izquierdo jesus. pasado e historia en la era de la contingencia

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  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

    1/13

    ·

    ENSENANZ

      EL

    HISTORI.-.-.

    Debates y Propuestas

     

    Miguel Ángel JARA

    (compilador)

    • •

    .

     

    Beatriz AISENBERG - María Elina TIJERINA

    María Esther RIOS - Alicia Graciela FUNES - joan PAGÉS

    Antoni SANTISTEBAN - Liliana AGUlAR - Celeste CERDÁ

    Jesús IZQUIERDO MARTIN - María Esther MUÑOZ

    Fabiana Marcela ERTOLA - Víctor SALTO - Rosa 1. SANELLI

    Primera Edición

    -2008-

  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

    2/13

     

    ENSENANZ

      EL

    ,

    HISTORI

  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

    3/13

    Titulo:

    «Enseñanza de la Historia. Debates yPropuestas»

    Autores:

    JARA, Miguel Ángel (Comp.)

    Beatriz AISENBERG - Maria Elina TlJERINA - Maria Esther RIOS

    Alicia Grsciele FUNES - joan PAGb's - Antoni SANTISTEBAN - Liliana AGUIAR

    Celeste CERDÁ - jesús IZQUIERDO MAR71N - María Estner MUÑOZ

    Fnbisn« Marcela ERTOLA - Viciar SALTO - Rosa l. SANELLl

    Para comunicarse con los autores:

    Á rea D id áct ic a d e las Ci enc ias So c iales e His to r ia

    Facultad de Ciencias de la Educación

    Universidad Nacional del Comahue

    Irigoyen 2000 - Cipolletti (8324) - Rlo Negro- Argentina

    Tel. (0299) 4781429 / 4783850 / 478/3849

    E-mail: [email protected]

    Corrección, diagramación

    y

    diseño de tapa:

    Miguel Angel Jara

    10 edición, 2008

    © 2008: Jara, Miguel Ángel

    Edita:

    EDUCO

    Impreso en Argentina

    ISBN N° 978 - 987 - 604 - 114 - O

    Hecho el depósito que establece la ley 11.723

    Fecha de catalogación: 22.10.2008

    NLLMt- -j c..I~11t i lc.JuJ..'c.umdllcd6Iu)u_tduLliJoluLLh.: ...

    c~l~l1r.u.

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    W

    Articulistas

    Beatriz AISENBERG

    María Elina TEJERINA

    María Esthcr RIOS

    Alicia Graciela FUNES

    joanPAGÉS

    Antoni SANTISTEBAN

    Liliene AGUIAR

    Celeste CERDÁ

    jesús IZQUIERDO MARTIN

    María Esther MUÑOZ

    Fabiana Marcela ERTOLA

    Víctor SALTO

    Rosa 1. SANELLI

    Compilador

    Miguel Angel jara

    Universidad Nacional del Cornahuc

    Iucultnd de Cicncins de lu Educución

      t

  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

    4/13

    IN I E

    INI 'RODUCCIÓN

    AGRADECIMIENTOS

    PRESENTAC IÓN :lo s a ut ore s, lo s t ex to s

    5

    9

    11

    CAPfTuwI:

    Una aproxim ación a la relación entre la lectura   e l aprendiza je de l a h i storia

    Beatriz AISENBERG

    17

    Propuesta de Enseñanza 1:

    «La lectura

    como

    estrategia

    en la enseñanza de

    l a h is to ria rec ien te/presente»  María Esther MUÑOZ

    27

    CAPiTuLo II:

    El pat ri moni o hi st óri co

    y

    la enseñanza de la historia: encruc ij ada actual

    María Elina TEJERINA - María Esther RIOS

    35

    P rop uesta de En se ñanza ll:

    «El

    patrimonio

    de

    mi

    c iudad: evidencias del pasado

    memoria del futuro». Miguel A. JARA .

    45

    cAPiTuLo m:

    La Historia Reciente y la Enseñanza. Alicia Graciela FUNES

    55

    Propuesta de En se ña nz a I D: «Protesta

    y

    nuevos movimientos sociales en la

    patagonia de los 90  . Fabiana M. ERTOLA

    67

    CAPiTuLaN:

    Cambios y continuidades: Aprender la temporalidad histórica.

