jauretche arturo - manual de zonceras argentinas

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 ARTURO JAURETCHE MANUAL  DE ZONCERAS  ARGENTINAS  a.peña lillo editor s.r.l  1ª Edición Noviembre de 1968 2ª Edición Diciembre de 1968 3ª Edición Enero de 1969 4ª Edición Junio de 1969 5ª Edición Junio de 1972 6ª Edición Noviembre de 1973 OBRAS DEL AUTOR El Paso de los Li bres . Prólogo de Jorge Luis Borges. Buenos Aires, 1934. El Paso de los Li bres . Segunda edición. Prólogo de Jorge Abelardo Ramos. Ediciones Coyoacán, Buenos Aires, 1960. El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje . Ediciones "El 45", Buenos Aires, 1955. (Agotado), 2ª Ed. Mar Dulce 1969 (Agotado). Los Profetas del Odi o . Ediciones Trafac, Buenos Aires, 1957. (Agotado). Los Profetas del Odi o . Segunda edición. Ediciones Trafac, 1957. (Agotado). Los Profetas del Odi o y l a Yapa  , 4ª edición, corregida y aumentada. A. Peña Lillo, editor Bs. As. Ejé rcito y Polí ti ca . Suplemento de la Revista "QUE", Buenos Aires, 1958. Polí ti ca Nacional y Revisioni smo H istórico . Colección La Siringa, A. Peña Lillo, editor. Buenos Aires, 1959. Prosa de Hacha y Ti za . Ediciones Coyoacán, Buenos Aires, 1960. Forja y la Década Infame. Ediciones Coyoacán, Buenos Aires, 1932.  Filo, Contrafilo y Punta. Ediciones Pampa y Cielo, Buenos Aires, 1964. Manual de Zonceras Argentinas . 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª A. Peña Lillo editor, Buenos Aires. El Medio Pelo en la Sociedad Argentina  , 9ª edición. A. Peña Lillo, editor, Bs. As.

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  • ARTURO JAURETCHE

    MANUAL

    DE ZONCERAS

    ARGENTINAS

    a.pea lillo editor s.r.l

    1 Edicin Noviembre de 1968 2 Edicin Diciembre de 1968 3 Edicin Enero de 1969

    4 Edicin Junio de 1969 5 Edicin Junio de 1972

    6 Edicin Noviembre de 1973

    OBRAS DEL AUTOR

    El Paso de los Libres. Prlogo de Jorge Luis Borges. Buenos Aires, 1934.

    El Paso de los Libres. Segunda edicin. Prlogo de Jorge Abelardo Ramos. Ediciones Coyoacn, Buenos Aires, 1960. El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje. Ediciones "El 45", Buenos Aires, 1955. (Agotado), 2

    Ed. Mar Dulce 1969 (Agotado). Los Profetas del Odio. Ediciones Trafac, Buenos Aires, 1957. (Agotado).

    Los Profetas del Odio. Segunda edicin. Ediciones Trafac, 1957. (Agotado). Los Profetas del Odio y la Yapa, 4 edicin, corregida y aumentada. A. Pea Lillo, editor Bs. As. Ejrcito y Poltica. Suplemento de la Revista "QUE", Buenos Aires, 1958.

    Poltica Nacional y Revisionismo Histrico. Coleccin La Siringa, A. Pea Lillo, editor. Buenos Aires, 1959.

    Prosa de Hacha y Tiza. Ediciones Coyoacn, Buenos Aires, 1960. Forja y la Dcada Infame. Ediciones Coyoacn, Buenos Aires, 1932. Filo, Contrafilo y Punta. Ediciones Pampa y Cielo, Buenos Aires, 1964.

    Manual de Zonceras Argentinas. 1, 2, 3, 4, 5 A. Pea Lillo editor, Buenos Aires. El Medio Pelo en la Sociedad Argentina, 9 edicin. A. Pea Lillo, editor, Bs. As.

  • 2

    NDICE

    DE LAS ZONCERAS EN GENERAL

    DE LA MADRE QUE LAS PARI A TODAS y en particular de sus dos hijas mayores Zoncera N 1 Civilizacin y barbarie

    DE LAS HIJAS MAYORES DE CIVILIZACIN Y BARBARIE

    A) ZONCERAS SOBRE EL ESPACIO Zoncera N 2 El mal que aqueja a la Argentina es la extensin

    Zonceras complementarias de la zoncera El mal que aqueja a la Argentina es la extensin Zoncera N 3

    I) Lo que conviene a Buenos Aires es replegarse sobre s misma

    Zoncera N 4 II) El misterio de Guayaquil"

    Aplicacin prctica de la zoncera de que El mal que aqueja a la Argentina es la extensin Zoncera N 5 Oponer los principios a la espada

    Zoncera N 6 Un algodn entre dos cristales

    Zoncera N 7 La Troya americana Zoncera N 8 La libre navegacin de los ros

    Zoncera N 9 La victoria no da derechos Zoncera N 10

    La nieve contiene mucha cultura B) ZONCERAS SOBRE LA POBLACIN (O de la autodenigracin)

    Zoncera N 11 Gobernar es poblar (Con permiso de Mc Namara y el B.I.D.) Zoncera N 12 Poltica criolla - Poltica cientfica

    Zonceras complementarias de Poltica criolla

    Zoncera N 13 Este pas de m... Zoncera N 14 La inferioridad del nativo

    Zoncera N 15 El vicio de la siesta DE LAS ZONCERAS DE AUTORIDAD QUE SE LE OLVIDARON A BENTHAM

    De las zonceras para escolares... y tambin para adultos

    Zoncera N 16 A) El nio modelo

    Zoncera N 17 I) El nio que no falt nunca a la escuela

    Zoncera N 18 II) El buen compaerito

    Zoncera N 19 III) El nio que no minti jams B) El hombre modelo

    Zoncera N 20 I) El canal de Rivadavia

    Zoncera N 21 II) El hombre que se adelant a su tiempo

    Zoncera N 22 III) El ms grande hombre civil de la tierra de los argentinos

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    C) Otras Zonceras de la misma laya Zoncera N 23

    I) Como hombre te perdono mi crcel y cadenas

    Zoncera N 24 II) El tirano Rosas y la piedra movediza del Tandil

    DE LAS ZONCERAS INSTITUCIONALES

    Zoncera N 25 I) Lnea Mayo-Caseros

    La patria no es la tierra donde se ha nacido Zoncera N 26

    II) Hbeas Corpus

    Zoncera N 27 III) La confiscacin de bienes queda abolida para siempre del Cdigo Penal Argentino (Art. 17 de

    la Constitucin Nacional) Zoncera N 28

    IV) Queda abolida para siempre la Pena de Muerte por causas polticas (Art. 18 de la Constitucin

    Nacional) DE LAS ZONCERAS ECONMICAS

    Zoncera N 29 I) Divisin Internacional del trabajo

    Zoncera N 30 II) El milagro alemn

    Zoncera N 31 III) Pagar ahorrando sobre el hambre y la sed de los argentinos

    Zoncera N 32 IV) Fuerzas vivas

    Zoncera N 33

    a) Sociedad Rural Argentina Zoncera N 34

    b) Unin Industrial Argentina

    Zoncera N 35 V) La canasta del pan. El granero del mundo

    Zoncera N 36 VI) Mercado tradicional. Comprar a quien nos compra

    MISCELNEA DE ZONCERAS DE TODA LAYA

    Zoncera N 37 Cuarto poder Zoncera N 38 Dice La Nacin...; dice La Prensa

    Zoncera N 39 Tablas de Sangre

    Zoncera N 40 Aqu se aprende a defender la Patria Zoncera N 41 Jvenes y desagravio

    Zoncera N 42 Agravio y desagravio Zoncera N 43

    Civilizacin occidental y cristiana Zoncera N 44 Nipo-nazi-fasci-falanjo-peronista

    Palabras finales

  • 4

    DE LAS ZONCERAS EN GENERAL

    "Les he dicho todo esto pero pienso que panada, porque a la gente azonzada no la curan con consejos: cuando muere el zonzo viejo queda la zonza preada."

    (A. J., El Paso de los Libres, 1 edicin, 1934.)

    DONDE SE HABLA DE LAS ZONCERAS EN GENERAL

    "Zonzo y zoncera son palabras familiares en Amrica desde Mxico hasta Tierra del Fuego,

    variada apenas la ortografa, un poco en libertad silvestre (sonso, zonzo, zonso, sonsera, zoncera, azonzado, etc.)", dice Amado Alonso. ("Zonzos y zonceras", Archivo de Cultura, Ed. Aga-Taura, Feb.

    1967, pg. 49).

    Segn el mismo, la acepcin que les dan los diccionarios como variantes de soso, desabrido, sin sal, es arbitraria porque proviene del "Diccionario de Autoridades" que se escribi cuando ya

    haban dejado de ser usuales en Espaa. Zonzo, fue en Espaa palabra de uso coloquial pero

    durante corto tiempo: "Cosa sorprendente, esta palabra castellana, inexistente antes del siglo XVII y desaparecida en Espaa en el siglo XVIII, vive hoy en todas partes donde fue exportada, particu -

    larmente Amrica. Tambin seala Alonso el parentesco con algunos equivalentes espaoles, mas

    agrega que "por pariente que sea el zonzo americano conserva su individualidad". "Aunque como improperio los americanos dicen a uno (o de uno) zonzo, cuando los peninsulares dicen tonto, los

    significados no se recubren". Todo lo cual vale para zoncera.

    * * *

    Los argentinos somos zonzos?... Esto es lo que nos faltaba, convencidos como estamos de

    la "viveza criolla", que ha dado origen a una copiosa literatura que va de la sociologa y la psicologa a las letras de tango.

    Un amigo que hace muchos aos percibi la contradiccin entre nuestra tan mentada

    "viveza" y las zonceras, la explicaba as: "El argentino es vivo de ojo y zonzo de temperamento", con lo que quera significar que paralelamente somos inteli gentes para las cosas de corto alcance,

    pequeas, individuales, y no cuando se trata de las cosas de todos, las comunes, las que hacen a la

    colectividad y de las cuales en definitiva resulta que sea til o no aquella "viveza de ojo". A estas zonceras en lo que trata de los intereses del comn, es a las que se refiere mi

    personaje de las letras gauchescas qu cito en el, copete, porque lo que el cantor ha dicho antes se

    refiere precisamente a ellas, y su escptica sentencia surge de la continuidad en su acepcin a travs de generaciones.

    Esto no importa necesariamente que la zoncera sea congnita; basta con que la zoncera lo

    agarre a uno desde el "destete". Tal es la situacin, no somos zonzos; nos hacen zonzos.

    El humorismo popular ha acuado aquello de "Mama, haceme grande que zonzo me vengo

    solo!". Pero esta es otra zoncera, porque ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes, como lo iremos viendo.

    Las zonceras de que voy a tratar consisten en principios introducidos en nuestra formacin

    intelectual desde la ms tierna infancia y en dosis para adultos con la apariencia de axiomas,

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    para impedirnos pensar las cosas del pas por la simple aplicacin del buen sentido. Hay zonceras polticas, histricas, geogrficas, econmicas, culturales, la mar en coche. Algunas son recientes,

    pero las ms tienen raz lejana y generalmente un prcer que las respalda. A medida que usted

    vaya leyendo algunas, se ir sorprendiendo, como yo oportunamente, de haberlas odo, y hasta repetido innumerables veces, sin reflexionar sobre ellas y, lo que es peor, pensando desde ellas.

