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José Manuel Valenzuela (coord.) JUVENICIDIO Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España * BIBLIOTECA DE INFANCIA Y JUVENTUD

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Page 1: José Manuel Valenzuela (coord.) JUVENICIDIO · 2016-02-17 · -especialmente en la región centroamericana-, los regímenes militares en Sudamérica, el posicionamiento de las ultraderechas

José Manuel Valenzuela (coord.)

JUVENICIDIO Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España

* BIBLIOTECA DE INFANCIA Y JUVENTUD

Page 2: José Manuel Valenzuela (coord.) JUVENICIDIO · 2016-02-17 · -especialmente en la región centroamericana-, los regímenes militares en Sudamérica, el posicionamiento de las ultraderechas

Juvenicidio, Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España/ José Manuel Valenzuela, coord. - Barcelona , Ned Ediciones; - Guadalajara , ITESO; - Tijuana , El Colegio de la Frontera Norte, 20 15.

274p.; 15x21 cm

ISBN' 9788494442407 (Ned Ediciones) ISBN o 9786079361853 (ITESO) ISBN 9786074791785 (El Colef)

l. Juventud y violencia - América Latina. 2.Juventud y violencia - España. 3. Juventud- América Latina ­Condiciones sociales. 4. Juventud - España - Condiciones sociales. 5. Juventud - México - Condiciones sociales - Siglo XXI. 6 México - Política y gobierno- Siglo XXI. l. Valenzuela Arce, José Manuel. 11. El Colegio de la Frontera Norte (Tijuana, Baja California). 111. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente ( Guadalajara,Jalisco ).

HQ799 .L38 J8 2015

©José Manuel Valenzuela (coord.), 2015 © Rossana Reguillo Cruz, Maritza Urteaga, Hugo César Moreno, Alfredo Nateras Domfnguez, Germán Muñoz, Valeria Llobet, Marisa Feffermann, Lucia Rangel, Rita Alves, Caries Feixa, M. Angels Cabasés y Agnes Pardell

©De la imagen de cubierta: Oliver Uribe1 «Vivos se los llevaron1 vivos los queremos», 2014

Primera edición o octubre de 2015, Barcelona

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© 20 15, Nuevos emprendimientos editorialcs1 S. L1 Barcelona

O. R.© 20 15 El Colegio de la Frontera Norte, A. e Carretera escénica Ti juana-Ensenada, Km 18.5 San Antonio del Mar, 22560 - Tijuana, B. e - www.colefmx

D. R. © Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) Periférico Sur Manuel Gómez M orín 8585, CoL !TESO, Tlaquepaque,Jalisco, México, CP 45604. wwwpublicaciones.iteso.mx

Preimpresión: Editor Service, S. L. Diagonal, 299, entlo. 1' - 080 13 Barcelona

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~ .. ~ Lx-~:::.Fronttra

ISBN (Ned ediciones), 978-84-944424-0-7 ISBN (ITESO), 978-607-9361 -85-3 ISBN (El Colef), 978-607-479-178-5

Depósito Legalo 8.22396-20 15

Impreso en México

Printed in Mexico

Queda prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, de esta versión castellana de la obra.

Ned Ediciones - WW'.v.nedediciones.com

Recuerdo, recordamos.

Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas,

sobre un texto iracundo

sobre una reja abierta,

sobre el rostro amparado tras la máscara. Recuerdo, recordamos

hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Rosario Castellanos

«¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! »

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ÍNDICE

l'll'l logo: aunque nos sangre el corazón ..... . ............. . ... . . . . . ..... . . 11 jo,¡' Manuel Valenzuela Arce

1 IZcmolinos de viento: juvenicidio e identidades desacreditadas .... .. . 15

José Manuel Valenzuela Arce

' · La turbulencia en el paisaje: de jóvenes, necropolítica y 43 esperanzas . . .... . ........ . . . . ..... ...... . ...... . . . ... ........ ..... . 59

Rossana Reguillo

\. Corrupción e impunidad versus Justicia y Derecho en México ........ 79

Maritza Urteaga Castro Pozo y Hugo César Moreno

'k El aniquilamiento identitario infanto-juvenil en Centroamérica: el caso de la Mara Salvatrucha (MS-13 ), y la « pandilla»

del Barrio 18 (B-18) . ... .............. . ...................... . .... . . . .. . 99 Alfredo Nateras Domínguez

5. Juvenicidio en Colombia: crímenes de Estado y prácticas socialmente aceptables . . . ... . ........... . ... . .. . . . . . .............. .. .. 131

Germán Muñoz G.

6. Genocidio de la Juventud Negra: deconstruyendo mitos ........ ..... 165 Marisa Fiffermann

7. Los jóvenes que más mueren: los negros y los indígenas en Brasil. ... 197 Lucia Helena Rangel, Rita Alves Oliveira Traducción en castellano: Damian Kraus

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JUVENICIDIO

8. Políticas y violencias en clave generacional en Argentina .. . . ... ... . . . 21 S

Valeria Llobet

9. El juvenicidio moral de los jóvenes ... al otro lado del charco .. .... . . 235

Caries Feixa, M. Angels Cabasés y Agnes Pardell

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PRÓLOGO: ,

AUNQUENOSSANGREELCORAZON

JOSÉ MANU EL VALENZUELAARCE

Hijo, donde quieras que estés, te seguiré buscando, aunque

mi corazón sangre.

Bernardo Campos

(Padre de uno de los estudiantes

desaparecidos en Iguala.)

A partir de la supuesta guerra contra las drogas impulsada por Felipe Calde­

rón en México en diciembre de 2006, se incrementó la muerte artera e impu­ne de decenas de miles de jóvenes, situación que evidencia la presencia de juvenicidios 1 (Valenzuela, 2012), que involucran a múltiples sectores socia­

les y enmarcan los cruentos sucesos de Iguala donde murieron 6 personas y 43 desaparecieron por elementos policiales con la complicidad de militares y funcionarios. Tras ser víctimas de desaparición forzada, los jóvenes fueron

entregados al narcogrupo Guerreros Unidos, formación del crimen organiza­do vinculada al alcalde de Iguala, José Luis Abarca y a su esposa María de los Ángeles Pineda Villa. Pensar en los sucesos de Iguala, obliga a construir una

reflexión amplia que nos permita entender la descomposición del Estado y cómo el llamado crimen organizado ha permeado una parte importante de

las instituciones y de la vida social y que posee, en el juvenicidio, una de sus consecuencias más dolorosas.

Valenzuela Arce, J. M. Sed de mal. Feminicidio, jóvenes y exclusión social. El Colef-UANL. Méxi­co. 201 2, 264 págs.

~ 11 ~

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'" " f; ,; ,j

11,L ANIQUILAMIENTO IDENTITARIO

1 NFANTO-JUVENIL EN CENTROAMÉRICA:

II.L CASO DE LA MARA SALVATRUCHA

(MS-13), YLA «PANDILLA» DEL

BARRIO 18 (B-18)

i\ I.I'REDO NATERAS DOMÍNGUEZ1

introducción

1 ,J. intención de este texto es contextualizar las violencias tanto desde su valor rcJ.l como simbólico en Latinoamérica, y en lo particular, en lo que se conoce

como la Región del Triángulo del Norte Centroamericano (RTNC), que in­cluye a los países de El Salvador, Honduras y Guatemala. Situaremos a las

identidades infanta-juveniles deterioradas o desacreditadas: la Mara Salva trucha ( MS-13) y la «pandilla» del Barrio 18 (B-18 ). De ahí articulamos los marca­dores de la criminalización, con lo que he denominado el aniquilamiento

identitario, una manera fáctica de borrar los lugares sociales de estos agru­pamientos. El capítulo termina haciendo una reflexión, a partir de ciertos tes­

timonios de ejecuciones extrajudiciales, en el espacio público de la calle, y de masacres en las cárceles, acerca del juvenicidio en la RTNC, contra la condición

juvenil, la MS-13 y la «pandilla» del B-18.

2 1 Doctor en Ciencias Antropológicas. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma

~ Metropolitana-lztapalapa. México DF.

~99 ~

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JUVENICIDIO

Las gramáticas de las violencias en Latinoamérica ~ '7: 3. ~·

Vamos a entender las violencias como relaciones asimétricas de poder, que g se dan en los vínculos sociales¡ ya sea desde el Estado, sus cuerpos de seguri- ~ dad, el crimen organizado, las instituciones -de éstas con los sujetos-, entre los actores sociales, e incluso con respecto a determinados grupos juve­niles, indígenas, minorías sexuales y de creencias religiosas. No sólo interesa la materialidad de la misma (en lo social, en lo cultural, en lo político o en lo

económico), sino lo que representa, y lo que significa desde su veta simbóli-

ca, es decir, lo inmaterial, en el registro de lo implícito y de lo latente. Una de las vetas de las violencias es su rostro estructural, en otras pala­

bras,la pobreza, por ejemplo, o desde una vertiente amplificada, la exclusión

social, la marginalidad, las dificultades para acceder a la educación, a la vi­vienda, a la recreación, a un trabajo digno, a la cultura, a construir un proyec­to de vida en el aquí y el ahora, a los marcadores del estigma ( Goffman,

1993 ), de ciertas adscripciones identitarias infanta-juveniles desacreditadas/ deterioradas: los cholos, los reagueatoneros y las pandillas en configuraciones como la Mara Salvatrucha (MS-13), el Barrio 18 (B-18),3 la Mara Mao, o la

Mara Máquina.

2 Erving Goffman considera al estigma como un mecanismo de categorización social, un atributo desacreditador, inmerso en una trama de relaciones. Para un acercamiento teórica­mente profundo y serio del concepto, revísese el capítulo correspondiente que aparece en este libro de Jóse Manuel Valenzuela.

3 La Mara en Centroamérica significa grupo de amigos, palomilla, «cuates» y en una de sus adjetivaciones están las «maras pandilleriles» (ver Romero, 2003 ). La MS-13 y la «pandi­lla» del B-18, se conforman a finales de la década de los años setenta y principios de los ochenta, en Los Ángeles, California, Estados Unidos. La connotación de Salvatrucha se deri­va de salva, de El Salvador, y trucha, ponerse listo, «avispado», por lo que sería un salvadoreño abusado. La MS-13 es una escisión del B-18, por problemas de territorio, de negocios y el amor de una mujer. A partir de los acuerdos de paz, en 1992, conocidos como los de Chapul­tepec, ya que a instancias del gobierno mexicano y del francés, se firmaron en el Castillo de Chapultepec, México; se dio por terminada la guerra civil en El Salvador, incluyendo las con­flagraciones en Honduras y Guatemala. Esto llevó a la deportación masiva de la MS-13 y del B-18, por parte del gobierno norteamericano, a sus patrias de origen, lo que derivó en la emer­gencia de un nuevo sujeto y actor social, en el espacio público de las calles en la RTNC.

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'

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

Este rostro estructural y plástico de las violencias, ha sido vehiculizado a

través de la vertiente del proyecto económico y cultural del neoliberalismo en­sayado en América Latina, con resultados catastróficos para grandes sectores de la población. Entre los más afectados están las minorías étnicas, la diversidad

sexual, los afrodescendientes, los ancianos, las y los jóvenes, los migran tes, las y los niños y determinadas adscripciones identitarias infanta-juveniles, que se han jugado en los límites de las sobrevivencias culturales y económicas, a través

de estrategias y mecanismos de resistencia: los casos de una parte de las y los jóvenes y de las culturas juveniles son más que elocuentes.

