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J ean Pau l Sar t re:
filosofa l i t e r a t u r a
y c o m p r o m i s o
Juan
Mora
Rubio
pretendemos en este co rta escrito hacer un
anlisis del pensamiento filo sfico de Jean Paul Sar-
tre, sino ms bien destacar ciertos aspectos de
su
personalidad que necesariamente no pueden dejar
de traslucirse en sus escritos. Su vida y su obra se
confunden con la historia de nuestro siglo porque
ellas son la medida de las esperanzas de muchos
hombres
y
la dimensin de las frustraciones de otros.
Durante medio siglo los jvenes buscaron en los
es
critos del pensador francs la gua indispensable
para actuar en un mundo desconcertado por la
vio-
lencia, la guerra y la crisis, no slo de los valores
morales sino de los mismos fundamentos filosfi-
cos. E ncontraron el alimento que buscaban?
Sartre conlleva las contradicciones, avances y
retrocesos de nuestro tiempo. Su grandeza est en
sus limitac iones porque stas no son la medida de su
Sobresaliente personalidad, sino el signo de
la
con-
fusin propia de los periodos histricos de transi-
cin como el nuestro. Se ha hecho la revolucin y
sus perspectivas siguen siendo vlidas como lo de-
muestran los grandes momentos de la insurgencia
en Centro Amrica, tan martirizada por el imperia-
lismo norteamericano, Sin embargo, esta revolucin,
por
causas
objetivas
y
por aberraciones propias de
las circunstancias y caractersticas h istrico sociales
de los pueblos que
las
llevaron a efecto, ha mos-
trado defectos limitaciones que no previeron, ni
estaban en condiciones de hacerlo, los fundadores
de la doctrina revolucionaria. Sartre representa la
racionalidad que acoge sin limitaciones la revolu-
cin, pero adems, la conciencia crtica de sus de-
formaciones. En el teireno estrictamente filosfico
emerge, com o buen francs, del racionalismo
carte
siano del cual no reniega aunque procura, durante
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los
aos de su madurez, fundirlo con el matenalis-
mo social de Carlos Marx.
Quiso
acercarse a la dia-
lctica materialista pero su individualismo y su
visin cartesiana se lo vedaron. Desde su8 primeros
escritos afirm: Nuestro punto de partida, en
efecto, es la subjetividad del individuo, y esto por
razones estrictamente filosficas.
.
En el punto de
partida no puede haber otra verdad que esta: p i e n
so
iuego
soy;
esta es la verdad absoluta de la con-
ciencia captndose a s misma. Toda teora que
toma al hombre fuera de ese momento en que se
capta a
s
mismo es ante todo U M teora qu e supn-
me la verdad, pues, fuera de este cogito c artesiano,
todos
los
objetos son solamente probables,
y
una
doctrina de probabilidades que no est suspendida
de una verdad se hunde en la nad a.
Nos
hacen volver a sus escritos, una y otra vez,
la riqueza de
sus
pensamientos
su
escritura llena
de vivacidad sugerencias. No importa que nos se-
pare de su obra el punto de partida la inmed iatez
e indudabilidad de los datos de la conciencia indivi-
dual sin intermed iario), cuando tantas
y
buenas co-
sas nos acercan a su reflexin. Recordemos que
Sartre siguiendo la senda transitada por Feuerbach ,
a r x y Federico Nietzsche, trat de rescatar la
inmanencia del hombre para que asuma
su
existen-
cia desde la libertad
y
en nombre de
sus
propios va-
lores humanos y no desde la trascendencia de otro
ser cuya existencia no nos corresponde vivir. Con
valor volvi, como los gr ndes escritores del pasado,
sobre el concepto de atesmo radical con el objeto
de salvar
al
hom bre y entregarle una vida ms digna
y autntica precisamente en el m omento en que la
pero reaccin burguesa estimula la exaltacin de
lo
m6gico
y
toda suerte de concepciones teidas de
religiosidad.
Falta un
iargo
trecho por recomer antes de
76
que
l s
fuerzas del buen sentido, la razn
y
el Sano
sentimiento logren afirmar su predominio en el
mundo. Entre tan to quedarn
l o s
escritos, por suer-
te
num erosos, la actitud digna de Sartre, que des-
pus de su muerte sigue alumbrando el tortuoso
camino d e nuestro tiempo.