    Joan PAGES - Antoni SANTISTEBAN .

    91

    csrtttno v:

    ¿Retornos c ri si s o terceras v ías? Lo pol ít ico

    y

    el presente en la enseñanza

    Liliana AGUIAR - Celeste CERDÁ 125

    Propuesta de Enseñanza VI:

    «Los Derechos Humanos en la Argentina (1976-200 I

    ) > > .

    Víctor SALTO 145

    CAPITULOVI:

    Pasado e his toria en la era de la contingencia Ref lex iones sobre la producc ión

    y

    comunicación del conocimiento histórico. Jesús IZQUIERDO MARTIN 163

    Propuesta de Enseñanza VI:

    «Lec tura e i nterpr etaci ón: i nter pel ando al lenguaje en la

    enseñanza de la historia». Rosa 1.SANELLI 173

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    CAPITULO VI

    PASADO E H ISTO R IA EN LA ERA DE LA

    CONTINGENCIA .

    Reflexiones sobre la producción  

    comunicación del conocimiento histórico.

    Jesús IZQUIERDO MARTIN*

    1. Pensar históricamente sin certezas

    Durante centurias la identidad de personas y grupos se construyó en Europa tomando

    como referencia el pasado. Se consideraba que el pretérito era un receptáculo de

    experiencias susceptibles de repetirse de acuerdo con lo dispuesto en un orden

    trascendental. El objetivo del relato histórico era conservar y difundir tales experiencias

    como actos que informaban las acciones presentes. Los vivos debían perpetuar la

    memoria de los protagonistas del pretérito, encarnaciones de una escatología hacia la

    cual dirigir toda lealtad. El historiador era tenido por un augur cuyos relatos representaban

    la misma historia, de manera que no había distinción tajante entre narración y pasado

    narrado. Por entonces, la memoria y la historia estaban encarnadas en un mismo sujeto,

    el historiador, cuyas narraciones construían y reconstruían a cada pasado los límites de

    la comunidad.

    El surgimiento de la modernidad no puede entenderse sino como un cambio radical en

    nuestra relación con el pasado. Por lo pronto, implicó un previo proceso de

    desidentificación de algunos actores sociales con las maneras precedentes de concebir

    el mundo. Muchas tradiciones cayeron en el más extremo descrédito al tiempo que el

    ayer comenzaba a dejar de ser imaginado como lugar colmado de experiencias hacia

    las cuales orientar la identidad. Ésta comenzó a desarrollase por referencia a distintos

    futuros utópicos -diferentes escatologías seculares como el progreso material, la libertad

    individual o la emancipación de la humanidad-, cuyo cumplimiento debía ser informado

    por determinados expertos. Fue a partir de entonces cuando el oficio de historiador

    comenzó a profesionalizarse y a ser reconocido como un científico que, liberado de la

    tutela del pasado y de los condicionamientos sociales del presente, estaba capacitado

     Docente e investigador de la Universidad de Murcia. España.

    Enseñanza de la Historia. Debates y Propuestas

    167

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    Jesús IZQUIERDO MARTIN

    para indagar objetivamente las supuestas leyes universales < ;:le regían un nuevo objeto

    de conocímiento: la Historia concebida abora como un w~ de acontecímientos

    cuya dirección y fines eran predecibles a través de la aterra coservación empírica de

    los hechos'.

    La aparición de la modernidad corrió pues pareja a la ~ el1cia de una cultura

    extremadamente historicista. Por todos los rincones de la ~ península europea

    se desató el pensamiento histórico, alimentado por la

    D~

    de explicar un orden

    social cuyos significados y valores ya no podían darse por Oe&.--ontados'-La actividad

    de los historiadores profesionales fue crucial en la creaciéa de una distinción tajante

    entre pasado remoto y pasado reciente como dos lugares div-rns en los que habitaban,

    respectivamente, la irracionalidad premoderna, y la razón de los wodernos, o por decirlo

    de otra manera, la memoria y la Historia. Y en este nuevo raapa del pretérito, los

    historiadores académicos no sólo tuvieron que situar las 5erentes comunidades

    nacionales que, convertidas en Estados, irían surgiendo a lo

    I: : v

    del período; también

    hubieron de enraizar en él a los distintos grupos sociales s t g i d o s en el seno de los

