joan ramon laporte

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A LA VANGUARDIA 60 H abla claro y con contunden- cia. Y sin miedo. Laporte se ha atrevido a desafiar a la indus- tria farmacéutica y la acusa de anteponer el derecho al lucro a los derechos humanos. Para ganar más dinero, según este catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, no dudan en inventarse nuevas enfermedades y crear nuevos fár- macos que son menos eficaces, más caros y mucho más peligro- sos, con el beneplácito de los las autoridades sanitarias y políticas. Por JOSE VÁZQUEZ J oan Ramón Laporte es jefe de Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Vall d'Hebron y catedrático de Farmacología Clínica y Terapéutica de la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde su posición, car- ga contra el gasto farmacéutico y defiende un uso eficaz y eficiente de los medicamentos. Él ha demos- trado que es posible en su hospital, donde utilizan fundamentalmente 400 medicamentos esenciales, a pesar de que el año pasado salieron al mercado cerca de 700 nuevos fármacos. Esta oferta también es cuestionada por Laporte, que no duda en enfrentarse a la 'poderosa' industria farmacéutica, el sector comercial con más beneficios eco- nómicos, por delante incluso de la banca privada, según datos de la ONU. En el año 2001, publicó un artículo en el que acusaba de "frau- de científico" la comercialización por parte de los laboratorios Merck de un nuevo analgésico, el Vioxx, aprobado en un tiempo récord por las autoridades sanitarias. La com- pañía se querelló contra Laporte, pero el juez falló a favor del catalán y en la actualidad, el medicamento ha sido retirado y se estima que puede ser responsable de casi 100 mil muertes en todo el mundo. En el último año, varios libros y una película, El jardinero fiel, han denunciado los auténticos intereses de las grandes corpo- raciones farmacéuticas: obtener los máximos beneficios sin importar la vida de las personas. Si; como cuenta Jean Ziegler en su magnífico libro Los nuevos amos del mundo, raramente las compañías multinacionales rinden cuentas de manera verdaderamente transpa- rente. Los dirigentes de estas compañías le rinden cuentas a la asamblea anual de accionistas, no a las autoridades sanitarias, los sis- temas de salud o los ciudadanos. Se trata de compañías con ánimo de lucro. Y precisamente esto ha determinado ciertas actitudes, que han sido calificadas de prepoten- tes, incluso de genocidas. Lo que son capaces de llegar a hacer lo hemos visto diariamente en la Joan Ramón Laporte: “La industria farmacéutica se inventa enfermedades” FOTO: MARIETA

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Juan Ramon Laporte. “La industria farmacéuticase inventa enfermedades”

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Page 1: Joan Ramon Laporte

A LA VANGUARDIA

60

H abla claro y con contunden-

cia. Y sin miedo. Laporte se

ha atrevido a desafiar a la indus-

tria farmacéutica y la acusa de

anteponer el derecho al lucro a

los derechos humanos. Para

ganar más dinero, según este

catedrático de la Universidad

Autónoma de Barcelona, no

dudan en inventarse nuevas

enfermedades y crear nuevos fár-

macos que son menos eficaces,

más caros y mucho más peligro-

sos, con el beneplácito de los las

autoridades sanitarias y políticas.

Por JOSE VÁZQUEZ

J oan Ramón Laporte es jefe deServicio de Farmacología

Clínica del Hospital Vall d'Hebron ycatedrático de FarmacologíaClínica y Terapéutica de laUniversidad Autónoma deBarcelona. Desde su posición, car-ga contra el gasto farmacéutico ydefiende un uso eficaz y eficientede los medicamentos. Él ha demos-trado que es posible en su hospital,donde utilizan fundamentalmente400 medicamentos esenciales, apesar de que el año pasado salieronal mercado cerca de 700 nuevosfármacos. Esta oferta también escuestionada por Laporte, que noduda en enfrentarse a la 'poderosa'industria farmacéutica, el sectorcomercial con más beneficios eco-nómicos, por delante incluso de labanca privada, según datos de laONU. En el año 2001, publicó unartículo en el que acusaba de "frau-de científico" la comercializaciónpor parte de los laboratorios Merck

de un nuevo analgésico, el Vioxx,aprobado en un tiempo récord porlas autoridades sanitarias. La com-pañía se querelló contra Laporte,

pero el juez falló a favor del catalány en la actualidad, el medicamentoha sido retirado y se estima quepuede ser responsable de casi 100mil muertes en todo el mundo.

