john a. hobson, imperialismo. un estudio (1902), cap. vi

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  • 7/26/2019 John a. Hobson, Imperialismo. Un Estudio (1902), Cap. VI.

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    Captulo 6

    LA CLAVE ECO NO M ICA DEL IMPERIALISMO

    La simple presentacin de hechos y cifras para poner de manifiesto landole econmica del nuevo imperialismo no ser suficiente para disiparla extendida ilusin de que el empleo del podero nacional para conse

    guir nuevos mercados mediante la anexin de ms territorios es una medida poltica sensata y necesaria para un pas industrial avanzado comoGran Bretaa1. Sin embargo, ha quedado demostrado que las ltimasanexiones de pases tropicales hechas por Gran Bretaa a un precioaltsimo no han proporcionado ms que mercados pobres e inseguros,que el volumen del comercio con nuestras posesiones coloniales se mantiene prcticamente estacionario, y que las operaciones mercantiles ms

    beneficiosas y progresivas las realizamos con las naciones industriales rivales, cuyo territorio no deseamos anexionarnos, cuyos mercados no podemos forzar y cuyo activo antagonismo estamos provocando con

    nuestra poltica expansionista.Pero estos argumentos no son concluyentes, y los partidarios del im

    perialismo pueden seguir alegando:

    Necesitamos ineludiblemente mercados para nuestra creciente produccinindustrial, necesitamos nuevas salidas para invertir nuestros sobrantes de capital

    1 Escrito en 1905.

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    y las energas del excedente intrpido de nuestra poblacin. Esa expansin es unanecesidad vital para una nacin con la grande y creciente capacidad de produccin que tiene la nuestra. Cada vez es mayor el nmero de britnicos que se dedica a la industria y al comercio en las ciudades, y cuya vida y trabajo dependende la llegada de alimentos y materias primas de tierras extranjeras. Para comprary pagar estas cosas, tenemos que vender nuestras mercancas fuera. Esto lo conseguimos los britnicos sin dificultad durante los primeros setenta y cinco aos delsiglo xix al amparo de una expansin natural del comercio con las naciones delcontinente europeo y con nuestras colonias, todas las cuales iban muy por detrsde nosotros en tecnologa industrial y en medios de transporte. Durante el tiem

    po en que Inglaterra tuvo prcticamente el monopolio de los mercados mun

    diales para ciertas clases importantes de bienes manufacturados, el imperialismofue innecesario. A partir de 1870, la supremaca industrial y comercial britnicasufri un grave quebranto. Otras naciones, principalmente Alemania, EstadosUnidos y Blgica avanzaban con gran rapidez, y aunque no han destruido y ni siquiera frenado el crecimiento de nuestro comercio exterior, su competencia hahecho cada vez ms difcil que Gran Bretaa pueda colocar a precios rentables latotalidad del excedente de su produccin industrial. La manera en que estas naciones haban invadido nuestros mercados tradicionales, e incluso de los denuestras propias posesiones, haca urgente que tomramos enrgicas medidas

    para conseguir nuevos mercados. Estos nuevos mercados tenan que estar en pases

    hasta entonces no desarrollados, principalmente de los trpicos, en los queexista una numerosa poblacin susceptible de experimentar crecientes necesidades econmicas que nuestros fabricantes y comerciantes podan satisfacer.

    Nuestros rivales se estaban apropiando y anexionando territorios con la misma finalidad y, cuando se los haban anexionado, los cerraban a nuestros productos.Tuvieron que emplearse la diplomacia y las armas de Gran Bretaa para obligar alos propietarios de los nuevos mercados a comerciar con nosotros. La experienciamostr que la manera ms segura de afianzar y desarrollar dichos mercados era lacreacin de protectorados o la anexin. El valor de dichos mercados en 1905 nodebe considerarse como prueba definitiva de la eficacia de la citada poltica; el

    proceso de creacin de necesidades civilizadas que Gran Bretaa pueda satisfaceres necesariamente un procedo gradual, y el coste de ese tipo de imperialismo hade considerarse como un desembolso de capital, cuyo'frutos recogern las futurasgeneraciones. Los nu'eyos mercados puede que no fueran grandes, pero brinda

    ban til salida al supervit de nuestras*grandes industrias textiles y metalrgicas,y cuando se lleg a entrar en contacto con las poblaciones del interior de Asia yAfrica, lo normal era que se produjera una rpida expansin del comercio.

    Mucho mayor y mas importante es la urgencia que tiene el capital de encontrar en el extranjero negocios en los que invertir. Adems, mientras el fabri

    cante y el comerciante se contentan con comerciar con las naciones extranjeras, elinversor tiene una decidida tendencia a procurar la anexin poltica de los pasesen los que radican sus inversiones ms especulativas. Est fuera de toda duda quelos capitalistas presionaren este sentido. Se ha acumulado un gran volumen deahorro que no puede invertirse lucrativamente en Inglaterra y tiene que encontrar

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    salida en otros lugares. Naturalmente, redunda en beneficio de la nacin que eseahorro se utilice hasta donde sea posible en tierras en las que pueda servir paraabrir nuevos mercados al comercio britnico y crear empleo para la iniciativa privada.

    Por costosa que sea, y por llena de peligros que est, la expansin imperial esnecesaria para que nuestra nacin contine existiendo y progresando2. Si renunciamos a ella, dejaremos la direccin del desarrollo del mundo en manos de otrasnaciones, que entorpecern nuestro comercio e incluso pondrn en peligro los suministros de alimentos y materias primas que precisamos para la supervivencia denuestra poblacin. El imperialismo resulta, por tanto, no una preferencia, sinouna necesidad.

    La fuerza prctica que en la vida poltica tiene este argumento econ

    mico puede verse claramente en la historia reciente de Estados Unidos.Un pas que rompe de repente con el conservadurismo tan practicado

    por ambos partidos polticos y tan estrechamente relacionado con las tradiciones y las tendencia populares, y se lanza a una veloz carrera imperial

    para la que no estaba equipado ni moral ni materialmente, poniendo engrave riesgo los principios y prctica de la libertad y la igualdad al recurrir al militarismo y a las medidas de fuerza para sojuzgar a pueblos alos que no podra conceder sin peligro la ciudadana americana.

