introducción - la filosofía en la edad media

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8/6/2019 Introducción - La filosofía en la Edad Media http://slidepdf.com/reader/full/introduccion-la-filosofia-en-la-edad-media 1/5 EN LA LA E T IE NN E G IL SO N FILOSOFfA EDAD o EDI TO RI AL G REDO S, S. A., S an ch ez P ac he co , at, Ma dr id, 19 85, para la ve rs ion espanola. MEDIA T it ul o o ri gi na l: LA PHIWSOPHIE AU MOYEN AGE, d eu xi em e e di ti on , PAY or , Paris, 1952. D ES DE LOS O RIG EN ES P AT RfST IC OS HASTA EL FIN DEL SIGLO XIV VER sr ON E SP AN' bLA DE ARSENIO PACiOS Y SALVADOR CABALLERO PRIMERAEDICION, ma yo de 1958. SEGUNDAEDICrON,enero de 1965. 1.' Reimpresion, mayo de 1972. 2 .- R ei mp re si on , mayo de 1976. 3.' Reimpresion, abril de 1982. 4.- Relmpresion, febrero de 1985. 5 EG UN DA E DIC IO N D ep os i t o L eg al : M. 2 47 6- 19 85 . ISBN 84-249-2033-3. EDITORIAL GREDOS Impr es o en Esp an a. Pr in ted i n Spa in. Gr li 6c as C on do r, S . A., S anchez P ac he co , 8 1, M ad ri d, 1985.-5826.

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8/6/2019 Introducción - La filosofía en la Edad Media

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EN

LA

LA

ET IE NN E G IL SO N

FILOSOFfA

EDAD

o EDITORIAL GREDOS, S. A., Sanchez Pacheco, at, Madrid, 1985, para la version

espanola.

MEDIA Titulo original: LA PHIWSOPHIE AU MOYEN AGE, deuxieme edi tion , PAYor ,

Paris, 1952 .

D ES DE LO S O RIG EN ES P AT RfST IC OS

HASTA EL FIN DEL SIGLO XIV

V ER sr ON E SP AN' bLA D E

ARSENIO PACiOS Y SALVADOR CABALLERO

PRIMERAEDICION,mayo de 1958.SEGUNDAEDICrON,enero de 1965.

1.' Reimpresion, mayo de 1972.

2.- Reimpresion, mayo de 1976.

3.' Reimpresion, abril de 1982.

4.- Relmpresion, febrero de 1985.

5 EG UN DA E DIC IO N

Deposi to Legal: M. 2476-1985.

ISBN 84-249-2033-3.

EDITORIAL GREDOSImpreso en Espana. Printed in Spain.

Grli6cas Condor, S. A., Sanchez Pacheco, 81, Madrid, 1985.-5826.

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INTRODUCCI6N

La religion cristiana ba entrado en contacto con la filosoffa en el sl-

glo IIde nuestra era, desde el momenta en que bubo converses de cultura

griega, Seria posible rernontarse mas arriba todavia y bus car que nocio-

nes de origen filos6fico se hall an en los libros del Nuevo Testamento, el

Cuarto Evangelio y las Epistolas de San Pablo, por ejemplo. Estas inves-

tigaciones tienen su importancia, aun cuando quienes se entregan a ellas

estan expuestos a muchos errores de perspectiva. El Cristianismo es una

religi6n; al usar, a veces, ciertos terminos filos6ficos para expresar su fe,

los escritores sagrados cedian a una necesidad humana, pero sustituian el

antiguo sentido filos6fico de estos terminos por un sentido religioso nue-

vo. Es este sentido el que se les debe atribuir cuando se les encuentre en

Iibros cristianos. Tendremos frecuentes ocasiones de verificar esta regla

a 10 largo de la historia del pensamiento cristiano, y resulta siempre pe-

ligroso olvidarla.

