jesus de nazaret ii

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J E S S D E NAZA R E T(2)

JO S E P R ATZING E R H (Adaptacin informtica DR A K E ) Ttulo original Jesusvon Nazareth Vom Einzug in Jerusalem bis zur Auferstehung

2011

PR LO G O P uedo pr sentar finalmente al pblico la segu da parte de mi e n libro sobre Jess e N az ret. D adas las nume sa s reacciones a d a ro la primera parte, que cie rtamente e ran de esperar, me ha animado mucho el que gran es mae d stros de laexge como sis, Martin Heng la menta blemente fallecido entretanto, a s como el, Peter Stuhlmacher y F ranz Muner, me hayan confirmado explcitamente en el proy ecto de continuar este traba y lleva a jo r trmino la obra iniciada. Aunq no se identfican contodos los ue i

detalles de mi libro, lo han consid erado, tanto desdeel punto de vista del mtodo como del conteni do, una cont ribucin importante que d ebera sercompletada. T ambin hasido para m unmotivo de al gra que el ibro haya e l ganado en este empo, por decirlo as , un her ano ecumnic o ti m en la volumi osa o Jesus 2008), del telogo prote n bra ( stante Joachi R ing m leben. Quien lea os doslibros nota por un la do, l r, la gran diferencia en el modo de pensar y en los planeamientos t teolgic os determinantes, en los qu se manifiesta e concretamente la distinta procedencia conf siona de los dos e l autore s. P ero, al mismo ti mpo, se obser a la profunda unidad e v en la comprensin esencial de la persona d Je s sy de su e mensaje. S i b con enfoque dis pares, es la misma e la que ien s f acta, produciendo un en cuentro con el mismo S e Jess. or Espero que a mbos libros, en s div ersid ad y en su esencial u sintona, sean untestimonio ec umnico que, a u modo, pueda s servir en est tiempo a la misi fundament l comn de los e n a cristianos. He podi comprobar tambin c gratitud que la discusin do on sobre el m todo y la hermenutica d la exgesi y sobre la e s, exgesi co s mo disciplina histrica y teolg a a vez, e est ica l s haciendo msviva no obsta te ciertas r sistencias h cia los z, n e a nuevos pas Me parece de pa os. rticular inters el libro de Mariu s Reiser, Bibel kritik und Ausl egung der Heiligen Schrif publicado t, en 2007, en el quese recoge unonjunto de ensayos publicados c precedentemente, dotndoles de una u nidad interna y ofreciendo indicaciones relevantes p ara a s n l uevas a s de la v exgesi sin b andonar la importancia que si s, a empre tiene el mtodo his trico-crtico.

U na cosa me parece obvia en d e ntos a : osci os d trabajo e exegtco la interpretacin hist rico-crtica ha dado ya o que i l tena que da de esencial S i a ex r . l gesi b lica cientfica no s b quiere seguir agotndose en ormular siemp hiptesis distintas, f re hacindose teolgi camente insignificante, ha de dar un paso metodolgicamente nuevo olviendo a econocerse como v r disciplina teolgica, sin renunciar a s carcte histrico. Debe u r aprender que a hermenutic a posi l tivista, de laque tom a su punto de parti a, no es expresin d la nic a ra zn vlda, que se d e i ha enc ontrado definitivam ente a s misma, sino ue constituye q una determinada espe cie de racionabilidad histricamente condic ionada, capa z de correcciones e integraciones y necesitada , de ella s. Dicha exg h de reconocer que una hermenuti a de esis a c la fe, desarollada de manera correcta, es conforme al texto y r puede unirse con una hermen utica hi trica cons s ciente de sus propios lmites par formar una totalidad metodolgic a. a Naturalmente, est a a rticulacin ent e dos gn r eros de hermenuti a mu diferentes entre s es una area qu ha de c y t e realizarse siempre de nuev Pero dicha articulacin esposible, y o. por medio de ella la s g randes in tuiciones de la exge pa sis trstica podrn v olver a da fruto en un c r ontexto nuevo como demuest a , r precisamente el libro de Reiser. No pretendo afirmar que en mi libro est ya totalmente ac abada est integracin delas d a os hermen uticas. Per esper haber dado un buen paso en dicha o o direccin. E n el f ndo, s trata de retomar finalmente lo s o e principios metodolgicos para la ex gesi formulados p el s or Concil Vaticano I (cf. D ei V ebum 12), una tarea en la que, io r desgracia amente, poco o nad se ha hecho hasta ahora. d a

L le gados a est punto, quizs sea til poner de relieve una vez e m s laintencin q gu mi ibro. ue a l No creo qu sea necesario decir expresam e ente que no he querido escribir una Vidade Jess Por lo quea esto e refiere, hay ya . s obras e xc lentes sob las cu e re estiones c ronolgic as y topogrfcas; m eremito en pa i rticular a Jo a him Gni Jesus von c lka, N az areth. Botscha und G es hichte, y a la obra fu ft c ndamental de John P Meier, A Marginal Jew (3 vo . lmenes,N ueva Y rk 1991, o 1994, 2001). Un telogo catlico ha calificado mi ibro, junto a a obra maest l l ra de Ro ano Guadini, E l Seor como cristologa desdearriba, m r , poniendo en guardia sobre los eligros que ello comporta. E n p realidad, no he int entado esc ribir una cristologa. E n el mbito de lengua alemana tenemos un g rupo importante de cristologas, desde la de Wolfhart P a s nnenberg y Walter K asp r hasta la d e e Christ ph Sch nborn, a a s q ahor debe aa o l ue a dirse la gran obra de Ka rl-Heinz Menke, Jesus ist Gott der Sohn (2008). Mi intencin se ve s claamente si se compara con el tratado m r teolgic o sobre los misterios de la vida de Jess, alque Tom s de Aquin o ha dado una forma clsica en su S um a T c a (S . eolgi Theol., III, qq. 27-59). S i bien mi libro tiene muchos pun tos de conve rgenci con este gne de tratado, se c a ro oloca si embargo n en un c ntexto histrico-espiritual diferente, y por e s tiene o o tambi n una orientaci n intrnseca di stinta, que condiciona de manera esencial la estructuradel texto. E n el P rlogo a a primera parte de esta obra deca que m i dese l o era presentar la figura y el m ensaje d e Jess. T al vez hubiera sido ace rtado poner esta dos pal s abra s figura y mensaje como su bttulo al libro con el fin de a clarar su in tencin de

fondo. Podradeci se, exagerando un poco, que era encontrar r qu al Jess e al, slo a partir del cua e s posible alg o as como una r l cristologa desdeabajo. El Jess histrico, como a parece en la corriente princip al de la exgesi crtica, basaa en su s s d presupuestos hemenuticos, es demasiad insignificante en su r o contenid o como para ejer er una gran efic acia histrica; est c excesivam ente am bientado en el pa sado para da buena s r posibilidades de una relacin pe rsonal con .l Conju gando la s d os hermenuti as de las q c ue he hab lado antes, he trat do de a desarr llar una mirada al Jess d los E va nglios, un escucharle a o e e l que pud iera convertirse en un encuentro; pero tambin, en la escucha en c omunin con los di los de Jess de tod los scpu os tiempos, ll gar a a ce e l rteza de la figura realmente hist rica de Jess. E ste cometido era an ms di en esta segu parte del ilbro, fcil nda porque es aqu donde se encue ntran las pa labras y los acontecimientos d ecisivos de la vi de Jess. He trat do de da a mantenerme almargen de o sibles controversia s s p obre muchos elementos particulares y reflexio nar nicamente s obre la s palabras y la acci s ones e sencial deJess. Y esto g es uiado por la hermenuti a de a fe, pero tenie ndo en cuenta al mismo ti mpo c l e con responsa bilidad la raz hist rica, nece n sariamente incluid a en esta mi sma fe. Aunque siem quedarn naturalmente det lles quediscutir, pre a espero si embarg que haya odido acercar a la figura de n o p me Nuest o Seo de una mane que pueda ser a todos los r r ra til lectores que de sean encont arse c Jessy creerle. r on Al presentar a s el obj etivo de fond del libro, es d cir, o e comprender la figura de Jess su ob y su pa , ra labra, es obvio q ue

los relatos de la infancia no pod es an tar comprendidos directamente en la intencin esenial de esta obra. No obsta nte, c deseo intentar ser fiel a mi prom esa ( f. primera parte, p. 20) y c presentar tambin un pequeo fa c sob dicho a sc ulo re rgumento, si se me conceden las fu erzas n ecesarias p ell . ara o Roma, en la fiesta de San M arcos, 2 de abrilde 2010 5 Joseph Rat inger Benedicto XVI z

1. E N T R A D E N J RUS AL N Y UR IFC A C N D E L M O A E P I I TE PL 1. E N T R A D E N J RUS A L N A E E l E vang lio de Juan refiere qu Jess celebr tres fiestas de e e P ascua duante el tiempo de su vida pblica: u primera en r na relacin c n la purificacin deltemplo (2,13-2 otra con ocasin o 5); de la multiplicacin de os panes 6,4); y, finalmente, la P ascua de l ( la mue y resurreccin ( . ej. 12,1; 13,1), que se ha convetido rte p r en su gran P scua en la cua se fun la fiesta cristiana, la a , l da P ascua de os cistianos. L s Sinp l r o ticos han transmitido informaci n sola mente de una P a scua: la de la cruz y la resurreccin; para Lucas,el camino deJess se de b e casi scri como un n su ico bir en pe regrina cin desde G al ilea ha sta Jerusal n. E s a ne todo un subid a en s ntido geogrf t a e ico: el M de ar G allea est apoximadamente a 200 metros bajo el ni el del mar, i r v mientras q la al ue tura media de Jerusal n es de 760 metros sobre el ni del m ar. Co peldaos deesta subi a, cada uno vel mo d de los S i npticos nos ha ransmitido tres p t rofeca de J e s ss sobe r su P a in, al diendo c ello tambi a la subi a interior, que se s u on n d va desar rollando a lo lago del camin exterior: el ir caminando r o

hacia el templo como el lu gar dond Dios qui o establecer su e s nombre, com o sedescribe en el L ibro del Deut eronomio (12, 1; 1 14,23). L a ltima meta de esta subida de Jes s esla entrega de s mismo en la cuz, una entrega ue reemplaza lo s sacificios r q r antiguos; es lasubi a que a C a a los Hebeos cali ica como un d l rta r f ascende, no ya a una tienda hechapor mano dehombre, sino al r cielo mism es decir, a la presenciade Di s ( ,24). E st ascensin o, o 9 a hasta la p resencia de Di pasa p la cruz, e la subi a ha el os or s d cia amor hasta el extremo (cf.Jn 13,1), que es el verdadero monte de Di s. o Naturalmente, la meta in media de la peregrinacin de Jes s es ta Jerusal n, la C i udad S ana con su te t mplo y la P ascuade los judos, como la llam a Juan(2,13). J ess sehaba puesto en camino unto con lo s Doc , pero poco a poc se fue unie ndo a j e o ellos un gupo creciente de peregrinos; Mateo y Marcos nos r dicen que, ya a salr de Jeric hab una gran muched l i , a umbre que segu a Jess (Mt 20,29; cf.Mc 10,46). a En est ltimo tramo del recorrido hay un epi o que aumenta e sodi la ex pectacin por lo que est a punto de o currir, y que pone a Jess d un modo nuevo e el c e n entro de atencin e quienes lo d acompaa . Un mendig o cieg llamado Bartimeo, est sentad n o, o junto al camino.Se entera de que entre los pe regrinos est Jess y entonce s se pone a grit sin cesar: Hio de Da id, Jess, ten ar j v compasin de m (Mc10, 7). E n vao tratan de tranq 4 n uilizarlo y, al final, Jess le nvita a que se ace i rque. A su spl Rabbu ica n, que pue ver!, Jess lecontesta: Anda tu fe te ha da , curado.