    Estados-nación o a nivel internacional. Las identidades ewt

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    PASADO E HISTORIA EN LA ERA DE LA CONTINGENCIA. ..

    comprensible que los historiadores pierdan reconocimiento social. El método histórico

    -un conjunto de herramientas prestadas de las distintas ciencias sociales-, ha venido

    desacreditándose una vez que ninguna de las predicciones historiográficas, para las

    que se elaboró tal método, se ha cumplido. Paralelamente, la idea de verdad histórica,

    de esa verdad positiva cuya búsqueda era primordial en la actividad del historiador, se

    ha deslegitimado: frente a la verdad objetiva se ha ido instalando en nuestras sociedades

    la vieja idea nietzscheana según la cual la verdad se construye, según la cual la veracidad

    es sólo un adjetivo que empleamos para recomendar algo que temporalmente creemos

    bueno o útil'. ya partir de ahí se ha instalado la noción de que la historia no reconstruye

    el pasado; que por el contrario construye el ayer al dotar de sentido unos hechos históricos

    que por sí mismos no tienen significado alguno. El relato historiográfico ha devenido

    en baluarte de la veracidad sobre el pasado en detrimento de los datos considerados

    ahora como meros artefactos que, aunque causen las explicaciones históricas, no

    constriñen el flujo interpretativo ni discriminan entre la multitud de narraciones posibles'.

    La filosofía hermenéutica y postmetafísica han sido cruciales en la crítica epistemológica

    y ontológica contra una disciplina poco propensa a reflexionar sobre su propio quehacer.

    Una vez considerados como meros relatos de época, las grandes filosofías de las historia

    han abierto paso a la idea de que no hay nada metafísico ni en el pasado ni en el

    presente a la espera de ser interpretado; de que no existen los hechos históricos dotados

    de significación inherente sino sólo interpretaciones de tales hechos. Desde esta

    perspectiva, no habría tanto un pasado que representar, sino muchos pasados que

    construir, tantos como personas y grupos que hablen de él en uno u otro sentido. Nos

    encontraríamos así en un entorno cultural de creciente pluralismo interpretativo; un

    pluralismo irrefrenable por cuanto se sustenta en una antropología cada vez más

    consciente de que el sujeto es un «imperfecto que nunca se completa», que el hombre

    es un individuo que reinterpreta constantemente su biografía y la de los demás'.

    El presente dialoga con el pasado en forma de una interpretación sin límites de los

    hechos pretéritos, y lo hace además desde una cultura que considera la democracia

    pluralista como su baluarte constitutivo. Esta vieja certeza de la modernidad sigue en

    vigor e incluso se ha llevado hasta las últimas consecuencias como ideal de convivencia:

    en principio todo grupo tiene derecho a desarrollar su propia identidad distintiva, de la

    misma manera que cualquier individuo está capacitado para generar y consumir

    diferentes relatos históricos. El pluralismo democrático ha dado lugar a la eclosión en

    nuestras sociedades de un sinfín de sentidos, individuales o grupales, agudizando la

    crisis de la hegemonía de los historiadores como observadores privilegiados de un

    • A este respecte. véase Richard Rony, ••Solidaridad u objetividad», en ídem, Objetividad,

    retouvismo

    y verdad, Barcelona, Paid6s, 1996 [1985J. pp

    39--56. Así mismo, Pasea  Erige  y Richard Rorty, ¿Para qué sirve la verdadr, Buenos Aires. Paidés, 2007; y Jürgen Habermas, La aíca del di5Curso

    y la cuestión de la verdad, Buenos Aires, Paidós, 2004.

    'Sobre la hlstoricgraña como construcción del pasado, véase Keith Jenkins, Re Ihinking Hisfory Londres y Nueva York. Routledge. 1991.

     En tomo a la identidad de los modernos, véase Charles

    'ra y íor.

    Fuentes del yo. La construccíén de la identidad moderna, Barcelona, Paídós, 1996.

