izt-2005-1020

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  • 7/23/2019 IZT-2005-1020

    1/5

    J ean Pau l Sar t re:

    filosofa l i t e r a t u r a

    y c o m p r o m i s o

    Juan

    Mora

    Rubio

    pretendemos en este co rta escrito hacer un

    anlisis del pensamiento filo sfico de Jean Paul Sar-

    tre, sino ms bien destacar ciertos aspectos de

    su

    personalidad que necesariamente no pueden dejar

    de traslucirse en sus escritos. Su vida y su obra se

    confunden con la historia de nuestro siglo porque

    ellas son la medida de las esperanzas de muchos

    hombres

    y

    la dimensin de las frustraciones de otros.

    Durante medio siglo los jvenes buscaron en los

    es

    critos del pensador francs la gua indispensable

    para actuar en un mundo desconcertado por la

    vio-

    lencia, la guerra y la crisis, no slo de los valores

    morales sino de los mismos fundamentos filosfi-

    cos. E ncontraron el alimento que buscaban?

    Sartre conlleva las contradicciones, avances y

    retrocesos de nuestro tiempo. Su grandeza est en

    sus limitac iones porque stas no son la medida de su

    Sobresaliente personalidad, sino el signo de

    la

    con-

    fusin propia de los periodos histricos de transi-

    cin como el nuestro. Se ha hecho la revolucin y

    sus perspectivas siguen siendo vlidas como lo de-

    muestran los grandes momentos de la insurgencia

    en Centro Amrica, tan martirizada por el imperia-

    lismo norteamericano, Sin embargo, esta revolucin,

    por

    causas

    objetivas

    y

    por aberraciones propias de

    las circunstancias y caractersticas h istrico sociales

    de los pueblos que

    las

    llevaron a efecto, ha mos-

    trado defectos limitaciones que no previeron, ni

    estaban en condiciones de hacerlo, los fundadores

    de la doctrina revolucionaria. Sartre representa la

    racionalidad que acoge sin limitaciones la revolu-

    cin, pero adems, la conciencia crtica de sus de-

    formaciones. En el teireno estrictamente filosfico

    emerge, com o buen francs, del racionalismo

    carte

    siano del cual no reniega aunque procura, durante

    175

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    2/5

    los

    aos de su madurez, fundirlo con el matenalis-

    mo social de Carlos Marx.

    Quiso

    acercarse a la dia-

    lctica materialista pero su individualismo y su

    visin cartesiana se lo vedaron. Desde su8 primeros

    escritos afirm: Nuestro punto de partida, en

    efecto, es la subjetividad del individuo, y esto por

    razones estrictamente filosficas.

    .

    En el punto de

    partida no puede haber otra verdad que esta: p i e n

    so

    iuego

    soy;

    esta es la verdad absoluta de la con-

    ciencia captndose a s misma. Toda teora que

    toma al hombre fuera de ese momento en que se

    capta a

    s

    mismo es ante todo U M teora qu e supn-

    me la verdad, pues, fuera de este cogito c artesiano,

    todos

    los

    objetos son solamente probables,

    y

    una

    doctrina de probabilidades que no est suspendida

    de una verdad se hunde en la nad a.

    Nos

    hacen volver a sus escritos, una y otra vez,

    la riqueza de

    sus

    pensamientos

    su

    escritura llena

    de vivacidad sugerencias. No importa que nos se-

    pare de su obra el punto de partida la inmed iatez

    e indudabilidad de los datos de la conciencia indivi-

    dual sin intermed iario), cuando tantas

    y

    buenas co-

    sas nos acercan a su reflexin. Recordemos que

    Sartre siguiendo la senda transitada por Feuerbach ,

    a r x y Federico Nietzsche, trat de rescatar la

    inmanencia del hombre para que asuma

    su

    existen-

    cia desde la libertad

    y

    en nombre de

    sus

    propios va-

    lores humanos y no desde la trascendencia de otro

    ser cuya existencia no nos corresponde vivir. Con

    valor volvi, como los gr ndes escritores del pasado,

    sobre el concepto de atesmo radical con el objeto

    de salvar

    al

    hom bre y entregarle una vida ms digna

    y autntica precisamente en el m omento en que la

    pero reaccin burguesa estimula la exaltacin de

    lo

    m6gico

    y

    toda suerte de concepciones teidas de

    religiosidad.