Bartimeo recobr la vis ta y le segu por el camin (Mc10,48a o 52). Una vez que yaoda ver, se uni a a peregrinacin ha p l cia Jerusal n. De e pente, el tema D a id, con su ntrnseca r v i esperanza mesinica, s apoder de la muchedu e mbre: este Jess con el que iban de cam ino o s n er acaso vedaderamente el r nuevo Davi C on su ent ada en a Cudad S a na, no h br d? r l i t a llegado la hora en que lrestablezca el reino de D avid? Los pr eparativos q e Jess di u spone con sus di scpu los hacen crecer esta expetativa. Jess ll al Monte de los Olivos desd c ega e Betfag y Betania, por donde se esp eraba la entrada del Mes s. a Manda por delante a dos scpu di los, dicindol s que e encontraran un b orrico atado, un pollino, que nad hab ie a montado. T e nen que desat i arlo y llevrselo; si aguien les l pregunta el porqu, han de responder: E lS e lo necesita or (Mc 11,3; Lc 19,31). Los di cpu en s los cuentran elborrico, se les pregunta como estaba previsto por el derecho qu tienen e para l evrselo, responden c omo se les hab orde a nado y cumplen con el encargo ecibido. A s Jess entra en la ciudad r , montado en un borrico prestado, que inmedia tamente despus devolve a su du r eo. Todo estopuede parecer ms bi irrelevant para el ector de en e l hoy, pero para lo s judos contemporneos deJess estcargado de referencias m is teriosas. E n cada uno de los etalles est d presente el tema de la reale za y su spromesas.Jess reivindica el derecho d rey a r quis ar m el e edios de transporte, un d erecho conocido en toda la antigedad (cf. P esch,Markusevan ium, II, gel p. 180). E l hecho de que s trate de un animal sobre el que nadi e e ha montado todava remite tambin a un derecho real. Y, sobr e todo, s hace alu sin a ci e ertas p alabras d Antiguo T esamento el t que da a todo el epis odio un sent ms p n ido rofundo.

En prime lugar, las pa r labras de G nesis 4 9,10s,la be dicin de n Jacob, en la que se asi s gna a Jud el cetro, el ba stn de mando, que no e ser quitado de susrodillas ha que lle gue aquel a l sta quien le pe rtenece y a qui los pu blos debenobedie ncia . S c en e dice de l u e ata su borriquillo a a vid (49,11).Por tanto, el q l borrico atado hacereferencia a que tiene que e nir, al c los l v ual pueblo s deb obedienci en a. Ms importa an es Zaaras 9 el texto que Ma y Juan nte c ,9, teo citan expl citamente para haer comprender el D c omingo de R am os : Decida la hija de Sin:mira a tu ey, que vie e a t r n i humilde, montado en un asn, en un pollino, hijo de ac mila o (Mt 21,5;cf. Z a 9,9; Jn 1 2,15).Ya hemos reflexio nado ampliamente sobre el sentido deestas p alabras d profeta para comprender la el figura de Jess alcomentar la bienave nturanz de los humil a des, de los man (cf. primera parte, pp. 108-112). l sos es un ey que rompe los acos de guerra, un rey de la paz y un r r rey de la sencil un rey d los p lez, e obre s . Yhemos vist , en fin , o que g obierna un reino qu se extiende de e mar a mar y abarca toda la tierra (cf. ibd., p. 109); esto nos ha recordado el nuevo reino un iversal de Jess qu , en las comunid ades d la fraccin e e del pan, es decir, en la comunincon Jesucristo, se extiende de mar a mar como reino de su pa (cf. ibd., p. 1 z 12). Todo esto no poda verse entonces, pero lo que, oculto en la visi n proftica, haba si o apenas vi d slumbrado d esde lejos,resulta evi ente en d retrospectiv a. Por aho retenga ra mos esto: J ess r ivindica, de heho, un e c derecho regio . Qui re que se entienda su caminoy su a e ctuacin sobre la ba de las promesas d An se el tiguo Testa mento, que se hacen realidad en l E l Antiguo Tes . tamento hab de y la l, viceve l acta y vive de la P alabra de Dios, nosegn sus rsa:

propios p rogram as y d eseos. S u exig enci se fu da en la a n obedie ncia a los mandatos del Pa re. S u s ps os son un camina d a r por la senda ed la P a labra de Dios.Al mi smo tiempo, la referencia a Z acaas 9, excluye unainterpretaci n zelo te de r 9 la realeza: Je s s o se apoya en laviolencia , no e n mprende un a insurreccin militar contra R o ma. S u poder es de carcter diferente: reside en la pobreza de Di en la paz de Di que l os, os, consid el nico poder salv ador. era Volvamos al desarollo de la narracin. C ua r ndo se ll el borrico eva a J ess, ocurre alg o in espe rado: los discpu e los chan sus mant s o encima delborrico; mientras M ateo (2 1,7) y Mar os (11,7) dicen c simplemente que Jess s e mont, L uca s es cribe: Y el ayuda ron a montar (19,35). st es la ex a presin usa en el da Primer L ib ro de los Reyes cuando narra el a cc eso d Salom n al e trono de D avid, su padre. All se le que el rey Davi ordena a e d l sace rdote Zado, al profeta Nat n y a Benaa s: To c mad con vosotros los e teranos de vu stro seor, montad a mi hijo v e S a omn sobre mi propia mula y baja a G ui l dle jn. E l sace rdote Zadocy el profeta N a lo ungirn all como rey de Israel... tn (1,33s). T ambin el echa los mantos tie ne su senti o en la reale za de r d Israel (cf. 2 R 913). Lo que haen los discpu es un ge de , c los sto entronizaci n en a tradicin de a realeza davdica y a s tambi n l l , , en la esperanza m esi ica que se ha e sar ollado a partir de ella. n d r L o s peregrinos que ha venid con J n o ess a Jerusal n se dejan contagiar por el entusia smo de los di scpulos; ahora alfombran con susmantos el c min o por donde pasa. Cortan ram as de los a rbolesy gritan palabras del Sal 118, palabras d oracin de a mo e l liturgia de los pe regrinos d Is e rael que en sus abios se l convierten en una proclamaci mesinica: n

Hosan bendi o el que vien en el nombre del Se or! na, t e Bendito el Reino que l ega, el de nu estro pad Davi Hosan re d! na en las al uras! (Mc 11, s; cf. S a l118,25s). t 9 E sta a clamacin a han transmitdo lo s cuatro evang l i elistas, aunque con sus vaiantes especficas. E st s d r a iferencias no son irrelevant s pa la h e ra istoria de la transm isi n y la visin teolgic a de cada n o de los evangelistas, pe no es ncesario q nos u ro e ue ocupe mos aqu de ella s. Trata m os so lamente de comprender las lneas es enciales d fondo, teniendo en cu e enta, ad ems, que la liturgia cristiana ha acogid o este sal udo, in terpretndolo a la luz de la fe pa cualde la Iglesia. s Ante todo, apaece la excla r macin: Hosan na!. Originalmente, sta era una expresin de spl como: ydan ica, A os!. En el sptim o da de la fiesta de la Tendas, los sac s i erdotes, dando siete vuelt s en orno al altar del ncienso, la repetan a t i montona mente para mplorar la luvia. Pero, a s como la fiesta i l de las T e ndas se ransform de fiesta de sp en un fiesta de i t lica a alegra, la s plica seconvirti cada ve m s en una z excla macin de jbilo (cf. Lohse ThW NT, p. 6 2). , IX, 8 L a palabra haba probablemente asu ido tambi n un s ntido m e mesinico ya en los ti empos d Je s.sAs, podem reconoce en e os r la ex lamacin H c osann a! una expresin de mltiples sentim ientos, tanto de los p regrinos que ve an con Jess c mo e n o de sus di scpu una ala banza jubilosa a Dio s en el momento de los: aquella entrada; la espe ranza de que hubiera llegado la hora del Mesa s, y almismo tiempo la peticin de que uera in staurado de f nuevo el reino de D avid y, con ello , el reinado de Di sobre os Israel.

L a palabra si uiente del S al 118, bendito el que vie e en el g mo n nombre del S eor, perteneci en un prime tiempo, como se ha r dicho, a la liturgia de Israelpara los p eregrinos y con ella se los salu daba a a entrada de la ciudad o del templo. L demuestra l o tambi n la segun parte del ve culo: Os bende da rs cimos desde la casa d l Se . E una bendicin q e los saerdotes dirigan y e or ra u c casi impona n sobr los peegrinos a su legada. Pero con el e r tiempo la ex presin que vien en el nombr del S e e eor hab a adquirido un sent me ido sinico. M a se haba convertido s n, incluso en ladenominacin de Aqu l que hab si o prometido e a d por Dios.D e este modo, de una b ndicin pa los peegrinos a e ra r l expresin e trans s form en unaala banza a Jess, al ue se q salu da como al que viene en nombre de Di como elEsperado os, y el Anunciado por todas las romesa s . p L a referencia espcficamente dav e dica, que e encuent a s r solamente en el texto de Marco , no presenta tal vez en su s s modo m s o riginario la expecta de os pe tiva l regrinos en aquellos momento s. L ucas,que escibe pa lo s cristianos procedentes del r ra paganismo, ha omitido com pletamente el Hosan a y la n referencia a D a vid, reemplazndola con una excla macin qu e alude a a N a l vidad: P azen el cielo y gloria en a s a l lturas! (19,38; cf. 2,14). De los re s E vang lios sin t e pticos, pero tambin d e Juan, se d educe claramente qu la esc na del hom e e enaje mesinico a Jess tuvo lugar al entrar en la ciu dad, y que sus protagonistas n fueron lo s habitantes de Jerusaln, si o lo s que o n acompaaba a Jess ent n rando con l en la C u dad S an i ta. Mateo lo da aentender de la mane m s exp ra lcita, a adiendo despus de la narraci n del Hosann dirigido a J ss, hi de a e jo D avid, el comentario: Al entrar en Jerusaln, toda la ci dad u preguntaba alborotada: "Quin esste?". L gente qu vena a e

con l deca: "E s e ss, el pr J ofeta de N az aret de Gal ilea" (21,10s). E l paralelismo con el elato de los Ma os de Oriente es r g evidente . T ampoco entonc se sab nada en la ciu es a dad de Jerusal n sob el rey de los jud que acaba de na re os ba cer; esta noticia ha dejado a Jeusaln trastornada (Mt 2,3). Aho se ba r ra alborota: Mateo usa la pa labra ese sthe (se) que expresa el , estremecimiento causado por un terremoto. Algo se hab o o hablar del profet que venade Naz ret, pero a d a a no pa reca tener ni guna relevanci para Jeusaln, n era n a r o conocido. L a multitud que hom enajeaba a Jess en la p eriferia de la ciu dad no es lamisma qu pedira despussu c e rucifixin. E n esta doble notic ia sobre el no reconocimiento de Jess una actitud de ind iferencia y de inuietud a la v z, hay ya n a q e u cierta alusi n a a tragedia de la ciudad, que Jess haba l anuncia do repetidamente, y de modo m s ex lcito en su p discurso e scatolgico. Pero en Ma teo ha tambin ot o texto importan y r te, exclusivamente suo, sobre la acogi d e Jess en al Cudad y da i S a n D espus de purificacin deltemplo , algunos ni os ta. la repiten en el templo las pa labras d homenajea J e s: el s Hosan na al hijo de Davi d! (21,15). Jess d fiende la e acla macin de losnios an los su os s acerdotes y los te m escribas haciendo referencia al S amo 8,3: De la boca de los l nios y de los que an maman a s sa ado un alabanza. h c a Volveremos de nuev sobre esta escena en la eflexi n sobr la o r e purificacin deltemplo . Tratemos aq de comprender lo que u Jess haquerido decir con la referencia al S amo 8, una alu si n l con la cual ha ab ierto una vast perspectiva hi trico-salvfica. a s

