petencia, y por tanto en la formación del precio.

IV. LA IMPORTANCIA DE LAS DIFERENCIALES DEL COSTO

I El presente capítulo se dedica en gran parte a estudiar algunas pruebas n-la entes a la importancia de las diferencias en el costo dentro de una misma industria, sobre todo en relación con las diferencias en tamaño. La iXlstencia de considerables variaciones en el costo es de importancia cru-. i.il en el análisis teórico de la formación del precio, y vale la pena ofrecer llgunas pruebas al respecto, incluso a riesgo de recargar la exposición con (•talles técnicos (el lector dispuesto a aceptar la exposición tal como se presenta, y que desee evitarse los detalles técnicos, bien puede omitir leer •lie capítulo).

Las diferenciales del costo dentro de la misma industria son grandes, Ittás grandes probablemente de lo que hubieran creído muchos economis-11, y que esas marcadas diferencias ocurren con frecuencia entre las in-'lu.iiias investigadas, parece ser un resultado bien fundamentado del labo-i i " . " estudio de Rostas sobre varias industrias británicas. 1 En seguida tra-i.Hemos de obtener algunas pruebas (aunque menos elaboradas) referentes i los listados Unidos; se basarán en el Census af Manufactures de 1939. I |t0 nos permite calcular el costo debido a los salarios como una propor-

(Iel valor agregado, para varias clases de tamaños de plantas; las va-i i i ' iones de esa proporción se tomarán como un indicio de las diferenciales i i >sto de la mano de obra. En forma más directa estamos interesados en

I"-. Iieneficios diferenciales, que se pueden medir si se compara la participa-' ion del beneficio bruto en el valor agregado; pero esta proporción del i" ni i icio bruto en el valor agregado, por supuesto complementa la unidad

la proporción de los salarios en el valor agregado, y por lo tanto nos imitaremos con analizar la proporción mencionada en último lugar. Una apreciación del material estadístico referente al tamaño, tiene sin

• mi' ugo, que ir precedido en esta exposición por el estudio de un proble-I I I I estadístico peculiar. El tamaño de los establecimientos industriales se i'iieile medir de varias maneras; en el censo de 1939 se usaron dos formas, el valor del producto bruto de cada establecimiento y el número de sus n llenadores. Una tercera forma, el capital empleado en cada estableci-" o , teóricamente podría ser la más satisfactoria. Sucede que la medida i ilar empleada tendrá una influencia decisiva en los resultados obteni-

' isla ahora esta circunstancia no ha recibido suficiente atención, pero •• di «taca con claridad al estudiar los datos del censo de 1939. Porejem-

i 1 i estudiamos la relación entre el tamaño y el producto bruto por

1 I . Rostas, Productivity, pnces and distribution in selected British industries.

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44 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

obrero, obtenemos dos resultados en apariencia contradictorios (cuadros 4 y 5, figura 1). Cuando los establecimientos se clasifican según el valor del producto, el producto por obrero se incrementa en forma sostenida de acuerdo con el tamaño del establecimiento; cuando se les clasifica por el número de trabajadores, por el contrario, el producto por obrero decrece con el tamaño, aunque de un modo menos regular. En las clases de mayor tamaño, excepto en la última, también hay un aumento del producto por obrero.

La aparente contradicción es simplemente el resultado de una correla­ción "falsa". Es posible demostrar con facilidad que si en el primer caso, cuando el tamaño se mide según el producto, el producto por obrero no tiene correlación con el tamaño, entonces se tiene que obtener una correla­ción negativa (y falsa) en el segundo caso, cuando el tamaño se mide por el número de obreros. Del mismo modo, se puede demostrar que si en el primer caso el producto por obrero tiene una correlación positiva con el tamaño, bajo ciertas condiciones tiene que haber una correlación negativa con el tamaño en el segundo caso. Es posible tener una visión de cómo ocurre esto. Imaginemos que los establecimientos se clasifican según el valor del producto y que su distribución se representa en un diagrama de dispersión, en el que las abcisas miden el tamaño y las ordenadas el produc­to por obrero; imagínese una línea de regresión con inclinación positiva y en su entorno un cúmulo de puntos dispersos con separaciones en sentido vertical. Si ahora cambiamos la clasificación del tamaño y lo medimos de acuerdo con el número de obreros de los establecimientos, tendremos que redistribuir los puntos en el diagrama de dispersión. Cada uno de los pun­tos se desplazará hacia la izquierda en una proporción que depende de su ordenada, porque el número de obreros por planta es igual al producto por planta dividido entre el producto por obrero. Por lo tanto, mientras mayor sea la ordenada de un punto de una abcisa dada, más se desplazará hacia la izquierda. Si la correlación fuera perfecta, tan sólo significaría que la línea de regresión se haría más pendiente; pero como los puntos están dispersos separadamente por arriba y por abajo de la línea de regresión, los que están arriba recibirán un tirón hacia la izquierda más fuerte que los puntos que están en la línea o por abajo de ella. Así el efecto que se tiene en relación con la línea de regresión es que los puntos por arriba, que representan plantas "productivas" en forma desacostumbrada, parecerá como si fueran jalados hacia la izquierda, y los puntos por abajo de la línea, que represen­tan plantas desacostumbradamente "improductivas", será como si fueran jalados hacia la derecha. El cúmulo de puntos alrededor de la línea de regresión se verá sujeto a un tirón en dos direcciones, que lo distorsionará. En caso de que la dispersión de los puntos en dirección vertical sea bastan­te grande, la línea de regresión se volteará hasta tener una pendiente nega­tiva. Es obvio que este resultado se logra con mayor facilidad si ocurre que la línea de regresión es pronunciada desde el origen.

IMPORTANCIA D E L A S D I F E R E N C I A L E S D E L COSTO 45

Con objeto de demostrar esto en forma matemática mediremos en •Olla logarítmica todas las variables incluidas, ya que así se facilitan los < (culos y es un método que se recomienda por sí mismo, pues cuando se IIIUIII logaritmos la correlación correspondiente casi se convierte en lineal. I'm tanto, utilizaremos la siguiente simbología:

Y = log. del valor del producto por obrero. X = log. del valor del producto por establecimiento. X — Y= log. del número de obreros por establecimiento.

Si usamos las minúsculas correspondientes para señalar las desviacio­nes de la media, podemos poner a rt como el coeficiente de correlación rniic X e y, y b\ como el coeficiente de regresión de y respecto a X, por lo que

fe), u.=, 1

El coeficiente de correlación entre Y y X — Y, y el coeficiente de regresión de y respecto a X — Y, representado por R i y Bi respectivamen-le, se determinan de la manera siguiente:

= S(xy) - S(y2) _ TjOx - av _ r\ - by . 1 oyox-y y/a'i +oy- 7r\ oxoy y/r\ + b'i - 2r\bx

L J

n r\°x°v -°l = bi(Ti - ¿ i ) m

o2

x+oy- 2 r , o x o y r\+b\- 2*,r? ' 1 1

Ahora puede verse con facilidad que si X e Fno tienen correlación, surge una correlación falsa entre Xy X - Y. Si r¡ = 0 ,

« . = - A j Bx=--A-x, [3] \°x • °y °x + °y

Es obvio que el grado de esta correlación falsa depende de la disper­ten de y en comparación con la dispersión de X.

Ahora podemos encontrar en qué condición una correlación positiva pitre y y X implicará una correlación negativa entre Y y X - Y. Esta | Ondición, derivada de [1], es

ñ <bt .

De acuerdo con los datos parece que en realidad rx es positivo y que la IIIM i de regresión de Y respecto a X se aproxima mucho a la línea recta (. uadros 4 y 5, figura 1). La representación gráfica es algo difícil, porque

Page 22: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

46 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

tenemos que trazar medias de logaritmos de las variables producto por planta y producto por obrero, en tanto que los datos disponibles sólo son las medias del producto por planta de cada intervalo de clase (abcisa) y la media del producto por obrero de cada clase de tamaño (ordenada), en escala natural. En las abcisas no se incurre en errores grandes al tomar el logaritmo de las medias en vez de la media del logaritmo, de cada uno de los intervalos de clase. En las ordenadas es diferente; no podemos hacer nada mejor que marcar el logaritmo de las medias en la ordenada, pero es preciso destacar que la visión que se obtiene no representa las verdaderas líneas de regresión de las variables medidas logarítmicamente (figura 1). Sin embargo, nos permite hacernos una idea de la forma de esas líneas de regresión. La correlación entre X e Y parece aproximarse a lo rectilíneo. La pendiente real puede ser algo diferente que la de la gráfica, pero igual sería positiva y muestra aproximadamente una correlación lineal.

La correlación entre Y y (X - Y), entre el producto por obrero y el tamaño según el número de trabajadores por planta, presenta un panorama algo más complicado (fig. 1). A medida que aumenta el tamaño, la media del producto por obrero primero desciende y después aumenta (en la gama de tamaños medianos) y por último decrece de nuevo en las clases de mayor tamaño. La correlación decididamente no es lineal. Lo que parece es que la tendencia general de la curva es a bajar, por lo que de hecho la correlación es contraria a la del primer caso. Esto lo explica la demostra­ción algebraica anterior. Sin embargo, requiere explicación adicional lo no lineal de la correlación, la peculiar forma ondeada de la línea de regresión. En realidad, si la correlación original entre X e Y fuera normal, sería de esperarse con seguridad que también fuera lineal la nueva correlación entre Y y (X — Y). No obstante, por los datos sabemos que la correlación entre Y y X de ninguna manera puede ser normal; esto se debe a que la distribu­ción de las plantas según X, o sea en clases de acuerdo con su tamaño, está muy desviada con una gran parte de las plantas en las clases de menor tamaño. Por tanto, la superficie de la correlación no muestra el plano de contorno elíptico que obtiene en el caso de una correlación normal, sino que está truncada hacia la izquierda. Carecemos de pruebas directas respec­to a la distribución de las plantas según Y, el producto por obrero. Pode­mos conjeturar que esta distribución es asimétrica, probablemente con desviación negativa, para cualquier tamaño dado de planta X. La correla­ción entre Y y X, por tanto, ciertamente no es normal, ya que con certeza la distribución en dirección de X tiene desviación positiva, y la distribución en dirección de Y es probable que también sea asimétrica. Esta parece ser la explicación de lo no lineal de la correlación de Y y (X - Y).

Por tanto, es posible explicar en términos estadísticos la aparente contradicción entre las dos correlaciones obtenidas al medir el tamaño de dos maneras distintas. De hecho, no es una contradicción obtener resulta­dos diferentes al medir el tamaño en dos formas distintas.

tl'i Ht I ANCIA DE L A S D I F E R E N C I A L E S D E L COSTO 47

LOG. D E L P R O D U C T O POR O B R E R O

4.0

• • • 3.5

LOG. DE N Ú M E R O DE OBREROS POR P L A N T A

4.0

3.5

LOG. DEL PRODUCTO POR P L A N T A

CltliiKA 1. Relación entre el valor bruto del producto por obrero y el biliario del establecimiento industrial. Las ordenadas representan el loga­ritmo del promedio del producto bruto por obrero en varias clases de i año. Datos de los cuadros 4 y 5.

Sin embargo, hay una cuestión más importante. Ha quedado implícito (jllc es genuino el resultado obtenido al medir el tamaño de acuerdo con el i lucto, y que el otro resultado es simplemente un reflejo distorsionado l l la verdadera relación entre el tamaño y el producto por obrero. Pero ¿qué justifica que se considere como genuina la correlación entre X e Y,y junio íalsa a la otra? En otras palabras, ¿para nuestro propósito es correc-|li medir el tamaño según el valor del producto?

Esta es una pregunta económica, no estadística. Una manera de res­ponder a ella es llamar en nuestra ayuda algunos hechos adicionales, obte-" i l " en distintas formas, no estadísticas, que están de acuerdo con uno de i 1 dos resultados estadísticos obtenidos, y en contradicción con el otro.

Page 23: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

48 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE

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IMPORTANCIA DE L A S D I F E R E N C I A L E S D E L COSTO 49

Ahora bien, la experiencia industrial y el testimonio de los ingenieros sugieren con mucha fuerza que son muy importantes las economías de la Kiun escala, que se obtiene un considerable aumento del producto por obrero al aplicar métodos técnicos que implican una producción en gran escala. Por otra parte, dejando a un lado casos bastante excepcionales, no hay una correspondiente experiencia de hechos técnicos que sugieran que J lu colaboración de menor número de obreros en una unidad productiva, tenga como resultado un mayor producto por cabeza. Cuando más, sólo hay algunas ideas vagas acerca de una posible mayor eficiencia del empresa­rio en pequeño, las que tienen escaso valor en comparación con los hechos técnicos mencionados. Esto resolvería el caso en favor de la correlación positiva entre el producto por obrero y el producto por planta.

Todavía hay un modo más de enfocar la cuestión. Podemos considerar ese punto dentro del marco más amplio de la teoría económica, y pregun­tarnos cuál de las relaciones, la de Y y X o la de Y y X - Y, es la conveniente. Una relación entre dos cantidades será teóricamente conve­niente si de ella se derivan conclusiones importantes, o más bien, del hecho de que esas cantidades no tengan correlación, como puede ocurrir, o que la tengan positiva o negativa. Por el contrario, una correlación será inconve-i Miente si no causa gran diferencia en nuestras conclusiones respecto a la i operación del sistema económico, el que las dos cantidades tengan una I correlación positiva, negativa, o ninguna.

Ahora bien, desde el punto de vista económico la medida del tamaño verdaderamente significativa no es ni el producto ni el número de obreros, «ino el monto del capital empleado en la planta. Lo que deseamos saber es •.i las plantas que son más grandes en función del capital tienen en prome­dio un mayor producto por obrero. Ésta es la cuestión decisiva, ya que ««hemos que el dominio o control sobre una cierta suma de capital es más raro mientras mayor es dicha suma. Por lo tanto, si un mayor capital empleado por planta significa una productividad más elevada, la,conse­cuencia es, dados ciertos supuestos adicionales que no podemos mencionar por a h o r a , 2 que el dominio sobre grandes sumas de capital asegura ventajas competitivas que no se presentan a los que no dominan tanto capital.

Por lo tanto, la relación conveniente es la que hay entre la productivi­dad y el capital por planta. Las otras relaciones, en las que se emplean distintas medidas del tamaño, en sí carecen de importancia. El que una productividad elevada, por ejemplo, esté asociada con un menor número de trabajadores por planta, en sino es interesante; ciertamente obtener de nllo la conclusión de que las "plantas pequeñas son más productivas" sería un. i tontería, porque sabemos por nuestro análisis anterior que entre las plantas con igual producto y capital invertido se tiende a clasificar como

2 Véase mi Small and big business.

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50 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEI l< I' •

pequeñas las de mayor productividad, cuando se mide el tamaño según el número de obreros.

Así, en el terreno económico la medida del tamaño-que nos gustaru más sería la del capital por planta. Por desgracia, no se dispone de eso* datos; tendremos que contentarnos con la medida según el producto de ¡I planta. Esto no es lo mismo que la medida de acuerdo con el capital, y» que las plantas con un monto igual de capital invertido pueden tenci diferentes productos, debido a la distinta utilización y la diversa intensidad del capital (en industrias homogéneas este último factor probablemente carece de importancia). Pero el monto del producto cuando menos propoi ciona una medida del tamaño que es independiente de la productividad dt la mano de obra en una planta determinada, y por tanto es el mejor sustituto posible de la medida del tamaño según el capital.

2. En el terreno teórico, es de esperar que la participación de loi salarios en el valor agregado habrá de decrecer de acuerdo con el tamaño, porque el producto y el valor agregado por hombre se incrementan debido a las economías de la gran escala, y aunque los salarios por hombre tam­bién aumentan con el tamaño, este aumento no es bastante grande para contrarrestar el aumento de la productividad. ¿Hasta dónde se ve confir­mada esta hipótesis por los datos reales?

Como ya antes se mencionó, no tenemos una clasificación de los establecimientos según el capital empleado. Lo único que podemos hacer es utilizar la clasificación de las plantas de acuerdo con su producto, y tratar de obtener de este material las conclusiones que nos sea posible.

Es preciso hacer notar que la visión obtenida sólo es un reflejo distor­sionado, ya que muchas industrias del censo están muy lejos de ser homo­géneas; por lo tanto, no ha de sorprendernos la irregularidad en el com portamiento de la participación de los salarios.

Si queremos apreciar correctamente los resultados, debemos tomar en cuenta otro factor. Los salarios que aparecen en el censo no incluyen la remuneración al trabajo de los pequeños propietarios y sus familiares; e muchos casos las plantas pequeñas por esa causa muestran una baja propor ción de salarios. Además, el trabajo que se da a hacer por fuera tampoco s considera en los salarios, aunque no siempre se excluye del valor agregado En ciertas industrias son principalmente las plantas pequeñas y medianas las que dan trabajo para que lo hagan afuera trabajadores a domicilio, y es de esperarse que en esos casos la participación de los salarios muestre un comportamiento irregular.

En algunas industrias las cifras de producción hasta cierto nivel de tamaño son desdeñables, y las de los tamaños pequeños son de escasa importancia. Otras veces prácticamente todas las clases pertenecen a las clases de gran tamaño, y no es posible obtener ninguna conclusión.

La participación de los salarios en el valor agregado fue calculada en 87 industrias, elegidas sobre todo por su tamaño e importancia (cuadro 6);

IMI-< >l< I ANCIA D E L A S D I F E R E N C I A L E S D E L COSTO 51

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Page 25: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

Cuadro 6 (Cont.) (/i

5a 20 a 50 a ¡00a 250 a 500 a / 000 a 2 500 a 5 000 y

19.9 49.9 99.9 249.9 499.9 999.9 2 499.9 4 999.9 más

6. Encuademación e industrias conexas E. 541 292 131 93 32 24 16 2 1

V.A. 4 720 6 956 6 915 10 488 7 224 10 565 16 761 8 532 (XJ % 39.5 41.2 43.0 42.8 36.9 39.5 45.3 28.6 (X)

7. Libros impresos no publicitarios E. 153 178 158 128 46 20 4 2 1 V.A. 1 173 3 844 7 361 12 608 10 395 8 289 3 398 8 576 (X)

7c 36.7 39.2 40.0 42.3 45.7 48.0 48.5 51.9 (X) 8. l'an y otros productos horneados

(excepto galletas dulces y saladas) E. 9 798 4 804 1 499 1 003 453 306 151 27 2 y saladas)

V.A. 52 009 69 798 50 355 80612 87 222 120 542 120 605 62 454 (X) % 38.0 41.4 42.4 41.6 39.8 39.5 41.4 41.8 (XI

9. Ladrillos y tabiques huecos estructurales E. 158 183 188 213 46 11 1

V.A. 1 326 4 498 9 761 23 241 11 166 5 692 (X) % 52.0 49.9 51.6 47.3 43.7 44.3 (X)

10 Dulces y otros productos de confitería E. 375 294 188 171 96 74 29 21 4

V.A. 1 977 4 166 5 745 11 082 14 561 22 780 19 719 31 969 15 027 % 35.6 34.6 35.6 36.9 35.8 32.1 34.7 28.5 28.9

11 Refinación de caña de azúcar E. 1 1 1 3 1 20 V.A. (X) (X) 67 / 528 (X) 54 399

% (X) (X) 98.5 18.7 (X) 29.1 12 Frutas y legumbres secas

y enlatadas (incluso sopas enlatadas) E. 446 410 323 391 208 123 68 31 7

V.A. 1 831 4 968 8 237 22 087 26 047 31 908 35 703 38 096 62 186 % 43.4 38.5 34.7 33.6 33.6 33.4 31.5 30.9 15.8

TI 58 P! O O en O O H O en •< S >• » O pi z pi tA a PI a p¡ z m o o

13. Alfombras y tapetes de lana E. 1 2 4 2 3 5 12 7 7 V.A. (X) 24 262 (X) 789 1 431 9 483 14 800 52 483

% (X) 87.5 44.7 (X) 43.4 58.9 43.3 33.3 37.7 14 Carruajes y equipo; ferroviario,

callejero y de tránsito rápido E . 12 19 23 23 13 14 23 5 11 V.A. 102 395 948 1 793 2 042 4 485 15 584 7 904 31 467

% 68.6 77.5 81.9 81.0 81.2 75.5 64.6 39.9 43.7 15 Tubería y uniones de

fierro colado E. 1 1 5 13 17 20 12 4 1 V.A. (X) (X) 281 1 238 3 533 8 093 12 346 11 573 (X)

% 70.5 53.6 78.7 60.7 42.6 35.1 16. Cemento E. 1 10 11 51 80 7

V.A. (X) 767 2 605 24 508 80 413 15 789 % 42.5 34.2 27.0 24.5 25.9

17. Artículos químicos no clasificados en otra parte E. 48 46 40 99 92 67 71 38 42

V.A. 279 773 1 513 7 131 15 573 21 737 51 737 63 428 308 946 7o 41.9 24.8 18.7 27.8 24.8 25.4 23.5 22.9 18.2

18. Cigarrillos E 6 3 2 2 1 21 V.A. 25 56 / 096 (X) (X) 225 501

7o 36.0 30.4 14.7 11.5 19. Puros E . 318 92 45 50 29 24 26 9 i

V A . 1 638 1 599 1 723 4 249 5 862 8 615 21 48*7 14957 21 374 % 48.1 53.4 54.0 50.2 46.1 43.5 44.0 41.0 35.0

20. Abrigos, trajes y faldas (.excepto aDrtgos ae pieu; hechos en fábricas maquiladoras E . 259 383 172 25 5 2

V.A. 2 807 1 1 708 10 827 2 856 2 108 (X) % 71.7 76.8 76.6 73.6 69.4

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Page 26: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

Cuadro 6 (Coni.)

.1 a 19.9

20 a 49.9

50 a 99.9

100 a 249.9

250 a 499.9

500 a 999.9

1 000 a 2 499.9

2 500 a 4 999.9

5 000 y más

21. Abrigos, trajes y faldas (excepto abrigos de piel) hechos por fábricas del ramo o por intermediarios que ocupan contratistas E. 136 204 183 282 173 99 36 6

V.A. 748 3 003 5 103 16 058 19 544 20 789 15 646 6 070 7o 44.9 42.4 40.7 42.0 40.1 37.5 38.5 23.7

22. Equipo de comunicación E . 54 39 29 40 23 16 17 6 V.A. 392 763 1 263 3 873 4 348 6 910 17 475 15 270

% 37.0 34.6 41.5 41.8 40.4 39.3 41.6 34.7 23. Artículos tejidos de algodón E. 15 21 26 60 95 168 193 61

V.A. 82 403 1 014 4 918 15 715 57 128 135 810 108 725 % 85.4 47.6 44.5 56.2 62.6 57.3 60.7 48.2

24. Hilo de algodón E. 17 6 21 60 115 85 38 5 V.A. 114 63 655 4 930 18 132 25 100 23 588 11 708

7o 61.4 69.8 49.6 53.4 55.1 51.0 53.9 55.8 25. Mantequilla de leche E . 338 908 1 027 762 281 143 45 2

V.A. 795 4 848 10 151 16 575 13 996 16 251 10 854 (X) % 35.2 30.4 29.6 25.6 23.5 22.0 23.0

(X)

26. Teñido y terminado de textiles de algodón, rayón, seda y lino E. 53 73 51 83 72 64 52 14

V.A. 477 1 687 2 468 8 409 16 179 24 920 42 110 22 348 % 44.4 43.2 48.3 51.4 47.0 46.4 47.1 50.5

27. Utensilios eléctricos E . 22 24 21 11 21 15 12 4 V.A. 135 368 780 766 3 389 5 837 10 407 9 103

% 32.6 36.1 32.1 32.6 35.8 37.8 37.1 29.6

1

(X)

3 92 683

26.8 22

114 536 38.7

i 2 (X)

6 12 097

41.2 8

56 830 26.0

73 M o o y ra o en H O co « ,

S >-O PI z m CO D W

28. MiicMri mi i i i i i r e de hierro esmaltado y otros artículos de plomería (sin incluir tubería y muebles sanitarios de loza vitrea y semivítrea)

29. Acero estructural y artículos ornamentales de metal, hechos en plantas que operan aparte de las laminadoras

E . .A.

%

30. Vidrio plano

31. Harina y otros productos de molienda

32. Zapatos (excepto de hule)

33. Artículos de la forja de hierro y acero; hechos en plantas que

34. Impresos comerciales en general

29 194

34.5

49 849

36.3

32 1 287

37.3

45 4 308

40.6

43 7 876

48.0

36 12 965

45.8 18 140

43.7

5 (X)

s E . 13 26 25 44 36 38 21 3 V .A. 87 514 971 4 001 6 948 14 095 17 656 8 637

7o 37.9 48.8 41.8 40.1 39.9 43.5 43.7 43.3 E . 5 533 2 221 930 586 190 93 29 11

V.A. 38 195 44 875 40 504 56 237 41 107 39 512 24 169 39 003 % 33.9 38.0 40.5 40.1 42.2 43.5 49.5 44.8

2 27 329

38.5

E . 249 236 167 233 135 66 39 8 5 V .A. 1 638 4 358 5 934 16 057 20 974 18 097 22 231 9 405 13 537

% 41.5 40.3 38.9 36.9 37.7 38.1 43.5 35.9 66.9 E . 3 4 2 2 5 10 3 8

V.A. 53 498 (X) (X) 2 690 10 852 5 512 48 935

% 41.5 34.7 48.9 44.8 49.0 30.5

E . 738 498 276 221 142 103 110 39 16 V.A. 2 310 4 007 4 726 8 385 11 544 14 876 36 376 28 313 33 345

% 30.5 27.6 22.1 20.3 21.8 19.7 20.0 19.1 17.0 E . 89 90 101 161 179 205 197 44 4

V.A. 490 1 543 3 614 13 079 31 149 71 904 146 437 64 369 13 649

% 59.0 55.7 57.1 58.0 57.2 53.7 52.1 53.2 43.8

1 (X)

' i (X)

c X H > z O > O PI r D i l P) 73 PI Z O > r S o ta r o O ai H O

Page 27: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

Cuadro 6 (Cont.)

5 a 19.9

20 a 49.9

50 a 99.9

100a 249.9

250 a 499.9

500 a 999.9

1 000 a 2 499.9

2 500 a 4 999.9

5 000 y más

35. Aparatos industriales, generadores y distribuidores, y aparatos para ser incorporados en productos manufacturados, no clasificados en otra parte E . 86

V.A. 545 % 36.9

36. Recipientes de vidrio E . 1 V.A. (X)

% 37. Objetos vaciados de fierro gris

y semiacero E . 230 V.A. 1 858

% 54.2 38. Artículos de ferretería

no clasificados en otra parte E . 90 V.A. 625

% 37.3 39. Tejidos de punto; confecciones E . 25

V.A. 171 % 80.1

40. Tejidos de punto; sin costura E . 51 V.A. 347

% 67.4

78 59 94 48 54 43 16 1 453 2 408 7 963 9 313 21 254 42 001 198 198 38.3 33.7 36.4 38.1 34.4 33.7 37.6

2 2 8 15 31 8 277 (X) 1 541 6411 29 845 19 425 53.4 46.8 41.5 37.3 37.3

237 210 256 236 62 23 6 5 500 10 006 26 447 29 426 26 004 18 920 12 585

55.6 58.6 58.1 52.5 55.3 52.0 46.3

74 56 74 61 39 30 6 1 536 2 408 6 675 12 710 15 940 26 771 11 505 34.2 38.4 39.5 38.6 41.9 44.4 39.8

53 62 114 100 73 54 15 866 2 319 10 109 20 173 28 209 44 093 30 196

72.3 63.5 62.4 61.0 62.5 67.4 65.7 57 73 101 63 63 21 3

1 023 2 587 8 425 11 320 23 175 15 200 9 313 61.7 65.4 61.5 59.3 61.7 52.9 50.3

13 (X)

10 40 879

30.00

1 (X)

4 15 533

50.4

3 19910

64.0 1

(X)

il

43. Motores de combustión interna

44. Cueros: curtidos, adobados y terminados; fábricas regulares o intermediarios que emplean contratistas

45. Productos de talleres mecanizados, no clasificados en otra parte

366 : : : 2*7 1S4 5 Z. 1 2 461 6422 9 202 24 715 35 161 43 883 38 943 12 651 ( X )

% 47.4 49.7 49.5 49.4 47.8 46.2 49.5 51.3

E . 118 116 108 119 62 23 26 6 1

V.A. 897 2 445 4 802 12 056 13 120 9 310 24 010 21 023 % 38.9 40.2 37.7 38.4 31.8 37.1 38.0 31.7 (X) E . 4 8 6 11 10 6 14 6 9

V.A. 30 95 283 1 006 2 158 1 575 13 074 10 963 27 719

% 56.7 74.7 56.5 41.6 32.3 43.6 38.4 37.1 37.4

46. Máquinas-herramienta y otros accesorios de máquinas para metal, herramientas para cortar y tallar metal y herramientas de precisión de operadores

E 18 24 20 71 30 56 77 35 4 V A 101 323 530 4 289 3 502 13 724 39 868 37 869 6 781

% 33.7 39.6 44.2 38.4 42.8 44.8 45.5 50.7 52.5

E 717 537 309 266 138 83 54 17 4 V A 5 657 U 079 13 674 24 299 28 847 35 050 47 712 34 132 18 391

% 41 4 4 1 4 38.3 37.4 33.6 36.8 35.8 29.0 55.9

E 252 236 190 174 54 27 19 2 V A 2 288 6 122 10416 19 605 14 125 13 034 28 631 (X)

% 45.6 49.9 51.2 48.2 43.7 46.3 35.8

Page 28: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

Cuadro 6 (Coni.) en co

5a 20 a 50 a 100 a 250 a 500 a / 000 a 2 500 a 5 000 y 19.9 49.9 99.9 249.9 499.9 999.9 2 499.9 4 999.9 más

E. 13 20 19 42 21 36 29 10 10 V.A. 100 477 820 4 257 4 229 17 804 36 641 25 770 64 079

% 38.0 39.8 44.6 50.1 46.2 39.4 38.6 37.4 41.9

E. 22 35 76 123 120 95 85 36 13 V.A. 173 781 3 687 14 156 30 334 48 092 91 422 83 954 90 580

% 42.8 33.2 27.1 22.8 19.2 18.7 16.6 16.3 15.4

E . 100 148 187 301 209 178 167 78 110 V.A. 292 929 2 357 8 152 13 360 22 083 44 722 41 410 288 483

% 28.4 30.3 30.0 30.1 29.6 28.5 30.1 37.1 41.2

47. Máquinas-herramienta

48. Licores de malta

49. Empaque de carne, mayoreo

50. Equipo mecánico de transmisión de energía É. 31 28 28 45

V.A. 235 583 1 384 4 927 7o 45.5 37.9 42.9 38.8

51. Camisas masculinas (excepto de trabajo) cuellos y ropa de dormir; hechas por fábricas del ramo o por intermediarios que ocupan contratistas E . 39 54 55 97

V.A. 232 761 1 716 6 227 7o 55.6 47.4 52.7 46.5

52. Trajes de hombre, abrigos y sacos (excepto ropa de trabajo); hechos en maquiladoras E . 430 271 188 165

V.A. 4 228 8 098 12 525 22 976 7o 65.7 73.9 76.4 80.9

25 6 050

37.8

84 11 978

50.4

22

76.2

27 12 537

40.1

74 19 350

54.1

1 (X)

18 19 216

38.6

40 23 058

50.9

7 15 799

35.5

5 10 361

46.2

1 (X)

9 59 195

34.8

1 (X)

-a i M O O en O O en H O en •< s >-SO­CI w z M en O co m z w 2 o O

3

57

50 • taaatjre, abasos jr H

sacos (excepto ropa de trabajo); ^ hechos por fábricas del ramo O, o por intermediarios que ocupan >

O W

? en O i—i il tfl 50 W 2 O > r w en O W r n o en H O

contratistas E . 115 230 201 375 220 112 78 30 10 V.A. 564 2 787 4 461 19 266 26 648 26 992 50 220 44 871 31 195

7o 33.2 33.4 34.0 44.3 44.9 43.1 47.5 52.4 44.6 . Maquinaria y equipo para

trabajar metal, no clasificados en otra parte E . 19 24 22 39 22 21 20 10 1

V.A. 163 525 1 019 4 063 4 963 9 895 17 283 26 315 (X) % 31.3 31.2 41.4 41.4 39.2 40.9 42.7 35.7

(X)

. Vehículos automotores, carrocerías, partes y accesorios E . 171 193 127 143 80 73 71 44 152

V.A. 1 207 3 370 4 722 12 177 12 794 25 122 55 530 71 064 1 133 385 7o 47.5 46.1 44.9 42.2 41.6 38.6 43.0 48.9 49.6

Coque y productos de coque E. 1 3 5 3 26 26 19 V.A. (X) 137 608 674 10 211 25 973 46 944

7o (X) 70.8 53.5 32.9 49.3 39.0 34.0 Pinturas, barnices y lacas E. 214 24 140 233 133 113 59 22 9

V.A. 1 100 3 298 4 976 14 978 20 376 35 696 43 325 31 904 34 639 7o 27.2 17.9 16.4 17.7 16.5 15.2 14.6 17.0 20.0

Fábricas de papel y cartón E. 4 18 26 70 100 136 173 80 31 V.A. 25 286 1076 5 677 16 189 42 774 114 599 116 720 103 409

% 52.0 57.7 49.4 44.4 42.5 38.7 36.5 34.5 32.8 Recipientes y cajas de cartón no clasificados en otra parte E. 154 247 257 287 190 108 78 17

V.A. 1 096 4 814 10 043 23 757 30 348 32 964 43 302 22 547 % 41.8 45.9 41.5 40.8 38.5 36.1 35.7 36.6

en

Page 29: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

Cuadro 6 (Cont.)

5a 20 a 50 a 100a 250 a 500 a / 000 a 2 500 a 5 000 y 19.9 49.9 99.9 249.9 499.9 999.9 2 499.9 4 999.9 más

60. Refinación de petróleo E . 27 33 27 42 53 46 96 63 98 60. Refinación de petróleo V .A. 141 313 689 1 649 3 869 7 721 34 518 45 997 432 965

% 27.7 40.9 22.5 23.0 28.2 17.2 20.0 21.9 25.0 61. Aparatos y materiales

fotográficos y equipo de proyección (excepto lentes) E. 40 32 21 26 14 10 10 2 5

V.A. 254 666 868 1 986 2 459 3 200 9 714 72 196 (X) 7o 40.2 40.8 38.0 28.4 24.7 28.8 29.0 27.3 (X)

62. Plantas de acepillado que no operan en conexión con aserraderos E . 856 800 643 490 181 74 29 3

V.A. 5 344 12 980 21 833 32 069 26 878 21 685 17 825 4 363 % 48.5 44.9 43.5 40.0 40.4 45.3 50.1 57.2

63. Fundición primaria y refinación de metales no ferrosos E . 1 2 2 7 14 37

V.A. (X) (X) 602 3 869 15 223 117 309 % (X) (X) 56.3 40.0 43.0 25.6

64. Fábricas de pulpa E. 11 10 25 27 41 49 28 3 64. Fábricas de pulpa V.A. 151 322 1 496 3 098 10 105 26 180 32 730 8 034

7o 68.2 48.1 55.8 56.7 44.4 43.2 38.7 22.1 65. Radios, bulbos y fonógrafos E . 35 38 28 37 14 20 23 19 10 65. Radios, bulbos y fonógrafos

V.A. 232 564 1 220 3 171 2 552 6 683 17 094 35 905 62 599 7o 34.9 30.9 35.6 35.4 30.8 32.8 39.8 37.5 35.1

66. Productos de rayón y similares E. 1 4 3 5 17 66. Productos de rayón y similares V.A. (X) 1 733 3 353 11 015 152 506

7o (X) 37.5 48.5 55.6 33.9

refrigeración y unidades completas de acondicionamiento de aire E. 50 81 48 51 26 18 17 7 11

V.A. 328 1 394 1 595 4 126 4 353 6 067 13 956 8 600 87 764 % 39.6 33.6 45.7 33.6 34.7 31.9 35.8 34.1 39.1

Aserraderos, fábricas de chapa E. 3 802 1 632 719 682 267 169 97 21 2 V.A. 24 535 30 175 29 106 60 055 53 134 71 628 84 238 60 054 (X)

% 53.2 49.3 46.9 49.3 52.4 55.4 53.7 51.7 (X) Obras de metal laminado no clasificadas específicamente E . 392 364 203 182 76 27 14 4

V.A. 2 752 6 789 8 062 14 683 11 629 7 568 8 010 6 866 % 42.8 42.4 38.0 36.7 36.1 34.2 28.5 22.0

Construcción y reparación de barcos E . 71 88 62 82 38 31 15 8 11

V.A. 572 1 889 2 703 8 299 8 585 14 305 15 690 16 638 105 291 7o 51.4 56.0 55.0 57.3 56.3 55.0 58.3 54.6 62.6

Jabón y glicerina E . 63 58 34 45 15 14 10 9 16 V.A. 356 812 1 110 3 170 2 303 3 911 7 342 14 795 107 832

% 22.8 21.8 19.5 16.8 13.5 14.1 17.3 14.8 12.5 Productos metálicos prensados y troquelados (excepto troquelados automovilísticos) E . 146 136 115 113 64 47 24 8 2

V.A. 1 056 2 591 4 611 9 724 11 861 17 806 18 665 22 941 (X) 7o 37.4 41.4 40.5 40.2 41.3 41.7 41.9 44.2

Motores de vapor, turbinas y ruedas hidráulicas E 1 4 4 2 2 2 2 1

V.A. (X) 223 383 (X) 1 474 (X) 13 119 (X) % 35.9 72.6 31.5 42.1

Page 30: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

Cuadro 6 (C'ont.) o*

5a 19.9

20 a 49.9

50 a 99.9

100 a 249.9

250 a 499.9

500 a 999.9

1 000 a 2 499.9

2 500 a 4 999.9

5 000 y más

74. Uniones al vapor, cualquiera que sea el material E. 28 35 20 20 21 19 21 4 3

V.A. 201 752 810 3 148 4 813 7 907 20 054 11 401 25 232 % 32.3 28.7 33.7 29.5 37.6 35.8 35.9 35.5 48.6

75. Fundiciones de acero E. 1 7 12 29 34 44 24 10 3 V.A. (X) 215 609 3 464 8 447 20 038 22 299 22 136 13 027

% 37.7 48.3 46.6 47.9 48.3 52.3 41.6 41.1 76. Fábricas de laminados y objetos

de acero E. 2 4 8 5 19 47 46 122 V.A. (X) 152 498 879 8 378 35 365 77 209 1 025 067

% 57.9 70.1 52.0 44.6 52.1 48.4 49.7 77. Parrillas, estufas, calentadores de

49.7

agua, hornos de aire caliente (excepto eléctricos) E . 53 66 58 87 72 48 47 15 3

V.A. 375 1 270 2 401 8 128 14 907 18 177 39 582 30 157 10 955 % 39.7 34.8 41.6 40.0 42.7 43.2 40.5 31.2 32.8

78. Vajillas, vidrio soplado 31.2 32.8

o prensado, y objetos de vidrio no clasificados en otra parte E . 11 8 18 16 18 17 15 8 4

V.A. 74 103 914 1 882 4 923 8 535 15 391 20 910 17 463 % 51.4 65.8 56.2 60.0 55.7 57.2 37.2 34.7 44.2

79. Envases de hojalata y otros 44.2

objetos similares no clasificados en otra parte E . 17 25 20 35 29 25 51 29 17

V.A. 101 434 714 2 422 4 240 7 425 28 698 32 354 47 183 % 49.5 38.0 40.9 42.4 39.9 36.2 31.3 27.5 26.7

80. Llantas y cámaras E . 1 1 2 3 4 5 6 31 V.A. (X) (X) ¡52 426 1 010 2 803 5 995 220 986

% 44.1 46.7 32.1 42.3 43.7 38.6

"0 7¡ PJ

o co O O co H O co ><

S >-jo O « z Pl co O P! 09 Pl Z m 2 o o

82. Muebles domésticos tapizados

83. Alambre obtenido de varillas compradas

84. Artículos de alambre no clasificados en otra parte

85. Vestidos femeninos (excepto vestidos de casa); hechos en maquiladoras

86. Vestidos femeninos (excepto vestidos de casa) hechos por fábricas del ramo o por intermediarios que ocupan contratistas

87. Manufacturas de lana y estambre; fábricas regulares o intermediarios que ocupan contratistas E .

V .A. %

E . 3 1 1 4 3 3

V A . (X) (X) 62 203 322 758 %

(X) 50.0 51.7 38.2 35.9

E . 151 216 142 202 91 42 V.A. 905 3 412 5 205 14 634 15 432 13 386

% 44.6 46.8 46.2 48.4 49.9 47.1

E . 1 3 2 8 7 19

V.A. (X) 61 61 755 1 287 5 828

% (X)

47.5 39.3 38.4 44.3 40.9

E. 183 137 92 101 78 36

V.A. 1 201 2 505 3 721 8 819 14 083 13 378

% 35.9 38.6 34.9 39.5 38.2 41.0

E . 282 760 381 62 5 V .A. 3 496 25 224 23 967 7 707 1 240

% 74.0 76.5 75.9 75.1 70.8

E . 92 186 197 380 296 203

V.A. 558 2 896 6 390 27 694 38 280 47 890

% 48.6 47.4 46.9 45.3 40.8 35.8

27 166

51.2

26 447 50.1

36 1 185

56.5

80 5 298

56.3

85 13 581

48.8

126 34 875

53.8

3 4 478

43.3 6

9 772 47.0

26 19 526

40.0

34 26 125

40.5

63 22 637

34.0

137 75 007

51.2

1

(X)

3 (X)

22 32 810

39.9

8 14 035

56.4

0 10 351

38.7

46 56 183

44.4

I 1 ^ I I O

112 501 jo 42.1 £

. . . Z n

• g ' o

M 7 r

16 193 > 35.6

Pl JO pi z o > r w co O Pl r o O co H O

20 76 221

53.5

Page 31: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

64 P R E C I O S , C O S T O S Y M Á R G E N E S D E B E N E F I C I O

han sido numeradas, de modo que en el texto podamos referirnos a ellas por su número.

Los resultados son los siguientes: hay 17 industrias en las que la participación de los salarios decrece prácticamente en toda la gama de tamaños (con excepción de pequeñas irregularidades). Se trata de las indus­trias núms. 4 ,9 , 12, 16,18,21,25,31,32,36,40,48,56,58,63,64,69. No se requiere ningún comentario adicional, tan sólo que pertenecen a muy diversos tipos de industrias. Hay otras 41 industrias que muestran una clara correlación negativa (las industrias números 2, 5, 6, 10, 13, 14, 15, 17, 19, 20, 22, 23, 26, 27, 28, 30, 35, 37, 39,41,42,43,45,46,47,50, 51, 57, 59, 61, 67, 71, 75, 77, 78, 79, 82, 83, 85, 86, 87). El panorama que ofrecen estas industrias no es uniforme por completo; en algunos casos la correlación negativa está en la gama intermedia, y ambos extremos de la distribución muestran la tendencia opuesta (por ejemplo, los altos hornos, las máquinas herramientas). En algunos casos sólo aparece distorsionado el extremo inferior de la distribución (por ejemplo, dulces y confecciones, puros, vestidos de mujer hechos en maquiladoras). En unos cuantos casos hay un complicado panorama de dos "ondas", como en la encuademación de libros. Sin embargo, en todas esas industrias la correlación negativa se refleja parcialmente en los datos.

De las industrias restantes es preciso descartar a 7 como prueba, ya que el grueso de la producción se localiza en la clase de mayor tamaño (industrias números 11, 55, 66, 73, 76, 80, 81). Restan 14 industrias que sugieren una correlación positiva (3, 7, 33, 34, 38,44,49, 52, 53, 62, 70, 72, 74, 84), de las cuales cuatro no muestran ni una ni otra tendencia (8, 24, 54, 68) y cuatro son irregulares por completo ( 1 , 29, 60, 65). Todos estos casos "adversos" a la teoría conviene que sean examinados en detalle. Varios de ellos pertenecen a las industrias de maquinaria, de hierro y de metal: acero estructural, artículos de alambre n.c. en otra parte, forjas, y uniones al vapor, aleaciones, artículos troquelados, maquinaria para traba­jar metal, radios y fonógrafos. Esos grupos parecen ser muy heterogéneos, estar compuestos por industrias de muy diverso tipo; a ello debe atribuirse una buena parte de lo inesperado del resultado. La mayoría de los casos adversos restantes están constituidos por los impresos, ciertas industrias de ropa, cuero, madera, empaque de carne y panificación. En todos esos casos la producción en pequeña escala tiene un papel importante. Esto hace probable que los datos hayan sido muy distorsionados al no tomarse en cuenta el trabajo familiar no pagado y el trabajo domiciliario de los esta­blecimientos pequeños. Sin embargo, es posible que los datos reflejen en cierta medida la verdadera situación de esas industrias, y que los estableci­mientos más grandes no tengan ventajas diferenciales en los beneficios brutos, e incluso que tengan desventajas debido a la imperfección del mercado del trabajo; también es posible que tengan otras ventajas, por una distribución más barata y consecuentes menores gastos generales.

I M I ' O R T A N C I A D E L A S D I F E R E N C I A L E S D E L C O S T O 65

Participación de los salarios

40

30

20

Ladrillos

j Mantequilla

Altos hornos

Encuademación

| Galletas

I Harina

5 ~ 20 50 100 250 500 1000 2500 5000 CLASES DE TAMAÑO DE LAS PLANTAS (PRODUCTO EN MILES DE $)

Participación 5rjLde los salarios %

Máquinas herram

40

30

1 Recipientes de vidrio I

1 I—~i

; I

Utensilios eléctricos

1 Pinturas Cemento |

"] Jabór

5 20 50 100 250 500 1000 2500 5000 CLASES DE TAMAÑO DE LAS PLANTAS (PRODUCTO EN MI LES DES)

i i ' I)HA 2A y 2B. Porcentaje de participación de los jornales en el valor indo en diferentes clases de tamaño: selección de industrias de trans-

| •' "<„< ion. (El tamaño del establecimiento se mide de acuerdo con el valor del producto, llevado a escala logarítmica.) Datos del cuadro 6.

No obstante, es preciso que tengamos cuidado en no atribuir al tipo de i lustria la participación creciente de los salarios. Varios tipos de indus-

K tiles y de ropa se ajustan con bastante exactitud al esquema impe-.Ir una participación decreciente de los salarios según el tamaño. En

llll lo que las dos industrias de impresión (7 y 34) muestran una participá­i s icnte de los salarios, se tiene un panorama diferente en la indus-

Ifln 1 ' M> uadernación, muy relacionada con aquéllas y de varias maneras dar a ellas. La panificación no muestra dependencia entre la par-

ion de los salarios y el tamaño, pero la muy relacionada industria i- ajusta a la esperada correlación negativa.

Page 32: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

66 P R E C I O S , C O S T O S Y M Á R G E N E S D E B E N E F I C I

En realidad, un resultado importante de esos cálculos es que en gene ral no sugieren que determinados tipos de industrias se ajustan a algún esquema particular. De las 80 industrias que es posible utilizar, 58 sugieren una correlación negativa, y 22 una correlación positiva o independencia; pero no encontramos una tendencia constante a que cierto tipo de indus­trias pertenezcan a uno u otro grupo. Las economías de la producción en gran escala y los márgenes crecientes de beneficio bruto no parecen estar limitados a ciertas industrias, sino que hacen su aparición en los campos más disímbolos. Se presenta un número considerable de excepciones, y eii probable que cuando menos una parte de ellas sean verdaderas. Hay que recordar que en esos casos las economías logradas en las compras y en la distribución pueden ofrecer una ventaja a las unidades grandes, lo que no se refleja en la proporción de los salarios respecto al valor agregado.

En conjunto, los datos confirman la extensa importancia de las dife­rencias en los costos, en favor de los establecimientos más grandes.

(3/ Puesto que las diferencias en los costos y en los márgenes de bene­ficio mostradas por las distintas plantas, y es de presumir que entre las distintas empresas, desempeñan un papel de considerable importancia' hay que dar a este hecho el lugar que le corresponde en una teoría de lai relaciones costo-precio.

En la teoría clásica de la renta diferencial, tal como fue formulada poi Ricardo, las diferencias del costo proporcionan la explicación de un exce­dente (en ese caso específico la renta de la tierra). El concepto básico de la teoría es el productor marginal, que debe satisfacer dos condiciones: 1 ] ser el productor con costos más altos, y 2] no tener excedente, o sea, que el precio sea igual a su costo. En esas condiciones, cualquier'excedente se puede explicar por la diferencial del costo. Por supuesto que es esencial para la teoría que el margen sea variable: Cuál de los productores estará en el margen será determinado por la amplitud de la demanda. También se reconoce que los costos son variables, cuando menos en el período largo, aunque la existencia de las diferenciales de los costos como algo inevitable, constituye un supuesto esencial (la escasez de las tierras de mejor calidad),

Es preciso destacar en particular estos últimos puntos cuando se trata de aplicar la teoría a las condiciones industriales. En este caso el "margen" es particularmente variable; no sólo los costos medios sino los costos dife­renciales, están sujetos a cambios. Pero en este caso también es posible asegurar que los costos diferenciales como tales, son de carácter permancn te. La razón de ello es la escasez relativa de las grandes unidades de capital, lo que explica por qué sólo un número limitado de empresas puede utdizai los métodos más productivos, y que al lado de éstos siempre estén en uso métodos menos productivos. La escasez de "grandes capitales" no es de ningún modo invariable, como lo es la escasez de las tierras fértiles en el caso más bien irreal del libro de texto. Por el contrario, los grandes capita­les pueden aumentar en monto y en número. A su vez, tampoco son fijas

IM l'i ile T A N C I A D E L A S D I F E R E N C I A L E S D E L C O S T O 67

• posibilidades de obtener ventajas de costos diferenciales; siempre están l i m a n d o mediante el proceso de las innovaciones técnicas. Por lo tanto, se llene un complicado proceso en donde el "margen" real en cierto sentido | | • I resultado del análisis, más que su punto de partida. De todos modos, hieda como una característica permanente la presencia sistemática de las ni. iniciales de costo en favor de las unidades más grandes.

Si ha de explicarse el beneficio como un excedente surgido de esas •temáticas diferenciales del costo, es esencial el concepto de un produc-|ni marginal.

Podernos partir de la idea de que en toda industria existe una presión i.ui|ietitiva, ya sea real o potencial. Si esa presión es real y bastante fuerte,

Implica una lucha por la supervivencia, en la que es probable resulte elimi­n ó l o el productor con mayores costos. En este sentido siempre podemos I I ii productores marginales a los que en una industria tienen los costos m i . altos. Es una interpretación muy amplia del concepto de productor MI .urinal. En muchas industrias el productor marginal, en este sentido del i, o, puede obtener beneficios considerables, lo que significa que no es i. il la presión competitiva antes mencionada; pero puede volverse real en

i. rtas circunstancias. Es obvio que mientras sólo sea potencial y el pro-tor marginal obtenga un beneficio, la teoría de la renta diferencial será

in .ii luiente para explicar el nivel del beneficio de la industria. Habrá de Implicarse el beneficio obtenido por este productor marginal, tarea que reléannos a un capítulo posterior (capítulo vi l ) .

• ni embargo, hay muchas otras industrias en donde la presión de la ininpetencia es muy severa, y en las que hay numerosas empresas que lili ii.in en el margen de la existencia. Es probable que en la práctica esto se ¡pilque a las industrias en las que hay un gran número de empresas peque-in llamamos empresas pequeñas a las que pueden empezar a operar con un monto reducido de capital. El número de personas que puede disponer i. lie monto moderado de capital es algo mayor que el de las oportunida-

| iue se ofrecen a las empresas de ese tamaño; esas empresas pequeñas Retirán entre sí con vigor, y esa competencia nunca permitirá que su

i. IIMIII. ración exceda de cierto máximo, al menos cuando tomamos el i dio de los beneficios Y,las pérdidas durante un ciclo económico. Por upui lo ahora debemos tomar en consideración que los costos y los bene-

ii i de las empresas pequeñas tienen una dispersión muy amplia. Un i lúmero de ellas disfrutan de beneficios tolerables e incluso buenos; H unca pueden cubrir sus costos. Es fácilmente explicable por qué

ir hay gran número de esas empresas deficitarias. Una vez establecida mpresa, se sostendrá mientras sea capaz de cubrir sus "gastos en

N I I H I I V O " , esto es, los gastos corrientes que hay que afrontar y que podrían . on el cierre de la empresa. Por lo tanto, no es preciso cubrir los

, i i • orno los de depreciación, y hasta puede vender sus inventarios por i o del costo. Las empresas que incurren en pérdidas de este tipo, tarde

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68 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEFICIO

o temprano desaparecen, pero su lugar es ocupado por otras nuevas, qi también operan en el margen de la existencia. Cualquier aumento enjd presión competitiva de la industria hará que salgan algunas de esas empre­sas deficitarias e impedirá que sean remplazadas por otras; cualquier alivio de la presión de la competencia alargará el lapso de su existencia y aumen«i tara el número de las empresas similares con altos costos. En consecuencia podemos considerar que esas empresas son productores marginales, definí das como aquellas que sólo alcanzan a cubrir sus gastos en efectivo, lil beneficio bruto de todas las otras empresas se puede considerar como uní renta diferencial.

Es posible, sin embargo, adoptar un enfoque diferente. Si considefl mos a las empresas pequeñas en grupo, juntas las buenas y las malas, c probable que en promedio sólo "salgan a mano": Que cubran sus costol (como un promedio de los años buenos y los años malos) y obtengan una, remuneración que más o menos corresponda al salario que obtendría-i empresario como empleado, prácticamente sin ninguna remuneración para su capital. Si aceptamos este supuesto, es posible considerar juntas a ¿oda las empresas pequeñas como el "productor marginal". Serán marginales en el sentido de que su beneficio neto es de cero, sólo cubren su costo Entonces es posible considerar los márgenes de beneficio neto de los otroi productores como rentas diferenciales, en relación con ese productor mar ginal. En este caso es obvio que empleamos el término de productor margi nal en un sentido más estrecho que antes, cuando era simplemente el "productor con costos más altos". Con el fin de darle un nombre, pode mos decir que aquí el productor marginal es un "productor con beneficio! normales", o una "empresa con beneficios normales", lo que significa qui el promedio de las empresas pequeñas es un beneficio neto igual a cero.

Ahora bien, esto sólo parece ser una buena aproximación práctica. Nfl obstante, con propósitos teóricos es posible redondear bastante bien el concepto. De hecho, el grupo de las empresas pequeñas de una industria en la que hay una severa presión competitiva se ajustará exactamente a las condiciones descritas, o sea, tendrán un beneficio neto de cero, si es que lo definimos en forma apropiada: el grupo de las empresas pequeñas deberá tener límites bastante amplios para que el promedio de sus beneficios sen cero. Si la presión de la competencia se acentúa o se mitiga, cambiarán luí límites del grupo: será variable el grupo constituido por las empresas con beneficios normales. Por ejemplo, si todas las empresas pequeñas, en el sentido usual de la palabra, resultan eliminadas y la presión de la compi tencia todavía es severa dentro de la industria, entonces las empresas me dianas se convertirán en "empresas con beneficios normales". Por otn parte, un alivio considerable de la presión competitiva puede hacer qu| hasta el grupo de las empresas pequeñas, resulten ser tan lucrativas, qtt dejen de ser "empresas con beneficios normales", aunque este caso es pool probable por las razones antes mencionadas.

, n . 1 1 ANCIA DE LAS D I F E R E N C I A L E S D E L COSTO 69

\ i , las "empresas con beneficios normales" son por definición un , . H , | . . . <|ne en promedio obtiene beneficios netos de cero, con la condición

1 i " trate de las empresas más pequeñas de la industria. Si la presión le la i impotencia es severa, siempre habrá un grupo así, de empresas con

M I S normales, aunque en la práctica sea difícil señalarlas con exacti-liiil Si deduce que en esas condiciones es posible considerar como rentas illli n neiales, los beneficios netos de una industria. Al mismo tiempo nos |« i llamos de que aquí sólo empiezan nuestros problemas. La cuestión

loi i en saber cómo se determinan las rentas diferenciales, y qué es lo i i i i la la presión de la competencia dentro de una industria, la cual

II til uve la fuerza misma que determina los que habrán de ser los pro­les marginales con beneficios normales. Ésa es la cuestión de la cual

l i l i , I I nos ocuparemos.

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V. EL PATRÓN DE COMPETENCIA DENTRO DE UNA INDUSTRIA

a] El caso de una rama industrial con abundancia de pequeños productores

Vamos ahora a considerar el problema de los costos, los precios y los márgenes de beneficio de una industria en conjunto. En esta sección nos ocuparemos de una industria en la que las empresas marginales son "peque­ñas", y en la que hay un número suficiente de esas empresas pequeñas, como para que su contribución al producto total de la industria sea algo más que una proporción desdeñable. Desacuerdo con los testimonios em­píricos, damos por supuesto que debido a las economías de la gran escala, el margen del beneficio bruto aumenta si pasamos de las clases más bajas de tamaño de la empresa, a las sucesivas clases más altas. En la clase de menor tamaño supondremos "beneficios normales", mientras esté com­puesta de "empresas pequeñas" que requieran un modesto monto de ca­pital y por-tanto estén sujetas a una fuerte competencia de parte de las empresas de reciente entrada a la industria. Entonces, hemos de examinar la relación de los precios, el costo de venta y la calidad de los productos de las diversas empresas, respecto a los de la empresa marginal.

El problema se complica debido a que no hay un precio uniforme en la industria, que corresponda al costo del productor marginal. Más bien se trata de una estructura de precios, de acuerdo con las diferentes calidades y tipos de producto; es más, aunque se trate de una misma calidad, las diferentes empresas pueden cobrar distintos precios. Por lo tanto, los már­genes de beneficio de las empresas intramarginales no será determinado . so ìàmènte^^ p 0 r o t r o s

factores. Además, por supuesto que es evidente que el "margen" mismo tiene variaciones, ya sea porque se eliminen las empresas de costos altos, o por la posible entrada de empresas con costos aún mayores.

El propósito de nuestro análisis e s^J ieaxcé r t ro se determinan en una _indj^tmJos márgenes de beneficio. Al tratar este problema servirán de

guía algunos principios generales. En primer lugar, es preciso darse cuenta de que se trata de un problema del período largo; por lo tanto, no nos interesan los ajustes que ocurren en uno o dos años, a consecuencia de una situación de auge o de desplome, sino la tendencia del proceso. Esto im­plica, en segundo lugar, que no podemos basarnos en el restringido supues­to "estático" de métodos técnicos dados; por el contrario, habremos de considerar los efectos del continuo progreso técnico y de las reducciones del costo, como parte esencial del proceso.

Con objeto de que el lector no se confunda respecto a la importancia

[ 7 0 ]

PATRÓN D E COMPETENCIA D E N T R O DE UNA INDUSTRIA 71

relativa de los diversos supuestos presentados en la siguiente exposición, enunciaremos al principio los dos más importantes. Primero, se da por •aipuesto que las empresas sólo invierten en su propia industria. No se mantendrá hasta el final la plena rigidez de este supuesto, pero siempre se naisiderará que el empresario primero pensará en invertir en su propia Industria, y que sólo por razones muy poderosas se apartará de ese princi­pio. En segundo lugar, se supone que es un importante incentivo para que el empresario invierta, el aumento del capital empresarial de una firma, es decir, el capital de participación más las reservas en el caso de una com­pañía por acciones, o el capital privado del empresario si se trata de un negocio particular. El aumento de este capital empresarial de ordinario se icaliza mediante la retención en forma de ahorros, de una parte del bene-lu io , proceso al que llamaremos acumulación interna. En tercer lugar, suponemos que está dada la tasa de crecimiento del mercado para la indus-11 I.I en conjunto, y que se la puede considerar como dato.

La naturaleza misma de la argumentación la hace difícil de presentar, I icndremos que empezar más bien con un esbozo.

Si debido a las economías de la producción en gran escala, o hablando mas en general, si debido a la adopción de una innovación que reduce los costos, hay empresas que obtienen márgenes de beneficio bruto y neto IMyores que los obtenidos por las empresas marginales, es frecuente que muestren una tendencia natural a realizar expansiones en relación con las liras empresas. La razón de ello es que las empresas con márgenes de i" neficio más altos, si suponemos que también se implica una mayor tasa le beneficio,1 realizan una acumulación interna de fondos que será tanto' I I I. I i elevada cuanto mayor sea su ventaja diferencial. Si las empresas margi-Üles sólo obtienen beneficios normales, es de presumirse que como grupo M tendrán ninguna acumulación. Esta acumulación interna de las empre-| | r n posición ventajosa ocasionará su expansión, ya que su primera línea i. inversión es su propia industria. Es de notar que esta expansión puede

Di mnr sin que aumente la participación relativa de esas empresas dentro i. 11 industria. Si debido a un desarrollo favorable (una tendencia positiva

ni el período largo) en la demanda de sus productos la tasa de expansión de I I industria en conjunto, es cuando menos tan grande como la expansión a HUÍ por su acumulación se ven impelidas las empresas en posición favora-u. rntonces no se incrementará la participación de éstas en su industria.

. mantendrá igual la participación de las empresas pequeñas, mediante un lUinonto correspondiente de su número, lo que compensará su falta de i. iiiuulación interna.

1 I in mayor margen de beneficio significará una más elevada tasa de beneficio, i ii el caso de que haga más que compensar un posible incremento de la propor-

I i l capital respecto al producto. Con objeto de tener un estudio de este punto . mi Small andbig business, capítulo III.

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72 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

Sin embargo, si la tasa de a c u m u l a c i ó n interna de las empresas en p o s i c i ó n ventajosa, determinada por su ventaja diferencial, es de tal magni­tud que fuerza su e x p a n s i ó n más allá de la tasa a que se expande la industria en conjunto, t e n d r á n que obtener una mayor p r o p o r c i ó n relativa del mercado. C o n objeto de lograrlo d e b e r á n hacer esfuerzos especiales para aumentar sus ventas, pues si ofrecen sus productos a los mismos precios que las d e m á s empresas, cuando se trata de un producto de la misma calidad y con una publicidad igual, es probable que del mercado en e x p a n s i ó n s ó l o conquisten una p r o p o r c i ó n correspondiente a su participa­c i ó n anterior. Por lo tanto, t e n d r á n que vender a precios menores que los de las empresas marginales, o deberán emprender una competencia de­calidades, esto es, e laborarán productos mejores, es de presumirse que a costos mayores, y los v e n d e r á n al mismo precio que las empresas margina­les. T a m b i é n pueden hacer una publicidad m á s intensa, o hacer otros tipos de gastos de venta por un monto mayor que el de las empresas marginales, lo que es de presumir s ignif icará gastos de venta por unidad m á s elevados que los de estas ú l t i m a s . 2 ,

Las dos primeras formas de esfuerzos para vender s ignif icarán una d i s m i n u c i ó n de la ventaja diferencial en el margen del beneficio bruto, y en consecuencia, t a m b i é n en el beneficio neto. U n a mayor publicidad s ó l o reducirá la ventaja diferencial en el margen del b e n é f i c o neto. Por lo tanto, los esfuerzos por vender reduc irán las ventajas diferenciales en el margen del beneficio neto de las empresas grandes, ventajas determinadas por las posibilidades t é c n i c a s de lograr e c o n o m í a s de la escala en la p r o d u c c i ó n , la d i s t r i b u c i ó n y la a d m i n i s t r a c i ó n . Por otra parte, nunca se p o d r á n eliminar por completo esas ventajas, en vista de que constituyen la causa misma por la cual las empresas grandes desean una rápida e x p a n s i ó n , y son, por lo tanto, lo que en s í motiva los esfuerzos para vender. Podemos decir que é s t o s , definidos como el sacrificio que se hace en forma de una r e d u c c i ó n de precios, un aumento del costo de p r o d u c c i ó n o del costo de venta por unidad vendida, son una f u n c i ó n de la tasa de incremento de sus ventas que desean obtener las empresas grandes en re lac ión con la del incremento de las ventas de la industria en conjunto, porque un mayor aumento de la p a r t i c i p a c i ó n relativa que tienen en el mercado las empresas grandes re­quiere de esfuerzos para vender m á s intensos. S in embargo, la tasa de e x p a n s i ó n de las empresas grandes depende de su tasa de a c u m u l a c i ó n interna, que a su vez depende del margen de beneficio. A s í , dada la tasa de e x p a n s i ó n de la industria, si el margen de beneficio de algunas empresas grandes asciende por arriba de un determinado nivel, debido a innovacio­nes t é c n i c a s recientes que les permiten reducir sus costos, ese ascenso irá

2 Es cierto que tenemos que considerar la posibilidad de que las empresas gran­des tengan una publicidad más efectiva con un gasto igual por unidad, lo que sería un caso de economías de la escala en el campo de la publicidad.

PATRÓN D E COMPETENCIA D E N T R O D E UNA INDUSTRIA 73

seguido, vía un incremento de la a c u m u l a c i ó n interna, de mayores esfuer­zos por vender, de parte de esas empresas.

De manera que llegamos a la c o n c l u s i ó n . d e que los esfuerzos para vender t e n d r á n la tendencia parcial de contrarrestar el incremento de los márgenes de beneficio, que ha sido provocado por un decremento de los costos de algunas empresas grandes, a causa de las innovaciones t é c n i c a s y otros m é t o d o s para elevar la productividad, que hayan adoptado dichas empresas.

Ahora tenemos que considerar el caso especial que se presenta cuando la a £ u r m d a r j á n _ i r i _ ^ ^ excede .de. cierto nivel e r í i i e o . L a causa de ese aiomTeru^rjuede^exk m é t o d o s l é c n i c ó s que reducen los costos y elevan los márgenes de beneficio de esas e n i p r e í l T ^ a ^ d J s ^ y a j a ü e no puedenser adoptados por t o d a s k s empresas, /obre t o d o l a s muy p e q u e ñ a s . E l nivel c r í t i c o de que hablamos es la tasa ^ a x i m a de e x p a n s i ó n de las empresas grandes, que dada la tasa de expan-s ió iTdVTainíTüstr iaVsea compatible con el mantenimiento de la participa­ron absoluta que corresponde a las otras empresas. Si las empresas grandes V ampIiarTa" una mayor tasa que la seña lada por e s e T i i y e T c r i ü e o ^ j i e c g s á -i ¡amerite habrá de d i s m i r i t n r j í a ^ a j l i c i p ^ las otra^ejnpre-

f f fg^nTj iTjrgg^^ es decir, será eliminado mi cierto n ú m e r o de las empresas existentes.

¿ C ó m o se Hará la e l i m i n a c i ó n ? S ó l o es posible que ocurra si los es-luerzos para vender de las empresas grandes llegan a ser tan intensos que las otras empresas de hecho pierden parte de sus ventas, y por tanto se ven forzadas a reducir sus precios, o incrementan sus costos por medio de la competencia en calidad y una publicidad m á s vigorosa. L a s empresas cuyos costos sean los m á s elevados o su resistencia financiera sea la menor, que es muy probable pertenezcan sobre todo al grupo de las empresas p e q u e ñ a s , no serán capaces de soportar la p r e s i ó n y d e b e r á n salir de la industria. E s Mecho destacar que a q u í no hablamos de la e l i m i n a c i ó n temporal que p ni re durante la etapa de desplome de cualquier ciclo e c o n ó m i c o , la que •a- invierte en el auge siguiente; se trata fundamentalmente de un f e n ó m e n o | largo plazo, y por consiguiente, de una e l i m i n a c i ó n que puede ocurrir (urente el auge o el desplome, pero que es irreversible, debido a que las I C I .H iones precio-costo establecidas, no permiten la nueva entrada de em-presas similares.

I'ara que e l . p l a c e a - d e - e l i m m a c i á n . d e algunas de las empresas-exislen-\r-. llegue a su fin de modo que se establezca un nuevo equilibrio, en.el w u I i do de_qne nn haya una cpn g m t r a r i r t n j ^ la

iidiciQji_antes m e n c i o n a d a , ^ s e a , la tasa de e x p a n s i ó n de n u € 4 m j £ i i d r á • 11 o \ujetarse a ciertos l í m i t e s . Se puede decir que la tasa de e x p a n s i ó n de 11 i mpresas que se a m p l í a n , multiplicada por la p r o p o r c i ó n que sus ventas n i cutan enjaj>j /enj:asj ie jb^ 1| tusa d e ~ e x p a n s i ó n de la industria en conjunto. S i la e x p a n s i ó n de esas

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74 P R E C I O S , C O S T O S Y M Á R G E N E S D E B E N E F I C I O

empresas depende de su tasa de acumulación interna, y ésta a su vez de sus márgenes de beneficio, entonces tenemos que llegar a la conclusión de que la condición que establecimos impone un límite a los márgenes de benefi­cio de la industria. El ajuste entre el costo y el precio, provocado por el proceso de la concentración absoluta, también tiene que causar además una reducción de los márgenes del beneficio medio de la industria, elevado en forma temporal por la reducción de los costos de las empresas en situación favorable. Es probable que con sus esfuerzos para vender no hayan destruido por completo la ventaja diferencial adicional obtenida mediante las nuevas innovaciones, sino que harán descender los márgenes del beneficio medio de la industria, a expensas de otras empresas, hasta un nivel en que la tasa de la acumulación interna de todas las empresas sea de nuevo compatible con la tasa de crecimiento de la industria.

La argumentación, que hasta aquí tiene necesariamente que ser a gran­des rasgos, puede presentarse en forma gráfica (figura 3). Imagínese que el producto total de la industria se marca en las abcisas y que las ordenadas miden el costo medio unitario al que se produce cada una de las partes def producto total. 3 La producción de las distintas empresas se presenta eri orden descendente según sus costos, del mismo modo exactamente que en la teoría de la renta. (Debemos suponer un gran número de empresas, con objeto de operar con curvas continuas.) La curva de los costos de la indus­tria puede entonces describirse con C D . También se puede marcar en las ordenadas el precio al que se vende cada una de las porciones del producto total; como el precio no es el mismo en toda la industria, sino que tiende a disminuir mientras menor es el costo de la empresa, obtenemos una curva descendente del precio, D E . El descenso de la curva del precio no será tan pronunciado como el de la curva del costo. En consecuencia el margen de beneficio, que es la diferencia entre las dos curvas, irá en ascenso a medida que descienda el costo. Los esfuerzos para vender serán medidos por E F , si suponemos un producto homogéneo. El margen del beneficio total de la industria será entonces la superficie C D E . Supóngase ahora que las "empre­sas progresistas" reducen sus costos. En bien de la simplicidad supongamos que esta reducción del costo sólo afecta la capacidad adicional que se instala para satisfacer una demanda en expansión que se le presenta a la industria. Por tanto, el producto de la industria aumenta de A B a A B ' , y el costo unitario de este nuevo producto será menor que el costo de cualquier otro. Si imaginamos la curva del precio prolongada hasta E ' , entonces el margen de beneficio del nuevo producto se elevará hasta C ' E ' , para el último lote producido. Debemos llegar a la conclusión de que ha aumen-ta^_ej_rriar¿en_deLbeneficio medicui^la_Jridjisiria^ costo o el precio. Ahora bien, de acuerdo con nuestra argumentación, si

3 Suponemos que los costos se han calculado con base en el grado "planificado" de utilización.

P A T R Ó N D E C O M P E T E N C I A D E N T R O D E U N A I N D U S T R I A 75

i M i iKA 3. La contracción del margen de beneficio

• ile incremento excede de cierto nivel, esto es, si lleva a la industria a una tu mutilación interna mayor que la que puede utilizarse con propósitos de

ilusión de la industria en conjunto, entonces aparece una lucha compe-niiv.i. El precio del productor, a más bajp ppsto se pchice de B 'E ' a B ' H , y la plosión del 'precio se desplaza sucesivamente a los productores de costos ni i .illos, de modo que toda la curva del precio D E ' , desciende hasta G H . I Ito implica la eliminación de los productores al costo alto A I . El resultado • • 11ii- la superficie del margen de beneficio será C ' G H . En proporción con | | BOlto, no tiene necesariamente que ser igual al margen de beneficio Original, C D E , 4 pero con seguridad será menor que el margen de beneficio C'lHí'.

11 ilustración gráfica permite presentar la interacción de dos factores

1 Debido a que la proporción del capital respecto al producto, puede haberse || altado en la industria por la adopción de métodos nuevos, de manera que se

Munì un mayor margen de beneficio para que proporcione la misma tasa de be-iii'II, lo que antes.

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76 P R E C I O S , C O S T O S Y M Á R G E N E S D E B E N E F 1 C K

fundamentales: Las reducciones de costos de las empresas progresistas, que tienden a incrementar el margen de beneficio; y la fuerza explosiva de une acumulación interna excesiva, que ocasiona la eliminación de las empresas de costos altos y tiende a reducir de nuevo el margen de beneficio.

En vista de nuestros conocimientos acerca del desarrollo del capitalis­mo, resulta plausible esta descripción de la lucha competitiva resultante de la reducción del costo lograda por algunas empresas. Sabemos que en la mayoria^dejas industrias l^productnddad se ha incremumiado_dej;ontinuo y los costos~se han réliucído, del<ido_a_las__irihóvaciones técnicas, etc.'1

Sabemos además que algunas empresas han encabezado este proceso. En la siguiente exposición nos habremos de referir a esas empresas que han sido las iniciadoras en los métodos nuevos, como "empresas progresistas". No es preciso que se trate de las empresas de mayor tamaño, y es posible qui sus métodos sean imitados más tarde por algunas otras empresas; pero lo esencial es que no todas las empresas sean capaces de adoptar esos méto­dos. Sabemos, por último, que lo más común es que los precios en su mayor parte se hayan adaptado a los costos; de no hacerlo, no podríamos dejar de notar una continua y considerable divergencia entre el costo de la mano de obra y las materias primas, por una parte, y el valor del produelo por la otra, y como consecuencia una fuerte tendencia al descenso de la participación de la mano de obra en la distribución del producto. Esta tendencia no ha sido observada en general, y una posible explicación es el mecanismo de la competencia que se ha descrito. Tampoco se trata de alM nuevo. Sin embargo, un poco menos conocida es la relación entre la tasa de expansión de la industria, la tasa de la acumulación interna, y el margen do

-beneficio, sugerida por el análisis precedente. Hemos de examinar con mili detalle esta relación. Se sostiene que el irjxremento del margen de beneficio en una industria, provocaráuji^umento de la tasa de acurriijación interna esto a su vez causará un ascenso de la capacidad productiva, que si el mayor que la expansión de las ventas de la industria, tiene que conduco i una "concentración absoluta".

Es bastante directa la conexión entre el margen de beneficio y la tasa de acumulación interna de una empresa. Si el margen de beneficio se ele va debido a la adopción de nuevos métodos técnicos que dan una veni. diferencial en el costo, entonces también se elevará la tasa de benefìcio del capital empleado, a menos que ocurra un alza en la intensidad del capii.il que compense el incremento de los beneficios. Si la tasa de beneficio del capital empleado se incrementa, también lo hará la tasa de beneficio netti (excluidos los pagos de interés) sobre los fondos del empresario, a menoi que haya una modificación en la proporción del capital obtenido en prestí mo, lo que más adelante demostraremos es poco probable. Cuando se elevi la tasa del beneficio neto de los fondos del empresario, se puede supon, ¡

5 Véase S. Fabricant, Employment in manufacturing industries, 1899-1937,

i lo iN D E C O M P E T E N C I A D E N T R O D E U N A I N D U S T R I A 77

• 11 proporción del beneficio que se ahorra también aumenta.6 Es de lii, use que el aumento del margen de beneficio, excepto en la medida que es compensado por un incremento de la intensidad del capital,

i un aumento de la tasa de acumulación interna. I n este punto es necesario aclarar el concepto de margen del beneficio

|0 De hecho, el margen del beneficio neto puede cambiar por dos unes muy diferentes: por una modificación en la utilización de la capa-

i , i i mi una estructura de costos y precios que por lo demás es invaria-i) bien el margen de beneficio neto se puede modificar con un dado

II de utilización de la capacidad. Esta última clase puede tener lugar, i ejemplo, cuando cambian los márgenes del beneficio bruto, mientras tliiHiiccen constantes los costos generales con un nivel dado de utiliza-III de la capacidad. Debemos tener mucho cuidado en no confundir esas

i luses de modificación del margen de beneficio neto. El contexto i.i ver con claridad que en la exposición anterior siempre nos hemos

o lo ;i la segunda clase. Con objeto de evitar cualquier confusión, en el lliru invariablemente utilizaremos el término "margen de beneficio neto a un nivel dado de utilización de la capacidad".

\hoi;i tenemos que ver cómo es que la mayor acumulación interna • ili provocar la expansión de la empresa. El incremento de los fondos P.,inhles no necesariamente ha de conducir a una correspondiente ex-II lóu del equipo, si se modifica la proporción de los activos de capital pin lo a los fondos propios (tasa de rotación). De nuevo, la expansión

i ' 'pupo no significa de modo forzoso un cambio correspondiente en la i H i l i l productiva, si varía la intensidad del capital. Y por último, el Itllilo resultante en las ventas depende de que se modifique el grado de III , ion listo se puede ilustrar con algunas ecuaciones algebraicas muy li nii. I ><unamos la tasa de rotación como la proporción de los activos

ipil d respecto al capital propio de la empresa, en donde los activos de i 'i 'i Im luyen todo el capital invertido en el negocio, pero sin incluirla

• ni de i ilulos, y el capital propio incluye el capital de participación I luí o-scivas, en el caso de compañías por acciones, y el capital privado, . " i•• , trata de empresas no corporativas. Es claro entonces que

.ntnos de capital = fondos propios x tasa de rotación

l im.unos como Intensidad del Capital la proporción de los activos de i ,i ,i ii . | i , - . lo al producto anual, a pleno uso de la capacidad productiva. || ni cu podemos ver que

< - n plena capacidad = Activos de capital x Recíproco de la Intensi­dad del capital

i iilo con el supuesto hecho por M. Kalecki, de que el ahorro del capi-i i i ional a su capital, como una función (positiva) de la tasa de benefi-

m economic dynamics, p. 52.

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78 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEFIC» '

La Utilización de la Capacidad la definimos como la proporción entff las ventas y el producto a plena capacidad. Entonces

Ventas = Producto a plena capacidad x Utilización de la capacidad

Al combinar esas ecuaciones obtenemos la siguiente relación

Ventas = Utilización de la capacidad x Reciproco de la intensidad del capital x Tasa de Rotación x Fondos Propios

o en términos algebraicos

1 MI

donde v = ventas // = grado de utilización de la capacidad k = intensidad del capital g = tasa de rotación c = capital del empresario

Si ocurre un cambio en las magnitudes anteriores, de todos modos tiene que conservarse la relación.

Adoptaremos los símbolos siguientes:

a = tasa proporcional de la acumulación interna g = cambio proporcional de la tasa de rotación (proporción de loi

activos de capital respecto a los fondos propios de la empresa) k' = cambio proporcional de la intensidad del capital (proporción

del capital total invertido respecto a la capacidad productiva) u'= cambio proporcional en la utilización de la capacidad (propor­

ción de las ventas respecto a la capacidad de producción) R = tasa proporcional de expansión de las ventas

Entonces podemos escribir

( l + J R ) = ( l - f M ' ) f ^ , ( l + ^ ' ) ( l + a ) . [5 |

Si elegimos un lapso suficientemente corto, de modo que los cambios proporcionales sean pequeños, entonces (como los resultados de R, u , etc se convierten en lo bastante pequeños para ser desdeñables), con una bue­na aproximación podemos escribir:

R = u -k' +g +a. [6

Las anteriores ecuaciones, y por consiguiente también la última, pue den aplicarse a una industria en conjunto, si es que está en "equilibrio", e

I NON DI COMPETENCIA D E N T R O DE UNA INDUSTRIA 79

lldo de que no está en proceso ninguna concentración absoluta. IH O H la ecuación para la industria se obtiene simplemente con la suma

i i . I-I naciones de las empresas individuales. Sin embargo, si en el perío-III iderado ha ocurrido una eliminación de empresas, entonces pode-' i 'i i ii esta ecuación a las empresas que restan al final del período. El nenio proporcional de las ventas de esas empresas restantes ( J R ' ) en-

i". el resultado de dos factores: el aumento proporcional de las • de la industria en conjunto, R, y la proporción de las ventas de las

• • • i - " 1 eliminadas, con respecto a las ventas de la industria, c. Por lo Imito, podemos escribir,

(\+R') = (l+R)(l+c). [7]

i iiplicamos la ecuación [6] a las empresas restantes, tenemos que mplii ii a R por R' en esta ecuación; pero como de acuerdo con la

ni <|iic acabamos de dar R' es aproximadamente igual a R + c, i li nimios

R = u + g - k' + c + a. [8]

i || nuestro análisis anterior se afirmó que respecto a todas las empre-upinto, la tasa de la acumulación interna esti limitada por la tasa

|i n i . i o n de la industria, de acuerdo con el supuesto de que las empre-i vierten en la misma industria. Esto es, si las empresas progresistas

a Inlioilucir innovaciones, y por lo tanto reducir sus costos y elevar sus u< de beneficio, ocasionan un incremento del margen de beneficio

É l i Industria como un todo, y por consiguiente un aumento de la tasa de Ilición interna a, por arriba del nivel justamente suficiente para fi-

la expansión necesaria de la industria, entonces se hará sentir una h u í .i explosiva: las empresas progresistas harán salir a las débiles, de llliiilo que lengan espacio para su propia expansión.1'Esto puede describirse

lili 11. Ilidad de acuerdo con la ecuación [8 ] : El incremento (temporal) de lln ha del nivel de equilibrio estará compensado por la aparición de

i a ii iva, una cierta tasa de eliminación de las empresas existentes. Si nía ha de recobrar el equilibrio, o sea, si la concentración absoluta

| . 1 - ai después de cierto tiempo, entonces la variable c tiene que ii i ni , en cero, y a tiene que volver de nuevo al "nivel de equilibrio",

ir.niíica que el nivel promedio del margen de beneficio de la indus-llln i ' <• ha elevado temporalmente por las reducciones de costo de las iiipn i piogresistas, tiene que reducirse de nuevo con una lucha competi-

' li la i nal la "concentración absoluta" es sólo uno de los aspectos, i i enunciado decisivo es que en equilibrio la tasa de acumulación mi está determinada en gran parte por la tasa de expansión de la

1 lila l.n la ecuación [6] se observa que existe esa relación, a menos

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80 P R E C I O S , C O S T O S Y M Á R G E N E S D E B E N E F I C K

que haya cambios compensadores en los factores g, k', o u , lo que pernn tina que a creciera con una tasa dada de expansión de la industria, 7?. ¿lis probable que ocurran esos efectos compensadores?