En el último año, varios libros yuna película, El jardinero fiel,han denunciado los auténticosintereses de las grandes corpo-raciones farmacéuticas: obtenerlos máximos beneficios sinimportar la vida de las personas.Si; como cuenta Jean Ziegler en su

magnífico libro Los nuevos amos del

mundo, raramente las compañíasmultinacionales rinden cuentas demanera verdaderamente transpa-rente. Los dirigentes de estascompañías le rinden cuentas a laasamblea anual de accionistas, noa las autoridades sanitarias, los sis-temas de salud o los ciudadanos.Se trata de compañías con ánimode lucro. Y precisamente esto hadeterminado ciertas actitudes, quehan sido calificadas de prepoten-tes, incluso de genocidas. Lo queson capaces de llegar a hacer lohemos visto diariamente en la

Joan Ramón Laporte:“La industria farmacéuticase inventa enfermedades”

FOTO: MARIETA

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61prensa en los últimos años: negar losantirretrovirales a quienes sufren elSIDA, presionar a países en desarrollocon tratados comerciales más duros, etc.

Hay muchas acusaciones contra laindustria, por ejemplo, que se inventaenfermedades para medicar a la gen-te y así vender productos que estaspersonas realmente no necesitan.

Sí, se juega básicamente una dobleestrategia: ampliar al máximo el merca-do y mantenerlo bien ampliado. Paraampliar el mercado, se inventan enfer-medades, se convierten problemas enenfermedades y se exageran enfermeda-des. Un ejemplo de invención es presen-tar la calvicie como enfermedad. Unejemplo de convertir problemas enenfermedades es diagnosticar a losniños movidos o traviesos como niñoscon déficit de atención e hiperactividad.Un ejemplo de la exageración de enfer-medades son las campañas de opinióngeneral para concienciar a la poblaciónsobre el colesterol. Estas campañas noconciencian, sino que más bien alienan yengañan. Otra manera de ampliar elmercado de las enfermedades consisteen modificar sus definiciones: en los últi-mos años la cifra de presión arterial con-siderada patológica ha ido bajando, aligual que la cifra de colesterol.

Esto supone que una persona con unadeterminada cifra de tensión arterialo de colesterol que antes era normal,ahora puede necesitar medicación…¿Cómo es esto posible? Por la manipulación de los resultados de

la investigación, la influencia indebidasobre sociedades mal llamadas científi-cas y la compra directa de la concienciade los llamados "expertos", generalmen-te médicos del sector público o de la uni-

versidad, o de ambos, bien pagados porla industria farmacéutica para difundirsus mensajes. Son gente que no tieneningún problema en decir una cosa undía y la contraria al día siguiente. Su con-ciencia parece movida desde su bolsillo.

Otro tema en cuestión: los nuevos fár-macos. ¿Son mejores que los que yaexisten?Las compañías farmacéuticas suelen

lanzar sus nuevos productos con el men-saje, más o menos explícito, de que sonsuperiores a los ya existentes. En el argotconvencional de la farmacología y laregulación de medicamentos, decimosque un tratamiento es eficaz cuando essuperior a placebo (es decir, a nada ocasi nada). La legislación europea (nitampoco la norteamericana, ni la de

EL JARDINERO FIEL. Una película,basada en el libro del mismo título de LeCarré, denuncia los engaños y la manipu-lación de la industria farmacéutica. / UIP

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Sobre la gripe aviar: "Hay mucha exageración. Mueren cada minuto 50 niños de hambre, pero la propia OMS proclama quela prioridad es la gripe aviar, cuando no se puede hablar de pandemia, pues no afecta a todos los países de manera gene-ralizada, tampoco se puede hablar de epidemia, pues no hay un número significativo de personas afectadas. Sólo hay unaserie de apenas dos centenares de casos en todo el mundo y durante tres años, una cifra ridícula. Además, todos los casoshan ocurrido en personas que conviven con aves domésticas. Más aún: no ha habido casos de contagio de ser humano aser humano, es decir que el virus aviar sólo pasa al ser humano si se insiste en que pase. Por otra parte, sustancialmenteno se sabe si el famoso antivírico, el oseltamivir (nombre genérico de Tamiflu) es efectivo. Lo que sí se sabe ya es que elvirus, en su forma actual, desarrolla rápidamente resistencia al oseltamivir, de modo que podría no servir para nada. Es ridí-cula la carrera de los políticos por decir que tienen más antivíricos que el vecino. Las declaraciones del comisario europeode salud, de la ministra española y de la consejera catalana, en plan a ver quien tiene más Tamiflu, me parecen de una fri-volidad extraordinaria. Ningún político -y lo que es peor, tampoco la OMS- ha dicho que si se diera una epidemia lo prime-ro que habría que hacer son ensayos clínicos para saber si el oseltamivir u otros antivíricos son eficaces en el tratamiento dela enfermedad. Total, reina el caos neoliberal, que no tiene nada de liberal: la primera reacción de Bush cuando oyó hablarde la gripe aviar fue anunciar que el ejército será el encargado de la lucha contra la gripe aviar en Estados Unidos (claro,como no tienen sistema de salud, y además el ejército lo hizo tan bien en Nueva Orleans, parece lógico, tratándose de Bush);a continuación le pidió al Congreso una ampliación del presupuesto en 1.000 millones de dólares para la lucha contra la epi-demia, que destinó al ejército, no a sanidad. Que Dios o quien sea nos coja confesados".