    Fue esto una simple extravagancia de un pas adolescente, unaexplosin de ambicin poltica por parte de una nacin que de repente

    se da cuenta de su destino? Nada de eso. El espritu de aventura, la misin civilizadora de Norteamrica, en cuanto fuerzas impulsoras del im

    perialismo, estaban claramente subordinadas a la fuerza motriz del factor econmico. Su sensacional cambio de poltica fue consecuencia de larapidez sin precedentes con que tuvo lugar la revolucin industrial en losEstados Unidos, a partir de la dcada de 1880. Durante ese perodo de lahistoria de Norteamrica, su riqueza sin paralelo en recursos naturales,su inmensa disponibilidad de mano de obra especializada y sin especializar, y su extraordinaria capacidad de creatividad y organizacin produjeron la industria manufacturera mejor equipada y ms productiva que el

    mundo ha conocido hasta hoy. Estimuladas por rgidas tarifas aduanerasproteccionistas, las industrias metalrgica, textil, de mquinas-herramientas, del vestido, del mueble y otras saltaron en una sola generacin de la infancia a la plena madurez y tras una poca de intensa com

    petencia de precios, alcanzaron, bajo el hbil control de los grandes crea

    2 Y por qu se emprenden las guerras si no es para conquistar colonias que posibiliten la inversin de ms capital, la adquisicin de monopolios comerciales, o la utilizacinen exclusiva de determinadas rutas comerciales? Loria, pg. 267.

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    dores de truts, una capacidad de produccin mayor que la conseguidapor los pases industrializados ms avanzados de Europa.

    Una poca de competencia a muerte, seguida por un rpido procesode fusin de empresas, sirvieron para poner en manos de unos pocos capitanes de industria una enorme cantidad de riqueza. Por dispendiosaque fuera la forma de vida de este grupo social de empresarios, sus ingresos eran siempre muy superiores a los gastos y, en consecuencia, apareciy se consolid un proceso de ahorro automtico de una magnitud sinprecedentes. La inversin de este ahorro en otras industrias contribuy a poner a stas bajo el control de las mismas fuerzas fusionadoras deempresas. Vemos as cmo un gran crecimiento del ahorro que se afana

    por encontrar inversiones lucrativas es simultneo con un sentido msestricto de la economa a la hora de utilizar el capital existente. El rpidodesarrollo de una poblacin acostumbrada a un nivel de confort alto ycada vez ms elevado absorbe, sin duda, una gran proporcin del capitalnuevo para la satisfaccin de sus necesidades. Pero el ndice real deahorro, junto con un sentido ms riguroso de la economa al invertir elcapital existente, excedieron con mucho el aumento del consumo nacional de manufacturas. La capacidad de produccin fue muy superior alndice real de consumo y, contradiciendo las viejas teoras econmicas,no consigui forzar un aumento proporcional del consumo bajando los

    precios.No estamos exponiendo meras teoras. La realidad de los hechos

    puede verse con total nitidez en la historia de cualquiera de los numerosos trusts o fusiones de empresas comerciales de Estados Unidos. Durante el perodo de libre competencia de las manufacturas que precede a lafusin de empresas, aparece con carcter crnico una situacin de superproduccin, en el sentido de que las fbricas no pueden sobrevivir ms

    que a costa de reducir los precios continuamente, hasta que se llega auna situacin en la que los competidores ms dbiles se ven forzados acerrar, porque el precio de Venta de sus productos no llega a cubrir loscostos reales de produccin. El primer efecto de una fusin acertada deempresas es el cierre tillas fbricas peor dotadas, quedando las mejorinstaladas o mejor situada! para atender a todo el mercado. Este proceso

    puede ir o no acompaado de un aumento de precios y de cierta disminucin del consumo: en algunos casos, la mayora de los beneficios delos trusts proceden de l subida de precios, y en otros son consecuencia

    de la reduccin de los costos de produccin por medio del empleo exclusivo de las factoras ms-eficientes y de la detencin de las prdidas que

    supone la competencia.A los efectos del presente estudio, es indiferente que el resultado se

    ' A

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    obtenga de uno u otro modo; lo importante es que esta concentracin dela industria en trusts, combinaciones, etc. ocasiona de inmediato una limitacin de la cantidad de capital que puede utilizarse de manera eficiente y una elevacin del nivel de beneficios que, a su vez, dar lugar a

    ms ahorro y ms capitalizacin. Como es evidente, el trust, resultadode la competencia a muerte causada por el exceso de capital, no podr,

    por lo general encontrar empleo dentro de las empresas del grupo paraaquella parte de los beneficios que los que han creado el trust desearanahorrar e invertir. Puede que las innovaciones tecnolgicas u otras mejoras realizadas dentro de las empresas del ramo en la produccin o ladistribucin, absorban parte del nuevo capital; pero esta absorcin estrgidamente limitada. El gran capitalista del petrleo o del azcar ha debuscar otras inversiones para susahorros. Si aplica pronto los principiosde la fusin de empresas a su negocio, dedicar naturalmente el supervit de su capital a crear trusts parecidos en otras industrias, con lo queeconomizar todava ms capital, y har cada vez ms difcil para las personas corrientes que tienen ahorros el encontrar inversiones adecuadasparadlos.

    Ciertamente, lo mismo el fenmeno de la competencia a muerte queel de la fusin de empresas ponen de manifiesto la acumulacin de capital existente en las industrias manufactureras mecanizadas. No vamos aentrar aqu en el problema terico de si los mtodos mecanizados modernos producen ms bienes de los que el mercado puede absorber. Bas

    te con sealar que la capacidad manufacturera de un pas como EstadosUnidos podra crecer tan deprisa que llegara a exceder la demanda delmercado nacional. Nadie que est familiarizado con los problemas delmercado negar un hecho que afirman todos los economistas americanos, y es que esto fue lo que ocurri en las industrias ms desarrolladasde Estados Unidos a finales de siglo. Su sector manufacturero estaba saturado de capital y no poda absorber ms. Un ramo industrial tras otro

    procuraban protegerse de las prdidas que les produca la competenciarecurriendo a fusiones que, al restringir la cantidad de capital invertido,les proporcionarn un poco de paz con los correspondientes beneficios.