Con respecto a la intensificación del capital, esta posibilidad tiene que admitirse de inmediato. Si la tasa de intensificación del capital, k', se eleva de manera permanente a un nivel más alto, en otras palabras, si se efectúa con más rapidez el incremento del capital por unidad de capacidad produc­tiva, entonces a puede incrementarse en forma correspondiente. La intensi­ficación del capital le proporciona a la industria un escape para sus fondos, del mismo modo que lo hace la expansión de la industria.

¿Qué hay de cambios compensadores en otros renglones? La posibili­dad más obvia es una baja en la tasa de rotación, que puede contrarrestar un incremento de a. En otras, palabras, la tasa deJa acumulación interna puede aumentar^smjrnjricremento correspondiente en lajnversión. si los fondos adicionales se urihzanjm pagarjajjieudas, o se invierten en títulos, que viene a serlo mismo, y así se rjeduce la tasa de rotación.

El que~ocurran o no estos hechos depende por entero de lo redituable de las nuevas inversiones y de los riesgos que se relacionan con ellas. Si las oportunidades de hacer inversiones nuevas están disponibles a tasas de beneficio constantes o crecientes, no habrá entonces razón para que baje la tasa de rotación, hasta es posible que se eleve. Por otra parte, si la tasa de beneficio de las nuevas inversiones va en descenso, la tasa de rotación puede bajar. Ahora bien, la situación que tenemos en mente es la de una industria en expansión, en la cual las empresas ya disfrutan de una ventaja por diferencias en el costo, y se las arreglan para obtener mayores reduc­ciones de éste por medio del uso de innovaciones técnicas. Esas reduccio­nes del costo les hacen posible emprender esfuerzos para vender que les permiten agrandar su mercado, a la vez que retienen una cierta ventaja en el costo diferencial derivado de las nuevas innovaciones, suficiente para incrementar su tasa de beneficio. Esto presupone que no les es demasiado difícil agrandar su mercado mediante esfuerzos para vender (reducciones del precio, etc.), lo que se puede suponer en general si hay un número suficiente de empresas con costos altos, que pueden ser fácilmente expulsa­das fuera de la industria, por medio de los esfuerzos para vender. Dados esos supuestos, es posible decir con seguridad que las empresas que aplican las innovaciones serán inducidas a ampliar su inversión, proporcionalmente al incremento de su acumulación interna, más que a pagar sus deudas y reducir la tasa de rotación. De hecho, la ventaja diferencial provocada por las innovaciones recientes tiene una función doble: por una parte suminis­tra fondos para una mayor inversión; la acumulación interna "corre hacia adelante los obstáculos que para los planes de inversión establecen la limi­tada accesibilidad del mercado de capital y el creciente riesgo".7 Por otra

7 M. Kalecki, Studies in economic dynamics, p. 61.

D I : C O M P E T E N C I A D E N T R O D E U N A I N D U S T R I A 81

i n i . ptoporciona a las nuevas inversiones una rentabilidad suficiente, e in i , , . ' mayor, debido a que la reducción del costo de producción suminis-i i i ION medios que permiten salvar la "barrera de la competencia imper-ílMlw"

l verdad que la mayor tasa de beneficio de nuestras empresas progre-- i i i debe estar correspondida finalmente por una reducción de las tasas '!> In indicio de las otras empresas. Ello se debe a que el resultado último il. la i iiinpetencia tiene que ser una reducción de láHiasa^Tre-a^urnulación lili« nía de todas las empresas (una vez eliminadas las superfluas) hasta el Hlvi l anterior, que sea compatible con la tasa dada de la expansión de la mili nú . De esa manera, la tasa de beneficio de todas las empresas en

i ni iio, si se supone igual la propensión al ahorro de las diferentes em-l'u i . también tiene que estar al mismo nivel que antes. Una tasa de i I icio sin variación para todas las empresas en equilibrio, sin embargo, | inficiente para hacer que sea probable no descienda la tasa promedio de • l i c i ó n . 8

I alta por considerar el grado de utilización de la capacidad. Las em-|iii Ñas progresistas que empleen los métodos nuevos pueden aumentar su Iritdn "planificado" de capacidad excedente, pero no hasta el extremo de un e pudiera anular el incremento de su acumulación. Es de lo más ini|iiol)able que simplemente "invirtieran en capacidad excedente". Sin i niburgo, hay la posibilidad de que las otras empresas llegaran a experimen-i M una reducción "no planificada" de su grado de utilización.

En el primer caso, se ven obligadas a hacerlo porque los esfuerzos para • ndei de las empresas progresistas, tienden a apoderarse de las ventas de

todas las demás. Si hablamos en general hay dos posibilidades. En un caso l,i presión sobre las ventas, provenientes de las empresas progresistas, se ili.inlmye entre todas las otras, cuya reacción ante dicha presión es una lesislencia pasiva, de modo que sufren una baja en la utilización de su > ipacidad; en este caso no es completamente seguro que ocurra una "con-< ni i ación absoluta" y en todo caso será lenta. En el otro ejemplo la

piesión sobre las ventas que se deriva de las empresas progresistas provó­cala mayores esfuerzos de parte de las otras empresas, menos de las más .Iclules, las que a su vez reducirán los precios, mejorarán la calidad, etc. De

i manera, la presión sobre las ventas resultará desplazada y se concéntra­la1 en las empresas marginales, que así se verán eliminadas. El que se mate-i i . diee la segunda alternativa dependerá de que entre las empresas existan ,uluientes diferencias en el costo.9 En el tipo de industrias que hemos

8 En realidad todo lo que requiere mi argumento se podría demostrar con el Impuesto menos estricto de que un incremento de la acumulación interna no será . niiirarrestada por completo con una reducción de la tasa de rotación; así se estimu-i H i la inversión, aunque la tasa de rotación no necesita permanecer constante.

9 Véase M. Kalecki, "The supply curve under imperfect competition", Review M Bconomic Studies, vol. I I I (1940), p. 101.

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82 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

supuesto aquí se realiza esta condición; hay grados variable de ventajas competitivas entre las empresas, expresados en las diversas magnitudes de su margen de beneficio neto a un nivel dado de utüización de la capacidad. Por tanto, suponemos que mediante la eliminación de un número suficien­te de empresas marginales, las restantes podrán restablecer el nivel "plani­ficado" de utilización de la capacidad. De ese modo llegamos a la conclu­sión de que en las condiciones aquí supuestas no es probable que los cambios en la utilización de la capacidad proporcionen suficientes escapes para una acumulación interna incrementada.

La conclusión que surge de ese panorama del patrón "ideal" de la competencia en una industria es la siguiente: la tasa de acumulación inter­na está limitada por la de expansión de la industria y la de intensificación del capital. Por consiguiente, el margen de beneficio neto, a niveles dados de utilización de la capacidad (dada la propensión al ahorro) también está limitado por esos factores. Esto se aplica a una situación en la que ya ha terminado el proceso de concentración absoluta, como hemos supuesto hasta ahora. Sin embargo, si de nuevo se realizan más innovaciones y por tanto más reducciones del costo, el proceso de concentración puede pro­seguir. En consecuencia, estará determinado además por la extensión en que de continuo se eliminen algunas de las empresas existentes y sus equi­pos.

Hasta ahora sólo hemos demostrado que a una utilización dada, hay un límite superior para la acumulación interna, y en consecuencia para el margen de beneficio. ¿Pero se alcanzará ese límite superior? Esto depende de factores adicionales. Si en la industria hay un progreso técnico constan­te que no es desdeñable, y si la tasa de expansión no es demasiado grande, se deduce que el margen del beneficio medio se elevará hasta el límite permitido por las consideraciones anteriores. Las continuas reducciones del costo introducidas por las empresas progresistas y que se extienden a las otras, pero no a las empresas muy pequeñas que por razones técnicas son incapaces de aplicarlas, elevarán el margen del beneficio medio hasta el máximo posible. Por otra parte, si la tasa de expansión de la industria es excepcionalmente grande, la acumulación interna dentro de la industria puede voTveTsé insuficiente para financiar la expansión. Se mitigará la pre-

"sióiTde la competencia y las empresas marginales incrementarán su beneiV ció por arriba del "beneficio normal". Como consecuencia, acudirán nue­vas empresas a la industria; en este caso el margen del beneficio medio obviamente no llegará al máximo determinado por la tasa de expansión, pues una parte corresponderá a las empresas de reciente ingreso y al incre­mento del grado de utilización.

El caso que acabamos de examinar muestra que no siempre es posible restablecer y mantener un determinado grado "planificado" de utilización de la capacidad. Si es muy acelerada la expansión del mercado, entonces la utilización se incrementará por arriba del nivel planeado. Con objeto do

I' \ I KON DE COMPETENCIA D E N T R O DE UNA INDUSTRIA 83

MU tengamos el caso ideal de un grado de utilización constante (en el i " nudo largo), en realidad tenemos que suponer que siempre hay una* tlndencia latente a que la capacidad excedente aparezca, debido al con­tinuo surgimiento de nuevas diferenciales del beneficio, las que tienden a un rementar la acumulación interna de la industria, y por tanto obligan a • l"< el crecimiento del equipo se realice antes de que ocurra el del mer-| ido; además, tenemos que suponer que esta tendencia a la aparición de la lipacidad excedente de continuo es contrarrestada por la competencia •iru .iva que elimina la no deseada tan pronto como aparece. Ciertamente 11 trata de un caso muy especial, pero reviste un considerable interés i co.

Por lo tanto, ja..con_cluaón_a que llegamos es jjue_Ja_lasa de acumula-1 1 " " " 1 1 0 ™ > L H J L 0 i ^ ^ " ? ^ dos niveles de utilización de la capacidad, tenderán a un nivel (máximo) l\j|dn por la tasa de c rec imfcnlx^Ja jb j^ intensificación del • npilal v la cuota a que se realiza la eliminación de la capacidad productiva I i líente. Esto equivale a decir que con una utilización dada la proporción , l | | producto que corresponde al beneficio neto será determinada en tal firma que proporcionará suficientes fondos de inversión ala industria. Se ii ii i de una conclusión sorprendente, y en seguida hay que subrayar de ! » ' • 11 que no se aplica al período corto. No es aplicable a las modificacio-ne» que ocurren durante un auge o un desplome, cuando es obvio que el fui loi elástico es el grado de utilización de la capacidad. Sólo será aplicable • n 11 periodo largo, es decir, en términos estadísticos se aplicará a los

llores de tendencia de los diversos factores, o el proceso secular. Hasta iht'l i tampoco hemos dicho nada acerca de lo general que en realidad es

II ipli. ación de este patrón de competencia. u n embargo, aquí es conveniente establecer unos cuantos puntos ge-

Ii • l'rimero, nuestro análisis ha hecho surgir la conexión que existe I i competencia y la acumulación del capital, con la que estaban

glllll lanzados los economistas clásicos y Karl Marx, pero que en los tiem-ii ntes ha sido perdida de vista. nudo, nos proporciona una teoría de la concentración. En otro

lll|| II I H - Datado de explicar el proceso de la "concentración absoluta"1 0

ino lo inevitable que es, mediante el supuesto a priori de que la MalII Ipación del beneficio en el producto es limitada, por lo que la tasa de 1 in ln i " no puede incrementarse en el curso dé la evolución capitalista.

Ic supuesto Tue fácil demostrar la necesidad de la concentración • i pero esta clase de razonamientos coloca la carreta delante del

Ihitlln I I análisis presente muestra que lo limitado de la participación del lli i . lo es en sí mismo una consecuencia del carácter agresivo y dinámico

1 1« II UinüTáción interna, que al mismo tiempo ocasiona la "concentra-

KM unci Capitalist Enterprise, Oxford Economic Papers, 7.

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84 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

ción absoluta". En realidad, la concentración absoluta v la limitación de "to^marpnes deT~beneiicio neto7"a niveles dadòT.dg_utilización. son-dos aspectos de lo mismo, y la causa de ambos es la presión competitiva de la acumulaciónInterna de fondos.

Así, no carece de interés el patrón de competencia de una industria que hemos descrito, ¿pero hasta qué punto corresponde a la realidad?

El más restrictivo de los supuestos que hemos establecido es que en la industria de que se trate existan pequeños productores marginales que sólo tienen un benefìcio "normal", que por lo tanto pueden ser expulsados con relativa facilidad mediante los esfuerzos por vender que realizan las empre­sas progresistas. Es necesario suponer además que a esos pequeños produc­tores marginales les corresponde algo más que una porción desdeñable del producto, en comparación con la parte de las empresas en expansión, pues de otra manera desaparecerían con demasiada rapidez. Esos supuestos son de lo más esencial, pues de ellos depende la posibilidad de que las empresas "progresistas" aumenten su inversión a tasas de benefìcio constantes o crecientes.

b] El caso de una industria en la que es difícil entrar

En la realidad habrá muchas industrias en las que los productores margina­les, con los costos más altos, obtengan beneficios "anormales". Esa situa­ción a priori parece muy posible cuando los productores marginales operen a cierta escala que requiere determinada clase de equipos de capital, lo que obliga a cada uno de ellos a tener un capital considerable, más del requeri­do por las que llamamos "empresas pequeñas". En esas circunstancias se hace mucho más difícÜ la expulsión de algunos de los productores margi­nales. Imagínese que ello fuera provocado por una baja del precio. Las empresas marginales siempre podrán contrarrestar los efectos de un descen­so del precio de parte de las empresas progresistas, por medio de una baja absoluta de su precio, de la misma magnitud. Entonces la diferencia ab­soluta entre los precios de los dos grupos de empresas será la misma que antes, y si suponemos que lo imperfecto de la competencia, la facilidad con que los productos de los dos grupos de empresas son sustituidos entre sí por los consumidores, depende de la diferencia absoluta entre los pre­cios, entonces la situación competitiva es claramente la misma que antes; o sea, se habrá nulificado el esfuerzo para aumentar sus ventas realizado por las empresas progresistas, y permanecerá sin modificarse la división de las ventas que exista entre éstas y las marginales.11 Por lo tanto, la baja del

1 1 Es más bien arbitario el supuesto de que la sustitución depende de la dife­rencia absoluta entre los precios de las distintas empresas. Si la imperfección se debo al costo del transporte, el supuesto será correcto; en otros casos, lo que importará

A I KÓN D E COMPETENCIA D E N T R O D E UNA INDUSTRIA 85

•recio de las empresas progresistas tendrá que ser mayor que el margen de beneficio neto de las empresas marginales, al nivel de utilización de la •paridad que éstas consideran normal, con objeto de que las empresas ni.ni,males no tengan posibilidad de nulificar los esfuerzos para vender que •ion realizados por las progresistas.

Además, como las empresas marginales de nuestro caso no son peque­ñas, tenemos que recordar que es frecuente que posean una cierta cantidad de resistencia financiera, y en consecuencia mayor capacidad de supervi­vencia que la que tendrían las empresas pequeñas. Por lo tanto, sería considerable el esfuerzo para vender requerido, y a menos que las reduccio­nes de costo logradas por las empresas "progresistas" sean muy grandes, el pioceso de expulsión de las marginales implicará en la industria una consi­derable reducción de los márgenes y la tasa del beneficio. Sin embargo, esto significa que no serán expulsadas puesto que faltará el incentivo del Inneficio para realizar la expansión del equipo. Los esfuerzos para vender requeridos para lograr la expansión serán tan grandes, que harán más que compensar la ventaja diferencial obtenida con las innovaciones.

No es probable que la situación sea fundamentalmente diferente, ya sea que los esfuerzos para vender se hagan en forma de publicidad o de competencia en la calidad. En ambos casos las empresas marginales pueden eiercer represalias, ya que su margen de beneficio les permite a su vez aumentar la publicidad o mejorar la calidad. Por lo tanto, los esfuerzos para vender que se requieren serán de nuevo considerablemente mayores que en el caso del "esquema ideal", y a menos que las reducciones del costo logradas por las innovaciones de las empresas progresistas sean muy elevadas, no tendrá lugar la expulsión de los competidores y la contracción simultánea del margen del beneficio neto a niveles dados de utüización, ya que provocaría una reducción de la tasa de beneficio incluso de las empre­sas progresistas.

Llegamos a la conclusión de que en este caso se debilita considerable­mente el funcionamiento de la competencia, según antes se describió; sólo podrá operar de nuevo hasta después de que la ventaja diferencial de las empresas progresistas haya llegado a un cierto límite, que les permita sufragar los esfuerzos para vender requeridos para expulsar a los competi­dores marginales. Esta posibilidad tiene una importancia práctica conside­rable. Significa que el proceso de la concentración absoluta y la contrac­ción de los márgenes de beneficio, características del "esquema ideal de competencia", también puede operar en una industria en donde los pro­ductores marginales no son "pequeños" en el sentido usual de la palabra. Así, es posible queden reducidas al nivel de los "beneficios normales"

lera más bien la diferencia relativa. Sin embargo, mientras la diferencia entre los pre-I ios no sea grande, no importará mayor cosa el que trabajemos con diferencias ab­solutas o relativas.

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86 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I C I O

empresas medianas o hasta algo grandes, si la presión competitiva de la industria es lo bastante fuerte; esto es, si las empresas progresistas obtienen a su favor un costo diferencial suficientemente grande. En ese caso los beneficios normales no sólo serán característicos de las empresas pequeñas, sino que pueden verse en la misma situación las empresas marginales de cualquier industria, si la presión de la competencia es lo bastante fuerte. Sin embargo, es claro que en el caso de que las empresas marginales sean un poco grandes se lleva más tiempo el que las ventajas diferenciales del costo que favorecen a las empresas progresistas lleguen al punto en que les permitan ejercer una presión seria sobre las marginales. Si no se llega a ese punto, a niveles dados de utilización, los márgenes del beneficio neto podrán elevarse, con independencia de los factores que determinan el creci­miento y la intensificación del capital. Así, la acumulación interna al incre­mentarse provocará una reducción de la tasa de rotación.

Esto se observa con claridad en las industrias oligopolistas en donde cada uno de los pocos productores contribuye al mercado con una porción considerable del total. Carece de importancia que a su lado exista un cierto número de empresas pequeñas, si en conjunto sólo contribuyen con una parte reducida del producto total. Las tasas de beneficio de las empresas grandes serán "anormales", y con frecuencia tendrán poca importancia las diferencias entre los márgenes de beneficio de las empresas individuales, comparadas con el nivel absoluto de aquéllas. En todo caso, es probable que las empresas grandes tengan cierta fuerza financiera, por lo que la lucha por la eliminación será en extremo larga y costosa. Es por eso que en general en el interior de esas industrias, debido a la acumulación interna, las fuerzas de la competencia no operan para conservar en un límite los márgenes de beneficio neto, a niveles dados de utilización.

No obstante, ahora tenemos que introducir un factor nuevo. Hasta aquí hemos supuesto que la inversión tiene lugar dentro de la industria; pero es posible que los fondos acumulados por las empresas se empleen en establecer empresas nuevas en otras industrias. En esa forma tienen un escape los fondos de inversión destinados a equipo de capital. Entonces, encontramos que en cada una de las industrias compiten en forma simultá­nea los fondos nuevos que entran desde fuera, establecen empresas nuevas y así afectan la estructura de los precios. ¿Qué tan fuerte será la influencia de este tipo de competencia, para mantener dentro de ciertos límites a los márgenes de beneficio?

Aquí de nuevo la cuestión crucial es el incentivo a invertir. Tomemos primero la posibilidad de las entradas nuevas en las industrias oligopolistas antes mencionadas. En ese caso son tan difíciles cuando menos como hacer la expansión de una de las empresas existentes a expensas de las otras. La magnitud de los márgenes de beneficio corriente es una medida de la altura del muro que tienen que escalar con sus esfuerzos para vender las empresas de reciente entrada, si es que quieren eliminar a las existentes. Por otra

l'ATRÓN D E COMPETENCIA D E N T R O DE UNA INDUSTRIA 87

parte, si las empresas nuevas se limitan a compartir el mercado con las otras, se reducirá la ufilización de la capacidad, y con ello decrecerán las tasas de beneficio; pero se conservarán igual los márgenes del beneficio neto, a niveles dados de utilización de la capacidad. En este sentido, no habrá contracción de los márgenes de beneficio. Por lo tanto, el nivel corriente de las tasas de beneficio en una industria oligopolista está muy lejos de ser una medida de la rentabilidad que una empresa nueva puede esperar obtener de su inversión. A menos que la empresa nueva pueda estar segura de contar con ventajas diferenciales considerables debido a innova­ciones, la tasa de beneficio que puede esperar será considerablemente me­nor, y por consiguiente el incentivo para invertir será débil. Las perspecti­vas de que en esas industrias el capital del exterior entre a competir, y que como consecuencia ocurra una contracción de los márgenes de beneficio, en general son limitadas, si bien no dejan de existir.

¿Qué hay acerca de las posibilidades de que los fondos del exterior entren a las industrias "competitivas" en las que hay productores margina­les que sólo obtienen beneficios normales? Si los fondos "excedentes" que se acumulan en las industrias oligopolistas se abren camino hacia esas industrias, pueden ocasionar que en ellas se reduzcan los márgenes de beneficio, y así el esquema de la competencia de algún modo podrá funcio­nar en la economía en conjunto. Aunque en las industrias "competitivas" la entrada de los fondos exteriores es mucho más fácil que en las industrias oligopolistas, todavía está presente una dificultad más general. Cuando opera el factor de la competencia imperfecta, se opone al establecimiento de una empresa nueva, aun con más fuerza que la ejercida en contra de la expansión de una de las existentes. Una empresa nueva encuentra más difícil empezar de cero y formarse un mercado, que lograr su expansión una de las ya existentes. Sobre todo, es necesario que transcurra un tiempo considerable, intervalo durante el cual la empresa nueva no obtendrá bene­ficios y hasta puede tener pérdidas. Es posible evitar la necesidad de es­perar a formarse un mercado, si se empieza por hacerse cargo de una empresa existente y de su equipo; en ese caso es preciso pagar la buena voluntad de que ésta disfruta, pero cuando menos se ahorra tiempo. De hecho, en la práctica parece que ésta es la forma en que con más frecuencia los fondos empresariales entran a una industria nueva. En todo caso, una empresa nueva precisa de un considerable costo de ventas adicional, lo que estorba el movimiento de los fondos empresariales entre las distintas indus­trias. Este factor justifica el supuesto hecho al principio, de que los em­presarios prefieren invertir en su propia industria, pues es un factor que debilita el incentivo a invertir fuera de la propia industria. A ello hay que añadir el riesgo que corren los empresarios al entrar a una industria que no les es conocida.1 2

1 2 Véase M. Kalecki, Studies in economie dynamics, p. 62.

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88 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

En resumen, podemos decir que en las industrias en donde los produc­tores marginales obtienen beneficios "anormales" el efecto competitivo de la acumulación interna se debilita considerablemente, debido a la magnitud de los esfuerzos por vender que se requieren para expulsar a los produc­tores marginales. Por lo tanto, en esas industrias la acumulación interna tiende a exceder del monto requerido para la expansión del equipo de capital. La corriente de los fondos "excedentes" hacia otras industrias se ve estorbada por el esfuerzo adicional requerido para entrar en líneas nuevas, lo que debilita el incentivo a invertir que puedan Jener los dueños de esos fondos. La limitación automática de la tasa de acumulación inter­na, y por tanto de los márgenes de beneficio, a niveles dados de utilización, resulta seriamente perturbada. El oligopolio es como arena arrojada en el mecanismo de la competencia antes descrito.

VI. EL COSTO DE VENTA Y LA COMPETENCIA EN CALIDAD

1. En la sección anterior nos hemos ocupado de los costos de venta sólo en uno de sus aspectos. Se han considerado como uno de los métodos con que los productores más eficientes tratan de ganar una mayor porción del increado, a expensas de sus rivales más débiles, y se han estudiado como una alternativa al método de reducir los precios. Sin embargo, éste no es el único aspecto de los costos de venta. Es cierto que hay muchas industrias en las que todos los productores incurren en costos de venta, hasta los que luchan en el margen de la supervivencia. Así parecería que los costos de venta fueran parte ineludible del costo del productor marginal, que es el que determina el precio, o más bien el sistema de precios de la industria. mi lo tanto, tenemos que examinar con más detalle el problema de los costos de venta.

El costo de venta es un concepto teórico, y establecerlo estadística­mente no es algo sencillo y directo. Lo que las estadísticas y la contabili­dad de los empresarios nos ofrecen en forma directa es más bien el costo ¡le distribución, un concepto mucho más amplio. Incluye todos los costos en que se incurre al distribuir y vender, en contraposición al producir la mercancía o el servicio de que se trata. El Censo de Empresas de los Istados Unidos, por ejemplo, incluye en el costo de distribución de los productores el pago de los empleados dedicados a vender, a la publicidad, promoción de ventas, crédito, envío, instalación y servicio de los bienes vendidos, así como los gastos de viaje de los vendedores, los de publicidad, crédito y cobros, y la asignación correspondiente de los costos generales, ín un sentido más amplio, el costo del transporte y almacenamiento tam­bién puede ser incluido en los costos de distribución.

Ahora bien, teóricamente el costo de distribución se puede dividir en dos partes. En una se incluyen los costos distributivos propiamente dichos, en los que debe incurrirse por lo que llamaremos razones técnicas, ya sea que recaigan sobre el productor, el mayorista o el vendedor al menudeo. I os bienes tienen que ser empacados, consignados, almacenados, transpór­talos, y hay que mantener todo el aparato necesario para una ordenada distribución y cobro de los pagos. Puede cambiar la técnica de esta distri­bución, lo mismo que cambia la técnica de producción. Por tanto, los costos de distribución propiamente dichos pueden variar, tal vez hasta decrecer si hay una creciente eficiencia de la técnica; pero su carácter como costos determinados técnicamente no se modifica por ello. En la ol ía parte se incluyen los costos de distribución que no son técnicamente necesarios, pero en los que incurre la empresa individual con el propósito

[89]

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90 P R E C I O S , C O S T O S Y M Á R G E N E S D E B E N I I I I I I |

de agrandar su mercado; también pueden realizarlos un grupo de empre | o una industria, con objeto de agrandar el mercado del grupo o la indui tria, pero este caso probablemente reviste escasa importancia. Son los U¿ mados costos de venta. De inmediato se hace evidente la peculiaridad de esos costos, si consideramos que en el caso de los otros costos, como los dj producción, y los de distribución propiamente dichos, el empeño pred nante de los empresarios es reducirlos, mientras que en el caso de I.. costos de venta ésa no es su preocupación principal. Más bien a veoH parece que los aumentaran intencionalmente.

La distinción que han introducido las autoridades en la materia1 t il vez no sea tan sencilla como parece a primera vista. Si los costos de venia de cierta clase, v. gr. los de publicidad y propaganda, se han convertido OH una práctica aceptada dentro de la industria, puede ser que sea tan necesa­rio para la empresa individual incurrir en ellos, como es el caso de lo* costos de producción, pues simplemente no existirían si no los realizaras Es probable que de ordinario fuera imposible vender cigarrillos sin publn i

dad. Sólo podemos llegar hasta el fondo del problema si nos percatamos de que es un punto surgido de la organización social. Los costos de venia están ligados a la existencia de las empresas individuales competidoras, \ de las industrias privadas competidoras; no serían necesarios si no huinri.i empresarios individuales competidores, sino una producción socializada, 0 1 1 la que todavía serían necesarios los costos de distribución. Una gran partí de los costos de venta de una industria serían innecesarios si esa indusiiia fuera propiedad por entero de una sola agencia controladora, aunque lo davía restaría la parte de los costos de venta que se deben a la competciu | | entre las industrias.

Desde este punto de vista se puede comprender bien el sentido en qm se dice que los costos de venta no son "necesarios". Todavía queda UM dificultad referente al modo de aplicar esa distinción en la práctica, apa) i> de lo inadecuado del material estadístico. Algunas clases de costos pueden ser asignados sin vacilación a los costos de venta; la propaganda es un c o s i ó de venta puro. Es más difícil el caso de los agentes viajeros y de l.c. sucursales vendedoras, que en parte se pueden considerar como costos de distribución necesarios, pero que en la práctica contienen un elementa} muy importante de costo de venta. En todos los casos la característica M los costos de venta es que se incurre en ellos no con el fin de prestarle un servicio al comprador, sino con objeto de persuadirlo de que ha de coríl prarle a ese abastecedor particular. Las principales formas de persuasión son la atracción masiva impersonal, publicidad, o la persuasión personal individual, por medio de agentes, vendedores y demostradores.

2 . La teoría de los costos de venta puede basarse en las considerado nes más sencillas posibles. ¿Por qué se incurre en costos de venta? Un

1 Véase Chamberlin, Theory of monopolistic competition, pp. 117 ss.

n i V I N T A Y C O M P E T E N C I A E N C A L I D A D 91

o i o que puede permitirse una agresiva política de ventas, por tener, i i i |i inplo, el suficiente margen de beneficio, tiene dos posibilidades

iiivas para "promover", sus ventas: puede reducir sus precios, o | i i i i ' i l i ' incurrir en costos de venta. Si elige esto último, demuestra que lo

leía como el mejor método para ampliar su mercado en las circuns-iniperantes. Esto es, un empresario que incurre en un costo de

tenia tiene que pensar que un cierto porcentaje de rebaja en sus precios es eliciente en cuanto a promover las ventas, que el sacrificio del

mi porcentaje, calculado sobre las ventas esperadas, en la forma de |H«I"'. de venta.

\ I I O I ; I bien, si podemos suponer que las reacciones de los comprado-n i i o de ciertos límites, son simétricas, o de acuerdo con la termino-

| U I I M de la teoría actual, si la curva de la demanda individual es continua, M p o . i l i l e desprender de inmediato una conclusión importante: una empre-

• | | i i ie que poder aumentar su precio en cierta proporción y utilizar el muíIM n ipic gana así, en gastos de venta adicionales que le den como o liado una ganancia neta en forma de un mayor volumen de ventas. La

ul de este efecto neto sobre el volumen de las ventas dependerá del Mirtilo en que los gastos de venta sean superiores a una reducción del costo le 11 misma proporción, como método para promover las ventas.

I lactible suponer que en el caso de muchas mercancías una baja del | i | i ' lo iclativamente pequeña tenga poco o ningún efecto en el volumen de VIMI I I I S , v que tenga una influencia importante un gasto de venta de la l l l l m u a magnitud, en proporción a las ventas. La superioridad de los méto-

i le "ventas" sobre el de rebajas del precio será muy marcada. También i i iilde suponer que si consideramos proporciones de gastos de venta

lila ve/ mayores, será forzoso que se vuelvan más importantes los efectos |)a IH« correspondientes rebajas de precio, y la superioridad del método de

obre el de rebajas de precio de ese modo decrecerá con un aumento || 11 pioporción de los gastos de venta; tarde o temprano se llegará a un i l o en que se haga dudosa la superioridad del método de ventas respecto d ||« rebajas del precio, y después las rebajas serán más efectivas que los i i i " , de venta. En otras palabras, la eficacia relativa de los métodos de

comparados con las correspondientes rebajas de precios, decrecerá lula que aumenta el monto de los gastos de venta en proporción a las

C o n base en esta sencüla hipótesis podemos comprender cómo los i de venta conducen a un incremento de precios, y en dónde se

n i i a el límite de ese incremento. Teóricamente, una empresa puede i i i i i n i i i . u su costo de venta y financiarlo con un correspondiente aumento i i I - I I i ¡o, hasta llegar al punto en que el método de ventas deja de ser

H i | a l de rebajas en el precio.

Siempre que esta posibilidad no esté excluida por la forma peculiar del mer-venios de precios, etc., un caso al que volveremos más tarde.

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92 P R E C I O S , C O S T O S Y M Á R G E N E S DE BENEITCII i

¿Cómo se determina el límite hasta el cual los costos de venta pueden elevar los precios? ¿Es determinado tan sólo por las ideas y considerado nes del hombre de negocios, las que pueden ser arbitrarias, o también fO influyen las reacciones reales de los compradores? Podemos eliminar ppl completo el factor arbitrario como un ejemplo abstracto: si hay un mime ro considerable de competidores que solamente obtienen beneficios " males", y si suponemos que son bastante independientes en sus ideas, entonces podrían empezar con políticas diferentes, o sea, incurrir en dis tintos montos de costos de venta. Con un tan gran número de competido res operará el principio de la selección natural, y los que por haber inc rrido en demasiados costos de venta hayan elevado demasiado sus precmN saldrán perdiendo. El resultado será que en esa industria mediante tánico» los empresarios encontrarán el límite en que les será ventajoso incurrir en costos de venta y elevar los precios. Por tanto, el límite no es arbitrario, sino que depende de las reacciones del mercado.

En la realidad es difícil que este mecanismo funcione con tanta suavl> dad. En las industrias en que es limitado el número de los competidores, no se aplica para nada, ya que la "selección" no puede operar en un número pequeño; la extensión en que se elevarán los costos de venta y los precios en esas industrias, de hecho dependerá en gran parte del antojo de los empresarios. Sólo en las industrias con muchas empresas pueden tenei gran influencia las reacciones reales del mercado, en este caso la caracterís­tica más importante es que el proceso para encontrar el límite mencionado es un asunto a plazo muy largo, y por lo tanto, no hay duda de que influyen elementos arbitrarios. No obstante, es de presumirse que la influencia de las reacciones reales de los compradores es muy importante en las industrias en que hay gran número de competidores, por lo que podemos concluir que existe un límite hasta el cual se pueden elevar los costos de venta y los precios.

¿Cuál es la base del supuesto fundamental de una superioridad de los "métodos de ventas" respecto a las rebajas del precio? Al principio hemos sostenido que esta superioridad tiene que existir cuando menos en la men­te de los hombres de negocios, de otro modo no efectuarían ningún costo de ventas, sino que preferirían la baja del precio, excepto cuando ésta fuera imposible. Pero hay un argumento válido acerca de que la superiori­dad de los métodos de venta también existe de facto. Se basa, como es bien sabido, en el conocimiento imperfecto de los compradores acerca de las fuentes de suministro alternativas y su relativa incapacidad para com­parar la baratura relativa de los varios productos competidores, en otras palabras, en lo imposible o lo impráctico de hacer cálculos racionales por parte de los compradores. A esto puede añadirse que aparte de no ser capaces de hacer comparaciones y cálculos racionales, los compradores hasta pueden no desear hacerlos; tienen preferencias irracionales.

Esta ausencia, de parte de los compradores, de una comparación racm

ttttTO D E V E N T A Y C O M P E T E N C I A E N C A L I D A D 93

H dentro de ciertos límites, recibe un gran apoyo de las diferencias entre oductos de las varias empresas. Cuando existen distintos tipos y

fllidades de bienes, se le hace imposible al comprador decidir en forma luíante cuál es el más barato.3 Al mismo tiempo, la existencia de esas diferencias cualitativas favorecen la aparición de las preferencias irraciona-h's del comprador. Así las diferencias cualitativas hacen insensible al com-(iiador ante una competencia de precios, dentro de ciertos límites. Estos limites serán más amplios, mientras más difícil sea la comparación racional llitre las distintas cualidades. En esas condiciones, es obvio que se convier-le en el mejor método de persuadir al comprador de las ventajas relativas de una determinada calidad, frente al método de la competencia de pre­cios. Entonces es posible, dentro de esos límites, incrementar los costos de Venta y añadir al precio ese incremento.

De la naturaleza de la mercancía dependerá el límite de este proceso, (I monto máximo de costos de venta en proporción a las ventas, en que puede incurrir un vendedor marginal carente de ventajas diferenciales. Mientras mayores sean las dificultades para hacer una comparación racio­nal entre las diversas calidades, más amplios serán los límites entre los cuales la competencia de precios es inferior a los métodos de ventas, y por lo tanto mayor será la proporción en que los costos de venta podrán ser efectuados y financiados con un incremento de los precios. En el caso de una mercancía que es homogénea, o cuyas diferencias cualitativas se pue­den reducir con facilidad a cantidades mensurables, el método de ventas sólo es superior dentro de límites muy estrechos y será muy pequeño el costo de venta en que se incurra. Cuando existe diversidad de calidades y tipos, pero cuyas ventajas pueden todavía ser juzgadas en términos raciona­les, aunque para el comprador sea difícil hacerlo, el margen de los costos de venta será mucho más amplio que en el primer caso. Las máquinas y los diversos tipos de equipos eléctricos, por ejemplo, pueden ser juzgados según su funcionamiento, aunque al comprador se le dificulta mucho ha­cerlo, y con frecuencia lo descubre cuando ya es muy tarde. Por último, en esos casos en que no es posible juzgar racionalmente las diferencias cualita­tivas, como ocurre con los alimentos elaborados, las bebidas y los cosméti­cos, o cuando la ignorancia de los compradores tiene que ser muy grande, como en el caso de las medicinas de patente, será mucho mayor la propor­ción en que pueden aumentarse los costos de venta.

3. La limitada capacidad de los compradores para comparar y juzgar la calidad, así como las preferencias irracionales, provocan un fenómeno que lia llamado mucho la atención, el empeño consciente de los hombres de negocios por ofrecer tipos y cualidades que son diferentes de los que

3 Excepto cuando la diferencia cualitativa se puede reducir a una cuantitativa, la que es fácil de establecer; de hecho, este caso es el mismo que el de un producto homogéneo.

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94 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEFICIO

ofrecen sus competidores. Esto se llama diferenciación del producto, lili gran parte es lo mismo que lo que los hombres de negocios denominan competencia en calidad, con sólo que ampliemos este término lo bastante para incluir los intentos por ofrecer, no calidades técnicamente mejores, sino bienes que en una u otra forma cuando menos parezcan ser de calidad superior o preferible. Por tanto, vemos que una vez que se limita la capaci­dad del comprador para juzgar y comparar las calidades en forma racional, aparecen automáticamente diversidad de tipos y calidades. Producir una calidad mejor, o que parezca "mejor", a un precio dado, aunque cueste más producirla, se recomendará por sí solo a una empresa, si sus efectos sobre el volumen de ventas son mayores que los de una rebaja del precio de la misma magnitud. Es probable que se realicen esas condiciones, si el juicio del comprador es defectuoso en la forma descrita. La consecuencia será que en esa industria la competencia de precios será sustituida, dentro de ciertos límites, por la competencia en calidad: las empresas se esforza­rán en crear calidades mejores, o supuestamente "mejores", a un costo que añadirán a su precio. De nuevo el límite de este proceso está dado por lo defectuoso del juicio del comprador. Por supuesto que esto no es constan­te; en el caso de las maquinarias y equipo, por ejemplo, el conocimiento y la capacidad para juzgar su funcionamiento aumentará a medida que tenga mayor difusión el empleo de la máquina, y entonces puede ganar de nuevo terreno la competencia en el precio.

Sería inútil tratar el caso de la competencia en calidad por separado y aparte del caso de los métodos de ventas como la propaganda, que antes tratamos. De hecho, los dos no sólo surgen de las mismas condiciones, sino que en la mayoría de los casos están estrechamente relacionados, hasta prácticamente llegar a ser tan sólo dos aspectos de una misma cosa. Crear una calidad diferente y superior, y persuadir a los compradores de las ventajas del producto de uno, son dos cosas que lógicamente van juntas. SI se incurre en costos de venta destinados a persuadir al comprador, es lógico contribuir a este efecto con la diferenciación del producto; en realidad, la misma propaganda cumple también la función de diferenciar al producto. Si se utiliza la competencia en calidad, su corolario lógico es la aplicación de métodos de ventas. Hay que recordar esta estrecha relación, ya que una separación artificial de los dos fenómenos puede dar por resultado conclu­siones engañosas. 4

4. Resumamos el argumento principal: la superioridad de los métodos

4 E l profesor Chamberlin, por ejemplo, trata la cuestión de la propaganda y del exceso de capacidad, y llega a la conclusión de que, una vez dado cierto grado de di ferenciación del producto, la propaganda tenderá a reducir el monto de la capacidad excedente. Esto parece pasar por alto el hecho de que la publicidad misma conduce I una mayor diferenciación del producto, y en general es parte de ese proceso de dilr renciación del producto, de modo que no se pueden juzgar sus efectos sin tomar eiM en cuenta.

COSTO DE VENTA Y COMPETENCIA EN CALIDAD 9S

do ventas y la competencia en calidad, respecto a una correspondiente iini|iliación de las rebajas de los precios, decrece a medida que se incremen-I.I la proporción de los costos de venta, o el "costo de la calidad" en •lición con las ventas, y desaparece por completo en un punto determi­nado. La proporción de los costos de venta o "costo de la calidad" en que los métodos de ventas o la competencia en calidad deja de ser superior, es • é r e n t e según la naturaleza de la mercancía de que se trate: es mayor •entras más grande sea la dificultad de los compradores para hacer una comparación racional de las calidades. Uno de los factores que afectarán las dificultades de los compradores para hacer esa comparación racional es, un'identalmente, el valor de las compras individuales. Cuando en la compra Individual se gasta una suma pequeña, el precio no importa tanto al com-piador, pues no se tomará la molestia de compararlo; cuando se gasta una 'iiiiua grande de golpe, vale la pena que el comprador obtenga la informa-i mu necesaria para comparar las diferentes calidades y su baratura relativa, B 0 I ejemplo, en función de su funcionamiento.

Ahora bien, es obvio que la cuestión misma sugiere la pregunta de si la superioridad de los métodos de venta sobre las rebajas de precio depende laminen del volumen de las ventas, en otras palabras, del tamaño de la Énpresa. Es de esperarse que en el caso de la propaganda, por ejemplo, la | | H acia de un cierto desembolso no sólo dependa de la proporción entre los costos de venta y su volumen, sino también del monto absoluto de di, líos costos de venta. Esto equivaldría a decir que los costos de venta •Un sujetos a "rendimientos crecientes". El punto tiene alguna importan-• i.i Si los gastos de venta son más eficaces "en grande", y por tanto una impresa de gran tamaño tendrá mejor éxito que una pequeña, con la misma proporción de costos de venta, parece deducirse que los métodos de ventas incrementan la superioridad de las empresas grandes y favorecen la i oncentración.

No es fácil generalizar en esta cuestión. En primer lugar, no es muy plausible decidir hasta qué punto los costos de venta están sujetos a "rendi­mientos crecientes". Al hacer una publicidad de alcance nacional es pro-K.ilile que la suma absoluta que se gaste sea muy importante, y una vez que j ..i publicidad nacional se convierte en una virtual condición para poder ' onipetir en una industria, favorece a las empresas grandes; de hecho, es •fobable que en algunos casos sea un elemento importante para el estable-Imiento de una situación oligopolística, en algunos casos en los que se

iiipuere hacer mucha propaganda, como ocurre con las medicinas de pa-huie y otras drogas.

Si comparamos la publicidad nacional con la local, es más difícil de in r ir el asunto. No es obvio a priori que el segundo método siempre tenga que ser inferior. Si consideramos otros métodos de venta basados en la pi omisión individual, más que en la "atracción de masas", por ejemplo los ajantes de ventas, las demostraciones, etc., entonces es mucho menos evi-

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9 6 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

dente la importancia del monto absoluto del gasto, si no es que enteramen­te dudosa. La posibilidad de mantener más filiales vendedoras, depósitos e instalaciones de servicio, favorece el gran tamafio absoluto de los gastos de venta; pero en el caso de los agentes viajeros no es tan segura la ventaja de los gastos de ventas más cuantiosos.

También tiene que considerarse otro factor que actúa en dirección opuesta, cualquiera que sean los "rendimientos crecientes" obtenidos en las ventas. Hemos visto que los métodos de ventas no pueden estudiarse aparte de la diferenciación del producto; ellos mismos engendran una ma­yor diferenciación del producto, o son parte esencial de ese proceso. Pero una mayor diferenciación del producto significa que se requieren mayores esfuerzos para vender, con objeto de ganar una porción creciente del mer­cado, o para expulsar a los competidores. La diferenciación reduce la superioridad de la empresa grande o con mayor eficiencia técnica, lo que hace menos fácil la concentración. Este efecto de la diferenciación se tiene que comparar con el de los "rendimientos crecientes" de los métodos de venta. En general es difícil decir cuál de los dos es el más fuerte; pero parece que hay industrias en las que prevalecen altos costos de venta, sin que se note una notable tendencia a la concentración.

5. Ahora procederemos a dar una exposición plausible de cómo se introducen en una industria los métodos de venta, y cómo provocan un ascenso de los precios. Es posible imaginar que primero son introducidos por unas cuantas empresas que obtienen una ventaja diferencial en su beneficio, y que quieren utilizarlos con objeto de ganar terreno a expensas de sus competidores. Algunos de éstos con el tiempo descubren que pue­den aplicar los mismos métodos y que hasta pueden financiar su costo mediante un incremento en el precio, con una ventaja neta resultante, que servirá para contrarrestar los esfuerzos para vender realizados por las pri­meras empresas. Oportunamente la aplicación de los métodos de venta se difundirá entre todas las empresas de la industria, lo que llevará a un ala general de los precios; las empresas que los aplicaron primero pueden ejercer represalias con gastos de venta aún mayores y ser respondidos del mismo modo.

Este proceso puede continuar hasta el punto en que los métodos de venta dejan de ser mejores que la baja del precio. Al final harán sentir su superioridad las (empresas que disfrutan de una ventaja diferencial en el beneficio, debido a costos de producción más bajos; pero es preciso darse cuenta de que el proceso descrito tardará un tiempo considerable, de he cho, un buen número de años. En cierta forma se parece a la introducción de innovaciones técnicas y apropiadamente se le ha llamado una "revolu­ción comercial".5 Durante este período la proporción de los costos de venta y los márgenes de beneficio bruto se elevarán en la industria en

5 M. Kalecki, Studies in economic dynamics.

C< >STO D E V E N T A Y COMPETENCIA E N C A L I D A D 9 7

forma gradual, hasta alcanzar el nivel en que la rebaja del precio, a su vez, se vuelva igual de efectiva o más, que los gastos de venta adicionales. Por supuesto que no es constante este límite máximo de los costos de venta; puede cambiar según el grado de eficacia del juicio de los compradores, del cual depende. Cuando sólo hay unas cuantas empresas, puede cambiar simplemente al variar la política de una de ellas. En este último caso, por esa causa podemos tener períodos de costos de venta y competencia en calidad, alternados con períodos de competencia en el precio.

6. Ahora volveremos al punto que abandonamos al principio de la sección. Con independencia de la naturaleza de la mercancía, puede haber otra razón muy diferente para aplicar métodos de venta. Cuando la compe­tencia en el precio está excluida en una industria por acuerdos tácitos o explícitos o por haber liderazgo del precio, y si el mercado no está repar­tido entre las empresas, ¿esto sólo no dará por resultado la existencia de costos de venta?6 Ése puede ser el caso; pero si hay irracionalidad de parte de los compradores, si el bien es homogéneo y su precio se puede comparar con facilidad, entonces quedará poco espacio para los múltiples artificios ingeniosos destinados a persuadir al comprador, que estamos acostumbra­dos a asociar con los métodos de venta. La argucia principal consistiría en tratar de estar en primer lugar, cuando se tratara de hacer un pedido.

Por lo tanto, podemos conjeturar que la imposibilidad de la competen­cia en el precio, debido a convenios o al liderazgo en el precio, puede ser un factor que refuerza, pero que difícilmente origina, los costos de venta cuantiosos.

7. En seguida se presentarán algunos datos respecto a los castos de distribución de los industriales. Están basados en el Censo Económico de los Estados Unidos en 1953, el único que contiene esos datos. Se han recopüado los costos de distribución de la industria, correspondientes tan sólo a cerca del 40% de las ventas, pero es una muestra de mayor tamaño que la que es posible obtener de cualquiera de las encuestas privadas. Por otra parte, son pocos los detalles de que se dispone; sólo se dan por separado dos partes de los costos de distribución: "nómina de pagos" y "otros gastos". Los datos no comprenden ni el transporte ni el almacena­miento; en consecuencia, no podemos separar los costos de venta ni si­quiera en forma aproximada. Las diferencias mostradas por los costos de distribución, como una proporción de las ventas, no sólo se deben a las tlistintas proporciones de los costos de venta efectuados, sino también a las diversas proporciones de los "costos de distribución necesarios", los que se ven influidos por una diversidad de factores. Es probable que el factor más importante sea el valor del promedio de los pedidos individuales que se manejan; mientras mayor sea, menor será el costo de distribución como

6 Este punto ha sido subrayado, tal vez en demasía, por Paul M. Sweezy, The iheory of capitalist development, p. 281.

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98 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEFICIO

proporción de las ventas. Pero los costos de venta deben ser bastante importantes para mostrar su influencia, cuando se compara un gran núme­ro de industrias. Con objeto de que se vea esa influencia y al mismo tiempo se pueda hacer una confirmación tentativa de la teoría, tratamos de selec­cionar de entre todas las industrias, las de productos con características bastante homogéneas, o sea, aproximadamente productos "estandariza­dos". Por desgracia esta selección es algo arbitraria; no hay forma de mcdu el grado en que está estandarizada la calidad. Pero disponemos de ciertos criterios aproximados, para hacer una selección. Algunos bienes por natu­raleza son bastante uniformes y ofrecen escasas posibilidades técnicas para la diferenciación; por ejemplo el azúcar, el hielo, los metales y los elemcn tos químicos básicos; para otros, como la harina, el hilo de algodón, etc., se han desarrollado métodos racionales que permiten determinar su cali dad. Los bienes "estandarizados" que se han elegido, así como la propor ción de los costos de distribución, aparecen en el cuadro 7. Con objeto de reducir la comparación a una cifra sencilla, hemos calculado la mediana do los costos de distribución de todas las industrias y del grupo de los pro­ductos estandarizados (cuadro 8). La mediana de la proporción de los costos de distribución de las industrias es 11.7%, la de los productos es 6.6%. El resultado de la comparación parece ser bastante satisfactorio, sobre todo si tomamos en cuenta que los casos de altas proporciones de costos de distribución que aparecen entre los productos estandarizados se pueden atribuir a circunstancias especiales. La sal, por ejemplo, aunque técnicamente es bastante homogénea, es probable que ofrezca campo a la aplicaoión de los métodos de venta, debido a las pequeñas sumas que individualmente se gasta en ella. El hielo puede tener elevados "costos de distribución necesarios", debido a sus características peculiares. Un hecho curioso es la elevada proporción del costo de distribución de los materiales para construcción, pero en el año considerado sus ventas estuvieron a un nivel excepcionalmente bajo (las fábricas de cemento trabajaron a cerca del 30 por ciento de su capacidad) y la proporción del costo de distribución puede haber side considerablemente mayor que la de épocas normales.

Sin embargo, el valor de la comparación se reduce en forma consideia ble por el hecho de que la mayor parte de los productos estandarizado-, que se han elegido se manejan en cantidades muy grandes. Esto tiene que reducir los "costos de distribución necesarios" como porcentaje de las ventas.7 Si bien parece ser cierto que los productos estandarizados, poi arbitraria que pueda ser la definición, tienen una más baja proporción de costos de distribución, sólo se puede conjeturar que probablemente se debe tanto a los más reducidos costos de distribución necesarios que están involucrados, como a los bajos costos de venta.

7 Este factor explicará la baja tasa de los costos de distribución de alguno-, di los productos no estandarizados, como es el caso del empaque de carne (4.4 pM ciento).

COSTO DE V E N T A Y COMPETENCIA EN C A L I D A D 99

CUADRO 7 COSTOS DE DISTRIBUCIÓN DE LOS I N D U S T R I A L E S COMO PROPORCIÓN DI-: LAS V E N T A S (1935) ¡( 'cnso económico de los E. U.)

Nómina Otros 'Productos estandarizados' de pago gastos Total Notas

Harina 2.0 3.0 5.0 Hielo 14.4 10.9 25.3 licores destilados 3.5 4.8 8.3 Malta 2.0 2.3 4.3 Pulido de arroz 1.4 5.2 6.6 Azúcar de remolacha 0.4 9.1 9.5 Azúcar de caña 1.7 3.0 4.7 Kefinación de caña de azúcar 0.4 1.2 1.6 Hilos para alfombras de lana 1.3 0.5 1.8 ( oí deles y cuerdas 3.2 5.0 8.3 Artículos de yute 1.9 2.1 4.0 Hilazas de hilos de algodón 3.0 3.4 6.4 Madera n.e. en o.p. 3.1 5.0 8.1 estandarización

muy limitada Papel 2.7 3.9 6.6

Pulpa 0.9 1.8 2.7 Sustancias químicas n.e. en o.p. 2.7 6.1 8.8 Sustancias quí­

micas básicas estandarizadas, pero no tintes

(lases comprimidos y licuados 5.0 10.2 15.2 Drogas pulverizadas 1.3 0.5 1.8 líxplosivos 5.5 6.7 12.2 Sal 9.8 16.2 26.0 Aceite, pasta y harina de semilla

de algodón 1.8 2.5 4.3 Aceite, pasta y harina de linaza 1.3 2.8 4.1 Kefinación de petróleo 1.8 5.0 6.8 Productos de coque horneado 2.2 2.6 4.8 ('ueros 2.4 4.5 6.9 estandarización

muy limitada Productos de arcilla n.e. en o.p. 7.1 7.2 14.3 i emento 4.8 7.7 12.6 (irafito 6.0 8.7 14.7 1 al 5.2 5.4 10.6 Tabique macizo de cal 5.8 5.2 11.0 Yeso 7.8 10.2 18.0 Vidrio 3.6 3.4 7.0 Productos de altos hornos 0.6 0.9 - 1.5 l'ioductos de laminadoras 2.0 2.4 4.4

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100

C U A D R O 7 (cont.)

PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEFICIO

'Productos estandarizados' Nómina Otros de pago gastos Total

Tubería de hierro vaciado 4.5 3.1 7.6 Tubería forjada 2.3 3.5 5.8 Forjaduras 4.8 2.9 7.7 Acero estructural 6.5 4.8 11.3 Barriles de acero 2.8 4.3 7.1 Alambre 3.1 4.2 7.2 Resortes de acero 2.9 4.0 6.9 Tornillos, tuercas, etc. 5.3 3.6 8.9 Clavos, puntas 4.0 7.2 11.2 Latas de estaño 2.1 2.2 4.3 Productos de aluminio 3.7 3.7 7.4

Aleaciones de metales no ferrosos 3.7 3.1 6.8

Obras de láminas de metal 8.3 7.4 15.7 Fundición y refinación, cobre 0.4 0.5 0.9 Fundición y refinación, plomo 1.6 6.8 8.3 Fundición y refinación, zinc 2.0 2.0 4.0 Fundición y refinación,

no del mineral 1.9 1.8 3.7 Fundición y refinación, oro,

plata 1.9 13 » 3.5 Hojas de estaño 2.5 1.0 3.5 Tubos plegables 1.8 1.6 3.4 Fundiciones 3.9 4.0 7.9

Notas

Además con­tiene producU diferenciados

Sobre todo vaciados tos

Alimentos 'no estandarizados'

Bebidas 11.0 11.9 22.9 Productos de pastelería 12.1 8.7 20.8 Galletas 7.0 10.0 17.0 Mantequilla 3.5 3.4 6.9 Queso 5.7 4.5 10.2 Licores, malta 4.1 9.8 13.9 Licores, rectificados

y mezclados 4.6 7.4 12.0 Licores, vinosos 5.4 15.2 20.6 Leche condensada 3.9 5.7 9.6 Oleomargarina 2.2 8.8 11.0 Frutas y legumbres secas

y enlatadas 4.3 7.7 12.0 Pescado enlatado 2.4 5.4 7.8 Preparaciones de cereales 3.9 9.8 13.7

(OSTO D E V E N T A Y COMPETENCIA EN C A L I D A D 101

Nómina Otros Alimentos 'no estandarizados' de pago gastos Total Notas

Miel de maíz 2.2 5.7 7.9 l.xtractos saborizantes 10.4 12.8 23.2 Confitería 5.6 6.6 12.2 Chocolate 3.2 4.0 7.2 Coma de mascar 3.6 20.2 23.8 Helados 9.9 12.9 22.8 Vinadre y sidra 43 5.0 9.6 Hmpaque de carne 1.7 2.7 4.4 Pollos, etc. 3.3 3.5 6.8 Salchichas 6.6 5.50 11.6 P'reidores 0.9 2.9 3.8 Preparaciones alimenticias

n.e. en o.p. 6.3 11.7 18.0 Pastas 5.2 7.9 13.1 Alimentos preparados para

animales 3.1 4.1 7.2

l'roductos químicos, un estandarizados

Preparaciones pulidoras 30.1 y limpiadoras 11.5 18.6 30.1

Medicinas de patente 7.1 14.6 21.7 fertilizantes 4.8 7.3 12.1 < (impuestos químicos

24.3 industriales y domésticos 11.8 12.5 24.3 Rayón 1.1 3.6 4.7 Jabón 6.0 13.6 19.6 Pintura y barnices 8.7 8.9 17.6 Perfumes y cosméticos 8.6 18.9 27.5 Polvos de hornear 8.6 13.4 22.0 Municiones 5.1 7.8 12.9 lletunes, etc. 11.7 12.8 24.5 Azules de lavandería 18.0 11.7 29.7 Negro de hueso 2.0 5.8 7.8 Velas 8.2 16.5 24.7 1 uegos de artificio 3.3 4.8 8.1 (loma y gelatina 7.8 8.3 16.1 < i rasas y sebos 3.6 6.9 10.5 1 inta, de imprimir 11.8 8.3 20.1 1 inta, de escribir 9.9 10.6 20.5 Mucílagos 10.8 9.4 20.2 ( uitientes 7.2 7.6 14.8 Destilación de madera 4.0 2.9 6.9 Aceite, esencial 5.0 4.5 9.5 v nte, n.e. en o.p. 2.3 5.1 7.4

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102 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENI

C U A D R O 8 DISTRIBUCIÓN D E F R E C U E N C I A DE LOS COSTOS D E DISTRIBUCIÓN Cl IMI P O R C E N T A J E DE L A S V E N T A S

Todas las industrias Productos 'estandarizados' Alimentos no estandarizados Productos químicos no

estandarizados Maquinaria (todas) Textiles (todos)

7o % 7o 7o 7o % O- 2.5- 5.0- 7.5- 10.0- 12.5- i • O

28 34 57 56 41 14 13 10 5 3 2 4 4 6 3

1 2 3 2 2 - 1 3 7 5 9 9 16 16 2

7o 7o 7o 7o 22.5- 25.0 - 27.5 - 30.0

32.5 Todas las industrias 22 17 14 Productos 'estandarizados' 1 -Alimentos no estandarizados 1 2 4 Productos químicos no

estandarizados 2 5 3 Maquinaria (todas — 1 1 Textiles (todos) 4 1 3

/ / "/

o..

/ / «

12.1 9.Í

El examen de algunos de los grupos industriales muestra que los | ductos químicos, con exclusión de los estandarizados, tienen la propon |< más alta de costos de distribución; la mediana es de 18.8 por cíenlo | duda se debe en gran parte a los costos de venta. En el caso de los a l u n e

tos no estandarizados la mediana es casi semejante a la de todas las i n d i

trias; corresponde a la maquinaria el 12.5 por ciento, a los textiles 9.6, es más baja que la mediana de todas las industrias.

Il I A COMPETENCIA DEL CAPITAL ENTRE LAS INDUSTRIAS

io antes se mostró, el problema de los precios y los márgenes de Ni H ' I icio se puede tratar bajo la forma de una teoría de la renta diferencial modernizada, en tanto que existan productores marginales que obtengan i I icios normales en la industria de que se trate. Pero, ¿qué ocurre con

i industriasen donde las mismas empresas marginales, los productores los más elevados, disfrutan de un beneficio? Hay que mostrar cuán­

do y cómo se determina ese margen de benefìcio de los productores de nulos elevados.

(orno ya se ha argumentado, este caso tendrá importancia práctica lOlo cuando las empresas marginales no son pequeñas en el sentido usual ildl término. Tendrá mayor importancia en las industrias en que sólo exis-|i ii unas cuantas empresas y en las que la política de precios se determina i ncdio de convenios o por un liderazgo del precio. Parece que en este t*H*o la teoría tradicional no proporciona una explicación satisfactoria de la rumiación de los precios. Su respuesta principal sería que la competencia llllrc las diferentes industrias, la posibilidad de sustitución por los produc-i " . de las otras industrias, establece un límite a la explotación del mercado

liante una política de precios monopolistica. Esta respuesta no es satis-tai loria, porque se han sobrestimado las posibilidades de competencia en-lli las diferentes industrias. Es probable que una competencia entre las iiilu .trias, que tenga suficiente importancia práctica para la formación de mi.i política de precios, sólo existe en una minoría de casos (un ejemplo es ti ' "inpetencia entre el rayón y otras fibras). Probablemente lo ordinario | uue sea baja la elasticidad de la demanda de una industria (capítulo ni) , Bol lo cual tenemos que concluir que la política de precios es determinada

dgunos otros factores;. lis obvio que este otro factor sólo puede ser la competencia potencial

ilt< los productores de nuevo ingreso. Esta competencia potencial se ve i. balitada en aquellas industrias en las que no pueden competir las empre­ñe, pequeñas; de hecho, es justamente debido a esta dificultad en la en-|imía, que los productores marginales pueden obtener un beneficio en esas industrias. Pero esto no significa que esté eliminada por completo la ame­naza potencial de los nuevos ingresos.

En la teoría clásica de los precios, con más exactitud en la ricardiana, . I afecto competitivo de las entradas nuevas desempeñaba un papel primor-li.il en la forma de la "ley de igualación de la tasa de beneficio". Es

pi "leíble que el principal defecto de esta ley sea que no considera los • lili lentes grados de escasez del capital empresarial de diversos tamaños,

U 0 3 1

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1 0 4 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES DE BENEI ICMj COMPETENCIA D E L C A P I T A L E N T R E INDUSTRIAS 105

así como las distintas oportunidades técnicas abiertas ante ellos. Cónsul, raba que las unidades de capital de tamaño reducido eran tan buenas como las grandes, y a todas les suponía las mismas oportunidades, con lo cual pasa por alto una de las modalidades más importantes del capitalismo.

Este defecto se hubiera podido remediar con facilidad de haberse supuesto una ley de igualación de la tasa de beneficio, para el capii.il empresarial de cualquier tamaño determinado. Esta ley (válida tan sólo cotí el supuesto de la movüidad del capital en el período largo) de hecho serviría para determinar toda la estructura de los precios. Imaginemos | todas las empresas clasificadas en cuadro según el tamaño del capital y el tipo de industria. En la mayoría de los tipos no todas las clases de tamaflo en realidad estarían ocupadas por empresas privadas;en algunas líneas ¡n dustriales las empresas irían del tamaño mediano al pequeño, y en otras del mediano al grande. Así, en varias industrias la distribución por tamaños mostraría una sobreposición. Ahora bien, en las industrias en donde hay empresas pequeñas con beneficios normales, el margen de beneficio, y cu forma indirecta la tasa de beneficio, de las empresas medianas es determi nado por las diferenciales del costo. En las industrias en donde las empic sas marginales son medianas, sus tasas de beneficio, y en forma indirecta, sus márgenes de beneficio, son determinadas por la condición de la igual dad de sus tasas de beneficio con las de las empresas igualmente grandes di las industrias mencionadas en primer lugar. Así, es posible determinar toda la estructura de los beneficios con base, en última instancia, en las difercu ciales de los costos.

Al aplicarse el esquema demuestra ser ilusorio, pues no se cumple su principal supuesto, la movüidad del capital en el período largo. Sin embaí go, vale la pena examinar hasta dónde es que falla este supuesto en la práctica. Hay dos razones que ocasionan la inmovilidad relativa del capital empresarial, las que es preciso distinguir con claridad.

La primera razón es que una vez invertido un capital en determinad.i industria, sólo puede ser liberado con gran dificultad. El capital durable o bien primero tiene que ser depreciado, lo que se lleva un tiempo considcia ble, o debe trasladarse a otros usos, lo que implica una pérdida, si acaso si puede hacer. Los inventarios tienen que liquidarse con lentitud. La buena voluntad no se puede recuperar de ninguna manera. Claro que siempre so ha sostenido que el capital sólo puede ser "descongelado" en el período largo. Sin embargo, la verdadera objeción es que no es posible descongela! al mismo tiempo las diversas partes del capital. Es imposible llevar la producción, o cualquier negocio, sin tropiezos y con eficiencia hasta una fecha determinada y al día siguiente liquidar la empresa. Habrá-una etapa de liquidación, durante la cual se tendrán pérdidas cuantiosas. Por lo tanto, en la práctica es de esperarse que una vez invertido el capital en una industria, será difícil retirarlo, en tanto que su empleo proporcione algún beneficio.

El primero de los argumentos que se oponen a la movilidad, el que acabamos de examinar, sólo se aplica al capital ya invertido. Así, queda abierta la posibüidad de que los ahorros nuevos sean "movibles", en el sentido de que pueden ser invertidos en una u otra industria. En la medida en que los ahorros nuevos se formen dentro de la actividad industrial, habrá entonces una tendencia a que se limiten las desigualdades entre las tasas de beneficio de las diferentes ramas. Aquí llegamos a la segunda de las razones que se oponen a la movilidad del capital. Es un factor que ya antes se mencionó (capítulo v): El libre fluir entre las distintas industrias de los fondos recién formados debe presuponer que los empresarios en­cuentran que es tan fácil entrar en una industria que les resulta nueva, como hacer la expansión de su empresa dentro de su propia industria. £s,e_, no es el caso. Entrar en una industria nueva implica adquirir un mercado y una buena voluntad enteramente nuevos, así como hacer nuevas experien­cias y organización. Todo eso es más difícil que hacer la expansión de una empresa existente en la industria. La conclusión es que el flujo real o potencial que puedan tener entre las industrias los fondos de reciente formación, de hecho limitará en alguna forma la desigualdad de las tasas de beneficio entre las industrias; pero esta función la hará en forma muy imperfecta. No podemos más que decir que las desigualdades que sobre­pasen de cierto nivel inducirán este flujo, o sea, atraerán nuevos competi­dores de fuera de la industria.

Ahora estamos en situación de exponer cómo es que debe condicio­narse la "ley de igualdad de la tasa de beneficio", y hasta qué punto determinará el beneficio de un productor marginal de tamaño mediano o grande. En lo que respecta al capital ya invertido, es posible considerarlo como prácticamente inamovible; es muy reducida la posibilidad de su re­tiro, y por lo tanto, si baja la tasa de beneficio de un productor marginal, casi siempre tendrá que resignarse a esa situación. Así, no tiene límite inferior el margen de beneficio del productor marginal. Si. dentro de la industria surge una fuerte presión competitiva, aunque en forma absoluta las empresas marginales sean de tamaño grande, se verán reducidas a la situación de empresas con beneficios normales.

Por otra parte, si en determinada industria la tasa de beneficio de los productores marginales se eleva considerablemente por arriba de la tasa de beneficio obtenida en otras ramas por capitales de tamaño similar, en cierto punto se volverá efectiva la competencia del capital de nuevo ingre­so. Así, podemos decir que la tasa de beneficio de los productores margina­les sólo está determinada dentro de ciertos límites. Mientras más nos acer­camos a una concentración elevada, más arbitrarios se vuelven los márgenes de benef ic ióos posible conjeturar que el elemento arbitrario presente en la determinación del sistema de precios y de márgenes de beneficio se ha incrementado con el desenvolvimiento del capitalismo hacia grados de con­centración cada vez más elevados.)

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106 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES D E BENEFICIO

Puede verse que la limitación del beneficio debido a la entrada de capital nuevo es un factor de importancia práctica, cuando se comparan los casos en que existía un monopolio institucional absoluto, y aquellos cu que la entrada sólo era limitada por las "características de la propiedad". En la industria estadounidense del rayón hasta 1920 existió un monopolio absoluto, basado en los derechos de patente; la American Viseóse Com pany era el único productor. Una vez que expiró la patente en 1920 nuevos productores entraron a ese campo. Parece que entre 1921 y 1929 el beneficio promedio de las compañías productoras de rayón fue bastante más bajo en esos años, osciló entre el 18 y el 50%, que el beneficio obtenido por la American Viseóse Company entre 1915 y 1920, cuando fluctuó entre 26 y 109% 'de la inversión de los accionistas.1 Hay que reconocer que la posibilidad de la entrada de nuevos empresarios, con capitales formados en otras ramas, establece un límite a los beneficios hasta de los grandes productores, pero lo más probable es que deje un margen considerable de indeterminación*

Competition and monopoly in American industry, p. 205.

VIII . UN ESTUDIO DE LOS MÁRGENES DE BENEFICIO EN LA INDUSTRIA DE TRANSFORMACIÓN DE LOS EU

hn esta sección se intentará reunir y comparar algún material relativo a los márgenes de beneficio, o relaciones costo-precio, así como analizarlo a la luz de la teoría expuesta en las secciones anteriores. Kalecki ha mostrado que el margen del beneficio bruto, como un porcentaje del costo de la mano de obra y las materias primas, en la industria de transformación de los EU se incrementó en forma notable entre 1923 y 1931, y que la participación de los jornales en el valor agregado decreció de manera co­rrespondiente en el mismo período. 1 En el presente estudio se ha realizado un cálculo análogo sobre la participación de los jornales, con respecto a los diversos grupos de industrias por separado, y en lo posible para las indus­trias individuales. Descubriremos que estos cálculos revelan diferencias im­portantes en el comportamiento de las distintas industrias. Es cierto que la mayoría de las industrias participan en la declinación general que mostró la porción de los jornales en la "Nueva Era" (tercera década), pero no siem­pre es igualmente marcada esa declinación, y en algunos casos resultó ser meramente temporal, y en otros no/Las industrias que tienen una gran concentración y en las que es difícü entrar (a las que podemos llamar algo vagamente "industrias oligopolísticas"), en la mayoría de los casos mues­tran un mayor |es£ftme«tó en la participación de los jornales en el valor agregado (o lo que es lo mismo, un incremento en la participación del beneficio bruto en el valor agregado) durante la década de 1920, y en la época subsecuente este movimiento no se invierte (o sólo lo hace en parte). En las industrias en donde la entrada es relativamente fácil y en las que las empresas pequeñas y medianas contribuyen en una proporción considera­ble al producto total (en este sentido en particular podemos llamarlas "industrias competitivas"), encontramos que en su mayoría muestran una tendencia a que la baja de la participación de los jornales sea menos acen­tuada en los años veinte, tendencia que se invierte en la época subsecuente de los años treinta.

El resultado presenta una marcada semejanza con el del estudio de J. M. Blair, 2 aunque el método estadístico utilizado es diferente, y tam­bién es distinto el enfoque teórico. El objetivo de Blair es comparar el desenvolvimiento de la productividad del trabajo y de los precios en las

1 Studies in economic dynamics, pp. 21 ss. 2 "Labour productivity and industrial prices", Apéndice H de la Monograph

No. 22 del Temporary National Economic Committee.

[ 1 0 7 |

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108 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES D E BENE1ICM |

diferentes industrias.(ía productividad del trabajo se mide según el produc to físico por hora-hombre; su recíproco es el costo en horas-hombre de una unidad de producto. Si imaginamos dar un paso más adelante en esla investigación, por medio de multiplicar el costo en horas-hombre por un índice del costo en salario de la hora de trabajo en la industria correspon diente, la comparación resultante del costo salarial por unidad de producto frente al precio del producto, sería comparable con el presente estudio, la diferencia estribaría tan sólo en el material estadístico utilizado. Aunque al tomar en cuenta el salario por hora-hombre los resultados de Blair sufrirían alguna alteración, especialmente en el caso de la industria automotriz, todavía estaría presente la tendencia que descubrió. Muestra que en las industrias no concentradas, como los textiles y los muebles, la reducción del precio se ha mantenido paralela a la reducción en el costo de la mano de obra derivada de los progresos técnicos logrados; mientras que en las industrias concentradas (cemento, acero, cigarrillos) no ha ocurrido así. Aparte de los factores adicionales que deseamos tomar en consideración además de las modificaciones en los jornales, el objetivo y los resultados de la presente investigación son los mismos. Muestra que comparados con el valor del producto, de 1923 a 1939 los jornales tendieron a decrecer en las industrias concentradas, pero no en las que no lo son.

Sería bueno recordar el esbozo de la argumentación teórica del capí­tulo v. Ahí sostuvimos que en las "industrias competitivas" el margen del beneficio neto a niveles dados de utilización de la capacidad, estaría limi­tado en un nivel determinado por la tasa de inversión de la industria, en proporción con el equipo de capital existente. Así, se mantendría dentro de ciertos límites el margen del beneficio neto, a niveles dados de utiliza ción. En cambio, en las industrias "oligopolísticas" no existe ese lírrdie y por tanto es de esperarse que los márgenes del beneficio neto, a niveles dados de utilización, muestren un incremento relativo con respecto a los de las industrias competitivas. Hablando en general, lo que se ha dicho en relación con los márgenes del beneficio neto a niveles dados de utilización, también es aplicable a los márgenes del beneficio bruto. Sin embargo, hay que establecer una condición. Los costos de venta pueden aumentar, y en la medida en que eso ocurra el margen del beneficio bruto puede incremen­tarse sin que lo haga el del beneficio neto, a niveles dados de utilización de la capacidad. Ese aumento de los costos de venta puede ser muy importan­te en algunas "industrias competitivas", y de hecho, como habremos de ver, tiene importancia en muchos casos. A este respecto, la distinción entre las industrias "competitivas" y las "oligopolísticas" no se notará clara mente en el comportamiento de los márgenes del beneficio bruto, ya que éstos también reflejarán los aumentos de los costos de venta. En cuanto a los costos generales en conjunto, más tarde estudiaremos su posible in­fluencia.

Hay que notar que no calculamos el beneficio bruto como un "tope",

KSTUDIO D E LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O 109

o sea, como un porcentaje de la suma del costo de la mano de obra y de las materias primas. Las razones son teóricas, en primer lugar, porque en el presente análisis el "tope" no desempeña el papel tan importante que tiene en la teoría de Kalecki. El "tope" deriva su importancia teórica del con­cepto de la elasticidad de la demanda, al que nosotros hemos descartado por completo como uno de los determinantes de la política de precios. En segundo lugar existe una razón estadística: puede haber cambios en el grado de integración, que afecten al tope de manera que se modifique sin que refleje una variación real en la relación costo-precio. Por lo tanto, nos conformamos con calcular el porcentaje de la participación de los jornales en el valor agregado, cuyo complemento (100 menos el porcentaje de la porción correspondiente a los jornales) constituye la participación de los beneficios brutos en el valor agregado. Cuando hablamos de margen del beneficio bruto, por lo tanto, siempre nos habremos de referir a los bene­ficios brutos como un porcentaje del valor agregado.

Por supuesto que hacer un análisis del comportamiento de los márge­nes de beneficio en varias industrias, con base en nuestra teoría, requiere de algunos criterios de acuerdo con los cuales determinar el carácter de la industria, es decir, si es o no "competitiva" y hasta qué grado lo es. Esto se ve facilitado grandemente por el hecho de que son varias las ramas indus­triales importantes que en realidad representan casos extremos, de una concentración elevada con empresas muy grandes, y en consecuencia con fuertes obstáculos a la entrada de nuevas empresas, o bien son casos de baja concentración, con empresas pequeñas o moderadamente grandes, a las que corresponde una gran parte del producto. La clasificación de esas industrias en una u otra categoría, en gran parte se puede hacer tan sólo con base en el material descriptivo disponible. Acudiremos a ese material descriptivo en proporción considerable.3 Sin embargo, además existen me­diciones estadísticas estrictas del grado de concentración de diversas indus­trias y con respecto a varios productos; esas mediciones están representa­das por la proporción del producto elaborado por las empresas más gran­des; en la práctica se han elegido las cuatro y las ocho empresas de mayor tamaño. Este material ha sido presentado por el National Resources Com-mittee4 y por el Temporary National Economic Committee.5 Permite cla­sificar las industrias según un criterio estadístico, pero es preciso no apli­carlo en forma mecánica. Hay industrias en las que lo decisivo no es el grado de concentración que posean respecto a la economía nacional en conjunto, sino que es más bien la concentración regional la que determina el carácter de la industria, v. gr. el cemento.

Sin embargo, el grado de concentración sólo es una ayuda limitada

3 Por ejemplo, TNEC Monograph No. 21, Competition and monopoly in Amer­ican industry.

4 The structure of the American economy, parte I. 5 TNEC Monograph No. 27, Structure of industry.

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110 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENI I II | | I UDIO D E LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O 111

para clasificar las industrias con el propósito que perseguimos. Lo qdj deseamos es hacer distinción entre las industrias en las que es de esperafÉ opere el esquema "ideal" de competencia, y aquellas en las que no hábil de actuar. A la primera clase pertenecerán las industrias en donde las empresas marginales pueden ser expulsadas con facilidad. Tal será el caso cuando las empresas marginales son pequeñas; pero también puede oci con las de tamaño mediano. Hemos visto casos en que las reducciones del costo de las empresas grandes llegan a tales extremos, que la baja de los precios ocasiona que hasta las empresas medianas vean descender su benefi­cio al nivel "normal". En esa forma, el esquema ideal de la competan u puede operar incluso en industrias en las que las empresas marginales son de dimensiones considerables; cuando menos puede hacerlo en forma tem poral. El que esto ocurra dependerá de las condiciones del progreso técnli I de la industria en ese momento. Sin embargo, es posible decir que mientras más grandes se vuelven las empresas marginales, menos probable es que se aplique el esquema ideal de la competencia. En las industrias con una concentración muy elevada, en donde cuatro empresas producen el 80% o más del producto, es de lo más improbable a priori que se aplique dicho esquema ideal. Además, en los casos en que son bastante cuantiosos los requerimientos mínimos de capital para una empresa de esa industria, como la del acero, etc., tampoco es de esperar que se aplique el esquenu ideal. Por lo tanto, podemos intentar una clasificación burda, recordando siempre que no es rígida la línea divisoria entre las dos clases de industrias

Observaciones técnicas

La participación de los jornales en el valor agregado se calculó con base en el Censas of manufactures durante el período de 1899 a 1939. Existen dificultades técnicas inherentes al cálculo e interpretación de esos datos.

Lo abarcado por el censo en ese período ha cambiado en una ocasión De 1899 a 1919 incluía todos los establecimientos cuyo producto tenía un valor en exceso de 500 dólares al año; de 1921 en adelante sólo incluyó los establecimientos cuyo producto excedía de 5 000 dólares al año. Es peque ño el peso relativo de los establecimientos que en esa forma se excluyeron, en función del valor agregado equivalía al 0.8% en 1919. Con relación a la industria de transformación en conjunto, la participación de los jornales se reduce en 0.2% si se excluyen los establecimientos pequeños. Respecto a las diferentes industrias no es posible obtener series sobrepuestas de la cobertura anterior y la actual, pero es posible conjeturar que el ernn debido al cambio, en la mayoría de los casos no es más grande que el correspondiente a la industria en conjunto. Sólo en algunas ramas, como en la impresión, por ejemplo, la importancia relativa de los establecimu-n tos pequeños es algo mayor, y más grave el error involucrado.

Surge otra dificultad por los cambios en la clasificación de las indus-Inas . En cuanto a la mayoría de las industrias importantes era posible, con los cambios apropiados, obtener una serie continua, con base en una mis­ma clasificación, para la mayor parte del período. Por supuesto que la < lasificación no siempre es la misma que se utilizó en el último censo; cuando era imposible ajusfar la clasificación, hemos dado series sobrepues­tas de la clasificación anterior y la nueva. En el caso en que el cambio de la clasificación era insignificante y no provocaba alteraciones en la participa­ción de los jornales, se han unido directamente las series. Sin embargo, en cierto número de casos la reclasificación de las industrias ha hecho imposi­ble la presentación de series hasta cierto punto comparables, y esas indus-i na s han sido omitidas.

Otro problema surge de la existencia del trabajo por contrato, esto es, trabajo realizado fuera de la planta, con materias primas propiedad de la empresa. El costo de ese trabajo por contrato (trabajo "externo"), o sea, las sumas pagadas por él, desde el censo de 1935 en adelante se tratan del mismo modo que el costo de las materias primas, esto es, se deduce del valor del producto con objeto de obtener el valor agregado. Sin embargo, en los años anteriores está incluido en el valor agregado. Las cifras del costo del trabajo por contrato no siempre están disponibles para los prime­ros años: en general están disponibles de 1923 en adelante y para los años restantes sólo se tienen las cifras de las industrias en donde el costo del trabajo por contrato es realmente importante (esto es, los textiles y la Impresión); en esas industrias en todos los años el costo del trabajo por contrato ha sido deducido del valor agregado. En la mayoría de las indus­trias el trabajo por contrato tiene escasa importancia; el cambio ocurrido en la forma de tratarlo a partir de 1953 se ha tomado en consideración al presentarse series sobrepuestas, excepto cuando no se afectaba el resultado en absoluto y por consiguiente se le podía pasar por alto. Las entradas derivadas del trabajo por contrato siempre han sido incluidas en el valor agregado.