    Basta detenerse un instante en su anlisis para que la zoncera resulte obvia, pero ocurre

    que lo obvio pas con frecuencia inadvertido, precisamente por serlo.

    * * *

    Jeremas Bentham pocos filsofos pueden ser tan gratos a los acadmicos de las zonceras

    como este maestro de los ms preclaros de sus inventores escribi un "Tratado de los sofismas polticos", que es un tratado de lgica, segn dice Francisco Ayala, prologuista de una de sus

    ediciones castellanas (Ed. Rosario, 1944). Al hablar del sofisma en general, Bentham establece la

    diferencia entre error, simple opinin falsa, y sofisma, con que designa la introduccin en el razonamiento de una premisa extraa a la cuestin, que lo falsea.

    Le falt tiempo a Bentham para ver cmo sus discpulos rioplatenses superaban a lo que se

    propona combatir. Porque las zonceras de que estoy hablando cumplen las mismas fun ciones de un sofisma, pero ms que un medio falaz para argumentar son la conclusin del sofisma, hecha

    sentencia.

    Su fuerza no est en el arte de la argumentacin. Simplemente excluyen la argumentacin actuando dogmticamente mediante un axioma introducido en la inteligencia que sirve de

    premisa y su eficacia no depende, por lo tanto, de la habilidad en la discusin como de que no

    haya discusin. Porque en cuanto el zonzo analiza la zoncera como se ha dicho deja de ser zonzo.

    Trato aqu, pues, de suscitar la reaccin de esa tan mentada "viveza criolla" para que, si en

    verdad somos vivos de ojo, lo seamos tambin de temperamento, como deca mi amigo.

    * * *

    Este no es un trabajo histrico; pero nos conducir frecuentemente a la historia para conocer

    la gnesis de cada zoncera. Veremos entonces, que muchas tuvieron una finalidad pragmtica y concreta que en el caso las hace explicables an como errores, y que su deformacin posterior,

    dndole jerarqua de principios, ha respondido a los fines de la pedagoga colonialista para que

    actuemos en cada emergencia concreta slo en funcin de la zoncera abstracta hecha principio. Esto lo veremos muy particularmente en la increble zoncera de que la victoria no da derechos, que

    verdaderamente es un "capolavoro" en la materia.

    En otras ocasiones, la zoncera no tiene un origen eventual, sino que es el resultado de una conformacin mental. Es el caso de la zoncera el mal que aqueja a la Argentina es la extensin que,

    erigida en principio como consecuencia de otra zoncera Civilizacin y barbarie llev

    directamente a una poltica de achicamiento del pas que fue la que presidi la disgregacin del terri torio rioplatense. En este caso, la zoncera no se justifica ni eventualmente pero es susceptible de

    explicacin. Lo que no puede explicarse es que contine en vigencia hasta cuando ya fueron

    logrados los objetivos que le dieron origen. Tal vez se la reitere slo para mantener la sobrevivencia y prestigio de quienes la generaron. En otros casos, como lo veremos al tratarlas, muchas zonceras

    pueden comprenderse en funcin de las ilusiones que el siglo XIX en su primera parte provoc en los

    progresistas "a outrance", pero no ahora que son evidentemente anti-progresistas pues tratan de inmovilizar l pas dentro de una concepcin perimida, con lo que paradojalmente, los progresistas

    se vuelven reaccionarios.

    Y ahora tenemos que recordar de nuevo a Jeremas Bentham, porque en la base de los sofismas que puntualiz est el de autoridad, y la zoncera, como aquellos, generalmente reposan en

    la "autoridad" del que la enunci.

    Estas zonceras de autoridad cumplen dos objetivos: uno es prestigiar la zoncera con la autoridad que la respalda, como se ha dicho; y otro reforzar la autoridad con la zoncera. As los

    proyectos de Rivadavia se apoyan en el prestigio de Rivadavia. Y el prestigio de Rivadavia en sus

    proyectos. Esto nos lleva de nuevo a la historia, cuya falsificacin tiene tambin por objetivo una

    zoncera: presentar nuestro pasado como una lucha maniquea entre "santos" y "diablos", con lo que

    los actores dejan de ser hombres para convertirse en bronces y mrmoles intangibles.

    * * *

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    El protagonista de la historia no pierde nada como hombre cuando se lo baja del pedestal; ni

    siquiera como ejemplo. Por el contrario, gana al humanizarse con su carga de aciertos y errores.

    Pero como el objetivo de falsificacin es una poltica de la historia que alimenta las zonceras, ver el hombre en su propia dimensin relativiza el personaje perjudicndolo como autoridad desde que, en

    cuanto hombre, no es el dueo de la verdad absoluta con que aparece respaldando a aquellas

    desde el nicho. Tomaremos el caso de Sarmiento: primero, porque es el hroe mximo de la intelligentzia, y

    segundo, porque es el ms talentoso de la misma. Sarmiento es para m, uno de nuestros ms grandes sino el mejor prosistas. Narrador

    extraordinario an de lo que no conoci, como sus descripciones de la pampa y el desierto, sus

    retratos de personajes, ms imaginados que vistos, su pintura de medios y ambientes, sus apstrofes, sus brulotes polmicos, al margen de su verdad o su mentira, son obras maes tras.

    Forman una gran novelstica hasta el punto de que lo creado por la imaginacin llega a hacerse ms

    vivo que lo que existe en la naturaleza. A este Sarmiento se lo ha resignado al segundo plano para magnificar el pensador y el

    estadista, siendo que sus ideas econmicas, sociales, culturales, polticas, son de la misma

    naturaleza que su novelstica: obras de imaginacin mucho ms que de estudio y de meditacin, y su labor de gobernante la propia de esa condicin imaginativa. Pero insistir sobre la per sonalidad

    literaria del sanjuanino ira en perjuicio de su prestigio como pensador y del ideario que expres al

    colocarlo en otra escala de medida. Entonces, decir el escritor Sarmiento sera como decir el escritor Hernndez o el escritor Lugones, cuando opinan sobre el inters general; referencias importan tes

    pero no decisorias. Y sobre todo cuestionables. Y la zoncera slo es viable si no se la cuestiona.

    * * *

    Adems, al margen de la pedagoga colonialista, se deforma al prcer para hacerlo ismo. Juega entonces el inters de la capilla y los capellanes. As como el locutor Julio Jorge Nelson es la

    viuda de Gardel, cada prcer tiene sus viudas que administran su memoria, cuidan su

    intangibilidad y cobran los dividendos que da el sucesorio. Quiz sea Sarmiento el que tenga ms viudas porque hay en el personaje una especie de padrillismo suprstite como para permitir una

    multiplicada poligamia pstuma. Ms difcil es la tarea de los rivadavianos profesionales porque don Bernardino, el pobre, no tiene puntos de apoyo para su explotacin: hubo que inven trselos.

    Eso lo hizo Mitre, que a su vez es otra cosa, porque su aprovechamiento no es de viudas. Los

    cultivadores del mitrismo no miran tanto al General, ya finado, como a "La Na cin", que est vivita y coleando y es la que distribuye el dividendo de la fama mientras le cuida la espalda al General.

    Adems practican ese culto todas las viudas de los otros proceres como actividad, complementaria

    e imprescindible para el suyo. Aqu operan tambin matemticos, poetas, escritores, pintores, escultores, corredores de automviles, rotarianos, locutores, bilogos, seoras gordas, leones,

    "seores", otorrinolaringlogos, militares, pedagogos, polticos, economistas, toda clase de

    acadmicos, desde que todo el mundo sabe que sin la lgrima por Mitre, lo mismo en el arte o la tcnica que en la vida social, deportiva, etc., no hay reputacin posible. As se explican esas largas

    columnas de felicitaciones en "La Nacin", que suceden a cada cumpleaos, y la introduccin de

    Mitre en todo discurso, conferencia o escrito, aunque se trate de un estudio sobre las lombrices de tierra o los viajes estratosfricos.

    Acotaremos que la abundancia de viudas hace que ya sea difcil el acceso a los mrmoles y

    bronces, lo que ha motivado la urgencia de algunos por ampliar el registro de los prceres. As, a falta de mrmoles y bronces aparecen los chupamortajas prendidos a la memoria de bitos ms

    recientes y an de muchos insepultos rezagados en las Academias o el Instituto Popular de

    Conferencias.

    * * *

    Este es un manual de zonceras, y no un catlogo de las mismas. Doy, con unas cuantas de

    ellas, la punta del hilo para que entre todos podamos desenredar la madeja. Y aclaro que yo no soy

    "uno" ms "vivo", sino apenas un "avivado", y an me temo que no mucho, porque ya se ver cmo he ido descubriendo zonceras dentro de m .

    Sin ir ms lejos en ese "Paso de los Libres" que cito al caso en el copete, se me ha deslizado alguna, a pesar de que para la fecha de su publicacin ya tena la edad de Cristo. Y me las sigo

    descubriendo y vaya si van aos!, tanto me han machacado con ellas en la poca en que

    estaba descuidado.

  • 7

    Precisamente para que no nos agarren descuidados otra vez, y a los que nos sigan, es que se hace necesario un catlogo de zonceras argentinas que creo debe ser obra colectiva y a cuyo fin

    le pido a usted su colaboracin.

    Mi editor me dice que har un concurso de zonceras con premios y todo. Si tal ocurre le ruego al lector que, por el bien comn, participe. Haremos el catlogo entre todos. Por si us ted est

    dispuesto a colaborar en l, este libro lleva unas pginas suplementarias convenientemente

    rayadas para que vaya anotando sus propios descubrimientos, mientras lo lee.

    * * *

    Adems, descubrir las zonceras que llevamos adentro es un acto de liberacin: es como

    sacar un entripado valindose de un anticido, pues hay cierta analoga entre la indigestin alimenticia y la intelectual. Es algo as como confesarse o someterse al psicoanlisis que son

    modos de vomitar entripados, y siendo uno el propio confesor o psicoanalista. Para hacerlo slo se

    requiere no ser zonzo por naturaleza, con la connotacin que hace Amado Alonso "escasez de inteligencia, cierta dejadez y debilidad"; simplemente estar solamente azonzado, que as viene a

    ser cosa transitoria, como lo seala el verbo.

    Tampoco son zonzos congnitos los difusores de la pedagoga colonialista. Muchos son excesivamente "vivos" porque se es su oficio y conocen perfectamente los fines de las zonceras que

    administran; otros no tienen ese propsito avieso sin ser zonzos congnitos: lo que les ocurre es que

    cuando las zonceras se ponen en evidencia no quieren enterarse; es una acti tud defensiva porque comprenden que con la zoncera se derrumba la base de su pretendida sabidura y, sobre todo, su

    prestigio.

    Las zonceras no se ensean como una asignatura. Estn dispersamente introducidas en todas y hay que irlas entresacando.

    * * *

    Viendo en Amsterdam la inclinacin de los edificios motivada por la blandura del suelo

    insular en que se asientan, tuve la impresin de una ciudad borracha, pues las casas se sostienen apoyndose recprocamente. Imagin la catstrofe que significara extraer una de cada conjunto.