Las décadas de los años ochenta y noventa en América Latina, son im­

portantes para entender las tesituras de finales del siglo XX y principios del XXI. Los sucesos que se dieron a nivel político, económico, social y cultural, tuvieron una fuerza simbólica que influyeron, diferenciadamente, en los de­

rroteros de la vida de sus habitantes, especialmente en los y las jóvenes de los países Centroamericanos, en particular, en El Salvador, Honduras y Guate­mala. Por lo tanto, no es fortuito que tales años hayan sido conocidos como

las décadas perdidas para el desarrollo, incluso aceptado por el Fondo Mone­tario Internacional (FMI)/ en tanto representó el inicio del ajuste estructural,

la aplicación del neoliberalismo, el paulatino desmantelamiento del Estado, las recurrentes crisis económicas y políticas, la guerra civil y de guerrillas,

-especialmente en la región centroamericana-, los regímenes militares en Sudamérica, el posicionamiento de las ultraderechas -el caso de Are­na en El Salvador y del Partido Nacional en Honduras-, el incremento de

los flujos migratorios plagados de jóvenes, el avance del crimen organizado en su versión de narcotráfico, la explosión urbana, el recrudecimiento de las violencias, la emergencia de agrupamientos juveniles del tipo bandas, palo­

millas, barrios y clicas, 5 en las principales urbes de las naciones latinoamerica­nas, y últimamente, la transnacionalización de las pandillas juveniles de la región centroamericana hacia Estados Unidos, en Los Ángeles, y hacia Eu-

, ropa -España-.

4 Periódico La Jornada, 21 de abril de 2006. México, D.F. S Son microgrupos, células o sectores, en los que se dividen las pandillas y las maras.

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JUVENICIDIO

La situación de vida cotidiana para una gran parte de latinoamericanos ~ se sigue deteriorando. Por su presencia demográfica y simbólica, el sector ~ de las y los jóvenes, es el más vulnerable, es decir, si se les compara con § otros grupos sociales, son ellos y ellas quienes más resienten los conflictos, ~ las tensiones y las contradicciones. En el caso de América Latina, y recono­ciendo la dificultad que implica establecer parámetros de edad, se conside-ra joven a las personas comprendidas entre las edades de 10 a 24 años

( CEPAL-Olj, 2004 ).6

Hay ciertos datos de las realidades de los jóvenes en América Latina que vale la pena mostrar? Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe ( CEPAL), y de la Organización Iberoamericana de

la Juventud ( OIJ),8 tenemos que en 1990, el40% de la población en América Latina es joven, el desempleo juvenil alcanza el1S,7%, y de cada 100 hom­

bres jóvenes que mueren, 77 se atribuyen a causas externas, es decir, acciden­tes, homicidios, suicidios y con respecto a las mujeres jóvenes, la cifra de muertes es de 38. La Organización Internacional del Trabajo ( OIT) y la Orga­

nización de las Naciones Unidas (ONU), informa que la tasa de educación muestra que el20% de los jóvenes latinoamericanos ingresan tardíamente en la primaria, un 40% repite el primer año, un SO% presenta atraso escolar en al­gún momento del ciclo y el SO% de los jóvenes en edad de ingresar al nivel

secundaria no lo hace. Asimismo señalan que el desempleo juvenil se dupli­

có pasando del 7,9% en 1990 al16% en 1999.9 Otro informe de la CEPAL­

UNICEF, 10 menciona que en América Latina, la violencia más frecuente contra

los menores es el abuso sexual, entre el 70% y el 80% de las víctimas dentro de la familia son niñas, y en el 7S% de los casos, mantienen una relación di-

6 El criterio de la ONU para hablar de jóvenes es de 15 a 24 años, el europeo de 15 a 29 y el

iberoamericano, de 12 a 29. 7 Estas cifras son retomadas de Nateras, 2014 (Vivo por mi madre y muero por mi barrio. Signi­

ficados de la violencia y la muerte en el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha). Consultar la referencia

completa en el apartado de la bibliografía. 8 CEPAL-OIJ, La juventud en Iberoamérica, tendencias y urgencias, Santiago de Chile, 2004.

9 Periódico La Jorn ada, 26 de agosto de 2003. México, D F. 1 O Cfr. La pobreza de América Latina y el Caribe, aún tiene nombre de infancia, México, 2002.

~ 102 ~

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

recta con los atacantes. Con base a un informe de UNICEF, Ernesto Rodríguez1 1

señala que para un número considerable de adolescentes de las ciudades de Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile, la policía representa un peli­

gro del que tienen que tener cuidado, y no una figura para la protección o seguridad. Deducimos que esta situación se acrecienta en el caso específico de los agrupamientos de jóvenes pandilleros como las maras, ante el hecho de sufrir la limpieza social que están llevando a cabo los «escuadrones de la muer­te» en varios países como Honduras, El Salvador y Guatemala.

A partir de estas cifras, podemos decir que la globalización neoliberal

ejerce las violencias, ya que es un sistema de relaciones asimétricas de poder: un discurso de los grupos dominantes, una nueva forma de proyecto de de­sarrollo económico, cultural y desigual, es decir, no todas las regiones o am­plios sectores poblacionales, tienen acceso a los beneficios de estar en un

mundo globalizado, en otras palabras, también lo que se ha globalizado es la pobreza, la exclusión, las desigualdades sociales, particularmente en la con­

dición juvenil contemporánea agrupada que genera crisis en las pandillas juveniles transnacionales, como es el caso del Barrio 18 (B-18) y de la Mara Salva trucha (MS-13).

En los límites y en los bordes, estas violencias se desplazan y mutan ha­cia lo que podemos denominar las violencias de muerte (real como simbó­licamente), contra tales identidades deterioradas o desacreditadas (Goffman,

1993 ), en formatos de exterminio, ejecuciones extrajudiciales, aniquilamiento, masacres y limpieza social, que devienen en lo que se ha denominado como juvenicidio (Valenzuela, 20 12) .12

En el imaginario de los Estados neoliberales, tales sujetos sociales, «afean »

el paisaje del capital, y además, desde sus narrativas y discursos, son los que

l l Ernesto Rodríguez, «Juventud y violencia en América Latina. Una prioridad para las po­

líticas públicas y una oportunidad para la aplicación de enfoques integrados e integrales»,

en Desacatos, juventud: exclusión y violencia. México. CIESAS, primavera-verano, 2004, págs.

36-59. 12 A decir de Valenzuela, el juvenicidio, no sólo se refiere al incremento de las muertes « arte­

ras », contra las y los jóvenes, sino también a sus condiciones reales de precariedad en lo

económico, en lo laboral, en lo educativo, en la salud, en la recreación y en sus hábitats.

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JUVENICIDIO

supuestamente los hacen fracasar, por lo tanto, se les sitúa como actores ~

«desechables» (Martín-Barbero, 1987), es decir, factibles de ser desaparecí- ~ 0...

dos y asesinados, simplemente por su adscripción identitaria, su clase social g. :::>

o su etnia. rJ:

La Región del Triángulo del Norte Centroamericano ( RTNC): El Salvador, Honduras y Guatemala

Hay una situación real de las violencias de muerte. Esto se recrudece en la condición juvenil y en ciertas adscripciones identitarias como la MS-13 y la pandilla del B-18, en tanto se sitúan en el ínter-juego de ser protagonistas

de las violencias sociales (Sosa, 2004), 13 es decir, sujetos de ella, y al mismo

tiempo padecerla, ser objetos de -aspecto poco tratado y ventilado por los medios masivos de información y la academia-. Además, podemos afirmar

que estos agrupamientos han sufrido una brutal violencia de muerte, de ex­terminio, ya sea en el espacio público de la calle, en sus comunidades y tam­

bién en los lugares del encierro: las cárceles. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Re­

gión del TNC, sigue siendo la más violenta del mundo, ya que registra las si­

guientes tasas de homicidios: «39 asesinatos por cada 100.000 habitantes en Guatemala¡ 72 por cada 1.000.000 en El Salvador¡ y 86 por cada 1.000.000 en Honduras, superior a 1 O veces más que el promedio mundial» .14 A su vez, se considera un escenario francamente terrible para la condición juvenil como

tal, ya que se calcula que aproximadamente 1 de cada SO jóvenes centroame­

ricanos serán asesinados antes de que cumplan los 32 años de edad, por lo que

1 3 Para Raquel Sosa, las violencias sociales, son una de las formas en las que se expresa la vio­

lencia política en los Estados liberales, es decir, implican imposición y terror promovidos

desde y para el poder. 14 CNN México.com. Uno de cada 50 ;óvenes en Centroamérica morirá asesinado, calcula la ONU.

México, 16 de mayo de 20 12 a las 15:25. El artículo puede consultarse en la siguiente direc­

ción, http: / / mexico.cnnn.com/ mundo/ 2012/ 05/ 16/.

~ 104~

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

planteamos una pregunta ¿de estos chicos y chicas, cuántos afiliados a las

identidades infanta-juveniles de la Mara Salva trucha (MS-13) y de la pandilla del Barrio 18 (B-18 ), morirán simplemente por su adhesión a la grupalidad?

(Nateras, y Valenzuela, 2013 ). La RTNC con respecto a las violencias y a la

muerte está marcada por una serie de conflictos sociales, políticos, culturales y

armados que se pueden situar de una manera clara a partir de la década de los

setenta, ochenta y noventa, y aún en este siglo y milenio, en el2000, en parti­

cular en lo que atañe a El Salvador, Guatemala e incluso Honduras.

En relación a algunos datos socio-demográficos de la población salva­

doreña y con base en los resultados de la Encuesta de Hogares de Propósitos

Múltiples (EHPM) del 2002-2003, se reportan: 6.S10.348 habitantes¡ el

61,S% son menores de 30 años, -por lo que estamos ante un país joven-¡

el rango de edad comprendido entre los 1 S y los 29 años, es el más afectado

por el desempleo (9,8% ),lo cual nos habla de que los jóvenes están en proce­

sos y mecanismos de exclusión y desigualdad social, es decir, es un sector muy precario y vulnerable.

Ligándolo con la población «pandilleril», ha sido una tendencia que las

cifras acerca de la MS-13 y el B-18, sea una información proporcionada por los cuerpos de seguridad del Estado, en este caso, por la Policía Nacional Ci­

vil (PNC), por lo que hay que tomarlas con precaución y como una mera

aproximación o radiografía numérica: en Honduras se calcula, para 2003, la

existencia de 12.408¡ en El Salvador, en 200S, 10.SOO¡ en Guatemala, entre

8.000 y 1 0.000¡ la Interpol reporta, en 200S, 60.000¡ y la ONU en 2007,70.000 (AguiJar, y Carranza, 2008).

En relación a los contextos políticos y sociales de El Salvador, hay que

recordar que fue un país que entre 1980 y 1992, estuvo en una situación de

guerra civil muy sangrienta, lo cual supuso más de 7S.OOO muertos, recrude­

cimiento de las inequidades sociales que se tradujo en mayor miseria y po­

breza, un aumento en los flujos migratorios -en particular hacia Estados

Unidos y México-, una cultura de la violencia incorporada como forma

.1prendida para resolver los conflictos sociales y algo importante en su valor

simbólico¡ ante todo, mecanismo imaginado para el borramiento identitario

de las juventudes, en particular el aniquilamiento -juvenicidio-, llevado a

~ 105 ~

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JUVENICIDIO

cabo contra las adscripciones infanta-juveniles de la MS-13 y de la pandilla delB-18.

Con respecto a los actores sociales de las pandillas, o lo que he denomi­

nado como adscripciones identitarias infanta-juveniles, éstas ya existían, y adquieren cierta presencia a finales de la década de los años setenta y princi­

pios de los ochenta. En la RTNC, se tiene evidencia de que ha existido una gran

diversidad de configuraciones de lo que genéricamente podríamos llamar las

pandillas locales, por ejemplo, en El Salvador: los Mao-Mao, o Máquina; en Guatemala: los Breakers (BKS), los Wifers (wF); en Honduras: los Batos Lo­

cos. Sin embargo, a partir de 1990, después de la conflagración armada

( 1992), la MS-13 y la pandilla del B-18, emergen en el espacio público, en la

esquina, en la calle, en el barrio y en los centros urbanos, de una forma espec­

tacular y escenificando teatralmente su facha, y su estética corporal, a través

de una gran diversidad de accesorios y de emblemas que fueron incorporán­

dose en la autoconstrucción de sus identidades; tatuados con inscripciones

de su clica o barrio; pantalones muy flojos o guangos; con gorras deportivas;

camisetas sin mangas; escenificando sucesos de violencia en especial contra

la pandilla rival e inmersos en actividades de la para legalidad. Algo que llama la atención, es que una vez que se firmaron los acuerdos

de paz, a principios de la década de los noventa, en El Salvador y en Guate­

mala se dio por terminada la guerra: ¿por qué hay un escalamiento de las vio­

lencias y de la muerte con sus dosis de crueldad y de barbarie?, incluso se

considera que hay más violencia ahora que en la época del conflicto armado.