Los impuestos indirectos, al igual que el costo de los materiales, tienen que deducirse del valor del producto, con objeto de llegar al "valor agre­dido" adecuado. Respecto al impuesto sobre el tabaco, se hizo esa opera­ción del censo de 1931 en adelante, mientras que antes se incluía el im­puesto en el valor de los productos, pero no en el de los materiales; en esos primeros años hemos estimado el monto del impuesto con base en los dalos del ingreso interno, y lo hemos restado del valor agregado que con­digna el censo. Como las cifras del ingreso interno corresponden a los años fiscales, la estimación relativa a los de calendario se tiene que hacer por Interpolación. Por lo tanto, el resultado no es muy exacto; pero en el caso del tabaco tiene poca importancia, ya que son considerables las varia­ciones que presenta la participación de los jornales. No deben preocupar­nos las bebidas alcohólicas, en las que el impuesto es de importancia, pues

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112 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BEN E E

de todos modos hemos excluido a esa industria del estudio, debido .1 11 época de la prohibición, que abarcó una gran parte del período considl rado. Respecto a los otros impuestos internos, la introducción del censo di 1937 expone que se han incluido tanto en el valor de los productos c o m í en el de los materiales; no se dice nada acerca del trato que se da a l<> impuestos estatales sobre las ventas, aunque parece son muy pequen., (menos en el caso del petróleo), y de todos modos se pueden pasai pofj alto. 6 Sin embargo, es preciso hacer algunos ajustes por los impuestos .1. las nóminas. Las aportaciones al seguro social de los trabajadores esliln incluidas en el monto de los jornales, pero los impuestos de nómina, pagl deros por los empleadores con destino al seguro social, parecen estar incluí dos en el valor agregado, pero no en los jornales. Como se trata de impui tos indirectos, lo mismo que los impuestos a las ventas o alcabalas, deben ser deducidos del valor agregado. El impuesto de desempleo era del 2% OH 1937 y del 3% en 1938; el impuesto especial de ancianidad fue de 17 | partir de 1937. El primero de esos impuestos no se aplica a las emprciai con menos de 8 empleados, pero la proporción de ellas es muy peqm ifl ,1 para nuestro propósito y puede ser ignorada. Los impuestos se aplican al total de la nómina, esto es, a los sueldos y salarios juntos. Como |fl | salarios constituyen un costo general, se puede considerar que sólo 11 impuesto a los sueldos es un costo primario que debe ser deducido drl valor agregado. Esto se puede calcular con mucha faedidad si se toma el 3% de la nómina de 1937 y el 4% de la de 1939. Entonces ese cálculo del impuesto a los sueldos se deduce del valor agregado, y en esos dos aflOJ aumenta en forma correspondiente la participación de los jornales. En la» cifras de los censos de 1929,1931 y 1933 aparece un defecto molesto. Tu esos tres años en el valor agregado se incluye el costo de los "suministrO/J de planta y taller", que en todos los otros años se trata en forma corroí 1 •> como un costo de materias primas. Este defecto no se puede corregif satisfactoriamente. En 1904 el costo de esos suministros ascendió al () 51

del costo de la materia prima y la mano de obra reunidos, o sea, el 0.91 del valor agregado, en la industria de transformación en conjunto. Esto nos da una idea del orden de magnitud de la corrección que sería preclaa efectuar. En algunas industrias individuales la corrección tendría que sor aún mayor. Como sería difícil conjeturar la magnitud de esa cifra en los años de 1929 a 1933, no hemos intentado hacer la corrección. Por fortuna el error no reviste una importancia capital en cuanto a los resultados, puff] la mayor parte de nuestras conclusiones dependen de los cambios en al período largo, los que se manifiestan en las series calculadas, y no son mu) afectados por los errores relativamente pequeños de los tres años de 192Í 1931 y 1933.

Resta la cuestión de hasta dónde el "valor de los productos" que ||

6 TNECMonograph No. 9, Taxation of corporate enterprise, p. 104.

TUDIO D E LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O 113

jenso consigna para cada industria, y del que se obtuvo el valor agregado, corresponde a los requerimientos técnicos. En principio el valor de los productos es el valor ex fábrica, con exclusión del costo del transporte. Por lo tanto, es de presumirse que los productores que manejan sus propios ilcpartamentos de mayoreo no incluyen en el valor declarado de los pro­ductos la ganancia de mayoreo así obtenida.7 Así, es posible excluir con toda seguridad la posibüidad de un error de interpretación por esa causa. Sin embargo, es indudable que el valor de los productos utilizado en algu­nas industrias tiene un carácter arbitrario. Es frecuente que así ocurra cuando los productos de un establecimiento son transferidos a otro esta­blecimiento de la misma empresa, en el caso de que por alguna razón los precios del mercado no puedan ser utüizados, o no hayan sido aplicados, lintonces es frecuente que el valor consignado sea un "valor de transferen­cia", que en la práctica parece ser el costo de producción. Es probable que ivitemos la mayoría de las dificultades provenientes de esa causa, en tanto no utilicemos clasificaciones industriales demasiado estrechas. Tomemos por ejemplo la combinación que hemos hecho de altos hornos, plantas

-liderúrgicas y laminadoras; cuando el producto tiene un precio de mercado definido, es menor el peligro de que estemos usando valores de transferen­cia.

la participación de los jornales en los principales grupos de industrias

Id peculiar desenvolvimiento de varios grupos de industrias se observa con mayor claridad sobre el fondo constituido por el panorama de la industria de transformación en conjunto (cuadro 9). La participación de los jornales muestra fluctuaciones comparativamente pequeñas entre 1899 y 1923, alrededor del nivel de 43%; la única excepción es el año de 1921, en el que tuvo lugar un acentuado desplome y la participación de los jornales se elevó al 45%. Después de 1943 ocurrió un considerable descenso de esa participación, el que se invirtió parcialmente en 1935 y 1937, si bien posteriormente parece haberse reanudado; el efecto neto fue un decremen­to del 43% en 1923, al 38% en 1939. Lo sorprendente es que tuvo lugar un cambio significativo en la relación costo-precio durante la década de 1920, la llamada Nueva Era, cambio que tan sólo fue temporal. Por tanto, debemos concentrar nuestra atención en ese período.

Es un punto de importancia secundaria explicar los sucesos de 1921. Los causantes fueron dos factores. El menor fue que en algunas industrias (v. gr. el cemento, el acero) en gran parte los jornales se comportaron como costos generales, de manera que su costo por unidad de producto

7 Así se declara en forma expresa. (Véase el Census of Manufacturers, 1939, p. 5.)

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114 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES D E BENI. l I I I

necesariamente es mucho más elevado cuando es baja la utdización de capacidad. Por esta razón es que en las industrias de ese tipo la participi ción de los jornales tiende a ser más alta durante un desplome. Sin emblj go, en la mayoría de las industrias los jornales varían más o menos en proporción al producto; aunque también observamos un alza extraordlni ria en 1921 en el grupo de comestibles y del papel. En segundo lugar, parece que en 1921 hubo una lucha competitiva particularmente vigorosa, que provocó una baja acentuada de los márgenes de beneficio en v a m industrias; puede haber sido consecuencia, por una parte, de la sobrearfl pliación ocurrida durante la guerra en algunas industrias, y por otra, de Dril considerable acumulación de fondos derivados de los beneficios de la épfl ca de guerra, con la consecuente política agresiva de parte de esas etique sas, con objeto de ganar terreno para hacer expansiones, posiblemente tafll bien en campos nuevos. Por supuesto que esas tendencias se hicieron sentir primero en el año del desplome. Sin embargo, es significativo que en I desplome posterior a 1929 el esquema observado haya sido algo diferentl La tendencia a la baja de los márgenes de beneficio sólo apareció I tarde en la depresión.

Veamos ahora los principales grupos industriales (véase cuadro 9). lili lo que se refiere al esquema de la competencia, en algunos casos es posibll determinar su naturaleza con facilidad. Tres de ellos, textües, m a d e u | cuero, son típicamente "competitivos". El grado de concentración es bilí en la mayoría de sus ramas y la entrada es bastante fácil, lo que además I confirmado por el bajo nivel de los beneficios que son comunes en eiN industrias.8 Un grupo más, el de industrias varias, parece estar compueitl en gran parte por industrias competitivas. El grupo de comestibles es en gran parte competitivo, pero no en forma exclusiva; también contlefli industrias de gran concentración, como la refinación de azúcar, el choi • late, y las preparaciones de cereales.

Por otra parte, algunos grupos tienen un carácter claramente oli(ui polista, como se puede mostrar en seguida: el grupo del tabaco está doml nado por los cigarrillos, de los cuales el 90% es elaborado por los cuatroi productores de mayor tamaño. El grupo de transportes comprende la Ifl dustria automotriz, en la que el 87% del producto es elaborado poi la» cuatro empresas más grandes. Las otras industrias de este grupo, locomoio ras, construcción de barcos, aviación, son obviamente industrias en las qtll la producción debe realizarse en escala bastante grande, por lo que M obstaculiza la entrada libre a ellas. E l grupo hulero está dominado poi 11 llantas de hule, de las cuales el 80% es producido por las cuatro empret|| más grandes. El grupo de metales no ferrosos en su mayor parte tambli II es claramente una industria de gran concentración. En la fundición p ria y refinación de cobre son tres las corporaciones dominantes, que i ofl

8 Competition and monopoly in American industry.

i M i l DIO D E LOS MÁRGENES DE B E N E F I C I O 115

ludan cerca del 80 por ciento de la capacidad y el producto de la refina-|6n , según la comisión de aranceles de los Estados Unidos.9 También • i i muy concentrada la fundición y refinación de plomo y de zinc. Lo mismo ocurre con una gran parte de los productos de metales no ferrosos. I as cifras de concentración (porcentaje producido por los cuatro produc­tores de mayor tamaño) son 767o en productos de aluminio y 90% en lámi-nas y barras de cobre. No hay duda de que en esas industrias son particu-liu mente grandes los requerimientos de capital, y que en correspondencia la entrada es igualmente difícil.

Mientras que en el caso de las industrias que acabamos de mencionar »n carácter se puede juzgar directamente con sólo la cifra de la concentra-• ton, en los casos siguientes tendremos que añadir algunas consideraciones adicionales. En el grupo del hierro y el acero la concentración no parece I C I tan grande como en las industrias antes mencionadas. En el caso de los ni nulos de acero y las laminadoras, los cuatro productores de mayor dimano aportan el 497o del producto. Sin embargo, en función de la capa-miad productiva, corresponde el 607o del acero a las tres empresas de mayor tamaño, y el 2 2 7 o a las siete empresas más pequeñas. Ahora bien, no hay duda de que son muy grandes los requerimientos de capital de cual­quier empresa en la industria básica del acero; de manera similar, la pro­ducción en gran escala y los elevados requerimientos de capital prevalecen i n el caso de muchos de los artículos de acero terminados y semitermina-llos, v. gr. láminas, placas, rieles y acero estructural. También hay indus-in.is con una escala de producción relativamente pequeña y un bajo grado ilr concentración, pero su peso es menor que el de las otras, en el grupo en i nii|unto. Por lo tanto, el hierro y el acero en gran parte tienen un carácter .mular al de las industrias antes estudiadas.

El grupo de los artículos de piedra, arcilla y vidrio en gran parte i ninprende productos que son muy pesados, por lo que los productores no Hieden competir a escala nacional. En este caso el grado de concentración s escala nacional induce a confusión. Los cuatro más grandes productores de cemento tan sólo aportan el 307o del producto total, pero si se toman n i consideración las restricciones geográficas que afrontan las plantas, esa • lira parece ser muy elevada. Sólo es posible acudir a las pruebas verbales ¡pie ofrece el Temporary National Economic Committee, 1 0 según las cua­les la concentración regional de la industria del cemento es muy alta. Es •aludo que son muy grandes los requerimientos de capital por planta. En mi grado algo menor eso mismo es aplicable a los ladrillos y los mosaicos, i ou respecto al vidrio no se aplican las dificultades en el transporte, y en lodo caso las cifras de concentración no son ambiguas en ese respecto. Los • l i t ro mayores productores de vidrio aportaron el 857o del vidrio para

9 Citado de TNECMonograph No. 22, Technology in our economy, p. 247. 1 0 77ie structure of industry.

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C U A D R O 9 L A PARTICIPACIÓN D E LOS J O R N A L E S COMO % D E L V A L O R A G R E G A D O E N V A R I A S INDUSTRIAS M A N U F A C T U R E R A S

Textiles Industrias Indus­Total Comestibles y sus Papel y impresoras, trias Productos Produc­de las y productos produc­ Productos productos publicistas quími­ de petróleo tos

industrias afines tos forestales similares y similares cas y carbón de hule

Ei E 2 O N B A B A B B A B

1899 44.3 30.0 48.4 39.5 21.9 37.2 38.9 1904 43.7 30.3 30.8 47.5 50.1 41.7 21.7 33.5 29.6 1909 42.2 28.2 48.8 39.7 19.5 36.2 33.6 1914 43.2 43.0 28.8 50.0 52.8 55.0 43.5 33.0 22.6 33.0 32.0 1919 42.2 42.1 31.4 41.5 49.4 50.5 40.2 32.3 25.8 27.6 35.7 1921 45.0 35.4 50.5 53.5 55.0 50.2 33.3 25.8 31.6 37.8 1923 43.0 32.0 47.0 49.2 50.4 43.3 32.3 23.6 28.5 39.8 1925 40.4 29.8 48.0 50.0 42.0 30.9 21.6 23.9 35.6 1927 39.9 29.0 47.5 51.2 38.7 30.5 20.6 30.4 35.0 19292 36.9 27.0 45.5 47.0 36.8 28.6 20.0 21.8 38.4 1931 2 36.9 27.5 48.0 49.8 38.2 30.4 18.9 33.4 31.2 19332 36.5 26.6 48.7 46.7 33.4 28.4 19.2 29.1 38.0 1935 39.9 30.6 54.2 49.6 50.5 37.0 37.1 28.8 20.6 30.8 31.0 43.2 1937 41.1 • 30.7 53.1 50.0 51.0 36.4 30.1 21.4 30.4 47.1 1939 37.8 27.3 50.0 46.7 48.0 36.1 28.3 19.2 26.1 40.5

Piedra, Hierro, Metales no Cuero arcilla acero ferrosos Manufac­y sus y y sus y sus Equipo de turas Industrias

productos vidrio productos productos Maquinaria transporte de tabaco varias

A B A B A B O B N O N Ni O N O N

1899 54.5 55.4 41.8 1904 49.4 55.3 39.2 1909 48.0 54.3 41.7 37.6 1914 48.1 54.5 51.1 41.8 44.5 46.3 38.4 38.2 1919 40.5 48.3 50.3 46.0 44.0 52.0 44.5 37.9 1921 51.6 50.7 55.5 49.0 44.2 48.7 68.4 41.7 1923 48.9 45.8 49.5 45.0 44.2 49.7 57.1 39.6 1925 47.3 45.0 47.1 42.5 40.4 44.0 36.4 36.2 1927 46.7 45.6 47.7 42.5 38.9 45.0 29.5 36.2 19292 46.5 41.8 42.3 38.7 37.5 37.6 40.0 25.2 34.4 1931 2 50.0 40.8 47.9 40.4 36.3 40.4 18.7 33.8 19332 49.4 35.8 46.8 38.4 39.2 41.7 20.4 34.6 1935 52.4 52.8 38.1 46.5 46.7 40.3 40.5 40.0 49.9 20.9 37.0 1937 53.5 40.5 48.1 41.2 40.2 41.7 41.2 52.2 52.7 21.8 39.4 40.3 1939 51.4 36.6 45.0 36.9 38.1 50.4 19.8 36.0

1 E i Establecimientos con productos por más de $ 500 de valor. E2 Establecimientos con productos por más de $ 5 000 de valor.

2 En los años de 1929, 1931 y 1933 el costo de los suministros de planta y taller está incluido en el valor agregado, en tanto que en to­dos los otros años ha sido excluido. A Basado en el valor agregado, incluido el costo del trabajo a contrato dado por fuera. B Basado en el valor agregado excluido el costo del trabajo a contrato dado por fuera. N Nueva clasificación.

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ventanas, en tanto que una sola empresa produjo el 95% del vidrio pren­sado, y la industria de recipientes de vidrio también posee una elevada concentración. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que en realidad el grado efectivo de concentración de este grupo es muy elevado, con la cerámica como única excepción importante.

En el grupo de los productos químicos el principal sector lo constitu­ye la industria química básica. Las cifras de concentración, basadas en el material del censo, no nos dicen mucho al respecto, debido a la diversidad de los productos; pero la sola descripción verbal presenta un panorama bastante claro del carácter de la industria. Ese terreno está dominado por tres grandes corporaciones, bastante integradas y que elaboran una gran diversidad de artículos. La elevada concentración de la industria se realizó en gran parte después e incluso durante la primera guerra mundial, median­te compras y consolidaciones financieras. La producción se efectúa en gran escala y los requerimientos de capital son elevados. Las patentes y la investigación constituyen un importante factor adicional, que fortalece la posición de las pocas grandes corporaciones que dominan el campo. De acuerdo con el T N E C "el grueso de la producción de muchos artículos químicos está concentrado en poder de unas pocas empresas".11 Aparte de los artículos básicos, la concentración también es elevada en rayón, jabón, municiones, y explosivos, etc. Es cierto que algunas porciones del grupo químico más bien son competitivas (v. gr. las pinturas y los barnices). En conjunto el grupo químico es más bien semejante a las otras industrias oligopolistas.

En el grupo del "carbón y gasolina" las ramas principales son el coque y la refinación de gasolina. En los productos de coque la concentración en sí no es de las más elevadas; cuatro productores aportan menos del 50% de la producción. No obstante, el mínimo de la escala de producción sin duda es de tal cuantía, que hace difícil la entrada a la industria. La situación de la industria refinadora de gasolina es similar. Los cuatro mayores produc­tores sólo aportan el 38% del producto. Sin embargo, es sabido que las 20 grandes compañías integradas que producen el 84 por ciento de la gasoli­na 1 2 están en perfecto acuerdo respecto a la política de precios que han de seguir. Por lo tanto, es de esperarse a priori que la industria se comporte como lo hace una típica industria oligopolista, aunque más tarde veremos que hay que tomar en cuenta circunstancias muy especiales.

En el grupo de la maquinaria los requerimientos de capital son eleva­dos en algunos casos; esto se aplica en particular a la maquinaria y los aparatos eléctricos, en donde a veces la concentración es muy elevada, y en otras sólo es mediana. Por ejemplo, en la producción de la maquinaria

1 1 Competition and monopoly in American industry, p. 201. 1 2 Audiencias ante el Temporary National Economic Committee. Parte 14,

p. 7103.

I T I D I O D E L O S M Á R G E N E S D E B E N E F I C I O 119

Utilizada para generar y distribuir energía, dos empresas contribuyeron con l l 75% del producto total en el año de 1923. 1 3 La concentración también pu elevada en los focos eléctricos y en los aparatos telefónicos. En otras tninas, como en los aparatos domésticos eléctricos, el grado de concentra-iiini es más moderado. Respecto a otras maquinarias existe un grado de concentración bastante alto, por ejemplo en los implementos agrícolas (4 luoductores participan con el 72%), y las máquinas de escribir y de coser. I n cambio, la concentración es baja en las máquinas herramienta. Por lo lauto, el grupo de la maquinaria no es uniforme, pero las industrias oligo­polistas forman una parte importante del mismo.

En el grupo del papel, la rama secundaria de la industria, la conversión del papel o el cartón en productos terminados, es bastante competitiva. La ruma primaria, la producción de pulpa y papel, no es fácil de juzgar. Un grado de concentración bastante elevado sólo aparece en algunas ramas, en particular el papel periódico; por lo demás, el grado de concentración parece ser más bien bajo. Sin embargo, hay mucha especialización, y si se midiera la concentración de cada tipo de papel, podría resultar muy alta; udemás la producción de pulpa y papel requiere de un equipo muy costoso y de una inversión de capital bastante elevada. De esa manera, aunque la Industria de pulpa y papel no está muy concentrada, la entrada a ella está sujeta a considerables dificultades.

El caso del grupo de impresión y publicación es muy diferente al de las industrias tratadas hasta ahora. En la mayoría de sus ramas el grado de concentración es bajo. La impresión como tal, es sin duda una industria en la que es fácil realizar una producción en pequeña escala, y por lo tanto es muy competitiva. Lo mismo se aplica a algunas de las industrias conexas del grupo (encuademación de libros). El caso es algo diferente respecto a la publicación. Es verdad que el grado de concentración aquí también es bajo, lo que se aplica incluso a los periódicos; es probable que la razón de ello sea el gran número de periódicos locales y de la provincia, y las publicaciones en otros idiomas nacionales; pero sería erróneo por comple­to deducir de esa baja concentración, que la publicación de periódicos es "competitiva". El número de los periódicos de alcance nacional es limi­tado, y es excesivamente elevado el capital requerido por un periódico de gran tamaño. Por otra parte, los periódicos locales tienen un campo muy limitado en el cual compiten. De manera que las condiciones existentes en la publicación de periódicos son muy parecidas a las de las industrias con una elevada concentración. En la publicación de libros, de nuevo los reque­rimientos de capital son un impedimento efectivo a una entrada fácil a la industria, y aquí también la concentración se ha vuelto muy elevada. La conclusión es que la publicación y la impresión es un sector en el que la

13 Federal TradeJjommission, citado de la monografía del TNEC, Competition and monopoly, p. 198.

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120 P R E C I O S , COSTOS Y MÁRGENES DE BENEFICIO

entrada es muy difícil, y que muestra considerable parecido con una indos tria concentrada.

En resumen: los grupos industriales que son "competitivos" son loi textiles, la madera, cueros, y diversos, y en proporción considerable tarfl bien los comestibles. Las industrias que tienen una concentración muy elevada son el tabaco, los equipos para transporte, el hule, los metales no ferrosos, el hierro y el acero, piedra y vidrio, y productos químicos. Algo parecidos a éstos son la gasolina y el carbón, y en parte también la maqm naria. El grupo del papel no presenta una gran concentración, aunque el similar a los que se acaban de mencionar, en lo que respecta a las difículla. des que ofrece la entrada. Un grupo mixto es el de la impresión y publica ción.

¿Cuál es el movimiento que muestra la participación de los jornales \ los beneficios en esos varios grupos? En la fig. 4 y el cuadro 9 puede verse que en tres de las industrias competitivas, textües, maderas y cueros, no hay una tendencia persistente en el período largo a que decrezca la partió] pación de los jornales; hay una reducción temporal, una depresión en las curvas, sobre todo a fines de la década de 1920, pero al terminar los anos treinta su participación vuelve al nivel anterior. Así, en el período largo la participación de los jornales parece haber sido bastante estable en esm industrias. En agudo contraste con este panorama tenemos lo ocurrido en las industrias del tabaco, la piedra, el vidrio, los metales no ferrosos, la maquinaria y el papel. En esos casos la participación de los jornales a pal lu de 1923 muestra un decremento en el período largo, el que no se inviene en la etapa posterior, o sólo lo hace en forma parcial. La fig. 4 mueitH vividamente la divergencia ocurrida después de 1923 entre la participa! Ion de los jornales en esas cinco industrias y la de las tres industrias "compíti tivas" antes mencionadas. Tenemos aquí lo que parece ser un buen ejeifl pío del aforismo de que el esquema "ideal" de la competencia opera en la industrias competitivas, mientras que en las industrias con una elevada concentración o en las que la entrada es difícil, la participación de lo) jornales en el período largo muestra una tendencia al incremento. Dos nai­de las "industrias concentradas" presentan una tendencia al descenso de la participación de los jornales: el hierro y acero y los productos químico! En el hierro y acero el proceso es más bien irregular, y la tendencia mosiia da es más débil de lo que era de esperarse, debido al peculiar carácttl técnico de la industria básica de hierro y acero, en la cual la particip. de los jornales adquiere en gran parte el carácter de gastos generales, de manera que tiende a fluctuar en forma inversa al grado de utilización d( l| capacidad. Si pudiéramos tomar en cuenta los cambios en el grado ,|, utilización, mediante el cálculo de la participación hipotética de los |orni les a un nivel de utilización constante durante todo el período considefl do, obtendríamos un proceso más regular. Es más, la participación h¡| I tica de los jornales a un nivel constante de utilización mostraría un <\<

I B lUDIO DE LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O 121

cremento más pronunciado que el de nuestras cifras del cuadro 9, ya que en la década de 1930 el grado de utilización fue mucho más bajo, hasta en 1937, que el registrado en los años de 1920.

También el grupo químico muestra a partir de principios del decenio de 1920, un decremento en la participación de los jornales. Sin embargo, aquí, como en el caso de los metales no ferrosos, la participación de los jornales tan sólo parece haber recuperado, en términos generales, el bajo nivel que imperaba desde antes de la primera guerra mundial. De modo que [al parece que en esas industrias, desde antes fuertemente oligopolistas, tuvo lugar una fase temporal de luchas competitivas a raíz de la primera guerra mundial, después de la cual se restableció la tendencia a una decre­ciente participación de los jornales. En esto no hay nada sorprendente. Memos visto que hasta en las industrias con grandes productores margina­les, en las que ha cesado de operar el patrón "ideal" de competencia, las diferencias de costo existentes entre las diversas empresas, después de cier­to tiempo pueden llegar a ser tan grandes que provocan una liberación explosiva de las fuerzas de la competencia, lo que llevará hacia abajo los márgenes del beneficio promedio, y al mismo tiempo eliminará a las em­presas marginales. Una vez que esto ocurre, la tendencia del margen de beneficio a incrementarse tiene que reaparecer con mayor fuerza aún, ya que entonces la industria estará más concentrada. En la industria química la lucha competitiva posterior a la guerra es ilustrada por el hecho de que en ese período ocurrieron un gran número de adquisiciones, las que es probable sólo fueran posibles por la presión ejercida por la competencia. La industria sufrió una fuerte concentración, con una reducción en el número de los establecimientos y de los propietarios.

Son tres las industrias concentradas que se ajustan al patrón seguido por las otras. En el grupo del petróleo y el carbón, a partir de 1929 la participación de los jornales muestra sin duda una conspicua tendencia al decremento en el período largo; más tarde, sin embargo, ocurre un aumen­to pronunciado. Este grupo constituye una excepción, debido a las pecu­liares circunstancias que se presentan en la industria de refinación de ga­solina. Los grandes consorcios petroleros integrados, propietarios de la mayor parte de las refinerías, son los que determinan el precio ex fábrica del petróleo crudo y refinado, y además poseen la propiedad de práctica­mente todos los servicios de transporte, oleoductos y carros tanque, que conducen el petróleo crudo a las refinerías y llevan la gasolina refinada a los centros de distribución. El "margen de refinería", que se refleja en la cifra de la participación del beneficio en el valor agregado, para esas com­pañías carece de importancia efectiva. Un decremento en ese margen sólo significará que el correspondiente monto de beneficio habrá de aparecer en la contabilidad de las compañías de transporte. Por otra parte, la contrac­ción del margen de refinería sí tiene el efecto de eliminar o controlar a los refinadores independientes. Son varios los acontecimientos que confirman

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P A R T I C I P A C I Ó N DE L O S J O R N A L E S EN E L VALOR A G R E G A D O

A HIERRO

1899 1904 1909 1914 1919 21

50

40

30

20

P A R T I C I P A C I O N D E L O S J O R N A L E S EN E L VALOR A G R E G A D O

IMPRESION PETRÓLEO COMESTIBLES PRODUCTOS QUÍMICOS

i i I I L

1899 1904 1909 1914 1919 21 23 25 27 1929 31 33 35 37 1939

F I G U R A S 4A y 4B. El desarrollo de la participación de los jornales en el valor agregado, en varios grupos de industrias, 1899 a 1939. Datos del cuadro 9.

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1 2 4 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEF1

que en realidad ésta es la política seguida por las compañías integradas mayores dimensiones.14 Es posible llegar a la conclusión de que esta ind tria es sólo en apariencia una excepción entre las industrias concentrad

El caso de la industria hulera es diferente. Este grupo no muest decremento, sino por el contrario, hasta un incremento en la participación de los jornales, en particular a fines del decenio de 1930. Se compoilii como una industria de productores en pequeña escala, aunque su parte Miau importante, la producción de llantas y cámaras, está muy concentrada. I .i descripciones de esta industria confirman que en su seno hay una compe- | tencia muy activa, 1 5 modalidad de lo más sorprendente en una industria en la que cuatro empresas produjeron el 80% del producto en 1937. Ha) algunos factores que ayudan en mucho a explicar esta situación. El 25% do la producción de llantas es comprado por la industria automotriz; una gran parte del producto restante es manejado por distribuidores masivos (casan de ventas por correo, compañías petroleras, cadenas de tiendas de auto­servicio). En esa forma, el oligopolio de los fabricantes de llantas se enfrcn ta con un oligopsonio de productores de automóviles y grandes comer-ciantes. Los compradores oligopsonistas parecen haber utilizado su posl< ción en forma implacable, con ventas por abajo del precio fijado hasta d l i los mismos distribuidores de los fabricantes de llantas, lo que hace imp< ble aplicar una política de precios discriminatoria. En esa forma se explica bien el resultante decremento del beneficio en esta industria; uno de su» efectos fue la muy rápida eliminación de las empresas pequeñas en l.i década de los treinta.

La tercera excepción entre las industrias concentradas la constituye ol grupo de los transportes. Ese grupo muestra un fuerte descenso en la participación de los jornales entre 1923 y 1933, aunque más tarde el movimiento se invirtió por completo. El peculiar desarrollo de este grupo está determinado por la industria automotriz. Es difícil explicar el compoi tamiento de esa industria si no se toma en cuenta el papel desempeñado por la Ford. Al insistir en la competencia por medio de los precios pare haber dado a la industria un carácter distinto al de otras industrias concen­tradas. Sin embargo, esto no pudo haber impedido que se aliviara la com­petencia de precios en el período de 1923 a 1933, cuando la Ford hab estado perdiendo terreno debido a un desplazamiento de la demanda de Ion automóviles normales hacia los de gran calidad. Debe considerarse a esta industria como una excepción, aunque no están ausentes por completo li tendencias observadas en los otros casos.

Entre las industrias en parte competitivas, el grupo de los comestible. muestra una tendencia decreciente en la participación de los jornale. Aparte de la influencia de las industrias concentradas del grupo, esa ten-

1 4 Véase Competition and monopoly, p. 167. 1 5 Competition and monopoly, pp. 48 ss.

I SI UDIO D E LOS MÁRGENES DE B E N E F I C I O 125

dencia se puede deber a un incremento en el costo de venta. Es plausible • pie durante la "Nueva Era" haya ocurrido en este grupo el desarrollo de nuevos métodos de venta y de publicidad, lo que Kalecki denominó la •evolución comercial". Es sabido, por supuesto, que en los alimentos manufacturados el costo de venta desempeña un papel muy importante, probablemente más que el desempeñado en la mayoría de las otras ramas, IXcepto las de medicinas y de cosméticos.

El grupo de las industrias varias muestra una cierta tendencia decre­ciente en la participación de los jornales, pero se trata de un grupo muy heterogéneo, compuesto por industrias con muy diferentes participaciones de los jornales, y con una cierta desviación de la proporción de las distintas Industrias en favor de las que muestran una baja participación de los jorna­les. Es mejor que más tarde estudiemos estas industrias en forma indivi­dual.

El grupo de la impresión y la publicación, un grupo mixto de indus­trias, también muestra una tendencia al decremento de la participación de los jómales. Más adelante se estudiará el comportamiento individual de las Industrias de este grupo.

Se puede llegar a la conclusión de que los datos referentes a los gran­des grupos de industrias, bien pueden ser interpretados con base en la teoría. Antes de analizar las industrias individuales de cada uno de los urupos, es conveniente ocuparse de ciertas objeciones generales que es posible aducir en contra de nuestra interpretación de los datos.

Examen de las objeciones

La primera objeción es que el desarrollo mostrado por la participación del beneficio en las distintas industrias, puede variar debido a que el progreso técnico y la reducción del costo en unas industrias hayan desempeñado un papel más importante en unas que en otras. Esta idea puede ser rechazada de inmediato. El incremento de la productividad ha sido tan importante en los textiles y los muebles, como el ocurrido en las industrias concentradas.

Otra objeción es que las modificaciones del margen de beneficio bruto se pueden explicar por los cambios en el costo general por unidad de producto, a niveles dados de utilización de la capacidad. Un aumento de los costos generales puede aparecer, por ejemplo, en forma de una mayor nómina de salarios; hasta hay una posibilidad a priori de que así ocurra: es de esperarse que el progreso técnico, que ahorra tanta mano de obra por unidad de producto, no reduzca en la misma proporción los costos admi­nistrativos y de distribución. Entonces sería de esperarse que la cuenta de los salarios se elevara en relación con la de los sueldos, a niveles dados de utilización. Pero no hay ninguna razón en absoluto por la que este incre­mento relativo de la cuenta de los salarios deba ser mayor en las industrias

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1 2 6 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENEE1C

concentradas que en las otras. Examinemos, sin embargo, los datos salarios de que se dispone para la industria en conjunto (cuadro 10). presado como un porcentaje del valor agregado, la cuenta de los salarial muestra un aumento considerable entre 1899 y 1914. Difícilmente M puede considerar ese incremento total como un indicio del alza de lo-, gastos generales, porque en esa época la incorporación de las empreiai había realizado sus mayores progresos, y parte de lo que antes habían lidtj beneficios de hombres de negocios independientes, se había convertido en remuneraciones de funcionarios de las corporaciones. Estas remunerado nes se acercaron en 1920 a los mil millones de dólares en las corporaciones industriales.16 Si restáramos esa cifra de la de los salarios, es probable que la tasa posbélica de éstos fuera del mismo orden que la de principios del siglo. Como quiera que sea, no estamos mayormente interesados en los acontecimientos anteriores a la guerra, ya que el alza del margen de benefi­cio sólo tuvo lugar en los años de 1920. Por lo tanto, éste es el periodo crucial. Se ha encontrado que entre 1923 y 1929 la proporción de los salarios respecto al valor agregado se elevó del 12.1% al 13.6%. Se eligiera! esos dos años porque ambos fueron de un alto grado de utilización do la capacidad. El aumento de la proporción de los salarios se debió en gran parte a la expansión de las oficinas centrales de administración. Sin embar­go, en 1937 la proporción se redujo de nuevo a 12.5%, no muy por arriba del nivel de 1923, si bien en 1937 la utilización de la capacidad fue mas baja. En consecuencia, el incremento de la proporción de los salarios pan-ce haber sido sólo temporal; incluso este aumento del 1.5% del valor agregado, nada más contribuiría parcialmente al incremento de la partit i pación del beneficio bruto en el valor agregado. En vista de ello, los dato» no apoyan la idea de que un aumento de la proporción de los salarios, a un nivel dado de ufilización, podría explicar el incremento del margen de beneficio bruto.

Otra razón plausible del alza de los gastos generales podría ser el incremento de las cuotas de depreciación. Sería posible que el capital fUl hubiera aumentado en relación con la capacidad productiva, particulai mente en las industrias concentradas, lo que podría explicar el curso divci gente del margen de beneficio en las diferentes industrias.

Los datos de la depreciación son un punto algo engañoso. Esos dalo no aparecen antes de 1919; pero como los cambios ocurridos en el margen de beneficio en su mayoría ocurrieron más tarde, nos podemos contentar con disponer de las cifras de la depreciación en el período posterior a la primera guerra mundial.

Las cifras de la depreciación utilizadas son las que proporciona Fabrl-

1 6 No es posible dar con seguridad una cifra correcta, ya que las corporaciones estaban "consolidadas" con propósitos fiscales, por lo que se incluyen corporaciones ajenas al campo de la industria de transformación.

I STUDIO DE LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O 1 2 7

C U A D R O 1 0 LOS S A L A R I O S EN L A INDUSTRIA DE T R A N S F O R M A C I O N *

Salarios, incluidos los pagados Salarios, excluidos los pagados en las oficinas centrales en las oficinas centrales

de administración de administración

Como % Como % Como % Como % de los del valor de los del valor

Millones $ sueldos agregado Millones $ sueldos agregado

1899 366 19.4 8.7 1904 550 22.6 10.0 1909 901 28.2 12.2 1914 1 222 33.0 14.4 1919 2 763 28.7 12.2 1921 2 419 32.5 14.7 1923 2 848 28.1 12.1 2 640 26.0 11.2 1925 2 979 29.8 12.1 2 753 27.6 11.1 1927 _ — — 3 024 30.0 11.9 1929 3 999 36.8 13.6 3 399 31.2 11.5 1931 — • -1933 — -1935 2 253 30.8 12.4 1937 ! 081 30.5 12.5 2 717 26.8 11.0

* El valor agregado, en el cual se basan los cálculos de los porcentajes, excluye el trabajo por contrato y el impuesto al tabaco. Las cifras de 1899 a 1909 incluyen los establecimientos con una producción valuada en 500 libras esterlinas o más. mientras que las cifras posteriores sólo incluyen aquellos con un producto de 5 000 dólares o más.

cant. 1 7 Se basan en las estadísticas del ingreso de las corporaciones, por tanto incluyen un cierto monto de depreciación que no tiene que ver con la industria de transformación, sino que se relaciona con las propiedades en otras actividades de las respectivas corporaciones. Al expresar esa deprecia­ción como un porcentaje del valor agregado por la manufactura, obtene­mos la serie siguiente (cuadro 11).

Por supuesto que la proporción de la depreciación con respecto al valor agregado es muy sensible a las modificaciones en el grado de utiliza­ción. Además, se consigna la depreciación tal como aparece en libros. Por lo tanto, la cifra de 1919 es casi inútil, ya que en gran parte se basa en valores de capital relativamente bajos, pues corresponde a compras antes de que tuviera lugar la gran alza de los precios; más tarde hubo un gran número de revaluaciones de activos. Lo mejor que podemos hacer es com-

1 7 Capital consumption andadjustment. Cuadro 1, pp. 32-33.

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128 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E ! HI' |

C U A D R O 11 D E P R E C I A C I O N E S ( V A L O R EN LIBROS) , EN L A INDUSTRIA D E TRANSFORMACIÓN

Depreciación Como % del valor agregado millones de dólares por la manufactura

1919 1 006 4.4 1921 1 168 7.1 1923 1 387 5.9 1925 1 493 6.1 1927 1 718 6.8 1929 1 879 6.4 1931 1 849 10.2 1933 1 631 12.1 1935 1 510 8.3 1937 1 610 6.5

parar los años de 1923 y de 1929, ambos con un elevado grado de utili/.i ción. En este período la tasa de depreciación subió de 5.9% a 6.4%, y parece haber estado aproximadamente en el mismo nivel en 1937. Por lo tanto, el aumento es bastante reducido. Sin embargo, hasta ese aumenta casi con seguridad sólo es aparente, ya que se basa en el valor en libros de la depreciación, que en ese período aumentó debido al remplazo de los activos de capital a los precios más altos de la posguerra. No es posible hacer una corrección adecuada. Si a la depreciación de la industria de transformación le aplicamos, faute de mieux, el índice de precios de T.i bricant en que se basa la valuación en libros, que sólo es estrictameiiie aplicable al conjunto de las corporaciones, obtenemos las siguientes tasa» de depreciación (a valores corrientes) con respecto al valor agregado: 1923, 7.45%; 1929, 7.15%; 1937, 7.22%. Parecería que medida en valores 00 mentes (costo de reproducción), la tasa de depreciación no tuvo n ingún aumento, sino que probablemente hasta disminuyó.

En seguida se da la depreciación de ciertos grupos industriales, c o m o

porcentaje del "ingreso bruto" (ventas), según las estadísticas del ingreso de las corporaciones.

C U A D R O 12 D E P R E C I A C I O N E S COMO % D E L " I N G R E S O B R U T O " DE LAS CORPORACK )N i I

Impre­ Produc­ Todas Comes­ Texti­ Madera, sión y tos las tibles y les y piedra publi­ quími­ manu tabaco cuero y vidrio Papel cación cos Metales factura»

1923 1.95 1.95 3.48 3.25 2.47 3.39 2.45 2.46 1929 1.67 2.34 3.78 3.62 2.55 4.15 2.47 2.(.o

i i O D I O DE LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O 129

I I incremento que muestran dos grupos es del orden del 10%, y es inoli.ible que se explique completamente tan sólo por un alza del valor en libros de las depreciaciones. En los productos químicos aparece un aumen-i . . mas importante, pero debemos recordar que estas estadísticas de las

a naciones incluyen entre las químicas a las compañías petroleras, con ,ie. Inertes inversiones en oleoductos, etcétera.

Aunque son muy poco satisfactorias las pruebas respecto a la deprecia-i i o n , no parece que este factor haya podido desempeñar un papel de Importancia en cuanto a contrarrestar el incremento de los márgenes del liimel'icio bruto durante la Nueva Era.

Mucho más importante que los puntos estudiados hasta ahora, es la i in si ion de los costos de venta. En general los costos de distribución de los OHIiistríales están incluidos en el valor de los productos, excepto en la iludida en que se tengan aparte departamentos al mayoreo, a donde se n.insíieren los productos a un precio que no incluye el costo de esos departamentos. Por tanto, con excepción de ese caso, los valores que se .l.in en el censo también cubren los costos de venta de los industriales. Los l i p o s más importantes de esos costos de venta son la publicidad y las i limaciones por pagos y gastos de viaje, etc., de los agentes, promotores, demostradores, etc. Ahora bien, si en la década de 1920 hubo un aumento general de los costos de venta, como proporción de las ventas, y si ese movimiento no se invirtió más tarde, es de concebirse que haya contribui­d o al incremento de los márgenes del beneficio bruto observado en la industria de transformación en conjunto. Sólo podría resolverse esa cues­tión en forma satisfactoria, si se dispusiera de una serie temporal que mostrara el curso seguido por los costos de distribución durante el período i fucial. Por desgracia, ése no es el caso.

Sin embargo, el aspecto más importante de nuestro análisis de los márgenes de beneficio no es el incremento general que se observa en la in­dustria de transformación en conjunto, sino el comportamiento divergente mostrado por las industrias "concentradas" y las otras industrias. La cues-h o n así puede considerarse que el aumento de los costos de venta, es res­ponsable del incremento de los márgenes de beneficio de las industrias concentradas en relación con los de las otras industrias.

Ocurre que un número considerable de las industrias concentradas elaboran productos bastante estandarizados: cemento, vidrio y otros ma­teriales de construcción, acero y algunos importantes artículos de acero (láminas, alambres, etc.), metales no ferrosos y productos químicos; todos parecen ofrecer comparativamente poco espacio para que actúe la diferen­ciación de los productos. Entonces en un terreno a priori, sería de esperar­se que en esos casos los costos de venta tuvieran un papel relativamente pequeño (véase el capítulo v i ) . Por lo tanto, es improbable que esos costos se hayan incrementado hasta un grado tal que constribuyeran a la eleva­ción de los márgenes de beneficio que se observa en esas industrias.

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1 3 0 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE B E N E F I

En las industrias concentradas que producen artículos no estandan/.i dos, como la maquinaria eléctrica, es posible que los costos de venta hayiH desempeñado un papel importante. Es poco lo que puede hacerse pali decidir esa cuestión, excepto en los casos en que sabemos algo más sobfl los costos de venta. En la elaboración de cigarrillos, de la que se conocen sus gastos publicitarios, no es posible explicar de esa manera el incrementi! del margen de su beneficio bruto, ya que es demasiado grande en comparii ción con dichos costos.

Las conclusiones sobre esta cuestión de los costos de venta, tienen necesariamente que ser tentativas. Diremos que en un buen número de casos, el posible aumento de los costos de venta no ofrece una explicación plausible del alza de los márgenes de beneficio. Las pruebas disponibles sol cuando menos compatibles, con la hipótesis de que los márgenes del bene­ficio neto, a grados dados de utilización, se han incrementado en las indus­trias concentradas, en relación con los de las otras industrias.

Ahora revisaremos en detalle las industrias individuales de varios pos.

Grupo de comestibles

Entre las 16 industrias alimenticias de importancia que han sido selecciona­das (cuadro 13), algunas poseen un grado de concentración bastante ele­vado. Muestran una tendencia que también se refleja con claridad en el grupo de los comestibles en conjunto.

Concentración de las industrias alimenticas (1935)

%del producto elaborado por los 4 mayores

productores

Goma de mascar 92% Oleomargarina (no elaborada en

establecimientos empacadores de carne) 79% Refinación de caña de azúcar 70% Preparación de cereales 68% Chocolate y cocoa 68% Empaque de carne, mayoreo 56% Extractos saborizantes 48% Productos de molienda de granos y harina 29%

I STUDIO D E LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O

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1 3 2 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE BENI I II

Su participación de los jornales es mucho mayor en los años posii-res a la guerra mundial, que en los precedentes. Éste es un ejemplo di caso en que la presión competitiva se volvió a agudizar, en un grupii industrial en el que desde hacía tiempo habían sido eliminados los produi tores en pequeña escala, y en la cual los beneficios eran muy considerables La recurrencia de la presión de la competencia en esas industrias se piu di deber en parte a su excesiva expansión durante la guerra; en algunos C Ü M I

está relacionada con la inestabilidad de las posiciones monopolística quiridas en época muy anterior. La refinación de caña de azúcar se ha concentrado casi por completo en poder de una sola empresa, desde luir» del siglo pasado; pero esa situación demostró ser inestable. En general, O R Í recurrente presión competitiva, después de haber provocado una concón tración adicional, abrirá de nuevo el camino a un relajamiento de la c petencia y a crecientes márgenes de beneficio. Esta previsión se ha vi confirmada en la mayoría de los casos: oleomargarina, preparaciones de cereales, goma de mascar, extractos saborizantes y refinación de caña di azúcar, que muestran el patrón familiar de una decreciente participa! lófl de los jornales en la Nueva Era, sin haber una recurrencia de la compilen cia en la década de 1930. 1 8 Solamente en el chocolate y el empaque de carne es que la presión competitiva parece haber continuado duran le l | período. En el empaque de carne la causa fue un especial acontecimiento técnico. La operación de las empacadoras de tamaño mediano mostró tener ventajas técnicas en los distritos rurales, y esas corporaciones recién establecidas compitieron vigorosamente con las cuatro grandes empacado ras centralizadas de Chicago. Así se explica que la industria se ajustaru el "patrón competitivo". En el período largo esta fase mostró de nuevo MI temporal: Los "cuatro grandes" han estado comprando las empacador»! rurales de carne, y el proceso de concentración se ha renovado. Una indul tria con un grado de concentración más bien moderado, la molienda de harina, también muestra alguna declinación en la participación de li nales a partir de 1923.

Las industrias que poseen una concentración baja son las que elahti ran mantequilla, helados, pan, bebidas, confitería, hielo manufactui.nlo y pastas alimenticias. La industria de enlatado en parte es muy concen­trada y en parte lo contrario. Los helados y las bebidas muestra un Ifl cremento considerable en sus márgenes de beneficio bruto, cuya expll cación plausible puede ser un alza de los costos de venta. El caso de U mantequüla y el hielo manufacturado es más difícil de explicar, pero luí otras industrias no concentradas, incluida la de enlatado, se ajust.m j patrón competitivo.

1 8 Sin embargo, en todos estos casos los costos de venta pueden haber sidn luí responsables, en parte o totalmente, del incremento de los margenes de bem lli Ifl bruto.

I STUDIO DE LOS MÁRGENES DE B E N E F I C I O

drupo de textiles

1 3 3

lis poco lo que hay que decir sobre las industrias de este grupo (cuadro 14), excepto que en su mayoría siguen el patrón de la competencia, lo cual concuerda con su bajo grado de concentración. Tan sólo los tapetes y alfombras muestran una declinación en la participación de los jornales, lista industria está algo más concentrada que las otras, pues 4 productores «portaron en 1935 el 50% del producto. Las cuerdas y cordones muestran una tendencia simüar, aunque menos marcada.

La del linóleo, industria con una gran concentración, muestra un de­crcmento en la participación de los jornales inmediatamente después de la guerra mundial, aunque el proceso subsiguiente es irregular.

No fue posible obtener series comparables que abarcaran un período prolongado, en la industria del vestuario. Es de esperarse que esas indus­trias, al igual que las otras, sigan el mismo patrón que el grupo de textües en conjunto.

drupo maderero

¡ta industria maderera básica se ajusta al patrón competitivo. Las series que han sido corregidas en relación con el trabajo a contrato, muestran un desarrollo más bien estacionario en el período largo. Esto concuerda con la estructura de esta industria, en la que prevalece la producción en pequeña escala.

En las industrias que trabajan la madera (muebles, cajas, etc.) la pro­ducción en pequeña escala también juega un papel importante y es baja su concentración. En conjunto esas industrias siguen en forma aproximada el patrón competitivo, aunque menos rígidamente que la industria básica. Parece haber sido temporal un descenso de la participación de los jornales en la industria del mueble entre 1923 y 1931.

I'apel y productos similares

liste grupo está constituido por dos partes: la producción de pulpa y papel, y la conversión del papel en diversos productos como bolsas y cajas. La conversión se realiza esencialmente como producción en pequeña escala. I'or otra parte, la producción de pulpa y papel, si bien no está muy concen-Irada (con excepción del papel para periódico), requiere sin embargo de una gran inversión; por lo tanto, no es de sorprender que la industria de pulpa y papel muestre, después de un período de fuerte competencia inmediatamente después de la guerra mundial, un decremento de la partici-liación de los jornales en el período largo.

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1 3 4 PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES D E DIN

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Hntre los productos de conversión, los sobres y las bolsas de papel se ftlltan al patrón competitivo. Una excepción desconcertante son las cajas ll« papel: aunque es una rama muy competitiva, con una producción en pequeña escala, esta industria muestra sin embargo un marcado decrcmen­to de la participación de los jornales en el período largo.

Kl grupo de impresión y publicación

Di- acuerdo con los propósitos de este estudio, este grupo es más bien ililicil de tratar. La impresión como tal es una industria típicamente com-|iclitiva, con abundancia de productores muy pequeños. La publicación es de naturaleza muy diferente; en los Estados Unidos la publicación de los periódicos grandes se aproxima mucho a un oligopolio, y la publicación de libros se ha hecho cada vez más concentrada. Aparte de esto, la publica­ción como tal no es realmente una industria de transformación. En la práctica, la impresión y la publicación están mezcladas en forma casi in­extricable. El último censo ha dado algunos detalles más, y ahora hay cifras separadas para los periódicos, las revistas y los libros. Cada una de pías líneas comprende en gran parte establecimientos que se ocupan tanto ilc imprimir como de publicar; para nuestros propósitos se ha calculado una serie de la impresión comercial en general, mediante la deducción de la imtigua serie de "libros, música y obras", de la serie de "libros, impresos y publicaciones".

Encontramos que desde 1923 la serie de libros, revistas y libros mues­tra un decremento en la participación de los jornales. No es completamen­te seguro que se pueda interpretar como una consecuencia de los elemen­tos monopolísticos y la concentración; sin embargo, con certeza no se debe a que una mayor proporción de los impresos de las empresas de publicación se haya realizado por fuera de esos grupos, ya que la propor­ción del trabajo a contrato no muestra ningún aumento secular.

La serie de la impresión comercial en general también muestra, al contrario de lo esperado, una cierta tendencia al decremento de la partici­pación de los jornales, aunque no es muy clara. En una de las industrias iilines, encuademación y elaboración de talonarios, esa tendencia es muy marcada. Se trata de un caso algo desconcertante.

II grupo químico

U mayor parte de las series de este grupo (cuadro 18) incluye industrias de una gran concentración. Los "productos químicos no clasificados en nlra parte" constituyen el sector básico de la industria, ya que incluye ácidos, compuestos de nitrógeno, potasio, productos de alquitrán de hulla,

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C U A D R O 15 P O R C E N T A J E D E PARTICIPACIÓN D E LOS J O R N A L E S E N E L V A L O R A G R E G A D O : PRODUCTOS F O R E S T A L E S *

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50.8 44.0 54.1 46.5 54.5 47.7 51.0 44 JS

49.5 50.7 54.0 44.3 50.1 51.7 52.0 38.0 48.9 53.0 51.5 36.6 49.0 54.0 53.8 41.2 44.7 49.2 47.5 35.0 47.9 57.4 63.1 38.2 46.0 53.1 53.2 39.1 45.7 51.3 54.7 37.5 47.3 50.4 56.0 34.6 45.5 47.9 50.3 33.6 46.2 50.3 52.0 34.4 47.8 48.3 49.6 35.7 49.0 49.3 48.3 48.3 38.1

48.8 48.4 52.7 40.0 46.5 47.0 48.6 35.5

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A B

1899 37.4 44.4 52.6 46.2 26.0 34.8 44.6 31.8 1904 41.4 42.3 50.5 38.1 25.8 23.4 42.6 28.1 1909 40.0 39.5 48.8 37.2 24.6 42.3 49.0 26.0 1914 44.7 41.5 48.7 41.5 31.5 33.4 47.5 27.3 1919 42.3 36.8 41.0 37.3 26.6 46.4 45.9 23.3 1921 57.5 41.8 47.1 41.2 30.7 36.7 37.8 45.4 29.7 1923 45.5 40.4 45.0 41.0 35.7 38.9 39.0 29.6 28.2 1925 43.7 39.5 43.8 42.0 34.4 33.0 37.3 36.5 21.5 1927 39.2 38.0 41.8 40.0 38.2 32.4 39.6 35.9 29.2 1929 36.8 36.2 42.4 36.6 31.3 37.4 43.8 24.8 21.6 1931 35.6 36.0 42.2 39.6 30.7 27.2 38.8 34.6 34.2 1933 32.8 34.1 39.0 37.8 28.9 34.2 51.6 36.4 28.6 1935 37.8 36.2 39.0 40.2 33.6 43.4 49.9 37.2 30.4 30.7 1937 36.7 35.9 39.1 40.6 34.2 46.8 56.0 39.8 29.4 1939 36.8 35.2 38.4 38.2 33.8 39.5 58.7 38.5 24.4 * A: FJ valor agregado incluye el costo del trabajo a contrato.

B: E l valor agregado excluye el costo del trabajo a contrato.

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138 PRECIOS, COSTOS Y MARGEN I DI I

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140 P R E C I O S , C O S T O S Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

compuestos orgánicos en general, etc. En todas esas ramas la producción está muy concentrada y se realiza en unidades muy grandes; las cifras de éstas y otras series (fertilizantes, aceites, drogas y medicinas) indican que inmediatamente después de la guerra mundial tuvo lugar una lucha com­petitiva (véase más arriba, pp. 120-121). De 1923 en adelante decreció la participación de los jornales. Si excluimos al rayón de la serie "productos químicos no especificados", se hace aún más marcado el decremento de la participación de los jornales. Por lo tanto, la industria química básica se comporta como era de esperar lo hiciera una industria de gran concentra­ción. El rayón, en sí una industria muy concentrada, es un caso especial; su producto está en competencia relativamente estrecha con las otras fibras, y de continuo la industria se ha esforzado por ganar mercados a expensas de aquéllas. Es plausible que este factor explique el decremento del margen de beneficio.

Otro ejemplo de una concentración elevada lo constituye el jabón, con un pronunciado decremento en la participación de los jornales. Las drogas y las medicinas, industrias también muy concentradas, muestran la misma tendencia de 1921 en adelante. Los fertilizantes y los aceites también muestran algún decremento en la participación de los jornales, aunque sólo en parte están concentrados. Entre los aceites, son industrias concentradas las de los aceites esenciales y de linaza, y no lo es la del aceite de semilla de algodón.

Una industria muy competitiva es la de las pinturas y barnices, que muestra un decremento muy reducido en la participación de los jornales. Los perfumes y cosméticos, así como las preparaciones limpiadoras y puli ­doras, parecen estar influidas por los elevados costos de venta que imperan en esas ramas industriales.

Coque y gasolina

Es obvio que la producción de coque debe llevarse a cabo en plantas muy grandes. En este caso la participación de los jornales se verá muy influida por el grado que tenga el uso de la capacidad, ya que el costo unitario de aquéllos será mayor con un grado bajo de utilización. Parece que hasta 1929 hay una definida tendencia descendente en la participación de los jornales. Las cifras de la década de 1930 deberán corregirse en sentido descendente, si se toma en cuenta el bajo grado de utilización que prevale­ció en ese período.

En la refinación de gasolina el decremento de la participación de los jornales es evidente hasta 1919. El desarrollo posterior lo explica un factor ya antes mencionado (pp. 120-121). Las grandes compañías petroleras que son las dominantes, poseen los oleoductos y carros tanque, y están en po­sibilidad de reducir el margen de refinería con objeto de impulsar a las refi-

E S T U D I O D E L O S MÁRGENES D E B E N E F I C I O I I i

nerías independientes sin perjudicarse, pues para ellas un margen menoi M compensa con un mayor ingreso de las compañías de los oleoductos.

Grupo hulero

Los sectores principales del grupo hulero, las llantas y cámaras, y las botas y zapatos de hule, son ambas industrias muy concentradas. Sin embargo, de hecho son muy competitivas. En el caso de las llantas esto se debe a la posición oligopsonista de la industria automotriz; en el caso de los zapatos es posible que tenga algo que ver la competencia que representan los zapatos de cuero. La lucha competitiva parece haber llegado a su cúspide a fines de la década de 1930; en el caso de las llantas se ha mitigado un poco a partir de 1937.

Grupo del cuero

En el grupo del cuero todas las ramas son muy competitivas; la producción en pequeña escala es posible en todas las industrias que trabajan el cuero, y hasta el curtido se puede realizar en una escala moderada. En todos los casos la participación de los jornales se ajusta el patrón competitivo. En el curtido de los cueros, etc., hay un incremento en la participación de los jornales en todo el período posbélico, en comparación con el anterior a la guerra. La lucha competitiva es especialmente aguda en esta industria, ya que desde el final de la guerra mundial es una industria en declinación.

Grupo de la piedra, la arcilla y el vidrio

Las industrias más importantes de este grupo (cuadro 19) son "oligopolís-ticas" en alto grado. El vidrio en todas sus ramas (vidrio de ventanas, vidrio prensado y recipientes) es una industria muy concentrada. El cemento no es una industria concentrada a escala nacional, pero en vista de que el mercado de una planta está limitado geográficamente, de hecho la concen­tración efectiva es muy elevada. Lo mismo se aplica también a los tabiques, incluidos en "productos de arcilla". Por otra parte, la cerámica puede ser considerada como una industria competitiva de manera predominante.

El cemento, los productos de arcilla y el vidrio muestran una baja secular de lo más notable en la participación de los jornales. En el caso del cemento el cambio es aún mayor de lo que muestran las cifras, pues el grado de utilización anormalmente bajo que hubo en los años de 1930 significa un incremento del costo por unidad de los jornales, por arriba del nivel que habría tenido con un grado de Utilización más normal.

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I

» 1

.3 b

E S T U D I O D E L O S MÁRGENES D E B E N E F I C I O i l I

La cal y los productos de concreto son industrias que siguen un pal mu similar al de las industrias anteriores, aunque en este caso es de esperar uní competencia mayor. Los productos de asbesto están muy concentrados, pero las cifras presentan un panorama algo irregular.

La cerámica muestra un decremento de la participación de los jornales mucho menor que el de las otras series, en conformidad con la mucho mayor competencia que se tiene en esta industria, en la cual los costos de transporte no l imitan el mercado.

Grupo de! hierro y el acero

Las cifras de concentración de este grupo (cuadro 20) se dan en seguida:

Proporción del producto elaborado por las cuatro

mayores empresas

Acero 49% Latas de lámina 8 1 % Tubería y uniones de hierro colado 42% Alambre elaborado de varilla comprada 40% Alambres no especificados 23% Cuchillería 36% Herramientas (excepto las de f i l o , limas

y sierras) 24% Artículos sanitarios y de hierro esmaltado 34% Acero estructural fabricado 25% Tornillos, tuercas, remaches 34% Forjados 2 1 % Tubería forjada 47% Productos de tarraja 22% Toneles, barriles y tambores de acero 37% Metales troquelados y prensados 12%

Estas cifras no presentan un panorama adecuado. En la mayoría de los casos el grado de concentración que corresponde es mucho más elevado, debido a que varios productos distintos se combinan en una sola industria Aparte de esto, es considerable la escala de producción y la inversión de capital que se requieren en la mayor parte de esas industrias. Por lo tanto, no esperaremos que prevalezca el patrón competitivo (excepto en los "me­tales troquelados y prensados"). De hecho, la mayoría de las series mues­tran un decremento en la participación de los jornales; es muy marcado de manera especial en el caso de las latas de lámina, el alambre, la tubería de fierro colado, la tubería forjada, en donde la concentración es alta, y en la

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1 4 4 P R E C I O S , C O S T O S Y MÁRGENES D E B E N E F I C I O

cuchillería, los tornillos y remaches, artículos forjados, etc. Entre las i n ­dustrias concentradas sólo son una excepción los toneles de acero; podría esperarse que los metales troquelados y prensados se ajustaran a un patrón competitivo.

En el sector pesado de la industria (altos hornos, laminadoras y artícu­los de acero) el decremento de la participación de los jornales, a un nivel dado de utilización, está encubierto en parte por el grado anormal de capacidad excedente en los años de 1930, lo que en esta industria elevó fuertemente el costo unitario por jornales.

Metales no ferrosos

En este grupo (cuadro 21) predominan de nuevo una fuerte concentración y el requerimiento de grandes capitales. La fundición y refinación de co­bre, plomo y zinc es una de las ramas más concentradas de todo el conjun­to . Las manufacturas de aluminio y de aleaciones también son industrias de una gran concentración. Lo mismo ocurre con las principales industrias que componen la serie "productos de láminas de metal" , por ejemplo, platos de cobre. Tiene que esperarse que todas estas industrias se ajusten al patrón "monopolístico". De hecho, desde fines de la guerra mundial mues­tran el acostumbrado decremento en la participación de los jornales; sin embargo, se puede ver, especialmente en el caso de la fundición y la refinación, que la participación de los jornales era mucho más reducida antes de la guerra. Tal parece que aquí de nuevo tenemos un caso en que reaparece la presión de la competencia en una industria en la que no había operado desde el cambio de siglo, y es probable que a ello haya contribui­do la sobreexpansión de la capacidad que tuvo lugar durante la primera guerra mundial.

En las industrias "ligeras" de este grupo, el patrón monopolístico aparece de nuevo en los relojes, las vajillas de plata y el equipo de ilumina­ción. En estos casos el grado de concentración es mediano, y hay algunos factores adicionales que l imitan la competencia proveniente de las entradas nuevas en la industria: en los relojes las empresas antiguas poseen una ventaja que no es fácil logren las recién llegadas; hasta los productores marginales pueden, por tanto, obtener un beneficio en esta industria, lo que explica por qué no se sigue el patrón competitivo.

Maquinaria

Algunas de las industrias de este grupo (cuadro 22) tienen una gran con­centración: la de maquinaria y equipos eléctricos, los implementos agríco­las, las máquinas de coser, las máquinas registradoras y calculadoras.

E S T U D I O D E L O S MÁRGENES D E B E N E F I C I O

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Page 72: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

C U A D R O 2 1 P O R C E N T A J E D E PARTICIPACIÓN DE LOS J O R N A L E S E N E L V A L O R A G R E G A D O : M E T A L E S NO F E R R O S O S *

Fundición Fundición y

refinación primarias (excluido

el aluminio)

A' N

y refinación primarias (incluido

el aluminio)

A leaciones de metales no ferrosos

A B

Produc- Instala- Relojes, Manu- tos de dones de mesa, Vasijas

facturas láminas de ilu- de pared de plata de alu- de mina- y de y pla-mihio metal ción bolsillo teadas Joyería

A B

1899 20.2 47.5 43.7 64.6 44.8 1904 29.3 45.5 47.8 41.3 61.8 46.8 1909 33.0 44.3 45.6 42.3 56.5 43.1 1914 30.1 50.7 50.0 45.9 46.0 60.1 45.1 43.6 1919 44.5 45.0 51.3 51.2 42.7 45.8 58.4 45.9 38.4 1921 40.7 54.3 54.2 50.2 47.0 66.0 48.1 43.2 1923 42.0 48.3 49.1 44.5 43.9 56.0 45.6 40.4 1925 30.9 48.8 46.2 41.5 43.2 51.1 44.4 40.5 1927 33.2 46.9 47.8 41.8 40.5 49.2 42.7 41.9 1929 33.5 37.8 50.0 39.5 38.3 46.0 38.2 40.0 1931 31.2 40.5 46.4 42.0 40.8 48.0 37.3 43.8 1933 32.6 39.4 43.5 38.2 35.4 45.1 37.5 43.6 1935 31.9 41.5 « 1 J 5 35 3 37.6 4- 5 39.5 43.7 44.2 193" 33.6 33 r ¿: : A? 5 A: f 4 Z 3 47J0 41.0 44 f

-3- } • • *; ~ 35 3 3 i í 4U.A . _ -

Máquinas y aparatos registra- eléctricos,

Maqui- Máqui- Máqui- doras y incluidos naria ñas de ñas de calcula- radios y textil coser lavar doras fonógrafos

A N

1899 31.3 47.8 1904 43.8 41.9 1909 30.0 42.9 1914 38.2 42.7 47.7 34.4 23.0 40.0 1919 41.5 42.2 43.1 46.2 36.8 31.0 40.5 1921 52.1 55.7 57.6 50.6 36.0 30.0 39.5 1923 46.1 48.2 49.3 45.4 31.8 27.6 41.0 1925 39.1 42.1 46.5 45.2 53.4 27.2 24.2 36.0 1927 39.6 41.1 46.2 44.0 52.4 30.8 22.8 34.0 1929 36.0 37.6 42.4 44.5 62.5 29.1 30.9 34.2 1931 36.7 32.8 35.7 42.3 44.6 59.4 27.3 29.4 31.4 1933 51.8 48.5 41.2 46.4 54.8 31.7 36.0 34.6 36.0 1935 42.4 43.6 43.8 46.0 52.7 39.0 29.2 35.2 1937 44.2 44.5 45.2 45.5 43.5 44.3 46.8 54.0 41.3 32.3 37.5 1939 41.8 41.2 41.0 37.5 34.0

agrícolas incluidos tractores

A N

turbinas Máquinas y ruedas herra-

(combinados) mientas A N A N

* A: Antigua clasificación. N: Nueva clasificación.

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C U A D R O 23 P O R C E N T A J E D E PARTICIPACIÓN D E LOS J O R N A L E S E N E L V A L O R A G R E G A D O : EQUIPOS D E T R A N S P O R T E Y D I V E R S O S *

Vehículos Vehículos de motor, de motor, Construcción Aparatos

Vehículos carrocerías total Motocicletas de botes Loco­ Carros de foto­de motor y partes combinado y bicicletas y barcos motoras ferrocarril gráficos

A ' N gráficos

1899 54.4 60.4 59.0 31.8 1904 42.6 80.0 64.5 49.8 56.4 20.2 1909 41.4 52.0 60.0 54.0 60.5 19.0 1914 31.8 53.1 36.8 41.6 65.8 56.1 65.8 20.0 1919 38.6 54.2 43.1 47.2 65.5 46.3 43.7 27.3 1921 39.4 50.0 42.0 39.1 67.5 44.0 55.2 28.9 1923 40.0 56.4 45.0 56.0 70.5 57.0 67.9 25.1 1925 31.3 56.5 40.7 47.1 67.9 77.0 62.0 25.2 1927 33.5 57.0 41.8 47.8 65.7 57.0 58.6 29.6 1929 27.8 54.0 36.6 50.0 60.7 57.9 60.7 28.3 1931 30.1 45.3 36.9 44.0 54.1 77.8 64.2 22.4 1933 31.6 46.5 38.9 44.1 55.1 70.5 78.2 24.4 1935 37.7 60.2 39.8 50.6 59.1 58.8 50.7 66.5 33.0 1937 45.6 55.7 51.0 51.8 51.1 64.0 45.6 55.5 36.9 1939 50.0 48.3 61.3 46.0 54.6 28.2

Ar Botones Cepillos y teñidas de citanos Juguetes fonógrafos

A B A' N

33.6 32.1 48.6 32.3 35.3 49.0 31.9 37.6 43.8 49.0 35.7 35.6 45.7 49.5 40.8 36.8 43.1 53.7 38.8 36.8 43.2 52.1 37.1 32.6 41.1 50.0 36.1 35.5 40.6 51.9 32.8 33.9 39.5 51.7 40.0 34.6 38.6 52.4 37.7 36.5 44.3 49.5 38.1 39.8 37.8 42.9 52.8

44.5 40.5 43.4 43.9 54.8 39.4 38.0 43.5 54.6

1899 24.2 57.2 54.4 1904 31.8 52.9 48.0 1909 30.0 51.5 40.0 51.0 1914 28.9 53.4 40.7 47.0 1919 29.0 55.0 36.6 50.7 1921 26.6 52.9 37.9 51.8 1923 27.1 57.2 37.0 46.0 1925 21.6 54.4 35.7 45.3 1927 28.2 52.5 32.4 50.3 1929 25.0 50.3 33.5 39.8 1931 26.0 50.8 36.2 36.8 1933 27.0 48.6 38.7 40.5 1935 24.6 48.8 25.9 51.5 1937 26.8 53.3 35.7 55.1 1939 22.0 50.9 35.9 52.9

: A: E l valor agregado incluye el costo del trabajo a contrato. B: E l valor agregado excluye el costo del trabajo a contrato. A': Antigua clasificación. N: Nueva clasificación.

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I S O PRECIOS, COSTOS Y MÁRGENES DE III MI I

La maquinaria eléctrica se ajusta con bastante claridad al pal nopolístico de una decreciente participación de los jornales en el peí i 1

largo. Los implementos agrícolas, así como los motores y las I111I también muestran a partir de 1923 un cierto decremento en la puilii i | ción de los jornales. La maquinaria textü, las máquinas de coser, 11 lavar y las registradoras no muestran tendencia al decremento, 111111 pi tienen una gran concentración.

La serie de las máquinas-herramienta da la impresión de una I" h competitiva después de la guerra mundial, con la participación de los 1 les volviendo en seguida al nivel anterior a la guerra. La concenii.n I r i i i general en esta industria es baja, y se ajusta al patrón competitivo.

Equipo de transporte

La serie de los vehículos de motor (cuadro 23) sugiere que en esta indu tria se han alternado períodos de fuerte competencia con otros en los qiM se ha mitigado la presión competitiva. Hasta 1923 la competencia parece haber sido lo bastante fuerte como para impedir cualquier baja en la partí cipación de los jómales; en seguida la presión competitiva disminuyó, hasta que se reavivó en 1935. Es obvio que la intensa competencia mostrada hasta 1923 fue debida a la política de la empresa Ford, que en esa épot 1 ampliaba su mercado y era capaz de obligar a sus competidores a seguir su política de márgenes de beneficio limitados. Es sabido que más tarde se redujo su participación en el mercado, debido al buen éxito que tuvieron otras empresas con la producción de automóviles de elevada calidad. Esto parece explicar el alivio en la presión competitiva: Ford ya no fue capaz de limitar los márgenes de beneficio de sus competidores mediante una b u de los precios, debido a que no podía competir con sus productos. A mediados de los años treinta parece que la compañía Ford empezó de nuevo a tratar de ganar mercados adicionales mediante la competencia en el precio.

Las series referentes a los otros equipos de transporte se dan para completar el cuadro, pero es dudoso que sea mucho lo que se pueda inferir de ellas. Las cifras son muy irregulares, y es de sospecharse que la valora­ción del producto no está libre de arbitrariedades.

Industrias diversas

Con excepción de los aparatos fotográficos y el equipo quirúrgico, que son industrias bastante concentradas, las series que se dan en este grupo (cua­dro 23) son industrias en pequeña escala, que sería de esperar se ajustaran al patrón competitivo. Las industrias de botones, pieles, artículos de piel,

PIO DE LOS MÁRGENES D E B E N E F I C I O 151

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illieise a los costos de venta. m l l f A _ t a , D r esentan un panora-, aparatos fotográficos y el equipo ^ ^ ^ ^ j o r n

P

a l e s e n

algo irregular, y el m^XVnZTZ^en otros años. La

¡Irla», a pesar de la concentración.

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IS I A ACUMULACIÓN INTERNA DE FONDOS EN LA ECONOMÍA ( < )MO UN TODO

I I 1 B E N E F I C I O Y L A ACUMULACIÓN D E L C A P I T A L

I n páginas anteriores (capítulo v) ha sido analizado el problema del creci­miento en el período largo, de una industria aislada. El análisis simüar de 11. ¡elaciones entre los márgenes de beneficio, la acumulación interna y el • reí imiento, se aplicará ahora a la economía como un todo. Con este pro-póiiito sumaremos las ecuaciones [4] (pp. 77-78) de todas las industrias, y volveremos a interpretar la relación resultante. En este análisis daremos por tyipuesto que tratamos con un sistema cerrado, o sea, que en el panorama mi intervienen las inversiones extranjeras, y que no hay ni déficit ni su­perávit presupuéstales. Es más, también suponemos que no existe la deuda gubernamental (deuda pública), ni posesiones de inversiones extranjeras. I ,i deuda neta que poseen los individuos, por tanto, es propiedad exclusiva de los negocios particulares. En bien de la simplicidad, además pasaremos por alto el problema de los impuestos al beneficio y el ingreso. Al igual que miles, el análisis se aplicará a los procesos del período largo, y los cambios tendrán lugar en los valores de tendencia de los diversos factores.

La cuestión de qué es lo que se entiende exactamente por "tenden­cia", se puede aclarar en forma breve. Se supone que las fluctuaciones cíclicas de la acumulación del capital ocurren alrededor de un promedio, y ente promedio es la tendencia. Por supuesto que hay varios métodos esta­dísticos para hacer el ajuste de esa tendencia; pero el método de ajuste de curvas se excluye, ya que desconocemos la forma de la tendencia a priorí, y más bien lo que deseamos es descubrir sus variaciones en los datos. Por lo Imito, el enfoque natural es ajustar un promedio móvil a una serie de años que corresponda en forma aproximada a la duración del ciclo económico, liste método proporciona una definición burda de lo que queremos decir por tendencia de la acumulación del capital, y también se puede aplicar a otras magnitudes, como el ingreso nacional, el beneficio, etc.

Al volver a plantear la relación [4] (pp. 77-78) a la economía en con-|unto, tenemos

s = S H r r c = u - r g ' c ' w

en donde x son las ventas, H es la capacidad productiva, Z el acervo de capital, Cel propio capital de los empresarios, u la utilización del capital, k

| 1 5 5 |

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! S 6 A C U M U L A C I Ó N 1)1 (Allí

la intensidad del capital, y g la tasa de rotación. Si tomamos las dnivmlnt de todas esas variables con respecto al tiempo, la relación resultante lum bien se debe mantener. Por conveniencia primero tomamos logaritmo» t reordenamos los términos:

log x + log k - log u = log g + log C

Al tomar las derivadas con respecto al tiempo se tiene

El significado de los términos a la izquierda se puede aclarar mi*. II* hecho, según las definiciones implícitas en [9] el acervo de capilal puede expresar del modo siguiente:

Z=s-k, u

y por medio de diferenciación logarítmica tenemos

log Z = log s - log u + log k

Esas relaciones, basadas simplemente en definiciones, son las misnmi que se usaron en el capítulo v. Hablando estrictamente, debemos de nuevt considerar como un factor de complicación, el equipo productivo existeitH que se ehmina mediante el proceso de la baja de precios y la expulsión di empresas. Pero pasaremos por alto esta complicación en el análisis ii guiente.

Es de mencionarse que la magnitud de las ventas s en las relacione» anteriores puede ser interpretada en varias formas. Podemos interpretarU como las ventas brutas, pero también como el ingreso nacional bruto o neto. El significado de la capacidad productivaH,y el de la intensidad del capital k deberá ser diferente de acuerdo con la interpretación de s que •.. haya adoptado.

Es evidente que esta ecuación de la economía en conjunto esta i n muy estrecha relación con la ecuación keynesiana de la inversión y el ahorro. La parte izquierda de la ecuación [10] no representa otra cosa qU( la inversión, analizada de acuerdo con los siguientes términos: el crecimien to proporcional de las ventas, la intensificación proporcional del capital I la reducción proporcional del grado de utilización del capital. Se ha viatf

I I M I I I . A C I Ó N D E F O N D O S E N L A E C O N O M Í A 157

1111 que la suma de esos términos equivale a — | Z , la tasa de crecimiento

|a| m r i vo del capital real. I I lado derecho de la ecuación [10], a pesar de su forma rara, no

tiC I tipn ruta otra cosa que el ahorro. El término — |C, el crecimiento pro-i tonal del capital de los empresarios, es bastante familiar; se trata del | | o interno de las empresas, sin considerar por el momento la posibili-

dg I

dad de las emisiones de acciones nuevas. El otro termino, — \g, el creci-

.iii. tito proporcional de la tasa de rotación, requiere algo más de aclara-iloll

Ahora, respecto a la economía en conjunto, la tasa de rotación apare-. ni un aspecto completamente nuevo. Cuando se trata de una sola em-

proiu, constituye la proporción del total de los activos del empresario con i. ipecto a sus propios fondos (capital empresarial). En la economía en «minuto, si cancelamos las deudas entre las empresas, tiene que ser la proporción del acervo total del capital real (de los negocios) respecto a la •irte del mismo que es propiedad de los empresarios. Como hemos supues­to que el ahorro de todos los individuos (no empresarios) se invierte en in Lunaciones a los negocios, se deduce que el acervo total del capital real . . Igual a la suma de las reclamaciones de los empresarios (capital empresa-n.il) más las reclamaciones de los ahorradores externos (no empresarios), na le son presentadas. Entre ambas clases de reclamaciones agotan el total de los ahorros acumulados en la economía. Así, la tasa de rotación es la proporción del ahorro total acumulado respecto al capital de los empresa-

dg . , o.., Se deduce que la tasa de rotación será constante = o , si el •torro total (= acervo total de capital) se acumula en la misma proporción que los fondos de los empresarios, lo que implica que los ahorros extemos lauibién se acumulan en la misma proporción que los otros dos. Si llama­mos D a la acumulación total que hacen los ahorradores externos, lo cual Iquivale a la deuda de las empresas, entonces es evidente que

Z C+D , , D s = c = - c ~ = l + c -

Una tasa de rotación constante es claro que requiere que C y D se modifiquen en la misma proporción, o sea, que el capital de los empré­ñanos y los ahorros extemos se tienen que acumular a la misma tasa proporcional. En forma correspondiente, una tasa de rotación creciente

positiva implica que los ahorros extemos (= deuda) se acumulen a

una tasa proporcional mayor que la de los fondos de los empresarios. Una

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1 5 8 ACUMULACIÓN D E C A P I T A L

tasa de rotación decreciente significa que los ahorros externos se acumul a una tasa proporcional menor que la del capital de los empresarios. Así, e

dg\ término — 1 ^ de la ecuación [10] indica los cambios en la proporción de los ahorros externos respecto a la acumulación interna de fondos. Pronto habremos de regresar a los problemas que ocasiona esta definición de la tasa de rotación.

Hagamos ahora un análisis adicional de la acumulación interna. Al dC I

igual que antes, la tasa proporcional de la acumulación interna — I Cserá llamada en forma breve a. Es muy plausible suponer que depende de p, la tasa neta de beneficio (excluido el pago de intereses) del capital de los empresarios. Si seguimos a Kalecki 1 suponemos que el ahorro de los em­presarios se determina como una proporción constante (1 — X) de la tasa de beneficio, en exceso de cierto nivel. Esto se desprende de la idea de que los empresarios capitalistas tienen una cierta norma básica de consumo, que depende del monto de capital que poseen, y que además consumen una cierta proporción del beneficio que obtienen, en exceso de esta tasa básica de consumo. Su consumo está constituido por un porcentaje fijo de su capital, más una proporción del beneficio en exceso de dicho porcen­taje. Así

a = 0 - a ) ( l - X ) [12]

en donde a es la norma básica del consumo, expresada como una propor­ción del capital, y X es la proporción del beneficio que se consume en exceso de aquélla. Por supuesto que las magnitudes a y X que describen la propensión al ahorro del empresario, se pueden modificar en el período largo.

La tasa neta del beneficio p rendido por el capital del empresario está determinada de nuevo por la tasa bruta del beneficio e (incluido el pago de intereses sobre las deudas) del total de los activos, multiplicado por la tasa de interés r pagado sobre las deudas, y por la tasa de rotación. 2 Así

p=~(e-r) + r. [13]

Hay que añadir una palabra más respecto a la aplicación de nuestras definiciones a la empresa corporativa. El capital empresarial Cen este caso estará representado por lo que en forma alternativa puede llamarse "equi-t y " o "valor neto" , es decir, la suma del capital por acciones y las reservas

1 Studies in economic dynamics, p .47 . 2 Véase mi Small and big bussiness, capítulo I V .

ACUMULACIÓN D E F O N D O S E N L A ECONOMÍA I H

o "excedentes". La acumulación interna sólo puede comprender el bcnc ficio retenido ("ahorro corporativo") , pero no el ahorro derivado de los dividendos, ya que éstos no están disponibles en forma directa para la empresa. Por tanto, el ahorro derivado de los dividendos se considera como ahorro externo. Por otra parte, una corporación tiene un modo especial de incrementar el capital empresarial, mediante la emisión de acciones nuevas. Los problemas que se derivan de la posibilidad de emitir nuevas acciones son algo complejos, y por razones de exposición, en el presente capítulo daremos por supuesto que no existe esa posibilidad. Por consiguiente, la única forma de incrementar el capital empresarial que tomaremos en con­sideración por el momento es la retención de los beneficios dentro de la empresa.