    Esto le ocurrir a usted a medida que vaya sacando zonceras, porque stas se apoyan y se

    complementan unas con otras, pues la pedagoga colonialista no es otra cosa que un "puzzle" de zonceras. Por eso, a riesgo de redundar, necesitaremos frecuentemente establecer, como dicen los

    juristas, "sus concordancias y correspondencias", porque todas se entrerrelacionan o participan de

    finalidades comunes. Al tratar de las zonceras no es posible, en consecuencia, clasificarlas especficamente,

    porque en el campo de su apli cacin andan todas mezcladas y, donde menos se espera, salta la

    liebre. El cazador de zonceras debe andar con la escopeta lista no es otra cosa que un "puzzle" de zonceras. Por eso, a liebre, perdiz o pato, o pato-liebre, indistintamente. Pero todas tienen el carcter

    comn de principios destinados a ser el punto de partida del razonamiento de quien la profesa. En

    cuanto usted fija su atencin sobre ese "principio" y no sobre su desarrollo posterior, ya la identifica, porque para evitar el anlisis recurre de inmediato a ocultarse tras la autoridad.

    Como estn entreveradas y dispersas slo se intentar agruparlas; eso y no clasificarlas, es lo que se hace en este trabajo, teniendo en cuenta sus caractersticas ms importantes o el papel

    principal que juegan o han jugado, pero sin olvidar nunca lo que se dijo de las "correspondencias y

    concordancias", porque suelen tener variada finalidad. As, por ejemplo, vere mos oportunamente que poltica criolla, o el milagro alemn que aqu se han clasificado respectivamente en las

    Zonceras de la autodenigracin y en las Zonceras econmicas, podran agruparse a la inversa, en

    cuanto el milagro alemn utilizada para prestigiar cierta poltica encubre una connotacin de finalidades disminuyentes y racistas, cosa que se ver a su tiempo. Del mismo modo poltica criolla,

    que es zoncera autodenigratoria, se connota con lo econmico.

    Con esto quiero advertir al lector que no debe tomar muy al pie de la letra la clasificacin que se hace, que obedece a la conveniencia de seguir algn mtodo expositivo. Hay un ca ptulo titulado

    Miscelnea de zonceras porque las que all van son aparentemente de distinto gnero. En realidad

    todo el libro es una miscelnea pero de la comprobacin aislada de cada zoncera llegaremos por induccin del fenmeno a la ley que lo rige a comprobar que se trata de un sistema, de

    elementos de una pedagoga, destinada a impedir que el pensamiento nacional se elabore desde los

    hechos, es decir desde las comprobaciones del buen sentido. Con esto dejo dicho que este libro es una segunda parte de "Los profetas del odio y la yapa"

    es decir una contribucin ms al anlisis de la pe dagoga colonialista, en el cual se exponen las

  • 8

    zonceras, para que ellas conduzcan por su desenmascaramiento a mostrar toda la sistemtica deformante del buen sentido y su finalidad.

    Y como las zonceras se revisten de un aire solemne que forma parte de su naturaleza,

    les haremos un "corte de manga" tratndolas en el lenguaje del comn, que es su enemigo natural, escribiendo a la manera del buenazo de Gonzalo de Berceo en su "Vida de Santo Domingo de Silos":

    Quiero fer una prosa en roman paladino,

    en qual suele el pueblo fablar a su vecino1.

    1 Con este propsito, "fablar en roman paladino", se v inculan mis frecuentes redundancias, que han motivado la crtica de algun os lectores, tal vez

    demasiado "aligerados", y que no piensan en que hay otros ms lerdos. Las ex ige el difcil arte de escribir fcil, como ya lo he dicho en otra ocasin. No pretendo ejercer magisterio, pero no puedo olv idar, como la maestra de grado, que se debe tener en cuenta el nivel medio y no el superior, as que pido a los "ms adelantados" que sean indulgentes y ms bien que ayuden a los otros en esta tarea en que estoy. Adems, redundar es necesario, porque el que escribe a "contra corriente" de las zonceras no debe olv idar que lo que se publica o se dice est destinado a ocultar o deformar su naturaleza de tales. As, al rato noms de leer lo que aqu se dice, el mismo lector ser abrumado por la reiteracin de los que las utilizan como verdades inconclusas.

    Tambin es intencionado el paso frecuente de la primera persona del singular a la primera del plural. Aspiro a no ser ms que un instru-mento de una conciencia colectiva que se hace punta en la pluma del que escribe y que la transicin se produzca espontneamente, segn me diluyo, al escribir, en la multitud. El escritor, como el poeta segn dijo Bergamin hablando de Machado, si la memoria no me engaa no habla para el pueblo sino por el pueblo. Se logra, si, diciendo de s dice de nosotros, y entonces la cuestin se reduce a saber si hay algo ms que un cambio de pronombres en este caso.

    Adems, debe permitrseme esa licencia. En esta lucha larga y no motorizada venimos de un v iejo galope... y con caballo de tiro. Cuan-do me apeo del yo, hago la remuda en el nosotros. Y los dos estn sudados.

  • 9

    DE LA MADRE QUE LAS PARI A TODAS

    Y en particular de sus dos hijas mayores Zoncera N 1

    "CIVILIZACIN Y BARBARIE"

    Antes de ocuparme de la cra de las zonceras corresponde tratar de una que las ha generado

    a todas hijas, nietas, bisnietas y tataranietas. (Los padres son distintos y de distinta poca y

    hay tambin partenognesis, pero madre hay una sola y ella es la que determina la filiacin). Esta zoncera madre es Civilizacin y barbarie. Su padre fue Domingo Faustino Sarmiento,

    que la trae en las primeras pginas de Facundo, pero ya tena vigencia antes del bautismo en que la reconoci como suya.

    En Los profetas del odio y la yapa digo de la misma: "La idea no fue desarrollar Amrica segn Amrica, incorporando los elementos de la

    civilizacin moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quien abona el terreno donde crece el rbol. Se intent crear Europa en Amrica trasplantando el rbol y destruyendo lo indgena que poda ser obstculo al mismo para su crecimiento segn Europa y no

    segn Amrica". "La incomprensin de lo nuestro preexistente como hecho cultural o mejor dicho, el

    entenderlo como hecho anticultural, llev al inevitable dilema: Todo hecho propio, por serlo, era brbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consisti en

    desnacionalizar si Nacin y realidad son inseparables." Veremos de inmediato, en la zoncera que sigue el mal que aqueja a la Argentina es la

    extensin cmo para esa mentalidad el espacio geogrfico era un obstculo, y luego, que era tambin obstculo el hombre que lo ocupaba espaol, criollo, mestizo o indgena y de ah la

    autodenigracin, y cmo fueron paridas y para qu convertidas en dogmas de la civilizacin. Carlos P. Mastrorilli en un artculo publicado en la revista "Jauja" (noviembre, 1967) analiza

    dos aspectos esenciales de la mentalidad que se apoya en esa zoncera: "En la ntima contextura de esa mentalidad hay un cierto mesianismo al revs y una

    irrefrenable vocacin por la ideologa. Por el mesianismo invertido, la mentalidad colonial cree que

    todo lo autctono es negativo y todo lo ajeno positivo. Por el ideologismo porque prefiere manejar la abstraccin conceptual y no la concreta realidad circunstanciada".

    El mesianismo impone civilizar. La ideologa determina el cmo, el modo de la civilizacin. Ambos coinciden en excluir toda solucin surgida de la naturaleza de las cosas, y buscan entonces,

    la necesaria sustitucin del espacio, del hombre y de sus propios elementos de cultura. Es decir rehuir la concreta realidad circunstanciada para atenerse a la abstraccin conceptual.

    Su idea no es realizar un pas sino fabricarlo, conforme a planos y planes, y son stos los que se tienen en cuenta y no el pas al que sustituyen y derogan, porque como es, es obstculo.

    * * *

    Que la oligarqua haya credo un xito definitivo de la zoncera Civilizacin y barbarie, lo que llam "el progreso" de la ltima mitad del siglo XIX y los aos iniciales del presente, ha sido

    congruente con sus intereses econmicos. Alienada al desarrollo dependiente del pas, su prosperidad momentnea le hizo confundir su propia prosperidad con el destino nacional.

    Haba por lo menos una constatacin histrica que pareca justificar el mesianismo y la ideologa liberal de la oligarqua.

    El problema se le plantea a sta ahora, cuando el cambio de condiciones internas y

    especialmente externas, por el aumento de poblacin y su nivel de vida, y la situacin en el mercado mundial de la economa de intercambio comercial fundada en el precio, por la economa

  • 10

    mercantil, se destruyen las bases de la estructura primaria de intercambio de materias primas por materias manufacturadas, pues as como hay imperios que pierden sus colonias, hay colonias que pierden su imperio, cuando dejan de serles necesarias a ste.

    Ahora, como ya no puede confundir su xito propio y momentneo con el destino de la

    gran Nacin que pareca aparejado a su prosperidad colonial, piensa en achicar la poblacin, como sus antecesores pensaron en achicar el espacio en la buscada disgregacin del Virreynato del Ro de la Plata.

    Mesianismo e ideologa ya no encuentran, como pareci antes, su identificacin con el destino del pas. La oligarqua se vuelve anti-mesinica desde que rechaza concretamente la

    grandeza al propiciar el achicamiento del pueblo, y su ideologa no puede proponer otras soluciones que las de la conservacin cada vez ms desmejorada de la estructura existente: de este modo se convierte en freno y eso es lo que se confiesa de hecho por sus tecncratas que slo proponen seguir tirando desde que el destino del pas colonia est cubierto definitivamente.

    As, pierde el papel promotor que se haba asignado mientras se crey constructora y esa fue su fuerza para hacerse conservadora en un pas que no debe dar un paso ms adelante. Ya lo he dicho tambin: los progresistas de ayer se vuelven anti-progresistas desde que todo su progreso slo puede realizarse contra la ideologa que identifica el destino nacional con sus intereses de grupo.

    * * *

    Pero s esta congruencia circunstancial en el inters de grupo permite comprender el

    descastamiento de las llamadas "elites", impedidas de una visin de distancia por su circunstancial prosperidad que obst a la comprensin del pas en un largo destino todo destino nacional es largo, no vale para los idelogos que aparentan desde una postura popular un mesianismo revolucionario. De titulados democrticos a marxistas, la explicacin ya no tiene la congruencia que en la oligarqua y pasa a ser mesianismo e ideologa sin una pizca de contenido material. Se

    trata, como dice Mastrorilli, de una "abstraccin conceptual en que no gravita la concreta realidad circunstanciada".

    Aqu aparece desnuda, desprovista de toda constatacin pragmtica, la zoncera Civilizacin y barbarie, segn sigue gravitando en la "intelligentzia".

    Por la profesin de esta zoncera el idelogo, extranjero o nativo, se siente civilizador frente a la barbarie. Lo propio del pas, su realidad, est excluida de su visin. Viene a civilizar con su doctrina, lo mismo que la Ilustracin, los iluministas y los liberales del siglo XIX; as su ideologa es simplemente un instrumento civilizador ms. No parte del hecho y las circunstancias locales que

    excluye por brbaras, y excluyndolos, excluye la realidad. No hay ni la ms remota idea de creacin sobre esa realidad y en funcin de la misma. Como los liberales, y ms que los liberales que ya se ha dicho eran congruentes en cierta manera, aqu se trata simplemente de hacer una transferencia, y repiten lo de Varela: "Si el sombrero existe, slo se trata de adecuar la cabeza al sombrero". Que ste ande o no, es cosa de la cabeza, no del sombrero, y como la realidad es para l

    la barbarie, la desestima. De ninguna manera intenta adecuar la ideologa a sta; es sta la que tiene que adecuarse, negndose a s misma, porque es barbarie.