Reducida a 10 esencial, la religion cristiana se fundaba, desde sus co-

rnienzos, sobre la ensefianza de los Evangelios, es decir, sobre la fe en la

persona y en Ia doetrina de Jesucristo. Los Evangelios de Mateo, Lucas y

Marcos anuncian al mundo una buena nueva. Ha nacido un hombre en

circunstancias maravillosas : se llamaba Jesus; ha enseiiado que era el

Mestas anunciado por los profetas de Israel, e Hijo de Dios, y 10 11a de-mostrado con sus milagros. Este Jesus ha prometido el advenimiento del

reino de Dios para todos aquellos que se preparen a el con la observancia

de sus mandamientos : el arnor al Padre que est! en los cielos; el amor

mutuo de los hombres, hermanos desde ahora en Jesucristo e hijos del

mismo Padre; la penitencia de los.pecados; Ia renuncia al mundo y a todo

10 que es del mundo, par amor a1 Padre sobre todas las cosas. El misrno

Jesus ha muerto en la Cruz para redimir a los hombres; su resurreccion

ha demostrado su divinidad, y vendra de nuevo, al fin de los tiempos,

para [uzgar a los vivos y a .los muertos y reinar con los elegidos en su

reino, Ni una palabra de filosofia ell todo esto. El Cristianlsmo se dirige

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12 Introduccidn Introducciori 13

aI hombre para aliviarle de su miseria, mostrandole cual es Ia caUSa de

esta y ofreciendole el 'remedio. Es una doctrina de salvacion, y por ella

precisamente es una religion. La fila sofia es un saber que se dirige a la

inteligencia y le dice 10 que son las casas; la religion se dirige al hOI??re

y le habla de su destine, ya sea para que se someta a el, como la religion

griega, ya sea para que 10 realice, como Ia religion cristiana. Por 10 d~mas,

esa es la razon por la cual, influenciadas par la religion griega, las filoso-

ffas griegas son filosoffas de la necesidad, mientras que las filoso.f:{asin-

fluidas por la religion cristiana seran filosoflas de la libertad.

Asi, desde el origen de esta historia, el resultado de su episodic centralvenia decidido por la naturaleza misma de las fuerzas que debian crearlo,

Este momento crftico se situara hacia el fin del siglo XIII, cuando el mundo

occidental tenga que elegir entre el necesitarismo griego de Averraes y

una metaffsica de la Iibertad divina, La eleccion estaba hecha de antemano

para todos cuantos profesaban la doctrina de Jesucristo. Mesias de Dios,

el Ultimo de los profetas de Israel, y el mas grande, no habfa venido a suo

primir el Antiguo Testamento, sino a cumplirlo. Mantener y confirmar el

Antiguo Testamento era al mismo tiempo situar la historia del hombre,

tal como Ia entenderian los cristianos, en el conjunto de la historia del

mundo, tal como la habfan entendido los judios. La doctrina cristiana de

la salvaci6n venia a insertarse asi en una cosmogonia. En la cima de todo,

Yahveh (Jehovah), que es Dios. Cuando Moises Ie pregunta cual es su nom-

bre, ese Dios le responde: «Yo soy, e l que soy", y afiade : «Hablaras as! a

los hijos de Israel: el que es me envia a vosotros» (E.xodo, III, 12·15). POl'