No obstante la riqueza de su personalidad, su com -
plejidad humana y las formas m ltiples com o revela
su
creatividad, Jean Paul Sartre m uestra
una
perma-
nente unidad. Jams la vida de un hombre estuvo
ms cerca de su obra. Actuacin, realizacin vital,
tedio satisfaccin, constantes de toda existencia,
estn adems de vividas plasmadas en la obra singu-
lar del pensador francs. Hay UM identidad entre
su vivir y su pensar; entre su concepcin filosfica
y
su actuacin poltica; entre los planteamientos
tericos que pretenden desentraar una existencia
que
se
afirma cada vez ms en valores inman entes,
para cuyo s fines no ne cesita de divinidad alguna ni de
entes metafsicos, y las conductas y sentimientos
de sus desolados personajes, q ue aunque salidos de
la ficcin, son proyecciones de la existencia real
de los hombres. El discurso terico existencialista
elaborado por Jean Paul Sartre coincide con sus
trabajos de carcter literario., Y no es, como se ha
afirmado, que su obra literaria sea el simple labora-
torio en dond e el autor deja actuar a sus personajes
para observar con atencin las motivaciones de su
conducta, l s acciones gratuitas
y
las implicacion es
morales y psicolgicas de sus actos, sino que este
mismo actuar es el resultado de la manera de darse
la conciencia activa, intencional, es decir el para
s
y la forma de manifestarse la nada a travs de la
realidad humana; es, en fin, la manera de proyec-
tame la accin,
la
responsabilidad y sobre todo la
libertad.
En los trabajos del gran pensador francs hay
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Jean Paul Sartre: fiiosofa, literatura y compromiso
dos discursos paralelos: el terico
y
el literario.
Ellos buscan fines diversos, toda vez que el uno
pretende los propios de la teortica que esencial-
mente tiende a elucidar, descubrir, comunicar una
verdad, y el otro apunta a la satisfaccin de un pro-
yec tb esttico en d onde lo principal radica en la
realizacin de la belleza. E l uno tiene que ver con
la comprensin, el otro con el sentimiento. No obs-
tante el paralelismo de estos discursos, ellos coiisi-guen pon er de presente
un
fondo comn logrado por
sendas diferen tes: u na visin del mundo o Weltans-
chauung, como la han denominado los alemanes.
Susdiscursos paralelos se comunican por el principio
de laarm ona preestablecida, de qu ehablabaleibriiz.
Si reflexionamos, a manera de ejemplo, sobre
algunos problemas presentes en la obra de Sariae,
encontraremos que ellos son abordados desde los
dos territorios anotados. A propsito de la natura-
leza humana dice S artre:
E l existencialismo ateo que yo represento es
ms coherente. Declara que si Dios no existe, hay
por lo menos un ser en el que la existencia precede
a la esenc ia, un ser que existe antes de poder ser de-
finido por ningn concepto, y que este ser es el
hombre o como dice Heidegger, la realidad
Ihu-
mana. u significa aqu que la existencia prece-
de a la esencia? Significa que el hombre empbeza
por existir, se encuen tra, surge en el mund o, y que
despus se define. El hombre, tal como lo concibe el
existencialista, si no es d efinible, es porque empieza
por no ser nada. Solo ser despus, y ser
tal
como
se haya hecho. As, pues, no hay naturaleza hurna-
na, porque no hay Dios para concebirla [.
]
el
hombre no es otra cosa que lo que l se hace.
Jean Paul Sartre E l e x i a t e n ci a l i s m o e s u n h u m o n i s
mo Sur Buenos Aires pgs.
17
y
18.
De la misma suerte, a lo largo de la obra litera-
ria de Sartre, nos encontramos con personajes como
Orestes, hijo de Agamenon, en
Los
Moscas, o
Ro
quentin en La Nusea,
para
no c itar otros casos, que
buscan la realizacin de su ser a partir de actos co n-
cretos que van configurando
su
propia identidad. A
veces esta autoelaboracin se consigue a partir de la
mirada de un tercero, como en
A
puerta cerrada, o
simplemente en
la
diversidad de los destinos de los
personajes del trptico
Los
caminos de
l
libertad,
que viven su accidentado o prosaico presente sim-
plemente como un proyecto, como una perspecti-
va como un futuro a realizarse despus de la guerra.