    As la oligarqua y su oposicin democrtica o marxista disienten en cuanto a la ideologa a aplicar pero coinciden totalmente en cuanto al mesianismo: civilizar. Si la realidad se opone a la

    aplicacin de la ideologa segn se transfiere, la inadecuada no es la ideologa de transferencia sino la realidad, por brbara. Los fines son distintos y opuestos en cuanto a la ideologa en s, pero igualmente ideolgicos.

    Si en las ideas abstractas son opuestos, la zoncera Civilizacin y barbarie los unifica en cuanto son la civilizacin. De donde resulta que los que estn ms lejos ideolgicamente son los que estn

    ms cerca entre s en cuanto telogos como ocurre cada vez que la realidad enfrenta a todos los civilizadores. Entonces se unifican contra la barbarie, que es como llaman al mundo concreto donde quieren aplicar las ideologas.

  • 11

    Esto se hace evidente en los momentos conflictuales en que el pas real aparece en el escenario social o poltico.

    El mismo Mastrorilli en el artculo referido dice: "Sarmiento y Alberdi queran cambiar el pueblo. No educarlo, sino liquidar la vieja estirpe

    criolla y rellenar el gran espacio vaco con sajones. Esta monstruosidad tuvo principios de ejecucin. Al criollo se lo persigui, se lo acorral, se lo conden a una existencia inferior. Sin embargo los aportes de sangre europea que se vertieron a raudales sobre el pas, no consiguieron establecer una sntesis humana muy distinta de la precedente. Los ingleses relictos de las invasiones o colonos trados de la fabulosa imaginacin rivadaviana se agauchaban. Los polacos,

    los alemanes, los italianos, tambin. Y a espaldas del rgimen colonial se hizo una nueva masa humana que se dobleg sin resistencia ante la potencia de la geografa y la presencia irreductible de lo hispnico como principio organizador de la convivencia."

    "El rgimen fracas sociolgicamente. A partir de 1914 aprendi a contar con una masa

    popular desconfiada y adversa. En suma: el rgimen quiso cambiar al pueblo y no pudo: quiso entregar el espacio inerme y tropez una y otra vez con algo viviente y clido que nosotros llamamos conciencia nacional y ellos desprecian como barbarie"1

    Eso pas, como dice el autor, desde 1914. Culmin "el 17 de Octubre, en la ms grande operacin de poltica de masas que vio el pas; la muchedumbre estaba compuesta por cabecitas

    negras restos del criollaje proscripto pero tambin por hijos de gringos, polacos y maronitas lanzados contra el rgimen con violencia inusitada".

    Por qu la parte de la "intelligentzia", democrtica o marxista, no pudo entender un hecho tan evidente en ninguna de las dos oportunidades. La oligarqua trat de invalidarlo porque sus

    intereses concretos coincidan con los criterios de Civilizacin y barbarie, pero en otro caso la explicacin slo es posible a puro vigor de zoncera: incapaz de salir del esquema y partiendo del mismo supuesto histrico de que las masas en el pasado haban expresado slo la barbarie frente a la civilizacin, vio en su nueva presencia una simple recidiva. De ah lo de aluvin zoolgico y "libros y alpargatas", que son zonceritas biznietas de Civilizacin y barbarie y cuyo sentido

    permanente supera la insignificancia de los que las enunciaron, pues revelan el modo de sentir de la "intelligentzia" in totum, incapaz de pensar fuera de la ideologa, es decir de lo conceptual ajeno y opuesto a los hechos propios.

    As, la zoncera de Civilizacin y barbarie se apoya en dos patas y anda, pero cojeando, porque

    una es ms larga que la otra, que es como una pata auxiliar a la que se recurre cuando el rgimen est en peligro.

    Una ideologa apuntala a otra ideologa, por ms que su signo sea inverso en teora, porque tienen en comn el supuesto mesinico que cada uno quiere realizar a su manera, pero ambas

    1 Julio Mafud dice al respecto:

    "Fue un error irreparable para los primeros pensadores no aceptar, de principio, que la realidad americana no era inferior, sino distinta.. .". "Llama barbarie a todo lo que era americano", "no era una actitud de definic in sino de rechazo."

    Aqu explica el autor el contraste que hay en Sarmiento. Como li terato "pinta al gaucho en Facundo con humanidad y simpata". As la descripcin enamorada del baqueano, del cantor, del rastreador. An del mismo Facundo: "Ve en ellas al hombre grande, al hombre de genio a su pesar, sin saberlo l, el Csar, el Tamerln, el Mahoma". Pero propone su exterminio cuando "el gaucho no se ajusta a sus esquemas pol ticos y militares". As: "No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer ti l al pas. La sangre es lo nico que tienen de seres humanos", dice tambin Sarmiento. Lo mismo pasa con la religin, con los hbitos, con la geografa, con todo. Es el conflic to entre el pas como es y el pas c omo tiene que ser segn la ideologa. Lo explica tambin Mafud: "Hay un elemento que es necesario aislar, para comprender los modus mentales de esos hombres que se constituyeron a travs de la cultura europea: sta estaba basada y sustantivada sobre abstracciones". Y agrega Mafud: "Lo nico que era especficamente europeo, sin antecedentes en Amrica, era la idea del progreso y sta slo poda tener v igencia en Amrica si se negaba el pasado y el presente. El futuro era Europa: progresar era salir de Amrica para entrar en Europa. De aqu la insis tencia de la negacin americana y la ansiedad por ser europeos. Esta pauta histrica provoc un mtodo que luego se hizo norma. Se sustituy la realidad por la abstraccin". Es decir, se v iolentaron las leyes naturales. Trae aqu Mafud una curiosa cita de Martnez Estrada que no puede ser ms certera: "Todos nuestros dictadores son, en verdad, restauradores de las leyes naturales."

    Esta frase es una prueba ms de la canallera intelectual de Martnez Estrada, pues revela como toda su obra la fuga de la realidad y su necesario anlisis histrico, buscando otras explicac iones a lo que tiene bien en claro en lo ntimo de su inteligencia: as su horror por los dictadores es un simple acomodamiento a la dic tadura intelectual de la intelligentz ia para asegurarse los provechos de la fama, los premios y ainda mais, como tantos otros.

  • 12

    partiendo de la negacin de lo propio. Conviven entre gruidos y se tiran mordiscones, pero siempre entre civilizados que se defienden en comn de los brbaros, es decir del pas real. La recproca tolerancia nace de la unidad civilizacin y se practica de continuo en la comn devocin por todas las zonceras nacidas del vientre de la zoncera madre.

    No preguntis entonces por qu comparten la misma historia que se niegan a revisar desde que revisar importa dejar sin base la zoncera generatriz. Destruir sta implica sustituir una mentalidad hecha partiendo de ella y excluir el mesianismo y la ideologa como fundamento de un pensamiento argentino para dar su oportunidad al buen sentido. Ah, en Civilizacin y barbarie, la zoncera madre, est el punto de confluencia de las ideologas, es decir, de la negacin de toda

    posibilidad para el pas nacida del pas mismo. Es como si dijramos la "Unidad Democrtica" tcita de que surgen todas las otras.

    En Geopoltica de la cuenca del Plata (A Pea Lillo editor, Bs. As., 1973), Alberto Methol Ferr analiza la ahistoricidad del pensamiento uruguayo. En ninguna parte como all recordemos otra

    zoncera: "como el Uruguay no hay", se "tuvo una conciencia poltica eminentemente abstracta". La falsificacin de la historia, all como aqu, se complet con la concepcin estratosfrica del pas en cuanto se excluyeron las causales internacionales de los hechos propios o inversamente se excluyeron los hechos propios de las causales internacionales. As, dice: "Nos enseaban una historia de puertas cerradas, desgranada en ancdotas y biografas, o de bases filosficas ingenuas, y

    nos mostraron la abstraccin de un pas casi totalmente creado por pura causalidad interna. A esta tesis tan estrecha, se le contrapuso su anttesis, seguramente tan perniciosa. Y esta es la pretensin de subsumir y disolver el Uruguay en pura causalidad externa, en una historia puramente mundial a secas. Una historia tan de puertas abiertas que no deja casa donde entrar...". "A la verdad, esta

    ltima actitud no escribe historia uruguaya, que le aburre, y prefiere vagabundear y solazarse en la contemplacin a veces minuciosa de la historia mundial. Nos escindamos en pueblerinos o ciudadanos del mundo...". As, de una historia isla, pasbamos a la evaporacin, a las sombras chinescas de una historia ocano, donde la historia se juega en cualquier lado menos aqu y aqu lo de cualquier lado. "Esta actividad lujosa la historia ocano, si hoy canaliza disponibles jvenes

    iracundos, ayer permita a nuestra diplomacia pagarse de las palabras proyectndose para dictar ctedra mundial sobre los derechos humanos y arbitrajes". Son dos formas del escapismo.

    "Interioridad pura o exterioridad pura, dos falacias que confraternizan...". "... quirese mayor lujo que extrapolarse en la historia de los otros?...". "Era una manera de renunciar a hacer

    historia"... "Por otra parte, ese idealismo externo en su versin de izquierda dimitir frente a nuestra historia de puertas cerradas, conservadora. Incapaz de criticarla, porque no le interesaba vitalmente, terminaba en los hechos por aceptarla en bloque. No puede darse incorformismo ms conformista". .. "As la esterilidad del marxismo uruguayo para decir nada sobre el pas, salvo el

    caso reciente de Tras. As, el idealismo jurdico romntico, de derecha o de izquierda, son los modos uruguayos de suplir la ausencia de una poltica internacional real. El rasgo comn de nativistas y ocenicos es que el Uruguay no era problema."

    Crucemos de nuevo el ro. No estamos en presencia de una situacin parecida? Si la falsificacin de la historia oficial, presentando la Argentina como un conflicto entre la civilizacin y

    la barbarie, ha desestimado el conflicto entre lo nacional y lo extranjero desde que el objeto de la historia no es la Nacin sino la civilizacin, la izquierda, como tampoco tiene en cuenta lo nacional como causalidad histrica, produce el mismo conformismo que en el Uruguay con la historia oficial. Esta vez para que la historia del futuro dependa exclusivamente de la causalidad externa,

    generando un escapismo que tiene las misma races anti-nacionales que, naturalmente, rehuye la construccin propia para trasladarla al escenario de la civilizacin. Por donde vienen a ubicarse, como sus cofrades de la otra banda, en un balcn sobre el mundo que es donde se opera la historia idealizada.

    Pero un balcn no es una puerta por donde entra y sale lo propio y lo ajeno, sino un puesto

    de observacin donde se espera que fuera se resuelva lo que hay que resolver adentro, cosa que le conviene a los que ya adentro lo tienen resuelto. De aqu la coincidencia cuando el pas real intenta sus propias soluciones y a su manera.