    Los magnates financieros e industriales del petrleo, el acero, el azcar,los ferrocarriles, los bancos, etc., se vieron ante el dilema de gastar msde lo que solan o forzar la apertura de mercados fuera de su pas. Se lesofrecan dos alternativas econmicas, dirigidas ambas al abandono de la

    poltica aislacionista que haban seguido en el pasado y a la adopcin demtodos imperialistas para el futuro. En lugar de cerrar las fbricas menos eficientes y restringir rgidamente la produccin para adecuarla a las

    posibilidades del mercado nacional, de modo que sus ventas en l fueran

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    rentables, podan optar por utilizar al mximo su capacidad productiva,dedicar sus ahorros a aumentar el capital de su negocio y, sin dejar de re

    gular la produccin y los precios en el mercado nacional, dedicarse a invadir los mercados extranjeros para colocar en ellos sus excedentes a bajos precios, que seran insostenibles sin los beneficios conseguidos en losmercados nacionales. Otra alternativa consista en buscar inversiones

    para sus ahorros fuera de su pas, liquidar en primer lugar los crditos queGran Bretaa y otros pases les haban concedido cuando empezaron aexplotar sus minas y a instalar sus ferrocarriles y sus fbricas, y convertirsedespus, a su vez, en acreedores de naciones extranjeras.

    Esta sbita necesidad de mercados extranjeros para las manufacturas

    y las inversiones norteamericanas fue claramente la causa de que seadoptara el imperialismo como lnea poltica y como prctica por el partido republicano, al que pertenecan los grandes jefes de la industria ylas finanzas norteamericanas, y que, a su vez, era un partido que les perteneca a ellos. El intrpido entusiasmo del presidente Theodore Roose-velt y sus planteamientos sobre el destino manifiesto y la misincivilizadora no deben engaarnos. Fueron las Compaas Rockefeller,Pierpont Morgan y sus asociadas las que necesitaban el imperialismo y locargaron a hombros del gran pas norteamericano. Necesitaban el imperialismo porque deseaban utilizar los fondos pblicos de su patria paraencontrar inversiones lucrativas a su capital privado que, de otro modo,

    permanecera inactivo.No es necesario poseer un pas para comerciar con l o para invertir

    en l, y desde luego los Estados Unidos podan encontrar salida a sus excedentes de capital y de mercancas en los pases europeos. Pero la mayorparte de stos saban cmo defenderse. La mayora crearon barrerasaduaneras para oponerse a la importacin de productos manufacturados,

    y hasta en Gran Bretaa se alzaron voces pidiendo que la nacin volvieraal proteccionismo para hacer frente al peligro. En consecuencia, los magnates norteamericanos de la industria y las finanzas se vieron obligados abuscar aires ms propicios para sus negocios en los mercados de China, elPacfico y Latinoamrica^; Partidarios como eran, en la teora y en la prctica, del proteccionismo;'ptlcuraron por todos los medios monopolizarhasta donde pudieran dichos mercados. La competencia de Alemania,Inglaterra y otras nacin,es les obligaron a establecer relaciones polticasespeciales con aquellos territorios cuyos mercados les interesaban ms.

    Cuba, Filipinas y Hawai no fueron ms que una especie de aperitivo queles abrira el apetito para un banquete ms suculento. Adems, lainfluencia y el poder que estos magnates de la industria y las finanzastenan en la poltica era urv factor ms que impulsaba al imperialismo, y

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    ya hemos visto que con sus homlogos de Gran Bretaa y otras partesocurra lo mismo. Porque, en efecto, el gasto pblico asignado a proseguir la aventura imperialista sera otra fuente de inmensas gananciaspara ellos: los financieros se beneficiaran haciendo emprstitos, los cons

    tructores de buques y las compaas navieras percibiendo subvenciones,y los fabricantes de armamentos y otros tiles imperialistas realizando loscontratos correspondientes.

    La precipitacin de este cambio radical de poltica se debi a la rpida manifestacin de la necesidad que lo motiv. En los ltimos aos delsiglo XIX, Norteamrica casi triplic el valor de sus exportaciones industriales; todo haca pensar que si se mantena el ritmo de crecimientode aquellos aos, superara antes de una dcada el volumen de las exportaciones britnicas, que progresaba ms lentamente, y se colocara a lacabeza de las naciones exportadoras de productos industriales3.

    Este era el objetivo que ambicionaban abiertamente los ms activoshombres de negocios norteamericanos; y con los recursos naturales, lamano de obra y la capacidad administrativa que tenan a su disposicinera muy probable que lo consiguieran4. Como los capitalistas norteame-

    3 COMERCIO DE EXPORTACION DE ESTADOS UNIDOS, 1890-1900

    A o Agricultura Manufacturas Varios

    Libras Libras Libras

    1890 ........................................ 125,756,000 31,435,000 13,019,0001891 ........................................ 146,617,000 33,720,000 11,731,0001892 ........................................ 142,508,000 30,479,000 11,660,000

    1893 ........................................ 123,810,000 35,484,000 11,653,0001894 ........................................ 114,737,000 35,557,000 11,168,0001895 ........................ ............ 104,143,000 40,230,000 12,174,0001896 ........................................ 132,992,000 50,738,000 13,639,0001897 ........................................ 146,059,000 55,923,000 13,984,000

    1898 ........................................ 170,383,000 61,585,000 14,743,0001899 ........................................ 156,427,000 76,157,000 18,002,000

    1900 ........................................ 180,931,000 88,281,000 21,389,000

    3 Tras la primera guerra mundial, las nuevas circunstancias, que brindaban inmensas

    oportunidades a la exportacin de capital y bienes de Estados Unidos, determinaron una

    pausa en su poltica imperial y una retirada temporal de la carrera imperialista.

    4 Tenemos ahora tres de las cartas que ganan en el juego de la grandeza comercial, a

    saber: el hierro, el acero y el carbn. Durante mucho tiempo, hemos venido siendo el gra

    nero del mundo; ahora aspiramos a ser su factora, y despus queremos ser su banco. (Pa

    labras del presidente de la Asociacin de Banqueros Americanos, en Denver, en 1898).