¿A qué se debe? Hay varias respuestas provisorias; a la altísima armamentiza­

ción de la zona; a la acelerada inequidad y exclusión social; más del40% so­

brevive con menos de dos dólares diarios; a los altos índices de corrupción

de los gobiernos, sus instituciones y los cuerpos de seguridad del Estado que

se traduce en su implicación en actos y sucesos de lo criminal, en las coorde­

nadas de las violencias sociales (Sosa, 2004 ).

Creo también que se está ante la evidencia de que persiste una suerte de

construcción cultural de las violencias. Marlon Carranza (200S: 4), es muy

enfático cuando refiere: «Es inevitable pensar que toda esa violencia tenía

que ver con los casi SO años de gobiernos autoritarios desde 1931 hasta el

~ 106 ~

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

golpe de Estado de 1979» . Si esto es así, en esta narrativa encontramos que

nos enfrentamos a una violencia social, estructural y de muerte, muy com­

pleja, por lo que los pandilleros, no sólo surgieron debido a la guerra, o a las

d cportaciones masivas de estas clicas desde Los Ángeles (California), a sus

patrias de origen (El Salvador, Honduras y Guatemala), o considerar que los

¡óvenes son violentos simplemente por ser jóvenes; sino que la MS-13 y el n -18, se fueron constituyendo precisamente en contextos de exclusión so­

cial, de marginación, de miseria, de pobreza, de inequidades sociales, de ex­

clusión en los ámbitos escolares y laboral y del abandono familiar.

En este escenario, el imaginario social que se construyó con respecto al

fenómeno de las maras y de las pandillas, entre los años 1994 y 199 S, es muy

negativo, situadas como identidades deterioradas o identidades desacreditadas ( Goffman, 1993), ya que se les ubicó como el principal problema que sufría

el país, por encima de la pobreza, y el desempleo - percepción que actual­

mente se ha invertido-. Se ha tendido a reprimir a la condición juvenil en general, y en lo parti­

cular, a la MS-13 y a la pandilla del B-18, aspecto que implícitamente provocó

la aparición y el surgimiento de una serie de configuraciones siniestras y de

exterminio bajo las figuras de grupos paramilitares, para policías y escuadro­nes de limpieza social. Como lo declara Marlon Carranza (200S: S) : «El

extremo de esa tendencia se cristalizó en el surgimiento de un movimiento

paramilitar clandestino llamado "Sombra negra'', al que se le atribuía el asesi­

nato de al menos 13 jóvenes en pandillas entre 1994 y 1996». Es en el año 2003, en El Salvador, donde se implementa el famoso Plan

Mano Dura y la Ley Antimaras (la segunda Ley no fue aprobada); en Guate­

mala: el Plan Tornado y el Plan Escoba. Para el año de 2004, en El Salvador,

la versión del Plan Súper Mano Dura y en Guatemala, el Plan Escoba, y en el

año 200S, se hizo una propuesta de iniciativa de Ley Antimaras. De tal suerte

que con estos artificios legales, se ahondó la problemática de las violencias de

~ muerte, además, claramente se reprimió el asunto de la condición juvenil en

9 su amplitud y de las maras y las pandillas, en particular. Q

2 En El Salvador, el 2 de septiembre de 20 1 O, se aprueba la «Ley de Pros-

~ cripción de Maras, Pandillas, Asociaciones y Organizaciones de Naturaleza

~ 1 07 ~

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Criminal», votada por la Asamblea Legislativa el 1 de septiembre, con 7X

votos de los 84 diputados. Queda claro que con esta ley se recrudece la crim i nalización hacia la afiliación ala MS-13 y a la pandilla del B-18; ya que sin qut·

haya delito alguno, cualquiera que traiga un emblema cultural, un tatuaje, por ejemplo, puede ser detenido y encarcelado durante seis años, y diez, si es palabrero.15

En lo que se refiere a los años 2000, 2002, 2003 y en adelante, la implc

mentación de las Leyes de Mano Dura, dirigidas ex-profeso contra las ads cripciones identitarias de la pandilla del B-18 y de la MS-13, dibujan una es cenografía nítida de la configuración de las relaciones sociales asimétricas dl'

poder, es decir, lo convierten en un asunto político, a través de varios ejes: los artificios realizados en los ámbitos de lo legislativo y de lo judicial; el uso, y la rentabilidad en lo electoral; las narrativas mediáticas en la construcción del

miedo, del pánico social, del terror y del enemigo público número uno¡ y las acciones o actuación de los cuerpos de seguridad del Estado violando los

Derechos Humanos de manera consistente de los niños y de las niñas y los jóvenes en general, así como de la MS-13 y el B-18, en particular.

En el plano legislativo y judicial, se hicieron e implementaron una ava­lancha de leyes, encaminadas a justificar la represión y la persecución bajo la visión de cero tolerancias, y por consiguiente, criminalizar las diferencias e inequidades sociales. Las Leyes de Convivencia Social, por ejemplo, fueron diseñadas en contra de los pordioseros, la mendicidad, los vagabundos, los pobres y las de Asociación Ilícita (más de dos sujetos reunidos era suficiente motivo para la detención), iba con abierta dedicatoria para las y los jóvenes.

Asimismo, se agregan las reformas al código penal, en el que abiertamente se tipifica como delito la pertenencia y la afiliación a alguna clica de la pandilla del B-18 o de la Mara Salva trucha (MS-13), con todo, y con sus iconografías marcadas en las pieles de sus cuerpos, es decir, los tatuajes.

Estos planes y leyes fueron un rotundo fracaso, y por el contrario, han favorecido el incremento del clima, las atmósferas de violencia, los hechos

15 Es el que tiene la jerarquía más alta en el interior de la clica, y además, el que lleva la palabra

del microgrupo.

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El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

, !.- muerte y el juvenicidio, que se viven en la región, además, aún se mantie-

111 '11 las situaciones de precariedad vinculadas a la construcción y a la repro­,¡11, ción social y cultural de estos agrupamientos, aunado a sus mutaciones, .1 1 r.1vés de los años, y de los rápidos cambios que se están vislumbrando. Es

1111portante decir, que el impacto que ha tenido la postura de represión, de , t' I'l) tolerancia - a partir del200 1-, 16 y de exterminio identitario, se tra­,¡, ,l e en la reconfiguración de ciertas dinámicas, estructuras y la emergen­

' 1.1 de nuevos rostros y matices de las maras y de las pandillas. Aguilar y ( ·,, rranza, ( 2008: 16), son muy claros cuando refieren que: «Más allá de las

'1 r'ras y los esfuerzos de cuantificación del fenómeno, lo que sí puede decir­'• l' con certeza, es que los planes represivos y el aumento de los asesinatos 1 1.1 cia pandilleros no han logrado contener el ingreso de niños y jóvenes en l.1s pandillas» .

Hay determinadas matrices que siguen predominando aún hoy, aunque t ¡u izás no con la misma potencia en la construcción de sentido y de significa­tlo de las identidades de la MS-13 y del B-18. Por ejemplo: sólo por mencio-11.\r dos aspectos; uno, en cuanto a las características socio-demográficas de

~ u s integrantes, al parecer se mantienen con pocas variaciones: un ingreso promedio a los 15 años; la mayoría no estudia y su media de educación se ubica en 8 años (secundaria); muchos no trabajan y vienen de familias desdi­

bujadas¡ y dos, el motivo más fuerte para el ingreso a la mara o a la pandilla, .lLmque ha disminuido, sigue siendo el vacil, por su aspecto lúdico y su valor

simbólico, es decir, por lo que representa: adquirir respeto, tener poder, pres­tigio, y ante todo un lugar social, que ha sido negado por el proyecto neolibe­ral a nivel económico y cultural.

Una de las repercusiones producidas por la aplicación de estas leyes an­timaras y los planes de mano dura, es una suerte de desplazamientos de los espacios sociales, es decir, en tanto se han detenido de una manera arbitraria a bastantes integrantes de la MS-13 y de la pandilla del B-18, principalmente

16 Esta fecha no es fortuita, ya que está vin culada con el discurso de seguridad nacional del

gobierno norteamericano a partir de los atentados del 1 1 de septiembre a las Torres Geme­las en Nueva York.

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a sus «palabreros», -se estima que actualmente hay más de 7.000 pandille­ros privados de la libertad-, las cárceles son el nuevo territorio de las violen­

cias de muerte.

En los discursos oficiales se ha construido una serie de mitos con res­

pecto a la MS-13 y a la pandilla del B-18, con distintos matices de signifi­cación, como por ejemplo, definirlos como una especie de «comando», «células de terroristas», «ejército», «nueva mafia», «Crimen organizado», «má­

quinas de guerra» y «poseídos por el demonio», entre las más relevantes.

Sin embargo, son desmedidas tales connotaciones, ya que en todo caso estamos ante otro tipo de configuraciones, no del crimen organizado, aun­

que sí, en alguna parte, implicados en actos de la paralegalidad, pero sobre todo, son adscripciones identitarias infanta-juveniles de resistencia social y

de sobrevivencia cultural, ante la amenaza real y concreta de seguir siendo

asesinados, de padecer las ejecuciones extrajudiciales, sacados de las calles y

bajados del avión, es decir, se está abiertamente en los códigos de un claro

juvenicidio.

De la criminalización al aniquilamiento identitario

Se ha construido, a través de los medios masivos de comunicación, ya sean

impresos como electrónicos, un novedoso y espectacular enemigo, que a su

vez alimentó la configuración de un imaginario social y de una opinión pú­

blica muy desfavorable y negativa en torno a las maras, y a las pandillas, atribu­

yéndoles la principal responsabilidad en los climas de inseguridad y en los sucesos o eventos de violencia y de muerte. Esto ha contribuido a reproducir las narrativas oficiales de criminalizar a la condición identitaria de los jóvenes

pandilleros, precisamente en el período en que se instrumentaron los Planes de Mano Dura.AdecirdeAguilary Carranza (2008: 3) : « [ ... ]la alarma por

la criminalidad asociada a las pandillas ha propiciado que estos grupos sean

vistos como el principal foco de inseguridad e incluso como una de las ame­

nazas a la seguridad hemisférica, lo que ha justificado la adopción de iniciati­vas regionales para contrarrestarlas».

~ uo ~

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

Para la década del 2000, uno de los ejes en los que se expresaron en su

"11 1 pli tud las violencias ejercidas en los espacios públicos y del barrio, inves­

i~t l os de intolerancia, se dio, y todavía continúa, contra las / los niños y las /

lt 1s jóvenes que viven en las calles, por ejemplo, al ser molestados, golpea­

tlt 1s, pateados, o sufrir humillaciones de manera constante. Por lo consi­

f',l ll l'n te, ser niño y joven en general (más hombres que mujeres), se ha con­ve rti do en un riesgo social real de morir o de ser asesinado - por la forma

•.t·kctiva- , transitando y circulando la ciudad, situación que se recrudece

.tll'star afiliado a las adscripciones identitarias infanta-juveniles de la MS-13 y

, k la pandilla del B-18. Ante estos climas de violencia y de muerte, los Estados han construido

1111 discurso que tiende a criminalizar a la condición juvenil en lo general, y, t' ll particular, a los agrupamientos de la MS-13 y la pandilla del Barrio-18, en

l.mto que han sido perseguidos y reprimidos con intereses políticos, es decir,

l' lectorales. Incluso la postura de las Policías Nacionales de la RTNC es inamo­

vib le, en tanto los consideran los principales responsables en el incremento

de las violencias, achacándoles más del 60% de los homicidios: « [ ... ] todo

parece indicar que al auge de la delincuencia que afecta actualmente a los

p.1Íses están contribuyendo diversos actores asociados tanto a la violencia

organizada como no organizada, hacia quienes no siempre se dirige un soste­

nido esfuerzo de persecución» (Aguilar, s/f: S) . Hay coincidencia en señalar que actualmente surgen nuevos actores en

d mercado de las violencias y de las muertes; las cárceles cobran centralidad,

la barbarie y la crueldad son los tonos y matices que están adquiriendo; hay

una declarada criminalización y persecución selectiva hacia estos agrupa­

mientos identitarios de tal suerte que han pasado de ser los supuestos únicos

sujetos de violencias a ser los que más las padecen como objetos de violen­

cias: ejecuciones extrajudiciales y exterminio en su contra - juvenicidio-. «En El Salvador, la oficina del Plan Super Mano Dura de la Policía Nacional

Civil, que funcionó hasta mediados del 2006, proporcionó cifras relativas

al2004 y 2005 que muestran que los principales delitos atribuidos a las pan­

dillas fueron "pertenecer a una pandilla", agrupaciones ilícitas, desórdenes

públicos y homicidios» (Aguilar, s/f: 18 ).

