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124 Cਕਅਏਓ ਏਓ Aਉਇਏਓ ਏਓ Mਕਓਅਏਓ Oਓਕ, ඇ.º 20|| ISSN 1697-1019 ||2018 LA ERMITA DE LA VIRGEN DEL CASTILLO DE MONTERDE Y EL LEGADO DE JAIME DE PALAFOX Y CARDONA, ARZOBISPO DE SEVILLA Por Jඈඌඣ Lඎංඌ Cඈඋඍඣඌ Pൾඋඋඎർൺ Licenciado en Historia Profesor-tutor UNED Calatayud y guía de turismo L a villa de Monterde, en la provincia de Zaragoza, se sitúa a orillas del río Ortiz, cuyas escasas aguas bro- tan en los Ojos de Pardos, reposan en el pantano de Abanto, discurren por la orilla de este pueblo hasta llegar a Monterde y posteriormente perderse en el pantano de la Tranquera, cerca de Nuévalos. La población se asienta en la ladera de una pequeña loma abrazada por el río; en la parte más baja se encuentra el centro del caserío con la plaza Ma- yor, la Casa Consistorial y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la que destaca la bella torre mudéjar de finales del siglo එඏං. Se encuentra a 10 km del monasterio cistercien- se de Santa María de Piedra. Al norte de la población, sobre un espolón rocoso, se sitúan las ruinas del que fue poderoso castillo, infranqueable para los castellanos en la guerra de los Dos Pedros, cuya capilla, intramuros del recinto, se convirtió con el paso del tiempo en la actual ermita de la Virgen del Castillo. Los restos de esta fortaleza, cuya planta se aproxima a un pentágono irregular de unos treinta metros de eje máximo, se reducen a unos metros de muralla y a un par de paños de lo que fue un torreón cuadrado de mampostería de siete metros de lado, situado en la parte más próxima al caserío. Se tienen noticias de que este castillo existía en 1357, aunque según Cristóbal Guitart, bien pudo ser anterior 1 . Dentro del perímetro de lo que en su día fue la fortaleza se levanta la ermita de Nuestra Señora del Castillo, un pequeño edificio de mampostería con una sencilla puerta adintelada en el muro sur y un rudimentario ábside semicircular casi colgado a mitad del muro del este. En el interior también se aprecia la elevación del ábside respecto a la nave, lo que hizo pensar en la existencia de una pequeña cripta. En realidad, sí que hay un pequeño espacio accesible apenas desde el exte- rior, en el que se encuentra enterrado un sacerdote, tal vez a finales del siglo එංඑ. Es el único espacio abierto, a modo de cámara excavada en roca pero, en las paredes laterales, se adivinan vanos cerrados con mampostería, por lo que es muy probable que haya más enterramientos. Pocos autores han reparado en el interés artístico de esta er- mita, enmascarada bajo profundas modificaciones realizadas en el siglo එංඑ. Francisco Abbad Ríos la menciona como un edicio sin interés artístico 2 . Fabián Mañas Ballestín incluye una breve referencia al monumento en su estudio del retablo titular, joya del estilo gótico 3 y tan solo Federico Torralba ofrece una descripción general de la ermita, haciendo notar la existencia en la cubierta de unas tablas góticas reutilizadas como material de cubrimiento 4 . La ermita fue, en sus inicios, un edificio de una sola nave con ábside semicircular y techumbre de madera a dos aguas, 1 Gඎංඍൺඋඍ Aඉൺඋංർංඈ, C., Castillos de Aragón II. Desde el segundo cuarto del siglo ਘਉਉਉ hasta el siglo ਘਉਘ, Zaragoza, Librería General, 1976, pp. 25 y 42. 2 Aൻൻൺൽ Rටඈඌ, F., Catálogo Monumental de España. Zaragoza, Madrid, Ins- tituto «Diego Velázquez» del C. S. I. C., 1957, t. I, p. 255. 3 Mൺඪൺඌ Bൺඅඅൾඌඍටඇ, F., Pintura gótica aragonesa, Zaragoza, Guara Edito- rial, 1979, pp. 159-160. 4 Tඈඋඋൺඅൻൺ Sඈඋංൺඇඈ, F., Nueva Guía artístico-monumental de Aragón, León, ed. Everest, 1979, pp. 117-118. Cൾඅൾඌඍංඇඈ Pඣඋൾඓ, S. y Jංආඣඇൾඓ Áඏංඅൺ, J. (eds.) (2005): El Período Orientalizante. Actas del III Simposio Internacional de Arqueo- logía de Mérida. Anejos de Archivo Español de Arqueología, XXXV. Mérida. Cඈඋඓඈ Sගඇർൾඓ, R. (1977): Osuna de Pompeyo a César. Excava- ciones en la muralla republicana. Anales de la Universidad His- palense. Serie Filosofía y Letras, 37. Sevilla. Eඇൾඅ, A. et Pൺඋංඌ, P. (1906): «Une forteresse ibérique à Osuna (fouilles de 1903)». Nouvelles Archives des Missions Scienti- ques, XIII, fasc. 4. Impimerie Nationale, Paris, pp. 357-490. (ht- tps://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k6436564h.texteImage). — (1999): Una fortaleza ibérica en Osuna (Excavaciones de 1903). Estudio preliminar, edición facsímil y traducción españo- la, a cargo de J. A. Pachón, M. Pastor y P. Rouillard. Granada. Fൺඃൺඋൽඈ ൽൾ අൺ Fඎൾඇඍൾ, A. (2015): «Las Canteras de Osuna, un re- curso de extraordinario valor geológico, paisajístico y patrimo- nial ligado a una actividad milenaria. Testimonios de su aban- dono, deterioro y deseable puesta en valor». Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 17, pp. 139-149. Fൾඋඋൾඋ Aඅൻൾඅൽൺ, E. (1999): «La olvidada ‘necrópolis fenicia’ de Marchena (Sevilla)», Spal, 8, pp. 101-114. (http://de.doi. org/10.12795/spal.1999.i8.06). Lඅඈൻඋൾൺඍ, E. (1993): «Iberia y Etruria: notas para una revisión de las relaciones», Lucentum, 1, pp. 71-91. Mൺඌ Bൾඅඣඇ, B., Sൺඅൺ Sൾඅඅඣඌ, F y Pඋൺൽඈඌ Mൺඋඍටඇൾඓ, F. (2017): «Un hipogeo con dromos escalonado de Tipología fenicio/púnica talla- do a pie de monte en la desembocadura del río Segura», en Pඋൺൽඈඌ Mൺඋඍටඇൾඓ. F. y Sൺඅൺ Sൾඅඅඣඌ, F. (eds.), El Oriente de Occidente. Fenicios y púnicos en el área ibérica. VIII edición del Coloquio Internacional del CEFYP en Alicante. Alacant, pp. 329-346. Pൺർඬඇ Rඈආൾඋඈ, J. A. (2007): «Osuna y sus silos rupestres. Ar- queología subterránea, desde la prehistoria a la romanidad», Cua- dernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 9, pp. 22-28. — (2010): «Rasgos orientalizantes en tumbas rupestres de la ne- crópolis de Osuna: datos de su antigüedad», Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 12, pp. 48-55. — (2014): «Alrededor de Isis. Posibles ritos egipcíacos en Osuna y su evidencia en el panteón funerario romano de la Vía Sacra», Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 16, pp. 56-64. Pൺർඬඇ Rඈආൾඋඈ, J. A. y Pൺඌඍඈඋ Mඎඪඈඓ, M. (1990): «La necrópo- lis «ibérica» de Osuna: puntualizaciones cronológicas», Florenti- na Iliberritana, 1, pp. 333-340. Pൺർඬඇ Rඈආൾඋඈ, J. A. y Rඎංඓ Cൾർංඅංൺ, J. I. (2005): «La muralla Engel/Paris y la necrópolis protohistórica de Osuna», Florentia Iliberritana, 16, pp. 383-423. (http://revistaseug.ugr.es/index. php/florentia/article/viewFile/4251/4173). — (2006): Las Cuevas de Osuna. Estudio históricoarqueológico de una necrópolis rupestre de la Antigüedad. Amigos de los Mu- seos. Osuna. Pൺඋංඌ, P. (1910): Promenades Archéologique en Espagne (*). Alta- mira, El Cerro de los Santos, Elche, Carmona, Osuna, Numan- cia, Tarragona, E- Léroux, Paris. Rൾආൾඌൺඅ Rඈൽඋටඎൾඓ, J. (coord.) (1991): La presencia de material etrusco en el ámbito de la colonización arcaica en la Península Ibérica. Universitat de Barcelona. Sezione di Studi Storici ‘Al- berto Boscolo’, Barcelona. Rඎංඓ Cൾർංඅංൺ, J. I. (2015): Urso (Osuna): estudio y gestión de un yacimiento arqueológico. Tesis doctoral. Universidad de Sevilla. (http:/hdl.handle.net/11441/34813). Rඎංඓ Cൾർංඅංൺ, J. I. y Mඈඋൾඍ, P. (eds.) (2009): Osuna retratada. Me- moria fotográca de la misión arqueológica francesa de 1903. Biblioteca de Amigos de los Museos y Casa de Velázquez. Sevilla. Sർඎൻൺඋඍ, H. y Nංൾආൾඒൾඋ, H. G. (1976): Trayamar. Los hipogeos fenicios y el asentamiento en la desembocadura del río Algarro- bo, Excavaciones Arqueológicas en España, 90. Madrid. Sൾඪඈ Aඌൾඇർංඈ, F. (2008): «Reflexiones sobre un patrimonio olvida- do: el oficio de los canteros y las Canteras de Osuna». Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 10, pp. 59-63. Sൺඩൾඋ, Y. (2010): «Architecture funéraire punique. Étude compa- rative entre le Cap Bon, la Sicile et la Sardaigne», La Carthage punique: diusion et permanence de sa culture en Afrique anti- que. Institut National du Patrimoine, Tunis, pp. 203-223. Tൾඃൾඋൺ Gൺඌඉൺඋ, A. (1979): Las tumbas fenicias y púnicas del medi- terráneo occidental. Anales de la Universidad Hispalense. Serie Filosofía y Letras, 40. Sevilla. Tඈඋඋൾඌ Oඋඍංඓ, M. (1999): Sociedad y mundo funerario en Tartes- sos. Real Academia de la Historia, Bibliotheca Archaeologica Hispana, 3. Madrid. Zൺඉංർർං, B. (1993): Cerveteri. Le necropoli della Banditaccia. Cerveteri. Arquitectura insólita en el ámbito arqueológico de Osuna, pp. 117-124 Jඎൺඇ Aඇඍඈඇංඈ Pൺർඬඇ Rඈආൾඋඈ