Lo que qu ra decir resulta m uy claro si recordamos episodio e el sobre los ni os p resentados a Jess para qu los toca e ra, descrito por todos los e vangelista s si npticos. Cont a ra l resist ncia d los discpu que qu e e los, ieren defende frente a esta rlo intromisi n, Jesslam a a los nios, les imp la m anosy los l one s bendi e. Y e xpica luego este gestdiciendo:Dejadque o s nios c l o l se ac erquen a m: no se lo impi dis; de los que so como ellos es n el R eino de Dios. O s asegu que el qu no ace el Reino de ro e pte Dios co un nio, n entrar en l(Mc10,13-1 Losnios son mo o 5). para Jess el eje plo po excelenciade ese ser pequeo ane m r t Dio s que esncesario para poder pasar por el ojo e de una aguja, a lo que ha referencia el relato del jovenrico en ce el pa saje que sig e inmedia u tamente despus(Mc 10,17-27). Poco ant hab ocurrido el episodi en el que Jess e accion a es a o r la discusin sobr quin era el m s mportante entre lo s e i discpu poni los endo en medio a un nio, y abra zndole dijo: E l que acoge a nio como ste en mi nomb me acoge a m un re, (Mc 9,33-37). Jess se ident ifica con el ni o, l m ism se ha o hecho p eque . C o omo Hijo, no ha nada por s m ismo, sino qu ce e acta totalmente a pa del P rtir adre y de cara a . l S i se iene en cuenta est , se entiende tambi n la percopa t o siguiente, en lacual ya no se habl de nios, sino de lo a s peque os; y laexpresin los p equeos e convierte incluso s en la denominaci de o s c n l reyentes, de la comunid ad de o s l discpu de Je s(cf. Mc 9,42). H an encontrado este a los s utntico ser pequeo en la fe, que reconduce al hombre a su vedad. r Volvemos con esto al Hosanna de l ni os. A la luz del S amo os l 8, la a labanza de los ni os ap arece como una anticipacin de la

alabanza que sus pequeosentona en suhonor mucho rn m s al de esta hora. l En est se e ntido, con buenas raz nes, la Iglesia naciente pudo ver o en di ha esena la representaci n an c c ticipada de lo qu ella e misma ha e en la liturgia. Y a en el texto litrgico post-pascual c m s an tiguo que c onoce mos en laDid ach, en torno al ao 100, antes d la distribuci n de lossa grados don s ap e e arece el Hosan na junto con el Ma ranatha: Venga la gracia pase y este mund Hos o! anna al D io s de Davi S i a d! lguno es santo, venga el que no lo es,se c !; onvierta. Marana tha! Amn (10,6). T ambin el B enedictusf e incluido muy pr u onto en la liturgia: para la Ig lesia naciente el Do ingo de R am m os n era una cos a del o pa sado. A s co o entonces e l S e entr en la C u dad S ana a m or i t lomos del a no, a s tambin a Ig lesia lo vea l egar siempre s l nuevament bajo la humilde apa e riencia del pan y el vino. L a Iglesia sal da al Seo en la S a gada Eucarist com el qu u r r a o e ahora vie ne, el que ha hech su entrada en ell Y o sal o a. l uda al mismo ti mpo como Aquel que sig siendoel que ha de venir y e ue nos prepara pa su venid Com o peregrinos, vamos haci ;l ra a. a como p eregrino, l sal a nuest encuentro y nos inorpora a su e ro c subi a haci la c y la res rreccin, haci la Jerusal n d a ruz u a definitiva qu en la comuni n con su C ue e, rpo, ya s est e desarrol lando en medio de este mundo.

2. L A P U IFC A C N D E L M L O R I I TE P Marcos nos di e que Jess, d c espusde este recibimiento, fue al templo, lo estuv observand todo y, siendo ya arde, s fue a o o t e Betania, dond se alojaba aquella sem anaAl da si uiente volvi e . g

al templo y empez a e char fuera a los que e nda n y v compraban, volc las mesas d los cambist s y losp estos de e a u los que v ndan palom as 11,15). e ( Justifica su modo obrar con una palabra del profeta Is a s, que de a l integra c otra de Jerema Mi casa se ama casa d on s: ll e oraci n pa todos los pueblos. ra Vosotros, en ca mbio, la habis conve rtido en cueva de ba ndidos (Mc 11,17; cf. Is 56,7; Jr 7,11). Qu es lo qu hiz Jess? Q quiso dar a ent e o u ender con ello ? E n a literatura exegt se puedenreconocer tres grandes l ica lneas de nterpretaci n que he os de consid erar brevemente. i m En prime lugar, la tesis segnla cual la purificacin deltemplo r no si nificaba un ataque c g ontra el templo co tal, sino que se mo refera sl a o s a o l busos. C ertamente, los m i ercaderes tenan permiso de la autoridad juda, que sa caba de eso pin ges benefic ios. En estesenti o, la actividad de los ca bistas y de los d m comer iantes de g nado era le gtim a segnlas nor as vigentes; c a m tambi n es comprensib que estuviera previsto el ca le mbio de a s l monedas romanas en uso or la moneda del templo , p precisamente en el patio de los gent dado que las prime s iles, ra deba n consid erarse idol tricas por llevar la imag en del emperador; y tambin que al se vendieran los a l nimale s para el sacrifcio. Pe esta m ezcla entre te i ro mplo y n egocios o se n corresponda con el pla nteamient arqui ectnico del templo, o t con el destino propio del pa de los gent tio iles. C on su ntervencin J i ess atacaba la ormativa en vigor n dispuest por la aristocracia d templo, pero no violaba la Ley y a el los Pr fetas; al revs: contra un praxis profund o a amente corrupta que se hab convertido en a derecho, reivindicaba el de recho esencial y verdadero, el derecho divino de Isra l. S lo as e se

explica por qu no intervino la polica del templo ni la cohorte romana qu haba enal fortaleza Antonia. L a s utoridades del e a templo se limitaron a preguntar a Je ss qu autorizacin tena para hacer lo que hizo. En est se e ntido, es justa la tesis, argumentada minuciosamente sobre todo por Vittorio M ess ri, segn la cual Jess ctu o a conforme a a le y en la purificacin deltemplo , impidiendo un l abuso resp cto al templo . P e ero, si de eso se quis iera sa la car conclusi n de que Jess aparece como un si ple reformador m que defende los preceptos u dos d san i j e tidad (as Edua rd Schw eizer; cit. segnP esch,Markusevang elium, II, p. 2 00), no se valorara bien el v rdadero s e entido del a contecimient . L s o a palabras d Je s sdemuest an que s reivindicacin bam s a e r u i l fondo, pr cisamente porque con su a tuacin preten e c da dar cumplim iento a a Ley y los Profeta . l s L le gamos a s a un segun a expl a d icacin, quecontrast con la a primera: la interpretacin pol tico-revolucionaria del acontecimiento . Y en a Ilustraci n se hab producido ntentos a l an i de interpretar a J ss co un revolucio nario pol e mo tico. Per slo o la obra de Rbert E s ler, lesousBasil us ou B asileusas, o i e publicada en dos o lmene s (Heidelb 1929-1930), trat de de v erg mostrar coherentemente, basndose en el c njunto de los da o tos neotestament arios, que Jess ha bra sido un re volucionario poltico de ca rcter apocal tico: ha p bra sid arrest do y o a ejecutado por los romanos p haber provocado una or insurreccin enJerusaln (Heng War JesusRevolutionr?,p. el, 7). E l libro caus una enorme ensaci pe dada la situacin s n, ro, particular de los os treinta no obtuvo en aqu l tiempo un a e efecto du radero.

Slo en os a se l os senta se for el clim a espirit al y pol ico en m u t el que una vi sin c omo sta pudo d esarrollar una fuerza explo siva Ent nces fue Sam u l Geo F . o e rge rederick Brandon, en su obra Jesus and Zealots (Nu the eva Yok 1967), quien di a a r o l interpretaci n de e ss omo revolucionario pol J c tico una aparente leg itimacin cient fica. C on eso, Jess fue colocad en o la lnea del movimiento de los z lotes, que v su u ndament e ea f o bblico en el sace rdote P in js, un ni de Aar n: P in js trasp eto as con la lanza a un jud que se habauntado con una mujer o j idlatra. E n a quel momento fue cons iderado como modelo de los celantes d la Ley,del cul o ofrecido nic amente a Dios (cf. e t Nm 25). E l movimiento z elote reconoca su oigen conreto en a r c l iniciativa del padre de los h rmanos macabeo , Mat tas, que, e s a frente al in tento de uni ormar a srael totalmente segn el f I modelo de la cultura uni aria helen tica, p t s rivndolo c n eso o tambi n de su d entidad religiosa, hab a i a firmado: No obede ceremos la rdenes del rey, d s esvin donos de nustra e religin a d erecha ni a izquierda (1 M 2,22). E st palabra inici a la in surreccin con trala dictadura hel nstica. Matatas llev a la e prctic a su pa labra: mat al hombre que, sig iendo losdecret s u o de la au s toridades helen ticas, quea ofrecer pblicamente s r sacrifcios a los d i olos. Alverlo, Matatas se in ign..., corri a d degolar a aq hombre sob el ara... en su c lo por la Ley (1 l uel re e M 2, 24ss). D al en adelan la pa e l te, labra celo (zlos, en griego) fue el t rmino clave para ex presar la disponi ilidad a b comprometerse c n la fuerza en a vor de la fe de srael, a o f I defender el derecho y lalibertad de Israel mediante la viole ncia. S egnla tesis de E isler y Brand n habra que colo a Jess en o car esta lnea delzl s, de los z lotes, una tesis que en os aos o e l

sesenta su scit un ole ada de teolog p a as olticas y teolog d la as e revolucin. C omo prueba c ntral de esta teora se ad e uca entonces la purificacin del templo , que ha bra sid o evidente mente un acto de violen ia, porque sin vio lencia ni c siquiera habra podido ocur ir, aunq los evang r ue elistas h ayan tratado de oultarlo. Tambi n el sal c udo a Jess c mo hijo de o D avid y fundador del reino da vdico habra sido un a poltico, cto y la cru cifixin de J ss po los romanos ba la acusaci de e r jo n rey de los jud demo os strara plenamente que l ha a si o un b d revolucionario un zelote, y como tal habra sido ajusticiado. Con el iempo se ha calm ado a olead de las teol gas d la t l a o e revolucin que, ba sndose e un Jess interpretado como zelote, n trataron de legitimar la vio lencia com medio pa establecer un o ra mundo mejor, el R eino. Los teribles re tados de una r sul violencia m otivada religiosamente estn a a vi ta de todos l s nosotros de manera m s quesobrada mente rotunda. L a violencia no insta ura el Reino de Di s, el reino del huma o nismo. Por el contrario, es un n strumento preferido por el an i ticristo, por ms que n voque motivos religiosos e idealistas. No sirv a a i e l humanidad, sin a lainhuman o idad. Pero entonces, c l es la vedad acerca de Je s s ? F u tal vez u r e un zelote ? L apurificacin deltemplo fu e qui s el principio de z una revolucin poltica? Todala actividad y el mensaje de Jess desde las tentaciones en el desi erto, su ba utismo en el Jordn, el Ser n de la Montaa, ha la p m sta arbol del Juici final (cf. Mt a o 25) y su respuest a la conf sin de e dro se oponen a e P decidid amente a e como hemosvisto en la primera parte de llo, esta obra.

