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EL BECERRO DE ORO Joaquín Lorenzo Luaces Advertencia (*) Dos palabras acerca del gazzaniguismo (1) con que he salpicado mi obra. A. tomar la pluma para escribir esta comedia, de ninguna manera he temido ensangrentar las heridas que han causado entre nosotros los bandos teatrales. Sé positivamente que la mayor parte de las señoritas concurrentes a la tertulia (2) de nuestro Gran Teatro y que han demostrado, con demasiada fuerza tal vez, el entusiasmo que en ellas despertaba la señora Gazzaniga, (4) fueron a ello impulsadas por la exasperación que les causaban los epítetos poco galantes con que algunas personas las designaban en los círculos de su intimidad, y aun en las reuniones públicas, y por algunos artículos demasiado acerbos del periódico teatral El Entreacto, órgano de los apasionados señores Frezzolini y Gassier. (5) Mi comedia, pues, no será un cáustico doloroso, sino un suave calmante y ¡ojalá que lo comprendan así todos los que la leyeren! Se me objetará quizás, y con razón, que para el mejor éxito, debí dotar a mi joven “gazzaniguista” (6) de un bello carácter moral, para que resultando su único defecto, causara más impresión. Pero lo he hecho de propósito. He temido que algunas señoritas pudieran creerse retratadas en Belén; si, ennegreciendo los tintes de mi figura, no hubiera procurado hacerla distinta de las bellas entusiastas, cuyo extremado ardor trataba de corregir. ¿Será ésta suficiente disculpa para los hombres de letras? Lo dudo, pero al menos será una galantería que tal vez aprecien las bellas que la inspiraron. Con estas observaciones, ligeras pero necesarias, espero tranquilo el fallo de la opinión pública, única sanción de las obras literarias.Habana y Abril 3 de 1859. EL AUTOR Nota: En el discurso de la comedia, Belén habla de sus tablitas: debemos advertir en aclaración de esto, que las más entusiastas admiradoras de la señora Gazzaniga, se dejaron arrebatar hasta el extremo de llevar a la tertulia del teatro dos pequeñas tablas de madera con las que aplaudían, para no lastimarse las delicadas manos. El “lazo a la Gazzaniga” es también histórico.

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EL BECERRO DE ORO

Joaquín Lorenzo Luaces

Advertencia (*)

Dos palabras acerca del gazzaniguismo (1) con que he salpicado mi obra.

A. tomar la pluma para escribir esta comedia, de ninguna manera he temido

ensangrentar las heridas que han causado entre nosotros los bandos teatrales.

Sé positivamente que la mayor parte de las señoritas concurrentes a la tertulia (2) de

nuestro Gran Teatro y que han demostrado, con demasiada fuerza tal vez, el

entusiasmo que en ellas despertaba la señora Gazzaniga, (4) fueron a ello impulsadas

por la exasperación que les causaban los epítetos poco galantes con que algunas

personas las designaban en los círculos de su intimidad, y aun en las reuniones

públicas, y por algunos artículos demasiado acerbos del periódico teatral El Entreacto,

órgano de los apasionados señores Frezzolini y Gassier. (5) Mi comedia, pues, no será

un cáustico doloroso, sino un suave calmante y ¡ojalá que lo comprendan así todos los

que la leyeren!

Se me objetará quizás, y con razón, que para el mejor éxito, debí dotar a mi joven

“gazzaniguista” (6) de un bello carácter moral, para que resultando su único defecto,

causara más impresión. Pero lo he hecho de propósito. He temido que algunas

señoritas pudieran creerse retratadas en Belén; si, ennegreciendo los tintes de mi

figura, no hubiera procurado hacerla distinta de las bellas entusiastas, cuyo extremado

ardor trataba de corregir. ¿Será ésta suficiente disculpa para los hombres de letras?

Lo dudo, pero al menos será una galantería que tal vez aprecien las bellas que la

inspiraron.

Con estas observaciones, ligeras pero necesarias, espero tranquilo el fallo de la

opinión pública, única sanción de las obras literarias.— Habana y Abril 3 de 1859.

EL AUTOR

Nota: En el discurso de la comedia, Belén habla de sus tablitas: debemos advertir en

aclaración de esto, que las más entusiastas admiradoras de la señora Gazzaniga, se

dejaron arrebatar hasta el extremo de llevar a la tertulia del teatro dos pequeñas tablas

de madera con las que aplaudían, para no lastimarse las delicadas manos. El “lazo a la

Gazzaniga” es también histórico.

Comedia en cinco actos y en verso

PERSONAJES

DOÑA LUCIANA

BELÉN

NARCISO

BALTASAR

DON LIBORIO

El teatro representa la sala de Doña Luciana; a la izquierda, una puerta que

da a la calle; otra a la derecha que mira al zaguán. Dos puertas en el fondo,

una que da al interior, otra al comedor y por consecuencia a la calle.

La acción empieza a las ocho de la mañana y concluye al oscurecer.

ACTO PRIMERO

ESCENA I

Doña Luciana

DOÑA LUCIANA

¡Jesús! ¡Jesús! No hay aguante

para tanto traqueteo.

Lo estoy viendo y no lo creo...

¡Yo sin quitrín ni volante!,

¿Qué papel hace en La Habana

una mujer sin carruaje

aunque venga su linaje

de los Viejos de Susana?

¡Qué mercader no me veja

a mí! ¡Baldón estupendo!

¡Que en línea recta desciendo

De la reina Beltraneja! (7)

Abollarán sus almetes (8)

mis abuelas en Orán... (9)

¡Pues! Y mis nietos serán

vendedores de billetes.

¿Qué importa que entrara An -Túnez,

mi octavo abuelo, en Baeza, (10)

y cortara la cabeza

de un revés al rey de Túnez,

si con torpes procederes

a mí, nieta de Mudarra, (11)

me pueden echar la garra

unos tristes mercaderes?

¿No me ha dicho Benalcárcel

con juramentos furiosos:

Señora, pues los tramposos

van a dormir a la cárcel?

¿Por qué fue, vamos a ver,

tan tremenda tiranía?

Sólo porque le debía

once meses de alquiler.

Si yo pudiera sus vinos

convertir en rejalgar (12)

aprendiera a respetar

el muy tal, mis pergaminos.

(Pausa.)

¡Si al menos mi pretendiente,

el insigne Baltasar,

acabara de acabar

de explicarme claramente!

Mas parece que el Demonio

lo hace... Se queda frío

cada vez que el labio mío

le recuerda el matrimonio.

Su sangre es sangre de perro,

mas me puede remediar,

que oro tiene en que ocultar

su vellón, ese becerro.

(Otra pausa)

¡Pobre muchacho! Pretende

a su riqueza agregar

las mías. Quiere comprar,

y sin pensarlo, se vende.

Bien es verdad que mi genio,

mis circunstancias, mi todo...

¡Con qué soberano modo

le suelo hablar de mi ingenio!

Mi ingenio... ¡Sí! ¡A del humo!

(Sic.)

Mi ingenio está en mi cabeza:

mis tretas son mi riqueza

y en dos minutos la sumo.

¿Quieres atrapar la dote

casándote con la vieja?

¡Veremos de tal pareja

quién paga al fin el escote!

Que si el dorado vellón

pretendes llevar tu ofrenda

¡Aquí tienes quien te entienda,

falsísimo camaleón!

ESCENA II

Dicha y Belén

Belén sale muy regocijada llevando en la cabeza, como adorno, un pequeño lazo

encarnado.

BELÉN

¡Ya por fin lo concluí!

(Batiendo las palmas.)

No en vano me di tal prisa:

Ya tengo yo mi divisa.

¿Estoy muy bonita así?

DOÑA LUCIANA

¡Oh! Si atiendes a mi fallo

podrás tal vez enfadarte.

¿Qué significa adornarte

con esa cresta de gallo?

¡Ah! ¡Vaya que las muchachas

tienen unas invenciones!

Si siguen estas visiones

se espantan las cucarachas.

BELÉN

¡Jesús, mamá! ¡Nunca usté

ha de hacerme un cumplimiento!

Las modas no las invento

yo; las sigo y...

DOÑA LUCIANA

¿Cómo fue?

¿Es moda esa extravagancia?

¿Vino de Holguín? ¡Por supuesto!

Que no ha venido, te apuesto,

como las demás de Francia.

BELÉN

(Id.)

Un lazo, digo,

lazo en honor de Marieta.

¡Lazo que hasta en la retreta

ya conoce gazzanigo!

DOÑA LUCIANA

Yo confieso...

BELÉN

(Id.)

¡Lazo ilustre

que ha de pasar a la historia

con una aureola de gloria

que dará a La Habana lustre!

Un lazo...

DOÑA LUCIANA

Ya no lo dudo.

BELÉN

(Id.)

¡Un lazo que vivirá

mil años y que será

trono, altar, columna, escudo!...

Un lazo...

DOÑA LUCIANA

¡Sí! ¡Por supuesto!

BELÉN

(Id.)

Que ha de recorrer el mundo

en alas...

DOÑA LUCIANA

(Impaciente.)

¡Yo no me confundo!

BELÉN

Del destino —¡manifiesto!

DOÑA LUCIANA

Yo... yo...

BELÉN

(Con rapidez y en el colmo de la exaltación.)

¡Lazo de partido,

a cuya vista el contrario

y miserable adversario

ha de caer confundido!

Y cuyo rojo color,

emblema del entusiasmo,

ha de llenarle de pasmo,

de confusión y terror.

¡Lazo que aunque mudo, inerte,

besará la boca mía

cuando sienta en la agonía

los temblores de la muerte!

(Se deja caer desfallecida en una silla, como sofocada por el calor

con que ha dicho los últimos versos.)

DOÑA LUCIANA

(Asustada.)

¿Qué tienes Belén?

BELÉN

¡Yo, nada!

Que hablando así me fatigo...

Entusiasmo gazzanigo...

viendo a Marieta inspirada...

DOÑA LUCIANA

Mas, ¿quién ofende a la artista

sublime?

BELÉN

(Con fuerza.)

¡Usted!

DOÑA LUCIANA

¡¿Yo?!

BELÉN

(Trágicamente.)

¡Señora!

¿Se habrá vuelto usted ahora

frezzolina (13) o gassierista? (14)

DOÑA LUCIANA

¡Qué disparate!

BELÉN

Y entonces,

¿por qué con desembarazo

habla usted así de un lazo

que ha de vivir en los bronces?’

DOÑA LUCIANA

Yo ignoraba que era emblema

gazzanigo... pero luego...

BELÉN

Mama, mamá, sólo un ciego...

DOÑA LUCIANA

Dispénsame: ten más flema.

BELÉN

¿Y le parece tan feo

ahora?

(Señala el lazo.)

DOÑA LUCIANA

¡Qué disparate!

BELÉN

¡Pues. no costó mal combate

conseguir este trofeo!

DOÑA LUCIANA

Al principio yo creí...

mas luego me arrebató

el tal lazo: siempre yo

mis errores corregí.

BELÉN

¡Me alegro!

DOÑA LUCIANA

¡Qué bella estás

con tan hermosa divisa!

BELÉN

Ya me va costando risa...

DOÑA LUCIANA

¡Uno igualito me harás!

BELÉN

(Con ironía.)

¡Por supuesto! Cosa usté

(con desdén)

Si quiere el lazo punzó.

DOÑA LUCIANA

¡Me lo harás!, ¿verdad?

BELÉN

¡Yo, no!

DOÑA LUCIANA’

Pero, hijita, sabes que...

BELÉN

(Con insolencia.)

Encárguelo a Baltasar,

ese mozalbete loco

que debe dentro de poco

ir con usted al altar.

DOÑA LUCIANA

(Con desabrimiento.)

¡No tienes que ver con eso!

BELÉN

Pues dígame: el vejestorio,

¿ese feroz don Liborio

qué pretende?

DOÑA LUCIANA

Te confieso

que no lo sé: Nos visita,

su casa no vale un chico (15)

pero dicen que es muy rico...

BELÉN

De imposibles, Santa Rita

es abogada, mas creo

que sin faltarle al decoro,

puede partir con el oro

su advocación y su empleo.

DOÑA LUCIANA

¿Por qué lo dices?

BELÉN

¿Por qué?

Porque basta que un cualquiera

sea rico; aunque sea una fiera,

para que le guste a usté.

DOÑA LUCIANA

Y a todo el mundo, querida,

que el brillo de los doblones (16)

da talento, distinciones

y hasta cuna esclarecida.

¿A hacerte la niña vienes

con razonar infecundo?

¡El dinero es Rey del Mundo!

¡Tanto vales, cuanto tienes!

BELÉN

¿De modo que, según eso,

conseguirá desbancar

al hermoso Baltasar,

ese mico pata tieso?

DOÑA LUCIANA

¿De qué infieres, hija mía,

tan extraño proceder

en mí? (Pausa.)

¡Responde mujer!

BELÉN

Dejemos la hipocresía...

DOÑA LUCIANA

No...

BELÉN

¿Es más rico don Liborio

que Baltasar?

DOÑA LUCIANA

Cosa es llana.

BELÉN

Pues que en el combate gana

el paja-larga (17) es notorio.

DOÑA LUCIANA’

¿En qué combate?

BELÉN

¡Jesús!

No disimule tan bien.

DOÑA LUCIANA

¡Si no hablas pronto, Belén,

me va a dar un patatús!

¿Qué quieres decir?

BELÉN

Mamá,

que don Liborio pretende

que usted... que usted...

¿no me entiende?

(Con escatima.)

Apuesto a que me...

DOÑA LUCIANA

¡No; por Dios!

BELÉN

(Con resolución.)

¡Pues bien! Sospecho

que el viejo quiere borrar

la imagen de Baltasar

de ese pecho.

(Señalando al de su madre.)

DOÑA LUCIANA

¿De este pecho?

¿Qué dices? (¡Oh luz!).

BELÉN

¡Lo dicho!

DOÑA LUCIANA

¡Y yo no lo sospechaba!

(¡La modestia!...) Pero acaba:

¿algo viste, lindo bicho?

(Acariciándola.)

BELÉN

Lo suficiente, a fe mía.

Las miradas...

DOÑA LUCIANA

Engañosas

señales.

BELÉN

Y sus gotosas

contorsiones, su alegría

al ver a usted.

DOÑA LUCIANA

Te aseguro...

¡Ni por aquí me pasó!

(Se señala la frente.)

Aunque anoche se turbó

al saludarme.

BELÉN

Le juro

que el viejo está enamorado.

DOÑA LUCIANA

No me parece tan mal

don Liborio.

BELÉN

Su rival

me parece derrotado.

DOÑA LUCIANA

Tal vez.

BELÉN

Deje que celebre

el chasco.

DOÑA LUCIANA

(Riendo.)

Tienes dispensa.

BELÉN

(Riendo.)

¡Sí, donde menos se piensa,

mi mamá, salta la liebre!

DOÑA LUCIANA

¿Hay gente en el corredor?

(Mirando.)

BELÉN

Entra alguno.

DOÑA LUCIANA

Es Baltasar.

BELÉN

Me retiro,

(Vase.)

BALTASAR

(Dentro.)

¿Puedo entrar?

DOÑA LUCIANA

¡Adelante! Sí, señor.

ESCENA III

Doña Luciana y Baltasar

BALTASAR

¡Felices, astro del cielo!

¿Cómo va, mi dulce amiga?

DOÑA LUCIANA

¡Muy bien! ¡Gracias! ¿Dónde fuiste

tan de mañana? No irías,

por supuesto, a ver la viuda,

nuestra coqueta vecina.

BALTASAR

¡Qué disparate No ignoras

que tú sola me cautivas.

DOÑA LUCIANA

Desde que dejé la cama.

fui a buscarte.

BALTASAR

(Con zalamería.)

¡Tojosita!

¿Y no me encontraste?

DOÑA LUCIANA

Es claro,

si saliste.

BALTASAR

¿Y qué querías?

DOÑA LUCIANA

Poca cosa: Quiero flores

para esta noche: Precisa

que llevemos ramilletes.

BALTASAR

Entiendo: la Gazzaniga...

DOÑA LUCIANA

Por supuesto.

BALTASAR

¡Bien! No temas.

Tendrás flores... ¿Quién podría

resistir?... ¡Venga esa mano!

DOÑA LUCIANA

(Se la da.)

¡Toma! ¡Qué dulce fatiga!

(Hasta que tengamos flores

disimulemos.) ¡Ah!, mira...

BALTASAR

¿Quieres matarme, gachona? (18)

(La besa.)

DOÑA LUCIANA

¡Ay, Baltasar de mi vida!

Baltasar le besa las manos repetidas veces: ella lo deja hacer con gazmoña coquetería.

ESCENA IV

Dichos y Narciso

Durante la última parte de la anterior escena, habrá entrado Narciso, y a pesar

de haber hecho ruido con los pies, tosiendo y hasta moviendo las sillas, no

ha logrado hacerse sentir; hasta que al fin, viendo que los interlocutores se

separan, se adelanta a ellos.

NARCISO

(Saludando.)

Con permiso de...

DOÑA LUCIANA

(Id.)

¡Narciso,

Dios le dé muy buenos días!

NARCISO

¿Cómo vamos?

BALTASAR

Bien: ¡Mil gracias!

DOÑA LUCIANA

¿Cómo tan de mañanita

por acá?

NARCISO

Yo... a preguntarles

si estaban ya decididas

a asistir al beneficio...

DOÑA LUCIANA

¿De Marieta Gazzaniga?

Por supuesto.

BALTASAR

¿Quién lo duda?

DOÑA LUCIANA

Si esta noche va a ser día,

quiero decir, va a ser noche

en que ni a moscas ni hormigas

les van a dejar espacio

en Villanueva. (19)

BALTASAR

Las cintas,

los pájaros, las coronas,

los regalos, poesías,

etcétera... ¡Oh Dios! ¡Qué noche!