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  • 124 C A M O , .º 20|| ISSN 1697-1019 ||2018

    LA ERMITA DE LA VIRGEN DELCASTILLO DE MONTERDE Y

    EL LEGADO DE JAIME DE PALAFOX Y CARDONA, ARZOBISPO DE SEVILLA

    Por

    J L C PLicenciado en Historia

    Profesor-tutor UNED Calatayud y guía de turismo

    La villa de Monterde, en la provincia de Zaragoza, se sitúa a orillas del río Ortiz, cuyas escasas aguas bro-tan en los Ojos de Pardos, reposan en el pantano de

    Abanto, discurren por la orilla de este pueblo hasta llegar a Monterde y posteriormente perderse en el pantano de la Tranquera, cerca de Nuévalos. La población se asienta en la ladera de una pequeña loma abrazada por el río; en la parte más baja se encuentra el centro del caserío con la plaza Ma-yor, la Casa Consistorial y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la que destaca la bella torre mudéjar de fi nales del siglo . Se encuentra a 10 km del monasterio cistercien-se de Santa María de Piedra.

    Al norte de la población, sobre un espolón rocoso, se sitúan las ruinas del que fue poderoso castillo, infranqueable para los castellanos en la guerra de los Dos Pedros, cuya capilla, intramuros del recinto, se convirtió con el paso del tiempo en la actual ermita de la Virgen del Castillo.

    Los restos de esta fortaleza, cuya planta se aproxima a un pentágono irregular de unos treinta metros de eje máximo, se reducen a unos metros de muralla y a un par de paños de lo que fue un torreón cuadrado de mampostería de siete metros de lado, situado en la parte más próxima al caserío. Se tienen noticias de que este castillo existía en 1357, aunque según Cristóbal Guitart, bien pudo ser anterior1.

    Dentro del perímetro de lo que en su día fue la fortaleza se levanta la ermita de Nuestra Señora del Castillo, un pequeño edifi cio de mampostería con una sencilla puerta adintelada en el muro sur y un rudimentario ábside semicircular casi colgado a mitad del muro del este. En el interior también se aprecia la elevación del ábside respecto a la nave, lo que hizo pensar en la existencia de una pequeña cripta. En realidad, sí que hay un pequeño espacio accesible apenas desde el exte-rior, en el que se encuentra enterrado un sacerdote, tal vez a fi nales del siglo . Es el único espacio abierto, a modo de cámara excavada en roca pero, en las paredes laterales, se adivinan vanos cerrados con mampostería, por lo que es muy probable que haya más enterramientos.

    Pocos autores han reparado en el interés artístico de esta er-mita, enmascarada bajo profundas modifi caciones realizadas en el siglo . Francisco Abbad Ríos la menciona como un edifi cio sin interés artístico2. Fabián Mañas Ballestín incluye una breve referencia al monumento en su estudio del retablo titular, joya del estilo gótico3 y tan solo Federico Torralba ofrece una descripción general de la ermita, haciendo notar la existencia en la cubierta de unas tablas góticas reutilizadas como material de cubrimiento4.