  • 13

    En tren de clasificacin, la zoncera de Civilizacin y barbarie es una zoncera intrnseca, porque no nace del falseamiento de hechos histricos ni ha sido creada como un medio aunque despus resultase el medio por excelencia, ni se apoya en hechos falsos. Es totalmente conceptual, una abstraccin antihistrica, curiosamente creada por gente que se crea historicista, como sntesis de

    otras abstracciones. Plantear el dilema de los opuestos Civilizacin y barbarie e identificar a Europa con la

    primera y a Amrica con la segunda, lleva implcita y necesariamente a la necesidad de negar Amrica para afirmar Europa, pues una y otra son trminos opuestos: cuanto ms Europa ms civilizacin; cuanto ms Amrica ms barbarie; de donde resulta que progresar no es evolucionar

    desde la propia naturaleza de las cosas, sino derogar la naturaleza de las cosas para sustituirla. Para el que ha ledo Los profetas del odio y la yapa al hablar de esta zoncera no hago ms que

    resumir conceptos all expresados, pero es necesario reiterarlos en este libro por lo que se ha dicho de la maternidad de todas las zonceras. La aceptacin de sta hace posible la vialidad de las otras,

    cosa que se ir viendo a medida que se trate cada una. Empezaremos por aquellas que por considerarlas hijas mayores van en este captulo: la que

    se refiere al espacio y es la de que "el mal que aqueja a la Argentina es la extensin". La otra es la autodenigracin que va implcita en la consideracin de lo humano propio como barbarie.

  • 14

    DE LAS HIJAS MAYORES DE "CIVILIZACIN Y BARBARIE"

    A) Zonceras sobre el espacio. B) Zonceras sobre la poblacin. A) ZONCERAS SOBRE EL ESPACIO Zoncera N 2

    "EL MAL QUE AQUEJA A LA ARGENTINA ES LA EXTENSIN"

    Fue tambin Sarmiento quien enunci esta zoncera que est en el primer captulo de Facundo. Veremos, al considerarla, que ella estaba vigente, como la de Civilizacin y barbarie, antes que Sarmiento le diera forma literaria, pues ya rega el pensamiento de directoriales y unitarios. Es que Sarmiento tena ms talento que los otros y supo sintetizar en "principios" el sistema mental de los anteriores unitarios de los que lo separaban slo estilos y modales, cosa que l mismo destac

    talentosamente en su descripcin del unitario clsico. Difera de ellos, ms que en el fondo, en eso de ser a "la que te criaste", a pesar de doa Paula, que lo quiso sacar modosito, y de l mismo, en cuanto se propuso ya lo veremos como nio modelo.

    Recordemos en obsequio de esta zoncera que un rey de Francia se deshizo del Canad

    considerndolo un simple montn de nieve, y que los norteamericanos, que ahora se afanan por asegurar su dominio en el rtico, rechazaron humorsticamente por boca del Presidente Taft el Polo Norte que les ofreca su descubridor, Peary.

    No es un hecho excepcional que un pas haya renunciado o negociado un territorio, pero

    esa poltica ha estado siempre dictada por motivos circunstanciales. En ningn pas ha regido como principio que la extensin en s se considere un mal: por el contrario, el principio ha sido el inverso, pues el mal consiste en la falta de extensin.

    Desde Alejandro hasta Hitler con su "anchluss", pasando por el Imperio Britnico, la Espaa donde no se pona el sol y el destino manifiesto de los norteamericanos, todos los pases han

    tendido a ampliar su espacio. Y no slo los Imperios, pues los dbiles siempre afirmaron su irredentismo de lo perdido; as Italia con su Trento y Trieste, ahora los rabes con lo suyo y con lo suyo los israeles, los griegos en Chipre. Y volviendo a los Imperios los rusos comunistas como los rusos zaristas con la Mongolia y la Manchuria, en su marcha hacia los estrechos y las

    fronteras de la India, y los chinos con el Tibet..., y Andorra y San Marino con algunas casas de la vecindad.

    Slo nosotros, los argentinos, hemos incorporado la idea del achicamiento como un bien necesario en nuestra poltica territorial. Relacionad esto de que "el mal que aqueja a la Argentina es la extensin" con lo de "la victoria no da derechos" o lo de "la libre navegacin de los ros" que

    vendr ms adelante, y percibiris toda una poltica cultural de indefensin, de incapacidad intelectual para concebir la grandeza sobre la base de pueblo y territorio y sobre un concepto tradicional de soberana.1

    1 Es interesante constar la opuesta actitud del periodismo de la Argentina y el de los pases vecinos. Cualquier actitud afirma tiva de nuestra

    soberana provoca inmediatas imputaciones imperialistas en el periodismo de los vecinos, que no hayan su rplica en el nuestro. Fuera de que todo esto comprueba la ex istencia de una poltica anti-argentina dirigida desde el exterior, y unificada por encima de los l imtrofes, este silenc io del periodismo local, por lo menos para contestar las imputaciones de sus colegas, revela adems de que est bajo la misma direccin, la actitud correspondiente a la zoncera que comentamos. As, por ejemplo, desde 1955 cualquier movimiento de la flota o la gendarmera d entro de nuestras aguas o territorio es una actitud imperialista de los gorilas". De 1945 a 1955 las mismas cosas eran actitudes imperialis tas del peronismo. Tambin interesa sealar frente a estas dos posiciones de la prensa chilena, que mientras los "gori las" en pocas del peronismo, se hacan eco de esos disparates hostiles al pas, los reproducan y hasta difundan los libros de los profesionales agentes de la inculpacin, como un tal Magnet, ampliamente conocido y financiado, aqu los peronis tas nunca han utilizado esos a taques del pas como pretextos.

    Una de dos: o los peronistas tienen mejor conciencia nacional porque han superado la zoncera, o los otros utilizan la zoncera con malicia. Yo creo que es lo primero por la ev idente superioridad intelectual del Comn sobre lo que se llama "intell igentzia".

  • 15

    Oh, s! Gastad en aviones, en tanques, en cohetes, en formaciones militares y navales, pero al mismo tiempo sembrad estas zonceras y habris comprobado la indefensin que se nos crea, la incongruencia de toda poltica nacional cuando sta reposa en la previa derrota sembrada en el espritu de los defensores, por la escuela, la universidad, el libro, las ctedras, la radio, la televisin

    y los propios institutos militares, navales y aeronuticos, que comienzan por subestimar el propio territorio.

    Entonces comprenderis que un Vicepresidente de la Repblica, Julio A. Roca, haya dicho que "la Argentina forma parte virtualmente del Imperio Britnico", y que otro Presiden te, el General Aramburu, haya sostenido que el imperialismo no existe en la Argentina, en un mundo

    conmocionado por las fricciones recprocas entre los imperios o de los imperios con los pases dependientes. Cmo puede comprender las formas sutiles de la poltica moderna de derogacin de la soberana quien profesa la grosera y elemental aceptacin de la disminucin de territorio y pueblos por la aplicacin sistemtica y reiterada de esta zoncera?2

    De esta zoncera en adelante se le ensea al argentino a concebir la grandeza slo como expresin econmica, cultural e institucional, pero se le sustraen las bases objetivas, el punto de apoyo necesario que es la tierra y el pueblo argentino. Intilmente buscaris en el mundo un pas que profese tal principio. Tal vez en Babia. Somos babiecas los argentinos?

    Alguien ha pretendido que Sarmiento slo se propona en esta zoncera sealar las

    dificultades materiales que la extensin implicaba, tal vez olvidando que expresamente l iniciaba el achicamiento excluyendo la Patagonia de nuestro espacio.

    Pero el sanjuanino tena por delante el ejemplo de los Estados Unidos, modelo al que se remita constantemente. Y qu era la extensin de los territorios del Ro de la Plata por

    comparacin del que buscaron como suyo los del modelo? A principios del siglo XIX aqullos eran pobladores de apenas una estrecha faja sobre el Atlntico y el Golfo de Mxico, y fue cuando en el "Destino Manifiesto" afirmaron su voluntad de expresin; las dificultades eran mucho mayores porque se trataba de territorios que haban descubierto y colonizado franceses o espaoles y muchos de los cuales formaban parte de Mxico. As, mientras el modelo iniciaba la "marcha hacia

    el Oeste", conquistando lo ajeno, los imitadores practicaban el repliegue recordad el trmino por lo que viene despus en todos los rumbos para achicar el espacio heredado por los argentinos.

    Tal contrasentido no puede explicarse simplemente por el soborno, por la debilidad o por falta de patriotismo. Slo en el dilema de Civilizacin o barbarie encontraremos una explicacin

    congruente de este achicamiento querido y buscado.3 Lo importante no era constituir un pas segn las leyes de la naturaleza y la historia, sino

    realizar la civilizacin.4

    2 Y este Roca era hijo del otro, que salv la Patagonia. Pero ste fue "ms educado". Por eso?...

    3 Sarmiento en "Crnica", 11 de noviembre de 1849, Santiago de Chile, dice:

    "Es preciso reconcentrar sus fuerzas en poco espacio para tener poder, es preciso aumentar la poblac in para ser fuerte y entonces imponerle la ley a los vencidos". La consecuencia es que haba que dejarse vencer para poder ser vencedores despus, principi o que no se concilia muy bien con la zoncera de que la victoria no da derechos, pero que sirv i para achicar el pas y ofrecerle la Patagonia a Chile.

    Y esta imagen de Sarmiento imponiendo la ley a los vencidos a los pases cuya separacin promoviera cmo se concilia con el Sarmiento que nos han vendido?

    Esta cita la trae Rojas en El Profeta de la Pampa, mostrndolo como contrafigura de Rosas, quien hubiera dicho, siempre segn Rojas: "Es preciso conquis tar Tarija, Magallanes, Montev ideo y Paraguay." Pero en el caso de Rosas se trat de no perderlos; en el de Sarmiento, de conquis tarlos despus de haberlos perdido deliberadamente,

    pues se trata de una estrategia: retroceder para avanzar despus. Cundo, cmo y por qu? Rosas era el "imperialis ta" argentino, como lo ser despus otro, simplemente porque se opone a otros imperios. No acepta la

    disgregacin como hecho definitivo, pero slo lucha para que no se ahonde y consolide y espera de la voluntad de los pueblos la unificacin en el inters comn. Sarmiento es el que habla de vencerlos despus de haber contribuido a crearlos a expensas del conjunto. Es que su sis tema no es sistema americano de don Juan Manuel, sino el europeo de los conquis tadores. En ltima instancia achica para hacer Europa; despus de hecho Europa en Amrica habr que hacer como Europa, conquistar que es el criterio que aplic Mitre en la guerra del Paraguay, pero con quis tando para los Braganzas. 4 En Ejrcito y Poltica, la Patria Grande y la Patria Chica, hago un paralelo destinado a cotejar las dos distintas polticas territoriales y de

    poblacin que han pres idido la conducta del Brasil y la Argentina, y digo: "En 1907 Euclydes Da Cuuha contempla el espectculo de la Argentina agrcolo-ganadera movindose en su progreso a un ritmo

    acelerado pero no le asusta el ritmo ms lento del Brasil, y dice: Lase la historia de la Confederacin Argentina despus de la fase tumultuaria de la Independencia y resultar, en ntido relieve, este contraste con la nuestra: nosotros tuvimos que formar en un largo esfuerzo de seleccin

  • 16

    Realizar la civilizacin era hacer Europa en Amrica, empresa tanto ms fcil cuanto ms Europa y menos Amrica fuera el espacio. As, disminuir la extensin resultaba desamericanizarse, fin perseguido, para reducirse al espacio apto para una rpida civilizacin europea. Estorbaban el desierto, las montaas gigantescas, las selvas impenetrables, los ros indominables, mientras una

    parcial extensin del territorio, la de la "pampa hmeda", ofreca la fcil perspectiva de una rpida creacin de Europa en Amrica, o mejor dicho, de una prolongacin de Europa sobre ella.