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    ricanos controlaban ms directa y estrechamente la vida poltica que sushomlogos britnicos, pudieron avanzar ms rpida y derechamente que

    stos por el camino de sus intereses econmicos. El imperialismo americano fue la consecuencia natural de las exigencias econmicas que provoc el sbito crecimiento de un capital que no poda emplearse en su pasy necesitaba mercados extranjeros para sus inversiones y mercancas.

    Las mismas necesidades aparecan en las naciones europeas y, comoes bien sabido, empujaron a los gobiernos correspondientes a seguir lamisma poltica. La superproduccin en el sentido de exceso de instalaciones industriales, y los excedentes de capital que no podan invertirselucrativamente dentro del propio pas, obligaron a Gran Bretaa, Ale

    mania, Holanda y Francia a colocar una proporcin cada vez mayor desus recursos econmicos en territorios fuera del rea de su soberana, ydespus presionaron en favor de la expansin y la absorcin poltica de

    aquellos nuevos territorios. Las causas econmicas de esta dinmicapoltica quedan al descubierto y aparecen bien visibles con las depresiones econmicas que se producen peridicamente porque los industriales no pueden encontrar mercados adecuados y lucrativos para loque fabrican. El Informe de la Mayora de la Comisin para el Estudio

    de la Depresin Comercial en 1885 enunciaba el problema en dos palabras al decir que: A causa de las nuevas circunstancias, la demanda denuestros productos no aumenta al mismo ritmo que antes. Nuestra capacidad de produccin es, por consiguiente, superior a las necesidades del

    pas, y podra aumentar considerablemente casi de improviso. Lo queantecede es, en parte, resultado de la competencia del capital que se vaacumulando ininterrumpidamente en el pas. El Informe de la Minoraachacaba sin ambages el problema a la super-produccin. A princi

    pios de siglo, Alemania atravesaba un perodo muy difcil a consecuen

    cia de lo que se llama abarrotamiento de capital y capacidad de fabricacin. El pas tena que em:ontrar mercados nuevos, y los cnsules quetena esparcidos por todo el'mundo incordiaban para conseguir nuevasexportaciones. Se impusieron ^cuerdos comerciales en Asia Menor, y elImperio alemn se vio-forzado a una.poltica de colonizacin y establecimiento de protectorad#n el este y el oeste de Africa, en China y enotros lugares para tratar de buscar salida a su potencia comercial.

    Cada mejora de los .mtodos de produccin, cada concentracin de la

    propiedad y el control "parece aumentar la tendencia mencionada. A medida que una nacin tras otra se va industrializando cada vez ms y mseficientemente, ms difcil resulta para sus fabricantes, comerciantes yfinancieros conseguir que sean rentables sus recursos econmicos, y mstentados se sienten a recurrir a. sus respectivos gobiernos para asegurar

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    para su uso particular, por medio de la anexin y el sistema de protectorado, algn remoto pas subdesarrollado.

    Se dice a veces que el proceso econmico que estamos estudiando es

    inevitable, y as parece a primera vista. Por todas partes vemos demasiada capacidad de produccin y demasiado capital en busca de inversiones. Todos los hombres de negocios coinciden en que el crecimientode la produccin de sus pases es superior al crecimiento del consumo,que pueden fabricarse ms bienes de los que pueden venderse a preciosrentables y que hay ms capital del que puede invertirse lucrativamente.

    Este fenmeno econmico constituye la clave del imperialismo. Si elpblico consumidor de nuestro pas elevara su nivel de consumo cadavez que se registra un aumento de la produccin, de modo que se mantuviera el equilibrio entre aqul y sta, no habra un exceso de

    mercancas ni de capital pidiendo a gritos que se eche mano del imperialismo para encontrar mercados. Naturalmente, existira el comercioexterior, pero no presentara mayores dificultades el cambiar el pequeoexcedente de produccin que tendran nuestros fabricantes por los alimentos y materias primas que necesitramos todos los aos, y todo elahorro que hubiera en nuestro pas podra invertirse en la industria nacional, si as lo decidiramos.

    No hay nada intrnsecamente irracional en esta suposicin. Todo loque se produce o puede producirse, puede consumirse, ya que, a ttulo

    de renta, beneficios o salario, forma parte de los ingresos reales de algnmiembro de la comunidad que puede consumirlo o, si no, intercambiarlo por algn otro bien de consumo con alguna otra persona que loconsumir. Toda produccin genera capacidad de consumo. Si haybienes que no pueden consumirse, o que incluso ni llegan a producirseporque es evidente que no podrn consumirse, y si hay capital y manode obra que no pueden encontrar plena utilizacin porque lo que producen no se consumir, la nica explicacin posible de esta paradoja esla negativa de los que poseen capacidad de consumo a emplearla en laadquisicin real de bienes.

    Es posible, desde luego, que el exceso de produccin de una determinada industria sea consecuencia de su mala orientacin, ya que en lugar de a las manufacturas de un ramo concreto tendra que habersededicado a la agricultura, o a alguna otra cosa. Sin embargo, no habrnadie que sostenga seriamente que dicha mala orientacin sea suficiente

    para explicar las saturaciones y las consiguientes depresiones crnicas dela industria moderna, o que cuando existe superproduccin evidente enlos principales sectores manufactureros, haya grandes oportunidades para el excedente de capital y la mano de obra en otras industrias. La

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    prueba de que el exceso de capacidad de produccin es un fenmeno decarcter general puede verse en los importantes depsitos bancarios queen esas pocas de crisis permanecen inactivos y que se esfuerzan por en

    contrar alguna salida lucrativa sin poder hallarla.Los interrogantes fundamentales que subyacen a este fenmeno son,

    desde luego, los siguientes: Por qu el consumo no crece automticamente al ritmo de la capacidad de produccin que tiene la sociedad?.Por qu se produce subconsumo o exceso de ahorro? Es claro que sise consumiera lo que podra consumirse, la capacidad productora semantendra a pleno rendimiento; pero parte de la potencialidad de consumo queda bloqueada o, dicho de otra forma, se ahorra y se acumula

    con vistas a su posterior inversin. No todo lo que se ahorra para invertirdesacelera la produccin. Muy al contrario. El ahorro est justificado entrminos econmicos, y desde el punto de vista social, cuando el capitalen que dicho ahorro se concreta encuentra pleno empleo, coadyuvando a

    producir bienes que, cuando se producen, se consumen. El ahorro queexcede de esos lmites es el que crea desajustes: se acumula en forma deexcedentes de capital que no se necesitan para fomentar el consumo real,y que permanecen inactivos, o procuran desplazar de sus inversiones alcapital que ya est invertido, o tratan, con la ayuda del correspondiente

    gobierno, de emplearse en operaciones de especulacin en pases extranjeros.