    La ermita fue, en sus inicios, un edifi cio de una sola nave con ábside semicircular y techumbre de madera a dos aguas, 1 G A , C., Castillos de Aragón II. Desde el segundo cuarto del

    siglo hasta el siglo , Zaragoza, Librería General, 1976, pp. 25 y 42.2 A R , F., Catálogo Monumental de España. Zaragoza, Madrid, Ins-

    tituto «Diego Velázquez» del C. S. I. C., 1957, t. I, p. 255.3 M B , F., Pintura gótica aragonesa, Zaragoza, Guara Edito-

    rial, 1979, pp. 159-160.4 T S , F., Nueva Guía artístico-monumental de Aragón,

    León, ed. Everest, 1979, pp. 117-118.

    C P , S. y J Á , J. (eds.) (2005): El Período Orientalizante. Actas del III Simposio Internacional de Arqueo-logía de Mérida. Anejos de Archivo Español de Arqueología, XXXV. Mérida.

    C S , R. (1977): Osuna de Pompeyo a César. Excava-ciones en la muralla republicana. Anales de la Universidad His-palense. Serie Filosofía y Letras, 37. Sevilla.

    E , A. et P , P. (1906): «Une forteresse ibérique à Osuna (fouilles de 1903)». Nouvelles Archives des Missions Scientifi -ques, XIII, fasc. 4. Impimerie Nationale, Paris, pp. 357-490. (ht-tps://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k6436564h.texteImage).

    — (1999): Una fortaleza ibérica en Osuna (Excavaciones de 1903). Estudio preliminar, edición facsímil y traducción españo-la, a cargo de J. A. Pachón, M. Pastor y P. Rouillard. Granada.

    F F , A. (2015): «Las Canteras de Osuna, un re-curso de extraordinario valor geológico, paisajístico y patrimo-nial ligado a una actividad milenaria. Testimonios de su aban-dono, deterioro y deseable puesta en valor». Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 17, pp. 139-149.

    F A , E. (1999): «La olvidada ‘necrópolis fenicia’ de Marchena (Sevilla)», Spal, 8, pp. 101-114. (http://de.doi.org/10.12795/spal.1999.i8.06).

    L , E. (1993): «Iberia y Etruria: notas para una revisión de las relaciones», Lucentum, 1, pp. 71-91.

    M B , B., S S , F y P M , F. (2017): «Un hipogeo con dromos escalonado de Tipología fenicio/púnica talla-do a pie de monte en la desembocadura del río Segura», en P M . F. y S S , F. (eds.), El Oriente de Occidente. Fenicios y púnicos en el área ibérica. VIII edición del Coloquio Internacional del CEFYP en Alicante. Alacant, pp. 329-346.

    P R , J. A. (2007): «Osuna y sus silos rupestres. Ar-queología subterránea, desde la prehistoria a la romanidad», Cua-dernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 9, pp. 22-28.

    — (2010): «Rasgos orientalizantes en tumbas rupestres de la ne-crópolis de Osuna: datos de su antigüedad», Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 12, pp. 48-55.

    — (2014): «Alrededor de Isis. Posibles ritos egipcíacos en Osuna y su evidencia en el panteón funerario romano de la Vía Sacra», Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 16, pp. 56-64.

    P R , J. A. y P M , M. (1990): «La necrópo-lis «ibérica» de Osuna: puntualizaciones cronológicas», Florenti-na Iliberritana, 1, pp. 333-340.

    P R , J. A. y R C , J. I. (2005): «La muralla Engel/Paris y la necrópolis protohistórica de Osuna», Florentia Iliberritana, 16, pp. 383-423. (http://revistaseug.ugr.es/index.php/fl orentia/article/viewFile/4251/4173).

    — (2006): Las Cuevas de Osuna. Estudio históricoarqueológico de una necrópolis rupestre de la Antigüedad. Amigos de los Mu-seos. Osuna.

    P , P. (1910): Promenades Archéologique en Espagne (*). Alta-mira, El Cerro de los Santos, Elche, Carmona, Osuna, Numan-cia, Tarragona, E- Léroux, Paris.

    R R , J. (coord.) (1991): La presencia de material etrusco en el ámbito de la colonización arcaica en la Península Ibérica. Universitat de Barcelona. Sezione di Studi Storici ‘Al-berto Boscolo’, Barcelona.