    Falta un

    iargo

    trecho por recomer antes de

    76

    que

    l s

    fuerzas del buen sentido, la razn

    y

    el Sano

    sentimiento logren afirmar su predominio en el

    mundo. Entre tan to quedarn

    l o s

    escritos, por suer-

    te

    num erosos, la actitud digna de Sartre, que des-

    pus de su muerte sigue alumbrando el tortuoso

    camino d e nuestro tiempo.

    No obstante la riqueza de su personalidad, su com -

    plejidad humana y las formas m ltiples com o revela

    su

    creatividad, Jean Paul Sartre m uestra

    una

    perma-

    nente unidad. Jams la vida de un hombre estuvo

    ms cerca de su obra. Actuacin, realizacin vital,

    tedio satisfaccin, constantes de toda existencia,

    estn adems de vividas plasmadas en la obra singu-

    lar del pensador francs. Hay UM identidad entre

    su vivir y su pensar; entre su concepcin filosfica

    y

    su actuacin poltica; entre los planteamientos

    tericos que pretenden desentraar una existencia

    que

    se

    afirma cada vez ms en valores inman entes,

    para cuyo s fines no ne cesita de divinidad alguna ni de

    entes metafsicos, y las conductas y sentimientos

    de sus desolados personajes, q ue aunque salidos de

    la ficcin, son proyecciones de la existencia real

    de los hombres. El discurso terico existencialista

    elaborado por Jean Paul Sartre coincide con sus

    trabajos de carcter literario., Y no es, como se ha

    afirmado, que su obra literaria sea el simple labora-

    torio en dond e el autor deja actuar a sus personajes

    para observar con atencin las motivaciones de su

    conducta, l s acciones gratuitas

    y

    las implicacion es

    morales y psicolgicas de sus actos, sino que este

    mismo actuar es el resultado de la manera de darse

    la conciencia activa, intencional, es decir el para

    s

    y la forma de manifestarse la nada a travs de la

    realidad humana; es, en fin, la manera de proyec-

    tame la accin,

    la

    responsabilidad y sobre todo la

    libertad.

    En los trabajos del gran pensador francs hay

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    3/5

    Jean Paul Sartre: fiiosofa, literatura y compromiso

    dos discursos paralelos: el terico

    y

    el literario.

    Ellos buscan fines diversos, toda vez que el uno

    pretende los propios de la teortica que esencial-

    mente tiende a elucidar, descubrir, comunicar una

    verdad, y el otro apunta a la satisfaccin de un pro-

    yec tb esttico en d onde lo principal radica en la

    realizacin de la belleza. E l uno tiene que ver con

    la comprensin, el otro con el sentimiento. No obs-

    tante el paralelismo de estos discursos, ellos coiisi-guen pon er de presente

    un

    fondo comn logrado por

    sendas diferen tes: u na visin del mundo o Weltans-

    chauung, como la han denominado los alemanes.

    Susdiscursos paralelos se comunican por el principio

    de laarm ona preestablecida, de qu ehablabaleibriiz.

    Si reflexionamos, a manera de ejemplo, sobre

    algunos problemas presentes en la obra de Sariae,

    encontraremos que ellos son abordados desde los

    dos territorios anotados. A propsito de la natura-

    leza humana dice S artre:

    E l existencialismo ateo que yo represento es

    ms coherente. Declara que si Dios no existe, hay

    por lo menos un ser en el que la existencia precede

    a la esenc ia, un ser que existe antes de poder ser de-

    finido por ningn concepto, y que este ser es el

    hombre o como dice Heidegger, la realidad

    Ihu-

    mana. u significa aqu que la existencia prece-

    de a la esencia? Significa que el hombre empbeza

    por existir, se encuen tra, surge en el mund o, y que

    despus se define. El hombre, tal como lo concibe el

    existencialista, si no es d efinible, es porque empieza

    por no ser nada. Solo ser despus, y ser

    tal

    como

    se haya hecho. As, pues, no hay naturaleza hurna-

    na, porque no hay Dios para concebirla [.

    ]

    el

    hombre no es otra cosa que lo que l se hace.

    Jean Paul Sartre E l e x i a t e n ci a l i s m o e s u n h u m o n i s

    mo Sur Buenos Aires pgs.

    17

    y

    18.

    De la misma suerte, a lo largo de la obra litera-

    ria de Sartre, nos encontramos con personajes como

    Orestes, hijo de Agamenon, en

    Los

    Moscas, o

    Ro

    quentin en La Nusea,

    para

    no c itar otros casos, que

    buscan la realizacin de su ser a partir de actos co n-

    cretos que van configurando

    su

    propia identidad. A

    veces esta autoelaboracin se consigue a partir de la

    mirada de un tercero, como en

    A

    puerta cerrada, o

    simplemente en

    la

    diversidad de los destinos de los

    personajes del trptico

    Los

    caminos de

    l

    libertad,

    que viven su accidentado o prosaico presente sim-

    plemente como un proyecto, como una perspecti-

    va como un futuro a realizarse despus de la guerra.