¡Qué palmadas!

NARCISO

Yo...

BALTASAR

¡Qué vivas!

¡Va a ser una Babilonia!

DOÑA LUCIANA

¡Un favor!

NARCISO

¡Una anarquía!

Y yo...

ESCENA V

Dichos y Belén

BELÉN

(Le da la mano.)

¡Narciso!

NARCISO

(Id.)

¡Felices!

(A ella.)

(¡Qué divina estás!)

BELÉN

(Aparte a su madre.)

(Mamita,

ahí está don Anastasio

el de La Flor de la Antilla,

que en el Comedor espera

sentado)

DOÑA LUCIANA

¡Jesús, María!

BELÉN

¿Qué le digo?

DOÑA LUCIANA

Nada, aguarda.

Atiende aquí a las visitas.

Tengo que hablarles preciso:

(Aparte a Baltasar.)

(Baltasar, cuida a la niña.)

Disimulen, caballeros,

vuelvo pronto: ¡Hasta la vista!

(Saluda a los caballeros. Le contestan; vase.)

ESCENA VI

Belén, Narciso y Baltasar

BALTASAR

Me han dicho que cuide a ustedes

mas juzgo descortesía

estorbarles: Tengo un genio

como malva: En todo brilla

la bondad de mi carácter.

¿A qué una mala partida?

Tengo una moral tan dócil

que se acorta, que se estira,

que se pliega... Voy al cuarto.

¡Arrullarse, palomitas!

ESCENA VII

Belén y Narciso

NARCISO

¡Qué charla tan sempiterna!

¡Y con su gesto y su tono

tiene siempre, como el mono,

apagada la linterna!

BELÉN

¡Pero se fue!

NARCISO

¡Dios lo lleve

con bien!

BELÉN

¡Sí! Para que estés

sin mover manos ni pies

como una estatua de nieve.

¡Qué escándalo! ¡Qué insolencia!

¿Así me pruebas tu amor?

¿Qué más hicieres, traidor,

de mi madre en la presencia?

NARCISO

(Con reconvención.)

¡Belén! ¡Belén!

BELÉN

(Colérica.)

¡No me nombres!

NARCISO

¿Por qué tan irreflexiva

tomas tú la iniciativa

que pertenece a los hombres?

Si quieres que yo te quiera

pon un velo a tus ardores:

Para conceder favores.

que te los pidan, espera.

Reflexiona...

BELÉN

(Con desprecio.)

(¡Si es un bestia!)

NARCISO

Reflexiona, bien querido,

que siempre el amor ha sido

hermano de la modestia.

BELÉN

¡Muy bien! ¡Qué, sentimental!

¿Ése es modo de tratarme?

¿Conque sólo quieres darme

una lección de Moral?

NARCISO

Si yo te quisiera menos

¿qué me importara, Belén,

que de ti juzgasen bien

los perversos y los buenos?

Pero pretendo...

BELÉN

¡Sí, sí!

NARCISO

Ser tu marido, mi diosa,,

y no quiero que mi esposa

haga las cosas... así.

De fáciles aventuras,

estoy cansado. ¿Qué quieres?

¿Por qué amargan las mujeres

del santo amor las dulzuras?

Miro tus labios... me agito...

Tan frescos, tan encarnados...

¿Y podrán ser profanados

por este labio marchito?

No quiero verte, inocente,

aunque afectes despreciarme,

como tantas que, al mirarme,

tienen que bajar la frente.

BELÉN

(Cambiando de tono con maestría.)

¡Es justo! ¡Gracias te doy!

Agradezco tu respeto:

De un amante tan discreto

más que satisfecha estoy.

Cual te buscaba, te hallé

nada exijo, bien querido,

pues que tan bien me ha salido

la treta que te jugué.

Queriendo saber si mucho

me querías o si poco,

te hablé con aquel descoco

que estaba pidiendo un chucho.

De tu respeto se infiere

que es tu pasión verdadera

porque siempre se venera

a la dama que se quiere.

NARCISO

¡Bien, que te pague el cielo

el contento que me das!

(Con fuego.)

¡Qué hermosa, qué hermosa estás!

BELÉN

(¡Ya se va fundiendo el hielo!)

NARCISO

¡Qué ojuelos tienes, qué boca!

¡Nunca tan bella te vi!

El que no te adora a ti,

el alma tiene de roca.

(Belén se sonríe.)

¡Qué hechicera dentadura!

¡Qué hoyuelos se te han formado!

¡Belén, Belén; es pecado

no adorarte con locura!

BELÉN

(Baja la vista con gazmoñería.)

(¿Qué tal?)

NARCISO

(Con arrebato.)

¡No bajes la frente!

¡Mírame, Belén!

BELÉN

Yo... no...

NARCISO

¡Ten piedad!

BELÉN

Narciso, yo...

NARCISO

¡Mírame!

BELÉN

(Con apuro)

¡No!

NARCISO

¡Sé Clemente!

BELÉN

Tengo miedo.

NARCISO

¿A quién?

BELÉN

¡A ti!

NARCISO

(Tomándole una mano que ella entrega sin mucha resistencia)

¡Mírame!

BELÉN

(Fingiendo turbación.)

¡Ah!

NARCISO

(Queriendo abrazarla.)

¡Cielo hermoso!

BELÉN

(Ocultando la cara en la mano que tiene libre y parodiando las

palabras que Narciso le ha dicho hace poco.)

Yo... no quiero... que mi esposo...

haga... las cosas... así.

NARCISO

(Con dolor.)

¡Ah, cruel; ah, cruel! Me arrebata

tu vista... Pierde su imperio

(Con fuego.)

la razón...

BELÉN

(Mirando con el rabo del ojo.)

(¡Esto va serio!)

(Continúa resistiendo con timidez.)

NARCISO

¡Cómo te vengas, ingrata!

(Con abatimiento Belén alza la cabeza lentamente: . mira a Narciso y le sonríe

con languidez: su amante transportado, la estrecha contra su corazón.)

Belén, Belén... ¡Yo te adoro!

BELÉN

¡Jesús! ¡Qué calor! Narciso...

NARCISO

¡Mi gloria!

BELÉN

¡Mi paraíso!

NARCISO

¡Esto se compra con oro!

(Desprendiéndose con violencia de los brazos de Belén y con exaltación

entusiasta: sepárase aún más de su amante y la contempla con apasionada ternura.)

BELÉN

(¡El hombre es el animal

más raro... Si digo yo!

¡Vino el Diablo y se llevó

las lecciones de Moral!

Sexo fuerte, sexo vano,

¡contemple aquí tu arrogancia

en qué para la jactancia

de ese amante puritano!)

NARCISO

(Volviendo a ésta.)

¡Belén!

BELÉN

(Con ternura.)

¡Mis ojos!

NARCISO

Ahora...

ESCENA VIII

Dichos y Baltasar

BALTASAR

(Desde el fondo.)

Tortolitos, hablen bajo...

¡Voy a entrar!

NARCISO

(¡Te aplaste un gajo!)

¡Adelante!

BALTASAR

La señora

le manda a decir que vaya.

(A Belén.)

Belencita, al aposento,

sin tardar.

BELÉN

En el momento.

(Como despidiéndose.)

Narcisito...

NARCISO

Bien. (¡Mal haya!)

¡Adiós, amor! Yo también

me retiro, Baltasar,

¡adiós!

(Le da La mano.)

BALTASAR

¡Adiós!

(Lo mismo.)

NARCISO

(A Belén.)

¡Un altar

aquí tienes, mi Belén!

Danse las manos y se retiran por distinta puerta.

ESCENA IX

Baltasar

BALTASAR

¡Jesús!, mi rendida oveja

hecho me tiene un jumento

y reposar no me deja

el más pequeño momento,

con sus chocheces de vieja.

(De mal humor.)

Con calor tan abrasante

las calles correr a pie

buscando flores... ¡Pues qué!

¿Me han de pagar la volante

ni Belencita ni usté?

(Pausa.)

Mas no vale discurrir.

No aliviarán mis dolores

el sentir, ni el desentir...

(Con resolución.)

¡Vamos, pues, a buscar flores!

¡Al freír será el reír!

(Amenazando con la mano el interior. Sale precipitado.)

FIN DEL PRIMER ACTO

ACTO SEGUNDO

ESCENA I

Doña Luciana, Belén

BELÉN

Son las once y todavía

No ha venido Baltasar.

DOÑA LUCIANA

Ya poco puede tardar.

BELÉN

Y con flores, ¡qué alegría!

DOÑA LUCIANA

Habrá azotado las calles

por traernos las mejores

y agotará los primores

de los montes y los valles.

BELÉN

(Mirando por la ventana del zaguán.)

¡Ya viene!

DOÑA LUCIANA

(Regocijada.)

Con las...

BELÉN

(Con despecho.)

Con nada.

DOÑA LUCIANA

¿Es posible?

BELÉN

¿¡Y viene así!?

DOÑA LUCIAMA

(Furiosa.).

Si se ha burlado de mí,

le doy... una bofetada.

ESCENA II

Dichos y Baltasar

Baltasar entra precipitado por el fondo con visibles muestras de cansancio.

BALTASAR

(Deja sombrero y bastón en una silla.)

¡Santo Dios! ¡Estoy molido!

DOÑA LUCIANA

(Con reconvención.)

¡Buenos días!

BALTASAR

(Saludando.)

¡Buenos días!

BELÉN

(Colérica.)

¡Cómo ha venido, responda,

sin flores!

BALTASAR

(Alzando las manos al cielo.)

¡Virgen bendita!

DOÑA LUCIANA

Y esta noche...

BELÉN

El beneficio...

DOÑA LUCIAMA

De Marieta...

BELÉN

Gazzaniga...

DOÑA LUCIANA

¡Después de tantas promesas!

BELÉN

¡Después de tantas mentiras!

DOÑA LUCIANA

¡Trapalón!

BELÉN

¡Farramallero!

DOÑA LUCIANA

¡Aponte, (20) Nerón!

BELÉN

¡Atila!

¡Herodes!

DOÑA LUCIANA

¡Turco!

BELÉN

¡Pirata!

BALTASAR

¡Si de mal agradecidas

están llenos los infiernos,

pues rómpase usted la crisma

por servir a tales gentes,

pase angustias y fatigas

para que luego le entonen

semejante letanía!

¡Si está visto! ¡El que más hace

menos merece! Mas digan,

generación de vampiros,

¿no me ven en la agonía?

DOÑA LUCIANA

(Con ironía.)

¡Sí!, no hay duda: ¡Cómo corre

la sangre por la camisa!

BALTASAR

¿Sólo con sangre se ganan

los triunfos y las albricias?

BELÉN

¡Qué me importa que usted muera!

BALTASAR

¡Bueno es eso!

BELÉN

Ni que viva,

si al cabo no tengo flores

que echar a mi Gazzaniga.

BALTASAR

¿Quién dice que no las tiene,

mi señora Belencita?

BELÉN

¿Qué dice usted?

DOÑA LUCIANA

¿¡Es posible?!

¿Tenemos flores?

BELÉN

¡Oh, dicha!

DOÑA LUCIANA

¿Y por qué no hablabas?

BALTASAR

¿Cómo

era posible, querida,

si ustedes alborotaban

como cuatro mil gallinas?

Hay flores... Pero, ¡ay!, me cuestan

dos... tres años... de la vida.

BELÉN

¿Cómo así?

DOÑA LUCIANA

Cuéntanos eso.

BALTASAR

Cuando ustedes lo permitan.

BELÉN

(Con malicia.)

¡Ay, Baltasar de mis ojos!

Si no fuera por mamita...

DOÑA LUCIANA

(A Belén que quiere insistir.)

¡Basta ya! ¡Digo que basta!

(A Baltasar.)

¡Hable usted!

BALTASAR

¡Pues callen!

BELÉN

¡Diga!

BALTASAR

No hay en La Habana una rosa,

una flor, ni una ramita;

que ha sido vendido todo

para esta noche.

BELÉN

(Palmoteando)

¡Qué risa!

¡Así lloverán coronas

sobre la inspirada artista!

BALTASAR

Juzgué al principio lo mismo,

mas, como tengo malicia,

después he reflexionado

que es una mala partida

de los contrarios perversos

devorados por la envidia.

Para evitar que Marieta

entre flores quede viva

sepultada, han despojado

todas las jardinerías

de La Habana y Extramuros. (21)

DOÑA LUCIANA

¡Infamia!

BALTASAR

Y hasta las quintas

del Cerro.

BELÉN

¡Horror!

BALTASAR

Y las casas

particulares.

DOÑA LUCIANA

¡Purísima

Concepción!

BELÉN

¿Y usted qué hizo

viendo la atroz injusticia

de esa jugarreta infame,

de ese complot homicida?

DOÑA LUCIANA

¿Qué hiciste, atleta robusto?

BELÉN

¿Qué hiciste, gazzaniguista?

BALTASAR

(Ganemos, pues nada cuesta,

indulgencias, con mentiras,

y lo que hizo un malojero,

hagamos hazaña mía.)

BELÉN

(Impaciente.)

¡Hable!

BALTASAR

Volé como un rayo

a un establo... al de la esquina,

y alquilando un potro oscuro,

yo mismo le eché la silla

y... ¡Arre, caballo! ¡A las puertas,

vientre a tierra! ¡A toda brida!

Allí a roso y velloso (22)

con admirable energía

recogí las flores todas

que alcanzaba con la vista.

Luego en las más de las casas

entré como de visita

comprando, o pidiendo flores

según eran las familias.

Así llené dos canastas

y poniéndolas encima

del caballo, de un galope

volví para acá, molidas

las... las espaldas etcétera

para recibir, por gracias,

descargas de artillería.’

DOÑA LUCIANA

¡Digno muchacho!

BELÉN

(Con zalamería

Dispensa,

Baltasarito, ¡mi vida!

(Le toma una mano que acaricia coquetamente.)

DOÑA LUCIANA

(Separándolos.)

Vamos, Belén; no tan calvo

que se le vean...

BELÉN

(Haciendo una reverencia.)

Mamita,

dispense usted.

DOÑA LUCIANA

¿Y tú mismo

trajiste las canasticas?

BALTASAR

¿Canasticas? ¡Sí! ¡Canastas

de seis pesetas sencillas!

DOÑA LUCIANA

¿Por qué no alquilaste un negro?

BALTASAR

Señora, porque temía

que las flores me robase

algún audaz gassierista.

DOÑA LUCIANA

¡Héroe invicto!

BELÉN

Usted merece

el “lazo a la Gazzaniga”

(Se quita el que tiene en la cabeza y quiere colocarlo en la de Baltasar,

que se resiste. Doña Luciana da evidentes señales de impaciencia.)

BALTASAR

¡Gracias! No...

BELÉN

¡Qué disparate!

Reciba usted la divisa

que ha adoptado ya el partido

por contraseña.

DOÑA LUCIANA

(Con desabrimiento.)

Niñita,

tengo que hablar un minuto

con Baltasar.

BELÉN

(Con insolencia.)

¿Qué decía?

DOÑA LUCIANA

¡Que te marches para dentro!

BELÉN

¡Baltasar, muy buenos días!

(Salúdale con coquetería y vase.)

ESCENA III

Doña Luciana y Baltasar

BALTASAR

(Fingiendo entusiasmo.)

Por fin nos hallamos solos,

mi venerable querida.

DOÑA LUCIANA

¿Qué es eso de... venerable?

BALTASAR

Me equivoqué, chata mía,

me equivoqué...

DOÑA LUCIANA

Pues procure

no equivocarse.

BALTASAR

Tus iras modera. Quise decirte

que tus ojos... que tu vista...

por supuesto... ya se sabe...

mi corazón... ya adivinas...

el rubor... ¿Dónde compraste

tan hermosa muselina?

(Señalando el traje.)

DOÑA LUCIANA

.¿Es eso todo?

BALTASAR

(¡Qué cosa

podré decir! ¡Santa Rita!

¿A una vieja, tan revieja,

tan revieja y tan harpía?)

DOÑA LUCIANA

Vamos, responde...

BALTASAR

Lucero,

permite que entre las mías...

(Queriendo tomarle una mano.)

DOÑA LUCIANA

(Dando un paso atrás.)

¿Cómo? ¿Cómo?.

BALTASAR

(Insistiendo.)

Esta manita...

(Va a tomarla.)

DOÑA LUCIANA

Digo, aspeta... piano, piano...

que el rubor de mis mejillas...

BALTASAR

Rubor de cincuenta eneros

es rubor de mentiritas.

Vamos, mi bien...

DOÑA LUCIANA

¡No transijo!

Soy casta por hidalguía...

BALTASAR

¡Hum!

DOÑA LUCIANA

Por costumbre...

BALTASAR

(¡Alabado!)

DOÑA LUCIANA

Por temperamento...

BALTASAR

(¡Viva!)

DOÑA LUCIANA

Y por cálculo...

BALTASAR

(¡Bien hecho!)

DOÑA LUCIANA

Cesa, pues, en tu atrevida

pretensión.

BALTASAR

Vamos, trigueña,

no seas tan... repulsiva.

Nunca tan dura te he visto

ni de noche ni de día.

DOÑA LUCIANA

(Con fuerza.)

¡He dicho. que no!

BALTASAR

(Después de una gran pausa.)

Señora,

ya sé a qué atenerme. ¡Indigna!

Tener en mí lo que tiene

y venderme a las intrigas

de ese rival miserable

con más pies que veinte millas.

DOÑA LUCIANA

¿Qué dices?

BALTASAR

¡Sí! No me engañas.

Don Liborio...

DOÑA LUCIANA

(¡Cómo adivina

el maldito!)

BALTASAR

Don Liborio,

esa horqueta de cocina,

me ha robado tu cariño.