No. La nsurreccin violenta, el matar a ot en n i ros ombre de Dios no se corresponde con su modo de s S u er. celo por el Reino de Dio s fue completamente dif rente. No sa emos precisamente lo e b que se im ag inaron los per grinos cuand en la entronizaci n e o, de Jess, hab laban de Reino qu llega, el de nuestr padre el e o D avid. P ero lo qu Jess m is o pensaba y pr tenda lo ha e m e mostrado muy a a s claa s c sus estos y con la s p l r on g alabra s profticas encuyo contexto se puso l mismo. C iertamente , en los ti empos de D avid el bu rro hab si o la a d expresin d su majestad y,siguiendo la estela de esta tradicin, e Z acaras resenta al nuevo rey e la paz que caba en un p d lga borrico cuando entra en a Cudad S ana. Pero ya enlos tiempos l i t de Zacaas, y todaa m s en los ed Jess, el caba se haba r v llo conve rtido en la expresin del p oder y d los p e oderosos, mientras q el burro era el animal de los pobes y, por tanto, la ue r imagen de una majest d bien diferente. a E s verd d que Z a c a aras an a un reino de mar a mar. P unci ero precisamente c ello aba on ndona el cuadro naciona e indica una l nueva u niversa lidad, en laque el mundo encu entra la pa z de Dios y, en la ad oracin del nic o Dios, perman ece unid o por encima de todas las fronteras. E n ese reino del que habl el profeta se a rompen los ar os gu c erreros. Lo que enl es odav una visi n t a misteriosa, cu confi ya guraci n con creta no se puedepercibir con nitidez cuand se avis ta en lonta nanza su llegada, se ir o desvelando poco a poc en el obrar de Jess aunq slo podr o , ue adquirir su plena f rma d o espus de la resureccin y en la r progresi del Eva n ngelio haci lo s pag a anos. P ero tambin en el momento de la enrada de Jess en t Jerusaln, la c nexi n con la o profeca a rda, en la cualJessenmarca su ac t cin, da a su ba

gesto una orientacin en cont raste radical c la interpretacin on de los z lotes. e Jess n slo encontr en Zacarasal imagen d rey de la pa z o el que l ega sobre un borrico, sino tambin la del pastor herido que , con sumuerte, trae la sal acin y la imagen d traspa sado haci v , el a el que todos haran vuelto la mirad Otro gran puto de b a. n referencia enel cual Jess en arcaba su actua m cin e la vis in ra del si rvo de D iosque suf e y que sirviendo ofrece la vida por la e r multitud y tra e asla sal acin (cf.Is 52,13-53,12). E st profeca v a tarda es la clave d interpretacin c la que J ss abe el e on e r Antiguo Testa mento; a partir de ella , l m ism o e convierte m s s tarde, despus e la Pascua en la cla para le er de modo nuev d , ve o la Leyy los P rofetas . Venga mos aho a las pa ra labras d interpretacin co las q e n ue Jess mismo explca el g sto de la purificacin del templo. i e E scuche os ante todo a Mar con el qu coinciden Mateo y m cos, e Lucas, prscindiendo de pequea va e s riantes. Despu d la s e purificacin,Jess enseaba, nos dice Marco s . E evangelista l ve resumido o esencial de esta ens anza en as p l e l alabras d e Jess: o estq N uizs escito: mi ca se llam a casa oraci n r sa de para todos los pu eblos? V os otros, en cambio, la habis conve rtido en cueva de ba ndidos (11,17). E nesta sntesis de al doctrina de Je s sobreel templo como ya he s mos visto estn como fundid as dos pa labras p rofticas. Ante todo, la visin universalista del profeta Is a s (5 a 6,7), de un futuro en el que, en la casade Di todos los pu blos a os, e dorarn al Seorcomo nico Dio s . E la est uctura del templo, el pa de n r tio los gent iles dondese desarolla la esc na es elespacio bierto r e a que in vita a todo el mundo a ezar all al nic o Dios. L accin de r a

Jess subraya esta apertura interior de la espe ranza que estab a viva en la fe de Israel. Aunq Jess imita conscient ue l emente su intervencin a srael, est si emba movido siemp por la I n rgo re tendencia universalista de abrir a srael, de manera que todos I pueda reconocer en el Di de este pueblo al nic o Dio s comn n os a todo el mundo.A la pregunta sobr lo que Jess ha trado e realmente a loshombres, respond amos en la primera parte de esta obra qu l h trado a D a os puebl de latierra (cf. pp. e a ios l os 69-70). S egnsu p alabra, en la purificacin deltemplo se trata precisamente de esta intencin u ndament l: quitar aqu f a ello que es contrario a conocimient y a la adoraci n comn de Dios, l o despejar p r tanto el espaci para la adoracin d todos. o o e E n a mismadireccin apunta un pequeo episodi que Juan l o incluye en el Domingo deRamos. A este popsi o debem tene presente qu segn Juan, la r t os r e, purificacin deltemplo tu lugar d rante la primera P ascua de vo u Jess, al princi io de su act p ividad pblica. L os S in pticos, en cambio como ya hemo vist , slo relatan una nica Pascua s o d e Jess y as, a purificacin deltemplo se sita necesaiamente , l r en los l timos da s de toda su act ividad. Mientras qu hast hace e a algn tiempo la exgesis arta predominantemente de la tesis de p que la dataci n de san Juan teolgic a, y no exacta en el era sentido biogrf ico-cronolgico, hoy s ven cada v z m s e e claramente las ra zones que aboga por una daaci n exacta, n t tambi n desde el pu nto de vist cr nolgic o, del cuato a o r evang elistaque, no obsta nte toda la impregna cin teolgic a del contenid o, s reve tambi n aqu como en otros ca sos, e la , informado c n mucha pre n sob tiempos, lugare s y o cisi re desarrol de los hchos. P e no debemos entrar aqu en esta lo e ro discusin a fin de , cuenta se s cunda Deteng ria. monos

sencilamente a ex min ar ese pequeo episod que, para Juan l a io , no est relacionado temporalmente con la purificacin del templo, pero que acla ra ul eriormente su s ntido intrnsec t e o. E l evangelista dice que hab tambi n entre los p a eregrinos algunos griegos q hab subi o para adorar en la fiesta (Jn ue an d 12,20). E stos riegos se cercan a F g a elipe, el de Betsaid a de G allea, y le ruegan: Seo, queremos ver a Jess ( 2,21). E nel i r 1 discpu con nombre grieg procedente de la G ailea medio lo o l pagana ven obvia mente a un ntermediario que pue e facilitarles i d el acceso a J ss. e E sta palabra de losgrieg Se queremos ver a Jess os or, nos r cuerda en cierto modo la visi n que san Pblo tuvo de e a aquel Macedoni que le dijo : Ven a Macedonia y a o ydanos (Hch 16,9). E l E vang lio prosigue comentando qu Felipe hab e e l con Andrs y amb expusi os eron la peticin aJess.Como sucede a menudoen el E vangelio deJuan, Jess r sponde de una manera e misteriosa y, en aqu mome el nto, enigmtica: H allegado la hora en que sea lg orificado el Hio del hombre. E nverdad os di o qu j g e, si el grano d trigo no caeen tierra y muere, queda infecundo; e pero, si m ue da mucho ruto (12,23s). A a solicitud de un re, f l grupo de peegrinos g r riegos de obtener un encuentr , Jess o contesta con una profeca de la P a sin, en la cual interpreta su muerte inminente como g lorificaci n, una glorificacin qu se e demost ar en la gran ecundidad obtenida. r f Qu sig nifica esto? Lo que cuenta no es un en uentro inmediato y externo entre c Jess y los griegs. Hab otro encue o r ntro que ir mucho m s a l fondo. S , os griegos lo v rn: ir a ellos a ravs d la cruz. Ir l e t e como g rano de trigo mue y dar fruto para ell s . E ve rto o llos rn

su gl oria: encontrarn en elJess crucificado alverdadero Dio s que estaba buscando en sus mitos y en su losofa . L a n fi universalidad de a que hab la p l la rofeca de Isa (cf. 56,7)se as manifiesta a la luz de la cruz: a partir de la c ruz, el nico Dio s se hace reconocibl para os puebl en el Hi cono e l os; jo cern al P a dre y, de este m odo, al nic o Dios que e ha revela en la zarza s do ardiente. Pero volvamos a a purificacin deltemplo, dond la promes a l e universalista de Isa as se entrelaz tambi n c aquella otra a on palabra de Jeremas: H a is h b echo de m i casa na cueva de u bandidos cf. 7,11). En elcontexto de la expl ( icacin deldiscurso escatolg de Jess r tornaremos an brev ico e emente a lalucha del profeta J eremas a propsito y en favor del templo. Anticipamos aqu lo esen cial: Jeremas se bat apa e sionadamente por la u nidad entre culto y vida en lajusticia delante de Dios; lucha cont una ra politizaci n de la fe, s egn la cua D ios debera defender en l cualquier casosu templo para no p rder el culto. Sn embargo, un e i templo que se haconvertido en una cueva de bandidos no tiene la proteccin deDios. E n a convivenia entre culto y negoci s queJess combate, l ve l c o obviamente que se produce de nuevo la situacin de os tiempos l d e Jeremas . E n ese sentido, tanto su palabra com su gest son t o o una advertencia en la que, obre la base de Jerema se poda s s, percibir tambin a alusi n a a destruccin deeste te l l mplo. Pero, com o eremas, ta J mpoco J ess es eldestructo del te mplo: r ambos ndican c su pa in qui n y qu es lo que dest i on s ruir realmente el templo. E sta ex plicacin de al purificacin deltemplo resulta m s claa r an a laluz de unapalabra de Jess ue, en este c q ontexto, es

transmitida slo por Jun, pe que de una mane deformada a ro ra se encuentra tambin en la bios de lo falsos test s igos du rante el proceso d Je s s, e segn el relato de Mateo y Marcos. No cabe duda de que dichapalabra se remonta a Jess mismo, y es igualmente obvio que se ladebe sit en el contexto de la uar purificacin del templo . En Marcos, el falso testigo dice que J ss haba declarado: Yo e r destruir este te mplo, edificado por hombres, y en tre s da s construi otro no edificado por ho bres (14,58). C oneso el r m testigo se apr oxima muchoquiz s a la pa labra de Je ss, pe ro se equivoca en unpunto decisivo: no e s Jess qu destruye el ien templo; lo aba ndonan a la destruc cin quienes lo o nvierten en c una cueva de ladrones, como haba ocurrido en lostiempos de Jerema s. E n Ju an la ve , rdadera palabra de Jess se pesenta as : Destruid r este temploy yo en tres da lo e vantar (2,19). C on e to Jess s l s respond a la peticin de a autoridad juda de una se que e l al probara s legitimacin paa un a como la purificacin del u r cto templo. S u seal es la c ruz y la reurreccin. L a ruz y la s c resurreccin lo leg itiman co mo Aqu que esta lece el cul o el b t verdadero. Jess se justfica a ravs de su P a ste es el i t sin; signo deJons, qu l ofrece a Israel y almundo. e Pero la palabra va todav m s a fondo. C on raz n dice Juan que a l los di cpu s los slo comprendieron esa palabra en toda su profundid ad a recordarla d l espus d la resurreccin, e rememorndola a la lu z del E sp Santo como comunid ad de ritu los di cpu como Iglesia. s los, E l rechazo a Jess su crucifixin, sig , nifica al mismo ti mpo el ifn e de este te mplo. La poca el templo ha pasado. Llega un nuevo d

culto en un emplo no c t onstruido por hombres. E st templo essu e C uerpo, el Resucitado que cong a lo s puebl y los uneen rega os el sa cramento de su C u erpo y de su S angre. lmismo es el nuevo templo de la huma nidad. La cruifixin de e ss e al mismo c J s tiempo la destruccin del a ntiguo templo. C on suresurreccin comienza u modo nuevode v n enerar a Do s, no ya enun mont o i e en otro, sino en esprit y en verdad (In 4,23). u Qu hay entonces acerca el z d los de Je s s ? obre esta S pregunta Juanprecisamente en el contexto de la purificacin del templo nos ha dejado unapalabra preciosa q representa ue una respuesta precisa y profund a la cuesti n. Nos di que, con a ce ocasin de la purificacin deltemplo, los di scpu se acordaron los de lo qu est esc e rito: El celo de tu casa m e evora (2,17). Es d una palabra tomada del g ran S amo 69, aplicable a la P a l sin. A causa de su vida conforme a la P a labra de Dios,el orante es relega al ais lamiento; la pa do labra se c nvierte para l en una o fuente de sufrimiento que le causa quienes lo cir n cundan y lo odian. Diosmo, slv ame, que mellega el ag al cuello.. Por ti ua . he ag uantado afrentas.. . me devora el celo de tu emplo... t (S al69 ,2.8.10). Los discpu hanreconocido aJess al recordar al justo que los sufre: el celopor la casade Di lo leva a a Pasi n, a a cruz. os l l E ste es el vu elco f ndament l que Jess ha u a dado al tema del celo. H a transformado el celo d se e rvir a Dio s mediante la violencia en el elo de la cruz. De este o do h est blecido c m a a definitivamente el riterio para el verdadero celo, el cel del c o amor que se entrega. E l cristiano ha d orientarse po este c e r elo;

en esoreside larespuest autntica a a cuesti sobr el a l n e zel tismo de Jess. o E sta interpretacin encuenta confrmacin nu r i evamen en dos te pequeos episodi con los qu Mateo con os e cluye el relato de la purificacin del templo . En el templo se a cercaron a l ciego y tulidos, y los c s l ur (21,14). Al comercio de ani e s y al negocio on lo s di eros, mal c n Jess contrapone subon dad sa nadora. st es la verdadera a purificacin del templo . Jes no vie e co s n mo destructor; no viene c la espada del revolucionario. Viene con el don de a on l curaci n. Se dedic a quie nes s n relegados al margen de la a o propia vida y de lasociedada causa su enfermedad. Muestra de a Dios como Aqu que am a, y a su o der como la fuerza del el p amor. En otal armona c t on todo e sto, adem s, apaece el r comportamie nto de los nios, qu repiten la acla e macin del Hosan que o s adultos le ni na l egan (cf. Mt 21,15). De estos peque recibir si mpre la ala banza (cf. S a l8,3), de los que os e son capaes de ver con uncora zn puro y simple, y que estn c abiertos a su bon dad. A s en esto pequ , s eos episodios seapunta ya a nuevo templo l que l ha enido a edificar. v

