INTRODUCCIÓN

Imaginemos la siguiente escena:

A Juan Díaz le invitan a una cena que tendrá lugar en la casa de un

compañero de trabajo.

Al llegar a la dirección que le han dado, le abre la puerta una persona

desconocida. Juan se presenta cortésmente:

- Hola, soy Juan Díaz. Alberto me ha dicho que esta noche hacía una cena y que me pasase por aquí.

- Ah, sí. Entra, entra –le dice un interlocutor desconocido y desaparece por el pasillo.

Juan espera unos minutos y como nadie parece ir a buscarle ni se preocupa por él, decide adentrarse por el pasillo. Pasa por delante de un saloncito donde dos personas mayores están absortas viendo la televisión. Decide no molestarlas y sigue adelante.

Al fondo llega a un salón grande con unos ventanales abiertos al jardín. En este salón hay un grupo de tres personas, dos de ellas con aspecto de extranjeras. Mantienen un intenso debate, mitad en castellano, mitad en inglés.

Juan las saluda desde la puerta y los tres se giran, le contestan brevemente y se enfrascan de nuevo en su conversación.

Juan, entre desconcertado, incómodo y enfadado, decide salir al

jardín. Ya llegará su anfitrión…

Nadie se ha preocupado de que Juan fuera acogido a su llegada. Ha llegado a un lugar desconocido, nadie se ha preocupado de él, de llevarle hasta el lugar de la cena, de presentarle a los otros invitados, de informarle donde está el anfitrión y cuanto tardará en llegar.

Se trata de una escena poco habitual, pero inquietante. Cualquiera puede ponerse en lugar de Juan Díaz e imaginarse el desconcierto, la incomodidad y el enfado con los que se describen sus sentimientos.

Cuando un nuevo trabajador llega a una empresa se ve igualmente sometido a un entorno nuevo y desconocido: desconoce la “geografía” del centro de trabajo, las personas que por él se desenvuelven, las normas de actuación, la

descripción concreta y pormenorizada de su puesto de trabajo, incluso el sitio

que ha de ocupar o el horario al que estará sometido.

Los planes de acogida pretenden evitar que estos nuevos trabajadores se sientan como Juan Díaz al llegar a la cena descrita y que, por el contrario, sean conducidos en el proceso

de su incorporación a la nueva empresa de una manera sistemática y cabal.