DOÑA LUCIANA

(Riendo.)

¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!

BALTASAR

(¡Vieja fierecita!

¡Se burla de mí!)

DOÑA LUCIANA

Muchacho,

hablemos claro. Confías

mucho en ti, cuando presumes

que a pesar de mi pericia

puedes engañarme...

(A Baltasar que quiere interrumpirla.)

Espera,

y escucha lo que te digo

sin pestañear.

BALTASAR

(Con mal gesto.)

¡Bueno, bueno!

Empiece usted, asesina.

DOÑA LUCIANA

(Con mucha intención.)

¡Baltasar, tú no me quieres!

Tú, solamente codicias

mis alquileres, mis censos, (23)

mis acciones y mis quintas.

No a mí, sino mis riquezas

pretendes.

BALTASAR

(¡Cómo adivina

la malvada!) ¿Y es posible

pienses tal villanía

de mí?

DOÑA LUCIANA

(Con aplomo.)

¡Yo, sí!

BALTASAR

(Con indignación cómica.)

¡Tus riquezas!

¡Tus riquezas! ¿Qué valdrían

sin el amor entusiasta

que mi pecho tiraniza?

¡Tus riquezas! ¿Bastan ellas

a rendir un alma altiva?

¿Pueden ellas obligarme

a que bese tus rodillas?

¡Tus riquezas! ¿Me hacen falta?

¿No sabes que mi familia,

aunque me esté mal en decirlo,

es lo mejor de la Isla?

¿No sabes que en sólo un año

gasto yo más amarillas

que las que gastan en veinte

los Aldamas (24) y...

¡Tus riquezas! ¿Cuándo he hablado

de las mías?

DOÑA LUCIANA

¡Siempre! Y mira,

yo creo en Dios, pero en tus bienes

nequaquara. (25)

BALTASAR

(Con forzada sonrisa a lo alto.)

(¡Malo!) Prosiga...

DOÑA LUCIANA

Que me hablas de mis riquezas

y estupendas maravillas

como yo pudiera hablarte

del millón que tengo en China.

BALTASAR

(Como antes.)

(¡Peor!) ¡Adelante!

DOÑA LUCIANA

En suma

que con esas gallerías,

baladronadas y enredos

sólo quiere tu falsía

engolosinarme.

BALTASAR

(Como antes.)

(¡Pésimo!)

¿No hay más? ¿No hay más? ¡Vamos, siga!

No tema usted.

DOÑA LUCIANA

Y por último

que tus negros, que tus fincas

son...

BALTASAR

(Con audacia.)

¿Qué son? No se detenga...

¿Qué son? ¿Qué son, Lucianita?

DOÑA LUCIANA

(Trágicamente.)

¡Ilusiones engañosas!

(Cambiando de tono.)

O hablando en prosa, ¡mentiras!

BALTASAR

(Riendo.)

¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!

DOÑA LUCIANA

(¡Cómo se ríe!)

BALTASAR

(Como si hablase consigo.)

¡Pobre señora, delira!

DOÑA LUCIANA

(¡La verdad está pintada

en su cara enrojecida!)

BALTASAR

(Como si no tuviese interlocutor.)

¿Conque es mentira el dinero

que tengo en La Positiva?

¿Son mentira las acciones

del Fomento de Nuevitas?

DOÑA LUCIANA

(¡Es imposible que mienta!)

BALTASAR

¿Conque también es mentira

la estancia de Arroyo Apolo

y mi cafetal de Alquízar

y mi ingenio de Cienfuegos

y mi potrero de Guisa?

DOÑA LUCIANA

(¡Qué hermoso está!; ¡qué arrogante!,

¡qué elocuente!... ¡Si esa lista

embellece al mismo Diablo!)

BALTASAR

(Como antes.)

¡Mentira! ¿No son nadita

mi vega en la Vueltabajo,

mi hacienda en la Vueltarriba,

y el producto de mis tierras,

de mis censos y mis minas?

DOÑA LUCIANA

(¡Imposible! Don Liborio

no tiene tanto...)

BALTASAR

¿Y mi tía

será mentira?

DOÑA LUCIANA

(Sin poderse contener.)

Perdóname,

Baltasar, hijo...

BALTASAR

(Sin atenderla.)

Y la finca,

y el testamento, y el pleito

y el tesoro.’

DOÑA LUCIANA

Escucha, mira..

BALTASAR

(Como antes.)

Y las prendas, y las barras...

DOÑA LUCIANA

(Entusiasmada.)

¡No más, no más! ¡Alma mía,

ven a mis brazos! ¡Perdona

a tu amante arrepentida!

BALTASAR

(Como antes.)

¡Pobre señora! ¡Está loca!

¡Pobre señora! ¡Delira!

DOÑA LUCIANA

(Impaciente.)

Vamos, Baltasar, soy tuya

como siempre... ¿Qué querías?

BALTASAR

(Con reconvención.)

¡Ingrata!

DOÑA LUCIANA

(Abriendo los brazos.)

¡Mi bien!

BALTASAR

(Abrazándola.)

¡Mi cielo!

DOÑA LUCIANA

¡Mi estrella!

BALTASAR

¡Mi sensitiva!

(Se abrazan otra vez.)

(¡Se clavó la tintorera!

Tal la pone la avaricia

que en hablándole de oro

la noche la juzga día.)

(Permanecen abrazados un rato hasta que Baltasar, cansado

de la posición, levanta la cabeza.)

¡Basta ya, mi bien!

DOÑA LUCIANA

¡Dios mío!

¿Estoy muerta o estoy viva?

ESCENA IV

Dichos y Belén

Belén entra con mucha precipitación e incomodada.

BELÉN

¡La buscan a usted, mamá!

DOÑA LUCIANA

(Aparte a Belén.)

¿Quién?

BELÉN

(Aparte a Doña Luciana.)

El de siempre, el traidor,

el idiota, el cobrador

del Comercio.

DOÑA LUCIANA

¡Voy allá!

Quédate tú!

BELÉN

¡No! Yo voy

a formar mi ramillete.

DOÑA LUCIANA

(A Baltasar. Con humildad y saludando.)

¿Me permite?

BALTASAR

¡Sí, sí!, ¡vete!

DOÑA LUCIANA

Ahorita de vuelta estoy.

(Vase por la puerta del comedor, Belén por la del interior.)

ESCENA V

Baltasar (solo)

Se pasea con satisfacción.

BALTASAR

¡Vamos bien! Todo me augura

una completa victoria.

¡El coburgar (26) está en uno,

entremos pues en la noria!

Pero esta unión discordante

va a armar una batahola;

¡ya se ve! Si es un suicidio

o le faltará una jota.

¿Un suicidio? ¡Patarata! (27)

Este mundo es una bola,

y no todos han nacido

para ceñirse coronas.

¡Soy modesto! No pretendo

que hablen de mí las historias:

¡nada, nada!, me conformo

con poder llenar la bolsa.

Dirán que me sacrifico

a una vieja cincuentona

y que más valiera irse

a morir a California. (28)

Mas, ¿qué me importa, si al cabo

tendré tragos, tendré botas

y tendré para mi mesa

champinonco (29) y borgoña! (30)

(Pausa.)

Hoy hace ya una semana

que estoy aquí a la bartola

cuando iban a lanzarme

del Hotel de la Corona.

(Otra pausa.)

La vieja está persuadida

que es mi riqueza notoria

y que puedo echar un puente

hasta Regla, con mis onzas...

¡Cómo piensas con mi oro

recrearte, cotorrona!

¡Pobre señora! ¡Delira!

Pobre señora, está chocha.

Es verdad que cuando sepa

que yo soy un... pesca moscas

me va a gritar que merezco

que me cuelguen de una horca.

¿Si le dará un, accidente?

¡Ojalá se vuelva loca!

Si un hijo me da, la pongo

en una jaula, en Mazorra.

(Otra pausa.)

Entre tanto tengo casa,

tengo lavado de ropa

y me sirven los criados

todos, a pedir de boca...

¿Ésta vieja es una ganga!

Trabaje la gente tosca...

¡Esta vida me conviene!

¡Esta vida me remoza!

(Mirando.)

Pero vienen... ¡Es el viejo!

Mi rival... ¡Santa Petrona!

¡Le voy a dar una entrada

que no va a sentir la gota!

(Paséase haciendo el distraído.)

Liborio entra haciendo gratones saludos: vendrá vestido con magnífica

ropa y costosas prendas, pero con aire torpe y encogido.)

ESCENA VI

Dicho y Don Liborio

BALTASAR

(¡Qué facha!)’

DON LIBORIO

¡A los pies de usted!

BALTASAR

(¿A quién saluda este bruto?

¡Oh! Parece este dios Pluto (31)

mamarracho de pared.)

DON LIBORIO

¿No me ha oído? ¡Dios le guarde,

señorito!

BALTASAR

(Cantando.)

“Está mi tía...”

DON LIBORIO

(Amordazado.)

Digo, ¡buen día!

BALTASAR

(Remedándolo.)

¡Buen día!

DON LIBORIO

Más vale nunca que tarde.

BALTASAR

Al revés me la vestiste.

DON LIBORIO

¿Qué decía? No le entiendo..

BALTASAR

Advierto usted que no vendo

para jumentos, alpiste.

DON LIBORIO

¿Y quién le viene a comprar?

Digo, ¡pues, vaya un merengue!

BALTASAR

Si viene a buscar jelengue

aquí lo puede encontrar.

DON LIBORIO

Yo no vengo a buscar nada...

digo, yo, sí... Yo... yo busco

a la señora.

BALTASAR

¡Qué chusco!

DON LIBORIO

Vaya, pues, ¿está ocupada?

BALTASAR

(Cantando.)

“Yo tengo un novio pollero,

mamita, si usted lo viera...”

DON LIBORIO

(Furioso.)

¿Se burla?

BALTASAR

¿Busca quimera,

sota de bastos?

DON LIBORIQ

Don cero,

¿siendo no más que un retazo

quiere ser pieza y burlarse?

Pues no podrá libertarse

de recibir un trancazo.

BALTASAR

(Con flema insultante.)’

¿Qué dice usted, don Liborio?

DON LIBORIO

¡Quiero ver a la señora!

BALTASAR

No puede ser.

DON LIBORIO

(En ademán de tomar una silla.)

Bien, ahora...

pero después...

BALTASAR

Vejestorio,

¡ni ahora ni nunca!

DON LIBORIO

¿Qué dice?

BALTASAR

Don Liborio, que me apesta

y está mi mano dispuesta

a herir si me contradice.

DON LIBORIO

¡Vaya!, pues... ¿Usted, canijo,

amenazarme?... ¡Re... Dios!

¡Es precise que los dos

nos zurremos, lagartijo!

BALTASAR

Yo no quiero que visite

la casa, y si no se va

o vuelve...

DON LIBORIO

Ta; rarará.

BALTASAR

Lo convierto en un confite.

DON LIBORIO

Y usted quién es, digo, para...

BALTASAR

¡Yo me llamo pica-pica!

Y mire que si replica

le desbarato la cara.

DON LIBORIO

(Con flema.)

¡Tengo yo la cara dura!

BALTASAR

Pues yo se la ablandaré.

DON LIBORIO

Quiere. ¿Don Mequetrefe? ¿Usté?

¿Con semejante figura?

BALTASAR

¡Salga usted!

DON LIBORIO

¡Sí! Por supuesto...

BALTASAR

¡Salga o le rompo la jeta!

DON LIBORIO.

¡Don Guindo!

BALTASAR

¡Doña Paleta!

DON LIBORIO

¡Don Marica!

BALTASAR

¡Deje el puesto!

DON LIBORIO

¡Pues haga usted que lo deje!

BALTASAR

(Toma el bastón.)

¡Pues vas a verlo: canalla!

(Amenazándolo.)

¡Fuera, fuera!

DON LIBORIO

(Impasible.)

¡Faramalla!

BALTASAR

¡Si lo mato, no se queje!

(Se lanza sobre él que lo recibe con ánimo: se apalean con furia, haciendo

un ruido escandaloso al que acuden despavoridas Doña Luciana y Belén.)

ESCENA VII

Dichos, Doña Luciana y Belén

DOÑA LUCIANA

¡Qué tumulto!

BELÉN

¡Qué alharaca!

DOÑA LUCIANA

¿Qué es eso?

BALTASAR

¡Perro!

DON LIBORIO

Milano...

DOÑA LUCIANA

¡Baltasar!

(Corriendo a él.)

BELÉN

¡Por San Urbano!

DOÑA LUCIANA

¡Don Liborio!

(Corriendo a él.)

BALTASAR

¡Toma!

DON LIBORIO

¡Daca!

En los movimientos de la lucha llegan a la mesa del reloj que el

Liborio derriba de un trancazo.

BELÉN

¡Jesucristo!

DOÑA LUCIANA

¡Mi reloj!

(Corriendo a él.)

DON LIBORIO

¡Niñas, dispensen ustés!

BALTASAR

¡Ah!, ¡maldito aragonés!

BELÉN

¿Qué haremos?

DOÑA LUCIANA

¡Cuidado!

BELÉN

Yo...

DOÑA LUCIANA

¡Grita, mujer!

BELÉN

(Quiere gritar y el temor se lo impide.)

¡A... se... sesinos!

DON LIBORIO

¡Aguilucho!

BALTASAR

¡Dromedario!

BELÉN

¡Que llamen al comisario!

DOÑA LUCIANA

¡Que llamen a los vecinos!

BELÉN

¡Llamen al bodeguero!

DOÑA LUCIANA

(Dirigiéndose al comedor.)

Corro

a la puerta.

BELÉN

(Deteniéndola.)

¡A la ventana!

DON LIBORIO

¿Qué tal sientes la macana?

DOÑA LUCIANA

(En la ventana de la calle.)

¡Socorro!

BALTASAR

¡Sapo!

BELÉN

¡Socorro!

En medio de este desorden cae el telón.

FIN DEL ACTO SEGUNDO

ACTO TERCERO

ESCENA I

Doña Luciana y Belén

AI levantarse el telón aparecerá Doña Luciana sentada en una silla, que

habrá en el centro del escenario, cerca de una mesita redonda: su actitud

será meditabunda, con un codo apoyado en la mesa y la mano en la mejilla.

A la voz de Belén, que entra, levanta la cabeza.

BELÉN

(Presentando una carta.)

¡Mamá, mamá

DOÑA LUCIANA

(Con mal humor.)

¿Qué me quieres?

¿No gozaré de sosiego

nunca? ¡Alguna impertinencia!

BELÉN

Hace poco le trajeron

de La Bomba esta cartica.

DOÑA LUCIANA

(Levantándose.)

¡Jesús, Jesús! Ni un momento

me dejan los mercaderes

descansar. Aquí el almuerzo

(señala al pecho)

lo siento ya.

BELÉN

Mas veamos

lo que nos dice el Francesco

Doña Luciana abre la carta, se pone los quevedos, (32) lee: Conforme

va adelantando en la lectura da inequívocas muestras de despecho y de cólera.

DOÑA LUCIANA

¡Miserables!

(Estruja la carta.)

BELÉN

(Impaciente.)

¿Mas qué es ello?

Quiero saber...

DOÑA LUCIANA

¡Pues escucha,

te quedarais como el hielo!

BELÉN

(¡Difíciles!)

DOÑA LUCIANA

¡Esta tarde

me llevan al cementerio!

¡Si esta escena desmerita

la escena del apaleo!

(Lee.)

Señora: Sentimos mucho tener que decirle que nos vemos en la dolorosa

necesidad de tomar una resolución enérgica y decisiva, visto lo poco que

se consigue con admitir los plazos que nos da sin cesar y que nunca cumple.

¿Que te parece?

BELÉN

Hasta ahora

no he visto nada de nuevo.

DOÑA LUCIANA

(Lee.)

La garantía del matrimonio de usted con don Baltasar Mendieta, ha quedado,

como todas las de usted, reducido a agua de borrajas. Este hombre, por no

darle un calificativo más duro, pero también más propio...

BELÉN

¡Hola! ¡Eh!

DOÑA LUCIANA

Belén, espera...

vas a quedarte...

BELÉN

Ya atiendo..

DOÑA LUCIANA

(Lee.)

...pero también más propio, ha tenido la audacia de presentarse en nuestra

casa, pidiendo géneros al fiado y presentando la misma garantía; es decir,

que promete pagarnos con los bienes cuya administración espera le conceda

usted después de su matrimonio. Hemos rechazado su villana pro posición,

y al manifestarlo a usted le hacemos presente de nuevo que invocaremos la

intervención de los tribunales, para el cobro de nuestros créditos.

Sigue la firma y la fecha.

BELÉN

(Riendo.)

¡JajajáI

DOÑA LUCIANA

(Colérica.)

Belén, ¿y eso

te causa risa?’

BELÉN

Señora,

¿quién no ha de ver aquí el dedo

de Dios?

DOÑA LUCIANA

¿De Dios, desgraciada?

BELÉN

O del Diablo, que el infierno

es chusco a veces.

DOÑA LUCIANA

¡ ¡Infames!

¡A mí!

BELÉN

Sosiéguese.

DOÑA LUCIAMA

¡Ah, perro!

BELÉN

¡Viene gente! ¡Es don Liborio!

(Recordando.)

DOÑA LUCIANA

¡Mi vengador! Yo te ofrezco

que me he de vengar.

BELÉN

Que llega...

DOÑA LUCIANA

Lo he de ver...

BELÉN

¡Por Dios, silencio!

ESCENA II

Dichos y Don Liborio

DON LIBORIO

(Desde el fondo.)

(¡Que nunca he de hallarla sola!)

DOÑA LUCIANA

(¡No me parece tan viejo!)

BELÉN

(¡Qué nariz! ¡Qué sobrecejo!

Parece un jugo con gola.)