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Escuchemos al médico Juan Armendáriz, 17 acerca de la situación (k Honduras en relación a la criminalización de la juventud. 18

[ ... ]llegaron a decir los jueces que bastaba tener un tatuaje para meter a la dr

cela un joven o que estaba metido en cuestiones criminales [ ... ] notamos [ .. . J

que comienza toda una política a acentuarse contra los jóvenes [ ... J las forma~

de tratamiento de los jóvenes eran y continúan siendo [ .. . ] muy violentas, Sl'

desarrolla todo un trabajo ideológico para preparar el imaginario social par.1

[ ... ] criminalizar a la juventud, y considerar que el joven es responsable de 1.1

violencia del país no obstante que varias instituciones hicieron trabajos para de

mostrar que a los jóvenes les correspondía aproximadamente el 5% de las muer

tes [ ... ]hubo una gran manipulación [ ... ],y se va creando en realidad un od io

hacia los jóvenes, yo recuerdo que [ ... ] llegué a preguntar a profesionales qué

pensaban para resolver la situación, y decían que la solución era eliminarlos, in

el uso llegue a conversar con algunos religiosos [ ... ] del sector evangélico que

expresaban que había que eliminarlos, entonces, se convierte la condición que b

solución del problema de la juventud es « matarlos » , y esa situación se va crean

do, y autoridades del Ministerio de Seguridad en tiempo de Maduro, llegaron a

decir que « había que hacer la justicia por la propia mano» , y promovían una

campaña para que la gente actuara de esa manera [ ... ] toda esta situación nos

lleva a que el tema « Mara» sea un tema político, se transforma en un problema

de propaganda [ ... ].

El Partido Nacional, conservador y de ultraderecha en Honduras, realizó

con éxito, en ciertas campañas electorales, el uso político de la temática de la

seguridad, y de la inseguridad pública y ciudadana, como las causas de los

grandes y graves problemas sociales que frenaban el desarrollo del país. En

17 Entrevista realizada en un establecimiento llamado Súper Donas, en el bulevar Morazán, el 5 de noviembre de 2008, Tegucigalpa, Honduras. El Dr. Armendáriz, es un icono de la lu­cha social y defensor de los Derechos Humanos más emblemáticos de Honduras. Ex-coor­dinador del Movimiento Popular del país en la década de los años ochenta. Ex-rector de la Universidad Nacional de Honduras. Actualmente ( 1996, a la fecha), es director del Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Víctimas de Tortura y sus Familiares, por sus siglas ( CPTRT).

18 Todos los testimonios que aparecen en este ensayo son retomados de Nateras, 2014, op. cit.

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"

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

, ..... 'L'ntido, sus estrategias se basaron en la construcción de un discurso, bajo

1 I¡HJblicitario y efectivista eslógan de: guerra contra las maras1 guerra contra la ,¡,.¡111Ctlencia1 operación libertad, en las que a estas adscripciones identitarias se

¡,., .ttribuyó ser los únicos responsables de los climas de las violencias de

'""nte y del atraso de la nación. Fue tal el impacto que tuvieron en amplios •, n lores del electorado que lograron alcanzar el poder presidencial bajo la

h)~ur.l del Lic. Maduro (2002-2006), y teniendo como presidente del Con­

)', l l'SO a José Lobo, y a Óscar Álvarez en la cartera del Ministerio de Seguri­,l, ,d; personajes centrales en el recrudecimiento de las lógicas de la repre­

'd\l ll y de la persecución selectiva en contra de la condición juvenil en

)',l' ncral, y de las clicas de la pandilla del B-18 y de la MS-13, en particular,

juvenicidio-. El clímax de la represión, se dio, sin duda, en el gobierno de Maduro,

h.1jo las modalidades de cacería y de violación permanente de los Derechos

l !u manos de estos jóvenes, por ejemplo: el de presunción de inocencia (has­

l .! que no se demuestre lo contrario), allanamiento de morada sin previa or­

den de cateo, maltrato físico e intimidación psicológica. Lo curioso es que en

l'ste período de gobierno, hay un auge de diferentes actores en el mercado de

l.1s violencias y de las muertes, el más protagónico y relevante, es el del cri­

men organizado y del sicariato (muerte por encargo), además, bastante droga

se queda en territorio hondureño, por lo que se desatan las disputas cruentas

.1 muerte entre los cárteles por el control de los territorios (aumenta el narco­

menudeo). Al mismo tiempo, los poderes fácticos, como los medios masivos de co­

municación, tanto electrónicos (radio y televisión) como impresos (periódi­

cos y revistas), empezaron a construir las narrativas orales e iconográficas que alimentaron el imaginario colectivo del miedo y del pánico social con

respecto a los pandilleros del B-18 y de la MS-13, atribuyéndoles mecánica­

mente todas las responsabilidades de las violencias de muerte que se estaban

suscitando en el país: los asesinatos en los barrios y en las colonias, los des­

membramientos de los cuerpos que aparecían regados por ahí, el cobro del

impuesto de guerra, la renta, las peleas callejeras, las ejecuciones extrajudicia­

les de personas, el aniquilamiento de ex-miembros y de miembros de las cli-

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cas, y las muertes, supuestamente, por la negativa a no querer ingresar en su~ agrupamientos.

Con respecto a los aparatos de seguridad del Estado, se aumentó con si

derablemente el número de policías, se compró armamento sofisticado y, en

particular, de antimotinesj también se crearon fuerzas especiales de choque

y de asalto, aparecieron las secciones ex-profeso para combatirlos denomina

das antipandillas, e incluso, al ejército se le sacó de sus cuarteles (donde siem

pre deberían estar), a fin de patrullar la ciudad como actos intimidatorios, particularmente, contra la pandilla del B-18 y de la MS-13.

Cristina Palacios, 19 lleva siete años trabajando como psicóloga de la or­ganización CPTRT, y nos cuenta lo siguiente:

[ ... ] la policía llegaba a barrios marginales, pateaba las puertas, llegaban enmas­

carados, hacían disparos dentro de las casas, mataron jóvenes dentro de las casas

alegando los policías que se resistieron a la detención, y que los atacaron, y que

les dispararon, cuando se comprobó mediante balística [ ... ] que los jóvenes no

habían tocado ni una arma cuando les hacían los exámenes forenses [ ... ] otro

ejemplo que es muy triste, es un joven que estaba en un barrio marginal, salió de

trabajar con su abuela, vendía flores en el mercado, se sentaron enfrente de la

puerta de la casa a tomar café, y ver pasar a la gente, estaba la policía con el mis­

mo ministro de Seguridad y con Ricardo Maduro, fueron a hacer operativos en

los barrios marginales, a capturar pandilleros, y a este joven se lo llevaron porque

tenía un tatuaje de un corazón que decía « D y C », él se llama Darwin, y la mu­

chacha se llama Carolina, Darwin y Carolina, y un tatuaje mal hecho [ .. . ].

Está claro que a partir de la implementación de las lógicas de cero toleran­

cias, y de las Leyes de Mano Dura, en Honduras, se fueron delineando va­

rios escenarios y diferentes espacios, a partir de los cuales se instauraron las

violencias de muerte hacia las y los niños, las y los jóvenes, y en particular, en

contra de los miembros de la pandilla del B-18 y de la MS-13. Situación que

se traduce en los más de 4.200 jóvenes asesinados con impunidad (ante el

19 Entrevista realizada en las instalaciones de la institución. S de noviembre de 2008. Teguci­galpa, Honduras.

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El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

.dvncio de las jerarquías de las iglesias católica y evangélica), en especial, el

IIIILJ ui !amiento (borrarniento identitario), de las clicas de tales agrupamientos,

, 11yo hilo conductor han sido los cuerpos decorados, rayados, pintados y ta­

lii,ldosj una especie de activación o de significación del estigma ( Goffman,

1 1)93 ), que ha conducido, en un sinnúmero de casos, al asesinato de quie­

IIL's los portan.

Quizás las trayectorias y desplazamientos del espacio público de la calle

.d espacio privado del cuerpo (aunque construido colectivamente), sea uno

, le los escenarios más delicados en cuanto a los sucesos más cruentos y ab­

., urdos de las puestas en escena de las violencias de muerte y del aniquila­

miento identitario. Los cuerpos significados en general, vía las letras y las

Iconografías de los tatuajes, están situados y anclados a estos climas de into­

lcr:mcia y a las dificultades de la sociedad hondureña, salvadoreña y guate­

malteca, en aceptar las adscripciones de los otros, lo que se ha traducido en la

criminalización de esos cuerpos decorados, pintados, rayados y afiliados a de­

Lerminados agrupamientos identitarios (B-18/MS-13),llegando al absurdo

de prohibir legalmente el uso de los tatuajes.

Las frases y las iconografías que se portan en los cuerpos de los jóvenes

en su amplitud, y en particular, de los integrantes de las clicas, activan y desa­

tan las violencias de muerte, el aniquilamiento, el juvenicidio, en tanto hay una

construcción del miedo irracional en torno a estos cuerpos decorados y un

imaginario colectivo muy potente en relación a que se les asocia con lo de­

moniaco, y por consiguiente, se les interpreta como mensajes satánicos, en

virtud de que se cree que ya se les metió el diablo, y desde este pensamiento

mágico y omnipotente, una manera de sacárselos es precisamente, asesi­

nándolos. Podríamos afirmar que al circular por la ciudad, transitando la calle y

usando el transporte público, los buses, las y los jóvenes y los integrantes del

B-18 y de la MS-13, se arriesgan a dos probables situacionesj una: a ser de­

~ tenidos en cualquier momento por la policía, y si van más de dos, son lleva­

-~ dos a la cárcel por asociación ilícita, o dos: simple y llanamente al descubrirles

2 los tatuajes, en cualquier parte de los territorios de sus cuerpos, e indepen­j dientemente de que sean decorativos o alusivos a alguna adscripción identi-

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taria, por lo común y tradición, ahí mismo los asesinan, con toda la impu r1 i dad imaginada.

De nueva cuenta, el Dr. Juan Armendáriz, 20 nos hace un relato, muy e lo cuente y estremecedor al respecto:

[ .. . ] vi cómo agarraban a un joven en la calle, iba en mi auto, y lo amarraron, y después de eso un policía con un bate de béisbol le iba a dar, yo me detuve, y 1'1 policía me dice, « qué le pasa» , me apuntó con el arma [ ... ] «pero no hay neccsi

dad de que lo golpeen », y luego otro agente me reconoció, y [ ... J me separaron,

hicimos la denuncia pública, y luego era común que a los jóvenes los agarrara r),

los ataban, y los llevaban en carros de la policía, yo mismo [ ... ]vi un caso, yo ib.1

con otra persona, salía de la clínica e iban policías en el carro, y atrás iban do.~ jóvenes vendados, entonces inmediatamente aceleré, traté de alcanzarlos, pero

ellos iban más veloces que yo, y [ ... ] segu irlos era bastante peligroso, me fui a 1,¡

radio, a dos radios importantes, hice la denuncia, y temía que fueran ajusticiados

los jóvenes, hice un llamado público [ ... ],y la verdad es que no sé si eran los m is

m os jóvenes pero al día siguiente, aparecieron dos jóvenes muertos [ ... ] enton­

ces, ese tipo de situaciones [ ... ] realmente, son horripilantes.