Las adminis-traciones públicasestán preocupadasen sacar tajada delos fondos de laindustria farma-céutica”

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ningún país) no obliga a comparar elnuevo fármaco con los anteriormen-te existentes, con el objeto de sabersi aporta alguna ventaja en eficacia,seguridad, conveniencia o coste. No,sólo obliga a la comparación conplacebo. De modo que lalegislación está escritacomo si viviéramos en unvacío terapéutico, como siahora mismo no tuviéra-mos ningún fármaco. Elresultado es que cuandosale un nuevo fármaco, nosabemos si es mejor o peorque los anteriormente dis-ponibles. Lo único quesabemos es que es máscaro. Y también sabemosque, por poco conocido, genera másincertidumbre sobre su eficacia, suseguridad y en general su empleo.

El caso del tratamiento para lamenopausia también es significati-vo. Durante años, y todavía hoy endía, se receta a las mujeres por tenermuchos beneficios. Ahora, sinembargo, se ha demostrado que losefectos son otros.El tratamiento hormonal sustitutivo

para las mujeres menopáusicas, pro-movido frenéticamente durante losaños noventa, ha sido uno de los peo-res fiascos de la terapéutica moder-na. Sólo con pruebas de unefecto modesto de protec-ción frente a fracturas óse-as, fueron promovidospara la prevención de laenfermedad cardiovascu-lar, el Alzheimer, etc. Peroya desde los años setentase sabía que los estrógenosincrementan el riesgo decáncer de endometrio y elriesgo de cáncer de mama,y que empeoran el pronós-tico después de un infarto de miocar-dio. Pero el negocio es el negocio, yla memoria es débil, sobre todo cuan-do se oye el tintineo del dinero. Y asífue que, ante la complacencia de lasautoridades de salud, fueron promo-

vidos para uso masivo, no sólo porlas compañías farmacéuticas, sinotambién por mal llamadas asociacio-nes científicas, como la AsociaciónEspañola para el Estudio de laMenopausia, financiadas a su vez por

las compañías fabricantes. Ahora seha demostrado que realmente estospreparados incrementan el riesgo decáncer de endometrio, cáncer demama, infarto de miocardio, pérdidade función cognitiva y demencia, eincremento del riesgo de tromboem-bolismo pulmonar y enfermedadtromboembólica.

Más acusaciones contra la indus-tria: las farmacéuticas financian el75% de la FDA y el 80% de laAgencia Europea delMedicamentos, organismos públi-cos que supuestamente controlan

la aprobación de nuevos produc-tos en Estados Unidos y Europa,respectivamente.El presupuesto de las agencias regula-

doras es cubierto en estas proporcio-nes por fondos procedentes de la

industria farmacéutica. Dado que laindustria paga por la revisión de lostrabajos que presenta para sustentar elregistro de medicamentos, las agen-cias compiten por trabajar para laindustria. Han olvidado que fueron

creadas y deben trabajarpara los ciudadanos, paradefender la salud de los ciu-dadanos ante las deforma-ciones diseminadas por laindustria.