Resta ligar la tasa bruta de beneficio e con el margen del beneficio. Consideremos primero el caso simplificado en que el costo se divide en dos partes, K , y K 2 , de las cuales KT es estrictamente proporcional al volumen de las ventas, mientras que K2 es constante. Entonces el monto E de los beneficios se determinará del modo siguiente:

s - — , (otro E = eZ = (l « i > K2 [14]

(1 — « i ) será el margen del beneficio bruto, que en nuestro caso simplifi­cado es constante; el monto del beneficio se obtiene simplemente como la diferencia entre este margen de beneficio bruto y los costos generales constantes K 2 . A l dividir [14] entre Z obtenemos

e = ( l - « . ) | - ^ • [15]

Ahora podemos considerar a -3 como constante, al suponer que los

costos generales son una proporción constante del acervo de capital. De acuerdo con nuestras definiciones se deduce que

de modo que a [ 15] también la podemos escribir así

£ - Q - * l ) u _ * 2 k z •

Esto muestra que la tasa del beneficio bruto e se puede considerar como una función de la utilización. Como (1 — « i ) e s positivo, será una función creciente de la utilización. El margen del beneficio bruto (1 - K , )

» [16]

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160 ACUMULACIÓN DE CAI M i

será un parámetro de esta función; mientras mayor sea este margen u beneficio bruto, mayor será la tasa de beneficio e, con cualquier ujmlil dado de utilización.

El anterior es un caso bastante simplificado, aunque es posible que un sea una mala aproximación. En un caso más general tenemos que tomu 11 cuenta que el margen del beneficio bruto (1 - K , ) , así como los cottOl generales K 2 pueden variar con el grado de utilización. Entonces, mal • ( general podemos considerar que la tasa de beneficio e es una función di Ú utilización, función que en general dependerá también de la intensidad .1.1 capital k, de modo que podemos escribir

T / Q » J . ¿ ¿ . ] , 5 e = F(u,k). ||/|

Sin embargo, al igual que en el caso simplificado, podemos supi que la tasa de beneficio se incrementará al aumentar la utilización I | función anterior puede ser denominada función del beneficio. i

Puede verse que la tasa del beneficio bruto e se puede modificai i rl dos formas: por un cambio en la utilización, o bien por un cambio en ION parámetros de la función del beneficio. En el caso anterior simplificado, podemos considerar que una modificación del margen del beneficio brufij es uno de esos cambios en los parámetros de la función del beneficio.

Allora podemos sustituir la expresión general de la tasa del benelu lo bruto en [13] y obtenemos

p=g[F(u, k)-r] +r. \\H\

Lo que puede sustituirse de nuevo en [12] y obtener, para la acuniu lación interna proporcional, la expresión

C = {g{F(u,k)-r\+r-a}{\ - X) . [19]

Ahora la ecuación [10] puede ser escrita del modo siguiente:

" = <dt \ g + {g[F(M' V-r\+r- «}(1 - X) . [ 2 0 |

El significado de esta ecuación es, de nuevo, que la tasa decrecimiento del acervo de capital (la suma de los términos del lado izquierdo) es igual a la tasa proporcional de la acumulación intema más el cambio proporcional de la tasa de rotación. Pero la acumulación interna ahora aparece detenni nada por varios factores, como el grado de utilización, la función del beneficio F(u, k) y los hábitos de ahorro de los empresarios.

¿En qué podemos utilizar esta ecuación? Es obvio que no puede ayu

ds\ dt\

s + dk dt

, du k - ~T dt

UMUI u I O N D E F O N D O S E N L A E C O N O M Í A 161

i explicar en forma directa un proceso dinámico. De hecho, apenas algo más que unas pocas definiciones. Sin embargo, será útil preci-

Miui me por esa razón: ayudará a aclarar las definiciones, y de continuo H habremos de referir a ella en nuestra argumentación verbal. En primer | | | ¡ M vamos a considerar que la tasa de crecimiento del capital está dada, y n i que ajusfar en consonancia la parte derecha de la ecuación [20]. En la | | | (litación adicional también tomaremos en cuenta que este proceso

i ste de varias magnitudes del lado derecho, actuará a su vez, sobre la pul. i/quierda de la ecuación.

11 is problemas que aquí estudiamos, relacionados como están con la unía en conjunto, son considerablemente más complicados que los de

.... i industria individual estudiados en el capítulo v. En ese caso pudimos .up. mcr que el crecimiento de las ventas de una industria está determinado <l. ule fuera, y se trataba simplemente del ajuste de los otros factores. Sin .mi.aigo, el crecimiento de las ventas (o del ingreso nacional) en la econo-

. o r n o un todo, no puede ser considerado de la misma manera, como si ¡ ..i Iginara en forma independiente. Ahora nuestro análisis partirá de una iile.i diferente. Imaginemos un crecimiento del capital que se autoperpetúa a una cierta tasa. La posibilidad de ese crecimiento autoperpetuado se basa en una teoría endógena de la inversión. Es decir, ciertas circunstancias • ..iiomicas, como una dada tasa de beneficio, provocarán un crecimiento del capital a una cuota determinada. Este crecimiento del capital a su vez , .I .I la causa de las circunstancias a las que se debe que continúe. (Siempre nos referimos a promedios móviles de la inversión, etc., de modo que no «parecen en el panorama las fluctuaciones cíclicas.) El que de hecho sea boiible ese crecimiento autoperpetuado del capital basado en una determi­nación endógena de la inversión, sólo se puede demostrar por completo mediante el tratamiento matemático del problema, el cual se presenta en el capítulo x m . Dentro del alcance de esta argumentación verbal sólo puede ser explicado en una forma menos estricta. Imaginamos que la inversión no es autónoma, sino que es inducida por varias circunstancias económicas, futre ellas está en|r¿rimer lugar la acumulación interna de los negocios, que después de algún tiempo induce una cierta inversión. Esta influencia sobre la inversión será positiva en tanto sea positiva la acumulación interna.|En segundo lugar, está el grado de utilización de la capacidad, que puede tener una influencia positiva o negativa sobre la inversión, según que la utiliza­ción sea elevada o baja. En tercer lugar está la tasa de rotación, o la deuda relativa, que de nuevo puede tener un efecto alentador o desalentador sobre la inversión, según que el endeudamiento sea grande o pequeño-lEgj, último, la tasa del beneficio también influye en la inversión. Todos estos factores a su vez son influidos por la cuota de crecimiento del capital. Si imaginamos que se encuentran en un nivel tal que inducen un crecimiento del capital, que a su vez los conserva sin que varíen, tenemos el panorama de un crecimiento que se autoperpetúa.

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162 A C U M U L A C I Ó N D E C A I ' I I \l

Ahora supongamos que ocurre algo a la tasa de crecimiento que l | hace decrecer. Dejamos campo libre a la forma en que ocurre esta modlfl cación (no necesitamos forzosamente pensar en una influencia exógeim sino que podemos imaginar que se modifica algún coeficiente estructui ij del sistema). La tasa de crecimiento del capital decae, por ejemplo, del '7 al 2 % al año. Ahora expondremos los ajustes que son de esperar conui consecuencia. En los términos de la ecuación [ 2 0 ] podemos decir qui 11 porción de la izquierda se ha reducido del 3% al 2 7 o . Tenemos que esperU que el lado derecho de la ecuación se ajuste en consonancia. El primer pul I en este ajuste es una reducción de la acumulación interna. De hecho, esto será bastante fácil. Dada la propensión al ahorro de los empresarios (loÉ parámetros X y a) la tasa de beneficio tendrá que bajar de modo que |gj empresarios ahorren menos. La baja de la tasa de beneficio será provocad| automáticamente por la reducción de la inversión y la consiguiente pres sobre la demanda efectiva.

¿Pero qué ocurrirá con los ahorros en el exterior de los negocios?, ¿también se ajustarán, a consecuencia de la baja en la inversión? El proi | so que tenga lugar en la tasa de rotación dependerá de la medida en que sal posible realizar este ajuste del ahorro externo. Es más, la extensión en qg| deba bajar la tasa de beneficio dependerá de la capacidad de ajuste del ahorro externo. La próxima sección se dedicará a estas cuestiones.

2 . E L A H O R R O E X T E R N O Y L A T A S A D E R O T A C I Ó N

El problema es éste: La tasa de rotación, de la economía en conjunto como hemos visto, es la proporción del ahorro total acumulado con respai to a la parte del mismo que poseen los empresarios. El que sea constante o que se modifique depende por lo tanto, de las proporciones relativas en que se acumulan los ahorros externos y el capital de los empresarios. Pflj otra parte, la tasa de rotación es la proporción que en promedio mantienen los empresarios entre el total de sus activos de capital y su propio capitaj parece depender, entonces, de las decisiones de los empresarios en cuanto al grado hasta el que quieren endeudarse. ¿Cómo es que las tasas relativH de la acumulación interna y la externa son ajustadas mediante las decíalo nes de los empresarios acerca de la tasa de rotación?

El problema es similar al problema keynesiano del ajuste de los alio rros respecto a la inversión, pero es un caso más específico: Es cuestión dj ajustar las proporciones en que contribuyen al ahorro los dos grupos de ahorradores, los empresarios y los del exterior, a la proporción en que |fl empresarios desean financiar su inversión total por medio de su propH capital y de endeudamiento. Si van a dominar los deseos de los empresai lo con respecto a la tasa de rotación, entonces el ahorro externo tendrá qtaj

i 1 M 111 . A C I Ó N D E F O N D O S E N L A E C O N O M Í A 163

ipi i . 11 se a la acumulación interna. Si, por ejemplo, los empresarios desean itener constante la tasa de rotación, entonces el ahorro externo tiene

umularse en la misma proporción que el capital de los empresarios; | ili ican reducir la tasa de rotación, entonces el ahorro extemo tiene que

U umularse con menor rapidez (en menor proporción) que el capital de los llipresarios. Si la reducción deseada de la tasa de rotación es bastante

ai'Ptiluada para hacer necesaria una reducción absoluta de la deuda de los Itliprcsarios existente, entonces el ahorro extemo tiene incluso que vol-• i • negativo, con una acumulación interna positiva, de modo que el

• niprcsario sea capaz de rembolsar su deuda. Ahora resumamos la exposición iniciada más arriba. La acumulación

1 1 i ipital real decrece del 3% al 2% al año, y como una primera conse-i Uancia se reducen la tasa de beneficio y la acumulación interna (a, X y r \ uponen constantes). Si ha de lograrse un nuevo "equilibrio dinámico", •Wl una tasa constante de crecimiento del capital y constantes tasas de i" neficio y de rotación, tenemos que acabar por llegar a un estado en que 11 | i umulación interna, la acumulación del ahorro externo y la del capital n il total se realizan a la misma tasa proporcional (que no tiene necesaria-HHme que ser del 2 % ) . Sin embargo, en el período intermedio se requerirá un ipiste adicional. Debido al decremento de la tasa de beneficio, los . mpresarios se esforzarán por reducir su tasa de rotación y en el equilibrio final deberá ser menor de lo que era al principio, de modo que corresponda i la lasa de beneficio que acabe por establecerse. Así, en el período de tilllte intermedio, la acumulación del ahorro interno tendrá que ser más

li-lila que la acumulación interna^ ^ será negativa^, de manera que sea

•Olible se reduzca la tasa de rotación. El período de ajuste puede ser corto y abrupto, con el ahorro externo transformándose en negativo, y así una Murta de la deuda de los empresarios puede ser rembolsada con prontitud, n bien el ajuste puede ser gradual y efectuarse con lentitud, en cuyo caso

JjP lera negativo por mucho tiempo y la tasa de rotación se aproximara

I. I I I.I mente a su nuevo nivel. Así es como puede ocurrir un ajuste suave, pero en la realidad los

i. "iiiecimientos suelen presentarse de un modo muy diferente. Podemos ihu por seguro que el ahorro externo no es muy elástico, con certeza es Ulanos elástico que la acumulación interna (véase más adelante). Si la | l umulación del capital real baja del 3% aí 2% anual, entonces el ahorro • i . rno se reducirá menos que la acumulación interna: o sea, el primero i ^mecerá por arriba del 2%, y el segundo en correspondencia tendrá

de . |ue descender por abajo del 2%, con la consecuencia de que ^ se volverá fOtitíVtt, y se elevará la tasa de rotación. Los empresarios, incluso a pesar do su deseo de reducir la tasa de rotación inicial, pronto se verán inclinados

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1 6 4 A C U M U L A C I Ó N 1)1 i n ,

a controlar este crecimiento relativo de su endeudamiento, y tu QJÚfl posible reacción en contra de ese fenómeno será reducir la inveis || embargo, esto no arreglará las cosas. Si se supone que el ahorro exli ni relativamente inelástico, la baja adicional de la acumulación del capital n ti no irá acompañada de una baja correspondiente en el ahorro externo, | 11 consecuencia la acumulación interna tendrá que bajar más que la ui imiti lación total de capital, y los empresarios se encontrarán con que iu M deudamiento relativo (tasa de rotación) sigue en aumento. En otras pul* bras, el efecto de cualquier reducción de la inversión, debido a la incla»IM dad del ahorro externo, se tendrá que sentir sobre todo en la acumula interna.

Por supuesto que el mismo proceso puede ocurrir en la direi i lu|| opuesta: si se incrementa la acumulación del capital real, y si el almrftl extemo es relativamente inelástico en dirección ascendente, entoncoi U tasa de rotación decrecerá, lo que impulsará a los empresarios a incremái tar su inversión, y se establecerá una ascendente tendencia al aumento

El resumen de estas consideraciones es que: si el ahorro externo 1 relativamente inelástico, o sea, si se ajusta con menos facilidad quo l l acumulación interna, a un cambio en la acumulación del capital real, en tonces cualquier aumento o decremento primario de ésta provócala un aumento o decremento adicional de la tasa de crecimiento del capital refl El proceso puede tener un límite, pero no necesariamente ha de ser a j í Hasta ahora el asunto ha sido estudiado en forma abstracta, y es necesurtü examinar la cuestión de la elasticidad del ahorro externo con más detalle

El ahorro externo es de las clases siguientes: hay en primer lugar, »1 ahorro de los rentistas, o sea, los receptores de intereses fijos proveniente» de valores. En segundo lugar está el ahorro derivado de los dividendos, en tercero, el de los profesionales (doctores, abogados, etc.) y los que grandes salarios (técnicos, gerentes, actores, etc.). Por último está el ahorfl de los receptores de salarios reducidos y de los trabajadores manuales.

El ahorro de los rentistas es el menos elástico de todos. Pueden hahei modificaciones en el ingreso de los rentistas, al ocurrir cambios de la I . I . I de interés en el período largo, siempre que después de un tiempo la» conversiones se ajusten a los pagos de interés recibidos realmente. Una continua depresión secular puede proporcionar una abundancia de liquide/ y desembocar en una reducción del interés. Pero es bien sabido que la tasa de interés del período largo difícÜmente puede descender por abajo de cierto nivel; por otra parte, el interés que en la práctica se paga sobre ION bonos corporativos es por supuesto mucho más elevado que lo que teóril) mente se denomina tasa de interés del período largo (el rendimiento de lo» bonos gubernamentales a un plazo muy largo), porque incluye un premia por riesgos, que en sí no es muy elástico. Por tanto, el ahorro de los rentistas sólo cambiará con gran lentitud, y se mostrará completamente inelástico por abajo de cierto mínimo. Si el decremento de la acumulación

I I il A C I Ó N D E F O N D O S E N L A E C O N O M Í A 1 6 S

|t i ipilal trae consigo una baja general de precios, hasta pueden elevarse ieso real del rentista y su ahorro monetario, de modo que ese ahorro

i "•in una elasticidad negativa. I Ina vez que la tasa ha llegado a un mínimo práctico, se puede consi-

IVIUI i 011 bastante aproximación, que el ahorro de los rentistas es com-|i|i m í e inelástico. Si todo el ahorro externo es de esta clase, entonces

alelo antes descrito se aplicará de manera muy obvia: si la acumu­la del capital real baja de cierto nivel, la cantidad que los empresarios li i n i obtener en préstamo será insuficiente para absorber el ahorro de los

i i nli tas. En la medida en que la acumulación (proporcional) del ahorro de |li rentistas exceda de la acumulación proporcional del capital real, deberá

mpensada por una reducción correspondiente de la acumulación in-i Por consiguiente, la acumulación interna tendrá lugar a una menor

n ú proporcional) que la acumulación del capital real, y ascenderá la tasa i. ri a ación. La consecuente reducción adicional de la inversión hará dismi-

a la par la acumulación interna, y se acelerará aún más la tasa de I - I i, ion. El proceso desembocará en una suspensión de la acumulación del lipltal real (con una acumulación interna negativa simultánea, de modo |IM se compense el ahorro fijo de los rentistas), y más adelante hasta en ni i desacumulación de capital, cada vez mayor. Estos perniciosos efectos lie la inelasticidad del ahorro de los rentistas han sido descritos en detalle pin Kalecki.3 El presente análisis se limita a ofrecer una ampliación de su

a, con objeto de tomar en cuenta otras clases de "ahorro extemo". Id ahorro proveniente de los dividendos. A primera vista parece pro-

IMter suficiente elasticidad, pero un examen de los datos disponibles nuestra que no se cumplen esas expectativas. La experiencia de la década de 1930 en los Estados Unidos muestra que el pago de dividendos, si bien .i i edujo, se sostuvo a niveles sorprendentemente altos, hasta en una época de una severa y prolongada depresión. El cálculo de los ahorros provenien­tes de los dividendos, aunque sujeto a algún error, indica que en toda la Meada de 1930 persistió un considerable ahorro positivo, derivado de esa I i i e n t c (véase cuadro 24), en tanto que al mismo tiempo era negativa la acumulación interna de las corporaciones. Parece que es posible establecer i m i seguridad la conclusión de que el ahorro proveniente de los dividendos os considerablemente menos elástico que el ahorro interno de las empresas.

Quedan dos clases de ahorro, el de los profesionales y el de los que reciben salarios cuantiosos por una parte, y el de los trabajadores y los asalariados en pequeño, por la otra. Es de presumir que ambos dependan del nivel del desempleo.

Es razonable suponer que el ahorro neto de los trabajadores y los que reciben salarios pequeños se aproxima a cero, dado un cierto grado mode­rado de desempleo. Sin embargo, a medida que la economía se aproxima a

3 Studies in economic dynamics, pp. 85-6.

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1 6 6 ACUMULACIÓN 1 ) 1 i \

C U A D R O 24 A H O R R O D E R I V A D O D E LOS DIVIDENDOS

1919-28 1929-37

Ingreso nacional

(1 )

69.2 59.0

Dividendos (2)

(En miles de millo­nes de dólares)

3.6 3.9

Ahorro derivado— Ah<>n,> de los dividendos Corporal U

(3) (4)

1.2 1.1

1.7 3.0

F U E N T E S : Col. (1): Department of Commerce. Col. (2) a (4): M. Taitel,Profits, productiveactivities and newinvcstmmi (Temporary National Economic Committee Monograph 12).

la situación de empleo pleno, es de presumir que estos "ahorros pequen' • se volverán positivos. Así, hay un cierto espacio entre el empleo pleno \ m determinado grado moderado de desocupación, en el cual ese aliono | | elástico. Podría pensarse que si el nivel de desocupación se eleva por an • *• • • del grado indicado, ocurrirá un desahorro. Sin embargo, éste sólo puede soi un fenómeno del período corto: durante un desplome, en seguida de u | auge, puede haber desahorro por un tiempo limitado (no más de un quizás), pues como las reservas líquidas de los trabajadores no son mUJ grandes, el desahorro neto no puede desempeñar un papel importante en | período largo. Pasado cierto nivel de desempleo, el ahorro neto de lo» trabajadores se conservará de manera constante en cero, cuando se toman en consideración períodos prolongados.

El ahorro de los profesionistas y los que reciben salarios cuantiosoí también se verá influido por el desempleo. Un alto nivel de desempleo que se muestre persistente aumentará la competencia en el grupo y tenderá n reducir su remuneración, así como a provocar entre ellos un cierto del empleo. Sin embargo, debemos tener cuidado en no sobreestimar la elasti cidad de los ahorros de este grupo. Una gran proporción de los ahorradores que lo constituyen tienen situaciones relativamente protegidas, ya que sus ingresos no están sometidos a presiones muy fuertes. El ingreso monetario promedio de esas profesiones independientes, por ejemplo los doctores y los abogados, no parece haber descendido mucho más que el costo de la vida entre 1929 y los últimos años del decenio de 1930.4 De nuevo, la necesidad de desahorrar tenderá a presentarse sobre todo entre aquellos que cuentan con menos recursos líquidos a los cuales acudir. Por último, existe la probabilidad de que el aumento de la inseguridad ocasione un aumento de la propensión al ahorro de esos grupos. Una parte no despre-

4 Véanse los datos sobre el ingreso de los profesionales en el Survey of Curren! Business, 1943 y 1944.

MU \ l U )N DE FONDOS E N L A ECONOMÍA 1 6 7

i il li di los ahorros toma la forma de seguros de vida, la que parece ser i' icsistente frente a la presión del desempleo. Parecería que es

i al'L deducir que el ahorro de este grupo se ajusta a las variaciones del le desempleo, pero que su elasticidad es muy limitada. Es casi seguro

i • i ' le grupo persistirá un considerable ahorro positivo, aún cuando i. n i mi nivel muy elevado de desempleo en el período largo.

i l examen de varias de las clases del ahorro individual confirma el su-anterior de que el ahorro extemo es relativamente inelástico. Haga-

I I IIM más preciso el significado de esta afirmación. El ahorro total es igual a a. no de los empresarios más el ahorro extemo (= modificación de la W llilu de las empresas); por tanto (con A como la acumulación en un año):

AZ = AC+ AD

Si la tasa de rotación ha de ser constante, las dos clases de ahorro se o. neu que acumular a la misma tasa:

— = — = — m i Z C D 1 J

Al expresar alternativamente las dos clases de ahorro, como porcentaje del capital total de los negocios Z, podríamos escribir

¥ - ¥ • ¥ m

v decir que esas razones tienen que modificarse en la misma proporción, si lia de ser constante la tasa de rotación. Ahora bien, el mecanismo mediante el cual se logra un decremento del ahorro, es la contracción de los ingresos. ( on un monto dado de capital real Z, los ingresos reales pueden reducirse debido a una baja en el grado de utüización de la capacidad; pero el punto decisivo es el siguiente: en conformidad con todo lo antes expuesto, sería de esperarse que el ahorro extemo, como una proporción del ingreso na­cional (o del ingreso personal total) no se redujera mayormente. Por tanto, si el grado de utüización se redujera en 50%, la proporción del ahorro

AD . , . externo respecto al capital de los negocios apenas se reduciría en algo

más que el 50%. Por otra parte, sin embargo, un decremento de la utüiza­ción de 507o, ciertamente que reduciría el beneficio en una proporción mucho mayor, y el ahorro de los empresarios en otra aún más grande. De lo cual se deduce que el ahorro de los empresarios es más elástico que el ahorro externo, en relación con un cambio en el ingreso.5

- No olvidamos que las tasas de beneficio, y por tanto la acumulación del ano

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168 ACUMULACIÓN DE CAP

Lo anterior concuerda con las sorprendentes cifras de S. Ku/nel bre los ahorros individuales.6 De acuerdo con sus estimaciones, los ah individuales (a precios corrientes) fueron 4 mil millones de dólares p. ctl decenio 1919-1928, y 3.7 miles de millones p. en el de 1929-1938, o | f | respectivamente 5.6% y 6% del ingreso nacional. Esas estimaciones oslan sujetas a considerable error, pero en la medida en que podamos darJU crédito sugieren que hasta el elevado nivel de desocupación secular ocurrí do en la gran depresión, redujo muy poco o nada la tasa del "ahor«| extemo" en proporción al ingreso nacional.

De la desocupación dependerá cuál sea la elasticidad del ahorro extei no que impere (dada la posibüidad de error en las cifras que acabamos di citar). Por tanto, si decrece la acumulación del capital real y se lia. > necesario reducir la tasa a que se acumula el ahorro extemo, con objeto do evitar un desequilibrio creciente, prácticamente el único medio de alcana] ese fin será un aumento considerable del nivel de desocupación. Un mayo] nivel de desocupación se puede lograr de dos maneras: bien en forra instantánea, si el descenso de la tasa de beneficio (consiguiente a la baja de la acumulación del capital real) es ocasionado por un menor grado de utilización del capital (pues entonces es claro que el ingreso nacional do berá bajar en relación con el acervo de capital existente, con un ascenso </ la par del grado de desocupación). Y alternativamente, cuando la tasa do beneficio se reduce, a un nivel constante de utilización (véase el capítulo v), entonces el mayor grado de desocupación sólo puede provenir de un descenso de la tasa de acumulación del capital real, en relación con el crecimiento (natural) de la fuerza de trabajo.

Si el aumento del nivel de la desocupación secular no puede provocar un suficiente descenso de la tasa del ahorro extemo, lo que es muy im probable según las consideraciones anteriores entonces, en vez de alcanzar­se un nuevo "equilibrio dinámico" la secuencia de los acontecimientos desembocará en el desequilibrio antes descrito. La acumulación interna se contrae más, proporcionalmente, que el ahorro externo, de manera que se eleva la tasa de rotación. Un decremento adicional de la inversión tendrá mayor efecto sobre la acumulación interna que en el ahorro extemo, por lo que la tasa de rotación seguirá en ascenso, a pesar de los esfuerzos de los empresarios por reducirla mediante una disminución de la inversión. Así, continuará la baja de la acumulación real, de la acumulación interna y de la tasa de beneficio, mientras la tasa de rotación seguirá en ascenso. El rasgo más notable de este desequilibrio es que la tasa de rotación que de hecho se establece, nunca está en armonía con la que desean establecer los empre-

rro de los empresarios, puede reducirse sin que haya una baja en la utilización de la capacidad. Pero en este caso los ingresos personales (menos los dividendos) no nece­sitan descender nada, y la inelasticidad relativa del ahorro externo es evidente.

6 National income and its composition, vol. I, p. 276, Cuadro 39, y National income: a summary of flndings, p. 21.

u IIMIILACIÓN DE FONDOS E N L A ECONOMÍA 1 6 9

.anos: en realidad ésta es la razón del continuo desequilibrio. Hay un creciente endeudamiento relativo, en contra del deseo de los empresarios; »e podría decir que es un "endeudamiento forzado".

¿Cómo ocurre esto en la práctica? Si consideramos un período con­t a b l e T , una empresa determinada tendrá una cierta acumulación interna A<' durante ese período. Al final de éste, basado en la acumulación interna V la tasa de beneficio del período r , el empresario decidirá la inversión AZ . 11ii- habrá de realizar en el período r siguiente. Si esa inversión se efectúa en realidad, ocurrirán las modificaciones siguientes en el período r : por u n a parte el total de activos se incrementará en el monto de la inversión A / , y por otra, habrá una nueva acumulación interna (&C)\. El aumento neto del endeudamiento durante el periodo T, será el resultado del saldo entre la inversión planeada antes del período y realizada en él, y la acumu­lación interna efectuada en el período. Puede verse que el control ejercido por el empresario sobre el desarrollo de la tasa de rotación durante el l>críodo T , depende de su correcta previsión respecto a la acumulación interna que tiene lugar en el período. Por ejemplo, puede suponer que la acumulación interna va a ser similar a la del período anterior, y planear su inversión de modo que la tasa de rotación se mantenga constante; pero si la acumulación interna efectiva es menor que la esperada, al final del período T su tasa de rotación habrá aumentado en comparación con la existente al comienzo del período T .

En la práctica esto bien puede ocurrir del modo siguiente: el empresa­rio obtendrá financiamiento a largo plazo (mediante la emisión de bonos) en forma anticipada, para la parte de la inversión que prevé no será com­pensada por la acumulación interna durante el período T; el resto lo ob­tendrá por medio de créditos a corto plazo o acudiendo a sus recursos líquidos (dinero en efectivo o valores comerciables), y esperará que este financiamiento temporal sea suficiente, ya que la acumulación interna rea­lizada durante el período r se encargará de la función del financiamiento permanente de esta parte del programa de inversiones. Pero si la acumu­lación interna de T no cumple las expectativas, el empresario se encontrará con que no puede reembolsar los créditos a corto plazo en la forma que esperaba (es el caso bien conocido de la "congelación de créditos"), o bien, que en vez de que sea temporal, la extracción efectuada a sus reservas líquidas se convierte en permanente. En cualquiera de los dos casos su "endeudamiento relativo" habrá aumentado en contra de sus deseos.

La cuestión será similar si el empresario, con base en un cierto des­ahorro —AC en el período T , planea una desinversión (exceso de deprecia­ción respecto a la inversión bruta) - A Z en el período r . Por ejemplo, como espera que el desahorro se mantenga igual en el período r, puede planear llevar a cabo una desinversión en exceso del desahorro esperado, lo que habrá de darle la posibilidad de pagar su deuda o de incrementar sus reservas líquidas (procedimiento que le será necesario si quiere conservar

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1 7 0 A C U M U L A C I Ó N D E C A I ' I I Al

constante su tasa de rotación). Pero si el desahorro verdadero en el período T resulta ser tan grande como la desinversión, no estará en posibilidad di rembolsar ninguna de sus deudas, y si es todavía más grande, se enconlraia con que se ha incrementado su deuda a corto plazo o que se han reducido sus reservas líquidas. En cualquiera de los dos casos su endeudamiento relativo habrá aumentado, porque una tasa de rotación constante requieie que reduzca su deuda en proporción con la desacumulación de su capital propio.

Estas consideraciones han aclarado cómo es que puede surgir un des­equilibrio entre la tasa de rotación efectiva y el endeudamiento relativo deseado y planeado por el empresario. Pero en lo anterior ha quedado implícito que este desequdibrio puede persistir por muchos arlos, lo que ocasionará que la tasa de tendencia de la acumulación del capital desciendu continuamente. ¿Acaso es posible ese crecimiento continuo de la tasa de rotación? Tal parecería que los acreedores no lo permitirían. Si el meca­nismo precisara de un aumento absoluto de la deuda, no habrían de con­sentir en conceder más créditos; si sólo fuera necesario un incremento relativo del endeudamiento (en el caso de una desacumulación de capital), a partir de cierto punto insistirán en retirar el crédito. Si hacemos a un lado las objeciones de los acreedores, encontramos que hasta para los deudores un crecimiento continuo del endeudamiento relativo parece lle­varlos a graves dificultades. Los empresarios más afectados por el creciente endeudamiento relativo (y suponemos que sus efectos estarán distribuidos en forma muy desigual) se encontrarán en serias dificultades financieras y un número cada vez mayor de ellos llegará hasta el punto de la insolvencia. Según parece el proceso no podría continuar por largo tiempo, a menos que debido a las bancarrotas un cierto monto de las deudas desaparezca por desfalco. Sin embargo, la antigua ley de Solón tiene escasa aplicación en el capitalismo moderno. De ordinario hay una tendencia bastante fuerte a proteger los ahorros individuales.7

No obstante, es posible que el desequilibrio continúe por largo tieni po. Una parte de los deudores tendrá grandes dificultades financieras y los acreedores los presionarán, con el resultado de que se ejecutarán sus hipo­tecas y venderán sus negocios y propiedades.

Las propiedades (bienes raíces y negocios establecidos) pueden ser vendidas a un "ahorrador externo", que de ese modo se convertirá en empresario. El producto de la venta puede servir para el rembolso de la deuda; puesto que los fondos con que se paga provienen del ahorro exter­no, el endeudamiento neto del negocio se reduce en esa forma. El incen-

7 En los Estados Unidos, durante la gran depresión el gobierno intervino para impedir los desfalcos en gran escala en relación con las deudas de los ferrocarriles, etc. Las cifras de las insolvencias no parecen sugerir que en la década posterior a 1929 la eliminación de las deudas por medio del desfalco, haya sido un factor más importante que en la década anterior.

A C U M U L A C I Ó N D E F O N D O S E N L A E C O N O M Í A 1 7 1

tivo que tiene el ahorrador extemo es el precio muy bajo al que se le ofrece la venta de la propiedad, ya sea que se ejecute la hipoteca o que se venda bajo presión. No debemos sobreestimar esta posibilidad de reducir la deuda de un negocio, pero tampoco hay que desdeñarla.

Si la propiedad hipotecada o vendida bajo presión no es adquirida por un ahorrador externo, será comprada por otro de los empresarios. Es un caso interesante aquel en el cual el acreedor mismo es quien adquiere el negocio propiedad del deudor; al fusionarse el negocio del deudor con el del acreedor, la deuda desaparecerá. En forma alternativa, la propiedad del deudor puede ser vendida a un tercer empresario, el que es de presumirse contará con reservas financieras suficientes para no endeudarse a su vez (o por lo menos no en la misma proporción que el dueño anterior). De nuevo la deuda resultará eliminada, en este caso mediante el simple procedimien­to de transferir la propiedad, de un dueño que es financieramente débil, a otro con mayor poderío financiero.

Es de notarse que en los casos anteriores la eliminación de la deuda de uno de los empresarios va al parejo de la desaparición de un crédito equi­valente de otro de ellos. Por lo tanto, no hay una reducción neta del endeudamiento de los negocios en conjunto, ni un decremento de la tasa neta de rotación; en correspondencia, la reducción simultánea de las deu­das y los créditos tampoco implica el empleo de fondos netos. Pero sería erróneo llegar a la conclusión de que esa modificación, por lo tanto, carece de importancia en lo que respecta a la situación de riesgo de los empresa­rios. De hecho, desde el punto de vista de un empresario, el crédito en contra de otro empresario no es de ninguna manera una simple compensa­ción de su propia deuda en el monto correspondiente. Lo que importa para la situación financiera de un empresario, por tanto, es no sólo su endeuda­miento neto, su tasa de rotación neta, sino que también le preocupa su endeudamiento bruto, su tasa de rotación bruta (o sea, la proporción de sus activos, incluidos sus créditos sobre otros empresarios, respecto a su capital propio). En consecuencia, la reducción de la deuda entre empresas constituirá una mejoría de la situación financiera de los negocios. Si vamos un paso más adelante, en forma más general se podría decir que cualquier fusión de las empresas en unidades financieras de mayor tamaño, como las que resultan con las compras, fortalecerá la situación de riesgo, debido a que las reservas financieras concentradas cumplen con más eficacia su fun­ción de servir de reserva frente a las posibles contingencias ("principio de las reservas masivas").

Por consiguiente, cuando los acreedores o los empresarios con grandes recursos financieros se hacen cargo de un negocio, con la consecuente reducción de la deuda entre las empresas, se mitigará la presión ejercida en el sistema empresarial por una tasa de rotación neta en ascenso. Así se explica que pueda persistir por largo tiempo un desequilibrio continuo, con una tasa neta de rotación en crecimiento. Por supuesto que esto no

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1 7 2 A C U M U L A C I Ó N D E C A I ' l I 11

quiere decir que con ese método se le podría hacer desaparecer. El alivMJ parcial suministrado por la reducción de la deuda entre las empresas, dj pende de los mismos factores que causan las ejecuciones hipotecarias y lu> ventas, entre una parte de los empresarios, y por tanto no operará pifj detener la tendencia al decremento de la acumulación del capital. La la.i de rotación neta se mantiene como un factor fundamental de la situación de riesgo de las empresas, y es claro que la reducción de la deuda en tu empresas tiene límites teóricos, y que esa reducción se vuelve cada vez \m\ difícü mucho antes de llegar a ellos.

Al concluir esta sección es posible preguntarse hasta dónde es qui algunos de los supuestos simplificadores hechos al principio debilitan la posibilidad de aplicación de las conclusiones. Hemos supuesto que no hav déficit presupuéstales ni inversiones extranjeras; si abandonamos esos su puestos es claro que un déficit presupuestal o un préstamo extranjero servirán para absorber un monto correspondiente del ahorro externo. Sólo el exceso del ahorro externo por arriba y más allá del déficit presupuestal o del crédito extranjero, desempeñará el papel asignado al ahorro externo en esta sección.

3. L O S M Á R G E N E S D E B E N E F I C I O Y L A U T I L I Z A C I Ó N D E L A C A P A C I D A D

Al considerar los efectos de una baja de la tasa de crecimiento del capital se ha supuesto correctamente que la acumulación interna de fondos É ajustará a esa baja por medio de un descenso de la tasa de benefìcio (a, X y r en la ecuación [20] se suponen constantes). Por supuesto que la baja de la tasa de beneficio se deberá a una reducción de los márgenes del beneficici neto, el beneficio obtenido por unidad de venta (F [u, k] en la ecuación [18]). Ahora bien, el margen del beneficio neto se puede reducir de dos maneras diferentes: por una baja en el grado de utilización de la capacidad u, sin cambio en los parámetros de la función F(u, k), o bien, por un cambio en esos parámetros, sin que se modifique el grado de utilización de la capacidad, de modo que se reduzca el beneficio neto por unidad de venta. Este último caso se presentará, por ejemplo, si se reducen los márge­nes del beneficio bruto, mientras permanecen sin cambio los costos suple mentarios (en el simple caso, que es de presumirse ha de ser muy frecuen­te, en que los márgenes del beneficio bruto son constantes a grados de utilización variables).

Esa distinción nos es conocida por la exposición del capítulo v . Se hl mostrado ahí que en una industria en la que es fácil expulsar a los compelí dores, es elástico el margen de beneficio, a una utilización dada; por c j e i n

pío, si disminuye el crecimiento proporcional del capital real de esa indù-, tria, la presión competitiva resultante reducirá el margen de beneficio de | |

\ . i M U L A C I Ó N D E F O N D O S E N L A E C O N O M Í A 1 7 3

industria, sin que haya una reducción permanente del grado de utilización, l'.u otra parte, en una industria que se aproxima al tipo oligopolístico, en U que es difícil expulsar a los competidores, es inelástico el margen de beneficio a una utilización dada. Si en esa industria decrece la tasa de i (acimiento del acervo de capital, los márgenes de beneficio se conservarán en su nivel anterior; no hay ningún mecanismo que permita reducirlos en el caso de una industria individual. Es plausible que el primer tipo de indus-n LIS predominará en las primeras etapas del capitalismo, y que en ese tiempo lo típico fuera el "patrón competitivo" con márgenes de beneficio elásticos a una utilización dada. Lo cierto es que en la época moderna lo • e prevalece es el segundo tipo de industrias oligopolísticas, y en corres­pondencia el margen de beneficio, a una utilización dada, en gran parte es inelástico.

Al aplicarla a la economía en conjunto, la distinción entre esos dos patrones adquiere una nueva significación. En cuanto a la economía en i onjunto, el margen de beneficio neto tiene necesariamente que ajustarse a un descenso en la tasa proporcional de la acumulación de capital. Cuando impera el patrón competitivo, como puede haber ocurrido en las primeras i-lapas del capitalismo, se logra el ajuste por medio de la contracción de los márgenes de beneficio, sin que cambie la utilización, un cambio en los parámetros de la función F(u, k). Cuando predomina el patrón oligopolis-la. como ocurre en la época moderna, en que se han vuelto inelásticos los parámetros de la función F(u, k), tiene que haber una reducción del grado de utilización, suficiente para hacer decrecer la tasa de beneficio al nivel icc|uerido.

Una desventaja obvia de la segunda clase de ajuste a una menor tasa de acumulación de capital, es que implica desocupación. Con objeto de lograr el descenso del grado de utilización, tiene que disminuir el ingreso nacional y en correspondencia aumentar la desocupación. Este efecto está ausente en el primer tipo de ajuste.

Otra desventaja de la segunda clase de ajuste es aún más importante, va que afecta el curso posterior de la tendencia. El reducido grado de utilización se traducirá en una capacidad excedente adicional, que no es deseada ni planeada por los empresarios, sino que les es impuesta desde lucra, debido a las deficiencias de la demanda efectiva. Esta capacidad excedente no deseada es de presumirse que tendrá un efecto desfavorable en la inversión. 8 Si el empresario se encuentra con más capacidad exceden­te de la deseada, para hacer frente a un eventual aumento de la demanda, •.e sentirá muy desalentado para emprender cualquier expansión. Este des­aliento será aún mayor si sabe que esa proporción desacostumbrada de

8 Este efecto es aparte de, y se agrega a los efectos desfavorables sobre la inver-.i.in surgidos de la reducida tasa de beneficio, y eventualmente del aumento de la tita de rotación, como se expuso bajo el último encabezado.

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1 7 4 ACUMULACIÓN DE CAPITAI

capacidad excedente está algo generalizada en su industria. Es más, no «o sentirá impulsado a remplazar su equipo por otro nuevo, más moderno y técnicamente más eficiente, a menos que su equipo viejo se haya convci tido definitivamente en inútil, o cuando menos en caso de que su funcioni miento haya desmejorado en forma grave. Con frecuencia se dice, juslili cadamente, que la duración técnica del equipo en la práctica siempre e» mucho más prolongada que el momento en que se le remplaza en realidad en otras palabras, que en la práctica el remplazo está determinado por la obsolescencia técnica, no por el proceso del desgaste y la rotura física. SI eso es cierto, el argumento anterior tendrá efecto sobre una gran parte de la demanda por reposición. Por supuesto que no se sugiere que el exceso de capacidad vaya a detener toda la modernización del equipo, sino sólo que la desalentará. Es posible, por ejemplo, que determine que un empresario sólo remplace con equipo moderno una parte de su capacidad de produc­ción existente, o puede hacerlo vacilar durante más tiempo, antes de poner en práctica la modernización. 9

La conclusión es que, con el esquema de ajuste del margen de beneti ció que es de esperarse en la época moderna (debido al predominio del oligopolio) un decremento primario de la acumulación del capital llevará, por medio de un menor grado de utilización, aunque con cierto retraso, a una reducción adicional de la acumulación de capital. Esto no conducirá fácilmente a un equilibrio. El empresario individual puede pensar que con reducir su inversión remediará su exceso de capacidad, pero en realidad, para la industria en conjunto esta estrategia sólo tiene como efecto hacer aún mayor el exceso de capacidad. La baja secundaria en la acumulación del capital provocará de nuevo una reducción del grado de utüización, y después de cierto retraso se reducirá aún más la acumulación.

Las modificaciones introducidas en el sistema económico debido a la difusión del oligopolio, lo hacen por tanto muy susceptible (en ausencia de fuerzas contrarias) ante un decremento primario de la acumulación del capital, con un retardo adicional del crecimiento.

Se puede obtener el proceso descrito, hasta sin suponer una reducción primaria de la acumulación del capital, con suponer que el desarrollo del oligopolio en la economía moderna conduce a un incremento de los márge­nes del beneficio bruto, con una utilización dada, una modificación de los parámetros de la función F(u, k) de manera que se tengan mayores márge­nes de beneficio cualquiera que sea u. Los datos sobre la industria de transformación después de 1923, analizados en el capítulo v m , dan un cierto apoyo a este supuesto. Si la tasa proporcional de la acumulación del

9 E l efecto desfavorable que tiene sobre la inversión la capacidad excedente es sugerido por M. Taitel, de acuerdo con sus investigaciones en algunas corporaciones petroleras y del acero (Temporary National Economic Committee Monograph No. 12: Profíts, productive activities and new investment).

ACUMULACIÓN DE FONDOS E N L A ECONOMÍA 1 7 5

capital permanece constante en primera instancia, entonces el cambio en los parámetros de F(u, k) tiene que conducir a una utilización decreciente de la capacidad, como para que se conserve sin modificación el valor de l\u, k), el margen de beneficio neto que resulta en realidad. Es sólo de esa manera que la tasa de beneficio y la resultante acumulación interna, se pueden conservar constantes (si de nuevo se supone que a, X y r, así como el ahorro externo, permanecen sin cambiar). Así, la tendencia de los már­genes de beneficio a aumentar en el oligopolio, tiene que conducir a una reducción en el grado de utilización. Con cierto retraso esto llevará a una reducción de la tasa de crecimiento del capital, y el proceso de retardo del crecimiento continuará en la forma antes descrita.

4. L A MALA DISTRIBUCIÓN D E L B E N E F I C I O

La exposición anterior respecto al desarrollo del oligopolio y sus conse­cuencias, en algunos aspectos está sobresimplificada. Si tomamos en cuenta un detalle importante se tendrán mejores resultados.

En realidad el desarrollo del oligopolio en una economía moderna no afecta a todas las industrias por igual, y por tanto la inelasticidad de los márgenes de beneficio, a una utilización dada, será muy diferente en las distintas industrias. Con objeto de simplificar las cosas se supondrá que la economía se puede dividir más o menos en dos sectores, uno oligopolís-tico, en el que los márgenes de beneficio, a una utilización dada, son inelásticos, y otro competitivo en el que todavía opera con alguna aproxi­mación al patrón ideal de la competencia. En el sector oligopolista habrá una tendencia a que se eleven los márgenes de beneficio, a una dada utüización, ya que ni la competencia en el seno de esas industrias, ni la posibüidad de nuevas entradas, será bastante fuerte para contrarrestar esa tendencia. Un grado de utüización constante llevará, por supuesto, a un incremento de la tasa de beneficio del sector oligopolista, y en consecuen­cia a una mayor acumulación interna. Pero si la tasa de crecimiento del capital real permanece constante, tal cosa no puede ocurrir, ya que los ahorros no pueden sobrepasar la inversión. Por consiguiente, habrá una presión sobre la demanda efectiva, y el ingreso nacional y el producto se reducirán en relación con el acervo de capital existente. El punto funda­mental es que la presión de la menor demanda efectiva de ninguna manera recaerá sólo en el sector oligopolista, sino en todas las industrias. En la terminología económica común, la presión de la menor demanda efectiva se distribuirá entre las diversas industrias de acuerdo con la elasticidad ingreso de la demanda de sus respectivos productos.

En el sector competitivo la reducción de la demanda efectiva en rela­ción con el acervo de capital, provocará una presión de la competencia que

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1 7 6 A C U M U L A C I Ó N D E CA I ' I I M

dará por resultado la eliminación de las empresas marginales, la contri ción de los márgenes de beneficio, y en consecuencia, la reducción de In tasa de beneficio. El grado de utilización tenderá a mantener más o me su nivel anterior, en el período largo.

En el sector oligopolista la reducción de la demanda efectiva en rola ción con el acervo de capital, simplemente hará decrecer el grado de utili zación. Como consecuencia, la tasa de beneficio será menor de lo que habría sido si el grado de utilización hubiera permanecido a su nivel .m terior.

Ahora vamos a suponer que la propensión marginal al ahorro ([1 A | en la ecuación [ 2 0 ] ) es igual en ambos sectores de la economía. Como In tasa de beneficio se ha reducido en el sector competitivo, la acumulacidÉ interna también tiene que haberse reducido. Con objeto de mantenei a tasa proporcional de la acumulación intema de la economía en conjunto 1 su nivel anterior, se tienen que elevar la tasa de beneficio y la acumulación intema del sector oligopolista. Como resultado neto del incremento de Ion márgenes de beneficio, a una utilización dada, en el sector oligopolista, y la consecuente presión de la demanda efectiva en la economía total, un ciei lo monto de los beneficios, y una cantidad correspondiente de los ahorro» internos, se deberán desplazar del sector competitivo al oligopolista.

Ese resultado apenas es de sorprender, pues sólo confirma la opinion que probablemente es aceptable para la mayoría de los economistas, de que las industrias oligopolistas, al elevar los precios en relación con el costo, son capaces de atraer hacia sí una mayor porción de los beneficio» totales, y en consecuencia también de los ahorros internos.

Si esta conclusión es correcta, tiene que tener un efecto importante en la situación financiera y el desarrollo de la tasa de rotación de las difeien tes industrias. Vale la pena examinar las consecuencias con cierto detalle

Si todas las industrias incrementaran su acervo de capital a la misma cuota proporcional, y acumularan sus fondos empresariales también a la misma cuota proporcional, sus tasas de rotación serían:

Z l Z j Z) c v t v c3 • • • •

y en todas las industrias cambiarían en la misma forma, o sea, serian constantes, se incrementarían o decrecerían en todas las industrias de ma­nera parecida.

Ahora supongamos que sólo tenemos los dos sectores arriba mención.!

dos, el oligopolista y el competitivo. La tasa de rotación sería ~ ogl en el Z 1

primero, y o g 2 en el segundo. Supongamos que la tasa de crecimieniu

del capital real es igual en los dos sectores; la tasa de crecimiento de |o|

A C U M U L A C I Ó N D E F O N D O S E N L A E C O N O M Í A 177

Iñudos internos, de acuerdo con nuestras conclusiones anteriores, será ma­yor en el sector oligopolista que en el competitivo. Por tanto

JZ, dt Z i =

dZ-,. dt

dCi dC2

~dt C l > ~ d i C i

[23]

[24]

De lo que se deduce inmediatamente, al restar la ecuación de la des­igualdad y cambiar el signo, que

es decir, la tasa de rotación del sector oligopolista decrecerá respecto a la del sector competitivo (por ejemplo, bajará más que la de éste, o ascenderá menos, según sea el caso). En un caso especial, si es constante la tasa de rotación de ambos sectores combinados, necesariamente habrá de bajar en el sector oligopolista y subir en el competitivo.

En lenguaje sencillo, esto significa que las industrias oligopolistas ten­drán relativamente más abundancia de fondos internos, en comparación con las industrias competitivas. Habrá una mala distribución de los benefi­cios y de la acumulación interna, entre las industrias. Esta mala distribu­ción no se podrá remediar con sólo que las industrias oligopolistas les presten fondos a las competitivas, porque eso no habrá de corregir el desarrollo divergente de las tasas de rotación.

El único remedio efectivo de esta situación sería que los empresarios mismos del sector oligopolista entraran al sector competitivo, mediante la apertura de nuevas empresas y realizando ahí inversiones reales. De esta manera el capital empresarial se podría redistribuir entre los dos sectores. Sin embargo, algunas consideraciones generales nos llevarán a esperar que este proceso no estaría carente de dificultades. Con objeto de iniciar un negocio en una línea diferente de la suya, el empresario tiene que adquirir buen nombre y mercado, lo que es considerablemente más difícü que ampliarse en su propia línea; además tiene que obtenerlos conocimientos necesarios, o lo que es lo mismo, tiene que estructurar una organización con un cuadro adecuado de administradores y técnicos expertos, todo lo cual implica costos y riesgos. Aparte de todo, sin embargo, ese proceso requiere bastante tiempo. El lapso puede acortarse si el empresario se hace cargo de una empresa existente en el sector competitivo, y después de cierto tiempo de prueba, procede a la expansión. No obstante, en este caso no se realiza de inmediato una verdadera inversión nueva, sino tal vez hasta después del lapso de prueba. Es verdad que los fondos utilizados en la

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178 ACUMULACIÓN D E CAPI I

compra representan una adición para el vendedor, o si los usa para pa| n sus deudas, tal vez lo sean para alguna otra empresa del sector compci ii i y en esa forma se estimula la inversión en algún otro sitio; pero esa relai es muy indirecta. Hablando en general, tal parece que la corriente i fondos del sector oligopolista al competitivo, con el consecuente impulso la inversión, en realidad opera, pero lo hace con dificultades y c o n u considerable retardo. Por lo tanto, los efectos de la mala distribución i. los fondos internos sólo en parte son compensados por este mecanismo

Es claro que esos efectos equivalen a una reducción de la inversión I I decremento de la tasa de beneficio en el sector competitivo hará que ahí I reduzca la inversión en un monto mayor que la inversión adicional indui i da en el sector oligopolista por un aumento correspondiente de la tasa di beneficio. En vista de la imposibüidad de incrementar la inversión dentro del sector oligopolista, sin reducir en forma acentuada la tasa marginal del beneficio, y de las dificultades para entrar en líneas nuevas, en realidad será muy reducido el estímulo a la inversión derivado de un cierto incfl mentó de la tasa de beneficio del sector oligopolista. Por otra parte, no ei desdeñable el efecto desalentador que tendrá sobre la inversión la reduc ción correspondiente de la tasa de beneficio del sector competitivo.

La conclusión es que la mala distribución del beneficio y el ahorro interno, derivada del desarrollo del oligopolio, tendrá un efecto depresivo en la tasa de acumulación del capital real.

Esto añade un detalle importante a los resultados anteriores, de acuei do con los cuales en cierto sentido los ahorros pueden estar mal distribuí dos entre los negocios y los ahorradores externos. Ahora puede verse que esto es perfectamente compatible con una abundancia relativa de fondos internos en determinado sector de los negocios.

X. LAS CONSECUENCIAS DE LA CAPACIDAD EXCEDENTE NO DESEADA

1. En seguida tenemos un análisis del papel desempeñado por la utiliza­ción con respecto a la determinación de la inversión.

¿Qué razones hay para creer que la capacidad excedente no deseada desalienta la inversión? En primer lugar, parece ser una implicación natu­ral de la idea de la "capacidad excedente planeada". Si los empresarios consideran deseable cierto monto de capacidad excedente, se implica na­turalmente que no recibirá su aprobación un monto mayor o menor. En otras palabras, implica que no son indiferentes respecto al grado de utiliza­ción que exista en realidad; si desean un ajuste, su respuesta sólo puede tomar dos formas: Pueden tratar de influir en el mercado, v. gr. por medio de una baja del precio, o bien pueden retardar o acelerar el ritmo de la inversión. Sabemos que la primera clase de respuesta con frecuencia no es practicable, y la segunda forma siempre es posible (aunque no necesaria­mente sea muy adecuada en el período corto) y es de esperarse que ocurra cuando menos en los casos en que la primera forma de respuesta no deba presentarse, y es muy probable que sea la que deba esperarse en general.

Es interesante notar que esta teoría tiene cierta semejanza con el "principio de aceleración" que relaciona directamente la inversión con el aumento de la demanda; pero en tanto que el principio de aceleración implica que se busca la utilización plena, la teoría presente en su lugar postula un cierto grado de capacidad excedente como objetivo de los empresarios. Y en tanto que el principio de aceleración implica que la inversión se determinará de modo que la capacidad se amplíe a pro rata con la demanda, la presente teoría sólo atribuye una influencia parcial a la demanda. De acuerdo con esta teoría, la inversión también será influida por otros factores, y la demanda, al actuar vía utilización, sólo será un factor modificante.

La presente teoría, en otras palabras, postula que la inversión es una función de la utilización. Su expresión más simple se obtiene si suponemos como dados y constantes "todos los otros factores que influyen en la in­versión", y trazamos en un sistema de coordenadas el monto de inversión correspondiente a varios grados de utilización (fig. 5A); la curva que mues­tra la inversión como función de la utilización se supone entonces que se eleva de izquierda a derecha.

Esta representación gráfica no nos permite todavía señalar un determi­nado grado de utilización como la planeada; pero nos facilita distinguir entre un cambio en el grado de utilización planeada, y un cambio que no

1179)

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1 8 0 ACUMULACIÓN DE CAPI I AI

F I G U R A S SA y 5 R El esquema de la inversión.

es deseado. Si la curva se desplaza hacia arriba, por ejemplo, debemos dccii que se ha incrementado el grado de utilización planeada; entonces cual quier grado efectivo de utilización requerirá un monto de inversión mayoi Por el contrario, si la curva se conserva estable, y nos movemos a lo largo de ella, tenemos que decir entonces que la inversión se modifica como resultado de un cambio en la utilización efectiva, con un grado dado de utilización planeada.

Se obtiene una mejor expresión de la teoría si consideramos en f o r m a

explícita otros determinantes de la inversión. Se admite que en la práctica la inversión será influida por innúmera

bles circunstancias y consideraciones. Sin embargo, será posible explicarla tolerablemente bien con sólo considerar las influencias más importan les . que de acuerdo con un juicio razonable estimamos son las siguientes: 11 La acumulación interna que ha ocurrido recientemente, 2] el grado de utiliza­ción, 3] el grado de endeudamiento, 4] la tasa de beneficio, que puede tener una influencia separada por sí misma, en adición a la que ejerce via la acumulación interna. Podemos dar por supuesto que esas influencias son sumables y que por lo tanto la inversión se puede representar como la suma de varios términos, cada uno de los cuales representa la "influencia

« (INSECUENCIAS D E L A CAPACIDAD E X C E D E N T E NO D E S E A D A 1 8 1

de uno de los factores mencionados. Entonces, la-inversión en una fecha dada estará determinada por la ecuación siguiente:

h+8 - T¿t + U{Ut) + G(gt) + P(pt). [26]\

El primer término yCt, es simplemente una cierta proporción de la acumulación interna en el tiempo t. Los términos U, G y P denotan la influencia de la utilización, la tasa de rotación y la tasa de beneficio respectivamente, en el tiempo t. La suma de esas influencias determinará la inversión I después del tiempo 6.

Para nuestro actual propósito sólo nos interesa la influencia de la utilización, representada por el término U(ut), que ahora podemos estudiar en forma aislada. Este término representa un cierto monto de inversión, que puede ser positivo o negativo, y que se adicionará a los montos de la inversión, tal como es determinada por las otras influencias. La inversión representada por la influencia U(ut) será una función creciente de la utili­zación. Si la utilización es muy elevada, el término U(ut) será positivo; si es muy baja, será negativo. A cierto nivel de utilización el término U(ut) desaparecerá y la "influencia" de la utilización será cero. Este nivel de utilización en el que desaparece U(ut) es el grado planeado de utilización.

En una representación gráfica podemos marcar la "influencia" U(ut) en las ordenadas y la utilización ut en las abscisas (fig. 5B). La "influencia" (que representa un cierto monto de inversión atribuible a una utilización dada) se elevará con una utdización creciente. La curva en algún lugar cortará a las abscisas, y el nivel de utilización uQ representado por este punto es el grado planeado de utilización.

De esta manera hemos obtenido una definición general del concepto de "capacidad excedente planificada", que se introdujo en la primera parte del libro.

2. Sólo por medio de pruebas estadísticas se puede demostrar directa­mente una teoría de la inversión. No puedo presentar esas pruebas como respaldo de la teoría esbozada más arriba. Pero aún así, es una pregunta que legítimamente se puede hacer, que en principio sería posible demos­trarla. En la ciencia económica con frecuencia se han afrontado cuestiones similares por medio de la correlación de series temporales. En este caso tal procedimiento sería especialmente peligroso, porque en la práctica la utili­zación está correlacionada muy estrechamente con el beneficio. Casi con seguridad confundiríamos la influencia de los dos factores, y dudo que haya una salvaguarda de confianza en contra de ese peligro; por otra parte, las objeciones generales en contra del empleo de la correlación de series temporales, es probable que en este caso tuvieran un peso muy grande.

Sin embargo, en principio existe un método diferente. No hay razón por la que no hayamos de comparar varias distintas empresas al mismo tiempo, y así comparar la inversión materializada bajo diferentes condicio-

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1 8 2 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I ! |

nes de beneficio, utilización, endeudamiento, etc. Este procedimiento | estaría expuesto a objeciones estadísticas fundamentales, y podría dei Itili la cuestión de si un factor en particular tiene o no una influencia sigi uh. . t i va.

La principal dificultad que ofrece este método es el suministio del material requerido, que tendría que consistir en una investigación poi muestreo, relativa a los datos de las empresas individuales.

3. A falta de pruebas empíricas directas, en seguida se dará cabldl | un plausible argumento a priori que apoya la hipótesis de que la utili/at |i ifl ejerce influencia en la inversión. El argumento procederá del modo siguien te: empezaremos por suponer lo contrario, es decir, que la inversión no • influida por la utdización, y así demostraremos que se llega a conclusione', que no son plausibles.

Entonces, vamos a suponer de acuerdo con la hipótesis más sencilla que la inversión es determinada únicamente porla tasa de beneficio. No e-, fátil suponer que el monto absoluto de la inversión sea una función de l.i tasa de beneficio, ya que un mismo monto de inversión tendrá diferentt importancia según sea grande o pequeño el acervo de capital. Por tanto, consideraremos la inversión anual en proporción al acervo de capital, .••. decir, la tasa de crecimiento del capital, y postularemos que ésta es m u función de la tasa de beneficio.

Entre otras cosas, la hipótesis nos permitirá explicar el monto relativi I de la inversión realizada en el mismo momento en distintas industrias I kj acuerdo con esta base hemos de esperar que el crecimiento del capii.il. relativos entre sí, que ocurra en las diferentes industrias, sea gobernado pd las tasas de beneficio, en relación unas con otras, de las diversas indusl 11.1. Al comparar las industrias en un momento determinado, la tasa de c í e . i miento del capital será una función de la tasa de beneficio.

Ahora daremos por supuesto que la intensidad del capital es Constant, en todas las industrias, de modo que una cierta tasa de crecimiento di-I capital implica en todas una idéntica tasa de crecimiento de la capacidad Supóngase además, que también está dada la tasa de crecimiento del na -i cado de las industrias, en relación unas con otras. A una tasa dada .1. crecimiento de todo el sistema, la demanda de las diversas industrias en cera a cierta cuota; si en todas partes la utilización se ha de mantener a un nivel constante, la tasa de crecimiento del capital de las varias industrial tendrá que ajustarse a la cuota de crecimiento de la demanda. Como el crecimiento del capital, en nuestros supuestos, es gobernado por la tasa de beneficio, en cada industria habrá una cierta tasa de beneficio que maulen drá constante la utilización. En otras palabras, la relación entre las tasas de beneficio de las diferentes industrias estará determinada por el requisito d i que el crecimiento del capital en esas varias industrias será regulado d i modo que se mantenga al paso de la expansión de la demanda. Desde el punto de vista de una sola industria, si están dadas las tasas de beneficio d i

I I I ( U E N C I A S D E L A C A P A C I D A D E X C E D E N T E N O D E S E A D A III

IM« otras, no habrá más que una sola tasa de beneficio que la indua l I ampliar su capacidad al ritmo del crecimiento de su mercado. Si una indos u n en particular eleva su tasa de beneficio por arriba del nivel así detenm

lo, se verá inducida a ampliar su capacidad con mayor rapidez que la . ipansión de su mercado, y experimentará un descenso continuo de su Utilización. Parece, que la conclusión a que se llega es que, debido a las •Ícticas moñopolísticas (acuerdos tácitos o francos, liderazgos del precio . i . ) una industria no puede incrementar su tasa de beneficio sin provocar un descenso continuo de su grado de utilización. Si descartamos la posibili­dad de que en las industrias "moñopolísticas" la utilización descienda ontinuamente en comparación con la de las demás industrias, se deduce

• pie el "monopolio" no puede incrementar la tasa de beneficio de una industria, en relación con el nivel que tiene en las otras industrias.

No creo que esta conclusión sea verdadera, y creo que muchos econo­mistas tampoco lo creerán. Pienso que el monopolio si puede incrementar la lasa de beneficio de una industria, en relación con la de otras industrias, un provocar un descenso continuo de la utilización en esa industria, en iclación con la de las otras.

Si se acepta esta afirmación, entonces debe haber algo erróneo en el impuesto que nos condujo a esa conclusión tan poco plausible. Parece que rl supuesto equivocado es que la inversión sólo es dirigida por la tasa de lieneiicio. Tiene que haber algo que impida que la inversión de las indus-tnas monopolistas responda por completo al incentivo de una más elevada lasa de beneficio. De inmediato obtenemos un panorama creíble de la üituación si tomamos en cuenta el efecto que sobre la inversión tiene la utilización. Es posible argumentar del modo siguiente: si mediante prácti­cas moñopolísticas una industria eleva su tasa de beneficio, entonces de hecho tenderá a descender su grado de utilización, debido, para empezar, a que el incentivo de una más elevada tasa de beneficio la hará ampliarse con más rapidez. Sin embargo, la menor utilización desalentará la inversión, y en algún punto este efecto desalentador sobrepasará al efecto estimulante de la mayor tasa de beneficio, de modo que la industria de nuevo se ampliará a la misma tasa de antes, y así se evitará una baja adicional de la utilización.

Hay otra interpretación igualmente plausible: puede ser que la indus­tria monopolista nunca llegue a responder tanto al incremento de la tasa de beneficio, como para provocar un verdadero descenso de la utilización. La razón, muy plausible, puede ser el que las industrias moñopolísticas tengan mucho mayor temor que las otras al exceso de capacidad. Esto significará que el efecto desalentador de cualquier grado dado de utilización será mayor en las industrias monopolistas que en las otras; en otras palabras, la "influencia" U(ut) será menor en las industrias moñopolísticas. Así, en lauto que estas industrias están sujetas a un mayor incentivo de parte del beneficio, al mismo tiempo tendrán más temor del peligro de la sobre-

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184 ACUMULACIÓN DE CAPI 1

capacidad, lo que les impedirá hacer expansiones con demasiada rapi Las dos interpretaciones son igualmente plausibles. Por supuesto

ambas requieren la hipótesis de que la invejidón^s^na^ujición de I Utilización. Una vez aceptada esta hipótesis al explicar la inversión cotfl parativa de las diferentes industrias en un mismo momento, es lógico aiM plearla también al explicar el proceso de inversión en el curso del tiempo Las consecuencias de esta hipótesis, en su aplicación a lo ocurrido en el período largo, son de largo alcance. De acuerdo con ella es posible demOi trar que el desarrollo del monopolio afecta el curso de la acumulación del capital. En realidad, si el crecimiento del poder monopolista conduce .1 un aumento de los márgenes del beneficio bruto en la industria en conjunto, esto a su vez reducirá el grado de utilización, y se desalentará la inversión De acuerdo con los argumentos antes expuestos, el mismo efecto se puede materializar en forma algo diferente. Si la transición de una industria de la forma competitiva a la monopolista provoca un mayor temor a la capa. 1

dad excedente, entonces la inversión se reducirá, aun cuando no ocurn descenso real de la utilización. La "influencia" U{ut) de cualquier nivel dado de utilización, sobre la inversión, decrecerá simplemente como una consecuencia de la transición de las industrias de una estructura competí tiva a una monopolística.

La razón básica de que las industrias "monopolistas" tengan mayoi temor al exceso de capacidad, es por supuesto, que el empresario indivj dual tiene mucha menor oportunidad (y tal vez en la práctica sea frecuente que no tenga ninguna) de hacer expansiones a costa de sus competidoios En la primera parte del libro se ha trabajado bastante este punto.

4. La teoría de la inversión delineada en las páginas anteriores no buce ninguna mención de las innovaciones técnicas. En este sentido difiere de un criterio que ha llegado a establecerse con firmeza en la ciencia econonn ca moderna. A saber, que las innovaciones técnicas figuran entre los mél importantes factores que ocasionan la inversión neta que se realiza en aj período largo. Lord Keynes y muchos de sus seguidores, así como los adep tos al concepto de la madurez económica de los Estados Unidos de Noite américa, presuponen que el progreso técnico, en la forma de innovaciones, proporciona un estímulo importante a la inversión. La opinión prevalecien te entre esos autores es que el nivel relativamente elevado de la inversión en las primeras etapas del desarrollo del capitalismo, se debió en gran pal t> al surgimiento de innovaciones; en tanto que el bajo nivel de la inversión en las épocas más recientes, se ha debido en gran parte a la ausencia o pot 1 frecuencia comparativa de las innovaciones, o bien al distinto caráctci qtü han adoptado en esa etapa.1

1 Kalecki, en un análisis más refinado de esas ideas, ha hecho notar que l i j innovaciones técnicas, si bien estimulan la inversión al ser introducidas, también til nen que deprimirla más tarde, cuando llegan a "difundirse" por toda la ecom .1

CONSECUENCIAS D E L A CAPACIDAD E X C E D E N T E NO D E S E A D A 185

De manera que hay una fuerte propensión tradicional en favor de una teoría exógena de la inversión. También se reconocen algunos otros deter­minantes de la inversión neta, como por ejemplo el crecimiento de la po­blación, pero también son exógenos. El término exógeno significa simple­mente que en esta explicación la inversión depende de ciertas variables (las innovaciones, como quiera que sean medidas, o la tasa del crecimiento demográfico) que en sí mismas no son explicadas, y que entran como datos en el modelo económico. En correspondencia al carácter exógeno de la teoría de la inversión, también son exógenas las explicaciones de la madurez económica que se erigen sobre ella. De hecho, el advenimiento de la madurez económica, cuando menos en la medida en que es atribuida a un decremento de la tasa de las innovaciones, en realidad de acuerdo con esas teorías todavía sigue siendo misteriosa y carente de explicación. La doctrina de la madurez económica ha resultado muy debüitada por apoyar­se en una teoría exógena de la inversión. Es difícil encontrar una medida conveniente de las innovaciones, con objeto de demostrar que su papel ha cambiado en la forma que se presupone, y ni siquiera es creíble por com­pleto que haya cambiado de esa manera.

En contraste con estos puntos de vista casi tradicionales, la presente teoría de la inversión es endógena. De acuerdo con este criterio, la inver­sión neta es provocada por el estímulo de factores económicos como la acumulación interna de las empresas, un elevado grado de utilización, una alta tasa de beneficio, o un endeudamiento reducido. Para expresarlo en una manera más extrema, las innovaciones sólo afectan te forma que adop­ta la inversión neta. Según la argumentación presente, las innovaciones se aplican porque las empresas tienen dinero disponible, y la demanda es tal, que provoca un alto grado de urilización. El estímulo de esos factores económicos produce adiciones al acervo de capital, que usualmente, o con mucha frecuencia, implican alguna innovación, sencillamente porque por lo general existe una reserva de ideas e innovaciones en espera de ser aplicadas. Las innovaciones tecnológicas acompañan al proceso de inver­sión como una sombra, no actúan sobre él en calidad de la fuerza que lo impulsa. Al mismo tiempo, el progreso tecnológico tiene, por supuesto, un efecto directo en el costo, con múltiples consecuencias. Este efecto, a diferencia de su supuesto efecto sobre la inversión, puede ser medido y analizado empíricamente. Parece que opera en forma continua y constan­te. En los diferentes períodos ha variado la tasa con la que se reduce anualmente el costo (en horas-hombre) por unidad de producto; es posible que haya sido mayor en la etapa de estancamiento, que en algunas de las

(ensayo sobre la tendencia en Studies in economic dynamics). Por lo tanto, en su análisis es algo más complicado el papel de las innovaciones; pero también tiende a considerar que su frecuencia desempeña un papel decisivo en la explicación del ilesarrollo secular de la acumulación del capital.

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186 ACUMULACIÓN DE CAPITAL CONSECUENCIAS D E L A CAPACIDAD E X C E D E N T E NO D E S E A D A 187

épocas anteriores.2 Este aspecto del progreso tecnológico es extremada­mente importante, pero es evidente que es por completo diferente al que se considera en la teoría de la inversión.

Como todas las formulaciones extremas, la anterior puede requerir ciertos condicionantes.3 Sin embargo, creo que ofrece una base mejor para comprender los acontecimientos del período largo, que la teoría exó-gena. De hecho, pienso que el importante papel atribuido a las innovacio­nes desde el punto de vista tradicional, se debe tan sólo a la falta de una teoría endógena de la inversión. Una vez adoptada esa teoría, podemos explicar las modificaciones seculares del nivel de la actividad inversora sin acudir al deus ex machina de las innovaciones. La siguiente exposición arrojará alguna luz sobre la forma en que, con base en la teoría endógena de la inversión, se pueden explicar las diferencias en el nivel secular de la actividad inversora en las diversas etapas del desarrollo económico.

Empezaremos con un caso ideal, en el que el grado de utilización se mantiene constante, no de un año a otro, sino en promedio en una serie de años. Esto puede tener su origen en dos tendencias: por una parte, pode­mos suponer que los márgenes del beneficio bruto tienen una tendencia a elevarse de continuo, debido a que los costos se reducen constantemente por el progreso técnico, y los precios no se ajustan en forma automática a

2 Fabricant, Output and employment in manufacturing. 3 J .R. Hicks me sugirió que mis argumentos en contra del "enfoque de las

innovaciones tecnológicas" no debilitan materialmente una forma particular de esta teoría; a saber, la opinión de que es el desarrollo de nuevas industrias el que ejerce una influencia decisiva sobre el nivel de la tasa de inversión en el período largo. I' l ejemplo más notable de una industria nueva que provocó inversiones muy grande» son los ferrocarriles.

Ahora bien, los ferrocarriles, y en menor medida también otras "industrias nui vas" tardaron mucho tiempo en ser introducidas, lo mismo que en emprenderse la» inversiones netas que acarrearon. Ciertamente que el ritmo a que se introdujeron puede haber sido lento o acelerado; el "enfoque de la industria nueva" no nos dice con qué velocidad se va a introducir una industria nueva, y sin embargo ¡ésta es la cuestión que importa en cuanto a su influencia sobre la tasa de inversión!

Las "industrias nuevas" sólo son una forma particular de la innovación y la ma­yor parte de mis argumentos les resultan aplicables. En especial, pienso que hay un "acervo" de productos y procesos nuevos listos para ser aplicados; es cierto que ante» de que entren a la producción tienen que ser desarrollados. Pero este desarrollo es en sí una inversión; para ir aún más lejos, la investigación industrial que crea las innova ciones en sí misma es una inversión. Por tanto, podemos decir sin exagerar que en el capitalismo moderno las innovaciones (incluso los productos y procesos nuevos) son en sí generados y gobernados por un proceso de inversión (que en gran parte es p|j vado).

Por lo general la investigación fundamental previa va muy adelante de las aplica-ciones industriales, y es posible aplicarle la noción de una "reserva" abundante. I i idea de que nada que ni remotamente se pueda comparar con los ferrocarriles hubiWI podido ser desarrollado en el capitalismo moderno, de ninguna manera es tan sólldl como parece a primera vista. Los científicos le dan a uno la impresión de que la quf mica del siglo X X es capaz de crear una revolución en la mayor parte de la prudiu

la baja. Esta elevación en los márgenes del beneficio bruto tenderá a redu­cir el grado de utilización. Por otra parte, damos por supuesto la existencia de una competencia vigorosa que por medio de la baja de los precios elimina una porción del equipo productivo, y así tiende a evitar una baja en la utilización, al mismo tiempo que impide el alza del margen del beneficio bruto. Se puede suponer que esta competencia es bastante fuerte para mantener el grado de utilización a un nivel constante. Se trata única­mente de un caso ideal, que muy probablemente no se ha de realizar en ninguna etapa del desarrollo económico. Pero aún así, puede ser útil como artificio analítico; lo podemos considerar como un caso límite, y examinar los acontecimientos más probables, como desviaciones a partir de este caso.

En el caso ideal de la utUización constante, tiene que considerarse elástico el margen del beneficio bruto. Mediante el proceso de la compe­tencia, siempre se ajustará de modo que se mantenga constante la utiliza­ción. La tasa de crecimiento del capital estará determinada por los diversos factores considerados en nuestra teoría de la inversión, por ejemplo, como la inversión que es inducida por una cierta acumulación interna, y así por el estilo. Podemos imaginar que se establece una tasa constante de creci­miento, y que el sistema funciona con suavidad, con la utilización constan­te a un nivel dado. Si la tasa de crecimiento se modifica por alguna razón, los márgenes del beneficio bruto se ajustarán de modo que sea posible continué esa nueva tasa de crecimiento sin que se modifique la utüización.

Ahora debemos considerar que en realidad por varias razones es de esperar que haya desviaciones de este caso ideal. De hecho, en determina­das circunstancias la elasticidad de los márgenes del beneficio bruto a un nivel dado de utüización puede volverse limitada, tanto hacia arriba como hacia abajo. Siempre que así se vuelvan inelásticos los márgenes del bene­ficio bruto, el sistema se hará susceptible de desviarse de la senda suave de una tasa constante de crecimiento, ya sea en una u otra dirección. Si los márgenes del beneficio bruto son inelásticos al alza, y si por alguna razón la tasa de crecimiento del capital experimenta algún incremento en el período largo, entonces el grado de utüización se elevará por arriba de su nivel anterior. Sin embargo, como se supone que la inversión se ve influida por la desviación del grado de utUización respecto del nivel planeado, se deduce que la inversión se elevará aún más, y así continuará. En otras

elón industrial, y lo más probable es que tal cosa implicaría grandes gastos de capital (véase por ejemplo J. D. Bernal, The social function of science, p. 386). En la última década hemos visto una pequeña parte de las tremendas potencialidades de la quími-i a moderna en el campo de los productos sintéticos, y el concomitante ascenso de una nueva industria química basada en los subproductos de los procesos de cracking; Que la investigación industrial que ha de ocasionar esta revolución no haya sido em­prendida (o sólo lo haya sido en pequeña parte), se puede explicar en términos eco-nñmicos se trata simplemente de la ausencia de incentivos para invertir.

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188 ACUMULACIÓN DE CAI'I I Al

palabras, dado un margen de beneficio bruto inelástico, los intentos de lo] empresarios para restablecer un nivel dado de utilización, no sólo c condenados al fracaso, sino que necesariamente habrán de conducii incremento adicional de la utilización. En el caso alternativo, que los mili genes del beneficio bruto sean inelásticos a la baja, y que por alguna razón ocurra en el período largo un descenso de la utilización, habrá de segurcj vía una reducción de la utilización, un decremento adicional de la invci sión. Los esfuerzos de los empresarios para restablecer el anterior grado <l<-utilización sólo llevarán a un aumento adicional de la capacidad excedí un con efectos adversos adicionales sobre la inversión, de modo que la tasa de crecimiento decrecerá más aún. En esa forma puede haber una especie da "proceso acumulativo", debido a la interacción de la inversión y el graéi de utdización. Este proceso acumulativo puede tender a un cierto límJli finito; en otras palabras, la tasa de crecimiento acabará por establecerse ají un nuevo nivel definido, a partir del cual no decrecerá más, pero no ai seguro que esto sea lo que ocurra en verdad. Es clara la lógica del arguinen to: un grado determinado de uso de la capacidad sólo puede ser restable" cido en forma adecuada mediante el método de eliminar parte de la cap» i dad existente con una baja de los precios, pero nunca con el método do reducir la inversión, ya que esto conduce únicamente a un exceso é l capacidad aún mayor. Pero el método de eliminar capacidad mediante l | baja de precios está excluido ex hypothesi; esto se halla implícito en el supuesto de que los márgenes del beneficio bruto son inelásticos.

Se ha visto que la inelasticidad de los márgenes de beneficio bruto puede influir grandemente en el carácter del desarrollo económico. ¿( u.in do y por qué aparecerá esa inelasticidad? Las razones son muy diferente! según que los márgenes del beneficio bruto sean inelásticos en una u otfl dirección. Primero se tratará el caso de un límite o impedimento al im mentó de los márgenes de beneficio. Este caso no tiene una gran importan cia práctica en un capitalismo plenamente desarrollado, con abundanci.i di equipo de capital, y con una productividad de la mano de obra elevada | en continuo ascenso; sólo en épocas de guerra y de reconstrucción poj bélicas es que aquí aparecen dificultades en el desplazamiento del ingreso hacia el beneficio, con el objetivo de alcanzar la tasa de ahorro requerida, Sin embargo, en las primeras etapas del desarrollo capitalista las dificulta des respecto al modo de incrementar la participación relativa del benefli |Q deben haber sido mucho más importantes. Un incremento de los marren, de beneficio bruto significa un decremento relativo del ingreso de otriM grupos, entre los cuales es de importancia primordial la mano de obra. Existe un límite absoluto al decremento del ingreso del trabajo, q u e aM indicado vagamente por el concepto de un mínimo de subsistencia Rlti límite sólo tiene una gran importancia práctica en las primeras etapa, di i capitalismo, debido a que entonces la productividad de la mano de obra H baja en absoluto, y las posibilidades de aumentarla son muy limitadas. Son

CONSECUENCIAS DE LA CAPACIDAD E X C E D E N T E NO D E S E A D A 189

pocas las dudas que podemos tener respecto a que durante la revolución industrial en Inglaterra, por ejemplo, los salarios estaban en el punto o incluso bastante por abajo de lo que puede ser llamado razonablemente el nivel de subsistencia. Al afirmar que el nivel de subsistencia representa un límite al posible incremento de la participación del beneficio, no damos por supuesto que los empresarios tengan algunos escrúpulos que impidan una reducción del salario real por abajo de ese nivel. Lo más probable es que esos escrúpulos en gran parte se hayan hecho a un lado en las primeras etapas de la frenética y muy brutal expansión capitalista; pero cualquiera que sea la intención de los empresarios, la reducción del salario real por abajo de cierto punto anula sus propósitos: ocasiona una reducción de la productividad del trabajo debido al agotamiento, la desnutrición, etc. Por lo tanto, todavía es perfectamente cierto decir que el incremento de los márgenes del beneficio bruto, cuando menos para la industria en conjunto, está limitado por el hecho de que el ingreso real de la mano de obra no se puede reducir más allá de cierto punto. Es obvio que esta consideración es de abrumadora importancia práctica en aquellas primeras etapas del de­sarrollo capitalista en que la productividad del trabajo era baja y se elevaba con lentitud. Aparte del límite establecido por el mínimo de subsistencia, el incremento de los márgenes de beneficio pueden encontrar otro límite en la escasez de la mano de obra. Esto no se aplica a la revolución indus­trial en Inglaterra (excepto tal vez respecto a la mano de obra calificada), pero es probable que haya sido importante en el desarrollo industrial de algunos países de ultramar, en especial los Estados Unidos; en este caso la escasez de la población y la abundancia relativa de la tierra impidieron la reducción del salario real por abajo de cierto punto. 4

Los factores que establecen un límite al incremento de los márgenes de beneficio, como puede verse, son de gran importancia práctica en las primeras etapas del capitalismo industrial. Más tarde se hacen menos im­portantes, debido al aumento de la productividad y de los salarios reales, así como a la abundancia de mano de obra, creada por el crecimiento de la población (sólo en las grandes guerras la situación ha sido diferente). Por lo tanto, aquí tenemos una razón prima facie de por qué en las primeras etapas del capitalismo se puede presentar con facilidad una tendencia al proceso de expansión acumulativo, dado tan sólo un incremento primario

4 Aquí no es válida la objeción, de acuerdo con la teoría de Lord Keynes, de que la escasez de mano de obra influye únicamente en los salarios monetarios y no necesariamente en los salarios reales. Dada una abundancia relativa de tierra, de modo que el trabajador puede elegir entre ser independiente o trabajar por un salario, será el salario real el que influirá en su decisión, y por lo tanto no descenderá por abajo de cierto nivel. Respecto a la importancia de la abundancia relativa de la tierra en el desarrollo industrial de los Estados Unidos, véase el ensayo postumo de E . Rothbard: "Causes of the superior efficieney of U.S. industry as compared with British indus-try",Economic Journal, 1946.