    Pero hay varias preguntas que uno puede hacer a este respecto: porqu hay esa tendencia al exceso de ahorro?; por qu los que tienen ca

    pacidad de consumo retienen ms cantidad de ahorro de la que puedeemplearse de manera til?; o, formulando la misma pregunta de otromodo: por qu la presin de las necesidades presentes no mantiene elmismo ritmo que todas las posibilidades de satisfacerlas?. Para buscar

    respuestas a estas pertinentes preguntas, hemos de abordar el problemafundamental de la distribucin de la riqueza. Si se distribuyera la rentao la capacidad de consum de acuerdo con las necesidades existentes, esevidente que el consumo aumentara siempre que hubiera un aumentodel poder de produccin, ya que las necesidades humanas trasciendensiempre cualquier lmtl, que se les imponga, y no habra exceso deahorro. Pero la situacin es muy diferente en una sociedad en la que ladistribucin de la riqueza no guarda relacin predeterminada algunacon las necesidades, sitio que es consecuencia de otros factores, que asig

    nan a ciertas personas un poder adquisitivo enormemente superior a susnecesidades o posibilidades de utilizarlo, mientras que a otras les privanincluso de la capacidad de consumo necesaria para satisfacer todas lasexigencias de su conservacin fsica. El pasaje que citamos a conti-

    A A

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    nuacin puede servir para ver ms claramente el problema: El volumende produccin ha ido ascendiendo con anuamente"gracias al perfeccionamiento de la maquinaria moderna. Los productos correspondientes se

    distribuyen por dos canales, uno que lleva la parte de la produccin destinada al consumo de los trabajadores, y otro que transporta todo lo restante para los ricos. El canal de los trabajadores tiene el lecho de rocaviva y no puede ensancharse, debido a que el competitivo sistema de salarios impide que stos suban en proporcin al aumento del rendimientoen el trabajo. Los salarios se basan en el coste de la vida, y no en el rendimiento de la mano de obra. El minero que trabaja en una mina pobregana lo mismo que el minero que trabaja en la mina de al lado, que esrica. Es el propietario de la mina rica, y no su asalariado, el que se alzacon la ganancia. El canal que transporta los bienes destinados al sumi

    nistro de los ricos se bifurca a su vez, en dos brazos. Un brazo lleva loque los ricos gastan en s mismos, para sus necesidades y lujos, y el otro

    brazo no hace sino recoger y conducir el agua que se desborda, losahorros de los ricos. El brazo que conduce el gasto, es decir, lo que los ricos desperdician en lujos, puede ensancharse algo, pero como el nmerode los que son ricos de verdad para permitirse todos los caprichos es pequeo, nunca podr agrandarse de manera considerable y, de todos modos, su caudal es tan desproporcionadamente inferior al del otro brazo,que en ningn caso puede haber muchas esperanzas de que la bifurcacin mencionada sirva para evitar el desbordamiento del capital. Los ri

    cos no tendrn nunca la imaginacin suficiente para gastar lo necesariopara evitar el exceso de produccin. El brazo del canal que transporta elahorro de los ricos, el gran aliviadero cuya misin era recoger el agua quese desbordaba, se ha ido ahondando y ensanchando constantemente

    para que pudiera llevar el flujo siempre creciente del nuevo capital, perode repente se ve que no slo no puede agrandarse ms, sino que adems

    parece encontrarse en estos momentos en un proceso deestancamiento'5.

    Aunque el pasaje transcrito subraya excesivamente las diferenciasentre ricos y pobres y exagera la mala situacin de los trabajadores, sirve

    para ponernos ante la vista, de forma vigorosa y exacta, una verdadimportantsima y poco reconocida de la teora econmica. El aliviaderodel ahorro no se alimenta exclusivamente, desde luego, del supervit dela renta de los ricos. A l contribuyen tambin los profesionales e industriales de clase media y, en muy pequea medida, tambin los traba-

    5 The Significance ofthe Trust, H. G. Wilshire.

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    jadores. De todos modos, el desbordamiento es evidentemente consecuencia del ahorro automtico que produce el supervit de la renta de

    los ricos. Naturalmente, esta afirmacin es especialmente aplicable aNorteamrica, donde los multimillonarios se hacen rpidamente y se encuentran en posesin de ingresos muy superiores a todo lo que habanansiado. Para completar la metfora, hemos de imaginar que el flujo delagua desbordada vuelve a entrar en el flujo de la produccin y vaca all

    todos los ahorros que lleva. Si la competencia es autntica y libre, seproduce una congestin crnica de la capacidad productiva y de la produccin, que obliga a bajar los precios en los mercados nacionales, aderrochar grandes sumas en publicidad, a atosigar a la gente para que

    compre, y que origina peridicamente crisis seguidas de colapsos econmicos, durante los cuales hay grandes cantidades de capital y mano deobra que quedan inutilizados y sin remuneracin. La finalidad primariade los trusts y de otros grupos de empresas es poner remedio a estas prdidas y a este derroche, reemplazando la superproduccin atolondrada porla produccin regulada. Al conseguir este propsito, se restringen eincluso se cierran los antiguos canales de inversin, limitando el caudaldel aliviadero a la magnitud que justamente se precisa para mantener el

    flujo normal de la produccin. Pero aunque esta rgida limitacin delvolumen de negocios es lo que necesita la economa de cada trust por separado, no satisface al gran creador de empresas, que se ve impulsado aresarcirse de la estricta regulacin impuesta a la economa nacionalabriendo nuevos cauces en el extranjero, por los que pueda desahogarsesu capacidad de produccin y el sobrante de sus ahorros. Llegamos as ala conclusin de que el imperialismo es el esfuerzo de los grandes magnates de la industria por ensanchar el canal de salida de sus excedentesde riqueza, para lo que buscan mercados e inversiones en el extranjero

    donde colocar los bienes y el capital que no pueden vender o utilizar ensu propio pas. \