    Enseñanza de la Historia. Debates y Propuestas

      69

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    Jesús IZQUIERDO MARTIN

    supuesto Sentido de la historia. Contemplado desde distinta perspectiva, la contestación

    creciente a un supuesto Fin de la Historia, entendido como objetivo último de una

    comunidad, ha implicado el fm del historiador como garante reconocido del método

    que permitía conocerlo y con ello la apertura democrática de la historiografía. No es de

    extrañar que en nuestros días la literatura se arrogue el derecho de elaborar relatos

    sobre el pasado, de la misma manera que ciertos ciudadanos consideran legítimo

    asociarse con el objetivo de recuperar una memoria que sienten silenciada o mal

    representada por los historiadores.

    En definitiva, por vez primera en nuestra historia occidental convivimos con la

    contingencia sin rasgamos las vestiduras'. Las viejas certezas epistemológicas y

    ontológicas se han visto trastocadas y con ello nuestra relación con el pasado y con

    quienes estaban legitimados para producir y comunicar conocimiento histórico. El

    método y la verdad histórica ya no pueden esgrimirse como baluartes de una disciplina

    académica sin suscitar la sospecha entre quienes, desde otras esferas culturales, exigen

    participar en la construcción del pasado. Ahora bien, ante este creciente desafío de una

    cultura sin certezas, ¿cuál está siendo la reacción de la gran mayoría de los historiadores,

    ya sea cuando operan como investigadores, ya cuando operan como educadores? ¿Está

    realmente aceptando la historia académica el dialogismo que en nuestras sociedades

    pluralistas debe exigirse a quienes producen y comunican conocimiento histórico?

    2. Ante la adversidad, constancia (en el monólogo)

    A tenor de la reacción a la defensiva de la mayoría de los historiadores, no se puede

    decir que la reflexión en torno a los recientes cambios culturales respecto a laproducción

    y comunicación del conocimiento histórico esté instalada en las instituciones

    investigadoras y educativas, al menos en el mundo latino. Los investigadores y docentes

    dedicados a la historia suelen reaccionar ante la crítica contra los fundamentos

    epistemológicos y ontológicos de la modernidad con un desprecio que reafirma su

    lealtad a determinados hábitos disciplinarios. Y es que siguiendo tales hábitos, esto es,

    el conjunto de convenciones y procedimientos que están instituidos en universidades y

    academias, los historiadores profesionales muestran su identidad y reciben el

    reconocimiento de sus pares. Frente al diálogo y al pluralismo, prácticamente ausentes

    de las instituciones académicas, los historiadores continúan ensimismados con la idea

    de conocer por conocer, sin reflexionar sobre la función social de su actividad, ya sea

    como productores, ya como comunicadores de conocimiento histórico. En ambos casos.

    siguen asumiendo el papel de «anticuarios» que encarnaban quienes fundaron la

    disciplina, obsesionados por alcanzar una verdad definitiva sobre el pasado que cierre

    , H ubo otro momc:nm de dominio de la con liDg enc ia. durante el sigl o XV I; sin em barg o aquella etapa se viv ió como un calvario que deb ía ser supe rada..

    T a l a fin de su peració n es el que in ce n tiv ó la diflCU lw sa e dilicaci6D de lo s cim ien tos secu lar es de la ver oad uni v er sal que ha p en lur aoo has ta el sip o

    XX . véase R id=d H . Pop lcin . Lo.historiDdtl actpridsmo dtJdt Ertumo

    has ta Spino:a  

    M txico. Fondo de Cultura Eco nóm ica. 19 94.

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    PASADO E HISTORIA EN LA ERA DE LA CONTINGENCIA. ..

    las interpretaciones venideras. Más que diálogo entre colegas, lo que prima en los

    departamentos de historia es una suerte de monólogos distintos por parte de quienes

    consideran que su trabajo, por individual, se construye en contra del trabajo de los demás.

    Si hay alguna discusión, ésta versa en tomo al viejo metodologismo heredado del

    historicismo, esto es, en defensa de un determinado método y de unas determinadas

    categorías científicas que se consideran universales y por tanto se esgrimen como

    herramientas necesarias para evitar que el conocimiento se convierta también en un hecho

    histórico, maleable, inconsistente. Entre los historiadores es común la defensa de su

    actividad como una «reconstrucción- o «representación- del pasado a partir de los datos

    custodiados en los archivos; datos que, en última instancia, siguen siendo considerados

    como artefactos que «hablan» y que limitan el flujo interpretativo de los relatos históricos.