    R C , J. I. (2015): Urso (Osuna): estudio y gestión de un yacimiento arqueológico. Tesis doctoral. Universidad de Sevilla. (http:/hdl.handle.net/11441/34813).

    R C , J. I. y M , P. (eds.) (2009): Osuna retratada. Me-moria fotográfi ca de la misión arqueológica francesa de 1903. Biblioteca de Amigos de los Museos y Casa de Velázquez. Sevilla.

    S , H. y N , H. G. (1976): Trayamar. Los hipogeos fenicios y el asentamiento en la desembocadura del río Algarro-bo, Excavaciones Arqueológicas en España, 90. Madrid.

    S A , F. (2008): «Refl exiones sobre un patrimonio olvida-do: el ofi cio de los canteros y las Canteras de Osuna». Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 10, pp. 59-63.

    S , Y. (2010): «Architecture funéraire punique. Étude compa-rative entre le Cap Bon, la Sicile et la Sardaigne», La Carthage punique: diff usion et permanence de sa culture en Afrique anti-que. Institut National du Patrimoine, Tunis, pp. 203-223.

    T G , A. (1979): Las tumbas fenicias y púnicas del medi-terráneo occidental. Anales de la Universidad Hispalense. Serie Filosofía y Letras, 40. Sevilla.

    T O , M. (1999): Sociedad y mundo funerario en Tartes-sos. Real Academia de la Historia, Bibliotheca Archaeologica Hispana, 3. Madrid.

    Z , B. (1993): Cerveteri. Le necropoli della Banditaccia. Cerveteri.

    Arquitectura insólita en el ámbito arqueológico de Osuna, pp. 117-124 J A P R

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    arco triunfal y el tramo recto del ábside. Son pinturas reali-zadas a grisalla sobre fondo blanco, rojo y azul con un can-delabro central del que salen esfi nges, niños, fl ores con seres fantásticos, cornucopias, dragones, centauros, etc. Revisten un gran interés y las ha estudiado el Prof. Jesús Criado Mai-nar, quien, tras considerarlas como uno de los conjuntos más valiosos del comienzo del Renacimiento en la comarca de Calatayud, sitúa su realización entre los años 1500 y 1510.5

    Es muy probable que posteriormente se colocase allí un retablo de pintura gótica, con toda probabilidad procedente del desaparecido Monasterio de Piedra, dedicado a la vida de Virgen, que cuenta con veinte tablas, la imagen de la Virgen María en el centro y el Calvario en el remate. El resto de las tablas representan distintos pasajes de la vida de la Virgen, desde el anuncio de su nacimiento hasta su Coronación.

    5 C M , J., El Renacimiento en la Comarca de la Comunidad de Calatayud. Pintura y escultura, Calatayud, Comarca de la Comunidad de Calatayud y Centro de Estudios Bilbilitanos, 2008, pp. 23 a 33.

    levantada a fi nales del siglo o principios del . Parece que en el siglo fue ampliada hacia el sur con la adición de un atrio cubierto, que más adelante se convirtió en una nave lateral presidida por la actual capilla del Cristo yacente en la cabecera y comunicada con el ábside central.

    En el s. se añadió otro cuerpo rectangular en el lado del evangelio, al que se accede mediante un arco apuntado; se manifi esta en el muro un segundo arco, ahora condenado por el trazado del coro y que permite suponer que el edifi cio fue recortado por los pies en un momento posterior. El cuerpo del evangelio muestra en su muro norte un arcosolio central que conserva en uno de sus fl ancos un ángel heráldico del siglo , de buena factura y labrado en piedra, que sostiene el Senyal de lo Rei d´Aragó. La cabecera es un espacio también elevado respecto a la nave, que forma una pequeña capilla cubierta con bóveda de crucería. Detrás de esta capilla y comunicada con el ábside central por una puerta, se ubica la sacristía.

    El ábside, a principios del siglo , se decoró con bellas pinturas murales a candelieri, situadas especialmente en el

    M , .

    E V. C , M . F : L M. G V .

    J L C P La ermita de la Virgen del Castillo de Monterde, pp. 124-128

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    Ermita y retablo sufrieron una profunda reforma en el siglo . En el retablo se colocó en la calle central una hornacina

    con espejos y en la misma la talla de María con el Niño. Para ello se retiró la tabla central de la Virgen y se mutilaron va-rias pinturas más; en concreto, las de las calles más próximas a la anterior.