Tal vez la circunstan cia de que todos estos destinos
sean simplemente una posiblidad que se realizar
maana, pero que actualmente desconocemos, haya
hecho que Sartre d ejara esta novela inconclusa para
que
sus
lectores no vieran a
sus
personajes plena-
mente realizados. En cuanto a su atesmo, en Ei
diablo y el buen
Dios
anto los hombres como Dios
estn terriblemente solos y de esta suerte
su
angus-
tia es semejante.
Dios y a los hombres no les resta sino su
propia vida y estos ltimos tienen que matar a la
divinidad para que ella no los disperse. Es una va-
riante de la idea de Federico Nietzsche: matar a
Dios para dar libertad
a
la existencia humana. El
hombre es, entonces, fuente de la que emana su
propio ser; causa de s mismo y fundamento de
supropio transcurso. Pero tamb in se estructura un
viernes santo invertido, puesto que el hombre se
consume a s mismo para que exista la posibilidad
del nacimiento de Dios. El compromiso poltico
de Sartre es la lucha constante contra el cielo, contr a
ese Dios creado por Camuspara maldecirlo. S u ates-
mo es la lucha por aclarar una existencia sin Dios, es
la dimensin del presente, el reencuentro con la his-
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toria y la significacin de un hoy combativo del
cud fue paradigma Camus. Por ello afirma:
La inmortalidad es una terrible coartada: no
es fcil vivir con un pie ms all de la tumba y con
el otro ms ac
[. ]
escribimos para nuestros
contemporneos y no queremos ver nuestro mun-
do con ojos futuros s e r i a el modo ms seguro de
matarlo- sino con nuestros ojos reales con nues-
tros verdaderos ojos perecederos [ . .] es aqu mis-
mo mientras vivimos donde los pleitos se ganan o
se ~ i e r d e n . ~
Otro problema de mucha significacin en ei
pensanliento del filsofo existenciaiista es ef de ka
libertad. Este igualmente ha sido desarrollado des-
de un ngulo terico que desde una aprehensin li-
teraria. Dice Sartre:
Dostoievsky escribe: Si Dios no existiera.
todo estara permitido. Este es el punto de partida
del existencialismo. En efecto todo est permitido
si Dios no existe y en consecuencia el hombre est
abandonado porque no encuentra ni en
si
ni fuera
de s una posibilidad de aferrarse. o encuentra
ante todo excusas. Si en efecto la existencia prece-
de a la esencia no se podr jams explicar por refe-
rencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho
de otro modo no hay determinismo el hombre es
libre el hombre es libertad. Si
por
otra parte Dios
no existe no encontraremos frente a nosotros valo-
res u rdenes que legitimen nuestra conducta. As
no tenemos ni detrs ni delante de nosotros en el
dominio luminoso de
los
valores justificaciones
o
excusas. Estamos
solos
sin excusas. Es
lo
que ex-
presar diciendo que el hombre est condenado a
de n Paul Sartre: Literatura
y
Ar te
Si tuacrn
I V .
3 Ihid pgina 1 1 .
Ed. La i l d a
Buenos Aires pg.
90
y
siguientes.
17H
ser libre. Condenado porque no se ha creado a
s
mismo y sin embargo por otro lado libre porque
una vez arrojado al mundo es responsable de todo
lo que hace.4
Esto quiere decir que el hombre es libre por-
que no existe un pasado que lo determine. Es la fr-
mula agustiniana de un pasado que en tanto que
ya pas no puede afectar nuestro presente. El hom-
bre es libre adems puesto que Dios no existe y
tiene por fuerza que darse a la tarea de elaborar
su
propia existencia. Estos planteamientos estn desa-
rrollados en forma minuciosa principalmente en sus
obras de tea tro Las Moscas Los secuestrados de
Aitona y de manera muy particular en los intermi-
nables parlamentos de l diablo y el buen Dios.