    Da la impresión de que para el historiador académico, el pluralismo es un mal menor que

    se superará en la medida que se logre alcanzar la verdad última de unos acontecimientos,

    de unas experiencias, de un determinado período histórico. No es el diálogo con el pasado

    lo que defiende el historiador profesional, sino un monólogo que contenga la última

    palabra sobre un tema específico, para una vez dicha, pasar a otro tema, a otro personaje

    histórico. El diálogo tampoco impera entre los historiadores y la sociedad para la que

    trabajan. Pese a la demanda de participación en la construcción y comunicación del

    conocimiento histórico por parte de numerosos grupos e individuos, los historiadores

    siguen erigiéndose en custodios últimos de un saber positivo para cuya producción, creen,

    no está preparado el resto de la ciudadanía. Todo aquello que suena a literatura histórica

    o a memoria popular suele ser despachado como productos de calidad menor, más cercanos

    a la imaginación que la razón que sólo asiste a los historiadores profesionales 

    Con todo, donde más restringido es el dialogismo del historiador es cuando opera como

    docente. Es allí donde el hábito del monólogo, encarnado en la clase magistral, es más

    evidente; donde se pone de manífiesto la imagen peyorativa que los profesores tienen

    instituida del alumno como un mero sujeto pasivo, un simple receptáculo de la verdad

    positiva del docente. Si las instituciones son lenguajes verbales y prácticos estabilizados

    en el tiempo con los que cada uno da sentido al mundo y aquienes lo habitan, entonces las

    instituciones académicas son las idóneas para reafirmar el monólogo que impera en la

    comunicación del conocimiento histórico. Dentro de tales instituciones, las discusiones

    son minoritarias al entenderse que el diálogo con los estudiantes, al igual que el diálogo

    entre colegas, no es un camino para el conocimiento. El historiador profesor cuenta además

    con la ventaja de situarse ante un sujeto, el alumno, que tiene bien asumido el hábito de la

    pasividad aprendido tras largos años de aculturación en los niveles secundarios de

    educación. Si el historiador qua investigador opera como unjuez del pasado que trata de

    dictaminar la verdad a partir de la evidencia de los documentos, el historiador qua docente

    • Sob re el m onolog ism o del hi storiador qua in ves ti gador, v éase Jes ús Izq uier do Mar tfn . -La memoria del hisrori ador y

    tos

    olv id o ; de

    la

    histori a.. en

    P. Si nche z León y J   Izq uierdo M an ín

    (eds.),  lfin d~los hislorituloru •

    pp . 179 - 20 8.

    Enseñanm de la Historia. Debates   Propuestas 171

  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

    10/13

    Jesús

    IZQUIERDO MARTIN

    t raba ja como un legislador que fi ja lo s tex tos lega les -o ra les o esc ri tos- que deben ser

    m emorizados po r sus alumnos con e l fin de aprobar la signa tu ra impart ida  ,

    En este c o nt ex to inst i tu c ional, e l his to riador no c o nc ibe el conoc im iento como producc ión

    co lec t iva , no considera que la producc ió n y la comu nic ac ió n v an de la mano . E s poco e l

    in te ré s por desarro lla r la s a c ti tudes c rít ic as de su s audiencias . T odo lo contra rio : de lo que

    se t ra ta es de ofrecer les un produc to tan acabado como sea posible , q ue no muest re fi su ras

    ni aris tas . E s natura l q ue los sem inarios sean tan escasos en la enseñanza de nuestras

    inst i tu c iones docentes, pues requ ieren una configurac ió n o rganiza t iv a en la que el profesor

    tendría que aparecer como un mero o rquestador de un grupo que produce y comunica

    conoc im iento a travé s de la discusión entre su s m iembros, a los que , si ac aso , e l profesor

    debe ofrecer inst rumento s c rít ic os, no verdades mast ic adas y digeridas . E sta ca renc ia de

    diá logo es también ev idente en lo s sem inario s ent re pro fesionales , e inc luso dentro de los

    congresos c ien t ífico s, en los cua les las preguntas a los espec ia l istas se reservan a un

    momento residual de la s se siones congresuales.