    Además de haber distorsionado el magnífi co retablo, las desafortunadas reformas realizadas entre el siglo y las pri-meras décadas del se encargaron de enmascarar una parte de las pinturas murales renacentistas, así como un notable conjunto de pintura medieval y las bellas yeserías, entre las que destaca un interesante púlpito. La restauración llevada a cabo durante los últimos años bajo la dirección del arquitecto don Joaquín Soro López con la colaboración del arqueólogo don Ignacio de Lorenzo, está permitiendo recuperar el estado original del edifi cio y la belleza de la ornamentación interior. Tanto la pintura mural como las yeserías y el pulpito fueron objeto de estudio en un artículo realizado por Fabián Mañas Ballestín y José Luis Cortés Perruca, en el que databan estos elementos en la segunda mitad del siglo 6.

    E J P C , S

    En el espacio de la ermita, que canónicamente correspon-de a la nave de la epístola, encontramos la capilla del Santo Cristo, donde se venera una magnífi ca imagen de Cristo ya-cente. Francisco Abbad Ríos hace una breve descripción en su obra7:

    6 C P , J. L. – M B , F. – S L , J., «Yese-rías de la ermita de la Virgen del Castillo de Monterde», Actas del VIII Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud, Centro de Estudios Bilbi-litanos, 2010, pp. 77-96.

    7 A R , F., Catálogo..., ob. cit., t. I, p. 255.

    R V. C .

    I V. C . F : J. L. C .

    B V. C ,M . F : L M. G V .

    La ermita de la Virgen del Castillo de Monterde, pp. 124-128 J L C P

    Hay también en esta ermita un templete barroco del si-glo , de arte popular, pintado y policromado y, bajo él, un Cristo yacente de talla de madera, del siglo , procedente del Monasterio de Piedra.

    Lo que Francisco Abbad Ríos no menciona son las intere-santes pinturas medievales que se han encontrado bajo el re-voco y pintura que se le añadió a esta ermita en las reformas anteriormente mencionadas, y que han sido rescatadas en la última restauración.

    En una urna, y bajo el baldaquino, encontramos la ima-gen del Cristo yacente. Es una hermosa talla de madera po-licromada que, según refi ere el Prof. Jesús Criado Mainar recogiendo la información publicada por José María López Landa oportunamente contrastada con la que ofrece el padre

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    Faci, procede del Monasterio de Piedra y puede datarse en torno a 15508.

    El Cristo yacente tiene una particularidad y es que en rea-lidad es un sagrario ya que, la llaga del costado, esconde un pequeño cajón para albergar la Sagrada Forma. Según docu-menta el Prof. Criado, esta imagen se utilizaba como sagrario en el desaparecido Monasterio de Piedra presidiendo el mo-numento de Semana Santa.

    En cuanto al baldaquino, es una piezas anacrónica con el Cristo pero que tiene el mismo origen: el cenobio cistercien-se. Se trata de una monumental estructura que consta de cua-tro columnas torsas elevadas sobre plintos, sobre las que car-ga un entablamento de infl uencia clásica, que a su vez sirve de soporte a ocho arcos de madera policromada que forman una cúpula abierta rematada, por una copa, al igual que los ángulos y frentes del entablamento.

    La decoración es básicamente vegetal. Los plintos apare-cen tornados con motivos geométricos en sus cuatro caras. Las cuatro columnas, ligeramente troncocónicas, tienen el fuste decorado en su tercio inferior con guirnaldas fl orales en sentido vertical remarcadas con un anillo desde el que arran-ca, en espiral, una guirnalda de hojas y rosetas que rematan en el capitel de orden toscano. Todo el conjunto aparece do-rado y policromado.

    El entablamento, de madera tallada y policromada, está compuesto por un arquitrabe decorado con pequeñas volu-tas convergentes, un friso calado en el que unos pequeños balaustres a modo de triglifos separan unos plafones fl orales que se articulan a modo de metopas y una cornisa tallada con ovas. El conjunto se remata con los arcos tallados y policro-mados ya citados, que conforman una falsa cúpula abierta en cuyo interior se forma un octógono. En sus cuatro extremos se disponen otros tantos pinjantes vegetales.

    En la policromía predominan los verdes, rojos y azules con algunos elementos arquitectónicos coloreados imitandomármoles y jaspes. El dorado se reserva, casi en su totali-dad, al interior del baldaquino tanto a las molduras del en-tablamento como a las del octógono, del que arrancan los nervios de la cúpula.

    En la decoración destaca un elemento de singular interés: una cartela dorada acomodada el centro del frente exterior, donde reza la inscripción « . .». Esta inscrip-ción nos llevó a pensar, en su momento, que el baldaquino no se hizo ni para este espacio ni para cobijar el Cristo yacente, sino que era un elemento reaprovechado.