    Tal vez la circunstan cia de que todos estos destinos

    sean simplemente una posiblidad que se realizar

    maana, pero que actualmente desconocemos, haya

    hecho que Sartre d ejara esta novela inconclusa para

    que

    sus

    lectores no vieran a

    sus

    personajes plena-

    mente realizados. En cuanto a su atesmo, en Ei

    diablo y el buen

    Dios

    anto los hombres como Dios

    estn terriblemente solos y de esta suerte

    su

    angus-

    tia es semejante.

    Dios y a los hombres no les resta sino su

    propia vida y estos ltimos tienen que matar a la

    divinidad para que ella no los disperse. Es una va-

    riante de la idea de Federico Nietzsche: matar a

    Dios para dar libertad

    a

    la existencia humana. El

    hombre es, entonces, fuente de la que emana su

    propio ser; causa de s mismo y fundamento de

    supropio transcurso. Pero tamb in se estructura un

    viernes santo invertido, puesto que el hombre se

    consume a s mismo para que exista la posibilidad

    del nacimiento de Dios. El compromiso poltico

    de Sartre es la lucha constante contra el cielo, contr a

    ese Dios creado por Camuspara maldecirlo. S u ates-

    mo es la lucha por aclarar una existencia sin Dios, es

    la dimensin del presente, el reencuentro con la his-

    177

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    4/5

    toria y la significacin de un hoy combativo del

    cud fue paradigma Camus. Por ello afirma:

    La inmortalidad es una terrible coartada: no

    es fcil vivir con un pie ms all de la tumba y con

    el otro ms ac

    [. ]

    escribimos para nuestros

    contemporneos y no queremos ver nuestro mun-

    do con ojos futuros s e r i a el modo ms seguro de

    matarlo- sino con nuestros ojos reales con nues-

    tros verdaderos ojos perecederos [ . .] es aqu mis-

    mo mientras vivimos donde los pleitos se ganan o

    se ~ i e r d e n . ~

    Otro problema de mucha significacin en ei

    pensanliento del filsofo existenciaiista es ef de ka

    libertad. Este igualmente ha sido desarrollado des-

    de un ngulo terico que desde una aprehensin li-

    teraria. Dice Sartre:

    Dostoievsky escribe: Si Dios no existiera.

    todo estara permitido. Este es el punto de partida

    del existencialismo. En efecto todo est permitido

    si Dios no existe y en consecuencia el hombre est

    abandonado porque no encuentra ni en

    si

    ni fuera

    de s una posibilidad de aferrarse. o encuentra

    ante todo excusas. Si en efecto la existencia prece-

    de a la esencia no se podr jams explicar por refe-

    rencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho

    de otro modo no hay determinismo el hombre es

    libre el hombre es libertad. Si

    por

    otra parte Dios

    no existe no encontraremos frente a nosotros valo-

    res u rdenes que legitimen nuestra conducta. As

    no tenemos ni detrs ni delante de nosotros en el

    dominio luminoso de

    los

    valores justificaciones

    o

    excusas. Estamos

    solos

    sin excusas. Es

    lo

    que ex-

    presar diciendo que el hombre est condenado a

    de n Paul Sartre: Literatura

    y

    Ar te

    Si tuacrn

    I V .

    3 Ihid pgina 1 1 .

    Ed. La i l d a

    Buenos Aires pg.

    90

    y

    siguientes.

    17H

    ser libre. Condenado porque no se ha creado a

    s

    mismo y sin embargo por otro lado libre porque

    una vez arrojado al mundo es responsable de todo

    lo que hace.4

    Esto quiere decir que el hombre es libre por-

    que no existe un pasado que lo determine. Es la fr-

    mula agustiniana de un pasado que en tanto que

    ya pas no puede afectar nuestro presente. El hom-

    bre es libre adems puesto que Dios no existe y

    tiene por fuerza que darse a la tarea de elaborar

    su

    propia existencia. Estos planteamientos estn desa-

    rrollados en forma minuciosa principalmente en sus

    obras de tea tro Las Moscas Los secuestrados de

    Aitona y de manera muy particular en los intermi-

    nables parlamentos de l diablo y el buen Dios.

    Tambin estn presentes en susnovelas La Nusea

    y Los caminos

    de

    la libertad.