    En suma, ante las c rít icas vert idas contra los presupuestos modernos que rigen la producc ió n

    y comunicac ión de conoc im iento his tó rico , la m ay oría de los histo riadores se ha lim itado

    a segu ir a p ie jun t i l las lo s hábi tos trad ic iona les de la disc iplina , hábi tos que son reac io s al

    d iá logo y a la re flex ión c rít ic a sobre su propia ac t iv idad como invest igadores o docentes.

    E l monó logo sigue insta lado e n sus t emplos del saber, a e xpensas de una dec idida apuesta

    por la c reac ió n de fo ros C Ív icosen lo s que repensar e l pasado y la func ión de la his to ria en

    nuest ras soc iedades plural is tas , muchas de e lla s a q ue jadas de problemas re lac ionados

    con la na tu ra lizac ión de l pasado y c on su incapac idad para apodera rse de dete rm inados

    t raumas co lec t ivos y de pensar fu tu ros posibles .

    3. ¿

    Unactividad sinfin?

    M al que les pese a muchos histo riadores, la h isto riografía --en e l sent ido de esc r ibir

    relatos sobre un m ismo hecho his tó rico- no parece tener fm . L as narrac iones se s uceden

    en un cons tante flu jo in terpreta t ivo que queda fuera de l contro l de la disc iplina, dado

    que en nuestro orden socia l moderno e l bro ta r de la ident idades es tan incont inente

    como lo son las narra t iv as con los que lo s su je tos y grupos se do tan de biografías

    indiv iduales y co lec t iv as . S i la ac t iv idad his to riográ fica no t iene fina l es porque acabar

    con la divers idad in te rpre ta t iv a en to rno a l pasado equ iva ldría a detener la m isma his tor ia .

    C uest ión dife rente es que toda in terpre tac ió n se haga desde el hoy , que el t i em po pro pio

    9

    J. Castro y S. M anfne z B enn ej o . _M oD6logo . Educac ión, tradic ión y c emun íc aoée en la hiS lori og rafia académica espa r.o la .. en P . Sánchez L eón y

    1 . Izqu ierdo M anin (cd s.).

    El

    fill

    d~ los hisrorUufores...•

    pp . 2 .. 7· 250 . L a idea del his to riador-doo:::me como leg isl ador del saber se inspira en el

    su ge rente trabajo de ZyglUWl t Bauman.LLgis/adora

     

    illftrpretts Sobrt la

    modunidad.

    ID

    posmodemidad

    y los illlt/anta/a Qui lmes. Univ ersid ad

    Nac ional de Quilmes. 19'J7.

    10

    A lgunos de es tos argwnentos es tán desa rr oU ad os en J. llq uierdo Man fn. 4> isci p1 in.2 y con t ingenc ia: histo ri ador es. co noc imien to y e: nseA anz .a del

    pa sado_, en M. Carr e ter o . A. R osa y M . F. G on ñle z (comps.).

    En uñanza

    de

    la histo~ ~mon a coíeaiva.

    Buenos A ire s. Pai dó s. 2006 . pp. 53 -1 1 .

    172 Enseñam:a de la Historia. Debates y Propuestas

  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

    11/13

    PASADO E HISTORIA EN

    LA

    ERA DE

    LA

    CONTINGENCIA ...

    de la historiografía sea el presente. Nos inventamos pues a nuestros antepasados al dar

    significación a sus acciones y al ordenar su acontecer desde la comunidad cultural que

    habitamos en el presente. Ser conscientes de ello no nos lleva a salimos del círculo

    hermenéutico, de la trama semántica y onomástica desde lacual significamos el mundo .

    Más bien implica que nos inventamos a nuestros antepasados con palabras que en

    cierto sentido hemos heredado de ellos, porque nuestra comunidad es tan histórica

    como histórico es el objeto de estudio que abordamos. Entre el lenguaje del ayer -con el

    que aquellos dieron sentido a sus acciones- y el lenguaje del hoy -con el que traducimos

    el pretérito- trazamos un puente semántica inventando términos comparables a partir

    de tradiciones lingüísticas no clausuradas .