el hecho de que es, y de que es El que Es, este Dios es Unico. Yo-Soy es

Dios, y no hay otro Dios que ~l. En el principio, Yahveh cre6 el cielo Y la

tierra, incluso el hombre; el mundo, que es obra suya, Ie pertenece y en el

puede intervenir en todo momento, segun su voluntad. De hecho, no cesa

de intervenir, gobernandolo par su providencia, escogiendose Iibremente

un pueblo elegido al que promuIga su ley y cuya historia conduce conti-

nuamente, castigando y premiando alternativamente. Porque nada se le

oculta. Yo-Soy es un Dios vivo y todopoderoso que tiene elmundo en su

mana. Ninguna de sus obras puede sustraerse en nada ni por un solo

memento a la vista de Aquel que las hace existir;- ~l penetra los rifiones

y los corazones: ni un acto, ni un pensamiento siquiera, se Ie escapa; pa-

dre buenisimo de los que le aman y de los que arna, es tambien juez sin

apelaci6n de los que le niegan el culto exclusivo al que tiene derecho, sus-

trayendose de su servicio. Pero lcomonegarselo? Su existeneia y su gloria

briIIan en toda su obra. La tierra y los cielos confiesan su poder, porque

este poder es una sabidurta, Mas agil que todo movimiento, unica y pre-

sente en todas partes, 10 ha dispuesto todo segun su naturaleza, su peso

y su orden: penetrando el mundo de parte a parte can fuerza y condu-

ciendolo con dulzura, ella es quien revela al espiritu el sentido secreto

de las cosas, Ia estructura del universo y las propiedades de loaelemen-

-tos. Del mismo modo que explica el rnundo al pensamiento del sabio, Ie

desvela tambien el sentido de su historia, el ccmienzo, el medio y el fin

de los tiempos. Artifice de todos estas cos as, Ia Sabiduria de Dios es la

unica que las puede ensefiar. Tambien aqui, cualquier verdad que se pre-

sente al termino de una investigaci6n conducida por la razon humana, e

igualmente el mundo y Ia misrna sabiduria, no son sino la obra y el don

de Dios.

Este hecho capital, cuyo olvido es fuente permanente de confusiones,

debe ser para nosotros regla de interpretaci6n en el caso, en apariencia

mas complejo, del principle del Evangelio de Juan. AlIi se ve aparecer, en

efecto, toda una serie de terminos y de nociones cuyas resonancias filoso-

ficas son innegables, y en primer lugar la del Logos 0Verbo. En el prin-cipio era el Verbo; estaba con Dios; todo ha sido l)echo por ~l; en ~1

estaba la vida, y la vida: era Ia Iuz de los hombres. Esta noci6n griega de

Logos es manifiestamente de origen filos6fico, principalmente estoico, y

habia side ya utilizada pol' FiI6n de Alejandria (muerto 'hacia el 40 despues

de J. C.). Pero lque papel desempeiia esta nocion en el principio del cuarto

Evangelio? Puede admitirse, como con frecuencia se ha heche, que una

noci6n filos6fica viene a ocupar aqui el lugar del Dios cristiano, lmponlen-

do asi a Ia corriente del pensamiento cristiano una desviaci6n primitiva que

ya nunea sera capaz de enderezar, El momento es, pues, decisivo; Hele-

nismo y Cristianismo estan desde entonces en contacto, lCual de ellos ba

absorbido al otro?

Supongamos que el Helenismo hubiera triunfado entonces. Deberfa-

mos asistir a este aconteeimiento de im,portancia eiertamente capital: una

filosofia del Logos, que explica Ia formaci6n del mundo por la accion de ese

supremo inteligible, y que quiza incluso ve en 61un principio de liberaci6n

y de salvaci6n, encuentra una secta judia que predica un Mesias, absorbe

a ese Mesfas y haee de el una manifestaci6n del Verbo. Los gnosticismos

que han de nacer seran fruto de una operaci6n de este genero, pero precisa-

mente por eso la religi6n cristiana se negara tan firmemente a confundirse

con elIos.La cosa era, pues, posible, y se produjo; pero, en e1 Evangelic

de Juan, no es esto 10 que S6 produjo. Fue exactamente todo 10 contrario.

Partiendo de la persona completa de Jesus, objeto de la fe cristiana, Juan

se vuelve hacia los fil6sofos para decirles que 10 que e1los llamaban Logos

era ~l; que e1Logos se ha hecho carne y que ha habitado entre nosotros, -

de tal modo que -escandalo intolerable para espfritus en busca de una

explicaci6n puramente especulativa del mundo- nosotros 10 hemos visto

(Juan, I, 14). Decir que el Cristo es el Logos no era una afirmacion filo-

s6fica, sino religiosa. Como dijo excelentemente A. Puech: «Lo mismo que

en todas las nociones que el Cristianismo ha , tomado del Helenismo a

partir de esta, que es, por 10 que conocemos, la primera, se trata de apro-

piarse una nocion que servira para la interpretacion filosofica de Ia fe,

mi1s bien que de un elemento constitutive de esta fe.»

El solo hecho de que Ia religion cristiana se haya apropiado una noci6n

filos6fica de tanta importancia desde el tiernpo del cuarto Evangelio no

deja, por eso, de ser un acontecimiento decisivo. Por 10 mismo (yes, con

mucho, 10mas importante), la revelaci6n cristiana misma, con anterloridad

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1 4 1l1troducci6n

a toda especulaci6n teologica y fitoscfica, no solamente legitimaba, sino

que 'imponia semejantes apropiaciones. Esta es la razon por la eual nece-

sariamente debia resultar de ello una especulaci6n teo16gica y filosofica.