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1 9 0 ACUMULACIÓN DE ( A l l i M

de la tasa de acumulación (o alguno modificación equivalente, co serie de guerras financiadas con déficit presupuéstales). De hecho ni vemos inducidos a sorprendernos de que este prrrner desarrollo del cuplll lismo haya podido evitar precipitarse en una inflación tremebunda l | respuesta es obvia: el aumento de la productividad debido al progn técnico, evitó que el proceso acumulativo de expansión se hiciera de inn In do impetuoso, al hacer posible un mayor desplazamiento del ingreso luí 11 el beneficio (puede ser que otro factor haya sido un incremento di i . propensión al ahorro de los empresarios). En la práctica, el progreso tecmi lógico operó sobre todo mediante la destrucción de los cuellos de botell | existentes. Los cuellos de botella en la mano de obra, el equipo \ ¡| materias primas fueron destruidos uno por uno, a medida que apare, u n por medio de las invenciones adecuadas.5

Resulta muy natural conjeturar que el progreso técnico de esa épm i en gran parte fue consecuencia de la tendencia a una expansión am lativa: los cuellos de botella creados por este proceso, la imposibilidad .1. incrementar la producción frente a una capacidad usada a plenitud, y otrOJ factores de cuello de botella (como el de la mano de obra calificad!) indujeron a los empresarios a buscar é introducir métodos que hicieWI posible tanto la destrucción de los cuellos de botella, como la expani adicional de la producción. Esto no quiere decir que no sean neces.in.r. otras condiciones, para explicar el proceso de la revolución industrial en l | primeras etapas del capitalismo; pero es probable que la tendencia al s o l o i

empleo de la capacidad y otros factores de cuello de botella, hayan lidfl una condición necesaria muy importante. De esa manera, la expansion di | capitalismo primitivo y el desarrollo técnico mismo se vieron favorecido» por la relativa inelasticidad de los márgenes de beneficio que prevale.in. en esas circunstancias.

Volvamos ahora al punto de cuáles límites se pueden fijar al decn mentó del margen de beneficio. ¿En qué circunstancias habrá de aparecer este tipo de inelasticidad? Como ya se ha explicado, la contracción de 104 márgenes de beneficio ocurre por la competencia entre los empresario. 11 que en esencia es un proceso de eliminación de los competidores m i débiles. Es obvio que este mecanismo opera relativamente bien en u n sistema en el que existe abundancia de pequeños productores, abundando de competidores en cualquier forma. Por lo tanto, en el capitalismo prlml tivo no deben haber aparecido dificultades de esta clase, y durante algún tiempo, ni siquiera en el capitalismo ya desarrollado. Sin embargo, e n u n capitalismo maduro, en el que la producción en gran escala se convierte . n muchas industrias en la única forma productiva posible, y en donde, . i d . más, el número de los competidores se reduce a unos cuantos, en grifl abundancia de casos, el margen.de beneficio se hace inelástico en direc. li ifl

5 E l proceso ha sido descrito por J . R. Hobson en su teoría de las invención!

CONSECUENCIAS D E L A CAPACIDAD E X C E D E N T E NO D E S E A D A 191

tlescendente. Así se hace posible una nueva clase de proceso acumulativo: cualquier descenso de la tasa de crecimiento del capital hará disminuir el grado de utilización, lo que a su vez reducirá aún más la tasa de crecimien­to del capital. De esa manera, una reducción dada del crecimiento del capital conducirá a un decremento adicional de la tasa de crecimiento. Este proceso acumulativo también puede tender a un límite definido, de modo que la tasa de crecimiento se fije en un nuevo nivel más bajo, pero teórica­mente no es seguro que no prosiga sin tener límite.

La inelasticidad de los márgenes del beneficio bruto, en una economía dominada por el monopolio, por lo tanto, reforzará cualquier baja dada de la tasa de crecimiento del capital. Pero, como se señaló antes, los efectos del monopolio no sólo serán hacer más rígidos los márgenes del beneficio bruto, sino que los elevarán, y más aún, los empresarios tendrán mayor temor al exceso de capacidad de un régimen de monopolio. Por esas dos razones habrá una tendencia a que disminuya la tasa de crecimiento. La utilización será menor que antes de que el monopolio se volviera dominan­te, y además será menor la inversión atribuible a la influencia de un nivel dado de utilización, debido al temor que despierta la capacidad excedente.

Por tanto, es posible explicar la diferencia en el nivel de la actividad inversora en las distintas etapas del proceso secular, en función de una teoría endógena que tome en cuenta modificaciones estructurales bien conocidas como el desarrollo del monopolio. De acuerdo con la exposición anterior, parece que es posible que en el período de madurez económica la utilización actúe como una influencia negativa sobre la inversión, en con­traste con las etapas anteriores en las que no se portó de esa manera, sino que muy probablemente fue bastante elevada para contribuir con una influencia positiva sobre el nivel de la inversión.

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X I . EL SISTEMA DE SOCIEDADES POR ACCIONES Y EL MERCADO MODERNO DE CAPITALES

1. LOS PRINCIPIOS ECONÓMICOS D E L A EMISIÓN D E ACCIONES

El propósito de este capítulo es enmendar una omisión. En lo expueiH sobre la tasa de rotación y el "ahorro extemo" no se tomaron en con .ni. ración las modalidades esenciales del sistema de las sociedades por acolo nes. En realidad se dio por supuesto (p. 158) la existencia de esas soi || dades por acciones,1 sin que hubiera emisión de acciones adicionales (y sin que se formaran sociedades nuevas con emisión de acciones al público) Pero es evidente que la posibilidad de incrementar el capital de la empr*H por medio de la emisión de acciones nuevas es una modalidad impon.mi. del sistema, que tiene que afectar su operación en forma considerable, \ que en consecuencia debe tomarse en cuenta. * Sin las sociedades por acciones el problema de la tasa de rotación I

comparativamente sencülo: todo ahorro proveniente del beneficio, conj tituye una acumulación de fondos empresariales; todos los otros fonda tienen que ser obtenidos por los empresarios mediante préstamos, y pQ| consiguiente constituyen una acumulación de deuda empresarial (menoi otl la medida en que es absorbida por el crédito gubernamental o el crédito extranjero). El sistema de las sociedades por acciones modifica este estudü de cosas de dos maneras: por una parte, una porción del beneficio | J distribuida como dividendos, y el ahorro derivado de éstos no incremenl | los fondos a disposición de las sociedades de una manera directa. Poi otf| parte, las compañías de sociedades por acciones poseen la virtud pecullu de ser capaces de extraer ahorro extemo con el propósito de incrementil sus fondos empresariales, su "capital de riesgo". Pueden utilizar el ahí externo sin pedirlo prestado, y por tanto sin incrementar su tasa de rotl ción, ni su riesgo. Lo hacen sencillamente por medio de la emisión .1. acciones nuevas, que es, podemos decir, un método con el cual se logrf fusionar un cierto monto del ahorro externo dentro del capital neto.

Kalecki afronta estas dificultades de la manera siguiente: supone qw los receptores de los dividendos, hablando en general, son inversionlll | potenciales en las acciones nuevas, mientras que no lo son los otros ahorri dores. Por lo tanto, se creará un mercado para las nuevas acciones, en l . medida, y solamente en esa medida, en que tiene lugar un ahorro provi

1 E l término sociedad por acciones (joint stock company) aquí se utili/.i ... i i sentido inglés del término. Los lectores norteamericanos deberán leer "corporal

[1921

IS I IMA D E S O C I E D A D E S POR ACCIONES 193

•inte de los dividendos.2 Con este supuesto la existencia de las compañías de sociedad por acciones no implica ninguna diferencia en el análisis, al n a l que ocurre en un sistema de empresas "individuales", todo el ahorro .lenvado del beneficio incrementa el capital empresarial que se arriesga ( . . n i el ahorro derivado de los dividendos igual a la nueva emisión de •clones) y los otros ahorros se acumulan en la forma de deuda.

Este supuesto no es adecuado para un tratamiento más elaborado del pioblema. No podemos generalizar fácilmente acerca de quiénes estarán dispuestos a invertir en acciones. Bajo ciertas circunstancias, como por ejemplo en la "nueva era", un gran monto de ahorro proveniente de todas l.is fuentes posibles acude al mercado de valores, y se amplía el círculo de los inversionistas en acciones. En condiciones diferentes, por ejemplo en la cuarta década, el mercado de valores se contrae tanto que casi es imposible emitir acciones nuevas; en épocas así hasta los mismos receptores de divi­dendos no están dispuestos a reinvertir sus ahorros en acciones. Por con­siguiente, no necesariamente hay conexión entre la emisión de acciones y el ahorro proveniente de los dividendos.

La conclusión que se puede derivar es que los ahorros derivados de los dividendos son "ahorro extemo", lo mismo que los de cualquier otro tipo, lin principio no hay diferencia entre ellos y el ahorro de los rentistas, y pueden desempeñar un papel similar. Ya antes se ha llegado a esa conclu­sión (p. 158).

Se mantiene la pregunta: ¿Qué es lo que determina el monto de las nuevas emisiones de acciones?

El hombre de la City contestaría con una sola palabra; el mercado. Su explicación lo aclararía: primero, que sólo en ciertas condiciones las com­pañías por acciones considerarán conveniente hacer nuevas emisiones (esas condiciones tienen mucho que ver con el precio que se obtendrá de las ucciones); y segundo, que esas condiciones se determinan de una manera muy complicada, de modo que lo único que puede hacerse con seguridad es definirlas como el estado del mercado.

Es lógico que debamos empezar por las consideraciones respecto a una compañía que emite acciones nuevas. La emisión de un cierto número de nuevas acciones (comunes), si es que tienen los mismos derechos que las primeras, significará que sus compradores adquirirán un derecho propor­cional sobre el beneficio obtenido por la compañía. Al mismo tiempo, el dinero que se obtenga con esa emisión le permitirá a la compañía incre­mentar su beneficio, al ampliar su capacidad productiva, por ejemplo. El que la emisión favorezca los intereses de la sociedad, que son idénticos a los intereses de los primeros accionistas, entre ellos los que "controlan" la

2 Studies in economic dynamics, p. 62. E l supuesto no se formula con tanta exactitud como aparece arriba, se indica claramente que sólo se trata de una primera iiproximación, pero aparece en forma implícita.

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194 ACUMULACIÓN D E CAPII >

compañía, dependerá de que el incremento proporcional del beneficio • mayor que el aumento proporcional de los derechos que pesan sobre d le luí beneficio. Sea 2 el primer capital nominal por acciones, A 2 el valor nonti nal de la emisión nueva, P el beneficio esperado de acuerdo con los acllvu de capital existentes y, AP el beneficio que se espera una vez invertido ll obtenido con las nuevas acciones.

Las condiciones para que la emisión sea ventajosa serán

A 2 . AP 2 P '

o en distinta forma

P ^ AP l A | l

Esta ecuación puede modificarse aún más, si consideramos que la latín del beneficio neto p del primer capital es la proporción del benel in­esperado P, respecto al valor de reposición Cde los activos de capital exil tentes (una vez deducida la deuda); y si en forma similar definimos la t a l del beneficio marginal p como la proporción del beneficio adicional c. perado AP, respecto al efectivo neto ACrecibido por la emisión. Entonce, tenemos

P , AP

P = C; P =AC-

Si substituimos [ A . l ] tenemos

C AC XP<A2P'- l A ' l

C En esta desigualdad — es la proporción del valor de reposición de loa

primeros activos de capital de.la compañía, una vez restado el monto de la deuda, respecto al capital nominal por acciones. Dicha proporción están por abajo de 1.0, al aguarse el capital social, y en la medida en que esto se lleve a cabo (por lo general así ocurre en el caso de una compañía nueva) Puede ser mayor de 1.0 si la compañía ha acumulado suficiente beneficio retenido, sin adoptar nuevas medidas tendientes a aguar de nuevo el capí

C tal. El recíproco de - puede ser denominado "grado de capitalización".

AC La magnitud — , el monto de dinero en efectivo recibido por un

i r . I I MA D E S O C I E D A D E S POR ACCIONES 195

dei lo valor nominal de las acciones emitidas, y obviamente depende del "increado". Si el mercado de valores fuera perfecto, con una elasticidad de la demanda al infinito, y si se hace caso omiso del costo de la emisión, esta

proporción será igual al precio que las acciones tendrían en el mercado, —.

Inlonces la desigualdad podría escribirse así

c n . ,

Ahora la desigualdad ha tomado una forma sencilla más fácil de inter-

prctar: — p es la tasa de beneficio del capital social nominal, que dividido

entre el precio de las acciones nos da el rendimiento (no en el sentido de rendimiento en dividendos, como por lo general aparece en las estadísticas financieras, sino en el sentido de "rendimiento de ingresos", o la propor­ción ingreso-precio, que toma en cuenta tanto el beneficio retenido como los dividendos). Por tanto, esa condición se convierte en lo siguiente: el beneficio p a obtenerse de la inversión nueva, tiene que ser más elevado que el rendimiento en ingreso de las acciones. Es de notar que no sólo la lasa del beneficio marginal p es una cantidad esperada, sino que también lo es el ingreso, y no necesariamente bajo la forma de ingresos corrientes.

Ahora debemos tomar en consideración el hecho de que el precio obtenido por las nuevas acciones no será igual que el cotizado corriente­mente en el mercado, sino que será menor, debido a la imperfección del mercado. El precio de las acciones será más o menos reducido, de acuerdo con el monto de las nuevas acciones emitidas, y este precio efectivamente

n ' recibido lo llamaremos - . Además la emisión tendrá un cierto costo, que

id habrá de pagarse a los suscriptores, promotores, etc., el que puede expre­sarse como una proporción v de las entradas netas de la emisión; así el

n ' precio obtenido por las acciones - debe dividirse además entre (1 + v) para obtener las entradas netas.

Entonces la condición final de la emisión de acciones es

C

Ep\ § ' < p ' ( ! + » ) . ] [A.3]

Esto es, la tasa de beneficio marginal tiene que exceder del rendimien­to efectivo en una proporción correspondiente al costo de la emisión. Por

3 Si el costo de la emisión es, por ejemplo, del 10% de entradas netas, y el rendi­miento efectivo de las acciones es del 8%, la tasa del beneficio marginal tiene que es­tar por arriba del 8.8%, para que la emisión resulte ventajosa.

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1 9 6 ACUMULACIÓN DE CAI'l I

"rendimiento efectivo" (la expresión del lado izquierdo de [A.3]) se en tiende el rendimiento que se basa, no en el precio corriente de mercad! que en realidad tienen las acciones, sino en el precio a que pueden se! vendidas. En general, el rendimiento efectivo de las acciones será mas elevado que su rendimiento real, y esta discrepancia dependerá del monti de las nuevas acciones emitidas. Podemos imaginar un esquema que mué', tre el incremento del rendimiento efectivo según las dimensiones de 1 emisión; ese incremento será más o menos acentuado de acuerdo con l | imperfección del mercado.

La condición representada por [A.3] muestra que el rendimiento en ingresos de las acciones desempeña un papel similar al del tipo de inteK-. Limita las posibilidades de las nuevas emisiones, lo mismo que se supone el tipo de interés limita el monto de los préstamos. Sin embargo, hay uun diferencia importante entre ambos. El tipo de interés está separado de II tasa del benefìcio marginal por una diferencia muy considerable, el premio del riesgo marginal, que se incrementa en forma abrupta según el moni» que se toma en préstamo. Esa diferencia se debe a que la tasa de beneficio es incierta y puede quedar por abajo del interés, lo cual hará que endeudai se resulte ser un nial negocio. ¿Es que la emisión de acciones presenta algún riesgo correspondiente? Al observar la ecuación [A.3] vemos que las únicas cantidades inciertas4 son p y p . Ahora bien, es evidente que si estas cambian en la misma proporción, se mantiene igual la relación entre los dos lados de la desigualdad. Así, si tanto p como p fueran tan sólo la mitad de lo esperado, no serían afectadas las consideraciones respecto a las ventajas de la emisión. Por tanto, el único riesgo incluido es'un cambio en la relación de p respecto a p, esto es, un cambio de la tasa marginal de beneficio (del capital nuevo) en relación con la tasa de beneficio del capital anterior. La tasa marginal de beneficio en general será diferente del bene ficio del capital anterior, debido en primer lugar a que la inversión nueva incluirá mejoras técnicas que la harán más productiva que el capital ante­rior, y en segundo, porque la expansión del mercado, necesaria para ol empleo del capital nuevo, requerirá de bajas de precio, etc. Por supuesto que la estimación que se haga de la tasa marginal de beneficio p en relación con p, está sujeta a error, y si resulta equivocada se pueden ¡n validar las consideraciones en que se basó la emisión de las acciones, la otras palabras, la emisión puede resultar desventajosa para los accionistas antiguos, si resulta que se sobreestimó el incremento del beneficio debido a la nueva inversión. Sin embargo, es muy cierto que en la práctica esto posible error en la estimación de p'/p es mucho menos grave que los errores que pueden cometerse al estimar el nivel absoluto de p (cuando que esto es lo pertinente en el caso de un empréstito). La conclusión es que el riesgo involucrado (para los primeros accionistas) en una emisión de

4 Si se supone que el precio de la emisión está garantizado por la casa emisor!

. 1 1 I MA D E S O C I E D A D E S PORACCIONES 1 9 7

IM iones es incomparablemente menor que el que implica un empréstito, lis de esperar por lo tanto, que una diferencia modesta entre la tasa margi­nal de beneficio y el rendimiento efectivo de las acciones sea suficiente para que la emisión valga la pena. El rendimiento efectivo estará en rela­ción muy estrecha con la tasa marginal de beneficio, en tanto que, como ahora ya es muy ampliamente aceptado, la tasa de interés sólo lo está en lorina bastante lejana. Los cambios en el rendimiento efectivo tendrán en la inversión una importancia mucho mayor y más directa, que los cambios en el tipo de interés.

Se han analizado las consideraciones que afectan una potencial emi­sión de acciones. Sin saber nada en particular sobre el mercado de valores, podemos añadir un principio importante. Si se supone que la proporción p f p está dada y es constante, ¿cuál es la importancia del nivel absoluto de la tasa de beneficio, con respecto a las oportunidades para hacer una emisión de acciones? Si p es mayor, podemos dar por sentado que los •recios de las acciones también serán elevados; no tenemos que suponer que el rendimiento sea necesariamente el mismo con una tasa de beneficio mas alta; pero con certeza no se incrementará en la misma proporción que ella. Así, si p y p ascienden en la misma proporción, la tasa de beneficio marginal p excederá del rendimiento a partir de cierto punto. Esto es, siempre hay un cierto nivel de la tasa de beneficio en que se vuelve ventajo­so emitir acciones. En las circunstancias dadas, no habrá emisión de accio­nes por abajo de ese nivel.

2. E L M E R C A D O DE V A L O R E S

Ya ha quedado bastante clara la importancia del rendimiento en ingreso de las acciones o títulos. ¿Cómo se determina este rendimiento, y cómo está relacionado con la corriente de ahorros? En este caso las consideraciones pertinentes son las que se refieren al público poseedor de acciones.

La cuestión de la disposición del público inversionista a poseer títulos se puede tratar como una extensión del bien conocido problema de la elección entre diferentes tipos de activos. La teoría moderna del dinero y el interés parte de la consideración de un propietario de riquezas que distribuye sus activos entre varios tipos de posesiones: dinero, títulos a corto plazo, bonos a largo plazo. Sólo tenemos que añadir la alternativa adicional de la posesión de acciones comunes.

La inversión competidora más cercana a las acciones es probablemente la de los bonos a largo plazo. La primera consideración y la más simple, relativa a la elección entre ambos es que se poseerán acciones comunes sólo I ii el caso de que el rendimiento en ingreso que se espera de ellas exceda en l ni considerable del rendimiento de los bonos a largo plazo. Ese tiene

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198 ACUMULACIÓN DE CAI'I

que ser el caso, ya que el ingreso derivado de las acciones es mucho incierto, cuando menos en lo que concierne a las acciones individuales i claro que lo que importa es el ingreso esperado. Sin embargo, es fa< libli suponer que las expectativas se basan en gran parte en los ingresos coi i ietl tes. Se desviarán de este valor corriente siempre que se sepa algo respet t ü | cambios en la suerte de la compañía. Los ingresos esperados se desviai li de los corrientes si estos últimos temporalmente son bajos o altos, esto i . si es probable que sólo sea temporal el valor corriente de los ingresos I ,i confirmación de esta conjetura se puede ver en el hecho de que en Ujj desplome pronunciado el rendimiento basado en los ingresos corrientes sea mucho más bajo de lo acostumbrado, mientras que en la época de un auf bélico, por ejemplo, los rendimientos sean extraordinariamente elevados Un hecho adicional es que en una comparación de diferentes títulos, los ingresos más altos parecen estar asociados con rendimientos más elevados,* Esto también puede ser explicado con la hipótesis de que las expectativas no sólo están influidas por los ingresos corrientes, sino también por alguna estimación de los "ingresos normales", de manera que los ingresos partil í larmente altos o bajos, con menos facilidad son aceptados como permanen­tes. Aunque esta hipótesis sea correcta, de todos modos es posible deol con seguridad que después de cierto número de años una modificación del nivel corriente de los ingresos se reflejará plenamente en sus expectativas En otras palabras, si durante un tiempo más largo seguimos las variaciones del rendimiento basado en los ingresos corrientes, entonces los caminos que tenga en el período largo el rendimiento corriente en general también se reflejarán en el movimiento del rendimiento esperado. Esta conclusión es importante en la interpretación de datos.

Ahora bien, si están dados un cierto rendimiento de los bonos y un cierto rendimiento (esperado) de las acciones o títulos, los ahorradores externos (a los que identificamos con el "público inversionista") distribui­rán sus posesiones entre acciones, bonos y otros activos, en determinada» proporciones. Si llega a ocurrir que en el mercado existan más títulos que los que desean poseer aquéllos, bajará su precio y ascenderá su rendimiento hasta que tenga lugar una sustitución de las posesiones en títulos, por las de otros activos.

Por lo tanto, con rendimientos dados habrá una cierta distribución de las posesiones, entre varios tipos de activos. Sin embargo, en el curso de un

5 E l inversionista puede distribuir sus posesiones entre varias acciones y así n ducir su riesgo, pero si exagera en este sentido es posible que cada vez preste menoi atención a la suerte de las compañías individuales involucradas. En la práctica es ini posible que el inversionista logre el objetivo de poseer un conjunto representativo OJ acciones que teóricamente puedan ser tan seguras como los bonos o más seguras que ellos.

6 Véase W. I . King, que analiza la relación entre los precios de los valores, loa ingresos y los dividendos. Journal of the American Statistical Association, 1931.

I . i I MA DE S O C I E D A D E S POR ACCIONES 199

le acumulan nuevos ahorros externos, que de nuevo serán distribuidos Mitre los diversos tipos de activos en ciertas proporciones. En lo que res-1 1 la al rendimiento de los bonos, casi no serán afectados por ese nuevo ahorro, debido a los factores bien conocidos, que dan estabilidad relativa al lendiiniento de los bonos (menos en períodos muy largos). Los precios de la» acciones, por el contrario, serán afectados por la afluencia de ahorros nuevos, y por lo tanto decrecerá su rendimiento. Si con anterioridad el leudimiento de las acciones estaba justamente por abajo de la tasa marginal de beneficio, entonces el decremento estimulará la emisión de acciones nuevas, teóricamente sólo las suficientes para absorber la afluencia de alió­nos nuevos al mercado de valores. De manera que cierta parte del ahorro rsteino fluirá de continuo hacia el mercado de valores, y hará posible se hagan nuevas emisiones por un monto correspondiente.

Si son constantes la tasa marginal de beneficio y el rendimiento de los bonos, podemos imaginar que la proporción del ahorro externo que fluye llcia el mercado de valores es constante todos los años. Si el ahorro es temo está en una proporción constante con la acumulación interna, podemos ver que será posible una tasa de rotación constante de las com­pañías. La condición es que el ahorro externo que no sea absorbido por las emisiones de títulos se acumule en la misma proporción que el capital real.

¿En esas condiciones cómo operará el financiamiento de la inversión ical en las compañías por acciones? Con base en los datos del pasado, las compañías por acciones decidirán que el año próximo efectuarán un cierto monto de inversión AZ. En el curso del año, debido a la inversión efectua­da, habrá un cierto monto de acumulación interna A C i . Además se gene-i.mi ahorro externo, y una parte acudirá al mercado de valores, de modo que las compañías encontrarán que pueden emitir un cierto monto AC 2 , lie acciones nuevas. Al terminar el año se verá que el endeudamiento neto de las compañías ha aumentado en AZ - AC{ — A C 2 . La capacidad de las compañías para manejar su tasa de rotación dependerá claramente, en cierto modo, de la anticipación correcta de las posibles omisiones de accio­nes. Si quisieran mantener constante la tasa de rotación, su inversión es­taría determinada por la condición

A Z _ AC¡ + AC2

Z C

esto es, la acumulación proporcionada de activos de capital reales debe proceder a la misma tasa que la acumulación proporcionada de los fondos empresariales, compuesta por la acumulación interna más las nuevas emi­siones de acciones.

El desarrollo estable descrito será posible sólo si la tasa de ganancia es constante. Si declina, necesariamente caerán las emisiones de acciones. El rendimiento de las acciones puede reducirse como resultado de las cantida-

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200 ACUMULACIÓN D E CAl'l I A I

des más pequeñas de acciones lanzadas al mercado, pero éstas no puedtfl caer tanto como para dar marcha atrás a la reducción en las emisiones I > emisiones de acciones cesarán prácticamente si no se alcanza cierto nivel de la tasa de ganancia. Por otro lado, un incremento de la tasa de ganancia (.1 se presume que p y p cambian en la misma proporción) increméntala la emisiones de acciones; esto irá de la mano de un aumento del rendimiento con el fin de que sea posible disponer de una mayor cantidad de fondos externos en el mercado de valores. Puede observarse que los cambios en la tasa de ganancia tendrán un efecto doblemente estimulante o depresor bajo el sistema de finanzas de la sociedad por acciones: no sólo incremen­tarán o reducirán la acumulación interna, sino que también incrementarán o reducirán las nuevas emisiones de acciones y, por lo tanto, la proporción de ahorros externos que se "fusionará con los valores a interés" y un necesitará ser pedida en préstamo. La cantidad de la deuda posible (con una tasa de rotación constante) por encima del aumento de los fondos empresariales variará en forma más que correspondiente con cualquier nio dificación de la tasa de beneficio.

Es posible ver con fatilidad que la inelasticidad del ahorro externo tendrá consecuencias todavía más drásticas que las mostradas en páginai anteriores (pp. 163 ss). Una baja de la tasa de beneficio que hace decrecer en forma pronunciada las emisiones nuevas, no sólo reducirá los montos que intentan pedir prestados las compañías por acciones (si se supone qjté desean mantener constante o disminuir su tasa de rotación), sino que al mismo tiempo incrementará el monto del ahorro externo que no se fusiona con el capital neto, y que por tanto está disponible para concederse en préstamo. Por lo tanto, la inestabilidad debida a un ahorro externo indas tico, como se vio en el capítulo ix , se verá reforzada con el sistema de financiamiento por acciones.

3. L A S RAZONES A PRIORI D E UN D E C R E M E N T O D E LOS RENDIMIENTOS D E L A S ACCIONES

Hasta ahora se han considerado dadas las condiciones de la demanda en el mercado de valores. Entonces el rendimiento verdadero dependerá sobU todo del monto relativo de las acciones emitidas, y por lo tanto podemos decir que el rendimiento efectivo es constante.

Por supuesto que las condiciones de la demanda en el mercado di valores están sujetas a muy violentas modificaciones en el período corto ligadas a cambios, en parte irracionales, de las expectativas y a la espei U lación. En la medida en que estos trastornos afecten las oportunidades di realizar nuevas emisiones de acciones, influyen en la situación económn | general.

SISTEMA D E S O C I E D A D E S POR ACCIONES 201

Sin embargo, también en el período largo ocurren modificaciones líe­las condiciones de la demanda. Por varias razones, es de esperarse que en el período largo haya una tendencia a la ampliación del mercado de valores y a un decremento del rendimiento efectivo, tendencia que acompaña al surgimiento y desarollo del sistema de acciones.

[1] El desarrollo de mercados organizados para las acciones las convir­tió en una inversión mucho más aceptable y amplió el círculo de los

sionistas. Si una acción nueva es: introducida, cotizada y manejada regu­larmente por un mercado oficial de cambios, su valor se incrementa en forma considerable.

Parecería evidente por sí mismo que la introducción del sistema de acciones y su difusión gradual entre un gran sector de empresas ten­dría que implicar un incremento de las posibilidades de financiamiento por medio de acciones. En realidad, quizás lo que amplió el mercado de valores no fue tanto la simple formación de compañías por acciones, como el desarrollo de un mercado organizado que manejara sus títulos. Ambos acontecimientos no tuvieron lugar en forma simultánea, entre ellos hubo un lapso de retardo: una compañía pudo haber existido mu­cho tiempo antes de que sus acciones fueran introducidas en el mercado de valores.

[2] La valuación de una acción, o más bien del riesgo que conlleva, depende en gran parte del monto de información y experiencia que la gente tenga respecto a la compañía de que se trate. Una compañía nueva será considerada como un riesgo muy grande, ya que nadie puede saber mucho sobre ella. Después de una larga serie de años una compañía puede haber adquirido reputación y buena posición y se tendrá considerable experiencia respecto a su actuación y su situación financiera. En forma correspondiente disminuirá el "rendimiento efectivo" de sus acciones. A medida que se desarrolla el sistema por acciones, es de presumir que au­menta la proporción de las compañías de gran tamaño que se establecen con ese sistema, de manera que decrece el rendimiento efectivo del sistema en conjunto.

También tiene alguna importancia el gran tamaño de la empresa. Los inversionistas públicos con mucha frecuencia y no sin razón, consideran que es más seguro confiar su suerte a quienes parecen saber mejor cómo proteger sus intereses. Así el desarrollo de compañías de gran tamaño tiende también a hacer que las acciones tengan más aceptación. Esto nos conduce directamente al punto siguiente.

[3] Uno de los rasgos sobresalientes en el desarrollo del sistema por acciones es la concentración financiera, conocida como fusión en el senti­do más amplio de la palabra. Se realiza con una diversidad de propósitos, pero casi siempre uno de ellos es lograr una ganancia puramente financiera. Conviene considerar por turno algunos ejemplos importantes.

[a] Una compañía de buena posición financiera adquiere otra o varias

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202 ACUMULACIÓN DE CAPI I

empresas. Las acciones de éstas se cambian por acciones de la prima a, así desaparecen de la escena. Es de presumirse que el intercambio se el tuará según proporciones basadas principalmente en el valor de mercado los títulos. Como suponemos que la compañía compradora tiene maj posición financiera, el rendimiento de sus acciones será menor que el de I títulos de las otras compañías. En esencia se trata de un proceso de inl cambio dé acciones de riesgo alto por acciones de riesgo bajo.

Si representamos el valor de mercado del capital por acciones, el val real del capital neto, y la tasa de beneficio de la compañía compradora p n i , Ci, y pi respectivamente, y con n 2 , C 2 y p2 las magnitudes corr pondientes de la compañía que se compra, tenemos

C\P\ <C2p2

r i i n 2 •

Después de la compra, el valor de mercado del capital por acciones la compañía (i) será I I , + I l 2 si el precio de mercado de sus títulos no modifica. Pero como

CiPt +C2p2 Cipi ñi + n 2 Ü!

esto significará que las acciones de la compañía compradora ahora rep sentan un rendimiento más elevado. Si el mercado las valúa de la misma manera que antes, su precio tenderá a subir hasta que el rendimiento descienda a su valor anterior. En vista de esta tendencia, la compañía puede hacer una de estas dos cosas: puede aguar su capital sin reducir el precio de sus acciones (se puede hacer de modo eme tengan ciertas venta ¡as. los accionistas antiguos, v. gr. en forma de bonos participativos), o bien puede aprovechar la tendencia ascendente del mercado y emitir títulos nuevos con objeto de financiar una inversión real.

Aparte de esto persiste el efecto permanente de la concentración El nanciera. Se han intercambiado acciones de alto rendimiento por acciones de bajo rendimiento. De aquí en adelante el financiamiento de todo el consorcio combinado se realizará de acuerdo con las condiciones que la compañía compradora pueda obtener en el mercado, que son mejores que las que podrían haber obtenido para su funcionamiento las compañía» compradas. Así el resultado es una disminuición de los rendimientos efec­tivos de todo el sistema de acciones en conjunto.

[b] Varias compañías cambian sus acciones por las de una compañía de reciente formación. Se pierde la identidad de la compañía antigua des­aparecen sus títulos. Éste es el caso propiamente de una fusión. De nuevo podemos suponer que el nuevo consorcio será más fuerte financieramcnie y tendrá un mejor mercado, cuando menos en cuanto a algunas de las

SISTEMA D E S O C I E D A D E S POR A C C I O N E S 203

empresas que se fusionarán; esto es, el rendimiento de sus acciones será más bajo que el de algunas o de todos los títulos anteriores. Si utilizamos el mismo simbolismo que antes, con los sufijos 1 y 2 para las dos com­pañías fusionadas, y si n 0 representa el valor de mercado de los títulos de la compañía nueva

CjPi +C2p2 ^CjPi +C2p2

n , + n 2 rio

0 sea, el rendimiento medio de las acciones antiguas es mayor que el de las nuevas. De lo cual se desprende que n 0 > II1 + ü 2 . El valor de mercado de las acciones nuevas será mayor que el de las anteriores. Es obvio que la diferencia se puede compensar con aguar el capital, esto es, es posible emitir acciones en exceso de los montos que tienen que darse a cambio de las acciones viejas (el cambio se hará al valor de mercado previsto). Estas acciones adicionales se pueden entregar, por ejemplo, a los promotores en consideración a sus servicios (pueden ser idénticos a los intereses que con­trolan una o varias de las compañías fusionadas, que de esta manera se apropian de las ganancias financieras derivadas de la fusión).

De nuevo el efecto permanente será un decremento del rendimiento efectivo medio.

[c] Es posible formar una nueva compañía por acciones con el solo propósito de poseer los títulos de varias compañías existentes. Por lo general se le denominará compañía tenedora de acciones o trust de inver­sión, según que su objetivo sea controlar o no a las compañías en cuestión. Sin embargo, casi siempre obtener ganancias financieras es uno de los objetivos y resultados de una de esas combinaciones.

Los títulos de las compañías existentes se adquieren a su valor de mercado (o un poco más si el precio es presionado al alza por ese procedi­miento); el dinero en efectivo necesario se obtiene con la emisión de acciones de la compañía tenedora. El rendimiento de los títulos de la compañía tenedora será más bajo que el de las subsidiarias, debido otra vez a su mayor poderío financiero. Al igual que antes, esto da oportunidad de aguar el capital de la compañía tenedora y de este modo obtener una ganancia financiera para los promotores.

Otra vez el efecto permanente será hacer posible el financiamiento de las subsidiarias, en condiciones más baratas que las que hubieran podido conseguir por sí mismas. La compañía tenedora puede emitir acciones nuevas con un rendimiento más bajo y utilizar lo así obtenido, para em­prender una colocación privada de los nuevos títulos de las subsidiarias. En esa forma se disminuye el rendimiento efectivo al que las subsidiarias pueden procurarse indirectamente el capital nuevo.

En realidad, el financiamiento de las compañías tenedoras con fre­cuencia se basa en principios diferentes (emisión de bonos, véase más

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204 ACUMULACIÓN DE C'Ali I M

adelante). El ejemplo precedente constituye lo que podría considerar» ttt cierto sentido como "una práctica sana".

La conclusión es que todos los casos de concentración financiera un sólo incluyen una ganancia financiera inmediata, sino que en esencia coitl tituyen un intercambio entre acciones más seguras y con mayor acepl i ción, que por lo tanto implican un rendimiento menor, por otras distinti La consecuencia es un decremento del rendimiento efectivo. No hay di uta de que con este método de ofrecer al público títulos con un riesgo me el mercado se ha ampliado en forma considerable.

Si tomamos juntos todos los factores, parecería que el desarrollo di i sistema por acciones tendría que haber significado una ampliación consldi rabie del mercado de esos títulos, con una reducción correspondienic df| rendimiento efectivo. Si tomamos este hecho por sí solo, constituii 1.1 un efecto estimulante de la inversión real, comparable a una reducción rjf| tipo de interés. Es de sorprender que los economistas apenas hayan prestí do alguna atención a esta circunstancia, aunque está llamada a tenei Itfl efecto mucho más poderoso sobre la inversión, que las modificaciones del tipo de interés en el perído largo.

4. DATOS R E L A T I V O S A L D E S A R R O L L O DE L A S COMPAÑÍAS POR ACCIONES

Las compañías por acciones ("corporaciones") ya estaban bien estábil 11 das en los Estados Unidos después de la guerra civil, especialmente en el campo de los ferrocarriles. Aumentaron en importancia durante los doi i nios siguientes, y una proporción creciente de empresas, por ejemplo en l | manufactura, se convirtieron en "compañías incorporadas". De 1904 en adelante podemos seguir el desarrollo ocurrido en la industria mamila, tu rera y la minería con ayuda de los datos censales, dada la propon existente de empresas incorporadas. En la industria, la proporción i, i producto bruto aportado por las compañías de acciones se elevó de l 1

en 1904, a 92% en 1929. El incremento parece haber sido bastante grudiml durante este período (cuadro 25); llegó virtualmente a su fin en 19."» lili este terreno parece haberse casi llegado al punto de saturación (en todtt caso pronto se llegaría a ese punto con la completa incorporación di lf industria), pero en otros campos en los que la incorporación no nubil progresado tanto (el comercio y los servicios), es posible que no ocurrli i i así.

En tanto que la incorporación como tal ya había progresado baslauli en el siglo x ix , se había quedado rezagado el desarrollo de mercado , i , valores organizados. En 1870, de 37 acciones comunes (excluidos los l carriles) sólo había 16 "industriales" y 21 de "servicios públicos" enln Ul

S I S T E M A DE S O C I E D A D E S POR ACCIONES 205

CUADRO 25 IMPORTANCIA R E L A T I V A D E L A S CORPORACIONES E N L A INDUSTRIA

1904 1909 1914 1919 1929a 1929" 1939

Número de establecimientos fotal (miles) 216.2 268.5 275.8 290.1 21 1.0 206.7 184.2 Propiedad de corporacio­nes (miles) 51.1 69.5 78.2 91.5 101.8 98.0 95.2

23.6 25.9 28.3 31.5 48.3 47.5 51.7 Asalariados 5 468.4 6 651.0 7036.2 9 096.4 8 838.7 8 369.7 7886.6 Toda la industria (miles) Propiedad de las corpora­ciones (miles) 3 8 6 2.7 5 0 02.4 5649.9 7 8 5 7.1 7 9 4 5.5 7 4 81.3 70 5 0.7

70.6 75.6 80.3 86.6 89.9 89.4 89.5 Valor de los productos Toda la industria (millo­nes de $) 14 794 20 672 24 246 62 418 70 435 67 994 56 843 Propiedad de las corpo­raciones (millones de $) 10 904 16 341 20 183 54 745 64 901 62 520 52 661 % *73.7 79.0 83.2 87.7 92.2 92.0 92.7

''I .is curas de 1929 en adelante sólo incluyen los establecimientos cuyos productos están valuados en $ 5 000 y más, en tanto que las cifras de 1919 y los años anteriores incluyen los establecimientos con productos valuados de $ 500 en adelante. Por lo tanto se disminuye un tanto la posibilidad de comparación entre 1929a y los años anteriores, pero cuando menos las cifras son suficientes para comparar en forma aproximada la proporción entre los asalariados y los productos. ''Después de 1929 se han espués de 1929 se han excluido del censo varias industrias (películas cinematográficas, talleres de iqmaciones ferroviarias, etc.), y las cifras correspondientes a 1929b están ajustadas de acuerdo con lo ubarcado oor el censo de 1939.

cotizadas en el mercado de valores de Nueva York, y la mitad de ellas en forma irregular.7 El índice de precios de las acciones comunes de la Cowles Commission, que incluye la mayor parte de las acciones cotizadas con regularidad en el mercado de valores de Nueva York, incluye 12 títulos industriales en 1871, 23 en 1897 y 157 en 1917. El índice de la Standard Statistics contenía 146 acciones "industriales" en 1918, y 351 en 1926. listo nos da una muy buena idea del aumento del número de las acciones cotizadas. Muestra que el mercado organizado de los títulos industriales en realidad sólo se desarrolló después del cambio de siglo. También fue enton­ces que ocurrieron importantes innovaciones en la técnica de la emisión de acciones. Se estableció la práctica de suscribirlas, y alcanzó verdadera im­portancia la "banca de inversión", el manejo de las emisiones, por banque­ros especializados que aplicaban activos métodos de venta.8 Al paralelo «pie el desarrollo de los mercados organizados, se amplió el círculo de los icnedores de acciones.

Este desarrollo de los mercados de los títulos está relacionado estre­chamente con dos eventos llamados "movimientos de fusión": el primero de 1898 a 1902, y el segundo en la década de 1919 a 1929 (la Nueva Era).

7 A. Cowles 3rd y asociados, Common stock índices, p. 4. 8 Atkins, Edwards y Moulton, The regulation of the security markets, p. 25.

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206 ACUMULACIÓN D E CA I ' I I A l

Fueron períodos de una concentración financiera al por mayor, bajo ln forma de fusiones, compra de empresas y formación de compañías teni doras, con emisiones prodigiosas de acciones, concentradas en unos cuifl tos años. Respecto al primer período nos proporciona datos el prole..,, Myron W. Watkins.9 De acuerdo con sus cálculos, en 1898-1902 existían 168 consolidaciones industriales, con una capitalización de $ 4 900 milla nes, de entre un total de 237 consolidaciones con una capitalización di 6 000 millones de dólares, en el período de 1890 a 1904 (sin incluii l.i fusiones de los servicios públicos). Una proporción considerable de la capí talización era el resultado de aguar el capital.

Respecto a la Nueva Era (1919-1928) Thorp ha estimado que llego I 1 268 el número de las fusiones, tan sólo en la industria y la minería. II monto del capital involucrado en este segundo movimiento de fusión solo puede ser objeto de conjeturas.

Por supuesto que el efecto más importante de la ampliación del mer­cado ha de verse en el desarrollo de las emisiones de acciones (cuadro 26) Por desgracia, los datos no dicen precisamente lo que deseamos saber. I>< lo que se trata es saber hasta dónde el "capital neto" [equity], el capital empresarial del sistema corporativo, se ha agrandado con la emisión públl ca de acciones; pues parte de las emisiones sólo se destina a financiar y conservar otros títulos. Esta parte no constituye una nueva adición al capital neto, y por tanto debería restarse.10 No es posible hacer esa correc­ción; pero aún así parece que la emisión de acciones nuevas fue una fuentl importante, además de la acumulación interna, para la expansión del capí tal empresarial hasta 1930. 1 1 De esa fecha en adelante parece que el mal cado de valores ha contribuido muy poco a ese fin.

En términos generales, nos vemos obligados a esperar que el desarnilf i y la ampliación del mercado de valores organizado haya traído consigo uim

9 Industrial combinations and public policy. 1 0 En este contexto es improcedente la cuestión de si lo obtenido con la eml

sión de acciones se utiliza o no con propósitos productivos (inversión real). Auiu|iu se emplee en el pago de deudas o con objeto de acumular saldos en efectivo, de todOS modos incrementa el capital neto y reduce la tasa de rotación. En esa forma ejerce I U influencia en la disposición a invertir de los próximos años.

1 1 En el cuadro 26 se verá que una parte considerable de las acciones emití.I.. son preferentes. Las acciones preferentes incluyen un cierto riesgo para el emisor, . |u. sin embargo es mucho más limitado que el de pedir prestado: Los dividendos preíl rentes pueden tener que ser pagados a expensas del beneficio neto corriente de l.i compañía, pero nunca a cargo de su capital. Por lo tanto, económicamente las ai i 10 nes preferentes están más cerca de las acciones comunes, que de los bonos. Al l u . • i el cálculo de la tasa de rotación tienen que ser consideradas como parte del capital neto, ya que frente al tenedor de bonos, su posición es la misma que la de las acción comunes; sus poseedores tienen que estar dispuestos a absorber el primer choque ilc las pérdidas, con objeto de asegurar los ingresos fijos de los tenedores de bonos I'... lo tanto, la emisión de acciones preferentes, al igual que la de acciones ordinaria! hace posible incrementar al mismo tiempo los préstamos, sin incrementar el riesgo.

SISTEMA DE S O C I E D A D E S POR ACCIONES 207

CUADRO 2 6 I MISIONES D E C A P I T A L

Emisiones Total

Emisión Total de nuevas

de Emisión emisiones de bonos Emisio­acciones Total de de bonos y notas nes de emitidas de acciones Benefi­ y notas (corpora­ capital

(incluidas acciones nuevas cios (incluidas ciones produc­las amorti­ nuevas Prefe- reteni­ las amorti­ nacio­ tivo1' zaciones/ emitidas Comunes rentes dos' zaciones) nales} (variable!

1909 611 1 032 ¡910 405 1 078 I 113 I'M 1 352 665 1 387 c u : 904 1 475 1 350 I' l l 3 452 1 180 1 194 eoi 262 343 I 175 1915 325 2 028 I 111 1916 782 4 908 1 405 1917 455 4 317 1 076 1 9| S 298 1 933 1 047 ¡919 1 547 1436 710 726 3 707 1 174 810 1920 1 038 1 002 540 462 1 443 1 895 1 561 1921 275 265 194 71 -2 606 2 112 1 435 864 r i . ' : 620 570 277 293 1 746 2 449 1 642 1 335 (923 736 659 324 335 2 528 2 497 1 976 1 624 1924 866 829 511 318 1 574 2 972 2 200 1 941 1925 1 247 1 153 558 594 2 957 3 427 2 452 1 824 ¡926 1 220 1 087 578 509 2 335 3 982 2 667 1 801 1927 738 1 474 600 874 1 115 5 546 3 183 1 781 I92H 3 491 2 961 1 812 1 149 2 400 4 191 2 385 1 495 1929 6 757 5 924 4 407 1 517 2 157 3 105 2 078 1 787 19 JO 1 527 1 503 1091 412 -4 247 3 905 2 980 1 939 1931 343 311 195 116 -7 327 2 246 1 239 796 1932 24 20 10 10 -8 001 620 305 203 1933 153 120 105 15 -4 480 229 40 106 1934 35 35 31 3 -2 485 457 144 63 1935 151 69 15 54 -1 253 2 117 334 94 ¡936 553 352 262 90 - 799 4 064 839 379 1937 760 408 199 204 - 960 1 673 817 635 1 9 IS 98 67 2 043 807 417 1939 234 97 1 962 287 191

" VNEC Monograph Ño. 12. '' I misiones productivas (bonos o valores) son las utilizadas-para financiar una inversión real

ile capital fijo.

tendencia al decremento de los rendimientos. ¿En qué forma se ajusta a los hechos esta conclusión?

De 1871 en adelante se dispone de la serie de los rendimientos ingreso (tasas ingresos-precios) de las acciones comunes, calculados por la Cowles Commission. La serie se refiere a todas las acciones, y a las industrias por separado, las que se clasifican en tres grandes grupos, ferrocarriles, servicios públicos e industrias (estas últimas contienen todo lo que no es ni ferro-earriles ni servicios públicos). La serie se refiere a la gran mayoría de las acciones de las cuales se dispone de cotizaciones regulares en la bolsa de valores de Nueva York, en el año en particular de que se trate; por lo

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208 ACUMULACIÓN DE C'Ari i I

tanto, el número y la identidad de los títulos contenidos en la serie i mu bian constantemente. Sus pesos respectivos se basan en el capital por ai • lo nes que más sobresale.

Con objeto de interpretar la serie en forma adecuada debemos reí m dar que lo que importa son los rendimientos esperados, no los rendí tos corrientes presentados (cuadro 27). Debido a ello tenemos que exi lull de inmediato los rendimientos anormalmente elevados de la primera guon | mundial, y los igualmente bajos de la gran depresión posterior a \'> "> Fueron causados por el hecho de que en ambos casos la tasa de sus ingreso» sólo se ha considerado como una tasa temporal.

C U A D R O 27 RENDIMIENTOS D E L A S ACCIONES COMUNES Y L O S BONOS

Rendimientos ingreso, Rendi­ acciones comunes

mientos: (Comisión Cowles) bonos Todas ferro­ las Indus­ Ferro­ Serviclot

carrileros acciones triales carriles púbín at

1871-70 6.59 8.83 10.50 8.79 9.65 1874-83 6.00 8.38 11.78 8.22 9.71 1879-88 5.34 7.00 12.20 6.82 8.0.' 1884-93 4.93 5.98 9.13 5.71 6.01 1889-98 4.64 5.75 10.32 5.20 6.80 1894-1903 4.27 6.44 11.35 5.81 6.18 1899-1908 4.04 7.48 11.91 6.71 5.69 1904-1913 4.11 7.50 10.47 6.60 7.14 1909-1918 4.35 9.83 13.07 7.90 8.48 1914-1923 4.77 10.60 12.31 9.40 10.01 1919-1928 4.80 9.09 8.51 10.08 10.10 1924-1933 4.68 6.44 5.99 5.70 7..ÌI. 1929-1937 4.52 4.35 4.24 0.50 5.58

Al excluir esos años encontramos que la serie "Todas las accione! muestra un panorama sorprendente. El rendimiento decrece en efecto lia-, ta 1889-98, justo antes del primer movimiento de fusión. De ahí en adelaíl te se incrementa y alcanza su nivel más alto en la década de 1919-192X, la Nueva Era.

Esto se explica en parte por la composición de la serie. Representa la» acciones cotizadas en la bolsa de valores, no las de todas las compam.r. existentes. A partir del cambio de siglo el número de los títulos cotizados en especial "industriales", tuvo un fuerte incremento. Desde entonces tu­ne que haber aumentado mucho la proporción de las acciones industriales incluidas en el índice total. Una ojeada a las cifras muestra que los títulos

I l I M A D E S O C I E D A D E S POR ACCIONES 209

Industriales incluyen un rendimiento mucho más alto que el promedio: son m i especulativos. Por consiguiente, la presencia de más acciones especu­lativas incrementó el rendimiento medio del total de los títulos. Como es l. presumirse que antes de ser introducidas en la bolsa de valores esas

lociones especulativas tuvieran un rendimiento más elevado que el que piraron después, es obvio que el panorama resulta distorsionado por ello.

Se obtiene una mejor visión si consideramos por separado a los títulos "industriales". También muestran algún incremento en su rendimiento, debido al advenimiento del primer movimiento de fusiones, lo que es de piesumirse se debe de nuevo a la inclusión de más acciones especulativas. In todo caso, las primeras cifras son bajas, ya que se incluían muy pocos títulos. Sin embargo, si seguimos el proceso que tuvo lugar desde IK94-1903, se tiene el siguiente panorama de los rendimientos:

1894-1903 11.4% 1904-1913 10.5% 1919-1928 8.5%

Así, hubo un decremento del rendimiento de las acciones industriales a partir del primer movimiento de fusión, y fue más bajo que nunca antes, durante la Nueva Era. Por tanto, los datos confirman la expectativa a priori de un descenso del rendimiento en el caso de los títulos industriales.

Es diferente el caso de las acciones de "ferrocarriles" y de "servicios públicos": ambas muestran un aumento considerable del rendimiento, co­incidente con el descenso del rendimiento de las industriales (y de hecho, ésta es la segunda razón por la que aumentó la serie "Todas las acciones"). Sobre todo en el caso de los títulos de servicios públicos, a primera vista parece increíble que haya tenido lugar ese incremento; en especial, que el rendimiento haya sido tan extraordinariamente alto en la Nueva Era (véase cuadro 27). En realidad la explicación es muy sencüla. En esa época hubo un crecimiento vigoroso de compañías tenedoras de servicios públicos, que siguieron una política financiera muy peculiar. Compraron y conservaron los títulos de compañías operativas, y las financiaron en gran parte median­te la emisión de bonos (y de acciones preferentes), no de acciones comunes, lin esa forma pudieron obtener sobre el capital neto una tasa de beneficio mucho más elevada que la lograda por las compañías que realmente opera­ban. No es improbable que la tasa de beneficio se duplicara o se elevara aún más, por medio de la formación de una compañía tenedora de "primer orden", tal como lo muestra la Federal Trade Commission.12 Pero hubo compañías tenedoras de segundo orden y de número todavía más alto; es decir, las acciones comunes de las compañías tenedoras de primer orden

12 Documento senatorial No. 213, Congreso 68, 2a. Sesión, p. 173, citado en W. Bayard Taylor, Financial policies ofbussiness enterprise, p. 369.

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2 1 0 ACUMULACIÓN DE CAI'I I u

eran conservadas por las compañías tenedoras de segundo orden, que h | cían parte del financiamiento con la emisión de bonos. De esa manera M obtuvieron tasas de beneficio sumamente altas sobre el capital neto, mn-n tras al mismo tiempo se incrementaba el riesgo considerablemente I ... práctica no equivalía realmente más que a un aumento de la tasa de rota ción: una mayor proporción del capital real es financiada (por último) mediante deuda, con la consecuencia de que se eleva la tasa de beneíi. |aj neto, mientras al mismo tiempo crece el riesgo. Es lógico y razonable que esas elevadas tasas de beneficio no fueran "capitalizadas" en el mercado de valores, justamente porque están asociadas con un riesgo mayor. Poi ¡j tanto, el gran incremento de los rendimientos ingreso de las acciones de l<". servicios públicos tiene su explicación en un aumento de la tasa de rot¡ ción.

Parece que es aplicable una explicación similar en el caso de los ferro­carriles. En los años de 1890 se inició el proceso de consolidación con el que se crearon los grandes sistemas ferroviarios, con base en la fusión de la» líneas troncales. Esa consolidación se efectuó mediante la compra de lo» títulos ferrocarrileros, la que fue financiada por la compañía compradoia mediante la emisión de bonos. Éste es de nuevo claramente un caso de un aumento de la tasa de rotación, y ofrece la explicación más plausible del aumento del rendimiento-ingreso de los ferrocarriles a partir del cambio do siglo.

En vista de estas explicaciones, parece que el incremento del rendí miento ingreso en la esfera de los servicios públicos y los ferrocarriles no significó, como podría pensarse a primera vista, el aumento de las dificuli.i des en el financiamiento de la inversión en esos campos. En efecto el rendimiento se incrementó, pero lo mismo ocurrió con la tasa del beneli. |0 neto, debido al aumento de la tasa de rotación. 1 3 No obstante, en todo caso la política seguida fue financiar sobre todo por medio de bonos (y de acciones preferentes), y conservar las acciones comunes como un instni mentó para ejercer control, que en gran parte fue ejercido con mucho vigor.

La práctica de incrementar la tasa de rotación por los medios descri­tos, en los campos particulares mencionados, no podría haber sido previ . 1 . en un terreno a priori. En parte depende de factores irracionales, como el incluido al soportar un riesgo mayor. En especial las prácticas de las com pañías tenedoras de los servicios públicos, han sido acusadas de poco sol das (aunque en este contexto apenas se comprende que tal práctica poOQ

1 3 Sin embargo, los rendimientos pueden haber aumentado más que la tas.i .1.1 beneficio neto, debido a que los inversionistas en acciones pueden haber dad., mi valor al aumento del riesgo que al de la tasa de beneficio, y teóricamente con muí h| razón. Es probable qe tal haya sido el caso de los ferrocarriles, que en consecueni il más tarde se vieron forzados a pedir prestado, debido al desfavorable rendimienn. di las acciones.

SISTEMA D E S O C I E D A D E S POR A C C I O N E S 2 1 1

sólida, en realidad constituye un ejemplo del celebrado espíritu emprende dor de los empresarios). Las desventajas se revelan en la depresión, pero mientras se aplicaba el incremento de la tasa de rotación, su efecto sin duda fue hacer posible una tasa más alta de inversión.

La conclusión es que el desarrollo del sistema por acciones ejerció un efecto estimulante sobre la economía, en dos formas diferentes: en el campo de los títulos industriales, redujo los rendimientos efectivos de las acciones, y por tanto hizo posible el aumento de sus emisiones en condi­ciones más favorables. En el terreno de los ferrocarriles y los servicios públicos, por medio de la formación de compañías tenedoras y de consoli­daciones, condujo a un aumento de la tasa de rotación, lo que también significó un estímulo para la inversión.

5. E L E F E C T O NETO D E L SISTEMA D E ACCIONES

¿Cuáles son las diferencias que, en último término, el sistema de acciones provoca en la tendencia a la acumulación del capital? Por una parte, hace posible fusionar en el capital neto una parte del ahorro externo, por medio de la emisión de acciones. Por otra parte, distribuye una parte del benefi­cio en forma de dividendos y sueldos de los ejecutivos, y el monto que de ahí se ahorra incrementa el ahorro externo. Si la emisión de títulos (resta­do el monto de las emisiones utilizadas tan sólo para adquirir y conservar otras acciones) es igual por completo al monto de los ahorros provenientes de los dividendos y los sueldos de los ejecutivos, ambas fuerzas se equili­bran entre sí. Como la tasa de beneficio es de importancia primordial en la emisión de las acciones nuevas, también tendrá un peso considerable en el efecto neto resultante de las dos fuerzas.

Parece que hasta 1929 el efecto neto del sistema de acciones fue el de dar estímulo. Como se ha visto, en esa época se desarrolló el sistema, lo que hizo posible un monto creciente de emisiones de capital. Es cierto que unos cálculos realizados por M. Taitel parecen mostrar que hasta en esa época, en la mayoría de los años el ahorro proveniente de los dividendos excedió del monto de las emisiones de acciones.14 Sin embargo, además debemos considerar el efecto de las emisiones de bonos: el incremento de la tasa de rotación, ligado al desarrollo de las compañías tenedoras de acciones de los servicios públicos es un factor estimulante adicional que no aparece en las emisiones de acciones.

El estímulo inherente al desarrollo del sistema de acciones en la prác­tica desempeñó el papel de fuerza contraria a algunos otros acontecimien-

1 4 TNEC Monograph No. 12: Profits, productive activities, and new invest-ment, p. 75.

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tos. Desde principios del siglo ha tenido lugar un descenso de la laxa general de beneficio (véase más adelante el capítulo xn). Si se toma oitl hecho en sí mismo, debería haber desalentado la inversión y reducido la tasa de crecimiento del capital. Sería de esperarse que esto hubiera condu cido al estancamiento mucho antes del momento en que ocurrió; que I pesar de todo haya sido posible la gran prosperidad anterior a la primtH guerra mundial y de la Nueva Era, se debe cuando menos en parte al efei lu neto estimulante del desarrollo del sistema de acciones. El descenso rJtj rendimiento de los títulos industriales contrarrestó el de la tasa de benefl ció. Por tanto, fue posible que un monto creciente de los ahorros exie se fusionara con los capitales netos de esa actividad. En los ferrpcarriloi | los servicios públicos el proceso de consolidación estuvo ligado con un incremento de la tasa de rotación, que permitió se absorbiera una propoi ción creciente del ahorro externo en la forma de emisiones de bonos.

Es claro que esos efectos estimulantes están unidos al desarrollo del sistema, y por tanto hay un límite a su acción. Es casi seguro que 1 tendencia al descenso del rendimiento llegará a su límite tarde o temprano debido a que el exceso del rendimiento de las acciones por sobre la tasa de interés, es probable que no pueda reducirse por abajo de cierto límite. I ina vez que desciende más aún la tasa de beneficio, entonces la emisión di acciones disminuye hasta ser un simple goteo. Aún más limitado es el efecto de un incremento de la "propensión a pedir prestado" (en el caso di los servicios públicos); de hecho, es algo puramente temporal, y una voz que se han tenido bastantes experiencias adversas, es probable que se rcioi ne a métodos de financiamiento más conservadores.

De 1929 en adelante, ciertamente que el efecto neto del sistema ii acciones ha sido depresivo. Los ahorros provenientes de los dividendos se han mantenido a un nivel considerable, pero las emisiones de acciones han sido muy reducidas, y han pasado de moda los atrevidos métodos de financiamiento mediante compañías tenedoras. El decaimiento de la enn sión de acciones tiene un doble efecto: por una parte reduce la tasa do crecimiento del capital empresarial, y por tanto los montos que las coni pañías pueden pedir en préstamo, si desean mantener constante su tasa de rotación. Al mismo tiempo aumentan los montos de ahorro extemo que tienen que prestarse con objeto de ser utilizados por los negocios.

El sistema de acciones sirvió para retardar en forma considerable los efectos de la decreciente tasa de beneficio, pero de cierto punto en adelan­te ya no pudo hacerlo. Entonces quedó expuesto el reverso de la medalla ya no hubo más emisiones de acciones, pero continuó la creación de alio rros extemos derivados de los cuantiosos dividendos.

i l I M A D E S O C I E D A D E S POR ACCIONES 11 .

| I O S E F E C T O S EN L A MALA DISTRIBUCIÓN D E LOS FONDOS

falla por añadir un detalle de cierto interés. La posibilidad de enuiii amones depende de la relación entre el rendimiento efectivo y la lasa ni,urinal de beneficio. Ahora bien, la tasa de beneficio varía mucho de una a o irá compañía, y de industria a industria. La tasa de beneficio en general • más alta en las industrias oligopolísticas; al mismo tiempo, el rendimien-lo ile las acciones en los grandes consorcios oligopolistas, es probable que sea más bajo que el promedio, si acaso.15 Se deduce que las empresas riindes de las industrias oligopolistas tendrán mucho más fácil acceso al mercado de valores que las compañías de las industrias competitivas, en donde son más bajas las tasas de beneficio. Si la tasa general de beneficio no es muy alta, puede ocurrir que muchas o la mayoría de las industrias competitivas carezcan en absoluto de acceso al mercado de valores, en lauto que las oligopolistas absorberán la mayor parte de los fondos obteni­dos con la emisión de títulos.

Este factor refuerza la conclusión anterior, de que tiende a existir una mala distribución de los fondos empresariales, que favorece al sector oligo-polista de la economía: no sólo es mayor la tasa de acumulación interna en el sector oligopolista, sino que la absorción de los fondos nuevos derivados de las emisiones de acciones es incomparablemente más fácil ahí que en el sector de las industrias competitivas.

1 5 E l costo de la emisión de acciones también puede ser menor, ya que los con sordos oligopolistas son más grandes.

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X I I . LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL EN LOS ESTADOS UNII M | l 1869-1939

1. L A T E N D E N C I A D E L A ACUMULACIÓN DE C A P I T A L

Un estudio de la tendencia de la acumulación del capital seria casi c< a tientas en la oscuridad, si no fuera por el trabajo de S. Kuznel. colaboradores, quienes recientemente nos han proporcionado estimación! del ingreso nacional, así como de la inversión y el capital, de un período que se inicia casi desde la guerra civil . 1 Sobra decir que se trata de Ufl | temeraria empresa estadística. Éste no es lugar para discutir la técnli l apreciar la validez de las estimaciones con todo detalle. Sin embargo, pin ce bastante razonable decir que los resultados de este elaborado trabajo merecen ser tomados en serio. Por lo tanto, los aceptaremos en su mayol parte tal como se presentan, y trataremos de encontrarles explicación! plausibles.

Se puede indicar brevemente cuáles son las bases de las estimacionei El ingreso nacional bruto y la formación bruta de capital se calcularon £ acuerdo con el producto de artículos terminados que proporciona el mi terial de los censos.2 Se agregan los costos de distribución, para así obtenei el producto nacional al costo último a los consumidores. Se-toman como un porcentaje fijo, correspondiente a la proporción que esos costos han constituido en los períodos más recientes, de los que se tienen datos m.i completos. Los servicios se estiman (en los períodos más antiguos) .1. acuerdo con la proporción que representan en el costo de la vida de lo. trabajadores. El consumo de capital requerido para obtener la formación neta del capital se estima según el supuesto de una duración dada en loi bienes capitales. A su vez esta duración se basa en las estimaciones de lai décadas más recientes, realizadas por S. Fabricant.3 Las cifras resultan!, del ingreso nacional y la formación de capital no se dan anualmente sino por décadas, que se sobreponen entre sí a partir de 1869. De esa man.-ia las cifras se adaptan bastante bien al estudio de la tendencia.

Las estimaciones de los activos de capital (riqueza reproducible) se basan principalmente en el Census of Wealth, y corresponden a los años en que se efectuó ese censo (1880, 1890, 1900, 1912, 1922). Los activos de capital son de cuatro clases: 1] Mejoras en los bienes raíces (esto es, el

1 S. Kuznets, National product since 1869. 2 W. Shaw, Commodity output since 1869. 3 Capital consumption and adjustment.

[214]

mi.ACIÓN D E C A P I T A L E N E S T A D O S UNIDOS 2 1 5

ipllal resultante de construcciones), 2] equipos, 3] inventarios, y 4] valor Hl tu do los derechos demandables a otros países. La dificultad principal al

ii los activos de capital fue, por supuesto, reducirlos a niveles de i los que fueran comparables. El resultado de las estimaciones de los ni iivos de capital a precios de 1929 permitió obtener una cifra del creci-

. i i . , del capital reproducible entre 1880 y 1922. Esta cifra puede con-iii ii i- sumamente bien con el cálculo de la formación neta de capital en

.1 período correspondiente, tal como se obtuvo con el primero de los ...los mencionados. De hecho, esta comprobación constituye uno de

1.. inas fuertes apoyos para confiar en el conjunto de las estimaciones. Sin , mi..ugo, respecto a las distintas décadas, los dos grupos de cifras (creci-

lo de los activos, de capital y formación neta de capital) en ocasiones IMdran muy mal. Parece razonable dar preferencia a las cifras de la forma-

, i íeta de capital, en lo que se refiere al desarrollo ocurrido de una década a otra. En forma correspondiente, Kuznets ha combinado el cálculo l, l.i riqueza en 1880 con las estimaciones decenales de la formación neta

tío capital, con objeto de presentar una serie del crecimiento de la riqueza de una a otra década.

En esta serie es que fijamos nuestra atención. De ahí obtenemos con 1.1. ilnlad el porcentaje de la acumulación anual del capital reproducible (. ii.niro 28, col. 1). Las modalidades que se revelan son muy distintivas: la ai iinuilación del capital total es más elevada entre 1879 y 1899, 5% anual ii|nox¡madamente. Antes de ese período, de 1869 a 1879, parece que la ni iiniulación era menor, como del 4% anual. Después del período de •i. uinulación máxima a finales del siglo pasado, tuvo lugar un decremento sostenido. La tasa de acumulación bajó a menos del 3% en la década de r»'(). En el decenio de 1929-38 prácticamente no hubo acumulación de

l ipital. Estas son, entonces, las características sobresalientes: un aumento de

la acumulación del capital hasta una tasa muy elevada, en las dos últimas Meadas del siglo x ix y una baja sostenida de esa tasa de acumulación en el ajglo actual, que llegó casi a desaparecer en la década de 1929-1938.

Aquí tenemos una medida concreta de lo que tiene que ser conside­rado como la más importante variable del proceso económico en el perío­do largo: la tasa de crecimiento del capital. Esto hará posible continuar el e\l udio teórico de la acumulación del capital (iniciado en el capítulo i x ) , a un nivel de aplicaciones concretas, con el propósito de arrojar alguna luz Obre las etapas cruciales del desarrollo del capitalismo norteamericano.

Sin embargo, primero es necesario aclarar la relación entre los datos de Kuznets y el concepto teórico de la acumulación del capital utüizado en el . .ipítulo ix . En esa parte sólo hemos considerado la acumulación del capi­tal de los negocios privados (los activos reales reproducibles propiedad de los empresarios y las corporaciones), y se ha supuesto que no existen otros tipos de acumulación. En esas circunstancias la acumulación total se agota

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2 1 6 ACUMULACIÓN D E CAPI I Al

con la acumulación de los fondos empresariales C y la acumulación di 11 deudas de los negocios D, que es igual a la acumulación de los ahorra! externos. Se puede ver entonces que con una tasa de rotación constanle. esas tasas de acumulación deberán ser iguales:

AZ_AC_ AD Z ~ C ~ D

O bien, si todas las clases de ahorro las expresamos como proporciones dfj capital de los negocios o negociable

AZ = AC , AD Z Z z

entonces esas proporciones deben modificarse en la misma relación, pifl permitir que la tasa de rotación se conserve constante. Si se supone que l<l ahorros externos son una proporción constante del capital, es posible en tonces mostrar que una baja de la tasa de crecimiento del capital tiene quf conducir a un incremento de la tasa de rotación. Es más, idjdajla propeil sión al ahorro de los empresarios, la baja de la tasa de crecimiento dfj capital llevará también a un descenso de la tasa de beneficio.

Esas conclusiones tendrían que modificarse de existir otros tipos de acumulación, como 1] los déficit presupuéstales, 2 ] la inversión extranjeítj 3] la construcción de casas habitación, siempre que no se trate de uní inversión de negocios. Entonces es de concebirse que una baja de la acumu lación de los negocios en cierto sentido sea contrarrestada por los otrM renglones mencionados, de modo que el ahorro externo que no piden Itf préstamo los empresarios, sea prestado al gobierno, por ejemplo, o al refltfl del mundo.

Sería útil tener algún criterio por medio del cual se pudiera decidll qué tan efectivo es un monto dado de este "préstamo compensadm" ¿Cuánto "préstamo compensador" (déficit presupuestal, etc.) se requlefj para compensar un decremento dado de la acumulación del capital ciable, o una cierta tendencia a un decremento? Esto depende de lo qul entendamos por compensar. De acuerdo con una estricta base teórica pOJ demos hacer la siguiente definición: imaginemos que la tasa de crecimiento del capital de los negocios tiende a bajar por razones inherentes, esto aJ debido a cambios en los coeficientes estructurales que determinan su creí i miento endógeno. Hemos tenido un ejemplo de esos cambios en el caso di un incremento de los márgenes del beneficio bruto, que por sus cíe. tO sobre la utilización puede reducir la tasa de crecimiento del capital negO ciable. Es posible concebir una influencia exógena en forma de un "prestí mo compensador" justamente suficiente para contrarrestar la tendencll I la baja de la acumulación del capital negociable, con lo que se conserv.i lili

ACUMULACIÓN D E C A P I T A L E N ESTADOS UNIDOS 217

variación su tasa de crecimiento. Sin embargo, con esta estricta interpreta •ón teórica el concepto de compensación no nos es útil para rruestlt) actual propósito. Como veremos, la tasa de crecimiento del capital negocia ble de hecho ha descendido, y es obvio que el "préstamo compensador" no lo impidió. No obstante, todavía deseamos disponer de algún criterio qul nos permita juzgar de una manera fácil y burda qué tan importante lian sido los efectos del préstamo compensador que ha ocurrido. Se puede preguntar cuánto se necesita de éste, para mantener estable la tasa de rotación frente a un descenso dado de la tasa de crecimiento del capital negociable, o bien, preguntar qué cantidad de préstamo compensador se requiere cuando se trata de mantener estable la tasa de beneficio.

Examinemos ahora la cuestión desde un lado práctico, y consideremos la importancia de esas dos tasas. En primer lugar tomamos la suma de la acumulación de los negocios y el préstamo compensador, y la expresamos como una proporción del capital negociable. Ésta es, en otras palabras, la proporción entre el ahorro total y el capital negociable, que es (con el préstamo compensador representado por AB)

AZ + AB AC + AD + AB

¿A cuánto ascenderá, si se conserva estable esta proporción del ahorro total con respecto al capital negociable, frente a un crecimiento del capital negociable que va en descenso?

Si se supone que la proporción entre el ahorro externo y el capital

negociable, o sea ^ "t ^ será estable, entonces la proporción entre la AC

acumulación interna y el capital negociable -y- también sera constante. AZ .

Pero como va en descenso, la proporción entre la acumulación interna

y la acumulación de los negocios se tiene que elevar. Al mismo tiempo la tasa de crecimiento del capital empresarial tiene que descender, pues

A C = A C Z C Z °C

AC y como antes se estableció -~s es constante, en tanto que baja la tasa de

AC rotación; pero una tasa de crecimiento de los fondos empresariales en descenso, si no cambia la propensión al ahorro de los empresarios, implica una tasa de beneficio a la baja.

Así, si el préstamo compensador es bastante grande para conseivai constante la proporción entre el ahorro total y el capital negociable, c u l ó n

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2 1 8 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

ees se impedirá el alza de la tasa de rotación, e incluso bajará; sin embargo, no evitará un descenso de la tasa de beneficio.

La conclusión depende de la constancia del ahorro externo, coma proporción del capital negociable. Por lo tanto no es general, pero sirve para darnos una idea de lo que en condiciones sencillas puede implicar una proporción constante entre el ahorro y el capital negociable.

Ahora podemos estudiar una proporción alternativa, o sea, la tasa de crecimiento del ahorro total . Es dada por

AZ + AB_AC + AD + AB Z+B ~ C+D+B '

¿Qué implicará la constancia de esta tasa de crecimiento del ahorro total? Debería hacer posible que el capital empresarial C y el acervo de ahorro externo D + B crezcan a la misma tasa, que sería idéntica a la de crecimiento del acervo total de ahorros. Pero si otra vez suponemos que el ahorro externo es una proporción constante del capital negociable, enton­ces el acervo de los ahorros externos crecerá a una tasa que va en descenso (ya que irá en aumento su proporción respecto al capital negociable). En consecuencia, el capital empresarial C deberá crecer a una tasa ascendente, con objeto de mantener constante la de crecimiento del acervo total de ahorros. Por lo tanto, si se supone constante la propensión al ahorro de los empresarios, la tasa de beneficio se elevará. Así, encontramos que una tasa constante de crecimiento del acervo total de ahorros (bajo el supuesto de que la tasa del ahorro externo es una proporción constante del capital negociable) habrá de implicar una tasa de beneficio en ascenso.

Las dos proporciones analizadas, la del ahorro respecto al capital nego ciable, y la tasa de crecimiento del ahorro tota l , nos pueden servir para tener una idea cuando menos aproximada de la eficacia del préstamo com­pensador en condiciones sencillas. Si tomamos como criterio la tasa m beneficio, diremos que una proporción constante entre el ahorro y el capital negociable será insuficiente para mantener estable la tasa de bene­ficio; en tanto que una tasa constante de crecimiento del ahorro será más que suficiente para conservar estable la tasa de beneficio.

La estabilidad de la tasa de beneficio, frente a una tasa de crecimicnin del capital negociable en descenso, se obtendrá en el caso intermedio entre los dos antes mencionados, o sea, cuando el préstamo compensador o» bastante grande para hacer que aumente la proporción entre el ahorro y el capital negociable, mientras deja que descienda la tasa de crecimiento del ahorro total .

Al mismo tiempo hemos visto que en los dos casos considerados di l minuirá la tasa de rotación. Una proporción constante entre el ahorro y el capital negociable (si desciende la tasa de crecimiento de éste) ya es mút que suficiente para impedir el alza de la tasa de rotación. Por lo tan lo.

A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S ¿ I V

hasta un cierto descenso de la proporción entre el ahorro y el OtpiUl negociable se puede conciliar con una tasa de rotación estable. I'or supues­to que el análisis anterior se basa en supuestos más bien especiales: uní proporción constante entre el ahorro externo y el capital de los negocios, a una utilización dada del capital, y constantes propensiones al ahorro de IcH empresarios. No obstante, el análisis puede ser útil en la interpretación de datos.

Hasta ahora no hemos tomado en cuenta las emisiones de acciones nuevas. Si las consideramos, tenemos que reconocer que la tasa de rotación resultará afectada. De hecho, cualquier emisión de acciones significará que cierta parte del ahorro externo se transforme en capital empresarial. Por lo tanto, cualquier emisión de títulos significará que la tasa de rotación ten­drá un desarrollo más favorable del que tendría según el análisis preceden­te. Por ejemplo, puede no haber nada de préstamo compensador, y a pesar de un descenso de la tasa de crecimiento del capital negociable, la tasa de rotación se puede mantener estable y hasta bajar, si la emisión de acciones absorbe una proporción creciente del ahorro externo. Por otra parte, la__ emisión de títulos no contribuye en nada a impedir que baje la tasa de beneficio; El crecimiento corriente del total del capital empresarial C pro­vendrá de dos incrementos, el de la acumulación interna ACt y el de la emisión de acciones AC2 • Como antes, la acumulación interna estará deter­minada de modo que se anule la diferencia entre el ahorro total y el ahorro externo, y la emisión de acciones no modifica el monto de la acumulación interna. La tasa de beneficio está relacionada con la acumulación interna por

p - # + i t - x « ;

Aquí a será la proporción entre la acumulación interna ACi y el capital empresarial C, y ahora éste no sólo crece en el monto de la acumu­lación interna, sino también en el de las emisiones de acciones nuevas. Así, la emisión de títulos tenderá a hacer que a se reduzca con lentitud, y por lo tanto también hará que se reduzca la tasa de beneficio p. En la práctica este efecto será muy lento, pero después de un lapso prolongado, si las emisiones de acciones han sido bastante importantes, tenderán a hacer que la tasa de beneficio sea menor de lo que habría sido, en igualdad de i ircunstancias, si el dinero lo hubieran obtenido prestado los negocios, en ve/ de ser proporcionado por la emisión de acciones.

Después de esta exposición sobre los efectos del préstamo compensa­dor, volvemos a la interpretación de las cifras de Kuznets. Lo que primero nos interesa es la acumulación del capital negociable, y en segundo lugar la IXtensión del posible préstamo compensador (que consiste sobre todo en el déficit gubernamental, la inversión extranjera, y la parte de la conitTUC

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2 2 0 A C U M U L A C I Ó N HI i \

ción de casas habitación que no puede incluirse en la acumuhu negocios).

Las cifras de Kuznets tal como aparecen en el cuadro 28 i incluyen, además del capital negociable, el incremento en las reí lam u I netas en contra de países extranjeros, el aumento de los activos dn , ,i| propiedad de las autoridades públicas, y la parte de la construculrtl casas habitación que no puede incluirse en la inversión de negocloN I mos que ver si al restar esos renglones ocurre alguna modificación luí mental en el panorama.

C U A D R O 2 8 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N L O S E U

Tasas de crecimiento en porcentajes anuales, con base en valores en $ a precios de 1929

Mejoras en bienes

Total de raíces, riqueza equipos e Capital /'< repro­ inven­ nego­

ducible tarios ciable Población in

% % % % (1) (2) (3) (4)

Ene. lo.-Ene. lo . 1869-1879 4.1 4.4 3.9 2.3 1879-1889 4.9 5.2 4.8 2.2 ' | 1889-1899 4.9 4.7 4.5 2.0 1899-1909 4.2 4.0 3.9 1.9 1909-1919 3.5 3.0 2.8 1.4 1919-1929 2.8 2.6 2.2 1.5 1929-1939 0.2 0.3 -0.4 0.7

I I I

I I I

I I

I I

Columnas (1) y (2): Kuznets, cuadro I V , 10B. Columna (3): Del cuadro 30. Columnas (4) y (5): Burcau of Census, Comparativa ocupation statistics for tlu 1870-1940.

Se pueden restar con facilidad las reclamaciones a los países c\i ros, porque Kuznets las presenta por separado. Las series restand i \\\ contienen el capital fijo y los inventarios) no ofrecen una visión muy diferente de la original (cuadro 28, col. 2). Es muy parecido el proi e n i ili la acumulación del capital, a excepción de la diferencia bastante imp te de que su decremento ya se inicia desde la década de 1890.