DON LIBORIO

Señoras, Dios guarde a ustés.

DOÑA LUCIANA

¡Felices!

DON LIBORIO

¿Y la salú?

DOÑA LUCIANA

Muy bien: ¿y usted?

DON LIBORIO

Yo, hu, hu, hu,

(tosiendo)

con esta hinchazón de pies...

BELÉN

(¡Vaya un novio de mi flor!)

DOÑA LUCIANA

Me alegro que Dios le traiga...

DON LIBORIO

¡Vaya! Me alegro que haiga...

una salú... tan mejor.

(Momento de silencio.)

Seré franco: me encocora (33)

hallar aquí a la muchacha.

No verla sola me empacha,

mi señora y servidora.

DOÑA LUCIANA

(Su servidora, ¿qué tal?)

BELÉN

(Con desabrimiento.).

¡Gracias por la cortesía!

DON LIBORIO

Si, señorita, decía

que yo soy...

BELÉN

(¡Un animal!)

DON LIBORIO

Un hombre...

(No sé mover

la lengua.)

DOÑA LUCIANA

Sí, ya comprendo...

DON LIBORIO

¿Qué comprende usted?

DOÑA LUCIANA

Entiendo...

(¿Qué diré?)

DON LIBORIO’

¡Qué va a entender

cuando yo no he dicho nada!

DOÑA LUCIANA

Con todo...

DON LIBORIO

Señora mía.

DOÑA LUCIANA

La voz de la simpatía...

BELÉN

(¡Cómo estoy de avergonzada!

¡Qué grosero!)

DON LIBORIO

(A Belén.)

Lechuguina,

salga.

BELÉN

(Con altivez.)

¿Cómo? No imagina...

DON LIBORIO

(A Doña Luciana.)

Mande a Belén que trajine

allá dentro... en la cocina,

BELÉN

(Encarándose.)

¿Dónde?

DOÑA LUCIANA

(Interviniendo. Aparte a Belén.)

(¡Por Dios!)

BELÉN

(Aparte a su madre.)

(¡Si me pica...!)

DON LIBORIO

Señora, traigo el objeto.

de hablar con usté en secreto,

despida, pues, a la chica.

DOÑA LUC[ANA

Al instante irá.

BELÉN

¡¿Yo ir

a la cocina?!

DON LIBORIO

(A Belén.)

¡Y aprecisal

(A Doña Luciana.)

Mire usted, que le interesa

lo que tengo que decir.

¿La despide?

DOÑA LUCIANA

¡Sí, señor!

Hija, pon en la sartén...

(no te incomodes, Belén.)

Ya sabes... y di a Melchor...

BELÉN

Antes que mi piel de rosa

manchada de tizne vea...

DOÑA LUCIANA

(Aparte a Belén.)

(Disimula: es porque crea

que eres tú muy hacendosa.)

DON LIBORIO

(Impaciente.)

¡Conque vamos!

DOÑA LUCIANA

¡Niña, ve!

BELÉN

(De mala gana.)

Voy corriendo.

DOÑA LUCIANA

(Aparte a Belén.)

(Yo te ofrezco...)

BELÉN

(Aparte a Doña Luciana)

(¡Ah, mama! Lo compadezco

Si se casa con usté.)

DOÑA LUCIANA

(Aparte a Belén.)

(Pero repara en su aseo...

y después su posición...)

BELÉN

¡No conseguirá el millón

que no me parezca feo!

(Vase.)

ESCENA IIl

Doña Luciana, Don Liborio

DON LIBORIO

¿Ahora que solos estamos

podré hablarle sin testigos?

DOÑA LUCIANA

Se supone.

DON LIBORIO

¡Pues y bueno!

Yo soy un hombre sencillo,

pues, noble, franco y ecetra...

¡Y más honrado que Cristo!

DOÑA LUCIANA.

(¡Él te perdone!)

DON LIBORIO

Algo brusco;

pero, ¡señora, muy rico!,

pues no tengo con guijarros

empedrados los bolsillos.

Ahora bien: yo me he propuesto,

casarme, vivir tranquilo

y que gocen mis doblones

mi mujer, pues, y mis hijos.’

DOÑA LUCIANA

Me parece bien pensado.

DON LIBORIO

Supongo que me ha entendido.

DOÑA LUCIANA

No mucho.

DON LIBORIO

¿Conque no sabe

que pretendo ser marido,

y que sólo para ello

su aprobación necesito?

DOÑA LUCIANA

Eso es más claro, con todo...

que avance más es preciso

y me diga lo que piensa

y cuándo...

DON LIBORIO

¡Por San Patricio!

No se haga la chiquitilla;

le sientan mal los remilgos;

que hace mucho tiempo, ¡vaya!,

que ha mudado los colmillos.

Usted sabe con qué objeto,

con qué placer; la visito...

DOÑA LUCIANA

Puede la amistad...

DON LIBORIO

¡Canario!

¡Qué amistad ni qué membrillo!

El amor es el que abrasa

mi corazón y es preciso,

pues, que me diga si puedo

esperar...

DOÑA LUCIANA

¿Tan pronto?

DON LIBORIO

Digo,

más tarde, ¿por qué?

DOÑA LUCIANA

(Con acento de timidez.)

Liborio,

afloje usted un poquito.

DON LIBORIO

Diga pronto.

DOÑA LUCIANA

La vergüenza...

DON LIBORIO

¡Qué vergüenza, ni qué niño

muerto! ¡Responda!

DOÑA LUCIANA

(Fingiendo turbación.)

Pues, bueno

lo acepto.

DON LIBORIO

(Causa prodigios

el oro.)

DOÑA LUCIANA

(Cúbrese el rostro con las manos.)

No me desprecie

si tan pronto... no he podido

vencer...

DON LIBORIO

¿Y por qué suspira?

¿Se arrepiente de lo dicho?

DOÑA LUCIANA

(Con fuego.)

Yo... ¡nunca!

DON LIBORIO

Y digo, ¿la moza

abrazará el compromiso?

DOÑA LUCIANA

¿Ella? ¡Pues no! Si es tan dócil...

¡Me quiere tanto! Ahora mismo

hablaba de usted.

DON LIBORIO

¿Es cierto?

Dígame, pues, lo que ha sido.

DOÑA LUCIANA

Yo he adivinado hace días,

don Liborio, sus designios.

De ellos hablé con la niña.

DON LIBORIO

¿Y qué respondió?

DOÑA LUCIANA

Me dijo:

¿No vaya usted a ser tonta

si toma un dichoso giro

el negocio, y se presenta

como pretendiente, el digno

don Liborio, acepte al punto,

sin vacilar, el partido.”

DON LIBORIO

¿Eso, dijo? ¡Si es un ángel!

Y a usted, señora, pues, digo

a usted, que así me recibe,

la he de querer... ¡como un hijo!

DOÑA LUCIANA

(Sorprendida.)

¿A quién?

DON LIBORIO

(Con naturalidad.)

A usted.

DON LIBORIO

(Confundida.)

¡Santo cielo!

Y... ¿a Belén?

DON LIBORIO

(Como antes.)

¡Como marido!

DOÑA LUCIANA

(Como antes.)

¡A mí quererme... quererme

como un hijo!

DON LIBORIO

(Como antes.)

¡Es positivo!

DOÑA LUCIANA

¿Como un hijo?

DON LIBORIO

¿Y cómo quiere

que la quiera?...

DOÑA LUCIANA

¡Como un hijo!

DON LIBORIO

Queriendo a Belén...

DOÑA LUCIANA

¿Conque era

Belén?

DON LIBORIO

¡Sí!

DOÑA LUCIANA

¡Jesús bendito!

Sosténgame usted, me muero!

Me ha dado un escalofrío...

El sincope... los sudores.

¡Que me desmayo! ¡Asesino!

(Finge caer desmayada en brazos de Don Liborio que, espantado,

hace grandes esfuerzos por sostener la mole que le abruma.)

DON LIBORIO

Digo, ¡señora! ¡Mal rayo!

¡Cómo pesa el enemigo!

Si entra gente... ¿Se habrá muerto?

¡Tengo los brazos partidos!

¡No chista! Estoy por echarla

al suelo... Señora... Grito

y no responde... Se cae...

¡Socorro, socorro! Digo,

¡socorro! ¡Nadie!... ¡Socorro!

¡Don Baltasar! ¡Don Narciso!

¡Doña Belén!... ¡Don Demonio

que te cargue, voto a Cristo!

ESCENA IV

Dichos y Belén

BELÉN

(Apresurada.)

¿Qué es eso?

DON LIBORIO

Por Dios, acuda

pronto... su madre...

BELÉN

¿Qué ha sido?

DON LIBORIO

¿Qué diablo sé yo? El sin-copas,

los calambres... Así dijo.

Acuda usted, que no puedo..

BELÉN

¡Que siempre, viejo maldito,

ha de armar usted...!

DON LIBORIO

¡Ayúdeme!

BELÉN

(Colérica.)

¡Apártese!

(Recibe con trabajo a su madre de brazos de Don Liborio; al hacerlo

cae Doña Luciana que permanece de rodillas, apoyando la cabeza

en el seno de Belén que estará inclinada hacia ella: Don Liborio, al

verse libre toma el sombrero y saluda.)

DON LIBORIO

¡Adiós, palmito!

BELÉN

(Con furor.)

¿Se marcha usted y nos deja

así?

DON LIBORIO

¿Qué he de hacer?

BELÉN

(Con desdén colérico.)

¡Indigno!

¡Usted no tiene la culpa!

DON LIBORIO

(Con naturalidad.)

¡Por supuesto!... En dos saltitos

vuelvo... llame al boticario.

¿Quiere un medico?... ¡Al servicio!

(Saluda y vase; volviendo la cabeza hasta que desaparece.)

ESCENA V

Doña Luciana y Belén

En el instante en que desaparece Don Liborio, Doña Luciana levanta la cabeza.

DOÑA LUCIANA

¿Ya se ha marchado esa fiera?

BELÉN

Sí, señora: ¿qué le ha hecho?

DOÑA LUCIANA

(Levántase.)

¡Y se va tan satisfecho!

¡Es un tigre, una pantera!

BELÉN

¿En eso vino a parar

su declaración? ¡Jumento!

DOÑA LUCIANA

¿Perder este casamiento?

¡Primero me han de enterrar!.

Yo no quiero que ese perro

el corazón me desgarre:

si no puedo yo, que agarre

mi Belén este becerro.

¡Estoy decidida!

BELÉN

Vamos,

explíquese usted.

DOÑA LUCIANA

Belén,

por un extraño vaivén

sin el viejo nos quedamos.

BELÉN

¿Cómo así?

DOÑA LUCIANA

Digo; si tú

no le das tu mano blanca.

BELÉN

(Con explosión.)

¡Primero me quedo manca,

que se la dé Belcebú!

DOÑA LUCIANA

Pues mira: He reflexionado

que sin querer, se ha colado

la fortuna por la puerta. **

¡Ah! ¡Salva a tu madre, salva

tu casa!

BELÉN

(Con mohín.)

¡Vaya al demonio!

DOÑA LUCIANA

Acepta ese matrimonio:

la ocasión la pintan calva.

¡Sí, sí, Belén, es preciso

hacer una de “arda Troya”!

y que se vaya a... Saboya

tu remilgado Narciso.

Que por Dios me maravilla

que siendo tú una real hembra

no le das, pues que las siembras,

calabazas de Castilla.

El que da en la extravagancia

horrible de estacionarse,

no lo hacen, hija, casarse

los doce Pares de Francia.

Además, el Nicodemus,

aunque el vestido lo abona,

no me parece persona

muy abundante en “oremus”. (34)

Conque ya ves, es notorio,

imprescindible, preciso,

que dejes a tu Narciso

y cojas a don Liborio.

BELÉN

(Con flema.)

¿Ha acabado usted, mamá?

DOÑA LUCIANA

Sí, Belén.

BELÉN

(Con atrevimiento.)

Pues bien: ahora,

me toca a mí, mi señora,

responderle... ¡y allá va!

Mi pecho no se edifica

por el achacoso mérito

del pretendiente pretérito

a que usted me sacrifica.

Así pues, no me divorcio,

que es muy galán, mi galán

y le corta Melogán

cuando no le corta. Porzio.

Ya esta dicho: ya me dijo,

no tengamos otro susto.

El novio será a mi gusto,

que quien se casa soy yo.

DOÑA LUCIANA

Yo haré que mi autoridad

rinda tu rebelde pecho:

no en vano me da el derecho...

BELÉN

(Con fisga.)

¿Qué?

DOÑA LUCIANA

¡La Patria-Potestad!

BELÉN

Ya Narciso, antes de ahora

supo hacerme conocer

que no tiene la mujer

Patria-Potestad, señora.

DOÑA LUCIANA

El tal Narciso es un censo

que yo no puedo sufrir.

BELÉN

Y que se puede suplir

el irracional disenso.

Y el disenso irracional,

estoy muy bien informada,

lo suple de una plumada,

mamitica, el general...

DOÑA LUCIANA

Pues, bueno: hablemos, mujer

mano a mano y sin quimera

puesto que tan bachillera

te tiene tu bachiller.

BELÉN

Hablemos, pues.

DOÑA LUCIANA

En conciencia

es preciso consideres

que han de saber las mujeres,

más que todas, una ciencia.

BELÉN

¿Cuál ciencia?

DOÑA LUCIANA

(Con misterio.)

¡La de pescar!

BELÉN

(Con malicia.)

¿La de pescar?

DOÑA LUCIANA

(Gravemente.)

Si, señora.

Porque el hombre se avizora

y es difícil de atrapar.

BELÉN

Pero es una ciencia tan...

Déjese de trampiantojos!

El anzuelo está en mis ojos,

y en mi boca el curricán.

DOÑA LUCIANA

Sí; mas consiste el talento

en hacerlo de manera

que entre el novio en la tronera

del séptimo sacramento.

BELÉN

(Con más atención.)

Siga usted.

DOÑA LUCIANA

La perfección

suprema está en la riqueza,

que no existe fortaleza

que se resista a un millón.

¡Sí! Las onzas dan decoro

al amante más estulto,

porque todos rinden culto,

Belén, al “becerro de oro”. (35)

Desde el tiempo de Moisés

tentaba al pueblo escogido,

y hoy el mundo está rendido,

arrastrándose. a sus pies.

BELÉN

¿Sabe usted que sus sermones

me van pareciendo buenos?

DOÑA LUCIANA

¡Lo demás son berenjenas!

El todo está en los, doblones.

BELÉN

Y que da por medicina

un italiano doctor

que la llama del amor

ha de arder en la cocina.

¡Pero, ay! ¡Es tan langaruto, (36)

tan animal! Sin modestia,

que por mujer una bestia

debe tener ese bruto.

DOÑA LUCIANA

Mientras más imperfecciones

tenga el marido, más pronto

se ha de escoger: si es tonto

tú te pondrás los calzones.

BELÉN

Por de contado.

DOÑA LUCIANA

Además,

Si has de vestir a la moda,

hoy más conviene esta boda

sobre todas las demás.

Que aunque yo me sobrepujo

a mí misma por vestirte

¡no puedo a la mano irte

para sufrir ese lujo!

Te codician cual tesoro

un novio rico, otro pobre,

el uno te ofrece cobre,

el otro te ofrece oro.

Con cuál arreglarte debes

es excusada pregunta:

con uno mueres consunta

antes del octavo jueves:

con el otro...

BELÉN

Tengo encima

de reales un consultorio.

¡Jesús, mamá! ¡Don Liborio

confieso que me da grima!

DOÑA LUCIANA

Y con el otro macao

tendrás con libros y mapas

ayer, sardinas y papas,

hoy tasajo y bacalao.

BELÉN

Voy a ser una enfermera

si con el viejo me caso.

DOÑA LUCIANA

Y el mancebo piel de raso

te nombrará cocinera.

BELÉN

Y Liborio es un salvaje

de acciones tan estupendas...

DOÑA LUCIANA

Pero saqueará las tiendas

para que adornes el traje.

BELÉN

(En actitud de reflexionar.)

Dudosa estoy...

DOÑA LUCIANA

¡Qué capricho!

(Pausa. Viéndola pensativa.)

¡A tu discreción lo dejo!

BELÉN

(Después de un momento de vacilación.)

¡Yo me caso con el viejo!

DOÑA LUCIANA

(Regocijada.)

¿Lo prometes?

BELÉN

(Decidida.)

¡Ya está dicho!

ESCENA VI

Dichos y Don Liborio

DON LIBORIO

¡Hola! ¿Pasó el accidente?

DOÑA LUCIANA

¡Sí, señor! ***

DON LIBORIO

(Regocijado a Doña Luciana.)

¡Dice que merezco el sí!

DOÑA LUCIANA

¡Dice que gracias!

DON LIBORIO

(Aparte a Doña Luciana.)

¿Consiente?

DOÑA LUCIANA

Si, señor: avance usté

y dígale algún requiebro.

DON LIBORIO

¿Conque acepta? Lo celebro.

(A Doña Luciana.)

Voy a hablarle, ¡apartesé!

¡Ahora verá enamorar!

(A Belén.)

Pues, y digo, Belencita,

¡siempre tan guapa! Bonita

como el dios de algún lugar.

Digo, también emperchada...

Mejor de a tiempo que un potro:

es mejor, que deje el otro,

que una borrega manchada.

(Belén se ríe.)

¿Usted se ríe? ¡Me alegro!

Bien en su boca parece

la risa. Pues, y agradece...

(Interrumpiéndose.)

¡Rediós! ¡Qué pelo tan negro!

DOÑA LUCIANA

Belén agradece mucho

sus obsequios.

DON LIBORIO

(Con satisfacción.)