    Cul puede ser la causa que lleva a Sartre a re-

    sultados semejantes empleando caminos de expre-

    sin diferentes? Esta unidad de formas diversas en

    una misma obra no es corriente en los escritores

    qu amasados como todos los humanos por el sig-

    no

    de la contradiccin y las indeterminaciones han

    pensado en una direccin pero sentido en la opues-

    ta. Goethe el gran ilustrado racionalista que elabor

    la teora de

    los

    colores es a su turno el artista ro-

    mntico que desde Las cuitas del

    j o v n

    Werther

    empuj a toda una generacin a empuar la pistola

    del suicida desesperado por amor. Y Rousseau re-

    presentante mximo de la ilustracin europea padre

    de una poltica racional y autor de El contr to so-

    cial que lanto influy en los revolucionarios de

    1789 mostr los ribetes del romntico no solo en

    Julia o la nueva Eloisa sino en escritos polticos

    4

    Jean

    Paul

    Sartre: l

    v x i s f r n c i o l i s m o

    es u n humanis-

    mo

    .:d.

    Sur

    Buenos Aires pgs.

    6

    y

    25.

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    5/5

    Jean Paul Sartxe: filoso fa, literatura y com promiso

    que le malquistaron definitivamente con Voltaire

    y D iderot.

    Es

    verdad que esta unidad entre filosofa

    y

    li-

    teratura proviene, en ltima instancia, de que tanto

    la

    una

    com o la o tra surgen de una fuente comn: la

    ideologa. Esta constituye

    l

    atmsfera, el aire

    in

    dispensable para alimentar la totalidad de la creacin

    cultural que caracteriza a una po ca histrica deter-

    minada. Este elem ento ideolgico

    es

    por lo dem;is,

    l

    fuerza gravitatoria que articula en forma u nitaria

    las diversas manifestaciones de la creacin.

    Es

    el

    resultado de la accin concreta de los hombres sobre

    el mundo y

    l

    consecuen cia de

    sus

    relaciones entre

    s La fuerza de Herclito encu entra

    su

    correspon-

    diente expresin en el teatro de Esquilo. Y la voz

    conceptuosa y formalista de Scrates tiene u equi-

    valencia en el m enguado teatro que elabora Eurpi-

    des.l Pero estos elementos no son suficientes para

    explicar por

    solos

    la

    unidad m anifiesta en la obra

    de Jean Paul Sartre.

    Creemos que este gran pensador de nuestro

    tiempo deriva

    su

    coherencia, adems, de un radical

    compromiso. El compromiso es el elemento deter-

    minante en la vida

    y

    obra de Sa rtre.

    L a s

    palabras

    para presentar el primer nmero de Tiempos hlo-

    dernos ya definen esta circunstancia:

    Federico Nietzsche: El nacimiento de tmgedia

    Alianza editorial Madrid pg 96

    y

    siguiente.

    No queremos avergonzamos de escribir

    y

    no

    tenemos ganas de hablar para no decir nada. Aun-

    que quisiramos, no podramos hacerlo; nadie pue-

    de hacerlo. Todo escrito posee un sentido, aunque

    este

    sentido diste mucho del que el autor

    sofi

    dar

    a

    su

    trabajo. Para nosotros, en efecto , el escritor no

    es una Vestal ni un Ariel; haga lo que haga, est

    en el asunto , marcado, comprom etido, hasta

    su

    re-

    tiro

    m s

    recndito

    [

    .

    ]

    Ya que el escritor no tienemodo alguno de evadirse, queremos que se abrace

    estrechamente con

    su

    poca; es

    su

    nica oportuni-

    dad;

    su

    poca est hecha para l

    y

    l est hecho

    para ella. Su ele lamentarse la indiferencia de Balzac

    ante las jornadas del

    48 y

    la temerosa incompren-

    sin de Flaubert ante la Comuna: la lamentacin

    es por ellos; hay aqu algo que perdieron para

    siempre. Nosotros no queremos perder nada de

    nuestro tiempo ; tal vez hubo mejores, pero este es

    el nuestro 1

    I

    No tenem os ms que esta vida para

    vivir, en medio de esta guerra, tal vez de esta revo-

    iucin.s

    El compromiso, la certidumbre de la tragedia

    y la inevitabilidad de la muerte dan a la literatura

    de Sartre su carcter de testimonio

    y

    a convierten

    en fuente de verdad.

    f

    6 Jean

    Paul

    Sartre:

    u e8

    la litemtum? Ed. Losada

    Buenos Aires pg 9 y 10

    179