    La cartela con la leyenda « . .» nos pudo aportar indicios importantes sobre el origen de esta pieza. Teniendo en cuenta que el Cristo yacente y la urna en la que 8 C M , J., «Escultura de Cristo yacente con urna procesional»,

    en C R , J. I. (coord.), Joyas de un Patrimonio IV. Estudios, Zaragoza, Área de Cultura y Patrimonio de la Diputación de Zaragoza, 2012, pp. 201-205.

    se conserva, según los datos aportados por el Prof. Criado, parecían proceder del Monasterio de Piedra, no había que descartar que el baldaquino también podía proceder del mis-mo lugar. Indagando en bibliografía relacionada con el Mo-nasterio de Piedra, descubrimos que Vicente de la Fuente9, en el t. XLIX de la España Sagrada, recoge el siguiente y signifi cativo dato:

    D. Jaime de Palafox, Arzobispo de Sevilla, que quiso realizarlo, tampoco pudo, por lo que escribió al monas-terio, que en vez de su cadáver le daba en vida el cuerpo del mártir San Inocencio, sacado de las catacumbas y regalado a él por el Papa Inocencio XI...

    Jaime de Palafox y Cardona, primogénito de los marque-ses de Ariza, nació en Ariza en 1642. En 1677 fue nombrado arzobispo de Palermo y en 1683 tomó posesión de la cátedra episcopal de Sevilla, ciudad en la que falleció en 1701. Por los datos aportados por Herbet González Zymla10 sabemos que la familia Palafox mantenía una estrecha vinculación con el Monasterio de Piedra, ya que varios miembros de la misma habían hecho cuantiosas donaciones para costear su sepelio y el de sus descendientes en esta prestigiosa funda-ción cisterciense.

    La existencia de una capilla en el cenobio petrense en la que se custodiaban las reliquias donadas por la saga de los Palafox, entre las que destacaban un Lignun Crucis y el cuer-po de san Inocencio, ha sido documentada en fecha reciente por Herbert González Zymla, quien la sitúa en el hastial norte del crucero de la iglesia abacial.

    Teniendo en cuenta que Jaime de Palafox fue arzobispo de Sevilla entre 1683 y 1701, e Inocencio XI, el papa que le regaló la reliquia del mártir san Inocencio, murió en 1689, podemos afi rmar que la reliquia llegó a España necesaria-mente entre 1683 y 1689, por lo que con toda probabilidad el baldaquino debió ser realizado dentro de las dos últimas décadas del siglo para cubrir la urna donde estaban los restos mortales del santo mártir o corpori santi11.

    Tras la Desamortización, que provocó el completo aban-dono del cenobio petrense, fueron trasladados a Monterde el actual retablo mayor, el Cristo y el baldaquino. Hecho que 9 D F C , V., La Santa Iglesia de Tarazona en sus estados

    antiguo y nuevo, t. XLIX de España Sagrada, Madrid, Real Academia de la Historia, 1865, tratado 87, p. 270.

    10 G Z , H., El altar relicario del Monasterio de Piedra. Real Academia de la Historia, Madrid, Zaragoza, Real Academia de la Historia e Institución «Fernando el Católico», 2013, pp. 149-150.

    11 C P , J. L., «La macabra belleza. Mártires enjoyados en la comarca de Calatayud», en Actas del IX Encuentro del Centro de Estu-dios Bilbilitanos, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos, Institución Fernando el Católico, 2015, pp. 802-803; y G Z , H., El al-tar relicario del Monasterio de Piedra, Madrid, Real Academia de la His-toria, y Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2013, pp. 149-150.

    I V. C . F : L M. G V .

    J L C P La ermita de la Virgen del Castillo de Monterde, pp. 124-128

  • 128 C A M O , .º 20|| ISSN 1697-1019 ||2018

    queda probado en un documento fechado en 189712 en el que el párroco solicita trasladar el Cristo traído del Monasterio de Piedra, de la ermita a la iglesia de la Asunción de la lo-calidad.

    Por los datos exhumados, el arzobispo Jaime de Palafox debió de donar a Piedra no solo la reliquia del santo sino también el ajuar litúrgico. Según recoge González Zymla en el Lumen Domus Petrae, se recoge que D. Jaime de Palafox, arzobispo de Sevilla, fundó además una misa de aniversario perpetuo que se le cantaba en Piedra en sufragio de su alma todos los 24 de julio en agradecimiento por la donación del cuerpo de San Inocencio Mártir y su preciosa urna.13

    En cuanto al paradero del cuerpo incorrupto de san Ino-cencio, regalado por Jaime de Palafox, en la actualidad se encuentra en paradero desconocido, aunque parece ser que en 1947 se encontraba en la ermita de la Virgen del Milagro de Monterde14.