Tambin estn presentes en susnovelas La Nusea
y Los caminos
de
la libertad.
Cul puede ser la causa que lleva a Sartre a re-
sultados semejantes empleando caminos de expre-
sin diferentes? Esta unidad de formas diversas en
una misma obra no es corriente en los escritores
qu amasados como todos los humanos por el sig-
no
de la contradiccin y las indeterminaciones han
pensado en una direccin pero sentido en la opues-
ta. Goethe el gran ilustrado racionalista que elabor
la teora de
los
colores es a su turno el artista ro-
mntico que desde Las cuitas del
j o v n
Werther
empuj a toda una generacin a empuar la pistola
del suicida desesperado por amor. Y Rousseau re-
presentante mximo de la ilustracin europea padre
de una poltica racional y autor de El contr to so-
cial que lanto influy en los revolucionarios de
1789 mostr los ribetes del romntico no solo en
Julia o la nueva Eloisa sino en escritos polticos
4
Jean
Paul
Sartre: l
v x i s f r n c i o l i s m o
es u n humanis-
mo
.:d.
Sur
Buenos Aires pgs.
6
y
25.
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Jean Paul Sartxe: filoso fa, literatura y com promiso
que le malquistaron definitivamente con Voltaire
y D iderot.
Es
verdad que esta unidad entre filosofa
y
li-
teratura proviene, en ltima instancia, de que tanto
la
una
com o la o tra surgen de una fuente comn: la
ideologa. Esta constituye
l
atmsfera, el aire
in
dispensable para alimentar la totalidad de la creacin
cultural que caracteriza a una po ca histrica deter-
minada. Este elem ento ideolgico
es
por lo dem;is,
l
fuerza gravitatoria que articula en forma u nitaria
las diversas manifestaciones de la creacin.
Es
el
resultado de la accin concreta de los hombres sobre
el mundo y
l
consecuen cia de
sus
relaciones entre
s La fuerza de Herclito encu entra
su
correspon-
diente expresin en el teatro de Esquilo. Y la voz
conceptuosa y formalista de Scrates tiene u equi-
valencia en el m enguado teatro que elabora Eurpi-
des.l Pero estos elementos no son suficientes para
explicar por
solos
la
unidad m anifiesta en la obra
de Jean Paul Sartre.
Creemos que este gran pensador de nuestro
tiempo deriva
su
coherencia, adems, de un radical
compromiso. El compromiso es el elemento deter-
minante en la vida
y
obra de Sa rtre.
L a s
palabras
para presentar el primer nmero de Tiempos hlo-
dernos ya definen esta circunstancia:
Federico Nietzsche: El nacimiento de tmgedia
Alianza editorial Madrid pg 96
y
siguiente.
No queremos avergonzamos de escribir
y
no
tenemos ganas de hablar para no decir nada. Aun-
que quisiramos, no podramos hacerlo; nadie pue-
de hacerlo. Todo escrito posee un sentido, aunque
este
sentido diste mucho del que el autor
sofi
dar
a
su
trabajo. Para nosotros, en efecto , el escritor no
es una Vestal ni un Ariel; haga lo que haga, est
en el asunto , marcado, comprom etido, hasta
su
re-
tiro
m s
recndito
[
.
]
Ya que el escritor no tienemodo alguno de evadirse, queremos que se abrace
estrechamente con
su
poca; es
su
nica oportuni-
dad;
su
poca est hecha para l
y
l est hecho
para ella. Su ele lamentarse la indiferencia de Balzac
ante las jornadas del
48 y
la temerosa incompren-
sin de Flaubert ante la Comuna: la lamentacin
es por ellos; hay aqu algo que perdieron para
siempre. Nosotros no queremos perder nada de
nuestro tiempo ; tal vez hubo mejores, pero este es
el nuestro 1
I
No tenem os ms que esta vida para
vivir, en medio de esta guerra, tal vez de esta revo-
iucin.s
El compromiso, la certidumbre de la tragedia
y la inevitabilidad de la muerte dan a la literatura
de Sartre su carcter de testimonio
y
a convierten
en fuente de verdad.
f
6 Jean
Paul
Sartre:
u e8
la litemtum? Ed. Losada
Buenos Aires pg 9 y 10
179