¡Qué me peta! (37)

Pues que aquí la mano meta

(señala al pecho)

ese gentil avechucho,

verá que mi alma destroza

un fuego... y lo dice un hombre

que es más mayor, por mi nombre

que el pilar de Zaragoza.

BELÉN

(Irónicamente.)

¡Ay, Jesús!

DON LIBORIO

Estrafalario

tal vez parezca mi ardor,

que francamente el amor

no estudié con diccionario.

Pero, en fin, y digo pues

algo vale mi pasión,

(a Belén)

pues tengo más de un millón

que tirarle a usted a los pies.

DOÑA LUCIANA

¡Qué sublime!

BELÉN

(Con remilgo.)

¡Muchas gracias!

DON LIBORIO

No se imagine que alargo,

que me convierta en un pargo

si exagero.

DOÑA LUCIANA

Yo... (de acacias

me merezco una corona.)

BELÉN

Yo, señor, reconocida...

DON LIBORIO

¡No hable usted así, mi vida,

con esa cara tan mona!

Si yo quisiera con gala

mostrarme, digo, a ustés solas,

con mis onzas españolas

podría alfombrar esta sala.

DOÑA LUCIANA

Deje tal conversación.

DON LIBORIO

Sí, pues, pero ustés comprenden... ****

DOÑA LUCIANA

No se rinde al interés

su corazón de diamante...

DON LIBORIO

¡Pues explicáranse ustés! *****

Si es peso mi capital

para ti, mi fiel lucero,

mis rentas y mi dinero

regalaré al hospital.

DOÑA LUCIANA

(Despavorida.)

¡No, señor! ¡Qué disparate!

No es esto querer decir...

DON LIBORIO

Van ustés a conseguir...

BELÉN

(¡Éste ha sido un jaque-mate!)

DON LIBORIO

Pero en fin, ¿la moza quiere,

o no quiere mis pedazos?

¿Mis apretados abrazos

a los de todos prefiere?

DOÑA LUCIANA

(Confidencialmente:)

Hago tal vez, don Liborio,

mal, muy mal...

DON LIBORIO

Mas, ¿qué la empacha?

DOÑA LUCIANA

Yo creo que a la muchacha

no le disgusta el canario.

Ayer tarde me decía

poniéndose colorada:

“¡Yo quisiera estar casada!”

BELÉN

(¡Qué mentir, Virgen María!)

DOÑA LUCIANA

Luego añadió: ¡Qué diversos

son en todos procederes,

esos tristes bachilleres

componedores de versos

al respetable señor

don Liborio de Agriogesto!”

Diga usted mismo si esto

es amor o no es amor.

DON LIBORIO

Bueno, escuchen: generoso

quiero ser en el instante;

pues, para probar de amante

lo que puedo ser de esposo.

(A Belén.)

Quiero yo, lindos ojitos,

porque empieces a adorarme

dotarte, antes de casarme,

con catorce mil duritos.

DORA LUCIANA

¡Es un noble proceder!...

BELÉN

(Qué poca delicadeza!)

DON LIBORIO

Conque, morenilla, empieza

a llamarte mi mujer.

Ahora voy para Arrillaga

para luego retirarme,

a mi casa a perfumarme.

¡Yo a nadie le voy en zaga!

BELÉN

(¡Si Jesús no lo remedia

va a rebuznar!)

DON LIBORIO

¡Volveré!

Esta noche las veré

salir para. la comedia.

BELÉN

¿Va usted?

DOÑA LUCIANA

¡Pues, no!

DON LIBORIO

¡Cuchufleta!

Como dos y dos son cuatro,

que yo prefiero al teatro

mi cachito de retreta.

BELÉN

(¡Y ha de ser este hotentote (38)

mi esposo! ¡Cielos tiranos)

DON LIBORIO

(Saludando.)

¡Señoras, beso las manos!

DOÑA LUCIANA

¡Adiós!

BELÉN

(¡Lo que cuesta un dote!)

Vase Don Liborio.

ESCENA VII

Doña Luciana y Belén

DOÑA LUCIANA

Ahora, volando a escoger

los trajes para esta noche.

Las Godínez en su coche

nos vendrán a recoger.

BELÉN

Voy.

DONA LUCIANA

(Confidencialmente.)

Y mira que deseo

que el viejo...

BELÉN

(Id.)

DOÑA LUCIANA

¡Discreción!

BELÉN

(Al irse.)

¡¿Si conseguirá el millón

que no me parezca feo?!

ESCENA VIII

Dichos y Narciso

Al retirarse Belén encuentra a Narciso que entra, hace una exclamación y vuelve

a escena: momento de turbación que se explica por la situación respectiva de las

personas.

BELÉN

¡Ah!

NARCISO

¡Buenas tardes!

DOÑA LUCIANA

(¡Que siempre

se aparezca el Don Quijote!)

NARCISO

¡Buenas tardes!

BELÉN

(Aparte a Doña Luciana.)

(Ahora mismo

lo despacho.)

NARCISO

(Incómodo.)

¡¿No responden?!

BELÉN

(Aparte a su madre.)

(Vaya usté a lo de los trajes...

voy a darle el pasaporte.)

Vase Doña Luciana sin saludar.

ESCENA IX

Belén y Narciso

Narciso se acerca con precipitación a Belén que afecta un dolor lleno de abandono.

NARCISO

¿Qué indica el aire tan serio

de tu madre?

BELÉN

(Sollozando.)

¡Ay, Dios! ¡Mi llanto!...

¡Y yo... que te amaba tanto!

NARCISO

Habla; explica este misterio.

BELÉN

Pues bien; mi bien, es preciso

que acaben nuestros amores.

Esto me causa... sudores...

pero ¿qué quieres, Narciso?

NARCISO

¿Qué dices, Belén, chanceas?

BELÉN

Hablo de veras.

NARCISO

(Con insistencia.)

Dijiste...

BELÉN

¡Dije una cosa, muy triste!

Que te dejo...

(Al ver que Narciso impaciente ha dado un golpe con el pie, en el suelo.)

¿Ya pateas?

NARCISO

¿Y así, con cara tan dura

me dices esa ruindad?

BELÉN

Que es una bestialidad

a veces se me figura.

Pero pues está por medio

la voz del Cielo, me rindo.

Eres un novio muy lindo...

mas te dejo... ¡no hay remedio!

Siempre tuve un corazón

de tímida tojosita

y siempre escuché contrita

la voz de la religión.

NARCISO

(Con sarcasmo.)

¿Conque el Cielo. se ha metido

en mis amores también?

Pues ese Cielo, Belén,

me parece entrometido.

BELÉN

No blasfe...

NARCISO

Mi exclamación

es al que engendra tu intriga

y no al Cielo que castiga

el prójimo y la traición.

BELÉN

Tú pensarás lo que quieras

pero el Cielo solamente

pudo arrancar de mi frente

el amor y sus quimeras.

Sólo el Cielo...

NARCISO

(Encolerizándose.)

¡Sella el labio!,

porque es tu lengua un puñal.

Me da el amor de un rival

la explicación del agravio.

Mas, ¿quién es?

BELÉN

(Con hipócrita sencillez.)

Tú no lo has visto

sino en imagen.

NARCISO

(Insistiendo.)

¿Quién es?

BELÉN

¿Por qué tienes interés

en saberlo?

NARCISO

(Como antes.)

¿Quién es?

BELÉN

¡Cristo!

NARCISO

¡Fementida, no blasfemes!

Halaga a tu nuevo amante,

pero hazme ver un instante

que a Dios o que al Diablo temes.

BELÉN

¿Mi amante? ¡Calla! De espinas

coronas mi corazón...

¡Si al romper tan grata unión

me meto en las Ursulinas!

Te lo digo sin lisonja

al separarnos los dos...

NARCISO

¡Qué mal servirás a Dios

con el tocado de monja!

BELÉN

Sé muy bien que allá, Narciso,

pensando en ti, gemiré...

Pero el Cielo habló... ¡Lo haré!

¡Compadéceme; es preciso!

NARCISO

Son ésas, necias historias

con que me quieres burlar.

BELÉN

¿No has oído, nunca, hablar

de las mesas giratorias?

NARCISO

¡Belén, Belén, ni por ésas!

No me juzgues tan menguado

que hace tiempo que ha pasado

el imperio de las mesas.

¿Ni a qué viene?...

BELÉN

Yo asistí,

vida mía, por mi mal

a un círculo espiritual.

La mesa habló; . y... ¡te perdí!

El Espíritu evocado

me ordenó, ¡duro tormento!,

que encerrase en un convento

mi porvenir y pasado...

NARCISO

¡Oh, Espíritu parlanchín

y cismático, además!

BELÉN

Dime, dime, exigirás

¿que te quiera, serafín?

¿Ves? El Espíritu habló...

Obedezcamos: tú mismo...

NARCISO

¡Qué bien sirve el magnetismo

a tu infamia!

BELÉN

Mira yo...

NARCISO

No imagines que me engañas

con la tal mesa parlante

que no ciegan a tu amante

tus magnéticas patrañas.

BELÉN

Al cielo causas agravios.

NARCISO

¡Miserable!

BELÉN

(Con resolución y cambiando de tono.)

Aunque me aflijo,

lo que el espíritu dijo

lo ratifican mis labios.

NARCISO

Belén, ¿estás decidida?

¿conque rompemos?

BELÉN

(Con decisión.)

¡Rompemos!

¡En la gloria nos veremos!

Allí feliz...

NARCISO

(Furioso.)

¡Fementida!

¡Qué tarde te conocí!

BELÉN

Para romper nunca es tarde!

NARCISO

(Id.)

¡Traidora!

BELÉN

(Con calma.)

¡Inicuo!

NARCISO

¡Cobarde!

¡Tú no eras digna de mí!

El que merezca tu amor

se lleva gentil regalo:

si tú no lo quieres... ¡malo!

y si lo quieres... ¡peor!

BELÉN

Ya me parece que dura

demasiado la contienda.

NARCISO

¡Cómo te amaba! ¡Una venda

tuve en los ojos, perjura!

BELÉN

Tu amistad o tu rencor

no atraviesan este seno.

Si no te incomodas... ¡bueno!

si te incomodas... ¡mejor!

NARCISO

Al fin, estás sin careta

engañadora, Belén.

¡Qué bien haces, oh, qué bien

el papel de la coqueta!

BELÉN

¡El papel! ¡Qué extravagancia!

¡Si eso es en mí natural!

En mí encuentra su rival

la más coqueta de Francia.

(Haciendo una burlesca cortesía.)

Por el caballero andante

no me cambio...

NARCISO

(Interrumpiéndola.)

¡Vil veleta!

BELÉN

(Como antes.)

¡Que más vale una coqueta,

don Narciso, que un pedante!

NARCISO

Dices bien, coqueta liviana.

(Marchándose.)

¡No quiero saber de ti!

BELÉN

(Con burla.)

¿Qué es eso? ¿Te. vas así,

sin decirme: hasta mañana?!

NARCISO

(Volviendo.)

No quiero saber...

BELÉN

(Con zumba.)

En vano.

¿Quieres marcharte enemigo?

¿Por qué reñirás conmigo?

Sin rencor... ¡Venga esa mano!

(Extiende la suya.)

NARCISO

(Sin tomarla.)

Ese airecito me irrita.

Sepa usted, Belén, que yo.

BELÉN

(Con mohín.)

¿Me da usted la mano, o no?

NARCISO

(Saludando.)

¡A la orden, señorita!

(Se dirige después a la puerta sin volver la cabeza. Belén se ríe, pero al

ver que su amante atraviesa el umbral, se oprime el pecho con las manos.)

BELÉN

(Con verdadero sentimiento.)

Se va. ¡No hay duda, se va!

¡Yo soy una miserable!

¡Avaricia detestable!

(Después de vacilar un momento.)

¡Narciso!

NARCISO.

(Casi fuera.)

¿¡Qué!?

BELÉN

(Con explosión.)

¡Ven acá!

Narciso vuelve: antes de reunirse con Belén deberá caer el telón.

FIN DEL ACTO TERCERO

ACTO CUARTO

ESCENA I

Belén

BELÉN

¡Pues no ha sido malo el brete!

Tengo los cabellos canos.

No me alcanzaban las manos

para tanto ramillete.

¡Veintinueve! ¡Jesucristo!

Voy a llamar la atención:

mi entusiasta adoración

no se verá ni se ha visto.

¡Y gracias a Baltasar,

que aunque groseras y bastas

nos trajo las dos canastas

casi, casi al rebosar!

En ellas reina el punzó

y les hice la lazada

con una cinta encarnada

y un lacito comme il faut. (39)

(Con satisfacción.)

Ya me parece que miro

a la tertulia animarse

y a Julianita atufarse

al verme dar un suspiro.

Y a su novio..., el de los lentes,

mirarme como un pazguato

y echarme de rato en rato

los quevedos insolentes.

¡Oh! Yo quiero ser la luna

de esta noche estrepitosa:

¡Sí! Yo quiero estar hermosa,

más hermosa que ninguna.

Yo quiero que al verme allí,

diga en coro la tertulia

que estoy más linda que Julia

que Adelaida y... que Bibí.

Bibí, Bibí sobre todo,

que levanta una tormenta

cada vez que se presenta

con su airecito y su modo.

La griega... Norma... me empacha

que le den tan lindos nombres...

¿Qué le encontrarán los hombres

de bonita a esa muchacha?

Quiero humillarla: ¡lo juro!

Humillada la he de ver

y no pararé hasta ser,

la novia de su futuro

Y luego que. ya sin tasa

me dé pruebas de su fe,

echarlo de un puntapié

de mi pecho y de mi casa.

¡Lo dicho, dicho: me obligo

a enloquecer a la gente

al punto que me presente

con mi lazo gazzanigo!

ESCENA II

Dicha, Doña Luciana

DOÑA LUCIANA

Dime, Belén, ¿no ha venido

todavía Baltasar?

BELÉN

¡No, señora!

DOÑA LUCIANA

Tarda mucho,

demasiado, ¿qué será?

BELÉN

¿Y usted lo siente?

DOÑA LUCIANA

Preciso.

No podré vencer mi afán

hasta echarle una rociada

como se merece el tal.

¡Enristrarse, a garrotazos

como si fuera un solar

mi sala!

BELÉN

Fue grosería

imponderable.

DOÑA LUCIANA

¡Además,

fiándose en mi dinero

ir a La Bomba a industriar!

¡Si merece más viruelas

curadas en hospital!

Mas dejemos ese mozo

y dime, niña; tú ya

habrás mandado a Narciso...

BELÉN

¿A dónde?

DOÑA LUCIANA

(Con intención.)

¡Al Calabazal! (40)

BELÉN

Si usted supiese...

DOÑA LUCIANA

¿Qué dices?

¿Titubeas?

BELÉN

¡Ay, mamá;

he sido una torpe!

DOÑA LUCIANA

¿¡Cómo!?

BELÉN

No he sabido aprovechar

una ocasión que hace rato...

DOÑA LUCIANA

¡Jesús, mujer! Tú me harás

perder la paciencia.

BELÉN

Al verle

que se marchaba...

DOÑA LUCIANA

(Con desdén.)

¡Va!, ¡va!

BELÉN

Y sin volver la cabeza

iba la puerta a pasar,

al mirarle tan airoso,

tan arrogante y galán;

me dio un vuelco la cabeza

y sin tener voluntad,

le he llamado, y no sé cómo,

nos volvimos a enredar.

Yo después me he arrepentido...

DOÑA LUCIANA

¡Conque con el Satanás!

Mira, Belén, es preciso

algún pretexto buscar

que comprometida al cabo

con el don Liborio estás.

BELÉN

Sosiéguese usted, que tengo

entre las manos un plan...

Usted sabe que Narciso

que a veces es Fierabrás; (41)

me echa algunas indirectas...

DOÑA LUCIANA

Sobre los bandos...

BELÉN

¡Andar!

DOÑA LUCIANA

¿Y bien?

BELÉN

¡En cuanto me hable

de moderación y tal,

me pongo como una fiera

y sin decirle: ¡Agua va!,

a que aprenda a ser galante

lo mando...

(Imitando a su madre.)

¡AI Calabazal!

DOÑA LUCIANA

(Riendo.)

¡Muy bien dicho! Eres la joya

de la casa.

BELÉN

¡Usted verá!

ESCENA III

Dichos y Baltasar

Baltasar entrará, con una corona de flores artificiales en la mano.

BALTASAR.

(Saludando.)

¡Buenas!...

DOÑA LUCIANA

(Furiosa y saliendo a su encuentro.)

¡Lo estaba esperando!

BALTASAR

(Le presenta la corona.)

¡Lucianita, para usted!,

BELÉN

(Tomándola.)

¡Qué linda está!

DOÑA LUCIANA

(¡Me desarma!

¡Lo botaremos, después!)

(Con seriedad.)

¡Mil gracias!

BALTASAR

(Con galantería.)

¡Va! (¡Todavía

está mojado el papel!)

BELÉN

¿Es de La Magnolia?

BALTASAR

¡Cierto!

Es una corona, es

una corona, corona

que... (debo y pagaré.)

BELÉN.

(Nunca el tonto de Narciso

hace las cosas tan bien.

Si el peor de los pesares

es ser pobre, y no poder...)

BALTASAR

He querido que esta noche

en que tanto gozaré,

pueda usted lanzar sui ofrenda

de la Marieta a los pies.

El foro (42) será montaña

de flores, digno escabel (43)

como jamás ha pisado

ni en sus sueños la Gassier.

BELÉN

Yo sólo flores del monte

puedo a la artista ofrecer.

Mas, ¿qué importa si ella sabe

lo que la quiere Belén?

(A Baltasar.)

Y mire, cuando hay dos damas en una casa...

en una casa...

(Viendo que se hace el distraído.)

¿Oye usted?

a las dos se les obsequia

o a ninguna.