    Achicar era reducir los obstculos geogrficos. Y era al mismo tiempo reducir los obstculos humanos.

    La pampa hmeda, escasamente poblada, no ofreca tampoco obstculos de poblacin a la

    rpida europeizacin que haba de hacerse a travs del aporte inmigratorio. En cambio los pueblos preexistentes en el interior americano, espaoles, criollos, indgenas, mestizos, se resistan al cambio urgente que la creacin europea en Amrica les impona como una sentencia condenatoria de su destino y echaban el peso de su resistencia y de su inercia en la balanza del poder. As, a los

    obstculos geogrficos y culturales del trasplante europeo, se agregaban factores polticos, econmicos y sociales, que exigan romper el poder de stos apoyados en la gran geografa americana en el momento histrico en que la revolucin industrial y el desarrollo de los medios de transporte abran un horizonte ultramarino a los intereses litoraleos que miraban hacia Europa.

    Veremos ahora, en sucesivas zonceras, cmo la desintegracin del territorio original fue acompaada de zonceras complementarias con que an contina justificndose la pedagoga colonialista, y sirven para mantener la desestimacin del espacio como factor bsico de la Nacin.

    Pasemos as a las zonceras que sirvieron y sirven para explicar cada una de las

    desintegraciones territoriales, por aplicacin del principio de que la extensin es un mal.5-6

    telrica el hombre para vencer la tierra; ella tuvo que transformar y vitalizar la tierra para vencer al hombre."

    Agrego que nosotros no decidimos por la urgencia achicando el espacio y sustituyendo al hombre, ellos se dedicaron a agrandar su espacio y a adecuar su hombre. Dos polticas opuestas, una de corto plazo y otra de dimensiones his tricas. Nosotros nos dedicamos a hacer la civilizacin contra la barbarie. Ellos se dedicaron a hacer el Brasil con civi lizacin y con barbarie sobre la propia realidad. Ellos se movieron en medidas concretas nacionales; nosotros en medidas conceptuales abs tractas y municipales concretas.

    5-

    Vamos a comprobar cmo an ahora, acta subconscientemente el hbito de pensar segn esta zoncera. Est usted en su propio confesionario y slo ante usted mismo. Pregntese cmo reaccion cuando un grupo de muchachones, el "Co-

    mando Cndor", hizo su incursin a las Islas Malv inas o cuando vol hasta ella Miguel L. Fitzgerald: se sinti solidario con la aventura o slo simul sentirlo de dientes para afuera? O en realidad consider molesto el hecho?

    Pero vamos a objetiv izar el test utilizando a un tercero. El Almirante Guzmn, que ostenta con el ttulo de Gobernador de la Tierra del Fuego, el de las Islas Malv inas, v iajaba como pasajero

    del av in al que el "Comando Cndor" oblig a desviar el rumbo. Conoce la ancdota? Mara Cristina Verrier, integrante del "comando", le pregunt al Almirante Guzmn: "Seor Gobernador de las Islas Malv inas, le gustara pisar en las mismas?" "Sera mi sueo" contesta el Almirante. "Le advierto que dentro de poco usted podr hacerlo, pues en este momento el av in pone rumbo a las Islas". El Gobernador sonri galantemente, pero dej de hacerlo cuando pudo comprobar que el av in se internaba mar adentro. Entonces se

    puso serio... muy serio. Segn la informacin periods tica, el Gobernador se desprendi del cargo y lo pas al Comandante de la Nave. Lo positivo es que en

    ningn momento intent un acto de posesin y jurisdiccin; por el contra rio, y sin ninguna protesta formal, ni acto de afirmacin de su "imperium", desembarc en el territorio de su gobierno y tom relacin con las autoridades britnicas, como si hubiera descendido en la Luna o en Trapalandia.

    No pretendo dictar normas, pero se me ocurre que pudo tomar el mando del grupo y hacer la afirmacin que "los Cndores" pretendan, o cualquier otra cosa, pero de ninguna manera ratificar con su posicin pasiva la dominacin britnica. Y mucho menos quedar despus en el cargo de Gobernador de las Islas Malv inas que haba resignado de hecho al aceptar sin protesta los actos de poder del Gobernador britnico.

    Es cierto que de hacerlo hubiera comprometido su posicin oficial y tal vez su situacin en la carrera. Tal vez tambin hubiera tenido que compartir la crcel con "los muchachones" del "Comando Cndor". Pero la v ida es as, y los hombres, muchas veces, sin comerla ni beberla, se encuentran frente a la responsabilidad de la his toria. El Gobernador Guzmn era adems Almirante y estaba obligado a jugarse en ella. Prefiri salvar su gobernacin y su retiro. All l. Adems, ningn colega le pi di el "famoso tribunal de honor".

    Pero olv idemos la gobernacin y el grado, circunstancia calificante. Considermoslo como si se tratara de un simple ciudadano argentino.

    Entonces la nica explicacin que surge de su conducta es esa des aprensin inculcada en el argentino de que nuestra reiv indicacin de las Malv inas es slo cosa formal, de dientes para afuera, porque se trata de un territorio ms en un pas al que le sobra territorio, tanto que su extensin es un mal.

    Pes la zoncera en su conducta?

  • 17

    Es la nica explicacin. Quiere usted hacer un test? Propngale a esta gente de la "intelligentzia" de izquierda a derecha, la hiptesis de una guerra por un motivo territorial, o cualquier otro

    de soberana. La rechazar indignado, cuando no se reir frente al despropsito. Y sin embargo este sujeto, pacifis ta hasta la mdula, es el mismo tipo que en las dos grandes guerras del siglo ha ex igido que

    abandonsemos nuestra neutralidad e interv iniramos en las mismas, y an hoy est dispuesto a ver con complacencia el envo de fuerzas nacionales al exterior para la defensa de la "civ ilizacin occidental". O se opondr, pero en este ltimo caso por razones id eolgicas, tampoco nacionales. Simplemente porque simpatiza con los otros.

    Esa es la mentalidad de Civil izacin y barbarie, que excluye todo motivo nacional porque lo nacional para l es lo ideolgico, lo institu-cional, pero referido siempre a su modelo. El pas suyo, su patria o la razn de motivos formales ajenos a su ser geogrfico, humano y su des tino propio. Lo estamos v iendo con relacin al espacio; en el captulo II lo veremos con relacin al hombre. 6 Conviene tener presente que al momento de la Independencia, el grueso de la poblacin estaba radicado de Crdoba al Norte y mirando a Potos, que era su centro econmico. No slo era ms numerosa la poblacin, sino que ms fuertes los elementos culturales espaoles, indgenas y mestizos correspondientes a la barbarie. Esto explica la idea de Belgrano de construir una monarqua incaica, porque atenda a la rea lidad del momento, y a la necesidad de atraer las masas ms numerosas y que adems eran las que libraban de Tucumn hasta la frontera con el Per la guerra ms dura y encarnizada, que ahora se ha borrado de nuestra historia conforme a los fines de la fals ificacin 1. La idea de Belgrano era discutible, pero no pueril, como nos dicen ahora para complementar la imagen de don Manuel como un "buenazo" con t odas las implicancias de zonzo que ello apareja, y que es la que nos dan desde la escuela.

    Al falsificar la historia se falsifica la geografa hacindonos confundir la actual, que es lo que se salv de Civilizacin y barbarie, con la de ese momento. Su lmite Norte no estaba en la Quebrada de Humahuaca ni en el valle de Orn, sino en el lago Titicaca. El pas de en tonces bajaba de Potos a Crdoba, recostndose hacia la cordillera en Catamarca, La Rioja y Cuyo y abrindose apenas unas leguas al Este de Santiago del Estero. Crdoba era la cintura donde se apretaba en un ancho de pocas leguas entre la frontera del indio que fluctuaba de Ro Cuarto a Melincu y la frontera tambin india que desbordaba el Salado del Norte para subir por Santa Fe y enlazar con el pas del li toral en la Mesopotamia, la Banda Oriental y gran parte del Ro Grande y caer hacia el Sur hasta las costas del Salado bonaerense.

    Las nuevas condiciones, con la incorporacin de las pampas al mercado mundial van a determinar un nuevo equil ibrio en que el Litoral pasar a primer plano, y esto est en la inercia de los acontecimientos. Pero la civilizacin quiere ganar tiempo al tiempo, lo que es legtimo si la urgencia no es contra natura. Otra cosa es cuando se la quiere crear artificialmente y se sacrifica el equil ibrio para romperlo a favor de una construccin ideolgica, que es lo que se hace.

    Se pierde espacio para ganar tiempo, pero en el tiempo corto. En el tiempo largo lo as construido y que ha contrariado la ge opoltica que cre el Virreynato termina por hacer sentir los efectos de la destruc cin, no slo de las posibilidades del gran pas de todos sino de los que resultaron de la disgregacin. Porque as Boliv ia en realidad son dos pases el del trpico, bajo y vegetal, y el de la alta montaa mineral con sus poblaciones dis tintas e incomunicadas que se articulaban antes por la Quebrada de Humahuaca y Orn, en la economa general de un pas grande con todos los recursos. Igual ocurri con la Banda Oriental que, desprendida y aislada de la unidad donde se integraba, result lo que estamos v iendo: un pas en que, pasado el inters de quien promovi su formacin, se encuentra con las v as naturales de su expansin cerradas y con la responsabilidad dramtica de ser, como di ce Methol Ferr, la piedra clave de la bveda con que la poltica bri tnica arm lo heterogneo sobre la destruida homogeneidad platense.

    1- Nota de nota: Manuel Jos Corts en su Ensayo sobre la Historia de Bolivia nos dice: No hay en el Alto Per, ciudad aldea, bosque, ni montaa en que la sangre americana no haya corrido mezclada con la sangre espaola. De ms de cien caudillos que se levantaron, slo dos tomaron partido por los espaoles, y slo nueve sobrev iv ieron a la guerra de la Independencia: todos los dems perecieron, unos en el patbulo y otros en el campo de batalla. Se los ha borrado de nuestra his toria como si pertenecieran a una historia ajena en la maliciosa poltica histrica que a ms de justificar la disgregacin quiere que se olv ide el hecho que sealo: que la guerra ms dura de la Independencia fue esa que ya no es de nuestra his toria.

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    ZONCERAS COMPLEMENTARIAS DE LA ZONCERA

    "EL MAL QUE AQUEJA A LA ARGENTINA ES LA EXTENSIN" Zoncera N 3

    I) "Lo que conviene a Buenos Aires es replegarse sobre s misma"

    Ya advertimos que Sarmiento no haba acuado sus zonceras cuando ya se las ejecutaba. Esta zoncera del repliegue (para achicar la extensin) la dijo Rivadavia en la Sala de Representantes, como Ministro de Buenos Aires, fundamentando la negativa a proporcionar la ayuda que San Martn reclamaba para terminar su campaa libertadora. (Mabragaa, Los Mensajes,

    1 de mayo de 1822). Lo dijo en los trminos que van como ttulo. Precisamente, replegarse significaba achicar el espacio, y achicarlo para facilitar la

    civilizacin, como se ha dicho. En cuanto comenzaron las dificultades revolucionarias unas veces de orden estratgico

    pero muchas ms de orden poltico-social los civilizadores se plantean el conflicto entre la

    civilizacin Europa y la realidad Amrica, a la que llamaron barbarie. Reiteramos lo dicho anteriormente: achicar el pas a las medidas de la pampa hmeda

    implicaba crear las condiciones ptimas para una rpida europeizacin. Mantenerlo en las condiciones preexistentes de extensin, implicaba asumir una tarea de mayores dimensiones y que

    se oponan a esa urgencia civilizadora. Haba adems que terminar la guerra rpidamente, por la guerra misma, y tambin porque

    la guerra pona en presencia activa a las masas americanas que, con su barbarie, obstaculizaban el proceso civilizador. Achicar la geografa era achicar su presencia.