Afirmar que, en euanto Logos, el Cristo es Dies, que todo ha sido hecho

en .£.1y por .£.1,que .£.1es la vida y la luz de los hombres, era como reo

olamar anticipadamente no s610 una teologia del Verbo, sino tambien una

metafisica de las Ideas divinas y una noetic a de la [luminacion.

Esto, que es valido para el Evangelic de San Juan, 10 es tambien para

las Epistolas de San Pablo, judio de nacimiento, pero originario de Tarso.

en: Cilicia, que era una ciudad abierta a las influencias griegas; pablo ha

oido con seguridad «diatribas» estoicas, de las que ha conservado el tono

vehemente y determinadas expresiones: pero tambien aqui encontramos

algo mas que reliquias de metafisicas anteriores; dos 0 tres ideas sim-

ples, casi brutales, en todo caso fuertes, y que son otros tantos puntos de

partida. En primer lugar, una cierta nocion de la Sabiduria cristiana. Pablo

conoce la existencia de la sabiduria de los fil6sofos griegos, pero la con-

dena en nombre de una Sabiduria nueva, que es una locura para la razon :

la fe en Jesucristc : "Los judios exigen milagros y los griegos buscan la

sabiduria: nosotros, en cambio, predicamos un Cristo crucificado, escan-

dalo para los judios y necedad para los gentiles, pero para aquellos que

han sido llamados, sean judios 0 griegos, poder de Dios y Sabiduria de

Dios. Porque la locura de Dios es mas sabia que la sabidurla de los hom-

bres, y la debilidad de Dies es mas fuerte que la fuerza de los hombres»

(1 Cor., I, 22-25).De este doble ataque, el que se dirige a los fi16sofos tendra

prolongado eco durante la Edad Media, tanto mas cuanto que San Pablo

10repite varias veces (1COL, I, 21; II,S, '8). Sobre la sabiduria humana, y

reduciendola a necedad, esta la Iocura de Ia predicaci6n, Sabiduria que

sa lva ,Este alegato contra la sabiduria griega no era, sin embargo, una ~on-

denacion de la razon, Subordinado a Ia fe, el conocimiento natural no

q.ueda excluido. Por el contrario, en un texto que sera citado constante-

mente en la Edad Media (Rorn., I, 19-21), y del que el mismo Descartes se

aprovechara para legitirnar su empresa metaffsica, San Pablo afirma que

los hombres tienen de Dios un conocimiento natural suficiente para jus-

tificar la severidad eterna para con ellos : «pues la colera de Dios estalla

desde 10 alto del cielo contra toda impiedad y toda injustlcia de los hom-

bres, los cuales, por su injusticia, retienen cautiva la verdad; ya que 10

que se puede conocer de Dios, esta manifestado entre ellos: Dios se 10 h~

manifestado. En efecto, sus perfecciones invisibles, su eterno poder y di-

vinidad se han hecho visibles a la inteligencia, desde la creaci6n del mUD-

do, por medio de sus obras», Sin duda, 10 que San Pablo quiere probar

aqui es que los paganos son inexcusables; pero 10 establece en virtu~ del

siguiente principio: la raz6n puede, mediante la inteligencia Y pa:tlendo

del espectaculo de las obras divinas, conocer la existencie de Dios, su

eterno poder, Y otros atributos mas que no nombra.

1 5

La tesis no era nueva, ya que se encuentra explicitamente afirmada en

el libro de la Sabiduria (XIII, 5-9); pero, gracias a San Pablo, desde ahora

impondra a todo fil6sofo cristiano el deber de admitir que es posible para

Ia razon humana adquirir un clerto conocimiento de Dios, a partir del

mundo exterior.