    12 A.D.T. Bienes, Monterde 576./105. 20 de octubre de 1897. En la ermita de Nª Sª del Castillo de este pueblo de Monterde hay una

    imagen de Jesucristo Crucifi cado que perteneció al Monasterio de Pie-dra q quien han profesado y profesan mucha devoción y los fi eles de esta parroquia, juntamente con el Rgte. Que inscribe suplican a su ILMA para que pudiera trasladarse a una capilla de la iglesia parroquial donde no se venera imagen alguna.

    Al margen (28 de octubre de 1897). Informado acerca del contenido de la presente comunicación he de ma-

    nifestar que la imagen de Jesucristo que se menciona se halla colocada en el sepulcro, en una capilla de la ermita, en una urna de cristales. Que respecto trasladarla a la iglesia parroquial, el punto o la capilla que se desea es muy pequeña y sería difícil su colocación por lo que, salvo el mejor parecer de su excelencia convendría aplazar su resolución hasta inspeccionar el terreno en Santa Visita.

    Lo que tengo el honor de elevar a conocimiento de V.I a los efectos correspondientes.

    13 G Z , H.: El Monasterio de Piedra historia, arquitectura y arte (1195-1835), Madrid, Real Academia de la Historia, y [Zaragoza], Institución Fernando el Católico, 2016, p. 334.

    14 A.D.T. Bienes, Monterde. Inventario de fecha 10 de enero de 1943/ 939/145: Una mesa de altar sin ara sobre la que reposa el cuerpo de San Inocencio.

    NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA. IMAGEN TITULAR DE LA HERMANDAD

    DE LA VERA CRUZ DE OSUNA.SU SIGNIFICADO HISTÓRICO Y PROCESOS DE RESTAURACIÓN

    Por

    F P PHistoriador del arte y

    restaurador de obras de arte deArs Nova Restauraciones S. L.

    La restauración de las imágenes titulares de una her-mandad es siempre un delicado confl icto, pues en ellas se manifi estan unas circunstancias emocionales,

    devocionales, históricas y artísticas que convivían antes de la restauración y así deben quedar, armonizadas, al fi nalizar ésta. Habituados como estamos en Ars Nova Restauraciones S. L. al arte andaluz, de una larga tradición barroca tanto en su estética como en su técnica, abordar un trabajo como el que presentamos de la Virgen de la Esperanza de la Her-mandad de la Vera Cruz de Osuna, era de un gran atractivo profesional. Y lo era por la singularidad que manifi esta esta sagrada imagen, dada su cronología, de principios del siglo

    , su origen y autoría valenciana, así como por su técnica y composición. Además de por todo ello, su restauración ha re-sultado también sugerente porque sus defectos de conserva-ción representaban además de todo lo dicho, también un reto. Entre los meses de octubre y diciembre de 2017 realizamos estos trabajos de restauración en nuestros talleres en Sevilla.

    L N S E

    La refundación de la Vera Cruz de Osuna y la relación con el taller de Vicente Tena

    La imagen de Nuestra Señora de la Esperanza de la Her-mandad de la Vera Cruz de Osuna data de 1903, y fue reali-zada en el taller valenciano del escultor Vicente Tena Fuster (1861-1946). La hermandad, aunque fue fundada en 1545, durante el siglo sufrió un período de decadencia, siendo reorganizada en 1894, embarcándose entonces en ambicio-sos proyectos de mejora y exorno de sus enseres y patri-monio artístico, acometiendo en los primeros años del siglo

    importantes proyectos con el citado taller valenciano de Vicente Tena.

    La Hermandad de la Vera Cruz de Osuna es la corporación decana de la Semana Santa ursaonense, siendo fundada en el convento de San Francisco de Osuna. Efectivamente, durante el siglo , un período reformador intenso y de movimien-tos laicistas con desamortizaciones de bienes eclesiásticos y exclaustraciones de conventos, esta hermandad decayó, en una dinámica que fue compartida con otras corporaciones de-votas1, de modo que sus imágenes titulares perdieron el uso procesional que venían realizando siglos atrás. Con la refun-dación a fi nales del siglo , la Hermandad de la Vera Cruz inaugura un período de intensos trabajos e importantes pro-yectos, los cuales estaban inspirados por su hermano mayor don Manuel Lafarque y Bujel, pieza clave en este resurgir de la hermandad2. Durante su mandato, se realizó el contrato

    1 M C 2016: 411.2 M S 2016: 23.

    La ermita de la Virgen del Castillo de Monterde, pp. 124-128 J L C P