No es posible restar directamente en la misma forma el capiial >t«l gobierno y las casas habitación, ya que los datos de la formación mlu ,/,

0 i \ ( I O N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 2 2 1

n o permiten hacer un desglose de esta clase. Sin embargo, el censo - lunación de la riqueza sí da estas cifras por separado. El porcentaje I. paiiii ipación de la industria, los servicios públicos, las casas habitación

i "ionio, en el capital fijo total (mejoras en los bienes raíces y equi-i i lian ido calculados para los años del censo (cuadro 29). La importan-

1 iliva de esos varios sectores cambia muy poco en la mayor parte del i lo eonsiderado. La porción del capital residencial no muestra ningu­na |i ndencia en absoluto hasta 1922, aunque después de esa fecha presenta

Ii acuso. La participación del capital gubernamental sí muestra un in cuto continuo durante todo el período; sin embargo, hasta 1922 ese lili n ínclito es demasiado pequeño para tener alguna importancia en rela-

el problema que nos ocupa (su monto sólo fue del 3% del capital liilnl i n el período considerado).

i o s i m o 2 9 i N I A I ES D E P A R T I C I P A C I Ó N D E L O S D I F E R E N T E S S E C T O R E S

i i i i A I ' I T A L T O T A L ( M E J O R A S D E L O S B I E N E S R A Í C E S Y E Q U I P O S )

i it,n,i,lo en las estimaciones del capital hechas por Kuznets a precios ' "i) |Método B])*

Junio 1 Junio 1 Junio 1 Dic. 31 Dic. 31 Dic. 31 1880 1890 1900 1912 1922 1938

i Industria privada Si I vicios p ú b l i c o s Residencial i ii ilaerno

38.6 38.0 37.0 31.4 29.6 30.8 24.6 26.4 25.1

5.5 6.0 7.2

100.0 100.0 100.0

36.6 40.3 34.8 30.0 27.0 30.6 26.2 24.4 21.5

7.4 8.3 13.2

100.0 100.0 100.0

:

' Vini, mal product since 1869, Cuadro I V , 12.

I nlonces, en vista de ello parecería que la exclusión en las cifras de i i i m i s , del capital que no es negociable provocaría una muy pequeña limdllieación en el panorama. Sin embargo, debemos tomar en considera-11 pie las cifras del censo relativas a la riqueza (que sirven de base a las Bliiporciones del cuadro 29) no incluyen los caminos públicos; por otra r o i , las cifras de formación del capital, sí los incluyen, y por tanto

l o e n tienen que ser eliminadas. I n este punto es preciso aclarar que el cálculo del capital negociable

III , da en seguida tiene el carácter de una estimación en extremo burda. Ill uibargo, una sobria valoración de las magnitudes incluidas indicaría

Utu lis conclusiones vitales que se desprenden no pueden ser invalidadas poi ese motivo.

\ l tratar de llegar a una estimación del capital de los negocios no he

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222 ACUMULACIÓN DI < AH

intentado eliminar las casas habitación. Las pruebas disponible. M que la proporción del capital residencial no cambió tanto, como pm . q| se afectara el resultado en forma decisiva; sin embargo, he eli IHIII | ]

capital gubernamental, incluidos los caminos. Después de 1919 I O N I I N I

son bastante satisfactorios. En cuanto a la época anterior tuve qi los datos que Kuznets derivó del censo de la riqueza, y con respe, t(i n | caminos, me basé en algunas conjeturas que mostraran ser plausibles i ittl bien he eliminado la acumulación de los metales monetarios, que i laii incluidos en las cifras de inventarios de Kuznets. Las resultantes modilli ciones de las series de Kuznets referentes a la acumulación del eup!l*| aparecen en el cuadro 30, y en el cuadro 28, columna 3. El desarrollo i|iM muestra la acumulación del capital negociable, tal como aparece en i i series, es prácticamente el mismo que antes de ser eliminado el i npll || gubernamental (sólo se hizo más pronunciado su descenso en las úl decadas, con una acumulación ligeramente negativa en los años de I'»lll)

En seguida he intentado estimar la acumulación del capital q negociable o "capital de deuda", como podemos denominarlo; esto • 11 deuda gubernamental y las reclamaciones netas en contra de los piilM extranjeros. A esos dos renglones hay que agregar el aumento de los m 11 vos monetarios de metales y también, para la época moderna, la ai u lación de la deuda de los consumidores (cuadro 31). En este caso lia) illM considerar dos cuestiones diferentes: la tasa del saldo exterior, el ,1 gubernamental, etc., en los periodos considerados, y el monto de las ie i l | maciones extranjeras, las deudas gubernamentales, etc., en deten ida fechas. Es preciso eliminar la inflación en ambas series, para qm comparables con la serie del capital negociable, que está en precios til 1929. Debido a ese ajuste, a primera vista las dos series me parece conciliables; esto es, los déficit no cuadran con el incremento de la deudo en términos reales, ni tampoco el saldo exterior coincide con el im reí de las reclamaciones extranjeras netas más la importación de oro.

No se trata de una distorsión del procedimiento estadístico, pía nómicamente es muy correcto. El incremento de la deuda gubernunii lll l| real consta de dos partes, los déficit en que se haya incurrido, y la modlfl cación en su valor real, debido a los cambios en los precios. Sólo la pi parte origina ahorro, y por lo tanto debe incluirse en la acumul; i ili i "capital de deuda". Sin embargo, cuando consideramos el nivel tic la di II I existente, tenemos que tomar en cuenta la apreciación o depreciar il» | | deuda en función de bienes, con objeto de valorar correctamente la linpoi tancia relativa del capital de deuda, en comparación con el negociabli

El desarrollo que ha tenido el capital de deuda se présenla en 1

cuadro 32. Es sorprendente observar cómo se ha modificado su im| ni cia relativa. En 1889 constituía cerca del 1% del capital nego> iabli 1939 llegaba al 30%. Por supuesto, que ello es una consecuencia del 1

censo de la acumulación de los negocios, y del crecimiento del V

Al IIMULACIÓN D E C A P I T A L E N E S T A D O S UNIDOS 223

i ompensador", por varias razones: la creciente inversión de los gobiernos Im ales (en caminos, etc.), la guerra, el surgimiento de grandes exportacio­nes de capital, el desarrollo del crédito al consumidor, y el financiamiento deficitario del gobierno federal durante la gran depresión.

¿En qué medida este préstamo compensador contrarresta la baja en la ,u iiinulación de los negocios? Calcularemos dos series, la tasa de creci­miento anual del ahorro total, y la proporción entre el ahorro total y el capital negociable. Por supuesto que el ahorro total está constituido por el . ipital negociable y el capital de deuda, siendo este último por definición, |0I ahorros que no están incorporados en el capital negociable.

El cálculo de la tasa de crecimiento del ahorro estadísticamente es lomplicado por el hecho de que la acumulación de capital de deuda no • Hiede ser considerado idéntico a los cambios en el valor de la deuda real, de una a otra fecha: una parte de este cambio es sólo "ganancia o pérdida de capital", y no puede ser incluida en la acumulación de los ahorros. Por lanío, debemos recurrir a una aproximación estadística, con objeto de nhlencr la tasa media del crecimiento anual de los ahorros durante un decenio: tomamos el incremento del capital negociable más el monto del préstamo compensador en diez años, y lo dividimos entre el nivel medio del capital negociable y el capital de deuda durante el decenio. Este último .. aproxima al promedio del capital al principio y al final de la década. (El Hoce dimiento también se ha aplicado a la acumulación del capital negocia­ble sólo. Al comparar esta serie con la obtenida como incremento logarít-i i n , o promedio del capital negociable, se puede ver que son bastante mo-tli i.idos los errores debidos a la aproximación.)

Son de notarse los datos obtenidos sobre el crecimiento del ahorro |ncidro 33, col. 5). A pesar de la creciente importancia del préstamo | ompensador, la tasa de crecimiento del ahorro total de todos modos ha i. ..endido del alto nivel de 4.5% en 1889-98 al 3.9% en 1899-1908, a I o/, en 1919-28, y a +0.3% en 1929-38. Únicamente en el decenio que tu. luye la guerra mundial, 1909-1918, es que el elevado déficit guberna­mental y la balanza exterior casi llevaron de nuevo a la tasa de crecimiento 1.1 ahorro a su nivel máximo, al llegar a 4.1%. Consideremos ahora las

o i i a , series, la proporción entre el ahorro total y el capital negociable l.ii . iilro 33, col. 6). Esta serie también alcanza su nivel máximo en IMHO-08, para después descender, excepto en la década que comprende la piiimia guerra mundial. Comparada con su nivel de 4.6% en 1889-98, de i ' en 1899-1908, la proporción fue sólo de 3.1% en 1919-1928. De IKanera que fue un tercio más baja en los años veinte, de lo que había sido . i mes del siglo pasado.

Ahora podemos aplicar las consideraciones generales que nos han ocu-I unas pocas páginas antes. Se demostró que un descenso de la propor-

i o . , entre el ahorro total y el capital negociable, aunque no necesariamen-i. lia de implicar un alza de la tasa de rotación, en ciertas condiciones

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C U A D R O 30 ESTIMACIÓN D E L C A P I T A L N E G O C I A B L E (MILLONES D E £ E N PRECIOS D E 1 9 2 9 )

Enero 1, Enero 1, Enero 1, Enero 1, Enero 1, Enero 1, Enero 1, Enero 1, 1869 1879 1889 1899 1909 1919 1929 1939

1. Mejoras en los bienes raíces, equipos e inventarios (Kuznets) 26 292 40 522 67 345 106 584 158 127 212 500 274 955 282 982

2. Capital exento de impuestos 1 000 1 600 3 200 5 800 9 000 11 700 19 900 25 127

3. Mejoras adicionales en caminos y calles, en comparación con 1880 - 1 000 - 1 500 4 000 7 500 14 000 23 000 33 000

4. Reservas de oro y plata monetarias -60 400 800 1 160 1 870 2 400 2 600 3 860

5. Capital negociable

(1 - 2 -3 - 4 ) 26 350 38 522 61 845 95 624 139 757 184 400 229 455 220 995

Linea 1. Tomado de Kuznets, cuadro IV, 10. Línea 2. Los valores de 1919 y 1939 se tomaron de Kuznets (National product since 1869). Cuadro IV, 7 y IV, 9. E n 1929 se ha

interpolado el valor de la construcción pública y la depreciación del capital gubernamental en 1919-38. Los valores anteriores correspon­den al Census of Wealth, ajustados por la diferencia en fechas. E l valor de 1869 se supone que es una proporción del capital total, similar a la de 1879.

Linea 3. E l capital total (línea 1) en 1879 no incluye caminos y calles, porque está basado en el Census of Wealth de 1880. Las otras cifras incluyen la construcción de caminos después de esa fecha, ya que se basan en los datos de la formación de capital. E l valor de las mejoras existentes en los^ caminos y calles a finales de 1922 era de 12.75 (estimación de la Federal Trade Commission), basado en el costo pasado. La estimación de Kuznets sobre las mejoras entre 1880 y 1922 es de $ 19 mil millones, lo que equivale a $ 16 mil millones entre 1880 y 1919. Esta cifra parece ser demasiado elevada, y ha sido reducida a $ 14 mil millones. E l total se ha distribuido entre todo el período, habiéndose considerado algunos datos de los gastos de los gobiernos locales en carreteras.

LJam 4 . L a a f t a d e 1 * 7 0 e s k i s e s e r a r e a l e a p r e c i o s de 1 9 2 9 . L a s o t r a s ci fras son e l i n c r e m e n t o de la r e s e r a aseaos l a s sssjnii

C U A D R O 31 ESTIMACIÓN D E L A H O R R O T O T A L

(Millones de $) 1869-78 1 879-88 1 889-98 1 899-1908 1 909-18 1 919-28 1 929-38

Precios corrientes 1. Déficit del gobierno federal -470 -970 40 -220 12 700 \ , 2 Q Q 1 2 g 5 0 2. Déficit de los gobiernos locales 230 90 480 1 470 2 820 / 3. Superávit de la exportación - 1 160 -430 - 8 -590 9 840 9 680 2 020 4. Crédito a los consumidores 5 200 —270 5. Acumulación de metales

monetarios 510 520 420 710 520 180 1 220

Precios de 1929 6. Déficit del gobierno federal -780 - 1 960 90 -440 13 000 « - 3 Q 0 15300 7. Déficit de los gobiernos locales 380 180 1 100 2 930 4 360/ 8. Superávit de la exportación - 1 940 -870 -20 - 1 180 11 170 8 700 2 200 9. Crédito a los consumidores 5 020 —220

10. Acumulación de metales monetarios 850 1 050 970 1 410 740 170 1 380

11. Total del "préstamo / compensador" - 1 490 - 1 600 2 140 2 720 29 270 19 190 18 660

12. Acumulación del capital / / vV, negociable 12 170 23 320 33 780 44 130 44 640 45 060 -8 460

13. Ahorro total ( t 2 - - l l ) 10 680 21 720 35 920 —, j4

46 850 73 910 64 250 10 200

5

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2 2 6 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A

C U A D R O 3 2 C A P I T A L D E D E U D A

1. D e u d a federal n e t a 2. S a l d o g e n e r a l de f o n d o s

3. D e u d a f e d e r a l m e n o s f o n d o s generales

4. D e u d a n e t a l o c a l

5. T o t a l de la d e u d a g u b e r n a m e n t a l n e t a

6. Crédito a los c o n s u ­m i d o r e s

7. S a l d o de r e c l a m a c i o n e s e x t r a n j e r a s

8. R e s e r v a de o r o y p l a t a m o n e t a r i o s

9. T o t a l d e l c a p i t a l de d e u d a

10. T o t a l d e l c a p i t a l de d e u ­da e n p r e c i o s de 1 9 2 9

Principio del ano

1869 1879 1889 1899 1909 1919 1929 1939

2 0 . 9 16 .9 3 2 . 6 0 .8 0 .3 3.1

2 4 5 7 1 9 9 8 1 0 2 0 1 091 1 0 2 9 2 0 100 16 6 0 0 29 5 0 0 8 0 0 1 0 3 0 1 120 1 6 0 0 3 0 7 0 5 2 0 0 12 8 0 0 15 7 0 0

3 2 5 7 3 0 2 8 2 140 2 691 4 0 9 9 25 3 0 0 29 4 0 0 4 5 2 0 0

2 0 0 0 7 196 6 9 2 6

-1 3 0 0 - 1 100 - 2 8 0 0 - 2 8 0 0 - 3 9 0 0 3 4 0 0 8 0 0 0 3 7 0 0

2 0 0 4 0 0 1 0 0 0 1 2 0 0 2 150 3 6 8 0 4 5 4 0 9 4 0 0 :

2 157 2 3 2 8 3 4 0 1 091 2 3 4 9 34 3 8 0 4 9 136 6 5 2 2 6

3 1 0 0 4 9 0 0 7 0 0 2 5 0 0 4 3 0 0 3 2 5 0 0 4 9 100 7 2 3 0 0

Lineas 1-5. L a deuda gubernamental neta de 1919 a 1939: Survey of current bussiness, julio de 1944. L a deuda federal antes de 1919 se tomó del Statistical Abstract (la deuda promedio al final de dos años fis­cales). L a deuda de los gobiernos locales antes de 1919 se derivó del Census of Wealth. Debt and Taxation, por medio de interpolación. Las cifras anteriores a 1919 no son completamente comparables con las poste­riores, por cuanto se trata de deuda bruta.

Linea 6: del TNEC Monograph No. 37, Saving investment and national income, p. 83. Antes de 1919 se descarta este renglón.

Linea 7: tomado de Kuznets, National product since 1869. Línea 8: cuadro 30, línea 4, más las importaciones netas de oro. Linea 10: ajustado según el índice de precios del capital negociable (construcciones, bienes durables

del productor e inventarios), de modo que el capital de deuda sea comparable con el capital negociable en precios de 1929.

indicará una baja de la tasa de beneficio. En este sentido podemos decir que la serie indica que el préstamo compensador, si bien puede haber impedido un aumento de la tasa de rotación, no fue bastante grande para evitar los efectos adversos que un descenso de la acumulación de los nego­cios puede tener en la tasa de beneficio. No parece, hablando en general, que el préstamo compensador en sí mismo haya sido bastante fuerte para contrarrestar la poderosa tendencia a descender de la tasa de crecimiento del capital negociable.

En este punto es momento de tomar aire y mirar los resultados. La acumulación del capital muestra un esquema definido: Alza — Declinación — Estancamiento.

¿Es en verdad necesario retroceder tanto en la historia, para compren­der los acontecimientos que todavía están vivos en nuestra memoria? En realidad, sólo después de que han estado disponibles esos datos, es que hemos podido apreciar con claridad el significado hasta del estancamiento.

A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 2 2 7

En función de la acumulación del capital, la década de la gran depresión se destaca de entre todas las anteriores como algo único en la historia. lin ese período el sistema del capitalismo muy desarrollado operó en condicione! a las que nunca antes había estado sometido. Y no es sino hasta ahora qiM podemos darnos cuenta con esa misma claridad, de lo inútil que habría sido tratar en forma aislada los acontecimientos que tuvieron lugar en el período entre las guerras.JEl estancamiento no se presentó de la noche a la mañana; fue precedido por un largo proceso de cambios seculares que casi pasó inadvertido, pues los recuerdos duran poco y es difícil hacer compara­ciones en lapsos muy largos. ¡En la Nueva Era casi nadie se dio cuenta de que entonces la tasa anual de crecimiento del capital negociable era tan sólo la mitad de lo que había sido treinta años antes!

Por tanto, esos datos abren ante nosotros un campo nuevo, al mostrar­nos la verdadera extensión del tema de la madurez económica y el estanca­miento. Nos permiten formular preguntas precisas y concretas:

1] ¿Por qué empezó a declinar la tasa de crecimiento del capital?, ¿cuál fue la razón de esta baja "pr imaria" de la acumulación?

Ésta es la pregunta más difícil de todas, no sólo porque el suceso tuvo lugar hace mucho tiempo, sino además porque las estadísticas de esa an­tigua época eran de lo más insatisfactorio.

La explicación que salta a la vista con mayor facilidad es el descenso del crecimiento de la población. En este caso tenemos que pensar en el aumento de la población trabajadora, ya que ésta es la que se relaciona lógicamente con la amplitud de la capacidad productiva. Los críticos de A. Hansen lo han ridiculizado por su intento de relacionar el decremento de las oportunidades de inversión con el menor crecimiento de la población (y el "cruce de la frontera") , ya que dan por sentado que la menor inversión sólo se hizo evidente durante la gran depresión. Sin embargo, no se perca­taron (y n i siquiera el mismo Hansen se dio cuenta) de que desde hacía mucho tiempo tenía lugar un descenso del crecimiento del capital negocia­ble, junto con el menor incremento de la población trabajadora (véase cuadro 28). No es preciso buscar un vínculo misterioso que relacione esos dos fenómenos. El "fantasma" de la madurez económica ha sido una reali­dad desde hace cincuenta años.

Sin embargo, esa explicación profundiza muy poco. No es fácil descar­tar la sugerencia de que el crecimiento de la población trabajadora (en especial porque en gran parte estaba determinada por el monto de la inmigración) cuando menos es tanto una causa como un efecto, de la tendencia seguida por la acumulación del capital. Es mejor admitir que en la actualidad no se tiene una explicación realmente satisfactoria de ese fenómeno.

2] Una vez iniciado el descenso de la tasa de crecimiento del capital, ¿por qué continuó sin interrupción?

Esta pregunta la separamos de la primera porque es posible que las

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228 ACUMULACIÓN 1 ) 1 ( A l

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M UMULACIÓN DE C A P I T A L E N ESTADOS UNIDOS 229

ni/imes no sean las mismas en ambos casos. En realidad, es probable que la «egunda sea más fácil de responder. Ya tenemos a priori varias explicacio­nes posibles con el "proceso acumulativo" descrito en el capítulo ix . Una vr/ que se ha iniciado una descenso de la tasa de crecimiento, debido a sus efectos en el grado de utüización y en la tasa de beneficio, puede conducir í un desaliento adicional de la inversión.

Todavía hay un factor más que considerar, del cual nos ocuparemos on uno de los apartados siguientes; a saber, el hecho de que una tasa de crecimiento en descenso afecta la composición por edad del capital, de un modo que es desfavorable para el impulso a invertir.

3] ¿Cómo es posible que el descenso del crecimiento del capital nego­ciable ocurra por largo tiempo, sin dar por resultado ningún efecto adverso visible? Seguramente que está justificada la reacción de extrema sorpresa del sentido común: El período anterior a la primera guerra mundial, diga­mos de 1900 a 1914, y antes de la "Nueva Era" en los años veinte, han «ido reputados como unos de los más prósperos en la historia norteameri­cana.

Formulemos la cuestión en forma más precisa: En un terreno teórico es de esperarse que el descenso del crecimiento del capital negociable (al lio ser contrarrestado en forma eficaz por el préstamo compensador) debe­ría provocar mucho más rápidamente una baja secundaria de la acumu­lación, con el resultado de un notorio exceso de capacidad y de desempleo. Kn particular, porque sería de esperarse como un efecto de lo más plausi­ble un descenso de la tasa de beneficio, al disminuir el crecimiento del ahorro total. A pesar de todo, aún constituye una paradoja que las épocas de gran prosperidad coincidan con una tasa de beneficio en descenso.

4] Por lo demás, ¿cómo es que después de 1929 fue tan abrupta la baja de la tasa de crecimiento del capital, comparada con el más gradual descenso de la época anterior? ¿Y por qué de repente entonces provoca resultados adversos, visibles en la forma de una depresión secular, mientras que antes no se había notado nada? Después de todo nos parecería más natural (y los críticos de Hansen han elaborado este punto) que la gran depresión hubiera proyectado su sombra desde antes, y que los efectos adversos de un descenso de la tasa de crecimiento del capital se hubieran presentado a pro rata, por así decir, ¡y en forma simultánea a ese des­censo !

Las dos últimas preguntas, la 3] y la 4], están íntimamente relaciona­das. En general sugieren por sí mismas las respuestas. Deben haber existido fuerzas compensadoras de algún tipo, que impidieran que los efectos adver­sos se materializaran hasta determinado momento; de ahí en adelante se volvieron inoperantes o fueron incapaces de contrarrestar un descenso adi­cional, por lo que entonces la depresión se desató con toda su fuerza.

La idea de fuerzas compensadoras no es nueva; es la idea central en el trabajo de Hansen sobre la economía madura. Pero es algo muy distinto

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2 3 0 A C U M U L A C I Ó N 1)1 CAI

identificar esas fuerzas. Todos los factores mencionados por Hansen 11 la industria automovilística, la construcción de caminos, el crédii.. il sumidor, la exportación de capital) carecen de validez en cuanto a cxpll el problema tal como lo hemos planteado. Sólo podrían ejercer su ni cia vía la acumulación del capital negociable, o vía la acumula, i capital de deuda (préstamo compensador), y como hemos visto esas I . M I I H

de acumulación decrecieron juntas, a pesar de los factores mencionad. La siguiente exposición aclarará algo respecto a cada una de luí |i«

guntas anteriores, si bien sobra decir que ninguna de las explicaciones h.iu de ser exhaustiva. Los temas se tratarán en un orden que no necesananicii te será el mismo que antes se siguió.

2. ¿ D E C R E C I Ó L A T A S A D E B E N E F I C I O ?

Uno de los rasgos más notables que presentan los datos, es el descensn .li­la tasa de crecimiento del ahorro a partir de fines del siglo pasado (cumlin 33) . Resulta sobresaliente, en particular cuando se compara la Nueva 11» (1919-28) con la primera década del siglo (1899-1908) . En general di i • haber ocurrido una de estas tres cosas: el ahorro externo se acumulo a un ritmo más lento, es de presumir que debido a su descenso como propul ción del ingreso; una alternativa es que haya descendido la propensión ... ahorro de los empresarios, en especial de las corporaciones, de modo , j< sin haber variado la tasa neta de beneficio, las corporaciones acumulaban fondos a un ritmo menor; por último, pudo ocurrir que la tasa neta d, beneficio hubiera descendido, de modo que sin que variara la propensn in || ahorro de las corporaciones, éstas acumulaban fondos con menor rapidi

En la siguiente exposición nos servirá de ayuda que concéntrenlo» nuestra atención en la proporción del ahorro total respecto al capital ucgu ciable. Por supuesto que es menos probable que descienda esta propon que la tasa de crecimiento del ahorro, sin embargo, ocurre que de liecliti también desciende: en 1919-28 es 3.17o, frente a 4 .07 o en 1899-1901 (cuadro 33, col. 6) . Ahora bien, esta proporción del ahorro respecto ul capital negociable se puede dividir en ahorro extemo y ahorro empresarl ll de acuerdo con la ecuación

AZ + AB _ AD + AB AC _ AD + AB AC C Z Z Z Z C ' Z'

Con base en esta ecuación es posible analizar con más precisión las Mes posibilidades alternativas.

1] El ahorro externo AB + AD puede haber descendido respecto d capital negociable. Esto puede requerir un decremento del ahorro externo

Ai I 1 M I J L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 231

uoino proporción del ingreso nacional neto, con una constante p r o p o r c i ó n Mire el ingreso nacional y el capital negociable; o bien, requerirá una proporción constante entre el ahorro y el ingreso nacional, con un incre­mento de la proporción entre el capital negociable y el ingreso nacional.

CUADRO 34 H I O P O R C I Ó N E N T R E E L C A P I T A L N E G O C I A B L E Y E L I N G R E S O

N A C I O N A L N E T O

Capital negociable promedio a precios

corrientes. Millones de $

(1)

Producto nacional neto a precios

corrientes. Millones de $

( 2 )

Proporción entre el capital

negociable y el producto

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( 3 )

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IH79-88 24 850 9 941 2.5

IH89-98 34 100 11 671 2.9

1899-1908 59 100 19 740 3.0

1909-18 114 500 36 341 3.2

1919-28 219 000 72 160 3.0

1929-38 199 000 61 274 3.2

Columna (1): Promedio del capital negociable a precios de 1929 (cuadro 33) multiplicado por el índice de precios del capital negociable.

Columna (2): Tomado de Kuzncts, National Product since 1869.

La segunda posibilidad definitivamente no es de realizarse. En el cua­dro 34 se puede ver que no se incrementó la proporción del capital nego-. lable respecto al ingreso nacional neto; permaneció constante de 1899 a l'»08, y de 1919 a 1928. La primera posibdidad, una baja de la proporción entre el ahorro externo y el ingreso nacional, es muy improbable en gene­ral; como no tenemos pruebas en contrario, sería lo último que debería­mos esperar. Algunos datos de Lough (cuadro 3 5 ) parecen indicar que la pmporción del ahorro personal respecto al ingreso nacional, antes de la pi uñera guerra mundial fue más baja que en la época posterior. Es de dudarse del valor de este dato, pero las razones a priori que lo apoyan son de peso. Después de todo, hasta ahora nadie ha encontrado razones para pensar que con un nivel de vida en ascenso, en realidad vaya a declinar la proporción entre el ahorro y el ingreso.

2 ] Queda un descenso del ahorro empresarial como proporción del . apital negociable. Esto puede haber ocurrido con una tasa de beneficio constante. Ahora bien, ya antes se ha mostrado que una tasa de beneficio . «instante, con una tasa de crecimiento del capital negociable en descenso,

Z necesariamente tiene que implicar una baja de la tasa de rotación ^ P ° r lo

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232 ACUMULACIÓN 1)1' ( A

tanto, en este caso tiene que haber disminuido — , la acumula... M |

cional de los fondos empresariales. Esto significa un descenso di | | pensión al ahorro de los empresarios. Ahora bien, en principio cuín de ninguna manera imposible, pero es poco plausible como cauu di i el cambio que muestran los datos.

C U A D R O 35 PORCIÓN D E LOS A H O R R O S P E R S O N A L E S EN LOS "DESEMBOLSOS D E L CONSUMIDOR"*

1909 1914 1919 1921 1923 1925 1927

9.6% 8.9% 14.3% 11.0% 11.1% 13.4% 12.5% I

* W. H. Lough, High level consumption, p. 22. Los "desembolsos del consu i gran parte son lo mismo que los pagos de ingreso (ingreso personal), im luid ingresos imputados.

3] Según un razonamiento general tenemos que inclinarnos doi i mente en favor de la alternativa restante, un descenso de la tasa de I. ció. A S Í se explicaría una baja de la acumulación de fondos empresa incluso sin haber un cambio espectacular en la propensión al ahorro empresarios. La acumulación proporcional de los fondos es dada poi

en donde a es el consumo "básico" de los empresarios, determinado una proporción del capital, y (1 - X) es la proporción que se ahol cualquier excedente del beneficio por arriba de a. Es obvio que un .1. so de la tasa de beneficio conducirá a una baja de la acumulación porcional de fondos, si los hábitos de ahorro (a y X) son constantes.

Pues bien, esto es lo que nos lleva a creer una argumentación geni En una cuestión tan decisiva es muy importante disponer de pruebas unU directas. El propósito de obtener pruebas estadísticas sobre esta cuestión se ve estorbado por la limitación de los datos disponibles. Sobre lodo, tenemos que restringimos a las corporaciones, sus beneficios, alioi dividendos. No se trata de una restricción tan mala, ya que las corpoia. lu nes absorbieron una porción considerable del total de los negocios ie»l| zados en el periodo posterior a 1900. Ciertamente que su partí i beneficio total fue aún mayor que la que les correspondía en el capital total. Es necesario establecer una restricción más y concentrar la invcsii.'.i ción en los dividendos, en primer lugar; esto es, desde el punto de vislu di ías corporaciones, limitarnos a la diferencia entre el beneficio y el al

. . . M O I ACIÓN D E C A P I T A L EN ESTADOS UNIDOS ; i )

nipoiativo (p - a). Si se encuentra que los dividendos, como propon lófl 1.1 i upital negociable, han descendido, entonces es de presumir que i.un

I . I . .i habrá disminuido el beneficio como proporción de ese mismo capital I lio podría ser falso sólo en el caso de que la propensión al ahorro de I r • nipoiaciones de hecho hubiera aumentado; pero eso significaría qtw .1 ,i o externo habría descendido todavía más que el ahorro total, posibih i .1 • 11io podemos descartar como no factible. Elegir los dividendos para M)

lulos ofrece grandes ventajas estadísticas; entonces no es necesario nm-Ilutarse respecto a la incertidumbre del beneficio no distribuido y de su lignificación económica (distorsión debida a la valuación de los inventarios y In depreciación según el valor en libros).

los únicos datos disponibles sobre los dividendos en 1899 son los de l' F. Martin. 4 Están basados en los datos del Tesoro de 1909 en adelante y en un muestreo para los años anteriores. Esta serie de los dividendos ha Hilo corregida por la inflación de acuerdo con el índice de precios del

ipil al negociable (antes descrito), de manera que sea comparable con las i i l ías del mismo capital negociable a precios de 1929. Entonces el prome­dio en una década, de los dividendos así corregidos, seha expresado como una proporción del promedio del capital negociable (a precios de 1929) en la misma década (cuadro 36, col. 2). Esta proporción de los dividendos respecto al capital negociable bajó del 2% en 1899-1908 al 1.7% en 1919-

o sea, un 15%. Ahora por supuesto, los dividendos tan sólo deben telacionarse con el capital neto de las corporaciones, que no es más que una proporción del total del capital negociable., Sin embargo, se puede «uponer con bastante seguridad que la proporción del capital corporativo respecto al total del capital negociable se ha incrementado en el período considerado. No es probable que el capital neto haya bajado en proporción ul capital real de las corporaciones. Se desprende que las cifras citadas subestiman la baja de la proporción entre los dividendos y el capital neto.'' Al apreciar la amplitud de la baja de la proporción de los dividendos debe tenerse presente que, con una dada propensión al ahorro, una determinada baja de los dividendos va acompañada de una mayor baja proporcional de los beneficios retenidos. Por lo tanto, la baja de la proporción de los divi­dendos es indicio de una baja más pronunciada de la tasa de beneficio.

La proporción de los dividendos de los consorcios manufactureros respecto al capital fijo de esa industria muestra más o menos las mismas tendencias (cuadro 36, col. 5). Esta serie es un poco imperfecta, en la medida en que esos consorcios incluyen gran cantidad de actividades que no son las de manufactura.

4 The national income of the United States 1799-1938. 5 La proporción entre los dividendos y el capital negociable muestra un alzi < n

1909-13 y 1929-38. Es muy posible que en ambos casos el incremento se debe tan sólo a un aumento de la proporción que el capital corporativo constituya denlo. .1. I capital negociable total.

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234 ACUMULACIÓN DK ( A I I I

Es difícil decir qué tan confiables son los datos de los dividendo» pueden combinar dos pruebas fragmentarias provenientes de otras lin nli que así suministran información adicional. No se refieren a los dividendo» sino al beneficio neto. Cordón y Epstein6 han calculado para los ailo» di 1900 a 1914 las tasas netas del beneficio obtenido por el capital neis i 24 consorcios industriales idénticos. Esta serie muestra una clara teiul. descendente, que es difícil de explicar por una simple distorsión técnii u como la errónea valuación del capital, etc. Parece que se trató de una leu dencia reah cuando menos en los consorcios considerados; concuerda coft la tendencia mostrada por los datos de los dividendos. Además hay estimi ciones del beneficio neto de todas las corporaciones a partir de 1 9 0 ° , qufj se basan en los datos, del Tesoro.7 Corregidos por la inflación y expresad, i como una proporción del capital negociable, esos beneficios netos vuelven a mostrar una baja considerable: la proporción fue de 3.4% en 1909-13 y de 2 .57o en 1919-28 (cuadro 3 6 , col. 7). Los beneficios netos presentado', son los que se utüizan en las estadísticas del Tesoro: con objeto de obten»' una medida económica de los beneficios deberían haber sido corregido! por tres factores; 1] las ganancias y pérdidas de capital (al venderlos actj vos de capital), 2 ] la valuación de los inventarios, y 3 ] la depreciación, ba­sada en el valor de costo del capital, no en su valor de reposición. Cuando la corrección por esos factores se efectúa de 1919 a 1928 (en lo cual se si­gue a Kuznets, The national income 1919-38), la proporción se reduce lige ramente (cuadro 36 , col. 8 ) . De 1909 a 1913 no es posible hacer esa co­rrección, pero el error ha de ser relativamente poco importante: entonce» fueron moderados los cambios en los precios y lo que habría de corregirse en la depreciación no puede ser muy grande. Se deduce que en el decenio de 1919 a 1928 la tasa de beneficio fue sustancialmente más baja que en el de 1909-13. Si tomamos la muestra de compañías industriales de Cordón y Epstein como representativa del conjuhto, o si consideramos que es confia­ble la serie de los dividendos, se deduce que en los años veinte la tasa de beneficio también fue más baja que en la década de 1900.

Consideradas por sí mismas, las pruebas estadísticas de la baja de la tasa de beneficio no son incontrovertibles; dependen de la exactitud de los datos base, en particular de la serie de los dividendos. Sin embargo, los resultados adquieren importancia en la medida en que, en términos genera­les, constituyen el corolario más plausible de una baja en las tasas de crecimiento del capital y del ahorro. Por lo tanto, de acuerdo con las pruebas disponibles se puede aceptar, como la mejor hipótesis posible, que en el período considerado la tasa de beneficio descendió.

6 "Profits of selected American industrial corporations 1900-1914", Review of Economic Statistics, vol. X X I , 1939.

7 M. Taitel, Profits, productive activities and new investments (TNEC. Mono-graphNo. 12).

ACUMULACIÓN D E CAPITAL EN E S T A D O S UNIDOS 235

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236 ACUMULACIÓN DE CAM I

Entonces surge en toda su extensión el problema antes expuesto: en período considerado tenemos una baja de las tasas de crecimiento capital y del ahorro, que lleva a un descenso de la tasa de benefici!i acuerdo con las deducciones teóricas del capítulo ix, debe estar involile 11 un proceso acumulativo, en el cual la tendencia de la tasa de acumulad es a decrecer cada vez más. Como heñios visto, es probable que el prèsimi.' compensador no pudiera contrarrestar ese efecto. Ahora bien, como en (I período en estudio la tendencia de la acumulación ha sido a reducirse on forma gradual, se puede decir que en cierto sentido se ha realizado el curso esperado teóricamente. Pero, aunque es muy difícil emitir juicios cuantl tativos en este terreno, parece muy sorprendente que desde antes no ha vi sido mucho más pronunciado el efecto de una tasa de beneficio a la bajl Como ya antes se dijo, parece que ha estado en operación un factor rom pensador que no permitió que operara a plena capacidad la influencia adversa de la baja de la tasa de beneficio y de la acumulación interna, parece que de cierto punto en adelante, este factor compensador tiene que haberse mostrado incapaz de continuar su acción en ese sentido, de manera que entonces los efectos adversos se materializaron abiertamente, conjo que provocaron una baja de la acumulación mucho mayor que la anterioi y así llevaron a un estancamiento secular. Por lo que puede juzgarse, el factor compensador ha sido el desarrollo del financiamiento corporativo con emisión de acciones al público. El que la proporción del ahorro exter­no respecto a la acumulación interna presentara una distorsión en favor del primero, no tenía que conducir a un incremento sustancial del endeuda­miento relativo, ya que la innovación de emitir acciones al público permi­tía canalizar una parte del ahorro externo hacia el fondo del capital em­presarial. Esta fusión del ahorro externo dentro del capital neto tiene que haber desempeñado un papel importante en los años veinte, y por lo tanto ha de contribuir en forma considerable a explicar la gran prosperidad de esa época, a pesar de que la tasa de acumulación ya era bastante baja. Al mismo tiempo, el desarrollo del mercado de valores provocó un decremen­to del rendimiento efecivo al que las acciones se podían colocar en el mercado (véase la explicación en el capítulo x i ) . Esto produjo el mismo efecto que un descenso de la tasa de interés (en realidad no descendió, sino más bien era alta en los años veinte, comparada con la de 1900-1914). Esto es, la baja de la tasa de beneficio en gran parte fue compensada por el abaratamiento de las condiciones en que se podía obtener el financiamien­to por medio de acciones. Al mismo tiempo, ciertas prácticas ligadas con el financiamiento por acciones además permitieron o alentaron un virtual incremento de la tasa de rotación en ciertos sectores de la industria: se trata del desarrollo de las compañías tenedoras de acciones, en el campo de los servicios públicos (electricidad), en una forma que equivalía a financiar parte del capital neto de las empresas en operación por medio de la emi­sión de bonos de las compañías tenedoras superpuestas. Por cierto que esta

ACUMULACIÓN DE C A P I T A L E N ESTADOS UNIDOS 237

piáctica tuvo además un efecto estimulante, ya que permitía una expan­sión más rápida, con una tasa dada de acumulación interna.

Los efectos estimulantes del financiamiento por acciones que estaba en desarrollo, teñían que tener un límite. El rendimiento efectivo de las acciones no podía bajar con facilidad más allá de cierto punto, del mismo modo que la tasa de interés a largo plazo no se reduce fácilmente por abajo de ciertos niveles. En todo caso, de cierto límite en adelante una baja adiconal de la tasa de beneficio ya no podía ser compensada con un abaratamiento de las condiciones del financiamiento por medio de accio­nes, puesto que ya habría llegado a su límite. Al mismo tiempo, la práctica de las compañías tenedoras, en gran parte financiadas con bonos, tenía que presentar ventajas tan sólo temporales: de acuerdo con los principios or­dinarios de los negocios carecían de solidez y tuvieron que ser abandona­das. Ahora bien, la baja gradual de la tendencia mostrada por las tasas de la acumulación y del beneficio, en apariencia nunca se detuvo, sino sólo fue mitigada por el factor compensador. En los mismos años finales de la Nueva Era era tan bajo el rendimiento de las acciones, que no era posible se conservara en ese nivel. Parece que un enorme optimismo, alejado por completo de la realidad económica subyacente, contribuyó a que el factor compensador que era el financiamiento barato dejara de actuar en forma tan repentina: se había tenido el arco hasta el máximo. Como consecuen­cia la reacción fue completa: el financiamiento por medio de acciones, que antes había actuado como factor estimulante, en la práctica cqsó por com­pleto. Entonces la desproporción entre el ahorro externo y la acumulación interna se volvió plenamente efectiva como un elemento adverso.

Si el gobierno no hubiera tomado prestado la mayor parte del ahorro externo en los años treinta, en vista de que los negocios privados no se mostraban dispuestos a hacerlo con propósitos de inversión, es casi seguro que entonces se hubiera llegado con rapidez a una fuerte desacumulación de capital, con tasas de beneficio negativas cada vez mayores.

3. E L C A P I T A L BRUTO Y E L C A P I T A L NETO

Ahora debemos ocuparnos de un problema enteramente distinto. Se trata del problema de la estructura de edades del capital. Este problema ha atraído de vez en cuando la atención en la literatura económica, pero siempre ha tendido a perderse de vista de nuevo. Los autores que desde Marx se han ocupado del tema, se mostraron fascinados por la idea de una cierta irregularidad en la reposición, de la que buscaban derivar una teoría de los "ciclos de reinversión", con el propósito de explicar el ciclo eco­nómico (Marx), o cuando menos algunos ciclos especiales (J. Einarsen, el ciclo de la construcción de barcos).

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2 3 8 A C U M U L A C I Ó N D E CAPI I \ \

No se trata aquí en forma explícita de ese aspecto del problema M > bien el propósito es estudiar los cambios en la estructura de edad q| | tienen lugar durante un lapso bastante más largo y que son importantes on relación con los problemas del desarrollo secular. Será evidente que m u este tratamiento surjan aspectos algo diferentes, que hasta ahora no han sido suficientemente apreciados; es probable que la principal razón sea l.i falta de estadísticas. La obra de Kuznets prácticamente por primera ve/ brinda la oportunidad de estudiar el problema con base en datos empírl eos, así como de apreciar su importancia respecto al desarrollo secular.

El punto de partida es el concepto del capital bruto y del capital neto. El capital neto es el costo de reproducción de los bienes capitales, menos la depreciación ya cancelada. Es de este capital neto y de su acumulación del que hasta ahora nos hemos ocupado exclusivamente en estas páginas. El capital bruto es el valor de reproducción de los bienes capitales, incluida la depreciación cancelada.

Con un ejemplo sencillo se puede ver la importancia del concepto de capital bruto. Imaginemos dos máquinas similares, con un tiempo de vida útil de 10 años, una de las cuales es completamente nueva y la otra con ' años de uso. El capital neto invertido en la primera es diez veces mayo que el incorporado en la segunda máquina. Sin embargo, por el moment la capacidad productiva de las dos es más o menos igual. Es posible qu difieran en algo, si las máquinas se deterioran con el tiempo; pero no será tanto como la diferencia que presente el valor del capital neto. El capita bruto, al medir el número de las máquinas que se tienen en existencia, e~ general estará mucho más estrechamente relacionado que el capital neto con la capacidad productiva.

La proporción entre el capital neto y el bruto será más elevada mien tras más "joven" sea el capital. En el ejemplo anterior es de 1.0 para 1 primera máquina y de 0.1 para la segunda. Mientras más viejo sea el capi­tal, mayor es la depreciación cancelada y menor la proporción que resta del capital bruto. Por lo tanto, la proporción entre el capital bruto y el neto es un índice de la estructura de edades del capital.

Se puede obtener una visión detallada de la estructura de edades, si en una fecha determinada se realiza un inventario del capital yse clasifica en grupos de edad. Por ejemplo, sean los grupos de edad el capital no mayor de un año, el capital entre uno y dos años, etc. Si el valor bruto del capital y / en esos grupos de edad esblt b2, b3. . . b„.

Entonces es posible obtener la edad promedio así

N = I»? + f * 2 + f * 3

2n - 1

bi + b2 + . . . + b„ [27a]

Se puede obtener con facilidad la depreciación cancelada de cada

A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 1 19

e.rupo de edad, si suponemos que todos los bienes de capital tienen la misma vida útil n, y que la depreciación se distribuye uniformemenle poi todo ese tiempo (depreciación en línea recta).8 Sólo es necesario elogil entre dos alternativas convencionales. De acuerdo con la primera, la depre­ciación en cierto año se basa en el valor promedio del capital bruto durante el año. La depreciación acumulada en los varios grupos de edad, entonces es

1 ¿¿ 3 ¿ 2 5r¿3 2n - 1 bn

2 n ' 2 « ' 2 » ' " " 2 « '

Ahora bien, es obvio que la proporción de la depreciación total respec­to al capital bruto J complementa 1.0 con la proporción entre el capital

Z

neto y el bruto, o sea, es 1 — — . Se puede ver con facilidad que multipli­

cado por n equivale a la edad media del capital

1 _ | n=N. [28]

Es más probable que en la contabilidad práctica se aplique otra alter­nativa convencional a la depreciación; a saber, que la depreciación de un año dado se calcule según el capital bruto al comenzar el año. Entonces la depreciación es

Q 62 2 ¿3 (n - \)bn

n ' tí)-'*,'"' n

Con objeto de que la definición de edad media cuadre con esta alter­nativa convencional de la depreciación, sólo tenemos que definir al capital de menos de un año de edad como capital con edad cero, al de 1 a 2 años como capital de edad uno, etc. Entonces la edad promedio es

A , _0J>i + U>2 +2.¿>3 . . . ( « - !)*>„ [ 2 7 b j

b¡ + b2 . . . + bn

y esto de nuevo es n veces la proporción entre la depreciación y el capital bruto.

¿Cuál es la estructura de edades en una economía estacionaria! Aquí el producto bruto de los bienes capitales es una b0 constante y el capital bruto es

8 Según las investigaciones de S. Fabricant (Capital consumption and adjutt mentj en la práctica éste es el método de depreciación que predomina, si bien en una minoría de casos se utilizan otros métodos.

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2 4 0

A C U M U L A C I O N I it

J = nb0.

La depreciación anual es igual al producto bruto b0 y In n r 1

anual requerida es igual a b0. Tanto el capital neto como el 1

constantes.

De acuerdo con la primera alternativa la serie de las depro i

1_ bg 3bo 2n - 1 bo 2 n ' 2 n ' ' 2 ' n

y por tanto la depreciación es la suma de una serie aritmética:

J - Z - b 0 j ^ + - 2 ¿ - / 2 . - * 2

Por consiguiente, la proporción del capital neto respecto al i M bruto es 0.5. No es muy de sorprender que ello implique que la edad Iflj del acervo de capital neto esté a la mitad de su tiempo de vida útil.

De acuerdo con la otra alternativa, la depreciación es

Z = b0

Y la proporción del capital neto respecto al bruto es ^ = " ^ .

Si es bastante larga la vida útil del capital, esta proporción no muy diferente de 0.5. ,,,

Ahora imaginemos que en esta economía ¡estacionaria empieza pente una acumulación positiva de capital rieló. Erprt3rjTfcto bru bienes capitales se eleva por arriba de su anterior valor b0, por lo ocurre una adición tanto en el capital neto como en el capital bruto es, en la capacidad). Como en una economía estacionaria la repo requerida y la depreciación son iguales, las adiciones al capital neto capital bruto son montos absolutos iguales (dados por el incremento sobre b0). Sin embargo, como el capital neto es más o menos la mitad capital bruto, la acumulación proporcional del capital neto es el doble la del capital bruto: ha surgido un desequdibrio entre el crecimiento capital neto y el de la capacidad.

M U L A C I Ò N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 2 4 1

Es seguro que como consecuencia se habrá de incrementar la propor-dcl capital neto respecto al bruto: el capital se hará más "joven". Por

icsto que después de algún tiempo de que continúe este proceso, se Icirá la discrepancia entre esas dos tasas de crecimiento. La idea si-nte se sugiere por sí sola: las dos tasas de crecimiento habrán de llegar nuevo a equilibrarse, con una nueva estructura de edades que sea apro-V, por supuesto, siempre que el ritmo de la acumulación no se haga acelerado. En concreto, habrá una estructura de edades adecuada a un I de acumulación en particular, que una vez establecida será compati-

eoii un equilibrio entre las dos tasas de crecimiento. (!on objeto de demostrar que es así, vamos ahora a considerar el caso

Un sistema dinámico, en el cual el producto de bienes capitales está en Cimiento, y en consecuencia el acervo de capital también lo está. Si en ino dado el producto de bienes capitales es b0, y crece a razón de / por ] entonces después de n años el capital bruto será

J=b0(l +j+j2 . . . +/"-'),

De inmediato se puede ver con la fórmula que si el producto de bienes Hales se incrementa todo el tiempo a la proporción constante / , el liai bruto J entonces también se incrementará en esa misma propor-n (puesto que b0) crecerá en esa proporción en el transcurso del tiem-

1 El rasgo esencial de un sistema en crecimiento es que la reposición

uerida siempre es menor que la depreciación. Esto es una consecuencia crecimiento del producto de bienes capitales. La reposición, esto es, el

mío del capital que se desgasta y tiene que ser remplazado en el año en i lo, es igual al producto de bienes capitales hace n años. La depreciación el promedio del producto de bienes capitales en los últimos n años I //; del capital bruto), que necesariamente es mayor que la reposición. La adición al capital neto en un año dado es el producto de bienes

pílales b, menos la depreciación d. La adición al capital bruto es el Ifuducto de bienes capitales menos la reposición b0. Si la proporción en la pu el capital neto crece anualmente es i y en là que crece el capital bruto

• /, entonces es verdad que

b-d = Z{i~ 1)

b-b0=J(j-l)

y obtenemos la relación entre las dos tasas de crecimiento:

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2 4 2 A C U M U L A C I Ó N D E CAPI I

> - > = f « - ' > + 7 - 7 -

El significado de esta ecuación es el siguiente: si el capital neto o una tasa dada, entonces la adición al capital bruto debida tan sólo • | inversión haría que fuera menor la tasa de crecimiento; esto es, mcn< la proporción del capital neto respecto al bruto. Pero además, el capital bruto también crece por la diferencia entre la depreciación y la reposii Todo depende de si este exceso de la depreciación sobre la reposición. >>. suficiente para compensar la deficiencia que surge del hecho de qw | | acumulación neta no se aplica a la parte del capital bruto que ya lia ildi cancelada. Si ha de haber un equilibrio, en el sentido de que el capital neli y el bruto crecen a la misma tasa, entonces / = /', de lo cual se desp Ii que

Ahora bien, e s r—*»• ^ o n r e s pecto a la depreciación de nuevo po.i. J t — /

mos elegir entre dos alternativas convencionales. De acuerdo con la prlmi J + J*

ra d = —-——. Entonces la ecuación se convierte en 2n

De acuerdo con la segunda alternativa, d = ^ , entonces

l - f = - - ^ * ¡ / - I - [29|É J n 1 — /

Esas ecuaciones determinan la proporción entre el capital neto \ .1 bruto, que es adecuada a una cierta tasa de crecimiento del capital; o sen, la que asegure la igualdad del crecimiento de los capitales neto y bruto I n el cuadro 37 se calculan, para una vida útil de 50 y 18 años, las propon |u nes correspondientes a varias tasas de crecimiento.

Ahora se puede expresar en una forma más general el argumento que tiene importancia: a partir de una situación en que la estructura de edadi está adaptada a la tasa de crecimiento existente, habrá desequilibrio si última se modifica. Si el ritmo de la acumulación se acelera, entom r. . i crecimiento del capital neto excederá del crecimiento del capital bruto | el acervo de capital se hará más "joven". Si el ritmo de la acumulación .,

A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 243

retarda, la tasa de crecimiento del capital neto caerá por abajo de la del capital bruto, y el acervo de capital envejecerá.

C U A D R O 37

V A L O R E S D E j C O R R E S P O N D I E N T E S A V A L O R E S D A D O S D E í

n = 50

Fórmula: 1 - f = - £f=jj¡ (/ - 1) ( i * 1)

i ioo i

0

+ i ~ y i n 2n 1 — i "

100 ( l - f ) («» f )

1.00 50.00 50.00 1.01 0.45875 45.88 54.13 1.02 0.83769 41.89 58.12 1.03 1.14345 38.12 61.89 1.04 1.38499 34.62 65.38 1.05 1.57233 31.45 68.55 1.06 1.71556 28.59 71.41

n = 18

Fórmula: l - f = £ - f O $ $ ~Ó 0*1)

i 100 ( l - f ) ,oo(f)

1.00 47.22 52.78 1.01 0.45741 45.74 54.26 1.02 0.88538 44.27 55.73 1.03 1.28466 42.82 57.18 1.04 1.65619 41.41 58.60 1.05 2.00093 40.02 59.98 1.06 2.31990 38.67 61.34

Tal parece que si la economía se estabiliza en la nueva tasa de creci­miento, el desequilibrio no continuará por siempre, sino que se acabará por establecer la estructura de edades adecuada a la nueva tasa de crecimiento. Así, la discrepancia entre las dos tasas de crecimiento habrá de reducirse en forma gradual, hasta desaparecer. Cuánto tiempo durará este proceso de ajuste habrá de depender de la vida útil del capital. Con una vida útil de 50 años el ajuste pleno sólo se alcanzará después de un período igualmente largo, pues sólo entonces el exceso de la depreciación sobre la reposición se

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2 4 4 A C U M U L A C I Ó N D E C A H I

habrá ajustado a su nuevo nivel de equilibrio. Hablando practicanta*, mayor parte del ajuste se alcanza en mucho menor tiempo. La discrepa entre las dos tasas de creciiniento al principio modifica con relativa taplili la proporción entre el capital neto y el bruto, lo que de por s í recluí i | i discrepancia. Entonces cada uno de los pasos subsecuentes del apisti M hace cada vez más pequeño, ya que una menor discrepancia entre la iltl tasas de crecimiento, también hace que la proporción entre el capital 111 Id y el bruto cambie a una tasa menor. Se deduce que la mayor parli t||| ajuste tiene que llevarse a cabo al principio del período; pero con una vld| úril de 50 años, la discrepancia se sentirá todavía durante un buen nunieiil de años. En el caso del capital de muy larga duración, como los edilii Ion v las construcciones de todo tipo, los problemas analizados, por tanto, leu drán importancia práctica.

Ahora veamos los datos empíricos. Kuznets divide su capital en do| partes, "mejoras a los bienes raíces" (construcción) y "equipo" (bienes • producción durables). Puesto que supone una cierta vida útil constaillt para cada uno de esos dos tipos de capital, y considera una "depreciación en línea recta", podría parecer que es posible obtener de inmediato | valor del capital bruto implícito en sus cálculos, ya sea por medio • multiplicar el consumo de capital por los años de vida útil, o si a. » lamos la inversión bruta en un número de años que corresponda a la w d a útil del capital, de cada uno de los dos tipos de capital.

Desafortunadamente en la realidad esto demuestra ser menos sen. Illu debido a que Kuznets, con un procedimiento puramente estadístico, dificó los supuestos económicos de los cuales había partido.

De hecho, empezó por suponer 50 años de vida útil a las constin nes y 13 a los equipos, a los que correspondían respectivamente ta: depreciación de 2% y 7 .787o. 9 Sobre esta base, el consumo de capiial di un año dado se obtiene como el promedio de la construcción bruta o del producto bruto de equipos, en los 50 o 13 años precedentes. Así se obtil nen estimaciones preliminares de consumo de capital en todos los dece * de 1869 a 1938. Sin embargo, para la época posterior a 1919 existen estimaciones del consumo de capital más directas, y es de presuniu qw mejores (basadas en los registros contables), realizadas por S. Fabrnam estas estimaciones son más bajas que las anteriores. En la década di 1919-1928, por ejemplo, son 10.77o más bajas que las estimaciones prell minares de Kuznets. En seguida Kuznets procede a reducir en 10.77o tod i sus estimaciones preliminares del consumo de capital y las toma como ai cálculo final.

9 En último término esto se basa en las tasas de depreciación recaudadas poi 11 Tesoro (Depreciation Studies-Preliminary Report of the Bureau of Interna! Revé 1931). Las tasas han sido ponderadas por Fabricant de acuerdo con la proporción que varias clases de equipo representaban en el producto de 1929 (Capital contuntf tionandadjustment, pp. 176 ss.).

A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S

Con este procedimiento estadístico se altera en forma sustancial l l Vida útil implícitamente supuesta. La vida útil implícita es el número di lns años precedentes de los cuales debemos tomar el promedio del produi lo bruto, con objeto de llegar a la estimación final del consumo de capital I se número de años es considerablemente mayor que los 50 v I 1 IflOI supuestos al principio (aun cuando el consumo de capital sólo se redui I Itl 10.77o). Es más, esta vida útd implícita ya no es estrictamente COMtMtl durante todo el período.

Así surge, entre otras cosas, la cuestión de lo confiables que sean loi resultados de Kuznets en conjunto. En general, ¿los supuestos implícito! pueden ser justificados, o hay algún riesgo de que por su causa lodo el panorama resulte distorsionado de manera substancial? Abora bien, es cierto que en todo caso las estimaciones del consumo de capital pueden MI tan sólo aproximaciones que incluyen un cierto elemento de especulai lón Sin embargo, es preciso destacar que los cálculos resultantes de la formi ción del capital neto encuentran algún apoyo en los datos relativos a la riqueza (del censo de la riqueza y de otros materiales). Es más, hay razones para creer que los supuestos implícitos de Kuznets son más realistas que los explícitos de los cuales partió. Por lo que puede juzgarse, de acuerdo con un estudio cuidadoso de los datos, no parece que las conclusiones generales que hemos derivado de ellos serían alteradas por los errores que razonablemente podemos permitimos en la estimación del consumo de capital.

Con el propósito específico de estudiar el capital bruto, intentaremos en seguida hacer una reinterpretación de los datos de Kuznets. 1 0 En e.ia reinterpretación trataremos de mantenernos lo más cerca posible de sus propias cifras. Al mismo tiempo conservaremos el supuesto de una vida uid constante. Desde un punto de vista de lo más cauteloso, la visión resultante se puede considerar como un modelo que se asemeja al desarrollo n a l cuando menos en sus características más esenciales.

Con respecto al equipo suponemos una vida útil de 18 años, constante en todo el período. La formación de capital neto, y por lo tanto las a l i a s del capital neto, se han tenido que modificar por esta causa, pero el MRI bio es comparativamente pequeño. La vida útü constante de 18 años, en conjunto se acerca bastante a los propios datos de Kuznets. Se puede preguntar cómo es posible conciliaria con la estimación que hace Fabrican! de la duración promedio del equipo, que se basa en las tasas de depret l l ción; ahora bien, los pesos que sirven de base a esta estimación dependen de la proporción que los varios tipos de equipo representan en el produi i " de 1929. En forma estricta deberían basarse en la depreciación anual

1 0 Estoy en deuda con Kuznets por poner a mi disposición algunos de loi dltot básicos de sus hojas de trabajo, lo que me permitió rehacer los cálculos, cstrictumentr con base en sus propios datos. Sin embargo, Kuznets no es responsable dt mil Hit I prefaciones.

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246 A C U M U L A C I Ó N D E C A D I A l

acumulada de cada tipo de equipo; es posible que en función de la depfi ciación el peso de los equipos más duraderos (locomotoras, barcos), l mucho mayor que su peso en el producto de 1929. Por lo tanto, resull | que esa ponderación favorece las vidas útiles más cortas. Tan sólo por g| | , causa es razonable suponer que la tasa media de depreciación sea muí lia menor que el 7.78% implícito en la vida útil del equipo considerado p)0¡ Fabricant.

Las cifras de Kuznets relativas a la construcción, simplemente han sido reinterpretadas en una forma sencilla, si bien algo arbitraria. Una parir d, la construcción constituye un capital no depreciable que se conserva al servicio tan sólo con darle el mantenimiento necesario, y nunca tiene quj ser remplazado (el mantenimiento no se incluye en la construcción brilla j por tanto no está incluido en el consumo de capital). Lo anterior se api a a a los caminos y a una gran parte de los servicios públicos (ferrocarrilesi Tal parece que Kuznets al calcular su promedio de vida útil para las conj trucciones, debe de haber tomado en cuenta la parte no depreciable, col asignarle un lapso de vida sumamente largo. Sin embargo, se presume quj no es apropiada la asignación que hace para esa parte no depreciable de ¡2 construcción. Damos por supuesto que el 11% de su construcción no «I depreciable, y que la vida útil de 50 años sólo se aplica al resto de la construcción bruta. Entonces los resultantes consumo de capital y forma­ción de capital neto, son exactamente igual a los obtenidos por Kuznets.1'

Una vez hecha una interpretación económica congruente de los datoi de Kuznets, podemos calcular el capital bruto implícito en esos supuestos, que representa la construcción y el equipo por separado, y en combina ción. Los correspondientes valores del capital neto ya han sido proporcio nados por Kuznets mismo (sólo han sido ligeramente alterados en el caso del equipo, para que se ajusten al supuesto de una vida útü de 18 años).

A partir de esos valores se obtuvo la proporción del capital neto respecto al bruto (cuadro 38), y el porcentaje anual de crecimiento de los capitales neto y bruto (cuadro 39). Esas cifras deben leerse junto con los valores a priori obtenidos en el cuadro 37, para conocer la proporción entre el capital neto y el bruto, que es adecuada a ciertas tasas de creci­miento. 1 2

Consideremos primero el caso de la construcción. Parece que al co>

1 1 Por supuesto que para que el método fuera completamente satisfactorio se­ría necesario separar la construcción no depreciable de la restante, con base en los datos reales. Por el momento esto no es posible. Hasta 1919 el monto total de los activos no depreciables incluidos en nuestros cálculos, es algo mayor que el valor de los caminos.

1 2 Es de notarse que la comparación entre los valores a priori y los valores em­píricos se ve algo dificultada por la inclusión de activos no depreciables en el renglón de la construcción. Esto ocasiona ligeras incongruencias, por ejemplo, el que la pro porción entre el capital neto y el bruto se eleve un poco de 1899 a 1909, aunque esté en descenso la tasa de crecimiento.

A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 247

niien/o del período, en 1869, la proporción entre el capital neto y el bruto eia muy baja. No podemos tener mucha seguridad en esta cifra, en parte deludo a que ha sido distorsionada por los activos no depreciables, y en paiie porque las estimaciones del principio del período son forzosamente UN más precarias. Sin embargo, hay criterios prima facie para creer que en • N C año la estructura de edades no se ajustaba a la subsecuente tasa de crecimiento. La década anterior a 1869 resultó muy afectada por la guerra i ivil, y entonces la acumulación debe haber sido relativamente baja. En 1869-79 el crecimiento del capital neto llegó a 3.6% al año, y se elevó hasta 5.1 y 5.7% en los dos últimos decenios del siglo. Es muy plausible que al comienzo del período la estructura de edades no estuviera ajustada a . .as tan altas tasas de crecimiento. Como sería de esperar desde un punto de vista teórico, el crecimiento anual del capital neto excede del aumento anual del capital bruto, en esta etapa de una acelerada acumulación (véase l'lg. 6). La discrepancia es de todo punto formidable, pues llega como al 1% entre 1879 y 1899. En forma correspondiente, el acervo de capital en ese período se hacía cada vez "más joven", o sea, se incrementó la propor­ción entre el capital neto y el capital bruto (cuadro 38).

En la etapa de una descendente tasa de crecimiento en el siglo actual, ic observó el fenómeno contrario. La cuota de crecimiento del capital HUto excedió de la del capital neto. En vista de la constante y progresiva lentitud de la acumulación, no es de sorprender que la discrepancia persis­tiera por largo tiempo. De nuevo es bastante marcada (de 0.6 a 0.87o) i o r n o para tener considerables consecuencias prácticas. Es muy lógico que en una etapa así el capital envejezca, esto es, que la proporción entre el capital neto y el bruto disminuya, de 697o en 1909, a 56% en 1939 (cuadro 38).

En el caso del equipo el panorama no es por completo igual. Sería de esperar a priori que debido a que la vida útü es mucho más corta, el desarrollo de la estructura de edades sería diferente. Lo primero que llama la atención es que la proporción del capital neto respecto al bruto está sujeta a variaciones mucho menores que las que ocurren en el caso de la construcción (cuadro 38). Esto concuerda con las cifras a priori del cuadro 37. De hecho, la proporción permanece casi siempre en un nivel parecido, excepto en 1899 y 1939; en esos dos años es más bien baja. Tal parece que la depresión de los años de 1890 tuvo un efecto muy marcado sobre la Inversión en equipos. [El nivel de 1869 también es reducido, pero no se puede considerar como muy significativo, debido a lo poco confiable de las primeras cifras.]

Naturalmente que las discrepancias en las tasas de crecimiento tam­bién muestran una visión diferente, comparadas con las de la construcción, i orno la vida útil del equipo es mucho más corta, las diferencias tienen que ajustarse con mucha mayor rapidez. De hecho, no notamos ninguna discre­pancia en los años de 1920, aunque para entonces la tasa de crecimiento

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2 4 8 A C U M U L A C I O N D E C A P I T A L

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A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S . ' • r i

había descendido en forma considerable comparada con la de los primero años del siglo. Por otra parte, en el caso del equipo el esquema di- l . i acumulación se ve complicado por la existencia de una depresión temporil en los años de 1890, seguida por una recuperación parcial. En formi correspondiente, el crecimiento del capital bruto en los años de 18°<> sobrepasó al del capital neto, mientras que en 1899-1908 no lo alcanzó.

Las cifras del capital fijo total naturalmente se derivan de la suma del capital de construcción y el equipo. Puesto que a la construcción con mucho le corresponde la mayor parte del total , encontramos que en esta serie se repite en su mayoría el esquema de la construcción, sin mayores modificaciones (cuadro 38 y 39).

C U A D R O 3 9 T A S A D E C R E C I M I E N T O D E C A P I T A L N E T O Y B R U T O

(En porcentaje anual)

Me joras en bienes raíces Equipo Total

Capital Capital Capital Capital Capital Capital neto bruto neto bruto neto bruto

Enero 1 a Enero 1 % % % % % % 1869-1879 3.6 2.9 7.1 6.4 4.1 3.2 1879-1889 5.1 4.0 7.8 7.9 5.5 4.6 1889-1899 5.7 4.7 3.8 4.8 5.4 4.7 1899-1909 4.0 3.8 5.9 5.0 4.3 4.0 1909-1919 2.6 3.3 4.8 4.8 3.0 3.6 1919-1929 2.2 2.8 3.6 3.8 2.5 3.0 1929-1939 0.3 1.1 - 0 .7 0.5 0.1 0.9

No es difícil discernir el remate de todo esto. Las modificaciones a largo plazo de la tasa de crecimiento del capital, incluyen las discrepancias entre las cuotas de crecimiento del capital neto y el bruto, discrepancias que son bastante grandes y persisten por un lapso suficientemente largo para tener significación práctica.

Es más, esas discrepancias sólo desaparecen gradualmente al establecer una nueva estructura de edades, esto es, una nueva proporción entre el capital neto y el capital bruto. Por tanto, después del efecto temporal de una discrepancia entre las tasas de crecimiento, habrá el efecto permanente de una modificada proporción entre el capital neto y el bruto, como consecuencia de un cambio en la tasa de crecimiento. Esto significa que un incremento de la cuota de crecimiento tendrá la tendencia a elevai la intensidad aparente del capital, y un decremento de la cuota de crectrrlieii to tendrá la tendencia a disminuirla.

Es obvia la importancia del último efecto mencionado. Los cambloi en la estructura de edades tienen en principio las mismas conaei Mi l i l l

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2 5 0 ACUMULACIÓN 1 ) 1 ( d'il

que de ordinario se atribuyen a una variación en la intensidad del debida a un cambio en la técnica. Por lo tanto, pueden ser "estimul.niii o "depresivas".

Pero la discrepancia temporal entre las dos tasas de crecimiento i bien puede tener un efecto propio. Si el crecimiento del capital bruti estrechamente relacionado con el de la capacidad, y si los empujan intentan controlar el crecimiento de la capacidad, entonces cualquic bio de ésta se reflejará en una variación mayor del crecimiento del ciipll .1 neto. El efecto estimulante de un cierto incremento de la tasa de ciei I miento de la capacidad, será exacerbado por el hecho de que la del 1 ¡ipil il neto se elevará aún más, y lo mismo es cierto, mutatis mutandis, rcspi 1 al efecto depresor de un decremento del crecimiento de la capacidad, qut esto tenga o no importancia práctica depende de la validez del suplícalo particular de que los empresarios buscan controlar el crecimiento di | | capacidad. Con una estructura de edades que no esté en equilibrio con 11 particular tasa de crecimiento de que se trate, esta circunstancia ejen 1 1 1 un efecto estimulante o depresivo, según sea el caso. Los empresario pueden encontrar, por ejemplo, que para incrementar la capacidad en 0.5% al año no necesitan ninguna inversión neta, debido tan sólo a la particulij estructura de edades que se ha establecido en el pasado.

i 4. L A PROPORCIÓN D E L C A P I T A L CON R E S P E C T O A L PRODUCTO

Los resultados de los párrafos precedentes hacen necesario introducir algu ñas complicaciones adicionales en las definiciones y el álgebra del capítulo I X . AJií definimos la intensidad del capital como la proporción entre el capital neto y la capacidad de producción; pero acabamos de ver que esta proporción no sólo está determinada por las técnicas productivas, sino también por la estructura de edades: De ordinario esta circunstancia reci­be escasa atención en las discusiones'sobre la intensidad del capital. Se ve con claridad que necesitamos una definición de intensidad del capital que sólo involucre a los factores técnicos. La obtenemos si tomamos la.propor­ción del capital bruto con respecto a la capacidad de producción; la llama-" remos proporción de la intensidad verdadera del capital K. En contraste, nos referiremos al otro concepto como intensidad aparente del capital k. Es fácil obtener la relación algebraica entre la intensidad verdadera y la aparente:

Z H

v, o M111. ACIÓN DE C A P I T A L E N E S T A D O S UNIDOS 2 5 1

EQUIPOS

5% 4% 3% 2%

1% 0

CAPITAL FIJO TOTAL

CAPITAL NETO

CAPITAL BRUTO

i 869 Î879 1889 1899 1909 1919 1929 1939

F I G U R A 6. La tasa de crecimiento del capital neto y del capital bruto. Da­tos del cuadro 39.

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2 5 2 ACUMULACIÓN DE CAPI I \ l

z k = K - .

La tasa de crecimiento de la intensidad aparente del capital, según muestra en la ecuación [20], p. 160, ahora se puede separar en la fomm siguiente:

f k = § K + f Z-D4 J \s\\ dt dt dt dt 1 1

' r - =ít

K + « -

Por lo tanto, la tasa de crecimiento de la intensidad aparente doL capital es la suma de la tasa de crecimiento de la verdadera intensidad del capital más la discrepancia 77 entre las tasas de crecimiento de los capital, neto y bruto. Esta discrepancia 77, como hemos visto en el último apartado, surge de los cambios en la tasa de crecimiento.

La distinción entre la verdadera y la aparente intensidad del capital añade una complicación más al análisis de la proporción entre el capital j el producto. Teóricamente ya sabemos con claridad que esta proporción está compuesta por factores económicos muy diferentes; los cambios en la intensidad verdadera del capital, en la estructura de edades, en la uti l iza» ción planeada y en la utilización no deseada. Cualquier dato empírico sobre la proporción capital-producto, así como su desarrollo histórico, sólo se pueden explicar satisfactoriamente si podemos seguir el rastro de sujB cambios hasta llegar de vuelta a los factores que los han ocasionado. Por desgracia, al presente esto es casi imposible y lo que en seguida expresare­mos sobre ese punto apenas es algo más que vagas conjeturas. No obstante, el análisis teórico del concepto cuando menos puede impedir las más obvias de las interpretaciones erróneas de los datos.

Por supuesto que la primera dificultad estriba en que las estimación^™ del capital son poco adecuadas para el propósito que nos ocupa. En par­ticular, con objeto de tener una idea de los cambios en la intensidad^ verdadera del capital necesitamos conocer el capital bruto. En el último apartado ya hemos obtenido estimaciones del capital bruto con base en los datos de Kuznets. Pero aunque estas estimaciones son de interés, p a r f l ¡lustrar las modificaciones de la estructura de edades cuando es posiblíB compararlas con ciertas deducciones a priori basadas en ideas plausibles» son de escasa utilidad en el presente problema, en donde no hay ningún» sensato razonamiento a priori que pueda guiarnos. Apenas si tenemos u n » idea general acerca de cuál ha sido el proceso de la verdadera intensidad del capital y las mismas cifras son más bien débiles ante la pesada tarea de*l decidir esa cuestión. Sin embargo, en el cuadro 40 hemos reproducido las"

1 MDLACIÓN DE C A P I T A L EN ESTADOS UNIDOS 2 5 3

liras de la proporción entre el capital bruto y el producto nacional. Se le i>nl. al lector que no olvide el carácter más bien especulativo de esas 1 .lunaciones. El capital bruto que hemos calculado se basa en el supuesto de un cierto tiempo de vida útil, y se supone que el equipo ha sido irmplazado una vez transcurrido ese lapso, ni antes ni después. Así se elimina la cuestión de las variaciones en la vida útil efectiva, debido al progreso técnico y a la eliminación de equipo a causa de la competencia. Además hay un elemento especial de arbitrariedad en las estimaciones del capital bruto. Como se mencionó en el apartado anterior, una parte de dicho capital se considera como no depreciable (permanente) y se supone lúe el resto se desgasta pasado cierto tiempo de vida útil. En la práctica mutable de las corporaciones y las autoridades públicas también se aplica esa distinción, aunque parece que en esa práctica la proporción del capital n o depreciable es mayor que lo supuesto en los cálculos que hicimos del capital bruto, con base en los datos de Kuznets. 1 3 Al aplicar una práctica diferente en la clasificación del capital en depreciable y no depreciable, 1 orno la seguida por las corporaciones, el capital bruto puede mostrar un incremento mayor que el de nuestros datos y la proporción capital-produc-l o también se elevará.

Esta arbitrariedad en la definición del capital bruto probablemente explica algunas de las fluctuaciones mostradas por la proporción capital-producto en la primera de las tres décadas consideradas (cuadro 40 ) . 1 4

Podemos dejar fuera esas primeras cifras. De 1890 en adelante la propor­ción entre el capital bruto y el producto nacional bruto al principio mues­tra poco cambio, se eleva con fuerza en la tercera década y aún más en la cuarta. Una parte de este incremento en las dos últimas décadas se debe al incremento relativo del capital gubernamental (en especial caminos). Es más, el incremento de los años treinta es probable se deba en gran parte a que se redujo la utdización, que a mediados de la década ciertamente era bastante más baja que los niveles anteriores. Puesto que el capital de la construcción está muy influido por la presencia del capital gubernamental, y más aún, por las arbitrariedades en el trato que se da al capital no depreciable, es interesante considerar por separado la proporción del equi­po bruto frente al producto nacional bruto (cuadro 40, línea 11). Puede verse que muestra un incremento bastante continuo, lo que parece apoyar la idea de que en el período considerado ha tenido lugar una cierta intensi­ficación del capital. Una parte determinada, ciertamente no el total, del incremento de la proporción capital-producto podría deberse a una reduc-

1 3 E l capital bruto que aparece en los balances de las corporaciones (Statistics of income, parte II) constituye una proporción del capital neto mucho mayor que la de nuestras estimaciones.

1 4 Sin embargo, no deja de ser plausible que algo de la baja de la proporción capital-producto en los años 80, y la subsecuente alza en los años 90 se haya debido a un mayor grado de utilización en los primeros, con una declinación posterior.

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2 5 4 A C U M U L A C I Ó N D E C A M I \ I

ción considerable de la longitud de la semana normal de trabajo, que tuVf lugar a comienzos del siglo. El acentuado incremento de esa propon después de 1929, es probable que en una parte muy grande se deba a UflJ reducción de la utilización (no sólo por ser más corto el tiempo normal < 1« trabajo, sino también por la gran capacidad excedente "no deseada" de la cuarta década).

En conjunto, las cifras pueden conciliarse con la idea de que la verde dera intensidad del capital se ha incrementado en el período del desarrollo capitalista bajo consideración, aunque esto de ninguna manera es cierto, Sin embargo, tal parece que bien se puede derivar esta conclusión, a pesar de las limitaciones de los datos: que la verdadera intensidad del capital no ha experimentado modificaciones muy espectaculares (parece que apenas se ha duplicado en todo el período considerado).

Como los datos del capital neto son algo menos ambiguos que la estimación del capital bruto, la proporción del capital neto respecto al producto nacional neto (cuadro 34) en sí constituye una mejor serie de datos. Es cierto que esta proporción no se relaciona con la verdadera intensidad del capital, sino con la aparente: tiene que mostrar los efectos combinados de los cambios técnicos en el capital y de las modificaciones en la estructura de edades (y por supuesto, la influencia de la utilización). Sin embargo, esta serie se relaciona más directamente con muchos otros propósitos. Además, tiene la ventaja de que sólo tiene conexión con el capital negociable, excluido el capital gubernamental que se incluye en las cifras del capital bruto. Esta proporción del capital neto frente al producto neto muestra una tendencia al cambio, sorprendentemente pequeña en todo el período considerado. Esto tendrá una importancia directa para la teoría marxista de una tasa de beneficio en descenso, la cual, cuando menos en el período moderno, no se ve respaldada por esas cifras. 1 5

E L P U N T O D E V I R A 1 E E N L A A C U M U L A C I O N D E L C A P I T A L

Cerca del comienzo de este capítulo formulamos una serie de preguntas, sugeridas por los datos empíricos de la acumulación del capital. Por más que sea en forma tentativa, algo se ha dicho en respuesta a esas cuestiones, con excepción de la primera y más difícil de ellas: ¿Cuál fue la causa de la baja primaria de la acumulación del capital, que tuvo lugar en algún mo­mento alrededor del cambio del siglo?

Podemos imaginar dos tipos de respuesta. Uno se acogería a un acci-

1 5 Se titubea en atribuir alguna significación a las cifras de las dos primeras de­cadas (cuadro 34), porque las estimaciones más antiguas son menos de fiar que las de épocas más recientes.

A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S Î S S

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2 5 6 A C U M U L A C I Ó N D E C A I ' I I l|

dente histórico, y se indicarían ciertas causas específicas que simplcnii lili ocurrieron. El otro tipo trataría de explicar el cambio como un resultad!! "natural" y necesario del desarrollo del capitalismo. Ciertamente qm tipo de explicación "natural" es sugerido por el término madurez,: |U| los autores que lo utilizan, en la práctica tienden más bien a aplii al 11 primer tipo de explicación. En otras palabras, la suya es una teoría gena", que en gran parte atribuye la explicación a ciertos eventos, coniQ los cambios tecnológicos, que siguen sin ser explicados. Así quedamos i olí la incertidumbre de si la "madurez" es tan sólo algo temporal y accidcitttj aunque esos autores —como el profesor Hansen- sin duda al mismo tienj po dan la impresión de que se trata de algo más. Preferimos adopta posición clara y definida a este respecto, y considerar que la declinación , 1. la acumulación del capital es una consecuencia necesaria del desarrollo di ciertas modalidades esenciales del capitalismo. Se admite que la expliel ción tentativa que se sugerirá es de naturaleza muy especulativa. Es clart que tal explicación requiere de una teoría endógena del desarrollo ecotll mico en el período largo, y es muy poco lo que se ha realizado en e i | terreno, a un nivel puramente teórico, para no hablar de las dificultades di las pruebas empíricas. En el capítulo siguiente se intentará elaborar e i | teoría endógena; aquí vamos a anticipar en forma breve esa explicación dtj descenso de la acumulación del capital.

De acuerdo con la teoría, ya hacia fines del siglo pasado, en los ano» de 1890, la economía norteamericana había sufrido una transición que confirió un peso considerable al esquema oligopolista en la economía on conjunto. Esta transición había elevado los márgenes de beneficio de ese tiempo (las estadísticas de los márgenes de beneficio presentadas en el capítulo V I I I sólo empiezan poco después, en 1899, y por lo tanto no pueden confirmar esta hipótesis). En consecuencia debe haber descendido la utilización por abajo de su nivel anterior. Es posible considerar a la gran depresión de mediados de los años noventa como un síntoma de esai dificultades, provocadas por el incremento de los márgenes de beneficio, y la consiguiente baja de la demanda efectiva en relación con la capacidad. lil descenso del nivel promedio de utilización en el período largo, entoncei explicaría la baja de la tasa de crecimiento del capital.

Se podrían preferir explicaciones algo más complicadas, a partir del mismo punto. El crecimiento del oligopolio habría dado por resultado una redistribución del beneficio entre las industrias oligopolistas y las competi­tivas. Esto en sí mismo tendería a debilitar el incentivo medio a invertir, si suponemos que un cierto volumen marginal de beneficio requiere de me­nos adiciones a la inversión en una industria oligopolista que en una com­petitiva. Esta hipótesis se justifica por la consideración de que las indus­trias oligopolistas tienen que temer mucho más que las otras el exceso de capacidad, ya que no pueden esperar que habrán de abrirse campo con facilidad a expensas de los competidores. Así, el desplazamiento de los

Ai I 1 M U L A C I Ó N D E C A P I T A L E N E S T A D O S U N I D O S 257

beneficios hacia las industrias oligopolistas, puede igualmente bien explicar lu baja primaria del crecimiento del capital.

Si bien es cierto que se ha subrayado el carácter especulativo de esta teoría, no hay razón para ocultar lo que puede reclamar como una de sus ventajas. Su naturaleza no la hace contradecir ninguno de los hechos que están bien establecidos. Al mismo tiempo, la explicación que ofrece no se acoge a causas que en sí mismas son problemas enigmáticos y misteriosos, como el desarrollo de la tecnología y la tendencia de la población, sino que ic apoya en hechos sencillos y bien conocidos, cuya explicación no es muy difícil: el crecimiento del oligopolio en una cierta etapa del desarrollo capitalista.

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X I I I . L A TEORÍA DE L A INVERSIÓN EN E L PERÍODO LARGO

1 . L A T E N D E N C I A Y E L C I C L O

A lo largo de este l ibro sólo se ha tratado de la explicación de la tendencia; se ha dejado a un lado el problema del ciclo económico, una vez que se implicó se le podría tratar por separado. Hay que admitir que eso consti­tuye una gran debilidad. Un tratamiento adecuado y completo debería ocuparse de la tendencia y del ciclo económico al mismo tiempo, y mos­trar cómo es que ambos se generan, de acuerdo con ciertos supuestos incorporados en un modelo dinámico. En principio, esto no parece ofrecer ninguna dificultad. Se pueden elaborar con facilidad ecuaciones por dife­rencia o diferenciales, cuya solución habrá de contener tanto elementos oscilatorios como de tendencia. Sin embargo, en concreto la tarea es bas­tante penosa, y no es la menor razón, que es preciso elegir entre varias formulaciones, sin tener suficientes conocimientos empíricos que nos per­mitan elegir el mejor método. Por el momento no intentamos realizar un estudio del problema completamente satisfactorio. Las siguientes observa­ciones sobre la relación entre la tendencia y el ciclo, sólo pueden hacer algo más que aclarar lo que en verdad quiere decir la teoría de la tendencia que se presenta en este l ibro.