Estos climas de violencias y de intolerancias a la simple condición de ser jo­

ven, a la negación de las diferencias culturales del otro, a lo heterogéneo al

imaginario hegemónico del ser jóvenes, se va trasladando o desplazando del espacio público de la calk hacia otros sitios o lugares sociales, por ejemplo, los recintos educativos, en forma de tensión y de conflicto, con otras tesituras

y tonos, escenificados por el autoritarismo y la falta de comprensión de los

mundos adultos con respecto a las acciones sociales y expresiones culturales de la mayoría de sus alumnos estudiantes.

Las ejecuciones extrajudiciales: ¿juvenicidio?

Uno de los aspectos más álgidos de las violencias ejercidas contra las maras y las pandillas son las ejecuciones extrajudiciales, a través de la actuación de

20 Entrevista citada.

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El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

l'" 'iltlS de limpieza social y el exterminio identitario infanta-juvenil. Se ha

, ,, ,1lrrmado un patrón de ajusticiamientos extrajudiciales, es decir, de limpie-

' •,¡ 1cial, llevada a cabo por actores de la muerte como los sicarios -finan­

, 1.1 dns por algunos pequeños empresarios-, narcotraficantes, policías y

ilrrluonarios del gobierno, políticos y pequeños comerciantes implicados,

11 rr 11 o con ciertas estructuras del crimen organizado, aunque hay que agregar,

r 1111;1 parte de la propia comunidad y del barrio que se toman la justicia por

·,¡ r rn Jno. Cabe decir que son grupos, e incluso personas, que su accionar está

.1lrn a rgen de la ley y al interior de instancias institucionales, por ejemplo, apa-

11'\ e un agrupamiento autodenominado Escuadrón de Limpieza Social, que

lr .rcc declaraciones en ese sentido por la radio salvadoreña.

Esta situación, poco aireada por los medios masivos de comunicación (tan­

lll impresos como electrónicos), con respecto a las ejecuciones extrajudiciales,

que han sufrido y están sufriendo los integrantes de la MS-13 y de la pandilla del

1\ 18, coloca a estas adscripciones identitarias infanta-juveniles en los terrenos

.1bicrtos del exterminio, el asesinato, y por consiguiente, en coordenadas del juve­lllcidio. Por ejemplo, las cifras y los datos que se tienen al respecto son muy estre­

lllccedores e indignantes: en Honduras, Casa Alianza, reporta que en la década

que va del año 1998 al2008, se han ejecutado a más de 4.200 niños y jóvenes

(pandilleros)¡ en Guatemala, entre enero y julio de 2006, se documentaron 408,

y en El Salvador, en el año 2005 se tiene una cifra de 1.700 pandilleros. Total:

6.308 pandilleros asesinados, por lo menos (Nateras, 2014). Es evidente que la

cifra ha aumentado considerablemente en cada uno de los países de la RTNC,

.ltendiendo los años que han pasado desde este conteo, tan sólo en Honduras

han transcurrido 7 años, en Guatemala 9, y en El Salvador, 1 O.

Estas violencias sociales con su secuela de muerte y de dolor colectivo,

en formatos de ejecuciones extrajudiciales que se están llevando a cabo en

contra de los niños y de los jóvenes en generat y en particular, dirigidos a los

adscritos a las pandillas y a las maras, adquieren las características clásicas de

, ~ los ajusticiamientos llevados a cabo en la década de los años ochenta en con­

:; tra de los dirigentes políticos, los luchadores sociales y los enemigos ideológi­~ cos del poder: aparecen jóvenes maniatados, con los ojos vendados y signos

/. de tortura, disparos certeros en la nuca o en la sien.

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Nolvia Oceguera, 2 1

coordinadora de proyectos de la Asociación Católi ­ca Cristiana de Jóvenes (ACJ), en Tegucigalpa, Honduras, nos explica el si­guiente acontecimiento:

[ ... ] hace dos meses [ ... ] en uno de los sectores de la San Francisco de la parte

de arriba, encontraron a un joven de 17 años ejecutado, y no se sabe ¿verdad? la

policía [ ... ] no sabe [ ... ] no hay indicios, no hay nada, entonces, lo dejamos así,

y el problema es que hay mucho temor de parte de la familia [ ... J a seguir bus­

cando información acerca de eso ¿qué es lo que está pasando? Nosotros sí tene­

mos bastantes jóvenes que han sido ejecutados de esa manera, y que se han

quedado así, sin saber. ¿Quién fue? ¿Por qué? [ ... 1 y nos da mucho pesar porque

son jóvenes que uno los ha conocido, que han cambiado su vida pues han que­rido superarse, y los dejan así.

Las historias orales, y urbanas coinciden en los relatos: anda rondando un

auto gris (o verde), con vidrios polarizados; llegan al barrio o a los lugares

donde se convive (canchas deportivas, las esquinas), bajan las ventanillas de sus autos, y simplemente ametrallan a los que se encuentran en el sitio con armas de grueso calibre; o los operativos en formato de comandos, de fuer­zas especiales, los rostros cubiertos con pasamontañas, identifican a los jóve­

nes pandilleros, se bajan de sus vehículos y camionetas, los levantan, los se­

cuestran, y por lo común, después aparecen ejecutados y regados en distintos lugares de la ciudad; en lotes baldíos o en barrancas de difícil acceso, incluso

en algunos casos, están todos quemados, sin documento alguno y suelen es­cribirles mensajes en sus cuerpos, que dan cuenta del odio a su adscripción identitaria: escoria de la sociedad, esto es lo que les pasa.

Por otra parte, en algunos acontecimientos donde se han suscitado eje­cuciones extrajudiciales, los menos, se ha comprobado que el Estado hondu­

reño, ha tenido responsabilidad por negligencia, omisión y participación, lo cual llevó a que fuese demandado por Casa Alianza, enjuiciado y declarado culpable vía la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, por el caso

21 Entrevista realizada en las instalaciones de Aq Tegucigalpa, Honduras, 4 de noviembre de 2008.

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El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

1 onocido como los cuatro puntos cardinales. En 1996, arbitrariamente se detu­

vo a cuatro jóvenes y, posteriormente, fueron ejecutados por aparatos de se­f~uridad de la policía y sus cuerpos fueron tirados en distintos lugares de la

l iudad. El Dr. Ubaldo Herrera, 22 nos comenta en extenso y a detalle, los sucesos,

.1sí como la participación que tuvo Casa Alianza en el litigio contra el Estado

hondureño:

[ ... ] esto es un caso paradigmático de violencia, de ejecución [ .. . ] ocurrió

hace más o menos diez años en las fiestas patrias [ ... ] ellS de septiembre [ .. . ]

Para esas fechas [ ... ] ocurren los famosos desfiles donde salen los colegios

[ ... ] las « palillonas» [ .. . ] en los años anteriores, se habían estado dando unos

eventos de desórdenes, y de hecho, con el auge de las pandillas, se temía que

[ ... ] fueran, y ocasionaran desórdenes durante los desfiles patrios, entonces se

decidió hacer unas redadas previas a los desfiles, y se recogieron cerca de 150 o

200 jóvenes con conductas supuestamente irregulares, o con características de

pandilleros, y se los llevaron a los separas de la policía, después de terminados

los desfiles, fueron despachados [ ... ] a excepción de esos cuatro jóvenes de los

cuales habían tres menores de edad y un adulto, y lo extraño del caso es que to­

dos los vieron entrar, estaban registrados en los libros de entrada, pero no esta­

ban en los libros de salida, y luego al día siguiente o dos días después, aparecie­

ron sus cadáveres todos asesinados con un disparo en la nuca, hechos con la

misma arma, y en diferentes puntos de la ciudad capitat por eso se le llamó

« Cuatro puntos cardinales» [ ... ] el Estado de Honduras estuvo en litigio por­

que los familiares pidieron justicia, nunca encontraron justicia a nivel nacional,

entonces solicitaron a « Casa Alianza» que fueran intermediarios ante la Comi­

sión lnteramericana y nosotros documentamos el caso [ ... ], y lo llevamos a la

Comisión después de diez años, en el 2006, imagina el dolor de la familia [ .. . ]

la Comisión mandó el expediente a la Corte Interamericana en Costa Rica, y el

Estado de Honduras se allanó, esto significa que aceptaron la responsabilidad

de que miembros policiales habían ejecutado a estos jóvenes que habían estado

en sus separas, en sus celdas, e indemnizaron a la familia, se han hecho una seri e

22 Entrevista realizada en las instalaciones de Casa Alianza, el 4 de noviembre de 2008. ' lcgu

cigalpa, Honduras.

~ 119 ~

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JUVENICIDIO

de reparaciones morales, simbólicas, como poner un puente con el nombre de

los cuatro jóvenes, un sello postal, lo más importante es que la gente busca justi­

cia, todavía no existe, las personas que asesinaron a estos jóvenes todavía se en­

cuentran libres y algunos activos, [ .. . ] es un reclamo serio que seguimos ha­

ciendo al Estado de Honduras, nosotros pensábamos que una vez que el Estado

fue condenado iba a ver un atenuante en las ejecuciones, en las muertes, pero

no, ha sido igual, incluso incrementándose el número de muertes con estas ca­

racterísticas [ ... ], y nos hemos acostumbrado a la apología de la muerte, a la

cultura de la muerte y a aceptar estos hechos como parte de lo real [ ... ].

Denis Xavier Mata, 23

sacerdote de la iglesia evangélica menonita, del proyec­to Paz y Justicia, habla sobre una experiencia muy fuerte y triste de un joven asesinado de su comunidad, en San Pedro Sula, Honduras.

[ .. . ] hace unos seis años aproximadamente, Wilson era un joven que le decían

« el Gasper», un joven de [ . .. ]nuestro grupo, yo estaba parado en este portón

platicando con un hermano de la iglesia [ ... ] cosas de la biblia, lo vi pasar al

frente de aquí de mi casa con una señora, y yo le pegué una regañada, y le digo

-¿Usted anda bebiendo y mañana va para la CEIBA?- , él tenía que ir a trabajar

al siguiente día, - va hermano, sólo es una cerveza- , tenga cuidado porque

hay rumores que andaba un carro ahí, entonces yo le digo, - usted debería estar

durmiendo a esta hora- , el muchacho bajó, y [ ... J escuchamos los disparos,

un disparo suave [ ... ], y el otro bien resonante; y el hermano que estaba parado

en la parte de aquí afuera me dice, - hermano, yo creo que le dispararon a la

señora que iba con el muchacho-, y yo salí, a la carrera [ ... ] la sorpresa mía

fue encontrar al muchacho tirado con un disparo en la cara, y su nariz totalmen­

te arrancada, un ojo totalmente afectado [ ... ] lo único que hice fue tomar su

mano, orar por éC [ ... ],y al rato me vine, lloré, llegó la morgue judicial, lo reco­gieron, al siguiente día, ir! o a enterrar [ ... ].

En tanto que el Estado no aparece en el ejercicio de sus funciones sociales más elementales, ni en la procuración de justicia, ni tampoco en garantizar la seguridad pública, abona en el surgimiento de una gran diversidad - muy

23 Entrevista realizada en San Pedro Sula, Honduras, caminando la comunidad, la colonia, López Arellano, 6 de noviembre de 2008.