BALTASAR

(Como quien responde a otra cosa.)

¡Sí!, ¡eso es!

BELÉN

Tiene el mocito la cara

más dura que la pared.

BALTASAR

(Irónicamente.)

A ofrecer a usted coronas

Narciso vendrá tal vez

y quién sabe si le mande

un vestido de moiré, (44)

pues conoce la modista

que le corta y cose a usted.

BELÉN

(¡Que pretenda este coburgo (45)

tan descarado, ofender

a aquel muchacho que vale

y revale más que él!)

BALTASAR

¿No me responde?

BELÉN

(Amortazada.)

Usted sabe

que sé defenderme bien,

no busque, pues, batallitas

o le pesará.

BALTASAR

(Provocativamente.)

¿Por qué?

BELÉN

¿Por qué? Porque soy más clara

que el agua...

DOÑA LUCIANA

(Interviniendo.)

Vamos, Belén.

BELÉN

Y al vino le digo vino

y rastrero bicho a usted.

BALTASAR

(Disimulando.)

Viene gente...

DOÑA LUCIANA

¡Sí! ¿Quién es?

ESCENA IV

Dichos y Narciso

NARCISO

(Saludando.)

¡Señora! ¡Belén!

LAS DOS

(Con mal gesto.)

Felices.

BALTASAR

¡Para servirte!

(Se dan las manos.)

DOÑA LUCIANA

(Enseñando la corona.)

¿Y usted

nada trae?

NARCISO

Este bouquet

(ofreciendo uno pequeño, pero elegante)

para Belén.

BELÉN

(Desdeñosa.)

¿Qué me dices?

DOÑA LUCIANA

(Con insultante sonrisa.)

¿Nada más?

NARCISO

(Con desabrimiento.)

Doña Luciana,

el que no debe favores

a la suerte, sólo flores

puede ofrecer.

BALTASAR

(Interviniendo.)

Cosa es llana.

NARCISO

Señora, yo soy muy pobre.

DOÑA LUCIANA

¡Eso a los ojos me salta!

NARCISO

Así la bolsa me falta

aunque la gana me sobre.

DOÑA LUCIANA

Hoy que entusiasta La Habana

a Violeta (46) va a escuchar

se debe, Narciso, echar

la casa por la ventana.

NARCISO

Pasan, sin necios antojos

a sus destinos insanos

una palmada mis manos

y una lágrima mis ojos.

BELÉN

¡Pues con eso comeremos!

Cuando no hay quien no pretenda

dar a Marieta (47) en ofrenda...

NARCISO

Y di, los que no podemos

¿qué hemos de hacerle?

BELÉN

(Con entusiasmo.)

Juntarse todos, y a escote

comprar aunque fuese un pote

de pomada, que ofrecerle.

DOÑA LUCIANA

¡Muy bien dicho!

BALTASAR

(Con aire confidencial.)

Sé de cierto

que le van a presentar

un terno (48) que ha de costar

diez mil duros,

BELÉN

Y un cubierto

de oro y perlas.

BALTASAR

(Como antes.)

También

un traje le han regalado

de no sé qué, que ha tasado

no sé en cuánto, no sé quién.

DOÑA LUCIANA

El brazalete...

BALTASAR

El anillo...

BELÉN

Los candados... (49)

DOÑA LUCIANA

Los gemelos... (50)

BALTASAR

Los botones...

NARCISO

(Cubriéndose los oídos.)

¡Santos Cielos!

BELÉN

(Gritando más.)

El ahogador... (51)

DOÑA LUCIANA

(Id.)

El cintillo...

BALTASAR

¡Le han ofrecido Un tintero

que vale medio millón

BELÉN

¡Y un soberbio cinturón

que vale... un millón entero!

BALTASAR

Y entre gritos y clamores

al foso (52) descenderá...

NARCISO

(Irónicamente.)

¿Una lluvia de maná?

BALTASAR

(Con fuego.)

¡Una cascada de flores!

BELÉN

Yo quisiera imaginar

una cosa nunca vista

para obsequiar a la artista

BALTASAR

Una idea singular

se me ocurre.

BELÉN

¿Cuál?

BALTASAR

(Meditando.)

Discurro...

DOÑA LUCIANA

Hable usted..

BELÉN

¡Acabe, hermano!

NARCISO

(Dios te tenga de su mano

que te va a tirar el burro.)

BALTASAR

Hoy que La Habana celebra

a su artista, como vemos,

en la cazuela (53) debemos

poner una gran culebra...

BELÉN

(Espantada.)

Una...

DOÑA LUCIANA

(Id.)

(¿Culebra?)

NARCISO

¿No dije?

¡Que se oigan especies tales!

BALTASAR

(Rectificando.)

¡De fuegos artificiales!

BELÉN

(Con reconvención.)

¡Baltasar!

NARCISO

Eres un dije,

más que un dije.

BALTASAR

¡Gracias!

NARCISO.

Un...

BALTASAR

Será bello, o no lo entiendo

saludarla al ronco estruendo

de: ¡Pun!, ¡prurrumpún!, ¡pin!, ¡pun!

DOÑA LUCIANA

Ésas son brutalidades.

BALTASAR

Señora...

DOÑA LUCIANA

Y animaladas.

BELÉN

¡Propone usted cencerradas! (54)

BALTASAR

Lucianita, no te ofendas ******

que pronto la Gazzaniga

ha de marcharse, y no es justo

que tengamos un disgusto.

NARCISO

¡Hola! ¿Se va? Dios la siga.

Ya para el fúnebre adiós

mis tristes ojos dispongo.

DOÑA LUCIANA

¡Ay! ¡Yo también! ¡Ay!

BALTASAR

(Extendiendo las manos con solemnidad.)

¡Propongo!

NARCISO

¡Para, caballo! Van dos,

y a las tres..

BALTASAR

Cuando se vaya

a acompañarla saldremos

y a bordo la dejaremos

de vapor.

DOÑA LUCIANA

¡Muy bien!

NARCISO

(Mal haya

¡este imbécil tiritúa!

¡Su hablar solo me asesina!)

BALTASAR

Al general de Marina

pediremos la falúa.

Nos pasearemos en coche

porque el pueblo se atropelle

y bajaremos al muelle

cuando descienda la noche.

Y para más oblación,

al resplandor de las hachas,

irán veintidós muchachas

remando en la embarcación.

Hablaré a mis amistades,

y acudirán en bandadas...

DOÑA LUCIANA

¡Estas son animaladas!

BALTASAR

¡Señora!

DOÑA LUCIANA

¡Y brutalidades!

BELÉN

Nos bastará en la función

de esta noche, echar el resto.

NARCISO

(Solemnemente.)

¿Y tú estarás, por supuesto,

con mucha moderación?

BELÉN

(Con desabrimiento.)

¡Como siempre!

NARCISO

Si te irritas...

BELÉN

¡En esto soy inflexible!

Yo romperé, si es posible

esta noche, mis tablitas. (55)

NARCISO

Quisiera hablarte, Belén,

a solas si permitirnos

(a Doña Luciana)

quiere usted.

DOÑA LUCIANA

(De mal gesto.)

¡Es que a vestirnos

íbamos ya! ¡Niña, ven!

NARCISO

(Insistiendo.)

Permite usted.

BELÉN

Sí, mamá,

vaya usted a echarse el traje.

Yo iré luego...

(Le hace una señal de inteligencia.)

DOÑA LUCIANA

(¡Qué salvaje

es don Narciso!) Pues ya

que lo quieres, despejemos.

BALTASAR

Hasta luego: marcho ahora

un rato al cuarto.

BELÉN

¿Qué hora?

NARCISO

(Consultando el reloj.)

¡Las cinco!

BELÉN

¡Tiempo tenemos!

Saluda Baltasar y vase.

ESCENA V

Belén y Narciso

Narciso toma entre las suyas una mano de Belén y le habla con ternura expresiva.

NARCISO

No me digas que te hostigo

y escucha por un instante

si no la voz del amante

los consejos del amigo.

No te incomodes, Belén,

pues por mi honor te aseguro

que si escuchas algo duro

te lo digo por tu bien.

Dejando el amor aparte,

hablemos: vamos a ver,

¿qué interés puedo tener,

Belén, en mortificarte?

No con sarcasmos sangrientos

rechaces mis expresiones,

y si puedes, con razones

contesta a mis argumentos.

Óyeme en calma; no ladres,

por Cristo, y en conclusión

no cambies la. discusión

en disputas de comadres.

BELÉN

Como en mis ratos perdidos,

contigo entraré en peleas

como el objeto no sea

el teatro y sus partidos.

Aunque llenes una-resma

impasible me verás

y nada conseguirás

con sermones de cuaresma.

Diga el mundo lo que diga

diga lo que quiera usté,

he vivido y moriré

como siempre, “Gazzaniga”.

Deja pues, esa alharaca

y sabe, porque te asombres

que no soy, como los hombres

cambiadora de casaca.

Los que eran ayer con fe

partidarios de Marieta,

hoy ya, como la veleta

aplauden a la Gassier.

NARCISO

¿Y por qué será delito

aplaudir las dos, oh fiera?

BELÉN

Porque es cambiar la bandera,

ser cabeza de chorlito.

NARCISO

¡¿Pero, si una y otra artista

me agradan, cuerpo. de Dios?!

BELÉN

Se ha de ser una de dos,

“gazzanigo” o “gassierista”.

NARCISO

Conque, Belén, ¿es decir

que, aunque la entrada pagamos,

tú no quieres que tengamos

la libertad de aplaudir?

BELÉN

Si libertad ha de haber,

¿por qué con cuentos de viejas

de que me guste te quejas

esa sublime mujer?

Si me arrastra una impulsión,

¿por qué la voz de la intriga

ha de impedirme que siga

la voz de mi corazón?

NARCISO

Nadie pretende en verdad

arrancarte la conciencia.

¿Qué puede en la inteligencia

la voz de la voluntad?

¿Éstas u otras impresiones

quién veda que experimentes?

Belencita, no violentes,

como siempre las cuestiones.

BELÉN

Si tenemos el derecho

de sentir y de gozar

¿por qué nos han de lanzar

los insultos del despecho?

¿Por qué los “inteligentes”,

soi-disant (56) han de insultarnos

y donde quiera arrojarnos

reproches impertinentes?

¿Por ese bando grosero

ni más turbio ni más claro

ha de llamar con descaro

la tertulia “gallinero”?

¿Por qué las inmundas ratas

de ese bando que se esconde

ha de llamarnos, responde,

las “Safos” y las “Traviatas”? (57)

¿Por qué?...

NARCISO

Sosiega, Belén..

BELÉN

¿Eres tú de esos hombrones?

NARCISO

Esos infames baldones

has de mirar con desdén.

¡No! Jamás la boca mía

imitará tales seres,

que insultar a las mujeres

siempre ha sido villanía.

Muy lejos, de mí, muy lejos

el desprecio y el rencor,

que curan más el error

que el insulto, los consejos.

Nunca producen las llamas

del furor, frutas ni flores...

¡Y ni aun por verlas mejores

podré insultar a las damas!

BELÉN

Pues entonces, ¿qué .pretendes.

con tan grave conferencia?

NARCISO

Invocando la conciencia

dime, Belén, ¿no me entiendes?

BELÉN

No, por Dios...

NARCISO

Pues bien: escucha

y ¡ojalá pueda mi boca

mover tu pecho de roca!

BELÉN

(¡Ahora principia la lucha!)

NARCISO

Quisiera que al presentarte

al mundo, mi dulce objeto,

te miraran con respeto

los hombres, al saludarte.

Admira, lo ha merecido,

a la Gazzaniga, es justo:

mas, ¿por qué harás de tu gusto

una cuestión de partido?

Y más que todo: ¿por qué

has de mostrar tu entusiasmo

siendo la sorpresa y pasmo

del público que te ve?

¿Por qué las recias palmadas

y ese estruendo tumultuoso

que hacen de tu bando hermoso

legiones de espirituadas?

BELÉN

Si el derecho nos concedes:..

NARCISO

De la escena, del artista

ya el pueblo aparta la vista

para fijarla en ustedes.

BELÉN

Así habla el necio arrogante

por deprimir a María.

NARCISO

Yo lo mismo te diría

de otra cualquiera cantante.

BELÉN

Yo aplaudiré con violencia.

a la artista sin rival.

NARCISO

A las damas sienta mal

ponerse en mucha evidencia.

BELÉN

Pues yo te he visto también

fuera de ti.

NARCISO

No te asombres.

Lo que está bien a los hombres

a las damas no está bien.

BELÉN

¿Qué harán ellas, que haré yo,

si aplauden mozos y ancianos?

NARCISO

Rómpase el hombre las manos,

(con fuerza)

¡pero las mujeres no!

BELÉN

¿Y por qué, vamos a ver

nos estará prohibido?

NARCISO

Porque jamás ha aplaudido,

en La Habana, la mujer.

BELÉN

Narciso... mis ojos lo vieron,

las mujeres aprendieron

a aplaudir... en La Traviata. *******

Si aplaude toda extranjera

¿por qué se me niega a mí?

NARCISO

Belencita, porque aquí

se vive de otra manera.

Y no les causa rubor,

perdona si te hablo en plata,

que sean Safo y La Traviata

las piezas de más favor.

BELÉN

¡Es porque en ellas la artista

ha llegado a la excelencia!

NARCISO

Pero es, Belén, coincidencia

que sin querer me contrista.

BELÉN

Quien no bebe la pasión

en ellas, ni se conmueve,

el alma tiene de nieve

y de estopa el corazón,

NARCISO

Aunque con razones vanas

tú las defiendas también,

sus heroínas, Belén,

no pasan de cortesanas.

BELÉN

¿Quién habrá que no se aflija

con Safo? Su muerte ya...

NARCISO

(Con fuerza.)

Pero nadie la querrá

ni por madre, ni por hija.

BELÉN

Óperas más inmorales,

hemos visto, y han pasado...

NARCISO

Porque ninguna ha causado

en ustedes, bandos tales.

BELÉN

En fin, ya sé lo que quieres:

pero en vano te fatigas

que siempre en las “gazzanigas”

hallarás... ¡unas- mujeres!

Sabemos que se critica

nuestro entusiasmo, Narciso

por eso mismo, preciso

estoy como pica pica.

Con tanto y tanto sermón

has llegado a exasperarme

hasta el punto de obligarme

a formar un batallón.

¿Qué importa que las demás

nos burlen? ¡Las despreciamos!

y al insulto contestamos

aplaudiendo más y más.

¡Yo no temo la algazara!

NARCISO

(Con dolor.)

¡Me tienes estupefacto!

BELÉN

Nunca sacó El Entreacto

los colores a mi cara.

¡Soy “gazzaniga”! Ya ves

que tus discursos son vanos:

¡si se me gastan las manos

aplaudiré con los pies!

Y si alguna mentecata

oyéndome se fatiga,

poco me importa que diga

que soy “Safo” o soy “Traviata”.

Y pues que tanto me incitas

lo diré sin embarazo:

Soy “gazzaniga” de “lazo”.

(Gritando.)

¡Sí! ¡De lazo y de tablitas!

Y si algún tonto desea

reducirme, logrará...

NARCISO

¡Jesús! ¡Belén! ¡Basta ya!

¡Pareces una Medea!

BELÉN

(Con desabrimiento.)

Que te parezca o que no,

lo que dices no me importa,

conque razones acorta

que ya estoy cansada...

NARCISO

(Con despecho.)

¡¿Y yo?!

BELÉN

¿Qué sé yo?

NARCISO

Belén, medita

en mis consejos, ¡por Dios!

BELÉN

He pensado que los dos

romperemos la pajita. (58)

NARCISO

¡Cómo! ¿Será esta cuestión

a separarnos bastante?

BELÉN

¡Sí! ¡Yo quiero que mi amante

tenga mi misma opinión!

NARCISO

Que mida yo mi cabeza

por la tuya, no es preciso.

BELÉN

Ser antípodas, Narciso,

me parece una torpeza.

NARCISO

¡Vamos! No te formalices

y puesto que nos amamos...

BELÉN

Amigo, si nos casamos

vamos a ser infelices.

NARCISO

Ese extraño frenesí

criticarán tus amigos.

BELÉN

(Con fuerza.)

¡Serás de los “gazzanigos”

o te apartarás de mí!

NARCISO

¿Hablas de veras, Belén?

¡Empiezas a incomodarme!

BELÉN

Pues, Narciso, a amortazarme (59)

ya yo he empezado también.

NARCISO

¡Mira que yo nunca miento!

Belén, yo no soy un traste:

conmigo una vez jugaste...

¡pero dos... no lo consiento!

BELÉN

Bien arrepentida estoy

de haberte impedido el ir.

NARCISO

(Con solemnidad.)

¡Mira que voy a salir

y no vuelvo, si me voy!

Reflexiona...

BELÉN

Ya está hecho,

caballero.

NARCISO

Piensa un poco.

BELÉN

No hay por qué.

NARCISO

(Con rabia.)

¡Qué descoco!

¡Qué insolencia!

BELÉN

(Con flema.).

¡Qué despecho!

NARCISO

¿Conque lo dicho?

BELÉN

¡Lo dicho!

Si mi pecho no se inflama...

NARCISO

Pero esto, Belén, se llama

perderse por un capricho.

BELÉN

Aun perdiéramos los dos...

(Enlazando las manos como en señal de hacer las paces.)

NARCISO

¡Di cómo, y todo lo olvido!

BELÉN

(Dando un paso atrás.)

¿Abrazarás mi partido?

NARCISO

(Colérico.)

¡No, señora!

BELÉN

¡Pues, adiós!

(Saluda y vase.)

ESCENA VI

Narciso (solo)

NARCISO

¿Es posible, Dios eterno,

es posible infamia tal?

¡Voy en busca de un dogal

y no paro hasta el infierno!