    Con todo, son todavía numerosos los profesionales y docentes de historia que siguen

    defendiendo a ultranza el mito epistemológico según el cual, desde la atalaya ahistórica

    del cientifismo, es posible reconstruir el pasado desde su propia lógica. Se trata de esos

    mismos académicos que buscan la convergencia hacia una supuesta Verdad del pasado

    que cierre el flujo interpretativo por donde se filtran los relatos históricos elaborados

    por no profesionales o por estudiantes. Aunque hayan renunciado a las grandes filosofías

    de la historia con las que la modernidad se apropió del pasado, muchos historiadores

    siguen apelando al método y a las categorías analíticas de las ciencias sociales,

    considerándolas herramientas universales que sirven para traducir cualquier tiempo y

    lugar. Conceptos como clase social, estructura, progreso material, coyuntura, individuo ...

    y un largo etcétera son empleados por aquellos sin reflexionar sobre su condición

    histórica; sobre el hecho de que todas ellas son categorías propias de la modernidad que

    no se deben aplicar ingenuamente al pasado a no ser que se pretenda acentuar

    irreflexivamente la naturalización del hoy y a cauterizar de tiempo el pretérito,

    alimentando la cultura del omnipresente en la que nuestras sociedades están inmersas .

    En efecto, porque ensimismados con nuestro presente como momento epigonal de toda

    la historia de la humanidad, estamos asistiendo a la colonización del pasado por parte

    de identidades que se consideran naturales y que buscan en el pretérito sus antecedentes,

    las potencias de las cuales ellas han llegado a ser actos. Tras el desencantamiento de los

    futuros utópicos que se vinieron abajo después de un siglo XX plagado de horror,

    buscan en el ayer los anclajes naturales de la identidad, con la intención de escapar de

    las garras del tiempo y de asegurarse algún lugar sólido entre tanta arbitrariedad. Y es

    que, caídos los viejos Sentidos de la historia, aquellos grandes fines que los antepasados

    decimonónicos creyeron poder descubrir en las leyes de la Historia y que la centuria

    siguiente se encargó de desmitificar, sólo nos quedan vagos y múltiples sentidos con

    los que guiar nuestras conductas. Hemos extremado el pluralismo interpretativo sobre

      A

    este res pec to, véase Hans-Gecrg Gadamer,

    verd d

    y

    método. Fundamentos dt un htrmtntutica filosófica, 2: vols .,

    Salarnanca,

    Ediciones

    Sfgueme.   996 

    Véa$e Maree 

    Dedenne,

    Comparar lo illcomparable. Alegato a favor

    de

    una ciencia histórica comparada,

    Barcelona.

    Península. 2001.

     

    Man uel Crux ..   s malas pasadas dtf ¡xuado, Identidad, raporlUlbilidad, hUtorio. Barcelona. Anagrama. 200}.

    Enseñanza

    de

    fa Historia, Debates

    y

    Propuestas 173

  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

    12/13

    Jesús IZQUIERDO MARTIN

    el pasado, pero a consta de naturalizarlo desde el más inmovilizador de los presentismos,

    porque este mirar hacia el pasado y el futuro desde el omnipresente ¿no termina por

    impedir que la imaginación se desborde y que pensemos arras mundos posibles?

    La naturalización del omnipresente está bien enraizada en una modernidad que se niega

    a considerarse como una cultura más y que familiariza constantemente lo extraño,

    colonizando el pasado con estereotipos de nuestra propia contemporaneidad. A tenor

    de los principios modernos, todo grupo o individuo tiene derecho a estabilizar su

    identidad y el sentido de su vida colectiva o personal; sin embargo, cuando la

    estabilización llega hasta el extremo de la universalización de lo propio, entonces

    corremos el riesgo de bloquear las vías al desarrollo de los ideales dialógicos, pluralistas

    e interculturales que son la mejor herencia de la modernidad . Como nos ha demostrado

    el siglo recién cluasurado, son demasiadas las malas pasadas que nos ha jugado la

    familiarización de lo ajeno y la naturalización de lo propio; quizá haya llegado la hora

    de que la actividad historiográfica comience a dedicarse a extrañar lo propio y a

    desestabilizar sentidos e identidades; quizá haya llegado el momento en que se transforme

    en una práctica dirigida a desnaturalizar nuestros lugares comunes,

    Para ello parece necesario echarle imaginación e inventamos el pasado como un lugar