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El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

, ( >mpleja- de actores que actualmente están llevando a cabo las violencias,

y Lontribuyendo a los climas de muerte. Si pudiéramos construir una metá­lnra del Estado, sería la de un poder agujereado, penetrado y deshilachado ¡>,)r dentro, y con respecto a las violencias, sería la del estallamiento y el rom-

1 >1miento, y en relación a las muertes, tendríamos una escenografía de festival, y de carnaval, aunado a que hay una especie de delirio en los diferentes ros-1 ros de las violencias que en el presente se están mostrando, y manifestando

de una manera muy cruel y absurda contra la condición juvenil en general, y vn particular contra la MS-13 y la pandilla del B-18.

Este delirio y festival, está caracterizado a partir de las diferentes formas

L'n que se está asesinando y aniquilando al otro : cuerpos inertes con señales evidentes de tortura; tirados o aventados en lotes baldíos, en campos despo­blados, o en barrancas de difícil acceso; maniatados-atados; en bolsas de

plástico -embolsados-; tiros de gracia -en particular cuando se trata de sujetos jóvenes de la mara y de la pandilla- j decapitaciones, incluyendo .1 niños; desmembramientos de los cuerpos - en aumento en relación a las

mujeres jóvenes (no sólo pandilleras)-; y ajusticiamientos tipo fusila­

mientos. En este mercado de las violencias y de las muertes, se encuentran perso­

najes como los sicarios - asesinan por encargo-; algunos pandilleros o de la mara - que regularmente lo hacen por conseguir dinero; ex-policías - con­

tratados para llevar a cabo un trabajito- ; policías en activo - por lo regular corruptos-¡ miembros de cuerpos de seguridad - implicados en negocios sucios- ; el crimen organizado - en su versión de narcotráfico- ; e incluso participan miembros de la sociedad civil, del barrio o de la comunidad - har­

tos de los altos niveles de inseguridad en los que viven y están- . María Santacruz24 y Elin Rannum,25 respectivamente, hacen los siguien­

tes relatos de lo que está pasando en El Salvador y en Guatemala, en relación

a las ejecuciones extrajudiciales.

24 Entrevista realizada en El Salvador, en las instalaciones de la UCA·IUDOP. 20 de noviembre de 2008.

25 Entrevista realizada en dos momentos, el22 y el 24 de octubre de 2008, en un restaurante en El Salvador.

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JUVENICIDIO

María Santacruz:

[ ... ] estamos hablando quizás de estructuras de poder paralelo [ ... J en algu

nos casos [ ... ] estamos hablando de exterminios de personas [ ... J o de grupos

[ ... ] prestan sus servicios al crimen organizado, y [ .. . ] en buena medida con

tribuyen al incremento de la violencia. Se incrementa el número de estos jóvc

nes que al ser pandilleros son asesinados con evidentes muestras de brutalidad

en el asesinato, o algunos que aparecen asesinados [ ... J con una modalidad que

te remite a pensar más en los ajusticiamientos que como una muerte que [ ... /

sea producto de una rencilla o de una balacera entre dos grupos de pandilla~ contrarias, sino más bien [ .. . ]jóvenes asesinados con tiros en la cabeza, jóvenes

asesinados con las manos en la espalda [ ... ] a lo que eso te remite [ ... ] muchos

grupos de exterminio, entre los que se encuentran tanto [ ... J la sociedad civi l,

como incluso, algunos miembros de la policía que se valieron de estos espacios,

de estos resquicios para asesinar a miembros de pandillas [ ... ].

Elin Rannum:

[ ... ] en Guatemala nadie va a negar la existencia del exterminio [ ... ] en el

oriente del país, ya también se han descubierto digamos algunas estructuras con

algunos elementos que la policía no ha pensado nunca que estaban involucra­

dos pero que salieron en los periódicos, [ ... ] yo creo que [ ... J el patrón es bas­

tante similar aquí en Guatemala y en Honduras, cada país tiene sus característi­

cas, con sus debilidades, con sus fortalezas [ ... ] pero cada día hay un patrón

básicamente de exterminio, y eso sí creo que falta ver quiénes son los actores

[ ... ] por ejemplo, la presentación de los agentes de la policía e incluso si hay

unos de sus dirigentes dentro de las instituciones públicas.

El hecho fáctico de las violencias de muerte, en cuanto una situación real que

está seriamente afectando la vida cotidiana de la gente, y deteriorando cada

vez más el tejido social, se traduce en una disminución de la confianza básica hacia el otro, en el debilitamiento de los lazos de solidaridad y de lealtad en el

barrio y en la comunidad, tiene a su vez un componente simbólico, más que

nada por la forma y la manera en que se está aniquilando a los otros, es decir,

por lo que representa, y se construye en el imaginario social y colectivo. Esta

cualidad o valor simbólico se entreteje, no tanto en la violencia ejercida o en

~ 122 ~

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

!.1 muerte misma, es decir, no se trata sólo de asesinar al otro, sino a partir

de la forma, y la manera en que se lleva a cabo el aniquilamiento de ese con-1 r.1rio, se está tratando de borrar en el imaginario, la identidad particular, o la

.1dscripción grupal específica del otro o de los otros; y al mismo tiempo, se en­

vbn una serie de mensajes implícitos, a nivel de lo latente: lo cual también

1mplica determinadas dosis de crueldad, en las lógicas de lo burdo y de lo

.1bsurdo de esas violencias y de esas muertes.

En los territorios de lo simbólico, estas violencias de muerte y de aniquila­

miento identitario -juvenicidios- , a mi entender, representan todo un des­

¡)li egue para demostrar el poder que se tiene, dirigido en particular hacia deter­

minados sectores, grupos o individuos de la sociedad, es decir, son mensajes de

Intimidación alertando a los otros desde la lógica del contrario, ya sea por lo que

son - niños y jóvenes-, por la adscripción identitaria a la que pertenecen,

- MS-13 y B-18-, o por el tipo de acciones que llevan a cabo -luchadores

sociales-¡ y de lo que les puede pasar, o a lo que están expuestos.

La crueldad, y la barbarie que se está viviendo en El Salvador, en Hon­

duras y en Guatemala, simplemente ha cambiado su máscara, aunque sigue

teniendo el mismo rostro de muerte, es decir, ha mutado, y en el caso especí­

fi co, como la que llevan a cabo los integrantes del crimen organizado en par­

ti cular, y los narcotraficantes, que no se andan con miramientos para des­

membrar o descuartizar al otro; ahora es más calculada, planeada, racional y, por lo tanto, gélida y frí"a.

Quizás uno de los sucesos y de los acontecimientos más complejos,

sean las combinaciones, y las mezclas que se están dando entre las ejecucio­

nes extrajudiciales, la actuación de los temibles grupos de limpieza social, la

presencia de los escuadrones de la muerte, y los sicarios que son contratados

para matar por encargo; todos ellos, son los actores más protagónicos en el

mercado de las violencias de muerte.

Estas ejecuciones extrajudiciales, por lo común, son responsabilidad

de los escuadrones de la muerte, o de la limpieza social, en el entendido de que

' imaginan que con sus acciones de ir asesinando a aquellos actores que están

situados en los entretejidos de las tramas sociales de las violencias y de la

muerte, están contribuyendo a solucionar el conflicto, pensamiento inge-

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JUVENICIDIO

de reparaciones morales, simbólicas, como poner un puente con el nombre de

los cuatro jóvenes, un sello postal, lo más importante es que la gente busca justi ­

cia, todavía no existe, las personas que asesinaron a estos jóvenes todavía se en ­

cuentran libres y algunos activos, [ ... ] es un reclamo serio que seguimos ha­

ciendo al Estado de Honduras, nosotros pensábamos que una vez que el Estado

fue condenado iba a ver un atenuante en las ejecuciones, en las muertes, pero

no, ha sido igual, incluso incrementándose el número de muertes con estas ca­

racterísticas [ ... ], y nos hemos acostumbrado a la apología de la muerte, a la

cultura de la muerte y a aceptar estos hechos como parte de lo real [ ... ].

Denis Xavier Mata, 23 sacerdote de la iglesia evangélica menonita, del proyec­to Paz y Justicia, habla sobre una experiencia muy fuerte y triste de un joven asesinado de su comunidad, en San Pedro Sula, Honduras.

[ ... ] hace unos seis años aproximadamente, Wilson era un joven que le decían

«el Gasper>>, un joven de [ ... ] nuestro grupo, yo estaba parado en este portón

platicando con un hermano de la iglesia [ ... ] cosas de la biblia, lo vi pasar al

frente de aquí de mi casa con una señora, y yo le pegué una regañada, y le digo

~¿Usted anda bebiendo y mañana va para la CEIBA? ~, él tenía que ir a trabajar

al siguiente día, ~va hermano, sólo es una cerveza~, tenga cuidado porque

hay rumores que andaba un carro ahí, entonces yo le digo, ~usted debería estar

durmiendo a esta hora~, el muchacho bajó, y [ .. . ]escuchamos los disparos,

un disparo suave [ ... ], y el otro bien resonante; y el hermano que estaba parado

en la parte de aquí afuera me dice, ~hermano, yo creo que le dispararon a la

señora que iba con el muchacho~, y yo salí, a la carrera [ ... ] la sorpresa mía

fue encontrar al muchacho tirado con un disparo en la cara, y su nariz totalmen­

te arrancada, un ojo totalmente afectado [ ... ] lo único que hice fue tomar su

mano, orar por él, [ ... ], y al rato me vine, lloré, llegó la margue judicial, lo reco­

gieron, al siguiente día, ir! o a enterrar [ ... ] .

En tanto que el Estado no aparece en el ejercicio de sus funciones sociales más elementales, ni en la procuración de justicia, ni tampoco en garantizar la seguridad pública, abona en el surgimiento de una gran diversidad -muy

23 Entrevista realizada en San Pedro Sula, Honduras, caminando la comunidad, la colonia, López Arellano, 6 de noviembre de 2008.

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El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

compleja- de actores que actualmente están llevando a cabo las violencias, y contribuyendo a los climas de muerte. Si pudiéramos construir una metá-1<.1 ra del Estado, sería la de un poder agujereado, penetrado y deshilachado

¡1or dentro, y con respecto a las violencias, sería la del estallamiento y el rom­¡1imiento, y en relación a las muertes, tendríamos una escenografía de festival, y de carnaval, aunado a que hay una especie de delirio en los diferentes ros­

Lros de las violencias que en el presente se están mostrando, y manifestando de una manera muy cruel y absurda contra la condición juvenil en general, y

en particular contra la MS-13 y la pandilla del B-18. Este delirio y festival, está caracterizado a partir de las diferentes formas

en que se está asesinando y aniquilando al otro: cuerpos inertes con señales evidentes de tortura; tirados o aventados en lotes baldíos, en campos despo­

blados, o en barrancas de difícil acceso; maniatados-atados; en bolsas de plástico - embolsados-; tiros de gracia - en particular cuando se trata

de sujetos jóvenes de la mara y de la pandilla- ; decapitaciones, incluyendo a niños; desmembramientos de los cuerpos - en aumento en relación a las mujeres jóvenes (no sólo pandilleras) - ; y ajusticiamientos tipo fusila­

mientos. En este mercado de las violencias y de las muertes, se encuentran perso­

najes como los sicarios - asesinan por encargo- ; algunos pandilleros o de

la mara - que regularmente lo hacen por conseguir dinero; ex-policías - con­tratados para llevar a cabo un trabajito- ; policías en activo -por lo regular corruptos- ; miembros de cuerpos de seguridad - implicados en negocios sucios- ; el crimen organizado -en su versión de narcotráfico- ; e incluso

participan miembros de la sociedad civil, del barrio o de la comunidad - har­tos de los altos niveles de inseguridad en los que viven y están- .

María Santacruz24 y Elin Rannum,25 respectivamente, hacen los siguien­

tes relatos de lo que está pasando en El Salvador y en Guatemala, en relación

a las ejecuciones extrajudiciales.

24 Entrevista realizada en El Salvador, en las instalaciones de la UCA IU llO I' . 20 de nov icmhrc de 2008. •

2S Entrevista realizada en dos momentos, el22 y el 24 de octubre de 200H, en ur1 r l'\ l ,\ur .m l e

en El Salvador.