    As aparece con claridicj el sofisma de la presunta inevitabilidad dela expansin imperialista e^ cuanto salida necesaria para la industriams progresiva. Lo qe reclama la apertura de nuevos mercados y nuevasreas de inversin n's'el progreso industrial, sino la mala distribucindel poder de consunto, que impide la absorcin de mercancas y capitaldentro del propio pas. El exceso de ahorro que constituye la raz econ

    mica del imperialismo est formado, como puede verse analizndolo,por rentas, beneficios de monopolios y otras partidas no ganadas o excesivas de ingresos que, al no haber sido ganadas ni con el trabajo manualni con el trabajo intelectual, no tienen legtimaraison d tre.Como esasrentas no han costado Esfuerzo alguno a sus perceptores, tampoco im-

    \

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    pulsan a stos a la natural satisfaccin del consumo, y forman un excedente de riqueza que, por no tener lugar legtimo en la economa normal de la produccin y el consumo, tienden a acumularse en forma de

    exceso de ahorro. Dejemos que algn vaivn de la marea de las fuerzaspoltico-econmicas desve a esos propietarios su exceso de ingresos y lohaga llegar a los trabajadores en forma de salarios ms altos,, o a la comunidad en forma de impuestos, de manera que se gaste en lugar deahorrarse, sirviendo de cualquiera de estas dos formas para engrosar elflujo del consumo; entonces no habr necesidad de luchar por mercadosextranjeros o por territorios extranjeros en los que invertir.

    Muchos son los que se han dado cuenta, al estudiar este problema,de lo absurdo que es gastar la mitad de nuestros recursos financieros enluchas para conseguir mercados extranjeros en una poca en la que los

    estmagos hambrientos, las gentes mal vestidas, las casas mal amuebladas nos indican que hay innumerables necesidades materiales sin satisfacer entre nuestra propia poblacin. Si nos atenemos a la informacin recogida en las cuidadas estadsticas de Mr. Rowntree6, veremos que msde una cuarta parte de la poblacin de nuestras ciudades no llega a satisfacer plenamente sus necesidades ms elementales. Si en virtud de algnreajuste de las estructuras econmicas, los productos que fluyen del exceso de ahorros de los ricos y van a engrosar canales que ya rebosan pudieran desviarse de su curso para elevar los ingresos y el nivel de consumode esa cuarta parte pobre de la poblacin que hemos mencionado, no

    habra necesidad de imperialismo agresivo, y la causa de la reforma social habra ganado su mayor victoria.No est escrito en el orden natural de las cosas que tengamos que

    gastar nuestros recursos naturales en empresas militaristas, en guerras,en maniobras diplomticas arriesgadas y poco escrupulosas con objeto deencontrar mercados para nuestras mercancas y para nuestros excedentesde capital. Una sociedad inteligente y progresista que se basara en unaigualdad fundamental de oportunidades econmicas y educativas,elevara su nivel de consumo para que correspondiera con todo incremento de su capacidad de produccin, y podra encontrar pleno empleo

    para una cantidad ilimitada de capital y mano de obra dentro de lasfronteras de su propio pas. Cuando la distribucin de la renta es de taltipo que permite a todas las clases sociales de la nacin convertir susautnticas necesidades en demanda efectiva de bienes, no puede darse

    6 Poverty: A Study ofTown Life, [La Pobreza: Estudio de la Vida en las Ciudades .]

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    La clave econmica del imperialismo 99

    superproduccin, ni subempleo de capital o mano de obra, ni hay necesidad alguna de combatir por mercados extranjeros.

    La condena ms convincente de la actual economa la tenemos en lasdificultades con que los fabricantes tropiezan en todas partes para encontrar clientes para sus productos, como lo atestiguan el prodigioso crecimiento de los agentes comerciales y los intermediarios, la multiplicacin de todos los medios imaginables de propaganda y el aumento general de los servicios de distribucin. En una economa sana, el impulsosera al revs: las crecientes necesidades de las comunidades progresivasseran un estmulo constante para la inventiva y la energa de los fabri

    cantes, y constituiran un aliciente constante para la capacidad de produccin. El que se den simultneos excedentes en todos los factores de laproduccin, como ponen de manifiesto las fases de depresin comercialque se reproducen con mucha frecuencia, es una demostracin espectacular de la mala economa de la distribucin. No se trata de un meroerror de clculo en la aplicacin de la capacidad productiva, ni de un exceso temporal y de corta duracin de la misma. Lo que nos demuestranlos excedentes citados es que existe un grave despilfarro econmico, general y crnico, en todas las naciones industriales avanzadas; un despil

    farro derivado del desajuste existente entre el deseo de consumir y la capacidad de consumo.

    Si la distribucin de los ingresos fuera tal que no provocara el ahorroexcesivo, existira constantemente pleno empleo para el capital y la manode obra en el propio pas. Esto no quiere decir, naturalmente, que noexistiera comercio exterior. Los bienes que no pudieran producirsedentro de la nacin, o que no pudieran producirse tan bien ni tan baratos como fuera de ella, se seguiran comprando por los procedimientos

    corrientes del comercio internacional; pero el impulso inicial sera tambin en este caso el saludable deseo del consumidor de comprar en elextranjero lo que no poda adquirir en su pas, y no la ciega ansia de losfabricantes de valerse de tqdos los trucos y palancas del comercio y la

    poltica para encontrar mercdos para sus excedentes de produccin.La lucha por los mercados, el mayor inters de los fabricantes por

    vender que de los cnsifrnidores por comprar, es la prueba final de unamala economa de distribucin. El imperialismo es fruto de esa malaeconoma; su remedio est en las reformas sociales. El objetivo primario de la reforma social, utilizando el trmino en su acepcin econmica, es elevar el nivel saludable de consumo pblico y privado de la nacin, de manera quTsta pueda alcanzar la meta ms alta posible de

    produccin. Hasta esos reformadores sociales que se proponen directamente liquidar o reducir algt^mal hbito de consumo, como el movi

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    miento Temperance*, estn de acuerdo, por lo general, en que es necesario encontrar otras formas de consumo que sean ms educativas, estimulen otros gustos y contribuyan a elevar el nivel general de consumo.