2. D IS C U R O E C AT O L G I O D E S S S S C JE S a n Mateo, al final de la recriminaciones deJess alos esc s ribas y fariseos, y po tanto en el contexto de la enseanzs que r s a siguieron a suentrada e n Jeusaln, nos transmite una pa r s labra s misteriosas de Jess, queen Lucas encuentran durante su se

camino hacia la C u dad S a n Jerusal n , Jerusaln, que mata a i ta: s los profetas y lap idas a os que te on envia l s dos! C u ntas vec s e he que rido reunir a tus hios, como la gallina rene a u s politos j s l bajo las a las! Pe no ha ro bis q uerido. Pues bi vuestra cas a en, queda vaca (Mt 23,37s; cf Lc 13, r . 34s). En estasra ses se f manifiesta ante todo el a mor profundo de Jess p Jerusaln, su or lucha a pasionada para o grar el s de la Cudad S ana a l i t l mensaje que l hade transmi y co el cua se pon en la gran tir, n l e lnea de os mensa l jeros d D ios en la historia precedente de la e salv acin. L a imagen de lagallina protectora y preocupad proviene del a Antiguo Testa ento: Dios m encontr [a su pu eblo] en tierra desierta Y e envuelve, le sust ... l enta, le cui como a a nia de da l sus ojos.C o uno que velapor su nidada, revolotea sobre sus mo polluelos, asdespl iega l sus las y le oma, lo ll a t eva sobe sus r plumas (Dt32,10s). Al lado de este texto puede pon rse a e l hermosa expesin del S amo 36,8: Qu inapreciable es tu r l misericordia, oh Di Los hombre s s acogen aa l so os! e mbra de tu s alas. Jess apl aq la bonda pode ica u d rosa de Diosmismo a su propio obrar y a su ntento de at aer a a gente. No obst i r l ante, esta bondad que p roteg e a Jeusaln con las a d r las espleg adas (cf.Is 31,5) se dirig al libre alb edro de lospolluelos, y tos la e s rechazan: Pero no habis que rido (Mt 23,37). L a desdi cha qu se sig e de esto la indic a Jess d manera e u e misteriosa, p ero inequv oca, con una palabra que retorna una antigua tradicin proftica. Jeremas, ante el mal comportamiento en el templo, haba proferido un o rculo de Dios: Dej i casa, ab m andon mi heredad (12,7). P r cisamente e

lo mismo que anuncia Jess: Vuestra ca saqueda vaca (Mt r 23,38). Di s s marcha. E l templo ya no es aquelugar donde l o e l ha puest su n o ombre. Quedar va o; ahora es sola c mente vuestracasa. E sta s p alabras d Jess en e cuentran u paralelismo sorprendente n en Flavio Jo sefo, el hist rigrafo de la guerra ju da; tambin o T cito ha recog estanoticia en suobra histrica (cf. His t., ido 5,13). F lavio Jos fo ha de aconte e bla cimientos ext aos ocurridos r en los l timos aos an tes de que estallara a guerra ju da: todos l anuncia ban de modo diferente y preocupan el fin del templo . te E l historiador menciona siet de estos signos. Qui e siera citar aqu slo el q e m s seacerca a la pa u labra amenazadora de Je s s antes mencionada. E l acont cimiento tiene lugaren Pen e tecosts del o 66 despu a s de C risto: C ua do en la fiesta llamada P n entecostsllegaron lo s sace rdotes al patio interior del templo pa desempear su ra ministerio sag rado, sig uiendo la costumbre, habra notado en un n primer momento, segn dicen, un movimient y un estruendo y o , a continuacin un gritos: " amos fuera de aqu!" (De bell os V o Judaico, VI, 299s). S lo que fuere lo que ocurri en concreto, ea una cosa est cl en los l ara: timos aos antes del drama el ao d 70 ale teaba en t rno al templo una misteriosa pe o rcepcin de qu e se acercaba su in. Vuestra casaqueda va f r ca. Vamos fuera de aq u!: en la orma de la primera persona d plu ral, tpica del f el hablar bblico de Dios (cf. p. ej. G n 1, l mismo anun ia que se 26), c ir del templo , dejndolo vaco.H ab en el aire un ca a mbio de alcance univ y de ersal sentido m previsible. i

En M ateo, a a palabra de la casa vaca palabra que no l anuncia todav directamente la destruccin d templo, pero s a el ciertamente su fin intrnsec el cese de su si o, gnificado c mo o lugar de encuentro entre Dios y el hombr sigue e inmedia tamente el gran d iscurso escatolgico de Jess, con los temas cent rales d la destruc e cin de templo , de la des l truccin d e Jerusaln, de l J uicio final y del fin del mund E dis curso, o. ste transmitido por lo tres Sinpt con distntas va s icos i riantes, ha de consid erarse tal vez como el texto ms d ifcil de los Eang v elios. E l o depende,por un la do, de la complejidad del cont nido, que e en parte e refiere a a s contecimient s histricos que ya han o sucedid con el paso del itempo, pero que en gran p o arte mira tambi n haci un futuro que va m s all de las realidades a temporales y que podemos pe rcibir, y que ms bien la lleva a su s cumplim iento. S e anuncia un porv enir que supe nuestra s ra categoras y que no obsta , nte, puede representarse slo mediante modelos tomados de nuest a ex r periencia, modelos que son n ecesaria mente insuficientes frente alcontenido que seha de expresar. A s se comprende po qu Jess que habla si mpre r , e susta ncialmente en continuidad con laLey y los Profeta explica s, el conjunto con una trama de palab s de la E sc ra ritura en la cual inserta la n ovedad de su misi n, de la misi n del Hijo del hombre. A s la vi in del f turo se puede expresaren buena me , s u dida con im genes de la tradicin que qui eren llevarnos m scerca de lo indesc riptible; per a esta dificultades del co tenido se aa o s n den tambi n todos los problemas de la historia redaccional: precisamente po rque la s p alabras d Jess pr tenden en este e e caso se un d rollo en continuidad con latradicin, y no r esar descripciones del uturo, quie nes las transmitieron han podido f

elaborar ulteriormente estos e sar ollos segn las circu d r nstancias y las cap cid ades de entende de sus oyentes, teniend cuidado a r o en c onservar fielmente el cont enido esencial del a utntico mensaje de Jess. E ste libro no tie ne la pretensin de entrar en los mltiples problemas particulares de la historia de la redac cin y d la e tradicin del texo. Qui iera limitarme a desta ar tres elementos t s c del discurso escatolgico de Jess en los que e muestran con s claridad las ntenciones esencial deesta composicin i es .

1. E L F I D E LTE M L O N P Ante s de poner nuevamente nuest a atencin en as p r l alabras d e Jess, hemos de echar una mirada a los acont ecimientos histricos del ao 70. C on la expu lsin del p rocurador Gesio Floro y la defensa eficaz frente al contraataque romano, en el ao 66comenz la guerra ju da que, sin embargo,no e solamente ra una g uerra de los jud contra lo s romanos sino peridicamente os , tambi n una guerra en buena parte civil entre corrientes jud s a rivale s bajo a gua de suscabecillas. E st fue lo primero qu dio a l o e la batalla por Jerusaln tanta atrocidad. Eusebi de C ea ( ca. o esar 339) y con val racio nes dif rentes E pifanio de S ala o e mina ( 403), nos dic n que,ya an d comenzarel asedi de Jerusal n, e tes e o los cristianos sehaban refugiado en laregin al este del Jo rdn, en la ciudad de Pella. S egn Eusebi se decidieron a h o, uir despus e que le fuera impartida por revelacin a sus d s responsab les una oden pre r cisa (cf. His t. eccl., IlI, 5). E pi fanio, en cam bio, escribe: Crist les o haba dicho que abadonaran J rusaln y se trasla daran a otro n e lugar, porque la ciudad sera asedia da (Hae., 29, ). De hecho, r 8

leemos en el di scurso e o lgico de Jess un apremiante scat a invitaci n a a fuga: Cu l ando veis al abominacin de a l desola cin e rigida donde nodebe.. entonces, los que estn en . Judea, hu yan a losmontes (Mc13,14). No se pu de p e recisar en qu situ acin o vici situd lo s cristianos vieran ve rificarse este sig o de abominacin de a desolacin y n l decidieran ma rchars e . P en aquellos aos e la guerra ju da ero d hubo sufciente s acontecimient s que poda se interpretados i o n r como est sig anunciado por Jess, cuya f rmulacin ve e no o rbal est tomada del Li ro de D aniel (9,2 11,31; 1 b 7; 2,11), donde se alude a a profanacin hel l enista del templo. E sta ex presin simblica, tomadade la historia de Israel en cuanto anuncio del futuro, permita diferentes nterpretacio nes. As,el texto de i Eusebi pued res o e ultar ciertamente ra zonable en el s ntido de e que, po ejemplo, algunos miemb desta r ros cados d la e comunidad pa leocristiana r conocieran por una revelaci n en e un cierto acontecimiento el sig del que haban od hab y lo no o lar interpretaran como la orden iniciar inmediatamente la fuga. de Alexander Mittelstaedt hace notar que, en el verano del ao 66, junto a J ben G os urion, fue elegid o el exsumo sace rdote An n (Ans I) como estratega para condu la gu I cir erra: aquel Ann que el ao 62 d. C . haba decretado la condena a mue del rte hermano d S e r, Sant el o iago, cabeza de la comunidad judeocristiana (Lukas al H s toriker, p. 68). E eleccin poda s i sta ser interpretada sin duda por los judeocristianos como la sea l para la sa lida, aunq ciertamente , sta e s s lo una entre ue, muchas hi ptesis. En todo cas la fuga de los jud o, eocristianos demuest a una vez m s c n toda evidencia el no de os r o l cristianos a la nterpretacin z lote del mensaj bblico y de la i e e figura de Jess: su esperanza es de n aturaleza diferente.