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JUVENICIDIO

María Santacruz:

[ ... ] estamos hablando quizás de estructuras de poder paralelo [ .. . ] en algu­

nos casos [ ... J estamos hablando de exterminios de personas [ ... ] o de grupos

[ .. . ] prestan sus servicios al crimen organizado, y [ .. . ] en buena medida con­

tribuyen al incremento de la violencia. Se incrementa el número de estos jóve­

nes que al ser pandilleros son asesinados con evidentes muestras de brutalidad

en el asesinato, o algunos que aparecen asesinados [ ... ] con una modalidad que

te remite a pensar más en los ajusticiamientos que como una muerte que [ ... ]

sea producto de una rencilla o de una balacera entre dos grupos de pandillas

contrarias, sino más bien [ ... ] jóvenes asesinados con tiros en la cabeza, jóvenes

asesinados con las manos en la espalda [ ... ] a lo que eso te remite [ ... ] muchos

grupos de exterminio, entre los que se encuentran tanto [ ... ] la sociedad civi l,

como incluso, algunos miembros de la policía que se valieron de estos espacios,

de estos resquicios para asesinar a miembros de pandillas [ ... ].

Elin Rannum:

[ ... J en Guatemala nadie va a negar la existencia del exterminio [ .. . ] en el

oriente del país, ya también se han descubierto digamos algunas estructuras con

algunos elementos que la policía no ha pensado nunca que estaban involucra­

dos pero que salieron en los periódicos, [ ... ] yo creo que [ ... ] el patrón es bas­

tante similar aquí en Guatemala y en Honduras, cada país tiene sus característi­

cas, con sus debilidades, con sus fortalezas [ .. . ] pero cada día hay un patrón

básicamente de exterminio, y eso sí creo que falta ver quiénes son los actores

[ ... J por ejemplo, la presentación de los agentes de la policía e incluso si hay

unos de sus dirigentes dentro de las instituciones públicas.

El hecho fáctico de las violencias de muerte, en cuanto una situación real que está seriamente afectando la vida cotidiana de la gente, y deteriorando cada

vez más el tejido social, se traduce en una disminución de la confianza básica

hacia el otro, en el debilitamiento de los lazos de solidaridad y de lealtad en el

barrio y en la comunidad, tiene a su vez un componente simbólico, más que

nada por la forma y la manera en que se está aniquilando a los otros, es decir,

por lo que representa, y se construye en el imaginario social y colectivo. Esta

cualidad o valor simbólico se entreteje, no tanto en la violencia ejercida o en

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El aniquilamiento identitario infanto-juvenil en Centroamérica

iJ muerte misma, es decir, no se trata sólo de asesinar al otro, sino a partir

de la forma, y la manera en que se lleva a cabo el aniquilamiento de ese con­

trario, se está tratando de borrar en el imaginario, la identidad particular, o la

adscripción grupal específica del otro o de los otros; y al mismo tiempo, se en­vían una serie de mensajes implícitos, a nivel de lo latente: lo cual también

implica determinadas dosis de crueldad, en las lógicas de lo burdo y de lo .1bsurdo de esas violencias y de esas muertes.

En los territorios de lo simbólico, estas violencias de muerte y de aniquila­

miento identitario - juvenicidios- , a mi entender, representan todo un des­

pliegue para demostrar el poder que se tiene, dirigido en particular hacia deter­

minados sectores, grupos o individuos de la sociedad, es decir, son mensajes de

intimidación alertando a los otros desde la lógica del contrario, ya sea por lo que

son - niños y jóvenes- , por la adscripción identitaria a la que pertenecen,

- MS-13 y B-18- , o por el tipo de acciones que llevan a cabo - luchadores

sociales-; y de lo que les puede pasar, o a lo que están expuestos.

La crueldad, y la barbarie que se está viviendo en El Salvador, en Hon­

duras y en Guatemala, simplemente ha cambiado su máscara, aunque sigue

teniendo el mismo rostro de muerte, es decir, ha mutado, y en el caso especí­

fico, como la que llevan a cabo los integrantes del crimen organizado en par­

ticular, y los narcotraficantes, que no se andan con miramientos para des­

membrar o descuartizar al otro; ahora es más calculada, planeada, racional y, por lo tanto, gélida y fria.

Quizás uno de los sucesos y de los acontecimientos más complejos,

sean las combinaciones, y las mezclas que se están dando entre las ejecucio­

nes extrajudiciales, la actuación de los temibles grupos de limpieza social, la

presencia de los escuadrones de la muerte, y los sicarios que son contratados para matar por encargo; todos ellos, son los actores más protagónicos en el

mercado de las violencias de muerte.

Estas ejecuciones extrajudiciales, por lo común, son responsJb ilidJd

de los escuadrones de la muerte, o de la limpieza social, en el entendid o de que

imaginan que con sus acciones de ir asesinando a aquellos Jclo res que esUn

situados en los entretejidos de las tramas sociales de las v i ol~ c i as y de !.1

muerte, están contribuyendo a solucionar el conflicto, pensa miento ingc

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JUVENICIDIO

nuo, sin duda. Aquí lo interesante es visibilizar el elemento simbólico dv estos actos, es decir, están investidos de discriminación social, e incluso de ra

cisma, ya que en una gran cantidad de los cuerpos, en particular, de inte gran tes de la pandilla del B-18 y de la mara Salvatrucha (MS-13) ¡ son in ter

venidos a través de dejarles mensajes con plumones o en pedazos de papel

pegados del tipo: los vamos a acabar a todos, para que aprendan, dedíquense 11

otra cosa, basura.

El encierro: las masacres

Otra trayectoria de las violencias de muerte, quizás la más cruenta, es la que

se desplaza del espacio público de la calle, hacia los territorios del encierro

(las cárceles), en tanto que ahí se acrecienta la represión, la fragilidad de b vida y la precariedad tanto a nivel material (condiciones de existencia, y lapo

sibilidad de ser asesinado) como simbólicas (tristeza, depresión, desesperan­

za, miedo) . Hay una suerte de penetración y de rediseño de los imaginarios colectivos del afuera de la calle, en relación a los imaginarios sociales que se edifican en el adentro del encierro, con sus rostros y sus matices de discrimina­

ción y el odio identitario hacia los integrantes de la pandilla del B-18 y de la mara Salva trucha (MS-13 ).

En lo que atañe a los espacios de los confinamientos, además de que los internos están separados entre sí, por una parte se ubican las pandillas y las maras de los demás reos, y por la otra entre las clicas de ambas adscripciones,

incluso existen módulos especiales para pandilleros del B-18, denominados

La Maquila y cárceles individuales nombradas cubículos escorpión, de 4 x 4 metros, sin sanitario, donde sólo pueden sacar la cabeza y pasarles alimentos. Aunado a lo anterior, son discriminados en los servicios de salud del penal y

especialmente maltratados por los custodios y castigados deliberada y emo­

cionalmente para que no puedan recibir a sus visitas cuando les toca por de­recho (su familia: esposa, jaina/6 o a sus hijos e hijas) .

26 Mujeres, novias o parejas de los integrantes de la MS-13, de la pandilla del B-18 y de los cholos.

~ 124~

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

Los conflictos de muerte son reales, y son aniquilados por el simple he­

' l11 1 de estar adscritos a la pandilla del B-18 o a la MS-13, y además, adquieren 1" .111,\S tesituras e involucran a distintos actores del encierro¡ de inicio se enta­

J¡I,¡n contra los integrantes de la clica rival, colateralmente con los peseteros, son aquéllos que se han salido de ambas adscripciones identitarias-,

1.11nbién están los paisas -los civiles que no han pertenecido a ninguna de

1." clicas-, los reos comunes y las autoridades carcelarias. Estos micro escenarios han abonado a la reconfiguración y a la consoli­

' l.tción de una dinámica de la cultura pandilleril fuerte y muy cohesionada ha­

' 1.1 .1dentro del grupo correspondiente, y al mismo tiempo, a la generación de .tli.l s dosis de desconfianza de los pandilleros y de la mara hacia los demás,

1lo r lo tanto, la mayoría que componen a todos los otros, los de afuera de la

grupalidad, son imaginados y considerados como potenciales enemigos, lo

que lleva al despliegue de una serie de estrategias de cuidado, ya que saben que sus caminos de la vida social por lo común son: la supervivencia de la identi-

d.ld o la muerte. Debido a la criminalización de la condición juvenil en El Salvador, en

1 londuras y en Guatemala, y a toda la ola de represión y de persecución que

se llevó a cabo en contra de la MS-13 y de la pandilla del B-18, al amparo de

l.1 s políticas de cero tolerancia, y de la aplicación de las Leyes de Mano Dura

y de sus múltiples versiones encubiertas, las cárceles se saturaron, y se fueron

llenando, por lo regular, de miembros de estas adscripciones identitarias, si­

tuación que acrecentó la crisis carcelaria. Se calcula, en el caso de El Salvador,

que la capacidad de los centros penales oscila entre 7.000 a 8.000 reclusos¡

.1ctualmente albergan a poco más de 20.000, de los cuales hay cerca de 7.500

tntegrantes de la mara Salvatrucha y de la pandilla del B-18¡ incluso hay cár­

celes que se han edificado casi exclusivas para estos agrupamientos. Dada esta crisis de los centros penitenciarios, en el Salvador se hizo un

intento de llevar a cabo una reforma penal en el ai'\o 1996 que al final no fun­

cionó, en parte por todas las contrarreformas que impidieron un avance sig­nificado en la legislación que establecía, por ejemplo, los juicios orales, reco­

nocer a los privados de libertad en la garantía de sus Derechos Humanos, o la

realización de cursos y de talleres de capacitación para que los presos apren-

~ 125 ~

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JUVENICIDIO

dieran un oficio. Esta situación enfrentó, por un lado, a los que impulsaban

dicha reforma, y por el otro, a sus detractores, y lo más delicado fue la cons­

trucción de un discurso que prácticamente acusaba a los que pretendían lle­

var a cabo las reformas de estar a favor de la delincuencia organizada. Al mis­

mo tiempo, las autoridades se tornaron muy rígidas ante las organizaciones

de la sociedad civil, los profesionales de la salud social y los académicos e in­

vestigadores, de tal suerte que impidieron, en la mayoría de los casos, que se

siguiera trabajando o interviniendo en los diversos espacios carcelarios.

No exageraríamos en afirmar que se está ante una grave crisis carcelaria en

El Salvador: hacinamiento, falta de agua y en algunos casos hasta contaminada,

una muy mala comida, enfermedades de la piel y otras como el SIDA, maltratos

a los reos e incluso a sus familiares, prácticas de tortura física (choques eléctri­

cos) y mental (interrogatorios intimidatorios a altas horas de la noche\ amoti­

namientos de los reos en protesta a sus condiciones infrahumanas de vida, ma­

sacres en donde las víctimas, por lo común, son integrantes de la MS-13 y de la

pandilla del B-18, ante la complacencia de los guardias¡ traslados de un centro

penal a otro de forma ilegal y arbitraria, y una total desatención de las autorida­

des con respecto al establecimiento de una estrategia de reinserción social que

favorezca a los privados de libertad una vez que cumplan su condena.

Estas condiciones en las que se encuentran los reclusos se acrecientan y

recrudecen, en los integrantes de la MS-13 y de la pandilla del B-18, en tanto

se les recarga el estigma social ( Goffman, 1993 ), que se traduce en lo particu­

lar con respecto al maltrato, las golpizas, la tortura psicológica y el asesinato

vía masacres deliberadas. El hecho de tener recluidos a una parte significativa

de estas adscripciones identitarias, lejos de funcionar como una acción que

haya inhibido los actos o las acciones en las que algunos de ellos están impli­

cados en las lógicas de la paralegalidad, ha reconfigurado las dinámicas inter­

nas de la mara y de la pandilla desde distintos lugares, rostros y tesituras.