El rasgo más importante de esta explicación sobre la tendencia es que se trata de una teoría endógena. Su punto de partida es la convicción de que para explicar el fenómeno histórico del crecimiento del capital, no es necesario acudir a influencias externas, como las innovaciones, el aumento de la población, las guerras, etc. Por el contrario, se considera que el crecimiento del capital es algo inherente a la naturaleza del capitalismo, que ha de explicarse por medio de supuestos mucho más sencillos. La hipótesis concreta que explica el crecimiento es ésta: el mero hecho de que las empresas de negocios acumulen ahorros, es suficiente para inducirlas a invertir (pasado cierto tiempo). La acumulación interna, por sí sola, genera inversión, y si en el pasado ha habido un crecimiento suficiente que per­mita a los empresarios acumular fondos internamente, esto en sí producirá un crecimiento adicional. En este sentido es que el crecimiento del capital se autoperpetúa.

En el caso perfectamente simple (pero irreal) en el que para nada tomamos en cuenta la existencia del ahorro externo, la acumulación inter­na es igual a la inversión; después de un tiempo esta acumulación interna genera inversión de nuevo; si se toma como unidad de tiempo el lapso total de retardo, con la siguiente ecuación podemos determinar la inversión I t :

1258]

TEORÍA D E L A INVERSIÓN E N E L PERÍODO L A R G O 259

La solución implica que habrá un crecimiento exponencial de la inversión I t = I0eñ°ei. La constante estructural que determina la tasa d< CMOimiMl to , y es la proporción de la inversión respecto a la acumulación Interin N ciente.

Esta ecuación ilustra la forma en que una teoría endógena del CTÍi I miento se puede basar en nuestras hipótesis. Sin embargo, sólo tiene aplica ción directa y simple en un modelo en el que estén ausentes tanto kofl ciclos como las perturbaciones exógenas. En un modelo dinámico que incorpora esas modalidades realistas, es de presumir que la tendencia estará determinada en una forma más complicada. ¿Entonces nuestra hipótesis retendrá todavía su papel como un factor predominante en la explicación de la tendencia?, o bien, ¿será tal vez incapaz en absoluto de explicar una tendencia bajo esas circunstancias?

La cuestión viene al caso a la luz de la literatura económica. En primer lugar, un gran número de economistas parece favorecer, con mayor o menor claridad, una teoría exógena de la tendencia; consideran al estado estacionario cómo la norma, y se tiene la impresión de que no pueden imaginarse como es posible explicar el fenómeno del crecimiento en el período largo mediante simples factores endógenos, como la inversión y la propensión al ahorro de los empresarios. ¿Cómo es posible que haya esca­pado a su atención una explicación sencilla como la anterior? Más impor­tante aún, la hipótesis de la acumulación interna que genera la inversión no es nueva; ha sido utilizada a plenitud por Kalecki en su teoría del ciclo económico. 1 Es cierto que ha dado por supuesto que y, en su simbología: (1 — c), necesariamente es menor que la unidad, y aquí no se hace esa suposición; pero ello no afecta la cuestión principal. La hipótesis que hemos convertido en piedra angular de la explicación de la tendencia, está incluida en el modelo del ciclo económico de Kalecki, y sin embargo este modelo no proporciona ninguna tendencia: de acuerdo con la intención del autor, se trata de una teoría del "ciclo económico puro " , en el que la inversión fluctúa alrededor del nivel cero. ¿Vamos por ello a concluir que la hipótesis mencionada es incapaz de explicar la tendencia?

Habrá que estudiar la teoría a grandes rasgos. La ecuación de Kalec­k i es como sigue2 (no la presento en forma final, sino antes de cier­tos ajustes, de modo que se vean con más claridad las hipótesis invo­lucradas):

IMe=(i-cyt+a^Pt-bIt, [32]

1 Shidies in economic dynamics, p. 61 . 2 Op. cit, pp . 66 ss.

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2 6 0 A C U M U L A C I Ó N D E CAPITAI l ' K O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 2 6 1

en donde P es el volumen de los beneficios. De acuerdo con el supuesto di que sólo los empresarios ahorran, los cambios en el volumen del beneficio se convierten en una función simple de las modificaciones de la tasa di inversión, de modo que la ecuación es:

I M l =(1 -c)It + ^ j t I t . K - b I t . [32a]

Hay dos hipótesis principales involucradas en esta ecuación: la primera es la que ya hemos mencionado, que la inversión, por medio de la acumu lación interna, de nuevo genera inversión. Esto se expresa en el primer término del lado derecho. La segunda hipótesis es que un cambio en la tasa de beneficio incrementa o cUsminuye la inversión, según que sea positivo o negativo. Se considera que la tasa de beneficio depende de dos cosas: el volumen del beneficio, y el monto del capital en el que ha de distribuirse este beneficio. En forma correspondiente, un incremento del volumen del beneficio ejercerá una influencia positiva en la inversión (esto está incor­porado en el segundo término del lado derecho) y un incremento del monto del capital, que es idéntico a la tasa de inversión, ejercerá una influencia negativa en la inversión (lo que está incluido en el tercer término del lado derecho).

¿Cuál es la solución de las anteriores ecuaciones de diferencias-diferen­ciales? Respecto a una ecuación más sencilla, que incorporaba una forma anterior de la teoría del ciclo económico de Kalecki, se han estudiado con gran detalle las soluciones.3 Se ha mostrado que esta primera ecuación (bajo condiciones prácticamente sin importancia) sólo puede proporcionar, alternativamente, una solución de tendencia o bien una oscilación (un "ciclo puro"). En el caso de la presente ecuación, que es mucho más complicada, no es de ninguna manera seguro que el resultado sea el mismo. (Hemos dejado fuera de consideración que Kalecki hace que los paráme­tros de la ecuación varíen en ciertas formas; en bien de la simplicidad suponemos que son constantes.)

Podemos imaginar que la ecuación se aproxima a una ecuación pura de diferencia, remplazando la diferencial por una diferencia. Por supuesto que esto se puede hacer en más de una forma, y no podemos estar seguros de cómo encontrar la mejor aproximación. Sin embargo, es claro que el orden que tendrá la ecuación de diferencia también dependerá de la magnitud relativa de los lapsos de retardo K y e. Si e = K la ecuación de diferencia será cuando menos del orden de tres; en vista de ello, no es de ninguna manera imposible que la ecuación suministre una oscilación y una tenden­cia al mismo tiempo.

3 M. Kalecki, "A macrodynamic theory of the trade cycle"; Frisch y Holme, "The solutions of a mixed difference-differential equations", Econometrica, 1935.

Pero quizás este punto es algo formal. Se podría aducir que cualquiera que sea la posible abundancia de las soluciones, en la práctica los paráme­tros están limitados a una gama tal de magnitudes que las soluciones sólo proporcionarán un ciclo (o tal vez varios ciclos superpuestos). Sin embar­go, hay otro punto más concreto. Es curioso observar que en la ecuación anterior la hipótesis de la reinversión en realidad no tiene un papel esencial (los dos miembros con los coeficientes [1 — c] y b se combinan, por supuesto, en uno solo). Es decir, si dejamos fuera por completo a la hipóte­sis de la reinversión (1 - c = 0), no se modificará el carácter general de la ecuación; simplemente se afectará la magnitud de uno de los parámetros, listo es lo desconcertante, y lo que puede inducir a error en el observador, al hacerlo creer que la hipótesis de la reinversión no es capaz de desempe­ñar un papel importante en la teoría de la tendencia.

Sin embargo, es posible demostrar que eso se debe tan sólo a la pecu­liar formulación matemática que sirve de base a las hipótesis económicas de Kalecki. En realidad, si esas hipótesis se formulan de manera estricta, la hipótesis de la reinversión se separa claramente de la otra idea principal, la influencia que sobre la inversión ejercen los cambios de la tasa de benefi­cio.

Como hemos visto, los cambios de la tasa de beneficio en la ecuación se presentan como dependientes, en una forma lineal simple, de i ] los cambios en el volumen del beneficio, y i i] los cambios en el acervo de capital sobre el cual han de distribuirse esos beneficios. Pero la tasa de beneficio, si representamos al acervo de capital con Z, está dada por

Si lo diferenciamos con respecto al tiempo, tenemos que los cambios de la tasa de beneficio son

_PtZt-PtIt

« , r J $ •

Es esta expresión de los cambios de la tasa de beneficio la que debemos insertar en la ecuación, con un coeficiente adecuado, en lugar de los miem­bros segundo y tercero. Se ve con facilidad que entonces la ecuación deja de ser lineal.

Un resultado, además muy desagradable, es que la solución matemá­tica se convierte en un problema formidable (al mismo tiempo hay que mencionar que en esa forma se podría solucionar el problema de obtener un ciclo no amortiguado). Ahora bien, con el propósito de lograr un mode­lo del ciclo sería razonable acabar con esas dificultades matemáticas y utilizar una aproximación lineal, como lo ha hecho Kalecki; pero cuando

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2 6 2 A C U M U L A C I O N D E C A f < Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 2 6 3

se trata también de ocuparse de los procesos en el período largo, la lación deja de ser adecuada. Es preciso formular en forma diferenlr ecuación más general, que sea válida como expresión de la hipótesis t j j mica subyacente.

Es fácil criticar, pero difícil corregir. Los puntos críticos indicado se examinarán más a fondo, simplemente porque son muy grande-dificultades matemáticas que presentan; pero el objetivo de esta discu no fue más que éste: la ecuación del ciclo económico de Kalecki I impresión de que la influencia de la acumulación interna sobre la inven por sí sola no puede generar una tendencia. Esta impresión puede rosi errónea, ya que la ecuación se basa en simplificaciones que sólo la lu aplicable en el período corto.

Todavía queda un punto más que considerar. A mí me parece qu, preciso reconsiderar la inclusión de los cambios de la tasa de benefl entre los determinantes de la inversión, en vista de las dificultades M grandes que acarrea. No hay razones poderosas, a priori o empíricas, qn( nos obliguen a adoptar ese supuesto. Cuando menos es posible pensai an supuestos alternativos que requieren un manejo matemático más senclllu Podemos suponer que la desviación de la tasa de beneficio a partii di cierto nivel "neutral", en una u otra dirección, ejerce una influencia en 11 inversión que puede ser positiva o negativa. Por otra parte, es una desven­taja del modelo de Kalecki no tomar en consideración los ahorros pul fuera de las empresas. Es probable que ese ahorro externo tenga un papi l importante en el ciclo económico.

2. U N M O D E L O D E C R E C I M I E N T O E N E L P E R Í O D O L A R G O

Con objeto de elaborar una teoría de la tendencia parece que lo obvio sería mejorar el modelo del ciclo económico por medio de las diversas modifica ciones esbozadas al final del apartado anterior, y así obtener tanto mu tendencia como oscilaciones.4 En este caso se tropieza con una dificultad fundamental que se refiere a la forma en que se determinan los aliono externos.

El meollo de la historia es que no sabemos muy bien cómo es que se determinan los ahorros extemos. En la teoría tradicional del período coi to, el ahorro externo es una función lineal del ingreso nacional (o más bien del ingreso personal), y la proporción del ahorro con respecto al ingreso aumenta a medida que éste se eleva. Esta tradición función del ahorro sólo es aplicable en el período corto, y entonces sólo en forma aproximada.

4 E l problema de la amortiguación bien se puede afrontar por medio de un mo­delo estocástico en el que operen los choques erráticos.

pues sabemos con seguridad que esta función varía con el curso del tiem-jio, Una manera burda de considerar estas variaciones es hacer de uno de un parámetros una función temporal, y así establecer una cierta variación

,il de la función del ahorro. Con toda razón se ha criticado este procedi­miento, y en realidad no es satisfactorio.5 Si la presentamos en esa forma, la "variación de la función del ahorro" en sí estará relacionada con ciertas Variables de un modelo económico, es decir, tendrá que ser "explicada".

Hay ciertos indicios empíricos que parecen garantizar una explicación, lín general es muy probable que la proporción del ahorro sea constante en el período largo. Es decir, si durante cierto número de años tomamos los piomedios móviles del ahorro externo y del ingreso, su proporción será constante aproximadamente. Por tanto, la corriente del ahorro en el perío­do largo se comporta de manera diferente a su flujo en el período corto. Es posible que no sea muy apropiado el material estadístico referente al alio­no, pero lo anterior en todo respecto, parece ser una aproximación razona­ble. Así lo han considerado varios economistas modernos (por ejemplo Modigliani, Duesenberry, etc.) y yo concuerdo con ellos. Si se supone que la proporción del ahorro es aproximadamente constante en el período largo, ¿cómo se puede explicar esto en función del comportamiento, de las reacciones de los ahorradores individuales? Nos gustaría tener una función del ahorro con validez general, que muestre cómo se determina el ahorro anual, y que al mismo tiempo explique la "elasticidad" del ahorro en el período corto y la constancia de su proporción en el período largo.

Este problema ha sido formulado con nitidez por F. Modigliani, quien lia sugerido su solución. 6 Considera al consumo como función: 1 ] del Ingreso corriente, y 2] del ingreso más alto obtenido en algún año anterior. I A I S movimientos de esta última magnitud "el ingreso más alto obtenido en algún año anterior", serán indicadores del crecimiento secular del ingreso. I'or medio de datos empíricos Modigliani establece la relación siguiente (con Yt como el ingreso corriente por cabeza, y? como el ingreso más alto por cabeza obtenido en algún año anterior al año considerado, y Ct como el consumo por cabeza):

Ct = 2(±32) + 0.773 Y, + 0.125 Y? (ejh donde ± 32 es el error estándar)

Por medio de la identidad St = Yt - Ct (en donde St es el ahorro) convierte la ecuación anterior en la siguiente forma:

St = - 2 + 0.102 Yt + 0.125 (Yt - y?)

5 Franco Modigliani, Fluctuatións in the saving-income rano (Conference on Research in Income and Wealth: Studies in Income and Welath, vol. II) .

6 Ibid.

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2 6 4 A C U M U L A C I Ó N D E I |

Usemos las propias palabras de Modigliani al interpretar esta ocu "Puesto que el término constante es por completo desdeñable en 00 ción con los importantes valores de Y, el ahorro tiende a repro aproximadamente el 10% del ingreso, más cerca del 12% del ini ñj del ingreso. Debido a este último término, la proporción del ingreso ahorra tenderá a variar un poco en los años de expansión secular, y aumentará a medida que se eleve la tasa con la que se modifica el in pero como el crecimiento secular normal es del orden de 2 a 3 por el podemos concluir que la proporción ahorro-ingreso tenderá a fluclu rededor de un nivel cercano al 10 1/2 por ciento". 7

En esta breve relación podemos ver que Modigliani alcanzó su tivo: proporcionar una ecuación que determine el monto anual ahorros y que al mismo tiempo explique dos cosas: que la propo media del ahorro, si se toma el valor de tendencia de las variabl aproximadamente constante, y que la proporción del ahorro anual grandes fluctuaciones (si el ingreso corriente cae muy por abajo de entonces el último término de la ecuación tendrá una influencia relati mente grande). Por tanto, tenemos aquí una teoría del ahorro que expl lo que parecen ser los hechos empíricos esenciales, si bien todavu nfl podemos estar por completo satisfechos. Entre otras cosas, hay una clerll dificultad en expresar esta teoría en forma de una ecuación de diferein IHI

En un ensayo critico sobre la conferencia de Modigliani, Leonticll h | presentado algunas objeciones y a su vez ha propuesto que se haga di i consumo urta función no sólo del ingreso corriente, sino también de mi promedio móvil del ingreso como en unos cinco años anteriores.

En conclusión, parece ser que todavía no se dispone de una genérale i ción realmente satisfactoria de la función del ahorro. Sin embargo, til] algo que parece casi seguro: esa teoría generalizada del ahorro exlc tendría que ser bastante complicada, en el sentido de que si se expresa efl una ecuación de diferencias, es probable que incluya un buen número .1. lapsos de retardo (véase la anterior propuesta de Leontieff). Si utiliza ra m . , esa ecuación para incluirla en un sistema de ecuaciones de diferencias qui determine el curso de la inversión, en realidad lograríamos el único modelo plenamente satisfactorio, que abarcara tanto la tendencia como los moví mientos cíclicos; pero ese sistema de ecuaciones sería bastante engorrólo,

Propongo salvar esas dificultades de un modo que de inmediato sort) evidente. Aceptemos la hipótesis de que el ahorro externo es una propia ción constante del ingreso en el período largo. Por supuesto que se trate" tan sólo de una aproximación, pero después de todo es lo mejor que

7 Ibid., p. 383. Hay que notar que los datos de Modigliani son las estimacionei del ahorro efectuadas por el antiguo Department of Commerce, y que por tanto no debe darse importancia a la cifra particular de la proporción media del ahorro a. 10 l/27o, que probablemente es demasiado elevada.

I I ( U t Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 265

•abemos al respecto. Entonces, aceptamos esa constancia como una hipóte-»ls que cuenta con bases empíricas razonables, y no nos preocupamos en lahcr cómo fue que se la obtuvo. Tomemos un número n de años, en ilontle n corresponde aproximadamente a la longitud de un ciclo económi­co, digamos unos 8 o 10 años. Suponemos que con promedios móvües en n anos, la proporción del ahorro es constante.

Ahora volvemos a la determinación de la inversión. En cualquier año aislado la inversión es determinada por la acumulación interna del año precedente. Por tanto en todos los años es válida la ecuación

luí =TC por consiguiente también

^ f + 2 = 7 ¿ V i

It+n ~ 7 Q + n - l

Si sumamos las ecuaciones de n años sucesivos encontramos que los promedios móviles se relacionan del mismo modo que los valores anuales:

t = n t = n- i

Y a - * E & t = 1 t = o

En este punto deseo indicar que tal vez fuera posible mejorar la teoría incorporada en las ecuaciones anteriores, si además se sujeta la inversión a una influencia errática £ r , de modo que I t + l = yCt + . De esta manera podríamos obtener un panorama más realista de la determinación de la inversión, que tendría en cuenta, ínter alia, el "amontonamiento" de la inversión debida a razones tecnológicas. Si suponemos que este elemento errático se cancela en n años sucesivos, la ecuación simple It+i = yCt

todavía es adecuada para los promedios móviles. Sin embargo, las conse­cuencias adicionales de introducir ese elemento errático no son tan fáciles de juzgar, y deseo evitar las complicaciones de un modelo estocástico. En consecuencia, en la exposición siguiente doy por supuesto que las ecuacio­nes anteriores se aplican en forma estricta, en otras palabras, me limitaré a un modelo "determinista" sin influencias erráticas.

Al igual que con la anterior función de la inversión, podemos derivar la correspondiente relación entre los promedios móviles de n años, con cualquier relación entre los valores anuales. Sin embargo, esto no será necesario en un caso. Suponemos que la función del ahorro (externo) se obtiene directamente del promedio móvd, en vez de derivarla de una rela­ción determinante de los valores anuales. Si hemos juzgado bien el proble­ma, el ahorro externo posee la peculiaridad de que la determinación de sus

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266 A C U M U L A C I Ó N 1)1 | u

valores anuales es más complicada que la de su corriente en el i i largo. De esa manera logramos una simplificación decisiva, si emplei 11 relación simple que determina la corriente del ahorro externo en el do largo.

Ya ha quedado claro el objetivo de nuestro procedimiento. En hiuai de operar con flujos anuales, tomamos los promedios móviles co variables de nuestro sistema. Una de nuestras relaciones, la deternuni. ion del ahorro externo, así se simplifica en forma decisiva. Las otras relai I O I I I

entre los promedios móviles simplemente reflejarán las correspondicuii •• relaciones entre los valores anuales, de los cuales han sido derivad" tonces, obtendremos un sistema de ecuaciones en el cual las variables los promedios móviles; su solución nos dirá cómo se desarrollan en el tiempo esos promedios móviles (de inversión, ingreso, etc.). No nos dua nada acerca del movimiento de los valores anuales de un año a otro.

El modelo resultante exhibirá cualquier movimiento que no sea eliuil nado por tomar el promedio móvil en n años. Así ciertamente se mosliaia la tendencia, pero también los movimientos cíclicos con una periodicnl.i.i con un orden de magnitud mayor de n años. En consecuencia, apropi.nl | mente se le puede considerar como un modelo del desarrollo económico en el período largo.

Por otra parte, nuestro modelo no mostrará el ciclo económico ordine rio, ya que el número n de años en el que se toman los promedios móvilc» se supone que comprende de 8 a 10 años. Por supuesto que el culo económico sólo podría ser explicado con un modelo dinámico más geneul aplicable al desarrollo ocurrido de un año a otro. Con objeto de obtener ese modelo más general tendríamos que remplazar la burda y fácil suposi­ción de una proporción constante del ahorro, y sustituirla por una función del ahorro que explique su variabilidad en el período corto. Queda u discusión si sería necesario hacer además otras modificaciones e incluir factores adicionales, para tomar en cuenta la existencia de un ciclo eco­nómico con una periodicidad más o menos bien definida. Por supuesto que eso significa que el modelo del desarrollo en el período largo que vamos a elaborar, tendrá un carácter muy tentativo y preliminar; pero en todo caso no podemos aspirar a nada mejor, debido a la carencia de informes sobre los valores numéricos de los coeficientes estructurales, y acerca de la im­portancia relativa de los diversos factores.

Por tanto, en lo que habrá de seguir dejaremos de lado el problema del ciclo económico, y nos concentraremos por entero en la elaboración de un modelo del crecimiento en el período largo, en el que todas las variables serán promedios móviles. En principio contruiremos un modelo del creci­miento en el período corto, en su forma más simple. Nos detendrá por un rato el tratamiento matemático que habrá de darse a este problema.

Vamos a representar los promedios móviles con un apostrofe; se escri­birá ft para denotar el promedio móvil de la inversión en el período de n

l ' I O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 267

unos que termina en el tiempo t. De manera simüar C'¡ representa el prome­dio móvil de la acumulación interna. Entonces, si suponemos que el retar­do entre la acumulación interna y la inversión es de un año, tenemos

[33]

La acumulación interna es la diferencia entre la inversión y el ahorro externo Si:

c',=t,-s't.

lil ahorro externo es una proporción constante del ingreso. Hablando en forma estricta deberíamos tomar el ingreso personal, pero simplificaremos el problema y consideraremos al ahorro extemo como una cierta propor­ción constante del ingreso nacional. En el presente modelo el ingreso na­cional se tomará como una proporción constante del acervo de capital. Se trata de un supuesto burdo que abandonaremos al construir un modelo más complicado; implica una intensidad constante del capital, lo que bien puede admitirse como una hipótesis simplificadora. Más en serio, implica una utilización constante del capital, que en realidad es un supuesto mu­cho muy especial. De acuerdo con esas rígidas hipótesis el ahorro externo será una proporción constante del ingreso nacional Yt, y del acervo de capital Z't.

s't=»rt = vz't.

La ecuación que determina la inversión entonces se convierte en

1-M • y A - yvz't

O bien, en vista de que la tasa de inversión es la derivada según el tiempo, del acervo de capital,

¿'t+i =y¿'t -JvZ't- [34]

Así tenemos una ecuación mixta diferencial y de diferencias, con el acervo de capital como variable. Si ponemos Z't = cept encontramos la ecuación característica:

pe" - yp + yv = 0. [34(i)]

Estamos interesados en las raíces reales de esta ecuación. Podemos tener una idea de las condiciones en que las obtendremos si hacemos la gráfica de la función p(ep - 7 ) . [Fig. 7 ] . La curva pasará por el origen y cortará el

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268 ACUMULACIÓN D E C A P I T A L

eje de las abscisas en su parte positiva o negativa según que y > 1, o y < 1. Si ahora imaginamos que el eje de las abscisas desciende en yv, entonces en los puntos de intersección de éste, en su buena posición, con la curva, tendremos las raíces p de la ecuación. Es fácil ver que con una y dada, de­penderá de la magnitud de v el que se obtengan raíces reales (que pueden ser una o dos); v no tiene que sobrepasar de cierto valor, si es que ha de haber una raíz real. Con este particular valor de v habrá una "doble" raíz real; con cualquier valor menor habrá dos raíces. A la inversa, si tomamos como dada a v, sólo podemos obtener raíces reales si y toma ciertos valores. De hecho, con una v dada podemos obtener raíces reales si hace­mos que y sea bastante grande o bastante pequeña (lo que dará raíces positivas y negativas respectivamente). Así, hay un cierto valor mínimo de y por arriba de 1, y un cierto valor máximo de y por abajo de 1, que darán cada uno una raíz doble (hacen que la curva toque las abscisas). Si y está en el intervalo abierto entre esos valores, no habrá raíz real; si está fuera del intervalo cerrado habrá dos raíces reales.

La prueba de esas afirmaciones se puede obtener de la manera siguien­te. Si tomamos la derivada de la función característica con respecto a ¿o, y la hacemos igual a nada, entonces esta ecuación junto con la característica [34(i)] determinará las relaciones que tienen que establecerse entre p,yyv si es que ha de haber una raíz doble. Así

e? + pe9 — 7 = 0,

p e p — yp + yv = 0,

De lo que se desprende que

7 = e p ( l + p ) ,

Las dos últimas ecuaciones muestran que para cualquier valor dado de v, siempre podemos obtener una raíz p positiva o negativa, que será doble, siempre que y se encuentre en cierto nivel por arriba o por abajo de la unidad, y es claro que este nivel crítico de I7 — 11 es más grande mientras mayor es v.

Cada una de las raíces reales obtenidas da una posible tasa de creci­miento del capital. Además de las raíces reales, habrá un número il imitado de raíces conjugadas complejas, que dan oscilaciones con diferentes perio­dicidades. ¿En qué condiciones habrá una solución cíclica con una periodi­cidad mayor que la unidad?

Si escribimos la ecuación característica en su forma compleja, en don­de p = j3 + ia, y separamos las partes reales de las imaginarias, obtenemos

TEORÍA D E L A INVERSIÓN E N E L PERÍODO L A R G O 269

F I G U R A 7. Las raíces reales de la ecuación característica pep — yp - f vy — 0.

pV3 eos a - ae*3 sen a - yfi + vy = 0, [34(ü)] oteP eos a + $eP sen a — 7a = 0.

Con medios sencillos de esas ecuaciones podemos expresar 0 en fun­ción de a. Encontramos que

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270 A C U M U L A C I O N D E C A P I T A L

^ H ^ + ^ d b - 4 " 2 - [ 3 4 ( ü i ) ]

Ahora bien, como la solución de 0 y a tiene que ser real, es claro que la expresión bajo la radical tiene que ser positiva o cero. Si |a| ha de ser menor que 2n (esto es, si la periodicidad de la oscilación ha de ser mayor que la unidad), entonces podemos ver de inmediato que |a| tiene que estar por abajo de cierto valor, con objeto de proporcionar una solución real. Esto se puede encontrar en forma aproximada, ya que podemos suponer que en la práctica v es bastante pequeña. Por ejemplo, podemos considerar a v = 0.015; entonces v2 es algo pequeño y puede ser desdeñado al hacer aproximaciones. Entonces tenemos que tener

o bien

4ü > 4a1

tan a

u > a tan a.

Pues con u = 0.015, \a\ deberá ser aproximadamente 0.12 o menos. Así vemos que |a| estará en algún lugar entre cero y el límite indicado. Si |a| llega al límite superior permitido (con la expresión radical convertida en cero), entonces de acuerdo con [ i i i ] j3 será ^ . Ahora bien, si |a| decrece de este límite superior hacia cero, habrá entonces dos valores de j3, uno supe­rior y uno inferior, y la discrepancia entre los dos se incrementará en forma sostenida hasta que lal llegue a cero. Por lo tanto, podemos encon­trar los límites dentro de los cuales tiene que estar (3, al considerar que el valor de a = 0. Los que son dados por

í 3 1 , 2 = ^ 4 V " T ^ r 4 u (a = 0) [34(iv)]

de lo cual resulta que p\ > 0 y /32 < 0. Así, para un ciclo con una periodicidad mayor que la unidad, (3 tiene que estar entre esos límites.

Ahora podemos determinar cuáles son los valores que tiene que asumir el coeficiente estructural y, con objeto de dar esa solución. En [ i i ] y es dada por

, j3 sen cos a +

Ahora bien, si |al tiene su valor máximo permitido, y (3 = -entonces y

TEORÍA D E L A INVERSIÓN E N EL'PERÍODO L A R G O 271

tendrá un valor en particular. Con sólo reflexionar un poco se verá que si b l decrece de su valor máximo hacia cero, habrá dos valores de 7, y al igual que los de 0 se separarán a medida que lal decrece, y obtienen su discrepancia máxima cuando a = 0. Esos valores extremos de 7 están dados por

7 = ^ ( 1 + 0 ) (o = 0) [34(v)|

y si los valores extremos de (3 son positivos y negativos, los de 7 respectiva­mente estarán por arriba y por abajo de 1(7! > 1, 7 2 < 1). Hemos obtenido el resultado de que con objeto de dar al ciclo una periodicidad mayor que la unidad, el coeficiente estructural y tiene que encontrarse en algún punto entre los dos límites dados por [v] y [ i v ] , límites que en último caso están determinados por el valor que se dé al otro coeficiente estructural v. Si 7 está fuera de esos límites, no puede haber un ciclo de la periodicidad que se requiere. Esos límites, para los que a = 0, dan el caso de un ciclo con una periodicidad inf inita , que de hecho es lo mismo que una tendencia.

Ahora, al compararla con el anterior estudio de las raíces reales de la ecuación característica [ i ] , parece que la solución de a = 0 es idéntica a la raíz doble antes encontrada como caso límite. De hecho, si volvemos a la gráfica de la ecuación característica, vemos que la raíz doble corresponde a la abscisa del punto mínimo de la función. Si diferenciamos la función característica [ i ] tenemos

eP + pep - y = 0,

Si de esta ecuación obtenemos p (sujeto a la condición ep[2 + p] > 0) dará la abscisa del punto mínimo de la función característica, que tiene que ser idéntica a la raíz doble, si es que la hay. Si lo ponemos en la forma contraria, si v está dada, y si ha de haber una raíz doble p 0 , entonces 7 tiene que ser tal que satisfaga la ecuación 7 = e P o ( p 0 + 1). Pero si pone­mos a |3 en lugar de p 0 ) vemos que es exactamente la condición que debe satisfacer 7 ¡en el caso de a = 0! La conclusión final se desprende de inmediato: si v está dada, habrá dos valores de 7 como para que yt > 1 ,7 2

< 1. Si 7 en realidad coincide con uno de esos valores, obtendremos una sola tendencia, y la tasa de crecimiento será

Pi ,2 = | ± ^ V ^ + 4 u ( p i > 0 , p 2 > 0 )

en tanto que los valores de 71 y 7 2 son dados por

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2 7 2 ACUMULACIÓN D E C A P I T A L

T i = e " i ( l + P l ) , y2=e»*(l + p 2 ) .

Si y está en el intervalo abierto (71, y2) habrá una solución cíclica, pero no una tendencia. Si y está fuera del intervalo cerrado (7! , y2) habrá dos valores de tendencia, pero no una solución cíclica.

Está clara la naturaleza de las soluciones de la ecuación [34 ] . Ahora veremos qué influencia tendrán las condiciones iniciales en un caso concre­to . Las condiciones iniciales de la ecuación mixta diferencial y de diferen­cias [34] tienen que ser especificadas durante todo un intervalo de tiempo, digamos de t = — 1 hasta t = 0. Se pueden dar como la forma de la función temporal Z't en ese intervalo. Ahora bien, si hablamos económicamente tenemos que considerar que puesto que Z't es un promedio móvil cambiará con lentitud durante ese intervalo (que es del orden de un año). Si habla­mos en general, sólo podemos hacer una aproximación de las condiciones iniciales al tomar en cuenta un cierto número de las complejas soluciones y determinar las respectivas constantes arbitrarias. Sin embargo, con objeto de demostrar algunas de sus características mucho muy sencillas, procede­remos de la manera siguiente:

Supongamos que los coeficientes estructurales son tales, que existen raíces reales. Además vamos a suponer que las condiciones iniciales son tales que sólo podemos hacer su aproximación con el empleo de raíces reales. Entonces podemos describirlas con sólo fijar dos valores, digamos el acervo de capital Z'0, y la inversión ¿ ' 0 en el tiempo t = 0. Si tomamos el caso de dos raíces reales P l y p2 los coeficientes arbitrarios C i y c 2 estarán determinados del modo siguiente:

Z 0 = Ci + Ci

Z'o =PiCi +P2C2

Con palabras diferentes, la tasa de crecimiento del acervo de capital p 0 en el tiempo t = 0 está dada, y a partir de ahí se determinan los coeficientes arbitrarios:

„ _Z'0 _pid +p2c2

Z 0 C, +C2

¿Esto qué significa? La tasa inicial de crecimiento es un promedio pon­derado de las dos tasas "teóricas" de crecimiento que son las soluciones de la ecuación; con lo que se pondera son los coeficientes arbitrarios, que tienen que estar determinados de modo que la tasa inicial de crecimiento se obtenga como promedio.

De inmediato podemos ocuparnos del caso de una doble raíz real.

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 27.1

Hay que recordar que aquí debemos escribir las dos soluciones < , < ' y c2tePlt. Encontramos

Z 0 = Ci

¿'o = Pi C i + c2

P1C1 +c2

De nuevo los coeficientes arbitrarios se deben fijar en un nivel que per­mita obtener la tasa de crecimiento inicial. Es fácil dar una interpreta­ción económica de ese procedimiento matemático. El acervo de capital en el tiempo t = 0 se puede imaginar como constituido por dos partes Ci y c2 que se acumulan a las tasas diferentes P l y p2. (Sin embargo, en el caso de la raíz doble tenemos que imaginar que el capital total es cx

y que la inversión consiste en una acumulación de este capital a la tasa P i , más una tasa constante de inversión c2.) La división en esas dos par­tes está determinada de modo que la tasa media de crecimiento del capi­tal total corresponda a la del tiempo inicial. De inmediato se ve con cla­ridad que la tasa media de crecimiento del capital total cambiará en el tiempo a medida que nos alejamos de la posición inicial, debido a que la parte que se acumula a una tasa más elevada, forzozamente incrementa su participación.8

Ahora se hace evidente, y tal es el propósito de esta demostración, que la tendencia es determinada en forma conjunta por las condiciones iniciales y los valores teóricos obtenidos como solución de la ecuación. En el caso de una raíz doble, a menos que el valor de p 4 por casualidad coincida con la tasa de crecimiento en el intervalo temporal inicial, la tasa de crecimiento cambiará con el paso del tiempo y se acercará más y más al valor teórico px; después de un lapso suficiente coincidirá con él, (ya que si / se desplaza hacia inf in i to , la parte constante de la inversión c2 se volverá desdeñable, y la tasa de crecimiento del capital se conver­tirá en pi).

Si hay dos raíces p t y p2 y la tasa inicial de crecimiento p 0 está en algún lugar entre las dos, habrá entonces una tasa media de crecimiento del capital que asciende con lent i tud, que como límite se acercará a p 2 , el máximo de los dos valores.

¿Qué ocurre si la tasa de crecimiento inicial es mayor o menor que ambos, p¡ y p 2 ? Uno de los coeficientes, cx y c2, entonces tiene que

8 A h o r a podemos v w que las condiciones iniciales tienen que ser de tal modo que se justifique nuestro procedimiento : si hablamos estrictamente deberá haber un crecimiento exponencial cambiante en el intervalo temporal in ic ia l ; pero c o m o es un intervalo corto, en forma burda haremos la aproximación a las condiciones inicia­les, siempre que en el intervalo inicial haya un crecimiento exponencia l constante.

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2 7 4 ACUMULACIÓN D E C A P I T A L

ser negativo y la interpretación económica es un poco diferente. Tene­mos que imaginar que el acervo de capital real constituye la diferencia entre los dos acervos de capital (ficticios) que se acumulan a cuotas dis­tintas.

La proporción de los dos acervos de capital iniciales está dada por

£ 1 _Po - P 2

C7 P 0 - P 1

Si p 0 > P 2 > Pi entonces c 2 > C i . Esto es, la tasa inicial de crecimiento es mayor que los dos valores teóricos, el "acervo de capital negativo" cx se acumulará a una cuota más baja que el acervo de capital positivo c2.

Se puede, explicar mejor la situación si se considera que p 2 , la tasa a la que c 2 crecerá, es simplemente el promedio ponderado de p i y p 2 , las tasas de crecimiento de Ci y Z'0 respectivamente. Con anterioridad hemos argumentado que tiene que incrementarse la tasa media de crecimiento de los dos capitales, que se acumulan a ritmo diferente. Ahora bien, esta cuota media, p 2 i está dada y es constante: se deduce que p 0 tiene que decrecer. Nunca puede caer por abajo de p 2 , porque éste es el promedio ponderado de las tasas de crecimiento p , y p 0 . Por tanto, si la tasa inicial de crecimiento p 0 excede de las dos tasas teóricas de crecimiento, el proce­so resultante será una baja gradual de la cuota de crecimiento a partir de su valor inicial, que se aproximará al mayor de los valores teóricos p 2 como límite.

En forma similar, si el valor inicial es más bajo que ambos valores teóricos, dados p 0 < Pi < P 2 , se sigue que c, > c2. El capital (ficticio) c 2

ahora tendrá el signo negativo, y se acumulará a una tasa mayor que la del capital positivo C i . De nuevo podemos comprender el proceso si se consi­dera que aquí p 1 es simplemente el promedio aritmético ponderado de p 0

y p 2 , las tasas de crecimiento de los dos capitales Z'0 y c 2 (considerados ambos como positivos). El crecimiento medio p i de los dos capitales, que crecen a tasas distintas, no puede aumentar, pues está dado; por tanto p 0 , la menor de las dos tasas de crecimiento, se tiene que incrementar con objeto de permitir la constancia de la tasa media de crecimiento P i . Al principio parece que p 0 no puede aumentar más que el valor de p 1 ; pero si alcanza ese valor, entonces, por artes de un anterior razonamiento más sencillo, es posible demostrar que p 0 seguirá creciendo hacia el valor p 2 . Así, si empezamos con una tasa inicial de crecimiento por abajo de ambos valores teóricos, entonces la tasa p 0 se incrementará en forma gradual, pero nunca excederá de p 2 .

El razonamiento aplicado al caso de raíces positivas será análogo en el caso de raíces negativas. El valor al cual se aproximará la tasa real de crecimiento como límite, es la mayor en absoluto de las dos tasas teóricas.

La exposición anterior sobre las condiciones iniciales tiene cierta i m -

TEORÍA D E L A INVERSIÓN E N E L PERÍODO L A R G O 2 7 5

portancia. En la práctica es frecuente que las condiciones iniciales sean relevantes, ya que no habremos de alejarnos mucho de la situación inicial. Esto se debe a que los coeficientes estructurales son susceptibles de cam­bio, y cuando se modifican debemos considerar que la situación real del momento constituye las nuevas condiciones iniciales, y observar lo que ocurre entonces.

Entonces, ¿cuál será la importancia de los valores teóricos del creci- ' miento obtenidos como soluciones de la ecuación? Es claro que habrán de determinar, junto con las condiciones iniciales, si la tasa de crecimiento ascenderá, descenderá o permanecerá constante, y además, determinarán la tasa a que ocurrirá el cambio.

Es muy importante darse cuenta de que pueden ocurrir cambios abruptos en los coeficientes estructurales, y que en la práctica su efecto sobre la tasa de crecimiento será gradual.

Ahora, ¿qué ocurre si los coeficientes estructurales son tales, que no hay raíces reales, y por tanto tampoco tendencia? Como hemos visto, en ese caso habrá un ciclo. Es posible hacer una conjetura sobre la longitud de ese ciclo, ya que loe I estará determinada enteramente por v, y tenemos una idea muy aproximada de su posible orden de magnitud (véase la p. 270 anterior). Con v = 0.02, el período abarcado por el ciclo será de 45 años como mínimo, y con una u menor, su posible longitud más corta serán más años. Así esto correspondería a "ondas largas" de inversión. Por supuesto que en la realidad esa solución cíclica nunca se puede realizar por comple­to , ya que nuestra variable es el acervo de capital, el que no puede oscilar alrededor de un nivel de cero. Por sí mismo esto no prueba en absoluto, que la solución no pueda tener importancia práctica: a partir de ciertas condiciones esenciales, podemos darnos cuenta de una parte de la onda.

Tómese el caso en el que haya habido una tendencia positiva, y debido a algunas modificaciones de los coeficientes estructurales, desaparece la solución teórica de una tendencia y sólo queda una solución cíclica. Como al principio hubo un crecimiento positivo, el "movimiento cíclico" del acervo de capital empezará en su fase ascendente: ese acervo continuará su crecimiento, pero a una tasa siempre decreciente, llegará a un máximo y al final declinará inevitablemente. Así, tarde o temprano habrá una tasa nega­tiva de crecimiento.

3. L A TEORÍA D E L C R E C I M I E N T O E N E L PERÍODO L A R G O : E L C A S O D E L A UTILIZACIÓN C O N S T A N T E

El modelo de crecimiento endógeno incorporado en la ecuación diferencial y de diferencias [34] sólo utiliza unos cuantos coeficientes estructurales (7 y v). Esta simplicidad se debe en parte al .supuesto de la utilización cons-

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276 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A

tante (es claro que la utilización es constante sólo en el promedio de vari años, pues es preciso recordar que todas las variables se refieren a prom dios móviles). El supuesto es irreal, si bien puede pensarse que el modelo se aproximara hasta cierto punto a los rasgos de una economía en la cual la utilización, aunque no es constante, tiende a restablecerse en determinado nivel mediante el proceso de la competencia. Más tarde se dará una ecua­ción más complicada. Si nos ocupamos en detalle de la presente, se debe a que sirve de preparación para el caso más complicado, y porque sólo es posible explicar bien ciertos problemas con esta ecuación simple.

Ya se ha demostrado que con 7 y v como coeficientes estructurales dados, la tasa de crecimiento del sistema se aproximará a cierto límite teórico, después de un tiempo suficientemente largo. Supongamos que ese límite ha sido alcanzado. ¿Qué ocurrirá con la tasa de rotación?

Nos es posible determinarlo por medio de la ecuación, junto con las condiciones iniciales. Sólo necesitamos recordar que en nuestro modelo la acumulación interna Ct es la diferencia entre la inversión y el ahorro inter­no. Así

Ct=Zt — vZt.

(De aquí en adelante suprimiremos los apostrofes en todas las variables; pero hay que recordar que siempre tratamos con promedios móviles, no con valores anuales.)

Ahora empezamos de un estado inicial en el que se ha alcanzado el valor de crecimiento p como límite teórico, y el desarrolló adicional del acervo de capital es dado por Zt = Z()ept. Por lo tanto obtenemos

Ct=Z0pept - vZ0ept=Z0e('\P ~ v),

en donde KC es una constante de integración cuyo valor se puede determi­nar como sigue, si conocemos el valor inicial del capital C n , de los empre­sarios:

Co — Z 0 + KC,

7 P~v

r s c — L - o — ¿o

El valor de la tasa de rotación recíproca.g-' en cualquier punto del tiempo, por tanto se puede determinar del modo siguiente:

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 277

¿ = £ = ^ + *-" Cf-P~^ • [35] Z r p Z„ p

Se puede ver que la tasa de rotación recíproca tenderá a un límite, con tal que p sea positiva:

L ' m -' — P ~ v f~-^r¡\ t-+oogt-—— • ( P > 0 )

El significado económico de esto se puede comprender con facilidad. El límite — no es más que la proporción de la acumulación interna

corriente respecto a la inversión corriente, la proporción de la inversión que es financiada internamente. Es fácil ver que si esta proporción sigue siendo igual por mucho tiempo, entonces cada vez se acercará más a ella la proporción entre el capital de los empresarios y el capital total .

El valor límite al que tiende la tasa de rotación también se puede dar en una forma diferente, a partir de la ecuación característica

p-v = ep

P J

En un terreno económico también se puede comprender que no habrá límite a la tasa de rotación si la tasa de crecimiento es negativa: Entonces el capital total va en descenso, mientras que aumenta la deuda, y con un ahorro externo positivo va en ascenso, de manera que la tasa de rotación debe elevarse en forma ilimitada.

Con la ecuación [35] también podemos ver cómo se acercará el límite de la tasa de rotación recíproca: la diferencia entre ese límite y el valor inicial disminuirá como una función exponencial del tiempo.

Además podemos ver que el cambio de la tasa de rotación recíproca en el tiempo, estará dado por

g't = -pe-p< f - ^ - [36] ¿o P

Esos resultados sirven de ilustración a las ideas generales sobre la tasa de rotación desarrolladas en el capítulo i x . Con una tasa constante de crecimiento, el desarrollo de la tasa de rotación depende de la proporción

de la acumulación interna con respecto al ahorro total ^ V . Sólo en

caso de que esta proporción llegue a coincidir con la tasa de rotación efectiva, es que la segunda permanecerá constante.

Si v, el ahorro externo en proporción al capital, está dado, entonces

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2 7 8 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

existe una particular tasa de crecimiento que hará constante la tasa de rotación en un nivel dado. Cualquier tasa de crecimiento más elevada, provocará una tasa de rotación decreciente, y una menor causará su ascen­so. Se puede ver que el caso de una tasa de rotación constante es algo muy específico. A l mismo tiempo, de la ecuación [35] se desprende que los cambios en la tasa de rotación, debidos a una modificación de la cuota de crecimiento (que puede ser causada por un cambio en 7) usualmente serán bastante lentos. 9

Podemos ampliar la ilustración de esas relaciones, por medio de un diagrama (f ig. 8). Esta gráfica representa el ahorro total y el ahorro exter­no como funciones del ingreso nacional. Es conveniente marcar en las ordenadas las dos clases de ahorro como proporción del capital total , de modo que las ordenadas no midan más que a p y v. En las abscisas se marca el ingreso nacional como proporción del capital.

AHORRO/CAPITAL

F I G U R A 8. E l ahorro total y el ahorro externo en su relación con el ingreso nacional. (Tanto los ahorros como el ingreso nacional se expresan como una proporción del capital nacional.)

9 E s t o se puede i lustrar con un ejemplo numénco. Si se supone que la tasa de rotación recíproca h a llegado a ajustarse a una cuota de crecimiento de 0 .05, con v = 0 .01 . Así, h a alcanzado su valor teórico de 0.8. A h o r a b i e n , el crecimiento de repente baja a 0 .025 , mientras u permanece en 0.01. E l límite teórico de la tasa de rotación recíproca correspondiente a esa nueva tasa de crecimiento, será 0.6. E l

valor in ic ia l de la tasa recíproca de rotación -J^ es 0.8, y la diferencia entre el valor 0

in ic ia l y el límite es 0.2. Después de diez años la tasa de rotación recíproca será 0.6 + 0.78 x 0.2 = 0 .756. P o r tanto, son lentos los efectos de u n a baja de la cuota de crecimiento sobre la tasa de rotación, si bien no son desdeñables. S i n embargo, serán m u c h o más marcados u n a vez que la tasa de crecimiento descienda a niveles más bajos.

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O

Como se supone que el ahorro externo es una proporción l o n s l a n h del ingreso nacional, la curva v será una línea recta que pasa |><>i l l OfigM y en la práctica bastante plana. La curva p será mucho más pendiente, \ .1 que la diferencia entre las dos curvas - l a acumulación interna se luilmi de elevar apreciablemente más que el ahorro externo, al haber un |n< N mentó de la proporción entre el ingreso nacional y el capital. SupOMtnoi que la curva p también es una línea recta. La posición de la curva /> Kl relación con la curva v dependerá de los márgenes de beneficio y de la propensión al ahorro de los empresarios. Es decir, una mayor tasa de crecimiento, con una proporción dada del ingreso nacional respecto al capital, se hace posible con márgenes de beneficio más elevados, o en forma alternativa, por una más elevada propensión al ahorro de los empre­sarios.

Como el presente modelo implica una proporción constante entre el ingreso nacional y el capital, podemos marcar esta proporción dada en las abscisas, y si están dadas las dos curvas, encontramos en las ordenadas la proporción entre el ahorro interno y el total . (Por supuesto que p está determinada por la solución de la ecuación, y en consecuencia depende de 7 y v.) Ahora bien, repitamos que habrá un valor particular de p (con v dada), que hará posible la constancia de una tasa de rotación dada. Cual­quier tasa de crecimiento mayor o menor, ocasionará una tasa de rotación cambiante.

Puesto que las soluciones de nuestra sencilla ecuación diferencial y de diferencias, dadas ciertas condiciones iniciales, es fácil que impliquen una tasa de rotación cambiante, lo que puede afectar de nuevo a la inversión, por sí misma se sugiere la idea de incluir en la ecuación esta influencia de la tasa de rotación. Esto significaría hacer que la inversión, no sólo fuera una función de la acumulación interna, como se hizo hasta aquí, sino también de la tasa de rotación. Esta ampliación de la teoría, sin embargo, se incluirá en el modelo siguiente, que además incorpora muchas otras complicaciones.

Mientras tanto, en este punto mencionaremos un problema que aquí sólo se puede tratar en forma muy breve. En sus aplicaciones a la realidad, cualquier modelo de procesos endógenos tendrá que tomar en cuenta, por supuesto, varias circunstancias que son exógenas cuando menos desde el punto de vista del modelo en particular de que se trate. Esos factores estarán dados desde el exterior, y en nuestra ecuación aparecerán como un elemento histórico, un término que está dado como una función del t iem­po. Los déficit presupuéstales son un ejemplo importante de uno de esos factores exógenos.

Un déficit presupuestal puede ser considerado como un desahorro, que compensa una parte del ahorro externo. Si el déficit es dt, entonces

¿ t = Ct+ vZt - dt

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2 8 0 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

y la ecuación diferencial y de diferencias [34] aparece en la siguiente forma modificada

¿ f + i - y¿t + yvZt = ydt. [37a]

El déficit presupuestal entra en la ecuación como un elemento histó­rico, dado como una función del tiempo. En consecuencia, la solución de la ecuación completa contendrá un elemento adicional, que provocará una mayor tasa de crecimiento.

Otra modificación importante son las emisiones de títulos de las com­pañías por acciones. Con objeto de tomarlas en cuenta, tenemos que volver a definir el incremento del capital empresarial Ct, como si ahora estuviera constituido por la acumulación interna más la emisión de acciones st. La emisión de acciones se deduce en forma correspondiente del ahorro exter­no. Así

Zt = Ct + vZt — st

y la ecuación completa se convierte en

Zt+i - yZt + yvZt = yst. [37b]

Por lo tanto, el efecto de la emisión de acciones es comparable al de un déficit presupuestal.

4. L A T E O R Í A D E L C R E C I M I E N T O E N E L P E R Í O D O L A R G O : L A U T I L I Z A C I Ó N V A R I A B L E

Hasta ahora nos hemos limitado al caso de una utilización constante, caso que puede tratarse por medio de una ecuación [34] que incluye muy pocos coeficientes estructurales. Presupone que la utilización, aunque variable en el período corto, se restablece en un nivel dado mediante el proceso de expulsar cualquier "exceso" de equipo de capital que pueda tender a apa­recer; tomada como un promedio móvil durante n años, la utilización se puede considerar constante. El corolario de este supuesto es que la función del beneficio es variable (por función del beneficio queremos dar a enten­der la tasa de beneficio como una función del grado de utilización). En otras palabras, a una utilización dada, la tasa de beneficio se ajustará, en respuesta a las modificaciones de la tasa de crecimiento del capital.

Pero es difícil sostener que este caso sea un modelo adecuado, que siquiera sólo incluya los rasgos más esenciales, debido a que no es realista la hipótesis en que se basa, el pronto restablecimiento de un grado dado de

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 2 H I

utilización. Entonces, si ha de darse un paso más adelante, es natural que se permita que el grado de utilización varíe, y se establezca una ecuación diferencial de diferencias apropiada a este caso. La forma más evidente sería ir al extremo opuesto de como antes se hizo: En vez de contiderai constante la utilización y variable la función del beneficio, haremos varia­ble la utilización y supondremos rígida la función del beneficio. '" Et probable que si hablamos estrictamente, este caso tampoco sea realista: en realidad, pueden haber algunos ajustes de la función del beneficio en res­puesta a modificaciones en la tasa de crecimiento del sistema, y es proba­ble que el comportamiento real del sistema se encuentre en algún punto entre los dos casos extremos. Pero si cualquier adaptación de la función del beneficio es un poco lenta, entonces es dudoso que el presente caso sea un modelo más útil y adecuado que el primero; nos obligará a introducir más coeficientes estructurales, pero tendremos la oportunidad de analizar los efectos de los cambios autónomos ocurridos en esos coeficientes (que incluyen los parámetros de la función del beneficio) sobre el crecimiento del sistema.

Además, también vamos a introducir una complicación adicional que el primer modelo sencillo no incluía. Tomaremos en cuenta que la inver­sión no sólo recibe la influencia de la acumulación interna, sino también del endeudamiento relativo (la tasa de rotación) y del grado de utilización. Por tanto, la "función de la inversión" que determina a ésta aparece en la siguiente forma más general:

I,«}=yCt + U(ut) + G(g't) [38]

en donde Ct, como antes, es la acumulación interna, U{ut) denota la influencia de un cierto grado de utilización, y G{g't) la de una cierta tasa de rotación recíproca g . El lapso de retardo entre esas varias influencias y la inversión resultante es 6. Es posible hacer aún más general la función de inversión con sólo incluir además una cierta influencia de la tasa de bene­ficio: cuando es más alta puede hacer que los empresarios se muestren más dispuestos a aceptar un mayor endeudamiento, y así puede tener una influencia por separado,_ aparte del efecto que los beneficios ejercen de todos modos vía la acumulación interna; pero con objeto de evitar compli­car el modelo en demasía, no incluiremos esta influencia adicional de la tasa de beneficio.

Con objeto de dar un contenido concreto a la teoría, vamos a suponer que las funciones Uy G son lineales. Así, la influencia U sobre la inversión

1 0 E s t a rigidez sólo implica que en nuestro modelo los parámetros de la función del beneficio se tratan como si fueran constantes. Sin embargo, en esos parámetros consideraremos algunos cambios (debido al desarrollo del monopol io) que desde el punto de vista de nuestro modelo son autónomos.

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282 ACUMULACIÓN 1)1 (

será una función lineal de la utilización ut. Al mismo tiempo, tenemo considerar que la influencia sobre la inversión, de un cierto grado di al zación, lógicamente dependerá del tamaño del acervo de capital i n i mayor sea el capital, más grande será el monto absoluto de la m v . ni inducida por un cierto grado de utilización. Así, escribiremos

U{ut) = (mut - mu0 )Z,

en donde myu0 son constantes. Es claro el significado de una u„ m u i .„ te, si consideramos el caso en que ut = u0: la influencia de la mili i, i sobre la inversión desaparece entonces. Así, u0 es lo que llama i i | grado de utilización planeado, esto es, el grado de utilización que //o 11»« influencia en la inversión. Por otra parte, el parámetro m mide la i. de la inversión ante un cierto "exceso de utilización" (ut - u0).

Ahora definimos al grado de utilización como

en donde Yt es el ingreso nacional, y k es la intensidad del capital, i i la proporción del acervo de capital frente a la capacidad product ¡va

Si empleamos esta definición de ut transformamos la ecuai ióu I I I N

rior en la siguiente:

U(ut) = mkYt - mu0Zt

Del mismo modo podemos ocuparnos ahora de la influencia d< l . i . de rotación recíproca g't. De nuevo será una función lineal, y i uní i , dependerá otra vez del tamaño del acervo de capital. Por tanto,... ni

G(g't) = (qg't - qg'o)Zt

en donde q y g'0 son constantes. El significado de #0 es análogo al ilo ponemos g't = g0 encontramos que la influencia de la tasa de m i . i recíproca se convierte en nada. Así, g'0 es el nivel de esa tasa reí i | u el que desaparece su influencia sobre la inversión. Podemos llamai 11 i tasa de rotación recíproca que es "neutral". El parámetro </ m e ! , i , . puesta de la inversión ante una desviación dada de la tasa de i recíproca, a partir de su nivel neutral (g't - g'0).

La tasa de rotación recíproca se define como la proporcii capital propio de los empresarios y el acervo del capital total:

mi mil H 0i

i

i i.l I , A INVERSIÓN E N E L PERÍODO L A R G O 283

MI niamos en la ecuación anterior encontramos la siguiente expre-,i la influencia, en la inversión, de la tasa de rotación recíproca:

G(g't) = qCt - qg'0Zt

... mus uso de las expresiones obtenidas para las influencias U y G, | podemos escribir la función de inversión [38] en la forma siguiente:

h*e = T¿V + oCt + m k Y t - (««o + Qg'oVt [39]

Aluna vamos a proceder a construir un modelo que incluya esta fun-¡I la inversión, en el que será variable el grado de utilización. El

iln presente, al igual que el anterior, se refiere a los promedios móviles inos de diferentes variables. I a inversión de nuevo es igual a la suma de la acumulación interna más

o externo. Sin embargo, es más complicada la forma en que los se ajustan a la inversión. Con un aumento de la inversión el ingreso

l K elevará como para producir beneficios más altos, y por tanto de derivarán mayores ahorros. Al mismo tiempo el ahorro externo se m u ñ o consecuencia del incremento del ingreso nacional; el cual mi mentar lo suficiente para atraer ahorro de las dos fuentes, la v la extema, hasta el mismo nivel de la inversión. Por tanto, preci-| de un grupo de relaciones adicionales, que liguen la acumulación eon el beneficio, y a éste con el ingreso nacional. Estas relaciones

mdrán lineales, y es de notarse que se trata de un supuesto correcto, É que en realidad las funciones sean aproximadamente lineales den­la gama en que se mueven las variables en la práctica. Fuera de esa

i M I lamente que en realidad las relaciones no son lineales, pero ello iluda a la utilidad de la teoría. in. no sistema está constituido por siete ecuaciones con siete varia-. líber, la inversión, la acumulación interna, los ahorros extemos, los

netos, los beneficios brutos, los dividendos y el ingreso nacional. rlmera instancia sería conveniente escribir todas esas ecuaciones una i . i v después estudiarlas por tumo. Éstas son las ecuaciones:

li,o = \ C t + 4Ct + m k Y t - (muo + Qg'o)Zt [i] l,=Ct+St [ü]

Ct=Pt-Dt [üi] l),=aCt + -KPt-aCt) [iv] [40] l',=Et-riZt-Ct) [v] l,-=vYt + wZt [vi] St=»(Yt-Ct) [vü]

m i n i , i

i i nnudismo se explica convenientemente en el siguiente vocabulario:

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2 8 4 A C U M U L A C I Ó N H P I

Èt=It

Ct

st

Pf

Et

Variables

Acervo de capital Tasa de inversión Capital empresarial

Dt

Acumulación interna Ahorros externos (ahorro

personal) Benefìcio neto, con el pago

de intereses

Beneficio bruto, sin el pa­go de intereses

Dividendos

Yt # Ingreso Nacional Yt - C r Ingreso personal

Coeficientes i MtlK

"Factor de r e i n v e i i "Tasa del d i v i d í nd,, i l a

Proporción del I II I ginal d e s h i l a d o , h dos

Tipo de interés Proporción del I I I M I I

nal m a r g i n a l .1. n

beneficios Tasa de b c n e l n m ln

potética) ubi I . mi ingreso n a c i o n a l d i , M U

Proporción c n l n . I i l i

externo y el u n o , •, nal

Retardo entre la i interna y la i u v i i | ó | l

(irado de lililí/. rl>m i

Tasa de rolai ion n i i | i | neutral

Proporción entre el 0f l |H la c a p a c i d a d p m . l i n o ..

Respuesta de la n o , , exceso de ulili/i

q Respuesta de la i u v i . . .

desviaciones de 11 i ... rotación r c i ' i p i l i

Ahora vamos a estudiar el significado económico de las e. u.n i Según [i] Es la función de la inversión, que ya antes ha s i d o i i l

da en detalle. Según [ii] La inversión es igual a la suma de la acumula. |

más el ahorro externo. Según [üi] La acumulación interna es la diferencia cntie 1

cios netos y los dividendos. Según [ivj Esta ecuación determínalos dividendos conu l u u i

de los beneficios netos y del capital propio de l o : .1 Los dividendos están constituidos por dos paite , • ., i "dividendos básicos", que es simplemente una e i e i t u p n i p i

ción a del capital empresarial C. La otra parte proporción X del exceso del beneficio sobre el dividí n I co. (En esencia ésta es la teoría de Kalecki.)

Hay que considerar aquí una cuestión importante. Es ittdiid

y a X

w

Up g'o

m

• • OI L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 2K5

I n l a d el pago de los dividendos viene después de que han sido genc-M i . un lapso de retardo que es considerable (tal vez del orden de un

M i l C u d r i a pensarse que en la ecuación debiera tomarse en cuenta ese I n verdad sería necesario hacerlo, si la acumulación interna se

a i como la diferencia entre los beneficios y los dividendos pagados • H .1 mismo año. Sin embargo, pienso que en realidad la acumulación luí, oí i .pie importa, para determinar la inversión de acuerdo con [ i ] , es la

a entre los beneficios de un año dado y los dividendos que se h l u á n con base en esos beneficios, aunque sean pagados más tarde. En a. i palabras, los dividendos que se determinan de acuerdo con los bene-

lliiiu de un año dado se hacen a un lado y se tratan como si fueran una i nd i A s í , la acumulación interna es la diferencia entre los beneficios y . m i,leudos que se deben; de modo correspondiente, la ecuación [iv] no

mu, ue un retardo, ya que se refiere a los dividendos que se deben, no a • juno han sido pagados.

| v | Esta ecuación relaciona los beneficios netos respecto de los intereses pagados (Pt), con los beneficios brutos respecto de los intereses pagados (Et). La diferencia entre los dos es sim­plemente el interés que se ha pagado sobre la deuda,

ic i< • 1111 v • | Ésta es la función del beneficio. Determina el beneficio (bruto respecto del interés) como función del ingreso nacional Yt y del capital Zt. La ecuación se puede interpretar así: si el ingreso nacional se eleva, entonces una cierta proporción v del incremento del ingreso se añadirá al beneficio. Necesariamente v es positivo. Ahora bien, es prácticamente cierto que la pro­porción media del beneficio en el ingreso nacional será menor que la proporción v del beneficio en el ingreso marginal (en términos generales, esto se debe a los costos generales). El segundo término de la ecuación wZ f , por tanto tiene que ser negativo, y así w es negativo en un terreno económico. El término wZt corresponde al monto del beneficio que se habría realizado si el ingreso nacional fuera igual a cero (por supuesto, que se trata de un concepto puramente matemático, basado en la extrapolación de una función lineal que empíricamente sólo es válida dentro de una cierta gama de ingresos). Se notará que este segundo término wZt depende del capital. Esto es razona­ble en un terreno económico porque el beneficio negativo rea­lizado con un producto cero, se relaciona con el monto de los costos generales, y por tanto crece en magnitud absoluta con el incremento del capital.

Sin dividimos entre Z, la ecuación [vi] obtenemos

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286 A C U M U L A C I Ó N 1.1

(en donde e es la tasa bruta de beneficio) o bien | A Y

la utilización del capital ut como k -j- tenemos Zt

v , e = k U t •

En esta forma la ecuación muestra que la tasa do ln es una función de la utüización. w que es negativa, I hipotética de beneficio que se obtiene con una utlliaj cero.

Según [vii] Esta ecuación determina el ahorro externo ci porción constante u del ingreso personal. El ingreso p> i i define como el ingreso nacional menos la acumulac i • o

Debido a la definición de ahorro interno que adoptamos (el ln n . ti i menos los dividendos que se deben, que no han sido pagado.) .1 ,, personal incluye la diferencia entre los dividendos debidos, s o l o , l.i i . del beneficio corriente, y los dividendos pagados en realidad i<|i • •• cionan con beneficios anteriores). Sin duda que esto no es s.iii i . i pero me parece que no se trata de un punto lo bastante impon. p m justificar que se complique el modelo.

Una vez estudiado el significado económico de las ecii .n i o n , a, u procedemos por medio de eliminaciones sucesivas, a reducir el a i ecuaciones [40], a una sola ecuación diferencial de diferencias.

Primero combinamos las ecuaciones [iii] a [vi]; si sustili i, | , en [v] nos da

Pt=vYt-(r-w)Zt+rCt.

Si esto lo sustituimos en [iv] tenemos

Dt -=XvYt- X(r - w)Zt + XrC, + A(1 - X)C r.

Si sustituimos en [ii i] esas expresiones por Dt y Pt nos da entoni i

Q = (1 - \)\vYt - (r - w)Zt + ( r - a ) C t \ .

De las ecuaciones [ii] y [vii] tenemos

/ , = (1 -tx)Ct +nYt.

Además tenemos que considerar [40i] a la que hasta ahora empleado:

11A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O 2 8 2

It+e = 7¿V + qCt + mkY, - (mu0 + qg'o)Zt. [41c]

Ahora de esas tres ecuaciones hemos de eliminar Yt, C~t y Ct con nli|i'io de obtener una ecuación de Zt y sus derivadas.

\liora bien, faeditaremos mucho las eliminaciones adicionales y la l i um ion resultante si suponemos que (r - á) = 0. Esto implica una cierta i"'ulula de generalización, pero es probable que esa pérdida no sea de gran I m p o i lancia.1 1 Por tanto haremos que (r - a) = 0, y sólo trataremos con el nimlrlo simplificado.

Ahora obtenemos Yt de [41b] y sustituimos esta expresión en [41a]:

uCt = v( l - Wt - v( l - X)(l - tí)Cf - «(1 - X)(r - w)Zt

¿ Í | M + v(l - X)(l - n)\=P(1 - X)/, - n(r - w)(l - X)Z f.

i i liiimducimos una constante nueva al poner

R=H + v{l - X ) ( l - u )

ionios

K l - X) H(r- w)(l - X ) R R

VI, ni.,,, sustituimos a Y¡ en [41c):

/ , ^ = X Q +qCt + — It~ mk . _ mk(l - M) Ct - (mu0 + qg'0)Zt.

I un ios la derivada de esta ecuación con respecto al tiempo:

, • , niK • U« =yct + qct + 1-it-

mk • mk{\ - n) Ct - (mu0 + qg'o

\ i podemos sustituir ambas ¿V y ¿V en esta ecuación (el valor de C, se i , , ,„ simplemente con tomar la derivada de Ct) y asi obtenemos

qv(\-\) _ w ( / - - w ) ( i - X ) + r v O - ^ ) ; '(.« ~ R * R ' "

II He considerado el caso más general, y en vista del plausible orden de magni-, i I,» i (.eficientes estructurales, parece que la influencia de este factor es mucho

, i. importante que el de todos los demás.

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288 A C U M U L A C I O N D E C A P I T A L

7M(1 - A)(/ - w) . mk • mfa<l - X)( l - At) ; ,

+ mfc(l - X ) ( l -p){r-w) R

fiR

Zt - (mu0 +qg'o)¿t.

Esta ecuación contiene tan sólo el acervo de capital Zt y sus derivadas como una variable, y así hemos llegado a la deseada ecuación diferencial-de diferencias, que después de cancelaciones y reordenamientos se convierte en:

¿ mk + 7 v ( l - X) * z f+e - ^ +

W ( l - X)(r - w) [42]

La ecuación característica, obtenida al poner Zt=ept será

p2e9p -Lp2 +Mp+N=0

en donde L , M, N representan los coeficientes de la ecuación [42] . Hare­mos que p9 = e, y entonces la ecuación característica tendrá la forma si­guiente:

e V - Le2 +Mde+N62 = 0 . [43]

Esta ecuación característica es algo más complicada que la anterior [34] . Sin embargo, podemos derivarla de la ecuación anterior por medios gráficos.

e e e - Le + M9 e J e e - U 2 + M0e

- T N 0 2

F I G U R A 9. Las raíces reales de la ecuación característica e V - Le2 +M8e + Nd2 =0.

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O

En primer lugar, vamos a igualar a cero el término c o n s t a n t e de In ecuación anterior y lo dividiremos entre e. Entonces la ecuación se i < nivln te en

eee -Le+M6=0

que en esencia es la misma que la ecuación anterior [34] . Por lo tlStO conocemos el aspecto gráfico de esta ecuación simplificada (fig. 9) . lis una curva que corta el eje de las ordenadas en un punto cuya distancia del origen es 6M, y que tendrá un mínimo o un abultamiento en dirección descendente. Según que L sea mayor o menor que la unidad, el abulta­miento estará en la parte positiva o negativa de las abscisas. Mientras mayor sea L mayor será el abultamiento, y por tanto más probable será que alcance o corte al eje de las abscisas, con lo que nos dará raíces reales para la ecuación. En la gráfica hemos supuesto que L > 1 y el abultamien­to es bastante grande para darnos raíces positivas.

Ahora podemos obtener la figura de la ecuación más complicada [43 ] , si la multiplicamos, en primer lugar, por e. Esto es, cada una de las ordena­das de la función trazada en la gráfica tiene que ser multiplicada por e (la abscisa correspondiente). El resultado se presenta en la gráfica. Obtenemos una curva que de nuevo tiene un abultamiento en dirección descendente, pero mucho menos pronunciado que el de la curva anterior. Además tiene otra protuberancia en dirección ascendente, un máximo. La curva pasa por el origen y baja hacia la izquierda de manera continua, por la mitad nega­tiva de las abscisas.

Sólo necesitamos desplazar las abscisas de nuestro sistema hacia abajo en la cantidad NO2 y habremos obtenido la figura de la ecuación [43] . Como lo muestra la gráfica, la ecuación puede tener tres raíces reales, y deberá tener cuando menos una. Si Z, > 1, como en nuestra gráfica, enton­ces la única raíz que se obtiene siempre es negativa, en tanto que las otras dos posibles raíces son positivas.

Si se obtienen varias raíces reales, tendrá considerable importancia saber algo sobre su magnitud absoluta en relación unas con otras. Con base en la representación gráfica, en forma intuitiva juzgaremos que si se obtie­nen raíces positivas, la más grande de ellas será mayor en absoluto que la raíz negativa. Se puede demostrar que esto es cierto mediante un método de aproximaciones. Pongamos, como aproximación burda, ee - 1 + e. La ecuación característica entonces se convierte en

e 3 _ ( ¿ _ i ) e 2 +M0e+N92 = 0 .

Ahora supongamos que esta ecuación nos da una raíz doble a la que llamamos e"i, y una sola a la que denominamos e 2 . En virtud de un teore­ma de álgebra es preciso que tengamos

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290 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

2e, + e 2 ={L- 1) 2e ,e 2 +ej = e , ( 2 e 2 + el)=M0 [44]

e?e 2 = - M 2 .

Se puede determinar el signo de los coeficientes de acuerdo con su significado económico. Ciertamente que NO2 será positivo, ya que todos los coeficientes que contiene (incluso r - w) son definitivamente positivos. En la práctica MO siempre será positivo (en las páginas siguientes vendrá alguna discusión sobre esto, y se verá que esta afirmación está justificada). L — 1 puede ser positivo o negativo. En la exposición siguiente suponemos, al igual que en la gráfica, el caso en que L — 1 es positivo.

Las relaciones anteriores muestran que la raíz sola e 2 tiene necesaria­mente que ser negativa, porque NO2 es positivo. (De hecho podemos am­pliar con facilidad esta afirmación al caso de tres diferentes raíces ey, e 2 y e 3 : Cuando menos una de ellas tiene que ser negativa, si es que NO2 es positiva.) Además muestran que si MO es positivo, y lo es la raíz doble, como supusimos, entonces l2e 2 I < leí I. Eso significa que la raíz negativa sola e 2 tiene que ser menos de la mitad del tamaño absoluto de la raíz positiva. Pero si ello es verdad respecto de una raíz positiva doble, a fortiori tiene que serlo de la mayor de las dos raíces positivas, como mostrará de inmediato una mirada a la gráfica. Por lo tanto hemos estable­cido que la más grande de las dos raíces positivas siempre tendrá un tama­ño absoluto mayor que el de la raíz negativa. Además podemos ver, gracias a esas relaciones, que la condición (L — 1) > 0 es necesaria para que se obtengan raíces positivas.

Esos resultados son importantes, si es que hemos de interpretar el significado económico de las soluciones de la ecuación diferencial-de dife­rencias. A l examinar las condiciones fronteras, en relación con la ecuación previa (p. 271) encontramos que de varias raíces reales, es siempre la ma­yor en forma absoluta la que más interesa: Constituye la tasa de crecimien­to límite a la que tiende el sistema, cuando t -» °°. Lo dicho entonces se puede aplicar sin modificaciones en el caso presente. Así, encontramos que si se obtienen raíces positivas (lo que requiere de [L — 1 ] > 0 ) , la más grande de las dos raíces positivas (ya que necesariamente es la mayor en forma absoluta de las tres raíces) constituirá la tasa límite de crecimiento a la que tiende el sistema cuando t -*• 00. En otras palabras, la existencia de raíces positivas es suficiente para garantizar que tarde o temprano habrá un crecimiento positivo del capital.

Sin embargo, para obtener raíces positivas no sólo es necesario que ( L — 1) sea positivo, sino también debe ser bastante grande en compara­ción con MO y NO2; o bien, si lo ponemos en forma contraria, con un dado L — 1 positivo, MO y NO2 deben ser suficientemente pequeños para dar raíces positivas. Si MO o NO2, se elevan, entonces las raíces positivas desa-

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O

parecerán en cierto punto, y serán remplazadas por un pai de I I I I ICN complejas conjugadas, que darán un "ciclo largo"; al mismo tiempo i " 1 1 tira la raíz negativa. Por lo tanto, habrá una combinación de uní l e u d e n , || negativa y un "ciclo largo". En la práctica el "c ic lo" será muy largo, ven términos económicos sólo una parte del mismo tendrá importancia prál tica. La aparición de este "c i c lo" , en combinación con la raíz real negativa es probable que implicará una baja de la tasa de crecimiento del capital Sin embargo, no examinaremos con detalle este caso de las raíces comple jas, sino que nos limitaremos en gran parte al caso de las soluciones e x ponenciales reales.

Ya hemos indicado la tasa límite de crecimiento del capital a la que tiende el sistema cuando t •* °°. Según que este valor límite sea mayor o menor que la cuota inicial de crecimiento dada por las condiciones fronte­ras, la tasa de crecimiento estará en ascenso o en descenso, a medida que nos movemos en el tiempo a partir del punto inicial. Podemos determinar además, los valores límite de la tasa de rotación y del grado de utilización.

Empezamos de la expresión (pp. 287-288)

x M l - \ ) ¡ p{r - w X l - X) 7 t t - R l t - R Zt.

A l integrar esta expresión (que incluye una constante arbitraria de integra­ción), obtenemos el valor del capital empresarial Ct, que al dividirlo entre el acervo de capital Zt nos da la tasa de rotación recíproca. Entonces tenemos que remplazar Zt por su valor obtenido como solución de la ecuación diferencial-de diferencias, a saber, cept; habrá tres de esas expre­siones, que son Zt = c x e P l t + c2eP2' + c 3 e P 3 t , pero si t -* °°, entonces dos de ellas se volverán más pequeñas en comparación con la que contiene la p más grande en absoluto. Por lo tanto, podemos desdeñarlas y escribir Zt = cept, en donde p es la raíz más grande. La constante de integración también se vuelve desdeñable. En consecuencia obtenemos el siguiente valor como límite al que tiende la tasa de rotación recíproca:

L i m ,_vjl-\) pjr- w ) ( l - X) r - o o f t - R - . [45]

Se puede ver que el valor límite de la tasa de rotación recíproca es mayor, mientras más grande es la tasa límite de crecimiento p.

En forma similar podemos encontrar el valor límite del grado de u t i l i ­zación. Tenemos (p. 286)

pYt=It-(l -M)Q,

Y ¿Vj (l-p.)(l-X)vI , ( l - M ) ( l - X ) ( r - w ) z

* p f pR * R *'

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292 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

Y ' ~ R I t + R Z "

= kYt = kIt ( l - A t ) ( l - X ) ( r - w ) f c f Zt RZt R

Si í es bastante grande, el acervo de capital crecerá a la tasa límite p , y por tanto obtenemos la expresión siguiente como límite al que tiende la utilización.

um k kj\ - ¿0(1 - X)(r - w) f - > - o o " f - ^ P + R

1 • L46J

El valor límite de la utilización es más grande, mientras mayor sea la tasa límite de crecimiento del capital p.

Ahora investigaremos el papel desempeñado por varios coeficientes estructurales en la ecuación [42 ] . En primer lugar, interesa saber cómo operan en la inversión las influencias de la tasa de rotación y de utilización. ¿Estimulan el crecimiento, o lo contrario? La intuición económica nos dirá que ello dependerá del nivel de la tasa de rotación o de utilización. El análisis siguiente lo hará más claro.

Tomemos primero el efecto de q, que es la respuesta a la tasa de rotación recíproca. Podemos considerar que la ecuación característica es una función implícita a la que representamos con h, y escribimos ti como su derivada con respecto a e.

e V - L e 2 +M9e+NQ2 =h [47]

en donde

_ mk + 7v(l — X) L ~ R

(1 - X)(r - w)\yp - mkj\ - p)\- qv(l - X) , , , M =5 a ^ — ' — + mu0 + qg0

XV

W ( l - X)(r - w) R

Diferenciamos esta ecuación con respecto a e y q, con objeto de encontrar la diferencial de/dq, que indicará los efectos sobre e de un cambio en q. Obtenemos

[48]

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R I O D O L A R G O ) <> l

ahora nos interesa el caso de un crecimiento positivo, por l o q u e s u p o n e

mos que hay raíces positivas e. Como la tasa límite de crecimiento es l.i que tiene importancia decisiva, sólo nos interesa la mayor de las dos raíi es positivas. En la fig. 9 (p. 288) podemos ver que cuando se obtiene uní i.im­positiva grande, la función característica necesariamente va en ascenso, lo que quiere decir que ti es positiva. Por tanto, la cuestión de si de/di¡ ti positivo se decidirá enteramente según el signo del coeficiente de dq. \JÍ influencia de q en la tasa de crecimiento será positiva siempre que

K i ^ ) _ M ( i - x ) ( . - w ) a > g , [ 4 9 ]

pero como \ ~ p, la expresión del lado izquierdo de la desigualdad es o

idéntica al valor límite de la tasa de rotación recíproca que antes se obtu­vo. Por tanto, podemos escribir

fL - T c o ^ > ^ o . [49a]

Esto significa que si el valor límite de la tasa de rotación recíproca es mayor que su valor "neutra l " g'0 (que es neutral con respecto a la inver­sión), entonces la influencia de la tasa recíproca será estimulante; que así ocurra (si la desigualdad es satisfecha) no sólo depende del valor de gó, sino además de la tasa de crecimiento, según es determinada por los otros varios coeficientes estructurales. El nivel de gó — 1 3 tasa de rotación recí­proca que es neutral con respecto a la inversión— depende de la actitud de los hombres de negocios acerca del endeudamiento: mientras más dispues­tos se muestren a aceptar un endeudamiento alto, menor serágó-

Ahora vamos a analizar los efectos de m, la respuesta de la inversión ante la utilización. En forma análoga al procedimiento anterior, diferencia­mos la función característica h con respecto a e y m , y obtenemos

hde=\Re +— A R—— de - u0de>dm. [50]

Si la proporción de las diferenciales de/dm ha de ser positiva, entonces el coeficiente dm tiene que ser positivo (visto que ti es positiva). Como ^ = p obtenemos la condición

| p + ^ ^ ) ( l - X ) ( . - w ) > M o

r v Yv

La expresión del lado izquierdo es el valor límite de la utilización, de modo que

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2 9 4 A C U M U L A C I O N D E C A P I T A L

L i m

t -> oo Uf s> UQ

es la condición para que m tenga una influencia positiva en la tasa de crecimiento. Esto significa que la influencia de la utilización sobre la inver­sión tendrá un efecto estimulante, a condición de que la "utilización pla­neada" « o sea menor que la utilización a la que tiende el sistema como límite, lo que depende, por supuesto, de la tasa de crecimiento, determina­da por los otros varios coeficientes estructurales.

Sin embargo, podemos decir algo más si consideramos una condición más estricta. Si

R 152]

entonces la influencia de la utilización siempre tendrá el papel de un factor estimulante, a condición de que exista una tasa límite de crecimiento p que sea positiva; esto se debe a que bajo esas condiciones el límite al que tiende la utilización necesariamente será mayor que u0.

Por otra parte, si tenemos

t ^ W - r t C i - W - » ) . ^ | 5 3 ]

entonces esto significará que la utilización siempre será neutral con respec­to a la inversión: se satisface esta condición [53 ] , el valor límite de la utilización será igual a w 0 , y por tanto no tendrá ni un efecto estimulante ni uno deprimente. Se puede ver que siempre puede ser satisfecha la condi­ción [53 ] , si es que (r — w) tiene cierto valor; en otras palabras, si la función del beneficio (de la que w es un parámetro) se ajusta a una dada utilización planeada u0 y una dada cuota de crecimiento p, de modo que sea válida la condición [53] , entonces la utilización tenderá al nivel u0, y en consecuencia no tendrá influencia en la inversión. Sin embargo, si el parámetro w de la función del beneficio se incrementa, y por tanto dis­minuye (r - w), entonces la utilización tenderá a un nivel por abajo de u0, y así tendrá una influencia adversa sobre la inversión.