¡A mí tan villana injuria!

Con trabajo me contuve...

¡Así a los dientes me sube

el torozón de la furia!

¡Qué ademanes tan airados!

¿Es ésta media mujer

o un entero Lucifer

con malakof (60) y candados?

Siento en el pecho una brasa...

El alma tengo confusa...

¡Es capaz... esta Medusa

de pegar fuego a la casa!

(Pausa.)

¡Que me vuelva cucaracha,

o hipopótamo o jaguar

si hecha una loca de atar

no está la pobre muchacha!

¡Oh tiempos! Así se pierde

la dignidad. El ejemplo

hace una Lonja del Templo

de Belén... ¡un Diablo-Verde!

¡Así, sin temer los fallos

de la opinión, que es tan fuerte,

el teatro se convierte

en una valla de gallos!

(Con ironía amarga.)

¡Las costumbres hacen leyes!

(Con fuego.)

¡Pero.. sepa el extranjero,

que antes, el pueblo habanero

era “un senado de reyes”!

¡Caigan las plagas mayores

sobre tan necios partidos

que ésos tienen convertidos

en muebles de bastidores!

¡Qué han hecho! ¡Dios nos asista!

¡Qué, contra toda esperanza,

pese más, en la balanza,

que el fiel amante, la artista!

¿Quién dirá que forman siete

sumados el tres y el cuatro

si una cuestión de teatro

es cuestión de gabinete?

(Otra pausa.)

¿Mas quién sabe si el desdoro

que hoy en Belén he advertido,

no es la fiebre del partido

sino la fiebre del oro?

¡Oh, fiebre, fiebre maldita!

no hay duda: ¡no es un yerro!

¡Le rinde culto al “becerro”

cual su madre, la niñita!

(Desesperado.)

Voy a un desierto, con Dios.

A vivir eternamente.

¡Adiós, mundo impertinente!

¡Adiós, sociedad, adiós!

(Vase precipitado.)

Cae el telón.

FIN DEL ACTO CUARTO

ACTO QUINTO

ESCENA I

Baltasar (con traje de teatro)

BALTASAR

Desde el lance de los palos

Con aquel viejo maldito,

a solas mi Lucianita

atraparme no ha podido.

Ahora está por allá dentro

poniéndose los lacitos

con Belén, ella que cumple

este invierno, medio siglo.

Le he jugado la cabeza

como aquel gallito giro...

Oh, yo temo un tète-à-tète (61)

con semejante vestiglo. (62)

¡Me suele echar unos ojos!

Que está enojada imagino:

pero yo la desenfado

en sonándole el bolsillo.

Pero, ¡diablos!, se me ocurre

que mi chaleco, aunque limpio

no despide de los monis (63)

el halagüeño sonido.

¡Por eso la temo tanto!

Que es un toro enfurecido,

en sus prontos, mi señora,

la del cabello postizo.

Del primer arranque puede

ese ponzoñoso bicho,

mandarme a vivir, cual antes,

a costa de los amigos.

¡Mala vida! Porque al cabo

se cansa el más compasivo

de prestar, y que en la vida

le devuelvan un piquito.

¡Si no fuera tan pobrete

ese lelo de Narciso

le pidiera... ¡disparate!,

¡si él no tiene cuatro chicos!

Tiene cara don Liborio

de no escuchar los pedidos;

que si no le pediría

siquiera... ¡Pero es un chino!

Los usureros.... ¿quién presta

a Baltasar?... Es preciso

una hipoteca, dos firmas,

tres retratos... ¡Jesusito!

¡Baltasar! No es oro todo

lo que brilla, y con tu brillo

ha de llegar un momento

en que te mires perdido

y si matarte quisieras...

¡Entonces, para el suicidio

no has de encontrar dos pesetas

para comprar el cuchillo!

ESCENA II

Dichos y Narciso

Narciso entra con precipitación, como buscando a alguno, y todavía agitado.

NARCISO

¡No está por aquí Libo...!

¿Don Liborio? ¡Di!

BALTASAR

¿A la gente

saludas así?

(¡Insolente!)

NARCISO

¿Está don Liborio?

BALTASAR

¡No!

Pero escúchame: ¿estás ciego?

¿No ves la sala? ********

NARCISO

¿Y está allá dentro?

BALTASAR

¡Qué va!

NARCISO

¡Pues entonces, hasta luego!

(Quiere marcharse.)

BALTASAR

(Conteniéndole.)

¿Dónde tan furioso vas?

¿Qué es eso, dime; estás loco?

NARCISO

Baltasar, me falta poco.

¡Adiós!

BALTASAR

¿Y no me dirás?

NARCISO

¿Y qué quieres que te diga

si, clavándome un puñal,

hoy me pone por rival

Belén, a la Gazzaniga?

BALTASAR

¡Pues no es nada lo del ojo!

NARCISO

Me ha dicho...

BALTASAR

Vamos a...

NARCISO

Que si su amante he de ser,

he de ser del bando rojo.

Estoy por tomar un jarro...

BALTASAR

¿De cerveza?

NARCISO

¡De morfina!

BALTASAR

¿Conque por fin, esa fuina (64)

ha descompuesto el cotarro? (65)

NARCISO

Cuidado, que has de hablar bien

si de ella quieres hablar,

pues nadie puede insultar

n mi presencia a Belén.

BALTASAR

Pues hombre.

NARCISO

¡Te lo repito!

BALTASAR

No has de permitirme...

NARCISO

¡No!

Lo que de ella diga yo,

a nadie se lo permito.

BALTASAR

¡Está bueno! Pero dime,

¿cómo ha sido la pendencia?

¿Hablaste con imprudencia

de Marieta, la sublime?

Porque eso, un crimen sería

horripilante, de suerte

que ni en su lecho de muerte

Belén, te perdonaría.

NARCISO

¡Yo insultar a la Marieta!

Tan sólo., le di consejos...

BALTASAR

¿Por qué robas a los viejos

el uso de la palmeta? (66)

¿Por qué componer pretendes

al mundo, casa de orates,

si al corregir disparates

la mitad del mundo ofendes?

NARCISO

¡Ofender! Nunca he pensado..

BALTASAR

¿Corregir el mundo? ¡Error!

Quien se mete a redentor

¿no sale crucificado?

Ha de ser tu misión sola

saber vivir, y con maña

gozar y beber champaña

y dejar rodar la bola.

Deja que me dé sus fueros

el mundo y de su locura,

¿eres, dime, padre cura,

pedagogo o misionero?

¿Que ml entusiasmo imaginas

por la Marieta si grito?

Pues ella me importa un pito

y las Legranges y Binas. (67)

¡Que me emplumen si comprendo

del arte divino, jota!

¿Pero a que nadie alborota

Mas que yo, que no lo entiendo?

NARCISO

Y que sin deber te metas...

BALTASAR

Cuando está de bote en bote

lleno el teatro, el garrote

sé romper en las lunetas.

Así espantan a la gente

mis gritos extraordinarios

(riéndose)

y... ¡hasta los mismos contrarios

me juzgan inteligente!

NARCISO

Nunca podré sostener

una mentira: ¡jamás!

BALTASAR

¡Pues la niña perderás!

NARCISO

¡Cumpliré con mi deber!

ESCENA III

Dichos y Doña Luciana (en traje de teatro)

DOÑA LUCIANA

(A Narciso.)

¿Todavía por aquí?

NARCISO

Iba ya a salir, señora.

DOÑA LUCIANA

(Con desdén.)

¡Sí! Me parece que es hora.

BALTASAR

(La vieja me busca a mí.)

NARCISO

Señora, si usted me veda...

DOÑA LUCIANA

(Como quien responde a un saludo.)

¡Que la pase usted muy bien!

NARCISO

¡Buenas tardes!

(Vase con despecho.)

BALTASAR

(Queriendo seguirle.)

Yo también

te acompaño.

DOÑA LUCIANA

(Con imperio.)

¡Usted se queda!

ESCENA IV

Doña Luciana y Baltasar

DOÑA LUCIANA

Escúcheme usted atento,

mi señor don Baltasar.

Tenemos mucho que hablar.

BALTASAR

(Fingiendo dignidad.)

Diga usted.

DOÑA LUCIANA

En el momento.

¡Escuchará... claridades!

BALTASAR

Pero esta solemne entrada

anuncia ya, mi adorada,

ruptura de hostilidades.

Y antes de todo: ¿por qué

de tal modo me maltrata

y con dureza me trata

tan secamente de usté?

¿No ve usted que me sofoca

una etiqueta tan fría,

cuando el “tú”, paloma mía,

se me sale de la boca?

Permíteme...

DOÑA LUCIANA

¡No, señor!

¿Quién es usted para tanto?

BALTASAR

¿Quién soy yo, mi dulce encanto?

Soy... tu humilde servidor.

DOÑA LUCIANA

Acabar de una vez quiero

esta unión que me desdora,

que yo soy una señora

y no es usted caballero.

BALTASAR

(Con audacia.)

¿Qué dice usted, Lucianita?

DOÑA LUCIANA

Lo que dije: ¿no lo oyó?

BALTASAR

Señora, escúcheme, yo...

(¡No valió la coronita!)

DOÑA LUCIANA

No espere que yo consienta

su desvergüenza sin tasa,

que usted deshonra la casa

en cuyas sillas se sienta.

BALTASAR

Lo dices sin que un suspiro...

DOÑA LUCIANA

(Señalando la puerta.)

Salga, salga en el momento,

que infecciona con su aliento

la atmósfera que respiro.

BALTASAR

Pero...

DOÑA LUCIANA

¡Saque la maleta,

y a la calle, sin chistar

BALTASAR

¿Mas que puede motivar

despedida tan completa?

DOÑA LUCIANA

Me engañó como a una china...

mas sepa que ya...

(Titubeando.)

BALTASAR

(Con aplomo.)

¡Bien! ¿Qué?

DOÑA LUCIANA

¡Aprecio yo, más que a usté

los negros de mi cocina!

Husmeando como un lebrel,

siempre estaba, hombre fatal,

quejándose de lo mal

que se hallaba en el hotel,

Yo inexperta...

BALTASAR

(¡Una guasasa

te caiga en los ojos!)

DOÑA LUCIANA

Fui

tan boba que le ofrecí

habitación en mi casa.

¡Y paga mis beneficios

de manera tan extraña,

perversa, vil alimaña,

con menos barbas que vicios!

¿Que molote tras molote,

mis bruñidos muebles tala

y hace de mi sala, sala

para asaltos de garrote?

BALTASAR

Si yo...

DOÑA LUCXANA

(Con ironía amenazante.)

Mire usted...

BALTASAR

(¡Zambomba

parece su voz!)

(Con impertinencia.)

¡Y bien!

DOÑA LUCIANA

(Fijándole la vista con pertinacia y con aire burlón y desdeñoso.)

¡Mire usted que yo también

voy a comprar a La Bomba!

BALTASAR

(Desconcertado.)

¡Jesucristo!

(Da un paso atrás.)

DOÑA LUCIANA

(Como antes.)

Amigo, y sé

las dignas proposiciones

con que a falta de doblones...

BALTASAR

¡Señora, a los pies de usté!

(Queriendo marcharse.)

DOÑA LUCIANA

Y sepa que desde ahora...

BALTASAR

(Como antes.)

¡Soy de usted!

DOÑA LUCIANA

Espere un poco...

BALTASAR

(Como antes.)

A la orden....

DOÑA LUCIANA

El sofoco...

BALTASAR

(Lo mismo.)

¡A los pies de usted, señora!

(Saluda y vase. Doña Luciana se ríe a carcajadas.)

ESCENA V

Doña Luciana y Belén (en traje de teatro)

DOÑA LUCIANA

¡Va echando chispas el toro,

que apenas toca la tierra,

con un par de banderillas

clavadas en las paletas!

BELÉN

(Entrando.)

¿Qué ha dicho usted a ese hombre

que salió como una flecha

y por poquito se rompe

la crisma contra la puerta?

DOÑA LUCIANA

Belén, ya va despachado

y le he puesto las orejas...

BELÉN

¡Mamá, si usted es más brava

que el viento y que la candela!

DOÑA LUCIANA

¿Y tú? Mas dime, Narciso,

¿no volverá?

BELÉN

¡Bueno fuera!

¡Si le dejé en esta sala

bufando como una hiena!

DOÑA LUCIANA

¿Tu estás firme?

BELÉN

¡Como un roble!

DOÑA LUCIANA

¿Sin qui tollis...? (68)

BELÉN

¡Sí!

DOÑA LUCIANA

¿De veras?

BELÉN

¡De guayacán que es más duro!

DOÑA LUCIANA

¡Mereces una diadema!

BELÉN

De esmeraldas, por supuesto.

DOÑA LUCIANA

¡De esmeraldas y de perlas!

BELÉN

(Oyendo ruido en el zaguán.)

Escucha...

DOÑA LUCIANA

Alguno se acerca...

BELÉN

¿Será Baltasar que vuelve?

DOÑA LUCIANA

¿Volver Baltasar? ¡Quisiera!

BELÉN

(Mirando.)

¡Es el viejo! ¡No se vaya!

DOÑA LUCIANA

¡No, que no! ¡Que te diviertas!

(Con acento zumbón y saludándola, al irse, con la mano.)

ESCENA VI

Belén y Don Liborio

DON LIBORIO

¡Domino vobisco!

BELÉN

¡Ecun

espiritu tuo! (69)

DON LIBORIO

¡Rediós!

¡Qué bella está usted, princesa,

a pesar del malakof!

BELÉN

¿Le parezco bien?

DON LIBORIO

¡No digo!

¡Más que bella, ni mejor!

BELÉN

¡Mil gracias por la lisonja!

DON LIBORIO

¡Qué lisonja, ni qué col!

¡Yo siempre, pues, digo... digo...

lo que digo... sí, señor!

BELÉN

Es usted galante.

DON LIBORIO

¡Al diablo!

Qué voy a ser... yo no soy

ni galante ni elegante...

Yo soy un hombre... ¡Pues no!

BELÉN

¡Ya lo creo!

DON LIBORIO

Pero diga,

¿Usted me tiene afición

es mentira de su madre,

a quien ciega el resplandor

de las onzas? ¡Porque tienta

al más pintado un millón!

BELÉN

(¿Es éste el hombre a quien debo

sacrificarme? ¡Qué horror!)

No sé si debo, tan pronto

mostrar mi casta emoción...

DON LIBORIO

¡Pues diga, es delito acaso,

por vida del que rabió!,

que se digan que se quieren

dos... por supuesto... dos... dos.

BELÉN

Yo temo: el hombre desprecia

lo que pronto consiguió

¡y usted es hombre!

DON LIBORIO

(Con sencillez cómica.)

¿Soy hombre?

BELÉN

(Sorprendida.)

¡Sí!

DON LIBORIO

Pues entonces, mejor.

Supongo que usted no quiere

para marido, un león.

BELÉN

Se tiñe mi frente pálida

con los tintes del rubor...

DON LIBORIO

¡Que vaya el rubor al diablo

o allá a tierras de León!

¡Pues es chuscada! No temas...

¡Soy yo un lobo, voto a bríos!

Dime, por Dios, que me adoras,

dímelo... dilo, pichón.

BELÉN

¿Y si luego usted me olvida,

si desatiendo mi voz

y a buscar la muerte en Léucades (70)

me obliga, nuevo Faón? (71)

DON LIBORIO

(¡Lléveme el Diablo si entiendo!

¡Eso es gringo y no español!)

Mire usted, luz de mi vida,

si nos queremos los dos:

¡primero que la abandone

que me engulla un tiburón!

BELÉN

Pues bien... ¡Qué infamia! ¡Te adoro!

Y que disculpe tu amor,

el que liviana descubra

mi casta y tierna afición...

(Baja la vista.)

DON LIBORIO

¡Santo Cristo! ¡El de mi tierra!

¡Ella lo ha dicho! ¡Pues no!

¡Si alguien se opone, le mato!

¡Ah! Cuando escucho su voz

soy capaz de merendarme

sin esfuerzo un batallón.

BELÉN

¿Quién, ¡Santa Virgen de Regla!,

imaginara que yo

así, tan pronto, rindiera

mi rebelde corazón?

DON LIBORIO

¿Me amas? ¡Bien! Dame la mano...

BELÉN

(Fingiendo modestia.)

¡Si todos son unos! ¡No!...

DON LIBORIO

La quiero comer a. besos...

a besos...

BELÉN

(Como antes.)

¡Qué tal! ¡Horror!

DON LIBORIO

Vaya, prenda, va... no sea

tan ingrata... afloje...

BELÉN

(Como vencida.)

Yo...

¡en fin me rindo a su ruego!

(Le da la mano.)

¡Qué débil, qué débil soy!

(Cúbrese la cara con el pañuelo que tiene en la mano libre.)

DON LIBORIO

¡Qué piel tan suave! ¡Es de raso!

¡Me muero, de... pues... de amor ¡

(Le besa la mano con arrebato cómico y se arrodilla.)

BELÉN

(¡Recibe tan vii ofrenda

el “becerro del Toisón”!)

ESCENA VII

Dichos y Narciso (ya sosegado)

NARCISO

(Batiendo las palmas.)

¡Bravo, muy bien! ¿Ése era

el Espíritu que habló?

¡Que pronto que me heredó!

BELÉN

(¡Debo estar como la cera!)

(Separando su mano de la de Don Liborio.)

NARCISO

Que Adonis tan... Por mi fe

que es de las gracias emporio.

En fin, señor don Liborio,

¡vamos, levántese usté!

DON LIBORIO

(Se levanta.)

¡Mándeme usted!

NARCISO

(Juntando las manos.)

¡Jesucristo!

¡Qué ridícula es la dama

que pone en venta su fama!