Volvamos al desarollo de la guerra ju da. Vespasi r ano, que fu e encargado por Nern de la operaci n, suspendi todas las accionesmilitares cuand el ao 68, fue anun o, ciada la muerte del emperador. Despu s de un breve intermedio, el mismo Vespasi fue proclamad nuevo emperador el 1 d julio de 69. ano o e Por eso confi el encargo de c la onquista de Jerusal n a su hijo Tito. E ste, segn F la Josefo, debi de egar ante la C u dad S ana vio ll i t presumiblemente justo en el periodo de la festvidades de la s i P ascua, el 4 del mes de N is por tanto en el 40aniversario d 1 n, e la crucifixin de Jess. Miles de peregrinos afuan a J rusaln. l e Juan de Gi a , uno de los e fes de a in surreccin, en lu cha entre scal j l ellos, consig ui hacer entrar a escondidas e el templo a n combatientes ar ados, disfra zados de per grinos, queiniciaron m e all una matanza de los segui dores d su rival E e azar ben Sim n e l , contamina ndo a una vez m s el sa s ntuario con la sa ngre de inocentes (Mittelstaedt, p. 7 E 2). sto, sin embargo no era m s , que un primera demostracin de a s crueldades inimagin ables a l que se d sencade e naran despuscon creciente brutalidad, y en la que el f natismo de los un s y la furia creciente de los otros se a o a zuzaban mutuamente . No es peciso tratar aqu los detal de la conqu r les ista y a l destruc cin de a ciudad y del emplo. No obst l t ante, puede se r til citar el texto en el que Mi telstaedt resume el desarrollo t terrible del dram a: El fin del templo se desarolla en res r t etapas: en un primer momento se produce la susp ensi del n sacrifcio regula r, por lo c el san i ual tuario quedareducid o a una fortaleza; sig ue luego el ncendi , que a su vezes desarrolla en i o tres etapas... Y , en fin, se procede al desmant elamiento de la s ruinas despu de la cad a de la ciudad. L as d struccione s s e

decisi as. . se p v . roducen po el fu ego; los des antelamientos r m sucesivosfueron ya sl un c o olofn. Los que o murieron y n pudieron sobrevivi incluso ala car sta o a s epi r e l demias, e nan t ante s a perspecti a del circ , del trabajo en las mina o de la l v o s esclavitud (pp.84s). S egnF la J o , el nmero de muertos lle g a 1.100.000 (De vio osef bello Jud., VI, 420). Orosio (Hist. dv. p VII, 9, 7) y, de modo a ag., similar, T cito (Hist.,V, 13 hablan de 600.000 muertos. ) Mittelstaedt opina que esta cif a s son exa s r gerada y que siendo s, realistas se debe su ra poner un nmero aproximado d 80.00 e 0 muertos (p. 83). Quien lee po entero los nformes y toma r i conciencia de a ca l ntidad de homicid matanzas, saqeos, ios, u incendi s, hambre, ensaamiento con lo s cadveres y la o destruccin delentorno (deforestacin total en un radio de 18 kilmetros al ededor de la ciudad), puedeentender que Jess r retomand una palabra del Li ro de D aniel (12,1)- comente el o b acontecimiento diciendo: Aqu ellos d s h a abr una tribulaci n como n la hubo igual desdeel principio de la ceacin que hi o o r z Dios hasta el presente, ni la volver a haber (Mc 13,19). En D aniel, a estapalabra de amenaza sigue unapromesa: Ent nces se salva tu pueblo: todos los qu s encuentren o r e e inscritos en el libro (12,1). T a mbin en el discurso de Jess el horror no tiene la ltima pa labra: los das se abreviados y los rn elegid os sal vados. D io s deja u a medida grand supergrande n e segn nuest a im presinde lib ertad al m al y a los r malos; pero, no obst nte, la historia no se le va de las m anos. a En t do este drama, que po desg o r racia es slo un ejemplo de tantas ot as t agedias de la historia, ha un acont r r y ecimiento central para la h istoria de la sal acin, un c ontecimiento que v a

significa un cote neto de grand s c r e onsecuen ias pa toda a c ra l historia de las religiones y, en geneal, para la historia de la r humanidad: el 5 de agost del a 70, a causade la carest y la o o a falta de los elemetos ne n cesarios, se tuvo qu suspen er el e d sacrifcio coti iano enel templo (Mittelstaedt, p. 78). i d E s verd d que, despus de la dest uccin del templo por a r Nabucodon osor e 587 a.C , el fuego para el sa n . crificio qued apagado durant setenta aos aproxi e madamente, y que una segun vez, entre los a da os 1 y 164 a. C , bajo a dominacin 66 . l helenist de Antoc IV, el templo hab si o profa a o a d nado y el ministerio sac rificial al nic o Dios fue susti tuido por sacificios a r Zeus. P e en amb casos el templo resurgi y se reanud el ro os culto prescrito por la Tor. L a destruccin del ao 7 en cambio fue defi itiva: los intentos 0, , n de una reconstruccin del templo bajo los emp eradores Adrian o, durante la insurreccin de Bar-Kokeb (13 2-135 d. C ) , y Juliano . (361) fracasaon. La revuelta de Bar-Kokeb tuvo incl so como r u conse cuencia el que Adriano pohibiera al puebl judo el acc so r o e al territorio de Jerusaln y su s a lrededores. E n el lu gar de la C iu dad S ana, el emp rador constru una nu va, que despus t e y e se ll m A a elia C a pitolina, donde se celebraba el culto a Jpi ter C apitolino. Slo en el sig IV, el emperador C onst lo antino permiti a o s jud l os visi la ciudad una vez al a en la tar o conmemoraci n de la destruc cin de Jerusal n para haer luto c ante el muro del templo (Gnilka,Na zarener, p. 7 2). P ara el judasmo, el cesedel sa crificio y la destruccin del templo tuvo que er una conmocin terrible. Templo y sac s rificio estab an en el c entro de la Tor. Per ahora ya no hab ninguna expi ci n o a a en el mund nada que pu o, diera hacer de contrapeso a s u

creciente contamin acin a causadel mal. Y o dav m s: D ios, t a que hab puesto s nomb en este templo y que, por tanto, a u re habitaba en l d modo misterioso, ahora haba perdido esta su e morada s obre la tierra. D nde estaba la al ianza ? D nde la promesa? U na cosaest clara: la Biblia el Antig Test uo amento deba leerse d un modo nuevo. Eljudasmo de los sad e uceos , que estaba totalmente vincula do al templo, no ha sobrevivido a est a catstrofe, y tambin Qumrn, que en realidad se op na al o templo herodiano, pero que espe raba un templo nuevo ha , desap arecido de al historia. E xsten dos respuest s a esta i a situacin, dos man eras d leer de modo nuevo el Ant e iguo Test mento despus del a 70: la lectura a la luz de Cisto, a o r basndose enlos profetas, y la lectura rab ica. n D e la corrientes jud d tiempo de Jess sl ha sobrevivido s as el o el farise mo, que encontr una nue g en a escue rab ica s va ua l la n de Y a ne y elabor un m b odo pa rticular de leer e in terpretar en la poca ya templo el Antiguo Testa sin mento poniendo en su centro la Tor.Slo a pa de e momento hablamos de rtir ste judasmo en el s ntido propio d trmino, como modo de e el consid erar y le el canon de os e scritos b licos en cua er l b nto revelaci n de D iossin el mund concreto del culto en el templo . o E ste culto ya no existe. A este resp ecto, despu del a o 70, s tambi n la fe desrael ha asu I mido una forma nu eva. D espus e sig de contraposici reconocemos c d los n, omo tarea nuestra el esfuezo para qu estos dosmodos de la nueva r e lectura de lose scritos b licos la cristiana y lajuda entren b en di logo ent e s para c mprender rectamente la vol ntad y la r , o u P alabra de Dios.

Gregorio Nacia ceno ( ca. 390) ha ratado de establecer n t retrospectiv amente una espcie de periodos d la historia de la e e religin a p artir del fin del templo jerosolimitano. E habla de la l paciencia de Di os, que no mpone al hombre nada i incomprensib le: Di s act a como un buen p o edag ogo o un mdico. Ab roga lentamente cierta s costumbres, tolera otras y as lleva al homb re a hacer progresos. N o es fci cambia l r costumb vigentes y e neradas d sde hacemucho tiempo... res v e Qu qui ro decir? E l primer Testamento s e uprimi los d olos, pero toleraba lo s s acrificios. E l segun puso in a los s crificios, do f a pero no prohibi la cir uncis in. Una vez aceptadala ab c olicin [de dic ha costu bre, los hombres] renunci ron a o que m a l solamente estaba tolerado(cit. en Barbel, pp. 261-263). En la visi n de este Pad de la Ig lesia tambin o s sacificios, au que re l r n previstos p la Torc, apaecen como una cos a solamente or r tolerada como una etapa en el recorrido hacia un cul o m s t verdadero, como alg o provisi , que du onal rante el ca mino deba su perarse y que Crist ha su o perado. Pero ahora se plantea decidida ente la cuesti n: m Cmo ha vist Jess mismo todo esto? Y cm ha si o o do entendido lpor los c ristianos? Noes necesa exami aqu en rio nar qu medida los detalles parti ulares del di c scurso es catolgico de Jes s seremontan a su p labra personal Que l ha a anuncia do a . y el fin del templo y p recisament su fi teolgico, histricoe n salv fico est fuera de dudas . Lo c onfirman sobr todo, ade e ms del discurso escatolgico, la expresinsobre la casa q e que u dara vaca de la que hemos partido (cf. Mt 23,37s; , Lc 13, 34s), y la p alabra de los a lsos e stig os en el proce a Jes f t so s (cf. Mt 26,61; 2 7,40; Mc 14,58; 15,29; Hch 6,14), que vuelve a apare bajo la cruz como palabra de escarnio y es c cer itada por

Juan co palabra en la mo bios de Jess mismo y en su c orrecta formulacin ( f. 2,19). c Jess hab amado el templo como propiedad del P a adre (cf. L c 2,49) y s hab complacido en e sear en l. Lo ha defendido e a n ba com o casa de oracin pa todas a s naciones y rat de ra l t prepararlo para esta finalidad. Pero sab tambi n que la po a ca de este te plo est ba acaba y que llegara algo nuev que m a da o estabarelacionado con su mu erte y resurreccin. L a Iglesia naciente ten que reunir y leer juntos estos a fragmentos en gra parte misteriosos de la pa n s labras d Jess e sus a firmacionessobre el templo y, especial mente, sobre la cruz y la resureccin para reconocer al final en di hos frag entos r c m todo el conjuno de lo que Jess quis o expre t sar. Est era una o tarea na fcil, pero fue afrontada a partir de Pent da ecosts, y podemos de que, antes del in material del templo, todos los cir f elementos esenciales de la nueva s ntesis seencontraban ya en la teolog paulina. a Sobre a relaci n de la comunid ad primitiva con el emplo los l t Hechos de los Apstoles nos di que a di cen ario a cudan al templo todos u nidos, celebraba la fraccin del pa en la s ca sa n n s y coman juntos al bando a D con ale gra y d todo cora zn a ios e (2,46). S e mencionan, pues dos lu , gares de la vid a de la Iglesia naciente: pa la p ra redicaci y la ora n cin, se renen en el templo, que sigue siendo con siderado y aceptado como la ca sa de la P alabra de Dios y e la oracin; el partir el pa el nuevo d n centro cultual de la exi stencia de los ieles tiene lu sin f gar embargo en la ca s sas, co o lugares de la a sa m mblea y d la e comunin, graciasal Seorresuitado. c