Otro texto de la Epfstola a los Romanos obligaba, de manera semejante,

a adroitir que todo hombre encuentra en su conciencia el conocimiento

natural de la ley moral (Rom., II, 14-15); otros, por fin, contenian algu-

nas indicaciones de alcance esencialmente religioso en el texto. de las

Epistolas, pero cuyas formulas eran de origen estoice y que nosotros ve-

remos utilizadas despues por- numerosos autores cristianos. Tal, sobre

todo, la distinci6n del alma (psych~, anima) y el soplo (pneuma, spiritus),

que mas tarde servira de base a rnuchas especulaciones psico16gicas ins-

piradas en Ia primera Epistola a los Tesalonicenses, V, 23. As!, pues, asis-

times aqui, sencillamente, a otra de estas apropiaciones filos6.6.cas, de las

cuales San Juan acaba de darnos un ejemplo tan notable. De igual manera

que San Juan dice a los paganos : «10que vosotros llamais Verbo es nues-

tro Cristo», San Pablo dice a los estoicos: «10 que vosotros Ilamais Sabi-

duria es nuestra fe en Cristo, y esa conciencia de que vosotros tanto ha-

blais rinde hornenaje al Cristo, sin saberlo». Estos puntos de contacto no

perrniten descubrir la introducci6n de ningun elernento griego en la sus-

tancia de Ia Ie cristiana; Ia persona del Cristo y el sentido de su misi6nno se ven afectados por ella en modo alguno: los acontecimientos que el

Evangelic refiere y Ia doctrina que ensefia seguiran siendo, en su integri-

dad primitiva, la materia sobre la que se va a ejercer la reflexi6n de los

Padres y de la Iglesia.

Se llama literatura patrfstica, en sentido amplio, al conjunto de las

obras cristianas que datan del tiempo de los Padres de la Iglesia; pero no

todas tienen a los Padres de la Iglesia como autores, y ni siquiera se en-

cuentra rigurosamente precisado este tftulo. En un primer sentido, designa

a todos los escritores eclesiasticos antiguos muertos en Ia fe cristiana y en

comunion con la Iglesia; en sentido estricto, un Padre de la Iglesia debe

presentar cuatro caracteres: ortodoxia doctrinal, santidad de vida, apro-

baclon de la Iglesia, antigtiedad relativa (hasta el fin del siglo III, aproxi-

madamente). Cuando falta la nota de antigiiedad, si el. escritor ha repre-

sentado de manera eminente la doctrina de la Iglesia, recibe el titulo de

Doctor de la Iglesia; pero el uso autoriza a Ilarnar Padres a los mas anti-

guos de entre ellos, hasta Gregorio Magno; en la Edad Media se desig-

naba a todos con el titulo de Sancti. Cuando se distinguia a los «santos-

de los «filosofos», se entendfa que se hablaba de los Doctores de la Iglesia.

En 1298, Bonifacio VIII elev6 al range de Doctor de Ia Iglesia a Ambrosio,

Agustin, Jer6nimo y Gregorio Magno. Muchos otros, como Tomas de Aqui-

no, son relativamente recientes; Buenaventura recibio este titulo de Six-

to V, ya en.lSS7. Recordemos que el Doctor de la Iglesia no es infalible, y

que cuando yerra no habla como Doctor. Por debajo de los Doctores de

la Iglesia estan los Escritores eclesiasticos, cuya autoridad doctrinal es

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16 Introduccion

mucho menor y cuya ortodoxla puede, inclusc, no ser Irreprochable, pero

que son testigos antiguos e importantes de Ia tradici6n; Origenes y Eusebio

de Cesarea pertenecen a este grupo. Estas precisiones son de origen mo-

demo; la Edad Media, si bien no colocaba a todos estos autores en el mismo

nivel, tampoco los distribuia con arreglo a una cIasificaci6n precisa, AI

hablar de la actitud de los Padres griegos y de los Padres latinos respecto

de la filosofia, incluiremos juntamente, bajo esta denominaci6n COID1ln, a

los Escritores-eclesiastlcos y a los Doctores de la Iglesia.

BIBUOGRAFtA

Se encontran!. una excelente introducci6n al estudio de estes problemas en Aime

PUECH, Histoire de la lii terature grecque clmitienne depuis res origines jusqu'd la [in.

du IV' s iec le, t. I, Le Nouveau Testament, Paris, Les Belles-Lettres, 1928 (para un com-

plemento blbliografico, op, cit., p. 5; Histoire litteraire).-J. LI!IlREION, Les origines du

dogme de la Trinlte, 4." ed., Paris, 1919.-C. TOUSS~INT.L'HelUnisme et l'apMre Paul,

Paris. t931.-F. PRAT,Le the-ologie de Saint Paul , 6," ed., Paris, 1924.

I