    En un principio la concepcin de Mayo fue americana, pero cambi en muchos dirigentes despus de la separacin del Paraguay y las derrotas del Alto Per. Estos grupos buscaron entonces diferentes soluciones: desde el perdn espaol al establecimiento de tronos extranjeros, o directamente el protectorado britnico, porque para ellos la independencia dej de ser el objetivo, reemplazado por el civilizador. Esto genera una crisis en la revolucin entre los que persiguen

    objetivos americanos y los que persiguen objetivos europeizantes. Los primeros tendern a la integridad del espacio, los segundos a su reduccin.

    Esta diferencia de apreciacin sobre los fines revolucionarios es la que provoca la crisis de la Logia Lautaro. Ya en Chile, en Rancagua, el ejrcito libertador se ha independizado de quienes

    pretenden detenerlo, ratificando la "desobediencia" de San Martn. Como ya se ha dicho, dejemos, pues, de pensar en el soborno o la flojedad de unos, en la

    entereza o el valor de otros, factores concurrentes y humanos completamente comprensibles pero no decisivos.

    El conflicto de Civilizacin y barbarie, est ya planteado y aqu se trata de su aplicacin al

    espacio. San Martn expresa en ese momento la vocacin americana. En Tucumn traz una nueva estrategia que se opone a la pasiva de la defensa del Norte,

    que definitivamente abandonaba el Alto Per. Primero Chile, despus Lima, y una vez cortadas las

    comunicaciones ultramarinas de los ejrcitos realistas, el movimiento de pinzas hacia el Alto Per en combinacin con las fuerzas del Norte argentino a cuyo cargo ha quedado Gemes, como el brazo meridional de la pinza.

    Para el cumplimiento de esta segunda parte de la operacin, ya cumplida la primera, San Martn reclama de Buenos Aires la ofensiva que parta del actual Norte argentino. Es cuando desde

    Lima lo enva a Gutirrez de la Fuente en demanda de esa ayuda. Es tambin cuando Rivadavia acua la zoncera para negar el apoyo de Buenos Aires.

    "Lo que conviene a Buenos Aires es replegarse sobre s misma", dice el partido anti-americano. Es decir, impedir que la operacin planteada por San Martn se lleve hasta sus ltimas consecuencias.

  • 19

    Buenos Aires se repliega sobre s misma y pierde el Alto Per. Lo pierde consciente y deliberadamente, conforme a aquello de que "el mal que aqueja a la Argentina es la extensin". Veremos despus cmo se ejecuta esta poltica que se disimula a travs de otras zonceras, que son las que siguen.

    Ms explcito an el siniestro Manuel Jos Garca dice en la Cmara de Representantes que "al pas le era til que permaneciesen los espaoles en el Per" (Busaniche, Historia Argentina, pg. 436, ed. Hachette). Este Garca ser el mismo agente de Rivadavia que pacta la entrega de la Banda Oriental al Emperador del Brasil.

  • 20

    Zoncera N 4 II) El misterio de Guayaquil

    Ahora pensad en San Martn en Lima teniendo que ultimar la guerra de la Independencia e

    impedido de completar su estrategia de pinzas por la poltica de Rivadavia definida en la zoncera anterior: "Lo que conviene a Buenos Aires es replegarse sobre s misma".

    No olvidis tampoco cmo entre rivadavianos y peruanos desafectos le han anarquizado el ejrcito, mientras el Almirante Cochrane le subleva la escuadra1.

    La poltica americana de San Martn entra en conflicto con la poltica de achicamiento que paralelamente a la inglesa, tiende a disgregar el continente y an el Virreynato del Ro de la Plata. Ya no est en condiciones de cumplir su objetivo integralmente americano y busca la ayuda de Bolvar que est en el mismo plano.

    As se produce la entrevista de Guayaquil en que los dos libertadores hablan sin testigos.

    Cul es la consecuencia lgica de la entrevista? Que el ms fuerte en ese momento asuma el mando y que el ms dbil debilitado por la

    traicin a sus fines americanos lo ceda, precisamente para no traicionar esos fines. La grandeza de San Martn lo hace adoptar la actitud que corresponda a ella, haciendo lo

    inverso de los rivadavianos: no comprometer la suerte de Amrica ni siquiera por su propia gloria. Eso es todo. Dnde est, pues, "el misterio de Guayaquil", la zoncera constantemente reiterada? El nico misterio es ste que se haya hecho un misterio de un hecho evidente, enturbiando

    la cuestin con una pequea e interminable polmica de dimes y diretes cuyo propsito l timo es

    ahondar las diferencias entre americanos, justamente lo que San Martn quiso impedir con su austero silencio. He ah como hay otra traicin a San Martn, es decir a su causa americana, en esto de repicar con el "misterio".

    La zoncera del misterio de Guayaquil persigue, an ahora la misma finalidad disgregadora

    que oblig a la entrevista de Guayaquil, porque sobre la base de supuestas pequeas desinteligencias entre los dos libertadores se intenta olvidar su coincidencia bsica que es la de la unidad americana. Y por otro lado, distraer la atencin del conocimiento de las traiciones antiamericanas de Rivadavia y los suyos que son las que obligaron a San Martn a retirarse.

    Pero la entrevista de Guayaquil signific la prdida definitiva del Alto Per. Porque lo quiso Bolvar? No!; porque lo quisieron los rivadavianos en su poltica de

    achicamiento civilizador. Vamos a verlo 2-3.

    1 La insubordinacin de Cochrane suele explicarse por la inconduc ta del Almirante, que por otra parte habra entrado al servic io de Chile, despus

    de ser "radiado" de la marina britnica por motivos de dignidad. La explicac in, agraviante para Cochrane, es un pretexto para ocul tar la poltica de Gran Bretaa con la inconducta del Almirante.

    Las fotografas que se acompaan (ver imagen), prueban que el A lmirante Cochrane est sepultado en Londres en la Catedral de Westminster, donde slo van Ias grandes figuras del Imperio, y en lugar importante y destacado. Podis ver la lpida cuya ins cripc in tenis delante de los ojos y veris que no es la que corresponde como el lugara la versin corriente, sino la que conviene para un personaje histricamente reverenciado. Lo curioso es que no se den noticias de este hecho ni a travs de las historias, ni las informac iones periodsticas, ni

    de los diplomticos. Ni siquiera de los turistas que han pasado por esa Catedral. Es evidente que este silencio que como se ve no lo hacen los ingleses, va unido a todos los silenc ios destinados a ocultar la decisiva intervencin imperial en nuestra poltica, y en este caso, de los factores determinantes del "Misterio de Guayaquil". 2-3

    Es curioso que Alberdi le haga un cargo a San Martn en este particular. Es cuando hace la crtica a Mitre historiador. El cargo consiste en decir que San Martn "empez la campaa y la dej al empezar. Digo empezar porque no slo faltaba todava libertar el Sur del Per, sino el Norte del Plata, que deba ser el norte y el objeto princ ipal de la campaa cuando se retir del ejrcito". Alberdi ataca a Mitre pero encubre a Rivadavia, que es el autor de ese retiro, seguramente en funcin del pasado comn en que ambos, Mitre y Alberdi, han sido conti nuadores de aqul en la poltica del achicamiento, que el segundo cul tiv hasta la guerra del Paraguay. 3 Esta es la situacin de San Martn: "El ejrcito combinado de chilenos y argentinos se desmoraliz en aquella tierra lo bastante para que no se pudiera esperar de l cosa de provecho..." (Antonio Jos Irisarri, Historia crtica del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho. Ed. Casa de las Amricas. La Habana). Jorge Abelardo Ramos, Historia de la Nacin Latinoamericana, ed. Pea Lillo, 1968, que trae la cita, nos dice que el mote puesto a San Martn era el de Rey Jos; su ministro Bernardo Monteagudo era acusado de "mulato", "sibarita", "ladr n" por la infatuada canalla del marquesado criollo. Sumad esto a la negativa de Rivadavia de todo apoyo en el Norte del Plata y la sublevacin de Cochrane y comprenderis que San Martn no puede ser ms que un mero auxiliar de Bolvar en plena marcha triunfal y con un ejrcito poderoso y disciplinado.

  • 21

    APLICACIN PRCTICA DE LA ZONCERA DE QUE "EL MAL QUE AQUEJA A LA ARGENTINA

    ES LA EXTENSIN"

    Haba venido a visitarme Ren Orsi, que vive en La Plata y me coment: "No le parece un poco fuerte afirmar que el achicamiento del pas fue deliberadamente

    buscado por tantos supuestos prceres?".

    "Usted duda de ello?" le pregunt. Y entonces me dijo: "Yo no; estoy ms seguro que usted. Pero hablo del lector desprevenido a quien de

    pronto usted le arroja estas verdades a la cara, que contraran todo lo que le ensearon, todo lo que han ledo, todo lo que le recitan. Vyase por casa el sbado y ver usted documentacin".

    Es as como escribo esto despus de matear largo en una casa de tres patios en un apacible barrio platense. Y de andar con mate y libros de la biblioteca a la sombra de las enredaderas, y de la sombra de las enredaderas a la biblioteca. Y entreverando los temas con Estudiantes de La Plata (Cmo evitarlo en pleno Campeonato Mundial?).

    Orsi est terminando su Historia de la Disgregacin Rioplatense y me arrim estos datos como quien arrima lea al fuego. Yo estaba caliente cuando empec a verlos y termin hirviendo. Puede ser que el lector, que apenas estar tibio, termine por calentarse, porque todo esto parece increble. Ms increble cuando, como en mi caso, no se cree ni en el soborno ni en la corrupcin, sino en esa deformacin mental que es la base implcita de Civilizacin y barbarie o de Pars en Amrica, segn se

    la quiera llamar. Es decir, en la zoncera. Vamos por orden:

    I. La separacin del Alto Per.

    a) Rivadavia, como Ministro de Las Heras, comisiona al General Arenales para que entreviste a Olaeta, el ltimo jefe espaol, y le proponga la secesin de las cuatro provincias del Alto Per. (Correspondencia diplomtica de los EE. UU. recopilada por Williams R. Manning, tomo I, parte segunda, pg. 756, donde corre el oficio de John Forbes, encargado de negocios de los EE. UU. en Buenos Aires, al Secretario de Estado mster Henry Clay).

    b) Cuando el General Sucre convoca a una Asamblea para decidir sobre el destino de las provincias altoperuanas, Bolvar se le opone y le dice as:

    "Ni Ud., ni yo, ni el Congreso mismo del Per ni de Colombia, podemos violar las bases del Derecho Pblico que tenemos reconocido en Amrica. Esta base es que los gobiernos republicanos

    se fundan entre los lmites de los antiguos virreynatos, capitanas generales o presidencias, como la de Chile. El Alto Per es una dependencia del Virreynato del Ro de la Plata...". "Llamando Ud. a estas provincias a ejercer su soberana, las separa de hecho de las dems provincias del Ro de la Plata". (Simn Bolvar, Obras Completas, T. II, pgs. 83 y 84, oficio del 21-2-1825). Dos das despus Bolvar oficia a Santander y dice: "El Alto Per pertenece de derecho al Ro de la Plata", (ib., Id., T. II, pg.