Las consecuencias de lasacciones de industriason muy graves y sehabla de miles de muer-tos por efectos adversosde medicamentos. ¿Se

pueden cuantificar las muertesprovocadas por la falta de éticade las compañías? Las muertes provocadas por falta

de ética serían difíciles de contar.Las provocadas por medicamentosson en teoría contabilizables. Y tam-bién podrían serlo las producidaspor medicamentos inneccesarios.No hay estudios formales sobre estacuestión, pero hay muchos datosque indican que el problema es decuantía. Por ejemplo, calculo que eltratamiento hormonal sustitutivohabrá causado en España unos 15mil casos adicionales de cáncer de

mama en un período de 10a 12 años (en los añosnoventa), y unos miles decasos de cáncer de endo-metrio, más centenares decasos de enfermedadtromboembólica, posible-mente miles de infartos,etc. El Vioxx puede haberproducido entre 500 y1.000 muertes en nuestropaís. Lo grave de estosasuntos es que estos medi-

camentos no los necesitaba nadie ocasi nadie, y fueron promovidos demanera salvaje, sin que se prestarala más mínima atención a la reduc-ción de riesgos. En el caso del Vioxx

la compañía fue más lejos, y me

El tratamiento hormonalsustitutivo para las mujeresmenopáusicas ha sido unode los peores fiascos de laterapéutica moderna”

Las muertes provoca-das por medicamentos sonen teoría contabilizables...Hay muchos datos queindican que el problema esla cuantía”

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demandó a mi y al Instituto que dirijopor haber dicho en el 2001, tres añosantes de su retirada, que incrementa-ba el riesgo de infarto de miocardio, yque sospechábamos que la compañíalo estaba escondiendo..., como ha sidodemostrado con su retirada, a causade un incremento del riesgo de infar-to. ¿Cómo es posible que las autorida-des sanitarias no hayan sancionado ala compañía? ¿Cómo es posible queuna compañía con este comporta-miento siga operando en nuestro paíssin que las autoridades le digan nada?

Pues ésa es la pregunta: ¿cómo esposible?Caben muchas hipótesis. Quizá una

mayor transparencia en la informa-ción sobre financiación de partidospolíticos (y quizá también de otras ins-tituciones del Estado) ayudaría aexplicar esta situación. Las adminis-traciones públicas están más preocu-padas en sacar tajada de los fondosaportados por la industria farmacéuti-ca en investigación clínica, que en losproblemas de salud de la ciudadaníaque no son investigados porque laindustria no tiene interés primario enellos. La industria no es una ovejita,pero no es la responsable única del

caos reinante. Y además, nuestro sis-tema de salud no verifica lo que hace,y esto es grave, muy grave.

Un grupo francés demandó a laindustria por genocidio. ¿Es exage-rado?No sé qué decirte. Cuando se anteponen

los intereses comerciales a los interesesde salud y muere gente a consecuenciade ello, no es un genocidio deseado yprogramado. Pero lo cierto es que lasactitudes y prácticas ultracapitalistas encuestiones relacionadas con la saludcausan muertes, dejan millones deniños huérfanos y desestructurantodavía más la sociedad.

Ante esta situación, ¿qué debe hacercualquier persona que va al médico yle recetan un medicamento? Pues lo primero, esperar que le cuente

qué cree que tiene. Lo segundo, si leprescribe algún medicamento, pregun-tar para qué es. Incluso me atrevería adecir que no estaría de más decirle almédico que lo hemos ido a visitar por-que tenemos un problema, no porquequeremos que nos den un medicamen-to. Una visita al médico podría terminarsin que éste prescriba un medicamento.Lo tercero, si el medicamento que pres-

cribe el médico no es un genérico, pre-guntar por qué motivo no da un gené-rico, que debería ser considerado deprimera elección, y se ve obligado arecetar uno de marca. ¿Es que algo vamal con mi enfermedad doctor, paraque me dé este medicamento nuevo?¿Es que tengo alguna característicaespecial que no permite que me receteel medicamento con mayor experien-cia de uso? Por último, y esto ya encuanto a los políticos, creo que deberí-an prestar más atención a la salud delos ciudadanos que a la salud de laindustria farmacéutica.

MEDICINAS Y SALUD. Una combinación que no siempre funciona, ya que hay fármacos que no sólo no curan, si no que pueden matar. î

MÁS INFORMACIÓN

· El jardinero fiel, de John Le Carré.Editorial Plaza&Janés, 2001.· Los nuevos amos del mundo, deJean Ziegler. Editorial Destino, 2002.· La verdad acerca de las compañías

farmacéuticas: cómo nos engañan y

qué podemos hacer, de MarciaAngell. Random House, 2004. · Los inventores de enfermedades, deJörg Blech. Editorial Destino, 2005.

· El jardinero fiel, de FernandoMeiralles. United InternacionalPictures, 2005 (película).