    No hay necesidad de abrir nuevos mercados en el extranjero; los mercados nacionales pueden seguir creciendo indefinidamente . Todo lo quese produzca en Inglaterra puede consumirse en Inglaterra, con tal de quela renta, o capacidad de demandar bienes, est distribuida adecuadamente. El que esta afirmacin parezca falsa es consecuencia de la espe-cializacin artificial y nociva que se ha impuesto a este pas, como consecuencia de la mala distribucin de los recursos econmicos, que haprovocado un crecimiento excesivo de ciertos ramos de la industria manufacturera con el objetivo especfico de vender al extranjero. Si la revolucin industrial hubiera tenido lugar en una Inglaterra en la que todas lasclases sociales tuvieran igual acceso a la tierra, a la enseanza y a la legislacin, la especializacin de las manufacturas no habra ido tan lejos(aunque se hubiera podido conseguir un progreso ms inteligente mediante la ampliacin del rea de seleccin del talento para la organizacin y la inventiva); el comercio exterior habra sido menos importante,

    pero habra tenido mayor fijeza y regularidad; el nivel de vida de todoslos sectores de la poblacin habra sido alto, y el ndice de consumo nacional habra generado probablemente un empleo pleno, constante y remunerativo para una cantidad de capital pblico y privado mucho ma

    yor del invertido en la actualidad7. Porque el exceso de ahorro por faltade consumo de las masas, que tiene su origen en los exagerados ingresosde los ricos, es una poltica econmica suicida, incluso desde el punto devista del capital; porque slo el consumo vitaliza el capital y le permiteobtener beneficios. Asignar a las clases poseedoras un exceso de poderde consumo que no pueden utilizar y que no pueden transformar en ca

    pital verdaderamente til, es seguir la poltica del perro del hortelano,que ni come ni deja comer. Las reformas sociales que privaran a las clases

    poseedoras de sus excedentes de ingresos no les inflingiran, por consi-

    * Organizacin dedicada a la lucha contra el alcoholism o. (TV. del T.)

    1 Como por sus teoras de la frugalidad y el crecimiento del capital, los clsicos de la economa inglesa no podan defender la tesis del crecimiento indefinido de los mercados

    nacionales mediante la elevacin constante de l nivel de bienestar nacional, se vieron pron

    to forzados a apoyar la doctrina de la necesidad de encontrar mercados exteriores para la in

    versin de capital. J. S. Mili dice, por ejemplo, a este propsito: La expansin del capital

    alcanzara pronto sus ltimos lmites, si dichos lmites no se estuvieran rompiendo conti

    nuamente para crear ms espacio (Economa Poltica). Antes de J. S. Mili, en una carta a

    Malthus, haba escrito Ricardo: Si con cada acumulacin de capital pudiramos traernos

    un nuevo trozo de tierra frtil a nuestra isla, los beneficios nunca decaeran.

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    guente, los perjuicios que temen; de hecho, no pueden utilizar esos excedentes de ahorro ms que obligando a su pas a embarcarse en una

    ruinosa poltica imperialista. El nico sistema que puede dar seguridad alos Estados consiste en quitar a las clases poseedoras los incrementos noganados de sus ingresos y aadirlos a los salarios de las clases trabajadoraso a la renta pblica, para que puedan gastarse en elevar el nivel de consumo.

    La doctrina de la reforma social presenta dos variantes, segn que losreformadores traten de conseguir el objetivo indicado elevando los salarios, o aumentando los impuestos y el gasto pblico. Estas dos alternativas no son, en lo fundamental, contradictorias sino ms bien comple

    mentarias. Los movimientos de la clase trabajadora, bien mediante organizaciones cooperativas privadas o presionando ante la Administracin oel poder legislativo, aspiran a aumentar el porcentaje de la renta nacional que est asignado a la mano de obra en forma de salarios, pensiones, compensacin por accidentes de trabajo, etc. El socialismo de Estado intenta conseguir para el uso directo del conjunto de la sociedaduna participacin mayor de los valores sociales que emanan del tipo detrabajo estrecha y esencialmente cooperativo de toda sociedad industrial,gravando la propiedad y los ingresos con impuestos que posibiliten la

    entrada en el erario pblico, para el gasto pblico, de la parte no ganada de los ingresos, dejando a los fabricantes los beneficios necesarios

    para sentirse estimulados a explotar sus recursos econmicos del modoms eficaz posible, y dejando tambin a las empresas privadas los negocios que no engendran monopolio y que el conjunto de la sociedad no necesita emprender o no puede emprender por su cuenta. Los objetivosque hemos mencionado no son los nicos, y ni siquiera los ms comnmente aceptados, de los movimientos de reforma social; pero para losobjetivos del presente trabajo constituyen el aspecto esencial.