    98, oficio del 23-2-1825). Ante esta actitud, Sucre, que se apoya en el visto bueno de Buenos Aires, deja sin efecto la convocatoria y dos das ms tarde oficia al Gobernador de Buenos Aires informndole que piensa retirarse con sus fuerzas del Alto Per. (Asambleas Constituyentes Argentinas, recop. Emilio Ravignani, T. I, pg. 1304).

    Como se ve, son los rivadavianos los que han resuelto "perder" el Alto Per, confirmando la decisin con que se neg apoyo a San Martn en la campaa sobre el mismo. (Lo que conviene a Buenos Aires es replegarse sobre s misma, Mabragaa, Los Mensajes).

    La voluntad de achicar el pas ha fracasado frente a Olaeta y frente a Sucre. La tercera ser la vencida.

    c) Con el pretexto de buscar el apoyo de Bolvar (guarde usted lector, memoria de esto para cuando se trate de la Banda Oriental) en la guerra contra el Brasil, en 1825, son comisionados por Buenos Aires el General Alvear y el Dr. Miguel Daz Vlez para ofrecer los territorios del Alto Per para la nueva Repblica de Bolivia.

  • 22

    Ya se ha visto cul es el pensamiento de Bolvar claramente expresado; ha hecho todas las oposiciones posibles. Bolvar ahora no tiene ms remedio que aceptar, pero an en ese momento, quiere salvar con una irona sus escrpulos.

    Ofrece una recepcin a los delegados de Buenos Aires y all dice que brinda "por el

    Congreso de las Provincias Unidas del Ro de la Plata cuya liberalidad de principios (el mal que aqueja a Argentina es la extensin?), es superior a toda alabanza, y cuyo desprendimiento con respecto a las provincias del Alto Per es inaudito".

    Inaudito!, he all la justa calificacin. V. Ernesto Restelli. "La Misin Alvear-Daz Vlez". Publicacin del M. de R. Ext. J. S. Busaniche, "Bolvar visto por sus contemporneos".

    II. La separacin de la Banda Oriental y las Misiones Orientales.

    Veamos cmo tambin fue deliberada y reiteradamente buscada la prdida de la otra banda.

    Artigas defini desde el primer da su voluntad rioplatense ("Proclamas del 11 de abril de 1811 en Mercedes y del 5 de abril de 1813 frente a Montevideo". Archivo Gen. de la Nacin. Div. Nac. Gob. 181111813. S.I.A. 5o, 5), y explcitamente lo reitera en lo firmado en el Paso de Beln,

    donde dice que "la autonoma provincial no debe entenderse como independencia nacional". Art. 4o del Plan (A.G.N. "Tratados con Artigas y las Autoridades artiguistas del Litoral"). Lo establece tambin despus de la liberacin de Montevideo y rendido Vigodet. (A.G.N., "Documentos firmados en el Fuerte de Montevideo el 9 de julio de 1814, que Artigas ratifica en su Cuartel

    General el 18 de julio de 1814). A pesar de esto el General Alvear ofreci a Artigas, por intermedio de Nicols de Herrera,

    la segregacin de la provincia Oriental y el reconocimiento como entidad definitivamente emancipada, que Artigas rechaz terminantemente. Este ofrecimiento se reitera poco tiempo despus por intermedio del Coronel Elas Galvn. Insiste an ms Buenos Aires, y reunido el

    Congreso de Oriente, instalado por Artigas en el Arroyo de la China, hoy Concepcin del Uruguay, llegaron a Paysand el Coronel Blas Pico y el Dr. Bruno Rivarola, quienes le ofrecen, en nombre del Director lvarez Thomas, lo que sigue:

    "Buenos Aires reconoce la independencia de la Banda Oriental del Uruguay renunciando a los

    derechos que por el antiguo rgimen le pertenecan". (A.G.N., Documentos firmados en el Cuartel General de Paysand el 18 de julio de 1815).

    Esta es la respuesta de Artigas a la proposicin que lleva la misma fecha y que dice: "La Banda Oriental del Uruguay entra en el rol para formar el Estado denominado

    Provincias Unidas del Ro de la Plata... La Banda Oriental del Uruguay est en el pleno goce de su libertad y derechos; pero queda sujeta desde ahora a la Constitucin que organice el Congreso General del Estado legalmente reunido, teniendo como base la libertad". (A.G.N., Documentos suscriptos por Artigas).

    Artigas, ni consider la contrapropuesta: "Llenndose de sorpresa, se lo comunica al Director

    lvarez Thomas al ver lo que le ofrecieron en contestacin". (A.G.N., Oficios del 18 de julio de 1815).

    Sorpresa, dice Artigas, como diez aos despus Bolvar dir inaudito. As sigue siendo: sorpresa, al enterarse; inaudito, al juzgarlo. Es que "el mal que aqueja a la Argentina es la

    extensin" y hay que achicar. Entre tanto, los portugueses han invadido la Banda Oriental, donde permanecern diez

    aos con el tcito acuerdo de Buenos Aires. Luego, al producirse la independencia del Brasil, coyuntura excepcional pues las fuerzas

    ocupantes estn divididas entre portugueses y brasileos, los portugueses de Montevideo

    gestionan ante Estanislao Lpez que este caudillo pase a la Banda Oriental con sus fuerzas. Qu supone usted que hace Rivadavia? Lo enva al General Soler como mediador entre portugueses y brasileos!

    Pero, enseguida la victoria de Ayacucho obliga a Buenos Aires a apoyar a Lavalleja y sus 33

    Orientales, cuya campaa ha sido preparada y financiada por Rosas y sus amigos.

  • 23

    Ya en guerra con el Brasil, ha llegado el momento de que Bolvar cumpla la promesa en funcin de la cual se pretext la prdida del Alto Per1. En la zoncera siguiente veremos cmo se cumpli. Pero no por culpa de Bolvar sino a la inversa: por los que haban producido el "inaudito" hecho con el pretexto de la posible guerra con el Brasil.

    1 El cnsul norteamericano en Buenos Aires, John Murray Forbes escriba a Adams, secretario de Estado: "Esta ciudad recibi loc a de alegra la

    ms importante noticia del Per que jams haya conmovido el corazn de este pueblo... Salvas de artillera en el puerto, fuegos de artificios por todos lados y acordes musicales por todas las bandas, acompaados por aplausos y cantos patriticos de centenares de ciuda danos, por todos los mbitos de la ciudad". Pero agregaba: "Hay personas de alto rango que han recibido la gloriosa noticia con reacciones equvocas, consternados por el anuncio de los patriotas de una prx ima v isita del gran regenerador...". Poco tiempo antes los rivadavian os haban logrado que San Martn abandonara el pas. El Den Funes escri be: "El General San Martn se halla aqu: es muy menguada la acogi da que se le ha hecho. Parece que el 15 de este se embarca para Londres llevando consigo a su hija". Ante el estado de la opinin no hubo ms remedio que acompaar a los 33 de Lavalleja en su v ictorioso levantamiento y aceptar la incorporacin resuelta por los orientales en el Congreso de La Florida. Esto llev a la guerra y la guerra a Ituzaing.

  • 24

    Zoncera N 5

    "OPONER LOS PRINCIPIOS A LA ESPADA"

    He aqu una zoncera que remacha las anteriores. En el momento decisivo en que la espada del vencedor de Ayacucho, conforme a lo

    convenido hubiera significado la victoria total sobre el Brasil y la reintegracin de la Banda Oriental y las Misiones Orientales, Rivadavia, que como hemos visto ha cedido el Alto Per para

    buscar tal alianza, la rechaza. La zoncera es de Mitre una de las tantas "frases histricas" de Mitre, y fue pronunciada en el discurso de ste en la Plaza de la Victoria conmemorando el nacimiento de Rivadavia el 20 de mayo de 1880. (Ya veremos que este discurso es un nidal de zonceras que Mitre incubaba como el avestruz macho).

    Conviene transcribirla:

    "El Libertador de Colombia y redentor de tres repblicas se haba trazado su itinerario poltico y militar desde las bocas del Orinoco y las costas del Pacfico hasta el estuario del Plata y sus ros superiores en el Atlntico, meditando subordinar a su podero las Provincias Unidas, conquistar el Paraguay y derribar el nico trono levantado en Amrica el trono que aflige al

    republicano Mitre es el de los Braganzas, con el que estbamos en guerra en la ocasin, remontando de regreso la corriente del Amazonas en su marcha triunfal a travs del Continente subyugado por su genio".

    Por miedo al hipottico e imposible periplo de Bolvar, regresando con su ejrcito por el Amazonas, como en aquella aventura antigua de los maraones con Aguirre, o como la tentativa

    fracasada del Coronel Fawcet ciento y pico de aos despus de Bolvar, los principios exigen perder la otra banda del Plata y el Uruguay.

    Qu principios? Uno solo: El mal que aqueja a la Argentina es la extensin. Tambin Mitre se aflige por el

    Paraguay a cuya destruccin ir despus aliado con los Braganzas. Aqu tambin podemos comprender el por qu de la hostilizacin a San Martn.

    Hubiera tolerado el hroe misionero, vencedor en la ltima batalla de la Independencia, los planes rivadavianos entre los que se inclua la prdida de las Misiones Orientales, es decir hasta

    la disgregacin de su propia provincia natal? Y hubiera valido para el mismo el pretexto principista los principios contra la espada que se hizo valer contra Bolvar?

    Pero sin el aporte de Bolvar, por obra de los orientales que en el Congreso de la Florida han ratificado la poltica de Artigas como integrantes de las Provincias Unidas y del ejrcito argentino que cruza el Uruguay y de la escuadra, la guerra nos ha dado sus cartas de triunfo. Pero

    de qu valen las batallas si la diplomacia juega en contra? Garca, Ministro de Rivadavia, conviene con el Emperador del Brasil la entrega de la Banda Oriental.

    Rivadavia se ve obligado a desautorizarlo, pero no puede esconder su responsabilidad y cae: pero su cada es tarda. Ahora aparece la mano escondida de Inglaterra que ha ganado a

    Lavalleja para su plan. Este es que la Banda Oriental no sea ni argentina ni brasilea1.

    1 En la siguiente zoncera se hablar con ms extensin de la intervencin inglesa de Lord Ponsomby y el plan britnico de que la Banda Oriental

    no fuese ni argentina ni brasilea sino el apostadero comercial y naval prev isto en la poltica del Imperio durante el siglo XIX: domi nar los territorios mediterrneos por el dominio de sus bocas martimas de salida del mercado mundial. El Emperador se resista y tambin Dorrego, que no era sobornable. Luis Alberto de Herrera cita lo que Ponsomby escribi a la corte de Saint James: "Es necesario que yo proce da sin un instante de demora y obligue a Dorrego a despecho de s mismo a obrar en abierta contradiccin con sus compromisos secretos con los conspiradores y que concierta en hacer la paz con el Emperador..." Encontr el modo de obligarle con el control britnico del Banco Nacional y los escasos directores argentinos del banco que eran unitarios; se desechaban todos los pedidos de fondos del gobernador Dorrego, segn las Memorias del General Iriarte, tomo II, citas que transcribo de Jorge A. Ramos (op. cit.), que confirma el mismo Ponsomby ms adelante: "