DON LIBORIO

Mayores cosas se han visto,

pues ya dice el mundo entero:

“¡Todo lo vence el amor!”

NARCISO

Pudiera decir mejor,:

“¡Todo lo puede el dinero!”

BELÉN

(Incomodándose.)

Yo no puedo permitir

que nos insulte a los dos.

NARCISO

(A Belén.)

Tranquilícese, por Dios,

que lo que voy a decir

merece calma, por cierto,

y yo en usted la quisiera

porque serena me oyera

sin respirar.

DON LIBORIO

¡Como un muerto!

BELÉN

¡Hable usted!

NARCISO

Y por lo mismo

a pesar de sus traiciones

no le haré reconvenciones

que estremezcan al abismo.

Espera usté, en su locura

que, perdiendo la razón,

le dé tan dura lección

que ya peque por lo dura;

que, sin usar de misterios

y echando por el atajo

hoy le diga escarabajo

y otros dos mil improperios;

que me ponga a desbarrar,

deplorando los engaños

de quien en tan verdes años

se decide a coburgar...

Pero no seré tan necio;

tranquilízate, querida,

que yo no insulto, en mi vida,

a la mujer que desprecio.

En mi más cruel arrebato

si desprecio al que me vende

no imagino que me ofende.

BELÉN

(Con sarcasmo.)

¿Y si lo aprecias?

NARCISO

(Con resolución)

¡Lo mato!

BELÉN

(Con flema.)

Nada conmueven mi pecho

esos insultos feroces,

que bien pintan esas voces

la fuerza de tu despecho.

Esas frases son mi arrullo,

y les doy muy alto precio

por mirar que ese desprecio

es el disfraz de tu orgullo.

Y que sientes, es notorio

que, en amante compromiso

yo te abandone, Narciso,

por el digno don Liborio.

Nadie atacará mi fama

por este cambio, a mi ver,

porque el galán ha de ser

como le guste a la dama.

Don Liborio saluda cómicamente y se señala a sí mismo.

NARCISO

(Animándose.)

Desde Cuba hasta Galicia

sabrán, al ver tal pareja,

que cuando tu amor me deja

se ha vendido a la avaricia.

Pero, ¡por vida. de Caco!, (72)

sabrás en tus altiveces,

Belencita, que a las veces

la avaricia rompe el saco.

BELÉN

(Fríamente).

En fin, a mi desposorio

te convido desde hoy;

que calabazas te doy

y me caso con Liborio.

NARCISO

¿Con él? ¡Qué necia esperanza!

Y permitirlo debiera

porque entonces, sí que fuera

más cumplida mi venganza.

Mas no quiero se desangre

tu corazón...

BELÉN

(Con desprecio.).

Un pulgar...

NARCISO

Vas, Belén, a derramar...

BELÉN

¿Qué? ¡Di!

NARCISO

¡Lágrimas de sangre!

BELÉN

(Con atrevimiento.)

¡Buena soy yo!

NARCISO

¡Qué espantoso

chasco tendrás que sufrir

cuando te quiera decir

lo que vale..

(con ironía señalando a Don Liborio)

ese coloso!

BELÉN

(A Don Liborio.)

¿Y usted sufre acá, callado

que delante de su novia la insulten?

DON LIBORIO

Pues si me agobia

un lance tan... ¡tan pesado!

Y, entre parientes, princesa,

no me dejó usted no tal,

que habrá, por medio, un rival

que mi pasión contrapesa.

(A Narciso.)

Y puesto que ya es preciso

que se deshaga el enredo;

dígame usted, y sin miedo,

¡si lo hice bien, don Narciso!

BELÉN

(Sorprendida.)

¿Qué es eso?

NARCISO

(A Don Liborio..)

¡Perfectamente!

DON LIBORIO

Pues me alegro, por San Vito,

porque entonces, señorito,

he ganado el contingente.

(Haciendo señal de recibir dinero.)

BELÉN

¿Qué son esas jerigonzas?

NARCISO

Lo sabrás: calma tu afán.

(A Don Liborio.)

El trato es trato; aquí están

bien contadas, treinta onzas.

(Le da una bolsa.)

BELÉN

(Yo estoy soñando.)

DON LIBORIO

(Sonando el dinero.)

¡Matraca

que suene mejor!.

NARCISO

(Extendiendo la mano.)

Y lego,

o dicho mejor, entrego

reloj, sombrero y casaca.

DON LIBORIO

¡Muchas gracias!.

(Saca el reloj, mira la hora, se lo pone al oído y da señales cómicas

de satisfacción: por último lo guarda después de haberlo besado.)

BELÉN

Mas, ¿qué es esto?

(A Narciso.)

¡Usted me insulta!

(Gritando.)

¡Mamá!

NARCISO

Yo...

DON LIBORIO

(A Narciso.)

¿Qué hago?

BELÉN

(Gritando como antes.)

¡Venga acá!

NARCISO

¡Oiga usted!

BELÉN

¡Hombre funesto!

NARCISO

(Con amarga ironía.)

¡Se arruinó Don Juan Tenorio!

¡Corónelo usted... de sándalo!

BELÉN

¡Aquí va a haber un escándalo!

NARCISO

¡Retírese usted, Liborio!

Vase Don Liborio.

ESCENA VIII

Dichos y Doña Luciana

BELÉN

(Fuera de sí.)

¡Darme tan vil cencerrada!

¡Tiene usted alma de gato!

¡He de buscar un mulato

que le dé una puñalada!

DOÑA LUCIANA

(Entrando despavorida.)

¿Qué es esto? ¿Qué gritería

hay aquí? ¡Qué ha sucedido!

BELÉN

¡Mamá, todo se ha perdido!

DOÑA LUCIANA

Don Liborio...

BELÉN

Es una harpía.

DOÑA LUCIANA

(Asustada.)

¡Qué! ¿Retracta su promesa?

BELÉN

¡Su promesa!

(Ríe irónicamente.)

Se ha marchado.

DOÑA LUCIANA

¡Explícate!

BELÉN

Le han pagado...

No sé más...

DOÑA LUCIANA

¡Santa Teresa!

BELÉN

¡Me va a matar el rubor!

DOÑA LUCIANA

¡Qué rubor, ni morrocollo!

(A Narciso.)

¡O usted descubre el embrollo

o doy parte al celador!

NARCISO

Pues lo quieren, hablaré

mas conmigo no se ensañen

y por Cristo, no me arañen,

ni Belencita ni usté.

DOÑA LUCIANA

(Impaciente.)

¡Hable usted, cangrejo moro!

NARCISO

(A Belén.)

Soy mágico, señorita;

al golpe de mi varita

quedó el “becerro” sin oro!

BELÉN

¡En ira el pecho se abrasa!

DOÑA LUCIANA

(Amenazando.)

Pero hable usted o...

NARCISO

¡Muy bien!

Es el novio de Belén...

(Mucha atención en las damas.)

¡El portero de mi casa!

Estupor.

DOÑA LUCIANA

¡Jesucristo!

BELÉN

¡Santo Dios!

NARCISO

(A Belén.)

Temiendo que el interés

te cegase, un entremés

representamos los dos..

DOÑA LUCIANA

Insultar a una mujer...

BELÉN

Toda mi sangre se irrita...

NARCISO

(A Doña Luciana.)

¡El alma de Belencita

así pude conocer!

DOÑA LUCIANA

Este lance extraordinario...

NARCISO

Tal vez no olviden jamás

cuando sepan...

DOÑA LUCIANA

¡¿Aún hay más?!

NARCISO

Que yo soy el millonario.

Mas siempre he querido yo

que me amen por mis acciones

y nunca por los doblones

que mi padre me legó.

BELÉN

(¡Qué vergüenza!)

DOÑA LUCIANA

(Aparte a Belén.)

(¡Y que te quedes

sin tan hermoso marido!)

NARCISO

(Que lo ha oído.)

¡Lo tiene... re... merecido!

¡Yo acabé! ¡A los pies de ustedes!

(Saluda y vase.)

ESCENA IX

Doña Luciana y Belén

BELÉN

(Colérica.)

¡Usted la culpa ha tenido

de que reciba esta afrenta!

DOÑA LUCIANA

¡Era, Belén, por mi cuenta

tan malo para marido!

Y mira, reconvenciones

también mereces, Belén,

que te inclinabas, y bien,

al viejo de los millones.

Si fueras tú más tratable,

más sumisa .y obediente;

de la derrota presente

fuera yo la responsable.

Mas, hija, puesto que nada

haces, como no te cuadre...

BELÉN

¿Y no responde la madre

de la hija mal criada?

DOÑA LUCIANA

(Cambiando de tono como para consolarla.)

Borrarán tu mal humor

las escenas de esta noche:

Ya pronto llegará el coche.

¡Recupera tu valor!

BELÉN

Iré; pero la función

escucharé con mesura,

aunque acusen tal cordura

mis amigas, de traición.

(Con dolor y poniéndose el pañuelo en los ojos.)

Narciso...

DOÑA LUCIANA

(Con desabrimiento.)

Si nada esperas

de él, no juzgo preciso...

BELÉN

(Separando el pañuelo del rostro para que se vea que ha llorado en efecto, y con

profunda convicción.)

¡Quiero que sepa Narciso

que me corrijo de veras!

¡Maldiga el Celeste Coro

la joven que, estando en flor,

rinde cultos, sin rubor,

como .yo al “becerro de oro”!

Dura ha sido la lección,

pero gracias a ese hombre

no volveré, por mi nombre,

a vender ml corazón.

¡Porque al través del dinero

que el novio pueda tener,

me parece que he de ver

la chaqueta de un portero!

DOÑA LUCIANA

(Cruzando los brazos.)

¡Lindas quedamos las dos!

BELÉN

¡Me doy por muy bien servida!

DOÑA LUCIANA

Pero esto ha sido, querida...

BELÉN

(Con solemnidad.)

¡Una advertencia de Dios!

Belén levanta las manos al cielo; Doña Luciana baja la cabeza. Cae rápidamente el

telón.

NOTAS

* Todas las notas a pie de página numeradas corresponden a la edición que, del teatro de

Joaquín Lorenzo Luaces, realizara en 1964 la Editora del Consejo Nacional de Cultura

en su Biblioteca Básica de Autores Cubanos, y de la cual sólo hemos tomado las que

consideramos imprescindibles. Las notas correspondientes a la presente edición se

identifican por medio de asteriscos. (Nota de la Edición de Letras Cubanas de 1985)

** Parece faltar el primer verso de la cuarteta. (N. del E.)

*** Parece faltar parte del segundo verso de la cuarteta. (N. del E.)

**** Parecen faltar los dos versos finales de la cuarteta. (N. del E.)

***** Parece faltar el tercer verso de la cuarteta. (N. del E.)

****** Aquí se rompe la rima consonante (ades). (N. del E.)

******* Parece faltar el primer verso de la cuarteta. (N. del E.)

******** Parecen faltar palabras en este verso. (N. del E.)

(1) Gazzaniguismo: el autor alude al entusiasmo desmedido por la cantante operática

Marietta Gazzaniga, que visitó Cuba en varias ocasiones a mediados del siglo XIX.

(2) Tertulia: piso alto en los teatros de España y América que era ocupado por mujeres

desde el siglo XVII al siglo XIX.

(3) Gran Teatro: referencia al teatro Tacón de La Habana. Se levantaba en los terrenos

que actualmente ocupa el edificio del teatro García Lorca (Paseo de Martí, y calles de

San Rafael, San José y Consulado). Se inauguró en 1838 y estaba considerado uno de

los primeros teatros de las Américas.

(4) La señora Gazzaniga: Marietta Gazzaniga Malaspina (1820 - 1884). Célebre

cantante italiana. Una de las intérpretes más admirables de las óperas de Bellini,

Donizetti y Verdi. Visitó varias veces la isla de Cuba.

(5) El periódico teatral El Entreacto: con El Regañón y El Crepúsculo, las publicaciones

más difundidas de la época sobre asuntos. teatrales. Se vendía a las puertas de los

teatros en las noches de representaciones.

(6) Gazzaniguista: entusiasta de la cantante Gazzaniga.

(7) La reina Beltraneja: Juana, llamada la Beltraneja (1462 - 1530). Princesa castellana,

sobrina de Isabel la Católica.

(8) Almete: pieza de la armadura antigua que cubría la cabeza.

(9) Orán: ciudad al norte del continente africano, próxima a España, que la arrebató a

los moros en 1509.

(10) Baeza: ciudad de Andalucía.

(11) Mudarra: personaje de la leyenda española de “Los siete infantes de Lara”, hijo de

un cristiano y una mora.

(12) Refalgar: combinación muy venenosa de arsénico y azufre.

(13) Frezzolina: admiradora de la cantante operática Erminia Frezzolini, contemporánea

de la Gazzaniga.

(14) Gassierista: admiradora de la cantante Josefina Cruz de Gassier, que vino a Cuba

con la compañía de óperas de Max Maretzek, en 1858.

(15) Chico: moneda de poco valor.

(16) Doblón: moneda antigua de oro.

(17) El paja-larga: persona alta y delgada.

(18) Gachona: que tiene gracia y agrado.

(19) Villanueva: teatro habanero de la época, que se levantaba en los terrenos que

actualmente ocupa el edificio La Tabacalera. Se inauguró, con el nombre de Circo

Habanero, en 1846.

(20) Aponte: José Antonio de Aponte, negro libre habanero que en 1812 organizó una

conspiración para libertar a los negros de Cuba. Después de su ejecución por el

gobierno español, su nombre pasó a ser sinónimo de maldad y ferocidad entre la

población blanca de la Isla.

(21) Extramuros: se llamaba así a la parte de la ciudad de La Habana que se extendía

fuera de los límites de la muralla..Ésta se levantaba a lo largo de la actual calle de

Monserrate hasta el mar.

(22) A roso y velloso: sin excepción alguna.

(23) Censo: hipoteca.

(24) Aldama: familia habanera poseedora de grandes riquezas.

(25) Nequaquara: expresión cubana basada en la .expresión latina: nequaquam (de

ningún modo).

(26) Coburgar: casarse por interés o por dinero.

(27) Patarata: cosa ridícula y despreciable.

(28) En aquella época los norteamericanos luchaban fieramente contra los indios de esta

región para incorporarla a los Estados Unidos.

(29) Champinonco: nombre popular del vino champaña.

(30) Borgoña: vino procedente de la comarca francesa del mismo nombre.

(31) Pluto: dios de las riquezas en la mitología griega.

(32) Quevedos: lentes de forma circular con armadura a propósito para que se sujete en

la nariz.

(33) Encocorar: molestar.

(34) Aquí se hace referencia a la posible falta de dinero del novio de Belén, Narciso.

(35) El becerro de oro: ídolo fabricado por los hebreos durante la ausencia de Moisés en

el desierto. (Biblia. Libro segundo. “Éxodo”, cap. 32.)

(36) Langaruto: demasiado largo respecto de su ancho o de su grueso.

(37) Petar: agradar, complacer.

(38) Hotentote: miembro de la tribu que habita al sur del África, cerca del Cabo de

Buena Esperanza.

(39) Comme il faut: (francés): como debe ser.

(40) Calabazal o Calabazar: pueblo de la provincia de La Habana. Aquí se alude a la

expresión “dar calabazas”, no corresponder a las pretensiones amorosas,

(41)Fierabrás: gigante mahometano de extraordinaria fuerza de quien hablan los libros

de caballería.

(42) Foro: fondo del escenario.

(43) Escabel: tarima pequeña para que descansen los pies del que se sienta.

(44) Moiré: tela que hace aguas.

(45) Coburgo: persona que se casa por interés.

(46) Violeta: Violeta VaIéry, protagonista de La Traviata, una de las creaciones de la

cantante Gazzaniga.

(47) Marieta: Marietta Gazzaniga...

(48) Terno: juego de joyas compuesto de aretes, collar y alfiler

(49) Candados: aretes, pendientes.

(50) Gemelos: anteojos.

(51) Ahogador: collar. que antiguamente usaban las mujeres.

(52) Foso: espacio del teatro, frente al escenario, donde toca la orquesta.

(53) Cazuela: piso alto de los teatros de la época.

(54) Cencerrada: ruido. que hacen varias personas con cencerros en son de burla en la

noche de boda de viudos o gente; de mucha edad.

(55) Mis tablitas: ver la nota de Luaces en la p. 6.

(56) Soi-disant: (francés): los que se dicen.

(57) “Safos” y “Traviatas”: Safo y La Traviata, eran dos creaciones de la Gazzaniga.

(58) Romper la pajita: separarse.

(59) Amortazarse: incomodarse, molestarse, enfadarse.

(60) Malakof: miriñaque: armazón con varillaje de acero de la cintura a los pies que

usaban las mujeres de la época.

(61) Tète-a-tète: (francés): encuentro.

(62) Vestiglo: monstruo fantástico, horrible.

(63) Monis: (inglés españolizado): dinero, monedas.

(64) Fuina: mujer de mal genio.

(65) Descomponer el cotarro: provocar una pendencia.

(66) Palmeta: instrumento usado por los maestros de escuela para castigar a los

muchachos.

(67) Legrange y Binas: dos famosas cantantes de ópera de la época.

(68) Qui tollis: (expresión latina): que quitas.

(69) Domino vobisco, ecum espíritu tuo: (frase latina en pronunciación española:

Dominus Vobiscum et cum spiritu tuo): El Señor sea con vosotros y con tu espíritu.

(70) Léucades: isla griega en el Mar Jonio.

(71) Faón: joven barquero de Mitilene dotado de una belleza prodigiosa, de quien se

enamoró, según una leyenda, la poetisa Safo. Ésta, no habiendo podido vencer el

corazón indiferente del joven, se arrojó desesperada desde el promontorio de la isla de

Léucades en el Mar Jonio.

(72) Caco: gigante de la mitología célebre por sus robos.