Ahora vamos al problema final. En las primeras secciones de este l ibro se ha hecho la sugerencia de que el crecimiento del monopolio en la economía puede tener una influencia adversa sobre la inversión, y que tal vez provoque un descenso de la tasa de crecimiento; respecto a ese punto hay dos argumentos. Primero, el desarrollo del monopolio llevará a un desplazamiento ascendente de la función del beneficio, lo que significa que el parámetro w o v habrá de incrementarse. Como consecuencia de esto la utilización bajará, y el efecto adverso que esta baja tendrá en la inversión

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O

puede ocasionar la declinación de la tasa de crecimiento. El Otro irgumen to va del modo siguiente: si en una industria las condicione» de compi tencia son sustituidas por condiciones "monopolísticas", lo que semina unas pocas unidades de gran tamaño, y la imposibilidad de ganai ineu ados a expensas de los competidores, entonces el temor a la capacidad exceden te se hace más grande en una industria así. Esto se expresará como un desplazamiento descendente de la función U(ut), que representa la Lnfluen cia que en la inversión tienen varios niveles de utilización (p. 183). l i i forma correspondiente el grado planeado de la utilización u0 se incremen­tará. Esto llevará de nuevo a una baja de la tasa de crecimiento. Ahora vamos a analizar esos dos argumentos en función del modelo presente.

Con el propósito de encontrar cuál es la influencia del parámetro w en la tasa límite de crecimiento e, diferenciamos la función característica h con respecto a e y w . Obtenemos

H'de - | ( 1 - ^ 7 ^ O - M ) ] 0 £ + w ( l - X ) f l a } d w _

La proporción de/dw será negativa, si el coeficiente de dw es negativo. Por tanto, un incremento en el parámetro w llevará a un descenso de la tasa límite de crecimiento, si es que se satisface la siguiente desigualdad (escrito p en vez de e/8):

mk{\-p)>py + ^ . [54]

El requisito es que m, la respuesta de la inversión frente a la utiliza­ción, sea bastante grande en comparación con y, el factor de reinversión, y con q, la respuesta de la inversión ante la tasa de rotación recíproca. Si q es desdeñado, la condición se reduce a

m > T7\ y. k{l - p)

Por ejemplo, si k = 2, u = 0.05, m tendrá que ser 0.037 o más, para satisfacer la condición. Si q se toma en cuenta, se requieren valores más altos de m. (Como puede verse a primera vista, el término qjp no puede tener valores arbitrariamente elevados, porque la raíz real p tiene que estar en un cierto mínimo en relación con q.)

Hasta aquí hemos considerado un incremento en el parámetro w. Sin embargo, un desplazamiento ascendente de la función de b'eneficio tam­bién puede provenir de un incremento del parámetro v, mientras w perma­nece constante. De hecho, este caso ha de corresponder más de cerca al panorama de un aumento de los márgenes del beneficio bruto. Podemos

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296 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

obtener el efecto de un incremento de v sobre la tasa de crecimiento, mediante la diferenciación de la función característica con respecto a e y v;

h'de - j - ( l - XXI - AOeV + y(\ - X)e2 -

- ( W M 0 + « o X l - X)( l - H)6e + (1 - X]qde\dw.

Si un incremento de v ha de reducir la tasa límite de crecimiento, entonces el coeficiente de dv tiene que ser negativo. La condición de esto la da la desigualdad

(1 - n)eee + (mu0 + qg'0)(l - u)6 >ye + q8

o bien

(1 - u ) e e e + ( 1 -n)mu06>ye+q6[l -g'0(l - u ) ] .

Esta desigualdad de nuevo implica que m tiene que ser bastante grande comparada con y y q.

Por lo tanto, parece que nuestra primera razón para esperar una i n ­fluencia adversa del monopolio requiere una condición cuantitativa. Volva­mos ahora al segundo argumento. ¿Cuáles son los efectos en la tasa de crecimiento de un incremento de w 0? A l diferenciar la ecuación caracterís­tica [47] con respecto a e y u0, obtenemos

h'de = —mOedu0.

La proporción de/du0 indudablemente es negativa, en tanto tengamos una raíz e positiva, en vista de que m es positiva. Por lo tanto, nuestro segundo argumento no requiere ninguna condición cuantitativa. Un mayor temor a la capacidad excedente, debido a la transición al monopolio, siem­pre habrá de reducir la tasa límite de crecimiento. Si imaginamos que partimos de unas condiciones iniciales en las que realmente se ha llegado a la tasa límite de crecimiento, entonces la transición al monopolio, que opera vía un incremento de u0, reducirá la tasa real de crecimiento.

Así, de acuerdo con el modelo presente, es posible demostrar que el desarrollo del monopolio puede provocar un descenso de la tasa de creci­miento del capital. Creo que ésta es, de hecho, la principal explicación del descenso de la tasa de crecimiento que ha ocurrido en los Estados Unidos a partir de finales del siglo pasado. Esto no quiere decir que otros factores no hayan también desempeñado algún papel, algunos en forma accidental, otros debido a cambios estructurales inevitables; pero el papel desempeña­do por el factor monopolio parece ser el más esencial en una explicación de este notable acontecimiento.

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O

Queda abierto a discusión si el monopolio sólo ha actuado, d i II IMfdo con nuestro segundo argumento, vía una reducción de M 0 , 0 si también h l influido sobre la inversión por medio de un desplazamiento ascendente <I» la función del beneficio. Ahora vamos a referirnos de manera breve a cuestión de importancia considerable, sin intentar, no obstante, I t t M análisis adecuado. Según nuestro modelo parece que el efecto de u n c a m bio dado en u0 o en w (si suponemos que la desigualdad [54] se mantiene sobre la tasa de crecimiento, en general es limitado: esto es, pasado cierto tiempo la cuota de crecimiento se estabilizará en un nuevo nivel más bajo. Con un análisis meramente verbal, diríamos que una baja de la tasa de crecimiento tiene que reducir la utilización, lo que de nuevo hará disminuir la tasa de crecimiento, y así sucesivamente. Sin embargo, todos estos efec­tos acumulativos están incluidos en nuestro sistema de ecuaciones, y por lo tanto se toman en cuenta en los resultados. Así, parece que en general este "proceso acumulativo" tiene un límite, límite constituido por la nueva tasa de crecimiento en la que se estabiliza el sistema. Sin embargo, no es necesario que ocurra así. Podemos imaginar que el incremento de u0 y de w llegue a tal punto, como para hacer que desaparezcan las raíces reales positivas. Nos encontramos entonces con un "ciclo largo"; combinado con una tendencia negativa; de manera intuitiva (sin acudir a pruebas rigurosas) diríamos que la solución cíclica implicará un descenso de la tasa de creci­miento del capital. Tarde o temprano ésta llegará a cero y después se volverá negativa. Sólo se llega al límite de este proceso cuando desaparece el acervo de capital. Por tanto, hay una posibilidad de que un incremento dado en u0 y/o w lleve a un descenso continuo de la tasa de crecimiento. Si este esquema se realiza, en términos concretos significa que los cam­bios estructurales que siguen al desarrollo del monopolio han hecho imposible un crecimiento exponencial del capital, y en su lugar han traído un crecimiento cada vez más lento del acervo de capital, hasta llegar por fin a su decremento. Éste puede ser el esquema de la madu­rez económica, y significaría que las causas que han provocado el des­censo hasta cero de la tasa de crecimiento del capital, en la década anterior a la segunda guerra mundial, es posible que hayan operado desde hace bastante tiempo.

Tal vez la mejor manera de concluir este capítulo sea indicar los límites del presente método de análisis. Es evidente que el modelo presen­tado no puede ser mucho más que un comienzo de la teoría del desarrollo económico endógeno a largo plazo. Es tan poco el conocimiento empírico sólido existente acerca de las relaciones económicas, que sería inútil espe­rar demasiado de ella. Por ejemplo, no podemos esperar que se puedan explicar los valores efectivos que se han observado en realidad en la tasa de crecimiento. Por otra parte, sin embargo, la formulación matemática de las teorías subyacentes presenta ventajas considerables, cuando se trata de comprobar la lógica de la argumentación y hacer explícitos los supuestos

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2 9 8 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

Sobre todo, llama la atención respecto al tipo de cuestiones empíricas a las que es preciso dar respuesta.

Como he tenido mucha experiencia con mi modelo, me doy cuenta de sus defectos, y no trataré de ocultarlos a los lectores. Una de las dificulta­des es la siguiente: con base en m i modelo es bastante difícil explicar las tasas moderadas de crecimiento, como las que en realidad se han observado en la historia del capitalismo; esto es, tasas anuales que no exceden del 5%. Si se atribuyen valores plausibles a los coeficientes estructurales, en cuanto es posible conjeturar sus valores (por ejemplo de LL, X, k), y se fija el valor de los otros (7, ni) de modo que se obtengan raíces reales con la ecuación, entonces parece que la tasa límite de crecimiento así resultante es muy grande. Dos conclusiones alternativas se pueden desprender de ello: o bien el modelo requiere modificarse en importantes respectos con objeto de ser realista, o se deduce que en estricto sentido matemático una tendencia exponencial no es la descripción adecuada del crecimiento en el período largo. Entonces, el desarrollo en el período largo se describiría como una "onda larga" (correspondiente a las complejas raíces obtenidas como solu­ción de la ecuación), o más bien como partes de una onda larga. Debido a las modificaciones de los coeficientes estructurales ocurridas en el curso del tiempo, y por la intervención de factores exógenos, no es probable que la onda larga ocurra en una forma reconocible. (Las ondas largas empíricas que encontró Kondratiev, o que pensó encontrar, pueden ser puramente accidentales y no tener relación con la cuestión presente: ciertamente, no se pueden aceptar como prueba de la hipótesis aquí discutida.) Entonces, el desarrollo en el período largo consiste en una sucesión de partes de "ondas largas". Si esta hipótesis es correcta, no desmiente las principales ideas de este l ibro. El desarrollo del período largo no será una "tendencia" en sentido matemático, pero de todos modos será un crecimiento endó­geno en el período largo. Tampco pienso que en este caso se vuelvan superfluos mis intentos de explicar la madurez. Es muy probable que para el desarrollo real de la madurez, sean más importantes los cambios en los coeficientes estructurales, que el carácter de onda del proceso en el perío­do largo. Sin embargo, se tendría que ampliar mi análisis, que en gran parte se limitó a las raíces reales de la ecuación, hasta incluir el caso de las soluciones complejas, que ofrece dificultades formidables, debido al com­plicado papel de las condiciones fronteras.

La segunda de las grandes dificultades que presenta m i modelo se refiere a cómo conciliar la tendencia, o la onda larga, con la existencia del ciclo económico ordinario; una teoría satisfactoria explicaría ambos fenó­menos a partir de un conjunto de supuestos congruentes.

Las siguientes observaciones cuando menos indicarán el rumbo en que ha de buscarse la solución de este problema.

Con objeto de mostrar que el supuesto de los promedios móviles en el modelo del período largo - t a l como están incorporados en el sistema [40]

T E O R Í A D E L A I N V E R S I Ó N E N E L P E R Í O D O L A R G O I N

de ecuaciones- se puede conciliar con la existencia de LUI ciclo 1 C-miri l l l con periodicidad menor de diez años, vamos a proceder del 1 lo l i f te. Consideraremos un modelo en el que las variables son l o s Vtlorei 1 1 les (no los promedios móviles) y que sólo se aplicará a una faji d i tiempo relativamente estrecha (un ciclo comercial). Entonces podemos ut i l i z i l l l tradicional función del ahorro, esto es, podemos escribir

St=l(Yt-Ct)-mt,

en donde / es la propensión marginal al ahorro en el período corto, y mt es una función temporal que indica el desplazamiento de la función del aho­rro en el tiempo; en el caso de este modelo suponemos que esa tasa de desplazamiento de la función del ahorro está dada a priori. Si ahora susti­tuimos la anterior función del ahorro en el sistema [40] de ecuaciones, en lugar de la ecuación [40vii] obtendremos un modelo, representado por una ecuación diferencial-de diferencias, distinto del modelo del período largo (ecuación [42] ) tan sólo en dos aspectos: 1 ] La ecuación habrá de contener una solución particular, que dependerá de la función mt, y representará una tendencia inducida. 2] En lugar de la propensión media al ahorro en el período largo p, tenemos la propensión marginal al ahorro en el período corto /. Ahora bien, si dejamos a un lado la solución particular, que sumi­nistra la tendencia inducida (exógena), como algo que no interesa a nues­tro propósito, podemos ocuparnos tan sólo de la ecuación diferencial-de diferencias reducida. Esta ecuación reducida sólo será distinta de la ecua­ción [42] en que /, la propensión marginal al ahorro en el período corto, toma el lugar de p, la propensión media al ahorro en el período largo. Podemos estar seguros de que / es considerablemente mayor (quizás 0.20 a 0.25) que p (que puede ser de 0.05 a 0.1). ¿De qué manera la solución general de la ecuación será afectada por esta modificación cuantitativa? En la práctica hará más grandes los coeficientes M y N, y menor a L . Ahora bien, si la ecuación proporcionara una solución de tendencia o una onda larga con un valor bajo de p, entonces dará un ciclo más corto tan pronto como p sea remplazado por el mayor valor de /. En otras palabras, la diferencia de la función del ahorro en los modelos del período corto y del período largo, puede explicar la existencia simultánea de un ciclo en el modelo del período corto, y de una tendencia u onda larga en el modelo del período largo, en condiciones por lo demás iguales en ambos casos.

Una cantidad considerable de experiencias con modelos simplificados (con </ = 0 y usando ecuaciones puramente de diferencias) me ha mostra­do, sin embargo, que la diferencia numérica entre / y p no es suficiente para atribuirle la existencia simultánea de un ciclo corto, con menos de diez años, en el modelo del período corto, y de una onda larga o tendencia en el caso del modelo del período largo. Parece que además deben haber otras diferencias entre ambos modelos.

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3 0 0 A C U M U L A C I O N n i , .

Lo más probable es que una de ellas sea la siguiente: la beneficio que supuse constante en mi modelo del período largo i ble que no lo sea realmente. Habrá una cierta elasticidad de I O N I I I H

de beneficio en- realidad, esto es, la función del beneficio dcpi mli i grado de utilización (una utilización elevada la desplazará en lo dente, y una baja utüización la hará descender). Mi modelo ni; incluye esta complicación, y en este aspecto es más pobre . p i e la , ción verbal de la teoría en los primeros capítulos. Por otra pai i . i , ,, de la función del beneficio es probable que sea realista en e l 1.1 período corto; así, habrá una importante diferencia en el c o m p o i i . , , i

de la función del beneficio, en el modelo del período con.. •, . i i período largo. Si hablamos intuitivamente, se puede decir q u e . i a concüiar el ciclo comercial con el proceso del período hue.. . i , i

todavía haya otras diferencias que deben tomarse en cuenta, il comparan los modelos del período corto y del período largo.

En mis observaciones finales he indicado los problemas q u e l u u dejar sin solución; que no me haya sido posible resolverlos se d e b e . , , M M >

parte a nuestra mucha ignorancia respecto al valor empírico de I.. cientes estructurales, y en particular a la ausencia casi total de a l p u n . l i i conocimiento empírico acerca de la función de inversión.

i KARL MARX Y LA ACUMULACIÓN DEL CAPITAL

I " I N E R V A C I O N E S G E N E R A L E S

M . . rsiá completamente fuera de lugar en el contexto de este libro, exami-I , i • o ias ideas de Marx que tienen estrecha relación con el tema objeto de

ludio. Esto no sólo es interesante en sí mismo, sino que además puede . miar a aclarar las ideas que han sido presentadas aquí. Sin embargo, las

Muleutes observaciones no deben considerarse como un estudio de la | H I nina económica, como una apreciación exhaustiva, y tal vez ni siquiera | | l t io una interpretación correcta de la obra de Marx, sino más bien única-

como una secuencia de ideas a las que ha servido de estímulo dicha

Se dará la importancia debida a dos consideraciones generales que no i• n i p i e han servido de inspiración a la literatura escrita sobre Marx. La lina inarxista se ocupa con seriedad de problemas que más de una genera-i ai .le economistas —en su mayoría— han desdeñado e ignorado. Sólo en

' i . ucia económica moderna es que su grandeza ha empezado a ser re-ida, voluntaria o involuntariamente, en forma tácita o expresa. Su

Hlílodo de observar la economía en conjunto, de analizar la relación de los •gu rulos, de construir modelos, se ha convertido en una parte esencial de i . (conomía moderna. Sus problemas, la desocupación, el progreso téc-Hli u el subconsumo, la concentración del capital, son los problemas que m upan cuando menos a los economistas más realistas de la actualidad.

Al mismo tiempo, la ciencia económica no sólo se hace en el cerebro, 11 ñera en uno muy excepcional. Lo que Marx sentía al respecto se

ver en su incansable apelación a los informes y datos empíricos; i los datos de que disponía eran defectuosos, aún para su época. Desde llilonees se han reunido muchos más informes, referentes a su propio o, inpo y al que ha transcurrido desde que escribió su obra. Estos informes

ia son defectuosos. De hecho, los economistas constantemente tienen icrcer su capacidad de juicio en relación con los datos a su alcance,

•ni i . , general poco adecuados. Esto implica errores de juicio. Tal como • a i o s las concebimos, las reglas del juego consisten en juzgar de acuerdo

ni las mejores pruebas de que se dispone, y revisar el juicio cuando i pruebas llegan a ser disponibles. Esto no contradice las enseñanzas

| i o x . De hecho, la esencia del pensamiento marxista implica que la . in la económica no puede estar fija a un patrón rígido, establecido según

1 | limitada experiencia disponible en una determinada fecha histórica. La ilmi de Marx está inconclusa en más de un sentido, y no podría ser de otro

[ 3 0 1 ]

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302 A C U M U L A C I O N h l

modo. No es de sorprender que de acuerdo con las pruebas aclimli ' haya cometido errores de juicio. Es muy de lamentar que I O N mnill partidarios de Marx, en ocasiones se aferren con peculiar tcslaiiidi , | sámente a esos errores de juicio, como si tales errores fueran la su obra, y no su enfoque, su método, sus problemas.

2. LA LEY DE LA ACUMULACIÓN

En su apreciación crítica de Marx, Joan Robinson concluye qia u Itu realmente no contiene la solución del problema de cómo se dividí •• producto entre los asalariados y los capitalistas, " . . . tan proni i teoría del nivel rígido de subsistencia se abandona, no propon i na respuesta definitiva a la cuestión principal; ¿qué es lo que den imin 11 división del producto total entre el capital y el trabajo?1

Esta conclusión es en parte demasiado negativa. Si la vemon m,i. á) cerca, la teoría del nivel de subsistencia es menos rígida y imn I. *, compheada de lo que parece. Requiere de un análisis detallado de .u , y de sus supuestos, una parte de los cuales pueden ser invalidado, m qm necesariamente se destruya la utilidad de toda la argumentación. I n »»gti| da se intenta realizar ese análisis.

La "teoría de la subsistencia" al principio fue introducida poi M u | una manera más bien formal. "El valor de la fuerza de trabajo' | l . i lu. i de trabajo es lo que el obrero vende y el capitalista compra poi un ilati | está determinado por el valor de los bienes necesarios para la vida Ul I tualmente requeridos por el trabajador medio." 2 Se trata de un e i-.-i formal, que satisface la regla general de que las mercancías lie "valor" que corresponde a su costo de producción en horas de hd regla que en este caso se ha extendido a la "mercancía" llamada I trabajo. Aquí todavía estamos en la esfera de las definiciones. I vuelve más concreta con el enunciado adicional de que el pro lo fuerza de trabajo (esto es, el salario) en el período largo tendera a i|n marse a su valor* pero incluso entonces sigue siendo más bien i | debido a la muy cautelosa definición del "nivel de subsistencia >pi determina históricamente.

Sin embargo, Marx se vuelve bastante concreto cuando anali/a i i I to que la productividad creciente tiene sobre los salarios reales Nn 1«

1 J. Robinson, Introducción a la economía marxista, p. 55. 2 Das Kapital, Volksausgabe besorgt vom Marx-Engels-Lenin Inslllul i

p. 544. El capital (Siglo XXI), I , p. 635 (las citas que se dan en el texto • , una traducción libre del alemán hecha por el autor).

3 Das Kapital, I , XV.

MI M A R X Y LA ACUMULACIÓN DEL CAPITAL 303

M, i i n . i duda en absoluto, de que esperaba que la participación relativa de mano de obra en el producto, iba a declinar con el aumento de la

Kiiluctividad. Aun cuando se eleven los salarios reales, dice, "nunca ere-Id on forma proporcional al incremento de la productividad del traba-

' l s de notarse que una y otra vez Marx considera y admite la posibi-i ni le un aumento absoluto en los salarios reales. Esto se ve con claridad | |os pasajes en que aduce que este incremento absoluto de los salarios .i> no modifica las relaciones fundamentales del capitalismo. "Un au-

i. iii>> del precio de la fuerza de trabajo a consecuencia de la acumulación 11 upital, de hecho tan sólo significa que la cadena de oro que los obreros

un lorjado con su propio trabajo, se ha hecho tan larga y pesada que Ulilc ser tendida un poco más flojamente."5 En otro lugar se hace la iiniparación entre la choza y el palacio: ambos pueden aumentar de tama-| , pero si la discrepancia relativa en dimensiones y comodidades entre H i ) o t r o sigue igual o hasta aumenta, el propietario de la choza continúa , ndo, en un sentido muy pertinente, tan pobre como siempre, o incluso 11 pobre todavía. "Aun cuando se haya elevado el consumo del trabaja-| l la satisfacción social que le proporciona ha disminuido en compara-' i »ni los mayores disfrutes del capitalista, en los que no participa el l i t ro , y en relación con la etapa de desarrollo alcanzado por la sociedad HUencral".6

lo, tanto, Marx no niega que el incremento de la productividad pueda |»vui el nivel de los salarios reales. Sin embargo, lo que esperaba de Miieia más definitiva era una disminución de la participación relativa del liilni|o en el producto, que tendría lugar como resultado del proceso M O I i eo del incremento de la productividad que va ligado al desarrollo del l|i!lulismo. Sólo en este sentido muy condicionado es que podemos ha-i n d. una "teoría del nivel de subsistencia".

I .la expectativa general de Marx, sin embargo, es el resultado más que i i l o de partida de su análisis. ¿Cómo es exactamente que llegó a este Multado? La columna vertebral de su teoría se encuentra en el capítulo

m del tomo i . Es mejor empezar con la consideración de la diferencia I | i i entre Marx y otros escritores, que sostenían que los salarios reales

II i leí lo sentido están unidos a un nivel de subsistencias. Esos otros escri-m en particular Malthus y más tarde Lassalle, basaban sus puntos de Illa en la "ley de la población": un incremento de los salarios reales por Hilm del nivel de subsistencia, sostenían, provocaría un aumento de la liildin i o n que, debido a los rendimientos decrecientes de la tierra, redu-I M I de nuevo el salario real hasta alcanzar el "equilibrio", el nivel de

1 / Ifli Kapital I , XXII, p. 635 (Siglo XXI), I , p. 748. / >,»• Kapital, I , XXIII, p. 649-650 (Siglo XXI), I , p. 767.

» lolmarbeit und Kapital (Verlag Neuer Weg GMBH, 1946), p. 30. Obras esco-n i n s tomos (Progreso), I , p. 167.

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3 0 4 ACUMULACIÓN DI I

subsistencia. Ahora bien, es perfectamente claro que ése no ere || miento en el que Marx basaba sus propias conclusiones. De hecho | de sus ataques más venenosos fueron dirigidos en contra il< l ¡ Malthus. En el razonamiento en cuestión percibía, probableimi n razón, la intención oculta de ofrecer una disculpa general a todi1 1 • del capitahsmo, al hacer de la pobreza una ley natural. 7 No creíe 1 tampoco nosotros creemos ahora!) que una mejoría del nivel ele vlelii iti ra un efecto positivo en la tasa de crecimiento de la población, 1 u lo respecta a la fertilidad, es más probable que los efectos sean negativo! " creía en la ley de los rendimientos decrecientes de la tierra como I I I K

histórica del período largo. Y por último, estableció el criteriei, 1 contra de la ley de Malthus, el de que su mecanismo es demasiado li 1 para tener importancia práctica. 9

Si ésta no es razón para esperar que los salarios reah •. | mu can rezagados, al compararlos con el incremento de la prodiu iivid ¿entonces cuál es? ¿Cuál es la teoría marxista específica soleo 1 larios reales?

En el capítulo x x m Marx nos presenta la cuestión cu 1 e 1 definida y la analiza.1 0 ¿Es posible un aumento de los sal.ni" • • • 1 ¿Cuáles son sus consecuencias? Sí, dice, es posible un aumento o interfiere con la continuidad del proceso de acumulación, l'oi <>i• n \<* cuando interfiere con una acumulación continua, entonces ésta .. n»l en forma temporal, lo que ocasiona mayor desempleo, lo que 1 n provoca una presión sobre los salarios reales, que por tanto en el 1« >in largo regresan de nuevo a una especie de nivel de equüibrio.

Éste es el punto de partida del análisis. Es de notar que aipn 1 llt que suponer como dada una cierta tasa de acumulación en el largo: "La magnitud de la acumulación es la variable independíenle mi tras que la de los salarios es la dependiente, no a la inversa." 1 ' I ulmi se desprende que los salarios reales del período largo tienen ipn i>« limitados de manera que del producto neto les dejen a los capii 1I1 ' 1 suficiente (después de su propio consumo), para acumular según le li dada del período largo. "La ley de la acumulación capitalista de Inn I dice que por su propia naturaleza la acumulación excluye cualepin mentó del grado de explotación, o un alza del precio de la m: 1 1

capaz de hacer peligrar en forma seria la reproducción sostenida di 1

7 Crítica del programa de Gotha, en Obras escogidas en tren 1 pp. 19-20. Véase además la carta de Engels, Ibid., I I I , p. 30.

8 DasKapital, I, X X I I I , p. 678. Siglo X X I , I, p. 801. 9 DasKapital, I, X X I I I , p. 672. Siglo X X I , I, p. 794. 10 Das Kapital, I, X X I I I , p. 651. (Siglo X X I ) , I, pp. 767-8. 1 1 Das Kapital, I, p. 652. Siglo X X I , I, p. 769. Es claro por e l . . . u n 1

frase se refiere a la tasa de acumulación del período largo (tendeue 1.1 medio) de los salarios reales en el período largo.

1 1 1 M A R X Y L A ACUMULACIÓN D E L C A P I T A L 305

i i ! o producción en una escala siempre creciente."12 En otras palabras, el • i n i " real tiene que ser bastante bajo, como para permitir que los capita-

IktuH no sólo reproduzcan su capital (tiene que dejar un monto suficiente r 111 elepreciación), sino además para que lo hagan cada vez más grande. De

¡«nevo tiene que darse por supuesto una cierta tasa (proporcional) para esta ampliación, aunque no se dice explícitamente en la última cita.

Podernos ver que Marx, después de todo, tenia una teoría acerca de la •llcriiúnación de los salarios reales; se basa en el supuesto implícito de una ||ia ele acumulación en el período iargo, que estaba dada de algún modo. ' e•1 1 trata de ninguna manera de un supuesto ilegítimo. La cuestión de |nino se determina esa tasa de tendencia de la acumulación puede quedar lliloita a discusión (como la deja Marx), en tanto supongamos que es h leí minada en gran parte por factores que han actuado en el pasado. Es i i i " e¡tie el supuesto de ninguna manera implica la constancia de la tasa de

lindcncia de la acumulación, sino sólo que cambia con relativa lentitud. 111 una interpretación moderna diríamos que en gran parte es determinada pin la tendencia que tuvo en el pasado la acumulación del capital, la que

liere un cierto impulso a la tasa actual de tendencia de la acumulación, mientras que además actúan sobre ésta otros factores modificadores.13

¿Qué mecanismo es el que hace que los niveles del salario real en el 1 ..lo largo se ajusten a los requerimientos de la tasa dada de tendencia a

P acumulación? De acuerdo con Marx, el nivel efectivo de los salarios fíales en el período corto se desvía del "nivel de equilibrio" que es com-|ialible con la tasa dada de tendencia a la acumulación. Esas desviaciones

ni . .ni fluctuaciones de la tasa de la acumulación efectiva, alrededor del Hlvel dado de tendencia. (De hecho, Marx las identifica con el ciclo eco-ee" i iueo , aunque además presenta otra explicación del ciclo, enteramente i i i i ninguna conexión con ésta, la teoría de la reinversión.) Podemos ver |U< en cuanto al período corto Marx postula una relación que es completa­mente contraria a la que prevalece en el período largo: o sea, que el salario >• el es el factor primario, y la tasa de acumulación es determinada por él. 111 el período corto los salarios reales son determinados por el grado de lleicmpleo; la tasa de acumulación del capital, a su vez, es determinada por i " que le queda al capitalista del producto neto, según el salario real dado.

1 J Das Kapital, 1, pp. 652-3. (Siglo X X I ) , I , p. 770. E n la literatura moderna, I' 1 1.«lo de explotación" corresponde el concepto de la "participación relativa de

1 1 1 0 de obra en el producto neto". L a reproducción en una escala creciente sim­ia, me nte significa la acumulación neta positiva del capital. "Kapital Verhältnis" aquí np i l v i i l e al "capital".

1 ' Es posible insinuar que todo esto significa leer en el capítulo X X I I I de Marx le lo que ahí hay en realidad, y que Marx sólo quiso decir que los salarios reales

i i i i ser tales que permitan cierta acumulación positiva del capital, sin pensar en i,, tenga alguna tasa. E l análisis adicional mostrará que tiene sentido hacer esa inter-

ie. mu más específica.

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306 A C U M U L A C I Ó N D E <' A

Entonces, el mecanismo opera de la manera siguiente: cuan salarios reales se elevan por arriba del nivel de "equilibrio", ll i acumulación desciende por abajo de su nivel de tendencia; la acuiH retarda su ritmo que provoca un incremento del grado de desempl mayor desempleo deprime el nivel de los salarios reales; su baja oe un aumento de la acumulación del capital, que ahora se eleva por ai i su nivel de tendencia. En esta etapa tenemos que suponer que la baj desocupación eleva de nuevo los salarios reales a su nivel de "equl etcétera.

Todavía estamos lejos de tener una explicación completa del na mo; pero en este punto hay que destacar que las relaciones del p¡ corto son de un tipo completamente diferente al de las reía, n» periodo largo postuladas inicialmente por Marx. Si no las desemed. separamos, es imposible tener una comprensión clara de Marx.

Como hemos visto, el mecanismo depende de la influencia üi empleo sobre los salarios reales. Por el momento no nos ocuparen! esa conexión es o no realista. Con objeto de aclarar los concep( acuerdo con Marx, lo que influye en los salarios reales es el del proporcional, la proporción entre los empleados y los desemplead., salario real es una función del grado de desempleo. De inmediato cuestión de si tendremos que imaginar que esta función permane. . tante en el período largo; Marx no dice nada al respecto. Sería pía por ejemplo, que al desarrollarse la fuerza de los sindicatos so el.-salario real que corresponde a una cierta desocupación relativa I . que dejar abierto el tema, pero con objeto de simplificar la exposli ll el momento vamos a suponer que la función permanece constante

De ser ése el caso, tal parece que el mecanismo anterior no operar con cualquiera de las tasas de tendencia de la acumulación . tas en forma arbitraria, sino que ésta debe tener cierta relación cotí de incremento de la población. Si tomamos el caso más simple .1* I ocupa Marx: la productividad del trabajo, la longitud de la ¡ofH| trabajo y la intensidad del mismo son constantes. También lo i I posición orgánica del capital (la proporción entre el capital invertid! salarios pagados) y la división que de su participación hace el c a p í

entre ahorro y consumo. Entonces una tasa proporcional de acurflll que sea constante, habrá de requerir que la división del produ. tu tanto el salario real, permanezcan constantes; pero si en el períod.. | | de permanecer sin alterarse el promedio del salario real, el dcaf relativo, también en promedio, a su vez tiene que permanecen COA Entonces se deduce ¡que la tasa proporcional de acumulación t a n . . igual a la del crecimiento de la población! ¡Y así parecen a qui | final del sistema es el crecimiento de la población!

i * DasKapital, I , X X I I I , p. 671. (Siglo X X I ) , I , pp. 793-4.

| t « | M A R X Y L A A C U M U L A C I Ó N D E L C A P I T A L 307

lista impresión es de inmediato completamente corregida por Marx. I << primer lugar, lo que viene al caso no es el crecimiento de la población, a I de la fuerza de trabajo industrial; la que a su vez es influida en gran Mili |>or el proceso de acumulación. En un sistema capitalista en desarro-

| H , la lasa de acumulación puede con facilidad exceder al crecimiento de la •oblación, puesto que el mismo proceso de la acumulación provocará el • p o j o de los pequeños propietarios y llevará nuevos reclutas al ejército •li los obreros industriales.

Además, hay otro factor aún más importante: el progreso tecnológico. I i i " implica que el capital puede crecer a un ritmo más acelerado que el de • fuerza de trabajo. De esta manera la acumulación del capital se libera de m limitaciones que le impone la disponibilidad de la mano de obra. Marx •Muestra de nuevo que el proceso del avance tecnológico es a su vez l i i l l i i n l o por el ritmo de la acumulación del capital: si ésta excede al ¡•cimiento de la fuerza de trabajo, y por tanto decrece la desocupación pliliva, se establecerá una tendencia al alza de los salarios reales. Esto Ihivocará, de parte de los capitalistas, un empeño por introducir innova-pinos que ahorren trabajo. Por lo tanto, la acumulación del capital crea ¡DI , i misma la abundancia relativa de mano de obra, que necesita para •der continuar.

H a y un punto especial que debe ser aclarado en este contexto: de I do con lo anterior, un proceso continuo de progreso tecnológico ili'lu i i i presuponer que el nivel de los salarios reales está permanentemente luí o riba de lo que estaría en otras condiciones. El corolario de ello es un Muro mentó permanente del monto relativo de desempleo; el ejército in-Mltrial de reserva, por tanto, debería ser siempre más pequeño en un •tema en el que hay progreso técnico, ya que ésa es precisamente la eimdición con la que se mantiene el progreso. No obstante Marx, por el («.Miliario, en algún pasaje incluso sostiene que el desempleo relativo será (o

unido menos puede ser) incrementado por el progreso técnico. 1 5 Llega-a la conclusión de que Marx no pensó que el progreso técnico estu-

Vteia regulado enteramente por el nivel de los salarios reales. Una vez que t$ lia iniciado el proceso de las innovaciones, adquiere su propio impulso se vuelve independiente de las condiciones reales de escasez o abundancia de 11 mano de obra, y libera más trabajadores de lo que es necesario para que pío apa s i n perturbaciones el crecimiento del capital.

\liora ya se ve con claridad que la población no constituye una fuerza i m i en el proceso dinámico visualizado por Marx: si el crecimiento de 11 población no se mantiene al paso del crecimiento del capital, la mano de lili i necesaria es suministrada por el despojo de los pequeños propietarios y pin el progreso técnico. La acumulación del capital continúa siendo la luiu/a motivadora primaria. Esto es confirmado explícitamente por Marx,

' 1 Das Kapital, I, XXIII, p. 679. (Siglo XXI), I, p. 804.

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308 ACUMULACIÓN 1)1 . M

cuando habla de "la ley que siempre mantiene el excedente reliillvii 1

población o ejército industrial de reserva, en equilibrio con la amplllii1

energía de la acumulación". 1 6 Ahora podemos reivindicar la ,ii anterior, de que en el análisis del periodo largo la tasa de acuuiiilui l capital es el factor primario, que se supone dado: es el que d c l c u n l i i H I salarios reales. Es de la mayor importancia separar esta relación I i un tal del período largo, del análisis del período corto, en el cual licúan I que la relación es en sentido contrario.

Ahora volvamos a la cuestión original: ¿Cómo llega Marx a la i sión de que la participación relativa de la mano de obra c u el pío i neto, está obligada a disminuir con el desarrollo del capitalismo \ greso de la tecnología?

Mostraremos que esta conclusión depende por entero del u m i que se supone tiene la "composición orgánica del capital". l í n e I pi de los adelantos tecnológicos hay que diferenciar dos cosas una | aumento de la productividad, que desplaza mano de obra, y I. incremento de la proporción entre el capital invertido y el p r o d i n i o sea, la nómina de salarios (lo que Marx denomina "composii i o n del capital" corresponde a la proporción entre el capital i n v e i l l i l u 1

nómina de salarios; pero en la siguiente exposición preferimos 11 ul> i | u la proporción entre el capital invertido y el producto neto).

Una lectura superficial haría creer que el efecto prodn. lívida i :

progreso técnico, por sí solo le basta a Marx para demostró la n. de que exista una presión constante sóbrelos salarios reales, que l< impida

tener una participación proporcional en el incremento del p r o d m i Sin embargo, tomemos un ejemplo sencillo: supóngase que il ti progreso tecnológico implica un continuo aumento del prodm i por obrero empleado, y que la proporción entre el capital invi itldi producto neto permanece constante. Por lo tanto, el prodm i I capital invertido crecen a la misma tasa, la que en nuestros s i i | u n i mayor que la del crecimiento de la fuerza de trabajo empleada ( y a pi producto neto por obrero se incrementa). Así, si suponemos una. / .« . / •< ima de tendencia del crecimiento del capital, la del crecimiento • !• i i ' debe ser algo menor; la diferencia estará detenTiinada simplenn ule | aumento de la productividad por unidad de tiempo, lista es n ai demostración del efecto desplazamiento ejercido por el progn » i i gico, y se basa tan sólo en el supuesto de una dada tasa de !< ndi m 1« 1

acumulación. 1 7

16 DasKapital, I, X X I I I , p. 680. (Siglo X X I ) , I , p. 805. 1 7 Se podría aducir que el progreso técnico en sí cstiinul.i I» i > > a. i

lación, en la medida en que las innovaciones elevan la tasa p revis i i a las empresas que las introducen primero ( M . Kalecki, "The ln m i economic dynamics). Pero no necesariamente el progreso técnico lm i . . . i tipo (como señala Kalecki). Un ejemplo es la situación en lu cu.ui.i • I• ni •

I * IO M A R X Y L A ACUMULACIÓN D E L C A P I T A L 309

lin el apogeo del capitalismo, el desplazamiento de la mano de obra Mil ir i o que nada actuará para hacer que la acumulación del capital ocurra

uiicha mayor rapidez que el crecimiento de la población. Como ya se i'i dicho, el progreso técnico adquiere impulso y prosigue, a pesar de que • ejército industrial de reserva sea más que abundante, con lo que provoca | t l creciente desempleo relativo.

Marx aduce que este desplazamiento, al aumentar la competencia en-m los trabajadores y debilitar su capacidad de negociación, presiona sobre l"« «alarios reales, y así impide que la mano de obra participe proporcional-

te en el incremento del ingreso real por cabeza. Sin embargo, se puede • r con facilidad que éste no puede ser todo el argumento. La creciente llillcipación del capital en el producto neto deberá necesariamente ser i n ilclo a una tasa creciente de acumulación, en tanto permanezca cons­imile la proporción entre el capital invertido y el producto neto. 1 8 La •liyor tasa de crecimiento del capital, en contradicción al supuesto inicial, •unliarrestaría el desplazamiento y se destruye la validez de toda la argu-•Intación

Por lo tanto, es esencial dar por supuesto un incremento de la propor-i n entre el capital invertido y el producto neto. Si se da por supuesto,

•lotices la participación del capital en el producto neto no sólo puede iiiiinentar, sino que tiene que hacerlo, con objeto de permitir que prosiga la taw Jada de acumulación. Llegamos a la conclusión final de que la previ-|6n de Marx respecto al curso de los salarios reales, en último caso de-i" nde de un supuesto esencial: el incremento de la proporción entre el • Ipltal y el producto neto.

Marx ha presentado este supuesto en una forma ligeramente diferente: •u i imposición orgánica del capital, o proporción entre el capital constan­

te ) el variable, en realidad parece corresponder a la proporción del capital Inveì lido con respecto a la nómina de salarios.19 En esta forma el supuesto • n realidad no es bastante estricto, porque una proporción creciente del • ipii . i l respecto a la nómina de salarios, no necesita implicar una propor­ción creciente respecto al producto neto (si decrece la participación de los

limos en el producto); pero a pesar de la rareza de su definición, a lo que volvemos en otro lugar, el sentido que Marx quiso comunicar es casi seguro • pie ha sido interpretado correctamente en nuestra formulación.

No carece de interés notar que la famosa conclusión de Marx acerca del desarrollo secular de la participación de la mano de obra depende de

i e supuesto particular. Si se modifica el supuesto, la conclusión es dife-

I ningún modo se hizo aparente el efecto estimulante sobre la inversión, no obstante jgl . | progreso técnico, a pesar de ello, se manifestó en un muy marcado aumento de la , • .ni. tividad.

1 "• En bien de la simplicidad, damos por supuesto que es constante la división i ii porción del capitalista entre consumo y acumulación.

1 9 Das Kapital, I , X X I I I , p. 643. Siglo X X I , I , pp. 759-60.

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3 1 0 A C U M U L A C I Ó N D E C A I

rente. También sucede, de acuerdo con las pruebas que poseenn>-, tanto el supuesto como la conclusión no son válidas respecto a la i moderna del capitalismo (esto es, por ejemplo, en los Estados Unid partir de 1900). A partir de la primera década del siglo no parece que I aumentado para nada, la proporción entre el capital negociable neto producto nacional (véase supra, capítulo xn , 4). Es verdad que los ti no son nada de fiar; pero ciertamente que Marx esperaba cambio, marcados, que no podrían dejar de mostrarse, hasta con estadísln ai tante inexactas. Es posible excluir con alguna confianza la presen, i modificaciones de esa magnitud, en lo que se refiere al período cubl por los datos.

Varios estudios estadísticos han mostrado que la participación { mano de obra en el producto, no presenta ninguna tendencia marcai descender en las etapas posteriores del capitalismo. Tomemos el caso il| industrias manufactureras norteamericanas: la participación de lo en el valor agregado no muestra ninguna disminución espectacuin 11 1899 y 1939; es más, la mayor parte del descenso ocurrió despuí-i 1923. El número de los obreros empleados por unidad de prodin lo I cendió en 507o entre 1899 y 1937 (1.87o al año), esto es, bajó a la nula costo en días de trabajo de un producto dado. 2 0 En comparación con ( aumento de la productividad, el descenso de la participación de los t i l en el valor agregado, de 447o en 1899 a 41 por ciento en 1937 y 3 | j ciento en 1939, ciertamente que es mucho menor (tan sólo coniu 157o). Con mucho, es verdad decir que la expectativa de una mandila l en la participación de la mano de obra no se realiza en la etapa de "| durez" del capitalismo. Pero puede haber sido muy diferente en las pih ras etapas, en especial en el período de febril desarrollo de la "revoluel industrial".

Sin embargo, el que la conclusión concreta de Marx no sea aplii adl toda la historia del capitalismo, no ha de reflejarse necesariamente en análisis en conjunto, al que todavía hay que examinar de acuerdo con | propios méritos.

Desde el punto de vista de la teoría moderna, en este caso nos otlPJ tamos a una dificultad formidable. Los keynesianos nunca le han de mucho uso a esta parte del razonamiento marxista (la "ley de la a i un lación", contenida en el capítulo xxm) , debido a que supone, i uail menos en el mecanismo del período corto, que los salarios reales depi mi del grado de desempleo. Este supuesto tal vez fuera aplicable en un abierto. Sin embargo, la mayoría de los economistas en la actualidad | l sarían que en un sistema cerrado sería poco realista. El grado de dcsmnpli en ese caso bien podría influir en los salarios monetarios (aunqui i | relación está sujeta a cambios considerables en el período largo, |MI< I

2 0 S. Fabricant, Employment in manufacturing.

I i 11 M A R X Y L A A C U M U L A C I Ó N D E L C A P I T A L 311

pililos monetarios se vuelven más resistentes a la presión del desempleo a Millda que se desarrollan las organizaciones sindicales). Pero un alza o una

neral de los salarios monetarios no necesariamente habrá de afectar h forma regular la participación de los beneficios, ya que es el capitalista Minen decide qué "margen" se ha de añadir a los costos salariales, con

M i t o de establecer el precio; cuando menos, es muy factible que este •lecntaje de margen no sea afectado por las modificaciones en el nivel •neral de los salarios monetarios. El mejor apoyo a este criterio moderno, m pl hecho de que en el curso del ciclo económico la participación de los • • r í o s no se comporta de acuerdo con el esquema que Marx esperaba. En I» Industria manufacturera norteamericana en conjunto el porcentaje de los

^Hgencs del beneficio bruto no muestra en absoluto ninguna dependencia pi l lea , 2 1 aun cuando en efecto los salarios monetarios ascendieron duran-fe el auge y bajaron en la depresión. La participación de los salarios en el Pjreso neto producido por la industria en realidad depende del ciclo, pero M una forma contraria a la marxista: baja en la fase ascendente y se eleva |tl la descendente.22

Pero lo peor del análisis marxista del período corto es esto. Al dar por pipucsto que el grado de desempleo no sólo influye en los márgenes del

io bruto, sino también en el beneficio neto, y por tanto en la tasa [Éi beneficio, está en contra de la verdad mejor establecida de la economía •eynesiana. A saber, que un monto dado de beneficio sólo se puede mate-' Hell/ar (bajo el supuesto de que sólo los capitalistas son ahorradores netos) [II hay un monto correspondiente de inversión neta y de consumo de parte

capitalistas. Marx supuso que la presión ascendente de los salarios luí inte el auge reduce la tasa de beneficio y en consecuencia desalienta la

• i uinulación; y que la baja de los salarios en la depresión eleva la tasa de [Mncficio y por tanto es un estímulo para la acumulación. Por supuesto fttie esto es "economía clásica" pura, un razonamiento erróneo del que

Muí no pudo librarse por completo, y del cual la mayoría de los econo­mizas sólo se pudieron librar en el pasado relativamente reciente. El in-liemcnto de los salarios nunca podrá reducir el beneficio en tanto perma-in / , ,i elevada la inversión (y el consumo de los capitalistas); una baja de ||n .ilarios nunca podrá incrementar el beneficio, a menos que primero se I|I e la inversión. En términos marxistas diríamos que para que pueda lililí nerse el plusvalor (beneficio), no sólo tiene que ser "producido" sino ' imhién "realizado".2 3 Y la realización, como lo muestra el esquema mar-

i 11 de la reproducción, sólo puede tener lugar si hay un monto corres-i líente de inversión y consumo de los capitalistas.

' 1 M . K a l e c k i , Studies in economic dynamics, p . 23.

3 1 Kuznets, National income and its composition, 1919-38, vol. I, cuadro 74,

' Das Kapital, I I I , p. 272. (Siglo X X I ) , I I I , p. 314.

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3 1 2 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

El análisis marxista del período corto es por lo tanto una reliquia de los criterios que Marx probablemente hubiera descartado por completo si hubiera tenido tiempo de desarrollar el enfoque del subconsumo, que está implícito en las partes finales de su o b r a . 2 4 ¿Pero acaso las fallas de su análisis del período corto invalidan su teoría del período largo? Como hemos visto, se trata de algo muy diferente. Su idea básica muestra un notable parecido de familia, con el t ipo de pensamientos que el keynesiano aplica al período corto: la acumulación del capital (la inversión) es en este caso la fuerza impulsora primaria. Los otros factores se ajustan de modo que sea posible llegar a la tasa dada de acumulación del capital. En la teoría keynesiana del período corto esos "otros factores" son el ingreso, que se eleva o desciende, para suministrar el ahorro justamente necesario que ha de financiar la inversión. En el análisis marxista del período largo, el ajuste se refiere a la distribución del ingreso entre los trabajadores y los capitalistas (del cual los primeros no ahorran nada y ahorran mucho los segundos). Esta distribución del ingreso en el período corto se ajusta de modo que se proporcione exactamente el ahorro necesario para financiar la tasa dada de tendencia a la acumulación.

Cuando Marx se ocupa de demostrar la forma en que opera este ajuste en el período largo, parece, sin embargo, que se apoya en los elementos más inaceptables de su análisis del período corto. Como hemos visto, su razonamiento básico es el siguiente: los capitalistas siempre se las arreglan (mediante el progreso técnico) de modo que crean ocupación suficiente para mantener los salarios reales en un nivel lo bastante bajo para hacer posible la tasa dada de acumulación. ¡La influencia del desempleo en la distribución del producto neto parece constituir una condición inevitable!

Sin embargo, es posible fundamentar la teoría marxista del período largo sobre bases distintas y más firmes. Es posible encontrar una línea alternativa de razonamiento en ciertas partes de la obra misma de Marx, aunque nunca lo haya presentado en forma completamente explícita.

Cuando examina la cuestión de los salarios reales y de la distribución del producto, Marx dice que deben recibir influencia de dos factores: la competencia entre los trabajadores y la competencia entre los capitalis­t a s . 2 5 En la versión antes analizada, la que resuelve todos los problemas es la competencia entre los trabajadores. Esta versión no es satisfactoria. ¿Pues, qué hay de la competencia entre los capitalistas? Es posible una versión que utilice esa idea?

Sería más o menos así. Imagínese que haya una tasa dada de tendencia del crecimiento del capital. Si el porcentaje del margen de beneficio bruto se determina arbitrariamente, entonces el nivel de la tasa de beneficio que

2 4 Véase P . S w e e z y , The theory of capitalist development, capítulo X , 2, pp. 162 ss.

2 5 Lohnarbeit und Kapital, p. 23 . (Obras escogidas), 1 1 , p. 161.

K A R L M A R X Y L A A C U M U L A C I Ó N D E L C A P I T A L H i

se requiere para permitir al capitalista acumular a una lasa dada, se loy .Mi .i mediante un ajuste del grado de utilización de la capacidad. 2 ' ' Si el RUtffjin del beneficio bruto es relativamente bajo, por ejemplo, entonces el ciado de utilización será elevado. Esta utilización elevada, en promedio durante un período prolongado, puede conducir a un debilitamiento de la luchl competitiva entre los capitalistas, que en mayor o menor grado l iemprt están tratando de expulsarse el uno al otro mediante rebajas en los precios Debido a este suavizamiento de la intensidad de la lucha por los mercados, se elevarán los márgenes del beneficio bruto. Por otra parte, si es relativa mente alto el margen del beneficio bruto, entonces el grado de utilización tiene que ser bajo, esto es, será mayor la capacidad excedente. Esto llevará a la intensificación de la competencia entre los capitalistas, quienes ahora más que nunca intentarán expulsarse por medio de rebajas en los precios. Esto provocará una reducción de los márgenes de beneficio bruto.

No es de ninguna manera fantástico sugerir que Marx en realidad haya razonado de acuerdo con estos lincamientos, o algo muy similar. Lo mues­tra con bastante claridad un pasaje de trabajo asalariado y capital (una de sus primeras obras). En ese pasaje Marx trata de explicar cómo es que la acumulación del capital afecta los salarios reales. A l ocuparse de la misma cuestión en E l Capital (vol. i . ) habrá de argumentar que la acumulación puede incrementar la demanda de mano de obra, y que al reducir la des­ocupación es posible que eleve los salarios reales, aunque esta conclusión está considerablemente condicionada, ya que toma en cuenta el desplaza­miento debido al progreso técnico. Entonces, ésta es la versión de la "com­petencia entre los trabajadores". En el pasaje de Trabajo asalariado y capi­tal tenemos una visión rápida de una versión alternativa:

"¿Cómo influye el crecimiento del capital productivo sobre el sala­rio? Si crece el capital productivo de la sociedad burguesa en bloque, se produce una acumulación más multilateral de trabajo. Crece el número y el volumen de capitales. E l aumento del número de capitales hace aumentar la concurrencia entre los capitalistas. " 2 1

Y en los pasajes siguientes Marx procede a describir esta competencia entre los capitalistas como una lucha en la cual algunos (que han adquirido ventajas en los costos por medio de la introducción de métodos nuevos) se empeñan en expulsar a los otros. Además muestra que esta lucha por los mercados sólo se puede realizar mediante rebajas en los precios, y que por lo tanto se afecta la relación costo-precio, el margen del beneficio bruto.

El resultado de esa lucha competitiva, según Marx, es que el incremen­to de los márgenes de beneficio (bruto) , logrado por algunos capitalistas

2 6 E s t o opera mientras no se inc luya un empleo pleno de la capacidad; en este caso y a ni siquiera en el período corto se puede suponer que los márgenes de bene­ficio son independientes de la tasa de inversión ( K a l e c k i ) .

2 7 Lohnarbeit und Kapital, p. 35. (Obras escogidas), I , pp. 171-2 (las cursivas son de M a r x ) .

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3 1 4 A C U M U L A C I Ó N D E C A P I T A L

gracias a la introducción de métodos nuevos que abaratan la producción, es contrarrestado, y por tanto se reduce de nuevo el nivel de los márgenes de benefic io . 2 8

La idea de la "competencia entre los capitalistas" como un factor que | influye en la distribución del producto se observa claramente en esos pasa­jes. Se dice con claridad que esta competencia está relacionada con el proceso de concentración, la expulsión de los capitales que en cierto sen­tido son "capital sobrante", con objeto de hacer espacio para el crecimien­to del capital que queda.

Es cierto que Marx nunca prosiguió el desarrollo de esa idea. Tenemos la visión fugaz de una teoría in statu nascendi, pero quedamos con una gran dificultad intelectual. La competencia entre los capitalistas es regu­lada por la abundancia relativa del capital; si hay muchos "capitales", se empujan entre sí con más fuerza, pues en apariencia hay un como espacio restringido en el que deben operar. Pero sabemos que en el período largo el crecimiento del capital al mismo tiempo crea mercados: mientras mayor es la inversión, mayor es la acumulación de capital, y mayor la demanda efectiva, el mercado. ¿Cómo es entonces que el crecimiento de los capi­tales puede conducir a una mayor competencia entre los capitalistas?

Ese enigma sólo se resuelve si en el contexto de esa frase pensamos en el "crecimiento del capital" como algo potencial, no como algo efectivo. La tasa de tendencia del crecimiento del capital efectiva es determinada por factores que actuaron en el pasado, y es esta efectiva tasa de crecimien­to (dada por la propensión al ahorro de los capitalistas), la que determina el crecimiento del mercado; por tanto, está dada. Pero si se eleva el margen del beneficio, entonces hay un crecimiento potencial del capital que no se puede materializar, y que se expresa en una utilización reducida: es enton­ces en este sentido específico que hay una abundancia relativa de capital, que no cuenta con espacio suficiente para operar. En términos marxistas: si se eleva la tasa de explotación, se "produce" más plusvalor; pero al haber un incremento de la acumulación del capital, este mayor plusvalor no puede ser realizado (como se puede ver en los esquemas de la reproduc­ción). Es este plusvalor no realizado, esta acumulación meramente poten­cial, la que provoca la lucha entre los capitalistas, y así se reduce de nuevo la tasa de explotación.

Ya es otra historia diferente, que todo el mecanismo de la competen­cia entre los capitalistas, tal como lo describe Marx, no sea una ley absolu­ta del capitalismo, igualmente válida en todas las épocas. Por el contrario, su importancia varía en el curso del proceso histórico. El crecimiento, del oligopolio, en la etapa de "madurez" del capitalismo, restringe cada vez más la validez de este mecanismo de la competencia, porque los oligopolis-tas están menos ansiosos de expulsarse entre sí. En consecuencia, es pre-

2 8 Véase además Das Kapital, I , X , pp. 331-4. ( S i g l o X X I ) , I , pp. 384-90.

K A R L M A R X Y L A A C U M U L A C I Ó N D E L C A P I T A L i l

ciso modificar el análisis, si han de tratarse en forma realista las etapas posteriores del capitalismo.

3. L A T A S A D E B E N E F I C I O E N D E S C E N S O

De acuerdo con Marx, es una ley inherente al capitalismo, que la tasa de beneficio debe mostrar una tendencia a descender. Esta tendencia depende por entero de un supuesto, el ascenso de la composición orgánica del capital. En términos contables se puede definir mejor como la proporción entre el capital invertido y el volumen de los salarios. En la primera etapa, Marx muestra que en relación con un volumen dado de salarios, los bene­ficios de los capitalistas no se elevan, sino que al incrementarse el capital invertido desciende la tasa del beneficio. En las páginas siguientes Marx admite plenamente que el beneficio obtenido en relación con un volumen dado de salarios se puede elevar (e incluso se elevará) al aumentar la productividad en el curso del desarrollo del capitalismo. Sin embargo, sostiene en forma muy definitiva, que este aumento de la participación de los capitalistas no puede evitar la tendencia a bajar de la tasa de beneficio.

Algunos críticos han señalado que Marx no ha dado ninguna demos­tración lógica que justifique su posición. Si hablamos en forma estricta, esto es cierto. La proporción del capital invertido respecto al volumen de los salarios, teóricamente se puede elevar sin límite, como también pue­de hacerlo la proporción entre los beneficios y el volumen de los salarios. Sin embargo, no deja de ser interesante señalar que Marx hubiera podido obtener sin dificultad una prueba lógica, si hubiera escogido un concepto diferente de "composición orgánica". Si en vez de su definición, tomamos la proporción del capital invertido respecto al producto neto, entonces se hace evidente el punto: teóricamente esta proporción todavía puede crecer sin límite. Sin embargo, la proporción del beneficio en el producto neto tan sólo puede elevarse de acuerdo con un cierto factor máximo: si se supone por ejemplo que originalmente era de 50%, cuando más se podría duplicar. Como la tasa de beneficio es la proporción del beneficio en el producto neto, dividida entre la proporción del capital respecto al produc­to neto, el enunciado es el siguiente: al incrementarse el capital en relación con un producto neto dado, la tasa de beneficio necesariamente tiene que descender tarde o temprano.

Marx debe haber tenido este razonamiento en el fondo de su mente, lo que explica la tenacidad de su convicción. Se vuelve claro tan sólo en la cita siguiente (que está mal expresada, y como toda esa parte de la obra muestra señales de ser tan sólo un esbozo):

" E n cuanto el desarrollo de la productividad disminuye la porción del trabajo que se paga, se incrementa el plusvalor ya que aumenta su tasa; sin

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316 A C U M U L A C I Ó N 1 ) 1

embargo, en la medida en que reduce la cantidad total de traba/o por un capital dado, se reduce el factor por el cual se tiene que m la tasa del plusvalor, con objeto de obtener su masa. Dos obfl trabajan doce horas cada uno, aunque vivieran sin nada y poi tuvieran que trabajar nada para sí mismos, no pueden prodm li masa de plusvalor que 24 obreros que trabajan sólo 2 horas cad este respecto, entonces, la compensación de un menor número da por una mayor tasa de explotación del trabajo, tiene ciertos allá de los cuales no puede pasar; por lo tanto, puede retardar la \< tasa de beneficio, pero no puede evitarla." 2 9

El ejemplo concreto que se ha dado sólo tiene una interpreta monto dado de capital 3 0 emplea al principio 24 obreros (que es mir trabajan doce horas al día) y cada uno produce 2 horas de plu día. Después de cambios fundamentales en los métodos técnico, | | monto de capital sólo emplea 2 obreros; aunque esos 2 obreros, qc jan 12 horas al día, no requieran ningún pago en absoluto, y asi pi 12 horas de plusvalor al día, la masa total de ésta -24 horas qui cen es menor que la masa de plusvalor producida antes para • l capital, o sean 48 horas.

Es obvio que aquí Marx ha cambiado inadvertidamente sus d nes: pues la tasa del plusvalor en el pasaje anterior tiene q u e Ofl como "proporción del tiempo de trabajo no pagado, respeclo d total trabajado" (en oposición a su definición usual: proporción po de trabajo no pagado, con respecto al pagado). Y en lugai di tumbrada "composición orgánica del capital" (proporción entre l | invertido y el trabajo pagado), nos vemos referidos sencillami proporción del capital invertido respecto al total de horas de trab empleadas junto con este capital. Lógicamente se deduce que un Itl to del capital en relación con el trabajo empleado, no puede sel sado más allá de cierto punto, por un aumento de la cantidad de Irata pagado por obrero.

Eso en cuanto a la lógica del argumento. La hipótesis enipini | que se funda, no es tan realista como sin duda Marx esperaba que Dni el capitalismo maduro la proporción entre el capital y el produi lo i" muy probable que no se incremente para nada. Esto se debe en partí la proporción del capital neto (que es lo que importa al calculai la i beneficio) no sólo recibe influencias de las técnicas de produi baratura relativa de los bienes de capital, sino también de la estmi f|| edades (véase capítulo xn, 3). Pero incluso aparte de eso, pao nuevas tendencias en el desarrollo de la estructura técnica que ai

29 Das Kapital, I I I , pp. 275-6. (Siglo X X I ) , III , p. 318. (Las cuisn i 3 0 Se mide, por supuesto, en función de las horas de trabajo einpli

producción ("trabajo congelado").

M U I M A R X Y L A A C U M U L A C I Ó N D E L C A P I T A L 317

lina dirección por completo opuesta a la del incremento de la "compoli-i m u orgánica": cuando menos en ciertos casos se ha demostrado la l e u i l enc i a a emplear menos capital (bruto) en proporción a un p r o d u e l o

i l u d o . 1 1 Cualquiera que sea la incertidumbre y la duda acerca de las prue­bas referentes al desarrollo que ha seguido la proporción capital-producto, lancee segura una conclusión: si es que hay algún incremento, no puede luiber sido del orden de magnitud necesario para hacer que esa ley tenga Importancia práctica. Esto se aplica completamente a la etapa moderna del kitalismo. Pero hasta respecto a las etapas anteriores, es de dudarse que pl aumento de la proporción capital-producto tuviera tal magnitud, como pata que fuera importante en este sentido.

Sin embargo, lo principal respecto a la ley de la tasa decreciente del ¡beneficio, es esto: ¿Tenemos que concebir esta tendencia como una baja ••lectiva de la tasa de beneficio, que de hecho tiene lugar como una conse-i acucia de la modificación de la estructura del capital? Si la ley se entien­de de esa manera, entonces está en contradicción con lo mejor de la ciencia monolítica moderna (y también con todo el enfoque del subconsumo que, m i n o mostró Sweezy, está contenido en el trabajo mismo de Marx). El m o n t o realizado de beneficios es determinado enteramente por la cantidad pe los capitalistas invierten y consumen (según el supuesto de que los axalariados no ahorran, sino que sólo lo hacen los capitalistas). En tanto no disminuya la suma de la inversión y el consumo de los capitalistas, como una proporción de su capital, nunca podrá decrecer la tasa de beneficio. La i onsecuencia de un sostenido incremento de la proporción del capital respecto al producto (planeado), en esas circunstancias, será simplemente i .i .i el grado de utilización continuará en ascenso, y el sistema terminará p i n precipitarse impetuosamente en la inflación. Es innecesario decir que en épocas de paz el capitalismo nunca ha mostrado signos de tal cosa.

La interpretación alternativa de la ley de la tasa decreciente del bene-• n i es ésta: podemos concebirla como una tendencia potencial, que nun-Oa se realiza, pero que no por ello deja de ser importante. Diremos enton­ces, que de hecho los capitalistas no llevan a cabo ciertas modificaciones en l,i estructura del capital, porque provocarían un decremento de la tasa de beneficio. De esa manera, al abstenerse de hacer una producción más inten-uva en capital, por supuesto invierten menos de lo que invertirían de otra ni.mera, y es obvio que ello tiene consecuencias prácticas.

Se ha demostrado que los capitalistas individuales, cuando se trata de i onsiderar la introducción de métodos nuevos que abaratan la producción, peí o que elevan la proporción entre el capital y el producto, pueden en-i mitrar que el empleo de esos métodos implicaría una reducción de su tasa de beneficio. Este resultado es tanto más probable, mientras mayor sea el

3 1 D. Weintraub, "Effects o f current and prospective technological develop-i i i r n l s u p o n capital formation", American Economic Review, 1939.

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3 1 8 ACUMULACIÓN DI ( A l '

margen del beneficio neto que sirve de punto de partida. 3 2 (En uiiii hu popular, esto simplemente se expresaría como sigue: si ocurre que ficio neto o el plusvalor es una pequeña proporción del producto n V| producido, digamos 1 0 7 o , hay más lugar para un incremento propon tu de esta fracción, que el que habría si la proporción fuera, digaino, 507o, como punto de partida. Es relativamente más fácd en el p o i . que en el segundo, lograr un incremento de la proporción del capí! il I pecto al producto, con una tasa de beneficio constante. La duplii .i esta proporción capital-producto, por ejemplo, en el primer caso rcqui il un incremento de 2 0 % de la participación del beneficio neto en el to, para que no hubiera cambio en la tasa de beneficio. En el segundi apenas se podría obtener el mismo resultado, ya que el beneficio leml que tragarse todo el producto.)

Por tanto, la ley de la tasa de beneficio decreciente puede tem i | importancia práctica para el capitalista individual, cuando se trati siderar los métodos intensivos en capital, destinados a abaratai la ción. Es correcto decir que un decremento de la tasa de beneficio pm causa, es fácü le impida adoptar esos métodos. Esto se debe, pino, R que no invertirá nada con una tasa de beneficio por abajo de cierto nlvi segundo, porque puede haber otras posibilidades de inversión que quen una disminución de la tasa de beneficio. Puede, por ejemplo, I M métodos técnicos que abaraten la producción, sin que impliquen un irtfl empleo relativo de capital, o se puede concentrar en abaratar las adi|li ciones o la distribución, por medio de métodos en gran escala 1 1

utilizar todos estos medios con objeto de adquirir posiciones i u nopolísticas, etcétera.

Es difícü juzgar hasta dónde ha operado la ley de la tasa de bi m 11 decreciente, en el sentido que acabamos de explicar, durante el curan historia capitalista, como una restricción en cuanto a adopta o intensivos en capital, que teóricamente estaban disponibles. El probll podría ser pertinente respecto a la cuestión de la economía madui | | pudiera demostrar que la "intensificación del capital" tuvo gran im| cia en las primeras etapas del capitalismo. Pero es posible pensai qui 1

otros factores mucho más evidentes, que tienen mayor importan, la I >> problemas de la madurez económica.

4. E L SUBCONSUMO Y L A CRISIS D E L CAPITALISMO

Marx previo que en una u otra forma, pero por razones inevitabl

3 2 Véase Small and big bussiness, "Economic problems of the si/, ni tita capítulo III .

KAKI MARX Y LA ACUMULACIÓN D E L C A P I T A L 319

llandas con su propio desarrollo inherente, el capitalismo habría de funcio­nar cada vez menos bien, a medida que se desarrollara. Sus desventajas se

ucentarían y progresivamente adquirirían preponderancia sobre sus lo-s positivos (que Marx nunca negó). Las dificultades o padecimientos

uc habrá de desarrollar lo acabarán por llevar a su ruina, o por lo menos niiiibuirán a ella.

Marx no explicó en forma satisfactoria cuál es la naturaleza precisa de Has dificultades, ni por qué se han de desarrollar inevitablemente. Tenía

nas ideas al respecto, pero permanecieron en un estado inconcluso. P. ce/.y ha mostrado en forma admirable que son dos las principales expli-

nii iones alternativas de las "crisis capitalistas" que se encuentran en Marx, la ley de la tasa del beneficio decreciente y el enfoque del subconsumo. Lo f i e Sweezy tiene que decir sobre el tema, hace superfluo añadir nada D í a s . 3 3 En pocas palabras, considera poco prometedor al primer enfoque

na la "tasa del beneficio decreciente"— y ve en el segundo -e l enfoque del subconsumo— la base sobre la cual es posible desarrollar una explica­r o n satisfactoria. Sus razones para tener esta opinión son totalmente con­vincentes.

Además Sweezy ha intentado elaborar a grandes rasgos una explica­r o n de consistencia lógica sobre las crisis capitalistas, con base en la idea ticI subconsumo. Es esta explicación la que requiere comentario.

Se puede ver con faedidad sus supuestos básicos en la rígida demostra­ron matemática de su argumentación. 3 4 En su sencillo modelo el ingreso m lona! se define como la suma de 1 ] los salarios (que son igual al consu­mo del trabajador), 2] el consumo de los capitalistas, y 3] la inversión. Se •pone que mientras el ingreso nacional asciende en forma sostenida, tanto loa salarios como el consumo de los capitalistas se elevan con menor rapi­dez que la inversión, la cual, en relación con el consumo total, se tiene que llevar continuamente.

Este resultado se basa en las siguientes razones: la primera es que los nipitalistas tenderán a acumular una proporción cada vez mayor de su | medente, y a consumir una correspondiente proporción cada vez menor r>wee/.y, op. cit, p. 244). La segunda razón es confusa lógicamente. 3 5 La

3 3 Véase The theory ofcapitalism development, capítulo X. 3 4 Sweezy, op. cit. Apéndice al capítulo X, pp. 186 ss. 3 5 Aquí Sweezy introduce una distinción excesivamente confusa entre lainver-

""'> ) la acumulación: la acumulación es la parte del plusvalor que no es consumido l>ni los capitalistas. Una parte de la acumulación la destinan los capitalistas a la com­en de materias primas y bienes de capital, adicionales, y por tanto se añaden al acer-Jaj del capital constante (maquinarias, edificios, inventarios); a esto se le llama "in-

i ion". La otra parte de la acumulación se destina a salarios adicionales (y por lo o es consumida por los trabajadores). Esta parte, según Sweezy, no es "inver-

Hn", aunque se trate de "acumulación", y Sweezy acusa a los keynesianos de no •Helar esta distinción.

I I reproche no es muy iusto, pues la distinción que hace Sweezy es ilógica.

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3 2 0 A C U M U L A I U Mi m

tercera razón no se establece en forma explícita, si bien se lie tu ción de que de algún modo está presente en el fondo. En todi< < < •• • de una razón necesaria: a saber, que el plusvalor está en aseen menos es constante, como una proporción del ingreso nacional

Si hacemos a un lado la segunda razón, encontramos que l.i pi la tercera suministran un resultado de manera perfectamente definimos la suma de la inversión y el consumo de los c.ipit ilt i contrario de Sweezy, pero correctamente) como beneficio o / ' i suponemos a] que la inversión como proporción del plusvalm, , ta y b] que el plusvalor como proporción del ingreso nacional no ,i entonces se desprende en seguida que la inversión se eleva en piopi ingreso nacional y el consumo total. Sweezy no escogió d a i esa i argumento, pero de hecho se trata de una interpretación ra/imuld supuesto definido algebraicamente.

La hipótesis adicional, necesaria para completar el modcli consumo se incrementa en un monto dado, entonces el a c c i v o di i tiene que aumentaren una cantidad dada y constante, si se da p la utilización plena, fisto equivale al bien conocido " p r i n c i p i o ,1. ción".

Con base en esos supuestos Sweezy es capaz de demostini >l -< consumo", en el caso de una tasa de incremento del ingreso mi il es constante o va en descenso. La esencia de esta demosliai pi pueda presentar verbalmcnte en la forma siguiente: mienlu . i nacional ascienda a una tasa constante o decreciente, el accivo ,i . i también se habrá de elevar a una tasa constante, o incluso tan inlti i tasa decreciente, para asegurar la utilización plena. Pero un il i

Implica que una parte de su corriente del ingreso nacional son sultinm. \ tiempo también es plusvalor (beneficios) en el mismo periodo que nuil i valor creado en un año dado es trabajo no pagado y también al misiim ili>iii|i trabajo pagado! No hay duda de que esta desafortunada terminólo-u n i u en Marx. ¡De hecho, no es más que una reliquia de ese viejo nionstiui i i doctrina del fondo de salarios, a la que Marx liquidó en un brillante ai.npo i , permitir que su fantasma confundiera su terminología! 1 n la aelualul id >••• i. • ni siquiera para los marxístas, para conservar los restos de ese fósil sólo pui pl< >Uil

E l supuesto en el que Sweezy utiliza esa distinción es el siguienli >pi 1

versión" se incrementa en proporción al total de la "acumulación". I n mer supuesto, el que la acumulación se eleva como proporción del pin il debiera llevar al resultado de que la inversión sube en proporción (de acuerdo con el argumento del texto de la p. 214). ¡Sin embargo, m i este resultado a menos que se dé por supuesto algo acerca de la pmp , • valor en el ingreso nacional! t i texto (p. 214) casi da la impresión .1, wpone que el plusvalor se eleva en proporción al ingreso nacional ("lia, i n I beneficio como sea posible"), pero no lo expone en forma expln il i 1 n hacemos este supuesto de un plusvalor en ascenso o incluso eonsiam con los salarios, se vuelve superfiuo todo el argumento respecto a la ,i la inversión!

K A R L M A R X Y L A A C U M U L A C I Ó N D E L C A P I T A L 321

del ingreso nacional implica un aumento del plusvalor y un alza a foriion de la tasa de inversión. Ahora bien, un incremento de la tasa de inversión implica, por supuesto, que el acervo de capital no crecerá en forma lineal, sino a una tasa creciente, lo que claramente no se puede conciliar con el requisito de la utüización plena. La argumentación muestra que neccsana mente debe surgir una discrepancia entre el consumo y la capacidad pro­ductiva, discrepancia que lo más probable es que se presente como una subutilización de la capacidad.

La demostración de Sweezy, como él mismo lo destaca, no se aplica necesariamente al caso en que el ingreso nacional se eleva a una tasa creciente. Sin embargo, sería posible probarla también en el caso de un acervo de capital que crece en forma logarítmica constante, y así hacer que tuviera una conclusión más ampliamente aplicable.

No obstante, tal como se presenta, la teoría tiene una falla. Presupone un incremento secular de la proporción de la inversión respecto al consu­mo. La prueba que ofrecen los datos de Kuznet no confirma este supuesto, y es casi seguro que no sea realista. Además es muy poco probable que el ahorro de los capitalistas, como proporción de su ingreso, de hecho se haya incrementado en las etapas posteriores del desarrollo capitalista. También es poco probable que en realidad haya aumentado el ingreso de los capita­listas en relación con los salarios. El descenso de la tasa de crecimiento del capital en una economía madura, y el concomitante decremento de la tasa de beneficio, tiende a provocar un descenso de la participación del benefi­cio en el ingreso, y un decremento de la porción del beneficio que los capitalistas destinan al ahorro.

La teoría del subconsumo requiere una reinterpretación diferente, si ha de tomar en cuenta las realidades de la situación. Si pensamos en ello, la tendencia a que aumente la porción de los capitalistas en el producto, después de todo existe en forma potencial; es una consecuencia del creci­miento del oligopolio. La expresión de esta tendencia no puede ser más que un incremento de los márgenes del beneficio bruto. Eso significa que la participación efectiva del ingreso neto de los capitalistas no necesita crecer nada. Los mayores márgenes de beneficio bruto pueden ser compen­sados por un grado menor de utilización, de modo que no haya un despla­zamiento del ingreso real de los salarios hacia el beneficio, sino un traslado del ingreso potencial de los trabajadores a un desperdicio en forma de capacidad excedente.

Esto se podría representar con mucha faedidad en términos marxistas. lendríamos que decir que como consecuencia de un aumento del oligopo­lio, tiende a elevarse la tasa del plusvalor producido: sube la tasa de explo­tación. Pero como Marx lo explicó, el producir plusvalor no significa nece­sariamente realizarlo, y la realización depende de la existencia de un mer­cado suficiente. Ahora podemos decir que el plusvalor sólo puede ser realizado, en la medida en que haya un monto correspondiente de inver-

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322 ACUMULACIÓN l'I 1 \

sión y de consumo de los capitalistas. Si este monto no se u n n i entonces el alza de la tasa de plusvalor producido no desemb... | | | incremento del plusvalor realizado, sino tan sólo en capacidad oxot

Esto ya se ha descrito más arriba, en conexión con la " l i acumulación". Ahí se mostró que la capacidad excedente puede i ondú l una intensificación de la competencia entre los capitalistas, y que li udi • hacer bajar de nuevo la tasa del "plusvalor producido". A ello luí , añadir ahora una modificación: con el crecimiento del oligopoho la muí petencia entre los capitalistas cada vez opera menos bien, y la . apai 111 excedente puede persistir por mucho tiempo, sin llegar a una cspul iu forzada del capital superfluo. Entonces el resto de la capacidad en , i • ejerce una influencia deprimente en las decisiones de inversión di li talistas, y la tasa de crecimiento del capital se hace más lenta.

Podemos ver que la aparición de un "plusvalor producido", • | "realizado" en forma correspondiente, es capaz de llenar las íum i , una teoría del subconsumo. No queda sujeta a objeciones que se apoyen bases realistas. Muy bien puede ser conediada con el hecho de qin plusvalor realizado" o el beneficio neto, en realidad disminuye i pi porción de los salarios. Ni siquiera requiere que se eleve de conl i plusvalor producido, al que tentativamente podemos identiíi. i margen del beneficio bruto, ya que el mecanismo de la compelen. los capitalistas, que tiende a reducir ese margen, todavía puede o| bien con mucho retardo. Entonces es posible que a medida:que se inii | . prosigue el descenso de la acumulación del capital, la presión de la i ip« -dad excedente provoque subsecuentemente alguna reducción de I genes del beneficio bruto, aunque sea con retardo, sólo suficieiilc ipil > para evitar un alza continua de la capacidad excedente, pero no huniuuii para eliminar la capacidad excedente creada al comienzo de la el< . . . original de los márgenes de beneficio.

Entonces podemos observar una constancia o hasta un desceñan li los márgenes del beneficio bruto en una economía madura, sin q i | para que a la par de la baja del crecimiento del capital, los márgein di i beneficio bruto siempre sean demasiado elevados para permitir una ulllua ción "normal" de la capacidad. Así, todo el tiempo habrá suln... expresado tan sólo en un grado anormal de capacidad excedente qm i continuo reaccionará en forma adversa sobre la acumulación del. apll il

No hay necesidad de entrar aquí en los detalles de esta teoi 1.1,\ i .pii han sido examinados en secciones anteriores de este libro. Sin embau, interesante mostrar que puede ser desarrollado orgánicamente, a pailii ' enfoque marxista del subconsumo. Requiere unos cuantos c< ptu hipótesis adicionales, en especial el efecto de la capacidad excedent. i • la acumulación; pero básicamente descansa en la idea de una prodin 1 1 11 de plusvalor que no es realizado, y sucede que ésa es la forma en qm 11 u literalmente formuló el enfoque del subconsumo.

I N D I C E D E C U A D R O S

128

128

í 1. Grado de utilización de la capacidad 25 2. Utilización de la capacidad en la industria siderúrgica 28 I . Costo de la mano de obra en la industria del cemento 29 4. Productividad y tamaño (Censo Industrial 1939) 48 5. Productividad y tamaño (Censo Industrial 1939) 48 h. Los salarios como porcentaje del valor agregado en diferentes

clases de tamaño de plantas industriales 51 7. Costos de distribución de los industriales como proporción

de las ventas (1935) 99 8. Distribución de frecuencia de los costos de distribución como

porcentaje de las ventas 102 ! 9. La participación de los jornales como % del valor agregado en

varias industrias manufactureras 116 10. Los salarios en la industria de transformación I I . Depreciaciones (valor en libros) en la industria de transforma­

ción 12. Depreciaciones como 7o del "ingreso bruto" de las corpora­

ciones 13. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­

gado: comestibles y productos afines 131 I I Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­

gado : industrias textües 134 15. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­

gado: productos forestales 136 16. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­

gado: papel y productos similares; productos de hule; gaso­lina y coque 137

17. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­gado: impresión y publicación 138

18. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­gado: industrias químicas 139

19. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­gado: artículos de cuero; piedra, arcilla y vidrio 142

10. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­gado: hierro y acero 145

' I . Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­gado: metales no ferrosos 146

|2. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­gado: maquinaria 147

11. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agre­gado: equipos de transporte y diversos 148

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Page 161: Josef Steindl Madurez y Estancamiento del Capitalismo Norteamericano.pdf

3 2 4 Ì N D I C I . DI < l i

24. Ahorro derivado de los dividendos 25. Importancia relativa de las corporaciones en la industria 26. Emisiones de capital 27. Rendimiento de las acciones comunes y los bonos 28. Acumulación de capital en los EU 29. Porcentajes de participación de los diferentes sectores en el

capital total (mejoras de los bienes raíces y equipos) 30. Estimación del capital negociable (millones de £ en precios

de 1929) 31. Estimación del ahorro total 32. Capital de deuda 33. Acumulación de capital negociable y del ahorro total 34. Proporción entre el capital negociable y el ingreso nacional

neto 35. Porción de los ahorros personales en los "desembolsos del

consumidor" 36. El desarrollo de la tasa de beneficio

37. Valores de — correspondientes a valores dados de i 38. Capital bruto y neto 39. Tasa de crecimiento del capital neto y bruto 40. Proporción del capital bruto respecto al producto

ÍNDICE D E F I G U R A S

I . Relación entre el valor bruto del producto por obrero y el tamaño del establecimiento industrial

2A y 2B. Porcentaje de participación de los jornales en el valor agregado en diferentes clases de tamaño: selección de indus­trias de transformación

i. La contracción del margen de beneficio 4A y 4B. El desarrollo de la participación de los jornales en el

valor agregado, en varios grupos de industrias, 1899 a 1939 5A y 5B. El esquema de la inversión 6. La tasa de crecimiento del capital neto y del capital bruto 7. Las raíces reales de la ecuación característica pep — yp 4- vy

= 0 X. El ahorro total y el ahorro externo en su relación con el

ingreso nacional •). Las raíces reales de la ecuación característica e2ee - Le2 +

M6e + NO2 = 0

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