Aunque nose han tomado t dav ex o a plcitamente las distancias respe de lo sa cto s crificios segn la ya se p Ley, erfila si embarg n o una distincin ese ncial. Lo que ha aquel momento haban sido sta los sacificios esreempla zado por el partir el pa P e tra s r n. ro, esta simpl expresin, s escond una referenci al legado de la e e e a ltim a C ena, a l comuni n en el C uepo del S a r eor; a su muerte y su resur reccin. E n a nueva s l ntesis e olgic a, que e el fin histrico-salv fico del t v templo como ya c umplido en lamuerte y resurreccin d e Jess, antes an e su d struccin material, destaca dos gandes d e n r nombres: E st eban y P ab lo. E ste ban pertenece al grupo de los helenist s de la comunid ad a primitiva de Jerusaln, un grupo de judeocistianos de lenga r u griega que, con su nuevo modo de interpretar la Ley, prepararon el cristianismo paulino. E l gran d iscurso con el que Este ban, segn el relato de los H e chos de losApstoles, tra de explicar su ta nueva visi de la historia de la sal acin es int n v errumpido en el punto decisivo. L a indignacin de sus adversa ha llegado ya al rios colmo y se de sahoga c la la pidacin del orador. P e el on ro verdadero punto del desacue queda expresadode manera rdo absolutamente clara en a ex c in de la acusa in q se l posi c ue presenta ante e l S anedrn: Le h emos od decir que ese Jess o de N az ret dest uir el templo y cambiar a s tradiciones que a r l recibimos de Moi s (Hch 6,14). S e trata de las pa s labras d e Jess sobre el fin del templo de pied y sobe el nuevo templo, ra r del todo di erente; palabras q evidentemente E ste ban ha f ue hecho s yas ylas ha puesto enel ce u ntro de supredicacin. Aunque no p odemos reconstruir en to dos los ormenores la p visin teolgic a de san E st ban, resulta cla el pun esencial e ro to :

se ha c aba a do la poca del templo de piedra o n su culto c sacrifcial. En efecto, Di mismo hadicho: Mi trono es el cielo, i os la tierra el estradode mis pie s . Qu templo podisconstruirme dice el Seo o qu lu gar para q des r ue cans e ? ha hecho No mi mano tod esto ? (Hc 7,49s; cf.Is 66,1s). o h E ste ban conoce la crtica de los pr ofetas a culto. P l ara con l, Jess hapasado el pe riodo del sa crificio en el emplo y, con ello, t tambi n la poa del templo mismo; las pa c labras d profeta el adquieren aho su ple na raz n. Algo nuevo ha co ra menzado, algo donde se lleva a umplimiento lo qu en realidad, era lo c e, originario. L a vida y el m ensaje de san Esteban se han q uedado en un fragmento que se nterrumpe d improviso con su la idacin, i e p pero que, al m ismo tiempo, lle va a cumplimiento su vi y su da mensaje: l, en su pasin, s ha hecho uno c C e on risto. Tanto el proceso como a muerte se as mejan a la Pasin de Jess. o l e Com hizo el Seor cru cificado, ta mbin l implora: S eor, no les tenga en cuenta este pe s cado (Hch 7,60). C or espondera a otro r completar la visi teolgic a y edificar sobre esta base la Ig lesia n de los g ntiles: a P blo, quien, cuando era llamado S a u aprob e a lo, la muerte de Esteb n (cf. H ch 8,1). a No es tar de e te libro traza las ln eas u ndament les de la ea s r f a teolog de Pab y ni siquiera tan slo de su oncepcin del a lo c culto y del templo. Aqu se trat nicamente de subray que el a ar cristianismo nacie nte, mucho anes de la destruc t cin material del templo, estaba conve ncido de qu su pap l en a historia e e l haba llegado a sufin, como Jess ha afirmado con a palabra ba l sobre la casa que queda va r ca y con el discurso sobre el nuevo te mplo.

A decir verdad, la g lucha de san ablo en la edificacin de al ran P Iglesia de los e ntiles, del ristianismo libre de la L ey, no se g c refiere al templo. E l contraste con los di tintos grupos del s judeocristianismo gira en t rno a a s costumbres de f ndo, en o l o las q se expresaba la identidad juda: la circuncis in, el sb ue ado, las p rescripcione s alimentarias y las orm as de pu n reza. Mientras que sob la cuesti n de lanecesida de estas re d costumbres para alcanz la sal ar vacin se d senca e den una lucha d ramtica tambi n entre los cristianos lucha que al final llev al arresto del Ap stol en Jerusal n, parece extrao no en contrar por ningn la do huell s de un onflicto sobre el templo y sobre la a c necesidad de s us s crificios; y esto a pesar deque, seg el a n relato de los H echos ele los Ap es, incluso muchos stol sace rdotes ac eptaban la fe (6,7). S in embargo, P abo no ha mitido es problema: p el l o te or contrario, el centro de suenseanz es el mensaj de que todos a e los sacificios se evan a cumplimiento en la cruz d e C r ll risto; en l se ha e alizado lo qu intentaban todos los sa r e crificios a expia ci n l y, a s , Jess mismo se hapuesto en lug del templo: el nuevo ar templo e .l s Baste un breve indicacin. E l texto ms mportante se a i encuentraen la C a a los Rmanos 3,23ss: Tdos p rta o o ecaron y todos est priva n dos de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por sugracia mediante la redencin deCrist , o Jess,a qu constituy sacificio de pr piciacin mediante la fe ien r o en su san gre. A s quera Dios de mostrar que no fu e injusto dejando im punes con su tol erancia los pecad s del pasado. o L a palabra traducida aqu como sac rificio de pr piciacin en o griego se dice hilastrion, kapporeten h ebreo. Asse

llamaba la cubi rta del Ar a de la Alia nza. E s el ugar sob el que e c l re apare JHW H en una nube, el lu gar de la misteriosa p ce resencia de Dio s. E el D de la E x n a piaci n Yom H akkippurim(cf. Lv 16) , este lugar sag rado es rociado con la san gre del novillo inmolado como v tima de expiaci n, c cuya vi a se ofr ce as a Dos en d e i lugar de lade los h mbres pe o cadores merecedores de la muerte (Wilckens, II 1, p. 235). La idea de ondo es q la sangre d , f ue el sacrificio, en la que han si puest s todos lo s do o pecados e los ho d mbres, es purificada altocar la divinidad misma y, a s mediante el contacto con Di tambin o s ho , os, l mbres, representados por esta san gre, vuelven a se puros: un concepto r que, en su g randeza e in suficiencia a la vez, es conmovedor; una concepcin que no pod se la ltima pa a r labra de la historia de las religiones ni la ltima pa , labra en a historia de la fe de srael. l I Si P ablo aplca la palabra hilastrion a J ss, design i e ndolo de a l misma man ra que la cubierta del Arca de laAlia nza, y po tanto e r como el lugar de a presencia del D l ios vivo, entonces to da a l teolog veter testamenta ria del cul o (y con ella las e olog s del a o t t a culto de toda la historia de las religiones queda abolida, y ) elevada al mismo itempo a una altura totalmente nueva Jess . mismo es la presencia del D vivo.E n ,l D ios yel hombre, Dios ios y el mundo, estn en contacto. E l se cumple o que el rito del n l D a de la E x piaci n queraexpresar: e la entrega de smismo en n la cruz, Jess dep osita, por decirlo as todo el pe ado d mundo , c el en el amo de Dios y en l lo limpia. Unirse a lacruz, e r , ntrar en comunin con C risto, significa entrar en el mbito de la transformacin y a ex l piaci n. Todo esto es difcil de entender hoy para nosotros; cua do n reflexio nemos sob la ltim a C ena y muerte en cruz de Jess, re la hemos de v olver con may amplitud sobr esto y esforzarnos or e

por comp renderlo con m s detalle. Aqu se ha ratado slo de t mostrar cmo P ablo ha p revisto ple namente la abolicin del templo e introducido su teolog sa a crificial en la cristologa. P ara P ablo, el templo, con su cul ha sido de to, molido en la crucifixin de Crist en su lugr est ahora el Ar a de laAlia nza o; a c viva de C risto crucificado y resucita do. S,i con Ulrich Wilckens, podemos supo que el pa aje de Romanos3,25 es un ner s a frmula de la fe de los udeocristianos (I, 3, p. 182), entonces j vemos qu ponto haba mad rado e r u sta convic in en el c cristianism o; es deir, que ste sab desde el principio que el c a Resucita do e el n s uevo te mplo, el v rdadero lugar de contacto e entre Diosy el hombre. P eso Wilckens puede deir tambi n or c con ra zn: Sim pl mente, quizs los cristianos no han e participado desde principio en el culto del templo... Por tan el to, la destruc cin del templo en el ao 70 d. C . no era un problema religioso que les af ectara (II, 1, p. 31). Pero as se pone de manifiesto cla ramente que la gran visi n teolgic a de la C ara a lo s Heb t reos se limita a desarollar en r detalle lo que,en su ncleo, est expresado ya en Palo, y que b P ablo mismo, a su vez, hab ya encntrado como contenido a o esencial en la tradicin pre s tente de la Iglesia. Ms tarde exi veremos que, a su modo, la oracin sacerdotal de Jess reinterpreta en el mismo s ntido el desarrol del g D a de la e lo ran E xpiaci n y por tanto, el centr , o de la teolo ga veterotestamentaria de la redencin consid erndola cumplida , en la c ruz.

2. E L TE M P D E O S P A G A N O I O L S

Una ectura o una escucha superficial del discurso escatolg d e l ico Jess daneces ariamente la impresin de que,desd el punto de e vista cronolgico, Jess vincul directamente el fin de Jerusal n con el fin del mundo partic ularmente cuand se lee en Mateo: , o Despus la tribulaci n de aqu de ellos d s, elsol seoscur cer... a e Ento nces ap arecer en el ciel la seal del Hi del hombre o jo (24,29s). E st concat a enacin conolgicamente directa entre el fin r de Jerusal n y el fin del m undo entero parece confirmarse m s an cua ndo, unos v culos d ers espus se encuentran estas , palabras: O s a seg que no pa uro sar esta generacin sin que todo esto su eda (24,34). c A prime vi ta, pa ra s rece que lo Lu s cas ha a atenuado sta y e relacin. E n l selee: Cern a filo de espada, los llevarn a cautivos a todasas n o nes, Jerusaln se pisoteada por los l aci r gentiles, hasta que a os gent l iles les egue su ho (21,24). ll ra Entre la destru ccin de J rusaln y el fin del mundo se ntercala e i la hora de losgen tiles. S e ha eprochado a L uca s el hab r er despla zado as el eje cronolgic o de los E va gelios y el mensaje n originario de Jessde haber transformado el in de o s tiempos , f l en el tempo intermedi , inventando as el tiempo de la Iglesia i o como n ueva a se de la historia de la sal acin. P ero, mirando c f v on atencin, se descubre que esta hora de los paanos tambi n g se anun en Ma cia teo y en Marcos con pa labras d iferentes en otros punt s de la predicacin d J e s s. o e En Mateo encontram os e stas p alabras d Seo: S proclama el r e r esta Buena Nueva del Rein en el mundo ent ro, pa dar o e ra testim onio a o das a naci t l ones. Yentonces vendr el fin (24, 4). 1 En Marcos se lee: Y es p reciso que antes [del ifn] seaproclamada la Bu ena Nueva a todas l n o nes (13,10). as aci

E sto nos de uestra ante todo qu hay que se muy cautos con el m e r entramad interno de e discur o d e Jess; el di curso ha si o ste s s do compuesto c pie zas suelt s q s hab n transmitdo, que n on a ue e a i o constituyen un desar rollo lineal, sino que se han lee como si de r estuvieran juntas. Volveremos de modo ms d tallado en elcurso e del tercer subcap ulo (Profe t ca y apocal ptica...) sobre este problema redacciona que ti l, ene gran mportancia para la i comprensin correcta del texto. Desde el pun de vista del conteni se v claramente que o s to do e l tres Sinpt saben algo de un icos tiempo de los paanos: el fin del g mundo s lo puede llegar cuand se haya levado el Eva o ngelio a todos los pueblos. l tiempo de los a ganos el tiempo de la E p Iglesia de los pu blos del mundo no es una invencin de san e Lucas; es pat rimonio comn de la tradicin de odos los t E van ios. gel Aqu enc ntramos de nuev el enla entre la tradicin de os o o ce l E van ios y los m gel otivos fun damentales de la teolog paulina. S i a Jess di en el dis curso escatolgico que prim ce ero tiene que se r anuncia do el Evan elio a las n o nes y s despu p g aci , lo s uede llegar el fin, en Pab en lo contramos una afirmacin prc ticamente idntica en la Carta o s R a l omanos: l endure E cimiento de una parte de Israel durar ha sta que entren todos los u eblo s; p entonces todo srael se sal . . (11,25s). Tod los paganos e I var. os Israel entero: aparece en esta rmula el universalismo de la f voluntad divina de sal vacin. P e en nuestro contexto, e s ro, importante que ta mbin Pab conozca el itempo de lo paga os lo s n que tiene lugar ahra, y que tiene qu cumplirse para u e el pl o e q an de Di s al ancesu propsito . o c