    Los sindicatos y el Socialismo son, por tanto, los enemigos naturalesdel imperialismo, dado que pretenden arrebatar a las clases imperialistas el exceso de ingresos ^ue constituye el motor impulsor del imperialismo. v

    No pretendemos presentar aqu una descripcin definitiva de todaslas relaciones existentes entre las fuerzas indicadas. Cuando analicemosel aspecto poltico del imperialismo, veremos como ste tiende de modonatural a aplastar a los sindicatos y a roer o a explotar parasitariamente

    el socialismo de Estado. Limitndonos por el momento al aspecto puramente econmico, podemos considerar a los sindicatos y al socialismo deEstado como fuerzas que se complementan para luchar contra el imperialismo en cuanto qu, al hacer llegar a las clases trabajadoras o al gasto

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    pblico ingresos que de otra forma se convertiran en exceso de ahorro,elevan el nivel general del consumo nacional y disminuyen la presin

    por conseguir mercados extranjeros. Naturalmente, si el incremento de

    los ingresos de la clase trabajadora se ahorrara en su totalidad o en sumayor parte, es decir, si no se gastara, o si los impuestos procedentes degravar las rentas no ganadas fueran utilizados para aliviar otros gravmenes que las clases poseedoras tuvieran que satisfacer, no se conseguira elresultado que hemos descrito. En cualquier caso, no hay razones paracreer que esto pudiera derivarse de las medidas sindicales o socialistas.Mientras no existan suficientes estmulos naturales que impulsen a lasclases acomodadas a gastar en nuevos lujos el dinero que les sobra y queahorran, todas las familias de la clase trabajadora se ven sometidas al poderoso estmulo de las privaciones econmicas. Por ello, un Estado razonablemente gobernado debera considerar como su obligacin principalel aliviar la pobreza que existe en la vida comunitaria, recurriendo paraello a nuevas formas de gasto socialmente tiles.

    Pero no deseamos ocuparnos ahora de cuestiones prcticas de polticao de economa poltica, sino de teora econmica; teora que, cuando esreflejo exacto de la realidad, nos hace abandonar la ilusin de que la ex

    pansin del comercio exterior y, por consiguiente, del imperio es unanecesidad de la vida nacional.

    Desde la perspectiva de la economa del esfuerzo, lo mismo las per

    sonas que las naciones se ven ante la misma alternativa de elegir unaforma de vida. Una persona puede dedicar todas sus energas a adquirirpropiedades y a vivir para comprar cada vez ms tierras, ms almacenes,ms fbricas. De alguna forma su yo se desparrama a lo largo y a loancho de las cosas que puede poseer, amasa riquezas materiales que encierto modo son l mismo, puesto que en ellas se manifiesta su poder ysus intereses. Esta forma de vida exige que dicha persona se dediquefundamentalmente a satisfacer sus tendencias inferiores adquisitivas, al

    precio de descuidar las cualidades y tendencias ms elevadas de su ser

    humano. Sin embargo, no tiene por qu haber un antagonismo absoluto entre ambas. Como dijo Aristteles, primero hemos de resolvernuestros problemas materiales, y luego practicar la virtud. Por ello,

    para el hombre discreto, el sano sentido d la economa aconseja esforzarsepor obtener los bienes materiales que son necesarios para contar con unabase razonable de comodidad fsica; pero sera mala economa que el ansia de expansin cuantitativa absorbiera el tiempo, la atencin y laenerga de la persona, porque ello implicara necesariamente la asfixiade las aficiones y las facultades superiores. El mismo problema se presenta en los negocios de las personas: hay que decidir entre el cultivo inten

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    sivo o el cultivo extensivo. Si hay mucha tierra disponible, puede que elagricultor ignorante y primitivo decida diseminar su capital y su esfuerzo

    fsico a lo largo de grandes extensiones de tierra, apropindose cada vezde ms terreno y cultivndolo mal. El labrador que sabe de agricultura yconoce cientficamente su oficio optar por estudiar una parcela ms pequea, la cultivar a conciencia y sacar partido de las caractersticasespecficas que presente, en funcin de la demanda que exista en losmercados ms rentables a que tenga acceso. Lo mismo podra decirse deotras actividades o industrias. Aun en los casos en que la produccin agran escala es ms ventajosa, existen lmites que el hombre de negocios

    prudente no traspasar porque sabe que, si lo hace, perder en eficacia

    administrativa lo que pueda parecer que gana en economas de fabricacin y de comercializacin.En todos los campos aparece el problema de lo cuantitativofrentea

    lo cualitativo, de la cantidad frente a la calidad. Ah radica tambintodo el problema del imperio. Un pueblo cuya poblacin, cuya energa ycuyo territorio son limitados, puede optar por mejorar al mximo la administracin poltica y econmica de su propio pas, sin proceder a otrasadquisiciones de territorio que las que estn justificadas por las exigencias econmicas del crecimiento de la poblacin; o puede dedicarse

    como el agricultor imprudente a extender su poder y su energa por toda latierra, encandilado por las ganancias de la especulacin o los rpidos beneficios que le ofrece un mercado nuevo, o atrado simplemente por laavaricia de acumular terreno, sin tener en cuenta los despilfarros

    polticos y econmicos, y los riesgos que encierra esta carrera imperial.Hay que comprender con claridad que se trata esencialmente de unaeleccin entre dos alternativas; no puede uno dedicarse por entero al cultivo intensivo y extensivo al mismo tiempo. Las naciones pueden, siguiendo el ejemplo de Dinamarca y Suiza, concentrarse en la investiga

    cin agrcola, crear un sistema sutilmente diversificado de enseanzapblica, general y tcnica, aplicar la tecnologa ms avanzada a sus industrias manufactureras, ^ofrecer de este modo un nivel de vida cadavez ms confortable yjms progresivo a una poblacin considerablemente numerosa, afincada en un territorio estrictamente limitado; o tam

    bin pueden, como ha hecho Gran Bretaa, descuidar la agricultura, dejar las tierras abandonadas y sin cultivar, permitir que las gentes se aglomeren en las ciudades, quedarse atrasadas con respecto a otras nacionesen lo que se refiere los mtodos de enseanza y a la capacidad de adap

    tar a sus necesidades los ltimos conocimientos cientficos, para luegomalgastar sus recursos militares y financieros en crear por la fuerza malosmercados, y en busca# campas para la inversin especulativa en rincones

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    remotos del mundo, aadiendo a su Imperio millones de kilmetroscuadrados y millones de habitantes que les ser imposible asimilar.

    Ya hemos descrito las fuerzas y los intereses de clase que estimulan y

    apoyan esta falsa economa. No habr solucin mientras se permita actuar a estas fuerzas. De nada servir atacar al imperialismo o al militarismo en cuanto medidas o programas polticos si no se aplica el hacha a laraz del mal econmico, si no se priva a las clases sociales beneficiadasdel imperialismo del exceso de ingresos que busca salida en el Imperio;