En las cárceles, la MS-13 y la pandilla del B-18, ocupan espacios diferen­

ciados e incluso algunos centros de reclusión casi son exclusivos para uno u

otro agrupamiento, lo cual ha contribuido a que al estar más juntos y agrupa­

dos, han adquirido mayor cohesión que se traduce en un fortalecimiento im­

portante de la adscripción identitaria como tal, y al mismo tiempo, han desa-

~ 126 ~

El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

rr·ollado una serie de estrategias que les posibilitan llevar a cabo una vinculación

(l interrelación (redes sociales) entre el interior y el exterior de la cárcel. Los sucesos y acontecimientos de las masacres que se han dado en va­

rios centros carcelarios en El Salvador, Honduras y Guatemala, han sido muy

graves, ya que se han asesinado masivamente a integrantes de la MS-13 y de

b pandilla del B-18, dado los enfrentamientos entre ellos así como por las si­

tuaciones deliberadas que las autoridades han fomentado y que han tenido

responsabilidad por omisión de sus funciones y deberes de resguardar la se­

guridad física y emocional de los que están privados de la libertad, aunque

sean integrantes de la mara o de la pandilla. Uno de los aspectos más preocupantes de la situación de crisis en la que se

encuentra el sistema carcelario, es el hecho de que el Estado y sus instituciones

realmente no tienen políticas, programas, y estrategias para la reinserción social

de todos aquellos miembros de la mara y de la pandilla que han cumplido su

pena, y por consiguiente, han recuperado su libertad, de tal suerte que ante la

ausencia de opciones y perspectivas de empleo, de educación, o de construir

un horizonte de presente, lo poco que les queda - a la mayoría de ellos- y

que lo conservan como un valor simbólico importante, es precisamente su ads­

cripción identitaria como miembros de la MS-13, o de la pandilla delB-18¡ por

lo que se vuelven a incorporar e insertar, lo cual conlleva seguir involucrados,

probablemente, en las acciones y en las lógicas de la paralegalidad. Marlon Carranza, 27 comenta lo siguiente en relación a la situación de las

cárceles en El Salvador:

Es terrible [ ... ] creo que hoy las cárceles para los jóvenes en pandillas [ ... ]

son los campos de concentración, es la cámara de gas [ .. . ] han muerto muchí­

simos en las cárceles [ ... ] en algunos casos se ha comprobado claramente que

hay una participación de los cuerpos de seguridad [ .. . ] de los centros peniten ­

ciarios [ ... J hay genocidios dentro de las cárceles, han muerto cientos de per­

sonas en una misma noche [ ... ]además de los que pueden morir cada semana

~ en algún estallido de violencia ya más particul ar pero hJn lnbido eventos bas-

_g tan te grandes de genocidio dentro de las cárceles, y eso es bien grave l ... ] la <U o

~ 27 Entrevista realizada en El Salvador, en octubre de 2008.

~ 127 ~

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JUVENICIDIO

crueldad ahí también es seria [ ... ] cuando los asesinatos son con armas d"

fuego es con la participación de los mismos agentes de seguridad de los ccn tras penitenciarios.

Las violencias más crudas que se dan en las cárceles adquieren el formato

de las masacres y de los motines. La situación tendió a complicarse aC111

más debido al rompimiento del denominado Pacto del Sur en Guatemala, en

el año 2005, el cual consistía en una tregua de no agresión entre los agrupa

mientas de la pandilla del B-18 y de los integrantes de la mara Salvatrucha

(MS-13 ), de tal suerte que las lógicas de las violencias y de la muerte que se

escenifican en los espacios de la calle y del barrio, tendieron a volverse a ar­

ticular y a recrearse, en los territorios del adentro del encierro, causando de

nueva cuenta sucesos de mortandad con todo y sus estelas de barbarie y de saña.

Los casos paradigmáticos y climáticos de las violencias de muerte en los espacios del encierro, han sido los relacionados a las masacres, que en lo que

atañe específicamente a Honduras, adquirieron tonos de barbarie inusitada,

de una crueldad burda y absurda, en los cuales el Estado, por negligencia y omisión, ha sido abiertamente responsable. Quizás los eventos registrados

en la CEIBA, El Porvenir y los de San Pedro Sula, sean los que mejor dan cuenta de la situación anterior.

Por los sucesos de la CEJBA, se hizo una denuncia ante la Corte Interame­

ricana de los Derechos Humanos, el juicio tardó cuatro años, (negligencia bu­rocrática) con una altísima cuota de sufrimiento social de los familiares de las

víctimas y de la impunidad, que raya en lo vergonzoso. En El Porvenir ( 5 de

abril de 2003 ), se dio una situación muy deliberada contra los jóvenes vincu­

lados a pandillas, y lo curioso fue que murieron asesinados un número con­siderable de líderes de las clicas de estas adscripciones identitarias.

En relación a lo anterior, escuchemos a los doctores Ubaldo Herrera, de

Casa Alianza y Juan Armendáriz, de CPTRT, comentar sobre las masacres que se dieron en El Porvenir y en San Pedro Sula, respectivamente: 28

28 Entrevistas citadas.

~ 128 ~

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Pudo ser cualquier hombre, cualquier estud111111, cualquier individuo, pudiste ser tú ...

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Desaparecidos: los muertos sin tumba, las tumbas sin nombre.

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Todos somos Ayotzinapa. ¡No están solos!

Violencia ejercida contra los adolescentes y los jóvenes por las UPPs (Unidades Pacificadoras de Policía) en las javelas de Río de ]aneiro.

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Marcha por Ayotzinapa.

Ayotzinapa no se olvida.

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Un grito tn 1íltnáo, la ínjmtíáa, la duda, la agonfa_ Ayotzínapa.

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El aniquilamiento identitario infanta-juvenil en Centroamérica

Ubaldo Herrera:

[ ... ] otro evento fundamental de la violencia que se dio fue la masacre del

«Porvenir» donde murieron una cantidad de jóvenes vinculados a pandillas

[ ... ]de acuerdo a la justicia [ ... ]sí fue una masacre, y [ ... ] no fue un amotina­

miento como quisieron dar a conocer sino que los jóvenes fueron introducidos

a sus celdas, fueron acribillados, se pusieron los colchones, y les dieron fuego

entre sus celdas para que no pudieran salir, y luego se trató de borrar toda la

evidencia trayendo a los bomberos, y demás personas para limpiar toda la evi­

dencia [ ... ] fue todo un ardid donde murieron una cantidad de jóvenes, y mu­

chos líderes de pandillas, posiblemente era estratégico eso [ ... ].

Juan Armendáriz:

[ ... ] cuando nosotros escuchamos al ministro que dijo que se trataba de un

corto circuito, una falla eléctrica del sistema, pues inmediatamente [ ... ] razona­

mos, y dijimos que no era cierto, nos fuimos a ver a San Pedro [ ... ] ir a ver un

campo de concentración nazi, estamos hablando de más de lOO personas meti­

das en bolsas plásticas, esa cosa es traumática para uno [ ... ] fue después de la

del Porvenir [ ... ], y como dicen, era una muerte anunciada [ ... ] se decía que

iban a venir más masacres en las cárceles, [ ... ] la información que nosotros tu­

vimos es que días anteriores [ ... ] fue quitada el agua [ ... ] de la zona donde

ocurrió la masacre, luego, según las versiones que obtuvimos, los bomberos lle­

garon un poco tarde aunque las autoridades dicen que no, que inmediatamente, y

hablando con uno de ellos que estuvo en los sucesos, y que conocía de la cues­

tión eléctrica, según la hipótesis de él lo que hicieron fue conectar unos alam­

bres a una tubería, esa tubería estaba articulada a las camas de ellos [ ... ], y [ ... ]

se produjo [ ... ] el choque eléctrico, y los que estaban durmiendo en las camas

fueron electrocutados [ ... ],y la otra parte que logró salir, ellos tienen un patio

[ ... ]donde todavía hay seguridad [ ... ] lo qu e ocurrió fu e que esta puerta nun­

ca la abrieron [ ... ],y entonces los que lograron escapar, fu e un a minoría, los

otros fueron quemados [ ... ] porque hubo un in cendio, y él me decía, « noso­

tros gritamos, era imposible» [ .. . ]¿ Por qué ocurri ó so lamente .1hí en ese espa-

cio de la cárcel? [ ... ]Ahí estaba la mara ¿Por qu~oL UITC só lo ;1hí, y no en otro

lado de la cárcel? [ ... ] sí hay suficientes razones p.1r.1 l'e ll S.l r de qu e f'u c un .1 ma-

sacre preparada [ ... ]este crimen está impune, y h.1 s1do 111I Oc1hle J ... J.

~ 129 ~

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~ 130~

~ l o

S JUVENICIDIO EN COLOMBIA:

CRÍMENES DE ESTADO Y PRÁCTICAS

SOCIALMENTE ACEPTABLES

< ;ERMÁN MuÑoz GoNZÁLEZ1

Cuando se habla de juvenicidio, palabra desconocida en Colombia y América

!,atina, considero que es absolutamente necesario introducir una reflexión se­

rena y profunda que permita llenar de contenido todo un conjunto de prácti­

cas salvajes que han sido aplicadas reiteradamente a jóvenes en América La­

tina y, probablemente, en el mundo entero, en ausencia (más bien connivencia

e incluso protagonismo) del Estado y - tristemente- con alto grado de

aceptabilidad social. De hecho, ni siquiera existe la palabra en el diccionario

de la Real Academia ni en buscadores tipo Wik.ipedia. Las referencias provie­

nen de coautores de este libro, en particular de José Manuel Valenzuela, quien

la ha construido en otra publicación, Sed de Mal, en estrecha relación con el

tema del feminicidio. Nos corresponde sacarla de las versiones melodramáti­

cas, de la levedad amarillista de los medios masivos y del ámbito de las denun­

cias, para hacer de ella una categoría analítica que permita comprender el fon­

do de una realidad que no dimensionamos con suficiente claridad aún. Llama

la atención que en el Informe General del Grupo de Memoria Histórica:

« Basta Ya. Colombia: memorias de guerra y dignidad » 2 coordinado por

Gonzalo Sánchez (2013), se habla de « reclutamiento ilícito de niños » (ver

capítulo I), de las «desapariciones forzadas '> y « los dai'tos e impactos sobre

los niños, las niñas, los adolescentes y los jóvenes >> (ver capítulo IV), pero no es

~ perceptible la población joven como población parti cularmente afectada. o ü

-r.; Q)

"'=' ;: •c1J

• Doctor en Ciencias Sociales, niñez y juventud, Colllmh1.1, l ln! Vl' I'Sili.ld de MJnizalcs, CINDE.

2 Disponible en: http:/ / www.elpais.corn.co/ clp.1is/ .lrl l11 vm/ h.l,t.ly.1.pdí (20 1.\ ).

~ 131 ~

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HUELL.irS YSE~lLES

IBIC: JFFE / JFFJ

ISBN: 978 - 84-944424 - 0-7

lllllllll lllllllllllllllllllll 9 788494 442407

ISBN ITESO: 978-607-9361-85 - 3 ISBN EL COL EF: 978-607-479-178 - 5

José Manuel Valenzuela (coord.)

Rossana Reguillo Cruz, Ma.ritza Urteaga., Hugo César Moreno, Alfredo Nateras Domínguez, Germán Muñoz, Valeria. Uobet, Marisa Feffermann, Lucia Rangel, Rita Alves, Caries Feixa, M. Angel~abasés y Agnes Pa.rdell

JUVENICIDIO Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España

El 26 de septiembre de 2014, los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en Iguala, Guerre­ro tomaron camiones urbanos con el fin de trasla­darse a la Ciudad de México y participar en la marcha conmemorativa del 2 de octubre de 1968, pero fueron interceptados por la muerte que circulaba en vehículos de la policía y del ejército. Los jóvenes secuestrados fueron entregados al narcogrupo Guerreros Unidos.

Los sucesos de Ayotzinapa se inscriben en un marco definido por el juvenicidio, proceso que implica una condición persistente que ha costado la vida de decenas de miles de jóvenes en México, a cientos de miles en América Latina y se ha exten­dido por Europa.

-~ ITESO