E l hecho de que cristianismo primitivo no pudi hacerse una el era idea c ronolgicamente ad ecuada d la duracin d estos kairo e e (tiempos) de los p aganos, supon indolos seguamente bastante r breves, e a fin de cuenta se s s cunda rio. L esencia est en la o l afirmacin u ndament l y en la indicacin de di tiempo, qu f a cho e deba ser entendido y fue entendido por los di scpu los, sin clc ulos sobe su d r uracin, ane todo como tarea: realizar ahora t lo que ha si anunciado yexigido, es decir, levar el E v ngelio a do l a todas a s g l entes. E l camina incansa de san P a hacia o s puebl pa llevar r ble blo l os ra el mensaje a odos y cumplir a s la tarea, posib t lemente ya durante su vida muestra pr cisam e , e nte una e nacid que slo t ad se explica por su c onvenci iento del sig m nificado hi strico y escatolgico del anuncio: No teng m s e medio, y ay de m si o r no anuncio el Evan elio! (1 C o 9,16). g En est se e ntido, la urgenciade la evangelizaci n en lageneraci n apostlica no est motivada tanto por la cue stin so la necesida de conocer el Evanelio para bre d g la sa lvacin individual de cada persona, cuant m s bien por esta o gran concepcin d la historia: para que el mund alc ance su e o meta, el Evan io tiene que egar a to dos los pueblos. n gel ll E algunos pe riodos de la historia la p ercepcin de esta u rgenci se a ha debilitado mucho, pe sie ro mpre s ha vuelt a r aviva e o e r despus, suscit ndo un nu a evo din amismo en la evang lizaci n. e A este espe r cto queda si empre en el trasfondo ta mbi n la cuesti n sob la misi n de Israel Hoy vemos desc re . oncertados cunto s malentendidos ca rgados de conse cuencias h pesado an en los si glos sob este pun Sn embargo, unanueva r flexi n re to. i e

puede ha ver que en todo mometo de ofuscain pueden cer n c hallarse siempre posibilidades de una comprensin correcta. Quisiera hacer aqu una referencia a lo que Bernardo de C a raval l aconsejab so esta cuesti n a sudiscpu el papaE u g a bre lo, enio I I. Le recuerda al P apa que no s lo se leha c onfiado el cui ado de los d cristianos: T eres deudor tambin respecto al infieles, los os judos, los griegos los paganos (De c , III, I, 2). Sn embargo, y ons. i ensegui se cor da rige, p recisando: Admito que, p lo que se or refiere a lo judos, quedas ex s cusado por el tiempo;para ello s se ha esta blecido un determinado momento, que n se puede o anticipar. Deben pr eceder lo s paganos en sutotalidad. Pe q ro u dices aceca d los pa anos mismo ?... E qu pensaba tus r e g s n n predecesores para... interrumpir la evang elizaci n, mientras a l incredulidad si ue siendo odav tan exte ndid a? P qu g t a or motivo... la pa labra que co veloz se ha det nido?... (III, I, 3). rre e Hildega Brem comenta as este pas je: S egn omanos 1 rd a R 1,25, la Iglesia no tiene que p reocupa por la conversi n de los judos, rse porque hay que esp el momento establecido por erar Dio s, "hasta que entren todos los pueblos" (Rm 11,25). Por el contrario, los u dos mismo son unapredicacin viviente, a a j s l que la Iglesia se d ebe remitir porque hacen pensa en la P asin r de Cristo (cf. E p 3 63)... (Winkler I, p. 834). E l anuncio del tiempo de los pa ganos, y la tarea que s deriva de e l, es un punto central del mensaj escatolgico de Jess. E l e cometido pa rticular de evang elizar a os pag nos, que P l a ablo recibi del R esucit do, est firmemente unid o al m a ensaje que Jess di rigi a o s di cpu ant s de su pa l s los e sin. E l tiempo de los paganos el tiempo de la Iglesia que, como hemos vist , ha o

sido transmitido por todoslos E va gelios, constituye un n elemento esencial del mensaj escatolgico de Jess. e

3. P R O F E A Y A PO C A L TIC A C P E N E L IS C U S O S C A T O L GO D R E IC Antes deocuparn de lo qu es la parte apocal os e ptica deldiscurso de J es sen su senti m s estricto, t atemos de lle gar a una do r visi n de co njunto de todo o que hemos enontrado hasta ahora. l c Encontamos en primer lugar el an r uncio de a destruccin del l templo y, en Luca de manera explcita, tambi s n de la destruc cin de Jerusaln. No obst ante, ha queda claro que el do ncle o de las pa labras de Jess no a punta a las acciones exteriores de laguerra y la d estruccin, sino a final en el sentid o l histrico-salv fico del templo, que se convierte en la casa u e q queda vaca dej de se el lu gar de la presencia de Di y de la : a r os expia ci n pa Israel, ms a ra n, para el mundo. H a p asado el tiempo de lossacri icios segn la de Mois s. f Ley Hemos visto que a Iglesia naciente, mucho antes del ifn material l del templo, era conscient de este p e rofundo viraje de la historia; y que, a pesar de tantas d iscusion s difciles sob lo que sedeba e re conse rvar y declararobligatorio de la co s stumbres jud s, incluso a para o s pa l ganos, sobe este punto obvia r mente no hub ningn o disenso: co la cruz de C n risto la po de los sac ca rificios lleg a su fin. Hemos comprobado, ade s, queel anuncio de un iempo de m t los gentles forma parte del ncl del mensaje i eo escatolgic o de Jess,un tiempo durante el cual se d ebe llevar el Evan elio a g

todo el mund y a todos los ho bres: sl despu la historia o m o s puede al ar su meta. canz Entretanto, Israel conse su popia misi n. E st en a s m an de rva r l os Dio s, que lo sal var po entero en el tiempo apropiado, una vez r que el nmero de los pa anos e completo. E obvio y nad g st s a sorprendente que no se pudi cal ular la duracin histrica de era c este pe riodo. Per se hiz cada vez m s clao que a o o r l evang elizaci n de los pa ganos se haba convetido ah r ora en a l tarea por excelen de los di cia scpulos, sobre todo merced al encargo pa rticular que Pa lo era conscient de haber asumido b e como carga a lavez como gracia. y S egn esto, tambin se comprende ahora que este tie mpo de los pag anos no es todava verdadero tiempo mesinico en el sentid o de las g randes pr omesas d salvacin, sino pr e ecisament e siempre tiempo de esta historia y de sus suf rimientos y, sin embargo, de modo nuevo tambin tiempo de espe , ranza: La noche est avanzada, el d se ec a encima R m 13,12). a h ( Me parece obvio que al unas parbolas d Jess la parbol g e a de la red con peces buenosy malos (Mt 13,47-50), la parbol de a la ciz aa en el cam (Mt 13,24-30) se refieren a este tiempo po de la Iglesia. E n a pura pe l rspecti a de lae scatologa inminente no v tienen ni gn sentido. n Com o tem a se cundario hemos en contrado la invitaci n dirigida a los cristianos de h ir de Jerusal en el mo u n mento de una profanaci n del t mplo de a que no se dan m s e l detalle s. L a historicidad de est fuga en la ciu transjordanade Pella no se a dad puede pon seriamente en duda. E s detale, bastante er te l marginal para nosotros, tiene, sin e mbargo, u sentdo teolg n i ico que no s deb infravalorar: el n participar en la defensa e e o

armada d templo, en aqu lla cam p el e aa que convirti el mismo lugar sag rado en u fortaleza y en e cenario de crueles acciones na s militares, corresponda ex actamente a la nea a l doptada por Jerema du s rante el asedio de Jerusaln por parte de los babilonios (cf. p. ej. Jr 7,1-15; 38,14-2 8). Joachi Gnilka, no obsta nte, hace notar sobr todo a conexi n m e l de esta ctitud con el ncleo el me a d nsaje de Jess: E s sumame impro nte bable que los reyentes en C c risto re sidentes en Jerusaln pa rticiparan en la guerra. E l cristianismo palestin o ha transmitido el S ermn de la Montaa. Por tan deben ha to, ber conocido los man amie ntos d Jess sobre el amo a os d e r l enemigos y la renu ncia a la vio lencia . Sabem os, ades, que no m tomaron parte en la revuelta en tempos del e perador Adriano i m (N az arener, p. 69). Otro elemento esencial del d iscurso escatolgico de Jess e sla advertencia c ntra los pseud-mes as y conra la s a nta sa s o o t f apocal ticas. Con esto se p relaciona tambi n la invitaci n a a l sobriedad y a al vi ilancia, que Jess ha desarrol g lado ulteriormente en a lgunas pa rbolas, parti cularmente en la de las vrgenessabias y necias (Mt 25,1-13), a s como en la pa s labra s sobre el porte vigilante (cf. Mc 13,33-36).E st s p ro a alabra s muestran p recisamente cmo ha d entenderse el trmin o e vigilancia. No es un sa del p sente, un esp lir re ecular s obre el futuro, un ol idar el cometido act al; muy alcontrario, vigilancia v u significa hac r aqu y aho lo que es justo, tal como se debera e ra obrar ante los ojos de Di os. Mateo y L uca stransmiten la parbola del si ervo que, al ver el retraso del retorno del dueoy con tando con su a usencia, se yergue ahora l mismocomo due golp ea alos si o, ervos y a la s

siervas y se da a la buena vida. E l sier o buen en cambio, v o, permanece sierv sab que d o, e ebe rendir cuenta D a a cada uno s. lo que le coresponde y recibe alab r anzas d dueo po haber el r actuado as la verda : dera vig ilancia es p racticar la justicia (cf. Mt 24,45-51; Lc 12,41-46). Ser vigilante significa sab rse a la e nte mirada de Di y obrar como suele h cerse ante susojos. os a E n a S egu da Cart a los e sal nicenses, P ablo ha ex l n a T o plicado alos destina tarios de mane tajante y c ra oncreta en qu consis te la vigilancia: Cu ando viv con vosotros os lo di el que n traba je: o ja, que no coma. P orque me he enterado de qu algunos viven n e si trabajar, muy ocupados en no hacenada. P ues a sos dig y r les o les recomiendo, por e l S or J suc e e risto, que trabajen con tranquilidad pa ganarse el pan (3,10ss). ra Otro elemento importante del di scurso escato lgico de Jess es la referencia a las uturas pe f rsecuciones de lossuyos . T a mbin aqu se p resupone el tiempo de lo pag s anos, porque el Seor n o dice sola mente que sus discpus s lo ern entregad a ribunales os t y a singogas, sino que rn llevado ta a se s mbin a nte gobernadores y reyes (c f. Mc 1 3,9); el anuncio del Eva io ngel estar si mpre baj el sig o de la cruz: esto es lo queos e o n l discpu los de Je s s han de ap render una y otra vez en ada c generacin. L a cruz es y sig siend el si ue o gno del Hi del jo hombre: a ifn de cuenta la vedad y el amor no tienen otra s, r arma en su lucha ontra la menti a y la vi lencia que el c r o testim onio delsufrimiento. Venga mos aho a la pate propiamente apocal ra r ptica del discurso escatolgico de Jess: a anuncio del fin del m l undo, del retorno del Hi del homb y del Jui unive jo re cio rsal ( f. Mc 13,24c 27).

L la ma a atencin qu este texto est en gran parte entretejido l e con pal abras d Antiguo Testa ento, en pa el m rticular del L ib ro de D aniel, pero tambin de Ezequ de Isa a s y de otros a sajes de iel, p la Escrit ura. E st s tex o tos estna su ez relacionados ent e s: en v r situaciones di fciles, las m genes an i tiguas son reint erpretadas y desarrol ladas u lteriormente; dentro del mis mo L ibro de Dani el puede ob serva un proceso de este estilo, de re- lectura de la rse s m ism as pa labras e la progresin de la historia. Je s s e adent a n s r en esta orma de relecturey, bas f ndose en ello , se puede entender tambi n que la com unidad de los fi eles como hemos ya seal brevemente leyera a su vez as p ado l alabras d Jess e actualizndola s egn la s s popia s r si tuaciones nue vas, conse rvando naturalmente el mensaje defondo. S in embargo, el hecho d que Jess no ha le de la s cosas uturas co pal bra s e b f n a propias, sino qu se refiera a ellas d manera nueva c antigua s e e on palabras p rofticas, tie ne un se tido ms pr n ofundo. Pero primero debem