    extraño, cuyos habitantes, incluso los más cercanos a nosotros, operaban con

    concepciones del mundo tan ajenas a las nuestras que nos obliguen a enfrentamos a la

    temporalidad de todo lo humano. Imaginar el pasado como alteridad es una forma de

    contrastar críticamente el hoy, que aparece así como un mero producto social e histórico,

    distinto al del pasado, pero no más humano ni natural. Es una forma de hacemos cargo

    de que el presente no es el punto de llegada en el que hemos descubierto las verdaderas

    instituciones que estaban esperando a ser reveladas; que más bien es sólo un momento

    en un camino que está siempre por definir, Es una forma, en suma, de reconfortamos

    con la idea de que nosotros, al igual que los que nos antecedieron, somos sólo una

    comunidad provinciana que acuerda temporalmente verdades con el fin de sobrevivir

    en un mundo lleno de arbitrariedad, desencantado con un Dios y una Naturaleza que no

    nos proporcionaron el libro maestro para guiar universalmente nuestras vidas humanas.

    Ahora bien, desnaturalizar el presente supone desnaturalizar al mismo tiempo el pasado.

    Implica eliminar la omnipresencia con la que hemos estado colonizando el ayer como

    un espacio paulatinamente habitado por copias más o m enos fieles de nosotros mismos,

    los modernos. Ésta es una tarea en la que los historiadores podrían tener un papel

    crucial, ejerciendo de orquestadores que aportan a un determinado grupo las herramientas

    críticas y reflexivas para evitar que sigamos construyendo identidades naturalizadas,

    incapaces de pensarse como proteicas construcciones humanas. Desnaturalizar el ayer

    supone historizar las categorías con las que traducimos el ayer, considerar que los

    ,. V éas e,

    Jur ge n Hab ermas .

    El di sc u rso filosófico ae la modernidad, Madrid ,

    Taurus,

    1989.

  • 8/15/2019 Izquierdo Jesus. Pasado e Historia en La Era de La Contingencia

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    PASADO E HISTORIA EN LA ERA DE LA CONTINGENCIA. ..

    conceptos que recurrentemente emplea la disciplina histórica son meras palabras de

    nuestro tiempo con las que tratamos de traducir el sentido de las obras de nuestros

    antepasados. Implica asimismo historizar los datos del pasado como meros

    «acontecimientos», esto es, como hechos que adquieren distintos significados en el

    acontecer de su constante reinterpretación. Supone historizar los métodos y teorías de

    los investigadores como meras convenciones que una vez descubrió un poeta genial y

    que han devenido dogmáticas entre sus entusiastas seguidores.

    Está en nuestras manos producir y comunicar conocimiento histórico como un acto

    también histórico y plural, alentado por el diálogo entre nosotros y nuestros lectores

    y alumnos. La historicidad de la práctica no sólo implica historizar los hábitos que

    forman parte de las instituciones profesionales y académicas, y que consiguientemente

    exige historizarnos como investigadores y docentes. Sobre todo supone implicar a

    los ciudadanos en la recuperación de la temporalidad de sus identidades, liberándolas

    de la reificación con la que colectivos y sujetos han tratado de eludir la contingencia

    en la que todos vivimos. Supone abrirles a la posibilidad de pensarse como colectivos

    con sentido, pero sin volver a aquellos Sentidos trascendentales que fueron norma en

    el pretérito y que tantas dificultades generaron para la convivencia multicultural y

    multigrupal. Implica, en suma, contribuir a que defiendan sus valores e intereses, no

    como objetos ahistóricos que poseen sujetos naturales, sino como artefactos temporales

    y provincianos que construyen la identidad de quienes los encarnan y defienden.

    Defender nuestros valores sabiendo que son proteicos y locales no nos hace más

    débiles; todo lo contrario, nos mantiene vigilantes ante la posibilidad de que quizá

    mañana aquellos valores desaparezcan en la vorágine de la contingencia 15.

    ¡J Sobre la cultura acnsaí y el pe nsamien to débil, véa se Dar do Scav ino, t.a filosofia

    ac tu al

    Pensar

    sin

    certezas Buenos Aires. Paidés, 20 07.